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ÍNDICE
PRESENTACIÓN
I - LA PALABRA DE DIOS
1. ¿Qué es la Biblia?
2. Divisiones de la Biblia
3. Representación de capítulos y versículos de la Biblia
4. Clasificación de los libros de la Biblia
5. Importancia de la Palabra de Dios en la vida de las personas
II - FUNCIÓN MINISTERIAL
1. ¿Qué es un ministerio?
2. ¿Cuál es la finalidad del ministro de la celebración de la Palabra?
3. Un ministro de celebración de la de la Palabra puede ser también ministro
extraordinario de la Sagrada Comunión?
4. ¿Quién puede ser ministro de la celebración de la Palabra?
5. La importancia de la vida de oración del ministro
6. ¿Por qué estudiar?
7. Los ornamentos de los ministros de la celebración de la Palabra
V - LECCIONARIOS
1. Leccionario dominical
2. Leccionario semanal
3. Leccionario de los Santos
4. Sobre el cuidado de los libros litúrgicos
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PRESENTACIÓN
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1. ¿QUÉ ES LA BIBLIA?
La palabra Biblia procede del griego βίβλος (biblos), que tiene el diminutivo
βιββλίον (biblíon), que significa pequeño libro, o pequeño rollo de pergamino o
papiro. La Biblia es, pues, una colección de estos pequeños libros portadores de
un gran mensaje. Contiene la historia del pueblo semita, que tuvo una rica
experiencia. Fue un pueblo que experimentó la esclavitud, el desierto, el hambre,
el exilio y también la esperanza de alcanzar la tierra prometida. La Biblia es un
instrumento en el que se narran acontecimientos y se cuentan historias,
revestidas de diversos estilos literarios. Presenta grandes héroes envueltos en
sagas admirables, como David y Sansón; po esías, como los Salmos y el Cantar de
los Cantares; dramas, como el de Susana[6]. En resumen, es una literatura
compleja y rica. Pero lo importante en este conjunto de hechos es ante todo esto:
Dios hace una alianza con su pueblo y, para nosotros los cristianos, la renueva en
Jesucristo.
El Libro Sagrado se compone de 73 pequeños libros. Fueron escritos en tres
lenguas diferentes: hebreo, griego y, en algunos pasajes, arameo. La Biblia se
escribió en diferentes lugares: una parte en Palestina, otras partes en Babilonia,
Egipto, Asia Menor, Roma y varios otros lugares. Tuvo el s me comienzo alrededor
del año 1000 a.C. y no terminó hasta alrededor del año 100 d.C..[7] La Biblia
fue escrita por varias personas; se desconoce el número exacto. Es un libro
sagrado, escrito a partir de la historia del pueblo y de la historia de Dios mismo,
que se revela y hace historia con el pueblo. Es la exaltación del Dios de la Vida, que
lucha contra la injusticia, contra todos los males. Esta es la actitud divina que
caracteriza a la Biblia como Libro Sagrado y Palabra de Dios. Fue sobre todo a
partir del siglo IV que la Iglesia Católica se empeñó en definir y compilar la Biblia,
caracterizando cuáles eran los libros inspirados, que a su vez formarían el Canon
Bíblico, llegando a lo que hoy conocemos.
La palabra bíblica, pues, no es una mera palabra humana. "La novedad de
la revelación bíblica consiste en que Dios se da a conocer en el d diálogo que
quiere tener con nosotros", como dialogó con Abrahán y Moisés[8]. Es por la
iniciativa divina del día loge con los hombres que el Verbo Jesús se encarna y
se hace hombre como nosotros[9], revelándonos los deseos de la misericordia
eterna. El diálogo pleno entre Dios y los hombres tiene lugar, pues, a través de
Jesucristo, que es el centro de la revelación divina.
