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¿Tienes ganas de dedicarle un poema largo a un ser querido, pero sientes que no encuentras el

indicado? ¿Te han recomendado los mejores poemas largos pero ninguno te llamó la atención y
necesitas seguir buscando?

Aunque un regalo es una forma de demostrar amor, la poesía es algo totalmente diferente. Es algo que
no tiene precio porque un poema largo enamora, cautiva e inspira, pero también te ayuda a reflexionar,
te invita a agradecer o simplemente refuerza tu poder de lectura.

Pero, por otro lado, sucede que, al momento de buscar poemas largos y bonitos, la variedad de
resultados es enorme y elegir el indicado es un trabajo de muchas horas. Sin embargo… ¡Ese
inconveniente acabará luego de leer este artículo!

Si bien no habrá poemas largos de características similares a “ The Blah Story” de Nigel Tomm, de 23 mil
líneas, o como el Mahabharata, “que tiene más de 1.8 millones de palabras y demoró 600 años en ser
escrito”, según World History, prometemos sorprenderte con algunos de los escritos más lindos del
mundo.

Entonces, a continuación, te presentamos algunos poemas largos de la vida que puedes compartir con tu
familia, compañeros de trabajo, amigos y hasta con tus vecinos no sólo el 14 de febrero, sino durante
todo el año.

¡Comencemos!
Autor: José Agustín Goytosolo

Tú no puedes volver atrás


porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.

Hija mía es mejor vivir


con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.

Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán


que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.

Entonces siempre acuérdate


de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

La vida es bella, ya verás


como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.

Un hombre solo, una mujer


así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.
Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.

Tu destino está en los demás


tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas


que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate


de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes


junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás


como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección


y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.
Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.

Y siempre siempre acuérdate


de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

A través de estas hermosas líneas, vemos como el autor, José Agustín Goytosolo, reflejó las
palabras de un padre que le habla a su hija, Julia, sobre lo que él le escribe y su mirada del
mundo.
Llevado a otro contexto, podría ser visto como un poema largo para la familia, ideal para
dedicarle a una persona con el mismo nombre, o adaptarlo a una versión mucho más actual.
Y, en cuanto a Goytosolo, fue un escritor español que nació y falleció en Barcelona, España. A
lo largo de su vida publicó poemas largos muy distinguidos, recibió múltiples premios y
perteneció a la famosa Generación de los 50.
Mujer con alcuza

Autor: Dámaso Alonso

¿Adónde va esa mujer,


arrastrándose por la acera,
ahora que ya es casi de noche,
con la alcuza en la mano?

Acercaos: no nos ve.


Yo no sé qué es más gris
si el acero frío de sus ojos,
si el gris desvaído de ese chal
con el que se envuelve el cuello y la cabeza
o si el paisaje desolado de su alma.

Va despacio, arrastrando los pies


desgastando suela, desgastando losa,
pero llevada
por un terror
oscuro,
por una voluntad de esquivar algo horrible.

Sí, estamos equivocados.


Esta mujer no avanza por la acera
de esta ciudad,
esta mujer va por un campo yerto,
entre zanjas abiertas, zanjas antiguas, zanjas recientes
y tristes caballones,
de humana dimensión, de tierra removida
de tierra
que ya no cabe en el hoyo de donde se sacó,
entre abismales pozos sombríos,
y turbias simas súbitas
llenas de barro y agua fangosa y sudarios harapientos del color de la desesperanza.

Oh sí, la conozco.
Esta mujer yo la conozco: ha venido en un tren
en un tren muy largo
ha viajado durante muchos días y durante muchas noches:
unas veces nevaba y hacía mucho frío,
otras veces lucía el sol y remejía el viento
arbustos juveniles
en los campos en donde incesantemente estallan extrañas flores encendidas.
Y ella ha viajado y ha viajado,
mareada por el ruido de la conversación,
por el traqueteo de las ruedas
y por el humo, por el olor a nicotina rancia.
¡Oh!:
noches y días,
días y noches,
noches y días,
días y noches,
y muchos, muchos días,
y muchas, muchas noches.

Pero el horrible tren ha ido parando


en tantas estaciones diferentes,
que ella no sabe con exactitud ni cómo se llamaban,
ni los sitios,
ni las épocas.

