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1. Título
2. Planteamiento del tema
3. Planteamiento del problema
4. Formulación del problema
5. MARCO TEÓRICO
1. Introducción
1.1. Mea culpa preliminar
1.2. Importancia hipotética de la tesis
3.1. Análisis somero del artículo 317 del Código general del proceso
3.2. Un rudimento antepuesto: el origen procesal del proceso: creación y
generación procesales
3.3. Proceso y procedimiento
3.4. El Desistimiento tácito y el acto [jurídico] omisivo
3.5. El Desistimiento tácito relativamente al proceso y al procedimiento
3.6. Apartado primero: el Desistimiento tácito y el interés del demandante
en el proceso
3.7. Apartado segundo: Desistimiento tácito y sanción
3.8. Una epilogación
6. Objetivos
6.1. Objetivo general
6.2. Objetivos específicos
7. Propósito
8. Hipótesis
9. Metodología
9.1. Tipo de estudio
9.2. Diseño de plan de datos
9.3. Plan de análisis
9.4. Procesamiento del dato
10. Resultados
11. Conclusiones
12. Recomendaciones
13. Ética
14. Bibliografía
15. Anexos
1. TÍTULO
Sin embargo, en el n° 4 del mismo artículo 627 se mandó que […] [l]os
artículos 17 numeral 1°, 18 numeral 1°, 20 numeral 1°, 25, 30 numeral 8° y
parágrafo, 31 numeral 6° y parágrafo, 32 numeral 5° y parágrafo, 94, 95, 317, 351,
398, 487 parágrafo, 531 a 576 y 590 entrarán a regir a partir del primero (1°) de
octubre de dos mil doce (2012).
Precisamente el artículo 317, vigente por ministerio del precepto más arriba
transcripto, es el que corresponde al Desistimiento tácito.
Vencido dicho término sin que quien haya promovido el trámite respectivo
cumpla la carga o realice el acto de parte ordenado, el juez tendrá por
desistida tácitamente la respectiva actuación y así lo declarará en
providencia en la que además impondrá condena en costas.
Con todo, la inveterada inclinación que los juristas de Colombia sienten a hacer
la identificación que en este escrito se rechaza, es el resultado natural de usar con
ligereza los términos con que se nombran los conceptos del Derecho; también,
aunque en menor medida, es el resultado de una mala fabricación de conceptos
jurídicos.
4. Las disposiciones del Código general del proceso –sobre todo las que
aluden a los procedimientos– revelan la preferencia que el Legislador tuvo
por el sistema dispositivo, con los atributos de los que se acaba de hacer
mención.
5. Hacer del Desistimiento tácito una sanción conduce a una perversión del
sistema procesal acogido por el nuevo Estatuto procesal –que también era
acogido por la Codificación procedimental saliente–.
5. MARCO TEÓRICO
1. Introducción
No hay amor sin sacrificio. Es más sencillo, sin amor, hacer lo que se quiere
hacer, que, por amor, dejar de hacer lo que se quiere; pero al final, la libertad,
como la flor que se entremete por entre los resquicios del muro de concreto, habrá
brotado del sacrificio amoroso.
Para ser un hombre hay que hacer como un hombre; el paradigma de esta
verdad se encuentra descrito en el Evangelio, cuando el Maestro entregó a sus
discípulos el Mandato del amor: “No hay amor más grande que dar la vida por sus
amigos”.2
Amar es lo que hay que hacer para ser hombre; se es hombre cuando se es
libre y se es libre cuando, por amor, en vez de lo que se quiere, se puede hacer lo
que no se quiere, aún al precio de la propia vida.
El escribidor de esta tesis ha amado muy poco; por ende, no ha sabido ser
un hombre. Los párrafos sucesivos, empezando por aquéllos en los que se explica
1 CARNELUTTI, Francesco. Las Miserias del Proceso Penal. Bogotá: Temis, 2005, Pág. 14.
2JUAN 15, 13. Biblia de Navarra. Pamplona.Ediciones Universidad de Navarra, S.A., 2008, Pág.
1531.
la importancia hipotética del asunto y de su tratamiento, semejan el primer tramo
de los peldaños de la escalera que no sin fatiga, pero con amor esperanzado,
aquél debe subir para alcanzar la libertad.
7. A los abogados prácticos, entonces, –y quien escribe esto esperar ser uno
de ellos– está dirigido, también, la tesis magisterial que desde ahora se
anuncia. La ciencia del Desistimiento tácito tiene en la adecuada aplicación
del precepto que lo desarrolla su propósito culminante. El litigante en cuyas
manos caiga, ya por su voluntad, ya por el azar, este trabajo una vez lo
haya ojeado y hojeado, quedará mejor prevenido acerca de los alcances del
artículo 317 del Código general del proceso y en vez de concebir la mal
llamada sanción a que aquél alude como un dato jurídico asistemático,
indiferente, casi, a la mecánica del proceso, se dará cuenta de que, como la
Luna sobre las aguas del mar océano, la, por llamarlo de algún modo,
fuerza de atracción que el Desistimiento tácito ejerce sobre el
procedimiento es insoslayable y definitiva.
Por el tercer capítulo, o sea el último, será dicha la nueva interpretación que
del Desistimiento tácito del artículo 317 del Código general del proceso se
propone, misma que descansa sobre la distinción entre el proceso y el
procedimiento y la inteligencia de aquel como relación jurídica y de este como
acto, también jurídico.
CAPÍTULO PRIMERO
Tres son las fuentes de las que dimanan los datos fundamentales para el
conocimiento del Desistimiento tácito; la intitulación de este primer Capítulo las
anuncia:
1. La ley;
2. La doctrina;
3. La jurisprudencia.
Si por segunda vez, entre las mismas partes y por la misma acción,
ocurrieren las circunstancias mencionadas en el inciso primero de este
artículo, se declarará extinguida la acción, procediendo para ello como
se dispone en los incisos que preceden.
Si se mira bien, las disposiciones i. y ii. no son ajenas la una a la otra, sino,
que, por el contrario, se complementan, volviéndose una sola. Por causa de esta
complementariedad se tiene que, en realidad, los preceptos por analizar son dos,
a saber: el que se deduce de los artículos 54 de la Ley 105 de 1890 y 29 de la Ley
100 de 1892, por un lado, y el que corresponde al artículo 364 de la Ley 105 de
1931, por el otro lado.
3 Échese de ver la ligereza con que en la disposición en comento son utilizados los términos
“prescripción” y “caducidad” de la “acción”, como si de una misma cosa se trataran.
c. La “caducidad de la instancia” debía serle solicitada al juez por el
demandado, y el secretario, antes de que aquél la decretara, debía
constatar la ocurrencia del hecho operativo mediante un informe;
4 De nuevo, como con el artículo 54 de la Ley 105 de 1890, el Legislador colombiano, de modo
inopinado, utilizó los términos “prescripción” y “caducidad”, referidos a la “acción”, como sinónimos.
i. Al fin –disposición novedosa, en comparación con la del artículo 54 de la
Ley 105 de 1890–, en los juicios ejecutivos o de concurso de acreedores el
abandono de estos no se traducía en la “caducidad de la instancia”, sino en
la cancelación de las cautelas a que había dado lugar, o sea, el
desembargo de los bienes y el levantamiento de su secuestro.
ii. Artículo 346 del Código de procedimiento civil, modificado por el numeral
166 del artículo 1 del Decreto 2282 de 1989:
iii. Artículo 346 del Código de procedimiento civil, modificado por el artículo 45
del Decreto 2651 de 1991:
[…] En la jurisdicción civil, una vez cumplidas las condiciones del art.
346 del C. de P. C., el Juez, aún de oficio, podrá decretar la perención
del proceso […]
e. La extinción del derecho pretendido, cuando quiera que, por segunda vez,
la “perención” sea decretada en circunstancias idénticas a la primera;
f. La improcedencia del decreto de la “perención” en los procesos en que sea
parte la “nación”, una “institución financiera nacionalizada”, un
“departamento”, un “distrito especial” o un “municipio”;
6COUTURE, Eduardo Juan. Fundamentos del Derecho Procesal Civil. Montevideo - Buenos Aires:
Editorial B de F, 4ª ed., 2007, Pág. 51.
actuación promovida a instancia de parte, se requiera el cumplimiento de una
carga procesal o de un acto de la parte que haya formulado aquella o
promovido estos, el juez le ordenará cumplirlo dentro de los treinta días
siguientes, término en el cual, el expediente deberá permanecer en
secretaria.
El auto que ordene cumplir la carga o realizar el acto se notificará por estado
y se comunicará al día siguiente por el medio más expedito. El auto que
disponga la terminación del proceso o de la actuación, se notificará por
estado.
Decretado el desistimiento tácito por segunda vez entre las mismas partes y
en ejercicio de las mismas pretensiones, se extinguirá el derecho pretendido.
El juez ordenará la cancelación de los títulos del demandante si a ellos
hubiere lugar. Al decretarse el desistimiento tácito, deben desglosarse los
documentos que sirvieron de base para la admisión de la demanda o
libramiento del mandamiento ejecutivo, con las constancias del caso, para
así poder tener conocimiento de ello ante un eventual nuevo proceso.
b. La orden del juez al promotor del trámite inactivo para que, en un plazo
(aceleratorio) de treinta días, atienda la carga procesal de que se trate;
No sobra decir que la gramática de la versión última del artículo 346 del
Código de procedimiento civil es bastante reveladora de la incorrecta comprensión
que tenía –y tiene– el legislador patrio del concepto de “carga procesal”, expresión
concreta en el Derecho adjetivo –perdónese el arcaísmo– del más general
concepto de “carga”, ya que si no se ignorara por completo que esta es, en
cualquier caso, un “imperativo del propio interés”7, en vez de utilizarse la locución
adverbial “cumplimiento” (de la carga), más apropiada para referirse al
acatamiento de imperativos de los intereses particular ajeno o social, se utilizaría
la de “atención”. Es decir que, por ser lo que es, una “carga” no tanto se cumple o
se incumple, cuanto se atiende o se desatiende.
7 Véase, en el pie de página nº 4, a propósito de la carga como imperativo del propio interés, la
referencia que a Carnelutti hace el profesor de la Universidad de Florencia, Gian Antonio Micheli,
cuando dice que: “[…] Tal carácter destacado de la carga lo ha esculpido CARNELUTTI, Sistema,
II, págs. 68, 73, 84, en la noción de acto necesario (acto jurídico, éste, que el derecho hace cumplir
a quien quiere conseguir una cierta finalidad, correspondiente a un interés propio)[…]” MICHELI,
Gian Antonio. La Carga de la Prueba. Buenos Aires: Ediciones Jurídicas Europa América, 1961,
Pág. 60.