2. DIVISIÓN DE LA BIBLIA
La Biblia se divide en dos partes fundamentales: el Antiguo Testamento y el
Nuevo Testamento. La palabra "Testamento" es una traducción del sustantivo
griego διαθήκη (diatheke), que significa pacto, alianza. Como hemos dicho antes, es
el contacto dialógico entre Dios y el hombre lo que genera este pacto, esta alianza.
Tenemos una alianza iniciada con Abraham y una Nueva Alianza que es
consumada por Cristo en su pasión, muerte y resurrección.
Antes de la invención de la imprenta, se utilizaban papiros (una planta) o
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pergaminos hechos con pieles de animales. Imaginemos que la Biblia fuera una
gran habitación llena de pergaminos; para organizarlos se necesitaría un espacio
enorme. Si alguien quisiera adquirir esta colección de pergaminos, tendría que
pagar un precio absurdo. Además, cada rollo era copiado a mano por monjes que
empleaban años en completar el trabajo. Con la llegada del papel y, más tarde, de
la imprenta, inventada por Gutenberg en el siglo XV, todo se hizo más rápido,
práctico y barato. Sin embargo, aún se podía mejorar. ¿Cómo encontrar un
pequeño pasaje en una obra tan gigantesca?
La Biblia no nació subdividida en capítulos y versículos. La división en
capítulos la realizó el arzobispo de Canterbury, Stephen Langton, en 1205. La
división en versículos no llegó hasta tres siglos después. La primera Biblia
completa, con la división actual en capítulos y versículos, fue publicada en francés
por Robert Estienne en 1553.
Los capítulos se especifican con números más grandes, colocados al principio
de la narración parcial; los versículos, con números más pequeños, colocados al
principio de las frases. Es habitual que algunas Biblias incluyan títulos cortos
después de los capítulos, destacando algún tema, por ejemplo: "El buen
samaritano", haciendo mención a la parábola de Jesús . A estos textos breves los
llamamos "perícopas"[10].
También puede ocurrir que un verso esté formado por varias frases.
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En ese caso, se asigna una letra del alfabeto a cada una de ellas. Ejemplo:
Génesis 1:1-2,4a
Gn Abreviatura del libro del Génesis
1, Capítulo del libro
1 Versículo del capítulo
- El guión representa la orden "leer hasta que”
2, Capítulo del libro
4a Verso que indica qué frase debe leerse, es decir, la primera frase del verso 4
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lleva el nombre del profeta al que se atribuye su autoría. Cada profeta tiene sus
propias características en cuanto a la forma de profetizar, pero todos denuncian
el abuso de poder y las injusticias cometidas contra Dios y contra el pueblo. El
libro de las Lamentaciones se atribuye al profeta Jeremías.
El Nuevo Testamento se divide en cuatro partes:
a) Evangelios: son cuatro y llevan el mensaje de Jesús. Cada uno de los
evangelistas narra con belleza y profundidad las enseñanzas y acciones de
Jesús en Palestina.
1. Mateo (Mt) 3. Lucas (Lc)
2. Marcos(Mc) 4.
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II - FUNCIÓN MINISTERIAL
1. ¿QUÉ ES UN MINISTERIO?
La palabra ministerio procede del latín ministerium, pero es una traducción de
la palabra griega διάκονος (diáconos), de la que se deriva la palabra διακονία
(diakonia), que se refiere directamente al servicio. Para la cultura griega, diakonia
tenía un sentido peyorativo: significaba esclavitud. Jesús, sin embargo, le dio un
nuevo significado: diaconía (siervo servicio) se convirtió en el símbolo de Cristo,
que es diácono (siervo) del Padre y de los hombres[1]. El término diaconía se aplica
también en el Nuevo Testamento al servicio de la Palabra[2]. El ministerio
cristiano se refiere a la misión de servir a los hombres en vista de los misterios de
Dios[3]. Por tanto, todo ministerio es un servicio prestado a la comunidad y todo
cristiano está llamado a servir.
