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EL TERRITORIO DE LA TUTORÍA

En la educación a distancia, en algunas ocasiones, el rol docente y el de tutor se


conjugan en una misma persona, llamados tutor o profesor. Sin embargo, para los
fines de de la unidad se diferencia a los territorios que corresponden a cada uno
de los roles y se distingue al tutor del docente.
Para Sánchez (1997), la tutoría y la docencia no son ámbitos de actuación escolar
totalmente distintos, ya que poseen zonas comunes y no sólo en el sentido de que
todo buen profesor siempre ha procurado ayudar a sus alumnos, al margen y
antes de cualquier formalización del rol del profesor-tutor. Ambos participan en
tres campos que les son comunes, si bien, dentro de cada uno de ellos, algunos
contenidos o actuaciones pertenecen y se adscriben más claramente a uno u otro
rol, y en proporción cuantitativa que tiende a ser asimétrica y complementaria.

1.2 el territorio de la tutoría

El concepto de tutor hace referencia a la figura por la que se ejerce la protección,


la tutela, defensa o salvaguardia de una persona menor o necesitada, en su
primera acepción. En el sistema educativo abierto y a distancia, la característica
primordial es la de fomentar el desarrollo del estudio independiente, su figura pasa
a ser básicamente la de un orientador del aprendizaje del alumno, aislado, solitario
y carente de la presencia del profesor instructor habitual. En la situación de
soledad y lejanía académica en que suele encontrarse el alumno de la enseñanza
la enseñanza distancia, la figura del tutor cobra más profunda y primigenio
significado por cuanto se hace cargo de su asistencia y ayuda.
Ahora describiremos los tres campos desde la perspectiva del rol de la tutoría.

La tutoría en educación a distancia tiene una serie de características específicas


que la diferencian del resto de los roles docentes, se trata del único sistema
prolongado de interacción personal directa entre la institución académica y el
alumno. De todos los sistemas de comunicación utilizados en la educación a
distancia, pues, el más flexible y capacitado para adaptarse a las necesidades
planteadas por cada alumno esto es lo que confiere a la función tutorial a distancia
una importancia decisiva.

El alumno dispone de la opción de relacionarse directamente con la institución


docente en la que estudia, puede llevar a cabo su aprendizaje mediante un uso
completamente autónomo, de los materiales, y puede abordar en solitario las
dificultades para desarrollar sus estudios derivadas de su situación personal. Pero
también tiene la posibilidad real en los tres casos de utilizar el recurso más versátil
de la educación a distancia: el profesor/tutor.

1.2.1 el aprendizaje

Desde este rol, el tutor se observa como alguien que posee menor manejo del
contenido abordado en el curso.
Los tutores son seleccionados de acuerdo con el diseño del curso. Desde la
perspectiva académica, las tareas que debe realizar un tutor se basan en cuatro
funciones:
• Función diagnóstica: se trata de determinar los saberes previos, destrezas y
actitudes mínimas que debe reunir el alumno, esto se puede realizar a través de
una evaluación diagnóstica.
• Función de guía del proceso de aprendizaje: el tutor debe mostrar las diversas
metodologías de estudio del curso, esforzarse por relacionar los objetivos y
contenidos de estudio con las necesidades e intereses de los alumnos justificando
su utilidad.
• Función de evaluación: mediante la evaluación de los diversos trabajos que se
solicitan como seguimiento de los alumnos, a través de la corrección de trabajos
prácticos de campo; para lo cual, es necesario que el tutor tenga claro qué
conocimientos, destrezas y actitudes se buscan desarrollar a partir de los mismos,
así como conocer las pautas de corrección.

En el texto, El aprendizaje autónomo en la educación a distancia, Manrique


Villavicencio reflexiona sobre el aprendizaje autónomo en el contexto de los
materiales educativos que se diseñan usando las Tecnologías de la Información y
la Comunicación (TICs) para promover una formación a distancia. El interés de la
autora parte de la consideración de que el aprendizaje autónomo es una de las
características de esta modalidad educativa que siempre se menciona al momento
de promoverla.

