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La Revolución de 1868 que expulsó a Isabel II abrió paso a un periodo de fuertes cambios
denominado como el Sexenio revolucionario. Constituyó el primer intento de establecer en
España una democracia tal y como se entendía en el siglo XIX, es decir, basada en el sufragio
universal masculino. En esos seis años (septiembre de 1868 – diciembre de 1874) se
intentaron varias soluciones para sustituir la desprestigiada monarquía de los Borbones: una
regencia, una monarquía, una república y finalmente, tras la dictadura del general Serrano, se
produjo de nuevo la restauración de la monarquía borbónica en la persona de Alfonso XII:
La grave crisis económica, financiera, agraria e industrial, a la que se le suma el deterioro del
sistema político y la impopularidad de la reina, desencadenará el golpe de Estado que destronó a
Isabel II.
Las Cortes aprueban la Constitución en julio de 1869. Ésta establece un amplio régimen de
derechos y libertades: libertad religiosa, aunque el Estado debe mantener el culto de la católica,
soberanía nacional y estado monárquico. El poder legislativo recae en las Cortes bicamerales.
El rey no puede vetar las leyes. El ejecutivo recae en el rey a través de sus ministros y se
ponen las bases para una independencia efectiva del poder judicial. El judicial recae en los
tribunales de justicia al cual se accede mediante oposiciones; era un cuerpo independiente al
resto de poderes del Estado.
Las fuerzas políticas en juego ahora son los carlistas; los moderados, y progresistas (Prim,
Sagasta), monárquicos pero en contra de los Borbones; los demócratas, divididos en
monárquicos (Rivero y Ríos Rosas) y republicanos (Castelar); y los republicanos federalistas (Pi
y Margall).
Había nueva Constitución, pero España era una monarquía sin rey. Descartada la vuelta de los
borbones por todos. Finalmente la corona recayó en Amadeo de Saboya, segundo hijo del rey de
Italia y candidato de Prim. Fue proclamado rey el 2 de enero de 1871, con la oposición frontal de los
moderados, fieles a los Borbones que comienzan a pensar en la restauración mediante el hijo de
Isabel II: Alfonso XII. Además los carlistas se rebelaron (Tercera Guerra Carlista hasta 1876).
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Oposición también a Amadeo de republicanos y clases populares, quienes desde 1872 se producen
nuevos conatos de rebelión de federalistas.
La Guerra en Cuba (1868-1878), liderada por propietarios criollos y la desintegración de la coalición
gubernamental (los partidos del pacto de Ostende), crean una gran inestabilidad política, con seis
gobiernos en dos años. El 11 de febrero de 1873 Amadeo de Saboya abdica de un reino
ingobernable.
Manuel Pavía, disuelve las cortes republicanas y entrega el poder a la coalición del Pacto de
Ostende, presidiendo el gobierno Serrano (dictadura de Serrano). El gobierno de Serrano, de
unionistas y progresistas, no cuenta con el apoyo de la base social suficiente. El más beneficiado
es Antonio Cánovas del Castillo, que busca la restauración borbónica. En 1870 Isabel había
abdicado en su hijo Alfonso. La campaña de Cánovas surte efecto en la población, ayudado por
el Manifiesto de Sandhurst (1-X-1874), en el que Alfonso promete un gobierno constitucional
y la ausencia de represalias. El 29 de diciembre de 1874, Martínez Campos da un golpe de
estado en Sagunto, proclamando la Monarquía en Alfonso XII. Comienza la Restauración.