La persona que ejerce esta función representa a la propia comunidad y debe
actuar con gran equilibrio, sin ser autoritaria ni juzgar que ejerce algún poder. Los
ministerios deben ser, ante todo, testimonios de servicio a Dios, a la Iglesia y a los
hermanos.
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3. ¿PUEDE EL MINISTRO DE LA CELEBRACIÓN DE LA PALABRA SER TAMBIÉN
MINISTRO EXTRAORDINARIO DE LA SANTA COMUNIÓN?
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5. LA IMPORTANCIA DE LA VIDA DE ORACIÓN DEL MINISTRO
Palabras del Papa Pablo VI: "La Iglesia es la sociedad de los hombres que
rezan. Su principal objetivo es enseñar a rezar". Para todos los cristianos, la
oración es el centro del que podemos sacar la energía para mantener no sólo
un cuerpo sano, sino también una mente y un corazón orientados al encuentro
con Dios. Y sólo quien ha tenido de algún modo este contacto puede hablar de
Dios.
La oración alimenta todos los ministerios. De ella se alimenta la fe; es la
oración la que hace verdadera nuestra expresión de amor. La oración es una
invitación a permanecer vigilantes para no perder la gracia que pasa. Nuestra
comunión con Dios se establece no sólo con la oración en casa, sino también
con la participación en los sacramentos; especialmente con la práctica
habitual del sacramento de la reconciliación y de la Eucaristía. El Papa
Francisco nos advierte que: "De nada sirven las propuestas místicas
desprovistas de un vigoroso compromiso social y misionero, ni los discursos
y acciones sociales y pastorales sin una espiritualidad que transforme el
corazón."
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III - COMPRENDER LA CELEBRACIÓN DE LA PALABRA
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1.1. Ritos iniciales
La celebración comunitaria de la Palabra debe prepararse y vivirse en un clima
de acogida mutua,[2] donde se manifieste la alegría del encuentro.[3] 3] y una
verdadera comunión de amor. Esto es lo que favorece la participación de los fieles.
Los ritos iniciales son todas las partes que preceden a la liturgia de la Palabra.
Tienen un carácter preparatorio, es decir, tienen la finalidad de introducir a los
fieles en lo que se va a celebrar a continuación. De este modo, llevan a los fieles a
crear comunión entre ellos y a disponerse a escuchar la Palabra de Dios y, así, a
celebrarla con mayor dignidad.
1.1.2. Recepción
Es necesario acoger, desde el principio, a las personas que llegan para la
celebración. Es el momento en que se da la bienvenida oficial a todos los que están
presentes para celebrar la alabanza a Dios. El ministro debe mostrarse sereno y
alegre, y vivir el momento con toda la seriedad y el respeto que la celebración
requiere. Quien preside la celebración debe despertar en la asamblea el deseo de
exp erimentar este momento en comunión con Cristo, en nombre de la Santísima
Trinidad[4].
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1.1.4. Recuerdo de la vida
El celebrante invita a la asamblea a conectar sus propias vidas, sus vidas
cotidianas, con la liturgia que se celebra. Deja espacio para que los participantes
en la celebración compartan con la comunidad algo que haya sido importante para
ellos. Sin embargo, hay que tener cuidado de no alargar demasiado este momento.
Es importante recordar que no se trata de un momento de oración.
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1.2. Liturgia de la Palabra
La Palabra de Dios es parte integrante e indispensable del acto litúrgico. Por
tanto, la liturgia de la Palabra es la parte principal de la celebración de la Palabra,
ya que no se trata de una celebración eucarística. La liturgia de la Palabra consiste
en las lecturas de la Sagrada Escritura y los cantos que se suceden entre ellas
(salmos, secuencias). Los lectores, previamente preparados, desempeñan su
función proclamando dignamente la Palabra del Señor. El ministro celebrante
proclama o canta el Evangelio, hace una breve reflexión e invita a los fieles a rezar
el Credo y las oraciones.
