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Jan Gehl
El libro de Ciudades para la gente de Jan Gehl es una síntesis sobre la importancia del diseño
urbano de nuestro alrededor para nosotros y el impacto en nuestra calidad de vida, sobre todo
en las ciudades más que en los pueblos. Es un libro para la creación de espacios urbanos más
sostenibles teniendo en cuenta sobre todo el diseño de las ciudades en base a lo urbano y a lo
humano, mejorando ambas a su vez. Jan Gehl nos da su visión sobre las ciudades idílicas para
él, por eso escribe este libro en 2010.
Un argumento en el cual se basa para explicar todo esto es basándose en el paso del automóvil
en las ciudades, es decir, la importancia que se le da a la idea de movilidad en cuanto a la
planificación urbana. Las ciudades modernas han sido diseñadas para los automóviles y no
para las personas, esto ha conllevado a muchos inconvenientes como a la separación entre
clases sociales y sobre todo a la falta de espacio para que los humanos se puedan desarrollar
en él. Además, otra consecuencia de esto es la masificación de las ciudades, cada vez son más
grandes, pero menos humanas a su misma vez. El propone un enfoque centrado en las
personas, los peatones y las bicicletas. Por ejemplo, Copenhague, ciudad que ha mejorado
mucho su calidad de vida en base a los habitantes.
Que haya personas en un lugar no es lo único importante de todo esto, también cabe a
destacar el tiempo que pasan esas personas en ese determinado lugar, es decir, el tiempo de
permanencia, ya que si no hay elementos atractivos que aumenten el tiempo de una persona
en ese lugar, la interacción social seria mínima. Por ejemplo, algo que fomenta mucho esto
serían los bancos, ya que se usarían como lugares de descanso. Por ejemplo, en Paris, hay unas
sillas movibles las cuales tú las puedes colocar donde te apetezca según tus necesidades en ese
momento lo que ayuda a el punto de encuentro para fomentar las relaciones humanas.
Otro factor muy importante para favorecer todo lo anterior son los bordes de la ciudad, es
decir, las plantas bajas de los edificios. Para Gehl estos bordes de la ciudad forman parte de la
vitalidad. Por ello, habría dos tipos de bordes, por un lado, nos encontraríamos el borde blando
donde las tiendas estarían pegadas unas a las otras. Lugar donde las personas irían
rápidamente tocando todo lo que se fueran encontrando, pero no viendo lentamente el lugar
en si por el que están caminando. Por otro lado, el borde duro, donde las plantas donde se
encuentran las tiendas y los “lugares de distracción” que están sobre las calles se encuentran
cerradas por lo que los peatones deberán de andar una larga distancia frente a muros vacíos
que no aportan nada, por lo que las personas irían caminando rápidamente y por lo que esto
ofrecerían pocas oportunidades de relaciones entre personas, ya que las personas solo
andarían por aquí en casos puntuales, no por entretenimiento.
Jan Gehl discute sobre los espacios públicos, la necesidad de planificar lo urbano e involucrar
sobre todo a la sociedad en el proceso de diseño urbano. A esto lo determina como ciudad
sana, donde los habitantes de esta ciudad practican deporte, salen a andar y usan la bicicleta.
Por esto Gehl se ve obligado a intentar fomentar la cantidad de peatones y ciclistas. Por lo que
para ello también lo incluye en la planificación urbana, para los peatones, es decir para andar
se sugieren calles más anchas, mejorando los pasos de peatones, añadiendo vegetación como
árboles, quitar obstáculos innecesarios… Por otro lado, para desplazarnos en bicicleta sugiere
añadir más carriles bici, rutas verdes atravesando parques…
En todo esto también se destaca la importancia de los ciudadanos en todos estos procesos del
diseño urbano, para crear sobre todo ciudades más democráticas y más acorde a las personas
que habiten en esa ciudad en ese periodo de tiempo.