Quizá la aparente simplicidad de la disposición –la del artículo 317 del
Código general del proceso– que alberga la norma jurídica que se conoce con el
nombre de Desistimiento tácito le ha hecho pensar a los escritores de oficio, y a
los que a veces ofician de escritores, también, que en ella no hay nada que
merezca ser teorizado, o, si no es esto, que, no obstante ser un enunciado más
extenso de lo acostumbrado, no lo es tanto como para ser la materia fundamental
de un manual o de un tratado en el que en quinientas o más páginas se replique el
sentido de la disposición.
La versión escrita de la exposición del doctor Robledo Del Castillo es, por
mucho, la principal indagación que se haya hecho en Colombia sobre el
Desistimiento tácito. Debe saberse, eso sí, que su principal mérito, más que a la
8 ROBLEDO DEL CASTILLO, Pablo Felipe. El Desistimiento Tácito (La “Moderna Perención). En
Universidad Libre (ed.), “XXIX Congreso Colombiano de Derecho Procesal”. Bogotá: Universidad
Libre, 1ª ed., 2008, Pág. 945.
ciencia, es haber contribuido a la historia de aquél instituto jurídico remontándose
hasta su primer origen conocido –la “Caducidad de la instancia” del artículo 54 de
la Ley 105 de 1890–, de época decimonónica.
9PARRA BENITEZ, Jorge. Derecho Procesal Civil. Medellín: Universidad de Medellín, 1ª ed., 2010,
Pág. 15.
10RICO PUERTA, Luis Alonso. Teoría General del Proceso. Bogotá: Editorial Leyer, 3ª ed., 2013,
Pág. III.
Por consecuencia, de la marginalidad acusada no pudo sustraer Robledo
Del Castillo a su ponencia. Si aquélla, por el lado histórico, es de una valía
incontrastable respecto de los demás escritos publicados sobre el Desistimiento
tácito en Colombia, por el lado científico su simpleza es pareja a la de estos
últimos.
[…] Desde siempre hemos pretendido estudiar con rigor científico estas
formas anormales de terminación del proceso, claro está, hasta donde
nuestras limitadas capacidades lo permiten, y por eso decidimos compartir
en este escrito, todas nuestras notas sobre la historia de la caducidad de la
instancia y la perención en Colombia, pues en ella encontraremos muchas
de las respuestas que de manera desafiante nos demanda esta interesante
institución del desistimiento tácito, tercera generación de una misma
forma sancionatoria que conlleva la terminación anormal del proceso o
de ciertas actuaciones procesales […]11
Sobre el “desistimiento tácito”, dijo el abogado Jorge Parra Benítez que 15:
[…] El artículo 1º de la ley 1194 de 2008 modificó al artículo 346 del Código
de Procedimiento Civil, al consagrar una nueva figura que denominó
desistimiento tácito, mediante la cual se sanciona la inactividad de la
parte actora en los procesos y las actuaciones propias de estas,
consistente, con el requerimiento previo, en decretar la terminación y
extinguir el derecho material reclamado al producirse por segunda vez […]
El abogado Miguel Enrique Rojas Gómez 18 es, quizá, uno de los pocos, por
no decir el único, que no adhiere manifiestamente a la doctrina que entiende el
Desistimiento tácito como una sanción y, más bien, aunque tímida, la composición
escrita de sus ideas sobre el asunto deja entrever, en veces, un apartamiento
significativo de aquella doctrina que lo acerca un poco a la que aquí se presentará:
[…] Dado que el régimen procesal está edificado sobre la idea de que el
justiciable que promueve un proceso o una actuación dentro de éste
mantiene el interés de llevarlo hasta conseguir el pronunciamiento de fondo
16AZULA CAMACHO, Jaime. Manual de Derecho Procesal. Bogotá: Editorial Temis, Tomo II, 9ª
ed., 2015, Pág. 6.
17 RICO PUERTA, Luis Alonso. Ibíd. Pág. 34.
18 ROJAS GÓMEZ, Miguel Enrique. Lecciones de Derecho procesal. Bogotá: Escuela de
Actualización Jurídica, Tomo II, 5ª ed., 2013, Pág. 430.
que resuelva la cuestión concreta que ha planteado, no puede tolerar que la
parte a la que corresponda realizar una actividad indispensable para que
curse la actuación que haya instaurado se abstenga de realizarla, ni que el
trámite se estanque indefinidamente ante la indiferencia de quienes se
supone están interesados en la definición del litigio subjetivamente. En ese
orden de ideas, la conducta omisiva o renuente de la parte presumiblemente
interesada es interpretada por la ley como el deseo de retractarse del
planteamiento formulado, esto es, como desistimiento tácito […]
19Se dice que, solo en veces, el doctor Rojas parece apartarse de la concepción habitual del
Desistimiento tácito porque, como en el párrafo en cita, la caracterización de aquel como un des-
obedecimiento a la orden del juez lo devuelve a la doctrina predominante; esto es, al pensar en el
Desistimiento tácito menos como la desatención de una carga, que como un acto de
desobediencia, el doctor Rojas, veladamente, lo ha convertido, como los demás, en la reacción del
Derecho a un supuesto acto ilícito, o sea, en una sanción.
actividad de la parte (como el desistimiento o el allanamiento), o por
medio de una pasividad pero fuera del proceso (como la rebeldía) […]20.
[…] [a] la renuncia, como causa de extinción del proceso, equipara la ley
la inactividad de la parte continuada por un cierto tiempo (art. 307).
También ésta es una medida razonable, puesto que si la inactividad dura
tanto y se manifiesta de tal modo que deja presumir que haya
desaparecido la voluntad de litigar, es justo que la demanda introductiva
pierda sus efectos; el principio es el mismo que opera en la prescripción.
Si la fuerza que mantiene vivo el proceso es la acción, se comprende que
20SENTÍS MELENDO, Santiago. Estudios de derecho procesal. Buenos Aires: Ediciones Jurídicas
Europa América, 1967, T.I., Pág. 300.
21SATTA, Salvatore. Manual de derecho procesal civil. Buenos Aires: Ediciones Jurídicas Europa
América, 1971, V.I., Pág. 380.
el proceso se extinga cuando a la acción sucede la inacción. Es cuestión,
sin embargo, de dosificar el término con prudencia en forma de no atribuir
el efecto extintivo a una actividad que no pueda razonablemente
atribuirse a un modificado propósito de las partes […] 22
22CARNELUTTI, Francesco. Derecho procesal civil y penal. Buenos Aires: Ediciones Jurídicas
Europa América, 1971, T.I., Pág. 183.
segundos, en cuanto lo crean mediante las prescripciones manifestadas en sus
providencias; los primeros, en cuanto lo re-crean con las descripciones de sus
libros.
Sin embargo, del Desistimiento tácito, quizá por la colaboración que, se dijo,
debe existir entre los que actúan sobre el Derecho –la “doctrina”– y los que
actúan, ya no sobre, sino con éste –la “jurisprudencia”– el entendimiento es
común.
23 Cuando se dice que “no hay otra”, se quiere significar que, aun cuando en un buscador de
sentencias como “Lex Base”, al introducirse la fórmula “desistimiento tácito” se cuentan, asociadas
a esa fórmula, treinta y seis providencias, entre sentencias y autos, proveídas por la Corte
constitucional de Colombia, lo cierto es que ninguna, excepto la que se tiene dicha, contiene un
tratamiento científicamente estimable del “Desistimiento tácito”. En general, se trata de proveídos
por los cuales se fijan los alcances del incumplimiento de las disposiciones que dicen relación con
el pago del arancel judicial que introdujo la Ley 1653 del 2013, cuando no con el desistimiento del
“derecho petición”.
[…] Ahora bien, como queda señalado, el desistimiento tácito es una
consecuencia adversa, con la cual se busca sancionar no sólo la desidia
sino también el abuso de los derechos procesales. Pero la sanción no
recae necesariamente sobre la persona responsable de la falta, sino sobre
la parte. En ese sentido, la legislación civil colombiana se inserta en una
tendencia general, presente en los sistemas de tradición romano germánica, con
arreglo a la cual las consecuencias procesales por el abuso de los derechos
procesales no hacen distinciones entre las faltas imputables al abogado, y las
atribuibles al sujeto de la relación litigiosa […] 24
28CARNELUTTI, Francesco. Las Miserias del Proceso Penal. Bogotá: Editorial Temis, 2005, Pág.
28.
29 CARNELUTTI, Francesco. Ibíd, Pág. 27.
No es casual, por tanto, que la palabra necesidad, que viene del Latín nec
esse30 ─no ser─ esté plena de significación; se necesita lo que no se tiene y, con
más exactitud, lo que no se es. La necesidad, bajo su aspecto negativo, indica una
separación entre el que necesita y lo que necesita; bajo su aspecto positivo, en
cambio, la necesidad señala la tendencia del que necesita de unirse a lo que
necesita.
Por ser jurídico el carácter del presente trabajo, la noción que se anuncia
como título de las reflexiones sucesivas, quede claro desde ahora, es, también,
jurídica.
30CARNELUTTI, Francesco. Arte del Derecho: Seis Meditaciones sobre el Derecho. Lima: ARA
Editores, 2006, Pág. 91 y 97.
Según se vio, del lenguaje, que sirve para unir, sólo puede obtenerse su
mayor rendimiento al través de la interpretación; esta aserción merece una
explicación.
31 La palabra juez, en esta, y en semejantes ocasiones, debe entenderse comprensiva no sólo del
órgano de la jurisdicción que, por esa su condición, mantiene una relación específica con el Estado
que se manifiesta a través de la “Rama judicial”, sino del que, adscrito como está a la burocracia
estatal manifestada en la “Rama ejecutiva”, desempeña funciones jurisdiccionales, o, incluso, del
particular que, porque no tiene un vínculo determinado con el Estado en ninguna de sus “ramas”,
transitoriamente, ya que así lo han querido los litigantes por medio de un pacto arbitral, desempeña
la función propia de un juez.
Hace un instante se sugirió, asimilándola a la incontinencia de un mal
recipiente, en qué consistía la pobreza del lenguaje; sin embargo, no es suficiente
la asimilación para exponer la auténtica dimensión del problema; por eso, en lo
que sigue, se procurará especificar un poco más sus rasgos característicos para
que, al cabo de la exposición, el lector quede mejor prevenido de la utilidad que se
le atribuye a la interpretación.
i. Sintácticos
ii. Lógicos
iii. Semánticos
i. Dificultades sintácticas
Pues bien: las lenguas también tienen sus reglas, y si se indaga por la
razón de ser de éstas, se caerá en la cuenta de que sus hablantes ─los de la
lengua de que se trate─ suelen compartir una convencional forma de pensar de la
32ROSS, Alf. Sobre el Derecho y la Justicia. Buenos Aires: Editorial Universitaria de Buenos Aires
─EUDEBA─, 1963, Pág. 119.
cual la propia lengua, aunque borroso, es un reflejo; lo que le impone, a quien
desee comunicar con algo de eficacia sus ideas por medio de ella, hacerlo con
sujeción a las reglas idiomáticas vigentes.