1.2.2. Reflexión
Aunque el mensaje divino se dirige a todos los hombres y mujeres de todos los
tiempos, es importante reflexionar sobre la palabra proclamada para que pueda
ser mejor comprendida y aplicada a la vida de los fieles. Esta reflexión se llama
homilía.
Este es un momento de gran responsabilidad para el ministro, cuyas palabras
estarán en evidencia. Es útil que el ministro destaque y comente algún aspecto de
las lecturas proclamadas. La reflexión debe tener en cuenta el misterio que se
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celebra, así como la realidad de los que escuchan. La homilía no debe convertirse
en una ocasión para que el ministro envíe mensajes. El único mensaje que se
debe enviar en este momento es el mensaje de Jesús.
Por eso, los ministros deben prepararse sea m, para no escapar al tema
propuesto por las lecturas, especialmente la del Evangelio[10].
1.2.3. Profesión de fe
El Credo, como se le conoce popularmente, es el símbolo de nuestra fe. Es
nuestra respuesta positiva a todo lo que se ha proclamado en las lecturas y en la
reflexión.
[11] Esta oración nos lleva a recordar nuestra fe y sus valores teológicos y místicos.
Existen dos versiones de la profesión de fe: el símbolo apostólico y el símbolo
niceno-constantinopolitano.
1.3.1. Ofertas
En algunos lugares, es habitual hacer la ofrenda de los dones, como en la
celebración eucarística. En este caso, se puede cantar una canción sobre el
compartir mientras los participantes llevan las ofrendas o el diezmo al lugar
preparado. Es un momento de fuerte simbolismo: el pueblo entrega a Dios, con
amor y generosidad, lo que ha recibido de Dios. La comunidad devuelve
libremente y en sus propios términos. Está dentro del rito de alabanza, porque es
también una expresión de alabanza elevada al Cielo.
1.3.2. Elogios
Esta parte marca profundamente la celebración de la Palabra. La alabanza es
una gran oración elevada a Dios por el ministro de la Palabra y el pueblo, y debe
vivirse con alegría pascual. La asamblea presenta la alabanza al Dios que crea y
ofrece todas las gracias necesarias para el ser humano. El ministro de la Palabra
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puede pedir a los participantes en la asamblea que expresen su alabanza y
agradecimiento a Dios. Sin embargo, se debe tener cuidado de no ofrecer largas
oraciones o incluso convertir la celebración en un grupo de oración. Todo el
énfasis del momento está en agradecer verdaderamente a Dios, mostrándole una
alabanza viva, que brota del corazón del celebrante y de la comunidad reunida.
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Antes de cerrar el servicio, es bueno dar anuncios que sean significativos para
la comunidad. Después de invocar la bendición de Dios sobre todos, el ministro
despide a la asamblea, deseando que todos vuelvan a su trabajo alabando y
bendiciendo a Dios.
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IV - CÓMO PROCLAMAR LA PALABRA
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1.1. Conozca el texto
Una de las primeras cosas que debemos comprender es que el texto no fue
escrito en nuestros días, sino que puede leerse e interpretarse a la luz de nuestra
vida. Por lo tanto, es importante que nos preguntemos sobre el texto: ¿En qué
contexto se escribió? ¿Cuál es el tema, el mensaje o la idea principal que nos
transmite? ¿Dónde se desarrolla el episodio narrado (en el desierto, en la ciudad,
con los discípulos, en medio de la multitud)? ¿Quiénes son los personajes? ¿Qué
sienten y cómo se relacionan entre ellos? Si hay palabras difíciles en el texto, es
importante utilizar un diccionario, para que se entienda bien la lectura.
