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La noticia del 

Motín de Aranjuez (18 y 19 de marzo) llegó a Ciudad de México el 8 de junio de


1808.2627 El virrey José de Iturrigaray, elegido por intervención del primer ministro Manuel
Godoy, se mostró consternado por los sucesosn. 9 y por el apoyo de los españoles
peninsulares residentes en Nueva España al partido fernandista. n. 10 No obstante, ordenó los
preparativos para realizar la jura y proclamación de Fernando VII como soberano de España e
Indias. El 23 de junio los novohispanos tuvieron conocimiento del levantamiento del 2 de
mayo en la metrópoli y, vía la Gaceta de Madrid, el 14 de julio estuvieron al tanto de
las abdicaciones de Bayona y el nombramiento de Joachim Murat como lugarteniente general
del reino.28 29 El virrey se reunió con los miembros de la Real Audiencia y acordaron guardar
secreto de sus preocupaciones y cabildeos, en cambio dieron a conocer la abdicación de
Fernando VII a través de La Gaceta de México el 16 de julio.
La situación en la metrópoli supuso una situación inédita que puso a discusión en quién
radicaba la soberanía de los territorios bajo el dominio español. El estado de excepción
originado por la abdicación de Fernando VII y la ocupación francesa dividió en dos partidos a
la élite de Nueva España. Para algunos —en su mayoría españoles peninsulares cuyo
portavoz era la Real Audiencia de México— el poder en Nueva España seguía radicando en el
rey Fernando VII, aunque momentáneamente se encontrara ausente. De aquí que la
estructura social y política del virreinato debía seguir inmutable y subordinada a la Corona
española. Algunas de las figuras más representativas de esta postura fueron el
inquisidor Bernardo Prado y Obejero y Ciriaco González Carvajal.n. 11 Para los otros —en su
mayoría criollos representados por el Ayuntamiento de México— la situación era más
compleja porque para ellos la naturaleza del vínculo entre España y Nueva España estaba
encarnada en el rey, pero en su ausencia eran los pueblos a través de sus autoridades
quienes debían ejercerla. En medio de la crisis política, los simpatizantes de esta última
postura encontraron una oportunidad para reformar el régimen virreinal. Son representantes
de este grupo el síndico Francisco Primo de Verdad y Ramos, el auditor de guerra José
Antonio de Cristo y el regidor Francisco Azcárate y Lezama. Todos ellos fueron apoyados por
el fraile mercedario Melchor de Talamantes.30
El 19 de julio de 1808 los miembros del Ayuntamiento propusieron al virrey Iturrigaray la
creación de una Junta de Gobierno que ejercería la soberanía en Nueva España. De acuerdo
con la propuesta, la junta sería autónoma respecto a aquellas que estaban formándose en
España y estaría en vigencia mientras no se restituyera en el trono a Fernando VII o uno de
sus herederos de la Casa de Borbón. El Ayuntamiento planteó la posibilidad de nombrar
gobernador y capitán general a Iturrigaray, como medida para defender la integridad del
territorio ante una eventual invasión de los franceses. 3132 El virrey acogió con beneplácito la
propuesta, pues creía amenazada su posición tras la caída de su benefactor, sin embargo la
Real Audiencia ratificó su postura con la excepción del oidor dominicano Jacobo de
Villaurrutia —único miembro criollo de la Audiencia—, quien secundó inicialmente las
propuestas e incluso propuso un congreso menos numeroso, representado por corporaciones
civiles, eclesiásticas y militares.33 De esta forma, para el Acuerdo, se invitó a participar a los
ayuntamientos de Xalapa, Puebla, y Querétaro, debatiendo de esta forma la manera en que
debía proceder la colonia. El 28 de julio llegaron nuevas noticias de España: se conoció
el levantamiento general de los habitantes de la península y de los establecimientos de juntas
de gobierno en nombre de Fernando VII.34
El virrey José de Iturrigaray convocó a una junta para el 9 de agosto, a la que asistieron los
representantes civiles, militares y eclesiásticos, hasta sumar ochenta y dos participantes. El fin
de la junta fue debatir la situación. 35 A excepción de Villaurrutia, los miembros de la Audiencia
asistieron bajo protesta pues consideraban que había que seguir las indicaciones de la Junta
de Sevilla. Por lo tanto, calificaron de innecesaria la reunión convocada por el virrey. 36 El
Ayuntamiento de México recibió el apoyo de los ayuntamientos de Xalapa y Veracruz, de
hacendados de esas regiones, así como de algunos gobernadores de las parcialidades de
indios. Primo de Verdad y Azcárate propusieron que, en ausencia del monarca, la soberanía
de la colonia debería quedar en manos del pueblo. n. 12 el cual estaría representado por los
diversos ayuntamientos, así como con los diputados de cabildos seculares y eclesiásticos. De
esta forma la soberanía estaría delegada en un congreso. n. 13

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