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TEMA
Enfermedades
reumáticas
Jose Antonio Olivares Cala
1. INTRODUCCIÓN
La osteoartrosis (OA), también denominada artrosis, osteoartritis o enfermedad
degenerativa articular, es quizás la enfermedad más frecuente del hombre y de los
vertebrados en general, presentándose preferentemente en la última mitad de la vida.
Puede afectar tanto a las articulaciones del esqueleto axial como a las de los
miembros, y por su coste directo (medicamentos y cirugía) e indirecto (absentismo e
incapacidad laboral) constituye un importante problema de salud pública que tiende a
agravarse, dada la tendencia actual en los países desarrollados al envejecimiento progresivo
de la población.
Aunque hace pocos años se había considerado a la OA como una consecuencia casi
inevitable de la vejez, se puede considerar un concepto erróneo, puesto que las alteraciones
del cartílago articular presentes en la OA y en el proceso fisiológico del envejecimiento
son diferentes. Actualmente se considera a la OA más que como una sola enfermedad
como un síndrome, expresión final de alteraciones producidas en la articulación por
sobrecarga mecánica excesiva o repetida y/o por factores genéticos, procesos inflamatorios
o metabólicos.
El American College of Rheumatology ha propuesto una clasificación de la OA, que
es la más aceptada actualmente.
IDIOPÁTICA.
LOCALIZADA:
De las manos, nodulos de Heberden y nodulos de Boucbard (OA nodal), OA erosiva de
articulaciones interfalángicas (OA no nodal], rizartrosis.
De los pies: hallux valgus, hallux rígido, dedos en martillo, artrosis talonavicular.
De la rodilla: del compartimiento medial, del lateral y del femoropatelar.
De la cadera: excéntrica (superior), concéntrica (axial) y difusa (senil).
De la columna, especialmente de los segmentos cervical y lumbar:
Interapofisaria, del disco intervertebral, espondilosis (osleofitos) y ligamentosa (hiperostosis
esquelético idiopática ditusa o enfermedad de Forestier y Rotés-Querol).
De otras localizaciones: hombro, codo, muñeca, tobillo, etc.
GENERALIZADA:
Afectando tres o más de las áreas anteriormente mencionadas.
Afectando columna y articulaciones periféricas pequeñas.
Afectando columna y grandes articulaciones de los miembros.
Mixta: afectando columna y articulaciones periféricas tanto grandes como pequeñas.
SECUNDARIA.
OTRAS ENFERMEDADES:
Endocrinas (diabetes, hiperparatiroidismo, acromegalia), artropatia neuropática (tabes,
siringomielial) y procesos misceláneos (congelación, enfermedad de Kashin-Beck, enfermedad
barotraumáticol.
Tabla II
Factores predisponentes
Edad.
Sexo.
Predisposición genética.
Estrés mecánico y uso repetitivo de las articulaciones.*
Traumatismo articular.*
Obesidad.*
Trastornos articulares congénitos y del desarrollo.*
Enfermedad inflamatoria articular previa.*
* Los factores señalados con asterisco son potencioimente evitables o
tratables.
3. FACTORES GENÉTICOS
Es bien conocido que los nódulos de Heberden son frecuentemente hereditarios. Su
base genética parece residir en un único gen autosómico cuya penetrancia está influida por
• PREVALENCIA:
La prevalencia de la OA aumenta con la edad, siendo casi constante
en los mayores de 75 años. El sexo también influye y es más frecuente
en la mujer.
• FACTORES GENÉTICOS:
Las mutaciones de los genes que codifican el colágeno u otros
componentes de la matriz extracelular pueden dar lugar a OA.
• OTROS FACTORES:
- Obesidad.
- Traumatismos previos.
- Trastornos congénitos y del desarrollo.
- Sobrecarga mecánica.
- Ejercicios aeróbicos.
5. ANATOMÍA PATOLÓGICA
Las alteraciones fundamentales de la OA residen en el cartílago. Macroscópicamente
pueden observarse en su superficie fisuras y erosiones. Las erosiones inicialmente aisladas
se van haciendo confluentes hasta producir una ausencia completa de cartílago articular
en las fases avanzadas de la enfermedad.
