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INTRODUCCION

En el derecho romano existían otros hechos generadores de obligaciones


aparte de los contratos y de los delitos, a este tipo de obligaciones como
tenían por fuente un hecho lícito se les aplicaba reglas contractuales, como
si fueran contratos «cuasi ex contrato», con la vulgarización del latín se
suprimió la ex, quedando como cuasicontrato.

Nacidos en la clasificación de las fuentes obligacionales (contratos delitos,


cuasicontratos y cuasidelitos) del emperador romano Justiniano, los
cuasicontratos se parecen a los contratos como manifestaciones lícitas de
voluntad que producen efectos jurídicos, pero se distinguen por no existir
en ellos, acuerdo de voluntades.

En el presente trabajo realizaremos un estudio donde analizaremos las


fuentes, obligaciones y demás sobre los cuasicontratos y los Cuasidelitos,
tanto en el Derecho Romano, como en el Derecho Civil Dominicana.
Cuasicontratos

 En la época clásica las fuentes de las obligaciones se dividían en


contrato y delitos, pero como no podían desconocer los juristas que
ambas fuentes no agotaban todos los tipos de obligaciones, agregaron
el término figuras similares al contrato o delito.
 Los cuasicontratos se asemejan a los contratos, pero no son tales,
porque le falta la convención, el acuerdo de las partes para producir
determinada obligación.

Obligaciones de los Cuasicontratos

Se decía en el derecho romano que una obligación nacía de un


cuasicontrato, cuando la fuente de ella no estaba en el acuerdo de
voluntades de dos o más personas contratantes, sino en la consumación de
determinados actos civiles lícitos que producían efectos análogos a los de
un contrato.

Los cuasicontratos se parecen a los contratos por ser lícitos y engendrar


obligaciones, pero diferían de ellos por la falta de consentimiento.

Los principales cuasicontratos eran, según las Instituciones de Justiniano,


los siguientes:

Negotiorum Gestium o Gestión de Negocios Ajenos

Consistía en la gestión de los negocios de una persona por otra que


voluntariamente los tomaba a su cargo en interés del dueño (dominus) y sin
que este último lo supiera. Los elementos necesarios para que este acto
jurídico produjera obligaciones, eran:

A) Que la gestión de los negocios se realizara en provecho del dueño, no en


provecho del gestor.

B) Que el dueño ignorara la gestión, pues si tenía conocimiento de ella y la


consentía, no había negotiorum gestio, sino un contrato de mandato por
consentimiento tácito del dueño de los negocios

Las obligaciones nacidas de este cuasicontrato eran parecidas al del


mandato. El gestor debía finalizar los negocios emprendidos y dar cuenta de
ellos al dueño transfiriéndole todo el beneficio resultante de la gestión. A su
vez, el dominus o dueño de los negocios debía reembolsar al gestor todo
gasto útil en la gestión, indemnizarle de todo perjuicio, y si se había hecho
deudor con motivo de la gestión, debía relevarlo de la deuda tomándola a su
cargo.

Las obligaciones a cargo del gestor se hacían judicialmente efectivas por


medio de la acción negotiorum gestorum contraria, o sea el gestor reclamaba
una indemnización por gastos. En el caso que el dueño recibiera perjuicios
cuando el gestor no se comportara como buen padre de familia, el dueño
tenía la opción de incoar una acción negotiorum directa.

La Indivisión

Tenía lugar la indivisión cuando dos o más personas eran dueñas en común
de una o más cosas determinadas o de una universalidad de bienes como
en la herencia indivisa, pero sin que tal situación jurídica proviniera de un
contrato entre los condueños o comuneros. La principal obligación a cargo
de todos los comuneros o dueños en común era la de permitir la división de
la cosa singular o universal.

Podían surgir otras obligaciones provenientes de la administración de la


cosa o de las cosas comunes, administración que en principio estaba a cargo
de todos los comuneros.

La obligación de permitir la división de la cosa o de las cosas comunes se


hacía judicialmente efectiva mediante la acción communi dividundo, si no
se trataba de una herencia, y por medio de la acción familiae erciscundae,
cuando la cosa común era una herencia. El juez tenía en estos casos la
facultad de dar la propiedad de determinadas partes de la cosa común a
cada uno de los condueños o comuneros.

