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¿Debería prohibirse la realización de actividades que voluntariamente dañan

la salud? En un momento de la película se equipara la prohibición de fumar


con la obesidad, ¿hasta qué punto son ejemplos similares?

Mi postura frente a la prohibición de conductas que voluntariamente dañan


la salud en particular, es radicalmente un NO, puesto que al hacerlo, se estaría
infringiendo un derecho Constitucional a “La libertad de conciencia” 1, es decir, la
facultad de las personas para elegir de manera responsable su propia forma de
actuar dentro de una sociedad, lo cual es fundamental en un sistema democrático.

La libertad de conciencia es un fenómeno inicialmente interno que, cuando


voluntaria o involuntariamente se exterioriza, alcanza relevancia jurídica y que
exige una actitud de respeto por parte de los demás, y de defensa, respeto y
promoción por parte del Derecho. Por lo tanto, esta capacidad de dilucidar entre el
bien y el mal, se estaría coartando al prohibir ciertas actividades por muy dañinas
que se consideren, el individuo no podría pensar y optar por sí mismo, muy propio
de los gobiernos totalitarios.

Desde un punto de vista más estratégico, cuando se prohíben ciertas


conductas o el consumo de determinadas sustancias, en teoría debiesen disminuir
su realización o adquisición en su caso, pero se da paso para el mercado negro y
la ingesta de aquellos de manera clandestina, por lo tanto, no se podría poner
restricciones o limitantes, entre otras palabras, se le iría de las manos al Estado.
Desde esta perspectiva, la intervención del Estado para controlar este tipo de
acciones debe ser de manera inteligente y dinámica, informando para persuadir a
sus ciudadanos y limitando para así ir dirigiendo hacia la conducta deseada. Unos
claros ejemplo de lo anterior, serían:

 La Ley anti-tabaco promulgada el año 2012, la cual no permite el consumo


de cigarrillo en espacios cerrados y públicos, como los pubs o discotecas,
además de establecer anteriormente solo el consumo para mayores de 18
años.

1
Artículo 19 N°6, Constitución política de la república
 El aumento de los impuestos a los cigarrillos y bebidas alcohólicas,
destinado a recaudar mayores tributos y disminuir el consumo producto de
su precio elevado.
 La nueva Ley de etiquetado de alimentos, la cual regirá desde el 27 de junio
del año 20162 y que establece que todos los alimentos deberán indicar los
ingredientes que contienen y todos sus aditivos de cargo de los productores
y/o fabricantes, los cuales no podrán añadir aquellos componentes que
resulten dañinos para la salud y además rotular de manera clara evidente
cuando presenten contenidos altos en calorías, grasas, azucares, sodio,
etc.

De lo anterior podemos comenzar a dilucidar cuales son las causas de


algunas prohibiciones existentes en nuestro país, como lo que respecta al
consumo de cigarrillos en ciertos lugares establecidos en la ley. El consumo de
cigarrillo no solo es perjudicial para la salud individual, sino que colectiva, lo que
en definitiva permite que el Estado restrinja ciertas libertades personales en pos
del bien común3, tal como la norma Constitucional lo establece.

Por otro lado, no sólo la comida chatarra o el cigarrillo son ejemplos de


sustancias perjudiciales para la salud, y que además son consumidas
voluntariamente por las personas. Si el Estado de alguna manera interviniera en
este tipo de libertades, nos encontraríamos con el absurdo de que, bajo el
fundamento de “protección” de la salud individual, muchas otras actividades
podrían ser objeto de prohibición, entre ellas la exposición al sol, la conducción de
vehículos y el uso de artefactos electrónicos, por tiempos prolongados, el
consumo de gaseosas, la actividad minera (silicosis), entre otros.

En cuanto a la comparación entre el cigarrillo y la obesidad, o más bien, el


cigarrillo y la comida chatarra (que, entre otras causas, originan obesidad) la
comparación sólo es procedente para efectos de ejemplificar que en ambos casos
la persona consume cigarrillos o comida chatarra a sabiendas de los efectos

2
Reglamento Sanitario de los alimentos.
3
Artículo 1 inciso 3 y 4, Constitución Política de la República
negativos que estas sustancias provocan en nuestro organismo, y sólo una de
ellas en la actualidad es objeto de críticas cuando el “agente negativo” (aquel
factor que se critica) se encuentra presente en ambos casos, pero existe una gran
diferencia, ya explicada anteriormente: El cigarrillo no sólo daña a la persona que
lo consume, sino también a quienes lo rodean (fumadores pasivos), lo cual marca
el límite entre ambos ejemplos.