Simultáneamente tiene lugar la formación de osteofitos localizados en los márgenes
articulares, expresión de una respuesta proliferativa del cartílago y el hueso subcondral.
Además se puede observar engrosamiento y esclerosis del hueso subcondral, sinovitis y,
en las fases más avanzadas, quistes óseos y cuerpos libres intraarticulares. En la tabla III
se exponen las principales alteraciones anatómicas y su correlación con los hallazgos
radiológicos.
El examen histológico demuestra la existencia de fisuras que se extienden a través de
todo el grosor del cartílago y alteraciones en la sustancia matriz extracelular, con pérdida
de su afinidad por determinados colorantes como el azul de toluidina. La respuesta de los
condrocitos depende del estadio evolutivo: en las fases iniciales se observa un aumento
en su número y se agrupan formando racimos. Alrededor de estos racimos celulares, la
matriz extracelular se tiñe intensamente con safranina O, lo cual probablemente se debe
a un aumento en el contenido de proteoglicanos (PG). Todo ello se interpreta actualmente
Tabla III
Correlación entre anormalidades histológicas y
hallazgos radiológicos en la osteoartrosis.
ALTERACIONES CARTILAGINOSAS:
- Fisuras y erosiones hasta la desaparición del cartílago.
- Formación de osteofitos.
- Esclerosis del hueso subcondral.
- Sinovitis.
- Quistes óseos.
- Cuerpos libres intraarticulares.
- Hipocelularidad.
- Pérdida matriz extracelular.
6. MANIFESTACIONES CLÍNICAS
En la OA, los síntomas y signos suelen estar localizados en una o pocas articulaciones.
El síntoma fundamental es el dolor en la articulación o articulaciones afectas, aunque
7. DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO
El diagnóstico de OA se realiza basándose en la historia clínica, signos físicos y
hallazgos radiológicos, siendo en la práctica muy fácil de establecer. El problema clínico
real se plantea precisamente por ser la OA un hallazgo radiológico muy frecuente en
Polimialgia reumática.
Artritis de células gigantes.
Artritis reumatoide.
Metástasis óseas.
Espondilodiscitis.
Fibromialgia asociada.
Bursitis anserina.
Necrosis ósea isquémica del cóndilo femoral.
• Medidas físicas:
- Uso de bastones.
- Baños calientes.
- Adelgazamiento.
- Ejercicio físico moderado.
- Fisioterapia.
• Analgésicos (paracetamol).
• Antiinflamatorios no esteroideos:
- Salicilato sódico.
- Indometacina.
- Diclofenaco.
¿Condoprotección?
(Disminución síntesis de MMP).
- Ácido tiaprofénico.
- Piroxicam.
- Naproxeno.
- Ibuprofeno.
• Corticosteroides en inyección intraarticular.
• Infiltraciones pericapsulares.
• Tratamiento ortopédico quirúrgico:
- Osteotomía.
- Artroplastia.
- Prótesis articulares.
- Artrodesis.
• TRATAMIENTO:
- Medidas físicas.
- Analgésicos.
- Anti-inflamatorios no esteroideos.
- Condroprotección.
- Corticosteroides deparen inyección.
- Infiltraciones.
- Tratamiento quirúrgico.
CONDROPROTECCIÓN.
Una área de investigación muy activa actualmente es la búsqueda de agentes
capaces de prevenir y/o cicatrizar las lesiones cartilaginosas característica de la OA. Aunque
existe evidencia experimental en modelos animales de OA apoyando la posibilidad de
condroprotección, carecemos de evidencia clínica concluyente apoyando o refutando el
que un agente concreto sea capaz de modificar la progresión de la OA en el individuo
humano. Entre los posibles agentes condroprotectores están:
- Aquellos AINE que han demostrado experimentalmente ser capaces de
aumentar el contenido en PG del cartílago.
- Los corticosteroides, que han demostrado un efecto condroprotector en
un modelo canino de OA pero a dosis inadecuadamente altas para su
administración prolongada (0,25 mg/kg/día).
- La asociación de corticosteroides con AINE presuntamente
condroprotectores.
- Un complejo de glicosaminoglicanos-péptidos (Rumalon®).
