Está en la página 1de 178

Prólogo

Muy buenas noches tengas todos mis lectores que están probablemente a 3
centímetros de la pantalla de su laptop leyendo esta entrada. Sí, ustedes,
aléjense un poco, ¿no saben acerca de la enfermedad “Miopía”? No, no se
trata acerca de fluidos corporales (sé lo que pensaron, loquillos), se trata de
la vista, así que a una distancia de 40 cm, ¡por favor!

En fin, volviendo al tema de hoy, hoy me dieron ganas de escribir acerca


de… la popularidad en general. ¿Cómo la ganas? ¿Qué tienes que hacer para
mantener “viva la llama”? Creo que más de la mitad de los que están leyendo
esto comenzarán a sentirse identificados desde 3…2…1.

(Cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia, mis queridos


compañeros de Sherman High.)

Todos sabemos que ser popular no es una tarea fácil, PARA NADIE, ni
siquiera para los que ya lo son, para llegar a la cima (si en verdad se podría
llamar así), tienes que pasar por pisotones, arrebatamientos, humillaciones y
demás… Y tú ves si estás dispuesto a soportarlo todo por ser uno de los
“grandes”.

Hablemos de esos “grandes”, de esos que a simple vista se ven como


dioses; inalcanzables, saludables, frescos y felices, pero que en realidad, cada
uno de ellos sufre, si sólo ponen atención, pueden darse cuenta de ello.
Deténganse por unos minutos y observen.

Lucen felices, pero los mata la presión por encajar y eso los lleva a ser
inseguros de ellos mismos, más de los que “no” populares podemos llegar a
ser.

Sí, ¡¿pueden creerlo?! ¿Una Kate McGregor insegura? Sí, es posible. ¿Un
Ryan Hamilton miserable? Sí, es posible, quizá.

Moriría por ver la cara ahora mismo de Kate, la cual obviamente está
leyendo esto. ¡Hola, Kathy! Perdón por si te descubrí esta noche.

Imagino que se preguntarán, ¿por qué nos está diciendo esto? Simple, mi
columna de entradas no es solamente para las personas “cool”, cualquiera
puede leerlo y no tengo preferencia, así que esto va para aquellas que dejan
de comer para lucir lo suficientemente bien frente a cualquier chico del
equipo de fútbol, y también para los inteligentes que sufren de bullying de
parte de los “sin cerebro”, por la simple razón de que no pueden soportar
mirarlos vivir tranquilamente su periodo escolar y conformarse con ser “un
nerd”, ellos sufren de envidia, en sus mentes está presente el “¿Por qué tiene
que estar tan tranquilo mientras yo tengo que esforzarme tanto por ser
alguien?”

No tengo nada en contra de los populares, absolutamente nada, en ninguna


línea he dicho algo que no fuera verdad, ¿cierto, mis lectores? Uno por uno
se dan cuenta que todas mis palabras son 100% reales.

Para mis amigos populares, les dejaré este mensaje: “Ser invisible,
inteligente o amable es 1000 veces mejor que tener que pasar por todo eso
para sólo ser popular. La secundaria se acaba, y luego de la graduación y la
coronación de la Reina y el Rey, todos esos años de esfuerzo se van a la
mierda. ¿Qué harán en la universidad? ¿Ser los líderes de su fraternidad?
Buena suerte con eso.”

Y para mis amigos “no populares”: “Relájense, tómense un minuto para


analizar, ustedes son cool, nadie es mejor que nadie, no piensen en su vida de
secundaria, piensen en su vida a largo plazo, ¿vieron? ¿Lo vale? Yo no lo
creo.”

Bueno, con todo esto dicho, me despediré por hoy, ya he dicho suficiente
y no quiero hacerlos llorar como unas nenas.

(Broma, broma, amigos.)

Espero que sus mentes sean abiertas a esto, ¿creen fui muy honesta?
Siempre lo soy, eso ya lo saben.

XOXO,

Blogger Girl.

Capítulo Uno
Me eché hacia atrás y me apoyé en el espaldar de mi silla, dejando
descansar mis dedos frente a la laptop.

Este había sido mi tema favorito hasta ahora, le daba directo en el


punto a cada lector de cualquier rango social-escolar. Era real y
honesto. Serio, pero con un toque de humor… Era totalmente
perfecto.

1:30am y yo escribiendo un nuevo artículo para mi columna en la


web. Lo había terminado en tiempo récord, a decir verdad, otros días
no me sentía tan inspirada y lo terminaba aproximadamente a las
cuatro de la mañana o cinco. Una hora de sueño y el despertador
sonaba, tenía que estar lista para la escuela.

Pero hoy era un tema especial y diferente, la inspiración que sentía


momentáneamente era algo increíble y escalofriante a la vez,
usualmente me lo tomo con más calma, esta noche me sentía ansiosa e
hiperactiva.

Los comentarios comenzaron a llenar el espacio bajo mi entrada, la


mayoría diciendo lo mismo de siempre “¿Quién rayos eres?” “Me ha
encantado esta entrada, eres la mejor” “¿Por qué no nos dices simplemente
quién eres?” “¿Por qué no nos muestras tu cara?” “Debes ser hermosa” “Tu
artículo me ha llegado” “Tienes talento puro” “¿Te gustaría salir conmigo?”

Sí, claro, sobre todo el último mencionado, en cuanto me viera en


persona diría “¿Sabes qué? Cambié de opinión.”

No soy un monstruo, solo soy… normal. No hay nada físicamente


especial en mí. Soy la típica rubia americana, piel blanca pálida,
saltones ojos azules, cabello dorado. Cuerpo promedio, el cual está
escondido tras mi ropa, no suelo vestirme con cosas ajustadas, les
dejo eso a las chicas como Kate.

¿Vieron? Ya comencé a perder mi confianza, ésta se esfuma en el


momento en que termino de escribir, BG abandona mi cuerpo, y
vuelvo a la cruda realidad.

“Soy Nina Landfield, la que conocen sólo cuando el profesor o la


profesora pasa la lista de asistencia, luego de unos segundos de
preguntarse si era nueva, es como si nunca hubiesen dicho mi
nombre”. El proceso se repite cada día.

No quiero que me malentiendan, no es una cosa mala para mí, una


de las razones por las que escribo bajo el nombre de Blogger Girl, es
porque no quiero que nadie sepa acerca de mí, no soy muy buena
manejando eso de la popularidad (en persona) y sería hipócrita de mi
parte revelar mi identidad para sólo aumentar esta última
mencionada.

Además, la regla número uno del manual de BG: <<Nunca revelar


su verdadera identidad>>, aunque sea lo último que pase

Y yo he estado respetando esa valiosa regla desde hace ya dos años.

—Estúpida Penny —farfullé irritada, poniendo mi atención de


nuevo en lo que tenía en mi Mac.

Una de mis mejores amigas ⎯y compañeras de pasión por la


escritura⎯ Penny Lane Fisher (sí, como la canción de The Beatles), hace
una semana había insistido en la brillante idea de publicar un e-mail
donde los lectores pudieran escribirme en privado para hacer las
cosas más cómodas. Resultó siendo todo lo contrario, la bandeja de
entrada estaba colapsada, eran cientos de e-mails pidiéndome
consejos, haciéndome preguntas o simplemente creando spam. No
creía poder leerlos todos de una sola sentada.

—Qué brillante y magnífica idea, Penn —Puse los ojos en blanco


mientras intentaba que la laptop no se colgara.

Entonces, el sonido de mensaje nuevo por alguna extraña razón hizo


volar mi atención hacia la lista de e-mails recibidos.

Y fue cuando vi su nombre, destacando entre los demás, el nombre


de Ryan Hamilton brillaba entre un tal Shane Diamond y una Lorie
Turner. RYAN HAMILTON ME HABÍA ESCRITO UN E-MAIL.
Bueno, a Blogger Girl, técnicamente, pero eso no era lo que
importaba, lo que me sorprendía era que él también leía la columna
de BG.

Ryan Hamilton, les hablaré de él. El chico que cuando lo veo, no


puedo evitar hacer algo estúpido, huir o sentir mi corazón acelerarse
frenéticamente hasta el punto de un posible ataque. Él es el único que
me hace sentir de esa manera, no voy a negarlo: me gusta mucho el
capitán del equipo de fútbol americano. Y aunque suene tonto y
cliché, me gusta porque siento que es diferente a los demás, no es el
típico idiota-bully sin cerebro, como lo son la mayoría de sus amigos.

Pero él tiene a Kate, su novia de tres años, el estereotipo perfecto de


novia para un chico como él. El balance natural de la secundaria
nunca había sido sacudido. Ella capitana de porristas. Él mariscal de
campo. Siempre viene siendo de esa manera, nadie ha logrado
cambiarlo nunca, es algo legendario en Sherman High, es casi una
especie de regla.

Él es inalcanzable para mí, lo sé, ni siquiera sabe que existe una


Nina Landfield en la escuela, excepto por aquella vez que tropezamos
y me ayudó a levantar mis cosas, pero estaba tan apresurado que ni
siquiera me miró a la cara cuando se disculpó.

Bien, suficiente explicación, ahora de vuelta al correo.

De: RyanH_ShermanCheetah@gmail.com

Para: BloggerGirlContact@gmail.com

Asunto: La popularidad en general.

Querida, BG:

Primero que todo, quiero que sepas que siempre leo tus entradas y tengo
que decir que tienes talento. Felicidades, chica desconocida, no todo el
mundo se atreve a decir las cosas tan claras como lo haces tú.

Acabo de leer tu última entrada, y no pude evitar escribir este e-mail, tenía
que hacerlo, me ha dejado en modo pensativo, dándole muchas vueltas a las
cosas.

¿Creíste que a un mariscal le molestaría leer sobre esto? Estás equivocada,


ya que todo lo que escribiste es 100% cierto, y no tengo vergüenza de
admitirlo.

Soy miserable, BG, mi vida pasa más allá de lo que debe, las cosas se me
van de las manos, no tengo control de ellas, todos pueden controlarlas menos
yo, ¿me entiendes?

En este Trono (como tú lo llamas), no hay nada más que hipocresía,


presión por la perfección, personas que fingen ser como otras sólo para ser
aceptadas. He visto todo eso y más, no te niego que en algún momento llegué
a fingir, pero lo odié y me odié a mí mismo por ello.

Segundos después de haber leído tu entrada, comencé a preguntarme


seriamente por qué tengo cierta clase de amigos, o una novia que ni siquiera
quiero en verdad. ¿Por qué el Coach Marin pone tanta presión en mis
hombros? ¿O por qué mi padre quiere obligarme a entrar en una universidad
que no quiero? Todas esas fueron cosas que pasaron por mi mente gracias a
ti.
Te estarás preguntando “¿Cómo es que la estrella del fútbol Ryan Hamilton
puede llegar a escribir de esta manera?”

Me gusta la escritura, puede que incluso más que el mismo fútbol, es sólo
que mi padre quiere que me enfoque más en el deporte, para así poder entrar
en UCLA con una beca deportiva. ¿Cómo decirle que no a mi padre? No
puedo reclamarle nada.

Vaya, no puedo creer que te haya dicho tantas cosas que nunca se las he
dicho a nadie antes, ni siquiera te conozco en persona, supongo que tenemos
tantos pensamientos en común que es fácil compartir cosas contigo.

¿Nos hemos visto antes? ¿Te conozco? ¿Quién eres, Blogger Girl? Chicas
talentosas como tú no deberían estar escondiéndose.

¿A qué le temes?

Quiero conocerte, BG, eres especial.

Me tienes pensando mucho acerca de ti, necesito conocerte.

Espero una respuesta.

El mariscal con miles de preguntas,

Ryan Hamilton.

Tuve que leerlo dos veces más para asegurarme de que no me había
perdido de nada. ¿En serio este era el Ryan Hamilton que pasaba de
largo en el “pasillo de los perdedores”? Esta era una completamente
diferente faceta del estereotipo de chico engreído que todo el mundo
tenía de él.

Era profundo, hermoso, real, no podía creer que alguien como él,
sintiera todo eso y estuviese lidiando con ello, solo.

Y que me había escogido a mí como a una persona de confianza,


como su amiga.

Él quería conocerme. Le gustaban mis escritos. Él estaba pensando


mucho en mí.

¿Era esto un sueño? No, no lo era.

Cliqueé la opción de responder, decidida a seguir con la


conversación, ahora mismo no podía simplemente dejarlo pasar, esto
era algo que merecía ser respondido.
Al fin tendría la oportunidad de hablarle, libremente, sin la timidez
de por medio.

Entonces, acaricié el teclado unos segundos, para luego dejar que


mis dedos hicieran el trabajo.

Capítulo Dos
De: BloggerGirlContact@gmail.com

Para: RyanH_ShermanCheetah@gmail.com

Asunto: RE: La popularidad en general.

Hola, Ryan Hamilton, es un gusto el REALMENTE conocerte.

Son exactamente la 1:38 de la madrugada y aquí estoy yo, respondiendo a


este tan sorpresivo mensaje.

Gracias por tus comentarios positivos, no sabía que también leías mis
entradas y que te gustaran tanto como a las otras personas.

Me alegra haberte animado a abrirte y expresar lo que sientes conmigo, el


tipo de gente que se guarda todo termina explotando y de una manera no
muy agradable, siempre le aconsejo a cualquiera que no se aflija o se
reprima, hay que mantenerse fuertes en este tipo de situaciones y enfrentarlas
como se debe.

Ryan, no soy una consejera experimentada o una psicóloga con algún


importante doctorado, pero necesitas hacerte oír, si la escritura es tu pasión,
aférrate a ella, te lo digo, escribir es algo hermoso, es la mejor forma sana y
entretenida de liberar estrés. ¿No lo crees? ¿No piensas lo mismo?

Ojo: No hablo de rebelarse contra el Coach Marin, o contra tu padre, hablo


de sentarse, poner las cartas sobre la mesa y dar tu propio punto de vista. Sé
honesto. Si ellos te aprecian y te quieren, entenderán. Y si no, sus niveles de
ambición son desagradablemente altos, mi amigo.

Quizá tomes mi consejo, quizá no, quizá ignores esto o creas que estoy
loca por darte esta difícil tarea, y lo entiendo, no hay que negar que dejando a
un lado todo lo que me has dicho en el e-mail anterior, tú sigues siendo Ryan
Hamilton, el mariscal de campo con “cierta clase de amigos” y “una novia
que no quiere en verdad”, y que por desgracia, no lo veo listo para renunciar
al “trono” de un día para otro.
¿Me equivoco? No lo creo.

Ahora, sobre el tema de mi identidad, señor Hamilton, te contestaré tus


preguntas:

¿Nos vemos visto antes? Tal vez sí, tal vez no.

¿Me conoces? Tal vez sí, tal vez no.

¿Quién soy? Una chica más en Sherman High.

¿A qué le temo? Aunque no lo creas... a todo.

Estaré esperando tu respuesta, mariscal.

Sinceramente,

Blogger Girl.

Ya eran la 1:45 de la madrugada y me llevó exactamente siete


minutos escribir esta respuesta, claro, revisé el texto un par de veces
para asegurarme que estuviese perfecto para ser enviado al chico que
cada vez me sorprendía más.

No me guardé nada, así como él, fui sincera en cada una de mis
palabras, aunque suene surreal el siquiera tener que pensarlo, me
sentía mal por su situación, como he dicho antes, la popularidad en
Sherman High ⎯o mejor dicho, en cualquier secundaria⎯, se trata de
presión, hipocresía e incluso bullying, y cuando hablo de bullying, me
refiero al del bueno, y no solo por compañeros, sino por los mismos
mayores. En el caso de Ryan, su bully principal es el Coach Marin, un
hombre de casi dos metros de altura, con brazos irrealmente inflados
de músculos, esteroides y otras cosas que no quiero ni saber. Él se
encarga de lanzar gritos en cada práctica, de lunes a viernes, a las tres
en punto de la tarde, en el campo de fútbol americano, CADA día se
escuchan sus gritos degradantes, homofóbicos y molestos hacia los
veintidós integrantes de los Guepardos de Sherman.

¿Y cómo es que sé esto? Porque me encuentro de lunes a viernes, a


las tres en punto de la tarde, sentada en la última fila de las solitarias
graderías, simplemente escribiendo disparates en mi bloc de notas
mientras veo a las porristas hacer piruetas y a los Guepardos siendo
injustamente reprendidos por este mucho músculo-poca ética que cree
que gritándoles cosas como “¡Son unas maricas!” “¡No hay que tener
piedad!” “¡El dolor es para los malditos débiles!” “¡Ninguno sirve para nada,
mejor váyanse al club de costura!”, ellos lograrán concentrarse más en
sus partidos. Hay una cosa que se llama trauma psicológico y en este
siglo es algo común entre adolescentes.

Está bien, está bien, me he desviado del tema, es sólo que BG se


apoderó de mi cuerpo por unos minutos. Mis disculpas, mejor
continuo.

Sí, yo siempre me he sentado a ver las prácticas desde el primer año


de preparatoria, no realmente a verlas, alguna que otra vez le presto
más atención a la gran velocidad de Ryan al correr, que a mis apuntes
para las próximas entradas del blog, pero primordialmente, me siento
para escribir.

Llevo tres años sentándome ahí, sola, sin que nadie me note, así de
invisible soy, absolutamente nadie se percata de la única presencia
que se sienta en una esquina, con su pequeño bloc color púrpura y su
aburrido liso cabello recogido en una desordenada cola de caballo.
Nadie lo hace, y me gusta de esa manera, es mi momento del día, mi
momento de inspiración. Honestamente, es cuando mis ideas fluyen
⎯por alguna razón⎯ con más facilidad.

Esto no tiene nada que ver con Ryan, en serio, no me tomen como
ninguna acosadora, es simplemente que hay algo con el aire fresco
que me ayuda a pensar.

Esperé unos largos minutos, sin apartar mi vista de mi laptop. 1:50.


1:56. 2:03. 2:10...

Resoplé con frustración. El momento de felicidad había terminado


por esta noche, era hora de irme a dormir, decepcionada de no poder
seguir con esta irreal charla.

Apagué mi laptop y me levanté de la silla de mi escritorio.

Le deseé las buenas noches ⎯así como hago siempre⎯ al póster en la


pared de Jane Austen ⎯mi modelo a seguir⎯ y me metí a la cama.

***

Tenía miedo de abrir la cuenta de Blogger Girl en cuanto me


desperté para irme a la escuela. Tenía miedo de no encontrarme con
ningún e-mail de respuesta por parte de Ryan y que me eso me
afectara mi día escolar.

Pero igual lo hice.

Y para mi alegría, su nombre en negrita entre otros nombres


desconocidos, fue lo primero que mis ojos vieron.

De: RyanH_ShermanCheetah@gmail.com

Para: BloggerGirlContact@gmail.com

Asunto: RE: RE: La popularidad en general.

Discúlpame, me quedé dormido luego de enviarte el e-mail. No sé si


esperaste o no, pero igual, perdón.

Me siento honrado debido a que al menos te molestaste en responderme, en


verdad, gracias, no sabes cuánto me alegré cuando me desperté y vi tu e-mail
en mi bandeja de entrada.

Quizá no seas ninguna consejera experimentada o una psicóloga con


importante doctorado, pero tus palabras me sirvieron más que cualquier
consulta con esas dos opciones. Paso a paso seguiré tu consejo, sí, tienes
razón, soltar algo como eso lleva tiempo y mucho trabajo, lo haré, hablaré
con el Coach y con mi padre, por mí y por ti también.

Tengo mucho que pensar, ¿sabes? Aunque lo primero que quiero hacer es
terminar mi relación “amorosa”, siento que si estoy otro día más junto a ella,
me ahogaré o algo parecido. No soporto sus caprichos, su habladuría,
frivolidad... Simplemente no puedo soportarla por más tiempo. No creas que
soy una especie de imbécil. No lo soy. Simplemente me he contenido desde
hace bastante tiempo y como te he dicho antes, contigo todo es fácil de
compartir.

Acerca de tu identidad, me tienes un poco desesperado. Dame un nombre,


una pista, no lo sé, algo, por favor.

Y… ¿por qué le temes a todo? Eres BG, no deberías temerle al mundo


escolar cuando ya lo tienes en tus manos.

Sé que fui breve, pero ya me están apresurando para desayunar.

Espero leerte pronto,

Tu admirador no tan secreto,

Ryan Hamilton.
—”Tu admirador no tan secreto” —leí en voz alta, sintiendo las
mariposas con su nombre revolotear en mi estómago.

Ryan Hamilton era mi admirador.

Nada arruinaría este día, NADA.

***

—¿Ryan Hamilton? Tienes que estar bromeando conmigo, Nina —


me replicó mi amigo Duckie, deteniendo en seco su paso para volverse
a mirarme.

—Y aquí va de nuevo... —resopló Penny, poniendo los ojos en


blanco.

—No hagas una escena ahora, Duckie, el día apenas comienza —le
reprochó Tessa, mi otra mejor amiga, empujándolo para que siguiera
caminando por el largo pasillo.

—¿Cómo no quieren que haga una escena? Ustedes chicas deberían


apoyarme en esto, deberían estar a mi lado. Mi Andie se está
imaginando cuentos de hadas con ese tonto mariscal de campo —
protestó él, mirándome con sus ojos avellana completamente abiertos
y llenos de enojo.

Fruncí los labios y apreté más mi bloc de notas contra mi pecho.

Penny tenía razón, aquí va de nuevo...

Spike Dale, o bueno, Duckie, cree que estamos en una especie de


adaptación de la película Pretty in Pink. Sí, lo cree desde que
estábamos en preparatoria. Para él, soy su Andie Walsh y él es Philip F.
“Duckie” Dale, tiene su mismo apellido y eso lo toma como “destino”.
Ha estado enamorado de mí desde hace años y yo le he repetido que
sólo lo veo como un amigo, pero su respuesta es siempre la misma
“No me rindo, no seré ese Duckie de la película, seré el Duckie que se queda
con la chica al final, así como el director tenía decidido al principio.”.

—Primero, ella no es “tu Andie” y segundo, ese tonto mariscal de


campo es como un Dios para nosotras, así que si dices otra mala
palabra acerca de él, tendrás que asistir a todas las clases ciego, ya que
te romperemos las gafas —lo amenazó Penny Lane, señalándolo con
el dedo.

Él se echó hacia atrás, asintiendo nerviosamente.

—Bien, bien, con mis gafas no te metas, ya me calmaré —Alzó


ambas manos al nivel de su cara y luego pasó una de ellas por sus
rizos castaños—. Pero yo debo tener algo de crédito en esto, Nina,
dime, ¿quién siempre está ahí para ti? ¿Quién fue tu primer beso? ¿Él
o yo?

—Cállate, Duckie, demonios —expresó mi otra amiga.

¿Por qué tenía que recordarme que él me robó mi primer beso hace
un año?

Recuerdo que esa noche trabajábamos en un nuevo diseño para la


página web de la escuela. Es su especialidad. Es un geek del diseño
digital. Pero, en fin, el punto fue que de la nada, así nada más,
mientras caminábamos fuera de la escuela, se inclinó y me besó en los
labios. Me quedé tan helada que no tuve tiempo de reaccionar
correctamente. Y ahí se había ido mi primer beso, a casa de mi
extraño mejor amigo, junto con él.

—A él le agrada Blogger Girl, ni siquiera me conoce en realidad —


inquirí en voz baja, queriendo terminar la discusión—. No es para
tanto.

—¡¿Qué no es para tanto?! —La chica de cabello entre rosa y negro


me tomó de los hombros—. ¡Estamos hablando de Ryan Hamilton
aquí!

—Penny, hay que ser realistas —Me encogí de hombros—, es


admirador de BG, no de Nina Landfield.

—¿Sí estás consciente que BG y tú son la misma persona, cierto? —


dijo ella con ironía.

—Penn tiene razón, técnicamente es TÚ admirador —terció Tessa—,


ahora vuélvete a alegrar y no le prestes atención a este idiota de aquí.

—¡Hey! —Duckie protestó—. No me digas idiota.


—Bueno, como sea —La morena puso los ojos en blanco—. Sólo no
te deprimas, esta es una gran oportunidad, Nina, aprovéchala.

—¿Me estás diciendo que debo aprovecharme de mi otra identidad


para ganarme a un chico? Creí que eso iba contra a las reglas que
acordamos.

Tessa gruñó frustrada y sacudió su corta cabellera.

—Me refiero a que ahora sabes que tienen cosas en común, podrías
hablarle, como tú, Nina Athena Landfield y estoy segura que le
agradarás.

—Escúchala, en serio sabe lo que dice esta vez —intervino Penny,


refiriéndose a Tessa.

—Claro, ignórenme —farfulló Duckie en el fondo—. Las mujeres son


crueles y aun así me junto con tres de ellas, ¿por qué la vida es así?

—Porque somos tus únicas amigas, rarito —le explicó Penny,


dándole un leve golpe en la cabeza—, quieras o no. Ya aprendiste a
vivir con ello.

—Cierto —Spike dejó escapar un largo suspiro.

En ese momento, el primer campanazo del día sonó.

—Seguiremos esta conversación luego, mis compañeros, no puedo


llegar tarde a la clase de Biología —se despidió nuestra amiga de
cabello rosa, lanzándonos un beso a cada uno.

Otro día cualquiera en Sherman High.


Capítulo Tres
Puse todo mi esfuerzo por prestarle más atención a las palabras de
Tessa y Penny que al regaño de Duckie, aun así, no podía evitar
sentirme afligida por sus palabras, lo que hacía que mi día se
arruinara un poco.

Tenía que dejar de pensar en eso, finalmente lograba establecer


contacto con Ryan Hamilton, la estrella del fútbol americano, y estaba
consciente que no era otro simple idiota. Debería sentirme feliz y
alegre.

Sí, definitivamente dejaría de afligirme.

Al finalizar la jornada escolar de un típico miércoles, Tessa, Penny


Lane, Duckie y yo, nos reunimos en la entrada para programar nuestra
próxima junta privada, donde escogíamos ideas para la página web
de la escuela. Digo privadas porque en realidad hay una junta oficial,
donde no sólo están los tres, sino el consejero escolar —El señor
Mason—, Kim Turner, Nadia Law y otros chicos que pertenecen al
grupo administrativo de la web. Por una obvia razón, yo no voy a esa,
ya que mi identidad sería expuesta y los chismes aquí, corren
increíblemente rápido.

—Este viernes, en mi casa, podríamos ver Varsity Blues luego, mamá


por fin bajó el reproductor de DVD al sótano, así que nadie nos
molestaría allí —propuso Tessa mientras trataba de encontrar las
llaves de su viejo Monza Spyder—. Un poco de fútbol americano para
celebrar la gran noticia de Nina no vendría mal.
—Me parece una magnífica idea —aceptó Penny, dedicándonos una
gran sonrisa—. Paul Walker, James Van Der Beek y Scott Caan siendo
sexys jugadores de fútbol, ¿cómo perderme eso?

—Hay mejores partes de la película, como el épico discurso de Mox


en el partido final, ¿ustedes sólo estaban atentas a su atractivo? —
Duckie negó la cabeza con desaprobación— ¿Y qué si yo no quiero
celebrar el hecho de que Nina habló con otro chico que no soy yo?

Mis amigas resoplaron al unísono.

Miré la pantalla de mi celular. 3:02pm. Iba tarde a mi momento de


inspiración.

—Es tu obligación ir, perteneces al grupo administrativo, y también


a nuestro círculo de amistad. Eventualmente aparecerás en mi casa —
comentó Tessa risueña.

—Demonios —Él arrugó la nariz y empujó sus lentes de vuelta a su


lugar con su dedo índice.

—Chicos, ya debo irme —anuncié, mordiendo mi labio.

—¿A dónde? ¿A alabar a ese Ryan en el campo de fútbol? —espetó


mi amigo con petulancia.

Bajé un poco la cabeza, sintiéndome afligida de nuevo.

Pude ver de reojo cómo Penny jaloneaba sus rizos con fuerza.

—¡Ay! ¡Lo siento, lo siento! —se quejó, sobándose la cabeza en


cuanto ella lo soltó.

—Por vigésima vez, Duckie, no la hagas sentir mal o tus gafas


pasarán al otro lado —Ella lo tomó firmemente por su delgado y
blanco brazo—. Vete, Nina, nosotros nos aseguraremos de que no te
siga molestando.

—No le hagan daño —les pedí, encogiéndome de hombros.

—Lo obligaremos a ver las películas de Sex and the City con
nosotras, será suficiente castigo, ¿no crees?

Abrí mucho los ojos. Eso era demasiado.


—Vamos, vete —Tessa me empujó ligeramente—, hablaremos
luego.

—¡Por favor! ¡Todo menos eso, por favor! ¡Prometo comportarme,


pero no me hagan eso! —Escuché los gritos de Spike a mis espaldas.

Él era alérgico a esas películas.

—¡Adiosito, inspírate mucho! —se despidieron ambas.

Me encaminé hacia el campo, sacudiendo mi cabeza y olvidando la


absurda razón por la cual Duckie se comportaba con tanta intensidad
el día de hoy. Mi mente debía estar en blanco para poder escribir
cosas coherentes, y teniendo su voz recriminándome por algo sin pies
ni cabeza, no iba a ayudarme a hacer eso.

Él debería tener claro que lo nuestro se limita a la amistad, sé que


ahora se demostraba a la defensiva porque se sentía amenazado por
Ryan, eso lo entiendo, sólo que no cambiará nada, hemos sido
amigos, y amigos nos seguiremos siendo. Spike es un buen chico,
atento, gracioso, inteligente y tiene una peculiar apariencia física. Es
delgado, pero no tanto. Blanco, pero no tanto. Posee unos castaños
rizos que todos los días peina casi como el Duckie de la película, para
cualquiera puede parecer una tontería y ridiculez, pero para mí,
pienso que su cabello es el que le da personalidad. ¿Y su rostro? Su
rostro es delgado y tan perfecto como el cutis de un bebé. A él le
molesta que le digamos eso, ya que quiere que lo miremos más como
“hombre” que como realmente luce... igual que un chico de 15.

Mi punto es, que aunque sea conocido por ser un geek-rarito, hay
varias chicas que estarían dispuestas a salir a una cita con él. Pero, él
nunca sale con otras personas además de nosotras. Lo sé, hemos
intentado hacer algo al respecto, y siempre trata de evadir el tema o lo
toma como una broma pesada. Hacerlo entrar en razón ha sido toda
una travesía.

—¡¿Qué parte de ponerse a correr no me entendieron?! —Los gritos


del Coach Marin anunciaron que ya me encontraba en el campo de
fútbol americano—. ¡Ahora será una vuelta más por querer tener
complejo de sordos!
Dejé escapar un pequeño resoplido de entre mis dientes mientras
me cubría del resplandeciente sol en mi camino a las graderías.

—¡Vamos Guepardos, a ganar, hay muchos traseros que patear!

Hasta una niña de 10 podría formar esa porra. La verdad es algo


normal, ha sido la misma desde años, las mentes de las porristas no se
expanden más de ahí, son más físicas que mentales. Es el orden
natural-escolar, no se puede ser inteligente y popular a la vez, y si
tienes ese increíble don de tener un cerebro, debes fingir no tenerlo.
Qué triste es la realidad, ¿no?

Saqué el bloc púrpura de mi mochila junto con mi pluma favorita y


descansé mi mano sobre el papel, mordiéndome el labio en busca de
inspiración.

Nada. No tenía nada.

Lo único en que pensaba era en Ryan y su e-mail, Ryan y sus


problemas, Ryan diciendo que admiraba a Blogger Girl, Ryan
queriéndome conocer...

Ryan, Ryan, Ryan...

—¡Ryan! ¡A hacer lanzamientos con Adam!

Di un respingo ante el grito del Coach. Mi vista voló lejos del papel y
viajó hacia la práctica de los Guepardos en el campo.

Y ahí estaba, de espaldas a mí, su apellido sobre el número 9 de su


camiseta del equipo color borgoña, su trabajado cuerpo escondido
tras esas grandes hombreras que ellos utilizan para protegerse. Mi
corazón salió disparado y lo tomé como una señal de que era mejor
irse a casa por hoy.

Esto era ridículo, estaba haciéndome ilusiones acerca de algo que no


ocurriría. Tessa no tenía la razón, Ryan Hamilton nunca podría fijarse
en Nina Landfield. Simplemente ridículo. Llevaba varios años
sentándome en el mismo lugar, a la misma hora, y él nunca me había
notado. No usaría a BG como gancho y tampoco le hablaría como
Nina. Tenía que olvidarme de esta idiotez, enfocarme otra cosa.
Como, en salir de ahí. Y olvidar todo el asunto, que apenas llevaba
un día y ya lo quería terminado antes de que se tornara peor.

Metí mis cosas de vuelta a la mochila y bajé las escalerillas


rápidamente.

Estaba teniendo un ataque de ansiedad, habían dejado de aparecer


de esta manera hace algún tiempo. Es una especie de secuela de un
incidente que mamá y yo tuvimos cuando tenía 9, íbamos saliendo de
hacer las compras y un hombre armado se acercó a robarnos, me
asusté tanto que la garganta se me cerró y sentía que no podía
respirar. Mamá recibió un disparo en su hombro en un intento de
protegerme, y gracias a Dios no fue lo suficientemente grave como
para matarla. La cosa es que un año después del incidente, comencé a
tener ataques de ansiedad cuando me sentía asustada, presionada o
muy estresada. Pensé que no volverían a aparecer.

—¡Joder, muy largo, Ryan! —oí a Adam vociferar mientras yo


trataba de respirar con normalidad y llegar a la salida.

—¡Hey, chica, cuida...!

Antes de terminar de escuchar la advertencia, me vi a mí misma


cayendo sobre el césped, con más de setenta kilógramos encima de mi
espalda.

Sentí un ardor en mis codos y traté de levantarme cuando dejé de


sentir el robusto cuerpo de Adam Shelton apretando dolorosamente
mis pulmones.

—Uy, perdón, Rubia —Él se disculpó, extendiendo su mano para


ayudarme a levantar con mayor facilidad.

Mis mejillas se encendieron de vergüenza y acepté torpemente su


ayuda, sacudiendo el sucio de mis pantalones.

Me tambaleé un poco hasta recobrar el equilibrio y revisé mis codos,


éstos habían resultado heridos al tratar de amortiguar la caída con
ellos.

—Lo siento, fue un pase muy largo, ¿estás bien?

Esa voz.
Alcé la vista lentamente, al mismo tiempo que mi corazón
aumentaba su ritmo de nuevo, aunque esta vez no era debido al
ataque de ansiedad. Era la excitación del momento. Del momento en
el que Ryan Hamilton, mariscal de los Guepardos, se encontraba
mirándome directamente a los ojos, con un sincero gesto de disculpa.

Se había quitado su casco, así que tenía una asombrosa vista de su


rostro. Sus oscuras cejas se unían en un ceño fruncido. Su cabello
castaño claro, empapado por el sudor, ocultaba las líneas de
expresión que sabía que se formaban en su frente. Sus carnosos labios.
Sus cálidos ojos verdes. Su perfectamente imperfecta nariz. Todo lo
estaba viendo de cerca, a un metro de distancia. Él estaba frente a mí,
hablándome.

—¿Te golpeé en la cabeza? ¿Es por eso que no respondes? —


preguntó Adam enarcando una ceja, dedicándome una extraña
mirada.

La conmoción no me dejaba hablar.

—Oh Dios, estás sangrando.

En cuanto las manos de Ryan tocaron mi antebrazo para examinar


cuán grave era la herida, mi cuerpo respondió a su suave tacto,
haciéndome saltar un paso lejos de él. Sentí peor que una descarga
eléctrica.

—Estoy bien —Mi voz sonó como un apenas audible susurro.

—¿Qué? ¿Qué dijiste? —Adam acercó su oreja a mi cara—. Habla


más alto, no logro escucharte.

Bajé la cabeza, haciendo que los mechones rebeldes de mi cabello


escondieran mi sonrojado rostro.

—Déjala, hombre —Ryan lo golpeó en el brazo—. Vuelve allá, la


culpa es mía, yo me encargo de esto.

El moreno le agradeció aliviado y se echó a trotar lejos de nosotros.

Mi garganta se secó al darme cuenta de que sólo estábamos los dos.

¿Era el destino que trataba de enseñarme una lección? Un ridículo,


desesperado destino, en mi opinión.
—No estás bien, tus codos sangran. ¿No te duelen? —Él fue el
primero en hablar.

Ardía como el infierno.

—Son simplemente rasguños, estaré bien —lo calmé, atreviéndome


a mirarlo a la cara.

Irreal.

—¿Estás segura? Puedo conseguirte unas banditas, siento que tengo


la culpa —dijo, encogiéndose de hombros, luciendo casi tan
avergonzado como yo—, debí haberte visto antes de lanzar el balón.

Exacto, Ryan, no lo hiciste, no me viste.

Con tan sólo pensar en él, hablándome y ayudándome, mis mejillas


se tornaban aún más rojas de lo que ya se encontraban.

—¡Ryan! ¡¿Qué demonios te hace demorar tanto por allá?! ¡Deja de


flirtear y vuelve aquí, no hay tiempo para escenitas de buena fe! —Y
de nuevo, el Coach arruinaba mi paz.

Él soltó un largo resoplido.

Yo sabía el por qué. BG sabía la razón de aquel resoplido.

—Descuida, vuelve con tu equipo, estaré bien —le dije, colocando


un mechón de dorado cabello tras mi oreja.

Me dedicó una pequeña-gran sonrisa.

Tragué saliva con dificultad.

—Espero verte mañana, entonces —Pasó una mano por su sudoroso


cabello.

—¿Qué...? —Pestañeé repetida veces, sorprendida.

—En las graderías —puntualizó al verme un poco descolocada—.


Vienes todos los días, ¿no?

¿Él... se percataba de mi presencia?

—¿Cómo... sabes que vengo todos los días? —Hasta a mí me


sorprendió la pregunta.
Ryan rio entre dientes.

Era perfecto de cualquier manera posible.

—No es como si fueras invisible —Ladeó la cabeza, divertido.

Tú lo has dicho, Mariscal, no es como si fuese invisible.

—¡Joder, Hamilton, vuelve aquí ahora mismo o tu trabajo será


doble hoy!

—Tengo que irme —Él puso los ojos en blanco—, cuida de esos
codos, ¿bien?

Y sin darme tiempo de balbucear aunque sea un adiós, mi


momento irreal se esfumó como el humo.
Capítulo Cuatro
—¿Nina? ¿Eres tú? —Mi mamá me llamó desde la cocina.

—Sí, ya estoy en casa, mamá —Le hice saber, dirigiéndome hacia


ella.

Su rubia cabellera se encontraba recogida y escondida tras una


gruesa banda para el cabello, un delantal protegía su ropa y sostenía
en alto su libro favorito de cocina, mientras que con la otra, revolvía
una mezcla en un gran tazón de vidrio.

Así como papá y yo amamos la escritura, ella ama la cocina. Ella es


una talentosa repostera. Y papá es profesor de Literatura en una
escuela privada. Algún día quisiera publicar exitosos libros como él lo
hizo, “El asunto de causa y consecuencia” Por Gregory Landfield, se trata
—obviamente— del karma en sí y es uno de los libros que adornan mi
biblioteca con mucho orgullo. Y cómo olvidar “De mentes maestras y
casos inusuales”, “La música en un mundo paralelo” y “El vals de la
rivalidad”. Fueron sus días de gloria, hasta que prefirió dejar eso para
convertirse en padre a tiempo completo.

Le estaré agradecida toda mi vida.

—Pensé que era tu padre. Ven aquí, tengo las manos ocupadas —
dijo ella, haciendo un ademán con su cabeza.

Sonreí y me acerqué para que depositara un tierno beso en mi frente.


—¿Cómo fue tu día? —me preguntó, volviendo su vista al tazón—.
Pensé que irías con Penny Lane o Tessa a hacer algo después de
clases.

Tomé asiento en una de las sillas junto a ella y descansé mi cabeza en


mi mano.

—Mamá, dijiste que tú y papá se conocieron en la secundaria —le


dije, queriendo hablar del tema de Ryan con ella—, y que él era más
popular que tú, ¿no?

Mi madre se detuvo en seco y dejó todo lo que estaba haciendo para


centrar toda su atención en mí.

—¿A qué viene este tema? —Me sonrió radiante—. ¿Te... gusta un
chico, Athena?

¿Qué si me gustaba un chico? Llamar “chico” a Ryan me parece muy


degradante.

