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Libros silentes

FANUEL HANÁN DIAZ


El discurso visual y la construcción de sentido

Los libros álbum como categoría forman parte indispensable del territorio de los
libros para niños, no sólo porque su presencia es incuestionablemente notable
en el circuito editorial sino porque han logrado posicionarse como una expresión
auténtica del discurso para la infancia. Dentro de esta categoría, los llamados
libros de álbum sin palabras, libros mudos o libros silentes han cobrado una
enorme visibilidad durante los últimos años. A pesar de que la definición más
clásica y monolítica del libro álbum tiene como esencia fundamental la relación
que se establece entre el lenguaje literario y el lenguaje visual en el interior de
estos libros, existe una categoría de ellos que se definen, paradójicamente, por
la ausencia de textos. Libros que desarrollan su narratividad y sedimentan las
posibilidades de interpretación en la narración visual.

Antes de avanzar en aspectos vinculados con la definición de estos libros, valdría


la pena mencionar algunos hitos que han demarcado demarcado la evolución de
estos libros y los han dado mayor visibilidad.

El ya clásico y conocido The Snow Man (El muñeco de nieve), de


Raymond Briggs, ofrece un antecedente de cómo el uso de elementos del
lenguaje cinematográfico, la sucesión de encuadres en distintos planos,
construyen la historia de un niño cuya amistad con un hombre de nieve abre
paso a lo fantástico durante un invierno monótono. Este libro, publicado en 1978,
realmente innovó las posibilidades que la imagen podía ofrecer como un lenguaje
independiente, capaz de trazar las líneas de una historia y asegurar distintas
posibilidades de significación, no sólo por el juego con los tamaños de los
encuadres sino por los silencios que se creaban en la sucesión de cada escena.
Una atmósfera irreal e íntima se va creando por el tono frío y difuminado de la
paleta cromática, lo que también aporta un significado vinculado con una fuerte
añoranza, de la infancia como un espacio que el adulto ha desdibujado.

Otro hito importante se trata del libro Emigrantes, de Shaun Tan: realmente el
impacto de este libro fue determinante en el mundo académico. Publicado en
2006, está considerado como una novela gráfica, otra categoría que emerge con
fuerza durante lo últimos años, demarcando un nuevo territorio para el discurso
visual.

Un hombre deja atrás a su esposa y a su hijo para encontrar una mejor


oportunidad en otro país. Allí encontrará un mundo sorpresivo, donde otros
migrantes cuentan su propia historia. Imágenes monocromas, recogen
intensamente el poder de los planos narrativos, en acercamientos que propician
exploraciones internas y detalles que esconden infortunios más profundos. Todo
el desarraigo con sus crepitantes miedos y sus fantasmas y sus fantasías se
incorporan a este viaje sin retorno que hoy en día alimenta los dramas más
crudos del mundo globalizado.
De hecho, el tercer referente que quisiera mencionar tiene que ver con un
proyecto que ha puesto en marcha IBBY Italia en virtud del flujo de migrante a la
isla de Lampedusa, para crear una biblioteca de libros sin palabras que pudieran
ayudar a la inserción de cientos de niños en condiciones de desamparo, y cuyo
primer contacto con el mundo Otro se lo ofrecen estos libros exclusivamente de
imágenes, sin textos. Justamente este proyecto ha mostrado distintas
experiencias de recepción lectora que solo son posibles porque se trabaja con
libros sin palabras.

El tema del que quisiera hablar, el del discurso visual y la construcción de


significado, resulta hoy en día impostergable, pero también interesante para
explorar de qué manera la imagen ha alcanzado en los libros para niños niveles
muy sofisticados de significación. Antes de presentar las diferentes categorías
de este análisis, quiero referirme un poco al concepto de libro silente, conocido
en inglés como wordless picturebook o silent book. Para Emma Bosch se trata
de una categoría de libros muy compleja en sus variantes, con posibilidades muy
sofisticadas en las que el texto no es ausente del todo.

