Está en la página 1de 119

Cuando

te miro
SERIE AMOR CON HUMOR 1
SARAH LINDSAY
Copyright
© Sarah Lindsay
Imagen de portada: plantilla gratuita de Canva, modificada.

Este libro es una obra de ficción. Los nombres, personajes y sucesos son producto de la
imaginación de la escritora o han sido usados de manera ficticia y no deben considerarse reales.
Cualquier semejanza a personas, vivas o muertas, así como a sucesos reales, locales u organizaciones
son pura coincidencia o se han usado exclusivamente de forma figurada para construir la trama, sin
guardar relación alguna con la realidad.
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser usada o reproducida en
forma alguna sin permiso expreso de la autora.
Instagram: @sarah.lindsay.writer
Web: https://www.arielzorion.com
Mail: arielzorion@arielzorion.com
“Si eres capaz de hablar sin parar,
al final te saldrá algo gracioso,
brillante e inteligente”.
- Groucho Marx
Para mis lectores.
Gracias por darme
la oportunidad
de soñar.
Sinopsis
¿Cuál es el tipo de chico con el que siempre has soñado? A veces,
nuestro amor ideal se parece muy poco a lo que habíamos imaginado.
Tommy es un chico muy especial, aunque tímido y un tanto inseguro.
Valeria, por su parte, es una joven guapa y popular. La reina de la fiesta. Sin
embargo, está un poco aburrida de los chicos de siempre.
¿Tendrán algo en común?
¿Se cruzarán sus vidas de algún modo?
Tommy cada vez que la ve, mete la pata sin saber cómo.
Nada parece indicar que el destino tenga pensado unirles en el camino.
Playlist
All About That Bass, Meghan Trainor
Roar, Katy Perry
Perfect, Ed Sheeran
What about us, Pink
Prólogo
Tommy
¿Os ha pasado alguna vez que cada vez que veis a la persona que os gusta
metéis la pata? Bueno, pues si vuestra respuesta ha sido sí, seguro que me
entenderéis a la perfección. Esa una sensación de impotencia horrorosa,
como si algo fuera de ti tomase el control de tu vida y tú no pudieses oponer
ni la menor resistencia. Sin embargo, creedme si os digo que podéis elevar a
la enésima potencia lo que os haya sucedido y entonces sí que podréis
entenderme. O tratar de haceros una idea, al menos. He llegado incluso a
pensar que el suelo y las cosas se movían a mi paso, y debido a ello, me
ocurrían tantos accidentes inexplicables.
La primera vez que me crucé con Valeria, me caí de bruces. Me consolé
repitiendo en mi interior que había conseguido que supiera que yo estaba en
el mundo. ¡No está mal, campeón! ¿Verdad que es una forma original de
llamar la atención? Pues ya os digo que no fue premeditada. Se esparcieron
por el suelo todos los libros que llevaba encima hasta ese momento en un
equilibrio imposible.
Por si eso fuera poco, debido a las risas generalizadas, la bibliotecaria me
echó una de esas miradas que te fulminan y notas como se inicia una
combustión interna dentro de ti hasta que retira sus ojos de fuego de tu cara.
En ese momento, la tonalidad púrpura que ha adquirido tu rostro compite
con el rojo de su barra de labios, tan intenso y brillante que parece que las
palabras se le van a resbalar cuando hable.
Y como todos los presentes se han dado cuenta hasta del más mínimo
detalle, el color de tu cara no solo no disminuye y trata de recuperar el tono
de piel habitual en un ser humano de a pie, sino que sigue in crescendo,
hasta que los presentes llegan a preguntarse si no te estará dando un colapso
o, como se dice coloquialmente, un jamacuco de los buenos.
Ahí estaba yo, sintiéndome el objeto de todas las miradas mientras
contemplaba embobado a la chica de mis sueños. Supongo que estar tirado
en el suelo, con las gafas medio caídas y sujetas de milagro sobre la punta
de mi nariz, en medio de un montón de libros no es la situación más digna
que hay, pero oye, hay que ver el lado positivo de todo. Tommy García
estaba por fin en el mapa. ¿A qué a ti nunca se te habría ocurrido?
Sinceramente, a mí tampoco.
En fin, que ahí estaba yo, con ese color rojo tan subido en mi cara que si
hubiera habido un médico en la sala, posiblemente habría salido corriendo a
por el desfibrilador.
Y entonces me miró.
Y juraría que estaba sonriendo.
I Parte
Antes de la fiesta del sábado noche
1
Valeria
“No sé tu nombre, sólo sé la mirada con que me lo dices”
- Mario Benedetti