—Ese rojo en tus mejillas te delata —inquirió, limpiándose las


manos sin dejar de mirarme con aquel brillo revoloteando en sus ojos
—. Nina Athena Landfield, ¿por qué no me dijiste antes que te
gustaba un chico?

Mordí mi labio con fuerza.

—Porque no pensé que pudiese siquiera conocerlo —mascullé,


bajando la cabeza un poco.

Algo en mi estómago se sacudió al recordar sus manos cerrándose


en mi antebrazo, sus ojos mirándome preocupados y su sonrisa
dedicada solamente a mí.

—O que supiese que existo —añadí en el mismo tono.

—¿De qué hablas, querida? —expresó mamá desconcertada—.


¿Quién no te querría como su chica? Eres absolutamente
deslumbrante, lo tienes todo; belleza, integridad, humildad e
inteligencia.

Puse los ojos en blanco.

—Lo dices porque eres mi mamá.


—Lo digo porque es cierto —rió entre dientes—. Y estoy segura de
que quien quiera que sea ese chico, se fijará en ti.

Lo único malo, madre, es que ese chico tiene una novia —que ni
siquiera quiere— y es admirador de una identidad ficticia que yo creé
en la web para hablar con libertad sin que nadie sepa quién soy
realmente. Eso es lo único.

—¿Alguien dijo la palabra que ningún padre con una hermosa hija
de 17 quiere escuchar?

No me había percatado de que papá había entrado.

—Esa hermosa hija de 17, al parecer le gusta un chico —Mamá se


acercó a él y lo saludó con un beso en los labios.

—Tráeme su expediente ahora —bromeó papá, poniendo voz de


policía—, hay que investigar a ese joven a fondo.

—Déjala, Gregory —Mi madre soltó una melódica carcajada.

Su risa, tan refrescante y jovial. Podría escucharla todo el día riendo,


y más cuando papá era quien la hace reír, parecía como si se
enamoraran cada día más el uno del otro.

A veces envidiaba su amor, lo hacían ver tan sencillo, tan simple,


saben, tan fácil. El hecho de que se conocieron en la secundaria me
hace envidiarlos aún más. Su historia se resume a esto: Mamá era una
de las más inteligentes de su clase, pero una desconocida social. Papá
era igualmente inteligente, pero bastante popular entre las chicas.
Papá siempre se fijó en ella, pero nunca se atrevió a decir nada. Mamá
lo veía desde lejos mientras él leía solo en la biblioteca. Papá le
enviaba poemas anónimos a ella, mientras que ella moría por saber la
identidad de su poeta enamorado. Ese juego siguió y siguió hasta que
papá se dignó a escribir su nombre en uno de sus poemas anónimos:

“Te quiero tanto que duele verte.


Te quiero tanto que no paro de pensarte.
Te quiero tanto que es completamente ridículo.
Te quiero tanto que mi mano tiembla mientras
escribo.
Te quiero tanto que me asusta el algún día dejar
de quererte.
Te quiero tanto que me cansé de esconderme.

Te quiero tanto... tanto, dulce Emily, que aún no


sabes cuánto te quiero.
Gregory Landfield, el de la clase de Literatura
Avanzada.”
Esos fueron años donde la gente no se preocupaba tanto por
mantener el orden natural-escolar. Sólo vivían. Amaban
apasionadamente como en las novelas. Eran intensos, pasionales y
fuertes. Eran ellos mismos.

Todo era claramente diferente ahora.

—Papá, no es nada —le aseguré, levantándome de la silla—.


Además, Ryan es realmente un buen chico.

—Así que su nombre es Ryan... —Él pasó sus dedos por su barbilla
—. ¿Qué hace? ¿Escribe? ¿Dibuja?

—Greg... —lo reprendió mamá.

Él se encogió de hombros y comenzó a desanudar su elegante


corbata.

—Es... complicado —El secreto de Ryan debía permanecer así,


secreto. Tessa, Penny y Duckie son los únicos que pueden estar al
tanto de esto, ya que si han podido con lo de BG, con esto también.

—Espera —Papá tomó velozmente mi brazo—, cariño, ¿qué te pasó


en tus codos?

Oh, me había olvidado de las heridas ya cubiertas con banditas de


estampado floral que el enfermero Nicholson me había dado en mi
visita allí antes de venirme a casa.

—Me caí y traté de ablandar el golpe —le expliqué, dejando que me


examinara—. Ya estoy bien, no me duele nada.
En teoría, aún me dolía.

—Querida, tienes que tener más cuidado —Mamá se unió a la


preocupada examinación de mi padre.

—Lo tendré, lo tendré —Aparté mi brazo—. ¿Puedo irme a mi


habitación? Me siento cansada.

—Claro que puedes, Nina —Los dos dejaron besos en mi mejilla—.


Estaremos aquí si necesitas algo.

Les sonreí como agradecimiento y tomé mis cosas para subir las
escaleras.

Lo primero que hice fue sentarme en mi escritorio y encender mi


laptop, estuve el día entero pensando en qué debía responderle a
Ryan, ya que no tuve tiempo de hacerlo por la mañana.

Tenía muchas cosas que escribirle, pero sabía que debía contenerme
y simplemente darle mis palabras de aliento para que supiera que
aunque sea tenía a alguien que lo apoyaba y lo veía como en realidad
es. Alguien que lo acepta, así, como Ryan el escritor secreto, afligido,
sensible, no sólo como Ryan Hamilton, el mariscal estrella de los
Guepardos.

Por otro lado, un párrafo de su e-mail me incomodaba, eso de que


se encuentra desesperado por conocerme en realidad, eso de que le
diera una pista o algo, eso, me preocupaba. Por tanto que quisiese
decirle que soy esa chica que va todos los días y se sienta en las
graderías a escribir, no podía. Soy una chica de palabra, además de
que aquel día, en el juramento, juré que no revelaría mi identidad por
todos los discos de vinil que mi abuelo me había obsequiado y por
todos mis libros, sobre todo los de Jane Austen. Y con eso me fue
suficiente.

Abrí la ventana de su e-mail y cliqueé en el botón “responder”.

De: BloggerGirlContact@gmail.com

Para: RyanH_ShermanCheetah@gmail.com

Asunto: Mis palabras de aliento.


¿Cómo va todo, mariscal? Leí tu e-mail esta mañana y no tuve tiempo de
responderlo, pero ya, estoy libre por un momento, así que aquí me tienes.

Me siento bien por el hecho de que te ayudé a decidirte y a tomar la


decisión que llevabas tiempo queriendo tomar. Con eso me refiero al asunto
de tu padre, al asunto del Coach... y también al asunto de Kate.

No, no creo que seas ningún patán por tener una opinión y ser sincero
acerca de cómo te sientes en tu relación amorosa. No puedo decirte que te
entiendo ya que no he tenido que pasar por lo mismo que tú —hasta los
momentos—, y, tampoco me entrometeré ni preguntaré cómo es que
estuviste 3 años de tu vida con una persona que según tú, no soportas.

Pero, lo único que puedo darte es mi apoyo.

Señor Hamilton, tienes todo el apoyo de la chica tras este computador.

Y lo siento, no puedo decirte quién soy, dañaría la magia, ¿no lo crees?

Puede que lo descubras por ti mismo. También puede que no.

Mientras tanto, debo irme.

Nos veremos por ahí, Ryan.

Con cariño,

Blogger Girl.

Retiré mis manos del teclado y resoplé. Esto era realmente


torturador.

Aunque, yo me comporté como la torpe chica que soy cuando ni


siquiera le dije mi nombre esta tarde. Tonta, debí habérselo dicho
antes de que se alejara.

Las probabilidades de que me hablara de nuevo eran de uno en un


millón.

Y aquí volvía Nina de nuevo.

Contesté otros e-mails más para distraerme, pero fue en vano. Me


alejé de mi laptop e hice mis deberes. Llamé a Penny Lane y hablamos
por un largo rato. Llamé a Tessa y esta no paró de hablar acerca de lo
molesto que Duckie se había comportado en todo el día. Por último,
Duckie se apareció en casa para la cena y mis padres lo recibieron con
los brazos abiertos, ya era una costumbre tenerlo aquí sin avisar —
vive a tres cuadras—. Tampoco me molestó, él es bastante agradable
cuando no monta ningún drama.

Pero a pesar de todo eso, todo ese esfuerzo en distraerme de lo que


en verdad quería estar enfocada, la sonrisa de Ryan no abandonó mi
mente ni por un segundo.

Quisiera decir que eso lo encuentro molesto, pero entonces estaría


mintiendo, ya que de algún modo, me mantenía de buen humor.

***

—Asked a girl what she wanted to be. She said “baby, can’t you see? I
wanna be famous, a star on the screen. But you can do something in
between”.

Tessa y yo nos miramos la cara, para luego partirnos de risa al estar


presenciando uno de los habituales y enérgicos shows de Penny Lane
cantando canciones de The Beatles. Lo hace cada vez que suenan en
alguna estación de radio o en su CD con mezclas de sus mejores
canciones. Donde quiera que esté, si una canción de The Beatles
aparece, ella canta como si su vida dependiese de ello.

—I told a girl that my prospects were good. She said “baby, is understood.
Working for peanuts is all very fine. But I can show you a better time!” —
Tessa le subió volumen a su viejo radio y comenzó a cantar junto con
ella, mientras doblada la esquina y nos encontrábamos con el letrero
de la escuela que hoy tenía escrito una frase de reflexión de algún
hombre que no conozco.

Sólo los jueves y viernes, Tessa iba a recogerme a mi casa para venir
a la escuela todas juntas. Normalmente, mamá era la que me traía los
otros tres días, pero los dos últimos días de la semana ella debía ir
temprano a su tienda de repostería a supervisar el trabajo, así que no
podía.

—Hoy deberías a acercarte a hablarle —dijo Penny, cuando la


canción había terminado y Tessa ya había aparcado en un espacio
vacío.

—Sí, nos dijiste que él no quiere a Kate, ¿no?


—Y que está consciente de que hay una tierna rubia de ojos saltones
que asiste a Sherman High, ¿no? —agregó mi amiga de cabello rosa,
echándose su pesada mochila al hombro.

—No hay necesidad de utilizar a BG en esto —La mano de Tessa


descansó en mi hombro y me miró con sus lindos ojos azules—. El
destino te está hablando... Escúchalo.

—¿Desde cuándo te has vuelto tan sabia? —le preguntó mi otra


amiga, luciendo divertida.

—Desde que escribo el horóscopo en la página web de la escuela,


Penny Lane, Penny Lane —Ella canturreó con ironía.

Las tres reímos.

—Buenos días, señoritas —nos saludó Duckie alegremente.

—Buenos días, Duckie —respondimos las tres al unísono.

—¿Alguna novedad? ¿Aún veremos Varsity Blues mañana? ¿No


puede ser otra película? —comentó él mientras caminábamos los
cuatro ahora por el pasillo principal.

Tessa le lanzó una mirada asesina.

—Bien, bien, Varsity Blues será —rezongó al darse cuenta que ella no
iba a ser paciente esta vez.

—Le diré a mamá que prepare unos cupcakes para comer mañana —
les dije encogiéndome de hombros.

—¡SÍ, POR FAVOR! —Penny, Tessa y Duckie saltaron de


entusiasmo.

—Que sean de crema de maní, por favor, por favor, por favor, dile
que los prepare con crema de maní. Esos son los mejores, bueno,
técnicamente todos los deliciosos, pero los de crema de maní... son
orgásmicos —me rogó Tessa haciendo un puchero.

No pude evitar reírme.

—Yo quiero de fresa.


—A mí me gustan los de chocolate —inquirió Penny, con el mismo
puchero que Tessa hacía.

—Le diré que los varíe, no se preocupen —Puse los ojos en blanco
—. Comienzo a creer que son adictos a ellos.

—¿Quién no podría ser adicto a los cupcakes de tu madre, Nina?

Tenían toda la razón.

—¡Son las siete de la mañana! ¡¿Y tú me dices esto ahora?! ¡¿No


podías esperar a que fuese más tarde?! —La voz de una Kate echa
fiera desvió nuestra atención hacia un montón de personas reunidas a
lo lejos del pasillo.

—¿Qué carajos pasa? —Penny sacudió su cabeza, con un dedo


metido en su oído—. Casi me deja sorda con ese chillido.

—Ven, vamos a ver qué pasa —Antes de que pudiese decir algo, las
dos me arrastraron hacia la multitud.

Mi corazón comenzó a acelerarse en cuanto vi a Ryan, parado junto


a Kate en el centro de todo, luciendo bastante molesto e incómodo por
algo.

—Kate, ya hablamos de esto... —Él intentó calmarla.

—¡¿Qué?! ¡¿Te refieres a anoche?! ¡¿Pretendías terminar conmigo


por teléfono, Ryan?!

Se escucharon murmullos de desaprobación de parte del público.

—No hagas esto, ¿sí? Sólo te pido que vayamos a otro lugar donde
hablemos los dos solos, un lugar más tranquilo y con menos personas
—Ryan trató de tomarla del brazo delicadamente, pero ella se sacudió
de su agarre.

Todos los presentes ahogaron un grito de asombro cuando Kate le


lanzó una potente bofetada a la mejilla de Ryan.

—Eres un imbécil —le escupió ella, mirándolo con odio—. Bien, si


eso es lo que quieres, está bien. Se acabó, Hamilton.
Estaba segura de que buscaba las lágrimas con toda su fuerza, para
que así ella fuese la víctima de la ruptura.

—Igual no eras tan bueno en el sexo —espetó Kate, levantando la


cabeza con firmeza, moviendo su sedoso cabello negro de un lado a
otro y abriéndose paso entre la gente para marcharse.

Todos se quedaron ahí, desorientados, sin poder creer lo que


habían presenciado.

Yo tampoco lo creía.

No fue hasta cuando la campana sonó que las personas


comenzaron a moverse y dirigirse a sus primeras clases del día,
recuperándose de lo que acababa de pasar.

Y entonces, por un microsegundo, los ojos de Ryan se toparon con


los míos.

Él simplemente me sonrió levemente en forma de saludo, se dio la


vuelta y caminó lejos de mí, cabizbajo.
Capítulo Cinco

Ya para el final del tercer período, todo el mundo sabía de la gran


ruptura de la capitana de porristas y el mariscal de campo estrella.
Les digo, la mayoría se lo tomó como si de Brad Pitt y Angelina Jolie
se tratara. Era patético, muy patético y lamentable ver a ciertas
personas afligirse por la terminación de una relación ajena a la de
ellos.

Oh, poderoso e influente trono de popularidad...

El almuerzo y las otras últimas clases se pasaron entre chismorreos,


murmullos e hipótesis de las personas acerca de cuál había sido la
razón de la ruptura.

Yo sólo estaba preocupada por cómo esto afectaría a Ryan, ya que


muchas personas lo culpaban de todo a él. Por supuesto, Kate se
encargó de esparcir el rumor de que Ryan la quería “botar” en una
llamada telefónica, cosa que no creo para nada, pero otros sí.

No digo que todo ha caído en él, ya que ustedes saben, este tipo de
rupturas importantes dividen a la multitud escolar. Algunas —pocas
— porristas se van del lado de Kate a consolarla, otras se alegran
mucho de lo ocurrido. Algunos chicos se alegran porque así tienen
más oportunidad con Kate y... eso es todo. En esto no hay ninguna
mitad y mitad. Todos se alegran porque creen tener alguna
posibilidad con la capitana de porristas, puede que finjan estar del
lado de su mariscal, pero por dentro, están planeando su siguiente
movida. El único que puede salvarse de este comentario es Adam
Shelton, su amigo desde 7mo y que hasta ahora, ha demostrado ser
verdadero. O al menos, eso es lo que he notado.

A las tres en punto de la tarde, Penny y Tessa decidieron


acompañarme al campo de fútbol americano. Les conté acerca de mi
ataque de ansiedad del otro día y se preocuparon tanto que dijeron
que me acompañarían para asegurarse de que no volviera a suceder.
Ellas —al igual que Duckie—, sabían cómo calmarme rápidamente en
esas situaciones.

Duckie no dijo nada al respecto, en realidad, se alegró de que ellas


me acompañaran, no pregunten por qué, pero su estado de ánimo
cambió y hasta caminó con nosotras al campo, se despidió
alegremente y se retiró.

Las tres nos miramos a la cara.

—Ese chico definitivamente padece de trastorno bipolar —comentó


Tessa.

—No, padece de amor obsesivo —se rió Penny Lane mientras


entrábamos al campo.

—Déjenlo ser, está sólo siendo Duckie —inquirí encogiéndome de


hombros.

—Nina, tienes que dejar de ser tan dulce y buena —Ella puso los
ojos en blanco.

—Cierto, aún no sé cómo no le has gritado que deje de ser tan tonto.

—Tessa tiene razón, tú misma dices que contener todo eso puede ser
malo.

—Yo no estoy conteniendo nada —repliqué, llegando a las graderías


—, ¿bien?

—Claro, claro, como digas —resoplaron con cansancio.

No tengo nada contra nadie, ni tampoco me contengo nada. Duckie


sólo es él, ellas están conscientes de que siempre ha sido de esa forma,
y yo ya me acostumbré a ello. Sé que a veces puede llegar a ser un
poco insoportable, o ruidoso, o molesto, pero es nuestro amigo, desde
hace más tiempo del que recuerdo. Es sólo cuestión de paciencia, de
mucha, mucha paciencia.

—¡Tenemos un maldito partido en una semana!

Los gritos del Coach se habían tardado en perturbarme.

—¡Concéntrense! ¡No quiero maricas aquí, las maricas que se vayan


a jugar barbies o a hacer porras con las chicas! ¡¿Quedó eso claro?!

—Sí, Coach —recitaron todos al unísono, con el cuerpo recto y


cabezas levantadas con rigidez.

—¡¡Más alto!!

—¡SÍ, COACH!

—No lo entiendo —Penny ladeó un poco la cabeza mientras las tres


mirábamos el final de la práctica con atención—. ¿Cómo pueden
soportar todos esos insultos? No me lo está diciendo a mí y quiero
partirle la cara de un puñetazo.

—A eso se le llama; pasión al fútbol —inquirió Tessa, empujando sus


gafas de sol vintage de nuevo a su lugar—, mucha, demasiada, pasión
al deporte.

—Ugh, es tan lamentable ver cómo los trata, como si estuviesen en el


servicio militar —Mi otra amiga hizo una mueca de asco—, me dan
algo de pena.

—Nunca lo entenderé, la verdad —comenté, pensativa—. Los


padres llegan a molestarse cuando alguien joven le hace bullying a su
hijo, pero, a este hombre, todo grande, imponente, un total grosero,
vulgar y encima un auténtico bully, a él nadie le dice nada. Es todo lo
contrario, los padres de estos chicos se alegran al ver la presión que
les coloca, se excusan diciendo que esa presión es lo mejor para ellos,
que los hace más fuertes.

—Algunos padres son todos unos hipócritas —farfulló Penny Lane


con molestia.
—No quiero arruinar el calor del momento y eso, pero... Ryan está
mirando directamente hacia acá. Ahora mismo. Nina, tienes que hacer
algo.

Me volví rápidamente al campo de nuevo, y sí, era cierto lo que


Tessa decía, Ryan miraba directamente hacia nosotras mientras
hablaba con su amigo Adam.

—Salúdalo, joder —expresó Tessa, golpeando mi costilla izquierda


con su codo.

Torpemente alcé mi brazo y agité mi mano con timidez, dedicándole


una pequeña sonrisa.

Mis mejillas se encendieron a fuego vivo.

Lo vi reír entre dientes y agitar su mano también, devolviéndome el


saludo amigablemente.

—¿Bajamos a saludar de cerca? —Tessa y Penny se miraron y


sonrieron con complicidad.

Tragué con dificultad. Esa mirada nunca me agradó.

—Yo digo que sí —se rió la de cabello rosa, levantándose y


levantándome a mí también, ya que me había quedado rígida en mi
lugar.

—No, no, estoy bien, sólo vámonos, eh... mamá me quiere en casa
temprano, uh, sí, ella necesita ayuda con unas galletas —balbuceé,
viéndome arrastrada por las dos, una por un brazo y la otra por el
otro.

Mi pulso comenzó a acelerarse, desbocadamente, completamente


lleno de adrenalina. Los nervios siempre pudieron más que yo, es
horrible, mis manos sudan y me vuelvo torpe, tonta, hasta mi lengua
se traba. No quería hablarle a Ryan así, no me sentía lista.

—Hey, hola.

Esa voz.

Me sacudí fuera de mis pensamientos y traté de conservar la calma,


recordando respirar y tragar saliva con coordinación y serenidad.
—¡Hey, Rubia! —Adam también me saludó, parecía algo incómodo
por algo.

No era el único incómodo tampoco.

—Hola —los saludé, aclarando la garganta sonoramente.

Ryan me dedicó una amplia sonrisa, a lo que mi corazón respondió


instantáneamente, acelerando más su ritmo. Si seguía así, me daría un
paro cardíaco pronto.

—¿Cómo están tus codos? —me preguntó, sin dejar aún de sonreír.

¿Por qué me torturaba así? ¿Por qué tenía que ser así de amable, de
perfecto a su manera?

—Están bien —contesté, sin poder evitar contagiarme de su sonrisa.

—Nunca me dijiste tu nombre —Él se encogió de hombros, pasando


una mano por su nuca.

Me quedé paralizada durante unos largos segundos. De verdad,


tenía que dejar de paralizarme por largos segundos, al menos que
quisiese dar a entender que era una especie de retardada.

—Su nombre es Nina —le dijo Penny, pellizcándome el brazo a


escondidas.

—¡Sí! —Di un salto de dolor—. Soy... Nina, Nina Landfield.

—Nina Landfield —repitió Ryan, como recordando algo, pero


luego, simplemente sacudió la cabeza—. Un gusto el finalmente saber
tu nombre, Nina.

Mis mejillas se sonrojaron intensamente.

—Y nosotras somos sus amigas —terció Tessa, extendiendo su brazo


hacia él—, yo soy Tessa Greenlaw —Él estrechó su mano con la de
ella.

—Y yo Penny Lane Fisher —se presentó mi otra amiga, sacudiéndole


el brazo a Ryan de arriba abajo con energía.

—¿Por qué... tienes el cabello rosa, Penny? —inquirió Adam,


mirándola de manera extraña.
—¿Qué? ¿Te molesta que lo tenga así? ¿Tienes algún problema con
mi cabello? —Ella enarcó una ceja, viéndose algo disgustada.

Ella odiaba cuando la gente la mira extraño debido a su cabello. Se


ponía bastante feo a veces. Lo digo en serio, era una defensora radical
de cabellos de colores.

—No, para nada, ningún problema —El moreno alzó ambas manos
y casi lo vi esbozar una sonrisa.

—Es una manera de expresión, sólo para que lo sepas —Se cruzó de
brazos, enojada como una niña pequeña.

Tessa se echó a reír.

—La última vez que alguien le preguntó eso, tuvimos que detenerla
ya que casi se le lanza encima a la chica —relató mi amiga, divertida
—. La morena estaba tan asustada que estuvo a punto de llamar a la
seguridad de la tienda para que nos sacaran.

—Se lo merecía, se estaba riendo de mi cabello y dijo que el rosa no


me quedaba —farfulló Penny, frunciendo los labios.

Pensé que con esa bizarra historia los chicos pensarían que éramos
unas completas raritas y huirían por sus vidas. Pero lo que me
sorprendió fue cuando los escuché soltar una buena carcajada a
ambos.

—¿Y qué hicieron luego? —preguntó Adam, ahora poniéndole más


interés a la anécdota.

—Pues, no fue fácil, pero logramos arrastrar a Penny fuera del lugar
antes de que la cosa se tornara más fea —continué, de repente
sintiéndome cómoda con la conversación que entablábamos los cinco.

—Eso habría sido hilarante de ver —comentó Ryan, mirándome a


los ojos de una manera tan encantadora que mi timidez me hizo
desviar la mirada rápidamente.

—¡Ryan, Adam! —De pronto, nos vimos invadidos por el resto de


los chicos del equipo de fútbol.

Me sentía cohibida y fuera de lugar al tener gran parte de los


miembros de ese trono de popularidad rodeándome.
—Iremos a Taco Bell a matar el hambre —le dijo el defensa, Kevin
Stewart, al parecer ignorando nuestra presencia—. ¿Vienen con
nosotros o qué?

—Oh sí, yo estoy muerto de hambre —Adam se llevó una mano al


estómago y luego le dio un golpecito al hombro de su amigo—.
Vamos, Ryan.

—Ya voy, adelántense ustedes, los alcanzo enseguida —Él se volvió


a nosotras de nuevo.

Los del equipo nos miraron de manera extraña y sin tener otra
opción, obedecieron a su capitán.

—Nosotras te esperaremos en el auto, Nina —Tessa saltó casi


instantáneamente y tomó a Penny Lane del brazo.

—¿Qué? ¡Tessa, en ese cacharro hace mucho calor! —se quejó Penny
mirándola con los ojos muy abiertos.

—Encenderemos el aire acondicionado —Pude notar cómo ella le


apretaba más el brazo.

—Oh, uh, sí, sí, cierto, vamos —Sin dejarme reprocharles su falta de
sutilidad, las dos me abandonaron y me dejaron a solas con Ryan.

¿Por qué él querría quedarse a solas conmigo?

Alcé la vista hacia él y me encontré con sus ojos, que me examinaban


en silencio. Ninguno de los dos dijo nada, hasta que luego de unos
largos e incómodos segundos, él se dignó a pronunciar algo.

—Tus amigas son bastante agradables —Sus labios se elevaron en


una sonrisa antes de seguir—. Son tan diferentes a ti.

—¿Así que estás diciendo que no soy agradable? —le pregunté en


tono burlón, sonrojándome por el simple hecho que estaba siendo
atrevida. O bueno, algo parecido a eso.

—No, no, eso no es lo que quise decir —Se apresuró a disculparse,


luciendo completamente avergonzado.

No pude evitar sonreír.


—Lo que quise decir fue que tú pareces tan... tímida y tranquila —
me explicó—, eso fue lo que quise decir.

Hubo una breve pausa, donde creo que él esperaba que dijese algo,
pero no lo hice. Estaba demasiado ocupada tratando de controlar mi
respiración y de no mirarlo fijamente por tanto tiempo.

—¡Ryan, hombre, apresúrate! —Di un respingo al escuchar el grito


insistente de Adam a lo lejos.

—¡Esperen un segundo! —Él resopló con frustración y luego se


volvió de nuevo hacia mí—. Kevin dará una fiesta en su casa este
domingo, es su cumpleaños. Puedes pasarte un rato si quieres, no hay
ningún problema.

Me contuve para no abrir mi boca debido a la sorpresa. Tenía miedo


de que fuera a tener un ataque de ansiedad, mi corazón salió
dolorosamente disparado en cuanto escuché su repentina invitación.
¿Por qué alguien como él querría que fuese a una fiesta donde
claramente sólo los del alto rango del trono de popularidad estaban
invitados?

—No soy amante de las fiestas —dije, encogiéndome de hombros—.


¿Kevin estará bien con eso?

—Él está bien —Su sonrisa se ensanchó—, sería agradable que


fueras, sólo para pasar el rato. Tus amigas también pueden ir.

—¿Por qué... estás invitándome? —Las palabras brotaron de mi boca


sin poder detenerlas.

—Considera mi invitación como una compensación de tus codos


lastimados debido a mí —me contestó, divertido—. Entonces, ¿irás?

Su mirada esperanzada hizo que el calor abordara mis mejillas con


rapidez, y sin poder decir otra cosa, le respondí con una simple
palabra:

—Sí.

—Genial, te veré entonces allá. Adiós, Nina —se despidió


apresuradamente ante otro insistente grito de su amigo.

¿Acababa... de ser invitada a una fiesta?


¿Qué estaba pasando?

Capítulo Seis
Nunca pensé que una simple invitación a la fiesta de cumpleaños de
un chico de los Guepardos fuese tan importante para Tessa y Penny,
pero cuando les dije ese mismo día en el auto que estábamos
invitadas al cumpleaños de Kevin, Tessa sacó el Monza de la carretera
bruscamente por la sorpresa y Penny Lane comenzó a dar saltitos y
decir cuán emocionada estaba por poder hablarle a Adam de nuevo.
Al parecer el hecho de que éste fue amable con ella, la dejó encantada.

El momento de emoción terminó súbitamente cuando la dueña del


auto quiso ponerlo en marcha de nuevo, y no quería encender. Creo
que el cacharro odiaba que lo trataran con tanta brusquedad.

Al final, nuestra tarde estuvo llena de hombres grasientos —y no


grasientos— mientras esperábamos en el taller de Holman por la
reparación.

El tema de la fiesta estuvo presente toda la mañana del viernes, y no


sólo por nosotras, sino también por casi toda la escuela, que estaba
invitada a ir a casa de Kevin la noche del domingo. Me supuse que
sería una de esas fiestas “abiertas”, donde todo el mundo se podía
colar y volverse locos entre el alcohol y la música alta.

Como dije, no era muy amante de las fiestas, pero dado que Ryan
quería que fuera, haría una excepción.

Por otro lado, me sentía un poco mal, las chicas me recomendaron


no decirle nada de la invitación a Duckie al menos de que quisiese
recibir otro de sus histéricos sermones. Tenían un poco de razón, sí,
mas odiaba ocultarles cosas a mis amigos. Y él contaba como uno.
Luego de las clases, los cuatro nos trasladamos en el recientemente
reparado cacharro de Tessa a su casa. Era viernes, así que eso
significaba: Día de junta privada + Varsity Blues.

Ellos casi me matan cuando les dije que había olvidado decirle a
mamá sobre los cupcakes, pero con todo lo de Ryan, lo olvidé por
completo y simplemente me fui directo a mi habitación a revisar la
cuenta de Blogger Girl, donde tristemente... no había ningún e-mail de
él.

—Como sea comeremos cupcakes de tu madre —farfulló Tessa


cambiando de dirección—. Iremos a su tienda de repostería.

Puse los ojos en blanco y no protesté. No se darían por vencidos


igual, entonces para qué intentar.

Mamá no nos cobró por los cupcakes, nunca lo hacía la verdad, ya


que eran para mí. Mis amigos le agradecieron con un gran abrazo
cada uno y después volvimos al auto, el que por suerte, no se quedó
trabado de nuevo.

Me encontraba inquieta para cuando ya llegábamos a casa de Tessa,


Duckie parecía tranquilo y entusiasmado por la junta, a diferencia de
mí, que las entrañas se me revolvían por la culpa. Debía decirle, no
era justo que las tres íbamos a una GRAN fiesta, y a él lo dejáramos
atrás sólo porque sí.

La mamá de Tessa nos recibió con los brazos abiertos como siempre.
Ella era una persona demasiado agradable e independiente acerca de
todo, hablo en serio, de TODO. Ni siquiera mi madre me había dado
“La charla”, cuando ella nos invitó a Penny Lane y a mí un día cuando
estábamos en octavo grado, nos sentó a las tres en la sala y nos dio
“La charla”. Estuvimos días procesando la información completa, con
escalofríos frecuentes incluidos.

—Les haré unas malteadas y se las bajaré en un momento —nos dijo


ella sin dejar de sonreír—. Diviértanse.

El sótano era prácticamente la habitación de Tessa, tenía todas sus


cosas ahí abajo y con la comodidad de un sofá-cama y un gran
televisor, ella era más que feliz. Bastante espacioso, aunque con toda
la decoración vintage que Tessa elige, es difícil reconocer su verdadero
tamaño. Digamos que las ventas de garaje y las tiendas de segunda
mano son su mayor debilidad.

—Bien —Duckie se sentó junto a mí en un gran sillón de estampado


floral—, ¿ya tienes alguna idea de cuál será el próximo artículo de BG,
Nina?

Tenerlo tan cerca hacía que la culpa aumentara.

—Aún no —le contesté, sacando mi bloc púrpura para evitar


contacto visual.

—Pues yo tengo un horóscopo perfecto para esta semana entrante —


terció Tessa con entusiasmo—. “Virgo: En el amor: Por ser tan vil y
malvada/o, has perdido a una persona especial. Lástima que esa
persona ya no va tras de ti, sino que posiblemente haya encontrado a
alguien mejor. Acepta tus defectos y sigue adelante, puedes encontrar
a alguien más de tu especie. Quizá no haya más peces como el que
perdiste, pero resignate; él o ella ya no volverá.”

Penny Lane y yo nos miramos, reprimiendo una risa.

Kate es del signo Virgo.

—Sí, sí, muy gracioso —intervino Duckie poniendo los ojos en


blanco—. Puede que hasta esos dos vuelvan pronto, estoy seguro de
eso, chicas.

—Eres un estúpido —Tessa no se tardó en tomar lo primero que


consiguió y lanzárselo a la cara.

—No soy estúpido, soy realista —se defendió arrugando la nariz


disgustado.

No podía retenerlo más, debía decirle.

—Ryan nos invitó a una fiesta este domingo —solté, haciendo que
todos en el sótano guardaran silencio.

—¡Nina! —me reprochó Penny Lane—. Pensé que no le diríamos a


él.

Me encogí de hombros y bajé la cabeza.


—¿Qué? ¿Ryan las invitó a una fiesta? —nos preguntó, parándose en
medio de la habitación.

—Técnicamente invitó a Nina, pero dijo que nosotras también


podíamos ir, así que...

—¡¿Y no pensaban decirme?! —Él agitó los brazos con exasperación


—. ¡¿No pensaron que yo querría ir también?! Soy su amigo, ¿no? ¿No
recuerdan ese detalle o qué?

—Tú odias a Ryan Hamilton y a los demás del equipo de fútbol —


replicó Penny Lane frunciendo el ceño—. Es el cumpleaños de uno de
ellos.

—¿Y qué con eso? No quiero ir por ninguno de esos... retardados.


Quiero ir porque Nina irá y estará expuesta a todos esos... retardados
—se explicó torpemente, colocando sus manos en sus caderas de
forma testaruda—. ¿Acaso no terminan de entender que esos...
retardados, se tornan peor con el alcohol?

El rostro se me encendió de la pena. Duckie estaba realmente


enojado, y podía entender su punto.

—Puedes venir con nosotras... —susurré sin más remedio.

—¡Athena! —me reprocharon ambas chicas molestas—. ¡Por favor!

—¿Ven? Nina sí es alguien razonable —Su rostro volvió a ser del


color normal—. Ahora, podemos ir de vuelta al trabajo.

Comenzamos a trabajar en silencio. Yo sentía que tenía las irritadas


miradas de Penny Lane y Tessa pegadas en mi rostro, y algo me decía
que no estaban contentas conmigo, pero, mi conciencia estaba limpia,
lo que hizo que las ideas fluyeran por sí solas.

Ya tenía una idea para mi próxima entrada.

***

El sábado pasó como una estrella fugaz, casi ni lo vivimos con


detenimiento. En un abrir y cerrar de ojos ya era domingo, y las
chicas —aún algo molestas conmigo—, se aparecieron antes de ir a la
fiesta en casa para ayudarme a buscar algo qué usar. No quería que lo
hicieran, ella insistieron en hacerme lucir bonita para Ryan.
“Lucir bonita para Ryan”. ¿Cómo se lograba eso exactamente?

—Aún no puedo creer que le dijeras —refunfuñó Penny Lane


mientras escarbaba en mi clóset junto con Tessa.

—Cierto, ahora tendremos que cargar con él toda la santa noche —


resopló Tessa con fastidio.

—Agradece que tienes unas amigas como nosotras —La de cabello


rosa se volvió hacia mí al haber sacado una prenda—. Mantendremos
a Duckie ocupado por un rato para que puedas hablar con Ryan sin
ninguna vergonzosa interrupción.

—Asegúrate que valga la pena nuestro sacrificio —Tessa sacó otra


prenda.

—¿Qué pasa... si me pongo nerviosa? —pregunté, bajando la cabeza


para disimular el rubor de mis mejillas.

—Nina, en ambas ocasiones Ryan se las ha arreglado para sacarte


conversación, ¿recuerdas? ¿Te has puesto nerviosa antes? —Penny
enarcó una ceja.

Supongo que no, bueno, claro que me ponía al principio, pero luego,
me sentía cómoda hablando con él, ya que sabía que teníamos cosas
en común y que no sería grosero.

Sin duda, ponerse nerviosa no era una opción esta noche.

—No —Les dediqué una pequeña sonrisa—. Supongo que no.

Las dos me sonrieron de vuelta.

—Bien, creo que definitivamente este es el conjunto perfecto para la


noche.

Pusieron sobre mi cama una blusa sin mangas de encaje blanco que
mi abuela Carly me regaló en esta pasada Navidad, y unos muy
ajustados pantalones color negro que ni siquiera los había usado una
vez. Ambas prendas fueron regalos de familiares que no conocen que
mi estilo de vestir se limita a camisetas, jerseys y jeans, en su mayoría
acampanados.
Aunque supongo que esto es lo que significa “Lucir bonita para
Ryan”, ¿no?

—Eso, con tus bailarinas color rojo, tu cabello suelto y un poco de


maquillaje. ¡Te verás asombrosa! —Tessa dio un saltito de emoción—.
Esta noche, Ryan pensará... “¿Kate quién?”.

Penny Lane se rió.

—Hagamos esto —Las dos me sentaron frente a mi tocador—. Tú


sólo relájate, deja lo demás en nuestras manos.

Pestañeé varias veces, aturdida, sintiéndome como un conejillo de


indias. Aun así, dejé que me jalaran el cabello, que casi me pincharan
un ojo, y que me dieran manotazos cada vez que intentaba tocarme el
rostro.

Después de una hora de tortura, dejaron que por fin me viera al


espejo.

Las marcas causadas por mi habitual cola de caballo habían


desaparecido de mi cabello, el que ahora estaba perfectamente alisado
y caía a ambos lados de mi rostro. Tenías que ver de cerca para notar
que llevaba una natural capa de maquillaje, nada llamativo, sólo base,
color en mis mejillas y brillo labial. De resto, era la misma yo, así que
suspiré de alivio.

—Vístete mientras nosotras nos arreglamos —me dijo Penny Lane


mirándome maravillada. Entonces, de la nada, comenzó a cantar
enérgicamente—: I should have known better with a girl like you, that I
would love everything that you do, and I do... hey, hey, hey, and I doooo.

Cuando terminó con uno de sus shows, soltó una carcajada.

—Eso es lo que cantará Ryan al final de la noche —rió divertida—.


The Beatles siempre tienen una canción perfecta para cualquier
ocasión.

Tessa se echó a reír.

—Deja de tontear y apresúrate a arreglarte —le ordenó mi otra


amiga, jalándola del brazo—. Ya casi es hora de irnos.
Duckie se apareció en casa unos treinta minutos después, claramente
arreglado de más para la fiesta, aunque no quisiese admitirlo. Llevaba
su peinado de siempre, pero su atuendo era totalmente diferente,
había dejado su camiseta tamaño grande de cuadros en casa y se había
enfundado en una camiseta casual color negro que le quedaba
perfectamente ajustada a su delgado cuerpo, sus pantalones de
mezclilla y zapatillas Converse negras.

—Casi pienso que luces atractivo —confesó Tessa mientras


caminábamos a su auto—. Casi.

—Pues no me importa lo que tú pienses —Su mirada se deslizó hacia


mí y a la luz de la luna, sus ojos color avellana brillaban—. Me
importa lo que Nina piense.

La mano de Penny Lane no tardó en aterrizar tras la cabeza de Spike.

—Compórtate en la fiesta, ¿sí? —le pidió, mirándolo


amenazadoramente—. No queremos ningún problema por tu culpa.

—¿Creen que en verdad quiera meterme con cualquiera de esos...


primitivos? —El cuerpo de Duckie se estremeció junto a mí—. Me dan
escalofríos de tan sólo pensarlo.

—El problema es que una vez que abres tu bocota, no puedes


cerrarla, ¿me entiendes? —explicó ella.

Penny tenía toda la razón, esa es otra cosa de su extraña


personalidad, una vez que comienza a hablar de tonterías y de temas
de computadora, no puede parar, es una de esas personas que
comentan acerca de todo sinceramente, habla, habla y habla tanto que
al final la gente se irrita con su presencia. Nosotras podemos
controlarlo, pero cuando conoce a gente nueva, se torna mucho peor.

—Da igual, ni que quisiera entablar conversación con alguien ebrio...


—Él se cruzó de brazos y se volvió hacia la ventanilla—. Me
comportaré, ¿bien?

—Eso espero —inquirió la conductora.

