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Crónica
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20/11/23
CRÓNICA DEPORTIVA
Ser cronista del Madrid es uno de los mejores y los peores oficios. Por una parte, te permite convertirte en el escribano de los
reyes del fútbol, actores de un imperio que niega el sino de todo imperio: la decadencia. Por otra, te frustra porque reduce los
argumentos a la nada y se mofa de la razón. La conclusión es la misma que Neruda sacaba para el amor: el Madrid no se
comprende si se mira, el Madrid se comprende si se siente, en Kiev como en Cardiff, en Lisboa como en Amsterdam,
ciudades donde ha dejado su huella, sea con el destino de su parte hasta para la desdicha ajena, sea por el trazo que un artista
pinta sobre el escorzo de un delantero. El corazón tiene razones que la razón no entiende y es el único que puede explicar al
Madrid de las 13 Champions, al campeón de los 13 latidos. [Narración y estadísticas (3-1)]
El número 13 no asusta al Madrid, porque no hay 12 más 1 para quien sabe, tan ufano y ególatra como seguro y
arrebatador, del amor que le profesa el destino. El Liverpool no piensa lo mismo, sumadas todas sus desdichas, la lesión de
Salah y los errores infantiles de Karius, hasta componer su via crucis en Kiev. Quienes abrazan la fe blanca se imantan de
tanta autoestima, sienten que pueden caminar solos, a diferencia de lo que cantan los hinchas de los reds. Cuando observaron la
candidez de su portero en contraposición al remate de Bale, como el vuelo invertido de un águila imperial, comprendieron lo
incomprensible, y es que la victoria es como el amor correspondido: basta un instante para ser eterno.