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SERIE AMOR CON HUMOR 1
SARAH LINDSAY
Copyright
© Sarah Lindsay
Imagen de portada: plantilla gratuita de Canva, modificada.
Este libro es una obra de ficción. Los nombres, personajes y sucesos son producto de la
imaginación de la escritora o han sido usados de manera ficticia y no deben considerarse reales.
Cualquier semejanza a personas, vivas o muertas, así como a sucesos reales, locales u organizaciones
son pura coincidencia o se han usado exclusivamente de forma figurada para construir la trama, sin
guardar relación alguna con la realidad.
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser usada o reproducida en
forma alguna sin permiso expreso de la autora.
Instagram: @sarah.lindsay.writer
Web: https://www.arielzorion.com
Mail: arielzorion@arielzorion.com
“Si eres capaz de hablar sin parar,
al final te saldrá algo gracioso,
brillante e inteligente”.
- Groucho Marx
Para mis lectores.
Gracias por darme
la oportunidad
de soñar.
Sinopsis
¿Cuál es el tipo de chico con el que siempre has soñado? A veces,
nuestro amor ideal se parece muy poco a lo que habíamos imaginado.
Tommy es un chico muy especial, aunque tímido y un tanto inseguro.
Valeria, por su parte, es una joven guapa y popular. La reina de la fiesta. Sin
embargo, está un poco aburrida de los chicos de siempre.
¿Tendrán algo en común?
¿Se cruzarán sus vidas de algún modo?
Tommy cada vez que la ve, mete la pata sin saber cómo.
Nada parece indicar que el destino tenga pensado unirles en el camino.
Playlist
All About That Bass, Meghan Trainor
Roar, Katy Perry
Perfect, Ed Sheeran
What about us, Pink
Prólogo
Tommy
¿Os ha pasado alguna vez que cada vez que veis a la persona que os gusta
metéis la pata? Bueno, pues si vuestra respuesta ha sido sí, seguro que me
entenderéis a la perfección. Esa una sensación de impotencia horrorosa,
como si algo fuera de ti tomase el control de tu vida y tú no pudieses oponer
ni la menor resistencia. Sin embargo, creedme si os digo que podéis elevar a
la enésima potencia lo que os haya sucedido y entonces sí que podréis
entenderme. O tratar de haceros una idea, al menos. He llegado incluso a
pensar que el suelo y las cosas se movían a mi paso, y debido a ello, me
ocurrían tantos accidentes inexplicables.
La primera vez que me crucé con Valeria, me caí de bruces. Me consolé
repitiendo en mi interior que había conseguido que supiera que yo estaba en
el mundo. ¡No está mal, campeón! ¿Verdad que es una forma original de
llamar la atención? Pues ya os digo que no fue premeditada. Se esparcieron
por el suelo todos los libros que llevaba encima hasta ese momento en un
equilibrio imposible.
Por si eso fuera poco, debido a las risas generalizadas, la bibliotecaria me
echó una de esas miradas que te fulminan y notas como se inicia una
combustión interna dentro de ti hasta que retira sus ojos de fuego de tu cara.
En ese momento, la tonalidad púrpura que ha adquirido tu rostro compite
con el rojo de su barra de labios, tan intenso y brillante que parece que las
palabras se le van a resbalar cuando hable.
Y como todos los presentes se han dado cuenta hasta del más mínimo
detalle, el color de tu cara no solo no disminuye y trata de recuperar el tono
de piel habitual en un ser humano de a pie, sino que sigue in crescendo,
hasta que los presentes llegan a preguntarse si no te estará dando un colapso
o, como se dice coloquialmente, un jamacuco de los buenos.
Ahí estaba yo, sintiéndome el objeto de todas las miradas mientras
contemplaba embobado a la chica de mis sueños. Supongo que estar tirado
en el suelo, con las gafas medio caídas y sujetas de milagro sobre la punta
de mi nariz, en medio de un montón de libros no es la situación más digna
que hay, pero oye, hay que ver el lado positivo de todo. Tommy García
estaba por fin en el mapa. ¿A qué a ti nunca se te habría ocurrido?
Sinceramente, a mí tampoco.
En fin, que ahí estaba yo, con ese color rojo tan subido en mi cara que si
hubiera habido un médico en la sala, posiblemente habría salido corriendo a
por el desfibrilador.
Y entonces me miró.
Y juraría que estaba sonriendo.
I Parte
Antes de la fiesta del sábado noche
1
Valeria
“No sé tu nombre, sólo sé la mirada con que me lo dices”
- Mario Benedetti
Hace poco corté con mi novio. No hay drama. ¡Para nada! Llevábamos
juntos casi un año. ¿Cómo pude aguantar tanto? Tener novio cuando estás
en la universidad es una de las mayores estupideces que puede cometer una
chica en la vida, sobre todo si sale con un idiota como el mío. ¿En qué he
estado pensando todo este tiempo? A veces, tengo la sensación de que las
neuronas de vez en cuando se me ponen en huelga y por eso tardo tanto en
reaccionar. Más vale que las entrene aunque sea a base de latigazos para
que estén siempre alerta.
Estaba aburrida de que siempre tuviera las mismas conversaciones.
¡Qué tío más coñazo! Se adoraba a sí mismo y para él yo era un espejo en el
que mirarse. Es decir, no puedo negar que siempre he tenido cierto éxito
con los chicos, así que supongo que para él era algo parecido a un trofeo.
¡Buff! Es que creo que he estado ciega durante demasiado tiempo.
Tonta.
Tontaca.
Bueno, tampoco hay que fustigarse. El caso es que recientemente
(hace dos días, para ser más exactos) le he mandado a freír espárragos y me
he quedado la mar de a gusto. Eso sí, él no paraba de decirme que estaba
cometiendo un gran error. Y yo le miraba en plan: ¿perdona? Error ha sido
estar contigo, Capitán América de plastilina (ya quisiera él parecerse a
Chris Evans xD). ¡No me puedo creer lo engreído que es! Pero, por encima
de todo, no soy capaz de asimilar por qué motivo no me había dado cuenta
hasta ahora.