El resto del trayecto a casa de Kevin Stewart transcurrió en silencio.


No sabíamos exactamente dónde vivía, pero al ver el montón de autos
aparcados a lo largo de la calle del vecindario Falleway, sólo
buscamos la casa donde hubiese gente alocada y se escuchara la
música retumbando en las ventanas. No fue difícil encontrarla.

En el momento en que vi a una chica vomitando toda su cena en el


jardín delantero, quise darme la vuelta y volver a casa, temerosa de
ver lo que me esperaba dentro.

—Vamos, Nina, relájate —me confortó Penny Lane, apretando mi


brazo.

—Si quieres irte, sólo avísame, ¿de acuerdo? —me susurró Duckie al
oído, enganchando su brazo con el mío de forma protectora—. Sé que
no te gustan las fiestas.

Asentí con la cabeza y le sonreí con gratitud.

—Está bien, entremos —Tomé una bocanada de aire antes de que


Tessa tocara la puerta y esta se abriera casi de inmediato, haciendo
que la música electrónica atacara mis oídos sin piedad.

Capítulo Siete
El chico que nos abrió la puerta no lo había visto nunca en mi vida,
pero nos recibió como si ésta fuera su propia casa y nosotros
fuéramos sus mejores amigos, deduje que se trataba del alcohol que
definitivamente ya se encontraba en su organismo e intenté mantener
la calma mientras las chicas me empujaban hacia la locura.

—¡¿Ves?! ¡No es tan malo! —Tessa tuvo que gritar en mi oído para
que pudiese escucharla.

Me estaba tomando el pelo. A mi alrededor no había nada más que


adolescentes bebiendo alcohol de sus vasos, riéndose muy alto,
bailando, coqueteando, besándose vulgarmente, jugando con cosas
que estoy segura no deberían estar jugando. El típico caos de una
fiesta abierta al público.

Un caos del cual no estaba familiarizada.


—Busquemos a Ryan.

Me sentía encarcelada, tenía a Tessa tomándome de un brazo, y a


Duckie del otro, haciendo que descartara la opción de huir a un lugar
tranquilo y esconderme hasta que las chicas se quisieran irse a casa.

—La oxitocina es casi visible en todo el lugar —comentó Duckie


mientras nos movíamos cautelosamente entre la gente—. Es difícil
para mí creer que esto puede llegar ser divertido para alguien. Tomar
demasiado alcohol sólo deja como consecuencia un tremendo dolor
de cabeza. La energía que se es gastada hoy en bailar, besarse y en
tener sexo, mañana no estará presente, lo cual no es recomendable, ya
que mañana es lunes y todos tienen que asistir a la escuela. Díganme,
¿quién hace una fiesta así un domingo? Mañana tengan por seguro
que veremos The Walking Dead en vivo y en directo desde la
comodidad de nuestras aulas de clases...

—Ya fue suficiente —gruñó Tessa, irritada—. Nina, tú ve y busca a


Ryan, nosotras nos llevaremos a Duckie por ahí. Si sigue diciendo
estas cosas, probablemente los Guepardos lo tomarán como balón de
fútbol.

Sí, no creo que los Guepardos vayan a soportar tal discurso de una
persona que apenas conocen. No quería que le hicieran daño.

Por otro lado, de ninguna manera iría por ahí yo sola, la multitud
me abrumaba.

—No pueden dejarme sola —les reproché, abriendo mucho los ojos.

—Bien, yo iré contigo —se ofreció Penny Lane, poniendo los ojos en
blanco—. ¿Puedes controlar tu impulso de golpear a Duckie por unos
minutos, Tessa?

Ella se quedó un largo rato pensativa.

—¡Ah, qué va! Ustedes vayan, yo me encargaré de él —rezongó,


despegándolo de mi lado—. Tú, rarito delgaducho, vienes conmigo.

—¿Qué? ¿Por qué? ¡¿Qué haces?! ¡No puedo dejar a Nina! —Él se
resistió mientras que mi amiga lo arrastraba a otra habitación.
Nos deslizamos entre unas dos parejas besuqueándose en medio del
camino y entramos a lo que creía yo era el comedor, habían personas
sentadas encima de la mesa y las sillas al parecer habían desaparecido
de su lugar. Traté de no alarmarme y pensar en cómo Kevin sería
capaz de limpiar el desastre luego de que la fiesta acabara sin que sus
padres se dieran cuenta. Yo estaría muerta de miedo.

Penny giró a la izquierda y nos encontramos con un grupo de chicos


con cabellos largos sentados en el suelo fumando porros. Tapé mi
nariz al instante, el olor era insoportable. La cuestión era si ese olor
venía del porro o de ellos. Asco.

—Deben estar afuera —me comentó mi amiga, señalando unas


puertas de cristal que daban al patio trasero—. Ya vimos toda la casa,
tienen que estar afuera.

Nos acercamos y echamos un vistazo. Ella tenía razón. Afuera se


encontraban un puñado de chicos usando las chaquetas color
vinotinto de los Guepardos, junto con unas pocas chicas del equipo de
porristas. Pude distinguir a Adam y a Kevin entre los jugadores que
entablaban una animada conversación, y claro, a Ryan lo reconocí al
ver el número 9 en la espalda de su chaqueta.

Oh Dios, no quería acercarme ahí.

—¿Qué? —preguntó Penny al ver que no avanzaba.

Era como ir hacia la boca del lobo, no quería acercarme hacia todo
un equipo de fútbol, más las porritas también. Era patético, era
arriesgado. Las ganas de hablar con Ryan de repente se habían
esfumado casi completamente.

—Oh por favor, no me digas que te acobardaste —Ella se puso frente


a mí y colocó sus manos en mis hombros, sacudiéndome ligeramente
—. Vamos, Athena, es tu oportunidad de agradarle como Nina
Landfield, la hermosa y tímida chica que conoció por accidente. Él
obviamente quiere conocerte más y hablarte, por algo te invitó, ¿no lo
crees?

Quise decirle que no iría con toda esa gente alrededor, pero antes de
darme cuenta, Adam ya la había visualizado. Tratar de pasar
desapercibida teniendo a una amiga con el cabello rosa, no era una
tarea fácil de llevar a cabo.

Todos en el pequeño círculo se volvieron hacia nosotras, incluyendo


a Ryan, quien enseguida clavó la mirada en mí, me dedicó una
sonrisa e hizo un ademán para que nos acercáramos.

—Mueve tu trasero —me ordenó Penny Lane, haciendo que


caminara al pellizcarme la espalda.

Mis mejillas se tornaban más y más calientes a medida que avanzaba


hacia ellos, Ryan nunca apartó la vista de mí mientras lo hacía, hasta
que estuvimos lo suficientemente cerca y nos saludó amigablemente.

—Vinieron —Nos sonrió encantadoramente—. Estaba esperándote.

Él estaba esperándome.

Al parecer me había quedado congelada, ya que Penny Lane tuvo


que pincharme la espalda de nuevo para que reaccionara y le dijera
algo.

—Sí, vinimos —balbuceé, sintiendo mi rostro ardiendo de calor.

Era vergonzoso lo sonrojado que sabía que se encontraba mi rostro,


es una desventaja de tener la piel tan blanca, casi todo tu cuerpo se
torna rojo cuando estás avergonzado, enojado o asustado. En mi caso,
suelo cubrirme con mi cabello, pero esta noche no podía debido a que
las chicas le hicieron un arreglo de último momento, ahora tenía
puesta una cinta roja que obligaba que los mechones rebeldes se
mantuvieran lejos de mi cara. No me gustaba sentir que estaba
expuesta.

Y ahora todos los amigos de Ryan me examinaban detenidamente.

—Penny Lane, la chica de cabello rosa —la saludó Adam


amigablemente—. Nos volvemos a ver.

Ella le sonrió ampliamente.

—Hola.
—¿Penny Lane? ¿Cómo la canción de The Beatles? ¡Pues qué original!
—dijo en tono burlón una de las porristas pegadas al brazo de Kevin
Stewart—. ¡¿Y qué onda con tu cabello?!

Las demás se carcajearon.

Tomé del brazo a Penny para calmarla, sabía que esto podía
terminar mal. Sin embargo, ella no se inmutó.

Ryan y Adam se vieron algo avergonzados por el comentario hecho


por sus “amigas”.

—¿Quieres ir a bailar, Penny? —le pidió Adam, parecía más como si


quisiese sacarla de ahí lo antes posible. Creo que recordó nuestra
anécdota del centro comercial.

—¿Puedo? —Ella se volvió hacia mí, sus ojos brillaban de


entusiasmo, recordándome que también venía aquí con un propósito,
y ese propósito la estaba invitando a bailar.

—Ve —No iba a ser egoísta y le diría que no quería que me dejara
sola. Y que me sentía como un fenómeno de circo frente a estas
personas.

—No me tardaré —saltó, dándome un rápido abrazo y


desapareciendo junto a Adam.

Excelente, ¿ahora qué haría yo?

—¿Quieres que te traiga algo de tomar?

No me había percatado de que Ryan se encontraba sólo a un paso de


mí, hablándome de cerca para así no tener que gritar debido a que la
música estaba exageradamente alta.

Me quedé un momento apreciándolo. Desde una distancia


razonable, no me habría dado cuenta de que él se afeitaba, pero ahora
que lo veía desde menos de veinte centímetros, podía notar los pocos
vellos que se asomaban en su barbilla y en sus mejillas. Tragué saliva
con fuerza. También olía a loción para después de bañarse, mi papá
usaba una igual.

Estaba tan distraída, que casi olvidé que me preguntó algo.


—¿Ah? —musité, sacudiendo la cabeza.

Él rio entre dientes.

—Te pregunté que si quieres que te traiga algo de tomar —me


repitió, sin dejar de sonreír.

—Yo no tomo alcohol —le dije, encogiéndome de hombros.

—¿Una gaseosa entonces? —preguntó, esperando pacientemente a


que respondiera. Siempre paciente.

Asentí con la cabeza, sin poder resistirme a esos cálidos ojos


mirando directamente a los míos.

—¿Vienes conmigo o esperas aquí hasta que vuelva?

Revisé las opciones. O era quedarme aquí con los temibles Guepardos
—y aún más temible compañía—, o era volver allí dentro,
probablemente teniendo que pasar otra vez por donde estaban esos
chicos peludos fumando porros de marihuana y por las parejas
comiéndose la boca.

—Esperaré aquí —Elegí la opción... un poco menos desagradable.

Ryan simplemente asintió una sola vez, le dio un apretón a mi brazo


—que me descolocó— y entró rápidamente a la casa.

Sentía sus miradas clavadas en mi espalda, lo cual odiaba


profundamente. Nadie me conocía, y eso era lo que pasaba, se sentían
curiosos acerca de mí. Yo no quería hablar con ninguno de ellos.

Caminé hacia una de las sillas del comedor —que estaba al lado de
un columpio— y me senté, evitando el contacto visual con los diez
pares de ojos que me miraban desde el otro lado del patio.

Recordé las palabras de Ryan y no pude evitar sonreír. “Estaba


esperándote”. Dios, de tantas personas, él estaba esperando verme.

—Así que tú eres la “Chica Rebote” de Ryan —Lauren Dawson,


subcapitana de porristas, se encontraba a mi lado, sosteniendo un
vaso de cerveza y sonriendo de manera burlona con esos anchos
labios peores que los de Julia Roberts.
—¿Cómo dices? —Alcé la vista, confundida por el término por el
que se dirigió a mí—. ¿”Chica Rebote”?

Sus ojos color miel me miraron unos segundos, incrédulos y luego,


abrió la boca completa para echarse a reír con ganas. Vaya, ella podría
comerme de un bocado, era aterrador.

—”Chica Rebote” —Le dio un sorbo a su vaso—, es el término que le


dan a las chicas que los chicos eligen justamente después de una larga
relación amorosa. Es como el premio de consuelo, el pañuelo de
lágrimas. Es como que duh, todo el mundo sabe eso.

Lauren Dawson era una completa esnob. Siempre usa palabras como
“Duh”, “Genialísimo”, “O sea”, “Totalmente dulce”, “Ardiente, pequeña”,
y usaba ropa similar a la de Kate, sólo para que los chicos se fijaran en
ella también. Estaba casi segura que ella —Kate— la había enviado a
espiar a Ryan, ya que no se encontraba cerca por ninguna parte.

—No creí que él cayera tan bajo, o sea, Kate es toda una hermosura, y
tú... —Paseó su vista de arriba abajo—. Luces como una niña perdida
de 14 años. O sea, en serio, ¿qué hay con ese lazo, Matilda?

Bajé la cabeza, mis mejillas comenzaban a llenarse de color.

¿Acaso Lauren tenía razón? ¿Yo era sólo la “Chica Rebote”? ¿Por eso
es que él decidió invitarme acá? ¿Sólo para tener a una chica a quien
pasear?

No. Debía detenerme. Lo conocía, al verdadero él, y el verdadero él


no le haría algo así a nadie, nunca.

—¿Todo bien? —Ryan al fin había vuelto.

—¡Genialísimo! Simplemente estaba charlando con... —La voz de


Lauren se desvaneció al darse cuenta que ni siquiera sabía mi nombre
—. ¡Bueno! Las chicas deben estar buscándome, nos vemos, guapo, le
diré a Kate que dijiste hola.

—Sí, claro. Adiós, Lauren —la despidió él, dedicándole una sonrisa
incómoda.

Permanecimos en silencio un rato.


—Lo siento, sé que ella no es de tu tipo de amistades —Se encogió
de hombros mientras me extendía una lata de Coca-Cola Light—. Y lo
siento también, no sabía si te gustaba la normal o la Light, así que traje
esta, puedo ir a cambiarla si no te gusta.

Me atreví a mirarlo a los ojos y a dedicarle una tímida sonrisa,


aceptando la lata humildemente.

—Está bien, quiero decir, ambas disculpas están bien —reí


suavemente.

—Te ves bien —me dijo, haciendo que mi corazón saliera disparado
—. Me gusta lo que hiciste con tu cabello.

Llevé mi mano hacia el lazo color rojo, preocupada de que mi rostro


no tardara en ponerse de su mismo color. Él tenía que parar de ser tan
lindo, o yo terminaría verdaderamente avergonzada.

—De esa forma la gente logra ver lo bonita que realmente eres.

Los sonidos a mi alrededor fueron opacados por los frenéticos


latidos de mi corazón. No, no era un ataque de ansiedad, por si se lo
preguntan, aunque, sí, tenía miedo de que se convirtiera en uno si no
me controlaba pronto.

Ryan acaba decirme que soy bonita, Ryan acaba de decirme que soy
bonita...

Por alguna razón, mis ojos no se desviaron de los suyos en todo el


rato que estuve procesando aquella información. No creo que pensara
que era rara por no decir nada y sólo quedarme sosteniendo su
mirada. Él tampoco la desvió, como si esperara a que dijera algo yo
primero.

—Gracias —mascullé, mordiéndome el labio.

—No hay de qué, supongo —Se echó a reír, luciendo divertido.

Al menos no creía que era rara.

—¡Ahí está mi Andie! —Los dos nos dimos la vuelta hacia las puertas
de cristal.
Duckie venía caminado en mí dirección. Mejor dicho, zigzagueando
en mi dirección. Los lentes los tenía torcidos, el peinado desarreglado.

Duckie estaba ebrio.

—¡Puff! ¿Qué hace MI Andie, con... ese intento de Blane? —Señaló a


Ryan con el dedo.

Miré por encima del hombro de Spike, Penny Lane salía junto con
Adam y Tessa. Adam tenía a Tessa tomada de la cintura para que no
se cayera. Ella también estaba ebria.

Por amor a Jesucristo, ¿qué había pasado?

Capítulo Ocho
Un grupo de chicos hicieron que Tessa y Duckie se tomaran siete shots
de tequila seguidos, lo cual fue suficiente para que no pudieran ni
decirme cuál era la raíz cuadrada de dos.

Me sentía culpable, responsable y avergonzada. Culpable porque si


ellos se hubiesen mantenido conmigo, nada de esto hubiera pasado.
Responsable por ser la única que no estaba intoxicada con alcohol. Y
avergonzada, porque luego de que Duckie comenzara a decir tonterías
frente a Ryan, él me vomitó encima.

—Tenemos que llevarlos a casa —sugirió Penny, tratando de


mantener a Tessa de pie.

—Nina... —Duckie susurró en mi oído. Arrugué la nariz, su aliento


olía a vómito mezclado con alcohol.

—¿Cómo se supone que haremos eso? —le pregunté, acomodando el


delgado brazo de Duckie sobre mis hombros. Él podía ser delgado,
pero con siete shots de tequila encima, parecía pesar más que un toro
—. Nuestra conductora apenas puede mantenerse de pie. Tú no tienes
licencia de conducir aún, y yo no sé conducir.

Mi compañera hizo una mueca.

—¿Conducir...? Ja, yo conduzco —balbuceó Tessa, meneado la


cabeza de un lado a otro.

—Déjame ayudarte, Nina —Oh Dios, Ryan todavía estaba ahí.

Él tomó a Duckie antes de que yo pudiera reprochar y lo recostó a un


costado de su cuerpo, colocando una mano en su cintura y el brazo de
mi amigo ebrio sobre sus hombros.

—Nina... —Spike susurró de nuevo, esta vez alzando su brazo libre


y tanteando en el aire en busca de mi rostro, sin tener mucho éxito—.
La raíz cuadrada de dos es...

—¿Trajeron auto? —nos preguntó Adam, quien ahora tenía a Tessa


cargada en sus brazos.

—Sí, pero Tessa es la que conduce —le contestó Penny, mordiendo


su labio inferior con fuerza—. Y bueno, ella está un poco fuera de
combate.

Adam y Ryan intercambiaron miradas, parecían estar teniendo una


intensa conversación mental, ya que Adam le frunció el ceño, y Ryan
asintió una vez con la cabeza, serenamente.

—Llevémoslos a ellos primero a su auto —farfulló Adam, como si se


estuviera dando por vencido con algo.
No había tiempo de sobre-analizar la situación, nos alejamos de los
murmullos y risitas a nuestras espaldas, y salimos hacia el patio
delantero, tropezando con parejas, personas inconscientes en el piso y
con los chicos peludos fumando porros de marihuana. Dos de ellos ya
estaban inconscientes.

No quería hablar con Ryan, me sentía con ganas de llorar y


necesitaba llegar a casa pronto para quitarme la blusa apestosa a
vómito de Duckie.

Después de este incidente, no cría poder verlo a la cara de nuevo sin


sonrojarme intensamente.

Penny Lane sacó las llaves del Monza de su bolso y les abrió la
puerta, se unió a mí y esperó a que los chicos depositaran a Tessa y a
Duckie en el asiento trasero del cacharro.

—Estos dos no saben lo que les espera mañana —me dijo ella al oído
—. Los obligaré a ver un maratón de Honey Boo Boo, los amarraré al
sofá si es necesario, juro que de esta no salen sin un daño mental
severo.

Sabía que ella hablaba totalmente en serio.

—Técnicamente no fue culpa de ellos —Crucé los brazos sobre mi


pecho, mi cuerpo comenzaba a ceder al frío, y el húmedo vómito en
mi blusa no me ayudaba tanto.

—Nina, no los defiendas que nadie les apuntó con una pistola —
gruñó Penny molesta—. Esos dos acaban de arruinarnos, mejor dicho,
acaban de arruinarte la noche, Ryan está completamente interesado
en ti, creo que todo el mundo lo notó.

Me encogí de hombros. Mis dientes empezaron a castañear.

—No es como si entabláramos una larga conversación... —comenté,


llena de completa y triste decepción.

Ella resopló, y pasó su brazo por mis hombros de manera


reconfortante.

—Adam buscará mi auto, los llevaremos a casa —Ryan se nos acercó


—. Yo conduciré el Monza y él irá tras de mí en mi auto, ¿vale?
—N-No tienes por qué hacer eso —Me apresuré a decir—, ustedes
deben quedarse, nosotras...

—Nina —Él me cortó al instante—, sólo tienes que dar las gracias.
En serio, no hay ningún problema.

Mis labios se alzaron levemente y el rubor se hizo presente en todo


mi rostro.

—Gracias —le dije, sintiendo un revoltijo en el estómago.

—¿Puedo ir yo con Adam en tu auto y Nina contigo en el cacharro?


—le preguntó Penny Lane, poniendo esa voz de “inocente” que hace
que las personas cedan a lo que sea que ella quiera hacer—. Es que los
chicos ocuparon todo el asiento trasero y no creo que quepa igual.

La miré con los ojos muy abiertos. ¿Qué trataba de hacer


exactamente?

—Sí, sí, está bien —Le sonrió él ampliamente.

Tragué saliva con fuerza. Dios, sólo quería esconder mi cabeza en


algún agujero igual que un avestruz.

—¿Tienes frío? —La pregunta de Ryan me tomó desprevenida, ya


que ni siquiera me había percatado de que se encontraba a mí lado.

No lo miré, sabía que moriría de vergüenza, como también sabía que


él no me diría nada acerca de lo ocurrido, pero aun así, no dejaba de
pensar en su rostro en el momento en el que Duckie se abalanzó sobre
mí, diciendo cosas incoherentes sacadas de su extenso repertorio de
Pretty in Pink, y luego, para el gran final, mientras me abrazaba con
total torpeza, vomitó en mi blusa el sándwich de atún que se había
comido en la cena.

—Puedo escuchar tus dientes castañear desde aquí —Volvió a


hablarme, esta vez captando mi atención al notar por el rabillo de mi
ojo cómo se comenzaba a quitar su chaqueta de los Guepardos.

En cuanto sentí el calor de ésta colgándose sobre mis hombros, me


aparté rápidamente.

—Estoy bien —murmuré, bajando la cabeza—, se ensuciará de


vómito, estoy bien...
—Vas a enfermarte —insistió, colocándomela de nuevo—, no
importa si se ensucia, sólo tómala.

—Gracias —Mi agradecimiento fue apenas audible, y fue opacado


por el ronroneo de su auto siendo aparcado por Adam tras el Monza
de Tessa.

Unos minutos más tarde, me encontraba en el asiento de copiloto,


rodeada de un tormentoso silencio, aunque Duckie se quejaba en la
parte de atrás. Y junto a la persona con la que menos esperé estar en
un auto pasando por esta situación tan vergonzosa.

Penny Lane nos había dejado solos a propósito, eso me quedó


bastante claro, pero hasta los momentos, su plan no estaba
funcionando para nada, ninguno se atrevía a decir algo y yo temía
que hubiera recapacitado y que se hubiese dado cuenta de que Nina
Landfield era demasiado rara, con amigos aún más raros.

Sin embargo, el olor de su chaqueta me tranquilizaba, bizarramente


hablando, me hacía sentir a gusto. No olía a rosas o algo parecido, era
una peculiar mezcla entre su colonia, una suave fragancia a lavanda y
un toque de sudor. No, no era desagradable, al menos para mí, la
chaqueta olía a Hamilton Nº 5.

—Nina... —Duckie se quejó de nuevo—. Déjame abrazarte... La raíz


cuadrada de dos es...

Me encogí más en mi asiento, sonrojada hasta las orejas.

—Sé que estás avergonzada —dijo Ryan de repente—, no lo estés,


créeme cuando te digo que he pasado por momentos peores.

Giré mi cabeza hacia él, para encontrarlo mirándome de reojo.

—¿Quieres que te diga que es peor a que un chico ebrio te vomite


encima? —Me dedicó una media sonrisa, deslizando sus ojos de
nuevo al frente.

Él tomó mi silencio como señal para continuar con la charla.

—Tener que caminar desnudo por todo un hotel repleto de


desconocidos. Eso es mil veces peor, ¿no lo crees?

—¿Tú hiciste eso? —le pregunté bastante sorprendida.


—Sí —Se echó a reír—. Bueno, no fue por gusto, no creas que soy
alguna especie de pervertido.

Dejé escapar una suave risa. Su risa no era melódica como la de


mamá, era profunda, rasposa, casi perezosa. Me gustaba, mucho.

—Fue una broma que los chicos me jugaron cuando empecé en el


puesto de capitán —se explicó—. Estábamos en un partido fuera de la
ciudad, era mi primer partido como capitán titular. Nos quedamos a
dormir en un hotel, y yo obtuve una habitación para mí solo.
Mientras me bañaba, los chicos entraron a llevarse toda mi ropa,
esperaron a que saliera y me empujaron al pasillo. Claro, no sin antes
quitarme la toalla.

—Vaya... —mascullé con los ojos muy abiertos.

—Eso no es todo, Nina —A él parecía divertirle mi exaltación ante la


anécdota—. Traté de buscar ayuda con los demás, pero todos estaban
enterados de lo que pasaría —hasta el Coach— y pues, ninguno me
dejó entrar a sus habitaciones, así que tuve que ir a recepción con tan
sólo un delantal que la señora de servicio me prestó luego de
observarme detenidamente con desaprobación. ¿Qué momento crees
que es más vergonzoso ahora?

Los dos nos volvimos a mirarnos al mismo tiempo, y sonreímos. Las


mariposas revolotearon en mi estómago. Ryan intentaba hacerme
sentir mejor al compartir su momento vergonzoso conmigo. Él no
dejaría de ser amable y yo no tenía idea por qué nos estaba ayudando,
o por qué quería animarme, o por qué quería entablar una
conversación conmigo. ¿Quizá todavía se sentía culpable por el
incidente en el campo? ¿Por haberme dejado marcas en mis codos?

—¿Puedo decirte otra cosa? —Aún no nos dejábamos de mirar.

—¿Qué es? —Lo incité a continuar, perdida en sus brillantes ojos


verdes.

—Agradezco que ese incidente ocurriera —me confesó, sin


abandonar mi mirada—, ya que dejaste de ser “la rubia solitaria que
se sienta todos los días a la misma hora a escribir en un bloc color
púrpura y luego se va sin mirar a nadie, como si tratara de pasar
desapercibida a pesar de ser la única en las graderías”.
Pestañeé repetidas veces, sin saber qué decir a eso.

—Me alegra que ahora sólo seas Nina Landfield, “la chica que está a
mi lado usando mi chaqueta porque su amigo le vomitó encima, y
sonríe, se sonroja, tiene una voz, y habla, y hace contacto visual con
las personas también”.

Tomé fuerzas para poder darle una gran sonrisa, una sonrisa digna a
sus lindas palabras.

—¿Pensabas que era una solitaria? —le pregunté de manera burlona.

—Llegué a pensar que eras una espía de la secundaria Monroe que se


sentaba allí, siempre sigilosa, para copiar nuestras estrategias y
enviárselas al Coach Tanner luego —me contestó con diversión—.
Estoy aliviado de saber que eres totalmente inofensiva.

Solté una carcajada sin poder evitarlo.

—Nina... —De nuevo Duckie—. No te rías con él, Nina... no con él...
Nina... la raíz cuadrada de dos es...

Dejé de reírme de inmediato, cayendo en la realidad, recordando


dónde me encontraba, con quién me encontraba y por qué. Por un
momento me había olvidado de todo.

—Lo siento —me disculpé con Ryan.

Acerqué mi mano al reproductor de música y lo encendí. Kurt


Cobain y All Apologies ahogaron las palabras de Duckie… y también
dieron por terminada nuestra conversación.

***

Mamá me llevaba a la escuela, así eran los lunes, los martes y los
miércoles. Mis párpados me pesaban debido al desvelo de anoche,
agregando que no pude dormir bien después por estar solo dándole
vueltas a todo el asunto llamado Ryan Hamilton.

¿Qué pasaría hoy? ¿Adam y Ryan se habrían metido en problemas


con Kevin por abandonar la fiesta repentinamente? ¿Debía
preocuparme porque ayer estuvimos expuestas a la mayoría de las
personas del “trono” de popularidad? ¿Debía preocuparme por
Lauren, la de los labios de payaso, porque ésta se aproximó y
comenzó a examinarme, a decirme cosas extrañas?

No me gusta llamar la atención de los “grandes”, ni siquiera de los


“inferiores”. Simplemente no me gusta llamar la atención.

—Que tengas un buen día, querida —se despidió mamá con un beso
en la mejilla mientras bajaba de su auto.

—Tú igual —Le sonreí.

Visualicé el inconfundible cabello rosa de Penny Lane junto a la


entrada de la escuela, ella agitaba sus brazos en el aire y parecía
discutir acaloradamente con alguien, no fue hasta que me acerqué lo
suficiente y me fijé mejor, que me di cuenta que ese “alguien”, eran
Spike y Tessa. Ellos apenas podían mantenerse de pie.

—¡Y espero que les duela bastante la cabeza! ¡Bastante, bastante! —


bramó ella enfurecida—. ¡Se lo merecen los dos!

Ambos bajaron la cabeza, avergonzados.

—¡Oh, Nina, estás aquí! —Penny se percató de mi presencia—. Sólo


le decía a estos dos lo mal que se portaron ayer.

—Lo siento, Nina, no sé qué me pasó —Tessa se acercó a mí—. No


quería arruinarte la noche, de verdad lo siento.

—Descuida —le dije, colocando mi mano en su hombro—, no fue tan


malo.

—¡Cierto! —Mi otra amiga comenzó a zarandearme con euforia—.


¿Qué pasó en el auto? ¿Hablaron tú y Ryan? ¿De qué hablaron? ¿Te
dijo cosas lindas? ¿Fue amable, lindo, divertido, cortés, arrogante,
malo, aburrido? ¡Tienes que contárnoslo!

Escuché cómo se le escapaba un gruñido a Duckie. Él probablemente


ni recordaba haber sido el culpable de ponerle fin a nuestra
conversación. La resaca era su castigo igual.

Entramos al edificio, las chicas no dejaban de hacerme toda clase de


preguntas, yo trataba de responder lo más breve posible, ya que
aunque yo no había tomado alcohol, me dolía la cabeza.
—¿Qué es eso? —preguntó Duckie al detenernos en mi casillero—. Es
una nota.

Tomé el pequeño papel color rosa y lo abrí, completamente curiosa.

Mis pulmones se vaciaron de la sorpresa al ver lo que había escrito.

Aléjate de Ryan, pequeña cara de rata.

Capítulo Nueve
Kate, Kate, Kate, Kate. Sabía que había sido ella la de la nota en mi
casillero, pude darme cuenta luego, mientras estábamos en la clase de
Cálculo, sus ojos se mantuvieron siguiendo cada movimiento que yo
hacía, inspeccionándome, espiándome, o simplemente esperando a
que saliera corriendo intimidada. No, no estaba intimidada. La nota
de Kate no me asustó, sólo me preocupó, ya que sabía que ahora “la
pequeña cara de rata” que estuvo en la fiesta con Ryan anoche, sería
la atracción de las miradas el día de hoy.

Y no quería eso, para nada.

Salí del aula tan pronto la campana sonó. Las miradas me


agobiaban. Literalmente, todos en la clase estuvieron examinándome
con la mirada las dos horas completas. Podía leer sus mentes: “¿Quién
se cree que es esa para andar involucrándose con Ryan?” “¿Cómo ella puede
ser la nueva chica de Ryan?” “Kate la hará pedazos, de seguro” “Su cara de
rata es en verdad horrible. Pobre chica”. Triste, pero probable.

Las porristas pueden actuar intelectualmente pobres en muchas


situaciones, pueden fingir ser tontas para los estudios, para conseguir
chicos y para hacer caso omiso de ciertas cosas. Menos para la
venganza y la humillación. Para la venganza y la humillación, pueden
llegar a ser tan astutas y hábiles que asusta.

Así como en el momento en el que quise encaminarme hacia mi


casillero, y Libby Murphy “accidentalmente” colocó su pie en mi
camino e hizo que mi cuerpo saliera disparado hacia delante y mis
libros cayeran sobre el suelo, junto a mí.

Un coro de risitas femeninas hizo que frunciera el ceño, sin


moverme, ni mirar a nadie. Empeoraría las cosas si miraba a alguna
de ellas, no quería confrontación, por lo que me quedé muy quieta.

—Nina, ¿qué pasó? —Escuché a Duckie decir cerca de mí, mas esperé
que se inclinara y me ayudara para poder mirarlo a la cara.

—Tropecé —mentí, tomando mis libros de sus manos—. Estoy bien.

—¿Segura? —preguntó, mirándome con preocupación.

Asentí con la cabeza, levantándome del suelo una vez que recogí
todos mis libros.

—Bueno… vine porque necesito hablar contigo de algo —dijo,


comenzando a caminar junto a mí por el pasillo, ignorando las
miradas de la gente—. Sé que tienes tiempo, una hora, para ser
exacto.

Tenía razón, una hora libre, para ser exacta. Olvidaba que él sabía mi
horario y el de las chicas, de pies a cabeza.

—¿Acerca de qué quieres hablarme? —le pregunté curiosa.

La verdad es que ya tenía una idea de por dónde iba esto. Duckie es
lo suficientemente predecible como para saber que lo que quería
hablar conmigo trataba de Ryan Hamilton, o algo relacionado con él.
—Ryan —me contestó, empujando sus lentes de nuevo en su lugar
—. Nina, no quiero que lo tomes como “un gesto desesperado de
Duckie para que me dé por vencida con Ryan”, quiero que lo tomes
mejor como… “un gesto cuerdo de Duckie para recordarme el
propósito de mi otra identidad”.

Detuve mi paso y me volví hacia él, incitándolo a que continuara.

—Bien, he… —Él se acomodó el peso de su mochila con nerviosismo


—. He estado dándole vueltas en Computación, y lo que te quiero
decir es que, sé que no te gusta llamar la atención, y que creaste a BG
porque precisamente no querías llamar la atención, así que, Nina,
quiero que pienses un poco, ¿sí? Mira lo que pasó sólo porque te
vieron hablando con Ryan una noche, esas chicas te enviaron una
nota amenazante, y sé también que no te acabas de “tropezar”, sé que
fueron ellas las que lo provocaron. Estoy preocupado por ti, ¿bien?
Piensa, sabes que tengo razón cuando te digo que si no te alejas ahora
de ese chico, hasta la identidad de BG estará en peligro. No creo que
un chico sea más importante que lo que has venido construyendo
desde hace tiempo, ¿o sí?

Sus palabras me despertaron como un balde de agua helada.


Bruscamente, de un solo tirón, sin piedad. Todo lo que dijo fue cierto.
De principio a fin. Duckie tenía la completa razón, odiaba que Nina
Landfield estuviera llamando tanto la atención y haciendo un
alboroto en Sherman High, odiaba que las porristas comenzaran a
tenerme como blanco de humillación, y temía que BG se derrumbara
ante mis ojos. Mi identidad significaba todo.

—Yo sólo quiero protegerte —inquirió Duckie, podía notar en sus


ojos que estaba siendo sincero.

—Lo sé —Traté a duras penas de sonreírle—. Y tienes razón.

Él me devolvió la sonrisa y le dio un cariñoso apretón a mi brazo.

—Gracias por decírmelo —Me acerqué y besé su mejilla—. Iré ahora


a mi casillero, nos vemos en el almuerzo.

No esperé respuesta de su parte, me di la vuelta y comencé a


caminar lejos, con lágrimas picando en mis ojos y el pecho
dolorosamente apretado.
Odiaba… que Duckie tuviera razón.

***

Me sentía perdida, triste y sin ningunas ganas de escribir.

La necesidad de levantarme del césped y caminar hacia el campo de


fútbol me carcomía, pero ir allí significaba Ryan, y Ryan significada
Kate, y Kate significaba atención, y atención significaba problemas.
Así que por eso me encontraba sentada bajo el gran árbol por las
mesas al aire libre de la cafetería.

Las chicas y Duckie quisieron quedarse a acompañarme en mi


“tiempo de inspiración” después de clases, pero rechacé sus ofertas.
Necesitaba estar sola. Ellas aún no sabían acerca de mi conversación
con Duckie, se los diría después, cuando estuviera segura de cómo
lidiar con esa horrible presión en el pecho que había estado sintiendo
luego de que él me dijo todas esas cosas.

Me era imposible inspirarme en mi “Tiempo de Inspiración”. No


sabía si se debía al cambio de lugar o que mi cabeza estaba llena de
muchos asuntos que no dejaban que mi inspiración funcionara
normalmente.

Quería irme casa.

Llamé a mamá para que me recogiera cuando ya no se me ocurría


más nada qué hacer que rendirme por la tarde. Me tomé mi tiempo en
caminar hacia el aparcamiento, sin poder evitar pensar en Ryan todo
el rato. ¿Estaría preguntándose por qué Nina Landfield no apareció
en las graderías como todos los días? ¿Se enteraría de la nota
amenazante de las porristas? ¿De mi sobrenombre nuevo, “Pequeña
cara de rata”?

El ridículo y desesperado destino volvió a hacer su jugada en cuanto


llegué al aparcamiento y vi que los Guepardos se encontraban ahí, con
las porristas. Había olvidado que los lunes los entrenamientos
acababan temprano.

Fue mi tonto error.

Mamá todavía no llegaba, y no sabía dónde esconderme. Ryan


entablaba una animada conversación con Adam, Kevin y Cody
Hallen, así que vi la oportunidad de escabullirme sigilosamente hasta
la salida sin que nadie me viera.

Sin embargo, porque es el destino, y el destino al parecer quiere


acabar con el orden natural-escolar, Ryan logró verme, no sé cómo,
pero lo hizo, y en menos de un minuto, sin poderlo detener, él ya
estaba caminando hacia mí.

Miré a los lados. Las porristas se voltearon, la mitad de los Guepardos


también., Kate se me quedó mirando fijamente como en Cálculo. Y yo
sólo quería salir ilesa de la escuela.

—Hey, Nina —me saludó, parecía aliviado por algo—. Pensé que
algo había ocurrido cuando no te vi en las graderías hoy, ¿por qué no
fuiste?

—No me sentía bien —Ya eran dos mentiras en un día, esto se volvía
enfermizo.

No debía estar hablando con él. No debía estar hablando con él.

—¿Estás enferma? —Su rostro se llenó de preocupación—. Te ves un


poco pálida.

Tragué saliva con fuerza. La mirada de Kate comenzaba a hacer un


hueco imaginario en la frente.

—Debes irte —le espeté, bajando la cabeza bruscamente, ocultando


mi profundamente entristecido rostro de él.

—¿Qué? —preguntó, sonando algo herido y confundido.

—Debes irte —Esta vez lo dije con mayor firmeza—. Tus amigos
esperan.

Él se dio la vuelta hacia ellos por un momento y pilló a las porristas


mirándonos.

—¿Hay algún problema? —Su voz sonó disgustada—. Porque ayer


todo parecía estar bien.

—Ayer fue ayer —Eso había sonado tan cruel, que no podía creer
que yo lo acababa de decir. Me dolía a mí más que a él—. Y gracias
por ayudarnos, fue bastante generoso, pero ahora deberías volver
allá, con tus amigos.

—¿Qué? —El hecho de que lucía completamente desconcertado, lo


hacía mil veces más difícil—. Nina, ¿acaso pasó algo que deba saber?
¿Hice o dije algo malo?

Mordí mi labio con tanta fuerza que pensé que me sacaría sangre.

Esto tenía que terminar, pronto, rápido, como cuando te deshaces de


una bandita. Ryan Hamilton tenía que separarse de Nina Landfield
cuanto antes, en primer lugar nunca debieron conocerse.

En ese oportuno momento, el auto de mamá aparcó a unos cuantos


metros de nosotros. Al rescate, gracias a Dios.

—Tengo que irme —me despedí rápidamente—. Adiós, Ryan.

—Pero... —No me molesté en escuchar más, casi corrí hasta el auto y


me adentré en el asiento del copiloto, dando un portazo.

Respiré hondo un par de veces cuando ya estaba lejos de las


miradas.

—¿Quién era ese chico? —me preguntó mamá.

—Ryan —le contesté en voz baja, encogiéndome en el asiento.

—¿Ryan? ¿Como Ryan El Chico Que Te Gusta?

—Sí, ese Ryan —Luché para que el nudo en mi garganta no me


delatara.

Ella pareció no notarlo o lo ignoró, ya que simplemente puso en


marcha el auto y no hizo más preguntas en todo el camino a casa.

***

—Aquí tienes, cariño, sigue con tu trabajo —Papá dejó la taza de té


sobre mi escritorio y le dio un apretón a mi hombro. Sin querer
interrumpirme por más tiempo, besó mi cabello en forma de
despedida y abandonó la habitación.

