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El pastor, el pastoreo, son palabras que tienen mucha importancia en la Biblia. Sirven para
expresar la relación entre Dios y su pueblo.
Recordamos el Salmo 23 ("El Señor es mi pastor, nada me falta; aunque camine por cañadas
oscuras nada temo, porque tú vas conmigo") o la promesa de Dios en Jeremías ("Os daré
pastores según mi corazón, que os apacienten con ciencia y experiencia." Jer 3,15). Jesús es el
Buen Pastor, que cuida y defiende a sus ovejas (Jn 10) y se muestra lleno de misericordia hacia
las aquellas que se han perdido (Lc 15). El Señor resucitado confía a Pedro su rebaño –de Jesús–
y le encomienda la tarea de continuar su propia misión (Jn 21).
1.1 ¿Qué es la Pastoral?.
Conviene que comencemos poniéndonos de acuerdo acerca de la terminología que vamos a
utilizar.
De entre las múltiples definiciones que existen del término "pastoral" les propongo la siguiente:
"Pastoral es toda actividad de la Iglesia en orden de anunciar y hacer presente la salvación, por
medio de la transmisión y predicación del Evangelio."
La pastoral es, según esto, el compendio de las formas de acción de la Iglesia. A la pastoral le
corresponde llevar a todos los hombres y mujeres al encuentro con Jesucristo.
Para ello, la pastoral en su conjunto promueve su actividad en tres áreas fundamentales, dentro
de las cuales se desarrollan diversas pastorales específicas:
Además de estas acciones pastorales principales, las diócesis también suelen crear las
denominadas "pastorales preferenciales", como la Pastoral Familiar o la Pastoral Juvenil.
1.2 ¿Qué es la Pastoral Bíblica?.
Tradicionalmente se acepta que la Pastoral Bíblica es todo aquel trabajo que realiza la
comunidad eclesial en torno a la Sagrada Escritura, su lectura, interpretación, celebración y
vivencia con el fin de que ella sea "sustento y vigor de la Iglesia, fortaleza de fe para sus hijos,
alimento del alma, fuente pura y perenne de vida espiritual" (DV 21).
Esta definición de carácter general requiere alguna puntualización que haremos más adelante,
fruto de la evolución de la propia acción pastoral y de la comprensión acerca de la presencia de
la Escritura en la vida y la misión de la Iglesia.
Al hablar de la Pastoral Bíblica vamos a atender primero al trabajo ya realizado para proponer
después algunos criterios y pistas de actuación.
2. UN SIGLO DE HISTORIA
Es preciso comenzar este rápido repaso a través de la historia reconociendo el cierto alejamiento
que ha existido en los últimos siglos entre la Sagrada Escritura y la Iglesia. El acceso directo de
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los fieles a la Biblia ha sido escaso hasta bien entrado el siglo XX. Esto no significa que el
pueblo haya dejado de alimentarse de la Palabra de Dios: ésta le llegaba a través de las
catequesis, las homilías, el arte... Pero ciertamente, el analfabetismo, la escasez de Biblias, los
recelos suscitados por la reforma protestante... limitaron en su día y hasta hace bien poco tiempo
de manera significativa la presencia de la Escritura entre los católicos. Es a lo largo del pasado
siglo XX cuando se avanza con seguridad en un camino que tenía como horizonte la búsqueda
de la centralidad de la Escritura en la vida y la misión de la Iglesia. Repasamos algunos hitos
significativos tomando como acontecimiento central la publicación de la Constitución
Dogmática Dei Verbum.
2.1 Los movimientos bíblicos previos al Concilio.
Algunos nombres propios de personas e instituciones dibujan el camino del apostolado bíblico
que discurre entre el comienzo del siglo XX y la celebración del Concilio Vaticano II.
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vida de la Iglesia". En él se habla de cómo responder a la revelación de Dios manifestada en las
Sagradas Escrituras.
Algunos subrayados en el texto de este capítulo sexto de Dei Verbum.
21. La Iglesia siempre ha venerado la Sagrada Escritura como lo ha hecho con el Cuerpo de
Cristo [...], nunca ha cesado de tomar y repartir a sus fieles el pan de vida que ofrece la mesa de
la palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo.
Toda la predicación de la Iglesia, como toda la religión cristiana, se ha de alimentar y regir con
la Sagrada Escritura.