La Herencia

El heredero al adquirir una herencia, recibe tanto el activo como el pasivo


del causahabiente; es decir, si este tenía obligaciones pendientes, el
heredero está en la obligado a responder por ellas. En estos casos, no
habiendo vínculo contractual entre el heredero y el acreedor, o legatario, se
decía que la obligación nacía de un cuasicontrato.

Tutela y Curatela

El tutor o curador que administraban bienes del pupilo, tenían para con
este último obligaciones semejantes a las del mandatario para con el
mandante, y a su vez podían surgir a cargo del pupilo ciertas obligaciones
para con el tutor o curador semejantes a las del mandante con el
mandatario. Pero como entre el pupilo y el curador o tutor no había habido
contrato, estas obligaciones nacían de un cuasicontrato.

Pago de Lo No Debido

Si una persona pagaba por error lo que no debía, surgía a cargo del supuesto
deudor la obligación de devolver lo que en tales condiciones había recibido.
Los elementos requeridos para que surgiera esta obligación eran:

1) Que entre el que pagaba y el que recibía no existiera vínculo jurídico


alguno, ni aun una obligación meramente natural. Porque si existía una
obligación natural, el pago hecho voluntariamente por el deudor, siendo
capaz, le confería al acreedor natural el derecho a la solutio retentio, esto
es, a retener lo recibido, tal como si se tratara de una obligación civil.

2) Era preciso que el pago se hiciera por error, es decir, ignorando que el
que pagaba la inexistencia del vínculo jurídico. Si se pagaba a sabiendas de
que no se debía, se reputaba el acto como una liberalidad y no daba lugar a
la restitución de lo recibido.

Si el deudor a plazo pagaba antes de vencerse este, no podía decirse que


pagaba lo que no debía, porque el plazo o termino suspensivo no suspendía
la existencia de la obligación, sino solamente su exigibilidad. Por
consiguiente, aun cuando la anticipación del pago se debiera por error, no
podía pedirse la devolución de lo pagado.

Pero si se trataba de una obligación bajo condición suspensiva y se pagaba


por error antes del cumplirse la condición, surgía la obligación
cuasicontractual de devolver lo recibido, porque la condición suspensiva
retardaba no solo la exigibilidad, sino la existencia misma de la obligación,
la cual no existía, por tanto, sino desde que la condición se cumpliera. La
obligación cuasicontractual nacida del pago de lo no debido se hacía efectiva
judicialmente por medio de la acción denominada condictio indebiti.

Cuasidelitos

Es un acto ilícito pero que el derecho romano no lo clasificaba como delito.


Produce una obligación entre el autor del acto y el perjudicado.
Entre los cuasidelitos tenemos los siguientes:

 Si iudex litem suam fecerit. El pretor otorga una acción in bonum et


aequum concepta contra el juez que obra dolosamente al pronunciar
sentencia. En la época Justineana la responsabilidad viene extendida
a la negligencia y la pena puede reducirse a la vera aestimatio litis.
 Postium et suspensum. Esta acción es concedida por el Pretor contra
el habitator de una casa que coloca o suspende algún objeto de
manera que, con su caída, podría causar daño a cualquier transeúnte.
La acción es popular, prescinde que medie o no culpa.
 Effusum et delectum. Esta acción es concedida contra el habitator de
un edificio, el cual arroja algo a un lugar de tránsito ocasionando un
daño. Si el daño afecto a una cosa se responde in duplum; si se trata
de herida a un hombre libre, la acción concibe in bonum et aequum.
 Responsabilidad de navieros, posaderos y dueños de establos. Las
personas citadas se hacían responsables por los objetos dejados bajo
su custodia; pero si sus dependientes cometían robos o daños,
también quedaban obligados, quasi ex delictio, a pagar una
indemnización.

La diferencia entre éstos no reside, como la doctrina moderna, en la


existencia o ausencia de la intención de causar un daño. En el delito de la
Lex Aquilia, como veremos, faltaba a menudo la intención, y, sin embargo,
era " delito" , mientras que el juez que dictaba dolosamente una sentencia
injusta en el derecho romano cometía sólo un cuasidelito.