Ella recuerda sólo


que en todas hacía frío,
que en todas estaba oscuro,
y que al partir, al arrancar el tren
ha comprendido siempre
cuán bestial es el topetazo de la injusticia absoluta,
ha sentido siempre
una tristeza que era como un ciempiés monstruoso que le colgara de la mejilla,
como si con el arrancar del tren le arrancaran el alma,
como si con el arrancar del tren le arrancaran innumerables margaritas,
blancas cual su alegría infantil en la fiesta del pueblo
como si le arrancaran los días azules, el gozo de amar a Dios
y esa voluntad de minutos en sucesión que llamamos vivir.

Pero las lúgubres estaciones se alejaban,


y ella se asomaba frenética a las ventanillas,
gritando y retorciéndose,
sólo
para ver alejarse en la infinita llanura
eso, una solitaria estación
un lugar
señalado en las tres dimensiones del gran espacio cósmico
por una cruz
bajo las estrellas,
y por fin se ha dormido,
sí, ha dormitado en la sombra,
arrullada por un fondo de lejanas conversaciones
por gritos ahogados y empañadas risas,
como de gentes que hablaran a través de mantas bien espesas,
sólo rasgadas de improviso
por lloros de niños que se despiertan mojados a la media noche,
o por cortantes chillidos de mozas a las que en los túneles les pellizcan las nalgas,
… aún mareada por el humo del tabaco.

Y ha viajado noches y días,


sí, muchos días
y muchas noches.
Siempre parando en estaciones diferentes,
siempre con un ansia turbia, de bajar ella también, de quedarse ella también,
ay,
para siempre partir de nuevo con el alma desgarrada
para siempre dormitar de nuevo en trayectos inacabables.

… No ha sabido cómo.
Su sueño era cada vez más profundo,
iban cesando,
casi habían cesado por fin los ruidos a su alrededor:
sólo alguna vez una risa como un puñal que brilla un instante en las sombras,
algún chillido como un limón agrio que pone amarilla un momento la noche.
Y luego nada.
Sólo la velocidad,
sólo el traqueteo de maderas y hierro
del tren,
sólo el ruido del tren.

Y esta mujer se ha despertado en la noche,


y estaba sola,
y ha mirado a su alrededor,
y estaba sola
y ha comenzado a correr por los pasillos del tren,
de un vagón a otro,
y estaba sola,
y ha buscado al revisor, a los mozos del tren,
a algún empleado,
a algún mendigo que viajara oculto bajo un asiento,
y estaba sola
y ha gritado en la oscuridad,
y estaba sola,
y ha preguntado en la oscuridad,
y estaba sola,
y ha preguntado
quién conducía,
quien movía aquel horrible tren.
Y no le ha contestado nadie,
porque estaba sola,
porque estaba sola.
Y ha seguido días y días,
loca, frenética,
en el enorme tren vacío,
donde no va nadie,
que no conduce nadie.

… Y ésa es la terrible,
la estúpida fuerza sin pupilas,
que aún hace que esa mujer
avance y avance por la acera,
desgastando la suela de sus viejos zapatones,
desgastando las losas,
entre zanjas abiertas a un lado y otro,
entre caballones de tierra,
de dos metros de longitud,
con ese tamaño preciso
de nuestra ternura de cuerpos humanos.
Ah, por eso esa mujer avanza
(en la mano, como el atributo de una semidiosa, su alcuza),
abriendo con amor el aire, abriéndolo con delicadeza exquisita,
como si caminara surcando un mar de cruces, o un bosque de cruces,
o una nebulosa de cruces,
de cercanas cruces,
de cruces lejanas.

Ella,
en este crepúsculo que cada vez se ensombrece más
se inclina
va curvada como un signo de interrogación
con la espina dorsal arqueada
sobre el suelo.
¿Es que se asoma por el marco de su propio cuerpo de madera
como si se asomara por la ventanilla
de un tren,
al ver alejarse la estación anónima
en que se debía haber quedado?
¿Es que le pesan, es que le cuelgan del cerebro
sus recuerdos de tierra en putrefacción,
y se le tensan tirantes cables invisibles
desde sus tumbas diseminadas?
¿O es que como esos almendros
que en el verano estuvieron cargados de demasiada fruta
conserva aún en el invierno el tierno vicio
guarda aún el dulce álabe
de la cargazón y de la compañía,
en sus; tristes ramas desnudas, donde ya ni se posan los pájaros?