- Un polisulfato de mucopolisacárido (Arteparon®).
- La hormona del crecimiento, que estimula la actividad anabólica del
cartílago.
- Por último, aquellos agentes capaces de inhibir la actividad de las enzimas
proteolíticas, tales como la cloroquina o las tetraciclinas y sus derivados sin
actividad antibacteriana.
Entre las técnicas de diagnóstico por imagen, probablemente las que ofrecen
hasta ahora mejores perspectivas son la radiografía multifocal cuantitativa, que parece
especialmente útil para evaluar la OA en las articulaciones pequeñas y la resonancia
magnética nuclear (RMN). En un estudio reciente comparando los hallazgos de artroscopia
con los datos obtenidos por RMN, se ha demostrado un grado aceptable de sensibilidad y
especificidad de esta última para el diagnóstico de OA de rodilla y cadera. Un importante
factor limitante para su uso es su alto coste.
La observación directa del cartílago mediante artroscopia es, sin duda, la técnica
más fiable y específica para el diagnóstico de OA. Su realización se ha simplificado mucho
por la utilización de agujas de pequeño calibre, que hacen el procedimiento más simple
10. OSTEOARTRITIS
La osteoartritis (OA), la enfermedad articular más frecuente, se caracteriza por la
pérdida progresiva de cartílago articular, la aposición de hueso nuevo y la formación de
cartílago y hueso nuevos en los márgenes de la articulación (osteófitos). Hay señal de
reparación cartilaginosa hasta que la enfermedad alcanza una fase muy avanzada. La
sinovitis de bajo grado es frecuente y se considera secundaria a los cambios de los tejidos
duros dentro de las articulaciones. Las características clínicas pueden ser: dolor en la
articulación afecta, que suele aumentar con la actividad y disminuir con el reposo, rigidez
tras un periodo de inmovilidad (gelificación), engrosamiento de la articulación, inestabilidad,
limitación del movimiento y deterioro funcional. La atrofia muscular periarticular es un
síntoma habitual y la debilidad muscular resultante puede contribuir a la incapacidad.
La osteoartritis puede ser idiopática (primaria) o secundaria, según haya o no un
factor etiológico local o sistémico identificable. El American College of Rheumatology
(antes American Rheumatism Association) desarrolló hace poco una serie de criterios para
clasificar la OA de rodilla, cadera y mano. Estos criterios permiten clasificar la enfermedad
de acuerdo con diferentes combinaciones de parámetros clínicos, radiográficos y de
laboratorio. Los criterios proporcionan para cada una de estas combinaciones alrededor
de un 90% de sensibilidad y un 90% de especificidad. Estos criterios no pretenden ser
criterios diagnósticos, y su objetivo no es otro que facilitar información estandarizada de
casos con fines de investigación y posibilitar una comunicación más uniforme.
EPIDEMIOLOGÍA.
Prevalencia, edad, sexo. Es posible encontrar señales radiográficas de OA en alguna
zona en la mayoría de las personas mayores de 65 años. Más del 80% de las personas
mayores de 75 años están afectadas por esta enfermedad. La osteoartritis es una causa
importante de invalidez, y la OA de rodilla tiene más probabilidades de ocasionar invalidez
que la osteoartritis de cualquier otra articulación. Los cálculos de la prevalencia real de
la OA son inexactos por problemas asociados al diagnóstico. Por otro lado, la falta de
estudios longitudinales y las dificultades para determinar el comienzo de la enfermedad
no permiten disponer de cálculos sobre su incidencia.
La prevalencia de OA en todas las articulaciones aumenta gradualmente con la
edad, que es el factor de riesgo más potente de la enfermedad. Por ejemplo, el National
Health and Nutrition Examination Survey (NHANES) comprobó que la prevalencia de OA
de rodilla pasaba de ser menor de 0,1% en individuos de 25-34 años a ser del 10-20% en
personas de 65-74 años. Las mujeres tenían el doble de probabilidades que los hombres
de contraer la enfermedad, y las mujeres negras tenían el doble de probabilidades que
las mujeres blancas de padecer OA de rodilla. Otros estudios presentan una prevalencia
de OA de rodilla todavía mayor. En el estudio de Framingham, la prevalencia de OA de
rodilla entre los 65 y 74 años era del 30%, y prácticamente todos los estudios que han
examinado a personas mayores de 75 años han encontrado en este subgrupo de población
una prevalencia superior al 30% o, con mayor proporción de mujeres que de hombres.