Para ilustrar los embarazos que provocan este tipo de frases, el profesor
Ross propone el siguiente ejemplo:
Los términos del problema no ameritan ninguna explicación; el título es, por
sí sólo, suficientemente expresivo de la dificultad sintáctica mencionada.
34 GILI GAYA, Samuel. Curso Superior de Sintaxis Española. Barcelona: Biblograf, 1979, Pág. 301.
35 GILI GAYA, Samuel. Ibíd., Pág. 301.
36 ROSS, Alf. Ob. Cit., Pág. 120.
[…] 8) Tenemos otro ejemplo en las siguientes palabras de la British Road
Traffic Act (Ley inglesa de tránsito por caminos) de 1930, parágrafo 11,
apartado 1:
12) “En el ejercicio de sus funciones los jueces están limitados por el
derecho. Los jueces no serán separados de sus cargos sino mediante
juicio, ni serán trasladados en contra de su voluntad, excepto en aquellos
casos en que tenga lugar una reorganización de los
tribunales” (Constitución dinamarquesa, 1920, par. LXXI)42 .
Por otra parte, con los planos intensional y extensional del concepto,
Atienza alude a las propiedades o atributos que lo caracterizan ─intensión─ y a su
campo de aplicación ─extensión─; para ilustrarlos, menciona el profesor alicantino
lo siguiente:
[…] Por otro lado, cuanto mayor es la intensión de un concepto, más las
propiedades o notas que lo caracterizan menor es su extensión. El campo
de aplicación de “juez español actual” es menos extenso que el de “juez”.
E inversamente, al aumentar la extensión decrece la intensión. Así, “juez”
tiene menos notas definitorias que “juez español actual” [...]47 .
51 KELSEN, Hans. Teoría Pura del Derecho. México: Editorial Porrúa, 2011, Pág. 350.
52 KELSEN, Hans. Ibíd. Pág. 350.
53 KELSEN, Hans. Ibíd. Pág. 350.
El Legislador habla; el ciudadano y el juez lo escuchan. La interpretación,
según esto, es un típico acto de colaboración; el primero debe esforzarse todo
cuanto pueda por dejar conocer sus reglas; los segundos, por conocerlas.
54CARNELUTTI, Francesco. Arte del Derecho: Seis Meditaciones sobre el Derecho. Lima: ARA
Editores, 2006, Pág. 10.
menos, la proposición estudiada le presentará dos significaciones diversas, cada
una posiblemente tan apta como la otra para erigirse en el sentido objetivo de la
volición legislativa.
56CARNELUTTI, Francesco. Sistema de Derecho Procesal Civil. Buenos Aires: Unión Tipográfica
Editorial Hispano Americana ─UTEHA─, 1944, T. I, Pág. 118.
57 Con identidad jurídica se alude al órgano ídem que, sin importar el ser humano que lo encarne,
le está mandado desempeñar una determinada función. Por ejemplo, el Congreso de la República
es un órgano jurídico complejo que en el 2010 estaba conformado por seres humanos diferentes
de los que lo conforman desde el 2014, lo que no significa que la sustancia del órgano encarnado
sufra alguna variación.
58 CARNELUTTI, Francesco. Ob. Cit., T. I, Pág. 118.
interpretada; antes bien, las palabras de aquélla se integran con las de ésta,
formando un sólo cuerpo.59
Un riesgo del que hay que precaverse es el que consiste en creer que las
interpretaciones literal y lógicas coexisten como dos órbitas paralelas que no se
entrecruzan63 . A decir verdad, las órbitas sí se interfieren y conviene que así sea
puesto que, como se verá, los esfuerzos concurrentes de la indagación por el
significado de las palabras de la declaración y por el estudio de los hechos del
declarante, diversos de la declaración misma, pueden hacer emerger el verdadero
significado de la fórmula normativa.
Los pasajes oscuros de una ley pueden ser ilustrados por medio
de otras leyes, particularmente si versan sobre el mismo asunto.
Como mucho, del Código civil, pueden citarse las siguientes reglas, las
que sin embargo, cuando no son pleonásticas, son vagas o, permítase
la expresión, ligeras, en el sentido de imprecisas:
Art. 1127.- Sobre las reglas dadas en este título acerca de la
inteligencia y efecto de las disposiciones testamentarias,
prevalecerá la voluntad del testador claramente manifestada, con
tal que no se oponga a los requisitos o prohibiciones legales.
En la primera regla en cita, o sea la del artículo 1127 del Código civil,
no tanto se le procura al intérprete un criterio para dar con la “voluntad”
del testador, cuanto una directriz, de acuerdo con la cual, para dar con
la dicha “voluntad”, deberá estarse menos a las palabras de que se ha
servido aquél que a la sustancia de las disposiciones.
Mejor, que sea el propio Carnelutti, con sus palabras, el que ponga en
guardia a los juristas acerca de los peligros que comporta pasarse por alto la
distinción sugerida más arriba:
Así, siempre según Carnelutti, el fin se define como “un suceso futuro en el
que se desarrolla un interés del agente” 69
Se echa de ver, pues, que ya no es el fin o la finalidad algo que esté ligado
inmediatamente a la disposición normativa, sino al hacedor de ésta, llámese, v.
gr., legislador, órgano de la Administración, contratante o testador; por ende, la
La otra parte del suplemento, como se sugirió atrás, está dada por la
motivación. Pero en el caso específico de la Ley, una dificultad viene a
atenuar las bondades hermenéuticas aparejadas en la exposición de
motivos.
75Con mucha razón, a propósito de las citadas disposiciones del Código civil, sobre todo la del art.
28, Carnelutti (Ob. Cit., T. I, 122) sugiere que “[…] uno de los principales libros auxiliares del jurista
ha de ser el diccionario […]”
76 CARNELUTTI, Francesco. Ob. Cit., T. I, Pág. 122.
77 CARNELUTTI, Francesco. Ibíd. Pág. 122.
78 CARNELUTTI, Francesco. Ibíd. Pág. 122.
ii) De la confrontación de los resultados de las interpretaciones literal y
lógica puede seguirse, por un lado, la adveración de que las palabras
de la Ley y la intención del legislador son coincidentes, por el otro lado,
en cambio, puede comprobarse una divergencia entre aquellas palabras
y esta intención79 .
b) Interpretación declarativa
Por cada forma de conflicto que una determinada norma sirve a gobernar,
diez nuevas formas de enfrentamiento germinan en la sociedad; el Derecho, por
supuesto, quisiera transformarse sin demora para adaptar las medidas de los
viejos a los nuevos enfrentamientos, lo cual, sin embargo, sólo le es concedido al
precio de lo que se tarde en acumular la experiencia de su solución.90
Por esto, dos son los remedios para, por así decirlo, colmar las lagunas de
la Ley: o se echa mano de la misma Ley, o se echa mano de una materia distinta:
el primer remedio se llama a) auto-integración; el segundo, b) hetero-
integración.92
98 Véase, para una mayor ilustración, el art. 8 de la Ley 153 de 1887, según el cual “Cuando no
haya ley exactamente aplicable al caso controvertido, se aplicarán las leyes que regulen casos o
materias semejantes, y en su defecto, la doctrina constitucional y las reglas generales de derecho.”
Por eso Carnelutti, cuando alude, al art. 3, ap. 2° de las disposiciones preliminares del Código civil
italiano (CARNELUTTI, Francesco. Sistema de Derecho Procesal Civil. Buenos Aires: Unión
Tipográfica Editorial Hispano Americana ─UTEHA─, 1944, T. I, 130), que reproduce una regla
semejante a la del art. 8 de la ley 153 de 1887, dice, a propósito del caso semejante que debe
servir de piedra de toque para establecer analógicamente la regulación del caso que carece de
ésta, que “La semejanza existe, pues, cuando el caso no regulado sea diferente del caso regulado
en menor medida que lo sean los casos respecto de los cuales no se puede invocar la eadem ratio.
Este análisis del mecanismo habitual de la analogía muestra así, que la semejanza del caso
previsto con el caso no previsto es una consecuencia, no una premisa, de la aplicación de una
norma por analogía y, por tanto, que la fórmula del art. 3 ha de ser considerablemente rectificada
en aras a las exigencias lógicas de la interpretación.”
99 Conviene –y conviene mucho– asuntar, como lo hace Carnelutti, la distinción, particularmente
sutil, por cierto, entre la analogía y la interpretación extensiva. Los abogados, en su mayoría, no
muestran un especial interés por entender esos dos mecanismos interpretativos y los pocos que lo
demuestran no se preocupan por sentar buenas razones para distinguirlos o asimilarlos. Carnelutti,
se insiste, es de los que piensan que la analogía y la interpretación extensiva, aun cuando
estructuralmente son idénticos, funcionalmente operan distintamente, puesto que “la diferencia
entre ambas se manifiesta en cuanto al empleo del principio, porque mediante la interpretación
extensiva aquél no sirve sino dentro de los límites de la fórmula, y, por tanto, para la elección de
uno entre sus varios significados, mientras que mediante la analogía el principio sirve para la
regulación de un caso que está fuera del alcance de la fórmula; por ello, la analogía tiene la misma
estructura que la interpretación, pero una función distinta, que consiste, no ya en la aplicación de la
norma, sino en la formación del Derecho fuera de sus límite formales.” (CARNELUTTI, Francesco.
Sistema de Derecho Procesal Civil. Buenos Aires: Unión Tipográfica Editorial Hispano Americana
─UTEHA─, 1944, T. I, 128). En un sentido similar, puede consultarse a Guastini, quien no obstante
considerar que el argumento a simili es una derivación funcional de la interpretación extensiva,
termina por concluir algo muy parecido a lo concluido por Carnelutti con ocasión de la diversidad
de funciones que sirven a desempeñar aquella y esta (GUASTINI, Riccardo. Distinguiendo.
Estudios de Teoría y Metateoría del Derecho. Barcelona: Gedisa Editorial, 1999, 222).
100 CARNELUTTI, Francesco. Ob. Cit., T. I, Pág. 128.
[…] La costumbre, siendo general y conforme con la moral cristiana,
constituye derecho, a falta de legislación positiva 101 […]
El defecto de obras en las cuales se pueda apreciar el juicio que los juristas
latinoamericanos se han formado sobre la vicisitud procesal de la que ahora se
trata, ha sido llenado, entonces, con los juicios que se deducen de las sentencias
pronunciadas por los tribunales de las naciones que enseguida se verán.
102 Sobre los literales “a”, “b” y “c”, atiéndase al artículo 313 del Código procesal civil y comercial de
la nación:
103 Sobre el literal “d”, atiéndase al artículo 314 del Código procesal civil y comercial de la nación:
“Art. 314. - La caducidad se operará también contra el Estado, los establecimientos públicos, los
menores y cualquier otra persona que no tuviere la libre administración de sus bienes, sin perjuicio
de la responsabilidad de sus administradores y representantes. Esta disposición no se aplicará a
los incapaces o ausentes que carecieren de representación legal en el juicio.”