Mi excusa para no bajar a nuestro Lunes de Películas de Romance fue


que tenía muchísima tarea que realizar. Me sentía indispuesta.
Adoraba los Lunes de Películas de Romance, de por sí eran mis favoritos
luego de los Sábados de Películas Basadas en Libros, pero hoy no quería
saber nada de romance, hoy el romance me daba náuseas, me
entristecía en vez de fascinarme.

La expresión confundida y herida de Ryan aún no abandonaba mi


mente, ni siquiera cuando quise poner toda mi atención en la próxima
entrada de Blogger Girl. Definitivamente estaba padeciendo un severo
caso de desamor. Y era de lo peor.

Pensé en llamar a Tessa y a Penny Lane para que vinieran y así


distraerme en algo más, pero luego papá y mamá sabrían que mi
encierro no se trataba de que “tenía muchísima tarea que realizar”.
Las preguntas no tardarían en bombardearme.

Sólo éramos mi laptop, mi bloc de notas y yo, por esta solitaria tarde
de un lunes.

Leí un poco de Emma, organicé los discos de vinil en orden de


lanzamiento (usualmente los cambio de posición cada semana. Una
semana por orden alfabético, otra por género, y otra por
lanzamiento). Es una manía mía para lograr despejar mejor la mente.
Esta vez eso no funcionó.

Entonces decidí entrar al correo de BG a responder e-mails de los


aficionados.

Mi corazón dio un vuelco al ver que Ryan le había enviado otro e-


mail a Blogger Girl.

De: RyanH_ShermanCheetah@gmail.com

Para: BloggerGirlContact@gmail.com

Asunto: E-mail de completo desahogo social (¡EXPLÍCITO!).

Aquí pondría una buena y educada introducción, saludándote y


preguntándote cómo te ha ido desde la última vez que nos escribimos, pero
creo que estoy lo suficientemente enojado como para escribir formalmente
(no te asustes, no es por ti que estoy enojado, no te lo tomes personal).

Además de con mi mejor amigo Adam, también quería desahogarme


contigo, ni siquiera con él pude ser 100% explícito, ya que entonces iba
pensar que necesito ayuda mental o algo así.
¿QUÉ ES LO QUE LE PASA A LA GENTE? ¿Qué mierda le pasa a cierto
tipo de “gente”? Estoy en serio furioso, aunque, más que eso, me siento tan
frustrado que me enfurece. Y no, no exagero, no estoy exagerando —eso me
dijo Adam—, sólo siento que es totalmente inaceptable el comportamiento
de cierto tipo de gente.

Me imagino que ya sabes las dos noticias recientes acerca de mí: 1)


Terminé mi relación con Kate. 2) Presuntamente salgo “con una chica que
luce de 15”. Todo el mundo en Sherman está al tanto de eso, así que ya debes
saberlo de antemano.

En fin, mi furia se debe a que cierto tipo de “gente”, se atrevió a intimidar a


esta tan inocente y dulce chica, por el simple hecho de que somos amigos, y
de que me agrada (luego de mi explícito desahogo, te hablaré de ella, en
serio quiero hacerlo).

Y BIEN, REPITO, ¿QUÉ ES LO QUE LE PASA A LA GENTE? ¿Por qué


es tan importante humillar a una persona? Sobre todo, a una persona que no
hace nada más que tratar de pasar desapercibida. Me parece injusto, cruel...
¡Enfurecedor! Argh, esas chicas son en serio viles y patéticamente
imprudentes.

Espero que esto no cambié tu imagen de mí. Estoy escribiendo el primer


disparate que se viene a mi mente, sin cambiar nada, sólo dejándolo todo
salir.

Uff, tengo un montón más de cosas qué decir, pero tengo miedo a que en
serio cambies tu imagen de mí, así que mejor terminaré con el desahogo y
pasaré al otro tema. No quiero espantarte.

BG, ¿alguna vez has sentido que cuando conoces a alguien por primera vez,
te da una inexplicable sensación de calidez inmediata? Esta vez fue increíble,
instantáneo, hubo algo en esa mirada que me hizo sentir extraño —de manera
agradable—. Me agrada, y me agrada aún más sabiendo que no es ese tipo de
chica que busca popularidad. Creo que huye de ella.

No sé si la conoces, su nombre es Nina Landfield, está en último año y es


bastante linda, rubia, cabello liso, ojos saltones, azules como el cielo, es
delgada y muy, muy tímida. Si la conoces, ¿me hablarías sobre ella? Quisiera
saber más, pero como lees, cierto tipo de gente está tratando de ahuyentarla,
y ahora no quiere hablar conmigo porque está asustada.

Mejor lo dejo por hoy, el enojo está volviendo otra vez. Pero piensa en mí
descripción y me dices si la conoces. Harías eso por mí, ¿cierto?

Fue bueno enviarte esto, estaré —como siempre—, esperando una respuesta
de tu parte, que —como siempre— llega eventualmente.

Perdón de nuevo si fui muy explícito con mi desahogo.


Espero leerte pronto, Blogger Girl.

El mariscal enfurecido (ya no tanto),

Ryan Hamilton.

Pensé que al terminar de leer el e-mail tendría un ataque de


ansiedad, la respiración se me agitó, el corazón se me aceleró, pero
inmediatamente intenté calmarlos a ambos. No debía permitirme
emocionarme tanto. Sí, dijo lo que dijo, y de alguna manera fue lo
más hermoso que he leído, pero eso no cambiaría nada.

Ryan Hamilton dijo que le agradaba Nina Landfield.

Pero Nina Landfield no podía estar en el mundo de Ryan Hamilton.

Por el bien de todos.

Capítulo Diez

De: BloggerGirlContact@gmail.com

Para: RyanH_ShermanCheetah@gmail.com

Asunto: RE: E-mail de completo desahogo social (¡EXPLÍCITO!).

Vaya, veo que tomaste bien mi consejo de no retener nada por mucho
tiempo, ¿eh? Me alegra que lo hicieras, de verdad.

Bueno, te hablaré un poco acerca de la mentalidad de chicas como Kate y el


resto de las porristas que la rodean. Lo pondré desde el punto de vista de tu
ex. Veamos: “Chico popular termina con Chica popular. Chica popular se
inmuta, pero no lo suficiente para que la idea de que Chico popular vuelva a
pedir una reconciliación de rodillas se vea descartada. Chico popular conoce
a Chica estudiante ordinaria. Chica popular se siente amenazada debido a
ello, comenzando a pensar que Chico popular es capaz de cambiarla en
serio por Chica estudiante ordinaria. Chica popular sólo sabe una manera
de enfrentar este tipo de problemas... y es con la humillación, ya que es lo
que su entorno la ha acostumbrado a hacer, así que Chica popular pretende
demostrarle a Chica estudiante ordinaria que Chico popular sólo puede
ser para ella mediante una serie de amenazas, humillaciones, ya sabes,
formas con que demostrar su autoridad e influencia sobre Chico popular.”

Suena algo superficial, pero te he dicho que lo pondría desde el punto de


vista de Kate, y aunque no puedo hablar por ella, la psicología femenina no
suele variar tanto en estos asuntos de “La otra chica”, que en este caso, es la
Chica estudiante ordinaria. Es sólo una parte de ser chica, y de ser Kate
McGregor. Entiendo tu enojo, pero también entiendo su intención, sólo no
entiendo por qué tiene que alzarse a través de ese tipo de cosas de mal gusto.

La humillación es para muchos peor que un golpe físico.

Bien, eso es todo lo que diré acerca del asunto de la humillación Chica
popular — Chica estudiante ordinaria.

Sigamos con lo otro.

Nina Landfield... Nina Landfield... No me suena el nombre, la verdad. Y


Ryan, más del 60% de la población estudiantil de Sherman High tiene esas
mismas características físicas. Piel blanca, rubia, ojos azules... me has dejado
en blanco, me reí al leerlo, en serio. (Ojalá que leas esto luego de que tu
enojo se te pase, sólo le agrego un poco de humor a la cosa).

Pues, me decías que esta Nina te transmitió una sensación de calidez


inmediata, y que si yo he sentido esa misma sensación. Sí, claro que la he
sentido. Pero no puedo decir más nada que eso, los sentimientos dentro de
cada corazón son diferentes, así que no puedo decirte con exactitud tu
condición, tú tendrás que descubrirla por ti mismo.

Honestamente, no me gusta dar consejos amorosos, ya que siento que estoy


teniendo alguna influencia sobre el corazón de alguien, y creo
profundamente en que ese tipo de cosas amorosas deben ser resueltas por
uno mismo. Aquí un ejemplo para que quede claro a qué situaciones me
refiero:

“Amiga 1: ¿Debería perdonar su engaño? Es la primera vez, así que no sé


qué hacer.
Amiga 2: No lo sé, pero si yo fuera tú se lo perdonaría, dijiste que fue una
vez, ¿no? Sólo habla con él y dile que no lo vuelva a hacer. Si lo entiende,
está bien.
Amiga 1: ¿Crees que deba hacer eso?
Amiga 2: ¡Claro! Creo plenamente en las segundas oportunidades. Él se
merece una.
Amiga 1: Bien, entonces... creo... bueno, eso haré.”

Esto tiene una X bien roja por todos lados, ¿ahora se entiende mi punto?
Esta Amiga 2 no parece ser la mejor consejera del mundo, pero como Amiga
1 no tiene ni idea, confía en que el consejo Amiga 2 es efectivo. Nuestra
manera de pensar no es siempre la misma. Yo puedo decir que es azul, pero
tú puedes decir que es turquesa, cuando en realidad es verde claro, ¿me
entiendes?

Vaya, creo que me alejé demasiado del tema, perdón por eso, me dejé llevar
por mi explicación, espero que esto no haga aburrido el e-mail, o que no
haya resuelto o satisfecho tus preguntas/dudas.

Dejaré de escribir antes de que haga todo un testamento.

Me despido.

Nos veremos por ahí, Sr. Hamilton.

Espero leer más e-mails furiosos de ti (quizá no tanto),

Cuídate mucho,

Blogger Girl.

Me sequé las lágrimas, apagué la laptop y salí de la habitación para


unirme a mis padres. Ya no podía soportar estar sola, y aún menos
cuando me sentía tan deprimida.

***

Es bastante peligroso contarles algo importante a Tessa y a Penny


Lane mientras se está en un experimento de Química. Simplemente
no se me pasó por la cabeza que en un momento de desconcierto
Tessa vertiera más vinagre de lo necesario a la sustancia y el tubo de
ensayo se desbordara. Y que por eso, todos tuvimos que abandonar el
aula, y no pudimos terminamos la tan importante práctica.

—Bien hecho, genios —nos gruñó Judith, la presidenta de la clase,


rodando los ojos y uniéndose con su pulcro grupo de apoyo moral.

Me encogí de hombros y desvié la mirada, avergonzada.

—Lo que sea —Tessa puso los ojos en blanco, para luego volverse
hacia mí y poner sus manos en mis hombros con tanta fuerza que me
asustó—. Nina, dime por favor que simplemente no desperdiciarás
esta oportunidad que tienes con Ryan por algo que Duckie dijo.

—Tessa, cálmate un poco —la reprendió Penny Lane—. Duckie tiene


un punto.

Ella resopló y obedeció a Penny, quitando sus manos de mis


hombros, con los ojos cerrados.

—Duckie esta vez tiene la razón —le expliqué a Tessa—, si sigo


acercándome a Ryan, la gente querrá saber más de mí.

—Y querrán saber más acerca de lo que hace —añadió Penny—, con


quién se junta, y cómo es que de repente apareció, ¿entiendes lo que
queremos decir, mi querida Greenlaw?

Mi otra compañera puso los ojos en blanco.

—Claro que entiendo —dijo, un poco más calmada que antes—,


pero, Nina, has llegado tan lejos —Sus hombros cayeron con
decepción—, Ryan te ha gustado desde antes que se convirtiera en
alguien a quién alabar en este lugar, y ahora han hablado, lo conoces,
te conoce... ¿No crees que sea algo que valga la pena arriesgarse?

Bajé la cabeza, sintiéndome algo aturdida por todo el asunto. Tessa


también tenía un punto bastante convincente. Me gustaba Ryan
incluso mucho antes de que estuviera con Kate, o antes de que hiciera
las pruebas para el equipo de fútbol americano y quedara.

Me gustaba Ryan, desde aquel día en séptimo grado, cuando llegó a


la tienda de mi madre junto con la suya, su familia acababa de
mudarse a la ciudad y estaban conociendo los alrededores, su madre
y la mía comenzaron a entablar una conversación acerca de cómo se
habían instalado y adaptado bien en su nuevo vecindario, y que
alguien les había mencionado que la tienda de pasteles era la más
concurrida, así que habían decidido pasarse. Yo estaba escondida tras
del mostrador, leyendo a Jane Austen, cuando lo vi. En aquel
entonces, no creerías que fuese a ser un jugador tan talentoso como lo
es ahora, él era delgado, de facciones bastante delicadas y suaves, su
castaño cabello muy peinado para su edad y tenía su nariz metida en
un libro de Sherlock Holmes.
Lo observé sonreír levemente y fruncir el ceño al libro por un largo
rato, mientras que nuestras madres hablaban sobre pasteles. Él no se
percató de que una personita se encontraba espiándolo desde el otro
lado del mostrador, y como toda mi vida mi timidez me ha vencido,
no me atreví a llamar su atención. Ni siquiera cuando sentí que mi
corazón revoloteó sin ninguna razón. Ni siquiera cuando tenía
muchas ganas de ir a preguntarle sobre lo que leía... Me quedé muy
quieta en una esquina, en silencio.

Entonces él se fue, y no volví a verlo hasta en la escuela, donde


tampoco me atreví a acercarme, mucho menos en noveno, cuando
comenzó a volverse popular por su relación con Kate, y luego vino el
fútbol, y la fama de convertirse en capitán titular.

Y yo seguía siendo Nina, la que nadie realmente conocía. Y me


gustaba de esa forma.

Pero dejar la zona de confort que he creado casi toda mi vida me


aterra, me aterra tanto como pensar en el posible descubrimiento de
la identidad de Blogger Girl. Las personas, mirándome, acercándose,
hablándome sólo por ser alguien reconocido, una especie de moda en
la escuela, me hacen dudar plenamente en mi ética. Escribir, ser BG,
de eso se trata mi vida, es la única parte donde puedo expresar mis
ideas abiertamente, en las cuales menciono millones de veces la busca
desesperada de popularidad. Si algo malo pasara, si alguien
descubriera a la persona tras el computador, ya Blogger Girl dejaría de
existir, porque yo no podría escribir de nuevo, iría en contra de mis
principios, me convertiría en una hipócrita.

Si alguien descubriera mi identidad... no lo podría soportar.

—N-No puedo arriesgarme —De repente me sentí mareada y los


ojos comenzaron a arderme.

—Oh, Nina... —La mirada de decepción de ambas chicas, me


hundieron más el corazón.

—Quizá deberías pensarlo con más cuidado, está bien, nosotras no


te presionaremos a nada —terció Penny, pasando su brazo sobre mis
hombros—. Sólo piénsalo bien.
—Piensa en la tan hermosa historia de amor que ustedes dos
podrían lograr tener —Tessa suspiró, sonriendo ampliamente.

Reí sin ganas.

Yo ya no pensaba en ninguna historia de amor, me obligué a mí


misma a olvidarlo por completo, por tan doloroso que fuese.

Algunos dirían que el que arriesga gana, pero yo digo: A veces el


que no arriesga, también puede ganar.

***

—¿Estás bien? —Pegué un salto al escuchar la voz de Duckie y sentir


su mano tocando la mía.

Ya estábamos en la hora del almuerzo, pero me encontraba lo


suficientemente distraída y decaída como para comer. Gracias a Dios
las chicas se abstuvieron de sermonear a Duckie frente a mí y lo
dejaron ser hasta los momentos.

Había estado cruzando los pasillos igual que un zombi, arrastrando


mis pies de aquí para allá, con la cabeza baja y sin prestarle atención a
las clases. Lo cierto fue que el día de hoy estaba hecha un desastre. Y
por supuesto, Duckie y las chicas lo sabían.

—Estoy bien —contesté, sacudiendo ligeramente la cabeza.

—Has estado mirando tus papas fritas fijamente por más de un


minuto —me contó, sin dejar de mirarme con preocupación—. ¿Te
sientes mal? ¿Deberíamos ir a la enfermería a que te revisen? Podría
ser un resfriado o alguna cosa peor.

—No, no me siento mal —GRAN mentira.

Tomé tres papas fritas y me las llevé a la boca. Tragué con dificultad.

Su mano voló hacia mi espalda, haciendo círculos en ella con su


pulgar de forma reconfortante.

—Nina, incluso olvidaste traer tu bebida —Su ceño se frunció aún


más tras sus lentes—. Ten, toma la mía, yo traeré otra.
Penny Lane y Tessa permanecían en silencio al otro lado de la mesa,
al parecer estaban siendo particularmente cuidadosas el día de hoy
luego de lo que Química, y lo agradecía. Yo ni tenía fuerzas para
reprocharle a Duckie todas sus excesivas atenciones, así que sólo lo
dejé darme su jugo de manzana y que se levantara en busca de otro.

—Duckie tiene algo de razón —comentó Tessa, mientras lo veíamos


hacer de nuevo la larga columna de alumnos para poder tomar otro
jugo—, no te ves bien.

—No es nada —Metí otro puñado de papas fritas en mi boca, no


queriendo decir más mentira.

—¿Es esto por lo de Ryan? —intervino Penny Lane—. No te


deprimas, ¿bien?

—Chicas, estaré bien —Les dediqué una sonrisa forzada y casi metí
mi nariz en mi bandeja para no recordar de nuevo todo.

Pasaron unos siete minutos cuando Duckie volvió, se dejó caer


pesadamente sobre su silla y atacó su comida sin decir nada más.
Lucía irritado por algo, estaba murmurando cosas, como lo hace
cuando está realmente molesto.

Las tres lo miramos confusas.

—¿Y a ti qué bicho te picó? —le preguntó una de mis amigas,


enarcando una ceja.

—¿No puede solamente dejar las cosas como están? —Lo escuché
farfullar por lo bajo.

—¿De qué estás hablando? —indagó mi otra amiga, encorvándose


sobre la mesa.

Él alzó la vista hacia mí, apretando su mandíbula en disgusto, sabía


que no quería decirnos fuera lo que fuera que lo molestó. Y si así era
el caso, sólo podía significar que ese algo que lo molestó, tenía que ver
con...

—Ese chico que anda siempre con Ryan, me interceptó antes de que
pudiera escapar hace un minuto, me dijo que te dijera que estamos
invitados al partido de mañana por la noche. Primera fila. Cortesía de
Ryan, por supuesto —Duckie puso los ojos en blanco y empujó sus
lentes con más fuerza de la necesaria—. No sé ustedes, pero yo no iré
a ningún estúpido partido lleno de testosterona.

Mi vista se dirigió por inercia hacia la mesa de los populares, con el


corazón que me iba a mil. Mis ojos se agrandaron al ver a Ryan
observándonos, de seguro haciéndose cargo de que su mensaje fuese
recibido de verdad.

Su mirada sostuvo la mía por largos segundos, no podía evitarlo, era


como si nuestros ojos fuesen imanes, podría quedarme mirándolo
todo el día, y por alguna razón, sabía que él también querría hacerlo.

Entonces recordé a Blogger Girl, y aparté mi vista abruptamente,


manteniéndola lo más alejada posible de ahí.

Esto sería difícil.

Capítulo 11
Cuando la temporada de fútbol americano comienza, el espíritu
escolar es realmente una de las cosas más increíbles que se ve en
Sherman High. Todos lucen más felices. Todos visten de vinotinto y
negro. Todas las paredes de la escuela se mantienen forradas con
pósteres, banderas del equipo y mensajes de apoyo. Las porristas
lucen sus uniformes y van por la escuela haciendo porras que
realmente no riman, pero el esfuerzo es lo que en verdad cuenta. Es
como estar en una fiesta celebrando el triunfo que aunque aún no
llega, todos parecen estar seguros de que lo obtendremos... con la
ayuda de los Guepardos, que desde el momento en que se da rienda
suelta a esta locura, ellos se convierten en el mayor centro de atención
por parte del 95% de la población escolar.
El dilema de si asistir o no al partido de esta noche, me había
mantenido dando vueltas en la cama por más de cuatro horas. Sabía
que sería descortés rechazar la oferta, sobre todo luego de haber
tratado tan mal a Ryan aquel día en el aparcamiento, él no se lo
merecía. Pero por otro lado, estar en primera fila significaba tener
cerca a las porristas, tener a Kate y a sus amigas con sus miradas
encima todo el tiempo.

Estar en primera fila significaba ser el blanco perfecto.

—¡Vamos Guepardos! —Un chico con un montón de banderas con el


escudo del equipo nos interceptó a las tres en nuestro camino hacia la
entrada, dándonos una a cada una—. ¡A patearles el trasero a los
Titanes!

—¡Sí! —gritó Penny Lane, tan entusiasta como él.

Yo le dediqué una pequeña sonrisa de agradecimiento, y él siguió


gritando frases motivadoras y regalando banderas al alumnado.

El espíritu escolar nos atacó hasta llegar a mi casillero, ya no sólo


teníamos una bandera, ahora traíamos un silbato que una chica nos
dio, dos panfletos hechos a mano diseñados por el Club de Arte y
unas gorras del equipo que ni siquiera pude ver bien quién nos las
entregó. En cada una de las taquillas, habían colocado un sticker de la
mascota y un póster de un guepardo mordiendo a un titán vestido
con una toga ensangrentada.

—Vaya, al parecer este año están más animados que el año pasado
—comentó Tessa, con ojos muy abiertos—. Estoy realmente
sorprendida.

Quité el tétrico póster de mi camino.

—Hay que darles crédito por ser tan creativos —bromeé, sonriendo
levemente.

Ellas me miraron con atención por un momento.

—Has estado más callada de lo habitual... —terció Penny, luciendo


preocupada—. Y llevas unas ojeras de muerte... ¿Segura que estás
bien hoy?
Bajé la cabeza instintivamente.

—Mira... —Tessa intervino en un resoplido—. Acerca de lo que dije


ayer... Olvídalo, ¿sí? Quizá Duckie sí tiene razón, es mejor dejar las
cosas como están, es mejor para la salud de todos volver a la
normalidad y fingir que nada pasó. Borrón y cuenta nueva.

No, no lo es. Una vocecita en mi cabeza gritó, mejor conocida como


mi subconsciente. Él —mi subconsciente— tenía muy claro que dejar
las cosas como estaban no me haría sentir mejor, sino bastante peor.
Mi corazón estaba más hundido que nunca antes, sabiendo que
teniendo tan cerca la oportunidad, no podía sólo arriesgarme a
tomarla.

—Así que quiero que sonrías, olvides todo, y esta noche vayamos a
mi casa y tengamos una pijamada. Podríamos ver Emma, Becoming
Jane, Pride and Prejudice, será un maratón de Jane Austen. ¡Genial,
¿no?! —No pude evitar sonreír con gratitud. Se estaban esforzando
por hacerme sentir mejor.

—¡Cierto! —saltó mi otra amiga—. ¡Eso es exactamente lo que


necesitas para recuperarte! Simplemente desistiremos del parti...

Su boca se cerró abruptamente mientras ambas veían sobre mi


hombro algo sobresaltadas, tenían los ojos muy abiertos y una sonrisa
forzada se formó en sus labios en menos de dos segundos. Las miré
confundida por su brusco cambio de actitud.

—¡Hola, Ryan! —Mi corazón dio tal salto que casi me llevo la mano
al pecho para mantenerlo en su lugar.

—Hola, chicas —saludó de vuelta, y aunque no pudiera ver su


rostro, su tono de voz decía estar apenado por algo.

Lo encaré como pude, ya que mis piernas habían perdido


coordinación en cuanto escuché su voz. Él nunca me hablaba en los
pasillos, ésta ni siquiera era su área, su casillero estaba prácticamente
del otro lado.

Como si fuera la cosa más natural del mundo, nos quedamos


mirando a los ojos durante unos eternos segundos. Mi subconsciente
volvió a gritarme algo, más me las ingenié para dedicarle una
pequeña sonrisa. Y nada más.
—Hola —dijimos al unísono.

Su sonrisa se ensanchó.

—Pues, yo pasaba por aquí y quise acercarme a preguntar si las veré


esta noche en el partido —nos preguntó, al parecer queriendo ser
directo.

Le sostuve la mirada, de repente paralizada debido a la situación.


Hacía unos segundos estaba dispuesta a desistir del partido y pasar
una noche relajada, libre de presión en casa de Tessa, viendo mis
películas favoritas con mis personas favoritas, pero, al ver a través de
los ojos de Ryan una pizca de esperanza, simplemente no sabía qué
decir además de “Sí, ahí estaré”.

Mi vista se giró hacia las chicas, las cuales estaban tan calladas como
yo, mejor dicho, tan cautelosas como Ryan, lo cual significaba que no
contaría con su ayuda en este difícil momento. Era mi completa
decisión ir o no ir al partido de esta noche.

Aunque cada persona que pasaba lo saludaba y le daba algunas


efusivas palabras de apoyo, él se mantuvo esperando pacientemente
por mi confirmación, sólo les decía algo vagamente y volvía su vista
hacia la mía.

—¿Y bien? ¿Las veré hoy? —repitió, su pizca de esperanza ni


siquiera dudó por un microsegundo.

Hasta esa mínima cosa sabía que al tener a Ryan mirándome de esa
manera no iba a decirle que no.

—Sí... Allí estaremos —Le dediqué una sonrisa, sintiendo mis


músculos relajarse completamente.

—Genial —rio entre dientes, irguiéndose con gracia—. Nos veremos


entonces.

—Claro, nos veremos.

Debía ser fuerte.

Estaba a punto de darse la vuelta para retirarse finalmente, cuando


se detuvo y se giró a encararme.
—Por cierto, tengo que hablarte de algo luego del partido, ¿de
acuerdo? —me informó, y sin esperar nada más que un asentimiento
de mi parte, comenzó a caminar lejos.

—Oh mi Dios —saltó Penny Lane—. ¿Qué acaba de ocurrir?

—Lo sé, pasó tan rápido que tendré que sentarme un momento a
procesarlo —comentó Tessa, llevándose una mano a la cabeza.

Yo también necesitaba sentarme un momento a procesarlo.

—¿Por qué le dijiste que irás al partido? Pensé que no querías.

—No lo sé, entré en pánico —Sacudí la cabeza, tratando de recobrar


la compostura.

—Bien —Las dos se miraron furtivamente—. Entonces, ¿eso significa


que sí tendremos que ir al partido?

Me encogí de hombros.

—Supongo que tendremos que ir —contesté con un hilo de voz,


escuchando la campana sonar a lo lejos, cuando la verdad estaba
prácticamente encima de nosotras.

Hicieron lo posible por ocultar lo feliz que el cambio de planes las


había dejado, pero no tuvieron ni el más mínimo éxito.

—¡Ah! Sólo una cosa —saltó Penny Lane, colocando una mano en mi
hombro y mirándome intensamente—. Trata de dejar a Duckie fuera
de esta salida, ¿sí?

—Ponte cinta adhesiva en tu boca si es necesario —añadió Tessa,


apoyando a Penn—, es la única manera de que puedas pensar con
claridad sin que sus palabras te taladren el cráneo todo el rato.

Claro, eso sería tan sencillo.

—No puedo que creer que este chico sea tan persistente contigo —
Duckie bramó, mientras permanecía sentado con los brazos cruzados
en el sofá de mi sala.
Obviamente no pude mantener mi promesa, él se había aparecido
aquí en el momento en que ya estaba usando la camiseta de los
Guepardos. En cuanto me preguntó la razón de “mi no habitual
vestimenta”, lo solté todo. Por suerte, no se inmutó demasiado, ya que
mis padres se encontraban en la cocina y podrían oírlo gritar, si así
era el caso.

—Él será la razón del fin de tu carrera como BG —Negó con la


cabeza—, y Tessa y Penny Lane lo están ayudando a lograrlo, qué
cosa tan indignante.

—Spike, ya te lo he dicho, Ryan simplemente está siendo amable con


nosotras, nosotras tenemos que ser amables con él, se le llama
cortesía, hubiese sido más que descortés no haber aceptado su
invitación —le expliqué, revisando el reloj de mi teléfono. Las chicas
llegarían en cualquier momento.

—¿Cómo sé que tú misma crees que en lo que acabas de decir? —me


preguntó, mirándome con una ceja enarcada tras sus gafas de marco
oscuro.

Resoplé.

—Pues ven con nosotras.

Honestamente, no era mala idea, Duckie sería capaz de tenerme


enfocada en mi reciente decisión; mantener a Ryan en una línea que
no permitiría que cruzase, por la salud de todos, como Tessa había
dicho temprano. Luego del partido de esta noche, iba a alejarlo de mi
vida, no más encuentros, ni rumores, ni dolorosos dilemas que al
pasar del tiempo podrían empeorar, debía cortar el problema de raíz,
y quién mejor que Duckie para asegurarse de que mi subconsciente no
me domine en el último segundo.

No había sido una decisión fácil de tomar, pero de tan sólo pensar en
cuán mal se tornarían las cosas, me hacía sentir bastante horrible.

—Bien, me sacrificaré entonces —dijo con dramatismo.

Era un hecho que las chicas iban a matarme.

El timbre sonó.
Hablando de las reinas de Roma…

—¡Yo voy! —grité mientras me levantaba del sillón rápidamente,


sintiendo el corazón inquieto de un segundo a otro. Las chicas se
enojarían conmigo, mucho, mucho.

Duckie me siguió hasta la puerta.

Esperé que se lanzaran sobre mi cuello en cuanto lo vieran situado


tras de mí. Esperé todo, la verdad. Todo menos que Tessa se riera y
Penny Lane resoplara con fastidio, comenzando a hurgar con su
manos en su bolso.

Fruncí el ceño. ¿Me había perdido de algo?

—Lo sabía —Tessa sonreía de oreja a oreja.

—No alardees —farfulló Penny Lane, sacando un billete de diez


dólares de su monedero y extendiéndoselo a nuestra amiga.

—¿Apostaron a que yo invitaría a Duckie? —pregunté, uniendo


ahora el rompecabezas de la situación.

—No, yo aposté a que sí mantendrías a Duckie fuera de esto, Tessa


apostó a que lo invitarías —contestó Penn, cruzándose de brazos—.
Diez dólares perdidos, Nina, esperé más de ti, amiga.

—Oigan, estoy parado justo aquí —comentó Spike, viéndose


ofendido.

—Lo sabemos —dijeron mis amigas al unísono.

Bajé la cabeza, avergonzada.

—Ya, ya, dejémoslo ser por ahora, si no nos vamos, no llegaremos a


tiempo —Tessa me tomó del brazo para sacarme de la casa.

—Yupi, un partido de fútbol, qué emocionante —expresó Duckie,


lleno de sarcasmo.

Las miradas asesinas de Tessa y Penny lo callaron instantáneamente.

—Bien, me callaré —masculló, encogiéndose de hombros.

***
Nunca había asistido a un partido de fútbol antes. Sé que suena algo
incoherente, dado que constantemente veo cómo los Guepardos
practican y se preparan, pero es cierto. Aunque en Sherman es un
evento bastante importante, siempre he elegido la comodidad de mi
hogar, un libro, y mi laptop, sobre el bullicio, las porristas y la
adrenalina que se siente el ser fanático del deporte.

Juzgando por la gran cantidad de gente que se concentraba


alrededor y dentro del campo cuando llegamos, en el fútbol se hace
una excepción a la regla del balance natural-escolar. Todos son
amigos de todos, sólo por una noche.

—Deberíamos encontrar dónde sentarnos antes de que nos


quedemos sin asientos —comentó Tessa, con los ojos brillantes. Sabía
que era su primera vez en un partido también. Y que estaba
emocionada por ello.

En ese momento, recordé que Ryan nos había reservado asientos en


primera fila. Asientos que obviamente tendría que rechazar.

—Sí, tienes razón —tercié, dedicándole una pequeña sonrisa.

—Esto me recuerda por qué es que no vengo a este tipo de eventos


—dijo Duckie, entrelazando su brazo con el mío, agobiado debido a la
numerosa cantidad de personas.

Ignoré el comentario, al igual que las chicas.

Nos acercamos a las graderías sin separarnos, como unos niños


pequeños perdidos en un parque. Cuatro gigantes reflectores
iluminaban el campo, donde los colores vinotinto y amarillo se
mezclaban entre sí. Los Titanes de Deshbourne (amarillos) y los
Guepardos de Sherman (vinotintos), una mezcla un poco agria, según
comentarios previos al partido.

Penny Lane visualizó unos asientos en la penúltima fila, junto a un


grupo pequeño de Deshbourne, la mayoría tenía el rostro pintado de
amarillo y una chica vestía una toga blanca. Así es como es el
verdadero espíritu deportivo entonces.

—Esto es realmente divertido, podría acostumbrarme —Penn se


detuvo para ver a su alrededor en cuanto nos instalamos junto a los
de Deshbourne.
Estaba de acuerdo con mi amiga, la adrenalina del fanático
deportivo comenzaba a contagiarme también, arrastré mis ojos de
nuevo hacia el campo, el calentamiento de los jugadores al parecer se
daba por terminado, ya que ahora eran las porristas —y las
respectivas mascotas— quienes se encontraban en el centro, dando
saltos y bailando al ritmo de la música que la banda de nuestra
escuela tocaba.

Pero a diferencia de Penny, yo no debía acostumbrarme a esto, había


venido a lo contrario, en primer lugar.

Miré abajo inconscientemente, un largo espacio en la primera fila


estaba vacío, haciéndome sentir mal por querer tanto estar allí.

Cuando aparté la vista, ésta se detuvo en seco al reconocer a Ryan


entre los Guepardos, con las mejillas sonrojadas y su cabello castaño
claro, revuelto y sudado, él parecía buscar a alguien, sus ojos se
movían expectantes sobre las cabezas de la multitud.

Agaché la cabeza, mezclándome, sabiendo que… quizá estaba


buscándome a mí.

—¿Qué fue eso? —Penn preguntó divertida, ante mi anormal


“encogimiento de hombros”.

—Nada —Me limité a decir.

—¿Crees que deba ir a desearle suerte a Adam? —añadió, fijándose


donde yo me había estado fijando—. Puedes venir conmigo.

Duckie me miró de reojo.

—Estoy bien aquí, tú ve, salúdalo por mí —le dije, sonriendo lo más
que pude.

Ella vaciló un momento, entendiendo mi indisponibilidad, pero


luego de lanzarle otra mirada más alentadora, puso su mano en mi
hombro y le dio un apretón antes de levantarse e irse.

—Estás haciendo lo correcto, Nina —me susurró Duckie, poniendo


una mano sobre la mía.
Recordé por qué había accedido a que viniera. La única mente
cuerda en este tipo de situaciones era él. Sabía lo que era lógicamente
mejor para mí, incluso más que yo misma.

—Lo sé —le respondí, dejando que su mano me siguiera


confortando.

—¿Necesitas algo antes de que el partido comience? Vi por ahí


personas vendiendo palomitas y refrescos —dijo, estirando la cabeza
para encontrar a la chica de las palomitas.

—Por ahora nada —Le sonreí agradecida.

—Está bien —Se encogió de hombros—, avísame entonces.

La mente de nosotros los humanos es noventa por ciento


masoquista. Queremos lo que no podemos tener. Buscamos lo
prohibido. Vemos cosas que no deberíamos. Nos obligamos a
torturarnos, cuando sabemos que no hay remedio, igual lo seguimos
haciendo, incluso sin querer.

Incluso cuando sabía que no debía mirar hacia los Guepardos… lo


hice.

En ese momento, las porristas se despedían del público, lanzando


besos al aire y dando saltitos. Busqué a Penny con la mirada, para ver
si había logrado encontrar a Adam en la sección de los Guepardos, su
cabello rosa sobresalía entre tantas matas de pelo oscuro, la encontré
hablando con él, sonriendo y tocándole el brazo de manera coqueta.
Me sentí muy, muy feliz por ella. Pero mi atención se vio rápidamente
desviada hacia Ryan, quien estaba hablando a unos metros más allá,
con un hombre fornido, de cabello castaño oscuro y su misma nariz.

Deduje que se trataba de su padre.

Los observé, porque nosotros los humanos somos masoquistas y


muchas veces estúpidos, observé cómo su padre le sonreía
ampliamente, no a él, sino a alguien tras él, ya que su mirada iba por
encima de su hombro. No fue hasta cuando una chica vestida de
porrista saltó cariñosamente sobre la espalda de Ryan, que me di
cuenta que a la quien le sonreía… era a Kate.
No me sentí extraña en el momento, sabía que Ryan no la soportaba,
tenía claro que eso estaba terminado.

Entonces, Ryan se rió de la sorpresiva llegada de Kate, y su padre


también. Kate saludó al Sr. Hamilton mientras enganchaba su brazo
con el de su hijo y ambos se miraron, Kate y Ryan, se miraron
sonrientes, para luego acercarse por un beso. Un beso que se
convirtieron en dos y luego en uno más largo, como si no quisieran
separarse.

Creí haberlo imaginado, que todo estaba en mi mente y mi mente


jugaba conmigo. Pero Duckie apretó más mi mano, y Penny Lane
ahora me miraba, tan perpleja como yo. Tessa, ella dijo mi nombre en
voz baja, cautelosa.

No lo imaginé.

Debía haber una explicación, aunque en ese momento no la


encontraba, debía existir una. Era simplemente sin sentido, la escena
completa. Ryan había terminado con Kate en medio pasillo. Él le
había dicho a BG la verdad.

O quizá yo era la que necesitaba ubicarse.

—Que le den a los Guepardos, nos largamos de aquí —expresó


Duckie, jalándome fuera del asiento.

Nadie discutió nada al respecto. Ni siquiera me resistí a la insistente


mano de mi amigo que me arrastraba tras él, empujando a personas
para abrirse paso hacia el aparcamiento.

El camino a casa de Tessa fue silencioso, casi escalofriante, ninguna


de mis amigas era así de callada, nunca. Al parecer todos intentaban
buscarle coherencia a los hechos.

Yo no. Yo ya no quería hacerlo más. Involucrarme más.

Y sabía cómo alejarlo completamente.


Capítulo 12
Probando a, b, c. A, B, C.

Pruebo el micrófono, o en este caso, el teclado del computador, porque


presiento que esta entrada dará mucho de qué hablar. Bueno, mis entradas
siempre dan mucho de qué hablar.

Ya saben a lo que me refiero.

En mi última entrada hablé sobre la popularidad en general, sobre aquellas


personas que viven por y para el Trono. Sus ventajas y desventajas. Sobre
todo, mencioné a las personas que pretenden ser lo que no son para lograr
encajar y ser uno más en ese montón, o como lo llamo a veces, estar dentro
del balance natural-escolar.

Hoy quiero hablar de eso.

Las personas que intentan ser lo que no son (para encajar, en específico)
están en todos lados, bien sea debido a problemas personales, orientación
sexual o cualquier otro caso que se encuentre en esta etapa llamada
adolescencia o bueno, en la secundaria.

Sé que alguien dijo una vez que “Cada cabeza es un mundo”, pero les diré
algo, nuestra mente posee un sistema (o mecanismo) natural que nos permite
protegernos de cosas que no queremos enfrentar, por miedo al rechazo,
alguna decepción o un problema interno más profundo de lo que nos
podríamos imaginar.

Nacimos pensando diferente por una razón. Así es como debería ser. El
asunto es que la sociedad y todos lo que la rodean nos han quitado el
privilegio de ser nosotros mismos, nos hemos convertidos en hipócritas,
mentirosos y eventualmente eso nos afecta, nos hace sentir culpables e
inseguros de que un día siquiera tendremos el valor de hablar por nosotros y
expresarnos sin limitaciones.

Se supone que somos adolescentes, alocados y viviendo al máximo. Sólo se


vive una vez y todo eso. Sólo se muere una vez y todo eso.

Entonces, ¿por qué todavía, en Sherman High, existen tantos adolescentes


con miedo de ser demasiado inteligentes, con miedo de enfrentarse a sus
bullies o de permitirse estar en desacuerdo? Aún existe racismo, y oh no, no
dejemos a un lado a los homofóbicos que se dedican a empeorar la causa.

No estoy diciendo esto sin tener claros fundamentos, se sorprenderían al


saber quiénes sufren de este mal.

Chicos, pregúntense esto con detenimiento: ¿Quiénes somos? ¿Y quién


queremos de verdad ser?

