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Comentario crítico “Divagación Nocturna”.

Giorgio Lizcano Rojas.

“Divagación nocturna”, que retoma el título de un poema anterior, pertenece al libro


Arietas, Ritornelas y otros Ritmos, publicado el 8 de mayo de 1920. La primera estrofa del
poema de León de Greiff pone al lector en una clave simbolista de identificación entre los
recuerdos de un Yo y la naturaleza: “Riela en mi alma tu recuerdo / como la luna sobre el
mar”. Mediante un símil, el poeta liga el recuerdo de alguien, que alumbra su alma con luz
trémula, con la luz de la luna que cae encima del mar. La imagen de estos versos ambienta al
lector en la noche y, además, vincula la interioridad del Yo poético con la realidad externa,
una conexión que parece sugerir la trascendencia interior. Este recuerdo se extiende, no solo
ilumina el alma, sino que “En el silencio de mis noches / oigo tu voz aletear / tu voz que me
dice muy paso / que no me quieres olvidar.…”. Vuelve en las noches, silenciosas y tal vez
solitarias, como una vibración, y esa voz suave como el aire, o su recuerdo, le dice que no lo
quiere olvidar.
La tercera estrofa comienza con el mismo verso que inicia la segunda “En el silencio de
mis noches” y luego invierte el orden de los dos que componen la primera estrofa. Después,
las conexiones entre su recuerdo, su interioridad y el mundo exterior se trasladan al mirar de
la persona y las estrellas: “Veo el undívago vibrar / de las estrellas en tus ojos”. A mi juicio,
los siguientes versos introducen un tono nuevo al poema y una nueva forma de relacionarse
con estos recuerdos, que en principio parecen gratificantes y revelan conexiones intimas con
la naturaleza y el interior del Yo lírico. De repente, esta conexión posibilitada por un
recuerdo, se convierte en una persecución: “Se van mis solitarias horas / tras tu recuerdo, en
un girar / de sueños y sueños ilusos…. / (No los podremos realizar?....)”. Ahora los sueños y
los recuerdos son ilusos, la voz poética introduce una duda y no puedo dejar de preguntarme
si estas íntimas conexiones líricas entre el poeta y la naturaleza son reales. Además, a partir
de este momento predomina un ambiente triste, de desilusión, en el que todo es un
“Melancólico ensueño ilusorio / que justifica el vegetar / de mi ánima soberbia, / de mi
espíritu singular…”.
En este punto, considero que una de las ideas de David Jiménez en su ensayo “El
argonauta o el bufón” puede ser muy útil: “La otra cara del vate simbolista, ocupado en
menesteres de trascendencia, es la del juglar ebrio para el cual la relevación de lo oculto
podría culminar simplemente en lo trivial…” (P 9). Jiménez es claro en que la poesía de De
Greiff se mueve entre dos polos, uno con toda la seriedad y sublimidad de la poesía lírica
simbolista y otro humorístico, que constantemente parodia. Si bien, considero que en otros
poemas del autor se puede sentir más la fuerza e importancia que tiene está tensión, en
“Divagación Nocturna” también se percibe ese ir y venir: primero se afirman las íntimas y
armónicas conexiones entre los recuerdos del Yo y la naturaleza, una conexión entre ojos y
estrellas, entre la luz interior y la luz de la luna; luego, lo contrasta con un tono melancólico
en el que se pone en duda todas estas conexiones “¿no lo podremos realizar?”.
Por otro lado, los recuerdos del Yo poético parecen ser de un amante, versos como los
siguientes parecen corroborar esa hipótesis “Riela en mi alma tu recuerdo…. / Siento en mi
boca palpitar / el beso trémulo y perenne / con que nos hemos de besar.... / Miro en tus ojos
de misterio / -como si fueran a llorar….- / todo el poema de la vida / que no pudimos
realizar….”. En esta estrofa el recuerdo adquiere una presencia mucho más fuerte, ahora es
un recuerdo evocado por la voz poética desde el presente en que está cantando, también tiene
una perspectiva de futuro que se materializa en el beso que siente, ese beso que han de darse.
Además, es clave señalar que en esta estrofa surge una nueva conexión entre los ojos
misteriosos y el poema, que es la vida, esto trae a colación la importancia de la poesía; sin
embargo, nuevamente vuelve el tono contradictorio y esta vez no duda, sino que afirma, que
este poema, tal vez la vida, no lo pudieron realizar.
A continuación, el recuerdo, cada vez más presente, sigue identificándose con distintos
elementos de la naturaleza: el Yo puede oler los aromas de las flores en su pelo, percibe que
sus manos blancas, que parecen nieve, son como una pareja de lirios. A mi juicio, esa idea de
la identificación del poema con la vida, y con los ojos de la amada, vuelve en dos versos con
mucha fuerza “Está en tu grácil cuerpo fino…. / toda la euritmia del rimar….”. La conexión
no está solo en los ojos de la amada, el poema es más que su vida juntos (el recuerdo),
también es la sustancia interna de la amada, es la buena disposición y correspondencia de las
diversas partes1 del rimar, como si en el cuerpo se encontrara lo que necesita el poeta para
escribir su obra. Estas afirmaciones terminan con un tono celebratorio “Tus manos, que
bendijeron / con su perdón, mi divagar / por arduos caminos oscuros”.
Después de esto, vuelve el tono melancólico que siembra las dudas sobre la posibilidad
de trascender, sobre la importancia de la poesía, sobre una conexión del Yo y el mundo
externo “¡Melancólico ensueño ilusorio / de mi incoherente divagar! / Fantasía disparatada /
(…) / Delirio ingenuo que se trueca / -irónico y duro-en pesar…. / ¡Melancólico ensueño
ilusorio / que no podremos realizar….!” De esta manera se comprueba una de las ideas
centrales de Jiménez: la obra de Greiff no es absolutamente paródica, aunque este sea un