2. DIRECTRICES GENERALES
a) Saber leer. Algunas personas leen con cierta dificultad, pero están
dispuestas. Se trata, pues, de entrenarse en la lectura antes de proclamarla ante la
asamblea. El que proclama la Palabra es el portavoz del Señor, por lo que debe
conocer el contenido y el misterio que encierra el texto bíblico. No se puede leer
de cualquier manera. La persona que va a proclamar la Palabra debe meditar
previamente lo que va a proclamar y dejar que el mensaje penetre en su vida.
b) No importa la edad, cualquier creyente puede ejercer este ministerio: basta
con estar preparado. Las personas con discapacidad también pueden ser invitadas
a proclamar la Palabra, siempre que el espacio celebrativo esté adaptado para
ellas.
c) Llegue puntualmente al lugar de la celebración y, a continuación, únase al
equipo de celebración.
d) ¿Dónde situarse? El ministro debe estar en posición visible, en el lugar
propio del que preside la celebración. Los demás lectores deben permanecer cerca
de la mesa de la Palabra, para no retrasarse cuando les toque leer.
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e) Para la proclamación de la Palabra de Dios, se recomienda el uso del
Leccionario.
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V - LECCIONARIOS
El leccionario es el libro que contiene las lecturas bíblicas para las celebraciones.
Los principales leccionarios son:
1. LECCIONARIO DOMINICAL
Incluye las lecturas de las celebraciones dominicales y de algunas
solemnidades y fiestas.
Cada celebración dominical presenta tres lecturas, más el salmo responsorial:
la primera lectura del Antiguo Testamento (excepto en Pascua, cuando leemos los
Hechos de los Apóstoles); la segunda, de las Cartas de los Apóstoles o del
Apocalipsis; la tercera, del Evangelio.
Para que la lectura de la Sagrada Escritura sea más variada y abundante, la
Iglesia propone un ciclo trienal para los domingos y las fiestas: A, B y C. Las
solemnidades de Pascua y Navidad no siguen este criterio.
En el AÑO A, las lecturas de Mateo; en el AÑO B, las lecturas de Marcos,
más el capítulo 6 de Juan; en el AÑO C, las lecturas de Lucas. El Evangelio
de San Juan se proclama generalmente en los tiempos fuertes (Adviento,
Cuaresma, Pascua) y en las grandes fiestas. Las solemnidades (Pascua,
Navidad, Epifanía, San Juan Bautista, etc.) no siguen estos criterios.
2. LECCIONARIO SEMANAL
Contiene las lecturas de los días de la semana a lo largo del año litúrgico. La
primera lectura y el salmo responsorial de cada día están clasificados por años
pares e impares. El Evangelio es el mismo para ambos años.
1. MODELO DE CELEBRACIÓN I
1. Esquina de entrada
RITOS DE INICIACIÓN
1. Saludo
Ministro: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Asamblea: Amén.
M: La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del
Espíritu Santo estén con nosotros.
O
M: A nosotros, hermanos, paz y fe de parte de Dios Padre y del Señor
Jesucristo.
R: Bendito sea Dios que nos ha reunido en el amor de Cristo.
2. Acto penitencial
Fórmula 1
M: Hermanas y hermanas, reconozcamos
nuestros pecados, para que (Pausa) Confesemos nuestros pecados:
R: Confieso a Dios Todopoderoso y a vosotros, hermanos y hermanas, que
he pecado muchas veces, de pensamiento y de palabra, de obra y de omisión,
por mi culpa, por mi culpa tan grande. Y pido a la Virgen María, a los ángeles
y a los santos, y a vosotros, hermanos y hermanas, que roguéis por mí a Dios
nuestro Señor.
M: Dios todopoderoso, ten piedad de nosotros, perdona nuestros pecados y
condúcenos a la vida eterna.
R: Amén.
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M: Señor, ten piedad de nosotros.
A: Señor, ten piedad de
nosotros. M: Cristo, ten piedad
de nosotros. A: Cristo, ten
piedad de nosotros. M: Señor,
ten piedad de nosotros. A: Señor,
ten piedad de nosotros.
Fórmula 2
M. Con corazón contrito y humillado, acerquémonos a Dios, justo y santo,
para que tenga misericordia de nosotros, pecadores. (Pausa).