104 Sobre el literal “e”, atiéndase al artículo 315 del Código procesal civil y comercial de la nación:
“Art. 315. - Sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo siguiente, la declaración de caducidad podrá
ser pedida en primera instancia, por el demandado; en el incidente, por el contrario de quien lo
hubiere promovido; en el recurso, por la parte recurrida. La petición deberá formularse antes de
consentir el solicitante cualquier actuación del tribunal o de la parte posterior al vencimiento del
plazo legal, y se sustanciará únicamente con un traslado a la parte contraria.
El pedido de caducidad de la segunda instancia importa el desistimiento del recurso interpuesto por
el peticionario, en el caso de que aquél prosperare.”
105 Sobre el literal “f”, atiéndase al artículo 316 del Código procesal civil y comercial de la nación:
“Art. 316. - La caducidad será declarada de oficio, sin otro trámite que la comprobación del
vencimiento de los plazos señalados en el artículo 310, pero antes de que cualquiera de las partes
impulsare el procedimiento.”
g. No se extingue la “acción”, la cual, sin que se especifique un plazo dilatorio,
podrá ser ejercida en un nuevo juicio; sin embargo, declarada en instancias
ulteriores, se acuerda valor de cosa juzgada a la resolución impugnada.106
106 Sobre el literal “g”, atiéndase al artículo 317 del Código procesal civil y comercial de la nación:
“Art. 318. - La caducidad operada en primera o única instancia no extingue la acción, la que podrá
ejercitarse en un nuevo juicio, ni perjudica las pruebas producidas, las que podrán hacerse valer en
aquél. La caducidad operada en instancias ulteriores acuerda fuerza de cosa juzgada a la
resolución recurrida.
La caducidad de la instancia principal comprende la reconvención y los incidentes; pero la de éstos
no afecta la instancia principal.”
107 CFALP, Exp. nº: 15716/09, Schiffrin, Calitri, Álvarez.
108 CFALP, Exp. nº 16.810/09, Pacilio, Vallefín, Nogueira.
Los dichos de la Cámara federal de apelaciones de La Plata no se
muestran reñidos, y más bien son llevados hasta la última de sus consecuencias,
con lo que varios años antes, sobre lo que él llamó la “perención de la instancia”,
dijo el profesor Hugo Alsina en su “Derecho procesal civil y comercial”:
Se dispuso por el artículo 212 del Código procesal civil –Decreto 7130– que:
ALSINA, Hugo. Tratado Teórico Práctico de Derecho Procesal Civil y Comercial. Buenos Aires:
109
Compañía argentina de editores, Tomo II, reimpresión 1982., 1982, Pág. 698.
110Valga advertir que, mientras se concluía este trabajo, en Costa Rica se expidió la Ley 9342 del 3
de febrero del 2016 –Código procesal civil–, que empezará a regir treinta meses después de su
publicación, es decir que, todavía, no está vigente.
Las gestiones que no tiendan a la efectiva prosecusión no interrumpirán el
plazo indicado.
La deserción de la demanda impedirá la continuación de la contrademanda. El
actor no podrá pedir deserción de ésta […]
Por lo demás, de los artículos 213 a 218, en los que está contenida la
regulación restante de esta forma anormal de terminal el proceso, según el
nombre que le fue dado al capítulo del Código procesal en el que está inscrita,
bien puede destacarse lo que sigue:
a. Los tres meses del artículo 212 se cuentan desde la realización del último acto
procesal que tuviere vocación de provocar la “prosecución” del proceso, a no ser
que este estuviere paralizado por una causa ajena a la voluntad de las partes,
caso en el cual el plazo dicho se cuenta desde que el llamado a instar pudiere
hacerlo111;
111 “Art. 213 - El plazo de la deserción corre desde el último acto procesal del actor o del
interviniente que tienda a la efectiva prosecusión; más, si el proceso se hubiere paralizado por
fuerza mayor o por cualquiera otra causa independiente de la voluntad de los litigantes, no correrá
sino desde el momento en que éstos pudieren instar el curso de aquél. ”
artículo 212, en cuyo caso, a solicitud del demandado, el juez podrá levantar el
embargo; en los arbitrajes112;
Las personales las calculará prudencialmente el juez, y para fijarlas no tomará en cuenta la
estimación de la reconvención.
117Note el lector la distinción, en lo absoluto casual, que hace el legislador procesal chileno entre el
“procedimiento” y el “juicio”, o sea el “proceso”; a tal punto es crucial su discernimiento que lo que
se abandona es el primero, no el segundo. Aquí, también, se insinúa con timidez –y desde 1902–
una idea sustantiva del Capítulo Tercero del trabajo.
118 Vuélvase sobre el Capítulo Primero del trabajo y repárese en la similitud de esta condición con
la que que en un idéntico sentido, en Colombia, se estableció por el artículo 364 de la Ley 105 de
1931, concerniente a la “caducidad de la instancia”.
119Sobre los literales “a” y “b”: “Art. 153 - El abandono podrá hacerse valer sólo por el demandado,
durante todo el juicio y hasta que se haya dictado sentencia ejecutoriada en la causa.”
120 “Art. 154 - Podrá alegarse el abandono por vía de acción o de excepción, y se tramitará como
incidente.”
121“Art. 155 - Si, renovado el procedimiento, hace el demandado cualquiera gestión que no tenga
por objeto alegar su abandono, se considerará renunciado este derecho.”
e. El “abandono” no extingue las “acciones” y las “excepciones” de las partes,
pero sí que pierden el “derecho” a continuar el procedimiento abandonado y el de
hacerlo valer en un nuevo juicio122;
122“Art. 156 - No se entenderán extinguidas por el las acciones o excepciones de las partes; pero
éstas perderán el derecho de continuar el procedimiento abandonado y de hacerlo valer en un
nuevo.”
123“Art. 157 - No podrá alegarse el abandono del procedimiento en los juicios de quiebra, ni en los
de división o liquidación de herencias, sociedades o comunidades.”
124 CS, 11798-2014, Blanco, Chevesich, Muñoz, Cerda.
Civil, cuando estatuye: “El procedimiento se entiende abandonado
cuando todas las partes que figuran en el juicio han cesado en su
prosecución durante seis meses, contados desde la fecha de la última
resolución recaída en alguna gestión útil para dar curso progresivo a los
autos”.
De la norma citada en el motivo que precede se desprende que la
sanción al litigante negligente sólo puede prosperar si aquél ha
cesado en la actividad que le corresponde, propia del impulso
procesal que le es exigible, por un término que excede los seis meses,
contado desde la fecha de la última resolución recaída en alguna gestión
útil para dar curso progresivo a los autos […]125
En otra ocasión, pero en idéntico sentido, la propia Primera sala dijo esto:
Por la “fracción IV” del artículo 373 del Código federal de procedimientos
civiles, se mandó que:
[…]
Más luego, en los artículos 375, 377 y 378, se providenció sobre la “caducidad
de la instancia” lo que sigue:
a. Opera de pleno Derecho, esto es, sin que deba mediar declaración, por el
simple paso del tiempo anunciado127 ;
127“Art. 375 - En el caso de la fracción IV del mismo artículo, la caducidad operará de pleno
derecho, sin necesidad de declaración, por el simple transcurso del término indicado.”
128 “Art. 375 - En cualquier caso en que hubiere caducado un proceso, se hará la declaración de
oficio por el tribunal, o a petición de cualquiera de las partes.”
c. La resolución que la declare es apelable en ambos efectos 129130;
g. No “influye” en las relaciones de Derecho existentes entre las partes que hayan
intervenido en la instancia caduca134.
La disciplina de la vicisitud está completada por los artículos 398 a 401, de los
cuales se puede destacar lo que sigue:
138“Art. 399 - La perención no se efectuará de derecho; quedará cubierta por los actos válidos que
haga una u otra de las partes con anterioridad a la demanda en perención.”
139 “Art. 401 - La perención no extingue la acción: produce solamente la extinción del
procedimiento, sin que se pueda, en ningún caso, oponer acto alguno del procedimiento
extinguido, ni apoyarse en él. En caso de perención, el demandante principal será condenado en
todas las costas del procedimiento fenecido.”
Esta caducidad será pronunciada a pedimento de parte interesada o de oficio
[…]
Así, por sentencia nº 808 del 21 de diciembre del 2012, la tercera sala de la
Suprema corte de justicia dijo que:
[…] Considerando, que el artículo 639 del Código de Trabajo dispone que
salvo lo establecido de otro modo en el capítulo de dicho código, que trata del
recurso de casación, son aplicables a éste las disposiciones de la Ley sobre
Procedimiento de Casación...que al no haber en el Código de Trabajo una
disposición que prescriba expresamente la sanción que corresponde cuando la
notificación del memorial al recurrido no se haya hecho en el plazo de cinco
días a que se refiere el artículo 643 del referido código, debe aplicarse la
sanción prevista en el artículo 7 de la Ley núm. 3726, del 23 de noviembre
de 1953, que declara caduco el recurso, cuando el recurrente no
emplazare al recurrido en el término fijado por la ley. Esta caducidad será
pronunciada a pedimento de la parte interesada o de oficio...razón por la cual
debe declararse su caducidad […]
Este dicho fue antelado en una sentencia del 29 de noviembre del 2011
–“Resolución” nº 3077-2011”–, proveída por la primera sala de la Suprema corte
de justicia, así:
[…] Atendido, a que la perención del recurso de casación tiene por fundamento
la presunción de que el recurrente ha abandonado la instancia; que esta
presunción resulta de un silencio prolongado por mas del tiempo señalado en
el segundo párrafo del articulo 10 de la Ley sobre Procedimiento de Casación,
precitado, cuyo computo se inicia desde la fecha del auto que autorizo el
emplazamiento o desde la expiración del termino de quince días señalado en
el articulo 8, sin que el recurrente pida el defecto o la exclusión del recurrido;
que esta sanción a la inactividad del recurrente es un beneficio que la ley
ha creado a favor del recurrido, de lo que resulta que el hecho de que este
constituya abogado por acto separado o produzca y notifique su defensa, no
tiene por efecto interrumpir la perención que corre contra el recurrente en falta
durante tres años, según el caso” […]
Esto dice el artículo 346 del Código procesal civil del Perú:
Por lo demás, son características del “abandono” peruano, las que se enuncian:
140“Art. 348 - El abandono opera por el sólo transcurso del plazo desde la última actuación
procesal o desde notificada la última resolución.”
b. No son actos que impidan la declaratoria de “abandono” los que no tienen la
vocación de impulsar el proceso, o sea, la designación de nuevo domicilio, el
pedido de copias, y la constitución de un apoderado nuevo, entre otros141;
c. La paralización del proceso que es atribuible a una “fuerza mayor”, siempre que
no sea superable por los litigantes con los medios procesales a su alcance,
impide la declaratoria de abandono 142;
141“Art. 348 - No se consideran actos de impulso procesal aquellos que no tienen por propósito
activar el proceso, tales como la designación de nuevo domicilio, pedido de copias,
apersonamiento de nuevo apoderado y otros análogos.”
