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Mairalyn M. Villasmil
OC-014 Neuropsicología
en este apartado mencionare a groso modo las partes del cerebro y las funciones
principales. La intención es entender de la manera más sencilla posible el funcionamiento
del órgano más importante de nuestro cuerpo y a su vez identificar hasta dónde la acción
Terapéutica Conductual puede actuar en la modificación y extinción de conductas que
precisan intervención en las patologías del mismo. se encuentra protegido por el cráneo,
ya que es muy susceptible a las lesiones. Constituye solo el 2% del peso corporal y utiliza
el 20% de la energía que producimos. Su peso es de alrededor 1,36 kilogramos.
Así pues, mientras otras partes del cerebro están diseñadas para orientarnos
hacia los objetivos más a corto plazo, los lóbulos frontales permiten que aspiremos a
metas de naturaleza más abstracta, gracias a las cuales somos capaces de cooperar, ya
que las cadenas de acciones que nos llevan conseguirlas son lo suficientemente largas y
complejas como para que en ellas tengan cabida más personas.
Control de la propia conducta: La zona orbital del lóbulo frontal (es decir, la zona
inferior de este, que queda cerca de las orbitas de los ojos) está en constante relación con
los impulsos que vienen de la zona del sistema límbico, la estructura en las que se
originan las emociones. Es por eso que uno de sus funciones es amortiguar los efectos de
esas señales, para evitar que ciertos arrebatos emocionales e impulsos que requieren ser
satisfechos cuanto antes entorpezcan los planes cuya meta está situada a largo plazo. En
definitiva, todo esto facilita el autocontrol.
Cognición social: Los lóbulos frontales nos permiten atribuir estados mentales y
emocionales a los demás, y que esto influya en nuestra conducta, de este modo,
interiorizamos posibles estados mentales de la gente que nos rodea. Esto, unido a que tal
y como hemos visto los lóbulos frontales nos permiten planificar teniendo en cuenta a
otras personas, hace que estas zonas de la corteza cerebral nos predispongan a crear
tejidos sociales complejos.
Los Giros del lóbulo frontal, las cuatro circunvoluciones principales de la corteza
frontal son los giros precentral, frontal superior, frontal medio y frontal inferior. Además,
también es importante mencionar los giros de la cara inferior del lóbulo frontal, que
incluyen el giro recto y los giros orbitarios.
El córtex somatosensitivo está formado por seis capas de tejido nervioso. La primera de
estas capas es la más exterior, aquella que se encuentra más próxima a la superficie
cerebral, entre sus funciones se encuentra la de enviar señales sensitivas que estimulen
la cuarta etapa. Además, tanto la primera capa de tejido como, como la segunda reciben
señales que controlan el nivel de excitabilidad del sistema sensorial.
Finalmente, la quinta y la sexta capa tienen como función principal y única enviar señales
neuronales a las zonas más profundas del sistema nervioso.
El lóbulo occipital manda información sobre la visión hacia otros lóbulos cerebrales
a través de dos canales de comunicación diferentes.
El primero de ellos, que va hacia la zona frontal del cerebro a través de la zona
ventral (es decir, la más alejada de la zona superior de la cabeza), procesa
información sobre el “que” de lo que se ve, es decir, el contenido de la visión.
El segundo canal, que va hacia la parte frontal a través de la zona dorsal (cercana
a la coronilla), procesa el “como” y el “donde” de lo que se ve, es decir, aspectos
del movimiento y la localización en un contexto más amplio.
Las áreas auditivas: el giro temporal transverso anterior (área 41) en gran parte
contiene al área auditiva primaria (A1) y el giro temporal transverso posterior (área 42) el
área auditiva secundaria (A2) estas áreas son partes especializadas de la corteza,
responsables por la recepción de información auditiva (vía radiaciones auditivas) desde el
núcleo del cuerpo geniculado medial. También en el giro temporal superior se encuentra
el área 22 de Brodmann que contiene el al área auditiva de asociación, que recibe
información tanto del área auditiva primaria como del tálamo. Esta área es responsable de
la interpretación de sonidos y de la asociación entre las entradas auditivas con otras
informaciones sensitivas.