Tomen esta entrada como una corta reflexión, sé que a algunos les llevará
tiempo armarse de valor.

Compañeros de Sherman High, eso ha sido todo por esta noche.

XOXO,

Blogger Girl.
Capítulo 13
Me alejé de inmediato del escritorio, como si las teclas estuvieran
quemando mis dedos mientras escribía. Ya estaba hecho. Y aunque
me sentía una bastante mala persona, puse todo mi esfuerzo para que
no me afectara como lo hacía.

—Estaré al tanto de los comentarios por ti —Penny Lane se acercó


con cautela y yo le cedí el asiento sin chistear.

No quería leer comentarios, ni revisar la bandeja de entrada. Tenía


miedo de que BG recibiera un e-mail de Ryan en cualquier momento
y no tendría el suficiente valor de no leerlo. Porque sabía que
escribiría. Así como ayer y hace dos días, los cuales no leí, ya que mis
amigos no me lo permitieron.

Eso estaba bien para mí.

Había tenido una idea para la nueva entrada desde hace casi dos
semanas, pero después de lo ocurrido en el partido del viernes,
comencé a idear una especie de plan para sacar a Ryan de mi vida, y
de la de Blogger Girl también. Con esta entrada era más que
suficiente, Ryan iba odiarme, o al menos, dejaría de comunicarse con
BG, créanme, a nadie le gustaría que luego de haber sido tan honesto,
de haber confiado, te usaran de ejemplo en ese modo tan… erróneo.

Fue bastante duro escribirlo, sobre todo sabiendo mis intenciones.


—¿Ya publicaste la entrada? —Tessa entró a mi habitación, trayendo
consigo dos platos llenos de galletas hechas por mamá, más crema
batida y sirope de chocolate.

—Sí —Me encogí de hombros, dejándome caer pesadamente sobre la


cama.

—¡Ya cien comentarios! —anunció Penn en voz alta, sin molestarse


en encararnos—. ¡Ningún e-mail de Ryan aún! Volveremos con más
noticias después de la pausa, no se muevan de dónde están, amigos.

Tessa y yo reímos entre dientes.

Ambas se auto invitaron a quedarse en casa por todo el fin de


semana, llegaron el sábado en la mañana con las mochilas llenas y el
estómago vacío, listas para una sesión de repostería con la famosa
Emily Landfield.

Duckie se nos unió durante la cena esa noche, ayudó a mamá a


cocinar junto a las chicas, estuve realmente sorprendida al verlos
divertirse sin siquiera discutir una sola vez, (bueno, nada más allá de
no echarle mucha sal a la ensalada), ya que últimamente discutir era
todo lo que hacían cuando estaban en la misma habitación. Yo sabía la
razón de aquel cambio de aura.

Por primera vez desde que Ryan había llegado a nuestro día a día,
ellos habían estado de acuerdo en una cosa… En que él tenía que irse.

—Sé que esto va contra las reglas que decidimos ayer —me susurró
Tessa, cautelosa—, ¿pero en serio no te da curiosidad saber lo que él
tiene que decir acerca de lo que pasó?

—Sé exactamente lo que pasó —le contesté, tragándome el nudo en


la garganta—, sé que su padre tuvo mucho que ver en la actitud que
tomó. Y no. A decir verdad, no quiero leer ningún e-mail suyo,
porque conozco a mi corazón, y si voy a alejarme de él, es una buena
manera de comenzar. Tessa, no pienso ser la que espera a que decida
si tomará las riendas de su propia vida o no. Me niego a eso, a esperar
por algo que no pasará.

—Tienes razón, tienes razón —Ella sonrió abiertamente—. Estoy


orgullosa de que pienses así, Nina. Ryan ni siquiera te merecía, eres
demasiado buena para él.
¡Mentirosa! Gritó mi subconsciente cruel. Sí, sí quería ser de las que
esperan, porque creía en Ryan, en que algún día podría hacerlo, no
por nadie más que él mismo. Quería ayudarlo a lograrlo. Pero no lo
haría, ya que no podía. Ahora estaba por su cuenta, y necesitaba
trabajar en ello.

—A la mierda con este tema, comamos galletas hasta que nos dé


diarrea —Saltó ella de mi cama, metiéndose una galleta entera en la
boca.

—Vaya, tan asqueroso que sonó y rimó, querida Greenlaw —Al fin
nuestra otra amiga terminó de revisar la página—. Me han dado
ganas de comer una ahora.

Penny Lane se echó a reír al ver mi cara arrugada de asco.

—¿Saben la loca idea que se me acaba de ocurrir? —inquirió ella con


la boca llena—. Deberíamos conseguirle un chico a Nina, uno que esté
fuera del radar del Trono, que no nos dé problemas. De seguro hay
uno por allí en los pasillos de Sherman High que sea compatible
contigo, siempre los hay.

Regañé a mi cerebro cuando de inmediato asoció compatibilidad con


el rostro de Ryan. No, no, y no.

—No quiero que me arreglen citas —Negué con la cabeza—. ¿Qué


les hace pensar en que saldré con alguien que no conozco?

—Ese es el punto de una cita —Mis amigas se miraron divertidas—,


llegar a conocer a esa persona, y si te gusta, salir a otra cita, luego a
otra, luego besos, luego noviazgo, luego…

—¡Sí! ¡Ya entendí! —expresé, sintiendo el calor volar a mis mejillas.

—¿Estarías dispuesta a salir a una cita con un chico que escojamos


nosotras? —me preguntó Tessa. Sus ojos brillaban incluso más que
cuando estaba en el partido del viernes—. Te prometemos que
elegiremos bien.

Las dos se mantuvieron paradas en medio de la habitación,


mirándome expectantes, como gatitos de ojos tan gigantes y lindos
que no sabes cómo negarles algo.
Quizá eso era lo que necesitaba. Supongo. Socializar con otros chicos.
Quizá me ayudaría a salir de la tortura de amar lo imposible, de ser
una estúpida humana masoquista.

—… Está bien —acepté, dedicándoles una sonrisa. Debía admitir


que estaba un poco emocionada. Un poco.

—Creo que bailaré la macarena —dijo, sin poderlo creer—. Creo que
se acerca el apocalipsis. Creo… Dios, creo que tengo un buen
presentimiento de esto.

—Y por favor, que lo que haremos se quede entre nosotras, no


quiero tener que perder otros diez dólares, Athena —me reprendió
Penny Lane, muy emocionada como para mostrarme su lado
amenazante—. Para celebrar este momento, tenemos que cantar una
canción muy, muy especial.

La observé acercarse en busca de su teléfono, revisó rápidamente en


su lista de reproducción y lo conectó a las pequeñas bocinas que había
traído con ella.

Penny Lane comenzó a retumbar en las cuatro paredes.

—¡In Penny Lane there is a barber showing photographs of every head he’s
had the pleasure to know. And all the people that come and go. Stop and say
hello!

—¡On the corner is a banker with a motorcar. The little children laugh at
him behind his back. And the banker never wears a mack. In the pouring
rain, very strange! —La siguió Tessa, saltando junto a ella alrededor de
la habitación.

—¡Penny Lane is in my ears and in my eyes. There beneath the blue


suburban skies. I sit, and meanwhile back!

The Beatles, uniendo a personas desde 1960.

***

Al día siguiente, las chicas sin decirme nada se separaron de mí al


entrar a la escuela, supuse que iban a irse de lleno en su nueva misión
de la semana: “Una cita para Athena.”

Buena suerte con eso.


Duckie me mandó un mensaje de texto en la mañana, avisándome
de su ausencia, tenía cita con su oftalmólogo, ya que su madre le
había insistido en mandarse a hacer unos lentes de contacto y
desechar sus gafas. Sería un mundo extraño el verlo sin ellas. Bien por
él.

La escuela se sentía peculiarmente diferente mientras caminaba


hacia mi casillero. Había más murmullos y chismorreos que lo
habitual. La primera hipótesis que maquiné fue que el alboroto se
trataba sobre la reconciliación entre Ryan y Kate, era lo más evidente,
ya que no se me ocurría algún otro hecho escandaloso reciente.

Brangelina estaba de vuelta, eso era todo.

—¡Nina! ¡Nina! —Penny Lane jaloneó mi brazo antes de siquiera


poder encararla.

—Tienes que venir rápido a ver esto —Tessa se aferraba a su pecho


como si hubiese corrido desde el segundo piso.

—¿Qué es lo que ocurre? —le pregunté, mirándolas con ojos muy


abiertos, exasperada.

—Míralo por ti misma.

Seguimos —siguieron, arrastrándome con ellas— a la multitud por


el pasillo Este. Cerca de las aulas del Club de Arte, se amontonaba un
considerablemente alto número de personas que presenciaban un
discurso que un chico que no podía ver muy bien se encontraba
dando.

—Ayer Blogger Girl nos dejó una reflexión que creo todos leímos y
analizamos —decía el chico desconocido, quien hablaba con ayuda de
un megáfono—. Porque el quien diga que no la lee, aunque sea en
secreto lo hace. Es inevitable. Ella es la principal voz de las personas
de esta escuela, de todas ellas, no hablo sólo de los rezagados, sino de
los del Trono también.

Oh Dios mío.

—Quien quiera que sea, le agradecemos por intentar hacer cambiar a


la sociedad de ahora, retorcer las limitaciones que hoy en día tenemos
y que necesitamos reconocer. Anoche, ella nos habló del no
aceptarnos como somos y de no defender nuestras opiniones, es por
eso que yo, junto con el resto del Club de Arte y las personas que se
quieran unir a la causa, comenzamos esta iniciativa.

<<Sherman High necesita convertirse en un lugar donde todos


contemos por igual, que todos nos aceptemos, paso por paso si es
necesario, pero que al final logremos hacerlo. Y sé que muchos tienen
miedo, el miedo sólo se extingue si te enfrentas a él. Nuestro primer
paso es la aceptación, el mural que ven a mi espalda estará disponible
a toda hora para todo el que quiera desahogarse, una frase, una
confesión, pueden escribir lo que sea ahí, esa es la idea principal.
Puede ser tanto anónimo como público, es su decisión, lo que importa
es que seamos lo suficientemente valientes y dejemos hablar a nuestro
verdadero yo.

—Blogger Girl hizo colisión masiva con esa entrada, a mi parecer —


comentó una de mis amigas, anonadada.

—Sí, vaya que sí… —Apenas pude decir palabra, la escuela nunca
había respondido de esta manera a una entrada de BG. Nunca se
había tornado tan viral hasta tal extremo.

—¿Quién es el Chico Discurso? —preguntó la otra, poniéndose de


puntillas, sin alcanzar a ver algo.

—Creo que es Archie Algo —Tessa me codeó en la costilla, al lograr


verlo cuando el alumnado se dispersó—, está en mi clase de Arte
Avanzado, es asistente del Profesor Samberg, escuché que va directo
al Instituto de Arte de Chicago.

Archie Algo salió de entre la gente que le sonreía con aprobación. Él


les sonreía de vuelta, tímidamente, totalmente alternativo al chico que
acababa de dar un inspirador discurso. Su liso cabello rubio le caía
sobre sus ojos verdes, no como los de Ryan, sino más oscuros. El
suéter azul manchado de pintura se ceñía sobre su delgado, aunque
no tan delgado cuerpo, y caminaba con cierto aire pretencioso. No era
un atleta como Ryan, era un artista de pies a cabeza.

—Y yo creo que hemos encontrado a la persona perfecta para


terminar la primera fase de nuestra misión, querida Greenlaw.

Yo estaba más alucinada por la iniciativa que por el chico en sí.


La campana sonó, haciéndome pegar un salto y salirme de mi
ensimismamiento. Archie Algo pasó junto a nosotras y nos sonrió. No
como la sonrisa de Ryan, sino de medio lado. Mi corazón no latió
frenético como cuando veía a Ryan, sino que permaneció tranquilo.

Me permití pensar en que el mural no era una mala idea, después de


darle vueltas al asunto muchas veces. Sería una buena manera de
comenzar, tenerlo incitaría a lograr algún cambio visible entre el
orden natural-escolar. Quizá no demasiado pronto, pero sí se podría
conseguir una participación considerable.

No iba a negar tampoco que estaba feliz de que Blogger Girl fuese
una figura lo suficientemente influenciable como para motivar al Club
de Arte a llevar a cabo la iniciativa.

Las chicas se despidieron, y los pasillos se fueron vaciando al tiempo


en que la gente entraba a las aulas. Debido a los acontecimientos —y a
Penny y Tessa—, ahora me encontraba lejos de donde sería la clase de
Literatura Avanzada. Llegaría tarde si no me apresuraba.

Caminé rápido entre esos alumnos que nunca tienen prisa por
aprender, percatándome de que el Club de Arte se había molestado
en colocar pósteres en las paredes acerca de la nueva iniciativa
llamada “BG dice: ¡Habla por ti!”.

En un segundo, estando entretenida en leer más de cerca uno de los


pósteres, sentí la mano de alguien jalándome con increíble rapidez
hacia las escaleras de emergencia. La pesada puerta se cerró a
nuestras espaldas, oscureciendo mi visión. Quise gritar, pero la
misma mano tapó suavemente mi boca. No sabía quién era, ni qué
quería, pero sabía que sin duda comenzaba a hiperventilar, el corazón
me golpeteaba los oídos, mi pecho subía y bajaba sin control. Un
ataque de ansiedad en proceso. Y estaba muy oscuro para ver a dónde
ir.

—Hey, soy yo, soy sólo yo.

Esa. Voz.

—¿Ryan? —dije sin aliento.

—Sí, Ryan —respondió, risueño.


Entonces pude verlo, cuando mi vista se acostumbró, pude verlo
frente a mí. Recién afeitado, sus ojos brillando en la oscuridad, su
sonrisa avergonzada. No necesité aire, cerrar los ojos con fuerza o
contar hasta veinte para calmar el ataque de ansiedad. Simplemente le
sostuve la mirada, y mi respiración comenzó a calmarse
gradualmente.

—¿Qué…? —Tomé una boconada de aire antes de seguir—. ¿Qué


estás haciendo? —le pregunté, dando un paso atrás al hallar más
espacio lejos de él.

Esto no me agradaba.

—Siento haberte asustado, no era mi intención —se disculpó


primero, encogiéndose de hombros—, pensé que este sería el
momento adecuado para poder hablar contigo.

Tragué saliva con fuerza, controlando los latidos de mi corazón.

—Lle-llegaré tarde a clases… —Lo esquivé y me dispuse salir de ese


lugar cuanto antes.

—Por favor, espera —Él no lo demandó, sólo lo pidió. No hizo falta


demandarlo, porque enseguida me detuve antes de tocar el picaporte
de la puerta—. Quería disculparme contigo.

Di media vuelta, decidiendo escuchar sus palabras.

Tenía tantas cosas de qué disculparse.

Sin embargo, sabía por qué iba hacerlo.

—Iba a disculparme en el partido del viernes, pero no logré


encontrarte en todo el campo —continuó, hundiendo las manos en los
bolsillos de su chaqueta de los Guepardos—. Adam me contó lo que
ocurrió con las chicas.

—Ryan —resoplé—, no tienes que discul…

—No, sí tengo que hacerlo —me cortó, disgustado. No por mí, por
ellas—, no debieron mandarte esa nota, ni humillarte como lo
hicieron, fue una estupidez y estuvo mal en todos los sentidos.

Bajé la cabeza, intimidada, sonrojada, inquieta. Todo a la vez.


—Tú no te merecías eso, debiste decírmelo, Nina —lo dijo de tal
forma que me hizo alzar la vista hacia él—. ¿Por eso estabas
evitándome?

—Sí, es que no me gusta ser el centro de atención —le confesé,


esforzándome en evitar que mis mejillas me delataran—, y Kate
estaba convirtiéndome en él.

—Lo sé —Sus labios se fruncieron—, eso no quiere decir que tenías


que dejarla, debiste decírmelo en el momento en que ocurrió, yo
podía hablar con ella al respecto.

Era tan diferente cómo él se expresaba con Blogger Girl y cómo se


expresaba conmigo. Con BG no tenía que elegir sus palabras, las decía
sin guardarse nada, en cambio, conmigo, podía notar que cuidaba
cada frase y se abstenía a decir algo de lo que pudiese arrepentirse
luego.

Conmigo, estaba todavía escondiéndose tras su chaqueta.

—Eso habría empeorado las cosas, ¿no lo crees? —Le hice saber.

—La próxima vez, dímelo, ¿de acuerdo? —Colocó sus manos en mis
hombros y sonrió un poco—. No te lo calles, sin importar nada.

No te lo diré, ya que no habrá próxima vez.

—Lo tendré en cuenta —Debía salir de ahí pronto, su fija mirada


estaba comenzando a opacar las reglas impuestas.

—Tampoco vuelvas a evitarme de esa manera —me reprochó,


aunque con una pizca de diversión en su voz—, en verdad pensé que
había hecho algo malo y por eso dejaste de hablar conmigo.

Sentí cómo el pecho se me hundía con sus palabras.

—Tengo que irme a clase de Literatura —dije, prácticamente


empujándolo, abriéndome paso hacia la salida—. Y deja de
preocuparte, ya todo está resuelto.

—Nina —llamó, esta vez usando su brazo para detenerme—. Si todo


está resuelto, entonces por qué siento que sigues evitándome.
—Porque aun así, Ryan, no podemos ser amigos —Me solté de su
agarre, dedicándole una breve mirada.

—¿Por qué no? —Él frunció el ceño, confundido—. ¿Pasó algo más
de lo que deba enterarme?

Negué con la cabeza.

—Es… complicado —Fue lo último que le dije.

Salí de ahí antes de que pudiera detenerme de nuevo.


Capítulo 14
Archibald Finnigan, así se llama en realidad Archie Algo. Vivió en
Ohio hasta los cinco, luego su padre fue ascendido de puesto en su
trabajo y tuvieron que mudarse aquí. No tiene hermanos. Su pasión
es el arte y las novelas clásicas. Gabriel García Márquez, Jane Austen,
Shakespeare son algunos de sus autores favoritos. Está
completamente soltero, aunque sí ha tenido varias novias en el
pasado. De cerca, sus ojos son aún más lindos.

Esto es lo que Tessa logró averiguar entre el primer periodo y la


hora del almuerzo.

Todavía no les había informado a ninguna acerca de la conversación


con Ryan, sobre todo porque enseguida que lograron encontrarme,
comenzaron a bombardearme con esos “datos de gran interés
personal”. Se les veía igual de entusiasmadas que cuando recibí el
primer e-mail de Ryan.

La cosa es que yo no tanto.

—Un detalle más… —Tessa estaba por finalizar el reporte de su


profunda investigación de Arte Avanzado—. Lo he invitado a
sentarse con nosotras a almorzar. Y ha aceptado.

—¿Qué? —Penny Lane y yo expresamos al unísono, sorprendidas de


diferente manera, pero sorprendidas.

—¿Qué de qué? —Nos miró a ambas, enarcando una ceja—. Es una


excelente forma de interactuar, les digo que es perfecto para ti, Nina,
le gusta ayudar a las personas, es divertido, tienen autores en común,
está totalmente fuera de los rangos populares. Estoy segura de que te
agradará. Tessa Greenlaw lo sella y lo aprueba.

Me encogí de hombros, dándole el beneficio de la duda.


—No sé por qué el alboroto —añadió, relajándose en su silla
mientras se preparaba para comerse el plato de espagueti con
albóndigas. Su comida favorita de la cafetería—. Es sólo un almuerzo.

—Sí, tienes razón —Penny Lane se rio, con un toque de histeria.

Aunque la actitud de Penn me pareció un poco sospechosa, lo olvidé


con rapidez y me concentré en el hecho de que mi amiga en verdad se
había atrevido a invitar a un chico totalmente extraño, lindo, fan de
Jane Austen, reciente activista social y con “un don artístico”, a
almorzar junto con nosotras. De repente me sentí aterrada, no estaba
lista para eso de arreglar citas y conocer chicos nuevos. Había sido
una mala idea desde el principio. Un momento de debilidad, por estar
molesta, debido a Ryan, había aceptado tan absurda propuesta. No
quería conocer a nadie más. En serio que no quería conocer a Archie.

Tal vez era mi subconsciente tratando de impedir dejar atrás a Ryan.


Tal vez no. Pero en el momento en el que vi a Archie acercarse a
nuestra mesa, tuve un profundo mal presentimiento, una retorcida
sensación en el estómago.

—Hola, Tessa —saludó sonriente, estando finalmente cerca.

—¿Qué tal, Archie? Vamos, siéntate —lo saludó de vuelta,


dedicándome una emocionada mirada furtiva.

Él tomó asiento en la silla frente a mí, sonriéndonos de medio lado,


tenía un pequeño mechón de su cabello salpicado de pintura roja y
sus manos parecían haber sido recién lavadas. Desde donde me
encontraba, olía a pintura fresca y a jabón de hierbabuena, el que sé
que ponen en los baños de profesores del segundo piso.

—Siento la tardanza, el Profesor Samberg hizo que me quedara a


terminar un cuadro pendiente —explicó, dándole un largo sorbo a su
jugo de arándano.

—Descuida, no es tan tarde tampoco —le dijo Tessa—. Bueno, como


ya te mencioné antes, estas son mis muy peculiares mejores amigas —
Nos señaló con la mirada—. Penny Lane Fisher.

—Penny Lane, la Chica Beatle de cabello genial —Le estrechó la


mano.
—Archie, el Chico Discurso con excelente gusto en cabellos —Ella le
sonrió, encantada del halago. Como siempre.

—Y esta de acá es Nina Landfield.

Nuestros ojos se encontraron directamente por segunda vez en el


día. Mi normal reacción corporal, mental y sentimental ante su
mirada, me hizo calmarme por completo, apagar la alarma roja de mi
cerebro que percibía posible peligro.

Siendo honesta, estaba decepcionada de mí misma, ya que la única


explicación para justificarme… Era que lamentablemente me había
convertido en una masoquista sin remedio.

—Mucho gusto, Nina —Extendió su mano hacia mí, sin apartar la


mirada, ni borrar su media sonrisa.

Esperé alguna descarga eléctrica en cuanto la estreché… pero no


pasó nada.

—Igual —respondí, devolviéndole la sonrisa, por cortesía.

—Casualmente hablábamos del Mural, de que es bastante


admirable lo que se han propuesto hacer. Lo consideramos una idea
genuina —terció Tessa, utilizando su voz de “Ya saben que tienen que
seguirme la corriente”.

Decidí que necesitaba tratar más fuerte, llegar a conocerlo mejor,


llegar a sentir algo que me hiciera pensar que valía la pena seguir
llevando a cabo la pobre, hasta ahora, idea de mis amigas. Necesitaba
tratar más fuerte de desplazar a Ryan a un lugar donde no me
afectara cómo aún me afectaba en sí, todo de él.

Decidí que le seguiría la corriente a Tessa.

—No todo el mundo en esta escuela es capaz de atreverse a hablar


más alto que los demás, de dar un grito positivo lo suficientemente
fuerte para despertar a al menos un gran grupo de personas —
comenté con sinceridad.

Se volvió hacia mí, y me di cuenta que estaba comenzando a


ruborizarse.
—El crédito de esto no es mío para aceptarlo —admitió,
encogiéndose de hombros—, yo sólo fui el quien sugirió la idea del
Mural, la iniciativa fue principalmente idea de Blogger Girl, ella es la
del grito positivo masivo.

Estuve a punto de sonreír a eso, pero me contuve, ya que entonces


las chicas se volverían locas. Sólo se sentía agradable escuchar ese
tipo de comentarios acerca de Blogger Girl, viniendo de una persona
como él.

—Quizá Blogger Girl sea la del grito masivo, pero el eco lo has
creado tú junto el Club de Arte —añadió Tessa, tomando una
servilleta para limpiarse la boca llena de salsa boloñesa. Era la única
en la mesa que comía mientras hablaba.

—Pues, yo estoy segura de que si Blogger Girl estuviera aquí, te


agradecería tu ayuda, ¿cierto, chicas? —intervino Penny Lane, de
manera tan casual que casi reí.

Porque tenía razón. Estaba agradecida con el Club de Arte, y con


Archie, por no privarse y ofrecer su ayuda sin claramente esperar
crédito alguno a cambio. Me gustaba que no tuviera miedo de
expresarse libremente hacia un público abierto. No le tenía miedo a la
popularidad, y tampoco la quería, no sé cómo, pero sabía que a pesar
de exponerse públicamente, no la deseaba.

—Cierto —concordé, siendo irónicamente la única en responder—.


Te aseguro que lo haría.

Sentí dos conocidos pares de ojos clavándose en mi cabeza y a


Archie dedicándome una tímida sonrisa de agradecimiento. Cada vez
más ruborizado.

Al parecer teníamos ese mismo problema.

—Simplemente pongo un pedacito de mi parte, así como todos


deberíamos.

—La verdad es que es cuestión de cada quien sentirse alentado a


hacerlo —opiné—. El Mural es un buen comienzo.

—Sí, así es cómo lo veo —Ensanchó su sonrisa.


Seguimos hablando durante lo que quedaba del almuerzo, hasta me
sorprendió lo tanto que hablamos, nunca había conversado tanto con
una persona que no fueran mis padres, o Duckie, o Tessa, o Penny
Lane, pero él se propuso a sacarme conversación acerca de cualquier
cosa, sobre todo arte, música y literatura. Resulta que tiene un toca
discos de vinil, cosa que yo no tengo, lo cual es irónico, dada mi
cantidad de discos en casa. Resulta que conoce a un coleccionista que
tiene una edición bastante antigua de Orgullo y Prejuicio. Resulta que
él fue el quién pintó el lindo retrato de Jane Austen que adorna el aula
de Literatura Avanzada. Resulta que luego de que la hora del
almuerzo se diera por terminada, logró alcanzarme en el pasillo y me
preguntó si quería acompañarlo después de clases, a revisar el Mural
y ver cómo había ido el día.

Pero tuve que rechazar la oferta, porque le había prometido a mamá


que la ayudaría en la tienda, tenía muchos pedidos pendientes, era el
día libre de Jackie (la ayudante) y necesitaba a alguien en la caja
registradora y en las mesas. Una parte de mí se decepcionó un poco al
rechazarlo.

Tiempo después, caí en cuenta de que inconscientemente el plan de


las chicas quizá no estaba siendo totalmente pobre.

***

—Necesito que ahora mismo alguien comience a cantar “Tessa es la


mejor, Tessa es la mejor. Ella tenía razón, ella tenía razón”. —canturreó
ella, mirándome por el retrovisor del cacharro, haciendo un gracioso
baile de hombros mientras conducía hacia la tienda de mamá.

De nuevo, se auto invitaron a ser Segunda y Tercera ayuda en la caja


registradora de la tienda. No pude decirles no.

Penn y yo nos reímos de su canción.

—Por un momento se olvidaron que había dos personas más en la


mesa —comentó Penny Lane desde el asiento del copiloto—. En serio,
Nina, no sabía que hablaras tanto.

—Tessa es la mejor, ella tenía razón, Ryan lo estropeó y Archie te flechó…


—Siguió canturreando, sin parar de hacer sus hombros bailar.
—Todavía no puedo creer que hayas tenido que rechazar su oferta
—Penn intentaba hablar sobre el canturreo—. Se ve que es un chico
genial, puede que hasta un poco mejor que Ryan.

Ryan. Con su nombre recordé la incómoda conversación en las


escaleras de emergencia, conversación que no les había contado a
ninguna de las dos. El remordimiento se instaló al instante, era algo
que no podía olvidar mencionar.

—Genial es darle poco crédito, amiga —Tessa dejó de cantar, aunque


siguió haciendo sus hombros bailar mientras se detenía en un
semáforo—. Incluso su nombre es mejor que el de Ryan. Archibald,
como un príncipe o algo así, ¿no hay príncipe llamado Archibald?
Googléalo por mí, estoy segura de que lo hay.

—No te pases, Greenlaw —Ella se echó a reír—. Sé que te sientes


realizada y todo eso, pero genial es un término adecuado, Archie es
genial. Punto.

—¿En verdad discutirán acerca de si el término para definir a Archie


es “genial” o no? —intervine, divertida.

—Sí, porque Penny Lane no sabe apreciar a un talento andante como


lo es él, y no terminaré la discusión hasta que lo entienda. Punto —
opinó, poniendo en marcha el auto al escuchar las bocinas de los
autos detrás apresurarla.

—Ryan también es un talento andante —comentó Penn—. Es el


mariscal de campo estelar, ¿recuerdas?

Tessa bufó.

—¿Desde cuándo estás de nuevo en el Team Ryan?

—No es a lo que me refiero.

—Chicas… —Traté de detenerlas, sin mucho éxito obviamente. Esta


discusión parecía estar saliéndose de control.

—Sólo digo que ambos tienen sus cosas malas y buenas —Se encogió
de hombros—. De todos modos, Nina es la que decide al final con
quién quiere quedarse.
—Bien, bien, demos esta discusión por terminada. No porque la
terminaste tú, sino porque no puedo discutir y conducir al mismo
tiempo sin que algún objeto inanimado salga herido —añadió Tessa,
acercando su mano al reproductor para colocar música.

Suspiré de alivio. Me era incómodo hablar de este tema, sobre todo


sin haberles dicho lo de Ryan. Estaba esperando el momento
adecuado. Y claramente no era este.

—Tengo que confesar algo —les dije, ya estando en la tienda de


mamá, sentadas tras el mostrador, la tienda no estaba tan llena como
de costumbre, así que no había mucho trabajo qué hacer más que
esperar a que clientes entraran y limpiar las mesas de los que se iban.

Ellas se volvieron hacia mí, mirándome con recelo.

—Por tu rostro, es algo que no nos gustará —Tessa enarcó una ceja,
sin abandonar esa mirada intimidante.

—He hablado con Ryan hoy —solté, sintiendo que me quitaba una
bola de bolos, una ancla y unas cuantas pesas de 5 kilos de encima—.
Fue por un momento, él quería disculparse por Kate.

No se inmutaron de momento, simplemente se quedaron


observándome, ambas con diferentes reacciones, lo cual me extrañó
bastante. Ya estuviesen gritándome.

—Gracias a Dios que fuiste la primera en mencionarlo —Penny Lane


suspiro de alivio, llevándose una mano al pecho.

—¿Qué? ¿Tú sabías? —preguntamos Tessa y yo al unísono.

—Yo estaba con Adam mientras ustedes hablaban en las escaleras de


emergencia —nos explicó, mordiéndose el labio—. En mi defensa,
también fui arrastrada hasta ahí.

—Vaya —airó nuestra amiga, sorprendida supongo que las dos le


ocultáramos cosas.

—¿Por qué Adam te arrastró hasta allí? —pregunté, ahora curiosa.

Su rostro se tornó casi del mismo color de su cabello.


—Bueno… quería invitarme a salir —murmuró, bajando la cabeza
con timidez.

Hubo un perturbador silencio prolongado, haciéndome sentir


preocupada de que quizá Tessa se había quedado —literalmente— sin
palabras.

—¡Penny Lane Fisher! —Saltó Tessa de golpe, viéndose incrédula—.


¡¿Y no se te ocurrió decirnos ese pequeño-gran detalle antes?!

—¿Qué sucede? —Mamá (llena de harina), asomó su cabeza por la


puerta de la cocina, asustada—. Escuché gritos.

—Todo excelente, Señora Landfield —le aseguró Penny, subiendo


los dos pulgares.

Ella simplemente asintió lentamente y volvió dentro a terminar su


trabajo.

Yo aún no sabía qué decir al respecto, no tenía derecho a estar


sorprendida como Tessa, ya que ambas le ocultamos cosas, pero sí
que estaba sorprendida, de una buena manera, claro. No pude evitar
sentir una pizca de envidia, en lo más profundo de mi subconsciente,
porque Adam era lo suficientemente valiente para invitarla a salir, sin
importarle nada más. Y Ryan aún se encontraba con Kate, por miedo
a todo.

Penny se merecía totalmente a alguien como Adam.

—Supongo que dijiste que sí —inquirió Tessa, más calmada que


antes.

—¡Claro que sí! —expresó Penn, sonriendo—. Dijo que iríamos a


dónde yo quisiera, cuándo yo quisiera, ya que él apesta escogiendo
lugares para una cita.

Reímos. Reímos mucho esa tarde, porque estábamos felices por


Penny Lane, ella estaba feliz por ella. Por ese momento se me
olvidaron los problemas que orbitaban en mi cabeza. Sólo podía
pensar en Adam y Penny, juntos y felices en una cita.

Y que en algún día sería yo quien estuviese celebrando una noticia


similar.
Capítulo 15
Era otro día habitual en Sherman, aunque no se sintiese como tal. No
me había detenido a pensarlo, pero desde hacía tiempo los días no se
sentían habituales, aun haciendo nuestra rutina diaria, Penny Lane,
Tessa, Duckie y yo, caminando juntos por el pasillo principal, se
sentía de alguna manera diferente, no en el mal sentido. Era un
cambio agradable, como si el día fuese a sorprendernos en cualquier
momento.

Esperaba que sí.

—Mis gafas son parte de mí, de mi personalidad —le explicó Duckie


a las chicas—. Aún no puedo creer que mamá esté obligándome a
deshacerme de ellas.

—Pensé que estarías feliz de usar lentes de contacto —comenté


extrañada.

—¿Cómo crees? Estas gafas me han acompañado en las buenas y en


las malas, es como deshacerme de un viejo mejor amigo —suspiró con
dramatismo, quitándose las gafas para limpiarlas.

—Nina, entiende que tenemos un amigo fuera de lo ordinario —se


rio Penny Lane, estando de buen humor por obvias razones.

Ella todavía no había decidido a dónde ir en su cita con Adam,


estuvimos sugiriéndole lugares o actividades que podían hacer
juntos; ir a cenar, ver una película, ir a los bolos, a la pista de patinaje,
al karaoke, entre otras cosas que no estaba segura de cuál escoger.
Nos rendimos a las dos horas, habíamos estado hablando vía Skype
hasta las tres de la mañana.
—Bueno, dejemos de hablar de mis gafas, quiero ver ese tan famoso
Mural antes de que suene la campana, no creo que la curiosidad me
deje vivir más tiempo, este gato puede que muera antes del primer
período —nos dijo Duckie, aferrándose a los ajustadores de su
mochila, igual de emocionado que cuando se lo conté ayer por la
noche.

Él estaba conversando con papá cuando mamá y yo llegamos a casa.


La inesperada visita se debía a que quería saber qué había ocurrido en
su ausencia. Esta vez puse todo mi esfuerzo en no comentarle sobre
Ryan o Archie, me sentía muy cansada como para presenciar un
Momento de Ira en contra de ambos, así que solamente le hablé del
Mural y de la Iniciativa. Al final, sólo se enojó con su madre, por
haberlo hecho faltar a un día importante.

Tenía la ligera esperanza de encontrarme con Archie de nuevo,


compensar su amabilidad y quizá reconsiderar su oferta. Viendo la
felicidad de Penny Lane, me convencí de que necesitaba eso también,
intentarlo no iba a quitarme nada excepto a Ryan de mis
pensamientos. Permanentemente, si corría con suerte.

Pasamos de largo mi casillero, decidiendo complacer el capricho de


Duckie.

La sección del Mural se encontraba llena de personas, una tras otra,


esperaban su turno para poder escribir en él. Era impresionante la
cantidad de gente que se concentraba alrededor. No pude evitar
sonreír. A todos ellos los impulsaban positivamente las palabras de Blogger
Girl.

—Esto es brillante —expresó Duckie, maravillado, sacudiéndome el


brazo eufóricamente—. Nina… esto es… estupendo. Oh Dios.

—No piensas tener un orgasmo justo aquí, ¿cierto? —comentó Tessa,


mirándolo con una ceja enarcada.

Penny se echó a reír. Hoy se reía por todo.

—¡Ew! ¡No! ¡Esa palabra, Tessa! —Él se estremeció, haciendo una


exagerada mueca de asco. Cabe puntualizar que Duckie siempre
había sido sensible a ese tipo de “palabras sexuales explícitas”,
prefiere las connotaciones.
—Pues me parecía —Ella se unió a las risas de nuestra amiga.

—En vez de estar bromeando, deberíamos acercarnos más, esto


merece ser visto de cerca —sugirió, jalándome del brazo que no había
soltado—. De todos modos, eres tú quien tiene que leerlos.

En un punto mis pies dejaron de moverse, se quedaron pegados en


el suelo mientras mi corazón comenzaba a martillarme la costilla.
Visualicé a Archie entre el alumnado, a unos cortos metros. Pero no
fue él la razón de tan brusca reacción de mi parte, sino la persona con
quien hablaba. El número 9 en su chaqueta. Su cabello castaño
despreocupadamente peinado. Su nariz, que de perfil se veía
respingada, aunque no lo fuese en realidad.

Sólo con su presencia, con estar ahí parado… Ryan arruinaba todos
y cada uno de mis planes.

Quise salir corriendo, huir de ahí, antes de que…

—¡Eh! ¡Chicas!

Antes de que alguno de los dos nos lograra ver.

—¿Por qué un chico desconocido nos está saludando ahora mismo?


—me susurró Duckie al oído, confundido—. ¿Acaso hay algo que se
te olvidó mencionar?

No contesté a eso, tenía mis propias preguntas: 1) ¿Por qué Ryan


hablaba con Archie? O 2) ¿Por qué Archie hablaba con Ryan?

—Esto es raaaaro —Escuché que Penny Lane susurró a mis espaldas


mientras nos acercábamos a ellos. Sin más remedio.

Esperaba que no hubiese contacto visual entre nosotros, sabía que si


sus ojos se encontraban con los míos, no iba a poder ocultarme por
mucho tiempo.

En cuanto Ryan se percató de que las personas que saludaba Archie


éramos nosotras, su mirada se detuvo en la mía, vacilando por un
momento, sin saber qué hacer exactamente. Ninguno de los dos sabía
qué hacer exactamente. La forma abrupta en que finalizamos —
finalicé— nuestra conversación en las escaleras de emergencia, no
dejó en claro cómo debíamos tratarnos en esta clase de momentos.
—Hola —saludé, al mismo tiempo que él.

Las comisuras de sus labios se elevaron en una pequeña, cohibida


sonrisa.

Me atreví a desviar la mirada primero, sintiendo un nudo en mi


garganta comenzar a formarse. Estaba tan frustrada conmigo misma
que tenía ganas de echarme a llorar.

Todo de él. Todo de él seguía afectándome.

—Hola, Nina —Me obligué a volverme hacia Archie, quien me


sonreía ampliamente.

De repente, antes de poder contestarle, Duckie se abrió paso a


empujones entre Tessa y yo, casi desesperadamente.

—Creo que no nos han presentado como debe ser —dijo él,
extendiéndole la mano—. Spike Dale, mejor—mejor amigo de las
chicas.

—Archibald Finnigan —le respondió, aceptando el apretón de mano,


encogiéndose de hombros ante la extraña actitud de Duckie—. Nuevo
amigo de las chicas.

—Ryan —lo saludó Spike, con un cortés asentimiento de cabeza en


su dirección.

—Spike —Él le devolvió el asentimiento, luciendo ligeramente


divertido.

—Es raro verte por aquí, Mariscal —opinó Tessa, mirándolo con
recelo.

La palabra “Mariscal” al parecer le afectó de alguna forma, ya que su


rostro cayó de manera notable y se removió incómodo en su lugar,
haciendo que mi estómago se retorciera.

—Oh, estábamos llegando a un acuerdo —intervino Archie—. A


algunos del equipo de fútbol les pareció gracioso usar el Mural para
escribir obscenidades. Ryan se está responsabilizando por ello.
—Hablaré con ellos, me aseguraré de que no vuelva a ocurrir —
inquirió él, adoptando su expresión seria, la misma de cuando estaba
disculpándose por Kate.

Últimamente se disculpaba mucho por lo demás.

Nunca había sentido tanto alivio de escuchar la campana sonar


como en ese instante. Solté todo el tenso aire que tenía acaparado en
los pulmones desde hacía minutos. Las personas a nuestro alrededor
comenzaron a dispersarse, decepcionados de no haber tenido tiempo
para escribir. Pero Ryan no se movió de mi lado.

No sabía por qué me lo estaba haciendo difícil.

—Tengo que ir a clase de Carpintería —anunció Archie, mirando el


reloj de su celular para luego alzar la vista hacia mí—. Pasaré la hora
del almuerzo en el estudio de arte, estoy trabajando en una pieza
nueva. Me preguntaba si querrías pasarte, podríamos almorzar
juntos.