Ahora tengo más tiempo para salir con mis amigas. Y eso mola, sobre
todo ahora en la uni que hay fiestas por doquier. Había que estar idiota
perdida para estar atada a semejante mamarracho, jaja.
Estoy en mi tercer año de universidad y, en serio, tengo la sensación de
no haber aprovechado tanto como debía hasta la fecha. Así que, preparados,
que allá voy. No voy a perderme ni una. Y, entre chupito y chupito y algún
que otro Malibú Piña (que es mi debilidad, ¡está tan rico!), espero aprobar
todos los exámenes porque si no, mis padres me cortan el grifo (OMG).
Empieza mi nueva vida.
Os iré contando.
2
Tommy
No te tomes la vida demasiado en serio.
No saldrás de ella con vida
-Elbert Hubbard
Hoy no se me han roto las gafas de puro milagro. Deben haber cobrado
vida recientemente, porque tienen una tendencia suicida preocupante y
huyen de mis orejas y el puente de mi nariz siempre que pueden. Menos
mal que son resistentes. Eso sí, mi madre no se olvida de recordarme que
las cuide porque le costaron tanto como una semana de alquiler de un
apartamento en la playa. De manera habitual, suelo obviar contestarle que
todo depende del tipo de apartamento, porque mi madre es de las antiguas,
de esas que de vez en cuando todavía saca la chancla a paseo. Tampoco
hace falta correr riesgos innecesarios a cambio de que de ten la razón.
Mira que he probado a ponerme lentillas, pero es que no hay manera.
Tienen una tendencia sobrenatural a esconderse debajo de mis párpados
(igual al final el problema voy a ser yo O_O). Entonces entro en panic
attack porque empiezo a imaginar que se van detrás de mis glóbulos
oculares y se esconden en alguna parte de mi cabeza, en algo así como un
almacén de lentillas perdidas. Luego se transforman en una especie de
agentes alienígenas y acaban en mi torrente sanguíneo de manera casual,
hasta que me devoran por dentro.
Se me va la olla.
Un poco.
Lo sé.
Vale. Soy un pelín friki. Lo admito. La culpa no es mía, sino de las
películas de ciencia ficción que son tan condenadamente buenas que se te
meten en la cabeza y no puedes dejar de pensar en ellas. Strangers Things,
por cierto, también tiene buena parte de culpa. Como podéis ver, en
realidad, soy solo una víctima más de las pantallas.
En resumen, sigo sin llevar lentillas y creo que va a pasar mucho tiempo
hasta que lo consiga. Si ya tengo fama de empollón, desde luego mis gafas
de pasta con gruesos cristales no me ayudan a pasar desapercibido. Y mi
imagen no va a mejorar a corto plazo, es evidente. Tendré que asumirlo y
aceptarlo.
Vale. Es verdad. Lo de empollón también me lo he ganado a pulso y no
solo es culpa de mis gafas. Para mí las notas son lo primero. Creo que son
importantes y no voy a tirar por la borda tantos años de esfuerzo. Pero
también me apetece pasármelo bien, aunque sea de vez en cuando. Ya va
tocando. ¿Qué le voy a contar a mis nietos de mi época en la universidad,
que solo conocí la biblioteca? Pues no. Es hora de vivir un poco, ¿o qué?
¿Qué haríais vosotros en mi lugar? Ya, me lo imaginaba. Pues eso, lo que
yo decía.
El problema es que me suelta costarme. O sea, que me cuesta soltarme,
que hasta se me lían las ideas. Desde luego que si hablo con ella y digo
alguna chorrada como ésta, va a pensar que soy estúpido. ¡Lo que me
faltaba!
Una de las primeras veces que la vi, después del incidente de la
biblioteca en el que acabé desparramado por el suelo, fue en el campus hace
un par de semanas. Pensaba que eso del amor a primera vista era un mito.
Pero, por mucho que he intentando razonarlo, ¿cómo se le llama a no poder
parar de pensar en alguien ni de día ni de noche?
Luego, la he visto en más ocasiones y en todas me he quedado embobado
mirándola. Si se fijase en mí aunque fuese una vez en una de esas
ocasiones, pensaría que mi nivel de inteligencia está desde luego muy por
debajo de la media. Una de las veces, creo que se ha dado cuenta, por
cierto, porque ha dirigido sus preciosos ojos castaños de largas pestañas
hacia donde yo estaba y ha puesto una cara un poco rara. Ya sabes, una
expresión como de ¿y tú que miras? Justo en ese momento me tropecé y
casi me caigo al suelo. Espero que no se diera cuenta, aunque lo dudo
mucho. Creo que no hubo nadie por allí que no me viera. Al menos, las
risas así lo atestiguaban. Yo, como siempre, triunfando. ¡Qué se le va a
hacer!
Lo peor de todo esto es que me hace plantearme cosas sobre mí mismo.
Nunca había pensado que fuera una persona superficial, y resulta que me
enamoro de una chica solo porque me parece preciosa. Creo que mis
hormonas me están jugando una mala pasada, ni más ni menos. ¿Y si la
conozco y resulta que me cae fatal? Aunque, con esa forma de reírse tan
contagiosa y esa mirada tan seductora, creo que va a ser imposible.
Mi cuerpo no me puede estar mintiendo.
En el fondo, o más bien en la superficie, sé que no tengo ni la menor
posibilidad. Pero luego me pongo a hacer cálculos de probabilidades y
entonces sí que certifico que es imposible que una chica como esa se fije en
un tío como yo. ¡Y yo que pensaba que las matemáticas eran mis colegas!
Además, siempre va rodeada de mucha gente. Es lo que se dice, una chica
muy popular.
Sus amigas me dan miedo, por cierto.
Una en especial.
Pánico, sería más correcto.
Y su novio…
Su novio tiene unas dimensiones que superan con creces la medida
estándar. No sólo es la altura, sino el ancho de sus hombros. Creo que si me
pusiera detrás de él, simplemente desaparecería. Es posible que cuando se
hable de eclipses de sol, se refieran a que Fran pasa justo por delante y lo
tapa todo entero, dejando a la ciudad como si se hubieran fundido los
plomos de la central nuclear más cercana. Él sí que es el verdadero
caballero oscuro y no Batman, que a su lado parece un principiante.
