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HONDURAS LITERARIA

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ESCRITOS EN PROSA Y VERSO


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Tipografía Nacional .—Tercera. A v e n i d a E . , Número 42.

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HONDURAS LITERARIA

COLECCIÓN
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ESCRITOS EN PROSA Y VERSO


P r e c e d i d o s de A p u n t e s B i o g r á f i c o s por

RÓMULÜ K. DURÓN

"izESCRITORES EN VERSO

TEGUCIGALPA
Tipografia Nacional.—Tercera Avenida E . — N ú m e r o 42

1899
J O S É TRINIDAD R E Y E S

L a época en que floreció el Padre R e y e s fué la mis-


ma en que dieron brillo á las letras centro-americanas los
salvadoreños Miguel Alvarez Castro, Ignacio Gómez y
Francisco Díaz, y los guatemaltecos Antonio José de Iri-
sarri, José Batres Montúfar y Juan Diéguez.
Dejó el Padre R e y e s poesías patrióticas y religiosas,
villancicos y elegías que, en su mayor parte, se han per-
dido ya. N o fueron publicadas; fueron confiadas á la me-
moria de sus contemporánes, y si alguno de éstos queda,
no guarda recuerdo fiel y completo de ellas.
Más afortunadas fueron sus letrillas satíricas, que
tomaron el nombre de Cuandos porque esta palabra
era su estribillo. Probablemente, por la agudeza y la
gracia chispeante de estas composiciones, se sacaron de
ellas muchas copias, y así han podido conservarse al-
gunas.
Pero lo que más se conserva del Padre R e y e s , aun-
que estropeadas horriblemente por los malos copistas, son
las Pastorelas. Fueron ocho las que escribió: Ester, Nep-
talia, Zelfa, Rubenia, Micol, Elisa, Albano 3^ Olimpia. (*)

( * ) E l f r a g m e n t o q u e inserto en este libro de la Pastorela d e O l i m p i a es


de l o s m á s ricos en poesía y en colorido que escribió el Padre R e y e s ; pero c o n -
c l u y e con la t r a d u c c i ó n d e l Magníficat q u e hizo José H e r i b e r t o G a r c í a de Q u e -
v e d o en la c o n t i n u a c i ó n d e " M a r í a , " p o e m a de Zorrilla. C u é n t a s e que interro-
6 HONDURAS ILITERARIA

T a m b i é n escribió " L a s Posadas de José y María " y la


" Adoración de los R e y e s , " obras de idéntico carácter al
de las Pastorelas. E n esta clase de composiciones ponía
en escena el Padre R e y e s los personajes de la sociedad de
su tiempo con sus cualidades y defectos, y por este medio
ejerció un poderosísimo y saludable influjo en la sociedad
hondurena.
A u n q u e las obras citadas ponen de manifiesto las
grandes aptitudes del Padre R e y e s para la poesía, no es
posible conceptuarlas como la total expresión de su ge-
nio. Palta, entre lo que escribió, una composición en la
que, olvidando su carácter sacerdotal, hubiera puesto su
alma entera: una composición que diese á conocer toda la
intensidad de sus afecciones, todo el fuego de su corazón
y todo el brío de su fantasía potente.
U n o de los contemporáneos del Padre R e y e s , el emi-
nente escritor salvadoreño don Enrique Hoyos, lo j u z g ó
en estos términos:
" E l Doctor R e y e s era sin disputa una de.las notables
ilustraciones de Honduras. Teólogo consumado, orador
elocuente, poeta y músico, reunía á estas eminentes cuali-
dades lina conducta intachable, una caridad acendrada y
una humildad tanto más digna de alabanza cuanto más
elevado era el carácter moral de aquel virtuoso sacerdote.
Versado en Ta Escritura Sagrada, en los libros de los
Santos Padres, en la historia de la Iglesia y en -la de los
Concilios, su saber e n l a s ciencias eclesiásticas era grande,
y esto contribuía sin duda á la facilidad con que predica-
ba, á la. ¡abundancia de doctrina que se notaba en sus ora-
1

ciones y á la fluidez de su estilo que era llano, es verdad,


pero claro y nervioso.

g a d o sobre esto el P a d r e R e y e s , dijo m o d e s t a m e n t e : " L a pastorela debía estar


c o n c l u i d a pronto, p o r q u e se había fijado y a la fecha de su representación; y por
otra parte, esa versión del c á n t i c o de la V i r g e n es. m u y hermosa, y no la h a b r í a
hecho yo mejor." E s t e e l o g i o d e b e ser grato, á todos los admiradores del j u s "
t a m e n t e célebre G a r c í a de Q u e v e d o .
JOSÉ TRINIDAD REVÉS 1

L o s clásicos antiguos le eran familiares, y sus cono-


cimientos en la bella literatura francesa y española, reve-
laban largos y fructuosos estudios sobre humanidades.
Versificaba con admirable facilidad y con pureza. E l ca-
rácter dominante de sus composiciones era el jocoso, y se
dedicaba mucho al género pastoril. V i v i r á n mucho tiem-
po en la memoria de los tegucigalpas las animadas pasto-
relas del Doctor R e y e s , y aquellos picantes y salerosos
villancicos en que proporcionando diversiones, entre el
agradable concierto de una música armoniosa (regular-
mente de su propia composición), solía mojar su pluma
en el satírico tintero de Juvenal para corregir las costum-
bres poniendo en ridículo los vicios morales y sociales al
son del tamboril y del rabel.
Á LA INDEPENDENCIA

Libertad, Libertad! D o n del cielo!


T ú por siempre de H o n d u r a s serás
L a d e i d a d que v e n e r a y adora
Ofreciendo el incienso en tu altar.

Qué de males ¡ oh América ! te hizo


El osado Colón al hallarte !
Oh ! si al cielo pluguiese á otra parte
Su fuuesto bajel conducir.
É¡1 te puso á los pies de Fernando
Y te dio por esclava á la Hesperia,
A esa España que en triste miseria
Con sonrisa te ha visto gemir.

T u s feraces terrenos se apropia,


Y sus hijos de tu oro sedientos
A tí corren cual buitres hambrientos
Que un Océano á atajar no bastó.
Infeliz Moctezuma, tú viste
A tus playas llegar esa gente,
Y la víctima fuiste inocente
Que el avaro español degolló.

Un idioma es verdad que te ha dado,


Muy hermoso, fecundo y sonoro:
Mas á precio más caro que el oro
Y que de otro precioso metal.
Libertad esa lengua te cuesta,
Libertad es el precio que has dado,
Libertad, ese don tan amado
Aun del bruto y del fiero animal.
lo HONDURAS LITERARIA

Ignorancia te dio en patrimonio


De las ciencias la entrada vedando:
A tus hijos ¡ ah cruel ! condenando
Del trabajo servil al rigor.
Inventó distinciones de razas
Que apodó con odiosos renombres,
Y trató como á bestias los hombres
Que no traían de Europa el color.

Mas por fin, dulce Patria, te vino


El instante de dicha y ventura:
El Eterno miró tu amargura
Y escuchó tu clamor con piedad.
De la déspota España rompiste
Aquel yugo que cruel te oprimía,
Y rayó para tí claro día
En que el pueblo gritó ¡ LIBERTAD !

El infante sus labios ensaya


Pronunciando este acento sagrado:
Y el anciano al sepulcro encorvado
Repitiéndole quiere morir.
Si alguien quiere en tirano erigirse
Y del pueblo usurparse el derecho,
Un puñal vengador en su pecho
De su audacia lo hará desistir.

Hondurenos, en mármol y bronce


De aquel día grabad la memoria,
Y cantares de loor y de gloria
En anual regocijo entonad.
Qué no olviden jamás vuestros hijos
Cómo fué de sus padres la suerte,
Y tendrán por más dulce la muerte
Que una vida en que no hay LIBERTAD.

Septiembre 29 de 1850.
JOSÉ TRINII AD REYES II

HONDURAS

A LOS S E Ñ O R E S G E N E R A L E S DON G E R A R D O B A R R I O S , DON T R I N I D A D C A B A N A S


Y A T O D O S LOS S O L D A D O S , O F I C I A L E S Y J E F E S D E EL S A L V A D O R Y H O N D U R A S (*)

Guerra y muerte era el eco espantoso


Que doquier resonaba en Honduras,
De la paz las divinas dulzuras
Se trocaron en llanto y dolor.
El anciano y la tierna doncella
Sus hogares dejaban huyendo,
Azorados del bélico estruendo,
Retratado en su rostro el pavor.

Era Honduras un mar agitado


En que opuestos los vientos chocaban,
Negras nubes su cielo velaban
Anunciando fatal tempestad.
¿ Quién ¡ oh Dios ! conjurarla pudiera
Y volver la esperanza perdida ?
¿ Quién ¡ oh patria ! te diera la vida,
Quién bonanza y tranquilidad ?

Vos ¡ oh BARRIOS ! sois vos quien volasteis


Al clamor de su voz moribunda,
Y CABANAS heroico os secunda,
Y la patria salvasteis los dos.
L,INDO lleno de tino y acierto
Os invoca en tan triste zozobra,
Y vosotros probasteis con la obra
Que fué un paso inspirado por Dios.

( * ) L o s partidos p o l í t i c o s a c o s t u m b r a b a n celebrar c o n poesías los sucesos


q u e favorecían sus. intereses. El Padre R e y e s escribió esta c o m p o s i c i ó n á i n s -
t a n c i a s de los a m i g o s d e d o n j u á n L i n d o , por el c o n v e n i o de p a z de Pespire, d e
que d o y noticia en el T o m o I de esta obra [ p á g i n a s 1 3 1 - 3 2 j . F u é destinada á
12 HONDURAS LITERARIA

Como león furibundo y sangriento


Al combate Guardiola se lanza,
Y anhelando destrozo y matanza
A buscar su ignominia corrió.
De los héroes la sola presencia
Dejó al punto su cólera helada,
Y sin honra su homicida espada
De su trémula mano cayó.

Oh valientes ! Jamás hubo un triunfo


Más precioso y más lleno de gloria;
¿ Quién habrá que al hacer de él memoria
No lo admire con gozo y solaz ?
Triunfo nuevo, sin sangre ni muertos,
Triunfo alegre, sin luto y sin llanto,
Triunfo augusto que el vínculo santo
Ha estrechado de sólida paz.

Gratitud, gratitud hondurenos,


Gratitud á los héroes valientes
Que regresan ceñidas las frentes
De inmortales laureles, de honor.
Prometedles con fiel juramento
Conservar esta paz tan deseada,
Que jamás la verán alterada
• Por vil odio ni fiero rencor.

Abril 16 de 1850.

publicarse y se p u b l i c ó en efecto c o m o e x p r e s i ó n de la o p i n i ó n g e n e r a l , y así


n o p u e d e ofrecer el s e n t i m i e n t o del poeta sino la interpretación del q u e - d o m i -
naba en un c í r c u l o d e t e r m i n a d o . L a estrofa cuarta revela que ese c í r c u l o fué
injusto con el G e n e r a l G u a r d i o l a , pues no supo reconocer el m é r i t o de l a a c -
c i ó n de éste al allanarse á celebrar la paz y á retirarse á E l Salvador, cuando
estaba en a p t i t u d de c o n t i n u a r la g u e r r a . N o es éste un libro p o l í t i c o , p e r o u n a
rectificación siempre es oportuna.
JOSÉ TRINIDAD RRYRS 13

A J . TRINIDAD CABANAS

No es sin razón que el hondureno Estado


Parezca envanecido con la gloria
De ser tierra fecunda que ha brotado
Héroes muy dignos de eternal memoria;
Héroes que han de llenar y que han llenado
Páginas mil en la moderna Historia:
Más en esto su orgullo y gloria funda
Que en los ricos metales de que abunda.

¿ Y 110 se ha de gloriar si de su seno


V i o salir al gigante de la ciencia,
Al hondureno Valle, todo lleno
De saber, de cordura y de prudencia;
Y á Morazáu de quien en luto pleno
La América Central llora la ausencia,
Sin que contarse pueda la caterva
Protegida de Marte y de Minerva ?

Pero entre todo, su placer corona


El haber producido sus entrañas
Al héroe favorito de Belona,
Al inmortal é intrépido CABANAS,
De quien la fama por doquier pregona
Gran mérito, virtud, grandes hazañas,
Y todo cuanto puede dar á Honduras
Orgullo noble y aumentar venturas.

Si es bravo en el combate y denodado,


En la victoria se le admira humano;
Y si empuña la espada de un soldado,
Sangre inocente no vertió su mano;
Del militar valor es un dechado;
Sin ser nunca rapaz, nunca tirano,
La causa popular siempre defiende
Y á interés personal jamás atiende.
HONDURAS LITERARIA

Si alguna vez la suerte caprichosa


El triunfo á su valor no ha concedido,
De cobarde derrota ignominiosa
Negra mancha su honor no ha deslucido;
Su frente no domada, siempre airosa,
Laurel de vencedor lleva, aun vencido;
¿ No lo ha probado así la vez postrera
Peleando con las huestes de Carrera?

Publique, pues, sus loores el Estado


Do el invicto CABANAS vio su cuna;
Cántele El Salvador, pues ha logrado
De asilar á tal héroe la fortuna;
Nada hay en su alabanza exagerado,
Aquí no se halla adulación alguna;
Manos puras, valor y humanidad
Honran en alto grado á TRINIDAD.

Tegucigalpa.

SONETO

EN LA MUERTE DE MACARIO LAVA0U1

Aquel joven amable en quien tenía


La Patria su esperanza bien fundada,
Y á quien por su alma grande y elevada
Minerva en sus afectos prefería;

Aquel mancebo en quien la llama ardía


De patrio amor y de amistad sagrada,
La vida pierde, apenas comenzada,
Cual flor que nace, y muere á medio día!
JOSé TRINIDAD RlíYKS

Ciérrese, pues, el templo de las artes;


Y el nombre de Macario, entre gemidos,
Óigase repetir por todas partes!

Y la amistad, deshecha en llanto tierno,


Votos haga por manes tan queridos
Que penetren al solio del Eterno!

INVITACIÓN PARA EL PASEO


Á LA LAGUNA

Al sexo amable y hermoso,


Y al público se convida
Al paseo,
En que ¿era delicioso,
Lleno de espíritu y vida,
El recreo.

Cuanto de más lisonjero


Hay en la naturaleza,
Miraremos;
Un placer puro y entero
Que destierre la tristeza
Gozaremos.

Respiraréis, Ninfas bellas,


Si suspendéis las labores
Por un rato,
Bajo pabellón de estrellas,
El ambiente de las flores,
Que es tan grato.
HONDURAS LITERARIA

Abre el teatro sus escenas,


A la faz plácida y viva
De la luna;
En sus márgenes amenas,
Nos verá en danza festiva,
La Laguna.

Os presentará la tierra,
En los paisajes más bellos,
Sus verdores,
Donde veréis la becerra
Paciendo y gozando, en ellos,
Sus amores.

Y , si entonan vuestras voces


Canciones tiernas, divinas
Y muy suaves,
Veréis acudir veloces,
A sentarse en las encinas,
A las aves.

Allí, libres estaremos


De la enfadosa y tirana
Etiqueta,
Y todos allí tendremos
Igualdad republicana,
Muy completa.

Allí no habrá Señorías,


Y nadie osará llamarse
Su Excelencia;
Nadie, en nuestras alegrías,
Pretenderá disputarse
Preeminencia.

Tregua á los negros pesares


Y á los amargos cuidados
Justo es demos;
Y entre bailes y cantares,
Al placer sólo entregados,
Descansemos.
JOSÉ TRINIDAD REYES 17

VERSOS PASTORILES *' 1

¡ Oh bosque solitario,
Alegre en otro tiempo,
Do la bella Prisila
Condujo tantas veces sus corderos !

¡ Cuántas veces oíste


De su voz el acento,
Y cuántas repetiste
Su graciosa expresión, en suaves ecos !

¡ Cuántas veces sus plantas


Hollaron este suelo,
Y cuántas en los árboles,
Con sus manos grabó divinos versos !

Mas ¡ ah ! que ya descansa


En profundo silencio,
Y no la veréis más,
Tristes cipreses y elevados cedros !

(* ) Pastorela de R u b e n i a .

T. II. — 2
18 HONDURAS LITERARIA

VILLANCICO

Una tortolilla,
Sencilla y sin par.
Que puso su nido
Cerca del Portal,
Viendo á media noche
Mucha claridad,
Creyó que era el día
Y empezó á cantar.

Sola estoy, decía,


Mas mi soledad
Se divierte un poco
Cantando ay! ay! ay!

Pero luego advierte


Que la claridad
No viene de Oriente,
Sino de un pajar,
Donde una Alba hermosa
Daba de mamar,
Asido á su pecho,
A un Sol celestial.

Sola estoy, decía,


Mas mi soledad
Se divierte un poco
Cantando ay! ay! ay!

Deja los polluelos


Y al Portal se va,
Y junto al pesebre
Se sienta á cantar;
Hacia tila su mano
Extiende un zagal,
Y ella, mansa y tierna,
Se deja tocar.
19

Sola estoy, decía,


Mas mi soledad
Se divierte un poco
Cantando ay! ay! ay!

FRAGMENTO DE LA PASTORELA
DE OLIMPIA

ACTO SEGUNDO

ESCENA IV

Zerafila. Sigue, Olimpia, que atentas te escuchamos,


Y con la novedad muy sorprendidas
Olimpia. En el mes de Nisán, (*) cuando las flores
Sobre sus verdes tallos se mecían,
Y á la nueva y risueña primavera
Las aves saludaban, revestidas
De vistosos plumajes, y la tierra
Con nueva juventud aparecía;
Con Isabel, cosiendo unos pañales,
Hallábame, una tarde, entretenida,
Y una sirviente apresurada viene
A decir á Isabel: que una visita
Llega de Nazaret; que es una joven
Que, siu exagerar, es la más linda
De todas las mujeres, pues no puede
Haber otra beldad tan peregrina;
Que María es el nombre que ella ha dado,
Y que ansiosa pregunta por su prima.

(*) Según la c r o n o l o g í a hebraica, Nisán era el s é p t i m o m e s del año


c i v i l d e los hebreos y el p r i m e r o d e sn a ñ o sagrado.
HONDURAS LITERARIA

A este nombre, la anciana se levanta,


Como de impulso superior movida;
De la preñez no siente el grande peso,
De que ha llegado al sexto mes se olvida,
Y , como una muchacha de quince años,
Veloz y alegre sale á recibirla.
Zerafila. ¿ Y la seguiste tú ?
Zefalia. ¿ Quién no lo hiciera ?
Rutilia. Y siendo ella mujer, es cosa vista
Olimpia. Luego que vio á Isabel, la hermosa joven,
Con una voz angélica y suavísima,
Dijo: " L,a paz de Dios contigo sea
Y habite en esta casa y su familia."
El primer movimiento de la anciana
Fué estrechar en sus brazos á su prima;
Mas, repentinamente, quedó inmóvil
Y en éxtasis profundo sumergida,
Oyendo aquel saludo y viendo el rostro
De su joven parienta, en quien yo misma
No veía un ser humano, sino un ángel,
Un serafín, no sé si deidad diga,
Cuya faz irradiaba luces suaves
Que los ojos recreaban y no herían.
Y o temblé de respeto en su presencia,
Y casi la adoraba de rodillas.
Entretanto, Isabel vuelve del pasmo,
Y , cual si hubiera inspiración divina,
A la joven dirige estas palabras
Que por mí fueron casi no entendidas:
" Y o te saludo, afortunada joven,
Mujer entre mujeres bendecida,
Así como es bendito el sacro fruto
Que ya tu seno virginal abriga.
¿ Y de dónde me viene esta ventura ?
¿ De dónde á mí, tu sierva, tanta dicha
De que se digne visitar mi casa
La que es madre del dueño de mi vida ?
Desde el momento que á mis oídos llega
T u voz encantadora, prima mía,
El niño que á mis canas Dios ha dado
Salta en mi vientre y de placer se agita.
Feliz eres mil veces, porque creíste,
JOSÉ TRINIDAD REYES 21

Y en tí á la letra se verán cumplidas,


Sin que nada les falte, las palabras
Que de orden de Jehová te fueron dichas."
Isbela. Y , á la verdad, que son muy misteriosas
Esas cosas que dejas referidas.
Zerafila. ¿ Qué habrá visto Isabel en esa joven,
Para que así la alabe y la bendiga ?
Rutilia. Y o he alcanzado que Isabel la tiene
Por la futura madre del Mesías.
Olimpia. Y lo presumo yo, por lo que he dicho,
Y porque fui testigo de su vida
En treinta soles que pasó conmigo
En casa de Isabel y Zacarías.
Zefalia. Dínos ¿ cuál era el porte de esa joven ?
¿ Cómo su vestidura ?
Olimpia. Muy sencilla.
Zefalia. ¿ Iba en su seguimiento grande tren
De criados y de criadas ?
Olimpia. Sólo iba
Con ella una mujer de edad madura.
Rutilia. ¿ Iba muy bien montada ?
Olimpia. En una asnilla.
Isbela. Y o no sé qué pensar.
Débora. 1,0 que yo pienso,
Es que no puede ser esa María
I,a madre de un gran rey, porque debiera
Acompañarla grande comitiva,
Ser llevada en carroza y adornarse
De diamantes y telas damasquinas.
Nicodemos. Con esa pompa vana que deslumhra,
Nuestra nación espera su Mesías,
Y con el mismo brillo ver espera
A la que en sus entrañas lo conciba;
Pero sabios Doctores nos han dicho,
Fundados en algunas profecías,
Que pobre ha de nacer y que su gloria
No ha de ser en el fausto establecida.
Olimpia. Y yo, que vi las gracias de esa joven
Y qué no cesaré de repetirlas,
¿Pudiera creer que Dios la desechara
Porque no viera en ella telas ricas
N i las joyas y perlas que envanecen
HONDURAS LITERARIA

A las hijas del mundo, tan altivas?


¿ Pudiera creer que Dios escogiera otra
Para hacerla su madre, si en María
Ve todas las virtudes, en un grado
Que sólo puede creerse siendo vistas ?
¿ Pudiera creer que Dios no la ha elegido,
Cuando á las bendiciones de su prima,
Llevando al cielo sus hermosos ojos,
Lleno de luz el rostro, y las mejillas
Bañadas de purpúreos resplandores,
Y en fuego celestial toda encendida,
Respondió con un cántico inspirado,
Sublime en los conceptos y poesía;
Cántico sin igual, con que ha humillado,
Como después ha dicho Zacarías,
La gloria de David, su ilustre abuelo,
Honor de su nación y su familia ?
¡Ah! pastorcillas, si la hubierais visto,
Cuando el himno celeste profería,
Como dos soles los brillantes ojos
Y sobre el labio virginal sonrisa,
Os postraríais, como yo, á adorarla,
Y por cosa no hunlana la tendríais!
Zer afila. ¿ Y sabes tú el cantar ?
Olimpia. Como un milagro
Fué que yo lo aprendiese, Zerafila;
Y siéndome tan grato, lo repaso,
Como un dulce recuerdo, cada día.
Isbela. Dínoslo, Olimpia, que, por lo que has dicho,
- Juzgo ha de ser composición divina.
Zefalia. Dílo, que me parece que estoy viendo
Las gracias y bellezas de esa niña.
Ridilla. Por oirlo desespero, pues ya tengo
Por la joven poetisa simpatías.
Olimpia. Escuchad, pues, pastores. De este modo,
A los elogios que Isabel le hacía,
Modesta, espiritual y fervorosa,
A los dones de Dios reconocida,
Como del Santo Espíritu agitada,
Respondió la doncella bendecida:
" Gloria—dijo—al Señor, el alma mía
Exclama enajenada;
JOSÉ TRINIDAD REYES 23

A Dios, que es su salud y su alegría,


Se eleve transportada,
Que, sin ver de su esclava la bajeza,
Colmóla de bondades,
Y admirarán su espléndida grandeza
Del mundo las edades!
De corona inmortal ornó mi frente;
Cubrióme con su manto
Aquel temido Ser omnipotente,
E l que es tres veces santo !
El que agita del mar y de los vientos
La indómita pujanza,
Y vuelve á los furiosos elementos
La paz y la bonanza;
Cuya munificencia y cuyos dones,
Sin límite se extienden
Sobre una y diez y cien generaciones
De los que no le ofenden !
Desplegó el indomable poderío
Del brazo prepotente,
Y en medio aniquiló al mortal impío
De su furor demente !
Derrocó á los magnates poderosos
Del solio enaltecido,
Y á los puestos de honor, esplendorosos,
Exaltó al abatido !
A l pobre enriqueció, y á los hambrientos
Colmó de sus favores,
Tornándose desnudos, macilentos,
Los ricos opresores !
De su misericordia ilimitada,
Pompa hizo, en su largueza,
Y recobró Israel esclavizada
Su brío y su altiveza,
Según lo que á Abraham fué prometido
Y á nuestros genitores,
Que hasta que el fin del mundo haya venido,
Tendrán sus sucesores ! ' '
24 HONDURAS LITERARIA

CUANDO

Buen tiempo de diversiones


Han tenido las mujeres,
Y por darse á los placeres
Dejan sus obligaciones.
En vez de sus devociones
Y estar en el Templo orando
Las hemos visto gritando
Y saltando entre las rocas:
Sin duda se han vuelto locas
Porque de otra suerte, mando!

Sus casas dejan cerradas


Y expuestas á los ladrones,
Mas estando en recreaciones
Aunque las dejen peladas.
Otras dejan á las criadas
La casa y tienda cuidando,
A los chiquillos llorando,
Y sin comer al marido:
Todas se han enloquecido
Porque de otra suerte, cuándo!

Esas niñas delicadas


Que no pueden ir á misa
Porque está tirando brisa,
Vedlas aquí qué alentadas!
Duermen en las enramadas,
Mil molestias aguantando,
Sin andarse desmayando,
Echadas al vivo suelo;
Y por conseguir el Cielo
Hírá'j tantas cosas? Ctiándo!

Todavía no llegaban
Los días de este recreo,
Y ya sólo del paseo
JOSÉ TRINIDAD REYES 25

Era lo que conversaban.


Unas á otras preguntaban:
—Niña, te estás preparando?
V e que ya se va acercando
El paseo á La Laguna,
Y a está en creciente la luna;
Y yo no me quedo cuándo!

Con las voces más sonoras


A grito en plena garganta
La libertad sacrosanta
Cantaban á todas horas.
Se acostaban á deshoras,
Los melindres olvidando,
En el sereno paseando
Sin que les dé la jaqueca;
Y el que no fuere babieca
Dirá que esto es bueno? Cuándo!

Las viudas, las cotorronas


A La Laguna volaron,
Y también se alborotaron
Esta vez las ochentonas.
Unas bailaban valonas,
Y otras sentadas mirando
Las cábulas observando
Para llevar qué contar;
Y esto lo ha de tolerar
El Jefe Intendente? Cuándo!

Los mozalvetes soltaron


Las riendas á sus pasiones;
La camisa y los calzones
En la Ruleta dejaron;
Pero de esto ¿qué sacaron?
Que revientan trabajando
Y hasta los bofes echando
Para, recachar el pisto:
Así lo tendrán, es visto,
Pero de paloma, cuándo!

Según mis cortos talentos


Producirá esta función
26 HONDURAS LITERARIA

Aumento de población
Y muy buenos casamientos.
¡Cuántos irán muy contentos
Su fortuna ponderando!
Y cuántos habrá llorando
Porque se acabó el bureo:
Lloran todos el paseo,
Pero por sus culpas, cuándo!

¡Adiós! se acabó, mujeres,


El paseo en La Laguna;
Ahora márchese cada una
A su casa y sus quehaceres:
Todo no ha de ser placeres; •
La cuaresma va llegando;
Vayan, pues, examinando
Los pecados lagunales,
Que son muchos y mortales;
Mas que no les gusta? Cuándo!

Cuándo será aqueste cuando,


Que tanto el alma desea:
Que yo á toda mujervea
Con su malacate hilando?
Citando!
1847.
JOSÉ TRINIDAD REYES 27

PASTORELA DE ELISA

PERSONAJES

ARNALDO, BATILO, LABAN, LUCILA, REBECA, ELISA Y MEDEA

EL ESCENARIO REPRESENTA UN BOSQUE

ACTO PRIMERO

ESCENA I

ARNALDO ( SOlo )

Ahora qué por mi fortuna


Estoy ya desocupado,
Después que lo más del día
He pasado en el trabajo,
Quiero descansar leyendo
Y a que tal gracia me ha dado
E l Cielo, y así tal vez
Lograré el hacerme un sabio,
Como tantos que yo he visto
Pasar sus primeros años
En las calles y las plazas,
Sin chaqueta y sin zapatos,
Yendo á la carnicería
O llevando al río el cántaro,
Y que ahora hablan en Latín,
Aunque un poco champurrado;
Ó como otros, que aunque apenas
Un libro viejo han hojeado,
Se baten en las cocinas
Y en las casas de los barrios
Hablando de religión,
Que es un asunto intrincado,
2S HONDURAS LITERARIA

Y hacen que las cocineras


Queden de todo dudando.
Quien quita que yo también,
Sin colegios y sin maestros,
Llegue á ser un Bachiller
Y tal vez un Licenciado.
Muy poco se necesita
Según lo que estoy mirando:
Un librejo mal sabido
Basta para ser graduado.
Algo sé de Astrología
A fuerza de leer lunarios;
Voy ahora á la Medicina,
Y aquí, á la sombra de este árbol,
Comenzaré mis estudios.
Ojalá que ningún diablo
Venga á servirme de estorbo;
Mis intentos son muy sanos,
Quiero instruirme en esta ciencia
En ratos desocupados,
Para curar por principios
A mis rústicos hermanos,
Y evitar que curanderos
Y empíricos desalmados,
Que abundan entre nosotros,
Prosigan haciendo estragos.
El capítulo comienzo
Que trata del cuerpo humano. ( Hojea el libro )

ESCENA II

ARNALDO, LUCILA

Lucila. ¡ Qué demonio de animal !


¿ En dónde se me ha ocultado ?
Aquí pensaba encontrarla,
Pero no veo ni el rastro;
Cuando más la necesito
Se me esconde; ¡ estoy que rabio !
Mas, allá según advierto
Está un pastor, y es Arnaldo.
JOSE TRINIDAD REYES 20.

Puede ser que la haya visto;


Acercóme á interrogarlo. ( Va acercándose )
Arnaldo. ¿ Habráse visto desgracia,
Que no bien estoy sentado
Cuando á interrumpirme viene
Una mujer ? ¿ quién la trajo
A este lugar ? Mas, es fuerza
Ocultar mi desagrado
Y aparentarla que tengo
Por el más feliz acaso
El encontrarme con ella:
El fingirlo es necesario;
Así lo haré. ¡ Oh, mi Lucila !
Por aquí tú ? Qué milagro !
Lucila. Vengo en busca de una vaca,
Que ... tan tarde y no ha llegado;
En la ocasión más urgente,
Pues de su leche un regalo
Pienso hacer para Melania,
Que está de novia este sábado.
Arnaldo. Oh ! ¿ Conque tenemos boda ?
Lucila. Y no faltará el sarao.
En grandes preparativos
Está la casa
Arnaldo. Eso es claro;
Pues los padres de Melania
Saben gastar sin reparo;
¿ Y se casa con Batilo?
Lucila. El es el novio, y le ha dado
Cosas muy buenas por donas.
Arnaldo. Cierto que es afortunado.
Lucila. ¿ Y por qué ?
Arnaldo. Porque es hermosa,
Y muchacha de trabajo.
Lucila. Así parece; mas digo
Que si se la ve despacio
Nada se le halla de hermosa;
Repárala con cuidado:
Tiene el ojo un poco triste,
Poca nariz, grueso el labio
Y es de un genio que ¡ quién sabe
Si estarán en paz medio año !
30 HONDURAS LITERARIA

Mas, en fin, Dios les ayude


Y á mí téngame á su lado;
Y o sólo hablo de lo cierto,
Y en murmuración no caigo;
Pero no hablemos más de esto.
¿ Viste mi vaca ? Es aquella
Que tiene torcido un cacho.
Arnaldo. No, Lucila; mas si gustas,
Contigo á buscarla parto.
Lucila. Arnaldo, te lo agradezco;
No te tomes tal trabajo;
Pero dime ¿ tú estarás
Esta noche que velamos
Con Elisa y las pastoras
Custodiando los rebaños ?
Arnaldo. ¿ Pues qué ¿ no sabes, Lucila,
Que en esa reunión no falto ?
Lucila. Vuelvo, pues, á la cabana,
Que tal vez ya habrá llegado
La vaca cuando yo vuelva.
Temprano, temprano, Arnaldo! (Váse)

ESCENA III

ARNALDO

No puede negar que es hembra,


Que por estarse charlando
No se acordó de la vaca,
Que se habrá desbarrancado;
Y el elogio de Melania
No ha sido muy de su agrado;
Ella le halla mil defectos,
Aunque yo ninguno le hallo;
Pero éste es mal general
De las que llevan refajos.
¿ Quién sabe si ella quería
Ser la novia f Pero, ¿ qué hago ?
Y a que me ha dejado solo
Voy á abrir el libro un rato. ( Lee )
Esta es una cosa grande;
JOSÉ TRINIDAD REYES

Y a sé lo que es metacarpo;
Al instante conocí
La estructura de las manos.
Tengo talento, no hay duda;
Mas ¡ caramba ! que ahora acato
Que el tener un esqueleto
Me es del todo necesario.
¿ En dónde hallaré unos huesos ?
Los traeré del Campo-Santo;
Mas temo que me acometan
Calenturas y catarros;
No faltarán quienes digan
Que yo la peste les causo,
Porque sen medio salvajes
Todos estos mis hermanos,
Y me matarán las viejas
A maldiciones y rayos:
Pero, ¿ qué es lo que yo tengo ?
¿ Estaré yo excomulgado ?
Allá viene otra mujer
A causarme nuevo atraso.

E S C E N A IV

ARNALDO Y REBECA

Rebeca. ¿ Eres Arnaldo ?


Arnaldo. ¿ Y quién otro ?
Rebeca. Es muy feliz este encuentro.
Ama/do. Vienes alegre, Rebeca;
¿ Me tienes algo de bueno ?
Rebeca. Y muy bueno para tí,
Que eres un pastor discreto,
Y que en cuanto á las mujeres
Tienes buenos sentimientos.
Arnaldo. Eso no puede dudarse,
Y yo siempre las defiendo.
Rebeca. Pues amigo, ya se trata
De proteger nuestro sexo;
Y á la vuelta de diez años
Nos verán tomar asiento
32 HONDURAS LITERARIA

En todos los Tribunales,


Tener voto en los Congresos,
Gobernar á las naciones
Y dar leyes á los pueblos.
Amalólo. Oh, sí ! que es gran noticia;
¿ Y lo sabes tú de cierto ?
Rebeca. Ayer que fui á la ciudad
1,0 supe; y más me dijeron:
Que á petición de una joven
Ha dado orden el Gobierno
Que en toda ciudad ó aldea
Fúndense establecimientos
Para instruir á las mujeres
En ciencias de todo género,
Pues ellas más que los hombres
Son dotadas de talento;
Y que, con la educación,
Pueden obtener empleos.
Arnaldo. Pero aquí no hay que esperar
Que se dé un paso sobre esto;
Y a verás que carpetazo
Se ha de dar á tal decreto!
Y allá en la ciudad ¿qué dicen?
Se establecerá un Colegio?
Rebeca. Las mujeres, como es visto,
Están locas de contento;
Pero me creerás, Arnaldo,
Que hay varones tan malévolos
Que lejos de contribuir
Teniendo mucho dinero,
Queriendo ser ellos solos,
Desaprueban el intento;
Se nos dice que aprendamos
Nuestros deberes primeros,
Que son servir á los hombres,
Tenerles pronto el almuerzo,
Barrer la casa, limpiar
Los platos y candeleros
Y sufrir impertinencias
De los niños, mientras que ellos
Andan aplanando calles,
En tertulias 3' paseos.
JOSÉ TRINIDAD REYES

Amaldo. Es injusticia notoria,


Rebeca, y yo te confieso
Que estoy por la educación
De las mujeres
Rebeca. Me alegro;
Y ya cuento con que tú
Te empeñarás
Amaldo. Por supuesto;
La cosa es muy importante
A todo el humano género;
Entonces sí que me caso,
Pues si hasta ahora no lo he hecho
Es por no vivir unido
A una estatua ó estafermo,
A una mujer que no piense
Más que en rizarse el cabello,
Que sólo hable de vestidos
Y nada que indique genio,
Y cuya conversación
Lejos de agradar, da sueño;
A una mujer que á los hijos
No pueda enseñar ni el credo,
Que les hace creer en brujas
Y en que aparecen los muertos,
Que no sabiendo su idioma
Se los enseña incorrecto,
Y que no puede inspirarles
Ningún moral sentimiento;
Pero una mujer que sea
De grandes conocimientos,
De conversación amena,
Sin resabios de su sexo,
Y que encarne las virtudes
En los corazones tiernos
De sus hijos, es la fuente
De los más dulces consuelos;
Es la que los matrimonios
Puede hacerlos llevaderos.
Rebeca. Ciertamente que discurres
Con mucho discernimiento;
Y yo, Amaldo, desearía
Escucharte por más tiempo;
HONDURAS LITERARIA

Mas con Elisa esta noche


Estaremos, según pienso;
Allí, pues, de esta materia
Más despacio trataremos;
Voy á llevar mis ovejas,
Y allá sin falta te espero. ( Váse )

ESCENA V

ARNALDO

Esto sí que está gracioso;


Las mujeres con empleos
Y graduadas de Doctoras,
Extraño será por cierto!
Entonces sí que no habría
Ni quien friera un par de huevos;
Todas ellas se ocuparan
En disputas y argumentos,
Y los maridos tendrían
Que meterse á cocineros;
Y si en cosas de política
Tuvieran algún derecho,
En revolución continua
Nos veríamos envueltos;
Pero nada hay que temer,
Esos no son más que sueños;
Vuelvo á seguir en mi estudio;
Mas ¿dónde huesos encuentro?
He de ir á una sepultura
A sacarlos, no hay remedio;
Y digan lo que dijeren,
El caso es que me hago Médico.
Ea, pues, manos á la obra;
Pero ¿qué demonios tengo,
Que apenas voy á estudiar
Y ya encuentro un estropiezo?
Allá se acerca Batilo
Y viene á quitarme el tiempo;
Adiós estudio, acabóse;
El libro por ahora cierro.
JOSE TRINIDAD REYES

ESCENA VI

ARNALDO Y BATILO

Batilo. Hola, Arnaldo, ¿estás aquí?


Y a es tiempo de que marchemos;
Están todos los rebaños
Reunidos en aquel puerto
Que señalamos, y Elisa
Nos espera á que bailemos,
Pero tú estás muy despacio;
Parece que estás leyendo,
T ú la picas de estudiante,
Díme: ¿qué estás aprendiendo?
Arnaldo. Y a es fuerza que te lo diga,
Batilo, hoy mismo comienzo
A estudiar de Medicina
Eos primeros rudimentos,
Porque aquí en estas cabanas
De Médicos carecemos,
Aunque esto muy poco importa,
Como tú y yo lo creemos,
Porque lo mismo se mueren
Con Médicos que sin ellos.
Batilo. Poco aprenderás sin maestros;
Mas apruebo tu proyecto.
Arnaldo. Ahora hay la dificultad
De no tener esqueleto,
Y temo desenterrar
Un muerto del cementerio,
Pues no faltarán chismosos
• Que se alboroten por esto.
Batilo. Sobre esa dificultad,
Oye, Arnaldo, lo que pienso:
Como sólo has de curar
A pastores y plebeyos,
Puedes hacer tus estudios
En calaveras de perros,
En canillas de caballos,
De micos y de j'umentos;
Pues conforme se nos trata
Por los señores, yo pienso
36 HONDURAS LITERARIA

Que cou estos animales


Tenemos gran parentesco;
Pero si piensas curar
A ricos y caballeros,
Empleados de toda especie
Y gente que no es de pueblo,
Entonces es necesario
Que desentierres los muertos,
Porque son muy diferentes
Nuestros huesos á los de ellos.
Arnaldo. Vaya, querido Batilo,
Que eres un joven de ingenio,
T ú me has dado un expediente
Para salir de este aprieto;
Y a para la Anatomía
No encontraré impedimento.
Batilo. Dejemos para mañana
La recogida, y te ofrezco
Ayudarte en esta empresa
Y darte fama de Médico;
Ahora, vamos á bailar
Antes que se pase el tiempo.
Arnaldo. Vamos, no tengo embarazo
Y pienso estar de buen genio;
Pero quiero que me digas,
¿Té vas á casar, es cierto?
Batilo. Y a caí en la tentación,
Arnaldo, no te lo niego,
Por eso quiero bailar
Mientras que libertad tengo;
¿Has visto qué disparate?
Y o no sé cómo se ha hecho.
Arnaldo. Mas te llevas una joven
Que es la flor de estos desiertos.
Batilo. Pero es mujer, y esto basta
Para tenérsele miedo;
Lo que sí está en mi favor,
Es que no hay suegras ni suegros,
Ni cuñados, ni cuñadas,
Ni tíos ¡gracias al cielo!
Ariialdo. No hay duda que vas muy bien
Y apruebo tu casamiento,
josiì TRINIDAD REYES 37

Porque libre de esa plaga,


Te has librado del infierno.
Batilo. Ahora dime, mi querido,
¿Cuándo seguirás mi ejemplo?
Amaldo. No sé, pues Dios me ha librado
De tan fatal pensamiento;
Pero tal vez me haré loco
Y seré tu compañero;
Cuanto á novias no hay cuidado:
Diez se hallan en un momento
Y no es preciso buscarlas,
Ellas salen al encuentro;
Mas partamos á bailar.
Batilo. Vamos, sólo á tí te espero.

ACTO SEGUNDO

ESCENA I

ELISA, REBECA Y LUCILA

Elisa La noche e.-tá muy serena,


Y aunque nos aprieta el frío,
La luna está muy brillante
Y convida á divertimos;
Mas ya tardan los pastores.
Rebeca. Empañado con un libro
Acabo de ver á Amaldo,
En la lectura embebido;
Le ha dado por estudiante,
Y según lo que yo he visto,
De Medicina comprendo
Que estudia los aforismos.
Elisa. Eso menos viviremos.
Lucila. Tendremos otro enemigo
Que nos matará con dietas
O á fuerza de vomitivos.
Elisa. ¡Quiera Dios que nunca, nunca
Necesite sus servicios!
Lucila. Si no quieres que te toque,
Elisa, el mejor partido
HONDURAS LITERARIA

Es no tener aneurismas
Ni afecciones en el hígado,
No decir que eres nerviosa
Ni que te falta apetito,
Pues si das en estos temas
Y a la ruina te predigo:
No olvides este consejo.
Rebeca. Por lo que toca á Batilo,
Habrá ido á que Melania
De venir le dé el permiso.
Elisa. ¿Por fin, se casa?
Lucila. Y muy luego;
Y a están los preparativos.
Elisa. Quién sabe cuál de los dos
Irá en esto más perdido.
Rebeca. Por cierto que yo la suerte
A Melania no le envidio.
Elisa. ¿ Y por qué ?
Rebeca. Porque en los campos
Venir á tener marido
Es para tener un amo,
Que á veces es comedido;
En las ciudades es ganga
Casarse, que allí es preciso
Que haga el ánimo el varón
Y que prepare el bolsillo:
Antojos á cada paso,
A la moda los vestidos,
Y tres ó cuatro nodrizas
A un tiempo, s i tienen hijos;
Mas callemos, que ya llegan;
Su voz muy cerca percibo.

ESCENA II

LOS DICHOS, ARNALDO Y BATILO

Arnaldo. Pastoras, aquí está Arnaldo.


Batilo. Aquí tenéis á Batilo.
Elisa. Aquí halláis á las pastoras,
Que alegres os recibimos.
JOSÉ TRINIDAD RRYES

Batilo. ¿ Los rebaños están juntos ?


Elisa. Aquí los tenéis reunidos.
Lucila. No nos falta ni una oveja;
Están todos los cabritos.
Batilo. Sois las mejores pastoras
Que nunca, jamás se han visto.
¿ Y en qué nos entretendremos ?
Decid, ¿ qué habéis discurrido ?
Elisa. Que bailemos y cantemos
Y echemos tragos de vino.
Batilo. Pues cuanto antes comencemos.
Elisa. Aguarda un poco, Batilo:
Se me ha contado que Arualdo
Es astrólogo perito,
Y deseo que me diga
Mi horóscopo, mi destino.
Arnaldo. Eso es la cosa más fácil,
Y lo entiendo por principios.
Oye, pues, tu predicción;
Mas ¿ en qué mes has nacido ?
Elisa. Mañana cumplo mis quince,
Y por eso es que quería
Saber lo que se me espera
En mi corta ó larga vida.
Arnaldo. Naciste en el Capricornio,
O de otra suerte lo diga:
Cuando la cabra Amaltea
Nuestro horizonte domina.
Pues ahora, oyendo al oráculo
De la blanca Astrología,
Dice: que la que naciere
En este mes, será rica,
Y que en sus primeros años
Será maliciosa y tímida;
Mas cuando crezca en la edad
Será firme y atrevida;
Y , aunque de muchos ?wvios
Habrá de ser pretendida,
Conociéndose celosa
Se quedará en soltería:
No te hablo de hermosura
Porque tu rostro lo indica.
40 HONDURAS LITERARIA

Batilo. Muy bien se explica el oráculo.


Todos. ¡ Felicidades á Elisa !
Elisa. Hay puntos que no me agradan;
Pero vamos á Lucila.
Lucila. Y o nací al fin de septiembre,
Al mismo rayar del día.
Arnaldo. En la balanza de Temis
Es lo mismo que en la Libra;
Pues consúltese el horóscopo
Y atendamos lo que diga;
Dice: que la que naciese
Cuando esta estrella ilumina,
Será burlona y afable,
Pero grata y muy festiva.
Que será fina en modales
Y de las flores amiga;
Que si como un varejón
En el talle no se estira,
Tendrá muy corta estatura,
Que las gracias no le quita:
Que nunca se casará,
Aunque bien lo desearía;
Mas si por casualidad
Hay alguno que la pida,
En tres años será viuda,
Con cruz de dos ó tres hijas.
Lucila. Eso no me toca á mí;
Son mentiras, son mentiras.
Batilo. El tiempo nos lo dirá.
Rebeca. Todo esto es juego, Lucila:
Y a verás como celebro
Lo que de mí se prediga;
Y o nací en el mes de tnayo,
En primavera florida.
Arnaldo. Presiden Castor y Pólux,
Que Géminis se nominan;
La que bajo estas estrellas
Ha nacido, por su dicha,
Será, según el oráculo,
Dulce, amable y comedida,
Aficionada á saber
Y por lo mismo hablantina;
JOSÉ TRINIDAD RUYES

Si se casa con un viejo


Considérese perdida, •
Pues á título de abuelo
Le andará por las costillas;
Si con más joven que ella,
Su desgracia es positiva:
Mas si con igual se casa
Será dichosa su vida;
Partos tendrá de gemelos
Ocasiones repetidas,
Y en pocos años creará
Más hijos que una gallina.
Mejor es en este caso
Que de cotorrona viva,
Aunque los novios me manden
En cajones perlas finas,
Los aritos de esmeraldas
Y á manojos las sortijas.
Muy bien, Rebeca, discurres.
El oráculo la pinta;
Ahora, que comience el baile
Y que algo cante Lucila.
Aguarda, que es necesario
Que Arnaldo también prosiga
Diciendo lo que el oráculo
De Batilo nos prediga.
Dices muy bien, y yo espero
Sea bueno su destino.
Pues que nos diga en qué mes
D i o en la tierra el primer grito.
Nací al comenzar febrero,
Según mi madre me dijo;
Y si fuere necesario
Diré quién fué mi padrino;
En mi nacimiento no hubo
Repiques, cohetes ni ruido,
Sin duda porque nací
De un matrimonio legítimo;
Pues sólo con los bastardos
Y con los adulterinos
Se hacen estas sarabandas,
Contra morales principios.
42 HONDURAS LITERARIA

Ar?ialdo. No es necesario otra cosa,


Sino saber que has nacido
En febrero, en que el Acuario
Preside, ó lo que es lo mismo,
Ganímedes que á los Dioses
L,a copa les ha servido;
Pues el oráculo dice:
Que el que nace en este signo
Ha de ser con preferencia
De las mujeres querido:
Que será discreto, amable
Y de placeres amigo,
Y tan loco, que en hablando
Nadie le cortará el hilo;
Si se casa, hará feliz
A su esposa tal marido,
Aunque por celos habrá
A veces sus pleitecitos.
¿Qué os parece el oráculo?
¿Habrá acertado en Batilo?
Lucila. Del amor, de preferencia,
Melania podrá decirlo.
Elisa. De que es amable, no hay duda,
Y lo demás que se ha dicho;
Y del don de la palabra
Y a se advierten los indicios.
Rebeca. Si lo eligen diputado,
Hará un papel muy lucido;
Hablará dos ó tres horas
Citando autores y libros
No hay duda que es envidiable
De este pastor el destino.
Batilo. Tanto mejor si es verdad
Todo lo que Arnaldo dijo,
Y mucho más lo primero
Me ha dejado envanecido;
Mas reviento por bailar
Y por dar besos al vino;
No nos dilatemos más,
Pastores: á divertirnos !
JOSÉ TRINIDAD REYES 43

ESCENA III

LOS DICHOS, MEDEA

Medea. ¿ Qué es tanta bulla, pastores?


Muy alegre estás, Elisa;
Pues qué, ¿ ya no me esperabais,
Que comenzasteis la tinga ?
Fui á Belén, y en un momento
Me he soplado las dos millas.
Elisa. A tiempo llegas, Medea,
Aun no ha sonado la lira;
¿ Quieres tú bailar ?
Medea. Sin duda;
No me duelen las rodillas.
Lucila. Cierto que eres muy valiente.
Medea. Poco he andado, Lucila.
Arnaldo. Una copa á la salud
De nuestra recién venida.
Rebeca. Y á mí que la honra me toque
De brindársela á mi amiga.
Batilo. Todos hemos de beber
Por Medea y por Elisa.
Elisa. Allí está el cuerno y las copas:
Quien quiera beber, no pida.
•Arnaldo. Esa franqueza me gusta;
Dejemos de cortesías.
Medea. ( Bebe ) ¿ Y así quién no ha de bailar ?
Batilo. ( Bebe) Este vino es cosa rica.
Lucila. ( Bebe ) En efecto, está sabroso.
Rebeca. ( Bebe ) Es legítima ambrosía.
Elisa. ( B e b e ) Y o bebo sin alabarlo.
Arnaldo. ( Bebe) ¡ Buena dosis de alegría !
Ahora cada uno á su puesto
Y empiece la danza, Elisa.
( Bailan y cantan )
Puesto que cumple Elisa
Felices años,
Todos la enhorabuena
Hoy le cantamos;
Así es honrada,
Pues es mejor pastora
Que las de Arcadia;
44 HONDURAS LITERARIA

Mil venturas anuncian


De ella los astros,
Y todos los pastores
Se las deseamos,
Y que sobre ella
Bendiciones y dichas
Del cielo lluevan.

E S C E N A IV

LOS MISMOS

Medea. Mientras tanto descansamos,


Permitidme que os refiera
Una cosa que en Belén
He visto, y me tiene inquieta.
Lucila. Mira no eches un barajo,
Que ha empezado bien la fiesta.
Batilo. Déjala que hable, es mujer,
Y le picará la lengua.
Elisa. Sentémonos por un rato
Y que nos cuente Medea
Medea. Están llegando á Belén
Muchas gentes, de manera
Que está alegre la ciudad
Como si hubiera una fiesta.
Elisa. i Con qué objeto se reúnen ?
Medea. Por un mandato del César,
Que á empadronarse ha llamado
Pueblos, ciudades y aldeas.
Batilo. ¿ Y a anda el padrón ? Esperemos
Que luego, luego, á la vuelta,
"Venga dinero"—nos digan—
"Porque está pobre la hacienda "
Arnaldo. Esto será el resultado;
Y a no cuento con ovejas:
A los pobres campesinos
Las cargas echan á cuestas.
Medea. A un mismo tiempo conmigo
Llegaba una joven bella,
Y tan bella que no he visto
Hermosura más perfecta;
JOSE TRINIDAD REYES 45

La acompañaba un anciano
De venerable presencia,
Que con respeto de esposo
Le daba la mano diestra;
Los pies iban sin sandalias,
A l hombro una alforja lleva,
Trasluciéndose en el rostro
Una admirable paciencia;
Conocí por las señales
Que la joven está cerca
De dar á luz un muchacho,
Que será lindo como ella;
Y o que jamás en mi vida
Viera tamaña belleza,
Ni modales tan graciosos,
Ni tan profunda modestia,
Y olvidando que á Belén
Había ido de carrera,
Sin pensarlo fui siguiendo
Los pasos de la doncella.
Rebeca. Eso mismo hiciera yo.
Elisa. Y lo hubiera hecho cualquiera.
Batilo. La relación va á lo largo;
Danos un trago, Rebeca.
Rebeca. Con sólo alargar el brazo
Puedes beber cuanto quieras. (Bebe Batilo)
Medea. En la primera posada
Tocan, llaman á la puerta,
Y un hombre de ronca voz
Y de mirada siniestra,
Advirtiendo que eran pobres,
Les dice con aspereza:
" A otra parte los mendigos,
Que aquí sólo el oro reina:
Para gente de esa traza
En este mesón no hay pieza;"
A l punto echa los cerrojos
Y otra súplica no espera.
Lucila. Mas díme: ¿no reparó
De la joven la belleza ?
Arnaldo. Ignoras que la codicia,
Que tamaños ojos pela
4 6 HONDURAS LITERARIA

A las onzas y las bambas,


Para lo demás es ciega ?
Elisa. ¿ Por ventura no hay castigos
Para tan grande dureza ?
Rebeca. T ú que has visto bien la Biblia
Sabes cuánto se le espera.
Medca. El anciano se afligía,
Mas la joven le consuela
Con palabras que mostraban
Su inalterable paciencia:
" E s preciso resignarnos,
Ee dice, á lo que decreta
Sobre todos nuestros pasos
L,a Divina Providencia;
En cuanto á mí, caro esposo,
Sabe que nada me inquieta:
Si nos desprecian los hombres
Porque ven nuestra pobreza,
Al pensar que Dios recibe
Mi trabajo, estoy contenta."
Y pasando á otra posada
Elaman como en la primera;
Abre el portero, y al ver
Que no eran gente de cuenta,
Que no los acompañaban
Criados con rica librea,
Que iban á pie, y no sentados
Sobre magníficas ruedas,
Y que al exterior mostraban
Su cuna humilde y modesta,
"Esta posada, les dice,
Sólo es para la nobleza:
Ni el umbral puede pisar
Aquí la gente plebeya."
Y o conocí que quería
Decir algo la doncella
Mas aquél, desapiadado,
Cerró con furor la puerta.
Presenciaron este ultraje,
Este desprecio, esta afrenta,
Algunos que, por sus aires
Y por su frente altanera,
JOSÉ TRINIDAD RUYES 47

Pertenecer indicaban
A la soberbia grandeza;
Mas, de compasión, no dieron
Ni la más ligera seña,
Y , lejos de esto, aplaudieron
Del portero la respuesta.
Elisa. ¿ Cómo Jehová, siendo justo,
Tan grande orgullo tolera ?
¿ Por qué secreto misterio
Permite su Providencia
Que el vicio á la virtud huelle,
Y á la humildad la soberbia ?
Lucila. La joven debe tener
Muy crecida recompensa;
Si ahora la humilla el orgullo
De los grandes de la tierra,
Vendrá un día en que la ensalce
De Jehová la mano diestra,
Sobre esos hombres altivos
Que tan crueles le desprecian.
Mcdea. Con resignación pasmosa,
Y sin mostrar impaciencia,
Uno al otro consolándose,
Partieron á la tercera;
Llegan, y con timidez
En la puerta hacen la seña.
"¿ Qué buscáis aquí ? les dicen;
Esta posada no alberga
Más que á la gente de lujo,
De gran tono y etiqueta;
Personas de vuestro traje
A este hospicio no penetran;
Un arrabal os conviene;
Dejad cuanto antes la puerta;
Mirad que estáis estorbando
A las damas que se acercan."
Y sin mirar del esposo
La humildad ni la modestia,
A cuyo favor á todos
Inspiraba reverencia,
De un empujón los arroja
De los umbrales afuera;
4 8 HONDURAS LITERARIA

Y las damas que llegaban,


Vestidas de oro y de perlas
Y apoyadas en los brazos
Que los mancebos les prestan,
Del inhumano portero
La brutal acción celebran,
Y con aire desdeñoso
Pasan junto á la doncella,
Dirigiéndole cada una
Palabras que la ofendieran.
Elisa. ¡ Inhumanos, algún día
Les pesará tal dureza !
Batilo. Mira si lo que te dije,
Arualdo, no es cosa cierta:
A los plebeyos y pobres
Se nos trata como á bestias.
Medea. Entonces el santo esposo,
Con voz apagada y trémula,
Habla á su esposa y le dice:
" N o hay qué esperar, niña bella,
Todos crueles nos arrojan,
Todo Belén nos desprecia;
Voy á llevaros, señora,
A mi pesar, á una cueva
Que está allá próxima al muro,
Habitación de las bestias:
Que si duros son los hombres,
Serán compasivas ellas."
De mi corazón entonces
Tan gran dolor se apodera,
Que sentándome á llorar,
Apoyada la cabeza
En mis rodillas, no supe
Por qué calle ó por qué senda
Los dos tristes peregrinos
Emprendieron su carrera.
Lucila. i Por qué no les ofreciste
Nuestra cabana y aldea ?
Rebeca. En verdad, que de los rústicos
Mejor recibidos fueran !
Batilo. Eso no tiene remedio;
Fué un olvido de Medea;
josè TRINIDAD REYES 49

Y o aseguro que otra vez


Verá cómo lo remienda;
Ahora no tenemos más
, Que proseguir nuestra fiesta.
Arnaldo. Sí, sí, que suene de nuevo
Nuestra pastoril orquesta.
(Tocan y bailan. )

ESCENA V

LOS DICHOS, LABÁN

Labán. No prosigáis, pastores, vuestros bailes;


Suspended esos cantos y escuchad:
Nació ya el Salvador, y con él viene
De Israel la redención y libertad.
Batilo. ¿ Qué ? ¿ Sueña este muchacho ?
Labán. No, Batilo;
Estoy despierto más que tú lo estás;
Oye mi relación, y de ella advierte
Que esto no es sueño, que es la realidad:
Estábamos reunidos los pastores
En alegre y humilde sociedad,
Cuando de un ángel, más que el iris bello
Y rubio cual la lumbre matinal,
Se oyó la voz y nos dejó aterrados,
Como si el cielo oyésemos tronar;
Mas él nos alentó de nuestro susto
Diciéndonos: "Pastores, no temáis;
Gozo os anuncio, gozo sempiterno,
Que para todo el mundo lo será;
Y es que ha nacido el Salvador del hombre,
Dejando intacto el seno maternal.
Envuelto le hallaréis en pobres lienzos,
Siendo su habitación un muladar,
Su trono es un pesebre vil é inmundo:
Allí reposa el Hijo de Jehová;
En Belén ha nacido; id al instante,
Y verán vuestros ojos su deidad."
Bate las alas y los aires hiende,
Esparciendo inefable claridad
5° HONDURAS -LITERARIA

Y cantando con voz sonora y dulce,


Y seguido de turba angelical:
"Gloria por siempre á Dios en las alturas,
Y al hombre recto, acá en la tierra, p a z . "
Los pastores volaron al momento,
Cual si los impeliese el huracán,
Y yo he corrido á daros la noticia;
Mirad, pues, si conmigo vais allá;
Pero si os detenéis yo no os espero,
Mucho ha sido veniros á avisar.
•Elisa. Espéranos, Labán, ya te seguimos;
No hay que deliberar, corramos ya.
Batilo. Vamos, pues, pastorcillas; mas yo temo
Que un chasco á darnos venga el tal Labán.
Arnaldo. Y o camino confiado
Ltccila. Y yo lo mismo;
El corazón me dice: esto es verdad.
Medea. Duda no tengo yo de que la joven
Cuya pobreza ayer me hizo llorar
Es la madre dichosa: todo en ella
Era digno de tal maternidad.
Rebeca. Y yo, Labán, te seguiré primero; ( Parten. )
A Belén caminemos sin tardar.
Elisa. Tome cada uno lo que llevar pueda
Para ofrecer al Niño.
Todos. Estamos ya.
( Cantan. )

C O R O

A Belén, á Belén caminemos,


A Belén, sin perder un instante;
A Belén, que allí está el tierno infante
Que á su pueblo ha venido á salvar.

D Ú O

¿ Quién no anhela por ver la hermosura


Del Eterno, de carne vestido,
A infantil condición sometido
Por salvar el linaje de Adán ?
¿ Quién no viene á admirar que el Dios nifio
Ha escogido un pesebre por cuna,
51

Cuando tiene por peana la luna


Y por manto la aurora boreal ?

A Belén, etc.

¿ Quién no corre al saber que otra Aurora


• Nuevo Sol en sus brazos arrulla;
Y no iguala otra luz á la suya,
Que ha vencido hasta al Sol material ?
¿ Quién no viene á mirar una gruta
Negra y triste, que aloja al Dios niño;
Que blancura á la nieve y armiño
Y verdor á los bosques les da ?
A Belén, etc.
¿ Quién no vuela al saber que la gloria
Del empíreo está ya en este suelo,
Y que el gozo inefable del cielo
Todo se halla en humilde pajar ?

A Belén, etc.

( Se descubre el portal de Belén, donde se ve á la Virgen,


al Niño y á San José)

ESCENA VI

LOS DICHOS

(Termina el canto con esta octava.)


De Jacob ya miramos la estrella
Y del Sol los divinos fulgores;
¡ Adoradle, adoradle, pastores,
Y sus pies reverentes besad !

Todos. Oh ! qué hermosa y qué tierna es la madre !


Oh ! qué bello y divino el infante !
No se debe perder un instante
Sin mirar de los dos la beldad !

Medea. Ésta es, pastoras, ésta la doncella


Que tanto despreciaron en Belén.
Lucila. Para no merecer tanto desdén
Bastaba solamente ser tan bella.
52 HONDURAS LITERARIA

Elisa. ¿ Pudo haber un mortal tan inhumano


Que la mirase y no se enterneciera ?
Rebeca. Su pecho abriga un corazón de fiera;
¿ Llamarlo á compasión ? intento vano.
Arnaldo. Su proceder tan vil esto pregona;
Mas por tanta impiedad, tanta dureza,-
A l lujo, á la fortuna, á la grandeza,
Irritado Jehová los abandona.
Batilo. Tales son del orgullo los castigos;
Siempre embriagado en mundanal locura,
Nunca verá la luz ni la hermosura
De que humildes pastores son testigos.
Elisa. Y o me arrojo á tus plantas reverente,
Para ofrecerte humilde mi presente.
( Ofrece ) ¿ Qué puede ofrecer, señora,
Digno de la alta grandeza
De vuestro hijo, la pobreza
De esta rústica pastora ?
Mas ya que se ve que llora,
De duras pajas punzado,
De un cordero muy aseado
La piel le presenta Elisa,
Por que torne el llanto en risa
Siendo en ella reclinado.
Lucila. ( Ofrece ) La fresca y blanca cuajada
Que destinaba á una boda,
Señora, os la traigo toda
Para el Niño dedicada;
No será ella despreciada:
Os dignaréis aceptarla
Y para su vez guardarla,
Que á todo llega su día;
Vuestra alforja está vacía
Y es necesario llenarla.
( Cantan y bailan. )
Ante el rústico pesebre
Donde reclinado está
El Salvador de los hombres,
Himnos, pastores, cantad.

Todos. Allí postrados todos


Ante sus pies,
JOSÉ T R I N I D A D RRYES

Ofrezcamos tributos
A nuestro Rey.
Rebeca. ( Ofrece) Este perrillo faldero,
Que yo he criado en mi cabana
Y que doquier me acompaña,
Os doy con amor sincero:
En jugar es zalamero,
Halagando se hace miel;
Le puse por nombre, Fiel,
Porque lo es en realidad;
Y o , pues, de fidelidad
Un emblema os doy en él.
Medea. (Ofrece) Señora, á vuestro hijo, un loro
Es lo que ofrece Medea,
Por que en él su afecto vea,
Siendo todo su tesoro;
Su pluma es de verde y oro,
Y es un hablador sin tasa;
Pues cuando salga de casa
En creciendo el bello niño,
Le oirás decir con cariño:
¿Quién pasa, loro? Quién pasa?
( Cantan y bailan.
Ante el triste portalejo
Donde expuesto al hielo está
El que da vida á la tierra,
Bailad, zagales, bailad.
Todos. Allí postrados todos
Ante sus pies,
Ofrezcamos tributos
A nuestro Rey.

Batilo. (Ofrece.) Hijo del Padre divino


Y de esa hermosa Azucena,
Y o os ofrezco, aunque con pena,
Un cuernecillo de vino:
El presente es bien mezquino,
Mas sale de un corazón
Que os ama con intensión
Y con afecto el más tierno;
Tomadle con todo y cuerno
Y dadme la bendición.
54 HONDURAS LITERARIA

Arnaldo. ( Ofrece. ) En los presentes que os dan,


Mi Dios, rústicos pastores,
Más atendéis los amores
Que en ellos cifrados van;
En esto confiado, un pan
Doy al Benéfico Ser,
Cuya bondad 'y poder
La vida nos da en los frutos,
Y para fieras y brutos
Hace la yerba crecer.
Labán. ( Ofrece ) Soy un pobre pastorcillo,
Niño, y no traigo otro don
Que afectos de un corazón
Sufrido, manso y sencillo;
Mas también un mauojillo
De rica paja os presento,
Que es para el buey y el jumento
Que están ante vos postrados,
Y vuestros miembros helados
Calientan con suave aliento.
( Cantan y bailan. )
Del establo donde duerme
Nuestro amante Salvador,
Despidámonos, pastores,
Diciéudole tierno adiós !

Todos. Y sus bondades


Y beneficios,
En alta voz cantemos
Reconocidos.

Elisa. Me voy ! ¡ Adiós, del alma el embeleso !


Mas, antes de partir, os doy un beso !
Lucila. Con pesar me despido; ¡ adiós, lucero !
Mas, antes que me vaya, un beso quiero !
Rebeca. Despedirme de vos es duro caso;
Mas concededme al menos este abrazo !
Medea. Y o me despido; ¡ adiós ! mas en tu manto,
Una lágrima dejo de mi llanto.
Arnaldo. Al despedirme, infante soberano,
Quiero poner mi frente en vuestra mano,
Con los buenos intentos
De que me inspire santos pensamientos.
JOSÉ TRINIDAD REYES 55

Batilo. Y yo quiero aplicarla al corazón,


Para que en él no entre la ambición
Ni la negra codicia,
Y le inspire deseos de justicia.
Labán. Y o me llamo feliz besando el suelo
En que ha nacido el Dios de tierra y cielo.
(Cantan.)

ESCENA VII

LOS DICHOS

Por montes y por valles,


Dios niflo, tu bondad
Al son de los panderos
Vamos á publicar.

Contaremos que no eres


El Dios que hizo temblar
Con su voz majestuosa
Al desgraciado Adán;
Sino que eres un niflo
Que con risa de paz,
Animas al culpado
El perdón á esperar.

Por montes y por valles, etc.

Contaremos que no eres


El Dios que hizo abrasar
En fuego de sus iras
La nefanda ciudad;
Sino que aun de Belén,
Que te arroja desleal,
La ingratitud perdonas
Naciendo en un portal.

Por montes y por valles, etc.

Contaremos que no eres


Bravo león de Judá,
De rugir espantoso
Y fiero en el mirar;
Sino que eres cordero
HONDURAS LITERARIA

De mansedumbre tal,
Que lágrimas vertiendo
Caminas al altar.

Por montes 3' por valles, etc.

Contaremos que no eres


E l Dios cuya beldad
Ni el serafín ni el ángel
Se atreven á mirar;
Sino que aun de pastores
Escuchas el cantar,
Aceptas los presentes
Y te dejas tocar.

Por montes y por valles, etc.

Contaremos que eres


Acabada beldad,
Purpurino cual rosa,
Blanco como azahar;
Que dormido enamoras,
Despierto mucho más;
Que riendo, todos ríen,
Llorando haces llorar;
Y este noble auditorio,
Al oir noticia tal,
Perdón de nuestros yerros
En albricias dará.
JOSE TRINIDAD REYßS 57

FRAGMENTO
D E LA P A S T O R E L A DE ¡VIICOL

ACTO SEGUNDO

ESCENA ÚLTIMA

Micol. ( Ofrece ) Adorable dueño mío,


Ante tus pies ve postrada
A Micol, tu humilde criada,
Que te ve temblar de frío.
¿ Qué puede pedir de mí
Quien los seres ha formado ?
Mas, puesto que anonadado
Hoy te nos muestras aquí,
Recibe, gloria del cielo,
Este manto, pobre ofrenda,
Que deseo te defienda
De los rigores del hielo.
( Cantan todos.)
La gracia está derramada
En sus labios purpurinos,
Y á sus párpados divinos
Dulce sueño descendió.
¡ Con qué gracia se ha dormido !
Pues en su blanca mejilla
Ha puesto la manecilla
Con que forma al hombre d i o !

C O R O

Llegad, pastorcillos,
Y atentos mirad:
¡ Es todo un prodigio !
¡ Es una deidad !

Laura. ( Ofrece ) Para un mullido colchón


En que duermas, tierno niño,
58 HONDURAS LITERARIA

Viene á ofrecer mi cariño


Este candido vellón.
No más sobre pajas duras
Te reclines, niño hermoso,
Pues esto no es decoroso
Al Señor de las criaturas.
( Cantan todos. )
La doncella que lo arrulla
Besa su frente de armiño,
Y le estrecha con cariño
A su seno maternal.
Quien ve al infante en los brazos
De la madre que le adora,
Ve, entre la luz de la aurora,
A la estrella matinal.

Llegad, pastorcillos, etc.

Aminta. ( Ofrece) Aunque por Dios te celebre


El arcángel que te adora,
Niño, te vemos ahora
Reclinado en un pesebre.
Como á Dios, el corazón
Hoy te ofrezco por tributos,
Y como á niño, estos frutos,
Que de mis jardines son.
(Cantan todos )
Cuando el infante despierta
Ve postrado ante su cuna
Al que nació sin fortuna,
Pobre y humilde pastor.
Y de las flores recibe
Con que sus sienes adorna,
Y al feliz pastor retorna
Gratas sonrisas de amor.

Llegad, partorcillos, etc.

Situania. ( Ofrece) Hermosura sin defecto,


Infantillo peregrino,
Y o adoro tu ser divino
Con el más rendido afecto.
Te adoro con ciega fe,
JOSE TRINIDAD REYES 59

Y te ofrezco por tributo


De mi huerta todo el fruto,
Que para tí lo corté.
Míralo, aquí no hay alguno
Que se pueda desechar;
T e los voy á presentar,
Verás bien, uno por uno:

Una naranja
De piel dorada,
Una granada
Grata en sabor.
Una manzana,
Un duraznillo,
Este membrillo
De suave olor.
Esta guayaba,
Que es perulera;
Toma esta pera,
Este mamey;
Mira qué linda
La granadilla;
Una anonilla
Como una miel.

Este es todo mi presente;


Cumpla ahora mis antojos,
Que son besar tu real frente
Y tocar tus bellos ojos.
( Cantan todos.)
Una estrella lo publica
En las más remotas zonas,
Y los reyes sus coronas
Van á rendir á sus pies.
De este pesebre hace un trono,
Donde á la humana grandeza
Hace inclinar la cabeza
Y que humille su altivez.

Llegad, pastorcillos, etc.

Zafiro. ( Ofrece ) Y o soy un pobre pastor,


Que siempre ando por los cerros
6o HONDURAS LITERARIA

Tras de cabras y becerros,


Expuesto al frío y calor.
A donde quiera que voy
Llevo todo mi caudal,
Que consiste en el huacal
Que ahora, Señor, te doy.
Me lleno de confusión
Dándote esta cortedad;
Mas quien un huacal te dad.
Te diera hasta el corazón.
Nabal. ( Ofrece ) Y o no soy tan atrasado
Como Zafiro se queja:
Que pude haber presentado
Un cordero ó una oveja;
Pero estaba descuidado,
Pues debido al pensamiento
De un malvado casamiento,
Nada había preparado.
Ahora para el cumplimiento
Doy á José este cordel,
Que á tiempo servirá á él
Para amarrar su jumento.
Por cierto, es el instrumento
Más útil para un pastor;
Mas persuadios, Señor,
Que es tan pródigo Nabal,
Que os da todo su caudal
Sin que le quede dolor. ( Bailan. )
Micol. Adiós, adiós, infante!
En tu presencia, un siglo es un instante.
Laura. Adiós, gloria del cielo,
De paz va llena el alma, y de consuelo!
Aminta. Adiós niño, deseado de las gentes;
T u alta fama es tu gloria:
Jamás se borrará de mi memoria.
Situania. Adiós, mi niño amado,
Claro sol que decora el firmamento;
El tiempo que he estado
Viendo tu rostro bello, fué un momento.
Zafiro. Hijo de Dios, á quien infante miro,
A su cabana vuelve ya Zafiro;
Mas tan reconocido á tu fineza,
JOSÉ TRINIDAD REYES 6l

Que ni un árbol habrá en cuya corteza


No esté grabado el nombre
Del que ha venido á redimir al hombre !
Nabal. Adiós, señor José; adiós, María;
Por dichoso Nabal se contaría
Si os pudiera servir de alguna cosa;
Pero cercana está su humilde choza:
Si se ofrece, llamadle, y al momento
Más ligero vendrá que el pensamiento.

( Marchan en parejas y cantan. )

C O R O

Venid, ved al Mesías,


Pastores de Judá,
Nacido en el pesebre
De un oscuro portal.

D Ú O

Nosotros ya le vimos,
Y su belleza es tal,
Que en la naturaleza
Nada le igualará.

Venid, etc.

Delante de sus ojos


E s negra oscuridad
E l Sol, que es de la lumbre
Fecundo manantial.

Venid, etc.

Al rayo que despide


Su rostro celestial,
Se pierde en triste eclipse
L,a estrella matinal.

Venid, etc.

No tienen hermosura
Mayor, pero ni igual,
Ni la tierra en sus flores,
Ni en sus aguas el mar.
HONDURAS Ll'tÉKARTA

Venid, etc.
Al través de los velos
Del traje corporal,
Trasluce el alma indicios
De su sér divinal.

Venid, etc.
Aunque es el Rey del orbe
Y Dios de majestad,
De rústicos aldeanos
Se deja visitar.
Venid, etc.
El más humilde puede
Besar su planta real;.
De pastores y reyes
Admite la igualdad.

CORO
Venid con los pastores,
Los que nos escucháis;
Venid á ver las glorias
Del cielo, en un portal.

© Biblioteca Nacional de España


CARLOS GUTIÉRREZ
CARLOS GUTIÉRREZ

El autor de la biografía de Fray Bartolomé de Las


Casas, obra que mereció un brillante prólogo de Emilio
Castelar, comenzó su carrera pública como Secretario de
la Corte Suprema de Justicia de Tegucigalpa.
Mientras prestaba sus servicios en ese puesto á pesar
de que era tenido como estrafalario y loco, escribió y pu-
blicó sus primeros versos.
Más tarde, en Inglaterra, Lord Lyton lo elogió como
literato, y Disraeli celebró su gran tacto diplomático lo
mismo que Humberto I en Italia; y fué aplaudido, en Es-
paña, por su talento y abundantes conocimientos en mu-
chos ramos científicos.
T. I I . - 5
Á LA M U E R T E DE UNA NINA

N o l o n g e r in sorrow his y o u n g h e a r t repines,


F o r d e a t h ' s i c y finger his e y e l i d s h a v e closed.

THE ORPHAN'S DREAM.

Diste tu último gemido,


Niña hermosa- é inocente,
Como acaba en el ambiente
Del favonio el suspirar.
Casta y angélica y pura
Como un serafín del cielo,
T ú desdeñaste este suelo
Para ir con Dios á habitar.

Cual la flor que se marchita


Fragante, tierna y lozana,
A l principiar la mañana
Que nacer la contempló;
Como un astro que se eclipsa
Cuando apenas aparece;
Cual barquilla que perece
En el mar que se lanzó.

A u n en tu frente no había
El dolor puesto su sello;
T u rostro, candido y bello,
Sólo expresaba el placer.
Ni sintió tu blando seno
Del amor la ardiente mano,
Ni en su dominio tirano
T ú te viste nunca arder.
68 HONDURAS LITERARIA

A h ! Si el destino te hubiera
Para tu mal conservado,
¡ Oh, cuánto hubieras llorado
En funeral lobreguez!
Mas fueron breves tus días
Pasados en la inocencia,
Y bajo su dulce influencia
Feneciste en tu niñez.

T ú te enlazabas al cuello
De tu madre cariñosa,
Sin presentir temerosa
La hora postrera y fatal;
Sin agitarse tu mente
Frenética, agonizante,
Aguardando aquel instante
Tan temido del mortal.

Hasta el último momento


En tu azulada pupila,
Y en tu faz pura y tranquila
Se conservó la quietud.
Y ya lívida, extendida,
Entre el horror de la muerte,
Me pareces aun inerte
Durmiendo en tu ataúd.

¡ Feliz, porque ya pasó


La dura prueba tan presto,
Y porque el hado funesto
Jamás oprimió tu sien !
¡ Feliz, porque fué tu alma
Como los ángeles pura,
Como la flor prematura
Que se meció en el Edén !

¡ Oh, sí! Mil veces feliz,


Que esta tierra de lacería,
De vanidad y miseria,
Por siempre dejaste ya !
Ahora ¡ oh, niña ! descansa,
Y estos tus caros despojos
Reciban hoy de mis ojos
El lloro de la amistad.
CARLOS GUTIÉRREZ

Bien hayas tú, que ya estás


De angustias tantas exenta:
Ni del mundo te atormenta
La perfidia y el rencor,
Ni del déspota la saña
Con férrea garra te oprime,
Ni tu tierno pecho gime
Sumergido en el dolor !

Que es la existencia del hombre


En esta tierra de azares,
Un compendio de pesares
Y de espantoso gemir.
Una serie continuada
De congojas y de penas,
Donde los goces apenas
Llegan tal vez á lucir.

Mas tus horas placenteras


Resbalaron blandamente,
Como el agua de la fuente
Por en medio de un verjel.
Jamás hirió tus oídos
Un grito de desventura,
Ni de un cáliz de amargura
Apuraste tú la hiél.

Bella como bello lirio


Que en una pradera crece,
Y muellemente se mece
Como el aura matinal,
Y a pálida sucumbiste,
Demudada, macilenta,
Ante la saña violenta
De un horrible vendaval.

Oh ! quién dijera á tu madre


Cuando en su ardiente terneza
Esa tu rubia cabeza
Estrechaba con fervor,
Que bien presto la vería
Exánime, fría, yerta,
Con su hermosa tez cubierta
De palidez y de horror !
7 o HONDURAS LITERARIA

A y ! que era ingenua tu frente


Y hechicera tu sonrisa,
Muy más grata que la brisa
Sobre las ondas del mar.
Y tu acento resonaba
En el maternal oído
Cual inefable sonido
De algún arpa celestial.

¡ Ángel divino del cielo !


En paz por siempre reposa,
Mientras tu madre amorosa
Gime y se agita por tí;
Mientras que trémula y mustia
En tu losa funeraria,
Eleva á Dios su plegaria
Con amargo frenesí !

1847.

Adoro una bella


Y tierna deidad,
De mórbido cuello,
De ardiente mirar.
Su frente es más pura
Que albor matinal,
Que el cáliz virgíneo
Del blanco azahar.
Su seno es de nieve
Y rosas su faz,
Y candidos lirios
Su sien virginal.
CARLOS GUTIÉRREZ 71

Su planta es ligera
Cual aura fugaz,
Si quiere en la danza
Su garbo mostrar.
Su acento adormece
A l raudo huracán;
Enfrena y halaga
Las iras del mar.
¡ Oh, candida virgen !
¡ Oh, ingrata beldad !
¡ A y ! fija en mi pecho
T u dulce mirar,
Y ponle la mano,
Y entonces verás
Que á tí solamente
Rendido amará.
Di me, ¿ no le sientes
Por tí palpitar ?
¡ Oh ! di, ¿ no te mueve
Su acerbo penar ?
Sí, Elvira; te adoro !
Y nunca jamás
T u angélica imagen
Se me olvidará.
Que tú eres mi gloria,
Mi hurí celestial,
Mi vida, mi cielo,
Mi felicidad !

1847.
JUSTO PÉREZ
JUSTO PÉREZ

Nació en Tegucigalpa, el 28 de mayo de 1830.


Fueron sus padres don Pedro Pérez y dona Purifi-
cación Escobar de Pérez.
Comenzó sus estudios en la Universidad de Hondu-
ras, los continuó en Leon de Nicaragua y los concluyó
en Guatemala, obteniendo el título de Licenciado en Le-
yes.
En aquella capital contrajo estrecha amistad con el
célebre poeta don Manuel Diéguez y Olaverry, quien ba-
cía alto aprecio de las composiciones poéticas del señor
Pérez, como puede verse por el siguiente soneto, que tiene
fecha 17 de enero de 1845:

" Á MI AMIGO JUSTO PÉPEZ.

Prosigue, amigo, la difícil vía


Que conduce á la fuente de Hipocrena,
Y a que Apolo te dio fecunda vena
Y á tus versos, dulzura y armonía.

Feliz quien, como tú, tiene poesía


Con que aliviar su roedora pena:
Triste, cual yo, quien tiene el alma llena
De cruel dolor: de inspiración vacía !

T ú al menos hallarás algún consuelo


Al componer tus versos amorosos;
Y yo, infeliz, en silencioso duelo
7 6 HONDURAS LITERARIA

Sólo puedo expresarme... con sollozos,


Porque á sentir me encuentro condenado
Y el apolíneo don me fué negado !"

El señor Pérez regresó á Honduras en 1846. Veinte


años después tuvo la desgracia de perder la razón, y la
ha recobrado hace poco tiempo. En la actualidad se en-
tretiene todavía en componer versos.y en traducir del La-
tín y del Francés, idiomas que aprendió con perfección.
A pesar de su larga enfermedad mental no ha padecido en
manera alguna su prodigiosa memoria.
AL BENEMERITO
GENERAL PRESIDENTE DON TRINIDAD CABANAS

Loores mil, placenteros y alegres,


Hoy con gusto se elevan al cielo,
Al mirar que la paz y el consuelo
Por un lustro la Patria va á ver.
No un tirano hemos visto que sube
A regir los destinos de Honduras,
Que es un hombre que sólo dulzuras
Con su mando nos viene á ofrecer.

Por doquiera en su mano ha llevado


Tremolando el pendón nacional;
No como otros su bien personal
Ha querido tan sólo mirar.
Que es Cabanas un hombre sincero,
No falaz su opinión, su programa;
Y en su pecho está ardiendo la llama
Por la unión de la Patria lograr.

Si se ha visto en el campo de Marte,


Mil laureles ciñeron su frente,
Sin que sangre nuestro héroe, inocente,
Una vez la haya visto correr.
Que en la lid la virtud lo acompaña,
No el furor ni la sed de venganza,
Ni tampoco le agrada matanza,
Porque en esto no encuentra placer.

Loor eterno este pueblo prodiga


De la Patria al primer Gobernante,
78 HONDURAS LITERARIA

A l soldado más firme y constante


Y empeñado en unir la Nación.
Como amante á los pueblos ya llega;
Qué nos halle con brazos abiertos;
De placer, de contento cubiertos,
Celebrando su fausta ascensión.

1853-

¿ Dónde están los placeres que un día


A tu lado, mi bien, disfrutaba,
Y el delirio de amor que embriagaba
Con dulzura mi triste vivir ?
¿ Dó la voz que en acentos divinos,
Armoniosos y llenos de encanto
De mis ojos hicieron que el llanto
A torrentes se viera salir ?

Todo en vano lo busco, y no encuentro


Ni el placer, ni la dicha y ventura,
Porque el ángel que amé con ternura
Todo, todo al olvido lo dio.
Sólo queda un recuerdo en mi pecho,
De fugaces y alegres visiones,
Que otro tiempo formando ilusiones,
Anegado en placeres se vio.

Y al presente, agobiado de penas,


Sólo miro que es triste mi suerte;
Y en la guerra buscando la muerte,
Si la encuentro, seré yo feliz;
Pues la vida querer yo no puedo
Mientras piense en la ingrata que amara,
Que ella un día mi afecto burlara
Para hacerme por siempre infeliz.
JUSTO PÉREZ 79

AUSENTE

Partí, mi bien, del suelo que idolatro


Porque el sonido del clarín me llama;
El fuego ardiente del amor me inflama,
Pero forzoso era á la lid partir.
Elevo tu imagen por doquier grabada,
Y en el combate me dará laureles,
Y los eriales tornará en verjeles,
Y dulce y grato me será morir.

Pero l.i ausencia de tu lado amable


No hará que olvide un juramento eterno;
Y si volviere, con amor más tierno,
Mi bien, no dudes, te he de idolatrar.
T u sien ornada se verá del lauro
Que yo consiga si triunfante vengo,
Que nada es mío: todo cuanto tengo
A tí lo quise con amor brindar.

Contigo unido para siempre entonces,


Gozando juntos de felices días,
Nuestros pechos, las crueles agonías
De la ausencia otra vez no sufrirán.
Y entre tus brazos, de ventura lleno,
Envidia habremos de inspirar al mundo,
Porque unidas verá, en su amor profundo,
Almas que juntas al sepulcro irán !
8o HONDURAS LITERARIA

SAFICOS

Y o de una madre que mi pecho adora,


Y de la cuna que nacer me viera,
Me hallo distante, y en continuas penas
Gimo y suspiro.

Sin otro objeto que mis penas calme,


Recuerdos tristes mi memoria ocupan,
Que abriendo heridas á mi tierno pecho
Cruel le devoran.

Mi edad primera, que gocé felice


En el regazo de mi madre amada,
Voló cual aura que al pasar no deja
Ni rumor leve.

Sólo un consuelo á mi existir le queda,


Que calme un tanto mi dolor profundo,
Y es la esperanza de que á ver mi madre
Torne yo un día !

Guatemala: 3 de junio de 1845.

PASÓ LA PRIMAVERA

Pasó la primavera
Que con fragantes flores
Alegre me brindaba
Sus plácidos olores.
JUSTO PÉREZ 8l

Entonces en el prado
Sus delicias gozaba,
Con la beldad divina
A quien mi pecho amaba.
Aquel árbol frondoso
Que en el llano se ve,
Testigo una y mil veces
De nuestra dicha fué.
Allí, con grande gozo,
De flores mil tejía
Coronas que á las sienes
De mi amada ceñía.
Recuerdo de sus labios
La encantadora risa;
Recuerdo su cabello,
Que ondeaba con la brisa.
Recuerdo, en fin, que entonces
Nuestro placer divino
No era, como hoy, turbado
Por el fatal destino.
Destino que me roba
Mis plácidos amores,
Cual el otoño arranca
De su jardín las flores.

Guatemala: 9 de junio de 1845.

Á UNA NIÑA

Dime, niña, ¿ qué es tu signo


Si tu vida es transitoria ?
¿ No piensas tú que la gloria
Se ha fundado en el amor ?
82 HONDURAS LITERARIA

Si hermosa eres, todo viene


A parar en que algún hombre,
Diminutivo tu nombre
T e lo exprese con amor.
Si eres fea, también digo
Que cualquiera te dirá
Mil requiebros, y te hará
La cortesía de amor.
A l ser mística, también
No hay quien deje de decir:
"Esta niña me ha de oir
Varias cositas de amor."
A las indias varios grandes
Se dirigen con placer,
Porque es esto merecer
Las delicias del amor.
A l casado (salvo alguno )
No le basta su mujer,
Porque piensa que el placer
Está fijo en otro amor.
Se trabaja con empeño
Y el dinero hasta se roba,
Calculando en que una alcoba
Se abrirá luego al amor.
A las armas vamos muchos,
Y galones conseguimos;
Todo aquesto es que perdimos
E l juicio por el amor.
En fin, todo lo que se hace
Como digo, viene á ser
Que en el hombre y la mujer
Lo que se hace es por amor.
JUSTO PÉREZ

UN SUEÑO

En medio de la noche
Y o miro en mis ensueños
A la beldad divina
Que fuera mi recreo.

A su lado respiro
El placer y el contento,
Olvido mis pesares
Reclinado en su seno.

En su angélico rostro
No veo ya aquel ceño
Que fuera cruel presagio
De mi agudo tormento.

Porque al presente sólo


Lo miro muy risueño;
Quizás de mis pesares
Compadecióse el cielo.

"Soy dichoso !" — y o exclamo —


"Siempre estaré contento,
Pues que no habrá dolores
Que turben mi recreo !"

Mas, qué digo? No hay nada;


Que todo fué un ensueño,
Y al despertar yo busco
Lo que jamás encuentro !
8 4
HONDURAS LITERARIA

MI ESPERANZA

Dulce esperanza mía,


Que jamás has llegado
A un pobre infortunado
Que anhelándote está.
T ú eres la que mantienes
Mi existencia penosa
En la mar borrascosa
En que bogando va.

Pero jamás he visto


Y o la aurora risueña,
Ni tampoco á mi dueña
Mi dolor suavizar.
Jamás seré dichoso,
Jamás tendré ventura,
Pues todo es amargura....
Y a no más esperar !
1852.

Á UNA ROSA

Rosa que de las manos


Más bellas y más puras
Vienes mis amarguras
Suavemente á calmar;
No á marchitarte llegues,
Ni acabe tu fragancia;
Mi triste y sola estancia
Ven por siempre á alegrar.
JUSTO PÉREZ 85

L,a esperanza renace


Si tu cáliz yo miro,
Y entonces un suspiro
Exhala el corazón;
Porque amando he vivido
A la beldad divina
Que fuera la que anima
Mi vida y mi razón.

Vive, pues, en mis manos


¡ Oh, rosa delicada !
Y nunca marchitada
Te llegue yo á mirar;
Que eres retrato digno
De la mujer más bella,
Y tú verás que en ella
No dej'o de pensar !

10 de marzo de 1854.
TEODORO AGUILUZ
TEODORO AGUILUZ

Nació en Comayagua el 9 de noviembre de 1827.


Fueron sus padres don Joaquín Aguiluz y doña Ma-
nuela Calderón de Aguiluz.
Recibió la instrucción primaria y secundaria en el
Liceo que fundó en Comayagua el ilustrado educador es-
pañol don Manuel Domínguez, y después ensanchó el ho-
rizonte de sus conocimientos por su constante dedicación
al estudio.
En 1852 fué á El Salvador como Secretario de la
Legación que se confió á don Joaquín Meza; en 1862,
fué Ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno que,
por muerte del General don Santos Guardiola, entró
á presidir el Senador don Francisco Montes; durante
la Administración de don Victoriano Castellanos y parte
de la del General don José María Medina, fué Magistrado
de la Corte Suprema de Justicia de Comayagua; figuró
como Diputado á la Asamblea que dictó la Constitución
de 1865; y en enero de 1871 fué con el Licenciado don
Céleo Arias como comisionado del Gobierno de Honduras
á San Salvador, á arreglar varias cuestiones pendientes
con el Gobierno de aquella República, no habiendo tenido
éxito la misión, pues la guerra fué inevitable y con ella la
caída del Gobierno del Doctor don Francisco Dueñas, que
se debió al triunfo que el ejército hondureno alcanzó en
Santa Ana el 10 de abril de aquel año.
90 HONDURAS LITERARIA

El señor Aguiluz fué Ministro de Gobernación y Fo-


mento del Gobierno de don Ponciano Eeiva en 1874; y fué
Diputado por Comayagua al Congreso ordinario que se
reunió en Tegucigalpa en 1881.
Poco escribió en prosa el señor Aguiluz; pero en ver-
so escribió mucho, habiendo dejado inéditas la mayor par-
te de sus composiciones.
Falleció en Santa Cruz de Yojoa, el 6 de febrero de
1883.
AL SEÑOR P R E S I D E N T E
DON VICTORIANO CASTELLANOS

De la doliente Patria el clamor lúgubre


Y de anarquía el grito funeral,
Arrebatados por el viento rápido
Por todo Honduras se oyen resonar.