La corteza auditiva con sus zonas primaria, secundaria y asociativas son las
encargadas de, además de percibir los sonidos, realizar la codificación e interpretación de
la información auditiva, siendo un elemento indispensable para la supervivencia y la
comunicación. En este último aspecto destaca su participación en la comprensión del
habla que se da en el área de Wernicke.
El giro angular. Esta área resulta de especial relevancia, debido a que es la que
permite la lectoescritura. En ella se asocia la información visual con la auditiva,
permitiendo asignar a cada grafema su correspondiente fonema y haciendo posible que
se produzca un cambio en el tipo de datos con los que trabaja el cerebro, de imágenes o
sonidos con un componente simbólico. En personas con lesiones en esta zona, la lectura
suele estar afectada, siendo muy lenta o inexistente.
El lóbulo temporal procesa los recuerdos y los integra con las sensaciones del gusto,
el oído, la vista y el tacto. Hay que tomar en cuenta que en realidad hay dos lóbulos
temporales uno en cada hemisferio cerebral. Esta consideración resulta relevante, ya que
algunas de las funciones de este lóbulo se localizan en la mayoría de las personas en un
hemisferio especifico. Sin embargo, cuando a causa de alteraciones neurológicas una
parte de un lóbulo temporal deja de funcionar pueden llegar a ser realizadas total o
parcialmente por su homólogo del hemisferio opuesto.
Área de asociación del sistema límbico. Esta parte del lóbulo temporal se encarga de
dotar de información emocional a las percepciones, integrando emoción y percepción.
Participa también en la memoria y aprendizaje. Asimismo, otras investigaciones han
reflejado que también tiene que ver con la regulación de la conducta sexual y en el
mantenimiento de la estabilidad emocional.
En definitiva, esta parte del lóbulo temporal integra procesos mentales vinculados a
las emociones y permite que nuestras vivencias dejen una huella en nosotros que va más
allá de lo que podemos explicar con palabras.
La Ínsula. Es una parte de la corteza que queda oculta entre el resto de lóbulos
del cerebro, y para verla, es necesario apartar entre sí los lóbulos temporal y parietal. Es
por eso que frecuentemente no es tenida como un lóbulo más. Hoy en día es considerada
otro lóbulo del cerebro, independiente y con funciones propias. Este lóbulo es el que
menos se ha estudiado, por lo que es considerado un lóbulo nuevo ya que hay poca
información sobre esta estructura.
La ínsula es un lóbulo que tiene forma triangular, se encuentra rodeada por surcos
limitantes que definen las tres partes de opérculo cerebral: el frontal, parietal y temporal.
Al ser estos retraidos se pueden observar el surco central de la insula, dividiéndola en una
porción anterior y otra posterior. La porción anterior incluye tres giros cortos: anterior,
medio y posterior. Además, se puede observar al giro accesorio en el margen ventral de la
porción anterior. Por otro lado, la porción posterior incluye a dos giros largos: anterior y
postrior.
Epilepsia insular. Por lo general esta tiene sintomatología similar a las epilepsias
del lóbulo temporal y esto es exactamente lo que divide a los expertos en dos
grupos: los que creen que las crisis epilépticas tienen origen en el lóbulo de la
ínsula y los que creen que es una epilepsia del lóbulo temporal que es transmitida
a la corteza del lóbulo de la ínsula. Algunos expertos sostienen que el lóbulo de la
ínsula tiene capacidad para dar origen a las crisis epilépticas. La dificultad en
probarlo se debe a la ubicación de la ínsula la cual se encuentra profunda en el
cerebro dificultando la toma de información con un (EEG).
Está relacionada con las conductas aditivas, apatía, falta de atención y motivación.
En conclusión, las estrechas relaciones del cerebro con los procesos psicológicos
dejan de manifiesto que las lesiones que este puede sufrir, tendrán consecuencias en las
conductas del individuo y que, desde el campo terapéutico, podemos trabajar en base a la
información neurológica como punto de orientación para los procesos de intervención
pertinentes y concretos.
Referencias.