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CONVENCIONALISMO SOFISTA

Y POLÍTICA

Andrea Chaparro Boza

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INTRODUCCIÓN

En Grecia, cuando la creencia en los dioses comienza a quedar en un segundo plano, la


justicia toma cuerpo en una serie de nomoi o leyes escritas. El pueblo debe empezar
entonces a acatarlas con motivo de que la paz colectiva y el desarrollo de la sociedad
estuvieran garantizados.

Con la redacción de leyes, el poder de la tradición se desbanca al igual que el monopolio


legislativo, y la política deja de encontrarse en manos de un grupo elegido de reducidas
personas para avanzar hacia lo que posteriormente constituiría un régimen democrático.

Son los sofistas los que proponen la comprensión de estas leyes como un acuerdo,
sometido a discusión y modificable por los hombres.

PHYSIS Y NOMOS

Gracias a la sofística se comenzó a distinguir entre la ley natural y la ley establecida por
convención humana.

El nomos anteriormente era entendido como condición natural, por lo que algunos seres
vivos como los animales también contaban con nomos en cuanto a su orden, costumbres
y estructura natural se refiere.

Este cambio en la concepción del nomos supone, por tanto, una evolución y la aparición
por primera vez de los seres humanos formando parte del pueblo como sujeto activo y su
participación en política. El origen de la ley y su posterior defensa guarda por tanto gran
relación con el papel del pueblo a lo largo de la historia y su vigencia actual es posible
gracias a la lucha por su realización que ellos llevaron a cabo.

El término nomos aparecía ya en relación con el pueblo en la obra de Heráclito: “es


necesario que el pueblo luche por su ley como por su muralla”.

El conjunto de personas que conformaban el pueblo tuvieron que conseguir un espacio


definido para poder actuar como comunidad. La construcción de la muralla en el espacio

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y en el tiempo es un símil de la construcción de la ley realizada por el pueblo, que se
encuentra en continuo cambio y transformación, adaptándose a los tiempos y a las
necesidades que las distintas sociedades presentan a lo largo de su evolución.

La ciudad nace de la lucha. Sin la lucha la política no existiría, aunque no puede verse
reducida solo a ella. El nomos constituye la estructura de la ciudad, su base y la
organización en la que se sintetiza el esfuerzo del pueblo. La ley es el único instrumento
que garantiza la protección y la libertad de los ciudadanos y les permite desligarse de la
autoridad de los gobernantes tradicionales o de naturaleza religiosa.

La contraposición entre la ley natural (physis) y la ley convencional (nomos) es una de


las mayores aportaciones de la historia de la filosofía griega. Con este planteamiento se
da un cambio en el valor que antes se concebía de las normas morales, pero además que
las leyes sean fruto de acuerdo entre las personas y se encuentren en continuo cambio las
convierte al mismo tiempo en un instrumento de reflexión crítica que permite empezar a
cuestionarse ciertos aspectos en lugar de asumir todo aquello que es producto de la
naturaleza, es decir, el nomos y el convencionalismo sofista guardan estrecha relación
con la evolución y la cultura.

La idea de que leyes son creaciones humanas surge principalmente por el contacto entre
culturas. Las relaciones comerciales y entre colonias propició el origen del relativismo
cultural. A través de la experiencia en distintos lugares (esto ocurría especialmente de la
mano de sofistas, puesto que la mayoría eran extranjeros) comenzaron a percatarse de que
la forma de gobierno variaba en función de la zona, incluso podían llegar a ser opuestas
como ocurría entre Atenas y Esparta.

EL PAPEL DE LOS SOFISTAS EN LA APARICIÓN DE LA DEMOCRACIA

Otros autores habían iniciado anteriormente reflexiones sobre el origen de la naturaleza


y el conocimiento de la realidad, como puede verse reflejado en Parménides o Heráclito.
Sin embargo, los sofistas abren un nuevo frente en la filosofía con respecto a las
relaciones sociales que en la polis tenían lugar, es decir, amplían la temática que hasta
entonces se había tratado para dar paso a la filosofía política en relación con el nomos.