En serio, ¿cómo puede ser alguien tan grande?
No debe ser humano.
Desafía todas las leyes de la naturaleza, con esa cantidad de músculos y
ese tamaño de todo en general.
¿Y la mandíbula? Es para verla. Se la deben haber cincelado, porque
nadie la tiene tan cuadrada, excepto en los dibujos animados.
Solo espero que no pertenezca a la liga de los súper héroes.
Con lo fan que soy yo de Marvel.
3
Valeria
“El peor enemigo del amor es
la indiferencia, no el odio.”
- C. S. Lewis.
Esta mañana, como suele ser habitual, he visto a Noah, Izan y Zoe en
clase. Nos conocimos el primer día que empezamos la carrera, hace ya casi
tres años. Aunque somos muy diferentes, la verdad es que nos llevamos
realmente bien. Es una suerte tener tan buenos amigos. De hecho, contamos
los unos con los otros para todo. Si alguno falta a clase por algún motivo,
ahí estamos los demás para pasarle los apuntes. Si hay que entregar algún
trabajo, nos ayudamos unos a otros y nos damos ideas cuando estas parecen
jugar al escondite.
Siempre he sido de tener pocos amigos pero de los de verdad. A día de
hoy, puedo decir que no me ha fallado ninguno y, por supuesto, yo no me he
permitido fallar a nadie tampoco. La amistad es algo demasiado importante,
¿no estáis de acuerdo?
Estoy empezando a asumir que el círculo tiene que ampliarse de vez en
cuando. Supongo que soy un poco avestruz, puesto que me gusta en cierta
medida lo de esconder la cabeza bajo tierra. Pero bueno, como me he
propuesto cambiar algunas cosas, les he prometido que me voy a apuntar a
la próxima fiesta a la que vayan seguro.
Ya veremos si lo cumplo.
Hay cosas que es más fácil decirlas que hacerlas.
5
Valeria
“Nunca dejes para mañana lo
que puedas hacer pasado mañana”.
- Mark Twain
Valeria me necesita en su vida. Debo ser una de las mejores cosas que le
han pasado. Esa es una certeza. Cuando nos conocimos, no es que fuera una
mosquita muerta (¡para nada!), pero desde que formo parte de su círculo
más cercano se ha convertido en arpía nivel Dios. Y eso es importante.
Conmigo ha aprendido que hay verdades que hay que decirlas directamente,
sin vestidos preciosos ni complementos, que luego la gente se distrae y no
se entera de lo que le estás contando.
No digo que su novio, ex novio ya, no esté bueno. En una escala del uno
al diez lo sitúo casi en un once junto con Sebastian Stan y Chris Evans, el
mejor capitán América de la historia según dicen los más frikis del reino.
Desde luego, para echar un polvo o dos o diez, es una opción excelente. Es
de esos tíos que tienen un cuerpo esculpido con precisión, con una tableta
de chocolate tan bien puesta que dan ganas de comértela a bocados y es
imposible no tener sueños eróticos con ellos. Y es tremendamente guapo,
no os voy a engañar, al estilo Jamie Dornan, aunque ese me pilla ya un poco
mayor. Pero me entendéis seguro, porque yo creo que ese le gusta a tías
entre los dieciocho y los noventa años por lo menos. Así en plan confesión,
os cuento que yo me he imaginado más de una vez en posturas imposibles
con Fran, mientras me empotraba y gritaba que era una diosa del sexo.
Es naturaleza humana simple y llanamente.
Pero de ahí a aguantarle como novio, o sea, ni de coña.
Fran es tipo Cromañón y más antiguo que los vídeos VHS, que debieron
ser la bomba en una época prehistórica antes del streaming que yo ni me
imagino lo que tendría que ser eso. Cuando mi madre me cuenta que,
cuando ella era joven, había unas cosas que se llamaban walkman y que
eran algo así como los iPods del pasado, me parece que me habla de historia
antigua y me sorprendo de no haberlo estudiado en el instituto. Dice medio
riéndose que rebobinaban las cintas con un boli BIC, ¡qué valor! ¿Habéis
entendido algo de lo que he dicho? ¿Rebobinar? ¿Cintas? Yo tampoco. Los
ochenta tuvieron que ser una auténtica pesadilla, solo hay que mirar la ropa
que se llevaba.
Pues Fran parece que nació incluso antes de esa era clásica, ya que se
comporta de un modo arcaico. Va de macho alfa por la vida, en plan
protector y esas cosas que a mí me dan tanta grima. Me dan ganas de
gritarle: “a ver, cuerpo sin cerebro, que nosotras somos capaces de
defendernos solitas. No necesitamos ningún modelo de gimnasio de boxeo
para sacarnos las castañas del fuego”. Pues eso, que yo los tengo bien
puestos, aunque sea una tía. No hay nada que se me ponga por delante. A la
vida hay que echarle un par… de tetas. ¡Nosotras lo valemos!
Me acaba de salir una vena feminista que ni que acabara de venir de una
manifa.
Siento el momento intenso.
A veces, me dejo llevar.
◆◆◆
El fin de semana ha sido para olvidar. ¡Qué machaque! Casi tenía ganas
de que llegara el lunes. Y digo casi, porque todavía no estoy tan pirada
como para renunciar a la libertad del fin de semana por no aguantar a un
plasta del calibre de Fran, alias “soy más tonto que una mierda y soy el
único que no lo sabe”.
Yo que pensaba que el viernes no había sido un día bueno, con la resaca y
todo eso. ¡Qué ilusa! Hay tíos que no entienden eso de se acabó forever and
ever. Fran parece uno de ellos, sin duda alguna. Otra vez he tenido que
escuchar su retahíla de por qué deberíamos seguir juntos y el error que
estoy cometiendo.
Varias veces, de hecho.