Los poemas extensos de Dámaso Alonso son muy particulares y se diferencian del resto porque
el autor intenta “bucear en el corazón del hombre, para expresar, con dolor o esperanza, el
anhelo o la angustia presentes en él”, según el Área de Libros del periodico República.
Por lo tanto, al leer este poema largo y triste de 168 versos, podemos notar su estilo desde la
primera hasta la última palabra. La historia narrada atraviesa un sinfín de momentos, que le
llegan al corazón a cualquier lector.
Entonces… ¿A quién dedicarle este poema largo tan particular? Si bien puedes enviarselo
a cualquier persona que le encante leer, también es aconsejable compartirlo con uno
mismo. Leerlo, y reflexionar, no es una mala idea, ¿no?

La princesa está triste

Autor: Rubén Darío

La princesa está triste.. Qué tendrá la princesa?


Los suspiros se escapan de su boca de fresa,

que ha perdido la risa, que ha perdido el color.


La princesa está pálida en su silla de oro;
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.


Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa


quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de Mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,


ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte;
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecita princesa de los ojos azules!


Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de marmol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!


(La princesa está triste; la princesa está pálida.)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe
(la princesa está pálida; la princesa está triste),
más brillante que el alba, más hermoso que Abril!

«Calla, calla, princesa» -dice el hada madrina-,


«en caballo con alas hacia aquí se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con su beso de amor…»

Luego de leer este poema largo con rimas, la primera conclusión que podemos sacar es
que narra la clásica historia de una princesa, que aburrida en su palacio, espera la llegada de
un príncipe azul que se anime a rescatarla.
Pero… Si bien es una buena interpretación, su autor, Rubén Darío, no lo escribió con ese único
sentido. Sucede que este es uno de los mejores poemas largos porque lo puedes dedicar a quien
tu quieras y luego analizar cuál es la moraleja que le ha dejado.
La renuncia

Autor: Andrés Eloy Blanco

He renunciado a ti. No era posible


Fueron vapores de la fantasía;
son ficciones que a veces dan a lo inaccesible
una proximidad de lejanía.

Yo me quedé mirando cómo el río se iba


poniendo encinta de la estrella...
hundí mis manos locas hacia ella
y supe que la estrella estaba arriba...

He renunciado a ti, serenamente,


como renuncia a Dios el delincuente;
he renunciado a ti como el mendigo
que no se deja ver del viejo amigo;

Como el que ve partir grandes navíos


como rumbo hacia imposibles y ansiados continentes;
como el perro que apaga sus amorosos brios
cuando hay un perro grande que le enseña los dientes;

Como el marino que renuncia al puerto


y el buque errante que renuncia al faro
y como el ciego junto al libro abierto
y el niño pobre ante el juguete caro.

He renunciado a ti, como renuncia


el loco a la palabra que su boca pronuncia;
como esos granujillas otoñales,
con los ojos estáticos y las manos vacías,
que empañan su renuncia,
soplando los cristales
en los escaparates de las confiterías...

He renunciado a ti, y a cada instante


renunciamos un poco de lo que antes quisimos
y al final, !cuantas veces el anhelo menguante
pide un pedazo de lo que antes fuimos!

Yo voy hacia mi propio nivel. Ya estoy tranquilo.


Cuando renuncie a todo, seré mi propio dueño;
desbaratando encajes regresaré hasta el hilo.
La renuncia es el viaje de regreso del sueño…
No hay dudas de que para entender lo que habla un poema largo, una muy buena idea
es adquirir nuevos conocimientos en nuestro curso online de introducción a la escritura
narrativa, pero, comprender lo que sucede en “La Renuncia” de Andrés Eloy Blanco, es bien
sencillo.
Tal cuál lo dice en su título, el autor venezolano ha escrito un poema extenso sobre la renuncia
de un personaje a todo en la vida, pero, principalmente relacionado a una ruptura amorosa. Así
que, bajo ese concepto, seguro ya sabes a quién dedicárselo.
Amor a primera vista

Autora: Wislawa Szymborska

Amor a primera vista.


Ambos están convencidos
de que los ha unido un sentimiento repentino.
Es hermosa esa seguridad,
pero la inseguridad es más hermosa.