142 “Art. 349 - No opera el abandono cuando la paralización del proceso se debe a causas de
fuerza mayor y que los litigantes no hubieran podido superar con los medios procesales a su
alcance.”
143A no ser que la falta de movimiento se pueda atribuir a la desatención de una de las partes de
una carga procesal.
144“Art. 350 - No hay abandono:
1. En los procesos que se encuentran en ejecución de sentencia;
2. En los procesos no contenciosos;
3. En los procesos en que se contiendan pretensiones imprescriptibles;
4. En los procesos que se encuentran para sentencia, salvo que estuviera pendiente actuación
cuya realización dependiera de una parte. En este caso, el plazo se cuenta desde notificada la
resolución que la dispuso;
5. En los procesos que se encuentran pendientes de una resolución y la demora en dictarla fuera
imputable al Juez, o la continuación del trámite dependiera de una actividad que la ley le
impone a los Auxiliares jurisdiccionales o al Ministerio Público o a otra autoridad o funcionario
público que deba cumplir un acto procesal requerido por el Juez […]”
e. La declaratoria de “abandono” termina el proceso, restituye las cosas al estado
que tenían antes de la demanda, y le impone al demandante un plazo dilatorio de
un año antes de deducir, otra vez, la pretensión del proceso abandonado145;
145“Art. 351 - El abandono pone fin al proceso sin afectar la pretensión. Sin embargo, su
declaración impide al demandante iniciar otro proceso con la misma pretensión durante un año,
contado a partir de la notificación del auto que lo declare. Asimismo, restituye las cosas al estado
que tenían antes de la demanda.”
146“Art. 351 -Si por segunda vez, entre las mismas partes y en ejercicio de la misma pretensión, se
declara el abandono, se extingue el derecho pretendido y se ordena la cancelación de los títulos
del demandante, si a ello hubiera lugar.”
147 La apelación debe fundarse, solamente, en un error de cómputo o en la ocurrencia de una
“fuerza mayor”, a la vista del artículo 353.
148“Art. 353 - La resolución que declara el abandono es apelable con efecto suspensivo. El recurso
sólo puede estar fundamentado en la existencia de un error de cómputo, o en causas de fuerza
mayor. La resolución que desestima un pedido de abandono es apelable sin efecto suspensivo.”
149 “Art. 354 - Declarado el abandono, la prescripción interrumpida por el emplazamiento sigue
transcurriendo, tal como si la interrupción no se hubiese producido.”
ende, del proceso sin declaración sobre el fondo en razón de la
inactividad procesal de las partes. Lo que realmente sanciona el
abandono es la negligencia manifiesta del litigante, que con su
inactividad deja paralizado el proceso. Dicha inactividad tiene que ser
medida a través de determinados plazos que la norma regula en cuatro
meses […] 150
151 “Art. 268 - La perención procede contra la Nación, los Estados y las Municipalidades, los
establecimientos públicos, los menores y cualquiera otra persona que no tenga libre administración
de sus bienes, salvo el recurso contra sus representantes.”
152Para los literales “b” y “c”: Art. 269 - La perención se verifica de derecho y no es renunciable por
las partes. Puede declararse de oficio por el Tribunal y la sentencia que la declare, en cualquiera
de los casos del artículo 267, es apelable libremente”
153“Art- 270 - La perención no impide que se vuelva a proponer la demanda, ni extingue los efectos
de las decisiones dictadas, ni las pruebas que resulten de los autos; solamente extingue el
proceso.”
154 “Art. 271 - En ningún caso el demandante podrá volver a proponer la demanda, antes de que
transcurran noventa días continuos después de verificada la perención.”
La “perención de la instancia”, para la Sala constitucional del Tribunal supremo
de justicia, también debe interpretarse como una sanción, si es que al siguiente
dicho hay que avenirse:
[…] Dicho Código [el de procedimiento civil] señala que toda instancia se
extingue por el transcurso de un año sin haberse ejecutado ningún acto
de procedimiento por las partes (artículo 267); y agrega, que la
inactividad del juez después de vista la causa, lo que se entiende que es
solo con relación al fallo de fondo, no producirá la perención. Ella
tampoco tendrá lugar cuando el proceso se encuentre en consulta legal,
ante el juez que ha de conocerla (artículo 270 del Código de
Procedimiento Civil).
155 Aunque la interpretación de la Sala constitucional del Tribunal supremo de justicia parece
conforme con la literalidad de los enunciados normativos que regulan la “perención de la instancia”,
muy exótico se torna que a dicha “perención” se le asigne el objetivo de sancionar a todos los
litigantes, especialmente si se advierte que, a priori, el alcance de ese objetivo puede volverse
desproporcionado cuando el “sancionado” es, precisamente, una persona distinta de aquella a la
que le asiste el interés de procurar la prosecución del proceso. En este caso la “sanción”, que así
se entiende en Venezuela la institución de marras, adquiere la forma de un premio en vez de la de
una pena.
156 TSJ, Exp. nº 001491, Cabrera.
proceso por el transcurso del tiempo previsto en la ley, sin que se
hubiese verificado acto de procedimiento capaz de impulsar el curso del
juicio (Artículo 267 ejusdem).
Excepción hecha del abogado Miguel Enrique Rojas Gómez, en lo que hace a
Colombia, y de la jurisprudencia y doctrina argentinas –esta última representada
por el profesor Hugo Alsina–, se advierte, a simple vista, en los países de la
América latina hispánica, una común propensión a inteligir el Desistimiento tácito,
o sus semejantes, además de como una forma anormal de conclusión del proceso,
como una sanción.
[…] Los hombres cambian menos de ideas que las ideas de disfraz, en el decurso
de los siglos las mismas voces dialogan […]158
Dicho esto, téngase por cumplido el objetivo que animó la escritura del capítulo
que aquí se termina. El próximo –nada es casualidad– es el de la criba.
CAPÍTULO TERCERO
Este capítulo –el tercero– es, o pretende ser, el cumplimiento del tercer
objetivo específico del trabajo de grado.
3.1. Análisis somero del artículo 317 del Código general del proceso
Vencido dicho término sin que quien haya promovido el trámite respectivo
cumpla la carga o realice el acto de parte ordenado, el juez tendrá por
desistida tácitamente la respectiva actuación y así lo declarará en
providencia en la que además impondrá condena en costas.
El juez no podrá ordenar el requerimiento previsto en este numeral, para
que la parte demandante inicie las diligencias de notificación del auto
admisorio de la demanda o del mandamiento de pago, cuando estén
pendientes actuaciones encaminadas a consumar las medidas cautelares
previas.
c2. El año al que se refiere la hipótesis de “a2” se debe contar desde el día
siguiente a la última notificación, o desde la última diligencia o actuación; su
ocurrencia no causa condena en costas;
159 Este “cualesquiera actuaciones” merece una anotación: aunque legalmente –así se lee en su
fórmula– la naturaleza de la actuación que se adelante, mientras se adelante, es indiferente en
aras de precaver el Desistimiento tácito, prácticamente el entendimiento de “cualesquiera
actuaciones” es muy otro: en efecto, se considera eficaz, solamente, la actuación que tiene virtud
suficiente para provocar el progreso del trámite inactivo.
g. Antes de seis meses no podrá promoverse, otra vez, la demanda que originó el
trámite concluido con el decreto del Desistimiento tácito;
La voz sanción, ni una sola vez, aparece nombrada en el pésimo tenor del
artículo 317, lo que no ha impedido, sin embargo, que en los despachos judiciales
y, en general, en el ambiente jurídico patrio, pase por tal, habida consideración de
lo que se juzga, entre varios otros, un efecto adverso, cual es la terminación
anormal del proceso.
Para atender a algo es justo desatender lo demás; sin embargo, esto que
así expresado se presenta tan simple, consideradas las vicisitudes actuales, es
una auténtica epopeya. ¿Cómo conservar la atención si cada vez más las
personas se empeñan en prescindirla? Los tiempos que corren no son
exactamente propicios para ejercitar la observación
A veces el escritor quisiera ser el pintor más excelso para figurar, ya que las
palabras no siempre lo logran, la verdad que por de pronto le sacude el alma. Por
fortuna, ha querido el Hado, alguna que otra vez, que, abocados a las letras,
existan personas con una equivalente destreza a la de Francisco Antonio Cano
para recrear lo que perciben. De un sabio naturalista sonsoneño, poeta magnífico
en sus ratos de ocio, es el siguiente cuadro:
La semilla que se obtiene del fruto de la obsequiosa flor, sólo Dios sabe,
luego que el viento la haya llevado a la tierra, cuánto tiempo tardará en convertirse
en un árbol de luengas ramas y de abundosas hojas; lo cierto es que entre
aquella, que será árbol, y este, que fue semilla, intermedia una sucesión
prodigiosa de instantes que habrá modificado para siempre la realidad y, sin
embargo, a no ser que se esté apercibido de una extraordinaria capacidad de
extrañeza, nadie pensará que esa modificación, en la sinfonía del orden universal,
es tan solo uno entre innúmeros acordes.
[…] En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era caos y vacío,
la tiniebla cubría la faz del abismo y el espíritu de Dios se cernía sobre la
superficie de las aguas […]161
[…] Y vio Dios todo lo que había hecho; y he aquí que era muy bueno164
[…]
La bondad es el amor que se vuelve acto. Que el Creador haya visto “muy
bueno” lo que había hecho, representa, para el que tiene fe, la certeza de que
Una fuerza sustituye a la otra. Aquéllos −la mayoría− para los cuales la
Buena Noticia es inaudible, resultan rendidos por el Derecho, que da tanto como
decir, por el deber.
165“Un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros. Como yo os he amado, amaos
también unos a otros. Juan 13, 34. Ibid., Pág. 1528.
166 En estricto sentido el deber y la obligación, aunque imperativos jurídicos, son ordinariamente
diferenciados con referencia al interés que subyace a la conducta representativa del cumplimiento
del uno o de la otra. Así, mientras a la conducta debida se supone subyacente un interés
comunitario, o sea de todos o de muchos, indeterminados o indeterminables, a la conducta
obligatoria se supone subyacente un interés individual, o sea de uno o de varios, determinados o
determinables.
167“Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y
encontraréis descanso para vuestras almas. Mateo 11, 29. Ob. Cit., Pág. 1364.
El deber, primero que el derecho [subjetivo], es el concepto fundante del
Derecho168.
168CARNELUTTI, Francesco. Arte del Derecho: Seis Meditaciones sobre el Derecho. Lima: ARA
Editores, 2006, Pág.102
169CARNELUTTI, Francesco. Sistema de Derecho Procesal Civil. Buenos Aires: Unión Tipográfica
Editorial Hispano Americana ─UTEHA─, 1944, T. I, Pág. 12.
170 CARNELUTTI, Francesco. Ibid., Pág. 16.
Francesco Carnelutti, quien lo definió como la situación de un individuo, favorable
a la satisfacción de una necesidad 171.