Cayo y Justiniano dan ejemplos de obligaciones cuasidelictuales.

a) La acción dada contra el juez que por negligencia o dolo haya dado una
mala sentencia (fraudulenta o errada).

b) La acción de las cosas arrojadas o derramadas, que se dada contra el


habitante de una casa desde la cual se hubiera arrojado algo a la vía pública.

c) La acción popular contra el habitante de un departamento en el que se


hubiera colocado cosas expuestas a caer. La sanción era multa.

d) La acción por el doble contra el naviero, hostelero o posadero por


sustracciones o daños causados por sus dependientes en las cosas de los
cargadores o huéspedes.
Los Cuasicontratos y Cuasidelitos Derecho Civil Dominicano
Subero Isa define los cuasicontratos como los hechos puramente
voluntarios del hombre, de los cuales resulta un compromiso cualquiera
respecto a un tercero, y algunas veces un compromiso recíproco por ambas
partes.
Un cuasicontrato puede generar obligaciones sinalagmáticas, como el caso
de la gestión de negocios ajenos, u obligaciones unilaterales, como en el
caso del pago de lo indebido.
Constituyen una fuente autónoma de obligaciones porque la obligación que
ellos crean nace fuera de la voluntad de los obligados y sin que ellos hayan
cometido una falta que comprometa su responsabilidad civil.

En nuestro derecho, existen tres categorías de cuasicontratos:


 La gestión de negocios ajenos
 El pago de lo indebido
 El enriquecimiento sin causa

La Gestión De Negocios Ajenos.


Es la acción de una persona, que espontáneamente y sin mandato, realiza
uno o varios actos concernientes al patrimonio de un tercero.
La gestión de negocios ajenos se encuentra prevista en los artículos 1372 al
1375 el Código Civil, los cuales rezan:
Art. 1372. Cuando voluntariamente se gestiona el negocio de otro, ya sea
que el propietario conozca la gestión o que la ignore, el que realiza aquella
gestión contrae compromiso tácito de continuarla y conducirla, hasta que el
propietario pueda encargarse personalmente del asunto, debe encargarse de
todo lo que dependa de este mismo negocio. Queda sometido a todas las
obligaciones que resultarán de un mandato expreso que le hubiere dado el
propietario.
Art. 1373. Está obligado a continuar la gestión aunque muera el dueño
antes de que termine, hasta que el heredero haya podido tomar su dirección.
Art. 1374. Está obligado a emplear en la gestión todos los cuidados de un
buen padre de familia. Sin embargo, las circunstancias que le hayan
conducido a encargarse del negocio, pueden autorizar al juez para que
modere los daños y perjuicios que puedan resultar por las faltas o
negligencias del gestor.
Art. 1375. El dueño, cuyo negocio ha sido bien administrado, debe cumplir
con los compromisos que el gestor haya hecho en su nombre, indemnizarle
de todos los compromisos personales que haya contraído y reembolsarle de
todos los gastos que haya hecho, siendo útiles y necesarios.

Requisitos:
1. Ausencia de consentimiento de dueño del negocio. Pues si el dueño del
negocio ha dado su consentimiento, entonces hablaríamos de mandato. La
principal diferencia entre el mandato y la gestión de negocios ajenos, es que
en el primero existe un consentimiento previo para la realización de la
gestión y en el segundo la voluntad de contratar se encuentra ausente.
Ahora bien, si la gestión es realizada con la oposición del dueño, no solo no
habría gestión de negocios ajenos sino que el gestor comprometería
su responsabilidad civil.
2. Intención de obrar por otro. Concerniente al gestor, en ausencia de este
requisito no habría gestión de negocios ajenos y la situación quedaría regida
por los principios de enriquecimiento sin causa.
Existe gestión de negocios ajenos, cuando el gestor ha obrado en
su interés propio al mismo tiempo que en el interés de otro.
3. Utilidad de la Gestión. La gestión debe ser útil para el dueño, si la gestión
no es útil, no existe gestión de negocios ajenos, la utilidad de la gestión se
aprecia al momento en que se cumple con el acto de la gestión.
Nuestra Suprema Corte de Justicia, señala que para que la existencia de
una gestión de negocios ajenos es preciso que haya una injerencia útil en
los negocios de otro.

