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ENEAGRAMA: POR TRIADAS

(Yo soy 6, y conozco: 2, 3, 4, 5, 7, 8, y 9......me falta conocer un 1!)

TRIADA DEL INSTINTO (tipos: 1, 8, 9)

Cada uno de estos tres tipos tiene problemas de agresividad (sí bien los
nueve tipos de personalidad son agresivos de modos diferentes, la
energía de la agresividad es un componente esencial de la estructura del
ego de los tipos de la tríada del instinto). A veces la agresividad va
dirigida hacia ellos mismos y a veces hacia los demás. La ira es la
reacción instintiva a la necesidad de reprimirse, la necesidad de cerrarse
y constreñir la vitalidad. Los Ocho tienden a expresar su ira, los Nueve
tienden a negarla y los Uno tienden a reprimirla.

En el tipo Ocho, el límite del ego está principalmente dirigido hacia


fuera, contra el entorno; el centro de atención es también externo. La
consecuencia es una expansión y desbordamiento de la vitalidad del
Ocho en el mundo. Los Ocho gastan energía constantemente para que
nada pueda acercárseles demasiado y herirlos. Su actitud hacia la vida
viene a decir: «Nada me va a dominar. Nadie va a penetrar mis
defensas para herirme. Voy a estar en guardia». Cuanto más herido se
sintió el Ocho en su infancia, más amplio será el límite de su ego y más
difícil resultará a los demás llegar hasta él.

Las personas tipo Uno también tienen un límite contra el mundo


exterior, pero están mucho más interesadas en mantener su límite
interno. Todos tenemos aspectos que no aprobamos o de los que
desconfiamos, que nos angustian y de los que deseamos defendernos.
Los Uno gastan muchísima energía tratando de contener ciertos
impulsos inconscientes, tratando de impedir que afloren a la conciencia.
Es como si se dijeran: «No quiero ese sentimiento. No quiero tener esa
reacción ni ese impulso». Generan muchísima tensión física para
contener sus límites interiores y mantener a raya aspectos de su
naturaleza interior.

El tipo Nueve, el tipo del centro de la tríada (situado en el vértice del


triángulo equilátero), trata de mantener límites en las dos zonas, en la
interna y en la externa. En el ámbito interno, los Nueve no quieren que
ciertos sentimientos y estados alteren su equilibrio. Levantan un muro
contra aspectos de sí mismos, igual que los Uno, reprimiendo potentes
impulsos instintivos y emociones. Al mismo tiempo, mantienen un fuerte
límite contra el mundo exterior para no ser heridos, igual que los Ocho.
Suelen entregarse a comportamientos pasivo-agresivos y hacen !a vista
gorda a cualquier cosa que amenace su paz. No es de extrañar que
digan que con frecuencia se sienten cansados, porque resistir la realidad
en los dos «frentes» exige una enorme cantidad de energía. Si gastan la
mayor parte de su vitalidad en mantener esos límites, no les queda para
vivir e intervenir más plenamente en el mundo.

TRIADA DEL SENTIMIENTO (Tipos: 2, 3, 4)

Los tres tipos de personalidad de la tríada del sentimiento están


interesados ante todo en el desarrollo de su imagen. Compensan su
falta de conexión más profunda con las cualidades esenciales del
corazón erigiendo una falsa identidad e identificándose con ella.
Entonces presentan esa imagen a los demás (y a sí mismos) con la
esperanza de atraer amor, atención, aprobación y sensación de valía.

Desde el punto de vista psicológico, los tipos Dos, Tres y Cuatro son los
más preocupados por su «herida narcisista», es decir, por lo que no se
valoró de ellos en su infancia.

Los tipos de la tríada del sentimiento nos presentan tres soluciones


diferentes para este dilema: complacer a los demás para caerles bien
(tipo Dos); realizar cosas y sobresalir de algún modo para conseguir
admiración y validación (tipo Tres), o tener una compleja historia sobre
uno mismo y dar tremenda importancia a todas las características
personales (tipo Cuatro).

Los dos temas principales de esta tríada entrañan problemas de


identidad («¿Quién soy?») y de hostilidad («Te odio porque no me amas
como yo quiero»). Dado que en su inconsciente los tipos Dos, Tres y
Cuatro saben que su identidad no es una expresión de lo que son
realmente, reaccionan con hostilidad siempre que no se valora su
personalidad-identidad. La hostilidad les sirve para desviar la atención
de las personas que podrían poner en duda o subvalorar su identidad y
para defenderse de los sentimientos más profundos de vergüenza y
humillación.

El tipo Dos busca valía en la buena opinión de los demás. Desea ser
deseado; trata de obtener reacciones favorables dando a los demás su
energía y atención. Busca reacciones positivas a sus gestos de amistad,
ayuda y bondad con el fin de fortalecer su autoestima. El enfoque de sus
sentimientos es hacia fuera, hacia los demás, pero la consecuencia es
que suele tener dificultad para saber qué le dicen sus sentimientos.
También se siente a menudo poco valorado, aunque hace todo lo posible
por ocultar la hostilidad que esa sensación le genera.