Ya que algunas personas no pueden disponer siempre de los bienes con los
cuales aliviar sus penurias, y en las que sí los disponen el amor no es tanto que
las mueva a caridad, o sea, a compartir con aquellas primeras desposeídas,
resulta que el conflicto está en cierne y, a fines de precaverlo, el Derecho
establece su propia solución.
Esta hipótesis ejemplar, muy útil para captar la idea del conflicto
intersubjetivo de intereses173 tiene la desventaja de no avenirse mucho, por lo
menos en Colombia, a las formas en que se presenta aquel conflicto en los
tiempos que corren. La razón de esa desventaja se encuentra en la creciente
sofisticación de la economía, de la cual, como si se tratara de una antigua
provincia pérsica, son sus sátrapas los funcionarios del sistema financiero,
tributarios de un reducido grupo de “hombres de negocios” que viven agazapados
tras algún intrincado laberinto paramentado de “grupo empresarial”.
Para tener una idea de cuáles sean, por de pronto, los límites del proceso
jurisdiccional, deberá el paciente leedor resignarse a que el escribidor, con
brevedad, acometa el estudio de la palabra generación.
Generación es una palabra del idioma español, devenida del latín generatur,
y esta de gigno, que significa, más propiamente que crear, engendrar o producir.
De aquí que, a lo que gignit, los latinos le dijeran genus, que es lo que se opone a
la species.178
178CARNELUTTI, Francesco. Arte del Derecho: Seis Meditaciones sobre el Derecho. Lima: ARA
Editores, 2006, Pág.48 y 49.
179 CARNELUTTI, Francesco. Ibid., Pág.49.
Si se atiende a la etimología de la palabra, species significa lo que se ve180,
lo que se puede observar al instante181; lo que está presente. Lo que no lo está
─lo que no es presente─ no puede ser visto, sino tan solo pre-visto.
Para nadie es un secreto que de entre los sujetos del proceso, el juez
ocupa un lugar preeminente en vista de la función que le ha sido deferida: juzgar.
De este modo, las líneas que siguen incumben al que, en las líneas que quedaron
más atrás, se identificó como proceso jurisdiccional 186; también incumben al modo
de hacerse patente ese proceso, es decir, al procedimiento.
185 KELSEN, Hans. Teoría Pura del Derecho. México, D.F.: Porrúa, 16ª ed., 2011, Pág.90.
186En adelante, cada que se escriba la palabra proceso, deberá entenderse que el descrito es el
proceso jurisdiccional.
primero; luego, es más útil, conocido el propósito revelado en el cuestionamiento,
mirar desde lo alto que desde lo bajo.
Relación y acto jurídicos: Son estos los conceptos que hay que definir si
se quiere conocer las esencias del proceso y del procedimiento.
Con todo, hay algo que la fotografía no puede manifestar; algo invisible,
pero cierto, que media entre las personas y entre estas y las cosas. ¿Qué es lo
que existe, pero no se ve?
No deja de causar asombro que entre los hombres no sean las de una
soga, o las de un lazo, las ataduras que mejor sirvan para avenirlos. No es
probable que pueda suponerse la existencia de un vínculo más fuerte que el que
hay entre una madre y su hijo, y, sin embargo, de aquel no se ve mucho más de lo
187 CARNELUTTI, Francesco. Teoría General del Derecho. Madrid: Editorial Revista de Derecho
Privado, 1954, Pág.183.
188 CARNELUTTI, Francesco. Ibid. Pág.183.
189 CARNELUTTI, Francesco. Ibid. Pág.183.
que vería alguien si intentara encontrar la ligadura por la que se junta al imán el
hierro.
Pero aquí no termina el asunto: como quiera que los intereses de la víctima
y del victimario se contraponen, el Derecho provee a su composición
imponiéndole al segundo el deber de restituir la cosa robada, y atribuyéndole al
primero el poder 191 para exigirla, junto con la correspondiente indemnización de
perjuicios. En orden a la res furtiva el Derecho ha constituido una relación entre el
salteador y el salteado.
190Justo es que al lado de las relaciones dichas, figure, también, la relación natural, o sea la que
se conoce entre los científicos de la naturaleza como Ley. Esta relación se dice natural porque es
anterior a la inteligencia humana, de donde se sigue que el hombre no la ha puesto sino que,
cuando mucho, la ha supuesto mediante el descubrimiento, a través de una larga observación, de
la frecuencia con que la ocurrencia de un hecho, al que se llama causa, es seguida de la
ocurrencia de otro hecho, al que se llama efecto o consecuencia.
191 Hay que explicar que la dicotomía entre poder y deber es razonable en el sistema carneluttiano,
sistema del que en todo caso me aparto porque no parece resolver satisfactoriamente las
cuestiones más trascendentales de la relación jurídica.
dicha conformación ocurra, a juzgar por como se han comportado los hombres,
históricamente, estando inmersos en ese tipo de conflictos.
Así, por ejemplo, las sanciones prescritas por el Derecho penal suelen ser
más severas que las del Derecho civil; y, en tanto la actuación de las primeras, de
manera general, es oficiosa, la de las segundas está reservada a la instancia del
sujeto del interés lesionado, en la medida en que los intereses amparados por
aquel Derecho son, de todos cuantos se estiman caros a los hombres, los que
reclaman un mayor amparo.
192 CARNELUTTI, Francesco. Teoría General del Derecho. Madrid: Editorial Revista de Derecho
Privado, 1954, Pág.188.
193 CARNELUTTI, Francesco. Ibid., Pág.188.
194 CARNELUTTI, Francesco. Ibid., Pág.58.
applied to judicial reasoning”195 las figuras más señeras de la ciencia del
Derecho196 han procurado llevar algo de luz a los oscuros dominios de la estática
jurídica.
Es de temer, pese a sus ingentes esfuerzos, que en ese punto la luz siga
faltando, lo cual es debido, sobre todo, a la dificultad de precisar, con una
razonable exactitud, cuáles y cuántas son las posiciones relativas en que le es
dable encontrarse a una persona con arreglo a una norma jurídica.
Esa atmósfera, no alude a algo distinto de las condiciones teóricas que hoy,
todavía, dejan hacer la distinción, apenas insinuada, entre relaciones jurídicas
195 Existe, de esta obra, una traducción al castellano del profesor Genaro Carrió: HOHFELD,
Wesley Newcomb. Conceptos Jurídicos Fundamentales. México, D.F.: Distribuciones Fontamara,
1ª ed., 2004.
196Es decir, y, aparte de Hohfeld, Francesco Carnelutti, Alf Ross y, más recientemente, el profesor
uruguayo Alfredo Barrios De Ángelis.
materiales e instrumentales, de la cual es derivación la conclusión que se anticipó
sobre el proceso, y que, para el que escribe, está representada por “The concept
of Law”197 del profesor británico H. L. A. Hart.
Son reglas del segundo tipo las que Hart tuvo a bien identificar como de
“reconocimiento”202 , de “cambio”203 y de “adjudicación”204 , cada una de las cuales
está concebida para contrarrestar un defecto concreto del ordenamiento jurídico.
197También, como con la de Hohfeld, la traducción al castellano de esta obra se debe al profesor
Carrió: HART, H.L.A. El Concepto de Derecho. Buenos Aires: Abeledo-Perrot, 2ª ed., 2004.
198 HART, H.L.A. El Concepto de Derecho. Buenos Aires: Abeledo-Perrot, 2ª ed., 2004, Pág. 101.
199 HART, H.L.A. Ibid., Pág. 101.
200 HART, H.L.A. Ibid., Pág. 101.
201 HART, H.L.A. Ibid., Pág. 101.
202 HART, H.L.A. Ibid., Pág. 117.
203 HART, H.L.A. Ibid., Pág. 119.
204 HART, H.L.A. Ibid., Pág. 120.
205 HART,, H.L.A. Ibid., Pág. 117.
primarias”, facultando a un individuo o a varios para producirlas y para extinguir
las anteriores206; y, ultimadamente, la “regla de adjudicación”, que permite,
facultando a una o más personas para ese fin, establecer si en un preciso evento
se ha transgredido una “regla primaria”207 .
Sabido esto: ¿cuáles son las relaciones jurídicas materiales, y cuáles las
instrumentales?
209 Dice Carnelutti que “[…] si, por ejemplo, para solución del conflicto entre dos propietarios de
fundos contiguos ordena el juez que uno deje pasar al otro a través de su fundo, una cosa es que
el juez imponga su juicio a las partes; y estas queden sometidas al mismo, y otra cosa que uno de
los dos pueda pasar y el otro deba dejarlo pasar. En ambas situaciones se descubren una pareja
de poder y de deber; pero también se descubre que su carácter es diverso […]”CARNELUTTI,
Francesco. Ibid., Pág. 186.
210 CARNELUTTI, Francesco. Ob. Cit., Pág. 195 y 196.
211 CARNELUTTI, Francesco. Ibid., Pág. 215 y 216.
Poder Deber
Facultad216 Carga217
212 “[…] La potestad puede definirse, por tanto, como el poder de mandar super partes. En cuanto
tal ocupa el escalón más alto del poder, ya que es expresión de soberanía. Los ejemplos más
conocidos de la potestad son el poder del juez y el del legislador […]”CARNELUTTI, Francesco.
Ibid., Pág. 197.
213 “[…] La sujeción es aquella relación jurídica pasiva en que se manifiesta con mayor claridad la
figura del deber como impotencia de obrar, o sea la impotencia de determinar por uno mismo la
propia conducta […]”CARNELUTTI, Francesco. Ibid., Pág. 216.
214“[…] El derecho subjetivo, a diferencia de la potestad, es poder de mandar ínter partes. Es claro
que de igual modo que la potestad opera en el campo de la soberanía, así el derecho subjetivo
pertenece al campo de la autonomía jurídica […]” CARNELUTTI,, Francesco. Ibid., Pág. 200.
215 “[…] A fin de procurar a uno de los interesados aquella posibilidad de desenvolvimiento de su
interés, en que se resuelve la facultad, el derecho impone al otro una obligación, y aquí si que
habla claro esta palabra: estar obligado quiere decir ligado, a fin de que no se impida a otro hacer
lo que le place […]”CARNELUTTI, Francesco. Ibid., Pág. 218.
216“[…] La facultad es una forma de poder incompatible con el deber, y por eso es un agarre libere
y no debere […]”CARNELUTTI, Francesco. Ibid., Pág. 195.