1
La definición de Euritmia de la Rae es la siguiente: Buena disposición y correspondencia de las diversas partes
de una obra de arte.
elemento completamente esencial de su poesía, nunca es lo único, los aspectos serios, líricos
y musicales también son determinantes, de este modo “…Podría asegurarse que aquí no hay
absolutos, todo está en quiebra y, más aún, en solfa. La poesía es lo único que sale,
finalmente a flote en el universal naufragio…” (Jiménez p 9). El poema cierra con el mismo
símil que inicia, con el recuerdo iluminando el alma del Yo, como si fuera un círculo. Acabar
de este modo, a mi juicio le da un tono especial, dado que, a pesar de haber sembrado dudas,
de incluso negar la trascendencia y las conexiones, parece que nuevamente vuelve a
enunciarlas, no con la intención de afirmarlas decididamente, sino como una posibilidad
siempre latente en su poesía. Para concluir, me gustaría traer una cita de la introducción del
libro De Baudelaire al surrealismo de Marcel Raymond, quien hablando de Rimbaud dice lo
siguiente:
Sea como fuere, aquí nace una nueva idea de la literatura -que solo en nuestros días se ha
distinguido claramente-, en que el sentido poético emparienta íntimamente con el sentido
místico y profético, medio no ya de expresión sino de descubrimiento, instrumento sutil, como
la más fina agudeza del espíritu, y capaz de llegar con sus antenas hasta el corazón de lo
inconsciente. (Raymond p 33)
Me parece importante concluir con esta cita, porque teniendo en cuenta el polo burlesco
y su contraste con el de vate simbolista mencionado por Jiménez: el fragmento parece
aplicarse a la poesía de De Greiff. Este nuevo elemento, que contrasta con la sublimidad y
altura lirica del simbolismo, da una nueva concepción de la poesía que en nuestros días se
está empezando a distinguir claramente, razón por la cual, no creo que sea una feliz
coincidencia que Rimbaud aparezca en su libro y sea identificado por Jiménez como una de
sus influencias.

Bibliografía.
De Greiff, León. “Divagación nocturna” en Tergiversaciones 1915-1922 pp 166-169.
Jiménez, David. “León de Greiff: el argonauta y el bufón”, Gaceta, Num 29 (Agosto 1995)
pp 8-12.
Raymond, Marcel. (1960) “Introducción” en De Baudelaire al surrealismo. Trad
Domenchina, Juan José. Fondo de cultura económica, pp 66-37.

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