La osteoartritis de cadera es menos frecuente que la OA de rodilla y no implica el mismo
predominio del sexo femenino, lo que hace pensar que existen diferencias etiológicas
entre ambas modalidades.
PATOLOGÍA.
La patología de la OA refleja el daño articular y la reacción al mismo. Los cambios
más graves y acusados se aprecian generalmente en las áreas del cartílago articular que
soportan el peso. Aunque trabajos actuales destacan la pérdida progresiva de cartílago
articular que se produce en esta enfermedad, el cartílago en los estadios iniciales es más
grueso de lo normal. El aumento del contenido de agua, que refleja el daño en la red
colágena del tejido, conduce a la tumefacción del cartílago y está asociado al incremento
del grado de síntesis de proteoglucanos, las moléculas que aportan elasticidad al tejido y le
dotan de capacidad para resistir la compresión. El aumento de la síntesis de proteoglucanos,
que representa el esfuerzo reparador por parte de los condrocitos, puede ocasionar un
incremento de la concentración total de proteoglucanos en el tejido. Este proceso queda
reflejado en el aumento de la coloración del tejido con azul de toluidina o Safranina en
estudios histoquímicos. Por tanto, las fases más precoces de la OA que en los humanos
pueden durar años o décadas se caracterizan por la reparación hipertrófica del cartílago
articular.
No obstante, a medida que avanza la enfermedad la superficie articular se adelgaza
y la concentración de proteoglucanos disminuye, dando tugar al reblandecimiento
del cartílago. La integridad de la superficie se pierde y aparecen hendiduras verticales
(fibrilación). Con el movimiento articular, el cartílago fibrilado desaparece, dejando el hueso
subyacente al descubierto. Es posible que aparezcan zonas de reparación fibrocartilaginosa,
pero su capacidad para resistir el estrés mecánico es menor que la del cartílago articular
hialino original. Los condrocitos replican, formando grupos denominados clonas. Más tarde,
sin embargo, el cartílago restante se vuelve hipocelular.
Aunque la pérdida de cartílago articular constituye el sello patológico de la OA,
el remodelamiento e hipertrofia del hueso son también características importantes. El
crecimiento aposicional del hueso se produce en la región subcondral, dando lugar a la
esclerosis que puede observarse por radiografía. El hueso raído en el fondo del cartílago
ulcerado puede adquirir un aspecto marfileño. Es posible observar microfracturas de las
trabéculas subcondrales. Debajo de la superficie articular se forman quistes óseos, reflejo
de una osteonecrosis localizada, que debilitan el soporte óseo del cartílago. El crecimiento
de cartílago y hueso en los márgenes de la articulación genera osteofitos o espolones que
alteran el contorno de la articulación y pueden limitar el movimiento. Si no hay otras
alteraciones óseas como quistes subcondrales o esclerosis, los osteofitos pueden representar
un grado de envejecimiento pero no de osteoartritis.
PATOGENIA.
Aunque los cambios más obvios de la articulación osteoartrítica tienen lugar en el
cartílago, la OA no debe considerarse únicamente como una enfermedad del mismo. La
OA no constituye la insuficiencia de un solo tejido, sino de todo un órgano: la articulación
diartrodial. Del mismo modo que la insuficiencia cardíaca congestiva puede deberse a una
enfermedad primaria del miocardio, pericardio o endocardio, la alteración principal de la
OA puede residir en el cartílago articular, sinovial, hueso subcondral, ligamentos o aparato
neuromuscular. No obstante, dada la magnitud de los cambios sufridos por el cartílago, es
imprescindible conocer la importancia de este tejido dentro de la fisiología articular normal.
El cartílago articular tiene dos funciones principales: en primer lugar, proporciona una
superficie de apoyo notablemente suave, que permite un movimiento de un hueso sobre
otro dentro de la articulación prácticamente exento de roces; en segundo lugar, dispersa
y transmite la carga, evitando que el estrés se concentre dentro de la articulación.