Empiezo a estar cansada de los chicos de siempre. Supongo que son de


los que me he rodeado toda la vida, de los chulitos de gimnasio que se creen
perfectos. ¡Qué patética me siento! He salido siempre con clichés. Pero no
me había parado a pensarlo hasta que he llegado a esta fase filosófica de mi
vida en la que me he parado a reflexionar.
Bueno, tampoco es que yo sea Sócrates (que estoy segura de que era un
filósofo muy importante, aunque no recuerde exactamente todos los
detalles), pero sí que noto que pienso un poco más las cosas que antes. ¿Os
ha pasado alguna vez? Me refiero a eso de que notáis que ha habido un
cambio trascendental en vuestro interior. Esto de pasar de los veinte me está
afectando seriamente (añadid a esto un gesto dramático para darle más
énfasis, ¿ok?).
Chicos.
De eso estábamos hablando.
¡Puaj! No sé por qué antes me llamaban la atención ese tipo de tíos de los
que os he hablado más arriba, esos estereotipos de la cabeza a los pies.
Supongo que la adolescencia trae incluido un ingrediente de frivolidad. Tal
vez es que ahora realmente he madurado (añade unas risas de sarcasmo a
esto). Bueno, venga, madurar lo que se dice madurar… Lo intento, ¿vale?
No me juzgues. Me gustaría verte a mi edad. Estoy mejorando, dejémoslo
ahí.
Lo que iba diciendo. Últimamente ese tipo de tíos me dan hasta un
poco de grima. Espero que no sea de verdad que la masa muscular lleva una
relación inversa con la masa cerebral, porque creo que alguno va a tener
que pedirla prestada. Igual me estoy pasando un poco, porque tampoco es
que yo sea Marie Courie (espero que se escriba así, porque si no, voy a
quedar como una lerda). Aunque puedo decir con orgullo que mis notas
desde que entré en la Universidad han sido más que decentes. ¿Qué tienes
que decir a eso ahora? No me preguntes cómo las he conseguido. Eso es
algo que me llevaré a la tumba (salvo que me pillen copiando antes).
Creo que, de hecho, el otro día Dani se dio cuenta cuando me estaba
poniendo ojitos y mi cara de asco salió sin darme cuenta, aunque igual ni se
enteró porque justo un chico se tropezó a su lado y nos distrajo a todos. No
os voy a negar que no hubo un solo alma al que no se le escapara la risa en
ese momento (la situación fue cómica, eso es innegable) y me dio un poco
de pena, la verdad.
Se notaba que el pobre estaba pasando un buen apuro.
Por cierto, era bastante mono.
A lo que iba. Yo solía ser buena disimulando. Es una habilidad que tenía
muy desarrollada en el instituto. Pero ahora… ¡¡No puedo evitarlo!! ¿Sabes
cuando se te levanta el labio de un lado y las cejas se te juntan un poco sin
que lo puedas evitar? Pues algo así debió sucederme. En fin, me parece que
cada vez se me da peor esconder lo que me pasa por la cabeza.
Voy a tener que hacer algo con eso.
O acabaré siendo una paria social.
◆◆◆

Hace poco corté con mi novio. No hay drama. ¡Para nada! Llevábamos
juntos casi un año. ¿Cómo pude aguantar tanto? Tener novio cuando estás
en la universidad es una de las mayores estupideces que puede cometer una
chica en la vida, sobre todo si sale con un idiota como el mío. ¿En qué he
estado pensando todo este tiempo? A veces, tengo la sensación de que las
neuronas de vez en cuando se me ponen en huelga y por eso tardo tanto en
reaccionar. Más vale que las entrene aunque sea a base de latigazos para
que estén siempre alerta.
Estaba aburrida de que siempre tuviera las mismas conversaciones.
¡Qué tío más coñazo! Se adoraba a sí mismo y para él yo era un espejo en el
que mirarse. Es decir, no puedo negar que siempre he tenido cierto éxito
con los chicos, así que supongo que para él era algo parecido a un trofeo.
¡Buff! Es que creo que he estado ciega durante demasiado tiempo.
Tonta.
Tontaca.
Bueno, tampoco hay que fustigarse. El caso es que recientemente
(hace dos días, para ser más exactos) le he mandado a freír espárragos y me
he quedado la mar de a gusto. Eso sí, él no paraba de decirme que estaba
cometiendo un gran error. Y yo le miraba en plan: ¿perdona? Error ha sido
estar contigo, Capitán América de plastilina (ya quisiera él parecerse a
Chris Evans xD). ¡No me puedo creer lo engreído que es! Pero, por encima
de todo, no soy capaz de asimilar por qué motivo no me había dado cuenta
hasta ahora.
Ahora tengo más tiempo para salir con mis amigas. Y eso mola, sobre
todo ahora en la uni que hay fiestas por doquier. Había que estar idiota
perdida para estar atada a semejante mamarracho, jaja.
Estoy en mi tercer año de universidad y, en serio, tengo la sensación de
no haber aprovechado tanto como debía hasta la fecha. Así que, preparados,
que allá voy. No voy a perderme ni una. Y, entre chupito y chupito y algún
que otro Malibú Piña (que es mi debilidad, ¡está tan rico!), espero aprobar
todos los exámenes porque si no, mis padres me cortan el grifo (OMG).
Empieza mi nueva vida.
Os iré contando.
2
Tommy
No te tomes la vida demasiado en serio.
No saldrás de ella con vida
-Elbert Hubbard