Efectos:
Produce obligación con cargo al dueño y con cargo al gestor.
Obligaciones del Gestor: El artículo 1372 del Código Civil hace aplicable al
gestor las obligaciones que los artículos 1991 al 1997 ponen a cargo del
mandatario.
Pero las obligaciones del gestor son tratadas con mayor rigor, lo cual se
explica en que se considera más grave intervenir sin mandatos en asuntos
ajenos, que hacerlo en virtud de un poder.
Con respecto al dueño la gestión de negocios ajenos, el gestor queda
obligado.
 Continuar la gestión, aunque muera el dueño antes que el asunto se
termine (Art. 1373)
 Emplear en la gestión todos los cuidados de un buen padre de familia
(Art. 1374)
 Rendirle cuentas de su gestión a dueño del negocio (Art. 1993).
Obligaciones del dueño: El artículo 1375 del Código Civil, prevé que el dueño
cuyo negocio ha sido bien administrado, debe:
 Cumplir con los compromisos que el gestor haya hecho en su nombre.
 Indemnizarle de todos los compromisos personales que haya contraído
 Reembolsarle de todos los gastos que haya hecho, siendo útiles y
necesarios.

El Pago de lo Indebido:
Pagar lo indebido es realizar una prestación a la que no se está obligado y
sin que se tenga la intención o voluntad de pagar una deuda ajena.
El pago de lo indebido constituye un cuasicontrato creador de obligaciones
porque entre el accipiens (quien recibe el pago) y el solvens (quien realiza el
pago) se crea un vínculo de donde resulta que el primero se convierte en
deudor del segundo y este el acreedor del primero.
El pago de lo indebido se rige por las disposiciones de los artículos 1376 al
1381 del Código Civil, los cuales rezan:
Art. 1376. El que recibe por equivocación o a sabiendas lo que no se le debe,
está obligado a restituirlo a aquel de quien lo recibió indebidamente.
Art. 1377. Cuando una persona que se cree deudor por error, ha pagado
una deuda, tiene derecho a repetir contra el acreedor, sin embargo, este
derecho cesa en el caso en que el acreedor ha suprimir su título por
consecuencia del pago, salvo el recurso del que ha pagado contra el
verdadero deudor.
Art. 1378. Si ha habido mala fe por parte del que ha recibido, está obligado
a restituir, no sólo el capital sino los intereses o frutos desde el día del pago.
Art. 1379. Si lo recibido indebidamente fuere inmueble o un mueble
corporal, el que lo recibió está obligado a restituir el mismo objeto, si existe
o a dar su valor, si ha perecido o se ha determinado por culpa suya, es
también responsable de su perdida en caso fortuito, si recibió de mala fe.
Art. 1380. Si el que recibió de buena fe ha vendido la cosa, sólo debe restituir
el precio de la venta.
Art. 1381. Aquel a quien se le ha restituido la cosa, debe abonar aun al
poseedor de mala fe, todos los gastos útiles necesarios que haya hecho para
la conservación de la cosa.
De forma general, según lo dispuesto en el artículo 1235 del Código Civil
todo pago supone una deuda, lo que se ha pagado sin ser debido está sujeto
a repetición.

Requisitos
 1. Inexistencia de la deuda. - Una deuda puede considerarse inexistente
en tres casos:
 El solvens no era deudor y el accipiens no era acreedor
 El solvens era el deudor, pero el accipiens no era el acreedor
 El accipiens es acreedor pero el solvens no es el deudor

Error del solvens. - Si a sabiendas se paga lo que no se debe, la prestación


se reputará hecha con intención liberal, quedando excluida la acción en
repetición.
Nuestra Suprema Corte de Justicia ha reconocido que el demandante en
repetición de lo indebido, debe probar entre otras cosas el hecho del pago
por error.
Los Mazeaud consideran que la violencia es asimilable al error, de ahí que
la acción en repetición está abierta el solvens, que aun sabiendo que nada
debe, ha pagado porque se le forzó a ello.
El accipiens no debe haber destruido su título. Este requisito supone que el
accipiens es verdaderamente acreedor de la obligación cuyo pago recibe, sin
embargo, el pago ha sido indebido porque el solvens no era el deudor. En
este caso cuando el accipiens ha destruido el título que le servía de prueba
de su crédito, no puede ser objeto de repetición, pues al carecer de titulo no
podría demandar eficazmente al verdadero deudor. Este requisito está
previsto en la segunda parte del artículo 1377.