Los álbumes sin palabras son libros que narran historias fundamentalmente a
través de imágenes. Si fuéramos estrictos no existiría ninguno, ya que todos los
libros contienen necesariamente un título que los identifica, el nombre de los
autores, la casa editorial y los créditos correspondientes.

Aun no siendo tan radicales, la verdad es que no existen tantos álbumes sin
palabras «auténticos» como pueda parecer. Entonces, ¿cuántas palabras se le
permiten a un álbum sin palabras para ser considerado como tal?

A partir de esta acuciante pregunta, son muchas las respuestas que permiten
establecer comportamientos diversos de los textos que acompañan estos libros,
muchos de los cuales por su ubicación periférica son llamados paratextos, una
palabra clave que surge en el estudio de estos libros. Algunos de ellos forman
parte inseparable de la información que le dan concreción al libro, que
determinan su existencia, otros, más bien, arrojan luz sobre sus posibilidades de
interpretación.

Los libros sin palabras han evolucionado hacia formas más sofisticadas de
gramática, si tomamos en cuenta que la gramática sostiene la narratividad, la
posibilidades de contar una historia y la manera como esta historia se cuenta.
De alguna forma, y corriendo el riesgo de ser simplistas, podemos decir, en
términos generales, que se trata de libros con muy poco texto o ninguno, que
cuentan una historia sin necesidad de estar acompañados de un texto literario y
que el desarrollo de esa historia implica niveles y recursos narrativos que
absorben préstamos del cine, del arte y del discurso visual propiamente. Y que
por tratarse de un proceso de composición espacial se despliegan códigos
visuales que pueden ser tan potentes y sugestivos como los del lenguaje
literario.

Textos e ilustraciones, como sabemos, en los libros álbum, conviven en una


relación de complementariedad y expansión. Sin embargo, en esta categoría de
libros mudos o silentes, la construcción de significado se genera a partir del
magnífico y provocativo lenguaje de las imágenes. Durante este recorrido,
quisiera sumergirme en algunos recursos que a mi juicio representan
posibilidades creativas para alentar en el lector búsquedas en el impreciso e
inagotable universo de lo visual. ¿Cómo una metáfora visual suscita importantes
reflexiones? ¿De qué manera lo invisible recobra nuevos significados? ¿Existe
el silencio en estos libros sin palabras? Transformaciones, espejos y conceptos
del mundo imponen geografías insondables que desafían al lector y lo provocan.

Metáforas visuales. Las metáforas visuales se construyen con términos que no


son contiguos ni semejantes, como es el caso de esta foto de la jaula en un cielo
nublado o la forma de pulmón que adquiere este bosque maravilloso, pero
enfermo, como el de un fumador. Las metáforas visuales más potentes se
construyen con términos que no son cercanos, como el binomio jaula-nube o
pulmón-bosque. Sin embargo, en ellibro Avant et aprés, de Matthias Aregui y
Anne-Margot Ramstein, galardonado con el premio Bologna Ragazzi, la doble
página funciona como bisagra que contrapone imágenes, a veces contiguas de
gran delicadeza como esta flor que se abre o estas hojas ya comidas por las
orugas, imágenes más lejanas como esta que nos interesa particularmente a los
que escribimos o una paradoja visual que propone el dilema de qué fue primero
si el huevo o la gallina. La contraposición de cada pareja de imágenes en
transiciones suaves o más abruptas generan intensas reflexiones sobre los
efectos del tiempo.

Las transformaciones en el mundo visual son inagotables, muchas veces revelan


formas escondidas de las cosas, fusionan elementos dispares o nos hablan de
cambios imperceptibles en el interior de los seres. En El bosque dentro de mí,
del español Adolfo Serra, asistimos a la historia de un chico que en medio del
bosque trata de encontrarse a sí mismo, pero descubre más bien la presencia
de un personaje que lo acompaña de vuelta a la ciudad. Allí este personaje
enigmático comienza un proceso de pérdida de identidad, se desvanece como
pájaros al viento. Desamparado, en medio de una selva de cemento, el chico
encuentra una pequeña planta que ha germinado y que le recuerda su origen
primitivo, por lo que comienza un cambio que lo transforma en un ser salvaje.
Ahora, con su nuevo aspecto, volverá al bosque, en un recorrido para encontrar
su verdadera esencia. En esta búsqueda, se tejen muchas posibilidades de
reflexión, desde la soledad como un sentimiento compartido hasta la
recuperación de un estado natural que nos hace más libre y felices. El alter ego,
la sombra, el reflejo y lo salvaje conforman un eje de intenso cuestionamiento
vital.