Hoy no se me han roto las gafas de puro milagro. Deben haber cobrado
vida recientemente, porque tienen una tendencia suicida preocupante y
huyen de mis orejas y el puente de mi nariz siempre que pueden. Menos
mal que son resistentes. Eso sí, mi madre no se olvida de recordarme que
las cuide porque le costaron tanto como una semana de alquiler de un
apartamento en la playa. De manera habitual, suelo obviar contestarle que
todo depende del tipo de apartamento, porque mi madre es de las antiguas,
de esas que de vez en cuando todavía saca la chancla a paseo. Tampoco
hace falta correr riesgos innecesarios a cambio de que de ten la razón.
Mira que he probado a ponerme lentillas, pero es que no hay manera.
Tienen una tendencia sobrenatural a esconderse debajo de mis párpados
(igual al final el problema voy a ser yo O_O). Entonces entro en panic
attack porque empiezo a imaginar que se van detrás de mis glóbulos
oculares y se esconden en alguna parte de mi cabeza, en algo así como un
almacén de lentillas perdidas. Luego se transforman en una especie de
agentes alienígenas y acaban en mi torrente sanguíneo de manera casual,
hasta que me devoran por dentro.
Se me va la olla.
Un poco.
Lo sé.
Vale. Soy un pelín friki. Lo admito. La culpa no es mía, sino de las
películas de ciencia ficción que son tan condenadamente buenas que se te
meten en la cabeza y no puedes dejar de pensar en ellas. Strangers Things,
por cierto, también tiene buena parte de culpa. Como podéis ver, en
realidad, soy solo una víctima más de las pantallas.
En resumen, sigo sin llevar lentillas y creo que va a pasar mucho tiempo
hasta que lo consiga. Si ya tengo fama de empollón, desde luego mis gafas
de pasta con gruesos cristales no me ayudan a pasar desapercibido. Y mi
imagen no va a mejorar a corto plazo, es evidente. Tendré que asumirlo y
aceptarlo.
Vale. Es verdad. Lo de empollón también me lo he ganado a pulso y no
solo es culpa de mis gafas. Para mí las notas son lo primero. Creo que son
importantes y no voy a tirar por la borda tantos años de esfuerzo. Pero
también me apetece pasármelo bien, aunque sea de vez en cuando. Ya va
tocando. ¿Qué le voy a contar a mis nietos de mi época en la universidad,
que solo conocí la biblioteca? Pues no. Es hora de vivir un poco, ¿o qué?
¿Qué haríais vosotros en mi lugar? Ya, me lo imaginaba. Pues eso, lo que
yo decía.
El problema es que me suelta costarme. O sea, que me cuesta soltarme,
que hasta se me lían las ideas. Desde luego que si hablo con ella y digo
alguna chorrada como ésta, va a pensar que soy estúpido. ¡Lo que me
faltaba!
Una de las primeras veces que la vi, después del incidente de la
biblioteca en el que acabé desparramado por el suelo, fue en el campus hace
un par de semanas. Pensaba que eso del amor a primera vista era un mito.
Pero, por mucho que he intentando razonarlo, ¿cómo se le llama a no poder
parar de pensar en alguien ni de día ni de noche?
Luego, la he visto en más ocasiones y en todas me he quedado embobado
mirándola. Si se fijase en mí aunque fuese una vez en una de esas
ocasiones, pensaría que mi nivel de inteligencia está desde luego muy por
debajo de la media. Una de las veces, creo que se ha dado cuenta, por
cierto, porque ha dirigido sus preciosos ojos castaños de largas pestañas
hacia donde yo estaba y ha puesto una cara un poco rara. Ya sabes, una
expresión como de ¿y tú que miras? Justo en ese momento me tropecé y
casi me caigo al suelo. Espero que no se diera cuenta, aunque lo dudo
mucho. Creo que no hubo nadie por allí que no me viera. Al menos, las
risas así lo atestiguaban. Yo, como siempre, triunfando. ¡Qué se le va a
hacer!
Lo peor de todo esto es que me hace plantearme cosas sobre mí mismo.
Nunca había pensado que fuera una persona superficial, y resulta que me
enamoro de una chica solo porque me parece preciosa. Creo que mis
hormonas me están jugando una mala pasada, ni más ni menos. ¿Y si la
conozco y resulta que me cae fatal? Aunque, con esa forma de reírse tan
contagiosa y esa mirada tan seductora, creo que va a ser imposible.
Mi cuerpo no me puede estar mintiendo.
En el fondo, o más bien en la superficie, sé que no tengo ni la menor
posibilidad. Pero luego me pongo a hacer cálculos de probabilidades y
entonces sí que certifico que es imposible que una chica como esa se fije en
un tío como yo. ¡Y yo que pensaba que las matemáticas eran mis colegas!
Además, siempre va rodeada de mucha gente. Es lo que se dice, una chica
muy popular.
Sus amigas me dan miedo, por cierto.
Una en especial.
Pánico, sería más correcto.
Y su novio…
Su novio tiene unas dimensiones que superan con creces la medida
estándar. No sólo es la altura, sino el ancho de sus hombros. Creo que si me
pusiera detrás de él, simplemente desaparecería. Es posible que cuando se
hable de eclipses de sol, se refieran a que Fran pasa justo por delante y lo
tapa todo entero, dejando a la ciudad como si se hubieran fundido los
plomos de la central nuclear más cercana. Él sí que es el verdadero
caballero oscuro y no Batman, que a su lado parece un principiante.
En serio, ¿cómo puede ser alguien tan grande?
No debe ser humano.
Desafía todas las leyes de la naturaleza, con esa cantidad de músculos y
ese tamaño de todo en general.
¿Y la mandíbula? Es para verla. Se la deben haber cincelado, porque
nadie la tiene tan cuadrada, excepto en los dibujos animados.
Solo espero que no pertenezca a la liga de los súper héroes.
Con lo fan que soy yo de Marvel.
3
Valeria
“El peor enemigo del amor es
la indiferencia, no el odio.”
- C. S. Lewis.

