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El valle de las almas

Entre días primaverales y rayos de sol que enternecen los árboles, entre bosque frondoso y
campo de cardenales, entre valles del paraíso y colinas exuberantes me encuentro con el hogar
de las ánimas, danzando a su alrededor. Algunas altas y otras bajas; gentiles y extrovertidas,
amadas, cobijadas entre ellas, están todas juntas.

Salto los riachuelos de agua, saludo a la mariposa blanquecina y las veo, bailando y cantando,
no sé si llorando o hablando, pues aún no logro entender sus expresiones. Me recuerdas a los
tiempos donde yo corría y escalaba mientras mis rodillas heridas aceptaban el sacrificio con tal
de escuchar la música del rio. Tanto dolor, tanta plenitud simultánea. Que nostalgia aquella de
querer mejorar.

Ahora te veo sonriente, con lágrimas y cuerpo desvaneciente, mientras te ensimismas en el


paisaje que tu creaste, en aquel valle de cielo bígaro hogar de ánimas. Por qué estás sola?
Dónde están tus amigas? Por qué bailas tan triste? Qué pretendes expresar? Por qué tu cántico
suena tan melancólico? No debería ser… pleno?

Tu plenitud me acongoja sin razón, tu melodía me recuerda a un llanto de soledad, y no logro


entender cómo mi alma me duele tanto cuando canta. No te desvanezcas, no desaparezcas
alma mía, no me hagas perder la razón, pues olvidaré dónde queda mi hogar. Solo tú me causas
sosiego, recuérdalo pequeño.

Cada día lamento tu ausencia, mi querida, y ansío el día en que te pueda volver a ver bailar.
Crearé leyendas para recordarte, contaré a mis nietos nuestros días de cobijo, haré de ti mi
memoria completa, bailaré en tu camino y regaré tus flores favoritas, que resultan ser también
las mías.

Ánima mía, perdóname por haberte perdido, te prometo que al final de la noche volveré a estar
contigo.

- Kritón

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