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I y II
L IB R O P R IM E R O (A)
C éλ í* ■1γ λ | »' Z | γ
' T odo este capítulo constituye una introducción encam inada a fundam en-
Inr la concepción aristotélica de la sabiduría (sophía) com o «ciencia acerca de
ciertos principios y causas» y, m ás p recisam ente aún, com o cien cia que se
ocupa de «las causas prim eras y de los principios».
La arg um entación, a lo largo de todo el capítulo, com bina dos tipos de
<onsideraciones. De una parte, A ristóteles propone una gradación en el cono -
1 ¡miento estableciendo los siguientes niveles: 1) sensación. 2) experiencia. 3)
mtc y ciencia; d entro de la ciencia distingue, a su vez. Ires niveles: 3) ciencias
prácticas orientadas a satisfacer necesidades; 4) ciencias prácticas orientadas
til placer y a la calidad de la vida, y 5) ciencias teóricas o teoréticas. De otra
(•ene. A ristóteles recurre al uso norm al, en griego, de las palabras sophía ( ‘sa
biduría’) y sophós ( ‘sa b io ’), m ostrando cóm o estos térm inos se aplican más
plenamente a m edida que se asciende en la escala propuesta: se considera que
la visión a todas — digám oslo— las dem ás. La razón estriba en
que ésta es, de las sensaciones, la que más no$ hace conocer y
m uestra m últiples diferencias.
Pues bien, los anim ales tienen por naturaleza sensación y a
partir de ésta en algunos de ellos no se genera la m em oria,
980b m ientras que en otros sí que se genera, y por eso estos últimos
son más inteligentes y*más capaces de aprender que los que no
pueden recordar: inteligentes, si bien no aprenden, son aquellos
que no pueden percibir sonidos (por ejem plo, la abeja y cual
quier otro género de anim ales sem ejante, si es que los hay);
aprenden, por su parte, cuantos tienen, adem ás de m em oria,
25 esta clase de sensación. C iertam ente, el resto (de los anim ales)
vive gracias a las im ágenes y a los recuerdos sin participar ape
nas de la experiencia, m ientras que el género hum ano (vive),
adem ás, gracias al arte y a los razonam ientos. Por su parte, la
experiencia se genera en los hom bres a partir de la memoria:
en efecto, una m ultitud de recuerdos del m ism o asunto acaban
por constituir la fuerza de una única experien cia2.
saben m ás, que son más sabios (obsérvese el uso insistente del com parativo en
el texto) los que poseen experiencia que los que poseen sólo sensación, los
que p o seen arte y ciencia que los que poseen m eram ente e xperiencia, etc.,
puesto que «la sabiduría acom paña a cada uno según el nivel de su saber»
(981a27). 1.a conclusión del argum ento y del capítulo será, naturalm ente, que
la sabiduría es una ciencia teorética y. entre las teoréticas, la de m ayor rango.
Esto m ism o se viene a afirm ar en la Ét. Nic. VI 7: «es evidente que la sabidu-
ría es la m ás perfecta de las ciencias» (1 1 4 la 16).
2 La experiencia (em peiría) se constitu y e por el recuerdo de casos p arti
culares sem ejantes, viniendo a ser algo así com o una regla de carácter p rác
tico que perm ite actuar de m odo sem ejante ante situaciones particulares se
mejantes. La in feren cia basada en la ex periencia va, po r tanto, de algunos
casos p articulares recordados a algún otro caso particular, sin q u e llegue a es
tablecerse explícitam ente una regla general (kathólou) aplicable a todos los
casos.
^ La experiencia parece relativam ente semejanteva la ciencia w u
y aT a r te 3, pero el hecho es que, en los hom bres, la ciencia y el
arte resultan de la experiencia: y es que, com o dice Polo, y
dice bien, la experiencia da lugar al arte y la falta de experien
cia al azar. El arte, & su vez, se genera cuando a partir de múlti- 5
pies percepciones de la experiencia resulta una única idea ge
neral acerca de los casos sem ejantes. En efecto, el tener la idea
de que a C alías tal cosa le vino bien cuando padecía tal enfer
m edad, y a Sócrates, e igualm ente a m uchos individuos, es
algo propio de la experiencia; pero la idea de que a todos ellos, 10
delim itados com o un caso específicam ente idéntico, les vino
bien cuando padecían tal enferm edad (por ejem plo, a los fle
m áticos o biliosos o aquejados de ardores feb riles); es algo
propio del arte.
