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PRIMERA PARTE
SUCRE - BOLIVIA
Bolivia, su historia
Tomo III
Reformas, rebeliones
e independencia
1700 - 1825
Bolivia, su historia
TOMO III
Reformas, rebeliones
e independencia
1700 - 1825
Autores:
Entre 1809 y 1825, una serie de hechos de diversa de días de rogativas por España, el 23 de agosto
índole se sucedieron en el territorio de Charcas, se dictó un bando de apoyo a Fernando VII en
llamado ya por entonces Alto Perú. Este conjunto el que se ordenaba celebrar con toda pompa la
de acciones: alianzas, batallas, movimiento de jura del nuevo Rey y enviar la orden a las otras
tropas, conspiraciones, rebeliones, movimientos ciudades y villas de la Audiencia (Moreno, 1947).
juntistas, lealtades y traiciones fueron conocidas Mientras se organizaba la jura, el 17 de sep-
por la historiografía tradicional como la Guerra tiembre llegó a La Plata una nueva noticia, la del
de Independencia, privilegiando en la misma los apresamiento de la familia real en Bayona y la
actos militares de donde surgieron los héroes de abdicación de Fernando VII a favor de su padre,
la historia patria. Es este el proceso que tratare- de éste a favor de Napoleón y, finalmente de éste
mos de narrar y analizar a partir de los últimos en su hermano José, además de la formación de
estudios historiográficos surgidos en gran parte una Junta de Gobierno en Sevilla y de Juntas pro-
en torno a las conmemoraciones de los bicentena- vinciales en otras ciudades y villas. Estas noticias
rios; posiciones que han buscado establecer nue- provocaron un rechazo unánime a José Bonaparte
vas lecturas de un proceso por demás complejo. y, por lo tanto, la acefalía del poder político. La
idea de vacío y orfandad frente a la desaparición
del rey, planteó en la práctica la posibilidad de la
Los movimientos de 1809 en La Plata y La Paz retroversión de la soberanía al pueblo.
Surgió entonces en la capital de la Au-
La crisis de la monarquía en Charcas diencia el debate en torno a cuál debía ser la
instancia que asumiría la soberanía frente a la
La invasión napoleónica a España, el motín de imposibilidad de que el Rey prisionero (en este
Aranjuez y la abdicación obligada de Carlos IV caso, Fernando VII) lo hiciera. El presidente y el
a favor de su hijo Fernando VII puso a prueba la arzobispo eran partidarios de apoyar a la Junta
relación de fidelidad hacia el Soberano, más aún de Sevilla y dar a conocer las noticias sobre la
en el ambiente tenso y conflictivo de la capital de prisión del Rey a la población, obedeciendo las
la Audiencia, en medio de tensiones por el poder órdenes del Virrey Liniers en Buenos Aires. Los
entre el Presidente don Ramón García Pizarro oidores, por su lado, exigían que para tomar esta
y el Arzobispo Benito Moxó, por un lado, y los medida era indispensable que llegara una nota
cuerpos colegiados como el Real Acuerdo y el de alguna autoridad legítima que explicara la
Cabildo, por el otro. situación en España. Para el Real Acuerdo, era
El 21 de agosto de 1808 llegó a La Plata un la Junta gubernativa de Madrid la que ejercía el
conjunto de noticias desde la metrópoli: el motín mando supremo por delegación del Soberano
de Aranjuez, la abdicación de Carlos IV, la exalta- legítimo y no la junta de Sevilla, que ellos con-
ción de Fernando VII al trono y la entrada de los sideraban era tumultuaria. Basado en este prin-
ejércitos franceses a la península. Estas noticias cipio, la Audiencia decidió “no hacer novedad”
conmovieron a la ciudad en su conjunto. Luego en Charcas. (Soux, 2010).
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las autoridades de querer entregar estas regiones Levantamiento popular en La Plata y Audiencia
al dominio del Portugal. Gobernadora
En toda la trama anterior, se perciben
aspectos que deben ser analizados. En primer A partir del 24 de mayo, el presidente decidió pre-
lugar, la lejanía de la Audiencia frente a la me- pararse para enfrentar la rebelión, pasando revista a
trópoli hizo que las autoridades y los cuerpos sus tropas. Esa noche, se reunió el Real Acuerdo de
actúen muchas veces “a ciegas”. Así, por ejem- la Audiencia y conoció la solicitud del Fiscal para
plo, mientras la Audiencia organizaba la jura a que la Audiencia pida al presidente dejar el mando
Fernando, éste se hallaba ya preso en Bayona; político y militar a cargo del Tribunal. La noticia de
mientras se discutía si la Junta de Sevilla podía lo tratado en el Real Acuerdo de la noche anterior
ser considerada legítima y representativa, ésta corrió como reguero de pólvora. El Presidente,
ya había dejado lugar a la Junta Central. A causa al saberlo, tomó la decisión de firmar la orden
de esta distancia, los rumores y los chismes se de arresto de los ministros de la Audiencia –con
constituían en la base informativa sobre la cual excepción del Conde de San Xavier–, de los regi-
había que tomar decisiones fundamentales, dores Manuel Zudáñez y Domingo de Aníbarro
creando confusiones y malos entendidos que y del hermano de Zudáñez, Jaime. De todos ellos
eran aprovechados en la lucha por el poder solamente se pudo ubicar al último.
local. En segundo lugar, por debajo de la lucha De acuerdo con Estanislao Just (1994), el tu-
entre el Presidente y la Audiencia, el cataclismo multo se inició con los gritos dados por Zudáñez
y el vacío de poder provocados por los hechos en su detención pidiendo apoyo y convocando
de Bayona produjeron un lento desvío de las
decisiones hacia los cuerpos intermedios, en
este caso, el claustro universitario y el Cabildo
(Soux, 2009).
En medio de la tensión existente entre las
autoridades reales y los cuerpos intermedios en
La Plata, empezaron a ganar fuerza las tertulias,
que se fueron transformando poco a poco en
verdaderas reuniones clandestinas en las que se
discutían las ideas y las doctrinas. El resultado
fue una serie de pasquines que se descubrían
cada mañana no sólo en La Plata sino también
en otras ciudades de la Audiencia. El discurso
de los pasquines fue aumentando en radicalidad,
pasando del insulto al Presidente y el Arzobispo
a invitaciones al tumulto y la conmoción.
Para el mes de mayo, la situación se hacía
insostenible. Empezó a circular por la ciudad el
rumor de que el presidente había abierto sumarias
contra varios de los vecinos y los miembros de la
Audiencia y el Cabildo. A pesar de que la auto-
ridad negó los rumores, los ánimos no llegaron
a calmarse y la Audiencia inició una sumaria que
puso en evidencia la veracidad de los mismos,
tanto de la intención de entregar el territorio
de Charcas al Brasil como de los intentos de
Figura 47. Escultura de Jaime Zudáñez. Rolando Porcel, 2010. Plaza
acciones punitivas contra varios vecinos. Frente principal de Sucre. El apresamiento de Zudáñez por orden del Presidente
a la guerra de los rumores, el presidente Pizarro de la Audiencia Ramón García Pizarro fue la chispa que encendió la
decidió actuar solicitando ayuda al intendente de sublevación popular del 25 de mayo de 1809 en la ciudad de La Plata.
Potosí, Francisco de Paula Sanz, para controlar Fuente: http://www.la-razon.com/index.php?_url=/suplementos/especiales/Zudanez-her-
la situación y evitar la supuesta erección en junta. manos-revolucionarios-dejaron-descendencia_0_1620438017.html
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(Barragán et al; 2012). A la Junta se sumaron corrillos y los rumores y se empezó a controlar
ocho miembros del Cabildo y un indio por cada el ingreso y salida de gente a y desde la ciudad.
partido. La Junta asumió funciones de gobierno, Frente a esta difícil situación, uno de los líderes
enviando gente armada al Alto de La Paz, orga- de la Junta, Juan Basilio Catacora, decidió huir
nizando milicias y grupos armados, nombrando de la ciudad, a lo que se sumó la noticia del
subdelegados nuevos y apresando a otros. Para apresamiento del emisario Patiño, que se dirigía
fines del mes de julio, parecía que el movimiento a Cochabamba, con una serie de documentos
había triunfado, por lo que se ordenó ofrecer una vitales para la insurrección. Para este momento,
misa como fiesta de celebración. la Junta paceña contaba con el total apoyo de la
A partir del mes de agosto, la aparente Audiencia Gobernadora de La Plata, mientras
unidad en la ciudad empezó a resquebrajarse, que, por el contrario, el Intendente de Potosí,
fundamentalmente en la relación entre algunos Francisco de Paula Sanz, se aprestaba a tomar la
miembros del Cabildo y los de la Junta Tuitiva, y ciudad de La Paz, respondiendo a una supuesta
en torno a la posición que se tomaría frente a la orden del anterior virrey Santiago de Liniers.
llegada de un nuevo virrey a Buenos Aires. Estas Para septiembre, los desacuerdos entre los
tensiones se vieron agravadas cuando el 10 de miembros de la Junta Tuitiva y los del Cabildo se
agosto llegó una carta del Cabildo de Arequipa, habían acentuado. A esto se sumó la falta de apoyo
con un contenido desfavorable a la posición de a la Junta por parte de otras ciudades, como la de
la Junta paceña. Para mediados del mes, la Junta Arequipa y el Cuzco y el rumor de la preparación
tuvo que emitir un documento prohibiendo los de un ejército que se dirigía desde el Virreinato
del Perú, bajo las órdenes de Manuel de Goye-
neche. Los rumores de todo tipo empezaron a
crecer, provocando el miedo en la población.
El 12 de septiembre, las autoridades de la
ciudad declararon la guerra “contra las armas del
Rey”, que se trataba en realidad de una declara-
ción de guerra contra Puno, argumentando que
se trataba de una invasión en provincia ajena y
que los temas de La Paz debían ser tratados por
la Audiencia. A partir de mediados del mes se
inició en la ciudad la preparación para establecer
un campamento en El Alto.
La división interna se hacía cada vez mayor.
Un intento de retoma del cuartel por parte de los
“realistas” fracasó, lo que fue aprovechado por
los “revolucionarios” para iniciar la represión. El
resultado fue que el 30 de septiembre, la Junta
Tuitiva se disolvió en el Cabildo por la renuncia
de sus miembros, desertando además la mitad
de los soldados.
El 5 de octubre, las tropas de El Alto se
fueron hacia Yungas con armas y municiones,
dejando la ciudad. Mientras tanto, emisarios de
Goyeneche llegaron a la ciudad, siendo recibidos
por parte de los rebeldes y reuniéndose en el Ca-
bildo. El miedo a la contrarrevolución corrió por
la ciudad, donde se produjo desorden por parte de
la plebe. La crisis de la ciudad terminó por dividir
Figura 48. “La Glorificación de Murillo”. Joaquín Pinto, 1876. Óleo que
representa la ejecución de Pedro Domingo Murillo, presidente de la
totalmente a los antiguos aliados, produciéndose
Junta Tuitiva de La Paz. hechos aún oscuros que terminaron el 18 y 19
Fuente: Museo Casa de Murillo, La Paz.
de octubre con la ejecución de Pedro Rodríguez
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y Juan Pedro Indaburo (Barragán et. al.; 2012), de Charcas fueron absolutamente “efímeros” y
además de saqueos en varios puntos de la ciudad. la historiografía los aborda frecuentemente con
El gallego Castro tomó el control de las similar rapidez. Esta perspectiva proviene de la
tropas, ordenando a su gente se dirigiera a Yun- supuesta “facilidad” con la que Abascal logró
gas. Finalmente, el 25 de octubre se produjo el imponerse, y aquí radica el segundo equívoco. La
enfrentamiento entre las tropas de Goyeneche y “corta duración” es absolutamente cuestionable
las de El Alto, entrando el ganador Goyeneche a dado el tiempo que tuvieron todas las juntas en
la ciudad ese mismo día. Los insurgentes huyeron España y América. El hecho de que el proceso
hacia Yungas, pero fueron derrotados. (de 1809) en Charcas haya tomado 10 meses,
Para el mes de noviembre, el movimiento que en relación a los “dos años cruciales” de
paceño quedó prácticamente desarticulado. Las François Xavier Guerra, resulta particularmente
tropas de Domingo Tristán se dirigieron a Yungas significativo. Por un lado, es fundamental dejar
para reprimir a los rebeldes, mientras que Goye- de pensar que en Charcas hubo dos momentos
neche, en La Paz empezó a tomar declaraciones episódicos puntuales o rencillas; es igualmente
a los rebeldes. El 11 de noviembre se produjo en fundamental dejar de hablar de manera general
Yungas el enfrentamiento entre los rebeldes, a la de Juntas; reconociendo que en un caso estamos
cabeza de Victorio García Lanza con las tropas frente a la instalación de lo que Just ha llama-
de Tristán, la más sangrienta de la campaña; ese do una Audiencia Gobernadora y en otro caso
mismo día condujeron a Murillo a La Paz. frente a una Junta y que en ambos casos se dio
Poco a poco los cabecillas fueron apresados una movilización social absolutamente hetero-
y algunos fueron inmediatamente ejecutados, génea. El hecho de ser una audiencia le otorga,
como Victorio García Lanza y el Gallego Cas- casi inmediatamente, un área de acción mucho
tro. Para entonces ya se había iniciado el juicio más amplia que una junta —generalmente más
a los rebeldes que concluyó con una primera localizada y circunscrita a los gobiernos de las
sentencia a muerte para ocho de los acusados, ciudades—, así como una pretensión mucho ma-
los que fueron ejecutados en la horca el 29 de yor que no se puede pasar por alto y obviamente
enero de 1810. El 28 de febrero se emitió la sen- una situación mucho más difícil para todas las
tencia para el resto de los cómplices con penas autoridades de las intendencias pero también de
de extrañamiento, presidio en las islas Filipinas los dos virreinatos (Acevedo, 2004; Anna, 1976;
y Malvinas, multas y pérdida de sus bienes. El Peralta, 2007). La crisis era, indudablemente,
número de sentenciados llegó a 80 personas. mucho más complicada.
El ahorcamiento de los líderes de una junta
“La tea de la revolución”: las articulaciones y los miedos de 1809. en enero de 1810 y el fusilamiento del gobernador
intendente Francisco Paula Sanz y del presidente
“La tea que dejo encendida nadie la apagará” es el de la Audiencia de Charcas, el Mariscal Nieto, en
lema y motivo del desfile de teas que se realiza en Potosí el 15 de diciembre de 1810 (que veremos
La Paz cada año la víspera del 16 de julio en alu- más adelante), fue profundamente simbólico,
sión a las palabras supuestamente pronunciadas cerrando un ciclo y abriendo otro. Se había ini-
por el líder de la junta de 1809, Pedro Domingo ciado la violencia y una política sobre los cuerpos
Murillo, antes de ser ahorcado. Pero “la tea de que se desató aun con más crudeza en los años
la revolución” atribuida a Murillo constituye, en siguientes (Adelman, 2010).
realidad, la imagen y palabras con las que el virrey Esto nos llevó a reconsiderar la situación de
Abascal describió los acontecimientos de la Junta Charcas en 1809, lo que constituye un desafío
de La Paz en 1809 que culminó en la horca de porque se ha escrito mucho —y repetido—,
ocho de sus integrantes, primero, y la condena a pero también porque existen aseveraciones
más de 80 personas, después. contrapuestas fundamentalmente en torno a La
En relación a la actuación de Abascal en Paz: en unos casos se ha enfatizado la expresión
Charcas, prácticamente no hay estudios recientes de posiciones radicales aunque probablemente
(el más serio y completo es de hace casi 20 años), excepcionales o reducidas, mientras que en otros
existiendo dos frecuentes aseveraciones y equí- casos se ha resaltado la vigencia de principios
vocos muy grandes. Primero, que los “eventos” tradicionales y convencionales.
CRISIS, AUDIENCIA GOBERNADORA Y JUNTA TUITIVA 177
Esta visión parte de la investigación de Just Provisión (del 26 de mayo) que fue transmitida a
y las fuentes que anexa sobre mayo de 1809 en las diferentes cabeceras. Además envió a dos de-
Chuquisaca y las 8 000 a 10 000 fojas aproxima- legados a Cochabamba, donde permanecieron un
damente sobre La Paz y Chuquisaca, que se hallan mes, y poco después el propio Manuel Zudáñez
en el Archivo General de la Nación en Buenos tomaría el relevo. La Audiencia delegó a La Paz
Aires, documentación en general poco leída a otros dos comisionados y el propio Michel que
pesar de conocérsela desde principios del siglo había ido a Cochabamba estuvo también en La
XX, que permite seguir muy de cerca el intrincado Paz. Mientras en La Paz se dio la formación de la
proceso de estos “cortos y efímeros meses” desde junta el 16 de julio, Cochabamba, Oruro y Potosí
mayo de 1809. no reconocieron la Real Provisión que les había
Lo que se busca es estudiar el proceso desde llegado, ni aportaron con la ayuda económica y
las relaciones y redes que se establecieron entre militar que se les había solicitado. La intendencia
las diversas autoridades de las intendencias y de Potosí, a la cabeza de Francisco de Paula Sanz,
virreinatos involucrados en la disputa, Por un asumió el liderazgo en el enfrentamiento con la
lado, analizar las explicaciones, narrativas y ar- Audiencia de La Plata y con La Paz, aliándose
gumentos de unos y otros que abren perspectivas principalmente con Cochabamba y Oruro, ape-
diferentes para pensar lo que sucedió en Charcas lando también a Buenos Aires y al virreinato del
en 1809; por el otro, priorizar algunos aspectos Perú. Sanz desarrolló hábilmente un conjunto
como los discursos en contra de los Cabildos de discursivo y de acusación de insubordinación y
La Plata y La Paz en 1809 porque fueron insu- sedición en contra de la Audiencia Gobernadora
mos fundamentales que llevaron a la actuación e de Charcas y en contra de la Junta de La Paz
intervención de Goyeneche y Abascal. La red de convenciendo al Virrey de Lima y a Goyeneche
relaciones y alianzas que dibujan esos discursos del peligro que significaban, lo que condujo a la
permiten reflexionar sobre tres temas claves: la intervención y al juicio.
interacción de las distintas instancias y cuerpos en A través de la documentación que fue uti-
una monarquía que ha sido calificada de descen- lizada en los juicios a los insurgentes, se puede
tralizada, corporativa o compuesta (Rodríguez O., determinar varios aspectos para un nuevo análisis
2000; Mínguez & Chust, 2004; Morelli, 2005); las de los hechos de 1809. El primero tiene que ver
significaciones y contenidos que podían asumir con los temas de la traición y el desorden. En
diferentes modalidades de gobierno y autonomía La Plata como en La Paz el quiebre del orden
dentro del paraguas monárquico; y, finalmente, se asoció al accionar y empuje de la multitud,
los procesos que se abrieron hacia la desintegra- a procesiones interrumpidas, pero también al
ción de la monarquía y la transición del imperio a asalto al cuartel, el control de la fuerza armada
las naciones en los que la violencia y la represión a la que siguió, inmediatamente en La Paz, la
tuvieron una parte importante. toma de la plaza, del Cabildo y el apresamiento
A partir de la documentación analizada, es de las autoridades esgrimiendo la traición y la
importante afirmar contrariamente a lo que sos- defensa del Rey. Frecuentemente estas acciones
tuvieron las perspectivas regionalistas y naciona- se acompañaron de la apertura de la cárcel y la
listas en Bolivia, que el 25 de mayo en La Plata y fuga de los presos, eventos que parecen marcar el
el 16 de julio en La Paz, fueron dos eventos que peligro, la incertidumbre y el orden social ame-
estuvieron en relación, muchas veces compleja, nazado. Parecen suponer, también, un periodo
como lo afirmó Just hace más de 16 años. de desborde súbito, no intencionado, reacción
No podemos olvidar de principio, todo lo desenfrenada y, por ello mismo, por la amenaza
que implica cuando una audiencia proclama la que podía significar, la necesidad y justificación de
reasunción del mando político y militar. No se trata un nuevo orden. A la deposición de autoridades
de una “junta” local más porque las autoridades de que simbolizan el gobierno y la justicia, se pro-
una audiencia, al igual que las de un virreinato y cedía, en la reasunción de la soberanía, a nuevos
del Virrey, eran representaciones directas del Rey. nombramientos. Fue a partir de estos atributos
En estrecha relación a su título de “gobernado- esenciales de la soberanía que se fue estableciendo
ra”, la Audiencia buscó, inmediatamente, que las la frontera de lo inaceptable o lo ilegítimo. Las
intendencias la apoyaran valiéndose de una Real acciones que podían justificarse se transformaron
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rápidamente en inadmisibles, de tal manera que en España: permitía el peligro del “fermento de
a la palabra traición tan enarbolada le sucedieron las revoluciones [y] un seductor hace cinco, los
los términos de insurrección y revolución. cinco veinte, los veinte, ciento, y de este modo
Los sucesos en La Paz marcaron ese límite, […] el contagio llegará a ser universal”.
inflexión y decisión en las autoridades de Potosí Para Gonzáles Prada, intendente de Cocha-
y de los virreinatos, no necesariamente porque bamba, el mayor peligro era el desorden y el haber
hubiera sido un proceso más radical sino por destituido a las autoridades. Así, se preguntaba:
demostrar que el ejemplo de La Plata se replica- ¿Con qué objeto y en virtud de qué sanción
ba y podía continuar haciéndolo con la pérdida propia de solo las naciones independientes crean
de la obediencia y el control que conllevaba. En magistrados que no han sido conocidos, tribuna-
esto tuvo también un rol importante el hecho de les que desconoce la constitución, modifican las
que el descabezamiento de autoridades y nom- contribuciones, condenan deudas fiscales y hacen
bramiento de otras nuevas no se limitó a las más otras cosas que son de regalía propia del trono, y
altas autoridades del gobierno civil, eclesiástico se introducen hasta intentar escalarlo?
y militar sino también a las de las provincias y a Un segundo tema asumido fue el del “mie-
la formación de milicias. do” o la utilización del miedo, buscando que la
La reacción de Francisco de Paula Sanz, situación no se hiciera inmanejable al extenderse
intendente de Potosí, cuando se enteró de lo particularmente a los “partidos de indios”. La
sucedido en La Paz el día 25 de julio, fue in- memoria de las rebeliones de fines del siglo XVIII
mediata: calificó los hechos como “escandoloso estaba, por tanto, muy presente en muchos de
alzamiento” por el amotinamiento del pueblo, los actores de la época como algo real o como
la deposición de las autoridades y porque “los simple amenaza hábilmente utilizada. Uno de los
Europeos” fueran desarmados en la plaza. De documentos más explícitos al respecto fue la carta
inmediato pidió ayuda despachando una orden del 13 de agosto de 1809 del subdelegado del
a Chichas donde estaban alistados ya 200 hom- partido de Chayanta, Don Manuel José García.
bres, a Cochabamba y a la capital del virreinato El subdelegado informó que se había “procura-
en Buenos Aires. Paula Sanz tenía una idea muy do pervertir a los yndios” de tal manera que “el
bien establecida, había que actuar infundiendo contagio” estaba ya en los límites de su partido
terror para evitar el contagio. Al mismo tiempo porque “el de Pacajes llegaba hasta la Ranchería
y desde Cochabamba, los acontecimientos de La de Oruro” y, siendo limítrofe el de Pacajes con
Paz fueron juzgados como sumamente peligrosos el de Paria, era de mucho “riesgo” porque este
dando lugar, también, a aprontes de guerra. El lindaba también con la de Yamparaes. Pedía,
novísimo intendente interino de Cochabamba, por tanto, ayuda y armas amenazando que, de
enterado de lo sucedido entre el 26 y 27 de julio, no recibirlas, no se hacía responsable de lo que
se refirió a la gravedad que revestían los hechos, pudiera ocurrir. El informe de un transeúnte del
entre otras razones porque aquella ciudad estaba altiplano señalaba la existencia de planes políticos
“en medio de numerosos partidos de Yndios” por parte de algunas autoridades locales como
existiendo rumores de movilización en el partido Gavino Estrada y el protector Eusebio Peynalillo,
de Pacajes. La situación dio lugar a un estado de que habían convocado una reunión en Caquiaviri
alerta inmediato con el acuartelamiento de 300 y hablaban de “Que ya era llegado el tiempo de
soldados de infantería con fusiles y 100 soldados sacudir el yugo odioso de los Europeos, quienes a
de caballería con lanza y sable, además de con- pesar de deber a este suelo su fortuna, oprimían a
tingentes solicitados a Santa Cruz de la Sierra, el sus naturales tiranamente y pensaban entregarlos
pedido de armas a los vecinos y la preparación de a una dominación extranjera y de herejes … que
los cañones de campaña. para establecer su libertad era necesaria la unión,
Para convencer de la gravedad de la situa- y estrecha alianza entre los criollos y los indios
ción en La Paz, fue clave demostrar que lo que pues que los primeros, ni los segundos de por sí
había sucedido en La Plata había sido fríamente solos nunca podrán contrarrestar a las fuerzas que
planificado y que ambos movimientos estaban traerán los Europeos para esclavisarlos y entre-
relacionados. Para Sanz, lo que estaba sucediendo garlos a una dominación estraña” . En la reunión
tenía indudablemente que ver con lo que pasaba en Caquiaviri el subdelegado Estrada los habría
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recibido con “mucho agasajo”, es decir música y trescientos años queréis valeros para justificar la
aguardiente y había mandado destruir el “rollo usurpación, debéis confesar primero que la nación
en medio de la plaza […] diciendo que se quitase española cometió un terrible atentado cuando,
para siempre ese monumento de la tiranía de después de ochocientos años que se sujetó a los
los Europeos en que exercitaban sus crueldades moros, consiguió sacudir su yugo”. Así, las mismas
con los pobres, añadiendo […] a los expresados referencias pueden utilizarse en versiones más y
yndios, que si vivía el señor Don Fernando VII, menos radicales dotándolas de nuevos sentidos.
serían sus vasallos, pero que si había muerto, ya Tanto en las proclamas como en el conjunto
no tendrían otro Rey”. de documentos, uno de los temas más importantes
Sanz justificó su actuación precisamente en es el despotismo y tiranía, usurpación y esclavitud;
el peligro que entrañaba una supuesta alianza con es decir, los términos más extremos para criticar
los indios, indicando que “se han movido ya de el “mal gobierno”. Varios documentos muestran
orden del Excelentísimo Señor Virrey de Lima, que el sentido de independencia en España y
las Provincias del Cuzco, Arequipa y Puno para en América se refería a la independencia de la
sujetar a La Paz y precaver en ella la infección”. monarquía en relación a Francia, sin embargo
El temor era que con subdelegados afines a la es posible apreciar también otros sentidos pre-
junta, no dejarían transitar los caminos sin pasa- sentes en la época en Charcas como un discurso
porte y que el territorio estaría bajo control de de la acusación en los juicios. Lo que debemos
los partidos de indios que, se decía, tenían sus precisar es que en las acusaciones, los deseos de
vocales en la Junta Tuitiva o Protectora de los independencia atribuidos implican claramente
derechos del Pueblo. la formación de un gobierno independiente que
Para apoyar los miedos y temores ya des- supone la desmembración territorial, imaginario
critos, las autoridades habían descubierto varios que se apoyaba en algunos interrogatorios que de-
papeles sediciosos elaborados supuestamente por cían que había escuchado que hablaron de que se
los sublevados de La Plata y La Paz, entre los que había ya formado un Plan: “Sumamente ventajoso
se hallan las diversas versiones de la Proclama y a los adelantamientos de este Reyno […] consis-
el Diálogo entre Atahuallpa y Fernando VII. tía en hacerse republicanos a instrucción de los
Entre las versiones de la Proclama, se halla cantones y de la Francia […] y que La Paz tiene
una primera versión más realista, que considera quince mil vecinos sin contar con doscientos mil
que ha llegado el tiempo de “elevar” ante Fer- indios a discrecion de ella, […] y que Córdoba,
nando VII los “procedimientos de autoridades y Chuquisaca havian echo lo mismo; que los de
libertinas” y una segunda que ha llegado el tiempo Montevideo habían exijido cien mil personas y
de “sacudir el yugo funesto” contra la felicidad. al Yngles.. para que los cuidase en caso necesario
Igualmente, en la primera versión se plantea, la porque decia: Señores, a que efecto hemos de
necesidad de organizar un nuevo sistema de go- mantener a un Rey ingrato que después de haber
bierno fundado en los intereses del Rey, la Patria esquilmado sus antepasados a los nuestros nos
y la religión mientras que en la segunda versión mande siempre chapetones a que nos traten mal
se transforma en “nuestra patria”, deprimida en y hagan con nosotros otro tanto que con puestos
ambos casos por la “bastarda política de Madrid”. anteriores, haviendo tantos hombres de merito
El párrafo siguiente plantea en la primera ver- criollos del Reyno; en semejante caso florecerán
sión levantar los “estandartes” de la “fidelidad” nuestros payses en letras y caudales porque no
mientras que en la segunda versión se levantan se transportaran todos a la Europa, y solo se
los estandartes de la libertad y se hace referencia espera para poner en planta que la Provincia de
a “estas colonias” “adquiridas sin el menor título Cochabamba entre en el proyecto” (Declaración
y conservadas con la mayor arrogancia y tiranía”. de Licenciado don Agustin de Asqui).
El último párrafo invoca en un caso los derechos El Juicio a los sublevados paceños representó
del Rey mientras que el otro invoca la felicidad la culminación de una larga y debatida situación,
de nuestro suelo. en la que obviamente todo estaba decidido. La
En el Diálogo de Fernando y Atahuallpa los acusación fue de lesa majestad y alta traición
argumentos son llevados a otra tonalidad. Ata- porque se había atentado contra la soberanía del
huallpa le dice a Fernando, “de la dominación de Rey; porque las acciones cuestionaron el orden
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social imperante, principalmente las relaciones Murillo y sus compañeros fueron calificados
de subordinación y las jerarquías. Los dictáme- también de “reos de alta traición, infames aleves
nes y sentencias fueron actos performativos y y subversivos del orden público”. El delito más
espectáculos teatrales de castigo (Barragán, 2008; grande en todo orden social fue el crimen de
Foucault, 2000; Laurence, 1963). traición, el de Laese maiestatis o crimen de lesa
A partir del Auto de Goyeneche, se dio el majestad. Este crimen constituía, sin embargo,
Auto Sumario (23 de diciembre de 1809) de las la categoría tipificadora general que abarcaba y
declaraciones de 6 personas (5 se realizaron en contemplaban varias posibilidades de expresión:
2 días, entre el 24 y el 25), que no estuvieron asesinato, traición o conjura y alzamiento contra
ligadas al movimiento. Inmediatamente después el Rey, asesinar a los consejeros del Rey, destruir
se procedió al edicto de prisión (5 de enero de la imagen del Rey.
1810) y a los pregones. Al día siguiente se em- Pero más allá de la sentencia, es interesante
pezaron a tomar las confesiones y hasta el 15 se analizar cómo las autoridades del momento
habían recibido más de 10, entre ellas, las del se referían a estos eventos y cuáles fueron los
comandante Pedro Domingo Murillo (el día 6 términos que utilizaban para calificarlos. En
de enero). La acusación del Fiscal se dio el 11 el informe relativamente detallado del virrey
de enero, nombrándose casi inmediatamente Abascal, este describió y calificó los sucesos
después, y recién, al defensor de los acusados (15 del 16 de julio como: “Insurrección - Tumulto
de enero) Las ratificaciones de las declaraciones - Sedición - Revolución - Infame crimen de
preventivas y las confesiones continuaron hasta rebelión”. Pero lo más importante fue que él
que el 23 de enero se ingresó a una nueva etapa: se refirió también al “Trastorno del gobierno
las declaraciones de los testigos a favor de los reos legítimo”, a la “usurpación del gobierno por
y el 27 de enero se encuentra la primera sentencia un pueblo tumultado” y al “ilegal gobierno”.
por traición a la patria, procediéndose luego a las Abascal, describió lo sucedido en términos de
notificaciones. Así, en menos de un mes se había la metáfora de “La Tea de la Revolución”, re-
realizado el juicio incluyendo la ejecución de la curriendo a un término que se había utilizado
sentencia. en el propio juicio.
ofendida, a la vindicta pública del Reyno y de mientras que René Arce (1979), afirma que la
escarmiento su memoria”. Pero pocos meses des- conspiración fue el germen de un sentimiento
pués, el escribano de la Junta Tuitiva de La Paz, de rebeldía y resalta la organización de los suble-
Juan Manuel de Cáceres, y el subdelegado Gavino vados y el logro de conformar una alianza entre
Estrada que buscó convencer a los indígenas de esclavos de varias comarcas, negros libres por-
Pacajes en La Paz, se involucraron en una nueva tugueses e indígenas, sin embargo, reconoce las
“subversión” a partir de abril de 1810 y empezó limitaciones y debilidad de la planeada revuelta.
a circular un documento anónimo que planteaba La noticia de los hechos revolucionarios
el fin del tributo, la mita y la alcabala. del 25 de mayo y el 16 de Julio de 1809, ya sea a
través de la vía formal de los emisarios enviados
por los gobiernos revolucionarios o por la corrida
Santa Cruz y la rebelión de los esclavos de rumores que muchas veces eran más veloces,
fue conocida en Santa Cruz, como el hecho de
Además de la crisis general del poder que se que el mismísimo Presidente de la Audiencia
vivía en España e Hispanoamérica a inicios del de Charcas, Don Ramón García Pizarro, había
siglo XIX, se sumaron en Santa Cruz de la Sierra sido apresado al grito de libertad y “Viva el Rey
tres situaciones complejas: el endurecimiento Fernando VII” (Aponte, 1973) y que, al poco
de los enfrentamientos entre los chiriguanos y tiempo, luego de tomado el gobierno y enviado
el gobierno colonial, el vacío de poder que dejó emisarios para dar a conocer los sucesos, otra
en la intendencia la muerte del Gobernador insurrección violenta y victoriosa en La Paz se
Intendente Viedma y a los pocos meses la del había apoderado del gobierno y convocado a un
Gobernador Subdelegado Seoane y, finalmente, Cabildo Abierto, que entre otras decisiones había
la inesperada y develada rebelión de los negros obtenido la renuncia del Obispo La Santa.
esclavos apoyados por otros sectores populares. Las similitudes entre el intento de rebelión
de los esclavos en Santa Cruz, apenas tres meses
La conspiración popular de Agosto de 1809 después del levantamiento de Chuquisaca, nos
hace pensar que los rebeldes del oriente siguie-
A mediados de 1809, la aparente armonía y con- ron de cerca los acontecimientos ocurridos en
formidad entre gobernantes y gobernados en el territorio de la Audiencia de Charcas y que,
Santa Cruz pareció resquebrajarse al develarse posiblemente, estaban en contacto con protago-
una conspiración de los esclavos negros apo- nistas de dichas rebeliones. Sin embargo, existe
yados por otros sectores populares. El malestar entre unas y otra una diferencia y es que la de
subyacente que se estaba incubando, encontró el Santa Cruz fue aparentemente una conspira-
ambiente y el discurso propicio para su génesis, ción y proyectada rebelión totalmente popular
entre el 15 y 20 de agosto de 1809. y no liderada por criollos como en los casos de
Para algunos historiadores, esta conspiración Chuquisaca y La Paz. Decimos aparente, porque
reviste importancia histórica como antecedente los aprestos conspirativos descubiertos en Santa
de la revolución del 24 de septiembre de 1810 Cruz estuvieron envueltos en un velo de confu-
y su contribución a la creación de la República, sas contradicciones y de algunas inexplicables y
mientras para otros sólo fue un intento de revuel- benévolas condenas durante el juicio seguido a
ta sin mayor importancia. José Manuel Aponte los “responsables” de la conspiración, actitud que
(1973), por ejemplo, dedica un extenso capítulo hace sospechar la intención de tapar a probables
en su libro Tradiciones Bolivianas a la rebelión de impulsores y/o organizadores.
los esclavos negros, mostrando la importancia En los postulados revolucionarios del vie-
que le atribuye, mientras que para Hernando jo continente y los acontecimientos políticos
Sanabria (1959) fue un hecho aislado sin ninguna internos, los rebeldes encontraron el sustento
relación con el movimiento criollo y fue sólo una ideológico y el discurso apropiado para organizar
expresión de un grupo pequeño. Por su lado, para la conspiración, además de la justificación para
José Vázquez Machicado la proyectada rebelión aglutinar adeptos, en una serie de hechos locales
popular de la población negra fue preparatoria relacionados con el abuso de poder. Pero la causa
de la revolución del 24 de septiembre de 1810, profunda y real para encontrar apoyo popular
CRISIS, AUDIENCIA GOBERNADORA Y JUNTA TUITIVA 183
vino de fuera. Aponte señala como principal había azotado a algunos de los conjurados. Los
causa de los planes de rebelión a la “tardanza reos en su defensa explicaban los servicios que
o intencionada postergación” por parte de las habían prestado al Rey, aún en contra de su
autoridades coloniales de Santa Cruz para efec- propia gente.
tivizar una supuesta Orden Real de declarar la Al parecer existía un convenio no explícito
libertad para todos los esclavos. A su vez, René entre el gobierno colonial y los emigrados del
Arze complementa entre las causas de la cons- Brasil que encontraban una mejor vida en tierras
piración, el rumor sobre la existencia de unos cruceñas. Posiblemente esa era la razón para que
papeles, en poder del Subdelegado y el Ministro se hablara de una buena cantidad de evadidos
de Real Hacienda, que otorgaban la libertad de negros cuando apenas años antes se opinaba que
los esclavos y eximían del pago a los tributarios. eran algo exótico. Sobre la presencia de evadidos
En cuanto se refiere al acontecimiento que del Brasil en la conspiración, se pueden barajar
disparó la rebelión, Arze lo ubica en la humi- dos hipótesis: la primera es que se constituyeron
llación que sufrió un esclavo que fue azotado en cabecillas por los abusos cometidos contra
en plena plaza pública por orden de la justicia. ellos en la ciudad; la segunda es que fueron incita-
Entonces juraron una venganza conjunta con los dos por las autoridades del Reino del Brasil, para
indios de Cotoca, los chanés y otros, tal como penetrar en territorio de la Audiencia de Charcas,
aparece en el Expediente sobre el tumulto que respondiendo a los intereses de Carlota Joaquina.
se halla en el Archivo General de Indias (AGI La organización de la conspiración incluyó
sección V, Bs.As., leg. 16). la participación de los indígenas recientemente
En Santa Cruz los propietarios y agricultores sujetos a pago de tributo, entre ellos, a los de los
poseían esclavos que se ocupaban de tareas agríco- pueblos más rebeldes como el chiriguano y chané,
las y del servicio doméstico. Es posible imaginar además de las cuatro misiones inmediatas a la ciu-
que sobretodo los segundos, por el carácter de su dad de Santa Cruz. También implicó el preparar
trabajo, escuchasen las noticias externas e internas el armamento necesario para reducir al enemigo.
sobre los acontecimientos políticos que exaltaban Como insinúa Juan Manuel Aponte, es posible
la libertad, fraternidad e igualdad entre los hom- que en las reuniones preparatorias y clandestinas
bres. Los sirvientes interpretaron y acomodaron compartieran sus experiencia de vida, contando
los acontecimientos a sus anhelos e hicieron correr sus penurias y los ultrajes que soportaban en su
la voz de que el Rey de España había otorgado una condición de esclavos o de dominados. Se decía
Real Cédula de manumisión a los esclavos; la no- que el Gobernador subdelegado no quería dar
ticia se difundió entre ellos y acusaron al subdele- cumplimiento a la cédula de manumisión emiti-
gado Seoane de ocultar la presunta determinación da por el Rey de España, porque era quién más
de su Majestad, iniciándose la etapa de demandas, esclavos poseía y, más bien, hacía gestiones para
protestas y confabulación. En estos afanes lograron que la esclavitud se prolongara.
convocar incluso a gente de las fincas cercanas, Existen algunas contradicciones en las narra-
llegando a reunir unas 800 personas. ciones sobre la conspiración: la primera es acerca
Los líderes de la revuelta fueron identificados del número de esclavos en Santa Cruz, ya que,
en el juicio que luego se les siguió en la Audiencia según datos extraídos del informe Viedma de fines
de Charcas (ABNB EC1809 N.8, 22): el mulato del siglo XVIII, su número era muy bajo, a no ser
esclavo Franciscote, secundado por Negrete es- que en los primeros años del Siglo XIX se hubiera
clavo del Subdelegado y Anselmo capitán de los producido una masiva migración desde el Brasil;
negros, además de tres dirigentes mulatos, entre la segunda es acerca de la fortuna del Subdelegado
ellos Melchor Florián, y otros indígenas. Seoane, especificada en fuentes notariales, y que
De acuerdo al expediente, se enfatizaba en la consistía únicamente en una casa de altillos en el
peligrosidad de los negros cabecillas que habían centro de la ciudad, dos de menores proporciones
fugado del Reino de Portugal, escapando de en las afueras, un campo agrícola, una estancia de
los malos tratos y vejámenes que sufrían como ganado en la Cordillera de los Chiriguanos y dos
esclavos por parte de sus patrones. También se negros esclavos (Sanabria, 1959).
hallaban quejas sobre los abusos en Santa Cruz, También llama a la reflexión la violencia
como el caso del panadero Mariano Gallo, que con que fue planificada la revuelta. Si bien varios
184 REFORMAS, REBELIONES E INDEPENDENCIA 1700 - 1825 / TOMO III
autores, entre ellos, Vásquez Machicado (2008) La rebelión fracasó tres días antes del día
consideran que Santa Cruz a fines del S. XVIII y señalado para su explosión. La inmediata acción
principios de XIX era una sociedad homogénea, de las tropas en la ciudad y los pueblos involu-
sin grandes confrontaciones de raza o clase, con crados a la cabeza del Gobernador-subdelegado
bajos grados de desigualdad económica y acepta- Seoane y el Cabildo logró parar el engranaje en
ción por parte de los subalternos de su condición marcha. Pasado el peligro, la principal autoridad
de dependientes del patrón, la forma como se de Santa Cruz emitió una proclama, indicando
planificó la rebelión muestra que existía descon- la necesidad de cortar de raíz la rebelión y de
tento y que la sociedad no era tan homogénea. recabar información para el esclarecimiento de
En la planificación de la conspiración de la misma y nombrando una compañía de milicias
los esclavos detectamos algunas diferencias y para custodiar los principales edificios como la
similitudes de forma con el movimiento del 16 Caja Real, los almacenes de pólvora y la admi-
de julio en La Paz. La primera escogió para el nistración de tabaco (Arze, 1987).
estallido popular la festividad de Nuestra Señora Durante la averiguación pudieron conocer
de la Asunta el 15 de agosto, cuando se con- que los conjurados habían enviado emisarios a
gregaba toda la elite en la casa del gobernador los indígenas del Bajío, Pongo, Chané y Coto-
subdelegado. Algo parecido ocurrió en La Paz ca invitándolos a participar en la sublevación.
que se levantó durante la procesión de la Virgen Frente a ello, el subdelegado convocó a la tropa
del Carmen. En La Paz el santo y seña fue el y a los vecinos de Santa Cruz para que apoyen
repique de campanas, en Santa Cruz el inicio con sus armas en la defensa de la ciudad y sus
fue marcado por un solo de violín efectuado por alrededores.
el líder Franciscote. En ambos casos se buscó Hacia fines de 1809, sabedoras las autorida-
apoyo de otras regiones y pueblos cercanos para des de que aún se mantenían en rebeldía algunos
ampliar el movimiento. La gran diferencia radica grupos agitando a la gente y sembrando pánico
principalmente en que el movimiento de La Paz en poblaciones alejadas, el Subdelegado y la tropa
fue liderado por criollos apoyados por sectores intensificaron la búsqueda de los indios, negros
populares y la de Santa Cruz por negros y mulatos y mulatos repartidos en parajes. A pesar de las
esclavos y libres apoyados por indígenas. precauciones y la movilización de las fuerzas
Para René Arze, es posible que existiera en- de seguridad, continuaron los asaltos a las ha-
tre los sublevados de Santa Cruz y los de La Paz ciendas, los robos en los diferentes pueblos y las
alguna conexión; su aseveración se basa en una permanentes amenazas. La población asustada
carta escrita supuestamente por Manuel Victorio clamó por una mayor efectividad y escarmiento
García Lanza en septiembre en la ciudad de La contra los alzados, pero cuatro meses después de
Plata y confiscada por Goyeneche al presbítero develada la conspiración continuaban asediando
José Antonio Medina; en ella resalta la peligro- los rebeldes a pueblos y haciendas circundantes
sidad del plan a la cabeza de la “Compañía del y alejadas. Según testigos, los rebeldes seguían
Terror” integrada por negros, mulatos e indíge- actuando en la banda del Rio Grande, frente al
nas. Posteriormente, se reafirmó la existencia de Paraje de Bibosi, donde se hallaba un pueblo de
lazos con Chuquisaca y La Paz. cimarrones compuesto de dos negros de don
De acuerdo a los expedientes, las estrategias Pedro Núñez y varios indios de Porongo con sus
de los conjurados incluían descabezar y despojar familias; otros indios de Cordillera se hallaban
de las principales áreas de apoyo al gobierno ocultos en las haciendas de Tocorochi.
colonial. Para su ejecución delegaron responsa- Una vez desarticulada la rebelión, muchos
bilidades como la ubicación de los cañones, uso participantes fueron ejecutados, otros enviados
de armas y formas de centralizar las acciones. presos a la sede de la Audiencia y otros fugaron
Entre sus planes se hallaban la ejecución de al monte o permanecieron merodeando la ciudad.
autoridades y de todos los españoles, y la toma En algunos casos, los patrones intecedieron por
de la ciudad. Luego informarían a la Audiencia sus esclavos y trabajadores ante el Gobernador,
de la cual esperaban recibir apoyo y si no era para que disminuyese la severidad de los castigos,
así, ampliarían sus ejecuciones a las autoridades arguyendo que la falta de brazos en el campo
audienciales. causaba serios trastornos a la producción.
CRISIS, AUDIENCIA GOBERNADORA Y JUNTA TUITIVA 185
No se sabe si existieron o no los papeles rela- mercializar sus productos con Inglaterra y otros
tivos a la manumisión de los esclavos, ya que no se países sin la intervención de la Corona, pues ésta
han podido encontrar en los archivos documentos se había transformado en ineficiente y por ende
que acrediten su existencia. En cuanto a la pro- en un innecesario intermediario.
yección que tuvo el plan de rebelión y el impacto A inicios de mayo de 1810 llegaron a Buenos
que logró el proceso de toma de conciencia sobre Aires las noticias de la caída en manos francesas
el estado de sumisión o relegación de la clase no de la Junta Central en Sevilla, con lo cual se puso
española, es posible encontrarla en la prosecu- en duda la legitimidad de la autoridad del Virrey
ción de la lucha de los rebeldes de Cordillera en pues había sido esta Junta la que había otorgado el
el contexto de la rebelión liderada por algunos cargo a Baltasar Hidalgo de Cisneros, todo lo cual
criollos y el Cabildo el 24 de septiembre de 1810. hizo que la incertidumbre entre los pobladores
de la ciudad fuera creciendo.
El día 20 de mayo, un grupo partidario del
La Junta de 1810 en Buenos Aires cambio, cuyos representantes comisionados
fueron Juan José Castelli y Martín Rodríguez,
El año 1809 en la capital del Virreinato del Río se entrevistó con el Virrey y le exigió convocar
de la Plata se inició teniendo como antecedentes un Cabildo abierto donde debería tratarse la si-
la prisión de Fernando VII en la península y el tuación en la que quedaba el Virreinato tras los
intento por parte de los principales rivales del acontecimientos de España. A pesar de que el
virrey interino Santiago de Liniers, el “héroe de Virrey se negó a hacerlo, al final las circunstancias
la reconquista” por derrocarlo. El gobernador de le obligaron a dar vía libre al Cabildo abierto, que
Montevideo Javier de Elio y Martín de Alzaga, fue pactado para el día 22.
alcalde de Buenos Aires, pretendieron desplazar El día 21, una facción de los partidarios del
a Liniers inculpándolo de potencial aliado de cambio conocidos como “La Legión Infernal”
Napoleón, aunque el fondo del problema fueron quienes todavía desconfiaban de la convocatoria
los evidentes actos de cohecho que Liniers había a Cabildo, encabezados por Domingo French y
cometido durante su mandato y que más tarde Antonio Luis Beruti, se dirigieron a la sala de
dejaron exhaustas las arcas del Virreinato. sesiones del Cabildo de la ciudad para exigir que
Estos últimos acontecimientos hicieron que se oficializara el acto del día 22, lo cual consiguie-
las pugnas políticas en la capital del Virreinato se ron sobre todo por el apoyo que les brindó el jefe
hicieran duras y generaran un ambiente adverso en del Regimiento de Patricios, Cornelio Saavedra.
contra del representante del Rey, llegando incluso El Cabildo abierto del 22 de mayo se inició
a producirse una “asonada” que fue rápidamente con la atenta vigilancia y agitación de la “Legión
controlada y disuelta por las milicias criollas fa- Infernal”, que se apostó en las cercanías del
vorables al virrey Liniers. A mediados de julio de edificio dispuesta a todo. Los discursos fueron
1809, llegó a Buenos Aires el nuevo Virrey desig- acalorados en pro y en contra de conformar una
nado por la Junta Central de Sevilla en reemplazo Junta de Gobierno que decidiese “lo mejor para
de Liniers: Baltasar Hidalgo de Cisneros. el Virreinato”; pero fue Juan José Castelli quien,
Al nuevo Virrey le toco afrontar la subver- exponiendo las teorías de la soberanía popular y el
sión y la consiguiente represión en La Plata y pactismo, pronunció el discurso más incendiario
La Paz, siendo esta una de las razones por las en esos momentos.
que creó el “Juzgado de Vigilancia Política”, que Con todo, el mismo 22 de mayo se aprobó
tenía por objetivo perseguir y desterrar a todos la destitución del Virrey, proponiendo Castelli
aquellos que sostuvieran o impulsaran cualquier la idea de que fuera el pueblo quien, por voto
política distinta a la lealtad con España. Aunque eligiese una Junta de Gobierno, lo que al final
este último objetivo para este momento se había no fue acordado y el nombramiento de la Junta
convertido en casi imposible de realizar, princi- recayó en manos del Cabildo. Al dia siguiente,
palmente por el descontento interno que se vivía sus miembros aprovecharon para nombrar a
al interior de la misma ciudad de Buenos Aires y Cisneros como presidente de la Junta, burlan-
que se hallaba representado principalmente por do lo que ya se había discutido en la acalorada
los ganaderos exportadores, que deseaban co- reunión del día anterior.
186 REFORMAS, REBELIONES E INDEPENDENCIA 1700 - 1825 / TOMO III
Antonio González Balcarce y los doctores Juan A inicios de 1810, la Junta Central del Reino,
José Castelli y Domingo French. El 26 de agosto acorralada en Cadiz por las tropas napoleónicas,
de 1810, en el paraje conocido como Cabeza de dio paso a la Regencia. No se trataba únicamente
Tigre, fueron fusilados Santiago de Liniers y de un cambio de nombre, sino de la conformación
otros líderes comprometidos con la contrarre- de un cuerpo que institucionalizaba un tipo de
volución de Córdoba. poder ejecutivo en ausencia del Rey. Este cam-
El cuerpo expedicionario que había partido bio, que implicaba en los hechos una sustitución
de Buenos Aires, con mil cien plazas, fue decre- transitoria del poder real, llevó a las ciudades
ciendo a lo largo de la travesía por distintas causas, a debatir la legalidad y la legitimidad de estas
desde la enfermedad a la deserción, aunque las decisiones. El resultado fue que en la capital del
bajas fueron reemplazadas por voluntarios de las Virreinato del Río de la Plata se estableció en
poblaciones por las que pasaba la expedición, en- mayo una Junta Gubernativa que no reconocía a
tre los que se hallaba Martín Miguel de Güemes, la Regencia (aunque sí a Fernando VII), mientras
quien fue nombrado comandante del Regimiento que en el Virreinato del Perú, por el contrario, no
de Húsares. Este ejército fortalecido por las tro- se puso en duda su legitimidad y se la reconoció.
pas del norte ingresó al territorio de Charcas en Charcas quedó entonces en medio de dos lealta-
octubre de 1810. des contrapuestas, a las que se sumaba el principio
Al mismo tiempo que se organizaba la ex- de la soberanía popular, que había ya guiado los
pedición rioplatense a las tierras de arriba, el movimientos del año anterior.
presidente de la Audiencia de Charcas, Vicente La decisión inconsulta e ilegal de retornar
Nieto, y el gobernador de Potosí, Francisco de a la dependencia del Virreinato del Perú prepa-
Paula Sanz, que no estaban de acuerdo con la ró el ánimo de los cabildos y los vecinos de las
Junta de Buenos Aires, en medio de una acción ciudades de Charcas a favor de la Junta Superior
considerada ilegal por los opositores, decidieron Gubernativa de Buenos Aires, no sólo por razones
la reincorporación de la Audiencia de Charcas políticas o ideológicas, ni de legitimidad y lega-
al Virreinato del Perú. Esto fue aprobado por el lidad sino, fundamentalmente, por el principio
Cabildo de la ciudad de La Plata, que envió misi- de soberanía popular que se había convertido
vas en ese sentido al Virrey del Perú Fernando de para entonces ya en una base fundamental en la
Abascal. Con este acto se establecieron en Char- toma de decisiones para los pueblos. Es por esta
cas dos posiciones irreconciliables, la primera razón que el avance del ejército rioplatense a las
de reconocimiento y apoyo a la Junta de Buenos provincias altas recibió un apoyo militante de las
Aires, posición que tomaría posteriormente el ciudades de Charcas, como veremos en los casos
denominativo de patriota, y la segunda, de reco- siguientes.
nocimiento a la Regencia y al Virreinato del Perú,
que asumiría el nombre de realista. El Cabildo de Tarija y su adhesión al Mayo porteño
Son estas comunicaciones las que, según Charcas a la cabeza de las fuerzas expedicionarias,
Eduardo Trigo (2009), guardan importante signi- destacaron a la villa a Pedro Rafael Galup con la
ficado para la historia “de la Revolución America- misión de solicitar refuerzos que se incorporaran
na en Tarija”, pues fueron clara muestra tanto de a la causa, consiguiendo un contingente de 600
la adhesión y reconocimiento tácito al proyecto hombres que a la cabeza de Echazú y Larrea, el 17
de la Junta de Buenos Aires como ejemplo de la de octubre, se incorporaron en Mojo a la fuerza
“pacífica” transición de las autoridades tarijeñas principal de Balcarce.
hacia el nuevo régimen instaurado. Más tarde, en previsión de un desbande de
El 18 de agosto de 1810, como consecuencia las fuerzas realistas y como forma de cortar las
de la circular dirigida desde Buenos Aires, se llevó rutas de escape, Balcarce ordenó a Echazú que
a cabo en la villa de Tarija un Cabildo Abierto, retornase a la villa de Tarija con 300 hombres.
el que bajo la presidencia del alcalde de primer El resto del contingente tarijeño, al mando del
voto Mariano Antonio Echazú y con el apoyo de coronel José Antonio Larrea, permaneció con
otros miembros del Cabildo, autoridades religio- las fuerzas expedicionarias participando de las
sas, administradores de las Cajas Reales, oficiales batallas de Cotagaita (27 de octubre) y Suipacha
del Regimiento Provincial y de los vecinos más (7 de noviembre), acciones en las que, junto a
prominentes de la villa, eligió por 38 votos a José Pedro Arraya y la caballería Chicheña, destacaron
Julián Pérez de Echalar como diputado por Tarija Güemes y Pedro Antonio Flores, que formaban
para que asistiese a la Junta Superior de Buenos parte de la tropa tarijeña. Ante el desbande rea-
Aires que debía celebrarse el 18 de diciembre. lista Castelli, quien un día después de Suipacha
En contraposición a la decisión de este y había sustituido a Balcarce como jefe de la expedi-
otros cabildos, el Presidente de la Audiencia de ción, despachó a Güemes con una partida de 150
La Plata Don Vicente Nieto, negó cualquier efectivos con la misión de ocupar Cinti y evitar
obediencia a las autoridades de la Junta Supe- la fuga de Vicente Nieto, Indalecio González de
rior e instruyó la movilización del Regimiento Socasa y el capitán de fragata José de Córdova.
Provincial con dirección a Jujuy como forma de De inmediato Castelli ordenó marchar a
preservar el orden ante el avance de las fuerzas Potosí, desde donde pretendía llegar al Des-
expedicionarias enviadas desde Buenos Aires. aguadero, punto que la expedición consideraba
Este último antecedente ocasionó que en el límite entre los virreinatos del Perú y el Río de
la villa de Tarija surgiera un ambiente de preo- la Plata. El 25 de noviembre Castelli y su contin-
cupación y notoria tensión, situación que se vio gente arribaron a Potosí, donde a mediados de
acrecentada con la intimación de rendición en diciembre fueron ejecutados Córdova, Vicente
contra de la villa que formularon el gobernador Nieto y Paula Sanz. En el ínterin, según Eduar-
intendente de Potosí, Francisco de Paula Sanz y do Trigo (2009), aparentemente por la omisión
el Presidente de la Audiencia, Vicente Nieto, que deliberada de Castelli de no mencionar la activa
amenazaron al Cabildo tarijeño con represalias si participación de Larrea y Güemes en la victoria
no se sumaba a su causa. Ante la conminatoria y de Suipacha en los partes oficiales que despachó a
el inminente ataque en contra de Tarija, Echazú, Buenos Aires, éstos, junto a sus tropas, decidieron
con apoyo de los principales vecinos, dirigió una retornar a sus lugares de residencia.
misiva a Paula Sanz y Nieto el 7 de septiembre,
desestimando la rendición y disponiendo una Los paisanos de la valerosa ciudad de Cochabamba en 1810
fuerza de 25 hombres del Regimiento Provincial
comandados por José Antonio de Larrea, con el A la tensión reinante en abril de 1810 por la nueva
fin de garantizar el arribo de las fuerzas expedi- sublevación indígena que se gestaba en Toledo a
cionarias procedentes de Buenos Aires. la cabeza de Manuel Victoriano Titichoca, Juan
El 24 de septiembre, mientras Balcarce y su Manuel de Cáceres y Andrés Jiménez de León y
fuerza se encontraban todavía en camino hacia Mancocapac que amenazaban perturbar la apa-
Jujuy, el capitán Martín Miguel de Güemes, rente calma reinante en Oruro y Cochabamba
procedente de Humahuaca, acudió en apoyo (tema que se verá más adelante), se sumaron los
de Tarija sumándose a las fuerzas locales. En sucesos de mayo en la capital del Virreinato. En
octubre cuando Balcarce y Castelli arribaron a julio, luego de la decisión asumida por parte de la
CRISIS, AUDIENCIA GOBERNADORA Y JUNTA TUITIVA 189
Audiencia de pasar a depender del Virreinato del al gobernador intendente José Gonzáles Prada.
Perú por lo menos mientras los conflictos fuesen Mientras tanto Esteban Arze, que había sido
superados, Nieto solicitó al Virrey Abascal dos mil destacado para reclutar y organizar los grupos
hombres a fin de garantizar el orden. de apoyo en Cliza, arribó a Cochabamba con una
El 19 de julio, cómo forma de renovar la leal- numerosa fuerza de caballería cuando la situación
tad al poder real, las autoridades de Cochabamba ya había sido controlada en la villa.
encabezaron la ceremonia de reconocimiento al En la tarde del 14 de septiembre, se instaló
Consejo de Regencia que se había constituido en un Cabildo Abierto donde Francisco del Rivero
Cádiz en enero de 1810. Por su parte, la Junta de fue nombrado Gobernador Intendente, mientras
Buenos Aires, como forma de establecer contactos que las autoridades depuestas lograron huir hacia
con potenciales partidarios de su movimiento en el Desaguadero. El día 23, el cabildo reconoció
Charcas, desplegó emisarios con la misión de rea- como única autoridad a la Junta Gubernativa de
lizar un reconocimiento de terreno y establecer Buenos Aires, eligiéndose el 29 a Francisco Javier
correspondencia con los simpatizantes con miras de Orihuela como delegado de Cochabamba para
a las futuras operaciones. la Junta Superior de Buenos Aires, aunque al final
Teniendo como telón de fondo estos antece- éste se excusó de participar.
dentes, el 7 de agosto, en cumplimiento a las or- Los primeros actos gubernativos de Rivero
denes emitidas por el presidente de la Audiencia fueron el empadronamiento de las armas existentes
Vicente Nieto, la gobernación de Cochabamba en la villa, la autorización para que los piquetes de
despachó con dirección a Oruro al coronel Fran- soldados pudiesen ingresar a cualquier casa sospe-
cisco del Rivero al mando de un contingente de chosa y la prohibición de que cualquier extranjero
trescientos hombres armados entre los que se “de dudosa procedencia” se asomase por la villa. A
hallaban Bartolomé Guzmán, Esteban Arze y pesar de que el 2 de octubre Rivero, en su calidad
Melchor Villa y Guzmán (Quitón), que tenían la de autoridad, remitió una comunicación oficial al
misión de proteger la villa de Oruro de un posi- gobernador de La Paz que había sido destacado
ble ataque de los sublevados de Toledo. Luego, por Abascal, explicándole las circunstancias de
aprovechando esta fuerza bien ubicada en el paso la adhesión de Cochabamba a Buenos Aires, de
obligado entre norte y sur, Vicente Nieto instruyó inmediato dispuso medidas defensivas, reorganizó
que el contingente cochabambino acantonado en la milicia local asegurando las lealtades en torno
Oruro se dirigiese a Potosí y Chuquisaca para suyo y creó una compañía de caballería y milicias
reforzar las fuerzas de Francisco de Paula Sanz urbanas en los pueblos adyacentes.
que se preparaban para impedir el avance de la El 10 de octubre, la Junta de Guerra presidi-
expedición que venía desde Buenos Aires. da por Rivero y en la que se hallaban destacados
Ante las ordenes de Vicente Nieto, el 6 de José Isidro Marzana, Melchor y Bartolomé Guz-
septiembre, la tropa cochabambina que aparen- mán, Esteban Arze y otros civiles, conocedores
temente simpatizaba con la causa de Buenos del levantamiento a favor de Buenos Aires de los
Aires, aprovechando la noche y seguramente de vecinos de Oruro en 6 del mismo mes, decidie-
acuerdo con su comandante, desertó en masa de ron preparar la toma de la villa para evitar que
la fortaleza de Oruro, hecho que fue denunciado la plata de las Cajas Reales cayera en manos de
de inmediato al Cabildo por Rivero, quien luego Goyeneche.
pidió permiso para retornar a Cochabamba donde El contingente cochabambino al mando de
sus oficiales ya habían preparado un movimiento Esteban Arze partió a Oruro el 19 de octubre,
para deponer a las autoridades (Beltrán, 1910). siendo bien recibidos a su paso por Arque y Ta-
Este hecho se concretó el 14 de septiembre pacarí. El 22 de octubre arribó a Oruro, donde
cuando Rivero se presentó en el cuartel ubicado recibieron socorro para la manutención de las
en la plaza de armas de Cochabamba; desde cuatro compañías de Caballería y ocho de Grana-
ahí exhortó a la tropa acantonada a plegarse a deros procedentes de Cochabamba. Las órdenes
la fuerza que venía desde Buenos Aires. Ante eran primero garantizar la seguridad de la villa y
esta situación el comandante militar de la plaza, luego esperar el arribo de otro contingente co-
Jerónimo Marón y Lombera, intentó ofrecer chabambino de dos mil hombres para emprender
resistencia, pero fue reducido y arrestado junto una incursión a La Paz.
REFORMAS, REBELIONES E INDEPENDENCIA 1700 - 1825 / TOMO III
Figura 51. “Mapa de la villa de Cochabamba el 27 de mayo de 1812, levantado por Francisco Javier Mendizábal por orden del General José Manuel de Goyeneche”.
Fuente: Museo de la Casona Santivañez, Cochabamba. En: Escobar Carpio; Coaguila; et. alt., 2012.
190
CRISIS, AUDIENCIA GOBERNADORA Y JUNTA TUITIVA 191
Al igual que en otras partes de Charcas, el El Cabildo, además de solicitar la ayuda exterior
movimiento no expresó concretamente su opo- ordenó que todos los vecinos de la ciudad se pre-
sición a la monarquía, mas bien formó la junta sentasen con sus armas para organizar la defensa
a nombre de Fernando VII, pero, de acuerdo frente al ataque indígena.
con Sanabria (1942), con un fuerte cariz auto- De acuerdo con René Arze (1979), Cocha-
nomista. Semanas después, la Junta fue disuelta bamba, respondiendo al pedido del Cabildo
y Seoane asumió el mando como Gobernador orureño, envió un contingente de 300 hombres,
Subdelegado, dependiente de la Audiencia que se dirigidos por Francisco del Rivero, Esteban Arze
hallaba ya bajo la dirección de Buenos Aires. Esta y Melchor Guzmán. Mientras tanto, la conspira-
gobernación se mantuvo luego de la derrota de ción que había tras la sublevación de Toledo fue
Guaqui y el retiro del primer ejército auxiliar, ya descubierta y sus principales cabecillas tuvieron
que Seoane ejerció el poder en Santa Cruz hasta que fugar.
octubre de 1811, fecha en que la ciudad retornó En el mes de agosto de 1810 aparecían con-
a manos realistas. trapuestos en Charcas dos intereses diferentes.
De acuerdo con Vásquez Machicado, el Por un lado, la Audiencia buscaba fortalecer su
movimiento del 24 de septiembre en Santa posición defensiva frente al avance del ejército
Cruz marcó un momento crucial en el cual este rioplatense, convocando a las milicias de varias
territorio actuó de forma coordinada con el ciudades altoperuanas; por el otro, la ciudad de
resto de las ciudades de Charcas, dando unidad Oruro buscaba también organizar tropas pero
al movimiento. Dice el autor: “La particularidad para defender la ciudad del ataque indígena. Con
de este conflicto continental es nuestra historia este fin pidió a la Audiencia que la compañía de
regional, su desenlace lo somos hoy: una parte veteranos que iba de La Paz a Chuquisaca se
de la bolivianidad”. establezca en Oruro para garantizar la seguridad
de los vecinos; el pedido fue denegado por la
La sublevación del 6 de octubre en Oruro Audiencia pero sí se aceptó que las tropas co-
chabambinas permanezcan en la ciudad. Un mes
Si bien los movimientos de La Plata y La Paz después, el Presidente Nieto cambió de opinión
de 1809 no generaron de forma inmediata la y ordenó que parte de este ejército se dirija a Po-
creación de juntas en las otras ciudades de la tosí, el resultado fue la deserción de las tropas de
Audiencia, el principio de la soberanía popular Cochabamba, dejando al comandante Francisco
fue prendiendo entre los vecinos mientras que los del Rivero prácticamente solo. Como ya se dijo,
Cabildos buscaban mantener su autonomía frente Rivero solicitó al Cabildo retirarse a Cochabam-
a las dos posiciones en juego. Esto ocurrió con ba, lo que fue aceptado. Cuatro días después, el 14
la villa de Oruro que durante los tensos años de de septiembre, la ciudad de Cochabamba, bajo la
1809 y 1810 buscó mantener cierta equidistancia dirección del mismo Rivero, declaró su adhesión
entre las posiciones rebeldes de Chuquisaca y La a la Junta de Buenos Aires.
Paz y las leales de Potosí; así, mientras por un lado A inicios del mes de octubre, el Presidente
envió dinero de las Cajas Reales a Potosí, por el Nieto instruyó a las autoridades de Oruro reclutar
otro no aceptó recibir apoyo militar ofrecido por vecinos y enviarlos a Potosí, donde se alistaba
Paula Sanz. un ejército para oponerse al avance rioplatense;
En ese momento, lo que preocupaba a la ciu- como respuesta, muchos vecinos abandonaron la
dad era más bien un problema interno, el tumulto ciudad. Tanta fue la emigración que Nieto orde-
del 6 y 7 de noviembre de 1809 en el pueblo de nó al Cabildo que dicte una serie de medidas en
San Agustín de Toledo en defensa de su cacique contra de los que abandonaran la villa. El 6 de oc-
don Manuel Victoriano Aguilario de Titichoca tubre de 1810, se reunió el Cabildo para analizar
a quien las autoridades locales habían obligado la pertinencia de dictar esta orden y vieron que
a renunciar. A pesar de que este conflicto no se era imposible controlar la salida de la población.
había expandido a otros lugares, el peligro de Mientras el Cabildo se reunía, corrió el rumor de
que una nueva sublevación pudiera tomar la villa que se enviarían los caudales de las Cajas Reales
asustó a las autoridades de Oruro que presionaron a La Paz, lo que provocó el levantamiento de la
al Cabildo para que pidiera ayuda a Cochabamba. plebe que enardecida solicitaba en la plaza y en las
CRISIS, AUDIENCIA GOBERNADORA Y JUNTA TUITIVA 193
Figura 52. “Batalla de Aroma”. Emilio Amoretti. La batalla, en la cual salió triunfante el ejército formado por cochabambi-
nos y orureños, logró detener a la vanguardia del ejército del Perú, permitiendo el avance del primer ejército auxiliar.
Fuente: Finot, 1927
Gobernador de Potosí ordenó que las tropas de la batallones realistas Provincial de La Plata y
villa, al mando de Indalecio González de Socasa, Veterano de Borbón los que se vieron sobrepa-
compuestas por 200 plazas se concentraran en sados por las milicias locales. Al ser derrotados
Santiago de Cotagaita, donde arribaron el 1º de y dispersos, abandonaron en el campo de batalla
septiembre. La primera tarea que encararon fue todos sus pertrechos.
la de construir puntos defensivos para repeler un Juan José Castelli, que no había estado pre-
probable ataque de la expedición venida desde sente en la acción de Suipacha, fue informado de
el Río de la Plata. Más tarde, el Presidente de la victoria el día 8, remitiendo un informe a la
la Audiencia, Vicente Nieto, que se hallaba en Junta de Buenos Aires en el que, según se afirma,
Potosí al mando de un contingente compuesto omitió mencionar a los jefes de las milicias locales
por vecinos de la ciudad, artilleros de Cuzco y sin cuya participación no se hubiese producido la
partidas de Oruro y La Paz, se dirigió también derrota de las armas realistas de forma tan con-
con dirección a Cotagaita donde planeaba en- tundente. Esta actitud prepotente trajo divisiones
contrarse con el capitán de fragata Córdova, y y tensiones posteriormente.
con Felipe de Lizarazu, Conde de la Casa Real El mismo 8 de noviembre llegaba a Potosí
de Moneda, para planear las futuras acciones. el realista Felipe de Lizarazu con la novedad de
Para octubre, al mando de Córdova, se habían la derrota. Al día siguiente, Paula Sanz dejaba en
concentrado en Cotagaita el Batallón Provincial libertad a algunos de los presos que había toma-
de Potosí, los Dragones de Chichas, los Veteranos do con el fin de mantener el orden. La incerti-
de Borbón, los voluntarios del Rey, los Lanceros dumbre se apoderó de las autoridades de Potosí
de Cinti y los voluntarios reclutados en Tupiza que se reunieron para analizar la situación. Este
por González de Socasa que asumió el segundo momento fue aprovechado por la población para
comando de la fuerza. apresar al Intendente Paula Sanz, creándose el día
Desde el lado porteño, Gonzales de Balcarce 10 de noviembre una Junta local que proclamó
y su fuerza, constituida por un crecido número su adhesión a las autoridades de Buenos Aires.
de jujeños, salteños, tarijeños y por un reducido Ante un intento de fuga, el depuesto Paula
de porteños, ya que muchos habían desertado en Sanz fue trasladado a su nueva prisión, donde más
el camino, llegaron a Portugalete muy cerca de tarde se le unió Córdova quien fue salvado por un
Cotagaita el 27 de octubre, tomando posiciones de- grupo de religiosos de ser linchado por la turba-
fensivas. De inmediato Balcarce despachó una nota multa. El día 25 de noviembre, luego de que las
en términos amistosos dirigida al Presidente de la nuevas autoridades habían reconocido de manera
Audiencia intimándole a llegar a un arreglo pací- oficial la legalidad de Buenos Aires, Castelli entró
fico, pero este último rechazó cualquier acuerdo. en Potosí junto a un contingente compuesto por
Las hostilidades se iniciaron el mismo día 27, criollos, negros, mulatos y milicias locales.
concluyendo el enfrentamiento cuando las fuer- Para el 2 de diciembre Vicente Nieto había
zas de Balcarce, en aparente derrota, se retiraron sido apresado y conducido a Potosí; más tarde
con dirección a Tupiza. En este lugar, y de acuer- Castelli, como una forma de evitar disturbios, de-
do a las instrucciones del gobierno de Buenos cidió desterrar de la villa a 53 vecinos sospechosos
Aires, se vio la conveniencia de retroceder hasta de deslealtad. En la mañana del 15 de diciembre
Suipacha con el fin de fortificarse y enfrentar al Francisco de Paula Sanz, el jefe militar Córdova
grueso de la tropa realista. El 5 de noviembre y Vicente Nieto, Presidente de la Audiencia de
una parte de la expedición rioplatense ocupó la Charcas, fueron sacados de su prisión en la Casa de
población de Nazareno mientras el resto fijaba Moneda y conducidos a la plaza principal, la misma
posiciones en Suipacha. que había sido cerrada y que se hallaba fuertemente
El día 6, Córdova, en su condición de Co- custodiada, disponiéndose tres banquillos en los
mandante de las fuerzas realistas, remitió una pro- que los reos fueron fusilados. El 26 de diciembre
clama a los soldados rioplatenses ofreciéndoles Castelli en compañía de Balcarce y Viamont se
gratificaciones en moneda si se unían a su causa. dirigieron a La Plata, mientras que Díaz Vélez,
En la mañana del 7 de noviembre en el punto de junto con la avanzada del ejército, partía el último
Suipacha se enfrentaron ambas fuerzas, siendo día del año de 1810 con dirección al norte.
sorprendidos por una maniobra envolvente los
XIII. La insurgencia indígena
Uno de los temas más debatidos sobre el de los indios” era controlar las áreas rurales del
proceso de la independencia ha sido el de la parti- altiplano y los valles para establecer una alianza
cipación o no de los grupos indígenas en la misma, con los insurgentes, mientras que su proyecto
habiéndose presentado varias posturas en nuestra político fue, desde nuestro punto de vista, el de
historiografía, desde las que niegan cualquier par- mantener la posibilidad de un pacto que les ga-
ticipación, pasando por las que la ven como “carne rantizara su propiedad y autonomía (Soux, 2010).
de cañón”, hasta los que han visto la existencia de La insurgencia indígena se dio en tres etapas:
un proyecto indígena paralelo al proyecto criollo. la primera de conspiración, la segunda de franca
Los últimos estudios sobre el tema nos muestran sublevación y, la tercera, de participación de los
que la participación en el conflicto fue más bien llamados caudillos insurgentes.
estratégica y llegó a presentar, cuando era posi-
ble, un proyecto político propio, mientras que en
otros momentos, se aliaron con los otros grupos La conspiración indígena
insurgentes para una lucha común.
De una forma o de otra, los objetivos de la La etapa de la conspiración de la insurgencia
lucha para los indígenas tuvieron que ver con rei- indígena comenzó a inicios de 1810 y se articuló
vindicaciones propias como el reconocimiento de a través de redes muy complejas y variadas. La
la propiedad de sus tierras y territorios y el derecho primera era una red de autoridades indígenas
a mantener sus propias formas de organización y que luchaban por el reconocimiento de su au-
a nombrar sus autoridades. Esto no significa que toridad, y cuya cabeza más visible era el cacique
no hubiera también una conciencia de la necesidad del pueblo de Toledo (Oruro) don Manual Vic-
de lograr una mayor autonomía frente al sistema toriano Aguilario de Titichoca; la segunda red
colonial, pero por encima de ello, lo fundamental se relacionaba con la lucha revolucionaria que
era mantenerse expectante para ver qué era lo que acompañó a los movimientos juntistas de La
convenía a sus propios objetivos. Paz, conformada por el Escribano Juan Manuel
Uno de los momentos de mayor participa- de Cáceres, Gavino Estrada y otras autoridades
ción indígena en el proceso se dio entre 1809 y subalternas del área rural paceña; la tercera
1812, de forma paralela a la conformación de red, la menos estudiada hasta hoy, se relaciona
juntas en las ciudades, al apoyo de la Junta de con un movimiento con base en Chuquisaca
Buenos Aires, a la participación en el llamado y Cochabamba, que tenía aparentemente un
Primer Ejército Auxiliar Rioplatense y al cuidado proyecto político de retorno del Inca, pero que
de la retaguardia luego de la derrota de Guaqui. incluía también a mestizos y criollos y que estaba
Durante estos años, la insurgencia indígena dirigido por el Prebendado de la catedral de La
presentó un proyecto político propio que no Plata, Andrés Jiménez de León y Mancocápac
se hallaba desligado de los intereses del grupo (Arce, 1979; Soux, 2010).
insurgente o patriota. El objetivo estratégico del Aparentemente, Titichoca había llegado a
llamado por el bando realista como “el partido Chuquisaca luego de que la población de Toledo
196 REFORMAS, REBELIONES E INDEPENDENCIA 1700 - 1825 / TOMO III
se levantara en noviembre de 1809 en contra de timo del tributo que era cobrado por autoridades
la actitud de las autoridades coloniales de desco- que habían traicionado al rey, la explotación de la
nocer su cargo cacical; por su parte, Cáceres y los mita, los cobros abusivos por parte de autoridades
suyos habían llegado a la misma ciudad escapando civiles, eclesiásticas y étnicas, la injusticia como
de la represión por su participación en la junta práctica cotidiana contra los indios, la explotación
paceña. De acuerdo con Arce, los dos grupos se en el trabajo, la traición y la apropiación de bie-
encontraron en Chuquisaca con el tercero ini- nes. En relación al nombramiento de autoridades,
ciándose así la conspiración. el mismo documento pedía la participación indí-
Como se conoció por algunos documentos, gena en la elección de los subdelegados y jueces
la conspiración se puso en marcha hacia abril de y el nombramiento de los caciques y curas. Este
1810, con la circulación de varios manifiestos y la documento, a diferencia del anterior, planteaba
organización de una nueva sublevación abierta como objetivos de la lucha aspectos de exclusivo
en Toledo. Para julio, debido a la denuncia de interés indígena y con una visión que muestra
uno de los ayudantes de Jiménez de Mancocápac, la existencia de lo que Tristan Platt (1982) ha
la conspiración fue descubierta, Cáceres fue llamado un “pacto de reciprocidad” por el cual
apresado y el resto de los conspiradores huyó el Estado garantizaba la propiedad de la tierra a
hacia diversos lugares como Carangas, Tarapacá cambio del pago del tributo. Por ello, el docu-
y Salta. mento no se opone al tributo en sí, sino a su uso
Entre los documentos confiscados por las ilegítimo en ausencia del Rey.
autoridades a los conspiradores se encontraron Otro punto importante para el análisis es-
dos que permiten reconocer la propuesta política tratégico de la conspiración es el de la alianza.
del movimiento. La primera era una carta envia- Los conspiradores esperaban que hasta diez mil
da supuestamente por algunos cochabambinos personas en Charcas se unieran a ellos. Muy po-
al Deán Matías Terrazas, uno de los principales siblemente se trataba de las tropas indígenas que
ideólogos del movimiento del 25 de mayo de se aliarían luego con las que se preparaban en ese
1809. La carta indicaba que se debía organizar momento en el Río de la Plata. De acuerdo a otros
un movimiento de apoyo al Rey por parte de documentos, la conspiración estaba organizada en
los “indios verdaderos” con apoyo de los “indios varios grupos que debían recorrer el área rural to-
de pellejo blanco”, para liberarlo no sólo de los mando contacto con las autoridades indígenas; la
impíos franceses sino también de las autorida- información debía hacerse oralmente por medio
des subalternas, consideradas también impías de un lenguaraz y debía evitarse hablar con las
y judías, que eran los verdaderos enemigos del mujeres, niños y los vecinos de los pueblos para
monarca preso. Este documento denunciaba la evitar que la conspiración se devele.
existencia de un movimiento conspirativo de Para julio de 1810, debido a la traición de uno
Nieto, Sanz y algunos oidores que, según los de los participantes, la conspiración había sido
autores de la carta, habían traicionado a Fer- controlada, Cáceres se hallaba preso en La Plata,
nando VII. Al mismo tiempo, el movimiento Titichoca había fugado posiblemente a Atacama
era inclusivo ya que convocaba en defensa del y Mancocápac se había refugiado en el ejército
Rey tanto a los indígenas tributarios o “indios de Castelli donde había sido nombrado capellán.
verdaderos”, como a los mestizos y criollos o Parecía en ese momento que la conspiración ha-
“indios de pellejo blanco”, pero bajo el liderazgo bía fracasado; sin embargo, el triunfo de Suipacha
de los primeros. Era, por lo tanto un movimien- en noviembre de 1810 modificó la situación.
to indígena no tanto porque participaran sólo Luego del ingreso de Castelli a La Plata, Cáceres
éstos, sino sobretodo por su autoidentificación fue liberado y acompañó con sus seguidores al
como tales. primer ejército hacia el Desaguadero, mientras
El segundo documento encontrado entre los que Titichoca recuperó su cargo como cacique
papeles de los conspiradores llevaba por título: de Toledo y Sicaya. Los grupos indígenas que
Interrogatorio que resulta a favor de los indios de las habían participado en la conspiración se hallaban
comunidades en General (Arze, 1979). En el mismo, formando parte de las tropas auxiliares y de las
a partir de una lista numerada, se exponían los si- huestes indìgenas que apoyaban el avance de los
guientes argumentos para sublevarse: el uso ilegí- insurgentes porteños.
LA INSURGENCIA INDÍGENA 197
La sublevación indígena
esta manera, la sublevación indígena se fue debi- Miguel Lanza, quien organizó a su comunidad
litando, aunque sus incursiones se prolongaron cercana a Toledo para dar alojamiento y comida a
hasta mediados de 1812 cuando, de acuerdo a los los insurgentes y los obligó a alzarse a favor de la
informes enviados por Goyeneche a Abascal, el Junta de Buenos Aires. Aparentemente, el apoyo
altiplano de La Paz y Oruro y los valles de Co- se debía a que los caudillos habían asegurado que
chabamba se hallaban ya “pacificados”. bajo su gobierno ya no habría mita.
El pillaje, acompañado por la toma del tribu-
to para sustentar sus acciones, como en el caso de
La lucha de los caudillos insurgentes Blas Ari, o el apoyo a los caudillos criollos, en el
de Jacinto Paco, formaba parte de las estrategias
A pesar de que las tropas indígenas de Pumacahua para mantener la insurgencia en momentos de
y Choquehuanca habían logrado desmantelar la repliegue. De una forma o de otra, es importante
sublevación indígena, la posición del ejército real destacar que la insurgencia no se diluyó en el área
siguió siendo difícil durante gran parte de 1812, ya rural y que su persistencia fue importante para
que todos los caminos se hallaban ocupados por los generar un estado de malestar para las tropas vi-
indios insurgentes. Se produjo entonces una etapa rreinales, manteniéndose un ambiente tenso que
de repliegue de la sublevación indígena, en la que permitiría que los grupos indígenas insurgentes
varios grupos desorganizados se dedicaron a atacar se volvieran a organizar para apoyar nuevamente
algunos pueblos y haciendas con el fin de apropiar- a los ejércitos rioplatenses, o a la insurgencia
se de los bienes y el tributo, siguiendo directrices cusqueña, como ocurrió en La Paz en 1814.
de otros caudillos mayores. Esta etapa puede de-
nominarse como la de los “caudillos insurgentes”.
Frente a una coyuntura menos favorable, Las rebeliones moxeñas: Pedro Ignacio Muiba
la estrategia de lucha de los indios insurgentes y Juan Maraza
pasó a una etapa de dispersión, con el objetivo
de mantener latente la insurrección en las áreas De forma paralela al desarrollo de la Guerra
rurales. En la mayoría de los casos, los caudillos de Independencia en todo el continente y a las
insurgentes no se enfrentaron directamente a las rebeliones indígenas en las tierras altas de Char-
tropas virreinales, sino que se dedicaron a atacar cas descritas más arriba, en la región de Moxos
a las comunidades, sobre todo a las que se habían se sucedieron también movimientos rebeldes
mantenido fieles al Rey. Sus objetivos eran con- que se relacionan con la historia misional y la
vencer de buena o mala manera a los comunarios expulsión de los jesuitas que se dio en 1767, con
para que se unieran a la insurgencia y apropiarse los errores cometidos posteriormente por parte
del tributo con el cual apoyarían económicamente de las autoridades estatales y los curas seculares
a los grupos combatientes favorables a los riopla- y con los rumores que se generaron a partir de
tenses, además de llenar en algunas ocasiones sus 1808 en Charcas sobre la muerte del rey.
propios bolsillos. El sistema misional en Moxos había generado
Entre estos “caudillos insurgentes”, que em- entre los grupos étnicos de la región un sentido
pezaron a actuar hacia 1812, algunos eran criollos de convivencia que favorecía tanto a la comunidad
como Centeno, Lanza o Aldunate, y otros eran como a los mismos indios misionados. El trabajo
indígenas. Entre estos últimos se hallaba, por era la base de la sociabilidad y las labores agrí-
ejemplo, Blas Ari, quien recorría con su grupo colas, ganaderas y artesanales iban acompañadas
gran parte del partido de Paria atacando a los de la conformación de comunidades en las cuales
viajeros y obligando a las autoridades indígenas se permitía cierta participación de la población,
a entregar el dinero del tributo. No se trataba mientras que los expertos artesanos y músicos
únicamente de un grupo dedicado al asalto de formaban parte de un grupo de elite que era exi-
caminos, sino de un conjunto de personas que mido de los trabajos manuales para especializarse
llevaban a cabo acciones ilegales con el objetivo en sus actividades artísticas. Este sistema misional
de apoyar económicamente a los insurgentes. había respetado la división en grupos étnicos y
Otro fue el caso de Jacinto Paco, indígena aliado sus propias formas de gobierno, representadas
a los caudillos criollos Baltasar Cárdenas y José por los cabildos presentes en todos los pueblos.
LA INSURGENCIA INDÍGENA 199
Este sistema, que podría parecer como de contra Zamora; al mismo tiempo informaron al
dominación paternalista por parte de los jesui- obispo de Santa Cruz que los indios de la reduc-
tas, se vio modificado con el ingreso de los curas ción de San Pedro se habían tumultuado pidiendo
seculares que se hicieron cargo de las misiones la salida del gobernador. El liderazgo indígena fue
luego de la expulsión de la Compañía de Jesús. asumido por el cacique canichana Juan Maraza,
Estos curas, enviados desde la Audiencia, no quien aprovechó las tensiones existentes entre los
pudieron mantener las bases organizativas del poderes civil y eclesiástico para expulsar en 1805
sistema misional, entrando éste en una etapa de al gobernador Zamora de todo el territorio de
crisis y decadencia. Moxos, declarando que a partir de ese momento
Frente a la difícil situación de las misiones, el poder quedaba en sus manos.
el gobernador de Moxos Lázaro de Ribera, que Frente a esta muestra de poder por parte
comulgaba con las ideas ilustradas, desarrolló un indígena, la Audiencia aceptó la expulsión de
nuevo sistema de administración de los pueblos, Zamora y nombró un nuevo gobernador, Pedro
aumentando en ellos la presencia del Estado y dis- Pablo de Urquijo. La nueva autoridad logró
minuyendo el poder de los curas. Estos se sintieron atraer a su lado al líder indígena, rompiendo de
desplazados por el poder civil y empezaron a de- esta manera la antigua alianza de los indios con
mostrar su molestia contra las autoridades enviadas los curas. Aceptó el liderazgo de Maraza nom-
por la Audiencia, lo que fue aprovechado por los brándolo cacique vitalicio y entregándole una
indígenas de la región al aliarse a los curas descon- condecoración y una medalla. De esta manera
tentos. En contrapartida, de acuerdo con José Luis logró controlar el descontento de parte de los
Roca (2001), las autoridades civiles aprovecharon pueblos, lo que a la larga fue causa del enfren-
las rivalidades ancestrales que existían entre los tamiento entre pueblos y grupos étnicos rivales.
seis grupos étnicos principales de Moxos, para El nombramiento de Maraza, cacique de
enfrentarlos e imponer de esa manera su poder. los canichana como cacique vitalicio, provocó el
Esta tensa situación se polarizó aún más luego resentimiento de los otros grupos étnicos, como
de la muerte de Ribera y la llegada del nuevo gober- los trinitarios y loretanos, dirigidos por su caci-
nador, Miguel Zamora y Triviño. Imbuido de gran que Pedro Ignacio Muiba y el hermano de éste
poder y frente a la lejanía de cualquier otra instancia Gregorio Gonzáles. Maraza y Muiba habían sido
que pudiera controlar sus abusos, Zamora empezó a aliados anteriormente, en los actos que conclu-
gobernar de manera despótica y atrabiliaria contra yeron con la expulsión de Zamora, sin embargo,
la población indígena y contra los curas. el hecho de que Urquijo hubiera nombrado
Una de las primeras medidas que tomó fue el cacique vitalicio al líder canichana, resquebrajó
prohibir a los indios usar el traje español, el que esta alianza, provocando, además, la oposición
sólo se permitiría como un premio para algunos trinitaria al gobernador Urquijo.
indios privilegiados, generando de esta manera Los conflictos estallaron de forma paralela al
tensiones internas. Zamora también se estrelló conocimiento en Moxos del apresamiento de Fer-
contra los curas, fortaleciendo de este modo las nando VII. Frente a esta situación, el gobernador
alianzas entre religiosos e indígenas. decidió retirarse de la región con su familia para
Las arbitrariedades de Zamora llegaron a refugiarse en algún lugar más seguro. De acuerdo
oídos del Intendente Francisco de Viedma, quien con Roca (2001), el 9 de octubre de 1810, Urquijo
visitó personalmente la región. El informe que ordenó al administrador de Trinidad que preparara
envió a la Audiencia mostraba que Zamora co- las barcas para salir con su familia hacia Yapacaní.
metía una serie de abusos como el obligar a los Los indios barqueros se negaron a realizar el viaje
indios a transportar a su familia en las espaldas arguyendo que debían sembrar sus chacos. Urquijo
por casi cincuenta leguas, el exigir un trato de trató entonces de salir hacia Loreto, pero los indios
vasallaje, o el de realizar capturas y cobrar multas nuevamente se negaron a dirigir las barcas. Gonzá-
sin razón. Viedma veía en estas acciones de Za- les escribió a Maraza explicando las razones por las
mora un peligro, ya que se sentía un descontento cuales los indios trinitarios no querían dirigir los
generalizado contra su gobierno. barcos, pero estas negativas fueron interpretadas
Cansados de los abusos, los curas doctrineros por las autoridades como intentos de subordina-
de Moxos lanzaron un decreto de excomunión ción, tomando en cuenta los rumores que habían
200 REFORMAS, REBELIONES E INDEPENDENCIA 1700 - 1825 / TOMO III
llegado de que ya no había rey, que el rey había Loreto donde robó caballos y advirtió a la po-
muerto y que el que gobernaba en la metrópoli blación de que “nadie, ni rey ni gobernador ni
era Napoleón (Roca, 2001). curas mandaban en Moxos sino él” . Frente a ello,
Ante la desobediencia de los indios trinita- Urquijo pidió nuevamente ayuda a Juan Maraza.
rios, Urquijo se dirigió de San Pedro a Trinidad Se logró capturar al cacique Bopi y 33 de
acompañado por Juan Maraza y cuarenta fleche- sus hombres en Loreto y, de acuerdo con Roca,
ros canichanas. Las autoridades indígenas del Urquijo fraguó una cédula real que ordenaba el
pueblo desairaron al gobernador y lo recibieron apresamiento de Muiba para darle legalidad a sus
con un alboroto. A pesar de los intentos de Ur- actos. Ordenó a sus leales que tomaran Trinidad
quijo por calmar a los pobladores, la rebelión se para aprehender a los sublevados pero ya antes
prolongó durante toda la noche. Al día siguiente, Maraza había tomado el pueblo; sin embargo no
apareció Ignacio Muiba solicitando la entrega del pudo apresar a los cabecillas que habían escapado
gobernador para ahorcarlo, por lo que los curas a la selva. En un segundo intento por tomar Tri-
tuvieron que llevar a Urquijo como refugiado a la nidad, los partidarios del gobernador provocaron
iglesia. Se inició de esta manera el enfrentamiento una terrible matanza con más de 100 víctimas.
entre los canichanas, aliados de Urquijo, por un No se tienen datos exactos sobre la aprehensión
lado, y los trinitarios aliados a los loretanos por de Muiba y los suyos, aunque se sabe que murió
el otro. Al ver la situación, Urquijo ordenó a durante la captura y su cuerpo fue posteriormente
Maraza no presentar batalla, retirándose ambos entregado al gobernador.
a San Pedro en noviembre de 1810. Años después, en 1822, el antiguo aliado del
La lucha se convirtió en un enfrentamiento gobernador Urquijo y líder de los canichanas,
entre los diversos grupos étnicos de la región. Juan Maraza, se sublevó contra el gobernador
Maraza trató de convencer a los loretanos que interino Francisco Javier de Velasco, quien había
dejaran a su cacique José Bopi, aliado de Muiba tratado de quitarle el poder que había ejercido
y se unieran a los canichanas; por otro lado, Ur- sobre los indios en todo ese tiempo. Para ello, le
quijo convocó a los grupos baure de Magdalena y despojó de la medalla que le había dado Urquijo,
San Ramón a aliarse en contra de los trinitarios; de su bastón de mando y del título de cacique
finalmente, también fueron convocados los cayu- vitalicio. Maraza se resistió a su degradación
babas de Exaltación, los movima de Santa Ana y recibiendo un disparo del propio Velasco que
los moxeños de San Ignacio, estableciéndose una le quitó la vida. En venganza, los canichanas,
gran alianza en contra de Muiba y Bopi. dirigidos por el hijo de Maraza, prendieron
Adelantándose al gobernador y sus aliados fuego a la casa de gobierno, acción en la que
canichanas, Muiba apareció en el poblado de murió el gobernador.
Recuadro 9
Carta de Urquijo a Juan Maraza
San Pedro, enero de 181..
Mi muy amado hijo y querido Juan Maraza. Camina nomás a Loreto con secretario don Lucas, también
con 300 hijos canichanas valientes, 80 cayubabas y todos los movimas con intérpretes, todos por agua con
canoas, bogar nomás fuerte también de noche pero por Mamoré, no por Ibare porque no mire trinitarios
para no saber nada, y llegar pronto a Loreto para mandar por agua al cacique traidor a Dios y al rey nuestro
señor y también a los padres curas y a los adminsitradores.(…)
Camina nomás al puerto y entregar en Loreto a algunos mis hijos para traer a San Pedro bien seguros
con buenos capitanes y esperar un poco en pueblo de Loreto todos los demás gente canichana, también
cayubabas, también movima a que pasen puerto de Trinidad por el Mamoré desde que salen de Loreto
para que no salgan trinitarios al camino con canoas a quitar (…). Todos contra Pedro Ignacio y cabildo a
que entreguen a Pedro Ignacio, traerlo nomás sin matarle a la capital y todo el cabildo para reconciliarse
con vuestro padre gobernador y hacer la paces. Todo se ha de hacer con cristiandad mi hijo Juan, te lo pido
por la pasión de Cristo y su santísima Madre Santísima. Tu padre gobernador.
Fuente: Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia
XIV. La guerra civil y entre virreinatos
La importancia que Charcas había alcanzado en el enfrentamiento la llegada de las cuatro expedicio-
contexto de la monarquía, tanto por la plata pro- nes auxiliares a las provincias altas enviadas desde
ducida en Potosí como por el sustancioso tributo Buenos Aires y las consecuentes contraofensivas
indígena que se recaudaba, hizo de esta región una realistas enviadas desde Lima entre 1810 y 1817.
importante generadora de recursos económicos los
que a la larga fueron el punto principal de disputa
por parte de los dos virreinatos a los que Charcas La Primera Expedición rioplatense
había pertenecido: Perú (1539-1776) y el Río de a las provincias interiores
La Plata (1776-1810). Esta disputa por el control
de la zona y sus riquezas ya se había manifestado La primera muestra evidente de las fricciones en-
en el mismo momento en que Charcas cambió de tre las hegemonías peruana y rioplatense se dio a
dependencia, pero por la dinámica territorial del fines de 1809, cuando José Manuel de Goyeneche
imperio español quedó encubierta. enviado por el Virrey del Perú Fernando Abascal,
Como consecuencia del vacío de poder sur- trasgrediendo los límites territoriales de los vi-
gido por la abdicación de Fernando VII, las fric- rreinatos. Procedente de Arequipa y cruzando el
ciones entre hegemonías políticas representadas Desaguadero terminó con la denominada “Junta
por ambos virreinatos resurgieron, por lo que Tuitiva” de La Paz, apresando y ejecutando a sus
autodenominados como “realistas” y “patriotas” principales líderes. Aunque esta trasgresión de lí-
en alternancia entre 1809 y 1817 unos y otros mites en ese momento no pareció importante, pues
asediaron, y se hicieron dueños de Charcas y sus en teoría aún ambos espacios hegemónicos com-
recursos como forma de mantener sus proyectos. partían la misma “legalidad” y “legitimidad”, con la
El enfrentamiento por el control hegemóni- deposición del Virrey del Río de La Plata Baltasar
co de Charcas alcanzó a convertirse en una guerra Hidalgo de Cisneros y la consiguiente constitución
civil pues en ambos bandos militaron españoles, de la Primera Junta de Gobierno en Buenos Aires
criollos, mulatos, negros e indígenas sin distin- (mayo, 1810), esa aparente unión desapareció dan-
ción de clase social, ocupación, edad ni género, los do paso a un enfrentamiento abierto entre ambas
que enlistados en tropas de línea, milicias locales hegemonías, constituyéndose Charcas en el campo
o guerrillas combatieron en uno y otro bando. de batalla para solucionar sus diferencias.
De esta manera Buenos Aires y Lima des- De esta manera Buenos Aires, siguiendo el
plegaron una política de ocupación violenta del Plan de Operaciones –elaborado por el secretario
espacio, estrategia que a la larga terminó por de la Junta Mariano Moreno– y como forma de
agotar los recursos de Charcas, pues el paso de expandir la revuelta a lo que desde 1776 había sido
cada uno de los contingentes que iban de norte a parte del Virreinato del Río de La Plata, decidió
sur y viceversa significó la desolación del paisaje, enviar a la Primera Expedición de Auxilio a las Pro-
la pérdida de vidas, el despoblamiento de las ciu- vincias Interiores, la que tenía como objetivos no
dades importantes y el resquebrajamiento de la sólo aniquilar las fuerzas contrarrevolucionarias del
economía local, siendo los puntos culminantes del ex virrey Liniers que se hallaban en Córdova sino
202 REFORMAS, REBELIONES E INDEPENDENCIA 1700 - 1825 / TOMO III
Figura 56. Rutas de las Expediciones a la “Provincias Altas” (Alto Perú). Croquis de Conjunto. 1810-1817.
204 REFORMAS, REBELIONES E INDEPENDENCIA 1700 - 1825 / TOMO III
24 de junio, Castelli y parte de su tropa trataron Chayanta y los alrededores de Chuquisaca. Por
de entrar en Oruro para refugiarse, pero fueron su parte, varios grupos indígenas se dedicaban a
recibidos con una verdadera asonada popular que hostilizar a las tropas virreinales.
impidió su ingreso, por lo que tuvieron que seguir En febrero de 1812, la situación se complicó
camino hasta Macha, en el norte de Potosí, donde aún más, debido a que el control de las tropas
establecieron su cuartel. virreinales era muy limitado y los insurgentes
Tras el triunfo de Guaqui, Goyeneche al llevaban la delantera en gran parte del área rural.
mando de su contingente no perdió tiempo y Así, por ejemplo, se explicaba el 13 de febrero
salió en persecución de los porteños y cochabam- que no se podía enviar documentos al partido de
binos. El 4 de agosto partió hacia Cochabamba, Paria, porque el subdelegado Manuel Sánchez
donde se habían reunido las tropas de Francisco de Velasco había sido detenido por los indios
del Rivero y los restos de la Expedición Auxiliar insurgentes. Se percibe en este hecho la extrema
dirigidos por Díaz Vélez. El 13 del mismo mes, fragilidad del poder de las tropas del Rey, que no
en Amiraya, se produjo un nuevo encuentro podían administrar correctamente el territorio. A
favorable a Goyeneche, quedándole a la Primera pesar de la llegada de nuevos combatientes, como
Expedición sólo el camino de la retirada, la que los “Naturales del Cuzco”, dirigidos por Mateo
se completó el 25 de agosto con la salida hacia Pumacagua, la posición del ejército del Perú
Salta de Martín de Pueyrredón, que había sido era difícil, ya que todos los caminos se hallaban
nombrado presidente de la Audiencia de Charcas ocupados por los insurgentes. Por otra parte
por la Junta de Buenos Aires. la situación económica no era mejor, las Cajas
A pesar del aparente triunfo del ejército Reales se hallaban vacías y se hacía muy difícil
virreinal, la situación en el Alto Perú no estaba cobrar el tributo a comunidades rebeldes; frente
controlada, ya que la sublevación indígena dirigida a ello, se tuvo solicitar préstamos de los vecinos.
por Juan Manuel de Cáceres y la alianza con los Es necesario señalar que la estrategia de
cochabambinos de Esteban Arze mantenían la in- lucha realista combinaba dos tipos de acciones:
surgencia. El cerco a La Paz y el asedio insurgente por un lado, los ejércitos regulares del bando del
a las tropas de Goyeneche que culminó con la toma Rey, apoyados a veces por milicias de vecinos, se
de la ciudad de Cochabamba, el 29 de octubre, movían de una ciudad a otra, como Cochabamba
obligó a Goyeneche a retirarse hacia Potosí. o La Paz y presentaban batalla frente a otros ejér-
En este punto el objetivo insurgente se citos también regulares, ya sean los rioplatenses
concentró en Oruro. Arze, aliado a los indios, o los cochabambinos; por el otro lado, pequeñas
intentó tomar la ciudad el 16 noviembre con un partidas se encargaban de desmantelar a los gru-
ejército conformado 3.000 soldados de caballería, pos irregulares.
200 de infantería y el apoyo de los indígenas de En mayo de 1812 los contingentes de Goyene-
Chayanta y Sicasica; pero cuando las fuerzas de che y Esteban Arze se encontraron en Pocona, cer-
Arze se hallaban ya cerca de la plaza principal, ca de Cochabamba, donde la suerte fue nuevamente
se produjo una confusión, transformándose el favorable a los realistas, quienes tras derrotar a las
ataque en una sonada derrota. El comandante fuerzas de Arze ingresaron a la ciudad, donde se
de la ciudad, Indalecio González de Socasa logró había preparado la resistencia armada, el encuentro
empujar a los insurgentes hasta Paria, salvando de se produjo el 27 de mayo en la colina de San Se-
esa manera la villa para la causa del Rey. bastián, conocida como la “Coronilla” (Rodríguez,
Para fines de 1811, la situación estratégica 2012). Tras un breve combate en el que partici-
se había modificado de la siguiente manera: el paron heroicamente las mujeres cochabambinas,
ejército del Perú se ubicaba en una línea que finalmente Goyeneche se apoderó de Cochabamba,
iba de noroeste a sudeste, controlando de forma donde apresó y ejecutó a varios rebeldes entre
precaria el espacio altiplánico, con sus centros en los que se hallaba Mariano Antezana Casafranca,
el Desaguadero, Viacha, La Paz, Sicasica, Oruro quien por siete meses se había desempeñado como
y Potosí mientras que las tropas insurgentes se Gobernador Intendente y Presidente de la Junta de
ubicaban más bien en una línea paralela al este Gobierno de Cochabamba nombrado por Castelli.
de la anterior, en las cabeceras de valle y los va- La posición realista era optimista y daba como un
lles de Yungas, Ayopaya, Cochabamba, Tapacarí, hecho el control total de Charcas.
LA GUERRA CIVIL Y ENTRE VIRREINATOS 205
nerviosa solicitó su retiro. Entre abril y mayo para restablecerse. La salida de Goyeneche del
de 1813 se celebraron en Lima cuatro Juntas de mando del ejército y la crisis del mismo, es un
Guerra, donde se tomaron las siguientes decisio- hecho lleno de tensión y que involucró a los más
nes: se aceptó la renuncia de Goyeneche encar- importantes miembros del gobierno virreinal.
gándole el mando al brigadier Juan Ramírez hasta En la realidad, los hechos de Salta y Potosí
que el Virrey destine a otro; se desconoció las fueron utilizados por el bando del Virrey Abascal
acciones de Pío Tristán en Salta y de Goyeneche para deshacerse de Goyeneche de quien recelaban
en Potosí; se envió a Pumacagua con refuerzos a porque era “hombre del país y tenía en la cabeza
La Paz para evitar el avance porteño y se decidió de los batallones a caballeros de las provincias
avisar a la población del virreinato para que tome limítrofes muy adictos a su persona” y que, con
recaudos y para solicitar ayuda. excepción de los batallones de pardos y more-
Posteriormente, la misma junta indicó que el nos, el resto del ejército del Alto Perú estaba
ejército debía retornar a Potosí y nombró como compuesto de milicianos del Cuzco, Arequipa y
sucesor de Goyeneche a Juan de Henestrosa, Puno (Soux, 2010).
aunque luego se decidió por Joaquín de la Pezue- Frente al retroceso de Goyeneche y su salida,
la. Frente a estas decisiones, la Junta de Guerra las fuerzas de Belgrano, ingresaron al territorio
reunida en el cuartel general de Oruro estableció de Charcas llegando a Potosí un mes después y
que la retirada de Potosí era adecuada y oportuna estableciendo su cuartel general en esta ciudad;
y que la situación de Oruro era la más ventajosa allí Belgrano recibió el apoyo de Manuel Ascencio
Padilla y del cacique chiriguano Cumbay. Tras
una serie de contactos organizados por Padilla,
Baltasar Cárdenas y Cornelio Zelaya, se logró
reunir un contingente de criollos e indios con
hondas y palos, los que se incorporaron al con-
tingente rioplatense.
Mientras se encontraba en Potosí, Belgrano
se encargó de nombrar nuevas autoridades en los
puntos clave de Charcas, siendo designados Juan
Antonio Álvarez de Arenales como gobernador de
Cochabamba; Ignacio Warnes como gobernador
de Santa Cruz, Moxos-Chiquitos y Francisco
Antonio Ortiz de Ocampo como presidente de
la Audiencia.
El ejército real no perdió el tiempo frente al
avance porteño. El nuevo comandante, el briga-
dier Joaquín de la Pezuela ordenó en julio, desde
La Paz, un nuevo avance de sus tropas hasta Anca-
cato, tambo situado en el camino Oruro–Potosí;
un mes después llegó él mismo hasta ese lugar y
reorganizó el ejército.
Belgrano, por su parte, recién se puso en
movimiento en septiembre. De acuerdo al plan
de Belgrano, sus tropas debían confluir sobre
el ejército del rey desde tres partes: el ejército
regular, bajo sus órdenes, saldría de Potosí, las
tropas montoneras o de guerrilla de Cárdenas,
desde Chayanta y las milicias cochabambinas,
Figura 59. “Joaquín de la Pezuela y Sánchez de Velasco”. L.L. (c. 1816-1821). bajo la dirección de Zelaya, desde Cochabamba.
Jefe del ejército realista en Charcas y Virrey del Perú entre 1816 y 1821. En octubre de 1813, las fuerzas realistas al
Fuente: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/a/a1/Joaqu%C3%ADn_de_ mando de Pezuela se enfrentaron a las fuerzas de
la_Pezuela.jpg Belgrano primero en Vilcapujio y luego en Ayohu-
LA GUERRA CIVIL Y ENTRE VIRREINATOS 207
ma, donde los miembros de la Segunda Expedición rrotado por las fuerzas realistas al mando de Pedro
fueron derrotados, huyendo en desbandada. En su Antonio Olañeta en Venta y Media, debiendo re-
retirada Belgrano, con el fin de que la Casa de la troceder en dirección a Cochabamba. El 29 de no-
Moneda de Potosí y los recursos económicos no viembre ambas fuerzas se volvieron a enfrentar en
cayeran en manos de los realistas, hizo minar con las pampas de Sipe Sipe o Viloma, donde el contin-
explosivos el edificio. Al final, la planeada explo- gente realista salió otra vez victorioso, dispersando
sión no se registró y la ciudad fue re-ocupada por a los porteños que tomaron rumbo a La Plata desde
las fuerzas realistas. De esta manera, casi todo el donde Rondeau pretendió dejar instrucciones para
territorio de Charcas, con excepción de parte de que los grupos guerrilleros actuaran en el futuro.
Cochabamba y Santa Cruz pasó a ser controlado Estas directrices no fueron del agrado de Manuel
nuevamente por las tropas virreinales del Perú. Asencio Padilla, quien las consideró ofensivas, ya
que a concepto del caudillo desvalorizaban la ac-
tuación de los grupos guerrilleros de Charcas. Con
La Tercera Expedición rioplatense la retirada de la Tercera Expedición el ejército real
una vez más se hacía dueño del territorio, aunque
A fines de 1814 fue nombrado en el Río de la Plata las tropas irregulares de guerrilleros siguieron
el general José Rondeau como comandante de la actuando en diversas regiones.
Tercera Expedición al Alto Perú. La misma partió en
enero de 1815, arribando en mayo a Potosí tras una
serie de inconvenientes. Por su parte las fuerzas del La Cuarta Expedición rioplatense
general realista Pezuela, como consecuencia de la
noticia del levantamiento en el Cuzco y el avance El último intento de controlar Charcas por parte
de los insurgentes hacia La Paz, se habían visto de Buenos Aires se dio en 1817, con la organiza-
obligadas a retroceder hasta Challapata, desde ción de la Cuarta Expedición que fue confiada al
donde Pezuela había enviado fuerzas hacia La Paz coronel Gregorio Araoz de la Madrid, quien se
y Puno dirigidas por el General Juan Ramírez, con encaminó hacia Tarija donde, aliado a los patrio-
el objetivo de reprimir el movimiento. tas tarijeños, el 15 de abril se enfrentó y venció
Durante todo el invierno de 1815 se man- a las tropas realistas comandadas por Andrés de
tuvieron las posiciones de los contendientes: los Santa Cruz en la batalla de la Tablada. Con esta
del Rey en Challapata y los de la Patria en Potosí, victoria en mente, las fuerzas de La Madrid in-
separados por una amplia región montañosa y tentaron llegar hasta Potosí, lo que no se verificó
de gran altura. El plan del ejército auxiliar y sus siendo derrotados en junio en la localidad de So-
aliados era rodear a las tropas de Pezuela por pachuy por las tropas de O’Really; produciéndose
Chayanta, Ayopaya y Sicasica; frente al mismo, un nuevo desbande.
Pezuela decidió un nuevo retroceso hasta Sora- Buenos Aires, ante el nuevo fracaso y al per-
sora, seis leguas al sur de Oruro. catarse de que sus expediciones a Charcas tenían
Hasta el mes de septiembre, Rondeau se quedó poco efecto, diseñó un nuevo plan para acabar pri-
en Potosí, aunque dedicó este tiempo a organizar mero con el bastión realista en el Perú, para luego
mejor la disposición de los grupos guerrilleros en adueñarse de toda la región: con este fin dejó el
Charcas, fraccionando el territorio y los recursos ataque frontal hacia Charcas, cambiando el frente
guerrilleros en dos zonas importantes: la primera de batalla hacia el sur del Virreinato del Perú, en
al mando del coronel Juan Antonio Álvarez de dirección a Chile. Con estas disposiciones Charcas
Arenales que comprendía desde el Desaguadero quedó tan sólo como un muro de contención ante
en el norte hasta Cinti en el sur y Cochabamba en posibles avances realistas. Es por este motivo que
el este; y la segunda al mando de Martín Miguel Buenos Aires, echando mano a los ya existentes
de Güemes que comprendía desde Tucumán hasta grupos irregulares en Charcas y Salta, se replanteó
Tupiza y Tarija. Por su parte, Santa Cruz seguía la idea del mantenimiento de una ancha faja de
bajo el control de Ignacio Warnes. norte a sur con pequeños enclaves controlados por
A fines de septiembre de 1815, Rondeau salió partidas ligeras, cuyo fin era debilitar, hostigar y
de Potosí con dirección al altiplano, aunque no destruir a las fuerzas españolas que pretendiesen
pudo tomar Oruro. El día 20 de octubre fue de- alcanzaran las Provincias Unidas del Sur.
XV. La lucha de guerrillas
podía controlar a los ejércitos del Rey acantona- ninguna estrategia particular, que atacaba y se
dos en Oruro. Sin embargo, ante el repliegue de dispersaba de forma relampagueante. Los indivi-
las tropas de Belgrano luego de las derrotas de duos que conformaban este tipo de organización,
Vilcapugio y Ayohuma, y la insostenibilidad de la muchas veces eran confundidos por bandoleros
plaza, optó por retirarse a los valles de Mizque y y a veces sus acciones estaban muy cerca de esta
Vallegarnde. Estos puntos le ofrecían una excelen- condición. Sin embargo, lo que se inició como
te posición geográfica pues se ubicaba al centro una montonera, muchas veces se transformó en
del territorio de la Audiencia, a la vez, en caso una guerrilla, es decir que evolucionó hacia un
de emergencia o por estrategia, podía fácilmente tipo de guerra más ordenado, con una estructura
moverse a los territorios controlados por Ignacio militar sólida, con objetivos de lucha que iban
Warnes, Manuel Ascencio Padilla, y caudillos más allá de la autodefensa y con estrategias de
como Umaña o Cárdenas (Luis Paz contabiliza 28 una guerra de guerrillas.
acciones de Álvarez de Arenales en combinación Sin embargo, dotarlas de un territorio de-
con los otros caudillos entre el 4 y el 19 de marzo finido, una población y un gobierno propio, es
de 1814). Finalmente, podía caer por la retaguardia ir más allá de lo que se pudo evidenciar en la
sobre la ciudad de Chuquisaca o abrirse paso por el Guerra de la Independencia. La “republique-
chaco hacia el territorio de las Provincias Unidas ta”, diminutivo de “república”, tiende hacia
del Río de La Plata. (Soux, 2010). esta definición. Para empezar, el dominio del
El sistema de guerrillas probó ser muy efecti- territorio no era constante, los ejércitos del
vo; las distintas guerrillas mantuvieron ocupadas Rey podían entrar, acampar y salir de un lugar
a las tropas del Rey desde el alejamiento del Ejér- donde supuestamente existía una republiqueta.
cito de Belgrano, en noviembre de 1813, hasta la La población del lugar no se identificaba como
incursión de las tropas de Rondeau, en julio de parte de un territorio autónomo, sino como
1814, manteniéndolas apartadas del territorio de parte y dueña de su “patria chica”, o sea del lugar
las Provincias Unidas, impidiendo una invasión a de su origen, y luego como parte de la “patria
gran escala y posibilitando la reorganización del grande”, o sea como integrante de las Provincias
Ejército Unido del Sur. Sin embargo, la guerra Unidas del Río de la Plata y finalmente parte de
de guerrillas no fue apreciada por los generales la América en su conjunto. En cuanto al gobier-
sureños. Varios son los relatos donde los principa- no, si bien el caudillo podía decidir los destinos
les líderes de guerrillas se sintieron despreciados, de vidas y haciendas en el entorno de la guerra,
es el caso de Manuel Ascencio Padilla cuando se éste dependía de un gobierno superior al cual
fue a presentar ante Rondeau, quien le quitó el reconocía como tal; de este recibía instrucciones
mando de sus hombres. y le remitía informes. En este caso, los caudillos
se hallaban bajo la dirección de los jefes de las
tropas de auxilio venidas del sur y luego de la
El Sistema de Guerrillas. Junta de Gobierno de Buenos Aires.
Principales grupos guerrilleros En este sentido, durante la Guerra de la
Independencia, se instalaron en el territorio
Como se ha dicho líneas arriba, los grandes de Charcas o Alto Perú seis grandes guerrillas.
grupos guerrilleros tradicionalmente fueron Iniciando desde el Sur, tenemos la Guerrilla de
identificados como “Republiquetas”. En un prin- Vicente Camargo dominando la región de Cinti;
cipio, este término fue utilizado por Bartolomé luego la de Manuel Ascencio Padilla y su esposa
Mitre solo para diferenciar las montoneras del Juana Azurduy, en el territorio de La Laguna; a
norte argentino con las montoneras del territorio su lado se ubicaba la guerrilla de Juan Antonio
altoperuano. A la par de esta situación, muchas Álvarez de Arenales con su centro en Vallegrande;
veces se ha querido desvirtuar la lucha armada de hacia el Este, sobre el territorio de Santa Cruz, se
los grupos guerrilleros en el territorio de la Au- encontraba la guerrilla de Ignacio Warnes. Por el
diencia de Charcas, calificándolas de montoneras otro lado, en los valles de La Paz y Cochabamba
en el sentido más laxo de la palabra. Es decir un se instaló la guerrilla dirigida por Eusebio Lira,
grupo de hombres sin una dirección ni objetivos y al noroeste de esta, en los valles de Larecaja,
definidos, reunidos al calor del momento, sin el cura Ildefonso de las Muñecas habría ganado
212 REFORMAS, REBELIONES E INDEPENDENCIA 1700 - 1825 / TOMO III
Figura 61. Ubicación aproximada de las principales partidas guerrilleras en el territorio de Charcas (1811-1821).
LA LUCHA DE GUERRILLAS 213
un espacio para su propia guerrilla. Existió una Cuando la situación política se estabilizó en
guerrilla más, la de Chayanta, que estuvo dirigida el Río de la Plata, el mando supremo de Buenos
por José Miguel Lanza y Esteban Cárdenas, sin Aires decidió enviar al tercer ejército de auxilio
embargo, su posición geográfica hizo que la mis- al mando del General José de Rondeau. Esta
ma fuera muy inestable y que al final terminase entrada tuvo toda la colaboración de los grupos
por desaparecer. guerrilleros que se plegaron al ejército “Auxi-
El sistema de guerrillas estaba implantado liar”, pero no recibieron el trato que esperaban
sólidamente en la región de los valles y que- y muchas veces fueron puestos en la retaguardia
bradas que dividen al altiplano de las regiones y sus caudillos despojados de sus mandos. Bajo
del Amazonas y del Chaco. Las posiciones de estas condiciones se sucedió la batalla de Viloma
los guerrilleros no eran fruto de la casualidad, o Sipe Sipe el 29 de noviembre de 1815, donde
pues conformaban un corredor continuo que Rondeau fue derrotado por el ejército realista
conectaba el territorio del Virreinato del Perú dirigido por Pezuela.
con el espacio de las Provincias Unidas. Al Esta situación fue un golpe muy duro al
mismo tiempo, esta región ofrecía un terreno sistema de guerrillas, puesto que con la retirada
escarpado de difícil acceso a las tropas regulares del Ejército sureño, se tuvo que retirar también
del Rey, pero ideal para la guerra de guerrillas, Álvarez de Arenales, desapareciendo así la coor-
ya que se constituía en casi inexpugnable. Ade- dinación de la guerra de guerrillas y quedando
más, las posiciones de estos grupos guerrilleros cada grupo bajo su propia dirección. Poco a
tenían un fácil acceso a ciudades como Tarija, poco fueron muriendo los principales caudillos
Chuquisaca, Cochabamba y otras poblaciones a manos de la reacción del ejército del Rey que
importantes donde se encontraban acantonadas había aprendido de sus errores y se nutrió de
varias unidades del ejército enemigo a las cuales un cuerpo de oficiales y soldados expertos en el
podían atacar y/o robar correspondencia, víveres combate de guerrillas.
y armas.
En un principio, este sistema de guerra no
fue entendido por los altos mandos del ejército Estrategia guerrillera
del Rey. Estos estaban acostumbrados a una
lucha directa, o por lo menos se imaginaban Los grupos guerrilleros arriba descritos podían
la guerra realizada entre grandes tropas en conformarse de un número reducido de apenas
batallas y a campo abierto. El General Joaquín diez o veinte hombres hasta formar facciones
de la Pezuela envió varios cuerpos militares a complejas con más de 500 soldados permanen-
destruir a los grupos insurgentes, sin embargo, tes y otros tantos que fungían como apoyo a las
la mayoría de ellos acababa agotado por el trajín operaciones militares. De esta forma, podemos
en un territorio agreste, siempre seguidos por encontrar dos tipos de organización al interior
los guerrilleros que evitaban la lucha frontal y de las guerrillas.
que se aprovechaban de la pesadez de los movi- El primer tipo es aquel que está conformado
mientos realistas. por una tropa con base en un ejército de línea,
Como se ha dicho, fueron varias las oca- pero que por las circunstancias debe operar como
siones donde las fuerzas de Álvarez de Arenales guerrilla. Este fue el caso de los cuerpos armados
fueron a reforzar o auxiliar a las de Manuel de Juan Antonio Álvarez de Arenales, Ignacio
Ascencio Padilla, o a las de Vicente Camargo, Warnes e Ildefonso de las Muñecas. El primero
lo que muestra el grado de coordinación entre fue nombrado como Gobernador Intendente de
estos caudillos. Por el otro lado, muchos líderes Cochabamba por Manuel Belgrano, mientras que
se le presentaban para colocarse a su entera dis- Warnes recibió el título de Gobernador de Santa
posición acatando las órdenes que se les remitía, Cruz, pero subordinado en lo militar al primero.
creando de esta manera un sistema articulado La relación entre ambos comandantes nunca fue
que respondía a una determinada jerarquía.Sin de las mejores. Sólo en situaciones de extremo
embargo, a pesar de la fluida comunicación entre peligro lograron actuar de forma conjunta.
grupos insurgentes de guerrilla, no ocurría lo Estos grandes cuerpos militares estaban con-
mismo con el alto mando sureño. formados por las tres armas del Ejército de tierra,
214 REFORMAS, REBELIONES E INDEPENDENCIA 1700 - 1825 / TOMO III
es decir, la infantería, la caballería y la artillería. Madrid hacía sus correrías por el lugar. Estos
Si bien la movilidad de este tipo de grupos era protagonizaron un encuentro que no se decidió
menor por la dificultad de trasladar cañones y con claridad para alguno de los bandos, sin em-
otros implementos, tenían la ventaja de movilizar bargo, Álvarez esperaba tener un encuentro final.
mayores contingentes. Una vez incrementado En esos momentos cayó un copioso aguacero lo
el número de integrantes de estas fuerzas, sus que ocasionó que el ejército del Rey decidiera su
respectivos comandantes podían definir el en- retiro ante la falta de bastimentos. Encontrán-
frentamiento frontal como sucedió en la batalla dose lejos de su cuartel de Cinti, debían pasar
de la Florida el 24 de mayo de 1815, entre las por la quebrada de Uturungo. Allí fue donde las
tropas dirigidas por Álvarez de Arenales y Warnes huestes de Camargo había preparado una celada;
contra las de José Joaquín Blanco. de los cerros inmediatos cayeron galgas a mon-
La segunda forma de estrategia se basaba en tones y rocas de tamaño colosal, lo que ocasionó
la evolución de las montoneras a guerrillas. Es que muchos de los soldados del Rey muriesen
decir se trataba de un cuerpo armado inicialmente en el acto; otros corrieron para salvar sus vidas,
desorganizado que con el paso del tiempo adquirió pero fueron rematados por la caballería de La
características más estructurales, pero que siempre Madrid quien terminó por asestar el golpe final.
actuó de forma guerrillera es decir evitando la Solo algunos pocos sobrevivieron para contar la
batalla decisiva. La gran diferencia entre ambos historia. (Paz, 1919)
grupos es el tipo de participación de los indígenas. Los otros grupos guerrilleros protagonizaron
Mientras que en el primero actúan como auxiliares, contiendas similares, siempre bajo el esquema
en el segundo son la fuerza principal. de la guerra de guerrillas. Quizá el que mejor
La guerra de guerrillas comprometió su desempeñó ese tipo de lucha fue Manuel As-
estrategia en varias acciones que culminaron cencio Padilla junto a su esposa Juan Azurduy.
exitosamente, una de las más notables fue la de El primero nació en la finca Chipirina, situada
Vicente Camargo, en febrero de 1815. Envia- en la jurisdicción de Moromoro en Chayanta
dos por Pezuela, los Comandantes Jáuregui y el 28 de septiembre de 1774. Al ser perseguido
Enezarro se encargaron de perseguir y aniquilar por su simpatía hacia el ejército insurgente tuvo
las fuerzas insurgentes ubicadas en Cinti. Las que emigrar a las Provincias Unidas por lo cual
acciones se desarrollaron con gran perjuicio de estuvo presente en las batallas de Tucumán y
los grupos patriotas, lo que los llevó a considerar Salta, ingresando nuevamente con el ejército de
que la zona estaba pacificada decidiendo su re- Belgrano. Después de la Batalla de Ayohuma se
torno a los cuarteles de Cotagaita. Sin embargo, mantuvo en el Alto Perú haciendo de la región de
Camargo, quien había previsto tal situación, La Laguna su territorio de guerrilla. Por su parte,
llamó a la población de La Loma, Culpina y la famosa Juana Azurduy nació en La Plata el 12
Quiriquira para que se colocaran en un punto de julio de 1780, por algún tiempo estuvo en el
estratégico. Cuando las tropas del Rey pasaron convento de Santa Teresa como educanda. Ambos
por un desfiladero, las huestes de Camargo personajes pertenecían a familias importantes de
atacaron dejando caer piedras y cortando la la región. (Querejazu, 2005)
retirada al enemigo. Enezarro acudió en auxilio Las actividades de estos esposos comenzaron
de la tropa, pero fue recibido con una pedrada muy temprano, pues el registro de sus hechos co-
que le cegó la vida. La confusión fue general mienza en 1811, cuando Padilla se presentó ante
en el bando realista, los soldados huyeron de Castelli con auxilio de víveres para su tropa en
la zona pero con tal mala suerte que llegados Sapiri y el tambo de Yurubamba. Por este hecho y
al río Palca Grande se ahogaron en su intento ante el desastre de Guaqui, la Corona emitió orden
de cruzar sus crecidas aguas. De este modo, la de arresto en su contra. Este hecho marcó el inicio
victoria fue completa. (Paz, 1919). de su vida como guerrillero. Para el año de 1813,
Un año más tarde, Camargo nuevamente los esposos Padilla acaudillaron una considerable
asestó una derrota al ejército del Rey, esta vez en cantidad de hombres dominando el territorio de
la quebrada de Uturungo. El Brigadier Antonio La Laguna y Tomina; sin embargo, el encuentro
María Álvarez se había internado en el territo- que marca el punto más alto en su carrera como
rio de Cinti en momentos en que el Mayor La guerrilleros es, sin duda, la batalla de El Villar.
LA LUCHA DE GUERRILLAS 215
Para marzo de 1816, Pezuela se hallaba pla- rendición de la plaza. En aquellos instantes, sólo
nificando una incursión al territorio de las Pro- quedaba en la ciudad una tropa de 600 hombres
vincias Unidas del Río de la Plata, sin embargo, al mando de La Hera, situación que fue aprove-
no podía dejar el teatro de operaciones del Alto chada por el bando insurgente. Padilla, al mando
Perú sin resguardo pues las guerrillas aun inquie- de más de 4000 indios, se situó en La Recoleta a
taban las tropas reales. De esta forma, destinó al principios de mayo, destinando a sus comandantes
Comandante José Santos La Hera, Presidente a distintos puntos. Los ataques fueron incesantes
de la Audiencia de La Plata a la persecución de pero desordenados, lo que hacía que los intentos
los esposos Padilla. Este jefe realista se internó fueran infructuosos. Entonces, el 11 de julio, se
en los territorios de Tomina y Pomabamba es- optó por una estrategia simple pero efectiva: ro-
perando encontrar al enemigo. Se produjo una dear la urbe y atacar todos al mismo tiempo. Las
serie de escaramuzas en el tránsito de las fuerzas acciones comenzaron bien para los insurgentes
de La Hera; acometiendo por la retaguardia o los pues sus hombres se acercaban cada vez más a la
costados, los guerrilleros nunca comprometieron plaza principal, sin embargo, una de las puntas
una acción decisiva y se retiraban antes que la al mando del Capitán Rosario y el caudillo Bayo
victoria se definiera. Comprendiendo la táctica, fueron rechazadas lo cual provocó las idas y venidas
el Comandante de los Ejércitos del Rey decidió de ambos bandos hasta que las tropas insurgentes
atacar el sitio de El Villar, una de las plazas fuertes fueron rechazadas por completo. (Paz, 1919).
del grupo de Padilla, aprovechando que en éste Otro hecho digno de destacar por la estrate-
se hallaba únicamente su esposa, Juana Azurduy. gia combinada entre lucha tradicional y guerrilla,
Las fuerzas de la amazona resistieron los embates es el que protagonizaron las tropas de Warnes y
realistas, hasta que por fin llegó el refuerzo de Álvarez de Arenales en el combate de la Florida.
Manuel Ascencio. En ese instante, tomado por Esta batalla fue precedida de los combates de San
dos frentes, La Hera decidió retirarse, dejando Pedrillo (4 de febrero de 1814) y La Angostura;
en el campo todo su parque y víveres, así como donde, por separado, ambos fueron derrotados
15 muertos y varios heridos. por las tropas del Coronel José Joaquín Blanco.
Otro hecho se produjo cuando La Hera, se Ante la urgente necesidad de conformar un solo
encontraba en la zona de La Laguna, sobre este cuerpo ante un enemigo común, los dos jefes
punto se había formado un cerco con la ocupación insurgentes dejaron sus posiciones personales y
de los principales puntos de entrada o salida. Ante juntaron fuerzas.
la situación desesperada, la Hera ordenó al mayor Álvarez de Arenales había escogido bien el
Pedro Herrera que con su batallón “Cazadores terreno donde se enfrentarían los dos bandos y su
del General” atravesase las líneas enemigas y se posición en el campo de batalla. Las hostilidades
pusiese en contacto con la ciudad de La Plata. Su comenzaron al iniciar la mañana del 24 de mayo
avance estuvo lleno de dificultades, pero fue en de 1815, cuando las tropas de Blanco salieron
Jumbate, en las cercanías del pueblo de Tarabuco, en persecución de las guerrillas que había des-
donde se complicó la situación el 12 de marzo de plegado Álvarez de Arenales. El objetivo de los
1816: allí lo esperaba el Comandante Zerna con insurgentes era claro, atraer al enemigo hasta el
su tropa formada de 2000 indios. Esta superio- centro de su columna y atacarlo por los flancos.
ridad numérica, sumada a la falta de municiones Blanco no se dio cuenta del ardid y sus tropas
por haberlas gastado en el camino, determinó cayeron en la trampa.
que las tropas de Herrera fueran arrolladas por Los soldados del Rey, haciendo gala de su ve-
el ímpetu indígena, los cuales arrebataban de las teranía, resistieron con denuedo el embate de las
manos de los soldados los fusiles no mostrando fuerzas insurgentes, finalmente el propio Coronel
temor ante la muerte. Ese día, como constancia Blanco quedó muerto en el campo de batalla.
de la victoria, se arrebató la bandera de las huestes Las tropas realistas salieron en fuga y Álvarez de
del Rey, quedando como trofeo de guerra. (Paz, Arenales decidió perseguirlas para rematarlas;
1919). sin embargo, se alejó del cuerpo principal de su
Otro hecho por el que se volvió famoso Pa- tropa, lo que fue aprovechado por los soldados
dilla fue el cerco a la ciudad de La Plata, en julio perseguidos que dispararon alcanzándole catorce
de 1816, cuando estuvo muy cerca de lograr la tiros, tres de ellos en el rostro. A la llegada de su
216 REFORMAS, REBELIONES E INDEPENDENCIA 1700 - 1825 / TOMO III
Figura 62. “Muerte de Ignacio Warnes en la batalla del Pari”. Emilio Amoretti.
Fuente: Finot, 1927.
contingente se lo rescató milagrosamente vivo. Marqués de Valde Hoyos, cuyas milicias fueron
Por esta acción, Álvarez de Arenales fue elevado vencidas luego de un breve intento de resistencia
al rango de General y el Gobierno de Buenos gracias al apoyo de algunos simpatizantes de los
Aires le concedió un escudo de honor que decía insurgentes, en la misma ciudad. (Paz, 1919)
“la patria a los vencedores de la Florida”. (Paz, Durante la estadía de las tropas cuzqueñas
1919). Ese día se ganó una importante batalla en La Paz se produjo un hecho lamentable. Valde
utilizando al mismo tiempo las estrategias de Hoyos, al prever que los insurgentes se alojarían
lucha abierta tradicional y la de guerrilla. Como en el edificio del cabildo, hizo colocar allí la
fruto de la victoria, Santa Cruz quedó en poder pólvora para que cuando estos la ocupasen una
de los insurgentes. persona de su confianza encendiera una mecha,
Como se ha dicho, Ildefonso de las Muñecas haciendo estallar todo el edificio. Sin embargo,
instaló su guerrilla en la región de Larecaja. Este cuando acabó la refriega, tanto el Gobernador
personaje se constituye en uno de los grandes como sus ayudantes y otros prisioneros fueron
guerrilleros de la independencia. De origen tu- encarcelados en ese lugar. Como eran ellos los
cumano, fue cura de la catedral del Cuzco. Mu- que sufrían grave riesgo, se dio aviso de esta si-
ñecas llegó a La Paz junto con Mariano Pinelo, tuación y se dispuso que la pólvora sea trasladada
enviados por los insurgentes que a la cabeza de al cuartel, donde, en un hecho incomprensible, se
los hermanos Angulo y de Mateo Pumacahua se encendió una mecha haciendo estallar los barriles.
habían pronunciado a favor de la independencia En este edificio se encontraban presos algu-
en el Cuzco. nos miembros de la elite de la ciudad, reconoci-
Pinelo y Muñecas al mando de un contingen- dos como leales al Rey, los que fueron acusados
te armado llegaron al territorio de la intendencia por la plebe de haber provocado la explosión.
de La Paz en septiembre de 1814, donde el 11 del Se produjo entonces una matanza espantosa al
mes mencionado tuvieron su primer encuentro grito de ¡Traición! donde murió gran parte de
en el puente del Desaguadero. El 22 ya estaban los realistas españoles y criollos de La Paz inclu-
en El Alto y el 24 atacaban la ciudad con el apo- yendo el Márquez de Valde Hoyos cuya casa así
yo de los indios de Omasuyos. En ese momento como de los reconocidos como realistas fueron
el Gobernador Intendente de la ciudad era el saqueadas. (Paz, 1919)
LA LUCHA DE GUERRILLAS 217
Figura 63. Iglesia de Guaqui en la actual provincia Ingavi del Departamento de La Paz. Su ubicación a las orillas del lago Titicaca y su
cercanía al límite con el virreinato del Perú en el Desaguadero dieron a este pueblo una ubicación estratégica.
Fuente: José Manuel Zuleta.
LA LUCHA DE GUERRILLAS 219
asesinado en circunstancias que hasta ahora son Eusebio Lira organizó a su fuerza en dos
oscuras. El parte oficial indica que su muerte tipos de combatientes. Por un lado tenemos a
fue fruto de la mala fortuna al dispararse una todos aquellos comandantes de partidas ligeras,
carabina de forma fortuita. Sin embargo existen guerrillas o montoneras, tanto de indios como
otras versiones que afirman que fue asesinado de cívicos, que actuaban regionalmente en sus
por el comandante que lo trasladaba al Cuzco, lugares de origen; por el otro lado tenemos una
llamado Pedro Solar, quien le habría disparado fuerza militar compuesta de cuatro compañías
por la espalda. Lo cierto es que el 8 de mayo de de infantería más una de caballería y una de ar-
1816 se cegó la vida de otro ilustre guerrillero. tillería al mando de oficiales experimentados. La
Bajo este panorama, muertos los principales combinación de estos dos tipos de fuerzas crearía
caudillos y sin un comandante general que supiese un cuerpo capaz de enfrentarse a los ejércitos del
captar a nuevos elementos, el único bastión de la Rey y derrotarlos. Este cuerpo insurgente llevaría
insurgencia que quedaba con vida era el que se la denominación de la División de los Valles de
ubicaba en las quebradas de los valles de La Paz La Paz y Cochabamba (Mamani, 2010).
y Cochabamba. En total, esta primera organización contaba
con 42 caudillos-comandantes y 32 oficiales en las
compañías. El número total de hombres que con-
De la Guerrilla a la división de los Valles de La Paz formaban las guerrillas o montoneras no se puede
y Cochabamba definir, pero haciendo un cálculo aproximado de
20 hombres por cada guerrilla, da un total de 840
Para el año de 1814, luego de la retirada de Ma- hombres. Para el caso de las Compañías, con base
nuel Belgrano al mando del Segundo Ejército en los datos entregados por José Santos Vargas
sureño llamado “auxiliar”, hizo su aparición en la en su Diario, tenemos a 300 hombres. Entonces
región de los valles de La Paz y Cochabamba un se puede hacer un cálculo aproximativo de 1140
mestizo del pueblo de Mohoza, proveniente de hombres bajo el mando de Lira, sin tener en
las filas del Ejército de Belgrano. Eusebio Lira, a cuenta a las famosas “indiadas” pertenecientes
fuerza de carisma, redes sociales, empatía con los a las distintas comunidades indígenas de la zona
indios y gran capacidad militar, logró atraer para que solían agruparse en números que iban de
sus filas a una numerosa cantidad de hombres 300 a 1000 hombres.
de distintas condiciones y organizar un pequeño Ambas fuerzas, guerrillas y compañías, se
cuerpo armado (Demélas, 2007). hallaban bajo el Comando de Eusebio Lira, sin
Con el tiempo, la fuerza de Eusebio Lira embargo las guerrillas locales tenían más auto-
creció considerablemente, tanto que se hizo con nomía por estar en lugares alejados del cuartel
la guerrilla más notable de la zona; sin embargo, general. La dependencia se hacía más directa en
había otros caudillos que también tenían fuerzas el caso de las distintas compañías, puesto que Lira
apreciables y actuaban en la misma región. Esto podía ordenarles directamente. Otra diferencia
creó conflictos en las fuerzas insurgentes del clara entre estas dos fuerzas es la calidad de sus
área de los valles por el control del territorio. oficiales; en la primera los comandantes regio-
La solución fue el sometimiento o la organi- nales debían ser personas conocidas del lugar, ya
zación de un cuerpo único que aseguraría un que es en base a esto que lograban su liderazgo; en
funcionamiento capaz de enfrentar al enemigo cambio, los oficiales de las compañías provenían
en acciones coordinadas. De esta forma, el 1 de de distintos lugares tanto de Charcas, como de
noviembre de 1814, en el pueblo de Tapacarí, Paraguay, Cuzco o Chile, valorándose su expe-
en una magna asamblea celebrada entre todos riencia en el combate así como su rango anterior
los jefes de guerrillas y montoneras de la región (Mamani, 2010).
de los valles de La Paz y Cochabamba, se eligió Una mención especial se merece la partici-
a Eusebio Lira como Comandante en Jefe del pación popular en esta organización militar. Del
Interior de los Valles. (Vargas, [1852] 1982). total de los caudillos de montoneras que estaban
Este nombramiento aseguraba a este personaje bajo las órdenes de Eusebio Lira, la mayoría eran
el poder sobre los otros comandantes así como de origen indígena; de ellos, los más famosos
la fuerza para organizarlos. fueron:
LA LUCHA DE GUERRILLAS 221
• Mateo Quispe, el gran caudillo de Moho- Eusebio Lira fue el primer gran caudillo de
za, quien al mando de sus hombres colocó los valles de La Paz y Cochabamba. Bajo su man-
una emboscada en una quebrada del lugar dato la División alcanzó su máximo apogeo, pues
para acometer a una fuerza de 100 hombres su área de influencia se extendía desde Circuata al
fuertemente armados y apoyados por “indios norte de los Yungas paceños hasta Quillacollo en
fieles”. pleno territorio Cochabambino. Esta extensión
• El escurridizo Miguel Mamani, quien en sólo podría ser comparada con su conformación
varias ocasiones fue aprehendido y de quien final al término de la Guerra de Independencia.
se decía que se convertía en piedra, árbol o A diferencia de los otros caudillos, la muerte
algún animal para escapar de sus captores. de Eusebio Lira se debió a causas internas y no en
Murió en 1820 en Morochata en circuns- batalla contra los enemigos. Para noviembre de
tancias muy especiales. Al encontrarse en 1817, la División de los Valles había alcanzado un
un chichería completamente ebrio y ante poder y un prestigio admirables, lo que provocaba
la entrada de los del Rey, fue puesto en una envidias por parte de los propios oficiales que
tinaja donde se guardaba el licor, confiando conformaban este cuerpo armado. La noche del
en que no despertaría. Al sentir a los soldados
14 de diciembre, Manuel Marquina y Eugenio
realistas, se levantó y los increpó ferozmente.
Estos, “antes de que se escape”, lo acribilla- Moreno mostraron en una asamblea convocada
ron a balazos dejándolo muerto. para el efecto una supuesta carta firmada por Lira
dirigida al Coronel realista Rolando en la que
• Andrés Simón, natural de Sicasica, luego de ofrecía obediencia al Rey y entregar sus fuerzas.
la batalla de Guaqui emigró a Salta de don- Esto produjo zozobra en el campamento del
de volvió con la comisión de organizar los pueblo de Machaca. Inmediatamente Lira fue
pueblos indios a favor de la causa de Buenos puesto bajo sospecha de traición y trasladado de
Aires. Antes de encontrase en Ayopaya cir- sus aposentos al lugar donde se llevaría adelante
culó por todo el altiplano paceño y Orureño.
su juicio. Sin embargo, en el momento en que en-
Tuvo el título de “Comandante general de los
traba al salón predispuesto para el efecto, recibió
indios de la Patria” (Mamani, 2010).
un balazo por la espalda, que lo dejó mortalmente
En la organización militar de la guerrilla herido. Después de una agonía que se extendió
profesional que Eusebio Lira había concebido, se por toda la mañana siguiente, murió proclamando
hallaban también algunos indígenas como cabos y ser patriota y católico.
sargentos, como Mariano Cerezo, Manuel Mayta, Tras la muerte de Eusebio Lira, la División
Nicolás García, etc. A la vez los indígenas podían entró en un periodo crítico de peleas internas
obtener la veteranía en las lídes de la guerrilla por el vacío que había dejado el gran caudillo.
y ser considerados como “Soldados antiguos” Un primer personaje que entra en este juego fue
siendo tratados como iguales en la tropa. Esto Santiago Fajardo, quien contaba con el apoyo del
podía ser posible ya que Lira se ocupaba de que “clan de los cuzqueños” que estaba conformado
todos sus elementos obtuvieran la instrucción por refugiados de la desaparecida guerrilla de
necesaria para el manejo de las armas de fuego y Larecaja y eran los que habían tramado la muerte
las formaciones militares, conocimientos básicos de Lira. Fajardo fue nombrado comandante desde
para esta profesión. noviembre de 1817 hasta marzo de 1818. Poste-
Finalmente, el grupo contaba con la temida riormente, José Manuel Chinchilla logró hacerse
indiada. Estos se organizaban al mando de sus auto- con la Jefatura, después de conseguir el apoyo de
ridades originarias, quienes reconocían el mando de la indiada y descabezar a Fajardo. Chinchilla fue
Eusebio Lira y a cuyo llamado acudían sin dilación Comandante en Jefe de la División de los Valles
alguna a la cabeza de entre 100 a 500 hombres ar- desde marzo de 1818 y se mantuvo en tal cargo
mados de palos, lanzas y cualquier otro artefacto. hasta febrero de 1821, cuando fue reemplazado por
Su fuerza consistía precisamente en su gran número José Miguel Lanza, quien en marzo de ese mismo
pues fácilmente podía cercar al enemigo y atacar año lo mandó fusilar. (Vargas, [1852] 1982)
desde varios puntos. La desventaja de este tipo de Los periodos de comandancia de Eusebio
lucha era la gran mortandad que sufría la indiada, Lira y José Manuel Chinchilla pueden conside-
fruto de las armas de fuego que utilizaba el enemigo. rarse continuos ya que, aparte de aquellos meses
REFORMAS, REBELIONES E INDEPENDENCIA 1700 - 1825 / TOMO III
Figura 64. Mapa del área de influencia de la partida ligera de Ayopaya durante la comandancia de Eusebio Lira.
222
LA LUCHA DE GUERRILLAS 223
de la jefatura de Fajardo, no hubo más tensiones acción la infantería enemiga, ubicada al centro,
internas y tampoco se transformó sustancialmen- tomó impulso y logró que el centro insurgente
te la organización que Lira había dejado. Sin em- retroceda. Lira, que había previsto esta situación,
bargo, los años de la Comandancia de Chinchilla ordenó que se haga un repliegue al cerro que se
fueron los más duros de afrontar. encontraba detrás de las líneas insurgentes. El ala
Recordemos que para finales de 1816 la gran izquierda de la tropa insurgente parecía perdida,
mayoría de los caudillos principales de la región sin embargo, el costado derecho formado por
de Charcas habían muerto, fruto de las intensas guerrilleros profesionales tomó el costado iz-
expediciones “pacificadoras” realizadas por las quierdo del enemigo y ganó la retaguardia de éste.
nuevas unidades venidas de la península, expertas En ese momento se produjo un equilibrio
en combate contra-guerrilleras. Al mismo tiempo, en la posición de las fuerzas, teniéndose ambos a
las fuerzas del Rey contaban con oficiales ya ve- dos fuegos, es decir eran atacados por el centro
teranos que habían peleado en muchas ocasiones y los costados. Al parecer los soldados del Rey
contra las huestes guerrilleras, por lo tanto ya empezaron a tener problemas con las municiones
podían neutralizar a los guerrilleros insurgentes y es por esto que se retiraron, estando a punto de
de manera efectiva. tomar como prisioneros a todos los guerrilleros.
Entre los principales Jefes realistas que Finalmente el resultado de la batalla no fue cla-
irrumpieron en la zona de los valles de La Paz y ro, ya que cada uno retrocedió a sus respectivos
Cochabamba se puede citar a Francisco España, cuarteles.
Gobernador Subdelegado de Sicasica; Agustín En esta acción se puede ver que el centro,
Antezana, Gobernador de Quillacollo; Juan conformado por la infantería y la indiada soportaba
Bautista Sánchez Lima, Gobernador de La Paz; todo el peso de la lucha y que las caballerías prote-
Baldomero Espartero, al mando del Batallón gían los flancos. Estas, por su rapidez de movimien-
Gerona, entre otros (Vargas, [1852] 1982). tos, eran capaces de traspasar las líneas enemigas.
La táctica de lucha por parte de las tropas de
Lira puede definirse entre la guerra de guerrillas
y la confrontación frontal, esto por el grado de El legado de la Guerra de Guerrillas
sofisticación que se había alcanzado; sin embar-
go, en muchas ocasiones, se hacía uso de todos Como muchos autores han mencionado, la Guerra
sus recursos para ganar las batallas. Uno de estos de Guerrillas fue un método por demás esforzado y
casos es el ocurrido el 16 de marzo de 1817. Un sangriento que se pudo dar en la Guerra de la Inde-
cuerpo al mando del Coronel José Casto Navajas pendencia en Charcas. Mal equipados, siempre en
se movía por las inmediaciones del pueblo de desventaja de armamento y con poca preparación
Cavari buscando a los insurgentes. A mediados de militar, los hombres y mujeres que conformaron
marzo de ese año, por fin pudo localizar a las tropas las guerrillas supieron mantener en jaque a las
de la División y tuvieron su encuentro. Entonces fuerzas del Rey, teniendo sendas victorias como las
Lira colocó al Capitán Agustín Contreras con de la Florida o el Villar, pero también estrepitosas
su Compañía de caballería al costado izquierdo; derrotas como el Pari o Choquelluska.
caballería cívica e infantería al mando del Gober- Por otro lado, las guerrillas supieron man-
nador Subdelegado don José Manuel Arana y del tener el interés del ejército del Rey. Sin esta dis-
Comandante Pedro Bascopé al costado derecho, y tracción, Pezuela habría completado su misión de
a toda la indiada, más de 200 hombres, y el resto de invadir el territorio de las Provincias Unidas del
infantería de más de 50 hombres con un cañón al Río de la Plata, hoy Argentina, para acabar con su
centro (Ibíd.). En esta escena se puede ver a todos revolución y devolver estas regiones al dominio
los elementos de la División de los Valles actuando Real. Esto no sucedió pues una gran parte de su
en conjunto bajo las órdenes de Eusebio Lira. ejército estaba destinado a contener los embates
El enemigo tomó una posición semejante. guerrilleros.
Después de iniciadas las acciones, y como con- Sin embargo, el olvido de las autoridades
secuencia de que las fuerzas del Rey estaban del Sur, así como las nuevas incorporaciones y la
mejor entrenadas, no tardaron en vencer al ala veteranía de los soldados del Rey, propiciaron que
compuesta por la caballería cívica. Con esta en 1816 la gran mayoría de los grandes caudillos
224 REFORMAS, REBELIONES E INDEPENDENCIA 1700 - 1825 / TOMO III
comandantes de guerrillas fueran atrapados y donde el caudillo Eusebio Lira y su sucesor José
muertos. Una vez desaparecidos estos, surgieron Manuel Chinchilla supieron mantener viva la lla-
nuevos caudillos que aunque no lograron la im- ma de la insurgencia, hostigando al enemigo hasta
portancia y el poder de los anteriores supieron el cansancio en espera de una nueva incursión
mantener el espíritu de la guerrilla. sureña. En síntesis, la guerra de guerrillas que se
Una de las regiones que se distinguió por dio en el territorio de la Audiencia de Charcas
esto fue la de los Valles de La Paz y Cochabamba, fue una de las más heroicas de su tiempo.
XVII. Del control realista a la Independencia
La División de los Valles después de 1821. Pedro Arias natural y vecino del mismo Salta,
don Marcos Montenegro vecino y natural de la
La época de Lanza ciudad de La Paz, don Manuel Paredes natural del
pueblo de Punata, y don Pedro Graneros natural
La táctica de la Guerra de Guerrillas, que tanta del pueblo de Inquisivi en aquellos Valles, todos
eficacia había adquirido en los años de 1813 a mandados por el señor general Güemes. (Vargas,
1816, para el año de 1821, prácticamente había [1853] 1983).
sido resuelta y vencida por el ejército del Rey.
Sólo un grupo reducido de hombres quedaba en Esta cita extraída del diario de José Santos
las breñas de Ayopaya y Sicasica manteniendo la Vargas, nos muestra la extrañeza con la que fue
lucha aunque con muy escasos resultados. recibido el nuevo Comandante de la fuerzas de
Hasta ese entonces el que se había hecho los valles. “Sin que hayga la más mínima noticia”
cargo de la supervivencia de la Guerrilla fue José Lanza arribó a esta región con despachos de Mi-
Manuel Chinchilla. Como se dijo en el capítulo guel de Güemes de coronel de la patria y nom-
correspondiente, a éste le tocó hacer frente en brándolo sucesor de Chinchilla en el comando
el periodo más crítico, pues se hallaba olvidado de las fuerzas interiores de los valles. Ante esta
de los superiores de Salta y Buenos Aires a la par situación Chinchilla no tuvo más que objetar y
que tuvo que contener todos los embates de los comunicó a todos los pueblos que le obedecían,
cuerpos militares realistas. Muchas veces estuvo así como a los comandantes de guerrilla que esta-
al borde de la muerte e incluso una vez se lo dio ban bajo su mando, que él se retiraba y que ahora
por capturado por el enemigo y fusilado. su nuevo comandante en jefe se haría cargo de la
De la gloriosa División de los Valles que Eu- situación. Les encomendaba obediencia e indica-
sebio Lira había conformado para el año de 1817, ba también que volvería en cuanto la situación lo
ahora sólo quedaban rastros, casi todos los viejos requiriese (Ibíd.).
comandantes habían sido muertos a manos de las De esta forma, muchos comandantes se
campañas de pacificación, algunos otros se habían presentaron ante él en Inquisivi y muchos otros
pasado al bando enemigo y unos tantos desapa- mandaron sus cartas de atención. No obstante,
recieron de los registros sin conocerse su destino este tiempo fue aprovechado por aquellos que
final. Es entonces que enviado desde Salta arribó habían tenido alguna rencilla con Chinchilla
de improviso en esta región, José Miguel Lanza. para crear temor en Lanza, haciéndole ver que
el antiguo comandante en cualquier momento
se dispondría a desarmarlo y quitarle su cargo.
La llegada de José Miguel Lanza. Sus primeras reformas
Entre estos se encontraban los supervivientes
El 13 de febrero repentinamente llegó al pueblo
de la trama contra Eusebio Lira, Agustín Con-
de Inquisivi sin que hayga la más mínima noti- treras y Pedro Graneros. Este último fue hasta
cia el señor coronel don José Miguel Lanza del Salta, y por las suposiciones de Vargas, fue quien
punto de Salta (en donde se hallaba el ejército informó mal a Güemes de la comandancia de
de la Patria) entre cuatro oficiales como son don Chinchilla. Sin embargo, es posible que Lanza
230 REFORMAS, REBELIONES E INDEPENDENCIA 1700 - 1825 / TOMO III
quería declararse Rey del Perú, lo que daría como tanto padecíamos los infelices patriotas que
resultado la independencia de estas tierras del nos hallábamos en el centro mismo de nuestros
dominio español (Ibíd.). enemigos, que teníamos dos partidos: el rey y
No sabemos cómo es que Vargas obtuvo sus tropas, las tropas de la constitución espa-
esta información, pues como él mismo refiere, ñola; en fin todo, todo se concluyó" (Vargas,
todas las conversaciones se dieron a puertas ce- [1852] 1982).
rradas, sin interrupción de nadie. Sin embargo, La batalla de Ayacucho, celebrada el 9 de
es muy probable que algo así haya ocurrido. Lo diciembre de 1824, decidió por fin el destino de
cierto es que el 18 de octubre, Lanza escapó América. Derrotadas las fuerzas constitucionalis-
de sus captores, (o era puesto en libertad), y tas, la independencia de Charcas era inevitable.
se internó en los valles. Una vez en su terri- Como se dijo líneas arriba, Lanza supo de esta
torio, mediante una proclama hizo conocer su victoria el 23 de diciembre, la información fue
retorno, los acontecimientos protagonizados confirmada el 28 del mismo mes. Al mismo
por el Ejército Libertador al mando de Simón tiempo, Olañeta trasladaba sus cuarteles al sur
Bolívar, así como la fuerza de los soldados del de Charcas, ya no había impedimentos para que
Rey. (Demélas, 2007) el “Batallón de los Aguerridos” haga su triunfal
Poco tiempo después, el 11 de diciembre de aparición.
1824, llegó a la localidad de Capiñata el doctor Lanza había puesto este nombre a su tropa
Casimiro Olañeta enviado por su tío el General y con esta se dirigía sobre la ciudad de La Paz
Pedro Antonio de Olañeta para conferenciar para tomarla y posesionarse en ella. Esta urbe se
con Lanza. Esta vez, este último se mostró más hallaba controlada por la facción absolutista, allí
renuente a llegar a un convenio definitivo, argu- se encontraban el Comandante Jerónimo Valdés
yó que por las incesantes persecuciones de los (homónimo del general constitucionalista), junto
constitucionalistas y absolutistas no podía hacer con los coroneles Francisco Anglada y Castro.
frente al primer bando, pero que podía contar Lanza esperó hasta que estos se retirasen con
con él y sus tropas, reconociendo de esta forma a sus fuerzas para así poder entrar sin ninguna
Olañeta como su aliado. A cambio de esta alianza, oposición.
Lanza mandó pedir auxilios al general absolutista; Finalmente el General José Miguel Lanza
a los pocos días solicitó ropa, dinero, municiones al mando de su Batallón de los Aguerridos entró
y demás pertrechos de guerra. Como respuesta en la ciudad de La Paz el 25 de enero de 1825.
se le envió: “…solamente ropa como para 200 Posesionado de esta ciudad, se autonombró,
hombres (pantalones, chaquetas y zapatos, seis Presidente y Comandante General de la hasta
cargas) quedando a mandar después algún auxilio entonces Intendencia de La Paz. Días antes ya
de dinero” (Vargas, [1852] 1982). había mandado cartas al Mariscal Antonio José
Lanza supo el 23 de diciembre el triunfo de de Sucre informando de la situación del Alto
las armas del Ejército Libertador sobre las del Perú y haciéndose ver como el claro dominador
Virrey La Serna; la facción de los constitucio- de este espacio, de la misma manera, se colocaba
nales había sido derrotada en Ayacucho. Esto a sus órdenes tanto a él como su tropa. (Demé-
significaba que en poco tiempo la facción de las, 2007)
Olañeta sería también derrotada; vio entonces Es en este punto que la actuación de Lanza
que jugar con los dos bandos ya no representa- se torna cuestionable. Tradicionalmente se ha
ba peligro y más bien, había reportado alguna juzgado la etapa de su Presidencia en La Paz
ganancia vista en los uniformes que se le había como caótica, derrochadora o corrupta, hasta el
mandado. punto de colocar las finanzas públicas al borde
de la bancarrota. Marié-Danielle Demélas, al res-
Finalmente La Paz pecto, afirma que Lanza no era un administrador,
era un militar. Se vio claramente que las finanzas
"tConcluyó el año 1824, se concluyó tantas fa- eran gastadas en recompensas a sus hombres,
tigas, tantas penalidades, se concluyó el sistema que por otro lado habían luchado en las peores
real, se concluyó el partido de la constitución condiciones y habían soñado que con el fin de la
española, se concluyó todos los trabajos que guerra vendrían mejores días.
DEL CONTROL REALISTA A LA INDEPENDENCIA 237
Cuadro 10
Organización del Ejército realista del Perú
Mientras tanto en Lima, las condiciones por vía del Desaguadero, Santa Cruz ocupó la
políticas estaban cambiando. En febrero Andrés ciudad de la Paz. Desde Viacha Gamarra envió a
de Santa Cruz, mediante un pronunciamiento Pedro Zerda a buscar ayuda en los valles, donde
militar, impuso a José María de la Riva Agüero se entrevistó con José Miguel Lanza, a quien pidió
como Presidente de la República; en compen- ocupar Oruro. En esta villa se reunieron los dos
sación, éste nombró a Santa Cruz, Comandante jefes insurgentes y desde allí se decidió tomar
Supremo del Ejército, encomendándole armar Cochabamba, lo que sucedió el 28 de agosto,
una expedición con destino a Charcas a fin de siendo nombrado como Gobernador por la Patria
consolidar la propiedad de este territorio para de este distrito José Miguel de Velasco.
el Perú. Entonces, se formó un contingente de La Serna, al enterarse de todos estos movi-
cinco mil plazas, que emprendieron camino el mientos, envió al General Valdés con dirección
14 de mayo al mando de los generales Andrés de a Puno, llegando el 23 de agosto a la margen
Santa Cruz y Agustín Gamarra. En los primero occidental del Desaguadero. Ante esta situación,
días de junio mientras una fracción de las fuerzas Santa Cruz marchó desde La Paz al encuentro
de Santa Cruz desembarcaba en Iquique con el de las tropas del Rey trabando combate en el
fin de atraer a Olañeta, el grueso de la expedición villorrio de Zepita, a orillas del Titicaca, el día
siguió rumbo a Arica donde desembarcaron el día 24. El resultado de la batalla no fue claro, pues
7, tomando la población por asalto. ambos bandos se proclamaron vencedores. Por
En este punto, Santa Cruz dividió en dos este hecho Santa Cruz recibió el título de Ma-
sus tropas; así mientras él se dirigía primero a riscal de Zepita, título que a concepto de José
Ilo y luego a Arequipa, encargó a Gamarra la Luis Roca era discutible debido al resultado de
ocupación deTacna. Mientras tanto el Virrey, la misma (2007). Valdés se retiró de forma orde-
aprovechando que las fuerzas de Santa Cruz nada hacia el norte pero dejando más bajas que
habían dejado desguarnecida Lima, organizó la parte insurgente.
un ataque a la capital en el que participarían los Entre tanto, Olañeta regresaba de Tarapacá
hombres del general Canterac, que se desplaza- con una fuerza de 1500 hombres, pero al enterar-
rían desde Jauja, y la división del general Valdés, se de que Gamarra se encontraba en Oruro con
que avanzarían desde Huamanga. Ante el peligro una tropa que doblaba la suya decidió retirarse.
inminente, las tropas que defendían Lima y que se Para el 4 de septiembre, Santa Cruz llegó a Oruro
hallaban bajo el mando de Sucre, resolvieron re- para encontrase con Gamarra y reunir todas las
plegarse hacia el puerto del Callao. Libres de una tropas, entre las que se incluían las que mandaba
oposición militar, las fuerzas del Virrey entraron José Miguel Lanza.
en Lima saqueando la ciudad. Riva Agüero tuvo Después de la reunión, Santa Cruz y Gama-
que trasladarse a Trujillo, por lo cual el Congreso rra avanzaron hasta Sepulturas con el fin de pre-
proclamó a Torre Tagle como Presidente. sentar batalla. Por su parte, el 11 de septiembre,
Mientras tanto en la sierra, las fuerzas de el Virrey La Serna llegó a Panduro, reuniéndose
Gamarra se dirigieron al Desaguadero y el 9 de con Olañeta el 14, quien había marchado desde
agosto ocuparon Viacha; ese mismo día y también Potosí; de esta forma el grueso del ejército del
DEL CONTROL REALISTA A LA INDEPENDENCIA
Figura 71. Mapa de la campaña a Puertos Intermedios. 1822-1823. La Campaña a Puertos Intermedios fue diseñada por el General José de San Martín y tenía como objeto principal acosar por todos los
frentes a las fuerzas realistas que aún quedaban dispersas por el Perú evitando que tomasen contacto unas con otras.
239
240 REFORMAS, REBELIONES E INDEPENDENCIA 1700 - 1825 / TOMO III
las fuerzas en el Perú. Olañeta, en clara actitud pidiéndole además acordar una reunión donde
de motín, ordenó a de la Hera no continuar con se afinasen los detalles; en respuesta Olañeta dio
esto y más bien dirigirse a La Plata con el fin de argumentos ambiguos. Al final, el 26 de febrero,
deponer al Presidente de la Audiencia, el general el amotinado propuso siete puntos que consi-
Rafael Maroto. deraba necesarios para un entendimiento, entre
De la Hera, sorprendido, rechazó el sumar- estos se hallaba la abolición de la Constitución,
se al motín que Olañeta había planeado, lo que su nombramiento como Comandante de todas
provocó un pequeño choque entre las fuerzas de las provincias del Rio de la Plata y el pedido de
Olañeta y De la Hera, siendo este último obligado responder ante el Virrey únicamente por asuntos
a rendirse y abandonar el territorio de Charcas. políticos. A cambio Olañeta ofrecía apoyar a las
Luego de su victoria en Potosí, Olañeta diri- fuerzas del Bajo Perú con un mínimo de cuatro
gió una violenta carta al Presidente de la Audien- mil hombres. Para sellar este acuerdo Olañeta
cia exigiéndole renunciar y marcharse de Charcas; envió a su sobrino Casimiro para que afinase los
Maroto, en tono conciliador, quiso negociar con detalles de un virtual acuerdo.
el amotinado, mas Olañeta dispuso marchar so- El día 29 de febrero, hábilmente el general
bre La Plata, no sin antes emitir una proclama Valdés ordenó abolir la Constitución en la juris-
al “Pueblo de los Perús”, donde explicaba sus dicción del ejército de sud, con lo cual quedaba
razones para la rebelión y separación contra el por lo menos zanjado el problema que en teoría
Virrey. El argumento esgrimido en la proclama había provocado la protesta de Olañeta. Más
decía que el Virrey La Serna, no respondía a la tarde, en Venta y Media, Valdés se reunió con
Soberana Magestad de Fernando VII ni a la re- Casimiro Olañeta a quien el general le hizo
ligión católica, sino a la “infame” Constitución una contrapropuesta donde le hacía conocer las
a la que el monarca había sido obligado a jurar. objeciones de que Olañeta respondiera ante el
Mientras Olañeta se dirigía a La Plata, Ma- Virrey sólo por asuntos políticos, ofreciéndole ser
roto abandonó la ciudad huyendo al norte. El únicamente Comandante militar de Charcas, res-
amotinado ingreso a Chuquisaca el 11 de febrero petándole además los nombramientos que había
de 1824, siendo recibido por la población con tenido en La Plata pues Maroto ya no regresaría.
gran algarabía, incluso los rebeldes de la ciudad Casimiro llevó la contrapropuesta a su tío para
vieron con buenos ojos al recién llegado. De in- estudiarla, prometiendo una respuesta rápida. Ante
mediato el general Olañeta en calidad de nueva los temores y reservas de uno y otro lado, Valdés
autoridad y con la ayuda de su sobrino Casimiro y Olañeta se reunieron en la villa de Tarapaya
Olañeta y de Manuel María Urcullo, dictó la distante 15 millas de Potosí, donde al final después
abolición de la Constitución y el retorno de la de afinar más detalles firmaron un convenio el 9
legitimidad absolutista de 1819, procediendo a de marzo. En el mismo se estableció que Olañeta
nombrar a sus nuevos colaboradores. Estas nuevas no sería llamado a rendir cuentas sobre su actitud,
medidas fueron apoyadas también por el general quedaría como Comandante militar de Charcas y
Francisco Xavier de Aguilera, quien controlaba dependería del general Valdés; a cambio, propor-
la región este de Charcas. cionaría cualquier ayuda necesaria a las fuerzas
Más tarde, Olañeta regresó con su fuerza del Bajo Perú. Con la firma del convenio Valdés
a Potosí, donde promulgó el mismo edicto de se sintió libre de regresar al norte para unirse a las
restitución del absolutismo. Mientras tanto en el fuerzas que marcharían contra Bolivar.
Perú se recibieron las noticias del motín, pero no En su regreso al norte, Valdés decidió hacer
de las verdaderas razones de él, pues las autorida- un movimiento no previsto: desde Oruro, tras-
des virreinales pensaron que sólo eran pequeñas pasar la cordillera e intentar atacar a la guerrilla
rivalidades entre Maroto y Olañeta, que serían de Sicasica-Ayopaya, la que aprovechando las
fáciles de resolver. disensiones entre los jefes realistas había hecho al-
La Serna decidió enviar al general Valdés gunas incursiones a La Paz. Con un selecto grupo,
para que solucionase las diferencias. El 17 de Valdés buscó a Lanza y su gente sorprendiéndolos
febrero el enviado estableció correspondencia en Palca donde tomó prisionero al caudillo aun-
con el amotinado, instándole a deponer acti- que, como ya se ha visto, esta situación no duró
tudes personales en bien de la causa realista y mucho tiempo ya que aprovechando un descuido
242 REFORMAS, REBELIONES E INDEPENDENCIA 1700 - 1825 / TOMO III
de Valdés, Lanza logró escapar. Tras esto Valdés Luego de la victoria, Valdés prosiguió camino
retomó camino al norte para intentar unirse con hacia La Laguna donde entabló negociaciones
la fuerza principal de La Serna. con Aguilera, quien se mostró indeciso y aceptó
Mientras tanto Olañeta, de forma inmediata permanecer inactivo. Esto permitió a Valdés
a la partida de Valdés, empezó a incumplir los tér- proseguir en persecución de Olañeta.
minos del acuerdo a los que había arribado. Au- Mientras tanto en Potosí, el general Ca-
mentó el número de sus tropas y se negó a prestar rratalá, que se había quedado con una pequeña
auxilio a las fuerzas del Bajo Perú. Para mediados fracción el 14 de julio, fue hecho prisionero en su
de 1824, La Serna y Valdés comprendieron lo habitación en la Casa de Moneda por una unidad
inútil de intentar arribar a nuevos acuerdos con el dirigida por Marquiegui y el coronel Pedro Arra-
general rebelde, por lo que el 4 de junio el virrey ya, quienes remitieron a Carratalá a San Lorenzo
envió un ultimátum al general Olañeta para que entregándoselo a Eustaquio Méndez. Mientras
se sometiese a la autoridad. Diez días después tanto Barbarucho, que planeaba retomar Potosí, se
Valdés también remitió otro ultimátum al rebel- enteró que Marquiegui ya lo había hecho por lo
de. En respuesta, Olañeta negó la legitimidad que solo se limitó a saquear la ciudad y retomar
de La Serna por haber usurpado el virreinato al el camino al sud.
general Pezuela y alegó que Valdés había violado El general Valdés, sin conocer todavía los he-
el acuerdo de Tarapaya cuando abrió frente contra chos de Potosí, continúo su avance a Tarija. Llegó a
la guerrilla de Sicasica-Ayopaya, declarando que San Lorenzo el día 28, donde encontró a Carratalá
prefería morir antes que aceptar la autoridad preso. Méndez, sin embargo, liberó al detenido y se
ilegítima de La Serna y su gente. unió a Valdés, que de inmediato ordenó a Carratalá
El 26 de junio Olañeta declaró aceptada la regresar a Potosí y restablecer el orden.
guerra entre sus fuerzas y las de La Serna. Así Mientras tanto en Livilivi –cerca a donde
mientras el general Valdés en su cuartel de Oruro hoy es la frontera entre Bolivia y Argentina–
contaba con por lo menos cinco mil efectivos y Olañeta se reunió con Barbarucho y Marquiegui,
artillería de montaña, Olañeta tenía cuatro mil retirándose todos hacia el sur, perseguidos por
hombres entre los que se hallaban el general Valdés que decidió atacar a las fuerzas rebeldes
Aguilera. que estaba en Santa Cruz, y el coronel en el lugar de Abra Rota el 1º de agosto. Este
José María Valdetz (Barbarucho) que junto a Mar- objetivo al final no se cumplió, pues Olañeta,
quiegui se hallaba en Chuquisaca. aprovechando la noche, dispersó su ejército. En-
La estrategia del general Valdés fue dirigirse vió a Marquiegui y a su hermano Gaspar Olañeta
a Potosí por el camino hacia Chayanta, como a que se internaran en la Provincias de Río de la
forma de partir en dos las fuerzas de Olañeta. Plata mientras que Barbarucho se encaminó hacia
Este, al darse cuenta de la estrategia, decidió dejar Suipacha, Carlos Medinaceli hacia Cotagaita y el
Potosí y retirarse hacia Tarija por el camino de mismo Olañeta regresaba a Tarija.
Cinti; en su huida el general rebelde se llevó los El general Valdez decidió seguir las huellas
exiguos caudales de la Casa de la Moneda da- del grupo que iba hacia el sur, pensando que era
ñando los cuños. Siguiendo la misma estrategia, el de Olañeta; el 5 de agosto, en el lugar de Santa
Barbarucho y Marquiegui dejaron Chuquisaca Victoria, alcanzó la tropa en la que iban Mar-
tomando el camino de La Laguna, donde Agui- quiegui y Gaspar Olañeta, los que se rindieron
lera había concentrado su fuerza. El día 8 de julio sin ofrecer resistencia. Ese mismo día, mientras
Valdés ocupó Chuquisaca, nombrando al general Olañeta recapturaba Tarija tomando prisionera a
Antonio Vigil como Presidente de la Audiencia y la guarnición que Valdés había dejado, Barbarucho
enviando a su segundo al mando, el general José atacaba en Chapaca a la fuerza de Carratalá y
Carratalá, a ocupar Potosí. Aguilera, rompiendo su acuerdo de inactividad,
Tras organizar la situación en la ciudad de tomaba el sitio de Totora. Al día siguiente, a mu-
Chuquisaca, Valdés retomó el camino en perse- chas millas de Charcas, el ejército realista, debi-
cución de Barbarucho el 11 de julio, al que alcanzó litado sin las fuerzas de Valdes, se era derrotado
al día siguiente en Tarabuquillo, donde ambas en Junín por las fuerzas de Bolívar.
fuerzas entablaron combate siendo derrotado Cuando Valdés de enteró de los desastres
Barbarucho, quien logró huir al caer la noche. ocurridos a las fuerzas virreinales en Charcas,
DEL CONTROL REALISTA A LA INDEPENDENCIA 243
a la autoridad del Virrey, y que también podía del Perú y se reservaba la hegemonía de Charcas.
terminar por persuadir a Olañeta para que se Desde Viacha el día 25, Olañeta dirigió su últi-
uniese al Ejército Libertador. ma comunicación a Bolívar señalándole que no
Pedro Antonio Olañeta se encontraba en estaba dispuesto a entregar Charcas y que tenía
Cochabamba aprovisionando a su tropa cuando un ejército poderoso dispuesto a resistir hasta
por medio de una carta de Pío Tristán se enteró la llegada de refuerzos desde la península. Ante
de la derrota y capitulación realista en Ayacucho. esta perspectiva, Bolívar ordenó que el ingreso
En la misma comunicación se le informó que por del grueso del Ejército Libertador en Charcas
voluntad de los jefes realistas reunidos en Cuzco, se acelerase. En los siguientes días Sucre y su
Pío Tristán había sido nombrado Virrey del Perú, contingente cruzaban el Desaguadero.
urgiéndole a reagrupar al ejército para continuar La incertidumbre en el ejército realista
la lucha. El día 24 en su cuartel de Cochabamba, era total; el 1º de febrero, en Cotagaita, el
el general Olañeta se reunió con sus comandantes coronel Medinaceli, de la misma manera que
para decidir la conveniencia o no de proseguir la había hecho Casimiro Hoyos en enero de 1822,
guerra; al final todos apoyaron la idea de seguir declaró la emancipación de Charcas, mientras
adelante. que en Potosí Olañeta trataba de reorganizar
Las fuerzas de Olañeta abandonaron Co- sus fuerzas convocando una Junta de Coman-
chabamba el último día de 1824, dirigiéndose dantes donde se diseñó un plan para proseguir
primero a Oruro y luego a La Paz, desde donde la guerra con las todavía importantes fuerzas
dispuso que una avanzada al mando de Barbaru- con que se contaban.
cho se dirigiera a Puno con el fin de unirse a las De inmediato Olañeta y su Estado Mayor
fuerzas del Virrey. Cuando la avanzada cruzó el destacaron contingentes a las ciudades y pueblos
Desaguadero y llego a su destino se enteró que cercanos a fin de organizar fuerzas y reunir re-
Puno, Arequipa y el Cuzco habían depuesto las cursos para la campaña. Barbarucho fue enviado
armas y que Pío Tristán se habían acogido a la a Chuquisaca al mando de 1.000 efectivos con la
capitulación de Ayacucho. Ante las noticias y la misión de perseguir y acabar con el gobernador
cercanía de la vanguardia del Ejército Libertador, de esa ciudad Francisco López de Quiroga, quien
Barbarucho rápidamente se replegó hacia Charcas. también había defeccionado de la causa realista.
El primer día de 1825, Sucre, quien había El 28 de marzo, ante el avance de las fuerzas
derrotado al virrey La Serna en Ayacucho, envió a de Sucre desde el norte y de las tropas de Juan
su ayudante el coronel Antonio Elizalde a suscri- Antonio Álvarez de Arenales y José María Pérez
bir un acuerdo con el general Olañeta. El mismo de Urdidinea procedentes desde Salta, las fuer-
día dirigió una carta a Aguilera pidiéndole unirse zas realistas abandonaron Potosí llevándose una
al Ejército Libertador y nombró a José Miguel vez más los caudales de la Casa de Moneda. Esa
Lanza Presidente de La Paz. misma noche una avanzada de los insurgentes
El día 8 de enero, Sucre se dirigió a Bolívar al mando de Pedro Arraya incursionó en la villa
comunicándole que tenía noticias que desde las preparando la llegada de Sucre, quien ingresó en
Provincias del Río de la Plata, Álvarez de Arena- Potosí a las tres de la tarde del día 29.
les, para entonces gobernador de Salta, se prepa- Por su parte Olañeta había llegado a la villa
raba para avanzar hacia Charcas, con lo que se de Vitichi, desde donde instruyó a su ayudante, el
iniciaría una carrera por el control del territorio. coronel Antonio Hebia, dirigirse a Cotagaita con el
Mientras tanto en Talina, el 9 de enero, varios de fin de determinar los movimientos de Medinaceli en
los oficiales de Olañeta entre los que se hallaban su cuartel de Pucahuasi donde sus fuerzas se habían
Carlos Medinaceli, Melchor Daza, Miguel Mé- visto nutridas por guerrilleros chicheños, partidas
rida y Juan de Villegas, se proclamaron a favor indígenas y el contingente que Eustaquio Méndez
de la capitulación de Ayacucho defeccionando de había remitido desde Tarija. A su regreso, el coronel
las fuerzas realistas. Hebía informó a Olañeta que el enfrentamiento
Tras una larga negociación en La Paz, Eli- contra las fuerzas de Medinaceli era cuestión de
zalde arrancó a Olañeta un borrador de acuerdo horas; por lo que el general realista el 31 de marzo,
que fue suscrito el 12 de enero, donde al final adelantándose a la acción, dispuso el avance de sus
el general realista no aceptaba la independencia tropas con el fin de aniquilar a los insurgentes.