Sin embargo, existe una limitante en el caso del consumo de cigarrillos que
no se encuentra en la ingesta de comida chatarra, y es la edad, un menor no tiene
o no debiese tener facilidad de conseguir tabaco, en vista de que se debe tener
una mayoría de edad para adquirirlo, por lo que su crecimiento no se vería
afectado producto de esta sustancia, en cambio, la comida chatarra es de libre
acceso, lo que está costando altos índices de obesidad infantil en nuestro país, ya
que 1 de cada 3 niños menores de 6 años sufre obesidad o sobrepeso 4, lo cual
atentaría contra su integridad física al estar propensos desde muy temprana edad
a enfermedades producto de su mala alimentación y contra su integridad psíquica,
baja autoestima y siendo víctimas de bullying o acoso escolar o simplemente
impidiéndoles realizar actividades que otros niños con una condición física
saludable hacen sin mayor dificultad.

Es por esto que si bien existen diferencias sustanciales entre el consumo


de cigarrillos y la ingesta de comida chatarra, el mal que produce es casi el mismo,
por lo cual se debe regular, limitar e informar para que nuestra libertad de
conciencia sea utilizada de mejor manera posible, sin afectar nuestra salud, ni
mucho menos a terceros, sobre todo si estos son niños que no tienen capacidad
de consentir libre y espontáneamente la realización de estas acciones.

4
informe “Panorama de la Inseguridad Alimentaria en América Latina y el Caribe”, Organización de
las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación
¿Qué argumentos se pueden utilizar para prohibir el consumo de alcohol?
¿Y de otro tipo de drogas: cocaína, heroína, LSD, hachís…? ¿Y de
actividades peligrosas: alpinismo, surf, corridas de toros, boxeo extremo?

Según se dijo anteriormente, el Estado tiene plenas facultades para prohibir


el consumo de sustancias o la realización de actividades que signifiquen un
potencial riesgo para la salud o integridad individual de terceras personas. En este
sentido, una eventual prohibición solo sería ideológicamente sostenible desde un
punto de vista preventivo en lo que a accidentes se refiere. Ahora, en el contexto
del presente informe, las mismas razones que fundamentan la prohibición del
consumo de marihuana u otras drogas, serviría perfectamente de fundamento
para prohibir el consumo de alcohol, toda vez que los riesgos relacionados con la
salud individual son similares, e incluso mayores.

En cuanto al consumo de otras drogas, en su mayoría la prohibición se


fundamenta en sus efectos (drogas duras y blandas) y en su mayor o menor
capacidad para generar adicción en el consumidor. En este sentido, el consumo
de drogas duras y su prohibición tiene plena concordancia con las normas
Constitucionales plenamente citadas. El riesgo para la salud de terceras personas
respecto del consumidor de drogas duras o alucinógenas, es sin duda mayor,
desde un punto de vista médico y social, ya que además de los riegos para la
salud, en este caso también existe un riesgo para la familia; el consumidor de
drogas duras tiene un alto riesgo de perder el control de su vida, lo que en
definitiva transforma el problema que en un comienzo era personal, en un
problema familiar.

Por último en cuanto a los deportes extremos, creo que actualmente no es


procedente su prohibición, ya que a diferencia del consumo de drogas el riesgo
actualmente es controlado. La tecnología actual permite que los distintos deportes
extremos dejen de serlo, y en definitiva sea más acertado llamarlos “deportes de
riesgo controlado”. Los accidentes que pudieren ocurrir no son ciertos, como lo
son los riesgos que el consumidor de drogas conoce. En este caso, de ocurrir el
hecho materia del riesgo, fácilmente podría ser clasificado como caso fortuito.
¿Debería tenerse en cuenta la repercusión económica, los costes sociales,
que todas estas actividades tienen? No olvidemos que el aumento de
determinadas enfermedades causadas por el consumo de tabaco o de
determinado tipo de comida o por llevar determinados hábitos de vida
detraen recursos económicos de otras patologías.

En mi opinión no. Debemos recordar que las sustancias gravadas con


impuestos más altos en nuestra economía, son precisamente este tipo de drogas:
Alcohol y Cigarrillo. En este sentido, los recursos utilizados para el tratamiento de
este tipo de enfermedades por cada persona, es significativamente menor a los
impuestos que el paciente durante su vida ha debido pagar a causa del consumo
de estas sustancias. Lo anterior claramente desde un punto de vista objetivo,
lógico y matemático.

Por otro lado, es deber del Estado asegurar la libertad y seguridad del
individuo. Desde un punto de vista médico, existen normas en el área que regulan
la donación de órganos, y en ellas se encuentran reguladas las diversas
situaciones que involucran a personas con enfermedades producto del consumo
de drogas o alimentos. El fumador no sólo desarrolla enfermedades relacionadas
con el sistema respiratorio, lo cual es un factor a tener en cuenta al momento de
escoger el próximo beneficiario de una donación.