Sentí la profunda respiración de Duckie, igual que la de un toro, en


mi oído izquierdo, el dedo de Tessa pinchándome la espalda,
obligándome a contestar la pregunta rápido, y noté que Penny Lane le
lanzó una mirada furtiva a Ryan, cosa que estaba esforzándome a no
hacer debido a ninguna circunstancia.

Toda la situación era demasiado abrumadora e incómoda para mí.

—Claro… —respondí, robóticamente. Las manos me sudaban.

—Genial. Nos vemos entonces —Se acercó a despedirse con un


sorpresivo beso en la mejilla.

Archie estaba tan absorto acerca de tantas cosas. Su ingenuidad era


casi desconcertante.

Inconscientemente, mis ojos se toparon con los de Ryan,


encontrándome algo diferente en ellos. No me dio tiempo de descifrar
lo que era, porque entonces fue su turno de cortar el contacto visual.

—Yo también debería irme —habló entonces, metiéndose las manos


en los bolsillos de su chaqueta, alzando la cabeza bruscamente y
dedicándonos una sonrisa forzada—. Nos veremos por ahí, chicos.
—Adiós —Fui la única en despedirlo.

Sin realmente mirar a nadie, caminó lejos.

—No sé si preguntar qué es lo que acaba de ocurrir.

Nada bueno, Duckie, nada bueno.

***

Se suponía que el día debía sorprenderme de buena manera, pero


estaba pasando todo lo contrario a eso.

Como era de esperarse, Duckie se enfureció luego de que le


contáramos quién era realmente Archie y la razón de nuestra nueva
amistad. Salió disparado a su clase de Computación sin dejarme
decirle más. Se veía genuinamente enojado.

La hora del almuerzo se acercaba cada vez más. Aunque todo en lo


que podía pensar era en Ryan. Su última mirada me había dejado con
un sentimiento extraño en la boca del estómago y una profunda
curiosidad por saber más al respecto.

Después de tanto molestar mis pensamientos, me odié a mí misma


por seguir pensando en él, aun sabiendo que tenía un encuentro con
Archie en menos de diez minutos.

—No te preocupes —comentó Penny Lane, al salir de nuestra clase


de Química—. Duckie lo superará, ya sabes cómo es él.

—Cierto, sólo está atravesando uno de sus Momentos de Ira —


concordó Tessa, poniendo los ojos en blanco—. Apuesto a que se
aparece en tu casa en la tarde, vuelto a la normalidad.

—Tú simplemente ve a almorzar con Archie, sin remordimientos.

—No creo que esté “sólo atravesando uno de sus Momento de Ira”
—dije sinceramente—. Se le veía bastante enojado, chicas.

—Puedes hablar con él después de clases si deseas —instó la


morena—. Ahora mismo, alguien muy atractivo te espera en el
estudio de arte para almorzar contigo, a solas.
Ryan actuaba extraño, Duckie parecía que en serio no quisiera hablar
conmigo en absoluto, no había prestado nada de atención a la clase de
Química, y sentía que el día no terminaba conmigo aún.

El almuerzo con Archie no sonaba tan prometedor como quisiera.

Sin embargo, me esforcé en darle una oportunidad y no desilusionar


a nadie, así que di la mejor sonrisa que pude, sorprendida en
conseguir engañarlas siquiera.

—Bien —Asentí con la cabeza, luciendo decidida-no-tanto-


realmente.

—Bien —repitió Tessa, arreglándome los mechones rebeldes que


sobresalían de mi cola de caballo—, me dijo que llevaría suficiente
comida para ambos, así que no te preocupes.

—Bien —Volví a asentir con la cabeza.

—Bien —intervino Penn—, dejemos de decir bien, comencemos a


decir vamos.

—Estaremos en la cafetería si nos necesitas.

—Que esperemos, no nos necesites —Sonrió la de cabello rosa,


apretándome el hombro de manera reconfortante. Por alguna razón,
sentía que sabía que no me encontraba del todo dispuesta.

Me despedí de ellas, mientras respiraba hondo y me encaminaba


hacia el estudio de arte.

El estudio quedaba debajo de las graderías del gimnasio, antes era


un depósito para los implementos deportivos, después, fue la oficina
temporal del entrenador del equipo de Baloncesto, y finalmente,
decidieron dejarle el gran espacio al Profesor Samberg y a su arte.

Había estado allí antes con Tessa, era como entrar a un hermoso
mundo completamente genial. El olor a pintura, tinta y arcilla te
azotaba placenteramente al momento de entrar. No lograbas ver las
paredes, ya que la cantidad de cuadros colgados no te lo permitía, de
diferentes tamaños, temáticas y marcos. Las bonitas esculturas
realizadas por los mejores de la clase, se exhibían en una larga mesa.
Cinco trípodes de madera se encontraban en una esquina junto con
los galones de pintura, blocks, pinceles y creyones. Archie, en medio
de toda la magia, con su Atuendo de Hacer Arte, el que no le cabía
más manchas, frunciéndole el ceño a un cuadro en blanco,
concentrado en buscar inspiración. Tanto que no me vio parada junto
a la puerta.

—¿Qué tal? —lo saludé, haciéndolo dar un respingo.

—¡Jesús! —Se llevó una mano al pecho, dirigiendo su asustada


mirada a mí—. Lo siento, no te he escuchado entrar.

Sonreí un poco. Se veía gracioso asustado.

—Debí hacer más ruido —me disculpé, sin dejar de sonreír. No


estaba apestando hasta ahora.

—No, no, es sólo que estaba… realmente ido —Sonrió avergonzado.


Sus mejillas se llenaron de color—. Me alegra que hayas venido.

El ambiente a nuestro alrededor te hacía olvidar que detrás de esa


puerta de hierro, había cantidades de problemas irresueltos. Que
quizá un amigo quería dejar de serlo. Que quizá nunca superarás al
chico de tus sueños. Y que tu mejor amiga necesitaba escoger un lugar
para su primera cita con el chico de sus sueños.

Simplemente querías permanecer encerrado.

Aunque era el ambiente que me daba esa sensación, y no Archie, le


devolví la sonrisa, esta vez con mayor confianza y le dije:

—A mí me alegra estar aquí.

Porque lo hacía.
Capítulo 16
—¿Cuáles de estos son cuadros hechos por ti? —le pregunté,
mientras ambos comíamos nuestro almuerzo. Se había molestado en
pasar por la cafetería y pedirle a Giovanni, el cocinero, que le
preparara dos almuerzos para llevar: Filete de carne con puré de
papas y jugo de manzana.

Misteriosamente, mi plato favorito.

—Esos cinco en el medio —Señaló con su cabeza a la pared derecha,


teniendo las manos ocupadas en su plato—. La verdad he hecho más,
los tengo en mi casa, estos son los que el Profesor Samberg me ha
obligado a colgar. A veces se torna intenso, no tengo más remedio que
dárselos.

El primer cuadro en la hilera parecía ser de una pareja, con el fondo


pintado despreocupadamente de azul marino, estaba a lo lejos la
silueta de una chica garabateada en gris, pero a la vez, perfectamente
pincelada. El chico, estaba pintado de igual color, aunque una parte
de su cuerpo se desvanecía en pequeños corazones rojos que iban
hacia ella, como si una parte de él se fuera con la chica. Era simple,
romántico y melancólico, me hizo preguntarme qué lo inspiró a
pintarlo.

El siguiente estaba cargado de colores y estaba hecho a lo Van Gogh,


era un retrato de él mismo pintando un cuadro, todo lo demás era
borroso excepto su cuerpo junto con los materiales, reflejando
claramente la manera en que se siente mientras pinta: En otro lugar,
ajeno a su entorno.

Impresionante.
Los demás eran de arte abstracto. Si estuviesen colgados en una
Galería, a las personas nunca se les pasaría por su cabeza que el
responsable de tan hermosas pinturas era un chico de 17 años. Archie
tenía talento, sin duda.

—Vaya —expresé, volviéndome hacia él—. Son increíbles, en serio,


eres bueno.

—Gracias —Se encogió de hombros—. Deberías alguna vez venir a


mi casa y así ves los demás, tengo un lugar exclusivo para ellos.

Él no se percató de cómo eso había sonado exactamente, hasta que


notó mi sorprendido rostro y comenzó a sonrojarse.

Aclaró con fuerza la garganta. —Uh, Tessa me mencionó que te


gusta la escritura.

—¿Así como te mencionó que el puré de papas con filete era mi


plato favorito de la cafetería? —le pregunté, divertida.

La mirada de pánico que me dedicó lo delató por completo. Sus


mejillas pasaron de rosa a rojas en segundos.

—Bien, quizá Tessa me ayudó un poco con todo esto —rio histérico,
rascándose la parte trasera de la cabeza.

Tenía que admitir que encontraba a Archie un tanto adorable.

—Sí, mi padre es escritor —retomé, reprimiendo una sonrisa—, mi


madre pensaba que adoraría hornear como ella, y no digo que no lo
hago, pero se dio por vencida cuando cumplí doce años y papá me
obsequió un bloc de notas junto con una pluma que tenía desde la
Universidad, comencé a escribir en ella todos los días, no podía
dormir sino escribía cualquier cosa posible, incluso tuvo que
comprarme otra ya que gasté las hojas en menos de cuatro meses.
Desde entonces, ambos supieron que mi talento era por y para
escribir.

—Vaya, bueno, déjame confesarte que gracias a Dios sé pintar, ya


que apesto escribiendo. Lo intenté, fue catastrófico —dijo,
avergonzado—. Y, ¿te gusta escribir de alguna cosa en particular? ¿O
sólo te vas por lo primero que te haga sentir inspirada? Ya sabes,
¿cuál es tu estilo?
—Diría que lo primero que me haga sentir inspirada —contesté,
luego de pensarlo unos segundos—. No he definido mi estilo aún.

—Pienso que las cosas salen mejor cuando son improvisadas —


opinó—. Tenemos un muy claro ejemplo en Sherman, nadie puede
contradecirme en que Blogger Girl es una escritora grandiosa, y que
su fuerte es la improvisación. A veces pienso en ella como una artista,
los verdaderos artistas nunca fuerzan una pintura, es imposible, ellos
simplemente pintan lo que se imaginan en el momento. Añadiendo
que su filtro es el correcto, y la chica no parece temerle a nada.

Debía admitir que mi humilde ego se sintió alagado por sus


palabras, pero mi corazón se inquietó. Supuse que era sólo extraño
para mí mantener una conversación acerca de Blogger Girl con
alguien más que no fueran los chicos.

—Es imposible no temerle a nada —tercié, removiéndome en la


silla, deseando cambiar el tema pronto—. Ni siquiera un poco.

—No le veo el sentido a que alguien como ella le tema a cualquier


cosa —defendió su argumento—. En este punto BG podría lanzarse
como Presidenta Escolar y ganaría sin siquiera mostrar su cara.
Créeme, tengo amigos en el Club de Matemáticas que me lo
confirman.

Tomé otro bocado de puré de papas, con la esperanza de darle a


entender que deseaba hablar de otra cosa, que no tenía más nada qué
debatir. La conversación iba en un camino incómodo y desagradable,
en mi opinión.

—Te diré algo —dijo de repente, haciéndome mirarlo ya que había


arrastrado su silla más cerca—, y te lo diré porque siento que puedo
confiar en ti, y sé que no se lo dirás a nadie más.

Lo miré frunciendo el ceño, confundida e intrigada.

—Estamos planeando encontrarla —soltó entonces, disparando mi


pulso a una frenética carrera de palpitaciones.

Apreté fuertemente el plato que sostenía, como si eso fuese en


verdad a mantenerme en equilibrio. Tuve miedo de que me
descubriera en ese instante al ver lo pálida que me había tornado.
Comencé a contar hasta diez en mi mente.

—¿Quieren… encontrar a Blogger Girl? —pregunté, recobrando la


compostura admirablemente—. Así como… ¿Desvelarla?

—No, no —Sacudió la cabeza—, principalmente, queremos saber


quién es, la haremos salir a la luz pública sólo si ella lo quiere, pero
por ahora, queremos saber quién se esconde tras el computador. ¿No
crees que sea una idea estupenda? Sería un gigantesco paso para la
Iniciativa, el tener contacto directo con ella.

Y yo estaba a un paso de un ataque de ansiedad. Lo podía sentir en


los pulmones. Se quedaban sin aire con cada palabra que escuchaba
salir de él. El estómago me amenazaba con devolver el puré y el filete.

Pensé que terminaría colapsando en el suelo, pero antes de empezar


el ataque, la campana, anunciando el final del almuerzo, hizo que mis
pulmones se llenaran poco a poco, de alivio, y aire.

—Gracias por el almuerzo —Me levanté a tropezones, recogiendo


mis cosas de camino—, tengo que ir a clases. Nos vemos luego,
Archie.

—¡Nos vemos! —Lo escuché gritar tras de mí—. ¡Te llamaré luego!

Corrí al baño más cercano. Necesitaba un minuto para calmarme.

La incómoda conversación con Archie sobre Blogger Girl me siguió


desde las clases faltantes hasta la hora de salida.

Estaba aterrada. La mera posibilidad de que las personas estuvieran


peligrosamente cerca de saber la verdadera identidad de BG, me
descolocaba en todos los sentidos posibles. Necesitaba encontrarme
pronto con los chicos y contarles que quizá debíamos hacer algo al
respecto, quizá Duckie sabría qué hacer, era un experto en seguridad
virtual… Sólo necesitaba estar segura de que esto no se convertiría en
un problema grave.

Me dirigí al aparcamiento, pensando en la ironía de los


acontecimientos, en el estúpido destino que se estaba quedando sin
cartas de juego. Ya no sabía lo que quería de mí; ¿Qué le revelara mi
identidad a toda la escuela? ¿Qué dejara de esconderme? ¿Qué no
renunciara a Ryan? La principal razón de mis decisiones últimamente
había sido mantener a BG en un lugar seguro, había alejado a Ryan
debido a eso, había escuchado a Duckie debido a eso, había pasado
por tanto debido a eso. Ahora mis recientes decisiones se veían como
una pérdida de tiempo. Fuera hacia dónde me fuera…
desafortunadamente el riesgo siempre sería el mismo.

Le envié un mensaje de texto a mamá, avisándole que no tenía por


qué pasar por mí, ya que era posible que me fuese a casa de Tessa o
Penny Lane. Tenía ese leve presentimiento.

Esperé impaciente, viendo a las demás personas marcharse,


intentando inútilmente no sobre pensar nada todavía. Mi cabeza estaba
a punto de hacer erupción en una forma que no iba a gustarme.

Agradecí a Dios cuando logré ver una cara familiar, Duckie venía
saliendo hacia el aparcamiento, con la cabeza gacha como si no
quisiese ser visto. Era hora de hablar, su Momento de Ira ya debía
estar en el pasado, junto con los otros.

—¡Duckie! —Lo intercepté como pude, pero me sorprendí cuando


estuvo a punto de pasar sobre mí—. Tengo que hablar contigo sobre
algo importante.

Esperé a que me mirara. Sus ojos nunca lo hicieron.

—No puedo ahora —gruñó, sin levantar su cabeza—. Ni más tarde,


ni mañana, ni el día siguiente.

Di un paso atrás, estupefacta de la dureza en su voz.

—¿Qué? —musité, parpadeando repetidas veces—. Duckie, te he


dicho que lo siento, yo no quería…

—Sí, pero no te disculpo, Nina —Se atrevió a mirarme. En sus ojos


no había nada más que una mezcla de tristeza y resentimiento—.
Estoy bastante cansado de esto.

Me tomó unos segundos asimilar sus palabras, un nudo se instaló en


mi garganta. Sentí nauseas, unas terribles ganas de vomitar. Esto era
lo que faltaba, ésta era la última sorpresa del día.
—Fui lo más tolerante que pude cuando Ryan comenzó a colarse en
nuestras vidas, en serio intenté hacerte ver las cosas claras, de
competir contra él, pero entonces hay un Archie, un chico
supuestamente perfecto y con un don artístico que alaba a Blogger
Girl, ¿cómo se supone entonces que competiré con esos dos? No
puedo hacerlo, Nina, creo que es suficiente para Duckie. Antes tenía
por lo menos una pequeña esperanza de que te dignarías a mirarme
diferente algún día, ahora se acabó, no seguiré con esto.

—Pero… s-somos amigos, podemos… —titubeé, tragando saliva con


fuerza, aguantando las ganas de llorar.

—¡Yo no quiero ser tu amigo! ¡No así! —expresó, enojado—. ¡¿No lo


entiendes?! ¡Estoy cansado de ser sólo tu amigo!

Lo vi alejarse a zancadas. Las lágrimas se apresuraron a salir,


segundos después, eran incontrolables. Entendía su dolor, y eso me
hacía sentir peor y de alguna manera frustrada de no poder hacer
nada, de no saber cómo resolverlo todo. Esto no era un Momento de
Ira, era algo mucho más grande que eso… Era el posible fin de
nuestra amistad.

—¿Te encuentras bien? —Di un respingo al escuchar la voz de


Ryan a mi derecha—. ¿Qué fue todo eso?

Me volví hacia él, sin molestarme en secar las lágrimas, ni en


avergonzarme de que nos hubiera estado escuchando. No valía la
pena ya, no tenía fuerzas para eso.

Llevaba su bolso de práctica colgado en su hombro y una expresión


de preocupación que me hizo querer llorar aún más. Después de todo
lo ocurrido, seguía queriendo saber de mí. Sé preocupaba por mí.

—Nada, es… Spike, él… —La voz se me quebró, impidiéndome


seguir.

Al instante, sus brazos me jalaron suavemente a su cuerpo,


reconfortándome, sorpresivamente consolándome. De repente, no me
importó si la gente en el aparcamiento nos miraba, o si mi corazón
estuviera en riesgo de sufrir un paro cardíaco, sólo pensaba en los
latidos de su corazón contra mi oído, y en su mano acariciando mi
espalda con suavidad.
—¿Necesitas a alguien que te lleve a casa? —preguntó, sin apartarse
—. Estás muy alterada.

Entonces, ahí, llorando, rodeada por sus brazos, entendí al destino,


lo entendí a la perfección. No iba a correr más, ya que él quería a
Ryan en mi vida. Con riesgo o sin riesgo, lo quería.

—Sí —Asentí con la cabeza—. Por favor.

—Bien, vamos.

***

En los primeros minutos del viaje a casa, logré calmarme, ya no


hipaba, ni sollozaba, ni mi mente estaba echa un completo desastre, lo
que me llevó a razonar con mayor claridad acerca de mis recientes
acciones… Y asimilar que me encontraba en el auto de Ryan, con
Ryan.

—No insistiré a que me digas qué fue lo que sucedió hace un


momento —habló, tomándome fuera de guardia. No había dicho
nada desde que salimos—, pero supongo que fue bastante malo.

Me hundí en el asiento, comenzando a sentir el calor subir a mi


rostro.

—Es… —Comencé a decir.

—¿Complicado? —Giró un poco su cabeza hacia mí, sonriendo


levemente con complicidad—. Sí, he escuchado ese término antes.

Jugué nerviosamente con mis manos unos segundos, debatiendo si


debía terminar de dejarlo entrar. Por alguna razón, Ryan Hamilton
había intentado a toda costa ser mi amigo desde que nos conocimos.
Por alguna razón, Ryan Hamilton se había disculpado una y otra vez,
incluso por cosas que no debía disculparse. Por alguna razón, luego
de haber hecho hasta lo imposible para ahuyentarlo, Ryan Hamilton
seguía allí, esperando algo de mí que no sabía que era aún, pero que
deseaba averiguar.

—No… No puedo verlo cómo él quiere que lo vea —Bajé la cabeza,


avergonzada.
—Oh, entiendo… —Lo vi de reojo asentir lentamente—. Así que
todo eso explotó debido a Finnigan, asumo.

—¿Archie? —Enarqué una ceja, mirándolo ahora, confundida de


escucharlo siquiera mencionándolo.

Se encogió de hombros, manteniendo sus ojos en el camino, aunque


con esa misma expresión de esta mañana, esa que no logré descifrar, y
apretó el volante antes de decir:

—Supongo que Spike sólo está enojado debido a eso —opinó. Sus
dedos no dejaban de tamborilear el volante ahora—. Debido a ti,
saliendo con Archibald.

—¿Qué? —La incredulidad en mi voz lo hizo encararme—. ¿Crees


que estoy saliendo con Archie?

—¿No lo estás? —Sus cejas de levantaron de la sorpresa y sus ojos


desbordaban alivio, lo cual me descolocó por un segundo.

El hecho de que estuviese aliviado hizo que mi corazón casi


explotara.

—No, no lo estamos —Sacudí la cabeza.

—Pensé que… Los vi esta mañana y pensé que había algo entre
ustedes, él parecía contento de verte, y luego lo de la invitación el
almuerzo, y… —Estaba sinceramente estupefacta al ver a Ryan de esa
manera, divagando y balbuceando.

—No estamos saliendo, Ryan —repetí, notando cómo su rostro


comenzaba a tornarse de un rosa pálido—. Somos amigos, nada más.

Hubo una incómoda pausa, donde yo trataba de no sacar


conclusiones aún acerca de todo el exasperante momento, y él…
seguía tamborileando el volante, con la vista pegada al parabrisas, sin
abrir la boca.

—Uh, y… ¿No deberías estar en la práctica de fútbol? —Y entonces,


dije lo más tonto que se me pudo ocurrir para aligerar la incómoda
situación.

Estaba lista para decir alguna otra cosa, menos vergonzosa y torpe,
cuando su inesperada risa me detuvo.
—Lo siento —dijo, sin dejar de reír—, es sólo gracioso que acabes de
darte cuenta.

No pude evitar reírme también. Necesitaba actuar normal lo antes


posible.

—Tuve una discusión con el Coach —me respondió, cambiando su


actitud de manera drástica—, y decidí saltarme la práctica de hoy.

A juzgar por su tensa postura y serio rostro, fue una gran discusión.
Sentí una pizca de orgullo, si Ryan se había atrevido a confrontar al
Coach bajo cualquier circunstancia, eso quería decir que estaba
progresando.

—No insistiré a que me digas la razón —Me encogí de hombros,


jugando su misma carta—, pero supongo que fue bastante malo.

—Bueno, es una situación…

—¿Complicada? —Esta vez reí primero.

—Sí, complicada —concordó, uniéndose a mis risas.

Nos miramos a los ojos unos largos segundos, mientras el semáforo


marcaba la luz roja. Nuestras risas se desvanecieron gradualmente
hasta que sólo sonreíamos.

Si seguía mirándome así, me convertiría en una cabeza de tomate en


menos de cinco segundos.

—¿De verdad tienes que ir a casa? —preguntó, sus ojos hicieron esa
expresión de esperanza—. Me gustaría llevarte a un lugar, podría
animarte un poco.

Me sorprendí de que mi mente no protestó en absoluto, ni repasó las


razones por las que no debería siquiera estar dentro de un auto con
Ryan, no habían más excusas para mantenerlo alejado, así como el
destino lo quería, yo también. Tal vez estaba rompiendo un montón
de reglas de un montón de acuerdos, pero no quería perder esta
oportunidad. Necesitaba esto. Me debía a mí misma arriesgarme y ver
los resultados.

Si lo había hecho con Archie, ¿por qué no con Ryan?


—Puedo enviarle un mensaje de texto a mamá.

La luz del semáforo cambió a verde, así que me dedicó una amplia
sonrisa y puso el auto en marcha.

Capítulo 17
¿Dónde estás? Me dijeron que hubo una gran discusión y te vieron salir en el
auto de Ryan. ¿Qué está sucediendo, Nina?

¡Necesito respuestas ahora o explotaré! ¡S.O.S!

El mensaje de texto de Penny Lane me hizo regresar a la Tierra.

Ante la mirada de Ryan, le había vagamente avisado a mamá del


cambio de planes —por supuesto no le mencioné con quién
exactamente estaba—, y apenas leí muy bien su respuesta debido a
que sólo podía pensar en él, observándome de reojo.

Pero había olvidado algo bastante importante… avisarles a las chicas


acerca de mi abrupta escapada. Y de Duckie. Y de Archie.

Iban sin duda a obligarme a escuchar un maratón de canciones de


Nicki Minaj. Vídeos incluidos.

—¿Todo bien con tu mamá? —preguntó, girando el auto hacia la


izquierda. Todavía no tenía idea a dónde nos dirigíamos, hasta los
momentos sabía que no era cerca, estábamos alejándonos del centro,
yendo hacia el viejo boulevard.

—No es ella, es Penny Lane —contesté, escribiéndole de vuelta,


asegurando que respondería todas las preguntas posibles luego—. Se
suponía que nos iríamos con Tessa, olvidé avisarle que no esperaran.

—¿Debería tomar la culpa por ello? —enarcó una ceja, luciendo…


atrevido.
Sentí una oleada de calor mientras reía entre dientes. Su inocente —
aunque importante— coqueteo iba a causarme una sobredosis de
vergüenza.

—Puedo manejarlo —le dije, sonriendo ampliamente sin poder


evitarlo.

Él acercó su mano al reproductor para subirle volumen a una


conocida canción de los Arctic Monkeys, meneando su cabeza al ritmo
de ésta, recordándome a las chicas al verlo disfrutar de la buena
música. Comencé a llevarle el ritmo también, la había escuchado
antes en el auto con Tessa, mas no recordaba bien el nombre.

—¿Te gustan los Arctic Monkeys? —Se vio sorprendido, no de mala


manera, sino como si fuese la primera vez que veía a una chica
tararear a Arctic Monkeys.

—A veces las chicas y yo los escuchamos de camino a la escuela —


comenté, teniendo el nombre de la canción en la punta de la lengua—.
Es… “Do I Wanna Know?”

—Exacto ——Sus ojos brillaron cuando me sonrió—. Lo es.

Ya no podía contar las cosas que me encantaban de Ryan Hamilton.


De verdad.

—Es bueno saber que te gustan —confesó, sintiéndose de alguna


forma libre de expresar su buen humor al escucharlos—.
Normalmente cuando Kate entra al auto, de inmediato lo cambia a
Taylor Swift o Bruno Mars, no importa cuántas veces le diga que no.

Entonces dejó de mover su cabeza, quedándose en silencio también,


dándose cuenta de que quizá no debió haber dicho eso, de nombrarla
a ella repentinamente. Porque, en realidad, no debió hacerlo.

Casi vi el momento derrumbarse ante mis ojos, desde que había


aceptado (irracionalmente) su propuesta en el aparcamiento, una
larga pared se había creado, bloqueando todo lo demás que pudiera
impedirme disfrutar. La pared era la que se derrumbaba, y el primer
recuerdo que saltó fue el beso en el partido del viernes. Beso que él no
sabía que yo sabía. Y tampoco intentaba hacerme saber.
—Nunca tomé a Kate como amante de Taylor Swift —Hice mi
esfuerzo en sonar casual. Alex Turner fue el único que me dio una
respuesta inmediata.

Por primera vez desde que salimos, me sentía incómoda, y las ganas
de cancelar e irme a casa eran incontrolables. Lo menos que quería era
volver a tener problemas con Kate. Incluso cuando estaba al tanto de
la situación entre ellos, sabía lo aterrorizante que ella podría llegar a
ser.

—Pues… —Él se aclaró la garganta, su vibra divertida se había


esfumado, junto con la mía.

—¿Sabe ella que te fuiste de la práctica? —solté, esta vez no logré


ocultar mi incomodidad antes de que lo notara.

—Nina… —resopló, sacudiendo mi corazón con tan sólo decir mi


nombre.

—Creo que mejor deberías llevarme a casa.

Mordí mi labio, sintiendo ganas de llorar. La destruida pared me


hizo recordar a Duckie, a lo herido y triste que debía sentirse por mi
causa. Tenía que haberlo seguido, o al menos ir a su casa en vez de
estar aquí, con un chico que probablemente seguía con su novia, o
fingiendo seguir con su novia, el punto era que me había dejado
llevar demasiado. El supuesto destino me cegó por un momento, la
idea de arriesgarme había sido impulsiva.

Mala mía.

¿Cómo pude pensar en que Ryan y yo podíamos simplemente entrar


a un auto juntos, reír, charlar, coquetear y bromear sin que la realidad
nos alcanzara en algún punto?

—Esto no es correcto —Sacudí la cabeza, evitando encontrarme con


sus ojos—. Fue una mala idea desde el principio, no sé… no sé por
qué acepté en primer lugar.

—Escucha, no tengo ni la menor idea de lo que has oído, pero…

—Sé lo que vi —lo interrumpí, al tiempo que disminuía la velocidad


del auto—. Y no quiero tener más problemas con Kate.
Le tomó un minuto saber a lo que me refería. Cuando lo hizo, su
gesto de vergüenza casi me hace abrazarlo.

—No es cómo tú piensas —me aseguró, sonando frustrado,


entrando en el estacionamiento de una especie de Café.

Lo sé, quise decirle. Lo sé, pero eso no cambia nada. No para media
escuela, ni siquiera para ella misma. Ya no se trataba acerca de Blogger
Girl, estaba consciente de eso, pero Kate, su padre, el Coach, eran otro
asunto, uno muy delicado.

—Sólo… llévame a casa, ¿sí? —pedí, enterrando mi cabeza en mi


regazo. Espantando el nudo en mi garganta—. No tienes que
explicarme nada.

—Estás cerrándote de nuevo —señaló, aparcando en un espacio,


aunque sin apagar el motor—. ¿Por qué siempre haces eso cada vez
que intento hablarte? Es como si intentaras apartarme a toda costa.

Levanté la cabeza y lo miré, sus cejas se unían en preocupación. O


quizá desconcierto, de que todo se salía de control tan de repente.

También esperaba mi respuesta, sin desviar la mirada. Por primera


vez, impaciente.

—¿Por qué eres tan insistente? —cuestioné, sin poder detener mis
palabras—. ¿Por qué es que sigues apareciéndote en mi vida de
esta…?

Corté abruptamente la oración en cuanto sentí sus dedos escalar


sobre mi mano, que permanecía en mi regazo. El pulso se me aceleró
en un frenesí aterrador. Mi cuerpo se estremeció de una forma tan
intensa que me dio miedo, la sensación que me transmitía su tacto era
desconocida para mí, era tan grande que me mareaba un poco.

—Porque me gustas, Nina —Entonces, mi corazón explotó.

Me gustas, Nina. Me gustas, Nina. Eso era lo único que podía


reproducir en mi mente. Me gustas. Me gustas. Me gustas.

Ryan acababa de decir que le gustaba.

No sabía cómo hablar, estaba casi segura de que la conmoción me


había dejado muda. Su mano encontró la forma de colarse entre la
mía, enviando una increíble descarga eléctrica hacia la boca de mi
estómago. Por un segundo pensé que soñaba, que Ryan diciéndome
que le gustaba era solamente un sueño, lucía como uno de tantos.
Sólo que yo seguía sin decir nada.

Debía decir algo.

—¿Te… gusto? —pregunté, titubeante, sin encontrar más nada qué


decir. Fue lo único que mi boca articuló.

Había creado muchas versiones de este momento en el pasado.


Todas las anteriores demasiado irreales para hacerles caso.
Demasiado platónicas. Y ahora tenía a Ryan Hamilton, el de carne y
hueso, tomando mi mano, mirándome a los ojos y diciéndome que le
gustaba. Necesitaba un segundo para creérmelo.

—Sí, lo digo en serio —susurró, elevando sus labios en una hermosa


sonrisa—. Así que no me pidas que te lleve a casa ahora, por favor —
Sus ojos me rogaron, haciendo que los acelerados latidos de mi
corazón aumentaran su ritmo—. Además, ya estamos aquí.

Me encontraba en una especie de ensimismamiento severo,


provocado por su confesión, y su sonrisa, y su mano, y Arctic
Monkeys con One For The Road tocando en el fondo, sobre mi silencio.
Era una locura, una real locura. Quería decirle muchas cosas, pero
francamente mis ideas estaban en todos lados, no podía conectarlas
para decir una frase coherente, era como si hubiese logrado entrar en
mi cerebro y arrancado cables importantes en el área de
razonamiento.

Un claro ejemplo de irracionalidad: Nunca había deseado tanto


quedarme en un lugar más que aquí. Con él.

—Masoquista sin remedio… —murmuré, no percatándome de que


pensaba en voz alta hasta que Ryan pareció decir algo—. ¿Qué?

—Dijiste algo hace un segundo —comentó, acercándose un poco a


mí.

La pared volvió a construirse con rapidez egoísta. Ni el detectar mi


repentino egoísmo hizo hesitar mi decisión.

—Sólo dije que no iré a ninguna parte.


***

Todavía estaba conmocionada mientras nos dirigíamos dentro de


“La Estantería de Jacob”, un biblio-Café que no sabía que existía.
Esperaba que Ryan no hubiese notado el hecho de que tuve que
tomarme un minuto antes de seguirlo luego de abandonar el auto…
Aún sentía mis piernas temblorosas.

—¿Cómo es que no estaba enterada de este lugar? —le pregunté,


admirando mi alrededor.

Me encantaba La Estantería de Jacob, el hecho de que el interior fuera


tan acogedor, y que todo estuviera tan perfectamente organizado en
tan pequeño espacio, que todo estuviera hecho de madera, y que
luciera tanto como una biblioteca común. Sobre todo me encantaba la
gran fuente de soda en la esquina, donde el olor a delicioso café se
deslizaba casi visiblemente y deleitaba mis pulmones.

—Creo que es porque está en el viejo boulevard, la gente no se


interesa casi en llegar hasta aquí —contestó en voz baja, guiándome
hacia una mesa vacía—, lo descubrí hace tiempo, vengo a estudiar a
veces, es bastante tranquilo.

Y alejado de todo. Sé que no lo dijo, sin embargo; lo pensó. Entendía


su punto si así era el caso.

—Hola, Ryan, bienvenido de nuevo —El susurro de una voz


femenina hizo que diera un respingo.

Una atractiva chica, un poco mayor a nosotros permanecía de pie


junto a nuestra mesa, sosteniendo una pequeña libreta y sonriéndole
ampliamente a mi compañero. No había que ser muy observador para
saber que estaba usando su sonrisa de flirtear, esa que no es tan
reveladora, pero a la vez demuestra insinuación.

No era que estaba analizándola.

—Hola, Olivia —la saludó de vuelta, devolviéndole una cortés


sonrisa.

—¿Ordenarán tú y tu amiga? —Sus ojos verde esmeralda me


miraron un segundo y luego volvieron con él—. Tenemos unos
croissants deliciosos, Vicky acaba de sacarlos del horno.
—No lo sé, ¿tienes hambre, Nina? —Me miró, atontándome por un
segundo. Seguía intentando controlar eso, el quedarme paralizada
ante su mirada.

—Uh, no, pero un café estaría bien —dije, encogiéndome de


hombros, sacudiendo mentalmente la torpeza.

—Entonces serían dos cafés —le pidió, sin apartar sus ojos de mí,
divertido a causa de algo.

Olivia se retiró en un gracioso salto, pavoneando sus rizos color


zanahoria y asegurándonos que el pedido vendría enseguida. Era
agradable, a pesar del flirteo silencioso.

—Ella debe pensar ahora diferente de mí —opinó, riendo entre


dientes—, la mayoría del tiempo me pregunta por qué vengo solo.

—¿No has traído a nadie más antes? —indagué, ocultando la


sensación que comenzaba a burbujear en mi estómago.

—Ni siquiera a Adam, me gusta pasar el rato solo aquí, leer libros al
azar y esas cosas —confesó, dándole vueltas a su teléfono sobre la
mesa. Era una señal de que hablar acerca de esto lo ponía nervioso—.
Y para aclarar, no estoy diciéndolo porque quiero impresionarte, lo
digo porque en verdad me gusta hacerlo. Sé leer, ¿sabes? De hecho
tengo sólo dieces en Literatura.

Me reí. Estuve a punto de decirle que le creía, pero encontré una


mejor idea de alguna Nina alternativa que se escondía en lo más
profundo de mi cuerpo. La Nina que sólo con los que sentía
comodidad lograban conocer.

—Hmm… las palabras no suelen decir mucho de uno mismo —Me


incliné hacia delante, mirándolo desafiante—, tendría que comprobar
qué tan honesto estás siendo.

Se inclinó también, desconcentrándome fugazmente debido a su


repentina cercanía. Recobré la compostura y aclaré la garganta. Era
hermoso inclusive a menos de un metro, seguía diciéndolo hasta el
cansancio.
—Dispara, Landfield —me retó, enarcando una ceja, colocando su
rostro serio—. Soy amante de los cuestionarios… y competitivo por
naturaleza.

Sonreímos simultáneamente.

—A ver… Nombra entonces cinco autores de literatura clásica de tu


preferencia —Pregunta N°1.

—Fácil; Jane Austen, Emily Brontë, William Shakespeare, Arthur


Conan Doyle, Hemingway —contestó, sin vacilar—. Charles Dickens,
Scott Fitzgerald, Gabriel García Márquez, Homero, Jonathan Swift,
Leo Tolstoy, Herman Melville, Vladimir Nabokov.

—Nada mal, sólo pedí cinco, aunque el esfuerzo vale —Él sonrió
juguetón, incitándome a continuar—. Siguiente pregunta: ¿Cuáles son
tus libros favoritos?

Esto estaba divirtiéndome, era una excelente manera de mantener mi


mente enfocada. De eclipsar mis ideas.

—Esa está difícil —Pude ver las líneas de expresión en su frente


cuando sus cejas se unieron—. Desde niño he sido fan de Sherlock
Holmes, así que ese no puede faltar en la lista… Hmm… Bueno, diría
que Oliver Twist, también está Grandes esperanzas, si hablamos de
Dickens. Amor en Tiempos de Cólera, Cien Años de Soledad, Orgullo y
Prejuicio, Persuasión, Sentido y Sensibilidad, Jane Austen es alguien que
no puede ser nunca descartada… El Gran Gatsby, Cumbres Borrascosas,
La Odisea, Lolita y Anna Karenine.

—Interesante elección, muchos de mis favoritos también están en


esa lista —comenté, cada vez más animada a seguir—. Veamos…
¿Cuántas adaptaciones cinematográficas ha tenido Orgullo y Prejuicio?

—Tres.

—Bien. ¿Quién muere al final de El Gran Gatsby?

—¿En serio es una pregunta? —Hizo un gesto de arrogancia—. Jay


Gatsby.

—Si te has leído a Emily, dime por qué Heathcliff decidió irse de
Cumbres Borrascosas durante tres años.
—Heathcliff escuchó a Catherine hablar con Nelly acerca de no
poder casarse con él incluso si lo amaba, debido a que degradaría su
nivel social y no podrían mantenerse, Cathy mencionó que Edgar le
había propuesto matrimonio y ella había aceptado. Heathcliff se fue.
Ella se casó con Edgar.

Había que admitir que Ryan se veía terriblemente atractivo


contestando mis preguntas, incluso mejor que pateando un balón en
uniforme. Al menos, para mí.

—Última pregunta, Hamilton: ¿Cuántas novelas publicó Emily


Brontë además de Cumbres Borrascosas?

La línea de su frente se pronunció, esta vez a causa de su gran


sonrisa. No sabía en qué momento se había movido, pero se
encontraba muy cerca.

—Esa es una pregunta capciosa, Landfield —Su mirada bajó durante


un microsegundo hacia mis labios—, ya que Cumbres Borrascosas fue
la única novela publicada por ella, sus otras obras fueron poesía.

—Parece que eres oficialmente integrante del Club de los Raritos


Nerds, Mariscal. Sabes leer, después de todo —bromeé, esperando a
que dijera algo.

Estaba ocupado todavía, mirando mis labios.

—No digas que eres una “rarita”, Nina, no lo eres, eres simplemente
auténtica —susurró. Su aliento a Gatorade de fresandia azotó mi
ruborizado rostro—. Y me gusta eso, ¿sabes? Que eres tú y puedes
demostrarlo.

Se me hacía absurdo contar hasta diez o hasta veinte, ya mi corazón


no tenía control, golpeaba mi pecho como un pesado martillo
rompiendo una pared. Nada más se necesitaba un suspiro para que
nuestras narices se rozaran. Nunca desde que supe cuáles eran mis
sentimientos hacia él pensé en tenerlo así, a punto de besarme.

—Aparte de para distraerte un poco de lo que ocurrió, quise traerte


aquí para demostrar que no soy solamente el Mariscal que hace
muchos touchdowns en el campo… También soy esto —Sonrió de
medio lado, haciendo un movimiento con la cabeza hacia las
estanterías repletas de libros—. Al menos, estoy intentándolo.
Lo sé. Lo sé. Lo sé. Y lo estás haciendo bien, estás siendo sincero conmigo.
Confías en Nina también, no sólo en BG.