Imaginan que como antes no se conocían


no había sucedido nada entre ellos.
Pero ¿qué decir de las calles, las escaleras, los pasillos
en los que hace tiempo podrían haberse cruzado?

Me gustaría preguntarles
si no recuerdan
-quizá un encuentro frente a frente
alguna vez en una puerta giratoria,
o algún “lo siento”
o el sonido de “se ha equivocado” en el teléfono-,
pero conozco su respuesta.
No recuerdan.
Se sorprenderían
de saber que ya hace mucho tiempo
que la casualidad juega con ellos,
una casualidad no del todo preparada
para convertirse en su destino,
que los acercaba y alejaba,
que se interponía en su camino
y que conteniendo la risa
se apartaba a un lado.

Hubo signos, señales,


pero qué hacer si no eran comprensibles.
¿No habrá revoloteado
una hoja de un hombro a otro
hace tres años
o incluso el último martes?

Hubo algo perdido y encontrado.


Quién sabe si alguna pelota
en los matorrales de la infancia.

Hubo picaportes y timbres


en los que un tacto
se sobrepuso a otro tacto.
Maletas, una junto a otra, en una consigna.
Quizá una cierta noche el mismo sueño
desaparecido inmediatamente después de despertar.

Todo principio
no es mas que una continuación,
y el libro de los acontecimientos
se encuentra siempre abierto a la mitad.
Si has tenido la oportunidad de quedarte enamorado en el momento, entonces no hay mucho
más por decir. ¡Dedícale “Amor a primera vista” de Wislawa Szymborska!
A pesar de que existen muchos poemas largos de amor, pocas personas han igualado el talento de
Szymborska para escribir. Por lo tanto, aprovecha el legado de la autora polaca, y envíaselo a
esa persona especial.

Fuente: Pexels

Poemas largos para reflexionar

Si sueñas con escribir tus propios poemas largos y planeas trabajar duro, con ayuda de
nuestras plantillas para hacer ejercicios de caligrafía y mejorar tu letra, ¡es el momento de
animarte!
Pero antes, procura que, al sumergirte en el mundo de la escritura, no cometas el clásico error de
pensar que solo existen poemas largos para enamorar o, en su defecto, para dedicarle a una
persona.
Sucede que, en muchas ocasiones, los ejemplos de poemas largos también apuntan a despertar
otros sentimientos, y uno de ellos es la reflexión. Por lo tanto, vamos a conocer algunos que te
dejarán pensando durante largas horas.
Carpe Diem
Autor: Walt Whitman

No dejes que termine sin haber crecido un poco,


sin haber sido un poco más feliz,
sin haber alimentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho
de expresarte que es casi un deber.
No abandones tus ansias
de hacer de tu vida algo extraordinario…
No dejes de creer que las palabras, la risa
y la poesía sí pueden cambiar el mundo…
Somos seres, humanos, llenos de pasión.
La vida es desierto y también es oasis.
Nos derriba, nos lastima, nos convierte en
protagonistas de nuestra propia historia…
Pero no dejes nunca de soñar,
porque sólo a través de sus sueños
puede ser libre el hombre.
No caigas en el peor error, el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes… No traiciones tus creencias.
Todos necesitamos aceptación,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta el pánico que provoca tener la vida por delante…
Vívela intensamente, sin mediocridades.
Piensa que en ti está el futuro
y en enfrentar tu tarea con orgullo, impulso y sin miedo.
Aprende de quienes pueden enseñarte…
No permitas que la vida
te pase por encima sin que la vivas
A pesar de que Walt Whitman fue un poeta estadounidense que vivió en el siglo XIX, su talento
con la pluma nos deja la sensación de que su obra se puede adaptar perfecto a los tiempos
actuales.
La vida, lo que significa y cómo superar los obstáculos que siempre hay en el camino, son
temas que sin lugar a dudas te invitan a pensar y reflexionar en este poema largo y bonito.