Por último debemos recordar que el acceso a la salud es un Derecho


Fundamental, donde la ley no distingue de acuerdo a las enfermedades del
paciente, ni ningún otro factor.
Lee la noticia publicada en el periódico El País, el 29 de septiembre de 2003,
página 69, titulada “El boxeo más salvaje” y encuentra argumentos a favor o
en contra. Si fueras alcalde de una localidad y un promotor deportivo le
solicitase una licencia para una actividad similar, ¿qué argumentos utilizaría
para prohibirla o para admitirla? ¿Y si se tratase del juego denominado
“lanzamiento de enanos”? (busca en Google páginas relacionadas con dicha
práctica).

En el caso del Toughman o “El boxeo más salvaje”, lo prohibiría, ya que el


riesgo para la salud e incluso la vida, es un riesgo demasiado alto y sin ningún tipo
de control en materias de seguridad. Anteriormente hablábamos sobre los
deportes extremos, que más que deportes extremos corresponden a deportes de
riesgo controlado. El control del riesgo es el requisito más importante en este tipo
de disciplinas, el cual, de hecho, se encuentra totalmente ausente en el
Toughman, ya que la idea de este deporte es el desconocimiento de los
participantes en cuanto a materias de lucha, lo cual es precisamente lo que atrae
al público: El riesgo al que se exponen simples personas naturales, dando un
espectáculo incluso mejor que el de la lucha entre dos profesionales. La gente
busca entretenimiento en este tipo de deportes, debido a que la tasa de
accidentes es mucho mayor. El riesgo es sin duda mayor, y a la vez se encuentra
totalmente fuera de control. No se toman en cuenta las medidas de seguridad
adecuadas para la actividad, como sí se hace para todo otro tipo de deporte
extremo. El boxeo, el K9, la UFC, y todos los eventos deportivos de lucha, cuentan
con equipos médicos y todo tipo de implementos de seguridad, requisito
indispensable para la realización de deportes de esta índole. Incluso existiendo los
implementos de seguridad, el Toughman requiere que los participantes
desconozcan el arte de lucha, elevando voluntariamente los riesgos, lo que sin
duda es el factor que atrae la audiencia.

La misma situación ocurre con la actividad de lanzamiento de enanos.


Aquellos que participan y viven de esta actividad, creen que el Estado no debe
regular dicha actividad por un argumento bastante débil: “es mi decisión si lo hago
o no”. El punto de inflexión en este caso, es el hecho de que es una actividad sin
normas de seguridad. Al momento de investigar sobre el tema, nos damos cuenta
que incluso en algunas partes del mundo el enano no lleva casco ni vestimentas
especiales; no cumple con los requisitos que los deportes de riesgo controlado
suponen.
¿Podríamos adoptar algún tipo de sanción para aquellas personas que
fumen, sean obesas…? ¿Podríamos, por ejemplo, negarles un trasplante de
órgano en caso de solicitarlo basándonos en que han sido ellos los que han
desoído los consejos previos de salud y se han causado la enfermedad?

La comida chatarra, el cigarrillo y el alcohol, son sustancias adictivas que en


el mundo han cobrado más víctimas, la característica en común entre ellas, es que
su consumo se es visto con normalidad al estar permitido e ilimitado, al menos en
nuestro país, para los mayores de edad, en caso de los cigarrillo y el alcohol, y
para todas las edades en caso de la comida chatarra.

Por tanto, la intervención Estatal en la comercialización y consumo de estas


sustancias se encuentra justificada, por un tema de Salud Pública es decir, la
salud física y mental de aquel sector de la colectividad que pueda verse afectada
por el efecto nocivo de estas. Pero al encontrarse estos elementos permitidos, con
algunas limitantes relativas a los impuestos, de manera tal que sea más engorroso
poder adquirirlas, resultaría absurdo sancionar una conducta que no se
encontraría en primer lugar tipificada como prohibida.

Desde otro punto de vista, dejando de lado la no tipificación del consumo de


estas sustancias y otras que resulten perjudiciales para la salud, no procedería
sancionar estas conductas por dos motivos esenciales, los cuales encontraríamos
justificados en nuestra carta fundamental:

a) Es deber del Estado proteger “el derecho a la vida y a la integridad física


y psíquica de la persona”, por lo tanto, en el caso de sancionar con la no
prestación de alguna ayuda o tratamiento para una patología derivada del
consumo de estas sustancias, se estaría atentando contra este derecho
fundamental, puesto que se deja morir lentamente a una persona que requiere
ayuda, dándole un último tiempo poca calidad de vida y atentando
psicológicamente sabiendo su final.