Ha terminado diciendo que si le he dejado, será porque hay otro en mi
vida. Da igual lo que yo le respondiera, se le ha metido en la cabeza y no
hay forma de hacerle entender que eso no es verdad. No puede asumir que
estuviera harta de él, empachada, saturada y hasta las narices. Me han dado
ganar incluso de gritarle: ¡ya no me gustas, me aburres, el problema eres tú
no yo, que no te das cuenta de lo cansino que eres!
Este chico no se entera.
Empieza a caerme hasta mal.
14
Tommy
“No hay más que una vida;
por lo tanto, es perfecta”.
- Paul Éluard
Lunes. He estado nervioso toda la mañana. Por la tarde a las cinco tengo
mi primera clase con Valeria. Va a ser ella. Lo sé. Demasiada casualidad.
No puede ser que el destino sea tan capullo de que ahora sea otra chica. No
sé cuántas Valerias habrá en el campus, pero estoy convencido de que
puedo hacer el cálculo. Puedo entrar en la web de la Universidad y buscar la
estadística de alumnado total. Seguro que vendrá desglosado entre hombres
y mujeres, porque ahora está muy de moda hacerlo para que el mundo vea
que son muy igualitarios y que promueven que las mujeres hagan carreras
científicas.
Así que si cojo el número de mujeres matriculadas y…
Vale, vale.
Para.
No es necesario, ¿a qué no, Tomás?
Tomás es la parte más seria de mí. Desde que se empeñaron en empezar a
llamarme Tommy, de vez en cuando tengo que recurrir a ella. Es como
cuando tu madre se enfada contigo porque no has recogido la habitación y
te llama con nombre y apellido: “Tomás García González, ya estás
recogiendo tu habitación en tres segundos”. Ese momento es para echarse a
temblar. ¿A que también os ha pasado? Cuando tu madre dice tu nombre
completo, ya podéis empezar a hacer lo que os está diciendo porque se
avecina una bronca de las buenas.
¿Os dais cuenta de lo despistado que estoy?
Voy cambiando de un tema a otro sin orden ni concierto.
Así llevo todo el día.
Exasperante.
No he conseguido centrarme en nada y mi carrera no es para despistarse
precisamente. Parpadeas y te has perdido algo importante. Luego ya te
apañas ya por tu cuenta para recuperarlo, porque no va a estar nadie ahí
para explicártelo desde el principio.
Seguro que esta tarde cometo alguna estupidez. Con la racha que llevo
últimamente, lo raro sería que todo saliera bien. Lo mismo le tiro la botella
de agua encima o a saber qué puede pasar.
Igual después de la primera clase, ya no quiere volverme a ver.
Creo que estoy pensando demasiado.
Hay quien asegura que pensar está sobrevalorado.
En este momento, desde luego no me hace ningún bien.
Ahora mismo, no sé si quiero que llegue ya, que no llegue nunca o que
haya pasado para poder olvidarlo. Estoy tan nervioso que no tengo nada
claro.
15
Valeria
“Disfrutar de la vida no se trata de encontrar
las respuestas sino de vivir las preguntas”.
- Sue Margolis
Estoy flipando. Nunca imaginé que Valeria pudiera tener amigos tan
frikis. Estuve a punto de llevármela aparte en la fiesta y preguntarle si se le
había ido la olla hablando con esa panda. Tal vez le habían dado un golpe
en la cabeza o algo.
Llamadme superficial y lo que queráis, pero era para verlos. Parecían
sacados del museo de los horrores de la moda o algo parecido. Si Gianni
Versace levantara por un momento la cabeza, seguro que pedía por favor
que le enterrasen en una tumba más honda para no tener que contemplar
semejante aberración. A mí todavía me sangran los ojos. Alguien debería
decirles que la moda de los noventa pertenece precisamente a eso, a la
década de los noventa del siglo pasado.
Me parece que acabo de pasarme. Un pelín, nada más, ¿no? Que no digo
que no sean buenas personas y todo eso, pero seguro que ya me entendéis.
Hay más cosas en la vida aparte de un gran corazón. Y la imagen es y
seguirá siendo siempre importante.
El tal Izan ha empezado a babearme encima y he estado a punto de
decirle que guardase bien a su equipo de béisbol en los pantalones porque
no tenía ni la menor oportunidad conmigo. Me ha costado lo mío
controlarme, porque suelo ser bastante borde. No es una cualidad de la que
me enorgullezca, pero me ha sacado de bastantes apuros, la verdad.
Menos mal que no he dicho ninguna burrada.
¡Felicidades, diosa del autocontrol!
Justo después ha llegado ese chico, Tommy, y he notado como algo ahí
abajo empezaba a alborotarse. Le he tenido que pedir a mis hormonas que
se relajasen un poco, que no era cuestión de asustarle, especialmente
después de darme cuenta de lo tímido que es.
¡Dios, pero qué boca tiene!
Me ha recordado a Jon Kortajarena, el modelo buenorro de Versace. He
empezado a babear sin remedio.
Luego mi imaginación loca ha empezado a crear escenas bastante
eróticas con él en mi cabeza, y casi tengo que ir a echarme un poco de agua
para tranquilizarme. Al final no ha hecho falta. He pensado en el profesor
de Economía que es el anti morbo y todo ha vuelto a su sitio… por unos
instantes.
Me ha parecido un chico súper sexy. No entiendo como puede ser amigo
de eso frikis. Y por cierto, ¿cómo no lo había visto antes? Me encanta ese
aire desenfadado que tiene, el pelo un poco alborotado, una camiseta y unos
vaqueros un poco rotos y desgastados. ¿Por qué será tan cortado? Pero eso
lo arreglo yo rápido. Tengo planeado darle algunas lecciones de
espontaneidad.
Las gafas le hacen súper interesante y tienen unos labios tan mulliditos
que cuesta no lanzarse a ellos para ver qué tal de cómoda se está ahí
mordisqueándolos mientras él recorre mi cuerpo con sus manos erizando
cada pelo y cada poro de mi anatomía.
Vale, creo que es hora de encender el aire acondicionado porque acaba de
subir la temperatura varios grados.