La OA se desarrolla, básicamente, bajo dos situaciones: cuando las propiedades
biomateriales del cartílago articular y del hueso subcondral subyacente son normales, pero
el exceso de carga sobre la articulación hace que el tejido se debilite; o cuando la carga es
razonable pero las propiedades biomateriales del cartílago o del hueso son inferiores.
Aunque el cartílago articular es muy resistente al desgaste en situaciones de
constante fluctuación, la carga con impacto reiterativo da lugar a insuficiencia articular.
Esto explica la elevada prevalencia de OA en determinadas articulaciones relacionadas
con la sobrecarga propia de una profesión o afición. En general, los primeros cambios
degenerativos progresivos se producen en aquellos puntos internos de la articulación
sometidos a las mayores cargas compresoras. Se ha sugerido que más del 80% de los casos
de osteoartritis idiopática de la cadera presentan defectos leves de desarrollo tales como
displasia acetabular o deslizamiento de la epífisis femoral que aumentan la congruencia
articular y concentran las cargas.
Aun cuando el estrés dentro de la articulación sea normal, los procesos que reducen
la capacidad de deformación del cartílago articular o del hueso subcondral pueden
provocar OA. Por ejemplo, en el caso de la ocronosis, la acumulación de polímeros de ácido
homogentísico provoca rigidez en el cartílago; en la osteopetrosis, la rigidez se produce
en las trabéculas subcondrales más que en el cartílago. En ambos casos suele haber OA
generalizada. La osteoartritis en la condrodisplasia familar debida a una mutación en la
CADERA.
El tratamiento de la osteoartritis de cadera comprende aplicaciones de calor,
descarga y ejercicios adecuados para mejorar el grado de movimiento. Los analgésicos y
antiinflamatorios son útiles. La carga puede reducirse con el uso de muletas, bastones o
andadores. La sustitución de la cadera se recomienda, generalmente, cuando la enfermedad
está en fase avanzada.
RODILLA.
El tratamiento de los pacientes con OA de rodilla también comprende la terapia física
destinada a mejorar el rango de movimiento y la fuerza del cuádriceps, la prevención del
uso excesivo de la articulación y una medicación analgésica y antiinflamatoria. El uso de un
bastón con la mano opuesta a la rodilla afectada también es beneficioso. Las inyecciones
locales de esteroides son adecuadas en caso de brotes agudos, pero su uso debe ser sólo
excepcional. La prótesis total de la rodilla alivia el dolor y mejora la deambulación.
COLUMNA VERTEBRAL.
Los síntomas agudos de la columna cervical pueden mitigarse con el uso de un
collarín y tracciones, sobre todo si el dolor radicular es intenso. Los pacientes con síntomas
agudos o subagudos de la región lumbar, deberían emplear una faja lumbosacra para
obtener apoyo abdominal. También se recomienda un colchón firme.
MODALIDADES FÍSICAS.
Los pacientes con enfermedades reumáticas frecuentemente requieren un control
del dolor asi como asistencia para aumentar la movilidad, Las intervenciones no médicas
que se utilizan normalmente en la práctica de rehabilitación para aliviar el dolor incluyen
tanto calor como frío.
En general, el calor es eficaz para aliviar el dolor y la rigidez articulares.
Específicamente, se utiliza en situaciones crónicas o subagudas. en las cuales la inflamación
y la tumefacción articulares son mínimas y se observan contractura, espasmo muscular
o capsulitis adhesiva. El calor es un accesorio útil para un programa de estiramientos.
Puede proporcionarse calor superficial mediante compresas calientes, rayos infrarrojos
e hidroterapia; ninguna de estas modalidades penetra en la articulación para aumentar
la temperatura articular. El calor puede elevar el umbral de dolor y producir sedación y
anestesia. El calor profundo se procura a través de ultrasonido o microondas. El ultrasonido
puede elevar la temperatura intraarticular y puede ser útil en las técnicas de estiramiento, ya
que aumenta la extensión plástica de las estructuras ligamentosas sometidas a tensión.
El frío, independientemente de si se proporciona mediante compresas frías o
aerosoles tópicos, puede disminuir el espasmo muscular, disminuir la espasticidad, elevar
el umbral de dolor, proporcionar una buena analgesia local y reducir el ritmo metabólico.