Supongo que, en el fondo, me lo esperaba. Pero en el fondo, ¿eh? En un


lugar recóndito y escondido. En realidad, tenía la esperanza de que fuera
sencillo, un corte limpio que casi no sangra. Pero, claro, no. Las cosas no
suelen ser tan fáciles.
A ver, Valeria, seamos claros, has sido un poco ingenua, sobre todo
conociéndole como le conoces. ¿Pensabas que le ibas a decir que era el fin
y se iba a quedar tan tranquilo? Pues no. Evidente.
Fran se ha puesto en plan pesado y cansino. Lo normal en él, vamos.
Mira que me he hecho la indiferente, pero nada. Creo que este chico no
pilla ni las indirectas ni tampoco las directas claras, evidentes y que dirigen
sin rodeos a la yugular.
¡Uy! Creo que no lo he comentado. Me he puesto a hablar y seguro que
pensaréis que tengo algún tipo de diarrea mental porque no estaréis
entendiendo nada de lo que digo. Fran es mi ex. ¡Qué bien sienta decirlo!
Ex novio.
MI EX.
Lo voy a repetir: EX NOVIO.
Sí, sí, las mayúsculas equivalen a mi entusiasmo. Es como cuando te
quitas un peso de encima. O cuando llegas a casa después de una noche de
fiesta y lo primero que haces es quitarte los tacones infinitos que te han
torturado de forma cruel. O cuando (seamos sinceras, porque todas lo
hacemos) te desabrochas el sujetador y te lo sacas como puedes sin
desvestirte siquiera.
¡Momento de liberación total!
Bueno, pues hoy ha venido en plan: “tenemos que hablar, Valeria. Lo
nuestro no puede terminar de una forma tan brusca. Teníamos algo
demasiado bonito para dejarlo morir así, estamos hechos el uno para el otro
porque nuestro amor es de película”.
Bla bla bla.
Casi me hace vomitar.
Y luego ha soltado otra larga retahíla de topicazos que no hacían más que
reafirmar mi idea de que es un chico con muy poca imaginación. Se ha
puesto tan empalagoso, que ha faltado un pelo para que le echara hasta mi
primera papilla en sus Converse de más de cien pavos. Menos mal que me
preocupa demasiado la estética.
En estos momentos me pregunto qué es lo que vi en él. Y sobre todo,
Valeria, ¿en qué coño estabas pensando hasta ahora? Supongo que mis
nuevas amistades me ayudan a ver la vida de otra manera. Pero aun así,
¿cómo he estado tan ciega hasta este momento?
Cuando iba al instituto, mi grupo de amigas (os adoro chicas, no
malinterpretéis lo que voy a decir si alguna vez lo leéis) estaba compuesto
por cinco jóvenes a quienes les importaba por encima de todo la
popularidad y salir con el chico más guapo del momento. Alguna vez
hicimos apuestas. (Creo que no debería dejar esto por escrito. Si pasa a la
posteridad, no quiero pensar lo que van a pensar de mí en el futuro).
No lo voy a negar ni tampoco me avergüenzo de ello: me lo pasaba súper
bien con ellas. Nos reíamos muchísimo, aunque alguna vez tuvimos algún
pique que se fue un poco de madre. Pero al final, acabábamos volviendo a
ser amigas, como la buena panda de arpías que éramos. ¡Joder, en serio! Es
que podíamos ser lo peor, ¿eh? No nos metíamos con nadie, eso que quede
claro. Pero entre nosotras, no había filtro, y claro, a veces eso pasa factura y
acabábamos teniendo unas broncas épicas.
Supongo que, cuando pasé a la universidad, seguí un poco con el mismo
rollo. Es decir, era lo que conocía, el hábitat natural en el que había vivido
mi adolescencia. Así que, de forma casi inmediata empecé a conocer a
gente muy similar a la que había formado parte de mi círculo de amigos
durante la mayor parte de mi vida.
Hasta que conocí a Zoe, Noah e Izan en una optativa.
Un nuevo mundo se abrió ante mí.
Aunque sigo saliendo con mi grupo original, es decir, con los que llevo
desde que comencé la carrera, y con mis chicas del insti, no puedo negar
que, en estos momentos, con ellos es con quienes mejor me lo paso. Me han
hecho darme cuenta de que hay otras formas de disfrutar y de que la imagen
no es ni de lejos lo más importante.
Aprovecho cualquier excusa para quedar con ellos, a pesar de que les veo
mucho menos de lo que me gustaría. Los tres estudian carreras de las típicas
de ciencias y se nota que son muy buenos estudiantes, lo que no impide que
también sepan divertirse. Creo que me pueden ayudar con las asignaturas
más chungas de mi grado. Se acabó lo da aprobar exámenes copiando. ¿He
dicho copiando? Bueno, ya me entendéis, me refiero más bien a lo de
asegurarte que lo que has puesto en tu examen se corresponde con lo que
han escrito los empollones de tu clase.
Pero eso también se va a acabar.
Así que supongo que me pilláis en una fase de auténtica metamorfosis a
distintos niveles: intelectual y personal. Eso sí, lo siento pero nunca dejaré
atrás una manicura bien hecha y un buen toque de rímel.
Si lo hiciera, ya no sería yo ;).
4
Tommy
“Tú eres el cielo. Todo lo demás es solo el clima.”
- Pema Chödrön

Creo que estoy empezando a tener alucinaciones. Ayer vi a algunos de


mis amigos con la diosa. ¿He dicho yo eso? Vale, entonces es que encima se
me ha empezado a licuar el cerebro. Lo que quiero decir es que es
imposible. No pude comprobarlo porque iba con prisas y, como no veo
demasiado de lejos (demasiado es un eufemismo de no veo nada, claro),
pues me quedé con las ganas de cerciorarme. Y no me he atrevido a
preguntarles después, porque no me gustaría que se pensaran que me
interesa y empiecen a vacilarme con eso o algo por el estilo.
En fin.
Ayer soñé con ella. Tampoco os voy a dar todos los detalles, pero mis
dedos acariciaban su piel que era tan suave que parecía de terciopelo.
Después ella se acercaba a mí y me miraba de forma intensa. Sus pupilas
estaban claramente dilatadas, lo que denotaba lo que pasaba en su interior.
Yo sentía su aliento acariciando mis labios. Pero, a pesar de mí excitación,
no me ponía nervioso en absoluto, sino que con mis manos envolvía con
suavidad su cuello y le plantaba un beso de película.
Valeria se rendía a ese beso apasionado y me pedía más. En el sueño, yo
era el joven más feliz del mundo porque estaba con ella. Y porque me
atrevía a todo sin miedo, sin inseguridades.
Pero solo era un sueño, como es obvio.
Tengo que hacer algo con todo esto.
Me empieza a afectar demasiado.
◆◆◆