Lo más curioso de todo es que he visto como Valeria le miraba. Pensaba
que se lo iba a comer con los ojos. Ha sido como, ¿¡hola!?, ¿Valeria?, la
súper pija que solo sale con tíos esculturales, ¿qué haces mirando a éste?
No sé qué le pasa últimamente, pero casi no la reconozco. Ahora va de
súper madura y esas cosas. Igual se piensa que me he dado un golpe y he
perdido la memoria. Pero no, para nada. Su ex novio es un buen ejemplo de
tío cachas despampanante justo de todo lo demás (no me refiero a su
entrepierna, que eso no he tenido el gusto de verlo) con el que ha estado
casi un año. ¡Ya hay que tener aguante! Se me ocurren algunas razones por
las que le ha soportado tanto tiempo y ninguna tiene que ver con su
intelecto.
Ya sabéis, entre amigas no hay secretos.
Sólo espero que no le guste Tommy, porque no pienso cederle terreno.
Vaticino que la lucha va a ser encarnizada.
Será que soy un poco bruja… Podéis entenderlo en todos los sentidos que
queráis.
Y acertaréis en todos ellos.
◆◆◆
Imagino lo que tiene que ser vernos a los cuatro juntos. Seguro que la
gente pensará que no tenemos nada en común. Y sin embargo, no solo nos
soportamos, encima hasta nos llevamos bien. Es lo que tiene dejarse llevar
por los prejuicios, que hace que parezca improbable lo posible.
A mí también me ha pasado.
Demasiadas veces.
Pero estoy aprendiendo.
Y madurando.
¿Os lo había dicho ya?
Pues eso.
◆◆◆
Hoy tocaba otra vez clase con Valeria. Me levanté por la mañana
emocionado solo de pensarlo. A pesar del problemilla con su amiga que no
sabía muy bien cómo solucionar, estaba muy ilusionado de volverla a ver
otra vez y de tenerla solo para mí, aunque solo fuera para hablar de
estadística y economía.
Luego la ilusión se ha convertido en algo muy diferente. ¿Decepción?
¿Desencanto? ¿Miedo de perder algo antes incluso de haberlo tenido? Por
más que lo pienso, todavía no tengo demasiado claro que es lo que puede
haber pasado para el cambio de actitud que he apreciado en ella.
Valeria ha estado muy seria todo el tiempo durante nuestra clase. Cuando
he llegado, he tratado de ser simpático, porque el otro día parecía reírse con
mis ocurrencias. Se ve que uno de los dos se había dejado el sentido del
humor en casa, porque lo que ha dicho no dejaba lugar a dudas de lo poco
chistoso que le parecía.
No le hacía ni pizca de gracia.
—¿Te importa si empezamos ya la clase? —ha preguntado muy seria.
—Claro, perdona —he respondido con cara de pato, porque desde luego
debe ser la de un pato la expresión que se me ha quedado en el rostro. Acto
seguido, me ha indicado con gestos que eran más que evidentes que
empezásemos ya. He tenido que salir de mi estado de shock lo más rápido
que he podido, incluyendo lo de digerir cierta amargura que me arañaba la
garganta.
Estaba claro que hoy no estaba para bromas y se había olvidado su humor
en el armario de los zapatos. Tal vez fuera porque no le conjuntaba con la
ropa.
En fin.
Me he puesto súper nervioso, así que de camino a la mesa me he
tropezado un par de veces con la pata de dos sillas diferentes (en serio,
¿cómo es posible tropezarse con dos sillas distintas en menos de veinte
metros?) y casi tiro una de las lámparas que había en la mesa donde nos
hemos sentado. Hoy ha subido dos puntos mi popularidad, como os podréis
imaginar. Pero lo peor de todo ha sido su expresión, con los ojos en blanco
como diciendo “ya está el patoso de turno dando el espectáculo”.
Me ha dolido, que tengo mi orgullo, ¿eh?
No comprendo porque anteayer estaba tan simpática y se reía sin parar y
hoy tenía ese gesto adusto y grave colgado de manera perpetua. Me
encantaría averiguar si tengo algo que ver con ello o sí solo era el que
pagaba los platos rotos. Pero así, a bote pronto, no me he atrevido a
preguntárselo. Tengo que trabajar un poco la seguridad en mí mismo para
no permitirle a la gente que me haga daño de forma gratuita. Lo meteré en
la lista de tareas pendientes, que tengo unas cuantas.
—No lo entiendo. ¿Puedes explicármelo otra vez? Es que no dices las
cosas claras —me ha soltado de forma seca y cortante en más de una
ocasión. En un par de días, se ve que también he perdido mis habilidades
como maestro porque hoy no comprendía nada de lo que le explicaba, daba
igual como lo hiciera.
Ha ido fatal la clase. Es lo que tiene estar tan inseguro y dudar de todo.
Se me agotaban las ideas de cómo podía explicarle las cosas de manera
diferente para que lo comprendiese, y eso que el otro día no me costó nada
lograrle hacer ver que la estadística no es algo difícil si no le tienes miedo.
Debería aplicarme el mismo consejo en mi relación con las chicas. “La
relación con las chicas es fácil si no las tienes miedo”. Voy a repetírmelo
como un mantra a ver si termino por convencerme de que es verdad.
Cuando hemos salido de la sala de la biblioteca que está habilitada para
trabajos en grupo y clases particulares, íbamos uno junto al otro en
completo silencio. Me he sentido súper mal. Estábamos los dos solos y uno
sobraba, ¿adivinas quién? Obviamente, lo del otro día no fue más que una
ilusión. Es hora de volver a poner los pies en el suelo y ser consciente de
mis posibilidades. Menos mal que no llegué a invitarla a tomar algo, porque
me habría llevado un buen bofetón en mi autoestima.
—¿Estás bien? —le he preguntado en una ocasión, justo un segundo
antes de salir a la calle, aun a riesgo de que me diera literalmente con la
puerta en las narices.
—Perfectamente —ha respondido, abriendo de golpe. Ahí he podido
demostrar que tanto ver Matrix me ha servido para algo, porque la he
esquivado de milagro.