DEL CONTROL REALISTA A LA INDEPENDENCIA 245
Recuadro 10
Proclama de Cotagaita
Compatriotas y camaradas: Ha llegado el día en el cual como naturales del país y soldados de la patria, de-
bemos pronunciarnos y proclamar la independencia y autonomía de nuestra Patria Charcas, mal llamada
Alto Perú, del Imperio Español y a la vez de los ex-virreinatos, hoy Repúblicas del Perú y las Provincias Unidas
del Río de la Plata. Después de dieciséis años de la muy sangrienta lucha en guerrillas, combates y batallas
por la libertad, debemos liberarnos al fin de la tiranía y el despotismo español, que nos ha sojuzgado cerca
de tres siglos, desde la conquista española del Imperio Incaico, autóctono y propio de nuestro país, el año
de 1533 en Cajamarca del Perú y en Charcas.
Por tanto reconocemos y acatamos plenamente los triunfos patriotas de Junín y Ayacucho; y la ge-
nerosa capitulación concedida en esta batalla por el Gran Mariscal Antonio José de Sucre. Y condénanos
la resistencia y la traición que está cometiendo hasta en la costa, con las naves rendidas y en esta nación
de Charcas el Gral. Pedro Antonio de Olañeta, con el Brigadier Pablo Echeverría y muchos capitulantes de
Ayacucho. Rechazamos así mismo lo que habían acordado en su consejo de guerra de Cochabamba, de
fines de diciembre último por el Gral. Olañeta, de proseguir la guerra y lo hemos notificado poro oficio el
día 9 del pasado mes.
Compatriotas y camaradas: Os hago saber que nuestro pronunciamiento por la libertad de esta Patria,
no es aislado. Está de acuerdo y en arreglo con lo proclamado y obrado ya en Cochabamba el 14 de enero.
Por el Cnl. Saturnino Sánchez y los oficiales Bellot y Arraya; el 26 de enero en Valle grande, por el teniente
coronel Anselmo Rivas, que ha debido conducir ya prisionero, a La Paz, ante el Mariscal Sucre, al muy san-
guinario antipatriota general Francisco Javier Aguilera desde Santa Cruz; el benemérito general patriota
José Miguel Lanza en La Paz el día 29 de enero con las tropas de su mando.
Hoy 1° de febrero de 1825 proclamamos nosotros en esta ciudad capital de Chichas, con todos sus
pueblos y sus tropas a nuestro mando. El día 15 del corriente mes la proclamará en la capital Chuquisaca, el
Sr. Cnl. Fco. López de Quiroga, con sus Dragones de la Frontera. El Cnl. Juan Ml. Mercado ocupará Santa Cruz.
Si el Gral. Olañeta, el Cnl. Valdez y otros jefes y oficiales no recapacitan, rectifican su conducta y no
admiten al fin la Independencia de la Patria, lucharemos contra ellos y los reduciremos. No lo dudéis.
Aún Tarija con el Gran Guerrillero Cnl. Eustaquio Méndez, está enviándonos 500 hombres de refuerzo, con
lo cual nuestro Regimiento y Batallón ‘Cazadores’ y ‘Chichas’, comandados por los Tcnls. Melchor Daza y Miguel
Mérida, contarán con 1.300 efectivos. Tupiza también nos auxiliará con 300 hombres del Tcnl. José Herrera,
cuyos soldados hállanse en medio camino a Cotagaita. Contamos además muchísimos voluntarios listos.
Compañeros y camaradas: ¡Viva la libertad y viva la Patria!
Cotagaita, febrero 1° de 1825.
Cnl. Carlos Medinaceli.
Fuente: Ortiz Linares, 2005.
Después de una agotadora marcha, las fuer- batalla, donde se le destacaron centinelas de vista
zas de Olañeta, al medio día del 1º de abril, llega- para evitar su fuga. En el trascurso de la noche
ron a las orillas del río Tumusla, donde las fuerzas y en su propia celda, mientras se negociaban
de Medinaceli ya se hallaban atrincheradas. De los términos de la rendición, Olañeta sufrió un
inmediato ambos bandos se desplegaron en for- atentado mortal por parte de su secretario, el
mación de guerrilla estallando las hostilidades al teniente Francisco Sánchez. En el atentado el
promediar las tres de la tarde, que se prolonga- general realista recibió tres impactos de bala por
ron hasta las siete de la noche. Por momentos la espalda de cuyas heridas falleció entre las doce
el bando realista llevó las de triunfar gracias a la de la noche del 1º de abril y las primeras horas
artillería con la que contaban, pero al finalizar del día 2. Ante el deceso de Olañeta el coronel
la tarde las fuerzas insurgentes terminaron por Gregorio Michel tomó la representación de las
imponerse. Ante lo inminente, y accediendo al fuerzas realistas, firmando junto al coronel Me-
pedido de sus oficiales y tropa, Olañeta dispuso dinaceli en representación de los insurgentes la
la rendición que fue aceptada por Medinaceli. capitulación de la acción de Tumusla.
Tras su rendición, Olañeta fue conducido Mientras tanto desde Potosí, el Mariscal de
a una prisión improvisada cercana al campo de Ayacucho, después de tres días de inactividad,
246 REFORMAS, REBELIONES E INDEPENDENCIA 1700 - 1825 / TOMO III
Recuadro 11
Capitulación de Tumusla
A consecuencia del desgraciado suceso del día de hoy en que las tropas del Ejército Real del mando
del Sr. Mariscal de Campo Don Pedro Antonio de Olañeta, han sido batidas por las libertadoras al mando
del Sr. Cnl. Don Carlos Medina Celi, con muerte del expresado Sr. Olañeta y recaído en el mando en el Tte.
Cnl. Del Regimiento de Infantería de la “Unión” Don Gregorio Michel, acordó (este) con el ya indicado Cnl.
Medina Celi, los artículos siguientes:
1° Que los jefes oficiales conservarán el uso de sus uniformes y respectivas espadas, equipajes y asis-
tentes para retirarse a los puntos que cada uno elija en el caso de que no quieran tomar partido entre las
tropas libertadoras, en cuyo caso será admitido en su propio empleo.
2° Que a todos los individuos jefes y oficiales, acudirá con una paga integra de su correspondiente
haber y que los que quieran transportarse a Europa con su familia e intereses lo podrían verificar por los
puntos que más le acomode.
• Concedido.
3° Ningún individuo será incomodado por sus anteriores opiniones, aunque hayan hecho remarcables
servicios por la causa del Rey, ni los que tengan la calidad de pasador, pues todos tendrán igual derecho a
todos los artículos de este tratado.
• Concedido.
4° Los jefes de Plaza, y otros sueltos que acompañaban en esta marcha y (venían) sin incorporación,
pero que disfrutaban haber en tesorería, serán reputados en los mismos términos que los que se hallaban
en las filas para las concesiones que abrazan los artículos anteriores.
• Concedido.
5° Los Sargentos, Cabos y Soldados peninsulares que quieran trasladarse a Europa, serán comprendidos
en el artículo segundo.
• Concedido.
6° Que el segundo escuadrón de cazadores que se halla situado en el punto de Vitichi se replegará al
este de Tumusla, y “será” comprendido del mismo modo en todos los artículos del presente tratado.
• Concedido.
7° Los empleados de hacienda y particulares que con destino o sin él, a las tropas del Rey, podrán retirarse
libremente donde más les acomode siendo comprendidos en el disfrute de una paga todos aquellos que la
han tenido hasta la fecha y sin que los unos ni los otros sean incomodados sobre sus anteriores opiniones.
8° Que en concepto a que el Gral. Olañeta solicitó al Señor General en jefe del ejército libertador, An-
tonio José de Sucre, el canje de los oficiales que procedentes de Ayacucho se hubiesen incorporado en las
filas españolas de su mando con otras que por el referido Sr. Olañeta y bajo los respectivo juramentos de
no tomar las armas contra el ejército del Rey, fueron puestos en libertad y se tiene constancia de haberse
accedido por el indicado Sr. Gral. Sucre, no podrán seguirles ningún perjuicio y antes sí, depuraran de cuanto
con respecto a los demás individuos queda convenido en los artículos anteriores en el caso de ser cierto
cuanto con referencia al Sr. General en Jefe Sucre se expresa en este artículo.
9° Que cualquier jefe y oficial que haya sido prisionero ese día quedará en libertad y lo mismo los
hechos en acciones anteriores.
Que la Sra. viuda del Sr. Gral. Olañeta y su familia se le concederá franco y libre pasaporte para que con su
equipaje pueda trasladarse al punto donde más le acomode, y que entre tanto, permanezca en esta Provincia
del Alto Perú, y (no) pueda marchar al país de su residencia o a Europa, si le conviniese será protegida por
el Gobierno, auxiliándosele desde luego con una paga correspondiente al haber que disfrutaba su marido.
• Concedido.
10° Que toda moneda sellada y barras pertenecientes al Banco y Moneda de Potosí volverán a su es-
tablecimiento para lo cual el comisionado Don Juan Pablo Cornejo deberá decir su número.
Y estando concluidos los presentes tratados se aprueba y ratifican firmándose dos ejemplares que-
dará uno en poder de las partes contratantes y firman en el campo de Tumusla a primero de abril de mil
ochocientos veinticinco.
Fdo. Gregorio Michel, Carlos Medina Celi. Cuartel General de Escara dos de abril de mil ochocientos
veinticinco. Aprobadas las anteriores capitulaciones con toda la restricción de los capítulos dos y diez, en
lo que respecta la satisfacción de una paga, en atención a que los fondos del Estado no lo permiten.
Sáquese copias para dar cuenta al Sr. General en Jefe del Ejército Libertador y demás que convengan
y contéstese firmado Urdininea.
po la importancia de estas instancias de poder en población de cada región (Barragán 2007), como
el nombramiento de los delegados a la Asamblea puede observarse en el artículo 10º. del Decreto
Deliberante que definiría el futuro de Charcas. que dice:
En el Decreto de 9 de febrero de 1825, me-
diante el cual convocó a la reunión de los dipu- Sobre un cálculo aproximativo de la población
tados a una Asamblea Deliberante para decidir el habrá un diputado por cada veinticinco mil al-
mas: así, el departamento de La Paz nombrará
destino de Charcas, buscó también limitar el rol
dos diputados por el partido ó cantón de Yungas,
de los cabildos de las ciudades principales, am- dos por el de Caupolicán, dos por el Pacajes,
pliando la representación a las unidades básicas dos por el de Sicasica, dos por el de Omasuyos,
de población como las parroquias. dos por el de Larecaja y dos por el de La Paz.
Desde el punto de vista de la representativi- El departamento de Cochabamba tendrá dos
dad de los diputados, el Decreto del 9 de febrero diputados por cada uno de los cantones de Co-
estableció nuevas formas de elección basadas ya en chabamba, Arque, Cliza, Sacaba, Quillacollo,
principios modernos de ciudadanía y representati- Mizque, y la Palca. El departamento de Chu-
vidad; así, por ejemplo, se definió la realización de quisaca dará un diputado por cada uno de los
elecciones con una amplia participación, siguien- cantones de Chuquisaca, Oruro, Carangas, Paria,
Yamparáez, Laguna y Sinti. El departamento de
do los principios de la Constitución gaditana,
Potosí nombrará tres diputados por Potosí, tres
aunque sí se ponía condiciones para ser electos, ya por Chayanta, tres por Porco, tres por Chichas,
que se requería “ser ciudadano en ejercicio, natu- uno por Atacama y otro por Lipez. El departa-
ral o vecino del partido con un año de residencia, mento de Santa Cruz tendrá un diputado por
y con reputación de honradez y buena conducta” cada uno de los partidos de Santa Cruz, Mojos,
(Art. 5º.) Por otro lado, se estableció también una Chiquitos, Cordillera y Vallegrande.
representatividad poblacional, es decir, que el
número de representantes de cada departamen- En este punto nos encontramos, como lo
to no era homogéneo sino que dependería de la especifica Rossana Barragán, con una forma de
representación moderna. Así, los departamentos
de La Paz y Cochabamba tendrían dos diputa-
dos por partido, Chuquisaca y Santa Cruz, un
diputado y Potosí tres por los partidos de mayor
población y uno por los de poca población. A
partir de este artículo del Decreto se puede esta-
blecer un primer “mapa electoral”, mostrando la
forma como la población no se repartía de forma
homogénea en el territorio.
Un tercer tema fundamental para entender
la forma de representación es la del mandato
imperativo, analizado para el caso rioplatense
por José Carlos Chiaramonte (2009), mediante
el cual los representantes a la Asamblea Delibe-
rante debían obedecer los mandatos u órdenes
establecidos muchas veces de forma escrita por
sus mandantes, es decir que debían expresar-
se y votar de acuerdo a lo establecido por la
población que los había nombrado como sus
representantes.
Estos puntos y su cuplimiento pueden ser
percibido con toda claridad en el caso de Santa
Cruz, donde fueron electos los Doctores Antonio
Vicente Seoane y Vicente Caballero para quienes
Figura 75. “Simón Bolívar”. Anónimo. Haití, 1815. el Cabildo redactó un mandato ineludible de 21
Fuente: Colección Bolivariana de la Fundación John Boulton. puntos que sus representantes debían presentar
250 REFORMAS, REBELIONES E INDEPENDENCIA 1700 - 1825 / TOMO III
Figura 77. Museo “Casa de la Libertad”, Sucre-Bolivia. En este edificio se firmó el Acta de Independencia de Bolivia
el 6 de agosto de 1825.
Fuente: http://www.casadelalibertad.org.bo/
Recuadro 12
Acta de Independencia
Declaración
La representación Soberana de las Provincias del Alto Perú, profundamente penetrada del grandor e
inmenso peso de su responsabilidad pa con el Cielo, y la tierra, en el acto de pronunciar la suerte futura de
sus Comitentes, despojándose en las aras de la Justicia todo espíritu de parcialidad, interés y miras privadas;
habiendo implorado, llena de sumisión y respetuoso ardor, la paternal asistencia del Hacedor Santo del
orbe, y tranquila en lo íntimo de su conciencia por la buena fe, detención, moderación, justicia y profundas
meditaciones que presiden a la presente resolución, declara solemnemente a nombre y absoluto poder de
sus dignos representados: Que ha llegado el venturoso día en que los inalterables y ardientes votos del Alto
Perú, por emanciparse del poder injusto, opresor y miserable del Rey Fernando VII, mil veces corroborados
con la sangre de sus hijos, consten con la solemnidad y autenticidad que al presente, y que cese para con
esta privilegiada región la condición degradante de colonia de la España, junto con toda dependencia,
tanto de ella, como de su actual y posteriores monarcas: que en consecuencia, y siendo al mismo tiempo
interesante a su dicha, no asociarse a ninguna de las repúblicas vecinas, se erige en un Estado Soberano
e Independiente de todas las naciones, tanto del viejo como del nuevo mundo y los departamentos del
Alto-Perú, firmes y unánimes en esta tan justa y magnánima resolución, protestan a la faz de la tierra entera,
que su voluntad, irrevocable es gobernarse por sí mismas, y ser regidos por la constitución, leyes y auto-
ridades que ellos propios se diesen, y creyesen más conducentes a su futura felicidad en clase de nación.
Y el sostén inalterable de su santa religión Católica, y de los sacrosantos derechos de honor, vida,
libertad, igualdad, propiedad y seguridad.
Y para la invariabilidad y firmeza de esta resolución, se ligan, vinculan y comprometen, por medio de
esta representación soberana, a sostenerla tan firme, constante y heroicamente, que en caso necesaria
sean consagrados con placer a su cumplimiento, defensa e inalterabilidad, la vida misma con los haberes,
y cuanta hay caro para los hombres.
Imprimase comuníquese a quien corresponda para su publicación y circulación.
Dada en la Sala de sesiones en 6 de agosto de 18t25, firmada de nuestra mano, y refrendada por
nuestros diputados secretarios.
Conclusiones
A inicios del siglo XVIII, la Guerra de Sucesión la etapa colonial tardía (siglo XVIII o etapa bor-
Española y la llegada de la dinastía de los Borbón bónica), con las luchas indígenas anticoloniales
a España fueron percibidas en los territorios de y el proceso de la lucha por la independencia,
ultramar en general, y en la Audiencia de Charcas teniendo en cuenta que la firma del Acta de la
en particular, como un problema lejano. Las noti- Independencia en 1825 marca al mismo tiempo
cias llegadas a América daban cuenta únicamente el inicio de un nuevo sistema político republicano
de una guerra contra los ingleses y se anunciaba y el surgimiento de Bolivia, y el fin de todo un
la coronación de un nuevo Rey: Felipe V, nieto de sistema colonial, que debe ser entendido no sólo
Luis XIV. El cambio de dinastía no parecía afectar con un estudio de corta duración que surge en
a la monarquía ni la lealtad al rey. 1809, sino que extiende sus raíces precisamente
Poco más de un siglo después, en 1808, una a los cambios imperceptibles o revolucionarios
nueva lucha continental y el cambio de dinastía que se sucedieron por más de un siglo.
por la advenediza Bonaparte, generaba una res- El segundo punto central en nuestra pro-
puesta totalmente diferente: americanos y espa- puesta establece la articulación y entrelazamiento
ñoles asumieron el principio de la retroversión de tiempos en los cuales se acumulan tensiones
de la soberanía al pueblo, instauraron juntas y, de diversa naturaleza, con otros en los cuales
en América, luego de quince años de lucha, se estas tensiones irresueltas estallan en momentos
conformaron nuevos estados independientes de más o menos largos de violencia –sublevación,
la metrópoli. rebelión, revolución o insurgencia–, los cuales,
¿Qué había cambiado en la sociedad colonial al no lograr superar estructuralmente las causas
americana?, ¿qué nuevas ideas habían llevado a que generaron las tensiones anteriores, estable-
toda una sociedad intercultural a desconocer los cen, a su vez, un nuevo tiempo de acumulación.
cambios en la metrópoli? Las respuestas no son De esta manera, se suceden etapas de aparente
simples ni de consenso y las mismas han variado calma seguidas de otras de violencia, aunque de
a lo largo del tiempo conforme se trate de respon- forma subterránea se ha producido una sucesión
der a estas y otras preguntas desde cada presente permanente de tensiones diversas no resueltas.
historiográfico. Es también lo que se ha buscado La aparente debilidad del régimen Habsbur-
analizar en el presente libro. go, marcado por un sistema mixto de gobierno en
Un primer punto fundamental en el plantea- el que el poder de la Corona se hallaba equilibra-
miento del trabajo ha sido el tomar conciencia do por los poderes locales de ambas repúblicas,
de que para entender este complejo proceso no fue lo que permitió la llamada “pax colonial”
bastaba circunscribirse a los periodos de insur- del siglo XVII. Este equilibrio empezó a resque-
gencia y que era necesario, por lo tanto, superar brajarse cuando la nueva dinastía Borbón buscó
las etapas tradicionales de la historiografía que imponer nuevas formas de gobierno y adminis-
considera a la colonia y a la independencia como tración influidas por el absolutismo. Sus bases en
dos momentos separados de la historia de Bolivia; los territorios de Indias fueron la centralización
así, nuestra propuesta parte de la conjunción de del poder y la búsqueda de un mayor beneficio
254 REFORMAS, REBELIONES E INDEPENDENCIA 1700 - 1825 / TOMO III
económico para la Corona; y para ello, era nece- su poder en las ciudades. Sin embargo, a pesar
sario modificar el tradicional sistema que había de que en estos grupos se hallaba una mayoría de
echado raíces desde el siglo XVI, debilitando así criollos, es también cierto que mestizos e inclusi-
a los poderes locales y a los españoles americanos ve familias cacicales se beneficiaban también de
que los sustentaban. estas actividades económicas, generando así una
Las llamadas reformas borbónicas fueron la elite económica más abierta que en otros lugares
manifestación de este nuevo proyecto. Se trató de América.
de implementar un sistema basado en la racio- Las primeras medidas administrativas asu-
nalidad y la concentración del poder, a través de midas por los Borbón en Charcas, como nuevas
la creación de nuevas unidades administrativas, revisitas sobre la tierra, intentos por aumentar el
el reordenamiento de la burocracia y el aumento universo tributario, intervención en la República
de las exacciones económicas; y todas ellas im- de indios, la aceptación oficial del reparto de mer-
plicaron un resquebrajamiento de las relaciones cancías y la expulsión de la Compañía de Jesús,
coloniales anteriores. entre otros, fueron mal recibidas en una sociedad
No podemos negar que las relaciones colo- ya estabilizada que se había alimentado durante
niales en Hispanoamérica se basaban fundamen- todo este tiempo de una relación colonial que se
talmente en un sistema desigual, dominador y presentaba al mismo tiempo paternal y explotado-
explotador por parte de la Corona y sus represen- ra. De ahí que las mismas fueran respondidas con
tantes sobre los habitantes de América; pero esta tumultos y sublevaciones cada vez más seguidas
situación no se percibía necesariamente así en el y radicales, tanto entre los criollos, los mestizos
pensamiento y la vivencia de los americanos, ya y los indios, muchas veces aliados entre sí.
que la misma se hallaba justificada y consensuada A lo largo del siglo, las tensiones entre una
mediante argumentos religiosos y culturales. Es Corona que intentaba sentar mayor presencia
por ello que, a pesar de la situación colonial, las en Charcas, frente a una sociedad de carácter
sublevaciones y levantamientos de los america- colonial ya consolidada, se fueron profundizando
nos habían sido pocos y débiles hasta el siglo y complejizando conforme los diversos grupos
XVIII. Por otro lado, los casi doscientos años de que conformaban esta sociedad colonial abiga-
pervivencia del sistema, habían consolidado una rrada y en tenso equilibrio empezaron a percibir
sociedad que, si bien se hallaba bajo el dominio como despóticas las formas de explotación y
de autoridades provenientes de la metrópoli, dominación. Así, la etapa que se estudia en este
había logrado ya un equilibrio bajo el poder tomo estará marcada por dos momentos (1700-
económico y de política local de los criollos o 1780 y 1784-1809), uno de mayor extensión que
españoles americanos. Esto significa que, para el otro, en los cuales se fueron tensionando las
el siglo XVIII, el criollismo y las posibilidades de relaciones; junto a otros dos momentos (1780-
acceder a privilegios y lugares de prestigio a partir 1783 y 1809-1825) en los cuales las tensiones
de la movilidad social, habían ya estructurado una acumuladas estallaron en grandes sublevaciones
sociedad diferente a la del siglo XVI. o movimientos de carácter anticolonial.
El poder económico en Charcas durante el En la primera parte, que aborda el contexto
siglo XVIII se encontraba en manos de tres grupos, que va desde 1700 a 1780, se puede conocer la
los que podían hallarse entrelazados. El primero forma como el nuevo sistema borbónico empezó
era el de los azogueros, que habían creado a lo a modificar el equilibrio entre la Corona y la so-
largo de todo este tiempo grandes fortunas, asen- ciedad de Charcas y la manera como esta sociedad
tadas sobre todo en la mita, es decir, en la subven- criollizada y mestizada vivió estos cambios. Así,
ción indígena del trabajo minero instaurado por se muestra, por un lado, el espíritu y las primeras
la Corona; el segundo era el de los hacendados, acciones de la política borbónica, entre los que
que habían logrado consolidar la propiedad de se hallan el aumento del universo tributario, la
grandes extensiones de tierra en su beneficio a ampliación de la presencia del Estado en nuevos
través de la composición de tierras; finalmente, territorios y la racionalización de la burocracia,
el tercer grupo era el de los comerciantes, tanto así como la búsqueda de mayores ingresos para
de productos de ultramar como de productos de la Corona a través del aumento de impuestos
mercado interno, grupo que había acrecentado o el reconocimiento del sistema de reparto de
CONCLUSIONES 255
mercancías. Por otro lado, se aborda el impacto características, motivaciones, demandas e incluso
de estas medidas en la economía y la sociedad proyectos propios. Estos movimientos represen-
de Charcas, como la ampliación del sistema de taban a cada uno de los “estamentos coloniales”,
haciendas y el fortalecimiento de los pequeños y exhibieron un abanico de inspiraciones como
propietarios mestizos, las estrategias para superar lo anti fiscal, lo abiertamente anticolonial, lo
la secular crisis de la minería por parte de los mesiánico, lo reivindicativo de un pasado glorioso
azogueros y el rol que empezó a jugar el comercio o, como en el caso de los criollos, la postergación
en los espacios locales. de la hegemonía política que ellos habían alcan-
Desde el punto de vista social, se demuestra zado durante los siglos de reinado Habsburgo y
el papel que tuvo en el ámbito criollo una nueva que ahora pretendía ser dejada de lado a partir
generación de migrantes llegados a fines del siglo de una burocracia “meritocrática” llegada desde
XVII e inicios del XVIII, muchos de ellos dedica- la península.
dos al comercio, que no esperaban ya “hacerse la Las primeras acciones directas del siglo XVIII
América” a través de las armas y los privilegios, en Charcas fueron protagonizadas por indígenas
sino a través del trabajo y del establecimiento y mestizos que vieron cómo su forma de vida era
de redes sociales y familiares favorables, lo que socavada; así mientras las acciones de los indíge-
condujo a una reconversión de las elites a través nas fueron motivadas por las cargas impositivas y
de la movilidad social y las prácticas de alianzas la obligación de prestar servicios personales a los
familiares y que generó, a su vez, cierta identidad que estaban forzados, en el caso de los mestizos, se
criolla que se sintió desplazada por algunas ac- debió al intento de las autoridades coloniales por
ciones del Estado a favor, esta vez, de una tercera incluirlos en la categoría de tributarios, dejando
oleada de migrantes, relacionada a puestos en la de lado la situación especial de “tercera república”
burocracia. En el ámbito indígena se muestra en la que habían vivido hasta ese momento.
también cómo la intromisión del Estado colonial Varias fueron las reacciones violentas en
en los ayllus, en temas como el reparto de tierras contra de la nueva situación que se vivía en Char-
y el nombramiento de autoridades, generó una cas. Una de ellas fue el levantamiento de 1730
crisis del cacicazgo, la que provocó un desplaza- en Cochabamba, llevado a cabo por artesanos,
miento del poder hacia autoridades menores y indígenas y religiosos encabezados por Alejo
una serie de respuestas pacíficas y violentas a lo Calatayud, quienes aprovechando el vacío de la
largo de esta etapa. En una y otra república, lo que fuerza pública en la villa, se levantaron no sólo en
se produjo frente al nuevo proyecto borbónico contra del intento de las autoridades de incluir a
fue una nueva percepción de la relación colonial, los mestizos en calidad de tributarios, sino rei-
ligada la idea de despotismo, lo que empezó a vindicando que las autoridades principales de la
fracturar el antiguo pacto de la etapa Habsburgo. villa debían ser nombradas de entre los criollos.
La segunda parte del trabajo muestra cómo, Al final muchos de los principales líderes –inclu-
mientras en la península se había notado un yendo Calatayud– fueron apresados y ejecutados.
cambio de actitud impulsado por la progresiva Casi una década después, en 1739, una nue-
generalización del término “despotismo” encar- va conspiración se verificó, esta vez en la villa
nado en el reforzamiento del poder del monarca de Oruro, la del criollo Juan Vélez de Córdova,
mediante el centralismo, la eficiencia burocrática quien se autoproclamó descendiente de los In-
y la eficacia en el cobro impositivo; en América, cas, plasmando su proyecto en el denominado
la distancia, había hecho que conceptos como “Manifiesto de Agravios”: documento que plan-
costumbre, pacto y derecho natural, continuaran teaba la restauración del Imperio de los Incas y
presentes en la realidad cotidiana. Así, cuando las la búsqueda por todos los medios disponibles
Reformas Borbónicas comenzaron a ser imple- de la “libertad” de estas tierras que habían sido
mentadas en los territorios de ultramar creando oprimidas por la codicia, la tiranía y el abuso
un descontento general, este descontento se de España, planteamientos que, a concepto de
manifestó en determinados momentos de manera muchos especialistas, eran un verdadero pro-
violenta a través de motines, tumultos y rebelio- grama político que influyó en el levantamiento
nes; acciones directas que si bien pudieron ser de Huarochiri (Perú, 1750) y en la rebelión de
contemporáneas entre sí, tuvieron muchas veces Túpac Amaru (1780).
256 REFORMAS, REBELIONES E INDEPENDENCIA 1700 - 1825 / TOMO III
En estos turbulentos años, no sólo los sólo después de su muerte; Túpac Katari sumó
criollos, mestizos o caciques fueron partícipes mayor radicalidad a su movimiento, al excluir a
e instigadores de acciones directas; también los criollos y mestizos y asumir posiciones violentas
indios del común suscitaron acciones de fuerza, desde el inicio de su insurgencia. A pesar de estas
cada una de las cuales guardó sus particularidades. diferencias, no se puede dejar de indicar que los
En 1753 los comunarios de Ambaná (Larecaja) cuatro grandes movimientos estuvieron relaciona-
y sus alrededores plantearon una serie de de- dos, ya sea de forma directa, como ocurrió entre
mandas que iban más allá de sólo lo tributario, Túpac Katari y los herederos del movimiento de
proponiendo incluso la recuperación de la “au- Túpac Amaru, como en la recepción de manifies-
todeterminación” para gobernarse; por su parte, tos y noticias, como los recibidos en Oruro sobre
en 1771, mientras los indígenas de los valles de el movimiento Túpacamarista, o la conocida por
Yungas gestaron un movimiento en contra de los Túpac Katari sobre la rebelión de Tomás Katari.
abusos que se cometían con las comunidades por A pesar de que para 1783 la gran insurgencia
repartos de mercancías, los indios del común de había sido sofocada y los principales líderes ajus-
Jesús de Machaca se levantaron contra las au- ticiados, las repercusiones lograron que el reparto
toridades planteando la soberanía comunitaria, forzoso de mercancías entre las comunidades
la autonomía de la comunidad como vasallos fuese prohibido, además del cambio inmediato
del Rey y la incorporación de otros grupos no del sistema de administración que, para ese mo-
indígenas a la cultura comunitaria a través de la mento, se había mostrado ineficiente, por lo que
vestimenta a la usanza de los “indios”. No serían se eliminó el cargo de Corregidor, creándose en
estos sino prolegómenos de la gran sublevación su lugar el de Gobernador Intendente, cambios
que se produciría algunos años después. que fueron estrictamente normados a través de
Entre 1780 y 1783, la insurgencia indígena la Ordenanza de Intendentes.
estalló en gran parte del espacio andino; en ella La tercera parte aborda precisamente el
las grandes figuras fueron José Gabriel Condor- establecimiento del sistema de intendentes en
canqui, Túpac Amaru, en la región del Cuzco, 1782 y la implementación de la Ordenanza, que
Tomás Katari, y sus primos hermanos Dámaso marcaron una nueva etapa en el relacionamiento
y Nicolás en la región de Chayanta en Potosí y entre la Corona y la sociedad de Charcas. El eje
Julián Apaza, Túpac Katari, en La Paz, quienes de este nuevo proyecto fue la centralización del
lograron poner a la sociedad colonial en una poder en la persona del Rey y, localmente, en
posición más que difícil, puesto que para sofocar sus eficientes y leales ejecutores, los intendentes
la insurrección, las autoridades coloniales tuvie- y subdelegados. Si bien el experimento mostró
ron que enviar elementos militares foráneos a la ciertos resultados positivos, constituyéndose
jurisdicción donde se desarrollaban los eventos, en un estimulo para extenderse a otras colonias
causando grandes complicaciones al sistema po- hispanoamericanas, la ejecución de los cambios
lítico y económico de la región. en una sociedad apegada a valores tradicionales
La sublevación de indios contempló accio- y la pérdida de la posibilidad de negociación del
nes que se repitieron en las diversas regiones poder a través del contrapoder de lo local, hizo
comprometidas en la insurgencia: apresamiento que el intento no fuese fácilmente aceptado. Así,
de las autoridades locales, intento de toma de el fortalecimiento de las Intendencias generó una
las principales ciudades de cada región, toma de serie de conflictos entre instituciones tradiciona-
prisioneros y rehenes entre criollos, mestizos e les y nuevas.
indígenas de ambos sexos; sin embargo cada una Asimismo, las redes locales de comercio y
de ellas tuvo características específicas en sus producción interna se sintieron perjudicadas por
proyectos y estrategias; así, mientras Túpac Amaru la apertura de mercados, la reducción del status
presentaba un proyecto que incluía a los criollos social y la limitación de acceso político a las ins-
y mestizos, los insurgentes de Oruro fueron más tancias locales de poder, creando malestar social
allá al establecer una alianza con los criollos; y y político en los españoles americanos. Estos
mientras Tomás Katari buscó en todo momento aspectos fortalecieron los iniciales brotes de toma
acudir a la autoridades coloniales para lograr jus- de conciencia regional y, según algunos autores,
ticia y su movimiento desembocó en la violencia la génesis de una identidad nacional.
CONCLUSIONES 257
guerra doméstica debilitó la posición realista de ¿Qué fue lo que provocó esta debacle en el
tal manera que permitió el triunfo del ejército imperio español en América? ¿Las causas de su
libertador en las batallas de Junín y Ayacucho, caída fueron el resultado de derrotas militares o,
dadas en territorio peruano en agosto y diciembre por el contrario, de la pérdida de legitimidad de
de 1824. la presencia española en América? Consideramos
El ingreso del ejército libertador al Alto Perú, que el proceso histórico hacia la independencia en
bajo la dirección de Antonio José de Sucre, a ini- Charcas no puede ser comprendido sino a través
cios de 1825, y el retroceso del ejército realista de múltiples miradas de larga, mediana y corta
hacia el sur, concluyó con la acción de Tumusla, duración que tomen en cuenta su situación geo-
luego de la cual murió Olañeta, finalizando de gráfica, social, étnica y económica. En todo caso
esta manera la guerra. De forma paralela, Sucre se trató de un largo y complejo proceso en el cual
convocó, mediante un Decreto firmado el 9 de se involucró una multitud de actores que actuaban
febrero, a una asamblea de representantes de las a ciegas, se entrecruzaron diversos proyectos y se
provincias de Charcas que definieran el destino enfrentaron poderes regionales y locales.
de las mismas. La Asamblea se reunió en la ciu- Este libro ha sido un intento más por desen-
dad de La Plata o Chuquisaca y decidió casi por trañar los pormenores de este complejo proceso
unanimidad la creación de un nuevo Estado, que cuyas raíces pueden remontarse, como lo hemos
llevaría el nombre de República Bolívar. visto, a inicios del siglo XVIII.
Ni con Lima ni con Buenos Aires
La formación de un Estado nacional en Charcas
DOI: 10.4000/books.ifea.7186
Editor: Institut français d’études andines, Plural editores
Lugar de edición: La Paz
Año de edición: 2011
Publicación en OpenEdition Books: 4 enero 2016
Colección: Travaux de l'IFEA
ISBN electrónico: 9782821845459
http://books.openedition.org
Edición impresa
ISBN: 9789995410766
Número de páginas: 771
Referencia electrónica
ROCA, José Luis. Ni con Lima ni con Buenos Aires: La formación de un Estado nacional en Charcas. Nueva
edición [en línea]. La Paz: Institut français d’études andines, 2011 (generado el 02 octobre 2019).
Disponible en Internet: <http://books.openedition.org/ifea/7186>. ISBN: 9782821845459. DOI:
10.4000/books.ifea.7186.
Este documento fue generado automáticamente el 2 octubre 2019. Está derivado de una
digitalización por un reconocimiento óptico de caracteres.
53. Pacientes investigaciones realizadas por Mario Chacón, Gunnar Mendoza y Lewis Hanke no
han podido encontrar rastros de esos presuntos autores, excepto alguna vaga referencia a Juan
Sobrino, lbid., I:55.
54. Mendoza, en, Arzans, ob. cit., I:69.
55. Ibid. p. 71.
56. L. García Pabón, La patria íntima, La Paz, 1998, p. 34.
57. Arzans, oh. cit, II:73.
58. Ibid., I:109.
59. García Pabón, ob. cit., p. 55. Arzans, ob. cit., II:333.
60. Ibid.
61. Arzans, ob. cit.., I:111.
62. Ibid, 2:190. Sobre este intento temprano de abolición de la mita (1657) Mendoza añade los
esfuerzos del alcalde Juan de Padilla para lograr el mismo objetivo a quien Jorge Basadre llama
“continuador y vocero de la prédica de las Casas”.
63. Arzans, ob. cit., II:189.
64. Ibid, 2:268.
65. Ibid.
130
Goyeneche en Chuquisaca
8 Cuando Goyeneche finalmente llegó a Chuquisaca el 11 de noviembre de ese agitado
1808, trajo consigo unos pliegos de Carlota Joaquina de Borbón (hermana de Fernando
VII y consorte del príncipe regente de Brasil) dirigidas al presidente de la audiencia,
Ramón García Pizarro y al arzobispo de La Plata, Benito Moxó y Francolí. En dichos
documentos, Carolota expresaba sus pretensiones al trono español en reemplazo de su
hermano, el rey prisionero. Este iba a ser el último y decisivo argumento que los
oidores necesitaban para reiterar su rechazo a la posición asumida por ambos
personajes.
9 En una borrascosa sesión llevada a cabo al día siguiente, el Tribunal ratificó su rechazo
a la junta sevillana con el argumento de que no tenía la firma real ni la del Consejo de
Indias, y objetó las cartas de Carlota porque estaban dirigidas a personas y no así a la
Audiencia como hubiese sido lo correcto. Goyeneche se portó arrogante y atropellador
al insistir que se reconociera a Sevilla provocando así un enfrentamiento con el Regente
Antonio Boeto quien, a nombre del Tribunal rechazó esa imposición con firmeza y
extrema vehemencia. Esto le provocó una conmoción cerebral a consecuencia de la cual
falleció a los pocos días. Por su parte, Goyeneche después del desaire sufrido, abandonó
la ciudad con destino a Cuzco y Lima. Volvería a La Paz en calidad de duro y sangriento
represor.
10 La tan controvertida Junta “Suprema” de Sevilla, creada en mayo de 1808, apenas tuvo
cuatro meses de vida pues, en septiembre de ese año, todas las juntas provinciales, ante
la grave situación que pasaba España, resolvieron unificarse en un solo esfuerzo. Así
nació, en Aranjuez, la “Junta Central Gubernativa del Reino” la cual obtuvo el
reconocimiento unánime tanto en la península como en América puesto que tenía el
respaldo de todas las regiones españolas y se invitó a las colonias americanas a nombrar
sus propios representantes. A Charcas la noticia tardó en llegar, al punto de que cuando
Goyeneche armó tan tremendo alboroto por el reconocimiento de la junta sevillana
(noviembre, 1808) ya ella había dejado de existir. La Junta Central se instala también en
Sevilla y allí permanece durante todo 1809 hasta que, en enero del año siguiente, es
sustituida por el Consejo de Regencia que estaría en funciones hasta 1814.
11 Posiblemente la noticia de la instalación de la Junta Central llegó a Charcas en
diciembre pues en el Acta de los Doctores, que se examina más abajo, ya consta un
pleno reconocimiento a ella. En adelante, la única discrepancia fue la referente a las
pretensiones portuguesas. Las dos cartas que Goyeneche trajo bajo la manga (la de la
“Suprema” de Sevilla y la de Carlota) lo convirtieron en un impopular y odiado
personaje y, a la vez, puso al descubierto la conducta política de Pizarro quien apareció
como un dócil instrumento de Liniers y del partido carlotino al cual pertenecía el
virrey.5 Miembro fundador de esa tendencia fueron Belgrano, Castelli, Pueyrredón y
otros connotados porteños. Belgrano en sus Memorias, recuerda cómo nació ese
partido:
He aquí que sin nosotros haber trabajado para ser independientes, Dios mismo nos
presenta la ocasión con los sucesos de 1808 en España y en Bayona. Avívanse
133
conocido como “Acta de los Doctores”. Se estableció así una virtual alianza política
entre oidores e intelectuales criollos, la cual sería reforzada por el pueblo raso de la
ciudad, compuesto por mestizos e indígenas en una típica manifestación de
descontento con la situación colonial. Se trataba de una rebelión en marcha que tendría
su punto culminante el 25 de mayo de aquel año.
17 El documento referido (cuya redacción fue obra de los hermanos Zudáñez) no contiene
conceptos elevados de tipo filosófico o doctrinal que caracterizaron a la revolución de
La Paz, no obstante de que los firmantes eran muy versados en asuntos de esta
naturaleza. Tampoco existen críticas al sistema imperante pues ellas se concentraron
en las personas del presidente Ramón García Pizarro y del arzobispo Benito Moxó y
Francolí. Pero el Acta es un documento audaz que toma la delantera a la propia
audiencia al expresar tan contundente rechazo a las pretensiones lusitanas, negando a
esa corte todo derecho de enviar pliegos a las autoridades de Charcas que equivalían a
una conspiración extranjera. Se trata de un pronunciamiento típico de la personalidad
de la élite charqueña tanto española como criolla que expresa (como tantas otras veces
en los siglos precedentes) una opinión propia que disiente de las autoridades
virreinales a las cuales se la suponía sujeta.9
18 El Acta proclama la validez y licitud de la abdicación de Carlos IV a favor de su hijo
Fernando (que Carlota pretendía desconocer) lo que da lugar a una de las famosas
“Vistas” del fiscal López Andreu donde hace duras críticas tanto a las pretensiones
portuguesas como a la conducta del presidente, el arzobispo y el propio virrey Liniers.
Es bueno subrayar que, a estas alturas, había desaparecido por completo la actitud
inicial de rechazar la sujeción a una junta peninsular y ello consta en el reconocimiento
de la nueva Junta Central Gubernativa que se hace en estos términos:
Que la inicua retención de la sagrada persona de nuestro augusto Fernando Séptimo
en Francia, no impide que sus vasallos de ambos hemisferios reconozcan
inflexiblemente a su soberana autoridad, adoren a su persona, cumplan con la
observancia de las leyes, obedezcan a las autoridades, tribunales respectivos que los
gobiernan en paz y quietud y sobre todo a la Junta Central establecida últimamente
que manda a nombre de Fernando Séptimo sin que América necesite que una
potencia extranjera quiera tomar las riendas del Gobierno [...] 10
19 Apenas Liniers se enteró del contenido del Acta, ordenó que ella fuera “testada”, es
decir, borrada de los registros oficiales de la Universidad de San Francisco Xavier y de
la Academia Carolina. A ese efecto, Pizarro convocó al Rector y Secretario de la
Universidad y él, en persona, arrancó las hojas del libro donde se había asentado el
documento. Si éste pudo ser conocido posteriormente, se debe al hecho de que
circularon varias copias y muchas personas, en cuyo poder se encontraba, se resistieron
a destruirla.11
20 Llama la atención la extrema contrariedad de Liniers al enterarse del pronunciamiento
del claustro universitario, no obstante el apoyo que éste brindó a la Junta Central. Esto
parece demostrar que Liniers estaba comprometido a fondo con el proyecto carlotino
(el cual, en perspectiva histórica, carece de trascendencia) más que con cualquier junta
peninsular y no podía tolerar otro de los frecuentes desacataos a que estaba
acostumbrada la audiencia charqueña.
21 Por otra parte, Liniers tuvo que hacer frente a otra insubordinación que debilitaba aún
más su autoridad: el pronunciamiento del gobernador de Montevideo, Javier Elío quien,
a tiempo de que Goyeneche llegaba al Río de la Plata (septiembre, 1808), decidió
constituir, sin anuencia de Buenos Aires, su propia junta gubernativa mientras acusaba
135
Estalla la rebelión
25 La situación en Chuquisaca se fue deteriorando desde la visita de Goyeneche a fines del
año anterior. Como ya queda dicho, su doble misión (el reconocimiento de la Junta de
Sevilla y las proposiciones de Carlota) fue desairada tanto por los magistrados como por
los miembros del cabildo y el claustro universitario. De su parte, Pizarro y Moxó
mostraron una actitud distinta a la asumida por los oidores y la élite charqueña, El
presidente y el arzobispo colmaron a Goyeneche de halagos y agasajos, dieron su
respaldo a la Junta de Sevilla y aunque, sin decirlo explícitamente, tramitaron las
proposiciones de Carlota como algo normal en la vida de la monarquía española.
26 A partir de entonces, los oidores intensifican la presión contra el presidente y el
arzobispo, quejándose de ellos ante el virrey, censurando su conducta en cuanta
ocasión oficial se presentaba y, finalmente, pidiendo que ambos fueran destituidos. Al
verse en una situación tan desventajosa, Pizarro solicita el auxilio a su amigo y cofrade,
el intendente de Potosí, Francisco de Paula Sanz. Confiaba en que éste, a cuyo mando se
encontraba una tropa significativamente mayor a la de La Plata, pudiera encabezar una
expedición la cual, por la fuerza, pusiera orden en la ciudad. Sabedores de estos
aprestos, los oidores tomaron sus propios recaudos, convocaron a sus aliados del
136
pesos para que devuelva a D. Manuel Cotón lo que le suplió a su paso por el pueblo de
Puna; reembolso de 126 pesos al coronel Arenales por gastos incurridos en envíos de
propio a Potosí con las intimaciones que hacía la Audiencia al intendente Sanz; a buena
cuenta a D. Jayme Zudáñez para “la compra de hilado de algodón y [pago a] oficiales
trenzadores que han de hacer mechas de buen tejido para dos cañones. Hay otras
órdenes para traer fusiles de Oruro, para el pago de lanzas de fierro y otros pertrechos
de guerra.18
30 Lo que inicialmente parecía un cambio pacífico de autoridades (del presidente al
Tribunal para el que había espacio suficiente en la Legislación de Indias) sin trastornar
el sistema vigente, a los cuatro meses ya era palpable el cariz de una peligrosa
insurrección popular. Cisneros se enteró de que en Chuquisaca, además de la
construcción de fuertes militares, se habían fundido cañones y morteros, además de
haber repartido armas a todos los vecinos sublevados. Estos se encontraban en contacto
permanente con los paceños cuya revolución estaba en pleno curso.
31 Todos esos preparativos bélicos se hicieron para repeler la inminente intervención
militar de Sanz, que finalmente no tuvo lugar pues éste entró pacíficamente a
Chuquisaca y con ánimo de conciliación. Sin embargo, a la ciudad llegó la noticia del
nombramiento de Vicente Nieto como nuevo gobernador y presidente de la Audiencia.
Nieto, por instrucciones de Cisneros, se dirigía a Chuquisaca al mando de una
respetable tropa. Esto sucedía a fines de noviembre de 1809 cuando Goyeneche, luego
de una violenta represión, había llevado al cadalso a los revolucionarios paceños
encabezados por Murillo. Amenazaba hacer lo mismo en Chuquisaca, pero no llegó
entrar por prohibición expresa de Cisneros. Por su parte, los criollos juzgaron
conveniente evitar un enfrentamiento y se rindieron en forma discreta e incondicional.
Las nueve compañías que la Audiencia Gobernadora había levantado y puesto en pie de
guerra, entregaron las armas en sus propios cuarteles. Aún antes de llegar a la ciudad,
Nieto imparte órdenes y designa un representante ante quien se rinde Joaquín de
Lemoine, Comandante de la compañía de Granaderos Provinciales. 19
32 Los acontecimientos referidos, permitieron que Nieto ocupara su sitial en la Audiencia
y adoptara medidas disciplinarias tales como la liberación de los detenidos que ordenó
la Audiencia Gobernadora y, a la vez, encarcelara a los principales responsables de lo
sucedido, empezando por los hermanos Zudáñez. Manuel falleció en cautiverio y Jaime
fue enviado a Lima donde lograría un indulto que le permitió pasar a Chile y luego a
Buenos Aires donde prosiguió con su labor revolucionaria.
33 Si en el campo militar, o en el manejo del gobierno, la insurrección de Chuquisaca no
produjo acontecimientos dignos de registrarse, se hizo sentir en cuanto desplegó una
gran actividad para que las demás provincias tomaran una actitud semejante a la suya.
A ese efecto se enviaron emisarios a La Paz, Cochabamba, Potosí y Santa Cruz, que eran
portadores del mensaje sobre el nuevo orden de cosas. El ambiente más propicio que
éstos encontraron, fue en La Paz, ciudad que se sublevó de manera aún más radical
(pues las circunstancias así lo permitieron), el 16 de julio de 1809, a las pocas semanas
del estallido en la sede audiencial.
Precisamente por haber permanecido aisladas, por los siglos en los que fueron
receptoras de la ideología absolutista y por la amenaza de pasar a una soberanía
distinta a la que habían aprendido a amar, la gente mostró una rara unanimidad en su
patriotismo hispano. Se puso de moda aquello que repetía el vulgo: “o el amo viejo o
ninguno”.
35 A medida que iban germinando las ideas impugnadoras del absolutismo, los cabildos
provinciales fueron entrando en conflicto con el virrey y con el presidente de la
Audiencia quienes tenían potestad para vigilar y controlar sus actos. El
cuestionamiento versaba sobre el origen del poder, la voluntad popular y el papel del
soberano. Los regidores ya no aceptaban la autoridad omnímoda de un intendente-
gobernador para nombrarlos o destituirlos, o para inmiscuirse en sus deliberaciones.
Esos cuerpos ediles, germen de la moderna democracia, resolvieron hacer causa común
con quienquiera que estuviera decidido a obtener para el pueblo los elementos básicos
de la soberanía. La intendencia de Santa Cruz de la Sierra, a través de su gobernador
Francisco de Viedma, en carta a Goyeneche, decía:
V. S. muy bien sabe que todo este reino del Perú ha aclamado por Rey y Señor de
España e Indias a Fernando Séptimo, y reconocer a otra autoridad independiente de
la que nos rige, sería faltar al juramento de fidelidad que tenemos dado a nuestro
legítimo soberano.20
36 El cabildo de Cochabamba manifestó idéntico rechazo:
El Cabildo, Justicia y Regimiento considerando con la debida circunspección el
espíritu de los manifiestos que Sus Altezas Reales, la señora Princesa doña Carlota
Joaquina y el Serenísimo Infante don Pedro Carlos de Borbón dirigen a los vasallos
de estas Américas españolas con el objeto de persuadir que en sus Reales Personas
debe reconocerse depositada la autoridad regia que esta provincia juró
solemnemente el dos de octubre último al legítimo Soberano don Fernando VII [...]
El proceder de otro modo sería inductivo de un sistema perjudicial, diametralmente
contrario a la misma proclamación y a la lealtad de esta provincia. 21
37 Los sucesos de Charcas en 1809, tanto en Chuquisaca como en La Paz, tienen un sello
mucho más antiportugués que antiespañol y ese fue el detonante para lo ocurrido. Los
oidores y el fiscal acusaron, sin ambages ni reticencias, no sólo al presidente y al
arzobispo sino también al propio virrey. Perdiendo todo el respeto hacia ellos, los
acusaron de condescendencia, deslealtad y traición y, a Pizarro, como incompetente y
de “pocas luces”.
decididos y afectos a su real persona e intereses; que no había mérito para la formación
de semejante causa, y que por consiguiente, su actuación en nada perjudicaba a su
honor acendrado, buena opinión, y fama”.22
40 El fallo absolutorio emitido por el Consejo de Indias a favor de los oidores, es un reflejo
de la situación política de España que se extiende de 1820 a 1823 cuando había
triunfado de nuevo la tendencia liberal que fuera bruscamente interrumpida en 1814 y
que en la historia española se conoce como el “trienio constitucional”. Para los
funcionarios reales de aquella época, el establecer juntas en tierras americanas, estuvo
muy de acuerdo con la lealtad al soberano mientras él estuviera prisionero. Muestra,
además, que en los sucesos de aquel 2 5 de mayo no hubo el menor amago de
separatismo antiespañol sino, por el contrario, una afirmación de la monarquía
legítima, a sola condición de que se reconociera la singularidad de Charcas y los
derechos de ella frente a la presión ejercida por los virreinatos.
oficio escribano y minero, conocido ya como conspirador. Como subjefe fue designado
el español Pedro de Indaburo. Siguiendo el precedente adoptado el 25 de mayo por la
Audiencia, el ayuntamiento adoptó el nombre de “Cabildo Gobernador”
constituyéndose en instancia máxima de la revuelta. A los pocos días se habían
organizado dos compañías de caballería de a 50 hombres cada una, compuestas por
españoles, criollos y soldados negros. Su divisa era: “por la religión, la patria y el rey,
morir o vencer”. Esta fuerza militar fue creciendo rápidamente y se estima que llegó a
10 compañías de infantería y caballería hasta formar un respetable ejército de 1400
hombres. Uno de sus comandantes era el gallego Gabriel Antonio Castro.
45 Los insurrectos quemaron la lista de deudores a las cajas reales y extrajeron de éstas,
dinero para repartirlo entre el populacho. Del cercano pueblo de Huarina se
movilizaron 400 indios aymaras para impedir que el obispo fugara de la ciudad. Por
último, el cabildo, con las firmas de Francisco Yanguas Pérez, José Ramón de Loayza y
José Domingo de Bustamante, dispuso la elaboración de un Plan de Gobierno el cual fue
aprobado en sesión del 24 de julio en sus 10 artículos. En el artículo 5 se dispuso que
se formará una junta que hará las veces de representante del pueblo para que por
su órgano se exponga a este ilustre cuerpo sus solicitudes y derechos y se organicen
con prudencia y equidad sus intentos, la que se compondrá de los siguientes sujetos:
el señor coronel Comandante don Pedro Domingo Murillo; doctores don Melchor
León de la Barra, D. José Antonio Medina, D. Juan Manuel Mercado, D. Francisco
Xavier Patiño, D. Gregorio García Lanza, D. Juan Basilio Catacora, D. Juan de la Cruz
Monge, D. Sebastián Arrieta, D. Buenaventura Bueno, D. Martín José de Ochoteco, D.
José María de los Santos Rubio y se agregará a este Congreso Representativo un
Secretario y un Escribano; el primero será D. Sebastián Aparicio y, el segundo, Juan
Manuel Cáceres. Se pide a estos dos actuarios para que se autorice más esta Junta
Representativa y Tuitiva de los derechos del pueblo y éste se aquiete y subordine,
como debe a las autoridades constituidas. Este punto es del mayor interés a la salud
pública y no desiste un momento de esta solicitud porque en su erección tiene
apoyada toda su defensa, seguridad y existencia futura de este pueblo leal. 24
46 Cabe destacar que la junta paceña conocida en la historia local como la Junta Tuitiva,
posee, entre otras singularidades, el no mencionar el nombre del cautivo Fernando VII.
Sus expresiones se dirigen a “defender y sostener los derechos de la América contra las
injustas pretensiones de la princesa del Brasil y de las seducciones que las potencias
extranjeras puedan conmover los ánimos de sus habitantes [...]”. Sin embargo,
reiteradamente expresa su lealtad y sujeción a las “superioridades del reino” o a las
“autoridades constituidas, de manera que no se sospeche algún desorden, facciones o
partidos”. En el punto 8, se declara la necesidad de que el presbítero José Antonio
Medina sea enviado a la ciudad de La Plata con el fin de explicar a la Audiencia y al
cabildo de esa ciudad, los propósitos que alienta el pronunciamiento de La Paz. 25
47 Aunque en el documento se expresa con reiteración su carácter pacífico y la promesa
de respetar las jerarquías de la administración colonial, no cabe duda de su carácter
subversivo con respecto a Buenos Aires pues comienza decretando en su artículo 1:
No se remitirá a Buenos Aires, por título alguno, numerario de estas cajas ni de
ningún otro ramo como son los productos de la administración de correos y tabaco
quedando todas sus entradas a disposición de este ilustre cuerpo para atender las
necesidades presentes de la patria y realizar el nuevo Plan de Gobierno que se
medita.
48 La supresión del envío de dinero a Buenos Aires era una manifestación de rebeldía de
una de las intendencias de Charcas con respecto a la sede virreinal la cual resultaba en
141
todo inaceptable para ésta pues sus arcas se nutrían, precisamente, del situado y otras
remesas enviadas desde estas colonias de segundo grado.
49 La dependencia total y el abuso a que tenía sometido el virreinato rioplatense a las
ciudades de Charcas, está ejemplificado por el caso (que se relata enseguida) del
suministro de agua potable a la ciudad de La Paz que hizo crisis en 1777. La distribución
se efectuaba a través de la Caja de Agua la cual, pese a su sólida construcción, mostraba
un grave deterioro con el consiguiente riesgo de que la ciudad se quedara sin ese vital
líquido. Los costos de esta urgente refacción se estimaron en 6.075 pesos. Pese a que los
fondos para la obra eran generados en La Paz, el cabildo no tenía autoridad para
empezarla si antes no llegaba la aprobación de Buenos Aires. Solicitada ésta, el
virreinato respondió que no podía autorizar la erogación por falta de detalles sobre la
calidad y necesidad de la refacción propuesta “con la respectiva información, tasación y
dictamen del maestro que se ha de hacer cargo de su construcción”.
50 Pasó más de un año, el peligro iba en aumento y la autorización no llegaba. Fue
entonces que el procurador general de la ciudad y el ayuntamiento instruyeron al
alcalde del primer voto que dispusiera de esa suma y emprendiera, de inmediato, la
refacción. Pero las obras tuvieron que ser suspendidas por causa del cerco a la ciudad
que hizo el caudillo indígena Tupac Catari. La dramática escasez de agua se prolongó
por ocho años más hasta que, lograda la autorización del señor virrey, las obras
comenzaron en 1783 para estar concluidas dos años después, luego de las indecibles
penurias que padecieron los paceños.26
54 Aunque menores, la contribución exigida por Liniers a otras ciudades de Charcas, era
significativa: para Cochabamba y La Plata, se la fijó en 50.000 pesos cada una, y 20.000
para Oruro, Tarija y Tupiza. La reacción en la sede de la Audiencia fue tan adversa como
en La Paz y vino a sumarse al largo repertorio de quejas contra Liniers que se exacerbó
con la llegada de Goyeneche. Tres meses antes de aquel 25 de mayo, en un extenso
memorial dirigido a la Junta Suprema Gubernativa del Reino (a la cual los oidores
expresaron su pleno respaldo) el fiscal López Andreu refuta los argumentos que
condujeron a fijar esa imposición. Hablando no sólo en nombre de Charcas sino en el de
las demás regiones interiores del virreinato, critica a Liniers por arrogarse “actos de
soberanía” y “como un rasgo de independencia en el mando de estas dilatadas
provincias”. El fiscal recuerda la pobreza por la que atravesaba Charcas en esos
momentos debido a la decadencia de la minería, sequías, pestes y otros desastres
ocurridos en 1805 “esta ciudad [La Plata] no ofrece la menor esperanza” de mostrar su
amor y lealtad al soberano “con demostraciones relativas al donativo sobre la
contribución anual de cincuenta mil pesos”.30
55 El nuevo virrey Cisneros se dio cuenta de lo impolítico e impopular del impuesto creado
por su antecesor y es presumible que decidió eliminarlo al recibir las primeras noticias
de los acontecimientos de La Paz. Pero no logró detener una rebelión que ya había
tomado impulso. Las reivindicaciones que planteaban sus dirigentes fueron mucho más
allá de las protestas contra este nuevo abuso tributario y se extendieron a los temas
más vastos y conflictivos como la autonomía y el autogobierno.
56 A la hora del ajuste de cuentas, la prohibición de enviar dinero a Buenos Aires
decretada por los insurrectos, fue una de las principales acusaciones para condenarlos a
muerte. En la sentencia contra ellos se pone énfasis en que “ayudaban a agravar los
males que padece la Europa con el fallo inviolable de que no saliera dinero para Buenos
Aires”.31 Esos “males” no eran otros que la situación que estaba pasando España frente a
la ocupación francesa y que, probablemente, los virreyes usaban como excusa para
gravar más contribuciones a las regiones vasallas suyas.
[...] Se suplicará que hagan entender a los pueblos que conducen u gobiernan, que
no se separen o desenlacen su correspondencia y relaciones mercantiles con esta
ciudad y provincia de La Paz y que internen libremente y sin temor alguno los
artículos que producen sus provincias, pues recibirán de las autoridades de este
pueblo, toda la protección y amparo que franquean nuestras leyes patrias [sic]. Este
objeto es el de la mayor consideración y sobre él pedimos que se inculquen con la
mayor extensión. El comercio es la fuente de la felicidad pública; de las relaciones
que nacen de este principio se siguen las confederaciones, así de intereses
particulares como políticos [...]
59 Como es sabido, el “comercio libre” decretado en 1778, se redujo a la autorización de
nuevos puertos en la península y en América para intercambio sólo entre ambos
segmentos de la monarquía pero no con terceros países o el comercio intervirreinal.
Para una región interior como Charcas, a diferencia de Montevideo que era puerto,
aquella libertad era inexistente. Eso es lo que la Junta Tuitiva trató de modificar
derogando el cobro de impuestos de la Real Aduana. Es por eso que la frase “el comercio
es la fuente de la felicidad pública” no puede ser más pertinente pues todo el proceso
de independencia de las naciones hispanoamericanas se explica en la búsqueda de una
verdadera libertad comercial. Esa tendencia ha continuado en la época republicana
donde los esfuerzos por integrar la economía de estos pueblos para hacer frente a las
potencias subrogantes del colonialismo y el monopolio comercial. Los conductores de la
revolución paceña percibieron con claridad la verdadera vocación de Charcas que no
podía limitarse a la minería ni al tributo de la población indígena sino en la actividad
comercial generadora de empleo y consiguiente bienestar.
La sangrienta represión
65 La insurrección paceña nació confinada a los límites de su intendencia y no repercutió
fuera de ella a pesar de tener el control absoluto del poder. Hasta la Audiencia
Gobernadora la miró con recelo y ordenó la prisión de Victorino García Lanza cuando
éste viajó a Chuquisaca en busca de reconocimiento, por lo que debió abandonar
subrepticiamente la ciudad.35 No obstante estas dificultades, la rebelión cobró fuerza
entre el pueblo, pero eso mismo dio origen a que se saliera de control. Así
transcurrieron dos meses y medio de relativa, aunque muy tensa, calma. Su principal
característica fue una guerra de rumores sobre asesinatos, saqueos y disturbios.
Estallan conflictos y discrepancias internas sobre la conducción del movimiento y se
produce una división interna a raíz de la cual Indaburo toma preso a Murillo sólo para
morir alanceado por los partidarios de éste. La violencia y la muerte se apoderarían
definitivamente de La Paz cuando llegó Goyeneche con su fuerza represiva respaldada
por ambos virreyes.
66 Desde el primer momento, Fernando de Abascal, virrey del Perú, fue partidario de una
línea dura contra los rebeldes. Consideraba él que si tomaba una actitud distinta, lo
hubieran creído cómplice de Godoy o de estar allanando el camino a Napoleón. “Antes
que mi honor sea mancillado, prefiero hacer la guerra pues es el único medio que tengo
de salvarme”, dijo.36 Con ese respaldo y una mera notificación al virrey Cisneros de
Buenos Aires, Goyeneche marchó a La Paz al mando de un ejército de 5.000 hombres.
Era el mes de octubre y en la cuidad no había ocurrido nada importante desde julio. Los
insurrectos eran víctimas de sus querellas internas y en eso habían desgastado sus
energías.
145
77 Tales son los acontecimientos más relevantes de este proceso histórico cuyos
protagonistas vivieron y actuaron en los confines de Charcas.
NOTAS
1. R. Flaquer Montequi, “El Ejecutivo en la Revolución Liberal”, en M. Artola (ed.) Las Cortes de
Cádiz, Madrid, 2003, p. 37.
2. F. X. Guerra, Modernidad e independencia. Ensayo sobre las revoluciones hispánicas, Madrid, 1993, p.
51
3. T. E. Anna, España y la independencia de América, México, 1983, p. 61.
4. G. René-Moreno, Documentos inéditos de 1808 y 1809, Santiago, 1901, citado por C. Arnade, The
emergence of the Republic of Bolivia, Gainsville, 1957, pp. 12-13.
5. Se ha especulado que Goyeneche trajo una tercera carta bajo la manga: proposiciones de
Napoleón a Liniers las cuales, sin embargo, carecen de evidencias documentales serias.
6. R. Echepareborda, Qué fue el carlotismo, Buenos Aires, 1971, p. 91. Detalles sobre el carlo-tismo,
en, J. L. Roca, 1809, La revolución de la Audiencia de Charcas en Chuquisaca y en La Paz, La Paz, 1998, pp.
170-183.
7. J. Lynch, The Spanish American Revolutions, 1808-1826, New York, 1986, p. 43.
8. C. A. Villanueva, La monarquía en América. Bolívar y el general San Martín, París, 1911.
9. El texto completo del Acta de los Doctores puede verse en J. L. Roca, ob. cit., pp. 184-188.
10. Ibid, p. 186.
11. La importancia del Acta ya fue destacada por René-Moreno en el siglo XIX, aunque por
entonces no había sido localizada. Se la encontró sólo un siglo después en archivos uruguayos
entre los papeles que llevó consigo Jaime Zudáñez y en 1955 fue publicada por primera vez en
Boletín de la Sociedad Geográfica Sucre, No. XLV, Vol. 442.
12. G. René-Moreno, Últimos días coloniales en el Alto Perú, La Paz, 1940.
13. Ibid, 208.
14. C. Ponce Sanjinés y R. A. García, Documentos para la historia de la revolución de 1809, La Paz, 1953,
4:399.
15. Oficio del señor virrey a los señores Regente y Oidores de la Real Audiencia Pretorial de los
Charcas. Colonia de Sacramento, 17 de julio de 1809, en E. Just Lleó “Apéndice Documental”,
Comienzo de la independencia en el Alto Perú: los sucesos de Chuquisaca, 1809, Sucre, Judicial, 1994, p.
708. Es curioso que Cisneros se refiera a Charcas como audiencia Pretorial siendo así que siempre
se la consideró Subordinada.
16. G. René-Moreno, Documentos inéditos de 1808 y 1809, p. 43.
17. Ibid. Entrambasaguas era “situadista” o sea, una de las personas a cuyo cargo estaba trasladar
el situado real a Buenos Aires, con el privilegio de traer de allí carga de retorno. El 25 de mayo,
Entrambasaguas hizo acondicionar [sic] la remesa con gente del pueblo y estuvo abandonada
hasta el 27 cuando finalmente salió para Buenos Aires bajo custodia de un solo arriero. Ver V.
Abecia, Historia de Chuquisaca, Sucre, 1939, p. 389.
18. G. René-Moreno, ob. cit, pp. 64-70.
19. Ibid, p. 92.
20. Ibid, CXXI.
21. Ibid, CXXII.
148
todas las cajas del Alto Perú se envió a Buenos Aires “con la justa mira de aliviar los
ahogos en que se veía el gobernador” más de dos millones de pesos. 5 De Potosí partía el
situadista cada dos meses y recogía los caudales de toda la carrera del Perú hasta llegar
a Buenos Aires. Al lucro de esta tarea se sumaba el de la especulación comercial. 6
10 El Consulado de Buenos Aires obtuvo que el virrey concediera a sus miembros el
monopolio de ese transporte mientras la audiencia otorgó el mismo privilegio a los
comerciantes potosinos. Estos se organizaron en lo que iba a ser el poderoso gremio, de
los “situadistas” a cuya cabeza se encontraban Indalecio González de Socasa y Felipe
Lizarazu, conde de Casa Real, abuelo materno de quien iba a ser el dictador Linares,
presidente de Bolivia.
11 Esa dualidad en cuanto al transporte del situado, dio origen a uno de los conflictos más
enconados y de solución más difícil entre Buenos Aires y la élite potosina, También en
las provincias, especialmente Salta, protestaban por el monopolio de los potosinos y
exigían un nuevo reglamento. Los conflictos hicieron crisis en 1798 y, pese a todos los
empeños, la gente adicta a Socasa mantuvo la hegemonía en el negocio, situación que se
mantuvo hasta el estallido de la revolución de Mayo en Buenos Aires.
12 En 1802, la junta del Consulado volvió a ocuparse del asunto decidiendo que ella sería la
única autorizada para designar a los situadistas. Socasa se quejó ante Sanz, gobernador
de Potosí y este remitió obrados a la audiencia de Charcas. En 1806 este tribunal falló
nuevamente a favor del gremio.7 La furia de los principales personeros del Consulado
(Belgrano y Castelli) debió ser muy grande aunque en ese momento tal vez no se dieron
cuenta de que estaba cerca el día de la revancha que les llegaría en 1811. En ese año, el
triunfante Castelli nombró gobernador de Potosí a Feliciano Chiclana, otro miembro
prominente del consulado y acérrimo rival de los situadistas. Este hecho constituyó una
reparación al orgullo de los porteños quienes, debido a ésta y otras razones, desde el
primer momento, fueron mirados por los potosinos como nuevos opresores antes que
como patriotas o aliados.
13 A partir de entonces, las tres expediciones militares porteñas al Alto Perú (1811-1815)
estuvieron encaminadas a que las prerrogativas virreinales se transfirieran intactas a la
Junta Revolucionaria de Buenos Aires, entre ellas, el derecho al mineral de plata del
cerro de Potosí, a la capacidad de acuñación (Buenos Aires no tenía Casa de Moneda) y a
las facilidades financieras del Banco de San Carlos que los porteños necesitaban para
cubrir los costos de su revolución. También se buscó eliminar toda influencia de los
antiguos azogueros y situadistas potosinos. Estos, acusados de no adherirse a los
designios porteños, cuando no fueron fusilados, se los persiguió y expatrió mientras sus
bienes quedaron sujetos a confiscación.
15 El razonamiento más simple que vino a la mente de los americanos leales a su rey, fue
que la junta organizada en una ciudad peninsular no podía, en ningún caso, representar
los intereses de toda la monarquía española por “suprema” que ella se titulara, y que la
formación de entes similares en otras ciudades, peninsulares o no, era la manera más
idónea de enfrentar los peligros originados en la invasión francesa. Los únicos
interesados en reconocer a la junta sevillana eran los altos depositarios del poder
colonial con sede en Lima, cuyo ejercicio les permitía mantener un orden económico-
social favorable sólo a ellos, los españoles de origen. No así a los criollos, a los mestizos
o a los indios quienes, en alianza, iban a convertir la rebeldía en insurrección
revolucionaria. Para el virrey del Perú y la gente que lo rodeaba, la sujeción a la Junta
de Sevilla significaba una continuidad con las prácticas monopolistas comerciales de las
ciudades andaluzas representadas en América por el consulado de Lima.
16 En cambio para Buenos Aires esta fórmula no era aceptable, pues tanto el virrey Liniers
como los criollos notables, eran ostensiblemente carlotinos. De ahí por qué el astuto
Goyeneche resolvió asumir el doble papel de agente de la Junta de Sevilla y a la vez de
Carlota. Esta última solución tampoco era desagradable a los monopolistas limeños
pues al fin y al cabo si ella era adoptada, podían contar con la protección británica.
17 Los acontecimientos de Charcas en 1809, al parecer no tuvieron en Buenos Aires
repercusión distinta a las investigaciones que ordenó el nuevo virrey Cisneros para
conocer sus motivaciones. La burguesía comercial criolla del Río de la Plata –que ya
desde principios de aquel año controlaba todos los hilos del poder– no se dio por
aludida. La misma apatía sucedió al conocerse la represión a los revolucionarios
paceños, ya que este acontecimiento no ponía en entredicho, sino más bien
consolidaba, las prerrogativas de Buenos Aires sobre las provincias altas. Sólo después
de instalada la primera Junta Gubernativa, los líderes porteños castigarían las
crueldades presuntas o reales de las autoridades españolas, a manera de justificativo de
la represión a que ellos pronto iban a someter al pueblo de Buenos Aires. Pero además
de la falta de una adecuada organización, el movimiento de Charcas carecía de vigor
social y de un conveniente respaldo armado. Ni los señores oidores ni los criollos
radicales del cabildo y del gremio universitario, disponían de los medios para inyectar
nuevos bríos al movimiento de 1809. Ellos sólo podían aspirar a la formulación de
conjuras para cuyo éxito no controlaban factor alguno de poder.
18 Sobre este punto, René-Moreno diría, no sin razón, que el mayo charqueño fue “grande
empresa con sobra de miras y falta de medios, una intrépida calaverada de su pueblo.” 8
Debido a la falta de imprenta en Charcas (ella no llegaría sino en 1823) la propaganda
política debía hacerse en caramillos manuscritos que circulaban de mano en mano o
que lograban pegarse en algún muro al amparo de la noche o aprovechando la
distracción del vigilante. Las noticias de la península y del resto del mundo tardaban
meses, y a veces años y cuando llegaban, por la única vía de la cabecera virreinal,
podían ser alteradas de acuerdo a las conveniencias, no del monarca, sino de aquellas
de sus avisados y no siempre leales sufragáneos.
19 Bien distinta era la situación en Buenos Aires. Allí, introducida por el virrey Vértiz,
desde 1779 existía la Imprenta de los Niños Expósitos donde poco después empezaría a
publicarse el Telégrafo Mercantil. En ese órgano de prensa, Funes, Belgrano, Castelli y el
resto de la élite criolla, podían difundir sin restricciones sus ideas en torno a la política
y al desenvolvimiento económico de esta parte de América. Además, ellos ocupaban un
lugar de preeminencia a través del consulado, el cabildo y las milicias. Al lado de éstos,
153
el virrey, el alto clero y algunos peninsulares ricos como el propio Liniers, el alcalde
Alzaga o el obispo Lué, eran figuras menores que fueron fácilmente sobrepasadas desde
el comienzo de las jornadas emancipadoras.
20 El virrey Santiago de Liniers gozaba de una bien merecida reputación como héroe de la
reconquista del Río de la Plata de poder de los ingleses pero, a la vez, era acusado de
complicidad con Francia, sólo por el hecho de haber nacido en ese país. Como prueba de
esa supuesta y traidora relación, el gobernador de Montevideo, Javier de Elío, presentó
una carta auténtica de la cancillería francesa dirigida a su agente en el Río de la Plata,
Sr. Sassenay, recomendándole entenderse con Liniers.9 Eso le enajenó la confianza de
los residentes españoles en el puerto quienes, a la cabeza del rico comerciante Martín
de Alzaga, promovieron un levantamiento contra el virrey el 1 de enero de 1809. No
lograron derrocarlo debido al apoyo que logró de los criollos cuyo líder era Cornelio
Saavedra, comandante del regimiento de Patricios y, también, héroe de la Reconquista.
Aunque Liniers permaneció en el mando, su autoridad quedó debilitada por lo que el
Consejo de Regencia decidió, a mediados de año, cambiarlo por el veterano de
Trafalgar, Baltasar Hidalgo de Cisneros.
21 El 25 de mayo de 1810, a un año exacto de los acontecimientos en Chuquisaca (de los
cuales no parece que se hubieran percatado) los criollos de Buenos Aires, quienes
dominaban el cabildo y la milicia, toman el poder derrocando a Cisneros quien hacía un
año escaso había sido designado. En ese cuadro, la relación entre Charcas y el Río de la
Plata es caracterizada así:
Sociológica y geográficamente más desligadas de las provincias bajas argentinas que
la Banda Oriental, el Alto Perú y sus distritos dependientes, además de esto,
distaban mucho de la cabecera del gobierno. Fresco era el precedente de que habían
pertenecido con mayor cohesión a otro virreinato [el peruano]. Con su curia
metropolitana, su Universidad central, su corte de alzadas, su gobierno autónomo
de misiones, su real vicepatronato de mayor extensión que el del virrey y por otros
títulos más, Chuquisaca formaba en el reino llamado del Río de la Plata una segunda
capital.10
22 Esa preeminencia, sin embargo, no simaba a Charcas como una región a la que los
revolucionarios porteños debían respeto y consideración. Por el contrario (y como
veremos luego) éstos la veían como a su propia colonia cuyas riquezas debían estar al
servicio del nuevo orden de cosas que se había instalado en Buenos Aires.
23 Lo que Buenos Aires recibió de Charcas y, a no dudarlo asimiló muy bien, fue la teoría
que se fue plasmando en la Universidad y en la Academia Carolina la cual fue llevada a
su tierra por Castelli, Moreno y Monteagudo, entre otros. Ella se basó en el
cuestionamiento por la vía aristotélico-tomista no de la monarquía en cuanto a tal sino
de las bases morales, filosóficas e históricas que ligaban a los herederos de la corona de
Castilla con sus territorios ultramarinos. Para los miembros de la élite criolla porteña,
tal ideología le venía como anillo al dedo. Les permitió invocar el nombre de Fernando
VII y así aparecer como vasallos fieles de la monarquía y de esa manera disponer del
tiempo necesario para replantearse la forma de gobierno que debía regir en el futuro.
24 Nada ilustra mejor el análisis precedente que algunos detalles de lo ocurrido en Buenos
Aires el 25 de mayo de 1810 cuando el cabildo, ya en franca rebeldía, había organizado
la Junta Gubernativa con Cornelio Saavedra a la cabeza. Pocos días antes de esa fecha, el
virrey Cisneros queriendo dar una buena nueva al pueblo anunció que no toda España
estaba perdida pues las garras francesas aún no se habían clavado en Cádiz y en la isla
de León.
154
25 En una reunión crucial del cabildo llevada a cabo el 18 de mayo, Saavedra, asumiendo la
representación del grupo criollo, niega toda autoridad al Consejo de Regencia
replicando al virrey:
Y qué señor, este inmenso territorio, sus millones de habitantes ¿han de reconocer
soberanía en los comerciantes de Cádiz y los pescadores de la isla de León? No
señor, no queremos seguir la suerte de España ni ser dominados por los franceses:
hemos resuelto reasumir nuestros derechos y conservarlos por nosotros mismos. 11
26 La posición asumida por Saavedra no era, a diferencia del movimiento en Charcas, una
actitud simbólica, menos una “calaverada” del pueblo. Se apoyaba en un convincente
persuasivo, el Regimiento de Patricios, disciplinada y fuerte unidad militar que se había
hecho célebre durante el rechazo a las invasiones británicas y cuyo comandante era el
propio Saavedra. Así, éste pudo insistir ante Cisneros:
el que a Vuestra Excelencia dio autoridad para mandarnos ya no existe, de
consiguiente tampoco Vuestra Excelencia la tiene ya, así que no cuente con las
fuerzas de mi mando para sostenerse en ella.12
27 Los porteños se dieron cuenta cabal de que, para lograr sus objetivos políticos,
necesitaban amigos en ultramar y, de hecho, los tenían en el imperio británico. Tan
interesados como los gaditanos en el comercio con América, los ingleses habían
extendido su imperio hasta el Atlántico Sur. Teniendo ahora todo a su favor, pero
acechados por el mal recuerdo de 1807, ejercían su dominio imperial sólo en el
comercio, no así en la política. ¡Sabia actitud que habría de proporcionarles jugosos
dividendos durante los dos siglos siguientes!
28 Teniendo en cuenta lo que antecede, no fue coincidencia que el juramento de lealtad
que se vio obligada a prestar la audiencia de Buenos Aires a la Junta Gubernativa, se
hubiese hecho en presencia de Carlos Fabián Montagú comandante de las fuerzas
navales británicas surtas en el Río de la Plata.13 En silencio, Montagú expresaba así el
apoyo y satisfacción de su país frente al nuevo estado de cosas. El poderío naval
británico –más las fuerzas locales que habían contribuido a derrotarlo apenas dos años
antes en Buenos Aires– se constituyeron en el verdadero y paradójico sostén de la
revolución.
29 Para decidirse a destituir al virrey y formar la junta gubernativa de 1810, los políticos
de Buenos Aires aguardaron a que caducara de hecho la soberanía española en la propia
metrópoli y, con ella, la de sus delegados en la colonia y por así entenderlo, designaron
expresamente como ultimátum la caída de Andalucía, incluyendo Sevilla, en poder de
los franceses.14
fue Balcarce sino Güemes quien encabezó primero el combate de Cotagaita con la
división de Salta y un batallón de milicias de Tarija y con ellos “obtuvo la inmortal
victoria de Suipacha.21 La actuación de de este caudillo salteño como protagonista de
esta acción de armas, quedó como una tradición popular antes que como hecho
histórico cierto. De ello se queja Bernardo Frías cuando dice que
fue en aquella época [de la independencia] opinión entre los pueblos del norte y
verdad afirmada por los contemporáneos y escritores de haber sido Güemes quien
organizara y dirigiera la batalla [de Suipacha] y hasta el cabildo de Salta ocho años
más tarde decía que Güemes luchando allí con intrepidez se cubrió de gloria [...] sin
embargo los jefes que dieron parte de la victoria ni hicieron mención de él. 22
americana [...] unámonos a ellos y sean nuestras armas e insignias morir o vencer
por la religión, la patria v el rey.28
51 El 14 de septiembre de 1810 se produce en Cochabamba un levantamiento dirigido por
los jefes militares criollos Francisco del Rivero y Esteban Arze quienes organizan una
junta local que proclama su adhesión a la Junta de Buenos Aires siendo la primera en
tomar esta decisión. Inmediatamente después, y en su calidad de jefe supremo de la
intendencia de Santa Cruz de la Sierra (cuya capital era Cochabamba) ordena un cambio
de autoridades en la hasta entonces subdelegación de Santa Cruz (actual departamento
de ese nombre) destituyendo a Pedro José Toledo Pimental y reemplazándolo por
Antonio Vicente de Seoane cual se desprende del siguiente documento dirigido al
gobernador de Mojos, Pedro Pablo de Urquijo:
El adjunto testimonio instruirá a vuestra señoría del cargo que de subdelegado de
esta ciudad y su partido se me ha encomendado por el señor gobernador intendente
de provincia y del que ya me hallo en posesión, por cuyo motivo y en atención a que
se me acaba de informar de que en esa provincia que se halla al mando de vuestra
señoría, no se ha procedido hasta el día a la jura y reconocimiento de la
excelentísima junta gubernativa del distrito; exhorto a vuestra señoría para que sin
pérdida de momentos, por medio de convocatoria respectiva, verifique este loable e
interesante acto. Por ello deberá igualmente vuestra señoría en casos precisos y de
ocurrencia entenderse con esta subdelegación, siempre que sea bajo la ciega
obediencia y auspicios de la expresada excelentísima junta, como así lo considero.-
Dios guarde a vuestra señoría muchos años. Santa Cruz y diciembre 14 de 1810.-
Doctor Antonio Vicente Seoane.-Señor gobernador de la provincia de Moxos, don
Pedro Pablo de Urquijo.29
52 Como puede verse, el cargo asumido por Seoane, inmediatamente después de la
organización de la junta de Cochabamba, no fue producto de un pronunciamiento
cívico-militar en Santa Cruz sino por disposición de Rivero quien, a juzgar por el
documento transcrito, seguía ostentando el título de gobernador-intendente. Seoane,
igual que sus predecesores desde la promulgación de la Ordenanza de Intendentes de
1782, siguió llamándose subdelegado cual correspondía a la nomenclatura entonces en
vigencia. La instrucción que daba Seoane a Pedro Pablo de Urquijo, gobernador de
Mojos, es indicativa de la primacía que reclamaba Santa Cruz sobre lo que después sería
departamento del Beni.
53 De todas maneras, al año siguiente, el 27 de mayo de 1811, se formó en Santa Cruz una
“junta subalterna”, distinta a la de Cochabamba. Estuvo presidida por el mismo Antonio
Vicente de Seoane e integrada por Antonio Suárez, y José de Salvatierra, siendo
miembros del cabildo José de Gil y Egüez, Manuel Ignacio Méndez, Lorenzo Moreno y
Juan Manuel Zarco.30
54 Según lo anterior, el pronunciamiento cruceño de adhesión a la Junta de Buenos Ares se
produjo el 27 de mayo de 1811 y no el 24 de septiembre de 1810 como erróneamente
figura en la historiografía boliviana. El 24 de septiembre es una fecha simbólica
adoptada por Warnes poco antes de su muerte en 1816 en la batalla del Pari. Es
conmemorativa del triunfo de Belgrano en la batalla de Tucumán el 24 de septiembre
de 1812 en la que participó Warnes y tardó casi un siglo en imponerse como fiesta cívica
de Santa Cruz. Esta tradicionalmente se festejaba el 21 de mayo, fecha en la cual tuvo
lugar el traslado de la ciudad de San Lorenzo a la punta de San Bartolomé, sitio en el
que desde entonces se encuentra la ciudad de Santa Cruz de la Sierra.
55 Fue la actividad de sus pobladores, su condición de obispado durante más de dos siglos,
y la distancia que la separaba de la sede gubernativa, lo que movió al cabildo de Santa
160
NOTAS
1. T. H. Donghi, Revolución y guerra: formación de una élite dirigente en la Argentina criolla, 2a edición
México, 1979, p. 19.
2. Ibid.
3. Un enfoque completo sobre las reformas de Carlos III puede verse en J. Lynch, Administración
colonial española 1182 - 1810. El sistema de intendencias en el virreinato del Río de La Plata, Buenos Aires,
1962.
4. V. Miletich, en J. Barnadas, Diccionario histórico boliviano 2:917.
5. Guillermo Céspedes del Castillo, “Lima y Buenos Aires, repereusiones políticas de la creación
del virreinato del Plata”, en Anuario de Estudios Americanos, t. III, Sevilla.
6. G. Tjarks, El Consulado de Buenos Aires y sus proyecciones en la historia del Río de la Plata, Buenos
Aires, 1962, 2: 812-822.
7. Ibid.
8. G. René-Moreno, Bolivia y Argentina, Santiago, 1900, p. 288.
161
y mestiza, sentía orgullo de sí mismo y, por lo tanto, era excelente levadura para
aglutinar los anhelos de un estado autónomo en ciernes.
5 Al estallar en Buenos Aires la revolución de mayo de 1810, la preocupación de sus
líderes se centró en ganar la adhesión de Cochabamba ya que se daban cuenta de que
sin ella jamás lograrían consolidar la ocupación del territorio de las provincias altas.
Era ésta una tarea de primera importancia para mantener la integridad territorial del
virreinato que ya se la sabía amenazada por el virrey peruano, Abascal.
El 14 de septiembre de 1810
6 Uno de los primeros agentes de la insurrección porteña fue José Moldes, cuya tarea
consistía en vincular a los revolucionarios de su nativa Buenos Aires con los de Charcas.
Encontró en Cochabamba un ambiente favorable a sus propósitos puesto que los
criollos más destacados de esta última ciudad habían participado, a su vez, en los
alzamientos frustrados de Chuquisaca y La Paz ocurridos el año anterior.
7 En los albores de la revolución, era gobernador de Cochabamba José Gonzáles Prada,
criollo arequipeño enviado por el virrey Abascal en reemplazo del veterano Francisco
de Viedma. Por esos días se había producido en Oruro una insurrección indígena
encabezada por el cacique del pueblo de Toledo, Victoriano Titichoca, debido a lo cual
Gonzáles Prada envió a Oruro un batallón de 300 soldados bajo las órdenes del coronel
de milicias Francisco del Rivero y los oficiales Esteban Arze y Melchor Guzmán (a) “el
Quitón”.2
8 Por su parte, Vicente Nieto, presidente de la audiencia, expidió órdenes contra el
cacique rebelde. Pero de él sólo se pudo averiguar que tenía seguidores en Corque y
Andamarca y que probablemente se encontraba en Quitaquita, jurisdicción del partido
de Carangas, donde no intentaron ir a prenderlo.
9 Para hacer frente a los revolucionarios que venían de Buenos Aires, Nieto concentró sus
tropas en Potosí y ordenó al cabildo de Oruro que enviara allí al batallón que acababa
de llegar con destino a la represión a Titichoca.3 Pero sus jefes simpatizaban con los
revolucionarios de Buenos Aires y, fingiendo lealtad a los propósitos del cabildo,
obtuvieron autorización de éste para volver a Cochabamba. Allí, junto a sus amigos,
más refuerzos militares provenientes de Tarata, el 14 de septiembre de 1810, Rivero
encabezó una insurrección que depuso a González Prada. Se organizó una junta
revolucionaria que se puso a órdenes de la que se había formado en Buenos Aires en
mayo de ese mismo año.
10 La adhesión cochabambina a Buenos Aires lo era también al rey cautivo y, a la vez, un
doble rechazo: a la invasión francesa y a las pretensiones portuguesas. Era una
consecuencia normal de los vínculos comerciales, políticos e ideológicos que se habían
establecido entre el Alto Perú y Buenos Aires durante los escasos y fructíferos treinta y
cuatro años que duró el virreinato platense.
11 El virrey del Perú, al igual que los revolucionarios porteños, hacía protestas de lealtad a
Fernando VII pero, a diferencia de aquéllos, proclamaba su apoyo a la junta de Sevilla.
Esa actitud se explica en razón de que los comerciantes, en su mayoría criollos, quienes
dominaban el consulado y la audiencia de Lima, eran agentes y socios del sistema
monopolista comercial que por siglos se había asentado en Sevilla y Cádiz. Por tanto,
eran enemigos de los jefes de la revolución de Buenos Aires quienes ya comerciaban con
164
los ingleses rompiendo así las viejas prácticas que subsistían desde las épocas de la Casa
de Contratación.
“pronto llegará el momento feliz para Puno, Cuzco y Arequipa.” Y concluía: “con
sobrado fundamento de cálculo, la decisión nos será lisonjera.” 7
23 Pero Castelli no limitaba sus planes militares a la sierra peruana. Pensaba más en
grande. En otra carta a la junta, aconsejaba que “no se pierda de vista la frontera de
Portugal por las provincias de Cochabamba y La Paz.” Anunciaba su intención de enviar
un destacamento para que regresara por la vía del Chaco y los llanos de Manso hasta
Corrientes “ampliando nuestra frontera y acercándonos más a la observación del
interior del Brasil.” La junta respondió dando apoyo verbal a estas fantasías
geopolíticas de su Representante diciéndole que “está convencida de la utilidad de este
pensamiento” pero advirtiéndole que él “desenvuelva los principios que hagan
asequible tal empresa.”8
cuartel general de Oruro a Laja. Situada a comienzos de la altiplanicie que rodea el lago
Titicaca, en aquel tiempo esta antigua población aymara estaba equipada con talleres y
forjas para fabricar armas.
28 Pero en vez de dedicarse a disciplinar y fortalecer su ejército, fue en Laja donde se hizo
ostensible la disipación y vida licenciosa del Representante y de su auditor. Versiones
de la época afirman que en los campamentos abundaban el licor y las mujeres. A mayor
escándalo, Monteagudo disfrazado de cura subió un día al pulpito de la iglesia del
pueblo donde pronunció un discurso sacrilego semejante a otro que había pronunciado
en una iglesia potosina bajo el nombre de “La vida es un largo sueño.”
29 Escenas parecidas tuvieron lugar durante la semana santa en La Paz y en otros pueblos
por donde pasaba el ejército. Tómas de Anchorena quien fuera testigo presencial de
estos hechos, los refería así a su hermano Nicolás:
lo que a mi más me desconsuela, es el odio tan manifiesto de que se han poseído
estas gentes del Alto Perú contra nosotros los porteños. Ellas no desconocen la
santidad y justicia de la causa que hemos proclamado pero maldicen la conducta de
nuestras tropas culpando de ello a oficiales y jefes. Yo creo que esta desgracia ha
sido un castigo manifiesto de los innumerables delitos que se han cometido y que
nos servirán de freno para moderar nuestra conducta.15
30 No obstante las críticas a la demagogia revolucionaria de Castelli, su prédica cruzó el
Desaguadero llegando hasta las comunidades indígenas de Huánuco, en la sierra
peruana. En 1812 se produjo allí un estallido popular que comprometió hasta a 10.000
indios (apoyados por el clero y algunos notables del pueblo) que atacaron por igual a
españoles, criollos y mestizos a nombre del “rey Castel”. Confiaban en que éste
encarnaba un nuevo inca o, en su defecto, buscaría a uno capaz de restaurar las
antiguas dinastías quechuas. Investigaciones sobre el tema, han demostrado que el
invocado “rey Castel” no era otro que Juan José Castelli16 quien probablemente murió
sin saber que su nombre era tan popular en esa región del Perú.
Morenistas y saavedristas
31 Fue también en Laja donde afloraron los problemas entre dos partidos rivales que
luchaban por controlar el poder en la Junta de Buenos Aires: el saavedrista y el
morenista que seguían las orientaciones conservadoras del Presidente Cornelio
Saavedra o las radicales del secretario Mariano Moreno. El primero de los partidos al
cual se llamó “moderado”, creía cumplida su tarea con el cambio de gobierno que se
había producido. Si bien para esta tendencia era esencial asegurar el control de todo el
territorio del virreinato o, en su caso, ensancharlo, no era necesario introducir
innovaciones en el orden administrativo y político. Por el contrario, el propio Saavedra
reclamaba para sí no sólo la autoridad sino también el boato y ceremonial del virrey
depuesto.
32 La posición de Saavedra chocaba frontalmente con la personalidad, los compromisos
políticos y la formación ideológica de Mariano Moreno, secretario de la junta. Este y su
partido sostenían que los derechos de Buenos Aires como parte de la monarquía
española no eran menores a los de otros distritos como Cádiz y Sevilla. Por lo tanto, el
nuevo poder que ejercía la junta en su propia jurisdicción poseía –a juicio de los
morenistas– mayor legitimidad que la que pretendían arrogarse sobre ella las ciudades
andaluzas.
168
33 Más joven que Saavedra –al punto que podía haber sido su hijo– Moreno dueño de un
temperamento fogoso, audaz e intransigente, exigía un gobierno de responsabilidades
compartidas. En lo personal, su enemistad con Saavedra llegó a ser irreconciliable
desde el momento en que Moreno forzó a que se dictara un decreto el cual privaba al
presidente de la junta, de la dignidad y el ceremonial del virreinato que Saavedra
quería mantener a toda costa. En otro orden de cosas, los morenistas cargaban con el
sambenito de haber sido ellos quienes ordenaron los fusilamientos ejecutados en
Córdoba y en Potosí, y las demás medidas represivas que se tomaban en el propio
Buenos Aires contra la población civil.
34 La presencia de Moreno en la junta duró sólo seis meses, al cabo de los cuales fue
forzado a emigrar en misión diplomática a Inglaterra. Víctima de violenta enfermedad,
falleció en alta mar y siguiendo las normas higiénicas de la época, su cadáver fue
arrojado al océano. Se cuenta que al conocer la noticia, Saavedra exclamó: “era
menester tanta agua para apagar tanto fuego.” Pero el fuego de Moreno, al igual que la
tea de Murillo, no se extinguió. Su partido sobrevivió con Castelli y Monteagudo cuyas
prédicas fueron tanto o más radicales que las de su jefe y fundador.
35 En Buenos Aires, sin embargo, la purga de los morenistas era incesante y Castelli fue
informado en Laja que ya no quedaba ninguno de ellos como miembro de la junta. 17
Pero gozando aún de la aureola adquirida en Suipacha, el Representante juzgó que
debía reorganizar su partido. Antonio González Balcarce y Eustaquio Díaz Vélez, jefes
militares triunfantes, estaban con Castelli y Moreno, no así Juán José Viamonte
conocido como adicto a Cornelio Saavedra. Ello condujo a que se establecieran y
funcionaran clubes políticos que se identificaban con una u otra de las facciones. “Vivas
y mueras resonaban en los campamentos.” Castelli hizo circular la versión de que los
saavedristas estaban entregados a Carlota y a Goyeneche, mientras los saavedristas
enviaban partes a Buenos Aires denunciando y magnificando las faltas del
Representante Castelli.
36 Como provinciano que era, Rivero formaba parte de la tendencia saavedrista, ya que el
líder de la revolución de mayo, por haber nacido en Potosí, también era considerado
provinciano o, por lo menos, parcializado con esa tendencia en pugna con el
radicalismo porteño.
37 Los cambios políticos ocurridos en Buenos Aires a la caída de Moreno, habían dado
lugar a que un mes antes de la acción de Huaqui, la Junta hubiera incorporado a su seno
personajes de provincia como Pedro Ignacio Gorriti, José Ignacio Maradona, José Julián
Pérez de Echalar y otros considerados leales al saavedrismo. Ello explica por qué la
junta veía con simpatía a Rivero tal como iba a demostrarse en los acontecimientos
posteriores.
38 No cabe duda de que, en la arena política, Castelli se desenvolvía mejor que en la militar
pues en poco tiempo logró ganar el apoyo entusiasta y militante de las masas indígenas.
Eso lo deslumbró, impidiéndole preveer el desastre total que sobrevendría muy pronto.
Las crónicas de la época relatan cuánto gozaba el Representante con las muestras de
cariño y sumisión que le daban los indígenas quechuas y aymaras. Fue así cómo
concibió la fantasía de que lo mismo iba a ocurrir en Puno, Cuzco y Arequipa adonde
ansiaba llegar como nuevo redentor. Su desbordante optimismo se fundaba en el hecho
de que
venían hasta él pueblos enteros encabezados por sus caciques y alcaldes [...] caían
de hinojos ante él con muestras de suma cortesía juntas las manos y alzando los ojos
169
al cielo para bendecirle, le llamaban tatay [...]. Con ello se figuró que sin apelar a las
armas cundiría el fuego de la revolución.18
39 Pero el mensaje político de Castelli no sólo iba dirigido a los indígenas sino también a
los mestizos y criollos o sea a todo quien no fuera peninsular. A los criollos les
aconsejaba no asistir al congreso que había convocado la junta en Buenos Aires y más
bien los instaba a exigir que el Congreso de las Provincias Unidas se reuniera en Potosí
o La Plata.
40 A fines de mayo, Castelli organizó en Tiahuanacu la más comentada de sus actuaciones.
Allí en presencia de miles de pobladores indígenas proclamó el fin de la servidumbre y
la opresión así como la igualdad entre los hombres de todas las razas. Como es
costumbre en actos de este tipo, quienes concurrieron a la cita de Tiahuanacu
estuvieron estimulados por las bebidas alcohólicas y no se mostraban muy interesados
en las promesas de redención que les hacía el orador. Sobre este punto se conoce la
siguiente anécdota. Cuando Castelli, empinado en una tarima en medio del viento
altiplánico estaba terminando su perorata en contra de la opresión y en favor de la
libertad, preguntó a su auditorio indígena: “Ya habeís visto los males y bienes que os
ofrecen uno y otro sistema pues bien, ahora decidme vosotros, ¿qué quereís? y la
multitud respondió a coro: abarrente tatay”19 [aguardiente señor].
Goyeneche. La victoria de éste fue nuevamente total debido a que enfrentó a unos
aliados débiles –cochabambinos y porteños– que ya no podían superar sus divergencias
y antipatías. Era el 13 de agosto de 1811.
60 Si en la época que nos ocupa hubiesen existido medios de comunicación más rápidos,
otro hubiese sido el resultado de esta campaña puesto que cuando Castelli impartía
órdenes desde Chuquisaca, ya no era jefe del ejército: la junta lo había destituido
apenas se supo en Buenos Aires las ocurrencias de Huaqui. En su lugar fue nombrado
Rivero con el mismo título de “general en jefe del ejército argentino auxiliar del Perú.”
Era una justa reparación a las humillaciones sufridas por el caudillo cochabambino
rectificando así la actitud hegemónica y arrogante de los porteños, y un nuevo golpe al
partido morenista. En cuanto a Balcarce, la junta decidió bajarlo de categoría y ponerlo
a órdenes de Rivero. Pero como se verá luego, todas estas providencias habrían de
resultar extemporáneas. El 27 de julio, la Junta de Buenos Aires dice a Rivero que el
gobierno
queda reconocido a los grandes sacrificios hechos por V. S. en obsequio de la
libertad de la patria [...] penetrada esta Junta de unas verdades, ha creído
indispensable y conveniente ocurrir a los grandes recursos que ofrecen esas
provincias principalmente la de Cochabamba [...] confía este gobierno en que para
desconcertar los inicuos planes del opresor de Lima no es menester otro impulso
que el de las armas de sus conciudadanos [...].
61 Y no dudando de que tal información iba a ser bien recibida, comunica también a
Rivero que “el gobierno acaba de hacer una declaración por la que asume la plenitud de
la autoridad que [anteriormente] ejercía su representante”.33 Una semana después de
enviar tan comedida nota a Rivero, la junta había decidido privar del mando a Balcarce.
Además de que este militar era uno de los puntales de la tendencia morenista,
simbolizaba el predominio porteño combatido por los nuevos miembros de la Junta.
Esta, el 2 de agosto, le decía a Viamonte:
Usía debe conocer que consultadas las provincias interiores a la defensa de nuestros
derechos a costa de sus mismos sacrificios, aspiran a tener una parte activa,
inmediata y representativa en la gloriosa lucha que hemos emprendido [...]
62 La Junta insistía en la importancia de Cochabamba y de su jefe, afirmando que la
numerosa población de esa provincia
inflamada por el amor que consagra a D. Francisco del Rivero, es suceptible acaso de
ser ella sola la que decida la suerte del Perú [...]. Estas consideraciones le han
impulsado a la terminante resolución de elegir a Rivero general de todas las tropas
de ese ejército y relevar a D. Antonio Balcarce [...] por [correo] extraordinario se
comunica a Rivero el expresado nombramiento insertándole el despacho
competente para que Usía como uno de los jefes de ese ejército le haga conocer
como es correspondiente a su nuevo rango.34
63 El nombramiento de general en jefe jamás llegó a manos de Rivero. Quien sabe si de
haberlo conocido no hubiese hecho lo que hizo: entenderse con el bando contrario
después de la acción de Amiraya. Fue cuestión de días lo que no permitió a Rivero
recibir el nombramiento que le había expedido Buenos Aires.
64 El 18 de agosto –cinco días después del nuevo triunfo de Goyeneche en Amiraya–
Balcarce ya en posesión de las órdenes sobre su relevo, se dirige a Yiamonte dándole
cuenta de tal hecho y de su buena disposición para ir a Cochabamba a ponerse de
acuerdo con su nuevo jefe. Le informa además que la Junta había impartido
instrucciones semejantes a Pueyrredón a Potosí y se tenía esperanzas de que entre éste
y Rivero se pudiera recuperar lo perdido en Huaqui.35 Justamente por esos días, el 15 de
174
agosto, Rivero se entrevistaba con Goyeneche36 de donde se puede presumir que pese a
conocer la noticia, Viamonte no la trasmitió a quien ella iba dirigida.
65 El triunfo de Goyeneche fue tan contundente, que le permitió ser conciliador y
magnánimo con los vencidos. Se dirigió a las autoridades y vecindario de Cochabamba
como “su amante paisano que se interesa de veras por su tranquilidad.” Rivero por su
parte buscó a Goyeneche “con el único propósito de conseguir de éste la paz y librar al
pueblo de las venganzas del ejército realista.”37 Goyeneche nombró gobernador a
Antonio Allende y conservó a Rivero su grado y preeminencias militares.
66 La actitud del jefe peruano al presentarse como “paisano” de los cochabambinos,
significó un bálsamo para las asustadas poblaciones de Charcas quienes habían sufrido
el rigor, la intolerancia y la postergación a manos de los porteños. Tal política no fue
difícil de aplicar en La Paz debido a que Domingo Tristán acató de inmediato la
autoridad de su primo Goyeneche y de su hermano Pío. Años después cuando se
propuso el nombre de Tristán para representar en las cortes españolas a su ciudad
nativa, Abascal decía de él que era “talvez el más inmoral, corrompido y malvado” de
los ciudadanos de Arequipa.38
no podía haber rivalidad política entre ellos. ¿A que atribuir entonces esa extraña
actitud? No queda otra explicación que el encono –que en verdad existía– entre el
saavedrista Viamonte y los morenistas Castelli, Balcarce y Díaz Vélez era tan grande,
que aquel prefirió una derrota a manos de Goyeneche antes que un triunfo militar de
sus enemigos políticos. Estos reiteradamente habían anunciado que después de la por
ellos esperada victoria en el Desaguadero, volverían a Buenos Aires a destrozar a los
saavedristas.
71 No obstante, y pese a que pertenecía a esta última tendencia, Rivero no estaba
mezclado en las rivalidades de los jefes argentinos y de buena fe luchaba por una causa
a la cual se había entregado con ardor. Puesto que el propio Saavedra fue derrocado al
poco tiempo de estos hechos, el asunto jamás pudo ser aclarado.
83 La indignaciém que Pueyrredón y los otros sentían contra las provincias altoperuanas
que habían sido “liberadas” era mayor que la que podían sentir por el retorno del
enemigo pues “aquellos pueblos sin virtudes nacidos y educados para la dura esclavitud
[...] sólo aprenden con vehemencia el terror y el azote a que han estado sujetos desde
que vieron la luz”.48
El terror en Cochabamba
89 Como era de esperarse, los cochabambinos fracasaron rotundamente en su esfuerzo por
detener a los peruanos. Goyeneche alcanzó el triunfo en Quehuiñal y eso influyó en el
distanciamiento entre Arze y Antezana. Este quiso seguir los pasos de Rivero buscando
un entendimiento con los vencedores. Pero esta vez Goyeneche fue implacable, no
transigió con nadie y sometió a la ciudad al saco y al terror.
90 Viendo fracasados sus esfuerzos, Antezana buscó asilo en el convento de la Merced y se
vistió con el hábito de uno de los religiosos. De allí pasó a la Recoleta donde fue
reconocido por un muchacho que dio aviso al ejército represor. El comandante
cuzqueño Zubiaga lo obligó a caminar con los brazos fuertemente amarrados y una
gruesa cadena en el cuello. Fue sometido a torturas y luego decapitado. Su cuerpo
estuvo suspendido en una enorme pica durante una semana en la plaza de la ciudad. 51
91 El intrépido Arze, experto ya en la lucha guerrillera, logró escapar nuevamente
salvándose así de la masacre. Por la ruta de Arque subió al altiplano y se dirigió a Jujuy
en busca de Belgrano. Cuando éste se enteró de la pérdida de Cochabamba, escribió a
Buenos Aires diciendo que desde ese momento esperaba lo peor pues nada impediría a
Goyeneche volverse ahora contra él. Sin embargo, para buena fortuna de las armas
argentinas, guiados por caudillos menores, los cochabambinos se insurreccionaron por
tercera y cuarta vez, el 11 de marzo y el 18 de junio de 1813.
del Yacuma el 24 de febrero de 1815 a los 49 años de edad. Buena parte de su vida la
dedicó, con inigualada pasión e inaudito coraje, a la causa de su patria. 53
95 La decepción y el distanciamiento de los próceres cochabambinos frente a los porteños,
no era exclusividad de ellos. El mismo sentimiento lo tuvieron los salteños, tucumanos,
correntinos, entrerrianos y santafesinos. Estos libraron largas y cruentas guerras
contra Buenos Aires y pasarían muchas décadas hasta que lograron unificarse en un
solo estado. No lograron hacerlo en el caso del Paraguay y la Banda Oriental ya que
éstos optaron por organizarse en repúblicas aparte. De ahí por qué es un despropósito
mayúsculo el poner en duda el patriotismo de los próceres cochabambinos sólo porque
se apartaron de la obediencia a Buenos Aires.
96 Son abundantes los testimonios del deseo de los líderes de la revolución altoperuana de
formar una entidad política prescindiendo de Buenos Aires y de Lima. Arze Quiroga se
refiere a una carta de Franciso del Rivero fechada el 15 de agosto de 1811, o sea a los dos
meses de la acción de Huaqui. Estaba dirigida a su confidente y compañero el presbítero
Francisco Iturri Patiño a quien le dice: “Porque tanto peligro corre el Alto Perú por
aquella parte de Buenos Aires como por esta de Lima.” Según dicha versión, el jefe
porteño Díaz Vélez interceptó la misiva, la puso en conocimiento de su gobierno, y fue
usada para reforzar la decisión sobre la revocatoria a Rivero de su nombramiento como
general en jefe.54
97 La actuación de Arze y de Antezana, aquí reseñadas, coincide con la de Rivero en la
búsqueda intuitiva y un tanto desesperada de una paz honorable con las fuerzas rivales
de los vecinos quienes convirtieron al Alto Perú en el inmenso campo de batalla de una
guerra que no terminaba nunca. En esa época, Lima y Buenos Aires poseían ya algunas
características de un estado nacional, cuya dependencia de la corona española era casi
simbólica. El elemento criollo dominaba en ambos virreinatos y las decisiones políticas
se adoptaban de acuerdo al interés de ellos y no así a los de una metrópoli que se
encontraba más empobrecida y caótica que sus pretendidas colonias. Charcas pugnaba
también por erguirse como estado nacional pero el enfrentamiento de estas fuerzas
antagónicas, se lo impedía.55
98 Después de 1816, y hasta el estallido de la guerra doméstica en 1824, el dominio
peruano en Bolivia fue casi total. Sólo estaba cuestionado por una vigorosa fuerza
irregular encabezada por José Miguel Lanza, el caudillo más leal que tuvo Buenos Aires
en el Alto Perú. Pero éste también, aunque en fecha más tardía, imitó sin saberlo, el
ejemplo de los cochabambinos. Se pronunció por la autonomía de su patria en
momentos en que una tercera potencia, Colombia, amenazaba con inaugurar una nueva
y tal vez más sangrienta etapa de la guerra.
NOTAS
1. T. Saignes, Los Andes orientales, historia de un olvido, Cochabamba, 1985.
2. M. Beltrán Ávila, Historia en el Alto Perú en el año 1810, Oruro, 1918, p. 35-37. Beltran Ávila usando
un sólido apoyo documental, refuta la versión divulgada por Eufronio Viscarra y repetida por
180
muchos historiadores, de que Rivero, Arze y Guzmán fueron enviados a Oruro en calidad de
prisioneros. Ver Eufronio Viscarra, Biografía del general Esteban Arze, 2a edición, Cochabamba,
1910, p. 37.
3. Ver capítulo “Los indígenas irrumpen en la guerra”.
4. R. Levene, La revolución de mayo y Mariano Moreno, Buenos Aires, 1925, p. 17.
5. Biblioteca de Mayo, 14: 12986.
6. Ibid.
7. Ibid, p. 12989 y 13006.
8. Ibid, p. 12990.
9. Ibid, p. 12999.
10. Lizarazu fugó a Tacna y volvió a Potosí al año siguiente, sólo para encontrar que sus bienes
habían sido embargados por los insurrectos. Después de que en 1812 fuera repelida la segunda
expedición porteña, Lizarazu fue nombrado jefe militar de Potosí. En 1817 fue, por breve tiempo,
intendente de la provincia y falleció en 1818. R. M. Buechler, The mining society of Potosí, 1776-1810.
UMI, Ann Arbor, Michigan, 1981, p. 383. Existe confusión sobre el nombre del conde de Casa Real
puesto que, mientras aquí aparece como “Felipe”, en su registro genealógico figura como “Juan
losé”, que es el mismo nombre de su antepasado, el primer presidente de la audiencia de Charcas.
Ver, N. Arana Urioste, Linares, un patricio cristiano, Córdoba, s/f, ¿1964?, p. 67. La confusión se
origina en que uan José, el I conde, fallecido en 1783, era el padre de Felipe, el II conde a quien
aquí se hace referencia.
11. El marquesado de Santa María de Otavi fue creado mediante GR. de 20 de diciembre de 1744 a
favor de Juan de Santelices, I marqués. Buechler, ob. cit., p. 260
12. Ibid, p. 384
13. Sobre Canete, ver capítulo “El andamiaje mental de los criollos”.
14. R. Puiggrós, Los caudillos de la revolución de mayo, Buenos Aires, 1971, p. 140
15. J. Canter, “La guerra religiosa en el Alto Peru 1811-1813”, en Academia Nacional de la Historia
[Argentina], [Memoria del] Cuarto Congreso Internacional de Historia de América, Buenos Aires 1966,
t. 5. Ver tambien B. Frias, Tradiciones históricas, Buenos Aires, 1924, p. 229 y J. C. Bassi, “La
expedicion libertadora al Alto Peru”, en Historia de la nación argentina (dirigida por R. Levene) pp.
242-272.
16. M-D Demelas, La invención política: Bolivia, Ecuador, Perú en el siglo XIX, Lima, 2003, p. 211.
17. B. Frías, Historia del general Martín Güemes y de la provincia de Salta de 1810 a 1833, Salta, 1902,
2:234.
18. Ibid, 128 y M. Torrente, Historia de la revolución americana, Madrid, 1826, 2:178.
19. Frías, ob. cit., p. 240.
20. Sobre la actuación de los representantes peruanos en Cádiz así como detalles del armisticio,
ver T. Anna, The fall of the royal government in Peru, Lincoln, Nebraska 1979, pp. 46-50 y R. Vargas
Ugarte, Historia General del Perú, Lima, 1968, t. II, pp. 280-282.
21. J. C. Raffo de la Reta, Historia de Juan Martín de Pueyrredón, Buenos Aires, 1948, p. 135.
22. “Instrucciones reservadas a Castelli” en Biblioteca, 14:13028.
23. “Rivero a Presidente y V. V. de la Junta Gubernativa”, ibid, 13033.
24. Frias, ibid, 248.
25. R. Vargas Ugarte, ob. cit., 282-281. Juan R. Muñoz Cabrera, La guerra de los quince años en el Alto
Perú, Santiago, 1867, p. 176.
26. “Declaracion de Juan Jose Viamonte”, en Biblioteca, 13:11684 y Frias, p. 247.
27. Frías, ibid.
28. “Declaración del sargento mayor Clemente Diez de Medina”, en Biblioteca 13:11739.
29. R. Vargas Ugarte, ob. cit.
30. J. R. Yaben, Biografías argentinas y americanas, Buenos Aires, 1940, 4:121-122. Frias, ibid, p. 280.
31. J. R. Yaben, ibid.
181
32. “Carta de Díaz Vélez a la Junta. Mojo 29 de agosto de 1811” en Biblioteca 13:11562-11563. En la
misma carta Díaz Vélez afirmaba que fue el propio Rivero quien lo mandó llamar y que en
Cochabamba fue recibido “con aplausos.” Esto no parece verosímil dado el cuadro general que
existía después de Huaqui y además por el hecho de que si Rivero lo hubiese llamado, lo cual
parece inconcebible, éste lo habria esperado sin necesidad de que fueran a buscarlo como
tambien declaró el jefe argentino. Por su parte, Frías sostiene que Díaz Vélez fue enviado a
iniciativa de Castelli y esto explica la renuencia de Rivero a tratar con él.
33. “Junta de Gobierno al general Francisco del Rivero”, en ibid 14:13041. Esta carta es
contestación a la enviada por Rivero el 21 de mayo. Ver nota 15, supra.
34. “Junta de Gobierno al general Viamonte”, ibid, p. 13043.
35. “Declaración de Juan Viamonte”, ibid, 13:11674. Estos hechos que han permanecido ignorados
por la historiografía boliviana, fueron comentados en 1956 en un artículo de un historiador
argentino el cual ratifica que Rivero no llegó a conocer su nombramiento antes de avenirse con
Goyeneche. Ver J. C. González, “Un general en jefe desconocido del ejército expedicionario del
Norte (1811)”, en Historia, Buenos Aires abril-junio 1956, pp. 44-60. He conocido ese articulo a
traves de la nota inserta en Biblioteca 14:1289. Quien por primera vez divulgo en Bolivia el
nombramiento de Rivero como general en jefe fue Arze Quiroga, ob. cit.
36. A. Guzmán, Gesta vallaría, Cochabamba 1953, p. 121. Aunque la fecha dada por Guzman sobre la
entrevista de Goyeneche con Rivero parece ser correcta (Viscarra, ob. cit. p. 136) no lo es la del
nombramiento expedido por Buenos Aires a favor de Rivero. Como ya se ha visto, tal
nombramiento fue decidido en Buenos Aires el 2 de Agosto, once dias antes de la batalla de
Amiraya. Ver nota 26, supra.
37. Viscarra, ob. cit., p. 125.
38. Anna, ob. cit., p. 89. En 1822, San Martín cometió el fatal error de confiar a Domingo Tristán el
mando de la más importante división de su ejército en el Perú. Mostrando ineptitud y cobardía,
fue derrotado en Ica a consecuencia de lo cual el general argentino fracaso en su empeno
liberador. Ver capítulo “La odisea de San Martín en el Perú”.
39. Frías, ob. cit. p. 129.
40. “Declaración de Juan José Viamonte”, en Biblioteca, 13:11674.
41. “Saavedra a Viamonte”, Biblioteca, 14:13049.
42. Los procesos ocupan buena parte del voluminoso tomo 13 de Biblioteca.
43. Biblioteca, 13:11744 y 11856.
44. Ibid.
45. Ibid, p. 11562-63.
46. Raffo de la Reta, ob. cit., p. 136. Este mismo autor, de su cosecha agrega: “la derrota se produjo
más que por la accion de los realistas, por la defección de los paceños y por la retirada de Rivero”,
ibid.
47. Biblioteca, 14:12986.
48. Raffo de la Reta ibid, 149. El autor puntualiza que el duro comentario de Pueyrredón, aquí
transcrito, fue omitido por éste al publicar su carta en la Gaceta.
49. “Belgrano a Mariano Antezana”, Camposanto 19 de abril de 1812, en Epistolario Belgraniano,
Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, 1970, p. 133.
50. Viscarra, ob.cit., p. 140. Guzmán agrega que dicha casa es la actual sede del Club Social de
Cochabamba situado en la esquina noroeste de la plaza 14 de septiembre. Guzmán, ob. cit, p. 126.
51. Viscarra, ob. cit., pp. 220-221.
52. He conocido los detalles de este proceso en una fotocopia que puso a mi disposición Eduardo
.Arze Quiroga, historiador boliviano descendiente del prócer, a quien agradezco. El original se
encuentra en el Archivo General de la Nación Argentina bajo el rotulo de Archivo del General
Arenales: Sumario sobre la conjuración intentada por D. Manuel Blanco y D. Esteban Arze con sus
incidencias. Diciembre 23, 1813.
182
53. Viscarra, ob. cit., p. 289. Los restos del prócer cochabambino fueron trasladados de Santa Ana
a su ciudad natal en 1947.
54. Arze Quiroga, ob. cit.
55. Augusto Guzmán interpreta correctamente los esfuerzos de los próceres cochabambinos por
lograr un Alto Peru independiente de Lima y de Buenos Aires, ob. cit. pp. 123-126.
183
El cacique Titichoca
2 Los días 6 y 7 de noviembre de 1809, el pueblo de San Agustín de Toledo en Oruro se
había movilizado para impedir que Manuel Victoriano Titichoca, cacique gobernador y
recaudador de reales tributos, fuera destituido de su cargo. Titichoca lo desempeñaba
con singular benevolencia que le había granjeado el cariño de los indígenas de la zona.
Había sido nombrado a petición expresa el pueblo teniendo en cuenta que
era idóneo, sano consejero, nada amigo de los disturbios que a menudo se
suscitaban; él ponía paz apagando el fuego de la discordia; cuidaba del sosiego y
bien públicos; era el consuelo de los miserables y el alivio de los huérfanos y viudas.
Sabía morigerar la opresión y hostilidad de que eran víctima los indios. 1
3 Pero el concepto que los indígenas tenían de Titichoca era mala recomendación para las
autoridades coloniales. Estas eran en extremo suspicaces de todo lo que significara
184
condescendencia y largueza con la población nativa que dos decenios antes habían
conmocionado el mundo andino en violentas y dilatadas insurrecciones.
4 La autoridad y el prestigio de Titichoca no se limitaban al pueblo de Toledo sino que se
extendían al valle de Sicaya en Cochabamba. Allí Titichoca amplió sus prerrogativas
administrando justicia en causas civiles y criminales dando lugar a la protesta de
Domingo Zambrana, alcalde de Sicaya, quien expresó: “desde que vino a este pueblo el
citado cobrador ha estado muy inquieto y los indios con sus influjos, altaneros y sin
subordinación alguna”.2 Pero Domingo Cayoja, sustituto de Titichoca, ya estaba en
funciones y nadie podía moverlo de ahí. De nada valió la asonada de noviembre ni el
trámite seguido ante el la audiencia, cuyo fiscal se había pronunciado a favor de los
habitantes de Toledo. Los magistrados dilataron la decisión y, cansados de esperarla, los
indios volvieron a sublevarse en abril de 1810, esta vez dirigidos por el propio
Titichoca. Lo secundaban sus amigos Andrés Jiménez Mancocapac, canónigo
prebendado del coro metropolitano de La Plata, el doctor Pedro Rivera 3 y los indígenas
Carlos Choque y Santos Colque. Estos últimos convocaron por su cuenta al cabildo de
Toledo y se dedicaron a difundir pasquines por todos los lugares del reino incitando a la
sublevación con un “plan horroroso y sanguinario de rebelión que tenían formado”. 4
Acto seguido,
una multitud incomparable de indios cercó la villa de Oruro por todos sus costados
lo cual alarmó sobremanera a españoles y criollos ya que este fidelísimo pueblo
absolutamente carece de tropas disciplinadas, de armas, de municiones, pólvora y
todo pertrecho de guerra.5
5 La reacción de las autoridades españolas frente a estos amagos subversivos, fue
convocar al vecindario de Oruro para que éste coadyuvara a su defensa conlas armas
blancas, cortas o contundentes que tuviera a su disposición. La parte principal de esta
tarea estaría a cargo de las milicias de Cochabamba a quienes ordenaron movilizarse en
protección de Oruro. Los sublevados de este distrito, por su parte, decidieron ponerse
en contacto con los dirigentes del movimiento patriótico que aun continuaba en La Paz,
no obstante la sangrienta represión a que había sido sometida la ciudad.
6 Procedentes de Cochabamba, llegaron con sus tropas a Oruro, los dos comandantes
militares de aquella plaza, Francisco del Rivero y Esteban Arze pero no encontraron a
Titichoca y los suyos. Estos no sólo habían logrado fugar oportunamente el mismo abril,
sino que se dieron cita con los paceños en La Plata.
La alianza interclasista
14 La alianza política entre criollos, mestizos e indígenas es un rasgo común que de las
luchas sociales que van de 1809 a 1825 y que tuvo por escenario a las actuales repúblicas
de Argentina, Perú y Bolivia. Los criollos y mestizos pugnaban por el acceso al poder, al
manejo del aparato administrativo el cual, siguiendo los lineamientos de la política
borbónica, estaba en manos de quienes encarnaban los intereses económicos
peninsulares. No se discute aquí el aspecto cuantitativo, o sea, cuantos españoles
americanos o criollos alcanzaron altas dignidades en la burocracia colonial, llámese
ésta eclesiástica, judicial, gubernativa o comercial. Esa aritmética no resuelve el
problema de que, cualquiera que hubiese sido el origen de los funcionarios, ellos
respondían a los intereses afincados en Madrid, Sevilla o Cádiz.
15 Por su parte, los criollos que se afiliaron a la causa revolucionaria, querían cortar de
una vez las amarras que los mantenían sujetos a la endeble y caótica política peninsular
y pugnaban para que el poder se radicara en Buenos Aires, Lima o Charcas, según
fueran sus alineaciones y simpatías. Si esa transferencia del mando político podía
hacerse sin modificar la estructura interna de explotación, tanto mejor, pero también
estaban dispuestos –en caso de que fuese estrictamente necesario– a otorgar ciertas
concesiones a los indígenas para lograr sus propios fines.
16 Los mestizos constituían una extensa capa social cuyo denominador común parecía
radicar únicamente en el hecho de ser indígenas convertidos en propietarios de algún
medio de producción por precario que éste fuera o de avecindarse en las áreas urbanas
y no así por el siempre controvertible componente biológico-racial.
17 Puesto que los considerados mestizos no estaban sujetos al pago de tributo, los
corregidores reempadronaban a la población para de esa manera, reclasificar a los
mestizos como “indios” provocando sangrientas protestas de aquéllos como la de Vélez
de Córdova en Oruro en 1719 y la de Alejo Calatayud en Cochabamba en 1730. Las
lealtades de los mestizos, igual que la profesada por los indios, fluctuaban según sus
propias y circunstanciales conveniencias o eran determinadas por la formulación de
estrategias clasistas más amplias. El ejemplo de Cáceres y tantos otros que
alternativamente estuvieron del lado de los opresores y de los oprimidos, nos muestra
la realidad contradictoria de los procesos sociales.
18 La situación de los mestizos e indígenas en Charcas no se encontraba muy distante de
aquella de los criollos quienes por vivir dentro de una jurisdicción subalterna de un
virreinato, veían disminuir sus posibilidades de ascenso social o mejoramiento
económico. El caso de los criollos charqueños era, a su vez, muy distinto al de sus pares
rioplatenses, quienes, gracias al comercio con Europa y a su actuación al derrotar a los
invasores ingleses en 1806 y 1807, pasaron a controlar los principales mecanismos del
poder local. Eso les permitió imponerse con facilidad a los españoles aun antes de que la
corriente emancipadora cobrara fuerza en el resto del virreinato. Los criollos porteños
187
nuevamente Pumacahua quien ingresó al Alto Perú acompañado del cacique Manuel
Choquehuanca.
24 El centro de operaciones de los insurrectos de La Paz se localizó en las alturas de
Pampajasi en los alrededores de la ciudad. Desde allí incursionaban y saqueaban los
fundos aledaños como Chuquiaguillo, de propiedad de Josef de Santa Cruz y
Villavicencio. Según un testimonio coetáneo,
venían furiosos y llenos de ambición contra los bienes de los hacendados
arruinando a su paso casas, sementeras, sembradíos y todo cuanto había dado voces
de que los bienes de los realistas eran comunes a todos y para que ellos también los
disfruten.14
25 Usando una peculiar modalidad de lucha, los sitiadores coparon todos los puntos de
acceso a la ciudad, bloquearon los caminos a las zonas productoras de alimentos y
establecieron avanzadas subversivas en las poblaciones de Zongo y Coroico. Los
aterrorizados paceños revivían la pesadilla de 1809 pero, sobre todo, la de 1781.
26 Como una prolongación del levantamiento de Tupac Amaru en el Perú, Julián Apaza,
indio trajinero de Ayoayo, organizó un ejército y con el nombre de Tupac Catari,
promovió una insurrección cuyo epicentro fue también La Paz, ciudad que con breves
pausas fue ocupada por los indios durante seis meses del año 1781. En el diario que, por
encargo del gobernador Domingo Tristán, elaboró el presbítero Ramón Mariaca se
compara los sucesos de 1811 con los de 1781.
27 Según Mariaca, la situación era desesperada durante los dos levantamientos. Pero
durante la sublevación de Tupac Catari, si bien la falta de víveres obligó a los paceños a
comer carne de muías, perros y gatos, había un mayor número de defensores de la
ciudad. La población estaba más unida alrededor de ciudadanos nobles, honrados y de
primer rango que sacrificaban su vida y fortuna por defender al soberano. En cambio,
en 1811, si bien había en la ciudad chuño, maíz y cecina en abundancia, los defensores
eran pocos y mal armados pues no poseían un solo cañón “esa arma que tanto
atemoriza a los indios”. Por el contrario, eran éstos los que tenían en su poder un cañón
que usaban en sus correrías por el altiplano. En 1811, a diferencia de 1781, La Paz estaba
mal protegida y no se habían construido muros ni trincheras. La ciudad se despobló
pues como resultado de la batalla de Huaqui se produjo una emigración masiva hacia
Cochabamba y muchos vecinos importantes se alistaron en el ejército de Goyeneche. 15
28 A los comentarios del presbítero Mariaca habría que agregar que mientras en 1781
existía una España unificada y todavía fuerte, en 1811 se encontraba ocupada por los
franceses y luchando por su destruida unidad nacional. Y si entonces los insurrectos
indígenas no tenían el respaldo de otras jurisdicciones, ahora formaban parte de un
levantamiento general liderizado por el elemento criollo. El gobernador Tristán
corroboraba estas noticias diciendo:
la sed, el hambre, las muertes diarias por las calles con las no interrumpidas balas
disparadas por los indios de aquella alturas, las trincheras que hice poner, de
continuo atacadas, los incendios de casas, los saqueos y otra multitud de
hostilidades ya persuaden el exterminio total de la ciudad en sus conventos,
monasterios, restos de sus edificios atrincherados y vida de sus habitantes sin
distinción de estado, clase, edad ni sexo [...]16
29 Mientras los acontecimientos recapitulados tenían lugar en la ciudad de La Paz, la
insurrección se había extendido al resto del país. Pese a su triunfo en Huaqui,
Goyeneche no pudo controlar las fuerzas de Arze en Cochabamba, las cuales dominaban
todo el valle y la ruta que conducía a Oruro. De su parte Padilla, que operaba en
189
Chayanta, había llegado a Sicasica para reunirse con Cáceres, Titichoca y Arze. Este le
extendió el nombramiento de comandante de las doctrinas de Poopó, Moromoro,
Pitantora, Guiacoma, Quilaquila y sus contornos.17
30 De vuelta a su provincia, y con gente reclutada en ella, Padilla se dedicó a interceptar
los abastecimientos y comunicaciones con La Plata y Potosí, ciudades asediadas también
por los jefes rebeldes Carlos Taboada y Baltasar Cárdenas. Este, en las inmediaciones de
Potosí, realizó audaces asaltos contra la gente de Goyeneche pasándola a degüello; se
apoderaba de los pueblos y su consigna era “muerte a los sarracenos” entre los cuales
figuraban por igual españoles y criollos.18
31 La contraofensiva realista peruana fue vigorosa y coordinada desde varios puntos.
Además del ejército unido de Pumacahua y Choquehuanca, Goyeneche avanzó con toda
su fuerza hacia Cochabamba derrotando a Arze el 13 de agosto en Amiraya. Una vez
dueño de la situación, envió a Gerónimo Lombera a cargar contra los insurrectos de
Cáceres pero fue frenado por éste en Sicasica mientras marchaba hacia La Paz. De esa
manera Cáceres, que ostentaba el título de “General del Ejército Restaurador de los
Indios” había derrotado a una división peruana exactamente un año después que en el
mismo lugar –las pampas de Aroma– Arze había triunfado sobre Fermín de Piérola, otro
lugarteniente de Goyeneche.
32 Quien sabe si inspirado en tal recuerdo, Cáceres lanzó su entusiasta proclama a los
habitantes de La Paz en la cual informaba haber capturado todo el parque de artillería,
pertrechos y municiones del enemigo y terminaba diciendo: “ya no sereis más esclavos
ni afrentados por el impostor”.19
33 Finalmente se impuso la superioridad numérica y la organización militar. Las divisiones
de Benavente, Lombera y Astete batiéndose “brazo a brazo” con los insurrectos, logran
ocupar La Paz de donde les fue fácil dirigir expediciones al interior de la intendencia.
Pumacahua y Choquehuanca, “decididos a diezmar a sus hermanos aymaras”, lograron
controlar la ribera del Titicaca que hasta ese momento estaba en poder de los alzados.
Por su lado, Arze pese a su derrota en Amiraya realizaba audaces incursiones en la ruta
Cochabamba-Oruro pero en esta última ciudad fue nuevamente derrotado por González
de Socasa en noviembre de 1811. La ofensiva siguió a través del nuevo presidente de la
audiencia, Juan Ramírez, quien puso en desbandada las montoneras de Padilla, Taboada
y Cárdenas. El cerco de La Paz había llegado a su fin y el Alto Perú temporalmente
“pacificado”. Para ello fue necesario el empleo de varios ejércitos que sumaban unos 20
mil hombres de línea.
había prendido fuego al cerro de Chicote para derrotar a los realistas quienes lo
invitaban a pasarse a ellos. El cronista cuenta:
Razonaba sofocado entre sollozos y un torrente de lágrimas que no podía contener.
Viendo este arrepentimiento, todos los oficiales de la facción [...] dispusieron a que
lo solemnizase con un juramento sagrado de no traicionar jamás a la patria y morir
en su defensa. Muy gustoso dio el sí, lo ejecutó a las cuatro de la tarde; le recibió el
subdelegado Arana, cruzando las espadas Lira las besó arrodillándose por tres veces
por Dios nuestro señor y por las cenizas de su padre.24
47 Después de un discurso emocionado de Lira, la ceremonia terminó con salvas de
infantería, toques de diana y vivas a la patria. Restablecido así su liderazgo, hizo
publicar un bando para que todos entregaran las armas las que, según sus palabras,
“pertenecen al estado”. De esa manera recuperó 37 fúsiles con bayoneta, 11 sables y
munición.
48 Lira, al mando de Ayopaya, disputaba palmo a palmo el terreno al enemigo y, cuando
éste era desalojado, nombraba autoridades de reemplazo. Usaba los mismos títulos que
los empleados por la administración colonial y de esa manera muchos subdelegados
eran partidarios suyos. Sus hombres recibían el mensaje ideológico que él les trasmitía:
“siempre les hacía entender lo que quería decir patria e independencia del gobierno
español, lo que contenía y los bienes que reportaría a la posteridad.”
49 El enemigo, por su parte, reforzado también por indígenas y gente leal a la causa
limeña, usaba las mismas tácticas de guerrilla con un arrojo y valor equivalente al de
los patriotas. Por estrechos desfiladeros bajaban del altiplano hasta esos valles
profundos y feraces atravesados por ríos y torrenteras donde alternaban riscos,
ventisqueros y oquedades que servían de refugio seguro y base de operaciones a los
combatientes. Los enfrentamientos sucedían con frecuencia pero Lira y su “División de
los Valles” lograba mantener su autoridad y hegemonía.
acción conjunta. Y en lo que se refería a dichos jefes, la unidad, que casi no existió, era
en esos momentos más ilusoria que nunca.
58 Los desastres sucesivos de Huaqui, Ayohuma y Sipe Sipe, especialmente este último,
había eliminado toda posibilidad de conservar una sola patria en los confines del ex
virreinato platense.
91 En 1820 el único foco insurgente que quitaba el sueño al partido realista era el de
Ayopaya. Por el hecho de estar en posición de bases seguras en todas las ciudades
principales del Alto Perú, los jefes adictos al virrey de Lima conjuncionaron sus
esfuerzos a fin de borrar del mapa a ese adversario incómodo, persistente y osado. Por
último, es bueno recordar que cuando en 1824, durante el climax del enfrentamiento
Olañeta-La Serna, el virrey ofrece a Aguilera ser presidente de la audiencia, éste lo
rechaza y se decide por la cooperación con el jefe absolutista. 36
92 Todo lo anterior queda ratificado por la lectura de la hoja de servicios del personaje en
cuestión que figura en un documento fechado en Vallegrande el 30 de abril de 1824 que
dice:
Regimiento Infantería de Línea Fernando Séptimo. El coronel brigadier don
Francisco Xavier de Aguilera, su edad, 44 años, su país, Santa Cruz. Su calidad noble.
Su salud buena. Sus servicios y circunstancias, los que se expresan. Campaña y
acciones de guerra donde se ha hallado: Expedicionó de comandante general del
partido de Ayopaya, jurisdicción de Cochabamba, contra el caudillo Lanza desde el
22 de septiembre de 1820 hasta el 26 de noviembre del mismo donde hubo cuatro
días consecutivos de un vivo fuego y se consiguieron superiores ventajas sobre el
enemigo.37
93 Con todo, la lectura del Diario del Tambor Vargas y la reflexión sobre su contenido nos
muestra nítidamente el proceso formativo del Estado boliviano, animado por una lucha
donde el pueblo raso es el principal protagonista.
NOTAS
1. M. Beltrán Ávila, Historia del Alto Perú en 1810, Oruro, 1918, p. 14.
2. R. D. Arze Aguirre, Participación popular en la independencia boliviana, La Paz, 1979, p. 124.
3. Es muy probable que Mancocapac –segundo apellido del clérigo– fuera postizo y obedecía al
deseo de identificarse con el mítico primer inca. En cuanto al doctor Pedro Ignacio Rivera, fue
diputado por Mizque al congreso de Tucumán en 1816.
4. Acta del cabildo de Oruro, 3 de agosto de 1810, en Beltrán Ávila, ob. cit., p. XIX.
5. Ibid.
6. Este documento era desconocido; su publicación por R. D. Arze Aguirre, ob.cit., es una destacada
contribución a la historia del pensamiento político boliviano.
7. Ibid.
8. Ibid.
9. Ibid, pp. 113-115.
10. Descripción hecha por Nieto en carta dirigida al cabildo y regimiento de Oruro, R. D. Arze
Aguirre, ob. cit., p. 131.
11. J. Bosch, Bolívar y la guerra social, Buenos Aires, 1966. En este libro, el escritor y político
dominicano plantea la tesis de que la primera fase de la guerra de independencia en Venezuela
fue muy impopular debido a que quienes la impulsaban procedían de la clase alta o “mantuana”.
Examina, asimismo, los esfuerzos de Bolívar por aplacar el antagonismo mantuano-llanero y
volverlo más bien español-americano.
201
12. R. D. Arze Aguirre, oh. cit. Este libro se concentra en las rebeliones de 1811 y es poco lo que se
añade para los años anteriores o posteriores a esa fecha. Sobre esos acontecimientos, el autor
transcribe y analiza el diario del presbítero Ramón Mariaca, documento de la más grande
importancia. Otros títulos sobre el mismo tema son: A. Valencia Vega, El indio en la independencia,
La Paz, 1962; L. A. Sánchez, El pueblo en la revolución americana, Buenos Aires, 1942, contienen
interesantes observaciones y generalizaciones aunque de escaso valor historiográfía).
13. Ibid, p. 164.
14. Ibid, p. 170.
15. R. Mariaca, en, Arze ob. cit., p. 168.
16. Ibid, p. 177.
17. Ramallo, ob. cit., p. 30.
18. M. Sánchez de Velasco, Memorias para la historia de Bolivia desde el año 1808 a 1848, Sucre, 19.38,
p. 37.
19. Arze Aguirre, ob. cit., p. 117.
20. La información contenida en este apartado, especialmente aquella que aparece
entrecomillada (y a menos que se indique otra procedencia) está tomada de J. S. Vargas, Diario de
un comandante de la independencia americana, 1814-1825, México, 1982 (transcripción, introducción e
índice de Gunnar Mendoza). Este extraordinario documento permite, por fin, explorar en detalle
los hechos ocurridos durante la guerra de emancipación en esta parte del territorio nacional.
21. Este marqués de Santiago se oponía a la implantación del reparto mercantil entre los indios
de sus haciendas pues consideraba ésta una prerrogativa del propio hacendado y además
ocasionaba el abandono de las tierras por parte de los indios. A raíz de ello, en 1780, el marqués
mantuvo un largo litigio con el corregidor de Oruro que no fue zanjado sino cuando se
suprimieron los corregimientos a raíz de las violentas insurrecciones de aquellos años. Es
presumible, entonces, que la colaboración que este personaje prestó a la guerrilla de Ayopaya,
tuviera su origen en aquellos pleitos.
22. Según una versión, la madre de Manuel Victorio y Gregorio García Lanza era Nicolasa
Mantilla. No se conoce la fecha de su nacimiento ni tampoco el año en que viajó a Córdoba. Se
afirma que cuando Manuel Victorio contrajo matrimonio en 1801, José Miguel ya era “un niño de
porte distinguido”, lo cual permite situar su nacimiento hacia 1791. Ver, M. Bedoya Ballivián,
Manuel Victorio García Lanza, protomártir de la independencia, La Paz, 1975. Sin embargo, estos datos
deben ser tomados con extremo cuidado debido al poco rigor histórico del libro.
23. R. Arze, ob. cit., p. 74.
24. Vargas, ob. cit.
25. A. Cornejo, Historia de Güemes, 2a edición, Salta, 1971, p. 317.
26. Yaben, ob; cit., 3:288.
27. Ibid.
28. Yaben, ob. cit. Ver también, Biblioteca de Mayo, Buenos Aires, 1968, 15:13263.
29. Vargas, ob. cit.
30. Ibid.
31. M. Güemes a J. Rondeau, Humahuaca, 3 de noviembre de 1816, en Ramallo, ob. cit., p. 278. Un
mes antes, sin embargo, los mismos guerrilleros de Tomina, con la anuencia de la viuda de
Padilla, Juana Azurduy, habían nombrado jefe a Jacinto Cueto, ibid, p. 270.
32. Vargas, ob. cit.
33. Revista: Universidad San Francisco Xavier, Sucre, 1951, PP- 199-301.
34. Ibid, p. 471.
35. Ibid, p. XXXV.
36. Conde de Torata, Documentos para la historia de la guerra separatista del Perú, Madrid, 1894.
37. Archivo General Militar de Segovia, España, Sección la., legajo A-413. Ver capítulo, “Francisco
Xavier de Aguilera, gobernador de Santa Cruz, Chiquitos y Mojos”.
202
El gobernador Urquijo
1 En la época en que tuvo lugar la intervención francesa en España, con el consiguiente
cautiverio del rey Fernando VII, gobernaba la provincia de Mojos don Pedro Pablo de
Urquijo, militar español nombrado para ese cargo en 1805. Mojos, igual que Chiquitos,
era por entonces una gobernación independiente de cualesquiera de las intendencias
del Virreinato de Buenos Aires que había creado la Ordenanza de 1782. Dependía
directamente de la Audiencia de Charcas.
2 En aquellas ex misiones jesuíticas mojeñas, el gobernador Urquijo se había esforzado
por llevar adelante las reformas implantadas durante el fructífero gobierno del más
ilustre de sus antecesores, Lázaro de Ribera, quien fuera máxima autoridad en Mojos
entre 1786 y 1793. Ribera, notable personaje de la Ilustración americana, (después fue
gobernador del Paraguay y de Huanca-velica) había logrado, tras muchos esfuerzos, que
en Mojos se implantara un gobierno civil regido por funcionarios de la corona,
eliminando así el poder de los curas seculares. Estos, desde el extrañamiento de los
jesuitas ocurrido en 1767 habían ejercido un mando despótico, institucionalizando la
corrupción en las costumbres y en el manejo gubernamental. Al verse despojados de
autoridad política y del manejo económico de las misiones (y autorizados únicamente a
desempeñar tareas religiosas) los curas se convirtieron en enemigos implacables de los
nuevos funcionarios civiles.
3 Las noticias de lo acontecido en España en 1808, así como de los movimientos
insurrecciónales ocurridos en las ciudades de La Plata y de La Paz el año siguiente,
llegaron a Mojos con el retraso y las distorsiones que son fáciles de imaginar. Algo de
ello seguramente escuchó el gobernador Urquijo pues a mediados de 1810 dispuso que
su familia, junto a un voluminoso cargamento que contenía sus efectos personales,
salieran de San Pedro de Mojos, capital de la provincia, hacia un lugar más seguro como
era Santa Cruz de la Sierra.
203
propios adversarios, muestran que Muiba –igual que Maraza en otro momento– se
proponía instalar un gobierno indígena a la usanza de los movimientos “mesiánicos” de
los pueblos andinos que postulaban la resurrección de la monarquía incaica. Como se
verá en las páginas que siguen, un hábil e inescrupuloso estratega –el gobernador
Urquijo– desvió esos propósitos hasta provocar el cruel enfrentamiento entre las etnias
mojeñas.
28 Según Urquijo, si Muiba hubiese actuado solo y con su propia formación personal o
ideológica, no hubiese podido movilizar a los mojeños en la forma en que lo hizo. El
tuvo que haber mantenido contacto con los criollos insurgentes de otras partes del país,
y a ese respecto, menciona los varios viajes que presuntamente el cacique trinitario
realizó a Santa Cruz de la Sierra antes de la rebelión. Al acusarlo ante la Audiencia, el
gobernador sostuvo enfáticamente que el discurso subversivo de Muiba, obedecía
“indubitablemente a la infernal doctrina de algunos sujetos de esa ciudad [Santa Cruz].”
28
Eso es verosímil, puesto que entre Mojos y Santa Cruz existió desde el siglo XVI un
permanente contacto comercial y humano que se fortaleció durante el período jesuítico
y que permanecía intacto en la época que nos ocupa.
29 Antes de enfrentarse, Maraza y Muiba eran amigos y aliados. En las mismas
atestaciones hechas por ciertos funcionarios a pedido de Urquijo, encontramos que
Muiba fue –junto a Maraza– uno de los cabecillas del motín que culminó con la
destitución del gobernador Zamora en 1792. Por esa razón, el gobernador interino
Alvarez lo tuvo preso en la cárcel de San Pedro con intención de remitirlo a la ciudad de
La Plata para ser juzgado allí. Pero los seguidores de Maraza “no solamente
embarazaron al cacique y jueces el envío de dicho indio sino que con estrépito de cajas
y clarines lo sacaron de la cárcel quedando éstos muy ufanos”. 29 De su parte, José
Urquieta, en esos momentos administrador de Trinidad, declara: “Es cierto que en toda
la provincia no se oía mas nombre que el del cacique Juan Maraza y Pedro Ignacio,
hasta decirle a los indios de la provincia que no hicieran mas caso, que Maraza es el
gobierno que el declarante habiendo resuelto castigar a Pedro Ignacio con noventa
azotes, ha conseguido con alguna manera la quietud del pueblo”. 30
francesa. Por último, su muerte junto a Muiba en enero de 1811, lo sitúa como prócer de
la emancipación boliviana.
solo usted, te aviso Taita cuidad la iglesia, avisar al sacristán mayor cuando quiera
conocer toda la plata, de la iglesia que no abra la puerta. Muchas memorias a todos
los jueces Taita, ya e aviso todo, soy tu compañero, te quiero mucho y te estimo.
Gregorio González.-Juan Maraza33
34 Aunque la carta transcrita se refiere a hechos que habían sucedido dos años antes en la
península, lo referente a la revolución de Buenos Aires y la adhesión a ella de la
intendencia de Santa Cruz (con capital Cochabamba), eran noticias totalmente frescas.
En efecto, el cambio del subdelegado Pedro Toledo Pimentel por Antonio Vicente de
Seoane en Santa Cruz, tuvo lugar (como se verá adelante, en más detalle) por
disposición del jefe insurgente de Cochabamba, Francisco del Rivero en septiembre de
1810 (a los pocos días de que se organizara la Junta patriótica en Cochabamba) sin que
ello hubiese ocasionado ningún disturbio en Santa Cruz. De todas maneras, ese cambio
fue significativo y se conoció en Mojos menos de dos semanas después de que tal hecho
ocurriera ya que la carta de González transcrita arriba lleva fecha de 6 de octubre. 34 De
ahí puede colegirse que las nuevas autoridades cruceñas se empeñaron en que la noticia
llegara de inmediato a Mojos, para lo cual cabe presumir que usaron un sistema de
comunicación terrestre por la vía de Chiquitos y Guarayos mediante un jinete con sus
relevos quien, en doce días, cubriera las aproximadamente cien leguas que separan
Santa Cruz de Trinidad. Eso es verosímil teniendo en cuenta que entre fines de
septiembre y comienzos de octubre, se vive aún la estación seca, y que el mensaje sobre
el cambio político probablemente llegó también al gobernador de Chiquitos
aprovechando el mismo viaje a Mojos.
35 Sin embargo, es un dato falso que el presidente de la Audiencia, Vicente Nieto,
estuviera preso en la fecha de la carta, pues su prisión y consiguiente fusilamiento
ocurrió sólo a comienzos de 1811 después de la acción de Suipacha que tuvo lugar a
fines del año anterior. Es presumible que esa información (y el supuesto derrocamiento
del virrey del Perú) hiera dada desde Santa Cruz con el fin de insuflar el espíritu
patriótico de los mojeños que se refleja en la carta. En cuanto a que ya no había virrey
en Buenos Aires, era verdad.
36 Otro aspecto destacable de la carta, es la confianza total que Maraza inspiraba a
González como para que éste le hablara de temas tan peligrosos y explosivos. No
obstante la animosidad ya existente entre trinitarios y canichanas, la solidaridad entre
sus jefes estaba al parecer, por encima de cualquier divergencia y aún de la supuesta
alianza de los caciques con los curas doctrineros de quienes González desconfiaba. Es
por eso que le recomienda con vehemencia “no avisar esta carta al señor gobernador, a
nadies, ni al padre”. De otra parte, González expresa una manifiesta sumisión ante
Maraza a quien llama reiteradamente “mi taita” En cuanto a la relación de pueblo a
pueblo, González se refiere a sus congéneres trinitarios como “hijos” de Maraza pero
esa calidad de hijo se extiende a las canichanas con respecto a él. Según ese tratamiento
de miembros de una misma familia, ambos caciques venían a ser padres de sus
respectivos pueblos así como del pueblo del otro, entre quienes a su vez debería haber
lealtad de “hermanos.”
37 También es digno de comentario el hecho de que González recomendase a Maraza el
cuidado de la iglesia con la insistencia de que comisionara al sacristán mayor a
enterarse de la platería allí existente. Eso hace presumir que el cacique trinitario temía
alguna invasión o requisa violenta al cabo de la cual los indígenas sabían por propia
experiencia que se producía un saqueo de los ornamentos y tesoros de metal precioso
que decoraban las iglesias desde la época jesuítica. Por último, el análisis debe centrarse
212
algunas aves y frioleras que usted pueda para la manutención de dicha señora e hijos
durante el viaje”.35
42 El administrador contesta el 15 del mismo mes manifestando que los indios “suplican a
vuestra señoría exonerarles por ahora de esta ocupación prometiendo no se excusarán
en lo sucesivo”. Fundamentan esta actitud en el hecho de no haber descansado de otra
igual salida que hace poco hicieron al mismo puerto debido a lo cual algunos no han
resembrado sus chacras y otros no las han carpido o desyerbado. Pero esa convincente
y humanitaria excusa no fue interpretada así por el gobernador quien comenta: “no
omito en señalar a vuestra señoría que en el modo como dan esta respuesta he conocido
en ellos algún orgullo y altanería porque la gente se agolpó en pelotones en la plaza
esperando mi decisión tuve a bien acceder a su solicitud sin forzar más dicha orden.” 36
Urquijo estaba en lo cierto. Puesto que, según los trinitarios, ya no había rey que
mandara, no reconocían la autoridad del gobernador, menos aun si éste pretendía
ponerlos a remar en contra de su voluntad.
43 Urquijo insistió por otro lado. Avisa al administrador Crespo que su familia saldrá de
Loreto “en dos canoas javerianas” al mando del cayubaba Casimiro Abarau 37 y del
alférez real Cipriano Zemo. Pero el viaje tampoco pudo realizarse puesto que no
llegaron las canoas y la noche del 29 de Octubre, el mismo Abarau sublevó a los
loretanos desconociendo la autoridad del administrador Manuel Delgadillo. Igual
actitud tomó un grupo de itonamas que se encontraba en Loreto.38 Nadie quería
sacrificarse remando, sólo para poner a buen recaudo a la familia del gobernador.
44 A los nueve días de su primera carta, González vuelve a escribir a Maraza avisándole
que el gobernador pretendía que se tripulara una flotilla para traer soldados de Santa
Cruz, en previsión de lo que pudiera suceder. González suplica a Maraza no acceder a la
orden de Urquijo, con el argumento implícito de que las circunstancias adversas al
sistema colonial imperante, así lo permitían. A través de ese razonamiento, González
muestra una cultura superior a la de Maraza a quien ratifica su confianza y afecto. Pero
los acontecimientos que pronto iban a suceder, muestran que esa lealtad no era
recíproca pues todas las cartas figuran en el expediente oficial que, poco después,
Urquijo remitiría a la Audiencia. Esto sugiere que pese a su carácter confidencial y
delicado, las cartas de González a Maraza, éste las puso en conocimiento del
Gobernador. La carta referida, dice:
Octubre 10 de 1810. Cabildo Trinidad. Señor cacique que me da licencia para ir 7
canoa para San Carlos para traer los soldados cruceños, para aquí Mojos, pero yo no
quiero despachar señor son 7 de aquí, de Loreto 8, de San Xavier 3, de Exaltación 5 y
de Baures 3, con que son 23 canoas por todos por eso te aviso si quiere usted señor
pero nosotros no queremos señor, no hay que dar licencia taita Juan, como cacique
de San Pedro de Moxos y como capital y corona de nuestro rey, así no queremos
nosotros taita, que solo queremos trabajar la iglesia, y así avisame taita, escribime
carta tu respuesta taita, a su hijo que te quiere su cabildo, cacique Gregorio
González.- Señor don Juan Maraza.39
45 Apenas cinco días después, González ya no pide autorización a Maraza para
desobedecer las órdenes de Urquijo. Se limita a informarle las razones que tuvo para
incurrir en tal desacato. Las instrucciones, que no se cumplieron, eran ahora llevar a
Santa Cruz la familia y equipaje de la esposa e hijos del gobernador:
Trinidad y octubre 15 de 1810. Señor cacique, mi taita Juan Maraza avisare ahora;
nuestros hijos otro día nomás que vinieron de San Carlos y Yapacaní, todavía no
descansaron mas que una semana y ahora vuelta otra vez, quieren caminar para
traer la señora aquí. Pero taita, tengo mucho que trabajar mi iglesia que todo está
214
podrido ya está malo quiere caer y por eso no quiero, que vaya tus hijos Trinitarios
y por eso lo avise al administrador para que se trabajara la iglesia y también no hay
chácara de la gente ni maíz, todo está perdido, estamos pobre, porque no
chaquearon, usted bien lo sabe porque todos tus hijos fueron con la señora a dejar
la señora y por eso no hay nada ahora. Pero este administrador se enojó mucho con
nosotros, con el cabildo y con la gente también, por eso dice avisaré al señor
gobernador para que vengan los canicianas para azotar a vosotros dic e y acabarán
todo, robarán caballos y vacas [...] Dios le guarde muchos años, tu hijo que te quiere
y estima. -Gregorio González.- Señor cacique don Juan Maraza. 40
46 A juzgar por la carta transcrita, la desobediencia manifestada por los trinitarios a las
órdenes de Urquijo se fundaba en razones válidas y convincentes aunque por cierto
aquéllos no se hubiesen atrevido a portarse de esa manera de no haber mediado las
circunstancias políticas que quedan explicadas. Lo más destacable, sin embargo, es la
actitud del administrador de Trinidad al amenazar a los indígenas tratando de
enfrentarlos con sus vecinos y congéneres canichanas. El conflicto estaba planteado y
pronto tendría un desenlace sangriento. El cacique González a toda costa trataba de
evitarlo haciendo reflexiones a Maraza a fin de que éste no se dejara engañar con
quienes querían enemistar a los dos pueblos.
pueblo y toda la provincia así no más es. Aunque llamar a vosotros otra vez de
Trinidad, no caminas: porque si caminar son traidores al rey, entonces yo dar
cuenta entonces rey nuestro señor mucho bravo y castigar no más con colgar en la
horca a los alzados [...] Pedro Pablo de Urquijo. Al cabildo cristiano e hijos de este
mi pueblo de Loreto.47
55 Tanto Muiba como Bopi eran intérpretes, hecho que además de fortalecer su liderazgo
ante los indígenas los hacía indispensables para la comunicación de éstos con las
autoridades civiles de la provincia y con los curas quienes en una denuncia (carta más
abajo) lo califican como a un “conocido intérprete del castellano e indio muy ladino".
Por su parte, al parecer, Bopi ejercía influencia entre los otros lenguaraces puesto que
según la queja del administrador de Loreto, el cacique indígena había privado a los
curas (y presumiblemente al mismo administrador) de estos imprescindibles auxiliares.
56 Esta dependencia de los intérpretes se originaba en la política de los jesuitas orientada
a que todos aprendieran el mojo como lengua común, lo cual jamás se consiguió. Por
otra parte, los esfuerzos por enseñarles castellano, o no fueron muy persistentes o
fracasaron, aunque se sabe que en 1699 existían en Loreto niños que hablaban
castellano aprendido en una escuela creada al efecto.50 Sin embargo, y ateniéndonos a
otros testimonios, parece que los jesuitas obstaculizaban la difusión del castellano entre
los indios, ya que ese era un excelente medio para mantenerlos separados entre sí,
obligándolos de esta manera a recurrir la autoridad de los misioneros. Esta versión
encuentra apoyo en lo que dice Ribera: “En la política antigua, era perseguido y
castigado el indio que hablaba una palabra de castellano". El mismo gobernador, en su
informe al rey, aclara que tal política lingüística fue rectificada, al decir: “En el día, con
las escuelas que se han establecido, se va introduciendo nuestra lengua y hasta los
indios de avanzada edad hacen esfuerzos por aprenderla porque han comprendido lo
mucho que les importa saberlo.51 Pero ese esfuerzo, igual que el de enseñarles
castellano, al parecer no tuvo éxito, y las diferentes etnias estaban imposibilitadas de
comunicarse entre si. Tampoco podían hacerlo las autoridades civiles y eclesiásticas
pues ellas, a diferencia de los jesuitas, no se preocuparon por aprender el idioma de los
nativos lo cual los hacía depender de los intérpretes.
57 La actitud contestataria que ya poseían los indígenas era tal, que miraban como a
enemigos tanto a curas como a gobernadores. Es así como en la misma fecha en que
Delgadillo se dirige a Urquijo, también lo hacen los curas primero y segundo de Loreto,
José Tomás Méndez y Pedro Taborga exponiendo idénticos cargos contra Bopi y
aclarando que el intérprete que necesitan y que aquel les niega es para las lenguas mojo
(o trinitaria) y la itonama.52 Eso significaba que el gobernador no tenía manera de
contrarrestar en Trinidad la acción política de Muiba, un consumado intérprete.
250 magdalenos a quienes espero de hoya mañana con buenos jueces e intérpretes y
amonestados que sean al instante que lleguen pasarán a unirse con los jueces que
queden y harán lo que ellos les digan, ejecutarás cuanto te expongo unido con Borja
y demás jueces. Dios te guarde muchos años. San Pedro y enero 4 de 1811. Pedro
Pablo de Urquijo. A Tomás Noe, cacique de San Xavier. 59
61 Cuando ya se habían dado todas las órdenes para su captura y la de Bopi, Muiba tuvo la
temeridad de aparecerse en Loreto desconociendo abiertamente la autoridad del
gobernador y del propio rey, según lo atestigua el administrador de aquel pueblo:
Pongo en la superior noticia de vuestra señoría que en este pueblo sigue el cacique
y sus parciales en la insubordinación contra ambas majestades, maquinando
siempre dicho cacique con su partido, el de destruir a los curas, a mí y algunos
indios fieles, quitándonos la vida con apoyo de los Trinitarios como en efecto, el día
21 de éste se presentó Pedro Ignacio Muiba natural del pueblo de Trinidad (citado
en mi informe de 15 de este mismo mes) quien acompañado de 22 hombres armados
de látigos, palos y lazos, lo rodearon al alférez real de este pueblo Estanislao Chuco
(cuando este estaba atendiendo la estancia de San Antonio en la economía de
ganados) le ofrecieron al dicho alférez real el de matarlo diciéndoles, habían sabido
dichos Trinitarios que querían quitarle el bastón al cacique loretano aliado de ellos.
El buen Estanislao Chuco no pudo menos que pasar por todo por el total miedo que
le metieron dichos Trinitarios, y después de todo le dijo el tal Pedro Ignacio Muiba,
que tu eres un hablador amante de gobernar administradores y curas, no sabes que
quien manda en la provincias soy yo Pedro Ignacio Muiba o Dios guarde a vuestra
señoría muchos años. Pueblo de Loreto y diciembre 26 de 1810. Manuel Delgadillo.
Señor don Pedro Pablo de Urquijo, gobernador de esta provincia. 60
62 Pero ahí no terminaban las acusaciones contra Muiba. El mismo Delgadillo seis meses
después vuelve a quejarse:
A más de los atroces hechos que cometió Pedro Ignacio Muiba con su parciales,
todos naturales del pueblo de Trinidad, en el día 21 del próximo mes pasado que di
parte a vuestra señoría en oficio 26 del mes de diciembre año expirante, tengo que
decir que a la retirada de estos indios hicieron robos en el puerto del Ibare a las
gentes que allí habitaban, de sus ollas, cántaros, patos, gallinas y granos [...] Dios
guarde a vuestra señoría muchos años. Pueblo de Loreto y enero 2 de 1811. Manuel
Delgadillo.- Señor don Pedro Pablo de Urquijo, gobernador de esta provincia. 61
63 El gobernador se encontraba virtualmente en jaque con la capacidad de movilización
que tenían loretanos y trinitarios, y obsesionado con Muiba, pensaba que era posible
capturarlo en Loreto. Sus esperanzas radicaban en lo que Maraza (a quien llama “hijo")
pudiera hacer por él y le escribe en tono casi suplicante, tratando de imitar otra vez el
léxico y la peculiar sintaxis que usaban los indígenas cuando se expresaban en
castellano:
San Pedro y enero 3 de 1811- Mi muy amado hijo y querido Juan Maraza, camina
nomás a Loreto con secretario don Lucas, también con trescientos hijos canichanas
valientes, ochenta cayubabas y todos los Movimas, con Joaquín Simón intérprete,
también intérprete cayubaba, también movima, todos por agua con canoas bogar
nomás fuerte y también de noche pero por Mamoré, no por el Ibare porque no mire
Trinitarios para no saber nada y llegar pronto a Loreto [...] Camina nomás al puerto
y entregar en Loreto a algunos mis hijos, canichanas para traer a San Pedro bien
seguros con buenos capitanes y esperar un poco en pueblo de Loreto, todos los
demás gente canichana, también cayubaba y también Movima a que pasen puerto
de Trinidad por el Mamoré desde que salen de Loreto para que no salgan Trinitarios
al camino con canoas a quitar hasta que avisar don Lucas vamos a Trinidad ya,
entonces tu Juan con don Lucas y todo esta gente mis hijos canichanas, cayubabas y
movimas monta nomás a caballo pues don Manu le dará caballos con aparejos para
todos para unirse en Trinidad con los demás hijos contra Pedro Ignacio, traerlo
220
nomás sin matarle a la capital y todo el cabildo para reconciliarse con vuestro padre
gobernador y hacer las paces con todo gente y cabildos de San Pedro y San Xavier
[...] Para mi hijo Juan Maraza, cacique de este mi pueblo capital de San Pedro de
Moxos.62
64 Es notable la astucia empleada por Urquijo al planear la captura de Muiba. No deja un
detalle al azar, y en su lenguaje hipócrita y lisonjero, se descubre al político decidido a
triunfar valiéndose de cualquier medio. Lo más destacable de su confabulación, es el
empeño por agitar las pasiones y rivalidades interétnicas. El intrigante gobernador se
daba modos para que los canichanas hicieran causa común con las otras parcialidades
mojeñas, y todas ellas juntas se lanzaran contra los trinitarios. Su táctica tuvo tanto
éxito, que desembocó en la cruel matanza que se verá mas adelante.
65 Por otra parte, Urquijo, quien veía la situación por demás delicada, no quería dar pasos
en falso y planeó cuidadosamente la captura de Bopi. Para ello, instruye a su secretario
Lucas José de González, a embarcarse con Juan Maraza en dirección a Loreto, al mando
de 466 hombres con sus correspondientes jueces e intérpretes, de los cuales 300 eran
canichanas, 80 cayubabas y 86 movimas. La tropa debía entrar de noche al pueblo
navegando por el Mamoré y, a fin de no despertar sospechas, se debía adelantar una
canoa y reducir a los centinelas. El aviso de su llegada debía darse al administrador de
Loreto, en quichua (sic) lo cual hace presumir que ambos funcionarios venidos de las
provincias andinas podían comunicarse a través de esta lengua. Esto tenía la obvia
ventaja de que ninguno de los intérpretes mojeños estaría en condiciones de descifrar
el mensaje. Hecho eso, el administrador enviaría los caballos necesarios a Maraza quien
a su vez haría llegar el ultimátum al cabildo a través del administrador. 63
66 Los planes se ejecutaron a la perfección, y aunque el propósito era detener tanto a Bopi
como a Muiba, en los hechos se logró únicamente hacerlo con el primero. Asi lo informa
al gobernador, otro Muiba de nombre Manuel, al parecer sin relación familiar con
Pedro Ignacio.64 Bopi fue capturado junto a 33 seguidores el 12 de enero de 1811.
Aunque los documentos no lo dicen, es presumible que todos ellos fueron ejecutados. El
cabildo del pueblo, por intermedio de Manuel Muiba, confiesa arrepentido ante Urquijo
de haberse dejado seducir por Bopi para pronunciarse contra el gobierno y a favor de
los trinitarios ese 9 de noviembre del año anterior. Manuel se despide diciendo:
Damos a vuestra señoría las gracias por el pronto auxilio que nos ha enviado y
mediante él todos respiramos y estamos quietos y tranquilos y todos rogamos a
vuestra señoría perdone cualesquiera defectos en que hayamos incurrido con
atención a que la fuerza tirana de Bopi ha dominado en nosotros, pero ya libres de
este bárbaro, viviremos como vuestra señoría nos ha conocido antes.- Dios guarde a
vuestra señoría muchos años. Loreto 12 de enero de 1811. Por no saber escribir en el
cabildo a ruego de ellos.- Manuel Muiba.- Señor don Pedro Pablo de Urquijo,
gobernador de esta provincia.65
67 Por su parte, el administrador Delgadillo también trasmite satisfecho la noticia en estos
términos:
el 9 del corriente arribaron a este pueblo el secretario don Lucas José de González
cacique de esta capital y los 466 hombres que vuestra señoría me significa en oficio
3 del mismo quien es han venido a la justísima defensa de Dios y del rey contra los
alzados de este pueblo, por este tan pronto socorro doy a vuestra señoría las gracias
y mediante él se ha conseguí do la paz y tranquilidad que deseábamos. El cacique
José Bopi Y sus aliados van presos a esa capital con la seguridad necesaria, y espero
que vuestra señoría aplicará la justicia a cada uno según su mérito y el informe que
le haga dicho secretario.- Dios guarde a vuestra señoría muchos años. Pueblo de
Loreto y enero 12 de 1811.66
221
A los dos meses de este acontecimiento y a las tres semanas de que el cacique Gregorio
González dirigiera la carta a Juan Maraza dándole su versión de lo acontecido en la
península, es decir, el 26 de octubre de 1810, el jefe de la Junta Gubernativa de
Cochabamba, Francisco del Rivero dirige la siguiente carta al gobernador Urquijo:
Considerando a vuestra señoría impuesto de que la capital de Buenos Aires
conmovida de las incertidumbres de la península y de la autoridad representante de
la soberanía por haberse disuelto la Junta Central, procedió a reasumir en su
excelentísimo cabildo el superior gobierno de estas provincias a la defensa de los
augustos derechos del señor don Fernando Séptimo y seguridad de estos dominios,
me contraigo únicamente a comunicar a vuestra señoría hallarme encargado del
mando de esta provincia por universal aclamación de ella y haberse jurado y
reconocido por todas sus corporaciones a dicha excelentísima junta de Buenos
Aires. Y no dudando que Vuestra Señoría y los habitantes de esas misiones
uniformen su opinión con las de esta provincia, (de cuyas ocurrencias ofrezco
remitirles documentos que lo califiquen) como igualmente los relativos a la capital.
Dios guarde a V.S. muchos años. Cochabamba, octubre 26 de 1810. Francisco del
Rivero. Señor gobernador de las misiones de Moxos, don Pedro Pablo de Urquijo. 79
80 Es necesario destacar que cuando Rivero habla a nombre “de esta provincia", en la cual
estaba ejerciendo el mando, se refería a la intendencia de Santa Cruz de la Sierra con
capital Cochabamba, implicando así a ambas ciudades. Lo hacía también en el entendido
de que Mojos era, aunque no una dependencia, sí una prolongación natural de Santa
Cruz y, por tanto, podía mandársele instrucciones en esos momentos cuando se estaba
decidiendo el destino de Charcas.
81 Pero Urquijo pensaba de manera distinta. Contesta que, a juicio suyo, y basado en
disposiciones de la propia Audiencia, no habla ninguna relación de dependencia entre
Cochabamba y la provincia de Mojos ya que tal orden debería emanar por escrito de
Buenos Aires, sede del virreinato. La carta de respuesta dice:
[...] Me hallo muy deseoso y repito, deseosísimo, en dar a conocer y jurar a la
excelentísima junta provisional de Buenos Aires en esta provincia de mi mando [...]
espero únicamente orden documental de dicha excelentísima junta provisional o
gubernativa, o de otro tribunal o de algún comisionado con autoridad de la ya
expresada junta. [...] Dios guarde a vuestra señoría muchos años. San Pedro de
Moxos y febrero 8 de 1811. Pedro Pablo de Urquijo Señor don Francisco del Rivero,
gobernador-intendente de Cochabamba.80
82 Con respecto al documento transcrito, cabe advertir que la fecha del mismo (8 de
febrero) es tres semanas posterior a los acontecimientos que culminaron en la matanza
de Trinidad, o sea que transcurrieron cuatro meses entre la carta de Rivero y la
respuesta de Urquijo. Ello hace presumir que éste no estaba en disposición de tomar
ninguna medida relacionada con la conmoción de las otras provincias de Charcas,
mientras él mismo no resolviera sus asuntos internos. Una vez controlados en forma
sangrienta los pueblos de Trinidad y Loreto, y sintiéndose seguro de su mando en la
provincia, Urquijo contesta a Rivero dejando en claro que él no se consideraba
subordinado suyo.
83 Al poco tiempo, Urquijo recibe idéntico requerimiento, esta vez del nuevo subdelegado
de Santa Cruz, Antonio Vicente de Seoane, cuya autoridad emanaba de la junta de
Cochabamba presidida por Francisco del Rivero. Sin violencia alguna, y teniendo en
cuenta el carácter subalterno de Santa Cruz con respecto a Cochabamba (capital de la
intendencia), el nuevo gobernador –ese si revolucionario– Francisco del Rivero, dispuso
225
a los miembros del tribunal que él presidía reclamándole que la provincia de Mojos
reconozca a la junta. A tiempo de abandonar la ciudad de La Plata con destino al
Desaguadero (donde sería totalmente derrotado) dejó el mando de la Audiencia a Juan
Martín de Peyrredón, y éste reitera al tribunal el pedido de reconocimiento que se
envía a Urquijo:
En la conmoción de los naturales del pueblo de Trinidad de esa provincia, puede
haber tenido influencia la omisión en el reconocimiento y sumisión jurada a la
excelentísima Junta Superior Gubernativa de esas provincias como lo previene a
este tribunal su representante, el excelentísimo señor doctor don Juan José Castelli
en oficio de 20 de marzo anterior, en cuya virtud y para precaver cualesquiera otra
novedad que pueda originarse de aquel principio, ha mandado el tribunal en auto
del día de ayer, que en cumplimiento de la citada orden del excelentísimo señor
representante proceda vuestra señoría inmediatamente a hacer en esa provincia, el
sometimiento solemne, público y jurado al gobierno de la excelentísima Junta
Superior Gubernativa que protege guarda y sostiene los augustos derechos del
señor don Femando Séptimo [...] Dios guarde a vuestra señoría muchos años. Plata
10 de abril de 1811.-Juan Martín de Pueyrredón.- Doctor Estaban Agustín Gascón.-
Gabriel José de Palacio y Galain. Señor Gobernador de Moxos, don Pedro Pablo
Urquijo.84
88 ¿Qué relación pudo haber existido entre el no reconocimiento a la Junta de Buenos
Aires por parte de Urquijo, y la insurrección de Trinidad, con la consiguiente matanza
ocurrida en este pueblo? La único que se puede especular al respecto, es que a juicio de
Castelli y Pueyrredé)n, los nativos de Mojos, al igual que los de otros segmentos del
virreinato, vieron con alegría y esperanza el advenimiento del nuevo orden de cosas.
Presumían los jefes argentinos que la suya era una revolución unánimemente aceptada
por los pueblos y, por consiguiente, el hecho de que Urquijo no hubiese procedido de
inmediato al reconocimiento de la Junta fue, según esa creencia, la causa principal de la
rebelión mojeña. Pero ese argumento pierde consistencia al recordar que en Mojos se
conocían muy bien los cambios ocurridos en diferentes partes del virreinato a todo lo
largo del año 1810, y se esperaba que en esta provincia ocurriera lo mismo. La primera
carta de González a Maraza asi lo demuestra.
único en Charcas donde los indígenas asimilaron la cultura occidental trasmitida por
los misioneros jesuitas de origen europeo a través de la religión, el arte, la lengua, la
organización política y en general, el sistema de valores. Fue Lázaro de Ribera el más
sorprendido con esta realidad cuando en su informe a la corona dice: “en todos los
pueblos se encuentran buenos músicos y, en algunos, compositores, escultores,
arquitectos, organeros, fundidores, ebanistas, torneros, tejedores, bordadores, sastres.
En cuanto a los canichanas, a quien la literatura posterior ha tipificado como belicosos
y hasta caníbales, en opinión de Ribera “son los mas valientes, hábiles y esforzados de
la provincia; sus tejidos y obras de torno, talla y ensambladura, son primorosos". En lo
referente a que eran compositores, en el libro de Ribera aparece el fascimil de una
partitura (catalogada en el Archivo General de Indias) que corresponde a una pieza
musical escrita por los indios canichanas Francisco Semo, Marcelino Icho y Juán José
Nosa, en honor de la reina María Luisa, consorte de Carlos IV. 97
103 En la formación social de Mojos, a diferencia de lo que ocurría en otras partes del
imperio español, la totalidad de la población era indígena, salvo los pocos funcionarios
españoles y curas cruceños. La diferencia se encuentra aun en el caso de los indios
chiquitanos, quienes no obstante compartir con los mojeños la herencia cultural
jesuítica, no tomaron como éstos iniciativas políticas ya que en Chiquitos existía
población criolla que tomó a su cargo esas tareas.
104 La servidumbre de los remos entre los mojeños fue aún mayor durante la época
republicana. Ello se debió a la dramática necesidad de mano de obra que se produjo a lo
largo de la segunda mitad del siglo diecinueve con motivo del auge de la explotación
gomera. Sin los indios mojeños hubiese sido imposible movilizar esa riqueza desde
lugares tan distantes como los ríos Madera, Madre de Dios y Beni. Pero en ese proceso,
la crueldad no tuvo límites y, sin duda, la explotación al ser humano fue mucho más
severa que en cualesquiera de los siglos coloniales. Ahí es donde aparecen los nuevos
Marazas y Muibas encarnados en Andrés Guayocho98 y Santos Ñoco.
105 Cabe preguntarse si lo sucedido en la rebelión indígena de Mojos tiene relación con los
acontecimientos coetáneos que tuvieron lugar en otras ciudades de Charcas. La
respuesta es afirmativa debido a que la relación de Mojos con el eje Potosí-Charcas, es
un hecho palpable. En el aspecto económico, el altiplano recibía de Mojos productos
tales como manufacturas de algodón, artesanías de madera, miel de abeja, cera, sebo y
chancaca, y en el aspecto institucional, ambas dependían del tribunal de la Audiencia.
No obstante lo remoto de su ubicación, lo difícil de su acceso, y las condiciones
culturales y ecológicas tan distintas a las de las provincias andinas, Mojos formaba con
ellas el mismo cuerpo político.
106 Urquijo acusó a Muiba de que su rebelión estaba nutrida por contactos con los
crúcenos. La veracidad de este cargo, da lugar a muy pocas dudas teniendo en cuenta el
antiguo y estrecho contacto comercial y humano entre ambas regiones y muestran al
cacique trinitario como un soldado de la patria naciente. Por otra parte como se ha
visto, la carta de Gregorio González bien pudo haber sido el resultado de una
comunicación procedente de Santa Cruz, y al mismo tiempo revela un interés concreto
en torno a lo que acontecía en la sede de la audiencia y en la del propio virreinato
platense. Eso se demuestra en la asombrosa similitud entre los argumentos de los
caciques trinitarios y de los insurrectos del altiplano. En abril de 1810, circuló en La
Plata un manifiesto redactado por Juan Manuel Cáceres, sobreviviente de la represión a
la Junta Tuitiva de La Paz. En él decía que “el rey (de España) fue muerto por los
231
Los archivos
109 La historia de los archivos mojeños (tan común al resto de Bolivia) es trágica. Todos los
documentos conservados por los jesuitas fueron quemados por ellos mismos a tiempo
del extrañamiento (1767). El incendio de San Pedro, se llevó la historia de los cincuenta
y cinco años siguientes (1767-1822). El archivo beniano de la época republicana,
permaneció durante años tirado en los consabidos depósitos del gobierno llenos de
humedad y mugre hasta que hacia 1974 algún funcionario ignorante e irresponsable,
ordenó irresponsablemente su incineración. Lo poco que conocemos de esa época es lo
que tuvo entre sus manos Manuel Limpias Saucedo y que se publicó después de su
muerte.