217 “[…] En cuanto que el Derecho el interés de una parte contra el de otra puede subordinar esa
tutela al sacrificio de un interés distinto, pero perteneciente al sujeto del interés titulado
[…]”CARNELUTTI, Francesco. Ibid., Pág. 221.
original concepción Ross le reconoció a Hohfeld218, comporta, empero, respecto
del presentado por el estadounidense una “terminología mejorada”219, que
simbolizó del siguiente modo220:
Normas de conducta
# #
2) Libertad A – B (C) ~ No – facultad B – A (C)
# #
4) No – facultad A – ~ Libertad A – B (C)
B (C)
Normas de competencia
# #
6) Inmunidad A – B ~ Incompetencia B – A (C)
(C)
218 ROSS, Alf. Sobre el Derecho y la Justicia. Buenos Aires: Eudeba, 1963, Pág.155.
219 ROSS, Alf. Ibid., Pág.155.
220 ROSS, Alf. Ibid., Pág.155.
# #
Incompetencia A – B (C) ~ Inmunidad B – A (C)
[…] el signo ~ indica que las nociones que conecta son correlativas
(léase: “corresponde a” o “es equivalente a”); la flecha de doble punta
indica que las nociones que conecta son opuestas contradictorias [sic]
(un término es la negación del otro).
La fórmula deber A-B (C) se lee: A tiene un deber hacia B de realizar C.
La fórmula sujeción A-B (C) se lee: A está sujeto a las disposiciones de B
dentro de la esfera de conducta C.
Hay, por lo tanto, ocho modalidades: deber, libertad, facultad, no-
facultad, sujeción, inmunidad, competencia e incompetencia (destaco el
hecho de que la expresión “tener derecho a” ha desaparecido). Las
cuatro primeras y las cuatro últimas son lógicamente reducibles entre sí.
Además, puesto que la sujeción de A a B significa que la posición jurídica
de A expresada en términos de deber, facultad, etc., está definida de
acuerdo con las disposiciones de B, Las cuatro últimas pueden ser
reducidas a las cuatro primeras. Se sigue de ello, en consecuencia, que
las ocho pueden ser reducidas a términos de deber. Si definimos esta
palabra todas las otras quedan definidas […]221
Al margen de los matices destacados, a juicio del que escribe, está más
próximo al logro de una precisa caracterización de la variedad de las relaciones
jurídicas el autor escandinavo, que el maestro italiano.
225CARNELUTTI, Francesco. Sistema de Derecho Procesal Civil. Buenos Aires: Unión Tipográfica
Editorial Hispano Americana ─UTEHA─, 1944, T. I, Pág. 44.
226 CARNELUTTI, Francesco. Teoría General del Derecho. Madrid: Editorial Revista de Derecho
Privado, 1954, Pág.83.
imperativo que reclama del juez una decisión sobre la regularidad o la
irregularidad de la demanda entregada a su juicio, lo que, constatándose lo
primero, abre paso a la “notificación” al demandado del proveído de “admisión de
la demanda”, oportunidad en la cual no tanto queda aquel vinculado al proceso,
como ajustado este último.
Pero, ¿no se afirmó recién que el proceso no es una, sino varias relaciones
jurídicas?
Esta pregunta demuestra la perplejidad ante una cualidad del proceso que
debe ser explicada.
227 CARNELUTTI, Francesco. Metodología del Derecho. Buenos Aires: Valletta Ediciones, S.R.L.,
2ª ed., 2008, Pág. 57.
Que dos cosas se junten para formar un todo, implica la forja de un vínculo
entre la pluralidad y la unidad. 228 Para asimilar esta verdad, le bastará al lector
con pensar en el organismo pluricelular en la Biología, la sociedad mercantil en el
Derecho, o el artefacto mecánico en la Física229. En todos casos, se trata de una
agrupación de elementos diversos que al obrar conjuntados rinden un resultado
mayor del que se obtendría si lo hicieran por separado. Esta intermediación entre
la pluralidad y la unidad se dice, pues, complejidad230.
232 CARNELUTTI, Francesco. Teoría General del Derecho. Madrid: Editorial Revista de Derecho
Privado, 1954, Pág.448 y 449.
Finalmente, acerca del peligro que acarrea para una sana comprensión de
la Teoría del proceso, ─y, sobre todo del sector de aquélla que se ocupa del
derecho de acción─, la vitanda asociación que hizo Carnelutti entre el derecho
subjetivo y el negocio jurídico, le bastará con saber a quien esto pueda interesar
que, precisamente, el de acción es un derecho subjetivo que tiene en la
pretensión la expresión de su desarrollo.
233 FERRI, Luigi. La Autonomía Privada. Granada: Editorial Comares, S.L., 2001.
3.4. El Desistimiento tácito y el acto [jurídico] omisivo
Definir es, en el sentido más expresivo del término, confinar algo, ponerlo
entre confines, esto es, señalarle a ese algo un fin, y, ya que solo puede tener fin
234 CARNELUTTI, Francesco. Teoría General del Derecho. Madrid: Editorial Revista de Derecho
Privado, 1954, Pág.448 y 449.
lo que tiene principio, señalarle un principio, siendo, pues, que definir es, de algo,
indicar su principio y su fin.235
235Urge hacer mención del carácter abstracto del hecho. El hecho, de la historia, es para Carnelutti
una abstracción. Así mismo, la situación, del hecho, es otra abstracción. Esto significa que el
hecho, aunque tomado de la naturaleza, también es un artificio desde el mismo momento es que el
hombre aplica sobre la historia la inteligencia y aparta de aquella, con esta, un trozo. ¿El acto,
como el hecho, también es una abstracción? Parece ser que, mientras el hecho se extrae de la
historia, el acto se introduce en ella.
236 CARNELUTTI, Francesco. Ob. Cit., Pág.448 y 449.
237 CARNELUTTI, Francesco. Ibíd., Pág.246.
CARNELUTTI, Francesco. Teoría General del Derecho. Granada: Editorial Comares, S.L., 2003,
238
Pág. 6.
gradación, lo que significa que entre el inicio y el final del acto no ocurrió ninguna
variación, excepto la del tiempo.239
239 CARNELUTTI, Francesco. Teoría General del Derecho. Madrid: Editorial Revista de Derecho
Privado, 1954, Pág.263.
240 CARNELUTTI, Francesco. Ibid., Pág.264.
Para que pueda ser apreciada la diferencia entre el espacial y el acto
jurídico temporal, medítese en la redacción del inciso 1° del artículo 97 del Código
general del proceso:
Ahora, supóngase que por ministerio del artículo 369 del mismo Código
general, a un demandado le fue concedido el plazo de veinte días para contestar
la demanda, y que, en ese plazo, omitió hacerlo.
Cualquiera podría pensar que entre la situación del primer día del plazo
─falta de contestación de la demanda─ y la del vigésimo día del plazo ─falta de
contestación de la demanda─ la diferencia está dada, únicamente, como en el
ejemplo de hace un momento, por el paso del tiempo; pero, si se mira más en el
fondo, que de un plazo un día sea el primero, y otro el vigésimo, es indicativo de
que algo en el Espacio ha cambiado, o, para mayor exactitud, de que la posición
de la Tierra con respecto al Sol y a las estrellas se ha alterado, lo que, a la sazón,
se traduce en la diversidad espacial ─además de la consabida temporal─ de la
situación final relativamente a la inicial.
Esto quiere decir que la omisión del demandante de atender la carga que
se le ha impuesto en el plazo legal supone una identidad material de las
situaciones inicial ─la del primer día del plazo─ y final ─la del trigésimo día del
plazo─ solo matizada por las diversidades del tiempo y del espacio, puesto que, a
propósito de aquél, es claro que la situación del día trigésimo viene veintinueve
días después de la del día primero, y, a propósito de este, la posición sidérea de
la Tierra, cuando se está en el último día del plazo, ha cambiado notablemente en
relación con la posición que ocupaba durante el primer día.
Si, considerado como una serie ordenada de actos, la plena eficacia del
procedimiento está dada por la formación de la sentencia con fuerza de cosa
juzgada, también de cada uno de los actos de la serie puede afirmarse su eficacia
o su ineficacia. La diferencia estriba en que la primera, como ya se dijo, es una
eficacia de conjunto, esto es, de todos los actos seriales considerados como una
sola unidad; la segunda, por su parte, es una eficacia individual; cada individuo
fáctico, constitutivo del procedimiento, será eficaz en la medida en que haya
hecho posible el acto consecuente.
Sea como fuere, este es el momento para poner en guardia al lector contra
el riesgo de una inapropiada asimilación de la división sugerida entre la eficacia
del conjunto y la eficacia del acto aislado. Si la virtud inmediata del procedimiento
es la generación de una “regla primaria”, siendo, por ende, un acto jurídico
imperativo, la de los actos que lo integran no es la generación de esa “regla” ─que
es, tan solo, su virtud mediata─, sino, se insiste, la habilitación del acto sucesivo,
desvirtuando así cualquier naturaleza imperativa que en lo inmediato se les quiera
atribuir.
Conviene, entonces, que a la eficacia del procedimiento se le llame
compleja, y, en contraposición, a la de los actos que conforman aquel, simple. Si
se piensa en la complejidad y en la simplicidad de los actos a los que una y otra
eficacia es reconocida, se entenderá la oportunidad de estas nominaciones, lo
cual no está reñido con que a la primera se le llame, también, definitiva ─en la
medida en que, después de concebida la sentencia, no se admite una eficacia
ulterior─ y a la segunda transitoria ─ya que está ordenada al establecimiento de la
definitiva─.
Precisamente, en las hipótesis del artículo 317 del Código general del
proceso está recogida, propiamente, la segunda de las pendencias, es decir, la
simple. Cuando el demandante ha sido apremiado por el juez para que atienda la
carga que se le ha impuesto, o, cuando no habiéndolo sido, no ha procurado, de
cualquier modo, el avance del procedimiento desde la última notificación, sucede
que uno de sus requisitos constitutivos ─un acto procedimental─ está faltando
para que aquél pueda llegar a ser perfecto. Si el requisito es cumplido en la forma
del acto procedimental requerido, entonces la pendencia simple es transformada
en eficacia simple, quedando salva la posibilidad de efectuar la actuación
siguiente, hasta que la pendencia compleja del procedimiento sea convertida en
eficacia ídem.
Pues bien: vuélvase al artículo 317 del Código general del proceso.
243 Ciertamente la doctrina tradicional, y los que, sin un acendramiento antelar, se hacen sus
receptores, estiman que la condición, en sus dos especies, es suspensiva y resolutoria. Carnelutti,
mucho más consciente que aquéllos, bien pudo percatarse de que la condición, en cualesquiera
casos, es siempre suspensiva, si por suspensión se entiende el estadio de pendencia de un acto
jurídico, intermedio entre su ineficacia y su plena eficacia. Así, la condición, siempre suspensiva, se
reitera, puede poner al acto, una vez se consume la pendencia, en situación de resolverse, en cuyo
caso le es negada su eficacia, o en situación de constituirse, en cuyo caso la eficacia le es
ratificada. Al primer caso es al que se alude con la condición suspensiva, en tanto que al segundo
es al que se alude con la resolutoria. Mejor será, si quiere entender bien este expediente, que el
lector aplicado se dé a la tarea de leer las páginas 412 y siguientes de la Teoría General del
Derecho: CARNELUTTI, Francesco. Ob. Cit., Pág.409.
244 CARNELUTTI, Francesco. Ob. Cit., Pág.393.
justamente, en que el promotor del trámite obre una transformación, esto es,
realice un hecho formal específico, que garantice la perfección del procedimiento.