Vaaaaaale.
Está claro que he hecho algo y no sé qué ha sido.
He salido detrás de ella para intentar alcanzarla y preguntarle si había
pasado algo o estaba enfadada conmigo por alguna razón (ahora que ya
había encontrado las agallas en un recóndito lugar de mi interior en el que
se han vuelto a esconder rápidamente).
No he tenido tiempo de más. Puede que parezca que las cosas no han
pasado muy deprisa, pero a mí me ha parecido que todo sucedía de forma
condenadamente rápida.
Ahí me he quedado como un pasmarote viendo como un sueño que
parecía mínimamente posible se alejaba de mí a toda celeridad. ¿No os
parecen que han pasado muchísimas cosas en demasiado poco tiempo? A
mí, que solía vivir en un realidad casi inmutable, me parece que sí.
Bueno, pues había algo más esperando, para variar. Algo que desde luego
no me iba a ayudar a arreglar las cosas con Valeria en un futuro cercano.
—¡¡Tommy!! —ha gritado alguien desde el lado izquierdo, sacándome de
mi estado de estupefacción.
Valeria también se ha girado al mismo tiempo que yo.
Y ahí estaba aguardando la sorpresa.
22
Valeria
“La emoción que puede romper tu corazón
es a veces la misma que la sana…”
- Nicholas Sparks
Ha sido horrible. Solo tenía ganas de gritarle y de decirle todas las cosas
que pasaban por mi cabeza. Con esa cara de niño bueno me había engañado.
O a lo mejor es que me había engañado yo sola pensando lo que no era.
Pero ya veo que es como todos los demás. No sé por qué razón me había
convencido de que Tommy era distinto.
Ha habido momentos durante la clase que pensaba que me estaba
pasando de trágica. Es decir, él solo es el chico que me da clases
particulares y ya está, ¿no? Entonces, ¿a que se debía tanto dramatismo? No
nos conocemos de nada más, esa es la pura verdad. Estaba todo en mi
cabeza. Yo fui la que tonteé con él en la última clase y le plantó un beso, a
lo que él contestó que eso no me iba a evitar pagarle las clases. En realidad,
las cosas me las había dejado muy claras.
Mis besos no le interesaban para nada.
Y pronto entendí por qué.
Me estaba montando una película al más puro estilo Jennifer Anniston,
una versión mucho más joven de la de ahora, claro. Pero luego, de pronto,
le miraba y me subía algo por dentro que me hacía sentir mal, desilusionada
y herida. Mi ánimo era como una montaña rusa. Las emociones son así,
supongo. Tan pronto estás arriba, como abajo.
Las emociones pueden ser una mierda, la verdad.
En fin, que no me he enterado de nada. ¡Vaya sesión más perdida en
todos los aspectos! Así que me he cabreado otra vez hasta niveles ira de la
película Inside Out, puesto que sentía como el fuego me subía por la
cabeza.
Y después ya ha sido el colmo.
◆◆◆
—¡¡Tommy!!
No me podía estar pasando eso a mí.
Esa voz la conocía.
Aguda, un poco estridente.
¡Lo que me faltaba! Encima ahí estaba yo, en medio de los dos tortolitos.
Ha llegado Cintia y se le ha tirado al cuello. Así, como si nada. ¡Anda que
me cuenta que está saliendo con él! Eso a una amiga no se le hace. Y menos
a tu mejor amiga, ¿no? Con todas las cosas que yo le he confesado.
En serio, es que no me lo puedo creer. Mira que hay tíos en el campus y
nos tiene que gustar a las dos el mismo, uno que además posiblemente ha
pasado desapercibido hasta que las dos le hemos echado el ojo. A la vez.
Creo que no nos había sucedido nunca antes.
Inaudito.
Lo que no entiendo es por qué se le han puesto los ojos como platos a
Tommy cuando Cintia se le ha colgado del cuello y se le ha atornillado a la
boca, puesto que no era la primera vez. Si estaba tratando de mantener la
compostura o lo que fuera, llegaba muy tarde para eso. Yo ya había
presenciado la misma escena el día anterior. No necesitaba reforzar su
imagen de niño bueno. Esa ya había quedado atrás. Olvidada y enterrada.
Y como las desgracias no vienen solas y las tonterías se encadenan de
manera imprevisible, resulta que Dani, alias cabeza con pelo de Lego
porque se peina de tal manera que parece que en lugar de pelo lleva casco,
había acompañado a Cintia, supongo que porque ésta le había dicho que yo
estaba allí.
¿Os he dicho que me parece un tío insoportable?
Pues sí, me lo parece.
Entre otras muchas cosas, pero no es plan de ensañarse.
Y a pesar de ello, ya os podéis hacer una idea de lo que ha pasado. Una
idiotez como otra cualquiera.
Solo podía repetirme una vez tras otra para mis adentros: ¡Tonta!
¡Tontaca! ¿Por qué demonios has hecho algo tan estúpido?
23
Cintia
“Pensé que si esto no lo iba a tener más me moriría.
Pero estaba equivocada, nadie se muere por falta de sexo.
Es la falta de amor lo que nos mata”.
- Margaret Atwood
Soy un cobarde. Es mejor que lo asuma. Las cosas son así. ¡Para qué voy
a engañarme! Me he estado escondiendo de Cintia. ¡Qué tensión! Solo
pensar que me la podía encontrar por el campus y me entraban unos nervios
que hasta me notaba las piernas flojas. Por suerte, no me la he encontrado,
porque con mi historial de las últimas semanas, igual acababa en urgencias
por algún accidente estúpido.
¡Menos mal que no le di mi número de teléfono! He estado saliendo a
hurtadillas de la facultad e incluso he salido antes de clase para evitar
encontrármela. He alterado también todos mis horarios de salida y entrada
de la resi. Cualquier cosa con tal de evitar encontrármela.
Menos mal que la gente habitualmente no se fija en mí, porque debía
parecer un paranoico escondiéndome detrás de los troncos de los árboles
para asegurarme de que no había peligro ni en los alrededores de la facultad
ni en los de la biblioteca.