22. Es conveniente que los cristianos tengan amplio acceso a la Sagrada Escritura.
23. Los exegetas católicos, y demás teólogos, deben trabajar, aunando diligentemente sus
fuerzas, para investigar y proponer las Letras divinas.
24. El estudio de la Sagrada Escritura ha de ser como el alma de la Sagrada Teología.
25. Todos los clérigos, especialmente los sacerdotes, diáconos y catequistas dedicados por oficio
al ministerio de la palabra, han de leer y estudiar asiduamente la Escritura para no volverse
"predicadores vacíos de la Palabra, que no la escuchan en su interior".
26. Así, pues, con la lectura y el estudio de los Libros Sagrados "la palabra de Dios se difunda y
resplandezca" y el tesoro de la revelación, confiado a la Iglesia, llene más y más los corazones
de los hombres.
2.3 Del Concilio Vaticano II a nuestros días.
Dei Verbum marcó un antes y un después en la comprensión acerca de cuál debería ser la
presencia de la Escritura en la vida de la Iglesia. Quiero subrayar solamente cuatro hitos
documentales que han enriquecido la reflexión desde el Concilio hasta nuestros días y algunos
logros en cuanto acciones concretas.
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Los estudios bíblicos se han desarrollado notablemente, lo cual ha repercutido en el
ámbito de las publicaciones y la docencia.
La Biblia va ocupando un nuevo lugar en la teología: ya no es tanto un depósito de
pruebas para apoyar las tesis formuladas desde otras instancias, sino que va avanzando para
constituirse en fuente y alma de la teología.
Se han realizado nuevas traducciones de la Biblia, facilitando el acceso material de los
fieles a la Escritura.
La renovación litúrgica promovida por el Concilio ha supuesto la renovación del
leccionario y la proclamación de las lecturas en las lenguas vernáculas.
La catequesis en los últimos años ha profundizado en su orientación bíblica tanto en la
elaboración de los catecismos, como en la formación de los catequistas.
Hemos visto surgir un número considerable de organizaciones. La Federación Bíblica
Católica puede considerarse la más importante de todas aglutinando a más de trescientas
cincuenta instituciones de todo el mundo. En España es conocido el trabajo de La Casa de la
Biblia desde los años sesenta en el ámbito de la traducción y de la pastoral bíblica. También
se han creado en España dos asociaciones de biblistas, una de ámbito nacional y otra en
Cataluña.
En este listado de elementos hay que situar otras muchas iniciativas: cursos de
formación bíblica, semanas bíblicas, proyectos diocesanos, grupos de lectura de la Biblia,
jornadas de reflexión, congresos, etc.
En el itinerario que hemos recorrido desde comienzos del siglo XX hasta nuestros días se que
pueden distinguir tres modos de entender el lugar de la Biblia en la vida y la misión de la Iglesia:
el movimiento bíblico, la pastoral bíblica y la animación bíblica de toda la pastoral.
1.- En los años previos al Concilio, y en paralelo a lo que sucedió con el movimiento
litúrgico, apareció con fuerza el llamado movimiento bíblico. Tomando conciencia de la
escasa incidencia de la Sagrada Escritura en la vida y la misión eclesiales, este movimiento
bíblico se comprometió en la tarea de la difusión de los textos bíblicos. Al mismo tiempo, fueron
generándose cursos de divulgación bíblica, jornadas de estudio... que condujeron a la aparición
de diversas publicaciones. Son los primeros pasos del llamado apostolado bíblico. En España, la
asociación AFEBE o la revista Cultura Bíblica son expresión de este movimiento bíblico. En
este marco se inscribe el nacimiento de La Casa de la Biblia.
2.- Después del Concilio se pasó del movimiento bíblico a la pastoral bíblica. La
comprensión de que la difusión del texto bíblico debía de ir acompañada de la correspondiente
formación suscitó numerosas iniciativas de divulgación que tenían un marcado carácter pastoral.
Se multiplicaron los cursos bíblicos, algunos de ellos a distancia, se profundizó en los estudios
bíblicos, fueron apareciendo por doquier grupos parroquiales que se tenían como objetivo el
estudio de la Biblia, etc. Esta pastoral bíblica, que fue creciendo en el seno de la llamada
"pastoral de conjunto", se entendía como una pastoral junto a otras pastorales específicas.