—Nunca te consideré “solamente el Mariscal que hace muchos


touchdowns en el campo”, he estudiado contigo desde 7mo grado, sé
que eres inteligente —opiné, tragando saliva con dificultad.

Un leve suspiro.

—Es mucho mayor que eso —señaló, destruyendo el contacto visual


por un segundo—. ¿No crees que somos demasiado complicados para
apenas tener 17?

—Sí, he estado escuchando esa palabra recientemente —concordé,


buscando su mirada—. Aunque pienso que nosotros no somos los
complicados, sino las circunstancias.

Asintió con la cabeza en señal de estar de acuerdo.

—Y desearía que no fuese así —Se encogió de hombros—. Yo no…

El sonido de su teléfono nos hizo pegar un salto lejos del otro,


empujándonos a la indeseada realidad. Salimos de nuestra invisible
burbuja, escuchando de nuevo el débil sonido de las conversaciones
alrededor, y el estridente tono de su aparato. Habíamos estado fuera
unos minutos. Incluso Olivia, quien quizá había estado esperando el
momento oportuno para entregar el pedido, se acercó a depositar los
cafés sobre la mesa y a retirarse silenciosamente.

Ryan se levantó con rapidez en cuanto vio el identificador de


llamadas, cambiando de manera drástica de expresión. Se tornó
visiblemente tenso.

—Lo siento, es mi padre —me explicó, frunciendo los labios—, dame


un momento.

—Descuida —Vi cómo se alejaba, dándome un momento a mí


también, para aclarar mis pensamientos.

Estaría mintiendo si dijera que no me importaba todo lo demás


ocurriendo en el instante en que él y yo permanecíamos absortos,
aislados dentro de una pequeña cafetería. Mi juicio chocó contra
varias ideas contradictorias, ya que estaba alucinada ante la
declaración repentina de Ryan. Sin embargo, mi subconsciente sabía
que tenía otras cosas de qué preocuparme. Recordé las duras palabras
de Duckie, y lo que Archie confesó acerca de Blogger Girl. El arrebato
de egoísmo se había esfumado, lo que me llevó a un estado de alarma
que no podía ignorar esta vez.

Me puse de pie en cuanto se giró hacia mí, dando por terminada su


llamada. No logré escuchar mucho, debido a que su tono de voz era
bajo y mi ensimismamiento opacó gran parte de cualquier ruido.
Igual su rostro me decía que tal vez teníamos lo mismo en mente.

Ir a casa.

—Papá quiere que vaya a verlo a su oficina… Es urgente —Bajó la


cabeza, avergonzado sin ningún motivo aparente.

—Está bien —le dije, aliviada y decepcionada a la vez—. No hay


problema.

—Pediré los cafés para llevar —anunció, sacando las llaves de su


auto y colocándolas en mi mano—, puedes esperar dentro si deseas.
No me tardaré.

Tomó ambas tazas de la mesa y sin mirarme, se dirigió directo a la


fuente de soda. Era evidente que estaba molesto por la interrupción
de su padre y lo que sea que éste le dijo, así que me limité a salir hacia
el aparcamiento.

Esperé unos minutos dentro de su Celica 97’, repasando la lista de las


cosas qué debía hacer antes de que el día terminara. La primordial se
trataba de Duckie. Necesitaba hablar con él. Necesitaba saber que
nuestra amistad tenía remedio… La última cosa que quería era
perderlo. Y seguir sabiendo cuánto lo había herido.

Me tragué el nudo en la garganta en cuanto sentí mis ojos arder.

Unos golpecitos a la ventanilla hicieron que diera un respingo,


saliendo de mis pensamientos. Ryan se inclinó para dejarse ver,
sosteniendo dos vasos de café, uno en cada mano, dedicándome una
media sonrisa que no fue lo suficientemente potente para llegar a sus
ojos.
—Aquí tienes —dijo extendiéndome uno de ellos, cuando ya le había
abierto la puerta.

Situó el otro en el portavasos y sin decir otra palabra, puso en


marcha el auto.

El camino a casa fue silencioso, el único con ánimos de hablar era


Alex, sólo para cantarnos cuatro canciones más del disco. Quería
hacerle saber que de alguna forma lo entendía a la perfección, y
decirle que estaba bien sentirse frustrado. Pero no sabía cómo hacerlo
sin terminar diciéndole de más. Lo cual me hacía sentir frustrada
también.

—Lamento que esto no haya salido cómo pensaba —se disculpó,


aparcando frente a mi casa, luego de limitarse a lanzarme miradas
furtivas.

—Ryan, deja de disculparte —Lo miré, atreviéndome a tocarle el


brazo—, la mayoría de las cosas por las que te disculpas ni siquiera
son tu responsabilidad. Así que para de disculparte.

Sus hombros se relajaron un poco, manteniendo sus ojos fijos en los


míos y elevando una pequeña sonrisa que estuvo a punto de
derretirme.

—Tendré eso en cuenta —aseguró, deshaciéndose de su cinturón de


seguridad—. Vamos, te acompaño hasta la puerta.

—No —Hice que se quedara en su lugar—, no tienes que hacerlo, tu


padre te espera.

—Nina, quiero hacerlo —insistió, abriendo la puerta del auto sin


darme tiempo de detenerlo esta vez.

Durante el trayecto de su auto al porche, instintivamente miré hacia


los lados, con la esperanza de que Duckie estuviera a la vista y así
poder tener más oportunidad de hablarle. La culpa estaba
intensificándose cada minuto que transcurría sin saber cómo se
encontraba.

—Bueno, esta es mi parada —bromeó Ryan, quedándose de pie


sobre la alfombra de “Bienvenido”.
—Gracias por salvarme hoy —le dije, dejando escapar una sonrisa
de mis labios—. Necesitaba eso.

—Yo también lo necesitaba —confesó—. Espero que resuelvas las


cosas con Spike —añadió, sincero.

—Y yo espero que resuelvas lo que sea que debas resolver —


respondí de igual manera.

Hubo una corta (incómoda) pausa.

—Uh… ¿Te veo mañana en la escuela entonces?

—Claro —me despedí, extendiéndole mi mano al mismo tiempo en


que él trató de acercarse por un abrazo. Su abdomen salió lastimado
debido a mi torpe movimiento.

Sentí mi cara comenzar a arder.

—Oh, Dios, lo siento —me disculpé avergonzada, retirando


rápidamente la mano. Escondí mi enrojecido rostro detrás de mi
cortina de cabello.

—Descuida, está bien —rio entre dientes, tomándome fuera de


guardia al notar que sus manos quitaban los mechones dorados y los
colocaban detrás de mis orejas—. No te escondas de mí, ¿de acuerdo?

Eso sólo logró que la sensación de calor se extendiera hacia mi


cuello.

Se acercó a depositarle un beso a mi mejilla, sus labios se sintieron


tan suaves y fríos en comparación al intenso rubor que invadía mi
cuerpo en ese instante. Su respiración era pesada. La mía igual.

Apartó su rostro, aunque simplemente un poco. Podía escuchar los


latidos de mi corazón golpeteando mis oídos mientras nos mirábamos
a los ojos, a menos de diez centímetros de distancia. Iba a besarme. Lo
presentía… y deseaba que lo hiciese. Lo ansiaba.

—Adiós, Nina —musitó, poniéndose derecho y desviando la mirada


de forma abrupta—. Nos vemos mañana.

Tragué saliva, viéndolo caminar hasta su auto. Necesité respirar


hondo antes de moverme.
¿Qué acababa de suceder?

Capítulo 18
No hubo señales de Duckie en el resto de la tarde, ni en la noche, ni
siquiera en la mañana antes de salir a la escuela. Era como si una nave
espacial hubiese llegado de la nada y lo hubiera raptado igual que a
Peter Quill en Guardians of The Galaxy. Me dolía imaginarme lo peor;
que decidiera simplemente lanzar nuestra amistad por la borda.

Incluso las chicas estaban preocupadas, sobre todo luego de


contarles lo que Archie mencionó durante nuestro almuerzo, se
encontraban más alarmadas que yo, recolectando ideas para armar un
plan que pudiera funcionar. Según Tessa, estábamos en alerta roja.

Por otro lado, casi me asesinan cuando les respondí los mensajes
después de llegar a casa. Presuntamente, todos sabían que Ryan y yo
habíamos salido juntos del aparcamiento y todos tenían sed de jugosas
noticias. Supongo que deseaban saber cómo logré terminar en esa
posición siendo… yo.
—Sólo permanece calmada —opinó Tessa, comenzando a entrar al
aparcamiento de Sherman—, si cualquiera intenta algún movimiento
brusco, nosotras estaremos ahí. Esperemos que el asunto se haya
olvidado.

—Mientras Tessa hace de tu guardaespaldas, yo buscaré a Malcolm,


quizá pueda ayudarnos con eso de la seguridad virtual de BG —terció
Penny Lane, colocándose brillo labial.

Malcolm está con los chicos en el comité de la página web, aparte de


escribir La Columna de Fermann, un espacio donde cada semana se
habla de las nuevas novedades tecnológicas y sus beneficios para la
humanidad, se encarga (igual que Duckie) del área digital.

—Tus súper amigas estamos completamente listas para el presunto


ataque —bromeó la de cabello corto, sonriendo—. La cosa es qué
harás tú con Ryan.

—No lo sé… —Me encogí de hombros—. No es tan sencillo.

Se suponía que debía sentirme de maravilla al saber que a Ryan le


gustaba, pero en realidad hacía que todo fuese peor. Lo que
significaba mi felicidad, era desgracia para otros, y el mero
pensamiento me carcomía y desinflaba ese pequeño globo de
bienestar que comenzaba a llenarse en mi pecho. No podía estar con
él así como así. Él tampoco podía estar conmigo así como así. Eso me
hacía cuestionar en que si alguna vez íbamos a lograr estar juntos y
poder vivir para disfrutarlo.

—Y con Archie —añadió la otra, abandonando el auto en cuanto


Tessa aparcó en un espacio.

El asunto con él se había convertido en un dilema. No podía


simplemente alejarme, sería peligroso y levantaría sospechas, lo
primordial era conservar la compostura, no actuar extraño hasta que
Malcolm resolviera las cosas. Archibald me agradaba, mas de
ninguna manera conseguiría saber quién era Blogger Girl.

Sherman no estaba listo para eso… Yo no estaba lista para eso.

La gente nos miraba mientras caminábamos hacia mi casillero, no


ocultaban su curiosidad, me escaneaban de arriba abajo con un
intenso gesto de desaprobación. Mi rostro se sentía más caliente a
cada paso que dábamos.

Odiaba esto. Odiaba su fisgoneo. Odiaba sus miradas en mí.

—No les prestes atención —susurró una de mis amigas—, la envidia


es casi palpable.

Bajé la cabeza.

—Espero que estés a salvo aquí, Athena —dijo Tessa, dejándome


paso para así abrir mi casillero—. Hora de que tu guardaespaldas
vaya a buscar su libro de Romeo y Julieta como toda una patea
traseros.

Las tres reímos al unísono.

—Yo iré a ver si encuentro a Malcolm antes de que suene la campana


—Penny Lane se despidió con un agite de manos y se alejó
caminando rápido a lo largo del pasillo.

Entonces, tuve que quedarme sola, con los penetrantes ojos del
alumnado sobre mí.

Sacudiendo la incomodidad, coloqué la combinación correcta en el


candado y lo abrí. Lo primero que cayó al suelo fue una especie de
nota.

Mi corazón salió disparado, pensando durante unos segundos que se


trataba de Ryan. Quizá quería que nos encontráramos. Quizá iba a
invitarme a otro café. Quizá…

Era de Archie.
Tan pronto como leas esto haz lo siguiente: ¡Corre! ¡Corre hacia el
Mural!

Bien, no corras, puedes lastimarte, pero sí necesito que vayas hasta


allá. Tengo algo que decirte.

Archibald :)

Lo que había escrito en el pequeño pedazo de papel me hizo sonreír


ampliamente, olvidando por un segundo que este chico podría en
cualquier momento descubrir quién era. Su gesto me había sin dudas
alegrado la mañana, y por supuesto, despertado la curiosidad por
saber qué era eso tan importante que debía ir con urgencia.

Arreglé mis cosas en el casillero con rapidez, lo cerré y me di la


vuelta para encaminarme hacia el Mural. Aunque no logré avanzar
mucho, ya que un fuerte golpe en mi hombro no dejó que siquiera
diera un paso adelante.

—Mira por dónde vas, Cara de Rata —espetó una voz que me hizo
de inmediato poner mi postura recta.

Kate.

—Ten más cuidado la próxima vez —habló, haciendo énfasis en su


oración y agitando su largo cabello de manera en que casi me
abofetea con él.

Me lanzó una envenenada mirada por encima de su hombro antes


de alejarse de mí.

¿Qué había sido eso?

Recuperé el aliento antes de seguir mi camino, tratando con todas


mis fuerzas ignorar el hecho de que las personas lucían
decepcionadas al no haber presenciado ninguna rabieta contra la Cara
de Rata, cortesía de Kate McGregor.

Incluso yo estaba un poco sorprendida de que ella desperdició la


perfecta oportunidad de humillarme frente a todos.

Mientras me dirigía al Mural, comencé a crearme ideas en la mente


de por qué Kate se había comportado así. ¿Le habría Ryan reclamado
debido a la nota amenazante? ¿Me había tratado así porque Ryan le
pidió no molestarme? ¿Dónde estaba Ryan, de todos modos?
Normalmente nos cruzábamos en el pasillo antes de que sonara la
campana.

Sacudí una extraña sensación que burbujeó en mi estómago. El no


saber nada de él luego de su reunión con su padre, en cierto modo me
preocupaba. No lo conocía (a su padre), pero con la poca información
obtenida de su persona, no lo catalogaba como un hombre muy
amigable.
—Viniste —Archie hizo que saliera de la repentina preocupación
que me había invadido.

El Mural hoy se encontraba concurrido también, en realidad,


muchos más garabatos, escritos, pequeños grafitis se cernían sobre la
pared, de diferentes tamaños y formas... Seguía impresionándome
todo aún.

—Increíble, ¿no? —comentó él, pillándome en mi embobada


observación—. Y yo que pensé que no iba a tener éxito a la primera.

Lo miré, dándole una sonrisa reconfortante. Traía una camiseta


blanca con rayas azules y unos jeans rasgados esta vez. Su cabello,
cubriéndole los ojos de nuevo. Ojos que me devolvían la sonrisa tanto
como sus labios. Archie era en serio lindo, aunque tal vez no lo
supiera, ni se lo dijeran mucho.

—¿Qué es eso tan importante de lo que tienes que hablarme? —le


pregunté, enseñando el pedazo de papel que había dejado en mi
casillero, el cual ya estaba arrugado, probablemente porque lo apreté
demasiado en medio de la mini-conversación con Kate.

Él se sonrojó un poco.

—Iba a esperar en tu casillero, pero un amigo del Club de Arte


quería que le diera una mano aquí —Señaló la pared con su cabeza,
para después poner su atención de nuevo en mí—. ¿Recuerdas ayer
cuando estaba intentando comenzar un proyecto?

Asentí con la cabeza, dudosa de saber a lo que quería llegar.

—Bueno, estoy pensando entrar al Concurso Estatal de Arte este


año —Se encogió de hombros, siendo tímido al respecto.

El Concurso Estatal de Arte no es más que el primer paso a dar para


todo artista en progreso, es el más prestigioso acontecimiento de ese
tipo en la ciudad, cualquier aspirante a ser grande sale de ese evento,
lo sé porque la hermana mayor de Tessa concursó mientras cursaba
su último año en Sherman High, nosotras estábamos apenas en 9no
grado; quedó en segundo lugar en la categoría de arte abstracto, pero
aun así, logró ser llamada por muchos institutos especializados en
arte debido a su talento. Ella está ahora en Nueva York.
Era una gran oportunidad para Archie. Y no sabía por qué estaba
compartiendo esto conmigo. Sin embargo, no podía evitar sentirme
levemente feliz de que lo hiciera, incluso me emocionaba por él. Esto
era grande. Tan grande como cuando Duckie ganó el primer premio
en la Feria Electrónica de la escuela dos años consecutivos.

El recuerdo sólo causó una gran sacudida de nostalgia en mí, que


oculté con rapidez.

—Eso es genial —le dije, sinceramente—, de verdad tienes talento y


estoy segura, segurísima que ganarás.

Eso lo hizo sonrojarse más.

—Con tu ayuda, si es que aceptas —añadió, rascándose la parte de


atrás de su cabeza, con nerviosismo.

—¿Mi ayuda? —pregunté confundida, comenzando a sentir mis


mejillas ardiendo de repente también.

—Quiero participar en la categoría de retratos —se explicó—... y


necesito a alguien que pose para mí.

—¿Posar para ti?

Creo que en ese momento mi rostro se convirtió en un gran tomate


rojo, un tomate que el notó de inmediato y de nuevo, pensó en cómo
habían sonado sus palabras. Entonces, los dos fuimos tomates
andantes.

—Uh... no es cómo tú piensas, es más... como que posar tu rostro,


¿sabes? —corrigió, balbuceante, dejando escapar una risita nerviosa
—. Es decir, Nina, que quiero pintar tu rostro. Sólo tu rostro.

Me eché a reír, divertida debido a su torpeza. Toda la tensión acerca


de lo de ayer se había esfumado, Archie era totalmente inofensivo y
durante un segundo olvidé todo el asunto. Malcolm igual iba
ayudarnos, él no sería una amenaza pronto.

Además, ¿cómo podría decirle que no a Archie? Era una de las


pocas personas 'arriba de nosotras' que se comportaba bien y le
gustábamos. Y uno de los pocos chicos de los que no tenía la
necesidad de huir avergonzada.

—Me encantaría posar para ti —acepté, sacando una confianza que


ni sabía que tenía.

—¡Increíble! —expresó, tan efusivo que no pude hacer nada cuando


lo vi acercarse por un abrazo.

La campana sonó sobre nosotros y las personas en el Mural


empezaron a esparcirse. Archie deshizo el abrazo y me dedicó una
amplia sonrisa de gratitud, mas yo me tardé en devolvérsela, ya que a
sus espaldas, Duckie me miraba desde el otro lado del pasillo, entre la
multitud. Mi corazón se achicó al verlo, todavía enojado. Podía
notarlo.

Se dio la vuelta y desapareció.

El globo de bienestar para este punto, dejó de existir.

***

Quería más que nada acercarme a Duckie a la hora del almuerzo,


intentar hablar con él y resolver las cosas de una vez por todas,
insistir si era posible. Extrañaba sus comentarios irónicos y
sabelotodo en la mesa. Aunque sólo hubiera pasado un día, de
verdad lo extrañaba.

—Nina, detente, por favor —Tessa interrumpió mi intensa mirada


hacia donde él estaba, comiendo con Nadia, Kim, Malcolm y los
demás de comité de la página web.

Me tragué el nudo que sentía en la garganta, volviéndome hacia


ellas.

—Él tomó su decisión, no te culpes por ello, tú no lo obligaste a irse


—coincidió Penny Lane.

—En cierto modo, sí lo hice —opiné, golpeando mi pequeña taza de


gelatina y viéndola temblar.
—Detente —repitió Tessa, pronunciándolo con mayor énfasis—,
Duckie va a volver cuando esté listo. Mientras tanto, no te deprimas,
y como ella dijo, no fue tu culpa. No se puede obligar a nadie a estar
enamorado. Es lo que es, Athena.

Resoplé, encogiéndome en la silla.

—Cambiando de tema, Malcolm ofreció ayudarnos después de


clases con el asunto de BG —comentó la de cabello rosa—, entréganos
tu laptop e iremos a su casa.

Creo que sentí cada músculo de mi cuerpo relajarse ante la


aliviadora noticia. Una cosa menos de la que debía preocuparme. Al
menos, podía relajarme y respirar con normalidad de nuevo. No sabía
la presión que estaba experimentado hasta que la escuché decir eso.

—¿Y sabes si Adam aprobará una visita a casa de tu ex novio? —se


burló la otra, sonriendo malvadamente hacia ella, lo cual la hizo
sonrojar por el simple hecho de mencionarlo a él.

Malcolm y Penny Lane habían salido durante unos pocos meses el


año pasado. Cuando rompieron, fueron bastante maduros al respecto,
según Penn, no eran tan compatibles cómo ella esperaba, así que su
ruptura se resumió a una extensa charla de una hora y al final, un
apretón de manos.

Adam enseguida me hizo pensar en Ryan, quien no había visto en


ningún momento por los pasillos antes de llegar aquí a la cafetería, y
luego, mi atención fue centrada completamente en Duckie y en pensar
en las diferentes tácticas que podía utilizar para hablarle.

Dejé que Tess siguiera molestándola y mi vista voló de forma


automática a la mesa de los populares.

No esperé encontrarme con los ojos de Ryan tan rápido.

Mi corazón se sobresaltó al darme cuenta de que él había estado


mirándome. Desde su mesa, a unos metros lejos de la nuestra,
teniendo a los Guepardos alrededor, lo había estado haciendo. Noté
que sus lindos labios se levantaban para formar una sonrisa de
complicidad, cosa que estuvo a punto de causarme un ataque de
ansiedad... cosa que me hizo volver a la Estantería de Jacob, cuando
ambos sentados muy cerca, jugábamos a la Trivia de Literatura
Clásica. Él, respondiendo correctamente cada una de mis preguntas.
Yo, hipnotizada ante su mirada. El muro de egoísmo alzado hasta
más no poder.

Sobre todo... él, diciéndome que le gustaba.

El momento entonces fue aplastado por Kate, quien cortó casi


dolorosamente el contacto visual entre los dos al sentarse junto a él, le
dio un beso en la mejilla y comenzó a conversar con Lauren Dawson.
Volteé a mi mesa antes de que ella se diera cuenta.

—Ellos siguen juntos, ¿sabes? —dijo Penny Lane por lo bajo,


sabiendo lo que acababa de pasar—. Adam me contó que hace días
salieron a una cita, a un restaurant francés o algo así.

La miré mientras una punzada de dolor embestía mi corazón y lo


hundía al mismo tiempo, si eso era posible.

¿Por qué estaba diciéndome esto justo ahora?

—Lo siento, Nina, es que sonabas tan emocionada temprano, y es


evidente que a Ryan le gustas y tal vez...

Entonces, lo entendí.

—Él nunca dejará a Kate —solté, como si acabase de hacer un gran


descubrimiento.

Kate McGregor podría ser caprichosa, frívola, malvada, y todas las


cosas que Ryan había escrito sobre ella a Blogger Girl, él podría
haberme dicho que le gustaba sinceramente... pero en el instante en
que estuve mirándolos junto a Penny Lane, caí en cuenta de que él no
la dejaría. Simplemente lo sabía. Y mucho menos por mí. Era ridículo
tener la más mínima esperanza de que eso ocurriera. Lo intentó, sí, la
escuela entera fue testigo de eso, mas ahí estaba de nuevo, envuelto
entre los brazos de ella, riendo con sus compañeros de equipo.
Pasándola bien.

Era bastante claro que Ryan no estaba listo para bajar de su trono
todavía.
Y me preguntaba si algún día lo estaría.

Capítulo 19
—¿Qué tal? ¿No piensan que tal vez es demasiado revelador?

Tessa y yo la miramos de arriba abajo para luego ver nuestras


reacciones, intentando mantener nuestros rostros en blanco. Quizá
estábamos torturándola un poco. Penny Lane estaba cerca de un
colapso nervioso gracias a que, en una hora, Adam la vendría a
recoger para ir a su tan esperada cita.

La verdad, Penny Lane nos habíamos mantenido cautivas en su


habitación desde hacía horas ayudándola a elegir el atuendo perfecto
para su cita. Había modelado para nosotras por lo menos cuatro
conjuntos, unos cinco vestidos y dos bragas. Sin embargo, mi amiga
de cabello rosa seguía sintiendo que ninguno era suficientemente
perfecto para salir con Adam, sin importan cuán linda le dijéramos de
lucía con cada uno de ellos.

—¿Recuerdas aquella vez que le gustaste a Adam y vestías una


camiseta con estampado de comida en ella? —comentó Tessa de
manera burlona, llevándose a la boca un pedazo de su cupcake de
menta, cortesía de Emily Landfield—. No sé por qué te esfuerzas
tanto ahora, mi querida amiga. Estoy a punto de sacarme los ojos si
me dices que te probarás otra cosa. En serio.
Penny Lane le lanzó una mirada severa desde el centro de la
habitación. No era el momento de bromas para ella, podía notar que
estaba bastante nerviosa.

—Yo creo que es perfecto. Sin duda el ganador —intervine,


dedicándole una sonrisa afirmativa y tranquilizante.

Ella dio una vuelta completa para que pudiéramos apreciar mejor lo
que llevaba puesto: un vestido ajustado con cuello tortuga color vino,
medias negras hasta las rodillas y botas negras de tacón bajo. La
combinación del vestido y las botas negras de tacón la hacían lucir
realmente hermosa, su ondulado cabello rosa (ondas cortesía de
Tessa) resaltaba mucho más con esa combinación de colores oscuros.

Adam iba a tener un paro cardíaco en cuanto la viera. Era un chico


con suerte.

Había pasado una semana y media desde que mi mente (y corazón)


tuvieron aquel momento de lucidez en la cafetería y de verdad estaba
orgullosa de mí misma por estar manejándolo mejor de lo que
esperaba. Bueno, estaría mintiendo si dijera que no me afectó saber
que no había manera sana de que Ryan y yo tuviéramos cualquier
tipo de relación con el otro.

Estaría mintiendo también, si dijera que todo estaría bien conmigo


luego de que mi corazón fuese aplastado como lo fue. Era y seguía
siendo de alguna forma una masoquista sin remedio. Y eso no
cambiaría en una semana y media.

Pero sí, lo estaba manejando bien. El hecho de ver de nuevo a Ryan


y Kate de la mano por los pasillos, siendo cariñosos el uno con el otro
en la cafetería, no me había estado afectando tanto, sólo intentaba
evitarlos a toda costa. Y problema casi resuelto.

Les aseguraba a las chicas que me encontraba bien las tantas veces
que preguntaban. Incluso cuando en las noches me era muy difícil
dormir a causa de las miles de preguntas que seguía haciéndome. Mi
mente divagaba en su mayoría en las razones por las cuales las cosas
se habían descontrolado tan repentinamente: Primero, Duckie no
parecía querer ni un poco resolver nuestras diferencias. Segundo,
Ryan se había colado en mi vida, haciendo estragos a su paso y se
había ido de una manera tan abrupta que seguía desconcertándome.
Si tuviera que definir cómo realmente me sentía, diría que estaba…
enojada. Me sentía enojada conmigo misma, con Duckie, aunque
sobre todo con Ryan. No era justo que simplemente viniera, sacudiera
todo mi mundo a su antojo y luego se fuera, sin importarle otra cosa
más que su Trono de popularidad. O lo que sea que él estaba usando
como excusa esta vez.

Viendo el lado bueno de las cosas, esa ira interna que sentía me
ayudó a atravesar estos días sin tener ningún ataque de ansiedad.

Mantenerme molesta con Ryan era una buena forma de “Reír, para
no llorar”.

Archie también había estado ayudando en eso de mantenerme


ocupada. Al ser oficialmente su “musa” para el concurso Estatal de
Arte, habíamos estado pasando mucho tiempo juntos en el estudio de
arte del Profesor Samberg. Él haciéndome sentir como todo un
conejillo de indias. Yo haciéndolo sonrojar cada tres minutos. Ya
había perdido la cuenta de las veces que habíamos tenido sonrojos
simultáneos durante sus técnicas de “mirada a profundidad”.

—Es una buena manera de comprenderte, ¿no lo crees? —Me había


dicho la primera vez que le pregunté por qué me miraba con tanta
intensidad y tan de cerca. Se puso como un tomate andante y desvió
la mirada rápidamente, levantándose de su asiento para lavar sus
pinceles.

Me alegraba que él no había traído de nuevo a colación el tema de


Blogger Girl, me hacía sentir mucho más cómoda a su alrededor. De
verdad me gustaba tenerlo como amigo.

Con él, todo me parecía sencillo, era una buena manera de alejarme
por un momento del caos que era mi cabeza.

—Está bien, este será el elegido entonces —Penny Lane sonrió,


revisando su teléfono. Podía notar que sus manos temblaban de la
anticipación—. Adam se está alistando para venir por mí.

La relación entre Penny Lane y Adam había evolucionado durante


estos días a niveles que hasta a mí me sorprendían viniendo de
alguien de tanto nivel de popularidad. Él siempre buscaba la manera
de encontrarse con ella antes de que sonara la campana y luego de
clases, insistiendo en la cita que tenían pendiente. No era ella y me
sentía impresionada por su actitud, lo único que me afectaba de todo
el asunto era que, en muchas de esas ocasiones, Adam venía
acompañado de Ryan, y los silencios incómodos entre nosotros se
habían convertido en mi tortura permanente.

Él estaba avergonzado por todo, yo lo sabía. Así como él sabía que


yo prefería alejarme de él. Y esta vez parecía ser definitivo.

—Tierra a Athena —Tessa pasó sus manos por mis ojos—, te nos
fuiste por un segundo ahí.

Me encogí de hombros, levantándome del borde de la cama para


tomar otro cupcake de fresa de la caja. Mamá nos la regaló luego de
que Penny Lane insistiera que estaba teniendo una baja de azúcar,
producto de la ansiedad, por supuesto.

—Sólo estaba pensando —les dije, intentando ocultar los


sentimientos que brotaron mientras pensaba, de nuevo, en Ryan.

—Ya que estamos en medio del tema de las citas y todo eso… —
Penny Lane se sentó junto a mí, chocando su hombro juguetonamente
con el mío—. Has estado pasando mucho tiempo con Archie estos
días, ¿sabes?

—Oh, a Archie le gustas tanto —añadió Tessa, con una expresión de


plena satisfacción—. Tal vez no te des cuenta, pero el chico es un
tomate andante el 99% de su tiempo contigo. Algo le hiciste, Nina.

—¿Quizá… puedas considerar salir con él en algún punto? —Mi


otra amiga comentó—. No hay presión, claro. Aunque creo que media
escuela piensa que ya se besuquean en ese estudio.

—¡Pero eso no es cierto! —repliqué, sintiendo mis mejillas arder


intensamente ante el pensamiento de que las personas pensaran de
esa manera. De que Ryan pensara algo así.

—Lo sabemos —Ambas resoplaron al unísono—. ¿No lo


considerarías entonces? —Volvió a preguntar la de cabello rosa,
menos airada que nosotras.

—No… lo sé —Me encogí de hombros—. No funciona de esa


manera para mí.
Si bien era cierto, Archie me hacía reír y sonrojarme mucho. Y
bueno, a veces me ponía nerviosa ante su inesperada cercanía, pero
quién no se pondría así si lo miraran fijamente durante más de dos
minutos. Sí, él era todo lo que Ryan no era y no existía esa intensidad,
esa extraña electricidad que sentía cuando este último y yo estábamos
cerca. Con Archie las cosas se desenvolvían sin problemas, ligeras…
fáciles.

Tal vez ese era el problema.

—No lo sé realmente—Fue todo lo que pude responderles, porque


no tenía una respuesta más sincera que esa.

Ambas se miraron, como si a pesar de haber dicho una oración


corta, les hubiera dicho una información completamente
esperanzadora. Sonrieron tan amplio que sus mejillas casi explotaron
antes de decir:

—Eso es suficiente para nosotras.

Cuando ya el tema estuvo terminado (Gracias a Dios), esperamos a


que Adam recogiera a Penny Lane. Irían a ver una película y luego a
cenar. Tessa y yo nos pusimos en modo de control parental en cuanto
se bajó de su camioneta. Le dimos al chico unas miradas de
advertencia en la entrada, aprovechando que ella buscaba su abrigo
para salir.

—Hola, chicas —nos saludó él con una sonrisa nerviosa. Hoy estaba
enfundado en una casual camisa de demin y pantalones negros.
Bastante simple pero a la vez resaltante. Tal vez era algo del Trono, el
lograr resplandecer siempre incluso con algo tan sencillo.

—Hola, Adam. Espero que no veas a su lindo vestido como una


invitación —le dijo Tessa, fingiendo rudeza, pero podía ver que
estaba aguantando reírse.

—Hola, Adam. Tendríamos que tomar medidas drásticas si ese


fuera el caso —añadí, imitando a mi compañera de broma.

Él alzó sus dos manos en un ademán de rendición, aunque luciendo


divertido.
—Comprendido el mensaje. Mis manos estarán fuera de ella en todo
momento —se rió, en el momento en que Penny Lane salía.

Adam la examinó con la mirada, sus oscuros ojos brillantes y su


boca ligeramente abierta, su reacción se veía genuina, lo que me causó
una pequeña punzada de envidia.

Quería que alguien me mirara de esa forma un día.

—Vaya… Sólo… Vaya —Él no tenía palabras, lo cual era


completamente adorable.

Los dejamos irse para que Tessa me diera un aventón hasta casa. Ya
estaba comenzando a oscurecer y mamá estaba como loca enviando
mensajes de textos, preguntándome a qué hora estaría en casa. Me
extrañó su repentina insistencia, ya que sabía que estaría con Penny
Lane. No era como si fuese a escapar a otro lugar.

—Eh… ¿Por qué está el auto de Ryan Hamilton aparcado frente a tu


casa? —La sorpresiva pregunta de Tessa me hizo alzar la vista tan
bruscamente que mi cuello dolió.

Mi corazón comenzó su habitual —y para nada sorpresiva— carrera


de latidos al ver su Célica frente a mi jardín. La confusión, intriga y
expectativa hacían que los latidos golpearan con tanta fuerza mi
pecho que sentía que mi corazón estaba a punto de escaparse y entrar
a la casa corriendo para confirmar si no estaba viendo una alucinación
o algo parecido.

Aunque dos personas no podían tener una alucinación igual, ¿o sí?

—Estoy haciéndome la misma pregunta en este instante —le


contesté, tragando saliva con dificultad.

—Tiene bastantes pelotas para venir aquí luego de haber sido un


imbécil —comentó mi amiga, deteniéndose detrás del auto. Lucía
fastidiada.

—¡Tessa! —le reproché su lenguaje, incluso estando un poco de


acuerdo con sus palabras.

—¡Es cierto! Fue una movida de imbécil haberte dicho que le


gustabas y luego volver con Kate al día siguiente. No hay nada que
puedas decir para hacerme cambiar de opinión —me respondió,
enojada. Yo miré mis pies, intentando no sentirme peor de lo que ya
me encontraba—. ¿Quieres que baje contigo, Athena?

—No, está bien. Estaré bien —le dije, sinceramente. El enojo interno
estaba aplacando lo demás. En realidad, no tanto. Pero sabía que
estaría bien.

Ella sólo asintió, colocando su mano en mi hombro y apretándolo de


manera reconfortante.

—Sé que estarás bien.

Tomé unas cuantas respiraciones antes de entrar a la casa. Podía


escuchar voces en la sala de estar, mas seguía un poco desorientada
por el hecho de tener a Ryan Hamilton dentro de mi casa,
probablemente hablando con alguno de mis padres justo en mi sala.
Todo era demasiado irreal para mí. Estaba un poco desconcertada
ante el hecho.

Me intrigaba profundamente saber qué estaba haciendo aquí.


¿Quería hablar conmigo? ¿De qué quería hablar conmigo entonces?
¿Cómo debería lucir yo? ¿Debía actuar enojada? ¿Debía disculparlo
por haber sido un imbécil, como dijo Tessa?

¿Por qué Ryan Hamilton estaba en mi casa?

—¡Hola, Athena! —me saludó mamá en cuanto me vio de pie en el


umbral. Ella se encontraba sentada frente a Ryan en el sofá, tomando
una taza de café tranquilamente, como si tener al chico que le gusta a
tu hija en tu sala fuera la cosa más normal—. Ven, pasa.

Era un poco inútil evitar la mirada de nuestro invitado. De verdad,


intenté lo más que pude no establecer contacto visual, pero fue en
vano, sobre todo cuando podía sentir una intensidad tan eléctrica en
toda la habitación. No sabía cómo mi madre no podía notarlo. Era casi
palpable.

Oh, Ryan.

Sentía las pulsaciones de mi corazón en mis oídos y el calor de la


vergüenza en mi rostro. Estábamos en medio otro episodio de
silencios incómodos y en vez de hablar, nos encontrábamos más
ocupados mirándonos a los ojos. Eso no era algo nuevo, en realidad.
Pero me sentía particularmente incómoda teniendo a mi mamá
presenciando nuestro íntimo momento.

Entonces, ninguno de los dos supo otra cosa qué decir que:

—Hey, hola —Ryan me dedicó una sonrisa apretada. Había un


brillo particular en sus ojos hoy, pude notarlo antes de tener que
desviar la mirada.

—Este es el hijo de Amelie, Ryan —intervino ella.

Ella sabía muy bien quién era él para mí, creo que lo había dejado
bastante claro, pero cómo buena madre que era, se estaba tomando
toda la situación con calma, sabiendo que yo me encontraba
confundida, aturdida y nerviosa.

—Sí, ya nos conocemos. De la escuela —habló él entonces. Sin dejar


de mirarme con esa expresión que mi cuerpo aún no podía ignorar.

Antes de parecer grosera y preguntar qué hacía Ryan en nuestra


casa, mi madre explicó el motivo de su visita:

—Su mamá lo envió hace algún rato para recoger un encargo de


bocadillos dulces para el cumpleaños de su sobrina.

—Oh. —Intenté ocultar la decepción en mi voz, sin embargo, creo


que no tuve éxito. Él no había venido aquí para hablar conmigo,
después de todo. Había sido por su mamá y el favor a su tía.

—Sin embargo, había olvidado que Amelie pasaría hoy por ellos
aquí en casa y los dejé en la tienda —Ella se encogió de hombros,
luciendo apenada, aunque dirigiéndome una mirada de complicidad
que sólo generó mayor calor en todo mi cuerpo.

—Le dije a tu madre que no se preocupara, puedes ir conmigo a


recogerlos —comentó Ryan, sonriendo de medio lado—. Yo no tengo
ningún inconveniente —Siempre encantador—. ¿Qué hay de ti?

Dudaba que iba a ser fuerte si me encontraba de nuevo en una


situación donde estuviéramos solos. Aunque muy en el fondo,
deseaba estar a solas con él otra vez.

Masoquista sin remedio…


—Te daré las llaves para que vayas con él, ¿de acuerdo, Athena? —
dijo mamá, con un tono de pregunta en su voz, como si estuviera
consultándome furtivamente si estaba bien dejarnos solos todo ese
tiempo.

—… Seguro —Mi corazón respondió primero que la razón.

Y en menos de un parpadeo, estaba subiéndome en el auto de Ryan


Hamilton por tercera vez desde que lo conozco.

El viaje a la tienda fue tajante y silencioso, nada comparado a la


última vez que estuvimos en una situación similar. Ni siquiera se
había molestado en encender la música para ahogar la incomodidad,
podía notar su inquietud, su vacilación, a pesar de estar a pocos
metros de distancia. Tal vez estaba esperando el momento o las
palabras indicadas para decirme. Aunque no creía que existiera un
momento indicado para explicarle a una chica por qué le dijiste con
tanta sinceridad que te gustaba y luego fuiste con tu ex de nuevo.

No existe nada de adecuado en eso. Y él lo sabía.

Entonces, ¿por qué estábamos aquí de nuevo?

—En la escala del 1 al 10… —dijo de repente, haciendo que diera un


respingo de sorpresa. Estaba casi segura de que hablar no iba a ser
una opción, dado que faltan sólo unas pocas cuadras para llegar—.
¿Cuánto me odias en este momento?

Mi corazón se hundió tanto ante su pregunta que instintivamente


me llevé una mano hacia él. La manera tan triste en que la formuló,
me hizo sentir mal por no hablar primero durante el camino. No sabía
qué responderle sin que mi corazón explotara. Yo nunca podría
odiarlo ni aunque lo intentara con la mayor fuerza, mas no quería
decirle eso.

Luciría como la masoquista más tonta del planeta.