No te rindas

Autor: Mario Benedetti

No te rindas,
aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre, retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso, continuar el viaje, perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo, correr los escombros y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda y se calle el viento,
aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños, porque la vida es tuya y tuyo
también el deseo,
porque lo has querido y porque te quiero.
Porque existe el vino y el amor, es cierto,
porque no hay heridas que no cure el tiempo,
abrir las puertas quitar los cerrojos,
abandonar las murallas que te protegieron.
Vivir la vida y aceptar el reto, recuperar la risa,
ensayar el canto, bajar la guardia y extender las manos,
desplegar las alas e intentar de nuevo,
celebrar la vida y retomar los cielos,
No te rindas por favor no cedas, aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda, aunque el sol se ponga
y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños,
porque cada día es un comienzo,
porque esta es la hora y el mejor momento,
porque no estás sola, porque yo te quiero.

Si tienes un gran desafío por delante, te encuentras atemorizado y crees que no lo vas a poder
superar, entonces el poema largo “No te Rindas” de Mario Benedetti es lo que necesitas.
El escritor uruguayo, fallecido en 2009, es muy claro con los mensajes y la reflexión que te
invita a realizar, luego de leer uno de sus mejores poemas largos, es que no hay motivos para
dejar de intentar aquello que sueñas.

Fuente: Pexels
Aprenderás

Autor: William Shakespeare

Después de algún tiempo aprenderás la diferencia entre dar la mano y socorrer a un


alma…
Y aprenderás que amar no significa apoyarse, y que compañía no siempre significa
seguridad…
Después de un tiempo aprenderás que el sol quema sí te expones demasiado…
Y que los buenos amigos son la familia que nos permitimos elegir…
Aprenderás que no tenemos que cambiar de amigos, sí estamos dispuestos a aceptar
que los amigos cambian…
Aprenderás que las circunstancias y el ambiente que nos rodea tienen influencia
sobre nosotros, pero nosotros somos los únicos responsables de lo que hacemos…
Comenzarás a aprender que no nos debemos comparar con los demás, salvo cuando
queramos imitarlos para mejorar…
Aprenderás que no importa a donde llegaste, sino a donde te diriges y si no lo sabes
cualquier lugar sirve…
Aprenderás que si no controlas tus actos, ellos te controlarán y que ser flexible no
significa ser débil o no tener personalidad, porque no importa cuan delicada y frágil
sea una situación: siempre existen dos lados.
Aprenderás que héroes son las personas que hicieron lo que era necesario,
enfrentando las consecuencias…
Aprenderás que la paciencia requiere mucha práctica.
Madurar tiene más que ver con lo que has aprendido de las experiencias, que con los
años vividos.
Aprenderás que hay mucho más de tus padres en ti de lo que supones.
No siempre es suficiente ser perdonado por alguien, algunas veces tendrás que
aprender a perdonarte a ti mismo…
Aprenderás que con la misma severidad conque juzgas, también serás juzgado y en
algún momento condenado…
Entonces y solo entonces sabrás realmente lo que puedes soportar; que eres fuerte y
que podrás ir mucho más lejos de lo que pensabas cuando creías que no se podía
más.
Es que realmente la vida vale cuando tienes el valor de ¡enfrentarla!

Luego de leer este poema extenso, es casi imposible imaginar que William Shakespeare vivió en
el siglo XVII y no pertenece a uno de los escritores contemporáneos de nuestra época.
Todos los mensajes de aprendizaje que transmite en sus líneas, no solo invitan a la reflexión,
sino también nos deja pensando si realmente vale la pena algunas de las acciones de nuestro día
a día.
El águila y el escarabajo

Autor: Félix María Samaniego


«Que me matan; favor»: así clamaba
Una liebre infeliz, que se miraba
En las garras de una Águila sangrienta.
A las voces, según Esopo cuenta,
Acudió un compasivo Escarabajo;
Y viendo a la cuitada en tal trabajo,
Por libertarla de tan cruda muerte,
Lleno de horror, exclama de esta suerte:
«¡Oh reina de las aves escogida!
¿Por qué quitas la vida
A este pobre animal, manso y cobarde?
¿No sería mejor hacer alarde
De devorar a dañadoras fieras,
O ya que resistencia hallar no quieras,
Cebar tus uñas y tu corvo pico
En el frío cadáver de un borrico?»
Cuando el Escarabajo así decía,
La Águila con desprecio se reía,
Y sin usar de más atenta frase,
Mata, trincha, devora, pilla y vase.
El pequeño animal así burlado
Quiere verse vengado.
En la ocasión primera
Vuela al nido del Águila altanera,

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