Esta mañana, como suele ser habitual, he visto a Noah, Izan y Zoe en
clase. Nos conocimos el primer día que empezamos la carrera, hace ya casi
tres años. Aunque somos muy diferentes, la verdad es que nos llevamos
realmente bien. Es una suerte tener tan buenos amigos. De hecho, contamos
los unos con los otros para todo. Si alguno falta a clase por algún motivo,
ahí estamos los demás para pasarle los apuntes. Si hay que entregar algún
trabajo, nos ayudamos unos a otros y nos damos ideas cuando estas parecen
jugar al escondite.
Siempre he sido de tener pocos amigos pero de los de verdad. A día de
hoy, puedo decir que no me ha fallado ninguno y, por supuesto, yo no me he
permitido fallar a nadie tampoco. La amistad es algo demasiado importante,
¿no estáis de acuerdo?
Estoy empezando a asumir que el círculo tiene que ampliarse de vez en
cuando. Supongo que soy un poco avestruz, puesto que me gusta en cierta
medida lo de esconder la cabeza bajo tierra. Pero bueno, como me he
propuesto cambiar algunas cosas, les he prometido que me voy a apuntar a
la próxima fiesta a la que vayan seguro.
Ya veremos si lo cumplo.
Hay cosas que es más fácil decirlas que hacerlas.
5
Valeria
“Nunca dejes para mañana lo
que puedas hacer pasado mañana”.
- Mark Twain

Hoy he visto un anuncio de un chico que se ofrece a dar clases de


álgebra, estadística, matemáticas avanzadas y un montón de cosas de esas
que la mayoría me suenan a chino. No me lo había planteado hasta que lo
he visto, pero la verdad es que no me vendría nada mal la ayuda de alguien.
Con que me explique algunas cosas de economía y estadística me
conformo.
¿He dicho algunas cosas? Bueno, me refiero más bien a todo desde el
principio. ¡No me entero de nada! xD
He recortado su número de teléfono por si me animo a llamarle. No, no,
no. Voy a llamarle seguro. Si me lo pienso dos veces, seguro que encuentro
alguna excusa para no estudiar lo suficiente y Economía de la empresa es
una asignatura que se me ha atragantado. Me está amargando la existencia,
no os voy a engañar. No le pillo el tranquillo. Será porque las mates nunca
han sido lo mío… De los números solo me gustan los que vienen impresos
en las tarjetas regalo de Zara.
Tampoco voy a engañarme a mí misma. No se me dan mal los estudios,
pero tampoco genial. De hecho, nunca he sido de sacar sobresalientes,
aunque con un poco de esfuerzo sí he logrado moverme en calificaciones de
notable. No obstante, no sé que me pasa con todo lo que tenga que ver con
cifras y números, pero se me empiezan a hacer una bola inmensa en mi
cabeza y no hay forma de desenredarla. Necesito ayuda, tengo que
asumirlo.
¡Pero es que me da una pereza!
En cuanto empiece las clases particulares, voy a tener que dedicarle
posiblemente dos o tres horas a la semana, después de las sesiones de la
mañana y entre eso, los trabajos, preparar exámenes y lo demás, se me va a
ir el tiempo estudiando. Me dan ganas de llorar. Se me a a ir la juventud, ya
lo veréis (¡momento súper drama!). Y por si lo habíais olvidado, estaba
decidida a pasármelo en grande ahora que me he quitado al troll de encima.
Bueno, va, mejor será que no me lo piense demasiado. Le mando un
whatsapp a ver qué me dice.
Espero que, al menos, sea mono.
◆◆◆

Al final, la nueva Valeria responsable y buena estudiante, va a empezar


las clases de estadística y economía la semana que viene. El lunes, para ser
más exacta. Él tenía disponibilidad para comenzar mañana mismo, pero
tampoco es necesario precipitarse. Necesito un tiempo para asimilar mi
nuevo horario. Además, esta semana hay una macro fiesta que organizan los
de la facultad de Derecho y nadie en su sano juicio se la perdería. Así que
he pensado: «a ver, Valeria, si total vas a tener el cerebro hecho mierda,
¿para qué empezar tan pronto? Ya dejas que pase el fin de semana y el lunes
seguro que estás más despejada».
Buena idea, ¿no os parece?
De momento, ya he quedado con los de siempre para ir, así que como
tenemos muchos amigos en común, tendré que ver la cara de vinagre de
Fran después de nuestra ruptura y aguantar el tonteo de Dani y sus múltiples
chorradas. Bueno, lo de aguantar es un decir, porque ahora que ya no salgo
con su amigo, no necesito cortarme y puedo decirle todo lo que me pasa por
la cabeza, así, sin filtro, como hace Cintia.
Tal vez como hace Cintia tampoco es necesario.
Si la conocierais posiblemente pensaríais lo mismo.
Izan, Zoe y Noah me han dicho que se pasarán y que irán con algunos
amigos más. Después de unos segundos (uno como máximo) se han
corregido y en lugar de amigos, en plural, han dicho amigo, en singular.
Uno.
Solo.
The only one.
Alone.
Luego se han pasado un rato tratando de aclarar que no es que tengan
solo un amigo, sino que es al único al que han convencido para ir a la fiesta.
Igual trataban de impresionarme o algo, ¿no?
Bueno, para el caso… A la que pueda, me escapo un rato con ellos. Es
verdad que tienen un vena un poco rarita, y a veces, no me entero de lo que
dicen, especialmente cuando hablan de esas cosas relacionadas con la
ciencia ficción y las películas de Stars Wars y todo eso. ¡Ostras, es que son
muy frikis! Pero frikis al nivel Leonard Hofstadter y compañía en Big Bang
Theory (no he dicho Wolowitz, que conste, porque eso es otro nivel de
frikismo). Pero bueno, si empiezan con ese rollo, me vuelvo con los de
siempre y listo.
Me da que va a ser una noche apoteósica.
Ya veremos qué pasa.
6
Cintia
“Se necesita una gran cantidad de valentía para enfrentarse a nuestros
enemigos, pero tanta como para
hacer frente a nuestros amigos”.
- J. K. Rowling