110 Las colecciones documentales de la Audiencia del período de 1767 a 1811, a duras
apenas fueron salvadas por René-Moreno y trasladadas a Chile a raíz del viaje que éste
realizó a Sucre en 1874. Moreno las fichó, las catalogó y empastó en los 41 gruesos
volúmenes que volvieron a Bolivia y hoy reposan en el Archivo Nacional de Bolivia y de
donde han salido los dos expedientes utilizados en la presente investigación. Es
presumible que muchos duplicados del material destruido en el incendio de San Pedro
en 1822, se encuentren en el actual archivo catalogado por Moreno así como en
repositorios europeos donde existen documentos de la Compañía de Jesús. Los
documentos catalogados por Moreno se han salvado de otros dos incendios. El primero
232
NOTAS
1. “Que aguanten bajo un sol que clava dardos de fuego en la cabeza y que ajusta planchas
candentes a las espaldas”. G. René-Moreno, Catálogo del Archivo de Mojos y Chiquitos, La Paz, 1973, p.
42. Esa semiesclavitud continuó a todo lo largo del siglo XIX y comienzos del XX.
2. Ibid, pp. 443-444
3. El reglamento de Herboso puede verse en J. Chávez Suárez, Historia de Mojos, La Paz, 1986, pp.
357-352.
4. Ibid, pp. 434-424.
5. “Base de operaciones fue necesariamente San Pedro por su sitio y sus recursos. Estaba
asentado sobre un amplio ribazo sobre aguas vertebrales de la gran columna del Mamoré.
Llegábase por este río y por sus tributarios de la izquierda, a los pueblos de Pampas. Daba a los de
Baures la mano diestra por el río San Salvador, afluente del Machupo”. G. René-Moreno, ob. cit., p.
52.
6. J. Chávez Suárez, ob.cit, p. 253.
7. Ibid, p. 342.
8. Sobre este punto, D’Orbigny afirma: “Si hemos de dar crédito a algunas relaciones, los
prisioneros que caían en manos de estos indios [canichanas] eran comidos por ellos en solemnes
festines [...] su industria consistía únicamente en la construcción de canoas y en la fabricación de
armas; eran muy dados a la bebida y hacían uso de licores fermentados. Cf., A. de Orbigny,
Descripción geográfica, historia y estadística de Bolivia, París, 1845, 1: 151.
9. G. René-Moreno, ob. cit, p. 331.
10. Ibid.
11. La institución del cacicazgo en Mojos era, desde la época jesuítica, una dignidad que en nada
se asemeja a la de los caciques del mundo andino. Mientras éstos se encontraban sujetos a la
autoridad real y desempeñaban tareas en contra de sus propios congéneres como el
reclutamiento para la mita potosina o el reparto forzoso de mercancías, en las misiones jesuíticas
los caciques eran parte principal del autogobierno implantado por los religiosos.
12. La Condesa de Argelejo (María Josefa Fontao y Losada) es un personaje pintoresco del cual se
han ocupado Moreno, Vázquez Machicado, Chávez Suárez y Sanabria Fernández. Tras la
expulsión de su marido, se estableció en La Plata, y desde allí, durante siete años (1810-1817) se
233
dedicó a informar al Virrey Pezuela sobre acontecimientos y chismes de la Audiencia. Ver, II.
Vázquez Machicado, Obras completas, La Paz, 1988, 3:307-324.
13. J. Chávez Suárez, ob. cit., p. 345.
14. Ibid., p. 438.
15. Ibid., p. 456.
16. Ibid., p. 457.
17. Ibid., p. 481.
18. Archivo Nacional de Bolivia (ANB). Expediente No. XXXIII del Catálogo de .Moreno. Informe del
estado de la provincia de Mojos sus pueblos el año de 1810, fs. 19 (en adelante, ANB, Infi).
19. ANB Inf. fs. 227.
20. G. René-Moreno, ob. cit., p. 406.
21. En abril de 1811, seguía quejándose de que la Audiencia aun no le había enviado el
nombramiento de cacique para Maraza. O. ANB, XXXVIII del Catálogo de Moreno, Año 1811.
Expediente obrado con motivo de la conmoción de los naturales del pueblo de Trinidad (en
adelante ANB Con.), fs. 114.
22. J. Chávez Suárez, ob. cit, p. 239.
23. Ibid, p. 476.
24. Sobre las lenguas mojeñas dice Lázaro de Ribera: “Cuando llegué a esta provincia [Mojos] en
1786, apenas encontré intérpretes para explicarme. De repente me vi en una Babilonia de la que
no pude salir sin mucho trabajo. El castellano que hablaban los pocos intérpretes que habían, fue
para mi tan extranjero como el idioma de los indios”. L. de Ribera, Moxos. Descripciones exactas e
historia fiel de los indios, animales y plantas de la provincia de Moxos en el virreinato del Peni, Torrejón de
Ardoz (España), 1989, p. 209.
25. M. Limpias Saucedo, Los gobernadores de Mojos, La Paz, 1942.
26. La Historia de Mojos, cit. de Chávez Suárez es un clásico de la historiografía boliviana.
Publicado en 1944, fue reeditado en 1986 por la Editorial Don Bosco de La Paz.
27. Ver A. Carvalho Urey, Pedro Ignacio Muiba, el héroe, Trinidad 1975. Por su parte, Ruber Carvalho
Urey (hermano de Antonio), publicó un artículo bajo el nombre de “Moxos en el movimiento
libertario de la independencia”, en Revista de Estudios Jurídicos, Políticos y Sociales, Sucre,
diciembre de 1965, el cual contiene la primera mención documental sobre Muiba.
28. ANB Con, fs. 112.
29. ANB Inf., fs. 19 vta.
30. Ibid.
31. ANB, Con., fs. 112.
32. Ibid, fs. 99.
33. ABN Con., fs. 103.
34. No obstante esta evidencia fehaciente (v otras que se examinan más adelante) la
historiografía boliviana señala erróneamente que el 24 de septiembre de 1810 se formó en Santa
Cruz una junta patriótica que depuso por la fuerza a las autoridades locales. Pero, como se
demuestra en otro documento, tal junta de apoyo a Buenos Aires fue organizada en Santa Cruz un
año después, el 27 de mayo de 1811. Ver capítulo, El virreinato platense en su hora postrera.
35. ANB Con., fs. 1.
36. Ibid, fs. 2.
37. El cayubaba era el pueblo sobre cuya base los jesuitas habían fundado la misión de Exaltación,
también a orillas del Mamoré. De la antigua importancia de Exaltación, San Pedro, San Javier y
otras poblaciones aquí mencionadas, quedan pocos vestigios en el mapa geográfico y humano del
actual departamento del Beni.
38. ANB Cons, fs. 5.
39. ANB Con. fs. 101.
40. Ibid.
234
41. El cura Cortés fue designado para representar a Mojos en la Asamblea Constitucional de 1825
que creó Bolivia, pero la credencial de Cortés fue observada por José Videla, el comandante
argentino que desempeñaba las funciones de Presidente (Prefecto) de Santa Cruz. Videla, al
parecer, no arguyó que el delegado mojeño fuese “realista” ya que, según caustico comentario de
Sanabria, si la elección de representante se objetaba por las inclinaciones monárquicas de éstos,
entonces tal vez ninguno de los 48 representantes a la histórica Asamblea hubiese tenido derecho
a serlo. Ver notas de H. Sanabria Fernández en G. René-Moreno, ob.cit., p. 545. Ver, asimismo, el
capítulo “El coronel José Videla, primer prefecto de Santa Cruz”.
42. ANB Con., fs. 10 vta.
43. ANB Con., p. 10 vta.
44. La información sobre ese 9 de noviembre en Trinidad, procede del propio Urquijo quien, tres
meses después de los hechos, levanta un sumario de todo lo ocurrido y lo envía a la Audiencia
para su juzgamiento y pese al obvio interés del gobernador por desacreditar a los caudillos
indígenas mojeños, los relatos son verosímiles. Por otra parte, la cronología muestra que el 10 de
octubre de 1810, el cacique González difunde las noticias de los acontecimientos en España, en
carta a Maraza transcrita arriba, y al mes siguiente, exacto, ocurre la rebelión de Trinidad.
45. ANB, Con., fs. 102.
46. Ibid.
47. ANB, Con., fs. 47.
48. Ibid, fs. 104.
49. ANB Con., fs. 20-21.
50. Ver comentarios de Josep Barriadas, en Francisco J. Eder, Breve descripción de las reducciones de
Mojos (hacia 1772), Cochabamba, 1985, LII, LIII.
51. L. de Ribera, ob. cit., p. 209.
52. ANB Con., fs. 24.
53. Ibid, fs. 37.
54. Ibid, fs. 38.
55. ANB Con. fs. 26.
56. Ibid.
57. Ibid, fe. 26 vta.
58. Ibid, 30 vta.
59. Ibid, fs. 33.
60. Ibid.
61. Ibid, fs. 39.
62. Ibid, fs.41
63. ANB Con., fs. 82.
64. Manuel Muiba actuó contra el sucesor de Zamora, Antonio Alvarez, presumiblemente por
instrucciones de Maraza. Al respecto, Esteban Bazarte, administrador de San Javier dice: “Los
naturales de esta provincia se hallaban licenciosos e inobedientes sin respeto al señor
Gobernador, curas y administrador como sucedió en San Javier en 1803 que al paso del
gobernador interino Antonio Alvarez, le tocaron tambores y salieron armados de sus flechas
habiéndose quedado el cacique que era entonces un indio, Manuel Muiba, y otros de su pandilla
sin más castigo que haberlos desterrado a otros pueblos por un corto tiempo". AXB Inf., fs. 19 vta.
65. ANB Con., fs. 9.
66. Ibid, fs. 67.
67. Ibid, fs. 91.
68. Ibid, fs. 61.
69. Ibid, fs. 89.
70. Ibid.
71. Ibid, fs. 90.
235
las cuales eran asimiladas por los indígenas como una posibilidad cierta de redención.
Por eso los altoperuanos, en sus diferentes estratos sociales, se aliaron con los porteños.
3 Está claro que durante los primeros años de la guerra que empezó en 1810, no se
contemplaba la separación de España sino establecer gobiernos provisionales a nombre
del rey cautivo, aunque sin sujeción a ninguna junta o autoridad peninsular transitoria.
Al mismo tiempo, conviene puntualizar que el ímpetu para la lucha radicaba en el
despertar de una conciencia, hasta entonces aletargada y en ciernes, que redescubrió
un espacio cultural, geográfico y económico propio, cuyos habitantes poseían
propósitos, sentimientos e ideales comunes. Pero los súbditos de las cuatro
intendencias de Charcas, pese a que apoyaban sin reservas la política porteña, se
enteraron de que ciertos personajes de esa procedencia estaban conspirando para
transferirlos a otro poder colonial. En 1809 cundió la alarma de que iban a ser
entregados a la corona portuguesa y a los pocos años se supo que estaban siendo
ofrecidos –sin consultar con ellos– a otros monarcas europeos o al mismo rey español
del que ha tiempo habían renegado.1
4 No obstante de que ya existía una entidad política y administrativa llamada Charcas,
ella aún no había definido su organización futura y la mayoría de sus habitantes
abrigaba ilusiones (en el fondo eran sólo eso) de que podrían formar parte del estado de
Buenos Aires cuyo éxito era más visible a medida de que pasaba el tiempo desde la
revolución de Mayo. Al lado de aquel grupo mayoritario, existía en Charcas una minoría
opresora, representante y aliada del poder monárquico asentado en Lima a quien no le
atraía para nada el proyecto de reanexión a Buenos Aires, mucho menos la tendencia
separatista que con intensidad variable estaba presente en Charcas. Le interesaba más
bien fortalecer la unión con Lima pues de esa manera se eliminaba el peligro
revolucionario interno y a la vez se restituía la unidad del virreinato peruano cuya
viabilidad parecía estar garantizada por la experiencia de tres siglos. Así razonaba el
estamento privilegiado de azogueros, situadistas, comerciantes, terratenientes y
funcionarios de la burocracia colonial, mostrando una inusitada cohesión. Ese grupo
también hizo gala de una gran capacidad de lucha que revela la solidez de la
organización estatal de donde él procedía y que explica la persistencia de sus empeños
políticos.
5 Pero ocurrió algo inesperado. En Charcas, los opresores y los oprimidos, tanto los
partidarios del rey como los de la revolución, en un determinado momento se quedaron
sin líderes ni aliados externos. Para decepción de los patriotas, en 1817 era un hecho
irreversible que a Buenos Aires ya no le interesaba el Alto Perú pues había consolidado
un comercio con Inglaterra mucho más lucrativo y pacífico que con el conflictivo
altiplano donde la disputa por la riqueza de Potosí había provocado una cruenta guerra.
Por su parte, los seguidores del rey vieron con desaliento cómo en 1821 la autoridad
virreinal era forzada a evacuar Lima y ya no podía conducir las operaciones militares
con la misma eficacia de los primeros años. De golpe se cortaron ambas amarras, y a los
sectores antagónicos que habían visto sus esperanzas frustradas, les fue forzoso
redefinir sus estrategias y reorientar la búsqueda de su destino.
6 La derrota que el virrey La Serna aceptó en el Perú sin haber combatido a San Martín,
erosionó el prestigio de la causa realista entre sus propios adherentes. Estos no podían
ver sino con el mayor desencanto cómo el antiguo poderío virreinal quedaba reducido a
un enclave en Cuzco desde donde se buscaba preservar el dominio peruano en Charcas.
Pero no lo hacía en beneficio de un monarca lejano y un reino decadente minado por
238
remuneración alguna, fueron objeto de malos tratos y abusos por parte de aquéllos. En
esas circunstancias vieron llegar a Díaz Vélez y su tropa derrotada en Huaqui, lo
interceptaron produciéndose un violento combate que significó 400 muertos y la toma
de la ciudad por parte del comandante porteño. La resistencia no había cesado cuando
llegó la noticia de que venía Pueyrredón cargado con los caudales de Potosí. Este, más
avezado en el arte de la diplomacia que en el de la guerra, pactó una tregua con los
tarijeños evitando así lo que pudo haber sido un desastre para sus fatigados hombres y
el valiosísimo cargamento de que era portador.5
16 Como puede verse, lo ocurrido en Potosí y Tarija ese año de 1811, no fue el
enfrentamiento entre unos estereotipados “realistas” con otros a quienes se llamaba
“patriotas” pues en tales acontecimientos no figuran tropas del virrey de Lima que
lucharan contra las expediciones porteñas. Fue, más bien, una reacción espontánea de
los habitantes de Charcas contra unos supuestos aliados en los ideales de emancipación.
Pero, en realidad, lo que allí sucedió ese año, igual que en el altiplano paceño, 6 fue la
colisión de intereses entre un estado en ciernes –Charcas– y otro que ya había logrado
establecerse como tal: Buenos Aires.
17 Lo ocurrido con el tesoro de Potosí, ¿fue una depredación, un mero acto de audacia o un
triunfo patriótico? El juicio unánime de la historiografía argentina es que Pueyrredón
se portó como un héroe al llevarse consigo un millón de patacones aquella madrugada
de agosto. El énfasis oscila entre el marxista Rodolfo Puigross quien califica de
“atinada” la actitud de Pueyrredón7 hasta el ultraconservador Raffo de la Reta para
quien el único victorioso en Huaqui fue Pueyrredón ya que logró apoderarse del botín
por el cual se luchaba. Agrega este autor que debería erigirse un monumento a los
“héroes de la retirada de Potosí” a ser ubicado en la Plaza de la República, en Buenos
Aires. Y diseña un boceto para guía del escultor:
un grupo de héroes desgreñados, apretados los puños y los dientes, trasuntando
rabia y coraje, rodeando las muías cargueras [...] y al frente, sable en mano, el jefe
vencedor de los imposibles.8
18 La historiografía boliviana tampoco condena lo hecho por Pueyrredón. Omiste, el más
conspicuo cronista de aquellos sucesos, expresa más bien aprobación, censurando a
quienes se opusieron a la extracción del tesoro potosino alegando que ellos respondían
al bando español. Dice este autor:
Con no menos peligros e inconvenientes que se le opusieron, desviando caminos y
combatiendo a cada paso con montoneras y emboscadas organizadas por los
realistas, pudo al fin la expedición llegar a Orán [...] Así se salvaron esos caudales y
esos últimos restos militares que más tarde debían servir de base para organizar el
segundo ejército auxiliar [...].9
19 Un historiador tan serio como Enrique Finot, también muestra simpatías a Pueyrredón:
En esa retirada, los argentinos llevaron hacia el sur los caudales de la Casa de
Moneda contra la oposición del vecindario potosino. Aunque se ha criticado este
acto de Pueyrredón, no puede negarse que procedió dentro de las prácticas de la
guerra que aconsejan no dejar recursos al enemigo.10
20 Un escritor nacionalista expresa más bien resignación:
No le quedó más [a Pueyrredón] que ordenar la retirada en dirección a la frontera
llevándose el dinero que había en la casa de moneda. 11
21 Claro que si se juzga a Pueyrredón en base al supuesto de que era un “patriota”, su
conducta en Potosí parecería impecable. Esto, sin embargo, significa atribuir al pueblo
potosino, y en general a las masas altoperuanas de entonces, sentimientos que no
241
Potosí, no servía como medio de pago en el comercio local ya que desde la época de las
invasiones inglesas, se generalizó en Buenos Aires la circulación de moneda ensayada.
Por ello fue necesario que el nuevo gobierno permitiera la exportación de “piñas de oro
y plata” que, en el fondo, no era otra cosa que autorizar el uso de metal para comprar
las mercancías procedentes de Inglaterra.14 Esta medida, por lo menos, dejaba algún
beneficio fiscal en impuestos a la par que evitaba los perjuicios del contrabando. Por
ello, no se necesita mucha imaginación para concluir que el cargamento conducido por
las famosas cuatrocientas mulas, estuvo en Buenos Aires sólo en tránsito para Londres
pues a los comerciantes de esa ciudad sí les servía el metal en bruto ya que tenían cecas
más eficaces y modernas que la potosina.
27 La interrupción del comercio con el Alto Perú a causa de la guerra, dio origen a una
contracción general de la actividad económica porteña, con la consiguiente
disminución de ingresos y empleo. Esto se agravaba por el hecho de que quienes
atesoraban moneda se resistían a hacer circular el dinero debido al futuro incierto del
régimen revolucionario. A fines de 1811, el Triunvirato recurrió a la más drástica e
impopular de las medidas: rebaja general de sueldos, pensiones, ayuda de costas y
otros. Se prometía que la vigencia de esta política sería de un año como máximo
“siempre que se logre que el Perú desocupe el territorio de las Provincias Unidas”, en
clara referencia a Charcas.15 El 31 de mayo de 1812, el gobierno anunció la creación de
nuevos impuestos en la siguiente proclama:
Desde que el desgraciado suceso de la batalla de Huaqui despojó al estado de los
recursos que le proporcionaban las provincias del Alto Perú y el generoso
patriotismo de sus habitantes, el gobierno ha quedado sin medios para llenar sus
múltiples urgencias [...] es necesario una contribución, y el gobierno acaba de
decretarla.16
28 La nueva carga afectaba a comerciantes, propietarios de tierras, almacenes de abasto,
panaderías, boticas, carnicerías, cafés, mesas de billar, casas de juegos, fondas y otros.
La puesta en práctica de estas durísimas medidas exigía acciones que dieron origen a
una dictadura en Buenos Aires donde no existía seguridad alguna en cuanto a libertad,
goce de los bienes e incluso de la propia vida.
documento escrito proveniente del enemigo y que contenía los planes de Goyeneche
para invadir Salta. La valiosa información, por encargo de Padilla, fue enviada a Buenos
Aires por un amigo suyo, un doctor Guzmán, residente en el pueblo de Pitantora. 19 En
conocimiento de aquellas noticias, el gobierno de Buenos Aires, en fecha 27 de Febrero
de 1813 envió nuevas instrucciones a Belgrano, esta vez en un lenguaje más terminante:
Se sabe por cartas interceptadas de Goyeneche a Abascal [virrey del Perú] que reúne
aquel todo su ejército y viene a ocupar la provincia de Salta debiendo emprender su
marcha a mediados de enero. Esto hará sin duda que nuestro ejército retrograde
porque, sobre todo, conviene no exponer la fuerza.20
36 Poniendo en duda la sensatez y sentido de oportunidad de las órdenes recibidas de
Buenos Aires, Belgrano hizo su propio análisis sobre la situación política interna de las
provincias donde debía hacer su campaña militar. Se enteró de que apenas Goyeneche
hubo abandonado Cochabamba, después de su triunfo en Amiraya, los jefes locales Arze
y Antezana volvieron a levantarse en armas y el 29 de octubre de 1811 proclamaron
nuevamente su adhesión a Buenos Aires. Esta situación se prolongó por espacio de siete
cruciales meses que fueron suficientes para posibilitar la entrada de Belgrano a las
provincias altas.
37 El propio Padilla coadyuvó a este propósito pues a su vuelta de Huaqui, donde actuó
como soldado raso, se estableció en Sicasica. Allí tomó contacto con Tiitichoca y
Cáceres21 y con ambos empezó a coordinar las tareas revolucionarias. 22 En conocimiento
de la retoma de Cochabamba, Padilla se puso a órdenes de Arze y quedó a cargo de las
operaciones militares en el altiplano norte, además de aquellas en su nativa Chayanta.
De esa manera, sin necesidad de ocupar los centros principales de La Plata y Potosí,
Arze y Padilla establecieron una fluida línea de comunicación entre el Desaguadero y
Jujuy gracias a los puntos estratégicos que controlaban en áreas rurales. Entre quienes
coadyuvaban en estas tareas figuran Vicente Camargo en Cinti; Carlos Taboada y
Baltasar Cárdenas en Chayanta. Puede así verse cómo –a diferencia de lo preconizado
por Mitre y que erróneamente se ha venido repitiendo– el movimiento guerrillero del
Alto Perú comienza no en 1816 sino en 1811, en forma paralela a las expediciones
porteñas.23 Desde Camposanto, Belgrano abre correspondencia con Arze y Antezana. A
este último le comunica haber asumido el mando en lugar de Pue-yrredón y que
“aprueba la idea de atacar Oruro”.24 El plan se llevó a cabo pero Arze fue rechazado por
las fuerzas superiores de Goyeneche.
38 Belgrano abrigaba algunas esperanzas de que a través de medios amigables podía evitar
una nueva guerra con Lima para lo cual buscó persuadir a los jefes peruanos a que
respetaran las fronteras originales de los dos virreinatos. Eso significaba una
rectificación de las bravuconadas de Castelli quien el año anterior se proponía avanzar
hasta Arequipa pero, a la vez, ignoraba el criterio derrotista de Rivadavia para quien lo
único sensato era retroceder hasta Córdoba. En una carta, Belgrano le decía a
Goyeneche:
Lloro la guerra civil y destructora en que está envuelta nuestra América [que se
acaben] las desaveniencias del gobierno de Ud. con el mío y que nuestras espadas no
se manchen más con la sangre de nuestros hermanos y se dirijan contra los
verdaderos enemigos de la patria.25
39 Como puede verse, Belgrano trataba a Goyeneche como a compatriota por el hecho de
que ambos eran criollos. Esta apelación era muy significativa pues aludía a uno de los
antagonismos más profundos en el tramo final de la sociedad colonial como era el
245
44 Por esta época, desde Tucumán hacia el norte, el odio a los porteños había subido de
grado. Durante los cuatro meses que permaneció Belgrano entre Salta y Jujuy, pudo
darse cuenta de la frialdad que mostraban estos pueblos hacia la causa revolucionaria
pero, con ejemplar prudencia, no trató de tomar el gobierno de esas provincias ni
practicó aquel proselitismo vocinglero que caracterizó la expedición del año anterior.
No hubo una sola proclama, ni exhortaciones al cabildo ni arengas patrióticas. Belgrano
no se atrevió ni siquiera a convocar a los ciudadanos notables para reunirse con ellos. 30
45 Pero era necesario hacer algo. La inacción frente a la inminente arremetida de un
enemigo eufórico por sus triunfos, era una alternativa tan peligrosa como aquella de
una fuga precipitada hacia Córdoba. Los salteños no hubiesen permitido esta última, y
Belgrano no iba a suicidarse optando por la primera. Decidió entonces jugar todas sus
cartas de una sola vez e implantar una dictadura de guerra. Y aunque esta opción
exacerbó los odios y resentimientos antiporteños, probó ser eficaz ya que salvó para la
futura República Argentina, los territorios situados al norte de Buenos Aires, en
especial las provincias de Tucumán, Jujuy y Salta. La primera medida bélica de Belgrano
consistió en llamar a una conscripción forzosa a todos los varones entre 16 y 35 años. El
29 de julio publicó su famoso bando con las instrucciones para aplicar al enemigo la
táctica de la “tierra arrasada”.
El precio de 15 pesos por cada cesto de coca al por mayor [que era el propuesto por
Saravia] es sumamente gravoso y perjudicial al comercio en general por comprarla
en la ciudad de La Paz a ocho pesos cesto y con el costo de su conducción y alcabala
les sale puesta en esta jurisdicción a nueve pesos libres, y van a adelantar seis pesos
de utilidad en cada cesto. [Saravia acudió hasta el virrey quien ratificó los
anteriores criterios con el argumento de que el monopolio] sería ruinoso a los
habitantes y a todo el comercio.32
49 Ninguna de las medidas tomadas por Belgrano satisfacía al triunvirato el cual, a través
de Rivadavia, seguía insistiendo en un abandono total de la guerra en el norte. Aun
estaba fresco el desastre del año anterior y era necesario un cambio radical de política y
por eso notificaba a Belgrano que la falta de cumplimiento a las reiteradas
instrucciones que se le enviaban, “deberá producir a VS los más graves cargos de
responsabilidad”.33
50 La severa advertencia transcrita lleva fecha 29 de Septiembre de 1812, cinco días
después de que Belgrano obtuviera una rotunda e inesperada victoria en Tucumán. Los
peruanos acababan de enfrentar a un enemigo insólito:
la caballería gaucha que avanzaba a carrera tendida dando espantosos alaridos y
golpeando con las riendas los guardamontes de cuero que producían un ruido
extraño y siniestro.34
51 Belgrano no lo podía creer cuando sus oficiales le dijeron: “hemos ganado”. Sólo al día
siguiente se convenció de que así había sido.
52 En la batalla de Tucumán los altoperuanos pelearon en ambos bandos. Junto a los
argentinos estuvieron Arze, Padilla y Lanza. No se conocen los nombres de quienes
combatieron al lado peruano, pero el parte militar da el número de ellos. De un total de
626 prisioneros “realistas” caídos en Tucumán, 212 pertenecían a las compañías de
Chichas, Cochabamba y Tanja.35 En 1813, José Miguel Lanza era capitán y “hombre de
confianza” de Belgrano.36
53 Ciertamente, la batalla de Tucumán fue obra de aquellas provincias que la ganaron por
encima de la empecinada oposición de Buenos Aires. Ella constituyó un desastre
político para el primer triunvirato ocasionándole su caída. Tuvo las mismas
consecuencias que Huaqui pues dio lugar a un cambio tanto en las personas como en la
orientación futura del proceso revolucionario. Había llegado la hora de la logia Lautaro.
55 Según lo afirma Mitre, el alma de ese movimiento fue Bernardo Monteagudo quien,
actuando de consuno con los lautarinos, convocó al pueblo a la plaza pública y, bajo
protección armada, entregó al cabildo una petición firmada por más de 400 ciudadanos
notables en la cual se pedía suspender de inmediato al gobierno, nombrar un ejecutivo
provisorio y llamar a un congreso general. Se notificó al cabildo que todo aquello debía
hacerse en el plazo de 20 minutos. Los regidores obedecieron en el acto, y así fueron
proclamados miembros de un nuevo gobierno (el segundo triunvirato) Juan José Paso
(quien había integrado el primer triunvirato), Nicolás Rodríguez Peña y Antonio
Alvarez Jonte, este último, regidor del cabildo.
56 En total contraste con la política que le precedió, el nuevo régimen decidió proseguir la
campaña del Alto Perú. Colmó de honores a Belgrano y le ofreció todo tipo de ayuda
para continuar sus éxitos en las armas. El 20 de Octubre se le comunicaba que “tendrá
toda la representación y facultades de capitán general de los ejércitos del Perú y de los
pueblos del mismo, Tucumán adelante”.37
57 Finalizó aquel año 12 con las tropas derrotadas de Pío Tristán recuperándose en Salta y
las de Belgrano obteniendo refuerzos en Tucumán, mientras la suerte del jefe
triunfante estaba condicionada a los sucesos que tenían lugar en Montevideo. Por eso,
cuando Belgrano se enteró de la brillante victoria alcanzada por Rondeau y Artigas el 31
de diciembre en Cerrito, su moral subió de punto y cruzó el río Pasaje para situarse en
plan de reconquistar Salta. Otro acontecimiento de la misma índole coadyuvó al
aumento del ímpetu argentino: en los aledaños del río San Lorenzo en la margen
derecha del río Paraná, San Martín obtenía su primer triunfo militar frente a Gaspar de
Vigodet, quien había reemplazado a Elío en la comandancia de las tropas españolas.
65 Los testimonios transcritos son una muestra más de que la lucha que se libraba en el
territorio de Charcas no era entre “realistas” y “patriotas”, sino entre dos ejércitos
rivales que pugnaban por apoderarse de los caudales que atesoraban sus provincias
para usarlos en beneficio propio.
66 Como consecuencia de las dos acciones militares en Tucumán y Salta, y con la toma de
La Plata hecha por Padilla, Belgrano encontró despejado el camino para entrar a Potosí.
Una vez allí, empezó a obrar con mucho tacto con la población. Díaz Vélez informó a
Buenos Aires acerca del espléndido recibimiento que tuvieron, con multitudes que los
aclamaban en medio de campanas echadas a vuelo así como bailes y banquetes en su
honor. No faltaron las misas y procesiones de acción de gracias mandadas celebrar por
las órdenes religiosas.43 Belgrano expidió órdenes terminantes para que sus hombres
observaran y respetaran “los usos, costumbres y aun preocupaciones de los pueblos [...]
y el que se burlase de ellos con acciones, palabras o aun con gestos, será pasado por las
armas”.44
67 Siguiendo su conocida preferencia por la administración civil y su desinterés por la
guerra, Belgrano dictó órdenes para la organización político-administrativa de las
provincias altas. La más importante de ellas fue dividir en dos la intendencia de Santa
Cruz de la Sierra y, en adelante, Cochabamba y Santa Cruz serían gobernaciones
separadas. A ese efecto envió a la ciudad de Santa Cruz (que hasta ese momento sólo
tenía el rango de subdelegación) al coronel de su ejército, Ignacio Warnes de lucida
actuación en Tucumán y Salta, y veterano de la reconquista de Buenos Aires.
68 Arenales fue designado gobernador de Cochabamba, y Ortiz de Ocampo, presidente de
la “Cámara de Apelaciones” nombre con el que se degradó a la Audiencia de Charcas.
Padilla y Acebey quedaron relegados, no obstante de que ambos eran nacidos en el
lugar y tenían suficientes méritos para ocupar puestos militares, sobre todo Acebey que
había sido oficial de las milicias de Buenos Aires. En el orden financiero que era el más
delicado, Belgrano se encargó de la casa de moneda. De acuerdo a instrucciones
emanadas de la asamblea del año XIII, se usaron nuevos troqueles en los cuales se
sustituyeron los símbolos españoles por los americanos. Fue otro gesto simbólico de
ruptura total con la metrópoli el que, sin embargo, resultó efímero pues al año
siguiente el propio Belgrano, derrotado, se trasladó a Europa a gestionar la venida de
un príncipe español para ocupar el trono de las Provincias Unidas. 45
69 Abascal se indignó al enterarse de que Goyeneche había abandonado Potosí sin
combatir y decidió sustituirlo pues lo consideró “poseído del terror que indican sus
oficios y la precipitada resolución de retirarse a Oruro no sólo sin necesidad sino
habiéndola muy urgente de permanecer en Potosí”.46
70 El virrey estaba muy equivocado, ya que el repliegue táctico de Goyeneche a Oruro
resultó muy eficaz para derrotar a Belgrano. Al mismo tiempo, muestra el permanente
recelo de los peninsulares cada vez que un oficial americano se encontraba al mando de
tropa, y confirma el hecho de que la guerra giraba en torno a la posesión de Potosí.
Goyeneche, al parecer, acató las órdenes de buen talante ya que ellas coincidían con sus
propios deseos expresados en ocasiones anteriores cuando había hecho renuncia a la
posición que ocupaba.
71 En reemplazo de Goyeneche fue nombrado el aragonés de 52 años, Joaquín de la
Pezuela, oficial de artillería, veterano de las guerras napoleónicas y de larga trayectoria
en el ejército peruano a cuya modernización había contribuido. Con su propia fuerza de
251
Castro en Ancacato y obligado a dispersarse con una montonera de 2.000 indios. Pero lo
más importante de todo fue que, como consecuencia de esta acción, Castro se incautó
de los papeles donde figuraba el plan argentino y lo puso en conocimiento inmediato de
Pezuela.51 Este no vio otra alternativa que un choque frontal de armas.
76 La batalla tuvo lugar el 1 de Octubre de 1813 en la desolada altiplanicie de Vilcapugio;
fue una de las más encarnizadas de la guerra y terminó con la derrota total de Belgrano.
Castro, Olañeta y Picoaga protagonizaron esta acción de armas poniendo el triunfo en
manos de Pezuela. En orden y disciplina se retiró el ejército argentino y a los tres días
estaba acantonado en el pueblo indio de Macha, en la provincia de Chayanta, a poca
distancia de una mina llamada Ayohuma. En la misma fecha, en horas de la noche,
Belgrano envió a su gobierno el siguiente parte de batalla tratando de ocultar la verdad
de lo ocurrido:
empezó la acción a las seis y media de la mañana y concluyó a la una y tres cuartos
de la tarde en que me fue preciso retirarme en atención al poco número de gente
con que me había quedado [...] no puedo dar a VE una noticia exacta del ejército
hasta que reúna todo: han muerto algunos oficiales y tropa, para el enemigo ha sido
horrorosa la carnicería [...] y según creo por cuanto he visto, está derrotado a pesar
de haber quedado el campo por suyo [...] con las divisiones de Cochabamba y
Chayanta y el ejército que mando, espero que sufra su destrucción total. 52
77 Por su parte, Ortiz de Ocampo –gobernador de La Plata nombrado por Belgrano– fue
más lejos en el embuste. Con su firma y la de su secretario Tomás Guido lanzó la
siguiente proclama:
Por intersección de la virgen María, el todopoderoso acaba de darnos una victoria
sobre el ejército opresor de la patria en la pampa de Vilcapugio [...] se iluminarán
las calles esta noche, y la de mañana se cantará una salve solemne en su relicario de
Guadalupe.53
78 La manifiesta falsedad de este bando se explica por el terror que sentían los argentinos
de que pudiera ocurrir un desborde popular semejante al ocurrido después de Huaqui.
Así lo expresan al gobierno de Buenos Aires:
A pesar de haberse podido disipar la primera impresión de una derrota general [...]
tardó muy poco la multitud en caer en el mismo desmayo viendo que por todas
partes se reunían fugitivos y desertores del mismo ejército. Sucesivamente entró la
desconfianza en el pueblo de que acaso lo abandonaríamos, y esa sospecha lo puso
en terrible agitación.54
79 Al día siguiente, Ocampo y Guido, en un cambio de actitud, decidieron dosificar la
verdad en el siguiente bando:
Amados compatriotas y conciudadanos: he llegado a entender que todo cuanto os
dije ayer [...] el parte oficial me dice que el ala derecha del ejército ha cantado
victoria aunque la izquierda ha sufrido una dispersión extraordinaria [...] los
soldados de Cochabamba aun no han entrado en acción y nuevos auxilios se
preparan en todos los pueblos.55
80 Según Ocampo, esta segunda proclama “surtió los efectos que deseaba calmando al
momento los temores y dejándome obrar ya con más quietud y libertad”. El portador de
estas misivas al gobierno de Buenos Aires fue el capitán José Miguel Lanza quien,
además de conducir a los desertores, llevaba la misión de traer armas y munición. 56
81 Repuesto de la derrota, Belgrano fue templando su ánimo y al poco tiempo se sentía de
nuevo optimista. Pensaba que lo que acababa de ocurrir en Vilcapugio era muy distinto
a lo de dos años antes en el Desaguadero y que estaba a tiempo de volcar la situación a
su favor con los auxilios que esperaba de Chayanta y Co-chabamba. Como se ve, los
253
papeles empezaban a invertirse: ya no era el Alto Perú que necesitaba de auxilios de los
porteños sino el gobierno de Buenos Aires cifraba sus esperanzas en lo que por él
pudieran hacer los altoperuanos. Necesitaban dinero desesperadamente para mantener
viva la revolución de Mayo. El ejército de Belgrano acantonado en Macha contaba sólo
con 1833 hombres de línea, número considerablemente menor al de Pezuela. No
obstante, el armamento de los argentinos era bueno: 1.472 fusiles, 62 pistolas, 118.948
cartuchos y 1.176 bayonetas. La artillería se componía de siete cañones con sus
respectivas cureñas.57
82 ¿En qué, y cómo, podían cooperar ahora los pueblos del Alto Perú? Habían transcurrido
ya cuatro años desde que su territorio se convirtió en campo de batalla donde ejércitos
enemigos venidos de fuera definían en él la suerte de las armas. Su población vivía -y
viviría largos años más- en la constante zozobra de que sus ciudades fueran invadidas,
sus campos arrasados, sus bienes confiscados y su libertad perdida. Debían obedecer a
jefes extraños, implacables para exigir subordinación. No obstante, las masas indígenas
que no tenían nada que perder y vieron, más bien, la oportunidad de librarse de la
opresión colonial que sufrían, se pusieron del lado de Belgrano con entusiasmo
ilimitado.
83 Sin la demagogia de Castelli ni la inverecundia de Monteagudo, Belgrano interpretó los
anhelos de esos pueblos que de nuevo oteaban el horizonte de su redención. En los 40
días de su permanencia en Macha, recibió un curso acelerado de solidaridad humana y
coraje patriótico. De todas partes de la provincia de Chayanta acudían
hombres, niños y mujeres con sus ofrendas y la mayor parte cargándolas sobre sus
propios hombros. Artículos de guerra, víveres, ganados, cabalgaduras, forraje, vino,
bálsamo para los enfermos y hasta objetos de lujo para los oficiales de ejército [...]
Belgrano, en recompensa, expidió un bando distribuyendo las tierras del común
entre los propietarios y perjudicados por la guerra con lo cual acabó por confirmar
su popularidad en aquella comarca. Gracias a esta cooperación de parte de los
pueblos y de todas las autoridades, el ejército tuvo un largo tren de artillería
aunque de inferior calidad, un parque bien provisto, hermosos caballos para los
escuadrones y almacenes provistos de víveres para más de dos meses. 58
84 La misma división cochabambina a órdenes de Zelaya que no pudo llegar a Lagunillas
antes de la batalla de Vilcapugio, llegó a Macha. Desde allí Belgrano ordenó que todos
los guerrilleros hostigaran la retaguardia de Pezuela a fin de obstaculizar sus
comunicaciones con La Paz y el Desaguadero o un posible desplazamiento de Oruro a
Cochabamba. Cárdenas pudo cumplir estas instrucciones ocupando Sicasica, el mismo
punto que en 1810 fuera tomado por Arze y Rivero y que epilogó con el triunfo patriota
en Suipacha. Pero esta vez fue demasiado tarde pues Belgrano recibió el parte el 12 de
noviembre y a los dos días era completamente batido en Ayohuma. 59 Pezuela no perdió
el tiempo firmando actas o capitulaciones, menos en intercambiar correspondencia
diplomática o conciliadora con los vencidos. De inmediato, ocupó La Plata y Potosí.
85 Antes de abandonar la Villa Imperial, el 18 de noviembre, Belgrano resolvió cargar con
toda la plata sellada y sin sellar que encontró en la casa de moneda. Luego se enfrentó
con el dilema de qué hacer con los demás tesoros que se veía forzado a dejar,
incluyendo las máquinas, instalaciones y el propio edificio de la ceca. Sin ellos, la de
Pezuela sería una victoria pírrica pues no tendría dónde acuñar el metálico que era
crucial para la recuperación de un empobrecido Perú. Pensar en el transporte del
mineral hasta Lima –donde se encontraba la única ceca del virreinato aparte de la
potosina– cruzando un territorio infestado de enemigos, sería un desatino mayor.
254
llevaban tanto a Salta como a Potosí y La Plata. Fue en esta ciudad donde Manuel
Ascencio trabó amistad con Mariano Moreno, Bernardo Monteagudo y otros futuros
revolucionarios. Apenas producida la acción de Suipacha, Padilla toma contacto con los
triunfantes jefes argentinos poniendo a disposición de ellos las propiedades rurales de
su familia para establecer de allí una base de operaciones.
91 La inclinación revolucionaria de Padilla le vino de la región en la que nació la que,
treinta años antes, había sido escenario del levantamiento indígena protagonizado por
los hermanos Catari. Siendo apenas un niño, Manuel Ascencio fue testigo de las crueles
represalias contra los participantes de esa rebelión de la cual, posiblemente, también
sufrió su padre, pues siempre hubo gran amistad y recíprocas lealtades entre la familia
Padilla y los indígenas.68 Chayanta era una activa y tradicional región minera a la vez
que, en sus profundos valles, florecía la actividad agrícola, base de sustentación de la
minería.
92 En 1811, al entrar triunfante a las provincias de Charcas, Castelli había hecho suyo el
programa de reivindicaciones sociales que ya estaba en ejecución pues se dio cuenta de
que esa actitud le haría ganar adeptos. Bajo ese influjo, los indígenas engrosaron el
ejército porteño e insuflaron entusiasmo a una campaña que hasta ese momento
carecía de apoyo popular y era mirado con desconfianza y temor.
93 Esa nueva alianza interclasista e interracial adquirió experiencias las cuales serían
enriquecidas durante los largos y cruentos años que se avecinaban. Ella no siempre
tuvo coherencia, ya que la lucha por objetivos comunes era interferida por las obvias
diferencias de los grupos que la formaban dando lugar a enfren-tamientos de los que el
poder español se beneficiaba. Eso fue lo que ocurrió al producirse la acción de Huaqui,
adversa a las armas argentinas. El caudillo Cáceres, no obstante de que debía su libertad
a Castelli, se puso a la cabeza de las desilusionadas montoneras indígenas
protagonizando alzamientos en Calamarca y Ayo Ayo. Desde ahí empezó a hostigar
violentamente a las tropas fugitivas del ejército porteño que pugnaban por cruzar el
altiplano y llegar a La Plata.
94 Padilla se unió a Castelli para acompañarlo hasta Huaqui, proporcionándole auxilios en
hombres, víveres, bestias de carga y de combate. Es entonces cuando abandona sus
faenas agrícolas para empuñar el fusil y el sable, organizando una primera republiqueta
en su nativa Chayanta. Este abrupto y vasto territorio situado en la parte norte del
departamento de Potosí (actualmente compuesto por cinco provincias) ponía a sus
habitantes en fluida comunicación con Chuquisaca, Oruro, Cochabamba y la propia Villa
Imperial. Gracias a tan estratégica ubicación, Padilla pudo ponerse en contacto con
otros jefes del naciente movimiento guerrillero altoperuano que se constituyó en el
más poderoso impulso de la saga emancipadora.
95 Durante esos primeros días Esteban Arze, quien se había apoderado de la provincia de
Cochabamba, nombra a Padilla comandante de las doctrinas de Poopó, Pitantora,
Moromoro, Guaicoma, Quilaquila y sus contornos.69 Padilla no había cesado de hostigar
al enemigo y, después de la acción de Molles, donde muere Carlos Taboada, otro célebre
guerrillero, decidió internarse en las provincias argentinas. Lo hizo al frente de 50
jinetes bien armados, hombres, caballos y pertrechos que había logrado reunir. En
Humahuaca se encuentra con Balcarce quien lo recibe con mucha cortesía pero ”con
muy finas maneras le quitó la fuerza que conducía así como también las armas y
municiones que había arrebatado a los realistas en su tránsito”. 70 Es de imaginar la
contrariedad de Padilla al verse despojado de sus elementos bélicos por parte de
256
independencia y la patria que proclama es junto a Buenos Aires o lejos de ella. Al final,
Padilla estampa la frase: “en habiendo unión, habrá patria”, y termina con una velada
amenaza seguida de puntos suspensivos: “si no...” La carta dice:
Señor General:
En oficio del 7 del presente mes, ordena V.S. hostilice al enemigo de quien ha
sufrido una derrota vergonzosa. Lo haré como he acostumbrado hacerlo en más de
cinco años por amor a la independencia que es la que defiende el Perú, donde los
peruanos privados de sus propios recursos no han descansado en seis años de
desgracias, sembrando de cadáveres sus campos, sus pueblos de huérfanos y viudas
marcados con el llanto, el luto y la miseria. Errantes los habitantes de 48 pueblos
que han sido incendiados; llenos los calabozos de hombres y mujeres que han sido
sacrificados por la ferocidad de sus implacables enemigos, hechos y ludibrios del
ejército de Buenos Aires, vejados, desatendidos en sus méritos, insolutos sus
créditos y, en fin, el hijo del Perú mirado como enemigo mientras el enemigo
español es protegido y considerado. Si señor; ya ha llegado el tiempo de dar rienda
suelta a los sentimientos que abrigan en su corazón los habitantes de los Andes,
para que los hijos de Buenos Aires hagan desaparecer la rivalidad que han
introducido adoptando la unión y confundiendo el vicioso orgullo, autor de nuestra
destrucción.
La infame conducta que con el mayor escándalo deshizo, rebajó y ofendió al
virtuoso Regimiento de Chuquisaca que había salido a morir por su patria; la prisión
de Centeno y Cárdenas por haber hostilizado a Goyeneche y debilitado su fuerza
para que él lo batiera [...] la pena impuesta a los vallegrandinos por haber propuesto
destruir a los enemigos para vengar sus agravios y los de la patria. La prisión de mi
persona por haber pedido se me designe un puesto para hostilizar a Pezuela con
altoperuanos que siempre sin sueldo, siempre a su costa y por sólo la patria han
sacrificado su vida y su fortuna [...] nosotros amamos de corazón nuestro suelo y de
corazón aborrecemos una dominación extranjera, queremos el bien de nuestra
nación, nuestra independencia (...) El gobierno de Buenos Aires, manifestando una
desconfianza rastrera, ofendió la honra de estos habitantes, las máximas de una
dominación opresiva como la de España [...] el ejército de Buenos Aires con el
nombre de “auxiliador” para la patria se posesiona de todos estos lugares a costa de
la sangre de sus hijos y hace desaparecer sus riquezas, niega sus obsequios y
generosidad. Los peruanos, a la distancia, sólo son nombrados para ser zaheridos.
¿Por qué haberme destinado al mando de esta provincia amiga sin los soldados que
hice entre las balas y los fúsiles que compré a costa de torrentes de sangre? ¿Por
qué corrió igual suerte el benemérito Camargo mandándolo a Chayanta de
Subdelegado dejando sus soldados y armas para perderlo todo en Sipe Sipe. [...] El
haber obedecido todos los peruanos, ciegamente, el haber hecho sacrificios
inauditos, haber recibido con obsequio a los ejércitos de Buenos Aires, haberles
entregado su opulencia, unos de grado y otros por fuerza, haber silenciado
escandalosos saqueos, haber salvado los ejércitos de la patria, ¿son delitos?.
Y ahora que el enemigo ventajoso inclina su espada sobre los que corren
despavoridos y saqueando, debemos salir nosotros sin armas a cubrir sus excesos y
cobardía? Vaya V.S. seguro de que el enemigo no tendrá un solo momento de
quietud; todas las provincias se moverán para hostilizarlos y cuando a costa de
hombres nos hagamos de armas, los destruiremos para que V.S. vuelva entre sus
hermanos. Nosotros tenemos una disposición natural para olvidar las ofensas.
Recibiremos a V.S. con el mismo amor que antes, pero esta confesión fraternal,
ingenua y reservada, sirva en lo sucesivo para mudar de costumbres, adoptar una
política juiciosa, traer oficiales que no conozcan el robo, el orgullo y la cobardía.
Sobre estos cimientos sólidos levantaría la patria un edificio eterno. El Perú será
reducido primero a cenizas que a la voluntad de los españoles. Para la patria son
eternos y abundantes los recursos, V.S. es testigo. Para el enemigo está almacenada
la guerra, el hambre y la necesidad; sus alimentos están mezclados con sangre y, en
259
habiendo unión, habrá patria. De otro modo, los hombres se cansan y se mudan.
Todavía es tiempo de remedio, propenda V.S. a ello; si Buenos Aires defiende la
América para los americanos y si no....
Dios guarde a U. muchos años.
Manuel Ascencio Padilla 77
105 A juzgar por los hechos posteriores, la dureza de la carta de Padilla no implicaba un
rompimiento definitivo con los argentinos ya que él –igual que los demás patriotas
altoperuanos– no tenían de dónde más lograr ayuda para continuar con la guerra de
liberación. Pero fue de Buenos Aires de donde partió la decisión de abandonarlos a su
suerte y por eso acudieron a Güemes a quien los porteños consideraban un enemigo
más peligroso que los españoles.
106 Antes de un año de haber escrito su misiva, Padilla había muerto en combate, a manos
de Aguilera. Este comandaba el célebre batallón Talavera el cual, procedente de España,
había llegado al Perú en 1813 y a Charcas dos años después. Constaba de 374 plazas y
200 artilleros que siempre mantuvieron la disciplina y tradición del ejército peninsular.
Era una fuerza, ciertamente muy superior a la que podían organizar las partidas
guerrilleras.
107 Los meses que siguieron a este singular intercambio de correspondencia, están llenos
de la épica de los esposos Padilla. No hay combate en el que no se empeñen, sacrificio
que no hagan o temeridad en la que no se embarquen, empeñados como estaban en
liberar a su tierra de la opresión peninsular. Es posiblemente el tramo más encarnizado
y sangriento de la guerra que segó vidas, asoló campos y destruyó los fundamentos en
que se sustentaba la economía altoperuana. Ya en 1816, pocos meses antes de su
muerte, Padilla parece olvidar agravios y sigue enviando informes a Rondeau sobre el
curso de la guerra en su republiqueta. Este, a su vez, los retrasmite a Buenos Aires,
junto a las hazañas de otros guerrilleros, aunque buscando que éstas aparezcan como
mérito suyo:
El comandante Padilla en 20 del pasado [marzo] desde su campamento de
Yamparaez, asegura de las ventajas que ha conseguido sobre la fuerza situada en
Chuquisaca, encerrándola dentro de la plaza, ocupando sus avenidas y formándose
en los altos de los Recoletos. Don Marcelino Betanzos, desde Colpa, afirma su
repliegue a Mataca con una fuerza considerable. El coronel de milicias don Vicente
Camargo, desde Culpina, se ensaya a glorias considerables y ha proyectado tomar
Potosí y Oruro luego que se le auxilie con algún armamento y municiones. El
teniente gobernador de Tarija, reunido con la fuerza del sargento mayor don
Gregorio Araoz de la Madrid, y ciento y tantos hombres armados que ha llevado
desde el potrero el teniente coronel don Francisco Uriondo, se preparan a resistir la
división simada al otro lado del río San Juan. El bizarro patriota doctor don
Ildefonso de las Muñecas, desde su cuartel de Ayata me escribe de hallarse
enteramente libre aquel partido de más de cuatrocientos enemigos. En una palabra,
todos obran arreglados a mis órdenes y debemos prometernos felices resultados. 78
NOTAS
1. Ver capítulo “La búsqueda de rey para Buenos Aires”.
2. El cronista de los excesos cometidos por las tropas argentinas y la reacción local contra ellas,
es Modesto Omiste, escritor potosino que los registra en su libro, Memoria histórica sobre los
acontecimientos políticos ocurridos en Potosí en 1811, Potosí, 1878, (reimpresión en Obras escogidas, La
Paz, 1941).
3. Ibid.
4. J. Yabén, Biografías argentinas y americanas, Buenos Aires, 1940, 4:132-133.
5. Una relación completa de los hechos aquí narrados, sobre la base de fuentes locales y
argentinas, se encuentra en C. Arnade, The emergence of the Republic of Bolivia, Gainsville, 1957, pp.
64-67. Arnade, en p. 67 (nota 34) declara no estar muy seguro sobre la autenticidad de la
proclama tarijeña pues fue tomada por él de fuente secundaria. El documento de Biblioteca
despeja cualquier duda sobre dicha autenticidad v además señala los tres nombres que le faltaban
a Arnade.
6. Ver capítulo “Los indígenas irrumpen en la guerra”.
7. R. Puigross, Los caudillos de la revolución de mayo, Buenos Aires, 1971, pp. 15-16.
261
8. J. C. Raffo de la Reta, Historia de Juan Martín de Pueyrredón, Buenos Aires, 1948, pp. 15-16.
9. M. Omiste, ob. cit., p. 58.
10. E. Finot, Nueva historia de Bolivia, Buenos Aires, 1946, p. 158.
11. J. Fellman Velarde, Historia de Bolivia, La Paz, 1968.
12. J. C. Raffo de la Reta, ob. cit., p. 71.
13. Carta de Pueyrredón a Chiclana en, ibid., p. 183.
14. R. Puigross, ob. cit, pp. 97-98, 140.
15. Ibid.
16. Ibid.
17. Una hija de Tellechea, de apenas 13 años de edad, se casaría poco tiempo después con
Pueyrredón no obstante de que éste había firmado la sentencia de muerte de quien iba a ser su
suegro. La viuda aceptó “complacida” el casamiento de su hija con el verdugo de su marido. J. C.
Raffo de la Reta, ob. cit.
18. T. E. Anna, España y la independencia de América México, 1983, p. 133.
19. Yaben, ob. cit., 4:401; B. Mitre, Historia de Belgrano y la independencia argentina, Buenos Aires,
1940, 6:464, 473; M. Ramallo, Guerrilleros de la independencia, La Paz, 1919, p. 32.
20. Biblioteca, 15:13118.
21. Sobre la actuación anterior de estos personajes, ver el capítulo “Los indígenas irrumpen en la
guerra”.
22. Yaben, ob. cit., 4:400.
23. En su Historia de Belgrano, ob. cit., Mitre dedica un largo capítulo (el 33) a los guerrilleros
altoperuanos y sus republiquetas. El lenguaje laudatorio y grandilocuente de este autor
decimonónico no alcanza, sin embargo, a explicar la génesis y la verdadera trascendencia de las
guerrillas como tampoco hace justicia sobre el papel de primer orden que ellas desempeñaron en
el proceso formativo del estado boliviano.
24. “M. Belgrano a M. Antezana”. Camposanto, 19 de abril de 1812. Academia Nacional de la
Historia [Argentina] Epistolario Belgraniano, Buenos Aires, 1970, p. 133.
25. Cartas de Belgrano a Goyeneche y a Pío Tristán. Camposanto, 26 de abril de 1812, en ibid, pp.
138-139.
26. Ibid.
27. M. Omiste, ob. cit., [1941] 1:211 -213.
28. Goyeneche a Pueyrredón. Potosí 4 de octubre de 1812, en Archivo de Pueyrredón, Buenos Aires,
1912, 1:210.
29. Belgrano a Gobierno [de Buenos Aires]. Jujuy 30 de junio de 1812, en Mario Belgrano, Historia
de [Manuel] Belgrano, Buenos Aires, 1944, p. 162; Mitre, oh. cit., 6:404-406.
30. B. Frías, Historia del general Martín Güemes y de la provincia de Salta de 1810 a 1812, Salta, 1902,
2:478.
31. E. O. Acevedo, La intendencia de Salta del Tucumán en el virreinato del Río de la Plata, Mendoza,
1965, pp. 281-183.
32. Ibid.
33. Mitre, ob. cit., 7:40-41.
34. Ibid, p. 49.
35. Biblioteca, 15:13132.
36. Biblioteca, 15:13263.
37. Ibid, 15:13151.
38. “M. Belgrano a P. Tristán”. Salta, 3 de marzo de 1813, en Epistolario Belgraniano, ob. cit., pp.
185-186.
39. Mitre, ob. cit., 7:117.
40. “J. M. Goyeneche a M. Belgrano”. Oruro, 16 de abril de 1813, en Biblioteca, 15:13217.
41. Ibid.
262
sólo una “estación naval” con una batería de escasa significación militar. 3 Esta situación
determinaba que la escuadra española se enseñoreara en los ríos Paraná y Uruguay
saqueando las costas vecinas, abasteciendo de víveres las plazas sitiadas y permitiendo
el desembarco de todo tipo de auxilios procedentes de la península.
4 Además de las consecuencias señaladas, este dominio naval hacía inviable cualquier
tentativa bonaerense de llegar a las costas chilenas o peruanas por la vía del Cabo de
Hornos. La situación fue revertida por la acción del almirante Guillermo Brown, a quien
la Junta de Buenos Aires le encomendó la tarea de equipar una escuadra. Con
impresionante eficacia, este marino irlandés adaptó y equipó buques mercantes rusos,
británicos y norteamericanos a las necesidades de una guerra naval y así pudo
apoderarse de la estratégica isla de Martín García en pleno río de la Plata. Maniobrando
desde ahí, Brown estrechó el sitio de Montevideo hostigando por tierra a los españoles
con la valiosa ayuda de Artigas, caudillo de la Banda Oriental. La derrota final de los
realistas se produjo el 16 de mayo de 1814.
5 Sin embargo, los laureles de la toma de Montevideo no los ciñó Artigas ni Rondeau ni
Brown sino Carlos María de Alvear. Este aristócrata con fortuna, a la cual unía talento y
ambición era, a sus escasos 23 años, la nueva estrella de la revolución rioplatense.
Deseoso de hegemonía en el manejo del gobierno, Alvear movilizó a la logia Lautaro
para desterrar a su cofrade San Martín dándole el mando del tres veces fracasado y casi
inexistente ejército del norte. Acto seguido dispuso que la asamblea disolviera el
segundo triunvirato y entregase el poder a su tío Gervasio de Posadas quien se
posesionó en febrero de 1814 con el título de “Director Supremo”. En retribución a este
servicio, el tío nombró al sobrino comandante de las victoriosas tropas de Montevideo
apenas un mes antes de que se rindiera el jefe español Gaspar de Vigodet. En vista de
que San Martín renunció a la comandancia del ejército del norte, Alvear envió a
Rondeau en su reemplazo.
6 El aviso de la capitulación de Montevideo llegó a Pezuela 30 días después de la muerte
del coronel Blanco en la batalla de Florida y no fue la última de las calamidades sufridas
por los realistas en ese para ellos aciago 1814. Lo peor estaba por venir: la rebelión de
Cuzco que tuvo una duración de 7 meses y que movilizó a las masas indígenas como no
se había visto desde Tupac Amaru. Llegó a controlar, por lo menos, la mitad del
virreinato.
sociedad colonial pues los españoles reconocieron la dignidad de los indios nobles del
Cuzco. A dicho estrato pertenecerían dos notables caciques: José Gabriel Condorcanqui
–el segundo Tupac Amaru de la historia– y Mateo Pumacahua, quien luego de haber
sido un activo militante de la causa realista, en 1814 migró hacia el bando
revolucionario.
9 Pero además de los indios nobles de Cuzco, a lo largo de los siglos coloniales había
surgido en los Andes peruanos una significativa masa mestiza y una influyente élite de
criollos. Aunque la población indígena constituía una abrumadora mayoría, tanto en
Lima como en Cuzco mandaban los funcionarios reales nacidos en España que llegaban
al Perú para desempeñar un cargo en la alta burocracia colonial. En eso, ambas
ciudades se parecían: la diferencia radicaba en que aun los españoles de Cuzco estaban
sujetos a los españoles de Lima pues ahí tenían su sede el virrey, el arzobispo, la
audiencia y el consulado. Tal subordinación, sordamente resistida durante largo
tiempo, hizo crisis en el siglo XVIII y fue preludio de la emancipación.
10 Uno de los puntos principales del programa revolucionario de Tupac Amaru fue,
precisamente, el establecimiento de una real audiencia en Cuzco. Cuando esta ciudad
fue sitiada en 1781 –y a la cual nunca atacó frontalmente– el caudillo quechua reiteró
aquella exigencia añadiendo que “el presidente [de la audiencia a crearse] tenga el
rango de virrey, de manera que los indios tengan acceso a él”. 4 Tal petición resultaba
atractiva para todos los estratos sociales cuzqueños y junto a las otras demandas –
abolición del reparto y la alcabala– fue satisfecha durante el curso de la rebelión. Por
eso es incorrecto hablar del “fracaso” de la insurrección de Tupac Amaru ya que, no
obstante la muerte despiadada que él debió enfrentar junto a su familia, sus ideas
terminaron por imponerse.
11 Mateo Pumacahua, cacique de la parcialidad de Chincheros, durante la mayor parte de
su vida fue partidario del rey. En 1781 luchó contra Tupac Amaru y en 1809 entró por
primera vez al Alto Perú a combatir a los revolucionarios de La Paz. Volvió en 1811
junto a su colega Manuel Choquehuanca a sofocar la sublevación de Sicasica luego de la
derrota que sufriera el primer ejército argentino en Huaqui. Al año siguiente, mientras
Goyeneche se hallaba en campaña contra Belgrano, Pumacahua fue nombrado
gobernador de Cuzco y presidente accidental de su real audiencia. 5 A partir de ese
momento empezaría a cambiar sus simpatías políticas, orientándolas hacia el bando
insurgente que ya no tenía razones para seguir invocando una pretendida lealtad a
Fernando VII
12 En lo que respecta al Perú, la Constitución liberal española de 1812 y los decretos
emitidos por las cortes de Cádiz, tomaron en cuenta el ideario de Tupac Amaru como la
supresión de la mita. Pero el virrey Abascal, célebre por su carácter autocrático y
enemigo de toda reforma de corte liberal, se dio modos para ignorar aquellas reformas
no obstante haber celebrado un ruidoso juramento de la constitución. Además, se negó
a compartir el mando con las diputaciones provinciales y con los cabildos que debían
ser elegidos por voto popular. Restaurado el absolutismo, Abascal llegó a extremos
como acusar de traición a los peruanos que habían concurrido como diputados a Cádiz
y perseguir a sus familias.6 Sus adversarios lo llamaron, apropiadamente, “el marqués
de la Discordia”.7
13 Los cuzqueños no habían pasado por alto el hecho de que la audiencia de Cuzco –triunfo
póstumo de Tupac Amaru– era sólo un pequeño enclave circular rodeado por la
jurisdicción de la audiencia limeña. Esta era extensa y poderosa: abarcaba, por el norte,
266
a Trujillo y Guayaquil, mientras por el sur comprendía las ricas provincias serranas de
Arequipa, Huamanga y Huancavelica no obstante que su nutrida población indígena y
su condición de herederas de las antiguas glorias del incario, las situaba del lado
cuzqueño. Pero quienes detentaban el poder en Lima, rehusaban compartirlo con
Cuzco, la ciudad rival.
parroquia de la catedral de Cuzco, cargo que dejó para marchar al Alto Perú con las
fuerzas rebeldes.
19 Esta insurrección guarda una extraordinaria semejanza con la de 1781 pues estuvo
orientado por un veterano de aquellas jornadas, el mismo cacique de la nobleza
indígena, Mateo Pumacahua, que luchara contra Tupac Amara. Pumacahua, y otros en
situación como la suya, percibieron entonces que a lo largo de las tres décadas
transcurridas entre uno y otro movimiento, se habían usurpado los tradicionales
derechos de la elite indígena cuzqueña como ser el ingreso de mestizos y criollos a los
cacicazgos y la usurpación que éstos hacían de las tierras de comunidad. 13
20 Los movimientos de 1781 y 1814, lograron una vigorosa movilización de las masas
indígenas y, aunque en el de 1814 hubo una mayor participación de mestizos y criollos,
ambos serían derrotados por la neta superioridad militar del adversario español. Por
último, ambos tienen un marcado sabor antilimeño, mostrando un conflicto regional y
al mismo tiempo social entre las urbes quechua y española, entre la costa y la sierra por
la hegemonía en el estado peruano la cual se prolongaría hasta bien entrada la
independencia de ese país.
21 Tanto Tupac Amara como Pumacahua extendieron su rebelión a las provincias
argentinas aunque sólo este último contó con la simpatía y apoyo de Buenos Aires. Es
presumible que los contactos más fructíferos fueron aquellos que mantuvieron los dos
criollos que se beneficiaron con el indulto de Belgrano en Salta: Saturnino Castro y Juan
Manuel Pinelo. El 1 de septiembre, un mes antes del estallido del movimiento cuzqueño,
Castro decidió sublevarse contra sus jefes promoviendo la insurrección del batallón El
General entre cuyos miembros se encontraba Agustín Gamarra, futuro presidente del
Perú.
22 Es del todo probable que Castro no obrara aisladamente y que sus contactos no eran
sólo con Pinelo sino también con los demás capitulados de Salta que se habían
apoderado de Cuzco. Esta hipótesis se refuerza con el cotejo de fechas ya que un mes de
diferencia es un tiempo razonable para coordinar acciones desde puntos tan distantes
como Cuzco, donde se encontraban los amigos de Pinelo, y Chichas donde estaba
acantonado el ejército de Pezuela al que pertenecía Castro. Los trajines de éste fueron
descubiertos y, capturado en Moraya, fue fusilado.14
23 El ejército de Pinelo y Muñecas avanzó sin dificultad hacia el Alto Perú. Desde que
partió de Cuzco se le plegaron millares de indios especialmente los de Azángaro y
Carabaya. Conocedor de esta noticia, Manuel Quimper, gobernador de Puno, abandonó
la plaza dejándola a merced de los insurrectos. Estos llegaron el 26 de agosto haciendo
prisioneros a un grupo de 18 españoles quienes, pese a estar custodiados en la iglesia
del pueblo, fueron victimados a garrotazos y pedradas. El 11 de septiembre, los
insurrectos tomaron el pueblo de Desaguadero tras una breve escaramuza y lanzaron
una proclama de adhesión al gobierno de Buenos Aires donde decían:
Oh feliz y memorable resolución la de los habitantes del Rio de la Plata que a tanto
precio ha mostrado las sendas por las que debemos guiarnos al estado de nuestra
felicidad.15
24 Siguiendo esa línea de conducta, Pinelo se dirige a Arenales llamándolo “patriota,
hermano y compañero” y pidiéndole que “procure internarse a uno de los puntos del
tránsito comunicándome inmediatamente tan plausible noticia para que a marcha
redoblada nos reunamos y se proceda contra el tirano Pezuela”. 16 La columna
insurgente que contaba con 500 soldados de línea y 3 cañones tomados en Puno, más
268
españolas. Aunque jamás se logró descubrir cómo se produjo la explosión y quién hizo
detonar la pólvora (es probable que esto hubiese ocurrido accidentalmente), lo cierto es
que una multitud enardecida se dirigió al palacio de la gobernación donde se
encontraba Valdehoyos junto a un grupo selecto de vecinos españoles radicados en La
Paz. Todos ellos fueron muertos a palo y cuchillo; el gobernador fue degollado, sus
restos desnudos arrojados de un balcón a la plaza y colgados en una horca.
32 En aquella hecatombe sucumbieron, entre otros, los coroneles Josef de Santa Cruz y
Villavicencio, Jorge Ballivián (padres de dos futuros presidentes de Bolivia) y Francisco
Diego Palacios (padre del explorador José Agustín de ese apellido). El número total de
víctimas fue de 52 españoles y 16 criollos.20
33 La información oficial de estos sucesos procedente de Moquegua, dice:
A excepción de 11 de estos individuos muertos en la acción del día 24 [en realidad
28] todos los demás han sido muertos indefensos y de un modo el más cruel e
inhumano pues unos perecieron a puñaladas, otros a palo como perros, otros
precipitados de ventanas y tejados, otros degollados en sus prisiones, otros
quemados y sofocados y otros, en fin, entre las ruinas de los edificios volados y, lo
que es más sensible, sin permitirles los auxilios cristianos de donde se puede inferir
el desenfreno de la cholada de esta ciudad y los suburbios [...] 21
34 De su parte, Pezuela alarmado tras el fallido golpe de Castro, envió a Juan Ramírez a
sofocar esta nueva insurrección en el altiplano. Mientras tanto, Pinelo y Muñecas
habían organizado una junta de gobierno integrada por José Astete, Eugenio Medina y
José Agustín Arze. Siguiendo el ritual de las fuerzas de ocupación, éstas se dedicaron al
saqueo y depredación de las casas y bienes de “españoles”, nombre infamante que se
aplicaba no sólo a quienes tenían origen peninsular sino, además a todo aquel que no se
identificara con la revolución.
35 El movimiento se extendió a otros puntos de la intendencia de La Paz como Coroico
donde actuaban, desde tiempo atrás, Marcial León Garavito y Norberto Hijar. Estos
conformaron diferentes grupos y, en cierto momento, llegaron a controlar la situación
pero se disolvieron ante la noticia de la aproximación de Ramírez. Después del triunfo
de éste, Hijar y Garavito fueron pasados por las armas. 22
36 Pinelo avanzó hasta Laja donde instaló un destacamento y de allí nuevamente buscó
contacto con Arenales informándole de los sucesos del 28 donde perecieron los
españoles “los unos en su ruina y los otros asesinados por el furor e la plebe”. Confiaba
Pinelo en que esos hechos desorganizaban el ejército de Pezuela pero se extrañaba de
no recibir respuesta del jefe argentino. Le insiste en la necesidad de aunar fuerzas y
ruega que le informe sobre los puntos ocupados por el enemigo. 23
37 Arenales se limitaba a trasmitir estas comunicaciones a Rondeau, el nuevo jefe del
ejército del norte y éste, a su vez, las redespachaba a Buenos Aires para conocimiento
del gobierno. Por fin, el 24 de noviembre, Rondeau recibe instrucciones para que, por
medio de Arenales, felicite a Pinelo asegurándole que “muy en breve marchará el
ejército auxiliar del cargo de VS a concurrir con las tropas de su mando en el glorioso
empeño de dar la libertad a los pueblos todos del continente americano”. 24
38 Belgrano, por su parte, mantuvo correspondencia con Angulo y en una carta le decía:
nos estrecharemos recíprocamente para que nuestras banderas colocadas
admirablemente en Montevideo sean conducidas por mis tropas y las respetables
del Cuzco a tremolar sobre las baterías del Callao para que de oriente a occidente y
por los ángulos del universo, aplaudan los nombres del Alto y Bajo Perú [...]
270
entretanto conserve VS esa provincia [Cuzco] como apetece a nuestra causa común
[...]25
39 Desde Cotagaita, cuartel general de los realistas de Lima, avanzó Ramírez a sofocar la
rebelión con un ejército compuesto fundamentalmente por chicheños y tarijeños. Al
conocerse en La Paz esta noticia, los revolucionarios se aprestaron a enfrentarle
haciendo colectas y preparando defensas. En esta tarea se distinguieron dos mujeres
criollas: Vicenta Juaristi de Eguino y Josefa Manzaneda, y una mestiza, Ursula Goyzueta.
40 El grueso del contingente rebelde volvió a Desaguadero llevando consigo prisioneros
españoles. Allí supieron de la aproximación de Ramírez, motivo por el cual Pinelo y
Muñecas regresaron a Chacaltaya desde donde hostigaban a las tropas realistas pero
Ramírez llegó a ese lugar el 1 de noviembre y batió a los insurrectos en Achocalla.
Ocupó La Paz dando carta blanca a sus soldados para que se apoderasen del botín que
cayera en sus manos mientras imponía a los paceños una contribución forzosa de cien
mil pesos.26 En las batallas, y en las refriegas incontroladas en La Paz, fueron fusilados
108 patriotas. Los cuzqueños habían permanecido en la ciudad durante un mes.
La republiqueta de Larecaja
41 Con una diezmada hueste, Muñecas continúa la lucha para lo cual se apodera del pueblo
de Sorata. Luego se repliega hacia el norte, bordeando el Titicaca y estableciendo su
cuartel general en Ayata. Su propósito era impedir el paso de los ejércitos venidos de
Lima para lo cual ganó la adhesión de los indígenas. Posesionado de esa comarca, hacia
mediados de 1815, el cura revolucionario organizó una tropa militar e impuso su
autoridad para administrar justicia y dictar normas de gobierno. Para lograr apoyo,
dispuso la abolición del tributo mediante un decreto en el que decía:
Yo, el doctor don Ildefonso de las Muñecas, cura Rector de la Matriz del Cuzco y
general en jefe del ejército auxiliar de la patria en las Provincias Unidas del Río de
la Plata. Estoy convencido que el tributo aquí cobrado a los infelices naturales es el
más bárbaro y repugnante a naciones cultas [...] y como el sistema de la patria es
conservar a todos los individuos los derechos que Dios y la naturaleza les conceden.
Por Tanto, Ordeno y Mando: que ningún pueblo adherido a nuestra sagrada causa ni
a cualesquiera otro que sabiendo estas órdenes se nos reúnan, pague contribución
quedando así libres y dispuestos a defenderse de los infames sarracenos que
intentan sujetarlos y atraerlos a su partido [...]. Asimismo, ningún individuo
conducirá cosa alguna ni comestibles a los pueblos enemigos aunque sean
eclesiásticos o curas a quienes, embargados sus bienes se los remitirá bajo buena
custodia. Cuartel General de Ayata, agosto 15 de 1815.27
42 Muñecas se convirtió en un caudillo carismático quien, aunque por poco tiempo,
impuso respeto y autoridad. Las crónicas lo muestran generoso con los débiles e
implacable con sus castigos a quienes abusaban de los indios por lo cual ordenó varios
fusilamientos sin importarle que fueran clérigos como él. Enarbolando principios
cristianos dio a sus reclutas indígenas el nombre de “Batallón Sagrado” compuesto de
200 plazas regulares dotadas de dos cañones y que tenían como respaldo unos 3000
indios a quienes había liberado del tributo. Se apoderó del pueblo de Achacachi y trató
de sublevar a los indios de Pucarani lo cual no pudo conseguir y tuvo que replegarse
hacia el norte de donde obstruía toda comunicación de La Paz con las autoridades
virrreinales de Cuzco.
271
43 No satisfecho con el control que ejercía sobre la ribera nororiental del Titicaca,
Muñecas se desplazó hacia el partido de Apolobamba, confines de la intendencia de La
Paz en la región amazónica limítrofe con el Perú. Con la ayuda de indios del pueblo de
Atén, logró apoderarse de Apolo y otras parroquias donde consiguió adherentes y
recursos. Mantuvo frecuente contacto con Rondeau cuando este general argentino
trató, sin éxito, de tomar Cochabamba y a fines de 1815 fue derrotado en Sipesipe. La
influencia y los éxitos de Muñecas duraron sólo unos meses pues, anoticiado de ellos, el
virrey Abascal ordenó un ataque masivo contra esa republiqueta. De La Paz se movilizó
el comandante Aveleira y de Cuzco el coronel Agustín Gamarra y el plan de ataque fue
elaborado, en persona, por Abascal.28 Luego de un fuerte asedio por ambos flancos, el 4
de febrero de 1816, Gamarra avisa desde Pelechuco la victoria que ha obtenido sobre la
división del “comandante del interior”, D. Idelfonso de las Muñecas. La acción tuvo
lugar
al pie de una brava cordillera llamada Cololo, a cinco leguas de Ayata tomándole 2
banderas, 39 bocas de fuego, 46 lanzas, 2 sables, multitud de flechas y 106
prisioneros fuera de oficiales y soldados, dispersándose el resto con su jefe. 29
44 Gamarra continuó la persecución de Muñecas hasta hacerlo prisionero y en la ruta a
Cuzco donde era conducido, fue asesinado el 7 de julio de 1816. 30 El victorioso Ramírez
siguió camino a Arequipa, ciudad que había caído en poder de Pumacahua y Vicente
Angulo y que fuera abandonada por éstos al conocerse la aproximación del general
español. En su retirada se llevaron consigo a los jefes enemigos Picoaga y Moscoso a
quienes fusilaron. Ramírez hizo su entrada triunfal en Arequipa el 9 de diciembre,
delegó el mando en Pío Tristán y se encaminó hacia el lago Titicaca en persecución de
Pumacahua mientras éste se acercaba a Puno y establecía su cuartel general en Ayaviri.
45 El enfrentamiento final entre Ramírez y Pumacahua se produjo en Umachiri el 11 de
marzo de 1815. A sus 79 años, el cacique de Urquillos combatió personalmente en el
cuerpo central de su ejército y al ser derrotado trató de escapar hacia Cuzco pero en el
camino fue hecho prisionero y condenado a una muerte casi tan horrenda como la de
su antiguo adversario y hermano de sangre, Tupac Amaru. Ahorcado y descuartizado,
su cabeza fue enviada a Cuzco mientras sus miembros eran expuestos en los caminos. 31
Mateo Pumacahua nació en 1736; en 1781 era coronel de milicias y en 1812, gobernador
intendente de Cuzco. Su esposa se llamaba Juliana y tuvo dos hijas, Ignacia y Polonia. 32
46 La derrota y ejecución de Pumacahua desmoralizó a quienes se habían sublevado en
Huamanga y también fueron derrotados. Ramírez continuó su marcha triunfal a Cuzco
donde había estallado la contrarrevolución y ocupó la ciudad el 23 de marzo. Los tres
hermanos Angulo y los otros cabecillas fueron pasados por las armas. En una increíble
campaña de dos meses de duración, Ramírez, uno de los más notables y exitosos jefes
españoles de la independencia, había recorrido más de 2.000 kilómetros que lo llevaron
de la provincia de Chichas a Cuzco cruzando dos veces la cordillera andina.
lucha. Además, ya empezaban a agudizarse los conflictos internos entre los jefes
porteños y entre éstos y los caudillos de la guerra popular: Ramírez, Artigas, López y
Güemes.
48 Fuera de las intrigas de Alvear contra Rondeau y San Martín, estaba de por medio la
hostilidad de Artigas quien, uniendo Montevideo con el resto de la Banda Oriental,
empezó a formar su “Protectorado de Pueblos Libres”, es decir, libres de la tutela de
Buenos Aires y de la influencia de Mvear, el intruso joven lautarino. Pero a éste aun le
quedaban cartas por jugar: tenía detrás suyo el poder de su logia y el dominio de una
asamblea que se negó a incorporar a los delegados artiguistas. Además, su tío, el
Director Posadas, destituyendo por segunda vez a Rondeau, lo nombró general del
ejército del norte. Esto último, al parecer, ya fue demasiado pues desencadenó la
rebelión.
49 El 8 de diciembre de 1814, en Jujuy, los jefes de los cuerpos adictos a Rondeau se
rebelaron contra quienes seguían órdenes de Alvear separando a éstos del mando de
tropa. Alvear recibió estas noticias en Tucumán mientras viajaba al norte. Optó por
contramarchar a Buenos Aires para eludir el enfrentamiento, lo cual debilitó la
autoridad de Posadas quien se vio en la obligación de renunciar. El 9 de enero de 1815 el
propio Alvear asumía formalmente el cargo de Director Supremo de las Provincias
Unidas que, en buena manera, venía ejerciendo desde el año anterior.
50 Pero el poder de Alvear no pudo consolidarse y, a las pocas semanas de haber asumido
el mando, hubo de enfrentar una nueva sublevación en Huacalera. Decidió entonces
desorganizar su propia logia y combatir de nuevo a San Martín, a quien consideraba
enemigo peligroso. Se propuso despojarlo de la gobernación de Cuyo nombrando en su
lugar a Gregorio Perdriel pero la orden fue desconocida por el cabildo de Mendoza. Tal
vez fue debido a tantos fracasos políticos que Alvear decidió recurrir a la protección
británica. Según él, sólo los ingleses eran capaces de sujetar a los “genios díscolos”. 33
Sin duda estaba pensando en Artigas, el más díscolo de todos.
51 La breve y desastrosa administración de Alvear terminó el 3 de abril de 1815 en
Fontezuelas, punto entre Buenos Aires y Santa Fe donde el ejército enviado para
someter a Artigas se insurreccionó al mando de Ignacio Alvarez Thomas. 34 El cabildo de
Buenos Aires reasumió el gobierno que se le había conferido en 1810 creando una
“Junta de Observación” integrada por ciudadanos elegidos por el cabildo y los electores
de Buenos Aires. De ella formaron parte los charqueños Esteban Gascón y José Mariano
Serrano.35
52 La Junta de Observación produjo el Estatuto Provisional de 1815, el antecedente más
importante del constitucionalismo argentino. En su artículo 30 se convoca “a todas las
ciudades y villas de las provincias interiores para el pronto nombramiento de diputados
que hayan de formar la constitución los cuales deberán reunirse en la ciudad de
Tucumán.36
53 Durante el lapso que transcurre entre la derrota de Vilcapugio y la entrada de Rondeau
a Potosí (octubre 1813 - mayo 1815) la situación política, económica y militar de Buenos
Aires era calamitosa. Para sustituir a Alvear fue nombrado Rondeau, pero como su
autoridad emanaba del cabildo de Buenos Aires y no de una asamblea de las Provincias
Unidas, no fue acatada en la Banda Oriental ni en el Litoral ni en Córdoba. En el interior
había surgido Martín Güemes, un caudillo que iba a ser tan díscolo como Artigas. Las
liberalidades en el comercio con Inglaterra y con el resto de Europa, producían un
273
constante drenaje de recursos monetarios con saldos siempre negativos para Buenos
Aires. No había con que financiar los gastos de la guerra en varios frentes simultáneos
mientras los soldados permanecían desmoralizados, impagos y levantiscos.
54 En los planes del gobierno bonaerense no figuraba en esos momentos, para nada,
empujar a los realistas peruanos hasta la frontera del Desaguadero. Belgrano y
Rivadavia, por encargo de Alvear, buscaban en Europa un rey para Buenos Aires
mientras las preocupaciones militares se concentraban en los conflictos del Litoral y la
Banda Oriental.
67 Entre las víctimas de Rodríguez figuró Ramón García Pizarro quien fuera presidente de
la audiencia cuando ocurrieron los acontecimientos del 25 de mayo de 1809. Desde
entonces Pizarro llevaba una vida oscura en La Plata, sin adherirse a ninguna de las
facciones que se disputaban el control de las provincias altoperuanas. Pero se lo sabía
dueño de una cuantiosa fortuna y eso excitó la codicia de los nuevos amos de la
situación.
68 Pizarro fue puesto en prisión por órdenes de Rodríguez y se le exigió la entrega de 4.000
pesos. Según Frías, “allí lo asaltó Eustoquio Moldes, el manco hermano de José; le
despojó del reloj de oro del bolsillo y le arrancó el espadín; Pizarro cayó muerto. Su
fortuna desapareció rápidamente yendo a parar a los equipajes de Moldes y Rodríguez”.
Entre los efectos personales de éste se encontraron “varios tejos de oro, un bastón de
carey con empuñadura de oro y cuatro cajas para los polvillos de oro, todas estas
alhajas con la marca de Pizarro”. Posteriormente Rodríguez se presentó en Buenos
Aires y alegó que esas alhajas y demás objetos los había comprado con su dinero a las
cajas fiscales de Chuquisaca. De todas maneras, el gobierno de Salta le siguió un
proceso, mandó vender en pública subasta los objetos secuestrados, parte de los cuales
fueron devueltos a los monasterios.49
mando de Tacón. Este acudió al auxilio que pudiera brindarle Aguilera desde Santa Cruz
quien avanzó en búsqueda de Padilla logrando derrotarlo y darle muerte en el sitio de
La Laguna o el Villar, en septiembre de aquel año.
88 Desaparecido Padilla, Güemes confió el mando a José Antonio Acebey pero éste no pudo
evitar que Pedro Antonio de Olañeta se apoderara de Yavi donde su cuñado Guillermo
Marquiegui tomó prisionero al marqués de Tojo mientras oía misa. 67 Enviado prisionero
a España, Campero murió durante el viaje, en Jamaica, a la edad de 38 años.
La represión de Ricafort
89 Mariano Ricafort era uno de los oficiales españoles que se desprendieron del ejército
expedicionario de Pablo Morillo. Este, en 1814, a sangre y fuego, había retomado el
control de la Nueva Granada en medio de la euforia peninsular causada por el
restablecimiento del absolutismo monárquico. Junto con Vigil, Tacón, Carratalá y
García Camba, Ricafort fue enviado al Perú al mando del regimiento “Extremadura” el
que junto al “Dragones de la Unión” y “Húsares de Fernando VII”, –también enviados al
Perú– conformaban la cuarta división del ejército de Morillo. 68
90 Habían pasado más de dos años de la ocupación de La Paz por las tropas de Pinelo y
Muñecas (con las consecuencias que quedan examinadas arriba) cuando, procedente de
Cuzco, Ricafort llega a La Paz dispuesto a escarmentar cruelmente a quienes habían
tenido la temeridad de enfrentarse al poder realista. En octubre de 1816 toma posesión
de su cargo e inmediatamente decreta el toque de queda en la ciudad, distribuye
centinelas por todas sus salidas con órdenes de fusilar a quien intentase franquearlas.
Esta restricción que era ignorada por los indios, dio lugar que muchos fueran
ejecutados al tratar de salir o de entrar a la ciudad y a otros inauditos abusos y
crímenes. Circulaban patrullas por las calles infundiendo terror a los habitantes a lo
cual contribuían los regimientos de Extremadura y Talavera venidos de España y que
sumaban 800 hombres.69
91 Es durante la ocupación de Ricafort cuando surge en La Paz la figura de Vicenta Juaristi
de Eguino, una criolla rica que siempre simpatizó con la causa antiespañola y, por eso
mismo, era buscada por los esbirros de Ricafort hasta encontrarla para ser sometida a
una tétrica prisión. Fue condenada a muerte, pero debido a sus amistades e influencias,
la pena fue conmutada por destierro y pago de una considerable suma de dinero
destinada a vestimenta del ejército. Fue enviada a Cuzco donde transcurrió el resto de
su vida. Otra mujer víctima de aquella represión fue Ursula Goyzueta quien acusada de
complicidad en los sucesos de 1814 fue sometida a humillaciones como ser condenada a
ser paseada por las calles de La Paz desnuda y en un asno para luego ser amarrada en
un poste en la vía pública antes de ser privada de sus bienes. Simona Manzaneda, una
mujer del pueblo, también fue sometida a toda clase de vejámenes antes de ser baleada
por la espalda.70 Estas tres mujeres permanecen en el imaginario colectivo de La Paz
como símbolo de la lucha contra la opresión colonial.
92 El paso de Ricafort por La Paz es otro episodio del ensañamiento y crueldad que por
esos días había tomado la guerra. Atrás habían quedado los sentimientos, verdaderos o
falsos, a favor de Fernando VIL Este había recobrado el trono pero, al mismo tiempo,
había abjurado a toda creencia que pudiera conducir a un bienestar en la sociedad
colonial altoperuana. El poder realista asentado en el Perú era visto unánimemente
281
como una abominación y todas las fuerzas sociales se unificaron para expresar su
repudio y resistencia.
93 La sublevación de Cuzco y sus trágicas repercusiones en La Paz, son representativas de
lo que puede hacer el empecinamiento que, en el caso de Abascal lo llevó a rehusar en
suelo peruano, las saludables reformas que fueron introducidas en 1812 en Cádiz y que
trajeron esperanzas a los habitantes del nuevo mundo. A comienzos de 1817, Ricafort
envía el siguiente informe a Morillo:
No cumpliría como un jefe el más reconocido, si hasta de la más remota distancia no
le manifestase cuanto progresan las tropas de su digno mando que componían la
cuarta división del ejército expedicionario y por lo tanto le haré una relación
suscinta de todo y mis comisiones. [...] De mi regimiento de Extremadura, aunque
no me corresponde su elogio, no puedo omitirle cuanto es positivo y notorio; se
embarcó todo para Quilca de cuyo punto se dirigieron a Arequipa donde por
despoblados y con desprecio de desiertos, temporales y escaceses ha continuado su
marcha quedando parte de guarnición en Puno; esta conducta ejemplar se mira con
admiración en estos países cuya opinión estaba equivocada por mala fe de los
enemigos del rey. [...] Por lo que a mi toca, sólo puedo decir haber arreglado tres
dilatadas provincias a satisfacción de la superioridad ayudado siempre de la
actividad y disposición del teniente coronel D. Juan Sánchez Lima, hoy gobernador
de esta provincia [La Paz] y la expedición con tropa de mi cuerpo y del país contra
varios caudillos que permanecen en las mismas.71
94 Ricafort dejó un recuerdo amargo y tétrico de su paso por La Paz, sólo comparable con
el de su jefe Morillo en la Nueva Granada donde no hubo crueldad ni exacción que
dejara de cometerse contra los insurrectos criollos. La misma carta continúa:
Después de haber puesto en tono todos los ramos de las provincias mandando
innumerables recursos de hombres, armas, plata y efectos para el ejército, he
castigado en ésta a los infames asesinos del Gobernador Marqués de Valde Hoyos y
otros europeos y realistas que cedieron sus vidas por el rey el desgraciado día 28 de
septiembre de 1814 como aparece en la relación que acompaño de los castigos
ejecutados. También estoy sacando como quinientos mil pesos de estas dos
provincias para el ejército y además hombres y armas que la mayor parte va
caminando rápidamente como que de ello depende sus movimientos para el
Tucumán y tal vez el pronto término de la destructora guerra.72
95 Aunque la matanza que tuvo lugar durante la ocupación de La Paz por tropas cuzqueñas
fue obra de una multitud que reclamaba venganza por unos soldados muertos –como
consecuencia de una terrible explosión en el cuartel que los albergaba– la corte marcial
instalada por Ricafort identificó a una treintena de acusados que sufrieron crueles
penas como prisión, confiscación de bienes, destierro y fusilamiento. La causa fue
instruida por el coronel José Carratalá y se celebró en la misma sala del cabildo donde
se ejecutaron “dichos horrorosos crímenes”. La sentencia condenatoria expresa:
El 6 del corriente [Diciembre de 1816] se fusilaron por la espalda atados a los postes
que sostienen dichas casas del cabildo por falta de verdugo, y acto continuo se
colgaron en la horca donde permanecieron 21 horas los seis primeros [Joaquín
Leyva, Manuel Paredes, Gerónimo Guarachi, Valentín Ore, Vicente Vilacopa y
Sebastián Castilla] relevando de esta afrenta al último [Juan Crisóstomo Bargas]. El 7
fueron fusilados por la espalda en el propio sitio que los anteriores habiendo salido
arrastrados por una bestia de albarda los dos primeros [Vicente Choconapi y
Pascual Mamani] se colgaron todos en la horca [Andrés Condori, Manuel Quispe y
Bernardo Mamani] donde permanecieron durante 24 horas y fue descuartizado el
Choconapi, comandante de los indios insurgentes del partido de Larecaja cuyos
cuartos y cabeza fueron colocados en el pueblo de Italaque en el que cometió sus
crímenes.
282
NOTAS
1. Ver el capítulo “Notas sobre la batalla de Florida”.
2. “Estracto de las noticias que ha conducido a este cuartel general un patriota del interior”.
Concha, 28 de agosto de 1814, en Biblioteca de Mayo, Colección de obras y documentos para la historia
argentina (en adelante, “Biblioteca”), Buenos Aires, 1968, 15:13342.
3. H. Burzio, “Campañas militares argentinas”, en Historia argentina, planeada y dirigida por R.
Levellier, Buenos Aires, 1968, 4:2653.
4. L. E. Fisher, The last Inca revolt, Norman, Oklahoma, 1966, p. 122.
5. M. de Mendiburu, Diccionario histórico-biográfico del Perú, Lima, 1934, 9:251.
6. T. E. Anna, España y la independencia de América, México, 1986, p. 129.
7. Su título oficial era “Marqués de la Concordia”.
8. A juicio de T. Arma, la rebelión de Pumacahua estalló en la ciudad y provincia de Cuzco como
directa consecuencia de la negativa de las autoridades reales de aplicar las reformas
constitucionales de Cádiz, sino también como una fuerte expresión de la identidad regional y de
las quejas contra Lima. Anna, ob. cit, p. 93.
9. J. Fisher, El Perú borbónico, 1750-1824, Lima, 2000, p. 196.
10. Ibid.
11. M. de Mendiburu, ob. cit., p. 25, llama a Pinelo “José”. Igual nombre le da Belgrano según M.
Odriozola, Documentos históricos del Perú, Lima, 1863-1867, 3:91. Sin embargo, en la documentación
fehaciente publicada en Biblioteca aparece invariablemente “Juan Manuel”.
12. M. F. Paz Soldán, Historia del Peni independiente, Lima 1868, p. 253.
13. D. Cahill y S. O’Phelan, citados por Fisher, ob. cit., p.197.
14. No obstante de que él mismo proporciona la fecha de la sublevación de Cuzco, R. Vargas
Ugarte en su Historia general del Perú, Aladrid, 1966, p. 267, rechaza la tesis de los vínculos entre
283
Pinelo y Castro, tesis que es unánimemente aceptada por la historiografía argentina. Además, los
documentos citados en este trabajo así lo confirman.
15. “Proclama publicada en Cuzco y remitida desde allí al señor comandante de las tropas del
interior...”, en Biblioteca, 15:13383.
16. “Oficio del comandante Juan Manuel Pinelo al Comandante en Jefe Juan Antonio Alvarez de
Arenales”. Cuartel General de Desaguadero, 15 de septiembre de 1814, en ibid, 13383.
17. V. Santa Cruz, Historia colonial de La Paz, La Paz, 1942, p. 276.
18. Ibid. Una patética narración de estos acontecimientos puede verse también en M. R. Paredes,
Relaciones históricas de Bolivia, Oruro, s/f, pp. 1-25.
19. Ibid, p. 288.
20. La lista completa de las víctimas figura en C. Ponce Sanjinés y R. A. García, Documentos para la
historia de la revolución de 1809, La Paz, 1954, 4:244.
21. Ibid, p. 246.
22. A. Crespo et al., La vida cotidiana en La Paz durante la guerra de la independencia, 1800-1825. La Paz,
1975, pp. 83-87.
23. “Oficio de Juan Manuel Pinelo y Torre al general en jefe del ejército combinado del Río de la
Plata”, Laja, 30 de septiembre de 1814, en Biblioteca, 15:13391.
24. “Oficio escrito en nombre del Director del Estado al general en jefe del ejército auxiliar del
Perú en respuesta al suyo del 8 de noviembre”, Buenos Aires, 24 de noviembre de 1814, en ibid,
13387-88.
25. M. de Odriozola, ob. cit., Biblioteca, 5:4244.
26. A. Crespo, ob. cit., pp. 85 y 89.
27. M. R. Paredes, Relaciones históricas de Bolivia, Oruro s/f (¿1927?), p. 75. Según este autor, existen
muchos expedientes en los pueblos de aquella región donde se encuentran resoluciones dictadas
y firmadas por Muñecas los cuales son conservados por los vecinos con cuidados y veneración.
Ibid, p. 76.
28. Ibid, p. 84.
29. Archivo General de la Nacion (Buenos Aires) Legajo 4, folio 421.
30. R. Vargas Ugarte, Historia general del Perú, Madrid, 1966, p. 269. El paraje donde fue sacrificado
el cura Muñecas se encuentra entre dos cerros de la comunidad Sapana, cerca de Huaqui. Junto a
su tumba, los vecinos prendían velas y lo veneraban como mártir y santo. M. R. Paredes, ob. cit., p.
91.
31. M. de Mendiburu, ob. cit., 9:258.
32. D. V. Rojas Silva, “El león y la sierpe, una alegoría andina del siglo XVIII”, en Historia y cultura,
La Paz, abril, 1984, p. 56.
33. Ver capítulo, “La búsqueda de rey para Buenos Aires”.
34. Un autor registra la insurrección de Fontezuelas como el segundo golpe militar en la historia
argentina. El primero fue el encabezado por Monteagudo y San Martín el 8 de octubre de 1812,
que dio paso al segundo triunvirato. Ver, L. A. Romero, Los golpes militares, 1812-1955, Buenos Aires,
1969.
35. A. Romero Carranza et al. Historia Política de la Argentina, Buenos Aires, 1966, 1:387.
36. Ibid.
37. J. M. Paz, ob. cit., 1:174.
38. Ibid, p. 185.
39. Ibid, p. 192; M. Torrente, Hitoria de la revolución americana, Madrid, 1826, 2:130.
40. M. Torrente, oh. cit., p. 131.
41. Joaquín Gantier, Discurso de ingreso a la Academia Boliviana de Historia en noviembre de
1987 (inédito).
42. B. Frías, ob. cit. 3:399.
43. J.M. Paz, ob. cit., p. 203.
284
La Fortaleza de Oruro
5 A fin de disputar a los argentinos la posesión del Alto Perú, Pezuela había mandado
construir una fortaleza militar en Oruro, al parecer inspirada en el Real Felipe del
Callao. La rígida formación de artillero del jefe militar español, lo hacía confiar en la
preponderancia de tal arma y en la eficacia de una guerra de posiciones, distinta a la
guerra de recursos y a la guerra irregular que practicaban sus enemigos. La fortaleza de
Oruro permitía albergar cómodamente una tropa de hasta 4.000 soldados así como
entrenarlos y abastecerlos. La otra fortificación fue hecha en Cotagaita en el límite con
las provincias argentinas.
6 Desde Oruro donde tenía su cuartel general, Pezuela encargó al coronel Joaquín Blanco
internarse hacia Santa Cruz y abrir campaña contra Warnes y Arenales quienes habían
organizado sus fuerzas con elementos puramente locales y sin esperar para nada el
auxilio o las órdenes de Buenos Aires. Aunque español de nacimiento, Arenales había
llegado muy joven a Salta donde se avecindó y contrajo matrimonio. Uno de sus
primeros destinos burocrático-militares fue Arque y luego Yamparáez, de manera que
se lo consideraba un personaje local. A ello se sumaba su participación en los sucesos de
1809 en Chuquisaca y al hecho de que sui hijo Idelfonso, nacido en Arque, lucharía al
lado de su padre en las campañas de la independencia llegando a ser un competente
escritor en materias geográficas e históricas.
7 Partiendo de Oruro, Blanco y una guarnición reforzada continuó hasta Totora y ocupó
la posición de San Pedrillo desalojando de allí a Arenales el 4 de febrero de 1814. Este se
replegó hacia las misiones franciscanas establecidas en tierra chiriguana previamente
arrasadas por órdenes de Warnes con el único propósito de crear dificultades al
enemigo. La maniobra de Arenales obedecía también al propósito de coadyuvar a los
esfuerzos de Umaña quien junto a Zárate y Cárdenas dominaban el valle del Ingre,
tierra del cacique amigo Cumbay, aún a costa de que Blanco se apoderase de
Vallegrande y de Cochabamba. Al conocer estas noticias, Warnes tuvo la sensatez de
superar sus diferencias con Arenales y desde Santa Cruz le envió tropa y material de
guerra.
8 De Vallegrande, Blanco avanzó resueltamente hacia Santa Cruz obligando a Warnes a
instalar sus avanzadas en Herradura y en Petacas, decidido e impedir la entrada del
enemigo. Pero Blanco logró un doble triunfo; el primero en Angostura, punto de enlace
entre la Bolivia andina y la llanera y, luego, en el sitio llamado Las Horcas, a poca
distancia de Santa Cruz. El jefe español ocupó la ciudad a mediados de abril mientras
Warnes escapaba por el sur logrando reunirse con Arenales en la misión de Abapó,
sobre el Río Grande. Ambos habían decidido retornar a Santa Cruz cuando tuvieron
noticias de que Blanco había ido a buscarlos. Ese fue el error táctico del jefe español,
que habría de costarle la vida y la pérdida de una batalla crucial para sus armas.
287
advierte además que debe enviar gente a defenderlos pues en la misión no hay sino
cinco personas más el enfermo que
se halla privado de los sentidos ya sea por la demasiada efusión de sangre como por
la gravedad de las heridas de cabeza y cara, y así, según lo siento, dudo que este
señor quede con vida hasta mañana.5
13 Después del parte del fraile-cirujano, no conocemos otro que nos indique los
medicamentos milagrosos usados para curar al herido. Lo cierto es que antes de un
mes, Arenales estaba de nuevo al frente de sus tropas y con el sobrenombre de “el
hachado” continuó una carrera militar y política, de las más brillantes y gloriosas de la
guerra de independencia americana. A comienzos de 1825, Arenales llegó a Chuquisaca
trayendo el mensaje de las Provincias Unidas del Río de La Plata que dejaban en libertad
a los habitantes de Charcas para elegir su propio destino. Alejado de Salta por
disturbios políticos en la época de Rosas, volvió a Bolivia y murió en Moraya (Chichas)
en 1831.
Consecuencias de la batalla
17 La posesión de las misiones y de los fuertes que la defendían, abrió a los patriotas el
camino que iba de Santa Cruz a las provincias interiores de Charcas aislando así al
ejército de Pezuela cuya parte más significativa seguía acantonada en Oruro. De esa
manera, las partidas guerrilleras de Tomina, Azero, y Cinti, podían recibir auxilios y
vituallas de sus aliados de Cordillera. Al año siguiente en el punto de Tocopaya
pudieron reunirse Padilla y Arenales. Este, procedente de Vallegrande reforzó el
armamento de aquél y así el célebre guerrillero pudo ocupar la ciudad de La Plata el 3
de mayo de 1815.10 Pocos días antes, Zárate y Betanzos hicieron lo propio con Potosí, 11
lo cual permitió que el general José de Rondeau, victorioso en Puesto del Marqués,
cerca a Tupiza, entrara al Mto Perú al mando del tercero y más desastroso de los
ejércitos auxiliares argentinos.
18 Años después, en conmemoración de aquella célebre acción de armas, una de las más
hermosas calles de Buenos Aires, fue bautizada con el nombre de Florida.
El parte de Arenales
19 A manera de apéndice documental de este capítulo, transcribimos en su integridad el
“Parte de la Batalla de la Florida” firmado por el propio Arenales el 25 de junio de 1815.
12
Escrito en la misión del Piraí, mientras el valeroso patriota se convalecía de sus
heridas, está dirigido a Rondeau. El parte contiene también una relación de los oficiales
que participaron en la batalla y dos breves notas de Diego de la Riva, su jefe de
infantería:
20 Excmo. Sr.
21 Las visicitudes propias de las circunstancias y de los parajes a que ellas mismas me han
sometido, traen los padecimientos que son consiguientes, y no difíciles de comprender;
pero la carencia de correspondencia y de noticias del estado de las cosas en esas
Provincias, y principalmente de ese nuestro ejército, me tiene en la confusión y
cuidados con que nada de los demás es comparable.
22 Recibí los oficios de V E. de 9 y 21 de diciembre fechados en Humahuaca, y Jujui:
después aunque muy atrasados han llegado los de primero de enero dirigidos a varios
individuos de esta Cordillera, sin el que venía para mi, porque los Indios del Tránsito,
los quitaron a los conductore con algunos impresos según estos han informado, y se ha
sabido de positivo; mas como en aquellos no se nos podía dar idea alguna de las
ocurrencias posteriores, nos hallamos totalmente a obscuras, en unos lugares tan
remotos como estos, que por lo mismo y por su localidad, no permiten comunicación
con las provincias o pueblos del interior en modo alguno.
23 Desde el Vallegrande instruí a V E. por oficios de doce de enero, los poderosos motivos
que me obligaron a la forzosa salida de Cochabamba el 29 de noviembre anterior; y que
siendo perseguido en aquella marcha por ochenta y tantos hombres de tropa enemiga,
logré rechazarlos con los setenta armados, y algunos decididos que me acompañaban,
en el pueblo de Chilon con lo que se retiraron por entonces, y allí también informé todo
lo demás ocurrido hasta aquella fecha según contienen dichos oficios. Después con la de
14 de febrero, a mi arribo al pueblo de Abapó, incluyendo el duplicado de estos
antecedentes, expliqué el suceso de la acción de San Pedro y su resultado por el que
290
28 En efecto al llegar al pueblo de Cabezas donde tenía mi cuartel, diez leguas antes de este
del Pirai, recibí oficio del gobernador de Santa Cruz en que me asegura que el enemigo
estaba dispuesto a internarse, aunque no se sabía si por el camino a Santa Cruz, o por el
del Durán a este lugar, con lo cual alzé el campo de Cabezas, y me vine aquí. El once de
mayo ya tuve parte de que apesar de la grandísima dificultad que ofrecen los
inexpugnables puntos de la Herradura y Petacas, donde tenía el gobernador Warnes
puesta su vanguardia, había avanzado por ellos el enemigo valiéndose de la cobardía e
infidencia de aquella tropa que muy pronto desampara su puesto, y luego se pasó con
las armas; en cuya virtud, el expresado gobernador que se hallaba en Horcas 18 leguas
hacia la capital con cerca de mil hombres entre fusileros, caballería de lanza y gente de
flecha con dos piezas de artillería, emprendió su retirada para este punto a unirse
conmigo, comunicándomelo por oficio en que manifestaba la desconfianza de su gente,
con cuya advertencia, marché con una partida a cubrir su retaguardia; mas cuando lo
encontré a las nueve leguas de aquí solo le acompañaban los Pardos y Morenos, un
corto resto de fusileros mestizos, y una compañía de naturales montados, pues toda la
demás gente, se le había ido. Ya reunidos tratabamos de ir a Santa Cruz a atacar al
enemigo que se sabía se hallaba posesionado de aquella plaza, y estando en estas
disposiciones, se nos dio parte, el día veinte y tres de que había salido en busca nuestra
y nos resolvimos a esperarlo.
29 El veinte y cuatro llegó al lugar de Pozuelos, cinco leguas de aquí donde desemboca la
estrechura de un monte de 16 leguas hacia la parte de Santa Cruz, sumamente espeso; y
no teniendo por conveniente el resistirlo en este paraje, nos retiramos a pasar la noche
a una legua de distancia hacia la Florida; y el día veinte y cinco, dejando el piquete de
Volantes montados de retén para sostener la guerrilla en su caso, seguimos de
madrugada a tomar el punto que ya había previsto en el expresado lugar de Florida.
30 Es de advertir que todos estos parajes son montosos, y en lo general muy cerrados, y así
es, que el pueblo de Florida está en un campo de corta extensión circundando de monte,
pero a la parte del sud corre un río de Oeste, al este que llaman del Pirai con poca agua,
y esta extendida por su playa de pura arena.
31 A su margen del sud forma una barranca, como de dos varas de alto, o algo más en lo
general, adonde llegamos a parar a las ocho de la mañana: coloqué la artillería encima
de dicha barranca con la que hace ceja el monte, y al pie en la playa, dispuse una semi
trinchera disimulada, con ramas y la misma arena, de modo que hincada la tropa se
ocultaba con ella: formé allí la infantería en él, empezando la derecha mis tres
compañías por su orden, y acabando en la izquierda la de Pardos y Morenos de Santa
Cruz, que entre todo componían el número de trescientos, y veinte hombres: había
además como setenta naturales de caballería con lanzas, mal montados, los que
divididos por mitad puse en los dos costados dentro del monte, de modo que sólo
quedaba visible a la distancia del pueblo por nuestro frente como de ocho cuadras, la
artillería y gente de su dotación.
32 En este estado hice que comience la tropa; se encargó el compañero Warnes del costado
derecho de caballería; al centro con la infantería se puso el comandante Don Diego de la
Riva, y yo en el costado izquierdo con la advertencia de correr la línea a dar las órdenes
convenientes; y en cuanto acabó de comer la gente que eran las once y media, fue
asomando la guerrilla que había quedado para el sostén ya venía retirándose haciendo
fuego a la vanguardia enemiga. A las once y tres cuartos, se nos manifestó toda la fuerza
enemiga que según se había sabido después, se componía de trescientos hombres de
292
necesario concurra con mi tropa a la pacificación. Nada estrañare que sea cierto, pues
ya antes de ahora lo temí por la seducción que han procurado internar los enemigos.
58 Yo me hallo todavía muy débil, y sin acabar de curar las heridas, que explica el adjunto
documento, que en copia legalizada acompaño, y en medio de la duda sobre cual sea
más ejecutivo, si echar los tiranos que han quedado, y benido nuevamente al
Vallegrande, o contener a los bárbaros, nada me desanima, ni me asiste otro
desconsuelo, que el ver a mi tropa en una total desnudez para salir a temperamentos
rígidos, al paso que en estos lugares, no hay absolutamente recurso, ni arbitrio para
vestirla. De todos modos confío en la providencia divina, y pondré de mi parte cuantos
esfuerzos me sean posibles para conseguir el acierto en la salvación de la patria, y lo
comunico a V E. para su inteligencia. Dios guíe a V. E. m s as Cuartel en Piray, 26 de junio
de 1814, Excmo. Sr. Juan Antonio Alvarez de Arenales. Excmo. Sr. Capitán General de las
Provincias Unidas del Río de la Plata, y General en Jefe del Ejército Auxiliar de ellas. Es
copia.
59 A estas horas que son las seis y media de la noche, se me da parte de que otro Jefe el Sr.
Arenales, que salió persiguiendo al resto de los enemigos, ha sido gravemente herido, y
lo conducen cargado al lugar del Pirai; en su virtud prevengo a V. que sin detención un
solo momento, pase aceleradamente con los medicamentos y herramientas conveniente
a poner en ejecución su cura, y me avise con igual prontitud el estado, y circunstancias
de dho Sr. para poder tomar las más oportunas profidencias para la restauración de su
salud.
60 Dios guíe a V ms as Cuartel en Florida, 25 de mayo de 1814.
61 Diego de la Riva
62 Al cirujano del ejército de la patria R. P. Fr. Justo Sarmiento.
63 Visto el oficio de V sin perdida de momento me puse a este del Piray, donde me hallo ya
con el jefe que acaban de llegarlo, malamente herido.
64 Se servirá V. de mandarme en el acto un poco de vino, para confortarlo, y los botiquines
que lleguen de igual modo. No deje de mandar alguna gente que no somos más que
cinco con el enfermo que se halla privado de los sentidos, ya por la demasiada efusión
de sangre, como por la gravedad de las heridas de la cabeza y cara; y así según lo siento
dudo que este señor llegue con vida hasta mañana.
NOTAS
1. A. Comajuncosa; A. M. Corrado, El Colegio Franciscano de Tarija y sus misiones, Quaracchi, 1884, p.
292. La obra de Comajuncosa, Prefecto de las Misiones, comprende de 1755 a 1810. A su vez el P.
Corrado, religioso de la misma orden, extiende la relación hasta 1883. En este último año, la
población de las misiones había disminuído a 3.299, y de ellas, Florida sólo tenía 80.
2. H. Sanabria Fernández, Breve historia de Santa Cruz, La Paz, 1973, p. 40.
3. “Extracto de las principales partes dirigidas por el Coronel Juan Antonio Alvarez de Arenales al
general en jefe del ejército auxiliar del Perú, José Rondeau” Piraí, 25 de junio, Sauces 4 de
296
y el Alto Perú, como de la exportación virtualmente libre a Europa cuyo acceso estaba,
en buena medida, garantizado por los ingleses. Jóvenes inquietos y de talento como
Mariano Moreno y Juán José Castelli, pudieron observar el rudo contraste entre la vida
de los indios y el parasitismo de la corte audiencial de Charcas. Una vez incorporados a
la Academia Carolina, se nutrieron de la lectura de los libros prohibidos por la
Inquisición que, por simpatía hacia ellos, les proporcionaba el canónigo Terrazas,
clérigo ilustrado en cuya biblioteca se podía consultar toda la literatura revolucionaria
europea de la época.
9 Pero esta política filoindígena, consagrada en la propia tesis de grado de Moreno, la
cual versaba sobre los horrores de la mita, antes que una ciega adhesión a ideologías
muy alejadas de la realidad charqueña, “era un medio de perturbación del enemigo que
buscaba convulsionar toda el área andina”, según lo subraya un autor argentino. 6
10 Además, cuando la Junta de Buenos Aires en enero de 1811 dispuso que cada
intendencia eligiera un representante de los indígenas de modo que éstos
palpen las ventajas de la nueva situación”, excluyó expresamente a Córdova y Salta;
los representantes de las ciudades y villas de esas jurisdicciones recientemente
incorporadas, nada deseaban, menos sin duda recibir como iguales a los diputados
de la casta inferior.7
11 Esa política dual que por una parte no quería irritar a la clientela criolla de las
provincias bajas y, por la otra, buscaba subvertir el orden de las altas, era el resultado
que la lógica imponía a la guerra: “el ejército que llegó al Alto Perú más enriquecido en
hombres que en recursos, a lo largo de la ruta del norte necesitaba medios que sólo 'la
indiada' le podía proporcionar.”8
12 Esta primera asamblea del año XIII se prolongó hasta 1815 y al igual que los congresos
posteriores de Tucumán y Buenos Aires, no han dejado documentación escrita de
importancia. Sólo se conocen los llamados “Redactores” que contienen extractos o
transcripciones generalmente aisladas, someras y truncas de las decisiones y órdenes
emitidas.
13 En 1937, Emilio Ravignani consideró definitivamente perdidas las actas auténticas de
estos Congresos.9 Diez años después, Ricardo Levene dirigió la publicación de otro
fondo documental donde constan oficios de los Directores Supremos, apuntes de
correspondencia, notas de oficios y órdenes del Congreso así como algunos borradores
de las actas de sesiones.10 Así era la situación hasta que, en 1966, aparecieron los
documentos que Ravignani había dado por perdidos. Estaban en el Colegio Pío IX de
propiedad de los Padres Salesianos, cuyo superior entregó al presidente argentino,
Arturo Illía, tres mil fojas de documentos que, sobre los congresos, esa congregación
religiosa poseía en custodia desde comienzos del siglo veinte y que hoy reposan en el
Archivo General de la Nación. Un catálogo de esos papeles, elaborado en 1996, 11 permite
consultar las piezas pertinentes para una investigación como la presente aunque, por
desgracia, tampoco dicen mucho más que lo publicado por Levene.
14 Lo anterior conduce a la definitiva y desalentadora conclusión de que, no obstante
todos los esfuerzos archivísticos referidos, el material a disposición del investigador
continúa siendo insuficiente para estudiar la sustancia de los temas tratados, los
debates que se produjeron y las controversias que se ventilaron en esa etapa naciente
de las repúblicas de Argentina, Bolivia y Uruguay. Sobre la actuación particular de los
diputados bolivianos, quedan sólo rastros muy tenues y dispersos, lo cual tampoco
300
permite reconstruir las inter-relaciones que durante esos años existieron entre las
provincias altas y las bajas.
15 Entre 1816 y 1820, subsisten los nombres de Serrano y Rivera, y a ellos se suman los de
Mariano Sánchez de Loria, clérigo, diputado por Charcas y José Andrés Pacheco de
Melo, cura de Livi-Livi, diputado por Chichas. Los otros representantes bolivianos que
concurrieron a Tucumán, fueron: Pedro B. Carrasco por Cochabamba, José Severo
Malavia por Charcas, y el IV Marqués de Tojo, Juán José Fernández Campero, por
Tupiza. Y aunque representaba a Buenos Aires, cabe incluir en la lista el nombre de
Esteban Agustín Gascón, orureño que en 1813 fuera presidente de la audiencia de
Charcas, nombrado por Castelli.
Potosí solicitando con insistencia se les permita elegir diputados por aquella villa que
gime bajo el yugo opresor del enemigo.” El asunto se trató en la reunión del 20 de mayo
y los peticionarios aseguraron “que el momento en que Potosí se desocupare por los
enemigos, la elección sería ratificada por sus habitantes.”
21 Algunos diputados opinaron que “no había un principio por el que los emigrados se
reputasen la parte más sana de su pueblo para expresar la voluntad de una población
tan numerosa, que no ha comprometido en ello expresamente sus votos.” Otros fueron
del parecer “que son gente de confianza, empleados en las diferentes corporaciones de
aquella villa, y no podía dudarse de que ellos podían haber sido electos por sus
conciudadanos.” La autorización para que los emigrados potosinos eligieran en
Tucumán a sus propios diputados, fue finalmente dada. 14
22 Al parecer, la actitud de los potosinos estaba dirigida contra Pacheco de Alelo por ser
salteño y no chicheño de origen, aunque también estaba el deseo de mantener la
primacía de la región sobre la provincia. En efecto, en una nueva representación hecha
el 12 de junio, los potosinos manifiestan que no reconocen la representación de
Pacheco “puesto que Chichas depende de Potosí y es allí donde se debió hacer la
elección.”
23 El hecho de que, en documentos posteriores al congreso, no figuren diputados
potosinos, permite suponer que la población de esa ciudad, pese a la autorización que
recibieron, no los eligieron. No obstante, Pacheco de Melo fue confirmado en su cargo y
no le faltaban condiciones personales y políticas para ello. Se había ordenado en el
seminario conciliar de Córdova en 1804, obteniendo el doctorado en cánones en la
Universidad de Charcas. Se incorporó luego a la Academia Carolina y su examen de
ingreso versó sobre el párrafo 7, título 17, libro II de las Institutas del Emperador
Justiniano. Desde su curato en Livi-Livi fue un ardiente promotor y activista de las ideas
revolucionarias.15 Junto a sus coetáneos José Antonio Medina e Ildefonso de la Muñecas,
Pacheco de Melo forma la trilogía de clérigos argentinos que, actuando desde el Alto
Perú, se distinguieron en su lucha por la independencia de América.
24 Entre los trece sacerdotes, de un total de treinta representantes que tomaron parte en
el Congreso de Tucumán, figura Mariano Sánchez de Loria, diputado por Charcas, lugar
de su nacimiento. Abrazó el sacerdocio luego de haber enviudado, y era canónigo
racionero de la catedral de La Plata cuando fue designado para asistir al congreso al
cual se incorporó el 7 de junio de 1816.16 Ganada la independencia, volvió a Bolivia y
ejercía el curato de Tacobamba cuando falleció en 1842.17
25 En una curiosa nota correspondiente a la sesión de 1o de agosto de 1816, se registra la
incorporación “del diputado suplente por Cochabamba, Pedro Carrasco, pero se observa
que hay más votos que electores”, aunque dos semanas después se resolvió admitirlo
“hasta la evacuación del enemigo, de Cochabamba.”18
26 Carrasco fue quien sustituyó al canónigo Francisco Xavier de Orihuela, rector del
seminario de San Cristóbal, como representante de Cochabamba. La elección de éstos se
llevó a cabo inmediatamente después de la batalla de Aroma, el 28 de septiembre de
1810 “habiendo obtenido 22 votos en cabildo abierto, el joven Pedro B. Carrasco con la
intervención de los cuerpos y la más sana parte de la ciudad.” 19 Queda por averiguar
quien denunció, seis años después, que en la elección de Carrasco había más votos que
electores. El incidente se asemeja a lo ocurrido con Pacheco de Melo y es un anticipo de
esa mezquindad y divisionismo tan peculiares de la política bolviana.
302
La enemistad rioplatense-altoperuana
47 Debido a que la ceca de Potosí cayó nuevamente en poder de los realistas de Lima, la
falta de circulante se convirtió en un problema angustioso para la revolución de Buenos
Aires. Ello explica en buena manera la lentitud que experimentaban los pueblos para
rehacerse después de las derrotas “al paso que el enemigo recupera en pocos meses el
territorio que pierde.” Serrano aprovechaba la ocasión para recordar a los congresales
argentinos que “los pueblos del interior a pesar de las espantosas desolaciones de la
guerra, obran con un heroísmo constante.” Pero talvez lo más dramático que contenía
la posición altoperuanista de Serrano, era su denuncia sobre los sufrimientos de las
provincias que él representaba, cualquiera que fuese el ejército de ocupación. Sostenía
que Buenos Aires y las demás provincias deberían efectuar la contribución monetaria
solicitada
por mi, pues ellas son testigo de las innumerables exacciones que sin intermisión
sufren las del interior tanto de los ejércitos nuestros cuanto de los enemigos que
saquean y aniquilan los fondos públicos y privados [...] El soberano congreso debe
tratar tan importante asunto por el bien común, y yo lo hago para cumplir mis
obligaciones con las provincias del interior especialmente con el pueblo. 37
48 Una nota al final de la página donde consta el resumen de la sesión, dice que la
propuesta de Serrano “fue apoyada por muchos señores diputados en especial los
señores Malavia y Rivera, y precediendo varias discusiones, pidió sesión secreta el
señor Serrano”.38
49 Pero cuando Serrano apoyado por sus compañeros de bancada charqueña -Malavia y
Rivera- hacía planteamientos tan sensatos y patrióticos, la brecha entre provincias altas
y bajas, era ya demasiado ancha. Los dirigentes argentinos estaban convencidos de que,
en adelante, no se justificaban los esfuerzos por reincorporar el Alto Perú a Buenos
Aires. La producción argentífera de Potosí seguía declinante y el comercio con
Inglaterra dejaba jugosos ingresos a la aduana porteña. Durante la campaña que
terminó con el desastre de Sipesipe a fines de 1815, antes que a “liberar” al Alto Perú, la
aspiración de los políticos bonaerenses era la de pasar por ahí para llevar la guerra a
Lima.
50 San Martín -quien fue el primero en deshauciar tal concepción estratégica- iba a
convertirse, aunque con arrepentimiento posterior suyo, en el portaestandarte de la
desmembración del virreinato. En una carta fechada en Buenos Aires, en agosto de
1816, dice a su corresponsal Godoy Cruz:
No hay una verdad más demostrable en lo que Ud. me dice de la separación del Alto
Perú de las provincias bajas: eso lo sabía muy de positivo desde que estuve al mando
de ese ejército y de consiguiente, los intereses de estas provincias [las de abajo] no
tienen la menor relación con las de arriba.39
51 Aunque por razones bien distintas, en el Alto Perú se pensaba lo mismo. Allí se
desarrolló una abierta hostilidad contra los porteños a causa de los abusos cometidos
durante sus tres desastrosas campañas. Era un hecho cierto que los pocos éxitos
obtenidos por las armas llamadas patriotas, se debían a la participación activa de los
guerrilleros locales. Uno de los más notables, Manuel Ascencio Padilla, había ocupado
Chuquisaca en abril de 1815 posibilitando así el ingreso del ejército de Rondeau.
Derrotado éste en Sipesipe, pretendía que Padilla y los demás guerrilleros siguieran
obedeciendo las órdenes del gobierno bonaerense. Pero al igual que Francisco Ramírez
307
en Entre Ríos, Estanislao López en Santa Fe y José Artigas en la Banda Oriental, Manuel
Ascencio Padilla, en Charcas, rompió con Buenos Aires.
52 El sentimiento nacional de Charcas, que se mantuvo latente por siglos, se hizo ahora
más visible. En una carta dirigida por Padilla a Rondeau cuando éste volvía grupas a su
tierra natal, el guerrillero se queja del trato discriminatorio dado por los argentinos a
los altoperuanos:
Nosotros amamos de corazón nuestro suelo y de corazón aborrecemos la
dominación extranjera, queremos el bien de nuestra nación, nuestra
independencia.40
53 La preocupación de Serrano por convencer a los argentinos de que renovaran los
esfuerzos bélicos en el Alto Perú, cayó en el vacío. Con la muerte de Padilla y de Warnes
a manos de los partidarios del virrey de Lima, aquel mismo 1816, cualquier esperanza
de nueva ayuda militar quedó desvanecida. Bolivia sola iría al encuentro de su azaroso
destino.
54 Hay consenso entre los historiadores argentinos y bolivianos en otorgar a Serrano el
mérito de ser autor del acta de independencia argentina.41 Es éste un documento breve
aunque con exordio rimbombante muy característico de la época y sobre todo, de los
doctores de Charcas. Firmado el 9 de julio de 1816 por una abrumadora mayoría de
antiguos estudiantes de la famosa universidad boliviana, expresaba simplemente:
declaramos a la faz de la tierra que es voluntad unánime e indubitable de estas
provincias, romper los violentos vínculos que la ligaban a los reyes de España.
55 Años más tarde, en 1825, el mismo Serrano, quien estérilmente había tratado de
mantener la unión entre Buenos Aires y el Alto Perú, proclamaba la independencia de
éste, “frente a las naciones del viejo y del nuevo mundo.”
56 En el Congreso de 1819 realizado en Buenos Aires, y con pocas o ninguna esperanza de
reunificar las provincias altas con las bajas, Serrano se afilia al partido unitario que
libraba una guerra política y militar con los caudillos del litoral y de la Banda Oriental y
en ella, Serrano actuó como secretario de Marcos Balcarce. En un viaje durante la
campaña, ambos fueron hechos prisioneros y sometidos a una singular tortura usada
por los gauchos: poner al enemigo dentro de un chaleco de cuero fresco de res el cual, a
medida que se iba secando en el cuerpo, lo apretaba, condenando así a la víctima a una
lenta y desesperante asfixia. En tal estado, Serrano fue llevado a presencia de Ramírez,
“el supremo entrerriano” quien luego de su triunfo, ordenó su liberación, y se le
permitió viajar a Tucumán a reunirse con su familia.42 Años después, el propio Serrano
se quejaba de su prisión y saqueo “a manos de los montoneros de Santa Fe por haber
detestado los horrores anárquicos de Artigas.”43
57 El desagrado de Serrano por el federalismo, era de siempre. El pensaba que esta forma
de gobierno era peor que la monarquía y, en el congreso de Tucumán, no obstante su
oposición a la monarquía quechua, pensaba en la necesidad de un gobierno que como
premisa esencial poseyera autoridad. Resumía sus planteamientos en estos términos:
habiendo analizado los inconvenientes y ventajas de un gohierno federal [...]
después de una seria reflexión sobre las necesidades del orden y la unión, la rápida
ejecución de las provisiones de la autoridad que preside la nación, creo conveniente
la monarquía temperada que conciliando la libertad de los ciudadanos y el goce de los
derechos principales [...] logre la salvación del territorio. 44
308
58 Serrano fue por muchos años vecino de Salta y desde allí, como auditor de guerra, viajó
con Arenales a Chuquisaca donde presidió la primera asamblea de 1825. Ocupa un lugar
de privilegio entre los fundadores de la república.
NOTAS
1. J. Gantier, “Jaime de Sudáñez” [sic], en IV Congreso Internacional de Historia de América, Buenos
Aires, 1966, 3: 439.
2. J. R. Yaben, Biografías argentinas y americanas, Buenos Aires, 1940, 4: 881.
309
3. M. Beltrán Ávila, Historia del Alto Perú en 1810, Oruro, 1918, p. 125. Mariaca es autor de un diario
sobre la insurrección popular paceña de 1811. En cuanto a Ramila y Ferreira, no conocemos otras
referencias.
4. J. M. Urquidi, Figuras históricas, diputados altoperuanos en el Congreso Constituyente de Tucumán,
Cochabamba, 1945, p. 25.
5. Junta de Historia y Numismática Americana, El edactor de la Asamblea 1813-1815, Buenos Aires,
1913, p. 93.
6. T. Halperin Donghi, Revolución y guerra: formación de una élite dirigente en la Argentina criolla, 2a
edición, México, 1969, p. 254.
7. Gaceta de Buenos Aires, 24 de febrero de 1811, en ibid.
8. Ibid, p. 250.
9. Instituto de Investigaciones Históricas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de
Buenos Aires, Asamblea Constituyente Argentina (Emilio Ravignani, ed.), Buenos Aires, 1937, 1: xxx i
i i.
10. Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, Documentos del Congreso de Tucumán
(Ricardo Levene, ed.), La Plata, 1947.
11. Archivo General de la Nación, Departamento de Documentos Escritos (Congreso
Constituyente 1816-1819; Sánchez Bustamante, 1716-1836), Buenos Aires, 1996. Catálogo y
publicación dirigidos por Graciela Swiderski y Liliana Crespi.
12. Gantier, ob.cit. V. A. Cutolo, “Los abogados del Congreso graduados en Chuquisaca”, en IV
Congreso Internacional de Historia de América, Buenos Aires, 1966.
13. A. Romero Carranza et al., Historia política de la Argentina, Buenos Aires, 1950 1:394.
14. Biblioteca de Mayo, Colección de obras y documentos para la historia argentina (en adelante
“Biblioteca”), Buenos Aires, 1968, 19: 17201 y 17215.
15. V. A. Cutolo, ob. cit.
16. E. Ravignani, ob. cit., p. 220.
17. J. M. Urquidi, ob. cit., p. 93; Ravignani, ibid.
18. E. Ravignani, ob. cit., p. 242.
19. J. M. Urquidi, ob. cit., p. 4.
20. I. S. Wright y L. M. Nekhom, Diccionario histórico argentino, Emecé, San Pablo, 1994.
21. “Fray Mocho”, N° 184, Buenos Aires, 1815, en ibid.
22. Ibid.
23. V. A. Cutolo, ob. cit.
24. Ibid.
25. J. M. Urquidi, ob. cit.
26. B. Frías, Historia del general Martín Güemes y de la provincia de Salta de 1810 a 1832, Salta, 1902, 2:
154.
27. Ibid.
28. J. M. Urquidi, ob. cit., p. 77.
29. “Representaciones de la municipalidad de la ciudad de La Plata con motivo de las violencias que
sufrieron del presidente de ella y circular remitida a los cabildos de las demás provincias.”
(Imprenta de M. J. Gandarillas), Buenos Aires, 1815.
30. Ibid.
31. R. Levene, ob. cit., p. 418, ‘Representaciones...ʾ, supra.
32. A. Iturricha, Historia de Bolivia bajo la administración del Mariscal Andrés Santa Cruz, Sucre, 1967,
p. 334; Manuel Sánchez de Velasco, Memorias para la historia de Bolivia, Sucre, 1938, p. 199.
33. J. M. Serrano, “Breves pincelados sobre algunos puntos interesantes a mi honor”. Sucre, 1841,
citado por J. M. Urquidi, en Figuras históricas, diputados altoperuanos en el Congreso Constituyente de
Tucumán, Cochabamba, 1941, p. 25.
310
34. Arnade, con el liviano argumento de que no hay “pruebas” de que Serrano en 1809 tuviera
“sentimientos antirrealistas”, lo descalifica de la lista de los primeros próceres de la
independencia y de la notable generación de aquel año. Sin embargo, el mismo autor prueba la
participación de Serrano en la censura al presidente Pizarro y sus relaciones con el grupo
revolucionario. Ver Ch. Arnade, The emergence of the Republic of Bolivia, p. 210, nota 69, y p. 225,
nota 25.
35. E. Ravignani, ed., Asambleas constituyentes argentinas, Buenos Aires, 1937, VI: 132.
36. J. Gantier, “Jayme de Sudañez” [sic] en VI Congreso Internacional de Historia de América, Buenos
Aires, 1966, 111:439.
37. José de San Martín a Tomás Godoy Cruz., 24 de agosto de 1816, citada por B. Mitre en Historia
de Belgrano y la independencia argentina, Buenos Aires, 1940, 2: 349.
38. Ibid.
39. Ibid.
40. Manuel Ascencio Padilla a José Rondeau. Laguna, 21 de diciembre de 1815, en M. Ramallo,
Guerrilleros de la independencia. Los esposos Padilla, La Paz, 1919, p. 148, Arnade, ob. cit., p. 75.
41. J. R. Yaben, Buenos Aires, 1940, V, 132. Ch. Arnade, ob. cit. p. 225, nota 28.
42. J. M. Paz, Memorias postumas, la. parte, campañas de la Independencia, 1:308. Buenos Aires, 1917.
43. J. M. Urquidi, ob. cit., p. 76.
44. Sesión del 19 de abril de 1816, en E. Ravignani, ob. cit. 1:194.
45. E. Ravignani, “Asambleas Constituyentes...”, ob. cit., p. 316 y 366.
46. El título de abogado de Casimiro Olañeta (fotocopia en poder del autor) está firmado por el
rector Iriarte.
47. Ver, G. René-Moreno, “El Doctor Don Felipe Antonio de Iriarte”, en Bolivia y Argentina. Notas
biográficas y bibliográficas, Santiago de Chile, 1901.
311
El patriota peregrino
1 En el movimiento subversivo que tuvo lugar el 25 de mayo de 1809 en Chuquisaca, los
oidores españoles y los letrados criollos hicieron causa común para desconocer al
régimen que allí gobernaba a nombre del virrey rioplatense, Liniers. En esa ocasión se
adoptó el principio de soberanía popular que se impuso tras el vacío de poder que tuvo
lugar en España como consecuencia de la invasión francesa. El personaje más destacado
de ese movimiento, fue el jurista criollo Jaime Zudáñez.
2 Zudáñez nació en La Plata en 1772 y falleció en Montevideo en 1832. El escenario de su
carrera política comprendió a Bolivia, Chile, Argentina y Uruguay, países en los cuales
fue revolucionario, legislador, jurista y magistrado. Se doctoró en ambos Derechos en la
Universidad Real y Pontificia de San Francisco Xavier, fundada en 1624, y fue
practicante jurista de la Academia Carolina, creada por la Audiencia de Charcas en 1776.
Tuvo una destacada actuación en las diversas posiciones públicas que le tocó
desempeñar y en las tareas al servicio de sus ideales republicanos respaldados por su
vigoroso espíritu de patriota.
3 Hijo de un militar español vinculado a la burocracia colonial, Zudáñez aparece como un
hombre de conducta recta, carácter modesto aunque firme en sus convicciones y
resuelto a la hora de la acción. En Buenos Aires contrajo matrimonio con Juana
Crespillo con quien tuvo un solo hijo, Benjamín, nacido en Montevideo y quien falleció
a la edad de 16 años siendo cadete naval. Sufrió muchas privaciones económicas que no
fueron obstáculo para que él influyera en el destino de los pueblos americanos al
producirse la gran crisis de la monarquía española a comienzos del siglo XIX. Su periplo
nos va mostrando las características singulares de la revolución autonomista en los
cuatro países donde actuó. La suerte que le cupo en cada uno de ellos, algunos detalles
de de su carrera pública, son demostrativos de las encrucijadas históricas que vivían en
esos momentos cada una de esas naciones hispanoamericanas en ciernes.
312
4 El estamento criollo al que pertenecía Zudáñez respaldó a los oidores rebeldes para
tomar el gobierno de ese distrito en 1809 mientras en Chile, donde llegó dos años
después, se formaba una junta cuyos miembros estaban divididos en torno a las
políticas y decisiones que habrían de adoptarse. En Buenos Aires, el rápido triunfo de la
revolución no había podido ganar la adhesión de las provincias interiores ni formar un
gobierno estable mientras Montevideo pugnaba por lograr una doble independencia:
del Brasil y del Río de la Plata. Son esos escenarios, los testigos de la actuación de un
hombre de singular talento cuya vida fue puesta al servicio de la gran patria americana.
5 Puede decirse que Zudáñez fue un permanente expatriado ya que lo más destacable de
su carrera pública, transcurrió lejos del lugar de su nacimiento. 1 Sin embargo, su
vocación americanista y su compromiso con las naciones por cuya emancipación
trabajó con tanto ahinco, lo llevaron a considerar aquéllas como propias. El caso de este
doctor de Charcas es similar a la de otros próceres que actuaron en la historia temprana
de las repúblicas americanas y cuyos ejemplos más prominentes son los propios
libertadores Bolívar y San Martín.
6 Zudáñez no volvió a Charcas cuando ésta, al declararse independiente, se convirtió en
Bolivia. Debido a razones que aun no están claras, optó por permanecer el resto de su
vida en la también nueva República Oriental del Uruguay. Jamás pisó de nuevo el suelo
patrio. ¿Por qué no se unió a Serrano cuando éste retornó de las Provincias Unidas para
presidir la asamblea de 1825? En 1809 Serrano era miembro del claustro universitario y
Zudáñez, abogado de la audiencia. Juntos fueron expulsados ese año cuando Nieto
asumió el mando de Charcas, y juntos actuaron en el congreso de Buenos Aires. De
haberse reintegrado a Bolivia, ¿habría también exhibido dos o tres caras como se le
endilga a Olañeta y a Serrano? ¿Fue el azar, la decepción o las circunstancias materiales
lo que determinó que se quedara y muriera en Montevideo? En realidad, es poco lo que
se sabe de su vida privada, aunque su figura es recordada entre los grandes hombres de
Bolivia2 y Uruguay no así de Argentina y mucho menos de Chile. 3
Zudáñez en Charcas
7 En 1808, cuando llegan a Charcas las noticias de la invasión francesa, Zudáñez era
defensor de pobres de la audiencia y miembro del claustro universitario. Junto a su
hermano Manuel (quien fallecería en prisión pocos meses después del pronunciamiento
de 1809) fue protagonista del primer episodio de rebeldía ocurrido a raíz de aquella
crisis, haciendo causa común con el tribunal de la audiencia para rechazar la
imposición que quiso hacerles el enviado José Manuel Goyeneche de adherirse a la junta
de Sevilla, autotitulada “Suprema”.
8 Luego, un 12 de enero de 1809, la Universidad de Charcas, en un memorable documento
conocido como “Acta de los Doctores”, rechaza las pretensiones de Carlota de Borbón al
trono interino de las Américas. Los hermanos Manuel y Jaime Zudáñez encabezan el
grupo que concibe y redacta los términos del Acta. Esta decisión estaba en pugna con la
política del virrey Liniers y de los criollos porteños quienes apoyaban al partido
carlotino4 y eran secundados por el presidente de la audiencia y el arzobispo de La
Plata. Tales hechos fueron el preludio de la rebelión de los oidores contra el presidente
Ramón García Pizarro, a quien depusieron del cargo, y contra el virrey Liniers cuya
autoridad también fue desconocida. Este movimiento fue respaldado por sectores
populares y por el estamento criollo ilustrado del cual los hermanos Zudáñez fueron
313
del rey Fernando para cuando venga a reinar entre nosotros. Dejad lo demás al tiempo
y esperad los acontecimientos”.9
18 A partir de ese momento, el doctor de Charcas se incorpora plenamente a las tareas del
Triunvirato, compartiendo responsabilidades de gobierno con Manuel de Salas y otros
personajes de la época. Carrera encargó a Zudáñez presidir una comisión de asuntos
constitucionales en la cual también participó José Ellaurri, nacido en Montevideo,
doctorado y residente en Charcas, y compañero de ostracismo de Zudáñez. De esa
manera nació el “Reglamento Constitucional Provisorio” sancionado el 26 de Octubre
de 1812 el cual, siguiendo los postulados del doctor de Charcas, ratificó la lealtad al rey
cautivo pero independiente del Consejo de Regencia. Además, en su artículo 6, el
Reglamento introdujo el revolucionario principio de la soberanía popular al sostener:
“Si los gobernantes, lo que no es de esperar, diesen un paso contra la voluntad general
declarada en la Constitución, volverá al instante el poder a manos del pueblo”. Son casi
las mismas palabras que están expresadas en el Catecismo. 10 Para el virrey Abascal,
quien en esa coyuntura actuaba más como peruano que como español, semejantes
herejías, unidas a la pretensión de que se ampliara el concepto de “libertad de
comercio” y se ampliara el número de puertos chilenos autorizados para ejercer tal
libertad, constituyó un casus belli. La guerra que Abascal abriera contra Chile, antes que
precautelar las prerrogativas de la monarquía española, se hizo para defender los
intereses comerciales del reino del Perú. A este respecto, un historiador
norteamericano afirma: “Fueron los gobiernos virreinales americanos los que
combatieron inicialmente las rebeliones, a menudo sin recibir consejos ni ayuda de la
Madre Patria”.11
19 El Reglamento Constitucional tampoco fue del agrado de otros como Joel Poinsett,
Cónsul de los Estados Unidos, quien ejercía ese cargo desde marzo de 1812 y pretendía
que Chile adoptara una forma federal de gobierno. Carrera nombró una comisión para
discutir el tema con el Cónsul, integrada por Manuel de Salas, Camilo Henríquez,
Hipólito Villegas y Jaime Zudáñez. Mientras se debatía el asunto, en casa de Poinsett, 12
tropas peruanas enviadas por el virrey Abascal desembarcaron en playas chilenas
dispuestas a combatir a los insurrectos. Ante la invasión, la Junta Gubernativa, a través
de Zudáñez, apela a la misma doctrina enunciada en el Catecismo emitiendo tres
proclamas. En la primera de ellas, decía:
Una tropa de esclavos se atreve a invadir nuestra patria porque han pensado
comprarla con traición ya que no podían conquistarla por el valor; no se juzgarán
seguros sino asolando cuanto encuentre: así lo han hecho en Quito, en Cochabamba,
en La Paz y en todas partes donde ha penetrado su feroz barbarie. 13
20 En la segunda proclama, y en el mismo tono propio de las exhortaciones contenidas en
este tipo de documentos, expresa que las tropas de Abascal carecen de legitimidad al
invadir otro país sin previa declaración de guerra cual se estila entre naciones
soberanas. Exhorta a los chilenos a obrar con energía en defensa del honor, la vida y la
propiedad.
21 El 13 de junio de 1813 se emite la tercera proclama bajo el título de “Manifiesto del
Gobierno de Chile a las naciones de América y Europa” donde su autor vuelve a
referirse a los pronunciamientos de La Paz y Quito ocurridos cuatro años antes y en la
que vierte duras expresiones contra Abascal y Goye-neche por lo que no quedan dudas
de que este documento también salió de la pluma de Zudáñez. 14 Además de redactor de
316
En el torbellino rioplatense
24 En realidad la intención de Zudáñez, cuando recuperó su libertad en Lima, era dirigirse
a Buenos Aires con cuyo gobierno revolucionario se sentía identificado aunque debido a
los compromisos políticos adquiridos en Chile, permaneció allí un tiempo mayor de lo
previsto. Esto se corrobora con la expresiva carta que, desde Santiago, dirigió a la Junta
Gubernativa de Buenos Aires el 14 de septiembre de 1811 donde se pone a disposición
de ésta y expresa:
[...] los cortos auxilios de mi familia (a pesar de haber quedado enteramente
arruinada) y la bondad de algunos amigos, frustraron la intención de Abascal de que
falleciese de miseria, en tanto que él sacrificando a Baco y otras deidades, avivaba el
plan concertado con los demás sátrapas de estrechar las cadenas de la América y
darle el Amo que lo conservase en sus empleos y vicios. Yo que conozco la maldad
casi infinita que encierra el corazón de aquel hombre, por ponerme cuanto antes
fuera de su territorio y de los alcances de su perfidia, me he visto obligado a
separarme más de mi patria y desgraciada familia, dirigiéndome a este reino feliz
[Chile] que conoce las ventajas de consolidar su unión con el sabio Gobierno y
héroes del Río de la Plata. [...] Suplico rendidamente a V.E. se sirva disponer como
guste de mi persona, consagrada tiempo hace a vivir y morir en servicio de la
patria.15
25 La carta anterior mereció la siguiente respuesta del Triunvirato gobernante en Buenos
Aires:
Por el de Ud. de 14 de septiembre, se ha impuesto este Gobierno de sus
padecimientos, y condolido con ellos como irritado por su origen, se hace mucho
más apremiante su mérito [...] en consecuencia, quedando prevenido para el caso en
que pueda atender sus servicios luego que cesen otras atenciones de principal
importancia a la salud de la patria, se lo avisa a Ud. en contestación. Feliciano
Antonio Chichina Manuel de Sarratea, Juan José Paso. Secretario, B. Rivadavia. 16
317
26 Pasados tres años de ese intercambio epistolar, desde Mendoza, Zudáñez se traslada a
Buenos Aires cuyo gobierno se encontraba en caos total bajo el mando de Carlos María
de Alvear quien, para terminar los problemas, gestionó la conversión de Buenos Aires
en protectorado británico. En esas circunstancias, Zudáñez recibió de su nativa Charcas
la credencial de representante de ese distrito ante el Congreso de Tucumán. Contestó
que le sería muy difícil llegar a aquella ciudad “por la suma escasez a que estaba
reducido después de seis años de continuos trabajos y el ningún viático que le había
señalado su pueblo comitente por hallarse en la absoluta imposibilidad de hacerlo.” 17
Conocedor de aquellas dificultades, el congreso decidió enviarle ayuda económica con
la que emprendió el viaje pero con tan mala suerte, que en el camino le robaron el
dinero. También impidió su llegada a Tucumán un ataque de hemorroides que en
aquella época se lo describía como “un excesivo flujo de sangre en las espaldas.” 18 Pudo
por fin incorporarse como diputado en abril de 1817 cuando el congreso había
trasladado sus sesiones a Buenos Aires y, al año siguiente, le correspondió ejercer la
presidencia del mismo.
27 El congreso se extendió entre 1816 a 1819 y en su seno volvió a surgir la tendencia
monarquista. Belgrano propuso coronar a un rey inca pero encontró la oposición de
José Mariano Serrano, colega y amigo de Zudáñez y, como él, diputado por Charcas al
mismo congreso. Posteriormente, como jefe de gobierno, Pueyrredón insistió en la
solución monárquica, esta vez mediante un príncipe francés, ya fuera Felipe de Orleans
(quien después sería rey de Francia) o el hijo de una hermana de Fernando VII, llamado
Carlos Luis de Borbón, príncipe de Lucca.19 Esta idea tomó cuerpo y llegó a debatirse en
el congreso de la recién creada república. Pero ella chocaba con las convicciones
políticas de Zudáñez quien sostenía firmemente la idea republicana. Su actuación más
destacada sobre este tema fue cuando se debatía el proyecto de Pueyrredón en la sesión
de 12 de noviembre de 1819. Usando argumentos que recuerdan a los de Serrano en
Tucumán para oponerse a la monarquía incaica, declaró:
No estando en mis facultades contrariar la opinión expresa de mi provincia por el
gobierno republicano manifestada en las instrucciones a sus diputados a la
Asamblea General Constituyente, me opongo a la propuesta hecha por el ministerio
francés de admitir al duque de Lucca por rey de la Provincias Unidas. [El proyecto]
era degradante y perjudicial a la felicidad nacional y estaba destinado a abortar en
Francia.20
28 Tanto Serrano como Zudáñez siempre fueron fieles a las instrucciones emitidas en 1815
por el cabildo de La Plata donde constaba la posición en pro de la república. Debido a
eso, Zudáñez fue considerado por Pueyrredón como su adversario político y ordenó su
expulsión de Buenos Aires. Era el comienzo de lo que en la historia argentina se llama
“la anarquía del año 20”.21
tuvo actuación política y sólo se habilitó como abogado, ejerciendo práctica privada y
desempeñando cargos menores en el cabildo de la ciudad. Es probable que al ocurrir la
insurrección de los Treinta y Tres, en 1825, Zudáñez hubiese simpatizado con ese
movimiento o incluso colaborado con él para construir una nación independiente. Esto
se corrobora con la activa participación que tuvo en el régimen que empieza en 1828
cuando la Banda Oriental logra, por fin, su autonomía frente al Brasil y a la
Confederación Argentina.
30 Zudáñez fue elegido como uno de los ocho representantes de Montevideo ante la
Asamblea General Constituyente junto a José Ellaurri, a quien ya hemos visto
acompañándolo en Chile. En esa ocasión, Zudáñez presidió una comisión encargada de
redactar el “Proyecto de Constitución para el Estado de Montevideo” integrada por el
mismo Ellaurri y Solano García. El proyecto fue aprobado por la Representación
Nacional y publicado por el periódico “El Constitucional” de 14 de marzo de 1829. 22 El
mismo año fue designado miembro del Tribunal de Apelaciones consagrándose a sus
tareas de magistrado.
31 Un manifiesto de la Asamblea General Constituyente de 1830, guarda armonía con otros
documentos salidos de la pluma de este doctor de Charcas especialmente del Catecismo
Político Cristiano pues sostuvo, como siempre, el principio de la soberanía popular y la
forma republicana de gobierno. En ejercicio de su antiguo cargo de magistrado, falleció
en Montevideo el 15 de mayo de 1832 en medio de la alta estima con que allí siempre se
lo tuvo. Su viuda recibió una pensión vitalicia del gobierno uruguayo. 23
32 Sobre la vida de Zudáñez en Uruguay, en 1954 se conocieron dos documentos remitidos
a don Aniceto Solares, hombre público boliviano, por el historiador uruguayo Ariosto
Fernández, tomados de la escribanía del archivo de gobierno de Montevideo. El primero
es un poder otorgado a un amigo en Buenos Aires en 1822 para contraer matrimonio
con Juana Crespillo, natural de Chuquisaca y residente en la capital argentina. El otro es
una manda testamentaria de 1832 en la que nombra albacea a su esposa y heredero
universal a su único hijo Benjamín quien fue procreado con doña Juana antes de
contraer matrimonio con ella.24
33 El nombre de Zudáñez ocupa sitio de honor en la memoria histórica uruguaya. Se lo
destaca como a uno de los personajes de la independencia junto a los próceres locales.
Actualmente, la Suprema Corte dispone de una base de jurisprudencia a la que ha
llamado “Jaime Zudáñez”. Se trata de una red interna accesible a instituciones como el
Colegio de Abogados y la Asociación de Escribanos de ese país. Además, una avenida
principal de Montevideo lleva su nombre.
revolucionaria donde Zudáñez habría de hacer sus primeras armas. Son expresiones del
sentimiento más íntimo y profundo de los patriotas pero que no era prudente
expresarlo en los documentos oficiales que emanaban de las juntas formadas entre 1809
y 1810.25 Se lo conoció en forma manuscrita, firmado con el seudónimo de “D. José Amor
de la Patria” y con el largo título de Catecismo Político-Cristiano dispuesto para la
instrucción de la juventud de los pueblos libres de la América Meridional.
36 El Catecismo es un documento rico en ideas, profundo en su análisis crítico y audaz en
sus planteamientos. Redactado en forma didáctica, con preguntas y respuestas
aclaratorias, constituye un epítome del pensamiento más avanzado en los albores de la
independencia americana y muestra su filiación tomista y suareziana propia de la
Universidad de Charcas donde se formó su autor. Esa influencia se hace patente en el
reconocimiento de Dios como principio de toda autoridad, en el derecho a la
insurrección contra la tiranía y en su adhesión a los textos bíblicos. Su vinculación
ideológica con el racionalismo del pensamiento de los enciclopedistas franceses y con la
revolución de 1789 que éstos inspiraron, es escasa o nula.
37 Aunque puede considerarse como fiel a la corona española, en especial al cautivo
Fernando, el Catecismo no vacila en impugnar la monarquía por ser una forma opresiva
de gobierno, contrastándola con las bondades del sistema republicano:
El gobierno monárquico o de un Rey que obedece a la ley y a la constitución es un
yugo menos pesado pero que pesa demasiado sobre los miserables mortales. El sabio
autor de la naturaleza, el Dios omnipotente, padre compasivo de todos los hombres,
lo reprobó como perjudicial y ruinoso a la humanidad en el capítulo 8 del libro I de
los Reyes, por las fundadas y sólidas razones que allí expuso su infinita sabiduría,
cuya verdad nos ha hecho conocer la experiencia de todos los siglos muy a pesar
nuestro, y de todos los mortales. El gobierno republicano, el democrático en que
manda el pueblo por medio de sus representantes o diputados que elige, es el único
que conserva la dignidad y majestad del pueblo: es el que más se acerca, y el que
menos aparta a los hombres de la primitiva igualdad en que los ha creado el Dios
Omnipotente; es el menos expuesto a los horrores del despotismo, y de la
arbitrariedad.
¿Cuáles son las ventajas del gobierno republicano? En las repúblicas el pueblo es el
soberano; el pueblo es el Rey, y todo lo que hace lo hace en su beneficio, utilidad, y
conveniencia. Sus delegados, sus diputados o representantes mandan a su nombre,
le responden de su conducta, y tienen la autoridad por cierto tiempo. Si no cumplen
bien con sus deberes, el pueblo los depone y nombra en su lugar otros que
correspondan mejor a su confianza.
38 El documento muestra que una cosa es la lealtad a la corona española y otra, bien
distinta, la adhesión a las juntas peninsulares que éstas exigían de las posesiones
americanas. Zudáñez había experimentado en carne propia esa pretensión cuando en
1808 apareció en Chuquisaca, Goyeneche, enviado de la Junta de Sevilla autotitulada
“Suprema”. Tanto la audiencia como el claustro universitario, rechazaron la adhesión
solicitada arguyendo que un segmento del reino no tenía derecho a imponer su
autoridad sobre otro. Todo aquello se reitera, con gran sabiduría, en el siguiente texto:
Los habitantes y provincias de América han jurado fidelidad a los reyes de España y,
por tanto, sólo eran vasallos de esos mismos reyes, como lo eran y han sido los
habitantes y provincias de la Península. No hemos jurado fidelidad ni somos
vasallos ni dependemos de los habitantes y provincias de España. Estos no tienen
pues autoridad, jurisdicción ni mando sobre los habitantes y provincias de América.
Los habitantes y las provincias de España no han podido trasladar a la Junta
Suprema una autoridad que no tienen; la Junta Suprema no ha podido pues mandar
legalmente en América, y su jurisdicción ha sido usurpada como la había usurpado
320
falta de acuerdo y de unión es mil veces peor que la pérdida de la mitad de nuestros
derechos; con ella nos perderíamos todos.
Dignos habitantes de esta capital, chilenos generosos, Los habitantes de esta capital ya han
el déspota inepto que os oprimía. conocido al déspota inepto…
55 Lo absurdo del caso es que Barros Arana transcribe la versión de Godoy en el Tomo VIII
de su Historia General de Chile (1877) pese a que ella no coincide con la verdadera,
existente en su propia colección de documentos. Donoso califica esa actitud como
“superchería”.
56 A Godoy se le ocurrió atribuir la autoría del Catecismo a Martínez de Rozas sin
justificarla con algún argumento o evidencia. En 1851, Miguel Luis y Víctor Gregorio
Amunátegui repitieron la versión de Godoy en un artículo llamado Los tres primeros años
de la revolución de Chile.31 Lo mismo hizo Barros Arana en 1854, en su Historia General de la
independencia de Chile, Ramón Briceño en 1862, Bartolomé Mitre en 1877 y Agustín
Edwards en 1930.32
57 Pero, no obstante la falsificación en que incurre, Barros Arana anota el siguiente
certero juicio sobre el Catecismo:
Es un documento histórico de la más alta importancia para conocer las aspiraciones
de los más ilustrados entre los patriotas de Chile en vísperas de su revolución. Por
su forma literaria, por el vigor y claridad del pensamiento, por la manera concreta
como ha formulado las quejas de las colonias contra la dominación española y
expresado los principios de libertad que inspiraron el movimiento revolucionario,
casi podría llamarse una obra maestra. No recordamos haber leído otra pieza de la
literatura política de América en aquellos días más enérgica, más luminosa ni más
aparente para inflamar los espíritus. Leído y conservado con esmero por algunos de
los patriotas, sólo fue conocido entonces por copias manuscritas. 33
58 Donoso encuentra que la primera y más enérgica impugnación a la presunta autoría de
Martínez de Rozas, vino de Domingo Amunátegui Solar. Este sostuvo en 1910 que el
mendocino no podía ser el autor del Catecismo porque “carecía de audacia y era sólo un
legista hábil, calculador y solapado que no se habría decidido jamás a entregar una
prenda de tanta gravedad.” Pero Amunátegui Solar atribuyó la paternidad de la obra al
guatemalteco Antonio José de Irisarri, afirmación que carece de todo fundamento.
Irisarri jamás pretendió ser autor de tan importante documento, pudiendo haberlo
hecho en los numerosos escritos suyos en los que se refiere a su actuación en Chile. 34
327
NOTAS
1. No existe ninguna referencia iconográfica de él. Esto motivó que cuando se erigió en Sucre una
estatua conmemorativa suya, hubo que elegir, al azar, el modelo de su rostro.
2. Los escritos sobre Zudáñez son muy escasos. La única biografía completa, corresponde al
boliviano Joaquín Gantier, Historia del gran republicano Jayme [sic] de Zudáñez, Cochabamba, 1971.
Otras referencias a nuestro personaje están consignadas en trabajos de los uruguayos Ariosto
Fernández, Jaime Zudáñez, procer de América, artículo publicado en Revista Nacional, N° 231,
Montevideo, marzo, 1967 y el libro de C. A. Roca, Sobre la actuación del doctor Jaime Zudáñez en los
países rioplatenses. Montevideo 1992.
3. Las referencias sobre Zudáñez en Chile son esporádicas y escasas, salvo el libro de Ricardo
Donoso, infra.
4. El fundador de este partido fue Manuel Belgrano, aunque su prédica no tuvo eco en los
distritos interiores del virreinato.
5. E. Just Lleó, Comienzos de la independencia en el Alto Perú, Sucre, 1994.
6. S. Villalobos, en El comercio y la crisis colonial, Santiago, 1990, se esfuerza por demostrar (con
resultados discutibles) que el Decreto de Libre Comercio no tuvo impacto favorable en la
economía colonial chilena y que tampoco alentó los deseos de emancipación de ese país.
7. Sobre Manuel de Salas se ha sostenido que “sus ideas políticas no podrían calificarse de
audaces: fue un reformador timorato”. Ver S. Villalobos, “El aporte de la elite intelectual al
proceso de 1810: la figura de Juan Martínez de Rozas”, en Revista de historia, Universidad de
Concepción, vol. 8, 1998, pp. 43-63.
329
36. Humberto Pacheco Silva, “El aporte de la elite intelectual al proceso de 1810: la figura de Juan
Martínez de Rozas”, en Revista de Historia, Universidad de Concepción, vol. 8, 1998, pp. 43-63.
37. Reseña firmada con las iniciales J.E.G. [Jaime Eyzaguirre Gutiérrez] en Boletín de la Academia
Chilena de la Historia, N° 25, Santiago, 1943, p. 156. No deja de ser curioso que este distinguido
historiador y adversario intelectual de Donoso, firme su reseña sobre el Catecismo, sólo con sus
iniciales. Por un lado denota probidad, aunque, por otro, parecería temer alguna reacción
adversa de otros historiadores.
38. A. Jocelyn-Holt Letelier, La independencia de Chile, Colección MAPFRE, Madrid, 1992, p. 184.
39. Ibid, p. 146.
331
La tentación monárquica
1 Durante la guerra de independencia suceden hechos y fenómenos que trascienden al
esfuerzo bélico de unas naciones que buscan separarse de su metrópoli. Esa guerra es
sólo el momento culminante de un proceso donde, además del aspecto nacional, nacen,
se mezclan y confluyen aspiraciones del más variado tipo, de diferentes sectores
sociales, entre ellos los indígenas cuya historia de esta etapa, pródiga en
acontecimientos, recién empieza a escribirse. En medio de la épica de liberación,
afloraron conflictos que hasta entonces permanecían latentes; surgen tendencias para
modificar las condiciones económicas reordenando las estructuras vigentes o
diseñando nuevas formas de gobierno. La situación había hecho crisis ya en 1808 y
hasta bien entrada la época republicana, quedaban por resolver problemas cruciales en
cuanto a la estructura política del estado y a la forma de gobierno a la que éste debía
sujetarse. De esa manera, la pugna inicial entre monarquías autónomas y repúblicas
independientes, continuó en torno a la adopción de régimen centralista o federal. En el
Río de la Plata la monarquía resultó especialmente atractiva para los ideólogos y
dirigentes más connotados de las élites criollas como Manuel Belgrano, el más
persistente de los monarquistas.
2 Luego de transcurridos cinco años de la revolución de mayo, había muchos
interrogantes en el horizonte político rioplatense. La transición del viejo al nuevo
régimen creaba un sinnúmero de confusiones y perplejidades pues aun no se había
definido la forma práctica de reemplazar el concepto histórico de la soberanía del rey
con el logro revolucionario de la soberanía popular. En Cádiz, en 1812, las cortes
proclamaron este último principio aunque manteniendo la efigie real como símbolo de
unidad. En Buenos Aires, los primeros líderes de la revolución querían mantener el
mismo boato y prerrogativas que poseía el destronado virrey, como una manera de
expresar su lealtad al monarca prisionero y constituirse en virtual heredero de éste.
Sólo tenían en claro que la sujeción rioplatense era a la corona de Castilla y, en ningún
caso, a junta peninsular alguna.
332
juzgado. La ruptura de Buenos Aires con la metrópoli comenzó en enero de 1809 y fue
ratificada por el pronunciamiento del 25 de mayo del año siguiente. Si bien en esa fecha
no hubo una declaración de independencia (la cual tendría lugar sólo en 1816) el hecho
de organizar una junta gubernativa sin esperar ni obedecer instrucciones de nadie, dio
lugar a que, en adelante, el estuario platense se gobernara por sí mismo. El estamento
criollo, donde coexistían comerciantes, burócratas, intelectuales y ganaderos,
dominaba el cabildo de la ciudad quien dispuso la sustitución del virrey Cisneros por
una Junta Gubernativa presidida por Cornelio Saavedra.
7 Cosa bien distinta aconteció en el resto del virreinato. Las provincias interiores de la
actual República Argentina, si bien atraídas por la idea emancipadora, aspiraban a una
relación igualitaria con Buenos Aires y pasarían 14 años antes de que se pusieran de
acuerdo con ésta. Más que “guerra de independencia” la platense fue una dilatada
contienda civil en pos de la unidad nacional. En cuanto a las campañas que desde la
provincia de Mendoza se dirigieron a Chile y Perú, fueron de carácter defensivo y
comercial antes que ofensivo o expansionista. El empeño bonaerense de llevar la guerra
al Perú –ya fuera a través de Charcas o de Chile– obedecía a la necesidad de precautelar
la recién ganada autonomía. Estaba claro que la existencia de un Perú dominado por las
fuerzas españolas enemigas de un Buenos Aires soberano, era una amenaza que se
había hecho patente desde el mismo comienzo del proceso revolucionario rioplatense.
8 Los territorios que hoy forman parte de la República de Bolivia (en esa época adscritos
al virreinato platense) coadyuvaron con la política autonomista porteña al punto de
sentirse parte de ella. Fue en Charcas donde más se teorizó sobre las nuevas ideas
emancipadoras mientras las provincias dependientes de su audiencia proporcionaron
los recursos, tanto financieros como humanos, para sostener la guerra. El grueso de la
población charqueña, compuesto por indígenas, se adhirió con entusiasmo a la junta de
Buenos Aires y abrió paso a las primeras huestes enviadas desde allí. Ante ese hecho, los
asustados gobernadores de Potosí y La Plata decidieron acogerse a la autoridad y
protección del virrey del Perú, Fernando de Abascal. Este poseía la determinación y
fuerza suficientes como para recuperar las “provincias altas” como se las llamaba en
Buenos Aires. Ya Lima las había perdido una vez en 1776 cuando España ordenó la
creación del virreinato platense. Y Abascal no estaba dispuesto a perderlas de nuevo.
9 Pero las improvisadas milicias porteñas nada pudieron hacer en el desconocido y hosco
altiplano. Varias veces derrotadas por tropas más disciplinadas y profesionales del
virrey peruano –y sembrando resentimiento entre los pueblos que combatían al lado
suyo– sus jefes se conformaban con cargarse los lingotes de plata de Potosí y las
monedas acuñadas en su ceca real, sintiéndose propietarios antes que saqueadores de
esa riqueza. Después de sus fracasos, y partir de 1817, jamás volverían a incursionar
militarmente en el Alto Perú aunque querían conservarlo como parte del inmenso
territorio que perteneció al virreinato y que se extendía de océano a océano cobijando
lo más codiciable de la cordillera andina.
momento cuando surgen en la península las juntas patrióticas para ejercer la autoridad
real mientras el rey estuviera prisionero. La junta sevillana envió emisarios a los reinos
de ultramar en busca de apoyo y adhesión a su papel protagónico y tutelar, entre ellos,
José Manuel Goyeneche quien llegó a Montevideo en agosto de 1808 siendo recibido por
el gobernador de esa plaza, Francisco Javier Elío. Este, sin embargo, lejos de admitir la
sujeción a Sevilla, resolvió formar su propia junta y romper con el virrey Santiago de
Liniers de quien (por su nacionalidad originalmente francesa) se sospechaba secretas
simpatías a favor de los invasores.
11 La reacción de los criollos de Buenos Aires (cuyos líderes eran Belgrano y Castelli) fue
distinta. Aunque también tenían relaciones tensas con Liniers, censuraron la iniciativa
de Elío y en su lugar abrieron negociaciones con los portugueses, cuya corte se había
trasladado a Río de Janeiro a fin de eludir a las tropas francesas. Las pretensiones de
Carlota de ser reconocida como única heredera de su padre Carlos IV y que su sobrino,
el infante Pedro Carlos, se hiciera cargo del gobierno del Río de la Plata, eran apoyadas
por los criollos porteños. A juicio de éstos, tal decisión tendría las siguientes ventajas:
Cesaría la calidad de colonia, sucedería la ilustración en el país, se haría la
civilización, educación y perfección de costumbres, se daría energía a la industria y
comercio, se extinguirían aquellas odiosas distinciones que los europeos habían
introducido diestramente entre ellos y los americanos abandonados a su suerte; se
acabarían las injusticias, las usurpaciones y dilapidaciones de las rentas y un mil de
males que se han podido apropiar sin temor de las leyes, sin amor a los monarcas,
sin aprecio a la felicidad general.1
12 Carlota aceptó encantada el apoyo porteño y se valió de Goyeneche para hacer llegar
(en noviembre del mismo año) al tribunal de Charcas, al claustro universitario y a los
cabildos de las diferentes provincias, unos pliegos en los cuales su familia reclamaba el
trono del Río de la Plata. El argumento para hacerlo era que la transferencia del poder
hecha por Carlos III a su hijo Fernando, a raíz del motín de Aranjuez, era nula porque, al
hacerla, se violaron las normas vigentes de la monarquía. Semejante propuesta fue
rechazada con indignación por la audiencia, la universidad y los cabildos de las
ciudades de Charcas.2
13 Pero los porteños insistieron. Se daban cuenta de que ellos solos, desde el estuario
platense, no tenían posibilidad alguna de hacer realidad el propósito de preservar la
unidad virreinal rioplatense. Desde sus inicios, la revolución de Mayo despertó fuertes
resistencias locales que pronto iban a convertirse en abierta actividad
contrarrevolucionaria y, por ello, sus dirigentes vieron la necesidad de entablar
alianzas externas que hicieran viable sus propósitos. Todo eso los condujo a formular
un proyecto neovirreinal que comprometiera la participación de la propia corte
española (a través de un infante o un rey destronado) o de otra potencia extranjera a la
cual anexarse. También les servía un príncipe europeo de alguna de las casas reinantes
para ceñir la corona del Río de la Plata y sus provincias interiores, incluidas las de
Charcas a las cuales no se les había pedido su opinión en torno al futuro que les
esperaba. Pero, como se verá enseguida, en sus esfuerzos diplomáticos, los porteños
tuvieron que confrontar los cambios bruscos de la política europea que estaban
condicionados a los triunfos y derrotas de Napoleón y a las coaliciones monárquicas
que surgieron a la caída definitiva de aquél. Además, en su actuación, los enviados del
gobierno revolucionario de Buenos Aires no se condujeron como señores sino como
vasallos. Y, por eso, nadie los tomó en serio.
335
cuando los criollos y hacendados de esa provincia, rehusaron adherirse al Buenos Aires
revolucionario del año anterior y Belgrano, con su tropa vencida en Tacuarí, se vio
forzado a volver grupas a su ciudad natal. La segunda derrota se produjo en territorio
de Charcas, en 1812, cuando, luego de ocupar por pocos meses la ciudad de Potosí, fue
batido por fuerzas realistas enviadas por el virrey del Perú en Vilcapugio y Ayohuma,
obligándolo de nuevo a retornar a su base.
18 Belgrano y Rivadavia partieron el 28 de diciembre de 1814 con la instrucción de
gestionar la protección de alguna potencia europea rival de España para que no se
consumara la represión peninsular. Pero los emisarios estaban condenados a negociar
desde una posición débil puesto que el restaurado Fernando no era proclive a ningún
entendimiento con las colonias insurrectas distinto a la rendición incondicional de
éstas. Se trataba de restablecer la vigencia de la institución monárquica poniendo
punto final a las veleidades separatistas de los americanos. De acuerdo a lo convenido
con el Director Alvear, los comisionados se detuvieron en Río de Janeiro para
entrevistarse con Lord Strangford, representante de Su Majestad Británica ante la corte
portuguesa y pedirle la opinión de su país sobre la anunciada invasión.
19 Belgrano y Rivadavia no pudieron entrevistarse con Strangford pero Alvear insistió en
su propósito, enviando esta vez a Manuel J. García en calidad de agente confidencial y
portador de dos cartas suyas. La primera estaba dirigida a Lord Castelreagh, Secretario
de Asunto Exteriores de Gran Bretaña, y decía:
[...] estas provincias desean pertenecer a la Gran Bretaña, recibir sus leyes, obedecer
su gobierno y vivir bajo su impulso poderoso. Ellas se abandonan sin condición
alguna a la generosidad del pueblo inglés y yo [Alvear] estoy dispuesto a sostener
tan justa solicitud para librarla de los males que la afligen [...] es necesario se
aprovechen los momentos, que vengan tropas que se impongan a los genios díscolos
y su jefe plenamente autorizado que empiece a dar al país las normas que sean de su
beneplácito, del rey o de la nación a cuyos efectos espero que VE. me dará sus avisos
con la reserva y prontitud que conviene para preparar oportunamente la ejecución.
4
20 La segunda carta de Alvear estaba dirigida al propio Strangford. En ella le decía que ya
no era posible reconciliarse con España, por tanto,
en estas circunstancias solamente la generosa nación británica puede poner un
remedio eficaz a tantos males acogiendo en sus brazos a estas provincias que
obedecerán a su gobierno y reconocerán sus leyes con el mayor placer porque
reconocen que él es el único medio de evitar la destrucción del país. 5
21 En Río de Janeiro, García se encontró con Rivadavia y Belgrano, a quienes dio una copia
de la carta dirigida a Strangford y el original de la que iba destinada a Castelreagh.
García siguió insistiendo en una entrevista con Strangford pero éste, tomado por
sorpresa, se limitó a contestar que carecía de instrucciones para tratar asuntos tan
delicados.6 Aparte de sus gestiones ante Gran Bretaña, y en contradicción con ellas,
Rivadavia y Belgrano estaban comisionados por el gobierno de Buenos Aires para
felicitar a Fernando VII a nombre de las Provincias Unidas por su feliz restauración
al trono de sus mayores, asegurándole con toda la expresión posible de los
sentimientos de amor y fidelidad a su real persona. [Los comisionados] debían
manifestar su oposición a las cortes y a los anteriores gobiernos peninsulares
considerándolos ilegales y usurpadores de la soberanía. 7
22 Además de estas instrucciones públicas, Rivadavia y Belgrano llevaban otras de carácter
reservado para plantear la necesidad del cambio de status de Buenos Aires con respecto
a España. Esta debía reconocerle cierta “libertad civil” ya que no autonomía completa y,
337
La posición de Serrano
43 Un autor boliviano piensa que la peregrina idea de Belgrano sobre la monarquía incaica
nació de sus vivencias en la campaña del Alto Perú donde recibió gran apoyo y fervor
revolucionario de las masas indígenas. Según esta hipótesis, Belgrano creyó que la
monarquía de la casa de los antiguos incas podía haber unificado y robustecido a los
pobladores del continente.25 Cabe recordar que Belgrano, antes que guerrero o político,
342
indigenismo. No querían un rey que usara poncho y calzara ojotas. 35 Preferían uno que
vistiera armiño y luciera peluca.
acaba de verse– no mostraba ningún interés en establecer vínculos distintos a los que
ya existían.
58 Ideas como las de Pueyrredón también circulaban en Francia. En efecto, en mayo de
1817 el barón Hyde de Neuville, embajador francés en Washington en carta al ministro
Richelieu, le decía que ya no era posible dudar del fracaso español para dominar la
insurrección americana. Y como era preciso evitar la proclamación de nuevas
repúblicas, convenía instaurar dos monarquías constitucionales, una en México y otra
en Buenos Aires. Estas, apoyadas por el Brasil, podrían reducir el movimiento
insurreccional en las otras colonias.36 Neuville pensaba, además, que por medio de tal
estrategia se evitaría cualquier influencia de Estados Unidos en el aspecto comercial
pero sobre todo se combatía el contagio del sistema republicano que se había
instaurado con éxito en el país del norte.
59 Un año después de la carta de Neuville a Richelieu, tuvo lugar un curioso episodio. En
un pub de Londres, un grupo de hispanoamericanos discutía con vehemencia sobre
temas insurreccionales y antiespañoles. Cerca de ellos, e interesado en la tertulia,
estaba un coronel Le Moyne. Era éste un destacado oficial de la caballería francesa
quien había contraído elevadas deudas que lo obligaron a pedir su baja y abandonar
Francia adonde no podía regresar. No porque alguien se lo prohibiera sino porque allí lo
esperaban sus acreedores para ponerlo en la cárcel pues así se purgaba la insolvencia
en aquellos días.
60 No es difícil imaginar la escena en la cual el exmilitar en desgracia se integró al grupo
de revolucionarios de taberna. Estos le propusieron contratarlo para combatir a favor
de la libertad de América del Sur donde muchas personas en sus circunstancias estaban
teniendo éxito. Entusiasmado, Le Moyne visitó a su embajador el marqués d’Osmond y
le refirió en detalle la conversación de la noche anterior. No habló en el vacío, puesto
que d’Osmond en marzo de 1818 escribió al ministro Richelieu para sugerirle que Le
Moyne actuara como agente secreto en Buenos Aires y entablara relaciones con las
autoridades de aquel estado. Por entonces ya se sabía en Francia que Pueyrredón
buscaba un rey para su país y que se pensaba en el duque de Orleans. Por su parte, Le
Moyne no perdió un minuto. Se enteró de que los ingleses, muy bajo cuerda, estaban
alentando una invasión a México dirigida por un cierto general Renovales. El propósito
de ella no era sino reconquistar el país para luego hacer lo mismo en América del Sur.
Pero lo más sensacional de la inteligencia acopiada por Le Moyne era la amistad entre
Renovales y Pueyrredón. Estos habían hablado de convertir a Buenos Aires en un
“hermoso reino” que, al ser negocio británico, dejaba a Francia por fuera.
61 Ante tales noticias, urgía la partida del agente secreto. Portando credenciales
extendidas por d’Osmond, Le Moyne llegó a Buenos Aires en agosto de 1818. Llevaba
consigo pasajes de ida y vuelta y un sueldo de 4.000 francos anuales. Poco después se
entrevistó con Pueyrredón y éste le habría dicho:
pues bien señor coronel, trabajemos de acuerdo en este gran asunto; la propuesta
que Ud. nos hace es la que más convence. Soy de la patria de Enrique IV; en Francia
he recibido mi educación, conozco el carácter nacional [de Francia] que es el único
que puede servir a América. [...] os diré francamente que tanto yo como los
miembros del congreso hemos mirado hacia Francia para reclamar su apoyo [... ]
considero que Su Alteza, el duque de Orleans puede servirnos bajo todo concepto
[...] deseamos que se haga americano y de este modo encontrará, no dudo, súbditos
sumisos y dispuestos a realizar todos los sacrificios posibles para conseguir la
felicidad de su reinado [...] los ingleses ignoran absolutamente nuestras intenciones,
346
extranjeros, al presente las tenemos evidentes [...] Las lanzas de los caudillos
salvaron a la Argentina de la entronización de un Borbón o un Braganza. 46
77 Sarratea –quien en marzo había sido nombrado gobernador de Buenos Aires– ordenó la
apertura del juicio pero éste no prosperó. Con toda lógica y veracidad los enjuiciados
arguyeron que las tratativas para instaurar la monarquía no constituían delito de “alta
traición” como se les imputaba a ellos ya que el propio gobernador las había hecho
pocos años antes.47 El juicio fue tan efímero como el gobierno de Sarratea; No hubo rey
Borbón ni ningún otro y en su lugar se instauró el reino de la anarquía.
78 Así concluyeron doce años de febril e infructuosa búsqueda de un rey para Buenos
Aires. De sus principales instigadores, Belgrano murió ese 1820 mientras Rivadavia
llegó a ser presidente de una nación rica y crónicamente inestable que él hubiese
preferido monarquía antes que república y vinculada más a Europa que al resto de
América.
NOTAS
1. E. O. Acevedo, La independencia de Argentina, Ed. MAPFRE, Madrid, 1992, p. 52.
2. Ver capítulo “Los pronunciamientos en Chuquisaca y en La Paz”.
3. Esta importante aclaración histórica está contenida en J. B. Kyle, Spain and its colonies, 1814-1820.
Tesis de doctorado, Duke University, 1951.
4. Muchos historiadores argentinos que se ocupan de esta época, narran tales episodios. Las citas
textuales están tomadas de B. Mitre, Historia de Belgrano y la independencia argentina, Buenos Aires,
1947, 3:295; M. Belgrano, Rivadavia y sus gestiones diplomáticas en España, 1815-1820, Buenos Aires,
1976, p. 48. Mitre sostiene que la humillante nota nunca fue entregada a Strangford, pero que M.