M: Ten piedad de nosotros, Señor.
R: Porque somos pecadores.
M: Muestra tu misericordia, Señor.
R: Y danos tu salvación.
M: Dios todopoderoso, ten piedad de nosotros, perdona nuestros pecados y
condúcenos a la vida eterna.
R: Amén.
M: Señor, ten piedad de nosotros.
A: Señor, ten piedad de
nosotros. M: Cristo, ten piedad
de nosotros. A: Cristo, ten
piedad de nosotros. M: Señor,
ten piedad de nosotros. A: Señor,
ten piedad de nosotros.
Fórmula 3
M. El Señor dijo: "El que de vosotros esté libre de pecado, que tire la primera
piedra. Reconozcámonos todos pecadores y perdonémonos de todo corazón.
(Pausa).
M: Señor, que viniste a salvar los corazones arrepentidos, ten piedad de nosotros.
R: Señor, ten piedad de nosotros.
M: Cristo, que has venido a llamar a los pecadores, ten piedad de nosotros.
R: Cristo, ten piedad de nosotros.
M: Señor, que intercedes por nosotros ante el Padre, ten piedad de nosotros.
R: Señor, ten piedad de nosotros.
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M: Dios todopoderoso, ten piedad de nosotros, perdona nuestros pecados y
condúcenos a la vida eterna.
R: Amén.
3. Gloria
R: Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres que ama.
Señor Dios, Rey del cielo, Dios Padre todopoderoso: te alabamos, te
bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias por tu inmensa
gloria. Señor Jesucristo, Hijo unigénito, Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo
de Dios Padre. Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros.
Tú que quitas el pecado del mundo, acoge nuestra súplica. Tú que estás a la
derecha del Padre, ten piedad de nosotros. Sólo Tú eres el Santo; sólo Tú eres
el Señor; sólo Tú eres el Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo, en la
gloria de Dios Padre. Amén.
4. Oración del día
LITURGIA DE LA PALABRA
5. Lectura(s) responsorial(es) y salmo
6. Aclamación y proclamación del Evangelio
7. Reflexión sobre la Palabra de Dios
8. Profesión de fe (en su
caso) Símbolo apostólico:
R: Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Y en
Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra del
Espíritu Santo, nació de María Virgen, padeció bajo Poncio Pilato, fue
crucificado, muerto y sepultado. Descendió a la mansión de los muertos,
resucitó al tercer día, ascendió al cielo y está sentado a la derecha de Dios
Padre Todopoderoso, de donde saldrá para juzgar a vivos y muertos. Creo en
el Espíritu Santo; en la santa Iglesia católica; en la comunión de los santos;
en el perdón de los pecados; en la resurrección de la carne; en la vida eterna.
Amén.
O
Símbolo niceno-constantinopolitano:
R: Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo
unigénito de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios,
luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado,
consustancial al Padre. Por él fueron hechas todas las cosas. Y por nosotros
los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo y se encarnó, por obra del
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Espíritu Santo, en el seno de la Virgen María, y se hizo hombre. También
por nosotros fue crucificado bajo Poncio Pilato, padeció y fue sepultado.
Resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, donde está
sentado a la derecha del Padre. Y volverá en su gloria para juzgar a vivos y
muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, el Señor, que da
la vida y procede del Padre y del Hijo, y es adorado y glorificado con el Padre
y el Hijo; el que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, una, santa, católica
y apostólica. Profeso un solo bautismo para la remisión de los pecados. Y
espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
9. Oraciones de la asamblea
TIEMPO DE ALABANZA
10. Elogios
(Puede haber motivos espontáneos de alabanza en este momento. Si hay ofrendas, pueden presentarse
ahora. El ministro ora:)
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R: Amén.
RITO DE LA COMUNIÓN
11. Padre nuestro
El ministro motiva espontáneamente el Padre Nuestro.