Repite el eco el estridor horrísono


Que salva el Lempa y llega al Salvador,
En pos del Genio, del varón libérrimo
A quien aclama toda la Nación.

Se halla en su lecho, moribundo y pálido,


Tocando al linde de la Eternidad,
Pero aun palpita el corazón patriótico
Del hondureno que buscando va.

E l grito patrio, cual remedio mágico,


Templa la saña de su cruel dolor,
Y de Lempira, ínclito aborígene,
Toca la tierra que nacer le vio.

No quiere huestes ni el apoyo bélico


Que le brindara brazo fraternal,
Y heroico y solo se presenta impávido
A do le llama el voto popular.

Brilla en su mano, no el escudo aurífero


De los guerreros, ni la espada, no;
Brilla la antorcha refulgente y vivida
Que al libre guía: la Constitución.
9 2 HONDURAS LITERARIA

Del suelo inmundo, do traidor un déspota


En mil fragmentos la arrojó, inmoral,
É l la levanta, pues que son sus páginas
Los mil soldados con que va á triunfar.

Llega, y al punto la anarquía indómita


Huye al abismo de donde abortó,
Y una era bella, de ventura, plácida,
A Honduras brinda libertad y unión.

¡ Oh, Castellanos ! escucha hoy los cánticos


Que el pueblo entona con ferviente afán,
Que son sus ecos el sentido pláceme
Con que saluda tu pendón triunfal.

Y tú, oh Patria, que tu aspecto lóbrego


Miras tornarse lleno de esplendor,
Acoge grata sus gloriosos vítores
Al estridente tiro del cañón.

Febrero de 1862.

Á LA INDEPENDENCIA
DE CENTRO-AMÉRICA

En el Antiguo Mundo, do está la maravilla


Que lleva allá en la historia por nombre el Escorial,
Fernando é Isabel, monarcas de Castilla,
Del gran Colón abrían el mapa de su ideal.

Dudaba el Rey católico, reía el cortesano,


Del náutico impertérrito en befa y en baldón;
Mas la mujer heroica, que es gloria del hispano,
De América miraba la espléndida región.

Diamantes y rubíes, topacios y zafiros,


Y todas sus preseas por oro hace cambiar;
TEODORO AGUÍ LUZ 93

Y al ínclito marino, que espera entre suspiros,


Tomad, le dice, oh genio, lanzaos á la mar !

Colón se torna extático, al cielo alza sus ojos,


Y al dueño de los mundos se eleva en oración
Y ante la egregia dama, postrándose de hinojos,
Ofrece á su corona, de América el florón.

De su estupenda idea desplega la bandera


Que ibéricos campeones agitan ya en Madrid
Subyuga de la ondina la omnipotencia fiera,
Y el mar salva, buscando conquistadora lid.

Llegó posó su planta en la virgínea tierra


Do el ínclito aborígene vivía con dulzor,
Y al bosque y la llanura encienden cruda guerra
A l soplo deletéreo del cruel dominador.

Por todas partes se oyen gemidos pavorosos


De víctimas que tumba la lanza y el fusil;
Y del risueño Anáhuac los lares, presurosos,
Se ocultan á los ojos de la protervia vil.

El duro hierro agobia al triste Montezuma


Las llamas calcinaron al gran Guatimozín;
Y ya el poder de Iberia al Nuevo Mundo abruma
En su ámbito grandioso de aquél á este confín.

Y por tres siglos


Hórridas penas,
Entre cadenas,
A y ! ay ! lloró .
La americana
Patria querida,
Que redimida,
Por fin tornó.

Que en los primeros lustros, de aquel que se renombra


E l siglo de las luces en la cristiana edad,
El genio de Bolívar, que al universo asombra,
Asoma por los Andes, cual sol de libertad.

E l rayo que despide el astro americano,


Cruzando el éther nítido se lanza al Setentrión,
94 HONDURAS LITERARIA

Y aquella luz ignífera alarma al cruel tirano


Y ruge de bravura el español león.

Traición !! grita Fernando, el cruel liberticida,


Que así llaman los reyes á la ínclita virtud
Del pueblo que reclama la libertad querida
Con que al nacer le orlara la eterna éxcelsitud.

Del mar á las espumas se lanzan los galeones,


Hacia este Continente surcando en pelotón,
Preñado el ancho casco de ibéricas legiones,
Cual el fatal caballo de la cantada Ilion.

Llegaron á estas playas, y en infernal batalla


La voz de independencia pretenden sofocar;
En vano ! que los libres, formando alta muralla,
Defienden victoriosos el nacional hogar !

Aquí y allá combaten, guiados por la gloria,


El inmortal Bolívar y Sucre y. San Martín,
Y su valor corona la espléndida victoria
Que brilla en Ayacucho y campos de Junín.

La fama en sus cantares, al centro de la América


Conduce como el rayo la voz de libertad,
Y en su estridor pregona que la potencia ibérica
Manchó de sus blasones la regia majestad.

El pueblo se levanta audaz alta la frente


Y grita entusiasmado: Abajo ! caiga el Rey !
La silla bambolea del opresor regente
Y sella presuroso la independiente ley.

Y en once lustros,
Mil patrios coros,
Cantan canoros
El bello anual;
Que hoy conmemora,
Gloriosa, ufana,
La americana
Patria central.

Del quince de septiembre la aurora rubicunda,


Las auras perfumadas y en el zenit el sol,
TEODORO AGUIIvUZ 95

La aureola son divina, que á la Patria circunda


En hora venturosa que arroja al español.

Hoy abre su albo seno el álbum de la Historia,


Y anota de aquel día, glorioso é inmortal,
La grata y embriagante, faustísima memoria
Por quien el bardo entona su canto liberal.

Oh, día el más vistoso , el más fecundo y grande


De cuantos lleva el tiempo en su eternal correr!
T u vivido recuerdo, del pueblo el alma expande,
Furtivas ilusiones brindándole doquier.

Gallardo , erguido, ondea y en gigantesca pica


El símbolo del libre, el blanco-azul pendón,
Que el general aplauso saluda y dignifica
A l retumbar sonoro del tiro del cañón.

Rodead esa bandera , el límpido oriflama


Que Valle y sus patricios alzaron tan gentil,
Del plácido septiembre en la feliz mañana
En que las patrias ñores volvieron á su abril.

,;' Por qué no es ella sola la que única sombrea


Las cinco agrupaciones, parodia de Nación,
Con que este centro hermoso su esplendidez afea,
De su grandeza y gloria en mengua y en baldón ?

Hoy entre los festejos, con vuestros gratos loores,


i Oh, pueblo ! una plegaria, al almo Ser enviad,
Por que el fraterno lazo de americanas flores
En fuerte unión afiance su augusta libertad.

Enviad entre el incienso, que hasta el zafir hoy suba


Ardiente , fervorosa , patriótica oración,
Por que también sus hierros quebrante heroica Cuba,
La estrella solitaria, que aun gime en la opresión.

15 de septiembre de 1875.
9 6 HONDURAS LITERARIA

EN LA MUERTE
DEL ILUSTRE PATRIOTA DON VICTORIANO CASTELLANOS

¡ Qué lobreguez qué torvo el horizonte


Pálido el Sol, su vividez oculta
Y en parda nube su esplendor sepulta !
Mustio está el prado la llanura el monte !
Y entre las flores
El aura pura
Triste murmura,
Euro suspira
Y de mi lira
Eleva el sonido
Que dolorido
Va á penetrar en la mansión profunda
Que todo un pueblo con su llanto inunda!

Todo es pavor ! fatídica tristeza


El templo viste fúnebre ornamento
Y sus clamores lanza al firmamento !
Elora el anciano, la infantil criatura !
Todo es congoja
Y hórrido duelo,
Y al terso cielo
Plegaria ardiente
Y reverente
El pueblo envía
En este día,
Que roba á Honduras, ay ! su genio pulcro,
Su salvador hundiendo en un sepulcro!

Murió ! allí está el genio Castellanos,


Exangüe y yerto en fúnebre ataúd !
Murió allí está modelo de virtud,
Bello ejemplar de grandes ciudadanos.
A y ! ay ! la parca
Que al orbe espanta,
TEODORO AGUIIAJZ 97

En su garganta
Descargó fiera
Ea hoz certera;
Y fementida
Dejó sin vida
Al hombre providente, que en febrero
Heroico supo darla á un pueblo entero!

Gime la Patria pabellón luctuoso


Suspende triste en símbolo de pena,
Del inflamado bronce el eco suena
Con estridor profundo y pavoroso.
Justo es que sienta
De amarga angustia
La cuita mustia:
Justo es su llanto
Y su quebranto,
Pues hoy el hado
Fiero ha eclipsado
El astro cuya luz esplendorosa
Vino á alumbrarle en noche tenebrosa!

¿ Por qué, Jehová Señor Creador eterno,


Plugo á tu sacra, augusta omnipotencia
El estambre cortar de la existencia
Del que escogido fué, Moisés moderno ?
Si del egipcio
Viste ñuctuante
Y vacilante
La fe en tu amor;
De este, oh, Señor !
Sincera y pura
Voló á la altura;
¿ Por qué, pues, no quisiste coronara
El patrio bien á do se encaminara ?

Perdón, oh, Dios ! perdón si el plectro mío,


Arrebatado por dolor tirano,
Penetrar ha querido hasta tu arcano,
Mísero, audaz y en loco desvarío:
Y haz que tu gracia
Descienda á Honduras,
Sus amarguras
98 HONDURAS LITERARIA

Tornando en bien;
Y que al Edén
Que has prometido
A l escogido,
Eleves, gloriosa, el alma del grande hombre
Que llenó el mundo de inmortal renombre !

Diciembre de 1862.

LOS BICHOS

S O N E T O

Hinca la pulga su piquillo agudo,


Ea nigua excita comezón ardiente,
Ea chinche irrita al hombre más paciente
Y quita el sueño el zumbador zancudo.

El mosco, á la nariz trae el estornudo,


El piojo, la cabeza roe insolente;
Y en el mundo de Dios nunca la gente
Tener sosiego con los bichos pudo.

Pero el bicho mayor, el más dañoso


De cuantos el Creador puso en el mundo,
Es el adulador, logrero odioso,

Arrastrado escorpión, reptil inmundo,


Que con sólo el contacto de su lengua,
De los Gobiernos es oprobio y mengua.
TEODORO AGUILUZ
99

A " E L AMERICANO"

S O N E T O

¡>tletico adalid del pensamiento,


Weraldo del progreso americano,
Wmblema del valor republicano,
Oorona de la América .... ¡portento !
i-íú de la voz levantas el acento
Ocursor contendiente del que insano
Rebaja su civismo al indo-hispano,
f e c u n d o en los prodigios del talento.

<Jive y ostenta ante esa Europa anciana


•> la América, joven, vigorosa,
Wca ilustrada y de su ser ufana.
W inspirado por tu alma generosa,
•duchando con el hombre por el hombre
alcanzarás un inmortal renombre.

Mira cuan bella la Aurora


Allá en el Oriente terso,
Descorre de oscura noche
E l denso y hórrido velo;
Despertando su sonrisa
Al perezoso Universo,
E impulsando de los seres
E l activo movimiento.
loo - HONDURAS LITERARIA

Pues así bella eres tú,


Tierna, hechicera Leonor,
Que con tu sonrisa impulsas
Mi ciego, ardoroso amor.

Mira qué hermoso y luciente


El grandioso Luminar,
Marcha en el diáfano cielo
Con su disco fulgural,
Derramando su luz pura
En este mundo de Adán,
Por doquier que le presenta
Su esferoide inmensa faz.

Pues así hermosa eres tú,


Tierna, hechicera Leonor,
Que con la luz de tus ojos
Abrasas mi corazón.

Mira cuan tierna y gallarda


La preciosa flor de lis,
Cual la reina de las flores
Se suspende en el pensil;
Presentando el bello cáliz
Al pintado colorín,
Que al derredor de su tallo
Sus alas viene á batir.

Pues gallarda así eres tú,


Tierna, hechicera Leonor,
Que al derredor de tus gracias
Torno de verlas, en pos.

Mira la Luna argentada


Qué apacible y qué vistosa,
Discurre por el espacio
Tras el Sol que la colora;
Expandiendo su hermosura,
Que al alma embarga, y arroba
La inspiración del poeta
En sus armónicas trovas.

Pues vistosa así eres tú,


Tierna, hechicera Leonor,
TEODORO AGUILÜZ

Que con tu aspecto me inspiras


Y me llenas de ilusión.

Mira qué lindo el canario


En encumbrado ciprés,
Canta tierno sus amores
En el florido verjel;
Embelesando melódico
Al afortunado ser
Que de escuchar sus acentos
Goza el dulcífero bien.

Pues así linda eres tú,


Tierna, hechicera Leonor,
Que me hechizas, me embelesas
Con tu dulcísima voz.

Mira qué brilla y deslumhra


El majestuoso arrebol,
En el límpido Occidente
Cuando Febo allí se hundió;
Suspendiendo el pensamiento
Hasta la empírea región,
Al contemplar la grandeza
De su soberano Autor.

Pues así deslumbras tú,


Tierna, hechicera Leonor,
Que mi pensamiento encumbras
Hasta tu cielo, veloz.

Y pues Amor te ha mirado,


Tierna, hechicera Leonor,
Ponderosa maravilla
Que jamás el mundo vio;
Al compás de mi laúd
Que eres, mi canto diga hoy,
Aurora, sol, flor de lis,
Luna, canario, arrebol !
HONDURAS LITERARIA

OVILLEJO

¿ Quién me causa este dolor ?


Amor,
¿ Se halla este amor en qué estado ?
Pagado,
¿ Pero pagado qué tal ?
Muy mal;
En situación tan fatal
La muerte yo imploro al cielo,
Pues así tendrá consuelo
Mi amor pagado muy mal.

EN EL ÁLBUM NACIONAL
EL DÍA QUINCE DE SEPTIEMBRE DEL AÑO DE 1877

A P O S T R O F E

¡ Oh, aborígene magno oh, gran Lempira,


Que duermes en Cerquín sueño eternal !
Escucha los acentos de mi lira,
Que á tu sepulcro toca
Y que evoca
T u espíritu inmortal.

Aparta el nebuloso y gran sudario


Que tu ser cubre en su última mansión,
Que á Honduras llega el fausto aniversario
TEODORO AGÜII.UZ

Del día en qne á Dios plugo


El vil yugo
Romper de su opresión.

Aurora con la luz de su fulgencia,


En el terso horizonte hoy dibujó
La mágica palabra ¡ INDEPENDENCIA !
Y á esa grata memoria
Su victoria
La Patria recordó.

De ese monte que guarda entre su flora


De tu heroísmo y gloria el esplendor,
Sube á la cumbre á contemplar ahora
Del indo-americano
Ciudadano,
El gozo arrobador.

Oye de las matronas y doncellas


El hímnico, melódico cantar
Con que la ígnea visión saludan ellas,
Madres, hijas y esposas,
Venturosas
En el querido hogar.

Contempla ese simbólico oriflama,


Nuestro azulado y santo Pabellón,
Que en su alta pica el patriotismo inflama;
Miradle allí ondulante
Y triunfante
De la soberbia I l i o n .

Mira allá al niño, al hombre y al anciano


En el patrio festín ir por doquier;
Contempla al pueblo-rey, al soberano,
Que riente se electriza
Y desliza
En ondas de placer.

Mas ¡ ay ! que entre el incienso y los cantares


De nuestra nacional solemnidad,
Un recuerdo entristece nuestros lares:
HONDURAS LITERARIA

El de haber mancillado
Y enlutado
La virgen Libertad.

T ú que moriste al pie de tu bandera,


Como el inca, el azteca, el cachiquel,
En cruenta lucha con la insidia ibera,
La Patria defendiendo,
Combatiendo
Las huestes de Isabel;

La voz levanta y lánzala estridente,


Que corra hacia el Anáhuac y hasta el Sud,
Interrogando al libre, independiente,
Si del republicano
Ciudadano
Practicó la virtud.

Y al grito aterrador de la conciencia,


Responderá la América "que no !"
Que al irradiar el sol de Independencia,
E l mísero Egoísmo,
Con cinismo,
Su pendón levantó.

Que su brillante y majestuoso cielo


Oscureció el anárquico turbión ,
Y que gemía en angustioso duelo,
Su llanto confundiendo
El estruendo
Del rifle y el cañón.

Y que el nardo y el suche perfumados,


Que alfombran este suelo virginal,
Fueron tintos en sangre y marchitados
Por la mano precita
Y maldita
De la ambición desleal.

Pero el ¡ áy ! de la patria moribunda


El hijo despiadado oyó por fin
Pasó el delirio, y hoy la Paz le inunda
TEODORO AGUILUZ

Con su céfiro blando,


Fecundando
Su espléndido confín.

Pasó el vértigo insano y fratricida


Que en afrentar la Patria tuvo afán
Y hoy se ostenta tranquila, ennoblecida....
Y en pos de su grandeza,
Con presteza
Corriendo todos van.

Honduras redimido , presuroso


Por la senda del bien se lanza audaz,
A impulsos del PATRIOTA PONDEROSO
Que su gloria enaltece
Y le ofrece
Honor, progreso y paz.

En tu nombre ¡oh Eempira! este gran día,


Conjura al hondureno mi laüd,
Al orden, al trabajo, á la armonía,
Que son las fuentes puras
De vunturas,
De nacional salud.

Hondurenos, amigos, ciudadanos


Que celebrando estáis la Libertad,
De vuestra gloria y bienestar ufanos,
Venid con fe sincera;
Su bandera
No mancillar, jurad.

Y en brazos del amor , del patriotismo,


La Patria conducid al porvenir,
Y vigilad , no enturbie el Egoísmo
Con su hálito asqueroso,
Venenoso,
Su cielo de zafir.
FRANCISCO VAQUERO
FRANCISCO VAQUERO

Nació en Comayagua el 23 de julio de 1849.


Su padre, el General don Vicente Vaquero, se trasladó
con su familia á El Salvador, y allí creció é hizo sus estu-
dios don Francisco, habiendo obtenido en temprana edad
el título de Abogado.
El señor Vaquero ha escrito para muchos periódicos,
fué uno de los redactores de " El Cometa," y ha desempe-
ñado importantes puestos públicos en aquella Nación her-
mana, entre otros, el de Juez de i. Instancia del Distrito
a

de San Salvador.
A HONDURAS

i
¡ Salud patria de amores, de luz y de poesía !
Mi mente en sus ensueños feliz siempre te vio;
Mi pecho palpitante de amor, en su agonía
Por tí blando suspiro, por tí siempre lanzó !

Recuerdo cuando niño corría en las praderas,


Surcaba tus riachuelos, jugaba en tus mansiones;
Recuerdo cuando joven, tus hijas hechiceras
Llenaban mi cabeza de dulces ilusiones.

Por eso yo te amaba, por eso ora te amo,


Y al pronunciar tu nombre yo siento gratitud;
Por eso á todas horas y por doquier te llamo,
La maga de mis sueños de amor y juventud.

Por tí mi bella patria, que altiva te levantas


Mandando á dos océanos sus olas sacudir;
O bien cuando al arrullo de inspiraciones santas
Sobre esas mismas olas te sientas á dormir;

Por tí tan sólo quiere un hijo de tus lares


Que tu azulado manto no cubre un lustro ha,
Alzar en otro suelo sus tímidos cantares,
Pidiendo á Dios en ellos, por tí, felicidad.

II

¡ Felicidad ! ¡oh, s í ! yo la deseo


Para esa tierra que miró Colón,
Y en cuyo seno refulgente veo
Las grandezas de toda la creación.
112 HONDURAS LITERARIA

Allí la vida corre dulcemente


Al soplo del amor y la virtud;
Allí el magnate al par del indigente
Revelan de sus almas la quietud.

Allí hoy se mira la potencia humana


Luchando por unir dos grandes mares
Con un ferrocarril, que centenares
De leguas salve én sólo ¡ una' mañana !

Esta obra colosal con que soñaran


E l ilustre Alvarado, el gran-Squier,
Será el férreo nudo en que se ataran
El siglo de hoy con todos los de ayer.

Allí natura pródiga se ostenta


Rindiendo al hombre frutos regalados,
Que un sol hermano, tropical, calienta
De luz bañando los alegres prados.

Óyese eñ éstos la armoniosa nota


De mil zenzontles, mirlos y quetzales,
Que juguetean en la ceiba ignota
Do se guardan del bosque los anales.

III

También poblados de animales varios


Están todos los montes;
Y los valles, de bellos horizontes
Riega el Ulúa con sus mil sectarios.

E l gran Guayape, de correr sonoro


Y sus ríos afluentes
Son la heredad preciosa de las gentes,
Que en sus arenas ven ¡ arenas de oro !

En todas partes tu riqueza admira,


¡ País dé bendición !
Y semejante á aquel de promisión
En tu seno la dicha se respira.

IV

Pero no ! que esa dicha, aleve, insano


Suele lanzar en ignorado abismo
FRANCISCO VAQUERO " 3

De la ambición el monstruo sobrehumano,


Que oculta siempre su deforme mano
Bajo el velo del puro patriotismo.

Es la ambición, Honduras, de unos cuantos


Ea que tus miembros todos envenena:
La que envuelve en atmósfera de espantos
Esa tu linda atmósfera de encantos
Cuando la paz tus horizontes llena.

¡ La paz ! la dulce paz ! mi cara Honduras:


He allí el poderoso talismán
Para todas tus crueles desventuras;
Y como huyen del sol nieblas oscuras,
A la vista de aquél, éstas huirán.

Asegúrala, pues ! y con su egida


La empresa que hoy, ilusa al parecer ( * )
Te quiere levantar á mejor vida,
No muy tarde verás ¡ oh, sí ! concluida
Y otra nación á las naciones ser !

T u pueblo tiene libertad, nobleza,


Amor al bien, á la virtud, la ciencia;
De sus grandes derechos la conciencia,
Y del Dios-hombre la verdad profesa.

Con tantos elementos de grandeza,


Y o te auguro un brillante porvenir:
Y o espero que muy pronto ha de ceñir
La corona de gloria tu cabeza.

Por eso ansio con afán ardiente,


Bajo el deseado manto de la paz,
Verte un día, feliz, culta, potente

¡ Hermoso día, acércate fugaz !


Quiera tu sol iluminar mis ojos,
Y después en mi patria mis despojos !

San Salvador, 1867.

( * ) E l ferrocarril i n t e r o c e á n i c o ,

T . 11. —.8
JEREMIAS CISNEROS
JEREMÍAS CISNEROS

Pocos hondurenos se han dedicado con tanto afán al


cultivo de las letras como el señor Cisneros.
Ha escrito mucho así en prosa como en verso. No
descansa un instante. El tiempo que no emplea en los
negocios mercantiles lo consagra á importantes estudios
filosóficos, sociales y políticos, al estudio de los clásicos es-
pañoles y á la labor literaria.
Su poema Lempira indica las tendencias del señor
Cisneros á la creación de una literatura nacional. Ya él
comenzó. Es menester que le sigan otros por ese cami-
no. Sin el poema Ce liar de Magariños Cervantes, la li-
teratura americana no contaría hoy, acaso, con Tabaré de
Zorrilla de San Martín. De desearse es que Lempira, co-
mo ejemplo, dé origen en Honduras á un poema nacional
en que resplandezcan los antiguos tiempos, ricos en epi-
sodios y rasgos brillantes y heroicos, que revelan el vigo-
roso espíritu que animaba tanto á los aborígenes como á
los conquistadores.
LEMPIRA

LA CONQUISTA

i
Aquí, sobre las cumbres del Congolón gigante,
Domínase, á lo lejos, el vasto litoral
De un pueblo generoso, de vida exuberante,
Do tuvo el primer templo la patria libertad.

Domínase el grandioso, risueño panorama


Que forman nuestros picos y crestas hasta el mar,
Los montes y los pueblos que el patriotismo aclama
Cual monumentos vivos de honor tradicional.

Allá, en lontananza, descuella la eminencia


De un monte celebérrimo, de histórico valor:
El gran Cuyocuntcna, la egregia residencia
De aquél de la alta Sierra, magnífico Señor.

El cerro es que ha ocultado su pórtico soberbio,


Eas criptas y palacios que encierra en su interior,
Las joyas y tesoros—bajo un secreto impervio
Quizás hoy de difícil ó vana inquisición.

Allí Lempira alienta, allí su reino se alza,


Allí, la cruenta lucha se traba con furor,
Allí la España sienta de pérfida y de falsa
Indigno un precedente de eterno deshonor.
Ì20 HONDURAS LITERARIA

Mirad: aun se distinguen las obras seculares


Que acusan la estrategia cual fin de su erección,
Como en Cerquín, no lejos, al Oeste, los sillares,
Con arte colocados, marcial destinación.

Y fué en Cuyocuntena do hubo combinado


De heroica resistencia su incomparable plan
l,empira, cuando supo que había traspasado
El español los lindes del reino de Copan.

Entonces, con presura, sus hombres eminentes


Congrega en asamblea; ya no hace distinción
De clases antagónicas; de bandos disidentes
Realiza, como medio supremo, la fusión.

Preciso es consignarlo: con lúcida elocuencia


Lempira hace el peligro cercano conceptuar;
Y todos, con respeto profundo en su presencia,
No osan ni aun siquiera sus labios desplegar.

Ferviente los exhorta á defender sus lares,


L,a integridad del suelo, su hogar, la religión,
Contra una raza extraña que atravesó los mares
Y trae en sus banderas el símbolo del León.

Seduce la apostura del héroe, la grandeza


Que muestra en su gallardo decir y continente;
Sombría es su mirada, mas habla con nobleza,
Furtiva deslizando la mano por su frente.

Lo exalta el patriotismo. Por víctima se ofrece


Primera en el combate que apréstase á librar;
Y el pueblo, que lo escucha con ansia, se enardece
Jurándole su ejemplo seguir sin trepidar.

II

Oh pueblos ! Cuántos siglos vivisteis ignorados,


Sin que del Mundo Antiguo llamaseis la atención,
Sin que vuestra existencia los pueblos avanzados
Hubiesen presentido siquiera antes de Biorn.

Un genio extraordinario, que inspira Aquel que al mundo


Girar hace en sus ejes de eterna rotación,
JEREMÍAS CISNEROS 121

Ha visto en sus ensueños tu cielo rubicundo,


América, tu cielo radiante de esplendor.

Colón es más que un hombre. Tan altos pensamientos


En el cerebro humano no suelen ebullir
Sino cuando son esos cerebros instrumentos
Que á fines providentes el cielo hace servir.

Mas ¡ ay ! cruel enseñanza será siempre en la Historia


Ea suerte del ilustre cosmógrafo Colón:
El hombre que á Castilla colmó de honor y gloria,
Ea ingratitud lo colma de hiírros y baldón.

Eos mares atraviesa, cual malhechor, cargado


De grillos infamantes el gran descubridor;
Pero un clamor de ira del pueblo levantado
De los monarcas ruge terrible en derredor.

Y tiembla la realeza, y á reparar se apresta


Una ruindad que aun hace las lágrimas verter;
Porque la noble patria del Campeador protesta
Contra una infamia, hija de uu español mancer.

Por él—por el proscrito—tú, América, surgiste


Del fondo de una noche de eterna oscuridad;
Y aunque la triste herencia del nauta recogiste,
T ú enseñas hoy al mundo lo que es la libertad !

III

Silencio ! Se oye un vago susurro de amenaza


A l lado de los montes que están al Septentrión;
Qué es eso ? Una avalancha de gente que traspasa
Eas cumbres elevadas del alto Mereudón.

Eo oís ? Por ese lado, do asoma refulgente


El sol, toda la esfera bañando de esplendor,
Existen las naciones que llaman "de Occidente;"
De ahí son esos hombres, de allí es esa invasión.

Oíd: es como el eco de una lejana grita,


Y es sólo que acercándose los españoles van;
Y a cruzan los ramales andinos que limita,
Celake, que al Oriente se yergue cual titán.
122 HONDURAS LITERARIA

¡ Alerta ! que el hispano penetra cual torrente


Que inunda la campiña voraz, devastador,
Y él es quien el silencio perturba irreverente
De estos umbríos bosques do no penetra el Sol.

La atlética estatura, las formas, la rudeza,


Presentan á esa raza de un tipo singular;
Y el candido aborígene, absorto de sorpresa,
V e la extranjera planta su suelo profanar.

Y a llegan á aquel valle que silencioso baña


Arcágual con sus ondas de nítido cristal,
Y exploran diligentes la próxima montaña,
Que abunda en los productos del reino natural.

"¡ Gracias á Dios ¡"—exclaman con gozo extraordinario,


A l ver una planicie capaz de la ciudad
Que edificar proyectan cual punto intermediario
Que ha de servir de escala del uno al otro mar.

Allí se erige un pueblo. La exclamación piadosa


Que diéronle por nombre, consérvase hasta hoy;
Un pueblo que fué luego ciudad esplendorosa
Por las riquezas muchas que encierra en su redor.

IV

Montejo cree en Honduras su imperio cimentado


Y , ufano, se espacía allá en Valladolid;
Mas ay ! aquí de "Gracias" muy cerca un potentado
Indómito se yergue de Lempa hasta Cerquín.

Piraera se declara en actitud de guerra,


Y,' Etempica, el Jefe, dele'ga su poder
En el campeón Lempira, que jura de esta tierra
Las invasoras huestes valiente repeler.

Los Cares sus enconos deponen, y á Lempira


Prometen su concurso de fuerza y de opinión.
Todo el poder del reino á defender conspira
Los fueros de la patria, la fe, la religión.

Todo esto á los hispanos preocupa seriamente,


Y en germen el peligro propónense ahogar;
JEREMÍAS CISNEROS 123

Montejo ordena á Chávez que salga con su gente


De Gracias, y proceda los indios á atacar.

Lempira ! La lid llama, la lid con inminencia


Se ofrece á tus valientes Alerta, en guardia estad !
Cerquin ya fué invadido. Opón la resistencia
Que espera ese gran pueblo de tí con ansiedad.

Son pocos los hispanos. De una campal batalla


El éxito un problema no puede ser jamás;
No obstante que son hijos del pueblo que avasalla,
Después de cruenta lucha, al fiero musulmán.

Sagaces excogitan un medio conducente


A eludir la guerra que en perspectiva está,
Y , al cabo, ardid aleve les presta un expediente
Que debe el plan inicuo, de lleno realizar.

Avístanse las fuerzas; Lempira, con firmeza,


Les dice á sus contrarios: "Los míos lidiarán
Con sobrehumano esfuerzo, con rígida entereza;
Si mueren cientos, miles su puesto ocuparán.

Abrid, pues, el combate!" Sobre un peñón clavado


Contempla de sus filas la inmensa multitud
Ante la cual se arredra el invasor osado,
De quien la altanería se torna en inquietud.

Cual bárbaras condena las luchas, é invoca


Del íntegro aborígene la magnanimidad;
De paz un blanco lienzo, cual símbolo, coloca
¡ Hipócrita ! en una asta que empieza á tremolar.

Proponen un arreglo. ¿ Quién puede la perfidia


Temer de quienes llevan por lema la lealtad ?
Lempira desconoce la cabala y la insidia,
Y espera en el hispano su hidalga fe encontrar.

Oh, sí, porque ese pueblo en su estandarte lleva


La insignia soberana del mártir de la Cruz,
Que tremoló creyente en la tremenda prueba
De que salió rompiendo la negra esclavitud.
124 HONDURAS LITERARIA

El pueblo que ocho siglos lidió con bizarría


Por sostener incólumes su suelo y religión,
No puede dar la espalda, no, nunca, á la hidalguía
Y deslucir las glorias que forman su blasón.

Mas ¡ ay ! que tanto título á garantir no alcanza


De parte del hispano condigno proceder;
En el egoísmo estrecho inspírase y se lanza
Un atentado digno de oprobio á cometer.

De súbito á Lempira se acerca un parlamento


En cuya grupa oculta sus armas un dragón,
"¿ Las bases—dice el héroe—de vuestro avenimiento ?"
Y atruena el aire entonces mortal detonación

Mortífera la bala del arcabuz amigo,


Que escuda el blanco lienzo, va pérfida á herir
E l pecho del Caudillo que no llevó consigo
Arreos de defensa, que inútiles cree allí.

Vacila, y luego vése caer de la eminencia,


Rodando hacia el abismo, el cuerpo del Campeón.
Traidores ! que así insultan tan noble resistencia !
Traidores ! de la Historia lleváis la maldición !

Más de setenta lustros hará que en esa peña,


Que existe aún en la falda del alto Congolón,
Pasó la inicua escena que narro; es la reseña,
El Haceldama eterno de un noble Paladión.

Esa es "Piedra-Pasada," testigo enmudecido


Que vio de aquel suceso la negra realidad;
El pueblo le conserva su nombre y su sentido,
Que habrán de pasar íntegros á la posteridad.

" H a muerto nuestro Jefe, oh hijos de Etempica;


Los blancos hánle muerto sin acercarse á é l " —
Dicen al caer Lempira. La voz se multiplica,
La confusión y alarma sembrando por doquier.

" S a b e d " — l a voz agrega—"que un rayo le han lanzado


A l gran Señor los blancos. ¿ Debemos esperar
JEREMÍAS CISNEROS 125

Que ordenen á las nubes abrir su seno hinchado,


Y hacer sobre nosotros sus rayos estallar ?

Huyamos!" Y en desorden completo se desbandan


Los indios que al hispano reputan por un Dios;
Los peones" que obedecen, los jefes que los mandan,
Por ásperos barrancos discurren con pavor.

Del reino de Piraera concluida es la campaña,


Los indios se someten. La inicua trinidad
De C h a vez, de Alvarado, de Cáceres engaña
Al crédulo aborígene que explota sin piedad.

Rapaces arrebatan el oro de este suelo,


Tesoros y riquezas, con bárbara avidez;
En tanto que los indios, con hondo desconsuelo,
Se van á las cavernas y bosques á esconder.

Persíguenlos, y aquellos que aprenden son tratados


Cual seres destituidos de espíritu y razón;
Cargados como mulos; condúcelos atados
Del cuello con anillos de hierro el vencedor.

Si mueren, su cerebro del tronco es separado,


Guardándose para otro la argolla tutelar;
Un indio no merece que sea sepultado,
Y arrojan sus fragmentos desnudos á un can.

Así se olvida el hombre de todo en la victoria,


Y ultraja los principios eternos de moral;
Y en la embriaguez del triunfo á la impiedad por gloria
Adopta como norma de un proceder brutal.

Dios mío ! yo no quiero tantísimos horrores,


Crueldades inauditas, como éstas, recordar;
Circula en mí la sangre de mis progenitores
La Historia que los juzgue, la Historia es imparcial.

Sembrando sólo ortigas, malezas y zizaña,


El fruto á la semilla debió corresponder;
Mas ¡ ay ! la noble América no exige de la España
Sino el que unan los lazos de una íntima estrechez.
126 HONDURAS LITERARIA

Oh sitio venerando ! No quiero en este instante


Con lúgubres recuerdos mi mente contristar
Y o vine á contemplaros solícito, anhelante,
Un infantil deseo propuesto á realizar.

Perdona si mi plectro, no puede, desmayado,


De mi laüd las cuerdas estériles vibrar,
Si, al ver tanta grandeza, en vano, emocionado
Un himno de ventura pretendo yo entonar.

Qué vengan otros bardos, con su laüd sonoro,


Con la armoniosa lira, de inimitable son,
T u espléndida belleza, de sin igual tesoro,
En cantos inmortales á dar á la Nación.

DESENCANTO

i
Cómo pasan, cuan veloces
Se deslizan en la esfera
Del recóndito infinito
Nuestras horas placenteras;
Esas horas bendecidas
Que, á medida que se alejan,
Tras el prisma del pasado
Fulgurosas reverberan;
A l revés de las de luto
Horas lívidas y negras
Que, con paso perezoso,
Un anciano—el tiempo—lleva
Siempre rauda la ventura,
La desdicha siempre lenta;
Las sonrisas muy fugaces,
Las lágrimas duraderas
JEREMÍAS CISNEROS 127

Cómo torna el hado impío


Nuestro júbilo en tristeza,
Y la plácida alegría
En amarga efervescencia;
Y los lampos de oro y grana,
Que brillantes festonean
Nuestro cielo de zafiro,
En presagios de tormenta
Cómo hiélanse en el pecho
Eas afecciones más tiernas,
Eos lánguidos sentimientos,
Ea erótica vehemencia !
Cómo las flores del alma
— Cuál en otoño hojas secas —
El cierzo del desengaño
Arrastra con inclemencia !
Cómo cae de las sienes
De la virgen la diadema
De rubíes, de topacios,
De azahares y azucenas,
Y en su faz se desvanece
Ea aureola que semeja
A querubes celestiales
Eas criaturas imperfectas,
Cuando el ángel invisible
Que vigila su inocencia,
Sin misión ya, contristado
Al empíreo se regresa !
Cómo al hálito del genio
Que preside las tinieblas,
Ea natura un paroxismo
De agonía experimenta;
Y pálidas desparecen
Eas perspectivas más ledas
Que el horizonte dilatan
De la esperanza risueña;
Eos mirajes encantados,
Eas visiones de que puebla
Ea creadora fantasía
Ea concavidad etérea;
Eos ideales más sublimes
Que arrebatan y embelesan,
128 HONDURAS LITERARIA

L-as imágenes radiantes


De esplendor y de belleza !

II

Dios eterno! qué infelice


Es del hombre la existencia
Cuando carga con el féretro
De sus ilusiones yertas;
Cuando espectros pavorosos
En su espíritu aletean
Semejando en el espacio
A las aves agoreras;
Cuando ho halla en el Sahara
De su vida ni una tienda
— Y a no oasis—que en su marcha
Tormentosa le proteja;
Ni una mano que, impelida
Del cariño, le suspenda
Hacia el borde del abismo
Do lo lanza su demencia !
Qué desdichado es si hiere
Su corazón la saeta
De la envidia, y le sorprende
L,a sórdida inconsecuencia;
Si en la amistad la perfidia,
El cálculo vil encuentra
Y en la virtud las ficciones
De hipocresía rastrera;
Si es la libertad, un mito
Y vanidad la modestia,
Y máscara el patriotismo
De la ambición turbulenta;
Si la justicia una burla
Es del derecho sangrienta,
Y hasta la sabiduría
Ignorancia pedantesca;
Si es la gloria un espejismo
Engañador, en que riela
De la mente en desvarío
L,a aspiración sempiterna;
Si cuanto existe de santo
JEREMÍAS CISNERDS I29

— Sentimientos y creencias
Del alma, las concepciones
Esplendorosas y excelsas;—
Ea pasión, desatentada
Con todo lo que la enfrena,
Eo hace el blanco de sus iras,
De su escarnio ó de su befa !!!

III

En vano el mísero insecto


Que llaman hombre, protesta
Contra las leyes que rigen
La humana naturaleza;
En vano interroga al Cielo
Y al universo en presencia
De Espacio y Tiempo infinitos,
De la infinita materia;
En vano pregunta cómo,
De dónde y por qué anatema
Él se arrastra en este valle
De lágrimas y miserias;
Porqué la desgracia todo
Avasállalo en la tierra,
Y un gemido interminable
De todo el orbe se eleva;
• Porqué se le dio la vida
— Dádiva cruel, funesta,—
Sin requerir su albedrío,
Sin recabar su aquiescencia;
Porqué ese duro castigo
Sin existir culpa previa,
Sin preceder el delito
Que j'ustifique la pena;
Porqué pero no, es delirio
La esperanza de respuesta,
Si un espantoso mutismo
En mares y abismos reina.
No hay armonía en la vida
Universal del planeta;
Un desorden sorprendente
Predomina por doquiera.
13° HONDURAS LITERARIA

La destrucción y la muerte
Todo lo amargan siniestras,
La catástrofe imprevista
Surge, y el pánico siembra.
El crimen triunfa; temblando
Vive oculta la inocencia;
Se ve la honradez proscrita,
La ruindad se recompensa !
Cuál es la ley de la vida ?
De la moral cuál la regla ?-
¿ Se cree posible una justa
Tardía palingenesia ?
Por todas partes al hombre
Oprime una fuerza ciega
Contra la cual reacciona
Siempre en balde su flaqueza.
La súplica fervorosa,
La inverecunda blasfemia,
La sacrilega amenaza
De una rebelión proterva;
La oración que se levanta,
Cual hostia, de la conciencia,
La imprecación más impía,
La plegaria más intensa
Son lo mismo; nada alcanzan,
No consiguen que esa fuerza,
Inpasible, inexorable,
Se desvíe ó retroceda.
Existe el mal. Permanente,
Terrible, fatal, sin tregua,
Azota al mundo, envidioso
De que la paz prevalezca.
Cual un poder que contrasta
La acción de la Providencia,
Labrando la desventura
De la humanidad no cesa.
Se dice que nada existe
Sin la voluntad suprema;
Que la hoja débil del árbol,
Sin su permiso, no tiembla,
Y no se ve que eso entraña
Aterrador un dilema:—
JEREMÍAS CISNEROS

Que el mal, ó viene del Cielo


— Absurdidad estupenda —
O que hay de parte del Cielo,
Para destruirlo, impotencia;
— Absurdo peor, que el enigma
Más indescifrable deja.
Si es la verdad imposible,
Es nugatoria la ciencia,
Y la razón en un báratro
De confusión se despeña.

IV

Ese es el hombre: miradlo:—


Un átomo de materia
Animada por un soplo
De incógnita procedencia;
Un eslabón desunido
De la atávica cadena
De vertebrados, que arranca
Del zoófito su existencia.

Qué es la vida ? dónde nace,


Dónde muere su ola eterna ?
Él lo ignora, y, confundido,
Mira á lo alto, y se prosterna.
Actitud que un homenaje
Grave y digno representa
Del universo infinito
A la majestad severa!

Gracias, 1897.
I32 HONDURAS LITERARIA

AL TRABAJO

Á DON FRANCISCO U L L O A M A T A

Salve, generador del adelanto,


Del progreso en todo orden condición;
Salve, iris de paz, de bienandanza,
Primera ley que emana del Creador.

Ley de admirable economía, entraña


En sí solemne y práctica sanción:
Miseria y mal se sigue á su quebranto,
Y , á su observancia, el bien y la fruición.

Ley á que el orbe sometido se halla,


Sin que sea dable á nadie su elusión;
Rige á los seres que la vida alientan
Desde el reptil humilde hasta el cóndor.

Cuanto de bello encierra y esplendente


En líneas, luz, verdad y animación,
El gigantesco cuadro que compendia
La portentosa humana evolución;

Qué es sino la obra hermosa del trabajo,


Que al hombre—esclavo torna en redentor ?
¿ Qué es sino el firme, recto cumplimiento
De esa gran ley de regeneración ?

El alma humana atónita contempla,


Con inefable y muda admiración,
La inmensurable serie de prodigios
Que realizado ha el hombre en su labor.

Mas ¿ cómo se halla en el planeta el hombre ?


¡ He allí la abstrusa, insólita cuestión !
¿ Viene del huevo ? ¿ comenzó por larva ?
¿ Tuvo una breve ó larga incubación ?
JEREMÍAS CISNEROS 133

La vida misma universal ¿ dó nace ?


Cómo á mostrarse múltiple empezó ?
Animo tuvo la materia siempre,
O recibió en el tiempo animación ?

¿ No fué la espesa banda de zoófitos


Que de los mares cubre la extensión,
De ese principio misterioso el germen,
El protoplasma ó primitivo embrión ?

¿ De ahí es que surge el tipo originario


Que, monstruo, informe, se resuelve en dos,
De los que salen las especies todas,
Del transformismo lento por la acción ?

¿ También el hombre, en esa gran cadena


De las especies, forma un eslabón
Roto, pues falta el tipo intermediario
Entre el gorrilla y él, de transición ?

Vertiendo á mares de su noble frente


El fecundante y cálido sudor;
Doblando el dorso y la cerviz altiva,
Los músculos y nervios en tensión;

El primitivo insecto se levanta


A deslumbrante altura, superior;
Llega á explorar las simas insondables,
Y escala audaz del éter la región.

Imaginaos lo que fué en su origen:


Completamente huérfano del don
De la palabra, y de todo otro signo
Con qué expresar la interna sensación.

Sorpresd, absorto, en el primer instante


De su ignorada, extraña aparición,
Debió mirar perplejo el horizonte
Cual si saliese entonces de un sopor.

Fué menos apto que el abyecto paria;


El paria, al menos, vio un predecesor.
HONDURAS LITERARIA

Tuvo un ejemplo, recogió una herencia;


De alguien los pasos sigue; el hombre no.

Sin guía alguno, su escabrosa senda


Empieza á hollar y lucha con tesón
Para vencer á la natura abrupta
Que contemplar no puede sin pavor.

Para llenar aquellas exigencias


Fundamentales en su ser, pasó
Siglos muy largos, en que apenas usa
Del natural lenguaje en formación.

Para arreglar brevísimo sistema


De guturales signos de expresión,
Que la mirada fulgurante ayuda,
Fuerza es de siglos cien una adición.

Para adobar rudimentarias viandas


Y una caverna abrir como el castor;
Para aplicar el portentoso agente
Que halla en el FUEGO, idéntico al calor;

( E l fuego fué trascendental conquista,


Que hace del hombre céntupla la acción;
Sin él la industria rudimento fuera;
Sin él no habría civilización.)

Quizá no sólo centenares, miles


De años debieron transcurrir en pos,
Si ha de guardar la lógica sus fueros,
Si el pensamiento es libre en su función.

Para fundar enérgico en la tierra


Una efectiva, real dominación;
Mares, abismos, montes y desiertos,
Nulos hacer por medio del vapor;

Para llevar á su cénit la industria,


Que es del esfuerzo racional creación;
Para elevar á su apogeo el arte,
Que de lo bello es alta concepción;

Para formar ese caudal de ciencia


Que, al contemplarlo, el mismo que lo creó
JEREMÍAS CISNEROS 135

No puede meuos que lanzar de asombro


Una estentórea, inmensa exclamación.

( La ciencia es quien en la natura encuentra


Latente el fluido eléctrico, fautor
De la consciente actividad que abre
Nuevo horizonte al genio emprendedor.

Ella adivina el vasto mecanismo


Universal, la ignota formación
De los de astros innúmeros sistemas
Que, sendos, tienen en su centro un sol.

Estas conquistas, capital glorioso


Del edificio intelectual, florón
De su diadema rica, la honra eterna
Habrán de ser de su finito autor );

Para trazar un éxodo asombroso


Como éste—que es magnífica ascensión
Desde la noche de ignorancia eterna
Al del saber espléndido tabor;

¿ Pueden bastar los seis millares de afios,


Bíblica edad supuesta á la creación,
Cuando en un lapso semejante el hombre
Ni aun vislumbrar podría su misión ?

Las ciencias todas, de consuno, apoyan


La verosímil, justa apreciación
De que los años del planeta deben
Enumerar decenas de millón.

Mas ¿ la materia cósmica fué creada ?


Pudo la NAI^A preexistir, el CAOS ?
Es el VACÍO conciliable nunca
Con la eternal actividad de Dios ?

Y el espacio y el tiempo y la materia,


¿ Una infinita trinidad no son,
que, ab eterno, la existencia tuvo
Y adperpetuam la tendrá, cual hoy ....?
HONDURAS LITERARIA
*3¿

¿ Qué océano lanza la ola de la vida,


Y hacia qué playas rueda en su expansión ?
En qué principio estriba el movimiento ?
En cuál la fuerza viva y la atracción ?

¡ Misterio oculto, impenetrable, abismo


De perdurable y cruel cavilación;
Problema oscuro y capital, enigma
Que no tendrá jamás resolución !

Aunque las brumas de la duda envuelvan


Al pensamiento en fúnebre crespón,
No hay que cerrar el pecho á la esperanza
De que es posible un MAS ALLÁ mejor.

Y altares erijamos al trabajo,


Himnos sin fin cantando en su loor;
Que ese tributo y la apoteosis debe
L,a especie humana á su benefactor.

De la conciencia en el santuario augusto,


Donde su luz destella la razón,
A la justicia y al deber honremos,
No por egoísta y falsa inspiración.

Qué los más puros, nobles sentimientos,


Que generoso abriga el corazón,
Da sociedad con sus aplausos honre,
Que es el más alto estímulo el honor.

Qué no más sea la alma democracia


Un legendario mito, una irrisión;
Que en nuestro cielo brille majestuosa
L,a libertad con vivido fulgor.

Gracias, 189...
JEREMÍAS CISNEROS Í37

CANTARES

" T ú eres una, y o soy m í o ;


U n o y u n a que son dos;
Dos que debieran ser u n o ;
Pero no l o quiso D i o s . "

ÁNGEL MARÍA DACARRETE.

Cuando ayer me preguntabas


Que si por fin ya no te amo,
Te respondí que era cierto;
Pero ¡ es porque te idolatro !

Una imagen yo quisiera


Ofrecerte de este cambio,
Aunque sé que por tí misma
L,o comprendes demasiado.

Pero no es demás un símil,


Aunque sea bien prosaico:—
Del amor la idolatría
Cabalito es el cuadrado.

Nada puedes ya exigirme


Y o cumplí con tu mandato;
Hoy al nuevo sentimiento
No te toca legislarlo.

Ley del cielo es el progreso,


Ley muy sabia el adelanto;
Observándola, he creído
Que me debes tus aplausos.

De la ruin hipocresía
T ú ni yo somos esclavos;
La franqueza es nuestro lema,
La hidalguía nuestro lábaro.
HONDURAS LITERARIA

Que se queden los embustes


Para el grande y para el fatuo;
¡ I,a verdad que resplandezca
Muy ingenua en nuestros labios!

Quiero usarla yo contigo


A l decirte, muy ufano,
Que no pienso que desees
Ver mi amor en el ocaso.

Para creerlo no es preciso


Tener ínfulas de sabio,
De adivino ó nigromante,
Ni de necio ensimismado.

Basta sólo el ejercicio


Del sentido común (raro
Debe ser) para formarse
Un tal juicio temerario.

Alma mía ¿ á mí decirme


Que no te ame ya ? ¡ pecado !
Y ¿ no estaban, ese entonces,
Tus manitas como el mármol ?

Mas no fíes tú del hielo,


Que me abrasa el de tu mano,
Cuando sólo un instantito
Y o he sentido su contacto.

Al mandarme que te olvide,


Me fulminas con un rayo;
Pobrecita, si te alcanzan
De su furia los estragos !

No repitas tú esa orden,


Porque el tono de desmayo
Me revela, claramente,
• Que procuras lo contrario.

No lo digas, alma mía,


Con el rostro así, inmutado;
No lo digas si lo dices
Sin energía y sin garbo.
JEREMÍAS CISNEROS 139

¿ Cómo puedes, inocente,


Suponer que, desdichado,
Y o olvidase en un instante
Un amor tan acendrado ?

Niña, tú eres muy nifia


Al exigir tal milagro;
No se apagan los incendios
Cuando el viento va á agitarlos !

No me digas ¡ ay ! que sufres,


Porque finjo yo dudarlo
Con el ansia de que agregues:
" E s por tí que sufro, ingrato !"

Porque ¿ cómo iba á ser nunca


Al cariño refractario
Ese pecho, de ternura
Preciosísimo regazo ?

Dónde están aquellas rosas


Que te di como aguinaldo ?
T ú me diste un pensamie?ito,
Y en mi seno se ha secado.

Esa flor sobre mi vida


Esparció un perfume grato;
A y ! si fué porque la puse
Donde tiene su santuario.

Qué será lo que tú tienes,


Que me tienes hechizado ?
Si me olvido de mí mismo
Por estar en tí pensando !

Ve: los hilos de mi vida


No he podido yo juntarlos;
El simoun del infortunio
Ha venido á dispersarlos.

Te acuerdas tú de aquel día


Que yo te dije: "este encanto?"
Es la estela luminosa
Que revierte hacia el pasado !
I4o HONDURAS LITERARIA'

La tarde en que me dijiste:


" E s la última en que hablamos,"
Todavía aquí en mi mente
Se dibuja con sus lampos.

Por mirarte á cada instante


Y o daría mi descanso;
Y la misma vida diera
Por mirarte entre mis brazos.

Mi cariño se halla oculto


Como el oro del avaro;
Mas la llave de esa urna
Sabes tú dónde la guardo.

La vanidad es un dueño
Mal consejero, muy malo;
Por no querer sufrir mucho,
Suele sufrir demasiado.

Ay, bien mío! me avergüenzo...


Del destino es un sarcasmo;
El delito de tontera
No tiene igual; es tamaño !

Pero tú tienes la culpa;


¿ Para qué me has perdonado ?
Hay perdones que ni al cielo
Fuera lícito otorgarlos.

Cuando una sonrisa de ángel


Brilla fúlgida en tus labios,
Me parece que las puertas
Vas á abrirme del paraíso.

Por qué me miran- tus ojos


Si yo no puedo mirarlos,
Así como tú los pones,
Sin un delirio insensato ?

Sé tú feliz ¿ has tendido


Negro crespón ó sudario
Sobre el ayer ? Y o , infelice,
Me desvivo por lograrlo !
JEREMÍAS CISNEROS 141

Quizá contra mi destino


Repito lo que en el atrio
Te dije: "Pues adorarte
Resuelvo." Y nos separamos.

188...

A,

He visto tu retrato. T u ideal fisonomía,


De líneas armoniosas, de corte escultural,
Despierta una profunda, ferviente simpatía,
El culto que doquiera se rinde á la beldad.

Bien sabes que yo envidio tu pluma delicada,


T u estilo—ese es su mérito—sencillo y natural;
T u elocución ingenua, tu frase meditada,
De tu palabra fluida el tono musical.

Así es como vindica sus fueros la Natura,


Volviendo por su crédito. Mintió la tradición
Que antípoda al talento mostró de la hermosura,
Que entre ambos establece profana oposición.

Fortuna es que esa tesis, si desconsoladora,


Del todo es arbitraria, gratuita afirmación;
La forma, eternamente, será reveladora
Del ser que baj'o de ella palpita en la creación.

Verdad que hoy patentiza tu clara inteligencia,


Que no ha tornado oscuro tu rostro seductor;
T u corazón que vierte dulcísima clemencia,
T u espíritu que irradia su luz en derredor.

Sin duda tú mereces altísimo holocausto,


De la poesía el ritmo, del arte el esplendor—
142 HONDURAS LITERARIA

L,as dotes que avariento negóme el hado infausto,


Privándome de enviarte la voz del corazón. 1

Insecto imperceptible del mundo literario,


En vano yo del cóndor contemplo la región;
De lágrimas reguero, mi vida es un calvario
Que nunca han alumbrado los rayos del Tabor.

El oro de los Cresos?..... yo no lo ofrecería


A un alma que en el éter se cierne espiritual,
Que mira indiferente la ciega idolatría
Que ayer, como hoy, el mundo tributa al "vil metal."

Mas réstame en silencio, de lejos, admirarte


Y por tu dicha votos hacer con efusión;
Y a que otro sentimiento no debo consagrarte,
Recíbeme indulgente tan pálida oblación.

Gracias, 1897.
JOAQUIN DIAZ
JOAQUÍN DÍAZ

Nació en Tegucigalpa, el 17 de enero de 1843.


Sus padres fueron don Rafael Camilo Díaz y doña
Trinidad Borjas de Díaz.
En su ciudad nativa aprendió las primeras letras y
pasó luego á León, donde hizo sus estudios de instrucción
superior.
De León se dirigió en 1864 á Guatemala, en donde
alcanzó el título de Médico y Cirujano.
Regresó á Tegucigalpa en 1870, y desde entonces se
dedicó al ejercicio de su profesión, habiendo sido el que
fundó aquí la primera Farmacia formal.
Reorganizada la Universidad conforme al Código de
Instrucción Pública vigente, fué nombrado individuo de
la Facultad de Medicina.
Electo en 1888 Vicedecano de dicha Facultad, ejer-
ció las funciones de Decano durante el tiempo que estuvo
ausente el propietario Doctor don Carlos E. Bernhard.
El Doctor Díaz desempeñó varias cátedras en el Co-
legio Nacional y en la Facultad de Medicina. En la de
Jurisprudencia y Ciencias Políticas tuvo á su cargo la cla-
se de Medicina Legal y Jurisprudencia Médica.
Gustaba el Doctor Díaz de los estudios de Historia
Natural y del cultivo de las letras.
Escribió más en verso que en prosa. Sus composicio-
nes fueron publicadas en los periódicos de esta capital y
T II. —10
146 HONDURAS LITERARIA

en varias revistas extranjeras. El Doctor don Ramón


Uriarte incluyó algunas de ellas en su Galería Poética
Centro-americana.
Falleció el Doctor Díaz en Tegucigalpa el 12 de julio
de 1892, á las 3 y 45 minutos p. m.
NOCTURNO

Á MANUEL

Con el aliento de tu amor mi vida


Nutrió su bella juventud, hermosa;
Y con mis sueños de color de rosa
Bordé la senda de tu edad florida.

T ú me enseñaste á contemplar el cielo


En toda la extensión de su infinito,
Y al contemplarlo con tu amor, proscrito
Miré tu corazón en este suelo.

Me abriste del amor el horizonte,


Y mi alma al dilatarse en el espacio,
Para ese amor te levantó un palacio
En los celajes del más alto monte.

El rayo de la aurora refulgente


Abrió de la ilusión la flor hermosa,
Y al prenderla tu mano cariñosa,
Me hiciste reina ál coronar mi frente.

En el inmenso azul de las estrellas


Vi que la luz para el amor titila,
Y al verla retratada en tu pupila,
La vi en tus ojos desprenderse de ellas.

Al levantar mi espíritu su vuelo,


Unido al tuyo como dos querubes,
Miré á la tierra descender las nubes
Y alzarse mi alma á la región del cielo.
HONDURAS I4TERARÍA

Y ante el grandioso luminar divino


Que da el aliento de la vida humana,
V i que el amor entre su foco mana,
Y que á tu pecho á reflejarse vino.

Desde entonces te amé con la grandeza


Con que se adora al Hacedor del Mundo;
Y mi afecto, infinito en lo profundo,
Te abarca en cuanto cabe en mi terneza.

No tienen mis palabras los acentos


Que puedan repetir en tus oídos,
Ese conjunto universal de ruidos
Que levantan los grandes sentimientos;

Pero mi alma postrada de rodillas


Ante un altar que te levanta inmenso,
Quema los granos del perlado incienso
Que arranca de mis cárdenas mejillas.

Para ese amor, que servirá de ejemplo,


Busqué la antorcha de tu hogar divino;
Elené la copa de embriagante vino,
Y fui contigo hasta el umbral del templo;

Pero la íuria del averno, loca,


Herida en su miseria y en su orgullo,
Envidiando mi amor porque era el tuyo,
Con su saliva envenenó mi boca;

Y de arrastrada, ante el altar sagrado


Elevóme sin razón ni sentimiento,
A forzar de mi labio un juramento...
¡ Y muerta me arrojaron á su lado !

Desde entonces no sé dónde se oculta


Aquel hermoso porvenir de amores,
Ni aquella aurora reventando flores;
Y mi alma en las tinieblas me sepulta.

Ese infinito celestial vacío,


Donde se forman ilusiones bellas,
Perdió el azul y el titilar de estrellas,
Y aquí lo siento dentro el pecho mío.
JOAQUÍN DÍAZ

Si vieras cómo vive tu Rosario,


Herida de pesar la llorarías,
Y del cielo en que moras, volarías,
Cambiando aquel tabor por su calvario.

El tejido de penas de este mundo


Se enrosca comprimiendo su garganta,
Y así, risueña, los placeres canta,
Hundiendo su alma en su dolor profundo:

Sus noches son tan largas y tan frías,


Que pálida y enferma y macilenta
Con los suspiros los minutos cuenta,
Y aun son más crueles sus eternos días.

Allí donde reclina su cabeza,


Te mira con tu madre entrelazado,
Y sueña que contigo está á su lado;
¡ Calcula el despertar de esa tristeza !

Se mira criminal y maldecida,


Y en el mundo tenida como ejemplo;
L,legar no puede hasta el umbral del templo,
Ni tiene la grandeza del suicida.

La adulación con su ruidoso canto


Ensordece el pesar que la devora;
Pero abrasada por tu amor, te llora,
Y besa tu recuerdo con su llanto.

No pienses que te burle ó quiera menos;


No llega su pesar ni su delirio
A olvidar que tu muerte fué un martirio
Causado por sus locos desenfrenos.

El sollozo, el suspiro y el lamento;


Sus labios, sus mejillas y sus ojos
Que á fuerza de llorar se miran rojos;
El alma, el corazón y el sentimiento;

Los sueños que despierta ó ya dormida


Le pintan encantadas ilusiones;
La aurora de una noche de visiones,
O la noche del sueño de su vida;
15° HONDURAS LITERARIA

La hermosa juventud de sus quince afios,


La flor de sus amores y esperanza,
Nada es bastante y consumir no alcanza '
La horrible defección de sus engaños.

Y su alma prosternada de rodillas


Ante el sepulcro de tu amor intenso,
En un adiós te llevará el incienso
Que evaporan sus cárdenas mejillas.

ROSARIO.

Un cielo iluminado por la aurora


Y el albor de una aurora en primavera,
Eso pinta la rubia cabellera
En la frente que lleva encantadora
Los ojos de un azul que reverbera.

Se alfombra la pradera de verdura.


La colina se cubre de esmeralda:
Eso fingen los pliegues de la falda
Que envuelven un contorno de escultura,
A l prenderse gallardos en su espalda.

Pero el manto risueño del Oriente


Hecho de tiras de celajes bellos
Y de rojos y nítidos destellos,
No remeda el fulgor del alba frente
Donde juegan rizados sus cabellos.

La verdura del campo reverbera


Ocultando el relieve de las lomas,
Como guarda en sus ramas los aromas;
JOAQUÍN DÍAZ

Mas no puede ocultar á la palmera,


Ni á la acacia en que anidan las palomas.

La que lleva en sus ojos lo celeste


Del lampo sonrosado de la aurora;
La que oculta una forma encantadora,
Con pliegues de esmeralda en ancha veste,
De rubia cabellera onduladora;

Esa es la virgen, la de hermosa espalda,


De ojos azules y cabellos de oro;
La que oculta su talle con decoro,
Que verde lleva la prendida falda,
Esa es la virgen que en secreto adoro.

Tegucigalpa: junio de 1887.

LA MORENA Y LA RUBIA

Aunque la rubia germana


Tenga mirada celeste,
Y aunque la aurora le preste
Su cabellera galana;
La morena americana
Prende tal fuego en sus ojos
Que son al alba sonrojos,
Y hasta le envidia la noche
La cabellera sin broche
Que ella ondula á sus antojos.

Aunque la rubia de Albión,


Con sus nítidos ropajes,
Hechos de niveos celajes,
Levante la inspiración,
Es nieve del Septentrión;
HONDURAS LITERARIA

Al paso que la morena,


El que la mira se llena,
Porque ostenta por adorno,
En un mórbido contorno
Una gracia que enajena.

Aquella labios de rosa


Y de boca diminuta,
A la trigueña disputa
Ese beso que retoza,
Destilando miel sabrosa
En un labio de cereza:
Si es la rubia la belleza,
La morena es la- hermosura^
La una es alma que fulgura,
La otra un tipo de terneza.

De la zona tropical
Tiene la morena el fuego;
Tiene la rubia el sosiego
De la neblina glacial:
Es la blanca pedernal
Que necesita de frote
Para que la chispa brote;
La morena, enamorada,
Más que chispa es llamarada
Puesta al aura que la flote.

En la morena hay pasión,


Espíritu que arrebata,
Intenso placer que mata;
Es delirio, abnegación
De fogoso corazón,
Sin calma ni saciedad;
Una incitante beldad
De hermosura deslumbrante;
Es una estrella radiante
De amor, en la oscuridad.

Hay en la rubia un ideal


De tranquilo amor sereno,
En dormido blanco seno
De contorno escultural;
JOAQUÍN DÍAZ 153

Y es un alma angelical
Que levanta el pensamiento,
Dominando el sentimiento;
Un espíritu en un lirio;
Es el placer del martirio,
Y es el dolor del contento.

La vida para el amor,


O el amor para la vida,
¿ Cuál es la senda florida ?
¿ Cuál de las dos es mejor ?
La morena en su interior
Lleva del amor el beso,
Y es el amor su embeleso;
Hay en la rubia poesía,
Pero en su misma alegría
Su corazón está preso.

Gracia, placer, hermosura,


Pelo negro, labios rojos,
Dos llamaradas por ojos,
Morbidez de una escultura,
En un alma que fulgura
Con incitante esplendor,
Eso despierta el ardor
Que se provoca y se llena
En la turgente morena,
Con fuego, numen y amor.

Blanca, rubia, perfilada,


Hecha de nieve y de rosa;
Una virgen majestuosa
Sobre concha nacarada
Entre nubes de alborada;
Alabastrina pureza
En escultural tristeza;
Mitad rosa, mitad lirio,
Casi un amor en martirio;
Esta es la rubia belleza.

Hay en la una fantasía,


Sentimiento y corazón;
Hay en la otra la ilusión
154 HONDURAS LITERARIA

De la sublime poesía;
Pero es blanca, como fría,
¿ Cuál de las dos es mejor:
La hermosura del amor,
O el amor de la hermosura ?
¿ El arte de la escultura
O de ese arte el esplendor ?

EN LA URNA SEPULCRAL
DE MI HIJA LUISA FRANCISCA, MUERTA A LOS 18 D Í A S D E NACIDA

Como nube que desciende


De las regiones del cielo
Para besar este suelo
Empapado de dolor;
Como pétalo de lirio
Que muere al primer aliento
Después de ofrecer al viento
Su perfume embriagador:

Como pálido destello


Que á los primeros albores
V a despertando las ñores
Al reflejo matinal;
Como risueña esperanza
Que en el porvenir se mece,
Y luego se desvanece
De la vida en el erial:

Cual murmullo melodioso


Que va llevando la fuente
Antes de ser un torrente,
Que á los mares va á morir:
O la estrella vespertina
JOAQUÍN DÍAZ 155

Que antes de nacer la aurora,


En diáfano lampo dora
Su reflejo de zafir:

Como arpegio cadencioso,


Que en la mañana murmura,
Y que roba el aura pura
Del acento del turpial;
Como paloma dormida
Sobre un capullo de flores,
Soñando en castos amores,
Sin temor del vendaval;

O crisálida que muere,


O luz bella que se apaga,
O mariposa que aciaga
Muere al rayo de la luz:
O azul cielo nacarado,
Que sé borda de arreboles,
Y al ponerse de los soles,
Apaga negro capuz;

Así tú un ángel fuiste,


Descendido de los cíelos,
Para besar estos suelos
Anegados de dolor.
Y desplegaste tus alas
A las etéreas regiones
De ignotas constelaciones,
Al primer beso de amor.

¡ Bien hayas tú, ángel bello,


Que posaste la morada
Del alma que enamorada
Te dio su seno y tu ser,
Para llevar á los cielos,
Con el amor de tu padre,
La pureza de tu madre
En un alma de mujer !

Tegucigalpa: 19 de diciembre de 1882.


156 HONDURAS LITERARIA

POR UN AMIGO

SOLEDAD

Si hay una soledad muda y sombría


Que en su tristeza el corazón devora,
Hay otra Soledad encantadora,
Y esta es la Soledad del alma mía.

La una es genio de amor y de alegría,


A quien mi pecho con afán implora;
Y por la otra en silencio el alma llora,
La triste soledad de una agonía.

En esta soledad del pensamiento


Aparece en risueña lontananza,
La hermosa Soledad del sentimiento
Envuelta en el recuerdo y la esperanza;
Y aunque corre en pos de ella mi lamento
Y su huella persigue, no la alcanza.

i LA SEÑORITA
SOLEDAD GONZÁLEZ

Con alas de blanca pluma,


Una paloma torcaz
Rompiendo el arco de un iris;
Una sirena que va
Alzando cantos y espumas
Sobre las ondas del mar;
JOAQUÍN DÍAZ 157

En un cielo vaporoso
Una centella fugaz
Lloviendo gotas de fuego
En campo primaveral,
Así te vieron los ojos,
Eos que te vieron cruzar
Sobre este limpio horizonte,
Bellísima Soledad.

Y o estaba lejos, muy lejos,


En las orillas del mar,
Mirando hundirse las olas
En la azul inmensidad,
Cuando se oyeron los cantos
De zenzontle y de turpial,
Que alzaron nuestros poetas
A l verte, hermosa cruzar,
Y dicen que era tu vuelo
De águila andina caudal;
Que hay en tu voz el acento
De la paloma torcaz,
Y en tus ojos de gacela
Eo tierno de la humildad;
En tu cuello de alabastro
Lo de la garza imperial,
Y en tu talle de palmera
El bellísimo ondular
Del gallardo datilero
De la ribera oriental:
Que tienes alma de virgen,
Y esa risueña bondad
Del corazón que se aduerme
En un seno virginal,
Y que fulgura en tu mente
La divina claridad
Del que soñando despierto,
Mira en el cielo un ideal.

Alzabas tu hermoso vuelo


Cuando tornaba fugaz,
Y apenas vi del arco iris
Bellos pedazos flotar
158 HONDURAS LITERARIA

Sobre las alas de un ángel


Cruzando la inmensidad,
Y la cauda de un cometa
Cerca á tu cielo brillar,
Como pedazos de aurora
En el espacio boreal;
Pero sentí los aromas
Que se desprenden allá
De las copas de los cedros,
De las ramas del pinar,
Que dan sombra á las huríes,
Sobre tu césped natal.

1887.

SACRIFICIO

T ú encendiste la llama de la pira,


Y yo puse en la llama el corazón;
T ú avivaste las llamas de su fuego,
Y yo puse los ojos en tu Dios.
Si tú ofreciste el sacrificio santo,
Y o di la vida en aras del amor.

Si el incienso se lleva los perfumes


Del alma que se inmola con pasión,
En la llama del fuego que prendiste
La inocencia de mi alma se quemó: ;

T ú fuiste el sacerdote y el verdugo,


Y yo, triste, una víctima de amor.
159

EL ROCÍO DEL ALMA

Á I<A STA. FRANCISCA EEITZELAR

Una gota de rocío


En el párpado prendida,
Como perla derretida
En la hoguera del amor,
Es una gota del cielo
Que la pupila evapora,
Mientras el alma devora
La amargura del dolor.

En las horas de la vida


Hay un momento infinito,
Tan profundo como el grito
Del que naufraga en el mar;
Segundo que se dilata
En las ondas del acento
Que va agitando el lamento
Con el grito del pesar.

Quien no sepa que en el padre


Hay un cariño profundo,
Que se rebalsa en el mundo
Con sublime abnegación;
~E\ que no tenga en el alma
El placer de esa ternura,
No comprende la amargura
Que te llena el corazón.

Quien no haya visto en el cielo


Dibujado en lontananza
El azul de la esperanza
Que mitiga la ansiedad,
No comprende que en el alma
Hay una divina fuente,
16o HONDURAS LITERARIA

Que convertida en torrente


Aquieta la tempestad.

No comprende que la vida


En un desierto, un vacío
Que fertiliza el rocío
Congelado en el dolor;
Que tras la lluvia de fuego
Viene la brisa y la calma,
Y ese reguero del alma
Que es el llanto del amor.

Y o sé lo que es la tristeza.
Siento en el pecho la brasa
Con ese fuego que abrasa
Y consume la aflicción;
Siento la herida profunda
Del puñal envenenado,
Siento el pecho desgarrado
Y partido el corazón.

Y comprendo que hay en tu alma


E l infinito vacío,
A donde baja el rocío
Congelado del dolor;
Comprendo que tu alma llora
La orfandad de la existencia,
Que estás vertiendo la esencia
Del pesar y del amor.

Deja que corra tu llanto,


Porque esa fuente bendita
Baja del alma proscrita
Que ha tornado á su mansión;
Y con paternal cariño
Su mismo llanto derrama,
Para que extingas la llama
Que te abrasa el corazón.

Tegucigalpa: 15 de junio de 1887.


JOAQUÍN DÍAZ l6l

L E Y E N D A TEGUCIGALPENSE

Iw\ L E O N A ' 1 1

Una madre sencilla y cariñosa


De noble aspecto y continente grave;
Pero dulce y amable en cuanto cabe
En hija bella y en amante esposa:

Con toda la ternura del cariño


De la madre que arrulla en sus regazos,
Abarcaba en contorno de sus brazos
Al fruto de su amor: un bello niño.

Risueña con el peso que la inclina,


Al norte de la villa, por recreo, .
Elige una vereda en su paseo,
Que sube á la planicie en la colina.

Contempla ahí los bellos horizontes


Bañados por la luz del Occidente,
Y reflejados en su hermosa frente
Que domina la cumbre de los montes.

El niño obedeciendo á sus antojos,


El pecho suelta de su madre hermosa,
Y con sonrisa bella y candorosa
Enciende el brillo de sus negros ojos.

Ea madre embelesada le miraba;


El niño contemplaba el firmamento;
Ea madre levantaba el pensamiento;
La luz crepuscular se dilataba.

Y la madre y el niño ven el cielo,


Y en risueña y cercana lontananza,

(* ) N o m b r e ele un paseo al N o r t e de T e g u c i g a l p a .
l62 HONDURAS LITERARIA

Dibujando el albor de la esperanza,


En celaje prendido como velo.

El niño que aspiraba el tenue ambiente,


Que embriaga y adormece á la paloma,
Cual si tuviese el nido en verde loma,
Soñoliento inclinó su hermosa frente.

La madre al niño adormecido deja


Entre peñas y pajas naturales,
Envuélvelo en sus límpidos pañales
Y al bosquecillo sin temor se aleja.

Cortando frutas y campestres ñores,


Y las peñas mirando á cada instante,
Tras de la cuna de su bello infante
Contempla de la tarde los fulgores.

Le pide al cielo el porvenir de su hijo;


Le ofrece en cambio como débil dote,
La santa vocación del sacerdote,
Que ha de alentarle con afán prolijo.

Y enajenada por amante anhelo,


Y extraña á las visiones de este mundo,
Toda la llama de un amor profundo
Eleva en gratitud, orando al cielo.

Mas presto corre por agreste breña,


Y encuentra al niño, juguetón, sonriente;
Pero suspensa sobre su alba frente
Leona feroz que acecha en alta peña.

De madre el corazón da el estallido;


Con arrojo sublime vuela y grita,
El niño á arrebatar se precipita,
Como pantera de cachorro herido.

La leona sorprendida se estremece,


Suspende el movimiento hacia su presa;
Deja la huella de su garra impresa,
Y cerrando sus fauces desparece.

Aquel niño fué el Dios de nuestras greyes:


Una plegaria de la tierra al cielo;
JOAQUÍN DÍAZ

Virtud y caridad, saber, consuelo;


Todo alma y corazón: el Padre Reyes.

¿ La madre ? Siempre orando, dulce y bella;


Ternura, abnegación, amor, cariño;
Mujer, en fin, amamantando á un niño
En quien mira los rayos de una estrella.

Aquel peñasco es hoy un monumento


De gratitud, de gloria y de recreo;
Y es á la vez encantador paseo,
Y el emblema inmortal de un sentimiento.

Tegucigalpa: 3 de junio de 1891.

Á TRUJILLO
DESDE LA MONTAÑA

Aquí en la cumbre de la montaña,


Bajo el alpino y agreste monte,
Diviso apenas el horizonte
Que en luces baña tu hermoso mar.
Y suspirando bajo sus ramas,
Miro las auras mover las hojas,
Que entristecidas con mis congojas,
Llanto derraman al susurrar.

La bella alondra sobre la cima


De la arboleda de esta montaña,
Con mis cantares en llanto baña
El eco triste de su dolor.
Y los panales de miel sabrosa,
Donde el murmullo de las abejas
Son el recuerdo de amargas-quejas.
Todos se aduermen á mi rumor.
HONDURAS LITERARIA

Dejan los nidos y los arroyos


Las montañeras, grises palomas,
Cuando atravieso las verdes lomas
Donde ellas forman su palomar,
Porque ellas saben que mis cantares
Son los acentos y los murmullos
De los amores y los arrullos
De un ave triste que sabe amar.

Con los suspiros de mis recuerdos


Muevo las alas del fresco ambiente,
Y con mi llanto mojo la fuente
Que alza en las breñas triste rumor.
Y o soy un ave que va de paso
Por estos montes, como en el mundo,
Cantando el triste, pesar profundo,
Que oculta el alma para el amor.

Y o soy un cisne de las riberas


Que el Guacerique dormido besa;
Y o soy el eco de la tristeza,
Que arranca su onda al murmurar.
Sé los secretos de los suspiros
De aquellas ninfas de negros ojos;
Sé los caprichos y los antojos
De la doncella que empieza á amar;

Sé las historias de sus canciones,


Y las endechas y las baladas;
Sé de sus magos y de la5 hadas
Lo que se amaron con frenesí;
Sé lo que dicen los pajarillos
En el lenguaje de sus amores;
Lo que la brisa dice á las flores,
Lo que las flores al colibrí.

Pero en las playas del regio Atlante,


Donde los silfos cantan poemas,
Eos horizontes son los emblemas
Del infinito, del ancho mar:
Donde las olas suben al cielo,
Y los volcanes son atalayas
JOAQUÍN DÍAZ I6 5

Que formau diques sobre las playas


Al rudo oleaj'e que va á estallar:

Y las sirenas cantan idilios,


Y sus montañas son de corales,
Y las espumas como fanales
Flotan en blondas de blanco tul:
Donde las aguas besan las nubes;
O cuando duermen con dulce halago,
Como sirenas de terso lago,
Son el espejo del cielo azul:

Donde se mira la mar augusta,


Y como nueces nadar los Andes
En insondables abismos grandes,
Que son secretos de la creación;
Ahí no se alza mi pensamiento
Sobre las alas de la poesía,
Porque se ofusca mi fantasía
Ante esa llama de inspiración.

Y o soy un ave que va de paso


Por ese mundo del sentimiento,
Vertiendo triste, con rudo acento,
E l llanto amargo de su dolor;
Y o soy un ave de esas canoras,
De voz opaca, sin murmurio,
Que alza su nido junto á ese río,
Que da las auras del patrio amor.

Y o fui de paso por tus hogares,


Regando ñores á la belleza,
Y en el acento de mi tristeza
Alcé mi canto con débil voz.
Aquí ya lejos, en la montaña,
Entre los montes, cual las abejas,
De mis pesares cuento en mis quejas
Eas que hoy te ofrezco como un adiós.
HONDURAS LITERARIA

EL SOLDADO

Dejo á mi madre y mi hogar,


Mi esposa, mi porvenir,
Y me lanzo á compartir
La suerte del militar;
Va la Patria á batallar
Por su fuero y por su honor,
Y va Honduras con amor
A defender su derecho,
Dando su escudo á mi pecho
Y su aliento á mi valor.

Con la sangre de mis venas


Van á regarse los campos,
Y de la gloria los lampos
Van á reflejarse apenas,
Con el tinte en que están llenas
Las fojas de las historias
Que Honduras tuvo en sus glorias,
Cuando en lucha fratricida
T u v e el honor por egida
En sus bélicas victorias.

La lucha del patriotismo


Contra la hueste homicida
Se sustenta con mi vida,
La vida del heroísmo;
Y si el rapaz vandalismo
Huella nuestra rica tierra,
El eco viril le aterra
Hasta en la agreste montaña,
Donde el estruendo y la saña
Va á resonar de la guerra.

Cuando en la lid, valeroso,


Rudo enemigo batalla,
Y ante el muro y la metralla
JOAQUÍN DÍAZ I6 7

Se ha rendido pesaroso,
Noble mano, generoso
Le extiendo con hidalguía:
La arrogante valentía
Siempre arrastra admiración,
Y noble es mi corazón
Para albergar tiranía.

Pero al cobarde y pequeño


Que se oculta en la montaña
Para asaltar la cabana
Del infeliz hondureno,
Le desprecio y le desdeño
Y le hago caza de fiera,
Pues alevosa pantera
No merece en justa ley,
Los honores que una grey
Dispensa á una lid guerrera.

Orgulloso y satisfecho
Vuelvo á la paz y al sosiego,
Donde se levanta el fuego
De mi amor y mi derecho,
Llevando oculto en el pecho
Ese mágico placer,
De haber cumplido un deber
Como patriota y honrado:
Recompensa del soldado
Que tuvo gloria en vencer.

Agosto de 1886.
JUAN RAMÓN REYES
JUAN RAMÓN REYES

Nació en Juticalpa, cabecera del departamento de


Olancho, el 20 de marzo de 1848.
Era hijo de don Domingo Reyes y doña Tomasa Pa-
lacios de Reyes, y sobrino de nuestro popular poeta el
inolvidable sacerdote don José Trinidad Reyes.
Hizo en Tegucigalpa los estudios elementales y los
del Bachillerato, y luego fué á concluir su educación á
Guatemala, en donde permaneció desde 1866 hasta 1873,
en que regresó á Honduras.
Años después obtuvo en esta capital el título de No-
tario.
Juan Ramón Reyes escribió mucho en verso; pero la
mayor parte de sus composiciones quedó en poder del Dr.
don Ramón Rosa, quien hacía de ellas mucho aprecio. Las
que incluyo en esta colección fueron publicadas en La
Paz y en El Guacerique, periódico literario este último,
dicho sea de paso, del que sólo aparecieron cinco números.
De Reyes dijo el citado escritor:
" F u é uno de esos seres soñadores que pasan, sin ser comprendi-
dos, por este valle de miserias, con el corazón enfermo de insondable
tristeza.
Todos sus versos revelan esa melancolía que las decepciones in-
funden á los espíritus dolientes."

Reyes murió en su ciudad nativa el 6 de enero


de 1881.
k MARCO AURELIO SOTO
liN EL IV A N I V E R S A R I O DE LA INAUGURACIÓN DE SU G O B I E R N O PROVISIONAL

EN LA ISLA DE AMAPALA

Allá en remotos tiempos el estandarte hispano


Surcaba el mar Atlántico en brazos de Colón;
América era entonces inextricable arcano:
¡ El genovés tan sólo sintió su inspiración !

Dios mismo conducía las naves del marino


Por entre los escollos de ignota soledad;
El rumbo le ha trazado la fuerza del destino,
Y sigue, y avanzando, su ideal perseguirá.

Quedan atrás, muy lejos, las costas españolas;


Ea brújula vacila, del Norte divagó;
La tierra revelada no surge de las olas,
E incierto el tripulante la duda concibió.

Agosto terminaba; era una noche obscura;


Cristóbal por su frente la sombra vio pasar;
Evoca sus misterios, la ciencia le murmura
Y su alma gigantea comienza á respirar.

El ínclito Marino dirígese á la popa,


Lanzando una mirada al lóbrego capuz:
¿ Qué ha visto, que aun retiemblan sus ecos en Europa ?
La ráfaga lejana de pasajera luz.

La aurora se levanta con claridad magnífica,


Envuelta entre crespones de nácar y rubí:
Colón contempla absorto su inspiración, su América,
Y fué su primer huésped la inculta Guahauaní !
174 HONDURAS LITERARIA

Y mira en torno suyo


La eterna primavera de Occidente,
El carmíneo capullo
Y el majestuoso curso del torrente.

El genovés, en vértigo profundo,


Inclínase de hinojos;
Mas sus brillantes ojos
Lanzan al porvenir un Nuevo Mundo.

Agosto terminaba, y plugo al cielo


Que cuando Honduras á su fin corría,
SOTO, joven ilustre, dirigía
Sus miradas serenas á este suelo.
El juró consagrarse con desvelo
A conjurar la tempestad sombría
Que á esta tierra de aromas y de flores
Anunciaban los bélicos furores.

El timón empuñó: la débil nave,


Antes juguete de huracán violento,
Próxima á zozobrar, resiste al viento
De la civil revuelta. El joven sabe
Amainar el peligro, y con el suave-
Y bonancible ser del elemento,
Al par que diestro impulso de su mano,
Sosiego impuso al demagogo insano.

No fuera Guahananí; mas fué Amapala


La isla que Soto contempló primero:
No venía de Europa aventurero,
Sí de la noble y culta Guatemala;
Su corazón el patriotismo exhala,
E impertérrito sigue el derrotero
Que le trazó su genio y su talento,
Dando á la Patria vigoroso aliento.

No sin razón ¡ oh Marco! su grandeza


Este pueblo viril de Vos la espera;
De su destino excelso indigno fuera
Si desdeñara ruin vuestra largueza.
JUAN RAMÓN REYES

Un venturoso porvenir empieza;


Cesó por fin la turbulenta era:
Las letras y la azada reinan ora
K H vez de la mortal metralladora.

Si la posteridad, que nada olvida,


Os tiene dedicada una corona;
Si un himno el pueblo por doquier entona
Que á la Nación proclama redimida,
Vuestra gloria inmortal nunca extinguida,
No es el triunfo sangriento de Belona;
Y si Colón un mundo ha descubierto,
Vos disteis vida á un pueblo casi muerto !

1880.

i DELINA

¿ Qué se hicieron, Delina, aquellos días


De deleite, de amor y venturanza ?
¿ Dónde están las profundas alegrías ?
¿ En dónde tu piedad, dó mi esperanza ?

Voláronse cual raudo torbellino,


Dejándome tan sólo desventura;
Y ahora sin rumbo, en brazos del destino,
Sólo pesar el porvenir me augura

Tus afanes, tus ansias ¿ qué se hicieron ?


¡ Voluptuosos instantes que pasaron !
Tus halagos y encantos ¿ dónde fueron ?
¿ Acaso ensueños son que me engallaron ?

Mas ¡ ay ! todo pasó, todo es quimera;


Y al corazón desierto, adolorido.
Sólo le queda de lo que antes era
"¡ Tristes recuerdos del placer perdido !"
176 HONDURAS LITERARIA

Á MERCEDES

Una estrella te creí cuando radiante


Fulgurar en mi cielo te veía;
Mas luego en luz fosfórica, inconstante,
Tornóse tu esplendor ¡ Cuánta falsía !

Cuando sentí tu aroma, flor hermosa,


Néctar pensé beber en tu albo seno;
¿ Qué hallé en tu cáliz, elegante rosa ?
El más fatal, mortífero veneno.

Ángel te contemplaba en mi ternura,


El corazón así me lo dictaba;
Loco entonces te amé; mas tu impostura
Otro ser diferente disfrazaba.

T e vi, mujer, y te adoré cual diosa,


Por tu belleza rara fascinado;
Y en mi locura infausta, dolorosa,
E l culto de mi amor siempre te he dado.

¿ Qué hiciste, di, de aquel amor inmenso


Que me ofreciste en horas de ventura ?
Se disipó como el profano incienso
Que se quema á los pies de la hermosura.

Pura te creí cual matinal rocío,


Como el suspiro suave de la brisa,
Cual esquisuche que acaricia el río,
Como de un niño la primer sonrisa.

Mas me engañé; tu corazón encierra


De la nube ligera las mudanzas;
Al exclusivo amor siempre se cierra;
Mata y crea sin fin las esperanzas !

Juticalpa: 25 de diciembre de 1868.


RAMÓN R O S A
RAMON ROSA

Este distinguido prosista escribió también en verso.


Juzgando al Padre Reyes, dijo:
"Se ejercitó poco en la prosa, y pudo llegar á ser un gran pro-
sista. Tenía para ello eminentes cualidades: espíritu sintético á la
par que analítico, mucho caudal de conocimientos en ciencias y le-
tras, profundo conocimiento del idioma y esa flexibilidad graciosa
que dan la imaginación y el buen gusto, para presentar las ideas en
formas naturales y animadas, y llamar la atención de los lectores.
Mas no llegó á ser un prosista sobresaliente, porque no se aplicó al
objeto, porque no fué su negocio, como dicen los norte-americanos."

Si éste fuera un libro de crítica literaria, correspon-


dería decir que el Dr. Rosa, con grandes facultades para
el cultivo de la poesía, no sobresalió en ella porque "no se
aplicó al objeto, porque no fue su negocio" como dijo del
Padre Reyes, refiriéndose á los trabajos en prosa que dejó.
Con todo, según se verá en seguida, son de mucho
mérito las composiciones del Dr. Rosa.
A

Yo te hago mil recuerdos


Para decirte adiós.

¡ Y qué pálida estabas ! Cuan hermosa,


Semejándote al tímido lucero,
Cuando mi alma ardiente y candorosa
A tus plantas rindió su amor primero !

¡ Qué joven eras, inocente y pura,


Como la flor que en la mañana vive
Ignorando, infantil, que su hermosura
Es la expresión que de la luz recibe !

T ú , así como la flor, nada sabías,


Ignorabas de amor el fuego intenso;
Y o te enseñé lo que eran simpatías,
L,o que es amar con un delirio inmenso.

II

Aun recuerdo, mi bien, las dulces horas


Cuando á la caída de la tarde umbría,
T u mirada y tu voz consoladoras
A y ! aliviaban la dolencia mía !

T e contaba mis ansias, mis pesares,


Porque tú eras el ángel del consuelo;
¡ Cuántas veces mis penas á millares
Calmaste con tu acento, hija del cielo !
i8a HONDURAS LITERARIA

III

¿ Me olvidarás ? ¿ Podrá llegar el día


En que, ya muerta la ilusión primera,
La eternidad de amor que el alma ansia
Se convierta en falaz, triste quimera?

El tiempo con las brumas del olvido,


¿ T e cubrirá tu joven pensamiento,
Y apenas ¡ ay! para tu ser querido,
Guardarás la memoria de un momento ?

Recuerda que una vez se ama en el mundo


Con ese amor que es religión del alma,
Porque es de la conciencia, en lo profundo,
Divina fe que inspira dulce calma.

IV

No más recuerdos de perdida gloria,


No más recuerdos de mi amor primero;
Voy á romper el hilo de mi historia;
¡ Suena ya la hora de mi adiós postrero !

Dame valor, Dios mío; yo te imploro


Voy á dejar mi luz idolatrada,
El ángel puro por quien tanto lloro,
Por quien la vida tornaré á la nada.

¿ La nada ? ¡ Oh, no ! ¡ Oh, no ! Que no es la muerte


Quien de tus brazos me arrebata fiera;
Y o he de volver, he de volver á verte
Y á enlazar con tu amor mi vida entera.
RAMÓN ROSA I8 3

¡SOLO!

( EN E L A N T I G U O CEMENTERIO DE GUATEMALA )

¡ Solo ! Sin más que un pensamiento triste


Donde se encierra de mi amor la historia,
Como culto en un templo solitario
Consagrado á adorar una memoria.

¡ Solo ! Con el latir apasionado


Del corazón nutrido de dolor,
Porque al pasar mil horas de tristura
Se marchitó de su ilusión la flor.

¡ Solo ! Junto al silencio de las tumbas,


Que no me brindan su apacible calma
Pero mujer, en tu regazo un día
Se acabará la soledad de mi alma !

1867.

LA FLOR DE LA AMISTAD

Allá en mis primeros años


Y o te mandé una "memoria:"
Iban dos letras en ella,
Iniciales de una historia.
T ú me dijistes entonces:
Te mando, en cambio amoroso,
Da expresión de una fe eterna
Que guardo para mi esposo.
i84 HONDURAS LITERARIA

Pasó el tiempo, y no creíste


Ni en mi amor ni en mi constancia,
Y olvidaste en otros brazos
A tu amigo de la infancia.
Si partí á lejanas tierras
En pos de altivo renombre,
Fué para mostrarlo al mundo
Enlazado con tu nombre.
A y ! mejor pobre y oscuro
Vivido hubiera á tu lado !
¿ Qué más gloria que los besos
De tu labio perfumado ?
A y ! si de ese amor primero
La fe nos hubiese unido,
Hoy no creciera en tu huerto
" L a Amapola del Olvido."
Borraste tu juramento,
T e entregaste á nuevos lazos,
Para arrancarme del pecho
E l corazón á pedazos.
Y o te vi con la corona
De nupciales azahares,
Olvidarme para siempre
Postrada ante los altares.

Y hoy la reliquia me mandas


De nuestros dos corazones,
Hallada entre las cenizas
De tus muertas ilusiones.
Dime, ¿ al volverme esa prenda
De nuestro amor soberano,
No se alteró tu mejilla,
No se estremeció tu mano ?
Ahora te vuelvo, señora,
Pedazos del corazón,
Recuerdos de un amor muerto,
Que historias del alma son.
Mas piensa que al devolverlos
Y o sufro mucho, señora,
Que jamás el hombre olvida
De amor la primera aurora.
Perdóname bien lo sabes !
RAMÓN ROSA I8 5

T u amargo ejemplo seguí:


Me olvidaste y mi destino
A otro destino lo uní.
Del pasado, qué nos queda ?
¡ l,a tumba de nuestro amor !
Y hoy con tus dulces memorias
Sólo te mando una ñor.
No es la ñor de la esperanza,
Rica en pompa y en beldad;
Dale acogida en tu seno,
Que es la Flor de la Amistad !