Staple, por entonces cónsul de Gran Bretaña en Buenos Aires, la conoció y la remitió a su
gobierno.
5. B. Mitre, ob. cit., p. 297; C. A. Goñi Demarchi y N. Scala, La diplomacia argentina y la restauración de
Fernando VII, Buenos Aires (Ministerio de RR EE y Culto) 1986, p. 146. Belgrano, ob. cit., p. 298. Esa
actitud “entreguista” de Alvear con respecto a Inglaterra, que ocasionó su caída y posterior
expatriación, contrasta con sus antecedentes familiares en relación a ese país. En su infancia, el
Director Supremo había perdido a su madre, María Josefa Balbastro, y a sus siete hermanos
cuando el buque en el que viajaba toda la familia a España fue atacado por corsarios ingleses. Sólo
se salvaron él y su padre, quienes pasaron a radicarse en Londres como “huéspedes” del gobierno
británico.
6. C. A. Goñi, ob. cit., p. 146; J.R. López Rosas, Entre la monarquía y la república, 1815-1820, Buenos
Aires, 1976, p. 48.
7. B. Mitre, Belgrano, Goñi, supra.
8. R. Piccirili, Rivadavia y su tiempo, Buenos Aires, 1943, 1:268.
9. El original de este documento lo encontré en el Archivo de la Academia Nacional de la Historia,
Buenos Aires, Colección Fitte, Legajo 247. Hasta donde puedo estar informado, esta es la primera
vez que se publica.
10. T. E. Anna, España y la independencia de América, México, 1986, p. 212.
11. M. Belgrano, ob.cit., p.270.
12. Ibid.
350
Excmo. señor presidente, jefe del poder ejecutivo de la república de las Provincias Unidas del Río
de la Plata, Londres 14 de octubre de 1825”. (Ejemplar en el Museo Británico).
43. C. K. Webster, The foreign policy of Castelreagh, Britain and the European alliance 1815-1822.
London, 1934, pp. 423-425.
44. Ibid.
45. H. Temperley, The foreign policy of Canning, London, 1966, p. 103.
46. R. Puiggros, Los caudillos de la revolución de Mayo, 2a edición, Buenos Aires, 1971, p. 398.
47. Puigross hace un duro enjuiciamiento a Sarratea, a quien llama “tránsfuga de la revolución”,
en ibid.
352
El cambio de estrategia
1 Al igual que el venezolano Simón Bolívar, el argentino José de San Martín se destacó
por ser un hombre de grandes ideales, incansable lucha y búsqueda tenaz de la gloria,
no así del poder. Aunque amantes de su tierra, de su gente y del destino histórico de las
naciones de donde ellos provenían, el compromiso que los ligaba al campanario
desaparecía frente a la necesidad de consolidar la independencia de América que, a
juicio de ambos, seguía corriendo peligro mientras el último pendón español no fuera
arriado hasta en el más remoto confín del continente. No porque Bolívar y San Martín
fueran antimonárquicos –que no lo eran– sino porque habían llegado al
convencimiento de que con España no había posibilidad de diálogo ni transacción a
menos que ella admitiera la independencia americana sin restricciones ni reservas.
2 Hacia 1821 el nudo gordiano estaba en el Perú. Mientras él no se cortara, ni Colombia ni
Buenos Aires podían respirar con tranquilidad puesto que el último virrey que tuvo
Lima, antes que hacer las paces y reconocerles el carácter de estados soberanos que
ellos habían adquirido, seguía empeñado en continuar la lucha. El razonamiento de los
españoles se nutría de la misma lógica: había que exterminar hasta el último foco de la
rebelión americana si se quería evitar que ésta culminara con la destrucción del
imperio hispánico. Esa es la macabra racionalidad de las guerras: te mato antes de que
tú me mates.
3 Fue un joven revolucionario argentino, Tomás Guido quien, del lado americano,
formuló una nueva estrategia militar para la liberación de estos países. Consistía ella en
llevar la guerra primero a la periferia –Chile y Lima– para desde ahí realizar el asalto
final al centro: el Alto Perú. Guido había estado en La Plata como secretario de Antonio
Ortiz de Ocampo a quien Belgrano en 1813 designara presidente de la audiencia a la que
cambió su nombre por el de “Tribunal de Apelaciones”. En 1816 –luego de haber
presenciado primero y oído después– acerca de los desastres de los ejércitos argentinos
en las provincias altas, Guido era oficial mayor del departamento de Guerra y Marina.
353
Desde esa posición presentó una memoria al gobierno de Buenos Aires en la cual
expresaba elocuentemente:
Hemos perdido veintitres meses sin ganar un palmo de terreno mientras los
enemigos han creado nuevas fuerzas [...] después de haber quedado en poder de
ellos las cuatro provincias del Alto Perú y la mayor parte del armamento de cuatro
mil hombres, se han salvado apenas varios piquetes al mando del general Rondeau
[...] El ejército de línea al mando de Pezuela en número de seis mil hombres
aguerridos ocupa las cuatro provincias más ricas y pobladas de nuestro estado. Sus
tropas victoriosas nos acechan por el norte. De Chuquisaca, Potosí, Cochabamba y
La Paz extrae el enemigo los beneficios que le ofrece un país conquistado [...] Por
otra parte, el ejército de tres mil quinientos hombres reunido en Chile flanquea por
el sur nuestras provincias con la ventaja de conservar comunicaciones directas por
mar y tierra con el virrey de Lima y con las tropas del general Pezuela [...] Considero
impolítico y ruinoso continuar la guerra ofensiva con el ejército auxiliar del Perú.
La ocupación del reino de Chile es el objetivo principal que a mi juicio debe
proponerse al gobierno a todo trance y a expensas de todo sacrificio. Primero,
porque es el único flanco donde el enemigo se presenta más débil. Segundo, porque
es el camino más corto, fácil y seguro para libertar las provincias del Alto Perú.
Tercero, porque la restauración de la libertad en aquel país puede consolidar la
emancipación de la América bajo el sistema que aconsejen ulteriores
acontecimientos [...] Tal es la ocasión en que el ejército auxiliar del Perú a órdenes
del general Belgrano debe marchar de frente y poner a cubierto los pueblos de una
nueva invasión.1
4 Nótese cómo este convincente testimonio de Guido echa por tierra muchos lugares
comunes de la historiografía americana como aquel de que la expedición de San Martín
a Chile determinó que el Alto Perú perdiera su “importancia estratégica”. Tal
afirmación carece de fundamento histórico, geográfico o económico. Esa importancia
subsistía por encontrarse el Alto Perú en el corazón del continente, por el hecho de ser
una inagotable fuente de ingresos para cualquier tesoro y por el poder político que fue
acumulando a todo lo largo del período colonial. De ahí por qué el objetivo final seguía
siendo las provincias altas, mientras el territorio de paso para llegar allí empezaba en
Chile, cuya geografía y localización eran una ventaja para lograrlo.
5 Al no poder ocupar las provincias altas, San Martín experimentó un rotundo fracaso
político en el Perú a pesar de los brillantes triunfos militares y navales que precedieron
su entrada a ese país. Pero, como se verá más adelante, él siguió insistiendo en avanzar
hacia el Desaguadero y, en ese empeño, experimentó duros contrastes militares que le
impidieron llenar su cometido. Por eso decidió buscar nuevamente la ruta norargentina
para reconquistar las provincias altoperuanas.
6 Lima y Buenos Aires siempre estuvieron concientes del valor que encerraban las
provincias de Charcas puesto que durante más de dos siglos se la disputaron. En verdad
que el botín era atractivo: las minas de plata de Potosí y Oruro; el oro de Larecaja y la
coca de Yungas. A ello se añadía, según la observación de los propios realistas, el hecho
de que la provincia de Santa Cruz proporcionaba “una base segura de operaciones sobre
un país neutral [Brasil] conservando así el Matogrosso para comunicación con la
península’2 Tal era la concepción táctica que debía haberse puesto en vigencia después
de las derrotas dejunín y Ayacucho si Pedro Antonio de Olañeta no hubiese muerto en
Tumusla.
7 Charcas se hacía aun más codiciable por su población indígena, laboriosa, austera y
sometida a la opresión colonial. Los indios mitayos movilizaban la riqueza minera del
altiplano, mientras los yanaconas producían alimentos en las haciendas de
354
encomenderos y caciques. Pero lo más importante era el monto del tributo que los
indios pagaban a la corona el cual durante la guerra, lo recaudaban los militares. En
1824, mientras dos fuerzas españolas combatían entre sí, el general Valdés, jefe de una
de ellas, comentaba: “la experiencia ha demostrado en toda la lucha que el momento en
que se alejaba el ejército, se conmovían los pueblos y cuya presencia o proximidad los
tenía en quietud y los obligaba a cumplir con sus impuestos.” 3
8 Los elementos del análisis de Guido no fueron percibidos a comienzos de la revolución
de Mayo. En ese momento los jacobinos del primer ejército expedicionario,
abandonaron sus posiciones seguras en Potosí y La Paz con el propósito de arremeter
de una vez contra Lima sin estar preparados militarmente para ello ni contar con el
respaldo de la población que pretendían conquistar. Como se verá más adelante, el
hecho de atravesar Chile y Lima para llegar al Alto Perú, y no a la inversa, fue también
una clara concepción táctica de San Martín. Guido, por otra parte, proponía accionar en
tenaza: que Belgrano siguiera sus esfuerzos con el ejército del norte para que el resto,
cruzando la cordillera, ocupara Chile. Pero Belgrano ya no creía en milagros y, a fines
de 1817, le decía a Guido:
En el estado actual en que se encuentra el interior, estoy creído que [los españoles]
se reirán a la proposición de abandonar el territorio que ocupan para ir a situarse al
norte del Desaguadero. Sus fuerzas allí son superiores y las aumentarán cómo y del
modo que quieran; a nada tienen que temer y se ríen de las decantadas
republiquetas a que sólo dan valor los anarquistas. Todo su anhelo ha sido desde el
comienzo de nuestra lid poseer el Potosí creyendo que era la única fuente de
nuestros recursos pecuniarios. Lo es en verdad aunque no la única, y no es posible
persuadirse que quieren abandonárnosla cuando por otra parte a ellos les
proporciona el numerario que necesitan a expensas nuestras y sin que nada cueste
a lo que podemos llamar su estado [...] La Serna ha adoptado un método diferente
de sus antecesores y el terror está lejos de él [...] esto unido a las extorsiones que
causan los decantados patriotas [...]4
9 Tenía razón Belgrano. El ejército español ejercía control sobre el territorio altoperuano.
Sus gobernadores como Sánchez Lima en La Paz, Mendizábal e Imás en Cochabamba,
Huarte Jaúregui en Potosí y Aguilera en Santa Cruz, eran personajes aceptados por el
común de la gente y cuya administración no sufría otros contratiempos que los
promovidos por la guerrilla de Ayopaya y otros pequeños grupos rebeldes, aislados e
inorgánicos. Cualquier intento de nuevas expediciones argentinas estaba condenado al
fracaso pues como lo señala un observador alemán, la gente del altiplano
no veía en los argentinos a sus libertadores, a los hombres que venían a librarlos de
un insoportable yugo sino a los agentes del librecambio que habían enviado los
mercaderes de Buenos Aires para explotar y exprimir a las regiones del interior, a
los blancos que nunca podrán comprender a los indios, a los revolucionarios, los
afrancesados enemigos de la iglesia.5
10 Además, los militares españoles que actuaban en Perú eran competentes, conocían el
terreno y sabían manipular a las masas indígenas para que actuaran a favor suyo.
Mientras los argentinos al parecer lo ignoraban, el ejército realista peruano siempre
tomó en cuenta la ciudad de Oruro como centro estratégico y, luego de cualquier
repliegue, allí volvían a concentrarse. De esa manera Pezuela (quien construyó un
fuerte militar en esa ciudad) maniobrando desde Oruro logró derrotar a Belgrano en
Potosí y a Rondeau en Cochabamba. También en Oruro se parapetó Goyeneche tras su
victoria en Huaqui y así pudo controlar nuevamente todo el territorio altoperuano.
355
11 Lo anterior nos muestra que San Martín obró con lucidez al optar por la jefatura de la
pequeña y alejada guarnición de Mendoza. Trocó por este destino el pomposo y
competido cargo de comandante del ejército del norte puesto que desde 1814, él
atesoraba su famoso “secreto”: un ejército pequeño pero disciplinado que, trastocando
los Andes, se apoderara de Chile. La forma cómo lo hizo, la eficiencia y profesionalismo
con que actuó, la imaginativa audacia de sus tretas para desorientar al enemigo, todo
ello, fueron factores decisivos del rotundo éxito militar que obtuvo entre 1817 y 1819.
Catalinas descargó en el puerto del Callao 6.000 fanegas de trigo y llevó azúcar peruana
a Valparaíso.6 Si los “enemigos” no comerciaban entre sí, estaban condenados a pasar
hambre. Aun durante el primer bloqueo al Callao hecho por Cochrane entre febrero y
marzo de 1819, se permitía el tráfico de buques neutrales que restablecieron el
comercio entre Perú y Chile.7 Ciertamente era ésta una guerra suigéneris.
16 Lo malo del caso fue que al conocer aquellas noticias, Madrid reprochó el pragmatismo
de Pezuela instándolo a arbitrar fondos de una fuente distinta al comercio con buques
extranjeros, como por ejemplo, los aportes del consulado. Siguiendo estas
instrucciones, el virrey contrató un empréstito forzoso de un millón de pesos; el 60 por
ciento de ese monto debía ser pagado por los residentes de Lima y el saldo por los
comerciantes locales. Pero no obstante de que, con sus propios recursos, Pezuela hizo
una fuerte contribución para financiar el empréstito, no pudo conseguir todos los
fondos que se requerían. Cuando se convenció de que ya no podía recaudar más dinero
del consulado para los gastos de la guerra, en diciembre de 1818 firmó un contrato por
dos años con el comandante de la fragata británica Andrómaco. Tenía la esperanza de
que por este medio los ingleses se pusieran de su lado en la batalla que se avecinaba
contra las fuerzas invasoras de San Martín, esperanza fallida ya que aquéllos
terminaron uniéndose a su compatriota Lord Cochrane.8
17 La guerra, tanto en la península como en América, había producido un virtual colapso
de la minería peruana, otrora tan próspera. A raíz del agotamiento en 1808 del
mercurio de Huancavelica, este metal era traído de las minas de Almadén en España,
pero hubo de interrumpirse a raíz de la invasión napoleónica. A comienzos de 1814 el
tribunal de minas tenía únicamente 651 quintales de mercurio frente a los 21.000 que
necesitaba para los próximos cuatro años. A las dificultades para la provisión de
mercurio se añadía el problema de las inundaciones en las minas y la escasez de mano
de obra que se había agravado desde la abolición de la mita. 9 Esta desastrosa situación
de la principal industria del país, hacía volver los ojos a la actividad comercial con
Europa, prohibida o restringida durante un largo período ahora, no obstante, se
insinuaba como la respuesta a las aflicciones económicas peruanas.
18 El desembarco de San Martín originó graves diferencias entre Pezuela y La Serna sobre
la manera de enfrentar la invasión que se avecinaba. Este sostenía la imposibilidad de
defender Lima, vulnerable al bloqueo marítimo, lo que haría difícil el abastecimiento de
una población dividida, donde, a medida que pasaban los días, aumentaban las
simpatías y el apoyo popular hacia San Martín. Pezuela, en cambio, presionado por la
“Junta de Arbitrios”,10 se inclinaba hacia la defensa a ultranza de la ciudad, por
cualquier medio. Al final se impuso el criterio de La Serna y Lima, abandonada, cayó
ante el avance de las fuerzas invasoras.
sensitivo del cual dependía en buena medida la defensa de la capital. Debía, asimismo,
evitar cualquier sorpresa de los españoles quienes en los meses transcurridos desde la
evacuación de Lima se habían fortalecido y buscaban el momento de obtener un triunfo
que hiciera dar un viraje a la guerra. Precisamente eso fue lo que ocurrió.
25 El general español José de Canterac permanecía en Jauja al mando de una división de
3.000 hombres y, en una rápida y esforzada marcha de 250 leguas, fue a ubicarse al
noreste de lea y en la madrugada del 7 de mayo de 1822, sorprendió a Tristán en la
hacienda la Macacona. Tras breve combate, el jefe español hizo más de 1.000
prisioneros, se apoderó de cuatro piezas de artillería así como de gran número de
caballos y mulas.15 Hecho esto, volvió a la sierra a reunirse con el grueso del ejército de
La Serna. La derrota de lea tuvo profundas repercusiones políticas. Demostró una vez
más la vulnerabilidad militar de Lima y acentuó la impopularidad de San Martín quien
se convenció de que su ejército era inadecuado para sostener una guerra larga y difícil
como la que se avecinaba. Era necesario, entonces, buscar auxilio fuera del Perú donde
se estaba luchando por los mismos ideales o por lo menos así lo creía el libertador
argentino.
26 En medio del desconcierto provocado por los contratiempos militares, llegó la noticia
del triunfo logrado por las armas colombianas en Pichincha el 24 de mayo, dos semanas
después del desastre de lea. En esa acción –que selló la independencia de lo que iba a ser
república del Ecuador– se distinguió la división peruana al mando de Andrés de Santa
Cruz quien, como queda dicho, sólo dos años antes se había pasado al bando patriota.
Pero ese triunfo recibido con alborozo en Lima, significaba opacar la figura de San
Martín frente a Bolívar. Además, al triunfar en Quito, Bolívar pudo anexar a Colombia la
provincia de Guayaquil también reclamada por el Perú ocasionando un profundo
distanciamiento entre ambas naciones y sus respectivos líderes.
de nuevo en el gobierno de Buenos Aires. Cuando San Martín decidió buscar el auxilio
de un gobierno presidido por el mismo personaje a quien había derrocado, no lo
mencionó en las instrucciones entregadas a su enviado para tan importante misión, 17 lo
cual es una muestra de las malas relaciones entre ellos. Sin embargo –y como se verá
más adelante– de todas maneras fue necesario tocar las puertas de Buenos Aires. Para
esa misión San Martín comisionó a Antonio Gutiérrez de la Fuente, oficial peruano, otro
tránsfuga del Numancia. El comisionado emprendió viaje a los pocos días del desastre
de la Macacona.
30 Un análisis elemental de la situación bélica en esta parte de América ponía en claro que,
para tener éxito, la campaña de la sierra peruana debía reforzarse con acciones hostiles
en el otro flanco de la cordillera andina es decir, en el Alto Perú. Y la única manera de
hacerlo era con la cooperación de los gobiernos provinciales argentinos que ya tenían
experiencia en expediciones militares en tierra altoperuana. Pero las provincias se
encontraban dominadas por caudillos enemigos de Buenos Aires quienes se habían
fortalecido desde la sublevación de Arequito en enero de 1820. En aquella ocasión
Rondeau –quien fuera nombrado Director Supremo en reemplazo de Pueyrredón–
buscó ahogar la rebeldía provincial acudiendo a la ayuda de lo que, pese a tres años de
inactividad, seguía llamándose “Ejército Auxiliar del Alto Perú” o “Ejército del Norte”.
31 El jefe de estado mayor de aquel ejército, Juan Bautista Bustos, se proclamó gobernador
de la provincia de Córdoba desobedeciendo las órdenes de Rondeau y convirtiéndose en
un nuevo abanderado del federalismo antiporteño. Los seguidores de esta tendencia
combatían a muerte la constitución unitaria y promonárquica de 1819 dando origen a
un arduo y dilatado conflicto con Buenos Aires. Las crónicas diferencias entre el puerto
y las provincias, no habían podido ser superadas pese a la batalla de Cepeda y el
consiguiente tratado que se firmó en la población de Pilar en febrero de 1820.
32 San Martín era también un rebelde frente a la autoridad de Buenos Aires. Cuando se
aprestaba a partir de Chile hacia Perú, recibió órdenes de volver con su ejército a
Mendoza para combatir a las provincias insurrectas. Pero, desobedeciendo aquellas
instrucciones, San Martín continuó con sus planes militares que lo llevarían hasta Lima.
Al obrar de esa manera se desvinculó del poder bonaerense y, por tanto, su autoridad
ya no emanaba de ningún gobierno. Se convirtió así en un luchador por cuenta propia,
un combatiente free lance y un abanderado de la independencia de América hispana, su
grande y verdadera patria. Para lograrlo era necesario intentar nuevamente la
liberación del Alto Perú. Fue en ese empeño que solicitó la cooperación de las
Provincias Unidas del Río de la Plata.
Amigo mío, inmediatamente de recibida ésta, póngase Ud. en marcha para poder
alcanzarme ya que vamos a cumplir con la patria y con nuestro honor [...] venga Ud.
luego a su mejor amigo que lo estima de veras.18
34 Pero en esos momentos Urdininea estaba dedicado a otras tareas y sólo después
aceptaría la honrosa invitación. Una persona que lo trató personalmente, observaba
que el jefe altoperuano tenía una inteligencia reconocida la que, junto a su decidido
patriotismo y austeridad moral, hacían de él la persona indicada para hacer frente a tan
difícil adversario [los caudillos de las provincias]. 19 El prestigio de que gozaba Urdininea
tuvo su culminación cuando, mediante un pronunciamiento popular, los habitantes de
San Juan depusieron al gobernador José Antonio Sánchez y “por universal aclamación”
lo designaron para ese cargo. Pero Urdininea no aceptó puesto que estaba convencido
de la necesidad de combatir por la liberación de su patria altoperuana, ya fuera
encabezando una nueva expedición a través del norte argentino o incorporándose al
ejército de San Martín en vista de la reiterada invitación que éste le había cursado. 20
Aires. El 25 del mismo mes, de la Fuente llega a Córdoba donde el gobernador Bustos
ofrece mil hombres siempre que las demás provincias muestren decisión y seriedad en
sus compromisos.
39 Bustos envía al gobernador de Buenos Aires, Martín Rodríguez, una carta presentando a
de la Fuente quien viajó con una comitiva integrada por su secretario y sobrino
Francisco Ignacio.26 Rodríguez se limita a comunicarles que tales asuntos deberían ser
tratados con el ministro Rivadavia y expresa privadamente a de la Fuente sus dudas
sobre la conducta de Bustos. A su vez, Rivadavia había dispuesto que todo lo referente a
la misión Gutiérrez de la Fuente debía ser analizado por la Junta de Representantes de
Buenos Aires, la cual resuelve nombrar una comisión para estudiar el asunto. 27
todos los gobiernos de estas provincias que cooperan en cuanto les sea posible a la
formación de aquella fuerza.31
43 Gutiérrez de la Fuente termina su carta exigiendo una pronta respuesta así como la
entrega de sus pasaportes para iniciar el viaje de retorno. El mismo 29 de agosto,
Rivadavia responde con frialdad y descortesía:
atendiendo al tenor mismo de la comunicación credencial del excelentísimo señor
Protector del Perú de 16 de mayo último y principalmente a la naturaleza de ella y a
los antecedentes que le han precedido, debe darse por suficientemente contestada
con el pliego cerrado que se le ha remitido para su excelencia el señor Protector. [Se
adjunta el pasaporte] de conformidad a la petición del señor enviado. 32
44 Es posible que la decisión de terminar en forma tan abrupta y descomedida la misión de
Gutiérrez de la Fuente en Buenos Aires hubiese sido ocasionada por un conato
subversivo que tuvo lugar pocos días antes. En efecto, en la sesión de la Junta de
Representantes, el enviado sanmartiniano notó que
Rivadavia parado en la tribuna, echando espuma por la boca y del modo más
acalorado, denunció que se tramaba en la ciudad una formal revolución y a la
cabeza lo era el doctor Tagle que se hallaba preso en el fuerte [...] el disfraz de la
revolución era que nos oponíamos al culto y nos queríamos entregar a España [...] 33
45 Gutiérrez de la Fuente –quien desde su llegada a Buenos Aires se daba cuenta de que
pisaba terreno hostil– vio la posibilidad de obtener cooperación de un grupo de
comerciantes de aquella ciudad entre los que figuraba Ambrosio Lezica. Para ellos, la
eliminación de los realistas en el Alto Perú significaba en definitiva la apertura del
comercio con esas tierras y la reanudación del tráfico con las del Perú. 34 El 7 de agosto,
el comisionado promovió una reunión en casa de Lezica, juntamente con Zañartu y
Godoy Cruz para ver la manera de interesar al comercio a que armara una expedición
para asegurar la independencia de América ya que estaba claro que a Rivadavia no le
interesaba.35 Por esos días, de la Fuente recibió la visita del general Carlos de Alvear,
nada amigo del gobierno de Buenos Aires quien, según el comisionado, “en sus
preguntas me hizo alcanzar que se interesaba en ir al Perú”. 36
46 El 23 de agosto, horas antes de que Rivadavia hiciera la denuncia de subversión, el
comisionado recibió de Lezica la oferta de 4.000 sables y 2.000 vestuarios para apoyar
los planes de San Martín. De la Fuente no se atrevió a formalizar la operación pues no
tenía instrucciones para ello y creyó conveniente discutir el asunto con Bustos. El 25
hubo nueva reunión en casa de Lezica donde se comentó que los facciosos pretextaron
estar haciendo una revolución sólo porque el gobierno no quería prestar auxilios a San
Martín.
47 El propio Rivadavia confirmó estos rumores cuando dijo en la junta que una de las
causas para dicha revolución era que el gobierno se había negado a cooperar con los mil
hombres que pedía el general San Martín. Por su parte, el comisionado anotaba en su
diario que “el fermento de la revolución crecía por instantes y no se veían sino
corrillos, ya no se hablaba sino de los autores de estas desgracias y se decía que
Rivadavia era un tirano que no debería existir”.37
48 Los aprestos subversivos concluyeron con el apresamiento de Tagle, un coronel Vidal y
otros cabecillas. El 1 de septiembre, luego de un mes de gestiones frustrantes y
estériles, la Fuente sale de Buenos Aires con destino a Córdoba donde llega el 10 de ese
mes.
363
Parece que la proyectada expedición al [Alto] Perú ofrece sus obstáculos por parte
del gobierno de Buenos Aires. Ya habrá visto Ud. el No. 58 de El Argos y cómo el
gobierno se desentiende de ella pasando el proyecto a la Sala de Representantes
piara ser autorizado a negociar con el enemigo, y cómo con este motivo el
periodismo ensangrienta su pluma directamente contra mi honor e indirectamente
contra San Martín.45
54 Cuando de la Fuente llegó a Córdoba el 10 de septiembre, Bustos había perdido interés
en la expedición. El comisionado anotó en su diario haber informado a Bustos del
resultado de su comisión y éste le respondió “que sin dinero nada se hacía, que Córdoba
no lo tenía y que era sumamente inútil que pasara adelante porque nada se avanzaría,
que regresase a Lima y que le impusiese a su excelencia del estado de aquellos países
que él estaba a servir con lo que pudiese.46
55 Gutiérrez de la Fuente tenía un poderoso aliado en Urdininea quien compartía con él su
decisión y entusiasmo para llevar adelante la expedición, aun contra los deseos y
voluntad de Buenos Aires. El jefe altoperuano hizo ver a Bustos que la tarea podía ser
emprendida sin Buenos Aires y sólo con ayuda de las provincias interesadas en la
expedición, “por el bien de su comercio, por su tranquilidad y prosperidad”. Puso como
ejemplo que “San Martín sin más recursos que los de una sola provincia formó un
ejército de 4.000 soldados, se hizo de todos los elementos necesarios hasta el de la
pólvora y las balas y lo pasó al otro lado de los Andes” logrando de esa manera libertar
a Chile y el Perú.47 Por su parte, de la Fuente seguía insistiendo en la misma posición
hasta que Bustos terminó ofreciendo su colaboración sobre la base de los aportes
prometidos por San Luis, Mendoza, San Juan y Catamarca en el sentido de poner 450
hombres en Salta. Finalmente, Bustos se comprometió a
poner de esta provincia la fuerza que falte o toda la división de hombres que han de
servir al nuevo proyecto, con seis mil pesos en dinero para su pronto apresto y
quinientos mensuales de asignativo perpetuo para su manutención siempre que las
demás provincias coadyuven a la empresa con propuestas que condigan a la
subsistencia de la división armada y seguridad de su mantenimiento. 48
56 Bustos actuaba con doblez y falacia. Por un lado hacía esas promesas a Urdininea y a la
Fuente mientras por el otro instaba al gobernador de San Luis, José Santos Ortiz a negar
su cooperación.49 Actuando con más franqueza, pero con igual cinismo, se retracta ante
la Fuente de todo lo que hasta ese momento había prometido para de nuevo, a los pocos
días, comprometer su ayuda “pero no a contribuir con las fuerzas de trescientos
hombres que se había impuesto a su provincia”.
57 Ante la insistencia del comisionado y en un nuevo cambio de actitud, Bustos, según lo
registra el comisionado en su diario, accede a facilitar trescientos hombres, seis mil
pesos iniciales y quinientos mensuales pero entonces sostuvo que era necesario
preparar un presupuesto para conocer cuánto podían aportar las demás provincias.
Ahora quedaba muy claro que las veleidades de Bustos producían los mismos efectos
que la conducta anti sanmartiniana de Rivadavia. A Urdininea y a de la Fuente no les
quedaba otro recurso que explorar nuevas alternativas si querían hacer realidad el
proyecto en que con tanta tenacidad estaban embarcados. Urdininea se expresaba así
del gobernador de Córdoba:
¡Bustos! Desde que supe las largas peticiones de este buen hombre, me formé el
juicio de lo que iba a contestar Buenos Aires y, de consiguiente, la imposibilidad de
que se realizare la proyectada expedición, atendida su alma fría, insignificante e
incapaz de pensar.50
365
58 El 15 de octubre, la Fuente envía una circular a los gobernadores de San Juan, Mendoza,
San Luis, Tucumán, Salta y Jujuy (anteriormente se había dirigido a La Rioja, Catamarca
y Santiago del Estero) anunciando que en virtud de un acuerdo entre los tres (él,
Urdininea y Bustos) se llevaría a cabo la expedición pese a la negativa de Buenos Aires.
Luego de especificar las obligaciones de cada provincia, los organizadores deberán
gestionar el reembolso de los gastos a incurrirse “bien sea de los fondos de las cajas del
Alto Perú cuando éste se vea libre del enemigo, o de la tesorería general de Lima como
lo tiene ofrecido el excelentísimo Protector del Perú”.51
59 Urdininea, quien se encontraba en Córdoba cooperando con de la Fuente, se encaminó
con él a San Luis llegando el 26 de octubre. Allí encontró una carta de Godofredo
Proynard que contenía la oferta de un comerciante inglés, Richard Orr. Este ofrecía
facilitar cien mil pesos para la expedición mientras Proynard expresaba su satisfacción
por esta generosa y oportuna oferta así como “por los triunfos del Washington
americano, el incomparable San Martín”.52 Según se explicó a la legislatura de Salta, el
dinero ofrecido no sería puesto directamente por los comerciantes sino obtenido de
prestamistas. A su vez, éstos serían reembolsados el momento en que La Paz fuera
tomada por las fuerzas patriotas. Se proponía nombrar administrador a uno de los
prestamistas a quien se recompensaría con la introducción al Alto Perú, libre de todo
derecho, 200 mil pesos en mercadería. Por último, se sugería que el Protector del Perú
se constituya en “fiador llano y pagador” de todo el contrato. 53
60 Gutiérrez de la Fuente mostró interés en el negocio y con ese propósito partió hacia
Mendoza, siempre acompañado de Urdininea. Pero en la ruta se enteró de que San
Martín había renunciado al gobierno del Perú y se encontraba en Chile. De la Fuente
anotó en su diario que había oído decir a Urdininea: “¡Gran Dios de las batallas! ¿Cómo
en momentos tan dichosos oponeis barreras a la libertad de la patria?; todo va a
perderse”.54 Llegando a Mendoza, el gobernador Pedro Molina informa a de la Fuente
que la Junta de Representantes de la provincia resolvió dejar sin efecto toda iniciativa
referente a la proyectada expedición.
El encuentro de Guayaquil
61 Once años habían transcurrido desde que San Martín –junto a sus cofrades de logia,
Alvear y Zapiola– llegara a playas americanas. Desde entonces su actividad política y
militar había sido intensa, eficaz, desinteresada. Siempre triunfando para desprenderse
del poder y entregarlo a otro. En Buenos Aires, en 1812, lo entregó al segundo
triunvirato. Al año siguiente a Rondeau y a Pueyrredón, en 1817 a O'Higgins y, ahora en
1822, en Lima, a otro triunvirato. Aun después de liberada América con la derrota
definitiva de los españoles en el Perú, él no quería mandar sino entregar la corona a un
príncipe extranjero. Parecería que este hombre de excepción buscaba la gloria pura, sin
los trajines vulgares del poder.
62 Ya desde que cruzó los Andes hacia Chile, San Martín estaba muy enfermo. Tuvo que
hacer la mayor parte del viaje en camilla. La tisis, el mismo mal del que padecía Bolívar,
se fue agravando, aunque su resistencia física le iba a prolongar la vida mucho más que
la del Libertador caraqueño.
63 El Protector siempre tuvo urgencia, deseos y curiosidad de tratar con Bolívar. Primero
fue a buscarlo a Guayaquil en marzo de 1822 y no lo encontró. Volvió, sin previo aviso,
366
el 25 de julio de ese mismo año, a bordo de la goleta Macedonia. Al día siguiente llegó
Bolívar y lo condujo a la ciudad engalanada con las banderas de Colombia, Perú y
Argentina. Muy distinta era la posición que representaban ambos próceres así como el
poder que la sustentaba. Bolívar era jefe absoluto de una república cuyas fuerzas
militares, finanzas e instituciones estaban funcionando con normalidad. Por el
contrario, San Martín nunca mandó en Argentina, rehusó hacerlo en Chile, y el
gobierno que instaló en el Perú era endeble, sin base política ni adecuada fuerza militar.
64 Cuando llegó a entrevistarse con Bolívar, San Martín había perdido en el Perú lo mejor
de su ejército y no abrigaba esperanza alguna de que Buenos Aires le ayudara a
consolidar la independencia del país que él ahora presidía. La situación interna en Lima
era insostenible: en lo económico el país estaba exhausto, la clase políticamente activa
no estaba convencida de la separación de España mientras los excesos jacobinos de su
ministro Monteagudo permitieron a los enemigos de la revolución mostrar al líder
argentino como a un tirano antes que como a un benefactor. Y, como remate,
Guayaquil, territorio que San Martín consideraba peruano, bajo la incoercible
influencia de Bolívar acababa de anunciar su incorporación a Colombia.
65 Sólo dos días estuvo el Protector en Guayaquil. Una noche, en medio de una fiesta que
Bolívar había preparado en su honor, se embarcó en la Macedonia, tan furtivamente
como había llegado. A partir de ese momento, Bolívar definiría la suerte del Perú. No
había sitio para los dos. Al margen de las polémicas tradicionales sobre el tema, esa es
la gran conclusión a la que tácitamente llegaron ambos próceres.
66 A su vuelta a Lima, San Martín se sintió peor de la tisis crónica que le aquejaba. Los
médicos la combatían con opio, el analgésico más eficaz conocido entonces. Lo tomaba
en dosis cada vez mayores que alternativamente le provocaban euforia y paros
respiratorios seguidos de estreñimiento. Al pasarle los efectos de la droga, quedaba
exhausto y deprimido. Además sufría de dolores gástricos, nausea y vómito que
generaban la necesidad de más opio aunque no se sabe con certeza si esto afectaba o no
su discernimiento.55 A estos males físicos se sumaba una importante novedad política:
en ausencia suya su ministro Bernardo Monteagudo fue destituido y obligado a salir del
país.
67 En estas circunstancias San Martín se recluyó en la Magdalena, finca cercana a Lima;
delegó el mando a sus ministros y convocó al primer congreso del Perú independiente.
Este se reunió el 20 de septiembre con la participación sólo de las provincias ocupadas
por las armas independientes (Lima, Tarma, Huaylas, Trujillo y la Costa) mientras que
las demás, ocupadas por la Serna, estuvieron representadas por personas que residían
en Lima. De los 81 diputados que se reunieron, 26 eran eclesiásticos, 28 abogados, 5
militares, 8 médicos, 9 comerciantes y 5 propietarios. De ellos, 14 eran oriundos de
otros países americanos: nueve colombianos, tres argentinos, uno boliviano y uno
chileno.56
68 El Protector en persona abrió las sesiones del Congreso y allí mismo resignó al mando
político y militar de que estaba investido recluyéndose de nuevo en la Magdalena.
Aquella misma noche, en la forma discreta y casi subrepticia que a él le gustaba, se
dirigió al Callao donde lo esperaba el bergantín Belgrano que se hizo a la vela rumbo a
Valparaíso. Dejó una proclama que al día siguiente circuló impresa y donde explicaba
las razones de su determinación. En ella decía estar cansado de oir rumores acerca de
que pensaba coronarse rey y que creía peligrosa la presencia en los nuevos países de un
367
soldado triunfador. Terminaba diciendo que sus servicios estaban bien remunerados
con la satisfacción de su ayuda a la independencia de Chile y del Perú. 57
69 No vaya a creerse, sin embargo, que San Martín salió del Perú derrotado. Tuvo, es
cierto, un fracaso político pero estaba dispuesto a repararlo, actuando desde Chile. El 11
de noviembre de 1822, Gutiérrez de la Fuente, recién llegado de Mendoza fue a visitarlo
en Santiago y anotó en su diario:
Tuve mucho gusto de encontrarlo tan gordo. Me recibió con los brazos abiertos,
hablé mucho con él y allí pasé todo el día. Quedamos conformes en hacer un propio
o escribir por el correo facultando a Urdininea para que negociase cincuenta mil
pesos con el inglés que se había franqueado.
70 Era una referencia a la proposición de Orr y, en consecuencia, de la Fuente se dirige al
jefe altoperuano para expresarle que el Protector había dispuesto “poner en sus manos
esas provincias como general en jefe de la expedición y como comisionado particular
del Perú libre”. Con ese objeto le incluía los poderes para que Urdininea negociara
“tanto con el comercio cuanto con los gobiernos, un empréstito de 50.000 pesos por
ahora, suficientes para comprender en el número de 800 a 1.000 hombres”. 58
71 A tiempo de que se despachaban estas instrucciones a Urdininea, el general Rudecindo
Alvarado, al mando de 4.000 hombres ya había zarpado del Callao en la expedición a los
llamados “puertos intermedios”, Arica, Tacna e Ilo. San Martín le dio su máximo apoyo
a tiempo que planeaba internarse en la sierra peruana y desalojar de allí a las fuerzas
realistas. Pero tal operación combinada no podía tener éxito –como en efecto no lo
tuvo– a menos que el escuadrón Urdininea amagara por el lado de Tupiza a las tropas
que dominaban el Alto Perú. Después de hablar con el Protector, de la Fuente trataba de
levantar el ánimo de Urdininea diciéndole:
Déjese Ud. de cavilar y pensar nada ni bueno ni malo sobre la venida del general
[San Martín] a Chile como particular. Usted sabe que él es y siempre será nuestro
único general. Lo único que puedo decir a Ud. es que él trabaja y trabajará por
nuestro Perú y sabe mejor que nadie que Ud. es capaz de emprender y que Ud. lo
desea como buen militar.59
72 De la Fuente lamentaba no poder acompañar a Urdininea pues debía ir a Intermedios a
reunirse con Alvarado para darle cuenta de lo convenido y “de los progresos que
realizaba en el Perú con [José Miguel] Lanza que reunía una fuerza superior al millar de
hombres que estima podría unirse muy pronto con la que comandaba Urdininea”. 60
No he podido menos que ratificar lleno de júbilo el acertado concepto que tenía ya
formado de su honradez, su opinión, su pericia, su desempeño y demás apreciables
cualidades que le caracterizan. Yo creo firmemente que al cabo de alguna actividad
para estar en movimiento con los 500 hombres que debe tener a sus órdenes a fines
de diciembre, precisamente nos llenaremos de nuevas glorias, confundiremos la
tiranía, haremos ver al mundo entero nuestros esfuerzos y tendremos el gusto de
darnos un fuerte abrazo al fin de nuestra obra.62
74 Como puede verse, no obstante todos los contratiempos, el espíritu de San Martín no
había decaído y continuaba fresco su propósito de liberar el Alto Perú. Manipulando los
hilos conductores desde Chile quería, de una vez por todas, acorralar a los españoles:
Alvarado por el norte, Urdininea por el sur, Lanza por el oriente. En la misma fecha en
que escribía a Urdininea, San Martín hacía lo propio con Ambrosio Lezica, el
comerciante bonaerense interesado en ayudar a la expedición. Le comunica que a fines
de diciembre se pondrá en marcha un batallón al mando de Urdininea quien deberá
garantizarle a nombre del gobierno del Perú los gastos y costos que aquel pudiera hacer
para cubrirlos a su debido tiempo.63
75 El 18 de septiembre de 1822, poco antes de abandonar el Perú, San Martín preparó las
instrucciones para la expedición a Intermedios64 y, de acuerdo a ellas, Alvarado debía
embarcarse en el Callao, entrar a Arequipa por Arica y así caer sobre Cuzco. Pero a fin
de que esta operación tuviera posibilidades de éxito, debía combinarse con otro ataque
de Arenales quien debía tomar Huancayo y Jauja donde se encontraban las posiciones
de Canterac. Por supuesto que en estos planes también se tomaba en cuenta lo que
pudiera hacer la división de Urdininea.
prisión, aunque por breve tiempo, del propio Urdininea. Y para remate entre mayo y
septiembre de 1824 es Arenales quien, por divergencias internas sobre el destino del
Alto Perú, le impide actuar. Urdininea sólo tuvo la satisfacción de concurrir a la
capitulación de Barbarucho, el último comandante realista en territorio boliviano.
con total autonomía frente a España. Su llegada al Perú coincidió con los
acontecimientos que tuvieron lugar en la península a raíz de la revolución de Riego y su
repercusión el Perú: la toma del poder virreinal por La Serna. Este se propuso llegar a
un entendimiento negociado con San Martín y para ello se llevaron a cabo las
negociaciones en Miraflores, Punchauca y Retes, que no obtuvieron resultado alguno. 77
89 Pasando por encima de todas las dificultades y en consonancia con su credo, San Martín
se empeñó en conseguir un rey. Los buscadores de una testa que ciñera la corona del
Perú independiente, fueron Diego Paroissien y Manuel García del Rio. El primero era un
británico de origen francés que en la Argentina se había incorporado a la expedición de
San Martín y cuya versátil personalidad lo hacía actuar –según lo exigieran las
circunstancias– como soldado, cirujano, diplomático o negociante. García del Río había
nacido en una ciudad de la costa colombiana, hijo de un comerciante español y de una
mujer negra. En 1802 fue enviado a estudiar a Cádiz donde conoció a San Martín y
abrazó las ideas liberales. Ya había estado en Londres en 1814 como agente financiero
de Nueva Granada y volvió a América en 1818. Fue un anglófilo toda su vida. 78
90 Aunque tenían margen para elegir tanto el monarca como el país de procedencia de
éste, las instrucciones de los comisionados recomendaban acudir principalmente a
Inglaterra “debido a su fuerza marítima, su potencial financiero, sus vastos recursos y
la excelencia de sus instituciones políticas”.79 En caso necesario también se podía acudir
a Rusia debido a su poderío y a su influencia política como socio principal de la Santa
Alianza lo cual eliminaría la hostilidad de estas naciones hacia la autonomía de las
colonias americanas.
91 Las opciones para rey o emperador del Perú se inclinaban al príncipe de Saxo- Coburgo
o el duque de Sussex, este último de la casa real británica. Según lo afirma un
historiador de esa nacionalidad, el duque era “ciertamente uno de los hijos menos
dudosos de Jorge III pero debido a sus aficiones literarias, escasamente apto para
gobernar el Perú”.80 En cuanto al príncipe de Saxo-Coburgo es posible que se tratara de
Leopoldo, futuro rey de los belgas quien había sido esposo de la princesa Carlota que
vivía en Londres.
92 Los comisionados también estaban advertidos acerca de que el futuro monarca estaría
obligado a abrazar la religión católica y prestar juramento a la Constitución. Si ninguno
de los dos candidatos estuviera disponible, “bastaría que [se decidiera] por un príncipe
alemán o austríaco siempre que tuviera apoyo británico”. Pero si alrededor de esos
nombres surgiese oposición británica, debían los comisionados tratar directamente con
el Zar de Rusia y pedirle que designara un príncipe de su confianza. También podían
recurrir a Francia o a Portugal y si nada de aquello prosperaba, quedaba aún el recurso
del duque de Lucca a quien poco antes se le había ofrecido el trono de Buenos Aires. 81
93 Procedentes de Lima, Paroissien y García del Río llegaron a Buenos Aires el 23 de abril
de 1822, y de paso por esa ciudad debían solicitar auxilios que no consiguieron. El 7 de
mayo partieron para Europa82 y llegaron a Londres poco después del cambio político
ocurrido a raíz del suicidio del ministro Castelreagh y el advenimiento al Foreign Office
de George Canning, su viejo rival. Los enviados fueron recibidos cordialmente por
Canning quien les manifestó con toda claridad que aun no existían posibilidades de un
pronto reconocimiento de la independencia del Perú por parte de Inglaterra.
94 Teniendo en cuenta la rotunda declaración de Canning, los negociadores no se
atrevieron a comunicarle el verdadero motivo del viaje, concretándose a plantear la
posibilidad de suscribir un tratado. Esa primera entrevista con el jefe de la diplomacia
372
NOTAS
1. E. Correas, “Plan continental y campaña libertadora de San Martín en Chile”, en R. Levellier,
Historia argentina, Buenos Aires, 1968, 3:2177-2246.
2. Ibid, 1:81.
3. Ibid, p. 90.
4. Carta de M. Belgrano a T. Guido. Tucumán 7 de noviembre de 1817, en Epistolario de Belgrano,
Buenos Aires, 1970, p. 228.
5. E. Samhaber, Sudamérica, biografía de un continente, 2a edición, Buenos Aires, 1961, p. 395.
6. T. E. Anna, The fall of the royal government in Peru, Lincoln, Nebraska, 1979, pp. 141-154.
7. Ibid.
8. Ibid.
9. Ibid, p. 129.
10. La Junta de Arbitrios fue creada por Abascal en febrero de 1815. La presidía el virrey y la
integraba el arzobispo, el intendente, el consulado, los comerciantes, el alcalde, el síndico, la
Junta de Minería, el factor de la Cia. de las Filipinas, el maestrescuela de la catedral y los
directores de los estancos de tabaco y aduana. La junta propuso aumentar la alcabala, el
almojarifazgo y el quinto de plata así como otros impuestos sobre la propiedad inmueble,
posadas, tambos y casas de diversión los cuales eran aplicables al Alto Perú. La junta dispuso
también el restablecimiento del tributo que había sido suprimido por las Cortes en 1811. Ibid, pp.
11-120.
373
11. Formaban parte del Numancia, Santa Cruz, La Mar y Gamarra, quienes, a su turno serían
presidentes de la República peruana.
12. La Serna a Secretario de Guerra, Cuzco 22 de diciembre de 1822, en ibid, p. 178.
13. Ibid, pp. 183-184.
14. Ibid, p. 179.
15. D. Barros Arana, Compendio de la historia de América, Santiago, 1865, p. 428.
16. Yapeyú era una antigua misión jesuítica en la provincia de Corrientes donde el padre de San
Martín, español, ejercía el cargo de gobernador.
17. Los detalles de la misión referida constan en El Diario y documentos de la misión sanmartiniana,
de Gutiérrez de la Fuente (1822). Academia Nacional de la Historia [Argentina]. Estudio y selección
de R. Caillet Bois y J. C. González, Buenos Aires, 1978, 2 vol. De ahí se extraen todas las citas que
figuran en este texto.
18. J. de San Martín a J. M. Pérez de Urdininea, Santiago, 1 de mayo de 1822, en F. Ballivián de
Romero, José María Pérez de Urdininea, un general de la independencia, 1819-1825, La Paz, 1978, p. 22. El
trabajo de esta autora es capital para el esclarecimiento de la época bajo estudio cuyos hechos
eran desconocidos casi por completo en la historiografía boliviana.
19. D. Hudson, “Recuerdos históricos sobre la provincia de Cuyo”, Buenos Aires, 1898, 1:421, en,
ibid, p. 23.
20. Ibid, p. 32.
21. Gutiérrez de la Fuente llevó un registro minucioso de sus gestiones que completó con una
intensa actividad epistolar. Su archivo estuvo en manos del historiador peruano M. Paz Soldán
quien lo utilizó en su Historia del Perú independiente. Primer período, 1819-1822. Ver El Diario..., ob. cit,
1:19.
22. Ibid, pp. 23-26.
23. Ibid, pp. 32-33.
24. Ibid, p. 37.
25. Ibid, pp. 39-40.
26. En 1828, Francisco Ignacio Bustos es enviado como representante diplomático de Argentina
en Bolivia y aparece involucrado con el motín de aquel año que pone fin al gobierno de Sucre. Ver
capítulo, “Presiones externas a Bolivia durante la presidencia del mariscal Sucre”.
27. “El Diario...” ob. cit., pp. 57-82.
28. G. René-Moreno, Bolivia y Perú, más notas históricas y bibliográficas, Santiago de Chile, 1905, pp.
270-271.
29. El Diario... ob. cit. pp. 85, 95.
30. Ibid, pp. 84-97.
31. Ibid, pp. 97-99.
32. Ibid, pp. 92-93.
33. Ibid.
34. Ibid, p. 78.
35. Ibid, p. 82.
36. Ibid.
37. Ibid, pp. 96-97.
38. Ibid, p. 102.
39. Ibid, p. 104.
40. Ibid, p. 107.
41. Ibid, pp. 108-110.
42. Ibid. Ibarra, sin duda, hacía referencia a la Convención Preliminar de Paz suscrita entre
Rivadavia y los enviados españoles.
43. Este tratado se llamó así por haberse firmado en la estancia cordobesa de Tiburcio Benegas
entre el gobierno de Buenos Aires presidido por Martín Rodríguez y el gobernador de Santa Fe,
374
Estanislao López, el 24 de noviembre de 1820. Esto puso fin a la rebeldía de los principales
caudillos antiporteños que no había podido ser resuelta en el tratado de comienzos de año, en
Pilar. Francisco Ramírez, “el supremo entrerriano” fue muerto a manos de su antiguo aliado
López y José Gervasio Artigas confinado al Paraguay, de donde no saldría nunca más.
44. El Argos, 7 de agosto de 1822, en El Diario... ob. cit., pp. 79-80.
45. J. L. Busaniche, “Estanislao López y el federalismo del Litoral”, Buenos Aires, 1927, p. 160, en,
ibid, p. 114.
46. Ibid, p. 115.
47. Ibid, p. 116.
48. J. B. Bustos a A. Gutiérrez de la Fuente. Córdoba, 20 de septiembre de 1822, en ibid, p. 125.
49. F. Romero, ob. cit., p. 52, El Diario..., ob. cit., p. 142.
50. J. M. Pérez de Urdininea a J. M. Paz, 16 de octubre de 1822, en ibid, p. 135.
51. Ibid, p. 134.
52. Ibid, pp. 147-149.
53. Ibid, pp. 138-139.
54. Ibid, pp. 147-149.
55. A. J. Galatoire, “Cuáles fueron las enfermedades de San Martín”, en Anna, ob. cit., p. 195.
56. J. Basadre, Historia de la República del Perú, 6a. edición, Lima, 1968, 1:5.
57. Barros Arana, ob. cit., pp. 430-431.
58. El Diario..., ob. ríí.,pp. 11152-153.
59. A. Gutiérrez de la Fuente a J.M. Pérez de Urdininea, Santiago, 13 de noviembre de 1822, en
ibid, p. 154.
60. Ibid.
61. Ibid, pp. 156-157.
62. J. de San Martín a J. M. Pérez de Urdininea, Santiago, 14 de noviembre de 1822, en, ibid, p. 154
63. Ibid, p. 160.
64. J. P. Otero, Historia del libertador D.José de San Martín, Buenos Aires, 1945, 6:268.
65. El Diario..., ob. cit., p. 168.
66. J. Basadre, ob. cit., 1:124.
67. La constitución peruana de 1978, consagró a Sánchez Carrión como “el padre de la patria”.
68. J. de San Martín a J. M. Pérez de Urdininea, s/f, en Romero, oh. cit., p. 57. René-Moreno resume
la simación así: “en 1822 desde Chile y en 1823 desde Mendoza, no dejó San Martín de pedir para
esos dragones voluntarios ante los pueblos y gobernadores y ante algunos prestamistas y
usureros”. G. René-Moreno, ob. cit., p. 281.
69. Dice así el polígrafo cruceño: “Este escuadrón de voluntarios salidos de San Juan con recursos
de esa provincia, disciplinándose y manteniéndose a través de las otras provincias cerca de dos
años (1823-1824). Si la empresa no tuvo éxito, culpa fue de la hostilidad de Buenos Aires y de
Piesdeplomo, es decir de Urdininea mismo”. Ibid, pp. 276-277. Pese a la fehaciente documentación
histórica en torno a este episodio, Arnade, extrañamente obsesionado con desacreditar a los
próceres civiles de la independencia boliviana, propone la fábula de que la expedición de
Urdininea fue interferida por Casimiro Olañeta y José Mariano Serrano, a fin de impedir el éxito
que pudo haber tenido la expedición de Santa Cruz sobre el Alto Perú en 1823. Ver C. Arnade, The
emergence of the Repablic of Bolivia, Gainsville, 1957, pp. 110-11.
70. F. Romero, ob. cit., p. 57.
71. Ibid, p. 61. En esta parte de su trabajo, Florencia de Romero incurre en dos inexactitudes:
señala el 8 de mayo como fecha en la cual ya se había firmado la Convención Preliminar cuando
en realidad esto ocurrió el 4 de julio. En segundo lugar, habla de Manuel Blanco Encalada cuando
en realidad el personaje es Ventura, del mismo apellido. Ver, A. de Santa Cruz-Schufratt, Archivo
Histórico del Mariscal Andrés de Santa Cruz, La Paz, 1976, p. 405.
72. Ver el capítulo, La búsqueda de rey para Buenos Aires.
375
73. M. Paz Soldán, Historia del Peni independiente 1819-1822, Lima, 1868, p. 272.
74. Monteagudo justificó esa su actuación en el opúsculo, Memoria sobre los principios políticos que
seguí en la administración del Perú y acontecimientos posteriores a mi separación. Santiago, 1823.
75. R. A. Humphreys, Liberation in South America, the career of James Paroissien, 1806-1827. London,
1952, p. 101.
76. Ver La abeja republicana (edición fascimilar). Prólogo y notas de Alberto Tauro, Lima, 1971.
77. Ver capítulo “Iniciativas de los liberales españoles para terminar la guerra”.
78. M. A. Bretos, From banishment to sainthood, a study of the image of Bolivar in Colombia, 1826-1833.
Tesis de doctorado, Vanderblit University, Nashville, Tennesee, p. 62.
79. R. A. Humphreys, ob. cit., p. 110.
80. Ibid.
81. Ibid. Las instrucciones reservadas y todos los detalles de este affaire monárquico se
encuentran también en Paz Soldán, ob. cit.
82. G. René-Moreno, ob. cit., p. 267.
83. R. A. Humphreys, ob. cit., p. 118.
84. Public Record Office. FO.II. Londres.
376
por los postulados de la burguesía comercial que se había fortalecido a raíz de las
transformaciones experimentadas en Europa a partir de la revolución francesa.
estuvo conducido por el guerrillero Espoz y Mina. El rey Fernando VII juró la
Constitución que años antes él mismo había repudiado. Se hizo famosa la frase, nada
sincera, empleada por él durante esos días, en un esfuerzo por estabilizar su
tambaleante corona: “Marchemos francamente y yo el primero por la senda
constitucional”.
9 Los meses subsiguientes fueron de una intensa campaña militar por toda la península,
buscando consolidar el nuevo régimen. Riego –de 35 años de edad-surgió como caudillo
indiscutido y cuando en agosto llegó a la capital española, el gobierno le confirió la
dignidad de mariscal de campo. Pronto se lo identificó con los “exaltados”, la más
radical de las facciones, llamada así para diferenciarla de los doceañistas que tenían una
posición más bien moderada.
10 Los exaltados tenían una especie de himno de guerra, conocido como “El Trágala”,
cancioncilla subversiva que irritaba sobremanera a los absolutistas o “serviles” quienes,
al escucharla, más de una vez protagonizaron enfrentamientos con sus adversarios
políticos. El himno aludía a que Fernando no había encontrado otro expediente que el
de “tragar” el nuevo estado de cosas y por eso le cantaban: “Trágala o muere / tu
servilón / tú que no quieres / la constitución. Según relato de la época, el 3 de
septiembre de 1820, en un teatro de Madrid, Riego desde su palco hizo varias arengas al
público y luego empezó a cantar el Trágala a la vez que dirigía el coro de los asistentes a
consecuencia de lo cual se produjeron disturbios callejeros. 2 Otra versión
contemporánea a lo ocurrido, sostiene que fue el público quien pidió que se cantara el
Trágala lo cual fue prohibido por el jefe político presente en el teatro aquella noche. A
esto siguió un alboroto mientras Riego permanecía pasivo, no habló en los entreactos,
reclamó al jefe político por su negativa y observando la irritación con que el público lo
recibía, se salió tranquilamente del teatro.3 Este incidente, en apariencia nimio, tuvo
importantes repercusiones políticas e ilustra la profunda división existente en la
sociedad española de esos días así como la debilidad congénita del nuevo régimen que
iba a colapsar a los pocos años.
11 En la tradición hispanoamericana, el pronunciamiento de Cabezas de San Juan está
siempre vinculado a la negativa de sus promotores a reprimir a los insurgentes de las
colonias, lo cual no parece ocurrir en la historiografía española. Pese a la claridad del
mensaje insurreccional de Riego, transcrito arriba, en los testimonios de los actores
políticos de ese movimiento como en el de Evaristo San Miguel (que fuera ayudante de
Riego y político prominente a todo lo largo la nueva oleada liberal), aquella revolución
figura más bien como un episodio ligado a la política interna española antes que al
problema americano.4
12 Los pronunciamientos de diversas regiones y ciudades de España en favor de Riego,
estaban orientados a restablecer la vigencia de las normas que contenía la constitución
abolida por el régimen absolutista. Es el caso de las diputaciones provinciales que se
instauraron tanto en la península como en las colonias y que significaban un alto grado
de autogobierno frente a los excesos de la metrópoli que habían caracterizado al
régimen borbónico. En el pueblo español había madurado una conciencia sobre las
libertades de que disfrutó durante el período liberal y que fueron conculcadas por la
contrarrevolución de 1814. Ahora se le brindaba la oportunidad de reconquistarlas.
Empezaba aquel turbulento “trienio constitucional”.
13 En lo que respecta a las colonias americanas, de todas maneras, la desobediencia de los
jefes militares españoles para embarcarse en una expedición punitiva contra ellas, tuvo
379
artículos que, en lo esencial, decían: (a) deben cesar las hostilidades; (b) se hará conocer
a las autoridades reales en América la nueva política del régimen constitucional a fin de
que ella sea cumplida; (c) el respeto a la Constitución española por parte de los
insurgentes será el punto de partida para una reconciliación total con la península; (d)
los diputados americanos de ambos bandos deberán enviar sus diputados a Cortes. 9
20 El énfasis recaía en el reconocimiento de la Constitución al punto de creer que los
americanos renunciarían a sus aspiraciones por el sólo hecho de haberse instaurado en
la península una nueva forma de gobierno distinta a la absolutista. Se recomendaba que
los comisionados mostraran a los criollos americanos “lo conveniente que resultará a
esta gran familia española repartida en el globo, permanecer unida por medio de una
ley fundamental tan sabia que priva a los que mandan de los deseos de hacer mal y ser
arbitrarios”. A fin de que los subditos rebeldes se convencieran de las bondades de la
nueva legislación “se procurará esparcir gratis todos los ejemplares posibles de la
misma constitución alabando su sabiduría y ser la mejor que hasta ahora se han hecho
en todos los gobiernos”.10
21 Las instrucciones contemplaban la formación de varios grupos destinados a Nueva
Granada, Perú, Chile y Río de la Plata. El 27 de septiembre las Cortes aprobaron un
decreto anunciando el restablecimiento constitucional y extendiendo un “perdón
general” a los habitantes de todos aquellos países donde se acatara el nuevo régimen
peninsular.
22 La debilidad de estas iniciativas radicaba en que ellas no tomaban en cuenta lo que
ocurría en el teatro de los acontecimientos. Se basaban en el supuesto –válido 10 años
antes pero erróneo ahora– de que las colonias buscaban sólo el reconocimiento de sus
derechos políticos como súbditos del imperio español cuando, en verdad, ellas no
estaban dispuestas a negociar nada distinto a la independencia absoluta. Esa aspiración
estaba respaldada por la situación militar imperante en esos momentos que en todo les
favorecía. El desconocimiento de aquella realidad ocasionó que los ejércitos reales en
América recibieran orientaciones erróneas y que variaban según los vaivenes políticos
que tenían lugar en la península. Por eso terminaron siendo conducidos según la
voluntad discrecional de sus jefes apremiados por las circunstancias.
23 Esto fue lo que sucedió con el general Pablo Morillo. Libre ya la Nueva Granada a raíz de
la derrota del ejército real en Boyacá, el poder de éste en Venezuela se tornó endeble.
Al producirse los cambios políticos en la península, el general realista recibió
instrucciones de negociar con los insurgentes con quienes, el 26 de noviembre, pactó un
armisticio en la ciudad de Trujillo que no condujo a otra cosa que a la “regularización
de la guerra”. Del lado patriota lo firmaron, Antonio José de Sucre, Pedro Briceño
Méndez y J. Gabriel Pérez.
24 Estos acuerdos –ajustados en el mismo lugar donde siete años antes Bolívar había
lanzado su terrible decreto de “guerra a muerte”– significaron un triunfo neto para el
Libertador puesto que los insurgentes fueron elevados al status de beligerantes y –lo
que fue mucho más significativo– se extendió el reconocimiento oficial a la nueva
República de Colombia.11 Morillo, al poco tiempo y sin disimular su derrota, retornó a
España. Los diputados designados para Venezuela fueron José Sartorio y Federico
Espelius, y para Nueva Granada,Tomás de Urrecha y Juan Barry. 12 Algunos de éstos
pudieron llegar a Caracas mientras otros se estancaron en Puerto Rico, desorientados y
sin recursos para seguir el largo viaje.13
381
Misión al Perú
32 La restauración liberal en España tuvo importantes repercusiones en América. Alteró
allí la estructura de poder, sembrando la confusión entre quienes permanecían leales a
la monarquía, abriendo resquicios al aventurerismo político y dando paso a la ambición
de las diferentes facciones. Este cuadro fue particularmente notorio en el Perú donde la
guerra estaba aun lejos de terminarse y donde unos años antes habían llegado unos
jefes militares que en medio del caos reinante empezaron a trazar sus propios planes y
a jugar sus propias cartas.
33 La cabeza de los recién llegados era José de la Serna, hombre muy preparado, sagaz y
ambicioso. Detrás suyo figuraba, en primer término, José Canterac, francés de origen y
confidente de La Serna. Luego venían Gerónimo Valdés, José de Carratalá, Rafael
Maroto, Andrés García Camba y Baldomero Espartero. Aunque jóvenes, todos ellos eran
veteranos de las campañas peninsulares contra la intromisión napoleónica. Al lado de
Wellington habían aprendido las nuevas tácticas militares europeas, llegaban imbuidos
de la ideología liberal y estaban vinculados a las logias masónicas.
34 A estas alturas del conocimiento historiográfico sobre la época, no es fácil tener una
idea clara sobre los compromisos que ligaban a estos personajes a quienes el futuro les
383
tenía reservada una larga y controvertida carrera al retornar a su patria de origen. Pero
sabemos que ellos (a diferencia de los políticos e intelectuales españoles que postulaban
una actitud transigente y conciliadora con respecto al destino de América), estaban
convencidos de que liberalismo y colonialismo no eran incompatibles. Fue así cómo,
después de ser expulsados de Colombia y de Chile, ese grupo de oficiales se concentró
en el Alto y Bajo Perú para así defender el último baluarte del asediado y tambaleante
imperio español.
35 Desde 1816, La Serna se había establecido en Cotagaita, pueblo del sur de Bolivia, y
desde allí organizaba expediciones punitivas contra los insurgentes del norte
argentino, desafiando a la vez a las montoneras patriotas establecidas en puntos
estratégicos de Charcas. Era virrey del Perú, Joaquín de la Pezuela quien, luego de
varios años de triunfos militares, fue derrotado por San Martín en Chile mientras La
Serna se afianzaba con éxitos obtenidos en el Alto Perú. Actuaba allí Pedro Antonio de
Olañeta, para quien ganar batallas y destruir fuerzas rebeldes, constituían una especie
de rutina. En grado eminente, a él debía La Serna su afianzamiento en el poder.
36 Así estaban las cosas cuando, procedente de Chile, San Martín desembarcó en la
península de Paracas el 12 de septiembre de 1820. El jefe argentino estaba convencido
de lo poco sabio que sería en esos momentos embarcarse en una guerra total y
prolongada para dominar todo el territorio del país que acababa de invadir. Prefirió
usar la persuasión –sin desechar la intriga– a fin de que la aristocracia virreinal
peruana se pronunciara por la independencia. Pezuela, obedeciendo instrucciones de
Madrid, hizo jurar la Constitución y, en actitud conciliadora, recibió a los ayudantes
civiles de San Martín, Tomás Guido y Manuel García del Río. 19
37 Las reuniones comenzaron en Miraflores donde Pezuela propuso una tregua para
restablecer las relaciones comerciales y para que las fuerzas argentino-chilenas
desocuparan el Perú mientras se extendía un reconocimiento “provisional” de la
independencia chilena. Los delegados de San Martín expresaron que aceptaban la
propuesta con tres condiciones: que el ejército del virrey se replegara al sur del
Desaguadero, que todos los realistas de Chile se concentraran en la isla de Chiloé y que
se reembolsaran los gastos de la expedición al Perú. Después de dos semanas de intenso
trabajo, las conversaciones fracasaron. Quedaba aun por escuchar a quienes fueron
enviados directamente de la península.
38 Para negociar con San Martín, el gabinete de Madrid envió a José Rodríguez Arias y a
Manuel Abreu. En enero de 1821, mientras se encontraba en Panamá, el primero de
ellos cayó enfermo y hubo de retornar a España. Por su parte Abreu, al enterarse de la
llegada al Perú del ejército argentino-chileno, se encaminó hacia allí. 20 San Martín –
conocedor de la inseguridad sicológica de Abreu debido a problemas de su apariencia
física– lo llenó de honores y cortesías asignándole una guardia personal y ofreciendo
espléndidas fiestas en honor suyo, gracias a lo cual lo atrajo hacia su lado. 21
39 Dos meses antes de la llegada de Abreu, un hecho trascendental conmocionó la vida del
Peru: el 29 de enero de 1821, mediante un cuartelazo (de esos que a partir de entonces
caracterizarían la vida política tanto peruana como boliviana) La Serna derrocó a
Pezuela. El drama, de corta duración pero de hondas repercusiones, tuvo lugar en
Aznapuquio, villorio cercano a Lima donde los rebeldes tenían su cuartel general.
Pezuela fue obligado a salir del país en tanto que La Serna era proclamado virrey por
sus propios oficiales, todos amigos suyos, demostrando así que decisiones de tanta
trascendencia se tomaban en América y no en España. El diktat de los funcionarios
384
coloniales rebeldes fue acatado por la metrópoli sin dificultad alguna ya que el nuevo
virrey era de filiación liberal y los métodos para tomar el poder no fueron diferentes a
los empleados por Riego en España, un año antes.
40 En febrero, La Serna inició conversaciones con San Martín, en la localidad de Retes
aunque sin ningún resultado. Llegado Abreu, se reanudaron en Punchauca y Miraflores.
Allí las autoridades realistas propusieron la coronación de un príncipe español
mientras San Martín exigía, como condición previa, el reconocimiento de la
independencia peruana. Proponía, además, la formación de una regencia de tres
miembros a ser nombrados uno por él, otro por La Serna y el tercero por elección
popular. A ese efecto se enviaría una comisión a la península para buscar a un príncipe
que pudiera hacerse cargo del trono.
41 Abreu se mostró favorable a las proposiciones de San Martín pero La Serna las rechazó
de plano. Las infructuosas negociaciones se prolongaron por cuatro meses al cabo de los
cuales lo único positivo que se logró fue la regularización de la guerra. Igual que Bolívar
en Venezuela, San Martín empezó a ser tratado en el Perú no ya como insurgente sino
como beligerante.
42 Los más desfavorecidos con esta intransigencia eran los limeños quienes echaron la
culpa a La Serna haciendo que su situación militar fuera cada vez más difícil. El batallón
Numancia, se había plegado a San Martín mientras el almirante británico Lord
Cochrane se apoderaba de la magnífica fragata española Esmeralda y bloqueaba El
Callao. El ejército argentino-chileno siguió avanzando hasta que en julio ocupó Lima
proclamando la independencia del país. La Serna, al mando de una tropa maltrecha y
diezmada por la fiebre amarilla, se replegó a la sierra e instaló su sede virreinal en
Cuzco, dispuesto a todo trance a conservar para sí las cuatro provincias del Alto Perú.
para exponer a S.M. sus pretensiones para lo cual se les ofrecerá el más seguro
salvoconducto garantizándoles su buen recibimiento [...] cesando también en este caso
las hostilidades”.
46 Los negociadores también estaban autorizados “para proponer y asegurar a los jefes o
mandatarios de los pueblos disidentes, cuantas ventajas personales fuesen capaces de
excitarlos a que tomen parte y entren en el convenio que se trata de ajustar, sin
perdonar al efecto dispendio ni sacrificio alguno de honores y prerrogativas”. Pero,
sobre todo, “tratarán de ganar por todos los medios posibles al jefe de la provincia de
Salta, Don Martín Güemes pues la incorporación de éste en nuestro sistema acarrearía
ventajas incalculables por su rango y por el gran influjo que ha adquirido sobre los
pueblos de su mando”.23 Si un año antes había fracasado en Buenos Aires la delegación
de Herrera, Comyn y Mateo, se esperaba que ahora, empleando criterios políticos más
viables y concretos, las provincias interiores se avinieran a entrar en tratos con la
metrópoli.
47 Los comisionados elegidos por Pezuela, y ratificados por La Serna, fueron: el vicario
general del ejército, Mariano de la Torre y Vera, el oidor honorario de Cuzco, José María
Lara, y el coronel Juan Mariano de Ibargüen.24 Se les instruyó tomar contacto con el
comandante de la división acantonada en Arequipa, general Juan Ramírez, y actuar en
coordinación con él. En cumplimiento de las instrucciones, el 8 de marzo Ramírez
escribe a Güemes informándole del nombramiento de la comisión
a fin de que sean acordados con VS, o con los que por parte del gobierno se elijan,
las bases de nuestra pacificación sobre principios que llenen cumplidamente
nuestros recíprocos deseos [...] se borrará para siempre hasta la idea de lo pasado. 25
48 Además, Ramírez pidió a los salteños enviar sin demora sus diputados a cortes
haciéndoles notar la mala situación del ejército de San Martín el cual no ocupaba “más
territorio que el que pisa”. Añadía que, en contraste, la causa realista se encontraba en
mejor situación pues el ejército que la sostenía era mucho más lucido y más numeroso
en todas las armas. Esto, sin contar “los navios y demás auxilios peninsulares que muy
luego deben llegar a aquella capital [Lima] según las noticias infalibles que tenemos.
Ramírez termina diciendo a Güemes que ”si las autoridades de Salta muestran interés
en tales iniciativas, remitan la contestación por conducto del general Olañeta. 26
49 Esta gestión tropezó con el inconveniente de que (a semejanza de lo que ocurría el año
anterior entre Buenos Aires y los caudillos del Litoral), las provincias del interior
guerreaban entre sí. En circunstancias en que Ramírez dirigía su carta a Güemes, éste se
encontraba en camino a Tucumán para repeler la invasión con que lo amenazaba el
gobernador de esa provincia, Bernabé Araoz. Los papeles se invirtieron, y fue más bien
Güemes quien se apoderó de Tucumán dejando el gobierno de Salta en manos de José
Ignacio Gorriti.27
El “sistema” de Güemes
50 El dominio político, militar y económico que ejerció Martín Güemes en el norte
argentino, va de 1815 hasta su muerte en 1821. Aquel año llega a Salta con el halo de
héroe gaucho y el cabildo lo designa gobernador en reemplazo de Hilarión de la
Quintana, personaje descalificado, sin ningún arraigo en la región y cuyo
nombramiento había sido impuesta por el gobierno de Buenos Aires. Estaba fresco su
enfrentamiento con Rondeau cuando Güemes demostró a los porteños su capacidad
386
para armar un ejército propio y lograr la adhesión de las masas que le seguían hasta el
fanatismo. Por haber nacido en el seno de una familia aristocrática y adinerada, sus
enemigos más encarnizados provenían de su propia clase de la cual había desertado a
comienzos de la guerra.
51 A los porteños, después de todo, les pareció una ventaja tener a Güemes en el norte
manteniendo una guerra ofensivo-defensiva que no significaba ningún embarazo para
Buenos Aires. Le dieron su apoyo y así pudo fortalecer un estilo de organización muy
suyo y que un historiador argentino llama “sistema de Güemes”. 28 Consistía éste en
hacer participar a la población rural en la dinámica creada por la economía de guerra y
movilización basada en el intercambio de productos agrícolas y ganado, sobre todo
caballar y mular. De su parte,
los dueños del ganado y potreros de alfalfa eran quienes en último término corrían
con el costo de mantener la caballada. En el recuerdo de los terratenientes
perduraba la imagen de los gauchos patriotas entrando en los alfalfares
meticulosamente regados, deshaciendo en unas horas el trabajo de años llevándose
el ganado para comer una vez según su hambre.29
52 El intermediario entre Ramírez y Güemes –y, a la vez, encargado de traer la respuesta
de éste– debía ser Olañeta quien no mostró ningún interés en desempeñar ese papel. No
estaba para intermediaciones, tratativas de paz ni juras a la Constitución pues, al estar
patrocinadas por La Serna, nada de esto le merecía respeto ni apoyo. Todo el tiempo
Olañeta mostró displicencia y desgano para llevar adelante la iniciativa de
reconciliación, empezando así una abierta desobediencia que culminaría al finalizar
aquel año 23. De esa manera, se ve con claridad que la pugna entre el virrey usurpador
y Olañeta, se plantea desde el mismo momento en que fue depuesto Pezuela. Quien sabe
si éste hubiese seguido en la silla virreinal, la misión de Lara y sus acompañantes habría
tenido éxito.
53 Cuando los comisionados llegaron a territorio altoperuano, Olañeta tenía sus avanzadas
en Tilcara, provincia de Jujuy, y desde allí estableció comunicación directa con aquéllos
para hacerles conocer que no había enviado los pliegos conciliatorios a Güemes y, más
bien, había recibido noticias sobre triunfos obtenidos por sus hombres en Salta. 30
54 Aprovechando las disidencias entre Güemes y Araoz, ya en marzo, Olañeta había
penetrado en territorio argentino donde una vanguardia suya de 500 hombres
comandada por su cuñado, Guillermo Marquiegui, se había apoderado de Jujuy. 31
Finalmente derrotado en Tucumán y expulsado de la ciudad, Güemes volvió a Salta sólo
para encontrarse con que el cabildo lo había depuesto de su cargo a espaldas del pueblo
que seguía otorgándole su entusiasta y leal apoyo. Olañeta aprovechó esos disturbios y
volvió a ocupar Salta. Güemes trató de escapar el cerco enemigo pero en ese empeño
encontró la muerte a manos de Barbarucho Valdez, a la edad de 36 años. Era el 17 de
junio de 1821.32
58 A través de este documento puede verse la gran autonomía con que actuaba Olañeta y
la ninguna atención que prestaba a las políticas emanadas de España o del Perú, y a las
comisiones enviadas para lograr acuerdos sobre la base de jurar la constitución liberal
española. En sus arreglos diplomáticos con los salterios, Olañeta no sólo que desdeñaba
aquellas iniciativas y sus ejecutores sino que tácitamente reconocía al gobierno salteño
y la capacidad jurídica que éste poseía para entrar en acuerdos soberanos con él. Tal
actitud causaba desconcierto y, al respecto, un contemporáneo suyo comenta que
Olañeta
trató de popularizarse hasta contrariando las instituciones monárquicas que venía a
plantificar. No puede calificarse de otro modo el haber reconocido en el pueblo la
facultad y el derecho de darse un gobernador, atribución de la que nunca se pensó
despojar la corona de España [...] En esta tan extraña posición, empezó a negociar
con la campaña halagando a los gauchos y prodigándoles no menos caricias que
dinero.36
59 Las maltrechas huestes del finado Güemes se reorganizaron bajo la dirección de su jefe
de estado mayor, Jorge Enrique Wit, mercenario británico y ex oficial de las guerras
napoleónicas. Wit siguió hostilizando a Olañeta y, en buena medida, frustró los
acuerdos a que éste había llegado con los notables de Salta. Hacia octubre, Olañeta más
bien
perdía que ganaba terreno [...] la carestía de víveres se hacía sentir y los mismos
prevaricadores principiaron a arrepentirse y volver de su extravío. El general
español con su limitada fuerza no podía sostenerse y tuvo que emprender su
retirada al Perú sin más ventaja que la muerte del general Güemes. 37
388
75 Las autoridades realistas encargaron la represión a Rafel Maroto quien, con tropas
reclutadas en Tupiza, Cochabamba y Oruro, retomó Potosí a las tres semanas de
producida la insurrección. Hoyos y veintidos de sus partidarios, entre los que figuraban
oficiales, soldados y vecinos de la ciudad, fueron pasados por las armas. Otros fueron
enviados al destierro y al laboreo de las minas.54 Hasta poco antes de este episodio,
Maroto era desconocido en Charcas no obstante de que ejercía el cargo de gobernador-
intendente y, en ese carácter, empezó a abrir causas contra supuestos cómplices de
Hoyos. Entre los sospechosos figuró Casimiro Olañeta quien negó toda participación y,
años después, explicaba así los hechos:
En ese tiempo la descabellada revolución del desgraciado Hoyos apuró la situación
de Maroto. Suponiéndome complicado en ella, me intimó su destierro a Oruro o a
Santa Cruz. La franqueza con que le hablé hizo que mediásemos. Le seguí en la
campaña que emprendió sobre Potosí. No tengo inconveniente en declarar que no
tuve parte alguna en la empresa de Hoyos [...] no era el hombre para tamaña obra. 55
76 Aunque Lara no se refiere al pronunciamiento de Hoyos, es presumible que, al
conocerlo, se propuso reanudar los empeños pacificadores para los que fue enviado. De
lo que no cabe duda es de la influencia que tuvo en su ánimo la constatación, en el
teatro de los hechos, de la considerable fuerza militar y política que en esos momentos
poseía el guerrillero José Miguel Lanza en su republiqueta de Ayopaya. En una carta,
Lara explica a La Serna que
Lanza con la fuerza de más de 300 hombres disciplinados y armados, hostiliza a
todos los pueblos circunvecinos inspirando terror a La Paz, Cochabamba y Oruro sin
poder ser ofendido ni subyugado por las expediciones que desde el año 1811 se han
dirigido sobre ellos.56
77 La tarea de aniquilar a Lanza y su gente estaba, en aquel año, a cargo de Manuel
Ramírez al mando de una división de 600 hombres. Lara no le auguraba éxito debido a
la difícil topografía de la zona que servía de albergue al guerrillero a lo cual se añadía la
estación de lluvias y el respaldo popular de que aquél gozaba. En vista de ello, Lara
comunica al virrey:
Me ha ocurrido la idea de poner en ejercicio la comisión que por orden de S.M. me
confirió el antecesor de V.E. y ha ratificado VE. mismo para tratar con los jefes de
los pueblos disidentes de las provincias del Río de la Plata con que se comprenden
estas personas, y exhortar a Lanza a entrar en negociaciones de paz con arreglo a
las instrucciones que se nos comunicaron por si ese medio surte el efecto que S.M.
se propuso más bien que las expediciones militares [...] si logro reducirlo y traerlo
con sometimiento de aquellos pueblos, serían incalculables los beneficios que
reporte al estado con la tranquilidad de ellos. Esta tratativa dilatará algún tanto mi
marcha al destino insinuado.57
78 La iniciativa de Lara era muy sensata puesto que él, sólo se proponía poner en práctica
las mismas instrucciones de su misión pacificadora aunque con interlocutores distintos.
Al fin y al cabo, los distritos donde Lanza ejercía su dominio, respondían a las políticas
dictadas por los gobiernos insurgentes de Buenos Aires y Salta adonde originalmente
estaba destinada la misión de Lara. Este, el 26 de abril de 1822 se dirigió al pueblo de
Yaco, en un profundo y estrecho valle del altiplano paceño, y allí firmó con Lanza el
siguiente acuerdo:
El Doctor Don José Alaría de Lara, Ministro Honorario de la Audiencia Nacional del
Cuzco y diputado regio destinado a tratar con los jefes y mandatarios de los países
disidentes sobre los medios de restablecer el orden y la tranquilidad de ellos, y Don
José Miguel Lanza, coronel de los ejércitos y Comandante General de los valles de
Yaco, Ychoa, Mohosa, Inquisivi, Palca, Cavari, Luri, Machaca, Morochata,
392
NOTAS
1. Anónimo, Historia de la revolución de España en 1820, Cádiz, año de 1820 en la imprenta Carreño,
calle Ancha (pieza rara de la colección British Library, 9180 c6).
394
2. Marqués de Miraflores, Apuntes para escribir la historia de la revolución de España desde el año 1820
hasta 1823, Londres, 1834, p. 60.
3. E. San Miguel, Vida de D. Agustín Argüelles, Madrid, 1851, 1:140.
4. E. San Miguel y Miranda del Grao, Memoria sucinta de las operaciones del ejército nacional de San
Fernando, desde el alzamiento del 1 de enero hasta el restablecimiento total de la Constitución Política de la
monarquía.’, Madrid, 1820. Por su parte, la Historia universal (5:23) publicada en España por
Editorial Marín, 1970, al hablar de la revolución de Riego ignora totalmente el problema
americano.
5. W. S. Robertson, “The policy of Spain towards its revolted colonies”, en Hispanic American
Historical Review, vol. VI, 1926, pp. 21-46.
6. A. L. Pereyra, Memoria presentada a las cortes de 1821 sobre la conveniencia de la absoluta
independencia de las antiguas colonias españolas de su metrópoli, en Robertson (supra).
7. Ibid.
8. A pesar de tan claro razonamiento basado en la experiencia política de un funcionario sagaz
como Pereyra, la idea de mantener una nación unificada del Río Bravo a la Patagonia fue una idea
obsesiva de los españoles tanto absolutistas como liberales. Lo mismo ocurría con los principales
dirigentes autonomistas americanos como Bolívar y San Martín, para terminar con quienes
durante la guerra fría (1945-1990) agitaban la bandera de una Hispanoamérica unificada por un
régimen socialista.
9. Conde de Torata (Valdés y Héctor), Documentos para la historia de la guerra separatista del Perú,
Madrid 1894-1898, vol. 3, doble:247, Robertson, ob. cit., p. 23.
10. Torata III, doble, pp. 247.
11. Es útil puntualizar que el estado independiente fundado por Bolívar, cuya vida transcurrió
entre 1821 y 1832, siempre se llamó “República de Colombia”. El nombre de “Gran Colombia”, es
una construcción verbal posterior de corte nacionalista para significar que Venezuela y Ecuador
nunca fueron “parte” de Colombia sino de una supuesta e inexistente “Gran Colombia”.
12. M. Tórrez Lanzas, Catálogo de documentos sobre la independencia de América existentes en el
Archivo de Indias, Madrid, 1912, 3:199. Este valioso índice documental consta de seis tomos donde
figura una rica información sobre la historia política y diplomática de la guerra de independencia
americana. Al parecer, ha pasado desapercibido por la mayoría de los investigadores de este
período.
13. Archivo General de Indias (AGI), Indiferente General, 1570.
14. P. Calmón, Brasil de 1800 hasta nuestros días, Barcelona, 1956, p. 572.
15. M. Tórrez Lanzas, ob. cit., 5:145-148.
16. “M. Herrera, T. Comyn y M. M. Mateo a Secretario de Ultramar” (reservado) en, AGI, Buenos
Aires 156/11.
17. AGI, Buenos /Aires, 156/20.
18. AGI, Buenos Aires, 156/21.
19. F. Encina, Historia de Chile, Santiago, 1953, 8:141.
20. Torata, ob. cit., 4:257-258.
21. Un historiador peruano el siglo XIX afirma: “la corte de Madrid al nombrar a Abreu no tuvo en
consideración que su figura ridicula y contrahecha, su estatura pequeña y su aspecto poco
favorable podrían producir de pronto una mala impresión”. M. F. Paz Soldán, Historia del Perú
independiente, 1819-1822, Lima, 1868, p. 162.
22. AGI, Buenos Aires, 169/69.
23. La recomendación especial sobre el tratamiento a Güemes figura en el punto 7 de las
Instrucciones, en ibid.
24. AGI, Buenos Aires, 168/7c.
25. AGI, Buenos Aires ,169/70.
395
26. “Juan Ramírez al señor gobernador intendente de la provincia de Salta, D. Martín Güemes o el
jefe que supla sus veces”, en AGI Buenos Aires, 169, 170.
27. R. Solá, El general Güemes, Buenos Aires, 1933, p. 241.
28. T. Halperin Donghi, Revolución y guerra: formación de una élite dirigente en la Argentina criolla, 2 a
edición, México, 1969, pp. 276 y siguientes.
29. Ibid.
30. “Pedro Antonio de Olañeta a los señores diputados don José María de Lara, don Mariano de la
Torre y Vera y don Juan Mariano de Ybargüen”. Tilcara, 28 de mayo de 1821, en AGI, Buenos
Aires, 171.
31. R. Solá, ob. cit., p. 241.
32. La fama de valiente que rodeaba a Güemes, no sufría menoscabo cuando él permanecía a
cierta distancia del sitio donde se libraba una batalla. Tal costumbre se debía a un antiguo mal
que lo aquejaba, llamado por entonces “depravación humoral”, o sea el deficit de coagulantes
sanguíneos que caracteriza a la hemofilia. Sus médicos le habían advertido que cualquier herida
le sería mortal y eso fue precisamente lo que ocurrió. Herido de bala por un soldado de
Barbarucho, falleció a los siete días. J. M. Paz, Campañas de la independencia, Buenos Aires, 1917,
1:342.
33. En 1799, Pablo Saravia había solicitado al cabildo de Salta, al consulado de Buenos Aires y
hasta al propio virrey, el monopolio del comercio de coca a cambio de algunas obras públicas que
él ofrecía hacer en beneficio de la provincia. Ver E. O. Acevedo, La intendencia de Salta del Tucumán
en el virreinato del Río de La Plata, Mendoza, 1965, p. 281.
34. El texto completo de este documento figura en R. Solá, ob. cit., con el título de “Tratado con
Olañeta”. Por su parte, Valdés lo registró con el nombre de “Tratado con los de Salta” V aparece
en las memorias publicadas por su hijo. Torata, ob. cit., tomo 3 doble, p. 183.
35. Ibid.
36. J. M. Paz, ob. cit., p. 344.
37. Ibid.
38. “Mariano de la Torre y Vera, José María Lara y Mariano de Ibargüen a Señor Comandante de
Vanguardia, brigadier don Pedro Antonio de Olañeta”. Potosí, 11 de septiembre de 1821. AGI,
Buenos Aires, 175.
39. “Mariano de la Torre, José María Lara y Mariano de Ibargüen a Excmo. señor general en jefe
del Ejército Pacificador, don juan Ramírez”. Potosí 11 de septiembre de 1821. AGI, Buenos Aires,
176.
40. Potosí, 27 de septiembre de 1821, en ibid.
41. AGI, Buenos Aires, 176.
42. “Juan Ramírez a los señores Comisionados para tratar con los disidentes”. Arequipa, 14 de
septiembre de 1821, AGI, Buenos Aires, 177.
43. “Juan Ramírez a Señor Gobernador de la provincia de Salta Don José Antonio Fernández
Cornejo”. AGI, Buenos Aires, 178.
44. “Mariano de la Torre [y otros] a Excmo. Señor General en Jefe del Ejército del Alto Perú Don
juan Ramírez Orozco”. Potosí 12 de octubre de 1821. AGI, Buenos Aires, 178, N° 6.
45. “Juan Ramírez a Señores Diputados de la Junta Pacificadora. Cuartel General en Arequipa, 13
de octubre de 1821. AGI, Buenos Aires, 179.
46. “Mariano de la Torre y Vera [y otros] al señor Gobernador de Salta”. Tupiza, 3 de noviembre
de 1821. AGI, Buenos Aires, 180.
47. “Doctor José Ignacio Gorriti a Señor General en Jefe del Ejército Constitucional del Alto Perú”.
AGI, Buenos Aires, 185.
48. “Mariano de la Torre y Vera [y otros] a General en Jefe del Ejército del Alto Perú Don Juan
Ramírez y Orozco”. Tupiza, 27 de noviembre de 1821, ibid, 187.
396
49. “Mariano de la Torre y Vera [y otros] al Señor Comandante General de Vanguardia Don Pedro
Antonio de Olañeta”. Tupiza, 27 de noviembre de 1821. AGI, Buenos Aires, 187. [Los mismos
remitentes y la misma fecha] al Señor Jefe Político y Militar de Potosí Don Francisco Huarte y
Jáuregui, ibid, 188.
50. Juan Ramírez a Mariano de la Torre [y otros], ibid.
51. Juan Ramírez a Pedro Antonio de Olañeta, ibid.
52. T. Halperin Donghi, ob. cit., p. 77.
53. Torre y Vera a virrey La Serna. Potosí, 3 de enero de 1822, en Torata, 4:190. Usín era miembro
de la logia patriótica encabezada por Casimiro Olañeta, que luchaba en secreto por la
independencia.
54. A pesar de mis esfuerzos, he podido encontrar documentos que arrojen más luces sobre la
rebelión de Hoyos ni en el Archivo de la Casa de Moneda de Potosí ni en el ANB en Sucre.
Arguedas hace una breve mención de ella en La fundación de la República, La Paz, 1920, p. 200.
55. “Esposición del doctor Casimiro Olañeta”, Chuquisaca, 1826, en Kollasuyo, año VII, N° 60,
mayo y junio, La Paz, 1949, p. 429.
56. “José María de Lara a Excmo. Sr. Virrey del Perú D. José de la Serna”. Ayo Ayo, 6 de marzo de
1822. Archivo de la Biblioteca Central de la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz, en
adelante ABUMSA.
57. ABUMSA, 271-1822.
58. Ibid.
59. Ibid.
60. Ibid.
61. Los documentos relativos a la misión Lara en el Alto Perú fueron encontrados y publicados
por René Arze Aguirre, quien, sin embargo, incurre en algunas inexactitudes como la de afirmar
que Lara fue comisionado para negociar “en el Bajo Perú”. La verdad es que cuando las
instrucciones hablan de las provincias “de abajo”, no se refieren al Perú sino al norte argentino
pues así se las nombraba en aquella época. Arze tampoco tuvo conocimiento de los acompañantes
de Lara ni de la suerte que corrió la misión en Salta. Ver R. Arze Aguirre, “José Miguel Lanza y las
negociaciones con liberales y absolutistas”, en Presencia Literaria, La Paz, 3 de febrero de 1974.
62. J. S. Vargas, Diario de un comandante de la independencia americana (1814-1825). Edición de Gunnar
Mendoza, México, 1982, pp. .320-321.
63. Ibid. p. 418.
397
estipulaciones sobre los límites de los nuevos estados iban en contra de la tesis del uti
possidetis formulada por Bolívar en base al respeto de las jurisdicciones virreinales.
Pero, no obstante haber fracasado, la Convención desencadenó rebeliones internas en
Charcas y en Lima que definieron el futuro de Bolivia y Perú, acelerando el proceso que
llevó a estas naciones a lograr su total independencia.
4 Para entender este curioso fenómeno en toda su significación, es necesario mirar sus
antecedentes situándonos en el contexto de la época tanto en España como en América.
“exaltados”. La intensa agitación a que estaba sometido el país por los clubes radicales
como el de los “comuneros”, recordaba a la revolución francesa en vísperas del Terror. 6
9 El mensaje de Monroe se produjo cuando el poeta Francisco Martínez de la Rosa
desempeñaba el cargo de secretario del Consejo de Estado de España. Este dispuso de
inmediato que los embajadores de su país ante las cortes europeas protestaran contra la
declaración del presidente norteamericano e informaran que Su Majestad Católica
había enviado agentes para escuchar proposiciones de los rebeldes. Estas serían
trasmitidas al gobierno con el objeto de “empezar una franca y sincera correspondencia
que tendrá como finalidad el bienestar de esos países y de la nación española”. 7
10 Las Cortes –con representación americana igual que en 1812– se encontraban reunidas
en Madrid desde fines de 1821 y fueron escenario de encendidos debates y opiniones
diversas sobre el destino de las provincias ultramarinas. Unos, como el conde Taboada y
el diputado Galiano, urgían que los comisionados fueran autorizados para tratar con los
insurgentes el reconocimiento de su independencia de la cual se declaraban partidarios
por considerarla como un hecho inevitable.8 Asimismo, sostenían que se podía
aprovechar esa coyuntura para negociar con los nuevos estados, convenios comerciales
de recíproca conveniencia.
11 En la posición opuesta se encontraba Ramón Pelegrín, Secretario de Colonias, quien
para el caso de México declaró que “nadie había autorizado a O’Donojú ni a ninguna
otra persona para alienar territorio nacional”. Igual actitud tomó el ministerio
constitucional quien era contrario a la independencia y sostenía “que el principio
imparcial de las personas mejor informadas de aquellos países, es negativo, puesto que
el desastroso ensayo de independencia hecho por más de 10 años consecutivos en el
virreinato del Plata, no deja margen para la menor duda”. 9
12 Pero, no obstante el fracaso de la misión de Manuel Abreu al Perú dos años antes 10 y la
clara advertencia de Estados Unidos, la nueva política española era ambigua
produciendo sólo perplejidad y desorientación. Los comisionados debían limitarse a
proponer suspensión temporal de hostilidades, explicar a los rebeldes las desventajas
que resultaban de la interrupción de las relaciones mercantiles entre España y las
Indias y negociar acuerdos comerciales provisionales con los nuevos gobiernos. Los
enviados no tenían el carácter de plenipotenciarios, de manera que todo lo que ellos
acordaran debía ser referido a la península para su consideración.
13 El representante diplomático de Estados Unidos en Madrid, Mr. Forsyth, en despacho a
su gobierno, veía así la situación:
Todo lo que se ha hecho sobre este asunto muestra concluyentemente que las cortes
y el gobierno están convencidos de que carecen de poder como para lograr la
reanexión de Hispanoamérica a la península mediante la fuerza. Pero, no obstante
este convencimiento, existe la contraproducente decisión de no adoptar la única
medida que promete ser ventajosa para España.11
14 El mismo Forsyth observaba que las Cortes estaban dispuestas a dejar la solución del
asunto a sus sucesores, y agregaba: “Creo que preferirían vender las posiciones
americanas al mejor postor europeo”, significando con ello que no parecía haber
ninguna perspectiva militar favorable a una eventual reconquista. La próxima invasión
francesa estaba a la vista y los esfuerzos bélicos debían dirigirse a contrarrestarla. Un
informe del ministro de Guerra, Miguel López Baños, sobre el ejército español, se ocupa
de la campaña que éste estaba dispuesto a librar contra los absolutistas en la península
pero no dice una sola palabra sobre el problema hispanoamericano. 12
400
15 No obstante las dudas y reticencias, se resolvió seleccionar a los agentes para negociar
con los gobiernos rebeldes. Para México fueron designados Juan Ramón Osés y Santiago
Irisarri, pero éstos no tuvieron éxito ya que el general Guadalupe Victoria, que había
reemplazado a Iturbide, los expulsó del país. A Colombia fueron enviados José Sartorio
y Juan Barry, los mismos que en 1820 fueran destinados a Venezuela y Nueva Granada 13
Pero si en aquel año éstos quedaron anclados en Puerto Rico, ahora les pasó lo mismo
en La Habana. Debido a la escasez de fondos y, por cierto, al estado anárquico en que se
encontraba la península, no pudieron seguir viaje pese a que eran esperados
ansiosamente en Bogotá.14
Situación en Colombia
16 La batalla de Boyacá librada en agosto de 1819 y la de Carabobo en junio de 1821,
permitieron a los patriotas de Nueva Granada y de Venezuela ratificar poco después, en
el congreso de Cúcuta, la creación de Colombia. Sin embargo, existía la fundada
preocupación que el Perú en manos españolas pudiera dirigir expediciones bélicas
contra la nueva república. Se consideraba inminente una invasión a Guayaquil, a Quito
o a Pasto, lugar este último donde el partido realista contaba con peligrosas simpatías.
Los neogranadinos, bajo la competente dirección de Santander, querían consolidar la
independencia ocupando todo su territorio y al mismo tiempo buscaban desligarse de
cualquier aventura bélica al sur de sus fronteras.
Situación en Lima
17 Luego del desastre sufrido por Domingo Tristán en la hacienda La Macacona, provincia
de Ica, en abril de 1822, San Martín quedó desmoralizado sobre sus posibilidades de
dominar todo el territorio peruano. Pidió auxilio a las Provincias Unidas pero
Rivadavia, quien mandaba en Buenos Aires, se encargó de frustrar tal gestión. Antes de
eso, San Martín había enviado a Europa una comisión integrada por Manuel García del
Río y Diego Paroissien en busca de un rey para el Perú, así fuera prusiano, belga,
francés, británico o ruso, con autorización de viajar a San Petersburgo, si fuese
necesario, para tratar con el Zar. Pero estos busca-reyes no llegaron más allá de
Londres y, al igual que Rivadavia y Belgrano ocho años antes, no encontraron
interesados en el trono suramericano. En sustitución contrataron un empréstito y
protagonizaron varios escándalos financieros cuya secuela fue de larga duración. 15
18 Cuando a San Martín se le cerraron todas las alternativas decidió entrevistarse con
Bolívar en Guayaquil y, en febrero de 1823, renunció al mando del Perú en
circunstancias en que se producían las estruendosas derrotas de Torata y Moquegua.
Por su parte el congreso, huérfano de protección militar y apoyo político, pidió auxilio
a Bolívar para defenderse de La Serna quien, desde la ocupación argentino-chilena a
Lima, se había replegado al Cuzco. Por entonces coexistían en el Perú dos caudillos
rivales: Riva Agüero en Trujillo y Torre Tagle en Lima, éste último como jefe de estado
con el respaldo de Bolívar.
401
experiencia en asuntos americanos. Pereira se había hecho notorio por haber lanzado
desde Brasil, donde residía, un documento llamado Memoria presentada a las Cortes sobre
la conveniencia de la absoluta independencia de las antiguas colonias españolas de su metrópoli.
De origen gallego, llegó al Perú en 1805 siendo asesor de la intendencia de Arequipa y
después oidor de las audiencias de Cuzco y de Chile. 17 La Robla era criollo nacido en
Montevideo, tenía el grado de coronel y vivió muchos años en Buenos Aires. 18
24 Por la vía de Río de Janeiro los dos comisionados llegaron a la capital platense el 23 de
mayo de 1823 y el 4 de julio de ese año, firmaron con Rivadavia lo que se llamó la
Convención Preliminar de Paz de Buenos Aires en doce artículos que no contenían
ninguna concesión sobre el tema de la “independencia absoluta”. En sustancia, se
acordaba lo siguiente: a) las hostilidades entre las partes quedan suspendidas por el
lapso de dieciocho meses al cabo de los cuales se suscribirá un tratado definitivo de paz;
b) se reconocen las banderas de los estados signatarios y se inician negociaciones para
un tratado comercial más amplio con España y, entretanto, no se impondrán nuevas
trabas comerciales, c) el gobierno de Buenos Aires negociará a fin de que Chile, Perú y
las provincias restantes del Río de La Plata se adhieran a la Convención. 19
25 Como en todo armisticio, cada ejército debía permanecer en las posiciones que
ocupaban al momento de pactarlo aunque ellas podían ser “mejoradas” de común
acuerdo. Al mencionar a las “Provincias Unidas del Río de la Plata”, se buscaba la
adhesión de los hasta hacía poco caudillos rebeldes del Litoral. Rivadavia, asociado a
Manuel Dorrego y Martín Rodríguez, había logrado persuadirlos para que compartieran
el poderío bonaerense bajo la protección británica. Y al tratar “de potencia a potencia”
con la maltrecha metrópoli, ya no era necesaria la búsqueda de príncipes europeos
desocupados para coronarlos en el Plata. Más bien, de aquí podrían salir los laureles de
la pacificación definitiva de una América soberana.
26 La “suspensión de hostilidades” entre Buenos Aires y España, era una frase carente de
significado en vista de que, desde hacía por lo menos tres años, la guerra allí había
desaparecido. España no estaba en condiciones de emprender la reconquista el Río de la
Plata puesto que debía atender otros frentes de más fácil acceso y más riquezas que
precautelar como era el caso del Perú. Además, el comercio de Buenos Aires con
Inglaterra era un disuasivo para que España intentara acciones bélicas contra ese
puerto. Ello podría haberse interpretado como una acción antibritánica y aun contraria
a los intereses de Brasil, país que había decretado la neutralidad en el conflicto.
27 En esos momentos, el gobierno de Buenos Aires no causaba molestia alguna a los
españoles que controlaban Charcas y buena parte del Perú, y la anexión que La Serna –a
través de Olañeta– había hecho de Salta y Jujuy, no parecía preocuparles. Rivadavia y
sus parciales seguían buscando presentarse ante los ingleses como una nación “seria y
organizada”. Razonaban que, de todos modos, el poder peninsular en América era ya
inexistente y que implicarse en nuevos embrollos bélicos no haría sino perjudicar los
logros alcanzados en el estuario platense.20
28 Es de suponer, entonces, que las partes más bien buscaban una tregua en territorio
peruano ya que de esa manera obtenían beneficios recíprocos: Buenos Aires dejaría de
estar amenazado por el sur mientras España consolidaría su posesión de Charcas y de la
sierra peruana. La normalidad en las relaciones comerciales también era de interés
común pues así se echaban bases sólidas para entendimientos de largo alcance y para
desasirse de una virtual hegemonía que de facto había impuesto Inglaterra desde 1817
en Buenos Aires.
403
Trujillo, al norte del país. En esas circunstancias, Torre Tagle fue proclamado
presidente en Lima, otorgando pleno respaldo y confianza a Bolívar, quien llega al poco
tiempo.34
52 El ejército expedicionario de Santa Cruz estaba compuesto de 4.290 infantes, 673 jinetes
y 133 artilleros, todos bien equipados. La lujosa tropa veterana zarpó de El Callao entre
el 14 y 25 de mayo de 1823, un es antes de que Riva Agüero fuera depuesto. Al enterarse
de estas noticias Bolívar, desde Guayaquil, comentó proféticamente que el esfuerzo de
Santa Cruz iba a ser “el tercer acto de la catástrofe y tragedia del Perú”, 35 (los dos
primeros fueron lca y Torata).
53 Santa Cruz demoró dos meses entre El Callao y Arica, plaza ocupada días antes por el
almirante Guise, de la armada peruana. Este batió a las fuerzas españolas que defendían
el puerto permitiendo que Santa Cruz desembarcara sin dificultad alguna. Allí el
ejército expedicionario se dividió en dos cuerpos: uno de ellos, mandado por Gamarra,
se dirigió al Desaguadero por la vía de Tacna y el 9 de agosto acampaba en Viacha. El
otro, al mando personal de Santa Cruz, desembarcó en Ilo, cruzó también el
Desaguadero y (en la misma fecha en que Gamarra llegaba a Viacha) ocupó La Paz sin
que nadie le estorbara el paso, dejando un cuerpo en Puno. Las poblaciones,
desamparadas de tropas realistas, se sorprendieron con la inesperada aparición de los
cuerpos patriotas y los recibieron como a libertadores.36
54 Desde Viacha, Gamarra envió a su ayudante, Pedro Zerda, a los valles de Ayopaya para
buscar a Lanza y entregarle los despachos de general de brigada del ejército peruano
que le enviaba Riva Agüero. Gamarra pidió a Lanza que subiera al altiplano para ocupar
Oruro y el guerrillero cumplió ese encargo al mando de una importante partida de 700
lanceros de infantería, virtualmente la totalidad de sus fuerzas de línea. En Oruro,
Lanza se reunió con Gamarra y juntos decidieron tomar Cochabamba para lo cual Lanza
se puso a la cabeza de un destacamento que llegó allí el 28 de agosto haciendo
prisionero al gobernador de ese distrito, Tomás Mendizábal e Imás, y colocando en su
lugar a José Miguel de Velasco.37 Con la ocupación de tres de las principales ciudades (La
Paz, Oruro y Cochabamba) la expedición de Santa Cruz parecía tener asegurado el
control del Alto Perú y el triunfo definitivo sobre las tropas realistas.
55 Sin embargo, mientras el ejército de Santa Cruz ejecutaba aquellos movimientos,
Olañeta regresaba triunfante de su reciente campaña en Tarapacá sobre Alvarado. De
Tupiza se dirigía a Potosí con 1500 hombres, pero al enterarse de que Gamarra se
hallaba en Oruro, con el doble de las fuerzas suyas, abandonó su parque y bagajes
convirtiendo su marcha en retirada. Pero, sin que mediase razón alguna, Santa Cruz no
salió en persecución de Olañeta ni le presentó batalla. El Tambor Vargas, que participó
directamente en estas acciones, en su peculiar y veraz lenguaje, comenta:
El día 12 [de septiembre] y estando para empezarse ya los fuegos, la Patria no hizo
más movimientos que estarse mirando y dejarlo pasar al ejército del señor virrey
como que se pasó; la patria dio media vuelta y se entran a Oruro. Pero a pesar de
que la gente del virrey estaba enteramente estropeada, cansada la caballada, la
gente esperaba siquiera un corto principio de tiroteo para pasarse pronunciando a
la Patria, que si no es la impericia y cobardía del general en jefe don Andrés Santa
Cruz entonces hubiese ya triunfado enteramente la causa de la libertad americana.
Sobre la retirada de la Patria hay mil opiniones que no pueden sacarse una
consecuencia, una poca de verdad.38
56 ¿Qué había ocurrido entretanto? La Serna, sabedor de lo que estaba aconteciendo,
dispuso que diversos cuerpos de sus tropas se concentraran en Puno. Uno de ellos, al
408
61 Una de las razones para la reticencia de Sucre en contra de la expedición de Santa Cruz
era que éste pudiera segregar el Alto Perú de Buenos Aires y de Lima lo que a él le
parecía políticamente peligroso, y así le informa a Bolívar:
Los porteños y otros, dicen que Santa Cruz tiene por objeto en su expedición,
apoderarse de las provincias del Alto Perú segregándolas de Buenos Aires y del Perú
formando un estado separado y por tanto hay una oposición terrible por los de
Buenos Aires a quienes les quitarán sus provincias [...] los peruanos dicen, y con
mucha razón, que ellos necesitan ensanchar su territorio [...] me pidieron en días
pasados un cuerpo entero para la expedición de Santa Cruz y yo lo excusé muy
disimuladamente a favor de ellos.41
62 No obstante, Bolívar dio órdenes terminantes a Sucre para que auxiliara la expedición y
éste obedeció, aunque puntualizando las razones que aconsejaban no hacerlo:
Yo marcho para Intermedios después de haber vacilado mucho sobre qué debería
hacer en el estado en que se encuentra este país [...] gran parte de los generales
resisten obedecer a Santa Cruz y los de Chile no quieren en ningún sentido ir bajo
sus órdenes. Mucho temo que Santa Cruz presente disenciones pues la precipitación
con que embarcaba su tropa y se marchaba, era un convencimiento de que él quería
sustraerse hasta la dependencia de U. si U. venía al Perú. Voy, mi general, por
complacerlo pero desde ahora, para todo tiempo, digo que no aseguro en ningún
sentido el éxito de esta campaña.42
63 El 17 de julio, Sucre se embarcó en el Callao, en la fragata Balcarce, no sin antes advertir
a Bolívar que lo hacía contra la opinión de muchos peruanos. Pronto se enteró de que
Santa Cruz estaba a punto de cruzar el Desaguadero por lo que la ocupación de
Arequipa que él había resuelto, ya no tenía sentido. Criticó al general altoperuano por
empeñarse, a toda costa, en “cargar sobre su país”, lo que le había impedido derrotar a
una división de Carratalá y otra de La Serna. Deploró también el haberse embarcado
muy tarde debido a las maniobras de Riva Agüero para retrasarla. A diferencia de la
explicación dada por Santa Cruz, Sucre insistió en atribuir el fracaso, no a falta de
auxilio oportuno sino a cuestiones de política interna peruana. Sobre las causas que le
impidieron socorrer a Santa Cruz (como no haber sido advertido por éste de los
movimientos que iba a ejecutar) y que determinaron su estrepitoso fracaso seguido de
retirada, da la siguiente explicación a Bolívar:
El general Santa Cruz recibió órdenes del señor Riva Agüero para abandonar la
campaña en cualquier estado en que estuviera y que, cualesquiera fuesen las
ventajas que hubiese obtenido, bajase con el ejército a Trujillo. Nada se me avisó de
tal medida y S.E. se persuadirá cuánta es la mala fe con que yo he sido tratado. La
fortuna sólo ha podido salvarme hasta ahora de una conducta tan doble y de tantos
riesgos en que se me ha metido para destruirme.43
64 La versión de Sucre se fundamenta en el complejo juego de intereses nacionales que en
esos momentos tenía lugar. Ya se ha visto cómo mientras San Martín buscaba
incorporar el Alto Perú a su país, Riva Agüero pretendía hacer lo mismo con respecto al
suyo. El Libertador, si bien estuvo de acuerdo con la expedición de Santa Cruz, no tenía
interés en ensanchar el territorio del estado peruano ni en cumplir con los designios de
San Martín sino que buscaba fortalecerse allí aprovechando la coyuntura que le
brindaba la convención. Su interés primordial –como ya se ha dicho– era derrotar a los
españoles a fin de que la guerra no se extendiera a Colombia. Así lo expresa en sus
instrucciones a Rudecindo Alvarado:
Es menester que U. sepa que el gobierno español trata de una transacción para la
cual es probable que preceda el armisticio negociado en Buenos Aires y S.E. desea
que se ocupe todo el terreno que sea posible en el Alto Perú para fijar una base
410
sólida en aquella parte y que nos de recuros de toda especie para continuar la
guerra.44
65 Mientras se llevaba a cabo la campaña de Santa Cruz, Riva Agüero había estrechado
demasiado sus vínculos con La Serna buscando un acuerdo al margen de Bolívar y el
ejército libertador, a raíz de lo cual su gobierno norperuano entró en colapso. En medio
de su desesperación, Riva Agüero creyó que el ejército enviado al otro lado del
Desaguadero, podría salvarlo. Pero ya era demasiado tarde. Santa Cruz, al ser
destrozado en la ruta de retorno, no pudo llegar a tiempo para ayudar a Riva Agüero,
quien en esos momentos era repudiado por sus compatriotas en medio de una agónica
esperanza suya de lograr una reconciliación total entre españoles y peruanos. Cuando
hizo sus últimos intentos de negociación con La Serna, éste rehusó todo diálogo en vista
de la debacle sufrida por la expedición de Santa Cruz que el caudillo peruano había
prohijado. Lo desairó de la misma manera que había tratado a Torre Tagle.
de que la gestión así comenzada tendría éxito. Pero cuando se supo que ni La Serna ni
Canterac se dignaron recibir a Berindoaga, empezó a cundir la alarma entre Torre Tagle
y los secretarios de Bolívar. Uno de éstos, Tomás de Heres, cometió el error de entregar
a Torre Tagle “a ley de caballeros” una carta que el Libertador le había dirigido y en la
cual constaba su opinión favorable en torno a la Convención Preliminar.
70 Cuando Heres reclamó la carta a fin de impedir su eventual divulgación, Torre Tagle se
negó rotundamente a devolverla arguyendo que “en materias públicas no hay tuyo ni
mío”. Finalmente convino en la devolución, a cambio de que Heres le proporcionara
una constancia, firmada por él, de que había recibido el documento. Pero al mismo
tiempo le hizo saber que se había visto en la obligación de mostrar la peligrosa misiva a
los dos presidentes del Congreso peruano (Alvarado y Galiano) para evitar que éstos lo
acusaran de haber actuado por cuenta propia. Luego de enterarse de ésto, Heres llegó a
la conclusión de que en esos momentos la carta que contenía las opiniones del
Libertador sobre materia tan delicada, era conocida por “todo Lima”. 47
71 Al informar al Libertador de tan ingratos acontecimientos, Heres mencionaba la
existencia de “un club al cual pertenecía el general Andrés García Camba, quien desea
que la América pertenezca a la península, así sea regida por el “Gran Señor” [¿La
Serna?] todo de acuerdo con Canterac y Loriga”. También le decía que el grupo de Torre
Tagle y el Congreso, eran sus enemigos y que el gobierno peruano era “una casa de
abominación”.48 Mientras tanto, el partido realista ganaba terreno en un desorientado
Perú cuyos hombres prominentes seguían oscilando entre aceptar la independencia que
le ofrecían los vecinos o reconciliarse inmediata y definitivamente con España.
72 Todas aquellas vacilaciones concluyeron la madrugada del 7 de febrero de 1824 cuando
el sargento Dámaso Moyano, apoderándose del mando del regimiento “Río de La Plata”,
proclamó una insurrección antibolivariana en el fuerte de El Callao y, poniendo en
libertad a los prisioneros españoles, intimó rendición a la ciudad de Lima poniéndola
bajo la protección de La Serna. Moyano justificó su actitud arguyendo el mal trato y
falta de pago que sufrían los soldados argentinos. Estas quejas coincidieron con el
regreso de Berindoaga y la negativa de Torre Tagle a devolver la carta reclamada por
Bolívar. El mismo 7 de febrero, horas antes de conocer las malas noticias provenientes
de El Callao, Bolívar desde Pativilca le dice al presidente peruano:
entiendo que usted ha deseado tener un documento mío que justificase mi
aprobación a la medida de entrar en negociaciones con los enemigos. Mas diré a Ud.
con franqueza, que la duda de Ud. sobre mi probidad, no le ha ocurrido hasta ahora
sino a mis enemigos, y desde luego no cuento a Ud. en el número de ellos. 49
73 Pero esa enemistad ya existía y, en buena medida, provenía de las manipulaciones de
Bolívar en torno a la Convención Preliminar y de haber usado a Torre Tagle como
instrumento suyo. Asimismo se puede ver un vínculo directo entre la sublevación de
Moyano y la ruptura entre el presidente peruano y Bolívar.
74 En efecto, a los pocos días, Torre Tagle se une a los insurrectos y se apertrecha en el
castillo Real Felipe del Calllao. Lo siguieron en su defección, Berindoaga, Diego Aliaga,
conde de Surrigancha y vicepresidente del Perú, los principales funcionarios del
gobierno y del congreso, más 387 jefes y oficiales del ejército peruano. Posteriormente
se supo que al margen de lo convenido por Bolívar, Torre Tagle, por intermedio de un
cierto José Terón (y repitiendo la conducta de Riva Agüero que poco antes él había
condenado), estaba negociando por su cuenta con Canterac la expulsión del Libertador
y la unión del Perú con España. Lima cayó nuevamente en poder de los realistas aquel
412
febrero de 1824. Fue en ese momento cuando Bolívar deshaució toda tratativa de paz y
anunció que se prepararía activamente para la guerra.
75 El segundo presidente peruano había desertado como el primero. No es para describir
la angustia de Bolívar recluido en el villorrio de Pativilca. Lo que estaba sucediendo era
como para enloquecer al más cuerdo y acobardar al más valiente. Por eso, en cierto
momento se sintió loco y derrotado.50 A manera de consuelo los miembros que
quedaban del Congreso, lo designaron Dictador del Perú. Pero él sabía que las
dictaduras no se ejercen con papeles y la garantía de éxito se esfumaba frente a las
pocas esperanzas de que llegaran los refuerzos colombianos.
76 El 20 de marzo, la Gaceta del Gobierno del Perú, hizo conocer un mensaje de Torre Tagle
donde éste, sin ningún disimulo, explicaba así su posición abiertamente contraria a
todo lo que venía sucediendo desde la llegada del Libertador a Lima:
Peruanos: es tiempo ya de que salgais de errores. El tirano Bolívar y sus indecentes
satélites han querido esclavizar al Perú y hacer de este opulento territorio, súbdito
del de Colombia [...] yo he deseado que os unieseis con los españoles como el único
modo de evitar vuestra ruína [...] Bolívar me instó reservadamente a abrir
negociaciones de paz con los españoles para dar tiempo a reforzarse y destruirlos
envolviendo en su ruina a los peruanos. Yo aproveché esta ocasión para lograr
ventajosamente vuestra unión y evitar nuestra pérdida [...] Bolívar es el mayor
monstruo que ha existido sobre la tierra, es enemigo de todo hombre honrado, de
todo quien se opone a sus miras ambiciosas [...]. 51
77 Los insurrectos del Callao siguieron atrincherados en el fuerte durante el resto de la
guerra y no acataron la capitulación de Ayacucho. Durante un largo y pavoroso año y
medio, acosados por el hambre, la enfermedad y la muerte, se mantuvieron en el
castillo de Real Felipe. Torre Tagle, su esposa y el hijo menor de ambos, murieron
víctimas del escorbuto y la disintería que azotaba a los moradores del fuerte.
Berindoaga sobrevivió, pero en 1826 fue procesado por traición y ajusticiado.
99 Los comentarios sobre las intenciones de La Serna, llegaron a oídos del enviado
diplomático de Estados Unidos en Buenos Aires quien el 3 de enero de 1824 informaba a
su gobierno que
los asuntos se han complicado por un acto del jefe realista que ha declarado la
independencia del Perú de toda la América española.68
100 La prensa porteña también aludía a que Espartero, amigo personal y negociador de La
Serna, estaba “fuertemente comprometido en los planes en que aquel general insiste
bajo la condición de hacer el principal papel”.69
101 Pero las intenciones de La Serna no sólo eran conocidas y comentadas en Lima, Cuzco y
Buenos Aires, sino también en el remoto territorio donde se ubicaba el estado
revolucionario de Ayopaya. Su jefe José Miguel Lanza, al final de la guerra, celebró
convenios tanto con Valdés, jefe de las fuerzas leales a La Serna, como con Olañeta,
enemigo mortal del virrey peruano. José Santos Vargas, autor del “Diario” que contiene
los acontecimientos de Ayopaya, relata que
La Serna, según dicen, intentaba coronarse en las Américas, que a la fuerza se
declaraba independiente del gobierno de España.70
102 Este argumento era usado por quienes querían conseguir la adhesión de Lanza a las
fuerzas de Valdés al sostener que la actitud de La Serna al separarse de la autoridad de
Madrid, “era lo mismo que la libertad de la patria.” 71
los españoles después de su guerra con Francia tendrán un diluvio de veteranos que
mandar al Perú en tanto que nosotros no tendremos sino reclutas [...] si no somos
derrotados en el Alto Perú debemos hacer armisticio y paz sea como sea. 75
107 En esta carta, el Libertador aludía a la expedición que debía dirigirse a los “puertos
intermedios” –Arica, Tacna, Ilo– en apoyo a Santa Cruz y bajo la dirección de Sucre
quien había llegado al Perú con las tropas auxiliares colombianas meses antes que
Bolívar. Para el Libertador, la paz con los españoles “sea como sea”, era la peor de las
opciones a tomarse, y se daría sólo en caso de que el ejército de Sucre fuera derrotado
en el Alto Perú. Pero debido a uno de esos azares de la guerra, Sucre finalmente no
participó en la desastrosa expedición de Santa Cruz y pudo regresar a Lima con la
totalidad de su ejército. Cuando se encontraba en Arequipa, perdió todo contacto con
Santa Cruz después de que éste le hubo informado de la acción en Zepita.
108 La otra alternativa menos pesimista a que apostaba Bolívar, era que gracias al lapso de
seis meses contemplado en la Convención Preliminar, le iba a ser posible recibir los
esperados refuerzos militares tanto de Colombia como de Chile. En los meses que
siguieron a su llegada al Perú, además de escribir a Santander, Bolívar se dirige al
secretario de Relaciones de Colombia, Rafael Revenga, para mostrarle la conveniencia
de adherirse a la Convención añadiendo que
si los jefes del ejército español existente el Perú se hallan animados de sentimientos
de paz y reconocen la Convención Preliminar iniciada por el gobierno de Buenos
Aires, yo renunciaré con placer a la gloria de vencerlos. 76
109 Sobre este tema, Santander, pensaba de manera muy distinta a Bolívar, y en respuesta a
los comentarios de éste, le decía:
El armisticio de Buenos Aires me parece muy insignificante: los comisionados
españoles en mi opinión han puesto de alcahuete a aquel gobiernillo para ganar
tiempo de reorganizarse La Serna y emplear todas las fuerzas españolas contra el
Perú, [los de Buenos Aires] ni derecho público saben pues hablan de soberanía
ordinaria y extraordinaria, división que por acá no conocemos aunque leemos a
Montesquieu, Constant, Vattel, Tritot, etc.77
110 A lo largo de estos días cuando los acontecimientos se sucedían con rapidez vertiginosa
y donde el juego de intereses parecía dar a los hechos una endiablada complejidad, el
Libertador puso a prueba su genio y tomó sus decisiones tácticas por la triple vía
política, diplomática y militar. En lo político se puso abiertamente en contra de Riva
Agüero quien, desposeído de su ejército por haberlo enviado a la campaña de Santa
Cruz en el Alto Perú, no contaba ya con la fuerza necesaria para enfrentarse a Torre
Tagle y al Congreso. Estos tenían de su lado a las unidades militares de Lima y el Callao,
incluyendo los auxiliares colombianos y argentinos.
111 En lo diplomático, la actitud de Bolívar favorable a la Convención Preliminar le abría la
posibilidad de que Rivadavia le enviara auxilios que consistentemente éste había
negado a su compatriota San Martín. Por eso no regateó elogios a lo hecho por las
autoridades de Buenos Aires, a quienes mandó decir que en su concepto la convención
era “el más grande acto de prosperidad y de gloria para la América”, ya que ella
“conciba de un modo maravilloso los interese de todos los nuevos estados y de la
antigua metrópoli”.78
112 Por el lado militar, el Libertador tampoco bajaba la guardia. En el mismo mensaje de
adhesión a la política de Rivadavia, también se refería a la “urgencia que tiene la causa
de la América de un pronto y fuerte auxilio militar por el Alto Perú de tropas del Río de
la Plata” a fin de que éstas “contribuyan al rescate de cuatro de sus mejores
418
provincias.”79 Bolívar, recién llegado a esta parte de América, no se había dado cuenta
de que Buenos Aires desde hacía varios años ya no estaba interesada en la suerte de
esas “sus mejores provincias.”
113 Simultáneamente a lo narrado, el rumor del “imperio peruano” de La Serna llegó a
oídos del Libertador quien se apresuró a comunicarlo a Buenos Aires pues “se dice
también que los realistas han proclamado en Arequipa su independencia del actual
gobierno español.” Advierte asimismo, que con la Convención a la vista, La Serna
empezará “a obrar con rapidez para aumentar las ventajas de su posición.” 80
114 Bolívar había enviado a Chile en calidad de representante diplomático, al general
Daniel O’Leary, el benemérito irlandés cuyas muy valiosas Memorias siguen siendo
fuente imprescindible para reconstruir la historia de la emancipación americana. La
misión de O’Leary consistía en convencer al gobierno chileno de enviar nuevos
contingentes para la liberación total del Perú. Además, Bolívar confiaba en que si La
Serna no aceptaba el armisticio, “Chile haría una guerra activa y vigorosa al enemigo en
el sur del Perú poniéndose de acuerdo con Buenos Aires.81
115 Estaba a la vista que el Libertador desconocía los detalles de la política de los estados
del sur y pensaba con optimismo alejado de la realidad, que los esfuerzos podrían
conjugarse para expulsar definitivamente a los españoles de América. Fue O’Leary el
encargado de hacerle poner los pies sobre la tierra al decirle:
no hay nada que esperar de este estado [Chile]. De Buenos Aires menos aún; el
estado de Buenos Aires reducido a las murallas de la ciudad, se halla incapaz de
enviar a un solo hombre. Dinero tienen, pero el afrancesado Rivadavia por no
trastornar sus sistema de ventas como él dice, dejará perecer al género humano
antes de dar un real [...]82
116 Después de muchas incidencias y difíciles negociaciones, el 15 de octubre de 1823, salió
de Valparaíso rumbo al Perú, una expedición marítima compuesta de 2.500 hombres
divididos en dos cuerpos de infantería, uno de caballería y un regimiento de húsares al
mando del coronel José María Benavente. Este llegó a Arica el 26 y fue informado tanto
de la derrota de Santa Cruz como de las graves diferencias entre los jefes peruanos. La
expedición siguió al norte, rumbo a Lima, y en la ruta se encontró con el general
chileno Francisco Antonio Pinto a quien entregó el mando. Este dio orden de regresar a
Chile después de arrojar al mar 150 caballos.83
117 Igual que en el caso de Chile, había muy pocas esperanzas de obtener de Colombia los
auxilios solicitados por Bolívar. Después de 13 años de guerra, el tesoro de ese país se
encontraba paupérrimo y Santander, siempre apegado a la legalidad, rehusaba tomar
medida alguna que no estuviera respaldada por el congreso. En vano el Libertador
argüía las ventajas que significaba defender a Colombia en territorio ajeno y no en el
propio. Las dificultades de toda índole que allí se presentaban, lo persuadieron de que
la única manera de evitar una nueva y definitiva derrota a manos de los españoles era
ganar tiempo con ellos, instándolos a suscribir la Convención Preliminar.
118 La Convención era impopular en Colombia y Chile de donde esperaba ayuda militar y
también en el Perú, país que Bolívar buscaba liberar en los primeros días de 1824.
Conciente de esta situación, desde Pativilca, pueblo adonde había llegado muy enfermo
y desmoralizado, el Libertador concibió la maniobra diplomática ya referida, tal vez la
más audaz y riesgosa de toda su carrera. El 9 de enero envía a Heres para hablar con
Torre Tagle a quien le dice que el plan urdido “es de tal importancia que yo quisiera
que ni el papel mismo lo supiese porque en cuanto se sepa, se perdió el Perú para
419
siempre”.84 Empezaba así la gestión que, por cierto, estuvo a punto de causar el desastre
total de la causa independentista, no sólo en el Perú sino también en Colombia.
119 Entre las instrucciones que Torre Tagle dio a Berindoaga, obedeciendo a su vez las de
Bolívar, figuraba un “artículo adicional y muy reservado”, el cual expresaba que en caso
de que La Serna no mostrara interés por negociar en base a lo convenido en Buenos
Aires, el comisionado quedaba autorizado para proponerle “bajo la base de la
independencia, un tratado particular con el Perú.”85
120 Puesto que para Bolívar “el Perú” excluía las provincias altoperuanas, la alternativa que
abría la cláusula reservada, no era otra que ratificar el status existente en el momento
de la negociación. O sea, La Serna quedaba en posesión del Alto Perú, (Puno y Cuzco
incluidos) mientras Lima y el resto del país constituirían el estado independiente. Esto
resultaba inaceptable para La Serna quien según las versiones ya examinadas, no
transigía por menos que por el “imperio peruano” de Tupiza a Túmbez. Prueba, sin
embargo, que Bolívar estaba dispuesto a entrar en cualquier arreglo si éste garantizaba
la independencia y seguridad de Colombia.
121 Una vez producidos los sucesos del Callao y en circunstancias en que la situación del
Libertador era cada día más angustiosa, John Mc Clean, el comerciante británico a quien
Canterac había insinuado la posibilidad de que el Perú fuera una monarquía
independiente, propone ahora a Bolívar que acepte la sujeción del Perú a España. En
carta fechada en Lima el 17 de marzo, Mc Clean le dice al Libertador:
como amigo de Colombia y como hombre que desea sinceramente el bien del Perú,
he defendido la causa de la paz entre ambos países en la firme convicción de que el
gobierno español comprenderá la necesidad de adoptar una política más liberal e
ilustrada.86
122 El comerciante añadía que los jefes españoles estaban en conocimiento de tal
proposición y, para probarlo, transcribe a Bolívar una carta originada en Rio de Janeiro,
donde se dice que Francia –por entonces potencia ocupante de España– mandará tropas
a rescatar las colonias.87
123 No conocemos la reacción de Bolívar frente a esta iniciativa privada británica, pero es
obvio que si meses antes, y en caso de que hubiese sido necesario, estaba dispuesto a
firmar con La Serna la paz “sea como sea”, las gestiones oficiosas de Mc Clean no
podían sino merecerle el más grande interés. De hacerse realidad, el “imperio peruano”
al mando del último virrey español podía asegurar una existencia pacífica a la nueva
república de Colombia. Con mayor razón en esos momentos cuando su independencia
peligraba más que nunca.
para sus gastos de defensa, la misma cantidad de dinero que las cámaras de París
habían votado para aplastar el régimen liberal español. 88
125 Varios testimonios coincidentes permiten suponer que la idea de comprar la
independencia suramericana partió del ministro británico de Asuntos Exteriores,
George Canning. Y aunque él no hubiera sido quien la propició, ciertamente la
transmitió a las partes interesadas a través de sus agentes en Madrid y Buenos Aires.
Esta iniciativa coincidía admirablemente con la estrategia de poner fin al litigio de
España con sus colonias, a sola condición de que tanto éstas como aquélla, respetaran
los privilegios comerciales que ya había adquirido Gran Bretaña.
126 Refiriéndose a esta época, Temperley sostiene que “Canning había dado a los ministros
constitucionales en España todo el apoyo moral que fuera posible mientras negociaba
en Buenos Aires sobre la base de la independencia”. 89 Este “apoyo moral” también se
materializó en la conferencia que se llevó a cabo en Londres del 9 al 12 de octubre de
1823 entre George Canning, ministro de Asuntos Exteriores, y el embajador de Francia
ante Gran Bretaña, príncipe de Polignac.
127 Uno de los temas tratados entre Canning y Polignac, fue la compra de la independencia.
En sus inicios, esta iniciativa era ostensiblemente antifrancesa, ya que el destino de la
suma ofertada era combatir la invasión de los “cien milhijos de San Luis” contra el
régimen liberal español. Pero como en los momentos de llevarse a cabo la conferencia
ya había triunfado la expedición encabezada por el duque de Angulema, la proposición
dejó de ser contraria a los intereses de Francia.90 Teniendo en cuenta ese factor,
Canning hizo notar a Polignac la necesidad de poner dos condiciones a la oferta de
compra de la independencia: (i) que la Convención Preliminar fuera ratificada por el
rey de España (otra vez convertido en monarca absoluto), y (ii) que los mismos
términos de aquel acuerdo se aplicaran a los demás estados hispanoamericanos.
128 El ministro británico hizo también notar al embajador francés, que tal subsidio no debía
ser considerado hostil a Francia, puesto que, de todas maneras, él se hubiese hecho
efectivo aún en caso de que las naciones que hoy reclamaban su independencia
continuaran en su condición de colonias. Polignac respondió cautelosamente diciendo
que él no estaba en condiciones de expresar hasta que punto tal oferta de ayuda
pecuniaria a España era o no hostil a Francia. Finalizó diciendo que lo expresado “sólo
se refería a su propia e individual iniciativa la cual no estaba fundada en un reflexión
madura.”91
129 Es curioso que en su estudio sobre la política exterior de Canning, Temperley no le
hubiese asignado importancia alguna ni a la Convención Preliminar ni a la oferta de
compra de la independencia las cuales, como queda dicho, estuvieron incluidas en las
conversaciones Canning-Polignac. No obstante, Temperley siempre estuvo orgulloso de
haber descubierto y publicado en 1923 en su Cambridge History of Foreign Policy, la parte
del Memoradum Polignac en la cual Canning sostuvo que cualquier acuerdo de las
potencias europeas sobre el destino de las colonias españolas debía ser consultado con
Estados Unidos. Por su parte C. K. Webster en El estudio de la historia diplomática,
publicada en 1924, sostuvo:
tal vez puede decirse que se han leído prácticamente todos los papeles del Foreign
Office, durante el período 1815-1830 existentes en el Public Record Office. Se ha
hecho el intento de examinarlos todos, en su conjunto, así como la correspondencia
de los embajadores y ministros extranjeros es conocida en una u otra forma. 92
421
130 Por lo dicho, resulta incomprensible que ni Temperley ni Webster hubiesen asignado a
las negociaciones referidas la obvia importancia que ellas tienen y que aparecen
destacadas en el legajo P.R.O./F.O.,118/1. ¿Fue que leyeron mal? ¿Existen papeles
actualmente en el Public Record Office que no estaban allí en la época en que
investigaron aquellos autores?
131 La existencia de la negociación referida –que ciertamente quedó sólo en el papel– puede
comprobarse leyendo las instrucciones que, a comienzos de 1824, Canning dirigió al
cónsul británico en Buenos Aires, W. Parish. En ellas se menciona la capacidad legal que
poseía el gobierno de Buenos Aires para actuar en su propio nombre y en el de las
demás provincias del Río de La Plata ya que existía un precedente de pocos años atrás:
la negociación de Buenos Aires con España que condujo a la firma de la Convención
Preliminar con su aditamento de la compra de la independencia. Tal status de estado
soberano, podría invocarse ahora al tratarse del reconocimiento de las Provincias
Unidas por parte de Inglaterra.93
132 Cuando en 1826 se encontraba por reunirse el Congreso de Panamá, convocado por
Bolívar, Canning se refirió nuevamente al tema. En comunicación dirigida a J. Dawkins,
agente británico en Colombia, le da instrucciones sobre la urgencia de que España
reconozca la independencia de sus ex colonias y cree que la mejor manera de lograrlo
rápidamente es ofrecer a Su Majestad Católica “algún alivio a sus apuros financieros”. 94
Asimismo recuerda cómo al comienzo de la revolución americana, la idea de comprar la
independencia de la madre patria no se rechazaba totalmente, sino que más bien era
concebida por algunos estados, y “aún se formalizó el pago de una considerable suma
de dinero a España.”95
133 El entusiasmo de Canning por la aplicación de esta fórmula comercial, lo llevó a instruir
a Dawkins para que “si existiera alguna disposición favorable en el Congreso [de
Panamá] para efectuar un arreglo semejante, usted ofrecerá la intervención de su
gobierno [el británico] para proponérselo a España.”96
134 Al proponer la intervención británica en este asunto, Canning quería matar varios
pájaros de un tiro: de una parte, evitar cualquier intento revanchista contra las ex
colonias que pudiera estar gestándose en España, lo que pondría en peligro los
intereses comerciales británicos. Al mismo tiempo, buscaba hacer méritos en sus
relaciones con los nuevos estados al apadrinarles el reconocimiento de su
independencia. De otro lado, es probable que Canning abrigara la esperanza –
corroborada por negocios anteriores de la misma índole– de que el monto destinado a
la compra del reconocimiento fuera obtenido por Buenos Aires en bancos londinenses
para ser entregado a España. El dinero estaría estaría allí sólo de paso ya que, casi de
inmediato, volvería a su lugar de origen para satisfacer a los tenedores de bonos de la
City, a su vez acreedores de un gobierno español deudor y cada vez más insolvente.
¡Business, business!..., podría decirse.
135 Los franceses también se entusiasmaron con el mismo negocio. Fue así cómo el 10 de
noviembre de 1823, Charles Stuart, embajador británico en París, informa a Canning:
Monsieur de Villele [Ministro de Relaciones Exteriores de Francia] ha aludido varias
veces al tratado entre el gobierno constitucional de España y las autoridades de
Buenos Aires, indicando que las condiciones que el tratado establece para el
reconocimiento de la independencia de éstos, son perfectamente aplicables a la
posición de Francia con respecto al actual gobierno de España y ofrece tema para
discusión en el Congreso [de las potencias europeas] cuya reunión se ha propuesto
422
141 El 26 de febrero de 1824 las decisiones fueron aún más explícitas. Se dictó un “Decreto
anulando los poderes y actos de quienes fueron enviados a negociar a las colonias
americanas”. En él, Fernando dice:
[...] ordeno que los referidos Comisionados enviados por el gobierno llamado
Constitucional dejen de actuar y retornen inmediatamente a la península. 99
142 En Buenos Aires, como era de esperarse, la decisión tomada por el nuevamente
restaurado rey absoluto causó una enorme decepción e hizo revivir el espíritu bélico de
los gobernantes quienes publicaron la siguiente declaración:
El Gobierno se había lisonjeado de que convencida la razón y puesto el fallo de la
experiencia, la Convención del 4 de julio celebrada con los Comisionados de S.M.C.
sería ratificada y seguida de una paz durable. Mas las ideas que dominan en Madrid
después de la caída de la Constimción española y las medidas hostiles renovadas
desde entonces, inclinan a creer que será preciso completar con la espada la obra de
nuestra independencia. Después de haber dado a S.M.C. un no esperado ejemplo de
generosidad, le mostraremos que nuestra energía primera ha crecido y también los
medios de defensa [...] Entretanto se han enviado y se enviarán socorros a la
provincia de Salta además de la suma de dinero que se someterá a nuestra
aprobación. B. Rivadavia, J. M. García. 3 de mayo de 1824. 100
143 Bolívar continuó con la guerra y la ganó en Junín y Ayacucho, en agosto y en diciembre
de 1824. Pedro Antonio de Olañeta contribuyó decisivamente a estos triunfos, ya que
gracias a su insurrección contra La Serna entretuvo a buena parte del ejército realista
en el Alto Perú. Al hacerlo, compensó la falta de refuerzos militares que Bolívar
demandó y jamás recibió de Colombia, Chile y Buenos Aires.
144 Sin duda, aquella fue una consecuencia favorable a la suerte de América independiente
que se originó en la frustrada Convención Preliminar de Paz de Buenos Aires de 1823.
145 Texto de la convención preliminar101
146 Habiendo el gobierno de Buenos Aires reconocido y hecho reconocer en virtud de
credenciales presentadas y legalizadas en competente forma por Comisionados del
Gobierno de Su Majestad Católica a los señores don Antonio Luis Pereira y a don Luis de
la Robla, y habiéndose propuesto a dichos señores por el Ministerio de Relaciones
Exteriores de dicho Estado de Buenos Aires el arreglo de una Convención Preliminar al
tratado definitivo de paz y amistad que ha de celebrarse entre el Gobierno de S.M.C. y el
de la Provincias Unidas sobre la base establecida en la ley de 19 de Junio del presente
año; conferenciádose y expuestos recíprocamente cuanto consideraron debe conducir
al mejor arreglo de las relaciones de los estados expresados: usando de la
representación que revisten y de los poderes que los autorizan, han ajustado la dicha
Convención Preliminar a los términos que expresan los artículos siguientes:
147 Articulo 1°. A los sesenta días contados de la ratificación de esta convención por los
gobiernos a quienes incumbe, cesarán las hostilidades por mar y tierra entre ellos y la
nación española.
148 Artículo 2°. En consecuencia, el general de las fuerzas de S.M.C. existentes en el Perú,
guardará las posiciones que ocupe al tiempo que le sea notoria esta convención, salvas
las estipulaciones particulares que por recíproca conveniencia quieran proponerle o
aceptar los gobiernos limítrofes al objeto de mejorar la línea respectiva de ocupación
durante la suspensión de hostilidades.
149 Artículo 3o. Las relaciones de comercio, con la excepción única de los artículos de
contrabando de guerra, serán plenamente restablecidas por el tiempo de dicha
424
suspensión entre las provincias de la monarquía española, las que ocupan en el Perú las
armas de S.M.C. y los estados que ratifiquen esta convención.
150 Artículo 4o. En consecuencia, los pabellones de unos y otros estados serán
recíprocamente respetados y admitidos en sus puertos.
151 Artículo 5°. Las relaciones de comercio marítimo con la nación española y los estados
que ratifiquen esta convención, serán regladas por convención especial, en cuyo ajuste
se entrará enseguida de la presente.
152 Artículo 6°. Ni las autoridades que administren las provincias del Perú a nombre de
S.M.C, ni los estados limítrofes, impondrán al comercio de unos y otros, más
contribuciones que las existentes al tiempo de la ratificación de esta convención.
153 Artículo 7°. La suspensión de las hostilidades subsistirá por el término de 18 meses.
154 Artículo 8. Dentro de este término, el gobierno del estado de Buenos Aires, negociará por
medio de un plenipotenciario de las Provincias Unidas del Río de la Plata y, conforme a
la ley de 19 de junio, la celebración de un tratado definitivo de paz y amistad entre
S.M.C. y los estados del continente americano a que la dicha ley se refiere.
155 Artículo 9°. En el caso de renovarse las hostilidades, éstas no tendrán lugar ni cesarán las
relaciones de comercio sino cuatro meses después de la intimación.
156 Artículo 10°. La ley vigente en la monarquía española así como en el estado de Buenos
Aires acerca de la inviolabilidad de las propiedades aunque sean de enemigos, tendrá
pleno efecto en el caso del artículo anterior en los territorios que ratifiquen esta
convención y recíprocamente.
157 Artículo 11. Luego de que el gobierno de Buenos Aires sea autorizado por la Sala de
Representantes de su estado para ratificar esta convención, negociará con los gobiernos
de Chile, del Perú y demás de las Provincias Unidas del Río de la Plata, la accesión a ella,
y los Comisionados de S.M.C tomarán la mismo tiempo todas las disposiciones
conducentes a que por parte de las autoridades de S.M.C obtenga el más presto y
cumplido efecto.
158 Artículo 12. Para el debido efecto y validación de esta convención, se firman los
ejemplares necesarios sellado por parte de los Comisionados de S.M.C. con su sello y,
por el gobierno de Buenos Aires, con el de Relaciones Exteriores.
159 Buenos Aires, 4 de julio de 1823
160 Bernardino Rivadavia - Antonio Luis Pereira - Luis de la Robla.
NOTAS
1. Ver capítulo “Iniciativas de los liberales españoles para terminar la guerra en América”.
2. Sólo conocemos tres estudios monográficos sobre este tema, todos del historiador argentino R.
Caillet-Bois con los siguientes títulos: “La misión Pereyra-La Robla al Río de La Plata y la
Convención Preliminar de Paz de 4 de julio de 1823”, en Boletín de la Academia Nacional de la
Historia XII, Buenos Aires,1939 pp.175-223; “La Convención Preliminar de Paz celebrada con
425
España en 1823 y las misiones de Álzaga y Las Heras”, en Revista de Historia de America, N° 6,
Tacubaya, México; y “La Comisión Pacificadora de 1823 y el gobierno de Buenos Aires”, en ibid, N°
5, pp. 5-30. Sobre ésta y otras misiones pacificadoras enviadas a América por el régimen liberal
español, ver W. S. Robertson, “The policy of Spain towards its revolted colonies”, en Hispanic
American Historical Review, February-August, 1926.
3. W. S. Robertson, ob. cit, p. 36.
4. Ver, H. S. Ferns, Britain and Argentina in the XIX Century, Oxford, 1960, p. 106.
5. Ibid.
6. J. E. Rodriguez, The independence of Spanish America, Cambridge University Press, 1998, p. 204.
7. W. S. Robertson, p. 36.
8. Ibid.
9. Ibid.
10. Ver capítulo “La odisea de San Martín en el Perú”.
11. W. R. Manning, Diplomatic correspondence of the U.S. concerning Latin American Indepenence,
Washington D.C., 1925, 3:2016.
12. The Times, Londres 8 de octubre de 1822.
13. W. S. Robertson, ob. cit., p. 33.
14. M. Torrente, Historia de la revolución americana, Madrid, 1826, 3:408.
15. Las aventuras y desventuras de los buscadores de reyes para el Perú están vividamente
relatadas en R. A. Humphreys, Liberatión in South America 1806-1827, The career of James Paroissien,
London 1952. Ver capítulo “La odisea de San Martín en el Perú”.
16. Las “relaciones exteriores” conducidas por José Miguel Lanza desde Cavari, cuartel general de
la “división de los Valles”, pueden examinarse en el Diario de un Comandante de la independencia
americana escrito por J. Santos Vargas y publicado por G. Mendoza, México, 1982.
17. M. Torrente, ob. cit., 3:408.
18. B. Mitre, Historia de San Martín, Buenos Aires, 1888, 3:708.
19. Un texto íntegro del documento así como de los periódicos de la época que lo publicaron en
Buenos Aires, puede verse en R. Caillet-Bois, “La Comisión Pacificadora...” ob. cit.; O’Leary,
Memorias 21:244. En The Times de Londres apareció una versión completa de la Convención en su
edición del 6 de octubre de 1823, anticipándose con nueve días a la Gaceta del Gobierno de Lima,
que lo publicó en su edición del 15 del mismo mes y año.
20. G. René-Morreno, Bolivia y Perú: nuevas notas históricas y bibliográficas, Buenos Aires, 1907, p. 27.
21. J. M. Forbes, Once años en Buenos Aires, 1820-1831, Buenos Aires, 1956, p. 253.
22. D. Barros Arana, Historia Jeneral de Chile, Santiago, 1897, p. 255.
23. J. Basadre, Historia de la República del Perú, 6a edición, Lima, 1968, p. 32.
24. J. Gabriel Pérez a Ministro de Relaciones de Buenos Aires, en O’Leary, Memorias, 20:491.
25. Santander a Bolívar. Bogotá, 9 de noviembrre de 1823, en O’Leary, Memorias, 29:327.
26. M. de Odriozola, Documentos históricos del Perú, Lima 1863-1867, 4:53.
27. Sucre a Bolívar. Quilca, 10 de octubre de 1823, en, O’Leary, ob. cit. 1:93.
28. J. Espinar a Sucre, 16 de enero, 1824, en ibid, 21:315.
29. M. F. Paz Soldán, Historia del Perú independiente, Lima, 1868, t. 3, cap. 13. San Martín a Riva
Agüero, Mendoza, 23 de septiembre, 1823, en O’Leary, ob. cit., 21:98.
30. Valdés y Hector, Conde de Torata, Documentos para la historia de la guerra separatista del Perú,
Madrid 1894, 1:29. Carta de J. de La Serna a G. Valdés. Cuzco 28 de noviembre de 1823, en Gaceta
del Gobierno, Lima, 8 de mayo de 1825 [edición fascimilar, 3 vol.], Fundación Enrique Mendoza,
Caracas, 1976.
31. D. Barros Arana, Historia Jeneral de Chile, Santiago, 1897, 14:218.
32. D. Barros Arana, ob. cit., 14:198.
33. Ver capítulo “La odisea de San Martín en el Perú”.
426
34. Torre Tagle tenía el mismo origen de quien fuera su encarnizado enemigo Riva Agüero y, al
igual que éste, ostentaba el rimbombante título de mariscal de campo sin haber disparado un solo
tiro en combate.
35. D. Barros Arana, p. 237.
36. D. Barros Arana, p. 251.
37. J. S. Vargas, Diario de un comandante de la independencia americana, 1814-1825 [Edición de G.
Mendoza], México, 1982, pp. 341-343.
38. Ibid, p. 343.
39. D. Barros Arana, ob. cit., p. 252.
40. Vargas, ob. cit., p. 346.
41. Sucre a Bolívar. Lima, 27 de abril de 1823, en O’Leary, Memorias, 1:34.
42. Sucre a Bolívar. Callao, 29 de junio de 1823, en ibid, 1:72.
43. Sucre a Bolívar. Quilca, 11 de octubre de 1823, en ibid, 20:439.
44. J. Gabriel Pérez a R. Alvarado. Lima, 28 de octubre de 1823, en O’Leary, Memorias, 20:503.
45. “Manifiesto del general Olañeta a los habitantes del Perú”, Potosí, 20 de junio de 1824, en M.
Ramallo, Guerra doméstica, Sucre, 1916, p. 90.
46. Ibid.
47. T. de Heres a S. Bolívar. Lima, 3 de febrero de 1824, en O’Leary, Memorias, 5:61.
48. Ibid.
49. Bolívar a Torre Tagle. Pativilca, 7 de febrero de 1824, en Odriozola, ob. cit., 4:64.
50. En la profusa literatura boliviariana existen innumerables testimonios sobre la desesperación
de Bolívar durante esos días, así como sus recurrentes arrebatos de optimismo. Particularmente
citado es el episodio en Pativilca cuando alguien le preguntó qué pensaba hacer y Bolívar, en un
rapto de lo que en esos momentos parecía sólo una alucinación, contestó: “vencer”.
51. “Gaceta del Gobierno”, supra, 2:45.
52. Arnade descarta toda posibilidad de que La Serna o sus lugartenientes Valdés y Canterac
hubiesen abrigado ambiciones personales y, con notoria exageración preñada de subjetivismo,
sostiene que el “imperio peruano” era sólo producto de la “mente perturbada” de Olañeta,
repitiendo así la versión del propio Valdés (Torata, ob. cit.) sin someterla a ningún análisis crítico.
C. Arnade, The Emergence of the Republic of Bolivia, Gainsville, Florida 1957, p. 112.
53. El Cóndor de Bolivia, N° 3. Chuquisaca, 17 de diciembre de 1825.
54. Torata, ob. cit., 1:132. La carta remisoria de Pereyra y La Robla a Olañeta conteniendo el texto
de la Convención, lleva fecha 29 de julio de 1822 (AGI, Buenos Aires, 136.) Ello permite suponer
que Olañeta la retuvo en su poder durante tres meses antes de enviarla a La Serna.
55. La Serna a Olañeta. Cuzco, 10 de enero de 1824, en Torata, ob. cit., 3:526.
56. The Times, London,10 de octubre de 1823. La proposición de Canterac era mucho más
favorable que el trato que los comerciantes ingleses estaban recibiendo del nuevo gobierno
peruano que les exigía una cuantiosa contribución para los gastos de guerra. Barros Arana,
siguiendo las memorias del general Miller, sostiene que los comerciantes ingleses obsequiaron a
Prescott una vajilla de plata como demostración de gratitud por la defensa que él había hecho de
sus intereses. Asimismo, que Henry Prescott era un oficial distinguido de la marina británica que
desempeñó cargos de importancia en su país y que falleció en 1874 con el rango de almirante. D.
Barros Arana, ob. cit., 14:196.
57. Ibid.
58. The Times, supra.
59. “J. G. Pérez a Ministro de Relaciones Exteriores de Buenos Aires”. Lima, 6 de noviembre de
1823, en O’Leary, Memorias 20:545 “Bolívar a Santander”. Pativilca, 9 de enero de 1824, ibid, 29:378.
60. “El Depositario”, Cuzco, 25 de noviembre de 1823, en Arnade, ob. cit. 112, asimismo en M.
Beltrán Ávila, La pequeña gran logia que independizó a Bolivia, Cochabamba 1948, p. 39; Torata 4:500.
61. M. Beltrán Ávila, ibid.
427
62. T. E. Anna, The Fall of the Royal Governement in Perú, Lincoln, Nebraska, 1979, p. 212.
63. Beltrán Ávila, ob.cit., p. 40.
64. Torata, ob.cit 1:83, T. E. Anna, ob. cit., p. 236.
65. Ibid, 4:123. Un expediente enviado por La Serna a consideración de la corona “de los servicios
de Dn. Gaspar Rico que recomienda en obsequio de la justicia”, puede verse en AGI, Lima, 280-191
(Abril 1824).
66. Torata, 4:116.
67. Ibid, 4:224. Ver asimismo, M. Sánchez de Velasco, Memorias para la historia de Bolivia desde el año
1808 a 1848, Sucre, 1938, pp. 119-120.
68. J. M. Forbes, Once años en Buenos Aires, 1828-1831, Buenos Ares, 1956, p. 279.
69. El Argos, N° 48, Buenos Aires, 23 de junio de 1824.
70. J. S. Vargas, ob.cit., p. 371.
71. Ibid.
72. J. G. Pérez a A. de Santa Cruz, 8 de septiembre de 1823, en O’Leary, Memorias 20:320.
73. Bolívar a Santander, 11 de septiembre de 1823 en V. Lecuna, Cartas del Libertador corregidas
conforme a los originales, Caracas, 1929, 3:238.
74. El mismo 11 de septiembre en que Bolívar escribía a Santander ponderando las virtudes de la
Convención Preliminar, se conocía en Lima la respuesta de La Serna a Riva Agüero, sobre las
proposiciones que éste le había hecho a través de Santa Cruz. Ver, R. Caillet-Bois, “La Convención
Preliminar de Paz celebrada con España en 1823 y las misiones de Álzaga y Las Heras”, en Revista
de Historia de América, N° 6, Tacubaya, México, p. 15.
75. O’Leary, ob. cit. 3:252.
76. Bolívar a R. Revenga, 30 octubre de 1823, en O’Leary, ob.cit. 29:327.
77. Santander a Bolívar, Bogotá, 6 de noviembre de 1823, en ibid, 3:125.
78. J. C. Pérez a Ministro de Relaciones Exteriores de Buenos Aires, 25 de octubre de 1823, en ibid,
20:491.
79. Ibid.
80. Ibid.
81. Ibid, p.146.
82. Ibid, 12:423.
83. B. Vicuña Mackenna, Historia General de la República de Chile desde su independencia hasta nuestros
días, Santiago, 1868, 4:273-275.
84. O’Leary, Memorias, 29:372.
85. Odriozola, Documentos, 4:53.
86. J. Mc Clean a J. G. Pérez, 17 de marzo de 1824 en O’Leary, ob. cit., 12:145.
87. Ibid.
88. The Times, Londres, 4 de octubre de 1823.
89. H. Temperley, The Foreign Policy of Canning, 2a edición, London 1966, p. 107.
90. Public- Record Office, FO 11/1.
91. Ibid.
92. Citado por H. Butterfield en Temperley XVIII, ob. cit.
93. C. K. Webster. The Foreign Policy of Castelreagh: Britain and the European Alliance 1815-1822,
London, 1934, p. 407.
94. Ibid.
95. Ibid.
96. Ibid.
97. Ibid.
98. The Times, Londres, 15 de octubre de 1823.
428
La “espantosa historia”
1 En Bolivia, desde muy atrás, predomina la idea obsesiva de que la historia nacional está
llena de calamidades, siendo una de las peores la conducta de los hombres que hicieron
posible la creación de la república a quienes se acusa de doblez, egoísmo, deslealtad y
desmedida ambición personal. El recuerdo de los fundadores de Bolivia causa desagrado
y rubor entre muchos de sus hijos quienes buscan descargar culpas presuntamente
heredadas vituperando –véngale o no al caso– la memoria de aquellos próceres. 1
2 No es éste el sitio para examinar las causas que han dado lugar a esa imagen tan
negativa y deprimente que los bolivianos tienen de sí mismos, menos aun para
enumerar las consecuencias perniciosas que de ahí han surgido. En el presente capítulo,
sólo intento reconstruir documental y analíticamente algunos rasgos de la vida y
actuación pública de personajes prominentes de la época, buscando determinar si el
hecho de ser “altoperuano” (término que en Bolivia suele emplearse como insulto) es
sinónimo de hipocresía y mala intención.
3 Como una herramienta para efectuar aquella reconstrucción, cabe analizar las partes
subjetivas y cargadas de intención del libro de Charles Arnade, La dramática insurgencia
de Bolivia, el cual ha contribuido de manera destacada a que los bolivianos se sientan
con frecuencia incómodos de ser tales. Dicha obra contiene un nutrido inventario de
supuestas transgresiones éticas destinadas a explicar las desventuras que ha debido
sufrir el país a lo largo de su “espantosa historia” (frightening history), frase
deprimente con que, en la página final, Arnade cierra su libro.
Perú. Sobre este tema, Marcos Beltrán Ávila elaboró una tesis que luego fue ampliada y
distorsionada por Arnade.2 En un libro de importancia capital, aunque poco difundido, 3
Beltrán Ávila se ocupa de las actividades de un grupo secreto entre quienes identifica a
José Mariano Serrano, Leandro Usín, Casimiro Olañeta y el presbítero Emilio Rodríguez,
todos ellos graduados en la Universidad de Charcas quienes, a juicio de Beltrán Avila,
manejaron los hilos de la política altoperuana con finalidades independentistas, para lo
cual precipitaron en 1824 la llamada “guerra doméstica”, logrando triunfar gracias al
talento y compromiso de sus miembros.
5 Por su parte, Arnade ha sostenido que el general Olañeta era un hombre testarudo,
ambicioso y de escasa inteligencia, con una lealtad poco común al rey español por quien
ofrendó su vida en momentos en que ya nadie seguía la causa monárquica. Agrega que
Olañeta fue víctima de las maniobras de una tenebrosa logia de criollos altoperuanos
encabezada por Casimiro Olañeta decididos, a cualquier costo, a tomar el poder en su
tierra para usarlo en beneficio propio. Pedro Antonio Olañeta aparece así como una
suerte de marioneta cuyos hilos eran digitados por aquellos astutos personajes,
carentes de todo escrúpulo y cuyas convicciones no eran otras que las de sus intereses
personales.
6 Siguiendo de cerca la orientación de René-Moreno y Vázquez Machicado, 4 Arnade juzga
con dureza a Casimiro y sus amigos “dos caras” ya que, a juicio simplista suyo, todos
ellos estuvieron al lado del rey español, salvo el momento cuando vieron que el
derrumbe del imperio era inevitable. Entonces, según este autor, los fundadores de
Bolivia, empleando un oportunismo en cuyo ejercicio eran maestros, cambiaron de cara
(o de careta) y aparecieron muy ufanos al lado de los triunfadores de Ayacucho para
disfrutar y compartir inmerecidamente con ellos los laureles de la victoria.
7 En su libro, Arnade exalta a la vez que denigra a Casimiro Olañeta, sobrino y secretario
del general y quintaescencia del espíritu universitario de Charcas. Según el mismo
autor, Casimiro fue el ejecutor e inspirador principal del gran proyecto 5 que haría
posible el triunfo de los patriotas, sin que por ello Arnade deje de considerarlo pérfido,
venal y traidor ya que atrapó en sus redes a los grandes jefes patriotas como Arenales,
Sucre y Bolívar. Para extraer sus conclusiones, este autor se basó, entre otras fuentes,
en el testimonio del general Gerónimo Valdés, uno de los oficiales que capitularon en
Ayacucho luego de haberse enfrentado con el ejército del general Olañeta en
sangrientas batallas que tuvieron como escenario el sur de Bolivia. Manipulando los
testimonios de Valdés, Arnade llega a conclusiones opuestas a las de Beltrán Ávila.
8 Las memorias de Valdés fueron publicadas por su hijo en Madrid a fines del siglo
diecinueve,6 y contienen detalles prolijos así como multitud de documentos en torno a
la rebelión de Olañeta. Allí también se encuentran los primeros datos conocidos sobre
la existencia de una organización secreta para crear enemistad y división entre los
españoles. Beltrán Avila unió los cabos sueltos de los documentos de Valdés y los
expuso en su libro La pequeña gran logia que independizó a Bolivia (Cochabamba, 1948).
9 Aparte de La dramática insurgencia de Bolivia, algunos artículos ocasionales, y otros
publicados como subproductos de su investigación inicial, no conocemos nuevos
aportes de Arnade a la historiografía boliviana o americana. De todas maneras, el
contenido de aquel libro así como la amenidad y buen hilván con que está escrito, el
rastreo exhaustivo de las fuentes bibliográficas y documentales en que se empeña el
autor, constituyen méritos indisputables suyos. En cuanto al extremismo de los juicios
en torno a los fundadores civiles de la república, ellos alimentaron la mentalidad
431
derrotista y escéptica sobre el destino del país que ostentan muchos bolivianos,
historiadores o no, al punto de que “La dramática insurgencia...” parece haber sido
escrita a pedido de ellos.7
10 Pero, a fin de lograr una silueta más nítida de los personajes que Arnade descalifica,
conviene hacer un esbozo genealógico-biográfico de Casimiro Olañeta.
Pérez de Uriondo) y fallece en 1784 a los 30 años de edad dejando un solo hijo, también
Juan José quien se convierte en el IV Marqués con el apellido, simplemente, Campero.
16 El segundo esposo de Antonia Prudencia, Francisco de Güemes, era hijo de Juan de
Güemes y Mariana de Herrera y Esles de donde nacieron, Rafaela y Manuela, madre y
suegra de Casimiro, respectivamente. Manuela estuvo casada en primeras nupcias con
su tío paterno Juan Manuel de Güemes, en segundas, con Antonio López Carvajal y, en
terceras, con Miguel Santistevan –capitán de milicias de la ciudad cuando ocurrió el
levantamiento de 1809– con quien tuvo a María, esposa de Casimiro y a la vez prima
hermana de éste.10
17 La actuación pública del IV Marqués, Juan José Feliciano Martierena del Barranco y
Pérez de Uriondo, tío y a la vez primo hermano de Casimiro, está vinculada a la guerra
de independencia. Este IV Marqués ostentaba también los títulos de Caballero de la
Orden de Carlos III, y VI Encomendero de Casavindo y Cochinoca. Nacido en 1777 en la
comarca de San Francisco de Yaví, provincia de Tarija –igual que muchos personajes de
su época– militó en el bando del virrey peruano para luego cambiar de posición y hacer
causa común con los ejércitos porteños. Fue electo diputado por Chichas al congreso de
Tucumán no sin antes haber estado prisionero de las fuerzas venidas de Lima. Enviado a
España para ser juzgado, falleció, durante el viaje, en Jamaica, el año 1816.
18 El último Marqués fue Fernando, hijo del anterior y de Manuela Barragán, potosina.
Casó en primeras nupcias con Juana Vaca de los Pazos del Rey, sin hijos, y luego con
Corina Aráoz cuya descendencia se encuentra ahora esparcida en Bolivia y Argentina.
19 Estando embarazada “de meses avanzados”, Rafaela de Güemes –según costumbre de la
época– quiso hacer su testamento dejando disposiciones sobre sus bienes para el caso
de que ella y su hijo por nacer, o uno de los dos, falleciera durante el parto o a causa de
él. La precaución se justificó plenamente ya que Rafaela, de 30 años, dejó de existir en
marzo de 1795 a las dos semanas de haber dado a luz a Casimiro. La partida de óbito,
que se encuentra en una parroquia de la ciudad de Sucre, reza que “murió
repentinamente, no recibió ningún sacramento y fue sepultada en la capilla de
Guadalupe”.11
20 En los legajos del Archivo Nacional de Bolivia y en las crónicas de la época, figuran dos
hermanos de Pedro Antonio de Olañeta: Pedro Francisco y Gaspar. Del primero no
tenemos ninguna noticia, mientras que Gaspar tuvo actuación pública en 1824 como
gobernador de Tarija durante la guerra doméstica. Pedro Antonio casó con su prima
hermana salteña, Josefa Marquiegui, célebre por su belleza y carácter. Tuvieron una
sola hija, Genara, de larga descendencia entroncada con familias paceñas de hoy, pero
por tratarse de mujer, el apellido desapareció.12 Algo similar ocurrió con Casimiro. No
tuvo hijos con su esposa legítima, pero sí con Manuela Rojas de donde nació Jano, a su
vez, padre de Casimira, único descendiente suyo. Esta es tronco de las extensas familias
Reyes Olañeta y Calvo Reyes pero, igual que en el caso de su tío, el apellido original se
perdió y hoy es difícil encontrar alguien en Bolivia que lleve el apellido Olañeta.
ya que a los pocos días de nacido y por causa de necesidad, Casimiro había sido
bautizado en su propia casa por D. Pedro Josef de Párraga, teniente cura del
arzobispado. Fue padrino, su tío (medio hermano de su madre) el presbítero D. Mariano
Pérez de Uriondo y habiendo sido confirmado en el mismo acto, tuvo por padrino de
confirmación a Fr. Josef Francisco del Pilar, religioso lego de la orden de San Francisco.
13
22 No obstante haber quedado viudo joven, el único hijo de Miguel de Olañeta, fue
Casimiro. Así lo declara en carta de 7 de enero de 1816 que aparece inserta en una
escritura pública otorgada en La Paz el mes siguiente. 14 En 1806 Casimiro fue enviado al
colegio de Monserrat en Córdoba, ingresando al primer curso de filosofía el 17 de marzo
de aquel año. El 15 de diciembre de 1810 recibe el grado de Bachiller y al año siguiente,
el de Maestro en filosofía. Luego siguió cursos de teología y rindió su último examen el
26 de octubre de 1812.15
23 Hasta ahora no se conocen más detalles sobre esta época de la vida de Casimiro salvo
que fue discípulo del deán Gregorio Funes, clérigo ilustrado amigo de Bolívar quien
luego sería agente diplomático de Colombia en Buenos Aires y, en 1825, encargado de
negocios de Bolivia en la misma ciudad.
Buenos Aires pero, sobre todo, a consecuencia de los sucesivos tratados comerciales
entre España e Inglaterra que comienzan en Utrech en 1713. Fueron los criollos
rioplatenses los protagonistas de la Revolución de Mayo, no contra el rey español sino
contra la Junta de Sevilla y la Regencia de Cádiz autodesignadas representantes de
Fernando VII mientras durase el cautiverio de éste. Casimiro, muy joven, percibió así
estos hechos: “A mis quince años de edad era tan fanático por la libertad de mi país que
toda persecución a los españoles no satisfacía mis deseos”. 19
28 Es comprensible que un joven nacido en América pensara así. El predominio del
peninsular frente al criollo llegaba a extremos que solían reflejarse en el seno de una
misma familia, a veces entre padres e hijos. En lo que concierne a los Olañeta, los dos
troncos familiares, Pedro Antonio y Miguel Alejo, habían llegado niños de la península y
pronto serían considerados como nativos de esta parte del imperio ultramarino y, como
se ha visto, Miguel –hijo de Miguel Alejo y padre de Casimiro– había nacido en La Plata.
20
32 Después de haber quedado viuda por segunda vez, del general Francisco de Güemes y
Esles, Antonia Prudencia celebra un convenio transaccional con sus seis hijos el 30 de
abril de 1796 sobre sus bienes avaluados en 99.700 pesos representados por:
• Ingenio y sus minas sitas en el asiento de Aullagas, partido de Chayanta, incluyendo el
socavón de Atum Aullagas,
• la hacienda de Charichari en el partido de Chayanta,
• una casa sita en la esquina del Colegio San Cristóbal de La Plata,
• una librería [biblioteca] que se encontró en la anterior casa,
• efectos de Castilla encontrados en una tienda del finado Güemes,
• esclavos y “otros bienes”,
• hacienda “Duraznos” en la doctrina de Pomabamba,
• sesenta cabezas de ganado vacuno,
• dinero en efectivo.
33 En resumen, tendríamos que dos casas en la ciudad, dos fincas, una mina con su
ingenio, un negocio comercial y algunos otros bienes más dinero en efectivo,
tendríamos un total muy cerca a los cien mil pesos, una fortuna considerable a ser
repartida entre siete herederos entre ellos Casimiro, por entonces de un año de edad.
En la escritura donde se efectúa la partición, se inserta un actuado judicial donde
Miguel de Olañeta hace de apoderado de su hijo cuyos derechos eran en ese momento
expectaticios.
34 El 80 por ciento del valor de la testamentaría le fue adjudicado legalmente a doña
Antonia Prudencia quien, según los datos anteriores, debió asumir la dirección de los
negocios que empezaron sus difuntos esposos. Su principal colaborador era, al parecer,
su hijo Mariano quien manejaba la mina y el ingenio de San Roque de Aullagas. La hija
(esposa y sobrina carnal del III Marqués) le daba preeminencia en el Valle de Tojo
mientras su hijo, el presbítero, tenía vara alta en los asuntos eclesiásticos.
35 La influencia de doña Antonia Prudencia se extendía, entonces, de la ciudad de La Plata
a las provincias de Potosí y Tarija o sea todo lo que actualmente es el sur de Bolivia. Su
hijo Joaquín había heredado las prerrogativas audienciales del padre y era un personaje
destacado tanto en Lima como en Santiago. En cuanto a las hijas Güemes de Antonia
Prudencia, Rafaela había fallecido mientras que Manuela, casada con José Santistevan,
pronto daría a luz a María, destinada a ser esposa de su primo hermano Casimiro.
Teniendo en cuenta la estructura familiar descrita y siendo Casimiro huérfano de
madre, es presumible que su infancia hubiese transcurrido al cuidado de su abuela.
36 Luego de 21 años de la referida distribución de bienes, fallece doña Antonia Prudencia.
Sus albaceas testamentarios, a petición del padre de Casimiro, deciden otorgar a éste la
participación que le correspondía en la herencia de su abuela. Mediante instrumento
público de 20 de febrero de 1817, los albaceas “resolvieron unánimes [...] entregar al
doctor Casimiro de Olañeta aquella parte de los bienes que a su juicio prudencial se
conceptúa puede corresponderle del total de la masa hereditaria”. Dicha participación
se estimó en ocho mil trescientos siete pesos representados en lo siguiente:
• Una casa en la ciudad de La Paz situada en el barrio comunmente llamado Travesía de
Chaullacata que fue propia del canónigo Mariano Pérez de Uriondo, avalada en cinco mil
doscientos pesos.
• ciento ochenta marcos y seis onzas de plata labrada por valor de mil ciento setenta y cinco
pesos,
• una confitera de plata con chispas de oro, de valor de doscientos diez pesos,
436
47 Los testigos ofrecidos por D. Miguel –y que contestaron afirmativamente a todas las
preguntas– fueron: Mariano Reynolds, “alcalde constitucional primero, electo en esta
ciudad”; Sebastián Caviedes, “regidor constitucional de este ilustre cabildo” y
Marcelino Antonio de Peñaranda, “abogado de esta audiencia nacional”. 32 Quedó así
concluido el expediente de limpieza de sangre usado en la época colonial para ser
acreedor legítimo a ciertas dignidades oficiales y burocráticas. Restablecido el
absolutismo en el Alto Perú luego de las aventuras bélicas de los ejércitos argentinos
(1811-1816) la norma, al parecer, se aplicaba en todo su rigor.
48 Poco después Casimiro, a través de un memorial, solicita autorización para realizar sus
prácticas:
Hallándome dispuesto a seguir la honrosa carrera de las leyes, me es preciso
practicar en la sala nacional de esta audiencia en los días de pública para tomar
conciencia del método que se observa en tribunal tan respetable a cuyo efecto se ha
de dignar V.E. concederme la correspondiente licencia.33
49 Tres años estuvo Casimiro en la escuela de practicantes juristas, importante apéndice
de la audiencia. Fue en la Academia Carolina (más que en la universidad jesuítica
propiamente dicha) donde se formó la mentalidad que iba a producir el esperado
cambio político durante el tormentoso amanecer del siglo XIX americano. En 1817, poco
después de haber concluido su práctica, Casimiro ingresa a la burocracia judicial donde
desempeña sucesivamente los cargos de agente fiscal, defensor de pobres y fiscal de la
audiencia.
Manuel María Urcullo y Mariano Enrique Calvo. Estos, también abogados, eran de
mayor edad que Casimiro y llevaban por lo menos 10 años desempeñando cargos
públicos en la audiencia, justo durante los años de las sangrientas y fracasadas
incursiones argentinas a Charcas. Castelli, Belgrano y Rondeau, a su turno, controlarían
por breve tiempo el poder en la audiencia. En ese lapso, nombraron autoridades
subalternas, si bien no de su total agrado y confianza pues conocían poco o nada a la
gente con quien debían tratar. Lo importante para los argentinos era garantizar el
funcionamiento y la estabilidad de las instituciones que debían regir en su condición de
autoridades revolucionarias.
53 Durante la última y más desastrosa campaña militar argentina (aquella encabezada por
Rondeau en 1814), Calvo era miembro del cabildo y Urcullo fiscal en materia penal.
Ambos fueron ratificados en esos cargos por Martín Rodríguez, presidente de la
audiencia durante la ocupación del tercer y último ejército argentino. Una vez
producido el desbande del ejército de Rondeau, tras ser derrotados en Sipe Sipe a fines
de 1815, se reinstala con fuerza el poder que desde Lima subyugaba el Alto Perú.
Coincidió ello con el restablecimiento del absolutismo monárquico en Madrid luego de
la derrota de Bonaparte y la consiguiente liberación del cautivo rey Fernando. Atrás
quedó la primavera liberal que tuvo su apogeo en 1812 cuando las cortes se reunieron
en Cádiz para dictar la quimérica constitución de aquel año. En adelante volvería la
mano dura contra todo lo que oliera a insurgencia y eso iba a sentirse muy nítidamente
en la ciudad de La Plata.
54 Para reemplazar a Rodríguez, el poder virreinal limeño nombró presidente de la
audiencia al general Juan Ramírez, héroe de la retoma de La Paz y Cuzco. En 1814 estas
ciudades estuvieron en poder de los insurgentes cuzqueños Angulo y Muñecas quienes,
hasta ser derrotados, trataron infructuosamente de unir sus fuerzas con los
revolucionarios del Río de la Plata. Ramírez, no obstante su rudeza como militar, luego
de su triunfo se portó conciliador y ecuánime, a diferencia de la actitud dura e
inflexible que iba a mostrar su lugarteniente Miguel Tacón a quien se confió el mando
supremo de las tropas españolas en el Alto Perú.
55 En enero de 1816, Feliciano del Corte, tesorero de la audiencia, sugirió el nombre de
Urcullo para que se desempeñase como asesor suyo, con un estipendio de 300 pesos
anuales. Sostuvo que su recomendado era notable “por su juicio e instrucción, y
principalmente por no tener la fea mancha de infiel al soberano”. Ramírez aprueba el
nombramiento pero poco tiempo después, Tacón expide órdenes escritas para que
Urcullo sea destituido, hecho prisionero y confinado, bajo la acusación de haber
colaborado a los “infames revolucionarios”.
56 Al hacer su propia defensa, Urcullo admite que fue obligado a ser secretario de Martín
Rodríguez “a pesar de mi repugnancia y excusas”. Agrega que abandonó la ciudad y
que, después de la derrota de los porteños, la audiencia no sólo que no le hizo ninguna
incriminación sino que lo incorporó como uno de sus altos funcionarios. Ramírez
ratifica que Urcullo se portó muy bien durante el gobierno revolucionario y que en su
conducta mostró lealtad al rey. La audiencia ratificó el dictamen de Ramírez y así lo
hizo conocer a Tacón.
57 No obstante de que salió bien librado de ese intento de condena y de que a los dos años
fue elegido –al igual que Calvo– miembro del cabildo, la elección de Urcullo es
nuevamente observada, esta vez por José Pascual Vivero, nuevo presidente de la
audiencia e intendente-gobernador de La Plata. A tiempo de anular la elección tanto de
440
Urcullo como la de Calvo, Vivero designó en lugar del primero a la persona que había
obtenido menos votos en la correspondiente elección. A su vez, Calvo fue sustituido por
Miguel Pinto “como europeo” o sea sólo por el mérito de haber nacido en la península
y, por tanto, con derecho a desplazar a un criollo. Vivero va más allá. Acude a la sesión
del cabildo prohibiendo a ese cuerpo emitir los certificados sobre los antecedentes
políticos tanto de Urcullo como de Calvo que éstos habían solicitado para fundamentar
su defensa.
58 Calvo arguyó que en 1813, durante la ocupación de Belgrano, fue obligado a aceptar el
cargo de regidor pero lo hizo a nombre del rey (que también era invocado por los
revolucionarios argentinos) y que, por otra parte, las cortes habían establecido en Cádiz
que el desempeño de esas funciones no constituía delito. Puntualiza, además, que en
1815 los insurgentes lo vuelven a nombrar regidor dos veces pero que él, desafiando los
graves peligros que tal cargo implicaba, las dos veces renunció a esa posición
retirándose a su finca de Mojotoro. A fin de zanjar la controversia, el cabildo pide el
dictamen de su procurador general, doctor Casimiro de Olañeta, quien ratifica todos los
asertos de Calvo y abona por la buena conducta de éste y de Urcullo. De la misma
opinión fue el regidor Mariano Reynolds quien emite un dictamen en todo favorable a
Urcullo.