Valeria me necesita en su vida. Debo ser una de las mejores cosas que le
han pasado. Esa es una certeza. Cuando nos conocimos, no es que fuera una
mosquita muerta (¡para nada!), pero desde que formo parte de su círculo
más cercano se ha convertido en arpía nivel Dios. Y eso es importante.
Conmigo ha aprendido que hay verdades que hay que decirlas directamente,
sin vestidos preciosos ni complementos, que luego la gente se distrae y no
se entera de lo que le estás contando.
No digo que su novio, ex novio ya, no esté bueno. En una escala del uno
al diez lo sitúo casi en un once junto con Sebastian Stan y Chris Evans, el
mejor capitán América de la historia según dicen los más frikis del reino.
Desde luego, para echar un polvo o dos o diez, es una opción excelente. Es
de esos tíos que tienen un cuerpo esculpido con precisión, con una tableta
de chocolate tan bien puesta que dan ganas de comértela a bocados y es
imposible no tener sueños eróticos con ellos. Y es tremendamente guapo,
no os voy a engañar, al estilo Jamie Dornan, aunque ese me pilla ya un poco
mayor. Pero me entendéis seguro, porque yo creo que ese le gusta a tías
entre los dieciocho y los noventa años por lo menos. Así en plan confesión,
os cuento que yo me he imaginado más de una vez en posturas imposibles
con Fran, mientras me empotraba y gritaba que era una diosa del sexo.
Es naturaleza humana simple y llanamente.
Pero de ahí a aguantarle como novio, o sea, ni de coña.
Fran es tipo Cromañón y más antiguo que los vídeos VHS, que debieron
ser la bomba en una época prehistórica antes del streaming que yo ni me
imagino lo que tendría que ser eso. Cuando mi madre me cuenta que,
cuando ella era joven, había unas cosas que se llamaban walkman y que
eran algo así como los iPods del pasado, me parece que me habla de historia
antigua y me sorprendo de no haberlo estudiado en el instituto. Dice medio
riéndose que rebobinaban las cintas con un boli BIC, ¡qué valor! ¿Habéis
entendido algo de lo que he dicho? ¿Rebobinar? ¿Cintas? Yo tampoco. Los
ochenta tuvieron que ser una auténtica pesadilla, solo hay que mirar la ropa
que se llevaba.
Pues Fran parece que nació incluso antes de esa era clásica, ya que se
comporta de un modo arcaico. Va de macho alfa por la vida, en plan
protector y esas cosas que a mí me dan tanta grima. Me dan ganas de
gritarle: “a ver, cuerpo sin cerebro, que nosotras somos capaces de
defendernos solitas. No necesitamos ningún modelo de gimnasio de boxeo
para sacarnos las castañas del fuego”. Pues eso, que yo los tengo bien
puestos, aunque sea una tía. No hay nada que se me ponga por delante. A la
vida hay que echarle un par… de tetas. ¡Nosotras lo valemos!
Me acaba de salir una vena feminista que ni que acabara de venir de una
manifa.
Siento el momento intenso.
A veces, me dejo llevar.
◆◆◆

Valeria y yo nos hicimos amigas recién llegadas las dos a la universidad.


El primer día siempre es un poco chungo, porque los miedos están ahí y te
parece que no vas a lograr encajar. Y de repente, ya estás ubicada y con tu
grupo de colegas. A pesar de todo, aunque somos un grupo de gente de
unos quince amigos (imaginaos la de rollos que ha habido, por cierto),
Valeria y yo somos uña y carne, eso a pesar de que somos muy distintas.
Y aun así, coincidimos en muchas cosas, digamos que coincidimos en lo
básico: nos flipa la ropa y salir de compras, nos gusta cuidarnos y nos mola
mogollón salir de fiesta. Teniendo esos tres pilares en la relación, estaba
claro que lo nuestro iba a funcionar. Y además se ha dado algo básico desde
el principio: no nos interesan los mismos tíos, un clásico de rivalidad entre
féminas, no me lo podéis negar.
Valeria y yo seremos amigas para siempre.
Lo veo: entre las dos fundaremos nuestra propia empresa de publicidad y
alquilaremos un estudio en la quinta avenida de Nueva York, desde donde
seremos las reinas del mundo. Y trabajarán para nosotras los tíos más
buenorros que te puedas imaginar.
7
Fran
“Siempre estás contigo mismo, así que es mejor
que disfrutes de la compañía”.
- Diane Von Furstenberg