3.- El reconocimiento práctico y generalizado de que la Biblia debe colocarse en el centro
de toda la pastoral y de la vida de la Iglesia es algo relativamente reciente. En el mensaje
final del encuentro de Freising (1994) se retoma la afirmación del Concilio sobre la centralidad
de la Biblia, y se afirma que "la pastoral bíblica no debe entenderse como una pastoral junto a
otras, sino que debe llevar a que toda la planificación y la praxis pastoral esté enraizada en el
mensaje bíblico".
En el grupo de trabajo de la subregión de Europa del Sur y del Oeste de la Federación Bíblica
Católica formulábamos a finales del siglo pasado (1996) esta convicción diciendo que en lugar
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de hablar de la "pastoral bíblica" deberíamos hablar de la "animación bíblica de toda la pastoral".
Con esta fórmula manifestábamos nuestra convicción de que la Biblia no es objeto de una
pastoral específica, sino que debe animar, como dice el Concilio, toda la vida de la Iglesia.
Esta es la fórmula que consagra definitivamente Verbum Domini:
"El Sínodo ha invitado a un particular esfuerzo pastoral para resaltar el puesto central de la
Palabra de Dios en la vida eclesial, recomendando «incrementar la "pastoral bíblica", no en
yuxtaposición con otras formas de pastoral, sino como animación bíblica de toda la pastoral».
No se trata, pues, de añadir algún encuentro en la parroquia o la diócesis, sino de lograr que las
actividades habituales de las comunidades cristianas, las parroquias, las asociaciones y los
movimientos, se interesen realmente por el encuentro personal con Cristo que se comunica en su
Palabra. Así, puesto que «la ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo», la animación
bíblica de toda la pastoral ordinaria y extraordinaria llevará a un mayor conocimiento de la
persona de Cristo, revelador del Padre y plenitud de la revelación divina" (VD 73).
Hemos visto el camino recorrido hasta ahora. En este momento, vamos a pasar a hablar del
futuro. Pero antes de seguir me gustaría hacerles caer en la cuenta de algo que entiendo que es
fundamental. La Pastoral Bíblica es, particularmente si la comparamos con otras áreas
pastorales, una pastoral de éxito: los cristianos aceptan de buen grado las iniciativas bíblicas que
se les ofrecen, hay un verdadero "hambre" de la Sagrada Escritura. Pero podemos correr el
riesgo de pensar que "todo vale". Creo que hemos de renovar nuestro compromiso con la
responsabilidad y con la calidad. En este sentido, entiendo que es fundamental clarificar los
principios hermenéuticos que orienten la presencia de la Biblia en nuestra pastoral, promover la
formación de cuantos se dediquen al ministerio de la palabra y diseñar proyectos bíblicos serios
que sirvan de marco para la animación bíblica de la pastoral.
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En la Exhortación Apostólica "Evangelii Nuntiandi" (1975) de Pablo VI recuerda que "la
fidelidad a un mensaje del que somos servidores y a las personas a las que hemos de transmitirlo
intacto y vivo, es el eje central de la evangelización" (EN 4). Fidelidad al mensaje y fidelidad al
hombre.
3.1.3 En la comunidad eclesial.
La comunidad cristiana es quien puede hacer una lectura más penetrante de la Biblia. La
comunidad debe escuchar a los estudiosos de la Biblia, que la ayudan a leer el texto
respetuosamente; a la gente sencilla, que es capaz de captar mejor su referencia a la vida; y al
magisterio vivo de la Iglesia que ha recibido el encargo de interpretar auténticamente la palabra
de Dios. Estas tres referencias son obligadas para que la interpretación sea verdaderamente
eclesial.
3.1.4 Desde la fe en Cristo Resucitado.
La experiencia de los primeros cristianos nos enseña que hay una íntima relación entre Jesús y
las Escrituras: por un lado, las Escrituras nos hablan de Jesús; y, por otro, Jesús resucitado es la
clave para comprender el sentido de las Escrituras y es quien abre el entendimiento de los
discípulos para comprenderlas. Por ello, en una lectura que se hace desde la fe esta perspectiva
es fundamental.