59 Este incidente da lugar a un abierto enfrentamiento del cabildo con el presidente de la
audiencia. Los regidores consideran que Vivero no tiene derecho alguno de invadir las
prerrogativas legales e históricas del cabildo puesto que el artículo 15 de la Real
Ordenanza de Intendentes del Virreinato de Buenos Aires de 1872 lo faculta para emitir
certificaciones a quien las solicite “sin anuencia del gobierno”. Según este cuerpo de
leyes, el cabildo debería dar cuenta de sus actos a los gobernadores sólo en caso de que
éstos, por alguna razón, estuvieran impedidos de presidirlo.
60 Los sagaces abogados no solicitaron su ratificación en los cargos edificios; sólo
exigieron que el cabildo revisara sus antecedentes personales y políticos e informara
sobre ellos al gobierno, a sabiendas de que al ser favorables dejarían sin piso la decisión
de Vivero. Este, por su parte, se aferró a la tesis de que si alguien tenía derecho a
certificar sobre la conducta de los funcionarios era el gobierno (o sea él mismo) y no así
el cabildo. Advirtió que cualquier escribano que se atreviera a hacerlo, sería despedido
de su cargo. El cabildo así presionado rehusa extender la certificación solicitada pero, al
mismo tiempo, decide elevar el caso a conocimiento de la audiencia. Esta designa como
relator al abogado Manuel Taborga quien se excusa de involucrarse en el asunto con el
irreprochable argumento de ser secretario de Vivero. Igual negativa expresa el conjuez
Lorenzo Fernández de Córdova alegando encontrarse enfermo en su residencia
campestre. Las excusas continúan con Manuel Esteban Ponce por ser amigo de Calvo
desde la infancia y por vivir en casa de éste, y con José Manuel Navarro por tener que
ausentarse de la ciudad. Finalmente, el abogado Eduardo Rodríguez acepta dar un
veredicto pero lo hace en forma ambigua.
61 Un año llevaba esta engorrosa controversia cuando, en enero de 1819, Vivero es
reemplazado por Rafael Maroto quien sin dilación alguna se ocupa del asunto Urcullo-
Calvo a quienes no profesaba simpatía alguna. Decreta que estos personajes podrían ser
ratificados como regidores si en el plazo de cuatro días presentan documentos “que se
los indemnize de las notas que se les ha opuesto y acrediten estar habilitados por el
tribunal de la Real Audiencia”. Los interesados responden que ellos habían pedido esa
certificación al cabildo pero éste se los negó por orden de Vivero y, por tanto,
441
76 Moreno (quien falleció en 1908) conoció, por cierto, el trabajo de O’Leary pero no llegó
a cotejar la versión del célebre decreto que figura en las “Memorias” de ese autor con la
publicada por él mismo en su “Biblioteca Boliviana”, lo cual le hubiese permitido
modificar algunos de sus juicios negativos sobre Olañeta y suprimir otros. Y es lícito
suponer que, precisamente, debido a que tenía dudas sobre sus propias apreciaciones,
registradas en unas tarjetas, murió sin publicarlas. El polígrafo cruceño era demasiado
riguroso e intelectualmente honesto como para no actuar de la manera en que lo hizo
en este caso por falta de información.
77 Además, cabe advertir que la compulsa de documentos y la crítica interna sobre el
contenido de los mismos (llamada “diplomática” en metodología de la historia) no se
practicaba en el siglo XIX como puede comprobarse en muchas instancias de los trabajos
de Moreno y otros historiadores de esa época. El análisis solía limitarse a si el
documento era o no auténtico, o sea, la crítica externa que, ahora sabemos, es
insuficiente. Si no se toma en cuenta esta peculiaridad, es fácil cometer gruesos errores
de interpretación cuando se extraen conclusiones basadas en trabajos de historiadores
positivistas y decimonónicos.
78 Sin percatarse de todos los problemas aquí reseñados, Arnade recoge, exhibe, amplía y
dramatiza todas y cada una de las afirmaciones antiolañetistas de Moreno. Y resulta
curioso que Vázquez Machicado, teniendo en su poder todos los trabajos del maestro
cruceño y siendo un estudioso ferviente y admirador de su obra, no hubiese reparado
en la versión del decreto que aparece en “Biblioteca Boliviana” tan distinta al borrador
de Puno que él examinó con tanto cuidado.
79 Pero si aquella omisión es disculpable en Vázquez, en Arnade constituye un pecado
capital puesto que fue él quien más profundizó en el estudio del tema y estaba equipado
(o era su deber estarlo) con las herramientas más modernas de la metodología histórica
de su tiempo. Al demostrarse –contrariando lo que con tanta vehemencia sostiene
Arnade– que Casimiro no mentía cuando dijo que él inspiró al mariscal Sucre la idea
sobre la creación de Bolivia, la tesis antiolañetista sufre el más duro de los reveses.
81 Por su parte, el historiador español Demetrio Ramos, en otro ensayo capital sobre este
tema publicado en 1967,43 demuestra que las diferencias no sólo están en el número de
artículos (el decreto de La Paz contiene casi el doble que el borrador de Puno) sino
también en la esencia de ellos y en los justificativos para dictarlo que figuran en su
texto. Teniendo en cuenta las observaciones de los autores citados, más otras que
fluyen de la compulsa de ambos documentos, se pueden señalar las siguientes
diferencias: Ramos comenta el “considerando” número 3 del proyecto de Puno donde se
lee:
es necesario que estas provincias [del Alto Perú] dependan de un gobierno [...]
82 en cambio, el decreto de La Paz dice:
es necesario que las provincias organicen un gobierno [...]
83 La diferencia entre depender de un gobierno y organizar uno propio es la misma que
existe entre nacer como nación independiente o seguir siendo vasallo de otra.
84 El último de los considerandos contiene otra sustancial diferencia. El proyecto de Puno
señala que el papel del ejército libertador consiste en liberar al país y dejar al pueblo
[del Alto Perú] su soberanía. El decreto de La Paz es más enfático al afirmar que se debe
reconocer la plenitud de su soberanía. Al respecto, Ramos comenta:
¿Y qué puede entenderse por plenitud sino la capacidad que así se declara para
constituirse independientemente? Otorgar a un pueblo la plenitud de su soberanía
es reconocerle como independiente sin el menor paliativo o condicionalidad. Y esto
es lo que se dice.44
85 El artículo primero contiene otra diferencia fundamental. En la versión de Puno se dice
que las provincias del Alto Perú quedarán dependientes de la autoridad del ejército
libertador “mientras una asamblea de diputados de los pueblos delibera de la suerte de
ellas”. El decreto de La Paz expresa que la dependencia de dichas provincias subsistirá
“mientras una asamblea de diputados de ellas mismas delibere de su suerte”.
86 La diferencia entre los textos transcritos es sustancial ya que si la asamblea hubiese
sido integrada por diputados “de los pueblos”, a ella hubiesen concurrido no sólo los
habitantes de Charcas sino, además, representantes del Perú y del Río de la Plata, con la
consiguiente, inacabable y peligrosa disputa en que se hubiesen enfrascado Lima y
Buenos Aires por recuperar el control de unas provincias las cuales, cada quien por su
lado, consideraba suyas. En esas condiciones, la independencia hubiese sido imposible.
En cambio, al determinar que los diputados provengan de “ellas mismas”, se estaba
confiriendo la decisión exclusivamente a las provincias de Charcas, cuya delimitación
se efectuó a través de la Ordenanza de Intendentes de 1782 y, por consiguiente,
abriendo el camino para su segura autonomía.
87 El artículo segundo referente a la composición de la asamblea, contiene también
sustanciales diferencias. El proyecto de Puno expresa que “habrá un diputado por cada
partido, el que será elegido por los cabildos y todos los notables que se convocarán al
efecto”. El decreto de La Paz, inspirado en la Constitución de Cádiz, define que la
elección de los diputados será hecha por las juntas de parroquia y de provincia. Esto último
amplió el margen para que los diputados representaran un sentir mucho más popular y
patriótico que el que podían expresar los cabildos integrados por españoles y criollos,
por lo general, realistas.
88 Del artículo tercero al décimo, el decreto de La Paz contiene detalles y precisiones que
otorgan mayor consistencia a la proyectada asamblea y que no figuran en el proyecto
446
de Puno. Así por ejemplo, se legisla sobre la forma de votación para elegir a los
diputados, se elimina la renta mínima de 800 pesos anuales, se define el número de
diputados (uno por cada veinte o veinticinco mil almas) y la representación que
comprendía a cada uno de los partidos así como otras instrucciones operativas para
asegurar el éxito de la asamblea. De esa manera, el número de artículos del decreto de
La Paz contiene veinte artículos mientras que el proyecto de Puno llega sólo a doce.
89 El artículo 9 de Puno dispone que la asamblea deliberará sobre el destino de las
provincias y sobre su régimen provisorio de gobierno. El artículo 17 del decreto de La
Paz (equivalente del 9, citado) habla de sancionar un régimen provisorio de gobierno y
decidir sobre aquel destino. De esa manera se dotó a la asamblea de Chuquisaca de
poderes mucho más terminantes que la mera deliberación. Finalmente, el artículo 12
del borrador de Puno dispone que el texto del decreto sea conocido por las provincias
que antes componían el virreinato de Buenos Aires. En cambio, el artículo 20, del decreto
de La Paz (equivalente al 12, citado) se refiere a las provincias del Río de la Plata. A este
propósito, Ramos comenta:
El sentido de este cambio es claro: si ese decreto había de ser enviado a las
provincias que antes componían el virreinato de Buenos Aires (las del Alto Perú
formaron parte de él) tal expresión venía a significar el mantenimiento de esa
vinculación [...] El alcance de la modificación introducida eliminaba ese efecto pues
no refería ya al ámbito del antiguo virreinato sino a la realidad actual de las
provincias que se denominaban “del Río de la Plata”. De esta forma, se adelantaba
también su presunta disposición de no reunirse a ellas. 45
90 Desconociendo todo lo anterior, Arnade se embarcó en un intrincado cotejo de fechas,
días y horas tratando de probar que Olañeta es un embustero y un jactancioso ya que
fue sólo Sucre quien concibió, redactó y emitió el decreto. Al respecto, Ramos comenta:
Sobre este punto, Arnade escribió un verdadero galimatías pues no llegó a
comprender que el texto de Puno fue sustituido por un texto distinto. [...] Olañeta
intervino en la redacción del famoso decreto fundacional, y en forma decisiva: con
las razones que obligaban a modificar totalmente el proyecto de Puno. 46
91 Conocedor de las pruebas y análisis concluyentes de Gonzáles y de Ramos en torno a
este asunto, Arnade ha reconocido su error y se excusa diciendo: “no dediqué la debida
atención al decreto de 9 de febrero”.47 Claro que no le dedicó, pese a que en su libro
existen numerosas páginas que hablan de este tema. Y si no le puso la atención que
merecía, fue debido a sus prejuicios antiolañetista que constituye el leitmotiv de su libro
y, a la vez, su principal demérito. De esos prejuicios y denuestos no ha pedido disculpas
debiendo haberlo hecho por una elemental probidad intelectual.
93 En el comienzo del parágrafo transcrito hay una exageración cuando Casimiro afirma
que “todos” lo conocían como adherente a la causa revolucionaria. De haber sido así, no
sólo hubiese peligrado su trabajo en la audiencia sino, además, nunca hubiese gozado
de la confianza que le brindó su tío Pedro Antonio. De lo que no parece caber duda
alguna es de que Maroto lo hostilizaba al punto de perseguirlo, precisamente por la
estrecha relación que tenía con el general Olañeta. La jerarquía militar de éste era
subalterna sólo en apariencia, puesto que en los hechos actuaba al margen de las
órdenes o deseos de Maroto. En cuanto a la afirmación de Casimiro sobre que antes de
la llegada de San Martín al Perú (o sea, antes de 1820) ya se había plegado secretamente
a la revolución, parece ser cierta. No en vano llevó consigo al cuartel general de su tío, a
Urcullo y Usín, sus amigos de más confianza.
94 Arnade vuelve a la carga arguyendo que no había “ninguna razón” para que Casimiro
no fuera “realista” aunque admite que “muy probablemente empezó sus contactos con
los patriotas hacia 1820” (p. 88, La dramática...) que es precisamente cuando San Martín
desembarca en el Perú. La diferencia de uno o dos años no altera para nada la
verosimilitud de que por entonces se organizó la logia patriótica. Esto se corrobora por
la amistad entre San Martín y Casimiro que se reanuda en 1833 cuando éste era
representante diplomático de Bolivia en Francia y el general argentino vivía allí su
eutoexilio.
95 Otra motivo por el que Arnade considera falsas las anteriores afirmaciones, es no haber
encontrado “documentos” ni de la universidad ni de la audiencia donde conste que
Maroto hizo “apresar” a Casimiro. Pero éste nunca dijo que fue hecho preso sino
encausado y perseguido por Maroto, enemigo de las antiguas familias de La Plata como
eran los Olañeta. De eso, ciertamente, hay documentos y el propio Arnade los menciona
en el capítulo de su libro “Una casa dividida”.
96 Recapitulando la evolución ideológica y política de Casimiro (según él mismo nos
cuenta) vemos que en su temprana juventud se sintió atraído por la revolución de
Buenos Aires pero tuvo una profunda decepción a raíz de los excesos cometidos por los
jefes porteños, y sobre todo por los abusos contra su propia familia. Desde entonces se
sintió solidario con la causa española, pero sólo hasta 1818 cuando estalló el conflicto
por las varas en el cabildo que correspondían a sus amigos y cofrades Urcullo y Calvo. El
poder peninsular representado por el gobernador-intendente se endureció al punto de
avasallar las prerrogativas tanto del cabildo como de la propia audiencia y agudizar la
antigua discriminación contra los criollos en el desempeño de cargos públicos.
97 En aquel año 1818, la causa independentista no gozaba de popularidad en Charcas
debido al odio y profundo resentimiento que sembraron las fracasadas expediciones
porteñas. Las republiquetas rebeldes de Santa Cruz de la Sierra, Tomina y Cinti habían
sido diezmadas y sus jefes, muertos. Los combatientes patriotas estaban dispersos, sin
objetivos concretos ni líderes a quienes seguir. No había entonces alternativa distinta a
la de constituir una organización secreta que actuara en el corazón mismo del poder
español. Para lograr eficacia en los propósitos, los miembros de la logia debían fingir
una conducta, o sea, actuar con dos caras. ¿Es esto reprochable y diabólico? ¿Cuál la
intención de quienes colocan estigmas en estos hombres que crearon la república? ¿Por
qué se busca los bolivianos de hoy los desprecien?. La Esposición continúa con estos
datos:
Desembarcó el ejército libertador [de San Martín] en Pisco. Todos quisimos ayudarle
en esta heroica empresa pero faltos de recursos, nuestros servicios se limitaron a
448
103 Muchos años después, en 1852, cuando Casimiro sufría la persecución a que lo tenía
sometido el régimen de Belzu, escribe desde su exilio en Lima a un antiguo miembro de
la logia, el tacneño José Julio Rospigliosi a quien le dice:
Mi querido amigo: Contesto con mucho gusto a la carta que Ud. ha tenido la bondad
de escribirme haciendo recuerdo de una época demasiado grande para que
pudieran olvidarse los hechos que entonces contribuyeron al desenlace del drama
de nuestra independencia. Fue Ud. uno de los primeros y más entusiastas patriotas
que en Chuquisaca trabajaban por la emancipación de América. Perteneció Ud.
conmigo y muchos otros jóvenes a la sociedad patriótica o el club de la libertad que
allí establecimos para derrocar la dominación española. Entre los muchos proyectos
que se presentaron por los socios para aquel fin, el señor Urcullo propuso que
dividiéramos el ejército español introduciendo en él la anarquía y la guerra civil. Lo
conseguimos valiéndonos de muchos medios [...] por conducto de Ud. manteníamos
con el general San Martín y con el Libertador la más activa correspondencia [...] No
olvide Ud. mi querido Rospigliosi que la conciencia es el único juez que agita o
tranquiliza las palpitaciones del corazón.49
104 No obstante la credibilidad del documento transcrito, él no arroja luces sobre el año de
fundación de la logia. Beltrán Avila,50 siguiendo a García Camba y al Conde de Torata,
sitúa ese hecho en 1823 y, además de Casimiro, proporciona los nombres de Leandro
Usín, subdelegado de Porco, el sacerdote Miguel Rodríguez, Manuel María Urcullo y
José Mariano Serrano. Entre los argentinos, menciona a Arenales y su hijo José y a
Rudecindo Alvarado que actuaba desde el sur del Perú.51 De acuerdo a una versión
atribuida a Serrano, la logia se habría organizado en 1820 como consta en este
documento publicado posteriormente en Lima:
El año 1820 en la ciudad de Tucumán [...] se formó una sociedad compuesta de los
emigrados de más influjo en Bolivia cuyos miembros juraron hacer de su patria
independiente de Buenos Aires [...] en Buenos Aires se conocía tan completa y
perfectamente el exaltado deseo de los bolivianos por hacer de su patria un estado
independiente y aun la justicia de esta solicitud, que al sancionarse la Constitución
del año 19 y tratándose de la falta de diputados de La Paz, Cochabamba, etc., el
venerado y sabio representante Dr. Chorroarín dijo en congreso pleno: esta falta
señores no hay como remediarla, y la naturaleza que tan visiblemente ha separado
al Alto Perú de Buenos Aires que aunque no hubiesen concurrido a este congreso
todos los diputados que corresponden al Alto Perú, tan luego como éste se vea libre
de españoles dirá lo que es también de nosotros, y lo será. 52
105 Como miembros de la logia, Arnade agrega los nombres de Mariano Enrique Calvo, José
Antequera, Mariano Calvimontes, los cuatro hermanos Moscoso (Angel Mariano, José
Eustaquio, José Antonio, Rudecindo) y Mariano Callejo, pero no concede a este grupo
inclinación independentista o patriótica. Para el historiador norteamericano, esas
personas no abrazaban ideal alguno sino que estaban guiados sólo por apetitos y
ambiciones personales. Los llama “dos caras” que estaban a la expectativa de cuál iba a
ser el bando triunfador para aliarse con él.53
106 En la etapa final de la guerra, Casimiro no mantuvo oculto su estilo peculiar de hacer
política pues se presentó ante Bolívar como miembro de una organización secreta
alineada en la causa de la independencia. En una carta suya, muy conocida, le dice al
Libertador:
Tan luego como el general Olañeta hizo una señal a los pueblos para sustraerse de la
dominación del injusto poder aristócrata de La Serna, fui el primero en seguir la
causa del rey absoluto, [ya que] era necesario que el germen de la discordia se hiciese
reproductivo. La patria debía recoger grandes frutos y no me negué a servirla bajo
450
cualquier apariencia [énfasis mío]. Los resultados han sido felices, me lisonjeo que la
obra llegará a su fin.54
107 ¿Tuvo relación esta logia patriótica –o como quiera llamársela– con las organizaciones
masónicas como el “Taller Sublime” de Cádiz o la Logia Lautaro de Alveary San Martín
que estuvieron tan de moda en aquella época?. Estos amigos de una Charcas
independiente, ¿practicaban aquellos extraños rituales nocturnos ostentando una
elaborada vestimenta y obedeciendo a grados jerárquicos y juramentos de sangre? O
fueron más bien unos conspiradores de tierra adentro, sin complicaciones ni
compromisos externos, convencidos de la tarea en que estaban empeñados mientras se
comportaban con lealtad y confianza recíprocas.
108 Todo parecería indicar que la verdad se encuentra en la segunda hipótesis, o sea, la
logia de Casimiro y sus amigos no poseía vinculaciones externas. Sin embargo, una
publicación de la “Gran Logia [masónica] de Bolivia”, sostiene que la logia patriótica era
un apéndice de la masonería internacional; se llamaba “Los Huaukes” que –según el
autor– en lengua aymara significa “hermanos” y que el jefe o “Venerable Maestro” era
José Mariano Serrano. A la lista anterior de los miembros de la logia, esta publicación
añade los nombres de Antonio Vicente de Seoane y Vicente Caballero (diputados
cruceños que suscribieron el acta de independencia de Bolivia), el “Colorao” Mercado,
José Miguel Lanza, Pedro Carrasco y José Ballivián. 55
109 Sea cual fuere la verdad, lo indudable es que los resultados obtenidos por los presuntos
“Huaukes” fueron de la más grande trascendencia para la historia americana. De no
haber sido por sus increíbles y audaces maquinaciones, jamás se hubiese producido el
resultado glorioso de Ayacucho, menos aun hubiese emergido Charcas independiente.
110 Como se ha visto en los párrafos precedentes, desde su graduación como abogado,
Casimiro venía desempeñando cargos burocráticos en la audiencia. En 1822 se lo
designó diputado a las Cortes que debían reunirse en Madrid, a convocatoria de la
corriente liberal y constitucionalista que había triunfado en la península. Pero esta
nueva oleada liberal española –que duraría sólo tres años– fue tomada con suspicacia
en esta parte de América y ello influyó sin duda para que Casimiro renunciara al
nombramiento que se le había hecho.
El momento estelar
111 La principal fuente de información con que contamos sobre las actividades de la logia
patriótica es el propio Casimiro, muchas de cuyas versiones son corroboradas por
García Camba, Torrente, y el Conde de Torata, así como por hechos coetáneos y por el
contexto político y militar de la época. Dice Casimiro en la Esposición:
[...] me presenté en Chuquisaca cuando el gran mariscal D. Andrés Santa Cruz ocupó
con su ejército La Paz y Oruro. El general Gamarra [quien formaba parte de la fuerza
expedicionaria de Santa Cruz al Alto Perú en 1823] escribió reservadamente al Dr.
Lenadro Usín pidiéndole noticias secretas de la situación y disposiciones del general
Olañeta. En el instante me llamó de Chuquisaca: interiorizado de las cosas le dio
noticia de los planes y fuerza con que contaban los españoles [...]
112 Casimiro continúa diciendo que él avisó a Santa Cruz que las fuerzas de Pedro Antonio y
de La Serna se reunirían en algún punto, pero el mensaje fue interceptado. Cuando
Santa Cruz finalmente se enteró de que la reunión estaba teniendo lugar, ya era tarde.
Se sintió derrotado anticipadamente y desde Oruro empezó a retroceder hacia el Perú
451
118 Hay otra prueba aun más contundente sobre la actuación de la logia patriótica. Cuando
un enemigo de Casimiro lo atacó en un artículo publicado en El Cóndor de Bolivia, él
contesta con una certificación extendida por Bolívar y Sucre a favor suyo y de sus
cofrades más cercanos:
Vistos: con el informe del Gran Mariscal de Ayacucho, se declara que los
beneméritos ciudadanos doctores Casimiro Olañeta, Manuel María Urcullo y
Leandro Usín, han demostrado su grande adhesión al sistema de independencia y
libertad de América, y que los servicios que aparentaron prestar al general Olañeta
se proponían por objeto principal contribuir con sus conocimientos y relaciones al
sostén de la causa de la patria que se habían propuesto defender a toda costa. El
Supremo Gobierno cumple con un deber de justicia hacer esta declaración que
arrojan las diligencias y documentos que forman el expediente con que apoyan el
presente recurso. Por orden de S.E., Estenós. [Secretario]60
119 René-Moreno otorga pleno crédito a esta publicación, afirmando que fue el propio
Bolívar quien, antes de partir de regreso a Colombia, convino con Sucre “que el
secretario Estenós declarase en autos y vistos que si los doctores Olañeta, Urcullo v Usín
sirvieron al general Olañeta, no fue de verdad sino de mentira”. A Moreno, esta
situación le pareció “cómica” y comenta que “las carcajadas de Bolívar y de Sucre a
solas, deben tenerse por seguras”.61
120 En la época en que tenían lugar estos acontecimientos, Bolívar y Sucre ya estaban en el
Perú con la fuerza auxiliadora colombiana de la que Alvarado era uno de sus
comandantes. Por consiguiente, éste tuvo que haberle hecho conocer al Libertador los
detalles de la conferencia con Olañeta y el arreglo a que llegó con él. Era el preanuncio
del rompimiento definitivo entre los jefes españoles que iba a tener lugar en diciembre
de 1823. En este año también se firmó la Convención Preliminar de Paz de Buenos Aires
entre Rivadavia y los enviados del gobierno español sin tomar en cuenta para nada la
opinión de Pedro Antonio, hecho que contribuyó a exasperarlo aun más y a precipitar
su rebelión.
121 Si bien es cierto que Casimiro engañó a su tío para conseguir sus fines políticos, no es
menos evidente que hizo esfuerzos para persuadirlo que rindiera sus armas al ejército
libertador y aceptara los ventajosos términos que Bolívar le ofrecía para formar parte
del nuevo orden de cosas. Sin embargo, el general Olañeta se empecinó en conservar
para sí el poder total, y eso le costó la vida en Tumusla. Casimiro y sus cofrades
trocaron la derrota en victoria y dieron vía libre a la más audaz de sus tretas: fundar,
venciendo todos los obstáculos, una nueva república en el territorio de Charcas.
122 Según Arnade, Pedro Antonio era cabeciduro, estólido y desorientado, mientras su
sobrino fue traidor, inconsecuente y venal. Pero los Olañeta no están solos en ese
leviatán de abominaciones. Arnade sostiene que de esa misma calaña fueron Urcullo,
Calvo y Serrano. Y, por supuesto, Medinaceli, López, Arraya y el resto de oficiales del
ejército realista que en 1825 hicieron causa común con los libertadores colombianos
quienes, en justicia, han de ser considerados, junto al general Olañeta, los fundadores
del ejército boliviano. También moteja de “traidores” al Moto Méndez, al Colorao
Mercado y al resto de antiguos montoneros y patriotas que se aliaron con Pedro
Antonio cuando éste se enfrentó a La Serna.
123 Por todo lo dicho, queda claro que Arnade no tuvo capacidad para analizar un
fenómeno sociopolítico cual es el proceso formativo del estado boliviano. Lo que
contiene La dramática insurgencia de Bolivia, es una permanente diatriba contra los
hombres que hicieron posible la independencia y que no llenan los exigentes
453
estándares éticos formulados por quien se ha ocupado de ellos. Es ahí donde se ahoga el
esfuerzo “revisionista”, título que este autor reclama para sí aunque sin las necesarias
credenciales para merecerlo. Por eso, si quisiera hacer una nueva contribución a la
historiografía boliviana, o simplemente a la historia, Arnade debería empezar por una
revisión honesta y a fondo de su propio libro.
NOTAS
1. Un ejemplo, entre muchos que podrían citarsey típico de una torturada mentalidad boliviana,
lo encontramos en una publicación oficial. El entonces director del museo “Casa de la Libertad”
de la ciudad de Sucre (la que, nada menos, ejerce el papel de custodio de las glorias bolivianas)
dice allí, de buenas a primeras, que Casimiro Olañeta “fue uno de los fundadores de la república al
sostener briosamente en los debates de la Asamblea Deliberante de 1825 que el Alto Perú debía
declararse independiente”. Sin embargo, a juicio del mismo funcionario, “con su traición al
presidente [Sucre] enlodó para siempre su imagen ya que la historia no le perdona su felonía”.
Ver J. Querejazu Calvo, “Olañeta excusa su traición a Sucre”, en Banco Central de Bolivia, Boletín
Informativo de los Repositorios Culturales, N° 20, agosto, 1996.
2. The emergence of the Republic of Bolivia, Gainsville, 1957. Traducido y publicado en Bolivia en
numerosas reimpresiones desde 1964, bajo el confuso rótulo de La dramática insurgencia de Bolivia
(Ed. Urquizo, La Paz), el libro ha tenido una gran difusión dentro y fuera del país. Debido a la poca
confiabilidad que me merece la traducción y a las manipulaciones que en ella han podido
incorporarse, prefiero usar la versión original, en inglés.
3. M. Belrrán Avila, La pequeña gran logia que independizó Bolivia, Cochabamba, 1948.
4. La obra histórica de estos dos autores contiene una visión desfavorable hacia Casimiro Olañeta.
5. Mientras Beltrán Avila sostiene que la figura principal de la logia fue Usín; Arnade, con mejor
apoyo documental, prueba que la cabeza fue Casimiro Olañeta. En realidad, quien primero habló
de la existencia de la logia fue el general Jerónimo Valdés, como consta en sus Memorias que
fueron publicadas por su hijo. Ver Conde de Torata, [Valdés y Héctor] Documentos para la historia
de la guara separatista del Peni, 4 vol, Madrid 1894-1898 [en adelante, “Torata”].
6. Ibid.
7. La influencia más próxima y concreta que tuvo Charles Arnade al escribir su libro y hacer sus
interpretaciones fue la de Gunnar Mendoza. El, en su calidad de Director del Archivo Nacional de
Bolivia, orientó e influyó decisivamente al por entonces joven y novato investigador,
trasmitiéndole sus prejuicios anti Olañeta, típicos de, por lo menos, dos generaciones de
historiadores bolivianos.
8. Que el padre de Casimiro Olañeta era criollo y no español se deduce del hecho de haber
recibido un voto para Presidente de la República en el congreso de 1826. En carta fechada en
Chuquisaca el 4 de octubre de ese año, Sucre le dice a Bolívar: “Todos me han dado sus votos
excepto uno de Oruro que se lo ha dado a don Miguel Olañeta, padre del doctor Olañeta. [El
votante] es un clérigo medio loco que lo manifiesta dando su voto a un pobre viejo”. Ver O’Leary,
Memorias, 1:400. Pese a que se trataba de un voto simbólico emitido por un personaje excéntrico,
está claro que hubiese sido inconcebible –aun en las circunstancias anotadas– que alguien, nada
menos que en el nacimiento de la República, hubiese votado por un español peninsular para
Presidente.
454
9. Detalles sobre el marquesado pueden verse en I. G. Tijerilla Carreras, “Los Marqueses del Valle
de Tojo y su descendencia en Córdoba, Argentina”, en Estirpe, Revista de Genealogía, Año I, N°I,
Córdoba, 1992. Los datos que aquí figuran han sido extractada de la sinopsis hecha por Rolando
Rivero, miembro del Instituto Boliviano de Genealogía, y coinciden con los del ANB, infra, y los de
V. A. Cutolo, Nuevo Diccionario Biográfico Argentino, Buenos Aires, 1970. Ver también G. B.
Madrazzo, Hacienda y Encomienda en los Andes: la puna argentina bajo el marquesado de Tojo,
siglos XVII a XIX, San Salvador de Jujuy, 1990; G. G. Doucet, “De Juan José Feliciano Fernández
Campero a Fernando Campero, aportes documentales y críticos al estudio de la sucesión del
Marquesado del Valle de Tojo en el siglo XIX”, en Genealogía, Revista del Instituto Argentino de
Estudios Genealógicos, N° 26, Buenos Aires, 1993; J. G. C. Zenarruza, “Antecedentes para un
estudio del Marquesado del Valle de Tojo”, en ibid, N° 17, Buenos Aires, 1977.
10. ANB, Escrituras Públicas (EP): 329, 1795, 430; EP 329, 411; EP 379, 496. Abogados, T.XIII, N°13.
11. Archivo Parroquial de Santo Domingo, Sucre. Defunciones de esposos, 1787-1845.
12. Datos del Instituto Boliviano de Genealogía compilados por Rolando Rivero.
13. Fr. Francisco del Pilar es un personaje notable de fines del siglo XVIII en Charcas. Se lo
recuerda como fundador y apóstol de las misiones franciscanas que se establecieron en el país
bajo la égida del Colegio Franciscano de Tarija.
14. ANB, EP, t. 379
15. Los pocos datos sobre la permanencia de Casimiro en Monserrat los he obtenido a través de
una comunicación escrita de Alejandro Moyano Aliaga, del Archivo de Córdoba, .Argentina.
16. Gabriel René-Aloreno (papeles inéditos), Casimiro Olañeta, Banco Central de Bolivia, La Paz,
1975, p. 48. Moreno cometió una equivocación puesto que, como se demuestra en este texto, se
conocen otras versiones de la Esposición...
17. Kollasuyo, Año VII, No. 60, pp. 419-437. Para el presente trabajo hemos utilizado el ejemplar
existente en el Archivo Nacional de Bolivia, Sucre.
18. Arnade, ob. cit. p. 225, nota 31.
19. Esposición...
20. Ch. Arnade, The emergence of the Republic of Bolivia, (¡ainsville, 1957, p. 82, confunde a Miguel,
padre de Casimiro con Miguel Alejo, su abuelo, quien era peninsular. En las escrituras notariales
figura Miguel como “vecino de esta ciudad” [La Plata] mientras, cuando se trata de peninsulares,
los documentos públicos siempre especifican el reino del cual proceden las personas que
aparecen en ellos. Miguel fue miembro del cabildo de La Plata cargo que, desde la Ordenanza de
Intendentes de 1782, siempre recayó en un español americano.
21. G. René-Moreno, “El doctor Juan José Segovia, 1728-1809”, en Bolivia y Argentina, notas
bibliográficas y biográficas, Santiago, 1901, p. 196.
22. Escritura 277, escribano Josep Calixto de Valda, en ANB, EP, t. 349.
23. ANB, EP, N° 379. La cuota parte de la herencia entregada a Casimiro le correspondía por
derechos de su finada madre, y representa menos del 10 por ciento de los activos de su abuela y
no así la mitad, como con exageración afirma Arnade. Es presumible, sin embargo, que María
Santistevan, esposa de Casimiro y también nieta de doña Antonia, recibió una suma igual a la de
su marido.
24. D. Uriburu, Memorias, Buenos Aires, 1934, p. 30, citarlo por Arnade, ob. cit., p. 226, nota No. 29.
25. Ch. Arnade, ob. cit. p. 84.
26. Ibid.
27. G. René-Moreno, Casimiro Olañeta, La Paz, 1975, p. 24.
28. “Expedientes de Abogados”, ANB. El título está escrito enteramente en latín, firmado por el
Rector Felipe Antonio Iriarte y refrendado por el Vice Cancelario, Matías Terrazas.
29. ANB, Abogados, t. 13, N° 13.
30. Ibid.
31. Ibid.
455
32. Ibid.
33. Ibid. Arnade sostiene que Casimiro fue nombrado secretario de la academia, pero esa es una
apreciación equivocada. Tal cargo era ejercido por un jurista veterano y en ningún caso por un
principiante, por más talentoso que éste fuera. El secretario en esos días era José Damián Cueto y,
en esa calidad, es él quien certifica la incorporación de Casimiro a la academia. Ibid, documento
12.
34. Ch. Arnade, ob. cit., pp. 97-98.
35. Ver, por ejemplo, “Una nueva mirada a la creación de Bolivia”, en Archivo y Biblioteca
Nacionales de Bolivia: Anuario, Sucre 1995, pp. 73-88. En dicho artículo Arnade afirma que se ratifica
en “el 90 por ciento” de las afirmaciones de su libro, primigenio y único, luego de 40 años de
haberlo escrito.
36. Apuntes para la historia de la revolución del Alto Perú por unos patriotas, Sucre, 1855.
37. A. Arguedas, La fundación de Bolivia, varias ediciones.
38. E. Finot, Nueva historia de Bolivia, varias ediciones.
39. Mientras el borrador de Puno aparece en V. Lecuna, Documentos referentes a la creación de
Bolivia, Caracas, 1975, 1:94-96, la versión definitiva de La Paz consta en Colección oficial de leyes,
decretos y resoluciones que se han expedido para el régimen de la República Boliviana. Imprenta del
Colegio de Artes dirigida por el ciudadano Bernardino Palacios, Paz de Ayacucho, 1834, pp. 1-5.
40. El propio Moreno redactó y por su cuenta hizo imprimir una carátula donde se lee: “Primera
hoja impresa en Bolivia. Convocatoria del Alto-Perú a una Asamblea Jeneral Deliberante. Famoso
Decreto de 9 de Febrero expedido por el Gran Mariscal de Ayacucho en La Paz a la cabeza del
Ejército Unido Libertador. Año de 1825. La Paz. Imprenta del Ejército Libertador administrada por
Fermín Arébalo. Ejemplar encontrado entre los papeles del Mariscal Sucre. Obsequio de D. Daniel
Calvo. Colección de Documentos de G.R.-M., Santiago de Chile”. Ver ANB, M 863, II. La misma
leyenda, junto a otros comentarios, figura en G. René-Moreno, Biblioteca boliviana, catálogo de la
sección de libros y folletos, Santiago de Chile, 1879, p. 678.
41. Ver G. René-Moreno (Papeles inéditos), Casimiro Olañeta, Banco Central de Bolivia, La Paz,
1975. Esta publicación no consigna ningún análisis crítico de sus editores sobre los aspectos aquí
anotados, quienes se limitan a transcribir, con indisimulada complacencia, y fuera de su
contexto, algunas diatribas de Moreno a Casimiro que su autor las había escrito para sí mismo y
sin ánimo de publicarlas. Sin embargo, Juan Siles Guevara pone las cosas en su lugar al decir: “La
serie de fragmentos sobre Olañeta que Vázquez Machicado tituló “Olañeta, esbozo biográfico”, en
realidad no tuvieron esa intención por parte de Moreno. Se trata de fichas y páginas dispersas [...]
la mayoría escritas en base a comentarios de periódicos y folletos de la época”. J. Siles Guevara,
Gabriel René Moreno, La Paz, 1978, p. 71.
42. J. C. González, “El proyecto de Puno y el Decreto de La Paz de 9 de Febrero de 1825”, en
Trabajos y comunicaciones, Universidad Nacional de La Plata [Argentina], 1965.
43. D. Ramos, “La creación de Bolivia y el origen del Decreto de La Paz de 9 de febrero de 1825”,
en Revista de Estudios Políticos, Madrid, 1967. Agradezco a René Arze Aguirre por haberme
proporcionado fotocopias de estos dos valiosos y esclarecedores estudios los cuales,
inexplicablemente, habían pasado desapercibidos por la historiografía boliviana actual.
44. Ibid.
45. Ibid.
46. Ibid.
47. Ver Ch. Arnade, “Una nueva mirada a la creación de Bolivia”, en Archivo y Biblioteca Nacionales
de Bolivia: Anuario, Sucre, 1955, pp. 73-88.
48. Ch. Arnade, pp. 88-89.
49. Ver El album de Ayacucho. Colección de los principales documentos de la guerra de independencia del
Perú, Lima, 1862, p. 175, citado por J. R. Yaben, “El mariscal de Campo Pedro Antonio de Olañeta”,
en Boletín del Instituto Sanmartiniano, Año XII, N° 36, Buenos Aires, 1955.
456
tanto a la religión católica como al rey Fernando VII. Comenzó así una cruenta y
enconada guerra intestina entre los propios realistas que ensangrentaría aún más el
territorio altoperuano facilitando, al mismo tiempo, el triunfo definitivo de Bolívar y la
emancipación total de América del Sur.
en un momento tan oportuno que abrió el paso a la nación soberana. Es también una
muestra del estado de ánimo de los propios peninsulares residentes en América,
comprometidos con la sociedad criollo-indígena que los cobijaba. El año 1824, tan lleno
de insólitos eventos, es uno de los actos finales del drama que empezó en mayo de 1809
cuado se rebelaron los oidores españoles en alianza con un grupo revolucionario criollo
de La Plata y que tuvo amplio respaldo popular. Es necesario, por tanto, detenernos en
el estudio y análisis de la disidencia de Olañeta, indagar sus profundas y complejas
causas, descubrir cuáles fueron los móviles que guiaron a sus principales actores y
preguntarnos por qué los jefes militares españoles, a sabiendas de que las disputas
entre ellos darían el triunfo a Bolívar, fueron incapaces de zanjarlas por medios
pacíficos.
9 Debido a su estratégica localización geográfica, la posesión de Charcas resultó decisiva
en la definición global de la contienda entre España y sus colonias. De no haberse
producido la rebelión de Olañeta y su desenlace favorable al ejército libertador, La
Serna hubiese quedado con un foco reaccionario en el corazón del continente, poniendo
así en riesgo todo el esfuerzo emancipador. Pudo haber llegado apoyo militar tanto por
la vía del Pacífico (Atacama y Tarapacá) como por el Atlántico, procedente del recién
constituido imperio del Brasil. Entonces, aun después de Ayacucho, países como Perú y
Colombia que acababan de ganar su independencia, corrían el peligro de nuevas
incursiones monárquicas. Buenos Aires y Chile no hubiesen podido respirar tranquilos
y ello habría dado pábulo a un cambio en la política europea con respecto a España. La
Santa Alianza, que tanto le quitó el sueño a Bolívar, se hubiese visto tentada a
reimplantar por la fuerza la monarquía en América haciendo tambalear todo el tablero
de la política internacional.
10 El personaje central del drama de 1824 fue el general Pedro Antonio de Olañeta. Si en
aquellos días hubiese existido internet y trasmisiones vía satélite, la imagen de este
rudo militar español-charqueño, este comerciante, arriero y minero con empaque de
gaucho rioplatense, hubiese aparecido en los diarios y pantallas de televisón de todo el
mundo. Y enjambres de reporteros portando pesadas mochilas y cámaras, hubiesen
competido por entrevistarlo o filmarlo con su nariz ganchuda, ojos escrutadores y
temperamento indómito. El fenómeno Olañeta tuvo resonancia y repercusiones
mundiales puesto que la política europea de esa época influía en el destino de los Andes
Centrales.4 De la misma manera, los acontecimientos que tenían lugar en esta remota
porción del nuevo mundo, embargaban la atención y afectaban las decisiones de los
estadistas del viejo continente.
11 Para la Europa post napoleónica, Hispanoamérica tenía un sitial muy destacado. Medio
siglo antes de la consolidación del imperio Victoriano, lejos todavía de la unificación de
los estados continentales, la guerra intraperuana fue seguida de cerca por Inglaterra y
Francia, las superpotencias de entonces. Su desenlace iba a permitir el reordenamiento
de las relaciones comerciales, diplomáticas y políticas de las colonias españolas con
Europa y Estados Unidos. Esto se refleja en la opinión de un historiador británico que
considera 1824 como “crucial” puesto que, según su opinión, a comienzos de aquel año
era posible que en esta parte del mundo se instalara alguna monarquía independiente
de España y que Inglaterra pudiera mediar en una separación amigable. 5 Esta mediación
que, en forma reiterada, fue ofrecida por Inglaterra, nunca tuvo eco en España por la
razón muy sencilla de que allí, ni absolutistas ni liberales concibieron la posibilidad de
la independencia total de sus apetecidas colonias.
460
comerciales con Ventura Marquiegui, su tío y, a la vez, padre de su esposa, célebre por
su belleza y carácter, doña Pepa Marquiegui.7
16 Al igual que sus enemigos contra los cuales combatió (Belgrano, Castelli, Martín
Rodríguez y otros), Olañeta entró a la carrera de las armas sin el necesario
entrenamiento militar y sólo guiado por una responsabilidad cívica que incluía la
defensa de sus propios intereses y los de sus parientes y paisanos, amenazados por la
junta revolucionaria de Buenos Ares. Esta actitud contrastaba con la de otros criollos y
mestizos como Camargo, Méndez, Padilla o Zárate quienes, desde el primer momento,
prefirieron aliarse con la burguesía revolucionaria rioplatense que les prometía un
status social y político mucho mejor que el diseñado para ellos por la burocracia
chapetona de la audiencia.
17 Olañeta se puso a órdenes de Goyeneche desde que éste enfrentó a las huestes de
Castelli y Balcarce y en 1812 fue nombrado gobernador y comandante militar de Salta.
Allí fue derrotado por Belgrano pero, al año siguiente, se vengó de éste en Vilcapugio y
Ayohuma donde jugó un papel decisivo en el triunfo de las fuerzas realistas. En 1814, ya
con el grado de coronel, y cumpliendo órdenes de Pezuela, su actividad estuvo
orientada a controlar las provincias plagadas de insurgentes gauchos que seguían a su
caudillo Martín Güemes.
18 En 1815 encontramos a Olañeta exigiendo una indemnización por los daños que,
durante una reciente campaña, habían sufrido sus intereses ubicados en el lugar que se
había autorizado como sede de la misión religiosa de San Ignacio de los Tobas. 8 Alegaba
que un ingenio minero de su propiedad –donde se beneficiaba mineral de plata
procedente de sus minas de Choroma y Portugalete– había sido destruido por el
continuo tránsito de tropas tanto del rey como de los insurgentes quienes lo
convirtieron en cuartel, hospital y otros usos propios de la guerra.
19 Los azogueros principales de Tupiza (Pedro Ponce de León, José Martínez Carnero, Juan
Manuel Molina, Ignacio Yáñez de Montenegro y Joaquín Alonso de Oviedo) prestaron
declaraciones ante la subdelegación para respaldar las pretensiones del demandante.
Atestiguaron que éste abandonó todos sus trabajos para defender la causa del rey y que
en su ausencia, el ingenio, uno de los mejores y más completos de su clase, quedó
totalmente destrozado.
20 Pedro Antonio interpuso otra reclamación por daños en una finca suya llamada San
Lucas situada en Santiago del Estero, así como por los bienes de su suegro, Ventura
Marquiegui, ciudadano octogenario y benemérito que había sufrido junto a su hijo
Guillermo, familiares y criados, todos los rigores de la situación bélica. Sobre este
último punto testifican favorablemente Felipe Lizarazu, conde de Casa Real a la sazón
intendente de Potosí y Pedro Antonio Aguirre, administrador interino de correos en la
misma ciudad. El decreto que da curso favorable a la petición de Pedro Antonio sobre la
dotación de tierras en San Ignacio de los Tobas, se firma en Sorasora, muy cerca del
lugar donde en esos momentos acampaba él con su tropa. Lleva fecha de 24 de octubre
de 1815, un mes antes de la batalla definitiva en Sipe Sipe. Contiene el dictamen
favorable del auditor de guerra, José Manuel de Usín, y la firma del comandante general
Joaquín de la Pezuela. La misión de San Ignacio de los Tobas estaba situada entre Jujuy y
Nuevo Orán y la dotación de las tierras fue destinada para que el benemérito coronel
Olañeta recibiera una compensación por los enormes perjuicios y pérdidas que por odio
a su ascendrada lealtad [al rey español] le han inflingido los insurgentes. 9
462
Desastres en España
24 A lo largo de la saga emancipadora, la situación en la península era deplorable. ¡Los
españoles estaban en peor situación que sus convulsionadas colonias! En caos político y
bancarrota financiera; su unidad nacional hecha trizas y, lo peor, el país quedó
reducido a una mera ficha de las rivalidades anglo-francesas que, en pocos años, la
obligaron a entrar en contradictorias y perniciosas alianzas militares y navales. Todo
esto condujo a que en 1808 los franceses invadieran la península para combatir el
absolutismo, y en 1823 para restaurarlo. Sacando partido de esta favorable coyuntura,
Inglaterra asumió el papel de tutora de la “Old Spain”, logrando consolidar sus ventajas
comerciales en las colonias americanas.
25 También es curioso constatar que tanto España como sus posesiones ultramarinas,
comienzan en la misma época, y con el mismo nombre, su propia “guerra de
independencia”. España trataba de sacudirse del yugo continental representado por
463
Francia, mientras sus posesiones del nuevo mundo hacían lo mismo con respecto a ella.
Y de Inglaterra salía la ayuda para ambas independencias, en dinero, soldados,
influencia e intrigas diplomáticas. Las campañas de Wellington en España fueron algo
así como unas maniobras militares para quienes pronto irían a la América a pelear en
uno y otro bando.
26 Mientras la guerra emancipadora seguía su curso, el conde de San Carlos –por esos años
embajador de España en Londres– escoltaba a los comisionados de su país que llegaban
a la City en busca del dinero imprescindible para rehacer las finanzas del reino que
habían quedado maltrechas tras el nuevo, y otra vez frustrado, proceso liberal. Y es
probable que allí, en la antesala de los mismos banqueros, los enviados peninsulares se
encontraran con los hispanoamericanos Zea, Revenga o García del Río, quienes
buscaban a los ingleses con idénticos propósitos. Después, ni españoles ni americanos
pudieron devolver lo prestado y, envueltos en sus guerras intestinas, se desangraban
mientras los buques de guerra de los acreedores iban a tomar posiciones en las costas
para recuperar su dinero, a bala de cañón.
27 A fines de 1823, y a todo lo largo de 1824, tanto Inglaterra como Francia –esta última,
potencia ocupante de España–, manifestaron a la corte de Fernando VII la inutilidad del
empeño para volver al estado de cosas anterior a 1809. El príncipe de Polignac,
actuando a nombre de Francia, en sus reservadísimas conversaciones con el primer
ministro británico Canning, así lo hizo saber al gabinete de Madrid, declarando además
que su país no estaba interesado en ninguna restauración monárquica en América. En
esos momentos, España atravesaba una crisis total y, pese a ello, no desperdiciaba
oportunidad de lanzar proclamas altaneras sobre la recuperación de su imperio.
Degradación y rebeldía
28 Entre 1815 y 1818 llegó a al Perú un contingente de nuevos oficiales españoles (La
Serna, Espartero, García Camba, Carratalá, Monet, Canterac, Valdés, Ricafort), algunos
de ellos desprendidos de la expedición de Morillo a Venezuela y Nueva Granada y,
otros, enviados directamente de la península, todos ellos veteranos de las recientes
guerras contra la invasión napoleónica. Trajeron consigo tropas de refuerzo bien
disciplinadas como el regimiento de Extremadura, Húsares de Fernando VII y Dragones
de la Unión.10 Aquellos oficiales estaban tipificados como liberales, masones y
“afrancesados”, ignoraban la realidad peruana, en especial la de las provincias de
Charcas. Estas habían sido teatro de tres sucesivas y fracasadas expediciones de
ejércitos argentinos. Los héroes de la resistencia española contra ese intento fueron
Joaquín de la Pezuela, Juan Ramírez y Pedro Antonio de Olañeta. El primero de ellos fue
ascendido al puesto de virrey del Perú, el segundo, enviado a la audiencia de Quito
mientras Olañeta quedó en calidad de supremo comandante militar de Charcas junto a
su eficiente y leal colaborador, el criollo cruceño Francisco Javier de Aguilera.
29 Las diferencias entre Olañeta y los nuevos jefes españoles empezaron en 1821 cuando La
Serna, respaldado por el grupo que había llegado con él, derrocó a Pezuela. Se hizo
cargo del puesto de virrey a nombre de la corriente liberal y constitucionalista que
desde el año anterior gobernaba España y de la cual recibió pleno respaldo. Este
trastorno político peruano fue una clara repercusión de lo acaecido en la península
pues imitó la vía insurreccional allí empleada. Aun estaban frescos los recuerdos de la
anterior avalancha liberal que terminara en 1814 aunque no sin antes haber sacudido
464
los cimientos de la España premoderna. Surgió así la posibilidad de progreso social que
la revolución de Riego abrió de nuevo para la monarquía de esa nación.
30 El cambio ocurrido en el virreinato dio lugar a una reorganización de su mando militar.
Canterac fue nombrado comandante general tanto del Bajo como del Alto Perú,
mientras Valdés tomó bajo su mando todo el ejército del sur, quedando Olañeta como
subalterno suyo. Fue una clara degradación y un desconocimiento a los méritos que el
jefe charqueño había acumulado en continuas victorias militares. El había sido
compañero de Goyeneche y de Pezuela en los campos de batalla, desde Huaqui en 1811
hasta Sipe Sipe a fines de 1815 y, en los seis años siguientes, ejerció una decisiva
influencia sobre las provincias del norte argentino.
31 La autoridad de La Serna fue cuestionada desde el primer momento por Olañeta quien
proclamaba su fidelidad al gobierno legítimo, con el argumento de que el nuevo virrey
representaba la facción que había desconocido los derechos de Fernando VII. Sin
embargo, sería inexacto afirmar que esa oposición obedecía sólo a una diferencia de
tipo ideológico. Lo que estaba ocurriendo, más bien, era una reedición de las antiguas
aspiraciones autonómicas charqueñas dentro de la nación española pero sin la odiosa
intermediación virreinal y que encontraron en el resentimiento de Olañeta el vehículo
apropiado para lograr el viejo anhelo. El mismo año 1821, a los pocos meses de que La
Serna se proclamara virrey, Olañeta, por su cuenta, dirigió la expedición en la que sus
tropas dieron muerte a Martín Güemes y, sin recabar autorización de nadie, menos del
virrey, celebró un tratado con el cabildo de Salta en el que se fijaban los límites de
Charcas con los de aquella intendencia. Este poder acumulado por Olañeta se hacía más
notorio por el caos y la debilidad en que se encontraba el tambaleante virreinato
peruano obligado a establecer su sede principal en Cuzco y cuyo precario dominio no
iba más allá de las provincias aledañas de la sierra. Atrás habían quedado los días del
poder cohesionado y sólido que emanaba de Lima, ahora en poder de las fuerzas
independentistas.
32 Igual cosa ocurría con la destartalada audiencia charqueña. Sus miembros, otrora
depositarios indiscutidos del poder real, hoy eran elegidos por el favor político de un
virrey como La Serna, acosado por varias guerras simultáneas. Los oidores perdieron su
antigua autoridad y prestigio, presa de los vaivenes y la inestabilidad que sufría todo el
reino peninsular. Ya no eran los todopoderosos magistrados de otras épocas sino
amedrentados funcionarios cuya permanencia en sus cargos dependía ahora de los
éxitos en el campo de batalla de algún jefe militar.
33 La Serna, mal de su grado, tenía fama de liberal militante y, como tal, representaba a
esa facción de la península, aborrecida en Charcas. Estas diferencias eran atizadas por
sectores interesados en ahondarlas y que perseguían sus propios fines. Tal era el caso
de El Argos, periódico afín al gobierno de Buenos Aires que especulaba con especial
ahinco en torno al liberalismo y el culto masónico profesado por La Serna, Valdés y
Canterac. Los presentaba como enemigos de Fernando VII, mientras Olañeta figuraba
como un fanático absolutista, defensor de un rey defenestrado. En el fondo, aunque
todos aquellos personajes tenían distinta procedencia, formación e intereses, todos
pugnaban por el poder antes que por ideologías.11 Olañeta, intérprete de las
aspiraciones de la élite criolla local, quería seguir mandando a discreción suya. La
Serna, a su vez, representaba los intereses de los comerciantes monopolistas limeños,
agentes comerciales de Cádiz, también buscaba el poder para sí mismo y sus aliados
465
peruanos. Puesto que ninguno de ellos cedía ante las pretensiones del otro, estalló la
guerra civil.
34 Las memorias de Valdés,12 como era de esperarse, contienen largos y apasionados
alegatos para convencer a las autoridades de Madrid de que ni él ni sus compañeros La
Serna y Canterac fueron, jamás, anti absolutistas, liberales o masones, como los
acusaban tanto desde Buenos Aires como desde el cuartel general de Olañeta. Al volver
a la península, después de Ayacucho todos ellos, sin dificultad alguna, se reinsertarían
en la burocracia del recién restaurado Fernando VII
Maroto, el enemigo
35 Otro hecho que ayuda a entender el por qué de la guerra doméstica, es la constante
pugna entre Olañeta y Rafael Maroto, advenedizo que llegó a Charcas luego de haber
sido comandante en el ejército que sufrió la derrota de Chacabuco, en Chile y, desde
1818, fungía como presidente de la audiencia e intendente-gobernador de La Plata. No
era del grupo que llegó con La Serna y aunque su nombramiento fue hecho por Pezuela,
gozó de la confianza del nuevo virrey. Pero Olañeta jamás se subordinó a Maroto y eso
quedó demostrado durante el levantamiento de Casimiro Hoyos en Potosí el año nuevo
de 1822. Con un destacamento de 500 hombres y 100 jinetes, Maroto logró sofocar la
rebelión derrotando a los insurrectos en San Roque, fusilando a Hoyos y a los
principales cabecillas. Pero esa victoria no le sirvió para afianzar su poder ni su
prestigio ya que Olañeta, desde Tupiza, también se dirigió a Potosí para no quedarse
atrás de su rival. Sobrepasando la autoridad de éste, le ordenó volver a La Plata y, a la
vez, dispuso el nombramiento de José María Alvarez como gobernador de la provincia.
Maroto tuvo que aceptar esta humillación.13
36 Al año siguiente tuvo lugar otro episodio en el cual se muestra la animadversión de
Olañeta hacia La Serna. Ocurrió en enero de 1823 a raíz de la derrota sufrida por los
independientes en Moquegua durante la expedición a puertos intermedios. Olañeta que
había acudido con parte de su ejército desde Potosí, ocupaba los valles de Lluta, Azapa y
Tarapacá donde logró emboscar una partida al mando del general Rudecindo Alvarado.
14
Este, aceptando su derrota, invitó a una conferencia al jefe realista, de quien ya era
amigo, para pedirle que los prisioneros permanecieran bajo custodia suya y, en ningún
caso, fueran entregados a La Serna. Olañeta aceptó complacido la petición añadiendo,
según cuenta Alvarado,
esfuerzos sino que estaba muy lejos de entregarlos a una autoridad ilegítima creada
por una revolución de jefes liberales a quienes injurió con las calificaciones que de
ellos hizo [...] Continuó con viva exaltación contra los traidores liberales con
quienes no uniría jamás sus que, separado de ellos, se defendería en las provincias
del Alto Perú cuyo territorio pertenecía al rey de España.15
37 Aparte de otros incidentes donde consta su animadversión hacia La Serna, Olañeta
persistía en su negativa de reconocer autoridad alguna a Maroto. Esto se hizo visible,
otra vez, a raíz de la expedición de Santa Cruz a mediados de 1823, en cuya derrota
Olañeta tuvo una actuación destacada y eso lo hacía sentir con derecho a decidir las
futuras acciones militares. Pero Maroto tenía otras ideas al respecto, y de eso se queja
Olañeta:
El plan del Sr. Maroto [después de la derrota de A. de Santa Cruz] se reducía a
conservar Chuquisaca negándose a marchar sobre Potosí. ¿Qué ventajas nos ofrecía
la pobre Chuquisaca?, ¿el camino franco al Janeiro? Los españoles prefieren la
466
52 Sin embargo, hay quienes han interpretado esa actitud de manera muy distinta. Se hace
mención sólo al poder otorgado por Casimiro, presentándolo como una prueba
(irrefutable para sus detractores) de oportunismo, doblez y deslealtad. Según esa
intencionada tesis, Casimiro siempre fue realista y apareció cambiando de militancia
sólo cuando se produjo el triunfo definitivo de las armas patriotas. 28
La carta de Yotala
53 ¿Hasta qué punto Casimiro Olañeta influyó para que su tío Pedro Antonio tomara la
decisión de rebelarse contra La Serna? Es probable que, en algún momento, el propio
Casimiro exageró su papel en estos hechos a fin de ganar méritos ante los libertadores
colombianos basándose en las versiones de los propios españoles quienes lo culparon
una y otra vez de lo que había ocurrido. Las alusiones de este tipo constan en la obra de
Torrente29 escrita en los días en que nació la república boliviana. Pero, si bien Pedro
Antonio ya había acumulado suficientes motivos para hacer lo que hizo, desde antes de
que Casimiro se le uniera, no cabe duda de que el papel de éste en la rebelión fue de
primera importancia.
54 Casimiro asume el cargo de secretario de su tío a fines de 1822, después de rehusar su
asistencia como diputado de Charcas ante las Cortes españolas. Esto indica que ya, por
entonces, existía la organización secreta que agrupó a los partidarios de la
independencia de Charcas y que no podían actuar a la luz del día en vista de los graves
peligros que esto implicaba. Habitaban un territorio dominado por el poder realista,
implacable en la represión y, lo que era peor, renuente a la adopción de las nuevas
políticas emanadas de Madrid que buscaban llegar a soluciones pacíficas que pusieran
fin a la guerra. Un testimonio español publicado en las memorias de Valdés, da gran
preponderancia a la intervención de Casimiro como detonante de la guerra doméstica:
Alucinado entonces el general Olañeta por su sobrino D. Casimiro, hijo del país,
joven muy instruido, de figura muv simpática y fácil palabra, llegó a creer que
estaba nombrado por Fernando VII virrey del Perú en sustitución del Gral. La Serna
desde el momento que el año anterior había triunfado el realismo en España [...]. El
sobrino del Gral. Olañeta, auxiliado por el partido de los independientes, consiguió
se fingiesen en Buenos Aires los despachos de virrey para su tío y, además, las
instrucciones reservadas que Fernando VII había tenido por oportuno darle para
que si el Gral. La Serna se resistía a entregarle el mando, se lo quitara [...] Si bien el
Gral. Olañeta tenía dadas muchas pruebas de hombre honrado y militar valeroso, no
descollaba por su gran inteligencia ni carecía de ambición, continuó oyendo a su
sobrino más comprometido cada día como buen criollo por la causa de la
independencia, sin preocuparse por el sentido moral de su tío quien no por eso
dejaba de reprenderle por su modo de ser inquieto y bullicioso y por la conducta
que observaba, poco edificante, por cierto, con su esposa [...]. 30
55 Casimiro fue inspirador y miembro de una “logia patriótica” bautizada así por Beltrán
Ávila31 que convenció al general Olañeta de la necesidad de una ruptura total con el
virrey del Perú. Para lograrlo, los conspiradores se valieron de un ingenioso ardid:
enviar una carta a Pedro Antonio como si ella hubiese sido escrita por la regencia de
Urgel, bastión absolutista que resistía en Cataluña a la oleada liberal de Riego. 32 En la
falsa misiva, llegada por la vía de Montevideo, la regencia ordenaba al general Olañeta
que derrocara a La Serna por traición a Fernando VII y por complicidad con los
crímenes del liberalismo peninsular. Según lo reveló Casimiro en su Exposición, dos años
470
después, la famosa carta lúe, en realidad, escrita en Yotala por él y sus cofrades, y se
convirtió en detonante de la insubordinación de su tío.
56 El general Miguel Ramallo, historiador boliviano de comienzos del siglo veinte, y vecino
de Chuquisaca, relata los hechos de esos días que, es probable, reconstruyó en base a
fidedignas fuentes orales, afirmando que el propio Olañeta al ocupar la ciudad con sus
tropas,
hizo conocer a los notables del país, (entre los que se encontraban oidores,
cabildantes, canónigos, comerciantes, mineros, propietarios y artesanos de los
distintos gremios) haber recibido, en enero de 1823, oficios que le remitía de
Montevideo un distinguido personaje de esa ciudad. El primero de ellos contenía
una orden de la Seo de Urgel, con fecha agosto de 1822, donde se le prevenía
proclamar al gobierno absoluto de Su Majestad el rey don Fernando VII, tal como
había sido instituido desde tiempo inmemorial, y allí mismo, se le indicaba la
necesidad de hacer la guerra a los constitucionalistas. El presidente de esa
corporación, en carta particular al general Olañeta, prometía remitirle en breve los
despachos de virrey de Buenos Aires, previniéndole que mientras ellos llegaran a su
poder, tomase el título de Capitán General de las Provincias del Río de La Plata. 33
57 Tanto la carta como su itinerario estaban muy bien fraguados. Aunque escrita en el
villorrio de Yotala a muy poca distancia de La Plata, para ser creíble, su procedencia no
debía ser Buenos Aires sino Montevideo ya que éste era el puerto más seguro por donde
podía entrar la correspondencia oficial española con destino al convulsionado Perú. La
manipulación de las fechas también era coherente, teniendo en cuenta los cinco meses
(entre agosto y enero) que debían transcurrir desde que supuestamente fue escrita en
los Pirineos –refugio de los absolutistas peninsulares– hasta llegar a su destinatario en
la distante Charcas. Por último, agosto de 1822 fue el mes en que se instaló la regencia
que estuvo vigente hasta diciembre de ese año.34
58 La treta poseía, además, una impecable lógica política. Aunque la junta que los
absolutistas habían establecido en la ciudad de Urgel no poseía facultades para tomar
decisiones sobre la administración colonial (puesto que estaba en guerra con el
gobierno liberal instalado en Madrid) el nombramiento extendido a Olañeta
simbolizaba la lealtad al rey Fernando, en esos momentos privado del ejercicio pleno de
su cargo. Declarada la abierta rebelión, Olañeta hizo su entrada triunfal a Potosí en
enero de 1824, destituyendo a las autoridades que obedecían al virrey y asumiendo, él
mismo, el mando de la intendencia. En lugar de Rafael Maroto, presidente de la
audiencia, nombró para ese cargo a su cuñado y primo hermano, Guillermo Marquiegui.
Si quisiéramos especular con los acontecimientos históricos, bien se podría conjeturar
que Pedro Antonio tenía dudas sobre la autenticidad de aquella carta pero, verdadera o
falsa, le servía admirablemente para justificar la guerra que le declaró a La Serna. La
primera mitad de 1824 está llena de acciones bélicas, por lo general favorables a
Olañeta quien, además de sus triunfos, se complacía en emitir grandilocuentes
proclamas redactadas por Casimiro. Ellas iban dirigidas al corazón y el sentimiento de
los charqueños antes que a su inteligencia o raciocinio.
Itinerario de la rebelión
59 Aunque, como se ha visto, la enemistad y las pugnas eran ya de vieja data, la
desobediencia de Olañeta, al mover sus tropas de Oruro hacia el sur, tomó de sorpresa a
La Serna quien censuró así la conducta de su subalterno:
471
Me ha sido muy extraña la determinación de V.S. de irse [de Oruro] con toda la
tropa de la división de su mando para Tupiza sin haber recibido para semejante
movimiento orden terminante del Sr. General Valdés o mía. Me es también extraño
que se haya llevado de Oruro los 300 cañones sueltos de fusil que allí había. [...]
Advierto a V.S. que no debe disponer de ninguna división en dirección alguna sobre
las provincias de abajo sin expresa orden mía pues en Salta están reunidos para
negociaciones el general Las Heras por parte del gobierno de Buenos Aires y el
brigadier Espartero por este superior gobierno.35
60 Olañeta hizo oídos sordos a esas protestas y más bien destituyó a Maroto mediante esta
intimidante nota:
Señor: Desocupe esa plaza a virtud de estar nombrado para su gobierno el Sr.
coronel D. Guillermo Marquiegui tomando V.S. el partido que más le acomode en la
inteligencia que mis tropas se encaminan a posesionarse de ella y si V.S. es
aprehendido será tratado con todo el rigor a que se ha hecho acreedor por su
conducta fementida.36
61 Maroto aceptó el ultimatum y se retiró a Moromoro sin ofrecer resistencia, mientras
Marquiegui, triunfalista, lanza la siguiente proclama a “los habitantes del Perú”:
Por fortuna han desaparecido de esta villa los más decididos enemigos de la religión
y el rey, sistema destructor de la moral cristiana, de vuestras antiguas costumbres y
de la futura felicidad de los pueblos; van cargados de confusión y oprobio y sus
inmundas plantas no volverán a manchar este suelo. Mis soldados y yo trabajamos
con heroico entusiasmo por la religión, el rey y los derechos de la nación española. 37
62 Desde Oruro, donde se había refugiado, Maroto responde con otro manifiesto “a los
habitantes de Charcas” protestando por su destitución y desacreditando a su enemigo.
Olañeta, no dudéis, es un caudillo revolucionario porque no nos manifiesta las
credenciales que deben convencernos de la facultad que se atribuye para derogar
las leyes. [...] en combinación con las provincias de Jujuy y Salta procura del mismo
modo envolveros en vuestra ruina bajo las apariencias de la religión y el rey. 38
63 El siguiente paso de Olañeta fue el nombramiento de funcionarios que respondieran a
su línea reconociendo su autoridad. Dispuso que al haberse restablecido el sistema real
se vuelve a lo decidido el año 1819 cuando el virrey Pezuela nombró conjuez al Dr.
Manuel José Antequera y Fiscal al Dr. Casimiro Olañeta por su aptitud y méritos, y
por tener destinado al Dr. Olañeta en la división a mi mando nombro en su lugar a
D. Mariano del Callejo, y en clase de conjuez permanente al Dr. Manuel María
Orcullo [sic].39
64 A lo largo de todo el conflicto entre los jefes españoles, le cupo a Valdés asumir la
defensa de La Serna. Desde el comienzo se propuso desvirtuar los argumentos de
Olañeta, entre ellos, que La Serna buscaba establecer una monarquía independiente en
el Perú, regida por él. Quien propaló esta idea fue Gaspar Rico en “El Depositario”,
periódico que reflejaba la política del virrey. Rico había emigrado con La Serna a Cuzco,
cuando éste se vio obligado a dejar Lima y tuvo una actuación destacada tanto entonces
como al producirse la ocupación del Perú por San Martín. En carta a Olañeta, Valdés
sostiene a este respecto:
[...] El primer pretexto que marca la conducta de V.S. es el recelo de que habiendo
cesado en la península el sistema constitucional, el virrey trate de declarar
independiente al Perú tomando por este motivo un número de El Depositario que
habla de la formación de un imperio que ni tengo a la vista ni leí. V.S. no ignora que
hasta ahora nos ha regido desde el malhadado año 20, el uso de la imprenta era
libre (...]¿Querrá el virrey, a no ser un loco, meterse en una empresa en que podía
estar seguro de que nadie lo acompañaría? Se dice que la regencia de Urgel había
nombrado a V.S. virrey del Perú [...] pudiendo asegurar que si le llegara ese
472
nombramiento no sólo a favor de V.S. sino del más despreciable individuo del Perú,
sería cumplida la soberana disposición por el virrey actual. 40
65 Enterado el virrey La Serna de lo que estaba sucediendo en Charcas, envía a Olañeta
esta conminatoria:
En nombre del rey y del mío, conmino al señor Mariscal de Campo D. Pedro Antonio
de Olañeta para que en el término de tres días elija: o comparecer a mi disposición
para ser juzgado junto a Maroto y La Hera, o marchar a la península para alegar sus
derechos ante el soberano. Si rechaza, lo declaro solemne e irrevocablemente
incurso en las penas de la ley [...] Autorizo plena e ilimitadamente al señor general
en jefe de los ejércitos del sud [Valdés] para que, si fuera necesario, use a nombre
del rey de la fuerza armada que existe a sus órdenes”. 41
66 Con mucho tino, y percibiendo correctamente la realidad, el general Valdés no dio
inmediato cumplimiento a lo dispuesto por La Serna y, más bien, se propuso convencer
a Olañeta de llegar a un acuerdo que pusiera punto final a sus desaveniencias. Estas, si
bien hasta ese momento no habían provocado una confrontación militar directa,
estaban a punto de producirla. Al final, ambas partes llegaron a un acuerdo en la
localidad de Tarapaya, ubicada al pie de una gran laguna cercana a Potosí.
El Convenio de Tarapaya
67 Este convenio, redactado por Casimiro y firmado por Valdés y Pedro Antonio el 9 de
marzo de 1824, estipuló lo siguiente:
Los Sres. Generales, (Mariscal de Campo D. Gerónimo Valdés, General en Jefe del
Ejército del Sud y del Sr. Mariscal de Campo D. Pedro Antonio de Olañeta, para
cortar de raíz disputas y discusiones en lo sucesivo que puedan perjudicar al Real
servicio, y para quedar de acuerdo y en buena inteligencia, han acordado los
artículos siguientes para la superior aprobación del Excmo. Sr. Virrey del Reino D.
José de la Serna:
1°. Que el General D. Pedro Antonio de Olañeta reconoce y obedece en lo militar y
político al Excmo. Sr. Virrey D. José de la Serna como lo ha hecho siempre, sin que
haya la menor variación del estado en que ha estado siempre, como asimismo al Sr.
General en Jefe del Ejército del Sud, Mariscal de Campo D. Gerónimo Valdés.
2°. Siempre que los enemigos invadan las costas desde Iquique hasta Arequipa, se
remitirán por el Ceneral Olañeta las fuerzas que hieren necesarias para destruirlos,
dirigiéndolas al punto que ordene dicho Excelentísimo Sr. Virrey o General en Jefe;
igualmente que el General Olañeta operará sobre su frente cuando convenga y S.E.
se lo ordene, sin que por esto le queden coartadas sus facultades para movimientos
parciales.
3°. Para que dicho Gral. Olañeta pueda organizar y aumentar sus fuerzas y operar
con más ventaja sobre los enemigos de su frente, bien sea en el caso de ofensiva o
defensiva, tendrá el mando puramente militar de las provincias del Desaguadero a
la parte del Potosí, mientras permanezca en las actuales posiciones, pero siempre
con sujeción al Excmo. Sr. Virrey y General en Jeíe.
4°. Hecho cargo el General Olañeta de las escaseces de numerario para la
manutención del los Ejércitos, se compromete a remitir a disposición de Excmo. Sr.
Virrey diez mil pesos mensuales de los productos y arbitrios de las provincias de
Charcas y Potosí, quedándole el resto para sostener todos los ramos de su División.
5o. Principiarán los contingentes de los diez mil pesos dese el 1 o. de abril en
atención al atraso en que se halla la División por no haber sido satisfecha en sus
haberes en los meses últimos que se empleó en expediciones.
6o. No siendo conveniente que los Sres. Generales La Hera y Maroto ocupen sus
antiguos destinos, y para evitar disturbios y desaveniencias desagradables, pasará
473
Con fecha 25 del corriente el general Olañeta, a quien VE [La Serna] hizo confianza
del mando de esta provincia, evacuó esta plaza dejándome el mando como alcalde
ordinario del primer voto. [... ] Se lleva consigo no sólo los fondos de todas las
oficinas reales sino también los empleados, los operarios, útiles y, lo que es más
sensible, todos los instrumentos de la moneda, los libros de oficina y hasta las
balanzas para de este modo imposibilitar todo recurso a las ideas de VE cuyo
incidente horroroso ha puesto a este infeliz pueblo en la situación de no poder
contribuir con el menor contingente al sostén de la causa del rey. 49
79 El cabildo en pleno amplió las denuncias del alcalde aunque empezaba diciendo que
durante los cuatro meses –de marzo a junio– en que Olañeta tuvo el mando de Potosí,
hubo total tranquilidad pues, en virtud del convenio de Tarapaya, la autoridad del
virrey era reconocida sin ninguna impugnación. Con ese respaldo, y el de sus propias
tropas, la población que veía en él a la persona capaz de traer la paz y hacer cumplir sus
más caros anhelos. Pero Olañeta defraudó a quienes creían en él, pues atentó contra “el
manantial de la común prosperidad”. Según la versión del cabildo, el jefe rebelde
devastó los establecimientos reales, el banco y casa de moneda; llevó consigo los
caudales, empleados, libros de oficina, expedientes ejecutivos, papel sellado y todos
los útiles precisos [...] Al fin queda arruinado Potosí, la corona y el manantial único
de la común prosperidad. Los vecinos pudientes fueron forzados a emigrar y los que
quedan yacen en la más horrorosa miseria y sus consecuencias serán más fatales
todavía por falta de recursos para el sostén de la causa del soberano, vendía muías
tucumanas en Charcas y el Perú y era, asimismo, El digno jefe que ahora gobierna
esta provincia [Carratalá] va tomando las medidas análogas a la reorganización de
estas oficinas pero a pesar del celo que le anima, poco podrá medrar si V.E. no
proporciona los fondos necesarios a este banco y moneda. 50
80 El contador de las cajas reales de Potosí, Juan Bautista de la Roca (probablemente
cruceño y recomendado para ese puesto por Aguilera), proporciona más detalles sobre
la devastación efectuada por el general absolutista. Refiere que ocho días antes de
abandonar la ciudad, Olañeta dispuso suspender el rescate de piñas en el Banco de San
Carlos, supuestamente con el propósito de inventariar las existencias en plata
amonedada y poder cargar con ella al fugar, cual ya se había hecho tradición entre los
depredadores de la Villa Imperial.
81 En una acción desesperada, típica de los saqueadores de Potosí, Olañeta ordenó
desarmar todo lo que eran instrumentos y máquinas, los empacó en zurrones de cuero
y los entregó a los arrieros para su transporte. Se empeñó al máximo para que el día de
su salida no quedasen caudales, empleados ni herramientas. Pero ante las noticias de
que el enemigo ya estaba encima de él, suspendió esas operaciones y decidió cargar sólo
con los caudales. Roca, celoso y honesto funcionario real, practica un minucioso
inventario:
Se llevaron lo siguiente: en tejos de oro, doblones del mismo metal y residuos de
oficinas, 41.652 pesos y dos reales. En monedas de plata, rieles ensayados y residuos
de todas las oficinas, 68.520 pesos y tres y medio reales lo cual suma 110.162 pesos
cinco y medio reales. Quedron en la casa de moneda 600 marcos de plata que serán
beneficiados, seis tejos de plata con algo de oro y un corto residuo de pailones de
monedas de plata. De herramientas, la talla ha quedado completamente vacía
habiéndose extraído lo siguiente: matrices, troqueles, punzonería, tornillos y
cuanto había en ella, un huso completo de la sala del cuño; de la fielatura todas las
piezas menores de cortes y cordones, todas las balanzas, tornillos y dinerales.
Han quedado en la casa, la oficina entera del oro con sus herramientas; en el tesoro,
las tres balanzas con sus pesas y sus matrices; en la nerrería, toda la herramienta de
ella y unos cuantos troqueles. [El contador hará los esfuerzos para hacerla
477
pero éstos, seducidos por Valdés, le entregaron la plaza. Ante esta defección, Olañeta
retrocedió para apertrecharse en Chichas.55
86 Hacia mediados de agosto, marchando desde Vallegrande, Aguilera se apodera de
Totora y avanza sobre Chuquisaca. Al saber ésto, Valdés se dirige a Potosí, pero en
Cotagaita es atacado por Barbarucho, quien lo obliga a replegarse sobre el camino real y
a estacionarse en La Lava, a nueve leguas de la Villa Imperial. 56 El 17 de agosto tuvo
lugar la acción que puso fin a la guerra. La Lava era un ingenio minero de propiedad del
conde de Casa Real, rodeado de un caserío que Barbarucho atacó frontalmente. Valdés
le apareció en un flanco y ahí se entabló la más feroz y sangrienta de las batallas de
toda la guerra doméstica. Según Ramallo,
los dos jefes buscaron la muerte con rabia, y la tropa hizo prodigios de valor
luchando cuerpo a cuerpo, ensangrentando sus bayonetas al grito de “Viva el Rey”
por el que ambos se destrozaban. Completa fue la victoria del general Valdés, pero
la obtuvo muy cara y a costa de preciosas existencias como, la muy valiosa, del
coronel Ameller. La Hera, gravemente herido, no pudo incorporarse al ejército del
virrey. Más de 300 muertos de tropa y 22 oficiales perdió Olañeta en esa terrible
jornada, Barbarucho cayó prisionero de Valdés que lo trató con gran cortesía como
era habitual en él. Mandó que los heridos del ejército disidente fueran curados con
el miso esmero que los suyos. Dejando el grueso de sus tropas en Puna pasó a
Chuquisaca con 300 infantes y 160 caballos.57
auxilios pecuniarios que estén a mi alcance para socorro del ejército del norte. [...]
Abusando el general Carratalá de las pocas precauciones que yo tomé sobre su
seguridad, y a pesar de ser por segunda vez prisionero, ha fugado. Así que espero
tenga Ud. por hecho el canje con el coronel Marquiegui”.60
89 A raíz de estos acontecimientos, Olañeta, sin dificultad alguna, ocupa nuevamente
Potosí donde el cabildo y demás autoridades que lo habían acusado de abusos y
depredaciones, volvían a estar a merced suya. Atrás quedaron las recriminaciones y el
descontento; todo debía hacerse con disimulo pues habrían de pasar varios meses hasta
que el empecinado realista fuese, por fin, derrotado y muerto. En los campamentos de
Bolívar, la retirada de Valdés y la consiguiente entrega a Olañeta de las cuatro
provincias del Alto Perú, fue festejada con tanto alborozo como el triunfo que acababa
de tener lugar en Junín. Sin pérdida de tiempo el Libertador, desde Huancayo, lanza una
proclama en la cual se refiere a Olañeta como a uno de los suyos, el libertador del Alto
Perú:
Peruanos: La campaña que debe completar nuestra libertad ha empezado bajo los
auspicios más favorables. El ejército del general Canterac ha recibido en Junín un
golpe mortal habiendo perdido por consecuencia de este suceso un tercio de su
fuerza y toda su moral. Los españoles huyen despavoridos abandonando las más
fértiles provincias mientras el general Olañeta ocupa el Alto Perú con un ejercito
verdaderamente patriota y protector de la libertad. Peruanos: dos grandes
enemigos acosan a los españoles del Perú, el ejército unido y el ejército del bravo
Olañeta que desesperado de la tiranía española ha sacudido el yugo y combate con
el mayor denuedo a los enemigos de América. El general Olañeta y sus ilustres
compañeros son dignos de la gratitud americana y yo los considero como eminentes
beneméritos acreedores a las mayores recompensas. El Perú y la América toda
deben reconocer en el general Olañeta a uno de sus libertadores. 61
90 Si la guerra doméstica terminó en un empate técnico, acabó en derrota para ambos
bandos ya que, en su empecinamiento, lo perdieron todo. Olañeta no pudo conservar el
poder en Charcas, que le era tan caro, ya que se le fue de las manos con la llegada del
ejército de Bolívar, y su nombramiento de virrey del Río de la Plata se conoció cuando
él ya estaba muerto. La Serna salvó su vida pero a costa de la extinción del imperio
español y la pérdida de todo lo demás, incluso la honra. Al volver a su patria el ex virrey
y sus compañeros de aventura peruana serían llamados “los ayacuchos,” 62 expresión
despectiva que implicaba cobardía e ineptitud militar. Los ganadores fueron Bolívar,
Sucre y Casimiro Olañeta y con ellos, la república próxima a nacer. Sobre todo, esta
última.
91 Esta breve pero cruenta guerra, tuvo una inesperada consecuencia que se presentó
cuando ella comenzó a definirse en los campos de batalla: la unificación, alrededor de
Pedro Antonio, de las diversas facciones que hasta ese momento operaban como
enemigas a lo largo y a lo ancho de las provincias de Charcas y cuyos miembros eran
conocidos como “patriotas” y “realistas”. Entre estos últimos se destacaban jefes como
José María “Barbarucho” Valdez, Pedro Arraya, Carlos Medinaceli, Francisco López de
Quiroga y Francisco Javier de Aguilera. Entre los patriotas sobresalen Eustaquio “Moto”
Méndez, José Manuel Mercado y José Miguel Lanza. el caudillo de Ayopaya, y oficiales
suyos como José Ballivián, Pedro Arias y Rafael Copitas.
92 Todos los nombrados reconocieron el liderazgo de Olañeta pues vieron en él la
posibilidad de conseguir juntos la ansiada independencia. Libraron una campaña
exitosa pero, al final de ella, el jefe español-charqueño no tuvo la visión ni la humildad
necesarias como para hacer causa común con los libertadores que venían triunfantes
480
desde tan lejos. Optó por enfrentarlos con el argumento de que los colombianos eran
tan avasalladores de los derechos de Charcas como en su momento fueron argentinos y
peruanos. Actitud distinta adoptaron quienes eran sus aliados, amigos íntimos y, sobre
todo, su sobrino Casimiro pues todos ellos se unieron con entusiasmo y sin condiciones
a las huestes de Bolívar y Sucre. De haberse avenido a una transacción con los
libertadores, Olañeta hubiese echado los cimientos de una nación independiente más
sólida y donde la voz de los antiguos charqueños se hubiese oído con mayor nitidez.
consideraba representante legítimo de ese derecho, y de ahí emanaban las normas que
iba a guiar su conducta en los agitados y trágicos acontecimientos que se avecinaban.
100 Olañeta también se dirige a O'Leary, edecán de Bolívar, diciéndole: “Puede U. asegurar a
S.E. que ha sido desde hace mucho tiempo mi intención cooperar con él para completar
la libertad de esta bella porción de Sud América”. Era el mismo criterio y como quien
dice: “trabajemos juntos pero cada cual en su propio territorio”. ¡Cuán distantes
estaban estas frases del pensamiento de Bolívar! Amigo de las grandes obras y amante
de la gloria, para él Olañeta no era sino uno de los tantos caudillos menores que había
encontrado en su largo periplo por la independencia americana, indiscutible obra suya
sobre todo a partir del voluntario ostracismo de San Martín.
101 Después de la batalla de Ayacucho, los contactos se hacen a través de Sucre a quien
Bolívar ya había advertido que lo autorizaba a negociar con el jefe altoperuano
acuerdos de cualquier tipo “con tal de que en ellos se tenga siempre presente esta base:
que las fuerzas del general Olañeta obren de acuerdo con el ejército libertador” 67 Pero
ese obrar “de acuerdo con el ejército libertador”, estaba sugiriendo una sujeción de
Olañeta a él, extremo inaceptable para éste quien siempre buscó una relación de igual a
igual, la única que a él le interesaba entablar y que pronto lo llevaría a la tumba.
Vargas señala que Casimiro compró una imprenta en Buenos Aires y que la envió a
Charcas con “un tal Molina”.70 Informa, asimismo, que durante su permanencia en
Montevideo, Casimiro se había entrevistado con Luis La Robla y Antonio Pereira, los dos
emisarios del régimen liberal español que el año anterior habían firmado con Rivadavia
la abortada “Convención Preliminar de Paz”.
105 Pero el comentario de mayor trascendencia contenido en la carta, es el referente al
compromiso político de los Olañeta. Según Vargas, Casimiro concurrió a una comida de
amigos donde uno de los asistentes criticó la conducta de Pedro Antonio por hacer la
guerra contra Valdés, pese a que éste y su división ya habían jurado lealtad al rey
absoluto y declarado nula la Constitución liberal. Casimiro contestó que si Fernando VII
volviera a mandar en el Perú, Pedro Antonio no iba a mirar con indiferencia que “sus
hijos” siguieran siendo esclavos. Esa apreciación sugiere que, al fomentar la
insurrección de su tío, Casimiro lo había convencido de que él debía tomar el poder en
Charcas, aun con prescindencia de Madrid. Lo anterior resulta verosímil teniendo en
cuenta que, en su relación con Bolívar, el general Olañeta dio todo su apoyo a la causa
de la independencia a condición de que se le reconociera su autoridad sobre Charcas.
106 En Buenos Aires, Casimiro visitó a su antiguo amigo y maestro en el colegio de
Monserrat en Córdoba, el Deán Gregorio Funes. Puesto que en ese momento era
representante diplomático de Bolívar ante las Provincias Unidas, Funes juzgó útil que el
Libertador estuviera enterado de esta visita. Por eso le informa que Casimiro le entregó
un pliego de recomendación firmado por Arenales, asgurándole que su tío, el general
Olañeta, no estaba en conversaciones con La Serna y “él deseaba reconciliarse con la
patria entrando en un ajuste con las provincias del Río de la Plata luego que se reúna el
congreso”.71
111 Segundo: Si triunfa el libertador, el señor general Olañeta tratará por todos los medios
de concluir la guerra, ya incapaz de sostenerse en este caso. Si no llega a verificarlo,
para que juzgue llevar adelante su sistema o no es conforme a los principios de honor
cualquier convenio, entonces el señor general Lanza se retirará de su división franca y
libremente a ocupar los mismos puestos que hoy están a sus órdenes y trabajar como
guste en la inteligencia que compromete al señor Olañeta su palabra de honor al
cumplimiento de esta oferta.
112 Tercero: Este tratado reservado no podrá manifestarse con pretexto alguno porque es
hecho con el fin de salvar la opinión del señor general Lanza. Sólo se presentará llegado
el caso, ante el Excmo, señor Libertador de Colombia y otro jefe superior de la causa de
la independencia.
113 Cuarto: Estos tratados se ratificarán por el señor Olañeta, debiéndose firmar también
por un secretario del señor Lanza y el auditor del ejército.
114 Quinto: Queda lugar a que después de una entrevista entre los señores generales, se
agregue cuanto sea conducente a que el honor del general Lanza quede cubierto
enteramente ante sus jefes.
115 Cavari, 13 de diciembre de 1824
116 Casimiro Olañeta José Miguel Lanza72
117 Aunque el texto es un tanto oscuro debido, quien sabe, a la prisa y nerviosismo con el
que fue redactado, él revela la enorme capacidad negociadora, la astucia y el poder de
persuasión de Casimiro. Es una prueba adicional de que él trabajaba por la
independencia de Charcas y así lo percibió el guerrillero.
118 Las dos opciones que se presentaban a las partes eran las siguientes: (a) que triunfara el
ejército libertador, en cuyo caso el general Olañeta tratará por todos los medios de
concluir la guerra. Como se ve, aquí no se aclara el significado de “concluir la guerra”.
Pero los acontecimientos que tuvieron lugar enseguida, le darían sentido a dicha frase
aunque en la distinta percepción de cada una de las partes. Para Bolívar la conclusión
de la guerra ocurriría cuando Olañeta pasara a formar parte del ejército triunfador en
Ayacucho, momento en que se le reconocerían los honores y preeminencias del caso,
incluyendo la honrosa dignidad de “Libertador”. En cambio, para Olañeta “concluir la
guerra” significaba que se le dejara el mando de las cuatro provincias, manteniendo las
más cordiales y plenas relaciones con el ejército de Bolívar, (b) si Bolívar fuera
derrotado, el compromiso de Lanza era aliarse con Olañeta para combatir
conjuntamente a La Serna, continuando así con la guerra. Al mismo tiempo, se
desestimaba totalmente la posibilidad de que se diera la situación inversa, es decir, que
Lanza fuera hostil a Bolívar o, lo que significaba lo mismo, “al sistema adoptado por la
América”, según reza el documento.
119 Como es bien notorio, el desenlace, que ya se había producido cuatro días antes a la
firma del documento en Cavari, favoreció al ejército libertador, pero el general Olañeta
interpretó a su manera la primera opción que figuraba en el convenio, esto es, tratar
“por todos los medios de concluir la guerra”. Al percibir que Bolívar no le iba a confiar
el control de Charcas, Pedro Antonio empleó evasivas, incitando a la vez a las
autoridades realistas peruanas a que desconocieran la capitulación de Ayacucho. A
partir de ese momento ya no contó con el apoyo de Casimiro quien, junto a Lanza y su
gente, se puso al lado de los libertadores. Al fin y al cabo, ese era el verdadero espíritu
de lo que él había acordado en Cavari con el guerrillero de Ayopaya.
485
Tratativas Sucre-Olañeta
120 Fue entonces cuando Pedro Antonio (sin intervención alguna de Casimiro) comisionó a
José Mendizábal e Imaz para entrar en negociaciones con el coronel Antonio Elizalde a
quien Sucre había enviado para persuadir al jefe realista a aceptar una transacción. Por
medio de ésta, el ejército libertador ocuparía La Paz y Oruro mientras Olañeta quedaba
con el control de Chuquisaca y Potosí hasta que se reuniera una asamblea para decidir
el destino final de todo Charcas. Pero Elizalde, excediéndose de sus atribuciones, pactó
con Olañeta, un “armisticio” de cuatro meses durante los cuales el ejército libertador se
comprometía a no cruzar el Desaguadero dejando a las cuatro provincias de Charcas al
mando del general realista lo cual siempre había sido la máxima aspiración de éste.
121 Sucre rechazó aquella pretensión. No obstante de que en la correspondencia con
Olañeta varias veces, tanto él como Bolívar, lo llamaron “libertador”, de la misma
categoría que ellos, jamás le dieron a entender que le concederían derecho alguno
sobre Charcas. Más bien, se sentían haciéndole un cumplido al invitarlo con reiteración
a incorporarse al ejército vencedor como un comandante más pues, a juicio de ellos, esa
era la máxima concesión que podían otorgarle.
122 El convenio Mendizábal-Elizalde se firmó el 12 de enero de 1825 y en él también se
estipuló que el partido de Tarapacá –incluyendo el puerto de Aricaquedaría a órdenes
de Olañeta a cambio de que éste segregara de la intendencia de La Paz el partido de
Apolobamba para incorporarlo a la provincia de Puno. Es mérito de Olañeta haber
querido ensanchar el litoral de la futura república con la incorporación de Tacna y
Arica a ella. Pero Sucre rechazó rotundamente tal proposición por temor, entre otras
cosas, a que su adversario introdujera por ahí las armas que necesitaba para librar una
nueva guerra.73 Sin embargo al año siguiente, como presidente de Bolivia, Sucre hizo
exactamente la misma proposición al ministro peruano Ignacio Ortiz Zeballos. El
rechazo estuvo, esta vez, a cargo de Andrés de Santa Cruz en su calidad de jefe de
gobierno del Perú.74
123 Olañeta hizo circular el convenio en todas las provincias altas el convenio causando
desorientación a quienes aun lo seguían pues trasmitía la falsa sensación de que estaba
ratificado por Sucre lo cual, como se verá, no era cierto.
124 CONVENIO ELIZALDE-MENDIZÁBAL
125 Habiéndose reunido los señores D.José de Mendizábal e Imaz, Comendador de la Real
Orden Americana de Isabel la Católica, Coronel de Infantería y Gobernador-Intendente
de esta provincia como Comisionado del señor General en Jefe de las Provincias del Río
de la Plata, Mariscal de Campo de los Reales Ejércitos D. Pedro Antonio de Olañeta, y
Antonio de Elizalde, Ayudante General, Teniente Coronel del Ejército Libertador como
encargado del señor General de División de la República de Colombia y en Jefe del
Ejército Unido, Antonio José de Sucre y después de la más detenida conferencia para
ajustar y firmar un tratado de suspensión de hostilidades, canjeados sus plenos poderes
y hallándose legales, han convenido en beneficio de los pueblos la cesación de la actual
guerra según los artículos que se expresan.
126 No siéndole posible al señor General en Jefe D. Pedro Antonio de Olañeta entrar por
ahora en el reconocimiento de la independencia ni en otra clase de tratados que la
suspensión de hostilidades hasta tanto que consulte con quien debe hacerlo y así pueda
486
127 El acuerdo precedente era en verdad insólito, pues en todo favorecía a Olañeta y no
reflejaba, en absoluto, la situación que prevalecía en la zona donde debía surtir sus
efectos. Se hablaba de “suspensión de hostilidades” entre dos ejércitos que además de
no haber sido jamás hostiles entre sí, durante todo el año anterior habían luchado
contra un enemigo común, el virrey del Perú. Por otra parte, el término de cuatro
meses no estaba encaminado a lograr un arreglo definitivo sino que, de una vez, se
hacía una delimitación territorial que respondía a los intereses de una sola de las
partes.
128 La pretensión de Olañeta de tratar de igual a igual a los vencedores de Ayacucho no
tenía base alguna. La fuerza, la moral, el tamaño del ejército libertador y el prestigio
continental de sus jefes, les otorgaba una superioridad abrumadora sobre él. Sucre se
dio cuenta de la situación y con toda energía desautorizó el convenio lo cual se refleja
en la siguiente carta dirigida al ministro de Guerra del Perú:
A la media jornada de hoy encontré al teniente coronel Elizalde que trae los
documentos del Gral. Olañeta: el primero es contestación a mi oficio de 1o de los
corrientes; el 2o es el armisticio que ajustó con Olañeta; el 3 o es una carta del
sobrino de Olañeta [Casimiro]; el 4° otra carta privada y el 5 o, el dictamen que a él se
refiere. Al armisticio le contestaré que no tengo por qué detener la marcha del
Ejército Libertador; si gusta que se retire a Potosí donde puede proclamar la
independencia y convocar a una asamblea de los pueblos para que decidan su suerte
y que, entretanto, el Ejército Libertador ocupará La Paz y Oruro. Según informes,
487
135 Aunque en ese momento no eran parte del Alto Perú, las provincias de Tarapacá y
Tarija tampoco fueron mencionadas en la capitulación puesto que también ellas
estaban ocupadas por las tropas de Olañeta. Por tanto, Ayacucho no definió la libertad
de las provincias altoperuanas aunque les brindó la oportunidad de convertirse en
república independiente. Sucre no tenía instrucciones sobre si debía o no marchar
hacia el Alto Perú y, en lo personal, no tenía ningún interés en hacerlo, y así se lo
manifiesta a Bolívar: “Yo deseara más que nada, y se lo ruego con todo encarecimiento,
que se me exima de toda obligación de ir más allá del Desaguadero”. 80
136 El deseo de Sucre era el mismo que, por diferentes razones, sentía el propio Olañeta ya
que, según éste, los derechos de los vencedores de Ayacucho terminaban en la margen
sur del río. Pero la dinámica de la sangrienta y larga guerra que acababa de concluir –y
la otra breve e incruenta que comenzaba– hizo que los jefes de ambos bandos dejaran
de lado sus intenciones iniciales y, con diferencia de días, cruzaran el sacrosanto límite
que separaba al virreinato del Perú del de Buenos Aires.
137 Pese a que Olañeta nunca se sintió afectado por el acuerdo a que se llegó en Ayacucho
entre los derrotados jefes españoles y los libertadores colombianos, instó al
comandante de la escuadra española en el Pacífico (cuya dotación incluía al célebre
navio “Asia”) para que desconociera la capitulación en la cual, por cierto, dicho
comandante naval se hallaba incluido. Igual exhortación dirigió a Pío Tristán –hasta ese
momento gobernador de Arequipa– llegando al punto de ofrecerle su reconocimiento
como nuevo virrey del Perú. Al actuar de esa manera, Olañeta buscaba fortalecer su
capacidad negociadora con los vencedores colombianos. En ejecución de esa estrategia,
le dice a Pío Tristán:
Mi estimado amigo y compañero. Yo había leído las capitulaciones de Canterac y
esos señores [Bolívar y Sucre] ; nada me sorprende de cuanto veo en ellas después
que conocí bien de cerca a los que han figurado en el teatro. Sus crímenes datan de
muy atrás y en Quinoa [Ayacucho] los han consumado. Yo por esto no desespero de
la salud del Perú cuando tengo ejército capaz de sostener la causa del rey mucho
tiempo mientras la península apura los recursos y llegan las fuerzas que estaban
para salir según los papeles públicos de Buenos Aires, con el barón de Eroles. Los
gabinetes de Europa quieren decididamente que América pertenezca a la península.
La Inglaterra está indiferente y yo pienso que todavía debo hacer el último esfuerzo
aunque todo el mundo se conjure contra mí. Así lograré confundir a mis enemigos
personales y haré ver la diferencia que hay entre los fieles y los traidores. Deseo que
a Ud. no lo molesten como lo creo y que cuente siempre entre sus amigos a su
afectísimo q.b.s.m. P.A. de Olañeta.81
138 Pero los deseos de Olañeta resultaron ilusorios puesto que su antiguo amigo y cofrade
Tristán ya había decidido abandonarlo como se refleja en esta carta suya a Sucre:
Participé a VS. haber dirigido oportunamente al comandante general de las
provincias del sud del Desaguadero [Olañeta] la capitulación consiguiente a la
memorable jornada de Ayacucho con oficio en el que le prevenía su puntual
cumplimiento. Estuve persuadido se prestase a él por el bien de la humanidad y por
su propia impotencia, y habiendo recibido ayer su contestación en sentido
contrario, la paso a V.S. original después de haberla manifestado con reserva al
señor prefecto de este departamento. Dios guarde a V.S. Pío de Tristán. 82
139 El 12 de enero, el mismo Pío Tristán —a quien Olañeta le había encargado la defensa del
virreinato– dirige una nueva carta a Sucre:
Entregado a los dulces traspasos de esta metamorfosis, yo tributo a V.S. los
mensajes de reconocimiento que el nuevo mundo le consagra hasta la consumación
de los siglos.83
489
140 A fin de hacer más convincente su “metamorfosis”, Tristán –realista hasta los tuétanos
a lo largo de los 15 años de guerra– no sólo da la espalda a Olañeta sino que entrega a
Sucre la correspondencia confidencial que su antiguo cofrade y jefe le había enviado. 84
141 En posesión de aquellos informes, el vencedor de Ayacucho decidió situar puestos
avanzados en puntos aledaños al Titicaca y al Desaguadero poniéndolos bajo el cuidado
del veterano Rudecindo Alvarado en colaboración con los oficiales Francisco Anglada y
José Videla, quienes habían estado prisioneros en varias islas del Titicaca cercanas a
Puno (Capachica, Estevez y otras). Enterados de la batalla de Ayacucho, se apoderaron
de la pequeña guarnición que los custodiaba capturando Puno donde fungía como
intendente, Rafael Maroto quien, a comienzos de 1824 fuera expulsado de Charcas por
Olañeta.85
142 Sucre inicia una marcha ordenada hacia el sur sin descuidar un momento los detalles
tácticos demostrando así sus profundos conocimientos del arte de la guerra que van a
hacerse aun más evidentes durante los primeros días de 1825. El 10 de enero de este
año, Anglada recibe el testimonio de Juan Briseño, también evadido de la isla de
Estevez, quien da cuenta de la debilidad y desmoralización en que se encontraba el
ejército de Olañeta.86
fechas y las circunstancias que rodearon este episodio muestran, sin lugar a equívoco,
que lo dicho por Arnade no pasa de ser una increíble calumnia histórica, producto de su
desconcertante inquina contra quien concibió y ejecutó la idea de Charcas
independiente.
146 La versión del historiador español Mariano Torrente quien vivió los sucesos que él
narra en un libro, desvirtúa la incriminación de Arnade al afirmar:
El brigadier Echeverría había quedado al mando de la guarnición de Puno a la salida
del general Maroto. Amparado en la capitulación [de Ayacucho] tomó pasaporte
para España por la vía de Buenos Ares a fin de recoger a su familia en Potosí [pero]
se vio precisado a obedecer las órdenes de Olañeta dirigidas a pasar en comisión a
Chiloé. Embarcado en un buque sueco en Iquique, fue entregado por su capitán en
Arica, sentenciado y ejecutado el 19 de abril [de 1825] sin fórmula alguna de juicio. 89
147 Nótese la fecha de ejecución de Echeverría, abril de 1825, poco antes de que el propio
Pedro Antonio encontrara la muerte en Tumusla, o sea, después de tres meses en que
Casimiro militaba en el ejército libertador, había acompañado a Sucre de Puno a La Paz
e intervenido en la redacción del decreto de convocatoria a la asamblea de Chuquisaca.
¿De dónde entonces sale la fábula de Arnade acerca de que viajaron juntos por las
armas? También es necesario tener en cuenta lo dicho por Torrente: quien entregó a
Echeverría a las autoridades patriotas fue el capitán del barco donde viajaba, muy lejos
de la vista de Casimiro.
148 Lo anterior aparece corroborado por una carta que dirige Sucre a Olañeta sobre el
mismo asunto y donde le dice:
Señor general: el brigadier D. Pablo Echeverría ha sido tomado en Iquique con
cargas de oro y plata que ha declarado pertenecer a U. Y que parece iban a Chiloé a
comprar fusiles con que hacernos la guerra [...] se reunió con U. En La Paz, tomó
servicio activo y, habiendo faltado vilmente a su palabra y juramento, ha incurrido
en la pena de muerte. He mandado pues que, siguiéndole la causa y justificada su
culpa, sea fusilado.90
149 Si los fondos que llevaba Echeverría para la compra de armas eran “cargas” de oro y
plata, ¿de qué manera hubiese sido posible que un atracador se apoderara de ellas con
la facilidad con que relata Arnade? Por otra parte, la conducta del general Olañeta
después de Ayacucho no contó, ni por un momento, con el respaldo de Casimiro y, al no
respetarse lo convenido en Cavari, las partes quedaron, como quien dice, en libertad de
acción. Lanza aceptó de inmediato ser parte del ejército libertador, mientras Casimiro
escribía esta carta a Bolívar poniéndose a órdenes suyas:
[...] Tan luego como el Gral. Olañeta hizo una señal a los pueblos para sustraerse de
la dominación del injusto poder aristocrático de La Serna, fui el primero en seguir la
causa del rey absoluto, era necesario que el germen de la discordia se hiciese
reproductivo. La patria debía recoger grandes frutos y no me negué a servirla bajo
cualquier apariencia. [...] Como secretario y amigo del general Olañeta estoy
impuesto en pormenores que no pueden fiarse a la pluma en tan larga distancia y
con peligro que frustrarían mis ideas [...] Ese ejército se halla a órdenes de VE. desde
el momento en que se le mande obrar . [...] El general Lanza, seducido por el mismo
Valdés, nos declaró la guerra. Ha sido preciso que yo en persona allane mil
dificultades. Lanza está unido y, libre de inconvenientes, nos aproximamos al
Desaguadero. [...] En este ejército hay una porción de verdaderos liberales que
trabajan por la conclusión de la obra que VE. ha empezado, uno de ellos es el
auditor del ejército [Leandro Usín] muy antiguo y benemérito patriota. 91
150 A juzgar por las fechas y por su contenido, esta carta fue escrita a los pocos días de
haber firmado con Lanza el convenio de Cavari. Fue entonces cuando se convenció de
491
que sutío, pese a las circunstancias anotadas, persistía en su intención de quedarse con
el control total de Charcas. Bolívar, por su parte, en ningún momento dio señales de
que podría dar tan amplias facultades a un jefe que no fuera uno de su propio ejército y
siguiera las orientaciones suyas. Casimiro percibió correctamente esta situación al
ponerse a órdenes del Libertador, de cuya confianza gozó a partir de ese momento. Mal
podía, entonces, implicarse en la tarea de buscar armas para continuar con la
resistencia al ejército libertador a quien Casimiro se había unido explícitamente.
El final de P. A. de Olañeta
151 Abandonado por su sobrino Casimiro y por su antiguo conmilitón Pío Tristán, el
empecinado jefe altoperuano aun confiaba en el respaldo de Francisco Xavier de
Aguilera, quien estaba al mando de un destacamento armado. Pero Aguilera, desde
Vallegrande, ya había ofrecido su adhesión a Sucre estableciendo correspondencia
directa con él. Sin embargo, el lenguaje ambiguo del general cruceño hacía que Sucre
dudara de su conducta y no supiera cuáles eran sus verdaderas intenciones. Lo trata
con deferencia pero sin bajar la guardia.92
152 Es en estas circunstancias cuando Olañeta sufre las deserciones que señalarían su
definitiva y trágica suerte. Sus propios comandantes Carlos Medinaceli, Francisco López
de Quiroga y Pedro Arraya –que tenían bajo su mando sendas divisiones acantonadas en
las provincias del sur– y Antonio Saturnino Sánchez que resguardaba Cochabamba, se
ponen a órdenes del ejército libertador. Como fieras acorraladas, Olañeta y Barbarucho
deambulaban por el altiplano con su reducida, cansada y desmoralizada hueste que va a
encontrar su final en Tumusla a manos de sus ex camaradas de armas.
153 Era ya 1825, año en que nació formalmente la república de Bolivia.
NOTAS
1. Ver capítulo “Charcas y sus dos virreinatos”.
2. “Testamento y últimos deseos de la muy fiel villa imperial de Potosí”, atribuido a Vícente Caba,
oficial primero de la contaduría del Banco de San Carlos. Ver R. M. Buechler, The mining society of
Potosí, 1776-1810. UMI, Ann Arbor, Michigan, 1981, pp. 330 y 378.
3. Ibid, p. 379.
4. El diario The Times de Londres, correspondiente a 1824, contiene noticias frecuentes sobre el
desarrollo de la Guerra Doméstica.
5. H. Temperley, The foreign policy of Canning, London, 1966, p. 132.
6. La mala fama de P. A. de Olañeta es un fenómeno más bien reciente y a ello ha contribuido, no
poco, la obra de Arnade. En cambio Julio Méndez, publicista y escritor boliviano del siglo XIX, da
su verdadero sitial a nuestro personaje de quien dice: “[...] nadie ha batallado tanto por el Alto
Perú como el generai Olañeta [...] fundador de Bolivia quien incorporó Tarapacá en el Pacífico y
recuperó Tarija [...] durante esta magna guerra, Olañeta modeló la nacionalidad del Alto Perú
arrancándola de Buenos Aires y de Lima”. Ver J. Méndez, Limites argentino-bolivianos en Tarija y el
492
Chaco, Segunda parte. La Paz, 1888, pp. 4-6. Un historiador chileno de fines del siglo XIX va aún
más lejos cuando afirma: “En realidad no parece muy desatinado considerar a Olañeta como el
primer presidente de Bolivia aun antes de que Bolivia existiera con tal nombre”. G. Bulnes,
Ultimas campañas de la independencia del Perú. Santiago, 1897, p. 143.
7. Ventura Marquiegui era hermano de Úrsula Marquiegui, madre de Pedro Antonio. Ventura y
su esposa María Felipa de Iriarte fueron los padres de Josefa (Pepa) Alarquiegui, esposa de Pedro
Antonio, y de Guillermo, a quien aquél nombró presidente de la Audiencia. Ver Archivo de la
Catedral de Salta, libro de matrimonios N° 4, folio 5, citado por O. Rebaudi Vasavilbasco, Pepa
Marquiegui, Buenos Aires, 1972, p. 170.
8. El expediente donde consta esta petición de P. A. Olañeta forma parte de la Colección
Corbacho, de propiedad particular, pieza N° 388.
9. Ibid.
10. Toñita, 3:159.
11. Sin embargo, un testimonio del siglo XIX da cuenta que cuando Valdés ejercía en Tupiza el
cargo de subinspector del ejército, (antes de que La Serna se apropiara del virreinato), al recibir
la noticia de la sublevación de Riego convidó a una reunión en su casa donde estuvieron
celebrando el acontecimiento hasta la medianoche. El autor añade que al salir de la reunión,
Espartero (uno de los asistentes) escribió unos versos laudatorios al tema. Ver J. Segundo Flores,
Espartero, Madrid, 1844, 1:46-47.
12. Las memorias póstumas de Valdés (acompañadas de otros valiosos documentos sobre la
época) fueron publicadas por su hijo en una extensa v capital obra, imprescindible para
reconstruir esta época: Conde de Torata (Valdés y Hector), Documentos para la historia de la guerra
separatista del Perú, 4 vol. Madrid, 1894-1898.
13. M. Torres Marín, Chacabuco y Vergava, sino y camino del teniente general Rafael Maroto Iserns,
Santiago de Chile, 1981, p. 137.
14. L. Paz, Historia General del Alto Peni, hoy Bolivia, Sucre, 1919.
15. R. Alvarado, “Memorias histórico-biográficas”, en Biblioteca de Mayo, 2:1958.
16. P. A. Olañeta a La Serna. Potosí, 27 de diciembre de 1823, en ibid.
17. P. A. Olañeta a R. Maroto. Aroma, 12 de agosto de 1823, en, Torata, 1: Documento N° 25
18. Ct. Bulnes, Últimas campañas de la independencia del Perú, Santiago, 1987, p. 468.
19. Torata, 1:159.
20. P. A. Olañeta a La Serna. La Paz, 27 de diciembre de 1823, en Torata, 1:136-137.
21. “Manifiesto del general Olañeta a los habitantes del Perú”. Potosí, junio 20, 1824, en M.
Ramallo, Guerra doméstica, Sucre, 1916, p. 90.
22. Ibid.
23. L. Herreros Tejada, El Teniente General don José Manuel de Goyeneche, primer conde de Guaqui.
Barcelona, 1923, p. 403.
24. B. Espartero, Páginas contemporáneas escritas por él mismo, Madrid, 1846. Otro testimonio
interesante y curioso sobre el mismo personaje es Espartero. Su pasado, su presente, su porvenir, por
la redacción de El Espectador y el tío Camorra, Madrid, 1848. De los militares españoles que actuaron
en suelo boliviano durante la independencia, Espartero y Maroto fueron quienes tuvieron
actuación más destacada. Espartero fue regente del reino al término de la primera guerra carlista
(1840-1843) luego de pactar con Maroto el acuerdo o “abrazo” de Vergara. Espartero también fue
jefe de gobierno en el bienio 1854-56.
25. Archivo Casa de la Moneda, Potosí, Escrituras Públicas, 1824, 20.03.24. Poder otorgado por
Juan Pablo Cornejo, Comisario del Ejército Real de las Provincias del Río de la Plata, idéntico al de
Casimiro.
26. Ibid.
27. Ibid.
493
28. Esa es la posición que adoptan G. Ovando Sanz y R. Salamanca en el libro, G. René-Moreno,
Casimiro Olañeta, Banco Central de Bolivia, La Paz, 1975, XII, XIII.
29. M. Torrente, Historia de la revolución americana, Madrid, 1826.
30. Diario de la última campaña del ejército español en el Perú en 1824 que terminó en la batalla de
Ayacucho por don Bernardo F. Escudero, en Torata, 3:26.
31. M. Beltrán Avila, La pequeña gran logia que independizó a Bolivia, Cochabamba, 1948.
32. La llamada Regencia establecida en la comarca catalana de Urgel, encarnaba la corriente más
absolutista y conservadora dispuesta a poner fin al régimen liberal español aunque su
importancia fue sólo simbólica. Estuvo integrada por el Barón de Eroles, Bernardo Mozo Rosales y
el Arzobispo de Tarragona, Jaime Creux. El general Olañeta, hasta el final de sus días, abrigó la
esperanza de que el Barón de Eroles le enviaría refuerzos para reconquistar el Perú y el Río de la
Plata. Ver F. Suárez Verdaguer, “Génesis y obra de las cortes de Cádiz”, en Historia general de
España y América [J. L. Cornelias, Coordinador] Madrid, s/f. 12:447.
33. M. Ramallo, Guara doméstica de 1824, Sucre, 1916.
34. J. L. Cornelias, supra.
35. La Serna a Olañeta. Cuzco, 10 de enero de 1824, en Torata, 4:133.
36. A. Olañeta a Maroto. Potosí, 29 de enero de 1824, en Torata, 4:153.
37. Potosí, 4 de abril de 1824, en ibid, 4:157. Olañeta lanzó éste y otros manifiestos y proclamas
con el título de “El General de las cuatro provincias y Gobernador Intendente de Potosí”.
38. Oruro, 23 de febrero de 1824, en ibid, 156.
39. P. A. de Olañeta y Sebastián de Irigoyen. La Plata, 15 de febrero de 1824. Decreto de la
comandancia general de vanguardia del Ejército Real el Perú.
40. G. Valdés a P. A. Olañeta. Viacha, 22 de febrero de 1824, ibid, 4:161. En el proyecto de “imperio
peruano”, Valdés no fue tomado en cuenta y parece que era sólo entre Canterac y La Serna.
41. La Serna a P. A. Olañeta. Cuzco, 4 de junio de 1824, ibid, p. 201.
42. Tarapaya, 9 de marzo de 1824. Gerónimo Valdés - Pedro Antonio de Olañeta, Torata, 4:184-185 ; M.
Ramallo, Guerra doméstica (1824), Sucre, 1916, pp. 46-47.
43. Cuzco, 11 de marzo de 1824. Boletín del Ejército Real del Norte del Perú, firma La Serna;
Torata, 4:163.
44. Canterac a Olañeta. Huancayo, 22 de marzo de 1823, en ibid, pp. 96-197.
45. Oruro. Valdés a Olañeta. Oruro, 14 de junio de 1824, en Torata, 4:298.
46. Potosí, 19 de junio de 1824, en ibid, 214.
47. Ibid, 215.
48. Potosí, 20 de junio de 1824, en M. Ramallo, ob. cit. p. 88.
49. Pedro Laureano de Quesada a La Serna. Potosí, 27 de junio de 1824, en Torata, 4:221.
50. El cabildo de Potosí a La Serna, 12 de julio de 1824, ibid, 215.
51. Informe del contador Juan Bautista de la Roca a Valdés. Potosí, 7 de julio de 1824, en, Torata,
200-221.
52. 52 Ibid, 218.
53. M. Ramallo, oh. cit., pp. 59-60.
54. “Diario de operaciones del Ejército Real del Perú en la campaña que ha sostenido contra los
constitucionales”. Documento emitido por P. A. Olañeta. Potosí, 20 de septiembre de 1824.
Imprenta del Ejército Real del Perú.
55. Ibid, p. 67.
56. Ibid, p. 69.
57. Ibid, p. 71. En la mochila de un soldado de Olañeta, muerto en La Lava, se encontró una
custodia que pertenecía al convento de San Juan de Dios. “Es una de las muchas alhajas que por
mandato de Olañeta se había extraído de las iglesias [...] los de Tarija deben tenerlo todo pues
cayeron en sus manos la mayor parte de las cargas de los rebeldes en su retirada por el Baritú
sobre Jujuy”. Torata, 222.
542
conocer que por instrucciones del mariscal Sucre se dispone crear un batallón de
cuerpos civiles o las compañías que puedan levantarse entre los vecinos. En
consecuencia, se ordena que todo individuo entre 15 y 60 años se presente ante el
teniente coronel Francisco del Valle a las 8 de la mañana a partir del 12 de Julio. Ellos
obtendrán un boleto visado por dicha autoridad que ha de acreditar la compañía a que
pertenece o la incapacidad que lo exima del alistamiento. A fin de prevenir cualquier
brote de insurrección o de adhesión al antiguo régimen, se dispuso que “ningún oficial
que fue del ejército español si no tiene despachos de pertenecer al ejército libertador,
podrá usar espada ni uniforme ni ninguna insignia militar”.
21 Entre las medidas tomadas por Videla se advierte el propósito de controlar los
movimientos de la población y así, mediante bando de 20 de Julio, dispone que para
salir de sus lugares de residencia o “pagos” toda persona necesita autorización de la
presidencia del departamento. Asimismo, se anunciaron severas penalidades para
evitar la circulación de moneda falsa decretándose que toda persona sorprendida en
este tráfico será castigada en media plaza con la severísima pena de doscientos azotes
cualquiera que fuese su condición. Se advertía a los compradores y los dueños de casa
que albergaran a los traficantes también estarán sujetos a sanciones. Con la misma
finalidad, se conminaba a los plateros a cuidar sus procedimientos para lo cual debían
congregarse en la plaza y bajo la presidencia de los alcaldes de barrio y del síndico
procurador, se procederá a la elección de los maestros mayores.
22 Las riñas de gallos fueron reguladas por bando de 30 de Abril fijando las modalidades de
las apuestas y señalando sanciones para los infractores. Asimismo, se prohibió los
“juegos de envite” y quienes violaren esa prohibición serían multados con cien pesos
con destino a gastos de beneficencia. La ordenanza señalaba: “Los individuos que sean
sorprendidos jugando o que siquiera estén de miradores, sin distinción de persona,
serán incorporados a la guarnición de esta plaza y cuando la pena sea inaplicable por
senectud, estado u otras consideraciones, será reducida pero nunca inferior a cincuenta
pesos. Los tenientes de barrio tendrán particular empeño en celar, cada cual en su
respectiva manzana, haciendo rondas asociadas de cuatro o más de su cuartel, siendo
responsables por su descuido.” El contrabando de tabaco fue sujeto a sanciones pues
“causa notable perjuicio al erario público y escandalosa infracción a las leyes” igual que
el tráfico y posesión de monedas falsas.
23 Otro bando del 5 de Julio prohibe que los forasteros consignen mercancías a nombre de
los vecinos de Santa Cruz en vista que dicha práctica tiene por objeto defraudar a la
hacienda nacional. En consecuencia, se dispone que “todo aquel que sea sorprendido en
este dolo, aunque sea nada más que por indicios vehementes, será incurso en la pena de
decomiso”. La sanción se extiende “al vecino que admita tales consignaciones
fraudulentas será condenado a la multa de quinientos pesos aplicables a la caja
pública”.
24 Videla se preocupó también del aspecto urbanístico. El bando de 21 de Agosto otorgó el
plazo de una semana para que los vecinos cuyas casas se encontraran a dos cuadras de
la plaza procedieran a blanquearlas y, a ese fin, se fijó el precio de cuatro reales por
arroba de tierra blanca y seis reales para la arroba de yeso ya fuera en bruto o quemada.
También se ordenó mantener el aseo y el buen aspecto de las calles disponiéndose el
retiro de las inmundicias, un barrido semanal y “rozar cada vez que sea necesario, las
malezas, arbustos y árboles infructíferos”. Las casas se numerarán sobre la puerta
principal del patio que cae a la calle y el número del cuartel del primero al octavo según
543
el modelo que elabore el corregidor, jefe de policía y síndico personero del común. Se
advirtió que en el futuro nadie podrá edificar sin previa anuencia del síndico
procurador bajo pena de demolición de todos los edificios que contravengan esta
ordenanza.
“temporalidades” para referirse tanto a los ingresos generados por las ex misiones
como a la repartición estatal que se encontraba a cargo de su manejo. Esta última era el
equivalente a un tesoro nacional o un ministerio de hacienda.
Cordillera por lo que los indígenas dejaron sus hogares y volvieron a la selva olvidando
su naciente religión cristiana. A fin de subsanar aquella situación, Videla recomienda la
aplicación de las Leyes de Indias a fin de que las misiones con 10 o más años de vida,
pase a disposición del Obispo a fin de que “por el mismo medio de provisión de curas
propios, se conseguirá el olvido de la antigua e inhumana costumbre de que los
naturales trabajen todos los días para la subsistencia de los curas”. Si se atiende esta
iniciativa, el prefecto promete enviar a Cordillera “doscientas reses para alivio de
algunas necesidades”.25
48 En lo relativo al ceremonial religioso, el Plan Provisorio disponía su celebración con
agua bendita en la puerta mayor de la iglesia y las autoridades civiles serán despedidas
por un cura con estola y sobrepelliz. Habrá silla y alfombra pero no tarima y cojín y se
suprime la abusiva concesión de incienso con que se acostumbra a los gobiernos. Al
señor Presidente del Departamento se lo distinguirá con silla forrada, alfombra y cojín
que se colocará a vara y media de distancia del cabildo. Por otra parte, el Plan disponía
una dotación a la iglesia de los pueblos de cuanto necesitasen para su ornato y culto.
49 Según el Plan, no se castigará con excesivos azotes a faltas leves que pudieran cometer
los indígenas. Los subdelegados velarán para que los delitos de reincidencia,
incorregibilidad, desobediencia a las autoridades, faltas continuadas a los trabajos de la
comunidad, se aplicará un máximo de 12 azotes a los hombres y 6 a las mujeres, a
excepción de las preñadas y los enfermos que quedarán exentos de este castigo
mientras lo estén. Los hurtos y hechicerías podrán castigarse con cepos, cárcel y
expatriación según su malicia y gravedad. Además, “celarán los subdelegados que,
dejando su antiguo e indecente modo de vestir, los naturales lo hagan como usan los
administradores y demás ciudadanos. Los señores vicarios y curas de los respectivos
pueblos, coadyuvarán en esta tarea.
NOTAS
1. Ver capítulo “Consecuencias de Ayacucho”
2. Sucre al Ministro de Guerra del Perú. La Paz, 11 de marzo de 1825, en V. Lecuna, Documentos
referentes a la cración de Bolivia, Caracas, 1975, 1: 126.
3. Ibid. En el documento transcrito por V Lecuna se menciona (probablemente por error del
copista) que del Valle había informado sobre el movimiento de Olañeta hacia la provincia de
Chichas cuando en realidad era Chiquitos.
4. Carta de Sucre a Bolívar. Chuquisaca, 24 de mayo de 1826, en Fco. D. O’Leary, Memorias,
Caracas, 1981, 1: 328.
5. Ver Archivo Nacional de Bolivia (ANB) XXXVIII del Catalogo del Archivo de Mojos y Chiquitos
de Rene-Moreno, ano 1811. Expediente obrado con motivo de la conmocion de los naturales del
pueblo de Trinidad (fs. 16)
6. Los textos de los bandos forman parte de los documentos del Fondo Melgar y Montano de la
Biblioteca Central de la Universidad Gabriel Rene Moreno que pertenecieron al sacerdote
vallegrandino Adrian Melgar y Montano (1891-1966). Contiene material disperso que esta siendo
clasificado para una mejor utilizacion por parte de los investigadores. Agradezco a Paula Pena
por haberme guiado en la consulta de estos valiosos documentos.
7. V. Lecuna, ob. cit. Caracas, 1975, 1:187.
8. Carta de Videla a Sucre. Santa Cruz, 25 de abril de 1825, en V. Lecuna, ob. cit., 1:198
9. La correspondencia referida puede verse en V. Lecuna, ob. cit., y El Condor de Bolivia, en la
edicion facsimilar publicada por el Banco Central de Bolivia. La Paz, 1995. El propio Emperador
Pedro I expreso su desagrado por lo ocurrido en nota que dirigio a sus compatriotas de Mato
Grosso. Ver El Condor de Bolivia, N° 4 y 5.
10. R. Seckinger, “The Chiquitos affair; an aborted crisis in Brazilian-Bolivian relations”, en Luso
Brasilian Review, XI (974), pp. 19-40. Coincidiendo con la version de Seckinger, El Condor de Bolivia
(N° 4, 21 de diciembre de 1825) organo semioficial del gobierno del mariscal Sucre, publica un
despacho procedente de Rio de Janeiro donde el emperador brasileno desautoriza y reprocha lo
ocurrido entre Mato Grosso y Chiquitos.
11. Fracasada su aventura anexionista, Ramos hizo gestiones ante el gobierno boliviano para que
lo perdonara por el error cometido. Logró su propósito en 1830 durante el gobierno de Santa Cruz
y fue nombrado “juez territorial” de Chiquitos. Pero su vida aventurera se volvió delictiva.
551
“Permaneció en la región fronteriza durante más de 20 años [...] Ramos otorgaba sesmarías a los
brasileños en tierras reclamadas por el imperio, robaba a los ganaderos brasileños y
proporcionaba un santuario a los esclavos y criminales Fugitivos de Mato Grosso”. R. Seckinger,
ob. cit.
12. Ver capitulo, “Iniciativas liberales para terminar la guerra”.
13. Archivo Histórico Nacional, Madrid, Estado, 76 (3).
14. Ibid.
15. Datos de G. René-Moreno compilados en J. L. Roca, Economía y sociedad en el oriente boliviano, La
Paz, 2001, p. 367.
16. Ibid, p. 371.
17. Ver Diccionario histórico de Bolivia (Director Josep M. Barnadas) 2:990. Con el transcurso del
tiempo, el termino “temporalidades” se aplicó a las cajas o tesoros de los pueblos misionarios y
sus recursos, obtenidos del trabajo indígena, se emplearon durante la República para atender las
necesidades del gobierno.
18. Presidencia del departamento de Santa Cruz de la Sierra al señor General Jefe del EMG del
Estado libre. 3 de julio de 1825, en V. Lecuna, 1:214.
19. ANB, MI 14, T. 4, N° 27.
20. Ibid.
21. Presidencia del departamento de Santa Cruz de la Sierra al señor (General en Jefe de EMG don
Andrés de Santa Cruz. 8 de julio de 1825, ibid.
22. Presidencia del departamento de Santa Cruz de la Sierra al Exemo. Señor Gran Mariscal de
Ayacucho, General en Jefe del Ejército Libertador del Perú. 10 de agosto de 1825 ibid, N° 132.
23. Fondo Melgar y Montaño, cit.
24. Presidencia del departamento de Santa Cruz de la Sierra al senor General Jefe del EMG del
Estado Libre, 24 de julio de 1825, ANB, MI, 14, T. 4, N° 27.
25. Ibid.
26. H. Sanabria Fernández, “Los diputados cruceños a la asamblea de 1825”, en Revista de la
UAGRM, N° 36, Santa Cruz, 1975.
27. Ibid.
28. Ibid.
29. Ibid.
30. Ibid. La sujeción de Mojos a Santa Cruz fue en hecho evidente que se prolongó hasta 1842
cuando el presidente José Ballivián creó el departamento del Beni el 18 de noviembre de ese año.
552
Un régimen desestabilizado
1 Los tres años de la administración del mariscal Antonio José de Sucre en Bolivia
(1825-1828) se caracterizan por una permanente inestabilidad. Las reformas liberales
instituidas por el vencedor de Ayacucho, (supresión de órdenes monásticas,
confiscación de bienes del clero, contribución fiscal directa en sustitución del tributo
indigenal, entre otras) fueron enérgicamente cuestionadas por la élite criolla. Esta se
sentía con derecho a que sus opiniones prevalecieran en la tarea de organizar la
República pues consideraba exclusividad suya la hazaña de haber logrado la
independencia total trente a España.1 La situación se vio agravada por la política
internacional de Bolívar –a la cual estaba sujeto Sucre– que fue vista en Lima y Buenos
Aires como un inaceptable intento hegemónico colombiano en América del Sur. Fue
debido a eso que peruanos y argentinos aprovecharon la insubordinación de las tropas
del ejército libertador contra sus propios jefes para ejecutar sus planes
antibolivarianos. A ello se sumaban las presiones colombianas orientadas a conservar a
Bolivia dentro de su órbita de influencia para secundar los planes grandiosos del
Libertador en busca de unificar a todo trance las emergentes naciones
hispanoamericanas.
2 En los primeros días de su vida independiente, Bolivia albergaba al grueso del ejército
vencedor en Ayacucho, cuyas tropas se encontraban acantonadas en Chuquisaca, La Paz
y Cochabamba. Fue en cuarteles de estas tres ciudades, donde iban a producirse
sucesivos levantamientos (uno por año) que desestabilizarían la administración de
Sucre hasta acabar con ella a fines de 1828 cuando se produce la intervención peruana.
Esta fue el resultado de la profunda desconfianza que en esos momentos sentía la élite
peruana de la permanencia en Bolivia del ejército libertador a quien se consideraba
enemigo de la integridad territorial peruana.
553
3 Presionada fuertemente por Colombia y por sus antiguas cabeceras virreinales para
adoptar una posición internacional favorable a ellas, Bolivia, pese a la decisión de sus
dirigentes de no involucrarse en los conflictos políticos y limítrofes suramericanos, se
vio atrapada en ellos al punto de que casi ahogan su recién ganada independencia.
9 Citados y otros cabecillas huyen hacia el Perú, mientras los generales Urdininea y
Braun, ambos leales al Ejército Libertador, derrotan al resto de los sublevados en San
Roque de Ocomita en las afueras de la ciudad, con un saldo de cien muertos entre
ambos bandos y 300 prisioneros de los insurrectos. Cuando Sucre llega a La Paz a
sofocar la rebelión –en un viaje a marchas forzadas desde Chuquisaca– la situación ya
estaba bajo control y entonces lanza su famosa proclama a la oficialidad de Braun y
Urdininea: “Habeis vencido a los vencedores de los vencedores de catorce años”. En
efecto, los Voltígeros, ahora vencidos, fueron los vencedores en Ayacucho al derrotar al
ejército español que a su vez, durante 14 años había vencido a las fuerzas patriotas en el
Perú.9 Sucre aprovecha la oportunidad para reunirse en el Desaguadero con Gamarra,
pero sin llegar a ningún acuerdo que pusiera fin al hostigamiento a Bolivia.
10 La tercera y más grave insurrección estalla en Chuquisaca el 18 de abril de 1828. Ella
pone fin al mandato del primer presidente boliviano y tiene nuevamente como
protagonista a los Granaderos de Colombia a cuya cabeza se encontraba el argentino
Cainzo, otro oscuro personaje. Al grito de ¡viva Buenos Aires!, ¡viva Manuel Ignacio
Bustos! (nuevo representante diplomático argentino en Bolivia) los sublevados toman
control del cuartel de San Francisco donde estaban acantonados. Sucre, montado en su
caballo, trata de sofocar personalmente la sublevación pero en el intento es herido en
un brazo y confinado a Ñuccho, una finca cercana a la ciudad de propiedad de la familia
Tardío, amiga suya.
11 De Ñuccho Sucre parte directamente hacia la costa boliviana y, en el puerto de Cobija
que él mismo había habilitado como tal, toma un barco de vuelta a Colombia. Dos años
después encontraría la muerte en otro atentado, mientras iba camino de Quito a Bogotá
a reunirse con Bolívar. (Participante y vencedor de innumerables batallas en las cuales
siempre salió ileso, el gran mariscal estaba predestinado a morir a manos de
asesinos).Tropas procedentes de Potosí al mando del veterano general Francisco López
de Quiroga y del famoso guerrillero José Miguel Lanza, se desplazan a Chuquisaca donde
logran sofocar el levantamiento. En la acción muere Lanza.
12 Mientras en los conatos de Matute y Grados la generalidad del pueblo repudió sin
vacilar la indisciplina y aventurerismo de los sublevados y sus instigadores externos, en
el caso de Caínzo, hubo manifestaciones espontáneas de adhesión al levantamiento.
Consecuencia de ello fue la invasión peruana al mando de Gamarra quien llegó resuelto
a desalojar por la fuerza a las tropas colombianas y al propio Sucre. Lo consigue con
apoyo de los principales jefes del ejército y de los más influyentes políticos bolivianos
de la época (Pedro Blanco, José Miguel de Velasco, José María Pérez de Urdininea,
Casimiro Olañeta y los hermanos Moscoso, entre otros).
23 Los intentos de Sucre por arbitrar fondos en el Perú después de Ayacucho, habían
fracasado. En los primeros días de 1825 éste recibe la desalentadora información de que
allí aún no se habían recaudado los tercios del tributo indigenal correspondientes a San
Juan y Navidad del año anterior. Confiaba en que aquella suma le serviría para aliviar su
desesperada situación.14 El mariscal de Ayacucho estaba tan urgido de dinero que, a fin
de escarmentar a quienes mostraran debilidad para obtenerlo, ordenó la prisión de
todos los intendentes del departamento de Puno, “porque han tenido la gracia de no
traer a las cajas los cincuenta mil y pico pesos que adeudan por el tercio de Diciembre.”
15
24 La respuesta a las aflicciones de Sucre estaba entonces en el tributo que pagaban los
indígenas. También eran significativos el impuesto de alcabalas y los gravámenes al
comercio de la hoja de coca así como los valles interandinos productores tanto de
alimentos para el hombre como de pastos, cebada y alfalfa para las bestias.
Corroborando lo anterior, Sucre señala al ministro de Guerra que situará en La Paz a la
división Lara “pues me han dicho los jefes españoles que [La Paz] les producía 40.000
pesos mensuales para su ejército.”16
25 En su marcha con rumbo al Alto Perú, –donde creía encontrar los auxilios económicos
que buscaba, es cuando Sucre empieza a discurrir sobre la conveniencia de otorgar
completa autonomía a esas provincias. A través de las cartas que recibió, la realidad que
pudo percibir, sus conversaciones con Casimiro Olañeta y con los veteranos de la guerra
peruana que lo acompañaban, el mariscal llega a la conclusión de que ese era el
sentimiento generalizado entre los hombres prominentes de Charcas. Percibe también
que la independencia convenía a los intereses de Colombia y, en frase muy conocida y
citada, habla de “este país que no quiere ser sino de sí mismo”. Por ello decide convocar
una asamblea de representantes del Alto Perú mediante el decreto de 9 de Febrero de
1825.
26 Con una visión más ambiciosa que la de Sucre, Bolívar tenía sus propios designios
militares y políticos en torno al ejército libertador. Meses antes de admitir la idea de un
Alto Perú independiente, respalda la entrada de su ejército a esas provincias pues
buscaba derrotar al último y más empecinado de los realistas, el general Pedro Antonio
de Olañeta. La dificultad con éste radicaba no tanto en su ideología (que podía cambiar
de monárquica a republicana y viceversa, según sus conveniencias), sino en la rotunda
y desafiante actitud que había mostrado a todo lo largo de 1824, acerca de que en
Charcas no podía haber otro amo sino él.
27 El Libertador sospechaba que Olañeta pudiera entenderse no con España (que se
encontraba otra vez maltrecha y sin fuerzas ni deseos como para recuperar sus colonias
ultramarinas) sino con el imperio del Brasil y, a través de éste, con las potencias
europeas de la Santa Alianza. Temía el Libertador que estos países (Francia, Austria,
Rusia y Prusia) se lanzaran contra las naciones americanas que acababan de ganar su
independencia a fin de eliminar en cualquier parte del mundo, y para siempre, el virus
republicano que amenazaba el organismo de las monarquías. El razonamiento de
Bolívar era que si no se derrotaba pronto a Olañeta, éste podría reasumir el papel de La
Serna y, con ayuda europea, de nuevo amagar por el Sur la independencia colombiana. 17
El fragor y la persistencia de la lucha que acababa de finalizar no habían permitido
resolver una serie de cuestiones como por ejemplo hasta dónde era aconsejable que el
Libertador siguiera en pos de la gloria que le causaba tanto embeleso.
558
respecto. Ese estado de ánimo del Libertador se refleja en carta que, siguiendo esa
correspondencia, dirige a Sucre.
Cuando los cuerpos legales decidan de la suerte del Alto Perú, entonces yo sabré
cual es mi deber y cuál la marcha que yo seguiré […] no se cómo haré para combinar
la asamblea del Alto Perú con la determinación del congreso [del Perú). Cualquiera
que sea mi determinación, no será sin embargo, capaz de violar la libertad del Alto
Perú, los derechos del Río de la Plata ni mi sumisión al poder legislativo de este país
[Perú].22
32 Era imposible que el Libertador pudiera ver las cosas claras; bullían en su mente una
cantidad de ideas contradictorias. Optó entonces por postergar indefinidamente su
decisión, transfiriendo esa responsabilidad a una futura e incierta asamblea de
plenipotenciarios americanos que debía reunirse en Panamá el año siguiente y que iba a
representar uno de sus grandes fracasos. Desdel815 soñaba con ese cónclave cuando
escribió su “Carta de Jamaica”. En la misma carta a Sucre, Bolívar agrega:
[…] Usted me dice que si quiero entregar el Alto Perú a Buenos Aires, pida un
ejército grande para que lo reciba […] yo no mandaré buscar un ejército a Buenos
Aires, tampoco dejaré por ahora independiente al Alto Perú y menos aún someteré
a ese país a ninguna de las dos repúblicas pretendientes. Mi designio es hablar con
verdad y política a todo el mundo, convidándolos a un congreso de los tres pueblos
con apelación al gran congreso americano.23
33 Pero el estamento criollo de Charcas actuó con increíble rapidez y eficacia. Su más
conspicuo representante, Casimiro Olañeta, parte rumbo a Puno al encuentro de Sucre
y durante el trayecto influye en el ánimo de éste como para que el decreto de
convocatoria a la Asamblea de las provincias altas, tuviera un carácter autonomista.
Bolívar se convence de que la asamblea era inevitable y, para contrarrestar el
radicalismo de Sucre, lanza en Arequipa el decreto de 16 de mayo de 1825 advirtiendo
que las decisiones de dicha “soberana” reunión estarían, no obstante, supeditadas a lo
que resolviera el congreso peruano. El Libertador, siempre cuidando el otro flanco, se
esforzaba también en evitar conflictos con las Provincias Unidas pero, al mismo tiempo,
tampoco quería chocar de frente con los deseos ya expresados por los altoperuanos.
Con ese razonamiento ambivalente que usaría con tanta frecuencia durante esos días, y
mencionando su decreto aclaratorio, le dice a Sucre:
Sostengo por una parte el Decreto del Congreso peruano y adhiero, por otra, al
gobierno de Buenos Aires. Por supuesto, dejo en libertad al Alto Perú para que
exprese libremente su voluntad.24
lograr un arreglo de límites con este país.38 Por su parte, Sucre (quien hasta ese
momento seguía considerando que sus compromisos personales habían terminado al
producirse la liberación de ambos segmentos del Perú) le responde el 12 de julio, en
vísperas de la instalación de la Asamblea de Chuquisaca que estaba dispuesto a seguir
prestando sus servicios a Colombia.39
46 Cuatro meses permaneció el Libertador en Bolivia (de septiembre, 1825 a enero, 1826)
visitando La Paz, Oruro, Potosí, Chuquisaca y Cochabamba. En su calidad de encargado
del “supremo poder ejecutivo” que le había conferido la ley de 11 de agosto de 1825,
dicta decretos y rubrica todos sus actos de gobierno, invocando siempre el título de
“Libertador de Colombia y del Perú” y jamás como presidente de Bolivia. El haber
ejercido actos de soberanía a nombre de “Bolivia”, le hubiese creado, en ese momento,
problemas adicionales con el gobierno peruano.
47 Pero Bolívar, quien actuaba a impulsos bien distintos a los de Santander, decide no
esperar más y, en un acto discrecional al que se creía con legítimo derecho, a tiempo de
despedirse de Bolivia, en el día de año nuevo de 1826, dirige uno de sus más efusivos y
cálidos mensajes conteniendo la más trascendental de sus promesas:
Ciudadanos: un deber sagrado para un republicano me impone la agradable
necesidad de dar cuenta a los representantes del pueblo de mi administración. El
congreso peruano va a reunirse, yo debo devolverle el mando de la república que
me había confiado. Parto para la capital Lima pero lleno de un profundo dolor pues
me aparto momentáneamente de vuestra patria que es la patria de mi corazón y de
mi nombre.
Ciudadanos: vuestros representantes me han hecho confianzas inmensas y yo me
glorío con la idea de poder cumplirlas en cuanto dependa de mis facultades. Sereis
reconocidos como una nación independiente: recibireis la constitución más liberal
del mundo; vuestras leyes orgánicas serán dignas de la más completa civilización. El
Gran ¿Mariscal de Ayacucho está a la cabeza de vuestros negocios y el 25 de mayo
próximo será el día en que Bolivia sea.40
48 De esa manera, cambiando nuevamente de posición, el Libertador levanta el derecho a
veto que él había otorgado al congreso peruano para refrendar los actos de la asamblea
de 1825. A los peruanos esa decisión les pareció violatoria de sus derechos y
expectativas. El 18 de Febrero de 1826, mes y medio después del anterior mensaje, el
consejo de gobierno (compuesto por Hipólito Unanue, José de Larrea y José María
Pando) aclara que el reconocimiento de la independencia boliviana será sometido al
próximo congreso para su aprobación, añadiendo que “se liquidarán los gastos
causados en la emancipación de las provincias que componen la República Boliviana
hecha por el Ejército Unido Libertador a fin de preparar su reembolso”. 41
49 De esa manera, se ensanchó la brecha que ya existía entre el Libertador y los
principales personajes políticos y militares peruanos que pronto se ahondaría a
extremos insurreccionales y bélicos. Sin embargo, eso no pareció afectar la decisión del
Libertador. Una vez en Lima retoma el mando supremo del Perú y, en cumplimiento
escrupuloso de la palabra empeñada, él mismo revoca lo resuelto aquel 18 de Febrero.
El 25 de mayo de 1826, el Consejo de Gobierno del Perú presidido por Bolívar, dicta su
decreto de reconocimiento definitivo.
50 En la misma fecha el Libertador redacta su “Discurso preliminar al proyecto de
Constitución de Bolivia” en el que luego de explicar en forma minuciosa su contenido,
remata con una nueva eclosión afectiva:
563
Conciudadanos: la perfidia del gobierno del Perú ha pasado todos los límites y ha
mellado todos los derechos de sus vecinos Bolivia y Colombia […] Armaos
colombianos; volad a la frontera del sur y esperad allí la hora de la vindicta […]. 50
56 Sin mucha convicción –como tampoco la tuvo con respecto a la Constitución vitalicia–
Sucre declara en su mensaje de despedida que Colombia ha invitado a Bolivia a una
alianza “ofensivo-defensiva” y que el ejecutivo ya la había aprobado. El congreso
boliviano, siguiendo las orientaciones de Casimiro Olañeta, rechaza la proposición
contestando a la cancillería colombiana: “Ha sorprendido a todos los amigos de la
libertad, que una nación con la que Bolivia no ha establecido obligación alguna de
recíproca defensa, quiera exigir satisfacciones por las supuestas ofensas de otro estado
[…]51
57 El prudente alejamiento boliviano del conflicto que estalla en enero de 1829, lo salva de
males mayores. La guerra colombo-peruana fue breve pero enconada y culmina en
Tarqui con una nueva victoria de las tropas al mando de Sucre. Un mes después se firma
el Tratado de Paz de Girón, una de cuyas estipulaciones contiene un compromiso
explícito de los dos países de respetar la independencia de Bolivia sin
condicionamientos de ninguna clase ni por la parte peruana ni por la colombiana. 52
Claro que todavía quedaba un largo camino por recorrer en esta materia.
La autonomía revolucionaria
de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809:
Cimientos de un Estado independiente
La autonomía revolucionaria
de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809:
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cit. citado
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CR Cédulas Reales.
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dir. director, dirección
doc. documento
Dr. doctor
E Este
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ed. edición
EP Escrituras Públicas
exped. expediente
f (s). folio (s)
hab. habitantes
ibid. Ibidem (en el mismo lugar)
id. Idem (el mismo autor)
impr. imprenta
lám lámina
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nr. número (s)
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RAC Real Academia Carolina
r recto
rec. recopilación
RC Real (es) Cédula(s)
RLI Recopilación de Las Leyes de Indias
RO Real Ordenanza
RP Real (es) Provisión(es)
s./ss. siguiente (s)
subt. subtítulo
S Sur
SFX San Francisco Xavier
s. M. Su Magestad
SJ Societatis Iesu
secc. sección
supra ver arriba
t. tomo (s)
trad. traducción
trans. transcripción
tít. título
v/vv. verso (s)
vol. volumen (es)
* ver apéndice de definiciones
> deriva en
< derivado de
Tabla de contenido
Pág.
Siglas y Abreviaturas 6
Prólogo 13
Prefacio 17
Introducción 23
1. Ansias de modernidad 77
1. 1. Las limitaciones de la vieja escuela filosófica 77
1. 1. 1. Una polémica pública muy al estilo de La Plata 79
2. El flujo de libros en Chuquisaca 81
2. 1. La lectura, lujo de pocos 81
2. 2. La biblioteca de la universidad jesuita de San Francisco Xavier 83
2. 3. Recelosas prohibiciones y doctas desobediencias 85
2. 4. Noticia de algunas bibliotecas privadas 87
2. 4. 1. Dos valiosas estanterías de ilustrados en La Plata 87
2. 4. 2. La biblioteca de algunos ministros subversivos
de la Audiencia 88
2. 4. 3. La biblioteca del Canónigo Matías Terrazas y el caso de su
pupilo Mariano Moreno 90
2. 5. Consideraciones particulares 91
Conclusiones 189
1
Baczko Bronislaw, Los imaginarios sociales memorias y esperanzas colectivas, Nueva
Visión: Buenos Aires, 1999, p. 30.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
24
* * *
Como sabemos, la emancipación americana de la
dominación española fue un largo proceso de reordenamiento
político y económico tanto regional como mundial. Sin embargo,
el fenómeno revolucionario que llevó a la independencia, quedó
reflejado en la historiografía hispanoamericana del siglo XIX y gran
2
Abecia Valentín, “Historiografía boliviana” (on line). En: URL: http://
www.pizarra.edu.bo/index.php/HuellasDeBolivia/Historiograf%EDaBolivi
ana (cit. el 02. 12. 2007)
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
25
3
Entendemos por cultura las manifestaciones entre individuos que conforman
una sociedad. Por cultura política el resultado de procesos históricos y la for-
ma en que se manejan los acontecimientos pasados para proceder a la acción
grupal. El adjetivo hegemónica nos remite a la aceptación de las propuestas de
un grupo político concreto y preeminente entre las clases dirigentes.
4
Pensemos en la influencia de la oposición entre el modelo franco-estado-
unidense de nación voluntarista, y el cultural alemán o Volkgeist de la nación
romántica como organismo vivo y trascendente a la voluntad.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
26
5
Esta faceta de la cultura política denota el paso de un orden recibido a uno
producido. Cfr. Lechner Norbert, Cultura política y democratización, Clacso,
Flacso, Ici: Santiago, 1987, pp. 149-262.
6
Usamos el término nacionalismo en el sentido que le da Ernest Gellner, de
principio político que cree en la necesidad de congruencia entre la unidad na-
cional y la política, ya sea como sentimiento o como movimiento. En oposi-
ción a la tesis de Elie Kédourie –Nationalism (1960)-, Gellner demuestra que el
nacionalismo es un fenómeno heterogéneo y cambiante, por lo que no todas
sus formas fueron despóticas y agresivas. Cfr. Gellner, Ernest, Naciones y
nacionalismo, Alianza Universidad: Madrid, 2001.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
27
7
Hobsbawm, Erick, y Terence, Ranger (eds.), La invención de la tradición, Crítica:
Barcelona, 2002.
8
Anderson Benedict, Comunidades imaginadas: Reflexiones sobre el origen y
la difusión del nacionalismo, FCE: México, 1993.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
29
9
Wachtel Nathan, Los vencidos: Los indios del Perú frente a la conquista española
(1530-1570), Alianza: 1976.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
30
10
Recordemos a Edward P. Thompson y su La formación de la clase obrera en In-
glaterra (1963), obra pionera en estudiar las relaciones productivas en términos
culturales.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
31
11
Zelada Cabrera Michel, « Roca habla de Ni con Lima ni con Buenos Aires »,
Diario Los Tiempos, suplemento « Lecturas », 14. 10. 2007, (on line). En:
URL: http://www.lostiempos.com/lecturas/14-10-07/14_10_07_conteni-
do6.php (cit. el 12. 12. 2007).
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
33
12
Los mallku de Qaraqara-Charka gozaron de un alto grado de autonomía en la
gestión de su territorio a pesar de la dominación inca. Cfr. Platt Tristan, Thé-
rèse Bouysse-Casagne y Olivia Harris, Qaraqara-Charka. Malllku, Inka y Rey en
la provincia de Charcas (siglos XV-XVII), Plural: La Paz, 2007.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
38
1. 2. La polisemia de Charcas
Una vez conocida la fuente prehispánica de la que bebieron
los primeros conquistadores para hacer uso del término Charcas,
se nos plantea otra interrogante más delicada: ¿Qué significó esta
palabra durante la época colonial?
Se llamó Charcas a uno de los más importantes tribunales
de apelación del Virreinato del Perú, creado en 1559 sobre las
bases de la antigua gobernación* de Nueva Toledo en territorio
Qaraqara-Charka, la que desde entonces pasó a ser conocida como
Real Audiencia* de Charcas. Con este nombre se designó tanto
el nuevo órgano institucional como el distrito de su jurisdicción.
Por otro lado, y para evitar confusiones, aclaremos que está
ampliamente documentado que muchas veces durante el período
colonial se hizo uso de dicho término para designar a la Villa, sede
de la Audiencia así como al Obispado y Arzobispado de La Plata.
Es decir, Charcas devino una palabra polisémica cuyas acepciones
es preciso identificar en cada documento. En este sentido, un
factor que acentuó dicha característica en la denominación, fue el
hecho de que la jurisdicción territorial de la Audiencia fue variando
a lo largo de los casi tres siglos coloniales, por lo que su significado
se prestó a diversas interpretaciones.
Como veremos más adelante, la jurisdicción de la Audiencia
de Charcas llegó a abarcar una gran porción del territorio
sudamericano. La parte nuclear de este conglomerado fue el
espacio con el que nació la República de Bolivia (1825), cuya capital
es la misma ciudad sede la de Real Audiencia, La Plata hoy Sucre.
Estas razones hacen de Charcas el antepasado histórico colonial
de Bolivia. Entonces, ¿por qué desde fines del siglo XVIII hasta
los años sesenta del siglo XX aproximadamente, algunos reputados
historiadores dieron por usar el nombre de Alto Perú? ¿Qué
territorio designó realmente este denominativo, qué uso se le dio y
hasta qué punto su utilización es válida para el estudio histórico?
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
39
13
Humboldt consideró impropia esta designación, sosteniendo que por su ubi-
cación geográfica este territorio debía más bien llamarse Perú interno.
14
Si bien en algunos exp. encontramos referencias a las Provincias de “arriba” y
las de “abajo”, no se hace uso del denominativo Alto Perú.
15
Según afirma Joseph Barnadas, parece ser que la creación del ejército del
Alto Perú (1810) sistematizó el uso de la expresión, aunque su utilidad fue
puramente administrativa, ya que su referente territorial no coincidió con la
jurisdicción de Charcas. Barnadas Joseph. En: dhb 2002: t. I, p. 103.
16
Utilizaremos el nombre Charcas, para designar la jurisdicción de la Audien-
cia y al organismo audiencial con sede en La Plata; a la ciudad que sirvió de
asiento de la Audiencia la llamaremos por su nombre hispánico colonial: La
Plata, y en algunas ocasiones con el prehispánico y castellanizado: Chuquisaca
-mantenido pero no sistematizado hasta que cesó el poder colonial-; y respe-
tando los documentos de época consideraremos el Arzobispado de La Plata.
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40
17
El dato que citamos constituye uno de los primeros títulos de Bolivia sobre el
Litoral del Pacífico Sur.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
41
18
Cfr. Doc. Trans. En: Levillier Roberto, La Audiencia de Charcas. Correspon-
dencia de presidentes y oidores (1561-1579), Biblioteca del Congreso Argentino:
Buenos Aires, 1918, t. I, pp. 503-508.
19
Cfr. “Consulta del Consejo de Indias proponiendo sujetos para Oidores y
otros cargos de la Audiencia que s. M. había mandado fundar en Charcas.
Valladolid, 2 de julio de 1557”, Doc. Trans. En: Levillier 1918: t. I, p. 511.
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42
20
Se trata de la designación del Lic. Haro para Oidor de Charcas. Cfr. AGI,
Lima, 567, lib. VIII, fs. 402-404, cit. En: Barnadas Joseph M., Charcas, orígenes
históricos de una sociedad colonial, CIPC, Universo: La Paz, 1973, p. 510.
21
Cfr. “Carta d s. M. del licenciado Matienzo. Los Reyes, 13 de abril de 1561”,
Doc. Trans. En: Levillier 1918, pp. 8-16.
22
Por CR de 17 de abril de 1559 Felipe II había conferido al Virreinato del Perú
la facultad decidir por el buen gobierno de la nueva Audiencia.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
43
23
Cfr. “Carta á s. M. del Licenciado Rabanal. La Plata, 8 de octubre de 1561”,
Doc. Trans. En: Levillier 1918, pp. 17-20.
24
Cfr. “Carta a s. M. del Presidente de Charcas D. Pedro Ramírez. La Plata,
15 de diciembre de 1561”, Doc. Trans. En: Leviller 1918, pp. 42-45.
25
Simultáneamente fue expedida una CR al Presidente de la Audiencia de los
Reyes “para que no se entrometa en los pueblos y términos, que están dentro de los límites
de la nueva Audiencia de Charcas”. Cfr. “CR al Presidente de la Audiencia de los
Reyes. Guadalajara, 2 de agosto de 1563”, Doc. Trans. En: Levillier 1918,
pp. 591.
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44
26
Excepto cuando la creación de la Audiencia de Buenos Aires (1785) y del
Cuzco (1787) redujeron el campo de acción del tribunal charqueño.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
45
27
Amplia es la documentación que permite demostrar que el desacato de los
Ministros de la Audiencia de Charcas a diferentes disposiciones del Virrey, era
frecuente desde muy temprano en el siglo XVI.
28
Si bien tanto en su momento prehispánico -Tiwanacu, Qullasuyu- como colo-
nial -Nueva Toledo, Audiencia de Charcas-, este espacio presentaba ciertos
rasgos de continuidad innegable, dentro de esta línea de sucesiones, Charcas
fue la etapa en la que se fundieron lo antiguo y lo nuevo. Cfr. Siles Salinas
Jorge, “La Audiencia de Charcas durante el Virreinato del Perú”. En: Agua
del Inisterio, Fundación Cultural La Plata: Sucre, nr. 8, junio 2004, p. 9. Sin
embargo, no compartimos la tesis según la cual este dilatado espacio tuvo una
historia prácticamente predeterminada por el poder de su núcleo regente, ya
que esta visión reductora no permite entender “la verdadera esencia de su ser na-
cional que es variado y multipolar”. Cfr. Roca José Luis, Fisonomía del Regionalismo
Boliviano, Plural: La Paz, 1999, p. 58.
29
Los pueblos misionales de Mojos y Chiquitos estaban sometidos a regla-
mentos especiales con dependencia económica inmediata de la Audiencia de
Charcas desde 1767. Fomentar la comunicación entre Mojos, Cochabamba
y La Plata era una forma de velar por la defensa de las fronteras orientales de
la Audiencia.
30
La República de Bolívar más adelante llamada Bolivia fue creada sobre la base
territorial de la Audiencia de Charcas prácticamente conforme al Utti Posidettis
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
47
2. 2. 3. El efecto de la distancia
Como queda dicho, el establecimiento de un Tribunal en
Charcas constituyó una medida primordial para hacer frente al
problema de las grandes distancias que dificultaban la administración
de las provincias españolas en territorio peruano: “[…] distancia que
en ocasiones hacía ilusoria la legislación Real, emponzoñaba las relaciones
locales y entorpecía la marcha de la administración […]” (Martiré 2001:
40).
Sin embargo, el problema persistió, ya que entre Lima y
La Plata mediaban cerca de quinientas leguas de viaje a lomo de
mula. Paradójicamente, esta distancia resultó favorable a Charcas
en tanto entidad gubernamental, pues en la práctica le permitió
gozar de un notable grado de autonomía con respecto a Lima31.
Es así que cuando surgieron problemas particularmente urgentes
que no podían esperar el fallo del asiento virreinal, las soluciones
las dio Charcas con sus facultades propias, llegando en los hechos,
a prescindir de Lima32.
Además, los Virreyes del Perú delegaron frecuentemente
sus facultades a la Audiencia de Charcas, al punto de que como
destacó G. R. Moreno “en casos de conmoción interior nunca el Virrey
militó en el Alto Perú [sic] ni ejerció mando inmediato sobre los jefes de las
fuerzas pacificadoras” (Moreno 1905: 242). Los mismos Ministros,
en reiteradas ocasiones hicieron llegar su voz en defensa de la
autonomía de gestión de Charcas, como ilustra el caso al producirse
la vacancia de la silla virreinal en Lima a fines del siglo XVI:
jure de 1810.
31
Las Audiencias en América, que no sólo tenían la misma potestad que las de
España, sino que por cuestiones de lejanía “se les han concedido, y conceden muchas
cosas que no se permiten a las de España”. Cfr. Solórzano y Pereyra Juan, Política
Indiana, Impr. Real de la Gazeta: Madrid, 1776, lib. V, cap. III, subt. 9 y 10.
32
Frente a los ataques externos de los chiriguanos*, la guerra civil potosina
entre Vicuñas* y Vascongados*, rebeliones internas como la de Alejo Calata-
yud.
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48
33
Cfr. “Traslado de cartas escritas por la Audiencia de Charcas a la de los Re-
yes. Año de 1583”, Doc. Trans. En: Levillier 1918: t. II, 74-78. Una carta
con contenido similar fue enviada desde Potosí el 20 de abril de 1583 por las
“ciudades de la jurisdicción de la Audiencia de Charcas”, Doc. Trans. En:
Levillier 1918: t. II, pp. 550-570. A este mismo respecto Cfr. Solórzano y
Pereyra 1776: lib. V, cap. III, subt. 42.
34
Esta obra es fruto de una de las dos expediciones organizadas por l’Académie
Royale des Sciences de París en el siglo XVIII. Su misión secreta fue participar
a la Corte acerca del estado general de aquellas latitudes. El informe resultó
una descripción detallada de los abusos cometidos por las autoridades locales
en América. Tomas Colgan O’Higgins publicó la obra a principios del siglo
XIX, añadiendo un apéndice con notas que confirmaban las denuncias.
35
Inmediatamente después del establecimiento de la Audiencia de Charcas, una
RC para colocarla sobre una base igual a la de Lima. Cfr. Arnade 1999: 14.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
49
Fue sólo desde la segunda mitad del siglo XVII que se trató de concentrar el
poder en Lima, donde residía el Virrey.
36
Cfr. “Don Melchor de Navarra y Rocaful, duque de la Palata”. En: Memorias
de los Virreyes que han gobernado el Perú, Agustín MENA y Cía.:Lima, 1859, t. II,
Iera parte, p. 93.
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50
37
Con esta medida España buscó mantener el monopolio comercial en Amé-
rica, hacer frente al intenso contrabando y frenar las ansias expansionistas
portuguesas. La incorporación de Charcas a la nueva entidad política era
imprescindible para la viabilidad económica de esta última. En 1810 el Vi-
rrey del Perú don José de Abascal, intentando ejercer un control más efectivo
sobre la turbulenta actividad de algunos Oidores, quiso poner nuevamente a la
audiencia subordinada bajo dependencia del Virreinato del Perú (1810-1825),
era demasiado tarde para la aplicación de tal disposición, la revolución ya ha-
bía estallado en el corazón de Charcas.
38
Cfr. ABNB: “Papeles relativos a la USFX (1610-1825)”, nr. 81, f. 1: CR del 10
de abril de 1788 posterior a la sublevación indígena de fines del siglo XVIII.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
51
39
Prácticamente autosuficiente en los campos político y administrativo, en el
económico y comercial se trataba más bien de su capacidad a entablar relacio-
nes de interdependencia con otras regiones americanas.
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52
2. 2. 4. 1. Organización social
Charcas había heredado de España una organización social
basada en consideraciones de casta y rango, con ciertos resabios de
la Europa medieval. La distribución de oficios tanto civiles como
eclesiásticos también se ceñía a los cánones de esta organización
piramidal.
En la cima se encontraban los europeos peninsulares,
quienes no eran necesariamente los más instruidos y ricos pero sí los
predilectos para lograr posiciones con alto poder económico y político
en su calidad de funcionarios reales, mineros o terratenientes.
Por su parte, si bien los descendientes de los inca y los mallku
o kuraka estaban relativamente bien posicionados, la gran mayoría
indígena en Charcas cumplía el papel de trabajador-siervo de los
encomenderos o debía efectuar el servicio periódico obligatorio en
las minas, la mita.
En el estamento inferior se encontraban los afro-
descendientes (negros, mulatos, pardos, zambos), por un lado
aquellos libres, y en un escaño inferior los esclavos40. Si bien
no fueron tan numerosos en Charcas como en otras latitudes (p.
ej. Perú, Nueva Granada), no por ello su presencia fue menos
importante en la dinámica de la sociedad charqueña. Los afro-
descendientes que residieron en Charcas se dedicaron al servicio
doméstico en las urbes, a diferentes oficios de índole artesanal, y al
cultivo de coca y de otros productos agrícolas en las haciendas.
Ahora bien, desde muy temprano se perfilan en la sociedad
charqueña otros dos estamentos que en el siglo XVIII ya están
sólidamente constituidos como grupos diferenciados: Los criollos
y los mestizos. Los primeros, a pesar de ser hijos de españoles y
40
Según Crespo (1997: 30), el 50, 6% de los esclavos tenían entre diez y veinte
años de edad. El número de negros en Charcas se mantuvo relativamente
constante durante la Colonia debido a la dinámica de la trata. Cuando esta
fue abolida a principios del siglo XIX el grupo se redujo en una proporción
de un 3 a 1 -en 1832, de 224 000 hab., sólo 1 142 eran de color.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
53
41
En un primer momento, los españoles no llegaron con sus mujeres a Améri-
ca, por lo que tomaron como tales a las nativas americanas. Con un criterio
feudal buscaron en muchos casos las de ascendencia noble para blasonar su
jerarquía social.
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54
2. 2. 4. 2. Presencia militar
En Charcas no había ejército regular permanente, sino
escuadrones de milicias por partidos y jurisdicciones. En el siglo
XVI, los encomenderos tenían a su cargo la defensa de las ciudades
-generalmente ante el ataque de los chiriguanos-, pero con el tiempo
ya no pudieron asumir esa tarea. Más adelante se organizaron
algunas expediciones de voluntarios para la defensa de uno u otro
sector. En el siglo XVII cada provincia tenía un parque con fusiles
y piezas de artillería, y había milicias organizadas de infantería y
caballería en Cochabamba, Oruro, La Paz y La Plata -donde estaban
dispuestas dos compañías de veteranos del Ejército fijo de Buenos
Aires (dhb 2002: t. II; 225).
Cuando tuvieron lugar las sublevaciones indígenas (1780-
1782) se produjo un hecho significativo en Charcas. Ante el temor
del asalto, algunos españoles habían reaccionado huyendo (Valencia
de la Vega 1962: 22). Las milicias urbanas estaban bastante mal
organizadas, por lo que fue necesario improvisar unidades locales
para la defensa42. En La Plata y La Paz se constituyeron entonces
batallones de criollos, mestizos, indios -varios ayllus* fueron forzados
a participar-, pardos y morenos, quienes dejando sus quehaceres
salieron armados a pelear mostrando notable desempeño en la
campaña43. Sin embargo, una vez controlada la amenaza, mientras
los patricios se vanagloriaban por haber sido capaces de mostrar la
42
La Corona había invertido muy poco en la preparación de un ejército profe-
sional en sus Colonias.
43
Desde el siglo XVI los indígenas de Charcas se sentían defraudados por las
autoridades españolas que los utilizaban para luchar en las campañas contra
los chiriguanos, en muchos casos sin “[…] satisfacer cosa alguna ni quitar la tasa de
los indios muertos […]” Cfr. “Capítulos de los caciques principales y los demás
indios de la provincia de los Charcas, etc. 1582”. En: BMA His. 005, transc.
de Valdemar Espinoza Soriano, cap. I, subt. 42, p. 139.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
55
2. 2. 4. 3. Economía y comercio
Sin lugar a dudas, la riqueza mineralógica del suelo
charqueño, así como la importancia de los metales preciosos en la
vida económica y comercial de la época, confirieron a Charcas gran
parte de la influencia de la que gozó durante el período colonial.
Desde el siglo XVI, y a raíz del descubrimiento del cerro
de Potosí, Charcas se convirtió en un emporio de minas de plata
que, durante siglos benefició a España44. En 1575 se erigió en
Potosí una Casa de Moneda, y el metal que en ella se acuñaba era
comercializado en todo el mundo. El atractivo que ejercía Potosí
provocó una fuerte concentración demográfica en su seno, es así
44
Valga destacar que sus minas ya fueron trabajadas en el período prehispánico.
Cfr. Qaraqara-Charka, etc.: 2007. Por otro lado, no olvidemos que para aque-
llos años España más que imperio era colonia de otras potencias (Inglaterra,
Holanda), y dependía ampliamente de los recursos enviados desde América.
Cfr. Brading, D. A, “La España de los Borbones y su imperio americano”.
En: Bethell (ed.), Historia de América Latina, Cambridge University Press,
Crítica: Barcelona, 1990, t. 2, cap. 3, pp. 85-126.
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56
que: “[…] A fines del siglo [XVII] había por lo menos 30 000 trabajadores
indígenas en las minas e ingenios y probablemente era el centro urbano más
grande de Hispanoamérica […]” (Klein, en: DATA 1996: 30)45. Sin
embargo, Potosí no lograba autoabastecerse de alimentos por lo
que fue necesario importarlos a cualquier precio. Lo cierto es que
dada la solvencia de sus pobladores, el mercado potosino fue el
mejor proveído de Charcas tanto en productos de la región como
del extranjero.
En efecto, gran parte de la producción de las regiones
circunvecinas -altiplánica, valluna y tropical- fue regularmente
conducida a este mercado, en el que se podían encontrar telas, azúcar,
miel y conserva; coca46 de los Yungas y Vilcabamba; pescado de La
Paz -Lago Titicaca-, Arica y Cuzco; trigo y maíz de Cochabamba;
cereales como quinua, maderas, legumbres; conservas, vino y ají de
Chuquisaca; tocino, tabaco y manteca de Tarija; frutas tropicales,
algodón y azúcar de Santa Cruz; cacao de Apolobamba; trigo,
fruta, yerba mate y algodón de Tucumán, entre otros productos
diversos47.
Por otro lado, además de los auquénidos propios de la
zona altiplánica, Potosí fue abastecido de cabras, gallinas y cerdos
criados en lugares cercanos. El ganado vacuno, caballar, mular y
ovino era traído desde Tucumán, Paraguay y Buenos Aires, pero
también había sido introducido con éxito por los jesuitas en Mojos,
y su alimento crecía prósperamente en los valles aledaños. El
mercado charqueño no carecía de productos artesanales como
platería, cerámica y tejidos. La Paz fue la ciudad que mayor grado
45
Potosí albergaba alrededor de 160 000 hab.
46
La baja demográfica y de producción minera estaba directa vinculada con la
disminución del consumo de la hoja de coca.
47
El trigo estaba en la base de la dieta hispana. Indios y negros solían consumir
maíz. El cultivo de vid y de olivos estaban restringidos para proteger la pro-
ducción española. A pesar de esto la vid conoció un amplio cultivo comercial
dentro del espacio charqueño en el siglo XVII.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
57
48
Durante el siglo XVII las colonias estaban autorizadas a intercambiar pro-
ductos únicamente dentro de los márgenes de su jurisdicción, y no así con los
Virreinatos vecinos y mucho menos con otro país que no fuera España, sino a
través de la Metrópoli. La Casa de Contratación –en Sevilla y luego en Cádiz-
retuvo el monopolio del comercio. Cfr. RLI, Ley VII, tít. LXXXVII, lib. IX.
Poco a poco -por presiones internas y externas-, la rigidez de la norma se fue
flexibilizando hasta llegar en el siglo XVIII (1778) a la “libertad de comercio”
que más bien fue una especie de “comercio protegido” en el que España
estaba continuamente vigilante, aunque sin poder evitar la fuerte incursión
del contrabando. Cfr. Malamud Carlos y Pedro Pérez, “El reglamento del
comercio libre en España y América”. En: La América española, etc. 1988, p.
147.
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58
49
Se precisaban cerca de 2 000 llamas para transportar 7 000 barras de plata
potosina a Arequipa, que llegaban en seis meses vía Cuzco. Cfr. mhb 2003:
56.
50
Llegaban a Potosí muchos esclavos desde Buenos Aires, aunque también pro-
cedían del puerto Nombre de Dios, vía Lima, donde habían mercaderes que
traficaban vía Panamá.
51
La Corona había suprimido el comercio a través del puerto de Buenos Aires
en 1622, de todas formas la incursión del contrabando desde allí a Charcas
fue incontrolable. Cfr. Escobari 1996: 57.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
59
52
Cuando como en Charcas se detecta además del crecimiento de los núcleos
urbanos –Potosí- un importante crecimiento de los mercados articuladores de
las economías regionales, estamos frente a una clara tendencia a la integración
del conjunto territorial. Cfr. Vives Azancot Pedro “Espacios económicos
en América. Siglo XVIII”. En: La América española, etc. 1988, p. 175.
53
Cfr. Romero Gonzalo, “Y al principio fue Charcas”, Presencia Literaria, La Paz,
06/08/1973.
54
Cfr. Bass Werner de Ruiz Zulema, “25 de julio de 1807, fecha histórica para
Tarija, Bolivia y la América del Sud”. En: Anuario, nr. 10, ABNB: Sucre,
2004, p. 124.
55
Durante los siglos XVI y XVII Potosí fue responsable de más del 80% de
todos los ingresos de Charcas, el porcentaje fue disminuyendo entrado el si-
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
60
2. 3. Consideraciones particulares
Como hemos observado, la jurisdicción de la Real Audiencia
de Charcas constituyó un espacio geográfico y económico que
progresivamente consolidó una suerte de autosuficiencia productiva.
En el plano político, las autoridades charqueñas ampliaron su
margen de maniobra y con sus decisiones defendieron sus intereses
institucionales, alcanzando un notable grado de autonomía en el
manejo de su gobierno. Naturalmente, estos intereses coincidían
con las aspiraciones de toda una región americana en periodo
de afirmación, que concebida en su forma amplia desborda las
fronteras de los Estados actuales.
glo XVIII llegando a constituir sólo la mitad a principios del siglo XIX. Cfr.
Escobari 1996: 55. Entre 1780 y 1800: “La Casa de Moneda de Potosí acuña aún
481 268 marcos de plata y 3 501 marcos de oro. Y La Paz, se recupera en menos de
diez años de dos espantosos cercos sufridos en 1781”. Cfr. Démelas Marie-Danielle,
La invención Política, IEP, IFEA: Lima, 2003, p. 40. Curiosamente entre 1800
y 1805, años críticos en que Charcas atravesó varias sequías y epidemias que
sacrificaron cerca de 10 000 indios, los ingresos tributarios de las Cajas Reales
no disminuyeron. Cfr. Tandeter Enrique “La crisis de 1800-1805 en el Alto
Perú”. En: DATA 1996: 48.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
61
56
La fecha exacta es motivo de controversia pues no se ha podido encontrar el
acta fundacional de la Villa de Plata. El uso del artículo “La” en el nombre
propio de este territorio se regulariza con el tiempo.
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62
57
Según Antonio Alcedo, a fines del siglo XVIII residían en ella alrededor de 13
000 habitantes -4 000 españoles, 3 000 mestizos, 4 500 indios y 1 500 negros
y mulatos. Just Lleó refiere más bien a 18 000 hab. Cfr. Just Lleó Estanis-
lao, Comienzo de la Independencia en el Alto Perú: Los sucesos de Chuquisaca, 1809,
Judicial: Sucre, 1994, p. 483. La Plata proveyó a Potosí de los productos de
su tierra valluna, p. ej. maíz, legumbres, carne, fruta, miel entre otros.
58
Según Antonio Alcedo a fines del siglo XVIII La Plata tenía alrededor de 13
000 hab. -4 000 españoles, 3 000 mestizos, 4 500 indios y 1 500 negros y
mulatos. Just Lléo cree más bien que la población platense era de alrededor
de 18 000 hab. Cfr. Just Lleó 1994: 483.
59
Cfr. “Peticiones de varias Mercedes que la Ciudad de La Plata solicita a s. M.,
1568”, AGI, Secc. Justicia. Leg. 1129, f. 6r, en: ABCLS: SGHS, nr. 0005.
60
Así como otras ciudades, La Plata había empezado siendo un Corregimiento
-con el particular de que su Corregidor radicaba en Potosí desde 1548- para
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
63
3. 2. El Arzobispado de La Plata
Hacia 1545, el dominico Juan Solano, segundo Obispo de
Cuzco, había hecho notar al Rey Carlos V, que la tremenda dificultad
que le significaba atender la vasta extensión de su diócesis, hacía
aconsejable dividirla. En 1551, el Consejo de Indias respaldó la
iniciativa (Querejazu Calvo 1995: 58). Finalmente, a petición del
Monarca español, el 27 de junio de 1552, el Papa Julio III emitió la
bula super specula militantes Ecclesiae, por medio de la cual, la Iglesia de
La Plata fue erigida en sede episcopal dependiente de Lima65. Esta
diócesis había nacido con una vasta jurisdicción que comprendía
todo el territorio al sur del Qullasuyu, y que más adelante fue reducida
con la creación de los obispados de Santiago (1561), Tucumán
(1570), La Paz y San Lorenzo de la Barranca -Santa Cruz- (1605)66.
La mayor parte de ellos quedaron como sufragáneos de Charcas.
El incremento de los obispados dentro de la jurisdicción
charqueña, unido a la distancia a Lima y Cuzco se convirtió en un
inconveniente para el control y buen gobierno eclesiástico. Es así
que ante gestiones reiteradas de la Audiencia, el 8 de febrero de
1602, Felipe III consideró conveniente elevar la Iglesia de Charcas
67
El dictamen del Papa Paulo V no salió hasta el 20 de julio de 1609.
68
Según Moreno sus ingresos anuales giraban en torno a los 80 000 pesos en
moneda de época sólo en rentas. La Plata acogió a notables personalidades
como el eminente filósofo y orador José de Aguilar s. J. o a Gaspar de Vi-
llarroel, Arzobispo de Charcas que dejó escritos de gran valía.
69
Entre las fuerzas de riqueza en aquella época debemos considerar además de
la posesión de tierras y el comercio, el control del trabajo del indio.
70
Cfr. RLI, lib. I, tít. VI: “Del Patronazgo Real de las Indias”.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
66
71
Recordemos que en varios aspectos el trabajo de los misioneros fue mucho
más efectivo para el control del territorio que el militar y civil metropolitano.
Cfr. Serrano Carlos, “Administración colonial”. En: Anuario, ABNB, Túpac
Katari: Sucre: 653.
72
El fondo documental del ABNB cuenta con dos colecciones de gran ayuda
para tratar reconstruir la historia colonial de esta institución: Los “Papeles re-
lativos a la USFX (1610-1825)” y los “Expedientes de abogados y practicantes
juristas (1688-1825)”.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
67
73
Además de varios tutores particulares, algunas órdenes religiosas impartían
educación básica. Los franciscanos habían establecido una escuela para ni-
ños indígenas, los jesuitas enseñaban lenguas nativas y latín, y los agustinos
habían abierto una escuela de artes en los ambientes de su orden.
74
Dada su heterogeneidad y límites imprecisos de grupo, no tomamos el térmi-
no elite como clase, sino como el segmento de más alta jerarquía de cualquier
unidad social, siguiendo en este caso los criterios de posición y privilegio
basados en las relaciones de poder descritas. Cfr. Seymour, Martin, Lipset
Solari, Elites in Latin America, Oxford University Press: Nueva York, 1967.
75
Cfr. Doc. Trans. En: Levillier 1918, t. III : 434- 435.
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68
76
Cfr. “Carta a s. M. de la Audiencia de Charcas en que propone la fundación
de una Universidad en su jurisdicción. La Plata, 6 de marzo de 1600”. Doc.
Trans. En: Levillier 1918: 410 y ss.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
69
77
Cfr. “La Universidad de San Francisco Xavier” por Gunnar Mendoza Loza.