Está confundida y es normal. Tal vez hemos ido demasiado en serio. Se


supone que sería conveniente que le dejase espacio, es lo que se suele decir,
pero creo que está demasiado confundida. Así que he decidido que lo que
necesita es que la ayude a aclarase las ideas. ¿Por qué iba a abandonarme si
estábamos tan bien juntos?
Salvo que ya estuviera viendo a otro.
Esa opción prefiero no tenerla en cuenta, de momento.
Sería demasiado fuerte.
Demasiado doloroso.
Vamos, que me cabrearía un huevo.
Y yo cabreado…
Valeria es una mujer espectacular en todos los sentidos. Me he fijado
como me miraban con envida el resto de tíos en el campus cuando íbamos
juntos de la mano o la agarraba de la cintura. Babeaban sin remedio. Y a mí
se me escapaba una sonrisa maliciosa. «Está conmigo, pringaos. Ni soñéis
con echarle el lazo», pensaba para mis adentros.
No la puedo dejar escapar, simple y llanamente porque no va a encontrar
a nadie como yo que la entienda mejor. Estamos hechos el uno para el otro.
Ambos somos guapos y tenemos éxito. Es imposible que dé con otro tío que
se parezca tanto a mí como para ser yo. No sé si me explico. Puede parecer
chulería, pero es que es la verdad. No creo que sea buena idea ir con
pamplinas para parecer modesto. Las cosas son como son y así se las hemos
contado.
A las chicas, a veces, les dan ventoleras así. Te dejan para hacerse las
interesantes y para darle un poco de chispa a la relación. Les gustan todas
esas movidas de las películas de amor en las que los tíos tienen que
demostrarles que las aman por encima de todo y hacerles regalos caros y
currárselo, ya sabéis a lo que me refiero.
Vale, Valeria. He pillado el mensaje.
A ver si se me ocurre algo. Y si no, seguro que en internet hay ideas
chulas, aunque primero recurriré a lo básico.
Me prepararé unas cuantas frases de esas con las que las chicas se
derriten y en menos de un par de días estaremos otra vez juntos.
No sé por qué se ha creído que puede dejarme, así sin más. Igual ha sido
la loca de su amiga Cintia, que no hace más que meterle ideas absurdas en
la cabeza. La tía no puede ser más borde. Si no estuviera tan buena, la
habría mandado a la mierda en alguna ocasión. Pero tampoco conviene.
Nunca se sabe con quien puedes terminar teniendo un orgasmo. Hay que
mantener todas las opciones abiertas.
8
Tommy
“Nunca pienso en el futuro.
Llega demasiado pronto”.
- Albert Einstein

Hace un par de semanas puse un anuncio para dar clases. No me viene


mal sacarme algo de dinero y si puedo ayudar a otros, pues todos ganamos.
Lo curioso es que no me había llamado nadie hasta hoy. En realidad, no me
han llamado. Me han mandado un whatsapp. Claro que eso es justo lo que
puse en el anuncio, que me contactaran enviándome un mensaje a mi
teléfono.
Bueno, que me lío.
No sé qué me pasa últimamente, pero estoy más espeso de lo habitual. Y
soy listo, en serio, os lo juro. Podéis preguntarle a la gente que me conoce.
Como iba diciendo, el anuncio es para dar clases de estadística. Y la
persona que me ha contactado me ha dicho que se llama Valeria.
Valeria.
Tuve que leerlo dos veces.
Valeria.
No puede ser.
Será otra chica que se llama igual.
Demasiada casualidad, ¿no?
Me he puesto nervioso solo de pensar en la posibilidad de que sea ella.
No sé cómo voy esperar hasta entonces, porque quedan cuatro días y medio,
es decir, noventa y seis horas, cinco mil setecientos sesenta minutos. No os
digo cuántos segundos son porque entonces no vais a tardar en colgarme el
cartel de tío rarito del que permanecer a una distancia prudencial.
Prefiero no pensarlo.
Todavía quedan demasiados días.
Los problemas mejor de uno en uno.
Primero me he comprometido a ir a la macro fiesta del jueves. ¿He dicho
el jueves? ¡Pero si eso es hoy! Intento hacer memoria de cómo fue y cuáles
fueron las palabras exactas con las que acepté. No consigo recordarlo con
exactitud. Sólo retumban con un eco bien claro dos palabras en mi cabeza.
MACRO FIESTA.
El nombre de por sí asusta un poco.
No es que no me apetezca, pero me da un poco de miedo, la verdad. No
sé cómo me he dejado convencer al final. Supongo que, por una parte,
porque ya estaba dispuesto a disfrutar un poco. En esta vida no todo puede
ser estudiar, por mucho que me guste lo que hago. Pero claro, igual podía
haber empezado de forma más progresiva. Es como empezar a montar en
bici y querer subir el Tourmalet. Una locura, ¿a qué sí? Ya veremos si salgo
vivo de esta.
¿Os he contado ya que no me entusiasman las aglomeraciones? Pues sí,
es así. Un detalle sin importancia. Me agobio un poco, nada más. Y ahí, en
la macro fiesta, van a estar todos los estudiantes del campus bien
concentrados en un espacio relativamente reducido.
Veremos qué pasa.
Espero que llegue el oxígeno para todos.
El caso es que, entre unas cosas y otras, me noto descentrado esta
semana.
Sobre todo, estoy nervioso.
◆◆◆