El mundo es un cuarto. Quise tomar una frase de Pablo Picasso para explorar
este tópico. En referencia a cierta visión oscura que se deja ver en muchos de
sus cuadros, Picasso afirma que el mundo moderno “se parece a un cuarto
amueblado en el que todos, gesticulando, esperamos la muerte”. Esa idea del
mundo como un cuarto me parece incisiva y creo que muchos libros silentes
proponen conceptos del mundo, reflexiones acerca de cómo el mundo está
construido, cómo funciona y cómo se supone que nosotros nos insertamos en
él. Zoom es un excelente ejemplo de cómo una filosófica conceptualización del
mundo, de lo infinito y los pequeños mundos contenidos en la existencia, nos
hacen ver la pequeñez y lo efímero de nuestro viaje personal. Distintas imágenes
van develando, en sucesión con el negro puro, que eso que vemos no parece
ser sino la pequeña parte de un todo, hasta que ese ojo por encima del universo
que actúa como un zoom back nos recuerda que el planeta entero es apenas un
punto en el espacio, gravitando en la oscuridad más absoluta. Libro inteligente
que nos hace pensar acerca de uno de los grandes misterios de la existencia. A
propósito de ello me gustaría reproducir una oración anónima tuareg, que
conecta con la profundidad de este mensaje:

Con el desierto ante ti, no digas ¡Qué silencio!


Di: No oigo
Con el desierto ante ti, no digas ¡Qué aridez!
Di: ¡Qué extraña belleza!
Con el desierto ante ti, no digas ¡Qué inmensidad!
Di: ¿Por dónde comienzo?

Los libros sin palabras también nos permiten entrar en esas paradójicas
encrucijadas en las que no sabemos si nos dejan respuestas a preguntas que
nos hacemos, o nos rebotan preguntas que nunca habíamos pensado en
hacernos. Capital, del portugués Afonso Cruz, esboza una visión del mundo
contemporáneo, a partir de la pregunta que todos en algún momento nos
planteamos de qué vinimos a hacer a este mundo. Un chico recibe como regalo
una alcancía en forma de puerco, y va creciendo con el único objetivo de
convertirse en un hombre rico. Su vida se ve destruida por la obsesión por el
dinero, mientras que el puerco se hace gigantesco y crece hasta devorarse a la
ciudad completa. Otra forma de deshumanización, en las sociedades distópicas
contemporáneas, la banca como una abstracción que todo lo devora sin alma,
llega a convertirse en un nuevo modelo del mundo, incluso de un sistema donde
el herido planeta que habitamos ha adquirido la forma de una alcancía-puerco
inexpresiva. ¿Pueden libros de esta naturaleza dejarte incólume después de su
lectura?