En: Presencia, La Paz-Bolivia, 06/06/1975, p. 921. El título de “Mayor” es
posterior a la fecha de su creación.
78
La Universidad de Córdoba no dispuso de esta oferta hasta algunos años
después.
79
Cfr. ABNB: USFXCH (1610-1825), nr. 46, f. 4.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
70
80
El 27 de febrero de 1767 Carlos III promulgó la RC para la expulsión de la
Orden, aludiendo a razones que se reservaba en su propia anima. Algunos
años mas tarde, en 1773, Clemente XIII emitió la famosa Dominus ac Redemptor
extinguiendo la Orden.
81
Debido a que los jesuitas estaban facultados para obtener bienes materiales
pro studientibus -en favor de la enseñanza-, la economía universitaria se mostró
bastante satisfactoria mientras estuvo en sus manos.
82
Cfr. Ms. “CR exhortando a las autoridades civiles y eclesiásticas, a cumplir
y hagan cumplir el contenido del trasumpto del Breve de su Santidad, so-
bre el Patronato de las Indias. Rezo y Culto de la Inmaculada Concepción
16/02/1771”. En: ABCLS: ASGHS, nr. 0050.
83
El Tribunal tenía a cargo la aprobación de designaciones, las convocatorias
a oposiciones, el aceptar oficialmente a abogados recién egresados, analizar
litigios promovidos por o contra la Universidad, entre otras tareas. En estas
circunstancias la designación de los profesores fue un motivo de conflicto
constante. El presbítero abogado y Procurador General de la Universidad
Don Martín de Mendoza dirigió la reforma. Su propuesta había sido dicta-
minada favorablemente por la Audiencia teniendo en cuenta “[…] el desorden en
que actualmente se halla [la Universidad], y proponiendo medios y arbitrios para su refor-
ma y adelantamiento […]”. Cfr. ABNB: USFXCH (1610-1825), nr. 39. Exped.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
71
85
Cfr. ABNB: USFXCH (1610-1825), nr. 46, f. 5.
86
En la segunda mitad del siglo XVIII parece haber sido bastante sencillo “ob-
tener declaraciones juradas y certificados legales de ser “español europeo” para quien con-
taba con los medios necesarios. Cfr. Vázquez-Machicado Humberto, “La
Estructura Social de la Colonia”, en: Obras Completas, t. I, Don Bosco: La Paz,
1988, p. 543.
87
Criollos, mestizos y algunos indígenas, quienes al contrario de los africanos y
sus descendientes eran tenidos legalmente por hombres de sangre “limpia” y
en algunos casos noble -p. ej. las familias de los mallku-, pudiendo ser admiti-
dos en casi todos los oficios así como los españoles.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
73
88
No era lo mismo ser académico universitario que alumno de academia, lo que
constituía un verdadero título de honor.
89
CR del 3 de noviembre de 1776 aprobada por Carlos III. “Los hijos no nacidos
dentro de matrimonio no tenían ingreso a esta Academia”. Cfr. Querejazu Calvo
1990: 364. Esta institución llevaba tal nombre en honor a Carlos III, y “siguió
funcionando durante la república con el nombre de Academia de Jurisprudencia hasta
1882, año en que fue suprimida”. Cfr. Francovich Guillermo, La Filosofía en
Bolivia, Juventud: La Paz, 1987, p. 66.
90
Cfr. ABNB: USFXCH (1610-1825), nr. 46, f. 5.
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74
Fiscal- que llevaba el título de Director. Por esta razón sería más
preciso considerar a dicha Academia como: “Una escuela de graduación
de leyes administrada por la Audiencia” (Arnade: 1999: 17), ya que tanto
la Universidad como la Audiencia tenían acción coordinada en
varios aspectos de su funcionamiento.
En la Academia Carolina, los jóvenes practicantes debían
cumplir con varias disertaciones orales y escritas a lo largo de
sus estudios. Además, durante la semana, se reunían a debatir
en casa del Presidente y muchas veces en la del mismo Director91.
Oficialmente, estas discusiones estaban dentro de una ortodoxia
política y religiosa completa en pos de resguardar la sumisión y el
respeto a la Corona. Sin embargo, no eran novedad aquellas que
permitían la infiltración de “peligrosas” consideraciones filosóficas
y políticas.
Precisamente, fue en el seno de Academia Carolina que
se dio forma -legalista en un principio y radical más adelante- a
las primeras ideas de subversión frente al dominio español, las
que en las postrimerías del Coloniaje influyeron decisivamente en
los hechos revolucionarios americanos: “Dentro de sus salas fueron
plantadas las semillas que trajeron la ruina del imperio español en todo el
Sud de América Meridional” (Arnade 1999: 17-18). Efectivamente,
el matiz particular que le dio La Plata hacia 1809 al embrión de
la cercana revolución continental, nos permite ir reconociendo el
grado de originalidad y la ejemplaridad que pudo haber tenido éste
en otras latitudes. Pero esa es materia del siguiente capítulo.
91
Siguiendo las Constituciones elaboradas por Rivera y Peña. Sólo desde 1803
la Academia contó con una sala especial para dichas reuniones. Cfr. RÍpodas
Ardanaz Daisy de, Constituciones de la Real Academia Carolina de Practicantes y
Juristas de Charcas, Frigerio: Buenos Aires, 1972, p. 145. Estas sesiones de
debate eran conocidas en el medio como mercolinas y sabatinas.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
75
3. 5. Consideraciones particulares
Hasta aquí pudimos comprobar que las características de la
ciudad de La Plata motivaron a que se le concediese el privilegio de
albergar en su seno a tres pilares muy importantes poder colonial,
constituyéndose en asiento de la Real Audiencia, el Arzobispado y
la Universidad con la Academia Carolina. Estas prerrogativas le
permitieron a la jurisdicción de Charcas contar con una estructura
político-administrativa, eclesiástica e intelectual propia, cada una
bien dispuesta para atender las necesidades del conjunto y ejerciendo
un fuerte atractivo incluso más allá de sus límites jurisdiccionales.
II.
El movimiento intelectual Chuquisaqueño:
Pedagogía Revolucionaria de Charcas
92
Cfr. Pérez Joseph, “Tradición e innovación en la América española”. en: La
América española, etc. 1988, p. 274.
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78
93
El típico procedimiento legal aplicado por los juristas en Charcas quedó
plasmado en el “cuadernillo Gutiérrez”, manual de práctica forense para los
estudiantes carolinos escrito por un ex-alumno: Don Francisco Gutiérrez Es-
cobar. Existe un ejemplar de época en el ABNB: Rück 173, recientemente
publicado por el ABNB.
94
Cfr. Moreno 1812, Prefacio: 21.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
79
95
Si bien no sabemos que reacción tuvo el nuevo Arzobispo, sabemos por su
correspondencia con el Rey que consideró seriamente la necesidad de paliar
las deficiencias universitarias. Cfr. “Carta de Moxó al Rey, La Plata 25 de abril
de 1806”. En: ABNB: Mss GRM 25. Sin embargo, jamás puso en cuestión
los principios dogmáticos que establecían la preeminencia de la Teología so-
bre la razón.
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80
96
Cfr. ABNB: Mss GRM 19, fs. 11-11r. Ver apéndice documental.
97
Cfr. ABNB: Mss GRM 167, f. 1. Ver apéndice documental.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
81
98
Cfr. ABNB: Mss GRM 18, f. 1.
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82
99
Lima fue un importante depósito y centro de distribución de libros llegados
de Europa en el siglo XVIII. Por su parte, a fines del siglo XVIII existía una
amplia red de venta de obras editadas en la Imprenta de los Niños Expósitos
porteña.
100
Es el caso de la biblioteca trashumante del Fiscal Antonio Porlier (1759) (Ver
apéndice documental); del Gobernador de Moxos Ignacio Flores (1778), del
Oidor Ussoz y Mozi (1799), del Arzobispo Moxó (1807) , entre otros.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
83
101
Cfr. Macera Pablo, Revista de la Universidad de San Marcos de Lima, año XXXV,
julio-diciembre, 1962, nrs. 3 y 4, USL: Lima, 1963, pp. 3-5.
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84
102
Cfr. J. Harriague, “Bibliotecas del Coloniaje”, en: BSGHS: Sucre, año I, t. I,
nr. 4, 30/04/1898.
103
En esa misma ocasión pereció el Archivo del Cabildo de Chuquisaca, de la
Academia Carolina, del Colegio de San Juan Bautista y, poco después, parte
del Archivo Arzobispal y Audiencial.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
85
104
Cfr. Cedulario Indiano, reproducción facsímil de la ed. única de 1596, recopila-
do por Diego de Encinas, Oficial Mayor de la Escribanía de Cámara, Cultura
Hispánica: Madrid, 1945, t. I., CR de 1556, f. 227.
105
Es el caso de la biblioteca de Juan José de Segovia -ABNB: USFXCH, nr.
59-, y de la de Antonio Porlier -ABNB: EC, 1769, nr. 125, fs. 2-6. Ver anexo
documental.
106
Cfr. Cedulario Indiano (1596), CR de 1543, f. 228 y RLI, lib. I, tít. 24, ley III
(1593), f. 124.
107
La biblioteca privada de A. Mariano Toro -ABCLS: ASGHS, EC, nr. 0171-
y Pedro de Ulloa -ABNB: EC 1804- (ver anexo documental), nr. 62- son un
buen ejemplo en La Plata. Cervantes, Homero, Virgilio, Calderón, Góngora
y Quevedo parecen ser los favoritos.
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86
108
Establecido en el Nuevo Mundo por RO de Felipe II, el 25 de enero de 1569.
Su sede en Charcas se erigió en La Plata y estuvo en funcionamiento desde
fines del siglo XVI hasta el siglo XVIII.
109
Cfr. Apuntes para la historia de la revolución del Alto Perú, etc. 1855: 16.
110
Cfr. Moreno 1812: 54-55.
111
Cfr. FBHD: L. A. 0024. Las tachaduras son muy probablemente del Ar-
zobispo Castilla y Zamora.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
87
112
Cfr. “Autos de tasaciones de Almonedas, practicadas de los Muebles, y Libre-
ría, del señor doctor don Antonio Porlier […], obrados por el señor Alcalde
Ordinario de primer voto doctor don Juan Joseph de Segovia, año de 1769”
en: ABNB: EC, 1769, nr. 125. Ver anexo documental.
113
Según la historiadora y especialista Rípodas Ardanaz, la sexta entre las biblio-
tecas mejor proveídas de La Plata en el período 1681-1825. Cfr. Rípodas
1992: 28.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
88
114
Cfr. “Expediente que contiene el embargo de los bienes del doctor don Juan
José de Segovia, de orden del Señor Virrey de estas provincias”, en: ABNB:
USFXCH, nr. 59. Ver anexo documental.
115
“Biblioteca de Pedro Ulloa profesor de la Academia Carolina (1779-1793)”,
en: ABNB: EC 1804, nr. 62, fol. 29r-38r. Ver anexo documental.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
89
116
Cfr. “Expediente de embargo de los bienes del Sr. Fiscal Miguel López y
del Escribano de Cámara Ángel Mariano Toro, con motivo de la conmoción
del 25 de Mayo de 1809”, en: ABCLS: ASGHS, EC, nr. 0171. Vicente Nieto
en tanto que Juez pesquisidor de las causas originadas con motivos de aquel
25 de Mayo, ordenó la incautación del patrimonio de los tenidos por vecinos
revolucionarios de Chuquisaca. La requisa fue hecha el 19/10/1810.
117
Cfr. ABNB: Ms. Papeles del Canónigo de Chuquisaca Don Francisco Borja
de Sarracíbar. Cartas de los esposos Ussoz y Mozi, 1811-1815. El hecho de
que una mujer poseyera una biblioteca personal es muy poco común y sor-
prendente para la época. Más adelante nos referiremos un poco más al papel
de la esposa del Oidor en los sucesos revolucionarios.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
90
118
Egresado de UMRPSFXCH en 1789, Iriarte Tuvo un destacado papel revo-
lucionario en las Provincias del Río de La Plata. Moreno nació en Buenos
Aires hacia 1777 y egresó de LA USFXCH en 1804. Fue un notable ideólogo
revolucionario de principios del siglo XIX.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
91
2. 5. Consideraciones particulares
Hasta aquí hemos presentado algunas características del
medio en el que se desenvolvían los letrados en La Plata a fines de
la Colonia. El rechazo a la vieja escuela filosófica reflejó la rebeldía
frente a las restricciones propias del régimen monárquico. Los
personajes de esa época se mantuvieron intelectualmente activos,
pesquisidores, estudiosos de las obras de la Ilustración y dueños de
ricas bibliotecas no obstante la inexistencia de imprenta y de estar
sujetos a la censura de los libros importados.
119
Cfr. Colección de Arengas, etc. 1836, Prefacio: 37.
120
Cfr. “Mariano Moreno y el Contrato Social de Rousseau: su significación en la
Revolución argentina de 1809” en: BSGHS: Sucre, t. LIV, año 1974, nr. 459,
p. 189.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
92
121
Mendoza analiza las analogías que patentan la influencia de la primera sobre la
segunda. Cfr. “Influencia de la declaración de los Estados Unidos de Amé-
rica en el Acta de independencia del Alto Perú” por Gunnar Mendoza Loza.
En: ABNB: AGML 13 (25), Sucre, 1947.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
93
122
En el ABNB existe una traducción abreviada y Ms. firmada por Anselmo
Matein “Indígena del Perú” que bien podría ser de Pazos. Cfr. ABNB: GRM
46, Ms. de Chuquisaca, t. I: 1795-1816, nr. IX, 1811.
123
Cfr. Moreno Mariano, El Contrato Social traducido para la instrucción de jóvenes
americanos, Imprenta de Niños Expósitos: Buenos Aires, 1810, en: ABNB:
M1393. Ver anexo documental. Ver también: “Crítica Imparcial al Contrato
o Pacto Social de J. J. Rousseau, y al Prólogo que le precede, impreso en
Buenos Aires en 1810 por Fray J. María del Patrocinio Matraya, 1811”. En:
ABNB: Rück Ms 280, f. 1.
124
Cfr. Doc. cit. ABNB: GRM 46, Ms. de Chuquisaca, t. I: 1795-1816, nr. IX,
1811, Prefacio, f. 1.
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94
125
Cfr. Vicente Cutolo. En: “Importancia de la Insurrección del 25 de Mayo
de 1809”, Coloquio de historiadores iberoamericanos. En Revista Agua del
Inisterio: Sucre, 1999, p. 52.
126
Que permitió el retorno del aristotelismo y de la especulación metafísica des-
pués del ataque contra la escuela decadente.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
95
127
Inspirados en los trabajos de Tambourini, Lacroix, Escobar y Molina.
128
El tirano por usurpación en cambio era considerado enemigo público sin
necesidad de un proceso previo. Cfr. Turchetti Mario, Tyrannie et tyrannicide
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96
131
Cfr. p. ej. “Carta del Arzobispo de La Plata Pedro Miguel de Argandoña al Dr.
Gabriel Canuto. 18/02/1768”. En: ABNB: USFX, EC nr. 39, f.20. Ver
también ABNB: EC, CR 1770 nr. 120, y la RP El Pardo, 13-III-1768. En:
ABNB: RC adiciones nr. 28.
132
“Lo que mandé fue que los maestros sustitutos no enseñasen la Doctrina Jesuítica como lo
van practicando”. Cfr. “Carta de Juan Victorino Martines de Funes al Ilustrí-
simo Señor Don Pedro Miguel de Argandoña”. En: ABNB: USFXCH, EC
23-III-1768, f. 21r.
133
El Canónigo Penitenciario del Arzobispado de Charcas, Gregorio Olaso se-
ñaló: “ni puede dudarse el apego, y afección, con que estos se han mantenido a su doctrina
[jesuita] como educados bajo de su particular clientela, observando y aprendiendo […]”.
Cfr. Ibid. Supra, f. 39.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
98
134
Cfr. ABNB: Rück 134, f. 1. Ver anexo documental.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
99
135
Cfr. Montesquieu, Del espíritu de las leyes, Albatros: Buenos Aires, 1942: t. II,
p. 61.
136
Para Villava, las Audiencias debían ser libres de tomar decisiones guberna-
mentales, políticas y de Real Hacienda en su Distrito, quedando todos los
Intendentes sometidos a su autoridad, y deviniendo innecesario el cargo de
Virrey. Cfr. ABNB: Rück 134, f. 28 y ss.
137
El 14 de agosto de 1519 Carlos V decretó su incorporación a la Corona de
Castilla.
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100
138
El mismo Consejo de Indias era independiente del de Castilla y de cualquier
otro tribunal en España.
139
Cfr. Doc. Cit. Cedulario Indiano: 1596, t. I, lib. I, RO de 1571, f. 5. El explora-
dor Humboldt en su Essay politique sur la nouvelle Espagne -lib. V, cap. XII- hace
la misma observación.
140
Sólo un diputado podía ser enviado por cada Virreinato, Capitanía o Provincia
americana, cuando dos eran aceptados por cada Provincia peninsular. Cfr.
Perez Guilhou Dardo, La opinión publica española y las Cortes de Cádiz frente a
la emancipación hispanoamericana (1808-1814), ANH: Buenos Aires, 1981, p. 42.
Esto hace afirmar a Danielle Demélas que la participación americana aparecía
como una concesión a su lealtad más bien que como un derecho. Cfr. Demé-
las 2003: 136.
141
Decreto de la Junta Central del 22 de enero de 1809. Cfr. Discursos pronuncia-
dos en las Cortes Generales y Extraordinarias de la Nación, por los Ss. D. Ramón Feliu
y D. Vicente Morales. Diputados del Reyno del Perú, Imprenta de los Huérfanos:
Lima, 1811. En: ABNB: GRM 502, nr. 9.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
101
142
Cfr. Diario de las discusiones y actas de Cortes, Sesión del 11/01, t I., Impr. Real:
Cádiz, 1811, p. 348.
143
Cfr. RLI, ley XXIV, tít. VI, lib. I, f. 25. Ver también la ley III, tít. II, lib. III.
A mediados del siglo XVII, los americanos obtuvieron la “alternativa” de que
los más altos rangos varíen entre peninsulares y criollos. Cfr. Muñoz Jorge
Juan, “La formación de una conciencia americana”, en: Iberoamérica, una comu-
nidad, Cultura Hispánica: Madrid, 1989: t. I, cap. IX, 412. Lo que no sucedía
en las colonias británicas, donde un hijo de inglés nacido en América no tenía
la ciudadanía expedita en la Metrópoli. Cfr. Corrente Mariano, Historia de la
Revolución Hispano-Americana, Impr. D. León Amarita: Madrid, 1829, p. 71.
144
De los 170 Virreyes que hubo en América sólo 4 nacieron en ella, de los 602
Capitanes Generales, Presidentes y Gobernadores 14, y de los 706 Obispos
sólo 15. Cfr. Moreno 1915: 15.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
102
145
El 21 de junio de 1785 en La Plata, después de haber sido silbado por unos
muchachos mestizos en la calle, un Granadero de Extremadura había matado
a uno de ellos y herido a varios. La gente se amotinó para hacer justicia hasta
el día 24, soltando a los reos de la cárcel, amenazando el depósito de pólvora,
y lanzando piedras contra los Veteranos. Este episodio se conoce como la
“Revolución de los muchachos”. El denunciante de Segovia fue el Canónigo
Gregorio Olaso, quien junto al Virrey Marqués de Loreto, a su asesor Sánchez
Moscoso y al Fiscal Arnáiz motivaron los procedimientos criminales en con-
tra de Segovia.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
103
hubiese formado de él la más leve queja de agravio […] estimándolo todos como
a tan proficuo y provechoso vecino […]”146.
Como recuerda Francovich, durante su proceso, Segovia
dijo: “He de defender la patria por el honor de mis hijos hasta perder la última
gota de mi sangre” (Francovich 1948: 67). Esta frase es reveladora,
pues si bien este docto criollo se caracterizó por su fidelidad al
Rey, hay en sus alegatos una clara conciencia de ser americano, de
quererse defensor concernido de sus intereses frente a la posición
dominante de los peninsulares147.
El caso Segovia dista de ser el único de este tipo. Otro es el
del doctor Ignacio Flores, criollo distinguido que había ascendido
temporalmente a la presidencia del Tribunal y contra quien se
hicieron acusaciones similares sobre su actuación en los desórdenes
de 1785. Se acusó a este hombre de haber intentado formar una
compañía de mestizos y fue obligado a renunciar de su cargo.
Flores se defendió denunciando que los “españoles europeos encendidos
contra los criollos” (Durand 1993: 155) habían puesto constantes
trabas en su gestión como autoridad.
Así también, José Pablo Conty, criollo charqueño, Intendente
interino de La Paz, fue acusado en 1795 por los españoles Joaquín
Mosquera -Comandante de Armas- y Diego Quint Fernández
-Alcalde Ordinario de Primer Voto- de estar dominado por el
“espíritu de partido” (Ibid: 157-159), en referencia al partido criollo, en
el que militaban muchos mestizos. En lo sucesivo, se formarían
y enfrentarían dos facciones opuestas en La Paz, una peninsular
apoyada por los milicianos, y una criolla favorecida por vecinos de
la urbe y campesinado indígena. Conty, quien llegó a enfrentarse
en armas contra los españoles, terminó condenado al exilio.
146
Cfr. “Exp. formado en virtud de la información de los méritos y servicios del
Dr. D. Juan José de Segovia, abogado y catedrático de la Universidad de San
Francisco Xavier”. En: ABNB: USFXCH, nr. 30. Declaración del vecino,
Antonio Gómez, Ibid. Supra, f. 3.
147
Aunque claro, su visión es particularmente dura y discriminadora frente a
indios y negros, lo que se debe leer dentro del contexto de su tiempo.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
104
148
Cfr. “Judas Tadeo Andrade, intérprete del estado de ánimo popular en las
postrimerías del Coloniaje, 1789-1800” por Gunnar Mendoza. En: ABNB:
AGML 86, 1971.
149
Cfr. Cfr. ABNB: DIR (19), f. 10 y representación de la lámina nr. 5.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
105
150
Cfr. Mendoza Gunnar, “Judas Tadeo Andrade, intérprete del estado de áni-
mo popular en las postrimerías del Coloniaje, 1789-1800”. En: El Diario, 2da
sección, La Paz, 25. 05. 1971, pp. 1-4.
151
Doc. original en Lima, G. R. Moreno nos da noticia de él. Cfr. Moreno,
Biblioteca Peruana (1896-1907), Biblioteca del Instituto Nacional: Santiago de
Chile, 1896, nr. 537.
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106
152
Un documento significativo en este sentido es el Memorial de Charcas (1582),
en el que los Kuraka principales dirigen al Soberano varios capítulos donde
instan a que se provean los remedios necesarios para hacer justicia. Cfr. AGI,
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108
154
Sólo las Misiones de Oriente constituyeron una alternativa de vida diferente
para los indios.
155
El gobierno de Toledo representa entonces la transición hacia un control más
centralizado de la fuerza de trabajo en Potosí. Cfr. Bakewell 1984: cap. III;
73-90.
156
De cualquier manera, los caciques y mallku estaban obligados a pagar a los azo-
gueros* por cada mitayo no entregado o “indio en plata”. Cfr. J. A. Cole
y Peter Bakewell en: DHB, 2002: t. I: 250-252.
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110
157
Cfr. “Contrarréplica de Victorián de Villava, de 3 de enero de 1795, a la Con-
testación de Paula Sanz, en la que desarrolla sus ideas sobre la condición
jurídica y social de los indios en América”, AGN: exp. 1991, leg. 75, Trans.
En: Levene 1920: Apéndice, Doc. nr. 1, 398-399.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
111
víctimas de la codicia Europea […] [sic]” (f. 30). Como señala el Fiscal:
“[…] La mudanza del clima, el duro trabajo [dentro de las minas], y la
desesperación acabó con la mayor parte de los Negros […] [sic]” (Ibid).
En evidencia, la propuesta de Villava en su Discurso para
la supresión de la mita no fue del agrado de los azogueros, minoría
influyente de españoles –entre los que también habían criollos y
algún que otros mestizo- que encontró en el Intendente de Potosí,
Francisco de Paula Sanz -español monárquico absolutista-, el
portavoz idóneo para defender su posición.
El 19 de noviembre de 1793 -asesorado por el criollo
Pedro Vicente Cañete-, Sanz redactó una contestación al texto del
Fiscal en la que, entre otros curiosos detalles, atribuyó a la hoja
de coca el origen de la pretendida estupidez del indio, e incluso la
responsabilidad de sus llamados “delirios” en la sublevación indígena
de 1780-1782. A lo que el Fiscal, defendiendo el consumo de coca,
respondió: “[…] no puede menos qe decir que el Raynal hablando del uso
de la coca dice, que sirve de alimento, fortifica el estómago y dá fuerzas […]
[sic]”158.
Por su parte, Sanz defendió la idea de que el indígena era
un ser indolente y en ningún caso racional y que forzarlo a trabajar
en la mita era justo pues se lo libraba de la ociosidad y, además,
producía beneficios económicos para el Estado. Estos puntos de
vista eran rebatidos por Villava y reflejan un antiguo debate colonial
sobre la “racionalidad” del originario americano.
En efecto, en el proceso colonizador de América, los
españoles recurrieron a la normalización de la alteridad –el criollo,
el indio, el mestizo, el negro, el mulato, etc.– mediante mecanismos
jurídicos que asignaban ciertos derechos y deberes a cada estrato,
manteniendo en posición de dominio a los españoles peninsulares.
El debate sobre la racionalidad del indígena americano se formalizó
en el siglo XVI a partir de la formación del partido lascasiano que
defendía a los indígenas y reconocía su racionalidad, mientras que
158
Cfr. doc., Trans. En: Levene 1920: Apéndice, Doc. nr. 1, 398.
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112
159
Cfr. Doc. Trans. En: Ibid. Supra: 390-391.
160
“Copia de época del Recurso incoado por los curas de Chayanta contra la
Mita de Potosí, 1 de marzo de 1795”, leg. AGI, Fondo Judicial, EC, exp.
1756-1822. En: CBHD: nr. 26, 37 fs.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
113
161
El mismo año de 1795, la Audiencia fue informada de un intento de revolu-
ción indígena a la cabeza de Victoriano Ayra en Pocoata. La causa había sido
precisamente el no existir RO para la nueva mita.
162
Paula Sanz pensaba resarcir con los ingresos de la nueva mita, los abultados
gastos que motivó la construcción de ciertas máquinas mineras a iniciativa del
barón de Nordenflicht.
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114
163
Cfr. AGN: Doc. Trans. En: Levene 1920, Doc. nr. 6: 434-458.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
115
164
Cfr. Ibid Supra: 456-457.
165
Cfr. Levene 1920, Doc. nr. 51: 142.
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116
166
Cfr. “Pasquín anónimo puesto en la Ciudad La Plata en 1780”. En: ABNB:
Rück 96, f. 9r.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
117
Imasmari y imasmari
[…] ¿Qué importa que los Oidores
tengáis grandes las orejas
si no percibís las quejas,
si no escucháis los clamores? (v. 5)
[…] Me dirán que es conveniente
estén prontos al reparo
por si Katari o Amaro
nos asaltan de repente
[…] pues si esta es vuestra razón (v. 10)
Katari y Túpac Amaro
están sujetos al Rey
y sólo impugnan la ley maliciosa del avaro
[…] ¡Viva el Rey nuestro señor
Y que muera el mal gobierno!167.
167
Cfr. “Décimas esparcidas en la ciudad de La Plata en 1780”. En: Ibid. Supra,
f. 16r.
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118
168
Cfr. “Testimonio del Quaderno quinto de la causa de Pasquines formada en
Cochabamba por el Intendente Viedma […] contra los dos hermanos Arias”,
fs. 178. En: ABNB: EC 1796 nr 17.
169
Otro similar había se había dejado ver en La Plata en 1781. Cfr. ABNB: Rück
96, f. 9r.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
119
bien de los hombres […] en esto consiste la obligación principal de los que
gobiernan, y mientras aligeran o desvían las cargas de los hombros de sus
vasallos, quitándoles las ocasiones de daño, y desconsuelo, vivirán descansados
y seguros conservándose en paz y quietud […]” (f. 6). Esto nos hace
pensar en la frase de Mariano Moreno, ya citada, en su “Disertación
jurídica sobre el servicio de los indígenas”. En ella, el revolucionario
porteño reivindica el derecho a la resistencia al “mal gobierno”,
concepto que a su vez nos remite a las teorías políticas de Aquino
y Suarez que él conoció en San Francisco Xavier. El profundo
contenido legal de estos reclamos anónimos delata el carácter
erudito de sus autores.
Otro anónimo coetáneo a las sublevaciones indígenas
titulado “Lamentos de la América” dice: “[…] Viéndonos con tanto
mal / por todas partes estrechos / con cargos, y con derechos / ya por recurso
fatal, / al derecho natural / nos fue preciso ocurrir […]”170. Estos versos
son muy interesantes ya que aluden a la consciencia de que los
derechos de los americanos habían sido injustamente postergados,
por lo que estos (criollos, mestizos, indígenas pero también afro-
descendientes) hicieron recurso a la justicia. En tono un poco más
subido, en la f. 9 del mencionado expediente, figuran unas décimas
anónimas dirigidas a los españoles que: “[…] proceden contra todos los
criollos con gran maldad en todos los asuntos […] nos tienen aburridos a todos
[…] mueran todos los chapetones, y viva todo criollo […]”. Estas palabras
de contenido profundo y radical, reflejan bien la insatisfacción
americana.
Cuando la sublevación indígena fue acallada en 1782, el
descontento, lejos de ser aplacado, prosiguió sigilosamente por
las calles en los ya habituales pasquines. Algunas veces estos
mostraron un perfil más contundente que aquel que encontramos
en los versos citados, y un tono más encendido en la expresión de
frustraciones y descontento americano contra el “mal gobierno”.
Así por ejemplo, un pasquín aparecido el 28 de diciembre de 1795
170
Cfr. “Lamentos de la América”. En: ABNB: Rück 96, f. 15.
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120
171
Cfr. “Autos formados sobre las averiguaciones del autor de los pasquines
que amanecieron fijados en las puertas de la Iglesia Matriz de Oruro”. En:
ABNB: EC 1796, nr. 35.
172
Cfr. Vázquez-Machicado Humberto, “El Pasquinismo Sedicioso y los Pró-
dromos de la Emancipación en el Alto Perú” en: Obras Completas, t. I, Don
Bosco: La Paz, 1988, t. III, p. 213.
173
Pedro Domingo Murillo fue un pendolista muy conocido por aquellos años.
Cfr. “Sucesos en La Paz desde la noche del 16 del actual mes de Julio hasta
el Día de su salida que fue el 25, 1809”. Encontrado entre los papeles del
Arzobispo Moxó. En: ABNB: Mss GRM nr. 27, f. 1.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
121
que le había prometido, y concluía con estas palabras: “! Viva, viva la livertad!
[…]”174.
Pero una de las muestras más interesantes y duraderas del
pasquinismo sedicioso chuquisaqueño, es el conocido “Diálogo
entre Atahuallpa y Fernando VII en los Campos Elíseos”, manuscrito
que circuló en Charcas hacia 1809175. Su contenido demuestra el
hábil manejo de lo aprendido en San Francisco Xavier que incluía
el conocimiento de las ideas de los enciclopedistas franceses y del
tomismo de origen medieval.
El Diálogo se inicia cuando Fernando VII le confiesa a
Atahuallpa sentirse desgraciado porque Napoleón le ha arrebatado
el trono, dolor al que el Inca se muestra sensible por haber padecido
suerte semejante con la llegada de los españoles, quienes sin
contemplación destronaron a los reyes americanos y a él lo llevaron
al suplicio. En este punto, Atahuallpa defiende la soberanía basada
en la libre voluntad de los pueblos, y llama tirano al que pasando
por encima de este principio subyugase cualquier nación (fs. 1-
3). Fernando se muestra de acuerdo con esta reflexión en lo que
respecta a la invasión francesa, pero justifica el derecho de conquista
en América aludiendo a las Bulas del Papa Alejandro VI, concedidas
a la Corona (f. 5). A esto el Inca responde negando la autoridad
del Pontífice para disponer del destino terrenal del Nuevo Mundo y
demostrando la ausencia del justo título para la dominación (fs. 5-7).
Fernando menciona, entonces, ciertos principios jurídicos como el
del pacto de confianza entre el rey y sus súbditos para elaborar un
silogismo de legalidad de la Conquista, a lo que el Inca responde que
dicho pacto había sido violado por el gobernante y la libertad innata
174
Cfr. “Manuscritos originales formados por la Real Audiencia de Charcas en
Chuquisaca sobre las ocurrencias de la Ciudad los años 1808-1809”. En:
ABNB: Mss GRM 26, f. 11.
175
Cfr. “Diálogo entre Atahuallpa y Fernando VII en los Campos Elíseos”, 10 fs.
En: ABNB: Rück 449. La autoría de este folleto es atribuida por unos -Fran-
covich, Arnade- a Bernardo Monteagudo, y por otros, como José Luis Roca- a
José Antonio Medina, un prolífico papelistas revolucionario de la época.
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122
176
Cfr. ABCLS: ASGHS nr. 0217.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
123
177
Cfr. Declaración de Juan Basilio Catadora, f. 259; de Pedro Domingo Murillo,
f. 11. En: ACLS: ASGHS, Ms. nr. 0163, f. 259.
178
Cfr. “El Virrey del Perú, José de Abascal con ocasión de trasladarse a la Pe-
nínsula D. José Vásquez Ballesteros uno de los Oidores causados de la Auda
de Charcas, etc.”. En: ABNB: ARC (P) 473, 88.
179
Carlos Castañón Barrientos halla importantes semejanzas de estructura y esti-
lo con el Diálogo, lo que conduciría a creer que ambos proceden de una mis-
ma pluma. Cfr. “La Proclama de la Junta Tuitiva y la Proclama de Atawallpa
contenida en el Diálogo de Monteagudo” por Carlos Castañón Barrientos.
En: Presencia Literaria, 11/11/1973, La Paz.
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124
180
Cfr. Doc. Trans. En: Roca 1998: 95. Roca destaca cinco versiones de este do-
cumento. Sobre el debate en torno a la autoría del documento ver también:
Mendoza Pizarro Javier, La mesa coja: Historia de la Proclama de la Junta Tuitiva
del 16 de Julio de 1809, Plural: La Paz, 1997.
181
Tucumano graduado de SFX. Ejerció cátedra en la Academia Carolina y fue
enviado a Sicasica como cura de indios para apartarlo del ambiente insurrec-
cional que se vivía en La Plata.
182
Cfr. Mss GRM 164, f. 95; Doc. Cit. ACLS: ASGHS, Ms. nr. 0163, f. 242, etc.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
125
183
Cfr. Doc. cit. ACLS: ASGHS, Ms. nr. 0163, fs. 231-232.
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126
184
Revolucionario charqueño graduado de la USFXCH en 1808. No se ha po-
dido encontrar su partida de bautismo. Es así que mientras Valentín Abecia
afirma que fue chuquisaqueño, Vázquez-Machicado defiende su origen tucu-
mano. Sea como fuere, vivió desde muy tierna edad en La Plata, donde se
formó como abogado y como revolucionario.
185
Cfr. “Representación de Dn. Manuel Antonio Tardío ante el Exmo. Señor
Virrey en Agosto 26 de 1809”. En: ABNB: Mss GRM 164, 83.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
127
186
Cfr. Doc. cit. ABNB: ARC (P) 473, f. 7.
187
La mayoría de ellos graduados de la USFXCH.
188
Mariano Michel fue un criollo de ideas revolucionarias enviado por la Audien-
cia Gobernadora a La Paz, donde alimentó la semilla de la subversión.
189
Cfr. Doc. cit. ACLS: ASGHS, Ms. nr. 0163, fs. 3 y 15.
190
Cfr. Manuscritos de Reliquias de los trabajos de un copista bibliógrafo e his-
toriógrafo (1872-1876). En: ABNB: Mss GRM 161, f. 92r.
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128
4. 3. Consideraciones particulares
La transformación progresiva del espíritu intelectual en
Charcas fue un paso determinante en la toma de conciencia de
las posibilidades de un Estado que iba madurando y afirmando su
personalidad.
En este proceso influyeron sin duda ideas foráneas -de la
Revolución Francesa y de la Independencia de los Estados Unidos
de Norte América- con las cuales muchos se sintieron identificados,
pero la base teórica del derecho a la resistencia, al autogobierno y
a la libertad en los pródromos de la emancipación de Charcas, se
inspiró en las teorías tradicionales del tomismo medieval actualizado
tres siglos después por Francisco Suárez y Juan de Mariana, autores
conocidos y estudiados en la Universidad de Chuquisaca.
Nuestra intención no es sin embargo quedarnos en el
plano del discurso y en sus posibles intenciones, sino que creemos
necesario considerar la articulación de los postulados sobre prácticas
efectivas que sirvieron para la consecución de ciertos propósitos.
De esta manera se iba abriendo paso la revolución, momento en el
que, en el camino de la historia, se encuentran el pensar, el decir y
el hacer.
191
Cfr. Muñoz Cabrera Juan, Guerra de los 15 años en el Alto Perú, Imprenta del
Independiente: Santiago de Chile, 1867, pp. 32-33.
192
Cfr. “Expediente que contiene la Carta del M. R. Arzobispo escrita al cura
de Cochabamba Dr. Cardona y Tagle, y presentada a este Superior Tribunal.
Plata, 9 de abril de 1809” En: ABNB: ARC (P) 472.
III.
Los hechos: La dinámica de la Rebelión
193
Moxó refirió al Intendente de Cochabamba en 1807: “[…] Los abusos que he
encontrado son infinitos y en todo género: la relajación muy grande […]”. Cfr. Doc. cit.
“Copiador de la correspondencia, etc.”. En: ABNB: MssGRM 25.
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134
194
Cfr. “Confesión de Don Antonio Paredes, Alcalde Provincial del Cabildo del
Cuzco”, AHN: Consejo de Indias, leg. 21 348, nr. 7. En: ABNB: ARC (P)
464, f. 10.
195
Cfr. “Carta del Tribunal de la Audiencia de Charcas al Virrey del Río de La
Plata Liniers, La Plata, 26 de octubre de 1808”. En: ABNB: Mss GRM 26, fs.
14r.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
135
196
Cfr. Doc. cit., “Confesión de Don Antonio Paredes, etc.” f. 10.
197
Cfr. “Espectáculo de la verdad. Manifiesto imparcial de la revolución acae-
cida en Chuquisaca” Dispuesto en forma de Diario para un ciudadano de La
Plata. En: ABCLS: ASGHS nr. 0158, f. 7.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
136
198
Dada su heterogeneidad y límites imprecisos de grupo, no tomamos el térmi-
no élite como clase, sino como el segmento de más alta jerarquía de cualquier
unidad social, siguiendo en este caso los criterios de posición y privilegio ba-
sados en las relaciones de poder descritas. Cfr. Seymour 1967: 90.
199
Dispuesta por el Consejo de Indias el 10 de abril de 1808.
200
Cfr. Doc. cit. “Carta del Tribunal de la Audiencia de Charcas al Virrey del Río
de La Plata, etc.”. En: ABNB: Mss GRM 26, f. 16.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
137
201
Cfr. “Vista reservada del Fiscal de la Audiencia de Charcas del 6 de febrero de
1809, […] contra los procedimientos del Presidente García Pizarro y Arzobis-
po Moxó, La Plata 7 de septiembre de 1809”. En: ABNB: Mss GRM 161, f.
119r.
202
Cfr. Doc. cit. ABNB: Mss GRM 26, f. 15.
203
Cfr. Doc. cit. supra, f. 128r.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
138
204
Como más adelante pudo inferirse, además de la misión que le había confiado
la Junta española, Goyeneche había recibido encomienda del francés Jacques
Murat -comandante de las tropas napoleónicas- para mover a las Colonias a
favor de José I, así como de la Corte del Brasil, con el mismo propósito, esta
vez en favor de Carlota Joaquina de Borbón de la casa de Braganza. Cfr.
ABNB: Mss GRM 161.
205
Cfr. “Carta episcopal de Moxó del 10 de noviembre de 1808 con motivo de la
llegada de Goyeneche”. En: ABNB: M 588.
206
Cfr. ABNB: Mss GRM 26, f. 5.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
139
207
Cfr. Doc. cit. ABNB: MssGRM 26, f. 14r.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
140
208
La ley sálica de Felipe V (1713) descalificaba a las mujeres para acceder al tro-
no de España, pero lo que pocos sabían -Moxó entre ellos- era que ésta había
sido abrogada en secreto por Carlos IV en 1789.
209
Desde hacía varios años, Inglaterra había fijado su atención en la América
española. En 1806 y 1807 llegaron incluso a invadir Buenos Aires y Monte-
video. Ante la amenaza, en La Plata Pizarro había empezado a disciplinar mi-
licias urbanas. Era la primera vez que los pobladores se organizaban para la
defensa del territorio propio contra una potencia extranjera, lo que despertó
nuevos sentimientos hacia el suelo natal. Pero la intención inglesa era esen-
cialmente la de ganarse el favor de los habitantes poniendo en evidencia la
ineptitud de los gobernantes españoles y proponiendo provechosos negocios
comerciales. René Moreno cuenta que aunque muy mal recibidos, circularon
en La Plata pañolones de seda con proclamas británicas. Cfr. René Moreno
1997: 94.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
141
210
Cfr. Doc. cit. ABNB: ARC (P) 464, f. 5, f. 27.
211
Cfr. Doc. cit. ABNB: Mss GRM 161, f. 124r.
212
Liniers había logrado la capitulación de los ingleses después de la invasión de
1806. A pedido de la gente levantada entró en lugar del Virrey Sobremonte.
Sassenay llevó en agosto de 1808 ante Liniers las CR emanadas en Madrid el
14 y 17 de junio, que pretendían el reconocimiento de la autoridad de José I.
213
Cfr. “Vista del Fiscal de s. M. en el proceso ó causa sobre el origen y examen
del acontecimiento del 25 de mayo de 1809 en Chuquisaca, 23 de agosto de
1809”. En: Mss GRM 31, f. 4, f. 25.
214
Cfr. Doc. cit. ABNB: Mss GRM 161, f. 126.
215
Cfr. Ibid supra, f. 129.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
142
216
Cfr. “Acta de la Junta General celebrada en la Universidad con motivo de la
recepción de pliegos de la Corte del Brasil”, Trans. en: Acosta R. Hilarión,
La evolución de Bolivia. Documentos fundamentales, Túpac Katari: Sucre, 2004: 18-
21. Ver también un ejemplar en: ABNB: ARC (P) 469, fs. 5-6.
217
Si hoy tenemos noticia de dicho documento es gracias a una copia furtiva que
circuló en la época, y que fue encontrada entre los papeles del revolucionario
chuquisaqueño Jaime Zudáñez en el Archivo Histórico de Uruguay. Otra fue
hallada en el AHN.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
143
en una debilidad de fuerzas, y de luces […], como denotan los mismos hechos
[…]”218. Lo que es más grave aún, aconsejó:
218
Cfr. Doc. cit. ABNB: Mss GRM 26, f. 15r.
219
Cfr. Doc. cit. ABNB: Mss GRM 161, f. 128r.
220
Cfr. Doc. cit. Mss GRM 31, f. 50.
221
Cfr. “Informe de la Audiencia de Charcas a s. M., de 19 de octubre de 1809,
etc.” En: ABNB: AGML 76c, Trans. AGI: leg. 21 271, f. 16.
222
Cfr. Doc. cit. ARC (P) 469, f. 41.
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144
223
Cfr. Doc. cit. ABNB: MssGRM 25: 78.
224
Cfr. “Oficio del Presidente García Pizarro al Intendente de Potosí anuncián-
dole el grave estado de la ciudad”, Trans. AHN Consejo de Indias, leg. 21391,
22, f. 9r. En: Just Lleó 1994: 654.
225
Cfr. “Oficio del Presidente García Pizarro al Intendente de Potosí solicitando
el envío de unas compañías de soldados”, Trans. AHN Consejo de Indias, leg.
21391, 22, f. 12. En: Ibid. supra: 656.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
145
226
Cfr. “Vista del Fiscal López Andreu en la que expone la necesidad de la dimi-
sión del Presidente. 25 de mayo de 1809”, Trans. AHN: Cons. leg. 21391,
4, f. 58r. En: Ibid supra, Doc. 22, p. 657.
227
Apoyaba su decisión en la RLI, Ley, 39, tít. 15, lib. 2 que señala: “[…] ningún
Oidor por sí solo puede hacer información contra el Presidente pública ni secreta por ningún
caso, ni causa que haya para ellos, sin particular orden de s. M. […]”.
228
Cfr. “Relación Anónima sobre la conmoción del 25 de mayo de 1809 en Chu-
quisaca”. En: ABNB: Mss GRM 164, p. 26r.
229
Cfr. “Informe de Arenales a la Real Audiencia Gobernadora sobre lo ocurri-
do el 25 de mayo de 1809”. En: ABNB: ARC (P) 463, Trans. AHN: Consejo
de Indias, leg. 21 348, pieza nr 7, f. 108r.
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146
230
Cfr. ABNB: ARC (P) 469, f. 87.
231
Cfr. “Comparecimiento a Don Tomás Alcérreca, Defensor de Naturales y
vecino”. En: ABNB: Rück 260, 96 fs.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
147
232
Cfr. “Oficio a Don Hidalgo de Cisneros, 11 de agosto de 1809 por M. Anto-
nio Tardío”. En: ABNB: Mss GRM 164: 72.
233
Cfr. “Informes del Virrey Abascal sobre el 25 de Mayo y el 16 de julio de
1809”. En: Homenaje de la Sociedad Geográfica al Primer Grito de Independencia dado
el 25 de Mayo de 1809, Municipal: Sucre, 1896, p. 2.
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148
234
Cfr. “Representación del Señor M. A. Tardío ante el Excelentísimo Señor
Virrey en agosto 26 de 1809”. En: ABNB: Mss GRM 164: 80r.
235
Cfr. “Oficio del Presidente del Cuzco, Goyeneche al de Charcas Nieto, 20 de
diciembre de 1809”. En: Mss GRM 164: 94r.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
149
236
La acción de los Ministros nos permite insistir en la pertinencia de reformular
la Historia política saliendo de la imagen tradicional y reductora que tenemos
de los detentores del poder (político, económico, intelectual, etc.) como grupo
exclusivamente dependentista, reaccionario, homogéneo, egoísta e inmóvil.
237
Cfr. “Carta reservadísima de Pizarro a Paula Sanz, mayo de 1809”. En:
ABNB: Mss GRM 161: 78.
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150
chichería […]”, y añade que sus intenciones eran: “[…] que se forme
Junta Independiente; que se haga República de Criollos con otros disparates que
no dejarían de poner en confusión al mismo Real Acuerdo […]”238.
El grupo radical actuó la noche del 25 de Mayo de 1809 en
La Plata, utilizando distintos medios para llamar a la subversión.
El abogado criollo Juan Manuel Lemoine, venciendo la oposición
de los frailes subió a la torre de San Francisco a tocando a rebato
las campanas de la iglesia. Los sublevados se habían apoderado
también del campanario de la Catedral, es así que el Alguacil
Tardío, declaró haberse visto obligado a mandarlo cerrar por la
fuerza: “[…] arrojando de allí al Francés José Sivilat y a un sirviente del
abogado Zudáñez que tocaban a rebato […]”239. Mientras tanto, el joven
abogado Bernardo Monteagudo iba de un lado al otro con un sable
en la mano y dos pistolas en la cintura, y el Alcalde Provincial Juan
Antonio Fernández gritaba a la gente: “¡Vayan, vayan hijos, que nos
quieren entregar a la Carlota!”240. Así también, los doctores criollos
José Joaquín Lemoine -capitán que custodió a Pizarro en prisión-
, José Benito y Tomás Alcérreca - Secretario de la Universidad-
, José Patricio Malavia -que mandó a fabricar municiones-; José
Mariano Serrano, el español Juan Antonio Álvarez de Arenales -
que fue designado Comandante General-; el médico criollo que se
hizo Capitán Manuel Corcuera entre otros, abrieron junto a la gente
amotinada bajo la claridad de la luna del 25 de Mayo por la noche
la acción subversiva y emancipadora en Charcas.
238
Cfr. Benavente Marcos Fray, Relación Histórica del 25 de Mayo de 1809, Impr.
Bolívar: Sucre,1893, p. 7.
239
Cfr. Doc. cit. “Oficio a Don Hidalgo de Cisneros, etc.”. En: ABNB: Mss
GRM 164: 70.
240
Cfr. Ibid. supra.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
151
241
Cfr. Doc. cit. “Representación del Sr. M. A. Tardío, etc.”. En: ABNB: Mss
GRM 164: 79.
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152
242
Cfr. Doc. cit. supra, f. 80r.
243
Cfr. Doc. cit. “Representación del Sr. M. A. Tardío, etc.”. En: ABNB: Mss
GRM 164: 84.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
153
244
Varios son los documentos que cuentan este incidente. Cfr. p. ej. las declara-
ciones en Doc. cit. “El Virrey del Perú José Abascal con motivo, etc.”. En:
ABNB: ARC (P) 473: 61.
245
Cfr. “Declaración del Juez Real Subdelegado del Partido de Yamparáez, etc.”,
ABNB: ARC (P) 463, Trans. AHN: Consejo de Indias, leg. 21. 348, 7, f.
110.
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154
246
Cfr. Doc. cit. supra “Oficio a Don Hidalgo de Cisneros, etc.”. En: ABNB:
Mss GRM 164: 70.
247
Cfr. “Causa criminal contra Francisco Ríos el Quitacapas, años 1809-1811”.
En: ABNB: EC, 1811, nr. 30, f. 37r.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
155
248
Cfr. “Causa criminal seguida de oficio por la rebelión de esclavos y la fuga del
caballar durante la revolución del 25 de mayo de 1809”. En: CBDH: EC,
Esclavos, nr. 20, 2 fs.
249
Cfr. “Espectáculo de la verdad. Manifiesto imparcial de la revolución acae-
cida en Chuquisaca” Dispuesta en forma de Diario para un ciudadano de La
Plata, 25 fs. En: ABCLS: ASGHS nr. 0158, f. 23.
250
Cfr. Lemoine J., Biografía de Don José Joaquín Lemoine, Odry: Bruselas, 1910: 34.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
157
251
Cfr. Doc. cit. “El Virrey del Perú José Abascal con motivo, etc.”. En: ABNB:
ARC (P) 473: 69.
252
Cfr. Doc. cit. “Representación del Sr. M. A. Tardío, etc.”. En: ABNB: Mss
GRM 164: 79.
253
Cfr. “Una figura femenina del 25 de mayo de 1809. Cartas inéditas de dona Maria An-
tonia Río de Ussoz en la BNB”, recopilación de Gunnar Mendoza Loza. En:
Última Hora, ed. Especial del Sesquicentenario de la República de Bolivia, La
Paz, 01/06/1975, sección nr. 3, pp. 5-8.
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158
254
Cfr. Ibid. Supra
255
Cfr. Lista de algunos documentos que reposan en Sevilla sobre la conmoción
del 25 de Mayo de 1809 en La Plata. “Escrito presentado por Doña Francisca
Zurita, comprometida en los sucesos del 25 de Mayo, pidiendo se le rebaje la
prisión que sufre”, fs. 23. En: ABSGHS: 0166.
256
Cfr. Documentos, CBDH, UMRPSFXCH, año 3, nr. 17, 03. 2005, nr. 19,
05.2005.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
159
1. 5. Consideraciones particulares
Desde el atardecer del jueves 25 de mayo de 1809, en la
ciudad de La Plata había corrido libremente el torrente subversivo,
llevando en su caudal la acumulación de siglos de insatisfacción,
descontento y frustración colonial. Los Magistrados de la Audiencia
de Charcas habían propiciado la conmoción popular en defensa de
los intereses de Fernando VII, preso en España y, por lo tanto,
ante un vacío de poder. Como señalan todas las fuentes expuestas
hasta ahora, sus intenciones miraban en realidad a legitimar los
anhelos de un gobierno propio, en Charcas por las circunstancias
que atravesaba la Monarquía española y el desarrollo del poder
político de la Audiencia de Charcas. De la lucha participó también
una minoría revolucionaria que consideró dicho escenario como
el más favorable para apurar la separación de la Metrópoli. Pero,
como veremos enseguida, las ocurrencias de aquel día en La Plata
fueron sólo el inicio del fenómeno revolucionario en Charcas, cuyas
resultas sentarían precedente en el resto de América del Sur.
257
Cfr. “Al Excelentísimo señor doctor don Juan José Castelli, […] las damas
patriotas de la ciudad de La Plata, y á su nombre doña Maria Magdalena Al-
dunate, […] 27 de diciembre de 1816”. En: BSGHS: Sucre, año XI, 02/1909,
t. IX, nr. 102.
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160
258
Cfr. “Decreto de la Audiencia declarando reasumido el mando en la Presiden-
cia de Charcas”, Trans. AHN: Consejo de Indias, leg. 21342, 2, f. 2. En: Just
Lleó 1994: Doc. 33: 670.
259
Cfr. “Declaración de Don Feliz Frías, etc.”, en: Doc. cit. ABNB: ARC (P) 473:
77.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
161
260
Cfr. Doc. cit. ABNB: ARC (P) 464, f. 5.
261
Cfr. Doc. cit. ABNB: EC, 1811, nr. 30, f. 1.
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162
262
Cfr. “Informaciones verbales sobre los sucesos de 1809 en Chuquisaca por
Gabriel René Moreno”. En: Presencia, La Paz, 25. 05. 1984.
263
Cfr. “Primer oficio de Paula Sanz dirigido al Tribunal de la Audiencia”. En:
Doc. cit. ABNB: Mss. GRM 16: 7.
264
Cfr. “Declaración de Dn José Lorenzo Ruiz Villegas”. En: Doc. cit. ABNB:
ARC (P) 473: 88.
265
Cfr. “Declaración de Dn Félix Frías, etc.”. En: Doc. cit. ABNB: ARC (P)
473: 78.
266
Cfr. Just Lleó 1994: 674, Trans. del AHN: Consejo de Indias, leg. 21391, 92,
f. 1.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
163
267
Cfr. “Auto de la Audiencia dándose por enterada de los sucesos de La Paz, La
Plata, 24 de julio de 1809”, en: Just Lleó 1994: 711, Trans. AHN: Consejo de
Indias, leg. 21392, 54, f. 8.
268
Cfr. “Oficio del Intendente de Potosí a la Audiencia de Charcas quejándose
de su actitud ante los asuntos del momento, Potosí, 5 de agosto de 1809”,
Trans. AHN: Consejo de Indias, leg. 21391, 22, f. 33, en: Ibid Supra. Ver
también: Doc. cit. En: ABNB: ARC (P) 473: 24.
269
Cfr. “Vista del Fiscal López Andréu, La Plata, 24 de agosto de 1809”. En:
Just Lleó 1994, tras. AHN: Consejo de Indias, leg. 21391, 22, f. 81r.
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164
recibió una Real Provisión contra sus “miras hostiles”, que el Fiscal
tachó de pretexto frívolo y capcioso: “[…] turba de propócito, y con
achaques especiosos el sosiego de una Villa que ni lo reconoce por Gefe […] ni
por nada de aquellos a que con escándalo se entremete y usurpa [sic] […]”270.
En este punto, el nutrido enfrentamiento de papel sellado, ya había
roto las relaciones entre ambos.
Mientras todo esto ocurría, a fines de julio de 1809, el oficial
de la marina española Baltasar Hidalgo de Cisneros, había sido
nombrado Virrey del Río de La Plata en reemplazo de Liniers271.
Al enterarse de los hechos, en un primer momento Cisneros pidió
al gobierno de la Audiencia no hacer la menor novedad hasta que
la llegada del nuevo Presidente, e instó al Intendente de Potosí, a
mantenerse neutral. Esta noticia llenó de júbilo a los Oidores,
quienes continuaban sosteniendo que La Plata se encontraba
en perfecta tranquilidad. Como dijo el historiador español
contemporáneo, Mariano Corrente: “[…] Mientras que dicha ciudad
de Charcas estaba ardiendo en el más vivo fuego revolucionario, aparentaba
su Real Auda una engañosa calma; i trataba de convencer de la cesación de
los desórdenes al Virrey de Buenos Aires, a fin de paralizar con estos falsos
informes todo esfuerzo que pudiera hacerse para tomar la debida satisfacción de
aquellas tropelías [sic] […]” (Corrente 1829: 33). Sin embargo, una
vez informado de los pormenores del caso, Cisneros se mostró más
duro en los oficios dirigidos a la Audiencia -8, 12 y 16 de agosto,
ordenando poner en libertad a los reos del 25 y suspender los
preparativos bélicos.
Mientras tanto, en La Plata, los Ministros ya no gozaban
del apoyo que tuvieron al comienzo de la revolución. Esto se
debía a que, incapaces de controlar la agitación local, ellos habían
adoptado actitudes drásticas contra quienes se les oponían. Muchas
270
Cfr. Ibid. Supra.
271
La orden había emanado de la Junta Central española, lo que en el fondo
hacía de Cisneros una autoridad sin embestidura real legítima a los ojos de los
Ministros de la Audiencia de Charcas.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
165
272
El Ministro Tesorero de la Real Hacienda Feliciano de La Corte, el Alguacil
Tardío y el Oidor José Félix Campoblanco -designado en julio de 1809- lo-
graron salir a Potosí. Los tres prestaron declaración a Paula Sanz sobre los
hechos en La Plata.
273
Cfr. Doc. cit. En: ABNB: ARC (P) 473: 88.
274
Cfr. “Dos Vistas en que el Fiscal de s. M. consulta que la Real Audiencia sus-
penda el cumplimiento de ciertas órdenes del Virrey H. de Cisneros, […]”.
En: ABNB: Mss GRM 161.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
166
275
Cfr. “Manuscrito de los sucesos políticos que tuvieron lugar en Chuquisaca,
desde 1808 hasta 1814. La Plata”, fs. 21, en: ABNB: Rück 301, f. 4r.
276
La mayoría de los involucrados fueron detenidos, desterrados o puesto en
arresto preventivo.
277
Cfr. “Informe de la Audiencia de Charcas a s. M., de 19 de octubre de 1809,
[…]”, en: ABNB: AGML 76c, Trans. AHN: leg. 21 271, en: ABNB: AGML
76c.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
167
278
Cfr. Vista del Fiscal López en 9 de agosto de 1809 cit. por Tardío en: Doc. Cit.
Supra. En: ABNB Mss GRM 164: 91r.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
168
279
Cfr. Ibid. Supra: 86.
280
En 1809 Presidente de la Audiencia del Cuzco, desde donde bajó con sus
tropas realistas a tratar de apagar los ánimos subversivos de Charcas. Cfr.
“Informe de Goyeneche, Estracto del opúsculo intitulado: “Sucinta exposi-
ción documentada de los nobles hechos, grandes servicios i padecimientos
del Teniente General Marqués de Casa-Pizarro”. Rn: ABCLS, 091/m26, Ms.
1809-1815, Doc. nr. 13, f. 163.
281
Cfr. “Don Vicente Nieto […] Precidente de esta Real Audiencia de Charcas,
etc. a los habitantes de La Plata, 13 de febrero de 1810”. En: ABNB: ARC
(P) 469, fs. 8-9: 89-91.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
169
282
Los Oidores nunca pudieron volver a ocupar altos cargos en América, don-
de los patriotas los consideraban chapetones, y los realistas “los del 25 de
Mayo”.
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170
283
Queremos destacar que entre los pocos historiadores que ha trabajado y des-
tacado el papel de la región oriental de Charcas en este período figuran José y
Humberto Vázquez-Machicado y José Luis Roca. Cfr. Vázquez-Machicado
1988; Roca 1999 y 2007.
284
Cfr. “Expediente formado en virtud de los alborotos causados en Santa Cruz
por los negros e indios tributarios”, 14. fs., en: ABNB: EC nr.8. Según
parece, después de este intento de subversión, el temor a los esclavos negros
que trabajaban en los cañaverales y en las haciendas se vio agudizado, por lo
que las autoridades pusieron en marcha lo que llamaron una “limpieza”.
285
Cfr. Vázquez-Machicado Humberto, “La efervescencia Libertaria en el Alto
Perú de 1809 y la Insurrección de Esclavos en Santa Cruz de la Sierra”. En:
Obras Completas, Don Bosco: La Paz, 1988, t. III: 336.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
171
286
Cfr. “Declaraciones preventivas sobre la insurrección y levantamiento causa-
do por Pedro Domingo Murillo y Juan Bautista Sagárnaga y demás cómpli-
ces”. En: ACLS: ASGHS, Ms. nr. 0163, fs. 2-3.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
172
287
No sólo la renuncia de varios peninsulares, sino el juramento que se obtuvo
de ellos para respetar el nuevo Gobierno revolucionario permitieron que se
afiancen las bases del mismo.
288
Cfr. “Relación del Excmo. Señor Virrey del Perú D. José Abascal y Sousa,
[…] a su sucesor el Excelentísimo Señor Don Joaquín de la Pezuela, año de
1816”. En: ABNB: M 1139: 152-153.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
173
289
Dicho impuesto volvería a entrar en vigor después de acallada la revolución
y que no sería definitivamente suprimido hasta la decisión tomada en Cádiz
en 1812. Como ya mencionamos antes, en la práctica un indígena noble fue
escogido por cada partido en el Congreso representativo de los derechos del
pueblo.
290
Gran parte de los protagonistas de la revolución paceña fueron Doctores de
SFX: Melchor León de la Barra, Juan Manuel Mercado, Juan de la Cruz Mon-
je, Pedro Domingo Murillo, Sagárnaga, los dos Lanza, Catacora, Tiburcio
León de la Barra, Gerónimo Calderón de la Barca entre otros.
291
Cfr. “Sucesos ocurridos en La Paz los días 19 y 20 de octubre”, fs.2. En:
ABCLS: ASGHS 0162, f. 2.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
174
292
Cfr. Doc. cit. “Oficio de Goyeneche a Nieto, La Paz, 9 de diciembre de 1809”.
En: ABNB: Mss GRM 164, f. 1.
293
Cfr. Ibid. Supra, f. 2r.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
175
294
Durante varios años prevaleció la tesis de historiadores chilenos como Barros
Arana y Miguel Luis Amunátegui, según la cual el autor de este opúsculo ha-
bría sido Martínez Rosas. Hoy por hoy rectificaciones serias de estudiosos
del tema como Ricardo Donoso, nos permiten aseverar que este documento
es fruto de la pluma de Jaime Zudáñez. Cfr. Donoso Ricardo, El catecismo
político-cristiano, Imprenta Universitaria: Santiago de Chile, 1943. A este res-
pecto aconsejamos vivamente la lectura del capítulo XIV del último libro de
José Luis Roca (2007), “Jaime Zudáñez exporta la revolución (1811-1832).
Cfr. Roca: 2007: 309 y ss.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
176
295
Sobre Serrano ver también: Roca 2007: 387 y ss.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
177
296
“Sumaria de la fuga de Don Bernando Monteagudo y del Alcalde de Corte
Don Bartolomé Pizarro”. En: ABNB: Mss GRM 46, Manuscritos Chuqui-
saca, t. I., (1795-1816), nr. 5, 1810.
297
Cfr. Monteagudo cit. En: Muñoz R. Juan, Vida y escritos de D. Bernardo Mon-
teagudo, ed. s. Tornero y Cía., Valparaíso, 1859, pp. 83-84.
298
Cfr. Bernardo Monteagudo, Quito, marzo 17 de 1823, cit. En: Ibid supra: 86.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
180
299
Cfr. Bernardo Monteagudo, El Censor de la Revolución, Chile, 1820. cit. En:
Ibid. supra: 24.
300
Cfr. Bernardo Monteagudo cit. En: Ibid. supra: 37.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
181
301
Así mismo, muchos esclavos y pardos libres habían sido reclutados en las
tropas realistas. Cfr. Helg Aline, Liberty and equality in Caribbean Colombia
(1770-1835), University of North Caroline Press: Estados Unidos, 2004, p.
251.
302
El 1ero de enero de 1809 Martín Alzaga defendiendo principalmente los inte-
reses del mencionado grupo, formó Cabildo abierto y una Junta que buscaba
la renuncia de Liniers, pero sus propósitos fueron frenados por las milicias de
Cornelio Saavedra. Este movimiento de intereses muy particulares y dividi-
dos pudo haber influido por diferentes medios en Charcas.
303
Le escribió al Virrey del Perú Abascal pidiéndole poner Charcas bajo su cus-
todia por precaución. Este pedido fue escuchado en julio de 1810.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
184
304
El miembro del Cabildo José María García de Toledo había reunido tropas del
barrio negro y mulato de Getsemaní para hacer frente a los españoles. Cfr.
Helg 2004: 122.
305
Como en el caso de Cartagena, se quiso utilizar a la gente de color. El 2 de
julio de 1810, mulatos y negros ocuparon las calles aledañas al lugar donde
debatía el Cabildo. Cfr. Ibid. supra: 125.
306
Cfr. Barba Enrique (dir.), Iberoamérica, una comunidad, etc. Cultura Hispánica:
Madrid, 1989: 516.
307
El 23 de enero de 1811 las instituciones revolucionarias establecidas en Mom-
pox fueron echadas abajo por las tropas realistas de Cartagena.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
186
308
Cfr. Op. Cit. Supra. Iberoamérica, etc. una comunidad, etc.: 1989, p. 505.
309
Como sabemos, así como en Charcas, en el Reino de Nueva España los indios
constituían la mayoría de la población.
310
Morelos había extendido la insurrección hacia el Sur. En 1813 formó un
Congreso en Chilpancingo, en el que se proclamaron abiertamente las inten-
ciones de independencia.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
188
2. 5. Consideraciones particulares
Entre 1808 y 1824, el movimiento juntista americano
tuvo un carácter permanente y las juntas se desarrollaron en una
primera fase de forma simultánea, culminando con la lucha por
la independencia en una fase posterior. Por lo tanto es necesario
tener presente que se trata de dos momentos diferentes ya que, en
el primero, no había intención de separarse de la Metrópoli, salvo
en los anhelos íntimos de una minoría revolucionaria y radical,
mientras que en el segundo se manifiesta claramente la voluntad de
independencia.
Charcas es un buen ejemplo de lo anterior ya que entre los
siglos de sumisión y los años de lucha por la independencia, hubo
un período intermedio donde se aspiraba a la autonomía política y
financiera en relación a la cabecera virreinal, sin que ello significara
secesión.
El pronunciamiento por el derecho al autogobierno
en Charcas puede caracterizarse como una hábil salida política
reformista que desembocó en revolución emancipadora.
Conclusiones
La investigación histórica que hemos realizado, desemboca
en pautas interpretativas que aquí exponemos a manera de
conclusión:
A fines de la Colonia, la Real Audiencia de Charcas se
caracterizó por ser una jurisdicción sui géneris, fluctuante entre dos
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
190
2. “Expediente que contiene el embargo de los bienes del Doctor Don Juan José de
Segovia, de orden del Señor Virrey de estas provincias”, Extracto del índice de libros.
En: ABNB: USFX, nr. 59, fs.19v-29.
4. “Diálogo entre Don José de Alcalá y el procurador Patricio Malavia, etc.”. En:
ABNB: Mss GRM 19.
6. Versos y pasquines que circularon durante los levantamientos indígenas hacia 1780
en La Plata, Cochabamba y Oruro. En: ABNB: Rück 96, fs. 9r-17r.
8. “Manifiesto dirigido a los fieles vasallos de su Majestad católica el Rey de las Españas e Indias por
su Alteza Real Doña Carlota Joaquina Infanta de España, princesa de Portugal y Brasil, Río de
Janeiro, 19 de agosto de 1808”, 5 fs. en: ABNB: Mss GRM 164, pp. 101-103.
9. “Diálogo entre Atahuallpa y Fernando VII, en los Campos Elíseos”, 10 fs. En:
ABNB: Rück 449.
10. “Carta del Tribunal de la Audiencia de Charcas al Virrey del Río de La Plata Liniers,
La Plata, 26 de octubre de 1808”. En: ABNB: Mss GRM 26, fs. 11-17r.
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196
11. Discurso que pronunció el Ilustrísimo Señor Doctor Don Benito María de Moxó y de
Francolí, Arzobispo de La Plata, el día 27 de septiembre de 1808, etc., Real Imprenta de
los Niños Expósitos: Buenos Aires, 1808. En: ABNB: Mss GRM 164: 80-81.
12. “Vista del Fiscal de La Plata, 6 de febrero de 1809”. En: ABNB: Mss GRM
161, pp. 116-129r.
13. “Vista del Fiscal de Su Majestad en el proceso o causa sobre el origen y examen
del acontecimiento del 25 de mayo de 1809 en Chuquisaca, 23 de agosto de
1809”. Encontrado entre los papeles del Arzobispo Moxó. En: Mss GRM
31, fs. 48-53.
15. “Manuscrito de los sucesos políticos que tuvieron lugar en Chuquisaca, desde
1808 hasta 1814. La Plata”. En: ABNB: Rück 301, fs. 2-4r.
18. Extracto de la “Declaración del Juez Real Subdelegado del Partido de Yamparáez,
y Comandante de las Armas de esta Capital por nombramiento de esta Real
Audiencia Gobernadora informando acerca de lo acaecido el 25 de Mayo de
1809”. En: ABNB: ARC (P) 463, Trans. del AHN: Consejo de Indias, leg. 21.
348, pieza 7, pp. 3-19. Ortografía modernizada.
19. “El Virrey del Perú, con ocasión de trasladarse a la Península Dr. José Vázquez
Ballesteros uno de los Oidores causados de la Audiencia de Charcas remite los
documentos que califican el manejo de aquellos Ministros”. En: ABNB: ARC
(P) 473, fs. 61-140.
20. Extracto de las “Sumarias, autos y demás actuaciones formados por los sucesos
del día 25 de mayo de 1809 y sus incidencias, realizadas por el Presidente Vicente
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
197
Nieto por orden del Virrey del Perú en 2 de enero de 1810”. En: ABNB: ARC
(P) 469, fs. 17-28.
21. “Representación del Señor Manuel Antonio Tardío ante el Excelentísimo Señor
Virrey en agosto 26 de 1809”. En: ABNB: Mss GRM 164, pp. 79-92.
22. “Prólogo de la traducción que hizo Mariano Moreno del Contrato Social de Juan
Jacobo Rousseau, Imprenta de los Niños Expósitos, Buenos Aires, 1810”. En:
ABNB M1393, 6 pp.
23. “Reflexiones políticas escritas bajo el título de Instinto Común por el Ciudadano
Tomas Payne y traducidas abreviadamente por Anselmo Matein, indígena del
Perú. Impreso en Londres por cuenta de su mismo traductor, 1811”. En:
ABNB: GRM 46, Ms. de Chuquisaca, t. I (1795-1816), nr. IX, 1811. Extracto
del prefacio f. 118.
24. “Escrito anónimo de El Español Americano a un Muy Señor mío Español residente en
Buenos Aires, Potosí, 18 de septiembre de 1809”. En: ABNB: ARC (P) 471, fs.
1-2r.
25. Extracto del “Diario de las discusiones y actas de Cortes, t I., Imprenta Real: Cádiz,
1811: 346-352.
Anexo 1
311
Extracto del índice de libros de Porlier. En: ABNB: EC, 1769, nr. 125, fs. 1-6.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
199
Libros en cuarto
Primeramente Las Ordenanzas de Marina en dos tomos pasta 15,,
Ítem Derecho natural y de gentes, P. Pufendorf con notas
de Barbeirac en dos tomos pasta 15,,
Ítem Ensayo Filosófico de Loke, en francés pasta (f. 2r) 08,,
Ítem Grosius, De jure Belli con notas de Barbeirac, tradu-
cido en francés dos tomos pasta 15,,
Ítem Ensayo de las leyes naturales y del derecho primitivo
por Monsieur Strube en francés, un tomo 06,,
Ítem Historia del Concilio Tridentino por Pablo Sarpi, en
francés, tres tomos pasta 20,,
Ítem Costumbres de los salvajes de América por el Padre
Lafiteau en francés, con láminas, dos tomos 15,,
Ø Ítem Defensio declarationis cleri gallicani authore Jacovo
Benigno Bosueten pasta, dos tomos 35,,
Ítem El espectador inglés, en francés, tres tomos pasta 24,,
Ítem Heinecio opera omnia, ocho tomos en pasta 50,,
[…]
Ítem Viaje de Monsieur Fresier al Mar del Sur, un tomo
en francés pasta 08,,
Ítem Vida de Fray Bartolomé de los Mártires Arzobispo
de Braga, un tomo 04,,
Ítem Biblioteca promptuaria de Ferraris, ocho tomos 45,,
Ø Ítem Padilla, Leyes Penales, un tomo 02,,
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
201
Ítem Gumilla, El Orinoco Ilustrado, dos tomos en uno (f. 3r) 06,,
[…]
Ítem La Proserpina. Poema histórico, un tomo 03,,
[…]
X Ítem El Espectáculo de la naturaleza, dieciséis tomos 50,,
Libros en octavo
Primeramente La Ilíada y Odisea de Homero, traducido en francés
por Madama [sic] Dasieu, ocho tomos pasta 16,,
Ítem El espión turco, seis tomos en francés, pasta 12,,
Ítem Historia de Venecia por Hamelot, en francés, tres
tomos pasta 06,,
Ítem Malebranche, De inquirenda veritate, en francés,
cuatro tomos pasta 08,,
Ítem Costumbres de los griegos y romanos, en francés,
dos tomos pasta 04,,
[…]
Ítem El Paraíso perdido de Milton en francés, un tomo pasta 02,,
[…]
Ítem Compendio cronológico de la Historia eclesiástica,
en francés, dos tomos pasta 06,,
Ítem Principios del derecho natural y de gentes por
Monsieur Fourner en francés, en tres tomos pasta 06,,
Ítem Comercio de España por Don Bernardo de Ulloa,
en francés, un tomo pasta 02,,
Ítem Diccionario portátil de las voces francesas, en
francés, dos tomos pasta 03,,
Ítem Compendio de la historia de Francia, en francés, dos
tomos pasta 05,,
Ítem Compendio de la historia de España por el Padre
Islas, dos tomos pasta 05,,
[…] (f. 4)
Ítem Instituciones eclesiásticas de Fleuri, en francés, dos
tomos pasta 04,,
Ítem Política de la Sagrada Escritura de Bosuet, en
francés, dos tomos pasta 04,,
Ítem Viaje al Perú por el Abate Curte en el Navío el
Conde, en francés, un tomo pasta 02,,
Ítem Historia del cielo por el Abat Pluché, en francés, dos
tomos pasta 04,,
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
203
Libros
Primeramente diez tomos del Diccionario de Moreri.
ÍteM. Un tomo del Menochio De restitucionem.
ÍteM. Dos tomos Corpus Poetarum Latinorum, folio.
ÍteM. Dos tomos de la Suma teológica del padre Suarez, folio.
ÍteM. Oliva De fuero ecclesia. Un tomo folio.
ÍteM. Haunoldo De Justicie et jure, dos tomos folio.
ÍteM. el mismo, Jurisprudencia judiciaria, un tomo cuartilla folio. (f. 19r)
ÍteM. Castro Palas, opera omnia, tres tomos folio.
ÍteM. Juan Gutiérrez, seis tomos folio.
ÍteM. Ordenanzas del Consejo de Indias, un tomo folio.
ÍteM. Anacleto Reinfestuel, seis tomos folio.
ÍteM. Diccionario de la Lengua Castellana, seis tomos de a folio.
ÍteM. Feyjóo, dieciséis tomos en cuarto.
ÍteM. Año christiano, dieciséis tomos en cuartilla.
ÍteM. Don Quijote, cuatro tomos en octavo.
ÍteM. Vida del Cardenal Cisneros, traducida, su autor Flecher, un tomo en octavo.
ÍteM. Pinton, Compendio de la religión, dos tomos en octavo menor.
ÍteM. Décadas de la guerra de Alemania en diez tomos octavo menor.
ÍteM. Historia de las variaciones de las Iglesias protestantes por Bosuet, cuatro tomos
octavo menor.
ÍteM. Institutio Viripublici, anónimo un tomo en octavo.
ÍteM. Compendio de la Historia de España por el Padre Duchesni un tomo octavo
menor.
ÍteM. Rapin dos tomos en francés.
ÍteM. Historia de las revoluciones de la República romana de Vertot en octavo menor.
ÍteM. Novelas españolas sin nombre de autor, en francés y castellano en un tomo octavo
menor. (f. 20)
312
Extracto del índice de libros. En: ABNB: USFX, nr. 59, fs.19v-29.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
207
Libros
Primeramente Un tomo de folio menor forrado en pergamino, Fachineo,
Controversias del derecho, se tazó por seis pesos 006 ,,
[…]
Ítem Otro libro forrado en pergamino de folio menor, Crespi,
Observationis juris, en tres pesos 003 ,,
[…] (f. 29r)
Ítem Cinco tomos de folio menor forrados en pergamino,
Scacia, Obra íntegra, se tasó en veinte pesos 020 ,,
Ítem Verde, un tomo de folio en pergamino, Exposición
del derecho, en dos pesos 002 ,,
Ítem Pareja, De intrumentorum edictiones, un tomo de
folio en pergamino, fue tasado en tres pesos 003 ,,
Ítem Piteo, Jus canonicum, en dos tomos de folio menor
en pasta dorada, se tasó por doce pesos 012 ,,
[…]
Ítem El cuerpo del derecho canónico en tres tomos de
folio menor en pergamino, se tasó en doce pesos 012 ,,
Ítem Baldés, un tomo de folio menor en pergamino, Adiciones a
Suárez y otro tomo del mismo Suárez en folio mayor de
pergamino, Opera omnia, ambos en cuatro pesos 004 ,,
[…](f. 30)
Ítem Rollando del Valle, Concilios, en cuatro tomos de a folio
pergamino, en ocho pesos 008 ,,
Ítem Mostazo, De causis piis, en dos tomos de a folio
pergamino, tasaron en cuatro pesos 004 ,,
Ítem Larrea, Decisiones, dos tomos de a folio en pergamino, se tasó
en seis pesos 006 ,,
[…](f. 30r)
313
Extracto del original en: ABNB: EC 1804, nr. 62, fs. 29r-38r.
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210
Diálogo entre Don José de Alcalá y el procurador Patricio Malavia, a las dos
de la tarde del día cuatro de enero de 1807, en la Glorieta del Prado. Sobre
el mérito de la Arenga que recitó el doctor don Miguel Salinas, Rector de la
Universidad, en la casa de campo nombrada “El Buen Retiro”. Al tiempo de
felicitar en nombre del Real Claustro, el arribo tan deseado del Ilustrísimo
Señor Doctor Don Benito María Moxó de Francolí a esta capital de La Plata.
En 1o de enero de dicho año (carátula)314.
Diálogo
Alcalá Querido Patricio, amigo de mi alma. Muy temprano se ha puesto usted de guar-
dia en la patilla de nuestra Jacoba. Sin duda no se ha dormido la siesta por causa
de las novedades del día. Quítese usted de ese poyo y véngase conmigo para el
Prado, y allí en la Glorieta, con el dulce murmullo del chorro de la pila, sentados
los dos junto al rosal y los lirios, hablaremos a nuestro regalado gusto, al fresco
de los nublados de la tarde, sin temor de que nos [sic] murmuren. Porque en
esta hora no suele aparecer por acá ningún otro, sino yo, a meditar en mis sueños
por estas praderas solitarias.
Malavia Allá voy don José mío, que usted ha parecido en la mejor hora, cuando yo em-
pezaba a cabecear de sueño, por falta de conversación. Ciertamente salí a corso
por usted, y lo he pillado en su acostumbrada recalada. Esta debe ser la mejor
tarde del mundo para mí, porque la habré de lucir con este buen viejo.
Alcalá ¡Ea! amigo Patricio. He mirado por todas partes y no suena ni una mosca por
todo el Prado. No hay quien nos oiga, y podemos hablar con libertad. Dígame
Usted algo de las muchas cosas del día, que nadie las puede saber mejor por las
proporciones que disfruta, por el buen aire de su pelucón y golilla, para hablar
con todas, en todas partes, y de todo (f. 2).
314
Manuscrito original en: ABNB: Mss GRM 19, 25 fs. Existen dos ejemplares del
Diálogo en esta referencia, lo que muestra el interés suscitado por su divulgación
clandestina. La segunda parece ser una copia en la que faltan algunas partes, y
ciertos términos son cambiados por otros similares. Hicimos la transcripción de
la primera, relacionándola con la segunda.
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214
Malavia No taita, no sea tan inocentón. Yo sé lo que le digo. Entro y salgo por
las confiturias, me (f. 3) pongo en las antesalas, me asomo a las esquinas a
escuchar a cuantos pasan, y tenga usted por cierto que todo el mundo no
habla de otra cosa que de la sapientísima oración del cura de Guadalupe.
Alcalá Bendito Dios que se ha de salir usted al cabo con cuanto quiere. Hablen
muy enhorabuena lo que quisieren de la tal oración, que yo no la he oído,
pero gustara oírla, por ver si alguna vez venía conforme la sombra con el
bulto.
Malavia Apuradamente traigo dentro de mi escapulario una copia que me ha cos-
tado mil trabajos el conseguirla. Si usted la quiere oír, la sacaré, pero será
menester santiguarse primero, para no quedarme sin habla de puro asom-
bro.
Alcalá Muy bien amigo mío. Me placerá muchísimo, para dejar esta novedad más
en la historia de mi casa.
Malavia Allá va ese rayo. Empieza así: “El día que Vuestra Señoría Ilustrísima llega a
esta ciudad etc. etc.” Y concluye así: “Que yo tengo el honor de asegurarle de todo
el Cuerpo su alegría, sus respetos y su profunda sumisión”. Esto sí, esto es saber
decir las cosas. Tal vez Julio César no tuvo alabanzas más brillantes en el
mayor apogeo de sus felicidades.
Alcalá En efecto, es estupendo decir. Haber tenido que buscar las más remotas
antigüedades, dejando el inmenso vacío de tantos siglos posteriores, donde
me parece que hubiere encontrado, no dos hombres (f. 3r) solos, como
veo, sino muchísimos hombres más parecidos a los de nuestros tiempos,
con quienes comparar más propiamente al héroe del panegírico.
Yo oigo hablar de alfabeto como en una escuela de niños; oigo hablar de
ingleses de fenicios, de franceses, de la Pensilvania americana, de musas,
de escolástica, de circulación del Norte, del mediodía, de astros, de hemis-
ferio, de flores, de frutos, de barbarie, de ignorancia, de la Italia, Francia y
Alemania, y hasta de la China, por ensartar a Confucio, dando lugar a su
lado a Manco Capac.
También entran caballerizas; se cita a Hércules, al Perú, al paganismo y a
Pufendorf. Pero no oigo hechos, ni gracias, ni virtudes, algunas señaladas,
que marquen por hombre extraordinario al personaje que sirve por asunto
de la arenga [y] relativamente a los demás sujetos a quienes se debe sobre-
poner. Así ni entiendo si es alguna pieza de astronomía o de botánica, o
historia antigua filosófica o alguna miscelánea de todas estas cosas juntas.
Habría usted oído decir como yo, cuando no acomoda alguna narración
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216
Añade que hará época en los fastos de esta Universidad, reduplicando una
frase impertinente. Por cuanto hace época todo día que es memorable,
por sus grandes o extraordinarias circunstancias.
Al propio tiempo supone que se ha de registrar en los fastos de la Real
Universidad de San Xavier, cuando no puede haber tenido ninguno una
escuela que increpa de inculta y bárbara como Grecia, con quien la com-
para en los tiempos de Cadmo, hasta el punto de hallarse apenas con las
primeras semillas de las ciencias y del buen gusto (f. 6).
Mire usted Patricio mío. Óigame usted, querido Patricio. ¿Qué tales hon-
ras estas en la boca de un rector de la Universidad? ¿No le parece a usted
que este día que pondera por tan memorable el doctor Salinas, es idéntico
al gran día de Navarra del Padre Islas?
Malavia ¿Qué es esto don José? Usted se ha vuelto un escorpión. Su boca parece
un volcán que todo lo quema y lo marchita. A fe que no tendrá usted más
que decir, porque ya empieza lo lindo de la oración con estas noticias nun-
ca oídas de las letras de Cadmo, de Alcuino, Palámedes y otros personajes
que se han hecho retumbar con el nombre del gran Hércules, que lo he
apuntado cuidadosamente en la carpeta de todos mis procesos.
Alcalá En efecto que esto ha estado muy lindo, porque hablando de esta Univer-
sidad, la compara a los establos o caballerizas de Argias. Mire usted que
tales son los blasones que se le dan a este pobre Claustro.
Malavia Bueno está amigo Alcalá. Ya se ha dicho y ha pasado por alabanza. No
quiera usted ser tan escrupuloso que nada le toca en esas bazofias que tan-
to asquea el doctor Salinas. Y bien, ¿qué otra cosa podría usted decir de lo
demás?
Alcalá Juro a bríos que ya no he de llamar a usted Patricio sino forastero, y muy
forastero en el país de la literatura. Me esta usted provocando a que diga
lo que quisiera callar.
Malavia ¿Qué ha de decir usted tierno inocentón? Ya se me ha acabado la pacien-
cia. Dígame ¿ha oído usted alguna vez eso de las letras de Cadmo, y de la
perfección que le dieron Palámedes y Simónides con todas las (f. 6r) suaves
combinaciones y airosas inflexiones que hacen tan encantador el dialecto
Ático? Apostaré que esta [es] la primera vez que ha oído el nombre de
Alcuino, de Baronio y Carlo Magno. Hable usted ahora que estoy hecho
una brasa de ver que en este poyo se pone usted a echar sentencias, como
si fuese usted la cátedra de algún oráculo.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
219
Alcalá Dígame usted primero si fueron catorce o dieciséis las letras del Alfabeto
de Cadmo. Porque veo que el autor ha estado tan perplejo, que ha echado
el huevo a otra gallina para que le saque el pollo.
Malavia A buena parte viene usted. ¿Quiere amigo mío que le responda un pobre
procurador, lo que ignora el Doctor más sabio de Chuquisaca? Con todo,
me parece más lindo decir catorce, porque es número crítico, y nuestra
conversación se ha reducido a esto mismo.
Alcalá Pues allá voy. Escúcheme usted, aunque no seré muy corto.
Primeramente, se debe usted hacer cargo que según Plinio, se usó siempre
de escritura entre los asirios. Y según otros autores de grave nota, las
letras son tan antiguas como el hombre, aunque después de dispersado el
género humano, quedó su conocimiento casi enteramente olvidado entre
las más de las naciones. Y en los siglos posteriores se fueron recogiendo
las noticias de los caracteres primitivos, de entre los pueblos donde se ha-
bían conservado por medio de los viajeros y peregrinos. Y este hallazgo
fue lo que los Egipcios llamaron invención, atribuyéndola a Mercurio (f. 7).
Desde luego es opinión general que Cadmo llevó desde la Fenicia a la
Grecia dieciséis letras, que sirvieron de caracteres elementales al Alfabeto.
Asegurándose que en tiempo de la guerra de Troya, aumentó Palámedes
cuatro letras, y poco después otras cuatro letras más Simón Mélico. Y
aunque Aristóteles refiere que fueron dieciocho las letras primordiales del
Alfabeto y que Epicarmo y no Palámedes fue quien añadió dos letras más,
pero Jenofonte conviene con Plinio de que Palámedes fue el inventor de
los elementos literales.
Malavia Estoy asombrado de oír unas cosas que yo he creído hasta ahora que nadie
las podía saber, sino el doctor don Miguel Salinas. Por lo mismo todavía
quedo dudoso sobre la realidad de estas noticias, porque no es posible que
se le hubiese escapado a nuestro cura de que Palámedes había aumentado
solamente cuatro letras, para no haberse avanzado a decir que el mismo
Palámedes había perfeccionado el alfabeto griego, con todas sus suaves
combinaciones y airosas inflexiones que hacen tan encantador el dialecto
Ático. Nunca me daré por convencido, mientras usted no me diere unas
pruebas muy fundadas de cuanto me acaba de exponer.
Alcalá ¿Se dará usted por contento con que yo le presente las mismas figuras que
constituyen el carácter de las cuatro letras que aumenta Palámedes, y de las
otras cuatro que añadió Simón Mélico? (f. 7r)
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220
Malavia Si señor que me daré por muy gustoso, aunque me parece imposible que
usted lo pueda cumplir.
Alcalá Véalo usted verificado todo al instante, y para su total desengaño también
le he de figurar las dieciocho que Aristóteles reputó por primitivas, y la
diferencia que puso Jenofonte con Plinio a las letras elementales de Palá-
medes.
Las que este añadió en tiempo de la guerra de Troya se forma-
ron con la figuras siguientes: , y las que se le atribu-
yen por Jenofonte son así: . Las de Simón Mélico son en
esta forma: . Y las dieciocho de Aristóteles son así:
. Última-
mente las dos que se suponen añadidas por Epicarmo son en esta forma:
. Con que amigo mío, creer o reventar, y de lo contrario será preciso
que usted presente a los literatos de Chuquisaca otras figuras diferentes, si
a otras diversas de las que dejo dibujadas.
Ya veo que usted se confundirá al oírme estas cosillas, sabiendo que ni
tengo librería, ni las sapientísimas obras del autor de la arenga. Pero ahora
acabará usted de conocer que bajo de una mala capa, hay un buen bebe-
dor.
Malavia Usted debe hablar con el diablo buen amigo, porque parece imposible es-
tar oyendo de su boca lo que no he oído a nuestros sabios. Pero dígame
usted, en la arenga se asegura que Palámedes perfeccionó (f. 8) el Alfabeto
griego con todas las suaves combinaciones y airosas inflexiones, que hacen
tan encantador el dialecto ático. ¿De qué manera se puede componer
esto, con lo que usted acaba de repetir, y probar de que había aumentado
solamente cuatro letras?
Alcalá Ha penetrado usted bien la dificultad, pero debe hacerse cargo que conve-
nía hablar con todas esas generalizaciones para que tuviere lugar la compa-
ración en los realces del héroe a quien se alaba, sobre el seguro de que todo
se había de creer sobre la fe de AbrahaM.
Lo peor ha sido haber querido confundir el Arte de la escritura con la
Gramática, que es el arte de bien hablar, el cual consiste en servirse de tér-
minos recibidos y de construcciones legítimas, evitando el barbarismo en
las palabras y el solecismo en las frases. Infiera usted de aquí ¿qué cuentas
podrá tener el ser inventor de letras para asegurar que también perfeccionó
Palámedes el idioma griego con todas las combinaciones y airosas inflexio-
nes, que hacen tan encantador el dialecto ático?
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
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Debe usted saber amigo Patricio, según enseña un sabio español, que el
dialecto de una lengua se forma de la variación de algunas sílabas, modos,
pronunciaciones y acentos, conservando las raíces de la universal, como
sucede en el Perú, donde en medio de los diversos dialectos o lenguas
particulares, se conserva la general (f. 8r) del Cuzco en los orígenes de las
dicciones.
Así mismo sucedió con los griegos entre quienes aunque hubo una grande
división de estados, no se produjo variedad de lengua, sino de dialecto,
como fueron los cuatro célebres llamados: Ático, dórico, eólico y jónico.
A los que otros añaden el quinto dialecto con el nombre de “común”.
Nadie ignora que los pensamientos y sentimientos del hombre se expresan
por el tono de voz o por el gesto, o por la palabra, y que las dos primeras
expresiones pertenecen a la pronunciación y la tercera a la locución. Así
es que para hablar dulcemente es menester distinguir los sones, sostener
las finales, separar las palaras, las sílabas, y alguna vez también ciertas letras
que pudieran confundir o producir por el choque un mal sonido. Dete-
nerse en los puntos y en las vírgulas [sic], y generalmente donde el sentido
y la necesidad exigieren.
Todo eso pertenece ya al género oratorio, que es cosa enteramente diversa
del arte de escribir. Conque si Palámedes fue sólo el inventor de algunas
letras que añadió al alfabeto de Cadmo, ¿de dónde ha sacado nuestro Rec-
tor de San Xavier que Palámedes fue también el que enseñó la locución y la
buena pronunciación de la lengua griega con las variaciones de las sílabas,
acentos y modos que formaron el dialecto ático? Esto es amigo mío lo que
se llama hablar por hablar, y para acabar de convencerse pregúnteles (f. 9)
usted en qué tiempo y en qué regiones empezó el dialecto ático, para saber
si corresponde al siglo de Palámedes.
Malavia Pues que esta cuenta en sólo este pedazo del dialecto ático se ha hecho
un brodio [sic] de mil guisados diferentes, muy mal sazonados para quien
tenga un mediano paladar en materias de literatura.
Alcalá Así es, ni más ni menos. Porque habiendo usted visto ya las partes que
forman el dialecto de una lengua, sale diciendo la arenga: “Suaves combi-
naciones”. Debiendo haber dicho: “Suaves y dulces pronunciaciones”.
Lo mismo que debió hacer con la palabra inflexión, subrogando a esta voz
inconducente, la de acentos y modos, pues con solo ver el diccionario español
encontrará usted que la palabra inflexión, únicamente se puede aplicar con
propiedad a las variaciones y quiebros de la voz en los varios tomos que
forma el canto en la música. Y siendo así como lo es, quisiera que usted
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222
me dijere por vida suya, ¿qué cuentas tiene la música con el dialecto, ni a
qué propósito se han metido esas airosas inflexiones, cuando no se trata de la
solfa musical, sino del alfabeto de las letras?
Malavia Según lo que voy viendo, no ha de dejar usted una palabra por corregir,
aunque me parece que es libre de toda tacha el resto de la arenga, pues a
la verdad ese pasaje de Alcuino es muy bizarro y muy bien traído para el
caso.
Alcalá En esto mismo verá usted lo mucho que nos engañamos (f. 9r). Porque
en la realidad según mi juicio, es lo peor que se pudo buscar para el asun-
to. Sepa usted que he oído decir a los que han leído al cardenal Roberto
Belarmino en su libro de los escritores eclesiásticos, y juntamente a otros
historiadores de grave nota, que Flacco Albino Alcuino fue escritor del
siglo octavo, inglés de nación, discípulo del Venerable Beda y de Egberto
arzobispo evoracense [sic], diácono de aquella Iglesia y maestro de Carlo
Magno. Escribió muchas obras y epístolas que se refieren en la Biblioteca
de los Santos Padres y por Enrico Canisio, con las demás particularidades
que también expresa el Baronis.
Pero dígame usted Patricio mío, ¿a qué propósito ha traído nuestro cura
por objeto de comparación a un escritor inglés del siglo octavo, olvidando
otros héroes españoles de los siglos posteriores, quienes por su carrera
tienen mayor analogía con nuestro digno Arzobispo, para que se hiciese
una comparación más legítima?
Ahí tiene usted en el siglo dieciséis a don Martín de Alpizcueta conocido
vulgarmente por el doctor Navarro, hermano mayor de San Francisco Xa-
vier, noble español, profeso canónigo regular, célebre en las escuelas de
Tolosa, mucho más en Salamanca donde fue maestro del gran Covarrubias.
Que pasó a Coímbra a reformar su Universidad (f. 10) por comisión la más
honorífica de Juan tercero Rey de Portugal, y que también estuvo en Roma
en tiempo de Pío quinto, Gregorio trece y Sixto quinto hasta que murió el
año de 1596, el día 24 de junio. ¿No hubiera sido mucho mejor citar a este
sabio español en lugar del inglés Alcuino, así por honrar a la misma nación
de donde procede el Ilustrísimo Señor Arzobispo, cuanto para formar el
paralelo con mayor propiedad entre dos personajes que, por sus circuns-
tancias, tienen entre sí mayor semejanza que con Alcuino?
No sé que poder decir a usted sobre esta escasez de noticias. Ni es menes-
ter ser elocuente, ni saber retórica para saber comparar. Basta la lógica, y
por eso me asombro de ver tan mal método en estas comparaciones. Yo
he oído decir que el doctor arenguista no es inglés, y no puedo alcanzar por
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
223
Siendo lo más que en dos años que ha sido rector de estas reales escuelas,
no se ha visto de su parte siquiera que haya propuesto o por informes,
o por otros medios indirectos, algún otro plan más útil y científico que
pudiese abrir camino con el tiempo a la reforma que clamorea ahora tan
repentinamente. No se si usted se atreviera a atribuir a falta de celo o a
negligencia, este procedimiento. Yo estoy muy lejos de semejante animo-
sidad, y mucho menos para atribuirlo a impericia. Por lo que he formado
concepto de que no lo ha hecho ni lo ha intentado, por que lo tiene por
imposible sin el auxilio de la real mano, por medio de un establecimiento
suntuoso de nuevas cátedras, con profesores completamente (f. 11r) ins-
truidos en la teología positiva, bajo de las reglas que se han adoptado en las
más famosas universidades de otros reinos.
Sabemos que en la república de los judíos se instituyó por ley de Dios un
colegio con setenta y dos ancianos que anunciaban y exponían al pueblo la
ley divina, según el espíritu de la sagrada doctrina de Moisés; en cuya escue-
la sucedieron después los escribas y los fariseos para explanar la teología
con los más profundos misterios de la ley, sin disputas, sin cavilaciones ni
silogismos; y así mismo continuaron los apóstoles para persuadir las verda-
des que defendían y proponían sin valerse del silogismo.
Dejando aparte teoremas de la historia filosófica, es asunto indubitable en
las relaciones del crítico Berney que en los principios del siglo octavo de
Cristo, los príncipes árabes en las invenciones que hicieron en las ciudades
de la Grecia, robaron los principales libros de sus autores, los cuales se
mandaron traducir en arábigo de orden del emperador de Constantinopla
el año de 820.
La fama de Aristóteles bien establecida entre los árabes comenzó a divul-
garse entre los cristianos, y por la comunicación que los napolitanos tenían
con los sicilianos les dio noticia de los estudios establecidos entre los ará-
bigos de Sicilia. La cercanía de la [sic] Francia con (f. 12) España abrió
la misma comunicación a los estudios, y por este medio pasaron a Francia
los libros de Aristóteles y entraron en la Universidad de París. Y como a
cada paso se armaban disputas con los judíos y mahometanos, recibieron
al cabo los teólogos benignamente a Aristóteles y poco a poco le introdu-
jeron en la Teología.
De modo que este método comenzó en el Occidente en el siglo nono se
aumentó con mucho más exceso en el undécimo, y duró hasta la mitad del
siglo dieciséis en que se celebró el Concilio Tridentino.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
225
nes extranjeras, para que se vea que todas estas cosas son muy superiores a
los conocimientos vulgares de los doctores de Chuquisaca.
Alcalá Me confirmo en que se le deben dispensar a usted las porfías en que se
obstina por manía, porque por lo que veo habla usted únicamente lo que
oye a sus sabios pufendorfistas, sin saber el cómo ni en dónde se beben
estas historietas. Ya nos han quebrado la cabeza con los ingleses, y sólo
faltaba citarnos alemanes y franceses, sin duda en la falsa creencia de que
por ser de tan luengas tierras no habría ni aún noticia de sus nombres por
acá.
Malavia Aseguro por mi parte, que para mí el tal Pufendorf me ha sonado como
a Berresford, Almancor y otros nombres formidables acabados en -or, los
que verdaderamente sólo pueden ser conocidos para un hombrón, que
según la fama de su sabiduría, debe tener en la lengua inglesa y alemana la
misma versación que tiene en la quichua (f. 13r).
Alcalá Permítame decirle amigo mío, que es usted un pobrecito que sólo sirve
como la bodega de los púlpitos para retumbar ajenas voces. Usted que
es el más conocido procurador general de novedades, no sé como ignora
que el doctor don Ignacio de Castro, literato distinguidísimo del Perú, en
la Relación de las Fiestas del Cuzco que se imprimió en Madrid el año de 1795,
refiere el pasaje de Confucio y Manco Capac remitiéndose a Pufendorf y
a Jaucourt en la página nueve, de donde nuestro Rector se engulló toda la
historieta con calzas y mangas como una anécdota sacada originalmente
del Pufendorf, sin hacerse cargo que hasta los moros de tienda habían de
pillar el contrabando, por ser esta obra una de las más vulgares que corre
en el día en manos de todos.
Si así como vomitó a Pufendorf, no se hubiera quedado con el empacho
de Castro, sería algo más decente el silencio, porque entonces no debería
llamarse plagio, pero citar al relato callándose al referente por ostentarse
más erudito es una vanidad miserable, mucho más si reflexionamos que la
obra de Pufendorf intitulada: Introducción a la historia de los principales eruditos
que al presente hay en Europa, no existe en la librería del doctor Salinas, ni la
ha visto ni la ha leído, bajo la apuesta que hago de una onza, aunque tal
vez podrá tener los otros tratados de jure natura y de jure belli et pacis. A fe
que usted no podrá negarme que esta es una falta muy reparable entre los
literatos (f. 14).
Lo peor es que este buen hombre nos ha hecho tan poco favor a todos los
americanos españoles, que para probar las buenas disposiciones del clima
en la formación de bellos talentos, no ha encontrado más apoyos ni alega
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
227
y Zapata en sus Cartas Eruditas, que sólo un ángel pudiera tener un genio
tan elevado para no haber cometido error ninguno en su vida. Por cuyas
circunstancias le llama el señor Solórzano, sujeto loable y grande en virtud,
letras y prudencia, concluyendo el Montalvo en su Sol del nuevo Mundo, que
fue varón grande, que son sus letras y virtud pudo ilustrar al Siglo de Oro,
que es cuanto se puede decir de un hombre.
Discurra usted ahora, ¿qué tal juicio se podrá formar de una arenga en que
tratándose de elogiar los talentos americanos, se ha dejado al Reino del
Perú en un olvido afrentoso, y se ha ido hasta Filadelfia, sólo por buscar
el nombre arrevesado de Adán Franklin [sic], como si no hubiese en el
mundo otros americano más benemérito para servir de asunto en el pane-
gírico?
Todavía hay algo más. Que tiene usted dos ilustres escritores nacidos en
esta ciudad de Chuquisaca, uno de ellos el señor don Gaspar de Escalona y
el otro el P. M. Fray Miguel de Aguirre, de los cuales no se ha querido hacer
mención alguna, como parecía conveniente se hiciese para el honor de esta
nuestra ciudad de La Plata, aunque (f. 15r) el cura hubiese pasado por alto
(como ha hecho) a los Villarroeles, Pinelos, Baleras, Vianas, Baezas, Peral-
tas, Urquisus y otros muchísimos que pueden dar honor a un Reino entero.
Pero ya ha visto usted que sólo se recomienda a un inglés americano, o bien
por que se ha ignorado la historia de los literatos ilustres del Perú, o bien
porque se ha querido hacer una vanidad insensata de que el arenguista tiene
noticia de los ocurrido en Filadelfia, sin considerar que sería de más abono
para su crédito no ignorar los ingenios elevados de sus paisanos.
Malavia Vamos poco a poco. Dígame usted, ¿este Adán Franklin [sic] no es aquel
filósofo revolucionario que trastornó el gobierno monárquico del rey de
la Gran Bretaña, animando con sus doctrinas sediciosas los proyectos de
la independencia que consumó Wasintton [sic] por la fuerza de las armas?
Mírelo usted bien, que yo no creo que así sea, porque no es tiempo de pre-
sentar unos ejemplares semejantes en los teatros de la América española.
Alcalá Si señor, el mismo es. Y estoy tamañito de que el gobierno tome prenda
de mandar recoger la tal arenga, porque verdaderamente es muy escanda-
loso que en una ocasión tan arriesgada, se haya presentado para la emula-
ción de los paisanos el modelo omnioso de un inglés, Ancimón chico que
dogmatizó la libertad de los pueblos contra su legítimo soberano. ¿Qué
tal asunto este para (f. 16) quien sabe las delicadezas de la política? Cuídese
usted mucho de propagar tales semillas, porque tal vez le echarán la garra
y entonces abur amigo.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
229
Malavia No amigo Alcalá. No mi taíto. Calle usted la boca por Dios, que no
quiero dar que llorar a mi pobre familia. En bien que ninguno nos ha oído
y según buena cuenta, allá se las componga consigo el buen Rector, que
yo he hecho ya demasiado con haberme desgañotado en hacer aire a sus
vanidades.
Comparece el doctor Mostajo, Bedel de la Universidad
__________________
Mostajo Señores, muy buenas tardes. Acá en el rosal inmediato a espaldas de la
Glorieta, he oído la conversación a vosotros, que me ha divertido grande-
mente. Asombrado estoy de los reparos que ha puesto el taita Alcalá tanto
como de las majaderías de este procurador charlatán.
Malavia No quiero cansarme con un hombre que solamente sabe hablar por las
confiturías, por suponer lo que no es. Váyase usted de aquí con sus fa-
chendas a entablarla con otros que no le conozcan.
Mostajo Bien pudiera yo resolver en este instante todas las materias en que vosotros
han [sic] gastado una tarde entera, para hacerles conocer que he entendido
y entiendo completamente, el mérito que se debe dar a cada obra de por
sí. Yo estuve al lado del señor Rector cuando recitó la arenga, y aunque le
noté que por su (f. 16r) turbación había perdido todo el aire gracioso que
debe tener un orador y mucho más un cortesano en los cumplimientos de
cortesía, no le perdí ni una palabrita. Y oí que había pronunciado esos
dos pasajes de Franklin y Manco Capac, que me causaron muy grande
desagrado, porque en aquel momento me ocurrió que la pobreza y despro-
porción de estas comparaciones bastarían para acabar con el crédito de su
literatura.
A más de lo que ha citado el taita Alcalá, tenemos la Biblioteca Indiana de don
Diego Pinelo, y la “Lista de los grandes hombres” que recopiló el Mercurio
Peruano. La América, digo la Meridional en que vivimos, ha producido in-
signes teólogos, consumados juristas, elevados poetas, famosos oradores,
prelados virtuosísimos de gran sabiduría y prudencia, generales valerosos
y políticos de gran profundidad en los cálculos de buen gobierno. Luego,
fue un despropósito desenterrar la historia casi fabulosa de Manco Capac
y los triunfos de la filosofía de un inglés de Filadelfia, dejando sin empleo
tantas riquezas literarias de que abunda el hemisferio peruano, para honor
de los americanos españoles.
En cuanto a las partes de la oración, seguramente carece la arenga de la
más principal que es la que se llama invención. Porque siendo el objeto del
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230
315
Manuscrito original en: ABNB: Mss GRM 167, fs. 2. El texto queda sin concluir
y sin firma.
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carácter que a cada uno se le dio al principio de la ficción. Así, el célebre Cervantes
al empezar su inimitable romance, pinta al Quijote un hidalgo ingenioso, pero con
el juicio trastornado en materia de caballerías, y a Sancho un labrador crédulo con
exceso, y a veces malicioso según el impulso que le daba la pasión dominante del
interés. El amo y el criado hablan conformemente a estos caracteres. Ni el lenguaje
ni los discursos los desmienten. Esta constancia produce una agradable ilusión en el
lector. ¿Quién ya no ve a Cervantes, y cree que oye hablar al mismo don Quijote y a
Sancho Panza?
¿Pero quién que lea el Diálogo crítico no conocerá que el idioma y las re-
flexiones que se ponen en boca de Alcalá, son muy repugnantes a su carácter? ¿Quién
no ve que el que habla es el autor del Diálogo, pero que habla sin saber dar verosi-
militud a su ficción, y sin conocer en materia de diálogos las leyes del buen gusto?
¿Es verosímil, es siquiera absolutamente posible que Alcalá, que según el contexto
del Diálogo no había oído la Arenga, ni sabía nada de ella hasta las noticias que allí
en la Glorieta del Prado le da Malavia, sin apartarse un paso del sitio, y sin romper
por un momento el hilo se su conversación, se halle armado de repente de las notas
griegas, y en concepto del dialoguista, de las mismas figuras del alfabeto primitivo?
¿Es dable que Alcalá las haya dibujado con perfección para asombrar a Malavia, y
esto sin la ayuda de algún encantador o nigromántico que le prestase papel y lápiz o
lámina y buril? ¿Quién finge con una inverosimilitud tan chocante, y con repugnancia
tan palpable no es capaz siquiera de fingir consejos que entregan a los niños?
Por lo que hace al estilo si quisiera notar todos sus defectos, cansaría a
usted, y me cansaría yo mismo. Bastará expurgar un poco el Señor [por Alcalá].
Y siendo este el que regularmente se escribe con más cuidado, por las culpas de él
inferidas de él inferirá usted los pecados de los demás. Al Señor encuentro que se
supone en los poyos que haya delante de la tienda de la Jacoba, habla así Alcalá a
Malavia: “Querido Patricio amigo de mi alma. Muy temprano se ha puesto usted de
guardia en la patilla de nuestra Jacoba”. En esta 1o proposición hay la inverosimilitud
que a las 2 de la tarde, hora en que el sol hiere los poyos de la Jacoba, haya quien se
siente en ellos (como lo hacen de noche para divertirse) con la permanencia necesaria
para que se pueda decir, se ha puesto de guardia. De paso repare usted que debía
decir “guarda” y no “guardia”. Un hombre que vela sobre alguna entrada, puerta
o camino, se llama “guarda”, y “guardia” se dice un cuerpo o número de soldados
que defiende algún puesto o persona. También se dice “guardia”, pero con algún
aditamento, un soldado de los Regimientos o Compañía de Guardias, como Guardia
marina, Guardia de [?], etc. Pero Malavia, que no podrá ser uno de estos, debía lla-
marse “guarda” y no “guardia” por la custodia que se figura hacia la confituría de la
Jacoba. Consulte usted sobre esto a los militares cultos.
Sigue en la patilla. Repare usted también que este no es término castellano.
Patilla por banco, asiento firme o poyo de sentarse, no hay en diccionario alguno. El
de la Academia española pone 4 acepciones o significados de patilla. 1o patilla es
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
233
diminutivo de pata y significado mismo que patita. 2o cierta postura de los dedos
en la vihuela o guitarra. 3o en la náutica un fierro que va clavado en el codarte del
navío. 4o en algunas armas de fuego, la pieza que se aprieta para disparar. En el de
Terrenos se añaden a los propuestos dos significados. Patilla significa aquella por-
ción de pelo que algunos dejan junto a la oreja, y va formando pata hacia la mejilla.
Y en el Nuevo Reino de Granada es un término provincial que sirve de nombre a la
sandía. No digo en los diccionarios, en ninguno con mediana pureza el castellano
me mostrará el dialoguista patilla con el significado que él le da. Sigue Alcalá: “Quí-
tese de ese poyo y véngase conmigo para el Prado, y allí en la Glorieta, con el dulce
murmullo del chorro de la pila, sentados los dos junto al rosal y los lirios, hablaremos
a nuestro regalado gusto al fresco de los nublados de la tarde, sin temor que nos [sic]
murmuren, porque en esta hora no suele por acá ningún otro sino yo, a meditar en
mis sueños por estas praderas solitarias”.
El dialogador pensó haber hecho una pintura halagüeña del bello sitio del
Prado, pero con la desgracia de que cuándo no ha término que no sea o bajo o im-
propio y mal aplicado: “Dulce murmullo del chorro de la pila”. Pila no es término
castizo del castellano si se toma como sinónimo de fuente. En esta acepción no lo
hallarán en el Diccionario de la Academia que es el código de nuestro idioma. En
el de Terrenos se lee lo siguiente: “Pila llaman en el reino del Perú a toda una fuente
con sus tazas”. ¿Pero es lícito que el que asquea el estilo de la Arenga use de un
término bajo y provincial, habiendo el de fuente, más propio y significativo? Ya usted
habrá notado que no es uno el chorro, sino muchos , muy delgados. Añada usted
que después de dulce murmullo viene mal la voz áspera y horrísona de chorro, capaz
de dar carraspera si se pronuncia muchas veces. ¿No valía más decir dulce murmullo
de las aguas de la fuente?
Sigue: “Al fresco de los nublados de la tarde”. Nublado en buena gramá-
tica es participio pasivo del verbo nublar o nublarse, y así cuando se dice nublado, se
entiende tácitamente el sustantivo día o tiempo, y el sentido es día nublado o tiem-
po nublado. Por consiguiente decir nublados de la tarde, vale lo mismo que días
nublados o tiempos nublados de la tarde. ¿Y esto es hablar bien? Se podrá decir
también que nublado se torna sustantivamente y equivale a nube. Esto empeora la
cosa. Cuando el sol abrasa y suben nubes por diversas partes del horizonte, nadie
que sepa hablar con propiedad diría que hay nublados. Y así, nublado tomado como
sustantivo es nube que cubre y oscurece la atmósfera, es un agregado de nubes o una
nube muy extendida, y por lo mismo es un género de solecismo darle plural y decir
nublados de la tarde.
Sigamos al elocuente dialoguista: “Porque en esta hora no suele aparecer
por acá ningún otro sino yo, a meditar en mis sueños por estas praderas solitarias”.
¿Qué es eso de por acá? ¿Es decir, por la Plaza Mayor, por la acera de las confiteras?
¿Donde en este mismo instante Alcalá acaba de convidar a Malavia para dirigirse al
Prado? ¿Cómo es que la hermosa plaza de Chuquisaca se ha convertido en praderas
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solitarias? Pero esto es más fácil que el que dos sujetos bien comido vayan caminan-
do más de cinco cuadras en un medio minuto hasta ponerse en la Glorieta. Estos
milagros sólo puede hacer el desarreglo de una fantasía que no guarda consecuencia
en la ficción.
“Ningún otro” debía decir: “Ninguno otro”, porque: “Ninguno” y “algo”,
son adjetivos que pierden la última vocal sólo cuando se anteponen al sustantivo
masculino, como cuando se dice: “Algún bruto”, “ningún hombre”. Más como otro
no es sustantivo sino adjetivo, no se puede decir: “Ningún otro” ni “algún otro”.
Vea usted sobre ellos al Diccionario de la Academia en las palabras: “Algún” y “nin-
gún”.
Transportado Alcalá desde la Playa al Prado en alas del Eolo dialoguista,
hablando del mismo sitio del Prado dice: “Por estas praderas solitarias”. ¿Conque
uno que habla sentado en la Glorieta de un paseo público, junto a rosales y lirios
plantados con simetría, escuchando el dulce murmullo de aguas levantadas por el
arte, podría decir que está en praderas solitarias?
Anexo 6
Otro
De La Plata todo el ser
es el ser noble, y pesado
pues que nunca la han alzado
las injurias del poder;
tal vez puede suceder (v. 5)
316
En: ABNB: Rück 96, fs. 9r-17r.
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en la crueldad atroz
que de Charcas se relata
sin culpas llora La Plata
culpas de plata, y Alós;
quieren que maten a los (v. 35)
que tienen la Real Casa
con sus tributos sin tasa
no es cosa que manda el Rey
ni es de razón ni de Ley
antes de injusticia pasa. (v. 40)
Otro en Oruro
Caballeros oficiales
reales por ironía
hasta aquí la tiranía
os han [sic] hecho memorables;
pero ya los principales (v. 5)
del Cuzco, y La Paz nos dan norma en que verán
en planta todos sus hechos
sino se rompen los pechos
los de vosotros serán.
Otro en Cochabamba
Señor Corregidor: Viva el Rey, y muera el mal
gobierno
Lamentos de la América
¿No es la América señores
esa porción erigida,
que a España le dio la vida
llenándola de primores?
¿No es la que con su sudor, (v. 5)
a la Europa enriqueció?
¿Siempre ella no obedeció,
con un ánimo sumiso?
pues, ¿porqué tan de improviso
dicen que se sublevó? (v. 10)
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240
317
Capítulo extraído de: ABNB: Rück 134, fs. 26r-32.
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conveniencia no seamos como aquellos amos ingratos y crueles, que para que un cria-
do le sirva bien le imposibilitan de su independencia temerosos de perderlo (f. 27).
En el distrito de cada Audiencia había de haber un Capitán General Pre-
sidente de la misma, y ejecutor de sus órdenes; pues todo lo gubernativo, político y
Real Hacienda, debería estar bajo la inspección del Tribunal sin que el Presidente
tuviera más que un veto.
Todas las facultades de los virreyes, y hasta sus nombres deberían borrar-
se del Código Indiano, y cada capitán en su distrito sería independiente del otro, ya
fuera de México, ya de Lima, o Buenos Aires y Santa Fe; y sólo para el mando militar
en caso de guerra podría entre los Generales haber un Generalísimo que comunicara
las órdenes a los demás, y mandar en jefe.
En las Audiencias que habían de ser el consejo supremo de cada distrito
se habían de aumentar los individuos, que con los sueldos que se quitasen de los
virreyes habría sobrado para su dotación, y estos se habían de dividir de modo que
la mitad de ellos fueran americanos, y la mitad de españoles, siendo siempre los ge-
nerales y los regentes de España. Así se lograría estimular y agradar a los del país;
tener en los tribunales gente instruida en sus usos y costumbres, que hubiera quien
defendiera sus libertades y se opusiera a sus operaciones, y finalmente que no todos
mirasen la carrera de paso con deseos de hacer dinero para volver a su tierra.
Los gobiernos (y no metemos para nada intendentes, ni aún en España)
de las ciudades principales deberían venir provistos de España en perpetuidad, como
los corregimientos militares de allá, y deberían tener el mismo mando que en el día;
pero sujetos en todos los ramos a las audiencias, que podrían en caso preciso suspen-
derlos y dar cuenta al Rey (f. 27r).
En los partidos en que antes había Corregidores y ahora Subdelegados,
deberían ponerse Alcaldes Mayores por seis años, que nombrarían los Presidentes a
propuesta de la Audiencia, que les haría terna, en la que precisamente habían de ir
propuestos letrados americanos. De estas alcaldías se harían tres clases según los
partidos, y turnarían en ellas de la inferior a la mediana y a la superior los que hubie-
ran cumplido bien su oficio. Estos alcaldes mayores no tendrían más dependencia
con los gobernadores de las ciudades respectivas que la de poner en cajas reales los
tributos y productos reales de quintos, alcabalas, las que deberían recoger en sus
partidos, y de estos alcaldes mayores se habían de elegir los mejores para las plazas de
los americanos en las Audiencias.
En la capital de cada distrito donde residiera la audiencia, habría unas
cajas reales con su contador y tesorero, y en las demás ciudades unos cajeros de estos
mismos Ministros de Real Hacienda sujetos a ellos con responsabilidad, no debiendo
girar en estas cajas subalternas sino lo preciso para el giro de la minería, y para pagar
sueldos, por los inconvenientes de las distancias a la capital. En esta se tomaría
anualmente cuentas a los ministros de Real Hacienda para una junta compuesta del
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
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presidente, un oidor, el fiscal y dos regidores contadores, en cuya junta recaerían las
facultades de los Tribunales de cuentas que habían de suprimirse.
Claro está que como toda la ley se había de hacer en el Consejo Supremo
de la nación (como se ha dicho), y esta ley había de comprender a la América como
provincia de España, tendría esta derecho para enviar (f. 28) diputados seculares y
eclesiásticos a la Metrópoli, lo mismo y del mismo modo que se ha prevenido para las
diversas provincias de España, sin más diferencia que la de que los americanos había
de ir por más años, pues su distancia no permite mudarlos de tres en tres.
La ley hecha en el Consejo de la Nación en que los diputados de América
habrían intervenido con los demás, se comunicaría con las mayores solemnidades
al Continente Americano, y en caso de revocación, se haría lo mismo. Igualmente
las provisiones de empleos deberían venir con despachos del soberano, pasados por
el Consejo, sin que la jamás una carta de ministro hiciera ley, revocara la hecha, ni
diera empleo alguno por que sobre ser esto substancialmente preciso en todo buen
gobierno, lo es más en las distantes provincias.
Sentado el gobierno justo en las Américas, en las que los que mandan
no fueran más que ejecutores de las leyes, sin poder atropellas con sus providencias
arbitrarias a estos vasallos que por lo mismo hállanse tan separados del trono, son
dignos más que otros de su inmediata protección; establecida su nueva constitución,
en que tuvieran parte y destino los del país, deberían exterminarse los restos anti-
guos y bárbaros de la legislación antigua, haciendo otro tanto con muchos estableci-
mientos nuevos más bárbaros que los antiguos, por haber sido hechos en siglo más
ilustrado.
La América se halla más ilustrada que lo que podía pensarse del poco
tiempo que ha que se descubrió, y de los descubridores que tuvo. Los americanos
criollos descendientes los más del andaluz y el vizcaíno, por haber sido los que más
han venido a este continente, en nada (f. 28r) han degenerado de sus mayores; y aún
en los talentos se han mejorado las costas; pues en mi concepto los produce la Amé-
rica más vivos que Vizcaya, y más penetrantes que la Andalucía. Por esto, no se está
ya por estado de querer mantener este país en la ignorancia de querer sostener sus an-
tiguas prácticas con sofistería, y de querer introducir otras con alucinamientos [sic].
Desde los principios de la Conquista, miraron los españoles este país con
ojos de codicia, pero de codicia tan bárbara y tan ignorante, que para coger el fruto
cortaban el árbol. No conocían que las verdaderas riquezas de cualquier país son los
hombres, y no el oro y la plata; y así para adquirir esos desgraciados metales acabaron
con la población de la América, y poco faltó que no acabaríamos con la de España.
Los conquistadores, los que les sucedieron y sus descendientes creyéndose de una
naturaleza superior a los demás hombres por sus proezas militares, con unos entes
aturdidos y preocupados que no sabían resistirles, se persuadieron que los america-
nos les eran destinados para bestias de carga, y así se los repartieron como ganado,
para hacerlos trabajar en los campos y en la minas, de modo que los que no habían
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250
sin considerar que el hombre bien pagado emprende las mayores dificultades. La
codicia y la mala política hacen a los hombres perversos, y la codicia y la mala política
que los ven perezosos, no saben discurrir otros medios que la fuerza y la esclavitud.
Si los hombres opulentos que levantan el grito para defender (f. 30) la esclavitud de
los negros temieran que algún día podía tocarles a ellos el servir a los negros, o si les
dijeran que se habían de sortear entre ellos y los negros para ver a quién tocaba la
suerte de la esclavitud, no querrían exponerse a esta contingencia. Los gritos pues
de los ricos son voces de luxo y de la corrupción enemiga de la felicidad pública.
Queréis saber dice Montesquieu hablando de este asunto, si los deseos de cada uno
son legítimos, examinad los deseos de todos.
Cuando despoblamos a la España sacando de ella gente que podría ser
útil en la agricultura y las artes, y la traemos a la América para que infaliblemente sea
haragana y bribona, hacemos males, y eso es lo que ejecuta el ministro Gálvez esta-
bleciendo la renta del tabaco; cuando los mejores políticos de la Europa clamaban
contra la multitud de los empleados en rentas reales como contra una turba de entes
venales y corrompidos, que sin impedir el contrabando embarazan el comercio y
sacrifican la nación en la América, lo que debía arrancarse en la Europa.
Supongamos a falta de ese proyecto toda la extensión que quiera dársele
en utilidad de la Real Hacienda, y a pesar de ella será preciso convenir que las malas
consecuencias políticas de él sobrepujan en mucho las ventajas del erario. No son
cuatro o seis millones más de pesos los que constituyen la felicidad de la monarquía,
sino el fomento de la industria y las buenas (f. 30r) costumbres; y estos dos funda-
mentos de la felicidad pública han sufrido el mayor quebranto en el establecimiento
de aduanistas, administradores y guardias en este continente. Una buena política
exige que la Metrópoli procure gobernar las colonias con los menores sacrificios
de la misma en la población. Si hasta aquí la España había sacado de las Indias
inmensas riquezas de sus minas y comercio, enviando menos empleados no creo que
dicte una economía natural y de razón el enviar generaciones en estos vastos domi-
nios que pudieran ser útiles en su patria. Tiempo conviene que estas generaciones
que se destinan a la América sean de gente más perdida de la nación, porque sobre
corromper las costumbres algún día se unirán con los americanos para expeler a los
suyos, y que sean de la gente más perdida no puede dejar de suceder porque todo el
mundo sabe que en la misma Península apenas se halla hombre de honor y probidad
que quiera servir estos empleos, cuyas utilidades son ningunas para el hombre de
bien que cumple con su oficio, y no es regular que si no se hallan para servirlos en su
patria, se hallen para servir a surcar mares y atravesar desiertos, no siendo las leyes
de la nación.
Los derechos de Alcabala con una venta libre de los géneros estancados
de la América producirían más seguramente un producto considerable, le ahorrarían
brazos que necesitan la agricultura y la industria de la Península. Estos mismos
brazos que le consumen en este esfuerzo le producirían en el otro los mismos hom-
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bros que en este Continente son perjudiciales por sus opresiones, sus rapiñas y su
mal ejemplo (como lo estamos viendo continuamente), podrían ser utilísimos por
su (f. 31) laboriosidad, sus justas ganancias y buenas costumbres, y finalmente se
hubieran evitado las funestas consecuencias que trae consigo esta caterva de guardias
y contrabandistas que se acostumbran al ejercicio de las armas para oponerse entre
sí algún día.
Las ideas de reducir a gremios los artesanos pudieran disimularse a nues-
tros abuelos en las poblaciones grandes por sujetarlas a mejor orden, pues entendién-
dose el gobierno con las cabezas de estos cuerpos, tenía militares de hombres bajo
su poder sólo con la sujeción de cuatro o cinco, y sin duda por eso se han sostenido
en la Europa [sic] los gremios no obstante ser perjudicialísimos al adelantamiento de
las artes; pero es de admirar que en América se pensase en reducir a corporaciones
el trabajo de las minas, y sujetarlas a una infinidad de reglamentos inútiles, y a una
responsabilidad mancomunada en sus habitaciones y contratos.
Basta este golpe solo y el comercio exclusivo de azogueros del Rey para
que jamás convalezca la minería, por que si todo corte y toda negociación necesita
la libertad de obrar cada uno por sí solo sin la relación, sino con quien quiera y sin
responsabilidad sino la propia, mucho más el oficio del minero; porque sobre la
contingencia de hallar metales, son infinitos los hombres de entusiasmo, de mala fe
y quebrados ya en otras negociaciones, que se dedican a él, y no es justo mancomu-
nar al hombre opulento y de buena fe, con el pobre y embustero. La injerencia del
gobierno en lo que debe ser libre en todas partes hace mucho daño; pero en ninguna
tantos como en la América.
Nada diré acerca de fiestas, cofradías, supersticiones, (f. 31r) clero y regu-
lares de la América, porque la reforma de España traerá tras sí la de aquí, en donde
en unos puntos se necesitará mayor y en otros menor. Las religiones y religiosos son
menos; pero su coro, refectorio, vida común y administración de bienes mucho muy
relajados y dignos de enmienda. La misma ilustración y bien gobierno disminuirá
los abusos, lo mismo que la ocupación y destino de los criollos disminuirá los frailes
y los clérigos.
Hago saber, a los leales y fieles vasallos del rey católico de las Españas e Indias, a los jefes
y tribunales, a los cabildos seculares y eclesiásticos, y a las demás personas en cuya fidelidad
se halla depositada toda la autoridad y administración de la Monarquía, y confiados los
derechos de mi real casa y familia. Como el Emperador de los franceses, después de ha-
ber exhaurido [sic] a España de hombres y de caudales, que bajo el pretexto de una falsa y
capciosa alianza la exigía de continuo para sustentar las guerras que promovía su ilimitada
ambición y egoísmo, quiere por último realizar el sistema de la monarquía universal.
Este proyecto, grande únicamente por las grandes atrocidades, robos y asesina-
tos que deben precederle, le ha sugerido la idea de asegurar primeramente en sí y en su
familia el trono, que la sanguinaria revolución usurpó a la primera línea de mi real familia,
y depositó en poder de este hombre hasta entonces desconocido. Para eso pretende
exterminar y acabar mi real casa y familia, considerando que en ella residen los legítimos
derechos que retiene usurpados y ambiciona justificar en su poder.
Intentó primeramente por medio de la más falsa política apoderarse de nuestra
persona y de la de nuestros muy caros esposo e hijos, bajo el especioso y seductivo princi-
pio de protección contra la nación británica, de quien hemos recibido las mayores pruebas
de amistad y alianza; pero frustrados sus designios con nuestra retirada a este Continente.
mitigó su ira y sed insaciable con el general saqueo que mandó practicar por Junot en (f. 1)
todo el Reino de Portugal, sin respetar cosa alguna, llegando al caso de manchar sus manos
en los vasos del santuario.
Suscitada poco después una sublevación o tumulto popular en la Corte de Ma-
drid contra mi augusto padre y señor el rey don Carlos IV, para obligarle a abdicar o renun-
ciar al trono a favor de mi hermano el príncipe de Asturias; quiso luego intervenir en estas
agitaciones domésticas para lograr el fin abominable de convidarlos a pasar al territorio
de su Imperio, pretextando la mayor seguridad de sus personas, siendo su único objeto
tenerlas en aptitud de poder con ellas realizar el inicuo plan de sus proyectos.
318
Imprenta Real, Río de Janeiro, 1808, 5 fs., en: ABNB: Mss GRM 164, pp. 101-
103.
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(L. S.)
I. En cosa de 300 años que las delicias disfruto de estos Campos Elíseos, nunca deja
la memoria de mis trágicos sucesos de atormentarme algún tanto. Mas, hacia mi se
encamina un hombre que según signos parece ser español y quiero por si recién llega
llamarlo, por preguntarle lo que en mi tierra pasa. Hombre cualquiera que seáis, dime,
¿quién eres?
F. Fernando soy de Borbón, séptimo de aqueste nombre, de todos los soberanos el más
triste y desgraciado.
I. ¿Y porqué desgraciado?
F. Porque apenas por mis pueblos fui monarca proclamado de la España y de las Indias,
cuando el más infame, el más vil de todos los hombres vivientes, es decir, el ambicioso
Napoleón, el usurpador Bonaparte, con engaños me arrancó del dulce seno y regaso
de mi patria y de mi reino, e imputándome delitos todos falsos y ficticios, prisionero
me condujo hasta el centro de la Francia. Allí permanecí hasta que supe un día que
mi España vencida ya y derrotada (f. 1) por las fuertes, formidables y casi casi insupe-
rables legiones de la Francia, mi enemiga, estaba por rendirse ya, y piadoso mi dolor,
una vida me quitó tan penosa y tan amarga. Cerré pues los ojos al mundo con sólo
el corto consuelo de que los ingleses, alemanes y el mundo todo quiera obligar a aquel
monstruo a desistir de sus propósitos, y restituir a mi casa ursurpada e inicua poseción
que ahora tiene en la Península.
I. Tus desdichas tierno joven me lastiman tanto más, cuanto por propia experiencia se
que es inmenso el dolor que padece quien cual yo, se ve injustamente privado de un
cetro y de una corona.
319
Manuscrito original en: ABNB: Rück 449, fs. 10. Esta bien puede ser una de las varias copias que
circularon del Diálogo de forma clandestina. En este caso, en la f. 10 encontramos unos versos que
debidamente contextualizados podrían ser bastante reveladores.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
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mismas cabañas (f. 2v) de los rústicos e inocentes indianos, y les parecen repletas
de preciosos metales, quieren apoderarse de todo y conseguirlo todo; protestan
arruinar aquella desdichada gente y destruir a sus monarcas. “La razón nos dicta
-dicen ellos-, que este es un atentado, y la Religión nos enseña que es un sacrile-
gio, más no hay otro medio para mitigar nuestra implacable codicia. Sofóquese
pues la humanidad, la religión y la razón y verifíquense nuestros designios”. Y al
momento empiezan a llover por todas partes la desolación, el terror y la muerte.
Bárbaros en todo, hábiles únicamente en aumentar la crueldad y la tiranía, arrui-
nar del mismo modo las humildes chozas que los suntuosos palacios; por todas
partes corren ríos inmensos de sangre inocente; en todas partes se encuentran
millares de cadáveres, desdichadas víctimas de la ferocidad española. A vista de
tan horrible espectáculo solloza la virtud, gime la naturaleza y se estremece el
mundo entero. Sólo el español más bárbaro que las sanguinarias y ponzoñosas
fieras de la Libia sigue talando los campos, desolando provincias, derribando tro-
nos, arrastrando monarcas y degollando emperadores. Las inagotables riquezas
de que ha despojado a los soberanos y sus vasallos aún no bastaban para aplacar
su insaciable sed. Van pues a buscar más tesoros en lo interior de los riscos y
peñascos; arrastran tribus enteras de indios, los obligan y mandan que minen los
cerros y entren hasta los más remotos escondidos senos (f. 3). Obediente el
mísero indiano empieza con su trabajo, pero al cabo de algunas horas, no alcanza
ya el languisante [sic] vigor de su débil y cansado brazo a quebrantar y romper la
dureza de las piedras. Como demasiado se sienta para rehacer sus fuerzas. Lo
advierte el español y al momento envaina su acero filo en el pecho del inocente
indiano, que envuelto en su propia sangre y en sus continuadas lágrimas exhala
el alma de su cuerpo. Otros consiguen, es cierto, penetrar hasta las tenebrosas
entrañas de la tierra, pero en aquel obscuro y lúgubre caos, destituidos de todo
auxilio, privados de la luz del sol y aún del corto consuelo de gemir al lado de
sus parientes, experimentan en breve igual suerte que el primero. Los que han
logrado salir de aquel abismo, hostigados de la [sic] hambre, van a buscar algún
alimento, pero no lo encuentran porque todo lo han hurtado. Corren a beber
a las fuentes y encuentran sus aguas teñidas con la sangre de sus hermanos. La
inocente madre llora amargamente la lastimosa muerte de su hijo hasta que su
dolor mismo corta el hilo de su vida. El angustiado padre advierte que la muerte
es su único recurso; en ella sola se ve el término feliz de sus fatigas y, homicida
de él [sic] mismo muere pendiente de un árbol mediante una soga, dando fin con
eso a su vida y a su fama. Todos en fin sufren tantas desdichas y calamidades que
juntamente pueden decir: “Traditi sumus ut conteramur yugulemur et perca musan aeterna
ni inseruos et famulos uemundemur et tolerauile malum [sic]” (f. 3r). Ved ahí Fernando la
viva imagen de la conducta de los españoles. Ved, digo, sin con fundamento los
noto de injustos, crueles y usurpadores, cuando del mismo modo que el francés
en España se han entronizado ellos en América contra la voluntad de los pueblos;
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
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cuando del mismo modo que aquel, han quitado el cetro a unos soberanos des-
cendientes de varios reyes, y del mismo modo que tú, jurados unánimemente por
sus pueblos; cuando finalmente el homenaje que les rinde es aún más forzado
y violento que el que tributa la España al francés emperador. Convenceos de
que los españoles han sido unos sacrílegos atentadores de los sagrados e invio-
lables derechos de la vida, de la libertad del hombre. Conoced [sic] que como
envidiosos y airados de que la naturaleza hubiese prodigado tantas riquezas a su
América, habiéndolas negado al suelo hispano, lo han hollado [el suelo] por todas
partes. Confesad en fin que el trono vuestro en orden a las Américas, estaba
aumentada [sic] sobre la injusticia y era propio asiento de la iniquidad.
F. Locura es, Atahuallpa, negar que se han visto atrocidades inauditas en la con-
quista de la América. Pero debéis advertir que otro tanto han hecho los asirios,
persas, romanos, griegos y todas las naciones del mundo cuando subyugar han
querido o conquistar reinos. Debéis saber que la defensa propia y la conserva-
ción de la vida era el justo motivo que los obliga a ejecutar los horribles estragos
que habéis referido.
I. Si los asirios, romanos y demás hombres han sido también inhumanos, a más de
no inducir bondad en un acto inicuo la ejecución de otro semejante, jamás veréis
entre los Asirios un soberano (f. 4) que como Guatemosín había sido extendido
sobre ardiente y devorosa [sic] brasa de fuego, por el solo vil interés de que mani-
festase sus riquezas. No veréis entre los persas un Atahuallpa sofocado y muerto
con más crueldad que el malhechor más infame del pueblo. No veréis entre los
romanos capitán alguno que como aquel Huapetei sacados los ojos cortados los
brazos y aserrado el cráneo. Ni veréis que griegos harían alguna vez como los
españoles arrancando un hijo de entre los tiernos e inocentes brazos de la madre,
dándolo contra el suelo y arrojando para que sirviese de pábulo a sus hambrien-
tos y carnívoros perros. Entre todas las naciones últimamente no hallaréis una
que haya ejecutado crueldades y tiranías como los españoles, porque estas son
tantas, que hacen horizonte a mi vista y es imposible numerarlas.
Cuanto a la propia defensa que alegáis, para disculparlos, únicamente respondo
que el ladrón que asalta la casa de un rico no podría, sorprendido en su crimen,
alegar su propia defensa para justificar su homicidio, si despedazó [sic] al señor
de las riquezas aun después que esté levantado el acero para hacer con él otro
tanto.
F. Sea de esto lo que fuere, lo que tu debes saber es que Alejandro VI cedió y donó
a mis progenitores y sus herederos las Américas.
I. Venero al Papa como a cabeza universal de la Iglesia, pero no puedo menos que
decir que debió ser de una extravagancia muy [sic] consumada cuando cedió y
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260
donó tan francamente lo que teniendo (f. 4r) propio dueño en ningún caso pudo
ser suyo, especialmente cuando Jesucristo, de quien han recibido los pontífices
toda su autoridad y a quien deben tener por modelo en todas sus operaciones,
les dicta que no tienen potestad alguna sobre los monarcas de la tierra o que a
lo menos no conviene ejercerla cuando dice: “Mi reino no es el de este mundo”.
Cuando a sus apóstoles les enseña y encarga que veneren a los reyes y paguen los
tributos al César. Me admira, digo, que Alejandro VI hubiese cometido semejan-
te atentado. Cuando San Bernardo le dice: “Quid falsem uestram in alienam mesem
extendis? Si apostolis interdisitur dominatus quomodo tutibi audes usurpare? Non tuilli de
quo profeta: Et erit omnis terra pecetio ejus [sic]”. Pero los grandes crímenes de ido-
latría y sacrificios humanos que cometían los indianos, me dirás, fueron los que
obligaron al príncipe de la iglesia a ceder aquellos reinos a un monarca católico
que extirpase tan bárbaras costumbres, pero yo diré que las más de las naciones
del antiguo mundo han sido algunas veces idólatras y bárbaras, y sin embargo no
se da ejemplar [sic] que por tales delitos hayan destruido los pontífices y su mo-
narquía, porque siempre se han conocido jueces incompetentes para ello, y han
confesado que la punición de tales crímenes está reservada al Altísimo. Diré que
los delitos de los indianos pudieron hacer nacer jurisdicción siempre que ellos
predicados o inducidos de la verdad del cristianismo y convertidos de la barbarie
de sus ritos y costumbres, hubiesen permanecido idólatras y bárbaros secuaces de
su antigua superstición; pero, ceder las Américas (f. 5), cuando con los españoles
lejos de disiparse las tinieblas con la luz del Evangelio lo habían antes hecho
aborrecible con su mal ejemplo y con los muchos crímenes y abominables de
que los hacían espectadores, sin duda que fue un acto de cuya legitimidad jamás
convencerme podré. Por último, si un Witiza, un Rodrigo, un Enrique, epílogo
de abominaciones y monstruos de sus siglos, en quienes cualesquiera crímenes
eran menos excusables y más enormes por su mayor cultura, y en quienes por
[tachadura] haber entrado en la Iglesia por las sagradas puertas del Bautismo te-
nían más jurisdicción los pontífices, nunca se ha visto castigar con la terrible pena
de ser despojados de sus cetros. Muchos menos debieron ser destruidos los
indianos, pues si eran idólatras tenían la disculpa de no haber llegado a su noticia
la religión cristiana; si eran antropófagos podrían [sic] evadirse con la antiguada
[sic] costumbre que les ocultaba su barbarie.
F. Cuando movido el vicario de Cristo por un santo y ardiente deseo de propagar
y extender el rebaño del Señor, cedió y donó a los reyes católicos las inmensas
tierras de la América [tachadura] cierto es, Inca, que a unos había predicado el
Evangelio, pero al presente (f. 5r) tenéis floreciente en esta parte del Orbe el más
puro cristianismo; tenéis elevados una multitud de santos altares sobre las ruinas
de la idolatría, convertido en Nuevo Mundo y en una palabras establecida la
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261
verdadera religión mediante los sudores y trabajos de los españoles, que por este
sólo motivo pueden llamarse poseedores de la América [tachadura].
I. ¿Queréis acaso alegrar la religión que habéis introducido en mi reino como título
bastante para poseerlo impunemente? No Fernando, no. Evita el cubrir un ho-
rroroso monstruo de iniquidad con el velo de la religión. Evita confundir este
santo nombre con lo que fue puramente injusta [sic]. A los españoles es cierto
que deben los habitantes de la América la religión que profesan, más no por eso
deben ser estos dominados por aquellos, porque de otra suerte sería preciso decir
que Xavier, que condujo el nombre de Cristo hasta las remotas (f. 6) provincias
del Indo y del Ganges y todos los apóstoles que han predicado en Evangelio
debieron ser coronados en uno y otro hemisferio, diríamos que el cristianismo
lleva conmigo el mismo impedimento insuperable para convertir a un [tachadura]
soberano infiel que difícilmente abrasaría la Cruz del Salvador a vista de que por
ella había de descender de su trono y dar fin a su reinado.
F. Pues si esto no te convence, persuádete a lo menos la posesión de trescientos
años unida con el juramento y de fidelidad y vasallaje que han prestado todos
los americanos, que agradecidos por las grandes felicidades de que los hemos
colmado viven gustosamente sujetos a los reyes de España.
I. El espíritu de la libertad [ha] nacido con el hombre libre, [el cual] por naturaleza
ha sido señor de sí mismo desde que vio la luz del [tachadura] mundo. Sus
fuerzas y derechos en cuanto a ella han sido siempre imprescriptibles, nunca
terminables o perecederos. Si obligado a vivir, empero, en sociedad ha hecho
el terrible sacrificio de renunciar al derecho de disponer de sus (f. 6r) acciones y
sujetarse a los preceptos y estatutos de un monarca, no ha perdido [el derecho]
de reclamar su primitivo estado, admirar [sic] en su dependencia el móvil de su
desgracia, y mucho menos cuando el despotismo lo violenta y la coacción lo han
obligado a obedecer una autoridad que detesta y un señor a quien fundadamente
aborrece. Porque nunca se le oculta que si le dio jurisdicción sobre sí, y avino a
cumplir sus leyes y obedecer sus preceptos, ha sido precisamente bajo de la tácita
y justa condición de que aquel mirara por su felicidad; por consiguiente desde el
mismo instante en que un monarca piloto adormecido en el regazo del ocio o del
interés, nada mira por el bien de sus vasallos, faltando él a sus deberes ha roto
también los vínculos de sujeción y dependencia de sus pueblos. Este es el sentir
de todo hombre justo y la opinión de los verdaderos sabios.
F. Pero de aquesto, ¿que infieres?
I. Infiero que si el juramento del vasallaje que han prestado al español los ameri-
canos, ni la posesión de trescientos años que ha logrado aquel en ella son título
suficiente para deberlos dominar. No el juramento porque (f. 7) no debiendo
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haber sido más libre que aquel en que sacrifica el hombre su libertad misma [ta-
chadura], no ha inducido en el americano obligación alguna el violento y cautivo
que ha prestado al español si el terror que ha inspirado en él la ferocidad de aquel;
el miedo de ser víctimas sangrientas de su despotismo; la terrible situación de
ser destituidos de armas para defenderse; el ver depositada la fuerza en sólo los
españoles y en ellos solos reunida la autoridad, es el cautivo principio de donde
nace su compromiso . Y si no, responded ¿de dónde resulta la nulidad del va-
sallaje que han prestado los habitantes de la Península al francés emperador? Sin
duda de la fuerza que les infiere la posibilidad de resistir. Pero [aún] cuando este
juramento fuese libre y espontáneo no fue como tengo dicho bajo de la tácita e
indispensable condición de que los monarcas españoles los mirasen con amor y
felicitasen su patria. ¿Y bien? ¿En dónde está esta felicidad? ¿En la ignorancia
que han fomentado en la América? ¿En la tenaz porfía y vigilante empeño de
impedir a Minerva (f. 7r) el tránsito del Océano y de sujetarla en solas las orillas
del Támesis y del Sena? ¿En tenerlos gimiendo bajo del insoportable peso de la
miseria en medio mismo de las riquezas y tesoros que les ofrece la amada patria?
¿En haberlos destituido de todo empleo? ¿En haber privado su comercio e impe-
dido sus manufacturas? ¿En el orgullo y despotismo con el que se les trata por el
español más grosero? ¿En haberlos últimamente abatido y degradado [tachadura]
hasta el nivel de las bestias? Sí, en esto consisten las felicidades que les ha prodi-
gado la España. Y de aquí mismo la nulidad de sus votos si de la dominación
de trescientos años queréis valeros para justificar la usurpación, debéis confesar
primero que la nación española cometió un terrible atentado cuando después de
ochocientos años que se sujetó a los moros, consiguió sacudir el yugo. Debéis
reprender a la misma España, Francia e Inglaterra que después de haber sufrido
una dilatada serie de años la dominación de los romanos restablecieron al fin su
libertad y merecieron (f. 8) los elogios de toda su posteridad [tachadura]. ¿Que-
réis que cuando la España por [tachadura] manifiesto castigo del brazo vengador
del omnipotente, sufre en su ruina y destrucción la misma suerte que ha hecho
experimentar a las Américas, permanezcan y estén sujetas todavía a un Fernando
que habla conmigo ahora en la legión de los muertos? ¿Queréis que cuando el
cielo les abre la puerta de la felicidad sean tan insensibles que permitan el pesado
yugo de otra nación? ¿No es cierto que de la convulsión universal de la Metrópoli
y del terrible contagio de la entrega [sic] [que] llegará sin duda hasta la América,
deben respirar a vivir independientes?
F. Convencido de tus razones, cuanto habéis dicho confieso, y en su virtud, si aún
viviera yo mismo los moviera a la libertad e independencia más bien que a vivir
sujetos a una nación extranjera.
I. Y si yo transmigrarme pudiera de este lugar a mi reino, sin duda los exhortaría
con la proclama (f. 8r) siguiente:
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
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Excelentísimo Señor.
Estando en Acuerdo de Justicia el día ocho de corriente, hizo presente el Señor
Fiscal, que con el motivo de estar persuadido el pueblo por las demostraciones asertos
públicos del Excelentísimo Señor Presidente y el Muy Reverendo Arzobispo, de que nues-
tro soberano el Señor don Fernando Séptimo se hallaba preso por el Emperador de los
franceses, y ya tal vez muerto con la demás familia real, se le había asegurado por personas
de carácter, que ya se hacían juntas, y que en ellas se trataba de tomar partido en estas
circunstancias con otras especies sumamente graves y peligrosas. Este punto llamó toda
la atención del Acuerdo, y tratándose sobre la certeza de estas noticias, se hizo mérito de
otras menos atendibles que ya se habían esparcido, y sobretodo de varios pasquines, y
entre ellos uno que pudo haber a la mano el Señor Regente, el que entregó luego al Señor
Presidente, en el que el clero oprimido (así se expresa) pedía al pueblo el auxilio que le
había prometido, y concluía con estas palabras: “Viva, viva la libertad”.
Por las combinaciones de hechos ciertos, y por las reflexiones que ellos su-
ministraron, no le quedó duda al Acuerdo de la sensación que habían causado en los
ánimos estas novedades, y el peligro que corría de no desvanecerlas en lo posible, y como
al propio tiempo se tratare entre el Señor Presidente y el Prelado de hacer una procesión
solemne con el Santo Sacramento, Nuestra Señora de la Concepción y San Fernando (11),
con las demostraciones y cánticos de una rogativa la más urgente y deprecatoria hasta el
extremo de haber formado el Muy Reverendo Arzobispo las letras o versos que habían de
ir cantando en su idioma los indios y las indias, que debían instruirse por sus respectivos
párrocos, lamentándose en los versos de la perfidia del Emperador Bonaparte, y como
a esto se agregare que cuando próximo el día del cumpleaños del Rey, no se disponía la
más leve demostración a pretexto de la tristeza en que debía mantenerse al pueblo por
la rogativa, resolvió el Acuerdo que se llamase al Excelentísimo Señor Presidente, quien
luego concurrió.
Y tratada materia con la circunspección que requería, se le hizo precepto que
nada se adelantaba en persuadir al pueblo la certeza de estas novedades, antes por el
contrario era de suma importancia el que a lo menos las dudasen, pues lo primero daba
320
En: ABNB: Mss GRM 26, fs. 11-17r.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
265
actual de la España, estas provincias están todas por el Rey Fernando, y son regidas
por un gobierno bien organizado, y pueden sin riesgo alguno esperar (16r) tranquilas
la suerte de la Metrópoli. Que el Señor Presidente consulte con el Acuerdo todo lo
que diga, y tenga relación con estas ocurrencias, y que el Muy Reverendo Arzobispo
exhorte con su doctrina y ejemplo a la unión, concordia y sumisión a las potestades
legítimas, las que oirán sus consejos y dictámenes cuando los consideren necesarios.
El Tribunal tiene por conveniente instruir a Vuestra Excelencia que entre
las muchas Reales Cédulas y órdenes del Rey que le encargan la vigilancia y cuidado
por la conservación, paz y quietud de estos dominios, es notable lo que se acompaña
en copia, pues ella persuade y no deja duda de la obligación que corre al Tribunal
de dar este paso con Vuestra Excelencia, y de estar a la mira de todo y de no ceder a
reconvenciones y providencias que se opongan a este, pues debe saber Vuestra Ex-
celencia que esta Real Ordenanza se expidió sin embargo de habérsele informado a
Vuestra Majestad que el Señor Virrey Marquez de Loreto había inhibido al Tribunal
del conocimiento de la sublevación de Chayanta y disposición del Señor Presidente
Flores, por decir que eran materia de gobierno, que es lo que también aquí contesta
a todo el Señor Presidente (17), pero sin fruto, porque el Tribunal no ha de permitir
que se le repita otra igual orden de su Majestad, además de que como depositario de
las leyes, en ningún tiempo le estrechan más los vínculos de su alto instituto, que en
lo difícil de las circunstancias del día, y por lo mismo, procurará se exacto y puntual
cumplimiento, removiendo con energía los obstáculos que a ellos puedan oponerse.
Dios guarde Vuestra Excelencia. Plata veinte y seis de octubre de mil
ochocientos ocho. Excelentísimo señor Antonio Boeto. José de la Iglesia. José
Agustín de Ussoz y Mozi. José Vásquez Ballesteros. Miguel López. Excelentísimo
Señor Virrey de las Provincias del Río de La Plata.
Es copia
Ballesteros
Anexo 11
Espero, pues, que todos vosotros daréis al Rey, a la Nación y a mi, una autén-
tica prueba de vuestro cristiano celo, de vuestra acendrada fidelidad, y de vuestro ardiente
patriotismo, ofreciendo en obsequio de una causa tan justa, y de un joven Soberano tan
acreedor a nuestro cariño y a nuestra ternura, el donativo más copioso que os permitan
vuestras facultades.
321
En: ABNB: Mss GRM 164: 80-81.
Anexo 12
Vista del Fiscal de La Plata Miguel López Andreu del 6 de febrero de 1809322.
322
Extracto del documento completo en: ABNB: Mss GRM 161, pp. 116-129r.
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272
asunto, cuál ha sido la conducta del Tribunal, cuál la del Señor Presidente y del Muy
Reverendo Arzobispo, y últimamente la del Señor Virrey.
Empezando por la del Tribunal, objeto de la censura del Señor Virrey,
por lo mismo que ha sido opuesta a la del Señor Presidente y Muy Reverendo Arzo-
bispo, tan aplaudida por su Excelencia. Resulta de los documentos señalados con los
números 1, 2 y 3, que en el momento de haberse recibido la Real Cédula de primero
de abril de 1808, acordó su cumplimiento y allanó cuanto estuvo de su parte las difi-
cultades que ofrecía la situación del Alférez Real propietario; y llegado el día señalado
para tan augusta ceremonia, asistió con toda la solemnidad propia del acto de la so-
lemne proclamación, como a la misa de gracias que se cantó en la Iglesia Metropolita-
na de esta ciudad. Esta sencilla exposición de los hechos constantes por notoriedad
y acreditados en los documentos citados, sería ociosa en otras circunstancias en que
no se hubiese puesto en duda la notoria y constante fidelidad del Tribunal a nuestro
amado Soberano; pero como se ha tratado de confundir maliciosamente la diferencia
del sistema observado por el Tribunal, en punto al reconocimiento de la Junta de
Sevilla y de su comisionado Don José Manuel Goyeneche, con el de nuestro amado
Soberano, ha sido preciso acreditar en esta forma la manifestación pública que ha
hecho al Tribunal, por las demostraciones más auténticas de que desde el momento
que llegó a sus manos el documento digno de fe pública; y establecido al efecto por
nuestra legislación, reconoció por su Soberano al Señor Don Fernando Séptimo, y
le ha reconocido invariablemente. En este supuesto, con el designio de manifestar
la injusticia con que se ha zaherido al Tribunal, y los principios que gobiernan a los
autores de tan injusta censura, se hará cargo el Tribunal de los hechos que la motivan,
y han sido el objeto de las representaciones del Señor Presidente y Muy Reverendo
Arzobispo, a las que sin duda alude la aprobación del Señor Virrey en su citado oficio
de 27 de noviembre, que con tan conocido ultraje de a representación del Tribunal,
y con tanta incompetencia e injusticia desaprueba la conducta que debó incitar Su
Excelentísima. Estos hechos se reducen al sistema observado por el Tribunal, re-
lativamente al deslinde legal y oportuno de la representación nacional de la Junta de
Sevilla, y reconocimiento de la respectiva a su comisionado, con arreglo a las noticias
comprendidas en los impresos traídos por Goyeneche y demás incidencias del caso,
todas conexas con el reconocimiento de la soberanía del Señor Don Fernando Sépti-
mo. Todos ellos constan con los documentos 4, 5 y 6.
El primero y capital, por decirlo así, es el voto consultivo del Tribunal
del día 18 de septiembre, ratificado en el del 23 del mismo. Esta ha sido la piedra
de toque de la diferencia de principios legales, políticos y patrióticos del Tribunal
de una parte, y de otra del Señor Virrey, Señor Presidente y M. R. Arzobispo. El
Tribunal consultado por el Señor Presidente sobre la conducta que debía observar
en las extraordinarias ocurrencias de que instruían los oficios del Superior Gobierno
del cabildo de Buenos Aires y del comisionado Goyeneche -a quién se referían los
primeros-, y a los impresos que este traía a la mano, no consideró que la relación de
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
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tadas provincias, que no reconoce en tan irregular procedimiento ninguna falta a sus
importantes obligaciones, está muy distante de conocer la que tiene un Tribunal de
Justicia y sus enlaces con la Nación y el Soberano. Por lo mismo ignora el mérito de
esta calumnia, que es menos de extrañar en que ha sido delatado por sospechas de
traición como uno y otro resulta del contexto de la respuesta de los Señores Fiscales
de la Real Audiencia Pretorial de Buenos Aires, en fecha 15 de octubre último, seña-
lada con el número 7, impresa en aquella capital y comunicada a Vuestra Alteza por
el conducto del Señor Presidente.
Esclarecida ya con referencia a los documentos expresados la conduc-
ta del Tribunal así en el reconocimiento invariable de la soberanía del Señor Don
Fernando Séptimo, como en sus legales y prudentes dictámenes y oportunas provi-
dencias, pasa el Fiscal a exponer a la consideración de Vuestra Alteza la observada
en estas materias por el Muy Reverendo Arzobispo, por el Señor Presidente y por el
comisionado Goyeneche […] Pero antes de exponer cuál ha sido la conducta en el
asunto del M. R. Arzobispo, que ha tenido conocida influencia en la inconsecuencia
del Señor Presidente, y posteriores desaciertos, no estima inoportuno el Fiscal re-
cordar a V. A. la ternura que excitó en los concurrentes al cumplido del besamanos
del día 14 de octubre primero siguiente a la Proclamación del Señor Don Fernando
VII, la arenga pronunciada por el señor Antonio Boeto, Regente que era a la sazón
de esta Real Audiencia […], la desagradable sensación que ocasionó en las mismas
circunstancias la diferente conducta del M. R. Arzobispo […] y se empezaron a ex-
perimentar por una consecuencia bastante natural del imprudente empeño del M. R.
Arzobispo en imprimir en los ánimos de sus feligreses, con inclusión de los naturales,
la idea de la prisión de nuestro Rey y Señor Don Fernando y toda la real familia, y
las dificultades consiguientes a su restitución al trono. Verdaderamente es reparable
el contraste de la conducta del Tribunal en este punto, y la del M. R. Arzobispo (p.
120r) […] El Señor Arzobispo, por el contrario, se propuso instruir al Pueblo, no
solamente por medio de rogativas y otras demostraciones públicas, sino principal-
mente por el respetable conducto de su ministerio Pastoral y con toda la majestad
de nuestro culto religioso, de los tristes sucesos de nuestro Soberano […] Será este
el primer ejemplar de haberse declarado la guerra en el templo del Señor, haciendo
funciones de un Rey de Armas, un sucesor de los Apóstoles revestido con las vesti-
duras sagradas, y con el empeño que acredita haberse anticipado algunas semanas al
Gobierno en anunciar una novedad tan impropia como ajena de su inspección […] lo
acredita el discurso que leyó el M. R. Arzobispo el día 27 de septiembre en la Iglesia
Catedral, impreso en Buenos Aires y repartido por el mismo Prelado […] pudiera
notarse en su procedimiento el empeño de ostentar conocimientos políticos e inge-
rirse en materias de esta clase, sin advertir el peligro que ofrece hablar de semejantes
materias a una multitud destituida ordinariamente de nociones exactas sobre estos
puntos, y que oyendo a su pastor disertar en un estilo que a primera vista indica ser
disputable el derecho de nuestro amado Soberano al trono, tiene más motivo de vaci-
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corazón presagiaba a este digno ministro, que el sacrificio a favor de la Patria a que le
conducían sus deberes, le habían de ser muy costosos, sin que el riesgo de su propia
seguridad a que se exponía, recompensase en el éxito sus miras patrióticas y dignas
de un magistrado. […]después de las protestas que hizo el Fiscal sobre la inobser-
vancia de las leyes que resultaba de la convocación de la Junta, la acta constante al
número 18 depone [sic]: Que se obligó al Tribunal a deliberar sin la libertad y sigilo
propio de su instituto; que se niveló el voto de cada uno de los Señores Ministro,
no solamente con el del M. R. Arzobispo, sino con el de los Alcaldes Ordinarios
de esta ciudad; últimamente acredita que con presencia del despacho presentado por
Goyeneche, librado al parecer por la Junta de Sevilla, sin que la novedad y obscuridad
del sello permitiese asegurarse de su certidumbre, sin que la falta de conocimiento
de las firmas diese lugar a alguna confrontación, y a pesar de la variedad visible de
caracteres y tinta de los lugares en que se nombraba al comisionado, se acordó su
cumplimiento con las reservas que expresa el contexto del acta firmada por todos
los asistentes, y acreditada la violencia que experimentó el Tribunal y el temperamen-
to y que le obligaron las circunstancias para no hacer traición al desempeño de su
obligación y no comprometer la quietud pública. […] Vuestra Alteza sabe muy bien
el atroz insulto que hizo Goyeneche al Tribunal en persona del Señor Regente, acu-
sándole de falta de lealtad a nuestro Soberano, por haber observado la legal, política
y patriótica conducta que acreditan los votos consultivos. Menos habría olvidado
V.A. la irregular conducta del Señor Presidente en aquel acto, que lejos de contener
a ese desconocido Brigadier y fingido representante de la Nación, en llevar adelante
tamaño desacato, le autorizó, interponiendo al efecto toda la representación pública
de su cargo. […] tal vez la noticia de la correspondencia seguida con el Gobierno del
Brasil por el M. R. Arzobispo, tan empeñado en sostener la comisión de Goyene-
che, daría alguna luz sobre su verdadero objeto. […] Es cierto que la Junta no quiso
enterarse del contenido de unos pliegos de un Gobierno extranjero que no se dirigían
(p. 124r) a ella. Pero todos hemos sabido y todo el público se ha cerciorado de que
en cada uno de ellos vino incluido un ejemplar de los mismos manifiestos dirigidos
por el correo de la carrera de Buenos Aires, y recibidos por su cabildo secular, por
el Tribunal y por la Real Universidad, de los cuales es idéntico ejemplar el señalado
con el número 20, cuyo contexto, unido a la respuesta del Señor Virrey publicada en
Buenos Aires, y señalada con el número 21, no permite dudar de su uniformidad.
De suerte que la llegada de Goyeneche y el desempeño de su comisión, prepararon
a los secretos agentes del gobierno del Brasil la impune y libre divulgación en esta
ciudad de los seductores manifiestos […]. Por lo respectivo al Señor Presidente, no
se descubre otro fundamento particular que su ciega deferencia a la dirección del M.
R. Arzobispo, pero en lo respectivo a este prelado, el recibo de la correspondencia
familiar de la Serenísima Señora Infanta Doña Carlota, conducida por Goyeneche,
de que depone el acta ya citada, ha debido confirmar la opinión vulgar originada de
sus explicaciones acerca de la correspondencia que mantenía con el Príncipe Regente
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de Portugal y la misma Señora Infanta Doña Carlota, quien no pude creerse diese los
primeros pasos a entablar semejante correspondencia.
Estas reflexiones conducen al Fiscal a hacer presente a V. A. la conducta
observada por el Señor Virrey de estas provincias Don Santiago Liniers, desde que
se recibió la noticia de los acaecimientos de Aranjuez y de la abdicación de la Corona
del Señor Don Carlos Cuarto, que dio lugar a la exaltación al trono del Señor Don
Fernando Séptimo hasta el día […] omite el Fiscal recordar que a pesar de la frecuen-
cia con que se comunican por el Superior Gobierno otras Reales Cédulas, omitió
circular la de primero de abril de 1808, y en su lugar se previno por el mismo correo
del Señor Presidente que no se diere crédito a las noticias de España, ni se hiciese la
menor novedad de que se impuso V. A. por la lectura del oficio del Señor Virrey, que
el Señor Presidente llevó al Real Acuerdo. Pero no omite advertir la vigilancia que
manifestó el Señor Virrey en enterar a la presidencia de todos los impresos traídos
por Goyeneche, comprensivos de las sensibles noticias del Estado de la Metrópoli.
[…]No se detendrá el Fiscal para deducir la indiferencia con que examinó el Señor
Virrey tan arduo e importante negocio, en reflexionar sobre el intolerable descuido
de no exigirle los despachos del grado de Brigadier, con el cual ha venido condeco-
rado, sin embargo de no ser conocido sino por el de Teniente Coronel. […] El Señor
Virrey, aunque francés de nación, no ignorará que al ciudad de Sevilla, célebre por
vario títulos, no es capital del Reino, y lo que es más del caso, no puede ignorar que
una Junta representativa de una provincia no es bastante por su primitiva institución
a reasumir la representación nacional. […]
En una palabra, si el Señor Virrey Don Santiago Liniers se hubiera abste-
nido de decretar con la prisa que manifiesta su contexto el decreto del cumplimiento
a dicho despacho y si hubiera abrigado en su pecho, ya que no amor a una Patria
que ha adoptado por interés, a lo menos aquella gratitud a que no puede renunciar
honestamente, ella le hubiera conducido a costa de una corta meditación, a precaver
las resultas perjudiciales a la causa común, íntimamente conexa con la unión recípro-
ca de las provincias de la Península y de estas colonias, con el cuerpo de la Nación.
Por uno de los efectos visibles de la Providencia, a pesar de una crisis tan violenta
y extraordinaria, todas las provincias de la Metrópoli han procedido con un sistema
de uniformidad que no tendrá ejemplo en la historia de las convulsiones políticas.
Pero si hubiera sucedido lo contrario: ¿Quién hubiera sido el autor de la inocente
separación de estas colonias de la Nación sino el Virrey, el Señor Don Santiago
Liniers? […] se podrá recelar sin mucha temeridad que las actuales circunstancias le
han autorizado en su concepto a mandar en jefe absoluto de estas provincias, porque
a la verdad no se puede comprender cómo un Virrey, no procediendo en este errado
concepto, puede persuadirse a que especialmente hablando con un Tribunal de Justi-
cia, le es facultativo prescribirle quién es su soberano. […] En este supuesto es menos
de extrañar la conducta del Señor Virrey, constante del testimonio del expediente
comprensivo de sus órdenes sobre exigir una contribución patriótica de un millón y
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
279
cuarenta y dos mil pesos, y se acompaña con el número 22. Este documento por si
solo, pero mucho más ilustrado con el testimonio que recientemente ha dirigido a la
presidencia de esta Real Audiencia, comprueba a la vez que se considera autorizado
el actual Señor Virrey a ejecución de actos de soberanía […] Es de advertir que el
primer decreto expedido sobre el particular, y que se recomienda con la anuencia del
Real Acuerdo pretorial de aquella capital, está dado el 13 de julio, tiempo en que se
suponía amenaza de nuevas invasiones de las armas inglesas, en cuyas circunstancias
pudiera haberse presumido el consentimiento del Soberano, pero después de la llega-
da de Goyeneche, por cuyos informes quedó íntimamente persuadido del armisticio
con la Inglaterra y de la libertad de los mares, debió haber cesado todo el temor de
hostilidades y el motivo de semejante presunción. La falta de conocimiento expreso
o presuntivo del Soberano bastaba para graduar la conducta del Señor Virrey en la
indicada imposición, como un rasgo de independencia en el mando de estas dilatadas
provincias. Pero si se añade a esta general observación la particular referente a la
falta de necesidad para la atención del servicio, que deben quedar reducidos en dicho
supuesto a las del tiempo de paz, y al estado actual de estas provincias interiores,
afligidas en estos últimos años con pestes, esterilidad, decadencia de las minas y
otros infortunios. Se vendrá en conocimiento de que el sistema de independencia
conduce al Señor Virrey a no consultar la quietud de estas provincias, ni su común
prosperidad.
Con presencia del mérito de las antecedentes reflexiones deducidas de los
documentos adjuntos y referentes a hechos notorios a V. A., el Fiscal animado del
celo propio de su ministerio, no puede menos que suplicar se haga presente a s. M. en
el próximo inmediato correo, en obsequio de la verdad y justicia del honor del Tribu-
nal […] se digne Su Majestad ordenar el competente desagravio de las calumnias que
contiene dicho oficio del Señor Virrey de 27 de noviembre, y así mismo, se le haga
entender el miramiento con que en todo caso debe tratar en sus oficios a un Tribunal
a quien Su Majestad se digna honrar con tan notable confianza y representación. Y
últimamente, que en obsequio de la causa pública y observancia de las leyes, no in-
terrumpa el expedito ejercicio de las funciones de su instituto, como lo ha ejecutado
por medio de dicho oficio y anteriormente en otras ocasiones de que por separado
instruye Vuestra Alteza a Su Majestad. En segundo lugar, con referencia a las ob-
servaciones relativas a la conducta del M. R. Arzobispo, considera el Fiscal propio
de la obligación del Tribunal, se haga presente a s. M., que interesa notablemente a
su servicio y a la causa pública de esta provincias y dilatada diócesis, sea trasladado a
otra el actual M. R. Arzobispo Don Benito Moxó, singularmente a una de la Penín-
sula, en la cual la inmediación al Trono le hará más respetable su autoridad y la de sus
tribunales. Impedirá así mismo los efectos de su unión con este Señor Presidente,
que le facilita la ejecución del sistema de opresión que ha manifestado casi desde
su llegada, e inutilizará su prurito a ingerirse en materias de gobierno de la misma
Nación y comprometer con sus inconsideraciones la tranquilidad pública, y última-
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280
mente evitará con mayor seguridad los peligros que ofrece en estas distancias su co-
rrespondencia familiar con un gobierno extranjero, que con tanta razón ha alarmado
a estos leales vasallos de Su Majestad. En tercer lugar, con referencia a la conducta
del Señor Presidente en las ocurrencias de que trata este expediente […] corresponde
en concepto del Fiscal no se dilate por más tiempo hacer presente a s. M. lo inútil y
perjudicial que es [que] a su servicio continúe en el mando el actual Señor Presidente
Don Ramón García Pizarro, quien desde la época de la llegada a esta ciudad de Don
Pedro Vicente Cañete y del M. R. Arzobispo Don Benito Moxó -habiendo subro-
gado en ambos la confianza que manifestaba anteriormente en los dictámenes de su
asesor ordinario Don Vicente Rodríguez Romano, propia de su cargo y conforme a
las órdenes de Su Majestad- ha permanecido en un estado de hostilidad, por decirlo
así, con el Tribunal; ha desairado su autoridad, y por una consecuencia natural de sus
cortas luces mal dirigidas y su avanzada edad, ha comprometido más de una vez la
quietud pública. Finalmente pide el Fiscal a V. A. […] se haga presente así mismo
a s. M. que al continuación del mando superior de estas dilatadas provincias a cargo
del Señor Don Santiago Liniers, no se compadece con la quietud, conservación y
debida unión de ellas a la Metrópoli; porque a vista de los rasgos de despotismo
constantes en otros expedientes de que se da cuenta por separado a s. M. e instruyen
del ningún aprecio que le merece la autoridad de la Audiencia y el cumplimiento de
sus providencias […]
Estas son en compendio las reflexiones que ha sugerido al Fiscal su de-
bido celo por el servicio de Su Majestad y causa común de la patria, en uso de la
vista ordenada por V. A. con fecha de 26 de noviembre último, y con presencia del
mérito de los documentos agregados, sobretodo V. A. deliberará lo más arreglado a
justicia, bien y prosperidad de estas provincias de su distrito. Plata 6 de febrero de
1809. López.
Autos y vistos con copia certificada de la respuesta del Señor Fiscal y
documentos de su referencia. Hágase a Su Majestad el informe acordado en el
correo próximo. Cuatro rúbricas. Proveyeron y rubricaron el auto antecedente los
Señores Presidente Regente y Oidores de esta Real Audiencia, y fueron jueces los
señores doctores Don José de la Iglesia, Don José Agustín de Ussoz y Mosi, Don
José Vásquez Ballesteros y Don Gaspar Ramírez Conde de San Xavier, Oidores en
La Plata, en siete de febrero de mil ochocientos nueve años. Doctor Don Manuel
Sánchez de Velasco.
Es copia
Ballesteros
Anexo 13
Muy Poderoso Señor. El Fiscal de Su Majestad, en vista de este proceso formado con
motivo del notable acaecimiento de la noche del 25 de mayo
último
y demás expedientes papeles y oficios que se han agregado a él; y teniendo presentes para
los cargos respectivos al Excelentísimo Señor Don Ramón García Pizarro, y cuyo arreglo
y numeración de piezas ha dispuesto el Fiscal en la forma que las presenta para la más
fácil expedición de esta causa, dice: Que habiendo sido el objeto principal del proceso el
esclarecimiento del hecho de aquella memorable noche, lo expondrá el Fiscal breve y sen-
cillamente en los términos que substancialmente resultan de él y es como sigue.
A poco más de media hora de haber cerrado la noche del 25 del próximo mayo
en Chuquisaca el año 1809, salieron de la presidencia cinco emisarios, para que auxiliados
de los soldados veteranos que pidieron y que se hallaban ya dispuestos y disfrazados en el
cuartel, procediesen a ejecutar irremisiblemente las órdenes de prisión que se les habían
dado contra los Señores Ministros del Tribunal, Don José Agustín de Ussoz y Don José
Vásquez Ballesteros y el Fiscal exponente, y contra los Regidores Manuel Zudáñez y Don
Domingo Aníbarro, y contra el abogado Doctor Don Jaime Zudáñez. Verificada sola-
mente la prisión de este abogado, y divulgada en el momento por todo el vecindario con
la noticia aunque incierta de que también se habían prendido a los Señores Ministros del
Tribunal y otros sujetos de distinción que disfrutaban la confianza pública, se conmovió
el pueblo en solicitud de su libertad. Con este (48) designio se dirigió a la casa del Muy
Reverendo Arzobispo, cuya familiaridad y conocida confianza con el Excelentísimo Señor
Pizarro, debieron prometerle el logro de sus deseos a beneficio de su intención. Cedió
el Prelado a estas instancias, a que coadyuvaron por encargo del Tribunal los Señores
Oidores Don José Vásquez Ballesteros y Conde de San Xavier, y habiéndose dirigido a la
presidencia acompañado de la multitud, consiguió con sus ruegos la libertad del Doctor
Zudáñez. Mientras que el Muy Reverendo Arzobispo practicaba esta diligencia con el
323
Encontrado entre los papeles del Arzobispo Moxó. Extracto del Doc. completo en: Mss GRM 31, fs.
48-53.
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282
tomado ya con sola la noticia de su feliz arribo y recebimiento [sic] en este Superior
mando.
Y no dudando el Fiscal que la superior prudencia y el elevado discerni-
miento del Tribunal, estimará en su justo valor las reflexiones que comprende esta
respuesta concluyente, pidiendo que a la mayor brevedad posible se sirva informar a
la tranquilidad y seguridad de estas provincias, acompañando el proceso en la forma
que queda indicada. Plata y agosto 19 de 1809- López-Visto. Con copia de esta res-
puesta infórmese a s. M. en su Real y suprema Junta Gubernativa de España e Indias,
y al Excelentísimo Señor Virrey en los términos acordados. Proveyeron y rubricaron
el auto antecedente los señores Presidente, Regente y Oidores de esta Real Audiencia
Gobernadora, […] en La Plata en 23 de agosto de 1809. Doctor Don (52r) Manuel
Sánchez Velasco (53).
Anexo 14
324
Extracto del documento Trans. en: ABNB: AGML 76c, original en el AHN: leg. 21 271. Ortografía
modernizada.
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288
las resultas de la conducta del Tribunal solamente podía desaprobarse tan celoso y
beneficioso procedimiento, por quien mirase con desagrado la interrupción o inutili-
dad de las tentativas del Ministerio de Estado de Portugal. Menos puede extrañarse
el disfraz de Don Santiago Liniers en desairar y ultrajar y amenazar al Tribunal y
a sus Ministros, a términos de inutilizar su representación tan recomendable, para
disimular su resentimiento procedente de la causa expresada y sus miras ulteriores,
que debían realizarse después del recibo del correo primero de junio, según se colige
del contexto de los oficios reunidos en la pieza 4, cuya ejecución precipitó con esta
confianza Don Ramón García Pizarro, que (33) no con el fruto que se prometía. Su
lectura y la de los otros de esta época acredita que no omitió medio alguno de turbar
la tranquilidad del Tribunal, y de preparar su ruina, que debía facilitar la entrega a
la Corte del Brasil y otra dominación extranjera de estas leales provincias. De aquí
provino el empeño de mantener en esta ciudad al perturbador más conocido del
sosiego público, Don Pedro Vicente Cañete, de que trata el oficio f. 10 de la pieza 4a.
De este principio se derivan las exóticas expresiones que se leen en los demás oficios
de la misma pieza, singularmente en el de f. 13, cuyo contexto es tan poco digno de
un jefe español, como acomodado a arrendar una constancia menos acreditada que
la del Tribunal, siendo notables las que expresan ser dignas de su respeto y obedien-
cia las providencias expedidas por el Superior Gobierno, aunque sean contrarias a
derecho.
La breve exposición de los riesgos más conocidos que han sufrido estas
leales provincias en su común seguridad y permanente tranquilidad ha sido el objeto
especial de este reverente informe, en cuya dirección desempeñaría incompletamente
sus obligaciones el Tribunal si omitiese exponer así mismo a V. M. sus observa-
ciones propias de su patriotismo y celo por su real servicio, relativas a los medios
prácticos de evitar en lo sucesivo la repetición de escenas semejantes a las que han
comprometido el sosiego común de estas provincias, y de impedir la continuación
de los riesgos insinuados, que aún no han cesado con el recibimiento en el mando de
todas ellas de vuestro virrey Don Baltasar Hidalgo de Cisneros.