1878.

LA AMAPOLA DEL OLVIDO

Han pasado tantos años !


Tan lejos hemos vivido !
Que apenas tu imagen veo
Entre un recuerdo perdido.
Desde aquella noche triste
Que te vi ante Dios postrada,
Luciendo sobre tu frente
Corona de desposada,
A y ! desde entonces, señora,
Resignado y afligido,
Envolví nuestros amores
En la sombra del olvido.
Vagué por tierras distantes;
Torné á mi feliz ribera,
Buscando las perfumadas
Flores de mi primavera.
Y qué hallé ? Sobre tu frente,
Do el honor se domicilia,
i86 HONDURAS LITERARIA

La corona inmaculada
De la madre de familia.
Amantes y cuidadosos
Sorprendí tus ojos fijos
Sobre las rubias cabezas
De tus inocentes hijos.
Entonces envié á tu seno,
Ligada con tu memoria,
La flor de mi amistad pura
Como fin de nuestra historia.

II

Pasó el tiempo, y el recuerdo


De la fe que nos unió,
¡ T ú lo sabes ! en mi mente
Para siempre se borró
Si combatió á nuestro pecho
Desventurada pasión,
Todas sus memorias muertas
Historias del alma son.
De tí no guardo ninguna
En mi noche de dolor,
Que yo no ofendo en su madre
A los hijos de tu amor.
Hoy que tranquilos vivimos
Sin encono, sin doblez,
A la luz del tibio rayo
Que anuncia nuestra vejez,
Hagamos que nuestros hijos,
Que tan inocentes son,
Ignoren siempre la historia
De nuestra infausta pasión
Sigue, sigue disfrutando
T u agradable beatitud,
Sin que pasen por tu mente
Sombras de la juventud;
Que yo te mando, señora,
Sin pasión y sin rencor,
La "Amapola del Olvido,"
Hoy emblema de mi amor.
RAMÓN ROSA I8 7

A MI MADRE
EN SU CUMPLEAÑOS

"Madre, mi madre querida!


Fuente de amor bendecida,
¿ Por qué no permite Dios
Que andemos siempre los dos
De mano toda la vida ? ' '

Muy pronto la suerte impía


Me llevará á otra región;
¡ Ay, por eso en este día
Vengo á darte, oh madre mía !
Lágrimas del corazón.

Hoy con la frente inclinada


T e digo, de amor beodo,
¡ Oh mi madre idolatrada !
Que á nadie le debo nada,
Que á tí te lo debo todo !

Siempre el pensamiento fijo


Lo tengo en tí, noche y día
Por el Dios que te bendijo
Hoy llega á pedirte tu hijo
T u bendición, madre mía.

T ú eres mi fe, mi tesoro,


T ú el consuelo de mi pena,
Cuando me desahogo en lloro;
Que yo te quiero por buena,
Que yo por buena te adoro.

T ú me das vida y calor,


T ú me das luz y confianza
En mi senda de dolor:
Tú, faro de mi esperanza,
Relicario de mi amor.
i88 HONDURAS LITERARIA

Eres óleo de consuelo,


A y ! que mis culpas destierra,
Consolación á mi duelo;
Eres mi cielo en la tierra
Y mi esperanza en el cielo.

Permita Dios que el destino,


Vertiendo felicidades,
Cubra con el bien divino
El polvo de tu camino
En premio de tus bondades.

" Madre, mi madre querida !


Fuente de amor bendecida,
¿ Por qué no permite Dios
Que andemos siempre los dos
De mano toda la vida ? "

4 de abril de 1883.
GUADALUPE GALLARDO
GUADALUPE GALLARDO

Nació en Danlí, el 22 de junio de 1853.


A la edad de diez y siete años pasó á la Universidad
de Guatemala á estudiar Derecho.
En aquella ciudad escribió la mayor parte de las com-
posiciones que figuran en el presente volumen.
Ya para concluir sus estudios, tuvo que abandonarlos
para volver á Danlí, con motivo del fallecimiento de su
padre, que ocurrió en septiembre de 1877.
El señor Gallardo colaboró en El Diario de Centro-
América, de Guatemala; y en La Repiíblica, La Nación y
otros periódicos de Tegucigalpa.
Falleció en esta ciudad en 1894.
Á DANLÍ

i
Cercado de dos colinas
Y dos alegres riachuelos,
Más blanco que una paloma,
Existe un humilde pueblo
Do nunca se ve una nube
En su purísimo cielo,
Ni se escucha más ruido
Que el apacible gorjeo
Del alegre paj arillo,
O del céfiro risueño,
En el cáliz de las flores,
El enamorado beso.

Por todas partes el campo


De verde césped cubierto;
Por todas se ve el ganado
Tranquilamente paciendo:
A distancia la llanura
Orlada de hermosos cerros,
Vestidos de altos pinares
Que dan suspiros al viento:
A lo lejos altos montes,
Y uno más alto á lo lejos,
Que atrevido se levanta
Hasta tocar en el cielo
Es San Cristóbal ! Gigante
Que preside el valle ameno
Y que su mole retratan,
194 HONDURAS LITERARIA

Como transparente espejo,


Las linfas del claro río
Que sus pies pasa lamiendo,
A cuyas márgenes crecen,
Con follaje siempre nuevo,
El roble junto á la encina,
Junto á la ceiba el higuero;
Y donde siempre se escucha
El apacible gorjeo
Del alegre pajarillo,
O del céfiro risueño,
En el cáliz de las flores,
El enamorado beso.

II •
¡ Danlí! T u nombre sencillo,
Para mí de encantos lleno,
Grabado indeleblemente
En la memoria le llevo
¡ Danlí ! Mágico sonido
Que cual talismán de un genio
En mi mente reproduce,
Con su dulcísimo eco,
Las imágenes dormidas
De mi pasado en el lienzo.
¡ Cuánto dice al alma mía
Su cariñoso recuerdo,
Al corazón cuánto dice,
Cuánto dice al pensamiento !
Allí mi niñez, mi infancia,
Del mundo al dolor ajeno,
Cuando pasaron fugaces
Con su armonioso aleteo,
Como alegres golondrinas
Que presienten el invierno,
Por un instante mi vida
Cariñosas adurmieron
¿ Por qué tan rápido pasa
Aquel instante supremo ?
¿ Por qué la cárcel no rompe
De este miserable cuerpo,
Y sigue el alma su ruta
GUADALUPE GALLARDO

Con esas aves del cielo ?


¿Por qué prolongar la vida
Si todos probamos luego
Que es amargo despertar
El despertar de aquel sueño ?
¡ A y ! de esa edad venturosa
Miro en torno y nada tengo !
Aquellas horas tranquilas
Que de mi existencia huyeron,
Para perderse indecisas
En la corriente del tiempo,
En sus alas se llevaron
Cuanto puro y cuanto bello
Intento darle colores
Y darle formas intento
En mi ardiente fantasía
Con el pincel del recuerdo:
Sólo acaricia mi oído,
Para mitigar mi anhelo
Con su dulcísimo arrullo,
El apacible gorjeo
Del alegre pajarillo,
O del céfiro risueño,
En el cáliz de las flores,
El enamorado beso.

III

¡ Danlí ! Mis ojos te buscan


Como agua busca el sediento;
Como el inocente niño
Busca de su madre el seno,
Como busca sus caricias
Y como busca sus besos
Y es en vano, pueblo mío,
Que vives lejos muy lejos.
Mas yo, á través del espacio,
Con el alma, te contemplo
Reposando dulcemente,
Como tímido cordero,
En el pliegue más mullido
De la falda de tus cerros:
Y así en mis cansadas horas
HONDURAS LITERARIA

Con tu imagen me recreo


Consagrándote la vida,
La vida del pensamiento;
Entonces pongo mi planta
En tu valle pintoresco,
Y mis pasos silenciosos
Los encamino primero
A l lugar en que se eleva
T u ruinoso cementerio,
Que en un ángulo del muro
Están las aras del templo
Donde mi filial cariño
Alza su plegaria al cielo:
De goce entonces avaro
En tu recinto penetro,
Tus calles rectas admiro
Y por ellas me paseo
Aspirando con delicia,
Entre las alas del viento,
El suavísimo perfume
De la flor del limonero;
Y con emoción profunda
A mi hogar tranquilo llego,
Y mi madre y mis hermanos
Vienen volando á mi encuentro,
Y yo á todos en mis brazos
Amorosamente estrecho,
Cuando en redor todo me habla
De aquellas horas que huyeron
Con mi infancia venturosa
Y sus inocentes juegos
Por todas partes discurro
Y por todas me embeleso
Contemplando de tus hijas,
Morenas, de talle esbelto,
La sonrisa melancólica,
Pálida tez y ojos negros.
Por todas partes admiro
Naranjales corpulentos,
Donde anida y donde canta
Él hermoso clarinero
Después subo á tus colinas
GUADALUPE GALLARDO 197

Y el horizonte contemplo,
O me baño en los cristales
De tus tímidos riachuelos,
Que en todo encuentro el halago
Cariñoso de otro tiempo,
En tanto que siempre escucho
El apacible gorjeo
Del alegre pajarillo,
O del céfiro risueño,
En el cáliz de las flores,
El enamorado beso.

Guatemala, agosto de 1884.

IGNORANCIA EN EL IDIOMA

— Y a sabes, niña, que te adora mi alma


Y dentro el pecho sólo tu alma cabe,
Y que es tu amor mi ambicionada palma ?
— Mi no sabe.

— ¿ Que no comprendes que la suerte impía


Aumenta el fuego que tu vista enciende ?
Que te amo no comprendes, vida mía ?
— Mi no entiende.

— Ven por piedad, mi corazón lo implora,


Ven, que el destino sin piedad me hiere;
Ven hacia mí, que el corazón te adora
— Mi no quiere.

— Y o te daré mil joyas, perlas y oro,


Haré que el mundo tu belleza alabe,
Pondré á tus pies riquezas, un tesoro.
— Mi ya sabe.
¡98 HONDURAS LITERARIA

— Coronas ricas, bellas, siempre vivas,


Cuanto en el mundo bienestar comprende,
Un paraíso en que dichosa vivas
— Mi ya entiende.

— En cambio amor te pido, sólo anhelo


Me digas: "te amo, mi alma te prefiere
¿ Me lo dirás ? ¿ querrás que goce el cielo ?
— Yes, mi quiere !

SIÉNTATE AL PIANO

Siéntate al piano, encantadora mía,


Y posa en él tu delicada mano,
Siéntate al piano, angelical María,
Siéntate al piano !
Calmen sus notas mi mortal tristeza,
Mi duelo insano !
¿ Por qué el cielo te dio tanta belleza ?
Siéntate al piano.

Y también canta con tu voz divina,


Eco de un alma virginal y santa,
Y también canta, estrella vespertina,
Y también canta
Aquella misma celestial plegaria
Que el alma encanta !
Siéntate al piano, bella pasionaria,
Y también canta.

Quiero mirarte cual la vez primera


Que con el alma prometí adorarte,
Quiero mirarte así, niña hechicera,
Quiero mirarte.
GUADALUPE GALLARDO

¿ Por qué desdeñas que te adore ciego ?


¡ Cómo olvidarte !
Siéntate y canta, por piedad te ruego,
Quiero mirarte.

Un ángel eres que con dulce canto


Presta armonía á los mundanos seres,
Un ángel eres que mitiga el llanto,
Un ángel eres !
Eres un ángel ! pero veo, ingrata.
Que no me quieres,
En vano te amo tu crueldad me mata
Un ángel eres !

Dulces gemidos con tus manos blancas,


Remedando del pecho los latidos,
Dulces gemidos del teclado arrancas,
Dulces gemidos,
Que aunque indecisos por el aire vagan.
No van perdidos;
Son dulces notas que el alma halagan
¡ Dulces gemidos !

Si he de morir sin esperanza alguna


Que me haga siempre con tu amor vivir;
Si he de morir sin mi única fortuna
Si he de morir,
Deja una nota á tu gentil garganta
Déjame oir,
Porque al compás de tu armonía santa
Quiero morir.

Guatemala.
200 HONDURAS LITERARIA

A LA PRIMA DONNA ABSOLUTA


SEÑORA JULIA T. DE COG, EN SU FUNCIÓN DE GRACIA

Julia: se meció tu cuna


Bajo un cielo de armonía;
Todo azul, todo poesía,
Felicidad y amor:

Do, por sonreír la Natura,


Vestida siempre de fiesta,
Es cada brisa-una orquesta,
Cada mujer una ñor.

II

Y de aquel cielo azul, de sus jardines,


A otro cielo y jardines transplantada,
Por más que al suelo tu mirada inclines
Nunca pierde su brillo tu mirada.

Y es que cual flor en tu corola pura


Da armonía se encierra de las brisas;
De aquel cielo divino la hermosura
En tus bellas y poéticas sonrisas.

III

¿ Has visto acaso en el bosque,


Cuando alegre canta el ave,
El suspirar dulce y suave
De las hojas y las palmas ?

Así, cuando cantas, Julia,


En deliquios é ilusiones,
Palpitan los corazones
Y se estremecen las almas.
GUADALUPE GALLARDO 20Í

IV

¡ Bien hayas tú, itálica azucena,


Doquier que lleves tu hechicera planta !
Es bella la mujer siempre que es buena:
Es ángel la mujer siempre que canta.

No dejes de cantar, blanca paloma,


Que mitiga tu acento los pesares !
No dejes de cantar ! ¡ Oh, Einda ! toma,
Como ofrenda de mi alma, mis cantares.

Guatemala.

Á TÍ

María, ¿ quién podrá verte


En este mísero suelo
Sin creer que falta en el cielo
Un ángel junto al Creador ?
¿ Y quién dirá que no siente,
A tus naturales galas,
Batir junto á sí las alas
Del dios casto del amor ?

Cuando sonriente apareces,


Y delante de mí pasas
Meciéndote, envuelta en gasas,
Como una hurí de Stambul;
Y contemplo en el paseo
Que te aprisiona el encaje
De tu tenue, niveo traje,
O tu bello traje azul,

Me pareces, linda niña,


Plácido rayo de luna
202 HONDURAS LITERARIA

Dormido en tersa laguna


Que riza el aire sutil:
Limpia gota de rocío
En los pétalos de un lirio,
Que en amoroso delirio
Besa el aura del pensil.

Llevando en tu imagen fijos


El pensamiento y la mente,
Y o contemplo indiferente
Otras mujeres pasar:
Ninguna como tú bella
Y de encantos adornada
Segunda Venus, formada
Con las espumas del mar !

Cuando miro recogida


Sobre alabastrina frente
T u cabellera esplendente,
Bellísimo serafín,
Rayos finge de la aurora,
Del sol apena alumbrados,
Dulcemente refugiados
En el cáliz de un jazmín.

Envuelta por una ceja


Artísticamente arqueada,
Se descubre tu mirada
Con célico resplandor.
¿ Es, María, la de tu alma
Da luz que irradia divina
De tus ojos la retina,
Reverberando el amor ?

Porque la luz de tus ojos


Es más bella que otra alguna..
N i el sol, ni la blanca luna
Esa luz imitarán:
Porque es tan suave, tan pura.
Tan grata, tan hechicera,
Que sólo del alma fuera
La luz que tus ojos dan.
GUADALUPE GALLARDO

Y cuando ellos le iluminan,


Sin que esto en nada te asombre,
Es del bien capaz el hombre
Y de nunca hacer el mal:
Porque sus rayos divinos
Parece que á Dios le llevan
Y su existencia renuevan,
Transformándole inmortal.

Si la virginal sonrisa
Que guarda tu linda boca
Alguien á salir la invoca
De su regia habitación,
Con su manto de perfumes
Se reclina en los umbrales
De perlas y de corales,
Como mágica ilusión.

Y desde tan rico trono,


Como reina soberana
Que en la justicia se aíana,
Dando castigo ó perdón,
Del hombre en el alma impresa
Al ver la amorosa pena,
Quita ó no dura cadena
Al amante corazón.

Tus mejillas son de rosa


Que esparce célico aroma,
Y tus hombros, de paloma
Que bebe en el manantial:
Es de cisne tu garganta,
De palmera tu cintura,
Y tu pie, bella criatura,
De alguna fada oriental.

Pero nada tanto bello


Como el blando murmurio
Que produces, amor mío,
Con tu voz angelical:
Es más suave que el susurro
De la fuente enamorada;
204 HONDURAS LITERARIA

Más que la nota escapada


Del zenzontle ó del turpial.

La belleza de tus dones,


El tesoro de tus galas,
Dan nitidez á las alas
Que calientan mi pasión;
Y de tu ser, hasta el roce
Que produce tu vestido,
-Aumenta el dulce latido
De mi amante corazón.

María: ve por el mundo,


Con tus galas y tus dones,
Sojuzgando corazones,
Sin acordarte de mí;
Pero piensa que el inmenso
Amor que mi pecho siente,
Vivirá, mientras aliente,
En el alma para tí.

Á MI QUERIDO AMIGO
LEOPOLDO IDIÁQUEZ

Ven, Leopoldo, á mis brazos! Tit despiertas


Gratísimos recuerdos en mi mente;
Haces surgir con tu amistad sonriente
Miríada hermosa de ilusiones muertas.

Pasan las horas por mi vida inciertas


A l rebullir de mi cerebro ardiente,
Crueles surcando mi abatida frente,
Sin encontrar del porvenir las puertas.
GUADALUPE GALLARDO 205

Ven, caro amigo; trae las alegrías


De mi infancia inocente una por una
¡ Edad risueña de mejores días !
¡ Horas pasadas de mejor fortuna !
¡ Ah, si pudiera para haceros mías
Retroceder hasta mi humilde cuna !

Guatemala. — 1 8 8 4 .

TODOS S E AMAN

Ese dulce rumor que se levanta,


Ese suspiro que incesante vuela,
Que ríe y que solloza,
Pero que siempre apasionado canta,
¿ Sabes lo que revela ?
El beso universal! ¡ Poema sublime
De todos los placeres !
¡ Suprema adoración que se tributan
Con inefable amor todos los seres !
Por eso, acaso, los dolores calma;
Por eso nos consuela;
Y allá en el sentimiento,
Ese cielo infinito de nuestra alma,
Alegre y melancólico riela !

E n los jardines, al nacer el día,


Y o contemplo las gotas de rocío
Sobre el cáliz esbelto de las flores,
Como huellas de nítida ambrosía
De los húmedos labios de la aurora,
A l beso matinal de sus amores.
E l perfume y las auras se acarician,
Y en todas partes el olor derraman:
Eos céfiros, las hojas,
206 HONDURAS LITERARIA

Las fuentes y los bosques


Suspiran y se besan,
Se besan sin cesar porque se aman !

Flota en el éter la argentada luna


¡ Lágrima de la noche
Que del mundo el dolor tal vez refleja !
Y la luz que se vierte de su broche
Besa el lirio gentil de la laguna
Con toda la ternura de una queja.

La brisa de los campos


Allá en el valle besa enamorada
La frente de esmeralda del otero;
El pálido lucero
Melancólico besa la cascada,
Las aves, los insectos;
Los astros luminosos
Que acordes ruedan por la azul esfera,
Se llaman y se buscan y se atraen,
Se besan amorosos,
Como se besa la creación entera.

Sólo tú, mi María,


¡ Castísima mujer por quien aliento !
T ú que en el cielo de mi amor fulguras,
Como el astro del día
En el límplido azul del firmamento,
Sólo tú dejas que te adore en vano;
T ú nunca escuchas mi amoroso acento..
Y así cual veo en tempestuoso océano
Que arrebata la frágil navecilla,
Mis quejas ¡ ay ! las arrebata el viento.
GUADALUPE GALLARDO 207

EN LA MUERTE DE MI PADRE

Murió por fin ! El misterioso espíritu


Se desprendió fugaz de la materia,
Rayo brillante que tocó la vida
Para alumbrar un rato su existencia
Y volar presuroso á confundirse
Eternamente con la luz primera.

Murió por fin ! Sus venerados restos


Sepultos yacen en la madre tierra;
Y nada el mundo de su vida guarda;
Y nada al mundo de su vida queda;
Pero vive una esposa que le llora,
Que junto con sus hijos le recuerda,
Y fijas sus miradas en el cielo,
Una plegaria sin cesar elevan,
Mientras guarda su imagen la memoria
Y tras el alma el pensamiento vuela.

1877.

¡GRACIAS!

Á LA SEÑORITA

Era de noche ! Mi cerebro ardía,


Apacible solaz buscando en vano
En las páginas dulces que leía
De pronto, en el silencio, una armonía
Se escapó, quejumbrosa, de tu piano.
2o8 HONDURAS LITERARIA

En ese instante que llamó á mi oído,


Sentí en el corazón profunda calma:
¡ Era un instante de completo olvido !
Que ese suave aleteo siempre ha sido
Medicina eficaz para mi alma !

Y o no puedo rogarte que otras veces


Suspendas mi dolor por un segundo,
Sería caridad pedir con creces !
Si he de apurar la copa hasta las heces,
Que haya un cadáver más, ¿ qué importa al mundo ?

Tegucigalpa. — 1 8 8 6 .

EN EL ÁLBUM DE OTILIA

Era un jardín. Como ninguna hermosa,


Por su gracia, perfumes y colores,
Se levanta gentil temprana rosa
Sobre las otras ñores.

Todos los seres que el pensil visitan


Admíranla con frase lisonjera,
Y ni un instante su mirada quitan
De la flor hechicera.

La mariposa, con sus alas de oro,


Abate en ella su constante vuelo,
Creyendo no encontrar mejor tesoro
Bajo el azul del cielo.

Las abejas, volando en torno de ella,


En libar de su miel como que dudan;
Y al pasar ante esa flor tan bella
Las aves, la saludan.
GUADALUPE GALLARDO 209

En el mismo jardín donde esa rosa


Sobre talle gentil se ve sujeta,
Oculta en el follaje, pudorosa,
Crecía una violeta.

A veces, al nacer la blanca aurora,


Su virginal corola aparecía,
Y al beso de su lumbre bienhechora
Dulcemente sonreía.

Nunca la abeja ó mariposa inquieta


Puso en ella atención cuando pasaba;
Y al revés de la rosa, la violeta .
Más y más se ocultaba.

Ignorada la humilde florecilla,


Vivía siempre en soledad dichosa,
Y el reclamo al oir de la avecilla
Temblaba ruborosa.

Ambas flores dichosas se creían,


Y tranquilas la vida disfrutaban;
En sueños con su dicha sonreían,
Y soñando gozaban.

De pronto esa existencia, en su sosiego,


En la rosa cumplió su eterno sino:
Que el rudo vendaval arrolló luego
Su capullo divino.

En la tierra sus pétalos cayeron,


Y en alfombra del suelo se tornaron;
Y los mismos que culto la rindieron
Sus pétalos hollaron.

Al soplo rudo de aquilón bravio


La esbelta rosa sucumbió infelice;
Mas la violeta, en su follaje umbrío,
Sonríe aún, felice.

T u álbum es un jardín. En cada hoja


Verás crecer, exuberante y bella,
210 HONDURAS LITERARIA

La hermosa flor que el aquilón deshoja


Y que la planta huella.

También encontrarás allá escondida


Alguna pobre flor, humilde 3' sola,
Perfumando las sombras donde anida
Su fragante corola.

Aquélla es la lisonja que te alaba,


Y ésta, la amistad que te prefiere.
La rosa, Otilia, con el viento acaba:
La violeta no muere !

Trujillo: 1890.
MANUEL MOLINA VIJIL
MANUEL MOLINA VIJIL

Nació en Tegucigalpa el 25 de octubre de 1853.


Era hijo único de don Pedro Molina y de doña Arca-
dia Vijil de Molina.
En muy temprana edad fué enviado á Guatemala á
hacer sus estudios, y allá adquirió con lucimiento el títu-
lo de Médico y Cirujano el 18 de julio de 1877.
Poco después volvió á Honduras, y alcanzó gran ce-
lebridad por el éxito con que ejerció su humanitaria pro-
fesión.
En la Facultad de Medicina y Cirugía de la Univer-
sidad Central sirvió varias cátedras.
Contrajo matrimonio en septiembre de 1882 con su
bella prima la señorita Jesús Vijil; y poco después, el 9
de marzo de 1883, perturbada ya su razón, puso fin á sus
días, destrozándose el cráneo de un pistoletazo.
Molina Vijil amaba con pasión la poesía. En Gua-
temala escribió sus primeras composiciones, que fueron
acogidas con aplauso por los cultivadores de las letras en
aquella República.
Don José Joaquín Palma, el inspirado poeta bayamés,
hacía gran aprecio de los versos de Molina Vijil.
Unos pocos de ellos, y que no dan idea cabal de aquel
simpático bardo hondureno,figuranen la Galería Poética
Centro-Americana, formada por el Dr. don Ramón Uriarte.
Á MI MADRE

A y ! yo distante de mi patrio suelo


Sus auras perfumadas no respiro,
Y en la estrecha extensión de mi retiro
Evoco los recuerdos con afán;
Y a no derramo el llanto que me exige
Este país de compasión ajeno,
Mas como gotas de letal veneno
Aquí en mi corazón cayendo van.

Aquí no encuentro un ser que compasivo


Del desgraciado se apellide hermano;
Aquí un alivio se pretende en vano,
Y los consuelos irrisiones son.
¡ Injusta sociedad ! Visteis mi llanto
Y me arrojasteis la anatema encima;
La carcajada vuestra me lastima
Y me arranca la fe del cprazón.

Mas tú, madre infeliz, que por mí lloras


Allá en tu triste soledad oscura,
T ú puedes comprender mi desventura
Y medir la extensión de mi dolor;
T u recuerdo sagrado presta aliento
A mi ánima doliente y desolada
Para llegar al fin de la jornada,
Donde me aguarda tu infinito amor.

Pero no sufras más Enjuga el llanto


Que en tus párpados arde noche y día;
No olvides que hay un Dios; en él confía,
2l6 HONDURAS LITERARIA

Que á tu seno ese Dios me llevará;


Y nada entonces bastará á arrancarme
De tus amantes brazos ni un momento;
Y si derramo el llanto del contento,
Ese llanto tu mano enjugará.

¿ Qué fuera sin tu amor del hijo tuyo


En medio del océano de la vida,
Euchando con esa ola embravecida
Que sin razón se llama sociedad ?
A y ! Sin tu amor, tal vez pasado hubiera
De la senda del bien á la del crimen,
Y cuantos ora á su placer me oprimen
Mañana buscarían mi amistad !

Pero prefiero, abandonado y solo


Y lejos de tu lado, madre mía,
Imitar tu virtud, mi único guía,
Y sentir siempre la conciencia en paz,
A encontrarme rodeado de ventura,
De honores, de placeres mas sin calma,
Llena de vicios esconder un alma
Tras la risueña, engañadora faz.

Si acaso te ofendí cuando era niño,


De mi imprevisto error heme contrito;
Joven aún, consejos necesito,
Y de tu amparo y protección también.
¡ Bendíceme y perdóname ! Soy tu hijo,
Pedazo de tu ser, ídolo tuyo;
T ú has sido mi ambición, eres mi orgullo,
T ú mi esperanza y verdadero bien.

Guatemala: 1 8 7 3 .
M A N U E L MOLINA VIJIL 217

EN T I E R R A

Vuelvo, mi patria, á tu seuo,


Donde de ventura lleno
Pasé mi primera edad;
Ya tus brisas
Mis sonrisas
Bañarán á todas horas,
Y calmarán tus auroras
Mi ansiedad.

Allá en mi amargo aislamiento


T u recuerdo me dio aliento
Y mitigó mi dolor;
Si algún día
El alma mía
T e olvida, niega ó infama,
Un rayo en tu cielo inflama,
Vengador.
1877.

Á MARÍA

A h ! calla, por piedad, calla María !


No recuerdes á mi ánima angustiada
Una historia de amores desgraciada
Que fué mi gloria y mi esperanza un día.

Y a no atormentes la existencia mía


Con levantar lo que se hundió en la nada;
2l8 HONDURAS LITERARIA

E l palmo postrimer de mi jornada


No siembres de letal melancolía.

Mucho sufrí cuando te hallé en los brazos


Del ser feliz que convirtió en abrojos
Das bellas flores de mi edén fecundo;

Hoy que ya se hizo mi ilusión pedazos


No arranques llanto á mis cansados ojos:
Déjame dar una sonrisa al mundo !

TE

Hubo un tiempo ¿ recuerdas ? que á tu mano


Estrechaba la mía tiernamente;
Hubo un día, es verdad, que allá en tu frente
Mi ardiente labio se posaba ufano.

¿ Quién me dijera entonces que cercano


Estaba el fin de nuestro amor vehemente,
Y que á tu corazón indiferente
Mi corazón invocaría en vano ?

Embriagado en tu rostro, yo creía


Eternas tu pasión y mi ventura;
Pero al fin de olvidarme llegó el día;

Se extinguió de tu amor la llama pura,


Y hoy miras impasible mi agonía
Y yo adoro en silencio tu hermosura !
MANUEL MOLINA VIJIL 219

TEMOR

— Temo que desoyendo mi plegaria


Me robe tu cariño otra beldad
— Oh ! no temas, mi dulce pasionaria,
Que es breve ante mi amor la eternidad !

EL BESO

Un beso es la expresión más elocuente


De un corazón ajeno á los agravios,
Es la emoción vivísima y ardiente
De dos almas que se unen tiernamente
En el límite estrecho de dos labios.

ÚLTIMA VEZ

T e llamo con el título más dulce, ídolo mío,


Y responder no quieres al grito de mi amor;
Está desierta tu alma, tu corazón vacío,
El goce del afecto conviertes en hastío,
Y esquivas mi presencia, burlando mi dolor.

Yo tengo por testigos de los acentos bellos


Que al pie de tu ventana te oyera murmurar,
220 HONDURAS LITERARIA

Del astro de la noche los pálidos destellos,


Un rizo que tu mano me dio de tus cabellos
Cuando me amabas mucho, cuando supiste amar.

En vano te pregunto por qué tus dulces ojos


Apartas de los míos, vedándome su luz;
En vano te pregunto por qué tantos enojos,
Por qué mis flores bellas conviertes en abrojos
Y vistes mi esperanza de lóbrego capuz.

Tal vez disculpar quieres tu fría indiferencia


Diciendo que engañada creíste en la pasión,
Diciendo que del sueño feliz de la inocencia
Mi mano te sacara con bárbara insolencia,
Dejando envenenado tu tierno corazón.

¡ Oh, no, dulce amor mío ! de norma la pureza


Sirvióme en los momentos de exaltación febril;
Y cuando sobre el seno tenía tu cabeza,
Un ángel custodiaba tu candida belleza,
Cubriendo con sus alas las flores de tu abril.

El Dios que ora consuela mi lánguido abandono


T e dice que te amaba, que te adoraba bien;
Que no soy el primero que tuvo en tu alma un trono;
Que no soy el primero que sufro y que perdono;
Que ya Otro que engañaste te perdonó también.

T ú todo lo olvidaste; yo vivo en mis retiros


Trayendo á mis recuerdos el tiempo que se fué;
El tiempo en que del aura me enviabas en los giros
Palabras y promesas, sollozos y suspiros
Que siento aún palpitantes, que nunca olvidaré.

Si en un jardín penetro, y en dulce arrobamiento


Contemplo el casto broche de la naciente flor,
Oculta entre sus hojas te finge el pensamiento,
Mezclado en sus aromas la aroma de tu aliento,
Que unidas se desprenden en húmedo vapor.

T e busco, quiero verte ; mas ¡ ay ! todo es en vano;


Y a sé que para siempre abandonado estoy;
Por eso como un mártir en el dolor ufano,
Y puesta sobre el pecho con inquietud la mano,
Mi tierna despedida con lágrimas te doy !
M A N U E L MOLINA VIJIL

POESÍA
RECITADA POR SU A U T O R EN EL B A I L E DEDICADO A L DOCTOR M A R C O A. SOTO

EL 6 DE F E B R E R O DE 1881

Bella, magnífica, inquieta,


Llena de dulce candor,
En esta hermosa glorieta
Está en presencia del poeta
La sibila del amor.-

Dulces palabras murmura


Con plácida dignidad;
Y con su mirada pura
Derrama en mi ánima oscura
Torrentes de claridad.

Con sus sonrisas me halaga,


Me llena de inspiración;
Y con su armonía vaga
Me pide que satisfaga
La deuda de un corazón.

Del de Honduras, patria mía,


Que en su contienda infeliz,
Con inaudita porfía,
Para insultar su agonía
Rasgaban su cicatriz.

No bastaba el desconsuelo
De su eterno padecer,
Y la hicieron en su duelo
Posar la frente en el suelo
Y sus cadenas lamer.

¡ Débil cordero rendido


En las garras del león,
222 HONDURAS LITERARIA

Que al dar su postrer balido


Halló en su sangre teñido
Su inmaculado vellón !

II

Los seres desde la cuna


Todos tienen variación:
Muda de fases la luna,
De caprichos la fortuna,
Los pueblos de condición.

Así Honduras, sumergida


En su negra adversidad,
Al descender desvalida,
Como Genio le dais vida,
Como Hombre su libertad !

Vos de su faz hechicera


Habéis borrado el capuz,
Y con constancia sincera,
Aquí y allá y por doquiera,
Borráis la sombra y dais luz.

Con vuestras obras altivas


Vais orlando la ciudad,
De líneas de Morse activas,
Imprentas, locomotivas
Y asilos de caridad.

Del siglo décimo nono


Nos brindáis la comunión;
Y dejáis que en nuestro abono
Alce la ciencia su trono,
La industria su pabellón.

III

Todo un pueblo con orgullo


Sus destinos os fió ayer;
Hoy á su plácido arrullo
Sentís el grato murmullo
De su infinito placer.
M A N U E L MOLINA VIJIL 223

De sus costumbres rehacías


Sólo queda el ataúd !
Pasaron nuestras desgracias;
Por ello os damos las gracias,
Brindando á vuestra salud !

Á MARCO A. SOTO
EL, 2 7 DE AGOSTO DE 1881

Del Cisne (*) del mar vecino


Aun se percibe el arrullo;
Pero nos falta el murmullo
Del Ruiseñor Guatelino. (**)
Este con su arpado trino
Es de la dicha el cantor,
Mártir aquél del dolor,
Siente que el seno le hieren
Las esperanzas que mueren
Nadando en olas de amor.

En feliz arrobamiento
Contempla mi ánima oscura
Reunida aquí la hermosura
Y aquí reunido el talento.
Aquélla, del sentimiento
Los gratos fulgores toma,
Entre sus labios asoma
La dulce miel del cariño,
Y tiene el alma de armiño
Y el corazón de paloma.

( *) J. J. Palma.

( ** ) S a l v a d o r Barrutia.
224 HONDURAS LITERARIA

En sagrada comunión
Están en este momento
Ea idea y el sentimiento,
El alma y el corazón
Palpita aquí de emoción
Risueña la sociedad;
Hay algo de inmensidad
Que en nuestras frentes fulgura:
Es la luz vivida y pura
Del Sol de la Eibertad.

De la flor en la ambrosía,
Del ave en el duce canto,
En el estrellado manto
Y en el luminar del día,
No encuentro tanta poesía,
Ni alientan mi inspiración,
Como la dulce expresión
De un pueblo que victorea
Ea libertad de la idea,
Ea independencia de acción.

Ayer con dolor profundo


La patria se estremecía
Y sus cadenas lamía
Esclava del Viejo Mundo.
Fué libre; mas infecundo
Fué su aliento soberano,
Pues cuando había su mano
Deshecho ya el regio escollo,
Pasó á meretriz del criollo
La esclava del castellano.

¡ Ay, Honduras ! T u alba luz


Velaba un denso sudario;
Inmenso fué tu calvario
Y muy pesada tu cruz.
De tu noche entre el capuz
Devorabas tu dolor;
Pero de Soto el amor,
De Soto la inteligencia,
La fe de Soto y su ciencia
T e han elevado al tabor.
MANUKL MOLINA VIJIL 225

¡ Gracias, Soto ! Satisfecho


Deja á Dios tu sacrificio;
T ú eres de la ley solsticio
Y fuerte imán del derecho.
En cada hondureno pecho
T ú tienes un pedestal;
En la tribuna social
Siempre triunfante apareces,
Y hoy, como ayer, nuestras preces
Te damos, genio inmortal !

Una tarde de junio, cariñosa,


Queriendo disipar tú mi tristeza,
Me llevaste á un jardín; y allí, callada,
Me obsequiaste una flor, de amor emblema.
Y o de tu mano la pasé á mi seno
Para embriagarme en su vital esencia,
Para enjugar del corazón el llanto
Y para dar á mis dolores tregua.
A y ! yo sentía en esa hermosa tarde
Cuanta amargura el universo encierra;
Tenía el alma de sufrir cansada,
Y me faltaba para tanto fuerza.
Tú, viendo mi aflicción, te estremecías,
Se agitaba en tu pecho igual tormenta;
Y aunque sereno tu semblante estaba,
T u corazón gemía con tristeza
Yo iba á alejarme de tu dulce lado,
Iba á perder la luz de tu presencia,
Brindando como premio á tu cariño
Cuantos dolores la distancia crea.
226 HONDURAS LITERARIA

Por eso en tal momento, enternecido


Y lleno de pasión y de pureza,
Tomé otra ñor que en el jardín había,
Y te la di cual de constancia emblema.
¿ Recuerdas que yo entonces te decía:
Esta modesta flor que ahora me obsequias
Irá conmigo á donde quier que vaya,
Cual de tu afecto inmaculada prenda ?
T ú también me decías otro tanto;
Mas debido á tu fría indiferencia
Y a se borró de tu memoria débil,
Y ni un recuerdo de mi amor te queda.
A y ! con justicia el corazón temblaba,
Presintiendo los daños de la ausencia !
¿ Para qué te hizo Dios tan seductora,
Tan llena de atractivos y tan bella ?
¿ Por qué te presentaste en mi camino,
Haciéndome olvidar cuanto viniera
Como recuerdo á atormentar el alma,
Como esperanza á iluminar la idea ?
O en ese instante que jamás olvido,
¿ Por qué no tuve el corazón de piedra ?
No pude resistir: tú vales mucho:
Es mucho tu poder, mucha tu fuerza !
T e amé con un amor inconcebible,
Con el amor del cielo y de la tierra,
Y te amo todavía, aunque insensible
A mi amargura y á mi llanto seas !
Y o no puedo olvidarte, aunque lo ansie,
Aunque tú misma con afán lo quieras,
Porque fijas están en mi memoria
T u imagen, tus palabras, tus promesas.
No me exijas, por Dios, el imposible
De querer que te arranque de mi idea:
Antes arrancaría hecho pedazos,
Mi pobre corazón, víctima eterna !
M A N U E L MOLINA VIJIL 227

Á MARÍA

Nada me impide contemplar, María,


En mis horas de amor la simpatía
Que Dios pusiera en tu inocente faz;
Y nadie puede en mi aparente calma
Adivinar la tempestad del alma,
Ni de mi pecho el insondable afán.

Y o siempre he sonreído en tu presencia,


Temiendo sorprendieras la violencia
De este fuego del alma, abrasador;
Y he disfrazado en nota indiferente
La queja melancólica y doliente
Que trémula en el labio vaciló.

Yo combatí con el primer latido


Que dio mi corazón estremecido
Al presentir tu celestial poder;
Y quise hundir mi pensamiento inquieto
Con las grandezas del dolor secreto
En las tinieblas de la muerta fe.

Quizás tú al fin lo has comprendido todo;


Mas ya sin esperar, te hablo de modo
Que dudarás al fin de la verdad;
Y pensarás, como pensaste un día,
Que aquello que juzgaste idolatría
Era sólo un exceso de amistad.

Y a ves que en este amor con que batallo


Hasta mi humilde nombre yo te callo,
No sé si por prudencia ó por deber;
Y que al firmar la página que escribo,
Por ocultarte mi dolor, recibo
Un nombre que jamás mío lo fué. (*)

(* ) Esta composición y otras d e l autor se publicaron con el seudóni-


mo "ARIEL."
228 HONDURAS LITERARIA

Y te amo, sí; te adoro con delirio,


Como amaban un tiempo su martirio
Los seres predilectos del Señor;
Mas ellos siempre en su dolor postrero
Tenían que esperar ! Y o nada espero,
Y te amo con el mismo corazón !

Yo, solitario en la nocturna calma,


Iluminada por la luz del alma,
Contemplando tu imagen soy feliz;.
Y en el éxtasis puro de la idea
Parece que piadosa se recrea
En Hacerme de gloria sonreír.

Si de la fiesta en el acorde ruido


Llega tu dulce acento hasta mi oído,
Me siento de pasión estremecer;
Y coloco mi mano sobre el pecho
Para impedir que el corazón deshecho
Estalle en tu presencia de placer.

T ú me evocas á veces un recuerdo,


Una historia de amor, en que me pierdo
Cual se pierde el rocío sobre el mar;
Y me acusas de ingrato y de variable
Cuando tú, Dios lo sabe, eres culpable
De esta fiebre del alma, de este afán.

Y o no puedo olvidarte ni perderte !


Mil veces lo he intentado; pero al verte
Volvistes á inflamar mi corazón;
Pero nunca sabrás lo que hoy ignoras,
Y si algún día de ternura lloras,
Olvídate del mundo y llama á Dios !
1880.
M A N U E L MOLINA VIJII, 229

EN LA INAUGURACIÓN
D E LA BIBLIOTECA NACIONAL, E L 2 7 D E A G O S T O D E 1880

Bajo un cielo de colores,


Mísera, inmóvil, tendida,
Una virgen desvalida
Yace en su lecho de flores.
Sobre su faz los dolores
Grabaron todas sus huellas;
Ya no se oyen las querellas
Que al cielo elevara un día,
Porque en su cruel agonía
El mundo burlóse de ellas.

Vuelve los ojos atrás


Y ve su pasada gloria,
Como un borrón de la historia,
Como un lunar en su faz;
Sobre su frente: "Jamás,'"
Dejó el infortunio escrito;
Jamás el día bendito
De salvación llegar debe,
Porque su ventura es leve
Y su dolor infinito.

A pesar del sufrimiento


Todavía es tan hermosa,
Cual lo es un botón de rosa
Por mucho que lo aje el viento.
Con varonil ardimiento
Buscando va su razón
La luz de la redención:
Y aunque sus miembros, cansados,
Conserva santificados
El alma y el corazón.

Sus manos atan cadenas,


Sus plantas con grillos dente,
HONDURAS LITERARIA

Y lleva sobre su frente


Espinas por azucenas.
Sus mejillas están llenas
De polvo, sombra y quebranto;
Está en jirones su manto,
Y por su rostro desliza
Una furtiva sonrisa
Con una gota de llanto.

Sus verdugos han querido


Sacrificar su inocencia,
Despedazar su existencia
Y dar su nombre al olvido.
Por un error han creído
No verla triunfante más;
Llegaron su marcha audaz
Con traición á dejar trunca,
Pero á envilecerla, nunca,
Ni á darle muerte, jamás.

Mas de ese lecho de flores


Donde la mártir descansa,
N o aleja, no, la esperanza
Sus plácidos resplandores
¿ Quién es la virgen de amores
Que sacrificando están
Con imperturbable afán ?
Es la Libertad hermosa,
Y el lecho donde reposa,
La cuna de Morazán.

Dos genios ( * ) con piedad miran


Las penas que la devoran;
Miran su pasado y lloran,
Ven su presente y suspiran.
Enternecidos aspiran
A darle gloriosa palma;
Hacen un voto en el alma,
Y á Dios teniendo en su abono,
Le ofrecen un nuevo trono
Y le devuelven la calma.

(*) M. A. Soto y R. Rosa.


M A N U E L MOLINA VIJIL

i Cuál la presentan rodeada


De su esplendor soberano,
Con una oliva en la mano
Y de laurel coronada !
Dirigiendo la mirada
( Ayer miradas mendigas )
Hacia esas selvas amigas,
Y convirtiendo los setos
En montañas de cafetos
Y de doradas espigas.

Hoy Pléyade luminosa,


Con fe acrisolada y suma,
Hace palpitar la pluma
Y la tribuna escabrosa.
Su palabra poderosa
Disipa la obscuridad,
Y á la luz de la verdad
Hace que adorada sea
Del siglo la gran idea:
La ley de la humanidad.

¡ Mirad un acto en su abono:


En este mismo recinto,
Plácido, bello y distinto,
Minerva erige su trono.
Aquí la ley del encono
Ante la j usticia abdica;
Aquí la Patria publica
Sus sabias y justas leyes,
Y á las hondurenas greyes
Las rutas del bien indica.

Vosotras, matronas santas,


Que en vuestros castos hogares
Eleváis vuestros cantares
De lo infinito á las plantas;
A quienes dio penas tantas
La culpable indiferencia
De ayer á la descendencia,
Mirad ! con dulce embeleso
Los patriarcas del progreso
Dan pan á la inteligencia !
¿32 HONDURAS LITERARIA

¡ Modestas flores ! Doncellas,


De gracia y candor modelo,
Que habéis en el alma un cielo
Y en vuestros ojos estrellas;
Fabricad guirnaldas bellas
De mirtos, rosas, claveles,
Alelíes y laureles,
Y con ternura y bondad.
Das graves sienes ornad
De vuestros gusrdianes fieles.

A Vosotros, Albas puras,


Progenitores del bien,
Que convirtiendo en Edén
Vais el desierto de Honduras;
Los sabios, las hermosuras
Y el pobre artesano ignoto,
Desde el confín más remoto,
Mirando su beneficio
Y vuestro gran sacrificio,
Os dan de gracias un voto.

¡ ADIÓS !

Dios en su seno con bondad recibe


De la tarde al morir, su último aliento,
Y toma como luto el firmamento
La densa obscuridad.
El ave de la noche deja el nido
Y cruza los espacios solitaria,
Y la virgen eleva su plegaria
Allá en la soledad.
M A N U E L MOLINA VIJIL 233

Así también el sol de mi alegría,


El horizonte del dolor esconde,
Y nadie, nadie á mi clamor responde;
Sólo me escucha Dios.
Como el ave nocturna, el pensamiento
Recorre los abismos del quebranto;
Y bautizo con gotas de mi llanto
Mi postrimer adiós.

Mas ¡ ay ! no sufro solo; también sufre


Y en su aposento, inconsolable llora
Una blanca paloma que me adora,
Una modesta flor;
Eres tú que presientes la amargura
Que en los suspiros de un adiós se encierra;
Eres tú que desciendes á la tierra,
Del cielo del amor.

¡ Cuántas veces el jugo de una lágrima


La sed de nuestras almas satisfizo,
Y cuántas en un rapto, de improviso
Subimos al edén !
Nuestro goce era inmenso; nada, nada
Llegaba á interrumpir nuestra ventura:
Si aumentaba mi afecto, tu ternura
Aumentaba también.

¿ Recuerdas que en tu seno reclinado


Rizabas con tu aliento mis cabellos,
Y fijabas en mí tus ojos bellos,
Sin moverlos jamás ?
Yo recuerdo que en premio á tus caricias
Besaba tus mejillas candorosas,
Y que el rubor sus encendidas rosas
Arrojaba á tu faz.

Todo está en tu memoria y en la mía;


Ni un punto del pasado hemos perdido;
De nuestros corazones el latido
Nos habla en alta voz.
Nos lo recuerda la primer aurora
Cuando el rayo del sol apenas arde,
El aura de los campos por la tarde,
Y por la noche Dios.
234 HONDURAS LITERARIA

Ya que naciste bella y tan hermosa,


Tan llena de candor, tan tierna y pura,
¿ Por qué diste cabida á la ternura?
Quién te obligaba, quién ?
i Por qué cuando á tus plantas puse un día
L,a primer flor del corazón herido,
No arrojaste esa flor en el olvido
Y mi nombre también ?

Pero me amaste mucho Por el cielo


Estaba destinado á los dolores
De nuestro amor las delicadas flores
En breve morirán.
Morir ? Oh, nunca, no ! Con la distancia
Más bellas crecerán, más hechiceras,
Como crece el azul de las praderas
Cuando lejos están.

Al fin nos separamos El destino


Amarga con crueldad nuestra existencia,
No respeta tu fe, ni tu inocencia,
N i el amor de los dos.
Cual gozamos ayer, hoy padecemos;
Mas ¿ qué importa nuestro hondo desconsuelo
Si la esperanza nos promete un cielo
Para después ? ¡ Adiós !

Guatemala.

¡ SUFRO POR E L L A !

¡ Estaba tan hermosa ! Ea vi un día


Del río de mi patria en las riberas,
Rivalizando con las flores todas
En perfumes, en gracia y gentileza.
M A N U E L MOLINA VIJIL

El suave resplandor de su mirada


Eclipsaba el fulgor de las estrellas;
Y caía en sus hombros con descuido,
Revuelta en ondas mil su cabellera.

La oí decir adiós; esa palabra


Siento que aún en mi interior resuena,
Y desde entonces en el alma mía
Quedó su imagen para siempre impresa.

La amo ? No sé; del corazón amante


La única fibra que vibrar pudiera
Está por el dolor adormecida,
Y quizá nunca para amar despierta.

No sé lo que pensar; pero la busco


Con tan profunda fe, con fe tan ciega,
Que la he de hallar en mi fatal camino,
Porque, bien sabe Dios ¡ sufro por ella !

¿ Y así quiero callar ? ¿ Así mi labio


Del corazón los sentimientos niega,
Cuando mis ojos de llorar marchitos
Todo el secreto de mi amor revelan ?

¿ Qué dije, pues ? ¿ Qué inerte, adormecido


Estaba el corazón ? ¡ Vana creencia !
El fuego santo del amor me abrasa !
¡ No la puedo olvidar ! ¡ Sufro por ella !

¡ Ella es un ángel ! En su casto seno


Se anidan la pureza y la ventura,
Y de su labio de sonrisas lleno
Brota la miel que el corazón apura.
HONDURAS LITERARIA

El dulce acento de sus labios rojos


Revela siempre su inocente calma;
Y con los rayos de sus negros ojos
Elena de luz la inmensidad del alma.

Su corazón á la piedad nacido


Es al delirio del amor, extraño;
Y en sus párpados leves no ha sentido
Eas lágrimas temblar del desengaño.

Su pensamiento brillador, fecundo,


Sigue del bien la luminosa huella,
No tiene nada que pedir al mundo,
El mundo mucho que envidiar de ella.

De su alma pura, en el santuario esconde


Eos sentimientos de la fe cristiana,
Y así avanzando sin saber á dónde,
Nada ambiciona de la gloria humana.

Es su universo la feliz morada


Donde tranquila y satisfecha vive,
Donde llenando su misión sagrada,
De todo un Dios la bendición recibe.

¡ Siento que la amo ! Pero débil hombre,


No puedo ya con mi dolor á solas,
Cuando se agitan murmurando un nombre
Del sentimiento las inquietas olas.

i Oh, la amo, sí ! Eo sé porque he sentido


Temblar mi corazón en su presencia,
El alma concentrarse en un latido
Y el ser purificarse en su inocencia.

Tal vez un día de mi fiel ternura


Llegue el secreto á sorprender callada,
Cuando en su frente inmaculada y pura
Fije la luz de mi postrer mirada.
MANUKL MOLINA VIJIL 237

Eres la misma que buscado había


En mis horas de. llanto y de agonía,
En mis noches de insomnio y de dolor;
La misma, siempre pura, siempre bella
Como el rayo apacible de una estrella,
Como el casto perfume de una ñor.

En tus ojos el alma estremecida


Bebió el fuego sagrado de la vida,
Poblando de ilusión la soledad;
Y fué tu imagen la vestal hermosa,
La pira que alumbraba silenciosa
Su lóbrego santuario, la deidad.

T ú tienes en favor de tu ventura


La paz de la inocencia, la hermosura
Y la casta sonrisa del placer;
El incienso del mundo y su perfume
Ante tus bellas plantas se consume
Más pareces un ángel que mujer !

Eres joven aún. Tal vez ignoras


Que hay en la vida prolongadas horas
De duelo, de infortunio, de aflicción;
Que desoído el amoroso ruego,
Cada ¡ ay ! es una lágrima de fuego
Que nos viene á quemar el corazón.

¿ Para qué revelarte lo sufrido


Si no debes saber lo que he sentido,
Lo mucho que he sentido y siento aún ?
¿ Para qué es arrancarte de tus sueños,
Tranquilos, apacibles, halagüeños,
Poblados de armonías y de luz ?

¡ Oh, no ! nunca sabrás lo que padezco;


Por tu misma ventura te lo ofrezco;
HONDURAS LITERARIA

No quiero que tú aprendas á llorar;


No quiero que, brindándome un consuelo,
Las refulgentes luces de tu cielo,
La nube del dolor vaya á eclipsar.

¡ A y ! cuántas veces con afán vehemente


Luché por arrancarte de mi mente,
Por borrarte también de mi pasión;
Mas ¡ ay ! inútil fué; todo fué en vano,
Porque al contacto de tu dulce mano
Se inflamaba de amor mi corazón.

Mas ¿ para qué ocultarlo si lo sabes,


Si te lo estoy diciendo, si las llaves
Tienes tú del santuario de mi fe ?
¿ Para qué es engañarme y engañarte
Diciendo que no debes formar parte
De este amor infeliz ? Y o no lo sé.

Y te amo con delirio, te amo mucho:


Estando en tu presencia, tiemblo y lucho
Por ocultar al mundo mi dolor...
Me basta conocerte, amarte á solas,
Saber que tú lo sabes, y en las olas
De tu aliento vital, beber amor.

Y o desperté tu ser á la ternura


Y cambié tus ensueños de ventura
Por los plácidos raptos del amor;
Y o te hice comprender que hay en la vida
Momentos en que el alma enternecida
Se abisma en los misterios del dolor.
MANUEL MOLINA VIJIL 239

Y tú eres una joven inocente


Que llevas como el ángel en la frente,
De la pureza el resplandor feliz;
Con la ola embalsamada de tu aliento
Vivificas el mundo, y con tu acento
L,a armonía del cielo haces oir.

Dios sabe que te quiero y nos queremos,


Que un mismo pensamiento ambos tenemos,
Que es igual, muy igual nuestra pasión;
Que yo vivo en tu ser; y que es mi mente
Santuario de tu luz resplandeciente,
Y cáliz de tu amor mi corazón.

¡ Cuántas veces en alas de la brisa


T e envío una palabra, una sonrisa,
Un suspiro, una lágrima también !
¡ Y cuántas tú me envías en sus giros
Palabras y promesas y suspiros
Y el jugo de tus lágrimas tal vez !

Yo sé que apreciar sabes cuanto escondo


De ternura y cariño en lo más hondo
De este pecho infeliz, vacío ayer;
Que son míos tus raptos de ternura,
Tus ensueños de amor y de ventura,
T u sonrisa de gloria y de placer.

¡ A y ! Y con tanto amor no hemos podido


Sino muy levemente y al oído
Hablar de la esperanza de los dos;
Pero yo tu secreta simpatía,
Conozcoen tu mirada, tú en la mía,
Conoces mi infinita adoración.

¡ Cuántas veces mirando tu hermosura


Quisiera haber callado mi ternura
Ahogando en el dolor mi corazón;
Mas tu belleza á tu bondad se hermana,
Y está ya el alma, de tu amor ufana
Y tú tranquila, y satisfecho yo !
HONDURAS LITERARIA

1 DOLOR !
EN M E M O R I A DEL GENERAL DON M I G U E L G A R C I A GRANADOS

E X - P R E S I D E N T E DE L A REPUBLICA DE GUATEMALA

E l h é r o e m u e r e ; su fama, n u n c a .

Sagrada Musa de Sión


Que lloras sobre las ruinas,
Que en vez de flores, espinas
Circundan tu corazón;
Que en la santa redención
De la esclava humanidad
Llenabas la inmensidad
Con tus clamores de duelo.
Pide sus luces al cielo
Y alumbra mi oscuridad !

Quiero cantar como canta


El ruiseñor sus congojas;
Como su savia las hojas
Que el torbellino levanta;
Con esa nota que encanta
Al corazón afligido
Porque ve reproducido
E n cada acento exhalado,
Un sentimiento sagrado
Allá en el alma esculpido.

Al de un pueblo, esclavo un día,


Después libre y soberano,
Mezclo mi dolor insano
Y mi honda melancolía;
Quiero traer de GARCÍA
Los hechos á la memoria,
Para que después la historia,
Imparcial, justa y severa,
No diga que HONDURAS fuera
Indiferente á su gloria.
M A N U E L MOLINA VIJIL 241

Y o le conocí ya anciano;
Le conocí cuando había
La edad con su mano fría
Teñido el cabello en cano;
Cuando temblaba su mano
De una pluma con el peso;
Pero su vigor, ileso
El corazón aun guardaba,
Porque Dios le destinaba
Para apóstol del progreso.

Y al fin lo fué ! En la tribuna


Sus derechos defendía;
Aquel héroe no temía
Armas, ley, fuerza ninguna.
Su palabra era oportuna,
Feliz y arrebatadora;
Y la idea brilladora
De paz y de independencia,
Sembraba en la inteligencia,
Su inteligencia creadora.

¡ Cuántas veces dignamente,


De la opresión en presencia,
A l opresor con vehemencia
Apostrofó frente á frente !
Y audaz, sereno, elocuente,
Sin temer la tempestad
De la honda arbitrariedad,
Inspiró á la multitud
El odio á la esclavitud
Y amor á la libertad !

Más tarde errante, proscrito,


Allá en los ajenos lares,
Sintió llegar sus pesares
A l dintel de lo infinito;
Desde allí lanzó su grito
Contra la vil opresión,
Y con firme corazón,
Con fe profunda y audacia,
De su patria en la desgracia,
Se lanzó á la redención.
242 HONDURAS L I T E R A R I A

Él, sin cuidar de sí mismo,


Con cuatro ó seis compañeros,
Hizo frente á los aceros
Del servil oscurantismo;
Con denuedo y heroísmo
Y con clemencia notoria,
Fué en brazos de la victoria,
Hasta poner en la frente
De GUATEMALA, naciente
Da diadema de la gloria !

Todo un pueblo, de alegría,


De entusiasmo y de amor lleno,
De recibía en su seno
Y el corazón le ofrecía;
De palmas mil le cubría;
Puso corona en su sien;
Porque, cual genio del bien.
Dejaba entonces abiertas,
Del pensamiento las puertas
Y del porvenir también.

Y a su energía enervada
Por su edad y la clemencia,
De la pública existencia
Pasó á la vida privada;
Pero dejó asegurada
En un varón de alma fuerte
De sus hermanos la suerte
¡ Seis años después sentía
Sobre su frente sombría
El ósculo de la muerte !

Murió ! porque morir debe


Cuanto el Universo encierra,
Desde el señor de la tierra
Hasta el infusorio leve.
Murió el héroe ! Al hombre en breve
El cementerio le llama;
Pero no muere su fama,
Pues con respeto y con gloria
Da guarda ilesa la Historia,
Da eternidad la reclama.
M A N U E L M O L I N A VIJIL 243

Libertad ! Reina del mundo !


Supremo Dios de la vida !
Astro cuya luz querida
Vivifica lo infecundo !
Y o con respeto profundo
Y dolorosa impresión,
T e doy desde este rincón
Donde tu magia percibo,
Mi saludo primitivo,
Mi duelo y mi corazón !

¡ Has perdido al hijo amante;


Al hijo tuyo que fuera
En la batalla una fiera,
En la tribuna un gigante !
G U A T E M A L A ! tú, arrogante,

Alzabas ayer la frente;


Hoy, bájala tristemente
Cubierta de amargo duelo,
Porque un astro de tu cielo
Se ha ocultado en Occidente !

¡ Oh, gran G E N E R A L ! Reposa


En tu morada postrera
Mientras la luz reverbera
De la libertad hermosa;
Pero si un día orgullosa
Levanta la tiranía
Su frente torva y sombría,
Deja tu dulce sosiego,
Y un rayo de ardiente fuego
Sobre su cabeza envía.

¡ HONDURAS ! Porción querida


De la AMÉRICA DEL CENTRO,

Dulce patria donde encuentro


Amor, esperanza y vida;
Hoy con el alma transida
De amargura y de quebranto,
Vengo á humedecer tu manto
De libre y de soberana,
Sobre el dolor de tu hermana,
Llorando mi triste canto !
244 HONDURAS LITERARIA

LA L I B E R T A D (

Ama el i n o c e n t e niño
L o q u e c o m p r e n d e r no sabe;
S u h e r m o s o p l u m a j e el a v e
Y su b l a n c u r a el armiño;
A m a c o n puro cariño
A su d o n c e l la b e l d a d ;
L a líquida inmensidad
E l pez de brillante escama;
S u s perfecciones Dios ama
Y el h o m b r e , l a libertad.

Y o la vi desfalleciente,
Ante Dios puesta de hinojos,
Con lágrimas en los ojos,
Con espinas en la frente;
Encadenada y doliente,
Cubrir de luto su faz;
Y por un héroe falaz,
Por más de un apóstol falso,
Pasar del trono al cadalso
Envilecida jamás !

En su honda melancolía
Devora su pena á solas,
Como devoran las olas
El rayo del medio día;
Ella en su misma agonía
Su santa misión pregona,
Y tiene cuando perdona,
Como sultana ó cautiva,
Por todo cetro la oliva,
Un triángulo por corona.

( * ) Poesía recitada en la fiesta en que el Dr. d o n M a r c o A . S o t o e n t r e g ó


al poeta d o n J. J. P a l m a la m e d a l l a de oro de primera clase con q u e fué pre-
m i a d a su Oda á la primera Exposición Nacional de Honduras.
M A N U E L MOLINA VIJIL 245

De la América señora,
Es en Bolívar altiva;
En Washington progresiva
Como en Dincoln redentora;
En Barrundia pensadora;
En Darrazábal afán
De alejarse del titán
Que le impusiera sus leyes;
Festiva en el Padre Reyes
Y mártir en Morazán.

' Con su benéfica influencia


Regenera las naciones,
Deifica los corazones
Y alumbra la inteligencia.
En su bendita existencia
Va derramando gloriosa
Con Soto la paz hermosa,
Su inteligencia y su calma;
Sus armonías con Palma,
Sus pensamientos con Rosa.

Palpita aquí donde estamos


En este solemne instante,
Como palpitó triunfante
En el Domingo de Ramos.
La sentimos y la amamos
Con infinita ternura,
Como ama una virgen pura
En sus dorados ensueños,
Los pensamientos risueños
De su primera ventura.

T u v o su aurora inmortal
Tras una noche de horrores,
Y llenó de resplandores
Esta América Central.
La patria alegre y jovial
Pobló de himnos el espacio;
El sol tuvo por topacio
En su corona de estrellas,
Por alfombra flores bellas
Y el limpio azul por palacio.
246 HONDURAS LITERARIA

Es tan pura como el cielo,


Como la mar, majestuosa;
Cándida como una rosa,
Sublime como el consuelo.
Vestida de blanco velo,
En donde imprime su planta
Algo grande se levanta
De la humanidad en bien,
Como Jesús en Belén,
Y en Hungría, Isabel santa.

Ella inspira del poeta .


Las sentidas armonías,
Y las dulces melodías
Del desgraciado profeta;
En Cuba, al solio sujeta,
Agobiada de dolores
Como una mártir de amores,
De la noche entre el capuz,
Los cánticos de la cruz
Inspira á sus trovadores.

Aquí, cual madre querida,


En sus rodillas nos duerme;
Allá, cansada ó inerme,
Arrastra una amarga vida;
De gloria aquí revestida,
Ventura y bien atesora;
Misericordia allá implora
A l peso de pena tanta;
Aquí con sus hijos canta,
Allá con esclavos llora.

¡ Dolorosa diferencia
Que arranca llanto del alma !
Y tú en el destierro, Palma,
En pos de la independencia.
T ú pasas ¡ ay ! la existencia
Como el pájaro perdido
Que busca en extraño nido,
De su cantar al arrullo,
E l dulce calor del suyo
Por la inclemencia destruido.
M A N U E L MOLINA VIJIL 247

Levanta al cielo las manos,


Ten en Dios los ojos fijos !
Mira cuál lloran tus hijos !
Ve cuál mueren tus hermanos !
Oye los ayes lejanos
Que en las alas de la brisa
Envía al mundo sumisa
Esa infeliz procelaria,
Que desmaya solitaria
Entre humo, sangre y ceniza!

¡ Infeliz ! En tu semblante
La sonrisa jugar veo;
¿ En dónde está, Prometeo,
T u corazón palpitante ?
¿ Qué se hizo tu fe constante ?
Tus lágrimas ¿ qué se han hecho ?
¿ O sonríes á despecho
De tus eternos agravios,
Dando esa miel á tus labios
Mientras desgarras el pecho ?

No, no; tu sonrisa es pura,


Expresiva, humilde, franca,
Cual la sonrisa que arranca
El genio de la ventura;
Tiene la misma dulzura
Hoy que de glorias te bañas,
Que ayer que en notas extrañas
Cantabas de corazón
La primera Exposición
De la patria de Cabanas.

Allí Honduras te escuchaba


Con inefable alegría;
De víctores te cubría,
De aplausos te coronaba;
Allí tu rostro brillaba
Y a sonriente, ya sereno;
Y tu acento de amor lleno
Resonaba en ese día,
Del aura con la armonía,
Con la majestad del trueno.
248 HONDURAS LITERARIA

Entonces, en el exceso
De tu ardiente inspiración,
Profetizabas la unión,
Santificando el progreso.
Dios te escuche y guarde ileso
De esta patria el alto honor;
Que ella al brindarte, cantor,
Su inmarcesible laurel,
Dos cosas te ofrece en él:
Su admiración y su amor.

Recógelo ! Es merecido,
Y colócalo en tu seno;
Que endulce un poco el veneno
Que el español te ha ofrecido,
Para que un día querido,
De tu patria, á los fulgores
De su libertad, implores
Olvido de penas tantas,
Eo coloques á sus plantas
Como una ofrenda de amores.

Eas gracias, las hermosuras


Que en este salón respiran,
Por medio de Soto miran
Brindarte su premio Honduras.
Ellas en sus almas puras
Victorean tu laúd;
Y toda la multitud,
De tus avances testigo,
Viene á decir te. conmigo:
¡ Salud, mil veces salud !

15 de septiembre de 1 8 7 9 .
M A N U E L MOLINA VIJIL

EN LA M U E R T E
DE M A R Í A ENCARNACIÓN VALLE

Á LA STA. ASUNCIÓN PLANAS.

Y la encontré tendida sobre el lecho,


Con los brazos cruzados sobre el pecho
Y la mirada inmóvil fija en Dios;
Y a mustia, silenciosa, casi inerte,
Parecía la imagen de la muerte,
Momentos antes del postrer adiós.

E n su semblante frío, macilento,


Había ya grabado el sufrimiento
Todas sus huellas desde tiempo atrás.
De los claveles de sus labios rojos
Quedaban solamente los despojos,
Se había el néctar extinguido ya.

En los contornos de sus ojos bellos,


Pugnando con sus últimos destellos,
Das sombras desplegaban su capuz.
Revelaba su voz desfallecida
Das últimas miserias de la vida,
De la muerte, la prima beatitud.

Su negra cabellera descuidada,


Tendida sobre el lino de la almohada,
Hacía resaltar su palidez:
Semejante á la pálida azucena
Del tallo desprendida, y en la arena
Agostada, del sol al rayo cruel.

Casi al sellar su página postrera,


Invocando á su Dios con fe sincera,
Da vida en sus entrañas concentró.
25° HONDURAS LITERARIA

Nada sentía del mundano ruido,


. Ni estremecióse al paternal gemido,
Ni conmovióse al fraternal dolor.

Así, sumida en insensible calma,


Pactó con Dios su libertad el alma
Y de nuevo á la vida apareció,
Sólo de ' 'Madre'' á modular el nombre
Y á apostrofar la ingratitud del hombre
Por que entonces morir no le dejó

Poco después... imperceptible y lento,


Convulso el labio balbuceó un acento .
Y su cuerpo midió la horizontal.
Vistió su rostro de color sombrío,
Y dando al mundo su cadáver frío,
El ánima escaló la eternidad.

Si tú, mi amiga, cariñosa y buena,


Hubieses presenciado aquella escena
E n toda su terrible majestad !
Si hubieses visto la imponente calma
Del sacerdote preparando el alma
Al festín de la vida espiritual!

Y al fúnebre clamor de la campana,


Allí reunida sociedad cristiana
Clamando por la víctima perdón;
Y de una madre desolada y mustia
Ea inmensidad de su terrible angustia,
La plenitud de su inmortal dolor;

Comprenderías hasta dónde pudo


Con hórrido placer, bárbaro y rudo,
El sufrimiento acibarar su hiél;
Conocerías lo que siempre el cielo
Quiera vedar á tu amoroso anhelo,
Quiera alejar de tu encantado Edén.

Mas ¡ ay ! también de la amargura insana


Has tenido una parte, porque hermana
Era en tu amor la mártir infeliz !
M A N U E L MOLINA VIJIL 251

También tu corazón vistió de luto,


Y paga con sus lágrimas tributo
Y siente lastimar su cicatriz.

A l derramar tu llanto en mi presencia


Bañó mi faz glacial indiferencia
Y no pude tu pena consolar:
Es que mi mente, á la impresión sujeta,
La mansedumbre del dolor respeta
Y devora en silencio su pesar.

Á MARÍA

Me preguntaste ayer si conocía


A l autor de los cantos á María,
Al infelice bardo del dolor,
Trémula el alma, palpitante el seno;
Mas con el rostro de sonrisas lleno,
T e contesté sin vacilar que no.

¿ Por qué me interrogabas de ese modo,


Cuando mis ansias, mis delirios, todo
Estaba adormeciéndose en mi ser ?
Cuando tras largo batallar rendido
Quedaba el corazón desfallecido
Sobre el frío sudario de la fe ?

A h ! tú no sabes hasta dónde alcanza


La garra del dolor, si la esperanza
Esquiva apaga su postrer fulgor !
Si al descender á disfrutar la calma
Vuelve á rugir la tempestad del alma,
Vuelve á incendiarse el corazón de amor.
»52 HONDURAS LITERARIA

Embriagada tal vez en tu ventura


Ignoras que hay momentos de amargura
En que filtra sus hieles la aflicción;
Y que al ardor de una abrasante idea,
Bárbaro el infortunio, se recrea
En hacer imposible la ilusión.

¿ Para qué tanto amor, delirio tanto,


Si al presenciar tu seductor encanto
Debo en silencio sofocar mi afán;
Y si el destino que de tí me aleja
Me ha vedado el consuelo de la queja,
Me ha negado el alivio de llorar ?

Y es infinita mi pasión sincera;


No te puedo olvidar, aunque lo quiera !
No te puedo del ánima borrar !
T u imagen sacrosanta y bendecida,
Presidiendo los actos de mi vida,
Ni durmiendo me deja descansar !

Dime, María, si en tus dulces horas


De apacible solaz, ó cuando lloras
Hay algo que se agita en tu interior,
Si plácida en tu mente candorosa
Se levanta una imagen silenciosa
Y te ofrece su miel una ilusión.

Di si tu seno' conmovido late


Al escuchar los cánticos de un vate,
A l mirar unos ojos que te ven;
Si sientes una extraña complacencia
Que derrama una luz en tu inocencia,
O mártir eres de tu casta fe !

¡ Y te pregunto ! y busco tu mirada


Cuando no puedes contestarme nada,
N o sabiendo quién eres ni quién soy !
Pero es que mi razón se desvanece,
Y en algunos momentos me parece
Que de hablarte de mí se encarga Dios.

Una noche de invierno, en una fiesta,


Tranquila, pura, angelical, modesta
M A N U E L MOLINA VIJIL 253

Y extraña siendo al general placer,


Iylegué á tu lado, y con cariño santo
Me diste un parabién... María, ¡ cuánto,
Cuánto daño me hicistes esa vez !

¡ Cuánto menos sufriera si el destino


Me hubiese retirado del camino
Por donde en triunfo, inmaculada vas !
O si la muerte con su mano fría
Hubiese terminado mi agonía
Poniendo ante mi ser la eternidad !

LAS NIEBLAS DEL CORAZÓN

Á MI AMIGO J. J. PALMA.

¡ Oh, mi amigo ! Y o en el fondo


Del corazón moribundo,
Por justo temor del mundo,
Mis sentimientos escondo;
Yo he luchado
Por olvidar mi pasado
Y evaporar de mi seno
Das gotas ¡ ay ! de veneno
Que con fingido placer,
Mintiendo fe y simpatía,
Allí filtraran un día
Dos labios de una mujer.

¡ Cuánto crecía mi anhelo


Si al rayo de tibia estrella
Dlegaba á mirar con ella
Dos panoramas del cielo !
254 HONDURAS LITERARIA

¡ Cuál creía
Que Dios mismo protegía,
Con su providencia santa,
Tal ventura, dicha tanta;
Y que, al mirarla sonriente
Y viéndome satisfecho,
Me daba un abrazo estrecho
Y me besaba en la frente !

En torno de su albo cuello


Mis brazos entrelazaba,
Mientras su aliento rizaba
Eas hebras de mi cabello.
Con dulzura
Decía que la ventura
Nos brinda sus castas flores
En la edad de sus amores !
Y o recliné en su regazo;
Mas perturbó mi embeleso
Ea vibración de su beso,
Ea conmoción de su abrazo !

En sus labios seductores


Había miel y sonrisas,
Como perfumes y brisas
En el cáliz de las flores.
Satisfecho
Puse mi mano en su pecho,
Ea suya sentí en el mío,
Y en tan feliz desvarío
V i al astro de la ilusión,
Desde un cielo de ventura,
Disipar con su luz pura
Las nieblas del corazÓJi.

Ella era una flor temprana


De perfumado capullo,
Abierta al primer arrullo
Del beso de la mañana.
Su inocencia
Era magnífica esencia
Y su mejor atavío;
Era gota de rocío
M A N U E L MOLINA VIJIL 255

Oculta en su casto broche;


Y ella en sus ojos reunía
Las luces del medio día,
Las sombras de media noche.

A l fin su labio risueño


Negó á mi labio ambrosía;
Mas viene á mi fantasía
Hasta en las horas del sueño.
Y la miro,
Sin que ella exhale un suspiro,
Bella, apacible y sonriente;
Y ni siquiera presiente
Que puede llegarle á ser
En un momento terrible,
Todo placer imposible,
Y muy pesado el deber.

¡ Ya nada á fingir alcanza


Mi pobre mente sombría;
Ni vuela la fantasía
En alas de la esperanza.
No destella
En mi horizonte la estrella
A cuyos suaves fulgores
Se iluminaban las flores
De mi perdida inocencia;
Y sola queda en el alma,
De aquella tranquila calma
La dulce reminiscencia.

Y tú que al festín me invitas


Del amor, di, ¿no te asombras
De ver en mi rostro sombras,
De oir de mis labios cuitas ?
¿ No te hieren
Cuando en tus oídos mueren,
Los ayes del dolor mío,
Que entre suspiros te envío ?
T ú no ves mi adversidad,
No comprendes mi quebranto,
Aunque te enseñe con llanto
Mi muerta felicidad !
256 HONDURAS LITERARIA

¡ Cuál se deshacen las almas


En lágrimas y congojas
Si se marchitan las hojas
De nuestras triunfales palmas !
Si se esconde,
Sin que sepamos en dónde,
Para aumentar los martirios,
E l astro de los delirios !
¡ Y si al velar nuestra gloria
El ser que olvidar le plugo,
Nos deja como verdugo
Su imagen en la memoria !

/ Si es muy triste á los que aman


Ver desde extraños hogares
Las sombras crepusculares
Que los recuerdos derraman,
¡ Todavía
Siente más melancolía
E l mísero adolescente,
Cuando de su hogar ausente,
Huérfano infeliz de padre,
Del mundo entre los excesos,
No le custodian los besos
Del corazón de una madre !

Y ¡ cuan dulces y sagrados


Son de la infancia los sueños,
Cuando los velan risueños
Eos maternales cuidados !
¡ Qué delicias
Derraman en sus caricias
Aquellos labios sedientos
De nuestros tibios alientos !
Y ¡ cómo en la mente fijos
Sentimos con dulce calma,
Esos conciertos del alma
Con que adormecen los hijos !

Y o soy un cisne perdido


De un mar entre densas brumas,
A quien cortaron las plumas
Y destrozaron el nido;
MANUEL MOLINA VIJIL

Y que á solas,
Juguete vil de las olas,
A divisar ya no alcanza
Las playas de'la esperanza;
Y que en el postrer afán
En que sus fuerzas se agotan,
Su cuerpo débil azotan
Las alas del huracán.

¡ Y a el dolor cubre de hielo


Mi enérgica juventud,
Y aparta de mi laúd
Las melodías del cielo !
No me alienta
Ni esa ilusión que presenta,
A través de sus cristales,
Florestas, grutas, raudales—
¡ Que en esta desolación,
Do mueren las ansias mías,
Más densas son y más frías
Las nieblas del corazón !

Tegucigalpa: 5 de diciembre de 1 8 8 1 .

DESEOS

Á LA STA. ADKLA COT.I.IKR.

Da flor de la ventura en tu albo seno


Derrame con placer su grata esencia,
Y cubra con sus alas tu inocencia
El ángel del Señor.
Del contento la plácida sonrisa
Constantemente entre tus labios juegue,
Y nunca en tu alma á aposentarse llegue
El genio del dolor.
258 HONDURAS L I T E R A R I A

Todas las gracias de tu ser, esclavas,


Vayan contigo á donde quier que fueres,
Y tesoros inmensos de placeres
Encuentres sin cesar;
De tu semblante angelical y bello
Nunca se apague el seductor encanto,
Y jamás una lágrima, el quebranto
T e obligue á derramar.

No llegue á sepultarse en el ocaso,


De tu felicidad el sol querido,
Dejando entre las sombras sumergido
T u tierno corazón;
Ni un solo pensamiento de amargura
En tu ánima tranquila se levante,
Que arroje de improviso en tu semblante
Mortal consternación.

Cuando ante Dios unieres tu destino


A l destino del ser que esposo llames,
Que te ame tanto como tú le ames,
¡ Que se adoren los dos !
Y cuando roto el hilo de tu vida,
Toda una eternidad esté delante,
Inmaculada el alma se levante
Hasta el seno de Dios!

EN UN B A I L E

Á LA STA. DOLORES EOPEZ.

No sé si es blasfemar, pero yo creo


Que Dios de tus encantos se enamora,
Y que olvidado de los mundos vive
Contemplando tus gracias seductoras;
MANUEL MOLINA VIJIL

Yo sé que al darte vida sonreía,


Y que empeñó su omnipotencia toda
Para formarte cual ninguna tierna,
Para formarte cual ninguna hermosa !
Más pura que el azul del firmamento,
Más plácida que el rayo de la aurora,
Y aun más sensible que la humilde planta
Que "sensitiva" el Universo nombra.
Es poca la existencia para amarte,
Ea humanidad para adorarte es poca;
El hombre siempre al contemplarte sufre
Y al mismo tiempo en sus dolores goza;
Sufre al mirar la inmensidad que media
Entre él, insecto vil, y tú, paloma,
Cuánto puede sufrirse aquí en la tierra,
Cuánto puede gozarse allá en la gloria !

No vuelvas á los bailes,


No vuelvas por favor,
Que allí se hace pedazos
Mi pobre corazón.

No vayas al paseo,
Ni al templo del Señor:
Tengo celos del mundo,
Tengo celos de Dios !

PALMA

Sigue, mártir, tu camino;


Nada temas, ve adelante;
Al espíritu gigante
Jamás arredra el destino.
Hoy causado peregrino,
HONDURAS LITERARIA

Bajo un cielo sin estrellas,


Vas recorriendo las huellas
Del dolor y del quebranto,
Y bautizando con llanto
Tus ilusiones más bellas.

Y o sé que como cubano,


Santificada y de hinojos,
Tienes el alma en los ojos
Y el corazón en la mano;
Sé que te agitas en vano
Por borrar de tu memoria
Esa dolorosa historia
De Cuba, la desgraciada,
Que busca, desventurada,
En sus martirios la gloria !

T u pobre patria, esa ondina


Que tiene llanto por riego,
Prende en sus hijos el fuego
De la inspiración divina;
Da sonrisa peregrina
En los labios seductores
De sus ángeles de amores,
En gracia y beldad rivales
Con las ninfas orientales,
Dos céfiros y las flores.

Hoy con la amargura lidias


Y la proscripción te abate;
Y o te envidio como vate,
T ú como libre me envidias.
No temas hallar perfidias
En este pueblo pequeño,
En este nido risueño,
Do el extranjero es hermano,
Donde halló abierto el cubano
El corazón hondureno.

¡ Ay ! ¿ Dioras ? Contigo lloran


Cuantos respiran la vida
De la libertad querida,
Cuantos en el cielo moran.
MANUEL MOLINA VIJIL 2ÓI

Dos que á tu patria devoran


Y con furor inaudito
Quieren hacer infinito
El martirio de esa flor,
Sobre un calvario bendito
Verán alzarse un tabor.

T ú levantas hoy las manos


En actitud suplicante,
Porque miras palpitante
Da sangre de tus hermanos.
Como tú, mil ciudadanos
Y cuantos aman el bien,
Apóstoles del Edén,
Sacerdotes de piedad,
Demandan la humanidad,
Da independencia también.

Dios que mira el vasallaje


De esa paloma sin nido;
Que mira en sangre teñido
Su alabastrino plumaje;
Que entre las orlas de encaje
De un mar besando una cruz
Envía al mundo el ¡Jesús !
Que grita su corazón,
De promete redención,
Vida nueva y nueva luz.

Entonces, para ese día,


Si estás de mi lado ausente,
Tendrás un templo en mi mente,
Mis brazos, si en compañía.
Compartirás tu alegría
Y tus placeres conmigo,
Como compartes, amigo,
Aquí do la frente inclinas,
T u gran corona de espinas,
De tus dolores testigo.
262 HONDURAS LITERARIA

Á DOÑA CELESTINA DE SOTO

POESÍA RECITADA POR SU A U T O R EN UN B A I L E DEDICADO A DICHA SEÑORA

¡ Y bien ! De mi lira ignota


Que al dolor vibrara un día.
De fe, de amor, de alegría
Puedo arrancar una nota.
Quede ya la cuerda rota
Del amargo desencanto,
No se humedezca en el llanto
De los recuerdos de ayer,
Y deje á la mártir ver
El cielo tras el quebranto.

¡ Modesta ninfa ! Mirad


Con qué entusiasmo y ternura,
Con sonrisas la hermosura
Saluda á vuestra beldad !
Con candorosa humildad
Os brinda su corazón,
Y mira con emoción
Que en vuestra frente descansa,
Como el iris de la alianza,
Del cielo la bendición !

Y o encuentro en este festín


Torrentes mil de armonía;
Más luz que en el medio día,
Más flores que en un jardín.
Aquí el mismo serafín
Con el arcángel se hermana;
Aquí de placer ufana
M A N U E L MOLINA VIJIL

El ánima se estremece,
Y sus laureles ofrece
El bardo á su soberana.

Y o sé que habéis de ternura


Todo un tesoro en el alma;
Que del afecto la palma
Da sombra á vuestra ventura;
Que á vuestra rara hermosura
Superan los demás dones,
Pues vais en los corazones
Vertiendo con casto anhelo,
Da viva luz del consuelo,
Da miel de las ilusiones.

Tenéis luceros por ojos,


Do la modestia reposa;
Mejillas color de rosa
Y labios breves y rojos;
Jamás ni aun leves enojos
Vuestro semblante diseña,
Siempre apacible y risueña
El bien oponéis al mal,
Y servís de pedestal
A la esperanza hondurena.

II

De vuestro consorte en brazos


Da fe popular descansa:
Él es el punto de alianza
De los sociales pedazos;
Él une con fuertes lazos
Da dulce paz y el consuelo,
Y en su patriótico anhelo
Lleva sus obras tan alto,
Que puede llamarse un salto
De las tinieblas al cielo.

Nada temáis por su vida;


Dormid tranquila, señora,
Que la sociedad le adora
Y la libertad es su egida.
HONDURAS LITERARIA

De todas sus glorias cuida


La patria, robusto león !
En su obra de redención
N o debe tener calvario,
Arinque intenten lo contrario
Las hidras de la ambición.

III

¡ Oh, cómo ! ¡ cuánto se goza


Si al grato son del laúd,
Despliega la juventud
Sus alas de mariposa !
¡ Cómo despierta amorosa
La maga fiel del ensueño,
Y con su labio risueño
Murmura un nombre y señala
La perla de Guatemala
En el joyel hondureno !

Oh ! ¡ Cómo de hoy la memoria


Va á eternizarse en el alma !
¡ Cómo de mirto y de palma
V a á coronarse la historia !
Aquí se siente la gloria
En cada palpitación !
A vos debe la ilusión
Poder agitar sus alas,
Las ninfas lucir sus galas
Y el bardo su inspiración.

Bajo otro cielo mejor


Encontraréis algún día,
Más goces, más alegría,
Pero nunca mas amor.
E l canto del ruiseñor
Os servirá de concierto;
Veréis un mundo cubierto
De pompa y gloria bien alta,
Pero siempre os harán falta
Las auras de esté desierto !

Hoy aquí de la amargura


Queda la huella borrada,
M A N U E L MOLINA VIJIL 265

Y se alza sacramentada
La diosa de la ventura !
Ella con su mano pura
Nos brinda su comunión;
Ella deja á la ilusión
Poner sus prismas en juego,
Y con sus labios de fuego
Besarnos el corazón.

Varios dignos caballeros


Ponen la lira en mi mano;
Y o en nombre de ellos, y ufano,
Vengo el festín á ofreceros;
En nombre de esos luceros,
La viva titilación;
De la hondurena Nación
La gratitud y la calma,
Y como flores del alma,
Del bardo la inspiración !

Septiembre de 1880.
JOSEFA CARRASCO
^ ^ ^ ^ "
JOSEFA CARRASCO

Nació en Santa Bárbara, capital del departamento del


mismo nombre.
Ha sabido siempre distinguirse por su aplicación al
estudio y por una delicadeza y dignidad de conducta ejem-
plares.
Sus padres, don Cándido Carrasco y doña Magdalena
Leiva de Carrasco, pusieron particular empeño en la edu-
cación de esta hija predilecta, y en el Colegio de señoritas
de aquel departamento adquirió los conocimientos que lle-
garon á inspirarle tanto gusto y amor por las letras.
Ha cultivado la poesía con notable éxito. Varios pe-
riódicos de Centro-América han reproducido algunas de
sus composiciones, que revelan las dotes de imaginación
y los delicados sentimientos de la dulce cantora de allende
las márgenes del Ulúa.
Si la inspirada poetisa descuella por su inteligencia y
cultura, descuella aun más por sus prendas morales. Su
virtud inmaculada y su modestia la hacen honor de su
sexo. Por la bondad de su corazón y sus cualidades de
hija muy amante y consagrada al cumplimiento de sus
deberes, se granjea siempre el respetuoso cariño de cuan-
tos la conocen.
Á COLÓN Y AMÉRICA
EN EL IV C E N T E N A R I O DEL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA

Cuando la luz en el rosado Oriente


Despertaba risueña, encantadora,
Sobre las ondas de la mar rugiente,
Ligeras cual la brisa voladora,
Y con rumbo marcado hacia Occidente,
Tres carabelas saludó la aurora.

Quién las guía ? ¡Oh, Dios ! ¿ Quién es el nauta


Experto y valeroso que las guía ?
Es Cristóbal Colón, el italiano,
E l que otro mundo ha dado en profecía:
Aquel mendigo que amparó Marchena
Cuando llevado por su hermoso sueño
Ante los reyes de la culta España,
Su brío, sin rival, puso en escena.

En pos de un ignorado Continente,


Y a domina del mar las tempestades;
i Vedle ! lleva marcadas en la frente
Las huellas luminosas é inmortales
De una esperanza de verdad henchida,
Y la intuición de todas las edades
En su genio se encuentra resumida.

Seguirle es fuerza sobre el vasto océano


Las naves dejan brilladora estela;
La brújula del nauta, salvadora,
El rumbo enseña que Colón anhela,
272 HONDURAS LITERARIA

Y las olas gigantes que se alzaban


Del mar en los horrísonos desiertos,
Admiraba con éxtasis profundo
Colón, soñando en descubrir un mundo !

En viva luz se desbordaba el cielo


En regaladas brisas el ambiente:
Los marinos, después de largas penas,
Alzan tranquilos la ceñuda frente;
Y al mirar que la aurora
Arrastraba su carro en el Oriente,
Enajenados, llenos de alegría,
De octubre vieron el onceno día.

Vieron también los mares tapizados


De verde yerba, cual pradera hermosa,
Y que fragmentos de árboles flotaban
Sobre la ola tremenda y espumosa;
Que una garza gentil, sobre las naves,
Con su rítmico vuelo se cernía,
Que una tórtola dulce y otras aves
Cantaban con divina melodía.
Entonces en la mente del marino,
La secreta esperanza que abrigaba,
Tomando bellas, colosales formas,
Casi en hermosa realidad miraba.
Mas el día pasó: sólo agua y cielo
El horizonte impávido mostraba,
Y la noche, callada, con sus sombras
A las veleras naves circundaba.
Las diez sonaron y Colón, inquieto,
La mirada fijó en el Occidente,
Y en la solemne oscuridad brillando,
Descubrió lejos luminoso objeto-
Que era una luz la que tenía enfrente,
Da razón afirmábale en secreto.

— La tierra cerca está — dijo impaciente,


— De dicha siento estremecerse el alma;
Bogad, bogad, tripulación valiente,
Que de los triunfos obtendréis la palma !
Pocas horas después, en la alta sierra
Un cañonazo retumbar se oía,
JOSEFA CARRASCO 273

A l mismo tiempo que gritaba ¡ ¡ Tierra ! !


El venturoso y perspicaz vigía.

A ese eléctrico acento levantaron


Eas torvas frentes los marinos fieros,
— ¡ Tierra ! ¿ E s cierto ? dudosos exclamaron,
Y cual torrente desbordado, todos
En tumulto á la proa se agolparon.
Una faja grandiosa de esmeralda,
Por la penumbra aún medio velada,
Se adivinaba allá junto á la falda
De una montaña espesa y encumbrada.

'' ¡ Alto ! ¡ Aferrad ! " " ¡ La tierra está adelante !''


Gloria á Colón, al genio soberano
Que presintió tras el soberbio Atlante
El bello Continente Americano !
i Hijos del Nuevo Mundo, descubrios,
Y respetuosos inclinad la frente
Ante ese sabio que postrado en tierra,
Del Dios de Abraham y de Isabel en nombre,
En vuestro virgen y fecundo suelo,
Al resolver del orbe el gran problema,
Feliz tremola el español emblema!

Surgió su estrella, y sus fulgentes llamas,


Marcando el rumbo que ignorado estaba,
Le hacen llegar á las hermosas Bahamas,
Porque la ciencia que sus naves guiaba,
Y del Cristo la fe consoladora,
Con nuevo aliento su cerebro inflama,
Y harán que allá donde el Eterno mora,
En los épicos cantos de la gloria,
Llegue de sus hazañas la memoria.
Sí: del que afrentas devoró y desvíos
Con alma noble y de entereza llena,
Por una senda luminosa vuela,
De alcázares pasando á caseríos,
El nombre ilustre, y por doquier resuena
Retumbando en los ámbitos vacíos.

j Y tú, América ! Virgen pudorosa,


Radiante, augusta, en tu altivez sencilla,
¿74 HONDURAS LITERARIA

T e alzaste tan espléndida y hermosa


Que Colón al mirarte se arrodilla.
Y o quisiera, al cantarte,
El poder inmortal y prepotente
Que hay en la voz del genio y del poeta,
Que hay en la hermosa tempestad rugiente
Y en el viril acento del atleta.

¡ Oh, América soñada !


Gallarda reina de la cumbre andina,
De la azulada Hudson ninfa alada,
Que te yergues magnífica y divina
En medio de dos mares,
Y miras extenderse en lontananza,
Sobre tus regios lares,
'' El horizonte azul de la esperanza;"
En la diadema que tus sienes orla
E l Ártico salvaje,
Duce de perlas colosal penacho
Cuando se agita en tumultuoso oleaje;
Y en tus centros, emporios de riqueza,
Se asienta el Dárien, ruge el Mar Caribe
Y pregonan la insólita grandeza
Que en toda tu gentil naturaleza
Con profusión el Hacedor escribe.