3.2 La acción pastoral: la vida y la misión de la Iglesia.
3.2.1 El Servicio bíblico diocesano.
En 1994, coincidiendo con el encuentro de obispos en Freising, los miembros europeos de la
Federación Bíblica Católica propusieron la creación de servicios o delegaciones diocesanas de
animación bíblica en cada Diócesis con el fin de promover y coordinar la animación bíblica de la
Iglesia local. En las iglesias de América Latina, por ejemplo, es común la existencia de estos
servicios, bajo la forma de Delegación Diocesana de Biblia o Comisión Diocesana de pastoral
bíblica. Algunas Conferencias Episcopales disponen de una Comisión Episcopal para la
Animación Bíblica de la Pastoral. A día de hoy, en Europa son pocas las diócesis que disponen
de un servicio bíblico de estas características. En España, algunas diócesis van avanzando en
este sentido, ya sea desde la propia necesidad de coordinación de proyectos bíblicos diocesanos,
por la especial sensibilización en este sentido del obispo de la Diócesis, etc.
Puede servir como ejemplo el caso concreto de la Diócesis de Santander. Como consecuencia de
la actividad bíblica diocesana, surgió la necesidad de un organismo diocesano que asumiera
como tarea y servicio el coordinar, dar estabilidad e impulsar esta iniciativa pastoral, que por su
significado e importancia en el organigrama pastoral diocesano, requería una atención especial.
Así pues, el obispo de la diócesis designó un responsable que constituyó un equipo de trabajo.
Será éste el centro desde el cual se iría encauzando toda la dinámica de la lectura creyente de la
Palabra de Dios (convocatorias, materiales, encuentros, revisiones, formación...) así como el
encargado de promover las diversas iniciativas ordenadas a la presencia de la Biblia en la vida y
misión de la Diócesis.
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Objetivo General (Identidad de la animación bíblica de la pastoral).
Objetivos específicos (Identificación de las áreas o ámbitos de acción).
Acciones a realizar.
Plazos de tiempo.
Recursos humanos.
Recursos materiales.
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3.2.3.3 El conocimiento de la Biblia.
Finalmente, es preciso transmitir conocimientos acerca de la Biblia atendiendo al contexto
histórico y social en que nació, a los aspectos literarios y al mensaje que encerraba para sus
primeros destinatarios.
3.2.4 Acciones concretas.
Las posibilidades de actuación son innumerables en el campo de la animación bíblica de la
pastoral. La observación de las necesidades concretas, la creatividad de los encargados de llevar
a cabo esta tarea... serán las que vayan marcando el desarrollo del proyecto concreto. Sirva esta
relación con algunas de las acciones posibles como ejemplo:
3.2.4.1 Trasmitir la fe: catequesis, jóvenes, vocación, enseñanza.
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Preparar guías de lectura bíblica para que los agentes de pastoral se reconozcan
discípulos y enviados a sus propias tareas.
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La catequesis es así una escuela que enseña a convertirse en discípulo del único Señor. Es una
escuela que capacita para llegar a adquirir un día la sabiduría de Dios. Es una acción pastoral que
promueve el entrar en sintonía con Jesús, el Buen Pastor a quien siguen las ovejas "porque
conocen su voz" (Jn 10,4).
4.1.2 Leer la Biblia en la catequesis.
Uno de los elementos más urgentes en la catequesis es el establecimiento de un proceso de
iniciación a la lectura de la Biblia. Es tarea principal del catequista enseñar a leer la Biblia, así
como promover espacios de lectura, meditación y oración en la catequesis. Es fundamental que
el catecúmeno llegue a una completa familiaridad con el texto bíblico, que se encuentre a gusto
con la Escritura ente sus manos; es esencial que llegue a reconocer su propio proceso creyente en
las diversas experiencias de fe que aparecen relatadas en las páginas de la Sagrada Escritura.
4.1.3 Algunos textos bíblicos.
Después de todo lo dicho, la pregunta que hace cualquier catequista es mucho más inmediata:
¿Qué pasajes de la Escritura tengo que utilizar en la catequesis? "La catequesis de la
comunidad", documento de los obispos españoles de 1983, proponía una cierta respuesta
mediante una denominada "clave de lectura". En el número 230 leemos lo siguiente:
"La importancia de esta clave de lectura consiste en que tanto el Símbolo, como el Padre
Nuestro, como el Mandamiento del amor, junto a las Bienaventuranzas, son lo esencial de la
Sagrada Escritura: son la "regla de fe", el modelo de toda oración cristiana y las actitudes básicas
que configuran la vida evangélica." (CC 230)
En la catequesis se deberían ofrecer algunos textos de la Escritura que permitan al catecúmeno
hacer una síntesis de la fe de la Iglesia. Para este fin, son interesantes los pasajes del Nuevo
Testamento en los que se recoge el kerigma primitivo (p. ej. Hch 2,22-24; 3,13-15; 10,37-43).