Por suerte, al parecer era una pregunta para sí mismo o retórica, ya


que respondió antes de tener la oportunidad de hacerlo yo:

—No me lo tienes que decir, sé que es mucho —Dejó escapar un


suspiro de frustración mientras sacudía un poco la cabeza—. Siento
que me estoy volviendo cada día un poco más loco, Nina, ¿sabes?
—¿Por qué lo dices? —le pregunté, animándome a hablar debido a
su expresión de tristeza y de cansancio. No quería verlo así.

—Porque fui a tu casa a recoger unos dulces para el cumpleaños de


una prima con la que ni siquiera me llevo bien —contestó,
encogiéndose de hombros, sin dejar de sacudir su cabeza como si se
estuviera regañando a sí mismo—. Como dije, estoy cada vez más
loco. Todo esto porque tú me odias y de todas maneras quise ir a tu
casa debido a que no he sabido cómo acercarme a ti estos días.
Entonces, eso me está volviendo loco. Sin embargo, ahora estamos
aquí, en silencio, sin saber cómo actuar el uno con el otro porque es
incómodo y no debería serlo, pero lo es. Por mi culpa.

De verdad mientras lo miraba, sorprendida, comenzaba a pensar


que estaba actuando un poco como un loco. La manera en que
hablaba se sentía igual como si hubiera sido arrastrado por alguna
fuerza misteriosa hasta mi casa y hasta ahora se estaba percatando de
la situación en la que se encontraba metido.

Quizá yo no estaba tan lejos de la realidad, tal vez una fuerza


misteriosa sí lo arrastró hasta mí. Lo cual me hacía enamorarme más
de él. No podía quitarle los ojos de encima mientras digería cada una
sus palabras. No había una manera correcta de decir lo que estaba en
mi cabeza.

En lo único que podía pensar, era en que Ryan había ido hasta allá,
desesperado por hablar conmigo.

—Yo… no te odio, Ryan —le dije entonces, sin apartar la mirada


todavía. Él se volvió hacia mí, había una sonrisa en sus ojos, aunque
no en sus labios—. Nunca lo hice y no creo que alguna vez lo haga.

Así como así, una semana y media de ira interna hacia él se había
esfumado por completo.

—Pero… —Quise añadir algo más, pero negó con la cabeza con
vehemencia, mientras aparcaba frente a la tienda de mamá.

—¿Podemos dejar ese “pero” para el final de la noche, por favor? —


me pidió, dedicándome una leve media sonrisa, apagando el motor
del auto.

Oh, Ryan.
Me limité a asentir con la cabeza, hipnotizada ante la mirada que me
estaba dando y comprendiendo a lo que se refería. Yo también lo
deseaba de esa forma. Luego de estas semanas, deseaba tener este
momento sin tener que pensar en los “pero” que rondaban en nuestra
mente, esos que nos impedían dar otro riesgoso paso más cerca del
otro. Esta noche no había nadie a nuestro alrededor, los locales
vecinos se encontraban cerrados y sólo nos acompañaba la oscuridad.

No queríamos pensar en los “pero”. No esta noche. Esta noche no


éramos Nina Landfield y Ryan Hamilton de Sherman High.

Oh, Nina, ¿qué estás haciendo?

Logramos entrar a la tienda luego de que jugara nerviosamente con


las llaves de mamá, buscando la correcta y luego de que mi mano
temblara mientras la introducía en el cerrojo. Tenía un extraño
presentimiento sobre toda esta situación, era como si entrar en la
tienda significara que algo grande estaba por ocurrir, que poner un
pie dentro era tomar un paso hacia dejar ir el control de todo.

Sí, se sentía así, como dejándose ir.

—Recuerdo este lugar —comentó Ryan mientras escaneaba la


tienda de Emily Landfield, la cual a pesar de ya estar oscuro, seguía
enviando esa vibra acogedora que lo caracterizaba—. Vine una vez
con mamá cuando recién nos mudábamos, luego ella no podía parar
de llevarnos cosas de aquí a papá y a mí.

Noté, aunque estuviera la luz encendida todavía, la mirada de


tristeza que cruzó por sus ojos al mencionar a su papá.

—Lo sé —Pensé que lo había dicho en mi cabeza, pero entonces él


me miró sorprendido, con una genuina sonrisa naciendo de sus
labios.

El cuello comenzó a picarme de la vergüenza.

—¿Cómo es que lo sabes? —Enarcó una ceja, esperando


pacientemente por mi respuesta.

Tragué saliva con dificultad.

—Te vi —¿Por qué seguía diciendo palabras cortas?


Quise ocultar mi vergüenza con mi cabello y comencé a caminar
hacia detrás del mostrador para buscar las cajas con los dulces donde
mamá me había indicado. Todo mi cuerpo ahora picaba y ardía del
calor que sentía.

Estaba pisando territorio peligroso y eso hacía que mi pulso se


acelerara de una manera irracional.

—Nina —él resopló con frustración, siguiéndome detrás del


mostrador. Aun estando de espaldas, podía notar su mirada en mí,
suplicándome que le dijera más que sólo eso.

—Te vi ese día, cuando leías Sherlock Holmes, absorto de lo demás


a tu alrededor —añadí, fingiendo que era una simple y casual
anécdota que le contaría a cualquier persona—. Yo estaba allí, pero no
quise salir del escondite —Le señalé un pequeño espacio junto a las
exhibiciones, mientras intentaba con todas mis fuerzas concentrarme
en las cajas.

—¿Por qué no quisiste? —indagó, poniendo una mano en mi


hombro para que lo encarara.

Me encogí de hombros, temiendo que si lo miraba, las cosas se


saldrían de control. Y con cosas, me refería a mis pulsaciones, las
cuales empezaban a aumentar cada vez que Ryan quería saber más y
se acercaba más.

—Toda mi vida he sido una chica tímida, sobre todo con chicos que
leen Sherlock Holmes —Me reí un poco, atreviéndome a mirarlo—.
No lo sé… Yo sólo te observé leer hasta que te fuiste.

Al darme cuenta de la mezcla de emociones que ahora viajaban a


través de sus ojos, lo único que quería hacer era darle un fuerte
abrazo y no dejarlo ir. Quería consolarlo justo como él había hecho
conmigo el otro día, porque lucía como si lo necesitara.

Sus pies se movieron primero que los míos. Dio un vacilante paso
adelante, obligándome a dar uno hacia atrás mientras intentaba
controlar lo agitada que se estaba tornando mi respiración debido a
su repentina cercanía.
Todo mi cuerpo sentía que necesitaba alejarse de él, de otro modo,
no iba a resistir durante mucho tiempo, muy bien podía tener un
ataque de pánico ahí mismo.

Mi espalda se encontró con la pared que divide la cocina del


mostrador y cerré mis ojos con fuerza por unos segundos, todavía no
consiguiendo éxito en eso de respirar normalmente.

—¿Nina, por qué simplemente no podemos dejar las situaciones


complicadas a un lado? —preguntó, sin dejar de mirarme.

Sus palabras se instalaron en mí con esa misma mezcla de


emociones que sus ojos estaban transmitiendo. Ryan estaba sufriendo
por algo y mi corazón se sentía apretado al pensar que tal vez no
tuviera a nadie lo suficientemente confiable con quien compartir su
pesar. Sin embargo, él estaba aquí, sufriendo conmigo.

Y aunque sonara tétrico, me gustaba que estuviera aquí,


compartiéndolo.

—¿Por qué no puede ser tan simple como eso? Somos chicos de 17
que no pueden dar un paso sin sobre pensar las cosas.

Me encogí de hombros, sintiéndome un poco indefensa e inútil. La


carga que sabía tenía sobre sus hombros era tan inmensa, tan
importante que no tenía idea de cómo ayudarlo. Kate, su padre, su
pasión… eran tantas cosas en las que tenía que pensar.

De pronto, me sentí mal también por haber estado enojada con él


esta semana.

Nunca podría odiarte, Ryan.

—Ryan, las situaciones complicadas dejan de serlo sólo cuando tú


así lo deseas —le susurré, atreviéndome a posar una mano en su
pecho, reconfortándolo por lo que sea que tuviera atormentando su
mente.

Su intensa mirada me hubiera hecho dar otro paso atrás si hubiese


podido. Mi respiración no tenía remedio para este punto, incluso me
sentía algo avergonzada de que al tenerlo tan cerca de mí, podría
notar su efecto en mí.
Entonces, en vez de responder a mi comentario, dijo algo que estuvo
cerca de hacerme desvanecer en el suelo y desintegrarme sobre la
madera:

—Nina, voy a besarte ahora —Apreté mi espalda con fuerza contra


la pared, tal vez no para alejarme, sino para evitar que mis rodillas
cedieran.

Parpadeé hacia él, desconcertada, mareada, emocionada. Todo a la


vez. No pude emitir un sonido, no tuve tiempo de hacerlo, no cuando
Ryan tomó mi mano de su pecho, me jaló hacia él y colocando la otra
detrás de mi cuello, llevó mis labios a los suyos.

Cuando sentí su contacto, mi corazón estalló.

El frenesí aterrador desembocado en la parte izquierda de mi pecho


se hizo presente. Mis temblorosas manos buscaron rápidamente algo
de donde aferrarse y encontraron su camiseta. Comencé a pensar en
que tal vez estaba volando, porque no lograba sentir mis pies estando
en el suelo. Esto parecía un sueño, pero mi cuerpo estaba consciente
de que no lo era. Podía sentir claramente los labios de Ryan sobre los
míos.

Suaves, pero la vez firmes sobre mi boca. Decididos. Recordándome


que sólo había besado a un chico en toda mi vida y de lo único que
estaba segura de hacer era que se suponía debía devolverle el beso.

Ryan me estaba besando.

Y yo lo estaba besando a él.

Se movió más cerca de mí, pegando nuestros cuerpos tanto como


pudo. Estaba asustada para este punto, asustada de que besar a Ryan
era tan bueno que sentía que iba a desmayarme. De que cuando me
soltara, iba a caer.

Este miedo sólo me hizo querer acercarlo más, aunque no fuera


posible ya que estaba pegada a la pared.

Sus labios eran los que guiaban este suplicio. Ambos jadeábamos
por razones diferentes; por la necesidad de aire y la necesidad de no
querer terminar este momento. Abrí un poco mi boca cuando él hizo
lo mismo, sin poder evitar soltar un pequeño suspiro de entre mis
dientes, sintiéndome desconcertada de mí misma por querer más de
él.

Y nos besamos mientras seguía sin sentir mis pies. Nos besamos y
nos besamos fuerte durante lo que pareció una verdadera eternidad.

Nunca pensé que sería capaz de besar a alguien con tanta


desesperación y necesidad, sobre todo sin tener alguna idea de cómo
se podría lograr aquello y la verdad, no podía creer cómo resultaba
tan natural el acto de besar a otra persona. Pero estaba pasando ahora.
Con Ryan.

—Tú corazón… late muy rápido —gimió, separándose un poco de


mí, sus ojos se encontraban entrecerrados cuando me atreví a abrir los
míos.

—El tuyo también —susurré, soltando finalmente su camiseta. Mis


manos se habían aferrado con tanta fuerza que las arrugas en ella eran
visibles.

Cuando logró enfocar su vista, no había más que alivio —y disculpa


— en sus ojos. No sabía aún si aquella mezcla era buena o mala. Por
ahora, me sentía muy mareada para pensar. Me sentía demasiado
liviana para moverme. Estaba embriagada por su beso.

—Lo siento tanto… —No sabía por qué exactamente se disculpaba,


pero la angustia con que lo dijo, fue suficiente para hacerme despertar
del trance.

—Oh Dios mío —Mi vista se volvió borrosa, anticipando las


lágrimas.

¿Qué acabábamos de hacer?


Capítulo 20
Me quedé en silencio durante un momento mientras intentaba
ordenar mis pensamientos, los cuales parecieron haberse sacudido a
consecuencia del beso. El beso que había tenido con Ryan Hamilton
casi en el mismo lugar de la primera vez que lo vi. El beso que había
tenido con un chico que probablemente tenía una novia. El beso por el
que él se disculpaba.

No estaba muy segura del motivo de sus disculpas, pero sólo el


hecho de haberlo besado en medio de esta situación tan desastrosa,
me hacía arrepentirme un poco de permitirle tener de nuevo el poder
de romper mi corazón con sus acciones. Mas para nadie era un
secreto que me consideraba una masoquista sin remedio, por lo que
mi cuerpo seguía latiendo con gozo y felicidad debido a lo que
acababa de ocurrir.

—Sé que no debía ser así —añadió él, sin aún moverse de donde se
encontraba.
—¿Por qué…? —No logré terminar mi pregunta, ya que Ryan volvió
a acercarse a mi rostro para colocar su frente sobre la mía, cerrando
sus ojos en el camino.

Por un minuto, pensé que me besaría de nuevo; sin embargo, soltó


un largo suspiro de entre sus dientes, dejándome sin nada que decir
ante su cercanía.

—Porque no hay “pero” esta noche, ¿recuerdas? —comentó,


negando un poco con la cabeza, aunque sin moverse mucho—. Y yo
sólo… yo sólo quería hacerlo, Nina.

—Yo… también quería que lo hicieras —confesé, haciéndolo abrir


los ojos de la impresión.

Pero, Ryan seguía saliendo y haciendo pública su relación con Kate.


Pero, él no parecía querer hacer nada para hablar con su padre, para
liberarse de la presión que lo embargaba y tener la oportunidad de ser
quien él quisiera ser.

Pero, pero, pero… Eran tantos peros.

—Ryan —Atraje su atención con firmeza, sintiendo de nuevo las


lágrimas amenazando por salir al verme obligada a bajarnos hacia la
triste realidad—, tienes una novia.

Esta declaración lo hizo finalmente separarse de mí, dando tres


pasos atrás y pegando su vista en el suelo, como si estuviera
avergonzado de que lo que le decía era cierto. Porque lo era, y aunque
me doliera aceptar las circunstancias detrás del beso que acababa de
ocurrir, tenía que recalcar ese importante punto. Porque había un
mañana, —a pesar de nuestro acuerdo más temprano— y no podía
soportar la idea de tener que pasar de nuevo por la etapa de “Nada
ocurrió aquí”. Así no me imaginaba que sería mi primer beso con
Ryan Hamilton.

Lleno de arrepentimiento.

—Sé que podría sonar raro o que podrías pensar que estoy diciendo
esto sólo para librarme un poco de la culpa —Comenzó a decir, esta
vez atreviéndose a mirarme a la cara—, pero hay muchas cosas detrás
de lo que Sherman High ve, sobre todo acerca de mi relación con
Kate.
Esperé paciente a que continuara hablando, dejándole saber a
través de mi mirada que podía confiar en mí. Había querido durante
tanto tiempo que sintiera conmigo esa misma confianza que sentía al
hablar de sus problemas con Blogger Girl. Y al parecer, esta noche,
estaba dispuesto a compartir más que un beso, conmigo.

Para mi sorpresa, en vez de seguir con la conversación enseguida,


tomó asiento, en silencio, junto al pequeño espacio que le había
mostrado antes y me invitó a sentarme con él. No tuvo que insistir
mucho para que lo imitara, me dejé caer a su lado y de nuevo —para
mi sorpresa—, me tomó de la mano y entrelazó sus dedos con los
míos.

Se quedó mirando cómo lucían nuestras manos juntas durante unos


segundos antes de seguir:

—Kate y yo… somos amigos —continuó, sonando un poco


inseguro de cómo manejar lo que estaba por decir.

No lo culpaba tampoco, esto debía ser difícil para él, mas yo estaría
dispuesta a quedarme toda la noche en este rincón, mientras pudiera
ver al verdadero Ryan, al que estaba hablando conmigo en este
momento.

—Sé que ella no es una buena persona la mayoría del tiempo,


créeme, quien más que yo para saber su comportamiento, pero no
siempre fue así. No al principio —relató, distraído, haciendo suaves
círculos en mi mano con su pulgar—. Su padre es jefe del mío e
incluso fueron juntos a la universidad, jugaron en el mismo equipo de
fútbol, ¿sabes? Son viejos amigos.

‹‹Cuando me mudé aquí, fue porque su padre le consiguió un buen


trabajo al mío y ella fue quien conocí primero que nadie más en la
ciudad. En ese entonces, era completamente diferente a la Kate de
ahora, podría decirse que pasábamos por la misma situación y nos
llevábamos bastante bien, lo cual a nuestros padres les encantaba, ya
que haría toda la situación tan conveniente.

Lo miré a través de la penumbra del local, mientras continuaba


hablando. Parecía triste y melancólico, con esa misma expresión que
tenía en su rostro en el camino hacia aquí, la que me hacía querer
abrazarlo y nunca dejarlo ir.
—Empezamos a salir porque nuestros padres insistieron en ello y
luego de un tiempo, fue más porque nos gustaba pasar tiempo juntos
—Se volvió hacía mí de repente, sacudiendo la cabeza, todavía
avergonzado—. Lo siento, Nina, no debe ser algo que quieras
escuchar, pero prometo que tengo un punto al que quiero llegar.

—Oh, no, no —Le di un reconfortante apretón a su mano—, no te


detengas. Está bien.

—Bien —Me dedicó una genuina media sonrisa, para luego


continuar su historia—. Entonces ella comenzó a cambiar cuando se
convirtió en la capitana del equipo de porristas; todo era sobre ella, su
cabello, su ropa, sus amigos, su reputación. No me sentía, ni me
siento cómodo con esta nueva Kate, pero… mi padre depende de que
no estropee las cosas con ella.

—¿A qué te refieres? —Tuve que detenerlo e intervenir, ya que esta


nueva pieza de información me había descolocado un poco.

—Si el padre de Kate llega a enterarse de que “rompí el corazón”


de su hija, no creo que eso desencadene algo muy bueno para mi
padre o para mí —Se encogió de hombros—, por lo que ella hizo un
trato conmigo.

—¿Qué clase de trato? —pregunté, sintiendo un repentino nudo en


la garganta que sólo delataba mi estado de nervios.

—Yo finjo ante toda la escuela y ella finge delante de nuestros


padres.

Me hundí en el lugar. Sabía que la situación con su padre no era


exactamente buena, pero enterarme de que todos sus problemas
estaban conectado entre sí y que iban más allá de lo que yo pensaba,
hacía que la pequeña gota de esperanza que se había despertado en
mí luego de ese increíble beso, desapareciera tan rápido como llegó.

Luego de esto, ¿qué esperanza de una verdadera oportunidad con


Ryan tendría? Él estaba obligado a fingir estar con otra persona en
público todo el tiempo. Y yo no encajaba en su plan, de hecho, estaba
estropeándolo.
Toda la situación era algo irónica. Ambos estropeándonos los
planes mutuamente. Él con mi identidad secreta, yo con Kate y su
padre.

—Oh. Lo entiendo.

Estaba lista para terminar con esta tan torturadora conversación,


para desenlazar nuestras manos y decirle que era hora de irnos a casa,
mas Ryan apretó su agarre en vez de dejarme ir, obligándome a
mantenerme junto a él.

—No creo que lo entiendas, Nina —Con su firme agarre, hizo que
me acercara más a él, lo cual logró aumentar los latidos de mi
corazón, de nuevo—. Cuando te vi aquella noche en la fiesta de Kevin,
con tu cinta roja en el cabello, tan nerviosa mientras te hablaba, tan
calmada después. Y luego ayudando a tus amigos, y nuestra
conversación en el auto, todo eso… Hacía mucho tiempo que no me
sentía tan relajado, sin tener que probarle nada a nadie. Me gustó,
mucho. Me… gustaste.

Tragué saliva con fuerza, intentando, sin éxito, hacer desaparecer el


nudo en la garganta. Que Ryan estuviera diciéndome esto era una
locura, era lo que siempre había esperado que hiciera, mas sentía que
una inmensa ola de miedo se encontraba a punto de embestirme y de
dejarme totalmente indefensa, abierta, vulnerable.

—Y pensé entonces en cómo sería tener un poco más de esos


momentos, contigo —dijo, luciendo ahora frustrado—. Pero mientras
intentaba acercarme a ti, sentía que estropeaba las cosas; teniendo a
las chicas atacándote, todos fisgoneando sobre ti. Creí que sería mejor
mantenerme alejado. Quizá sería lo correcto para ti, no era justo que
tuvieras que ser atacada debido a mí.

Sentí lágrimas de nuevo amenazar a mis ojos, ahora conmovida por


lo que estaba contándome. Había estado molesta durante los últimos
días por los (in)constantes cambios en la situación de Ryan, que no
me esperaba este lado de la historia. Él, de alguna manera —de su
propia adorable manera—, estaba intentando protegerme de lo que
sabía que odiaba: las miradas, la atención, los innecesarios ataques
por parte de las porristas.
Era eso, ligado con la situación de su padre. Ahora me percataba,
que nada estaba a su favor y, que no tenía a nadie —excepto tal vez
Adam—, para quejarse al respecto. Eso era lo que había percibido
temprano en su mirada; se encontraba al límite de lo que podía tomar
y fue entonces que me había elegido a mí, a verme, porque le gustaba,
porque se sentía a gusto estando aquí, conmigo.

—Nina —llamó mi atención, sacándome de mis esclarecedores


pensamientos.

Lo miré, parpadeando, dándome cuenta que habíamos


permanecido en silencio durante unos segundos.

—Estoy cansado de siempre bajar la cabeza y obedecer —me


confesó, apretando mis dedos entre los suyos de nuevo—. Quisiera
hacer algo que realmente desee, para variar.

—¿Y qué es lo que realmente deseas? —le pregunté, escuchando los


latidos de mi corazón justo en mis oídos.

Me dedicó una deslumbrante sonrisa; la primera real y genuina de


la noche. Tuve el desenfrenado impulso de sólo inclinarme y besarlo
una vez más, pero lo detuve como pude, controlando la latente idea
de dejarme ir por completo. Todavía nada había cambiado por
completo, a pesar de todo este momento.

—Deseo dejar lo complicado atrás —Se encogió de hombros—. Y


no quiero alejarme de nuevo. ¿Crees que podrías tú dejar de
escabullirte lejos de mí también?

—Tal vez, ya veremos —Le devolví la sonrisa, sin tener muchas


ganas de seguirme resistiendo por más tiempo.

Después de todo, los “pero” no serían hasta el final de la noche. Y


quizá, tal vez, los “pero” desaparecerían completamente luego de
hoy.

***

Creo que perdí la cuenta de las veces que repetí el beso en mi


cabeza mientras dormía esa noche; la forma en cómo él se acercó, en
cómo anunció que iba a besarme y… el beso en sí. Incluso cuando me
desperté a la mañana siguiente, me costaba creer que de verdad había
ocurrido.

Aunque lo que más me costaba creer de todo lo que pasó, fue el


hecho que Ryan se abrió y me dejó ver al verdadero él, no al Ryan el
Mariscal de Campo, sino al chico que odiaba tener que complacer a
los demás, sobre todo a su padre. Al Ryan que le gustaba besarme y
tomarme de la mano.

Me encantaba ese Ryan, tanto que no podía esperar volver a tener


ese tipo de oportunidad con él, a pesar de saber lo que eso implicaba.
Para este punto, tenía el presentimiento de que seguir el camino de
ayer, sería diferente esta vez.

—¿Saben? Fuimos a este lindo restaurant de soul food donde trabaja


su madre como chef —Penny Lane hablaba sobre su cita con Adam
mientras nos dirigíamos a la escuela con Tessa al volante—, y dijo que
al principio estaba un poco inseguro de llevarme allí, ya que nunca
antes había llevado a otra chica, pero que algo le decía que me
encantaría el lugar. Y así fue, chicas —Soltó un suspiro de romántica
que me hizo sonreír desde el puesto de atrás—, probé los macarrones
con queso más deliciosos de mi vida.

—Apuesto a que robaste su corazón en cuanto vio que comes como


un camionero —se burló Tessa, echándose a reír. Aunque sabía que
estaba tan feliz de ver a nuestra amiga emocionada como yo.

—Pues, yo pienso que sí —comentó ella, sin inmutarse por la burla


de nuestra conductora—, porque no dejaba de mirarme sonriente
mientras comía un segundo plato de macarrones. ¿Debió ser eso, no?

Todas reímos, haciéndonos la imagen en nuestra mente de una


Penny Lane en su hábitat natural de comida. Ella definitivamente no
era una chica de ensaladas, era más de entrada, plato muy fuerte y
postre, con espacio tentativo a cualquier otra cosa.

—Luego, fuimos a ver una película y dejó que eligiera cuál quería
ver, lo que me pareció totalmente dulce —continuó, jugando nerviosa
con las trenzas de su cabello—. Y bueno, después de todo eso me
llevó de vuelta a casa… no sin antes darme un excelente beso de
buenas noches.
—¡Oh, lo sabía! —Tessa palmeó el volante con su mano, luciendo
divertida y haciendo un sugestivo baile de cejas hacia Penny—. ¡Sabía
que no te resistirías a ese grande y atractivo trozo de chocolate!

—¡Dios, Tessa! —protesté, aunque riéndome de su reacción, ya que


también sabía hacia donde iba a terminar su noche.

Lo que me hizo volver a cómo terminó yendo mi noche, cosa que


debía contarle a las chicas pronto, mas estaba esperando estar a salvo
antes de soltar alguna cosa que hiciera a Tessa perder el control de su
auto. No sería la primera vez.

—¡Lo sé! —expresó mi amiga de cabello rosa—. No suelo besar en


la primera cita… pero es Adam Shelton, no pude resistirme.

Yo ni siquiera había ido a una cita con Ryan y ya teníamos un beso


de por medio. Tampoco era que me quejaba, muy poco me arrepentía
de que hubiese pasado, para ser sincera.

Sentí cómo una sonrisa tonta se escapaba de mis labios mientras un


hormigueo se extendía hacia ellos, recordándome de la increíble
sensación de sus labios moviéndose lentamente sobre los míos.

Sacudí la cabeza y alcé la vista hacia el frente, sorprendida al ver los


ojos de Tessa observándome a través del retrovisor y me sentí
nerviosa de estar siendo demasiado transparente con mi actitud de
chica enamorada.

—Así que, Nina… —dijo entonces, envolviendo el auto dentro de


un estado de seriedad.

Penny se volvió hacia mí, dedicándome una media sonrisa. Supuse


que Tessa le había puesto al tanto del inusual visitante anoche en mi
casa.

—Tessa me contó que Ryan se apareció en tu casa —intervino,


expectante a una reacción de mi parte.

—Sí, de verdad hemos estado esperando saber los motivos de su


misteriosa visita —terció nuestra conductora, todavía mirándome a
través del retrovisor, tal vez buscando indicios de malas noticias.
Por suerte, ya estábamos cruzando hacia la entrada de la escuela, lo
que significaba que cualquier gran revelación de mi parte no
terminaría en algún accidente.

—Creo que primero deberías aparcar para hablar sobre eso —


sugerí, reprimiendo otra sonrisa tonta.

—Bien —Me miró con ojos entrecerrados, como si pensara que


estaba teniendo un momento de locura o algo así al verme feliz en
lugar de deprimida.

Encontró rápidamente un espacio libre en el aparcamiento y apagó


el motor del auto. Ambas ahora poniendo su completa atención en
mí, lo cual me hizo encoger en el asiento, sintiéndome de repente
encarcelada para confesar de una vez lo que había pasado.

—¿Y bien? —me presionó Penny, abriendo mucho los ojos,


impaciente.

Me mordí el labio.

—Él sólo… —Comencé a decir, tratando de escoger las palabras.

Realmente no sabía qué decirles con exactitud, la razón de su visita


la verdad había sido hasta para mí un misterio e incluso lo catalogué
como un arrebato de locura de su parte; sin embargo, la anécdota de
cómo resultó al final, sí era algo que deseaba compartir, tal vez con
demasiado entusiasmo, ya que no paraba de sonreír.

—Él… me besó —Tuve que echarme hacia atrás y tapar mis oídos
cuando ambas soltaron unos chillidos tan fuertes que unas cuantas
personas pasando junto al auto nos miraron con el ceño fruncido.

—Quieres decir, ¿que te besó? Como, ¿labio con labio? —me


preguntó Penny Lane, dando saltitos de emoción que hacían al
cacharro de Tessa moverse de un lado a otro.

—¡Santa mierda, Athena! —exclamó Tessa, sorprendida.

Creo que nunca había sentido mi cuerpo tan caliente como en ese
instante, sentía que mi rubor elevó su nivel de intensidad a más allá
de un tomate andante al pensar en que no sólo había sido labio con
labio, sino cuerpo con cuerpo, aliento con aliento… Vaya, Nina.
—Pues, sí, hubo mucho contacto labio con labio —Dejé escapar una
risita nerviosa, dándome cuenta de lo vergonzoso que era tener que
hablar de esto, incluso si era con mis mejores amigas.

—¿Es decir que Hamilton fue a tu casa sólo para besarte? —Tessa
parecía que iba a desmayarse.

—Su madre le había comprado unas cosas a la mía y él se ofreció a


pasar por ellas —les conté, intentando deshacerme del arrebato de
calor que me invadía—. Lo acompañé a la tienda de mamá y…
solamente pasó.

—¡Qué romántico! —suspiró Penny Lane, sin dar señas de querer


detener sus saltitos en ningún pronto momento—. ¡Es el primer lugar
donde lo viste, ¿cierto?! ¿No es eso romántico, Tess?

—Debo admitir, que estaba a punto de regresar a tu casa y echarlo


de ahí yo misma por lo idiota que había sido —confesó mi otra amiga,
sonriendo radiante—, pero me alegra saber que mi autocontrol valió
la pena si luces como si hubieras ganado un millón de dólares en la
lotería. Santa mierda, Nina, Ryan te besó.

No pude evitar reírme debido a sus exageradas reacciones al


respecto.

—¿Y cómo fue? —indagó Penny, gracias a Dios deteniéndose antes


de que la gente se diera una mala idea de lo que pudiera estar
pasando dentro del auto—. Cuéntanos, por fis, por fis, por fis.

—Fue intenso —contesté, sin poder etiquetarlo de alguna otra


forma—. En una buena manera.

Salimos del auto una vez lograron calmarse. Sin embargo, no


dejaron de bombardearme con toda clase de preguntas adicionales
mientras caminábamos hacia dentro de la escuela, intentaba mantener
el paso y dar una respuesta rápida a cada una, cuando divisé a Ryan
saliendo de su auto, echando su mochila al hombro y comenzando a
caminar también hasta la entrada.

Cuando se percató de que estaba viéndolo, despegó sus labios en


una sonrisa tan amplia que casi me detengo para contemplarla mejor.
Era una de esas sonrisas que iluminan el rostro y hacen que tus ojos
brillen como un par de diamantes. Lo único que quería hacer era
acercarme, sin que importara nada más y hablarle, tomarlo de la
mano, caminar juntos.

Pero sabía que eso no pasaría. Por muchas obvias razones, que de
verdad luego de nuestra charla de ayer, por primera vez, no me
entristecían. Mucho menos cuando él me estaba sonriendo de esa
forma y cuando al pasar cerca de mí, me guiñó el ojo, luciendo feliz y
un poco travieso.

—Damas —nos saludó a las tres, sin borrar esa maravillosa sonrisa
de sus labios.

Estábamos teniendo un excelente día por las mismas razones. Y me


encantaba.

Capítulo 21
Pasé gran parte de la jornada escolar sopesando la idea de volver a mi
antigua rutina de sentarme en las graderías durante la práctica de
fútbol a escribir en mi bloc de notas. Gracias a lo que había ocurrido
las pasadas semanas, ya no podía recordar la última vez que
realmente me había sentado, relajada, a escribir ideas para Blogger
Girl mientras escuchaba los gritos del Coach Marin como música de
fondo.

Bien, la idea de volver al campo de fútbol también tenía mucho que


ver con Ryan; me aterraba y al mismo tiempo me emocionaba ir hasta
allá y quizá verlo practicar. Las miradas curiosas, más la situación de
las amenazas de Kate y su escuadrón de seguidoras ya se habían
disipado hacía días, por lo que no corría mucho peligro de todos
modos.

Además, desde que había despertado por la mañana, me sentía con


un arrebato de fuerza, de seguridad, como si de verdad no me
importara nada de eso, nada del Trono, nada del balance, sólo ir hasta
allá y mirarlo bajo el recuerdo de la noche anterior.
Hasta que recordé que debía encontrarme con Archie en el estudio
del profesor Samberg luego de clases para trabajar en su cuadro. Y la
emoción disminuyó abruptamente, recordándome que no podía
dejarlo plantado.

Mientras me dirigía hacia el gimnasio, comencé a pensar en cómo


esta cosa de Ryan iba a funcionar. Sabía que dentro de la escuela y
con su familia, él debía fingir junto a Kate, lo cual significaba que
también debía fingir disfrutar acompañarla a cualquier otro lado
relacionado con la escuela; tal vez a fiestas del equipo, de sus amigos,
cenas familiares o algún otro evento de ese tipo. Entonces, ¿dónde
encajaría yo en todo eso?

Estaría atrapada entre un apretado espacio que ni siquiera


habíamos definido aún.

Ya para cuando me encontraba en la puerta del estudio, mis


inevitables pensamientos se habían encargado de despojarme de la
sensación de repentina confianza que se había apoderado de mí. Los
efectos del beso habían terminado y ahora estaba sumergida en una
especie de resaca emocional, donde realmente no tenía idea de qué
pasaría después, cuál era el siguiente paso a tomar.

—Bienvenida de nuevo, mi chica musa —me saludó un Archie


sonriente, haciendo que sacudiera la cabeza y me olvidara de lo
sombrío que estaban tornándose mis pensamientos.

El estudio de arte seguía teniendo ese efecto en mí, el de hacer que


olvidara durante el tiempo encerrados lo que pasaba en el exterior.

—Un gusto estar de vuelta en esta cueva —lo saludé de vuelta,


contagiándome de su sonrisa.

—He estado trabajando en una mezcla de colores bastante


interesante —comentó, ya enfundado en su traje para pintar, el cual
se había ganado más manchas en los últimos días.

—Te diría mi opinión al respecto —dije, dejando mis cosas junto a


unas latas de pintura, para luego tomar asiento en mi silla habitual—,
pero no me dejas ver tu trabajo.

Él se echó a reír divertido, negando con la cabeza y pasando su


mano a través de sus ondas castañas.
—No hay manera en que me hagas cambiar de opinión, Nina —me
advirtió, comenzando a colocar el trípode delante de mi silla.

Archie tenía una estricta regla en nuestro acuerdo que decía que no
tenía permitido mirar el progreso del retrato hasta que estuviese
terminado. Hasta ahora, no estaba segura si eso era algo bueno o
malo, ya que me carcomía la incertidumbre de saber cómo estaba
quedando y qué exactamente había captado de mí durante su intenso
juego de miradas.

—En algún punto tendré que verlo —protesté, cruzándome de


brazos.

—Lo sé, aunque será en el punto cuando esté terminado —se burló,
tomando el enorme lienzo cubierto por una oscura manta y
posicionándolo en el trípode, desatando de nuevo mi curiosidad.

¿Estaría pintándome con una cabeza deforme que no quería


enseñármelo?

—Espero que no sea porque estás pintando la versión cíclope de mí


y por eso no quieres que lo vea —le dije, medio bromeando y medio
en serio.

Archie me miró fijamente. Ya me estaba acostumbrando a sus


penetrantes miradas para sus intensos ejercicios de conocerme más
allá. Sin embargo, esta venía con algo extra en sus ojos y lo supe con
mayor certeza cuando empezó a ruborizarse antes de contestarme:

—Créeme, estoy retratando la mejor versión de ti.

Sentí que el calor subía lentamente hacia mis mejillas, imitando su


acción de sonrojo.

El extraño momento terminó de forma fugaz cuando él cortó el


contacto visual y se acercó a indicarme que recogiera mi cabello en
una cola de caballo, como siempre lo hacía en el instante que
comenzábamos a trabajar.

—Y recuerda, no quiero mechones en tu rostro de nuevo —discutió,


haciéndome reír entre dientes al recordar las tantas veces que me
había repetido eso antes.
Sabía que no sólo lo decía por cuestiones de la pintura, sino en la
vida en general. En nuestro segundo encuentro, me tomó un poco
fuera de guardia su comentario de enseñar más mi rostro,
puntualizando que tenía lindas facciones y luego de eso, se tropezó
con un montón de latas de pintura que casi causan un gran desastre.
Poco después, se concentró de nuevo en el retrato, tal vez demasiado
avergonzado como para decir otra cosa.

No pude evitar pensar en que Archie era demasiado adorable para


su propio bien.

***

Luego de más de una hora de indicaciones de su parte y de cortas


charlas en medio de su momento de inspiración, dimos por
terminado el avance del día. Según él, con tan sólo otro encuentro
durante la semana, el retrato estaría listo para mostrarlo en el
concurso, lo cual me hacía sentir un poco nerviosa, a decir verdad, eso
de tener a tantas personas a la vez mirando mi rostro en “la mejor
versión de mí misma”.

—¿Necesitas un aventón a casa hoy? —me preguntó, mientras


ambos dejábamos todo en su lugar para salir.

—Tessa y Penny Lane dijeron que esperarían por mí en la


biblioteca, pero gracias —le contesté, ofreciéndole una sincera media
sonrisa.

Archie abrió la boca, queriendo decir algo, mas la cerró


rápidamente, dándome la espalda para meter algunas cosas en su
mochila.

—Oh, está bien —Fue lo único que dijo.

Hoy actuaba extraño, como si estuviera ocultándome algo y


durante un microsegundo pensé que tal vez ese era el caso, ya que
había estado más callado que de costumbre, evitando mirarme mucho
cuando usualmente era lo contrario.

En medio de mi debate interno de lo que podría ser, él se giró de


nuevo hacia mí, jugando nerviosamente con el asa de su mochila.
—Quisiera darte un aventón a casa hoy, Nina. —Volvió a decir, esta
vez con mayor firmeza. Aunque su voz al final había salido más como
una propuesta dudosa que una demanda.

—¿Uh?

Un aire de incomodidad se acentuó en la habitación mientras yo,


un poco sorprendida, intentaba descifrar el significado de sus
repentinas palabras y él, se quedaba parado ahí, sonrojado al máximo,
esperando mi respuesta.

Fueron los pequeños golpes en la puerta de entrada que nos


hicieron dar un salto, saliendo de nuestro mutuo estado de
vergüenza.

Entonces, Ryan asomó su cabeza por la puerta y fue mi turno de


convertirme en un tomate andante.

Juzgando por su alborotado cabello húmedo y su bolso de


entrenamiento colgando de su hombro, me imaginé que había venido
hasta aquí luego de su práctica de fútbol. Cosa que me hizo sonreír
ampliamente, sabiendo que este no era un lugar donde podría “sólo
estar de paso”.

Él había llegado hasta aquí para verme.

—Ryan Hamilton —saludó Archie, todavía luciendo ligeramente


incómodo—. ¿En qué puedo ayudarte?

—¿Qué hay, Archie? —le devolvió el saludo con amabilidad,


aunque enseguida sus ojos se pusieron en mí, alzando los labios en
una sonrisa similar a la de esta mañana—. No mucho en realidad,
sólo me aseguraba de que Nina estuviera lista para ir a casa.

Mi corazón empezó una loca carrera de latidos y a bombear sangre


caliente hacia todo mi cuerpo al darme cuenta de que de verdad
estaba diciendo eso en voz alta. Frente a Archie, alguien perteneciente
a la escuela.

Cualquier duda que había estado rondando en mi mente sobre si


Ryan hablaba en serio sobre no mantenerse alejado de mí desapareció
completamente de mi sistema.
Sin embargo, Archibald todavía parecía un poco confundido.
Paseaba sus ojos de Ryan a mí, de mí a Ryan, tal vez intentando darle
sentido a la razón por la cual nuestro mariscal de campo se
encontraba en el estudio de arte en busca de una chica que no era su
novia para llevarla a casa.

Podía entender su confusión, lo cual sólo lograba encender mucho


más el rubor en mi cuerpo.

—Uh… —Comenzó a decir—. ¿Tessa y Penny Lane no te están


esperando en la biblioteca entonces?

—Oh —intervino Ryan, salvando la situación a una velocidad


admirable—, me topé con ellas hace un rato y me pidieron llevar a
Nina a casa. Tenían algo que hacer de manera urgente, así que dije
que no había problema.

Pude notar que Archie seguía sin comprender el momento de


locura de nuestro mariscal de campo estrella.

—No sabía que ustedes eran tan amigos.

—Sip, nuestras madres se conocen —respondió él de nuevo,


volviéndose hacia mí—. Entonces, ¿estás lista?

También podría gustarte