El tipo Cuatro es lo contrario: su energía y su atención las dirige hacia


dentro para mantener una imagen basada en sentimientos, fantasías e
historias del pasado. Su personalidad-identidad se centra en «ser
distinto», y en consecuencia suele sentirse distanciado de los demás.
Tiende a generar y sostener estados de ánimo o humor en lugar de
permitir que surjan los sentimientos que están realmente presentes. Los
Cuatro menos sanos suelen considerarse víctimas y prisioneros de su
pasado; creen que no tienen esperanza de ser de otro modo debido a
todas las tragedias y abusos que han sufrido. Así también atraen hacia
sí atención y lástima y, por lo tanto, cierto grado de validación.

El tipo Tres, el del centro de esta tríada (situado en el vértice del


triángulo equilátero), dirige su atención y energía hacia dentro y hacia
fuera. A semejanza de los Dos, necesita reacciones y opiniones positivas
y validación de los demás. El Tres busca principalmente la valía
mediante logros; desarrolla ideas sobre cómo sería una persona valiosa
y luego trata de ser esa persona. Pero también «su conversación interior
consigo mismo» es muy activa, para generar y mantener así un cuadro
interno de sí mismo coherente, como el Cuatro. También corre el riesgo
de «creerse su propia propaganda» más que la verdad.

Pese a las diversas imágenes que presentan estos tipos, en el fondo


todos se sienten sin valía, y muchos de los hechos de su personalidad
son intentos de disfrazarse, para ocultarse de sí mismos y de los demás.
Los Dos obtienen una sensación de valía diciendo: «Sé que valgo porque
los demás me quieren y me valoran. Hago el bien a los demás y me lo
agradecen»; son salvadores. En el lado opuesto del espectro, los Cuatro
son los salvados, se dicen: «Sé que valgo porque soy único, distinto a
todos los demás. Soy especial porque alguien se toma el trabajo de
salvarme; alguien se toma la molestia de preocuparse por mi aflicción,
eso quiere decir que me lo merezco». Los Tres son modelos de quienes
no necesitan ser salvados, como sí dijeran: «Sé que valgo porque
consigo las cosas, no tengo nada mal. Valgo debido a lo que realizo».
Pese a sus métodos individuales para «fortalecer la estima propia», a
estos tres tipos les falta amor por sí mismos.

TRIADA DEL PENSAMIENTO (Tipos: 5, 6, 7)


Los sentimientos dominantes en los tipos Cinco, Seis y Siete son la
ansiedad y la inseguridad. Para decirlo de otro modo, a los tipos de la
tríada del instinto les interesa resistirse a aspectos del presente; los
tipos de la tríada del sentimiento están orientados hacia el pasado
porque se han construido una imagen a base de recuerdos e
interpretaciones del pasado; los tipos de la tríada del pensamiento están
más preocupados por el futuro, como si preguntaran: «¿Qué me va a
ocurrir? ¿Cómo voy a sobrevivir? ¿Cómo prepararme para evitar que
ocurran cosas malas? ¿Cómo avanzar en la vida? ¿Cómo
arreglármelas?».

El tipo Cinco reacciona retirándose de la vida y reduciendo sus


necesidades personales; se cree demasiado frágil y poca cosa para
sobrevivir a salvo en el mundo; el único lugar seguro es su mente, por
lo tanto acumula allí lo que cree que le ayudará a sobrevivir hasta estar
preparado para volver al mundo. Los Cinco también piensan que no
tienen suficiente para satisfacer las exigencias de la vida práctica. Se
retiran hasta que logran saber algo o dominar alguna habilidad que les
permita sentirse lo suficientemente seguros para salir del escondite.

El tipo Siete, por el contrario, se enfrenta a la vida y parece no tener


miedo de nada. Al principio parece raro que los Siete estén en una
tríada a cuyos tipos les afecta tanto el miedo, puesto que por fuera son
muy aventureros. Pero, a pesar de las apariencias, tienen muchísimo
miedo, aunque no del mundo exterior: tienen miedo de su mundo
interior, de quedar atrapados en el dolor emocional, en la aflicción y,
sobre todo, en sentimientos de ansiedad. Por lo tanto escapan
sumergiéndose en la actividad y la expectación de la actividad.
Inconscientemente, el Siete intenta mantener ocupada la mente para
que no afloren sus ansiedades y dolores soterrados.

En el tipo Seis, el central de esta tríada (situado en el vértice del


triángulo equilátero), la atención y la energía están dirigidas hacia
dentro y hacia fuera. Por dentro el Seis se siente angustiado, por lo cual
se lanza a la actividad externa y la expectación del futuro, como el
Siete. Pero una vez hecho esto, finalmente teme cometer errores y ser
castigado o abrumado por exigencias impuestas, de modo que, como el
Cinco, se «apresura a replegarse en sí mismo». Nuevamente lo asustan
sus sentimientos y así continúa el ciclo reactivo, en que la ansiedad hace
saltar su atención a su alrededor como una pelota de ping-pong.

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