Su postura subraya el compromiso y la responsabilidad que deben asumir las


instituciones formadoras para desarrollar la capacidad de los estudiantes de
atender a sus propias necesidades de aprendizaje, es decir, cultivar en los
individuos habilidades para dirigir y autorregular sus procesos cognitivos
haciéndose consientes de sus formas de aprender y los elementos que intervienen
en este proceso. En resumen, que el alumno sea capaz de adquirir autonomía en
el aprendizaje.
Según la autora, adquirir autonomía significa ser capaz de gobernarse así mismo,
tomar decisiones propias considerando las mejores opciones. Ser autónomo
también habilita al individuo para contrastar sus propios puntos de vista, dar
sentido a su razonamiento y negociar soluciones a determinados problemas. La
autonomía en el aprendizaje es la facultad que permite al estudiante regular su
proceso cognitivo en función de una determinada meta, considerando el contexto
o condiciones en las que se llevará a cabo el aprendizaje. Lo anterior implica que
un estudiante sea capaz de aplicar estrategias metacognitivas, es decir acciones
que le permitan ser consciente de su proceso de aprendizaje y adquirir control y
dominio del mismo. También es importante que identifique qué sabe, las
características de la tarea a cumplir y el contexto en el que llevará a cabo las
actividades para alcanzar el objetivo.
Lo anterior demanda el uso de estrategias de aprendizaje las cuales le permitirán
planificar, supervisar y evaluar su propia actuación aplicando medidas correctivas
cuando lo considere oportuno.

Las estrategias de aprendizaje que logran desarrollar un aprendizaje autónomo


son:

Estrategias afectivo motivacionales: implica que el estudiante desarrolle


autoconfianza en sus capacidades y habilidades, así como una motivación
intrínseca hacia la tarea o actividad de aprendizaje que debe realizar. Es
necesario que sepa superar las dificultades sobre todo cuando no está
familiarizado con el contexto en el que se desarrolla la tarea, como puede ser el
caso de estudiantes que no tienen experiencia previa en una modalidad a
distancia.

Estrategias de autoplanificación: lo fundamental es que el estudiante


logre diseñar un plan de estudio realista y efectivo. Implica identificar las metas de
aprendizaje a alcanzar, las condiciones físicas y ambientales para el estudio, la
complejidad de la tarea a realizar y seleccionar las estrategias que le ayuden a
concluir con ella. Debe también prever el tiempo del que dispone para hacer la
tarea.

Estrategias de autorregulación: requiere que el estudiante haga una


revisión continua de sus avances, dificultades y éxitos en la tarea según el objetivo
del aprendizaje, por lo anterior debe ser capaz de aplicar medidas de solución
para lograr su propósito.

Estrategias de autoevaluación: el estudiante debe comparar los avances


que va obteniendo y valorar la efectividad de la planificación realizada y de la
actuación en curso. También evalúa el nivel de logro de la meta y es capaz de
automotivarse si la realización es exitosa.
Dado lo anterior, la autora considera que el éxito de un programa de educación a
distancia depende en gran parte del nivel de actuación del participante en su
proceso de aprendizaje ya que este condiciona el grado de autonomía y el uso
estratégico de los recursos educativos puestos a su disposición.

1.2.2 circunstancias del aprendizaje

Sánchez (1997) señala que el campo identificado como “circunstancia del


aprendizaje” se refiere a todos aquellos aspectos que intervienen de una u otra
forma en el rendimiento de los alumnos. Asimismo. Son éstas las que van
definiendo la función del tutor, con gran diferencia respecto a los otros campos
que estamos describiendo. De hecho, constituye el ámbito más estudiado y
sistematizado de la función tutorial.

Nos referimos a la autonomía en el aprendizaje como aquella facultad que le


permite al estudiante tomar decisiones que le conduzcan a regular su propio
aprendizaje en función a una determinada meta a un contexto o condiciones
específicas de aprendizaje.