Efectos.
El principal efecto que produce el pago de lo indebido consiste en la
obligación que tiene el accipiens de restituir lo recibido indebidamente.
En principio el solvens no tiene ninguna obligación, sin embargo, según
dispone el artículo 1381 del Código Civil, aquel a quien se le ha restituido la
cosa, deba abonar, aun al poseedor de mala fe, todos los gastos útiles y
necesarios que haya hecho para la conservación de ésta.

El Enriquecimiento sin Causa.


El enriquecimiento sin causa descansa sobre una idea fundamental basada
en la equidad, nadie puede enriquecerse a expensas de otro sin causa
legítima. Un patrimonio resulta acrecentado sin derecho, a expensas de una
persona.
Del enriquecimiento sin causa, resulta que una persona, el empobrecido
dispone contra el enriquecido de una acción que se denomina acción in rem
verso. El empobrecido, se convierte en acreedor del enriquecido convertido
en deudor
Nuestro Código Civil no contiene de manera expresa ningún texto que lo
consagre como fuente de obligaciones. Sin embargo, en nuestros días no se
discute la existencia de este tercer cuasicontrato admitido sin ley, bajo la
influencia de la equidad.

Requisitos:
 a) La existencia de un empobrecimiento y un enriquecimiento correlativo,
es decir, el empobrecimiento debe ser la consecuencia del
enriquecimiento.
 b) El empobrecido no debe haber obrado en su propio interés.
 c) El enriquecimiento debe carecer de causa jurídica; es decir, ser injusto,
ilegitimo, sin justa causa. No debe resultar del cumplimiento de un acto
jurídico válido o de la aplicación en un acto jurídico de una disposición
legal o consuetudinaria.
 d) El empobrecido no puede tener a su disposición ninguna otra acción
contra el enriquecido, la acción de in REM verso no tiene sino
un caráctersubsidiario.

Efectos:
El efecto principal que produce el cuasicontrato del enriquecimiento sin
causa es que hace nacer una obligación a cargo del enriquecido de restituirle
al empobrecido en la medida de su enriquecimiento.
El empobrecido es acreedor y el enriquecido deudor. Esa obligación de
restitución que pesa sobre el enriquecido está limitada por el importe del
enriquecimiento y del empobrecimiento, el enriquecido no puede quedar
obligado a más de lo que se haya enriquecido ni a más de lo que se haya
empobrecido el demandante. El enriquecimiento se aprecia en la fecha de
la demanda formulada por el empobrecido.
El enriquecimiento sin causa es una fuente autónoma de obligaciones, sin
relación con el contrato o el delito, distinta igualmente de los demás
cuasicontratos: el pago de lo indebido y la gestión de negocios ajenos.
CONCLUSIÓN

Se evidencia que tanto el derecho romano como el derecho civil dominicano


cuentan con ciertas características en lo que al cuasicontrato y cuasidelitos
se refiere.

La palabra cuasicontrato designa: aquellas obligaciones que no nacen


propiamente de un contrato. Sino que, no tomando su fundamento en un
delito, parecen nacer como de un contrato (cuasi ex contractu). El
fundamento de los cuasicontratos radica en el viejo principio de derecho que
nadie puede enriquecerse sin causa y perjudicando al otro.

Los cuasicontratos se caracterizan por: Cuasicontrato en una de las fuentes


de las obligaciones que consiste en un hecho voluntario de la persona que
se obliga, lícito, de carácter no convencional que produce obligaciones. Así
pues los cuasicontratos se caracterizan por el dato negativo de no ser
contratos, sino fundamentalmente porque las obligaciones que de ellos
derivan nacen de un hecho licito en el que interviene la voluntad del hombre
y que ha sido previsto por la ley, para engendrar derechos y obligaciones, a
favor y a cargo de quien lo ha querido y además lo ha ejecutado.

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