R: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre; venga a
nosotros tu reino, hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. Danos
hoy nuestro pan de cada día; y perdona nuestras ofensas como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden; y no nos dejes caer en la
tentación, mas líbranos del mal.
M: Líbranos, Padre, de todos los males y danos hoy tu paz. Que, ayudados por tu
misericordia, estemos siempre libres de pecado y protegidos de todos los peligros
mientras, viviendo en la esperanza, esperamos la venida de Cristo salvador.
R: ¡Tuyo es el reino, el poder y la gloria por siempre!
M: Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz os dejo, mi paz os doy". No
mires nuestros pecados, sino la fe que anima a tu Iglesia; dale, según tu deseo, la
paz y la unidad. Tú que eres Dios, con el Padre y el Espíritu Santo.
R: Amén.
M: La paz del Señor esté siempre con nosotros.
R: El amor de Cristo nos ha unido.
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El ministro, basándose en las lecturas proclamadas, puede ofrecer una oración espontánea.
RITOS FINALES
Tras los anuncios y la propuesta de un compromiso para la semana, el ministro concluye con la
bendición.
2. MODELO DE CELEBRACIÓN II
RITOS DE INICIACIÓN
1. Coro de oración
El equipo de canto o un solista entona un estribillo de oración, que debe ser acompañado por la
comunidad.
2. Comentario inicial
3. Canción de apertura (de pie)
4. Recepción
M. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
R: Amén.
M: La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del
Espíritu Santo estén con nosotros.
R: Bendito sea Dios que nos ha reunido en el amor de Cristo.
5. Un momento de reconciliación
M. Volvamos la mirada al corazón y, en un breve momento de silencio, pidamos
perdón a Dios porque muchas veces no hemos sabido poner nuestros dones al
servicio del prójimo; hemos ofendido a las personas y al mismo Dios, nuestro
Padre. (Pausa).
M: Señor, ten piedad de nosotros.
A: Señor, ten piedad de
nosotros. M: Cristo, ten piedad
de nosotros. A: Cristo, ten
piedad de nosotros. M: Señor,
ten piedad de nosotros. A: Señor,
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ten piedad de nosotros.
M: Dios todopoderoso, ten piedad de nosotros, perdona nuestros pecados y
condúcenos a la vida eterna.
R: Amén.
6. Recuerdo de la vida
M. En este momento, cada uno de nosotros está invitado a recordar las realidades
que más le han llamado la atención durante esta semana.
7. Oración del día
LITURGIA DE LA PALABRA
8. Lectura(s) responsorial(es) y salmo
9. Aclamación y proclamación del Evangelio
10. Compartir la Palabra
11. Profesión de fe
R: Creo en Dios Padre Todopoderoso...
12. Oraciones de los fieles
TIEMPO DE ALABANZA
13. Acción de Gracias
Se puede cantar alguna música que introduzca un sentido de agradecimiento a Dios por la vida y las
gracias. Por ejemplo: el Magnificat (Canto de María), o un canto de alabanza a la misericordia de
Dios, como un salmo.
16. Comunión
El ministro deposita el pan consagrado sobre el altar y, tras un breve silencio, reza:
M: Hermanos y hermanas, estas hostias son la presencia viva del Cuerpo del Señor
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y de la vida que ha dado por todos nosotros. Jesús nos alimenta con el pan de vida
y nos une en comunión con las demás comunidades de nuestra parroquia y
diócesis. Participemos en la comunión del Cuerpo del Señor en profunda unidad
con nuestros hermanos y hermanas que, en este día, participan en la celebración
eucarística, memorial vivo de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. El
Cuerpo de Cristo será nuestro alimento. Bienaventurados los invitados a la Cena
del Señor. He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
R: Señor, no soy digno de que entres en mi morada, pero di una palabra y
me salvaré.
17. Canto de comunión
18. Oración final
RITOS FINALES
19. Compromiso para la semana
20. Avisos
21. Bendición (de pie)
22. Canto de despedida
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