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Gracias a su filosofía y al origen de la democracia surge la idea de que la política no tiene
por qué encontrarse en manos de los más poderosos o exitosos, sino que la participación
política puede estar al alcance de todos.

El tema en torno al que surge su reflexión es la democracia que existía en Atenas, cuya
participación era directa y la oralidad fundamental.

La teoría política que se origina con la sofística plantea por primera vez cuestiones y trata
de responderlas desde un punto de vista humano.

La democracia nace en Grecia tras una época de profundos cambios económicos y


militares que provocaron en cierto modo la ruptura del vínculo que existía entre el pueblo
y los señores y gobernantes.

El funcionamiento del sistema democrático fue posible gracias a la participación de los


ciudadanos en la Asamblea y en los principios de igualdad ante la ley y de derechos y de
igualdad de palabra.

Este derecho de igualdad ante la ley realmente impulsa la competencia puesto que surgen
diferentes intereses y puntos de vista individuales que se oponen entre sí. Aún así, tener
distintas visiones particulares no implica actuar en contra de la civilización. Los únicos
que actúan incivilizadamente en ese caso son aquellos que se oponen a la participación
de todos en política.

Esta libertad de expresión conduce a que el motor de la democracia sea una discusión
política debido a la aparición del pluralismo. La palabra y la argumentación toman por
primera vez poder sobre la fuerza física.

PROTÁGORAS Y EL CONVENCIONALISMO
Protágoras de Abdera fue uno de los filósofos más destacados de la corriente sofista.

Resulta algo complejo estudiar a los sofistas, pues apenas se conservan fragmentos que
lo permitan, aunque sí es cierto que autores como Platón y Sócrates hablan acerca de ello
en sus textos. Puede no ser el ejemplo más verídico, puesto que ambos autores son críticos
con la sofística y se oponen totalmente a muchos de los conceptos que con ellos surgieron

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como puede ser el relativismo o su creencia de que poseían el saber y podían enseñarlo a
cualquiera a cambio de dinero, como si de una “mercancía” se tratara.

Platón dedicó uno de sus diálogos a este sofista (lleva por título su nombre, Protágoras),
a pesar de que su visión de la sofística giraba en torno al pensamiento de que la mayoría
de integrantes del movimiento pecaban de demagogia.

Protágoras va a tener relación con Pericles, que formaba parte del gobierno.

La tan conocida cita “El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto
son y de las que no son en cuanto no son” se le atribuye a Protágoras.

Bajo mi criterio, esta afirmación puede significar la extensión del relativismo sofista
también al campo moral y social. De este modo el criterio de verdad o de justicia
únicamente radica en el sujeto y cambia en función de cada uno y en base a su experiencia.

En el Teeteto, con respecto a esta frase de Protágoras, Sócrates dice: “¿No quiere decir
algo así: las cosas son para mí tal como me aparecen a mí y son para ti tal como te
aparecen a ti, puesto que eres hombre tú y hombre yo?

Esto puede significar que no existe una idea de bien universalmente aceptable, sino que
las diferencias existentes entre los hombres provocan que estos difieran en cuanto a
ideologías y opiniones, lo que me lleva a preguntarme quién sería el hombre al que
Protágoras considera medida de todas las cosas si al género humano como hasta ahora
tenía entendido o más bien al individuo en particular.

“La medida de todas las cosas” resultaría entonces cada hombre o grupo de ellos con una
misma creencia o que comparten la misma visión acerca de algo.

Protágoras, como todos lo sofistas, no contaba con una ciudadanía fija. Este puede ser
uno de los motivos por los que su pensamiento se basa en criterios bastante
individualistas.

Hasta la aparición de los sofistas, en Grecia se concebía a la polis como un conjunto.


Protágoras rompe en cierto modo con esa idea de que individuo y voluntad colectiva
constituyen una misma cosa, puesto que el convencionalismo propicia el surgimiento o
un mayor peso de la libertad subjetiva y de la diversidad de opiniones y teorías acerca del
funcionamiento o estructura interna de la ciudad.

