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Consecuencias de la industrialización
a.-El desarrollo del sistema fabril. La introducción de maquinaria en la industria generalizó el sistema
de producción centrado en la fábrica, la que concentraba todos los medios productivos en un mismo lugar. Allí,
los trabajadores operaban maquinarias y eran parte de una cadena de producción en serie.
b.-La acumulación y reinversión de capital. El sistema fabril permitió que los empresarios (dueños
de las fábricas y de su producción) obtuvieran mayores ganancias y pudieran acumular capital. El trabajo de los
obreros, a cambio de un salario, comenzó a ser considerado como un factor productivo más. Los excedentes
obtenidos de las ventas (restados los costos) quedaban para el dueño de la empresa, que podía acumular y
reinvertir ese capital.
c.-Surgimiento de entidades financieras. El aumento de la actividad industrial dependía del dinero o
capital que invertían la burguesía y los bancos privados. Así, algunas empresas aumentaron su tamaño y se
hizo habitual la práctica de formar sociedades por acciones, donde participaban varios accionistas que recibían
beneficios proporcionales al capital aportado inicialmente. Asimismo, surgieron las bolsas de comercio, en las
que se compraban y vendían acciones de las empresas, y los bancos modernos, que posibilitaban el ahorro y
el préstamo con interés.
d.-El auge de la iniciativa privada . La riqueza que generó la industria llevó a algunos pensadores a
plantear que la base del enriquecimiento de los Estados era el libre emprendimiento individual, lo cual era el
fundamento teórico del capitalismo. Esta doctrina planteaba la disminución de la intervención del Estado. En el
siglo XIX, muchos países alcanzaron un importante crecimiento económico; pero, este bienestar fue muy
desigual.
a.-La ciudad como centro de la nueva sociedad. En el mundo industrializado, el paisaje cambió
progresivamente, producto de la redistribución espacial y profesional de la población que tendió a concentrarse
en grandes ciudades. A comienzos del siglo XIX alrededor del 7 % de la población mundial vivía en ciudades de
más de 5 000 habitantes, y en 1900 esta cifra se acercaba al 25 %. Así la ciudad no solo adquirió un peso
económico, sino que también se convirtió en centro de los cambios tecnológicos y de las transformaciones
sociales.
b.-La expansión de las zonas urbanas. El desarrollo industrial y la proliferación de fábricas en los
centros urbanos generaron un aumento en el número y tamaño de las ciudades. Los nuevos obreros y sus
familias, provenientes en su mayoría de los campos, se instalaron en las cercanías de las industrias, formando
barrios obreros en la periferia que provocaron cambios en la estructura urbana. Algunas características de este
proceso de expansión fueron:
• Segregación espacial. Los obreros y sus familias se establecían generalmente cerca de las industrias y
lejos de las zonas residenciales, las cuales generalmente tenían mejor infraestructura y mayor disponibilidad de
servicios.
• Disminución del suelo agrícola. El mundo rural fue perdiendo relevancia económica y territorial. Los
suelos se fueron destinando a la instalación de fábricas, industrias y zonas residenciales.
• Aumento de la contaminación. El uso de fuentes de energía, como el carbón, el petróleo y la electricidad,
generó un aumento de la contaminación que perduró hasta avanzado el siglo XX.
a.-El uso del vapor en los transportes. La primera fase de la Revolución Industrial estuvo marcada
por la creación de la máquina a vapor. El uso de la energía a vapor impulsó la revolución del transporte, ya que
permitió aumentar la velocidad y abaratar los costos de traslado de personas y mercancías. Algunos de los
ejemplos más emblemáticos fueron el ferrocarril y la navegación a vapor.
b.-La electricidad en las comunicaciones. La segunda fase de la Revolución Industrial, iniciada a
fines del siglo XIX, estuvo marcada por el uso del petróleo y la electricidad como fuentes de energía, las
cuales permitieron el surgimiento de elementos tan familiares para nosotros como la luz artificial, el automóvil o
el teléfono. Entre los adelantos más revolucionarios del período podemos mencionar el alumbrado público, que
mejoró la visibilidad del entorno, y el telégrafo, que posibilitó el intercambio de información casi instantánea
desde cualquier lugar del planeta.