A tus plantas se extiende


El Antartico; el bello Magallanes
Y el Amazonas, el Madeira, el Plata,
Precédenles cual coro de titanes,
Y tus bruñidos, diamantinos lagos,
Dos fulgores del cielo desafían
Cuando los rayos del ardiente Febo
Sobre sus linfas diáfanas y puras
Brillando se extasían;
Y los rientes y suaves arroyuelos
Que fecundan tus vírgenes praderas,
Van descubriendo los veneros de oro
Que codicia y asombro despertaron
En las pasadas eras.

Doquiera, exuberantes,
L,lenas de gracia y de frescor, convidan
JOSEFA CARRASCO

A gozar las delicias de su ambiente


Eas selvas en que anidan
Aves diversas de plumaje vario,
Que entre aromas y flores
Elevan al santuario
De sus puros, dulcísimos amores;
Y rica allí descuella
Naturaleza, en su soberbia fauna,
El tapir y el antílope, exhibiendo,
El cervatillo, el mono, el león hermoso,
El águila caudal que eleva el vuelo
Y audaz traspone el encumbrado monte
Como queriendo traspasar el cielo;
Allí el jaguar y el oso,
El manso llama, el jabalí, el bisonte,
Viven cual soberanos,
Sin que nadie interrumpa su reposo
En los abiertos llanos,
O de la selva en el confín umbroso.
Mas, tu indígena raza,
Que entre tantas bellezas descollaba,
En la superstición y el fanatismo
Sumida, envuelta estaba,
Y en tu región hermosa
No había corrido el manto
Esa noche terrífica, ominosa,
Que en la brillante Europa
Borrado había el Evangelio Santo.
Ignorada pasaba tu existencia,
¡ Oh, bello Continente Americano ....!
Y por siglos y siglos á la ciencia
Fuiste cerrado, impenetrable arcano

Y mientras, admiraba el Viejo Mundo


Del genio las creaciones soberanas,
Ya levantar al cielo giganteas
Eas cúpulas galanas,
O ya tejer para Rafael coronas
Que llevasen en triunfo la memoria
Del rostro virginal de sus Madonas
A los anales bellos de la historia,
Y que los fríos mármoles de Paros
HONDURAS LITERARIA

A los prodigios del cincel tomaban,


Prisioneros del arte, los secretos
Y el nombre del artífice laureaban.
Que las sublimes ciencias
A l sepultarse las edades muertas,
La huella que dejaron persiguiendo
Con su poder profundo,
Han venido grandiosos descubriendo
E l ignorado Génesis del mundo
¡ T ú , América ! la reina del Atlante,
Al son de dulces, suaves armonías,
El sueño voluptuoso de las hadas
En tus selvas magníficas dormías !
Mas Colón te conjura: á su presencia,
Cual ángel bello de nevadas alas,
Llena de luz, de gracia y de inocencia,
Respondiste, mostrándole tus galas !
¡ Colón ! ¡ Colón ! Si al fin de tu jornada
Víctima fuiste de infernales sañas,
La América, por siempre enamorada
Vivirá de tus ínclitas hazañas:
Y el himno universal que se levanta
En loor á tu gran genio,
Que un reguero de luz dejó en los mundos,
Sonará de cada uno en el proscenio;
Y tu nombre preclaro y bendecido,
Que el orbe todo con cariño guarda,
En la rugosa frente de los siglos
El porvenir encontrará esculpido.

Santa Bárbara: 12 de octubre de 1892.


JOSEPA CARRASCO 277

INSPIRACIÓN

F R A G M E N T O S

¡ A h ! sin la ardiente y protectora llama


Que sublima y alienta las ideas,
Y en rayos suavísimos derrama
La sacra lúa de sus hermosas teas,
La inteligencia traslucir no osara
Los mundos intangibles
Que á los ojos humanos
Se ocultan invisibles;
Y extasiado el espíritu no viera,
Tras esa muda eternidad sombría,
Una grata esperanza lisonjera;
¡ A h ! si no se tuviera
La agradable intuición de lo infinito,
Ese algo que ha negado
El frío corazón del ser maldito;
Y no se comprendiera
Cuánto se oculta en el confín dorado
De la celeste esfera,
La inspiración, la mente, escollaría
Ante inmensos arcanos,
Y fueran tristes, pálidos y vanos
Los ensueños que el alma forjaría.

Cuando rugientes en la mar se agitan


Las tumultuosas olas encrespadas,
Intrépidas golpeando las arenas,
En insondable abismo desplomadas,
¿ Qué poderosa voluntad produce
Esa secreta conmoción que aterra ?
¿ Dó está ese Atleta que estremece airado
Las entrañas profundas de la tierra ?
Y cuando en noches de imponente calma
Cruza veloz el fúlgido meteoro,
278 HONDURAS LITERARIA

Perdido en el espacio;
Cuando en hermosa filigrana de oro
La rósea nube borda de topacio
E l regio monumento,
Del crepúsculo bello en el momento;
Cuando se alza soberbio en el Oriente
Esplendoroso el sol de la mañana,
Y cuando al declinar en Occidente
Con pompa soberana
Las montañas y prados tornasola,
Bañando el cielo de carmínea grana;
Cuando el lirio despliega su corola
Mecido por las auras,
Al beso de la tarde,
De su gracia y perfume haciendo alarde;
¿ Cuál es el alma que palpita en todo
Y domina ese todo en el momento ?...
En la esfera común no se percibe:
Tiene su trono allá en el firmamento !
¡ Si llegara á tocar en mi delirio
Ese mágico altar del pensamiento,
Do el genio deposita sus laureles
Y la dulce emoción del sentimiento;
Pudiera entonces de fulgor divino
Bañar la senda que mis plantas huella,
Trocar esta ignorancia que me ofusca
Por la radiosa lumbre de una estrella !

¡ Vuela, águila sublime,


Ávida y soñadora fantasía,
Viajera infatigable que caminas
Sin descansar un día
Entre ilusiones, lágrimas y espinas !
Tus alas pliega en la celeste esfera,
Y roba ese misterio á la eminencia
Volviendo luego á iluminar mi numen
Con un destello de la altiva ciencia.

Aurora que disipa las tinieblas


De la lóbrega noche de mi vida,
Inspiración querida
Que en momentos de vértigo sentí;
JOSEFA CARRASCO 279

Ven á darme tu aliento poderoso,.


Quiero empaparme para siempre en tí !
Espléndido reflejo de la gloria.
Desatino febril del alma mía,
Plácido encanto de mi mente inquieta,
Del corazón la íntima alegría;
¿ Por qué tu iris hermoso no fulgura ?
Dame los rayos de tu lumbre pura,
Que poseerte yo quiero enajenada !
No reprimáis su vuelo,
Pensamientos fatídicos del suelo !
¡ Oh, ven, sí, grata inspiración íerviente,
Y desate tu soplo refulgente
Eos oscuros crespones de mi ideal!
Y al filtrarse en mi espíritu la llama
Que te alienta inmortal,
Rápida como el rayo incendia, inflama
Eo que encuentres mezquino y terrenal...
En tu foco de luz quiero envolverme,
Y cual chispas eléctricas sentir
Que al choque poderoso de tu aliento
Gigante, en mi cerebro el pensamiento
Va con el sol su luz á confundir
Ven, y tu grata transfusión en mi alma,
En mi alma, que te llama y te desea,
Sirva para encender en mi cabeza
La sacrosanta antorcha de la idea.

Á LA JUVENTUD HONDURENA

Se extinguieron las zarzas punzadoras


Que endebles vegetaban
En nuestro caro suelo;
Troncháronse los sauces gemidores
Que con susurro lúgubre imitaban
28o HONDURAS LITERARIA

Da misteriosa voz de los dolores


Ajenos al consuelo;
Y el tórrido calor de un sol ardiente
Fertilizó esta tierra, y á su influencia
Surgieron plantas de fecunda savia,
Que dan á Ceres gran magnificencia.

Roto hallamos el círculo pequeño


En donde el germen del error bullía
En los aciagos tiempos de conquista,
De oscurantismo y ruda tiranía.
Después, de libertad el faro hermoso
Para la Diosa de Colón fulgura,
Y el amor de los Padres de la Patria
Un excelso destino le asegura.
Aun vive perdurable
El recuerdo dichoso
De los varones ínclitos
Que con celo laudable
Dibertad nos legaron,
Y con amor profundo
A la virgen América elevaron
Frente al Antiguo Mundo.

Despertóse el espíritu,
Sacudiendo el crespón de las tinieblas
De la ignorancia adusta,
Y risueña y augusta
Da primera alborada de un gran día
Decoró el horizonte,
Benéfica, esplendente,
Haciendo á un pueblo todo
Alzar del polvo la humillada frente.

¿ Quién retiene hoy en el sosiego inerte


A las ciencias que marchan adelante ?
¿ Quién la idea encadena ?
N o de opresores ya la saña fiera
En extinguir se goza
Del pensamiento la inmortal lumbrera.

Gratas auroras miras hoy tranquila,


Juventud hondurena,
JOSEFA CARRASCO

Y el don inestimable,
Cual bienhechora enseña,
Muestras de tu radiosa inteligencia,
De tus grandes ideales,
Tus bellas ilusiones,
T u ardiente corazón, pura conciencia.
¡ Oh, noble juventud ! urna sagrada
Donde la patria su esperanza guarda,
Anhelosa, valiente, entusiasmada,
Marcha, marcha adelante,
A ceñir del talento y de la gloria
La preciada corona
Con que la fama en este siglo heroico
La virtud y la ciencia galardona.

Marcha tras el sendero luminoso


Que Bolívar y Washington trazaron;
Marcha sobre las huellas inmortales
Que aquellos astros vividos legaron,
Realizando con gloria sus ideales.

Alumnos afanosos de Minerva


A cuyo alcázar remontáis el vuelo,
Las benéficas artes y la ciencia
Profusas premiarán vuestro desvelo;
Y cuando llenos de ese noble orgullo
Que el espíritu inflama,
Para la obra del bien miréis ardiendo
De la verdad la llama;
Cuando miréis las esmaltadas flores
Del talento y del genio
Desplegando sus pétalos divinos
Del mundo en el proscenio;
Cuando, en las selvas fértiles de Honduras,
Nido de dulces aves,
El'himno sacro del trabajo suene
Bajo el fresco banano,
Y las blondas espigas
Y el lustroso cafeto
Brinden opimo fruto,
El estandarte del progreso entonces
Veréis flamear sobre las altas cumbres
De las montañas patrias,
282 HONDURAS LITERARIA

Y veréis realizada la esperanza


De abrirse para Honduras
Un porvenir de gloria y venturanza.

Prosigue ¡ oh, juventud ! que eternos lauros


T e guarda la justicia en las alturas
A do llegan las águilas del genio
Entre envidias, angustias y amarguras.
La inteligencia es luz, llama celeste,
Es don divino, inmenso poderío:
Y que jamás te canse el cultivarla
Anhela con vehemencia el pecho mío.

ILUSIÓN

Halagüeña ilusión que te levantas


Brillando, como el sol en el Oriente,
Y los vastos espacios de la mente
Con tu reflejo sideral encantas.

¿ Podré fiarme de tí, que penas tantas


En cambio de placer das inclemente,
Que vas sembrando espinas fríamente
Donde se imprimen del mortal las plantas ?

No me muestres tu faz enardecida,


Si tus promesas son bellas quimeras
Y si al nacer renuncias.á la vida;

Pues si me das caricias lisonjeras


Para hacerme llorar tu despedida,
Mejor quiero morir cuando tú mueras !
JOSEFA CARRASCO 283

EN EL CAMPO

INÉDITA.

¡ A y ! con el alma enferma todavía,


Con la agonía de íntimo dolor,
Velados por las lágrimas mis ojos
Miraba en derredor.

Y tncontré de una rama entre el follaje,


Cual triste gaje de mi muerto amor,
Da vacía prisión de una crisálida
Junto á una mustia flor.

Santa Bárbara.

Á Mi DISTINGUIDO AMIGO
LIC. DON A L B E R T O MEMBRENO

INÉDITO

Un soneto me pides, y de paso


Con el aditamento de estrambote;
Así lo haré: mis velas pondré á flote
Aunque me sopla un viento muy escaso.

Con timidez abordaré el Parnaso


Si permiten las musas que le explote;
Pero temo que el numen no me dote
Del poético caudal que exige el caso.
284 HONDURAS LITERARIA

Es tanto ya el atrevimiento mío,


Que un sacrilegio me dirán cometo
Invadiendo de Apolo el templo augusto.

Se mostrará también severa Clío,


Colmando de reproches mi soneto,
Eo cual, á la verdad, será muy justo;

Mas con íntimo gusto


Sufriré tan atroz, duro castigo,
Por complacer á mi mejor amigo.

En el cansado viaje de la vida


A cada paso una ilusión perdemos,
En torno nuestro dibujarse vemos
Ea noche del dolor ennegrecida.

El alma, pobre mártir, detenida


En el mísero polvo en que yacemos,
Apura del pesar ¡ ay ! los extremos,
Y de angustia mortal se siente herida.

Si al fulgor de uria plácida esperanza


Ella recobra nuevo aliento y brío
A l traslucir la dicha en lontananza,

Revístese de orgullo y poderío,


Se agita tras su ideal, ebria se lanza;
Mas, desmayada y triste, halla el vacío !
JOSEFA CARRASCO

ADIÓS
AL LAGO D ED YOJOA

Si blanca garza, cual la nieve, fuera


De tus playas ¡ oh, lago encantador !
Por siempre enamorada yo viviera
Y tu oleaje suavísimo batiera,
Gozando de tus ondas el frescor.

Si de tu orilla lirio pudoroso,


O palma fuera de esmaltada sien,
Mi perfume te diera delicioso,
Da voz de mi susurro cadencioso
Y el suave beso de mi amor también.

Mas ni lirio, ni garza, ni palmera,


Nada soy á tu orilla; adiós, adiós;
Allá lejos tal vez á mi alma espera
El rudo embate de desgracia fiera
Que me siga quizá por siempre en pos.

Y a no veré tus matizadas aves,


Ni escucharé el rumor de tus florestas;
Ni miraré tus flotadoras naves
Que se deslizan por tus ondas suaves,
N i tus montañas de elevadas crestas.

Bandadas de luciérnagas volando,


Yo, junto á tí, no más veré brillar
En noche oscura, ni el quejido blando
Escucharé del ave que cantando
Viene ante tí sus penas á exhalar.

¡ Adiós mi lago, adiós mis avecillas!


Adiós ¡ oh sauces de agradables sombras!
Adiós risueñas, poéticas orillas,
Adiós mis bellas, dulces tortolillas!
Mi labio siempre con amor os nombra.
286 * HONDURAS LITERARIA

Adiós paisaje encantador y hermoso,


Do la mano de Dios se admira tanto;
Sitio de calma, de placer y gozo,
Donde refugio el corazón ansioso
Halla en su angustia y su mortal quebranto!

1886

LA AURORA

Radiante asoma en el sereno espacio,


Rompiendo los crespones de la noche,
La aurora con su manto de topacio
En su esplendente y luminoso coche.

Su dorada melena en blondos rizos


Hermosa se desata en el Oriente,
.Derramando á raudales sus hechizos,
Lanzando rayos de su faz naciente.

Bella hija de Titán, reina del día,


Igual repartes tu diviuo encanto
En el alcázar, en la selva umbría
Como en la choza en que se anida el llanto.

Cuando dejas tu lecho en la mañana


Y tu brillo se esparce en la natura,
Todo en ella palpita y se engalana
Con los destellos de tu lumbre pura.

En el florido y delicioso prado


La brisa entre las palmas juguetea,
Y el lirio de cáliz perfumado
Con indolente majestad cimbrea.

Despierta la creación, sonríe el cielo,


El ave canta entre el follaje amores,
JOSEFA CARRASCO 287

Quejas murmura el límpido arroyuelo


Y el genio de la luz besa las flores.

Rasgando vaporosas colgaduras


Viene el sol á ostentar su poderío;
Su fanal resplandece en las alturas,
Riela su luz sobre el tranquilo río.

Feliz mañana azul, temprana hora,


De brisas, de rumores, de armonía:
Y o consagro á la luz que te colora,
Mi voz, mi pensamiento, mi poesía.

SUEÑOS

Era una noche límpida, serena,


De tintas de oro y de carmín bordadas;
Noche de magia y luz, de encantos llena,
Grata como sonrisa de alborada.

Fúlgidas las estrellas cortejaban


A la luna en su carro de topacio,
Y radiantes planetas se inclinaban
Ante la dulce reina del espacio.

Vagaba el alma en ansiedad inmensa


Por el vasto horizonte iluminado,
Desvanecida ya la niebla densa
De lo desconocido y lo ignorado.

Soñé que veía coros adorables


De alados y beatíficos querubes,
Y que entonaban himnos inefables
Bajo dosel de nacaradas nubes.
288 HONDURAS LITERARIA

En todo hallaba arrobador misterio,


Sagradas y armoniosas vibraciones,
Suaves cual los acordes de un salterio
Acompañando místicas canciones.

Doquiera con mirada escrutadora


Buscaba ansiosa el trono del Eterno,
Del Invisible que la mente adora,
Y el Reino pavoroso del Averno.

Mas no los descubrí; tan sólo viera


En borrascoso mar á los mortales,
Luchando con ardor y saña fiera
Por los míseros bienes terrenales.

Soñaba en la emoción de un sentimiento


Delicado, purísimo y profundo,
De caridad y amor que diera aliento
A cuantos peregrinan por el mundo.

Duz, ideales, perfumes y delirios


Me rodeaban, y mística poesía,
Y una guirnalda de inmortales lirios
Soñaba ufana que mi sien ceñía.

De ilusiones mi espíritu poblado


Por el éter lanzábase atrevido,
Como el cóndor del cielo enamorado,
Que por tocarle deja el caro nido.

En aquellas espléndidas regiones,


De eterno encanto y plácidos fulgores,
Encontraba la mente inspiraciones,
Ensueños mil de vividos colores.

Pero llegó risueña la alborada,


Y vi volar, cual mariposas bellas,
Sin poder evitarlo, ¡ ay ! asombrada,
Los sueños, los querubes, las estrellas !
CARLOS ALBERTO UCLÉS

T . II — 1 9
CARLOS ALBERTO UCLÉS

Ya se vieron en el primer tomo de esta obra algunos


de los escritos en prosa del Doctor Uclés. Van á verse
ahora sus composiciones en verso.
Para el Doctor Uclés, la gracia, la delicadeza, la luz,
la armonía, el color, deben ser la principal preocupación
del poeta. Los versos han de escribirse sobre temas no-
bles y de tal suerte que su lectura seduzca desde el pri-
mer instante, haciendo entrar la imaginación al palacio de
los sueños. Si han de herir por la idea, deben acariciar
por el brillo y por la melodía.
Ks el Doctor Uclés un apasionado del arte, á tal ex-
tremo, que, si bien ama la justicia por lo que es en sí y ha
servido su causa con abnegación y entereza en este país
como Legislador y Jurisconsulto, mucho más la ama y la
sirve porque de ella parten todas las armonías destinadas
á formar el encanto de la vida social.
DESEOS

Á CONCHA MATHEU.

Quisiera ser tu sonoroso piano


Cuando á tu acento respondiendo fué;
Besar furtivo tu vibrante mano,
Y hasta rozar con tu ligero pie.

Si fuera yo el nardo que en tu. seno


Color y aroma virginal halló !
De tu vida vivir, y al mundo ajeno.
Del corazón oir lo que calló !

Que no fuese, á un calor dulce y divino,


Dágrima tuya que jamás vertí;
En tus ojos nacer por mi destino
Y en tu mejilla fenecer por tí

Quisiera ser tu libro predilecto,


Y, encantándote, hacer soñar quizá,
A la voz delicada de mi afecto,
Cuando ilusiones despertando va.

Si fuera yo la estrella que en el Norte


La luz tomó de tu pupila, azul;
Mariposa de amor presa en tu corte,
Rosa del Hérat que envidió Stambul !

Que no fuese la fuente enamorada


Que tu faz de ángel copia con afán;
Ruiseñor triste, alondra alborozada,
Que á tí sus quejas y sus cantos dan
2 4
9
HONDURAS LITERARIA

Quisiera ser, al asomar la luna,


Una callada noche del abril,
Serenata oriental que no importuna,
Para en tu alcoba penetrar sutil.

Si fuera yo, en tu alma apasionada,


Cual mentido ideal de algún Edén,
Y al fulgor ¡ ay ! de tu primer mirada,
Por tu sonrisa suspirar también !

Que no fuese á la vez, bajo tu almena,


Caballero gentil y trovador;
Y esclavo tuyo, por amante pena,
En tu pecho reinar como señor

Quisiera ser el solo pensamiento


Que acaricia tu mente en su inquietud;
De placer ó dolor tu sentimiento,
Todo tu ser, tu amor, tu juventud.

Si fuera yo la errante golondrina


Que el nido en tu balcón viene á colgar;
Madreselva inocente y peregrina,
Que tu jardín se permitió escalar !

Que no fuese, al compás de alegre danza,


T ú en mis brazos, yo loco de placer,
A decirte al oído una romanza,
Beber tu aliento y en tus ojos leer

Quisiera ser tu espejo y tu acerico,


Tus diamantes y perlas al lucir;
Flores, plumas, olores, abanico:
Cuanto en tí misma pareció sentir.

Si fuera yo la almohada en que reclinas


Melancólica frente que soñó;
Rayo de sol que mueve tus cortinas
Y en un beso inmortal te despertó !

Que no fuese, alejando mi tristeza,


T ú paloma torcaz, yo urutaú;
T ú embriagada en mi amor, yo en tu belleza;
Yo en tu cielo, y en mi cielo tú
CARLOS ALBERTO UCLES 295

TÚ Y YO

Á MARÍA.

Yo soy el bardo,— tú eres la cítara;


Y o soy la floresta,— tú el ruiseñor;
Y o soy un mundo que un sol vivifica,
Y tú eres el sol.

II

Yo soy la tristeza,— tú eres la sonrisa;


Yo soy la sed,— y tú el manantial;
Yo soy el alma que sueña y medita;
T ú eres el ideal.

III

Y o soy la tierra,— tú eres el cielo;


Yo soy la nube,— y tú el arrebol;
Y o soy la culpa que gracia te ruego;
T ú eres redención !

NOCTURNO

Á c
I

Abre la puerta, hermosa castellana,


Al triste trovador,
Que está aquí enfermo, al pie de tu ventana,
Muñéndose de amor.
296 HONDURAS LITERARIA

Vengo á tus plantas, pobre caballero,


Cortés, rendido, leal,
Y te dirá lo mucho que te quiero
Mi trova provenzal.

Música finge del Edén tu acento,


Tus ojos garzos, luz;
En tu boca hay las rosas del aliento
Y las perlas de Ormuz.

Oro refleja tu cabello rubio,


El rocío tu tez,
Y azucena pareces del Danubio
Por tu regia altivez.

Con tu desdén, me imaginé olvidarme


Para siempre de tí;
Y pienso en tí; tú debes perdonarme...
Conduélete de mí.

II

Forjé el ideal más bello de poesía:


De patria, amor y fe;
Y junto á tu calada celosía,
De amor me moriré.

Quién en el mundo me dará consuelo


Para sufrir y amar ?
Me otorgará la compasión del cielo
La Virgen de Kevlaar.

Como el soldado la sangrienta lanza,


Del pecho, en mi aflicción,
Arrancaré este amor sin esperanza:
¡ No tienes corazón !

Mísero amante, nítida camelia


Que floreció en abril,
No habrá de ser la enamorada Ofelia,
Margarita gentil.

¿ Qué importa la ilusión desvanecida,


Que se rompa el laúd,
CARLOS ALBERTO UCLÉS

Y de este sueño despertar sin vida


En el frío ataúd ?

III

Una sonrisa tuya, una mirada,


Cautivaron mi ser,
Y me encienden un sol, niña nevada,
Hoy lo mismo que ayer.

Ruiseñor que alegró la primavera


Con estrellado azul, .
Pronto enlutó mi angelical quimera
El nebuloso tul.

Para el alma que vibró en la lira,


Sin tí, cómo vivir ?
Si por un beso nupcial suspira,
Se tiene de morir

A y ! de ventura, dulces devaneos


De mi infinito afán:
Pintadas mariposas, mis deseos
Sus alas quemarán.

¿ Qué importa á la insensible castellana


Que el tierno trovador
Cante herido, de noche, á su ventana,
Y se muera de amor ?

ÁLBUM

Tienes niños cual ángeles, de blondos cabellos,


Cuyos ojos fulguran, al sonreír, los destellos
Del cielo azul no más;
Cuyas blancas mauitas, do gentil te aprisionas,
De tí, señora, hacen una de estas Madonas
Que Rafael crió jamás.
298 HONDURAS LITERARIA

Así como mujer, como madre, señora,


T u dicha presente, cuanto el mundo atesora
. No podrá disminuir.
Y así en sus votos la amistad más sincera
A Dios pediría que al pasado te hiciera
Igual el porvenir.
Pues desear para tí, señora, otra cosa,
Pedir fuera tal vez el perfume á la rosa,
Murmullo al manantial;
Para mayo florido sus flores bermejas,
Y el canto á las aves, miel á las abejas,
Luz en noche estival.

Trina, azucena del valle


Ameno del Tamboyás,
Que da al aura su perfume
Y á la fuente su beldad, .

Las primeras alboradas


Sus aljófares te dan,
Su aletear las mariposas
Y los gorriones su piar.

Si á tus ojos se eclipsara


La lumbre de Aldebarán,
Si tu voz es como perlas
Cayendo sobre el cristal,

¿ Cómo quieres que no te ame,


Si á mirarte llegué ya ?
¿ Cómo quieres que te olvide,
Si te supe idolatrar ?
CARLOS ALBERTO UCLÉS 299

Encender de tu casita
En la dulce soledad
Con tus besos y miradas
El fuego de mi hogar

Y arrullo el de las palomas,


Y ambiente el del arrayán;
Idilio es para soñado,
Mas para visto, quizás.

Mengua fuera no quererte:


Si en mi nombre brillo no hay,
De tu virtud y hermosura
Dos diamantes valen más:

Que aun de orgullo y de cariño


En la recia tempestad,
No va amor donde lo mandan,
Y á donde quiere se va.

Y yo te amo, y te lo dice
El reclamo universal;
Cuanto canta y cuanto llora,
Cuanto suspira en su afán.

¡ A y ! De mi afán, linda niña,


Conduélete por piedad:
O me das tu corazón,
O mi corazón me das !

Trina, azucena del valle,


Y o traje del Tamboyás
En mi pecho tu perfume
Y en mi mente tu beldad:

Que luzcan tus alboradas,


Y que te den, cual te dan,
Su aletear las mariposas
Y los gorriones su piar.
HONDURAS LITERARIA

RECUERDOS

Á JULIA.

Diecisiete primaveras
Notas, perfumes, colores,
T e dan con sus ruiseñores
Y sus rosas tempraneras.

Mayos y abriles que son,


Bellos, floridos, risueños, .
Realidades de tus sueños
Y ensueños de mi ilusión.

Nube que el turbión impele,


Parlera fuente callada,
Mariposa aprisionada
Y corazón que se duele;

Palma mustia junto al río,


Golondrina de verano,
Luciérnaga en el vacío,
Murmurio febril y ufano;

Y o soy un ave afligida,


Perdida entre mar y cielo,
Que alzó de tu playa el vuelo,
Poi la borrasca impelida.

Y o soy un poeta, y deliro


Tan sólo por una gloria:
Por vivir en tu memoria,
Por arrancarte un suspiro.

Si corro en pos de renombre,


Si á mi anhelo nada alcanza,
Es sólo por la esperanza
De que pronuncies mi nombre.
CARLOS ALBERTO UCLES 30I

Por tí mi patria perdiera,


Por tí mi fe abandonara,
Y mi familia olvidara
Y mi libertad vendiera.

Que de amor en justa ley,


Prefiriera sin pesares,
A la corona de un rey
T u guirnalda de azahares !

II

He sufrido tanto, tanto,


Lejos de tí, en un momento,
Que á no desahogarme el llanto
Me matara el sufrimiento.

La ausencia, qué es? una pena,


Un dolor que nunca pasa:
Es la hiél que me envenena,
El puñal que me traspasa.

Aquí triste y desterrado,


Y doliente y gemebundo,
T u imagen me ha consolado
En el destierro del mundo.

¡ Ay ! Y a nunca dudarás
Del amor que me inspiraras
T e amara aunque no me amaras,
Y te amaré mucho más.

Hablan idioma distinto,


A veces distinto idioma,
Tus labios de terebinto
Y tus ojos de paloma;

Mas si no hallo nunca enojos


Que motiven mis agravios,
En la lumbre de tus ojos,
Ni en la risa de tus labios;

Nunca tendré en el exceso


De mi pasión desdichada,
Ni el sacramento de un beso,
Ni el cielo de tu mirada
302 HONDURAS LITERARIA

A tí volveré rendido
Si tu cariño responde:
Siempre en mi pecho partido
T u dulce imagen se esconde;

Y siempre, tú mi tesoro,
Tú"mi luz y mi contento,
T ú , ángel mío, á quien adoro,
T ú serás mi pensamiento !

SOBRE LAS OLAS

Á ADRIANA.

Tierras lejanas y lejanos mares


Sombrío recorrí:
Allá en abril las rosas y azahares
Se mueren como aquí.
Vuelvo otra vez errante golondrina,
Herido el corazón:
Déjala que haga, por piedad divina,
Su nido en tu balcón.
T e traigo del Oriente urnas radiantes.
En mi anhelo tenaz:
Perlas y ñores, plumas y diamantes....
Bien mío; quieres más ?
¡ A y del amor ! Y o vi las mariposas
Junto á la llama arder:
En el hielo ¿ no viste tú las rosas
Marchitarse y caer ?
Y a tu casita á divisar se alcanza,
Como á través de un tul:
Dame un rayo de luz y de esperanza,
Bajo mi cielo azul.
CARLOS ALBERTO UCLES

CHABELA

Notas, perfumes, colores


Para tu libro quisiera:
Plumas de los ruiseñores,
Rosas de la primavera.

De tu virtud los diamantes


Y de tu gracia las perlas,
¿ Quiénes vendrán anhelantes
Y ufanos á merecerlas ?

Feliz el doncel ardiente


Que de tí alcance el tesoro,
Pues mereces en tu frente
Una diadema de oro.

Duz y música y aromas


Para tu libro quisiera;
Y plumas de las palomas
Y rosas de primavera.

CONCHA

Un pensamiento me pides,
Algún recuerdo de mí:
T e diré que no me olvides,
Que pienso en tí.
3°4 HONDURAS LITERARIA

Á c

Toca en el piano, y del teclado arranca


Célicas notas con tu nivea mano;
Toca en el piano, mariposa blanca,
Toca en el piano.
Que aunque á su acento el corazón despierte,
Despierte insano,
Es dulce entonces recibir la muerte
Toca en el piano !

II

De luz y amor y música y aroma,


Elenas el alma que agostó el dolor;
De luz y amor, que en la mirada asoma,
De luz y amor.
De alba que ríe ó tarde que suspira,
Murmurador,
Es el acorde que tu genio inspira,
De luz y amor.

III

Y también canta, niña encantadora,


De ruiseñor con tu gentil garganta;
Y también canta, alondra de la aurora,
Y también canta.
Calme tu voz angelical mi pena,
Mi pena tanta,
Que aquí en mi pecho sin cesar resuena
Y también canta !

IV

¡ A y ! quién me diera en el marfil tornarme,


Para besar tu mano tan siquiera,
CARLOS ALBERTO UCI.ÉS 3°5

¡ A y ! quién me diera en tí siempre mirarme,


¡ A y ! quién me diera
Ser el perfume que tu ser perfuma,
Niña hechicera;
Y tu ensueño de amor, de oro y espuma,
¡ A y ! quién me diera !

Toca en el piano, que en la cuerda herida


Brota raudales de armonía tu mano;
Toca en el piano, inspiración y vida,
Toca en el piano.
Y aunque á su acento el corazón palpite,
Palpite en vano,
Las mismas quejas del amor repite,
¡ Toca en el piano !

CHINDA

Quisiera darte en mi anhelo,


Para tu libro adornar,
Muchas cositas del cielo,
Muchas C o n c h i t a s del mar.

Nada tengo en este día,


Para poner á tus pies:
Mis rosas de Alejandría
Y mis jazmines de Fez.

Vives como la violeta,


Aroma dando al abril,
Y es el abril tu poeta,
T u caballero gentil.
T . II. —20
306 HONDURAS LITERARIA

Quisiera, quisiera tanto,


En este libro de amor,
Dejarte un rumor, un canto
De alondra y de ruiseñor.

Nada te doy, linda niña,


En este día de luz:
Mis flores de la campiña
Y mis perlitas de Ormuz.

MADRE

Enamorado un joven de una niña,


De dijo un día él:
Pídeme perlas, flores, cuanto quieras,
Que tanto te daré.
¿ Quieres las ricas j oyas de mi madre ?
Impóneme tu ley...
No, repuso la niña, lo que quiero
Yo, su corazón es;
Traémelo. Entonces á correr volando
Se echó el ciego doncel;
Y halló á su dulce madre que dormía,
Y pensó en ella él.
Y el pecho amante desgarró, y del pecho
E l corazón también
Él le arrancó, y á casa de su amada
Llevándolo sé fué.
Y lo llevaba al fin, y pues corriera,
Resbaló en el dintel
De la puerta al llegar, y cayó á un tiempo,
Por echarse á correr.
Y del materno corazón entonces
Brotó una voz, á fe
CARLOS ALBERTO UCLÉS

Como ninguna dulce y cariñosa,


Diciéndole así á él:
Te has hecho daño, hijito ? Mi amor mío
i L,o que un corazón es !

MIOSOTIS

De tu precioso libro de recuerdos


~L,a página primera es para mí ?
Sea no más que el último en tu afecto,
Y eso me basta para ser feliz.

SERENATA

Á c
I

¿ Pero á qué vengo bajo tus rejas


Á dar al aura mi inspiración,
Cantando amores, gimiendo quejas,
Si no despiertan ni las abejas,
Si está dormido tu corazón ?

Traigo de unos lugares


Tras los alcores,
De cielos luminosos,
3o8 HONDURAS LITERARIA

Tierras de flores,
Notas suaves,
Que aprendí de las brisas
Y de las aves.

Y o sé el lenguaje de una mirada,


De los suspiros yo sé el idioma;
Eo que se dice sin decir nada,
En la sonrisa disimulada,
O en una lágrima que entreasoma.

Traigo desde muy lejos


Músicas leves,
Diamantes que titilan,
Filtros aleves;
Rosas y perlas
Que las dríadas y ondinas
Van á cogerlas.

Y o sé los cantos más deslumbrantes


De las estrellas que el éter hienden,
Y como el iris de urnas joyantes,
Sé las esencias más odorantes
Que ansias divinas de amor encienden.

T e contara de Oriente
Cuentos de hadas,
De princesas del Norte
Tristes baladas;
Del Mediodía
Amorosos romances
T e contaría.

¿ Pero á qué vengo bajo tus rejas


A dar al aura mi inspiración,
Cantando amores, gimiendo quejas,
Si no despiertan ni las abejas,
Si está dormido tu corazón ?

II

Como un enjambre de mariposas


Vuelan ensueños sobre tu frente;
Y de tus rubias trenzas y rosas
CARLOS ALBHRTO UCLRS

Fingen las gracias, mientras reposas,


Áurea diadema resplandeciente.

De quince primaveras
Las ilusiones
T e encantan con sus vivas
Cintilaciones:
Siempre risueño
El ángel de la noche
Vele tu sueño.

A la luz tenue que prendió un mago,


Dormida en albo lecho de plumas,
Por tu contorno helénico, vago,
Fueras nenúfar que mece el lago,
Cendal vistiendo de las espumas.

T e envuelven de jazmines
Suaves aromas,
Y rumores ignotos
De las palomas;
Y en blando anhelo
Tu mente va soñando
Cosas del cielo.

Lirio rizado que rompe apenas,


Tímida alondra que abre las alas,
Deja te arrullen mis cantilenas,
Que dan perfumes como azucenas,
Cual colibríes lucen sus galas.

.Golondrinas que cruzan


Por tu ventana,
Y no ves porque vienen
Muy de mañana,
De tí no oídos
Pasarán ¡ ay ! mis versos
Como perdidos.

¿ Pero á qué vengo bajo tus rejas


A dar al aura mi inspiración,
Cantando amores, gimiendo quejas,
Si no despiertan ni las abejas,
Si está dormido tu corazón ?
3io HONDURAS LITERARIA

III

T u boca ostenta, niña hechicera,


Clavel purpúreo y aljofarado;
De coral copa, rica y perlera,
En la que dulce néctar bebiera
Silfo invisible y enamorado.

Es tu voz argentina
Voz de sirena,
Que resuena en el alma
Que se enajena;
Porque tu acento
Revela los misterios
Del sentimiento.

Tomó su luz más pura el zafiro


De tus radiantes pupilas garzas,
En las que efluvios de amor aspiro,
Cuando al mirarte del alba miro
Que los reflejos vivos engarzas.

Apacible poema
Se lee en tus ojos,
De un Edén que á alcanzarlo
Mueven antojos:
Tórtola herida
Eo traduce en la tarde
Que á amar convida.

Nacen tomillos por donde huellas,


Por donde pasas se aroma el aire,
Y hay en tus pasos músicas bellas,
Y resplandores cual de centellas
Hay en el brillo de tu donaire.

De gotas de rocío
Y rayos de luna
Las tintas virginales
T u rostro aduna:
Mayo y abril
Guirnaldas te ciñeron,
Niña gentil.
CARLOS ALBERTO UCLÉS

¿ Pero á qué vengo bajo tus rejas


A dar al aura mi inspiración,
Cantando amores, gimiendo quejas,
Si no despiertan ni las abejas,
Si está dormido tu corazón ?

IV

Traigo en el pecho violeta de oro,


Que un día premio fué de mi lira:
Flores se nacen de amargo lloro;
De ruiseñores forman un coro
íntimos ayes del que suspira

T e contara un secreto,
Niña adorada,
Mas prefiero ocultarlo
Diciendo nada;
Que eres ajena
Del rimador amante
Siempre á la pena.

Y te dijera viéndote al piano.


Que eres la musa de mi poesía,
Y que reviven bajo tu mano
Fe y esperanza y amor temprano,
Marchitas flores del alma mía.

Mi violeta te diera,
Toda mi gloria,
Por sólo un pensamiento
De tu memoria:
El bardo errante
A tus plantas es siempre
Fino y constante.

Si perdonaras á mis deseos,


Yo te dijera galanteador,
Que serías reina de los torneos,
Si tiempos fueran de galanteos
Y enamoradas cortes de amor.

T e contara novelas,
Diera alelíes,
• Y esmeraldas cual ojos
312 HONDURAS LITERARIA

De las huríes,
Por tu mirada
O tu dulce sonrisa
Disimulada.

¿ Pero á qué vengo bajo tus rejas


A dar al aura mi inspiración,
Cantando amores, gimiendo quejas,
Si no despiertan ni las abejas,
Si está dormido tu corazón ?

PARTIDA, AUSENCIA, RETORNO

Á JULIA.

Pálida estaba, insomne Parecía


Revelar en su faz
Y o no sé qué letal melancolía
Punzadura y tenaz.

Como se amustia el lirio y palidece


Sin calor y luz,
Así un alma se enferma si aparece
En su cielo un capuz.

Y o apasionado y cariñosa ella,


Conmovidos los dos,
En una tarde embalsamada y bella
Nos dijimos ¡ adiós !

Y un adiós, un adiós nunca se pierde,


Ni se puede borrar
Ella quedóse en su casita verde,
Eancéme yo á la mar
CARLOS ALBERTO UCLÉS 313

II

Triste seguí con la mirada el puerto


Que alejándose va
A y ! Todo estaba en mi redor desierto,
Todo quedaba allá

Y allí en mi barca que bordaba espumas


Como flores de abril,
Y o hablaba con ella entre las brumas
De un ensueño febril.

Antes sonreía á la floresta el cielo;


Y en su cárdeno tul
Astros no hay ya ni flores en el suelo:
No hay verde ni hay azul !

Todo esta negro de mi vista en torno;


¡ Qué triste es padecer !
Mas á la ausencia seguirá el retorno,
Y á la pena, el placer.

III

Volví ? Ah, no ! Mas volveré: su vista


Endulzará mi mal;
Que un ángel es al vate, y al artista
Una fada oriental.

Un ángel es ¿ Me olvidará ? ¡Quién sabe !


Un aria le escuché:
El juramento que tocó en el clave
A l prometerla fe

Patrios alcores que la lluvia esmalta


Melancólicos vi:
Si ella al viudo corazón le falta
Da patria no está aquí.

Dejos en tanto al suspirar le envío


Un eco gemidor;
Un suspiro que es todo la mío,
Un suspiro de amor.
GONZALO GUARDIOLA
GONZALO GUARDIOLA

Es hijo del que fué Presidente de la República, Ge-


neral don José Santos Guardiola, y de doña Ana Arbizú de
Guardiola.
Nació en Comayagua el 10 de enero de 1848.
Comenzó, pero no le fué posible concluir su carrera
de Abogado.
Amante del estudio, ha adquirido un gran caudal de
conocimientos sobre diferentes materias.
Apasionado por las antigüedades históricas de Hon-
duras, es uno de los hondurenos que mejor conocen el pa-
sado del país. No hay documento antiguo que no pueda
leer por enrevesada que sea la letra, y una vez leído lo re-
tiene grabado en su prodigiosa memoria con caracteres in-
delebles.
Ha sido Diputado al Congreso Legislativo y es en la
actualidad Director del Archivo Nacional.
El señor Guardiola tiene escritas varias leyendas ó tra-
diciones tegucigalpenses que no ha querido dar á la estam-
pa, y ha rendido culto á las Musas. Sus composiciones poé-
ticas son tiernas y sentidas. Muchas de ellas fueron publi-
cadas en La Paz, periódico de gran fama que redactaban
en Tegucigalpa Adolfo Zúñiga, Ramón Rosa y José Joa-
quín Palma.
LOS BARDOS

Á. DON TOMAS ESTRADA PALMA.

Un español ha enseñado,
Sin que objetarle se pueda,
Que Gloria es mala moneda
Para ir con ella al mercado.
Y Dumas (viejo) ha observado
Da casta sacerdotal
De ese culto celestial,
Y ha visto avara la diosa
Con la caterva dichosa
Que vive del bello ideal.

Pueden consultar el caso


En los libros de la historia
Los amantes de la gloria;
Y si dudan, que en Pegaso
Se remonten al Parnaso,
Que en llegando al Helicón,
Dirán si tienen razón
Manuel Fernández González
Y Dumas, que como leales,
Hicieron la observación.

Sin la luz de su mirada,


Tras una limosna incierta,
Homero de puerta en puerta
Iba cantando la Iliada.
¡ Y aquella lira inspirada
Que hacía el ciego gemir,
320 HONDURAS LITERARIA

Le daba para vivir


Una mísera pitanza,
Y una grandiosa esperanza
De gloria en el porvenir !

En una lidia incesante,


Huyendo por gibelino,
En la torre de Ugolino
Moralmente vivió el Dante;
Y cargando como Atlante
Un mundo y su iniquidad,
Viajó por la eternidad
Escribiendo aquel poema,
Que es el eterno anatema
De la impía humanidad.

Vivió el Tasso perseguido;


Preso fué, no tuvo hacienda;
Dio sus sábanas en prenda
De un préstamo recibido.
¡ Los siglos han transcurrido !
Y aquel injusto desdén
Es la apoteosis de quién
Cantó el dolor del Tancredo
Y el triunfo de Godofredo
En los muros de Salen.

Camoens fué tan desgraciado,


Que jamás desgracia alguna
Labró la mala fortuna
Cual la de este desdichado,
Dióle tesoros el hado
Allá en la región ideal;
Mas le deja Portugal
En tan extrema pobreza,
Que murió tanta grandeza
Gratis en un hospital.

Y don Miguel de Cervantes,


Héroe y cautivo en Lepanto ?
¡ Su infortunio causa llanto !
El descubrió en los gigantes
Los caballeros andantes;
GONZALO GUARDIOLA 321

Y á quien tan cuerdo vivió •


Por loco se le tomó:
Si fué su genio su azote,
El sublime Don Quijote
Prez con su lanza le d i o .

Fué su sino tan esquivo


Con el cantor de Julieta,
Que aun siendo cómico y poeta
Y algo cazador furtivo,
Pensando en lo positivo
Para poder subsistir,
Tuvo Shakespeare que unir
Da prebenda de portero,
Y su gloria, cual Homero,
No pudo ni presumir.

Feliz, Young se adormecía


En brazos de un ser querido;
Fué del infortunio herido;
La muerte cortó en un día
Toda su dulce alegría,
Y en la mansión del dolor
Años gimió el ruiseñor
Allá en la sombra nocturna,
Bañando en llanto la urna
De su inolvidable amor.

Macphersson ¡ qué maravilla !


Un drama por un almuerzo
Cambiaba el poeta perverso
En hallando alma sencilla.
Desnudo en sucia buhardilla,
El infeliz á su vez
Se comería ¡ tal vez !
Las uñas por divertirse,
Que es cosa de presumirse
En un excéntrico inglés.

Lamartine al cielo sube


En bellas meditaciones;
Pasó el tiempo en ilusiones
" Rodando de nube en nube, "
322 HONDURAS LITERARIA

Y con su arpa de querube


¿ Cuál miseria no probó,
Cuál ponzoña no bebió ?
Pidióle un óbolo á Francia,
Que tuvo tanta importancia
Que hasta su Nilly vendió.

En su grandiosa tristeza,
Henry Heine, fuego en el hielo,
Rendido á su desconsuelo,
Desdeñado en su pobreza,
Idealizó una belleza,
Y el desengaño más cruel
Hincó sus garras en él,
Y quien miró el orbe estrecho,
Paralítico en su lecho,
Ahogó su ambición en hiél.

Zorrilla, el de los cantares


De sultanas y zegríes,
Abencerrajes y huríes
De cármenes y olivares,
Se v i o atravesar los mares
Criticado con afán;
Y el salvador de don Juan,
Errante y de tierra extraña,
Y a muy viejo volvió á España
A solicitar un pan.

Becquer ¡ Dios mío ! eso es triste;


Ruiseñor, alondra y mirlo,
i Quién pudiera presumirlo !
Apenas come y mal viste.
Cuando el cuitado no existe,
Se lanza todo Madrid
Como picado de áspid;
¡ Oh sarcasmo ! le hacen tales,
Tan soberbios funerales,
Como al mismísimo Cid.

Joven, ardiente, buen mozo,


Espronceda, ángel caído,
En la orgía consumido,
GONZALO GUARDIOLA 323

Soñador, cisne armonioso,


Buscando un ideal ansioso
Una Jarifa encontró
Cuando en Teresa soñó,
Y un eco está suspirando
En triste susurro blando
Que nunca fortuna halló.

Juan Diéguez ¡ tristes verdades !


Con el sudor de su frente
La tierra bañó, y doliente
En sus largas ansiedades,
Jamás á falsas deidades
Altivo quiso incensar,
Y murió pobre en su hogar;
Él fué un centro-americano
Vaciado en molde romano
Que pocos han de igualar.

Plácido, viene á mi mente


De su descanso infinito,
A denunciar el delito
De que víctima inocente
Do hizo un poder inclemente;
¡ Dulce numen de color,
Será inmortal tu dolor,
Poeta con alma de ondina,
La posteridad conmina
T u muerte como un horror !

Heredia en playa extranjera


Vivió y murió; y hoy se ignora
En qué tierra protectora
Está su mansión postrera;
Y aquella alma prisionera,
Apóstol de la verdad,
Sedienta de libertad,
Fué como fúlgida estrella
Irradiando siempre bella
Desde su inmortalidad.

En mi fantasía mora
El triste enlutado espectro
324 HONDURAS LITERARIA

De Zenea; lleva el plectro


De nota enternecedora,
Con el que á Cuba enamora,
Velado en negro crespón;
Cae en las fauces del León,
Y á los pies de Balmaceda
La alondra cubana rueda
Herida en el corazón.

A Mármol un hombre impuro


Encerró en la gemonía;
Mas, como el Tasso, escribía
De su cárcel en el muro,
La maldición y el conjuro
De tan torva iniquidad,
Que á castigar la maldad
Del gaucho Rosas son nada
La furia de un Torquemada
Y el Diablo en la eternidad !

Cubría una bruma inmensa


La montaña silenciosa,
El ave en la selva umbrosa
Cantaba con pena intensa
Por el cantor de Pubenza.
La envidia le asesinó;
Julio Arboleda cayó
De Sucre en el mismo lecho,
Allá en el nativo helécho
Que poeta inmortalizó.

¿ Por qué los sueños de gloria


Turbaron su fantasía ?
Porque cambiaron, un día,
Por lo inmortal de la historia;
Y al dejar la humana escoria,
En su afán de hacer la luz,
Llevaron como Jesús,
Por sus creaciones divinas,
Una corona de espinas
Hasta llegar á la cruz.

1883.
GONZALO GUARDIOLA 325

FANTASÍA

De nardos y rosas quisiera cubrirte,


Y en dulce canción
Decirte que sufro tormento infinito
¡ Oh luz de mi amor !

Y sobre las nubes llevarte en el carro


Dúdente del sol
A ungir tus cabellos con finas esencias
A eterna mansión;

A oir de una alondra el ritmo encantado


Unido á tu voz;
Allá donde nunca la mano del hombre
La dicha enturbió;

A ver encenderse en tus ojos de fuego


Mi leal corazón;
Y allí, niña hermosa, morir con el roce
De un beso de amor.

Julio de 1883.

DESILUSIÓN

Digeros vuelan los perfumes suaves


Del cáliz del clavel,
Rápidos cruzan el azul espacio
Los rayos de Antarés.
326 HONDURAS LITERARIA

Ni los perfumes, ni los rayos, niña,


Ni al astro, ni al clavel,
Una vez idos, y al abismo huyendo,
Jamás pueden volver.

Una ilusión con sus dorados sueños


De gloria y de placer,
Son perfumes y rayos disipados,
Que nunca han de volver !

Diciembre de 1883.

SI SUPIERAS

Si supieras que la luz de tu pupila


Es un fuego sutil,
Plegaras de tus párpados ¡ oh, niña !
Eas hojas de jazmín.

Si supieras lo que en silencio el alma


Ha llorado por tí;
Lo que es sentir, en vez de la esperanza,
De una duda el áspid,

Abrirías tus párpados, dejando


Tus ojos relucir,
Como al rasgarse las nubes de alabastro
Dos soles del zenit.

Y de mi alma iluminando el fondo


Con un fuego sutil,
Serían de mi fe la antorcha de oro,
Porque creer es vivir.

Pero todo lo ignoras, y mis penas


¡ Oh, mi suave jazmín !
Olvidas por engaños y quimeras;
¡ Nunca serás feliz !
GONZALO GUARDIOLA 327

Á LA LUNA

Pálida te. alzas, Febea,


Al compás de los cantares
Del zorzal; en los pinares
Y a tu lumbre va á irradiar;
Como Venus Anfitrite
En la espuma cristalina,
Sobre nube diamantina
Vas el seno á reclinar.

T e abren paso las estrellas


Por lo azul de lo infinito,
Diáfano, inmenso aerolito
Del negro abismo eternal;
Dulce maga de la noche,
Coronada con el iris,
Tal vez vas buscando á Osiris,
Blanca, vaporosa, ideal.

Siguiendo tu clara estela


Mi pensamiento se embriaga,
El alma en tu esfera vaga -
Elena de grata emoeión;
Y en el océano del cielo
Flotas, candida sirena,
Melancólica y serena
Como amorosa ilusión.

Al caer tu rayo esplendente


Sobre los campos, parece
Que la tierra se adormece
Con el beso de tu amor;
Entonces, en las calladas,
Dulces horas de la umbría,
Tibia noche, en su armonía,
T e saluda el ruiseñor.
3 2§ HONDURAS LITERARIA

Silenciosa confidente
De la infamia y de la gloria,
Libro en blanco de la historia
De la pobre humanidad;
T ú has mirado las orgías
De la fortuna ostentosa,
Y escuchas la silenciosa
Plegaria de la orfandad.

En la bóveda estrellada
Hace siglos que rutila
Suave, plácida y tranquila
Para los hombres tu luz;
Y es la misma tu mirada
Sobre el regio mausoleo,
Que en la huesa donde veo
Por toda enseña una cruz.

De nuestro mundo cautiva,


Gigantesco, terso escudo
Vas rodando al golpe rudo
De la fuerza sideral;
Da vida en tí no palpita,
El genio del firmamento
T u cadáver macilento
Guarda en tumba de cristal.

¡ Cuánta ilusión por doquiera !


Eres roca, estéril puna;
Que tanta belleza ¡ oh Duna !
Próvido el sol te la d i o :
¡ Todo es fugaz perspectiva !
Si algo en la forma se advierte
En la nada se convierte
Cuando el hombre la tocó.

Del crepúsculo en los brazos


La mañana presurosa
Viene trémula, envidiosa
Tus fulgores á extinguir,
Y agonizante, en el cielo,
Cuando aquélla se desliza
GONZALO GUARDIOLA 329

Eres la última sonrisa


De una noche de zafir.

De tus templos expulsada,


Vieja diosa de los druidas,
De grandezas extinguidas
Es emblema tu esplendor;
Fué tu culto abandonado
Por la humanidad entera;
Pero aun tienes la sincera
Religión del trovador.

LA FELICIDAD

En la ansiedad de la vida,
Siempre vamos con empeño
De las caricias de un sueño
Al árido mundo real;
Y pasa el tiempo volando,
Da vida se va extinguiendo,
Uno tras otro perdiendo
Dos encantos de lo ideal.

Brillantes como los astros


Que cruzan en lontananza,
Amores, fe y esperanza
Se miran desparecer;
¡ Ah ! De la noche en el caos,
Cuando yace todo en calma,
Das inquietudes del alma
Siento en mi sueño crecer.

¿ En dónde hallar un consuelo,


Si es mi existir tan sombrío
Como el invierno más frío
330 HONDURAS LITERARIA

Del oscuro Septentrión;


Si hay menos luz en mi vida
Que en esas noches polares,
Más calor en esos mares
Que en mi pobre corazón ?

He oído algunas veces


Una queja lastimera
Que en los aires va ligera
Y muy lejos á expirar;
Ella brota de los pechos
De seres que la fortuna
Halagó desde la cuna
Como genio tutelar.

Ea dicha es como la sombra


De las nubes en su vuelo
Por el ancho azul del cielo:
Corre como ellas veloz.
Siguen por áspera senda
Los mortales su camino
Porque su esplendor divino
Es un reflejo de Dios.

Dos'veces me ha parecido
Sobre la tierra encontrarla
Y de hinojos á incensarla
Las dos veces me postré;
Vive mi espíritu incierto
Y al ver brillar una estrella,
Sospecha el alma que en ella
Tal vez hallarla podré.

Una leyenda sublime,


Poema del alma que ansia
Hallar la dulce poesía
Que llaman felicidad,
Guarda tenaz mi memoria,
Como imagen fugitiva
Con que la ansiedad se aviva,
En mi triste soledad.

En las remo.tas edades


A orillas de hermosa fuente,
GONZALO GUARDIOLA

Un filósofo en Oriente
Lánguido y triste llegó;
Fatigado peregrino
Al pie de fresca palmera
De la noche placentera
En los brazos se durmió.

Auras y genios y silfos,


Aquella frente besaron
Y á su oído murmuraron
No sé qué extraño rumor;
Y en su sueño vaporoso
De la fuente cristalina
Miró salir una ondina
Tan bella como el amor.

Flotaba sobre las ondas,


Impelida por la brisa,
Dulcemente se desliza,
Nevada garza gentil;
Blanca, pura, transparente
Como el rayo vagaroso
De la luna en el hermoso
Cielo risueño de abril.

Pero en el éxtasis suave


Ea mira desvanecerse
Y en la oscuridad perderse
Al tiempo de despertar;
Busca, no la halla, y resuelve
El Norte, el Sur y Occidente
Recorrer, vuelve al Oriente,
Mas sin poderla encontrar.

Fué muy larga la jornada,


Tan grande como su empeño,
Y herido por aquel sueño
Vino al cabo á sucumbir;
¿ Feliz ? ¡ Quién sabe ! la muerte
Tiene tan hondos arcanos
Que son los esfuerzos vanos
Para saber qué es morir.
332 HONDURAS LITERARIA

HIMNO AL SOL

Salve ¡ oh rey de la luz, inmenso Atlante,


Que en el espacio ardiendo,
Magnífico te yergues rutilante
A la creación sonriendo !

Evos y evos en la noche eterna


Esperas la creadora
Palabra en el espacio sempiterna
Que llega vibradora,
Llamándote á la vida, y obediente
T u fuerza se condensa
Gigantesca, sublime, omnipotente,
Incontrastable, intensa.
¡ Rubio cóndor que en tu correr te intimas
En el hondo desierto
Del negro caos, que á tu paso animas
En un bello concierto !
En ese abismo aterrador, profundo,
En que tu vuelo tiendes
Llevando entre tus alas este mundo
Con rapidez desciendes.
¿ A do irás ? No lo sé, en raudo torbellino
Girando arrebatado
¡ Tal vez tu imperio encadenó el destino
A otro rey ignorado !
Y eres Helios luciente algún pigmeo
Satélite en la esfera
De otro más grande celestial briareo
Que te hala en su carrera.
Límpida de tu disco refulgente
Se desprende la llama
De hidrógeno fugaz é incandescente
Que en tu seno se inflama.
Ciclópea fuerza de tu hirviente impulso
Lanza por el vacío
GONZALO GUARDIOLA 333

El rayo abrasador, germen convulso


Cual fecundo rocío.
De tí es la tierra apasionada almea,
T e busca estremecida.
Retiembla y al redor revolotea
De tu lumbre querida.
Con el beso de amor que allá en la aurora
De envías cariñoso
Regenera su ser á cada hora
Con lujo esplendoroso.
Tuya es la filigrana del verano,
Del invierno el armiño
Y el verde-azul del bramador océano,
Que meces como á un niño.
Eres dios del amor, aquel Cupido
Que despierta el anhelo
Y cruel quizá por magia de algún fluido
Armaste el brazo al vengador Ótelo.
Por tí fué Napoleón de tantos reyes
El amo y con su gloria
A la Europa venció, le dictó leyes
De victoria en victoria.
El sabio Sechi por tí se inmortaliza,
T e estudia, y arrebata
Dos misterios que ocultas, te analiza
Y tu imagen retrata.
El rayo ardiente que animó mi barro,
Mi frágil existencia
En hora muy fatal, fué de tu carro
Perdida transparencia.
Por tí se siente abrasador deseo
Para escalar la altura.
Eres el cuervo feroz de Prometeo
Causa de su locura.
Y si un día tu núcleo se apagara
Segaría la muerte
Con su hálito fatal cuanto encontrara
Sobre la tierra inerte.
¡ Quién sabe si serás en las edades
El edén prometido !
¡ Tal vez por las desiertas soledades
T e pierdas extinguido !
334 HONDURAS LITERARIA

Y ya ciego moviéndote al acaso


En excéntrico viaje
A un choque de otra mole en el ocaso
Nuevamente te encienda tu coraje.
Mas si apaga el destino soberano
T u refulgente aureola,
T e arrastra el tiempo con su férrea mano
Cual fugitiva ola
A l rededor de prepotente estrella
Convertido en un mundo,
Irás llevando á humanidad más bella
En tu seno fecundo.
Y envuelto con las gasas azulinas
De algún límpido cielo
Allá en tus trópicos llevarás colinas
Y en tus polos el hielo.
Los cantares oirás de la alborada,
El vuelo del céfiro,
La sinfonía de la mar airada,
De la noche el suspiro.
¿ Pero á qué delirar ? foco incesante
Que al universo agita,
¡ Hijo del cosmos ! la creación constante
Es tu ley infinita.
¡ Hércules vencedor, titán ardiente
N o pares tu carrera !
Bríndanos con tu luz eternamente
Eterna primavera !

1883.
JOSÉ SANTOS DEL VALLE
J O S É SANTOS DEL VALLE

Nació en Tegucigalpa el 23 de junio de 1849.


Es hijo de don Pedro del Valle y de doña Teodora
Contreras de Valle.
El señor del Valle es sobrino del célebre escritor don
Alvaro Contreras y del humanista don Julio Contreras,
que tan luminosa huella de su paso dejó como profesor en
la antigua Universidad de Honduras.
A los diez y nueve años, el señor del Valle se dedicó
al ejercicio del comercio; pero ello no le impidió emplear
parte de su tiempo en el cultivo de la poesía, por el cual
sintió gran afición desde que hizo sus primeros estudios.
El señor del Valle ha servido puestos públicos de im-
portancia. Ha sido Administrador de Aduana y Conta-
dor Mayor del Tribunal Superior de Cuentas. Fué tam-
bién Diputado á la Asamblea Constituyente que dictó la
Constitución Política hoy en vigor.
El señor del Valle ha escrito mucho en verso, y en la
actualidad está para concluir un poema que tiene comen-
zado desde hace algunos años.
T II —22
Á LUCILA

i
i Qué quieres, Lucila hermosa,
Diviua luz de mis ojos,
Sirena de labios rojos
Y acento fascinador ?
¿ Qué quieres, candida niña,
Dulce encanto de mis horas,
Bella ilusión que coloras
Mis pensamientos de amor ?

¿ Qué quieres, perla de Oriente,


Flor que embalsamas el aire,
Y que llena de donaire
Te haces del mundo admirar ?
¿ Qué quieres, tierna paloma,
De rico y terso plumaje,
Que escondida entre el follaje
Entonas dulce cantar ?

¿ Qué quieres, sol de hermosura,


Que iluminaste un momento
Mi ardoroso pensamiento,
Cual rápida exhalación;
Y en alas de mi esperanza
Me hiciste entrever un cielo,
Bajo el espléndido velo
De engañadora ilusión ?

Y o soy un bardo sin gloria,


Desventurado y doliente,
34° HONDURAS LITERARIA

Que busco con ansia ardiente


Para mi sien un laurel;
Que doy al viento mis quejas
En ignorados cantares,
Porque mis hondos pesares
No ablandan tu pecho cruel.

Por eso á tus pies rendido,


Eleno de angustia y quebranto,
Vengo á ofrecerte este canto
Que exhala mi corazón;
Pues no tengo, virgen pura,
Yo, que tan tierno te adoro,
Para tí más que un tesoro,
Y es mi ardiente inspiración.

II

Cuando á esta tierra, viniste


Cantó de entusiasmo el poeta,
Y estremecido el planeta,
De amor suspiró por tí;
Alzaron las fuentes todas
Su cadencioso murmullo,
Eas aves su blando arrullo,
Absortas al verte aquí.

El mundo estaba sombrío,


Tki patria sin luz vivía;
Mas tú les diste alegría
Con tu divino esplendor.
Hoy eres la reina hermosa
Que impera por sus hechizos,
Ea virgen de blondos rizos
Por quien me muero de amor.

Dichosa tú que no sientes


Las tempestades del alma,
Que no has perdido la calma
De tu feliz corazón;
Que cruzas el ancho río
De la vida en manso viento,
Y tienes tu pensamiento
De rosas como ilusión.
JOSÉ SANTOS DEL VALLE 341

Dichosa tú que en la aurora


De tu brillante mañana,
Ves candorosa y ufana
T u gloria inmortal nacer;
Que llevas, nítida y pura,
Sobre tu sien peregrina,
Una aureola divina
Que dice: gracia y poder.

III

Mas yo mi vida entretanto


Pasar veré sin consuelo,
Me ausentaré de este suelo,
Donde soñaba un Edén.
Y si la ausencia no mata
De mi alma el fiero tormento,
Sucumbiré al sentimiento,
Mas te perdono, mi bien.

Allá en extranjera playa


Recordaré, sin enojos,
Da luz de tus lindos ojos,
Y olvidaré tu crueldad.
Yo te enviaré con las brisas
Suspiros hasta tu alcoba,
Y cada noche una trova
Que arrullará tu beldad.

Mujeres de rostro mágico,


De forma esbelta, hechicera,
Encontraré dondequiera
En mi camino al cruzar:
Veré ciudades grandiosas,
Y encantadores jardines
Y magníficos festines,
Donde la vida gozar.

Pero mi pecho doliente,


Para el placer ya marchito,
Sólo hallará en lo infinito
Consuelo á su angustia cruel;
Pues dondequiera que vaya,
342 HONDURAS LITERARIA

Grabada irá en mi memoria


De mi amor la triste historia,
Y apuraré amarga hiél.

IV

Y cuando sepas, bien mío,


Que ya mi lira está rota,
Y que de mi alma no brota
Para tí la inspiración;
T u pecho inhumano ahora
Do el fuego de amor no arde,
Quizá lamente, aunque tarde,
Mi borrascosa pasión.

Cuando te cuenten la historia


Del pobre poeta proscrito,
Que errante, triste y maldito
Sucumbe al pensar en tí;
Ducila, tu alma de nieve
Derrame entonces siquiera
Una lágrima sincera,
Que al cielo suba por mí.

Y en estas trovas dolientes,


Que dejo en tus patrios lares,
Cual los últimos cantares
Del blando cisne al morir;
Recibe tú, niña ingrata,
De mi lira sollozante
El adiós que en este instante
T e envío triste al partir.

Cedros: junio de 1881.


JOSÉ SANTOS DEL VALLE 343

UN RECUERDO Á MARÍA

i
Era de noche cuando vi su rostro
Tan gracioso, modesto y peregrino,
Como del célebre pintor de Urbino
El más perfecto y acabado ideal.
Estaba más radiante y pudoroso
Que el destello primero de la aurora,
Bañado por la luz encantadora
De su dulce mirada celestial.'

Un canto preludiaba; y su voz era


Tan fresca, melodiosa y argentina,
Que estar creía en la mansión divina
Escuchando un concierto embriagador.
Entre sus labios de carmín, tan puros,
Sus finos dientes de marfil blanqueaban,
Y el hálito que aquellos exhalaban
Nube formaba del más grato olor.

Cuando movía su garboso talle,


Cuando sus brazos blancos y torneados,
Por la mano de Fidias cincelados
Parecían, al ver su morbidez:
Cuando, de presto, en el recinto corto
De una estancia, aunque pobre, embellecida
Por tanta gracia y rebosante vida,
Por tanta juventud y esplendidez;

Se levantaba llena de donaire,


Y en cadencioso andar, con pie pequeño,
Se deslizaba, como en blando sueño,
El ángel del amor se ve flotar;
Con vista embebecida la seguía,
Sintiendo en mi alma circular intensa
344 HONDURAS LITERARIA

Da ardiente llama de pasión inmensa,


Como el oleaje de encrespado mar.

Y comprimiendo lánguidos suspiros


En mi doliente pecho enamorado,
Bajo aquel bello techo inmaculado
Que guardaba un querube seductor,
Pasaba yo las horas dulcemente,
Fascinado ante el brillo de sus ojos,
Temeroso de atraerme sus enojos
Si le anunciaba mi ferviente amor.

Un profundo respeto me inspiraba


Aquel semblante de atractivos lleno,
Que revelaba un corazón sereno,
Pudoroso, sincero y virginal.
Temblaba ante la idea abrumadora
De que mi amor, tan inocente y tierno,
Como el que puro ofrecen al Eterno
Das vírgenes del reino celestial;

Quizá rechazaría indiferente,


Sin tener compasión de mis angustias,
Viendo correr por mis mejillas mustias
Dágrimas de temor y de aflicción.
¡ Misterio del amor, incomprensible !
Hasta entonces amaba el alma mía,
Y , no obstante, ya triste presentía
Da desgracia de su íntima pasión.

Tres veces suspendida de mis labios


Mantuve mi palabra en ruda lucha;
Mas animado al fin le dije:—Escucha,
Gallardo serafín, mi humilde voz:
Y o te declaro que te adora mi alma,
Que sólo vivo para tí en el mundo,
Que si recibes este amor profundo
Seré tu esclavo y tú serás mi Dios:

T ú de mi vida harás un paraíso,


Dleno de amor, de luz y de poesía;
Disipará tu boca cuando ría
En mi frente las sombras del dolor:
JOSÉ SANTOS DEL VALLE 345

Y o para tí levantaré en mi pecho


Un trono donde reines solamente,
Y cuando sufras, posarás tu frente
En el regazo de mi tierno amor.

Ella, modesta siempre y candorosa,


Me contestó con dolorido acento:
Aleja de mi ser tu pensamiento,
Y aléjate de mí: no puedo amar:
No vuelvas nunca á mi mansión, te ruego,
Cierra tus labios para mí, y olvida
A esta mujer que en solitaria vida
Debe siempre en el mundo vegetar:

Un abismo insondable nos separa,


Abismo para mí sólo visible;
Y o soy para tu amor un imposible,
No puedo decir más. Por siempre adiós.
A l escuchar tan inclemente fallo,
Mis sienes palpitaron con violencia;
Creí que iba á concluirse mi existencia,
En mi garganta se extinguió la voz.

Ea noche silenciosa y apacible


Lentamente avanzaba de hora en hora,
Y apenas de una música sonora
Leve ruido dejábase escuchar;
El viento blandamente.susurraba,
Quizá de alguna ñor enamorado,
Y alegre, juguetón y afortunado,
Su aromático seno iba á besar.

II

A l fin, de aquel albergue delicioso


Salí á buscar consuelo á mi quebranto;
Las sombras de la noche, con su manto,
Apenas me dejaban entrever
Las nubes que á montones se apiñaban,
En formas caprichosas en el cielo,
Y una lluvia levísima hasta el suelo
Sentía suavemente descender.

Indeciso un momento entre la niebla,


Menos sombría que mi cruel destino,
346 HONDURAS LITERARIA

A l separarme de aquel ser divino


Que hondamente mi pecho conmovió,
Me quedé: pero luego prosiguiendo
Mi camino, más triste y abatido
Que el infeliz proscrito que ha perdido
La patria idolatrada en que nació.

Llegué, después de tantas impresiones,


A mi humilde aposento solitario,
Y allí, como en un sitio funerario,
Tan sólo desconsuelo y pena hallé.
Mi lecho parecía un negro féretro
De aspecto melancólico y sombrío,
Que espera ya un cadáver, mustio, frío;
Y al verlo, como un niño sollocé.

¿ Dónde estoy ? Pregunté con voz doliente;


Pero nadie me daba una respuesta;
Y de aquella mansión, triste y funesta,
E l eco en las paredes se perdió.
¿ Dónde estoy ? Repetí con voz más fuerte,
Y otra vez mi palabra se extinguía,
Y otra vez mi pregunta repetía,
Y otra vez el silencio continuó.

Turbada mi alma, y casi sin aliento,


Sentí desfallecer mi cuerpo débil,
Y con acento conmovido y flébil
Un nombre melodioso murmuré.
Caí sobre mi lecho suspirando,
Hasta que vino el bondadoso sueño
A destruir con suavísimo beleño
Mis congojas, y en calma reposé..

III

¡ Qué de gratas y blandas emociones,


De pensamientos castos y purísimos,
De alegres esperanzas y bellísimos
Ensueños de oro y nácar, mil y mil!
No sentí entonces que pasaban rientes,
Acariciando al corazón amante,
Que, atraído por el brillo deslumbrante,
Volaba en pos de su ilusión gentil.
JOSÉ SANTOS DEL VALLE 347

De esa ilusión que al alma enamorada


Hace vivir en grato desvarío,
Que es para ella así como el rocío
Para la tierna y pudorosa flor.
De esa ilusión que cual dorada nube
Que allá en el horizonte resplandece,
Cuando la luz del sol ya desfallece,
Lanzando al mundo su postrer fulgor;

Brilla también en el radiante cielo


Del corazón, con suaves resplandores,
Con divinos, magníficos colores,
Brindándole un dichoso porvenir.
De esa ilusión que hace vivir el alma
Semejante al pintado pajarillo,
Que, posándose alegre en el tomillo,
Su trinar delicioso deja oir.

¡ Ilusión, ilusión encantadora !


Que entero has fascinado y conmovido
Mi yerto corazón, hasta hoy herido
Por el punzante dardo del amor !
¡ Ilusión, ilusión, bendita seas !
En mi alma dolorida siempre mora,
Derrama en sus heridas, como ahora,
T u néctar celestial y embriagador !

IV

Mas ¡ ay ! ¡ pobre de mí ! Loco deliro !


¡ El dolor me perturba ! Que soñaba
Decía, y que mi espíritu volaba
En pos de una magnífica ilusión.
En ese sueño embriagador y hermoso
Un ángel vi, deslumbrador y esbelto,
Con su cabello que, ondulante y suelto,
Brillaba más que el esplendente Orion.

Ese ángel era la mujer preciosa


Que en su modesta alcoba contemplara,
La celestial mujer que encadenara
Mi corazón con sus hechizos mil.
Venía más graciosa y más radiante
348 HONDURAS LITERARIA

Con su sencillo y vaporoso traje;


Era un ave de nítido plumaje,
De esos que asoman en el blondo abril;

Una sirena de figura espléndida,


De esas que dicen que en los lagos moran,
Que al corazón cautivan y enamoran
Con su grato y dulcísimo cantar:
Era la luz que, primitiva y pura,
El pulcro Edén iluminó hechicera;
Allí donde el Eterno á Eva pusiera
Como la única digna de reinar.

Tímido, balbuciente y tembloroso,


De hablé otra vez de mi pasión tan vasta;
Ella sonriente, pudorosa y casta,
Sus lindos ojos en mi ser clavó.
Nada me dijo que halagara mi alma,
Ni que su angustia mitigar pudiera;
Guardó silencio y se ausentó ligera
Como una garza que su vuelo alzó.

Pero quedaba en mi alma una esperanza,


Quedábame un recuerdo delicioso
De aquel momento grato en que, dichoso,
Con su mirada electrizó mi ser.
Da había visto sonreírse tierna,
Y en su sonrisa y su mirar había
Algo tal vez de dulce simpatía
Para este pecho que se siente arder.

Quise seguirla ¡ inútil, vano esfuerzo !


Ella al huir dejó paralizado
Mi cuerpo todo, y vi desesperado
Que se alejaba con gallardo andar.
Da vi perderse, rozagante y bella,
Como la luz del matinal lucero,
Como el lánguido rayo postrimero
Del sol poniente en el sereno mar.

Da vi perderse cual velera nave


Que á otras regiones apartadas vuela,
Llevándose la virgen que consuela
JOSÉ! SANTOS DEI, VALLE 349

Con sus caricias el amante fiel,


Que, triste, abandonado y sollozando,
Con ternura infinita se lamenta
Porque la cara prenda que lo alienta
Se la arrebata el pérfido bajel."

Desperté, al fin, de mi profundo sueño,


Y al despertar huyéronse ligeras,
Las rientes ilusiones lisonjeras
Que habían mitigado mi dolor.
La claridad de la naciente aurora,
Que penetraba en mi recinto oscuro,
De la mirada de aquel ángel puro
Me recordaba el vivido fulgor.

Me levanté meditabundo y triste,


Del áureo sol á contemplar la lumbre;
Pero en mi alma la acerba pesadumbre
Bullía como lava en un volcán.
Como un anciano, mísero, que llora
Las gratas ilusiones que se fueron,
Y los años que rápidos vinieron,
Y los años que rápidos se van;

Y que alejado del mundano brillo,


Herido el corazón, árido y yerto,
Vegeta como él árbol del desierto
Que ya su pompa y su verdor perdió;
Así también lloraba el alma mía
Con los recuerdos tristes de aquel sueño,
Que seductor, bellísimo y risueño,
Como visión fantástica pasó.

VI

Hoy todavía de aquel tiempo infausto


Conservo melancólica memoria,
Y al referir mi lamentable historia
Brota en mi alma la fuente del dolor;
Siento agitarse dentro el pecho mío
La férvida pasión que me alimenta,
350 HONDURAS LITERARIA

Como en el seno de hórrida tormenta


Se agita el rayo hirviente y destructor.

Yo solícito busco algún remedio


Que de mi pecho las congojas borre;
Pero este fuego que en mis venas corre,
Con mi vida muy pronto acabará.
Esa mujer que hirió mi sentimiento
Con el fulgente rayo de sus ojos,
Hoy me hace caminar por entre abrojos,
Me ha hecho perder toda esperanza ya.

¿ Qué es al presente para mí este mundo,


En otro tiempo tan alegre y bello ?
Un fugaz y levísimo destello
Del sol que en Occidente va á morir.
No brilla en él la luz consoladora,
Para mí, de la célica esperanza:
Ea hermosa edad pasó, de venturanza,
Sólo me ofrece un negro porvenir.

N o busco ya la deslumbrante gloria


Que coronas tal vez me prometía,
Sólo encuentro atractivos y poesía
En mi crudo, agudísimo penar.
Llevo en mi frente impresa, como el Dante,
De la amargura la indeleble marca.
¡ Que venga de una vez la fiera parca
El hilo de mis días á cortar í

Quiero morir; pero que diga el mundo


Que muero por la que ama el alma mía;
Que dentro de ésta una pasión hervía,
Que fué conmigo á la eternal mansión:
Quiero también que sepa la que adoro,
Que me mata el amor que ardiente vive
En este pecho que con sangre escribe
Su dolorosa y última canción.

Cuando en sus horas de solaz recuerde


Recitando sus labios este canto,
Que un hombre como yo la quiso tanto,
Tal vez entonces compasión tendrá;
JOSÉ SANTOS DEL VALLE 35*

Y o la veré de la celeste esfera,


Radiante como mágico espejismo;
Admirará su ser hasta Dios mismo;
Dos ángeles dirán: ¡ Qué hermosa está !

Y cuando vuelva á la mansión dichosa,


Donde dejó su trono, enamorados
Dos nueve coros juntos y arrobados
De entonarán dulcísima canción.
Entonces yo, que admiraré sus glorias
Hasta en el cielo, doblaré la frente,
Inclinándome ante ella reverente,
Y aun sentiré bullir tierna pasión.

VII

¡ Oh, virginal y púdica María !


Cuánto tiemblo al grabar tu hermoso nombre
En estas trovas que el amor de un hombre
T e han de contar, en su doliente afán !
T u nombre, que resbala en mis oídos
Con dulcísima y grata melodía,
Que lo escucho al rayar la luz del día
Y después de los rayos que se van:

Que lo escucho en el eco del torrente,


En el suave murmurio de la brisa,
En el fresco arroyuelo que desliza
Por el prado sus linfas de zafir;
Que lo escucho en la voz del viento airado
Que en las vastas llanuras se desata,
Y en la voz de gigante catarata
Que á lejanas regiones va á morir.

T u nombre, que es el símbolo expresivo


De la noble virtud y alta belleza
Que ostenta virginal naturaleza,
Con esplendentes galas por doquier;
T u nombre, que será mi dulce canto,
Que inspirará mi pobre fantasía
Y que he de repetir en mi agonía,
A l exhalar mi aliento postrimer !

Cedros: febrero de 1879.


352 HONDURAS LITERARIA

A UN P A J A R I T O ' 0

Pajarillo afortunado,
¿ Qué buscas, di, qué deseas,
Que alegre revoloteas
Junto á mi humilde mansión ?
¿ Vienes del bosque vecino,
Donde dejaste á tu amada,
A visitar mi morada,
Pajarillo juguetón ?

Volando de rama en rama,


Con gentileza y donaire,
Cual atraviesas el aire,
T e he visto acercarte á mí.
¡ Con qué ligereza mueves
Tus verdes alas tan chicas,
Y el fruto maduro picas
Del árbol que crece aquí !

Muchas veces he escuchado


T u canto tierno y sencillo,
¡ Oh, candido pajarillo !
Envidiando tu existir.
T ú eres más feliz que el hombre,
Que vive sobre la tierra
Haciéndose eterna guerra
Y odiándose hasta morir.

Eres libre en el espacio,


En el bosque y en la selva,
Sin que tirano se vuelva
Ninguno contigo allí;

(i) Esta c o m p o s i c i ó n fué escrita e n c o n t r á n d o s e su autor e s c o n d i d o á i n -


m e d i a c i o n e s de T e g u c i g a l p a , p e r s e g u i d o por la odiosa tiranía de entonces, y
c u a n d o los patriotas liberales se b a t í a n en E l C o r p u s con un v a l o r d i g n o d e los
tiempos é p i c o s . — J o s é S A N T O S D E L V A L L E .
JOSÉ SANTOS DEL VALLE

Pues no tienes quien te oprima


Con duras y fieras leyes,
No tienes déspotas reyes,
Ni verdugos para tí.

Si del bosque en la espesura,


De blando musgo tejido,
Formas tu precioso nido,
Cantando idilios de amor;
Nadie interrumpe tu calma,
Ni te obliga á ser esclavo,
Ni con ceño adusto y bravo
T e infunde fiero terror.

De corrupción y miseria
Está el orbe casi lleno;
Podredumbre, lodo y cieno
Infectan la humanidad.
El error y la mentira,
Da negra envidia y el dolo,
Ocupan el puesto sólo
Del bien y de la verdad.

Dos hombres se han extraviado


Por tortuosa, oscura senda,
Y ya no hay quien los comprenda,
Un caos el mundo es ya.
Al vicio virtud le llaman,
Y á la virtud llaman vicio,
Demente al que tiene juicio,
Y loco al que cuerdo está.

Se burlan de la justicia,
Del honor y el patriotismo,
Y con bajeza y cinismo
Doblan su frente servil.
No oyen la voz de la patria
Que por su culpa agoniza,
Pues con sardónica risa
Da hieren tiranos mil.

Hipócritas y rastreros,
Venden su honor, su decoro,
354 HONDURAS LITERARIA

Por unas monedas de oro


Que les tiran á sus pies.
Y los pocos que levantan
Da frente altiva y serena,
Mueren de angustia y de pena
O en un cadalso tal vez.

Huyendo del despotismo,


En esta rústica choza,
Mi corazón se destroza
De amargura y de dolor;
Pues allá lejos combate
Por ver sus cadenas rotas,
Un puñado de patriotas,
Con espartano valor.

Y yo no puedo ¡ infelice !
j Que así mi suerte lo quiere !
Mirar al héroe que muere
Y á su lado combatir;
Dar sepultura á sus huesos,
O morir con mis hermanos
Maldiciendo á los tiranos,
Que es muy glorioso morir.

Ven, pues, pajarillo, ven,


A consolar mi quebranto,
Y con tu armónico canto
Calma mi horrible inquietud.
Aquí los dos cantaremos,
Pues al oir tu armonía
Se inspirará el alma mía
Y templaré mi laúd.

Yo exhalaré de mi pecho
Notas de suaves congojas,
Como el ruido de esas hojas
Que mece el aura al pasar;
Y tú, como el eco grato
De la fuente que murmura,
Modularás con dulzura
T u voz en blando trinar.
josé SANTOS I EL VALLE

T ú cantarás tus amores,


T u libertad y fortuna,
A la luz de la alba luna,
Cual sentido trovador;
Y yo, mi acerbo destino,
Sin dicha, placer ni calma,
La honda tristeza de mi alma,
Las sombras de mi dolor.

¿ Volverás mañana á verme


Cuando el alba esplendorosa
Asome su faz de rosa,
Con purpúrea claridad ?
i Oh ! sí, vendrás, no lo dudo,
A ser de mi afán testigo:
i Que tú eres mi único amigo
En tan triste soledad !

Septiembre de 1892.
CARLOS F. GUTIÉRREZ
CARLOS F. G U T I É R R E Z

Nació en Tegucigalpa en 1861.


Era hijo del General don Enrique Gutiérrez y de do-
ña Raquel Lardizábal de Gutiérrez.
Sus composiciones se publicaron en los periódicos de
Tegucigalpa y han sido reproducidas por varios de Centro-
América y del exterior.
El señor Gutiérrez publicó en 1898 tina colección de
sus poesías con el título de " Piedras Falsas " y una nove-
la del género naturalista, intitulada " Angelina. "
Falleció el 10 de julio de 1899, á las 11 y 30 de la no-
che, á consecuencia de un violento ataque cerebral.
En sus funerales se le hicieron los honores de orde-
nanza correspondientes al grado de Teniente-Coronel, que
había alcanzado en el Ejército.
Sus restos fueron llevados al Cementerio en medio
de numerosa concurrencia de todas las clases sociales, que
daban así testimonio de su sentimiento por su muerte.
LEJOS DE T Í

Á ELISA.

Ángel mío, si en la noche,


Cuando al sueño te entregaras,
Un suspiro le arrancaras
A tu pecho para mí;
Y la brisa, entre sus alas,
A mi pecho lo trajera,
¡ Cuántos, dime, no le diera
Para llevarlos á tí !

Si al oir por la mañana


Que en su nido alegre trina
La amorosa golondrina,
Te acordaras tú de mí;
¡ Cuántos bellos pensamientos
En mi mente acariciara,
Y en sus alas los mandara
Todos, todos para tí.

Si á las auras les contaras


Tus dolores, tus querellas,
Y supiera yo por ellas
Que te acordabas de mí;
Y o también les contaría
Que hace tiempo que te adoro,
Que si lloras también lloro,
Que tan sólo pienso en tí !

Si á la tórtola que gime


Le confiaras tus dolores
3Ó2 HONDURAS LITERARIA

Y con tímidos rumores


Me los dijera ella á mí;
¡ Cuántas cosas le contara
Para que á tí te dijera;
¡ Cuántos besos yo le diera
Que te llevara ella á tí !

Y contándoles tú siempre
A los pájaros y flores
Tus placeres, tus dolores,.
Para saberlos yo así;
Podemos vivir sin vernos....
Entrega siempre á la brisa
Tus suspiros, tu sonrisa,
Para que lleguen á mí !

1880.

Era una noche de apacible calma;


Las estrellas temblaban en el cielo
Y tu mirada en mi alma
Marchabas pensativa,
Apoyada en mi brazo suavemente,
Entretanto que el aura fugitiva
Jugaba con los rizos de tu frente;
En éxtasis de amor y de ternura
Muriendo de placer te contemplaba;
Y en tu pupila oscura,
Cual náufrago que busca allá en el cielo
Señales de consuelo,
Un rayo de esperanza yo buscaba;
Y extrañas á mi pena, siempre bellas,
CARLOS F. GUTIÉRREZ

En el cielo temblaban las estrellas,


Con tus rizos el aura jugueteaba.

II

Balbucientes dijéronte mis labios,


Causados de callar, lo que sentía.
Si por ventura te causara agravios,
¡ Perdóname, alma mía !
¿ Es acaso culpable el arroyuelo
Porque en sus linfas se refleje el cielo ?

III

Aquella noche de apacible calma


Jamás se borrará de mi memoria;
Cual lápida mortuoria
Ocultará las ilusiones todas
Que con su aroma perfumaron mi alma;
T e amaba con delirio; y tú dudaste
De mi cariño santo;
Al corazón sus alas le arrancaste;
Y crueles entretanto,
Extraños á mi eterno desconsuelo,
El ruiseñor cantaba,
Con tus rizos el aura j ugueteaba
Y los astros brillaban en el cielo.
HONDURAS LITERARIA

EN EL ÁLBUM DE J U L I A

i
Azucena que fenece
Al soplo del cierzo frío,
Nube que se desvanece
Cual la espuma que se mece
Sobre las aguas del río.

II

Meteoro que en blanca llama


Se extingue en la inmensidad,
Rocío de la mañana:
Tal fué mi esperanza vana,
Tal fué mi felicidad.

III

Como el espacio infinita,


Y aguda como el pesar,
Es la pena que me agita,
Y que en el alma palpita
Como el oleaje del mar.

IV

L.a esperanza, el sufrimiento


Arranca del alma mía,
C:mo al árbol corpulento
Furioso le roba el viento
Su salvaje lozanía.

Mi dicha fué pasajera:


Cual golondrina ligera
Presto su nido dejó;
CARLOS V. GUTIÉRREZ

Como el perfume pasó


De la dulce primavera.

VI

Por eso sé cuan horrible


Es perder la dulce calma,
Y sentir allá en el alma
Mucha tristeza y dolor,
Al recordar los instantes
De ventura, que pasaron,
Y que con ellos volaron
Nuestros ensueños de amor.

VII

Y sé cuánto se padece
Cuánto en silencio se llora
Y cómo al alma devora
La llama del padecer !
Y sé también cuan felices
Corren las horas dichosas
Si se van cortando rosas
Por la senda del placer !

VIII

Por eso, Julia, yo tiemblo


Al pensar que en tu camino
Puede sembrar el destino
Una zarza para tí;
Profundas son sus heridas,
Matan la dicha y la calma:
¡ Abiertas tengo en el alma
Las que me hicieron á mí !

IX

Con santo afán pido al cielo


Que si han de velar un día
Tus ojos, amiga mía,
Las lágrimas del pesar,
Me dé á mí tus sufrimientos,
Y á tí cuanto bello existe:
T ú para sonreír naciste,
Yo nací para llorar.
366 HONDURAS LITERARIA

RECUERDOS

i
Suefio parece ! mi gentil doncella,
Envuelta en tenue y vaporoso velo,
Salió á su reja, temblorosa y bella,
Como aparece diamantina estrella
En la azulada inmensidad del cielo.

II

Indecisa volaba por Oriente


Con sus alas magníficas la aurora,
Perfumaban las ñores el ambiente,
Y reflejos de nácar levemente
Matizaban su frente soñadora.

III

En sueltos rizos, descuidada, airosa,


Descendía su negra cabellera;
Y de sus labios húmedos, de rosa,
Se escapaba en corriente misteriosa
Un perfume sutil de primavera.

IV

Volaron los momentos, vino el día,


Sentí gemir el corazón opreso,
Me dio su mano temblorosa y fría,
Y en el lazo dulcísimo de un beso,
Unióse su alma con el alma mía.

1883.
CARLOS F. GUTIÉRREZ

GLORIA

Sobre su lecho de arenas


Un río corriendo leve,
Llevando espumas de nieve
Y tronchadas azucenas;

Un zorzal en la ribera
Tiernas endechas cantando,
Y sobre el tallo, temblando
Las flores de la pradera;

A lo lejos verde loma,


Do se adunen blandamente
El murmullo de la fuente
Y el canto de la paloma;

Y unas linfas temblorosas,


Frescas, dormidas y suaves,
Donde se bañen las aves
Y jueguen las mariposas;

Y allá una gruta lejana


A donde lleguen perdidos
Dos acentos desprendidos
De la vecina campana;

De juncos, ramas y flores


Una choza encantadora,
Do penetren de la aurora
Los nacarados albores;

Donde se escuche la extraña


Pero sublime armonía
Con que saludan al día
Los genios de la montaña;

Y tú allí con tu mirada,


Con tu mirada de cielo,
368 HONDURAS LITERARIA

Vertiendo dulce consuelo


En el alma enamorada;

Vagar por el bosque umbrío


En las mañanas amenas,
Y escribir en las arenas
De las orillas del río;

Y ver en noche callada


Cómo brillan las estrellas,
Y á las luciérnagas bellas
Relucir en la enramada;

Y én lánguidos embelesos,
Y en amorosos delirios,
Elenar tu frente de lirios
Y tus mejillas de besos;

Perdidos en denso velo


El porvenir, la memoria:
Esta es, mi vida, la gloria;
Este es, vida mía, el cielo !

1881.

Á J . J . PALMA

Encuentro en tus versos suaves


Tanta cadencia y dulzura,
Como lánguida ternura
E n el gorjear de las aves.
Tus canciones
Son gratas modulaciones
En que dice tu alma bella,
Que sólo guardas en ella
Afecto y sinceridad,
CARLOS F. GUTIÉRREZ

Que no anida allí el rencor;


Pero que sí hay amor
Y verdadera amistad.

Cuando tus rimas yo leo


Se regenera mi alma;
Y que hay algo, entonces, Palma,
De lo que tú cantas, creo.
T u poesía
Mata la melancolía
Y disipa la tristeza;
Se asemeja en su belleza
Al primer rayo de luz
Que viene á destruir las nieblas,
Rasgando de las tinieblas
El densísimo capuz.

Imitar, versando, sabes


Con tu meliflua poesía,
De las aves la alegría,
La tristeza de las aves.
T ú no ignoras
Lo que auras sollozadoras
Dkvn á tímidas flores;
T ú comprendes los rumores
Del arroyo bullidor;
T ú haces aparecer
Las sonrisas del placer,
Las lágrimas del dolor.