Por tanto una persona autónoma es aquella cuyo sistema de autorregulación


funciona de modo que le permite satisfacer exitosamente tanto las demandas
internas como externas que se plantean.

En la base de la definición de autonomía se halla la posibilidad del estudiante de


aprender a aprender, que resulta de ser cada vez más consciente de su proceso
de cognición, es decir, de la Metacognición. La Metacognición es un proceso que
se refiere al conocimiento o conciencia que tiene la persona de sus propios
procesos mentales (sobre como aprende) y al control del dominio cognitivo (sobre
su forma de aprender). Ambos se orientan al servicio de una mejora de estudio
personal, que le conduzca a resultados satisfactorios de aprendizaje

1.2.3 Los aspectos formativos

No puede decirse que la tutoría haya desconocido absolutamente el campo de lo


formativo. Sin embargo, la presencia de las actividades obedecían bien a su
relación con la circunstancia del aprendizaje, como las técnicas de trabajo en
intelectual, las técnicas de trabajo en grupo… o bien obedecía a necesidades
obvias difícilmente encuadrables en otras casilla organizativa del centro.
El campo de lo formativo, sin embargo, es mucho más amplio y la demanda de
formación que la sociedad hace los centros ha aumentado significativamente.
Todo ello ha comenzado a configurar un campo que demanda sistematización
para una acción eficaz. Y, en esta clave, lo formativo tiende a alojarse dentro de la
función tutorial.

¿Qué es un proceso formativo?

La formación es el proceso mediante el cual una persona o grupo de persona


configuran una perspectiva diferente de los contenidos, procedimientos y actitudes
que ya conocían o habían adquirido previamente. Esta perspectiva les permite
tomar decisiones fundamentadas en todo aquello que conocen o han podido
elaborar. Decimos entonces que estas personas han llevado a cabo un proceso de
aprendizaje.

Decimos que una persona aprende cuando es capaz de aplicar conocimientos


previos, habilidades, actitudes a situaciones determinadas y transformadas en
situaciones nuevas.

Un verdadero proceso de formación es el que conduce al sujeto de formación a


una transformación de los enfoques que había adquirido con anterioridad.

Entendemos al aprendizaje como un proceso de construcción. Cualquier persona


aporta un bagaje formativo previo que sirve de base a los nuevos aprendizajes, los
filtra y los estructura.

La formación no solamente implica recibir y retener información, es decir:


memorizarla. Es necesario analizarla para comprenderla y aplicarla y valorarla a
fin de que el aprendizaje sea completo y eficaz.

Quien se forma es el centro de este proceso. Así pues, la finalidad de la formación


no es, desde esta perspectiva, la enseñanza, sino el aprendizaje. La actividad por
parte del sujeto que se forma es imprescindible en la formación.

¿Qué elementos definen los procesos formativos?

Un proceso formativo planificado es el resultado de la interacción entre elementos


diversos, entre los cuales siempre podemos identificar los básicos a partir de
cuatro preguntas:
 ¿Quién promueve la formación?
 ¿a quién va dirigida?
 ¿Cómo se promueve?
 ¿Dónde tiene lugar?

¿Quién promueve la formación?

La persona o personas que planifican el programa formativo.

La persona o personas que actúan como agentes de la formación.

Su tarea es conseguir que uno o diversos sujetos se formen.

¿Dónde tiene lugar?

En los contextos diversos, dependiendo de los objetivos que se quieran alcanzar y


de los sujetos de la formación de cada situación.
Bibliografía:

 MANRIQUE VIVENCIO, Lileya. (2004, Marzo 23). El aprendizaje


autónomo en la educación a distancia. Primer Congreso Virtual
Latinoamericano de Educación a Distancia. Consultado Septiembre 20,
2007, de http://www.ateneonline.net/datos/55_03_Manrique_Lileya.pdf

 Tecnología Educativa,Lileya Manrique Villavicencio de Educación, Pontificia


Universidad Católica del Perú,Perú, lmanriq@pucp.edu.pe

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