El Padre Nuestro (Mt 6,9-13) es modelo de toda oración y presenta una perfecta síntesis del
Evangelio. Siguiendo el ejemplo de Jesús, el catequista enseña a orar a los discípulos del único
maestro. También los Salmos se descubren como oración cristiana.
El Mandamiento del amor (Mc 12,29-31) y las Bienaventuranzas (Mt 5,1-12; Lc 6,20-23)
pueden ser un buen fundamento en el que situar los pasajes bíblicos de contenido moral.
4.2 Un Proyecto Diocesano: "Lectura Creyente de la Palabra".
4.2.1 Historia.
En 1995 D. José Vilaplana (entonces obispo de Santader) se puso en contacto con D. Santiago
Guijarro (entonces director de La Casa de la Biblia) y le planteó su deseo de llevar a cabo una
acción pastoral de calado diocesano que animase la evangelización en el camino hacia el jubileo
del año 2000.
Fruto del diálogo repetido en varios encuentros es la propuesta de actuación que acaba
formulada en los siguientes términos:
"La lectura de un Evangelio, en grupos, en clave de oración y conversión, con método sencillo,
que abarque al mayor número de personas y poniendo el acento en cómo traducir, lo que
aprendamos en el Evangelio, a la vida personal y comunitaria. Se propone, por tanto, una lectura
continuada, sencilla, sin entrar en temas generales o teóricos, para que la gente tenga la
experiencia de encontrarse con un evangelio concreto".
D. José comunica el proyecto a toda la diócesis en la homilía de la fiesta de la Bien Aparecida:
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"Vamos a hacer el esfuerzo para acercar el Evangelio a las comunidades cristianas. Todo
cristiano debe conocer más de cerca el Evangelio, meditarlo y cumplirlo en su vida, porque
desconocer el Evangelio es desconocer a Jesucristo, el Hijo de María, el Hijo de Dios, nuestro
Padre".
En el primer domingo de Cuaresma del 1996 se realiza la convocatoria general, mediante un
díptico informativo y un signo (la entronización de la Palabra) en todas las misas de todas las
parroquias de la Diócesis.
Se constituyen grupos de lectura creyente de entre 8 y 12 personas, con un animador en cada uno
de ellos.
En el mes de septiembre de 1996 se celebra el cursillo para Animadores de los grupos de lectura
creyente (participan unas 300 personas, mayoritariamente seglares).
El 13 de octubre los grupos que se han formado en las parroquias comienzan sus encuentros.
4.2.2 Metodología.
En los grupos, se conjugan dos tipos de lectura a lo largo de 15 sesiones:
El proyecto tendría una duración inicial de tres años, en los que se pretendía acompañar a los
cristianos de Santander hasta la celebración del jubileo del año 2000. Siguiendo el itinerario
propuesto para toda la Iglesia, el primer año se centraría en la figura de Jesucristo, leyendo el
evangelio de Marcos, el segundo al Espíritu, con Hechos de los Apóstoles, y el tercero al Padre,
mediante la lectura de los escritos joánicos.
4.2.3 Algunos subrayados.
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La misma experiencia ha traspasado las fronteras de Cantabria y se está llevando a cabo
en diversas diócesis españolas: San Sebastián, Huelva, Barbastro, Logroño, Jaca, Huesca,
León...
Dificultades o deficiencias:
CONCLUSIÓN
Quiero terminar con unas palabras de Enzo Bianchi dirigidas a los presbíteros pero que, por
extensión y adaptándolas convenientemente, pueden aplicarse bien a todos los ministros de la
Palabra.
"Hay una expresión en el discurso de Pablo a los obispos-presbíteros de Éfeso que constituye
una orientación fundamental de vida para vosotros. Pablo, saludando a aquellos colaboradores
suyos en el ministerio, les dice: «Os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia» (Hch 20,32).
En su testamento apostólico, Pablo no confía la Palabra a los ministros, sino que confía los
ministros a la Palabra. [...] Antes de serles encomendada a ellos la Palabra, son ellos
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encomendados a la Palabra; antes de ser portadores de la Palabra, son ellos mismos entregados a
la palabra de Dios.
Muy queridos míos, no lo olvidéis nunca: vosotros podréis llevar la Palabra a los demás sólo si
sois llevados por la Palabra."
(Enzo Bianchi, A los presbíteros. Sígueme, 2005)
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