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Así, en el Teeteto Protágoras dice: “Aquellas cosas que parecen justas y honorables a cada
ciudad son justas y honorables mientras piense que lo son”.

Aplicar el relativismo en política puede deberse fundamentalmente a que a la hora de


hacer ley, una ley puede ser buena para una ciudad, pero no para otra distinta, por lo que
establecer una misma legislación para todas, de forma universal, puede beneficiar a
algunas por encima de otras y así no se constituiría un sistema político justo.

Al contrario que las leyes naturales (physis), dentro de la política el nomos se encuentra
en continuo cambio y evolución a lo largo del tiempo y difiere en las distintas ciudades,
adaptándose a la variedad de necesidades que cada una de ellas presenta.

Esto quiere decir que no podemos dar con una ley universalmente aceptable y válida que
beneficie a todos de la misma forma. Entonces el principal problema o interrogante reside
en decidir si las leyes impuestas son las más justas o las más beneficiosas para todos por
igual.

La solución y el criterio que Protágoras ofrece es que para una ciudad las leyes son buenas
si son apoyadas socialmente. Esto en sofística requiere que la mayor parte de los
ciudadanos sean convencidos por aquellos que en teoría cuentan con sabiduría o más bien
con el arte de la oratoria y de la convicción que, bajo mi punto de vista, muchas veces
degrada en persuasión o incluso en engaño.

A pesar de que se trata de un criterio democrático, sería especialmente necesario que toda
la población contara con el mismo derecho a formarse y estuviera informada, tras haber
recibido la educación necesaria, para poder distinguir qué leyes favorecen realmente al
pueblo y cuáles no, puesto que algunos ciudadanos podrían hacer parecer que una ley es
beneficiosa para el pueblo y a la larga provocar en él más estragos que buenos resultados.

La teoría política sofista puede ser funcional siempre que ese criterio de subjetividad y de
libertad de expresión sirva para crear buenos acuerdos entre ciudadanos y para que el
cambio en la ley permita la evolución de la sociedad en su conjunto.

Sin embargo, si el carácter individualista del relativismo se impone sobre el pensamiento


de favorecer el bien común, no tendríamos un sistema democrático justo, sino más bien
todo lo contrario, puesto que el poder quedaría en manos de unos pocos que, en lugar de
preocuparse por la ciudad, se ven cegados por sus propios intereses individuales y
persuaden a la mayoría de ciudadanos para que opten por una ley que en lugar de hacerles

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bien a largo plazo creará más diferencias entre ellos y propiciará la discriminación de
unos en favor de otros por lo que la democracia perdería totalmente el sentido de igualdad
por el que se originó en un primer momento.

Al entender las leyes como una creación fruto del acuerdo entre seres humanos y las leyes
de la ciudad se desvinculan del orden natural, su obediencia no se puede basar ya en la
tradición o en los dioses.

Entonces, ¿qué es lo que nos obliga a cumplir las normas? La obligatoriedad de su


cumplimiento debe ser una imposición que los ciudadanos se hagan a sí mismos.

La organización política de los ciudadanos en sociedad se produce debido a la necesidad


de los humanos de la existencia de un nomos que garantice el orden y la protección del
más débil y los iguale a todos en derechos que deben ser respetados a nivel colectivo e
individual.

Tanto es así, que el propio Sócrates (defensor de una idea universal y absoluta de justicia)
llega a mostrar completa sumisión a las leyes de la ciudad. Un claro ejemplo de esto
sucede cuando le condenan a muerte. Ocurre dentro de un régimen democrático y él
mismo rechaza la posibilidad de escapar a la muerte por respeto a las leyes que estaban
establecidas.

La obediencia a las leyes supone un pacto entre los ciudadanos y la ciudad, paralelo
además al acuerdo que se produce entre los gobernados y los gobernantes.

Por lo tanto, todo ciudadano de un Estado tiene la obligación moral de obedecer las leyes
porque él mismo se lo ha impuesto. En cierto modo supone un sacrificio de la libertad
individual en favor del bienestar colectivo y de la construcción de un sistema, a mí
parecer, más justo e igualitario.