, A efectos prácticos, la experiencia no parece diferir en ab
soluto del arte, sino que los hom bres de experiencia tienen más
éxito, incluso, que los que-poseen la teoría, pero no la expe- 15
rie n d a (la razón está en que la experiencia es el conocim iento
C é λ í r i l o se g u n d o
(C A R A C T E R ÍST IC A S D E LA S A B ID U R ÍA )6
7 «En cierto m odo»: pos, a saber, en lanto que conectadas con lo univer
sal. lo cual im plica que no las conoce ni en sus detalles particulares ni actual
m ente, sino sólo virtualm ente.
«T odas las cosas»: pánta tú hypokeímena. En su sentido técnico aristotéli
co, la palabra hypokeimenon (lit., «lo que está debajo») significa el sujeto (de
la predicación) y el sustrato (de las determ inaciones reales). Lo he traducido
ru m o «cosas» porque el térm ino no está aquí tom ado en su acepción técnica.
A lguna razón hay, sin em bargo, para usarlo: todas las cosas, desde luego.
<tirn bajo lo m áxim am ente universal.
■ La geom etría es «adicionadora» (ek prosthéseós) respecto de la aritm éti-
i ti porque a los principios de ésta añade el principio de la extensión. En los
Λμ Post. se dice: «por f'jL' 1 q uiere decir, por ejem plo,
Pero, adem ás, es ca p az de en señ ar aq u e lla que estu d ia las
causas (pues los que enseñan son ios que m uestran las causas
30 en cada caso) y, por otra parte, el saber y el conocer sin otro
fin que ellos m ism os se dan en grado sum o en la ciencia de lo
cognoscible en grado sum o (en efecto, quien escoge el saber
982b por el saber escogerá^ en grado sum o, la que es ciencia en
gradó SUffto, y ésta no es otra que la de lo cognoscible en gra
do sum o). A hora bien, ^co g n oscibles en g rado sum o son los
prim eros principios y las causas (pues por éstos y a partir de
éstos se conoce lo dem ás, pero no ellos por m edio de lo que
5 estS d e b a jo X d e ^ d l^ ^ jrT ^ ^ m S F d ó rn in a n te de las cíenciáfTy
mtfcrtfómínante que la subordinada, es la que conóctTaquélTo
para lo cual fia d e h a c e rS e c a d á cosa éñ p a rtic u la r esto es^ el
bien de cada cosa en particular y, en general, el bien suprem o
de la naturaleza en su totalidad. Así pues, por todo lo dicho,
el nom bre en cuestión corresponde a la m ism a ciencia. Ésta,
en efecto, ha de estudiar los prim eros principios y causas y,
io desde luego, el bien y «aquello para lo cual» son una de las
causas.
Q ue no es una ciencia productiva resulta evidente ya desde
los prim eros que filosofaron: en efecto, los hom bres — ahora y
desde el principio— com enzaron a filosofar al quedarse m ara
villados ante algo, m aravillándose en un prim er m om ento ante
lo que com únm ente causa extrañeza y después, al progresar
15 poco a poco, sintiéndose perplejos tam bién ante cosas de m a
yor im portancia, por ejem p lo , ante las pecu liarid ad es de la
luna, y las del sol y los astros, y ante el origen del Todo. Ahora
bien, el que se siente perplejo y m aravillado reconoce que no
sabe (de aiií que el am ante del mito sea, a su modo, «amante
que la unidad es una entidad que carece de posición, m ientras que el punto es
una en tid a d que tiene p o sició n . É ste resulta, pues, de una adición» (I 27.
87a35-37).
de la sab id u ría» 9: y es que el mito se com pone de m aravillas).
Así. pues, sifilo so fa ron por huir de la ignorancia, es obvio que 20
perseguían el sa b e f por afán de conocimiento~yiH) por utilidad y
alguna. Por otra parte, así lo atestigua el m odo en que sucedió:
y es^qüe un conocim iento tal com enzó a buscarse cuando ya
existían todos los cortócifitíentos necesarios, y tam bién los re
lativos al placer y al pasarlo bien. Es óbvT^ p n e s r q W no la
büscánw s^pórningtm a Otra utilidad, sino que, al igual que un 25
hom bre lib re es, decim os, aquel cuyo fin es él m ism o y no
otro, así tam bién consideram os que ésta es la única ciencia li
bre: solam ente ella es, efecto, su propio fin.
Por ello cabría considerar con razón que el poseerla no es
algo propio del hombre, ya que la naturaleza hum ana es esclava
en m uchos aspectos, de m odo que — según dice Sim ónides—