Se reducen a desmembrar y adjudicar a la presidencia de esta vuestra
Real Audiencia, el gobierno y capitanía general de su distrito, que en el actual sistema
corresponde al Virrey de Buenos Aires; así mismo, trasladar de la junta superior de
Real Hacienda de aquella capital a la misma audiencia, el conocimiento de negocios
contenciosos del mismo ramo, que en el día corresponden a dicha junta en virtud de
los dispuesto por la Ordenanza de Intendentes de este virreinato. […]
En el actual sistema es cierto que a primera vista es perceptible la unidad
del superior gobierno de todas las provincias del Virreinato en un Virrey Gobernador
y Capitán General de todas las que comprenden su vasta demarcación; pero también
lo es que a excepción de la uniformidad de procedimientos contra el enemigo común
en el caso de una pronta invasión, fácil de proporcionar a beneficio de la recíproca
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
289
hechos notorios, que la hagan aún más perceptible, bastaría recordar los riesgos que
ha tenido a la vista el Tribunal, y con los conocimientos del jefe superior de ellas,
conducentes a ilustrar su celo, la tranquilidad dependiente de la oportuna vigilancia
del mismo jefe superior, y finalmente la seguridad común, inasequible faltando en
el centro de ellas la emanación del poder ejecutivo que haga respetar las legítimas
resoluciones del Tribunal de Justicia, y contenga eficazmente en sus límites a todos
los jefes de provincia, todas se resumen en recomendar la preferencia del nuevo sis-
tema actual en que estas provincias interiores, tan distantes y diferentes en su clima,
población y costumbres, están dependientes para su gobierno y seguridad de un jefe
ocupado de tan varias atenciones y residente en un extremo del Virreinato. A esta
variación se seguiría naturalmente la importante reforma en el cobro de los tributos
pagados por los naturales, y en otros puntos semejantes más fáciles de reglar a bene-
ficio de la reunión de conocimientos y facultades necesarias en el superior gobierno
del distrito.
La variación del sistema respectivo a la desmembración del Superior
Gobierno y Capitanía General de este distrito, y su reunión en la presidencia de
esta vuestra Real Audiencia, produciría una reforma incompleta e incoherente en sus
resultas, sino se variase consiguientemente el sistema judiciario respectivo al conoci-
miento de causas contenciosas de la inspección de esta vuestra Real Audiencia, por-
que permaneciendo el conocimiento de las de Real Hacienda, en que entienden como
jueces de ella los intendentes en primera instancia, segregado del Tribunal de Justicia
del territorio y encargado en grado de apelación a la junta superior de Real Hacienda
de Buenos Aires, es inevitable la serie de dilaciones y perjuicios que ofrece la distan-
cia en el seguimiento de los recursos en la capital del Virreinato, fácil de remediar a
beneficio de restablecer el sistema antiguo de las apelaciones a las audiencias en los
negocios contenciosos de Real Hacienda, por cuyo medio se refrenaría en su origen
el orgullo e independencia de los intendentes, quienes con su mal ejemplo autorizan
a sus súbditos a la falta de obediencia y subordinación tan importante y debida a los
tribunales de justicia, y de la misma tranquilidad y seguridad común.
Si estas sencillas observaciones hubieran de comprobarse con hechos que
recuerden su exactitud, bastaría al intento de repetir la memoria de las sencillas esce-
nas que ha producido la irregular conducta del Gobernador de Potosí en al reunión
de las fuerzas militares y demás medidas hostiles con que ha insultado la seguridad
de estos fidelísimos habitantes y alterado la tranquilidad común de estas provincias,
a costa de prodigar los tesoros de Vuestra Majestad, porque si el Gobernador de
Potosí reconociese a esta Real Audiencia como único tribunal de justicia del terri-
torio, autorizado a reformar todos sus procedimientos desarreglados, se guardaría
bien de insultar sus respetos, excitando por bando públicos a sus provincianos a la
desobediencia e insubordinación al Tribunal, y en todo caso no hubiera tenido igual
arbitrio para disipar los tesoros de Vuestra Majestad en perjuicio de la tranquilidad y
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
291
[…] Charcas, que por aquel entonces se hallaba envuelta en partidos y desave-
nencias recíprocas entre sus corporaciones, apura sus personalidades y malicias; se enlazan
cuestiones más agravantes, y Charcas con sus ruidosos cuentos se deja sentir dispuesta a
ser la que aproveche tan oportuna ocasión. Hacía poco había llegado el actual Arzobispo
a pueblo tan crítico para sus autoridades, cuando se ha singularizado desde su descubri-
miento en desavenirlas y arruinarlas, y sin contrapesar su carácter se declara reformador
de costumbres y sistemas, que aunque viciosas, eran tan antiguas como ella misma. Grita
el pueblo como orgulloso y preocupado, influye el clero cuando puede, y toman cartas los
Cabildos, Universidad y Tribunal. Acógese el Prelado al Gobierno, y el Presidente Pizarro
[borrón] quiere sostenerlo, y acaban de enredarse más las enemistades y partidos. […] Nin-
guno quiso ceder, ni cederían nunca siendo ocasión oportuna o desahogos y venganzas.
Sería preciso un volumen para recopilar sucesos de ese tiempo y cuanto se
trabajó en precipitarse recíprocamente. Baste decir que fueron juntándose causas graves
e infinitas sobre las referidas, y que hoy día se incrementaba el veneno y prostitución.
Reciben pliegos por entonces de la Señora Infanta Carlota (f. 2), cuyo contenido se trobó
[sic] de diferentes modos, y encontrando los cismáticos ocasión adecuada para cubrir sus
intentos con aparente celo, difunden un susurro malicioso sobre intrigas y conciertos
contra el Arzobispo, Presidente y Jefes.
Arriba el 10 de noviembre de 1808 en tan críticas circunstancias, el enviado
de la Junta de Sevilla Don José Manuel de Goyeneche, se hospeda en Palacio Arzobispal.
Se esmeran el Prelado y Presidente en su obsequio, y esto sólo bastó para desairarlo y
oponérsele corporaciones y pueblo. Desconociendo, dudando o fingiendo dudar de su
carácter y comisión, ofrécense nuevos y sospechosos encuentros por parte del Regente y
Oidores [margen izquierdo: Don Antonio Boeto, Don José de la Iglesia, Don José Agustín
Ussoz y Mozi y Don José Vásquez Ballesteros], resistiendo obedecer a Sevilla y sostenido
el enviado por el Presidente Pizarro intenta prenderlos. Temen estos, ceden, y quedan
ya más irritados, especialmente contra Goyeneche, a quién al momento complicaron en
aquella vulgaridad de conciertos.
325
Extracto del Doc. en: ABNB: Rück 301, fs. 2-4r.
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294
326
Manuscrito aparentemente coetáneo encontrado entre los papeles de Moxó. En: ABNB: Mss GRM
164, fs. 24-28.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
297
de esta Ciudad, con lo que enardecido hasta el punto de descomponerse, y oídos los
gritos de la calle, dio motivo a que concurriese mucha parte del pueblo a la expec-
tación del suceso, que entendido por el Presidente y Arzobispo, tomaron el partido
de apaciguar a dicho Señor, y preguntándole cual era su modo de pensar dijo: “Que
el Tribunal y la ciudad de La Plata tenían jurado a nuestro amado Fernando 7o, que el reinaba
en nuestros corazones, y más leyes y constituciones eran las que los gobernaban, y que así siempre
que la Junta de Sevilla fuere legítima, la reconocían y que la obedecían, siempre que mandase con
arreglo a las leyes un verdadero representante de nuestro augusto Fernando 7o, y que moriría antes
que salir de este principio”, con los que se extendió la Acta [sic] concebida en el mismo
sentido. Concluido esto, sacó Goyeneche los pliegos de la Corte del Brasil, que el
dijo le habían entregado para que pusiese en manos de sus [títulos], que eran para el
Presidente y Arzobispo, y abiertos por sus dueños sacaron una proclama de la Car-
lota, en que no reconocía por Rey a su hermano con otros ultrajes a los verdaderos
vasallos que tenían jurado a nuestro amabilísimo Fernando, en vista de lo que se salió
el Señor Regente y demás Oidores, diciendo que los dueños de los papeles hiciesen lo
que gustasen, que el Tribunal obraría como [viere] con que se deshizo la junta.
Este acontecimiento sabido por el pueblo, se puso en la mayor conster-
nación. Lo uno por ver ultrajado al Señor Regente a quien idolatraban, lo otros por
que no podían combinar como Goyeneche Siendo representante de la Nación, era al
mismo tiempo conductor de unos manifiestos en que se veía clara una subversión y
ultraje que se hacía a los Nobles Americanos, que tenían jurado morir antes que no
reconocer otra dominación que la de nuestro adorado Fernando 7o.
Vino en esta ocasión Cañete a Chuquisaca, y hace una alianza íntima de
Presidente y Arzobispo, haciéndoles creer según su carácter maquiavélico, en que
sólo el Presidente, Arzobispo y Virrey eran las autoridades constituidas, y que no
estaban sujetos a las órdenes del Tribunal, lo que [adaptó] (24r) tanto a dichos dos
personajes, que inmediatamente lo pusieron en práctica, pues habiendo puesto preso
este Señor Presidente a un Escribano de Cámara por una etiqueta vergonzosa que
hubo en un baile, dicho escribano ocurrió al Tribunal por vía de apelación del ultraje
que se le hacía, todo con arreglo a la nueva orden circulada en favor de las apelacio-
nes en materias políticas de los gobiernos a las Audiencias, cuya apelación declarada
por legítima, el Tribunal pidió los autos al Presidente, y este se denegó a ello y pasó
al preso al cuartel diciendo lo sacasen de allí, obstinándose y burlándose de las pro-
videncias del Tribunal. Con este y otros casos que fueron sucediéndose, viendo el
Tribunal ser Cañete el principal agente, y que él motivaba estos disturbios, recibió
una información secreta contra dicho Cañete, y habiendo este pasado a Potosí, se le
hizo saber una providencia de este Tribunal en que se le multaba en 30 pesos siempre
que volviese o pusiere los pies en el distrito de esta Intendencia; en virtud de esto
ocurrió [sic] Cañete a el Virrey [sic], y este sin otro conocimiento de causa más que
lo que él mismo Cañete le decía, de una providencia revocando la de este Tribunal, y
mandando que Cañete viniese a esta ciudad. Este Tribunal, desecha la referida orden
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por ilegal, y reitera la providencia que anteriormente había dado. Recurre Cañete de
nuevo al Virrey, y este amenazando al Tribunal para [sic] resistir al cumplimiento de
sus órdenes, y manda que venga Cañete a esta ciudad. Visto esto por el Tribunal,
se dirige a la Audiencia de Buenos Aires, pidiendo que al Señor Virrey se le llame al
Real Acuerdo, y que se le haga ver la ilegalidad con que procedía en este asunto. El
Tribunal de Buenos Aires llamó efectivamente al Virrey al Acuerdo, y convencido
este de lo mal que había procedido en providencias dadas en el asunto de Cañete,
convino en que tuviesen efecto las órdenes de este Tribunal, y que para ellos pasaría
el mismo oficio a este Señor Presidente. El Real Acuerdo de Buenos Aires pasó
a este Tribunal un [tomo] del auto acordado, y de los que había ofrecido el Señor
Virrey por este, al mismo tiempo envió una orden a este Presidente, para que Cañete
viniera a esta Ciudad, que los sostenga por fuerza contra las disposiciones de este, y
aquel Tribunal; lo mismo que efectuó puntualmente este Señor Presidente, haciendo
venir aquí a Cañete con desprecio de las órdenes de las dos Audiencias.
La circulación de los manifiestos del Brasil, los que mandados por el
Señor Virrey a todo el Perú, y hasta al mismo Tribunal era perjudicial (25). El Señor
Fiscal se presentó pidiendo que s. A. mandase recoger por medio de Real Provi-
dencia todos los que hubiesen venido al Distrito por ser [se] ductivos, y que podían
acarrear malas consecuencias; lo que ejecutó el Tribunal recogiendo todos, excepto
los del Señor Presidente y Arzobispo, que no quisieron entregarlos. En esta ocasión
llegaron para el Claustro de esta Universidad, y viendo dicho cuerpo venían con el
sobre en portugués, lo pasó al Presidente diciendo no le parecía a aquel cuerpo deber
recibir pliegos de una potencia extranjera, y más habiendo las sospechas anteriores.
El Señor Presidente les dijo los abriesen en el Claustro y contestasen, en vista de lo
cual, y abiertos los pliegos [estamparon] un Acta del tenor siguiente (aquí se incluye
el Acta)
Habiendo avisado este Presidente al Virrey lo hecho por la Universidad
con un tanto de la Acta, y lo practicado por la Audiencia, vino orden para que se
borrase dicha Acta, mandando que el Tribunal no se metiese en asuntos de esta na-
turaleza, y que entregasen todos los documentos relativos a la Corte del Brasil, que
estuviesen en poder de la Audiencia, empeñándola hasta el punto de querer atropellar
al Archivo del Tribunal, por la entereza de este con la voz del Pueblo que clamaba
tratando de traidor a este Presidente, lo [controló].
No obstante, el mismo Presidente borró con su propio puño la Acta [sic]
de la Universidad a presencia del Secretario de la misma y su Rector. A consecuencia
de estos hechos, y visto que el Tribunal no podía hacer justicia con el Presidente en
este hecho tan sospechoso, se dirigieron varios documentos, con una representación
a la Junta Central, cuya representación fue extraída del correo (se cree que en Buenos
Aires), y puesta en manos del Virrey, quien enfurecido remitió las órdenes más des-
póticas que se han dado hasta ahora, las que están originales en poder del Tribunal.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
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sabía lo que el Presidente quería hacer con él. Repite el Cabildo segunda vez y el
Tribunal para oficio al Presidente, informe qué sumaria estaba siguiendo, que había
conmovido al pueblo y que sino informara sería responsable a todo acaecimiento.
Contesta al Tribunal que era falsa semejante sumaria, jurándolo pasó por la Cruz
que traía al pecho. Se […] más los alborotos del pueblo, y el Tribunal se lo hace
presente, [como] que para sosegarlo había mandado recibir una información pública
para averiguar la causa de tanta conmoción. Empieza la información y a los tres
testigos sale perjuro el Presidente, y siguen hasta 30 más deponiendo contra el Ar-
zobispo. En circunstancias tan críticas pide el Tribunal salga el Presidente por dos
o tres meses fuera de la Ciudad, creyendo el único medio para [aquietar] el pueblo.
Irritase con esto el Presidente y sus allegados, y empiezan a formar una fortaleza de
la presidencia con la mayor actividad. El pueblo se […] y ya no se espera más que un
[sic] catástrofe en la ciudad. Recurre al Tribunal, y estando deliberando este el día 25
de mayo a la [ocasión] cómo evitarían un caso tan fuerte como el que preveían, atro-
pella el Presidente a la misma hora enviando soldados a prender a todos los Oidores,
[expresamente] uno, al Señor Fiscal y cuatro Regidores. Salen los ejecutores y a la
primera prisión corre tal multitud de gente gritando: “Traición, traición, favor al Rey y a
la Patria”, que en menos de una hora había más de [60] hombres juntos, empeñados
sin poderlos contener, en quitar la cabeza al Presidente, pero todo se sosegó después
que la Audiencia tomó el mando y puso […] al Presidente.
Hay un sin número de causas más que acriminan al (26r) Presidente y
Arzobispo. Varias y diferentes órdenes de la Corte del Brasil, rogativas por orden
de aquel Nuncio, cartas pastorales en apoyo de la Carlota, y otras muchas cosas que
corren en autos. Pues aunque en la Presidencia la noche del suceso se quemaron
muchos papeles, según declaraciones, no obstante muchos se han hallado en los baú-
les del Presidente, y entre ellos el Bando que se iba a publicar para que se reconociese
la Carlota.
Anexo 17
Cargos por los que se tomará la confesión a Don Antonio Paredes Alcalde
Provincial del Ilustre Cabildo de la Ciudad del Cuzco, arrestado en su cuartel general. […]
(1)
En la ciudad de Cuzco en diez y ocho días del mes de septiembre de mil
ochocientos diez años. El Señor Don Pedro López de Segovia Teniente Asesor de este
Gobierno e Intendente por s. M. C. mandó comparecer ante sí, estando en este cuartel
principal a un hombre preso en él de quien por mi el presente escribano (8) de Gobierno
Guerra Intendencia y Real Hacienda le recibió juramento que lo hizo a Dios Nuestro
Señor y a una señal de cruz, y bajo de él prometió decir verdad de lo que supiere y fuere
preguntado en esta confesión […]
Dijo llamarse Don Antonio Paredes, natural de la villa de Riobamba en el
Reino de Quito, Alcalde Provincial de este Ilustre Ayuntamiento, casado con Doña María
Josefa Mendoza hija legítima del difunto Regidor de este mismo Ayuntamiento Don José
Miguel de Mendoza; y que presume que la causa de su prisión haya dimanado [sic] de re-
sultas de haberse encontrado en la ciudad de La Plata en la conmoción popular del veinte
y cinco de mayo último, y subsecuentes, con cuyo motivo pasó el que confiesa a la capital
de Lima con pliegos reservados, que aquel Tribunal dirigía al Excelentísimo Señor del Perú
y Real Audiencia, de cuyas resultas se ordenó su arresto por dicho Señor Excelentísimo en
el cuartel principal […](9) […] Y responde: […]
Que con motivo de tener pendientes en la Real Audiencia del Río de La Plata
varios asuntos, pasó a ella [La Plata] el tres de mayo de 1809 donde permaneció agitando
sus negocios, hasta el 8 de junio del mismo año; habiéndose hospedado en la casa de su
prima Doña Antonia Paredes en la que estuvo por espacio de ocho días, separándose en-
seguida de su compañera, habiendo tomado arrendamiento con condición de venta otra
en frente de la puerta falsa de San Francisco dedicándose algunos ratos ociosos al juego
de la malilla, mediación, haciéndole partida en su misma casa Don Joaquín Rosells, Don
Mariano Ulloa el Don Mostajo, el Doctor Cabero, el Secretario de Gobierno Don Fran-
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En: ABNB: ARC (P) 464, Trans. completa en el AHN, leg. 21 348, pp. 1-30. Ortografía moderniza-
da.
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cisco Navarro y el Presidente Mostajo, con cuyos individuos tenía una familiar amis-
tad y correspondencia […] (10)
Que desde la última época de su manción [sic] en la ciudad de La Plata
de que ya tiene hecha expresión, advirtió y oyó repetidas veces que el Excelentísimo
Señor Don Ramón García Pizarro de acuerdo con el Muy Reverendo Arzobispo es-
taba encontrado e indispuesto con la Real Audiencia expidiendo este Tribunal las más
activas providencias contra ambos jefes y señaladamente contra la segunda persona, a
consecuencia de no haber querido deponer del empleo de Provisor y Vicario General
al que en aquellas circunstancias ejercía fundado en no ser letrado de estudio conoci-
do ni concurrir en él las demás cualidades con arreglo a derecho. […] (11)
Preguntado si para desautorizar la Suprema Junta suponía perdida la Es-
paña, y que en su verdad era llegado el tiempo de que los americanos del medio día
deponiendo las potestades legítimas levantasen (12) el infame criminal árbol de la
independencia. Si para un tan detestable proyecto como era el de la libertad tuvo
amistad íntima con los hermanos D. Joaquín y Don Juan Manuel Lemoyne, con los
Doctores Don Jaime Zudáñez, con el cirujano Manuel Corcuera y otros parciales,
diga quienes eran, donde se juntaban y los fines a que se dirigían la nueva consti-
tución de independencia, dijo: Que aunque conoce a todos los comprendido en la
pregunta que precede, jamás se ha reunido con ellos […]
Que ignora se hubiesen hecho juntas y formado acuerdos contra dichos
Señores [Pizarro y Moxó], pero oyó repetidas veces decir que contra el Muy Reveren-
do Arzobispo se habían fijado pasquines censurando su conducta, y con tal osadía
que se los introducía en su misma mesa, y dentro de las servilletas […] (14).
Que con motivo de haber tenido en su compañía a Mariano Porras do-
méstico Chalan de la Casa del Conde de Casa Real de Moneda, le aseguró que quince
días antes estaba el Arenales [José Álvarez de] en la misma Ciudad y a quien vio el que
confiesa, ignorando el motivo de su mención, y que con referencia al mismo Porras
le ordenó aquel a este se trasladase inmediatamente en la mañana del veinte y seis de
mayo al partido de Yamparáez a fin de distribuir entre los caciques las circulares que
por su conducto las dirigía para que según cree el que confiesa, aprontasen todas las
gentes que fuesen susceptibles de convenir con sus ideas al primer aviso.
Que estando en su casa la noche del 25 de mayo asociado con sus tertu-
lios de quienes ha hecho expresión al principio, entraron Mariano Porras y un negro
que le servía, llamado Juan de Dios, exclamando y asegurando que toda la ciudad se
hallaba conmovida y sublevada habiéndose proseguido al arresto de Don Jaime Zu-
dáñez, en cuyo estado y sorprendido el confesante, se dirigió a la Sala de la presiden-
cia asociado del escribano Don Francisco Navarro; y habiéndola encontrado cerrada
se volvieron a la plaza, donde hallaron al Señor Conde de San Xavier de resultas de
haber dejado en su Palacio al Muy Reverendo Arzobispo; y trasladándose con dicho
Señor Conde y el Alguacil Mayor de la Audiencia a la Casa del Señor La Iglesia Oidor
Decano, encontraron (15) en ella a los Señores Usos y Ballesteros igualmente que a
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
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los dos Zudáñez y un considerable número de pueblo que se había agolpado, pidien-
do unos la decapitación del Señor Presidente, al paso que otros exclamaban contra
el Capitán García exigido en la misma decapitación. […] Que en medio de estas
agitaciones, y como los Señores La Iglesia, Usos y Ballesteros tuviesen ya ordenada
judicialmente la prisión del Señor Presidente […] Que supuesto no residía en él toda
la autoridad necesaria para contener los descabellamientos de sus compañeros, y que
si era su voluntad, desde luego accedía a la prisión del Señor Presidente en cambio de
tranquilizar la conmoción y asegurar la vida de tan respetable jefe.
Que en estas circunstancias, y como el Señor Ballesteros hubiese dispues-
to sacar la artillería de la presidencia del Señor Conde de San Xavier y el que con-
fiesa, acaeció que a la octava pieza de artillería los atropelló la cholada obligándoles
de resultas de una descarga que hizo la guardia del Señor Presidente a retirarse a la
casa del Señor La Iglesia en cuya puerta lo dejó el confesante asegurándole que con
su gente iba a tranquilizar el pueblo, de cuyas resultas y habiendo reunido hasta el
número de ochenta, consiguió apoderarse de tres piezas de artillería con el fin y de-
cidido empeño de sostener al Señor Presidente evitando una efusión de sangre […]
(17) que lo que únicamente hizo, fue colocar dos piezas de artillería en los frentes a
la presidencia, de los que con sus parciales se había apoderado, según anteriormente
tiene confesado. Y responde=Reconvenido como falta a la religión del juramento y
sostiene con nervio, que en materia tan delicada como escabrosa, no se ha mezclado
en modo alguno, cuando de la causa resulta por confesión del mulato Francisco Ríos
conocido por el Quitacapas, ser cierto el anterior cargo que se le hace [de “industriar
a los cholos alzados” y entregar cañones y fusiles a la plebe] […] (18)
Que aunque confiesa de buena fe haber admitido gustoso las comisiones
que le confirieron, atrayéndose algunos prosélitos o secuaces al desempeño de ellas,
fue únicamente por aplacar a los Señores Ministros, aparentando por una parte su
ejecución, al paso que por otra, proyectaba con sus parciales tranquilizar al pueblo
[…] (19) que se rompieron las puertas de la Sala de Armas, a impulsos del Señor
Usos, para sacar todos los pertrechos. A que agrega a mayor abundamiento, que
apoderado ya la mañana del veinte y seis de mayo de toda la artillería y demás uten-
silios de guerra, dispuso una gran guardia en la Sala Capitular, retirándola la [sic] que
existía en la presidencia y prestando enseguida con sus partidarios un solemne jura-
mento de defender los derechos del soberano […] que como los Zudáñez asociados
en la casa del Señor La Iglesia, con los Ministros Usos y Ballesteros, y apoderados de
una pieza de Artillería, causaron con (20) ella un horroroso estrago en la pared de la
huerta de la presidencia, y en términos que de resultas de la brecha que hicieron, se
introdujeron los cholos y saquearon cuanto podía producir el terreno.
Que aunque es verdad que los cholos le pidieron y aclamaron por co-
mandante de armas, exponiendo al efecto sus reclamaciones al Tribunal de la Real
Audiencia, es igualmente falso los hubiese seducido y mucho menos cocheado […]
(21)
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El Juez Real Subdelegado del Partido de Yamparáez y Comandante de las Armas de esta
Capital por nombramiento de esta Real Audiencia Gobernadora, cumpliendo con lo man-
dado por V. A. en su Superior auto de 10 del presente mes, sobre que informe acerca del
suceso acontecido en la noche del 25 de mayo pasado y demás circunstancias prevenidas
en el interrogatorio acordado, dice:
Que ante todas cosas le parece debe hacer presente, que aunque como tal Subdelegado
tiene su residencia en esta ciudad [La Plata] hace más de un año, que con motivo de
varias precisas atenciones, que tuvo que desempeñar en los pueblos de su distrito, no ha
parado en ella, sino cuando más muy pocos días en distintas ocasiones que ha venido; y
así es que tampoco estuvo bien instruido de algunos hechos procedentes que según la
notoriedad influyeron en la general persuasión del vecindario, y motivaron según se ha
experimentado la conmoción acaecida en la citada noche […] (3) persuadido justamente
de haber resultado la muerte del Señor regente Don Antonio Boeto (cuya memoria no
se borrará en sus corazones por las admirables calidades y circunstancias de tan amable
Ministro) de la Extraordinaria Junta celebrada en 12 de noviembre a esfuerzos y porfía de
dicho Comisionado [Goyeneche] el Señor Pizarro y Arzobispo, acabaron de confirmar
en concepto del público, el engaño con que se le trataba, y la desconfianza de la fidelidad
de los que se habían distinguido en sumisión y acatamientos nada correspondientes a la
persona del expresado Señor Goyeneche, especialmente el Señor Presidente y Prelado, y
ya se iba propagando más y más el sensible efecto que había causado la testadura de la
Acta [sic] que se tenía por el más honorífico documento en resguardo de la fidelidad, y
lealtad de estos vasallos, quienes con noticia de que la indicada testadura había sido por
orden del Excelentísimo Señor Virrey, concibieron sin duda alguna de que había proyecto
de traición […] (4)
[…] el precitado día 25, después de haber estado en casa todo el día, ocupado en las tareas
del ministerio, saliendo de ella poco antes de las siete de la noche, encontró en la calle
328
En: ABNB: ARC (P) 463, Trans. del AHN: Consejo de Indias, leg. 21. 348, pieza 7, pp. 3-19. Or-
tografía modernizada.
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con algunas gentes que ya despavoridas y agitadas corrían gritando: “¡Favor al Rey que
prenden a los Señores Oidores, a los Regidores, a los Zudáñez y otros!”. siguiendo hacia la
plaza cuando salía por la calle de la Capilla de Guadalupe ya se iba agolpando la gente
de todas partes, con altos alaridos y clamores, expresando: “¡Viva el Rey Don Fernando,
auxilio compañeros, auxilio a nuestro Rey!”. […] trataba la gente de pasar al Palacio del
Señor Arzobispo, con el fin de que este interpusiese su respeto para que se soltara al
preso, gritando la multitud: “¡Ah, señor Subdelegado (5) favorézcanos Usted como nuestro juez,
auxilie la causa de nuestro Rey, mire Usted que nos hacen traición!” […] y gritando continua-
mente: “!Viva el Rey, favor al Rey, nos faltan todos los Señores Ministros, y demás proscriptos.
No cederemos sin que se nos entreguen, pues son los protectores de la Patria y fidelidad de nuestro
amado Rey!” […] (6)
El número de multitud al paso que iba creciendo imponderablemente ocupaba ya
todas las calles de la inmediación con la mayor espesura, y volvieron a resonar los
gritos: “¡Arenales, Arenales, diga si está en su casa el Señor Fiscal y sino acompáñenos a bus-
carlo, no nos deje ni permita que nos lo maten los traidores!”. Con este motivo fue preciso
dirigirnos con todo el pueblo y ya mezclados el Señor Ussoz y el Señor Ballesteros
a más de muchos vecinos principales y de todas las clases -que cada uno en el modo
posible hacía el oficio de apaciguar-a la casa del Señor Oidor Regente Don José de
La Iglesia […] (7)
“¡Arenales, Arenales, auxilio que aquí [en el palacio presidencial] tienen preso al Señor Fiscal
y ya lo habrán muerto!”. No pudiendo desentender a estas voces, cuando ya repetidas
ocasiones había demostrado el Pueblo que había cierta confianza en mi persona, me
acerqué y venciendo la dificultad que ofrecía la espesura, entré a la Presidencia hasta
el aposento del Señor Pizarro, donde encontré con él al Señor Oidor Conde (8) de
San Xavier, al Padre guardián de San Francisco, al Doctor Castro, y al referido oficial
Vianqui, tratando sobre la misma averiguación del paradero del Señor Fiscal […] Con
este designio me dirigía a casa cuando al pasar por la casa del Señor La Iglesia, sin
haber salido de la espesura de la muchedumbre de gente, vi que la que se hallaba en
aquella parte se empeñaba con gritos y ademanes dirigidos al Tribunal, que se halla ya
reunido en la misma casa del Señor Regente, a que se la [sic] entregase la (9) persona
del Señor Pizarro, como traidor al Rey y a la patria, y procurando impedir este empe-
ño, respondieron algunos que cuando menos se le quitara la artillería y Armas, con
que estaban matando a muchas personas y sacrificando al pueblo […] (10)
Exigiendo la poca gente que iba quedando dentro de la presidencia la entrega de
armas prometida, hicieron los soldados mandaron por el Señor Pizarro, una descarga
de fusilería con que mataron a nuestra vista en el zaguán y puerta dos hombres en
el mismo sitio, de los de la parte del pueblo, e hirieron cuatro o cinco, de los cuales,
como al mismo tiempo cerrasen de la parte de adentro impetuosamente la puerta,
quedó uno prendido de ella por una pierna que bien pronto expiró sin poderlo re-
mediar […]
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
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El Virrey del Perú, con ocasión de trasladarse a la Península Don José Vázquez
Ballesteros uno de los Oidores causados de la Audiencia de Charcas remite los
documentos que califican el manejo de aquellos Ministros329.
Excelentísimo. Señor.
Por disposición del desgraciado ex-presidente de Charcas Don Vicente Nieto,
fueron confinados al distrito de este Virreinato entre otros reos de Estado, los ministros de
aquella Audiencia Don José Vázquez Ballesteros, y Don Miguel López Andreu, quedando
los demás Oidores Don José de la Iglesia, y Don Agustín de Ussoz y Mozi en igual arresto
en la Paz y Oruro; por ser los principales autores de la sedición de la Ciudad de la Plata en
1809, protectores de los rebelados en la Paz en el mismo año. Y aún que fue interceptado
por los insurgentes de Buenos Aires en Potosí el testimonio de sus causas que me dirigió el
Presidente, bastan para formar ideas del influjo que tuvieron en aquellos atentados y en los
que posteriormente han sacrificado las Provincias de Buenos Aires, según he informado
en mis números 27, 33, 60, 6, 82, los tres documentos legalizados que acompaño.
A f. 69 del N. 1o se impondrá V. E. por la Carta del Gobernador Intendente
de Potosí de las medidas que tomaron para conmover el pueblo e impedir la entrada de
la tropa que iba a sosegarlo, a fin de continuar en el mando que se abrogaron causando,
deponiendo y aprisionando a su legítimo jefe con las más vilipendiosas demostraciones.
Lo que igualmente comprueban las declaraciones de f. 39 de dicho testimonio, y los au-
tos e incendiaria provisión que les anteceden a f. 18; avanzándose aquel desacordado y
delincuente Tribunal a pedirme en su oficio de f. 79 suspendiese los auxilios que había
franqueado para contener a los rebeldes, con mis sofisticadas reflexiones, a que contesté
como era propio de mi lealtad y honor en mi carta de f. 80.
Luego que llegaron a sus destinos los referidos Ministros y demás cómplices
me dirigieron representaciones sobre (1) que les aumentase las cuotas alimentarias que les
había asignado el Presidente Nieto, ínterin substanciaba su proceso; se les alzase el arresto
a unos, y se les permitiese a otros venir a esta capital o retornar a su antiguo domicilio; y
con previo dictamen del Real Acuerdo declaré lo que designan mis decretos de f. 41 f. 114
f. 118r (cuaderno 2o) vuelta con las calidades que en ellos se previenen; atendiendo al fer-
mento que había tomado la rebelión con la cruel y bárbara muerte que sufrieron los leales
beneméritos jefes Don Santiago Liniers, Don Vicente Nieto, Don Francisco de Paula Sanz
329
Extracto del expediente completo en: ABNB: ARC (P) 473, fs. 61-140.
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Contestación Reservado
El servicio de la Compañía de Milicias regladas de esta ciudad, el alistamiento del
vecindario en compañías urbanas para suplir alternativamente las atenciones a que
no alcanza la fuerza de aquella y demás provincias, semejantes de que se tiene ya
instruido al Superior Gobierno de estas Provincias, no pueden equivocarse en tiem-
po alguno con los medio preparatorios de hostilizar a esa importante y numerosa
población, y mucho menos cuando el objeto de tales urgentes, y necesarios procedi-
mientos trae su origen del sensible suceso de la noche del veinticinco de mayo últi-
mo, contrayéndose solamente a afianzar la tranquilidad alterada en aquel entonces y
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proveer la seguridad común de esta capital y su provincia (11), cuyo gobierno se halla
en el día a cargo del Tribunal, que sería responsable al abandono de tan importantes
obligaciones si omitiese prestar la debida atención a su desempeño y dejase de nivelar
las diligencias practicadas de seguridad con presencia de las circunstancias que tiene a
la vista. En este supuesto le ha sido muy sensible al Tribunal la inquietud que según
expresa Vueseñoría en su oficio del diez del corriente, ha producido en ese vecinda-
rio la noticia de las insinuadas medidas que no pueden suponerse como Vueseñoría
propone […] pero no por eso desconfía de la sagacidad y prudencia de Vueseñoría,
proveerá oportunamente a desvanecer los infundados recelos de ese vecindario, a
quien mira constantemente el de esta ciudad con la fraternidad propia de sus conciu-
dadanos y vasallos de nuestro amado soberano el Señor Don Fernando Séptimo, sin
haberse alarmado por las noticias que aquí se han tenido de preparativos semejantes
que Vueseñoría hacia en esa Villa […] (12) parece que corresponde al interés común
de la tranquilidad general suspender todo procedimiento y no innovar el actual es-
tado citado de las cosas, informando de esto a su Excelencia, y lo que a Vueseñoría
le consta acerca de los sentimientos fieles y patrióticos de estos habitantes que no
podrán menos que mirar esta clase de preparativos como un testimonio público e in-
jurioso a su buen nombre y conducta. Todo lo que comunico a Vueseñoría de orden
de este Superior Tribunal, y como su ministro semanero- Dios Guarde a Vueseñoría
muchos años. Plata 14 de julio de 1809- José Vásquez Ballesteros-Señor Don Fran-
cisco de Paula Sanz-Narciso Dulo-Es copia.
[…] llegó a esta Villa el día primero del corriente. Que el motivo ha sido habérsele
asegurado en dicha ciudad por varios sujetos, que el Tribunal había expedido auto
para la prisión del declarante […] (66) a más de lo expuesto obligó su venida la noti-
cia cierta que se le dio por uno de los que concurrían con los conspirados (que son
Don Manuel y Don Jaime Zudáñez, Don Domingo Aníbarro, el Secretario de Cáma-
ra Don Ángel Mariano Toro, el Doctor Don Buenaventura Salinas, el cirujano Don
Francisco Corcuera, Don Juan Antonio Arenales, Don Antonio Amaya, el Chuso,
Don Ignacio Cuéllar y otros que no se acuerda, y sí, de los dos franceses José Sibilat
y Marcos Miranda; otro francés Don José Ramos, los dos Lemoines, Don Joaquín y
Don Juan Manuel, Procurador Patricio Malavia, los Abogados Alcérreca, Navarro y
Monteagudo, Don Joaquín Ibañes, Don Manuel Entrambasaguas, suegro de Aníba-
rro y su pariente Don Francisco Ponce) asegurándole que sólo esperaban la próxima
llegada de Don Manuel Zudáñez de regreso de Cochabamba para pasar a degüello a
todos los chapetones y saquearles sus haberes, lo que confirmaba la pública voz con
que cada noche gritaba la plebe que muriesen los chapetones todo prevalida de la
tolerancia o silencio de los Señores del Tribunal […]
[…] oyó decir que meses antes [del 25 de mayo] habían tenido sus juntas en casa de
dicho Don Joaquín Lemoine, a efecto de seducir y sublevar al bajo pueblo con la es-
pecie criminal de que el Excelentísimo Señor Presidente Don Ramón García Pizarro
de acuerdo con el Excelentísimo Señor Virrey de estas Provincias, querían entregar la
ciudad a la Señora Doña Joaquina Carlota Princesa de Portugal, por lo que sería me-
jor tratar de la independencia que con (67) la propia notoriedad se dice como cierto.
Que habiendo Don Juan Manuel Lemoine dado a componer un par de calzones a un
sastre encontró este en la relojera un papel que contenía una razón de sesenta y nueve
individuos europeos que habían de degollar, empezando por el Alcalde Ordinario
Don Juan Antonio Fernández, pariente de dicho Lemoine, y como dicho papel se
entregó por el sastre al propio Fernández, calló este, sin embargo de su incomodidad
y sorpresa que le causó tan inaudito procedimiento […] y aseguró sobre su realidad
a el [sic] declarante, Don Juan de Urquía de aquel vecindario y comercio, y otros que
no se acuerda […]
[…] que oyó también con la misma publicidad que a efecto de fomentarlo en dicha
noche [del 25] se repartieron cinco mil pesos, de los que le expresó un zapatero cuyo
nombre ignora, habérsele dado a él un peso en plata y un baso de aguardiente, y un
colchonero llamado Manuel Garrido aseguró que en aquella noche se les dio expresa
orden de que matasen a cualesquier chapetón que apareciere en la plaza […] que
al día siguiente se presentó Aníbarro en el balcón del Cabildo y derramó a la plebe
trescientos pesos, y oyó el declarante que se halló presente a este acto que decía a
gritos: “¡Viva la paz!”. Que después de este hecho regresó el Señor Fiscal que se
había profugado, y entró a la ciudad asociado de dichos Corcuera y [sic] Ibáñez que
salieron a hacerlo retroceder y con muchos vivas y aclamaciones populares subió al
propio balcón de donde también gritó al pueblo. Que oyó decir que dicho Señor
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Fiscal […] (68) dio orden para que soltasen de las panaderías a todos los delincuentes
presos en ellas como se hizo (69)
[…] que la señora mujer del señor Ussoz, desde su balcón invitaba a la plebe dicien-
do: “¡Vayan y ayuden!” […] que habiendo pasado el declarante a visitar a dicha señora,
mujer del señor Ussoz después del acontecimiento del veinticinco de mayo y poste-
riores, encontró en la casa al señor Alguacil de Corte y al Doctor Don Francisco de
Paula Moscoso, y en presencia de ellos dijo: “¿Qué pensaban, que habíamos de estar (70)
descuidados? Pues doscientos hombres de Yamparaez teníamos prontos, y ciento de Guata que están
porfiando a entrar”, y en otra ocasión dijo la misma señora, que no le pagaba al Doctor
Toro lo mucho que le debía con derramar por él la última gota de su sangre […]
[…] Que es público y notorio que envió de emisario a la ciudad de Cochabamba a
Don Manuel Zudáñez, acompañado de otros, en solicitud de auxilios al Partido de
Lalaquisa; a Don Joaquín Lemoyne a Oruro; y Don N. Arce conocido por el Cosco-
rrón; y a La Paz al Abogado Michel, o Mercado [sic] conocido por el Mutto […]
[…] oyó en particular al padre del Doctor Monteagudo, que gritaba diciendo que
Dios llevaba a ese pícaro (habla por el señor Gobernador presente) para quitarle la
cabeza […] (71)
Que vio, que el domingo veintiocho de mayo se repartieron de una tienda de la plaza
cuchillos a los cholos amotinados […] (72)
[…] que así mismo se ha dicho todo este tiempo que no se obedecerían las provi-
dencias del Excelentísimo Señor Virrey, no siendo favorables a las ideas del Tribunal,
y también se presumía que para resistirlas eran los preparativos de mil hondas, qui-
nientas balas, mucha pólvora y bala venida de Cochabamba, y otros pertrecho cuyo
destino se anunciaba […] (73) Y que esta es la verdad en cargo del juramento que
fecho tiene en que se afirma y ratifica, y habiéndole leído esa su declaración, dijo estar
bien escrita y la firma con dichos Señores Gobernador y Asesor de que doy fe – Sanz
- Doctor Dulon-Jacobo Pope y Rendón - Juan de Acevedo y Calero.
Otra de Don Feliz Ignacio Frías En Potosí en dicho día, el Señor Go-
bernador Intendente mandó compa-
recer a Don Feliz Ignacio Frías, de
quien se le recibió juramento, que lo
hizo por Dios Nuestro Señor y una
señal de cruz según derecho […] De-
claró lo siguiente:
[…] que es natural de la ciudad de Santiago del Estero, de edad de veintidós años; que
ejerce de abogado recibido en la Real Audiencia de distrito que se halla en esta villa de
tránsito a su patria por llamado de su padre Don José Frías. […](74)
Que su hermano Doctor Don Francisco Javier de Frías le aseguró que en dicha
noche [del 25 de mayo] hallaba entregando el dinero para su grado a Don Joaquín
Lemoine como a Tesorero de la Universidad, y que en el acto le dieron noticia de la
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
315
Que públicamente se dijo en Chuquisaca que dicho día veinticinco gritó Don Jaime
Zudáñez en la plaza mayor, en que todo el pueblo se había convocado con motivo de
la generala que se tocó, diciendo que luego que oyesen el tiro de un cañonazo mata-
sen a dicho Señor Excelentísimo y que él aseguraba con su pescuezo […]
Que sabe y el consta y fue notorio que dicho día veintiocho, decía que el Señor Go-
bernador [Sanz], como compadre y ahijado de Señor Virrey, era comprendido en la
traición. […]
[…] que el viernes siguiente a la noche del veinticinco, hallándose el declarante en
casa del Señor La Iglesia con motivo de hacer retroceder a Don Claudio Ovejero que
aquella tarde había salido sin licencia, advirtió que llamaron a la ventana de la vivien-
da de dicho Señor, en que estaban al [sic] Señor Fiscal, y luego entonaron con guitarra
versos insultantes al carácter y persona (79) del Excelentísimo Señor Presidente, y
en las posteriores noches oyó que por las calles, y inmediata a la casa de Alcérreca,
cantaban otros versos que decían: “Pizarro, todavía te hemos de ver colgado con dos sogas en
tres palos”. […]
[…] se ha fortificado el pueblo, se fabrican armas, componen fusiles y cañones y
convocan gente de fuera, y aunque ignora si se perturba la tranquilidad de los pueblos
circunvecinos, está cierto que se conmovió el pueblo de Yamparáez […] que un día
estuvo el declarante en la Real Caja, y fue un Oficial Mayor del Escribano Velasco a
notificar a sus Ministros el pago de cincuenta pesos a un tal Calancha por la fábrica
de balas. […]
[…] Que sabe y le consta que el dicho día veintiocho de mayo se repartieron a los
cholos amotinados cajones de cuchillos, ignora el número de aquellos, pero sabe que
se compraron fiados al finado Don Vicente Oliveros y a otros […] (80)
Que es constante y notorio que de orden del Señor Fiscal se soltaron y dieron liber-
tad a los reos presos en las panaderías el sábado veintisiete de mayo; que de regreso
del paraje de Chuquichuquí donde se profugó al pueblo y abrasó a cuanto cholo y
canalla se le presentaba; que la misma noche del veinticinco dieron también libertad a
todos los reos de toda clase de delitos que existían en las cárceles […] (81)
presente-, la que expresó que de casa del Señor Oidor Don José Vásquez Ballesteros
se repartió a toda la plebe un chivo de aguardiente; que oyó igualmente se repartió
dinero […] (84)
[…] que así lo vio al mismo Don Juan Manuel Lemoine y a su dependiente, que
habiéndose formado acuerdo en casa del Señor Decano Don José de La Iglesia, de
todos los Señores Oidores que asistieron sólo en traje de paisano […] (85)
[…] Que lejos de haberse tomado providencias para averiguar los autores de la con-
moción del veinticinco de mayo e imponerles penas, se les aclama por libertadores
de la patria y fieles vasallos del soberano […]. Que sabe que el Tribunal dio (88)
pasaporte a un mulato que se titulaba Capitán de Gualaychos en los días del tumulto
[…] que de este oyó se dirigió hacia La Paz, en donde igualmente ha oído decir así en
Chuquisaca como en esta villa ha capitaneado la plebe tumultuada […]
[…] que el Doctor Don Bernardo Monteagudo le dijo al declarante el día veinticinco
o veintiséis del pasado, que si se hubiese efectuado el que ellos hubiesen sofocado a
los europeos estuviera mejor aquel gobierno, que habían dado cuenta al Tribunal de
que él y sus aliados tenían una lista de los europeos que residían allí […] (89)
Y concluyó añadiendo por público y notorio la opresión en que se hallan en las actua-
les circunstancias los vecinos de honor y que concluyen la primera clase del pueblo,
a excepción de uno y otro de los que hubieron de haber sido presos en la noche del
veinticinco, no reconociéndose otra causa en este modo de proceder, sino que estos
no cooperaron y procuran disminuir las ideas de independencia […] (90)
[…] que ha oído decir que la ciudad de La Paz ha seguido este mal ejemplo, como que
sus hechos son muy análogos a los de La Plata […]
Que sabe que el Alcalde Provincial del Cuzco Don Antonio Paredes y un mulato que
dicen era reo prófugo y cuyo nombre ignora, hicieron también de caudillos a la plebe
en dicha noche [del] veinticinco de mayo y posteriores ocurrencias, los que salieron
de la ciudad […] (104)
Que con el mayor descaro y en músicas nocturnas cantan y gritan por las calles di-
ciendo: “Mueran los traidores pizarristas”, sin que ningún magistrado los contenga […]
(105)
Que la víspera o día del Corpus hubo muchos en la retreta, y después de concluida
esta, se dirigieron con aquella a casa del Doctor Don Buenaventura Salinas a dársela,
y acabada salieron por la plaza con ella y más de doscientas personas que la seguían.
Que en ella iban el (112) mismo Salinas y los Zudáñez, y al llegar y pasar por bajo de
los balcones del palacio arzobispal gritaban con alusión a la mitra: “Muera este de los
cuernos, mueran los traidores y viva Fernando Séptimo” […] (113)
la plebe para que se agregase a la que ya estaba amotinada contra el Señor Presidente,
tratando a su Excelencia de traidor y que lo matasen como tal […]
[…] le consta que días antes se seguía al pueblo por pasquines injuriosos contra el
Presidente, el Excelentísimo Señor Presidente, Ilustrísimo Señor Arzobispo y euro-
peos, habiendo oído decir públicamente que los autores de dichos pasquines eran los
Zudáñez, los Lemoines [sic] y el abogado Michel conocido por Malaco […] (126)
Sumarias, autos y demás actuaciones formados por los sucesos del día 25 de mayo
de 1809 y sus incidencias, realizadas por el Presidente Vicente Nieto por orden
del Virrey del Perú en 2 de enero de 1810330.
Razón de los expedientes originales que existen en las oficinas de nuestro cargo y pasan a la Presidencia de
orden del señor Don Vicente Nieto, y mandato de este Superior Tribunal a saber=
Primeramente un expediente sobre las órdenes dadas para la seguridad de los presos con
motivo de los sucesos de la noche del 25 de mayo en fs. 4
Ítem Un oficio del Gobernador Intendente de La Paz, reducido a dar parte de que
en aquella ciudad había corrido la especie de que los comisionados de esta Real
Audiencia habían ido a alistar gente, cuando el objeto no era otro que entregar la
Real Provisión requisitoria fs. 2
Ítem Un expediente relativo a separar la correspondencia de esta ciudad en el pueblo
de Santiago de Cotagaita, de resultas de los sucesos de la noche del 25 de mayo,
que se ha recogido de poder del Señor Fiscal, en fs. 17.
330
Extracto del documento en: ABNB: ARC (P) 469, fs. 17-26.
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322
Ítem El expediente que contiene los acuerdos de recibo de varias órdenes del Tri-
bunal y especialmente de la de haber reasumido el mando, por deber correr
estos con los autos que quedaron en testimonio, todo en fs. 19. […]
Ítem El expediente de la conducción de fusiles de la villa de Oruro en fs. 6, que
igualmente quedó traspapelado. […]
Ítem El expediente de don Mariano Calancha en que pide la satisfacción de su
trabajo por haber hecho balas de metralla y fusil en fs. 7, el cual por un
olvido natural había quedado en la oficina.
Ítem Un auto suelto en el que con motivo de haberse recibido en esta ciudad las
proclamas del Señor Sanz, se manda librar dinero a favor del comandante,
en f. 1, el cual así mismo quedó traspapelado en un legajo que no se requisó
cuando se formó la razón anterior. […]
Ítem Un auto en que se comisionó a Don Joaquín Pinto para que averiguara (21)
secretamente de la impresión que había causado el suceso de la noche del 25
de mayo, por convenir así al Real servicio en f. 1, el cual se hallaba en dicho
legajo que no se requisó. […]
Ítem El expediente en que se aprueba la acta [sic] del Cabildo nombrando un
abogado que vaya a defender la causa del 25 de mayo en Buenos Aires en f.
7, el cual no se pasó anteriormente por olvido. (22) […]
Ítem Un expediente en testimonio cuyo original se ha pasado al Muy Ilustre
Señor Presidente sobre la comisión del Doctor Michel y especies que este
había propagado en la ciudad de La Paz, en f. 4.
Ítem El expediente en que el Cabildo de esta ciudad solicitó 6 mil pesos censo
para los gastos de la defensa de la causa seguida con motivo de los sucesos
de la noche del 25 de mayo, el que debe hallarse en poder del Alcalde Ordi-
nario de Primer Voto o del Escribano de Cabildo. […]
Excelentísimo Señor:
Presenta documentos y pide que acumulándose sus anteriores
recursos, se tome la resolución que por su importancia convie-
ne al Real Servicio, que sea preferente personándose el Señor
Fiscal como parte, en virtud del privilegio de la causa confor-
me a la contenida Real Cédula de Su Majestad.
Don Manuel Antonio Tardío, del Concejo de Su Majestad y su Alguacil Mayor
de Corte de la Real Audiencia de La Plata, por juro de heredad, residente en esta Imperial
Villa con salvo-conducto de su gobierno, bajo de la Real protección ante V. E. confor-
me a derecho, parezco y digo: Que después de dos representaciones que he dirigido a esa
superioridad ha llegado a mis manos una copia -de las innumerables que han volado desde
Charcas por distintas manos y por todas partes-, del Auto proveído por aquel Tribunal
en 9 de este mes de agosto, para que este señor gobernador me remita preso con otros
empleados a aquella ciudad en buena guardia y custodia, por el “delito notorio”(según se
expresa) de haber abandonado mis más sagradas obligaciones, presentándome sin licencia
en este gobierno; y asombrado de tan inesperada novedad, determiné cerciorarme del
mismo jefe, sospechando que fuese invención artificiosa, de algunos malévolos a la manera
de otros papeles y pasquines sediciosos que han sido enviados y traídos a fijar en esta villa
por varias manos bastantemente [sic] conocidas aunque ocultas. […] (75)
Permítame V. E. que diga en desahogo del justo dolor que me aflige al ver
tan mal pagados mis distinguidos servicios en aquellos funestísimos días, que sólo yo an-
duve por calles y plazas rogando, exhortando, acariciando, prometiendo y dando buenas
palabras a todos, por tal de reducirlos al sosiego, para redimir de la abominable nota de
insurgencia a un pueblo honrado donde tengo la fortuna de haber nacido. Entonces vi
y conocí a los que acaudillaban al incauto populacho, irritándolo con especies seductivas
contra su jefe y comprando su furor con la embriaguez y con el soborno.
Escuché las conversaciones de todos, observé los movimientos muy de cerca
y fui testigo de los que pidieron la soltura del reo [sic]; de los que haciéndose agentes y
331
Extracto del Doc. en: ABNB: Mss GRM 164, pp. 75-92.
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326
todo sosegado en virtud de los poderes que le había dado el mismo pueblo para hacer
esta capitulación contra la expresa voluntad del Rey […].
Son también cooperantes y verdaderos cómplices del alboroto los que
lo prepararon con los pasquines y papeles sediciosos que se fijaron y corrieron en
Chuquisaca muchos días antes de la conmoción general. Se decía públicamente
(82) que habían sido formados por Michel, Lemoine y por otros que fueron bien
conocidos en la claridad de la luna el 25 de mayo por la noche. Si la Audiencia no
ha organizado expediente para estas averiguaciones conforme al artículo 4to de dicha
Pragmática Real [del 17 de abril de 1774], ella sabrá como ha de satisfacer a este
vehementísimo cargo, mucho más, habiendo distraído a otros vecino de honor para
oscurecer la verdad. […]
Quiero suponer (aunque no es así) que los Señores Oidores tienen privi-
legio para no ser arrestados por ningún género de delito (82r). […]
Pero hablando de buena fe, respecto a que se decía públicamente de que
los Señores Oidores habían estado haciendo acuerdos clandestinos y rondas noc-
turnas con el vecindario para deponer y prender al Señor Presidente, como lo man-
dó decir el Padre maestro Bonet, provincial de Santo Domingo […] De balde han
querido ensangrentar la escena representando sumarias capitales contra ministros
eclesiásticos, empleados y vecinos leales con horcas y sepulcros abiertos dentro de la
misma presidencia, para desembarazarse de esos obstáculos con el fin de entregar la
provincia de Charcas a la potencia de Portugal. Este es un romance desaliñado para
poder alucinar aún a los más ignorantes, porque nadie es capaz de creer un proyecto
tan insensato, aún cuando fuera posible el acuerdo uniforme de los gobernadores
circunvecinos, siendo todos traidores, no habiendo como no han habido (83) tropas
extranjeras en nuestra cercanía, ni comisarios de alta representación que se apodera-
sen de esto dominios. […] Esta falsa voz, se inventó y esparció de la casa del señor
Ussoz, para calumniar a los excelentísimos señores Liniers y Pizarro. Se repitió por
pasquines y luego resonó el en pueblo como un eco sin substancia, para dar cuerpo
e figura de lealtad a la conspiración. […] Se han forjado las mismas papeladas para
sostener la opinión de las sumarias (83r) […]
Las horcas exageradas de tan atroces están reducidas a un pilastrón que
sostiene el entablado de los altos con una lonja antiquísima de cuero apolillado, don-
de los criados del Señor Presidente solían colgar tocino o carne fresca. Pero es tan
cavilosa la malicia que habiendo encontrado al tiempo del escrutinio de todos los
cuartos de la presidencia una caja de mantequilla, anduvo con ella por todas las calles
don Jaime Zudáñez, preocupando a la plebe de que había sido destinada para embar-
nizar los cordeles de las horcas, llegando a tan alto grado la malignidad que figuraron
de que eran sepulcros unas fosas que diez años atrás se habían abierto para conservar
la nieve en tiempo de verano (84) […].
Pero no puede dejar de ser en extremo chocante con todo buen juicio, el
que los Señores Oidores hayan aplicado todo su desvelo para perseguir y tiranizar a
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
329
lo que contemplan que han sido la causa pasiva y ocasional de aquella bulla, y que al
propio tiempo hayan dejado en su plena libertad, premiados y favorecidos a todos
los que notoriamente fueron la causa próxima eficiente de la conspiración y bullicio.
Este reparo tan poderoso como obvio, forzosamente será argumento irrefragable
para la acriminación [sic] de los culpables en el tiempo de la pesquisa. Pues bien
combinadas todas las circunstancias, la prisión de Zudáñez (85r) sólo fue pretexto de
la rebelión, pero la causa verdadera fue el proyecto y maligno deseo de la deposición
del Señor Presidente, bajo las apariencias neciamente fingidas de su traición y de los
supuestos rigores de sepulcros y horcas.
Escandaliza mucho más ver que el Señor Fiscal en su Vista de 9 de este
mes de agosto, abona la asonada general de aquella noche, diciendo estas formales
palabras: “El castigo de los jefes delincuentes no es subversión del Reino ni falta de vasallaje, sino
un remedio contra la tiranía. Que el terciar con los altos respetos del Rey, miras criminales, y las
confederaciones contra el Estado, es sólo lo que se debe llamar insurgencia, que pide una alarma
general”. […]
Sin embargo, es imposible pasar por alto la máxima establecida por el
Señor Fiscal, por ser manifiestamente escandalosa, temeraria, sediciosa y cismática,
digna de cancelarse tildando todas sus palabras con un castigo severísimo de su autor.
Respecto a fomentar por ellas la deposición de los jefes, canonizando el juicio de los
pueblos sobre la conducta de los que mandan, para establecer su poder arbitrario en
orden a removerlos de los empleos, siempre que entendieren que por este camino
van a poner remedio contra la tiranía. Que es lo mismo que constituir al pueblo
por juez de sus cabezas y superiores, par procesarlos por delincuentes y subyugarlos
arbitrariamente. Y esto no es otra cosa que una verdadera anarquía, que un fiscal
del Rey apoya y favorece con un escándalo que tal vez no tendrá ejemplar en los
dominios de España (86). […]
No contento el Tribunal con este tropel de atentados, ha tratado ulte-
riormente la subversión del Reino, consintiendo y autorizando el envío de emisarios
revolucionarios a las provincias circunvecinas, donde ocasionaron ya la rebelión de
La Paz, escapando de este incendio Cochabamba, por un heroísmo de la fidelidad
de sus habitantes. […] ha despachado aquel tribunal con fecha de 9 del corriente,
Reales Provisiones circulares, mandando que no sea obedecido el Señor Gobernador
de Potosí, dejo la pena de traidor, sobre la reunión de tropas auxiliares que ha dis-
puesto que se haga en esta villa, con arreglo a la especial comisión que para ello se le
confirió por ese superior gobierno (91) […] Pero sea cual fuere el concepto con que
ha obrado el Tribunal de Charcas, sus últimas providencias son las más cismáticas y
revolucionarias, y no menos contrarias a las leyes (91r). […] debiendo continuar por
esta propia causa el Señor Gobernador [Paula Sanz] en toda la plenitud de facultades
que se le comisionaron, por el predecesor de Vuestra Excelencia [Liniers], para cor-
tar la comunicación del incendio que inflamó a Charcas y que también ha devorado
ya a la ciudad de La Paz. Como notoriamente peligra el que se siga movimiento o
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330
332
“Prólogo de la traducción que hizo Mariano Moreno del Contrato Social de Juan Jacobo Rousseau,
Imprenta de los Niños Expósitos, Buenos Aires, 1810”. En: ABNB M1393, 6 pp.
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332
una energía infatigable entre los cadáveres y sangre de sus mismo hermanos, todo
género de prodigios se repetían diariamente por todas parte; pero como el pueblo era
ignorante, obraba sin discernimiento; y en tres años de guerra y de entusiasmo conti-
nuado no han podido los españoles erigir un gobierno que merezca su confianza, ni
forma una constitución que los saque de la anarquía.
Tan reciente desengaño debe llenar de un terror religioso a los que pro-
mueven la gran causa de estas provincias. En vano sus intenciones serán rectas, en
vano harán grandes esfuerzos por el bien público, en vano provocarán congresos,
promoverán arreglos y atacarán las reliquias del despotismo; si los pueblos no se
ilustran, sino se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que puede y
lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y después de vacilar algún
tiempo entre mil incertidumbres, serpa tal vez suerte mudar de tiranos sin destruir
la tiranía (p. 2).
En tan críticas circunstancias todo ciudadano está obligado a comunicar
sus luces y sus conocimientos; y el soldado que opone su pecho a las balas de los ene-
migos exteriores, no hace mayor servicio que el sabio que abandona su retiro y ataca
con frente serena la ambición, la ignorancia, el egoísmo y demás pasiones, enemigos
interiores del Estado y tanto más terribles, cuanto ejercen una guerra oculta, y logran
frecuentemente sus rivales una vergüenza segura. Me lisonjeo de no haber mirado
con indiferencia una obligación tan sagrada de que ningún ciudadano está exceptua-
do, y ene ésta materia creo haber merecido más bien la censura de temerario, que la
de insensible o indiferente. Pero el fruto de mis tareas es muy pequeño para que
pueda llenar la grandeza de mis deseos; y siendo mis conocimientos muy inferiores
a mi celo, no he encontrado otro medio de satisfacer este, que reimprimir aquellos
libros de política que se han mirado siempre como el catecismo de los pueblos libres,
y que por su rareza en estos países son acreedores a igual consideración que los pen-
samientos nuevos y originales.
Entre varias obras que deben formar este precioso presente que ofrezco
a mis conciudadanos, he dado el primer lugar al Contrato Social escrito por el ciu-
dadano de Ginebra Juan Jacobo Rousseau [sic]. Este hombre inmortal que formó
la admiración de su siglo, y será el asombro de todas las edades, fue quizás el prime-
ro que disipando completamente las tinieblas con que el despotismo envolvía sus
usurpaciones (p. 3), puso en clara luz los derechos de los pueblos, y enseñándoles el
verdadero origen de sus obligaciones, demostró las que correlativamente contraían
los depositarios del gobierno.
Los tiranos habían procurado prevenir diestramente este golpe, atribu-
yendo un origen divino a su autoridad; pero la impetuosa elocuencia de Rosseau
[sic], la profundidad de sus discursos, la naturalidad de sus demostraciones, disiparon
aquellos prestigios; y los pueblos aprendieron a buscar en el pacto social la raíz y
único origen de la obediencia, no reconociendo a sus jefes como emisarios de la
divinidad, mientras no mostrasen las patentes del cielo, en que se les destinaba para
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
333
imperar sobre sus semejantes. Pero estas patentes no se han manifestado hasta
ahora, ni es posible combinarlas con los medios que frecuentemente conducen al
trono y a los gobiernos.
Es fácil calcular las proscripciones que fulminarían los tiranos con una
obra capaz por si sola de producir la ilustración de todos los pueblos; pero su sus es-
fuerzos lograron sustraerla a la vista de la muchedumbre, los hombres de letras formaron de ella el
primer libro de sus estudios; y el triunfo de los talentos del autor no fue menos glorioso por ser oculto
y en secreto. Desde que apareció este precioso monumento del ingenio, se corrigieron
las ideas sobre los principios de los Estados, y se generalizó un nuevo lenguaje entre
los sabios, que, aunque expresado con misteriosa reserva, causaba zozobra al despo-
tismo y anunciaba su ruina (p. 4).
El estudio de esta obra debe producir ventajosos resultados en toda clase
de lectores; en ella se descubre la más viva y fecunda imaginación; un espíritu flexible
para tomar todas formas, intrépido en todas sus ideas; un corazón endurecido en la
libertad republicana, y excesivamente sensible; una memoria enriquecida de cuanto
ofrece de más reflexivo y extendido la lectura de los filósofos griegos y latinos; en
fin una fuerza de pensamientos, una viveza de coloridos, una profundidad moral,
una riqueza de expresiones, una abundancia, una rapidez de estilo, y sobre todo una
misantropía, que se puede mirar en el autor como el muelle principal, que hace jugar
sus sentimientos y sus ideas. Los que desean ilustrarse encontrarán modelos, para
encender su imaginación y rectificar su juicio; los que quieran contraerse en arreglo
de nuestra sociedad hallarán analizados con sencillez sus verdaderos principios; el
ciudadano conocerá lo que debe al magistrado quien aprenderá igualmente lo que
puede exigirse de él. Todas las clases, todas las edades, todas las condiciones par-
ticiparán del gran beneficio que trajo a la tierra este libro inmortal, que ha debido
producir a su autor el título de legislador de las naciones. Las que lo consulten y
estudien no serán despojadas fácilmente de sus derechos; y el aprecio que nosotros
le tributemos será la mejor medida para conocer si nos hallamos en estado de recibir
la libertad que tanto nos lisonjea.
Como el autor tubo la desgracia de delirar en materias religiosas, suprimo el capítulo y
principales pasajes (p. 5) donde ha tratado de ellas. He anticipado la publicación de la mitad
del libro, porque precisando la escasez de la imprenta a una lentitud irremediable,
podrá instruirse el pueblo en los preceptos de la parte publicada, entretanto que se
trabaja la impresión de los que resta; ¡Feliz patria si sus hijos saben aprovecharse de
tan importantes lecciones!
Dr. Mariano Moreno
Anexo 23
Al hacerme presente
de este manuscrito, don
Andrés Lamas creía
en Buenos Aires, año de este día
1879, que el traductor
no fue otro que Pazos Kanki. (Gabriel René Moreno)
Prefacio
Me ha parecido útil en estos momentos dar a luz una traducción de la obrita
del célebre Tomas Payne [sic] abreviada, y reducida solamente a los párrafos aplicables a
las circunstancias actuales de las Américas del Sur. La precipitación con que lo he hecho
no me ha permitido poner en orden sistemático a las [sic] excelentes ideas que irregular-
mente se hallan esparcidas, pero que siempre sorprenden la imaginación, y disponen el
entendimiento a la ilustración.
Los tres primeros capítulos leídos con reflexión ofrecen grandes progresos al
entendimiento humano. No obstante la adopción de sus principios requiere una grande
[sic] prudencia; pues es muy peligroso dar al pueblo de una vez, verdades aunque tan
importantes e incontestables, sin aquellas modificaciones que convengan a su estado y cir-
cunstancias. Pueblos que han gemido bajo la más grande opresión y tiranía por el espacio
de más de tres siglos, no podrían conducirse con bastante circunspección en el uso de una
libertad que la [le] ha sido desconocida. Una violenta metamorfosis en su situación políti-
ca podría sacarlos del verdadero círculo de la libertad (f. 118) y haciéndolo degenerar en un
frenesí, arrastrarlos a la anarquía y al despotismo. La libertad dice un célebre escritor334,
es como los alimentos a nutrir y fortificar los temperamentos robustos y acostumbrados a
ellos, pero que abruman, arruinan y embriagan a los que no lo están. Acostumbrados por
grados a respirar este aire saludable de la libertad, es lo único que me parece corresponde
a las circunstancias relativas al estado presente de las Américas españolas; y es lo que con
333
Extracto del prefacio en: ABNB: GRM 46, Ms. de Chuquisaca, t. I (1795-1816), nr. IX, 1811. f. 118.
334
Rousseau, Discours sur l’origine et les fondements de l’inégalité parmi les hommes.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
335
indecible placer se ha visto observado por los gobiernos tutelares que aquellos pue-
blos se han creado.
Los capítulos 4o y 5o contienen reflexiones tan concluyentes y oportunas,
que no se puede recomendar suficientemente su importancia. El 6o no es entera-
mente inútil, pues ofrece ideas de que algún día será conveniente, y aún necesario
ocuparnos. El 7o es de una importancia infinitamente grande, y las reflexiones que
se encuentran en él, comprenden absolutamente nuestro caso.
Sería muy deseable que después de todo las Américas españolas imitasen
a los anglo-americanos en su unión patriótica, haciéndose igualmente dignos de la
libertad de que estos gozan.
Jamás se vieron las colonias inglesas compelidas por la naturaleza de las
cosas a separarse necesariamente de la Metrópoli, como sucede con las colonias
españolas.
Un impuesto que la Inglaterra [sic] quiso exigir fue bastante para que
estos nobles colonos, desplegasen sus esfuerzos en la vindicación de la causa de los
hombres. ¡Qué ejemplos tan gloriosos y admirables, no se encuentran en la historia
de su revolución acaecida en nuestros propios días! […]
Anexo 24
335
En: ABNB: ARC (P) 471, fs. 1-2r.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
337
accidental produce perjuicios esenciales, como es la dominación portuguesa en el americano, NO, pero
si no se hubiera de esperar aquel inmediato perjuicio, SI.
En cuyo último supuesto bien puede la Señora Carlota (si no existe la
España, que no lo creo) venir a las Américas, exponer su derecho, elegir lo mejor de
su Corte y recibir el vasallaje americano, ella sola, sin comitiva alguna de otra nación,
que no sean restos de la España. Pero procurar este vasallaje desde el trono lusitano,
para someternos a la fanfarronada y al finchamiento [sic] es imposible, amargo y
escandaloso a unas Américas que saben pensar, en los tiempos de más ilustración y
prudencia.
El papel proclama incita y seduce, por último a que, supuesto el derecho
de la Señora Carlota, nos adelantemos a jurarla y entregarnos a su cetro, por que si
existe la España, este voluntario depósito nos salvará en las discordias y opiniones
partidarias que se han levantado en estos suelos por los revoltosos y mal contentos, y
sino existe, ya habremos andado el camino que debe pasarse en el caso a que estamos
juramentados. Esta inducción de los antecedentes está contestada con las mismas
distinciones del argumento principal de arriba.
El papel, según nos dicen, anónimo, es publicado por un español, mi-
nistro en la capital de este virreinato, a quien se le puede reprender su debilidad o
malicia, recordándole que si por haber mudado de suelo ha mudado en sentimientos,
los españoles jamás han tenido a bien sujetarse a la nación portuguesa, tan opuesta a
sus glorias y costumbres. Y si los españoles en América temen a sus habitantes, para
cuyo resguardo solicitan (1r) al Portugal, deben estar advertidos que más vale el malo
conocido que el bueno por conocer.
Únanse a los americanos por lazos de fraternidad estrecha, por vínculos
de amistad y por principios de humanidad y justicia, que la América nunca los de-
testa, antes bien los ampara, sirve y obsequia con amor tan tierno que degenera en
sumisión. La América sólo aborrece y murmura los vicios y malas costumbres que
la traen los menos advertidos bárbaros, y detesta la corrupción, el libertinaje traído
del extranjero, la codicia, la temeridad y la trastería del estúpido.
Una tal unión produciría, no hay duda, todas las flores y frutos ameri-
canos, y la confianza de ella mantendría la quietud de estos suelos para el abrigo de
los mismos españoles, no menos que la enervación, gloria y adelantamientos de la
misma España.
Compatriotas americanos, lo mismo os digo a vosotros: Vuestra sensi-
bilidad debe ser agradecida y reconocida a vuestros abuelos en vuestros hermanos,
redistribuyéndoles con el amor los beneficios de religión y luces que os trajeron en
el origen de estas conquistas.
El crítico que mira mi papel, por el método silogístico en que lo he con-
cebido, me dirá que más bien lo haría de pedante domine que de publicista, pero le
prevendré que no procuro florear, sino hablar verdades propias de un corazón bien
intencionado. Y pues, soy español americano, me presento con la entereza de aquel,
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
338
336
Cfr. t I., Imprenta Real: Cádiz, 1811: 346-352.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
340
península, sino como formando con ella una misma y sola nación, una misma y sola
familia) manifiesta bien que claramente que el contenido del decreto de aquel día no
ha pasado en algunos de los labios al corazón. […] Señor, si las declaraciones hechas
en favor de la América son siempre nugatorias, y no tienen consecuencia alguna en
la práctica, no será extraño que en los papeles públicos se diga como se dice que con
ella se le insulta : y los enemigos de V. M. querrán persuadir que se les insulta de un
modo muy semejante al de Napoleón respecto a los españoles. Él los insultó cre-
yendo se le sujetarían sólo con asegurarles que los iba hacer hombres libres y felices,
aunque en sus obras viesen sólo esclavitud miserias. Señor, la América no está ya
en aquella edad infantil en que se puede creer que adormecida con las esperanzas, las
olvide cuando despierte.
Vuelva ahora V. M. los ojos hacia aquella parte de la América que (347)
se conmovió primero. Allí parece que han convocado cortes, y ya hemos visto en sus
gacetas los nombres de algunos de los que habían de concurrir a formarlas. Esta es
una tempestad que amenaza grandes daños, amenaza eterna separación de esas pro-
vincias. Y ¿cómo se conjurará? Aquellos hombres que han concebido ideas bien o
mal fundadas de hacerse expectables y dichosos juntamente con su patria ¿la dejarán?
¿Sacrificarán sus esperanzas y vendrán a un país lleno de peligros sólo a sancionar
la inferioridad de la América respecto de la península? Aquellos hombres que obran
allí absoluta y libremente todo lo que juzgan del bien de su patria ¿querrán venir a
estar a la merced o misericordia de los representantes de la península? Yo entiendo
que es imposible, y entiendo en dos palabras que a pacificación de las Américas es
probabilísima y aún cierta, si se accede a esta y sus otras justas solicitudes, pero si se
le niegan es desesperada […] (348).
Si decreta V. M. que las Américas deben tener y tengan en estas Cor-
tes una representación igual en al forma y respectiva en el número a la que tiene la
península, en el acto mismo, en el mismo instante están aquí los diputados de sus
provincias […] Se dijo por fin que si para estas Cortes se concediese a las Américas
la representación que pide, habría el gran riesgo de que valiéndose de la prepotencia
que les daba su número quisieran decir o dijeren nulidad de lo que V. M. hubiese
actuado hasta entonces […] (350) el derecho de decir de nulidad no está en los repre-
sentantes, sino en los representados por consiguiente quedando estos los mismos, es
indiferente para el caso, que aquellos sean pocos o muchos […]
Y ¿A qué esa representación tan numerosa? dicen algunos. ¿De qué nos
servirán los diputados de la clase de los indios?...No hace mucho que se dijo aquí,
que el pueblo español es heroico pero no sabio. Y hablando de los indios a quienes
conozco por experiencia, digo, que son un pueblo humildísimo, fidelísimo, austero,
integérrimo y poseedor de ciertas virtudes sociales que ya no existen en otra parte
de la tierra, pero no un pueblo de luces. Sus representantes no ilustrarán a los de
la península acerca de las granes máximas de gobierno y de alta política, pero les
dirán verdades, los instruirán en hechos de que no tienen noticia, ni aún idea. Más
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
341
aunque aquellos fuesen los más estúpidos de los hombres, aunque fuesen además
ciegos, sordos y mudos, al venir aquí traían sus voluntades y las de sus comitentes.
Y si la América ha de permanecer unida a España, no será por la alteza y las fatigas
de los entendimientos europeos, sino por la concordia y unión de voluntades entre
europeos y americanos.
El Señor Pelegrín (leyó): Señor, las Américas, que sin una gran parte del
Imperio español, reclaman cuidados y la justicia de las Cortes, para que respetada
la dignidad de sus habitantes, y desenlazada su importancia contribuyan en toda su
extensión a formar la (351) nación grande que va a renacer de las ruinas a que la había
desinado la política de los últimos tiempos. […] La representación que solicitan en las
Cortes es conforme a sus derechos, la exige el interés de la nación […] (352)
El Señor Valcárcel y Dato (leyó): […] Señor, por estos tan sagrados princi-
pios deben ser inseparables del patriotismo y zelo que animan a V. M. la inquietud
y la zozobra, al considerar el delicado estado de algunas provincias de Ultramar, […].
Este es el infame sistema con que han sido gobernados por espacio de muchos años
aquellos opulentos y leales dominios de la monarquía española, así como el de la
impunidad de la metrópoli, habiendo quedado, no sólo sin castigo, sino que han sido
premiados mucho autores de ellas.
Es pues, Señor, llegado el día feliz de que recobren su libertad y derechos
aquellos habitantes oprimidos, desterrando V. M. la esclavitud, y restituyéndoles
todos los derechos de los hombres libres […] (353)
Cronología
1810 Sale a luz una traducción del Contrato Social de Rousseau atribuida a
Mariano Moreno.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
345
Arrieros
En la Colonia fue la persona delegada por los dueños de recuas para conducir, cargar y
descargar mulas alquiladas -o fletadas*- durante los largos viajes. Cada arriero tenía a su
cargo una piara de nueve mulas. En el siglo XVI este trabajo fue una especie de mita por
su carácter obligatorio para los indios de una encomienda. En el siglo XVII los arrieros
solían ser yanaconas (Escobari 1996: 69).
Audiencia
Entidad encargada de la administración de justicia delegada por el Rey -considerado el
juez natural-, y regulada por las Leyes de Indias o en su defecto por las de Castilla. En
la América española este cuerpo constituyó la justicia real en sí misma, expidiendo sus
provisiones con el sello real. Las Audiencias tenían amplias facultades de Gobierno y una
vasta burocracia con gran poder político, social y económico: Oidores, supernumerarios,
alcaldes del crimen, procuradores de causas, alguaciles, relatores, defensores o abogados
de pobres, protectores generales de indios entre otros. Una Audiencia colonial en pala-
bras de Charles Arnade constituía “una agencia vital de la dominación española en las colonias”
(Arnade 1999: 13), ejerciendo muchas veces tanto o más poder que el propio Virrey, cuyo
desempeño debía vigilar permanentemente según lo estipulado en las Leyes de Indias.
Ayllu
Ay. / Qhis. “parcialidad, linaje o casta”. Principal unidad social andina que en sus orí-
genes hacía referencia a la consanguinidad. En la Colonia se lo asocia a un determinado
territorio variable en extensión y que podía ser continuo o no (dhb 2002: t. I, 233).
Azoguero
Se decía del dueño o arrendador de minas, también conocido como “señor de minas”.
Pronto se organizaron en un gremio muy influyente. A pesar de ser una minoría incluso
entre los españoles de Potosí, tuvieron notable participación e influencia en el Cabildo
(dhb 2002: t. I, 241).
Cabildo
Institución de origen español. Su denominación proviene del termino capitulo, conque
era designada y conocida toda reunión de representantes de una villa o ciudad con facultad
de gobierno y administración. Los Cabildos fueron las primeras instancias en establecerse
en la Colonia -en La Plata quedó establecido en 1539. Su rango era inferior al de sus
análogas de la Península. En un principio sus autoridades –regidores, alcaldes- fueron
elegidas mediante voto de la población, más adelante, durante el reinado de Felipe II estos
cargos se hicieron venales (Valencia de la Vega 1978: 20).
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
347
Cancelario
Autoridad real y pontificia que durante la Colonia tuvo la facultad de otorgar grados
académicos. En la Universidad este título perteneció al Arzobispo (Barnadas 1973:
35).
Catecismo
Forma de producción literaria-política en boga a fines del siglo XVIII. Consistía
en un grupo de preguntas y respuestas compendiadas que buscaban inculcar ciertas
ideas al lector. Un ejemplo notable de este tipo de producción es el “Catecismo polí-
tico cristiano” del chuquisaqueño Jaime de Zudáñez que corrió en clandestinamente
en Chile a fines de la Colonia.
Chantre
Dignidad capitular tradicionalmente encargada de dirigir el canto en el coro.
Charqueño (a)
Utilizamos esta expresión -y no así “charquense” < charchensis, charquensis y “charqui-
no” preferidas por otros historiadores- como referencia al conjunto jurisdiccional de
la Real Audiencia de Charcas, a pesar de que su utilización colonial no se encuentra
documentada -ni la de ningún gentilicio similar- , siendo más común la afirmación
de cierta “peruanidad”. Se trata ciertamente de una paradoja, pues a pesar de que
por un lado Charcas poseía varios rasgos peculiares que la diferenciaron y fueron
afirmando como entidad, por el otro -sobretodo en un primer momento colonial-
pareciese que aun estamos frente a un territorio bastante ambiguo y de proyección
abstracta. (Barnadas 1989: 66) Podríamos considerar ésta como una prueba más de
que fue la voluntad de los actores contemporáneos y las instituciones puestas en mar-
cha las que le confirieron al privilegiado territorio de la Audiencia de Charcas aquel
grado de cohesión interna -alrededor de La Plata- que poco a poco iría configurando
una consciencia grupal mas definida en torno a los intereses locales.
Chuquisaca
Castellanización de Chuqichaka o Choke-Chaqa -“puente de oro” (Calancha (1638),
lib. 2: 502)-. Nombre que perteneció a un asentamiento yampara anterior al Tawan-
tinsuyu. Hacia 1538 los españoles le dieron el nombre colonial de La Villa de Plata.
Una vez Bolivia independiente esta ciudad pasó a llamarse Sucre en honor al Ma-
riscal de Ayacucho, constituyéndose en la capital de la nueva República. Hoy Chu-
quisaca es el departamento de cuyo municipio -así como de la provincia Oropeza- es
capital Sucre.
Chiriguanos
Etnia de origen guaraní que abandonando su hábitat en las márgenes de los ríos de
Brasil y el Paraguay, se instalaron en los contrafuertes del sudeste de la Cordillera
Real de los Andes, constituyendo una constante amenaza para los Inca. El nombre
deriva probablemente del escarmiento que les dio uno de los reyes Inca, mandando
amarrar a los que cayeron prisioneros de las cumbres más altas, y jactándose luego de
haberlos hecho morir de frío: Qhis. Chiriwan wuañuchiri. Lo cierto es que durante
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348
el Perú estimuló a que esta actitud se extendiera al Nuevo Mundo. Esta atenuación
del despotismo autocrático permitió que las ideas liberales y racionalistas francesas se
propagaran en América. Carlos IV desahuciaría todas estas ligerezas argumentando
que no necesitaba filósofos en sus dominios “sino buenos y obedientes súbditos” (Valen-
cia de la Vega 1984: 377).
Encomenderos
Los primeros fueron compañeros de armas de los conquistadores, cuyos méritos
motivaron a que por RO de 1503 se les concediera tierras y cierto número de indíge-
nas para su servicio. La concesión alcanzaba a dos generaciones para luego volver
a la Corona. La encomienda significó la conversión de los sistemas colectivistas
de cultivo y trabajo de la tierra que habían desarrollado los nativos del Tawantinsuyu.
(Valencia de la Vega 1984: 303) Con el tiempo las tierras fueron directamente
compradas a los indios o simplemente arrebatadas, convirtiéndose el nuevo dueño en
hacendado y los indios trabajadores en yanaconas. A diferencia de la encomienda
tradicional estas tierras si se podían alquilar o vender.
Flete
Cantidad de dinero que se pagaba en la Colonia por el alquiler de mulas y que depen-
día del número de animales y del peso de la carga (Escobari 1996: 69).
Gobernación
Unidad administrativa territorial que formó parte de las provincias de cada Virreina-
to español en América. El Gobernador recibía el título directamente del Rey o del
Virrey, y en varias ocasiones gozó además del título de Capitán General, por lo que
era competente en asuntos de gobierno y militares. Sus funciones abarcaban los
campos de reglamentación, gobierno, justicia, milicia y hacienda. Una gobernación
al desarrollarse pasaba a convertirse en una presidencia con su respectiva audien-
cia- como ocurrió en Charcas. Las intendencias en el siglo XVIII sustituyeron las
gobernaciones. Dentro de la Audiencia de Charcas existieron las gobernaciones de
Tucumán, Río de La Plata y Paraguay (dhb 2002: t. 1, 940).
Grandes cacaos
Poderosos terratenientes en Venezuela dedicados al cultivo del cacao.
Intendencia
Unidad territorial y administrativa creada por Carlos III para corregir y aumentar el
régimen de los Corregimientos. Con su establecimiento se pretendió controlar los
abusos perpetrados por los corregidores y mejorar el sistema fiscal. Los intendentes
eran competentes en asuntos de justicia, policía, guerra y particularmente en el de
causa o hacienda. A su lado tenían como consejero un asesor letrado o jurista (dhb
2002: t. 1, 1091).
Mantuanos
Calificativo que designaba a los descendientes de españoles nobles en la Capitanía
de Venezuela.
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350
Método escolástico
La Escolástica comentó y divulgó a Aristóteles, y reunió en cuerpo de doctrina los
conocimientos dominantes de la época. Su método se caracterizó por haber sujeta-
do al raciocinio reglas y principios en pos de llegar a la verdad por medio del estudio
de la Lógica, respetando la precisión en las discusiones, y ensanchó el campo de la
metafísica dogmática suministrando explicaciones ontológicas sumamente sagaces.
Su objetivo fue el de demostrar la verdad del dogma católico tratando de conciliar
el dogma de la fe revelada, la razón pura y los fenómenos de la vida exterior, para lo
que estudió los fundamentos entre el Creador y la Criatura, tratando de esclarecer sus
relaciones como fuente de toda moral. Entró en decadencia cuando el espíritu de
la disputa rompió los límites de la moderación y se sucedió la controversia estéril y
verbosa. (Paz 1914: 183 y ss.; dhb 2002, 798)
Mita
(< Qhis. mit’a “período de servicio”) Trabajo obligatorio practicado ya en el Inca-
nato. Durante la Colonia en Potosí fue el tributo pagado en trabajo personal para
la explotación de las minas, ya sea para el soberano o para los kuracas. Los Inca
no le dieron caracteres de una explotación sistemática y opresiva, contrario a los
conquistadores influidos por cierta mentalidad de economía mercantil. Mediante
este sistema -reglamentado por el Virrey Toledo- se facilitó la explotación minera
y se proveyó de gran cantidad de mano de obra a los dueños de minas particulares
(Peñaloza 1953: 204-206).
Obrajes
Centro donde sobre la base de telares de madera, operados a pedal según modelo
europeo, se producen telas en forma industrial. En América los conquistadores se
apropiaron del modo de producir indígena y le aportaron otras técnicas. En torno
al él se instalaban hilanderías, lugares de teñido, cardado y todo lo necesario para
elaborar el algodón en piezas tejidas. Los obrajes comprados por los jesuitas a me-
diados del siglo XVIII fueron los más importantes de toda la zona sur-andina (mhb
2003: 216).
Oidor
Juez que durante la Colonia formó parte del cuerpo colegiado de una audiencia. La
duración de sus funciones era por tiempo ilimitado. En América ejercieron atribu-
ciones que nos les correspondían en España. Su nombramiento -reservado al Rey y
propuesto por el Consejo de Indias- estaba sometido a una serie de exclusiones como
ejercer en la región natal y casarse con una vecina del lugar (dhb 2002: t. II, 386).
Pasantes
Estudiantes de los cursos superiores que, en el Colegio, “repite” y explica a los alum-
nos de cursos inferiores las lecciones recibidas en la Universidad (Barnadas 1973:
36).
Patronato de Indias
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
351
armas. Usaban como distintivo un gorro confeccionado con piel de vicuña. Muy
pronto se unieron a ellos los criollos, víctimas a su turno de las “prepotencias” de
los vascongados, así como algunos mestizos e indios. La guerra civil eclosionada en
las primeras décadas del siglo XVII tuvo como núcleo a Potosí y enfrentó a ambos
bandos por cerca de medio siglo. Bartolomé Arzáns Orzúa y Vela relató los porme-
nores de aquellos enfrentamientos (Ibid. Supra).
Virreinato
Conjuntos territoriales fundamentales en la época colonial americana, en los que se
ejerció mucho poder e influencia. Fueron creados para organizar la vida de las co-
lonias dando fin a la etapa de los adelantados-gobernadores. Su máxima autoridad
era el Virrey, representaba al monarca español con jurisdicción en lo administrativo,
penal y civil. Sus títulos eran además de Capitán General, Presidente de la Audiencia,
Superintendente de Real Hacienda y Vice-Patrono de la Iglesia. Gobernaba según
un Consejo Consultivo o Real Acuerdo y tenía potestad para dictar Reales Provisio-
nes y Reales Cédulas e incluso para derogar las que llegaban del Consejo de Indias.
En la América española Carlos V creó dos Virreinatos: En 1535 el de Nueva España
(México y el Sur de USA), en 1543 el del Perú (Perú, Ecuador, Bolivia y parte de
Argentina y Paraguay). En el siglo XVIII se añadieron dos: en 1776 el del Río de La
Plata (producto de la división del Virreinato del Perú), y entre 1717-1723 y 1739 el
de Nueva Granada (Colombia y parte del Ecuador) (dhb 2002: t. 2, 1163; mhb 1958:
175).
Yanaconas
Durante la Colonia fueron considerados indios de labranza que vivían en una hacien-
da ajena sin libertad de salir ni de trabajar por su cuenta. Ellos y su familia podían
ser transferidos junto con la propiedad a terceros. Muchos mitayos recurrían a esta
condición para tratar de escapar a la mita (René Moreno 1905: 201 y ss.).
Detalle de los documentos
Primarios manuscritos
• “Abdicación de Carlos IV. Testimonio de la Real Cédula, real despacho y obrados de
obediencia, marzo 19 de 1808”. En: ABNB: Mss GRM 31, Manuscritos Chuquisaca,
t. II (1808-1809).
• “Autos formados sobre las averiguaciones del autor de los pasquines que amanecier-
on fijados en las puertas de la Iglesia Matriz de Oruro, 1796”. En: ABNB: EC 1796,
16 fs.
• “Autos de tasaciones de Almonedas, practicadas de los muebles, y librería, del señor
doctor don Antonio Porlier del Consejo de s. M. y su Fiscal de la Real Audiencia de
Lima, a perdimiento de la presente de dicho señor, obrados por el señor Alcalde Or-
dinario de primer voto señor don Juan Joseph de Segovia, año de 1769”. En: ABNB:
EC, 1769, nr. 125.
• “Autos seguidos contra don Juan José de Segovia. 1788”. En: ABNB: USFXCH,
nr. 58, 4 fs.
• “Biblioteca de Pedro Ulloa profesor de la Academia Carolina (1779-1793)”. En:
ABNB: EC 1804, nr. 62.
• “Carta apologética de la breve arenga que el Rector de la Universidad hizo al Ilus-
trísimo Señor Arzobispo Doctor Don Benito María Moxó y Francolí, con motivo de
su reciente arribo a esta ciudad”. En: ABNB: Mss GRM 167.
• “Carta de Santiago Liniers al Tribunal de la Audiencia de Charcas, Buenos Aires, 27
de noviembre de 1808”, en: “Manuscritos originales formados por la Real Audiencia
de Charcas en Chuquisaca sobre las ocurrencias de la ciudad los años 1808-1809”.
En: ABNB: Mss GRM 26, fs. 11-17r.
• “Carta del Tribunal de la Audiencia de Charcas al Virrey del Río de La Plata Liniers,
La Plata, 26 de octubre de 1808”. En: ABNB, Mss GRM 26, fs. 3-4r.
• “Causa criminal seguida de oficio por la rebelión de esclavos y la fuga del caballar
durante la revolución del 25 de mayo de 1809”. En: CDHB: EC, Esclavos, nr. 20,
2 fs.
• “Comparecimiento a don Tomás Alcérreca, defensor de Naturales y vecino”. En:
ABNB: Rück 260, 96 fs.
• “Copiador de la correspondencia recibida y expedida del Arzobispo don Benito
María Moxó y de Francolí y de otra documentación correspondiente al Arzobispado,
1807”. En: Mss GRM 25.
• “CR exhortando a las autoridades civiles y eclesiásticas, a cumplir y hagan cumplir
el contenido del trasunto del Breve de su Santidad, sobre el Patronato de las Indias.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
354
del Perú. Impreso en Londres por cuenta de su mismo Traductor, 1811”. En:
ABNB: GRM 46, Ms. de Chuquisaca, t. I (1795-1816), nr. IX, 1811.
• “Relación anónima sobre la conmoción del 25 de Mayo de 1809 en Chuquisa-
ca”. En: ABNB: Mss GRM 164, fs. 24-27r.
• “Sucesos ocurridos en La Paz los días 19 y 20 de octubre”. En: ABCLS: ASG-
HS 0162, 2 fs.
• “Sucesos en La Paz desde la noche del 16 del actual mes de Julio hasta el Día
de su salida que fue el 25, 1809”. Encontrado entre los papeles del Arzobispo
Moxó. Parcialmente quemado, fs. 2. En: ABNB: Mss GRM nr. 27.
• “Sumaria de la fuga de Don Bernando Monteagudo y del Alcalde de Corte Don
Bartolomé Pizarro”. En: ABNB: Mss GRM 46, Manuscritos Chuquisaca, t. I.,
(1795-1816), nr. 5, 1810.
• “Sumarias, autos y demás actuaciones formados por los sucesos del día 25 de
mayo de 1809 y sus incidencias, realizadas por el Presidente Vicente Nieto por
orden del Virrey del Perú en 2 de enero de 1810”. En: ABNB: ARC (P) 469,
fs. 17 y ss.
• “Una copia manuscrita y coetánea del Acta de la Junta General celebrada en la
Universidad con motivo de la recepción de pliegos de la Corte del Brasil”. En:
ABNB: ARC (P) 469, fs. 9-12.
• “Versos y pasquines que circularon durante los levantamientos indígenas hacia
1780 en La Plata, Cochabamba y Oruro”. En: ABNB: Rück 96.
• “Vista fiscal sobre la instancia del Excelentísimo Señor García Pizarro, sobre
que a él le corresponde el mando político, militar y presidencia de Charcas”.
En: ABNB: Mss GRM 46, fs. 175-183r.
• “Vista del Fiscal de s. M. en el proceso o causa sobre el origen y examen del
acontecimiento del 25 de mayo de 1809 en Chuquisaca, 23 de agosto de 1809”.
Encontrado entre los papeles del Arzobispo Moxó. En: Mss GRM 31 Manu-
scritos de Chuquisaca, t. II. (1808-1809).
Impresos
• Apuntes para la historia de la revolución del Alto Perú, hoi Bolivia, por unos patriotas,
Imprenta López: Sucre, 1855.
• “Carta episcopal de Moxó del 10 de noviembre de 1808 con motivo de la llegada
de Goyeneche”, en: Obras patrióticas y doctrinales con que ha acreditado su celo por la
Religión y Monarquía el Ilustrísimo. Señor Arzobispo de La Plata, Imprenta de la Real
Casa de Niños Expósitos: Lima, 1809. En: ABNB: M 588.
• Cedulario Indiano, reproducción facsímil de la edición única de 1596, recopilado
por Diego de Encinas, Oficial Mayor de la Escribanía de Cámara, Cultura His-
pánica: Madrid, 1945, lib. I, II, III y IV.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
357
• Colección de Arengas en el Foro del Doctor Don Mariano Moreno, abogado de Buenos Aires,
y secretario del primer gobierno en la revolución de aquel Estado, Pickburn: Londres,
1836, t. I.
• Corrente Mariano, Historia de la Revolución Hispano-Americana, Imprenta Don
León Amarita: Madrid, 1829.
• Diario de las discusiones y actas de Cortes, t I., Imprenta Real: Cádiz, 1811: 346-352.
• Discursos pronunciados en las Cortes Generales y Extraordinarias de la Nación, por los Ss.
D. Ramón Feliú y D. Vicente Morales. Diputados del Reyno del Perú, Imprenta De
los Huérfanos: Lima, 1811. En: ABNB: GRM 502, folleto nr. 9.
• Discurso que pronunció el Ilustrísimo Señor Doctor Don Benito María de Moxó y de Fran-
colí, Arzobispo de La Plata el día 27 de septiembre de 1808 con motivo de la solemne acción
de gracias que celebraba aquella Santa Iglesia Metropolitana por la exaltación del Señor D.
Fernando VII al trono de España y sus Indias, Imprenta Niños Expósitos: Buenos
Aires, 1808. En: ABNB: Mss GRM 164: 80-81.
• Herrera, Antonio de, “De el Distrito de la Audiencia de La Plata, ó de los
Charcas” en: Descripción de las Indias occidentales de Antonio de Herrera coronista mayor
de s. M. de las Indias, Imprenta Nicolás Rodríguez Franco, 1730, t. I, cap.
XXI, fs. 46-47.
• Justa reclamación que los representantes de la Casa Real de España Doña Carlota Joaquina
de Bourbon Princesa de Portugal y Brasil, y Don Pedro Carlos de Borbón y Braganza, In-
fante de España, hacen a su Alteza Real el Príncipe Regente de Portugal para que se digne
atender, proteger, y conservar los sagrados Derechos, que Su Augusta Casa tiene al Trono de
las Españas e Indias, etc., Río de Janeiro, 19 de agosto de 1808, Impr. Real: Río de
Janeiro, 1808, 3 fs. En: ABNB: Mss GRM 164: 99-101.
• Manifiesto dirigido a los fieles vasallos de s. M. católica el Rey de las Españas e Indias por
su Alteza Real Doña Carlota Joaquina, Infanta de España, Princesa de Portugal y Brasil,
Río de Janeiro, 19 de agosto de 1808, Impr. Real: Río de Janeiro, 1808, 5 fs. En:
ABNB: Mss GRM 164: 101-103.
• Manifiesto de Don Pedro Carlos de Borbón y Braganza, Infante de España, Gran Almi-
rante de las Escuadras de s. A. R. el Príncipe Regente de Portugal, etc., Río de Janeiro,
20 de agosto de 1808, Impr. Real, Río de Janeiro, 1808, 2 fs. En: ABNB: Ibid.
Supra: 104.
• Memorias de los Virreyes que han gobernado el Perú, ed. Agustín MENA y Cía.: Lima,
1859.
• Moreno Manuel, Vida y Memorias del Dr. Don Mariano Moreno, J. M. Creery:
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• Moreno Mariano, El Contrato Social traducido para la instrucción de jóvenes americanos,
Imprenta de Niños Expósitos: Buenos Aires, 1810. En: ABNB: M1393.
• “Noticias del territorio, á que se extiende la Audiencia de Charcas, sus Obispa-
dos y los Corregimientos comprehendidos en el Arzobispado de la Capital”.
En: Ulloa Jorge y Juan Antonio de, Relación histórica del viaje hecho de orden de Su
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
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Majestad a la América meridional, etc., Impr. Antonio Marín: Madrid, 1748, t. II:
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• ---------------- Impr. Andrés de Ortega: Madrid, 1774, ts. I, II y III.
• ---------------- Boix: Madrid, 1841, ts. I, II, III y IV.
• Relación Histórica del 25 de Mayo de 1809 escrita por Fray Marcos Benavente,
guardián del convento de San Francisco de esta Ciudad, y testigo ocular de esos
acontecimientos. Escrita el 1ero de julio de 1809, Imprenta Bolívar: Sucre, 1893,
12 pp.
• Rousseau J.J., Oeuvres complètes, H. Fournier: Paris, 1826.
• Solórzano y Pereyra Juan, Política Indiana, Impr. Real de La Gaceta: Madrid,
1776, 2 ts.
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compendium resolutiorum, in quo sub sensu, ex mente Doctoris Sancti duplici ita resolutione,
etc., 1681.
Manuscritos secundarios
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Vaticano, en: ABCLS: ASGHS, n. 0004.
• “Carta reservadísima del Presidente de Charcas al Intendente de Potosí Paula
Sanz pidiéndole venga cuanto antes con el auxilio de sus tropas”. En: ABNB:
Mss GRM 161: 64-64r.
• “Crónica de San Agustín escrita por el R. P. Antonio De la Calancha. Co-
mienza con el capitulo de la fundación del convento agustino en Chuquisaca y
descripción del panorama de la ciudad”, Copia de la Crónica Moralizada, 1638,
Impreso en Barcelona, 4 libros, 1 t., 922 pp. En: ABCLS: SGHS, n. 0011.
• “Colección de documentos originales del Encargado Británico de Negocios Sir
Woodline Parish, encuadernados en 2 vol. En el Museo Británico de Londres y
copiados por Eduardo Aramayo. En: ABCLS: 1 vol.: “Sud América. Génesis
de su Emancipación. Documentos secretos 1808-1809”, 1 vol. Add. Ms.
32608.
• “Confesión de Don Antonio Paredes Alcalde Provincial del Cabildo del Cuzco,
18 de septiembre de 1810”. En: ABNB: ARC (P) 464, Trans. del AHN, leg.
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• “Declaraciones preventivas sobre la insurrección y levantamiento causado por
Pedro Domingo Murillo y Juan Bautista Sagárnaga y demás cómplices, juez
Manuel de Goyeneche escribano público Genaro Chávez de Peñaloza”. En:
ACLS: ASGHS, Ms. nr. 0163.
• “El Virrey del Perú, con ocasión de trasladarse á la Península Dr. José Vázquez
Ballesteros uno de los Oidores causados de la Audiencia de Charcas remite los
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tante de la Excelentísima Junta provisional de estas Provincias, las damas patrio-
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su arribo á ella, la noche del 27 de diciembre de 1816”. En: BSGHS: Sucre, año
XI, febrero de 1909, t. IX, nr. 102.
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“Mártir ó libre” de 25 de mayo de 1812. En: “Ensayos sobre la revolución del
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En: CBDH: nr. 26, 37 fs.
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linar Jaen, Gregorio Lanza, Buenaventura Bueno, José Antonio Figueroa, Juan
Bautista Sagárnaga y Juan Basilio Catacora, con motivo de los acontecimientos
del 16 de julio de 1809, La Paz”. En: BSGHS: año 3, 31.10.1901, t. III, nr. 32:
120-134 y continuación en: BSGHS: Sucre, año 3, 30.11.1901, t. III, nr. 33:
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de práctica de Jurisprudencia de esta Ciudad, por el Académico que la suscribe,
el día de Agosto de 1802 (de Mariano Moreno), AGN: Doc. Trans. En: Levene
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193
Moxó refirió al Intendente de Cochabamba en 1807: “[…] Los abusos que he
encontrado son infinitos y en todo género: la relajación muy grande […]”. Cfr. Doc. cit.
“Copiador de la correspondencia, etc.”. En: ABNB: MssGRM 25.
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134
194
Cfr. “Confesión de Don Antonio Paredes, Alcalde Provincial del Cabildo del
Cuzco”, AHN: Consejo de Indias, leg. 21 348, nr. 7. En: ABNB: ARC (P)
464, f. 10.
195
Cfr. “Carta del Tribunal de la Audiencia de Charcas al Virrey del Río de La
Plata Liniers, La Plata, 26 de octubre de 1808”. En: ABNB: Mss GRM 26, fs.
14r.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
135
196
Cfr. Doc. cit., “Confesión de Don Antonio Paredes, etc.” f. 10.
197
Cfr. “Espectáculo de la verdad. Manifiesto imparcial de la revolución acae-
cida en Chuquisaca” Dispuesto en forma de Diario para un ciudadano de La
Plata. En: ABCLS: ASGHS nr. 0158, f. 7.
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136
198
Dada su heterogeneidad y límites imprecisos de grupo, no tomamos el térmi-
no élite como clase, sino como el segmento de más alta jerarquía de cualquier
unidad social, siguiendo en este caso los criterios de posición y privilegio ba-
sados en las relaciones de poder descritas. Cfr. Seymour 1967: 90.
199
Dispuesta por el Consejo de Indias el 10 de abril de 1808.
200
Cfr. Doc. cit. “Carta del Tribunal de la Audiencia de Charcas al Virrey del Río
de La Plata, etc.”. En: ABNB: Mss GRM 26, f. 16.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
137
201
Cfr. “Vista reservada del Fiscal de la Audiencia de Charcas del 6 de febrero de
1809, […] contra los procedimientos del Presidente García Pizarro y Arzobis-
po Moxó, La Plata 7 de septiembre de 1809”. En: ABNB: Mss GRM 161, f.
119r.
202
Cfr. Doc. cit. ABNB: Mss GRM 26, f. 15.
203
Cfr. Doc. cit. supra, f. 128r.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
138
204
Como más adelante pudo inferirse, además de la misión que le había confiado
la Junta española, Goyeneche había recibido encomienda del francés Jacques
Murat -comandante de las tropas napoleónicas- para mover a las Colonias a
favor de José I, así como de la Corte del Brasil, con el mismo propósito, esta
vez en favor de Carlota Joaquina de Borbón de la casa de Braganza. Cfr.
ABNB: Mss GRM 161.
205
Cfr. “Carta episcopal de Moxó del 10 de noviembre de 1808 con motivo de la
llegada de Goyeneche”. En: ABNB: M 588.
206
Cfr. ABNB: Mss GRM 26, f. 5.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
139
207
Cfr. Doc. cit. ABNB: MssGRM 26, f. 14r.
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140
208
La ley sálica de Felipe V (1713) descalificaba a las mujeres para acceder al tro-
no de España, pero lo que pocos sabían -Moxó entre ellos- era que ésta había
sido abrogada en secreto por Carlos IV en 1789.
209
Desde hacía varios años, Inglaterra había fijado su atención en la América
española. En 1806 y 1807 llegaron incluso a invadir Buenos Aires y Monte-
video. Ante la amenaza, en La Plata Pizarro había empezado a disciplinar mi-
licias urbanas. Era la primera vez que los pobladores se organizaban para la
defensa del territorio propio contra una potencia extranjera, lo que despertó
nuevos sentimientos hacia el suelo natal. Pero la intención inglesa era esen-
cialmente la de ganarse el favor de los habitantes poniendo en evidencia la
ineptitud de los gobernantes españoles y proponiendo provechosos negocios
comerciales. René Moreno cuenta que aunque muy mal recibidos, circularon
en La Plata pañolones de seda con proclamas británicas. Cfr. René Moreno
1997: 94.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
141
210
Cfr. Doc. cit. ABNB: ARC (P) 464, f. 5, f. 27.
211
Cfr. Doc. cit. ABNB: Mss GRM 161, f. 124r.
212
Liniers había logrado la capitulación de los ingleses después de la invasión de
1806. A pedido de la gente levantada entró en lugar del Virrey Sobremonte.
Sassenay llevó en agosto de 1808 ante Liniers las CR emanadas en Madrid el
14 y 17 de junio, que pretendían el reconocimiento de la autoridad de José I.
213
Cfr. “Vista del Fiscal de s. M. en el proceso ó causa sobre el origen y examen
del acontecimiento del 25 de mayo de 1809 en Chuquisaca, 23 de agosto de
1809”. En: Mss GRM 31, f. 4, f. 25.
214
Cfr. Doc. cit. ABNB: Mss GRM 161, f. 126.
215
Cfr. Ibid supra, f. 129.
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142
216
Cfr. “Acta de la Junta General celebrada en la Universidad con motivo de la
recepción de pliegos de la Corte del Brasil”, Trans. en: Acosta R. Hilarión,
La evolución de Bolivia. Documentos fundamentales, Túpac Katari: Sucre, 2004: 18-
21. Ver también un ejemplar en: ABNB: ARC (P) 469, fs. 5-6.
217
Si hoy tenemos noticia de dicho documento es gracias a una copia furtiva que
circuló en la época, y que fue encontrada entre los papeles del revolucionario
chuquisaqueño Jaime Zudáñez en el Archivo Histórico de Uruguay. Otra fue
hallada en el AHN.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
143
en una debilidad de fuerzas, y de luces […], como denotan los mismos hechos
[…]”218. Lo que es más grave aún, aconsejó:
218
Cfr. Doc. cit. ABNB: Mss GRM 26, f. 15r.
219
Cfr. Doc. cit. ABNB: Mss GRM 161, f. 128r.
220
Cfr. Doc. cit. Mss GRM 31, f. 50.
221
Cfr. “Informe de la Audiencia de Charcas a s. M., de 19 de octubre de 1809,
etc.” En: ABNB: AGML 76c, Trans. AGI: leg. 21 271, f. 16.
222
Cfr. Doc. cit. ARC (P) 469, f. 41.
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144
223
Cfr. Doc. cit. ABNB: MssGRM 25: 78.
224
Cfr. “Oficio del Presidente García Pizarro al Intendente de Potosí anuncián-
dole el grave estado de la ciudad”, Trans. AHN Consejo de Indias, leg. 21391,
22, f. 9r. En: Just Lleó 1994: 654.
225
Cfr. “Oficio del Presidente García Pizarro al Intendente de Potosí solicitando
el envío de unas compañías de soldados”, Trans. AHN Consejo de Indias, leg.
21391, 22, f. 12. En: Ibid. supra: 656.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
145
226
Cfr. “Vista del Fiscal López Andreu en la que expone la necesidad de la dimi-
sión del Presidente. 25 de mayo de 1809”, Trans. AHN: Cons. leg. 21391,
4, f. 58r. En: Ibid supra, Doc. 22, p. 657.
227
Apoyaba su decisión en la RLI, Ley, 39, tít. 15, lib. 2 que señala: “[…] ningún
Oidor por sí solo puede hacer información contra el Presidente pública ni secreta por ningún
caso, ni causa que haya para ellos, sin particular orden de s. M. […]”.
228
Cfr. “Relación Anónima sobre la conmoción del 25 de mayo de 1809 en Chu-
quisaca”. En: ABNB: Mss GRM 164, p. 26r.
229
Cfr. “Informe de Arenales a la Real Audiencia Gobernadora sobre lo ocurri-
do el 25 de mayo de 1809”. En: ABNB: ARC (P) 463, Trans. AHN: Consejo
de Indias, leg. 21 348, pieza nr 7, f. 108r.
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146
230
Cfr. ABNB: ARC (P) 469, f. 87.
231
Cfr. “Comparecimiento a Don Tomás Alcérreca, Defensor de Naturales y
vecino”. En: ABNB: Rück 260, 96 fs.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
147
232
Cfr. “Oficio a Don Hidalgo de Cisneros, 11 de agosto de 1809 por M. Anto-
nio Tardío”. En: ABNB: Mss GRM 164: 72.
233
Cfr. “Informes del Virrey Abascal sobre el 25 de Mayo y el 16 de julio de
1809”. En: Homenaje de la Sociedad Geográfica al Primer Grito de Independencia dado
el 25 de Mayo de 1809, Municipal: Sucre, 1896, p. 2.
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148
234
Cfr. “Representación del Señor M. A. Tardío ante el Excelentísimo Señor
Virrey en agosto 26 de 1809”. En: ABNB: Mss GRM 164: 80r.
235
Cfr. “Oficio del Presidente del Cuzco, Goyeneche al de Charcas Nieto, 20 de
diciembre de 1809”. En: Mss GRM 164: 94r.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
149
236
La acción de los Ministros nos permite insistir en la pertinencia de reformular
la Historia política saliendo de la imagen tradicional y reductora que tenemos
de los detentores del poder (político, económico, intelectual, etc.) como grupo
exclusivamente dependentista, reaccionario, homogéneo, egoísta e inmóvil.
237
Cfr. “Carta reservadísima de Pizarro a Paula Sanz, mayo de 1809”. En:
ABNB: Mss GRM 161: 78.
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150
chichería […]”, y añade que sus intenciones eran: “[…] que se forme
Junta Independiente; que se haga República de Criollos con otros disparates que
no dejarían de poner en confusión al mismo Real Acuerdo […]”238.
El grupo radical actuó la noche del 25 de Mayo de 1809 en
La Plata, utilizando distintos medios para llamar a la subversión.
El abogado criollo Juan Manuel Lemoine, venciendo la oposición
de los frailes subió a la torre de San Francisco a tocando a rebato
las campanas de la iglesia. Los sublevados se habían apoderado
también del campanario de la Catedral, es así que el Alguacil
Tardío, declaró haberse visto obligado a mandarlo cerrar por la
fuerza: “[…] arrojando de allí al Francés José Sivilat y a un sirviente del
abogado Zudáñez que tocaban a rebato […]”239. Mientras tanto, el joven
abogado Bernardo Monteagudo iba de un lado al otro con un sable
en la mano y dos pistolas en la cintura, y el Alcalde Provincial Juan
Antonio Fernández gritaba a la gente: “¡Vayan, vayan hijos, que nos
quieren entregar a la Carlota!”240. Así también, los doctores criollos
José Joaquín Lemoine -capitán que custodió a Pizarro en prisión-
, José Benito y Tomás Alcérreca - Secretario de la Universidad-
, José Patricio Malavia -que mandó a fabricar municiones-; José
Mariano Serrano, el español Juan Antonio Álvarez de Arenales -
que fue designado Comandante General-; el médico criollo que se
hizo Capitán Manuel Corcuera entre otros, abrieron junto a la gente
amotinada bajo la claridad de la luna del 25 de Mayo por la noche
la acción subversiva y emancipadora en Charcas.
238
Cfr. Benavente Marcos Fray, Relación Histórica del 25 de Mayo de 1809, Impr.
Bolívar: Sucre,1893, p. 7.
239
Cfr. Doc. cit. “Oficio a Don Hidalgo de Cisneros, etc.”. En: ABNB: Mss
GRM 164: 70.
240
Cfr. Ibid. supra.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
151
241
Cfr. Doc. cit. “Representación del Sr. M. A. Tardío, etc.”. En: ABNB: Mss
GRM 164: 79.
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152
242
Cfr. Doc. cit. supra, f. 80r.
243
Cfr. Doc. cit. “Representación del Sr. M. A. Tardío, etc.”. En: ABNB: Mss
GRM 164: 84.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
153
244
Varios son los documentos que cuentan este incidente. Cfr. p. ej. las declara-
ciones en Doc. cit. “El Virrey del Perú José Abascal con motivo, etc.”. En:
ABNB: ARC (P) 473: 61.
245
Cfr. “Declaración del Juez Real Subdelegado del Partido de Yamparáez, etc.”,
ABNB: ARC (P) 463, Trans. AHN: Consejo de Indias, leg. 21. 348, 7, f.
110.
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154
246
Cfr. Doc. cit. supra “Oficio a Don Hidalgo de Cisneros, etc.”. En: ABNB:
Mss GRM 164: 70.
247
Cfr. “Causa criminal contra Francisco Ríos el Quitacapas, años 1809-1811”.
En: ABNB: EC, 1811, nr. 30, f. 37r.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
155
248
Cfr. “Causa criminal seguida de oficio por la rebelión de esclavos y la fuga del
caballar durante la revolución del 25 de mayo de 1809”. En: CBDH: EC,
Esclavos, nr. 20, 2 fs.
249
Cfr. “Espectáculo de la verdad. Manifiesto imparcial de la revolución acae-
cida en Chuquisaca” Dispuesta en forma de Diario para un ciudadano de La
Plata, 25 fs. En: ABCLS: ASGHS nr. 0158, f. 23.
250
Cfr. Lemoine J., Biografía de Don José Joaquín Lemoine, Odry: Bruselas, 1910: 34.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
157
251
Cfr. Doc. cit. “El Virrey del Perú José Abascal con motivo, etc.”. En: ABNB:
ARC (P) 473: 69.
252
Cfr. Doc. cit. “Representación del Sr. M. A. Tardío, etc.”. En: ABNB: Mss
GRM 164: 79.
253
Cfr. “Una figura femenina del 25 de mayo de 1809. Cartas inéditas de dona Maria An-
tonia Río de Ussoz en la BNB”, recopilación de Gunnar Mendoza Loza. En:
Última Hora, ed. Especial del Sesquicentenario de la República de Bolivia, La
Paz, 01/06/1975, sección nr. 3, pp. 5-8.
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158
254
Cfr. Ibid. Supra
255
Cfr. Lista de algunos documentos que reposan en Sevilla sobre la conmoción
del 25 de Mayo de 1809 en La Plata. “Escrito presentado por Doña Francisca
Zurita, comprometida en los sucesos del 25 de Mayo, pidiendo se le rebaje la
prisión que sufre”, fs. 23. En: ABSGHS: 0166.
256
Cfr. Documentos, CBDH, UMRPSFXCH, año 3, nr. 17, 03. 2005, nr. 19,
05.2005.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
159
1. 5. Consideraciones particulares
Desde el atardecer del jueves 25 de mayo de 1809, en la
ciudad de La Plata había corrido libremente el torrente subversivo,
llevando en su caudal la acumulación de siglos de insatisfacción,
descontento y frustración colonial. Los Magistrados de la Audiencia
de Charcas habían propiciado la conmoción popular en defensa de
los intereses de Fernando VII, preso en España y, por lo tanto,
ante un vacío de poder. Como señalan todas las fuentes expuestas
hasta ahora, sus intenciones miraban en realidad a legitimar los
anhelos de un gobierno propio, en Charcas por las circunstancias
que atravesaba la Monarquía española y el desarrollo del poder
político de la Audiencia de Charcas. De la lucha participó también
una minoría revolucionaria que consideró dicho escenario como
el más favorable para apurar la separación de la Metrópoli. Pero,
como veremos enseguida, las ocurrencias de aquel día en La Plata
fueron sólo el inicio del fenómeno revolucionario en Charcas, cuyas
resultas sentarían precedente en el resto de América del Sur.
257
Cfr. “Al Excelentísimo señor doctor don Juan José Castelli, […] las damas
patriotas de la ciudad de La Plata, y á su nombre doña Maria Magdalena Al-
dunate, […] 27 de diciembre de 1816”. En: BSGHS: Sucre, año XI, 02/1909,
t. IX, nr. 102.
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160
258
Cfr. “Decreto de la Audiencia declarando reasumido el mando en la Presiden-
cia de Charcas”, Trans. AHN: Consejo de Indias, leg. 21342, 2, f. 2. En: Just
Lleó 1994: Doc. 33: 670.
259
Cfr. “Declaración de Don Feliz Frías, etc.”, en: Doc. cit. ABNB: ARC (P) 473:
77.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
161
260
Cfr. Doc. cit. ABNB: ARC (P) 464, f. 5.
261
Cfr. Doc. cit. ABNB: EC, 1811, nr. 30, f. 1.
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162
262
Cfr. “Informaciones verbales sobre los sucesos de 1809 en Chuquisaca por
Gabriel René Moreno”. En: Presencia, La Paz, 25. 05. 1984.
263
Cfr. “Primer oficio de Paula Sanz dirigido al Tribunal de la Audiencia”. En:
Doc. cit. ABNB: Mss. GRM 16: 7.
264
Cfr. “Declaración de Dn José Lorenzo Ruiz Villegas”. En: Doc. cit. ABNB:
ARC (P) 473: 88.
265
Cfr. “Declaración de Dn Félix Frías, etc.”. En: Doc. cit. ABNB: ARC (P)
473: 78.
266
Cfr. Just Lleó 1994: 674, Trans. del AHN: Consejo de Indias, leg. 21391, 92,
f. 1.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
163
267
Cfr. “Auto de la Audiencia dándose por enterada de los sucesos de La Paz, La
Plata, 24 de julio de 1809”, en: Just Lleó 1994: 711, Trans. AHN: Consejo de
Indias, leg. 21392, 54, f. 8.
268
Cfr. “Oficio del Intendente de Potosí a la Audiencia de Charcas quejándose
de su actitud ante los asuntos del momento, Potosí, 5 de agosto de 1809”,
Trans. AHN: Consejo de Indias, leg. 21391, 22, f. 33, en: Ibid Supra. Ver
también: Doc. cit. En: ABNB: ARC (P) 473: 24.
269
Cfr. “Vista del Fiscal López Andréu, La Plata, 24 de agosto de 1809”. En:
Just Lleó 1994, tras. AHN: Consejo de Indias, leg. 21391, 22, f. 81r.
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164
recibió una Real Provisión contra sus “miras hostiles”, que el Fiscal
tachó de pretexto frívolo y capcioso: “[…] turba de propócito, y con
achaques especiosos el sosiego de una Villa que ni lo reconoce por Gefe […] ni
por nada de aquellos a que con escándalo se entremete y usurpa [sic] […]”270.
En este punto, el nutrido enfrentamiento de papel sellado, ya había
roto las relaciones entre ambos.
Mientras todo esto ocurría, a fines de julio de 1809, el oficial
de la marina española Baltasar Hidalgo de Cisneros, había sido
nombrado Virrey del Río de La Plata en reemplazo de Liniers271.
Al enterarse de los hechos, en un primer momento Cisneros pidió
al gobierno de la Audiencia no hacer la menor novedad hasta que
la llegada del nuevo Presidente, e instó al Intendente de Potosí, a
mantenerse neutral. Esta noticia llenó de júbilo a los Oidores,
quienes continuaban sosteniendo que La Plata se encontraba
en perfecta tranquilidad. Como dijo el historiador español
contemporáneo, Mariano Corrente: “[…] Mientras que dicha ciudad
de Charcas estaba ardiendo en el más vivo fuego revolucionario, aparentaba
su Real Auda una engañosa calma; i trataba de convencer de la cesación de
los desórdenes al Virrey de Buenos Aires, a fin de paralizar con estos falsos
informes todo esfuerzo que pudiera hacerse para tomar la debida satisfacción de
aquellas tropelías [sic] […]” (Corrente 1829: 33). Sin embargo, una
vez informado de los pormenores del caso, Cisneros se mostró más
duro en los oficios dirigidos a la Audiencia -8, 12 y 16 de agosto,
ordenando poner en libertad a los reos del 25 y suspender los
preparativos bélicos.
Mientras tanto, en La Plata, los Ministros ya no gozaban
del apoyo que tuvieron al comienzo de la revolución. Esto se
debía a que, incapaces de controlar la agitación local, ellos habían
adoptado actitudes drásticas contra quienes se les oponían. Muchas
270
Cfr. Ibid. Supra.
271
La orden había emanado de la Junta Central española, lo que en el fondo
hacía de Cisneros una autoridad sin embestidura real legítima a los ojos de los
Ministros de la Audiencia de Charcas.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
165
272
El Ministro Tesorero de la Real Hacienda Feliciano de La Corte, el Alguacil
Tardío y el Oidor José Félix Campoblanco -designado en julio de 1809- lo-
graron salir a Potosí. Los tres prestaron declaración a Paula Sanz sobre los
hechos en La Plata.
273
Cfr. Doc. cit. En: ABNB: ARC (P) 473: 88.
274
Cfr. “Dos Vistas en que el Fiscal de s. M. consulta que la Real Audiencia sus-
penda el cumplimiento de ciertas órdenes del Virrey H. de Cisneros, […]”.
En: ABNB: Mss GRM 161.
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166
275
Cfr. “Manuscrito de los sucesos políticos que tuvieron lugar en Chuquisaca,
desde 1808 hasta 1814. La Plata”, fs. 21, en: ABNB: Rück 301, f. 4r.
276
La mayoría de los involucrados fueron detenidos, desterrados o puesto en
arresto preventivo.
277
Cfr. “Informe de la Audiencia de Charcas a s. M., de 19 de octubre de 1809,
[…]”, en: ABNB: AGML 76c, Trans. AHN: leg. 21 271, en: ABNB: AGML
76c.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
167
278
Cfr. Vista del Fiscal López en 9 de agosto de 1809 cit. por Tardío en: Doc. Cit.
Supra. En: ABNB Mss GRM 164: 91r.
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168
279
Cfr. Ibid. Supra: 86.
280
En 1809 Presidente de la Audiencia del Cuzco, desde donde bajó con sus
tropas realistas a tratar de apagar los ánimos subversivos de Charcas. Cfr.
“Informe de Goyeneche, Estracto del opúsculo intitulado: “Sucinta exposi-
ción documentada de los nobles hechos, grandes servicios i padecimientos
del Teniente General Marqués de Casa-Pizarro”. Rn: ABCLS, 091/m26, Ms.
1809-1815, Doc. nr. 13, f. 163.
281
Cfr. “Don Vicente Nieto […] Precidente de esta Real Audiencia de Charcas,
etc. a los habitantes de La Plata, 13 de febrero de 1810”. En: ABNB: ARC
(P) 469, fs. 8-9: 89-91.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
169
282
Los Oidores nunca pudieron volver a ocupar altos cargos en América, don-
de los patriotas los consideraban chapetones, y los realistas “los del 25 de
Mayo”.
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170
283
Queremos destacar que entre los pocos historiadores que ha trabajado y des-
tacado el papel de la región oriental de Charcas en este período figuran José y
Humberto Vázquez-Machicado y José Luis Roca. Cfr. Vázquez-Machicado
1988; Roca 1999 y 2007.
284
Cfr. “Expediente formado en virtud de los alborotos causados en Santa Cruz
por los negros e indios tributarios”, 14. fs., en: ABNB: EC nr.8. Según
parece, después de este intento de subversión, el temor a los esclavos negros
que trabajaban en los cañaverales y en las haciendas se vio agudizado, por lo
que las autoridades pusieron en marcha lo que llamaron una “limpieza”.
285
Cfr. Vázquez-Machicado Humberto, “La efervescencia Libertaria en el Alto
Perú de 1809 y la Insurrección de Esclavos en Santa Cruz de la Sierra”. En:
Obras Completas, Don Bosco: La Paz, 1988, t. III: 336.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
171
286
Cfr. “Declaraciones preventivas sobre la insurrección y levantamiento causa-
do por Pedro Domingo Murillo y Juan Bautista Sagárnaga y demás cómpli-
ces”. En: ACLS: ASGHS, Ms. nr. 0163, fs. 2-3.
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172
287
No sólo la renuncia de varios peninsulares, sino el juramento que se obtuvo
de ellos para respetar el nuevo Gobierno revolucionario permitieron que se
afiancen las bases del mismo.
288
Cfr. “Relación del Excmo. Señor Virrey del Perú D. José Abascal y Sousa,
[…] a su sucesor el Excelentísimo Señor Don Joaquín de la Pezuela, año de
1816”. En: ABNB: M 1139: 152-153.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
173
289
Dicho impuesto volvería a entrar en vigor después de acallada la revolución
y que no sería definitivamente suprimido hasta la decisión tomada en Cádiz
en 1812. Como ya mencionamos antes, en la práctica un indígena noble fue
escogido por cada partido en el Congreso representativo de los derechos del
pueblo.
290
Gran parte de los protagonistas de la revolución paceña fueron Doctores de
SFX: Melchor León de la Barra, Juan Manuel Mercado, Juan de la Cruz Mon-
je, Pedro Domingo Murillo, Sagárnaga, los dos Lanza, Catacora, Tiburcio
León de la Barra, Gerónimo Calderón de la Barca entre otros.
291
Cfr. “Sucesos ocurridos en La Paz los días 19 y 20 de octubre”, fs.2. En:
ABCLS: ASGHS 0162, f. 2.
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174
292
Cfr. Doc. cit. “Oficio de Goyeneche a Nieto, La Paz, 9 de diciembre de 1809”.
En: ABNB: Mss GRM 164, f. 1.
293
Cfr. Ibid. Supra, f. 2r.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
175
294
Durante varios años prevaleció la tesis de historiadores chilenos como Barros
Arana y Miguel Luis Amunátegui, según la cual el autor de este opúsculo ha-
bría sido Martínez Rosas. Hoy por hoy rectificaciones serias de estudiosos
del tema como Ricardo Donoso, nos permiten aseverar que este documento
es fruto de la pluma de Jaime Zudáñez. Cfr. Donoso Ricardo, El catecismo
político-cristiano, Imprenta Universitaria: Santiago de Chile, 1943. A este res-
pecto aconsejamos vivamente la lectura del capítulo XIV del último libro de
José Luis Roca (2007), “Jaime Zudáñez exporta la revolución (1811-1832).
Cfr. Roca: 2007: 309 y ss.
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176
295
Sobre Serrano ver también: Roca 2007: 387 y ss.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
177
296
“Sumaria de la fuga de Don Bernando Monteagudo y del Alcalde de Corte
Don Bartolomé Pizarro”. En: ABNB: Mss GRM 46, Manuscritos Chuqui-
saca, t. I., (1795-1816), nr. 5, 1810.
297
Cfr. Monteagudo cit. En: Muñoz R. Juan, Vida y escritos de D. Bernardo Mon-
teagudo, ed. s. Tornero y Cía., Valparaíso, 1859, pp. 83-84.
298
Cfr. Bernardo Monteagudo, Quito, marzo 17 de 1823, cit. En: Ibid supra: 86.
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180
299
Cfr. Bernardo Monteagudo, El Censor de la Revolución, Chile, 1820. cit. En:
Ibid. supra: 24.
300
Cfr. Bernardo Monteagudo cit. En: Ibid. supra: 37.
La autonomía revolucionaria de la Real Audiencia de Charcas hacia 1809: Cimientos de un Estado independiente
181
301
Así mismo, muchos esclavos y pardos libres habían sido reclutados en las
tropas realistas. Cfr. Helg Aline, Liberty and equality in Caribbean Colombia
(1770-1835), University of North Caroline Press: Estados Unidos, 2004, p.
251.
302
El 1ero de enero de 1809 Martín Alzaga defendiendo principalmente los inte-
reses del mencionado grupo, formó Cabildo abierto y una Junta que buscaba
la renuncia de Liniers, pero sus propósitos fueron frenados por las milicias de
Cornelio Saavedra. Este movimiento de intereses muy particulares y dividi-
dos pudo haber influido por diferentes medios en Charcas.
303
Le escribió al Virrey del Perú Abascal pidiéndole poner Charcas bajo su cus-
todia por precaución. Este pedido fue escuchado en julio de 1810.
Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia - Casa de la Libertad
184
304
El miembro del Cabildo José María García de Toledo había reunido tropas del
barrio negro y mulato de Getsemaní para hacer frente a los españoles. Cfr.
Helg 2004: 122.
305
Como en el caso de Cartagena, se quiso utilizar a la gente de color. El 2 de
julio de 1810, mulatos y negros ocuparon las calles aledañas al lugar donde
debatía el Cabildo. Cfr. Ibid. supra: 125.
306
Cfr. Barba Enrique (dir.), Iberoamérica, una comunidad, etc. Cultura Hispánica:
Madrid, 1989: 516.
307
El 23 de enero de 1811 las instituciones revolucionarias establecidas en Mom-
pox fueron echadas abajo por las tropas realistas de Cartagena.
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186
308
Cfr. Op. Cit. Supra. Iberoamérica, etc. una comunidad, etc.: 1989, p. 505.
309
Como sabemos, así como en Charcas, en el Reino de Nueva España los indios
constituían la mayoría de la población.
310
Morelos había extendido la insurrección hacia el Sur. En 1813 formó un
Congreso en Chilpancingo, en el que se proclamaron abiertamente las inten-
ciones de independencia.
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188
2. 5. Consideraciones particulares
Entre 1808 y 1824, el movimiento juntista americano
tuvo un carácter permanente y las juntas se desarrollaron en una
primera fase de forma simultánea, culminando con la lucha por
la independencia en una fase posterior. Por lo tanto es necesario
tener presente que se trata de dos momentos diferentes ya que, en
el primero, no había intención de separarse de la Metrópoli, salvo
en los anhelos íntimos de una minoría revolucionaria y radical,
mientras que en el segundo se manifiesta claramente la voluntad de
independencia.
Charcas es un buen ejemplo de lo anterior ya que entre los
siglos de sumisión y los años de lucha por la independencia, hubo
un período intermedio donde se aspiraba a la autonomía política y
financiera en relación a la cabecera virreinal, sin que ello significara
secesión.
El pronunciamiento por el derecho al autogobierno
en Charcas puede caracterizarse como una hábil salida política
reformista que desembocó en revolución emancipadora.
Conclusiones
La investigación histórica que hemos realizado, desemboca
en pautas interpretativas que aquí exponemos a manera de
conclusión:
A fines de la Colonia, la Real Audiencia de Charcas se
caracterizó por ser una jurisdicción sui géneris, fluctuante entre dos
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190
LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN
L AS INTENDENCIAS DE
CHUQUISACA Y POTOSÍ
Dedicatoria póstuma:
Con cariño:
LA COLONIA
A fines del siglo XVIII, la Audiencia de Charcas desde el año de 1776 era parte del
Virreinato del Río de La Plata; las principales ciudades y su entorno rural continuaban
en la rutina de actividades propias de un territorio colonial, no habían cambiado las
estructuras coloniales y sus habitantes se regían por las leyes de allende los mares.
Chuquisaca a principios del siglo XIX como sede de la audiencia, abrigaba en sus
calles coloniales principalmente a la Universidad de San Francisco Xavier, iglesias y
conventos, mansiones señoriales de las autoridades reales, casas de hacendados
del área rural, casonas de propietarios mineros del cerro de Potosí y la provincia de
Chayanta, marginalmente se ubicaban las viviendas de las clases pobres; su
población caracterizada por la presencia de autoridades gubernamentales,
eclesiásticas, universitarias, militares y gente artesanal que principalmente estaba
constituida por mestizos e indígenas y en la servidumbre originarios yamparas.
Los sueldos de los oidores son los más crecidos en Charcas que en Buenos Aires
mismo, a causa de que el Perú se ha reputado mucho más dispendioso en los
artículos de la vida y en el vestido. Otro ramo de ingreso es la universidad, donde
suele haber a la vez más de quinientos estudiantes de otros lugares y multitud
de doctores, que acuden frecuentemente a los actos literarios y constitucionales
de la corporación, lo cual conforma un concurso de forasteros muy benéfico a la
población por el dinero que dejan en ella. Pero lo más considerable y lo que
puede decirse es la sustancia y nervio de aquella sociedad, son las rentas
eclesiásticas. El Arzobispo se calcula que goza de renta anual más de ochenta mil
pesos: a éste sigue una catedral bien provista de canónigos y beneficiados, y
número muy crecido de curas que son los más ricos de todo el reino (Moreno, 1812:
50)
Así, sucintamente don Mariano Moreno daba un rápido panorama de lo que fue
en ese tiempo la ciudad de Chuquisaca.
Mientras que la Villa de Potosí, a las faldas del Sumac Orcko, se la erigió desde los
inicios de la colonia, sus ricos yacimientos de plata atrajeron a sus estrechas
callejuelas a miles de peninsulares ávidos de riqueza; para el laboreo de las
minas se precisaba de fuerza de trabajo y los españoles vieron en los habitantes del
Collasuyo como material disponible; así, muchos naturales fueron arrancados de
sus ayllus y conducidos a la Villa de Potosí, para luego ser entregados a los
propietarios de minas e ingenios, marcharon miles y miles de originarios que
llegaron al trabajo de la mita y muchos de ellos dejaron sus restos, para nunca
jamás volver con sus familias.
Lienzo del Maestro don Gaspar Miguel Berrio. Potosí 24 de septiembre de 1757.
1. Chayanta 54.638
2. Porco 31.712
3. Chichas 18.000
4. Lipez 3.864
5. Atacama 3.657
6. Tarija 6.000
Total 171.871
Nota: Los pobladores nominados en los demás partidos son todos indios y se pueden
agregar 10.000 almas entre españoles y cholos, que no se han matriculado. En Potosí
y su jurisdicción hay 35.000 almas y entre yanaconas y criollos, que tampoco se han
numerado.
Durante los años de oprobio a la que estaban sujetos los primitivos pobladores de
Charcas, siempre estuvo en su pensamiento y su corazón las ansias de libertad, así
lo manifestaron desde la invasión española y posteriores años, no estuvieron jamás
conformes con tanta ignominia y lo expresaron una y mil veces ya sea en los
socavones, en las haciendas o en las casas señoriales de sus patrones. Pero
tuvieron que pasar 242 años para que un valiente originario como lo fue don Tomás
Katari, hiciera sentir su voz de rebeldía en pos de las reivindicaciones de su amado
pueblo, secundado por sus primos Dámaso y Nicolás Katari y en el Collao surgió
también la voz de rebeldía de don Julián Apaza movilizando a miles de originarios.
Lamentablemente el poderío español ahogó en sangre las dos sublevaciones.
37
Lo que se sabe hasta ahora del levantamiento del 25 de mayo de 1.809 corresponde
ante todo al papel que entonces desempeñaron las instituciones principales del
gobierno colonial y sus cabezas audiencia, cabildo secular, arzobispado, universidad
amén del gremio de doctores y algunos vecinos principales de la ciudad: dígase la
esfera más o menos encumbrada del gobierno y de la opinión ilustrada local. Este
documento prevé elementos para hacer una aproximación inicial más particularizada
en las aguas profundas de un sector social menos prominente, no ya siquiera el pueblo,
sino la plebe, y menos aún que eso, el populacho, en aquella noche célebre y en
algunas de sus incidencias inmediatas (Mendoza, 1963: VI)
Que la noche del veinticinco del citado mayo, hallándose el declarante en la puerta
principal del cementerio de la catedral, vio a cosa de las nueve de ella que la
plebe amotinada se reunía hacia la esquina que llaman Rumicruz y oyó también que
a voces le nominaban a Francisco Ríos por su capitán, interviniendo en ella el alcalde
provincial de Cuzco don Antonio Paredes que procuraba ánimo de los amotinados
para lo que pidiesen por comandante de armas y obsequiándoles al efecto
aguardiente que les acudía con bastante frecuencia; que estando así el tumulto vio
también que los amotinados le rodeaban al capitán García en la citada esquina del
Rumicruz, gritando entregase al señor fiscal que no aparecía, y en este acto reparó
que dicho Francisco Ríos le quitó el sable que traía en la mano, con cuya acción y
otros oficios que hizo a favor del mismo García le libertó de los insultos a que
quería propasarse la plebe, y dejando en este estado el pasaje se retiró el
declarante para su casa en que se mantuvo sin salir por dos días (Mendoza, 1963:
38
65-66)
Así, podemos colegir que la asonada del 25 de mayo, fue resultado de una
conjunción de intereses y motivaciones múltiples de los distintos sectores de la
población de Chuquisaca.
Por cuanto el Exmo. Sor. Dr. Dr. Juan José Castelli Representante del Superior
Gobierno de estas Provincias a proveído el auto siga= Cuartel general del ejército
Auxiliar. Por tanto animado este gobierno de los mismos sentimientos de humanidad, y
amor a los naturales que lo han motivado y cumpliendo con lo dispuesto por S.E.
mando que se publique por bando en la forma acostumbrada no solo en esta capital,
sino también en todos los Partidos y Villas de esta dependencia, para que llegando a
noticia de todos tengan entendido los naturales el amor, y ternura con que el actual
gobierno los recibe y restituye el goce de los derechos de ciudadanos libres que han
vivido despojados tantos siglos; y ordena al mismo tiempo a todos los vecinos, y
moradores de esta comprensión el más exacto cumplimiento y observancia de lo en él
contenido; admitibles que en adelante serán castigados con todo el rigor de las leyes
cualesquiera a morales y relaciones que se les haga a los indios, quienes desde
ahora empezaran a sentir la protección del gobierno y serán amparados por las leyes
que les favorecen, y cuya inobservancia los ha tenido reducidos a las más miserables
servidumbres. Que es dado en la ciudad de La Plata a 14 de mayo de 1.811 años.
(Mendoza, 1963: 65)
Años después de las incursiones del primer ejército auxiliar, algunos de sus
protagonistas en una especie de recordatorio de aquellas campañas sacrificadas
que el destino les deparó; escribían sus memorias para que el tiempo no los borrara
y quedaran en la menoría de quienes en el futuro, quisieran enterarse de los
41
El Coronel Zelaya del ejército argentino de los momentos que le tocó participar en los
campos del Desaguadero, recordaba:
El argentino don Dámaso Uriburu que fue también testigo fiel de los
acontecimientos que se habían suscitado en el altiplano de Charcas, resaltaría años
después en sus memorias la participación de los originarios en la búsqueda de su
liberación. Al respecto textualmente testificaba:
Potosí, hizo también gemir a su pueblo, fueron muchos los que sucumbieron a su
crueldad, para él no había diferencia entre adultos y niños, pues su dureza alcanzaba
a todos.
Ocurrió, que la niña Juliana Arias y Cuiza, indignada por los atropellos que se
cometían, hizo escuchar su voz de condena, manifestada en un grito de rebeldía
contra la tiranía de Goyeneche, más la prepotencia de las autoridades españolas
el 22 de enero de 1812:
Por su osadía de condenar en una tertulia la indigna y degradante conducta del general
Goyeneche y del gobernador intendente de la Villa Imperial de Potosí, fue apresada y
amordazada, y cargada de cadena, con grillos, casi desnuda, sentada en un banquillo
en la plaza. Las inhumanas autoridades del Rey no pararon en esto, pues la noble
e infeliz, abrumada y encarnecida con tales afrentosas torturas, vióse privada de su
libertad, arrastrada en calidad de esclava al Convento de las Recogidas, siendo
enclaustrada, todo a voz de pregonero y asistencia del Alguacil de Justicia, lo cual sólo
era un vano nombre para los patriotas (Canedo, 2001: 57)
Pero la más sangrienta fue la matanza que mandó a ejecutar con las mujeres
cochabambinas en la “Coronilla” el 27 de mayo de 18123; sin embargo, en una total
muestra de cinismo, se presentaba como un personaje bondadoso, detrás de esa
postura se encontraba realmente un hombre despreciador de la vida humana. Así,
quiso dar muestras de su imaginaria bondad a los habitantes de Pomobamba, que en
una militante participación a la cabeza de don José Ignacio Zárate, se habían
sublevado contra el rey.
Con supuesta humildad y como magnánimo vasallo del rey, rubricó una
proclama perdonando a los habitantes Pomobambinos de los “errores
cometidos”.
3
Los sucesos de la “Coronilla” son hoy tema de un debate historiográfico, pues los personajes de la
novela Juan de la Rosa, parecen haber ocupado en el imaginario histórico boliviano el lugar de
anónimas mujeres que sin duda participaron de estos hechos.
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cualquier modo en poder de los que no deben tenerlas, entregándole las que existan
en vuestro. Quartel General de La Plata junio 29 de 1812. José Manuel de
Goyeneche (ABNB EM-82, 1812: ff. 1-2)
AÑO DE 1813
A las tres de la tarde, estábamos frente al Socavón, que solo dista una legua. Allí
empezaron a encontrarnos las autoridades y mucho vecindario, que cabalgaban
en vistosos caballos, pero cuyos aderezos, eran rigurosamente a la española.
Recuerdo de una escolta de honor, como de treinta hombres, que presentaba la
ciudad al jefe de nuestra vanguardia, en que cada soldado parecía un general,
según el costo de su uniforme, que era todo galoneado, incluso el sombrero
elástico, y la riqueza y bordados del ajuar de su caballo. (Paz, 1892: 92)
tanto del ejército como de los concernientes al estado, emitió una resolución
favorable a los originarios que laboraban en las entrañas del Cerro Rico; lo hizo
público para conocimiento de toda la población, parte de ella remarca “El martes 29
se publicó un bando, en tres idiomas, castellano, quichua y aimara (todo impreso)
declarando que indios mitayos tuviesen el nombre de trabajadores y que por sus
jornales de cerro y de ingenio se les diesen el de 4 reales como voluntarios”. La dicha
disposición, sin lugar a dudas fue una medida muy loable y acertada a favor de
quienes por cientos de años, eran considerados como material de trabajo, habiendo
sido utilizados a conveniencia de los señores potentados mineros, en desmedro de
las miles de familias originarias que quedaban en el desamparo (AHP BM 00.02/T5,
1800-1825: ff. 121 - 122)
[el] Lunes 5 de julio hicieron una formación de más de 5.000 hombres en la plaza con
el fondo de a seis, sacaron por castigo a Juan Izquierdo y a Olivares a quienes se
dieron 100 azotes en un cañón por haber dicho que los soldados de la patria querían
saquear; concluido este castigo, marcharon las tropas todas por la calle de las
Mantas hasta la parroquia de Concepción hasta el frente del Calvario en donde
abriendo calles quedó formado el ejército que se compuso del número de 6.200
hombres con todo los que se hallaron de guarnición formado por todas las dichas
calles. El Sr. General Belgrano entró en su caballo blanco después de la vanguardia
que le hacían los Usares, bajo por Mococato a la calle de San Juan de Dios y barrio
de Ulloa y Molina hasta la esquina de la Moneda Vieja de donde tomó la derechura a
la plaza, puerta de las confituras y de Belén, se fue a su palacio con todas las tropas
de donde fueron yéndose a sus cuarteles.
Fueron las casas de maestranza tras de la Moneda Vieja, donde trabajaban armeros,
herreros y carpinteros cajas de fusiles y cureñas de artillería casa que fue de correo;
los sastres maestros y oficiales en lo de Fulla pantalones y chaquetas y gorras para
todo el ejército. Los silleros, fornituras completas, correas de espuelas de sillas y
estribos y pintores para el arco de las fornituras tras del Sagrario de San Francisco en
la casa que fue de Jáuregui, así mismo en la de Vargas que hace inmediaciones de
la calle debajo de la Merced; se trabajó otras cosas necesarias del ejército; todo
oficial de todo arte se ocupó en cursar sus trajines a quienes se les daba 2 reales
diarios y palos por paga. Todo el pueblo sin excepción de personas, de ejercicio
mercancía, boliche, tiendas, pulperías, fondas, panaderías, gateras chicherías,
cosieron y mandaron coser a favor de la patria, para todos los soldados del ejército,
a quienes para dos camisas se les daba medio real para hilo, el que corrió a cargo
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del panadero Dn. Antonio Benavides conocido por menudo. Las tropas fueron
saliendo de ciento en ciento para Yocalla con sus respectivos oficiales desde la
noche de la fecha 15 del que corre. (AHP BM 00.02/T5, 1800-1825: f.130)
Lunes 30 a las 4 de la tarde entró a esta villa un Chiriguano (dicen ser general de los
dichos), nombrado el Cumbay infiel de la religión, a quien le hicieron una recepción
muy solemne guarneciendo desde la entrada de la plazuela de San Roque hasta la
casa de Linares (que es el palacio del general en jefe) en ambos costados de las
calles del tránsito formadas las tropas en la plaza, los cañones de artillería que al
tiempo de su tránsito, se le hicieron honores, de 15 tiros de salvas a quien lo llevaron
en su compañía el general en jefe y el Sr. Díaz Vélez, en la compañía del Cabildo,
curas, prelados y mucha gente de la república que fueron en su alcance. (AHP BM
00.02/T5, 1800-1825: f. 132)
Los habitantes de Charcas veían con mucha esperanza que, las fuerzas del Río de
La Plata, lograrían derrotar al enemigo común, muchos fueron los charquenses que
se incorporaron a las fuerzas militares, llegaron desde diversos lugares de su
territorio y fue que el 10 de agosto de 1813 “En la tarde de esta fecha entraron 200
hombres dijeron ser de Cochabamba a los cuales los compartieron a todos los
cuerpos, todos muchachos como de 20 años de edad”.
A partir de los primeros días de septiembre las fuerzas del ejército auxiliar, se
movilizaban en dirección al norte, empezaron el viernes 3, lunes 6, sábado 11, martes
14 “Salió de partida el ejército de los negros con el número de 500”, bajó Belgrano
por la calle de Santo Domingo “con todos sus oficiales y tambores y buena música
tañida y bien acompasado y todos alegres y contentos se bajaron tras de nuestro
general por la cuesta de Santo Domingo”.
Habían transcurrido 88 días, desde que el general Belgrano instaló su cuartel general
en la Villa de Potosí. Finalmente partía al encuentro del enemigo hacía el extenso
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altiplano, donde se preveía una batalla decisiva para las armas de la patria. Ella iba a
ser determinante para las aspiraciones de ambos ejércitos.
Una vez en Charcas, Pezuela se informó de que las fuerzas militares del rey se
encontraban en no muy buenas condiciones; en sus memorias ulteriores afirmaría
“Finalmente supe que el ejército se hallaba sin vestuario, sin zapatos, sin víveres y
sin plata en la caja”. En conocimiento de que el grueso de la tropa del ejército se
hallaba en el altiplano en el lugar de “Ancacato”, encaminó su comando a su
encuentro, allí se percató de cuanto había sido informado y concluyó en manifestar:
Cuando se me dijo en Oruro acerca del estado del ejército, era un bosquejo no más
de lo que vi a mi llegada. Los oficiales andaban vestidos con sombrero blanco
redondo, una chaqueta sin divisa y metidos en una capa: con este traje montaban las
guardias. La Tropa estaba desnuda la mayor parte; y no pocos soldados con el pie
mandado en el suelo, todos con sonbrero blanco redondo, y embozados en un
poncho o manta: su instrucción más que regular pues hacían bien el ejercicio de fusil
y maniobra de batallón: pero la disciplina no la conocían. Raro era el que sabía hablar
castellano; excepto los pocos limeños y de Arequipa que había, todos los demás no
sabían sino la lengua india.
Pezuela abundaba aún más, al referirse a los soldados originarios que servían en el
ejército del rey, al señalar que:
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No comían en rancho, ni era posible hacerlos a este uso, porque casi todos tenían
sus mujeres ó mozas siempre al lado sin podérselas quitar, so pena de desertarse
infaliblemente, y quedar disuelto el ejército. Estas mujeres indias y cholas, les
guisaban a su usanza, papa, chuño, y maíz; ellas mismas buscaban esta comida, y la
robaban siempre en los pueblos de indios cercanos, cuando el ejército estaba
parado, ó en aquellos por donde pasaban las tropas, procurando ir siempre delante
en las marchas para tener hecha la comida al soldado en el punto de jornada.
Fue así, que el ejército español estaba conformado por oficiales españoles,
españoles nacidos en América y algunos mestizos; mientras que la tropa en su
mayoría estaba compuesta por originarios de los andes, naturales que servían bajo
las banderas del rey, dispuestos a ofrendar sus vidas frente a los independentistas.
Estas fueron las paradojas de la guerra de la independencia, en un territorio de
ancestros milenarios en los que se vieron enfrentados entre hermanos de raza,
llevando el dolor y luto a todos los confines de área rural, quizás hubo momentos
coincidentes en que los ayllus sentían el dolor de la pérdida de sus seres queridos a
favor de uno y otro bando.
Los ejércitos patriotas y del rey se movilizaron a principios del mes de septiembre, el
Gral. Pezuela que se encontraba en su cuartel general de Ancacato en fecha 6
llegaba a Vilcapujio, lugar que eligió por considerar que allí le era más estratégico
para esperar al enemigo; mientras tanto el Gral. Belgrano salía de la Villa de Potosí
en los primeros días de septiembre. Pezuela al referirse a las fuerzas del sur
manifestaba que “El enemigo estaba en Potosí a la orden de Belgrano, con sus
avanzadas a quince leguas de el de mi mando. Constaba de siete mil hombres todos
armados de fusil, bien vestidos, abundante de artillería, municiones y víveres”.
Los españoles esperaban que en cualquier momento se diera la batalla y así fue, que
una fracción del ejército patriota a la cabeza del caudillo Cárdenas irrumpió en el
campo enemigo; lamentablemente las consecuencias para las armas de la patria
fueron adversas, tuvieron que lamentar la mortandad de muchos hombres y la
pérdida de su correspondencia con información comprometedora. La misma que fue
aprovechada por el enemigo al enterarse que entre los planes del Gral. Belgrano
estaba el de ampliar el número de sus combatientes con la llegada de refuerzos de
Cochabamba y avanzar sobre Ancacato. La dicha información, fue tomada muy en
cuenta por el comando español, y no dudaron en ser de la iniciativa de atacar cuanto
antes.
El ejército auxiliar a la cabeza del general Belgrano había arribado a los campos de
Vilcapujio en horas de la tarde de 27 de septiembre, todos ellos imbuidos de gran
fervor patriótico, entre las filas porteñas se encontraban muchos hijos de Charcas
prestos a entrar en combate. Una vez acampados, Belgrano emitió las
correspondientes disposiciones a fin de situarse en condiciones de mayor ventaja.
detrás de las tropas patriotas cambiando totalmente las posibilidades de triunfo del
ejército patriota.
Así, nuevamente el ejército auxiliar argentino fue derrotado por segunda vez, las
consecuencias fueron trágicas, pues la mortandad de su tropa fue elevada y buena
cantidad de hombres cayeron prisioneros, la pérdida de armamento y vituallas
igualmente fue considerable. Ante el triunfo, el Gral. Pezuela ordenó la persecución
del enemigo con consecuencias trágicas para muchos de ellos. Belgrano se replegó
con dirección a Chayanta, y allí prontamente reorganizó sus tropas con la esperanza
de revertir el triunfo español.
Pasaron cuarenta y cinco días para que nuevamente los dos ejércitos se enfrenten,
esta vez en los campos de Ayohuma. Pezuela había hecho campamento en las
alturas de Taquiri el 12 de noviembre de donde divisaba al ejército patriota distante a
dos leguas en los campos de Ayohuma. El general Belgrano, había logrado reunir
considerable número de los combatientes de Vilcapujio y reforzó sus fuerzas con
mestizos, originarios y criollos de Charcas; apoyado con esas fuerzas estaba
convencido de poder derrotar al enemigo. Los patriotas se hacían presentes a la
cabeza de los esposos Padilla, Lanza y otros, conduciendo a cientos de originarios
que habían sido convocados, ellos estaban prontos a incorporarse a la batalla, más
por decisión de Belgrano éstos se mantenían en reserva por cuanto el general
vaticinaba un triunfo.
en poder de las fuerzas reales. A los dos días del triunfo español, Pezuela había
dispuesto:
En el mismo día 16 después que el Subdelegado del Partido, en que se dio la batalla,
fuese a la capital de Chayanta, a establecer el orden; nombrar caciques y alcaldes y
ponerlo en el estado debido de sumisión y contribución al Rey. Sus habitantes eran
los más pertinaces y avezados; por lo que en la instrucción que di a dicho
Subdelegado le previne entre otras cosas el que con todo rigor les impusiese una
fuerte contribución (ABNB PZ, 1813 – 1816. 1.13_1 y 2. D.105-1: f.37)
Año de 1814
Fue así, que las fuerzas nativas de Charcas frente al desastre ocurrido en
Vilcapujio y Ayohuma se reagruparon principalmente en las intendencias de
Potosí y Chuquisaca. Las guerrillas se hallaban encabezadas por los
esposos Padilla, José Ignacio Zárate, Umaña, Vicente Camargo, Fermín
Baca, los hermanos Martínez, Cuiza, y muchos más; patriotas que imbuidos de
profundos sentimientos de libertad, enorme temperamento y valor, enfrentaron a
las milicias españolas en una guerra cruenta. Desde principios del año de 1814
los grupos guerrilleros empezaron a hostigar a las fuerzas enemigas, que
desplazadas de acuerdo a estrategias del comando general, recibían el ímpetu
decidido de los patriotas; los combates unas veces eran favorables a la causa de
la libertad y otras adversos, pero en todo momento los hombres de la patria
demostraron su coraje frente al enemigo, muchas fueron las bajas de
combatientes originarios principalmente y aún así no desmayaron en el combate
pese al dolor causado por la pérdida de hermanos camaradas. Tanta entrega y
desprendimiento, aún de la vida, sólo es explicable por el inmenso amor a la
libertad.
la independencia.
Según el parte español, registra más de 1.000 muertos en tres días de combate, y
la pregunta surge ¿cómo tuvieron la capacidad de contabilizar dada la situación
beligerante en la que se encontraban? ¿O será, que en los comandantes
españoles había el espíritu de magnificar las bajas del enemigo a fin de
congraciarse con sus jefes?.
[…] y estando caminando ya por Tarbita la alta, a cosa de las cuatro de la tarde con
un solo capitán fusilero y él con su carabina y los demás soldados suyos, con palos
unos y otros con hondas, se avistaron treinta tablas de caballería todos con fusil, que
habían estado explorando esos campos como centinelas avanzados.
Luego que le divisaron los enemigos, le acometieron con ímpetu y valor, pero él retirando
su gente a un punto ventajoso, los esperó valiente, donde en el primer descargue que
aquellos hicieron, le mataron dos soldados, no obstante, implorando el auxilio del Señor de
los ejércitos, volvió a acometerlos, habiendo logrado en esta ocasión, derribar catorce de
aquellos, por consiguiente avanzó sus fusiles, cartuchos, etc, persiguiéndolos todavía hasta
que se reunieron en Tarbita. Se quedó esa noche en los altos o cerros, animando a sus
soldados con la victoria y despojó de fusiles al valor, y con ellos mismos a las siete de la
mañana, acometió el pueblo dando fuego por todas partes
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En esta acción, solo porque se les mató tres, cuyos fusiles también cayeron,
aterrorizados partieron a correr habiéndose por lo tanto tomado la plaza del pueblo,
sin más efusión de sangre. Pasada una hora, determinó el perseguirlos y pillarlos por
sorpresa esa noche, pero como su gente sintiese ya cansancio, hambre y sed por
una parte y por otra viniese ya el día, no logró el intento, con todo, al día siguiente los
atacó a las siete de la mañana en la pampa de Molleni, donde mató ocho de aquellos.
Ganó dos fusiles, se le presentó la ocasión de libertar a los prisioneros que habían
estado conduciendo de Pomobamba, con más todo el ganado vacuno dándoles
fuego. Conseguida esta victoria, se acogió a un punto ventajoso, adonde reuniendo
toda su gente a cosa de las seis de la tarde, se avistó con Ponferrada, que en auxilio de
Benamente venía con doscientos hombres, ciento de fusilería y los otros ciento de
caballería desde el Villar, respecto de haberlos perseguido hasta allí.
A esa hora de las seis de la tarde los atacó y derrotó tan perfectamente, que en la
persecución que le hizo en esta ocasión toda la noche por la quebrada o río debajo
de Molleni, unos murieron al rigor de las balas, otros se precipitaron al río, que estuvo
a la sazón de avenida formidable, y otros ahogados perecieron en los pozos, a los
que precipitados de temor se arrojaron de manera que fue el triunfo a toda
satisfacción, por consiguiente avanzó, los fusiles, cartuchos, fornituras y víveres.
(ABNB Ruck – 378: ff. 8v - 9)
A pocos días de los combates de Tarvita; por el sector de la Laguna las fuerzas de
Padilla y Umaña estando en persecución del enemigo, convinieron en disponer
acción de combate en el lugar de Campo Redondo; el mismo fue algo desordenado
y a pesar de esas circunstancias lograron una victoria, ocasionándoles siete bajas y
la fuga de sus adversarios. Varios días después en comunicación al general
Arenales desde el Villar en fecha 28 de abril de 1814, don Ascencio daba cuenta de
todo lo acontecido:
Acabo de recibir el oficio de V.S con fecha 25 de este en el que me dice que se halla
enterado del acontecimiento en el punto de Campo Redondo, que según el parecer
del comandante Umaña, me dirigí en primer lugar a quitarles las cabalgaduras de los
contrarios, para emprender con la acción, como en efecto hice, pero el tráfago y la
ambición de los aliados por las cabalgaduras motivaron un desorden nunca esperado,
pero con todo los rechazamos, casi con ninguna pérdida de nuestra parte (ABNB AR
1814: f 746)
Hacía notar asimismo que luego de la acometida, las fuerzas patriotas pernoctaron
en el mismo lugar por un día más y en el ínterin cogieron un bombero del enemigo,
quien declaró que “venía auxilio de Chuquisaca de sesenta hombres, armados y tres
cañones”, ante tal circunstancia el comandante Umaña tomó la determinación de
ir con su tropa al encuentro del comandante Arenales; sin embargo, don Ascencio
asumió la determinación de no seguirlo, al respecto aclaraba en su nota:
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[por no] desamparar dicho punto no lo seguí, antes dejando a mis oficiales vine a este
lugar a reclutar más gente para la reunión, y en el acto salgo con toda mi gente de
caballería a la dicha reunión nombrada por V.S. despachando y también órdenes para
Pomobamba para que la gente que se retiró venga en alcance mío (ABNB AR.
Caja13.Doc.1102,1814: f. 746)
Esa fue, la determinación de don Ascencio, quien en todo momento anteponía los
intereses de la patria.
La estadía de Pezuela y su comando en Jujuy fue corta, puesto que tuvo que
cambiar de planes al tener la noticia de que Montevideo finalmente había sido
tomada por los patriotas; por lo tanto, ponía en consideración la situación de la
pérdida de esa plaza tan importante para los españoles y de la reciente sublevación
de Cuzco en el norte:
[…] viéndose en tal conflicto, y rodeado al mismo tiempo por una porción considerable
de cuadrillas sueltas, que si bien habían sido batidas en todo encuentro por las
divisiones de Velasco cerca de Cochabamba, de Benamente en la Laguna y de Baez
en Cinti, se rehacían al momento para volver con más tesón a la pelea, llegó a
desconfiar de poder evitar la inminente disolución de su ejército (García Camba,
1846: 134.)
Los patriotas con enorme voluntad y bravura repelían al enemigo una y otra vez,
generalizándose el combate en todos los sectores en donde se encontraban
pertrechados, fueron muchas las muestras de heroísmo de sus combatientes, pero ante
la ofensiva cada vez más contundente del enemigo tuvieron que emprender la retirada,
no sin antes haber demostrado patriotismo y entrega a la causa.
Es marcescible decir sin ninguna exageración que los enemigos han presentado por fuerzas
suyas toda la mestizada, cholada, pardos y morenos, y todos los naturales de toda la provincia
integra de La Laguna, inclusive en estos más de dos mil caballos largos de 200 fusiles ,
muchas lanzas; más de 7.000 hombres de toda especie. Los caudillos enemigos son
Padilla, Carpio, los Duranes padre e hijo, Loaiza, Bardos, Baca, Zárate, el tarabuqueño
Hermani, el paceño y muchas más cabezas de los naturales, todos los caciques,
gobernadores de todos los pueblos de la referida provincia. Estos tuvieron la osadía de
esperar con entusiasmo a las tropas del rey, en los referidos puntos y reunirse todos en el
inexpugnable de Carretas, llegando a tanto el valor, y (ilegible) aún de los naturales que se
atrevían a tomar por las riendas de los caballos de los oficiales y no los soltaban hasta no
ser muertos a sable, presentaban ya los cuerpos a las bayonetas como desesperada por
lo que murieron más de 600 enemigos debiendo ir muchos heridos los 8 tiros de bala rasa
que se les hizo con el cañón de a 2. Cuartel general de Tarabuco, agosto 13 de 1814
(ABNB PZ, 1814. 1.14_1-3: f. 197)
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La fuerza y pujanza de los combatientes sorprendió grandemente a las tropas del rey,
vieron en ellos el enorme sentimiento de entrega a la causa de la libertad, sólo así se
podía explicar tanto desprendimiento de aquellos aguerridos patriotas
¡Honor y Gloria a los héroes de las Carretas!
Padilla ofició a las inmediaciones amenazando salir con toda la gente de flecha que
hubiera en Cordillera. La conminación produjo efecto en los realistas, que
moderaron su carácter hostil y se retiraron al Villar y la Laguna, habiendo
incendiado Capactala, Barbechos y San José. Padilla los forzó a desocupar sus
puestos y fue tiroteándolos hasta Yamparaez. Inmediatamente avisó a Umaña de la
próspera situación en que estaba, y que podía batir con ventaja al enemigo, si le
auxiliara con armas y hombres; ni entonces quiso prestarle apoyo, y Padilla sufrió un
terrible ataque en Carretas (2 de agosto); resistió cuatro días con 30 fusileros y
1.900 hondas; era vencedor cuando la noche del 7, el indio Mamani, seducido por
el enemigo; mostróle un desfiladero ignorado que conducía al campo de Padilla;
sorprendido éste por la traición, vióse obligado a volver la espalda, no sin matar 40
tablas y tomar dos falconetes; una espingarda y 35 fusiles; por su parte, deploraba
la pérdida de su teniente el hondero Juan Huallparimachi; su amigo íntimo, a quien
educó en calidad de hijo, pensando darle la mano de una de sus hijas, si alguna de
ellas hubiera vivido. (Velasco Flor, 1871: 23)
Don Samuel Velasco Flor, biógrafo de los esposos Padilla, fue natural de la
ciudad de Potosí, bachiller del colegio Pichincha, combatiente en la guerra del
pacífico, murió a consecuencia de enfermedad adquirida en la guerra. Fue amigo
de doña Juana Azurduy de Padilla; doña Juana le confió los documentos que
cuidaba como un tesoro, gracias a su viuda doña María Issa Mallo conocemos el
texto del autógrafo de don Manuel Ascencio.
Conocedor Jáuregui del percance sufrido por sus soldados conductores de víveres,
fue en persecución de los guerrilleros; una vez ubicados, éste dijo haber tomado
ciertas acciones:
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De esa manera, tan ruin y perversa Jáuregui llevó a cabo su cometido de rendir a los
valientes originarios, tuvo el descaro de manifestar a su jefe superior “Espero que
los procedimientos merezcan la aprobación de V.S.”. A la conclusión de su parte
informativo, recalcaba:
Tengo varias partidas por estos lugares en solicitud de ganado, bastimentos, burros y
mulas en cumplimiento de las prevenciones, del muy digno general y de V.S. Puedo
demorarme dos o tres días, y de sus resultados daré a V.S. aviso, bien que temo no
corresponda el fruto al trabajo, por que han dejado todos estos departamentos
asolados, habiendo llevado con anticipación a lugares muy remotos sus ganados,
bienes y familias. Tomola agosto 18 de 1814 (ABNB PZ, 1814. 1.14_1-3: 150)
Las tropas del rey en sus recorridos y a su paso por las poblaciones, las hacían
víctimas del saqueo de sus bienes, era ya costumbre aprovecharse de los víveres y
semovientes para el mantenimiento de sus tropas, por ello que los originarios
rurales tomaban sus precauciones para no permitir que se lleven sus pertenencias.
Hoy día ha terminado la expedición que con 290 hombres emprendí en persecución
de los insurgentes que se hallaban convocados y reunidos con el objeto de invadir
Potosí. Solo hemos tenido una acción bastante reñida en los cerros de Miculpaya,
con un número crecido de indios y fusileros con que nos esperó el caudillo
Zárate apostado en un punto casi inaccesible, pero al cabo de 5 horas de resistencia
fueron completamente derrotados con pérdida de 400 hombres, por un cómputo o
regulación que se hizo. El siguiente día continuamos la marcha a San Lucas sin
encontrar en todo el tránsito embarazo alguno. Llegamos hasta aquel pueblo
desamparado de todos sus habitantes, nos detuvimos cuatro días, en los cuales no
pudimos adquirir noticias del paradero de los enemigos dispersos; por esta razón y
otras consideraciones acordamos, el que dicho Sor. Coronel siguiera su ruta por
Turuchipa hacia el Capusio de Chuquisaca y yo con mis partidas hacía Tomola y
Calcha, en cuyo tránsito tomé prisioneros a una avanzada de 24 hombres que
tenían los insurgentes y 20 de ellos con inclusión de dos capitanes, mandé pasar
por las armas en Tomola, de cuyo acontecimiento di parte el 18 del corriente al
estado de Lombera y ha merecido su aprobación. A pesar de que los insurgentes
dejaron sus casas, ranchos y campos asolados de ganado y de todo bastimento, he
conducido 300 y más cargas de trigo a los molinos de Tumusla con orden de que
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lavados se reduzcan a harinas, y creo producirán sobre 200 fanegas; a más de esto
he conducido cosa de 40 cargas de maíz y harina del mismo,16 reses, algunos
burros y unas cuantas mulas flacas. Cotagaita y agosto 26 de 1814. San Lucas y
todos sus ranchos del tránsito quedaron reducidos a cenizas, exceptuando
algunas casas de los realistas, viudas y familias que no han tenido parte en la
presente revolución, y queda restituido a su casa el Gobernador de Calcha. S.
Mariscal de Campo y General en Jefe Dn. Joaquín de la Pezuela. (ABNB PZ, 1814.
1.14_1-3: 151)
Don Vicente, nombrado comandante por el Comando General del Ejército del
Río de La Plata, acompañado de su plana mayor; tenía a su cargo a
militantes caudillos desplazados a lo largo y ancho de la provincia, entre los
principales que dieron gloria a la patria, se encontraban en el sector de San
Lucas los ponderados Alejo Cuiza y sus hijos Miguel e Isidro, Ignacio Fuentes,
Lorenzo Fernández, Vicente Martínez y su hermano José, Gregorio Méndez,
Pedro Molina, mientras que en el sector de Cinti y Santa Elena los principales
Rudecindo Ávila, Fermín Baca, Pedro Nolasco Villarrubia, Caballero y muchos
más. La guerrilla caracterizada por su permanente desplazamiento, recorría
enormes distancias, unas veces vadeando el caudaloso Pilcomayo hacia
oriente, en otras circunstancias ingresando a la intendencia de Potosí por el
sector de la provincia de Porco, en todas ellas fue enorme la demostración de
fortaleza y patriotismo asumidos por originarios y mestizos de Pilaya y Paspaya.
He pasado a V.S. dos oficios por conducto del coronel Dn. Vicente Umaña los que no
sé si los aiga recibido: Aura repito con esta noticia de saber que V.S. se halla en esa
rivera de Mataca, en donde le deseo su buen éxito, pues yo me hallo en este punto
62
con seis cientos hombres, y las avanzadas correspondientes por todos los puntos
que el enemigo nos tiene rodeado, como es en el lugar de Lintaca, el Bado, el Cerro
Redondo, la Pampa Grande, y Cajas, puntos que ocupa el enemigo de Tarija, y haura
espero sus órdenes, pues mi compañero Dn. José Ignacio Zárate me oficia pase a la
plaza de Sinti a disposición del Sub Delegado que tiene nombrado aquella capital Dn.
Ramón Zelarain (de gloriosa memoria según sus papeles) y como el enemigo espera
esta entrada para dar otro golpe a satisfacción, y ser una plaza que no interesa, por
aver quedado en entre dicho, y lo más estar solo con gente de hombres y palos y doce
bocas de fuego de todo calibre; es todo el armamento y fuerza que tengo en cuya
virtud comunico a V.S. para que tome las órdenes que sean conducentes a nuestra
defensa.
Se sabe que nuestro ejército en Salta y que los enemigos que ocupaban esa plaza an
llevado su golpe y están de retirada en Jujuy y Umaguaca con mui poca fuerza, y
espero en Dios y Madre de Mercedes Generala que saldremos de la opresión de
nuestro enemigo. Campamento de Santa Elena y Cañasguico, agosto 13 de 1814.
Vicente Camargo (ABNB PZ, 1814. 1.14_1-3: f. 875)
Sr. comandante en jefe Dn Manuel Ascencio Padilla, mi más venerado señor. Recibí
la orden V. en la que me dice usted reclutar la gente, estoy pronto en todo lo dicho, todo
el atraso es que los sarracenos de este pueblo de Potobamba, está a la mira para
que me prienda, como lo han hecho a estos dos gobernadores, y alcalde haciendo la
traición, y pagando
50 pesos a los tablas, por motivo de esto estoy escondido aún de casa, no puedo
hacer ninguna cosa conforme que V. me manda […] también le participo del oficial
Orosco, que se halla fugitivo, no se sabe dónde para. Del general Pezuela, le
participo de que está en Potosí escondido en el convento de San Francisco, 50
soldados han entrado a Potosí derrotados, sin armas los más heridos, y los ha
despachado para Oruro, Dn Indalicio, los de Bartolo también lo han derrotado, con un
cañón,100 armas, han perdido sus armas, auxilio de ello ya no tienen (ABNB AR 13.
Doc.1164, 1814: f. 888)
De esa manera que el ejército español, tomaba los recaudos necesarios para su
defensa.
A principios del mes de octubre, el comandante en jefe español y su comando
general del ejército en campaña, había mantenido una reunión para la consideración
y evaluación del estado de la guerra, que sostenían contra las fuerzas guerrilleras de
Charcas y la proximidad del ejército de Buenos Aires; luego de un análisis
circunstanciado de la situación, el general Pezuela manifestaba el criterio conjunto de
su estado mayor:
Evidentemente la situación era muy adversa para las fuerzas españolas y, ante
tal panorama, consideró Pezuela dirigirse al general Rondeau a través de una
misiva, a objeto de sacar ventajas a su favor; sin embargo, el comandante de la
expedición, contestó muy airado ante las insinuaciones que las consideró
impertinentes.
Las tropas del tercer ejército auxiliar del norte comandadas por el general José
Rondeau acantonadas en la población de Jujuy, preveían avanzar a las provincias
de Charcas en el momento más oportuno. El comandante argentino, había recibido
correspondencia del comandante en jefe del ejército español Gral. Pezuela,
proponiéndole un armisticio para que puedan ambos ejércitos entrar en
conversaciones futuras. A dichas insinuaciones el comandante Rondeau,
contestó airadamente aclarándole además, de las muchas felonías que habían
cometido en contra de la población civil. Indignado le expresaba:
Tengo comunicado a U. dos oficios, a los cuales no he tenido contestación por lo que
ignoro si habrá verificado las órdenes que le tengo prevenidas: En su virtud le reitero
esté a fin de que en ningún caso se acerque donde está el enemigo, sino estar a la
defensiva, ocupando el punto de Santa Elena, sin dejar por esto de indagar el estado
de estos lugares, y las determinaciones que pudiera tomar el enemigo.
Nada tengo que encargar a U. pues a U. nada se le pasa por alto, por lo que quedo
descuidado por esa parte, en el bien entendido que los nuestros todavía están
distantes lo que servirá de gobierno. Benamente todavía se halla defendiendo la
plaza de Chuquisaca quien se halla en Tarabuco con trescientos hombres. Dios guíe
a V. merced atentamente. Cuartel general de San Lucas, y octubre 15 de 1814. José
Ignacio Zárate (ABNB AR, Caja 13. Doc.1140,1814: f. 887)
Don Ascencio, comandando sus fuerzas por los territorios de los partidos de La
Laguna, Tarvita, Pomobamba, no descuidaba de mantener informado al Comandante
en Jefe Gral. Álvarez de Arenales; es así, que desde Tomina el 22 de octubre de
1814, enviaba un correo detallando:
[…] el día de la fecha he venido a este Tomª, con el objeto de observar los pasos del
enemigo, después de dejar a Umaña con sus tropas en San Julián y en la Laguna una
partida con su oficial por las ocurrencias; y demás confidentes secretos que observan
cuanto sea digno de nuestro conocimiento […] Por los bomberos se sabe que
Venabente salía ayer la cuesta llamada Villistoca, que esta inmediata a Tarabuco, y
esto fue al medio día
Se infiere pues que descansarán esta noche en Tarabuco; y como así el que ha venido
de Chuquisaca, como los que se han conducido de medio camino a este lugar
aseguran que el Presidente y la ciudad lo llama por evitar estrago que pueda
hacer Pitazo indio valeroso de Tecoya; el que ha derrotado a los tablas al pie del
Terrado: y después en dos guerrillas ha hecho lo mismo, hasta quitarles un cañón.
Debemos inferir que ha redoblado su marcha, y que hoy se halla o en Yamparaez o
cerca de él (ABNB AR, Caja 13. Doc.1140,1814: f. 774)
Don Vicente Camargo, desde Santa Elena con fecha 29 de octubre de 1814, envía una
nota pertinente al comandante Arenales, haciéndole conocer su satisfacción por los
merecimientos que había recibido con anterioridad; puesto que, desde el mes de agosto
66
se encontraba incómodo por las noticias enviadas de parte de don José Ignacio Zárate.
En palabras muy expresivas señalaba.
Tengo el honor de besarle a V.S. sus manos, y que me reconozca por uno de sus íntimos
soldados, mucho tiempo hace que había deseado merecer este honor, mas la suerte no
me ha proporcionado coyuntura; pero ahora que nuestro superior jefe me a abierto
margen que necesitaba digo lo siguiente […] Con fecha 20 de julio del presente año; Dn.
José Mateo Berdeja me incluye la adjunta proclama del Sor. Brigadier general del ejército
auxiliar del Perú Dn. José Rondeau, para que se publiquen todos los pueblos interiores
comprometidos a la defensa de nuestra causa justa de la patria […] De igual forma por un
acápite me dice el mismo Sor. General con fecha 19 de octubre dirigirme una oda, y dos
composiciones poéticas que se han trabajado, con motivo de la rendición de Montevideo: Las
que no han llegado a mis manos V.S. me dispense la ligeresa de esta tosca pluma, pues en
esta hora que serán las nueve de la mañana marcho con todas mis tropas a las cabeceras
del valle de Cinti donde se halla el enemigo. Espero tenga su correspondiente destino, y
no suceda de que también se intercepte éste, como ha sucedido con varios que le he
dirigido a V.S. y se los ha tomado el comandante Zárate, siendo uno de ellos el que
incluyo que con casualidad lo había recogido el comandante Berdeja que vino con orden
de Zárate a desarmarme, y pasarme por las armas. Dios guarde. Cuartel de Santa Elena
octubre 29 de 1814 (ABNB AR, Caja 13. Doc.1140, 1814: f. 882)
De esa manera que don Vicente hacía conocer su conformidad a consecuencia del impase
suscitado en el mes de agosto; por consiguiente consideraba, estar disipadas todas las
incertidumbres ocasionadas con la comandancia de don José Ignacio Zárate.
Contesto a las dos que he recibido de V.S. fecha 17-19 del presente mes. Digo que ha
quedado enterado de cuanto me comunica y en su virtud despacho con la brevedad
que he podido al D. Téllez y al Sargento Mayor Dn Pedro Cueli con tres soldados
de los que han venido de Chuquisaca, los demás dicen que por estar algo inhábiles
de trotar servirán en esta división y aseguro a V.S. que a no ser su orden no les
hubiera largado. Del Tte. Ilario Rodríguez, me dispensará V.S. lo detenga aquí,
porque se ha recibido de capitán en mi división por haberme prometido acompañarme
hasta el último, y por qué se discipline con más formalidad mis soldados, conociendo
que es para el efecto, pero siempre que V.S ordene en que precisamente vaya a su
división lo cumpliré por que tanto mismo es de que este aquí, cuando se ofrezca
pronta viren mis tropas a donde determine. Al capitán Dn. Manuel Uvaldo Velasco lo he
auxiliado con 10 pesos y todo lo concerniente a su viaje dándole por compañero a
Dn. Mariano Martínez sujeto diestrísimo de todos los caminos enterado de todas las
ocurrencias de Chuquisaca, y sus inmediaciones (ABNB AR, Caja 13.