Para que esto sea posible el pueblo debe ser consciente de que tiene un compromiso con
el colectivo y para ello debe recibir la educación necesaria.

Esto guarda relación en parte con la idea que los sofistas defendieron de que la virtud
puede ser enseñada.

Protágoras decía que ser sofista era educar a los hombres y que eso significaba que la
virtud podía ser enseñada y aprendida, al igual que ocurre con la política.

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Está claro que existe en este caso un vínculo o dependencia entre virtud y sabiduría,
siempre que entendamos que la sabiduría consiste en este caso en el desarrollo de las leyes
más adecuadas y en la elección de cada uno de obligarse a sí mismos a cumplirlas.

Las leyes por tanto se crean para enseñar a los ciudadanos cómo actuar en el orden
político, por lo que (al igual que la virtud) no pueden ser algo natural.

Protágoras defiende una posición compleja: la política no debe quedar reservada


únicamente a los técnicos. Para que sea tarea de todos debe ser distribuida entre todos en
algún grado para que cada uno participe en ella en alguna medida. No son innatas en el
ser humano, sino que deben ser aprendidas a través de la educación.

En contraposición a esto, Sócrates consideraba que la virtud solo la ostentaban los sabios
y estos eran unos pocos expertos encargados de gobernar, puesto que eran los únicos que
conocían la idea de bien y por tanto, los únicos que conforme a eso podían obrar bien.

Para él, al contrario de lo que Protágoras y otros sofistas pensaban, los hombres estaban
dotados de cualidades que pertenecían a ellos de forma natural, por lo que su función
dentro de la comunidad está relacionada estrechamente con eso y solo unos pocos pueden
participar directamente en política.

CRÍTICA AL CONVENCIONALISMO
Tiempo después, los sofistas pertenecientes a la segunda etapa (Trasímaco, Calicles…),
comienzan a adoptar distintas posiciones sobre la relación existente entre logos y virtud.

Destacan que en el comportamiento del ser humano es de gran importancia la parte


irracional y diferencian en el hombre dos partes: una en la que prima su naturaleza,
instinto y deseos y otra en la que destaca su función como ciudadano dentro de un
conjunto, sometido a decisiones políticas.

La crítica radica en un primer momento en que estas decisiones pueden ser arbitrarias y
coercitivas y pueden degenerar en la imposición de leyes que solo defiendan los intereses
de un determinado grupo con respecto a otro.

Todo esto concluye en que los más fuertes y poderosos terminan por imponer la ley
aprovechándose de ese criterio de subjetividad para establecer como justo lo que solo a
ellos les interesa.

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El más débil termina por someterse a esta imposición y sus impulsos naturales e interés
quedan coartados y subordinados al del más fuerte.

En resumen, la physis para los autores que se oponen al convencionalismo sofista puede
simbolizar la expresión de la autonomía y también los intereses más reales del ser
humano, mientras que el nomos no puede ajustarse a los verdaderos intereses individuales
de los hombres.

Esta conclusión tiene lugar tras la observación de otros autores de que las diferentes leyes
son, además de contradictorias entre ellas, beneficiosas para los intereses de algunos y
perjudicial para los de otros.

En mi opinión, el punto de origen de la ley es el hombre y no cualquier dios o la propia


naturaleza. El desarrollo de la ley implica la participación activa del pueblo en la tarea
política.

Protágoras permite que esta teoría convencionalista que distingue entre physis y nomos
se extienda también a otros campos como la vida moral o la sociedad, propiciando la
aparición del pluralismo político.

Para que la elaboración de la ley pueda darse tras un acuerdo entre hombres y su
aplicación tenga consecuencias justas y beneficiosas para la mayoría es totalmente
necesaria en el proceso la educación del pueblo con vistas al cambio y a la evolución

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BIBLIOGRAFÍA

-“De Tales a Demócrito”-Alberto Bernabé


-“Protágoras”-Platón
-“Discurso Fúnebre” (Pericles
-“Teeteto”-Sócrates

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