Tienes, Palma, aun más ternura


En tu alma de poeta,
Que perfume la violeta
Y que la nieve blancura.
Inspirados
Van tus versos impregnados
De un sentimiento tan tierno
Bien así como en invierno
La brisa rodando va.
Impregnada del aroma
Que en toda corola toma,
Que todo cáliz le da.
HONDURAS LITERARIA

Si expresar fácil, ule fuera •;


Todo lo que siente mi alma,
Entonces oirías, Palma,
Cuántas cosas te dijera !
Tus canciones
Despiertan en mí emociones
" Dulces, á la vez que intensas;
De tus poesías á expensas
Se nutre mi corazón,
Porque si las leo, siento
Nueva vida, nuevo aliento,
Raudales de inspiración!

1881. ; : :
'"

TRAGUÉ E L ANZUELO

N o h a y burlas con el amor.

CALDERÓN.

Apenas lo puedo creer,


Por fin me llevó el demonio;
Estoy que ni San Antonio
Me puede ya socorreí.

Sin ninguna precaución


Me puse á jugar con fuego,
Y en tan peligroso juego
He perdido el corazón.

Juega ella mejor que yo;


Y el desquite busco en vano:
Cuando creo que le gano,
Resulta queme ganó.
CARLOS I?. GUTIÉRREZ

No encuentro la salvación
En tan apurado paso;
¿ Me casaré ?..... No me caso,
Es muy Seria la cuestión !

Mas ella se ha de casar;


¿ Y si á otro por novio toma ?
¡ Pues no fuera mala broma
La que me había de dar !

Pero no,, por Satanás !


No me rindo todavía:
Lucharé con bizarría
Hasta que no pueda más.

Pero nunca saldré bien,


Es la lucha desigual:
Si me caso me va mal,
Y si no lo hago, también.

¿ Qué debo hacer ? N o lo sé,


Olvidarla yo no puedo;
De casarme tengo miedo;
¿ Qué haré, Dios mío, qué haré ?

La quiero mucho en verdad;


De amor por ella me muero;
Pero yo también me quiero
Y adoro mi libertad.

Estoy montado en un potro:


¡ Es desgraciada mi estrella !
Si no me caso con ella,
Ella se casa con otro.

Para evitar tal fracaso


Un camino hay nada más:
Que me lleve Barrabás,
Pero me caso, me caso.

Así mi fortuna pruebo;


Si S03' feliz lo acerté; ... _ •
Y si no lo soy, diré:
Aquí pago las que debo !
1882.
372 HONDURAS LITERARIA

EN UNA FIESTA

Á DOÑA CELESTINA DE SOTO.

A orillas del Guacerique


Tegucigalpa se hallaba,
Cual virgen que desmayaba
A impulsos de su dolor;
Los pájaros no cantaban,
La estrella no relucía
Y siempre lejos se oía
Melancólico un rumor.

Mas un día por Oriente


El sol se levanta ufano,
Y el río como el océano
Sus vallas quiere romper;
Tornan al canto las aves,
Rompen sus broches las ñores
Y sus variados colores
Se comienzan á entrever.

Perdida en el horizonte,
En medio de sutil bruma,
Bañada por blanca espuma,
Se ve una nave cruzar;
La vela le riza el viento,
El humo hacia el cielo sube
Y forma rasgada nube
Color de cielo y de mar.

Graciosa á la par que altiva


Su proa hacia Honduras tiende,
Ligera las ondas hiende
De esmeralda y de zafir;
También la blanca gaviota
Que se remonta hasta el cielo,
CARLOS F. GUTIÉRREZ 373

Se ve con pausado vuelo


Ea nave, tenaz, seguir.

Al puerto llega, y con ella,


De Honduras la paz perdida:
Al par que nos daba vida
Nos traía un protector.
De entonce, de pueblo en pueblo,
Hasta el lugar más ignoto,
Se escucha el nombre de Soto
Pronunciado con amor.

El daba la paz á un pueblo,


Pero al fin su patria fuera;
Mas vuestra, señora, no era
Para darle animación.
Pero al llegar á este suelo
Prestasteis al ave canto,
A las mujeres encanto
Y al bardo la inspiración.

Hicisteis que la alegría


En los salones reinara
Y que tiernos levantara
Sus cantos el trovador:
Porque hay en vuestra ternura
Inspiración tan completa,
Que se agiganta del poeta
El genio ideal y creador.

Por eso es que doy al viento


Mis melancólicas notas,
Que, aunque perdidas é ignotas,
Pedazos del alma son.
Oid en ellas, señora,
El voto de un pueblo entero,
Voto leal y sincero,
De afecto y de abnegación,

1880.
.574 HONDURAS LITERARIA

POR; T Í

t ú eres la sola flor inmaculada


En este, de la vida, erial desierto:
Y la sola pureza no manchada,
Y la sola torcaz nunca arrullada,
Viuda por un amor oculto y muerto.

T ú la sola mujer que yo he encontrado


Siempre casta, inocente, bella y pura;
Y la sola también á quien he amado
Y que nunca, tal vez, ha vislumbrado
El dulce fulgurar de mi ternura.

T ú la sola beldad cuya mirada,


Rasgando de mi pena el denso velo,
Elega á mi alma y prende una alborada;
Calla la tempestad que ruge airada
Y deja azul tranquilidad de cielo.

Jamás lo dije: aunque ocultando enojos


Nunca te dio mi atrevimiento agravios:
Me entendiste ? ¡ No sé ! mas tus sonrojos
Me prueban que tú vistes en mis ojos
Eo que callaron con afán mis labios.

-Después....! 'Gomo le pasa al ave errante


Que muere en las espumas de los mares,
Así me sucedió: vi-tan distante
El cielo de- tu amor, que agonizante
Me sepulté en el mar de mis pesares.

Pero escucha, mi bien ! cuando abatía


Para morir mi fatigado vuelo,
Entre las dos inmensidades veía
Que tu adorada boca me sonreía
Y me besaba tu mirar de cielo.
CARLOS F. GUTIÉRREZ 375

¡ Han pasado los años ! siempre bella


T e contemplo, como antes, vida mía !
Y el resplandor que tu mirar destella,
Como fulgores de apacible estrella,
Alumbra ya mi próxima agonía.

Muy pronto he de morir; pero antes quiero


Que sepas que fué tuya mi alma entera,
Que fué santo mi amor, como el primero,
Y tu nombre, mi bien, será el postrero
Que pronuncie mi labio cuando muera !

Diciembre 31 de 1896.

A UN ÁRBOL

Árbol que sombra nos diste


Con tu follaje esplendente,
Rayo de sol que su frente
Acariciastes ayer,
Florcilla que entre la grama
Doblegó su débil planta,
Decid, por Dios ¿ no os espanta
Tan solo volverme á ver?

T ú , árbol, tienes tus nidos,


E n tus nidos ruiseñores; "
Vosotras, tempranas flores,
Dulce aroma que exhalar;
Tú, sol, el hirviente oleaje,
Dé ésa veloz catarata,
Donde tu luz se retrata
Como inmenso luminar.

Y yo, que de amor un mundo


E n el alma atesoraba,
Que tan sólo respiraba
37° HONDURAS LITERARIA

Ventura, dicha y placer,


De nuevo á tu sombra vengo,
Con el corazón herido,
A contarte, árbol querido,
Da crueldad de una mujer.

¿ T e acuerdas de aquellos rizos


Que perfumaron tu.ambiente,
De aquella tranquila frente
Que se levantó hacia tí;
De aquellos ojos tan bellos,
De aquella boca tan pura,
De aquel ángel de ternura
Que te traje un día aquí ?

Pues bien, ese ángel fué mió,


Su felicidad mi anhelo;
Fueron sus ojos el cielo
Que alimentaron mi fe;
Mas un día desgraciado,
Origen de mi amargura,
Do envolvió una nube oscura
Y no sé adonde se fué.

Y pues tú fuiste testigo


De su amor y mi embeleso,
Y tal vez hasta de un beso,
Que le robara mi amor,
Sé también testigo ahora,
Pues que descanso á tu sombra,
De que mi labio la nombra
Sin aversión ni rencor.

Y te juro que si un día


En mi camino la hallara,
Y á las puertas se acercara,
De este triste corazón,
Encontraría la ingrata,
Para castigar su olvido,
Entre mis brazos su nido
Y en mis labios el perdón.
CARLOS F. GUTIÉRREZ 377

POR QUÉ?

Cae la nieve en la elevada cumbre


Del enhiesto volcán;
Y al hirviente calor de sus entrañas
Se torna en agua que á la mar se va.
¿ Dime. niña, por qué este infierno mío
Que encendió tu mirar
Este volcán que tengo aquí en el alma
No derrite la nieve en mis cabellos
Y aumentándola está ?

RIMA

Hay en tus ojos un abismo negro,


Donde mi alma cayó cuando te vi;
Mas si tu alma es el fondo de ese abismo,
¡ Quiero rodar hasta llegar al fin !

Hay en tus labios un infierno rojo


Cuyo fuego escondido no se ve;
Mas si el beso es la llama de ese infierno,
No importa que me abrase, quiero arder !

Hay en tu ser veneno que aniquila,


Que mata al que por tí respira amor;
Mas si el lecho de muerte son tus brazos,
¿ Qué no daría por morirme yo ?
ADÁN CUEVAS
ADÁN CUEVAS

Nació en Santa Rosa de Copan en 1852.


Era hijo de don Lucas Cuevas y de doña Ramona
Rodríguez de Cuevas.
Habiéndole concedido el Gobierno de Guatemala una
beca en uno de los Colegios que en la capital dirigían los
jesuítas, recibió allí la enseñanza superior hasta obtener
el título de Bachiller.
Triunfante la revolución de 1871, el General Justo
Rufino Barrios, Presidente de Guatemala, expulsó del
país á los jesuítas. Entonces Cuevas se dirigió á la Re-
pública de El Salvador, en donde se dedicó á los estudios
para la Abogacía, que no tardó en abandonar.
Cuando volvió á Santa Rosa, se había fundado allí el
Instituto de San Carlos. Cuevas sirvió en él como Profe-
sor durante dos años.
Después volvió á El Salvador, y de allí se dirigió á Te-
gucigalpa, donde se dio á conocer como poeta publicando en
La Paz, con el seudónimo de Adelfo, varias composiciones
que el inspirado vate José Joaquín Palma acogió con agrado.
Posteriormente, pasó á la República de Nicaragua,
fijando su residencia en Limay, jurisdicción de Nueva Se-
govia; y el año de 1895, presintiendo acaso que el fin de
sus días se aproximaba, y queriendo morir en su ciudad
nativa, volvió á ella, habiendo muerto allí pocos meses
después de su regreso.
MIS HORAS DE DOLOR

Tristes horas de mísera agonía


Yo sufro sileucioso. El desconsuelo
Bate sus alas sobre el alma mía,
Mi frente haciendo que se incline al suelo,
Sin porvenir, sin ilusión ni gloria;
Mi existencia sombría
Da luz detesta que ilumina el mundo;
Y en mi dolor insano,
Fatídico y profundo,
No encuentro amigo ni tampoco hermano.

Mi destrozado pecho,
En el pesar tornándose iracundo,
Maldice la sonrisa
Del ángel bello que otro tiempo amaba !
N i la frescura de apacible brisa,
Ni los encantos de la hermosa Duna
Que antes ansioso con placer buscaba
Y mis afanes y ansiedad calmaba,
Brindarme pueden esperanza alguna.
Y sin placer ni fúlgida esperanza,
¿ Qué es la vida ? Es un páramo desierto
Donde hay dolor sin calma ni bonanza,
Donde sus pasos guía el hombre incierto
Hallando sólo incógnitos pesares
Donde apenas alcanza
A soportar las horas de quebranto
Y donde eternamente,
Con lastimoso llanto,
Tras el reposo corre vanamente !
384 HONDURAS LITERARIA

Sin placer, sin ventura,


¿ Qué es la existencia que cuidamos tanto ?
Inmenso cementerio
Que al triste olvido y al dolor convida,
Do en medio de las tumbas del misterio
Un funeral lamento se percibe !
Sin esperanza ni ilusión querida,
En cambio de los goces de la vida,
Tristura el alma y lágrimas recibe !
Ella por eso de pesar se llena
En esos días de fatal delirio,
Maldice airada en su profunda pena
Eas crueles horas de tenaz martirio:
Odia por eso la belleza pura
Del lirio y la azucena
Que dan fragancias al risueño prado,
Y de tierna inocencia
El encanto preciado
También aumenta la mortal dolencia !

¡ Cuan amargos tormentos


Devoran ¡ ay ! mi lánguida existencia !
No acaricia mis ojos
Con suave mano el reparante sueño
Para olvidar mis túrbidos enojos
Siquiera al menos en la noche umbría !

¿ Y ésta es la vida de dorado sueño


Que brinda al hombre porvenir risueño
En brazos del placer y la alegría ?
Si ésta es la vida, yo vivir no quiero,
No, contemplar el misterioso encanto;
Quiero mejor, sin derramar mi llanto,
Bajar sonriendo á la mansión de olvido
Y un adiós postrimero
Dar al placer y á la ilusión mentida !
Que más dichosos seres
Los goces de la vida
Disfruten siempre, y célicos placeres:
Que plácida sonrisa
Vague en sus labios, sin afán, sin penas,
Mientras disfruta mi alma
ADÁN CUEVAS 385

En el silencio de la tumba fría


Con paz eterna, de reposo y calma !
Que otros contemplen la azulada esfera
Donde los mundos infinitos ruedan,
Mientras los sauces que al sepulcro quedan
Coronan ¡ ay ! mi lúgubre carrera !

J A M A S T E OLVIDARE

Olvidarte ? ¡ Oh ! locura ! es imposible !


Mi pecho siempre con delirio te ama,
Sin extinguirse la ardorosa llama
Que en otro tiempo le encendió tu amor.
Siempre bella, tu imagen adorada
Sonríe tierna al corazón amante;
Allí tú vives y ni un solo instante
De la mente se borra tu candor !

T e amo, mi bien, cual aman el rocío


Das tiernas flores al venir la aurora,
Y tú eres la esperanza encantadora,
Y sin tu amor prefiero yo morir ....
T u recuerdo es más grato que la brisa
Que en los campos retoza placentera;
Más suave que el ambiente en la pradera,
Y me brinda un brillante porvenir

¿ Cómo no amarte si tu amor ofrece


Al alma sensaciones deliciosas ?
Si á tu lado se pasan muy dichosas
Y dulcísima horas de placer ?
¿ Cómo no amarte, idolatrada dueña,
Si eres un ángel de inmortal dulzura,
Si tu sonrisa aleja la amargura
Del alma que ha sabido padecer ?
T II - 2 5
HONDURAS LITERARIA

Por eso te amo con delirio tanto,


Por eso yo bendigo tu belleza,
Y mi laúd olvida su tristeza
Para cantar tu gracia angelical !
Sólo tu amor sostiene mi existencia,
Sólo tu amor alienta mi esperanza,
Y en la tormenta tú eres la bonanza
Y el consuelo á mi llanto sepulcral !

T ú eres la estrella que cual faro alumbra


L,a oscura senda de mi triste vida,
Y en su quebranto el alma adolorida
Disipa, sí, tu angelical candor !
Jamás te olvidaré! jamás el pecho
T u imagen borrará, mi bien querido;
Primero el alma su postrer gemido
Antes dará que relegar tu amor !

LA TARDE

Mirad de la tarde el rayo esplendente


Cuál baña los cielos de eterna beldad !
Las auras esparcen balsámico ambiente
Y entonan las aves su canto doliente
Al ver que la lumbre del sol va á expirar.

Mirad los celajes de nácar y rosa


Flotar en los aires con suave fulgor !
Y ved á Natura: cual madre amorosa
De su hija mimada contempla dichosa
L,os iris divinos del bello arrebol !

Mirad en los campos cuál juega la brisa


Besando las flores, meciendo el jazmín;
ADÁN CUEVAS

Mirad, á lo lejos mortal se divisa


De Febo el semblante que al mar se desliza
Buscando las olas para ir á dormir.

i Oh, tarde ! tú llenas de inmensa dulzura


Mi triste, llorosa, infeliz juventud !
Y alivias benigna la cruel amargura
Que sufre doliente con harta premura
Mi pecho, perdida la dulce quietud.

T u lumbre que dora las altas colinas


Es bálsamo suave que alivia el dolor;
Tus plácidas auras son auras divinas
Que siguen tus huellas al ver que caminas
Serena al ocaso con giro veloz.

Mil ojos contemplan tu regia belleza,


Mil pechos suspiran tal vez como yo,
Mil voces tal vez, al mirar tu grandeza,
Celebran tu pompa, y tenaz la tristeza
Disipan del alma al mirar tu arrebol.

La tórtola tierna su canto te envía


Al ir á su nido, reposo á buscar;
Las flores te brindan su grata ambrosía
Y muestra Natura inocente alegría,
T u gracia, tu encanto sublime, al mirar !

Del mar á lo lejos saludan ansiosos


Los nautas tu estrella de espléndida luz,
Y van su barquilla llevando gozosos,
Los campos corriendo de Atlante -anchurosos,
Rompiendo las brumas del piélago azul.

La noche sombría al mirar tu belleza


Su fúnebre manto vacila en tender,
Y vense los aires surcar con presteza,
Su cauto olvidando de eterna tristeza,
Los cisnes dolientes en bello tropel.

i Qué bellos colores matizan el cielo !


Celajes divinos flotantes se ven,
Tu lumbre reviste de nácar el suelo
HONDURAS LITERARIA

Y aspira la virgen con plácido anhelo


La suave fragancia del rojo clavel.

Los seres que habitan los campos verdosos


Festivos se miran doquier retozar,
Los céfiros besan los lirios hermosos
Y van los arroyos corriendo espumosos
En lechos formados de perla y coral.

En tanto tu lumbre ya débil se mira,


Y a vese el crepúsculo triste venir;
La Luna en Oriente simpática gira,
La tórtola tierna doliente suspira
Y vense los astros al cielo subir.

Los tiernos suspiros que exhalas muriendo ,


Oh tarde ! me roban la dulce quietud;
Y a viene la noche su manto tendiendo,
Los montes, los mares azules cubriendo,
Y envuelve á natura en su negro capuz !

¡ Oh, tarde ! indeleble tendré tu memoria,


Del pecho tu imagen jamás borraré;
Y siempre presente tu espléndida gloria
Las páginas tristes tendrán de mi historia,
Y. siempre tus gracias feliz cantaré.

UN PADRE Á SU HIJA DORMIDA

Pobre hija mía, Ester idolatrada !


Fruto precioso, tierno y bendecido
De mi primer amor; la.su.erte airada
Siempre á tu padre tiene sumergido
En el dolor profundo, en el tormento !
T u candida inocencia,
ADÁN CUEVAS

T u gracia, tu candor y tus encantos,


Alivian solamente
La mísera amargura
Que sufre siempre el corazón doliente
De tu padre infelice
Jamás el oro su fulgor suntuoso
De dio á tu pobre cuna;
No lo conoce tu existencia pura;
Pobre naciste, sin riqueza alguna,
Hija querida, cual la tierna rosa
Que da perfumes al verjel florido,
Llegando sólo hasta tu tierno oído
El dulce arrullo de tu madre hermosa.

Cuando dormida te contemplo bella,


Hija del alma, serafín semejas:
Pareces, hija, luminosa estrella
Que de mi pecho la tristura alejas !
El tierno lirio que se mece ufano
En el jardín ameno
No puede competir con tu hermosura,
Y la temprana rosa
Con su fragancia pura,
Cede á la gracia de tu faz preciosa.
Duerme, duerme, hija mía,
Que tu padre te vela, en su quebranto,
Y al contemplarte siente
Placer inmenso, celestial encanto !

Duerme, hija mía, duerme dulcemente,


Que si supieras cuan amarga pena
Destroza mi alma con crueldad impía,
Tal vez entonces yo tu faz vería
Al dulce sueño y al reposo ajena
Cuando sonríes y á tu madre miran
Con gracia tus ojuelos primorosos,
Te sonríen, y admiran
T u inocencia los ángeles gozosos !
Por tí tan sólo, yo vivir ansio,
Y por tí los rigores
Soporto, triste, de mi cruel destino !
Por tí la dulce muerte
390 HONDURAS LITERARIA

No busco, y el camino
Cruzando sigo que trazó mi suerte

En el mundo engañoso
No quiero verte sin ningún consuelo,
No quiero que furioso
El huracán destroce tu existencia
Y vivas como yo en el desconsuelo !
Hija querida ! siempre tu inocencia
Conserva pura, sin mancilla alguna,
Cual la contemplo en tu modesta cuna,
Purpúrea flor de delicada esencia !

Si alguna vez á los placeres, hija,


Este perverso mundo te convida,
Ten cada instante en la memoria fija
Mi desgraciada y azarosa vida
Recuerda siempre de dolor mis horas,
Recuerda con tristura
Eas lágrimas amargas que he vertido,
Eágrimas que destrozan
Mi pecho dolorido !
Del mundo los placeres que se gozan,
Hija mía, se tornan en veneno
Que el corazón devora;
Por eso vivo ajeno
A la felicidad consoladora,
Sin encontrar remedio á mi tormento !
Por eso quiero que conserves pura
Por siempre tu inocencia encantadora,
Que placeres y goces atesora
Ea sencilla virtud con su dulzura !
LUCILA E. DE PÉREZ
LUCILA ESTRADA DE P É R E Z

Nació en Gracias, capital del departamento del mis-


mo nombre, en 1856.
Es hija de don Simón Estrada y de doña Elena Ma-
rín de Estrada.
El señor Estrada, que había sabido distinguirse por
su laboriosidad y por su inmaculada conducta en el ejerci-
cio del cargo de Intendente de Hacienda de aquel departa-
mento, falleció poco después del nacimiento de su hija, y
ésta entonces fué llevada por su familia á la República de
El Salvador, en donde creció y se educó, y en donde tam-
bién se manifestó su vocación por las bellas letras.
En 1878, y con motivo de la muerte de su tío, el Co-
ronel don Ezequiel Marín, quien había hecho con ella las
veces de padre, regresó á su ciudad nativa y allí contrajo
matrimonio algunos meses después con el honorable caba-
llero don Tito Pérez.
Es la señora Estrada de Pérez, modesta, afable, espi-
ritual, y de elevados y puros sentimientos.
Á MI AMIGA CONCEPCIÓN LOUCEL
ECN SUS DÍAS

Y o quisiera poseer, amiga mía,


Del poeta la sublime inspiración,
Para cantar gozosa en este día,
Que es tu natal, amable Concepción.

Y o quisiera de flores olorosas


Una bella guirnalda colocar
Sobre tu frente pura, donde hermosas
Das virtudes se miran reflejar.

Y que esas flores, frescas, perfumadas,


Con que adornara tu virgínea sien,
Fueran las gayas flores cultivadas
En los jardines del perdido Edén.

Y en placeres y fiestas deliciosas,


Que tú fueras objeto de ovaciones;
Y en notas musicales, armoniosas,
Que vivieras oyendo dulces sones.

Pero el destino me negó estos dones,


Y en vez de un canto dulce, apasionado,
Oirás, tan sólo, tristes vibraciones
De mi laúd, discorde y destemplado.

Mas te consagro la expresión sincera


De mi amistad, sencilla y afectuosa;
Acéptala benigna y placentera,
Y Dios te hará feliz, te hará dichosa.
39 6 HONDURAS LITERARIA

Nunca la suerte con impía saña


Vaya á secar de tu ilusión las ñores,
De esa ilusión que en nuestra edad temprana
Se nos muestra con fúlgidos colores.

Que yo al Eterno mi ferviente ruego


Al cielo, á cada instante, haré subir,
Para alcanzarte paz, dicha y sosiego,
Que así no sentirás lo que es vivir.

San Salvador: 8 de diciembre de 1878.

MI DESTINO ES SUFRIR

¿ Por qué aun en medio del placer yo siento


Profunda pena y amargura tanta ?
Cuando todo sonríe, todo encanta
Mi triste corazón sufre un tormento.

Tal vez sonrío aparentando calma,


Cuando el dolor me hiere y me devora;
Y es que oculta mi risa engañadora
El infinito padecer de mi alma.

Como la débil ñor que combatida


Por el fiero aquilón dobla su tallo,
Así el pesar agostará mi vida,
Y cumpliráse de mi suerte el fallo.

Cuando al impulso del dolor sucumba


Y á las altas regiones mi alma llegue,
No habrá una amiga que con llanto riegue
Ea humilde losa de mi helada tumba.

San Salvador: 31 de octubre de 1878.


397

Á LA CIENCIA

COMPOSICIÓN DEDICADA A LOS J Ó V E N E S R E D A C T O R E S DE " E L ESTUDIANTE "

Como vienen del sol los rayos bellos


Las sombras de la noche á disipar,
Y enviándouos sus fúlgidos destellos,
La hermosa luz doquiera hacen brillar;

Y despertando del dormir profundo


En que yacía el hombre indiferente,
Sonríe al ver iluminado el mundo,
Y al Eterno da gracias reverente;

Así la ciencia, emanación divina,


Del mismo Dios destello misterioso,
Vivifica la mente y la ilumina,
Y le presenta un porvenir glorioso.

Así como esos rayos de luz pura


Que el sol brillante por doquier derrama,
Y á las tinieblas de la noche oscura
Les sucede la espléndida mañana;

Así el alma del hombre, adormecida


Por el sueño fatal de la ignorancia,
A su influjo despierta, y otra vida
Él entrevé, de gloria y venturanza.

Y sintiendo que bulle en su conciencia


Ese noble deseo de la gloria,
Se lanza en el terreno de la ciencia
Y hace imperecedera su memoria.

San Salvador: 1 8 7 9 .
HONDURAS LITERARIA

Á MI QUERIDA HIJA AMADA

Como un meteoro, ángel mío,


Por este mundo cruzaste,
Y al Empíreo te lanzaste,
Dejando en mi alma el vacío.

Dos querubes, hija amada,


A su lado te llamaron,
Y en triunfo te presentaron
A la Virgen adorada.

Quizá el Eterno, hija mía,


En su infinita clemencia,
Quiso librar tu inocencia
De toda culpa y mancilla.

Por eso, hija de mi amor,


Ya que á tu madre dejaste
Y á la morada volaste
Donde todo es esplendor,

Pide á la Virgen consuelo


Para su alma dolorida,
Pues es muy triste su vida
Desde que estás en el cielo.

Gracias: 13 de septiembre de 1888.


LUCILA ESTRADA T)K PEREZ

AL BACHILLER DON PEDRO FLORES

De los poetas yo deseaba


Pulsar el arpa divina
Que armoniosa y peregrina
En mis oídos vibraba.

De la inspiración sentía
Arder el fuego en mi alma,
Y hasta conquistar la palma
Soñaba mi fantasía.

Por eso triste mi acento


En Cuscatlán exhalaba,
Y mi mente se extasiaba
Con la voz del sentimiento.

Desde niña tributaba


Tierno culto á la poesía
Con su amor el alma mía
Enteramente llenaba.

Me embriagaban los cantares


Que inspiran al trovador
Y a el placer ó ya el dolor,
Das flores ó los palmares.

De la fuente los rumores,


De los pájaros los trinos,
Dos celajes vespertinos
O del sol los resplandores;

Y en mi deseo anhelante
De imitar su dulce acento,
Dancé mis notas al viento
Entusiasta y delirante;

Mas no he nacido poetisa,


Sólo soy admiradora
400 HONDURAS LITERARIA

De. la diosa arrobadora


Que todo lo diviniza.

Por eso en tiernas canciones


De admiración y de amor,
No be dirigido al Creador
Mis humildes ovaciones.

Ni de mi patria he cantado
La belleza de su suelo,
La limpidez de su cielo
Ni su horizonte rosado:

Cuyucuntena, que un día


Presenció las desventuras
De Lempira, en quien Honduras
Valiente adalid tenía:

Celaque, de quien es fama


Oculta inmensa riqueza,
De cuya augusta belleza
Mi patria se muestra ufana,

A mi alma han enardecido


Con su presencia orgullosa;
Su tradición portentosa
Mi admiración atraído;

Y si mi numen tuviera
La sublime inspiración,
Como una humilde ovación
Y o mis cantigas les diera

Dices que mis compatriotas


Oir desean mis cantos;
Donde hay ruiseñores tantos
¿ Cómo sonarán mis notas ?

¿ Cómo atreverme á pulsar


La desacorde arpa mía,
Si esa dulce melodía
Nunca la podrá imitar ?

Mas si tu armoniosa lira


Que, en concierto delicioso,
LUCILA ESTRADA DE PEREZ

Expresa el idioma hermoso


Que en el Parnaso se inspira,

Quiere escuchar de la mía


Humilde y pobre canción,
Al compás de triste son,
Estas estrofas te envía.

Gracias: septiembre de 1884.

Á UNA FLOR INODORA

¿ De qué sirve, bella flor,


Que ostentes tanta belleza,
Si falta á tu gentileza
El perfume embriagador ?

Si la brisa que al verjel


Acaricia juguetona
De tí no lleva el aroma
Como de rosa ó clavel ?

Creyendo aspirar olores


Se acercan á tí las aves;
Mas no hallan perfumes suaves,
Sólo tus bellos colores.

Y se alejan, y á otra flor


Humilde, pero aromada,
Da avecilla enamorada
Da sus cantares de amor.

Eres tú, inodora flor,


Como la joven hermosa,
T II .-26
HONDURAS LITERARIA

De faz de nieve y de rosa,


De aire dulce y seductor

Que, ufana con su hermosura,


Do más precioso descuida:
Da virtud, bien de la vida,
Perfume de una alma pura.
MIGUEL R. GUARDIOLA
MIGUEL RICO GUARDIOLA

Nació en Tegucigalpa el 21 de abril de 1856.


Era de familia pobre; pero, inteligente y laborioso, no
tardó en colocarse en condiciones de seguir una carrera
profesional, é ingresó á la antigua Universidad, en donde
se dedicó á los estudios de la Abogacía. Ya estaba para
concluirlos cuando le acometió la enfermedad que había
de ocasionarle la muerte. Falleció el 23 de diciembre
de 1879.
Á CHEPITA

A tí, Chepita, que tienes


Encantos que el mundo admira,
A tí consagra mi lira
Esta ardiente inspiración;
A tí, que con tus hechizos
Despiertas la simpatía,
T e dedica en este día
Con placer esta canción.

Perdona si acaso te habla


De tristeza y de quebranto,
Si te dice que es el llanto
Quien consuela mi dolor
En esos duros instantes
En que me siento abatido,
Mirando que en el olvido
Se sepulta ya mi amor.

T ú los tiernos corazones


A las plantas encadenas,
Y en amarguísimas penas
Des haces permanecer;
Dejando tan solamente
Ver en blanca lontananza
Da sombra de una esperanza
Que aumenta su padecer.

T ú dominas los imperios


Que hace el hombre en su locura,
Con esa rara hermosura
4o8 HONDURAS LITERARIA

Que el Creador te concedió;


Y borras también, tirana,
Las mil bellas ilusiones,
Las frenéticas pasiones
Que allá en su mente forjó.

Con esa dulce palabra


Que me encanta, que me hechiza,
Que transforma y diviniza
Todo tu mágico ser,
A otras regiones, Chepita,
Más felices me encaminas;
Con tu ternura me animas
Su belleza á conocer.

Con tu celestial sonrisa,


Que cautiva, que enajena,
Destierras la dura pena
Que me oprime sin cesar;
Y en esos dulces momentos
En que me encuento arrobado,
Tal vez habrás escuchado
Las quejas de mi cantar.

Y esos ojos que destellos


De luz vierten á torrentes,
Cuyas miradas ardientes
Contemplo extático yo;
Hacen que un alma que sabe
Saborear tanta dulzura
Sienta la emoción más pura
Que en la vida se gozó.

¿ Y podrá la musa mía


A ser tan privilegiado,
A tu ser divinizado
Retratarlo tal cual es ?
Perdona, tierna Chepita,
Lo árido de mi poesía,
Y acepta la simpatía
Del que se postra á tus pies.

1876.
MIGUEL RICO GUARDIOLA 409

T E QUIERO

Á RAIMUNDA.

T e quiero, sí, porque risueña y candida


Perfumas el sendero de mi vida;
Porque has abierto al. corazón un mundo
De esperanza y amor.

Porque en tu frente angélica y hermosa


Se retrata el pudor de la inocencia;
Porque eres cual la flor que se columpia
Ufana en el pensil.

T e quiero, sí, porque las notas lánguidas


Que brotan de mi humilde y pobre lira,
Das ha inspirado tú gentil belleza,
T u hechizo celestial.

Porque al mirarte conmovióse mi alma,


Da agitación de intenso amor sintiendo;
Porque al poder de tu hermosura helénica
No puedo resistir.

¡ Oh, Raimunda ! Mi luz, mi sol, mi cielo,


Mi porvenir, mi venturanza y gloria !
Recibe los suspiros que te envío,
Recíbelos, por Dios !

¡ Si tú vieras, mujer de mis delirios,


El inmenso volcán en que me abraso !
Es un Etna mi pecho enamorado:
Su fuego arde por t í !

¿ Qué te puedo ofrecer ? Y a tú lo sabes:


Mi fe, mi amor, mi juventud, mi vida,
Mis efímeros triunfos de poeta,
Mis lauros de cantor.
HONDURAS LITERARIA

Acéptalos, mi bien; y no me olvides;


No cruel desdeñes mi amorosa ofrenda;
Haz que á tu lado hasta la muerte viva:
¡ Así seré feliz !

REPULSIÓN

¡ Pasad, malhadadas horas


De juventud fatigosa !
¡ Pasad, visión engañosa,
Sílfide, ondina ó mujer !
Y a no más vuestros encantos
Ocupen mi pensamiento:
Que vuelva á mi alma el contento,
Que vuelva á esperar, á creer !

¿ Qué me disteis cuando loco,


Incauto, sin experiencia,
Con la fe de la inocencia
E n vuestros sueños creí ?
Me disteis el desencanto,
La desilusión más fría;
Y honda, mortal agonía
En mi corazón sentí!

Al influjo pernicioso
De vuestra dicha mentida,
Se deslizaba mi vida
Entre dudas é inquietud.
Indiferente á mis males,
Vuestro veneno aspiraba
Y ya en mi paso no hallaba
Las luces de la virtud.
MIGUEL RICO GUARDIOLA 4II

¡ Destino amargo del hombre !


Dejar una gloria cierta,
Por la gloria, falsa, incierta
De incierto y falso placer !
¡ Destino amargo del hombre
No domeñar la fortuna,
Cuando alevosa, importuna,
Quiere hacerle perecer !

Vosotros, los que abrumados,


Por esas horas de duelo,
Habéis implorado al cielo
Piedad en vuestro dolor;
Podéis saber lo que valen
Las agonías del llanto,
Las lágrimas del quebranto,
De la amargura el rigor !

Pasad, malhadadas horas,


De juventud fatigosa;
Pasad, visión engañosa,
Sílfide, ondina ó mujer.
No quiere vuestros encantos
Mi agitado pensamiento;
Que vuelva á mi alma el contento,
Que vuelva á esperar, á creer !
1879.

REALIDAD DE LA VIDA

DOLORA

Cuando comencé á pensar,


Cuando comencé á sentir,
Dije: "la vida es gozar;"
Dije: "la vida es reir."
412 HONDURAS LITERARIA

"Todo es deleite y amores;


Todo, placer y hermosura;
No hay en el mundo dolores,
No existe la desventura.

"Doco, necio y extraviado


El que execra las pasiones;
¿ Hay en todo lo creado
Quien no viva dé ilusiones ?"

Un razonamiento tal
Dejóme alegre y gozoso;
Y por la senda del mal
Me hizo correr presuroso.

E l mal se regocijaba,
E l mundo se complacía
Porque el uno me engañaba
Y el otro me seducía.

Vino al fin la Realidad


Y me dijo: desdichado !
Y o soy la única verdad:
Eres un necio extraviado !

ANGUSTIAS

E n mis días de tedio y desencanto,


Cuando muero de angustias y agonía,
Cuando insensible el mundo me abandona
A mi dolor tenaz;

Cuando no puedo ver ni en lontananza


Da realidad de mis dorados sueños;
Cuando el sarcasmo, la impiedad, la envidia
Quisiéranme destruir;
MIGUEL RICO GUARDIOLA Aia

Cuando pregunto al corazón sediento


De amistad verdadera, de amor puro,
Si puede haber en esta vida algo
Que calme su inquietud;

Y me responde consumido y triste,


Marchito por amargo sufrimiento,
Que tan sólo un consuelo le ha quedado;
Diorar para morir !

Funesto pensamiento, atroz idea


Apodérase luego de mi mente;
Horas de indecisión y de peligro
Aturden mi razón !

Horas terribles de ansiedad, de muerte;


Horas en que el fantasma del pasado
Se presenta sombrío y nebuloso,
Buscando el porvenir.

Para envolverlo en su luctuoso duelo,


Para hacerle perder toda esperanza
Y presentarle el esqueleto odioso
De negra realidad.

Presente incierto ! mísera existencia !


Presa inocente de amargura tanta !
Duchas, te afanas por buscar la tabla
De pronta salvación !

No la encuentras ! jamás has de encontrarla;


¿ Qué puede un infeliz contra el destino ?
Nada valen las lágrimas y el ruego,
No excitan compasión.

II

Dios mío, tus arcanos


Profundos, insondables,
A la razón humana
No es dable descubrir.

Respeto tus sentencias;


Tus leyes obedezco,
Y á tu sagrado nombre
Tributo adoración.
4H HONDURAS LITERARIA

Conoces cuanto peno,


Conoces cuanto tiempo
De angustias y dolores
Me queda que sufrir.

T u voluntad es única,
Nada resiste á ella,
Testigos son los mares
Que agotas con tu voz.

Si mi destino adverso
Jamás puede mudarse,
Si en hondas agonías
Por siempre he de vivir;

Abrevíame la vida,
Abrevia este martirio
Que pesa inmensamente
Sobre mi débil ser.

III

Acorta, Dios soberano,


De mi existencia los días
Y las desventuras mías
Aleja con tu poder.
No olvides al que te llama,
Y haz que mi alma dolorida
No vea hermosa la vida
De la muerte en el dintel!

FATALIDAD

¿ A dónde voy ? No lo sé.


Y o camino errante y ciego;
No sé si tarde ó si luego
Mi destino cumpliré.
MIGUEL RICO GUARDIOLA 415

No veo ese más allá


Que los idealistas miran,
¡ Visionarios que deliran
E ignoran do el bien está !

Inventan libre albedrío,


Hablan de inmortalidad
¡ Miserable desvarío !
No hay más que fatalidad !

Pese á quien pese este nombre,


El es el corto volumen
Donde las leyes del hombre
Se compilan, se resumen.
RAMÓN REYES
T. II. —27
RAMÓN REYES

Ya se han visto sus rasgos biográficos en el Tomo I


de esta obra.
Reyes escribió más en prosa que en verso. Sus ar-
tículos Voltaire, Los Escandalosos, La Julieta de Shaks-
peare, Nuestros tiempos y nuestras costumbres, Ensayos
críticos, Armaduras y antifaces, Filosofía de la Historia
y otros le valieron elogios de literatos como Ramón Rosa
y de poetas como José Joaquín Palma.
Cultivó Reyes también la oratoria, y dejó discursos
notables en que hizo gala de la facilidad con que manejaba
el idioma y de los variados y extensos conocimientos que
había adquirido á los veintitrés años.
Tenía pasión por la poesía. Los clásicos griegos, la-
tinos y españoles le eran familiares. Admiraba con entu-
siasmo ardiente, entre los modernos poetas de España, al
eximio Núñez de Arce, por la valentía de sus estrofas y
por el gran vuelo de su inspiración, y á Gustavo Adolfo
Becquer, por la melodía y delicadeza de sus rimas. Mu-
chas de sus composiciones revelan la influencia que en él
ejercieron esos dos bardos españoles.
Estaba escribiendo en 1885, un poema titulada JOB,
en octavas reales; pero sobrevino la persecución política
que lo hizo emigrar para volver en seguida á Honduras
á perecer en el campo de batalla y del poema no quedó
más que un corto fragmento.
Á MANUEL MOLINA VIJIL
E N S U M U E R T E

Cayó en la selva el elevado pino


Al rudo embate del soberbio Noto
i Todos ignoran su fatal destino,
Su porvenir ignoto !

Se hundió en la mar, de las tormentas presa,


La zozobrante nave del viajero;
Cayó vencido en la profunda huesa
El luchador remero.

Cayó temblando en la gentil pradera


El perfumado lirio pudoroso;
Tronchó su tallo la guadaña fiera
Del labriego afanoso.

Murió cantando en anchuroso río


El blanco cisne de rizadas plumas,
Como mueren las rosas del estío,
Y pasan las espumas.

II

¿ Visteis morir el armonioso vate,


A los deleites de la vida ajeno,
Del ancha copa del dolor que abate
Apurando el veneno ?
422 HONDURAS LITERARIA

¡ Feliz, Molina, que llegaste ansioso


De la existencia al término anhelado,
Menospreciando tu pasado hermoso,
T u porvenir dorado:

Que el porvenir de la existencia humana


Es cual sirena de falaz semblante,
Que entre sonrisas truécase inhumana
En trasgo repugnante !

¿ Y qué es el hombre ? Un infeliz gusano


Que aplasta ciego el burlador destino;
¡ Necio Faetonte que en su orgullo insano
Abandonó el camino !

III

¿ Porqué será este mundo un páramo aterido


De locas simpatías, de muertas ilusiones ?
¿ Porqué sufrimos tristes que el pecho adolorido
Sucumba al rudo embate de bárbaras pasiones ?

¡ Hoy vemos que se elevan al cielo las plegarias


De niños que no saben lo que es el sufrimiento;
Mañana al son tristísimo de esquilas funerarias
Irán á sepultarlos sin vida y sin aliento !

IV

¿ Porqué el amor, la dicha, el sentimiento


Desaparecen cual celaje hermoso,
Como pavesa que arrebata el viento
Helado y proceloso ?

¿ Qué deja el hombre de su aciaga vida


En los del mundo áridos desiertos ?
¿ Qué deja el alma al emprender su huida ?
¡ Sus ideales muertos !

¡ Y tú, Molina, al realizar tu viaje,


Rasgos dejaste de inmortal grandeza,
Eos fúlgidos cambiantes del celaje,
Del vate la terneza !
RAMÓN REYES 423

Con cítara doliente cantaste de este mundo


Los duros sinsabores, las vagas inquietudes,
Y luego á otra morada marchaste gemebundo,
Do moran en consorcio la dicha y las virtudes.

¡ Cuan dura es la existencia cargada de congojas


Vertiendo amargas lágrimas que escalden las mejillas!
j Cuan triste es contemplar la muerte de las hojas
Que ruedan por los prados marchitas y amarillas!

VI

¡ Cuántos intentan del destino humano


Das leyes penetrar con osadía !
¡ Y cuántos dicen que el suicidio insano
Es torpe cobardía !

¡ Oh cruel sarcasmo ! y el Eteruo quiera


Que nunca sufran del destino el lote,
Que nunca la desgracia lastimera
Terrible los azote.

Crimen el de ellos; su cinismo quiere


Del que busca en la muerte la ventura,
Del que agobiado por la suerte muere,
Prolongar la amargura!

N o levantemos el mortuorio velo


Que oculta ese misterio á nuestros ojos;
Mas del que fué de la virtud modelo
Honremos los despojos.

¡ Adiós Molina ! en la postrer morada


Escucharás mi acento funerario;
' Perdona si mi mente acongojada
Sondea ese santuario.

¡ Adiós Molina ! un porvenir risueño


El alma busca de dolor transida;
Busca al salir de su profundo sueño
El néctar de la vida !
424 HONDURAS LITERARIA

Venid, venid emocionados poetas,


También vosotras sílfides hermosas,
Y adornemos su tumba- con violetas,
Con lirios y con rosas.

Y tú, viajero, lleno de alegría,


Que vas cruzando el universo mundo,
Entona en su sepulcro una elegía,
Lloroso y gemebundo.

Y adiós, adiós, Molina cariñoso !


¡ Que aquestos versos enlazarse puedan
Con las coronas de ciprés luctuoso
Que en tu sepulcro quedan !

Tegucigalpa: 31 de marzo de 1883.

EN LA PRIMERA PÁGINA DEL


CHILDE H A R O L D

Con la lira de Apolo y Jeremías


Y el alma presa de nostalgia odiosa;
Maldiciendo sus horas y sus días,
Con la voz de su genio poderosa;
El dulce Byron triste y errabundo
Iba cantando su dolor profundo.

II

Envidiaron las bellas su hermosura,


Despreciaron los hombres su grandeza
Y execraron de su arpa, la ternura;
Mas riéndose él de la humanal flaqueza,
RAMÓN REYES 425

Olvidando su gloria, su ventura,


Su caro amor, su patria y su nobleza,
Marchó á exhalar su aliento postrimero
A la tierra de Píndaro y Homero.

Tegucigalpa: abril 29 de 1884.

Á MIGUEL A . FORTÍN.

¡ Cuánto me place en las tardes


De zafir, de oro y de gualda,
Contemplar con ansia ardiente
El azul de las montañas !

Contemplar de los alcores


Eos cambiantes de esmeralda:
¡ Esos pequeños ribazos
Que circundan á mi patria !

Arrulladoras y tiernas
Eas palomas allí vagan;
Allí se mecen las chorchas
Del limonero en las ramas.
Y esas notas que en la tarde
Se oyen melódicas, vagas,
Son cánticos de los genios
Que alegres pulsan sus arpas.
Eos favonios no murmuran
En la frondosa enramada
Porque se hallan reposando
En las agrestes cañadas.
426 HONDURAS LITERARIA

II

¡ Cuánto me place en las tardes


Contemplar las avecillas
Que graciosas j uguetean
Entre las ramas floridas.

A los besos de las auras


Das azules campanillas
E n su tallo se cimbrean.
Se cimbrean y se inclinan.

Las aguas del arroyuelo


Rodando van entre guijas,
Exhalando un ruido suave
Sus murmuradoras linfas.
En los remansos del agua
Se quedan las fiorecillas,
Y en las piedras se detienen
Las espumas blanquecinas;
Y en los azules oteros,
Y en las lejanas colinas
Del zenzontle cadencioso
Oigo la grata armonía.

III

Mucho me place en las tardes


Contemplar cuánta belleza
Da inescrutable natura
En sus arcanos encierra.

A la orilla del arroyo


O en las hermosas praderas
Busco un lecho florecido
De grama y de madreselvas.

Y allí sueño con la gloria,


Y la dicha pasajera;
Allí olvido de los hombres
Das locuras y miserias;
Pues el ideal que nuestra alma
En sus delirios fingiera
Es cual céfiro veloce
RAMÓN REYES

Que va á morir en las selvas;


Es el aroma postrero
De la tronchada azucena,
Es el último gemido
De la dulce primavera.

IV

Por eso busco la tarde


De bellísimos colores,
Cuando el sol se va ocultando
En el cortado horizonte,
Para llorar con el alma
Nuestras penas y dolores;
Para pensar en la vida
Y en el destino del hombre.

Pues somos aves de paso


Desventuradas y pobres,
Y débiles sucumbimos
De la suerte á los rigores;
Somos las ondas que ruedan
Para extinguirse veloces;
Nuestros ideales se pierden
En los zarzales del monte.

Diciembre 2 de 1 8 8 3 .

NOCTURNO

¡ Cómo se mecen las ñores


A los besos del ambiente,
Y solloza tristemente
El genio de los amores !
428 HONDURAS LITERARIA

De la luna los destellos


En el arroyo titilan,
Y los árboles que oscilan
Doblegan sus ramos bellos.

Va el arroyo murmurando,
Entre flores, hechicero;
Está el zorzal montañero
En la ceiba reposando.

II

¡ Es de noche ! El universo
Está en silencio sumido,
Y el corazón dolorido
Batalla con su hado adverso.

¡ Es de noche ! Todo calla


Y duerme soñando amores,
Mas un mundo de dolores
A mi alma triste avasalla.

Y en la noche ¡ ah desvarío !
Se disipan mis amores
Como el ambiente y las flores ....
¿ Y no lloras, amor mío ?

Diciembre 7 de 1883.

LAS FLORES MUERTAS

Á ZAREIDA.

Nace una flor de pálida corola


En las orillas del pantano infecto,
Y allá en la tarde del verano ardiente
Al soplo muere de aquilón violento.
RAMÓN REYES 420

Negó natura aljofaradas gotas


A sus sedientos, enfermizos pétalos,
Y la abejilla que las flores liba
No busca aromas en su mustio seno.

Y cuando caen sus pétalos marchitos


En las orillas del pantano infecto
Los va esparciendo por la verde grama
Desatentado el huracán violento.

II

Así, Zareida, nacen en el alma


Las flores del amor y los placeres;
Mas de la vida el vendaval furioso
¡ Ay ! las persigue y agitadas crecen.

El hombre en tanto sueña con la imagen


De la ventura y del placer celeste;
Mas cuando pasan sus ideales de oro
Entonces gime y llora y se entristece.

Y mira aquellas delicadas flores


Sagrados frutos de su amor vehemente,
Que al empezar la nieve de los años
Se agostan ¡ ay ! y deshojadas mueren.

Tegucigalpa: abril 30 de 1884.

¡ Me preguntan los hombres ¿ por qué digo


Que eres bella, gentil y decidora ?
¡ Qué pregunten al ave por qué canta,
Por qué murmura, á la onda bullidora.
43° HONDURAS LITERARIA

¡ Qué pregunten al céfiro galante


Por qué acaricia las pintadas ñores!
¡ Qué pregunten por qué las mariposas
Aman tanto del bosque los primores !

II

Eres bella, mi amada, porque tienes


En tu tez de los lirios la frescura,
De las diosas del Pindó y del Walhala
Tienes la noble y mágica apostura !

Eres gentil como la esbelta palma


Que crece del Guayambre en las riberas;
Cual las flores que miran los viajantes
De Diure y Teupasenti en las praderas.

III

Si algún escalda de la vieja Escocia


T e hubiera contemplado, vida mía,
Meditabunda y solitaria y triste
Como la luz del moribundo día:

Pulsando-un arpa con piedad sublime


Y entonando melódicos cantares,
Te creería el misterioso bardo
El genio protector de sus hogares !

IV

Si en los bosques de sauces y de amates,


Suelta al aire la hermosa cabellera,
Aparecieras entre verdes lianas
Inmóvil, apacible y hechicera;

De tierno amor el corazón transido,


Revelando inquietud en sus miradas,
T e juzgaría el soñador poeta
Da reina de las garzas y las hadas.

Cuando suspiras me parece que oigo


El vago sollozar de las ondinas,
RAMÓN REYES

Que deploran hallarse aprisionadas


Del lago entre las ondas cristalinas.

Cuando te miro, en lo interior de mi alma


Siento el imperio de tu amor sagrado;
Y quisiera pasar toda mi vida
A tus pies como el siervo prosternado !

Tegucigalpa: agosto 2 0 de 1 8 8 5 .

PROBLEMA

Rugen las tempestades en el alma


Si de la dicha falta el lenitivo.
Suspira por gozar, triste el cautivo,
En su mazmorra la perdida calma.

II

Si el santo amor es un vital consuelo


En este mundo, al alma dolorida:
Si es el sabroso néctar de la vida
Que hace la dicha terrenal, un cielo:

Si del pobre cautivo las cadenas


Son un perpetuo abrumador infierno
De rudas luchas, de dolor eterno,
Y de blasfemias, lágrimas 3^ penas:

¿ Porqué se hastía de vivir gozando


El alma del amor en el santuario,
Y muchas veces quiere el presidiario
Vivir sus duros hierros arrastrando ?

Marzo 13 de 1883.
432 HONDURAS LITERARIA

CANTARES

k ZAREIDA.

Gacela hermosa
De los alcores,
Virgen nacida entre niveas flores,
Llena de gracias y de virtud,
Escucha al bardo que canta amores
A los compases
De su laúd.

Tiene tu acento tanta cadencia


Cual de la alondra las melodías,
Que al alma inspiran
Reminiscencias
De aquellas horas, de aquellos días
De venturanzas y de inocencia.

Son tus sonrisas arrobadoras


Y tus miradas llenan de luz,
Cual las estrellas titiladoras,
Que siempre brillan
Encantadoras
E n el inmenso
Piélago azul.

* *
T ú eres la diosa
De los amores,
T ú eres la reina de las huríes:
Las mariposas te brindan flores,
Melifluos cantos los ruiseñores,
• Suaves perfumes
Los alelíes.
RAMÓN REVES

Y tus miradas negras y oscuras,


Que hacen al bardo palidecer,
Me están diciendo,
Castas y puras,
Que tú no tienes las amarguras,
Las inconstancias de la mujer.

T u suerte envidian, desconsoladas,


Las odaliscas en Estambul,
Y tus mejillas son delicadas
Cual las miosotis
Aprisionadas
Entre las ondas
Del lago azul.

* **
Meció tu cuna,
Niña inocente,
La fresca brisa de estos pinares,
De los verjeles el suave ambiente;
Y la alumbraron del Sol poniente
Los esplendores
Crepusculares.

Y cuando pasas, dulce bien mío.


Tan hechicera, tan melancólica,
Cual la paloma
Del bosque umbrío,
El ritmo dejas del arpa eólica
Que va. perdiéndose en el vacío.

Y con tus gracias sueñan las hndns


Y las sultanas en Estambul,
Y tus mejillas son delicadas,
Como las flores
De las cañadas,
Como los lirios
Del lago azul.

II

¡ Ay ! tú no sabes cuánta ternura


Siento en el alma cuando te miro;
434 HONDURAS ^ITERARÍA

Pues eres bella, gentil criatura,


Como el aliento, como el suspiro
De las deidades de la hermosura.

Son apacibles
Esas miradas,
Castas, honestas,
Suaves, sencillas,
Y en esos labios,
Enamoradas,
Nidos de besos
Hallan las hadas,
Panal de mieles
Das abejillas.

Por eso te amo, gentil criatura,


Como se adoran los sueños de oro,
De paz y gloria, de fe y ventura;
Porque eres buena, candida y pura,
Por eso, hermosa, tanto te adoro.

** *
Catorce veces la primavera.
Deidad hermosa del alma mía,
Ha perfumado tu cabellera
Con sus aromas, con su ambrosía
Y con su fresca brisa ligera.

Como la ondina
Del arroyuelo
Eres amante,
Dánguida y tierna,
Y en tus miradas
Encuentro un cielo,
Y tus sonrisas
Calman mi anhelo,
Calman mi ardiente
Pasión eterna;

Por eso te amo, linda criatura,


Virgen que inspiras mis sueños de oro,
De paz, de gloria, de fe y ventura;
RAMÓN REYES 435

Porque eres buena, candida y pura,


Gentil Zareida, tanto te adoro !

III

Yo soy el ruiseñor que canta ufano


Entre las ramas de la fresca umbría,
Amando triste y persiguiendo en vano
La sombra del placer y la alegría.

Soy el acento murmurador


Del viento suave de los verjeles,
Que busca amante la casta flor
Que guarda aromas, que guarda mieles
Y brinda ardientes besos de amor.

Soy el amigo
De los juglares,
Soy el amante
De las quimeras,
Y me divierto
Con mis cantares;
Y escucho alegre
Las plañideras
Y vagas notas
De los pinares.

Soy marip wa que alza su vuelo


Hacia el boscaje donde reviven
Las ilusiones que mata el duelo;
Soy cual los silfos que amando viven
A las náyades del arroyuelo

Yo soy el trovador de la esperanza;


Y busco de la vida en los zarzales
La maga del amor y los ideales
Y el ave d.' la eterna venturanza.

1884.
MIGUEL A. FORTÍN
MIGUEL A. FORTÍN

Nació el n de septiembre de 1863 en San Antonio de


Oriente.
Sus padres: don Miguel Fortín y doña Rita Franco
de Fortín.
Trasladado á Tegucigalpa á estudiar en 1879, obtuvo
el grado de Bachiller en Ciencias y Letras el 19 de enero
de 1884, y el de Licenciado en Jurisprudencia y Ciencias
Políticas, el 7 de noviembre de 1886.
Fortín fué, como Ramón Reyes, perseguido por el
Gobierno del General don Luis Bográn. Bstuvo preso
por más de un mes, y en la prisión escribió su composi-
ción intitulada ¿ Humillarme f dirigida á un personaje
político que le aconsejó pedir su libertad. Cuando obtuvo
ésta sin haberla solicitado, partió para el Ocotal, Repú-
blica de Nicaragua, y allá escribió la sentida poesía A mi
madre, en que palpitan los sentimientos del hijo amante
y los del patriota que maldice la tiranía.
Posteriormente, Fortín pasó á El Salvador; contrajo
matrimonio en Ahuachapán, y allí hafijadosu residencia.
Parece que hoy ha cambiado el cultivo de las letras por el
de la tierra, y tiene razón: la agricultura es mejor negocio
que la poesía.
Triunfante la revolución liberal en 1894, Fortín fué
electo Diputado á la Constituyente que se reunió ese año;
pero no le fué posible venir á ocupar su puesto.
; HUMILLARME?

AL QUE M E ACONSEJA QUE S U P L I Q U E A L PRESIDENTE


ME CONCEDA MI LIBERTAD

¿ Qué me aconsejas tú ? Eso, ¡ imposible !


¿ Que doble mi rodilla ante el tirano ?
¡ No me conoces aún ! ¡ Soy inflexible !
Antes mi vida con mi propia mano
Me quitaré, como Catón de Utica,
Que ser cobarde y ruin y miserable !
¿ No sabes tú lo que ésto significa ?
Pues ésto significa eternamente
Cargar con el baldón sobre la frente
Y a no me digas más ! T u boca no hable
Ese lenguaje vil que me avergüenza,
Comprende que mi espíritu indomable
No hay poder en la tierra que lo venza.
Joven, muy joven soy; mas no me arredra
Ese tirano odioso
Que me tiene en inmundo calabozo;
Él sobre mí tiró la primer piedra,
Y sepa que ya avanza
El día de la luz y la venganza;
Hoy puede lo que quiera!
Hoy que la libertad está ultrajada,
Que la justicia se halla envilecida,
Que está rota en pedazos la bandera
De la honra nacional ya mancillada;
Que vengan sobre mí cadenas, grillos,
A oprimirme mis pies con sus anillos.
442 HONDURAS LITERARIA

Venga la guillotina, ó bien la hoguera,


Nada me importa ! ¡ Nada !
Y es preciso que sepas que soy hombre,
Y querer que me humille es un delirio !
Perezca antes mi nombre
Y acabe con mi vida mi memoria
Mas yo sé que del fondo del martirio
Nace la redención, nace la gloria !

Presidio de Tegucigalpa: 16 de noviembre de 1885.

EL ADULADOR

A LN TIRANO.

Hacer sombra en tus pupilas


Y noche en tu corazón,
Oprimirte la conciencia,
Hacerte creer que eres Dios;
Abatir tu pensamiento,
Ofuscarte la razón,
Poner en tu mano el látigo,
El látigo vengador;
Que doquier veas fantasmas,
Que alces patíbulo atroz,
Que encadenes al humilde
Y hagas que triunfe el ladrón;
Que sepultes el derecho,
Que te burles del honor,
Que en suplicio el goce cambies
Y la esperanza en dolor,
Que olvides al sabio Sócrates
Por recordar á Nerón;
Eso es lo que hace contigo,
Tirano, el adulador.
MIGUEL A. FORTÍN 443

LA VIDA

Nacer, vivir y caminar sin tino,


Perseguir un ideal que no se alcanza,
Y guiado por la luz de la esperanza
Marchar por los abrojos del camino;

Y eterno é incansable peregrino


No encontrar la deseada bienandanza
Y perder poco á poco la confianza,
Y maldecir airado su destino;

Y ver desvanecida y despreciada


L,a ilusión que acaricia su conciencia,
Y encontrar con el alma desolada,
Al concluir su fatídica existencia
Sólo humo y sombras y miseria y nada:
Esa es del hombre la fatal sentencia !

Necesito una luz que me ilumine,


Y un fuego que haga arder mi corazón,
Necesito esperanza para mi alma,
Necesito consuelo, fe, pasión.
A la vida volver yo necesito,
De ensueños y de gloria y de ilusión,
Y necesito que arda nuevamente
444 HONDURAS LITERARIA

Da antorcha de mi alma, la razón.


Tus ojos son la luz que yo deseo,
Tus labios son el fuego abrasador,
La posesión de tu alma, la esperanza,
El consuelo y la fe, tu corazón;
Los ensueños que anhelo son tus besos,
Tus abrazos, la gloria y la ilusión,
Y tenerte á mi lado siendo mía,
Y al verte á tí pensar y creer en Dios;
Es esto, niña, lo que loco anhelo,
Esto es lo que se llama la pasión.
Si tú eres el ideal que yo deseo,
Y si eres tú lo que buscando voy,
Si mi vida depende de tu vida,
Necesito tu amor !

RIMAS

T ú no me amaste nunca: yo te amaba !


Una noche soñé que tú eras mía
Y cesó mi dolor;
Mas ¡ ay ! al despertar al otro día,
Y o dije, al comprender que me engañaba,
Es un sueño el amor !

II

Animado estaba el baile,


Festiva la juventud,
Mas entre todas aquellas,
Mi amada, no estabas tú.
Cien bujías alumbraban
A la alegre multitud;
MIGUEL A. FORTÍN

Pero faltaban tus ojos,


Tus ojos de bello azul,
Y mi alma estaba á oscuras,
Para mí no había luz !

III

N o entres mi amada á este templo,


Se está entonando un Requiescat,
Hay alguien allí que llora
Y en el centro está una muerta;
T e van á llamar infame,
T e van á cerrar la puerta,
Pues dicen que eres la causa
De esta desgracia funesta:
Esa que llora es un alma,
Su esperanza es esa muerta;
Y dicen que su verdugo
Fué tu cruel indiferencia.

SERENATA

¿ Qué importa, niña, lance mis quejas,


Cabe las rejas de tu balcón ?
Mi voz no escuchas cuando te aclama.
Porque no me ama tu corazón.

Deja tu lecho: ven al postigo


Y habla conmigo, uifía gentil,
De algotros mundos, mundos risueños
De tus ensueños, del porvenir.

Ven, y la luna que está en el cielo


Con desconsuelo se ocultará,
446 HONDURAS LITERARIA

Porque tus ojos, mujer querida,


Darán más vida, más claridad.

Tus labios rojos serán mi aurora,


De ave canora será tu voz,
Y tus pupilas serán mi cielo
Serán consuelo, serás mi Dios.

Ven, mi adorada, y habla de amores,


De los dolores, de la ilusión,
Serás Julieta, seré Romeo,
Y o tu deseo, tú mi pasión.

Ven y hablaremos de aquellos días


Que en alegrías pienso pasar;
Tener mi pecho junto á tu pecho,
Un solo lecho y un solo hogar.

Las aves bellas, aves canoras,


A todas horas te cantarán,
Y en tu contorno brillantes flores
Con mil olores perfumarán.

Y en esos días que yo he soñado,


Siempre á tu lado, sin aflicción,
Serás mi musa, serás profeta,
Y o seré poeta, seré cantor.

De eso hablaremos: ven al postigo,


Y habla conmigo niña gentil,
De esos consuelos, dulces risueños,
De tus ensueños, del porvenir.

¿ Mas qué te importan, niña, mis cuitas,


Que invoque citas, que pida amor,
Si, tú no me amas, si en vano pido,
Si está dormido tu corazón ?
447

ANTE EL RETRATO DE BYRON


CON QUE S E S I R V I Ó O B S E Q U I A R M E MI C A R I Ñ O S O AMIGO K O M U L O E. DURON

¡ El retrato de Byron !. Yo me inclino


Ante esa imagen que recuerda al hombre
Que, poeta, liberal y peregrino,
Supo llenar el mundo con su nombre.

Que mártir y feliz á un tiempo mismo,


El amor conmovió todo su ser,
Y recibió de Dios ese bautismo
De genio, de belleza y de poder.

Das edades se inclinan reverentes


Ante tu nombre ¡ oh, Byron inmortal !
¿ Quién en su alma sintió como tú sientes
Las luchas á la vez del bien y el mal ?

Te combaten contrarios elementos !


Y en tus ojos de clara transparencia,
Se ven brillar los altos pensamientos
Que brotan de tu augusta inteligencia.

En tu freute, tan límpida y tan pura,


Que coronan, ufanos, tus cabellos,
Al par que resplandece tu hermosura
Se ven de lo iufiuito los destellos.

¡ Oh, imagen del poeta ! No me es dable


Tener para cantarte inspiración,
Para cantar al que burló implacable
Su patria, sí, la poderosa Albión.

A ese padre infeliz, que nunca pudo


Sentir de su hija el seno palpitar;
Que el destino implacable, ciego y rudo,
El cáliz del dolor le hizo apurar.
448 HONDURAS LITERARIA

Pero que en cambio les llevaba, insano,


A las beldades, con su lira inquieta,
La comunión de amor en una mano
Y en sus labios las mieles del poeta.

Cual ante Dios rendido penitente,


Las musas se inclinaban á su paso,
Y las vírgenes puras del Oriente
Deseaban reposar en su regazo.

Condesa de Guiccioli ! tu memoria


Viene á mi mente unida á la del poeta;
Le enseñaste el camino de la gloria,
Fuiste su salvación y su profeta.

Y el pensador, en alas del deseo,


Y sintiendo el ardor de un espartano,
Fué corriendo á luchar, nuevo Tirteo,
Por libertar á un pueblo de un tirano.

Mas ¡ ay ! cayó en la tierra bendecida


Do vivieron Temístocles, Cimón,
Sin contemplar la aurora apetecida
Que luciera una vez en Maratón.

Allí duerme el poeta eterno sueño,


Cubre su tumba un sauce noche y día;
Fué de la gloria y de las bellas dueño,
Y maldijo, al caer, la tiranía.

Por eso ante su imagen yo me inclino,


Ante esa imagen que recuerda al hombre
Que, poeta, liberal y peregrino,
Supo llenar el mundo con su nombre !

1885
MIGUEI, A. FORTÍN

AL GUACERIQUÉ

A llorar mis pesares yo vengo,


Al rumor de tus ondas ¡ oh río !
Mi destino es incierto y sombrío
Y lo cumplo á merced del azar.
T ú caminas por álveo seguro
Hasta el mar que te sirve de lecho.
Mi camino es oscuro y estrecho:
Sólo abrojos me brinda al pasar.

Limoneros inclinan la frente


Y contemplan tus ondas dichosos,
Y los pájaros cantan gozosos
Cuando miran tus aguas correr.
T u cristal transparente retrata
El bellísimo azul de los cielos,
A las ninfas tus gracias dan celos;
Tienes todo, belleza y poder.

Delicioso es estar á tu orilla


Una noche de luna esplendente,
Y tu tibio, balsámico ambiente
Con placer insaciable aspirar.
Verte ufano ir corriendo, corriendo,
Sin que nada detenga tu paso,
A dormir en el dulce regazo
De tu madre que te ama, la mar.

Mientras yo, sin consuelo, angustiado,


Voy marchando en el mundo, sin calma,
Con la huella que deja en el alma
Da esperanza perdida, el dolor.
Sólo abrojos encuentro en la vida.
Mi camino es tortuoso sendero,
Nada encuentro de grato ó sincero,
Ni amistad, ni cariño, ni amor.
45" HONDURAS LITERARIA

Y o quisiera seguir tu corriente,


En tus ondas morir yo quisiera,
Que de tumba la mar me sirviera,
Para siempre allí en paz descansar;
Y no ver los engaños del mundo,
Das vilezas, infamias, traiciones,
Y a del hombre no ver las acciones
Y calumnias no oir murmurar

¡ Adiós, río ! Adelante ! adelante !


Nada turbe tu rauda carrera
Del que triste lloró en tu ribera
Haz recuerdo una vez, por piedad.
Vuelvo al mundo á llorar afligido,
Vuelvo al mundo cargado de penas,
A él me ligan terribles cadenas,
Que no puede romper la ansiedad !

Á MI AMIGO RAMÓN REYES.

Ya va á morir en Occidente el día,


El sol se oculta ya !
Vendrá la noche lúgubre y sombría,
Y al mundo cubrirá !
Así, después de la esperanza hermosa
Y después del amor,
Viene la noche tétrica y penosa,
Da noche del dolor !
MIGUEL A. FORTÍN

II

Negro se ve el azul del firmamento,


La noche llegó ya !
Pero esta noche durará un momento,
Y luego pasará !
Y este dolor que la esperanza mata,
Que nos hace llorar,
Y que á nuestra alma sin cesar maltrata
¿Jamás ha de pasar ?

III

Ya vuelve el sol, y vése en el Oriente


Su divino fulgor;
El ave lo saluda tiernamente
Con cánticos de amor.
A iluminar sus rayos ya volvieron,
Y lucen más y más;
Pero ¡ ay ! las esperanzas que se fueron
No volverán jamás !

MADRE

A través del espacio ¡ oh, madre mía !


T u recuerdo está vivo en mi memoria;
Amo la vida, el porvenir, la gloria,
Por tí, sólo por tí.
La ausencia nos separa; mas bien sabes
Lo que en mi patria destrozaba mi alma:
He venido buscando dulce calma,
Y la he encontrado aquí.

En esta tierra generosa y buena


Vivo, si no feliz, al fin tranquilo:
HONDURAS LITERARIA

Aquí la grata paz me dio uu asilo


Y con él libertad !
Libertad ! Libertad ! Ah ! cuánto sufro
Al recordar que allá en la patria mía
Ha eclipsado tu luz la tiranía !
T e venció la maldad !

Libertad ! Libertad ¡ t u dulce nombre


Es la careta con que encubre el hecho
A l violar la justicia y el derecho
Ese tirano vil.
En tu nombre asesina y en tu nombre
Flagela, cruel, al ciudadano honrado;
T u nombre es el escudo del malvado,
Del malvado servil !

Madre ¡ perdón si al evocar tu nombre


Maldigo yo la ruda tiranía !
Es que pienso en mi patria, ¡ oh, patria mía !
Sumida en la abyección !
Pienso en el pueblo que abdicó humillado
Sus derechos sagrados y su gloria,
Pienso en el pueblo que olvidó su historia
Y perdió la razón.

Y pensar en mi patria, que es la tuya,


Es pensar, madre mía, en tu cariño:
En ella me arrullaste cuando niño,
En ella respiré.
Allí empecé á sentir en tu regazo,
Y me diste la vida con tu aliento,
Le diste dirección al pensamiento
Y á mi alma diste fe.

Allí fué do primero, entusiasmado,


Ardiendo en emoción, en loco anhelo,
Admiré la creación, admiré el cielo
Y adoré su Creador.
Allí primero idolatré la gloria
Y con ahinco la busqué ya hombre
Para adornar mi nombre con tu nombre
En prueba de mi amor.
MIGUEL A. FORTÍN 453

Allí la libertad canté inspirado,


Y él arroyo que corre cristalino,
Cumpliendo suavemente su destino,
En paz, en dulce paz.
Y canté las montañas seculares,
Y el azul del espacio majestuoso;
Canté cuanto era noble y cuanto hermoso,
Cuanto no era falaz.

Pero odié la maldad, y ésta es mi culpa;


Odié al tirano de la patria mía,
Clamé contra su negra tiranía
Y entonces me oprimió.
Y en lugar de la gloria que buscaba
Encontré solamente un calabozo,
Donde el déspota, cruel, sañudo, odioso,
Infame me arrojó.

Ea dicha del hogar rasgó el tirano


Y en cambio despertó angustia infinita,
Que al morir nuestra paz, la paz bendita,
Apareció el dolor.
Sufriste más que yo, bien lo comprendo,
Se eclipsó para siempre tu alegría,
Era inmensa tu pena, tu agonía
Como inmenso es tu amor !

Después ? Busqué otro suelo cariñoso


Donde vivir tranquilo, sosegado,
Y aquí estoy, madre mía, resignado,
Esperando la luz. ...
¿ Cuándo el sol de los libres en mi patria
Alumbrará nuestro deseado día,
Y rasgará de noche tan sombría
El lúgubre capuz ?

Hasta que eso suceda, madre amada,


Abrazarte podré con ansia loca;
Y mientras tanto, tu recuerdo evoca
Mi alma sin cesar.
No te aflijas, no llores, madre mía, •
Este tiempo cruel no es perdurable,
454 HONDURAS LITERARIA

¿ No es acaso una ley inevitable


Sufrir algún pesar ?

Es verdad que hoy no tienes ni tu esposo


Que viva consolando tu amargura;
Que á él, también como á mí, la mano ruda
Del déspota lo hirió.
Y ha venido á buscar aquí la calma:
De los dos es el pan del ostracismo;
Mas si huye del sañudo despotismo,
Nunca te olvida, no !

Y que esto te consuele: que ni el tiempo


Podrá borrar de mi alma tu memoria;
Que si amo el porvenir y amo la gloria,
Solamente es por tí.
Si estamos separados, bien lo sabes,
Es porque estaba destrozada mi alma,
Y he venido á buscar la dulce calma
Que no encontraba allí.

Ocotal: 15 de noviembre de 1887.


RÓMULO E. DURÓN
ROMULO E. DURON

Nació en Comayagüela el 6 de julio de 1865.


Es hijo de don Francisco Durón y de doña Casimira
Gamero de Durón.
Sus padres, luchando con las dificultades de la pobre-
za, lo dedicaron á la carrera del Derecho.
En la Universidad Central obtuvo el título de Licen-
ciado en Jurisprudencia y Ciencias Políticas el 14 de ju-
nio de 1885, y la Corte Suprema de Justicia le confirió el
de Abogado el 4 de julio siguiente.
Ha desempeñado diferentes puestos ptíblicos: fué Juez
de Letras de la Sección de Santa Rosa de Copan, de 1888
á 1891; Subsecretario de Relaciones Exteriores en 1893;
Profesor de Derecho Político y de Economía Política y
Estadística en la Universidad, de 1894 á 1898; y Magistra-
do de la Corte de Apelaciones de lo Civil en 1895, habién-
dose separado de este cargo en el mismo año para desem-
peñar el de Magistrado suplente de la Corte Suprema de
Justicia. Poco después fué electo Magistrado propietario
de este Tribunal, habiendo sido electo nuevamente para ti
mismo cargo durante el período de 1899 á 1903.
En Santa Rosa de Copan redactó el periódico " El
Trabajo," y en Tegucigalpa " La Juventud Hondurena,"
revista literaria; y después, como Redactor Oficial, " La
Unión " y " La Gaceta."
458 HONDURAS LITERARIA

Ha publicado dos colecciones de versos: Ensayos Poé-


ticos en 1887, y Crepusculares en 1893.
Por comisión de la Corte Suprema, autorizada para
formar el Proyecto de Código Civil que hoy es ley (1899),
tuvo el honor de trabajar con el Doctor don Carlos Al-
berto Uclés en la redacción de esa obra.
LA MUJER

POESÍA RECITADA POR SU AUTOR EN LA INAUGURACIÓN

DEL CLUB " T E G U C I G A L P A "

Vedla allí ! Sus dulces ojos


Como estrellas resplandecen;
Sus frescos labios parecen
Un clavel de tintes rojos.
Su belleza hace de hinojos
Postrarse todas las almas;
Va sobre triunfales palmas
Por el mundo caminando,
Y á su capricho dejando
Y a tempestades, ya calmas !

Nuestra reina es ! Su poder


Doquiera se hace sentir;
Si algo queremos decir
Grande, decimos: / mujer !
Da amamos desde el nacer,
Que es ella la ñor preciada
Cuya esencia delicada
Embalsama nuestra vida,
Desde el punto de partida
Hasta el umbral de la nada !

Ella nos hace soñar


Al lucir de las estrellas,
Al ver de las flores bellas
Que el viento besa, el temblar.
HONDURAS LITERARIA

Y nos hace suspirar,


Y nos hace maldecir,
Y creer, dudar, sentir,
Estar cantando y gimiendo,
Vernos vivir no viviendo,
Y muriendo y no morir !

Habla y su voz melodiosa


Nos embarga y enloquece;
Manda y su gesto parece
E l de una olímpica diosa;
Reposa y cuando reposa,
En los ojos entornados
Vagamente iluminados,
¡ Qué de misterios dormidos
De todos desconocidos
Y á ninguno revelados !

Si al vibrante piano llega,


Es su esclavo el instrumento:
De las notas el acento
Ríe ó llora, canta ó ruega;
Y si á la danza se entrega
Es el lirio de la fuente
Que en la linfa transparente
Se balancea al halago
De la luz y el viento vago,
Al rumor de la corriente.

Si entona un canto de amor,


¿ Qué voz á la suya iguala ?
No puede ante ella hacer gala
De la suya el ruiseñor.
Es su acento seductor
Vivo raudal de poesía,
Que arrebata y extasía,
Que regenera y encanta,
Pues brota de su garganta
De los mundos la armonía.

Si aprisiona su hermosura
Blanca veste, es semejante
A la estrella rutilante
RÓMULO E. DURON 461

Que entre las nubes fulgura.


Si deja su vestidura,
Es la belleza sin par
Que nunca, nunca admirar
El corazón podrá bien:
¡ Es la Eva del Edén !
¡ Venus saliendo del mar !

¡ Oh, mujer ! Hay que adorarte


Sin pretender comprenderte;
Debemos obedecerte.
Debemos glorificarte;
Y debemos consagrarte,
¡ Oh astro de bendición,
Que con pura irradiación
•Embelleces la existencia,
Ea fe, el amor, la conciencia,
El alma y el corazón !

Su luz te den las estrellas


Y sus cánticos las aves,
Las fuentes murmurios suaves
Y aromas las flores bellas.
Tú, que en el mundo descuellas
Por tu belleza y poder,
No llegues á conocer
Nunca lo que es el dolor,
Ni del cielo del amor
Llegues nunca á descender !

3 de julio de 1892.
4 62 HONDURAS LITERARIA

NIÑEZ Y JUVENTUD

Era yo niño ! El bosque delicioso


Y de la brisa los rumores suaves,
El verde prado y el verjel frondoso
Donde entonaban su caución las aves;
Las nubes que en el cielo se desatan
Cual gasas de carmín, de grana y oro
Y en las linfas del río se retratan,
Y de las ondas el rumor sonoro;
De las lagunas las miosotis bellas,
Del claro sol los áureos resplandores,
De la noche las pálidas estrellas
Y de la blanca luna los fulgores:
Todo lo amé con entusiasmo ardiente;
Y disfrutando de apacible calma,
Ninguna sombra oscureció mi mente,
Ningún pesar atormentó mi alma.

II
Mas pasó la niñez ! Ya los rumores
De la brisa y los cantos de las aves,
De las lagunas las azules flores
Y de las ondas los murmurios suaves;
Las estrellas, la luna, el sol hermoso
Y de las nubes el flotante velo;
Cuanto mi corazón tierno y fogoso
Amaba entonces con ferviente anhelo;
Hoy no despierta en él las emociones
De placer, de entusiasmo y alegría
Que en la edad de las bellas ilusiones
Dichosa hicieron la existencia mía;
Pues ya de la pasión el grato fuego
En mi ardoroso corazón anida,
Y sólo adoro, enajenado y ciego,
Al ser que es hoy la vida de mi vida !
1884.
RÓMULO E. DÜRÓN

REVELACIONES

Cuando se tiñe de oro y de rosa


La vaporosa bóveda azul,
Y en sus corolas muestran las flores
Líquidas perlas á los fulgores
De la del día prístina luz,
Y entona el ave
Su canto suave,
Y en el ramaje suspira el viento,
En tí está fijo mi pensamiento !

Cuando la lumbre del sol ardiente


Hiere candente la creación,
Y todo calla y está en sosiego,
Y al devorante beso de fuego
Del aura muere la débil flor,
Y no hay frescura
Ni en la espesura
De la arboleda verde y sombría,
En tí está fija la mente mía !

Cuando á sus nidos vuelven las aves


Diciendo en suaves trinos "adiós,"
Al sol que se hunde tras de los montes,
Bordando en oro los horizontes
Con su postrero, tibio esplendor,
Y canta y reza
Naturaleza,
Y todo es dulce reposo y calma,
Sólo en tí pienso, alma de mi alma !

Cuando la noche, de la alta esfera


Su cabellera deja caer,
En cuyos rizos de sombra oscura,
464 HONDURAS LITERARIA

De mil diamantes la luz fulgura,:—


Sobre la mano puesta la sien,
¡ Oh, amado dueño !
Piadoso sueño
Mis inquietudes blando adormece,
Y en él tu imagen se me aparece !

¡ Siempre en mis sueños, siempre en la aurora!


¡ En cada hora ! ¡ En cada vez !
¡ T ú siempre dueña de mi existencia,
De mi destino, de mi conciencia,
De cuanto existe dentro mi ser !
¿ Cómo olvidarte ?
Para borrarte
De mi memoria, do te venero,
Debo, alma mía, morir primero !

1889.

CANTO VESPERTINO

Entre nubes de nácar, grana y oro,


El sol tras la colina desparece,
Se oye del viento el suspirar sonoro,
Y su oscuro ramaje el pino mece.

Miro en redor, y observo la llanura


A mis plantas tenderse dilatada,
Sus ñores ofreciéndome y verdura
Con el afán de un alma enamorada.

En las ondas del aura á mis oídos


Llegan vibrando en plácido concierto
Cantos, rumores, débiles sonidos,
Susurros de los árboles del huerto.
RÓMUXO E. DURÓN 465

Una tórtola arrulla en el boscaje,


Y un pajarillo pardo, inquieto, airoso,
Vuela, pósase un punto en el ramaje,
Torna á volar y nunca está en reposo.

Todo sonríe ! De la nube el velo,


El verde de las hojas, la llanura,
Da azul diafanidad del alto cielo,
De las ñores el brillo y galanura.

Todo me habla de amor, de paz y calma,


Y de cuanto recuerdo y cuanto ansio,
Porque, en tanto lo admira y siente el alma,
En tí está fijo el pensamiento mío !

FEBRERO

Te acuerdas, alma mía ?


Aun no resplandecía
En Oriente del alba la luz pura,
Aun no jugaba el aura en la espesura,
Aun todo era silencio y paz y sueño,
Cuando á tí, dulce dueño,
Dleno de amor el corazón herido,
Volví, cual ave al olvidado nido,
E imploré tu perdón !
Blancas y be'las
Brillaban en el cielo las estrellas,
Y dormidas las flores
Suspiraban, soñando sus amores.

Ay ! Apenas oíste de mis labios


El ruego apasionado, los agravios
466 HONDURAS LITERARIA

Olvidaste que un tiempo te infiriera,


Y amorosa, temblando toda entera,
T e arrojaste en mis brazos, alma mía !
¡ Cómo entonces latía
Mi corazón! ¡ Y cuál de dicha el llanto
Rodó por mis mejillas !
Entretanto
Eos bucles de tu pelo reluciente
Acariciaban trémulos mi frente,
Y tus ojos, tan negros y radiantes,
Rayos de amor me enviaban centellantes !

*
¡ Oh, inefable momento !
¿ De qué entonces hablaba nuestro acento ?
¿ Y recuerda de qué habla con las flores
Favonio enamorado, en sus rumores ?
Y o no sé más que en ese instante, sólo
Suspiraba de amor, ajeno al dolo;
Que en tu mirada pura
Bebía yo á torrentes la ventura,
Y que, de la emoción en el exceso,
Se unieron nuestros labios en un beso !

*
¡ Han pasado los días ! ¿ Qué ha quedado
De tanto y tanto amor ?
No se ha borrado
En tu boca rosada y seductora
De ese beso la huella abrasadora,
Y ya amas á un extraño !
¡ Oh inconstancia ! ¡ Oh dolor ! ¡ Oh desengaño !

7 de abril de 1888.
RÓMULO E. DURÓN

T E PERDONO

¡ Cuál cambia el corazón todos los días!


Ayer me amabas tú: ¿ ya lo olvidaste ?
Manantial de tus dulces alegrías,
T u orgullo, tu ventura ....
Todo eso yo era para tí ! ¿ Y ahora ?
Ahora tú me ves indiferente !
En vano tu ternura
Mi desolado corazón implora;
En vano de mis lágrimas la fuente
Miras correr ! Ya tu pasión, bien mío,
Para siempre murió ! Fué tan fugare
Cual la espuma que muere apenas nace;
Fué gota de rocío
Detenida un instante en la corola
De perfumada flor que el sol de estío
Implacable secó ! Doliente y sola.
Sin fe, sin ilusiones y sin calma
Y al placer muerta, vivirá mi alma !
De mis penas el único consuelo
El recuerdo será de lo pasado
Aunque el dardo has clavado
Del dolor, en mi pecho, con encono,
Aun eres tú mi cielo,
Aun te adoro, mujer, ¡ y te perdono. ..
468 HONDURAS LITERARIA

ESTROFAS

k .

Porque me ves tranquilo


T ú piensas que en mi alma
La dicha y el placer tienen asilo,
Y que disfruto de apacible calma ?
Porque altiva levanto la cabeza
Piensas que no me abruma honda tristeza ?

El lago transparente,
Cuyo inmóvil espejo
Copia el disco del sol resplandeciente
Y de la luna el pálido reflejo,
Oculta entre sus aguas silenciosas
Quién sabe cuántas sierpes venenosas !

L,a nube que impelida


Por vagaroso viento
Cruza el cielo, cual nave que perdida
Va por la faz del líquido elemento,
Lleva en su oscuro seno misterioso
El rayo asolador y pavoroso !

Y la faz que serena


Contemplamos del hombre,
Encubre no sabemos cuánta pena,
Cuántos dolores que no tienen nombre,
Cuánto amargo y terrible pensamiento
Que el alma hienden como el rayo el viento...!

1886.
RÓMUI.O E. £ URÓN 469

LA VIDA

BALADA.

De mi existencia en los primeros a,ños,


Cuando brillaba en su orto dentro el alma
El pensamiento, soñador y virgen,
Creí que era la vida un ave blanca.

Después cuando mi mente era un alcázar


De dulces sueños y esperanzas dulces,
Y era fuego la sangre de mis venas,
Un ave la creí, de alas azules.

Cuando me hirió con aceradas garras


El desengaño por la vez primera,
Lloré, y ante mis ojos fué pasando
La vida, como un ave de alas negras.

Hoy que tan sólo á Dios mi fe se eleva,


Hoy que el dolor purificó mi alma,
No es ave azul; tampoco es ave negra;
De nuevo es ave blanca: es la plegaria !

EXPERIENCIA

Qué me decís ? Que al cielo la mirada


Eleve yo, y á lo más alto aspire ?
Y qué habrá en la región más elevada
Que por doquiera en mi redor no mire ?
Todo es lo mismo ! Mi ilusión dorada
Para siempre perdí ! No más delire,
47" HONDURAS LITERARIA

Buscando un ideal Sé, en mi hondo duelo,


Que hasta en el lodo se refleja el cielo !

II

LA NUBE

No os hagáis ilusiones con la nube


Que vaga leve en la celeste altura;
N o penséis que es el ala de un querube
Resplandeciente, inmaculada y pura.
Ella es sólo vapor que se alza y sube,
Semejante á la nieve en su blancura,
Del líquido cristal del río ufano
Y del fondo del fétido pantano.

ABANICO

En el salón brillante,
Del brazo del poeta iba la bella:
Su límpida pupila centellante
Con el fulgor lucía de una estrella.

En la fiesta no había
Una digna rival de aquella hermosa:
Su voz, arrobadora melodía;
Su noble majestad, la de una diosa.

El poeta, embriagado
Por el ambiente que á la bella envuelve,
Como el ave que el alba ha vislumbrado,
A cantar se resuelve.

Va á cantar su hermosura,
Su gracia espiritual, su tez de nieve,
Su dulce voz, su cabellera oscura,
Su ser todo, que encanta y que conmueve.
RÓMULO E. DDRÓN 471

Y a se anima del bardo la mirada;


Y a siente palpitar la estrofa ardiente;
Cada verso es brillante pincelada,
Euz y color y línea perfumada
Que al par trazaron corazón y mente.

Entonces se detiene,
Y el abanico toma de la bella:
Pronto á escribir el lápiz se contiene,
Que inquieta y sorprendida le dice ella:
( No lo dudes, lector: fué como indico )
" Mire Usted, no me manche el abanico."

" Tiene razón " (sin torturar los sesos


Se dijo el bardo con entera calma ):
" Puede un verso costar sangre del alma,
Y un abanico cuesta muchos pesos."

POETISA
JOSEFA CARRASCO

No te conozco, pero he soñado


Eos divos rasgos de tu hermosura;
Ojos que brillan con lumbre pura,
Más como estrellas que como un sol;
Cuello de cisne; boca de rosa
Que lo infinito con besos sella;
Pálida frente donde su huella
Dejó grabada la inspiración.

Aun en mi oído suenan las notas


De tu doliente canción primera;
A su eco blando, fresca ribera,
Plácido lago veo surgir;
472 HONDURAS LITERARIA

Veo las palmas mecerse ledas,


Que te brindaron amiga sombra,
Y la de césped mullida alfombra
Donde tu huella fuiste á imprimir.

Y me imagino que te confías,


Al aire suelta la cabellera,
A la barquilla débil, ligera,
Y entre las ondas vas á vagar;
Y que quisieras, por ansias puras
Hacia lo alto siempre impelida,
En el océano de luz y vida
De lo infinito, mejor bogar !

Así te sueña mi fantasía;


Así te finge mi pensamiento;
Y el regalado, blando concento,
A l par escucho de tu canción,
Que es tan sublime, que al cielo pido
Siempre resuene tu lira de oro:
Ella en sus notas lleva el tesoro
Que guarda tu alma, de inspiración !

Santa Rosa de Copan, agosto de 1889.

ISAACS

S O N E T O

¡ Oh, bardo del dolor y la ternuia


Que mojaste la pluma en llanto un día
Para darnos la historia de María,
Un poema de amor y desventura !

Y a descansas por fin ! Y a la envoltura


De la vida está rota, y la armonía
RÓMUL0 E. DURÓN 473

Ya enmudeció del arpa que sabía


Duz á el alma llevarle y sombra oscura !

Pero eres inmortal! Sobre tu losa,


En candida corona de diamantes
Se tornarán las lágrimas de duelo
Que hizo verter la historia dolorosa
De tu dulce María, y. centellantes,
De darán luz los astros mil del cielo !

Tegucigalpa: 27 de mayo de 1895.

PATRIA !

La Patria ! Qué es la Patria? De nuestro ser es alma


Y en torno de nosotros se siente palpitar,
En lo que canta y vuela, en lo que se alza y brilla
Y en cuanto nos dirige en pos de un ideal.

*
En un recuerdo encierra nuestros recuerdos todos;
Anhelos, esperanzas, amores é ilusión
Convergen á ella y fúndense en una sola llama,
Cual rayos que se unieran para formar un sol.

*
La Patria es el sagrado lugar donde nacimos,
En donde nuestros ojos abriéronse á la luz,
En donde nuestro pecho latió por vez primera,
Do alzamos la prístina plegaria al cielo azul.

Por vez primera en ella lució nuestra sonrisa;


Fué en ella do vertimos la lágrima primer,
474 HONDURAS LITERARIA

Brotando de los ojos, nublados por la pena,


Quemante como fuego, amarga como hiél.

Es Patria el techo amigo que nos cubrió de niños,


Ea voz á cuyo acento dormimos sin temor,
E l amoroso beso de nuestra madre amada,
Ea honra que nuestro padre á defender nos dio !
*
Es Patria el horizonte que cortan las montañas
Y aquel que unidos forman el cielo con el mar,
En donde nuestros ojos fijáronse risueños
En las auroras bellas de la primera edad.

Eos juegos infantiles, los locos devaneos,


Ea fe, las esperanzas, la noble aspiración,
Recuerdos, alegrías: la Patria los comprende;
Más alto que la Patria tan sólo se halla Dios !

Ea Patria es quien inspira los hechos de alta fama;


Por ella con su pueblo marchó á Canaán, Moisés;
Ella hizo que, en el Tiber, Horacio se arrojara;
Por ella se alzó en Suiza el gran Guillermo T e l l !

Fué Washington por ella, de todos el primero:


Primero fué en la guerra, primero fué en la paz,
Primero en el afecto de sus conciudadanos,
Primero en los favores de la alma Eibertad !

Ella animó á Ricaurte al magno sacrificio;


Por ella hubo batallas cual Maipo y cual Junín;
Por ella con la frente cargada de laureles
En desolada playa Bolívar fué á morir !

