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Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy nos reunimos para reflexionar sobre una
de las parábolas más hermosas y poderosas que nuestro Señor Jesucristo nos dejó: la
parábola del Hijo Pródigo, que se encuentra en el Evangelio según San Lucas, capítulo
15, versículos 11 al 32. Abramos nuestras Biblias y sumerjámonos en la sabiduría de la
Palabra de Dios.
Este hijo representa a muchos de nosotros que, en algún momento de nuestras vidas, nos
hemos alejado del amor y la voluntad de nuestro Padre celestial, buscando satisfacer
nuestros propios deseos y placeres temporales.
En los versículos 14 al 16, vemos cómo el hijo pródigo, después de haber gastado todo,
se encontró en una situación desesperada. Una gran hambruna azotó la tierra y él
comenzó a padecer necesidades. En su miseria, se dio cuenta de que las cosas materiales
y las amistades vacías no podían satisfacer las verdaderas necesidades del alma.
En los versículos 17 al 20, vemos el giro clave en la historia. El hijo pródigo "volvió en
sí", reconociendo su error y decidiendo regresar a la casa de su padre. Este momento de
arrepentimiento es crucial en nuestra relación con Dios. El reconocimiento de nuestros
pecados y la humildad para regresar a la presencia del Padre es el primer paso hacia la
restauración espiritual.