No me atrevo a decirle que no quiero estar con ella y que no sé en qué
momento he hecho algo que le dé a entender que tenemos una relación.
Todos los días trato de pensar en la forma de decírselo, pero según me
imagino la situación, de ninguna de las formas acaba bien. Me veo con mis
gafas rotas en trocitos en el suelo y yo de rodillas buscándolas al más puro
estilo Milhouse Van Houten en los Simpson. Cintia es Nelson y yo el pobre
empollón que no quiere encontrarse con el matón del chaleco. ¡Ha ha! Me
estremezco solo de pensarlo.
Debería estar feliz y contento de que una chica tan bonita quiera estar
conmigo, pero no es así en absoluto. En serio, Cintia es preciosa. Cuando
digo preciosa, me refiero a nivel súper modelo. ¡Guau!, ¿eh? Pues eso, para
fliparlo, si yo no digo lo contrario. El principal problema que yo le
encuentro es que su personalidad me recuerda bastante a la de la madre de
Gru, el villano ese de la película que está rodeado de unos seres bajitos y
amarillos. Tengo el convencimiento de que posiblemente tendría a sus pies
a la mayoría de tíos del campus si quisiera, siempre y cuando dominara un
pelín nada más ese genio que le sale de dentro y que puede parecer la
llamarada de un dragón.
Igual me he pasado.
No me lo tengáis en cuenta, es mi miedo el que habla.
No creo que tengamos caracteres compatibles. Yo soy más bien tranquilo
y de los que no quieren tener trifulcas. Ella es más pasional y de las de…
¿qué tal si echamos un polvo en uno de los despachos de los profesores? Tal
cual fue su propuesta a los cinco minutos de besarme por primera vez.
¿Excitante? Sin dudarlo, pero intuyo que sus gritos podrían alertar al
personal a varios kilómetros a la redonda. Digamos que no es lo que se dice
una chica comedida.
Cuando me lo propuso, creí que estaba vacilándome, hasta que empezó a
jugar con Prometeo y sus súbditos con bastante disimulo pero, a la vez,
delante de cualquiera que se fijase mínimamente en nosotros.
No sabía dónde meterme.
Vale, confieso. Ahí estuve a punto de decirle que sí a todo, incluso si me
hubiera pedido matrimonio, pero me había huido la sangre del cerebro a una
parte muy concreta de mi cuerpo y que se encuentra bastante alejada de
donde reside la clarividencia.
Como no haga algo para remediarlo, me veo con setenta años rodeado de
nietos y preguntándome cuándo voy a tener el valor de decirle a Cintia que
en realidad la que me gusta es Valeria, no ella.
¡Ay madre! Creo que estoy empezando a hiperventilar.
32
Cintia
“Las mentiras más crueles son dichas en silencio”.
- Robert Louis Stevenson
Me costó mucho dar el paso pero, después de hablar largo y tendido con
los amigos de Tommy en la fiesta, supe que tenía que hacer algo para
arreglar aquel despropósito. Apenas pegué ojo en toda la noche. El bruto de
Fran entendió todo de manera literal y se dirigió a por Tommy a intentar
dejar las cosas claras.
Pobrecillo.
Se ve que no andaba con demasiadas ganas de hablar, porque preguntó si
era él y le soltó un derechazo. Así, sin mediar palabra. Y yo era la única
responsable.
Sabía que Tommy me iba a odiar. Yo misma me odié cuando le vi salir de
allí con el orgullo herido de muerte. Como se ve que todavía me duraba el
achispamiento del Malibú piña (quiero pensar así), le solté a Fran una buena
ristra de insultos e improperios entre los que no faltaron simio sin cerebro,
te debiste de caer de cabeza al nacer y se les olvidó recoger tu cerebro, el
día que se te deshinchen los músculos parecerás un envase de Snickers y
algunos más menos elaborados.
Cosas sin importancia que se dicen en un calentón.
Digamos que yo también perdí el control.
Tengo una leve intuición de que no me va a volver a hablar, al menos en
una temporada muuuuuuuuuy larga. Pero bueno, como se lo montó con
Cintia, igual al final se le olvida. Ya sabéis, el sexo arregla ciertas cosas. Y
creo que los dos estaban un tanto necesitados.
Lo peor de todo, es que pensé que había perdido cualquier oportunidad
con Tommy.
Debía intentarlo. Ya no iba a perder nada más.
◆◆◆
Por la mañana, logré reunir al valor para ir a su habitación. Sabía que
estaba en la residencia de estudiantes y logré que Zoe me dijera cuál era la
suya. Me costó porque ella insistía en que le dejara espacio para recuperarse
de sus heridas. Pero yo intuía que no era así, que no debía esperar ni un
minuto.
Y allí me planté. Cuando abrió la puerta, sentí que me flaqueaban las
piernas por dos motivos. Por un lado, por el miedo a un rechazo definitivo
que cerrase cualquier posibilidad. Por otro, su ojo morado parecía estarme
gritando que ese daño se lo había causado realmente yo.
Tras su sorpresa inicial, me dejó pasar. Me sorprendió mucho ver lo
ordenada y limpia que tenía su habitación. Me pareció muy curioso que
tuviera el Funko de Victor Van Dort de La novia cadáver, porque yo
precisamente tengo el de Emily. ¿Sería una señal?
El parecía incómodo, nervioso. Supongo que lo habitual en cada una de
las ocasiones que nos habíamos visto y de lo que no había sido
verdaderamente consciente hasta ese momento.
—Espero que no te tropieces, ni se te caiga nada encima, como sucede
casi cada vez que nos vemos —le dije para intentar romper el hielo.
Él suspiró y agachó la cabeza. Creo que un poco avergonzado.
—¿Qué quieres que haga si es lo que me ocurre cada vez que te miro?
Tengo una idea clara de lo ridículo que resulta, te lo aseguro.
—No, para nada. Me parece hasta tierno.
Levantó los ojos para mirarme, uno de ellos apenas abierto una rendija.