*
Y aquí, en nuestras montañas, vibró por ella un día
Su espada fulgurante Francisco Morazáu,
KÓMULO E¡. DURÓN 475

Que, al brillo de los héroes, aureola uuió de mártir


Por defender el lema de " Unión y Libertad ! "

¡ Oh, Patria ! ¡ Oh, Centro-América ! Dichosa te elevaste,


Del 15 DE SEPTIEMBRE al puro resplandor,
Y ya hoy tan sólo eres recuerdo y esperanza:
Caíste, y esperamos que se alce tu pendón !

Renace, ¡oh, Patria mía ! Como otro tiempo el Fénix,


De tus cenizas puedes alzarte ! Tu esplendor
Irradie por doquiera, y á un porvenir grandioso,
Guíe á tus hijos todos tu hermoso pabellón !

28 de septiembre de 1895.

A ERNESTINA GALINDO

Nadie cual tú, la luz ó las tinieblas,


A su antojo difunde en derredor:
¡ Hay tanta noche en tus pupilas negras !
¡ Y en tus negras pupilas tanto sol!

II

A ROSINDA F1ALL0S

Pasas deslumbradora y despareces,


Y aun los ojos creen verte. Así la estrella,
Aun después de escondida en el ocaso,
En el fondo del alma se refleja !
476 HONDURAS LITERARIA

III

A LUCILA GAMERO MONCADA

En la tierra, en los mares, en el cielo,


E n la luz, de la sombra tras el velo,
Nada hay más grande, nada, que el amor.
Cuando se ama, Lucila, se comprende
Por qué la humanidad á lo alto tiende,
Y por qué se ha creído que hay un Dios !

IV

A LUZ SEQUEIROS

T u nombre es Duz. T u hermosura


Luz irradia por doquiera;
Da luz de la primavera
En tu mirada fulgura.
Eres luz, porque eres pura,
Porque el bien en tu alma anida.
Ay ! ¿ Quién será, Duz querida,
Quien realice el dulce ensueño
De poder, por ser tu dueño,
Decirte: " Duz de mi vida " ?

A LASTENIA

En el lago tranquilo del ensueño


Bogar te miro en nave peregrina,
Que conducen dos cisnes de albo cuello,
Sin pensar en el rumbo ni en la orilla.

Dulce es bogar así. Peio tu nave


En la ribera ha de tocar un día;
¡ Quiera Dios que los cisnes, su plumaje
No manchen en el cieno de la orilla !

VI

A LOLITA INESTROZA

Aroma delicado de jazmines,


Gracia del rayo de la luz del sol,
RÓMULO E. DURÓN
477

Arrullos de paloma, azul del cielo.


De blanca estrella tibia irradiación;
Pudor de la violeta que se esconde
Bajo sus hojas de eternal verdor,
Misterios del murmullo que en las ramas
Forma del viento la sonora voz;
Canto del ave que feliz y alegre
Alza su vuelo hacia la azul región,
Temblor del cáliz que besó la brisa,
De primavera aliento embriagador;
Aleteos de seres impalpables
Que hacen soñar despierto al corazón,
Delirios castos, vuelos de la idea
Que va de lo alto y lo infinito en pos:
Todo esto encuentra mi alma, dulce Dola,
De tu belleza al rayo encantador;
¡ Feliz aquel que la existencia pase,
De tus ojos divinos bajo el sol !

VII

A M A R Í A G. R E Y E S

Se alza la luna en el azul oriente,


Canta el zorzal en el jardín, se queja
Da brisa en el ramaje, y suavemente,
Sin hacer ruido, llega hasta la reja
Del balcón la beldad resplandeciente.

El apuesto doncel que la desvela


Sale del fondo de la sombra oscura,
Y al rumor de la dulce cantinela
Del zorzal, uno á otro le revela,
Suspirando, su amor y su ternura.

En su mano tiene él la mano de ella;


Entre ambos juega el brillo de la luna.
¿ No te encanta ese cuadro ? ¿Da doncella
No despierta tu envidia ? ¡ Qué fortuna !
Y o digo: " ¡ Quién fuera é l ! ¡ Qué buena estrella !"
HONDURAS LITERARIA

EL ARROYUELO

DE RUNEBERG

A la orilla de un límpido arroyuelo


Una joven sentóse; y tristemente
Suspiraba con hondo desconsuelo,
Mientras sus pies bañaba la corriente.

Un pájaro, cerniéndose en el viento,


Empezó á modular tristes querellas
Con melodioso y dolorido acento,
Y así á la joven le decía en ellas:

— Hermosa y tierna joven, ten cuidado !


No enturbies ¡ ay ! el límpido arroyuelo,
Porque en él no veremos reflejado
Del cielo azul el transparente velo !

Ea joven miró al pájaro, llorando;


Intensa palidez cubrió su frente,
Y profundos sollozos exhalando,
Exclamó con voz trémula y doliente:

— N o te aflijas, inquieto pajarillo,


Al ver que enturbio el agua cristalina,
Pues ha de recobrar su hermoso brillo,
Y al cielo copiará su faz divina.

Mas ¡ ah ! cuando me viste con mi amado,


Dándole de mi amor el juramento,
T ú debiste alejarlo de mi lado
Diciéndole con tierno y dulce acento:

— ' ' No enturbies ¡ ay ! la límpida conciencia


De la incauta doncella pudorosa,
Que no tornará el sol de su inocencia
En ella á reflejar su faz hermosa ! "
RÓMULO K. DDRÓN 479

SI TU ME A M A R A S . . . .

DE DENZA

Á MUNDITA ZÚNIGA.

Si tú me amaras, si mi vida oscura


Un tibio rayo iluminara un día,
Temblando de pasión y de ternura,
Dulces cantos de amor te entonaría !
Y o te dijera lo que mi alma sueña
Y cómo en fuego el corazón me inflamas;
Y o te dijera que de mí eres dueña
Si tú me amaras Pero tú no me amas !

Si tú me amaras ¡ ah ! yo olvidaría
Mis dudas, mis tormentos y mi llanto;
Y o fuera por tu senda y formaría
De tus áureos ensueños el encanto.
Sobre rosas tus plantas imprimieras
Y te librara de punzantes ramas,
Y sabría morir si lo quisieras,
Si tú me amaras Pero tú no me amas !

21 de noviembre de 1895.
HONDURAS LITERARIA

T H E E , T H E E , ONLY T H E E

DE THOMAS MOORE

-El resplandor primero de la naciente aurora,


La lumbre entristecida que al día ve morir,
La noche que en un siglo convierte cada hora
E n tí pensando me hallan, en tí, tan sólo en tí !
Si amigos me rodean, ajenos al quebranto,
Y rebosantes miro las copas refulgir,
Y me sonríe todo lo que antes fué mi encanto,
Sombría y triste mi alma recógese entretanto,
Que está por tí habitada, por tí, sólo por tí !

*
Mi espíritu á la cumbre quería de la fama
En sus brillantes sueños el vuelo dirigir;
Pero hoy tan sólo existe para él la ardiente llama
Que fué por tí encendida, por tí, sólo por tí !
Cual pasan las riberas del mar ante el navio
Que frente á ellas cruza las olas de zafir
Y á un punto fijo avanza volando sin desvío,
Tal veo mundo y vida pasar, que el amor mío
En pos de tí me lanza, de tí, sólo de tí !

*
Mis alegrías todas en tí tienen su fuente,
Por tí agitan en.mi alma sus alas de carmín;
Y hasta el dolor es dulce para mi pecho ardiente
Si tiene en tí su origen, en tí, tan sólo en tí !
Cual un encanto nunca se rompe si el acento
No vibra, á cuya magia no puede resistir,—
Mi corazón, que altivo resistirá al tormento
Que quiera un día traerle de la desgracia el viento,
Por tí podrá romperse, por tí, sólo por tí !

Tegucigalpa: 30 de agosto de 1896.


RÓMULO E. D O R Ó N 48t

Á ORILLAS DEL RHIN

( D E L " C H I L D E . H A R O L D , " D E L O R D B Y R O N )

La enhiesta roca almenada


De Drakenfels, que la cima
De la montaña corona,
Viendo el Rhin que se desliza
Entre los pámpanos verdes
Que festonan sus orillas;
Los árboles florecidos;
Las cultivadas campiñas,
Que en abundancia prometen
Las mieses y las vendimias;
Las ciudades que á lo largo
Del río están esparcidas
Aquí y allá, y cuyos muros
Del sol á los rayos brillan
Todo forma un bello cuadro.
Que mis ojos con delicia
Contemplaran si conmigo
T ú estuvieras, dulce niña !

II

Aldeanas de ojos azules,


Seductoras campesinas,
Que ofrecen tempranas flores,
Frescas como sus mejillas,
Este Edén con sus acentos
Encantan y su sonrisa.
En lo alto de las montañas
Torres feudales antiguas
Elevan entre la hiedra
Sus altas paredes gríseas;
r. II.-31
482 HONDURAS ¿ITERARÍA

Y peñascos escarpados
Y de una arcada las ruinas,
Este valle ven do umbrosas
Glorietas forman las viñas.
Pero algo en estas regiones
Tan bellas falta á mi dicha:
Falta que pueda tus manos
Estrechar entre las mías !

III

T e envío los albos lirios


Que me han dado, dulce niña;
Bien sé que antes de que puedan
Estar en tus manos niveas,
Habrán perdido frescura
Y aroma y color y vida.
Empero, no los desprecies,
Que cariñoso mi vista
Fijé yo en ellos pensando
Que la luz de tus pupilas
Pueden encontrar, y acaso
Guíen tu alma hacia la mía
Cuando mustios los contemples
Con mirada entristecida,
Y sepas que recogidos
Fueron del Rhin á la orilla,
Y es mi corazón al tuyo
Quien amante los envía !

IV

Majestuoso avanza el río,


Encanto de estas campiñas;
A veces de blanca espuma
Pasan cubiertas sus linfas;
A cada vuelta descubre
Sitios que en dulces sonrisas
Corresponden al halago
De sus ondas cristalinas.
Oh ! ¿ Qué mortal, por soberbio
Que fuese, no desearía
Que tan sólo aquí corriesen
RÓMULO K. DURON 483

De su existencia los días ?


¿ En dónde, sobre la tierra,
Una región hallaría,
A la natura y á mi alma,
Tan cara, si tus pupilas
Su luz me diesen en tanto
Que el Rhin siguieran las mías ?

2 de abril de 1896.

ÜE LORD BYRON

T R A D U C I D A P A R A UN A L B U M F Ú N E B R E

Brillante sea la mansión de tu alma !


Ninguna cual la tuya tan querida
Ha roto la envoltura de la vida
Para ir al mundo de la eterna calma :

En la tierra buscabas el abrigo


De lo divino, que has hallado ahora;
Cesará nuestra pena abrumadora,
Al comprender que está tu Dios contigo.
*
Eigero el césped de tu tumba sea;
De la esmeralda el brillo haya en su alfombra;
Y pues de tí nos hablará, una sombra
De tristeza jamás allí se vea !
*
Qué un árbol siempre verde y frescas flores
Do yaces broten; pero no haya losa
Ni ciprés; ¿ó veremos con llorosa
Faz, que gozas d.: eternos esplendores?

Marzo de 1894.
4§4 HONDURAS LITERARIA

MELODÍAS HEBRAICAS

D E L O R D B Y R O N

ELLA

Como la noche de los bellos climas


Do lucen las estrellas en el cielo,
Sin que se mire de una nube el velo,
Ella avanza serena en su esplendor.
Lo mejor de la luz y de la sombra
En su semblante se halla y en sus ojos
Que brillan con ternura, dando enojos
Al sol, á quien el cielo la negó.

Si un rayo le faltara á su hermosura,


Si una sombra de más en ella hubiera,
No ondeara en su negra cabellera
Tanta gracia sin nombre y sin igual;
O no resplandeciera en su semblante
Esa llama serena y delicada
Que dice que es sü alma una morada
Do sólo nobles pensamientos hay.

Cuando en esa mejilla y en su frente


Tan apacible, tan radiosa y pura,
El dulce tinte del carmín fulgura
Y vuelan las sonrisas del placer,
Anuncian en su ser días tranquilos,
De la virtud pasados bajo el ala,
Un alma que tan sólo paz exhala
Y un corazón que aun inocente es !
RÓMULO E. 1 URÓN 485

II

LLORAD!

Llorad por los que ve sobre su río


Babilonia, llorar desconsolados,
Cuyos altares yacen desolados,
Cuya patria es un sueño, una ilusión !
Llorad porque está rota el arpa dulce
Que de Judá cantaba la alegría !
Llorad ! En donde Dios mansión tenía,
El descreído hoy tiene su mansión !

¿ Dónde Israel sus pies ensangrentados


Davará ? ¿ Cuándo Sión sus armonías
Volverá á alzar como en mejores días,
Que en la memoria sólo viven ya ?
¿ Cuándo surgirá el día esplendoroso,
E n que vuelva á vibrar, cual voz del cielo,
Del corazón colmando el vivo anhelo,
Da ardiente melodía de Judá ?

¡ Oh, pobres tribus de errabunda planta,


De corazón rendido de fatiga !
¿ Cómo la suerte volveréis amiga ?
¿ Cómo podréis reposo conseguir ?
La paloma torcaz tiene su nido;
El zorro tiene su escondida gruta;
Cada hombre patria, á quien su amor tributa;
Israel sólo tumba eu que dormir !

III

SOMBRÍA ESTA MI A L M A

Sombría está mi alma ! Pulsa el arpa,


Y arráncale sonidos delicados
Que, de las cuerdas al partir, alados,
Vengan mi corazón á conmover.
Si aun existe en mi pecho una esperanza,
Despertará al encanto de sus notas;
Si aun quedan de mi llanto algunas gotas
Seré feliz sintiéndolas correr.
486 HONDURAS LITERARIA

Pero que sean todos sus acentos


Melancólicos, graves: te lo imploro;
Necesito llorar y si no lloro,
Estallará mi triste corazón.
Nutrido en el pesar mucho ha sufrido,
Y esperándole aún mayor tortura,
Debe al punto romperse, en su amargura,
O calmarse del arpa al blando son !

IV

T E VI LLORAR

T e vi llorar; la lágrima brillante


Que en tu pupila azul se detenía,
Ea gota de rocío parecía
Que en la violeta mírase temblar.
T e vi sonreír; la estrella del espacio
Ante tí perderá sus resplandores,
Que jamás con los vividos fulgores
De tus ojos podrá rivalizar.

Como toma del sol la nube oscura


Ese tinte á la vez profundo y suave
Que la noche invasora apenas sabe
De la esfera borrar con su crespón,
De tu sonrisa en la alegría pura
El más sombrío espíritu se enciende:
El resplandor que de ella se desprende
Se queda iluminando el corazón !

CAÍSTE AL FIN

Caíste al fin ! Y a empieza tu renombre,


Ea patria canta en versos inspirados
Eos triunfos de sus hijos más amados,
El pavor que su acero difundió.
El nombre de los campos de batalla
Que al eco de su voz se estremecieron,
RÓMULO E. DURÓN 487

La libertad por quien su sangre dieron,


Y que su noble esfuerzo restauró !

Caíste; pero en tanto libres haya,


No podrá contra tí nada el olvido;
La sangre generosa que has vertido
No se pudo en la tierra consumir:
Es ella la que corre en nuestras venas,
A l par que de tu espíritu la llama
E n su ardor y entusiasmo nos inflama,
Y anímanos tus huellas á seguir !

Nuestro grito de guerra, que los aires


Atronará, al cargar al enemigo,
Será tu nombre; y él será testigo,
De las grandes proezas que inspiró.
T u muerte será el tema de los cantos
Que entonen nuestras vírgenes en coro;
Para tí fuera insulto nuestro lloro:
No serás deplorado nunca, no !

VI

"TODO ES VANIDAD," DIJO E L S A B I O

Gloria, poder, amor, sabiduría


Disfrutar logré un día;
Supe lo que es ser joven, y en la frente
Sentir de la salud el dulce beso;
E n mis copas, con brillo refulgente
Todos los vinos raros rebosaron;
E n plácido embeleso
Las más hermosas formas, con creciente
Y seductor afán, me acariciaron;
A los rayos del sol de la belleza
Sentí abrasarse el corazón, y el alma
Desfallecer, henchida de ternura;
Cuánto existe en la tierra, de grandeza
Y de real esplendor y de alegría:
488 HONDURAS LITERARIA

Cuánto ya en la ambición, ya en la locura


Desear puede el mortal: yo lo tenía !

*
En vano, en vano busco en mi memoria
Cuáles los días son que me dejaran
Un recuerdo feliz, y me inspiraran
Amor á la existencia, por la gloria
Halagado, y los bienes que la tierra
Dentro su seno encierra:
Jamás vi levantarse un solo día,
Jamás pudo correr un solo instante
En que haya disfrutado de alegría
Sin dolor, y placer sin amargura;
Y siempre hallé que del poder la joya
Cuanto más brilla, tanto más tortura !

*•
Con arte y con encantos, la serpiente
De la campiña se hace inofensiva;
Mas ¿ quién podrá encantar la que, iuclemente,
Se enrosca al corazón ? Ella no escucha
La enseñanza del sabio, persuasiva,
Y armonía no existe, á cuyo acento
Pueda ser engañada;
Mas su aguijón cruel nunca un momento
Cesa de atormentar el alma triste,
A tan duro suplicio condenada !

VII

OH, S O L D E LOS QUE V E L A N !

Oh, sol de los que velan ! Estrella melancólica,


Que para el llanto-envías tu triste claridad,
Y el enlutado velo nos muestras de las sombras
Que no pueden tus rayos desvanecer jamás !
Oh ! cuáuto te asemejas á la alegría suave
Que siente el alma, un dulce recuerdo al evocar !
Así brilla el pasado: los días que volaron,
Con su lumbre sin rayos quemar no pueden ya !
KÓMUI<0 E. DDRÓN 489

Nocturna luz que esparces pálidos^ resplandores


Que vienen el insomne dolor á contemplar;
Oh, luz distinta y clara que tiemblas en la altura,
T ú brillas, sí; tú brillas;— mas ¡ oh ! ¡ con qué frialdad !

PASIÓN

D E EUGENIO D E C A S T R O

En vano es tu frialdad. Ella acrecienta


El fuego de mi amor y mi deseo;
No verte y olvidarte mi alma intenta,
Y si los ojos cierro, más te veo.

Sigo humilde tus pasos. Mi ternura


No te conmueve, y crece más mi anhelo
Mientras más rudamente me tortura
De tus desdenes el punzante hielo.

Sé que tu cuerpo en flor nunca en mi brazos


Podré sentir; que nunca serás mía;
Y más feliz que un rey en dulces lazos
Otro mortal ha de estrecharte un día !

Mi corazón no se detiene en tanto;


Frío amor el amor que amor alcanza:
El amor verdadero, el amor santo
Es tan sólo el amor sin esperanza !
490 HONDURAS LITERARIA

EL DÍA Y LA NOCHE

DE LONGFELLOW

Vi ayer, al rayo del ardiente día,


Bogar la luna en el azul del cielo,
Macilenta y opaca: parecía
Cometa de papel de un pequeñuelo.

Ayer, del claro día al rayo ardieute,


Deí de un bardo un cántico sagrado:
De fantasmas y sombras solamente
Mi pensamiento lo encontró poblado.

Pasó el ardor del día, como el fuego


Se extingue, al fin, de una pasión; serena,
Da noche desplegó su manto luego
Sobre la aldea y la campiña amena.

Brilló la luna en el azul profundo


Entonce en todo su esplendor, gloriosa,
Y difundió á torrentes sobre el mundo
Dos blancos rayos de su luz sedosa.

Y el místico cantar que no entendía


Cual música celeste vibró en mi alma:
Su gracia, su misterio y su poesía
Me interpretó la noche en su honda calma.

5 de marzo de 1896.
RÓMUM) E. DURÓN 491

AL MORIR EL DÍA

DE LONGFELLOW

Á JESUSITA MEDINA.

Y a el aliento postrer el día exhala,


Y de la noche que sus alas tiende
Pronto la negra oscuridad desciende,
Como la pluma que cae del ala
De un águila que rauda el vuelo emprende.

Tras la lluvia y la niebla brillar miro


Las luces de la aldea, levemente;
De mi pecho se exhala hondo suspiro,
Que una vaga tristeza hay en mi mente,
A la que en vano á resistir aspiro.

No es dolor mi tristeza: es un anhelo


Que hermano es del dolor, y denso velo,
Como él, extiende sobre el alma mía:
De .la lluvia que baja desde el cielo
Es hermana la niebla húmeda y fría !

Venid, pues, y leedme una romanza,


Una alada canción sentida y bella,
Que hable de amor, de paz y de bonanza,
Y que haciendo pensar en la esperanza,
De mis penas no deje ni la huella !

No de aquellos que ornó el laurel glorioso,


Viejos bardos, de pelo encanecido,
De cuyos pasos el lejano ruido
Se dilata solamente y majestuoso
Por el eco del Tiempo repetido !

Sus altos pensamientos como grave


M tísica son; en busca de la clave
492 HONDURAS LITERARIA

De lo infinito elevan siempre el alma,


Que entonces el reposo hallar no sabe;
Y fatiga no quiero: quiero calma !

Leedme, pues, de un bardo cuyo canto


Brote del corazón,—como el rocío
Vierten las nubes de su niveo manto
En la estación ardiente del estío,—
Como viene á los párpados el llanto.

De un bardo que después de largos días


De afanes y de noches sin reposo
Que el ala del dolor tornó sombrías,
Aun oye en su alma extrañas melodías
Que alientan con su ritmo delicioso.

De esos cantos las dulces vibraciones


Ea calma al triste corazón devuelven,
Y á él llegan cual las santas bendiciones
Caen en las almas que hacia Dios se vuelven,
A l elevar fervientes oraciones.

Entonce, en ese libro que un tesoro


Es de poemas, escoged un canto,
Que blando ruede cual raudal sonoro;
Y al inspirado verso de alas de oro,
De vuestra voz prestadle el dulce encanto.

Y llenará la noche la armonía,


Y á los rumores de sus notas suaves,—
Cual los jirones de la bruma fría
Se desvanecen al nacer el día,—
Huirán del alma los cuidados graves !

18 de junio de 1895.
ROMULO E. DURÓN 493

EXCELSIOR!

DE LONGFELLOW

T o W n V U A M MYERS IyITTLE, ESQ.

Sin temer la oscura sombra de la noche que avanzaba,


Ni las nieves ni los hielos, un mancebo caminaba,
Al través de pobre aldea de los Alpes tristes, yertos;
En su mano una bandera, á los aires ondeaba,
Donde escrito se veía un extraño lema: Excelsior!

En su frente se leía la tristeza; su mirada


Fulguraba cual si fuera cimitarra deshojada;
Y cual de un clarín de plata se dilatan los acentos,
De su voz amable y dulce, pero firme é inspirada,
Dilatábanse los ecos cuando murmuraba: Excelsior!

A su paso en los hogares venturosos v i o las lumbres,


Encendidas, que en los muebles se reflejan y techumbres,
Alegrando con su brillo, calentando con su fuego
Y las nieves como espectros relucían en las cumbres
Un gemido de sus labios escapóse, y dijo: Excelsior!

" No prosigas tu camino ! Permanece en mi cabana;


De la tempestad la niebla ya circunda la montaña;
Desbordado está el torrente " — l e gritó con grave acento
Un anciano venerable; mas aquella voz extraña
Como de un clarín las notas, replicó diciendo: Excelsior!

" Oh, detente aquí! Descansa!" — con voz llena de ternura,


Una joven suplicóle, deslumbrante de hermosura: —
" T u cabeza entristecida, ven y apoya aquí en mi seno "...
Una lágrima á sus ojos asomóse, de amargura;
Pero un suspiro exhalando, respondió tan sólo: Excelsior!
494 HONDURAS LITERARIA

'' Ten cuidado ! que los pinos, con estruendo pavoro»»,


Caen en tierra, de los vientos al empuje tempestuoso,
Y que puede la avalancha sepultarte en tu sendero!"
Tal le dijo en la alta noche un labriego, cariñoso;
Mas su voz desde la atura contestó diciendo: Excelsior!

A l rasgar el primer velo de la sombra el alba fría,


Las piadosas oraciones que recitan cada día,
Los monjes de San Bernardo elevaban á los cielos,
Cuando sobre sus cabezas un acento de agonía
Resonó, que el aire hendiendo sorprendido, gritó: Excelsior!

El fiel perro acude al punto, diligente á la montaña,


Salva horribles ventisqueros y del bosque la maraña,
Y un viajero al fin encuentra sepultado entre los hielos,
Que en las manos frías, yertas, la bandera aun tiene extraña,
Empuñada, donde escrito se veía el lema: Excelsior!

De aquel gris, triste crepúsculo á la luz descolorida,


E l mancebo reposaba, siempre hermoso, ya sin vida;
Y vibrando melodiosa cual si fuese de los cielos
Una estrella desbordante, de armonías, desprendida,
Una voz de las alturas descendió diciendo: Excelsior!

16 de marzo de 1896.

DELIA

DE LONGFELLOW

Dulce como el aroma que en el viento


Queda vagando, de las bellas flores
Que exhalaron la vida á los rigores
De una mano avezada á hacer sufrir;
Dulce como los cantos que lograron
Nuestros dolores consolar un día,
ROMULO E. DURON

Y cuya suave y honda melodía


No tornaremos otra vez á oir;

Es, Delia, tu recuerdo ! Dentro el alma,


Que se consume en amargura y duelo,
Esplende puro, como en triste cielo,
De blanca estrella el trémulo fulgor.
Ya tú descansas para siempre; ahora
Gozas de paz que imperturbable dura:
En el mundo no existe la ventura:
Duerme, alma mía ! Duerme: es lo mejor !

1 6 de febrero de 1 8 9 6 .

ANTE UN ESQUELETO

PARÁFRASIS

A L DR. RAMÓN ROSA.

Esta ruina mirad ! Fué esto un cerebro


Do brilló del espíritu la llama;
Fué esta célula asilo de la vida,
Y de esta otra la idea surgió alada.
¡ Qué de hermosas visiones aquí habría !
¡ Qué de sueños de gloria y venturanza !
¡ Qué enjambre de ilusiones que ora yacen
Del olvido en la tumba solitaria !
Del deseo, el amor y la alegría,
Del miedo y el pesar y la esperanza,
¿ Dónde la huella está ? ¿ Dónde el indicio
De que fué este recinto su morada ?

En estas cavidades que la sombra


Hoy puebla nada más, y honda tristeza
HONDURAS LITERARIA

Inspiran y pavor, viéronse un día


Dos pupilas brillar de vida llenas:
Si con culpable ardor no se encendieron;
Si sólo casto amor llegó á moverlas;
Si, al través de las lágrimas, radiaron
Con el fulgor que vierte la inocencia;
Entonces brillarán esas pupilas
Con sereno esplendor en alta esfera,
Aun después de que rueden apagados,
En noche eterna, el sol y las estrellas !

*
En ese antro vibraba en otro tiempo
Una lengua ligera, viva y pronta:
Si desdeñó la falsedad; si nunca '
De ella el dardo partió que hiere la honra;
Si antes calló que dar torpe alabanza;
Si las virtudes defendió animosa,
Sin atentar á la concordia noble;
Si de paz y de amor fué siempre su obra;
Entonces esa lengua bienhadada
Por tí hablará con elocuencia ignota,
Cuando de lo infinito y de lo eterno
E l velo impenetrable se descorra !

Di, ¿la mina cavaron esos dedos,


O brilló en ellos el rubí precioso ?
Tanto hoy les vale haber la roca herido,
Cual la joya ostentado de gran costo.
Mas si á buscar de la verdad llegaron
Ea luminosa página, y piadosos
Enjugaron del huérfano las lágrimas
Y al desvalido diéronle socorro,
Alcanzarán entonces mayor premio
Que el reservado á aquellos que afanosos
Corren en pos de pasajera gloria
O el brillo buscan seductor del oro !

Díme, esos pies, calzados ó desnudos,


¿ De la virtud hollaron el sendero ?
RÓMULO E. DDRÓN 497

A h ! Si dejaron la mansión lujosa


Para llevar el óleo del consuelo
Al hogar infeliz donde el humilde
Llora en honda aflicción; si el vil cohecho
De la grandeza desdeñaron siempre;
Si ante el deber jamás retrocedieron;
Si siempre guías fueron de sus pasos,
De la eterna j usticia los destellos;
Entonces se alzarán con alas de ángel
Al brillante palacio de Ids cielos !

1892.

LA LEYENDA DE LA TIERRA

DE JEAN RAMEAU*

*
Cuando el Creador, sin lindes surgir hizo el espacio,
Espacio que no puede la mente imaginar,
Un saco echóse al hombro, en que de miles de astros
El ruido resonaba que hacían al chocar.

La milagrosa mano hundió en el saco enorme,


Y á paso igual y lento, pensativo avanzó
Cual labrador, sembrando la vida de los soles
En los planos del éther que infinitos creó.

Y los lanzó á montones, lucientes y fantásticos,


Y caían girando con sagrado pavor,
Y los surcos del cielo humearon extáticos
A los pasos fulgentes del maguo Sembrador.

( *) L a Légende de La Terre de Jean R a m e a u , fué p r e m i a d a en París en


el c o n c u r s o q u e abrió en 1885 Le Figaro Illustré. F o r m a r o n el j u r a d o cali-
ficador J u l e s C l a r e t i e , F r a n c i s q u e S a r c e y y A u g u s t e V i t u .

T. II. — 32
498 HONDURAS LITERARIA

Y su diestra los mundos arrojando seguía


En todas las regiones con ritmo sin rival,
Y enjambre doquier fueron de abejas encendidas,
Las estrellas de oro, de lumbre manantial.

" Marchad ! marchad ! — decía el Sembrador de mundos,—


Del cielo en las estepas, oh astros, germinad !
Con vuestras florescencias poblad el azul puro !
Cantad ! Id encantando ! Haced gozar ! Gozad !

" Gigante ola de fuego, ve hacia la noche negra !


Crea tú la alegría ! Crea el diurno fulgor !
Y hasta lo inmensurable, vertiginosos lleva
Dos fecundantes rayos de la luz y el amor !

" Y que en vosotros todo brille, exulte y prospere,


Y que seáis felices porque os bendigo yo,
Y cantéis sin descanso: " Gloria al Creador por siempre,
Al que sembrando soles lo infinito pobló ! "

Y ante él Creador los astros, rebosantes de vida,


En torbellino vuelan del espacio al través,
Como en desierto llano que el estío calcina,
Granos de arena oscura, de un viajero á los pies.

Y giran sobre su eje seguro, inquebrantable,


Y el curso no les cierra ni aun de una nube el tul,
Y van brillando y cantan, y sus acentos graves
Un hosanna monstruoso forman en el azul !

Y todo era justicia, bien, hermosura, fuerza !


Y á sus seres radiantes cada astro pudo oir,
Cantar enamorados su maternal corteza
Y bendecir la Vida y el Cielo bendecir.

Cuando vació su saco y de encendidos globos


Fué bordado lo negro, el Sembrador miró
Un pequeño fragmento, en los pliegues del fondo,
Que de uno de los astros allí se desprendió.

Entonces, distraído, sin saber qué astro de oro


Incompleto, el espacio fué lanzado á surcar,
RÓMUI.0 E. DURÓN 499

El Creador, en el velo de una nube, de un soplo,


La partícula ínfima de sol envió á rodar.

Luego subió á lo alto de su trono escarlata,


Sobre el gigante estruendo de mundos que arrojó,
Y , como un rey que tiende atenta la mirada
De su pueblo al murmullo lejano, él escuchó.

El oyó la aleluya inmensa de las cosas !


Oyó en coro á los globos florecientes alzar
Cánticos de apoteosis, de armonías ignotas,
Viendo nubes de incienso sus pies acariciar !

Da eternidad veía, de éxtasis palpitante;


Y veía en intenso y profundo clamor.
Del universo el órgano vibrar ardientes frases
En perenne homenaje al triunfal Sembrador !

De pronto palidece. De aquel astral océano


Sordamente una queja hacia el cielo partió,
Partió y creció y tan vivo fué su clamor amargo,
Que la ovación de todos los mundos dominó.

Era el átomo oscuro de la esfera quebrada !


Eran los seres viles de que se hizo país,
Diorando porque nunca á encontrar atinaban
Su Estrella-Madre en este rincón de cielo gris.

Y la queja decía: " A n a t e m a ! Anatema!


Somos seres errantes que la desdicha guió,
Pobre grey de vivientes de frente macilenta,
Que, para la luz creada, en la sombra se hundió !

" Somos los desterrados, cohorte abandonada;


Tan sólo en nuestros ojos vése el llanto brillar;
Salobre es.de los mares en este globo el agua:
Quizá nuestros abuelos lloraron sin cesar !

" Auatema ! Anatema al Sembrador de lumbre !


A Aquel á quien loa la vasta creación !
Si al astro de que parte somos no nos conduce,
Sobre Él maldición siempre ! Maldición ! Maldición ! "

Dios se levanta entonces de su trono escarlata;


Conmovido y llorando como el hombre, extendió
500 HONDURAS LITERARIA

Sus brazos luminosos en la inmensidad vasta,


Y con su voz de trueno, majestuosa, exclamó:

" Partícula de Astro, que te llamas la Tierra,


Larvas que allí gimiendo estáis: Humanidad,
Don de la Muerte os hago, piadosa! Cantad, que ella
Os llevará al Sol vuestro, de eterna claridad ! "

* % *

Y por esto el Poeta, para los astros de oro


Creado, siempre altivo, siempre insensible al mal,
Desdeñando la tierra, fija en lo alto los ojos,
Que allá su vuelo un día elevará triunfal !

17 de septiembre de 1899.
JUAN MARÍA CU ELLAR

Nació en Tegucigalpa en 1864.


En muy temprana edad obtuvo el grado de Bachiller
en Ciencias y Letras, y luego se dedicó al estudio de la
Medicina, que pronto hubo de abandonar para consagrar-
se únicamente á las tareas literarias.
Cuéllar ha permanecido mucho tiempo en las Repií-
blicas de El Salvador y Guatemala, en donde ha sabido
distinguirse como colaborador de acreditados periódicos.
De regreso en Llonduras, fundó con el Dr. don Ra-
món Rosa una preciosa revista literaria titulada El Gaa-
cerique, la cual fué muy bien acogida por los amantes de
las letras, y después entró á formar parte de la redacción
del Diario de Honduras (1893), en que publicaba interesan-
tes trabajos de crítica literaria y composiciones poéticas
bajo el seudónimo de Alen.
El Dr. don Ramón Uriarte incluyó en el tomo III de
su Galería Poética Centroamericana varias poesías de
Cuéllar: Ultimas confidencias, En el bosque, y cinco de
las rimas que ha titulado Intimidades. Las incluidas aquí
son escritas posteriormente á la aparición de ese libro.
INTIMIDADES

Hasta mi último momento, oh


dulce y encautadora estrella, se-
guiré tus rayos siempre puros y
nuevos; y cuando ceses de lucir
sobre m i v i d a , brillarás sobre mi
tumba.
CHATEAUBRIAND.

Cuando tu olvido ó la muerte


Nos separen, dulce niña,
Cuando las penas te abrumen
Y no halles una alma amiga;
Lee estos versos, ellos son
De tu A l e n que no te olvida;
Son suspiros arrancados
A mi gemebunda lira.

II

Mojar quiero la pluma


Para escribir mis versos
En el perfume suave
Del candido jazmín;
Y por papel quisiera
El satinado pétalo
De la camelia blanca
Que crece en el jardín.

III

Cuan prisa corren las horas


A tu lado, dulce bien,
Y cuando de tí me alejo,
HONDURAS LITERARIA

¡ Qué lentas en su correr !


A tu lado sueño y gozo
Porque tus ojos me ven ...
Lejos de tí tengo miedo
Y hasta me falta la fe.

IV

Arrullos de paloma,
Rumor de dulces besos,
Y argentino arpegio
Que entona el ruiseñor;
Eso es á mis oídos,
Eso es, amada mía,
Cuando hablas y me nombras,
El eco de tu voz.

Olvidarás tus promesas,


Olvidarás mis recuerdos.
Tal vez amarás á alguno,
¡ Qué sólo al pensarlo tiemblo !
Pero olvidar que te quise,
Olvidar nuestros excesos
De pasión, y mis tristezas
Eso imposible lo creo.

VI

De mis quimeras formo


Pequeños versos,
Que llevan en su fondo
Penas y duelos.

¡ Ay, son muy tristes !


Son todos ellos
Pedazos de mi alma;
Son mis recuerdos.

Cuando baje á la tumba


Y o sólo quiero
Que en mi féretro vayan
Mis pobres versos.
JUAN MARÍA CUEU.AR

Han sido en este mundo


Mi gran consuelo.
Nacieron ¡ pobres hijos !
De mi doliente seno.

VII

Tus ojos de paloma derramaron


Sobre mi alma afligida mucha luz;
Cuando dijiste que me amabas tanto
Renació mi marchita juventud.

¿ Quién te puede olvidar, ídolo mío ?


T u voz me levantó del ataúd
Oscuro en que yacía mi existencia;
¡ Bendita seas para siempre tú !

VIII

¿ Qué es el amor ? Interrogué á los libros,


Y la ciencia me dijo: no lo sé.
Pregunté al sacerdote, y evasivas
En el santo varón sólo encontré.

Busqué un cadáver, y con buenos lentes


Del cerebro la célula estudié;
¿ Qué es amor ? pregunté viendo los átomos,
Y á su silencio sepulcral temblé !

IX

Un jazmín me diste
Que aquí me acompaña
Temblando me dice que ya no me quieres;
¡ Cuánto llora mi alma !

Da brillante estrella
Que juntos amamos
Temblando me dice que ya no me quieres,
Que me has olvidado.

El libro que tanto


Deíamos juntos
Temblando me dice que ya no me quieres,
Que ya no soy tuyo.
5o8 HONDURAS LITERARIA

El lindo pañuelo
Que bordaste un día
Temblando me dice que ya no me quieres,
Como tú solías.

Mi doliente pecho
Que tanto te ha amado
Temblando me dice que ya no me quieres,
Y derrama llanto.

CELOS

Tengo celos del ave que le canta,


Del ambiente que riza su cabello,
Del aura embalsamada que la besa
Y de la luz del cielo.

Me encelo al ver que le hablan otros hombres,


De la flor que la adula tengo celos,
De la almohada do inclina la cabeza
Y de su blanco lecho.

De las estrellas del azul espacio,


De sus divinos, candorosos sueños,
Del libro que la gusta, de los cuadros
Que busca con anhelo.

Si le hablan sus amigos; sus hermanos,


Palpita el corazón, y dudo y tiemblo:
A tanto grado mi egoísmo llega
Que hasta de Dios la celo.
JÜAN MARÍA CUELLAR 509

A ALESKA

Espíritu de luz que eu las tinieblas


De mi destino brillas,
Visión encantadora de mis sueños,
Mi pudorosa niña.

Cual argentino rayo de una estrella


Entre la noche umbría
D i e g o tu amor al fondo de mi alma
Y toda la iluminas.

No es la pasión vulgar la que en mi pecho


Amoroso palpita:
Es algo celestial que Dios me ha dado,
Que el idioma no explica.

¿ Sabes lo que eres para mí, bien mío ?


Mi esperanza divina,
Mi acariciado ideal, la alma de mi alma,
Mi aspiración, mi dicha.

Hermana de mis sueños inmortales


Tus recuerdos me inspiran
Cosas del cielo que en lenguaje humano
No pueden ser escritas.

Y cuando pienso en tí, todo aparece


Bellísimo á mi vista;
Naturaleza entera se engalana
Rebosando de vida.

Entonces soy muy bueno, y los rencores


Huyen del alma mía
Y amo á la humanidad, y mi existencia
Con ella fraterniza.
HONDURAS LITERARIA

¡ Espíritu de luz ! uo me abandones


¡ Oh mi Aleska divina !
Sé tú mi creencia entre las negras dudas,
Y cuando al cielo vayas, sé mi guía.

II

Ea luna brilla en el espacio inmenso


Cual blanca flor del firmamento azul,
Y acaricia con luz pálida y triste
Al pino enhiesto y elegante ombú.

El horizonte obscuro se ilumina,


Y alegre se alza en la región del Sur
Ea estrella solitaria que testigo
Fué de promesas que me hiciste tú.

¡ Oh cuántas noches contemplamos juntos


Del infinito la explosión de luz,
Y el argentino rayo de la luna
Inspiró nuestra ardiente juventud.

Son las doce, mi bien, y todo duerme,


El mundo me parece un ataúd
Donde reposa la creación entera:
Todo está triste porque taitas tú.

III

¡ Qué sueño ! Grata ilusión


Que el alma explicar no sabe,
Que en lengua humana no cabe
Y que embriaga el corazón.

El cielo azul. Esplendor


Del sol dorando las lomas,
Y á lo lejos las palomas
Besándose con amor;

Toca con sus pardas alas


El llano la golondrina,
Y á lo lejos la colina
Luce sus hermosas galas;
JUAN MARÍA CUBLLAR 5"

Allá en el cielo el buen Dios


Mirándonos complacido,
Y tú contemplando un nido,
Y yo escuchando tu voz.

Y en extático embeleso
Nuestras almas embriagadas,
Despertando alborozadas
Al dulce ruido de un beso

Y promesas celestiales,
Y pensamientos divinos,
Y recuerdos peregrinos,
Y esperanzas inmortales;

Y mirar en el porvenir
Un hogar santificado
Por tu amor, y yo á tu lado
Viendo la dicha lucir

Oh qué triste es despertar


De este sueño, amada mía,
Y al brillar el nuevo día
Da realidad encontrar !

IV

Es mi vida muy triste: yo aspiro


A cosas muy altas,
Ambiciono unas glorias que acaso
No pueda alcanzarlas;

Siento en mí un huracán de bellezas


Que cruzan y pasan;
Necesito dar vida á estos seres
De formas tan vagas.

En mi tedio infinito, yo busco


Una voz para mi alma
Que le diga cual Cristo á otro Dázaro:
Levántate y anda!
HONDURAS LITERARIA

DEL LIBRO
S U E Ñ O S D E BODA "

Al juntarse dos labios que se adoran


Se escucha como de alas un rumor,
Es que ha nacido al estallar el beso
Un ángel el amor.

II

Tierna será la vida que llevemos,


Mi bien, en nuestro hogar juntos los dos:
Cual las aves, amantes cuidaremos
El nido que conserve nuestro amor.

III

No te enojes, mi bien: que cuando tienes


Esos caprichos necios,
Elego á no creerte, mi ángel,
Que no me quieres pienso.

¿ N o sabes tú, mi bien, que á los querubes


No les luce ese gesto ?
T e voy á castigar cuando te enojes
¿ Sabes con qué...? Con besos !

IV

Me han dicho que hay una gloria


Y también que hay un infierno;
Y yo digo: es verdad, al ver tus ojos
Y al tocarme el pecho.
JUAN MARÍA CUELIvAR 513

¡ Y a eras mi esposa ! En delicioso acorde


Resonaban las notas argentinas
Del órgano del templo.

En espirales
El humo del incienso se elevaba,
Y por los vidrios de color los rayos
Del sol de la mañana descendían
A besar esa frente pudorosa
Donde imprimiera con pasión mis besos...

Yo te miraba amante, enajenado,


Y tú bajabas ruborosa al suelo
Dos negros ojos que reflejan tu alma.

A lo lejos azul era el espacio,


Das aves en los árboles cantaron,
La parda golondrina en el alero
Charlaba del hogar.

Allí mi madre,
Mi amada madre, en el umbral te daba
Blanca guirnalda, y te besó en la frente,
Y, feliz, te estrechó con alegría
Y te dio el dulce nombre de hija mía.

Tegucigalpa: 1892.

AL PABELLÓN
CENTRO - A MERICANO

Elévate á la altura.
Desafía altanero los espacios
- Que lo mereces, pabellón hermoso,
Con sólo recordar tu gran pasado.
T ri -33
5*4 HONDURAS LITERARIA

II

T ú me recuerdas ahora,
Ostentando color azul y 1 >lanco,
La enseña con que el año de veintiuno
Hiciste pueblo libre al que era esclavo.

III

Elévate á la altura,
Como otros tiempos dignos te elevaron,
Morazán y sus huestes vencedoras,
De la batalla en los fragosos campos.

IV

Elévate á la altura,
Hermoso pabellón, inmaculado,
Y olvida los ultrajes que te hicieron
Algunos hijos, por desgracia, ingratos.

T ú siempre nos recuerdas


Aquellos pechos generosos, bravos,
Que daban su existencia, antes que verte
Por las manos indignas ultrajado.

VI

Álzate, y generoso
Da tu sombra á estos pueblos desgraciados,
A estos cinco jirones de la Patria,
Que han olvidado hasta que son hermanos.

VII

Álzate: la vergüenza
Tal vez haya en sus pechos germinado,
Y , al verse humildes, débiles, pequeños,
Tal vez los junte fraternal abrazo.

VIII
¡ Hermoso pabellón ! ¡ Prenda querida
Que el pecho del patriota pone ufano !
Quiera el cielo que pronto yo te vea
Al centro de la América enlazado.
1689.
J. ANTONIO DOMÍNGUEZ

i
J O S E ANTONIO DOMÍNGUEZ

Nació en Juticalpa el año de 1869.


Trasladado á la capital de la República, hizo en ella
sus estudios de Colegio y de Universidad casi sin más re-
cursos que los que se procuraba por su solo esfuerzo, ha-
biéndose graduado de Licenciado en Jurisprudencia y
Ciencias Políticas en 1889.
Regresó á su ciudad nativa, y en 1893, afiliado á la
revolución liberal, tuvo que salir para Nicaragua, de don-
de volvió después, incorporado á las fuerzas que entraron
victoriosas á Tegucigalpa el 22 de febrero de 1894.
Domínguez desempeñó en el Gobierno surgido de la
revolución el cargo de Subsecretario de Estado en los Des-
pachos de Instrucción Pública y Justicia, durante cuatro
años. Fué Diputado á la Asamblea que dictó en Mana-
gua la Constitución de los Estados Unidos de Centro-Amé-
rica en 27 de agosto de 1898. En la actualidad (1900) es
Magistrado Suplente de la Corte Suprema de Justicia.
Gusta como el que más de las bellas letras, y ha es-
crito mucho; pero dice con la sonrisa en los labios: "que
no se consagra al culto de la poesía, de un modo especial,
porque la gloria sólo es para los escogidos y porque lo
primero, ante todas las cosas, es vivir?' Este rasgo da
1

á conocer la modestia de Domínguez y la idea que tiene


del arte literario.
Á LA LIBERTAD

Libertad ! Sol refulgente,


Numen de santos anhelos,
Precioso don de los cielos,
Inspiración de la mente;
Virgen hermosa y sonriente
De incomparable beldad;
Timbre de la humanidad,
Orgullo de las naciones,
Amor de los corazones,
Fuente de felicidad !

¿ A quién tu magia no inspira ?


¿ A quién tu fulgor no inflama ?
¿ Quién, Libertad, no te ama ?
¿ Quién, Libertad, no te admira ?
A tí te canta mi lira,
Por tí se agita el pincel,
Te esculpe y graba el cincel,
Te eleva altares la historia,
T e inmortaliza la gloria,
T e perpetúa el laurel !

Donde tu poder no impera,


Donde no se alza tu trono,
Donde jamás en tu abono
Tremola triunfal bandera,
La vida es triste quimera,
Un antro espantoso, sí,
Porque lo bueno está allí
520 HONDURAS LITERARIA

Vedado, nulo, proscrito,


Porque todo está maldito
Donde se te niega á tí !

El hombre desde la cuna


Busca por eso tu lumbre
Para elevarse á la cumbre
Del honor y la fortuna:
Que en tu presencia se aduna
A la esperanza el amor;
Y á tu influjo protector
Se trueca en risas el llanto,
Y todo tiene su encanto
Y tiene todo esplendor !

Eres el alma del mundo,


Corazón de cuanto existe,
Soplo que alienta y reviste
De flores yermo infecundo;
En tu ancho seno fecundo
Vive y crece la virtud,
Y henchido de gratitud
El ciudadano arrogante,
Venera tu faz radiante
Y execra la esclavitud !

Si un tiempo la adversidad
Cubrió de luto y horror
Da tierra de nuestro amor,
Negando tu majestad,
Bien prouto, sí, Dibertad,
Volvió tu luz á esplender,
Y la vida al renacer,
T e han vuelto culto á rendir
Dos que aman el porvenir,
Dos que quieren grandes ser !

1890.
JOSÉ ANTONIO DOMÍNGUEZ 521

ESTROFAS

Y o amo todo lo grande ! lo que altivo


Sobre el nivel de lo común se eleva:
Del mundo material las altas cumbres,
Del alma humana la gigante idea.

Más que lo bello, lo grandioso admiro;


L,o sublime, ante todo, me enajena;
Y porque el manto de los cielos bordan,
Flores de luz, me atraen las estrellas.

Más que la gala del verjel florido,


Amo la pompa de salvaje selva;
Y más que de las fuentes el murmullo
Me encanta de los mares la tormenta.

Desdeño la hermosura de un palacio


Delante las pirámides eternas;
Y más que el cuadro del pincel de Apeles
O el dulce arrullo de la lira orfea,
Me seduce el buril de Miguel Ángel,
Me inspira de Rouget la Marsellesa:

Que algo busca mi espíritu en las cosas,


Grande como la sed que le atormenta;
Y por eso desprecia lo mezquino

Y rinde culto á lo que audaz se eleva !

II

Y o admiro al sabio que estudiando vive


Y los misterios del Criador penetra;
Y o admiro al héroe que con gloria muere
Entre el fragor de la feral pelea;
Admiro al hombre de virtud modelo
Que de la vida el oropel desprecia;
522 HONDURAS LITERARIA

Y admiro á los artistas soberanos


Que con su inspiración al cielo llegan;

Pero más que la ciencia de los sabios


Y del héroe el valor, más que la austera
Virtud del bueno y del artista el numen,
Venero de los genios la potencia.

Semidiviuos seres ! á ellos sólo


Escalar les es dado la suprema
Región á do ni el águila se atreve
Y el arcano escrutar de la existencia:
Sólo ellos, extasiados, mirar pueden
A l almo sol de la eternal belleza;

Y ellos tan sólo, para dicha y pasmo


De la doliente humanidad, revelan
En palabras de fuego, apocalípticas,
De lo infinito el inmortal poema !
1890.

CAMAFEOS PATRIOS

JOSÉ CECILIO DEL VALLE

Descubrios ante él, porque es el sabio


Ungido con el óleo de la ciencia,
Que anticipando un siglo su existencia
Ee coronó la gloria, en desagravio.

Descubrios ante él, porque su labio


Derramó esplendorosa la elocuencia,
Y cual foco de luz su inteligencia
Eanzó al error y á la ignorancia agravio.
JOSÉ ANTONIO DOMÍNGUEZ 523

El es el pensador grave y austero;


El amigo de Bentham erudito;
De nuestra cara Patria, honor y lustre;
El que su nombre eternizó el primero,
Y el que, escuchando de su pueblo el grito,
De Dibertad el Acta escribió ilustre !

FRANCISCO MORAZAN

El es el semidiós de nuestra historia,


Que, cual un nuevo Homero, con su espada
Escribió la epopeya de otra Iliada
Y se bañó en los lampos de la gloria.

Paladín inmortal que la victoria


A su genio mantuvo esclavizada
Y de laurel la frente coronada
Vive del pueblo en la feliz memoria.

Duchar con la reacción fué su delito;


Fué unir á Centro-América su anhelo;
Mas el triunfo esquivóle al fin la suerte;
Y recorrió el vía crucis del proscrito;
Y cuando pudo redimir su suelo,
Mártir excelso, fué un Tabor su muerte !

JOSÉ TRINIDAD REYES

Devita inmaculado, cuya vida


Fué de virtud y austeridad modelo;
Su palabra doquier brindó consuelo
Porque fué cariñosa y fué sentida.

De Teócrito y Virgilio, siempre unida


Da dulce inspiración tuvo en su anhelo;
Y fué para los hijos de este suelo
Providencia feliz, alma querida.

Da vida de los campos placentera


Supo cantar con fácil caramillo
Describiendo el amor de los pastores;
Sus églogas é idilios forman era:
524 HONDURAS LITERARIA

Fueron la dicha del hogar sencillo


Y hoy su nombre inmortal cubren de flores !

JOSÉ TRINIDAD CABANAS

Valiente entre valientes, fué sincero


Patriota, ciudadano esclarecido;
Y nadie mejor que él ha merecido
Compararse á Bayardo el caballero;

Porque fué, en realidad, como guerrero


El adalid más noble y bien nacido,
Que aun no triunfando, de laurel ceñido,
Siempre aclamado se miró el primero.

Jamás en los peligros del combate


Trepidó su valor, ni su hidalguía
Pudo verse pospuesta ni humillada;
Porque fué un corazón que altivo late,
Una alma grande que al honor se fía
Y la más pura y refulgente espada !

DESPUÉS DE LA LECTURA
DEL INFIERNO DE D A N T E ALIGHIERI

Por tu sublime espíritu guiado,


Como tú por la sombra bienhechora
De Virgilio, en tu Infierno he penetrado.

Con sed de lo insondable abrasadora


Y el alma por lo eterno sacudida
T e he seguido con ansia, hora tras hora.
JOSÉ ANTONIO DOMÍNGUEZ

Y de la Obscura Selva do la vida


Se extravía, he bajado hasta la puerta
De la Ciudad Doliente y maldecida.

Aun su inscripción fatal en mí despierta


Honda desolación: allí, implacable,
Del que entra he visto la esperanza muerta

Y he sentido en mi ser el espantable


Vértigo que despuebla lo infinito
Y en su lugar coloca lo execrable

De Beatriz el espíritu bendito


Evocas en tu ayuda, y sus amores
Llevan tus pasos al final prescrito.

Su virtud, noble egida en tus terrores,


Me da aliento, y contigo los impuros
Antros visito de expiación y horrores.

Y pasan como en mágicos conjuros,


Asombrando mis ojos, los tormentos
Y los suplicios del culpable, duros.

Y escucho sus sarcasmos, sus lamentos


É irónicas blasfemias: tras el crimen
Veo estallar los hondos sufrimientos:

La desesperación de los que gimen,


La rabia y el dolor que nadie calma,
Las penas que con nada se redimen.

Y helada y muda de pavor el alma,


Espectros miro entre la niebla obscura
Cuantos hollaron de virtud la palma.

De Francesca y Paolo veo impura


Da lujuriosa escena repetida,
Del placer despertando en la amargura.

Y muchas sombras más: allí se anida


Fariuata acostado en tumba que arde
De que alzarse no puede: alma perdida !
526 HONDURAS LITERARIA

Fiero, á Beltrán de Born se ve más tarde


Tronchada la cabeza andar sin tino,
Cómo quien fué de la discordia alarde.

Después ¡ cómo seguirte en tu camino !


Un fantasma nos muestras, monstruo huraño
Que devora á sus hijos: Ugolino.

Y el pasmo no concluye: inmenso, extraño,


De tu poema esbozas las creaciones
Con colorido tal que no es engaño.

T ú evocas como nadie las visiones


¡ Oh, Dante sin igual! T u genio crea
El mundo de lo ignoto. T ú te pones

Sobre la humanidad con roja tea


Y alumbras el arcano sempiterno
Tras que la mente lucha y forcejea.

T ü obra colosal no es ilusoria:


Quien te lea no duda que hay Infierno;
Pues sabe que el infierno está en la historia
Que á los malos condena en juicio eterno,
Y á los genios cual tú les da la gloria.

1892.

IDEALISMO

A h ! no rompáis de la ilusión el prisma,


No despojéis de su espejismo á el alma,
No introduzcáis de la impureza el cisma,
No le arranquéis al corazón su calma:
Ved que la torpe realidad abisma,
Ved que le quita á la virtud su palma,
JOSÉ ANTONIO DOMÍNGUEZ

Ved que el arcángel del amor destierra,


Y, la existencia convirtiendo en duelo,
Hace un erial de la fecunda tierra,
La fe destruye y aniquila el cielo !

II

No deis jamás oídos


A esa fatal y mísera teoría
Que la materia endiosa
Y eleva sobre el alma los sentidos;
No prefiráis la prosa á la poesía
Cuando es triste la prosa
Y mata el entusiasmo y la armonía.
No echéis al fango todas las creaciones
Que adornan la existencia;
Abandonad del polvo los rincones,
No enturbiéis el cristal de la conciencia,
Dejad las ilusiones
Que forman nuestro orgullo y nuestra creencia.
Ved que algo es lo ideal: numen divino
De soberana esencia
Que embriaga el corazón y abre el camino
Que va tras algo hermoso y algo grato.
No importa que en la vida transitoria
En que todo es ingrato
Sean humo el amor y humo la gloria.
Ya que el mundo es escoria
Desviemos de él los ojos y extasiada
Fijemos la mirada
En las visiones que la mente crea.
Si somos en lo real tan infelices,
Aunque el ideal una mentira sea,
Pues nos hace felices,
Gocémonos en él y el mundo vea
Que sabemos vivir á nuestro modo
Y de placer lo revestimos todo !

III

Es tan dulce soñar ! Tal embeleso


Se siente en lo que no es, que el alma ansiosa
Anhela el casto beso
523 HONDURAS LITERARIA

De la ilusión, aunque mentida, hermosa,


Y contemplar no osa
La torpe realidad fría y adusta.
Si el hombre no soñara
Cuanto le halaga y gusta,
De su desgracia ante la saña injusta,
Ha siglos que en la tierra no alentara.
Es lo ideal el suspirado cielo
Que Dios al hombre ha dado
Para que encuentre á su dolor consuelo.
Infeliz del que sólo ha coutemplado
Da aspereza del mundo y su miseria,
Y nunca se ha elevado
En las alas sutiles de su anhelo
De lo sublime en pos ! Que la materia
Es sombra de la vida
Y el ideal es luz: alba querida
De cambiantes fulgores,
Antorcha bendecida
Que irradia los amores
Y que nos hace contemplar de flores
Da existencia vestida:
Encantada linterna
De mágicos, magníficos mirajes
Que al corazón hechiza
Y le hace ver de la beldad eterna
Reflejos y celajes:
Lampo de lo increado, la sonrisa
De los ángeles pura,
Cuanto brilla y fulgura,
Cuanto á través del cielo se divisa !

IV

No matéis lo ideal; no más cinismo:


¿ A qué estrechar el alma en tan pequeños
Círculos de egoísmo ?
Dejad que en la azulina lontananza
Del cielo de los sueños
El alma se despliegue.
Dejad que nos arrulle la esperanza
Con sus cantos risueños.
JOSÉ ANTONIO DOMÍNGUEZ 529

Dejad que lo ideal al pecho llegue


Y cuando sufra que le dé bonanza
Y cuando goce en el placer le anegue.
Que su fulgor nos llame
Siempre como un imán tras de lo bello:
Que nos brinde ventura:
Que el corazón sus espejismos ame;
Que ilumine nuestra alma su destello
Y que en pos de la altura
Nos haga ver de lo sublime el sello !

Septiembre de 1892.

EL ALMA EN PRIMAVERA

En el azul celeste de mi alma,


Donde irradiaban puras las estrellas
Como flores de lis de áureos reflejos;
Y la luna, esa pálida princesa
Que en su góndola boga, parecía
Derramar con su luz llanto de perlas:
Y el éter silencioso y transparente,
Nubes de nácar y ópalo, ligeras
Surcaban apacibles, como sueños
Que se esfuman y pierden en la niebla..
En ese campo azul, vago y tranquilo^
Palio que cubre de la edad primera
E l tesoro castísimo, inefable,
Que forma un paraíso de la tierra:
Mundo encantado de batir de alas,
Dulcísimo perfume de violetas,
Rumoreos de nido y de follajes,
Visiones cual de vírgenes angélicas
Y cadenciosos, rítmicos latidos
Del corazón que como un arpa tiembla.
T. II.-34
S30 HONDURAS LITERARIA

En esa comba de zafiros, donde


El pensamiento plácido navega
Sin objeto ni fin, como perdido
Tras yo no sé que idealidad excelsa
De mágicos destellos: de improviso,
Como explosión flamígera y sidérea
De claridades y esplendores de Orto,
Que en vivos lampos inflamó la esfera
Y en róseas tintas coloreó el espacio,—
Extendiendo su clámide auri-espléndida,—
De un nuevo sol la refulgente aurora
Sonriente apareció, cual si surgiera
Una nueva creación dentro del alma
Y entonaron sus líricas endechas
Eas aves de los bosques; susurrante
Ea brisa discurrió por la floresta,
Arrullos despertando entre los nidos;
Entreabrieron sus pétalos de seda
Eas flores del verjel, como extasiadas,
Enviándose unas á otras, tremulentas,
Sus besos en perfume; gotas de iris
Temblaron, cintilantes, en la yerba;
" Eos invisibles átomos del aire,"
Como encendidos por la lumbre regia,
Cual diamantinas chispas abejearon;
Y la sangre corriendo entre las venas,
Cual si de presto se trocara en lava,
Enardecida por la llama intensa
De aquel astro con rayos de topacio,
Rebosando de savia y vida nueva,
Del corazón al corazón fluía,
Que á la embriaguez de la ilusión primera,
Feliz, enajenado y palpitante
Se despertó por fin. ¡ Hora suprema
De encanto y bendición ! mi mente loca,
Cobrando alas, vigor y rauda fuerza,
Como águila caudal alzó su vuelo
Y remontóse á la región eterna
De donde manan todos los deliquios,
La sacra inspiración de los poetas,
El temblor musical de los arpegios,
Los azulados sueños que enajenan
JOSÉ ANTONIO DOMÍNGUEZ 531

Y todo lo que ardiente ó fascinante


De sin igual dulzura el alma anega !
De aquel sol á los rayos brilladores
Transformóse mi ser, mi vida entera
Se abrasó con su luz,, dentro mi alma
Se abrieron perspectivas halagüeñas,
Y dentro el corazón entusiasmado,
En brotes de inmortales florescencias,
Luminosas y aladas rebulleron
Miríadas de ilusiones hechiceras;
Y sentí, estremecido, levantarse
Dentro de mí, como en ardiente hoguera,
Deseos no sentidos, ignorados,
Ansias desconocidas y secretas,
Toda la sed de la pasión, la fiebre,
Da fiebre del placer, que, audaz y férvida,
Inundó mi cabeza de espejismos
Y trastornó de sueños mi cabeza
A h ! yo anhelaba entonces con locura,
En ansiedad de goces nunca llena,
Para encantar el yermo de mi vida,
De dichas y de glorias un poema;
El ánfora divina de los dioses,
Colmada de ambrosías y de néctar;
Del insondable amor nunca agotado
I^a fuente cristalina y siempre tersa;
Torrentes de placeres y dulzuras,
Oleadas de efusiones sempiternas,
Y para colmo del ardiente vértigo
Que consumía mi existencia entera,
Un cáliz desbordado é inacabable
De inmortales delicias y ternezas,
De suspiros, de lágrimas y besos,
De caricias celestes y supremas,
De exquisitas fragancias y de efluvios,
Cual de ángeles cruzando por la tierra!....

¿ Qué sol era aquel sol que así esplendía


En mitad de mi vida antes serena ?
¿ Qué sol era aquel sol que de repente
Me deslumhraba con su lumbre espléndida ?
¿ Qué sol era aquel sol ? Era el divino,
532 HONDURAS LITERARIA

Dorado sol, que al irradiar incendia


El joven corazón, y á cuyo influjo
Brota el amor, que con su cauda regia
Por el cielo del alma, como un bólido
Atraviesa fugaz y centellea:
Era el sol germinal de los amores
Que al despuntar la juventud risueña
A su alcázar venía, porque el alma
Exuberante estaba en Primavera !

Tegucigalpa: 1894.

P A R A UN CUADRO

Frente á la verja que el recinto cubre


Del extenso arbolado de la quinta,
Cuyo paisaje espléndido subyuga
Al corazón lo mismo que á la vista;
Bella, con la hermosura de una sílfide
Y espiritual como la gracia misma;
En actitud contemplativa y honda,
En el espacio absortas las pupilas,
Y el pensamiento, pájaro invisible,
Flotando en la región de las delicias;
Ved á Cora, la niña de ojos garzos,
De esbeltísimo talle y de faz linda,
Que el césped huella con su planta breve,
Encantadora cual campestre ninfa.

Miradla en su inefable desvarío


Cada vez más hermosa y atractiva;
Con su traje blanquísimo de nieve
Salpicado de azules florecillas;
JOSÉ ANTONIO DOMÍNGUEZ 533

A su cintura con donaire atado


Un listón amplio de color de lila;
Sueltos á sus espaldas los cabellos
Que ondean á los besos de la brisa;
Sobre su sien el sombrerito alado
De pajilla de Italia y plumas gríseas;
Y en sus pulidas manos enguantadas
Con guantes de sedosa cabritilla,
El abanico rojo con que juega
Y al rubí de sus labios aproxima.

Del sol poniente los oblicuos rayos


A través de los árboles cintilan,
Y un haz de sus madejas luminosas
Surca la frente de la dulce niña
Y corona el cerquillo de sus bucles
Con nimbo de oro que irradiante brilla;
Y una paloma que del nido vuela
No sé si deslumbrada ó sorprendida,
Creyéndola tal vez inmoble estatua,
En su hombro de cisne se reclina: —
En tanto, con hierático respeto
Naturaleza en calma no suspira
Y silenciosa ofrece un cuadro vivo
Al toque del pincel ó de la lira.

INFELICIA

Se advertía en su rostro pensativo


Esa huella imborrable, y prematura
Que el infortunio deja en los que abriga
Con su pañal de sombras en la cuna.
534 HONDURAS LITERARIA

Se advertía en su porte y en sus actos


Esa secreta, indefinible angustia
Que da tinte sombrío á las ideas
Y los espacios de la vida anubla.

Se dejaba entrever en su sonrisa,


Sarcástico disfraz de la amargura,
Y o no sé qué dij érase que su alma
Se sumergía en piélago de brumas.

Se comprendía en su palabra extraña


El eco de sus ansias más ocultas,
Y el tropel de sus locos pensamientos
Acosados sin tregua por la duda.

Se adivinaba en todo su conjunto,


Que la desgracia bosquejó fecunda,
Ea nostalgia terrible de algún astro
Condenado á eclipsarse en la penumbra.

Había, en realidad, algún misterio,


Algún arcano de inquietud profunda,
Que arrojando contrastes en su espíritu
Le destrozaba el corazón con furia

II

Así lo conocí: de aspecto triste


Casi siempre; risueño casi nunca;
Forjando en su cerebro mil quimeras,
Pero, infeliz, tronchándolas una á una.

Así lo conocí: rodeado siempre


Por la prosaica realidad; y en lucha,
En lucha pertinaz por los ideales
Que el mundo enloda y destruir procura.

Lo recuerdo muy bien: decepcionado,


Eterno visionario; siempre en busca
Ue la mitad de su alma que faltaba
Para integrar la que alentaba trunca.

Anhelando él reposo y no la dicha,


Como un proscrito á la humanal fortuna;
JOSÉ ANTONIO DOMÍNGUEZ 535

Y aspirando imposibles y soñando,


Soñando siempre con febril locura.

De su romanticismo en la neurosis,
¡ Cuántas veces de su arpa gemebunda
Das notas al brotar se entrecortaban
Por el sollozo de una pena oculta !

¿ Qué suerte le esperaba ? No era incierto


Augurar cuál sería: en su faz mustia
Revelábase el pálido suicida
Sonriendo con fruición ante las tumbas.

III

Do ignoto le atraía: el precipicio


Que abría ante su pie su boca obscura
De llenaba de vértigos la mente,
De impelía á caer con fuerza ruda.

Como en el mar la tempestad, rugieron


Das pasiones en él: copos de espuma,
Sus sueños de color rizaba una ola
Y otra las sepultaba con bravura.

El vicio tentador, la faz risueña


Y en la mano empuñando copa ebúrnea,
El engañoso absintio le ofrecía
Para aturdir con él sus amarguras.

Y en los festines locos de la orgía,


Donde la luz de la razón se turba,
Rindió culto al placer de los sentidos
Y trasformó en bacante su aérea musa.

Amó la realidad de la materia


Con el amor sensual; y ante la impura
Mesalina de plásticos contornos,
Psyquis la espalda le volvió confusa.

Y fué de entonces semidiós caído


Del olímpico trono de su altura
Que abatiendo sus alas por el cieno
Se degradaba en la social baraúnda.
536 HONDURAS U'í/IÍRARlA

IV

Su espíritu infeliz, vivo destello


De flamígera antorcha de luz pura,
Velábase entre sombras como un astro
Que desciende al ocaso envuelto en brumas.

Flaqueaba su razón; y algunas veces,


Cual si estuviera loco, horrible duda,
Como áspid se enroscaba á sus ideas,
Cada vez menos claras y más turbias.

Su pensamiento claudicando triste,


Languidecía en vacilante umbra
O se agitaba en torbellino raudo
Como un espectro que á la vida pugna.

El manicomio odioso, su silueta


Proyectaba espantosa pero muda,
Y, muerto para el mundo, presagiábale
Aun más siniestro horror que el de la tumba.

¡ Y pensar, y pensar que su alma ardiente,


Águila destrozada en cruenta lucha,
Se hundiría bien pronto en la vorágine
De la fatalidad negra y profunda !

Oh ! era mejor morir, morir cien veces


Antes que soportar suerte tan cruda:
Resignado sentíase para ello:
Era inútil luchar con la fortuna.

Y una mañana gris, como son siempre


Las horas del tormento ó de la angustia,
Contra sus sienes disparando un arma,
Despidió al mundo y saludó la altura !
JOSÉ ANTONIO DOMÍNGUEZ 537

ENCAJE

Me agrada el plasticismo de la forma,


La corrección de líneas del trasunto,
La muelle morbidez de los contornos
Y el relieve curvado de los músculos;
La frígida expresión de los perfiles
Que animados parecen y están mudos;
El tesoro adormido de las gracias
Y el nevado candor, casto y desnudo;
Que en el bloque de mármol transformado
Al golpe del cincel, diestro y fecundo,
Ostenta la estatuaria en la flamante,
Radiosa encarnación de un cuerpo ebúrneo:
¡ Como que tiene la materia tosca
Un resplandor de lo divino oculto,
Que sorprende la mano del artista
Y lo presenta deslumbrante al mundo !
¡ Como que existe un fondo de hermosura,
De santidad y sensualismo puro
Que, como alma de todo lo terreno,
Emerge alado, incitador efluvio !
La armonía que ondula y cabrillea,
Acaricia al contacto y tiembla al pulso,
Y con su hechizo lánguido que arroba,
Tienta al deseo y predispone al culto !
538 HONDURAS LITERARIA

CIENCIA Y A R T E

COMPOSICIÓN LEÍDA EN LA INAUGURACIÓN DE " LA J U V E N T U D HONDURENA "

Cuando en el vasto campo de la ciencia


O en la esfera magnífica del arte,
Entusiasta y febril, con la vehemencia
Que su audacia le inspira,
Ea juventud tremola su estandarte,
Enciende como sol su inteligencia,
Y ansiosa del laurel de la victoria,
Cuyo esplendor aspira,
Se apercibe á las justas del talento
Y se embriaga de triunfos y de gloria:
Es grande su misión, noble su intento;
Hay sello que da lustre á su destino,
Y merece encontrar en la jornada,
Si no el aplauso que le infunda aliento
Y acorte su camino,
Ea emulación que le alza de la nada !

*
La juventud es águila potente
Que no ha tendido todavía el vuelo,
Pero que puede remontarse al cielo
Y en lumbre sideral bañar la frente.
Dadle aire, luz y espacio: esto es bastante,
Y la veréis, á impulsos de su anhelo,
Ansiosa y arrogante,
Escalar de improviso
La cúspide escabrosa y dominante
Donde la diosa del saber sus dones
Prodiga á los mortales con su hechizo
De magnas y supremas concepciones:
La ilustración radiosa
Que todo lo esclarece y dignifica;
JOSÉ ANTONIO DOMÍNGUEZ 539

El juicio filosófico y profundo


Que verdades eternas comunica;
El concepto elevado en que rebosa
La ardiente savia de un ideal fecundo;
La elocuencia sublime
Que, arrolladura, su poder imprime,
Alma de fuego que estremece al mundo;
La intuición soberana
Que, al brotar de la sien, asombra el labio;
Y, tempestuoso, el verbo de la idea
Que en condensar se afana
El pensamiento colosal del sabio,
Que á un tiempo brilla, abrasa y centellea !

Dadle aire, luz y espacio: esto tan sólo,


Y la veréis, sedienta por lo bello,
Devantarse con vuelo soberano
Al Olimpo de Apolo,
Donde las musas, con astral destello,
Vierten sobre las sienes del humano
Da incomprensible magia que fascina:
El numen prodigioso
Que exalta y llena de entusiasmo el alma
En dulce arrobo, en asunción divina;
El estro indefinible y luminoso
Que hace surgir el pensamiento en calma
Flamante, osado y á la vez hermoso;
Da inspiración suprema
Que, cual toque de luz, esculpe y quema
Y es la sola potencia creadora;
Da armonía cadente,
Temblante, arrulladora,
Que en diapasón dulcísimo y creciente
Su cascada de perlas evapora;
Y el ingenio pujante
Que á los fulgores del ideal aduna
Todo el caudal de un corazón amante
De levantados sentimientos cuna: —
Para verter su inacabable hechizo,
Reflejo sin igual del Paraíso,
Del Poeta en las maguas producciones
540 HONDURAS LITERARIA

En que ora canta, ó apostrofa, ó gime;


Del pincel y el buril en las creaciones,
De madonas seráficas trasunto;
0 en la gama sublime
Del arte musical, que encanta, oprime
Y eleva al cielo: seductor conjunto
De aladas y celestes vibraciones !

Allanad su sendero de algún modo,


Para que pueda ser sobre la tierra
La encarnación de todo
Lo que le toca ser: cuanto se encierra
En el abismo obscuro
Del misterioso campo del futuro;
Cuanto brilla y fulgura,
Cuanto de noble y libre se alza grande,
Cuanto mira á la altura,
Cuanto palpita de inefable y bueno,
Cuanto en el mundo del saber se expande,
Cuanto del arte en la extensión se agita;
Porque la juventud lleva en su seno,
Lo mismo que la nube el rayo ardiente,
El ansia por la luz que es infinita,
Y el germen bendecido,
Sublime, indeficiente,
De un porvenir mejor, indefinido;
Y por eso es que, ansiosa y con orgullo,
Heraldo del progreso se proclama;
Une al destino de su patria el suyo
Y marcha con tesón, marcha adelante,
Presintiendo victoria
Y en busca de la fama,
Extendiendo á los aires su oriflama
¡ Alma de niño y corazón gigante
Que arrullada se siente por la gloria !

La ciencia: antorcha que ilumina el mundo,


De la verdad mostrando los arcanos,
Es como nuevo Génesis fecundo
Que la creación completa;
JOSÉ ANTONIO DOMÍNGUEZ 541

Que engrandece y transforma á los humanos,


Que ensancha su horizonte, y su destino
Llena de gloria con afán profundo:
Pone el rayo flamígero en sus manos
Que al capricho de Franklin se sujeta;
Hace cruzar el piélago marino
A Cristóbal Colón, nuevo profeta
Que de este otro hemisferio abre el camino;
Demuestra á Galileo
Do que antes ignoraba Tolomeo:
Que la Tierra se mueve y que gravita
Al rededor del Sol, eterno foco
De atracción infinita;
A Fulton, genio que parece loco,
Bajo el peso abrumado del talento,
Para surcar el mar como lo anhela,
De hace construir el formidable invento
Del vapor, esa máquina que vuela;
A Guttemberg revela
De la Imprenta el prodigio que aun asombra
Y que guarda y trasmite el pensamiento
De una edad á otra edad, y entre la sombra
Va y esparce la luz. Da ilustre ciencia
Es la que viene transformando al hombre
Desde los tristes tiempos del pasado
Al ciclo medioeval; y con su influencia,
Da que de gran renombre
Y de conquistas loables ha llenado
Entre todos los siglos al presente:
El hombre primitivo
Que doblaba su frente
A la naturaleza como un paria,
Ya no yerra en la selva solitaria
Ni es de nada cautivo;
Y puede osadamente y con orgullo,
Ostentar en sus sienes, la corona
Que su grandeza olímpica pregona,
Porque lo creado y cuanto existe es suyo !

Pero mirad el arte;


Contemplad las bellezas que resume:
542 HONDURAS LITERARIA

Tesoro inagotable que reparte


Convertido en esencia y en perfume,
En color, armonía y canto y nota
Que hermosamente brota
Y llena de esplendores
El carmen de la egregia fantasía
Que empapada de luz y poesía
Hace estallar el corazón en flores.
El arte es la magnífica presea
Que da la humanidad como tributo
De excelsa aspiración: lo que aletea
Y sobrenada, en fin, como atributo
De los privilegiados del destino:
Homero con su Iliada y su Odisea;
Virgilio con su Eneida incomparable;
Y Dante, el florentino,
Con su Infierno sublime y espantable;
Calderón con la magia de sus dramas;
Con su Quijote el Manco de Lepanto;
Lord Byron con sus cruentas ironías,
Con su divino cauto
Y la explosión de su cerebro en llamas;
Lamartine con su acento
De dulces y celestes armonías;
Y ese genio titánico, opulento,
Enemigo inmortal de todo yugo,
Universal portento
Que se llamó en el mundo Víctor Hugo !

El arte es Miguel Ángel y el Ticiano,


Rafael y Murillo,
Que al Sol robaron su esplendente brillo
Para pintar, con mágicos pinceles,
El contorno extrahumano
De sus cuadros divinos.

Praxiteles
Y Fidias y Canova,
Modelando en el mármol la figura
Radiosa y soberana
De una Venus helénica que arroba;
Beuveuuto Cellini
JOSE ANTONIO DOMÍNGUEZ

Grabando en un botón de filigrana


La inmensa miniatura
De un Dios que maravilla.

El grau Rossini,
Meyerbeer, Beethoven y Bellini,
Que en sucesión triunfal y polifónica
Inundaron el orbe de armonías
Con sus incomparables sinfonías
Y con su ritmo y su cadencia eufónica.

El arte es la belleza,
Como es la ciencia la verdad. El hombre
Que ambiciona y que busca la grandeza,
Da gloria y el renombre,
Tan sólo en su regazo halla la fuente
En cuyas ondas al bañar la frente
Del negro olvido ha de salvar su nombre !

La juventud que ahora,


En nuestra Patria, altiva se levanta
Y á seguir esa senda se adelanta,
Es digna de ser grande y triunfadora.
Ojalá que en los campos del futuro,
Con la luz de la ciencia que atesora
Y al influjo del arte, con el puro
Sentimiento supremo del civismo,
Levantando á su Patria del abismo,
Donde ha sufrido tantas amarguras
Por ruines y desleales,
Al coronar sus sueños ideales,
Entre efusiones puras,
Sean sus lauros en honor de Honduras,
Recuerdos iumortales
Que guardará la historia en sus anales !

ucigalpa: n de junio de 1 8 9 4 .
544 HONDURAS LITERARIA

FULGORES

¿ En dónde está el audaz que en su osadía,


Del astro-rey del día
Pueda ver frente á frente el ígneo rayo,
Sin que al instante no le ofusque el fuego,
Y débil, casi ciego,
No le deje entre sombras y desmayo ?

Tan solamente al águila altanera


Que á la cerúlea esfera
Se remonta feliz, con raudo vuelo,
Ee es dado ver al sol de lo infinito
Y clavar'de hito en hito
Eas pupilas en él, con vivo anhelo !

*
¿ En dónde está el pigmeo agigantado
Que pueda embelesado
Contemplar de la gloria los fulgores,
Sin que al instante su radiosa lumbre
Sus ojos no deslumbre
Y de la noche le hunda en los horrores ?

*
Tan solamente al genio, águila humana
Que en escalar se afana
Ea región infinita de la idea,
Ee es dado contemplar por el destino
El resplandor divino
De la gloria, astro-rey que centellea !

1894.
JOSÉ ANTONIO DOMÍNGUEZ 545

LA PERLA

Por la belleza artística atraídos,


Se hallaban una noche reunidos
En la risueña sala de una actriz
Varios nobles, burgueses y banqueros,
Y , ofuscado entre tales caballeros,
Un poeta inmortal, pero infeliz.

Ea reina del proscenio se mostraba


Sobre un diván soberbio, y cautivaba
Por su hechizo y su gracia singular,
Ostentando además aquella noche,
Sobre el ebúrneo pecho, en áureo broche,
Una joya magnífica y sin par.

Era una hefmosa y reluciente perla


Que hubieron todos de admirar al verla,
Ponderando su brillo y su valor,
Al grado que la dueña del tesoro:
" Ea subasto," exclamó: " quien dé más oro
Podrá ser en seguida el poseedor."

Y crecían las sumas y crecían,


Y posturas enormes sucedían,
No cesando un instante de ofrecer;
Y la perla valía una fortuna
Como jamás pudo costar ninguna,
Pero nadie llegábala á obtener.

Uno sólo entre aquellos circunstantes


Permanecía absorto como antes,
Sin atreverse á proponer quizás:
El pálido poeta, el de los versos
Sentimentales, armoniosos, tersos,
Rico por sus ensueños nada más.
546 HONDURAS LITERARIA

Su silencio al notar, dijo la bella:


" Sólo vos nada me ofrecéis por ella:
¿ No tenéis por ganarla aspiración ? ' '
Y el poeta repuso, — despertando
Como de un sueño, — c o n acento blando,
'' ¿ Queréis por esa perla el corazón ? ''

"Aceptado ! " exclamó con alegría


La predilecta alumna de Talía:
" Vuestra es la joya: habéis triunfado, sí ! "
Y provocando envidias y rencores,
El divino cantor de los amores
Fué el más feliz y afortunado allí.

LA GUITARRA

Oh reliquia vibrante de lo pasado !


Oh manantial perenne de la dulzura !
Oh instrumento armonioso, nunca olvidado !
Oh confidente ingenuo de la ternura !

De tus cuerdas, heridas con roces suaves,


Bajo la mano emergen alados sones,
Cual si, al romper del alba, canoras aves
Preludiaran un coro de sus canciones.

T ú traduces fielmente cuanto en el alma


Es placer ó tristeza, dicha ó congojas;
Conmociones, deliquios, raptos de calma,
Ruido de alas y besos, de brisas y hojas.

Se compendia en tu ritmo, por varios modos,


La policroma escala del sentimiento:
T u armonioso lenguaje lo entienden todos;
Siempre arroba ó conmueve tu dulce acento.
JOSÉ ANTONIO DOMÍNGUEZ 547

T ú avasallas el mundo que se embelesa


Y ante tu regio encanto la frente inclina,
Ya en el palacio vibres de la princesa
O en el hogar do mora la campesina.

Mientras los corazones, como un aviso,


Sientan de la esperanza gratos murmullos,
Florecerán tus notas con el hechizo
De un volador enjambre lleno de arrullos.

Tií despiertas dormidos castos ensueños


Que su perfil esbozan en lontananza,
Y derramas el filtro de los beleños
Cuando al gemir te juntas de una romanza.

T ú , en las bullentes juergas más populares,


Tienes los bordoneos de risas locas,
Mientras el aire atruenan recios cantares
Que en su entusiasmo vierten líricas bocas.

Tú, en las volubles danzas á que se entrega


L,a muchedumbre alegre, rauda y festiva,
Marcas con tus compases la dulce brega
De los talles que ondulan con gracia viva.

T ú tienes el salero y el desparpajo


Del amor que chispea, lleno de ardores,
Entre la ardiente moza y el joven majo,
Gárrulos de palabras y de colores.

T ú presides el fausto de los placeres


De las almas que liban dichas reales,
Y en perspectiva finges á tristes seres
Quimeras tan hermosas como ideales.

T ú evocas los recuerdos más bendecidos


De marchitadas glorias y goces puros,
Y todo un mundo surge de tus sonidos,
Como al mágico ensalmo de los conjuros.

T ú eres el lenitivo que halla á su pena


El pobre enamorado que desconfía,
Y á tí tan sólo hermana su cantilena
Por ver si ablanda el ceño de suerte impía.
548 HONDURAS LITERARIA

T ú , en las azules noches de blanca luna,


Acompañas y llevas la serenata
Del trovador insomne que sin fortuna
Canta bajo los muros de alguna ingrata.

Tú, por doquier, esparces con tus gorjeos


Una atmósfera tibia, plácida y riente,
Saturada de arranques y devaneos
Y llena de locuras y de ansia ardiente.

T ú descuellas radiante, gentil y airosa,


Cuando tu débil caja, como en un trono,
Sobre el regazo imprimes de alguna hermosa
Que de pulsar tus cuerdas tiene el buen tono.

T ú eres el consejero tierno y amable


Del amor que se calla, casto y sublime,
Porque tus discreteos, más adorable
Tornan al ser amado por que se gime.

T ú eres la eterna clave de la dulzura,


El bienhechor consuelo de la desgracia,
Da promesa elocuente de la ventura
Y el vocero chispeante de toda gracia.

T u imperio abarca el mundo de la belleza;


T u cetro no decae, nunca declina,
Ya en el palacio vibres de la princesa
O en el hogar do mora la campesina.

Y en tanto que en los pechos, como un aviso,


Ritmen de la esperanza gratos murmullos,
Florecerán tus uotas con el hechizo
De un celestial enjambre lleno de arrullos.

Diciembre de 1894.
JOSÉ ANTONIO DOMÍNGUEZ 549

SIDERAL

Oh ! ved cómo la noche se atavía


Con su cerúleo manto salpicado
De sideral temblante orfebrería,
Y más hermosa que la luz del día
Muestra de sus hechizos el tocado !

Ved cómo se estremece y se abrillanta


La límpida extensión del horizonte;
Un rumor como de alas se levanta
Y con sublime palidez que encanta
La luna surge del azul de un monte !

Ved cómo en mate resplandor que albea


El espacio se inunda, y de improviso
Cuanto en redor se mira se hermosea,
El pensamiento alado se recrea
Y la tierra simula un Paraíso !

No sentís en el alma al casto beso


De esa radiosa y argentada lumbre,
Como de una ilusión el embeleso
Que os hace ver en inefable exceso
De la dicha del cielo una vislumbre ?

No os parece sentir como que brota


De allá del corazón, sensible y pura,
Una suprema, inolvidable nota
Que arrulla vuestros sueños con ignota,
Romántica y dulcísima ternura ?

No os embriaga el cantar de una esperanza


Que endulza ó que suaviza los dolores
Y en transportes de vaga venturanza
Os finge en la azulina lontananza
Ansias, recuerdos, idealismo, amores ?
HONDURAS LITERA RÍA

¿ Vuestro espíritu inquieto no desliga


Los lazos que le juntan á la tierra,
Y ave de luz á quien el mundo hostiga,
A las estrellas y al azul se liga
Y por los campos siderales yerra i

Es que la noche cuando el velo extiende


De sus misterios, tórnase en santuario
En donde absorta el alma se suspende,
Porque en sus aras el amor enciende
El sublime fanal de su sagrario !

FILIGRANA

Estrella de lo ideal que mi alma guías,


No te extingas jamás Que tu luz siempre
Me dé su resplandor !

T ú has alumbrado,
En el espacio azul de mis quimeras,
Mis pasados ensueños de ventura,
Cuando, con santa fe de adolesceute,
Virgen el corazón á la desgracia,
Y sin temer dolores sobre el mundo,
Mi paso adelantaba por la vida,
Presintiendo doquier, ante los ojos,
Da imagen del placer !

T ú has presidido
El despertar dulcísimo y risueño
De mis amadas ilusiones de oro,
Cuando, con ansia delirante y loca,
Buscaba lo que no hallo todavía,
JOSÉ ANTONIO DOMÍNGUEZ 551

El soto bendecido, el fresco oasis


Donde anidan los éxtasis supremos,
Los deliquios sublimes y el arrullo
Del amor inmortal !

A tus fulgores
Has hecho florecer á mi esperanza
Con las flores más bellas y fragantes.
Salpicando de dichas mi camino
Y haciéndome sentir dentro del pecho
Y o no sé qué ternura melodiosa,
Y o no sé qué emoción inexplicable,
Como el beso sutil de hada invisible
Que anuncia el porvenir !

T ú has sido el faro


Que en mis aciagas noches de tristeza
Ha brillado con pálidos destellos,
Serenando las olas encrespadas
Do el pensamiento boga combatido
Por austro de nostalgias y pesares,
Atribulado y solo, sin que el mundo
Le brinde algún consuelo en su congoja
De incomprensible afán !

T ú lias contemplado,
) En mis obscuras noches de tormenta,
La fúnebre visita del espectro
Que mata la ilusión y la esperanza
Dejando el corazón yerto y vacío,
Mientras clava su garra el desengaño
Y se amontonan nubes tempestuosas
En el cielo tranquilo del espíritu
Herido del dolor !

T ú has sido el ojo


Que ha derramado lágrimas sinceras,
Cuando la duda escéptica y sombría,
Desquiciando mis creencias más amadas,
Me ha lanzado á los trágicos abismos
De penas insondabL-s donde á veces
Ha azotado mi frente el ave negra .
SS* HONDURAS LITERARIA

De lúgubres graznidos y de vuelo


Fantástico y fatal. !

Pero tú siempre,
Ora cerca, ora lejos, has brillado
En mi horizonte humilde cou radiosos
Y argentados fulgores, sin que nunca
T e consiga eclipsar el infortunio,
Como si fueras para mi alma triste
La proyección sublime de los cielos
Sobre el erial desierto de la tierra
Sin flores y sin luz !

Blanca y hermosa
Estrella de lo ideal, estrella mía,
No te extingas jamás ! Que tu luz siempre
Vierta su resplandor dentro mi alma !

DE EMILE DE VOS

Yo amo las bellas flores intocadas;


Las flores cuyo encanto
Se aduna á la pureza; y hasta creo
Que su aroma es más grato
Si no arrancadas, su hermosura ostentan
Sobre su propio tallo.
Dejad las rosas al rosal fragante;
Dentro su nido amado
Dejad los pajarillos que se arrullen;
Dejad en paz los corazoues castos.

¿ En alguua ocasión no habéis tenido


Como un espejo el claro
JOSÉ ANTONIO DOMÍNGUEZ 55J

y profundo caudal de limpia fuente


Cuyo recodo blando
Selva apacible con amor sombrea ?
¿ Vuestra imagen acaso
Alguna vez copiarse no habéis visto,
Como en celeste lampo,
En la pupila de una joven virgen
Que es de sus padres y su hogar encanto ?

Si vuestra alma ha podido enternecerse


Ante lo puro y casto,
Sentido habrá también goce inefable
Al no haber perturbado
La calma de la fuente cristalina
A que brindaba amparo
La selva con amor, ni la paz dulce
Del corazón incauto
De la inocente joven, de sus padres
Orgullo noble y de su hogar encanto !

1896.

FRANCESCA Y PAOLO

Fragmento del Canto V del Infierno, 1.« p a r t e de la D i v i n a Comedia de Dante A l i g h i e r i ,

t r a d u c i d o l i b r e m e n t e de la v e r s i ó n f r a n c e s a de F. L a m e n n a i s

Después que hubo el Maestro hablado en calma


De damas y señores del tiempo ido,
Rara piedad acongojó mi alma,

Y un instante quedé como aturdido.


" ¡ Oh poeta ! exclamé: de buena gana
Hablara á esa pareja que ha surgido,
554 HONDURAS LITERARIA

Y el viento arrastra con su furia insana. "


— " E s p e r a un poco, respondióme, espera
A que se acerquen más, y con voz llana,

En nombre del amor que les trajera,


De las tinieblas al recinto obscuro,
Suplícales: vendrán de esa manera."

Tan pronto como el viento helado, impuro,


Ees hubo hacia nosotros transportado,
Habléles con la frase de un conjuro:

" ¡ Oh, almas en pena ! si no está vedado,


Venid que hablaros con vehemencia anhelo."
Cual palomas que el ansia ha convidado,

Las alas desplegadas y de un vuelo,


A través de los aires, van al nido
Donde reside su sin par polluelo;

Así estas almas que la suerte ha unido,


Por venir hacia nos, del circulante
Grupo salieron que preside Dido,

Por en medio la furia crepitante


De aquel viento otoñal: tan afectuoso
Y fuerte fué mi grito suplicante.