Doc.1140,1814: f. 827)
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Desde las noticias consolantes conducidas por el Sr. oficial Chinchilla y sus
amables compañeros, nada hay nuevo que impartir a V.S. , por lo respectivo a
las tropas de abajo; por lo que toca a la ciudad sé con evidencia que el
presidente Plata se ha retirado a Potosí, viniendo en su lugar un tal Tacón, este
escoltado de treinta hombres, entró a la ciudad, y ejercitando la natural tiranía con
que se manejan los enemigos, ha establecido insoportables contribuciones que la
oprimen, y esta consideración ha inflamado mi corazón, con tanta violencia que no
he podido menos que resolverme (supuesta la anuencia de V.S. que espero) a
congregar de una vez a todos los patriotas de estas y las provincias inmediatas:
sabiendo por informe de un fiel explorador que acaba de llegar, que desde las
inmediaciones de Potosí se brinda la gente con ahinco para servir, esperando
únicamente mi voz.
Pero al tiempo de escribir este ha llegado la noticia de que Venamente viene desde Potosí
por Pomabamba, si esto se verifica he concebido salir a observar sus pasos, y según
prudentemente contemplase detenerlo y hacer lo posible para embarazar su intención a
esta provincia por que es el objeto de sus iras.
Sea pues cierto o incierto este movimiento de Venamente, me parece necesario que V.S.
se digne remitirme orden para que hecha la congregación de que hablo arriba, tomadas
las medidas y puntos previos, hecho cargo de la porción de gente, disposición de
armas y demás objetos interesantes acordonar a lo lejos la ciudad por todas partes, y
haciendo que los de Pitantora y Moromoro se aviste por la presente de la Punilla, y llamen
la atención del enemigo, persiguiendo con sesenta fusiles y cincuenta chusos por
retaguardia, haciendo al mismo tiempo que los fonderos los aflijan por los costados.
Espero como le digo la disposición de V.S.
Por lo que respecta a las agradables órdenes de V.S. sobre la labranza, y (ilegible)
tengo el cuidado posible. Se me iba el avisarle de que el número de militares que
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Don Ascencio, al hacer conocer las posibilidades ciertas de arremeter al enemigo con
resultados favorables para la patria, esperó respuesta de la disposición del comandante
Arenales, sensiblemente, ella no llegó, motivos seguramente los hubieron para no dar
la respuesta favorable; entre tanto, la guerrilla continúo en sus acciones beligerantes.
De las noticias del ejército auxiliar del sur, remarcaban que aún se encontraban en Jujuy;
para los patriotas era de sumo importante la presencia de ellos en territorio de Charcas,
pues las guerrillas se encontraban escasas de vituallas y principalmente municiones,
esperaban sobre todo, que con las fuerzas frescas se pudiera enfrentar al enemigo en
batallas decisivas.
Por tener conocimiento experimental del honor y patriotismo con que ha servido a la
justa causa el capitán Don. Andrés Salazar y por ser necesario elegir un sujeto
adornado de celo, prontitud y pericia como lo está él para las nuevas corporaciones,
requerimientos y milicia que se necesitan en toda la circunferencia de la ciudad
de La Plata, a cuya defensa y libertad debe dirigirse nuestro conato: Por tanto por la
presente firmada de mi nombre y de mi secretario nombro, elijo y doy Autoridad
Militar toda la que necesita para erigir, organizar Tropas de Guerra con sus
respectivos oficiales, capitanes, tenientes, en las provincias de dicha circunferencia al
dicho Don Andrés Salazar, para en calidad de tal Comandante y Cacique de la
doctrina de Pitantora, y por lo Militar de todas las tropas de naturales, a quienes
únicamente comprende su comando las (ilegible) organizarse con la formalidad de
guerra, y las instruya en sus militares deberes con amor y dulzura paternal: Para que
así formadas estén prontas a obedecer las órdenes que fuere necesario
comunicarles, y habiendo ordenado y establecido esta nueva formación me dará
parte individual de haberlo así ejecutado, expresando el número de los militares y
los nombres de toda la oficialidad según la distinción de los lugares. Y para que
esta mi orden se cumpla, y obedezca según la gravedad de la materia deberá instruir
con el mismo a los Jueces adictos a nuestra causa, para que se publique cuando ya
se halle por conveniente a son de caja: esto cuando ya estén congregados bajo un
número respetable cuya fuerza y multitud la que menos de quinientos, o seiscientos
hombres servirá para contener los ánimos de los enemigos, y de ese modo no será
inútil esta elección y se conseguirá el fin tan interesante. Es fho en este cuartel de
Tomina y diciembre 21 de 1814. (ABNB AR, Caja 13. Doc.1140, 1814: f. 847)
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Don Vicente Camargo una vez más nos refiere en su parte de guerra que,
con esfuerzo y valentía, lograron batir al enemigo en las pampas de Culpina,
logrando de esa manera reducir las fuerzas del rey. El tenor de su nota para el
general Arenales, remarcaba:
Yo me veo muy amenazado del incendiario Jáuregui, quien el 11 del que rige salió
vergonzosamente derrotado del valor, y energía de mis tropas, este se venía muy
confiado, y satisfecho de posesionarse de este pueblo, y sus contorno, para cuyo
efecto vino con la fuerza de trescientos hombres de bayonetas, bien municionado,
mejor armados, y sabiendo yo por mis bomberos que venía a ganarme mi fuerte por
la cima de la cordillera de Quisquira, levanté mi campo y tomé la marcha muy
presuroso en alcance de él, cuyo encuentro lo tuvimos en la abra del Tambo.
Rompimos el fuego a cosa de las once del día, cuya conclusión fue a las cuatro de la
tarde; y a pesar del fuego tan activo que me hizo, que no se daría un minuto en el que
no hubo de haber siquiera un estruendo, no me mató sino dos honderos, y me hirió
cinco de idem. Yo le maté doce de los mejores que había tenido, y veinte heridos
(según sé por el capataz de Linares).
También sé que piensa retirarse a Cinti con el saqueo que ha logrado en esas pampas,
(Dios quiera así) pues siendo cierto levanto mi campo y le presento acción en ese valle,
en donde tengo puntos ventajosos para mis tatitos, y munición en todos los cerros.
El 16 que expira acabaron con 50 tablas de fusil en la hacienda de Pulquina los soldados
de la patria y les avanzaron sus fusiles, esta noticia me la imparte D. Fermín Baca, y que
estos vinieron a cortarme la retirada, como teniendo por cierto mi derrota de Jáuregui. Todo
lo que por acá acaeciere le impartiré.
Camargo.
Se me olvidaba impartirle de la gente que se halla en el río debajo de San Lucas; estos
según se vienen de Santiago, no sé con que designio de Zárate nada se sabe, pues
ignoro su paradero. Camargo (ABNB AR, Caja 13. Doc.1140, 1814: f. 899)
Cumpliendo con su superior orden de V.S. marché el día de ayer con 80 hombres de
la compañía del capitán Baspineiro a reforzar los 110 con que salieron los capitanes
D. Benigno Suasti y D. Pedro Duchén. A las dos leguas de mi marcha por el
desfiladero de Chocllojara encontré a estos al frente del enemigo cuya vista
embarazaba la nube que lo cubría; y persuadido de que al menos a las 4 ó 5 cuadras,
dispuse salga la guerrilla con 25 hombres de infantería el Alfares don Atanasio
Michel, quien a la cuadra de haberse separado de la línea sufrió una descarga
cerrada de la fusilería enemiga a que correspondiendo con energía, empezó el fuego
de toda la división hasta rechazar al enemigo y perseguirlo en fuga por aquel costoso
desfiladero una legua hacia los cerros de Quisquira.
En el parte continuaba señalando, que de las cumbres del cerro en las que se
encontraban parapetados los insurgentes, caían galgas con mucho daño para la
tropa y dadas las condiciones de tanta nubosidad no era posible divisar ni a dos
metros de distancia, razón por la que había determinado retirarse a un puesto de
seguridad.
[…] la pérdida de enemigo ha sido grande pero difícil de calcularse por la oscuridad que
los cubría, de que puedo inferir a V.S. el buen porte de los oficiales y soldados, en que
se han distinguido el capitán de la 2da. Compañía de Chichas D. Juan Baspineiro y el
distinguido alfares citado d. Antonio Michel. En los cortos intervalos de la claridad,
descubrimos de la altura del expresado cerro de Quisquira, que el enemigo se había
replegado a la espalda de este, en que hacia una mesada, o espacio más abierto al
principio de otro elevado cerro que continuaba por aquel camino a Cañasguaico. Allí
distinguimos que la fuerza que tenían en aquel punto se componía de 60 fusileros, cosa
de 300 de caballería, armados de lanzas y un grueso grupo de indios de piedra y
hondas que ocupaban todas las alturas. Dios guíe a V.S. muchos años. Campamento
de las alturas de Santa Elena y diciembre 18 de 1814. Casimiro Ma. Gonzales Hoyos.
Sr. Comandante de la expedición auxiliar de Chichas D. Martin de Jáuregui. (ABNB PZ,
1.14_1-3. 1814: f. 214)
El referido Hoyos, militar del ejército del rey, era natural de la Villa de Potosí, desde
el inicio de la guerra de la independencia militó junto a los españoles. Hoyos,
continuó a su servicio por muchos años, participó en el combate de Arpaja; sin
embargo, aparece liderizando un motín en la Villa de Potosí a favor de la
72
independencia, éste fue sofocado por las fuerzas reales y, el 20 de enero de 1820,
es fusilado juntamente al Sargento Mayor Juan de Dios Torquemada, varios
oficiales y soldados.
Con esta fecha, oras cuatro de la tarde, acaban de llegar los dos propios que hice
donde nuestro general. Estos me dan noticia de las fuerza que tiene el general
de vanguardia Dn. Martin de Güemes que se compone de más de mil hombres,
bien armados y la mitad de ellos mejor montados, se halla acampado en
Cangrejos, con sus avanzadas hasta Libilivi, y Mojo; este digno jefe está con el
proyecto de concluir primero con el tirano Baez, quien se halla apoderado (Según
imparte a U. en mi anterior, de la villa de Tarija y luego e inmediatamente dar el
golpe a todo el resto del ejército de Pezuela).
Nuestro general me responde muy subsinto por sus muchas ocupaciones, y me dice
que lo practicará con otro conducto: El propio de U. nombrado Dn. Mariano Enriques
Santiestevan viene con cincuenta fusiles, y otras tantas lanzas, lo han dejado los
mismos en Humaguaca, y aúnque el general en jefe, me dice en la suya le manda a
U. una carga de municiones, pero mis propios me aseguran que no lo traen.
[…] Estoy cierto en que ya dentro de un mes a más tardar acabaremos con nuestros
enemigos. Santa Elena Diciembre 26 de 1814.
Estando escribiendo este me han avisado mis propios, que el oficial de U. D. Manuel
Velasco, (a quien lo hospedé en este mi rancho) se ha dejado decir en la mesa de
nuestro general en jefe, que yo estaba robando en esta doctrina, ignoro los motivos que
a este vil hombre hayan inducido para proferir semejante expresión tan ajeno a mi
acendrado honor, y procedimiento, a U. bajo de mi palabra de honor, y como soy
Camargo, que lejos de haberme puesto una camisa con la comandancia, la he perdido
con todos los cortos reales que de mi casa saqué, en mantenerme, y los gastos tan
indispensables en mis fusileros. Sin más entrada en un tiempo tan largo que
doscientos cincuenta pesos fue de multa le saqué al sub delegado de Cinti. Este
hombre voraz presentará a sujetos a quienes haya yo (ilegible) queja doy a U. para
que lo reprenda y en caso de no probarme esta calumnia que se le diga ante el
general en jefe. (ABNB AR, Caja 13. Doc.1140, 1814: f. 897)
73
Lo que sí debo asegurar que todos ellos reclaman mi cortedad, mi ignorancia y mil
defectos que habrán encontrado; pero no podrán borrar de mi mérito (sí el amor
propio no me engaña) pues todos ven lo que he padecido por mi madre la patria.
Siento en mi corazón ocupar a V.S. en estas pataratas cuando falta tiempo para
objetos superiores. (ABNB AR, Caja 13. Doc.1140, 1814: f. 849)
Con esas palabras de profundo sentimiento, don Ascencio remarcaba que su persona
jamás podía traicionar los intereses de la patria, y daba por sentada su indignación
contra quienes desmesuradamente le desprestigiaban.
Pocos días después don Ascencio había dado respuesta escrita a uno de los
74
Mi amado hermano: Recibí ayer tu apreciable esquela con grandísimo gusto, y lleno
de goce y obedecí al momento el contenido de ella, y sólo me contento con haber
cumplido mi deseo de darle un abrazo, como que no me trajo otra cosa siempre el
desear su buen éxito y que salga del pantano en que se halla, y emprenda U. su
trabajo como acostumbraba antes, con la ayuda de Dios, con muchos honores,
descanso, y pacífico en su casa, pero al contrario me ha sido todo por cuentos de
cuatro pícaros malvados que U. tiene a su lado, como estos no tienen ni pueden,
como subsistir en sus lugares ni en sus casas, ni pueden sacar la cara (ilegible) por
sus picardías, se han a figurado ser patriotas y se han refugiado al abrigo de U. y
sólo pueden encontrar qué comer. Yo vivo siempre constante de amarlo a U. que
tenga presente que la sangre que circula en sus venas son las mismas que circulan
en las mías, y así hermano mío abra los ojos al alto, y clamo por momentos al
altísimo para que ponga remedio; y mandarme con toda satisfacción por
Chuquisaca, que cualesquiera cosa conseguirá U. por mi mano, como me manifiestó
ahora, y así no llevarse de cuentos, ni creer lo que le escriban, porque todo es falso,
viva U. seguro, que yo me he de sacrificar por su bien, soy de U. su atento hermano
para servirle le deseo y S.V. Agustín Párraga y Gallardo. Tacopaya, diciembre 3 de
1814. (ABNB AR, Caja 13. Doc.1140, 1814: f. 794)
El último día del año catorce don Vicente Camargo, que iba pisándole los
talones a las fuerzas del rey tuvo un encuentro favorable a las armas de la
patria, muy contento de los logros escribía su parte de guerra a su comandante:
Este mismo día del 31 he tenido la gran gloria de derrotar al incendiario Jáuregui
a quien vine buscándole a los altos de Culpina, me presentó la acción con mucha
energía tomándome por tres puntos por la vanguardia, retaguardia y costado
izquierdo, pero tal fue la energía y valor de mis tropas al cabo logré derrotar a sus
tres divisiones: Los he avanzado cuatro cargas de munición, treinta y cinco fusiles, le
é muerto como a treinta, y tantos y muchos heridos.
Así, concluía el año de 1814, que fue de combates diversos, donde los patriotas
mostraron en todo momento su coraje y amor a la patria, en ellos ofrendaron
sus vidas cientos de sus combatientes principalmente originarios, mestizos y
75
criollos, ellos irían a ser gratificados póstumamente con las glorias de las armas de
Charcas. Con ese fervor de lucha, no consentían al ejército real desplazarse
hacia el sur ni al oriente, siempre se mantenían hostigándolos. En los caudillos y
su tropa había la esperanza de que en cualquier momento arribaran a Charcas las
fuerzas del general Rondeau.
Así, iría a empezar un nuevo año y con él se vislumbraba para los caudillos y
sus guerrillas nuevos sacrificios en pos de conseguir la liberación de su
pueblo.
76
AÑO DE 1815
El año de 1815 para los patriotas, tenía su enorme significado, pues se constituía
en el tiempo de definiciones, puesto que la proximidad de las fuerzas auxiliares
de la Argentina comandadas por el general Rondeau, marcaban las enormes
posibilidades de conseguir el triunfo de las armas de la patria; los comandantes de
Charcas hacían todo el esfuerzo para lograr ventajas y, que las mismas signifiquen
mayores perspectivas de éxito para las tropas del sur.
El infortunio para los guerrilleros fue de trágicas consecuencia, pues, según el parte
del comandante español, habían sufrido un buen número de pérdidas humanas.
Ese desenlace sin lugar a dudas tuvo que ser muy triste para los que sobrevivieron
y sobre todo para el comandante don Ascencio Padilla.
Ocurrió que después de la batalla de Bartolo, las fuerzas de don Miguel Betanzos,
tornaron en dirigirse por el sector de Puna siempre en pos del enemigo,
asomándose al poblado por las cumbres de los cerros de occidente, una vez que
las fuerzas de Rolando se percatan de la presencia de los patriotas, el militar
español decide tenderles una trampa simulando que sus fuerzas se iban retirando
con dirección a Potosí y, así fue, que los guerrilleros deciden bajar a la llanura para
presentarles combate. Rolando en su parte circunstanciado expresaba:
Anoche a las siete pasé pronto parte al señor Gobernador Intendente de Potosí para
que ya pudiese mandar remitir el día señalado, los caudales en vista de la completa
derrota que conseguí con los insurgentes prometiendo en pasarle el parte
circunstanciado hoy mismo. Viendo pues que el enemigo según su movimiento
intentaba arremeter este pueblo tomando la altura e incendiarlo, le aparenté una
retirada falsa por el camino de Potosí porque con esa satisfacción bajase a la llanura:
Más los indios intrépidos y engreídos se me agolparon a contener la ficta retirada
donde logré cargarlos toda la fuerza con tan activo fuego que duró desde la una y
cuarto hasta las seis y media de la tarde persiguiéndolos desde la falda del cerro que
está a espaldas de esta iglesia hasta más allá de Chilcani, donde por los lanceros
nombrados Javier Barrios y Simón Rodríguez Navia vecinos de este pueblo se logró
darle muerte al infame caudillo Betanzos cuya cabeza he mandado en el rollo de esta
plaza y por noticia de los soldados se sabe a muerto el otro caudillo Berdeja por
cerciorarme con verdad he mandado me traigan su cabeza como también el cuerpo
del citado Betanzos con ánimo de repartir sus cuartos en los de su favor y si se
verificase ser cierta la muerte del dicho Berdeja darse a V.S. pronto parte. La acción
ha sido muy sangrienta en ellos porque la mortandad fue mucha de la que no señaloó
número por que la aridez del sitio por donde fueron perseguidos y la muchedumbre
de cercos no me presta idea por regularlos más, si puedo asegurar que de 300 y más
que tenían, habían escapado como 100 y tantos y yéndose entre ellos un
cochabambino comandante de los fusileros, sin que dejasen más de un fusil; inútil
aúnque tengo esperanza pueden haber quedado algunos más los que he mandado
que reconociendo el campo me los traigan pero será algo difícil los encuentren por los
cebadales y chacras hasta que no se cosechen y de nosotros solo ha habido dos
heridos (ABNB PZ, 1.14-1-3 y D.1.14. 2, 1815: f.13)
79
Sin duda, que la muerte de don Miguel Betanzos causó profundo dolor entre la
gente rural, pues él, interpretando las grandes penalidades de su pueblo, supo
salir en su defensa y enfrentarse al enemigo común, lo hizo conjuntamente
cientos de originarios que como él procedían de los ayllus y conformaron la
resistencia y combate al poder real, ellos los descendientes de legendarios
hombres milenarios sufrían en carne propia la prepotencia y abuso español. El
combate de Puna fue de trágicas consecuencias para las armas de la patria,
pues, habían perdido a un líder de su propia sangre y junto con él muchos que
ofrendaron también sus vidas por lograr una patria libre de opresores
centenarios.
Poco tiempo después, por el sector de la Laguna, Don Ascencio, en ciertos partes
de guerra enviados con anterioridad, había comunicado al comando del Gral.
Arenales de todo lo acontecido en la jornada de Presto; sin embargo, al parecer
la tal correspondencia no habría llegado a sus manos, por lo que reiteraba en una
nueva nota la relación de lo acontecido.
En vista del oficio que acabo de recibir de V.S con fecha del 29 del pasado, he venido a
sentir en el alma, al ver no haya llegado a manos de V.S. tres oficios que le tengo
dirigidos, y que en el último le comuniqué haber atacado al enemigo en el lugar de
Presto, lo primero por hallarme estrechado de no poder pasar el río a reunirme, y lo
segundo porque se dirigían los enemigos a talar los campos de esta frontera, no di
lugar a ello de suerte que en dicha acción murieron 40 entre ellos el Tte. Corral, su
capitán y alférez, se tomó 68 prisioneros con un teniente y 3 sargentos, los que los
he despachado a Sauces; se ha tomado 100 fusiles, 40 bayonetas, mil cartuchos.
Empezaba señalando:
Dispusimos aprovechando una mediana claridad en que se puso la atmósfera, salir con
los granaderos a las alturas de Santa Elena, descubrir (ilegible) los fuertes en que se
apoyaban con tanta satisfacción su defensa el caudillo Camargo, y su cuadrilla de
insurgentes, juzgándose inexpugnables por común opinión muy válida entre ellos,
prevenía el camino que se debía tomar para buscarlos, se verificó así lográndose
los objetos a que nos habíamos propuesto
Luego de haber recorrido una buena distancia, finalmente divisaron en las cimas de
los cerros, aproximadamente de 80 a 100 hombres, parapetados “en un puesto
nombrado Aucapuñuna”, luego de una profunda balacera, finalmente los patriotas
tomaron la decisión de bajar al pueblo, donde el enfrentamiento continuó hasta las
seis de la tarde de ese día 12 de febrero de 1815, al caer la tarde y bajar la niebla
que fue muy densa, ambos bandos se retiraron a pasar la noche.
mencionaba al mismo tiempo que una vez disipadas las nubes, “fueron descubiertos
en un peñón redondo a manera de mesada circundada de trincheras que cubrían todo
su campo en lo que tenía toda su fuerza con ventajas superiores, saludando luego con
tiros de fusil”. Apuntaba además, que la balacera fue nutrida de parte de los soldados
del rey consiguiendo avanzar “pese a la densa tempestad de piedras que diluviaban
sobre aquellos” y luego de aproximadamente media hora lograron desalojar a los
combatientes patriotas.
Por su eminencia y estreches franqueado por ambos costados que habían preparado con
el trabajo de un tesón continuado en el espacio de más de un año, de allí podían cargar
con galgas, como otro Gibraltar. Quedándose admirados de las disposiciones de galgas
que tenían pendientes, las disposiciones de piedras cuadradas para hondas, sus trincheras
y parapetos, obras que indican invirtieron mucha gente en su trabajo y formación.
Las fuerzas de Camargo, al no lograr llegar a su cuartel general de Santa Elena que
estaba a tres leguas de distancia, se desviaron hacia la hacienda de Munaypata “por
donde fugó Camargo, Olivera, Verdeja y el clérigo Baca y parte de su caballería”; de
las consecuencias de la batalla comentaba el comandante español, que la fuerza de
Camargo contaba con 60 fusileros, otros tantos de caballería “bien montados”,
como 3.000 indios, de los que encontraron muchos muertos “en su campo y
trincheras, y una multitud en los desfiladeros y heridos y el resto oculto en el monte”;
respecto a sus soldados dijo que fueron ocho granaderos heridos de piedras. Jauregui
hacía mención al mismo tiempo, que “El 14 bajamos al pueblo con 25 hombres, no se
encontró en ella, sino porción de maíz, y nada útil. Se incendió aquel dejando sólo la
iglesia quedando lo demás en solo reducido a cenizas para escarmiento perpétuo”. Al
día siguiente, luego de cometer su felonía, se ocuparon de arrebatar ganados de los
propietarios campesinos.
[…] los indios de la Loma, La cueva, Ingahuasi, Culpina, Pirguani y San Lucas, al
mando del caudillo Acebo y otros se habían fortalecido en la misma cresta del cerro
de Potosí, y que Camargo se le había dispersado lo más de su fusilería y por esto
se retiró a la hacienda de Mollepata distante trece leguas con dirección a
Pomobamba. Culpina febrero 20 de 1815. Bernardo Esenarro y Martín Jáuregui.
(ABNB PZ, 1.14_1-3. D.1.14.2, 1815: f. 42 – 43)
82
La batalla del cerro de Quisquira, al parecer fue muy sangrienta, en donde más
pudo el armamento bien municionado de las fuerzas reales, frente a pocos fusileros
y lo más armados de piedras y hondas que naturalmente fueron rebasados por el
enemigo. Es altamente ponderable el valor de los originarios que pese a las
desventajas de armamento, supieron luchar en favor de la liberación de su pueblo.
Con esta fecha acabo de recibir parte del R.P.FY. Melchor Castro de que V.S. se
halla en el fuerte con cien hombres, cuya noticia me ha ensanchado sobre manera,
advirtiendo la situación conflictuosa en que me hallo, a causa de que el enemigo se
ha propuesto perseguirme con el número de cuatrocientos hombres armados al
comando de Valle, con cuya guerrilla accioné el 16 del corriente en las
inmediaciones de Tacopaya en donde se presume que Ostria comandante de
caballería enemiga haya muerto según indicios; y a los pocos tiroteos que hubo se
retiró como digo tal vez por haber fenecido el cabeza de la guerrilla, hasta el grueso
que se hallaba en San Antonio, de donde desfilaron para Presto, y en el tránsito
tuvieron otra igual guerrilla algo más fervorosa con mi capitán comandante Zalazar,
éste dice haber volteado varios tablas y entre ellos algunos oficiales, y como fuera la
fuerza enemiga superante, se retiró con pérdida de dos hombres, y se replegó en
este punto.
Antes de estos, sin orden mía mi capitán Moreira que estuvo en el comando de Valda de
avanzada en el pueblo de Tarabuco, se puso a atacar, y luego lo rechazó el enemigo,
con pérdida de dos hombres; solo sé con la entrada que hicieron los tiranos al
expresado pueblo ejecutaron lastimosas muerte con las infelices é indefensas
mujeres, y criaturas; por cuyo motivo, y de hallarme poco competidor lo espero a
V.S. por momentos, para que esta provincia tan comprometida, favorezcamos con
el poderoso (ilegible) del omnipotente y el de V.S., pues el propagado respeto de
V.S. refrenará a los malvados designios del enemigo. Cuartel de Tacopaya y
febrero 21 de 1815 ( ABNB AR, Caja 13. Doc. 1154, 1815: f. 856 - 857 )
U. me dice que por la creciente de este río, no han podido pasar sus expresos, y esto
le debía convocar para no extrañar el que no hayan llegado nuestros auxilios de abajo,
pues tienen que pasar otros ríos mayores, y si un propio de U. no puede pasar este río,
estando allí un piquete efectivo con nadadores por mí para el tránsito de los que
vengan, menos podrán pasar aquellos con cargamento y tropa. Si de cierto están
en camino hace muy cerca de dos meses, que se hallan detenidos por el propio
83
Los conceptos de V.S. en todos sus oficios se han reducido a inspirarme retirada y
reunión con sus tropas, nunca me ha ofrecido el favor que en el día, lo que agradezco
con todo su cordial afecto, y como he estado cierto de V.S. comprendía plenamente
mi debilidad y mis trabajos, y con todo eso no hacía sino llamarme bajo sus
banderas; pensaba que su gente estuviere muy ocupada, y que esto le obligaba para
no socorrerme, pero esto no instaba por el auxilio, ocurriendo únicamente al cielo, el
que visiblemente bendito Dios, me ha favorecido en todo. Digo en todo, porque no
ha habido pensamiento ni movimiento grave o leve en mis operaciones y sus
designios, que no haya tenido el efecto deseado, prueba de ello es, lo sucedido en la
acción de Presto, en las dos últimas de Tacopaya y Guancarani: Esto mismo debe
disipar cualquier impresión que haya hecho en el ánimo de V.S. , la noticia de que
mis cosas van dirigidas de algún seductor ó movidas del de mil consejos de alguna
mujer, porque si estos principios tuvieran presente en mis ideas y progresos, nunca
tendrían los efectos que se ven. Como V.S. hace repetidas advertencias sobre estos
los venero y agradezco como impulsos paternales: me produzco de esta manera,
pues aúnque mis luces son cortas y grande mi impericia, si no me engaño lo que
más me ínsita al trabajo y al cuidado, es el bien general, y el temor de que mis
acciones sean tachadas por unos superiores tan circunstanciados como V.S.
esperando con ansia ver su Ilustre Tropa, pues las noticias de su venida han sido
muchas, y el que no se verifique, es otro dardo que nos yere. Y cuando será ese feliz
día que tengamos sus hijos el honor de ver tan grande padre. Dios guie a V.S.
Quartel general de Tomina y febrero digo a marzo 1º de 1815. Manuel Ascencio
Padilla. (ABNB AR, 1815: ff. 859 - 860)
De esa manera don Ascencio, hacía conocer al comandante Arenales sus
molestias que no hacían otra cosa que incomodarlo, antes de beneficiarle en su
labor y conducción de su guerrilla. Al mismo tiempo y en base a la experiencia
ganada en largos años de lucha, le manifestaba la urgente y perentoria
presencia de las tropas a su cargo, para consiguientemente acometer al enemigo
y conseguir ventajas para las armas de la patria. Sin duda, que fueron sabias
las estrategias que proponía y, sin embargo, no hubo las respuestas favorables
que él esperaba, causándole profundas frustraciones en el cometido de arremeter
al enemigo. Es altamente ponderable además, rescatar las expresiones de don
Ascencio de su fiel compromiso con la patria.
Viva la Patria: A pesar de los muchos esfuerzos que ha hecho el general Pezuela,
a destruirme y convertirme en cenizas, no ha podido conseguir otra cosa, sino
ruina y desesperación (ganancia propia de los hombres tiranos irreligiosos)
Del parte circunstanciado de don Vicente Camargo, entendemos que después de los
combates del 12 al 16 de febrero por las alturas de Santa Elena, frente a las tropas
de los comandantes Jáuregui y Esenarro, dispuso su tropa con dirección a Culpina
donde pernoctó 6 días en el sector de Churquil avistando al enemigo el 23 del mismo
mes, atacó a dichas fuerzas logrando su derrota con fuga precipitada y numerosos
muertos. De esta manera don Vicente, logró resarcirse de los combates que llevaron a
efecto sus capitanes en las alturas de Quisquira. Es de mencionar que el parte
de don Vicente contrasta grandemente con el que dio el Coronel Martín Jauregui en
fecha 20 de febrero, por consiguiente es de entender que hubo una información
magnificada de parte del comandante español.
En los primeros meses del año de 1815, el ejército del rey bajo la jefatura del
general Joaquín de La Pezuela, se encontraba aún acantonado en la población
sureña de Cotagaita, manteniendo permanente comunicación con sus parciales que
se hallaban desplazados en diversos lugares. En un parte dirigido al comandante
sargento mayor Francisco de Aguilera, instruía varias tareas a cumplir y luego de las
consideraciones pertinentes concluía con órdenes puntuales.
• Saldrá de este cuartel general mañana 4 del presente mes de marzo con 250 hombres
del 2do. Regimiento y la compañía de voluntarios de Chichas del Capitán Baspineiro, y
todos armados de fusil y bayonetas corrientes, fornituras y 50 cartuchos por plaza.
86
• Se dirigirán por los altos de Camataqui a la Palca Grande que dista cuatro leguas de
Cinti, donde acuartelará su tropa, la tendrá siempre haciendo responsable a los
capitanes cualquier falta en esta parte.
• Si desde dicho punto de la Palca grande conviniere salga a atacar en algún otro
inmediato a los cabecillas insurgentes lo ejecutará pero bien asegurado del feliz éxito
para no exponer las armas del rey.
• Tendrá el mayor cuidado de no mandar partidas pequeñas distancia en que no pueda
socorrerla por momentos, pues la experiencia a hecho ver lo mal que han encontrado
los jefes en alejarla, y exponerla a ser víctimas de los indios.
• Cuartel general de Santiago de Cotagaita, 3 de marzo de 1815.
Joaquín de la Pezuela (ABNB PZ, 1.14_1-3. D.1.14.2, 1815: f. 42 - 43)
Para los pobladores de área rural, el ingreso de las tropas españolas, les
significaba persecución, dolor y llanto por la prepotencia y abuso que contra ellos se
cometían. Las comunidades originarias eran las más asediadas y siempre se
encontraban desamparadas de todo auxilio, pues muchos de sus hombres se
hallaban militando en las guerrillas. Por el sector de la Laguna, don Ascencio, no
descuidaba en brindarles protección y procuraba estar siempre pendiente de cuanto
requerimiento precisaran. Y, así fue, que al llamado de los pobladores de Tarabuco,
inmediatamente dispuso el despliegue de sus tropas y, al cabo de su incursión
remitió el correspondiente parte de guerra:
Subdelegado Manuel Ascencio Padilla. ( ABNB AR, Caja 13. Doc. 1154, 1815: f. 856 -
857)
Al día siguiente del combate, don Vicente con una fuerza de 1.500 hombres
continuó hostilizando al enemigo acompañado de los insurgentes Caballero y
Villarrubia, que parapetados detrás las paredes de unas viñas, se enfrentaron al
enemigo hasta las dos de la tarde, retirándose luego por un costado de la finca de
San Pedro.
Le hubiesen hecho cerca de cien prisioneros, pero como mi gente estaba tan
furiosa por la audacia con que fueron provocados ayer, sin tener arbitrios para
atenderlos, todo lo llevaron al debido efecto de bala y bayoneta. 4
Es por demás doloroso y censurable conocer actitudes sanguinarias, como las que
hemos visto de parte de quienes se consideraban magnánimos vasallos del rey. Si
bien, la guerra es un enfrentamiento armado en que cada bando tiene sus ideales,
de ninguna manera se justifican hechos sangrientos ejecutados en masa; debió ser
muy triste e indignante para los combatientes de la patria la pérdida de tantos
patriotas.
Ante la proximidad del ejército del sur comandados por el general Rondeau, las
fuerzas combativas de Charcas, cada vez se hacían más beligerantes y, en su afán
de conseguir mayores ventajas don José Ignacio Zárate junto al caudillo Mena,
tomaron la decisión de arremeter a la Villa de Potosí; al parecer la tal determinación no
tuvo la coordinación adecuada con sus similares. La información que pasó a su
superioridad el Conde de la Casa de Moneda, nos permite conocer el desenlace de
aquella acción guerrillera.
4
Negrilla nuestra.
89
situarse en las eminencias inmediatas de las lagunas hacía esta parte, las que
cubrían con un cordón como de mil y más”. Ante la posibilidad cierta de una
arremetida de parte de los patriotas, el Conde dispuso el acuartelamiento de
soldados y población civil que se reclutó con la ayuda de los clérigos de las iglesias de
San Agustín, Convento de Santo Domingo, San Roque y San Lorenzo “Estas tropas
urbanas se mantuvieron en vela toda la noche y la veterana en la plaza”; en la mañana
se desplazó con
200 hombres de la guarnición de veteranos y el cuerpo de caballería de 50 jinetes ,
dos cañones y los curas con su gente hacía el camino de Chaquí para cortar la fuga,
dejó la plaza con poca gente de empleados y compañía de comercio. Bajaron los
insurgentes en guerrilla, pero los combatientes de la villa lograron rechazarlos,
ocasionándoles “14 muertos, 3 fusiles, 11 prisioneros y llevando muchos heridos”. El
parte fue suscrito en Potosí, el 7 de abril de 1.815. En reglón de margen, anotaba:
Hay una de confidencial que dice que hay que tener cuidado de Zárate y que
Camargo esta por Tarapaya. El ataque que realizó Zárate era para distraer la
acometida a Potosí, pero se adelantó por ser el solo en distinguirse. La plaza de
Potosí está débil y deben procurar su seguridad (ABNB PZ, 1.14_1-3. D.1.14.2,
1815: f. 86)
Así, el intento de Zárate en tomar la Villa de Potosí, se frustró y tuvo que replegarse al
interior a la espera de una nueva oportunidad.
En su nota remarcaba:
He recibido dos oficios de V.S. el uno con fecha 19 y otro fecha 18 más dos cajones de
municiones de lo que doy a V.S. las debidas gracias, a mi nombre y de la patria.
90
V.S. me previene que trate con el emisario Dr. José Mariano Téllez sobre la reunión que
debía hacer a su cuartel general, y como anteriormente hubiese recibido oficio de
nuestro General en Jefe en que me previene me aproxime a las inmediaciones de
Potosí y si puedo tome la plaza, y como para esta operación de dicha reunión con V.S.
era necesario tomar parecer a nuestro jefe por lo que relato, convenimos con el emisario
de V.S. hacer propio a Santiago en alcance del señor general para determinar lo que
convenga, y según el resultado, levantar mi campo. Para una retroparte, quien me dice en
respuesta del (ilegible) me mueva de este Ingaguasi y que remita víveres y animales para
las tropas. En cuanto al armamento descompuesto que dije en mis anteriores a V.S.
tenía para mandarlo no lo hago porque ya tengo operarios quienes lo pongan hábiles.
Ingaguasi, mayo 3 de 1815 (ABNB AR, Caja 13. Doc. 1158, 1815: f. 878)
Los patriotas, ante la retirada de las tropas de Pezuela, no dudaron en tomar la ciudad de
Potosí y esperar en ella al ejército del sur. Al respecto en sus memorias el general Pezuela
había manifestado:
Apenas nuestras tropas evacuaron la Villa de Potosí el 26 de abril, entró en ella Zárate con
4.000 indios, apoderarse de la autoridad con despojo del gobernador nombrado por el
ayuntamiento y entregó luego la población al saqueo y a los desórdenes consiguientes a
semejante licencia, pocos días después llegaron las tropas de Rondeau a la citada villa. (ABNB
PZ, 1.14_1-3. D.1.14.2, 1815: f. 58)
Algunos indios y cholos encabezados por una mujer del pueblo conocida con el nombre
de la Alcabalera, cometieron algunos desmanes en los días que estuvo Zárate en el
gobierno, saquearon las casas del cura Calero, la de Don Pedro Cano (calle de San
Francisco) y de Don José Suasnabar, al ver esto los realistas se asilaron en los templos
y conventos con sus familias por temor a ser maltratados.
91
En ese tiempo, nos refiere el cronista, que las torres de la nueva construcción de la
Iglesia Matriz, ya iban tomando cuerpo. (La actual que conocemos).
El general Socasa, fiel vasallo del rey, tuvo varias intervenciones en combates librados
contra los patriotas, en su vida particular él fue un próspero comerciante y un prestamista
muy conocido en la villa, lamentablemente quien sufrió las consecuencias fue su viuda
esposa.
Por las mismas fechas de abril, el general Rondeau, finalmente había ingresado al
territorio de Charcas y, en una de sus primeras comunicaciones al gobierno de
Buenos Aires, expresaba:
contingentes indicaba que habían arribado por la mañana, resaltaba igualmente que
entró “el resto de las tropas entre los vivas y aclamaciones de un pueblo generoso, que
gimió aproximadamente cerca de 2 años, y hoy asegura su felicidad (AHP
BM.00.02/T5,1815)
[…] siendo el 3 de mayo grandiosamente recibido por el pueblo patriota; la multitud que
vitoreaba a sus toscos, pero heróicos guerreros, entusiasmada hasta el frenesí, admiró
la corrección y el orden del renombrado batallón Leales, a cuya cabeza la célebre
guerrillera Juana Azurduy de Padilla. En seguida, reunida una asamblea popular
y elegido nuevo Cabildo, Padilla fue designado jefe político y militar de Chuquisaca. El
pundonoroso y modesto caudillo se limitó a encargarse de la jefatura de armas, instando
al Cabildo eligiera para Gobierno Civil al ilustre patriota don Juan Antonio Fernández.
(Urquidi,1918)
Yo fui alojado en la casa de los señores Garrón, cuadra y media de la iglesia de San
Agustín, para el oeste, es decir, pasando la boca calle de la cuadra llamada de las siete
vueltas, la puerta siguiente. En esta casa fui recibido con el mayor agasajo y cariño, tanto
por el señor Manuel Garrón, como su señora, quien me llamaba su hijo, y me dispensaba
de todas las atenciones y cuidados de una madre afectuosa y cariñosa.
A los quince días de estar viviendo en esta casa, como parte de esta familia respetable,
vino una mañana como a las diez del día, cuando estábamos almorzando en el
comedor, un segundo comisario del ejército llamado Santos Rubio, a buscar un tapado,
que había en la casa, de oro y plata, efectivamente, el tapado se descubrió y se sacaron
como unos 30.000 pesos fuertes, fuera de otros efectos que se hallaron en un cuarto
que estaba tapiado y la puerta pintada al óleo, pero tan perfectamente bien revocada y
pintada, que tan solo la persona que la había hecho, podía saber dónde estaba la
puerta de entre piezas que era muy espaciosa, y que contenía una porción de artículos
93
Don Isidro, se había incorporado en las filas patriotas justamente en los memorables
días de la revolución de Buenos Aires, por ese tiempo él contaba con la corta edad de 8
años, tiempo después formó parte de la expedición al mando del general Rondeau, de
esa manera llegó a la Villa de Potosí a la edad de 13 años; le tocó participar en la
batalla de Sipe Sipe con el grado de teniente, teniendo bajo su responsabilidad una
escuadra de combatientes; lamentablemente fue herido y hecho prisionero para luego
ser conducido hasta los calabozos del Callao en Lima. Allí, en las mazmorras,
conoció al patriota potosino don Mariano Subieta. Don Isidro Quezada nació en
Buenos Aires el 26 de junio de 1802. El general San Martín lo canjeó el 3 de mayo de
1821 y le tocó participar en las batallas de Junín y Ayacucho.
En el mismo mes de agosto por el sector de Paría en donde tenía el ejército español
sus avanzadas; éstos se veían cada vez más asediadas por los patriotas. Pezuela en sus
memorias manifestaba al respecto “en aquel ventajoso punto, contenían las
incursiones de Arenales, Lira, Somoza, Camargo y otros sobre las provincias de la
espalda; y en el caso de abandonarlo era casi inevitable la sublevación y pérdida de
La Paz y Oruro”.
El alto mando del ejército español a la cabeza de Pezuela había resuelto salir de
Challapata el 28 de agosto para atacar al enemigo en Yocalla; más por instrucciones
de Lima, en sentido de esperar un tiempo prudente, a objeto de recibir refuerzos,
es que nuevamente llama a su plana mayor a fin de considerar las últimas
instrucciones recibidas. Pezuela en la citada reunión, les había hecho conocer que la
situación se presentaba desfavorable para sus armas. De sus memorias, hoy
conocemos la vivencia personal en la que se encontraba en ese momento “Me hallaba
frente a un ejército enemigo de más de cuatro mil hombres reglados con diez piezas de
artillería en la fuerte posición de Yocalla; Arenales en Cochabamba con mil y seis
cañones, disponiendo su marcha sobre Oruro; Lanza en Sacaca y sus inmediaciones
con 150 de fusil y mucha indiada; privándonos los víveres por la izquierda”, luego de
hacer otras consideraciones más y estar profundamente convencido, decía “que
sólo una batalla podía alejar la funesta perspectiva que nos amagaba, porque el
hervidero de los cabecillas que más nos afligían” (Servetto, 2007: 539 - 541);
finalmente la junta había decidió esperar la llegada de los refuerzos y retirarse a
94
Sorasora por ser éste más estratégico; sin embargo, para Pezuela no había
conformidad en la decisión, no obstante la situación que se presentaba tuvo que
hacerla cumplir.
El 16 de los corrientes a las dos de la tarde tuve la suerte de entrar, con mi cuartel general
a éste punto de Ayohuma, célebre en la historia de las desgracias de la campaña anterior”;
seguidamente hacía referencia al ejército español en sentido que había abandonado
precipitadamente todas sus posiciones de Condo, Ancacato, Aullagas, Chayripata, y que
huyó replegado a Oruro, concluía su nota remarcando “Remito acá el ejército é incorporado
las divisiones de Arenales, Camargo y Padilla, nos veremos hacía el último asilo de los
tiranos. Cuartel General de ayohuma septiembre 17 de 1815 (Biblioteca de mayo, 1963:
13438)
En ese marco preparatorio de las unidades castrenses de ambos bandos, no faltaron las
intrigas de desprestigio con uno de los integrantes del comando patriota; así fue, que
en esos momentos de definiciones, el blanco de las maquinaciones fue el Gral. Antonio
Álvarez de Arenales comandante de la División No. 12. De tales maniobras, fueron
portavoces varios sujetos, que llegaron personalmente ante la comandancia de don
Vicente Camargo, quien antes de dar crédito a dichas insinuaciones, prefirió percatarse
personalmente de su veracidad. Del incidente que se dio en los días previos al combate nos
refiere don Pedro José Reyes, en un informe que le correspondió suscribir en años
posteriores.
Con motivo de que el finado teniente coronel don Vicente Camargo fue nombrado
por el excelentísimo señor don José Rondeau, de subdelegado al partido de
Chayanta, con destino de levantar un regimiento y observar al frente del enemigo en
Challapata sus pasos, arribó una noche un eclesiástico a San Pedro de Buena Vista
donde existía la partida de observación y pidiendo audiencia al territorial declamó contra la
conducta del señor Arenales de un modo bastante criminoso y concluyó diciendo que salía
de garante de cuanto delataba como testigo de vista en Cochabamba donde gobernaba
aquél. Electrizado el celo de este jefe, me hizo llamar como a su asesor titulado por el citado
señor general, y quiso obligarme, pusiera un informe al superior gobierno con el fin de
que pusiese remedio. No tuve embarazo en despreocuparlo con reflexiones cuerdas,
mas como a las nueve días se presentó el doctor Reque regular de aquella ciudad con
igual objeto que el antecedente, su relación de este decorado individuo que aseguraba
haberse sorprendido una correspondencia entre el enemigo y el citado mayor coronel,
cuya noticia iba a impartirla a su excelencia, puso en balanza su opinión en tal grado que
Camargo por sólo orientarse con solidez hizo viaje a Torata asociado entre otros
oficiales y de su mayor don Pedro Miguel Vidal bajo de mucha cautela, con pretexto de
comprar ropa para uniformar sus soldados. Allí desengañado por personas sensatas
mediante informes secretos, así suyos como de su mayor en Cochabamba, vino a
deducirse, que el enemigo desesperado de atraerlo a su partido, dirigía especies
dirigidas a desconceptuarlo, y que los citados recurrentes, al menos el regidor poco
crítico, y el otro por personalidades habían vulnerado su honor (Biblioteca de mayo, 1963:
95
15291)
Don Vicente Camargo, como no podía ser de otra manera, frente al incidente que se dio,
demostró una vez más, su profunda convicción de rectitud y honorabilidad, antes de
caer en burdas felonías que hubiesen ocasionado grandes perjuicios a los
sentimientos de la patria.
Estando ambos ejércitos en los momentos previos a lo que iba a ser la batalla
definitoria; apareció en el campo de las tropas del rey, un prisionero que fugó de las filas
del ejército patriota, en 7 de septiembre éste informó detalladamente al Gral. Pezuela,
del estado del ejército de Buenos Aires. Para el comando español, sin duda fue de
vital importancia la información recibida (Servetto, 2007: 542)
Olañeta.
La insigne historiadora del siglo XIX, doña Lindaura Anzoátegui de Campero, nos
refiere los momentos vividos por los esposos Padilla y, lo hace apoyada en la
versión verbal que le hizo el patriota José Barrero testigo ocular de todo cuando
había sucedido 5. Nos dice, que una vez retornó don Ascencio a La Laguna y casa
de don José, se agolparon los combatientes de la guerrilla a pedirle cuentas de sus
determinaciones personales, fue grande la hostilidad que demostraron por
considerarlo un traidor. La situación se tornó rápidamente muy peligrosa para su
vida, más la firme decisión de doña Juana, que con mucha valentía los
enfrentó:
Bien venidos seáis mis leales y bravos compañeros […..] Yo, como vosotros,
conozco la acusación que contiene este papel, y más que vosotros quiero y debo
5
Debe considerarse que la de Lindaura Anzoátegui es una obra literaria y puede contener elementos
ficticios. Por nuestra parte no conocemos ningún documento que corrobore lo afirmado por ella.
97
esclarecerla. Soy la esposa del acusado [ …] pero antes que eso están mis
sentimientos por la patria y mis deberes de jefe. En virtud, pues, de mi autoridad
y cumplimiento de mi deber, voy a entregaros al sindicado haciéndoos guardianes y
responsables de su seguridad y vida, hasta que el juicio militar, que se organizara
inmediatamente, le prueben su crimen y ordene su castigo [….]. Convencidos de
las palabras de doña Juana, procedieron a encaminarse hacia donde podría
efectuarse el proceso, en ese ínterin se escucharon voces de alarma ante la
presencia de los soldados españoles que a la cabeza del comandante Castro y el
capitán Pedro Blanco se aproximaban a la población; la reacción de la gente fue
adversa a lo que se podía esperar, pues, la multitud fue en pos de don Ascencio para
vengarse de lo que creían se confirmaba, ante esa situación una vez más doña Juana
demostró su valentía increpándoles ¡Cobardes! Volvéis las espaldas a ciento para
asesinar a uno solo [….] ¡Hazaña digna de vosotros! [....] Avanzad, pues, que yo
me basto para teneros a raya. Así, escuchando esa voz de valentía, la gente había
comprendido lo que estaba ocurriendo y entre ellos apareció don Ascencio espada
y pistola en mano para defenderse, viendo actitud tan valerosa sus soldados
reaccionaron en contra de los españoles; sin embargo, la situación era muy
delicada, puesto que se encontraban rodeados por los soldados del rey, ante
esa situación insostenible, la providencia ayudó con la presencia del padre
Polanco que con una guerrilla irrumpió a voz de “Viva Padilla” ¡Viva Padilla”,
cambiando de esta manera la posición adversa de los soldados de la patria e
inmediatamente reaccionaron los invasores tomando la retirada
( Anzoátegui, 1 8 9 5 : s . p . )
Del mismo modo, doña Lindaura refiere un pasaje de mucho significado, que
aconteció en los precisos instantes del combate. Había ocurrido que en el fragor de la
lucha, el objetivo de los soldados enemigos era el de truncar la vida de doña Juana,
más la actuación sorpresiva del capitán Castro “corrió a protegerla”, salvándola de una
muerte segura a cuya consecuencia ofrendó su vida. Doña Juana lo más que pudo
hacer por el militar español fue devolver el cadáver al campamento de Pedro Blanco y
le hizo llegar una nota muy sentida:
Doña Juana Azurduy de Padilla al Comandante Pedro Blanco. El Capitán don Hernando
de Castro ha muerto, y recibiendo en su noble pecho el golpe que asestaron los suyos
contra el mío. Preparaos a recibir su mortal despojo, que lealmente os devuelvo,
comprendiendo que á vos y a los vuestros a quienes toca conservarlo. Honor y Paz sobre
su tumba. ( Anzoategui, 1 8 9 5 : s . p . )
libertad, mientras que para los españoles garantizar la presencia del rey en
Charcas. Ya había sucedido similar situación en las batallas de 1811 y 1813 en que
perdieron respectivamente Castelli y Belgrano. Perdida la batalla de Sipe Sipe, para
los patriotas de Charcas se vislumbraba un futuro de mucho sacrificio porque en
ellos quedaba la decidida determinación de continuar con la lucha.
Así, Sipe Sipe, fue una de las últimas batallas en que dos ejércitos
regulares se enfrentaron en pos de sus convicciones. Lamentablemente para las
tropas argentinas fue de funestas consecuencias, sobre todo por la pérdida de
vidas humanas que ascendieron a cientos de hombres que desde las derrotas de
Castelli, Belgrano y la última de Rondeau, se sumaron a miles las vidas truncadas
que regaron con su sangre las tierras de Charcas, muchos de ellos jóvenes,
quizás citadinos o del área rural, ya sea mestizos, criollos, negros ó pardos,
murieron heróicasmente por los sublimes valores de la libertad.
1º. Averiguar la conducta de los habitantes del Partido para que sean castigados
todos aquellos que hubiesen sido nuestros principales enemigos, ya por adictos a los
revolucionarios de Buenos Aires ya por haber sido seductores de sus conocidos, o
vecinos que se unen a la causa de aquellos.
2º. Remover a los caciques, pedáneos y segundas, que hubiesen servido estos
destinos en el tiempo en que los enemigos han dominado este Partido y colocar a
otros de satisfacción.
4º. Los habitantes de este Partido que no son tributarios han de pagar por castigo de
su rebeldía 12.000 pesos para gastos del ejército.
5º. Procederá con la mayor escrupulosidad a recoger y depositar en las salas de armas
todos los de fuego que encuentre en la provincia, conminando por bando con pena
de muerte al que ocultase un fusil, con multa de 100 pesos al que tuviere y no
presente su escopeta o pistola, siempre que pudiese pagarlo, y con 100 azotes si fuere
pobre”. “Macha, 29 de noviembre de 1815. Joaquín de la Pezuela. (ABNB PZ,
1.14_1-3. D.1.14.2, 1815: f. 129)
hostilizar entretanto al enemigo sin perder los medios más activos y que sean
imaginables para lo que queda U.S. autorizado ampliamente.
U.S. como Comandante en Jefe del Departamento que le está encargado libre las
órdenes precisas para reconcentrar oficiales y tropa rezagadas y recoger el
armamento.
Espero que en esta ocasión será U.S. tan diligente y entusiasta en obsequio de la
Santa Causa de la Patria, como ha sido ejemplar y benemérita su conducta y su valor
desde un principio en todos tiempos.
Dios guarde a U.S. José Rondeau. Señor Coronel Comandante en Jefe del
Departamento de Chuquisaca, Don Manuel Ascencio Padilla. (Gantier, 2000: 136)
Señor General:En oficio de 7 del presente mes, ordena U.S. hostilicé al enemigo de
quien ha sufrido una derrota vergonzosa; lo hare como he acostumbrado hacerlo en
más de 5 años por amor a la independencia, que es la que defiende el Perú, donde
los Peruanos privados de sus propios recursos no han descansado en 6 años de
desgracias, sembrando de cadáveres sus campos, sus pueblos de huérfanos y
viudas; marcado con el llanto, el luto y la miseria: errantes los habitantes de 48
pueblos que han sido incendiados: llenos los calabozos de hombres y mujeres
que han sido sacrificados por la ferocidad de sus implacables enemigos: hechos el
oprobio y el ludibrio del ejército de Buenos Aires, vejados, desatendidos sus méritos;
insolutos sus créditos y en fin el hijo del Perú mirado como enemigo, mientras el
enemigo Español es protegido y considerado: Si Señor, ya es llegado el tiempo de
dar rienda suelta a los sentimientos que abrigan en su corazón los habitantes de
los Andes, para que los hijos de Buenos Aires hagan desaparecer la rivalidad que
han introducido, adoptando la unión y confundiendo el vicioso orgullo autor de
nuestra destrucción.
La conclusión del año de 1815 fue de profunda adversidad y frustración para los
habitantes de Charcas. Los hombres de la patria habían puesto toda su esperanza
en la llegada de las fuerzas armadas del sur, con ellas se pensaba dar la última
batalla que engalanada con la gloria de un triunfo desterrarían de su territorio al
poder español, mas los designios no fueron favorables a tan altas aspiraciones. Los
guerrilleros de la independencia de Charcas, no escatimaron esfuerzo alguno en los
constantes combates frente al enemigo y pese a todo, aún tenían la mirada firme
puesta en el logró de sus anhelos de libertad. Como en todo sentimiento de
emancipación, los combatientes de las tierras altas de América, juraron nuevamente
no sucumbir a la adversidad y continuar en su lucha consagrada a su patria.
102
AÑO DE 1816
Este general español en sus memorias, hacía mención de las fechas posteriores a la
batalla de Sipe Sipe, señalando que:
Puestas en orden regular las cosas, y establecidos los planes más útiles en todos los
ramos, llamándome ya la atención las operaciones de mi ejército y su ocupación
sucesiva, salí el 12 de enero de Cochabamba con el Estado Mayor y Escuadrón de mi
Guardia (ABNB PZ, 1.13_1 y 2. D.105-1; 1813 – 1816: f. 206)
Por estos motivos preparé otra división compuesta del Batallón de voluntarios de
Castro y Escuadrón 2ª de Cazadores que encargada al mismo comandante de Castro
don Buena Ventura Centeno, salió de Potosí el 7 de marzo, emprendiendo su marcha
por La Lava, Vilacaya y San Lucas, con dirección a Cinti y el objeto de buscar al
mencionado Camargo. Previne de esta disposición al comandante general de
vanguardia (Olañeta), a fin de que el Batallón de Cazadores, que se hallaba en el río
de San Juan, permaneciese fijo en él, para cortar la retirada a Camargo si huyendo de
Centeno que iba por su frente trataba de hacerla por aquel punto. (ABNB PZ, 1.13_1
y 2. D.105-1; 1813 – 1816: f. 220)
La persecución a los grupos guerrilleros de Cinti fue más persistente con el objeto
de doblegarlos y, por consiguiente no escatimaban esfuerzos para el envió de
nuevas tropas; el general estaba convencido al referirse que
tantos lanceros y los restantes indios de honda, con la cual rodearon a Centeno en
Cinti el 13 (marzo), tomándole toda la altura”. (ABNB PZ, 1.13_1 y 2. D.105-1; 1813 –
1816: f. 230)
[…] había quedado rezagado con 60 indios y cuatro fusiles en la hacienda llamada
El Caserón distante siete leguas de Cinti, y a las 7 de la mañana del día 22 de
marzo llegaron a atacarle, y después de un corto tiroteo emprendió su fuga y fue
perseguido en ella más de una legua, logrando escapar el caudillo a pie en lo
escabroso de aquel terreno, así como otro, su compañero Juan Guevara, que con
otros 50 y seis fusiles se hallaba a mayor distancia, tomándoles a ambos once
prisioneros y tres mujeres, incluso la del caudillo Aparicio, cuatro fusiles y muchas
mulas (ABNB PZ, 1.13_1 y 2. D.105-1; 1813 – 1816: f. 231)
Poco tiempo después el comandante Pezuela había recibido noticas del sector del
Curato de Calcha y en base a la información, apuntaba que:
En estos mismos días recibí parte de Vitiche, en que se me aseguraba que los
referidos caudillos Cuiza, Gonzales, Fuente y Martínez se aproximaban a aquel
punto, que justamente estaba el camino por donde venían al cuartel general las
remesas y con efecto inmediatamente se me dio parte de que habían entrado en
Vilacaya, cinco leguas distante de dicho pueblo de Vitiche, y atacado y destruido una
partida de 20 hombres armados de fusil que allí había de avanzada (ABNB PZ,
1.13_1 y 2. D.105-1; 1813 – 1816: f. 247)
Los enemigos del frente, esto es lo que Rondo había podido reunir después de su
derrota en la batalla de Wiluma, incluso dos regimientos No. 2 y 3 que recibió de
105
Buenos aires a la orden del coronel French cuando iba huyendo por Humaguaca,
componía la fuerza de 1.800 hombres y seis piezas de artillería, más en Jujuy
se hallaba el intruso gobernador de Salta Martin Güemes con unos 400 a
quienes se podía haber destruido inmediatamente si los infames caudillos
Padilla, Camargo y demás no hubieran ocupado tanto las tropas del ejército,
ó por mejor decir si los siempre infieles y obstinadas provincias del
Desaguadero a Salta no hubiesen abrigado, reforzando y animando con su
conducta a los mencionados caudillos que entre gente armada y indios de
lanza, garrote y honda habían remitido en los Partidos de la Laguna, Puna, Cinti y
Tarija más de 8.000 hombres, y como yo me hallaba con pocas fuerzas disponibles
por tenerlas divididas en las expediciones citadas sin haber recibido de Lima el
auxilio de mil hombres con que contaba de las tropas españolas (ABNB PZ, 1.13_1
y 2. D.105-1; 1813 – 1816: f. 240)
[…] pero viendo que aquellos habían sido rechazados por tres veces en la cima y
que se empeñó de tal modo el combate que exigía auxiliarlos, me dirigí a ellos
advirtiendo también que los expresados grupos apostados cargaban a reforzar al
que se batía. Duró la acción como hora y aseguro a V.E. sin la menor
exageración. Que he visto (ilegible) y energía semejante a la de estos enemigos
que asaltaban los fusiles como si no ofendiesen. Los soldados ya mezclados en una
continua lucha forcejeando de las armas que se les querían quitar de las manos; y
106
Después de la derrota sufrida por los patriotas en los campos de Arpaja, los
comandantes del sector de Cinti no dudaron jamás en declinar y someterse al
enemigo, al contrario, se reorganizaron y continuaron con la lucha aúnque desigual,
pero siempre con la altivez y valentía que continuamente demostraron en los
109
Mientras tanto, en la lejana península ibérica por orden del 14 de octubre de 1815,
el rey había dispuesto el nombramiento de virrey y capitán general del Perú en la
persona del general Joaquín de la Pezuela y fue que, en fecha
10 de abril de 1816, llegó a Cotagaita la dicha disposición; inmediatamente el
susodicho general preparó su viaje a la capital de Lima partiendo el
15 de abril. En su reemplazo quedó como comandante en jefe el general Juan
Ramírez, quien como nuevo responsable continuó con la estrategia de acabar las
guerrillas de Charcas.
Una vez recibidas las órdenes precisas de traslado a Lima para hacerse cargo del
virreinato, el general Pezuela procedió a la entrega del comando previo un informe
muy pormenorizado. De él extractamos lo más sobresaliente del dicho documento.
• Costo que tuvieron los espías y ejecutivos avisos en los tres años de mi mando del
ejército
Por consiguiente los gastos de operación del ejército del rey en las tres gestiones
llegaron a la suma de 3.361.023 Pesos.
El general Camba al referirse al sector de Ñuqui, lo hizo de la siguiente manera: “El cerro
de Ñuqui dista cinco leguas de Vitichi, y por lo tanto les era fácil a los alzados invadir
el camino real de Potosí al cuartel general, robar los auxilios de dinero, vestuario,
municiones y toda clase de provisiones que se remitían al ejército”. El cerro estratégico,
se encontraba igualmente próximo a la población de San Lucas de Payacollo, a las
poblaciones de Puna, Chaquí, y Vilacaya.
Así que salió de Cinti el batallón Castro, volvieron a reunirse aquellos tenaces indios.
El subdelegado con más arrojo que prudencia marchó contra ellos con poca tropa y
algunos paisanos armados; mas habiendo temerariamente adelantado cayó en una
emboscada, fue derribado del caballo de una pedrada y abandonado de su gente quedó
en poder de sus inhumanos enemigos que lo acabaron de matar mutilándolo
bárbaramente […] Entre tanto volvieron los indios rebeldes á apoderarse del cerro
de Ñuqui y aún á amenazar la guarnición de Vitichi, cuyo comandante dio
parte el 9 de mayo al general en jefe de que noticioso de la aproximación de los
indios había hecho salir á su encuentro parte de la guarnición, la cual había
logrado batirlos cogiéndolos 15 prisionero que fueron seguidamente muertos a
palos; que persiguiendo a los batidos emprendieron estos resistir favorecidos de
la escabrosidad de la inmediata quebrada; que también fueron aquí batidos y
dispersados, y que habiéndoles hecho 44 prisioneros con un caudillo sufrieron
todas la misma clase de muerte que los anteriores. (García Camba, 1846: 218)
112
De esa manera, los valientes de San Lucas y Puna enfrentaron al enemigo dando
muestras de su arrojo y perseverancia, lamentablemente las armas españolas
consiguieron el desbande de los decididos quillacas, asanaques y yucasas; sin
embargo, nuevamente reorganizados continuaron atacando en diversos lugares
bajo la conducción de sus comandantes.
Decíamos que por el sector de Vitichi, hacían sus correrías los patriotas
comandando a sus tropas de valientes originarios, del parte de guerra enviado por
el coronel Baspineiro conocemos:
Mientras que en Charcas, las guerrillas continuaban en su lucha valiente con las
fuerzas armadas del rey. En las Provincias Unidas del Río de La Plata, se iba
consolidando el espíritu independentista, puesto que hombres designados como
delegados de todas las provincias arribaban a la ciudad de Tucumán imbuidos con
toda la fe y esperanza de constituirse en una nación independiente; y fue el 9 de
julio que el Congreso de Tucumán declara la independencia de las Provincias
Unidas convirtiéndose de este modo en una república (desde esa fecha vino a
llamarse Argentina), mientras que Charcas fue incluida como parte del nuevo
Estado. Los diputados por las provincias altas fueron los siguientes: Serrano,
113
Habiendo recibido por mis espías que el caudillo Gonzales trataba de ocupar este
punto con los caudillos Cardozo y Fuentes en Chanchacclli, encargué al capitán
Medinaceli y al capitán Baspineiro para que los interceptaran y fue el 4 de de
septiembre que ocurrió el enfrentamiento en donde perecieron 63 hombres y entre
ellos el caudillo Carreño, hubo 50 prisioneros, de ellos en el acto pasó por las armas a
17 de ellos, hubo también 2 muertos españoles bien parecidos, murieron también los
capitanes Andrés Condori del pueblo de Noata y Matías Flores de Vila Vila que
fueron fusilados.La cabeza de Carreño se ha colocado en la plaza de Tuctapari, lugar
de su nacimiento. Cotagaita, 13 de septiembre de 1816 (ABNB PZ 2.4_1-4.
D107.2.4 (1) , 1816: f. 127)
glorias para sus armas, entendemos que la participación de los patriotas fue
militante y valerosa.
Fue así, que don Ascencio conjuntamente doña Juana continuaban en la dura
batalla contra el enemigo. En percepción de don Rufino Vercolme al dirigirse a su
superioridad en referencia al incansable comandante Padilla, manifestaba“Este
infame y principal caudillo, que con varios grupos que tiene repartidos a
distancias por todos los caminos que entran a esta ciudad nos tiene oprimidos con la
ninguna entrada de víveres en ella, y absoluta comunicación de todas partes”
(ABNB PZ, Gaceta 53, 1816: f.58)
Don Ascencio en conocimiento de que las fuerzas del rey, comandadas por el
coronel José Santos de la Hera a la cabeza de 700 hombres se había desplazado a
su encuentro, optó por esperarlos en el punto de San Julián distante una legua de
la Laguna; en los aprestos de entrar en combate, dispuso sus tropas en varios
lugares, al oriente del sur del Villar, con sus “Leales” decía:
[…] a mi esposa doña Juana Azurduy con treinta fusileros y doscientos naturales con
toda arma; en el punto de Sopachuy que hace en el intermedio del sur y occidente al
capitán Jacinto Cueto, con cuarenta fusileros, y quinientos de toda arma, y los más de
ellos bien cabalgados (Biblioteca de mayo, 1816:13502)
[…] sin temor a sus armas de fuego que sin cesar disparaban contra ellos se fueron a
las manos de los fusiles, y haciendo fuerzas de valor más inaudito les quitaron las
armas, destrozándoles enteramente, donde murieron trece oficiales y entre ellos el
comandante Herrera (Biblioteca de mayo, 1816:13504)
manifestar:
Así fue, que el 14 de septiembre, se convirtió en un día de luto para la patria, había
muerto el más grande patriota de la guerra de la independencia. Desde sus inicios,
don Ascencio había dado todo de sí por la justa causa de la libertad, aún
sufriendo muchos percances en la lucha desigual frente a un enemigo mejor
armado y disciplinado, no le amedrentaron diversas adversidades desde los
familiares o de milicia, siempre supo armarse de coraje y valentía. Quiso a su
patria libre de toda intervención foránea, él soñaba con una patria verdaderamente
soberana e independiente, que en manos de sus verdaderos hijos surja y se proyecte
un futuro con justicia social. Presumimos que si don Ascencio, hubiese coronado la
independencia de nuestra patria, con seguridad que no habría permitido que criollos
adeptos al rey sean parte de la conducción del nuevo Estado. La carta enviada
al general Rondeau después de la batalla de Sipe Sipe, debiera ser para los
bolivianos de hoy, el mandato póstumo para nuestra nacionalidad y a través de ella,
llegue el pensamiento del coronel Padilla a todos los confines de nuestra patria.
6
Conviene aclarar aquí que esta versión de la muerte de Padilla, proviene del mismo Ovando y es
recogida de terceras personas por Miguel Ramallo (Guerrilleros de la independencia , La Paz:1919)
118
El capitán don Lorenzo Torres que llegó anoche del interior a esta ciudad trae las
plausibles noticias siguientes: que habiendo salido del pueblo de Colpa en 5 de
diciembre con dirección a ésta, dejó en aquel punto la división del comandante don
Esteban Fernández, fuertes de 400 bayonetas, y un sin número de naturales de honda y
palo, estando toda la infantería bien disciplinada por buenos oficiales (de los que
algunos nos son conocidos) y muy entusiasmada por los muchos emigrados de juicio
que se han acogido allí: los enemigos la respetan a pesar de ser el apoyo de sus
desertores y pasados: que en la Loma se halla el comandante Acevedo con 100
fusileros instruidos: En Santa Elena el de la misma clase Barroso con 150 entre
infantes y dragones: en Acchilla, Fuentes y Zerna con 60 fusileros: en Tacaquira
cuatro leguas de Cinti un comandante (cuyo nombre se ignora) hostiliza cruelmente al
enemigo; y que supone ya reunidas a Fernández todas estas partidas para
emprender una expedición formal a cierto punto, de lo que ya se había tratado
estando aún allí mismo Torres, excepto la fuerza que de orden del mismo
Fernández mandaba en Pilima el comandante Flores y consta de 30 fusileros y más
de 300 naturales.
Igualmente que 600 hombres del enemigo marcharon a Cochabamba por haber
derrotado su guanición los comandantes Fajardo, Lira, Gandarillas y Curito: por
último asegura que los pasados confirman grandes convulsiones en el Cuzco, y que
en todos los pueblos de que tienen alguna sospecha, han atrincherado sus
guarniciones. Cuartel general en Tucumán 16 de febrero de 1817. Francisco
Fernández de la Cruz (Biblioteca de mayo, 1816:13502)
El año de 1816, fue para las armas de la patria, muy funesto por las pérdidas de los
principales caudillos, don Vicente Camargo y don Ascencio Padilla, habían dejado
de existir, significando para la causa de la libertad una gran pérdida. Sin embargo,
ellos que lucharon palmo a palmo con los enemigos de la libertad si bien habían
partido al más allá, dejaron como un legado a sus compañeros de lucha el de no
claudicar hasta conseguir la independencia de Charcas.
120
AÑO DE 1817
En Charcas, en los meses de enero y febrero “El segundo del famoso caudillo
Padilla por ese tiempo desesperanzado de sostener la rebelión por el lado de
Chuquisaca, se retiró a las ásperas montañas de Yuracarés en confines de
Cochabamba” (García Camba, 1846:244) así, manifestaba el Gral. Camba en
sus memorias refiriéndose al comandante de la patria don Esteban Fernández;
no obstante, él siempre estuvo en permanente hostigamiento a las fuerzas
reales.
Por el mes de enero el bravo guerrillero mayor Ravelo, fustigaba al enemigo desde
el cerro de Cañashuaico, sector de Santa Elena. Los españoles creyeron haber
logrado convencer a los naturales de la región a que depongan las armas y
para su conformidad les otorgaron: “papeletas de seguridad”, que les permitía
no ser molestados por las fuerzas reales; con todo, los originarios mantenían su
rebeldía, y junto al patriota Ravelo atacaron al enemigo y en demostración de su
lealtad a la patria “las papeletas las rompían con algazara”.
mando de 400 hombres, logrando burlar a las fuerzas españolas por la “Quebrada
del Toro” y toma por retaguardia Humahuaca e inmediatamente pasa a Tarija
apoderándose de aquella plaza. Posteriormente encamina sus pasos hacía la
ciudad de Chuquisaca, en el entendido de que su ocupación sería factible al
considerar que no se encontraba bien guarnecida; sus tropas atrincheradas en el
sector de la Recoleta inician el ataque, más la supuesta sorpresa al enemigo,
resultó respondida con fuerte agresividad resultando un combate bastante reñido,
saliendo vencedores los españoles. Así, terminó una vez más la posibilidad de
tomar la plaza de Chuquisaca, fue éste intento, el último que llevaron a efecto las
fuerzas armadas de la Argentina. De esa manera, quedaba aislada la inmensa
geografía de las provincias de Charcas, ocupada y encerrada por el ejército
español tanto por el norte como por el sur.
Con mucha antelación, en las Provincias Unidas del Río de La Plata, se realizaron
los preparativos para tramontar la cordillera de los Andes con el objetivo de llegar
hasta las costas del Pacífico. Las noticias que se recibían de la Argentina, eran de
sumo preocupantes para el comando español del norte, puesto que se tenía
noticias que las fuerzas militares del Gral. San Martín en el mes de febrero, habían
ingresado a Chile y conseguido una victoria en la batalla de Chacabuco.
Mientras tanto, las fuerzas reales desplazadas en el norte Argentino, sufrían las
consecuencias de la cada vez más hostil agresividad de las montoneras de
Güemes, en ellas estuvieron presentes muchos valientes de Charcas; los
españoles se veían permanentemente acosados, y una de las estrategias de las
fuerzas patriotas era el de interferir la manutención de su caballería al cortarles el
paso a las praderas forrajeras, en esas circunstancias fueron muchos españoles
que perdieron la vida en su intento.
Las penalidades, los sufrimientos y las pérdidas que experimentó el ejército real en
campaña y retirada, ni fuera fácil describirlas con puntualidad, ni a ser posible se
creyera tal vez por lo singular exterminio de sus pormenores. En esta célebre
retirada, a la que nos obligaba la superioridad de los enemigos, faltaron todos los
122
En las provincias altas, las fuerzas patriotas integradas por valientes guerrilleros,
continuaban en su accionar frente a los enemigos de la libertad. El Gral. Camba,
al respecto señalaba:
Según el último parte del frente de Charcas que acabo de recibir por el Gobernador
e Intendente de Potosí, se ha confirmado la sorpresa de la Madrid en Sopachuy el 14
del pasado junio por la vanguardia de la División del Brigadier O Relly al mando del
coronel La Hera. Sus comunicaciones consisten en haber muerto a los enemigos
200 a 300 hombres, y haberles tomándolos tres cañones con sus armanes, todo el
parque de artillería, como 500 fusiles, porción considerable de sables, todas sus
municiones, más de 500 cabalgaduras, todo sus bagajes y papeles, rescatando los
prisioneros de Tarija y escuadrón de Laguna, excepto los oficiales que los habían
adelantado, haciéndoles más de 100 prisionero, al padre Agustino Salazar, y el
capellán de Húsares de Tucumán Dr. Serna, habiéndoles tomado por último hasta
la bandera de este cuerpo. Tupiza, 6 de julio de 1817. José de la Serna. (ABNB PZ
Gaceta de Lima N°55, 1817: f. 40)
123
AÑO DE 1818
En los sectores de La Laguna y Cinti, las guerrillas continuaban dando dura batalla
al enemigo. El comandante don Esteban Fernández era quien coordinaba las
acciones de los grupos de patriotas, si bien no eran numerosos los focos guerrilleros,
los pocos que quedaban se desplegaban en pos de las fuerzas del rey, en ellos
siempre estaba presente la lealtad a la causa de la emancipación. Del diario de
campaña de don Esteban, extractamos: “El 10 de enero tuve partes que el enemigo
situado en Santiago salió en número de 400, al mando del desnaturalizado Carlos
Medinaceli, quien se posesionó del pueblo de San Lucas el 28 de diciembre”
(Biblioteca de mayo, 1960: 13651) El año que iba a transcurrir, fue para los patriotas
de enormes penalidades, pues en los varios frentes de lucha demostraron su
profundo amor a la patria.
• Dijo: Haber estado en Presto desde el 7 de enero de 1818 que se hizo cargo de
la parroquia.
• Dijo: Que el pueblo encontró desamparado, solo encontró dos vecinos, viudas
mujeres y al sacristán Don Manuel Torres”.
• Dijo: El zambo Arias le dijo, que era un enemigo y venía de cura puesto por los
tablas, y que el Contreras le dijo igualmente que era un alzado pues había exhortado a
los del pueblo a que no se reunieran.
125
• Dijo: Cuando entraron la cuarta vez para el domingo de carnaval, estando sus
ruedas de costumbre de mujeres y algunas de chacras vinieron los rebeldes del
lado de Paccha con el caudillo Contreras y entraron a la casa parroquial, donde
estaban bailando mujeres y chacareros y mezclándose con ellos en el patio bailaron
un rato, y luego se pasaron estos al molino que está distante del pueblo como un
cuarto de legua.
• Dijo: Los del pueblo no le tenían confianza, y siempre desde el púlpito les
decía que no se metan con los rebeldes.
• Que el insurgente Zerna quiso llevarlo preso ante Cueto por pasar información a
las tropas del rey.
• Que es cierto que el caudillo Zerna que era un sangre celeste que venía de en
medio de las tropas del rey.
• Que auxilió a las tropas del rey con cinco cabezas de ganado, me entregó dos
fusiles, uno que encontró en la casa del caudillo Cueto y otro sin caja ni sable. Juan
Manuel Miranda Cabezas de Rodas” (presbítero de Pomobamba).
El Tte. Coronel don Carlos Medinaceli comandante de la expedición sobre San Lucas
me comunica desde Tomola en oficio de 12 de Febrero último haber derrotado el día
anterior al caudillo Vicente Martínez con toda su gente en el cerro de Incuriri, logrando
en ponerlo en precipitada fuga y completa dispersión y el tomar porción de monturas
y todo el ganado lanar después de un vivo fuego en que tuvo el expresado caudillo
bastantes heridos ( ABNB PZ. La Gaceta de Lima No. 25, 1818: f. 94)
Con fecha del 26 de dicho mes me avisa el expresado Medinaceli desde Chanchaclli
que el 19 en inmediaciones de Acchilla a los caudillos Martínez y Cuiza cogiéndoles
un capitán de indios, siete prisioneros, dos hijos del caudillo Cuiza, veinte y tantos
animales entre mulas y caballos, y toda la correspondencia de los expresados
caudillos. Tupiza y marzo 6 de 1.818.
Continuando con el parte que dirigió el general José de la Serna al virrey Pezuela,
éste comunicaba sobre los acontecimientos de febrero, remarcando que:
Al cabo el cielo me ha proporcionado un día feliz para cumplir mis deseos, después
de tantas intemperies y incesantes desvelos […]. Que despreciando toda fatiga y
sin reparar todo el sacrificio de sus vidas se someten al enemigo con aquel valor y
entusiasmo que como verdaderos vasallos de nuestro amado Monarca el Sr. D.
Fernando VII aspiran a sacar con todo lucimiento sus armas. (ABNB PZ. La Gaceta
de Lima No. 25, 1818: f. 123)
127
En un parte de guerra fechado en mayo de 1818, que fue enviado por el comandante
Antonio Vigil desde la Villa de Tarija, daba cuenta de los avances que tuvo contra los
caudillos del sector, que estando en persecución de los líderes Uriondo y Rojas, estos se
internaron por los valles de Salinas pasando por La Misión y posteriormente por Carapari.
Y, habiendo llegado Vigil con sus fuerzas al lugar el 18 de Abril, se enteró:
[…] que los Uriondos y emigrados, que acompañaban se disponían a retirarse para Orán, y
ocultarse en la espesura del bosque; los mismos emigrados me dijeron que ha quedado
Rojas en los bosques de San Luis, sería sin duda con el objeto de reunir los caudillos
Cumbay, Rocha, la viuda de Padilla y el capitán Astete, que fue de nuestro ejército, pues a
estos se los aguardaba con el fin de salir a hostilizar la plaza, y que no dudaban estuviesen
los enemigos trabajando en cortar los caminos y ponerlos en estado de no poderlos transitar
(ABNB PZ. Gaceta de Lima No. 32,1818: f. 123)
También tengo en calidad de presos un fraile franciscano llamado Fr. Melchor Castro, y un
paisano Agustín Rodríguez, que se me presentaron en el pueblo de Itau; el primero
porque he sabido fue capellán del caudillo Padilla, y el segundo, porque habiéndoseme
presentado como un paisano, se ha justificado es un capitán de los enemigos, cuya
insignia mantuvo hasta el día de mi llegada a Itau. Tarija 8 de mayo de 1818. Antonio
Vigil al Sr. Señor General José la Serna. (ABNB PZ. Gaceta de Lima No. 32,1818: f. 377)
Como vemos, los guerrilleros de Charcas de las provincias del sur, no cesaron
128
La remuneración a ciertas personas que oficiaban de espías, sin lugar a dudas trajo
consigo ventajas a los intereses de las armas españolas; el caudillo Jacinto Cueto,
fue uno de los tantos que se vieron sorprendidos por la delación de cierta gente
acomodadiza. A raíz de tan lamentable sorpresa, Cueto sufrió la pérdida de varios de
sus combatientes y en el trance tuvo que retirarse junto a sus compañeros
sobrevivientes; no obstante, tiempo después aparecería nuevamente en ofensiva
contra el enemigo.
[…] se encontraron con que iban subiendo la cuesta; sin embargo siguieron detrás de
ellos, pero luego se vieron algo apurados , se abrieron a los costados del camino
internándose al monte, dejando las mulas en que iban, los que llegaron a la cumbre
fueron seis o siete con los caudillos Prudencio y Cueto, donde después de remudar
caballos, los dos caudillos se dispararon. La Plata Junio 18 de 1818. Francisco Ostria,
al Presidente Rafael Morato. (ABNB PZ Gaceta de Lima No. 54, 1818: f. 541)
129
Ostria con cuarenta caballos y sesenta de infantería cayó sobre la apacheta lugar o
morada del caudillo Prudencio, y no pudo conseguir otra cosa por anticipado
aviso que tuvo, que dispersarlo, tomándoles sesenta uniformes nuevos que estaban
construyendo, mucha munición de guerra y boca y como veinte caballerías. (ABNB
PZ Gaceta de Lima No. 56, 1818: f. 464)
Los guerrilleros de la patria junto a sus caudillos poco a poco fueron sucumbiendo
al enemigo que siempre estuvo mejor pertrechado. Para el año de 1818, muchos ya
habían caído y otros no tuvieron otra opción que entregarse al enemigo al amparo
de las disposiciones de indulto que les ofrecían.
Y al tropel quedaron todos sorprendidos, y solo trataron de huir por las paredes
de los corrales, pero les fue en vano porque dejando algunos dragones en la puerta,
pasaron los demás a cercar la casa, y casi a un tiempo con ellos estuve con los
cazadores que al momento quedó cercada, y todo el que fue tenaz en salir por las
paredes fue muerto al momento a sablazos y bayonetazos; viéndose así rompieron el
fuego, y fue contestado por los cazadores con tanta actividad que parecía un
castillo de cohetes, que duró como media hora, pero los enemigos lo dejaron luego,
130
y más cuando vieron que los cazadores sin temer a sus fuegos se metieron por el
patío por la puerta, de modo que ya no trataron de esconderse en los cuartos, de
donde los sacaron a bayonetazos y sablazos, sin que hayan escapado uno de los que
estaban adentro, y quedando todo nuestro a las ocho de la noche. Prudencio al
principio del fuego, atropelló por la puerta con sable en mano y logró herirme a dos
cazadores que estaban en la puerta y salir; pero habiéndolo yo conocido lo seguí con
un Sargento Segundo mío Antonio Lucero, al mismo que a distancia de una cuadra lo
alcanzó y logró quitarle la vida de dos hachazos que le dio en la cabeza: un Teniente
suyo Arista intentó hacer lo mismo por el corral, y fue muerto al momento. El
resultado de esta jornada ha sido el caudillo Prudencio y un teniente suyo muerto,
un sargento y diez y nueve soldados en los cuartos y corrales: el Capitán Valda, dos
Tenientes, un Alfares, dos Sargentos, un Cabo y treinta y seis soldados prisioneros;
de los que fueron pasados por las armas esta mañana los cuatro oficiales, dos
Sargentos, un cabo y nueve soldados por haber sido de nuestro ejército; siendo todos
los muertos treinta y siete y veinte y uno prisioneros que llevo […]. Al sobrino del cura
de Yotala, lo hizo Prudencio abanderado; treinta y cuatro carabinas de treinta y
ocho que tenían, y no cogieron los cuatro restantes, por haberles tenido los que
estaban de avanzada, sesenta y tantos animales flacos, que no se pueden sacar
veinte útiles, doce lomillos viejos, tres aparejos, varios papeles y su escribiente; de
sesenta o sesenta y dos hombres que él tenía no han escapado más de los cuatro
que estaban fuera y con la desgracia por mi parte de dos cazadores heridos; el uno
gravemente de una estocada. También pasé por las armas a dos Capitanes de indios
que hogarse con ellos. Finalmente y a tiempo de resaltar el accionar de sus hombres,
señalaba No menos que al sargento segundo de dragones Antonio Lucero, que dio
muerte al caudillo Prudencio a pesar de la resistencia que éste hacía a no rendirse
defendiéndose con el sable entre los canchones. Quila Quila. 7 de Agosto de 1.818.
Coronel Francisco Ostria al Sr. Presidente Brigadier don Rafael Morato. (ABNB PZ
Gaceta de Lima No. 65, 1818: f. 540)
Don Prudencio que por más de cinco años había militado valerosamente en las filas
de los insurgentes, demostró en todo momento su total entrega a la causa de la
libertad; a él le cupo desempeñar las más arriesgadas incursiones de donde salió
siempre airoso para la gloria de su tropa. Lamentablemente, en el accionar de
una contienda bélica, como lo fue en Charcas en donde los patriotas se
enfrentaron en desigualdad de condiciones hubo momentos de derrota. Don
Prudencio Miranda, pese a ser sorprendido, luchó tenazmente junto a sus
valientes guerrilleros y, el 6 de agosto de 1818, ofrendó su vida en aras de la
libertad de su pueblo.
¡Honor y Gloria a estos hombres! y gratitud a ellos que nos legaron una patria
independiente. Y, en coincidencia a la fecha de defunción de don Prudencio, un
seis de agosto de 1825, a siete años de su inmolación, nacía la patria con
soberanía propia.
A fines del mes de agosto, había llegado al despacho del comandante Morato,
un parte suscrito por el coronel Santos de la Hera, en el que hacía referencia a la
persecución que le hizo al comandante Sillo:
[…] mi marcha de esa ciudad con 110 hombres del batallón de mi cargo el 21 del
mes próximo pasado en conformidad a la superior orden de V.S. mismo de aquel día,
131
El denominado sargento mayor Antonio Silva, viéndose cortado y sin recursos para
escapar, se me ha presentado con dos soldados: es bien notorio que era el caudillo que
sustancialmente dirigía a los rebeldes de Pilima, y que aúnque ha escapado el infame
Sillo con dos indios en dirección a Santa Elena, no hay el menor recelo de que pueda
volver a incomodar estos pueblos. Terrado 4 de septiembre de 1818. (ABNB PZ
Gaceta de Lima No. 69, 1818: f. 571)
Constituido desde que me encargué del interino mando de esta provincia, después
de mis políticas atenciones a exterminar los cabecillas que por tanto tiempo le habían
hostilizado, fue particularmente las miras sobre Prudencio y Sillo, memorables bajo
todo aspecto, prescindiendo de Fernández, Cueto y otros que fueron arruinados en
los primeros movimientos con la pérdida de todas sus armas que están en el parque de
esta capital, y considerable número de muertos y prisioneros, que bajo el semblante
de la verdad que me caracteriza, completo de cuasi todas sus fuerzas.
Mencionaba además:
Todos los caminos para Potosí, Cinti, Vallegrande, La Laguna, Oruro, Cochabamba,
están en disposición que un solo viajero lo transita. De los frutos y efectos de todas
se llenan las plazas y canchas de esta; los indios se presentan voluntariamente al
pago de tributos, y tengo de ellos mismos en Tarabuco, Yamparaez, Sotomayor, Poco
Poco, formadas compañías que velan por su seguridad y nuestra tranquilidad contra
todo rebelde. Dios guie a V.E. muchos años. La Plata 7 de septiembre de 1818.
Exmo. Sr. Rafael Morato=Exmo. Sr. Virrey del Perú don Juaquin de la Pezuela. (ABNB
PZ Gaceta de Lima No. 65, 1818: f. 543)
No obstante las afirmaciones del comandante Morato, los caudillos que aún
quedaban en la lucha armada, continuaban en el hostigamiento a las fuerzas
133
regulares del rey, tanto Cueto como Fernández, Sillo y muchos otros más, se
mantenían inquebrantables en el vasto territorio. Por consiguiente, en la región de
las Intendencias de Potosí y Chuquisaca, aún se sentía la presencia armada de
los valientes guerrilleros.
Conforme dije a V.S. en mi anterior fecha 17 del actual, hice mi reunión en las cimas
de este punto (Collpa), en los mismos instantes, sin reparar la fatiga de la tropa, y la
incesante agua que nos caía, é impuesto de las salidas que tenía Collpa, mande con
90 hombres al subteniente Atanasio Michel, y don Tadeo Cardozo (sobrino del capitán
Guerra) con orden que de trasnochada habían de tomar Pirguani, camino preciso para
la fuga del caudillo; cubriendo la salida del centro con los indios, y por su frente tenía
el Pilcumayo impasable; yo, Prieto y Guerra, por la hacienda de Pulquina dando un
rodeo inmenso, a fin de circularlo, y orientado éste de mi marcha por su retaguardia y
el centro, salió de este pueblo el día de mi reunión, y el 20 fue atacado por Michel a
las ocho del día en el cerro inmediato de Pirguani. El resultado de esta jornada ha
sido haber caído prisionero el caudillo Martínez, un alférez Pedro Barrientos, tres
soldados, dos carpas de guerra, veinte y un fusiles, una arroba de pólvora, una
bandera de raso blanco, estampada en ella nuestra señora de las Mercedes, y las
armas de la patria; la misma que se la mando a V.S.; muertos seis entre ellos el
hermano del Caudillo Fernández; y de nuestra parte no ha habido menor desgracia.
Por lo escabroso del cerro, y el mucho monte pudo escapar el capitán hijo de este
caudillo y el sargento mayor Flores, con unos cuantos soldados; por todos estos me
aseguran que se recularon luego. Cuartel de Collpa diciembre 22 de 1.818. (ABNB PZ
Gaceta de Lima No. 11, 1810: f. 82)
El parte emitido por el comandante español nos permite conocer la captura del
principal caudillo de Acchilla don Vicente Martínez, quien en todo tiempo demostró
fortaleza y patriotismo, se desconoce el momento en que pudo haber sido puesto en
libertad, puesto que don Vicente en el año de 1819 tiene firmado un compromiso
de préstamo en la Villa de Potosí, entendiendo que por ese año retomaba su
actividad comercial.
Así, concluía otro año más de lucha por la emancipación, fueron cientos de
compatriotas originarios, mestizos y criollos rurales los que ofrendaron sus vidas a la
causa y, poco a poco los principales caudillos fueron pereciendo ante el enemigo,
más la constancia de los que quedaban, no daban tregua en la guerra tan
encarnizada y, convencidos de su convicción inquebrantable se reorganizaban para
continuar la lucha.
135
AÑO DE 1819
Según la orden de V.S. Salí de esta plaza para el Partido de Salinas el doce de
noviembre con el objeto de batir a los caudillos Uriondo, Fernández y Tejada, y ver si
lograba tranquilizar dicho Partido. Ahora tengo la satisfacción de comunicar a V.S. que
después de fuertes choques con los caudillos para arrojarlos de sus fuertes y
atrincheramientos, he regresado dejando todo aquello sujeto a las armas del rey, y
sin más pérdida que la de un muerto y seis heridos. He logrado tomar y traer
prisionero al capitán Manuel Uriondo hermano del caudillo. He tomado 17 fusiles, toda
la maestranza de Fernández con muchas piezas útiles para fusil. Se pasaron de
los Dragones de este caudillo un oficial, dos sargentos, un cabo y un soldado todos
armados. Tarija, 4 de enero de 1819. (ABNB PZ. Gaceta de Lima, No. 19, 1819: f. 186)
punto me mantuve emboscado hasta poco antes del amanecer, que emprendí mi
marcha para el pueblo de Aiquile distante veinte y dos leguas; pero habiendo llegado
a la altura de Calera, poco antes de amanecer, y, quedando para dicho pueblo a
cuatro leguas, aúnque se hallaba la tropa fatigada y animales cansados, preferí el
arrojarme a batir al caudillo Cueto a la hora que llegase, con cincuenta hombres que
hice montar con algunas bestias mías.
Fue así, que la tropa española continuó su marcha, desde el punto donde dejó
al resto de sus hombres y se dirigió hacia Aiquile, en su reporte el comandante
Ramírez habría de indicar que
[…] a las seis de la mañana llegué a la mediación de Aiquile, é informado de que se
hallaba el caudillo Cueto y Centeno con la fuerza de ciento cuarenta fusileros y
tres cañones, dispuse que el teniente segundo ayudante del batallón de mi mando
D. Lino Navarro, se dirigiese con doce hombres a sorprender al cuartel. Este
movimiento ejecutado en su momento, y emprendido con la rapidez que exigían
las circunstancia, pusieron a los enemigos en un asombro singular: todas las
partidas se reunieron en la plaza, donde se hallaba aquel cuartel y casas de Cueto y
Centeno: las voces de viva el rey y el toque de ataque por cuatro tambores y cornetas
que al efecto lleve, fue la señal para romper el fuego. Los enemigos se propusieron
hacer una obstinada defensa por las ventanas y tapias de su edificio; pero la intrepidez
de oficiales y tropa de mi mando no les permitió continuasen la empresa, y
arrojándose al cuartel con el mayor entusiasmo hicieron un degüello, el que los aterró
y puso en terror pánico a los que quedaron, que hizo precipitarse por ventanas y
paredes para huir al campo, yendo en su compañía el Cueto, que herido de bala fugó
en un caballo, siendo el resultado de esta acción el haber quedado en mi poder 3
cañones, 2 de calibre de a 4 montados, y 1 de a 6 sin montar, 115 fusiles, 19 sables,
7 bayonetas, 4 cajas de guerra, número crecido de fornituras, y aperos de montar, 2
cargas de municiones de cañón y fusil, más de 100 cabalgaduras entre caballos y
mulas, 48 muertos, los caudillos coronel Centeno y José Calderón, más 26
prisioneros. Aiquile, 2 de julio de 1819. Manuel Ramírez (ABNB PZ, Gaceta de
Lima, No. 59, 1819: f. 649)
El comandante Cueto y el coronel Centeno, al tomar la retirada conjuntamente sus
tropas, se dirigieron hacia el sur llegando hasta la región de Los Sauces, donde se
encontraban las fuerzas del Cacique Cumbay.
La persecución de los valerosos guerrilleros era cada vez más insistente, fue
así, que después de la frustrada acción de Aiquile, el comandante Villegas, en
conocimiento de que campeaba por el sector de Vallegrande el patriota Serna,
encaminó su tropa en pos de batir a su guerrilla; en el parte circunstanciado que dio
a sus superiores resaltaba.“Aquí mismo fui informado de la sorpresa que había
sufrido el caudillo Cueto en el pueblo de Aiquile por las armas del rey, más sin
conocimiento del estado y situación de su compañero el Serna”.
A mi salida del campo de batalla que fue el día 6, hice pasar por las armas al caudillo
Serna, que hallándose muy mal herido no podía llegar vivo a Vallegrande, donde me dirijo
en esta fecha. Su cabeza la hare fijar en la plaza de aquel pueblo hasta que V.S. resuelva
lo que tenga por conveniente. Dios guarde a V.S. muchos años. Campamento de Chillon
y agosto 8 de 1819. Antonio Villegas= don José de la Serna. (ABNB PZ, Gaceta de Lima,
No. 79, 1819: f. 817)
Ese fue, el desenlace fatal para don José Serna, caudillo que desde el inicio de la guerra
de la independencia había abrazado las banderas de la libertad, en todo momento supo
demostrar su valor al frente de sus compañeros de lucha. El 6 de agosto de 1819, es
otra fecha que debemos guardar en la memoria histórica de nuestro país.
José Serna, natural posiblemente del sector de Calcha e Intendencia de Potosí, fue uno
de los valientes caudillos originarios, que empuñó las armas al igual que sus antepasados
en la gran sublevación Quechua-Aymara. Serna, combatió heróicasmente contra el
enemigo y demostró en todo momento su natural liderazgo, gozando de enorme
aceptación de sus compañeros de lucha.
la autoridad superior pues, realmente la figura del guerrillero fue para los soldados
del rey de enorme peligrosidad, un personaje que era muy difícil de apresar o
victimar, efectivamente don José Serna, dio dura batalla por conseguir la libertad de
su patria.
Aúnque tuve noticias extraoficiales de que el Caudillo Serna había sido batido y
derrotado completamente en Pantoja, el 5 del actual por las tropas del coronel
Aguilera, hizo salir al efecto al mando del Tte. Coronel graduado Villegas, no he dado
crédito a ella hasta que lo sorprendido por el comandante Ramírez en Totora parece
declararon ser cierta: por lo que aparece no queda duda de que el antiguo y
sanguinario caudillo Serna fue muerto y derrotado por las tropas de Villegas. Cuartel
general de Cochabamba, 26 de agosto de 1819. José de la Serna. (ABNB PZ,
Gaceta de Lima, No. 75, 1819: f. 780)
Continuaba la persecución de los caudillos por parte del ejército español, que se
hizo cada vez más sañuda, su objetivo liquidar todo grupo guerrillero que continuase
hostigándo; sin embargo, varios comandantes patriotas, no habían sucumbido a
las huestes del rey, continuaban en la lucha pese a tan sanguinaria
persecución. Del parte de guerra que emitió a su comando el comandante Ramón
Gómez, conocemos los desenlaces de algunos jefes patriotas.
El Caudillo Caballero y una compañía desertada a Ferreira desde las Salinas con armas
y se había a él incluso su capitán, derrotados tan completamente, que el que no ha sido
prisionero se ha pasado: entre los primeros se halla el bien conocido insurgente
eclesiástico Carrillo capellán de Ferreira, y entre los segundos el capitán de dicha
compañía Vargas, tomándoles más de 300 cabezas de ganado Vacuno y 100
caballar, todo perteneciente a Caballero, quien logró escapar con solo dos hombres.
El caudillo Cueto que venía a reunirse al expresado Caballero, fue sorprendido con
toda su gente que ascendía a unos cuarenta hombres, únicos que le quedaban de
sus anteriores derrotas; y aúnque solo él y su segundo Artiaga lograron ganar el
monte, fueron al momento perseguidos por una parte de la infantería y varios indios
bárbaros, quienes los mataron a flechazos antes que llegase dicha partida, a los
que entregaron sus cabezas, que hago conducir a disposición del señor presidente
de Charcas, y ofrecí hacer lo mismo con Caballero y demás insurgentes que se
internen a sus lugares.
En fin puedo asegurar a V.S. que estas cordilleras quedan limpias de caudillos,
cabalgaduras y ganado que es lo que proporcionaba la subsistencia en ellos. Campo de
Segura y septiembre 2 de 1819. Ramón Gómez de Bedoya=General José la Serna. (ABNB
PZ, Gaceta de Lima, No. 81, 1819: f. 81)
El comandante español, había dado órdenes que las fuerzas militares a su cargo se
internasen por el norte argentino; sin embargo, antes había ordenado al
comandante Juan Lorina, pasar por Cobres ya que se tenía información de la
presencia de Chorolque y, fue que el coronel Rufino Valle con 80 dragones y 20
húsares de Fernando VI, se desplegaran en su persecución
Mientras que las fuerzas irregulares del ejército de Charcas, diseminadas por todo
su territorio, por las referencias que se tienen, de alguna manera no descuidaban la
dotación de uniformes.
Es así, que el párrafo anterior nos da la idea de que el material incautado, estaba
destinado a la confección de uniformes, es también digna de mencionar la
incautación hecha de “sesenta uniformes nuevos que estaban construyendo” al
grupo guerrillero del comandante Prudencio Miranda por el mes de julio de 1818;
asimismo, es pertinente conocer, que don Vicente Camargo en una de sus notas
enviadas al cuartel general por el mes de noviembre de 1814, hacía mención a
varios temas y decía
Yo tuve por conveniente retirarme hasta este de Santa Elena por varios motivos; el
principal de ellos por no tener en aquellos puntos como mantener mi gente: En el día
tiene V.S. en mi poder cincuenta fusileros de rancho, vestidos de pies a cabeza, de
uniforme y gorras, pero con muy poca munición; y sin tener de donde sacarla; por lo
que habiendo gente de honda y (ilegible) la tengo un número crecido; no menos que
toda la del curato de la Loma, Santa Elena, a quienes pienso dar licencia por el
término de ocho días para el trabajo preciso de sus siembras, y concluidas que sean
reunirlos y tenerlos manteniendo en sus cuarteles, como lo acostumbro.
La información que tenemos a mano, nos permite asumir que efectivamente nuestros
compatriotas, contaban con su vestuario de guerra y sus correspondientes divisas,
quizás no alcanzaba al total de combatientes, pero los que lo vestían, lo llevaban
con orgullo por ser la identidad de los patriotas de Charcas. Nuestros padres de la
patria, contaban igualmente con sus banderas de guerra, de un parte del coronel
Medinaceli conocemos que incautó al caudillo Vicente Martínez “una bandera de
raso blanco, estampada en ella nuestra Señora de las Mercedes, y las armas de la
patria”. En la publicación del libro “Nuevas Visiones Históricas de Cochabamba”,
don Antonio Apala Rodríguez, hace un detalle acerca del vestuario de los valientes
cochabambinos
El uniforme: Pantalón de color azul, con franja amarilla, blusa de bayeta de la tierra
color marfil, gorra militar de acuerdo al modelo de la época, abarcas de cuero, una
frazada en bandolera, una chullpa para llevar la logística y el fusil de fabricación
cochabambina
El uniforme del ejército cochabambino que se confeccionó para estas tropas patriotas,
fue pantalón azul, con vivos dorados, blusa de bayeta de la tierra, y la gorra de
acuerdo al modelo del ejército realista, y abarcas, asimismo el armamento que se usó
en su gran mayoría fue fabricado por artesanos cochabambinos y Alto Peruanos,
estas evidencias son confirmadas de acuerdo a notas de pago, al sastre el mismo que
relató la confección, por las cajas reales de Cochabamba. (Mostajo Salinas et al.,
2010: 235)
El año de 1819, fue para las armas de la patria sumamente adverso, pues, se tuvo
que lamentar la pérdida de varios caudillos y muchos combatientes. Así, ingresaba
la guerra de la independencia de Charcas a un nuevo año, vislumbrando muchas
dificultades para su continuidad.
142
AÑOS DE 1820-1825
Con las referencias históricas que nos brinda el General Camba, combatiente en la
guerra de la independencia, hacemos reminiscencia de algunos hechos suscitados
en el periodo de los años señalados.
Para el año de 1820, los patriotas de Charcas habían perdido a muchos de sus
líderes; sin embargo, algunos sobrevivientes continuaban en la lucha armada en las
Intendencias de Potosí y Chuquisaca y lo hacían igualmente por La Paz y
Cochabamba. Entre tanto, las fuerzas del rey concentradas en Charcas, llegaban
a un efectivo de 7.000 soldados a la cabeza de su nuevo comandante don Juan
Ramírez, quien llegó en reemplazo del anterior La Serna. “Ramírez llegó a Tupiza el
5 de febrero y no tardó en saber los satisfactorios resultados de las columnas
empleadas en la persecución de los indios alzados”. (García Camba, 1846: 332)
Hubo otros combates con los patriotas; es así, que por el norte el caudillo
Gandarillas con “algunos dispersos de Chinchilla”, se enfrentó y fue derrotado el 20
de junio. Sin embargo, por la provincia de Pilaya y Paspaya, el hermano mayor de
don Ascencio don Pedro Padilla, igualmente hostigaba al enemigo; en la versión del
comandante español resalta que
El Tte. Coronel Manuel Ramírez con la pequeña columna que mandaba, alcanzó
al caudillo Padilla en Collpa, y reunido luego a Contreras, el inglés,
143
Lamentablemente no se tiene información por parte de los patriotas que nos permita
contrastar de este y otros combates que sostuvieron con el enemigo; hay
mayormente los elaborados por los combatientes españoles y que de alguna
manera consideramos son magnificados en sus resultados.
En referencia a las tropas del rey en Charcas, estos gozaban de estipendios que los
recibían mensualmente para su manutención; es así que, encontramos adjuntas en la
documentación de la época, varias libretas de soldados con las que los
responsables de la administración de los fondos, habían realizado su
correspondiente informe. El detalle de la libreta del soldado Marcos Cabrera del
“Segundo Batallón de Fernando 7º segunda compañía” ( ABNB TNC-47, 1825:
f.104), nos muestra los ingresos y egresos de tres meses de salarios.
Enero en dinero. 7 6
Febrero idem. 7 2
Marzo Idem. 7 6
Abril Idem. 7 2
Gasto común 4
Casaca y Pantalón 12
Botines y gorra 1 5
Dos camisas 3 4
Zapatos 6
aproximaban cada vez más cerca de Lima por tierra y mar y, fue el 28 de octubre
que el general argentino llegó a las costas del Callao. Ante la gran amenaza que
significaba para los fuerzas españolas, las autoridades de Lima, habían dispuesto
que las tropas de Charcas se aproximaran a reforzarla; el General Camba al
respecto mencionaba que “Mientras que San Martin tomaba posesión de algunos
pueblos en la costa del norte, las tropas del ejército de Lima y las que iban llegando
del Alto Perú formaban el famoso campamento de Asnapujio” ( García
Camba,1846:352), evidentemente fueron muchos comandantes y su tropa que
habían cruzado el Desaguadero.
Los españoles, consideraban por ese tiempo que las circunstancias eran favorables
para desplegar sus fuerzas con dirección al Bajo Perú, así, lo manifestaba el Gral.
Camba
Como quiera, las grandes provincias situadas al sur del desaguadero ofrecían por su
estado y la superioridad de las armas españolas bastante seguridad, mientras que el
porvenir del virreinato de Lima, amenazado por las fuerzas de mar y tierra con que
contaban los enemigos en Chile, inspiraba con razón justos temores […] como el
ejército del Alto Perú no tenía atenciones de consideración por su frente y sus
destacamentos pacificadores por los flancos y retaguardia llevaban siempre lo mejor,
el general en jefe, en cumplimiento de las prevenciones del virrey, preparó la división
que había de dirigirse al norte tan luego como se mandara. (García Camba, 1846:
352)
difícil situación, las fuerzas del rey decidieron dejar Lima y replegarse hacía oriente
y, fue el 4 de julio que anuncian la salida de la capital llegando al valle de Jauja el 4
de agosto distante a 50 leguas de Lima. En ese ínterin, el 28 de Julio el general
San Martín, proclama la independencia del Perú, declarándose luego como el
Director Supremo y Protector.
El ejército del rey en Jauja y valles adyacentes, procuraba fortalecerse para retomar
los territorios perdidos; en el mes de septiembre el general Canterac llegó a
cercanías de Lima con el objeto de reforzar al castillo del Callao, donde habían
quedado las tropas del rey, hubo enfrentamientos con las fuerzas patriotas, pero
finalmente después de varios intentos tuvieron que retirarse nuevamente hacía los
valles de Jauja. Por ese entonces, el general La Serna había cambiado de cuartel
general y se encontraba en Cuzco.
A principios del año de 1822, las fuerzas combativas tanto de los patriotas como de
los españoles, aún continuaba asediándose en el territorio del Perú. En Charcas, el 2
de enero había sucedido una rebelión en la Villa de Potosí. Fue que la guarnición
española se levantó en armas a la cabeza del que fue fiel vasallo del rey el Coronel
potosino Casimiro Hoyos. Al respecto, las fuentes oficiales del ejército español
señalaron que tomaron “los caudales de las Cajas Reales, Casa de Moneda y
Banco de Rescates y llevaron su osadía hasta proclamar la independencia”
(García Camba, 1846: 47), no bien se anoticiaron los comandantes españoles, se
dirigieron a sofocar el levantamiento “El Brigadier Morato, Comandante General y
Presidente de Charcas, llegó el primero a Potosí el 12 de enero con 300 infantes y
100 caballos, y después de un tiroteo de corta duración destruyó a los sublevados
que se atrevieron a hacerle frente” (García Camba, 1846: 4) Fueron ejecutados los
coroneles Hoyos, Camargo, varios oficiales y soldados.
las acciones de Lanza y logra su objetivo en los valles de Yungas. En cambio “La
división del general Olañeta derrota a los insurrectos de la Provincia de Tarija,
haciendo varios prisioneros, y entre ellos al cabecilla Sánchez”. (García Camba,
1846: 18)
Por el norte, en Lima, el general San Martín anunciaba una pronta reunión con el
general Bolívar que a la sazón se encontraba en Quito después del triunfo de la
batalla de Pichincha (24 de mayo). Efectivamente a principios de julio se llevó a
efecto la dicha reunión en la ciudad de Guayaquil, Bolívar como Presidente de
Colombia y San Martin como Protector del Perú. En reunión de alto nivel, habían
acordado el retiro del general San Martín, éste lo efectivizó no sin antes instalar el
Congreso del Perú el 20 de septiembre y nombrar a tres altos personajes al frente
de la Junta, luego dejó las responsabilidades del ejército en manos del general
Santa Cruz. Desde la llegada del general San Martín a las costas del Perú, habían
transcurrido dos años hasta su retiro del territorio a finales de año.
Para el mes de febrero del año que corría de 1823, fue nombrado don Riva Agüero
como presidente del Perú y el general Santa Cruz en la conducción del ejército. Las
fuerzas combativas de Colombia entre tanto se encontraban en territorio de la actual
república del Ecuador. Concretamente Bolívar permanecía en la ciudad de
Guayaquil y, ante lo inestable del gobierno peruano, el Congreso Nacional el 3
de mayo, solicita al general Bolívar el comando de su ejército. Mientras se
sucedían estos acontecimientos al interior del gobierno peruano; el general
Canterac al mando de 9.000 hombres, logró ingresar en Lima el 17 de junio; entre
tanto las fuerzas patriotas comandadas por el general Santa Cruz, emprenden su
ingreso a Charcas para ejecutar sus planes de atacar a los realistas por
retaguardia, lamentablemente tal situación no llegó a concretarse. Luego de un
mes de permanencia en Lima, Canterac se retira de esa plaza con otros planes
para continuar la ofensiva. En 1º de septiembre, finalmente luego de muchas
gestiones, los peruanos logran el arribo a Lima del general Bolívar.
Armamento
Gastos
Según la cuenta que precede, importan los vestuarios, armamentos y demás efectos que
en ella se expresan, con los respectivos gastos de conducción la cantidad de
cincuenta y dos mil ochocientos treinta y seis pesos que he recibido de Dr. Ambrosio
Lezica, para los objetos que constan por menor en la contrata que en este particular
hemos celebrado en esta misma fecha. Buenos Aires mayo 15 de 1823. (ABNB
Ruck-324, 1823)
Principalmente fueron los hombres guerrilleros del área rural, que con esa su fe
inquebrantable de conquistar la libertad, emprendieron nuevamente la lucha
contra el enemigo; sin embargo, paralelamente aparecieron como abanderados
de esa causa noble, oficiales y soldados del rey, que otrora estaban de parte de
la monarquía colonial, estos “patriotas” de último momento supieron
acomodarse perfectamente a los sucesos que se venían desarrollando.
los oficiales pasando revista el 6 del que entra recibirán medio sueldo después de
haber justificado lo que tengan a buena cuenta. Active U. la breve formación de
dichas guerrillas, envié continuas espías sobre Potosí y Chuquisaca y deme U.
continuados avisos por convenir así al mejor servicio. Dios guarde a U. Carlos M.
Ortega. (ABNB TNC–3365, Doc.8, 1825)
Ejército Libertador. He recibido del Cacique Gobernador de este pueblo don Torivio
Navarro la cantidad de 20 pesos para socorro del piquete de mi mando. Pocuata,
mayo 13 de 1825. Guillermo Lira.
El cacique don Bartolomé Oporto con la cantidad de 500 pesos, don Buena Ventura
Coca con 200 pesos, don Juan Crisóstomo Fernández con 400 pesos, don Manuel
Sotomayor con 900 pesos, don Mariano Isidro Soto con 700 pesos, don Calisto
Gaguasiri del pueblo de San Pedro de Buena Vista con 1.000 pesos, don José
Guadulfo el 28 de abril con 600 pesos.
Certificamos que el cacique del pueblo de Acacio Don Diego Astete, ha entregado
en esta Tesorería trescientos pesos a cuenta de la única contribución de naturales y
semestre de navidad del año pasado, según partida a f 17. Del corriente. Contaduría
de Oruro, marzo, 20 de mil ochocientos veinte y cinco. 1º de Nuestra Independencia.
Fue así, que se remitió una orden, con el tenor que sigue
Los comisionados que envié han de ser activos, y de responsabilidad, para que en
caso que no cumplan sean castigados de todos modos poniéndoles últimamente de
soldados.
La división sale de esta el veinte y cuatro, por lo tanto todo auxilio que no haya solo
hasta esta fecha (ilegible) pues no nos encontraran aquí. Todo lo que prevengo a
U. para que tenga su más exacto cumplimiento en inteligencia que venciendo cuantos
imposibles se presentasen acredite U. con su actividad en concepto que su E. tiene
formado de U. Dios Guarde Carlos M. Ortega. (ABNB TNC–3365, Doc.8, 1825)
y cuatro de marzo anterior las que extrajo el Gral. Olañeta en su retirada de esta
Villa en veinte y siete del mismo. Y para constancia de pedimento verbal del citado
señor Tesorero doy la presente en Potosí y mayo treinta de 1825. Juan Manuel
Solares (ABNB TCN-8069 Doc. No. 5,1825)
Las tropas comandadas por el general Urdidinea, no habían arribado a tiempo a dicho
desenlace, puesto que sus avanzadas se encontraban más al sur. Entre los
combatientes incorporados a dichas fuerzas que llegaron de Salta, se encontraba el
comandante que fue de Santa Elena, el guerrillero don Mariano Asebo de meritoria
participación junto a don Vicente Camargo. Este comandante refiere de su llegada a
Tumusla, señalando:
A mediados del mes de abril un oficial Soto, había presentado una solicitud dirigida al
Mariscal de Ayacucho y luego de una espera perentoria, nuevamente le reiteraba su
pedido en la forma siguiente:
7
Negrilla nuestra.
155
Exmo Se. Gral. en Jefe del Ejército Libertador. El Teniente Coronel Mayor de
Caballería D. Fernando de Soto ante la notoria justificación de V. Exª con arreglo a
derecho digo: Que habiendo llegado el tiempo suspirado en que pudiese libremente
como un verdadero Peruano manifestar las ideas patriótica que por tiempos había
abrigado en mi corazón lo verifiqué superando todos los obstáculos que el tiempo y las
circunstancias opusieron cuando se dio la acción gloriosa en el memorable campo de
Tumusla. Es verdad que milité bajo las órdenes del finado general Olañeta, pero
siempre ansiaba por cooperar en los triunfos de las armas patriotas; llegó la ocasión,
resolví invariablemente morir, ó ser libre, con este objeto hice conocer con mi ejemplo
y conceptos a sus tropas la Santa causa de nuestra Libertad. Habiendo invitado a este
mismo fin al comandante Santibañez para que con los Uzares de la Guardia que
comandaba obrase en consorcio mío, no lo conseguí, y me vi precisado á despojarlo
de esta fuerza. Posesionado de ella marché en compañía del Sr. Coronel Medinaceli
hacía el punto de Tumusla seguros de la protección del bravo Sr. Coronel D. José
María Pérez de Urdidinea. Allí fue donde el primero de abril sucumbió y desapareció
para siempre el último tirano del Perú: allí la caballería de mi mando derroto y rindió la
División del enemigo; allí tomé posición de todos los pertrechos de guerra, algún
numerario, ocho cargas de barras de plata, allí finalmente tuve la gloria de ver
realizados mis proyectos, y haber entregado las indicadas especies sin desfalco alguno
al Sr. Coronel Medinaceli: Todo lo acreditará sin duda el parte oficial que
comunicaría a V.E. dicho Sr. Si estos pequeños servicios, estos mismos efectos del
grande patriotismo de un Americano, merecen la consideración de V.E. le suplico
encarecidamente que en meritos de justicia se digne mandar se me restituya mi
Escuadrón que de orden de V.E. ha sido refundido al Regimiento de Dragones
Americanos, sin haber pertenecido á aquel cuerpo, y darme un destino pasivo, ó
decretar mi separación absoluta; providenciando al mismo tiempo en que se me
satisfaga el sueldo de tres meses atrasados, para con ello transportarme al lugar de mi
habitación a reparar mi familia. Con este objeto. A V.E. pido y suplico se digne acceder
a mi solicitud que será justicia y para ello Vª Exmo. Sr. José Fernando Soto. Potosí, 5
de julio de 1825. ( ABNB TCN-3365,1825: 182)
Del documento que antecede podemos colegir la baja actitud moral que
caracterizaba a los soldados del rey, por consiguiente son comprensibles las
expresiones del coronel Mariano Asebo al manifestar “tomaron el medio de comerse
a su general”.
Ejército Libertador. Cuartel General en Potosí, a dos de abril de mil ochocientos veinte y
cinco. Al Señor Presidente del Departamento. Por la nota de V.S. de hoy, me he
enterado del empréstito que hace Don Andrés Cosio Argüelles de la cantidad de Veinte
mil pesos para fondos del banco, que V.S. administra dándole las seguridades, é
hipoteca que V.S. crea necesarias conforme a las leyes, ó costumbres que haya en la
Casa de Moneda en tales casos. V.S. de mi parte dará las gracias a este ciudadano por
156
este servicio que hace al Estado. Dios guarde a V.S. Antonio José de Sucre.
Presidencia del Departamento de Potosí, abril dos de mil ochocientos veinte y cinco.
(ABNB TCN-8069 Doc. No. , 1825)
Es a propósito remarcar, que una de las disposiciones que emitió el general Sucre,
fue la de recomendar la permanencia en sus cargos de todos los empleados públicos
y al mismo tiempo anulaba los descuentos que se hacían en la administración pasada;
por consiguiente, la administración anterior quedaba en funciones y, por lo tanto los
adictos al rey continuaron aún después de fundada la nueva república. En
consecuencia civiles y militares del rey fueron los fundadores de la república Bolívar.
Sor. General en Jefe Gran Mariscal de Ayacucho. Manuela Leal vecina de esta villa,
pobre mujer soltera. Con mi mayor respeto y mi profunda humildad puesta a los pies de
V.S. por medio de este sumiso memorial. A causa de la escases de mis labios.
Parezco y digo: Que conociendo su piedad y benigno corazón me es preciso a dar mis
quejas y hacerle presente los trabajos y padecimientos que tuve ahora nueve años y
tres meses largos, cuando estuvo de Gobernador de esta villa Don Francisco
Estebes y de Coronel de las tropas españolas un tal Frías y otro oficial que le decían
Villota: Quienes administraban todas las justicias y castigaban, más a mi infeliz mujer
indefensa. Por sola una expresión que dije de que Dios hade permitir el que entre la
patria a esta villa, me hicieron presa en una cárcel pública de allí me sacaron afrentada
por las calles públicamente sobre un jumento y en cada esquina me castigaban a
157
Como ella, fueron varias las personas que sufrieron los rigores de la guerra,
lamentablemente la patria no fue coherentemente bondadosa con todos ellas; sin
embargo, otros gozaron de mejores retribuciones al sacrifico “patriótico” que dijeron
haber brindado a la causa de la emancipación. Doña Manuela Leal, que en marzo
de 1816, había sufrido semejante humillación, recibió en su pobreza para su auxilio
la suma de 20 pesos.
Por el mes de abril, el coronel Ortega recibía de las arcas del Estado su
emolumento por sus servicios castrenses “Al Coronel Carlos María de Ortega, a
buena cuenta del sueldo que debe disfrutar como Presidente del Departamento de
Charcas en que se halla posesionado por nombramiento del Exmo. Sor. Libertador
del Perú. 100 pesos. 9 de abril de 1825. (ABNB TNC-39, 1825: 50)
Entre tanto, las actividades cotidianas continuaban en relativa normalidad, como las
del ramo de comercio en que los propietarios de tiendas y negocios recibían
mercaderías llegadas de distintos lugares del interior ya sean estos de artículos de
158
la tierra o de Castilla. Por ese tiempo llegaron a Chuquisaca dos arrieros, quienes al
ser registrados por los personeros del control Alcabalas, asentaron en el libro a don
“Pablo Calizaya. Ha internado diez y ocho carneros de algodón con setenta y dos
sestos que avaluado el sesto a doce reales importa 108 pesos. 21 de agosto de
1825”. (ABNB TNC-46, 1825: f. 4 Días después, registraban igualmente a otro arriero
que había llegado con artículos de la tierra:
Ildefonso Carrillo. Ha internado tres cargas de Bayeta chorrillo, entre verde y azul con
seis cuartas varas: 4 cargas bayeta blanca con otras seis cuartas; una de jerga con
dos cuartas varas: dos cargas de fresadillas con ochenta, con guía de la recepturia
de Cavanilla No. 83. Su fecha agosto del presente año, y avaluada los primeros a un
real y medio: los segundos a un real, los de jerga a medio real y las fresadas a nueve
reales, importó 240 pesos. Septiembre 3 de 1825. (ABNB TNC-46, 1825: f. 46)
Carrillo y Calizaya, son dos apellidos que la historia registra en los anales de la
guerra de la independencia en el sector de La Laguna, de ellos se conoce que
participaron en varios combates. El registro de los dos arrieros que acabamos de
mencionar, mueve a pensar y conjeturar que quizás pudiera tratarse de los
valientes originarios que enarbolaron el pabellón de la libertad. Ahí, estan las
referencias y valen para continuar investigando acerca de su existencia, puesto que
ellos también merecen de nuestra parte todo reconocimiento póstumo.
Son data veinte y cinco pesos entregados de los fondos de este Ramo en virtud de
orden del actual Señor Gobernador Político y Militar de esta Provincia comunicada en
oficio de cinco del corriente, al Comandante Ciudadano Miguel Sillo, para su socorro
en el desempeño de las interesantes comisiones que se expresan en la citada orden
que con recibo firmado a ruego de dicho por Dn. Mariano Cueto, se acompaña con el
159
Agosto 2. No. 542. Hacienda Pública a Da. Juana Asurduy. 57. Son data cien pesos
entregados a Da. Juana Asurduy, en virtud de orden del Sr. Presidente de este
Departamento, comunicada en oficio de 29 de julio anterior, por vía de socorro, y a cuenta
del Monte pio que le corresponde como a viuda del coronel D. Manuel Asencio Padilla,
ó al sueldo que debe disfrutar como Teniente Coronela, según consta de la citada orden
que con recibo a continuación se acompaña con el No.362. Chopitea. Alserreca. Juana
Asurdui.
160
En la página No. 153 del referido libro de cuentas No. 47, se encuentra registrada
similarmente la siguiente anotación “He recibido del máximo Contador de esta Caja
cuarenta pesos por resto de mi asignación del mes de febrero último y marzo 20 de
1826. Juana Azurduy” (ABNB TNC-47, 1826: f. 153)
Hacienda Pública. Al Dr. Andrés María Torrico. Cien pesos entregados al Dr.
Andrés María Torrico, en virtud de orden del Sr. Presidente de este Departamento
comunicada en oficio fecha de ayer, para los gastos de aseo y compostura de la
Capilla de esta Universidad, destinada para las sesiones de la Asamblea General,
con calidad de rendir oportunamente la respectiva cuenta de su inversión. Junio 17
de 1825. (ABNB TNC-30, 1825: f. 77)
161
Según parecen importan todos los gastos la cantidad de ciento setenta pesos cuatro
162
reales, a cuya cuenta tenemos recibidos, ciento diez y ocho pesos y se nos restan
cincuenta y dos pesos y cuatro reales. Plata julio 30 de 1825. Ángel Mariano Moscoso.
Diputado, José Ignacio Sanjinés. Diputado secretario (ABNB TNC-67, 1825: f.1160)
De esa manera, que las instalaciones destinadas a tan importante acontecimiento,
fueron adecuadamente dispuestas para recibir a quienes tendrían la alta misión de
debatir los destinos de la patria.
Hacienda Pública. Por su sueldo al sargento mayor Don Nicolás Romero Mamani.
Edecán de la Asamblea Soberana, por el importe de las dos terceras partes de su
sueldo del presente mes. 73 pesos. (ABNB TNC-39, 1825: f. 111)
[…] dos veteranos de la lucha por la independencia: José Miguel Lanza y José
Ballivián, lo que muestra que en los 16 años de contienda muchas cosas habían
cambiado, en su mayoría los grandes idealistas habían muerto y el control político
estaba ahora en manos de los hombres de letras, muchos de ellos formados aún en el
antiguo régimen (Mesa et al., 2003: 346)
Efectivamente, pero no solo fueron los civiles los que asumieron las
responsabilidades de conducción del país; estuvieron igualmente presentes los
otrora soldados del rey, quienes se constituyeron en los conductores del nuevo
ejército de la naciente república. Los caudillos del primer ejército
163
nuestra patria:
Sobre esas frases elocuentes nació la república de Bolivia, con las provincias que
formaron la antigua Audiencia de Charcas; pero pese a sus deseos y la sangre que se
derramó, la declaración de la independencia no fue más que un asunto anticlimático,
porque el estado que emergió no fue esencialmente distinto de su predecesor. La
oligarquía que había imperado antes, seguía siendo la misma, aúnque ya no era
responsable de sus acciones ante la distante Corona (Arnade, 1965)
En la Villa de Potosí, al igual que en el interior del país, la población vivía momentos
de sumo regocijo al ver a su querida patria libre de la opresión Ibérica; las
manifestaciones de gozo las expresaban de diversa manera, y fue que, surgió la
motivación de erigir un monumento que perdurara en el tiempo como símbolo de la
conquista de la independencia; por unanimidad se decidió levantar un pedestal que
concluya en su cúspide con el busto del General Bolívar. Para su realización fueron
varias las personas e instituciones que aportaron para la construcción de “La
Pirámide de la Plaza”.
Aportes para su construcción. Primera suscripción: Pedro Malpartida 500 pesos, José
Antonio Morales 200 pesos, Don Pedro Puente administrador de correos y
señores empleados
512.3 pesos, Don Rafael Cortes colector de la suscripción del comercio149.3 pesos,
Don José Velásquez comisionado colector de la Ilustre Municipalidad
315 pesos, del Diputado Felipe de Mendieta y su gremio130 pesos, del Prior de San
Juan de dios por los Clérigos 24 pesos, del señor Alcalde don Garrón
150 pesos, recibido del señor Rua 10 pesos, del Dr. Gumiel por los curas
45 pesos, por la Subdelegación de Chayanta 65 pesos, de los Ministros de la
Hacienda Pública remitidos por el Sub Delegado de Porco 212 pesos. Segunda
suscripción: Por el Prior de San Juan de Dios 18 pesos, por don Felipe Mendieta por los
azogueros 112 pesos, por la administración del correo don Pedro Fuente por los
empleados 44 pesos.
Data: Por mil setenta y nueve pesos, seis reales, entregados al padre Arquitecto
José Manuel Sanahola y a los mayordomos que han corrido con la obra de la
pirámide, todo constante de veinte memorias semanales, cuatro recibos, y otros
gastos que aparecen reunidas en el resumen de f. 25
Por seis onzas de oro virgen para dorar las letras de las cuatro lápidas a razón de
17 peso102 pesos, por 24 pesos pagados (ilegible) a razón de 2 reales cada
adarme por batir dichas 6 onzas (ilegible) 24 pesos, por un cajón de plomo y otro de
madre para cerrar el Busto de Su. E. el Libertador en la primera base de la pirámide
8 pesos, para la construcción en plata sobre dorada del Busto del expresado Sr.
250 pesos (ABNB TNC-3379, 1826)
Una vez concluida la obra en el mes de diciembre de 1825, con seguridad que fue
entregada con la presencia de autoridades y pueblo en general, perpetuándola
como fiel testimonio y homenaje a todos los caídos en la guerra de la
independencia.
Bolivia no sólo fue una de las naciones nuevas más atrasadas económicamente,
sino que también fue una de las naciones más densamente pobladas de indígenas
que surgió del Imperio Español en el Nuevo Mundo. Encontrándose ubicada en los
antiguos confines del viejo Imperio Incaico, Bolivia en 1825 tenía una población
indígena de habla aymara y quechua de aproximadamente 800.000 almas
(72.72%). Los llamados blancos o criollos sólo 200.000 (18.18 %), mientras que la
mezcla de blancos e indios, o cholos, llegaban a 100.000 (9.09%) ( Pentland,1824-
1826)
Los datos que anteceden, nos dan una idea más clara del número de estantes y habitantes
de la nación, por consiguiente es fácil entender que durante la colonia y la nueva república, la
población andina originaria se constituía en mayoría; sin embargo, fue una minoría la que
gobernaba. La estructura poblacional de aquel tiempo, hoy prácticamente se replican,
quizás con algunas variables, pero sí, es una realidad que la mayoría es descendiente
de aquellos hombres milenarios que poblaron los Andes, puede haber diferencias
económico-sociales, pero en su gran mayoría somos de profundas raíces andinas. No
neguemos esa profunda realidad, por el contrario debemos sentirnos orgullosos de ser
descendientes de culturas milenarias.
La presencia de los hombres del Gobierno brinda ocasión para tributar homenaje a los
patriotas que después de la cruenta y sacrificada lucha de quince años, nos legaron
Libertad e independencia. El noble y alto ejemplo que inscribieron con brillantez en la
historia, debemos recogerlo como enseñanza para servir leal y honradamente los
sagrados intereses nacionales. En esta hora de definición, los bolivianos debemos
formular un acto de fe para con la Patria y trabajar con ahincó por los destinos de Ella,
que reclama ante todo la comunión espiritual de sus hijos y la cooperación de todos los
ciudadanos para alcanzar la felicidad de los hogares bolivianos, realizando los ideales que
nuestros mayores pretendieron al fundar la República, en esta gloriosa ciudad de los
cuatro nombres.
Quince años de lucha sangrienta, quince años de probar el temple del acero y el temple de
las almas en varonil lucha contra un enemigo hidalgo y valiente, consiguieron la
emancipación política, pero, ella no representa en toda su amplitud el fin de esa gloriosa
revolución: “la Independencia”, que comprende no sólo la liberación del yugo extranjero,
sino también la económica, social, y la de nuestros propios valores éticos y culturales, pues
perduran aún algunos saldos negativos de la dominación Ibérica como secuela de una
larga vida colonial”. “Analizando los anteriores conceptos, podemos explicarnos la
causa de muchos fenómenos sociales de nuestra colectividad, el por qué de ciertos
fermentos populares, la razón de tantos transtornos y revueltas en las que se
vislumbra un movimiento constante, una veces instintivo y desordenado, otras
consciente de un pueblo que marcha en busca de su propio destino (Gaceta Judicial,
1945: 9)
167
Este militar patriota, fue uno de los grandes forjadores de nuestra nacionalidad, él fue
quien convocó al “Primer Congreso Indigenal de la República de Bolivia”, anuló
el pongueaje y dio bastante impulso a la educación rural.
202
ABNB Em-1813
Manuel Padilla. En el año del Señor de 1800, en 24 de mayo, como Tte. de cura
de este beneficio de San Miguel de Moromoro. Yo el Licenciado
203
Dr. Cristóbal Salguero, enterré en esta Santa Iglesia con oficio rezado y Cruz
Baja el cuerpo menor de Manuel, Español del día, hijo legítimo de Dn. Acencio
Padilla y de Da. Juana Azurduy españoles vecinos de este pueblo. Y para que conste
senté por diligencia y firmé. (AOP PD Iglesia de San Miguel de Moromoro. Libro de
1786-1809: 93)
En el año del Señor de Mil ochocientos seis en quince de mayo, como Tte. de cura y
Vicario de este beneficio de San Miguel de Moromoro, yo el Lic. Ignacio Vargas.
Bauticé, puse óleo y crisma a Mariano Padilla Español de edad de cinco meses, hijo
legítimo de Dn. Asencio Padilla y de Da. Juana Azurduy. Naturales de este pueblo.
Fue su padrino Manuel Chumacero a quien advertí su obligación (AOP PB, I g l e s i a
de San Miguel de Moromoro. Libro de 1805-1814: 37)
Dn. Agustín Párraga y Da. Cecilia Azurduy Españoles Casados y Velados. En el año
del Señor de mil setecientos noventa y cuatro. En diez, y seis de mayo
habiéndose publicado las tres proclamas, o moniciones en tres días festivos, la
primera el domingo cuatro, la segunda el día del patrono de San Joséf y la tercera el
día de San Isidro labrador y haber precedido la información de libertad con tres
testigos que lo fueron Don. Francisco Gallardo Español de cincuenta años, Dn.
Melchor Gonzales de cuarenta y ocho, y Don. Norberto Martínez de cuarenta y cinco
todos vecinos de esta Doctrina y no habiendo resultado impedimento alguno Yo el
Licenciado Dn. Josef Esquivel Teniente de cura, y Vicario de este Beneficio de San
Miguel de Moromoro, por certificación del Cura y Vicario del Beneficio de San
Miguel de la ciudad de La Plata Dn. Josef de Vellido que queda en este libro, los
uní y casé solemnemente en matrimonio por palabra de presente habiendo ellos antes
expresado mutuamente, su consentimiento a Dn. Agustín Párraga Español soltero
vecino de esta Doctrina hijo legítimo de Dn. Manuel Párraga, y de Da. Ana María
Gallardo, con Da. Cecilia Azurduy Española Soltera natural de la ciudad de La Plata y
residente muchos años en esta Doctrina hija legítima de Dn. Isidro Azurduy y de Da.
Juliana Llanos. Asistieron a dicho matrimonio como testigos Dn. Francisco Gallardo y
Da. María Cevallos. Y los bendije Según el rito de Nuestra Madre la Iglesia en la
celebración de la misa. Y para que conste lo firmé (AIRV PM, Iglesia de San Miguel
de Moromoro, Libro de 1786-1811: 81 v.)
204
Dn. Acencio Padilla Español casado y velado con Juana Azurduy. En el año del
señor de mil setecientos noventa y nueve. En diez y nueve de mayo, habiéndose
publicado las tres proclamas, ó moniciones en tres días festivos a saber la primera el
día ocho domingo, la segunda el día trece, y la tercera el día de San Isidro Labrador,
y haber precedido la información de libertad, con tres testigos que lo fueron Dn.
Patricio Plaza, Dn. Leandro Saavedra y Dn. Manuel Churuguarin, Españoles de este
pueblo, y mayores de edad, y no habiendo resultado impedimento alguno de ella. Yo el
Lic. Dn. Christobal Salguero Thte. De cura, y Vicario de este beneficio de San Miguel
de Moromoro, Casé y uní solemnemente en Matrimonio por palabras de presente
habiendo ellos antes expresado mutuamente su consentimiento a Dn. Acencio
Padilla Español soltero natural de esta doctrina hijo legítimo de Dn. Melchor Padilla,
y de Da. Eugenia Gallardo con Da. Juana Azurduy Española soltera natural de la
ciudad de La Plata hija legítima de Dn. Isidro Azurduy y de Da. Juliana Llanos.
Asistieron a dicho matrimonio como testigos Dn. Vicente Camargo y su mujer Da.
Nicolasa Acosta. Y los bendije en la celebración de la misa según el Rito de Nuestra
Madre la Iglesia y para que conste lo firmé (AIRV PM, Iglesia de San Miguel de
Moromoro. Libro de 1786-1811:135)
Dn. Manuel Párraga Español casado y velado con Da. Rosa Azurduy Española. En
el año del Señor de mil ochocientos y uno. En veinte y ocho de diciembre
habiéndose publicado las tres proclamas o moniciones, en tres días festivos
consecutivos a saber la primera el día veinte y cinco, la segunda el día veinte y seis
y la tercera el veinte y siete, y haber precedido la información de libertad con tres
testigos que lo fueron, Dn. Manuel Plaza, Dn. Acencio Padilla y Dn. Leandro
Saavedra Español vecinos de este pueblo y mayores de treinta años; y no habiendo
resultado impedimento alguno de ella Yo el Lic. Christobal Salguero Thte. De cura y
Vicario de este Beneficio de San Miguel de Moromoro, Casé y uní
solemnemente en Matrimonio por palabra de presente habiendo ellos antes
expresado mutuamente su consentimiento a Dn. Manuel Párraga Español soltero,
natural de esta Doctrina hijo legítimo de Dn. Manuel Párraga y de Da. Ana María
Gallardo, con Doña Rosa Asurduy Española Soltera, avecindada en esta Doctrina
desde sus tiernos años, hija legítima de Dn. Isidro Asurduy y de Da. Juliana
Llanos. Asistieron a dicho matrimonio como testigos Dn. Asencio Padilla y su mujer
Da. Juana Asurduy Españoles y después los bendije en la celebración de la misa
según rito de nuestra Madre la Iglesia. Y para que conste lo firmé (AIRV PM, Iglesia
de San Miguel de Moromoro. Libro de 1786-1811: 212)
Dn. Manuel Arzienega con Dña. Melchora Azurduy Desposados. En el año del Señor
de Mil Ochocientos dos. Día Dos de Diciembre. Yo Don Joaquín Mariano Bargas,
Teniente del señor Cura Rector de esta Santa Iglesia Catedral, Doctor Don. Miguel
Quiñones y Salinas; Habiéndose leído las tres
205
Doña Juana Azurduy Llanos, natural de la ciudad de La Plata, desde su tierna edad al
igual que sus hermanas conjuntamente sus padres fueron vecinas de la población de
Moromoro (hoy Ravelo). Por consiguiente su infancia, adolescencia y juventud, la pasó en
el área rural muy relacionada a las actividades agrícola- ganaderas que llevaban adelante
sus mayores.
En su juventud probablemente fue presa de los primeros amoríos y como toda joven
ilusionada de contar con una pareja, sus sentimientos la llevaron a elegir a una persona
de nobles valores humanos, y fue el joven Ascencio Padilla quien la conduciría al
altar.
Con la aquiescencia de sus padres la boda se efectuó el 19 de mayo de
206
1799 en la iglesia colonial de Moromoro. Con certeza se puede afirmar que jamás
pasó por sus mentes que en ese día del calendario, se unían dos espíritus que iban
a consagrar parte de su existencia a un sublime destino, el de enarbolar el pabellón
de la libertad de su pueblo oprimido.
Ravelo, septiembre
16 de 1916. A su S. Ilustrísimo Arzobispo de La Plata. Ilustrísimo Señor. Incluye el
croquis del templo de esta, porque el correo pp lo había dejado en la administración
lo que U. se servirá estudiarlo según la indicación del oficio anterior. Esperando sea
atendido por su Ilustrísima, me suscribo (ilegible) obsecuente. Gregorio Collasos.
Da. Juana Azurduy mujer legítima de Dn. Manuel Asencio Padilla, en el expediente
que tengo promovido sobre la satisfacción que debe hacerme el Sr. Dn. Manuel
Antonio Baes del importe de los granos y harinas que como Subdelegado que fue del
Partido de Yamparaez recogió pertenecientes al citado mi marido, con lo deducido
Digo: Que habiendo pasado a dicho Sr. Baes el expediente original a efecto de que
informará a VS. Sobre mi solicitud, no lo ha hecho hasta el día sin embargo de haber
cursado ya bastante tiempo. En cuya atención suplico a VS. se sirva mandar lo
evacue en el día sin dar lugar a nueva queja. Por tanto a VS. pido y suplico se sirva
proveer y mandar como llevo pedido que será justicia. Juana Azurduy. Plata mayo 24
de 1813 (ABNB EM-1813: f.1)
demás (hijos) en términos de morir, como que a los pocos días, pagaron el común
tributo, viéndose por último sin hijos“.
Juliana de año y medio. Fab. 2p.” “En el Año del Señor de mil ochocientos catorce día
29 de abril. Yo el Teniente de ésta Doctrina sepulté el cuerpo menor de Juliana de
año y medio espª hija legítima de Manuel Asencio Padilla y Juana Azurduy residentes
en La Plata en el bautisterio con oficio rezado y para que conste lo firmo. Don
Eustaquio Vargas Villarroel (ABAS Iglesia del Villar, 1814: f 163)
Después de la trágica muerte de sus hijos, ellos pese al dolor de haberlos perdido,
continuaron en la lucha. Así, fue que estando don Ascencio y su guerrilla por el
sector de Pitantora (5 de septiembre de 1814) se suscitó un combate con las
fuerzas españolas; fue precaución suya, primeramente de poner a salvo a su esposa
que momentos antes había dado a luz. Cotejando las fechas de defunción de Juliana
y nacimiento de Luisa, podemos afirmar que doña Juana estuvo embarazada a la
muerte de su pequeña.
Con la llegada del tercer ejército auxiliar nuevamente la población de Charcas cifró sus
esperanzas en conquistar la libertad soñada, lamentablemente por decisión del
jefe de la expedición el general Rondeau, dispuso que los comandantes guerrilleros
apoyaran en distintos lugares del territorio, a don Ascencio se le ordenó que se
dirigiera a La Laguna, fue en el mes de octubre de 1815 que cumplió tal disposición.
Encontrándose en Chuquisaca los esposos Padilla-Azurduy, tuvieron la oportunidad
de apadrinar el matrimonio de doña Melchora Azurduy, hermana consanguínea de
doña Juana.
como ella se merece, y al mismo tiempo cerciorarme de todo lo ocurrido en dicha acción.
Tarija, noviembre 19 de 1816 (Biblioteca de mayo, 1963: 13542)
Largos fueron los años de exilio y volvió a su querida Chuquisaca cuando había
terminado la lucha por la independencia. Sin embargo, grandes fueron las frustraciones
para su espíritu al ver a oficiales del rey que persiguieron sañudamente a los caudillos
y sus tropas, eran los que sin ningún rubor se hacían cargo de la nueva república.
Amarga vivencia para quien había dado tanto de si, sacrificando aún la existencia de su
familia. Son paradojas de una emancipación en que luchó el verdadero pueblo que en
su mayoría eran originarios, mestizos y descendientes de españoles rurales.
Gracias a la acuciosa investigación del historiador cruceño don Carlos Hugo Molina
Saucedo, hoy contamos con un documento de gran valía, puesto que a través de él
vemos la gran personalidad de nuestra heroína. Efectivamente, la carta remitida por
doña Juana a doña Manuela Sáenz, sin lugar a dudas es la muestra del gran valor
humano de ésta nuestra bendita ¡Madre de la Patria! 9
Llegar a esta edad con las privaciones que me siguen como sombra, no ha sido fácil;
y no puedo ocultarle mi tristeza cuando compruebo cómo los chapetones contra los
que guerreamos en la revolución, hoy forman parte de la compañía de nuestro padre
Bolívar. López de Quiroga, a quien mi Asencio le sacó un ojo en combate; Sánchez
de Velasco, que fue nuestro prisionero en Tomina; Tardío contra quien yo misma, lanza
en mano, combatí en Mesa Verde y la Recoleta, cuando tomamos la ciudad junto al
General ciudadano Juan Antonio Álvarez de Arenales. Y por ahí estaban Velasco y
Blanco, patriotas de última hora. Le mentiría si no le dijera que me siento triste cuando
pregunto y no los veo, por Camargo, Polanco, Guallparrimachi, Serna, Cumbay,
Cueto, Zárate y todas las mujeres que a caballo, hacíamos respetar nuestra
conciencia de libertad.
9
Al presente, no hemos podido consultar el original de esta carta.
210
(al margen) Juana, de dos meses. Mestiza.En esta Santa Iglesia de San Pedro de
Tarabuco, en veintiséis de marzo de mil setecientos ochenta años. Yo Pedro
Dávalos, Teniente de Cura constándome estar bautizada, puse óleo y crisma a Juana
de dos meses, mestiza, hija legítima de Isidro Azurdui y de Juliana Llanos. Fue su
madrina Rosa Sarate a quien le advertí su obligación y parentesco espiritual, para que
conste lo firmé. Pedro Dávalos (ABAS AP, Tarabuco, PB 1767 – 1767 – 1982. F275v)
VICENTE CAMARGO
Luego de la conquista del Cuzco, el año de 1538 ingresan los españoles a territorio
del Collasuyo, vanos fueron los esfuerzos de los nativos por evitar su presencia pues,
presentían que iba a significar la alteración de su convivencia y cultura milenaria.
Así, empezaron los años de oprobio y maltrato de sus habitantes; sin embargo, en sus
corazones se mantenía viva la esperanza de liberarse de los colonizadores españoles.
Tuvieron que pasar 242 años, hasta que apareció en Macha un líder como lo fue Tomás
Katari, quien hizo rebrotar militantemente las ansias de libertad de su pueblo.
Los años de 1780-81 marcan sin lugar a dudas el inicio de las ideas de libertad de los
territorios del Collasuyo, son los originarios descendientes de los primeros habitantes de
los andes los que la proclaman a viva voz.
La sublevación general de indios de fines del siglo XVIII, fue el mayor conflicto de
carácter étnico con que tuviera que lidiar el Estado español en Las Indias.
Una vez que son cónyuges, Vicente es más requerido por doña Nicolasa para la
atención de sus intereses económicos. Unas veces era encomendado a efectuar el
cobro de tributos y otras en realizar viajes de comercialización de ganado y productos
agrícolas, sin descuidar de ningún modo las actividades propias de las siembras y
cosechas. En todo momento Vicente demostró eficiencia en el trabajo y sobre todo
profundo sentido de honradez, jamás se hizo de dineros que administraba su consorte. Al
año siguiente de su boda, doña Nicolasa en atención a sus intereses, logra de don Vicente
la subscripción de un documento que especificaba, que todos los bienes que ella poseía al
momento de su enlace matrimonial serían respetados y no enajenados por su cónyuge,
a su vez don Vicente manifestaba que solo reconocerá los bienes gananciales que se
tendrá dentro de su matrimonio, el instrumento de referencia remarcaba:
Capital de bienes de 7.154 pesos presentado por Nicolasa Acosta, viuda de don José
Chirari de Herrera, por haber contraído matrimonio en segundas nupcias con don Vicente
Camargo natural de la Villa de Potosí. En La Plata 23 de septiembre de 1.784 (ABNB
EP-316, 1784: ff. 198-201)
Don Vicente, en los años siguientes continúo con entereza en los trabajos propios de la
hacienda, alternaba esta actividad con el cobro de tributos que lo hacía como esposo de
la Cacica Acosta y particularmente a pedido de su hijo político Martin Chirari y Herrera,
quien manifestaba que “por mi minoridad ejerce el empleo de Cacique Gobernador de
dicho pueblo. Moromoro 1.789” (ABNB EP-216, 1789: f. 52)
Lamentablemente en los años posteriores a su matrimonio, don Vicente fue víctima del
carácter agresivo e imponente de su esposa, aún así, él continúo con sus actividades.
Don Vicente, con ese ánimo de superación que le caracterizaba, toma la decisión de
embarcarse en la compra de una hacienda que era de propiedad de su hijo político; en
fecha 29 de octubre de 1794, efectiviza la adquisición de la hacienda de “Sacabamba”,
en cuyo testimonio subrayaba “don Joseph Herrera y Chirari, gobernador y cacique
principal de Moromoro en el partido de Chayanta vende a Vicente Camargo Alcalde
Pedáneo, en 4.000 pesos corrientes, 1.000 de contado, 1.500 a favor de la Capellanía
y 1.500 pesos en dos años” (ABNB EP-324, 1794: f. 286); don Vicente a la
subscripción del compromiso de venta, tenía a la sazón 30 años de edad. La
propiedad de Sacabamba en los años de manera, pese a esta dificultad, le puso
empeño en la reconstrucción, invirtiendo trabajo y dinero, especialmente en el molino,
mejorando las Tomás y acequias para ponerla a funcionar, igualmente orientó su
esfuerzo en la habilitación de la casa de hacienda.
Doña Nicolasa, procuró en todo momento incomodarlo en sus actividades, una y otra vez
era aludido ante sus vecinos y por supuesto don Vicente se sentía profundamente
abrumado, en cierta ocasión ante las insistencias de doña Nicolasa, envió varias
esquelas a fin de tranquilizarla.
El texto de dos esquelas de su puño y letra que suscribió don Vicente remarcaban
puntualmente:
Da. Nicolasa: No se por qué me muela U. tanto con la samba sabiendo que yo estoy
tan solo aquí y que no tengo de quien echar mano para que me cuide de la cocina, ni
tampoco a los peones, y así más factible escoja U. una de la canalla de los de
Moromoro que yo y cuando no tenga U. paciencia hasta estos 15 días para coger el
importe de ella que ya tiene amo que de el dinero en ese término que yo entretanto
buscare una que me sirva en esta virtud no me muela U. mucho ni sea U. tan
imprudente; Y en el ínterin que espero sus órdenes. Dios Guarde a U. muchos años.
Vicente Camargo. Noviembre 15 de 1797.
231
Por lo que hace a las dos carpas y otros muebles que tengo aquí te puedo decir lo pidas por
la justicia pues sabes que yo tengo echa renuncia de todos las ganancias que me
corresponden en tu casa, en esta atención tratarle con un letrado o con el que quieras que en
su virtud responderé. Es cuanto ocurre. Vicente Camargo (ABNB EC-1806-94: ff.1797-
1806)
Larga fue la querella, en que don Vicente tuvo que recurrir a varios testigos para
que a través de ellos, puedan las autoridades documentarse de la realidad en que
vivió junto a su esposa. Para el interrogatorio respectivo en fecha de 26 de mayo de
1800, expone un cuestionario bajo cuyos términos los testigos proporcionen su
testimonio.
• Primeramente si saben y les consta que en la corta edad de diez y nueve a veinte
años contraje matrimonio con la expresada mi mujer, y si en esta unión hemos
vivido el transcurso de diez y siete años
• Si he vivido todo el tiempo de mi matrimonio como su pupilo y esclavo, sirviéndole
diligentemente en sus siembras y negociaciones, y si todo el manejo corrido;
sujetándome a que ella me vista y alimente de lo adquirido con mi sudor y
trabajo.
• Si he servido con notoria honradez y aptitud, si le he disipado o desbaratado
algunos bienes de un capital o gananciales que haya habido, y si ella me ha
tratado como a marido o mayordomo.
Fueron ocho personas los que testificaron y dijeron su verdad ante las preguntas
que les hacia la autoridad competente, todos unánimemente coincidieron en sus
respuestas; he aquí algunas de ellas:
• Don Domingo Revollo: Que Camargo tan solamente en el nombre era cacique,
pero que su mujer era la que disponía de cuanto pasaba
Que recién casado don Vicente Camargo con doña Nicolasa, vio este testigo que
condujo al pueblo de Moromoro de la provincia de Misque dicho don Vicente porción
de ganado vacuno, y su mujer sin que su marido tuviera acción en nada, fue
vendiendo todo.
• Don Esteban Montero. Notario Público: de todos los frutos que entraban a
poder suyo, por todos lo manejaba su mujer. Sabe con toda la milianidad que
don Vicente Camargo era un mero mayordomo o administrador.
• Don Josef Esquivel y Alcalá (Presbítero): Estando de ayudante en Moromoro,
cosa de dos años y dos meses. Este vivía religiosamente, y en buena unión con su
mujer doña Nicolasa Acosta, sin haber dado la más leve nota de su persona, motivo
por el que le apreciaban, así el cura de aquel pueblo como sus tenientes.
232
En esa su condición, por supuesto que tuvo actividad social, es así que apadrinó a
varios niños y principalmente hizo bautizar a uno que fue abandonado en las
puertas de su casa a “José Santos Camargo indio de edad de 5 días expuesto a
las puertas de Don Vicente Camargo vecino de esta Doctrina, fue su madrina
Florentina (ilegible), en Moromoro 6 de noviembre de 1807 (AOP PB 1807, Iglesia
de San Miguel de Moromoro. Libro de 1805-1814: 20)
Los futuros cónyuges, don Manuel Ascencio Padilla y doña Juana Azurduy Llanos,
participan a don Vicente Camargo y a doña Nicolasa Acosta, su deseo de que
apadrinen su boda y, fue que el 19 de mayo de 1799 en la iglesia de Moromoro
se efectúa la ceremonia. Para don Vicente, debió haber sido de enorme satisfacción
el apadrinar la boda de su vecino y amigo entrañable. Para esas fechas don Vicente
contaba con la edad aproximada de 39 años.
Don Vicente fue por varios años Alcalde Pedáneo de Moromoro y continuó por
algunos años más en el cargo de cobrador de tributos, la ascendencia que tuvo
entre los originarios fue siempre de identificación con ellos, en muchas
oportunidades salió en defensa de los intereses de los ayllus.
En los años siguientes don Vicente, dedicó todos sus esfuerzos de trabajo a su
hacienda de Sacabamba, en el año de 1796, adquirió compromiso de arriendo de
233
Que por tenor de la presente, y en la mas bastante forma de derecho por sí, y a
nombre de sus herederos, dará y dio en arrendamiento real y público, a don Vicente
Camargo vecino del pueblo de Moromoro, es a saber la hacienda y tierras de pan
llevar nombrada Curioma, Quirulagua y otros, que como suya tiene y posee en la
jurisdicción de la Doctrina de Guaicoma Partido de Chayanta, por el tiempo de 4
años (ABNB EP-372, 1 7 9 9 : f . 218)
Fue así, que don Vicente se hace cargo del cobro de los impuestos. Esta
circunstancia nos mueve a pensar, que por esas fechas el ejército español ya se
encontraba en inmediaciones de Challapata a la espera del ejército auxiliar
comandado por Belgrano, por consiguiente la plaza de Chuquisaca estaba libre de la
presencia colonial.
Recibí el contenido de esta transacción hoy 2 de septiembre de 1783 años entre los
testigos que se hallaron presentes en esta hacienda de Singani, y respecto a lo que
consta, en dicha transacción, dejo a disposición de don Mauricio Arancibia, la pampa
del horno expresado. Y para que conste lo firmé en dicho dictamen día mes y año=
Agustín Barriga= Ambrosio Yáñez de Rivera= Testigo Vicente Camargo= Testigo
Santos Crespo y Justicia Mayor= Don Mauricio de Arancibia, vecino y hacendado en
la Doctrina de San Lucas de esta Provincia de Pilaya y Paspaya (ABNB EP-327,
1783: ff. 320-366 v.)
Analizando el documento, podemos inferir que don Vicente, como vecino de la calle
de los tres Molles, tuvo amistad con la familia Arancibia y pudo haber cooperado
para su presencia en la hacienda de Uruchini. Ampliando un poco más acerca de su
estadía en la zona, pudiera ser que también haya estado presente por motivos
235
Muchas fueron las batallas en que este valeroso potosino actuó con bravura; su
honradez y magnanimidad siempre presente en todo momento, cariñoso con su
tropa, especialmente con sus “Tatitos” que siempre le daban satisfacciones a la
patria. Fue perseguido sañudamente por el general Pezuela por todo el distrito de la
provincia de Pilaya y Paspaya, los comandantes españoles siempre listos a
“batirle”. Don Vicente, en uno de sus partes militares hacia referencia “A pesar de
los muchos esfuerzos que ha hecho el general Pezuela, a destruirme y
convertirme en cenizas, no ha podido conseguir otra cosa, sino ruina y
desesperación (ganancia de propia de los hombres tiranos irreligiosos). (ABNB AR
Caja 13, Doc.1179: f f . 903 - 904)
Fueron muchas las intervenciones guerrilleras de don Vicente, en todas ellas junto a
sus tropas, siempre demostró valentía al igual su oficialidad y su tropa,
principalmente sus “Tatitos”. La ofensiva española para el año diez y seis, llegó a
concretar la derrota de varios patriotas, así fue que don Vicente fue también batido
en los campos de Arpaja el 3 de abril de 1816. Si bien, dejó de existir, pero, sus
combatientes se reorganizaron y en su memoria continuaron la lucha, hasta muy
entrado el año diez y nueve.
Con motivo de que el finado teniente coronel don Vicente Camargo fue nombrado por
el excelentísimo señor don José Rondeau, de subdelegado al partido de Chayanta,
con destino de levantar un regimiento y observar al frente del enemigo en Challapata
sus pasos, arribó una noche un eclesiástico a San Pedro de Buena Vista donde existía
la partida de observación y pidiendo audiencia al territorial declamó contra la
conducta del señor Arenales de un modo bastante criminoso y concluyó diciendo
que salía de garante de cuanto delataba como testigo de vista en Cochabamba
donde gobernaba aquél”. “Electrizado el celo de este jefe, me hizo llamar como a su
asesor titulado por el citado señor general, y quiso obligarme, pusiera un informe al
superior gobierno con el fin de que pusiese remedio. No tuve embarazo en
despreocuparlo con reflexiones cuerdas, mas como a los nueve días se presentase el
doctor Reque regular de aquella ciudad con igual objeto que el antecedente, su
236
• Asimismo las dos paradas de molino, con ese motivo regule de breve a breve las tres
primeras viviendas cerca del horno de tejas.
• El cuarto troje con su cuartito de palomar con la escalera que sube de la vivienda
baja.
• Dos cuartos que le siguen hasta la entrada del corralito
• Otro cuarto junto a dicho troje, desbaratado con su horno de amasar
en cuarto separado bajo de techo con ventanita clara al patio.
• La vivienda de una salita que entra con su cuartito chico del comedor a un
corredorcito y pasaje, con tres puertas, la una que sale del corredor de dos manos,
y las dos de una mano sin llaves, con pisos enladrillados, y ventanita chica al
canchón del tendido de fuera, y el corredor que cae a la parte del patio chico de dos
pilares de cal y ladrillo de dos arcos de adobe, y de tres huecos anchos, y al costado
derecho de la entrada de la salita una puerta de pasaje a otra vivienda de una sala,
la que se halla mitad de su techo caído así de pared como de su techo, y al otro
costado de la mano izquierda el corredor de media agua, sale una escalera con
piso de ladrillo a una vivienda de un alto, que había sido la vivienda principal del
237
dueño, y dicho cuarto angosto con dos ventanitas chicas que caen al patio chico
separado, y las paredes rajadas de ambos costados por el edificio malo en términos
de soltarse, de techos y maderas como las viviendas antecedentes, piso
enladrillado, puerta de dos manos sin llaves con armellas para candados.
• Un horno de quemar teja y ladrillos forrado de piedra seca a los extremos
servible.
• La pared que cerca en cuadro la huerta de 103 varas, alto de dos y media varas y
otra mitad de vara y media, y en su centro de dicha huerta 28 árboles de manzanos y
18 árboles de durazneros ordinarios, y tres pies de membrillos.
• Dos paradas de molino de cal y piedra de bóveda con sus piedras corrientes de
voladera, y solera, con sus rodesnos y palafierros, y llavijas, con los chiflones algo
deshechos y canales que necesitan compostura de sola que las dos tolvas y
cajonería corrientes con sus tarabillas, palo y puente y alza prima y lavadero sin
reparo solo quedan sus lozas, con puerta hecha pedazos, tolva para lavar,
herramientas cuasi ninguna, techo de suncho madera ordinaria con sus respectivos
tumbadillos, sequia inundada de lama y arena por parte que necesita el paleo y
limpia de ella, asimismo por trechos desportillados sus bordes y también es
necesario su compostura.
ABNB AR-1151
Don Manuel Ascencio, desde sus primeros años con seguridad que acompañó a
su padre en las labores propias de la actividad agrícola-
308
En otro párrafo indicaba que tuvieron “siete hijos e hijas, murieron cinco, cuatro
menores y uno ya casado dejando un nieto Alejo Padilla, viven dos llamados
Pedro y Ascencio ambos menores de 20 años, declaro por todos mis hijos
legítimos y también a Alejandro, mi hijo Pedro anda fugitivo y no sabe donde
está (ABNB EP-305,1788: f. 551)
En el año del señor de mil ochocientos treinta y tres a los veinte y seis días del
mes de diciembre. Yo, el Presbítero don Juan de Figueroa cura de este
Beneficio de Cinti, sepulte el panteón de esta Santa Iglesia Parroquial con cruz
baja y oficio rezado el cuerpo mayor de doña Basilia Rengifo, española de edad
al parecer de cuarenta y cinco años, viuda que fue del Capitán don Pedro
Nolasco Villarrubia, a quien le administre todos los sacramentos. Y para que
conste lo firme (ABAS PD, Iglesia de Camargo. 1830-1857: f. 45)
En el año del señor de 1.832 a los diez y seis días. Despose al ciudadano Francisco
Flores, natural de las Islas Canarias, pero residente en esta América desde sus tiernos
años, viudo de Manuela Alarcón enterrada en Potosí; con Jacoba Villarrubia,
española, soltera natural de esta villa, hija legítima de don Pedro Nolasco Villarrubia y
de doña Basilia Navarro.
La siguiente señalaba:
En el año del señor de mil ochocientos treinta y cuatro, a tres días del mes de
junio. Despose al ciudadano Ramón Rodríguez, español soltero, natural de esta
villa, hijo legítimo de don Alejandro Rodríguez y doña María Rudecinda Carnicer,
con doña Lorenza Villarrubia viuda de Toribio Marques enterrado en el panteón
de esta villa (ABAS PM, Iglesia de Camargo. 1830-1857: f.55)
341
ILDEFONSO VELA
[a] 11 de mayo de 1788. Ramón Ildefonso Vela mestizo natural de esta villa Vdo. De
María Chuquimia hace cuatro meses, hijo legítimo de Bentura Vela y Paula Escalera.
Con María Barrera mestiza, natural de esta villa viuda de Rafael Abendaño (hace 8
años) legítima de Antonio Barrera y Josefa Cuiza. Padrino Manuel Larrea, María
Guzmán, José Sarmiento de edad de
53 años, Juan de Dios Arias de 28 años y José Baldivia de 25 años (AOP PM, Iglesia
Matriz de Potosí, 1786-1795: f. 38)
Junto a su segunda esposa, don Ildefonso por aquellas contingencias que trae
consigo la actividad comercial, se vio envuelto en una demanda instaurada por
quien en su momento le proporcionó cierto préstamo en mercadería. La deuda
alcanzaba a la suma de 1.125 pesos por cestos de coca; al no hacer efectiva su
devolución don Antonio Otero vecino del comercio se vio en la necesidad de acudir
a los tribunales de justicia. El juicio duró muchos años hasta que en la Villa de
Potosí:
[a] 3 de septiembre de 1803, compareció doña María Berrera viuda de don Ildefonso
Vela bajo juramento no pudo identificar el documento por no saber leer”, la demanda
hacía notar que estaba incluida “contra la casa que poseen en Acopampa por realenga
y el canchón inmediato (AHP CGI/M-45/25, 1803-1807: ff. 1 – 6)
343
Dávalos y a muchos de este tenor que el Sr. Lobo Gobernador Goñi y a muchos
les prendieron en sus casas y les llevaron a la moneda la mayor parte a la
cárcel, salió herido don Nicolás Uraniqui de un sablazo en el brazo por un
mulato Lagosta y éste le tiro un trabucazo. A esas horas de la noche mandaron
a iluminar las calles de faroles por toda la villa y á Ildefonso Vela por acusador,
lo hicieron Alcabalero y Nogales se hizo Sargento Mayor de plaza y todos los
que le acompañaron fueron así mismo oficiales (AHP BM 00.02/T5, 1811: f.91)
De esa manera gracias a la voz oportuna de Ildefonso Vela, se amagó todo intento
que desestabilizara al gobierno patriótico adicto al gobierno revolucionario de
Buenos Aires.
Con la derrota del ejército argentino en los campos de Guaqui, nuevamente el poder
español se hizo sentir a la cabeza del general Goyeneche y este dispuso la
persecución de todo adicto a la revolución de noviembre. Muchos fueron los
perseguidos, apresados y ejecutados. Ildefonso Vela por un tiempo logró evadirse
del enemigo, pero esta su transitoria libertad fue cortada con su apresamiento en
enero de 1813:
No se tiene información fidedigna acerca del destino final que tuvo Ildefonso, con
seguridad que fue sentenciado a la pena máxima.
Muchos años después, ante las autoridades judiciales, se hacen presentes varios
integrantes de la familia Vela objeto a regularizar intereses familiares.
Y, fue en 8 de enero de 1827 que los señores Isidro, Pedro, Mariano e Ilaria Vela,
procuran la conciliación respecto de los bienes del finado Ildefonso Vela, puesto
que “Mariano Barrera y Cuiza fue depositario de los bienes de Ildefonso Vela en
años pasados, de los cuales con el curso de los tiempos y ocurrencias políticas se
disiparon”. Hasta ahí, se conoce parte de la vida de Ildefonso Vela y de los
familiares cercanos que aún quedaron con vida; no se tiene referencias de quienes
fueron sus descendientes.
346
JUAN WALLPARRIMACHI
Don Samuel Velasco Flor, en el año de 1871 nos dejó una ejemplar obra de
nuestra historia nacional, de él extractamos estrofas dedicadas a Juan “el hondero y
cantor” como él lo llama. Aúnque las noticias que nos ofrece están más cerca de la
leyenda que la historiografía:
Juan; robado a su vez, por unos indios de Macha, recibió una instrucción completa de
su lengua incomparable; de las gloriosas tradiciones del imperio de los Incas y de su
ruina por Pizarro. Túvose mucho cuidado en hacerlo ignorar siempre su mezcla con
sangre español.
Juan ya adolescente, es parte de la familia de don Ascencio, muy querido por los
esposos Padilla, con ellos pasaba sus primeros años hacia la mayoridad, mostrando
siempre lealtad a sus protectores. Como es siempre inevitable, a los llamados del
corazón “Entrego su alma virgen, enamorada y pura, a Vicenta Quiroz, belleza de
diez y seis años, víctima de la codicia de sus padres que la dieron en matrimonio a un
viejo andaluz, poderosos minero de Porco.
Juan, al lado de Padilla, en las batallas de día i de noche, quemo constante incienso en
347
aras de dios perdido, Intrépido como ninguno, buscaba en vano la muerte para curar la
honda herida de su alma; hacía versos en quechua creyendo distraer su dolor que se
renovaba tenaz, agudo, pero sublime. Cualquiera que haya amado, comprende
fácilmente las emociones del corazón de Juan.
Muchos yaravis que se canta son obra de este joven muerto a los 23, años en
holocausto de la libertad. Hoy, nadie habla ya de él, y es por que no saben su vida
que es la misma de Padilla; concurrió en primera línea a todas sus acciones de guerra;
tenía el apellido de Huallparrimachi, en memoria de sus ilustres abuelos; rehusaba el
manejo de las armas de fuego, sirviéndose de su honda y la macana por que con
esas combatían sus padres.
“Esta, así, es la vida del poeta indio según refieren los escritores bolivianos,
mezcla de leyenda y de historia. Veintiun años que comenzaron en la
orfandad, rodearon a merced del infortunio y terminaron al golpe de una bala,
en aras de la libertad”.
(Lara, 1947:135)
De esa manera don Jesús Lara, escritor, historiador y poeta, hacía referencia a don
Juan Wallparrimachi, le tocó a él, escudriñar acerca de la literatura quechua,
rescatando variados poemas desde los tiempos precolombinos, la colonia y la
república. Las sintetiza en su obra “La Poesía Quechua Ensayo y Antología”, en ella
hace mención a nuestro hermano originario de Macha, y respaldado en fuentes
primarias y comunicación verbal de un personaje altamente ponderable, hace una
relación de la verdadera historia del poeta-guerrillero, él nos dice:
Hacia 1922 vino a vivir en sus últimos años en Cochabamba, su tierra natal,
un anciano cansado de las lides de la política y de la inteligencia: José Armando
Méndez. Nos hemos ya referido a él en otro punto de este ensayo. Crónicas
Potosinas, de Modesto Omiste, nos había proporcionado la oportunidad de conocer a
el Walllparrimachi de Rivas y también la imitación de Méndez. El deseo de
conocer algo nuevo acerca del poeta indio y sobre todo el texto quechua del
poema imitado, que no figuraba en la colección Vásquez, nos indujo a presentarnos
un día en su domicilio. De porte amable y accesible, nos conversó largamente sobre
cuestiones relacionadas con la cultura quechua. Cuando tocamos la vida de
Wallparrimachi, el anciano formuló una serie de rectificaciones y puso en nuestras
manos un legajo de manuscritos antiguos muy valiosos, entre los cuales figuraban
algunos autógrafos del poeta indio. Nos refirió que dichos autógrafos habían sido
obsequiados por doña Juana Azurduy de Padilla a don Mariano Méndez, diputado
por Cochabamba en la asamblea de 1825. A la muerte del prócer, los documentos
348
Según la versión que nos contó José Armando Méndez, el indio, nacido en la región de
Macha, Potosí, quedó huérfano de padre y madre en sus primeros años. Wallparrimachi
era el apellido de su padre, y Maita el de su madre. El poeta los había empleado durante
toda su vida. Manuel Ascencio Padilla lo había recogido muy tierno en calidad de sirviente,
esto es, de esclavo. El indio resulto dueño de una inteligencia notable. Padilla solía enseñar
a sus hijos a leer y a escribir, mientras el criado, que no podía hacer otra cosa que mirar y
oír de lejos las lecciones, comenzó de improviso a escribir con carbón su nombre en las
paredes. El Caudillo, como todo enamorado de la libertad, lejos de extirpar aquel afán del
muchacho como lo hubiera cualquier otro blanco, asumió el papel de maestro.
Wallparrimachi aprendió a leer y escribir con corrección. Como relata Rivas, escribió
versos desde su más temprana adolescencia y no tardó en enamorarse de Vicenta
Quiroz. Desde este punto, Méndez se manifestaba de acuerdo con literatos e
historiadores; pero no dejaba de subrayar que el origen del poeta no tenía ninguna relación
con el Cuzco ni con la sangre de Carlos III. Según referencias que poseía y que eran
provenientes nada menos que de doña Juana Azurduy, ninguna característica del poeta, ni
física ni de otra índole, denunciaban al mestizo. Era indio puro, por su color, por sus
facciones, por sus predilecciones y por su espíritu. Hablaba perfectamente el castellano.
Pero nunca quiso componer un poema en ese idioma. Pudiendo luchar ventajosamente a
lo blanco, con un arcabuz o una espada, prefirió luchar siempre a lo indio, con una honda, a
la cabeza de sus hermanos de raza. “Así nos expreso José Armando Méndez en su
domicilio de Cochabamba, en los últimos años de su vida.
Esta vez la historia nos ubica en el úl mo día del mes de abril cuando el Mariscal Antonio José
de Sucre ingresaba triunfante a la ciudad de Chuquisaca. Era la tarde de un 30 de abril de 1825.
Llegó el día, por todos esperado, para recibir al padre de la patria, el gran ciudadano que venía
a construir la nueva nación, a reedificar la sociedad y a regenerar al pueblo después de haber
roto las cadenas del dominio colonial.
Un chasqui anunció la par da del Mariscal hacia Chuquisaca, todo el vecindario de la an gua
zona de San Roque y de toda la ciudad se puso en movimiento y se conformaron comisiones de
caballeros, señoras y jóvenes que se organizaron para los decorados y ornamentación de las
calles y la plaza de armas. También se organizó la clase popular san roqueña: artesanos,
obreros, vivanderas, cocineras y chicheras tomaron a su cargo el armado de arcos con lujosa
platería, ramas de molle y flores que engalanaron la calle San Pedro, hoy calle Bus llo, que era
la calle de acceso a la ciudad para todo forastero proveniente del sur, de las minas y de Potosí.
La ciudad amaneció aquel 30 de abril ves da de gala y ostentando orgullosa los resplandores
de un pueblo rico. Desde las primeras horas de la mañana, cuando el sol apenas alumbraba los
tejanos desiguales de las casas y casonas de es lo colonial. La calle San Pedro comenzó a
llenarse de gente, todos afanados con los úl mos arreglos y detalles. Era conmovedor observar
a los niños uniformados y listos para dar la bienvenida al gran hombre que estaba por llegar a
la ciudad.
En los días precedentes el pueblo obrero se ocupó de conver r el camino del Tejar en una calle
llena de árboles bien podados y adornados con tules y banderas. Y la ornamentación de las
calles de San Roque estuvo a cargo de los propios vecinos que demostraron esmero en el
arreglo de sus fachadas. De los balcones colgaban tapices y bordados que solo se lucían en
ocasiones tan especiales como aquella y de los más les de las ventanas se encontraban izados
lujosos pliegues de tocuyo simbolizando las banderas de la libertad.
Al final de calle Bus llo, por donde actualmente se ingresa al Cementerio General, esperaba al
Mariscal una lujosa carroza que fue adornada con gazas, tules, cintas, blondas, flores y platería.
A media mañana la calle San Pedro estaba tan bien adornada como nunca antes estuvo,
parecía un bosque de flores que fue admirado por la población capitalina. "Lás ma que aún no
se conocía la fotogra a para haber conservado tan bello panorama. Seguro tendrán que pasar
muchos años para volver a ver semejante arreglo como el que se preparó para esa
oportunidad" dice, textual, la descripción realizada en 1925 en el bole n de la an gua
Sociedad Geográfica Sucre.
El trayecto desde Potosí fue una constante ovación al gran héroe americano, hasta las más
pobres aldeas salieron a saludarlo con regocijo y profunda gra tud. A las doce y media del
medio día de aquel 30 de abril un cañonazo disparado desde las alturas de la histórica zona de
Santa Ana de La Recoleta anunció al pueblo que la gran comi va ya habría par do de Yotala.
De inmediato los campanarios de los diez y ocho templos de Charcas empezaron a redoblar
sus campanas en señal de bienvenida. La alegría rebosaba en los corazones que palpitaban más
rápido inflamados de desesperación por ver al Gran Mariscal. El gen o era tan inmenso que no
había espacio ni para un alfiler. Can cos y loas empezaron a escucharse en las esquinas del
gran pueblo de antecedentes históricos, de gloriosos tulos, el pueblo de las grandes luchas, el
pueblo de la idea de la libertad, el primero de la revolución, el primero en encender la chispa
libertaria, en fin, la legendaria Chuquisaca que abría sus puertas al salvador de sus ins tuciones
y lo estrechaba entre sus brazos con el espíritu ardiente de victoria.
Tardó dos horas y media su trayecto desde Yotala. Antonio José de Sucre subió a la carroza que
le prepararon ves do con un pantalón blanco con ra azul, casaca azul bordada de plata y
morrión rojo con plumaje azul y blanco. A su diestra se ubicó el General Arenales y a su
izquierda un diputado de Charcas. Por delante un escuadrón de los soldados más selectos de la
ciudad se encargaban de abrir paso a la elegante carroza que lentamente avanzaba por debajo
de los arcos de platería de la calle San Pedro. Cuando la carroza llegó a la esquina de la Catedral
un grupo de diez vecinos notables le entregaron a Sucre un cojín rojo sobre el cual se
encontraba una gran llave de bronce simbolizando que la ciudad le entregaba sus llaves y que
el pueblo le abría sus puertas con cariño y admiración. Sucre agradeció aquel gesto, bajó de la
carroza y abrió las puertas de la Iglesia en cuyo interior un coro de jovencitas le dio la
bienvenida entonando el himno al amor. El libertador, profundamente emocionado, las saludó
y con núo su recorrido con una serie de guirnaldas que le colgaron en su cuello.
A las cinco de la tarde llegó el general Sucre al frente de la Casa de la Libertad donde se erigió
un gran arco de mucha elevación del que descendió un hermoso cóndor vivo trayendo en el
pico y las garras vistosas cintas con inscripciones doradas que decían: "Loor eterno al inmortal
Sucre", "Pichincha es victoria, Ayacucho es gloria", "vencer es azaña, libertar es más".
Uno de los tes gos oculares de aquella jornada, el ciudadano Jorge Mallo, escribió en su
diario: "el día de la llegada del gran general una señora anciana se abrió espacio por entre la
mul tud hasta llegar donde estaba Antonio José de Sucre cuya diestra besó con religioso fervor
diciéndole: Con este beso he soñado toda mi vida. Los primeros días de mayo de ese año Sucre
hizo buscar a esa señora, pero no la encontraron.
Al ocaso del día la Catedral Metropolitana fue escenario de un solemne Te Deum concelebrado
por el clero secular de Charcas dando la bendición y bienvenida al Gran Mariscal.
La noche del 30 de abril los faroles de la plaza de armas y calles adyacenyes se encontraban
encendidos cual si fuera fecha cívica y se dejaban sen r los juegos ar ficiales caseramente
realizados mientras se desarrollaban retretas y serenatas que alegraron las fiestas de esa
noche. Hasta altas horas de la noche el General Sucre estuvo en el salón del palacio del
gobierno recibiendo a los personajes más respetados de la ciudad de Chuquisaca.
Al día siguiente, primero de mayo de 1825, la fiesta por el advenimiento de Sucre a la ciudad
de Chuquisaca con nuaba y se sirvió un almuerzo de camaradería en gesto de bienvenida a la
ciudad que años después llevaría orgullosa su nombre en su honor.
Nota.- Esta inves gación está basada en la acertada y destacada inves gación de la Sociedad
Geográfica Sucre del año 1925 cuando estaba bajo la dirección del renombrado chuquisaqueño
Ricardo Mujía.