—¿Qué es lo que quieres, Valeria? No me pillas en mi mejor día. Podría
decir, en realidad, que toda la semana ha sido de pesadilla. Si has venido a
hacerme daño, te ruego que termines cuanto antes para poder empezar a
recomponerme. He tenido más que suficiente por una buena temporada.
Le miré durante un instante. Todo mi cuerpo me pedía a gritos que le
abrazara.
—¿Quieres saber qué me ocurre a mí cuando te miro, Tommy? Lo que
me sucede es que solo puedo pensar en besarte y en qué se debe sentir
estando contigo. Pienso en acariciarte y desnudarte poco a poco, mientras
me cubres de besos y acaricias cada centímetro de mi piel. Y pienso en todo
esto sin apenas conocerte, porque me pareces un chico guapísimo y, sobre
todo, porque tengo la sensación de que eres alguien especial desde la
primera vez que te vi aquel jueves por la noche de hace apenas diez días. Y
después de dos clases contigo, una de las cuales desperdicié enfurruñada
como estaba, estoy segura de que no es solo una sensación, sino una
certeza.
Nos quedamos mirándonos a los ojos, bueno, yo solo a uno de los suyos
porque el otro me daba un poco de yuyu, no os voy a engañar. Y entonces,
mi chico tímido e inseguro se acercó a mí y dejó atrás todos sus miedos.
Cogió mi cara entre sus manos de piel suave. Sus labios se posaron en los
míos haciendo que explosionase algo dentro de mí y agradecí en ese
instante que Fran le hubiera golpeado un ojo y no le hubiera partido la boca
el día anterior para que yo se la pudiese besar en aquel precioso instante. Sí,
he dicho precioso instante.
¿Habéis tenido alguna vez la sensación de que estás justo en el lugar en
el que debíais estar? Pues eso sentí yo en aquel momento.
Tommy era esa pieza del puzle que me completaba.
Toda la locura de esos diez o quince días anteriores en los que habíamos
perdido poco a poco la cabeza, nos habían conducido a ese momento. Un
instane en el que decidimos que nos merecíamos la oportunidad de poner a
prueba lo improbable, que no imposible, porque aunque la mayoría cuando
nos mira piense que no tenemos mucho en común, la realidad es que nunca
podría haber encontrado a una pareja más perfecta para mí.
Epílogo
Valeria
“No olvides nunca que el primer beso
no se da con la boca, sino con los ojos”
- O. K. Bernhardt
Han pasado ya un par de años después de toda aquella locura. Dicen que
el tiempo pasa muy rápido y yo no lo puedo negar, porque estos dos años
han transcurrido en un suspiro.
Tommy y yo seguimos juntos y hemos terminado la carrera. Me ha
ayudado mucho a obtener muy buenos resultados y mejorar mis notas.
Sobra decir que no volví a copiar.
Ya no me hacía falta.
Cintia y yo seguimos siendo amigas, aunque la nuestra nunca volvió a ser
una amistad tan estrecha. Fran le duró exactamente lo que ella había
vaticinado: unos cuantos polvos. Y Dani… Bueno, hemos llegado a la
conclusión que solo quería imitar a Fran porque después de lo sucedido, se
olvidó de mí y Cintia se convirtió en su centro de interés.
Pero claro, ella fue mucho menos sutil que yo.
Cesó de insistir bastante pronto.
Tampoco imaginaba que el amor pudiese ser algo tan bonito. Había
estado con muchos chicos (unos cuantos, al menos) y nunca había
experimentado lo que siento con Tommy. Estar a su lado me da serenidad y
mucha calma. Me da un equilibrio que pensaba que no existía. He
descubierto que una relación puede ser sencilla y, por encima de todo, no
tiene porque ser conflictiva. Y aun así, sigue siendo pasional.
Tommy es alguien sensible que me escucha con atención y se preocupa
por mí. No le ha importado nunca perder su valioso tiempo dedicándomelo
a mí, a que comprendiese todo aquello que necesitaba para que pudiera
aprobar y lograr mi sueño. Aquí me encuentro precisamente, esperando a
entrar a una entrevista de trabajo de una importante agencia de publicidad.
Quieren hacerle profesor asociado y eso que aún no ha terminado su
tesis. No me extraña. Debe ser el chico más inteligente del mundo (y no lo
digo solo porque esté locamente enamorada de él). En cuanto saque el
doctorado, tienen intención de incorporarle a la plantilla de la Universidad
como profesor titular.
Se lo merece.
A pesar de que lo entiendo y me alegro mucho por él porque sé muy bien
cuánto vale y la ilusión que le hace, no me hace demasiada gracia, no os
voy a engañar. Tommy sería un profesor demasiado sexy y estoy
convencida de que habría muchas alumnas babeando por él. No es que me
importe tener competencia, aunque tampoco me apetece, la verdad. Pero en
realidad, lo que no quiero bajo ningún concepto es que ningún novio celoso
vuelva a romperle sus gafas. ¡Con lo guapo que está con ellas!
Pero es su sueño. Y tiene que cumplirlo. Tendré que dejarle y dedicarme
a perseguir también el mío. Al fin y al cabo, todo estará bien mientras
sigamos juntos.
Acerca de la autora
Sarah Lindsay se estrena con Cuando te miro como escritora con una
serie de novelas de comedia romántica que se llama Amor con humor. Cada
una de las historias de esta serie se centrará en el amor a una determinada
edad: los veinte, los treinta y los cuarenta, por el momento.
Este libro surge con la ilusión de escribir una historia fresca y ligera que
sea de fácil y amena lectura en medio de esta época en la que no paran de
aparecer noticias que parecen tratar de robarnos el buen ánimo. Es necesario
reír y olvidarnos de los problemas, aunque sea solo por unos minutos.
En realidad, se trata de una autora prolífica puesto que, aunque es la
primera novela que escribe en este género tan ameno que es la comedia
romántica, son habituales sus libros bajo diferentes seudónimos.
Digamos, entonces, que Sarah Lindsay es el sello romántico que espera
que os enamore.
ANTES DE IRTE