" ¡ Oh, tú, ser compasivo y generoso


Que atravesando el ábrego iracundo
Que impide á nuestras almas el reposo,

A visitarnos vienes, al profundo


Eugar de la expiación para el perverso,
A dos que afrenta fuimos sobre el mundo !

Si nos oyera el Rey del Universo,


Pidiéramos por tí que en paz vivieras,
Ya que te apiada nuestro caso adverso.

T e escucharemos todo lo que quieras


Hablar, y te diremos, si te agrada,
Lo que con noble afán tal vez esperas,
JOSÉ ANTONIO DOMÍNGUEZ 555

Mientras que calla el viento y no se enfada.


La tierra, en donde vi la luz del día,
Por las marinas olas es besada.

Por ella el Po desciende en ancha vía,


Para ir á desaguar plácidamente
Del verde mar en la extensión bravia.

Amor que en todo tiempo fácilmente


Los corazones tiernos ha inflamado
A éste arrebató pérfidamente

Del bello cuerpo que me fué robado


De modo tal que al recordar me abismo.
Amor que veda amar al ser amado

Inspiró á éste una pasión que hoy mismo,


Cual tú lo ves, de mí no se separa.
Amor nos conducía hasta el mutismo.

Caín, que hermana sangre derramara,


Espera á aquel que con furor sangriento
Nuestras dos vidas á la vez segara."

De ellos las frases me condujo el viento.


Cuando á estas almas laceradas hube
Oído, la cabeza con tormento

Incliné silencioso; así la tuve


Hasta que por fin, díjome el Poeta:
"¿ Qué piensas tú ? ¿ qué sombra á tu alma sube ?"

Y o respondí: "¡ Cuánta ilusión inquieta,


Qué ardientes y dulcísimos antojos
Han traído á éstos á la triste meta !"

Después, volviendo á alzar á ellos los ojos


Hablé y dije: " Francesca, tu tormento
Me llega al alma y pártela en despojos.

T u sufrimiento me hace verter llanto;


Pero, no obstante tus pesares, dime:
En la época feliz del dulce encanto
556 HONDURAS LITERARIA

Que con suspiros de placer oprime


El joven corazón: ¿de qué.manera,
Amor en sus impulsos tan sublime,

Os hizo conocer la lisonjera


Fuente de los deseos aun dormidos
Pero ardientes cual sol de primavera ? "

Y respondióme entonces con gemidos:


" ¡ Oh, no hay dolor más grande y más siniestro
Que recordar de tiempos ya perdidos

Las horas venturosas, cuando nuestro


Presente está rodeado de amargura !
Y esto lo sabe bien el que es tu maestro.

Mas ya que tu razón saber procura


De nuestro amor la página suprema,
T e la diré llorando y sin ventura:

Un día por placer que aún hoy nos quema,


En Dancelote con afán leíamos
Cómo se enlaza del amor el poema;

Estando á solas, nada presentíamos,


Confiábamos en todo; muchas veces
Esta lectura extáticos hacíamos:

Se encontraron los ojos: palideces,


Palideces mortales al semblante
Subían en divinas embriagueces;

Oh ! bastaba, no más, un solo instante


Para triunfar de nos. Cuando leímos
Cómo besados por el dulce amante

Fueron los rientes labios, nos volvimos,


Y éste, que por mi suerte audaz y loca
No se aparta de mí desque morimos,

Temblando de pasión besó mi boca.


Galeoto, el libro, fué donde á porfía
Escribimos con sangre que aun invoca,

Y no leímos más desde ese día."!


1894.
JOSE ANTONIO DOMÍNGUEZ 557

ÁBREME

DE UNA BALADA EN PROSA

— Berta ! Berta ! Soy yo. Mira que airado


Me persigue el invierno, y mis vestidos
De nieve están cubiertos

— A h ! ¿ quién eres ?
Desde que el amo abandonó este sitio
Siempre cerrada se miró esta puerta,
Y hasta que él vuelva seguirá lo mismo.
— ¿ Cómo no me has de abrir, alma del alma,
Si yo soy el cuitado peregrino
Ausente tanto tiempo, que al fin vuelve
Cual ave herida á calentar su nido ?
Ábreme, Berta

— No, tú no eres él.


El aroma que escápase al vacío
Nunca vuelve á la flor que lo ha exhalado;
Jamás el eco, de la voz al ritmo,
Se une otra vez; ni las ardientes lágrimas
Que por él, entre angustias he vertido,
Han de volver á mis enjutos ojos,
Causados de mirar hacia el camino
Por donde él se alejó. Vete extranjero;
Tú no eres él.

— ¡ Por Dios, ángel querido !


Ábreme, que la nieve me consume
Y, más que el cuerpo me hostigara el frío,
Ea ingratitud ha aniquilado mi alma.
Quienes más penetraron en lo íntimo
Para el amor robarme que aun tenía
Y aun guardaba por tí, con cruel olvido
Y con desdén acerbo me pagaron.
558 HONDURAS LITERARIA

Cual pálidos crepúsculos de estío


O como sombras de ligeras aves,
Pasaron sus halagos y sus brillos.-
— T ú me engañas; yo sé que tú uo eres
El que partió de mi feliz retiro
Para no más volver, quizá tan sólo
Por castigar la fe de mi cariño.
T ú no eres él; aléjate, extranjero.
— Es cierto que el perfume desprendido
Nunca vuelve á la flor, ni el eco se une
Otra vez de la voz al dulce ritmo;
Es cierto que las lágrimas vertidas
No tornan á su fuente; pero al nido
Sí vuelve el ave herida en el desierto
Para abrigar á sus amados hijos,
Como vuelvo á tu lado, Berta mía,
A abrigar nuestro amor casi aterido.
— Pero ¿ á qué vuelves ya ? Desque partiste,
El hogar, antes cálido, está frío;
Das flores del jardín se han marchitado
Quemadas por la escarcha del olvido;
De nuestro altar las místicas palomas
Volaron á los montes; y hasta el mismo
Guardián de nuestra puerta, el leal perro,
Desde entonces también ha enmudecido
Como mis labios para hablar tu nombre.
¿ A qué vuelves ?

— Escúchame, ángel mío:


Dos horizontes todos se cerraron
En torno de mi vista, y hoy, contrito,
Vuelvo con las entrañas desgarradas
Por cruel ingratitud, el pecho herido
Por el desdén y el alma convulsiva
Por los golpes de aquellos que el cariño
Me ofrendaran. Perdona, Berta. Ábreme.
Das pacíficas tardes del estío
Han de tornar en breve; por la noche
Arrullarán tu sueño con su ruido
Dos árboles que cubren nuestra choza;
Y de la aurora el blando cefirillo
De nuestra huerta entreabrirá las flores;
JOSÉ ANTONIO DOMÍNGUEZ 559

Renacerá el contento en este sitio


Mas, tú, entretanto, me abrirás ¡ oh Berta !
Si no quieres que aquí muera de frío !
— Cuando partiste en pos de nuevas dichas
Cerré la puerta de mi humilde asilo
Y enmudecí mis labios; hoy que vuelves
De desengaños lleno y de fastidio,
En él entra de nuevo.

— ¡ Oh, sí, bendita,


Bendita tú, que, imagen de Dios mismo,
Como él también perdonas ! Ah ! Permite
Que mi llanto derrame agradecido
Sobre tu seno, y ábreme tus brazos
Y a que en ellos daré el postrer suspiro.

1889.

LA ULTIMA ROSA

DE T H O M A S MOORE

Esta es la última rosa del estío


Que floreciendo se ha quedado sola;
Sus hermosas y amadas compañeras
Se han marchitado y despedido todas;
Ninguna queda ya de sus hermanas
Ni, por acaso, algún botón de rosa
Que refleje la luz de sus colores
O á sus suspiros con amor responda.

Yo no podré tan sola aquí dejarte


Para que te consumas sobre el tallo;
Y a que durmiendo están las que adorabas
Ve tú con ellas á dormir. Mi mano,
HONDURAS LITERARIA

Movida á compasión, tus leves hojas


Esparcirá sobre tu lecho blando,
Donde ya mustias é inodoras yacen
Das que ayer fueron del jardín encanto.

Ojalá que en un plazo así tan corto


Pudiese yo seguir tras los amigos
Que me han dejado, y tras las dulces prendas
Del reino del amor, que ya he perdido !
Cuando mueren los nobles corazones
Y se va todo cuanto más nos quiso,
A h ! ¿ quién entonces habitar quisiera
En este mundo solitario y frío ?

1896.

DELIA

D E L O N G F E L L O W

Dulce como el suave aroma


Que errante queda en las brisas,
Cuando ya mustias las flores
Exhalan sus pobres vidas;

Dulce como el tierno canto


Que nos dio consuelo un día,
Pero cuyos ecos, nunca
Oiremos más en la vida;

Así es tu recuerdo
Ahora
Que ya descansas ¡ oh, niña !
Duerme en paz, duerme por siempre,
Que vale más alma mía !

1896.
JOSÉ ANTONIO DOMÍNGUEZ 56I

TOQUES

Si no sabía pintar: jamás su mano,


Mojando en los colores la paleta,
Supo trazar, con fantasía inquieta,
Eos contornos de un cuadro soberano.

Si no tenía inspiración; si en vano


Fuera pedirle la intuición secreta
Que tiene en sus delirios el poeta;
Porque él no era un artista: era artesano.

Pero una vez, en su existencia obscura,


Flechó su corazón una hermosura: —
Tomó el pincel y delineó su hechizo;

Para cantarla hizo vibrar la lira;


Y desde aquel instante, no es mentira,
¡ Prodigio del amor! artista se hizo !

1894.

BELLO IDEAL

Oh tú, la de mis sueños de colores,


Seráfica visión, cuya hermosura
Es el eterno amor de mis amores
Y el culto pasional de mi ternura !

Oh, tú, la imagen casta, orlada en flores,


' De diáfana y flotante vestidura,
T . 11.-36
562 HONDURAS LITERARIA

Que, por ensalmo, alejas mis dolores


Y un cielo me presagias de ventura !

Oh mi estrella radiosa ! oh mi adorado,


Mi supremo imposible ! quién me diera
El prodigio extrahumano de encarnarte,

Para morir, sintiéndome á tu lado,


Con la dulce agonía placentera
De expirar en tus brazos al besarte !

1895.

LA MUSA HEROICA

Á UN POETA AMIGO.

Si quieres que tu canto digno sea


De tu misión, del siglo y de la fama,
No derroches el estro que te inflama
En dulce pero inútil melopea.

Lanza las flechas de oro de la idea;


Depon el culto de Eros y proclama
Otro mejor; la lucha te reclama:
Yérguete altivo en la social pelea.

No enerves tu vigor con el desmayo


Del femenil deliquio; ya no es hora
De lágrimas y besos; doquier mira:

Hoy la estrofa compite con el rayo,


La inspiración es lava redentora
Y clava en manos de Hércules la lira.
JOSE ANTONIO DOMÍNGUEZ 563

TUS OJOS

Por las incertidumbres de la existencia


Y o vagaba al acaso, sin esperanza,
Cual bajel sin piloto que á la inclemencia
De las pérfidas olas del mar se lanza.

Hasta que vi extasiado la refulgencia


Como de dos luceros en lontananza,
Y mis sombras trocáronse en transparencia
Y mis desdichas todas en venturanza.

Eran tus negros ojos que, como el día,


Irradiaban en mi alma, mientras de hinojos,
Dleno de amor al verte, me estremecía.

Desde entonces del mundo por los abrojos


Y o camino sin miedo porque me guía
Da claridad celeste que dan tus ojos.

1895-

FUERZA

Sobre las crespas olas del mar de Tiberiades


Que por ensalmo acallan su cólera y fragor,
Cual sobre tersa alfombra de muelles suavidades,
A paso lento avanza, magnífico, el Señor.

Y Pedro, su discípulo, que presa de ansiedades,


Desde una firme roca le ve con estupor,
564 HONDURAS LITERARIA

Pugnando por seguirle, siente las tempestades


Del que en su fe vacila, temblando de terror.

"¡ Fe, Pedro!" exclama Cristo; y Pedro al mar se lanza;


Mas, pronto entre las olas, perdida su esperanza,
Sumérgese el cuitado. Con viva unción, Jesús,

" ¡ Fe, Pedro ! " le repite: la fe sobre él fulgura;


Y entonces ¡ oh, prodigio ! la líquida llanura
Recorren Cristo y Pedro bajo un palio de luz.

1899.

Nenúfares tristes en que se aduna


Da amable nostalgia con el reproche,
Y bajo los pliegues de hermosa noche
Flotáis en las linfas de azul laguna.

Nenúfares tristes que á la importuna


Duz clara de Febo cerráis el broche,
Y abiertos se os mira cuando en su coche
Por campo de estrellas pasa la luna.

Nenúfares tristes que entre las olas


Un grato perfume dais á los vientos
Que besan temblando vuestras corolas.

Así cual vosotros son mis amores,


Nenúfares tristes y macilentos,
Abiertos en la onda de los dolores !
JOSÉ ANTONIO DOMÍNGUEZ 565

AMOROSA

Y o te he visto, en esa hora fugitiva


En que la tarde á desmayar empieza,
Doblar cual lirio enfermo la cabeza,
Ea cabeza adorable y pensativa.

Y entonces, más que nunca sugestiva,


Se ha mostrado á mis ojos tu belleza,
Como en un claro-oscuro de tristeza,
Con palidez que encanta y que cautiva.

Y es que en tu corazón antes dormido


El ave del amor ha hecho su nido
Y entona su dulcísimo cantar.

Y al escucharle, en ondas de ternura,


Languidece de ensueños tu hermosura
Como un suave crepúsculo en el mar !
1899.

EL VIOLÍN ROJO

Á UNA ARTISTA.

El violín rojo que, con voz que gime


Y el clamor de los ángeles semeja,
Sobre tu mismo corazón se queja
Mientras el arco su cordaje oprime.
566 HONDURAS LITERARIA

Tiene un alma adorable, alma sublime


Que algo del cielo en su dolor refleja;
Y es tu alma, acaso, que tu cuerpo deja
Y al confidente de su amor se imprime.

A y ! por eso es que tanto me conmueve


Y en tan hondos deliquios me extasía
El dulce arpegio de su voz canora.

Y es que tal vez, bajo tu mano leve,


Dentro la caja del violín de Hungría,
Mi pobre corazón palpita y llora.

EL METRO REY

Como al choque del viento cada ola


Rumor distinto sobre el mar exhala,
Hay gradación de notas en la escala
De la opulenta lírica española.

El diapasón de una cadencia sola


Con variaciones rítmicas resbala,
Y ya el estruendo del clarín iguala,
O gime ya cual plañidera viola.

Da gama de los metros se alza en coro


Y entona dulces cantos: vibra, ondula
Y desgrana de acordes un tesoro.

Mas, como rey á quien su corte adula,


Surge el endecasílabo sonoro
Y triunfalmente su cancióu modula.

1899.
JOSE ANTONIO DOMÍNGUEZ

SUENO ROJO

Soflé que en roja cólera inflamado


Por calmar el infierno de mis penas,
Tuve sed de la sangre de tus venas
Y á tí llegúeme, de puñal armado.

Luego, con el furor de un trastornado,


Como un tigre que rompe sus cadenas,
Sobre tu lácteo pecho de azucenas
Hundí el acero y lo dejé clavado.

T u sangre, á borbotones, por la herida


Vi brotar juntamente con tu vida,
'Y me gocé en tu fin, con raro empeño,

Mas, cuando quise entre mis dedos rojos


Extraer tu corazón hecho despojos,
Lancé un suspiro y desperté del sueño.
1899.

MIS VERSOS

Van á tí mis canciones, revolando


Cual mariposas de oro entre las flores,
A libar en tus labios miel de amores
Y á buscar en tu seno albergue blando.

No las desdeñes, no, si á tí llegando,


Al fulgor de tus ojos soñadores,
5 é8 HONDURAS LITERARIA

T e hablan de mis tristezas y dolores


Y tu ternura imploran, suspirando.

Dales calor y abrigo, amada mía:


Ve que son mensajeras que te envía
Mi alma, de quien la sola dicha eres.

No les niegues un poco de cariño,


Ve que mi corazón es como un niño,
Y morirá de amor si no le quieres.

1899.
J E S Ú S TORRES COLINDRES

Nació en La Paz en 1870.


Era hijo del Lic. don Manuel Colindres, personaje de
gran importancia que figuró en la política hondurena des-
de 1856 hasta 1893, ora como Ministro de Estado, ora co-
mo Diplomático, ora como Diputado á los Congresos Le-
gislativos.
Torres Colindres se graduó en Tegucigalpa, de Ba-
chiller en Ciencias y Letras, y después pasó á Guatemala
á estudiar Medicina; pero pronto dejó los estudios, y se
dedicó exclusivamente al cultivo de las letras. Eruto de
esas tareas fué el libro de versos que publicó en 1891 con
el título de Bocetos, en el que rindió pleito homenaje á las
bellas guatemaltecas.
En 1893 volvió á Honduras, y desempeñó durante el
corto Gobierno del General don Domingo Vásquez la Sub-
secretaría de Instrucción Pública y Justicia.
Torres Colindres fué de los que acompañaron al Ge-
neral Vásquez en la salida para El Salvador, cuando fué
vencido por la revolución liberal. Dos anos después se
suicidó en aquel país.
CAMAFEOS

i
MANUEL GUTIÉRREZ NAJERA

Trovador de las damas, delicado,


Les inspiras las ansias del delirio:
Tiene un alma de luz y vive atado
A las negras montañas del martirio.

Como el águila audaz sube al empirio


Con vuelo apocalíptico y osado;
Y es su verso amoroso, tenue, alado
Como escrito en los pétalos de un lirio.

Poeta eximio ! De tu arpa byroniana


Se desprende la estrofa sorprendente,
Perfumada y con luz de una mañana:

Eres poeta inmortal, eres vidente


Y en la edad del placer, edad temprana,
Los laureles del Tasso ornan tu frente !

II

MANUEL MOLINA VIJIL

En su verso hay perfumes de violeta


Y de un astro también irradiaciones.
Dejó un rastro inmortal con sus canciones
Que aun repite fugaz el aura inquieta.
574 HONDURAS LITERARIA

Descubrid la cabeza ! Canta el poeta .


De la guzla gentil de los salones
El que supo robar los corazones
Y fué mártir-suicida y fué profeta !

Y a no emerge sus trémulos sonidos


Ea lira del Efebo enamorado
Que dio cantos de amor, nunca aprendidos;

Mas la gloria de luz la ha circundado


Y sus versos dolientes y sentidos
Un reguero de soles han dejado !

III

RUBÉN' DARÍO

Tiene su lira septicorde, sones


De la épica trompa y del jaramillo,
Da versos olientes como á tomillo,
Y estrofas que rugen como aquilones !

Ee rinden su homenaje las naciones,


Y pasa el soñador triste y sencillo;
Ee dio el sol de los trópicos su brillo
Y Hugo y de Musset sus corazones !

Es el mago del ritmo y de los cuentos


Que esmaltados cual rica filigrana,
Borda en luz de ignorados firmamentos !

Descubrios ante él, si canta ufana


Su lira, cuya gloria va en los vientos
Triunfante por la tierra americana !

IV

SALVADOR DÍAZ MIRÓN

Tus estrofas cincelas en diamante


Cuando tu alma de amor se expande herida,
Y es tu frase de luz, frase del Dante,
Si fustigas los males de la vida.
JESÚS TORRES COUNDRES 575

Tiene tu arpa el estruendo del Atlante,


Y de Bécquer la unción; brota encendida,
Como bólido enorme y centellante,
De tu lira la estrofa desprendida !

Canta, poeta ! Da gloria te encamina


Al Olimpo inmortal, y tu renombre
Es un faro esplendente que ilumina

En sus noches fatídicas al hombre:


Canta, poeta ! Da América se inclina
Cuando truenan las letras de tu nombre !

PASIÓN

A.

Q u e o l v i d e á esa muj'er ? ¡Que disparate!


N o la quiero olvidar:
Si toda mi existencia es un combate
E n t r e sufrir y amar.

CAMPRODÓN.

T ú , la mujer de mis ensueños de oro,


Blanca visión que arrebatado vi;
Tú, á quien rendido y delirante adoro,
<! Por qué no calmas mi doliente lloro ?
¿ Por qué no fijas tu pupila en mí ?

Honda tortura al corazón oprime


Como una eterna maldición de Dios:
Mujer ! mi afecto sin igual, sublime,
Irá por siempre de tu ser en pos

Esta pasión que en mi interior germiua


Es como el alma que la siente, audaz !
576 HONDURAS LITERARIA

Nunca en la tierra su furor termina,


Ni con la muerte concluirá jamás !

T e amo é imposible es pretender no amarte,


¿ Quién pararía desbordado el mar ?
Antes que hacer al corazón odiarte
De aquí del pecho lo verás saltar !

Y qué me importa tu desdeño eterno ?


Y qué me importa tu frialdad sin fin ?
¿ Podrás ahogar el insondable infierno
De amor que guardo sin cesar por tí ?

Ah, no ! T ú puedes despreciar mi anhelo,


Eterno llanto al corazón dejar:
Rodear mi vida de infinito duelo
Que acaso me haga hasta de Dios dudar !

¿ Pero que mate mi ilusión primera ?


¿ Que yo no busque de tu ser la luz ?
¿ Que no te adore sin cesar ? Quimera !
Eso no puedes alcanzarlo tú !

UMBRA

He llorado, mujer, tanto, que secos


No los ves ? ahora están mis pobres ojos:
Anoche te soñé muerta, alma mía,
Y me vi solo !
Confuso te miraba y aturdido,
De presto, estaba loco !
Pasaron ante mí mudos fantasmas
Derramando tristísimos su lloro;
Y vírgenes de rostros celestiales
Llegaban junto á tí con pecho absorto,
JESÚS TORRES COIvINDRES 577

Rodeaban tu cadáver macilento,


Y luego se alejaban poco á poco !
Una estrella rojiza y tremolante
Bajó á darte sus rayos, su tesoro,
Te besó con su luz, y fué apagándose
Su refulgente foco !
Y las flores volaban de sus tallos
Convertidas en aves, plumas de oro,
Y las aves calladas contemplaban
El color marchitado de tu rostro.
En febril arrebato, ahogado en lágrimas
Me acerqué á tu cadáver: ebrio y loco
Te besé con pasión, y mi alma á tu alma
Infundió la existencia con un soplo !

Oh, sueño de dolor ! Huye ! no vuelvas;


No me quites oh, muerte, mi tesoro:
Quítame el corazón y dale vida
Sin Ella ¿ qué me espera ? que haré solo ?

CANTO

El viento triste .suspira


Entre las desnudas ramas:
Las flores, pálidas, secas,
Su perfume ya no exhalan.

Las aves entre el follaje,


Como entonces, ya no cantan,
Y la noche con sus sombras
Y sus espectros avanza.
HONDURAS LITERARIA

Opaco el cielo, la luna


Soñolienta se levanta,
Y en vez de rayos parece
Que derrama tristes lágrimas !

No hay una luz en mi cielo,


Ni en mi pecho una esperanza,
Naturaleza está muda
Y está muda mi pobre alma.

¿ No oyes, mujer, tristes ecos


De una música lejana,
Esas trémulas salmodias
Que trae la brisa en sus alas ?

¿ No escuchas esos rumores


Con que tañen las campanas,
No sientes una tristeza,
Un dolor cruel en el alma ?

¿ No oyes la voz con que triste


T u conciencia apenas clama ?
¿ No tienes algún recuerdo
De esos que en vida nos matan ?

¿ No lloras tú, como lloro


En estas horas amargas
En que me hallo solo, solo,
Con mucho frío en el alma ?

¿ No te arrepientes mil veces


De haber sido y ser ingrata,
De haber llenado de sombras
Mi existencia atribulada ?

Escucha. Crecen los ruidos


Y ya doblan las campanas:
Es la noche del olvido
Que con sus sombras avanza !
JESÚS TORRES COLINDRES 579

CARTAS Y FLORES

Rotos los lazos del amor que un día


Fuera, mujer, mi suspirada gloria,
Ahora que es triste la existencia mía
Y oscuro el porvenir oye una historia.

Es historia de lágrimas bañada,


Es un poema de amor, que nunca olvido:
Su recuerdo en mi mente atribulada
Está de sombras de dolor, vestido.

Voy á decirte lo que sufro y pienso,


Voy á evocar recuerdos de otros días,
En que un cariño, sin igual, inmenso
Y puro cual ninguno, me tenías.

No vengo á suplicarte que me quieras,


Tus promesas no vengo á recordarte;
Aun tengo corazón para que hieras,
Y orgullo y altivez para olvidarte !

Oye y después, al escuchar mi nombre,


N o tiembles, no vaciles sé dichosa
Mañana que darás tu mano á otro hombre
Diciéndole, falaz, que eres su esposa.

Y o sé muy bien que sentirá embelesos


Amándote quizás con ardentía:
Serán suyos tus ojos y tus besos ....
Pero tu alma jamás que tu alma es mía !

Antes de enviarte el postrimer acento


De mi alma varonil en esta lucha
Recuerde lo de ayer tu pensamiento,
Dlama á tu corazón, piensa y escucha.....
HONDURAS LITERARIA

Pero no ! Yo no quiero recordarte


Tanta dicha, mujer, que fué mi gloria;
Ese poema de amor que iba á contarte
No se aparta jamás de tu memoria.

Presente su recuerdo quizás llores


Y te acuse de falsa tu conciencia ...
Con pasión me quisiste, y yo las flores
Más preciadas guardé de tu inocencia

Lo sabemos muy bien: ahora de frente


Tenemos el mañana voluptuosa
T ú marchas entre luz para el oriente
De una vida feliz y venturosa.

En medio del placer ó de la calma


Procuro no pensar en lo pasado:
Que en un mar de alegría se ahogue tu alma
Y déjame vivir yo desgraciado.

Así vamos los dos; mas no te guardo


Rencor, que tengo un corazón clemente:
El porvenir, que sin temor aguardo,
Borrará tu recuerdo de mi mente !

Olvídame también: ahora te envío


T u retrato, tus cartas y tus flores:
Hazte mujer de corazón vacío,
Engaña sin piedad, y finge amores.

Y ríe sin cesar; el mundo es necio,


Se paga de lo externo y no se abate,
Y merece mirarlo con desprecio,
Aunque hiera á mansalva, escupa y mate.

Sé feliz entretanto adiós ! Te espera


Una senda de luz: ama y olvida
Ah ! ¿ qué fué nuestro amor ? Una quimera
Como todas las cosas de la vida !
JESÚS TORRES COI.INDRES

IMPOSIBLE!

No es la súplica humilde la que llega


A tus áureos altares, á postrarse;
No lo pienses jamás: mi alma no ruega,
Ni ha sabido, al amar, arrodillarse.

No en mi canto hallarás quejas, lamentos,


Perfume de heliotropo, ni alegrías:
Yo encadeno de amor todos los vientos
Y son luchas titánicas las mías !

Es soberbia explosión de inmensos soles


Ea que alumbra mi espíritu radiante:
Se ha bañado en los claros arreboles
De otro cielo de luz mi alma gigante !

Yo persigo un ideal que nunca alcanzo;


Una estrella lejana me fascina;
En los mares de gloria yo me lanzo
Sin saber qué piloto me encamina !

De mi cerebro enloquecido, ardiente,


Brota encendido el verbo de la idea:
Y mi alma es una estrella que esplendente
En un cielo sin nubes, centellea !

Me he asomado á los bordes del abismo,


Y mi espíritu audaz no se ha crispado:
Busco aliento en la lid, y el paroxismo
Del pesar infinito me ha alentado.

En mis noches de insomnio y de tristeza


Me ha incendiado la fiebre del delirio,
Y un reguero de lumbre en la cabeza
Me ha dejado la virgen del martirio.
582 HONDURAS LITERARIA

Y triste y solo, pero siempre altivo,


Sé vencer los anhelos de mi alma:
Y o sé que lejos de tus ojos vivo,
Como lejos del sol crece la palma !

Las rudas tempestades de la vida


No me causan pavor, y no te invoco;
¿ Qué me importa la burla encarnecida
Y que digan los necios que estoy loco ?

Si yo en pos de otra luz viajo en mi sombra


Y el destello de otro astro me encamina,
Si este sueño extrahumano que me asombra
En mis negros dolores me ilumina ?

Oh, déjame vivir ! Me atrae el abismo


Con sus sombras, sus criptas, sus horrores:
Yo te amara, mujer, con fanatismo,
Si en tu pecho sintieras mis amores !

Imposible! Mi súplica no llega


A tus áureos altares á postrarse,
No lo pienses jamás: mi alma no ruega,
Ni ha sabido, al amar, arrodillarse !

Qué sentimos los dos cuando volvimos


A vernos otra vez ? ¿ Por qué callamos ?
¿ Cómo en tiempos pasados no sentimos ?
¿ Cómo en tiempos pasados no pensamos ?

¿ Acaso para el alma nos morimos ?


¿ Acaso un porvenir bello esperamos ?
¿ Un amor tan ridículo mentimos
O un cariño del cielo nos guardamos ?
JESÚS TOKRES COLINI RES 583

Contéstame mujer, yo quiero oirte;


Contéstame mujer, quiero mirarte,
Quiero hablarte verdad, quiero mentirte:

Si me amas como yo voy á adorarte,


Si me amas sin amor, voy á decirte
Que ahogando el corazón voy á olvidarte.
JULIO CÉSAR FORTÍN
JULIO CÉSAR FORTÍN

Nació en Yuscarán el 21 de marzo de 1866.


Trasladado á Tegucigalpa, recibió aquí la instrucción
secundaria, habiéndose graduado de Bachiller en Ciencias
y L-etras en diciembre de 1886.
Pasó á Guatemala á estudiar Derecho; pero dejó los
estudios para dedicarse al periodismo. En dicha ciudad
formó parte de la redacción del periódico El Correo de la
Tarde que en 1890 fundó Rubén Darío, y después pasó
á colaborar en El Diario de Centro - América. En esos
periódicos y en otros de aquella culta metrópoli dejó pu-
blicados muchos trabajos importantes, así en prosa como
en verso, que algún día serán recogidos porque, á la vez
que son honra de su nombre, son honra de su patria.
Las composiciones que aquí aparecen fueron los pri-
meros frutos de su genial talento. Ellas son un recuerdo
que, al partir para Guatemala, dejó al autor de este libro.
Fortín se suicidó en la Antigua Guatemala en 1894.
¡ Pobre amigo ! Hado adverso le perseguía implacable.
Se entenebreció el horizonte de su vida, y á todos sus
males puso término el cañón de una pistola.
MIS VERSOS

Los acentos
De mi lira
Que suspira
Por tu amor,
Sólo encierran
Desencanto,
Triste llanto
De dolor.

Son el eco
Del gemido
De mi herido
Corazón,
Y te llevan
En sus giros
Mis suspiros,
Mi pasión.

Si volvieras
Esos ojos
Sin enojos
Hacia mí,
¡ Cómo fueran
Mis cantares
Sin pesares
Hasta tí !

Si me diese
T u sonrisa
Cual la brisa
59° HONDURAS LITERARIA

Su trescor,
No llevaran
Mis canciones
Impresiones
De dolor.

Pero niegas
Al cuitado
El ansiado
Sonreír,
Y por esto
Sólo debes,
Entre tanto,
Triste llanto
Recibir !

SUSPIROS, LAGRIMAS, QUEJAS

Fuego circula en mis venas


Desde el día que te vi,
Y mi corazón sentí
Atado con las cadenas
De tus encantos, hurí.

Suspiros, lágrimas, quejas


Y o te envío á cada instante
En alas del aura errante
Que va á acariciar tus rejas
En movimiento constante.

¿ Has por Ventura escuchado


Lo que dice mi suspiro ?
Pues te dice el tenue enviado
Que en la pasión abrasado
Yo deliro.
JULIO CÉSAR FORTÍN

Y cuando en alas del viento


T e envío mi triste lloro,
Te cuenta mi sentimiento
Y te dice en suave acento
Que te adoro.

Y las quejas que hoy te envío


Convertidas en cantares,
T e dicen, ídolo mío,
Mi constante desvarío,
Mis pesares.

Por eso á cada momento


Recibirás un suspiro,
Una lágrima, un lamento,
Que te dirán cuánto siento,
Que te amo y por ti deliro.

POR S A B E R FUMAR

— S i tú quieres llenar justos antojos


Del hombre que te adora,
Un beso dame de tus labios rojos,
Mujer encantadora.
Así Fabio decía
A la hechicera, angelical María;
Y llena de rubor ella le dijo;
— N o lo niego; es verdad, querido Fabio,
Que ese tu ardiente labio
De mi labio está el beso reclamando;
Y el corazón que te ama está ordenando
Que á tus ruegos acceda,
Mas, perdóname Fabio que no pueda,
Porque ¡ ay ! es grande apuro
Dar un beso á un doncel que fuma puro
592 HONDERAS LITERARIA

2i DE MARZO

Veintiuna veces la tierra


Ha dado vuelta conmigo
Al redor del sol hermoso
Y radiante que ahora miro.

Veintiún años ha que vine


A morar entre los vivos,
A gozar en este mundo
O á cumplir mi cruel destino.

En un veintiuno de marzo
Por mi daño fui nacido,
Pues bien saben los católicos
Que es día de San Benito.

Mal agüero por supuesto


Traía el recién nacido:
San Benito fué muy negro,
Sería negro su sino.

II

En mi niñez yo gozaba
Cual se goza cuando niño;
Cuando la dulce inocencia
Nos arrulla adormecidos;

Cuando se ve todo el mundo


Tras un prisma cristalino,
Como un palacio encantado
Do habitan seres divinos;

Cuando se ignora que existen


Das virtudes y los vicios,
JULIO CÉSAR FORTÍN 593

Y se cree todo es dulzuras


Y placeres infinitos;

Cuando nada nos preocupa,


Si no que no esté vacío
El depósito que estómago
Se llama en todos los libros....

Siempre al recordar los días


De mi niñez he sufrido,
¡ Y cómo se deslizaron
Sin quererlo, sin sentirlo !

III

Elegué á la edad agitada


De los locos desvarios,
De las blancas ilusiones,
De anhelos y de suspiros;

Edad en que nuestro pecho


Se consume en fuego vivo,
Y el corazón orgulloso:
" Este mundo, exclama, es mío !"

Forjé entonces en mi.mente,


Como dicen, mil castillos,
Sin saber que eran de aquellos
Que se hacen en el vacío.

Hermosísimas mujeres
De mi vida en el camino,
Me atrajeron con sus gracias,
Sus encantos y atractivos.

Y en su amor yo busqué ansioso


Un edén, un paraíso,
Busqué sus ojos humanos
Que yo creía divinos.

Y quise que sus palabras


Resonaran en mi oído
Como la voz de los ángeles
Que cantan en el Empíreo;
594 HONDURAS LITERARIA

Y quise que me dijesen,


Al hablarme, mil idilios,
Y repitieran mi nombre
Sólo por ser nombre mío.

Sediento quise en sus labios


Beber el licor divino,
La ambrosía deliciosa,
Como en el cáliz de un lirio.

Y hallé mis gratos ensueños


A y ! por fin desvanecidos,
Cual se deshacen las nubes
Que flotan en el vacío

Si narrar me propusiera
Los dolores que he sufrido,
Un libro de gran volumen
Hacer me fuera preciso.

Lloro, y con mi llanto al mundo


Mis crueles pesares digo,
Y nadie me compadece,
Que ante ellos el mundo es frío.

Mis esperanzas son flores


Que de mi alma se han caído,
Palomas son que á perderse
Fueron, del viento en los giros

Un erial es mi existencia,
Es una flor sin rocío,
Es opresora cadena
De dolor y de fastidio

Pero no más lamentarme


Que mis lamentos, alivio
No darán á las heridas
Del doliente pecho mío.

Tal vez en ese mañana


Que ver no me es permitido,
JULIO CESAR FORTÍN 595

El sol me hallará gozando


De la calma que hoy ansio.

No me verá como ahora


En mis dolores sumido,
Elorando mi desventura
Y mi desencanto frío.

21 de marzo de 1887.

¡ADIÓS!

Con lágrimas te escribo los últimos lamentos


Que lanza entristecido mi pobre corazón;
Son tantos mis dolores, mis grandes sufrimientos,
Que falta ya á mi lira la ardiente inspiración.

Buscaba tus sonrisas, buscaba tus miradas,


Sumido en mil ensueños de glorias y de amor,
Y encuentro destruidas, por siempre destrozadas
Mis bellas esperanzas; encuentro ¡ ay ! el dolor.

Encuentro decepciones que róbanme la vida,


Encuentro solamente continuo padecer;
Encuentro mi ventura por fin desvanecida,
Encuentro tus desdenes en vez de tu querer.

Por eso ¡ ay ! alma mía, en lágrimas bañado


Transido por la pena más cruel y más atroz,
T e digo para siempre, perdido, desdichado,
Adiós, alma de mi alma, adiós ! adiós, adiós !

No creas que te olvide el corazón que te ama,


Doquier me lance el mundo en ráfaga veloz,
Y o llevaré en mi pecho de amor la ardiente llama;
Pero ¡ ay ! alma de mi alma, adiós ! adiós adiós !
596 HONDURAS LITERARIA

VIDA Y M U E R T E

Sobre el tallo flexible, en la mañana


Abre su cáliz la naciente rosa,
Y un rayo ardiente que del sol emana
Viene á dar vida á su corola hermosa.

Pero luego, implacable, le arrebata


Su calor el perfume que ha exhalado,
Seca sus hojas, su frescura mata
Y se inclina la rosa por un lado.

Tal tus ojos me vieron un momento


É inundaron de luz el alma mía,
Y hallé vida, hallé amor, hallé contento,
Hallé entonces dulzura y armonía.

Pero después..... mi corazón, marchito,


Dejó la luz de tus radiantes ojos;
Y llevo ahora en mi existir maldito
Del corazón los fúnebres despojos.

CARIDAD

— ' ' Amo tanto á los pobres, me decía


El cura Calderón el otro día,
Que á todos alimento, sirvo y visto;
¡ Tanto, tanto los quiero,
Que con razón infiero
Me admiraría el mismo Jesucristo."
JULIO CÉSAR FORLÍN

Yo, que soy un muchacho sencillote,


De dije: ' ¿ De qué hacienda,
l

De qué caja ó bolsillo


Toma usted, mi señor, para que atienda
A tanto miserable, á tanto pobre ?"
A lo cual contestóme el Reverendo,
Con una calma que envidiara un Santo:
'' Yo siempre voy á todos socorriendo,
Calmando penas, enjugando llanto
Con el dinero que me dan los fieles;
Y aunque algunos herejes van diciendo
Que los que money dan son grandes viles,
Ellos jamás se paran en pelillos,
Y me surten de pesos y cuartillos."

No queriendo seguir en este asunto,


Puse aquí con el cura final punto,
Y despedíme haciendo reverencia
A su augusta Excelencia.

Ahora dime, lector, si estás pensando,


Como yo, que es muy bueno
Ir caridad á todos prodigando
Con el auxilio ajeno;
Y que puede también ser productivo,
De tan fácil manera,
Pasarse la existencia toda entera,
Echándola de ser caritativo ?

Atenta ayer me mirabas,


Y al mirarme sonreías,
Y en tus ojos me decías
Que me amabas.
HONDURAS LITERARIA

¡ Oh, qué dulces, qué halagüeños


Fueron ayer mis ensueños !
¡ Cuál veía en lontananza
Un paraíso de ñores !
Cuál me daba sus fulgores
La esperanza !

II

Satisfechos mis antojos,


Del placer me vi en la cumbre
A l incendiarme en la lumbre
De tus ojos.
¡ Qué inmensa satisfacción
Llenaba mi corazón !
Y a no serían ficciones,
Ya no serían quimeras
Mis bellas y lisonjeras
Ilusiones.

III

Eso fué ayer pero ahora....


¡ Qué cambio ! ¡ qué diferencia !
Hoy tu fría indiferencia
Me devora.
Hoy tomas mi amor á juego
Mientras me abrasa su fuego;
Me hiciste ver un momento
La dulce felicidad,
Y hoy me arrojas con crueldad
Al tormento.

IV

¿ Qué fué lo de ayer ? Falsía,


Mentira, visión, engaño,
Quimeras que por mi daño
Y o creía.
Realidad es lo de hoy:
Dolor que sufriendo voy
Mientras tú gozando vas;
Llena mi alma el hondo duelo,
Y sé que nunca consuelo
Le darás.
JULIO CÉSAR FORTÍN 599

RIMAS

i
Se escaparon de mi pecho
Muchas veces mis suspiros,
Y volando se marcharon
A tu pecho, ídolo mío.

Volvieron,—¡ ah ! mejor fuera


Que hubiesen allí vivido;
Volvieron sólo á decirme
Que lo encontraron vacío.

II

¿ Ves la dureza de ese blanco mármol


Que resiste á los golpes del cincel
Con que quiera cambiarlo hábil artista
En obra de inmortal esplendidez ?
Pues más duro es tu pecho, desengáñate,
Tu pecho de mujer !

III

¿ Conoces la amargura indescriptible,


Conoces la amargura de la hiél ?
Pues es dulce, muy dulce, comparada
Con la copa que diérasme una vez,
Y jugando en tu labio la sonrisa
Me obligaste á beber !

IV

Elamé una vez á tu pecho,


Y nadie me contestó;
Creí entonces que dormido
Estaba tu corazón.
6oo HONDURAS LITERARIA

Después, tenaz, insistente,


Lancé de nuevo mi voz;
Pero fué tal mi desgracia
Que nadie, nadie la oyó !
Fui por fin, por vez tercera
— ¿ Quién es ? dijeron.
— Y o soy.
—¿ Y qué buscas ?,—replicaron,
— Vengo buscando tu amor.

— Puedes marcharte en buenhora,


Y con bien te lleve Dios;
Ve á buscarlo en otra parte,
No vive aquí, ni vivió.

Desde entonces por el mundo,


Triste y mudo, errante voy,
Buscando lo que no existe,
Buscando ¡ necio ! el amor.

¿QUIÉN SOY YO?

Ave sin nido


Que errante vaga
Sola en el mundo;
La gota de agua
Que á su elemento
En hora infausta
Ha arrebatado
Del sol la llama;
Hoja marchita
Que de su rama
JULIO CÉSAR FORTÍN

E l viento lleva
Para arrastrarla
En todo el campo
Por donde pasa;
Ese es el hombre,
Mujer, que te ama,

II

Esa ave quiso un día


Quedarse prisionera;
Por tí, virgen amada,
Perder su libertad;
Por ver á cada instante
T u faz tan hechicera,
Cantar á toda hora
T u angélica beldad.

También quiso la gota,


En impalpable brisa,
Seguirte á todas partes,
Brindarte su frescor;
Jugar por donde juega
T u célica sonrisa,
Y allí imprimir un beso
Purísimo de amor.

Y la hoja muerta vino


Rodeando tu hermosura,
Por ver si la existencia
Podríasle volver,
Sus fibras despertando
Con soplos de frescura,
Que frescos son tus labios,
Bellísima mujer.

Y tú con tus desdenes


A l ave y á la gota
Sin atender sus ruegos
Quisiste despedir;
También la pobre hojilla,
Que continúa ignota,
No pudo que tú, ingrata,
Ee dieses el vivir.
6c)2 HONDURAS LITERARIA

III

El ave que en sus cantos


Sus mil desgracias llora,
Y la hoja que los vientos
Arrastran sin cesar,
La gota que ni un rayo
De tenue luz colora
Ese es el desgraciado
Que siempre te ha de amar.

CANTARES

Riquísimas perlas tienes


En tu boca de azahar,
Do no escasea tampoco
El renombrado coral;
Y por eso, vida mía,
Cuando algún beso me das,
Yo voy ufano diciendo:
" ¡ Hoy he visitado el mar ! "

II

Tienes sonrisa en los labios,


En tus ojos mucho amor,
Poco seso en la cabeza
Y hiél en el corazón.
JULIO CÉSAR FORTÍN

ANTES Y AHORA

i
¿ Eres la misma que en tus balcones
Mi voz oías
En otros días,
Cuando impulsado por voz secreta
Te iba diciendo de mi alma inquieta
Las emociones ?

¿ Eres la misma cuya alba mano,


Alegre, ufano,
Yo acariciaba con manos frías
Y temblorosas,
Y en sus temblores tú comprendías.
Entre otras cosas,
Las ansias mías ?

¿ Eres la misma cuya voz suave


Hirió mi oído,
Como el gemido
Que exhala el pecho tierno del ave,
Como el susurro con que las flores
Se dan sus besos embriagadores ?

¿ Eres la misma cuya mirada


Dulce, inspirada,
Vivo reflejo de tu alma pura,
Borró las nieblas de mi amargura ?

¿ Es ese el mismo, tierno semblante,


Dulce, halagüeño,
Siempre risueño,
Siempre constante,
Que en otro tiempo feliz veía
Con ojos fijos el alma mía ?
6o4 HONDURAS LITERARIA

II

No eres la misma ! Todo ha cambiado !


Hoy sólo encuentro tu indiferencia,
Que mi existencia
Marchitará;
Cual se marchitan todas las flores
En el estío,
Cuando la brisa, cuando el rocío
No van sus pétalos
A refrescar.

Murieron todas mis ilusiones,


Y en lontananza
Y a no diviso de mi esperanza
La viva estrella, ni su fulgor.
Hoy sólo llevo dentro mi pecho
El dolor rudo,
Que cruel, sañudo,
Va aguijoneando mi corazón.

Hoy lanzo al viento sentidas quejas


Y mis suspiros
Que van perdiéndose en raudos giros,
Y sé que nadie recogerá.
N o hay un acento que me responda !
No hay una mano que, cariñosa,
Mi faz llorosa
Pueda enjugar.

Todo está triste, mudo y desierto !


Ya mi ventura
En amargura,
En desengaño cruel se trocó;
Y á mis ensueños color de rosa,
A mis quimeras, á mis visiones,
Mis esperanzas, mis ilusiones,
Sólo me resta decir adiós !
VALENTIN DURÓN
VALENTIN DURON

Nació en Comayagüela el 2 de julio de 1870.


Son sus padres don Francisco Durón y doña Casimi-
ra Gamero de Durón.
Comenzó sus estudios en Tegucigalpa, en donde ob-
tuvo el grado de Bachiller en Ciencias y Detras en 1887.
Luego pasó á Guatemala, y en aquella capital obtuvo en
1893 el título de Médico y Cirujano.
Regresó á Honduras inmediatamente, y ha prestado
servicios al país como Cirujano del Ejército durante el si-
tio de Tegucigalpa en 1894, y durante la campaña de
1896, en que Honduras auxilió á Nicaragua para sofocar
el-movimiento revolucionario que estalló en León á prin-
cipios de ese año. Ha sido también Subsecretario de la
Guerra, Médico Forense de los Juzgados de Letras del de-
departamento de Tegucigalpa y Director del Hospital
General.
En la actualidad es Secretario de la Facultad de Me-
dicina y Cirujía, y Profesor de varias asignaturas en la
misma Facultad.
SIMEÓN CAÑAS'*'

i
¿Quién fué? ¿Por qué le canto? Por que es grande!
Su excelso nombre, de preclara gloria,
Brillará en los anales de la Historia
Como en la cumbre del cénit, el sol.
Nada le falta á su inmortal diadema:
Su frente es una antorcha que fulgura;
¿ Quién las cadenas rompe y las tritura ?
Es CAÑAS, del esclavo Redentor !

II

Fué el primer hombre que llamara hermano


A todo humano ser, por vil que fuese;
Esa es su gloria, su esplendor es ese:
Ser primero después del Salvador !

( * ) E n la sesión que la A s a m b l e a Constituyente de C e n t r o - A m é r i c a c e -


l e b r ó el 31 d e d i c i e m b r e de 1823, p r e s e n t ó el v e n e r a b l e a n c i a n o , Presbítero don
S i m e ó n C a ñ a s , D i p u t a d o por C h i m a l t e n a n g o , una e x p o s i c i ó n en que se h a l l a n
estas p a l a b r a s : " V e n g o arrastrándome ( s e h a l l a b a retirado por enfermedad)
y si estuviera a g o n i z a n d o , a g o n i z a n d o v i n i e r a por h a c e r una proposición b e n é -
fica á l a h u m a n i d a d d e s v a l i d a : pido que a n t e t o d a s cosas, y en la sesión
d e l día, se d e c l a r e n c i u d a d a n o s libres nuestros h e r m a n o s e s c l a v o s quedan-
d o para la i n m e d i a t a discusión la creación d e l fondo de la i n d e m n i z a c i ó n de
los propietarios " Barrundia y G á l v e z a p o y a r o n la proposición iniciada
y a p o r e l l o s a l g u n o s d í a s antes, y fué a d o p t a d a por u n a n i m i d a d . Cañas cedió
p a r a e m p e z a r á formar el fondo de i n d e m n i z a c i ó n sus créditos contra el E s t a d o
y sus d i e t a s .

T. II.-39
óio HONDURAS LITERARIA

¿ Los templos de su fama ? No hay ninguno.


¿ Los cantos á su nombre ? Sólo el mío;
Que el hombre en su insensato desvarío
Se olvida de lo grande, hasta de Dios !

28 de septiembre de 1894.

Es un ángel de amor! ¿ No la habéis visto


Cuando ella pasa airosa
Con su vestido de flotantes gasas,
Erguida la cabeza y orgullosa
Con su talle gentil que se cimbrea
Cual palma del desierto
A l soplo de la brisa ?
Es una reina ! En su mirar chispea
E l fuego del talento soberano;
En sus labios hay miel, la miel hiblea;
Y cuando juega en ellos la sonrisa,
Parece que se alumbra el firmamento
Con lumbre de placer ! ¿ Qué ser humano,
Que no sea esa virgen pudorosa,
Aduna á tan espléndida belleza
Un alma que es violeta, y un talento
Que es sol esplendoroso ? E l alma mía,
A l mirarla tan bella, le alzó un trono
Dentro mi pecho amante;
Y al mirarla tan pura, reverente,
Tomando el corazón como incensario,
De dio el incienso de mi amor ardiente !

1890
VALENTÍN DURÓN

EFUSIONES

i
Yo he visto en tus miradas brilladoras
El fuego de tu alma,
Y he mirado en la seda de tus labios
El ansia de los besos ¡ oh, mi amada !
Y o siento al contemplarte los deseos
Que siente el hombre que en amor se abrasa:
Fundir mi cuerpo con tu cuerpo hermoso
Y también nuestras almas !

II

Yo sueño con tu imagen seductora


Cuando el dolor me amaga,
Y disipas las nieblas de mi mente
Con sólo una mirada.
Oh ! si pudiera en tu virgíneo seno,
Envidia de las hadas,
Reclinar un instante mi cabeza
Al soplo de las auras,
Y soñar con amores inmortales
Componiéndote rimas inspiradas !

III

Amada, ven ! Tus hechiceros ojos


Sean la antorcha que ilumine mi alma,
Tus labios amorosos la áurea copa
En que beba mi boca enamorada
Ea miel de la pasión, y tu albo seno,
Lleno de amor para quien tanto te ama,
La suave almohada en que recline siempre,
Henchida de esperanzas,
Mi frente pensadora y abatida
Por el fiero turbión de la desgracia !
HONDURAS LITERARIA

RIMA

i
¿ Y no podrás amarme ? Cuando pienso
Que no calienta el sol las flores bellas
Para hacerlas vivir y den perfumes
Que vuelven hacia él en recompensa
De ese rayo creador, vivificante,
Que lanza de su disco, honda tristeza
Se apodera de mi alma, y me parece
Que las flores, el sol y las estrellas
No debieran vivir, pues ¿ qué sería
Sin su concierto la creación entera,
Si el agua de las fuentes rumorosas
No besara los lirios y azucenas,
Si la luz no abarcara el horizonte
Y todo fuera noche, y los tormentos,
Tanto en el alma humana, como en todo,
Por siempre y sin cesar se sucedieran ?
Si el sacro fuego del amor concluye
O no imperara en la creación entera,
¿ Qué sería del hombre, qué del mundo ?
¿ Qué sería de Dios? Habla ! Contesta !

II

El amor es un sol; la mujer, rosa,


Dirio gentil, adelfa ó azucena;
En fin, flor. Y pasión como la mía
Es lumbre esplendorosa; tú, violeta.
¿Debo creer, ¡ oh, amada ! que este fuego
Que me consume el corazón, pudiera,
Si tú no te ocultaras, consumirte
Y hacerte perecer ? Habla ! Contesta !
VALENTÍN DURÓN 613

MIS CANTOS

Cada vez que te veo, dulce amada,


Vibra una cuerda de mi pobre lira,
La más blanda entre todas y más dulce,
Y que siempre obedece por sumisa.
Es la cuerda forjada por mis manos,
Hecha de amor, de lágrimas y dichas,
Suspiros y ansiedades, y sus notas
Son por eso diversas y distintas.
Si te veo y me ves cual otro tiempo,
Con el dulce mirar de tus pupilas,
" Canta," le digo, y vibra dulcemente
Y es cantiga de amor, dulce y sencilla.
Mas si airado tal vez, al contemplarte,
Tus ojos clavas en mi faz tranquila,
" Canta, " le digo, y son sus vibraciones
Un canto de dolor de mi alma herida.
Y es de dolor su canto casi siempre
Cuando no te contemplo, amada mía;
Y si llego á pensar que amas á otro,
¡ Es de rabia su cántico y de envidia !

Á TI

Profundo arcano descifrar pretendo


Ál meditar sobre mi infausta suerte;
Si es cierto que el calor derrite el hielo,
¿ Por qué á mi amor tu corazón no cede ?
6.4 HONDURAS LITERARIA

Si hay en el mundo cambio de estaciones,


¿ Por qué en mi corazón sólo hay invierno ?
Si hay día esplendoroso y triste noche,
¿ Por qué sólo la noche aquí en mi pecho ?

Si las fieras se adoran en los bosques,


Si se aman con pasión los pajarillos,
Si las auras se besan con las flores
Y hay entre cielo y mar bellos idilios;

¿ Por qué mi corazón enamorado


Late solo en el mundo, amada mía ?
¿ Por qué sólo para él fiero quebranto ?
¿ Acaso lo hizo Dios sólo de arcilla ?

En vano busca el pensamiento mío


Solución á este arcano impenetrable,
Que si intento sondear mi cruel destino,
Un mar de sombras mi cabeza invade.

La noche del dolor tendió su manto


Ha tiempo sobre mí, desque te adoro;
¿ Y habré de sucumbir solo, ignorado,
Sin que empañe una lágrima tus ojos ?

NUPCIAS

Recuerdas, vida mía ? Fué una noche


Cuando te dije que te amaba mi alma;
Los ojos tú bajaste candorosa,
Sonreiste de placer y en oleadas
Subió la sangre á tu divino rostro.
¡ Qué bella estabas tú ! T e contemplaba
Henchido de placer tú me miraste,
Y esa mirada de pasión volcánica
VALENTÍN DURÓN 615

Iluminó mi pecho dulcemente


Con la luz gloriosísima de tu alma.
Al fulgor de esa luz que derramaste
En el fondo del pecho que te amaba,
Ver pudiste mis bellas ilusiones,
Postradas ante tí mis esperanzas.

Entonces de tus labios purpurinos


Brotaron dulcemente estas palabras:
— ' ' Soy tuya; yo te amo desde el día
Que pude comprender que me adorabas...
Que esta noche de amor testigo sea
De la boda inmortal de nuestras almas !"
Y o entonces loco te oprimí en mis brazos
Y te besé en la boca sonrosada;
Nos juramos amor, amor eterno,
Y ese fué el desposorio de mi alma.

1890.

ÍNTIMA

Si alguien á tí se acerca, amada mía,


Y te habla de dolores sin iguales,
Piensa en los sufrimientos que á porfía
Mi corazón traspasan cual puñales.

Si hay alguien que te hable de imposibles


Quiméricos ideales amorosos,
Piensa en mis sueños y ansia inextinguibles
Por tus bellos hechizos vaporosos.

Y si alguien te contare de pasiones,


Cual horrorosa tempestad bravia,
Piensa que en un millar de corazones
No encontrarás pasión como la mía !
6i6 HONDURAS LITERARIA

FELICIDAD

i
Al nido de las aves se asemeja
T u tierno corazón, mujer amada,
Y el pensamiento mío, ave parece
Que al cielo eleva sus potentes alas;
No encuentra en él lo que afanoso ansia,
Y en tu pecho amoroso todo lo halla.

II

Mis palabras de amor son arroyuelos;


T u tierno corazón es mar en calma;
Por bosques, por plantíos ó por sierras,
Ora alegres, ya tristes, ellos vagan;
Buscando al fin consolador silencio
En tu amoroso corazón descansan.

RIMA

Ayer me lo dijeron. Ola helada


Circuló por mi cuerpo vacilante;
Creí morir de angustia; quedé mudo
Y sin poder pensar. Juré vengarme
VALENTÍN DURÓN 617

Cuando volví de mi mortal letargo,


Pues la herida del pecho era tan grande
Que la sangre manaba á borbotones,
Y el alma se escapaba con la sangre.

Hoy ya no pienso en la feroz venganza:


Preferible es sufrir, llorar á mares
Por la mujer que el corazón adora
Con toda la potencia de un gigante.
Y a solo estoy. En otro tiempo el alma
Acariciaba tu divina imagen,
Tan hermosa y gentil, tan pura y bella
Cual blanco lirio en pintoresco valle.
Antes la acariciaba con delicia
Y soñaba placeres celestiales
Hoy la miro también, siempre tan bella,
Pero manchada su corona de ángel.
Ea sangré derramada por mi pecho
Al ser herido, salpicó el encaje
Con que cubría su cabeza hermosa
Y su garganta de blancura mate.

Solo con mi dolor me encuentro ahora,


Con mis penas y tristes ansiedades,
Tanto por las heridas que me hiciste
Como por verte sin tus alas de ángel.
¡ Dolor ! ¡ Fiero dolor ! amargo acíbar
Que he apurado de un golpe, sollozante !
¡ Cuan grande es tu poder, cuan grande y duro !
Déjame, por piedad ! ay ! no me mates !

Tristeza y soledad ! A veces siento


Correr olas de fuego en vez de sangre,
Que se hielan después y que me crispan
Los nervios de este cuerpo miserable.
Solo, con la cabeza entre las manos,
Siento latir las venas, y anhelante
Y o quisiera arrancar de una vez sola
El corazón que ingrata desgarraste. ...

Después viene la calma, apenas sufro


Y concibo esperanzas que, fugaces,
6i8 HONDURAS LITERARIA

Se van con mis suspiros por los vientos,


Y triste y solo quedo comò el sauce.

¡ Dolor ! ¡ Fiero dolor ! amargo acíbar


Que he apurado de un golpe, sollozante !
¡ Cuan grande es tu poder, cuan grande y duro !
¡ Déjame, por piedad, y no me mates !

ANTE TU IMAGEN

Como sabes, yo siempre mis dolores


Dos envuelvo en el manto de la dicha;
Da dicha que me ofrece tu recuerdo,
Da dicha con que sueño y me acaricia.

Hoy he estado también viendo tu imagen,


Pálido el rostro, el corazón violento;
Das manos me temblaban, y. mis labios
Balbucían palabras de misterio

Qué dije ó qué sentí ? No sé; mi alma,


Fija en la tuya y en tu hermoso cuerpo,
Tal vez maldeciría por la ausencia
T u dulce y melancólico recuerdo !

Mas las almas son unas ó son nada;


Nunca creció la rosa en los desiertos,
A no ser que la lluvia de la dicha
Haya regado sus rosados pétalos.

Y así habré de morir como esas rosas


Que necesitan de constante riego;
Y apenas el recuerdo, cual rocío,
Deja una gota en sus nectarios bellos !
VALENTÍN DURÓN 619

Y así, con tu recuerdo, que me abrasa


Como ascua de oro que consume el pecho,
Pienso también que has de sentir lo mismo
A la tranquila luz de mi recuerdo !

*
Bien lo sabes, yo siempre mis dolores
Los envuelvo en el manto de la dicha;
La dicha que me ofrece tu recuerdo,
La dicha con que sueño y me acaricia !

Tegucigalpa: 21 de noviembre de 1893.

PARA UN ÁLBUM

Cuando lejos me encuentre de esta tierra,


Cuando en medio de tristes ansiedades
Y de fieros dolores, el recuerdo
De las pasadas dichas y combates
Sea el contento de mi edad provecta
Para endulzar un poco mis pesares,
Entonces, entre tantas ilusiones,
Sufrimientos, placeres y fugaces
Deseos que recorra el pensamiento,
T ú serás la ilusión que nunca pase,
El sufrimiento que jamás se extinga!]
Y el placer que amoroso y anhelante
Siempre quise gozar; la dulce nota
De mis mejores cantos, la más suave
Y armoniosa cadencia de mis ritmos,
El perfume más rico y agradable,
La luz más viva que ilumine mi alma,
Y la causa primera de mis males.
Ó20 HONDURAS LITERARIA

Cuando gozosa, al mismo tiempo, leas


La lista de tus goces á millares,
Cuando recuerdes los pasados triunfos
Que tu belleza conquistó brillante,
Y las envidias de las más hermosas
Porque les dabas celos y pesares:
Cuando recuerdes la suntuosa corte
De donceles garridos y elegantes,
De los que hicieran presa tus hechizos
Con solo sonreir, ó con mirarles;
Cuando recuerdes que tirana siempre
Dos sumías en hondas ansiedades,
O elevabas al solio de la dicha,
Ya poniéndote seria, ó bien amable;
Cuando tantas dulzuras y placeres,
Por tu memoria, en su carrera pasen,
Entre tus triunfos y pasadas glorias
Yo pasaré cual golondrina errante !

RIMA

Hechicera mujer ! Quién fuera el aire


Que tú respiras, para estar contigo !
¡ Quién fuera un rayo de la luz que brilla
En tus ojos bellísimos !

¡ Quién fuera el agua del estanque hermoso


Donde púdica bañas tus hechizos !
¡Quién fuera el lecho donde tú te duermes
Soñando con los silfos !

¡ Quién fuera rosa de fragantes galas


Para adornar tu pecho enardecido !
VALENTÍN DURÓN

¡ Quién fuera lo que ansias cuando piensas


En el amor divino !

Ser quisiera todo eso, vida mía,


Porque te adoro con febril delirio;
Mas si me dieras á escoger, quisiera.
Sucumbir de pasión, pero contigo !

PARA T Í

Ya es tiempo que las sombras desparezcan


Dando paso á la luz que arde en tus ojos,
Que los dolores huyan ó perezcan
Con sólo sonreir tus labios rojos.

Habla ! Qué tus palabras melodiosas


Hagan vibrar el alma que te ansia !
Qué revivan las muertas mariposas
Al soplo de tu amor ¡ oh, amada mía !

El viento del olvido que desprenda


Del árbol de mi amor las secas hojas,
Y una pira con ellas que se encienda
Donde acaben por siempre mis congojas.

Resignado he vivido con mi suerte;


Mas ya no quiero llanto ni dolores;
Quiero vivir; no ansio ya la muerte.'.....!
Dame á besar tus labios seductores !

No temas, ángel, ven ! Quiero oprimirte


Contra mi pecho que te adora tanto,
Y besarte en los labios y decirte
Como acaba en tus labios mi quebranto !
Ó22 HONDURAS LITERARIA

Á LOLA SORIANO DARÍO

EN SU ALBUM

¿ Para qué pides versos


Al que en mar proceloso y de tinieblas
Por siempre ha navegado ?
¿ No sabes que sus cantos de tristeza
T e partirán el corazón ? Aguarda,
Aguarda que las sombras desparezcan,
Que una luz, y brillante, dentro el pecho
Sin titilar, por siempre resplandezca !
Entonces, Lola amiga,
Satisfecho, sin dudas y sin penas,
Y o te daré los versos que me pides,
Lleno de dicha y de ternura inmensa.
Déjame ahora así con la pupila
Fija en la.playa que aparece cerca,
Y que lejos está siempre tan lejos !
¡ Alienta, mi barquilla, alienta, alienta !
Puede ser que arribemos á la playa,
Pues tranquilo está el mar, y ya alborea !
1896.

Siempre es triste noviembre; para mi alma,


Del año es lo mejor, por sus tristezas,
Pues semejan sus brumas y sus brisas
Un algo que solloza dentro de ella.
Ella que nunca vio los resplandores
VALENTÍN DURÓN 623

De un sol de mayo en la azulada esfera,


Se siente hasta feliz, pues le parece
Que el mundo entero su dolor remeda.
Y a marchitas las bellas ilusiones,
Cual flores que agostara la tormenta,
Es dulce y triste ver cuál la natura
Despójase también de su diadema.
No sé qué dulce y sin igual consuelo
El corazón del hombre experimenta
Al medir los dolores de los otros
Y ver más grandes todos los que encuentra.
Pero los tristes árboles que tienen
Secas las hojas y las flores secas,
Deben sentir placer cuando los vientos
A lejana distancia los avientan.
Y así quisiera yo para las flores
Que el árbol de mi amor secas presenta,
Que un huracán viniera y las llevara
A ignoradas regiones de la tierra;
Para después, con calma y macilento,
Esperar á la hermosa primavera,
Y ver brotar mis yemas y capullos
Elenos de vida y sin igual belleza !

PODER

Vestida ricamente y reclinada


En un muelle sofá,
Hallábase una niña encantadora,
Y á sus pies un galán.

El hablaba de amor, de sueños de oro,


De un encantado edén;
La pedía su amor, llorando á mares,
De hinojos á sus pies.
624 HONDURAS LITERARIA

Pero ella indiferente á sus palabras


Tranquila contestó:
— Dame oro en profusión, dame diamantes
Si deseas mi amor.

Estas palabras de interés mundano


Helaron al galán;
Corrió por su organismo ola de nieve
Y cesó de llorar.

Y ¡ oh poder del amor ! aquellas lágrimas


Heláronse también,
Y rodaron en forma de brillantes
De la hermosa á los pies !

MIENTRAS LLUEVE

Imagen del dolor de mis dolores,


Dluvia tenaz, emblema de mi llanto,
¡ Cuan presto vuelves á angustiar mis flores
Y á aumentar mi congoja y mi quebranto !

¡ Cuánto tiempo, infeliz, soñé en la hora


De ver triunfante el sol de la alegría,
Iluminar mi frente soñadora !
Pero en vano esperé ... ¡ fatal porfía !

Hoy así como ayer, como hoy, mañana


Mi vida ha de pasar en el tormento:
Nunca la flor de mi ilusión, ufana,
Mezclará sus perfumes con el viento.

Es en vano luchar contra el destino !


Dicha y sosiego he de esperar en vano:
VALENTÍN t URÓN 625

Cuando caiga jadeante en el camino,


No me dejes allí, dame la mano.

Yo me levantaré cual nuevo Anteo


Adquiriendo valor en la caída
Para sufrir cual otro Prometeo
Del buitre del dolor la cruel herida:

Toda la senda regará mi llanto


Y brotarán á su cotitacto flores;
Y cuando pases ha de ser mi encanto
Que te sirvan de alfombra mis dolores.

Y si esta dicha he de mirar cumplida,


Si esto logran mi afán y mi ternura,
Bendeciré el pasado de mi vida
En que más me abatió la desventura.

3 de junio de 1896.

LA NOCHE

IMITACIÓN D E YOUNG

Cuando llega la noche silenciosa,


Todo es calma y quietud, todo reposa,
Ante la vista todo desparece
Y en su tranquilo y lánguido beleño
A la muerte semejase su sueño.
Entonces el cuitado
Así dice al destino malhadado:
— Si todo duerme, que permitas pido
Que repose mi pecho adolorido
Que tiene tantas penas,
Que extinta está la sangre de mis venas.
HONDURAS LITERARIA

Deja que el sueño con su dulce halago


Suavice de mis penas el estrago.
Si el que contento la fortuna goza
Entre tus brazos lánguidos reposa,
¿ Por qué ¡ oh, sueño ! con el mismo celo
No acoges al que llora en su desvelo ?
Suspendes los amores y la orgía
Del rico que te olvida, en su porfía
¡ Oh sueño, ven ! Derrama dulce encanto
En los ojos nublados por el llanto !

1896.
FELIX A. TEJEDA
F É L I X A. T E J E D A

Nació en Olanchito el 30 de marzo de 1866.


Era hijo de don Leocadio Tejeda y de doña Juana
Agurcia de Tejeda.
En 1883 se hallaba en Tegucigalpa, haciendo sus es-
tudios de enseñanza secundaria en el Colegio Nacional, es-
tablecimiento dirigido á la sazón por el notable educa-
cionista cubano don Tomás Estrada Palma.
En 1887 se trasladó Tejeda á Guatemala, en donde
comenzó á hacer estudios de Abogado.
Durante la permanencia en aquella capital, escribió
y publicó muchas composiciones en verso y valientes ar-
tículos de periódico que atrajeron sobre él la atención has-
ta el punto de que uno de los departamentos de aquella
República lo eligió Diputado al Congreso Legislativo.
De regreso á Honduras en 1895, fué nombrado Se-
cretario de la Corte Suprema de Justicia, pasando en se-
guida á formar parte del Tribunal Superior de Cuentas.
El 19 de febrero de 1896, como á las cinco de la tar-
de, se paseaba solitario por la orilla izquierda del Río
Grande frente al baño llamado " El Carrizal." Luego se
sentó en una piedra, sacó su revólver y apuntándose al
cielo de la boca, disparó. La muerte fué instantánea.
Sus restos fueron llevados al cementerio entre las lágri-
mas de sus desolados amigos.
LA POESIA

Y o floto en la ondulante cabellera


De la aurora gentil y pregonera
Del sol que dora el firmamento azul,
Y viajo con los rayos ardorosos
Que atraviesan el éter cautelosos,
Envuelta con mi túnica de luz.

Vivo y palpito con creciente anhelo


En la azulada bóveda del cielo,
Y cabalgo en el bóreas bramador;
En la nube de nieves voladora
Sorprendo la mirada de la aurora
Y descubro el secreto del dolor.

Donde quiera que poso un ser alienta;


En el seno fugaz de la tormenta
Soberbia y grande dibujada estoy.
Y cruzo los espacios siderales
En torrentes de luz, cual los ideales
Del firme y gigantesco soñador.

En la línea, en la sombra, en el espacio,


Cual reina universal tengo un palacio
Con techos de cristal y rosicler,
Y hundiendo la mirada á mi deseo
Descubro y palpo y complacida veo
Las varias formas que me dan el ser.

Nada se esconde á mi visual divina;


En el mentido azul de la colina
HONDURAS LITERARIA

Habito tras el manto de ilusión,


Y desciendo del valle á la verdura
Cual la diosa fugaz de la hermosura,
Derramando el perfume y el amor.

Cruzando las montañas con la brisa,


Con los vagos rumores simpatiza
Mi espíritu ideal hecho de luz,
Y en la hoja, en la rama y en la fuente,
Rozando pasa mi serena frente,
Como aspirando al firmamento azul.

Me paseo en la bóveda del cielo,


Extendiendo el arco-iris de consuelo
Con que Dios presagiaba todo bien,
Y tomando mil formas caprichosas
Voy mezclada en la vida de las cosas
Forjando en todas ellas un edén.

En el astro la luz que parpadea


Apenas es remedo de la idea
De mi rica hermosura primordial;
Como el ángel me cubro con las alas
Y ciñen mis contornos regias galas
Con que adorno mi seno virginal.

Soy vida, soy calor, soy movimiento;


Con mi soplo inmortal infundo aliento
A todo lo que pierde su vigor;
Y basta mi presencia animadora
Para dar al océano seductora
Y terrible belleza en su furor.

Apacible y tranquila me presento


Ante el móvil y líquido elemento
Como dando confianza al corazón,
Pero luego soberbia y denodada
Muestro al mundo mi frente levantada
Al través del turor del aquilón.

En el alma del hombre soy deseo,


En el pecho gentil un devaneo
Que sigue los senderos del ideal:
Al amor y al deber se sacrifica,
FÉLIX A. TEJEDA

Pero en ellos su ser se dignifica


Y se eleva á la vida espiritual.

Soy sensible, soy tierna y soñadora:


En el seno virginal de la que adora
Con alma ardiente, espiritual mujer,
Irradio en hermosura y gentileza,
Y pongo en sus facciones la belleza,
Eterna fuente de inmortal placer.

En el mármol soy luz con que ilumina


El sabio artista su creación divina
Tallada en formas de belleza ideal:
En el lienzo doy vida á los colores
Y formo los contornos seductores
Del alma del amor universal.

En la faz de la virgen soy risueña;


Con los tintes de rosa me hago dueña
Del tierno y voluptuoso corazón:
Recojo los suspiros de la amada
Formando en su mejilla delicada
Dos esquivos deseos del pudor.

Todo se halla en mi seno concentrado;


Soy dueña universal de lo creado,
Del cielo y tierra, de la estrella y flor;
Cuando el dolor humano se subleva
Oculta y sola por doquier me lleva
Y doy belleza al inmortal dolor.

Mayo de 1895.
634 HONDURAS LITERARIA

Á LOLITA INESTROZA

EN SU ALBUM

Las hojas primorosas de tu libro


Debieran contener alguna idea:
El lienzo de un artista enamorado
O el sueño deslumbrante de un poeta.
O formado con gotas de rocío,
En un modelo de inmortal belleza,
Un artístico cuadro, con el busto
De su adorable y delicada dueña;
Y ceñido por marco de esmeralda
Reflejando en su fondo luz febea,
El vago resplandor de lumbre pura
Pondría el alma á su hermosura griega.
Esto digno sería de tu libro
Como cuadro de artística belleza.

Tegucigalpa: mayo de 1895.

CADENCIAS

El sol ya declina cayendo al ocaso


Y dora las cumbres con ígneo fulgor:
Que deje este cielo de azul y de nácar
Que aquí nos alumbran tus ojos de amor.
F É U X A. TEJEDA 635

Se agrupan las nubes allá en occidente


Cual tenues capullos de blanco algodón; •
Sonríen los astros, el orto sonríe;
Mas sólo á tu lado sonriente yo estoy.

Da brisa que pasa discurre ligera


I,levando en sus pliegues de un ritmo la voz:
Así de mi pecho que siempre te nombra
Se escapa un suspiro buscando tu amor.

Que el sol ya se esconda, que el cielo se empañe,


Que pasen las nubes de niveo color,
Que lloren los astros, que gima el oriente,
Que borren las sombras el vivo arrebol:

Ya nada me asusta, ya nada me resta,


Si quiere la dicha formar nuestra unión,
Porque hay en tu rostro sonrisas más gratas
Que el cielo y los astros, las nubes y el sol
1

PORTADA

EN UN ALBUM

La puerta del alcázar abierta está, señora;


Pasar pueden por ella envueltos en la aurora
Los seres impalpables que habitan en la luz:
De mármol son los muros de lunas venecianas,
Dorados son los marcos de arábigas ventanas,
Y ostenta el cortinaje las perlas del Ormuz.

Profundo es el silencio que reina en los salones:


En círculos formados ostentan los sillones
El lujo incomparable que gasta el oriental.
Da.Alhambra le ha prestado sus ricas bordaduras,
Da mano de un artista bellísimas figuras,
Da nieve su blancura, reflejos el cristal.
636 HONDURAS LITERARIA

Al beso matutino del alba cariñosa,


Las gotas de rocío se cuajan en la rosa
Y en lágrimas de flores bañado está el jardín;
Esperan impacientes la mano alabastrina
Que pueda colocarlas en jarros de la China,
Llenando de fragancias el bello camarín.

Los pajes se atavían con rica vestidura,


Las damas camareras, radiantes de hermosura,
Cruzando los salones se agitan sin cesar;
Aguardan que del sueño despierte la sultana,
Pues saben que recibe, rayando la mañana,
A príncipes y bardos que vanla á visitar.

Ya acuden como en tropa de duendes soñadores


Los jóvenes apuestos, los dulces trovadores,
Y el bardo de las selvas, el triste ruiseñor.
Espléndida y radiosa principia la mañana:
La luz puebla los valles, el monte se engalana,
Y vibran en el alma las cuerdas del amor.

Los sueños encantados se agitan en la mente;


Rumores de las brisas, vapores de la fuente,
Infunden en los pechos ardor de juventud.
La diosa simpatía preside en el palacio,
Y vibran cual los coros que rompen el espacio,
Los cantos inmortales que ensalzan la virtud.

Aquí los pensamientos de luz y de pureza,


Los más hermosos cuadros que engendra la belleza,
Ideas cinceladas, prodigios del pincel,
Los versos del poeta que canta sus amores,
Esencias y perfumes de las vistosas flores
Que guarda en su inocencia blanquísimo papel.

Alcázar es su libro de nieve revestido;


Los más caros afectos en él tienen su nido
Y cantan como el ave la luz del nuevo sol.
En él nacen y crecen y viven inocentes,
Cual sueños virginales que vagan en las mentes,
Flotando en los celajes del más puro arrebol.

Tegucigalpa: 22 de octubre de 1895.


FÉLIX A. TEJEDA

Á ROSINDA

Cuando al vago reflejo de la aurora


Aparece una virgen solitaria,
Envuelta en los cendales vaporosos
De una penumbra que el oriente baña,
Parece que sueñan
Alegres las almas,
Parece que vuelven
Das dichas pasadas.

Cuando la alondra con su canto tierno


Anuncia la explosión de la mañana
Y despiertan las aves en sus nidos
Celebrando una fiesta alborozadas,
Entonces reciben
Dos besos del alma
Dos cerros, los valles,
Das verdes montañas,
Y todo lo anima
Da nueva alborada.

Cuando se mira una mujer hermosa,


Tan hermosa de cuerpo como de alma,
Semejando la urna cristalina
Que eii vez de perlas las virtudes guarda,
Entonces el pecho
De amores se inflama,
Con esa nobleza
De edades pasadas,
Y luego rendido
Se postra á sus plantas.
68
3
HONDURAS LITERARIA

EN LA ÚLTIMA PÁGINA.DE " M A R Í A "

Eso es amar con sin igual ternura;


Eso es gozar la dicha apetecida;
Eso es forrhar en la ilusión la vida
Con los encantos que posee natura.

Eso es sufrir con indecible anhelo,


Eso es mojar en el amor el alma;
Eso es mirar desde la tierra un cielo
Do están la dicha y bendecida calma.

Eso es amar en tierno arrobamiento,


Conservando en el alma una armonía
Que flota en un oculto pensamiento:

De un alma superior la bizarría


Embriagada en su propio sentimiento;
Eso es tu amor, angelical MARÍA.

CONTRASTES

Á MARÍA.

A h ! de las esperanzas
Vestidas de albos colores,
Cuando vuelan y atraviesan
Eos variados horizontes !
Buscan unas imposibles,
Nadan otras en ficciones,
Y cual mariposas fúlgidas,
Son envueltas por la noche;
FÉLIX A. TEJED A 639

Y en la noche de las almas,


No nace el sol ni se pone !

*
Así exclamaba, María,
Mi corazón desacorde,
Cuando sólo se encontraba,
Sin recuerdos, ni ilusiones:
Cuando la mano del tedio
Acalló sus pulsaciones
Y como un cadáver vivo,
En un féretro encontróse.

*
Lancé una mirada al mundo
Y fué la mirada torpe,
Porque en nada calmar pudo
La ansiedad de sus dolores.

*
Has sentido las angustias
De los sueños de la noche,
Cuando furias infernales
Nos acometen feroces;
Cuando el puñal homicida
En nuestros pechos se acoge
Y salen del alma gritos
Profundos, desgarradores;
Cuando Duzbel revestido
Con un iris de colores,
Realizando sus conquistas
Es Atila de los hombres;
Cuando flotan en el aire
De los duendes las legiones
Y con manos insolentes
Nuestros párpados descorren,
Y surgiendo de improviso
Mundos de varios colores,
En océanos borrascosos
Se arrojan las ilusiones ?
Así cayó mi esperanza
E n los mares de la noche !
640 HONDURAS LITERARIA

El canto de la tristeza
No tiene dulces acordes:
Conmueve con amarguras,
Se forma con decepciones;
Su desahogo son suspiros
Y el llanto que mudo corre,
Es el rocío que baña
Eos dolientes corazones..

*
En las horas de silencio,
Cuando la quietud insomne,
Reflejos de luz divina
Nos deja ver en el orbe,
A l cielo le he preguntado
El por qué de mis dolores,
Y siempre mudo y sombrío
El cielo no me responde.

Pero tú llevas, María,


Las más gratas ilusiones;
Para tí son las sonrisas,
Los cantos de trovadores
Y las notas de las liras
Y los sueños de los hombres.

*
T ú respiras los perfumes,
Las esencias de las flores,
Y formas de los gorjeos
Tus últimas distracciones.

*
La sonrisa de tus labios,
Es un efluvio de amores,
Una fuente de poesías
Y frescas inspiraciones.
Para tí, lumbre del cielo, •
Los mirajes y arreboles
Que la luz con mano artista
Reproduce en sus primores
FÉLIX A. TEJEDA

Los sueños de la ventura


En sus más íntimos goces,
Les dan á tus pensamientos
Sus dulces fulguraciones.

*
Y cuando miro tus ojos
Velados por dos crespones
Que sirven de cortinaje
Al ángel de los amores,
El pensamiento importuno,
En sus impulsos veloces,
Quisiera llegar, María,
A tus secretas regiones
Y adivinar tus ensueños,
Tus ensueños interiores:

Dicen que tienen las niñas


Pensamientos tornasoles
De do surgen los destellos
De sus suaves impresiones;
Si yo retratar pudiera,
Con un iris de colores,
Das pulsaciones ocultas
Del mundo que tú conoces,
Das dejaría en tu libro,
En tu libro de impresiones.

*
Perdona si ya he vertido
Das notas de mis dolores,
En tu libro consagrado
A recoger ovaciones;
Mas tu bondad es inmensa,
Y creo que las acoges
Con esa dulce ternura
Que en tu corazón escondes.

Tegucigalpa: 9 de febrero de 1 8 9 6 .
JUAN R. VALLADARES
JUAN RAMON VALLADARES

Nació en Danlí en 1865.


En el Colegio que dirigía don Pedro Nufio en aquella
ciudad por los años de 1883 á 1887, hizo sus estudios de
enseñanza secundaria.
En Choluteca publicó una colección de sus versos en
1891, habiendo sido él mismo el impresor del libro.
En 1894 se trasladó á la República de El Salvador,
donde aun permanece dedicado á negocios de comercio.
BRUMAS

A y ! Si es que la vida encierra


Sólo amargos sinsabores,
Si por doquiera hay dolores
Que nos hacen padecer,
Yo de este mundo, Dios mío,
Quiero levantar el vuelo,
Quiero volar hacia el cielo
Y allí admirar tu poder !

Fe, ilusiones y creencias


Las he perdido en un día !
Todo en derredor me hastía
Y tengo del mundo horror !
Hay un algo que me abruma,
Que me espanta, que me aterra —
Quiero salir de la tierra
Y huir también del dolor.

Todos caminan ciegos


Con una venda en los ojos,
Y aunque marchan sobre abrojos
Van tras la felicidad:
Perseguir una quimera
Y buscar lo que no existe,
Este es el-destino triste
Que cumple la humanidad.

Ese es joven, preguntadle


A qué aspira, qué ambiciona,
Y él responde: Una corona
648 HONDURAS LITERARIA

De palma, mirto ó laurel;


Y camina muy ufano
Creyendo suyo el destino;
Pero ¿ qué halla en su camino ?
Sólo torrentes de hiél.

Allí va otro: su semblante


Dleva el sello de la duda;
Batalla terrible y ruda
Sostiene allá en su interior.
" Es un santo," dicen unos;
" U n malvado," gritan otros;
Mas después decís vosotros:
" Es un mártir del dolor."

¿ Quién es aquél ? Un guerrero


Que marcha meditabundo;
Quiere conquistar el mundo
Tan sólo por ambición.
Alcanza al fin su deseo
En medio de la victoria,
Y cuando es suya la gloria
Expira en la corrupción.

Ved ! Una esperanza es éste


Para el partido plebeyo;
El ha vencido á Pompeyo
Y marcha en carro triunfal;
Mas la ambición lo decide
A deprimir al Senado,
Y allí muere asesinado
Por filicida puñal.

Ese es filósofo y sabio;


Busca la verdad, la enseña,
Y por demostrar se empeña
Das leyes de rotación;
Mas lo acusan de herejía,
Y perseguido cruelmente,
Es la víctima inocente
De la Santa Inquisición.

Aquel otro es visionario


Concibe un mundo en su mente,
JUAN RAMÓN VALLADARES 649

Piensa encontrar el Oriente


Por opuesta longitud:
Por eso le llaman " loco;"
Mas él un mundo descubre,
Y aunque la gloria lo cubre,
Sufre negra ingratitud.

Y éste que asombra y aterra,


Que un semidiós nos parece,
Mar que brama y se enfurece,
O desesperado león;
Cuando alcanza gloria olímpica
Y se ciñe una corona,
La fortuna le abandona
En solitario peñón !

Pocos leen en el presente,


Y ninguno en lo futuro;
El porvenir es oscuro
Cual noche de tempestad.
Quizás es desconocido
Para todos el pasado,
Pues que nadie ha vislumbrado
N i un rayo de la verdad.

A y ! Cuando las densas brumas


Trastornan mi pensamiento,
Algo de sombrío siento
Que abruma á mi alma, Señor !
Y te busco en lo infinito,
Mas hallo tu omnipotencia
Aquí en mi propia conciencia,
Templada por el dolor !
650 HONDURAS LITERARIA

ORGULLO

Á ELLA.
Como el león africano SO}: altivo;
Como el águila audaz soy altanero;
Jamás por lo trivial me desespero,
Y nunca por lo ruin yo me desvivo.

Yo, de lo grande y generoso vivo;


A la mujer por sus virtudes quiero;
Y antes mil veces sucumbir prefiero
Que de una veleidosa estar cautivo.

De la pasión y sufrimientos tantos,


Mujer, tan sólo queda ya un murmullo,
Y un recuerdo no más de mis quebrantos.

Desprecio de tu amor el dul<;:e arrullo,


Desprecio tus caricias, tus encantos,
�ue si es que yo sé amar, me sobra orgullo.
31 de diciembre de 1890.

LAS MUJERES

Estudiando distintos caracteres,


Hallé ( si mi opinión no se desprecia )
Que suelen con frecuencia las mujeres
Apreciar al que menos las apreda.

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JÜAN RAMÓN VALLADARES 651

Son tantos sus caprichos y dobleces,


Que no sé cómo el hombre las adora:
Reir del que sufre es su placer, y á veces
Sin motivo llorar con el que llora.

Altivas por sus gracias y belleza,


Desdeñan al que humilde las implora,
Y saben con hipócrita dureza
Despreciar al que tierno las adora.

Y creyendo que es firme.el que es galante,


Por más que la lisonja sea necia,
Sucédeles burlarse del constante,
Y adorar al que altivo las desprecia.

1888.
CARLOS С. BUSTILLO
CARLOS CÁCERES BUSTILLO

Nació en Comayagua el 26 de marzo de 1870.


En la Universidad Central de la República obtuvo
el título de Licenciado en Jurisprudencia y Ciencias Po-
líticas el 29 de abril de 1890.
Ha desempeñado algunos puestos públicos, entre ellos
el de Fiscal del Juzgado 2." de Letras de lo Ciiminal de
Tegucigalpa.
Fué colaborador de " El Tren," periódico que fundó
don José M. Aguirre, y de "El Guacerique," revista lite-
raria que fundó el Doctor don Ramón Rosa.
Su última obra es una Geografía Elemental de Hon-
duras.

4
DESESPE'RACIÓN

lMITACION DE ESPRONCEOA

" La llama de un incendio


Que corra devorando,
Escombros apilando,
Deseo yo encender;
Tostarse allí un anciano,
Volverse todo tea,
Oir c6mo vocea ........ .
¡ Qué gusto ! ¡ qué placer !

JOSÉ DE ESPRONCEDA.'

Me gusta ver la noche


Cub_rir ti firmamento
Y un manto ceniciento
At cielo encapotar;
Me gusta ver los rayos
Plateados de la luna,
Ahogarse allá en su cuna
Y no poder brotar.

Me gusta ver el rayo


De púrpura teñido,
Y el viento enfurecido
Al orbe amedrentar¡
Y ver bajo mis plantas
La tierra conmoverse,
Y temblorosa henderse,
¡ Y con terror bramar l

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68
5 HONDURAS LITERARIA

Y ver de las centellas


La luz fosforescente
Iluminar mi frente
Con tétrico fulgor;
Y en noches tenebrosas
Mirar sobre los mares
Las naves á millares
Rodeadas de pavor.

Me gusta un terremoto
Que al mundo, con espanto,
Lo suma en el quebranto
Y lo haga estremecer;
Y luego, de las torres
Y grandes edificios,
Tan sólo los desquicios,
En torno, pueda ver.

Mirar que sobrevenga


Tristísimo verano,
Y á todo ser humano
Le llene de aflicción:
Mirar cual se marchitan
Las plantas y las flores;
¡ Mirar sólo dolores,
Mirar desolación !

Y ver en fiera guerra


La muerte allí pasearse,
De víctimas cebarse
Y al mundo desafiar;
Y en medio del combate,
De balas al silbido,
Oír el alarido
De aquel que va á expirar.

Me gusta en el desierto,
Por áridos caminos,
Mirar los peregrinos
Muriendo de hambre y sed;
Y ver sus caravanas
Y pobres cargamentos
CARI,OS CÁ.CERltS BUST!LLO

De huracanados vientos
Despojos tristes ser.

Y ver pedir los pobres,


Enfermos, desvalidos,
Limosna, con gemidos,
En nombre del Señor;
Y luego, despedirlos
Con frases despiadadas,
Con cínicas risadas
Que aumenten su dolor !

Me agrada de las tumbas


El fúnebre reposo:
'l'an sólo allí, dichoso,
Podría descansar,
Pues nada vale el mundo,
Y es sólo una quimera
La dicha que se espera
Y nunca se ha de ha11ar.

Por eso, ansioso y loco


Maldigo la existencia,
Maldigo la conciencia,
Maldigo la razón !
No veo, en mi delirio,
Sino miseria y lodo;
Quimera es todo, todo ..... .
Satánica invención.

Con cuánto gozo viera


Romperse este embolismo,
Abrirse allí un abismo
Y el tiempo atrás volver;
Los mundos y los soles
Chocar, en un momento
Caer, y de contento
Aforirme de placer/

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HONDURAS LITERARIA

A MI HIJA ELENA

Y o siento una fruición desconocida,


Un gozo inexplicable, una ternura,
Al besarte en la faz, bella criatura,
Al llamarte, mi bien, hija querida.

Los pesares que mi alma ha tiempo anida


Se borran de mi pobre pensamiento,
Al tenerte y besarte, y con tu aliento
Alientas la esperanza de mi vida.

Por mi modesto y mi tranquilo hogar


La opulencia mayor despreciaría,
Que en él yo tengo para dicha mía,

Y para gloria y para bien sin par,


Y para alivio de mis tristes penas,
Dos ángeles de luz: ¡ mis dos Elenas !
DOROTEO FONSECA
DOROTEO FONSECA

Nació en Santa Bárbara el 28 de marzo de 1869.


Es hijo del Coronel don Francisco Fonseca y de doña
Antonieta Castro de Fonseca.
Tenía trece años próximamente cuando se trasladó á
El Salvador á hacer sus estudios. En la Universidad de
aquella República obtuvo el grado de Bachiller en la Fa­
cultad de Jurisprudencia el 7 de diciembre de 1899.
Fué uno de los fundadores de la importante sociedad
científico-literaria u La Juventud Salvadoreña," y su Pre­
sidente en 1890 y en 1897. Fué también director de la
acreditada revista que era órgano de aquella Corporación.
El señor Fonseca ha escrito mucho en verso. Su
Hz"mno al maestro fué adoptado como oficial en las escue­
las de El Salvador.

© Biblioteca Nacional de España


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HIMNO AL MAESTRO * ( }

C O R O

¡Salve, oh mártir, que cifras tu anhelo


En brindarnos la dicha y la luz,
Despreciando los goces del suelo
Por llevar de MAESTRO la cruz!

Aunque indignos, tal vez, de elevarte


Nuestra voz en tan grato momento,
Nos inspira un filial sentimiento,
Nos impulsa un sagrado deber.
Porque tú, con esmero y constancia,
En el bien nuestro paso aseguras;
Porque tú iluminarnos procuras
Con la antorcha inmortal del saber.