No alejándonos de este punto además la sanción de no proporcionar


acciones de promoción, protección y recuperación de la salud y de rehabilitación
del individuo iría contra “el derecho a la protección de la salud” pues es el Estado
el que debe ejecutar de manera igualitaria las acciones de salud, independiente
del sector en que se impartan o de la persona que la solicite.

b) Por otro lado, “en Chile no hay persona ni grupo privilegiados” por lo que
establecer una sanción como la de no otorgar un órgano en caso de necesitar
trasplante a una persona responsable de la enfermedad que adquirió, afectaría al
derecho de Igualdad ante la ley y a no ser discriminado arbitrariamente por alguna
autoridad.

Es así como la libertad de los individuos de “hacer todo aquello que la ley
no prohíbe” se vería coartada en el caso de sancionar el producto de una
conducta que no se encuentra prohibida, no solo por ser absurdo, sino porque
además los deberes del Estado no se cumplirían y los derechos inherentes a todo
ser humano, estarían sujetos a condición.
¿Cuál de estos criterios propondría para justificar la intervención del Estado
en el comportamiento de una persona: daños a terceros, realización del
comportamiento en un espacio público o en un espacio privado, edad de la/s
persona/s involucrada/s, consentimiento de la/s persona/s involucrada/s,
momento temporal en que se realiza la acción…?

La intervención del Estado en el comportamiento de sus ciudadanos ha sido


objeto de discusión por la doctrina durante mucho tiempo. Algunos sostienen que
si bien el hombre libre “es el que se ocupa de sí mismo”, de modo que “puede
causarse daño y de hecho lo hace (puede fumar demasiado, beber demasiado,
trabajar en exceso, pasear poco, puede pasar hambre de manera fanática, bien
por ayunar o por adelgazar, etc.) pero es él (o ella) en definitiva quien decide”,
otros argumentan que es claramente evidente que la civilización está siendo
destruida por la libertad monstruosamente excesiva que se concede al individuo.
Con respecto a estas posturas, concuerdo con la destrucción que derivada de la
libertad desmesurada, ya que se necesita un control Estatal impulsado por las
limitantes a la autonomía de la voluntad de los individuos.

Una de las principales limitantes a mi juicio, resultaría “El daño producido a


un tercero” como consecuencia del comportamiento de un individuo, esto se
justifica en que nuestro derecho termina donde comienza el de otro. Se sostiene
que el propio bien, sea físico o moral, no constituye justificación suficiente para la
intervención en la conducta humana, ya que no se puede ser forzado a actuar o
abstenerse de realizar una acción porque sea mejor para su persona, tal vez
entregarle herramientas, información o en su caso amonestarle para persuadirlo
de las consecuencias que conlleva la conducta frecuente en el futuro, pero no para
obligarle o infringirle cualquier mal en caso que actúe en forma diferente. Para
justificar esto, la conducta de la que se desea disuadirle tendría que haber sido
calculada para perjudicar a las otras personas. En la parte que le concierne
meramente a él, a su independencia es, por derecho, absoluta. El individuo es
soberano sobre sí mismo, sobre su propio cuerpo y sobre su mente.
Siguiendo esta línea, como ya mencionaba, cuando una conducta altera o
trae consigo una consecuencia que afecta a un tercero, el Estado debe velar para
que la voluntad de este no se vea perjudicada, por ejemplo, si una persona decide
no fumar, es completamente injusto que sea dañado por el humo del cigarrillo
expulsado por otra persona que asume la peligrosidad de la nicotina para sus
pulmones, o inclusive yendo mucho más al extremo que sea arrollado por un
conductor en estado de ebriedad. Es por esto, que la intervención del Estado
siempre debe velar primordialmente por proteger a los terceros de los daños
producidos por una persona que asume las consecuencias, no como un atentado
a la libertad de esta última, sino como un resguardo del derecho de aquellos que
no realizan tal conducta. De esta rama se desprenden otras limitantes a la
autonomía de la voluntad de los individuos, como lo es, la realización de la
conducta en un espacio público o privado, siendo que en el espacio público hay
más posibilidad de afectar el derecho de los terceros.

Finalmente y no menos importante, con respecto al consentimiento de las


personas involucradas, la cual bajo mi punto de vista es importante intervenir, es
la edad de la o las personas involucradas, puesto que el consentimiento de un
menor de edad la podríamos considerar influenciada al no tener la madurez
suficiente para asumir las consecuencias, como lo tendría un adulto, es por esto,
que en muchos países el consumo de dichas sustancias, aunque sean lícitas, se
encontrarían reservadas para mayores de 18 años en algunos casos y 21 años en
otros.

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