Para cerrar me gustaría referirme a otras formas de cómo el libro silente genera
construcción de significado en el lector. El arenque rojo, de Gonzalo Moure y
Alicia Varela, suscita realmente la construcción de historias. Cuadros llenos de
detalles, conectan con hilos invisibles historias secretas que están contenidas
allí, mientras que un arenque rojo (haciendo un guiño al red herring del inglés
que se refiere a una pista falsa) va gravitando de forma libre, casi nadando por
las páginas. Al final, un sobre que sirve de paratexto esencial ofrece algunas de
las historias e invita al lector para que comience sus propios relatos. Sin duda
alguna, a pesar de que es un libro sin texto abre las infinitas posibilidad para el
arte de crear historias. Lo extraño penetra también como el diálogo de elementos
inesperados en un mismo cuadro, como en el libro coreano The Gift (El regalo),
de Page Tsou, que cuenta la inesperada visita de una familia a un museo. El
chico se siente realmente extraño y esa inquietud de lo insólito surge desde que
una cigarra descomunal se posa en su suéter, mientras la mirada estupefacta
del chico nos habla de un sentimiento de repulsión contenido. En la taquilla le
entrega el boleto de entrada a un funcionario, que tiene en su traje una etiqueta
que dice “sin título”, como si fuese una obra de arte anónima. Cuando entrega el
boleto de color verde podemos ver que lleva escrito el texto “Abre tus ojos”. En
la siguiente escena ese funcionario tiende una mano con garras, mientras que el
boleto ahora de color rojo y en sentido inverso dice “Abre tu mente”. A partir de
esta escena se abre el espacio fantástico, y ya el mundo cobra otra significación.
¿Pueden ser estos gestos potentes recursos para instalar lo extraño como parte
de es inquietud que impele al lector a ir más allá de lo evidente?

El espejo se comporta como otra categoría que expande y estalla las


posibilidades de construir significado. El libro The Red Book (El libro rojo), de
Barbara Lehma, publicado en 2004, es tan silente que no tiene ni siquiera título
en la tapa. Se trata de la historia de una niña que encuentra un libro abandonado
en la nieve, mientras que muy lejos de allí un chico encuentra un mismo libro rojo
en una playa. A partir de allí el libro se va recargando de otras metáforas, sirve
como mapa y como entrada a un mundo otro. Ambos puede verse a través de
sus páginas. El motivo del viaje aparece, la chica emprende el vuelo en un racimo
de globos. Entretanto, el libro se escurre de sus manos, y cae abierto al piso. En
sus páginas abiertas podemos ver cómo ella llega a la playa remota donde vive
el chico con el que se ha conectado. El libro puede reflejar ahora lo que sucede
en ese mundo que se ha abierto entre ellos. Al final un nuevo y cauto lector, está
a punto de tomar el libro rojo que se ha caído al piso. Queda así construida la
imagen del libro como un espejo que nos devuelve reflejos del mundo pero que
también podemos cruzar para entrar en universos paralelos, como hizo Alicia.

Los libros silentes puede llegar a ser artefactos sofisticados que ofrecen una
experiencia lectora más allá de lo inmediato, pueden conmover y asombrar,
pueden aliviar la retina y dejar en el alma la honda huella de lo estético, pero
también pueden instalar experiencias inquietantes, preguntas incontestables,
deseos de búsqueda, semillas de lo extraño y mares profundos de contenidos,
condiciones que hacen posible la construcción de significados.

Conferencia impartida en la Universidad Complutense de Madrid, julio de 2017.

Bibliografía
BANYAI, Istvan. (1995). Zoom. México: Fondo de Cultura Económica.
BOSCH, Emma. (2012). “¿Cuántas palabras puede tener un libro álbum sin
palabras?”. En OCNOS. Revista de Estudios sobre Lectura. No. 8. Cuenca:
Universidad de Castilla-La Mancha.
BRIGGS, Raymond.(1988). El muñeco de nieve. Madrid: Altea.
CRUZ, Afonso. (2017). Capital. Barcelona: Juventud.
DIAZ, Fanuel Hanán. (2007). Leer y mirar el libro álbum: ¿Un género en
construcción? Bogotá: Norma.
LEHMAN, Barbara. (2004). The Red Book. Massachusetts: Houghton Mifflin
Company.
MOURE, Gonzalo y Alicia Varela. (2012). El arenque rojo. Madrid: SM.
RAMSTEIN, Anne-Margot y AREGUI; Mattias. (2013). Avant et aprés. Paris:
Albin Michel.
SERRA, Adolfo. (2017). El bosque dentro de mí. México: Fondo de Cultura
Económica.
TAN, Shaun. (2016). Emigrantes. Granada: Barbara Fiore Editora.
TSOU, Page. (2017). The Gift. Taipei: Taipei Fine Arts Museum.

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