II

Hoy ofreces tu cara existencia


De este templo de luz en las aras,
Do con férvido afán nos preparas
Un risueño, feliz porvenir:
Do, inspirado en tu excelsa consigna,
T e nos das como guía y consuelo,
Y nos haces con próvido celo
Nuestro noble'destino cumplir.

(*) E s t e h i m n o tiene m ú s i c a e s p e c i a l , compuesta por el inspirado é


i n o l v i d a b l e artista i t a l i a n o Cesare G e o r g i V é l e z .
666 HONDURAS LITERARIA

III

T ú nos muestras las puertas del cielo


Al albor de una sana enseñanza,
Que nos llena de fe y esperanza
Y nos funde en el más santo amor.
T ú nos llevas, en fin, por el campo
Más propicio, brillante y fecundo:
¡ Eres tú nuestro padre segundo,
Eres tú nuestro amante mentor !

IV

Justo es, pues, si en tan plácido día


Nuestros tiernos loores te alzamos,
Y una muestra, aunque humilde, te damos
De filial gratitud y adhesión:
Si en señal de estos puros afectos
Que sentimos por tí en nuestras almas,
Te ofrecemos coronas y palmas,
Bendiciendo, á la vez, tu misión.

Oh Maestro!: si bien no podemos


Expresarte en lenguaje elocuente
Este inmenso cariño, esta ardiente
Gratitud que guardamos por tí;
El Señor, que nos oye y que sabe
Estimar tu labor meritoria,
Compensarte sabrá con su gloria
Todo el bien que hoy nos labras aquí!
DOROTliO FONSECA 667

A COLON

EN EL IV C E N T E N A R I O DEL D E S C U B R I M I E N T O UE CENTO-AMERICA

Largos siglos América tenía


De yacer ignorada é ignorante
Del antiguo hemisferio,
Cuando en glorioso día
Un Genio-Navegante
De su existencia reveló el misterio.

Nauta también del mar del pensamiento,


El gran Colón, tras meditar profundo,
Por vez primera anuncia al Viejo Mundo
De un mundo nuevo el virginal portento!

Atónita la Europa, no comprende


Cómo aquel hombre en afirmar se aferra
Da inaudita existencia de una tierra
Que ella, en su miopía, no trasciende.
Reyes, sabios, magnates y pequeños
Júzganle un insensato visionario,
Que convertir en realidad pretende
El menos verosímil de los sueños
Y el propósito más estrafalario.
Vanos son los empeños
De Colón, por mostrarles la certeza
Del mundo que les lleva en la cabeza;
Mundo al cual corresponde
Otro mundo real cuya grandeza
Tras un inmenso océano se esconde.
Dos sabios no recuerdan
Haber dado jamás en sus lecturas
Con nueva semejante,
Ni con su propio parecer concuerdan
Das que creen absurdas conjeturas
668 HONDURAS LITERARIA

De un espíritu audaz ó delirante.


Su juicio, pusilánime, no avanza
A donde el ojo de aquel Genio alcanza....
Declaran imposible
Lo que, á despecho de su orgullo necio,
Sólo les fuera ignoto ó inaccesible;
Y obstinándose en ver con más desprecio
Lo que menos entienden, el oído
Cierran á las razones de aquel hombre
Que — sabio ó necio, loco ó atrevido •—
Puede acaso afectarles el renombre
Por su presunta ciencia conseguido

Dos hombres, solamente,


De alto saber y penetrante juicio,
Que en silencioso, pobre monasterio,
Se dan humildemente
De la santa piedad al ejercicio,—
Abren las puertas de su gran criterio
A las razones que Colón aduce,
Y no juzgan absurda la existencia
De la tierra gentil por que suspira
Y que, á través de un mar desconocido,
En sus profundos éxtasis trasluce.

Por vez primera, de placer respira


Al verse comprendido
De dos mortales cuya enhorabuena
Con efusión recibe anticipada:
Siente un consuelo en su infinita pena
Y la esperanza anima su mirada,
Viendo así alimentada
La constante ilusión que le enajena.
¡Bien eterno hayan Pérez y Marchena!

Del favor de los reyes en demanda


Para llevar á cabo sus empeños
Por disputar al tenebroso Atlante
El encantado mundo de sus sueños —
Cual pordiosero mísero, anda, y anda
Cuanto más desairado más constante
De nación en nación, de corte en corte.
DOROTEO FONSECA 669

¡Magnánima indigencia
Que tanto más le agranda
Cuanto que lleva el bien común por norte
Y por oculta ley, la Providencia!

Superior, cada vez, á la desgracia


Que doquier implacable le persigue,
Ni de los reyes la actitud rehacia
N i de los pueblos la irrisión insulsa,
Logran que se amortigüe
En su espíritu inmenso, la ardentía
Del levantado anhelo que le impulsa,
De la luz misteriosa que le guía:
Antes fiel al benéfico destino
Que la alma Providencia le confía,
Ningún mortal, ninguno,
Ya insensato le llame, ya importuno,
Apartarle podrá de su camino !

No siempre tan sabidos


Dos poderosos son, cuanto engreídos;
Y de entre aquellos reyes, nadie sabe
Atender á los ruegos repetidos
De aquel nauta errabundo
Que les pide una nave
Para darles en cambio ¡todo un mundo!
Siempre obstinándose en creerle loco,
No les dicta su altiva ligereza
Otra respuesta que tener en poco
Al humilde piloto que imagina
Su apoyo merecer para una empresa
No menos colosal que peregrina

Sólo el alma sublime


De Isabel — la piadosa soberana
Que con el brillo de su nombre imprime
Eterno brillo á la Corona hispana —
Sólo ella, sí, compenetrarse logra
De la titánica y benéfica obra
Que, por secreta inspiración de lo alto
Y para gloria del Poder divino,
Intenta aquel marino
Rico de fe, si de recursos falto.
670 HONDURAS LITERARIA

Secundando del Genio la alta idea,


Su alto apoyo le ofrece decidida;
Aunque para ello menester la sea
Empeñar aun la joya más querida.
Cúmplelo asi aquella mujer magnánima
Y de su Dios y de su patria en nombre,
Al nauta explorador da los auxilios
Que tantas veces le negara el hombre. ...!

¡Con qué íntimo alborozo, Colón besa


Aquella mano generosa y pía
De que se vale el cielo
Para ayudarle en su abnegada empresa!
Y ¡cuál, ardiendo en infiuito anhelo,
Su vista, desde Palos, espacía
Sobre el undoso, espumeante velo
Que, receloso ya de su osadía,
Amenazándole envolver se expande
Y se contrae, con feroz porfía!

Muy grande el peligro es...; pero es más grande


El Dios en quien confía!
Y á Él levanta su férvida plegaria
Demandándole acierto y energía
Para vencer la furia aterradora
Y traspasar la inmensidad sombría
De aquella mar confusa y solitaria,
Y llevar su Doctrina redentora —
Abriendo así al Progreso nueva vía —
Al mundo ignoto que á buscar se lanza
En alas de su fe y de su esperanza.

Miradle cómo viene ! : tremolando


Ea católica enseña de Castilla,
Desde la endeble popa,
Su "adiós" repite con acento blando
A su querida Europa.
En tanto que su mísera flotilla,
Mil alardes haciendo de destreza,
Avanza con denuedo
Y se interna en un mar cuya fiereza
Sólo un Colón puede arrostrar sin miedo!
DOROTEO FONSECA 67I

Y pasa un mes y pasan dos haciendo


Cada vez más prodigios de heroísmo
Para triunfar de la ira redoblada
De aquel celoso é inescrutado abismo
Que — su paso titánico sintiendo
Sin poderlo impedir — rudo se agita,
De increpa con estruendo
Y, por cada nueva hora; le suscita
Un nuevo azar, un nuevo cataclismo

Y pasa un mes y pasan dos y nada


De la tierra soñada
Preséntase á sus ojos,
Por más que hacia doquiera
Tiende en pos de ella la ávida mirada.

Y a la tripulación, que desespera,


No atiende á la maniobra sin enojos;
Y creyendo, por fin, de una quimera
Víctima ser decepcionada, triste,
A continuar bogando se resiste
Y pide al impertérrito Almirante
Que haga volver la proa hacia Levante.

Mas hé aquí que cuando más se aferra


En exigir la vuelta al patrio suelo,
Suena el grito feliz de " ¡Tierra! ¡tierra!! "
¿Quién le ha dado? Rodrigo de Triana
Que ve y denuncia ya — ¡gracias al cielo! —
La suspirada y bella tierra indiana.

Sí: la tierra fecunda y encantada,


Por Colón, á la Europa prometida!:
¡La Virgen de Occidente, que, velada
Tras un cendal de misteriosas brumas,
Por vez primera vese sorprendida
Sobre su lecho de coral y espumas!:
¡La Atlántida hechicera! que, sedienta
De nueva luz y vida,
Se alza al saludo redentor del Genio
Que triunfante y gozoso, la presenta
De la vida social en el proscenio!
672 HONDURAS LITERARIA

¡Salve, Genio del mar, salve profundo


Nauta del pensamiento,
Que, colmando tu empeño sin segundo,
Mostrar supiste á todo el Viejo Mundo
De un Mundo Nuevo el virginal portento!

San Salvador: 12 de octubre de 1892.

A UNA

Hace apenas seis años ! Dulcemente


Deslizarse sentías tu existencia,
Y en el límpido cielo de tu frente
Aun radiaban la dicha y la inocencia !

Hace apenas seis años ! Todavía


Ignorabas del mundo los abrojos,
Y con todo el fervor de un alma pía
Hacia Dios elevábanse tus ojos !

Hace apenas seis años ! ¡ Quién pudiera


Devolverte á aquella época dichosa
En que, humilde ante tí, por vez primera
Admiré tu hermosura candorosa !

Ah ! Entonces vivías una vida


De ilusiones, de encantos y de flores;
Sin sentir, como ahora, el alma herida
Por el rudo aguijón de los dolores !

Inocente de todo, y engañada


Por la grata apariencia del destino,
No aguardabas rodar abandonada
A l furor del mundano torbellino !
DOROTEO FONSECA 673

Hoy te vuelvo á mirar Mas ya no tienes,


Como entonces, serena la conciencia,
Ni pueden, ay, tus macilentas sienes
Da corona lucir de la inocencia !

Hoy te vuelvo á mirar; cuando tu vida


No es más ya que una vida de tormento;
Cuando llevas el alma corroída
Por el cáncer de atroz remordimiento !

j Desgraciada mujer ! ¡ cómo olvidaste,


Por un goce fugaz, tu dicha entera,
Y , ante tu misma ruina, deshojaste
Das flores de tu hermosa primavera !

¿ Dónde está la virtud que en otros días


Era á la vez tu mérito y tu encanto ?
¿ Por qué tus infantiles alegrías
Se han convertido en sufrimiento y llanto ?

¡ Todo acabó ! Del vicio en la pendiente


Perdiste tu candor, tu bien perdiste,
Y tan sólo te queda, persistente,
Da memoria vivaz de lo que fuiste !

Sí-: embriagada del mundo al grato hechizo,


Poco á poco cediste á sus instancias,
Y , juzgándolo un nuevo paraíso,
T e dejaste llevar de nuevas ansias

Sin pensar ya en tu honra, ó sin creerte


Incitada á un cercano precipicio,
Ciegamente rodaste hasta perderte
En la agitada ciénaga del vicio !

Caíste ! y al sentir en lo profundo


Da fiebre delirante de la orgía,
— ¡ Mío serás desde hoy ! —dijiste al mundo,
Y el mundo respondió:—¡ Sí, eres ya mía !!

¡ A y ! Desde entonces, en infame pacto


Quedó tu vida al mal encadenada,
674 HONDURAS LITERARIA

Y desde entonces todo á tu contacto


Se contagia, se amengua, se degrada !

Hoy, esclava del torpe sensualismo,


Llevas sobre la faz su sello inmundo
Y eres, por tu abandono y tu cinismo,
Vilipendio y escándalo del mundo !

Que el mismo mundo que los sacros broches


Que al deber te ajustaban dio á la ruina,
Hoy te escupe á la cara sus reproches,
Hoy, su culpa olvidando, te acrimina !

Abandonada á mísero quebranto,


Ves en él nada menos que un castigo;
¡ Sin contar para alivio de tu llanto
Con el favor de un hijo ó de un amigo !

Nadie, nadie se mueve á consolarte


Mientras los más en abatirte piensan;
Que aun los que ayer se honraban de admirarte,
Hoy de sólo mirarte se avergüenzan !

La indulgencia en tu auxilio no se empeña;


La sociedad te arroja de su seno;
Y hasta el más depravado se desdeña
De confundir su cieno con tu cieno !

Falta de fe, y sin nada que te abone


Contra el fallo común, que te condena,
Tampoco esperas, ay, quien te perdone
Cual perdonó Jesús á Magdalena !

En vano, de amargura estremecida,


Vas clamando ¡ favor ! de puerta en puerta:
¡ Para quien lleva la deshonra unida
Ninguna puerta honrada se halla abierta !

Y en lugar del albergue compasivo


Que tu clamor tristísimo demanda,
T e desprecian doquier con ceño altivo
Y doquier te repiten:—¡ Anda ! ¡ anda !!

¡ Desolada mujer ! Alza la trente


De ese fango en que arrastras tu existencia !
DOROTEO FONSECA 675

Para el bien nunca es tarde: haz firmemente


Por reparar tu honra y tu contienda !

Vuelve al cielo tus ya lánguidos ojos,


Cual lo hacías allá en tu edad primera !
Busca á Dios ! y, postrándote de hinojos,
Implora su perdón ! — "¡ Ora, y espera !"

San Salvador.
J U A N RAMÓN MOLINA

Nació en. Comayagüela en 1875. Es hijo de don Fe-


derico Molina y de dona Juana de Molina.
Comenzó sus estudios en Tegucigalpa, y en 1888 se
dirigió á Guatemala, donde se graduó en Ciencias y Le-
tras.
Permaneció algún tiempo en Quezaltenango, donde
fué redactor de "El Bien Público."
Volvió en seguida á Guatemala á seguir sus estudios
de Derecho, los que luego dejó para regresar á Honduras.
En este país fué durante algún tiempo Subsecretario
de Estado en el Despacho de Fomento. Después que re-
nunció este cargo, fundó el periódico " El Cronista."
En la actualidad (1899) es Director del " Diario de
Honduras," periódico en que se fundieron " El Cronista "
y " El Diario."
EL ÁGUILA

Y el águila exclamó con voz terrible:


— E n una cuenca informe
Nací, en esta montaña inaccesible,
Que fué tal vez la enorme
Atalaya de rocas de granito
Que á una raza de cíclopes sirviera,
Para explorar con su pupila fiera
Ea vacua inmensidad de lo infinito.
Un pálido crepúsculo
—Tímido heraldo del glorioso d í a —
Envolvió suavemente la nidada,
Donde mi vieja madre aletargada
Con su robusto cuerpo me cubría.
Saqué, llena de anhelos,
De bajo el ala tibia y protectora
Ea cabeza. En los cielos
Donde quedaban en la sombra rastros,
Iba apagando la rosada aurora
Eas temblorosas luces de los astros
Con su soplo sutil. En ese instante
Surgió, tras la muralla de los montes,
El nuevo sol, magnífico y radiante:
Mientras que los corceles de la noche
Huyendo por los claros horizontes,
Desbocados é inciertos,
En el profundo foso del vacío,
Heridos por mil flechas inflamadas,
Se desplomaron muertos.
682 HONDURAS LITERARIA

Mi madre, al despertar, abrió las alas


A una cresta bravia
Y allí, posada en ademán soberbio,
Contempló con el ojo dilatado
Aquel sol que subía
Como un globo de púrpura incendiado.
A las grandes alturas
Después tendió su vuelo,
Cruzando sobre valles y llanuras,
Siguiendo la enriscada cordillera
Hasta perderse en el confín. Dlegaba
El sol á la mitad de su carrera,
Cuando volvió á su nido de ramajes
Con un niveo cordero hecho pedazos,
Dando gritos salvajes,
Sacudiendo aletazos.

Duego crecí, volé con pocas fuerzas


A las rocas cercanas;
Después, valor cobrando,
Volé á las yermas cúspides lejanas
Que coronan gritando
Das .venerables águilas ancianas.
Y hoy, ya lanzada sin temor al viento,
Trazo en él espirales,
Y puedo en un momento
Subir á las regiones celestiales;
Y tiene tal audacia y tal aliento
Mi poderoso vuelo vagabundo,
Que, si quisiera un día,
Sin detenerse á descansar podría
Darle la vuelta al mundo.

Mi aspecto es muy altivo:


El moño de mi testa se asemeja
Al penacho guerrero
De un noble paladín. Un ojo vivo
Y grande, bajo el arco de mi ceja
Se hunde lleno de luz. De fino acero
Y con forma de gancho,
Es mi terrible pico,
Firme y cortante, poderoso y ancho.
JUAN RAMÓN MOUNA 683

Mi cabeza marcial que el aire peina


Es redonda, pequeña y bien formada,
Me ciñe el cuello, cual si fuera reina,
Magnífico collar. Mis alas rudas,
Son dos alas tremantes
De plumas puntiagudas,
Compactas y brillantes,
Que después de cubrir el atrevido
Pecho que tengo, bajarán más breves
A resguardar mi torso que se ha hundido
En todas las entrañas y las nieves.
Son ásperos mis dedos. Y las uñas,
Con que á la piel del que vencí me aferró,
Son hechas con el hierro
De las cotas y lanzas. Es leonado
Mi espléndido color, mi ademán noble,
Y me palpita un corazón osado
En un cuerpo más sólido que un roble.
Ea mirada del lince no es más fina
Que la que amenazante
Echo sobre reptiles y cuadrúpedos
Desde la cima del cénit radiante,
Coronado de rayos. Si me poso
Al borde de un peñón hendido á tajo,
Y una invisible mano arranca al monte
Una roca de cuajo
Lanzándola al abismo, pongo atento
Oído al rumor hondo,
Y recojo el estrépito violento
Que sube retumbando desde el fondo.

Después que atisbo á la confiada víctima


Que en el llano ó el árbol me provoca,
Pliego el ala de súbito,
Y más veloz que el rayo fulminante
Caigo sobre ella, de la rabia loca,
Hundiéndole las uñas. Aunque luche
Por escaparse con esfuerzos vivos,
Vencida y desmayada,
Queda bajo mis dedos convulsivos
Sujeta contra el suelo. La cabeza
Con una garra sola
684 HONDURAS LITERARIA

Le oprimo con tesón. Abro las alas,


Y apoyada en la base de mi cola
Gozo escuchando el estertor. El ojo,
Que la luz del espacio recogía,
Se vuelve turbio y rojo
Al bañárseme en sangre. El pico abierto,
Mientras dilata la hórrida agonía,
Dejo salir mi lengua palpitante,
Semejando una rígida tenaza
Que la hoja deslumbrante
Saca del fuego de la roja hornaza.

Nada me arredra ! Si el destino adverso


Me depara un encuentro peligroso
Con una bestia montaraz y fiera,
Me vuelvo más osada y más valiente,
Hasta que me alzo victoriosa al cielo
Dlevándola en mis garras prisionera.
En las febriles épocas del celo,
Cuando cuida mi dulce compañera
Del implume aguilucho, mi polluelo,
Devasto el valle que mi vista abarca,
Aterro los rebaños y pastores,
Y al nido donde tengo mis amores
Dlevo el botín que cojo en la comarca.

Duego que en un festín de carne cruda


Mi apetito he saciado,
Cansada, triste y muda,
Me voy á reposar sobre una roca
Con el buche inclinado.
En las cálidas horas del estío,
En esas horas largas y terribles,
En que parece que los pies caminan
Sobre ascuas invisibles:
En que el sol encendido
Va rompiendo las aguas luminosas
De un mar hirviente de metal fundido:
En que abre sudorientas
La tierra sus mil grietas, como bocas
Enormes y sedientas
De un sorbo de agua. Cuando el tigre fiero
JUAN RAMÓN MOLINA 68 5

Sestea en su cubil de la espesura


Sin pensar en su instinto carnicero:
Y abandonando el árido paraje,
E l antílope busca la frescura
Del umbroso follaje
Desbordante de savia y de verdura:
Cuando el león acesando
Retírase á sus cóncavas cavernas
Donde la prole está, y allí acaricia
De su querida las velludas piernas
Bramando de lujuria y de delicia
Al contemplarla tan hermosa: entonces
Voy á bañarme al anchuroso río
Orlado de nenúfares y espumas,
Humedeciendo en el cristal movible
Mi clámide de plumas.
Y por la tarde, cuando el sol expira
Tras su carrera vasta
En su lecho de nubes y arreboles,
Vuelvo al hogar, donde me aguarda siempre
Mi compañera casta,
Aquella que me quiere hace cien soles
Con fiel cariño y con amor constante,
Desde que pudo verme cierto día
Vagando sobre cúspides errante.
En un pequeño quicio
Junto á mi hogar, colgado
En las fauces de un hondo precipicio,
Las alondras y oscuras golondrinas
Sus nidos han formado
Con las yerbas más suaves y más finas,
Como buscando protección. Alegres
Me siguen, si de pronto
En las mañanas tibias
A l éter me remonto,
Puro y azul, y mi regreso espían
Cuando al fulgor postrero
Del crepúsculo vuelvo á la montaña,
Asomando las tiernas cabecitas
Y metiéndolas luego en su agujero
Para sacarlas otra vez. No temen
El poder de las águilas,
686 HONDURAS LITERARIA

Que no hacen de él alarde


En unos pajarillos infelices,
Sino contra el cobarde
Milano vil, que en la feraz campiña,
Si devoramos una presa, á veces
Quiere igualarse con nosotros, cuando,
Dignos de su bajeza y su rapiña,
De tocan á él las despreciables heces.

Yo soy la imagen de la fuerza. Nadie


A mis dominios sube
Sin que pague muy cara su osadía.
De un rápido aletazo
Divido en dos la nube
Cuando se atreve á importunarme. Un día
Un cazador, oculto entre las breñas,
Me disparó sus balas,
Y con un solo golpe de mis alas
Rodó aturdido por las duras peñas.
Si mi vuelo lo oprime
El aire de la agreste cordillera,
A mis costados gime
Cediéndome lugar. Sin sacudidas
Me elevo á los espacios audazmente,
Con las alas tendidas
Y con el cuello rígido. Das ráfagas,
Vagabundas é inquietas,
Siguen mi huella en turbas ladradoras,
Como queriendo conocer conmigo
Da cuna en que nacieron los planetas
En cendales magníficos de auroras.

El viejo invierno es el mejor amigo


Que tengo por el cielo;
El viejo invierno, que una vez al año
De su alcázar de hielo
Sale crudo y huraño,
Y rompiendo los odres de los vientos,
Y soltando los líquidos raudales,
Cruza por los abismos siderales
Ceñido de relámpagos sangrientos.
Yo conozco las fraguas donde viven
JOAN RAMÓN MOLINA 687

Los terribles Vulcanos del vacío


Haciendo sus ensayos,
Y envueltos en sus mantos — nubarrones
Oscuros y andrajosos —
Templan los haces de encendidos rayos
Al compás de los truenos pavorosos.
Al ruido los lejanos aquilones
Como un tropel de fieras
Rugen desde el confín, los huracanes
Despliegan sus fantásticas banderas,
Oyeuse ayes profundos,
Derrotados se escapan los vestiglos,
Y parece otra vez que se repite
La gestación de los actuales mundos
En el oscuro seno de los siglos.
Al ígneo sol, á él mismo,
Lo miré arrebujarse entre su manto,
Pálido ya de espanto.
Huí entonces del abismo
Ensordecido por aquella guerra,
Como por el rumor estrepitoso
De una inmensa catástrofe
La tierra
Tiritaba de pánico y de frío.
Y envuelta en la vorágine
De un gran viento bravio
Que á su paso tronchaba
De las selvas los árboles gigantes,
Llegué á amparar mi tímido polluelo
En tanto que la sierra vacilaba
Sobre su eterna base de diamantes
Bajo la inmensa cólera del cielo.

Pero si la borrasca me echa al nido


Y ante su empuje cedo,
¿ Quién otro me ha infundido
El vergonzoso miedo ?
El mar que á la ribera
Sujetan con amarras,
Ocultas, ciegas é inmutables leyes,
N o ha intimidado mi arrogancia fiera
Al azotarme con furor las garras
688 HONDURAS LITERARIA

Clavadas al peñón. La cruel pantera,


Desde su bosque de bambúes frágil
En vano ruge para mí. Y el tigre
Manchado, aleve y ágil,
Nunca hundirá sus aceradas uñas
En mis carnes. El rudo
Rinoceronte de pesados miembros,
De groseras pezuñas
Y cuerno poderoso,
N o puede echarse sobre mí. Ni el oso,
N i el león melenudo,
El rey de los mamíferos feroces,
Que asorda con el trueno de sus roncas
Y prolongadas voces
El bosque virgen y las cuevas broncas.

Si ellos rugen, yo grito;


Si ellos guardan la selva, yo los montes
De entrañas de granito,
Los vastos horizontes,
El grandioso infinito.
Si un áspero pelaje
Les envuelve la piel, y con furioso
Ademán mueven la melena hirsuta,
Y o tengo mi plumaje
Y mi penacho airoso.
No les envidio la apartada gruta
Que tienen en los bosques seculares,
Ni sus garras retráctiles,
Ni sus robustos flancos,
Ni sus recios y elásticos hijares,
N i los sutiles trancos,
Ni los hijuelos, ni su joven hembra
Que al vagar por cañadas y por cauces
Ebria de amor, las fauces
Abre gimiendo y el espanto siembra.
Porque en las altas rocas escabrosas
Un nido tengo. Porque son mis garras
Como las de ellos; y al costado mío
Jamás hundirse pudo
La envenenada punta de los dardos,
Como si fuera un resistente escudo.
JUAN RAMÓN MOLINA 689

Porque si tienen círculos dé dientes,


Y o tengo un pico corvo y acerado
En que han agonizado
Retorciéndose en vano mil serpientes.

Y en cambio ¿ quién ostenta


Esta movible cauda,
Este firme timón en que confío
Para lanzarme al piélago bravio
De la oscura tormenta ?
¿ Quién tiene el ala más potente y rauda
Que el ala que yo pongo en movimiento
Para cruzar el viento,
Para azotar la gigantesca tromba
Que como cono hacia los cielos sube
Del irritado abismo de los mares,
Como si Dios, oculto en una nube,
Tirara dé la red de grandes olas
Donde se agitan monstruos á millares ?
¿ Quién tiene esta pupila irresistible
Que al espacio sin límites se tiende
Fulgurante y terrible,
Que es igual á una llama,
Si la salvaje cólera la enciende
O si el amor la inflama:
Que percibe — al cernerse al mediodía
Bajo los cielos altos —
El vaivén de una rama,
El corderillo en la florida loma,
De la liebre los saltos
Y el volar de una candida paloma:
Que en la serena noche despejada,
De estrellas rutilantes coronada,
Miro brillar á Marte
En el fondo del claro firmamento
Como si fuera un ojo
Fijo, enorme y sangriento ?

Jove, que fué el señor de la ancha esfera,


Me destinó,' en decretos inmortales,
A ser su mensajera,
A conducir los rayos celestiales.
690 HONDURAS LITERARIA

Y al quedar para siempre desolado


Su hermoso cielo, de esplendores lleno,
Al extinguirse en el azul sagrado
Da alegre carcajada de los dioses
Y el olímpico trueno,
Triste vagué en el clamoroso espacio
Por misteriosas fuerzas sacudido,
Y fui á formar mi inaccesible nido
Más allá de las cúspides del Lacio.

Y o de la humanidad civilizada
Miré el día primero
Deslizarse tranquilo,
Y he conocido el báculo de Homero
Y la calva de Esquilo.
Yo soy hermana de los genios. Ellos,
Con su numen ardiente,
Vuelan también á la región del cielo
A libar con anhelo
En la copa del éter transparente
De la alma luz.
Y o soy el ave noble,
El ave de la gloria,
Que los guerreros rudos
Conducen como nuncio de victoria.
Y o estoy en los escudos
Donde se embotan las espadas fieras,
En los cascos de bronce,
En las sacras banderas.

Y o soy la reina de las aves. Todas,


Desde aquella que entona sus cantares
En la verde arboleda,
Hasta el petrel que sin temores rueda
Sobre el lomo encrespado de los mares,
Del huracán bajo la cruda saña,
Sujétanse á mi inmenso poderío:
Mi trono es la montaña
Y mi reino el vacío.
Y o soy emblema del valor. ¿ Quién puede
Intimidarme alguna vez ? ¿ Qué obstáculo
Ante mi vuelo triunfador no cede ?
JUAN RAMÓN MOLINA 69I

¡ Nadie mi libre voluntad sujeta !


El hombre, ese verdugo,
Que dice ser el dueño del planeta,
N o me ha impuesto su yugo !
¿ Qué leyes obedezco ? ¿ Qué ominoso
Poder mis fieros ímpetus dirige ?
En la tierra y el mar ¿ quién más pujante ?
Ni el que los orbes inflamados rige
Con su cetro gigante
Puede causar al águila un desmayo !
No puede ni Dios mismo

Calló el ave blasfema


En ese instante
Un indignado y repentino rayo,
Hecha cadáver la arrojó al abismo
En espantosa rotación. El trueno,
De pavorosas amenazas lleno,
Bramó desde el confín del horizonte:
Y un negro nubarrón que descendía,
Una lágrima fría
Vertió sobre la cúspide del monte !

SONETOS

AL SOL

¿ Quién alimenta tu hervorosa hoguera


Que así — siempre fecundo y encendido —
Has alumbrado el tiempo que ha vivido,
Como un minuto, la terrestre esfera ?

¿ Qué fuerza rige la inmortal carrera


Con que vas á un poder desconocido,
HONDURAS UTERARÍA

— A la atracción universal ceñido —


Como, si centro de tu centro fuera ?

Dios — que los astros vividos derrama —


Cuando se acerque tu postrero día,
Apagará esa luz que nos inflama;

Y una pavesa, vagabunda y fría,


Serás — ya muerta tu esplendente llama —
En la callada inmensidad sombría.

LA MUERTE DEL LEÓN

Agoniza el león. La ardiente arena


Es el lecho mortuorio — el sol desciende:—
Una bandada de milanos hiende
A lo lejos la atmósfera serena.

E l coloso sacude la melena


Sobre el robusto cuello, y luego tiende
Por el rojizo espacio que se extiende
Una mirada de amargura llena.

Cae su enorme cabeza.. Después, trémulo,


Entre las zarpas ásperas la oprime
Y á los impulsos del dolor se estira

Lanza un rugido dilatado — émulo


De los fragosos truenos — y sublime,
Frente al incendio de la tarde, expira.

LA CAÍDA DE LUZBEL

Rodó cuarenta siglos el maldito


En la espantosa noche de la nada,
Sin levantar la frente quebrantada
N i arrepentirse de su gran delito.

Caía por el lóbrego infinito,


Por la siniestra inmensidad callada,
Buscando con fosfórica mirada
A l g ú n picacho el trágico proscrito.
JUAN RAMÓN MOLINA 693

Lo halló porfin,y se detuvo. Arriba


Estaban Dios y su estrellado piélago...
Rióse Luzbel, lanzándoles saliva....

¡ Cae ! dijo una voz ¿ no estás conforme ?


¡ Y agitando sus alas de murciélago
Se hudió otra vez en el abismo enorme !

VINO TINTO
EN UN FESTÍN

No penséis que las uvas generosas


Dan este vino, cuyas rojas huellas
Tifien los frescos labios de las bellas
Con el múrice ardiente de las rosas.

El licor que estas copas luminosas


Contienen, irradiando como estrellas,
Y que vaciado habéis de las botellas,
Do guardaron las hadas misteriosas.

Es la sangre de todas las beldades,


Víctimas del acero y su destino
En las guerras sinfinde otras edades.

No extrafiéis que al pensar en sus despojos,


Cuando se suba á mi cabeza el vino,
Viertan alguna lágrima mis ojos.

LA OLA
VIENDO E L MAR

Ora dormida en la extensión serena


Del polífono mar que el orto dora,
Parece á veces que á lo lejos llora
O que canta cual pérfida sirena.

Inquieta luego, de temblores llena,


Se enarca como sierpe silbadora,
O, apagándose, rueda arrulladora
Con un suave susurro de colmena.
694 HONDURAS LITERARIA

Otra vez,surge con furor insano.


Llevando en sus entrañas escondida
La amarga bilis del revuelto océano;

Y de pronto, en un vértigo violento,


Estalla en la ribera, sacudida
Por el foete de ráfagas del viento.

LA SELVA

En medio de la gran naturaleza


La selva tropical mueve sus ramas,
Como verdes y hojosas oriflamas,
Insignias de su rústica grandeza.

Los árboles del bosque la cabeza


Doblan sobre las ásperas retamas,
Y ciñe el cuerpo elástico de escamas
La perezosa sierpe á la corteza.

El sol incendia el suelo; y el bochorno


Cuélase entre los troncos y zarzales
Como el aliento cálido de un horno

Duermen las aves de irisadas plumas,


Y cruzan los tupidos carrizales
Ágiles tigres y ligeros pumas.

EL JARDÍN

Cuelgan racimos de rosadas pomas,


Negras uvas en gajos tentadores,
Fingiendo los alegres surtidores
Un murmullo de besos y de bromas.

Dormitan en las ramas las palomas,


Los buches esponjando arrulladores,
Y el odorable aliento de las flores
Unge los troncos y el parral de aromas.

Un sol ardiente esparce sus madejas


De luz, sobre el jardín; y las abejas
Un vals susurran áspero y sonoro.
JUAN RAMÓN MOLINA 695

Bailan las mariposas deslumbrantes,


Y perforan los pájaros brillantes
Dulces naranjas de corteza de oro.

NERÓN

Arden en los jardines opulentos


Como antorchas los mártires cristianos,
Aplauden los serviles cortesanos,
Ebrios de sangre y de licor sedientos.

Hinchan las flautas los nocturnos vientos,


Alzan las copas de marfil las manos,
Baña la luz los pórticos cercanos,
Óyense carcajadas y lamentos.

Bajo un dosel asiático tendido


Mira Nerón — de púrpura vestido —
Da festival esplendorosa y fiera;

Y, arrojando bostezos desdeñosos,


Pasa los dedos finos y nerviosos
Sobre la rubia piel de su pantera.

LA FRAGUA

Exhala el fuelle roncos resoplidos:


Salta el carbón en la caverna oscura,
Da roja llama trémula fulgura
Sobre los muros en hollín teñidos.

Los dedos, por el uso encallecidos,


Manejan luego la tenaza dura,
Que — sobre el yunque sólido — asegura
Los hierros al calor enrojecidos.

Los cíclopes, obreros incansables,


En alto ponen los velludos brazos
De musculosos bíceps admirables

Rápidos bajan los enormes mazos,


Al choque surgen quejas formidables
Y una explosión de fúlgidos chispazos.
HONDURAS LITERARIA

ANTE EL ESPEJO

Te acercas al espejo fulgurante


Y miras, con orgullo femenino,
De tu perfil el lincamiento fino
Dibujarse en la luna deslumbrante.

Tornas de frente el mágico semblante


Contemplando tu cuello alabastrino,
Tus grandes ojos de un azul marino
Y tu boca encendida y palpitante.

Después, al ver el licencioso escote


Que mal contiene el adorable brote
De tu albo seno entre el corpino preso,

T e abandonas á extraña somnolencia,


Y estampas en tu lúbrica demencia
Sobre tu boca reflejada un beso.

A UNA VIRGEN

Y o adoro tus dos trenzas, magníficas y oscuras,


T u frente sin mancilla donde el pesar se ve,
Tus grandes ojos tristes, poblados de ternuras,
Que con mis labios trémulos y ardientes cerraré.

Tus pálidas mejillas de pálidas alburas,


T u boca en cuyo aliento la gloria beberé,
T u cuello, que envidiaran las vírgenes más puras,
Tus hombros y tu talle, tus manos y tu pie.

Amo también tu espíritu frágil y visionario,


Frágil y visionario, dulce y extraordinario,
Que se encarnó en tus formas tranquilas de vestal;

Y llegaré á tus brazos, á mi pasión abiertos,


Como las naves llegau á los ansiados puertos
Venciendo los escollos del piélago fatal.
JUAN RAMÓN MOLINA 697

DESPUÉS QUE MUERA

Tal vez moriré joven Dos amigos


Me vestirán de negro,
Y entre dolientes y llorosos cirios
De pálidos reflejos,
Colocarán con cuidadosas manos
Mi ya rígido cuerpo,
Poniendo mi cabeza en la almohada,
Mis manos sobre el pecho.

Una lágrima fría, más amarga


Que una gota de ajenjo,
Correrá de mis párpados inmóviles
Mi rostro humedeciendo,
Hasta perderse entre mis labios lívidos,
Entre mis labios yertos,
Contraídos por mi última sonrisa,
Mi sonrisa de muerto.

*
En la vecina y bulliciosa estancia
Mis amigos bebiendo,
Con juvenil franqueza y desenfado
Harán de mí recuerdos:
— Fué un soñador — Qué lástima! — ¡ Tan joven!
— Parece mentira esto !
— Ayer no más hablaba con nosotros
De amores y de versos.

Y a colocado entre la estrecha cárcel


Del ataúd modesto,
Da tapa clavará con su martillo
Un rudo carpintero.
6o8 HONDURAS LITERARIA

Después, los seis amigos que me quieran


Con más íntimo afecto,
Me llevarán sobre sus fuertes hombros
Al triste cementerio.

*
En una huesa lúgubre y profunda,
En un hoyo siniestro,
Colocarán, para arrojarle tierra,'
El imponente féretro.
Enterrado seré La comitiva,
" Descanse en paz " diciendo,
Me dejará, me dejará muy solo,
En brazos del misterio.

*
Los días correrán, y lentamente
Se han de podrir mis miembros,
Y he de ser, por la ley de la materia,
Un puñado de cieno.
Mas entre esos despojos miserables,
Entre ese lodo infecto,
Germinará, oh, vida de mi muerte,
Mi amor almo y eterno !

*
No llenará la cuenca de mi cráneo,
La masa del cerebro,
Para mandarte al mundo donde vivas
Dichosa un pensamiento:
Ni el corazón palpitará como antes
En mi podrido pecho,
Para quererte con amor mundano
De la tumba en el seno.

*
Pero cada molécula, cada átomo
De mis informes restos,
Y cada ser que la existencia deba
A mi ser descompuesto,
JUAN RAMÓN MOLINA 699

Ha de llevar en su interior un poco


De este inmortal afecto,
Algo que te recuerde entre los vivos
A l olvidado muerto.

*
Verás una sombría mariposa,
En las noches de invierno,
Entrar por las ventanas de tu alcoba
A esconderse en tu lecho,
Revoloteando allí Seré yo mismo
Convertido en insecto.
Que llegaré del viejo camposanto
A cubrirte de besos.

*
Y si vaga tu espíritu en los limbos
Del éxtasis supremo,
Oirás entre las sombras de tu estancia
Armonioso aleteo,
Seráfico rumor Será mi alma
Que, desde el alto cielo,
Dlega al triste planeta de los hombres
Para velar tu suefio.

*
Después, cuando tú mueras, una noche
De calma y de silencio,
Arrojaré con las huesosas manos
Da tierra de mi féretro;
Y á la luz de un doliente plenilunio
Contemplarán los muertos,
Con los brazos en cruz y de rodillas,
Orando un esqueleto !
700 HONDURAS LITERARIA

LA HORA FINAL

Ha de llegar al fin, pobres mortales!


Siglos y siglos, los lucientes astros
Disparados por su órbita sublime
Giran y giran. Un destino ciego
Que los gobierna con seguras leyes,
Traza los derroteros que recorren;
Mas el Tiempo, con ojo vigilante,
Vela entre las tinieblas del abismo
Marcándoles un término. Dos mundos
Saltan de sus cimientos, desprendidos
En espantosa rotación, y ruedan,
Ruedan como pedruscos gigantescos
Por la terrible inmensidad sin fondo
Hasta romperse en bólidos errantes.

También la Tierra, este planeta opaco,


Tendrá su hora final. No eternamente
Ha de vivir, trazando sus elipses,
Como ha vivido y vive en estos días
Indiferente y sin temor. ¡ Muy pronto
Su infausto turno llegará ! Dos hombres
Do presentimos en la horrible duda
Que nos devora el corazón, ya muerto
Para el Dios y la fe de nuestros padres.
Da voz de esas confusas muchedumbres
Que mata el hambre, las dolientes quejas
De millones de siervos desgraciados,
Das injusticias, crímenes y vicios,
Da sed del oro, el egoísmo torpe,
Dos ciegos apetitos de la carne,
Han de formar por fin un alegato
Para que Dios, desde su trono, dicte
Una fatal y trágica sentencia.

Ha de llegar, oh, míseros mortales,


Da hora terrible al fin! Desde el insecto,
JUAN RAMÓN MOLINA

Hasta el águila altiva que se cierne


Con majestuoso vuelo en las alturas
Donde habla el ronco trueno; desde el hombre
Que vive en las ciudades populosas
Llenas de orgullo y esplendor y vida,
Hasta la fiera montaraz é hirsuta
Que ruge en las cavernas de los bosques,
Han de morir al mismo tiempo. Lava,
Y fuego, y sangre, y pestes, y granizo,
Sobre la Tierra mandará el Eterno
Ardiendo en justa, incontrastable cólera.
Y volcarán los mares; y los montes,
Sacudidos por recio terremoto,
El equilibrio han de perder. La yerba,
Y la mies, y la flor, y los robustos
Árboles, y la choza, y el palacio.,
Como pavesas arderán. Y el mundo.
Este mundo de esclavos y de reyes,
Donde el hermano asesinó al hermano
Con el traidor puñal, donde los hijos
Mataron á las madres infelices
Que les dieron el ser, donde la infamia
Fué más fuerte que todas las virtudes,
Ha de salir de su órbita, lanzado
Como una piedra que dispara la honda
De los guerreros bárbaros, y loco
Rodará por los siglos de los siglos,
Rompiendo los abismos insondables,
Hasta que estalle en explosión grandiosa !
FROILÁN TURCIOS
• FROILÁN TURCIOS

Nació en Juticalpa, Olancho, el 7 de julio de 1875.


Fueron sus padres don Froilán Turcios y doña Tri-
nidad Canelas de Turcios.
Cursó en el Instituto Nacional de Tegucigalpa hasta
el quinto curso del Bachillerato; privándose por varias cir-
cunstancias de continuar sus estudios.
Aunque desde muy niño empezó á escribir versos, que-
mó los cuadernos que de éstos había escrito; y hasta el año
de 1892 comenzó á publicar sus trabajos, la mayor parte de
los cuales han sido reproducidos por la prensa hispano-
americana.
Ha sido Director y Redactor de " El Pensamiento,"
revista literaria que vivió dos años y que suspendió con
motivo de su viaje á Guatemala, en donde redactó " El
Álbum," folleto de literatura que tuvo escasa existencia.
Ha redactado además "La Juventud Hondurena," "El
Heraldo," " El Ferrocarril " y " La Revista."
Es socio corresponsal de " El Ateneo Nicaragüense "
y " La Juventud Salvadoreña;" y corresponsal de varias
revistas y periódicos extranjeros. Ha publicado dos li-
bros de prosa y verso: Mariposas, premiado en la Exposi-
ción de Guatemala en 1897; y Renglones, editado en enero
de 1899.
En agosto de 1895 nombrado Secretario de la Le-
gación de Honduras en Costa - Rica que el Gobierno en-
T II.-45
HONDURAS LITERA RÍA

cargó al señor General don Terencio Sierra, actual Pre-


sidente de la República.
Por último, á su regreso de Guatemala en julio de
1897, fué nombrado Subsecretario de Bstado en el Des-
pacho de Gobernación; cargo que aun ejerce (1900), ha-
biendo estado en varias ocasiones encargado de dicho Mi-
nisterio.
Las poesías del señor Turcios que figuran en este li-
bro son inéditas, con excepción dé las tituladas Ligeia,
De un poema, Versos de amor, Flor de tristeza y Virgen
del cielo.
BELKISS U )

Arde en tu sangre el fuego de una pasión aleve.


La viña de tu seno será de Salomón.
Él comerá las uvas, las dos uvas de nieve,
Y llenará de lágrimas tu pobre corazón.

De la plateada noche en el silencio leve


Tuvo lugar la dulce y ardiente posesión.
T u carne de azucenas causó un placer muy breve
Al gran rey lujurioso que fuera tu ilusión.

Víctima de un recuerdo ni sueñas ni sonríes,


Están secos y tristes tus labios carmesíes
Y de tu voz no se oye el cántico sonoro.

Las hojas de la cynza no apagaron tu fuego.


Zophesamín lo dijo: tu espíritu era ciego.
De nada te sirvieron las cinco llaves de oro.

II

Nastosénen te trajo de los países floridos


En conchas de tortugas los tesoros del mar:
Lyncurios que parecen carbunclos encendidos
Y cerannias que absorben la blanca luz solar.

(*) F u e r o n escritos estos sonetos sin orden a l g u n o b a j o la h o n d a impresión


que le causó al autor el prodigioso p o e m a de Eugenio de Castro, tan a d m i r a -
b l e m e n t e t r a d u c i d o por Berisso. Del texto tomó algunos p e n s a m i e n t o s . — F . T.
7o8 HONDURAS LITERARIA

Sólo el anacámpsero que turbó tus sentidos


Tus tesoros espléndidos te obligó á abandonar,
Onixes de la Arabia, brillantes escogidos
Que cansaron tus ojos con su eterno brillar.

Pero el arca de ensueño tu corazón no alegra,


Ni la blanca bucardia con su pupila negra,
N i las hojas de balis que resucitan muertos.

T e persigue una imagen, un acento te nombra.


Tus senos son dos tiendas á cuya dulce sombra
Dos ojos de tu amado se dormirán abiertos.

III

No morirás intacta. Da lujuria te muerde.


Son sus flores rojizas. T u cuerpo es un rosal.
En un abismo trágico tu corazón se pierde,
En el profundo abismo de la pasión carnal.

Parece que abrevaras tus ansias en el verde


Licor de los absinthios, presa de un negro mal,
O que tu alma de niño con júbilo recuerde
El mordisco primero de la rabia sexual.

El lago de la Demencia con sus ignotos piélagos,


Con sus serpientes blancas, con sus negros murciélagos,
No contuvo tus locos deseos turbulentos.

T e llevó al regio lecho un camino de lirios,


Y al regresar, miraron tus amargos martirios
Una senda sembrada de pétalos sangrientos.

IV

El grave viejo sabio te dio un noble consejo.


Sé casta, y serás bella. Da pureza es feliz.
Da madre, de la virgen no conserva un reflejo
Y.la flor ya cortada da un pálido matiz.

De la inocencia intacta es el pudor bosquejo,


Arranca tus impuros deseos de raíz.
Oye la frase triste, la frase del buen viejo.
No abandones tu patria, pobrecita Belkiss.
FROILÁN TURCIOS 7°9

Y estabas ya curada ! Más te hubiera valido


Vivir una existencia de castidad y olvido,
Que entregarte al infierno de las llamas sensuales.

Y a no brilla tu lámpara. T u jardín es un yermo,


Y reina en los abismos de tu espíritu enfermo
El solemne silencio de los túmulos reales.

LIGEIA

Qué imágenes tan crueles asaltan el cerebro


Leyendo las estrofas del legendario Poe !
Surgen del ritmo de oro los símbolos ideales
Como un grato perfume del cáliz de las flores.
Qué de fantasmas tristes, qué de espectrales sombras
Y qué de enigmas raros en confusión enorme
Cubren brumosamente las páginas del genio
Con un frío sudario de trémulos crespones !

Hay en la caravana de sus hermosas, una


Inspiración divina de un prodigioso poema.
Es una joven casta que al rayo de la luna
Pasa llorando amores ¡ oh pálida Ligeia !
Es dulce y visionaria y amada de la Muerte,
Sus ojos miran tristes á una lejana estrella
Y en la expresión seráfica de su sonrisa inerte
Se ven vagas nostalgias de una ternura angélica.

Sonámbula perdida en el confín del cielo


Cubierta con los róseos jirones del crepúsculo,
T e he visto pasar lánguida como una flor de duelo,
De mis tristezas hondas por el abismo obscuro.
T ú adoras, dulce diosa, la blanda melodía
Que se oye de los bosques entre el rumor nocturno,
Y yo la suave música de ideal melancolía
Que vaga en el misterio de un suave plenilunio.
HONDURAS LITERARIA

Y o te amo por la aureola de fúuebre martirio


Que brilla castamente sobre tu sien gloriosa,
Porque tu niveo cuello —más pálido que un lirio—
Hacia el sepulcro negro con languidez se dobla.
T e amo porque eres ángel, visión de un imposible,
Ensueño del espíritu que se extinguió en un alba !
Reinas sobre los poetas porque eres intangible,
Símbolo hermoso y triste de un gran pesar sin lágrimas.

1898.

VERSOS AMOR

Bajo las grandes naves del templo solitario,


Al resplandor confuso del triste lampadario
Leía algunas páginas de su devocionario.
Estaba de rodillas ante el altar simbólico,
Y había en su semblante, severo y melancólico,
El misticismo vago de un fervor apostólico.

Sus manos delicadas, de un mármol florentino,


Su busto modelado por un cincel divino,
Le daban un encanto celeste y peregrino.
Ni á pronunciar su nombre mi casto amor se atreve,
Viéndola allí tan pura, tan pálida y tan leve,
Como un ángel dormido, como una flor de nieve.

Por las altas ventanas una luz indecisa


Penetraba en el templo como suave sonrisa:
De la tarde de invierno es la luz moribunda
Que vagaba en el viento como alma errabunda.

Las imágenes blancas en sus nichos dorados


No tenían los rayos de sus ojos amados,
N i su frente de lirio, ni sus labios rosados.
FROILÁN TURCIOS 711

Esas vírgenes santas de enfermiza blancura,


No poseían su leve, luminosa hermosura,
Ni el perfume amoroso de su casta figura.

Pronuncié con voz queda mi ferviente plegaria:


"¡Oh niña de mis sueños, dulce y extraordinaria,
T ú eres la fe sincera de mi alma solitaria !
Tus manos son mis hostias y es el sagrado vino
Con que mi amor oficia, ese licor divino
Que deleita mi boca cuando tu boca sella.
T e adoro por ardiente, por lánguida y por bella,
Porque seduce á mi alma tu palidez de estrella !

NOSTALGIA

Iba cruzando por el vasto cielo,


Rodeada de una aureola de amaranto,
Ea blanca luna con su faz de duelo
Y su tristeza de indecible encanto.

En el fondo de mi alma el desconsuelo


Ritmó un poema de amor y de quebranto,
Y mi recuerdo con doliente anhelo
Me llevó al solitario camposanto.

Allí bajo un ropaje de verdura


Duerme la triste y lánguida hermosura
Que mi angustiado corazón adora;

Da pálida mujer que en mi poesía


Es una leve, errante melodía,
Una trémula sombra encantadora.
712 HONDURAS LITERARIA

FLOR DE TRISTEZA

Me gusta ver los cielos estrellados


En las cálidas noches del estío,
Y en la hora del crepúsculo sombrío
Mirar los horizontes incendiados.

Me entristecen los cánticos sagrados


Y el cruel misterio del sepulcro frío,
Y entre las garras del supremo hastío
Sollozan mis ideales ignorados.

Cuando llega hasta mi alma la amargura


De las hondas tristezas incurables
Y me agobia el cansancio dé la vida,

Como un consuelo evoco tu-figura,


El fulgor de tus ojos adorables
Y el suave encanto de tu voz querida.

DE UN POEMA

Sobre las ondas negras, en la noche fantástica,


Yo desafié las iras del vértigo del mar,
De pie sobre la popa de Un bajel formidable,
Oyendo á mis espaldas rugir el huracán.

El rayo enarbolaba su látigo de fuego,


Hiriendo las tinieblas su lívido esplendor,
Y del profundo abismo de la mar cavernosa,
Salía un gran lamento de terrible dolor.
FROIIÁN TURCIOS 713

Sin jarcias ni velamen, crujiendo sordamente,


Iba sobre las ondas el negro bergantín,
Como un fantasma extraño, como un espectro enorme,
Como algo que no tiene ni sol ni porvenir.

Del horizonte obscuro llegaban los gemidos


De los vientos coléricos que venían del sur
Y de los altos cielos miré que descendía
Sobre la mar vibrante una pálida luz.

Y que las olas turbias sujetaron sus iras


Y los vientos helados su tremendo clamor,
Mientras el hosco cielo desgarraba sus lutos
Y del abismo líquido callaba el corazón.

Y en la calma serena, bajo los tristes astros,


Sintiendo que en mi espíritu rugía el huracán,
Me burlé de los vientos, me burlé de la noche,
De las olas enormes y del alma del mar.
1899.

ACUARELA

Se ve temblar el alma de la tarde sonora,


La gran arpa del viento pone un triste clamor
En el bosque de palmas que alza sus pabellones,
Saludando el incendio magnífico del sol.

Los negros abanicos que mecieron las brisas


En la cálida atmósfera se agitan sin cesar
Y de los misteriosos, lejanos horizontes
Vienen fuertes lamentos como de un ronco mar.

Las nubes escarlatas que cruzan el ocaso


Son sangrientas espadas en un campo de azur
Y los pálidos oros de los lampos errantes
Semejan cabelleras empapadas de luz.
7'4 HONDURAS LITERARIA

Las músicas vibrantes que salen de las frondas


Esparcen en los aires sus ritmos de pasión;
Como sierpes de plata cruzan los hondos valles
Encajes de neblinas de un sereno vapor.

Bajo el brillante cielo de la tarde del trópico


Como manchas de nieve, con lento revolar,
Bandadas de palomas en curvas caprichosas
Pasan sobre las ramas del vasto palmeral.

Las luces del crepúsculo van dorando las cumbres;


La sangre del ocaso se empieza á disolver,
En una mancha tenue de lilas y violetas
Y rosas mortecinas de un suave rosicler.

Con grandes cortinajes los lutos de la noche


Cubrieron á lo lejos la triste inmensidad
Y tras de la redonda colina de esmeraldas
Brilló el primer relámpago del reflejo lunar.

Tras del último monte su corola encendida


E l astro moribundo de improviso ocultó,
Borrándose el paisaje de lívidos matices
Como al soplo potente de un enorme pulmón.

Y entre el silencio vago de la noche estrellada


De todos los horizontes llegó un sordo clamor
Que era un conjunto extraño de todas las harmonías,
Y que tenía el gemido de amor de un corazón.
1900.

VIRGEN CIELO

Murió cuando las lluvias tempraneras


Hicieron florecer las clavellinas
Y en su vuelo las pardas golondrinas
Buscaron el calor de otras riberas.
FROILÁN TURCIOS 715

Y a 110 verá las dulces primaveras


Coronar de verdura las colinas,
Ni entre sus manos, diáfanas y finas,
El violín rojo llorará quimeras.

Murió cuando la tarde moribunda


Su última luz doliente y errabunda
Hizo brillar colmada de misterio.

Crece en su tumba que la yedra viste


Emblema de su espíritu tan triste
Una pálida flor de cementerio.

T e vi en el baile tan divina y leve


— Mignóu, Ofelia blanca y silenciosa —
Tan pura, tan ideal, tan luminosa,
Que te juzgué un ensueño casto y breve.

Eras un lirio de impecable nieve


Envuelto en blondas de color de rosa,
La realidad de una ilusión hermosa
Que el corazón y los sentidos mueve.

T u seno de jazmines ondulaba


Con dulce movimiento; y te miraba
De mi palabra y mi pasión cautiva

Me dijiste muy quedo: " amo á los poetas "


Y una tenue fragancia de violetas
Acarició mi frente pensativa.
7i6 HONDURAS LITERARIA

VUELO DE PALOMAS

Bajo el palio de luz de la tarde,


En un límpido cielo violeta
V i cruzar las palomas de nieve.
El rumor de sus alas de seda
Se perdía en el viento sonoro.
¿ No serán errabundas theorías,
Almas blancas de vírgenes muertas
Que en la atmósfera tibia se ciernen,

Y pensé en la doliente tristeza


De las que aman el negro sepulcro;
En las hondas, violadas ojeras,
En los cuellos que agita el sollozo,
En las diáfanas manos de cera
Que como hostias de carne impecable
Hacia el lóbrego cielo se elevan

El ocaso tiñó de escarlata


El vellón de las nubes. Las nieblas
De la noche tendieron sus lutos,
Y cual lirios de luz, las estrellas, •
Sus brillantes corolas abrieron
Sobre la hosca aridez de la tierra.

Dargo rato admiré pensativo


El fulgor de la noche serena
Bajo el cielo solemne tendía
El silencio sus alas de seda,
Y cruzó por mi espíritu, errante,
Da visión de una virgen angélica.
FR01LAN TURCIOS 717

ROSA DE PECADO

Da boca de Krysís es flor maldita,


Sus brazos son serpientes lujuriosas
Y sus caderas amplias son dos rosas
Que se abren en el templo de Afrodita.

Su desnudez olímpica te incita


¡ Oh, joven ! á las noches voluptuosas,
Mas oye: sus caricias venenosas
Podrán dejar tu juventud marchita.

No escuches la canción de la sirena


Que en tu vibrante espíritu resuena,
Mientras el vuelo á tu pasión desatas.

Huye de sus perfumes pecadores:


Que con el beso cruel de sus amores
Dan la muerte sus labios escarlatas.

SENSITIVA

Dónde vi el encanto de la blanca joven ?


Y o amaba á Mendelssohn, yo amaba á Beethoven.
Ella recitaba versos de Musset.
Y cuando-oprimía las teclas su mano
Como alma errabunda brotaba del piano
Una melodía sollozante y cruel.
7 i8 HONDURAS LITERARIA

Eran luminosos sus cabellos de oro.


Su voz era un canto doliente y sonoro.
Verde su pupila como agua del mar.
Eas sienes de lirio, la boca severa,
Rosa de escarlata que sólo quisiera
Ea boca severa de un poeta besar.

Inmóvil, parecíame estatua hierática


De perfil angélico, sonrisa enigmática
Y aire de infinita tristeza de amor.
En mi alma ejercía fatal cautiverio.
Sus ojos tenían la luz del misterio
Y tonos de raso su cutis de flor.

Su frente marcaba la cruz del martirio.


Era una alma enferma, era un triste lirio
Nacido en el fondo de un negro jardín.
¿ Por qué tué implacable con ella la suerte ?
¡ Pobre dulce ñifla del país de la Muerte,
Eigeia adorada de vago perfil !

Escribí estas frases para su álbum triste:


" Eos ángeles mueren; la dicha no existe;
Mi espíritu sufre tu duelo de amor.
Flota en nuestras almas hondo desconsuelo.
Tras la tumba obscura está el claro cielo
Donde han de sonreirme tus labios en flor.''

Leyó estos renglones con voz de cariño:


Después oprimieron sus dedos de armiño
Las teclas, y el piano comenzó á llorar.
Con su voz divina cantó una romanza:
" Y o soy la Taciturna, soy la Desesperanza
¡ Oh blanco cisne entona tu lánguido cantar!"

Extinguido el eco de su melodía


Me miró la niña con melancolía,
Las pupilas húmedas de aleve dolor.
Yo besé sus manos, sus manos de seda,
Y ella me decía con su voz tan queda:
¡ Qué historia tan triste la de nuestro amor !
PROILÁN TURCIOS 719

LAS NUBES

Las nubes con sus formas caprichosas


Revolando impelidas por el viento,
Me hicieron meditar por un momento
En la efímera vida de las cosas.

Al cambiar sus figuras vaporosas


Al empuje del raudo movimiento,
Las creyó el visionario pensamiento
Alas de gigantescas mariposas.

Ora fingen tropel de extraños seres,


Siluetas de fantásticas mujeres
O visiones de un mágico espejismo;

Pórticos de palacios imperiales


O náufragos bajeles espectrales
Errando en la locura del abismo.

ÁGUILAS Y LEONES

Van las águilas negras, las águilas salvajes,


Sobre las altas cumbres con lento revolar,
Con las ásperas alas inmóviles; y el trágico
Ojo sanguinolento como luz espectral.

Las garras formidables de acerados puñales


Se ocultan convulsivas bajo el negro plumón.
Tienen hambre las aves prodigiosas y fuertes,
Hambre de carnes duras de algún bravio león
HONDURAS LITERARIA

Quieren hundir sus picos de bronce endurecido


En las pupilas hoscas del terrible animal,
Y manchar con su sangre sus plumajes vibrantes
En medio del grandioso combate colosal.

Quieren formar sus nidos con melenas de leones


Y de los tigres crueles con la manchada piel
Van de caza las águilas por los vastos desiertos
Buscando roja sangre para aplacar su sed.

De un lado ven sus ojos las moles de las rocas,


Eos violentos oleajes del iracundo mar,
Y del otro contemplan las llanuras ardientes,
Los grandes resplandores del inmenso arenal.

Las sábanas marinas que cruzan las gaviotas


No son campos de guerra para su alto valor,
Porque ellas menosprecian las garzas de alabastro.
Con sus pupilas hechas á desafiar el sol.

Rumbo al blanco desierto que lejos reverbera,


Con poderoso vuelo se miran descender;
Van unidas, y forman sobre el límpido cielo
Un manchón que semeja la sombra de un bajel.

Se oye un sordo retumbo, un tremendo rugido.


Las águilas detienen su pausado volar;
Rápidas y terribles descienden como el rayo
Y el combate comienza sobre el blanco arenal.

Las zarpas y las garras celebran su epopeya.


El desierto resuena de la lucha al fragor;
Vuelan bajo las palmas melenas desgarradas,
Y las uñas de hierro buscan el corazón.

De pronto un doble estruendo hace temblar la tierra:


Los grandes leones reales cuando van á morir
Lanzan á los espacios un quejido tan hondo
Que conmueve las selvas como un ronco clarín.

Humean las entrañas de las terribles bestias


Que desgarran las águilas con esfuerzo feroz.
Dos aves yacen muertas, con las rígidas alas
Tendidas en la arena junto al cuerpo de un león.
FROILAN TURCÍOS 72t

Después del festín regio las águilas salvajes


Hacia las altas cumbres se vieron revolar:
Trágicas las pupilas, los plumajes sangrientos,
Dlevando por trofeos de la siniestra lucha
Fragmentos de melenas sus garras de metal.

LOS VIOLINES

" C a j a s de a l m a s d i f u n t a s . "

Me encantan los sollozos de los violines.


De lejos semejan áureos clarines
Que en la guerra sonaran los paladines.
Tienen el ritmo agudo de las cigarras
O en las tardes alegres, bajo las parras,
El sonoro lamento de las guitarras.

Das almas de los violines son cariñosas;


Saben cosas amables y misteriosas;
Tienen alas ligeras y luminosas.
Conocen el idioma de las neblinas
Y remedan las verdes ondas marinas
Con sus voces vibrantes y cristalinas.

Con sus extrañas notas el alma oprimen


Y cuando en amargas horas dolientes gimen
Evocan las visiones de un negro crimen;
O de una remembranza dulce y lejana
Que surgió con las luces de la mañana
Y extinguió en su misterio la sombra arcana.

Ramilletes de ritmos son sus canciones:


Cuando entre los silencios vibran sus sones
Se estremecen de angustia los corazones.
Ellos hablan de amores vagos é ignotos
Trayendo á la memoria nombres remotos
De ídolos adorados ha tiempos rotos.
722 HONDURAS LITERARIA

Eos violines alegres, gritan, retozan,


Cantan el claro cielo, ríen y gozan,
¡ Mas los violines tristes cuánto, sollozan !
Es á veces monótono su sonido
¥; otras tiene el acento de un gran gemido
Que viene de un lejano bosque de olvido !

¿ Qué sollozante ensueño lleno de abrojos,


Dio vida á los dolientes violines rojos
Que de lágrimas tristes llenan los ojos ?
Símbolo de un sentimiento dulce y vibrante
Su espíritu quejoso va suspirante
Con el rumor del vuelo de una alma errante.
JERÓNIMO J . REINA

Nació en Tegucigalpa el 7 de diciembre de 1876.


Es hijo del señor General don José María Reina y
de doña Raimunda Rosa de Reina.
Hallándose en Juticalpa ocasionalmente, comenzó allá
sus estudios de enseñanza secundaria, y vino á concluir-
los á Tegucigalpa, donde se graduó en Ciencias y Letras.
Dedicado á la carrera del Derecho, obtuvo en agosto
de 1898 el título de Licenciado en Jurisprudencia y Cien-
cias Políticas, habiéndole conferido poco después el de Abo-
gado la Corte Suprema de Justicia.
En la actualidad ( 1900) es Juez 2 ° de Letras su-
plente de lo Criminal del departamento de Tegucigalpa.
El joven Reina está para publicar una colección de
sus poesías.
SIMBOLO

De excelsa lumbre la conciencia llene


La voz del poeta que á luchar invita;
Sea como una llama que se irrita,
Y como el rayo, resplandezca y truene.
¿ Qué le importa la mofa, cuando viene
Del ruin tumulto que á sus pies se agita ?
La turba, como es turba, ¡ siempre grita !
No se debe callar porque condene.
Hay que cumplir lo que mandó el Destino:
Hay que marchar sobre la tierra ruda
Segando las ortigas del camino.
Hay que echar en los surcos las simientes;
Y con la espada bíblica desnuda,
Decapitar de un golpe las serpientes !
*
Arroje el verso sobre el antro impuro
Y estalle como bólido en su caída;
Fecunde el germen de la nueva vida
Sobre el estuario del pasado oscuro.
Convierta su palabra en un conjuro
Que anime la razón adormecida:
El poeta debe, con la frente erguida,
A recios golpes derribar el muro.
Ser estrella, ser sol, incendio ó llama;
Alzarse en medio del vapor que sube
Y en mortíferas sombras se derrama;
Y cuando llegue á lo alto la marea,
Romper su nimbo y destrozar la nube
Con la saeta de fuego de la idea !
728 HONDURAS LITERARIA

MÍSTICA

Ven ! Te daré una lágrima, mi amada;


Solitaria y callada,
A l rodar por mi faz, caiga en tu mano
Ha secado las fuentes el quebranto,
Mas siempre mana llanto
Cuando se estruja el corazón liviano.

He de estrujarlo, porque broten luego


Las lágrimas de fuego
Que mis grandes dolores producían,
Las que á mi rostro triste no asomaron
Ni mis ojos nublaron
Porque en el mismo corazón caían.

.Con el destino encarnizado en guerra


No hallé sobre la tierra
Una tumba querida en qué verterlas,
Ni cruzó por mi senda dolorosa
Una mujer piadosa
Que pudiera en sus labios recogerlas.

Trae ese ramo de ciprés, emblema


De esperanza suprema
Qüfe al través de la tumba se dilata
Y que en los cementerios donde crece
Un amante parece
Que busca al muerto y en sus brazos le ata;

Sobre él el llanto de mis ojos fluya,


No temas que destruya
Marcando al caer envenenada huella ;
Deja que surque mi mejilla ardiente,
Da gota transparente
Sobre el ramaje, formará una estrella.
JORÓNIMO J. REINA 729

¡ Estrella de la lágrima ! En la vida,


Cada gota vertida
Como aurora magnífica ilumina,
Porque el dolor es luz radiante y pura
Mas la semilla oscura
Sin llanto vive, pero no germina.

Quiero que dejes, con el lloro mío,


Ese ramo sombrío
Sobre el sepulcro de tu madre amada,
Y que allí te arrodilles Cuando al cielo,
Alce el místico vuelo,
Convertida en plegaria tu mirada,

Sentirás que te envuelve y que te oprime


La caricia sublime
De todos los amores inmortales,
Y que vibran las notas á tu lado
De un cántico formado
Con rumores y arrullos celestiales.

Al extinguirse la oración, coloca


Las rosas de tu boca
Sobre el ciprés, y el llanto se convierta
En estrella de amor inextinguible
Que ilumine apacible
El hermoso semblante de la muerta.

También mi madre, que murió, ya espera


Mi caricia sincera:
Recógela en mi labio, amada mía;
Su pobre pequenez no te sorprenda,
Como más pura ofrenda
Una sonrisa el corazón le envía.

Por el fuego de amor purificada


Y envuelta en tu mirada
Como oración también hasta ella llegue.
Y cuando implore tu alma candorosa
Y una lágrima hermosa
Tus entornados párpados anegue,

Con mis palpitaciones confundido,


Algo desconocido
Sentiré que en mi idea se incorpora.
73" HONDURAS LITERARIA

Será mi madre que escuchó tu acento,


Su purísimo aliento
Que desciende á mi espíritu y te adora.

Ven ! en mis labios el amor destella,


Y ya se alza la estrella.
Amor y luz en cirios se conviertan,
Y del cariño inmaculado y puro
En el santuario oscuro
Sus inefables claridades viertan.

Abra sus alas la Pasión eterna,


Y cariñosa y tierna
Nos cubra con celeste regocijo,
Tal como tiende diamantino manto
El Espíritu Santo
Sobre el Padre inmortal y sobre el Hijo.

LA PROFECÍA

A L LIC. RÓMULO E . DÜRÓN.

Noche azul, plácido ambiente !


La luna, blanca y callada,
Derrama su luz plateada
De Babilonia en la frente.
Allá, lejos, la comente
Del Eufrates majestuoso,
Deslizándose medroso
De Baltasar por los lares,
Entre los soeces cantares
De un festín escandaloso !
J E R Ó N I M O J. REINA 731

La enorme torre de Belo,


Cual centinela gigante,
Se dibuja amenazante
En el espejo del cielo.
Tan sólo en extinto vuelo,
Del palacio ninivita
Parte la orgiástica grita
Que ya en los aires semeja
Un alarido, una queja,
O una blasfemia maldita !

Y en aquel festín brillante,


El choque claro y sonoro
Que vibran las copas de oro
Llenas de vino "espumante.
Loco de amor, delirante,
Baltasar con sus mujeres,
No se acuerda en sus placeres
Que rey assirio nació,
Y en la molicie olvidó
Su dignidad, sus deberes.

Pero entre tanto ruido,


Una mano misteriosa
Va trazando silenciosa
Signo fatal, no sabido !
Habla el rey, enfurecido,
Tímido al par y altanero:
" Venga el más sabio agorero,
Que este diabolismo aclare;
Mane, grita, Thecel, Phare,
Ved cómo dice el letrero."

Y los grandes se estremecen,


Y callan las cortesanas;
Las meretrices livianas
De blanca cera parecen;
Sobre el muro resplandecen
Con fulgor siniestro y grave
Los signos de aquella clave
Que anuncian la pronta caída
De la ciudad corrompida
Que su destino no sabe !
732 HONDURAS LITERARIA

Afuera, al alba que asoma,


En victoriosa balumba,
Se está cavando la tumba
De la moderna Sodoma.
Y a el imperio se desploma
De Nabucodònosor.
Lleno de orgullo y furor,
Y a Ciro llega á sus puertas,
Y están las torres desiertas,
Sin defensa y sin honor.

En tanto, en la real morada,


Daniel, el judío austero,
Va descifrando severo
Aquella frase sagrada:
"Thecel: por Dios fué pesada
T u justicia, hallóla poca;
Phares: al medo le toca
El dominio de tu Estado;
Mane: el cielo ha señalado:
Fin á tu existencia loca!"

Después el persa que aterra


De Nitocris el palacio,
Llenando el callado espacio
Con su algazara de guerra.
Hace que tiemble la tierra
Aquel extraño clamor;
Y entre espasmos de dolor
Agoniza el gran imperio,
Que mantuvo en cautiverio
Todo el pueblo del Señor.
JERÓNIMO J. REINA 733

MORISCO

k F. T ü R C I O S

Vierte el sol su lumínico tesoro,


A través de las rejas con recato,
Bañando de fantástico aparato
Dos altos biombos de chinesco doro.

En los labrados pebeteros de oro


Arde el incienso con periume grato,
Y entre ricos cogines de brocato
Dormita triste y fatigado el moro.

Se alza un portier; asoma una cabeza


Que se inclina ante el amo silenciosa,
Un eunuco tal vez, que con tristeza

Anuncia la odalisca; y presurosa,


Una mujer de sin igual belleza
Dleva al Sultán su desnudez de diosa.

Á LOS MATERIALISTAS

Romped el cráneo y estrujad los sesos,


Abrid el corazón, buitres humanos,
Sólo hallaréis vil carne de gusanos,
Sangre corrupta y amarillos huesos.

En los despojos buscaréis impresos


Del Almo Ser los rastros soberanos;
Mas sólo quedarán en vuestras manos
Informes trozos de materia, opresos.
734 HONDURAS LITERARIA

El alma es una chispa desprendida


Del fuego eterno que con Dios fulgura
Que en nuestro cuerpo de miseria anida;

Pero indurable y frágil la envoltura


Al tocar en su límite la vida
Vuelve al foco inmortal, torna á la altura.

SÁLVAME!

Y o sólo sé dudar, porque mi vida


Ha sido un vía-crucis de amargura:
Muere la fe cuando el dolor tortura
Y abre de nuevo la olvidada herida.

Extirpa el mal que en mi conciencia anida,


Y enséñame á creer; qué tu ternura
Se alce de mi alma en la tiniebla impura
En amor y esperanza convertida.

Soy como un extraviado peregrino,


Perdido en el desierto de su pena,
Y á tí me acojo porque en tí adivino

Algo de aquella fe celeste y buena


Que iluminó al incrédulo Longino
Y redimió á la impura Magdalena.
JERÓNIMO J. REINA 735

EN LA ESCUELA

Perdida entre la sombra la mirada


En expresión doliente;
Bajo la augusta bóveda enarcada
Con el ánima triste y angustiada
Una chispa de luz, busca el creyente.

Y á los bordes del ara diamantina


Al pie de la hostia santa,
Mientras la fe su espíritu ilumina
Ea súplica prístina
Convertida en plegaria se levanta.

El que en silencio su dolor devora


La redención de su dolor alcanza,
Que para toda noche hay una aurora
Y en el alma que implora
Surge envuelta en mil iris la esperanza.

¡ Esperanza inmortal sublime anhelo


De un más allá, de indefinible dicha
Santísima promesa,
Ala que eleva el cielo
Desde el antro sin luz de la tristeza,
Inextinguible faro que abrillanta
Y el velo esparce de la duda fría
Como las nieblas de la noche espanta
Da claridad del día!

El néctar bendecido del consuelo


En su seno magnífico atesora;
Ella la redentora
De los pesares despedaza el velo:
Da esperanza es aurora !
736 HONDURAS LITERARIA

Hay un templo: la escuela. En su recinto


De soberbia y de pompa despojado
Sólo un himno ha sonado,
Tan sólo una armonía:
El himno del progreso que resuena
Como el saludo de Natura al día
Cuando el espacio ilimitado llena.

Qué pobre es el santuario y qué sencilla


Ea soberana Diosa;
Empieza el sacrificio,
El espíritu llega, se arrodilla,
Y cuando el sacerdote de sus manos
La comunión ofrece,
Aureola esplendorosa
Sobre la plata de sus canas brilla,
Y el templo resplandece.
Entonces la conseja salvadora
De la Sibila augusta
En lumínicas frases se desprende;
Huye la sombra adusta
Y otra fe bienhechora
Al fondo del espíritu desciende.
Es el verbo, es la fuerza, es el aliento,
Es la llama esplendente de la idea
Que crece y se agiganta,
Y abrasando el dormido pensamiento
En sus alas flamígeras levanta.
Es el grito genésico y fecundo
Que de la nada crea,
La aparición del mundo,
El sol que centellea,
La luz que reverbera
Y el vasto seno del caos inflama,
La claridad primera
Que en átomos brillantes se derrama !

Del santuario de Dios cabe la puerta


Halla luz la conciencia;
No hay altares aquí, pero hay creencia
Y un culto soberano que despierta,
La pobre inteligencia !
J E R Ó N I M O J. REINA 737

Estamos en el templo y entretanto


Humea el incensario
Al alzar hacia el cielo el vaso santo;
Qué se abra el Silabario
Y se preludie el canto.
Qué venga la niñez pura y hermosa
Y en su alma inmaculada
Ea diosa del saber, Minerva bella,
Su imagen luminosa
Con un golpe de luz deje grabada.

*
Es el alma una lira
Con clave de sublimes armonías:
El dolor que suspira,
Las locas alegrías,
E l hosanna inmortal de la esperanza,
La maldición ó la ira,
Para todo en sus cuerdas hay acento,
Carcajada ó lamento,
Imprecación valiente ó alabanza.
Qué venga la enseñanza prodigiosa,
Y haga vibrar las notas adormidas.
En cantiga tranquila y sonorosa
La melodía suene,
Y el horizonte de la patria llene.
Qué florezca fecundo el pensamiento,
Qué broten las creaciones
De la idea feliz y el sentimiento,
Qué se rasguen las sombras proditoras,
Y mostremos al mundo por blasones
Los triunfos inmortales del talento !
HONDURAS LITERARIA

RAFFINEMENT

D E A M A D O NERVO, E N F R A N C E S

VERSIÓN

Si algún día pudiera emocionada


Mi boca desflorar tu boca pura,
Urna de amor divino saturada,
Donde la hostia eucarística y sagrada
En el cuerpo de Dios se transfigura;

Si pudiera la sed que me devora


Apagar en tu labio purpurino,
Que se tifió en la sangre redentora,
Cuando lleno de fe consoladora
Besó las llagas de Jesús divino;

Y si al amparo del altar pudiera,


Cuando levanta la oración el vuelo,
Murmurar ¡ yo te amo ! y que subiera
Con mi espíritu el canto, 3' se fundiera
Ea voz de mi pasión con la del cielo;

Fuera feliz ! El alma embebecida,


Como novicia extática ante el ara,
Despreciando la turba corrompida
Que al sacrilego amor sólo convida,
j Oh monja, esposa ideal ¡cuánto te amara
JERÓNIMO J. REINA 739

Á VIRGINIA

Sé tú la estrella que al rasgar el velo


De locura y dolor que me rodea,
Me hagas amar y bendecir el cielo;
Devántate en el antro de mi duelo
Con fulgores de fe para que crea.

Tengo sed de esperanza y de pureza,


Tengo ansia de creer y de ser bueno;
Pero el dolor agobia mi cabeza
Y , como áspid maligno, la tristeza
Va vertiendo en mi alma su veneno.

No me culpes si voy hasta el abismo,


Y á sus bordes el vértigo me acosa;
Ha estallado en mi pecho un cataclismo,
Y empujada por torpe fatalismo,
Es mi alma una ola que jamás reposa.

Asido á una esperanza que se agota,


Al fulgor de una luz que se consume,
Me hundo en el mar como la nave rota,
Sin que la racha ciega que me azota
Siquier me traiga tu sutil perfume.

Mas, sin embargo, te persigo y te amo,


Y á través del capuz de mi locura,
Veo que te aproximas y te llamo.
Casta Beatriz, la hoguera en que me inflamo
No abrasará tu blanca vestidura.

Mi alma tu santo advenimiento espera.


¿ Quién vendrá si no llegas, amor mío ?
¿ Quién atará mis manos cuando muera ?
¿ Quién será la piadosa compañera
Que acoja el corazón muerto de frío?
N O T A

Escogí para mis composiciones el lugar donde se ha-


llan, no porque abrigue la pretensión de que sean supe-
riores á las que van después de ellas, sino porque con
Ramón Reyes y Miguel A. Fortín, que me preceden, me
ligaron estrechas relaciones de amistad y compañerismo,
siendo los tres inseparables casr, hasta el momento en que
les tocó á ellos, obligados por la persecución de un Go-
bierno, abandonar el suelo nativo.
Reyes muerto, Fortín ausente de la patria; qué en estas
páginas queden unidos nuestros nombres y nuestros traba-
jos, como estuvieron unidos nuestros corazones y nuestras
almas durante los mejores años de la juventud, cuando ha-
cíamos nuestros estudios, cuando comenzábamos nuestra
labor literaria, cuando recibíamos las enseñanzas de José
Joaquín Palma, cuando nos entreteníamos en leer juntos
las obras maestras de la literatura, ora en el cuarto de es-
tudio de cualquiera de los tres, ora á las orillas del Gua-
cerique, á la luz de las doradas tardes de abril ó de
las melancólicas de noviembre; cuando, para ejercitarnos
en la composición, escogíamos los mismos temas; cuan-
do era cada uno de nosotros, como dijo el bardo:
" Corazón en primavera,
Llama que sube á los cielos;"

y cuando, por fin, la política apasionada de un Gobernan-


te vino á herirnos á todos sin motivo!
RÓMUI.O E. D u r ó n .

9 de marzo de 1899.
ERRATAS
Se h a n a d v e r t i d o las s i g u i e n t e s :

E n la p á g i n a 75 se l e e : — " A m i a m i g o Justo P é p e z .
L é a s e : — " A m i a m i g o Justo Pérez.

La estrofa p e n ú l t i m a d e la poesía t i t u l a d a A de las p á g i n a s 238-39


léase así:
A y ! Y con t a n t o a m o r no h e m o s p o d i d o
S i n o m u y l e v e m e n t e y al oído
H a b l a r de la esperanza d e los dos;
P e r o y o tu secreta s i m p a t í a
Conozco en t u m i r a d a , tú en la m í a
C o n o c e s m i infinita a d o r a c i ó n .

L a estrofa s e g u n d a d é l a poesía Partida, ausencia y retomo, página 312,


debe leerse así:
C o m o se a m u s t i a el lirio y p a l i d e c e
S i n c a l o r y sin luz,
A s í un a l m a se enferma si a p a r e c e
E n su c i e l o u n c a p u z .

La estrofa quinta de la c o m p o s i c i ó n Al morir el día, p á g i n a 491, d e b e


leerse así:
N o de a q u e l l o s q u e ornó el laurel g l o r i o s o
Viejos bardos de p e l o e n c a n e c i d o ,
D e c u y o s pasos el lejano ruido
S e d i l a t a solemne y majestuoso
P o r el eco d e l T i e m p o r e p e t i d o !

La primera estrofa de la poesía i n t i t u l a d a La noche, página 625, debe


leerse así: .
C u a n d o l l e g a la n o c h e silenciosa,
T o d o es c a l m a y q u i e t u d , t o d o reposa,
A n t e la vista t o d o desparece,
Naturaleza triste se adormece
Y en su t r a n q u i l o y l á n g u i d o b e l e ñ o
A la m u e r t e semejase su sueño.
INDICE

HONDURAS LITERARIA i

JOSÉ TRINIDAD REYES.

Á La Independencia 9
Honduras ir
Á J. Trinidad Cabanas 13
Soneto.—En la muerte de Macario Lavaqui 14
Invitación para el paseo á La Laguna 15
Versos pastoriles 17
Villancico 18
Fragmento de la pastorela de Olimpia 19
Cuando ! 24
Pastorela de Elisa 27
Fragmento de la pastorela de Micol : 57

CARLOS GUTIÉRREZ.

Á la muerte de una niña 67


Romance 7 O

JUSTO PÉREZ.

Al Benemérito General Presidente don Trinidad Cabanas 77


Tristeza 78
Ausente 79
Sáneos 80
Pasó la Primavera 80
Á una niña 81
Un sueño 83
Mi esperanza •• 84
Á una rosa 84

TEODORO AGUILUZ.

Al señor Presidente dou Victoriano Castellanos 91


Á la Independencia de Centro-América 9 2

En la muerte del ilustre patriota don Victoriano Castellanos 96


Los bichos 98
Á " El Americano " 99
Á Leonor 99
Ovillejo 1 0 2

En el álbum nacional, el día quince de septiembre del año de 1877. 102

FRANCISCO VAQUERO.

Á Hondura i"
746 HONDURAS LITERARIA

JEREMIAS CISNEROS.

Lempira.—La Conquista "9


Desencanto 126
Al trabajo.. 132
Cantares '37
Á : 141

JOAQUÍN DÍAZ.

Nocturno H7
Ella 150
La morena y la rubia 15 1

En la urna sepulcral de mi hija Luisa Francisca 154


Por un amigo.—Soledad 156
A la señorita Soledad González 156
E l sacrificio 158
El roció del alma .... 159
Leyenda tegucigalpense.—La Leona 161
A Trujillo, desde la montaña 163
El Soldado ¡ 166

JUAN RAMÓN REYES.

A Marco A. Soto, en el cuarto aniversario de su gobierno 173


Á Delina 175
Á Mercedes 176

RAMÓN ROSA.

A 181
i Solo ! (En el antiguo Cementerio de Guatemala) 183
La flor déla amistad 183
La amapola del olvido 185
Á mi madre en su cumpleaños 187

GUADALUPE GALLARDO.

A Danlí 193
Ignorancia en el idioma 197
Siéntate al piano 198
A la Prima Donna Absoluta, señora Julia T. de Cog 200
A tí .'. 201
A mi querido amigo Leopoldo Idiáquez 204
Todos se aman 205
En la muerte de mi padre 207
¡ Gracias ! 207
En el álbum de Otilia 208

MANUEL MOLINA VIJIL.

Á mi madre 215
En tierra 217
A María 217
Te amo aún 218
Temor , 219
El beso 219
Ultima vez 219
Poesía recitada por su autor en un baile dedicado al Dr. Soto 221
A Marco A. Soto, el 27 de agosto de 1881 223
A 225
A María • 227
ÍNDICE 747

En ta inauguración de la Biblioteca Nacional 229


¡Adiós! 232
i Sufro por ella ! ' 234
Ella 235
Tú 237
A » » 238
¡ Dolor !— En memoria del General Miguel García Granados 240
La libertad 244
En la muerte de María Encarnación Valle 249
Á María 251
Las nieblas del corazón 253
Deseos 257
En un baile 258
A J. J. Palma 259
A Doña Celestina de S oto 262

J O S E F A C A R R AS C O .

A Colón y América, en el cuarto centenario 271


. Inspiración 277
Á la juventud hondurena 279
Ilusión 282
En el campo 283
Á mi distinguido amigo Licenciado don Alberto Membrefio..., 283
Soneto 284
Adiós, al lago de Yojoa 285
La aurora 286
Sueños 287

C A R L O S A L B E R T O U C L ES .

Deseos 293
Tú y yo 295
Nocturno 295
Álbum 297
Romance 298
Recuerdos 30 0

Sobre las olas 302


Chabela 3°3
Concha 33D

А С 304
Chinda 3°5
Amor de madre 306
Miosotis 307
Serenata 3°7
Partida, Ausencia, Retorno 312

G O N Z A L O G U A R D I O L A .

Los Bardos 3'9


Fantasía 325
Desilusión 35 2

Si supieras 326
A la Luna 327
La felicidad 329
Himno al S ol 332

J O S É S A N T OS D E L V A L L E .

A Lucila 339
Un recuerdo á María 343
Á un pajarito 35 2
748 HONDURAS LITERARIA

C A R L O S F. G U T I E R R E Z .

Lejos de tí '. 361


k Julia 362
En el álbum de Julia 364
Recuerdos.. 366
Gloria 367
Á J. J. Palma 368
Tragué el anzuelo 370
En una fiesta 37 2

Por tí .• 374
k un árbol 375
Porqué? 377
Rima 377

A D Á N C U E V A S .

Mis horas de dolor T 3^3


Jamás te olvidaré 385
La tarde 36
8

Uu padre á su hija dormida 38 8

L U C I L A E S T R A D A D E P É R E Z .

A mi amiga Concepción Loucel, en sus días 395


Mi destino es sufrir 39 6

k la Ciencia 397
Á mi querida hija Amada 39 8

Al Bachiller don Pedro Flores 399


k una flor inodora <ioi

M I G U E L R I C O G U A R D I O L A . t

Á Chepita 407
Te quiero 4°9
Repulsión . 410
Realidad de la vida 4 1 1

Angustias : 4 1 2

Fatalidad 4H

R A M Ó N R E Y E S

Á Manuel Molina Vijil en su muerte 421


En la primera página del Childe Harold 424
Efusiones 452

Nocturno 472

Las flores muertas 428


Á 429
Problema 43 1

Cantares....: 43 2

M I G U E L A. F O R T Í N .

I Humillarme ? 44 1

El adulador 442
L,a vida 443
Necesidad 443
Rimas 444
Serenata 445
Ante el retrato de Byron 447
Al Guacerique 449
¡ Jamás ! 45°
Á mi madre 45 1
ÍNDICE 749

ROMULO B. DURON.

La mujer 459
Nifiez y juventud 462
Revelaciones 4¿3
Canto vespertino 464
El 7 de febrero 465
Te perdono 467
Estrofas 468
La vida 469
Pesimismo 469
El abanico 47°
Á la poetisa Josefa Carrasco 471
Á Torge Isaacs 472

Patria! 473
Álbumes 475
El arroyuelo 478
Si tú me amaras 479
Thee, thee, only thee 480
Á orillas del Rhin 481
De Lord Byron 483
Melodías hebraicas 484
Pasión 489
El día y la noche 49°
Al morir el día , 491
Excelsior ! • 493
Delia 494
Ante un esqueleto 495
La Leyenda de la Tierra 497

JUAN MARÍA CUBIvLAR.

Intimidades 505
Celos \ 508
Á Aleska 509
Del libro "Sueños de Boda" 512
Al Pabellón Centro-American o 5*3

JOSÉ ANTONIO DOMÍNGUEZ.

Á la libertad 519
Estrofas 521
Camafeos patrios 522
Después de la lectura del " Infierno " de Dante Alighieri 524
Idealismo 5 26
El alma en prrmavera 529
Bosquejo 53 2

Infelicia 533
Encaje 537
Ciencia y Arte 538
Fulgores : 544
La Perla 545
La guitarra • 54 6

Sideral : 549
Filigrana 55°
Pensamiento 55 * 2

France9ca y Paolo, fragmento de la comedia de Dante Alighieri.... 553


Ábreme 557
La última rosa 559
Delia 560
Toques 561
Bello ideal 561
La musa heroica 562
750 HONDURAS LITERARIA

Tus ojos 563


La Fuerza de la fe 563
Nenúfares 564
Amorosa '. 565
El violín rojo 565
El metro Rey 566
Sueño rojo 567
Mis versos 567

J E S Ú S T O R R E S C O L I N D R E S .

Camafeos 573
Pasión 57S
Umbra 576
Canto gris 577
Cartas y flores .' 579
Imposible ! 581
¿Qué sentimos? 582

J U L I O C E S A R F O R T Í N .

Mis versos 589


Suspiros, lágrimas, quejas 590
Por saber fumar 591
21 de marzo 592
I Adiós ! 595
Vida y muerte 596
Caridad 596
Ayer y hoy 597
Rimas 599
¿ Quién soy yo ? 600
Cantares 602
Antes y ahora 603

V A L E N T Í N D U R O N .

Simeón Cañas 609


Ella 610
Efusiones 611
Rima 612
Mis cantos 613
A tí 613
Nupcias 614
íntima 615
Felicidad 616
Rima 617
Ante tu imagen 618
Para un álbum 619
Rima 620
Para tí 621
A Lola Sortano Darío 622
Noviembre 622
Poder del amor 623
Mientras llueve 624
La noche 625

F É L I X A. T E J E D A .

La poesia 631
A Lolita Inestroza 634
Cadencias 634
Tras la portada 635
ÍNDICE 751

Á Rosinda 637
Unía última página de "María" 638
Contrastes 6
3 8

J U A N R A M Ó N V A L L A D A R E S .

Brumas 647
Orgullo 650
Las mujeres 6

C A R L O S C A C E R E S B U S T I L L O .

Desesperación 657
Á. mi hija Elena - 66°

D O R O T E O F O N S E C A .

Himno al Maestro. • 665


Á Colón 667
Á una mujer. G
7 2

J U A N R A M Ó N M O L I N A .

El águila 6S1
Soneto»... 69'
Después que muera 697
La hora final 7°°

F R O I L A N T U R C I O S .

Belkiss •••• 707


Ligeia 7°9
Versos de amor.. 7 10

Nostalgia 7"
Flor de tristeza 7"
De un poema 7 12

Acuarela 7'3
Virgen del cielo 74
r

Alba 7i5
Vuelo de palomas 7 l 6

Rosa de pecado 7'7


Sensitiva 7'7
Las nubes 7>9
Águilas y leones 7*9
Los violines 7 21

J E R Ó N I M O J. R E I N A .

Símbolo 7*7
Mística 78
2

La profecía.. 73°
Morisco 733
Á los materialistas 733
Sálvame I 7»
En la escuela 735
Rafñnement 738
Á Virginia 739

N O T A 74i

E R R A T A S 743
Este tomo se empezó á imprimir
el 23 de agosto de 1899, y se
concluyó la impresión el
14 de marzo de
1900)^

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