Históricamente, se ha considerado que el frío aumenta la rigidez en los pacientes con
artritis reumatoide (AR); pero algunos estudios clínicos sugieren que el hielo puede tener
un efecto beneficioso en la AR. Existe evidencia para sugerir que el frío es igual de eficaz
que el calor cuando se usa junto a los programas del rango de movimiento diseñados para el
tratamiento de los problemas de partes blandas o la enfermedad articular degenerativa.
Varios estudios han comparado el resultado del uso combinado del frío o el calor
y el ejercicio, con el resultado del ejercicio únicamente. Al parecer, estas modalidades
potencian la eficacia de los programas de ejercicios, tal vez por sus efectos analgésicos.
Todavía quedan preguntas sin responder acerca del mecanismo del calor frente al frío en
el tratamiento de problemas musculoesqueléticos.
El calor profundo aumenta la temperatura intraarticular, mientras que el calor
superficial de hecho puede disminuir la temperatura intraarticular. Esta aparente paradoja
puede explicarse por el hecho de que la disipación del calor articular puede requerir
FÉRULAS Y ORTESIS.
Una férula estática u ortesis es un accesorio utilizado para sostener una articulación
débil o inestable, inmovilizar y dejar en reposo una articulación para aliviar el dolor o
mantener un segmento del cuerpo en alineación funcional. Las férulas dinámicas pueden
contribuir a crear movimiento en una parte del cuerpo. Este tipo de férula se ha utilizado
tradicionalmente para el tratamiento posoperatorio de las manos. Las férulas más utilizadas
para las manos son las férulas anulares de los dedos para evitar la hiperextensión de la
articulación interialángica proximal (IFP) en personas con deformidades en cuello de cisne,
colocando los dedos en una posición más funcional y cercana a los 30° de flexión. Dichas
férulas estabilizan la cápsula palmar proximal laxa y contribuyen a la relajación de la
ATENCIÓN GLOBAL.
Las interacciones entre el dolor crónico y las medicaciones, entre la pérdida funcional
y la deformidad, y entre el concepto de uno mismo y el aspecto son complejas. Son
necesarias intervenciones para tratar todos los aspectos de la enfermedad y su impacto
psicológico en los pacientes artríticos. El equipo de rehabilitación, formado por terapeutas
ocupacionales, fisioterapeutas y médicos, puede ayudar considerablemente enseftando a
los pacientes a evaluar y solucionar problemas referentes a la movilidad, el cuidado propio
y la función psicosocial.
Un área que requiere apoyo y asesoramiento es la de la disfunción sexual. Los
problemas sexuales son corrientes en la población en general, pero los pacientes
con artritis, especialmente aquéllos con disfunción de la cadera y artritis de
comienzo juvenil, experimentan disfunción con más frecuencia. Se ha reconocido
que los problemas mecánicos asociados al dolor, la rigidez, la reducción del grado de
movimiento, el cansancio, y los problemas familiares relativos a la alteración del papel
y los cambios de humor relacionados con los fármacos contribuyen a crear problemas
sexuales. Existe un folleto publicado por la Arthritis Foundation con sugerencias para
el alivio del dolor y la disfunción asociados a la actividad sexual.
La incapacidad para trabajar en casa, el colegio o el lugar de trabajo es un gran
problema para las personas con artritis. Los trastornos musculoesquelélicos son la
segunda causa más frecuente de incapacidad laboral; las personas con AR y OA tienen
los índices de incapacidad más altos. Los tratamientos de rehabilitación se asocian a
una mejora del nivel funcional e independencia económica, y los pacientes con dichos
problemas deben tratarse.
El asesoramiento vocacional o laboral debe empezar con la determinación del
nivel de función del paciente, los requerimientos ergonómicos o energéticos para llevar
a cabo el trabajo, y una evaluación de las posibles barreras arquitectónicas del lugar
de trabajo. Lo mejor es poder realizar adaptaciones en el hogar o el lugar de trabajo.
El paciente que puede controlar las condiciones de trabajo horas, ritmo y actividad
en equipo tiene más posibilidades de seguir trabajando.