Que el hecho formal no sea obrado equivale a una condición fallida, que se
traduce en el cambio de las pendencias de la instancia y del procedimiento por
sus conclusivas ineficacias.
Esta circunscripción temporal245 de los actos que deben ser obrados por las
partes, particularmente por el demandante, es debida a la urgencia de certeza
que la sociedad tiene relativamente a los procedimientos. La indeterminación
cronológica de la pendencia es, al final de cuentas, un daño económico para el
Estado, representado en el despilfarro de tiempo, energía y dinero.
Cuando, según el caso, han transcurrido los treinta días, o el año, sin que
la parte haya actuado la instancia, la pendencia se resuelve en la imperfección
cierta del procedimiento, la cual debe ser declarada por el juez en el auto
mediante el cual decrete el Desistimiento tácito. Este expediente, in genere, suele
246 Hay que insistir en que los abogados, al expediente al que recién se aludió, in genere, lo
designan con el nombre de caducidad, lo que no quiere decir que, con arreglo al Derecho
colombiano, es decir a su legislación, el Desistimiento tácito –que es de lo que se trata– se
identifique con aquella, o con la prescripción o con la preclusión.
Por ejemplo, sobre la diferencia legal entre prescripción y caducidad, dijo la Corte constitucional de
Colombia que (CConst, C-227/2009, L.E. Vargas).
“[…] En virtud de la prescripción, en su dimensión liberatoria, se tiene por extinguido un derecho
que, por no haberse ejercitado, se puede presumir que el titular lo ha abandonado; por ello en la
prescripción se tiene en cuenta la razón subjetiva del no ejercicio, o sea la negligencia real o
supuesta del titular. En tanto que la figura procesal de la caducidad ha sido entendida como el
plazo perentorio y de orden público fijado por la ley, para el ejercicio de una acción o un derecho,
que transcurre sin necesidad de alguna actividad por parte del juez o de las partes en un proceso
jurídico. La caducidad es entonces un límite temporal de orden público, que no se puede renunciar
y que debe ser declarada por el juez oficiosamente […]”
Por su parte, la preclusión, regulada en el Título VI del Libro II de la Ley 906 del 2004, es una
vicisitud del proceso penal a la que la Corte constitucional se refirió en los términos que siguen
(CConst, C-881/2011, L.E. Vargas):
“[…] 4.1 En relación con el alcance conceptual de la institución, y sus fines en el marco del sistema
penal de tendencia acusatoria indicó:
Pues bien: los conceptos aducidos por la Corte constitucional, a propósito de los institutos en
cuestión, podrán ser útiles –y aun esto puede discutirse– para dilucidar las prescripciones legales
que los contienen, pero su valor científico es despreciable, puesto que carecen de abstracción
suficiente para poder ser situados en el más comprensivo sistema de la Teoría general del
Derecho. Por esta razón, en un trabajo futuro, el autor se ocupará de su estudio.
Mientras tanto, no haría mal, quien experimente alguna inquietud por estos asuntos, en leer las
páginas 431, 432 y 433 de la Teoría del Derecho de Carnelutti (CARNELUTTI, Francesco. Teoría
del Derecho. Madrid: Editorial Revista de Derecho Privado, 1954). Allí, ya que no completa, se
encontrará el lector inquieto con un inestimable principio de solución a las dificultades que, sobre
todo, la distinción entre caducidad y prescripción plantea.
En lo que hace al proceso, relación jurídica que se destaca por una
predominante competencia – deber del juez, y una no menos predominante
sujeción de los contradictores, el Desistimiento tácito propicia no tanto su
extinción, cuanto su modificación, ya que aquel señorío es variado por la
incompetencia, y esta sumisión le deja su lugar a la inmunidad. En otras palabras,
el Desistimiento tácito provoca la anormal demudación del proceso por el no
proceso.
247CARNELUTTI, Francesco. Sistema de Derecho Procesal Civil. Buenos Aires: Unión Tipográfica
Editorial Hispano Americana ─UTEHA─, 1944, T. I, Pág. 11.
demandante– que consiste en la urgencia que la sociedad tiene, no tanto de que
el proceso se mueva, cuanto de que no deje de hacerlo por la abulia de su propio
promotor.
248 KELSEN, Hans. Teoría Pura del Derecho. México, D.F.: Porrúa, 16ª ed., 2011.
primer término, a algunas de las llamadas “calificaciones deónticas
elementales”249, concretamente a la “obligación” y la “prohibición”.
Pues bien: si quisiera describirse el orden moral, del cual se obtienen las
indicaciones de las conductas que es preciso actuar u omitir, sería suficiente con
decir que al bien sigue el bien y al mal sigue el mal250. La simpleza de esta
fórmula, empero, no ha servido para que los hombres hagan lo primero y se
abstengan de hacer lo segundo. Esto es debido, en buena medida, a que la
ocurrencia de la consecuencia es percibida todavía como un acontecimiento
remoto, lo cual atenúa el vigor del estímulo que pudiera consistir en la certeza del
premio o del castigo futuros.
249 GUASTINI, Riccardo. Distinguiendo. Barcelona: Gedisa, 1ª ed., 1999, Pág. 117.
250CARNELUTTI, Francesco. Arte del Derecho: Seis Meditaciones sobre el Derecho. Lima: ARA
Editores, 2006, Pág.34 y Teoría general del Derecho. Madrid: Editorial Revista de Derecho Privado,
1954, Pág.43.
251 CARNELUTTI, Francesco. Teoría General del Derecho. Madrid: Editorial Revista de Derecho
Privado, 1954, Pág.44.
como se deduce de la observación de las relaciones constantes en que el orden
moral se manifiesta.252
Hace poco se dijo que la “carga” es “un imperativo del propio interés”, con lo
cual se quiere acentuar su radical diversidad de los tradicionales imperativos del
interés ajeno (la “obligación” y el “deber”) y que, palabras más, palabras menos,
significa la necesidad de hacer algo si es que se desea obtener un desenlace
jurídico previamente vinculado por el Derecho a la conducta necesaria.
253 GUASTINI, Riccardo. Distinguiendo. Barcelona: Gedisa, 1ª ed., 1999, Pág. 119.
mandatoria (obligación) o prohibitiva (prohibición), el resultado no se concreta, tan
solo, en la insatisfacción del interés propio, sino que, precisamente, la satisfacción
del interés propio a expensas del ajeno es lo que determina la sanción por la vía
de la imposición de una obligación o de una prohibición cuyo contenido es
idéntico, equivalente o distinto del contenido de la obligación o de la prohibición
infringidas254.
Llegado hasta aquí –pináculo del edificio imperfecto que el que escribe, en
un mal trance de soberbia, ha creído levantar, sólo, desde sus cimientos– es
probable que el lector, quien mira hacia abajo para repasar la altura que, no sin
esfuerzo, remontó con la esperanza de encontrar la respuesta a una pregunta, al
ver frustrada aquella esperanza, vuelva a preguntarse: ¿qué es el Desistimiento
tácito?
254GARCÍA MAYNEZ, Eduardo. Introducción al Estudio del Derecho. México, D.F.: Porrúa, 57ª ed.,
2004, Pág.302.
El peligro consiste en mirar hacia abajo más de lo que se mira hacia arriba.
El gozo experimentado por la visión de lo que se ha hecho puede estorbar, y
acaso impedir, la aflicción que produce la previsión de lo que falta por hacer.
No menos que las del cuerpo, son acuciantes las aflicciones del espíritu. A
las de aquél se les dice necesidades; a la de éste, inquietudes. Aquellas se
verbalizan por medio de exclamaciones; estas se incorporan al lenguaje con el
concurso de las interrogaciones, es decir, de las preguntas.
Dicho esto, téngase por cumplido el tercer objetivo específico que animó la
redacción de este capítulo.
6. OBJETIVOS.
7. PROPÓSITO
8. HIPÓTESIS
9. METODOLOGÍA
a. TIPO DE ESTUDIO
No es único, sino que, más bien, son varios los tipos de estudios del
proyecto de investigación, a saber: teórico, analítico y hermenéutico; obsérvese:
iii. Fue hermenéutico por cuanto, con él, se buscó ofrecer una
distinta interpretación del artículo 317 del Código general del
proceso, del cual resultó, como su desenlace, un nuevo
concepto del Desistimiento tácito.
c. PLAN DE ANÁLISIS
10. RESULTADOS
11. CONCLUSIONES
• De todos los casos, esto es, de cualesquiera de los antecedentes legales del
vigente Desistimiento tácito, puede deducirse una tendencia legislativa a vincular
la inactividad de la parte a la que le ha sido atribuida la carga de provocar el
decurso del procedimiento con la conclusión anticipada y anormal del proceso.
iii. Saber que, con todo, las partes no tienen la obligación del impulsar el
procedimiento, sino, tan solo, una carga en el sentido dicho.
iv. Saber que las cargas son atendibles o des-atendibles, o sea que, de cara
a la promoción del procedimiento, las partes son libres de hacer o de dejar de
hacer su promoción.
vi. Saber que la omisión también es un acto que, siempre que a su duración
el Derecho asocie algún resultado, merece el nombre de espacial, y que,
justamente, –en el entendido de que proceso y procedimiento son diferentes–
cuando aquel acto es realizado por quien debe cometer más bien que omitir para
evitar la imperfección del procedimiento, el proceso deviene en no-proceso.
12. RECOMENDACIONES
255 Conste por esta nota al pie la sensata sugerencia que al autor le hizo la “asesora metodológica”
en el sentido de suprimir esta recomendación por no ser el oficio de la Corte constitucional el
busilis de la tesis y porque, además, en ella no se encuentran proposiciones ostensibles que
justifiquen su inclusión. Sin embargo, el autor siente que su trabajo sería en vano si no pudiera
dejar sentada su inconformidad por la que él considera es, en buena medida, la causante del
relativismo jurídico que tanto ha enrarecido –hasta la perversión– la práctica del Derecho en
Colombia.
foro, y la de los jueces que deben decidir las causas que aquellos les presentan,
redundando esto, como no puede ser de otra manera, en una mejor comprensión
de las disposiciones normativas que contienen los preceptos con los cuales es
gobernada la conducta de los ciudadanos, entre las que se incluye la que, en
Colombia, es conocida como Desistimiento tácito.
13. ÉTICA
G.M. Bruño, Colección. Castellano. Curso Medio. Medellín: Editorial Bedout, 1954.
KELSEN, Hans. Teoría Pura del Derecho. México: Editorial Porrúa, 2011.
RICO PUERTA, Luis Alonso. Teoría General del Proceso. Bogotá: Editorial Leyer,
3ª ed., 2013.
15. ANEXOS
A este trabajo se anexan los apuntes quirógrafos del autor de la tesina, en los que
se contienen la mayoría de las citas –cuando son ideas presumiblemente ajenas–
o de las meditaciones –cuando son ideas presumiblemente propias– que aparecen
puestas en las páginas anteriores.