Este mediodía antes de despedirnos Izan, Noah y Zoe se han encargado


de recordarme bien dónde habíamos quedado y a qué hora. Me han tratado
como si fuera idiota. Menos mal que sé que es porque están emocionados
de que vaya con ellos y todavía no se lo acaban de creer. Supongo que, en el
fondo, piensan que voy a salir corriendo o voy a poner una excusa de última
hora.
Y no les faltaba razón.
Ha habido momentos en los que he pensado en rajarme. Pero es
importante ser fiel a tu palabra. Si no fuera así, la gente no confiaría en ti.
Además, son demasiado buenos amigos para decepcionarles. Y tampoco es
que ande tan sobrado de contactos sociales.
Y sin embargo, las cosas como son, voy a tener que llegar tarde sin
quererlo. El profesor Martínez, que es quien espero que dirija mi tesis en un
futuro relativamente cercano, me ha pedido que le ayude con algo. No
puedo decirle que no. Espero que no se alargue demasiado pero,
conociéndole, seguro que la conversación posterior se puede extender más
de la cuenta. No para de decirme que le encantaría que fuera su colaborador
cuando termine mis estudios.
No puedo defraudarle.
9
Valeria
“Encuentra el éxtasis de la vida;
la mera sensación de vivir es alegría suficiente”.
- Emily Dickinson

Hemos llegado poco después de que empezara la fiesta y aquello ya


estaba de bote en bote. Tengo unas ganas de marcha que no son normales.
Supongo que es porque es la primera a la que voy soltera en mucho tiempo.
¡Madre mía! Eso ha sonado bastante carroza, ¿no? Parezco mi abuela
hablando de esa manera y de cuando iba a los guateques. La palabra
guateque ya me suena de coña, por cierto. Guateque. Repítela varias veces e
intenta no reírte. Ahora dila muy rápido en voz alta, ya verás que poco
tardas en que se te amontonen las sílabas. Bueno, lo importante: voy a
pasármelo bien hasta el amanecer.
Cintia pasó a recogerme por donde vivo y nos hemos estado tomando
algo con mis compañeras de piso. ¡Dios, qué risas en un rato! Virginia nos
ha estado contando cuando la madre de su ex novio les pilló más
entretenidos de lo esperado cuando regresó una tarde del trabajo y como
salió corriendo y se dejó parte de la ropa interior en algún lugar de la casa
que ya ni recuerda.
Desde entonces, hace siempre recuento de las prendas de vestir que lleva
a cada sitio, para no dejarse nada. Uno, calcetines; dos, zapatillas; tres,
pantalones vaqueros… ¿Te imaginas? Lo malo es que de vez en cuando se
hace lío con los números y, cuando no le salen las cuentas, se pone un poco
histérica y, por encima de todo, revisa que lleve las bragas puestas. Ya sabes
lo que dice el refrán: “hagas lo que hagas, ponte bragas”. O algo por el
estilo. Igual no era ni un refrán, ahora que lo pienso, y es más bien un dicho
de Puterful.
El caso es que ha optado por escribirse el número en el dorso de la mano
izquierda. Cuando alguien le pregunta por él, cada vez se inventa una
historia porque le parece que decir que equivale a la cantidad de prendas
que lleva encima no queda demasiado glamuroso.
—No, por supuesto que no —le hemos dicho a coro.
Entre risa y risa, nos hemos bebido algún chupito de más, así que he
llegado ya un poco achispada. Ya sabéis, con el punto exacto en el que todo
te hace gracia.
Nos hemos juntado con Manu, Leia, Raquel, Juancar y sus amigos,
Sonia, Silvia y unos pocos más. Y luego han aparecido Fran junto con Dani
y su grupo. Se me ha bajado el sentido del humor al núcleo de la tierra por
un momento. Como se siga poniendo plasta con que eso de que volvamos
juntos le cuento que su querido colega lleva meses tratando de ligar
conmigo. Espero que no sea necesario. En cualquier caso, he decidido que
voy a pasármelo bien y no pienso dejar que nadie me estropee la noche.
Carpe Diem o algo así.
En fin, que en cuanto he visto a Izan, Noah y Zoe, me he llevado a Cintia
para presentárselos y les hemos dejado allí plantados. Por si las mosquis,
nada más. Me he dado cuenta de que al principio ha puesto cara rara. ¿De
incredulidad? ¿De sorpresa? No sé. No son el tipo de gente con quienes
solemos salir. A veces, nos dejamos llevar tanto por los estereotipos,
nuestros prejuicios y la apariencia que no somos capaces de ver más allá.
Por suerte, enseguida se ha dado cuenta que son realmente divertidos y se
ha olvidado de sus ideas preconcebidas por un rato. Me he visto reflejada
tanto en ella que me ha hecho pensar.
Hasta que me ha soltado un comentario en voz baja que me ha dejado un
poco descolocada.
—¿Qué pintamos aquí con esta panda de frikis? ¿Acaso estás poniendo a
prueba nuestra amistad? Porque sabes que te adoro, no hacía falta esto —
me ha dicho, así sin más, y se ha quedado tan pancha. He notado como me
subía un sentimiento amargo por la garganta. ¿En serio somos así de…? No
sé ni qué decir.
—Deberías darles una oportunidad, Cintia. Son gente especial.
—Sí, sí. Si especiales son. De eso ya me había dado cuenta —ha
contestado, insinuando algo que no me ha gustado ni lo más mínimo.
Luego he visto que Izan le ponía ojitos y me ha dado pena. Cintia nunca
saldría con un chico así. Solo espero que no se cuelgue por ella. Y que ella
no le suelte una bordería de las suyas.
◆◆◆
Hemos ido a por unos mojitos a la barra. Necesitaba un poco más de
alcohol para reencontrar el buen humor que estaba perdiendo por
momentos. Me encanta el mojito, por cierto, casi tanto como el Malibú con
piña, que es con diferencia mi bebida preferida. Pero el mojito también
tiene lo suyo, con ese gustito a hierbabuena que le da un toque súper
especial. ¡Imposible sentirse mal con uno en la mano! Justo entonces han
empezado a poner All About That Bass de Meghan Trainor y nos hemos
olvidado del mundo y de todo lo que había alrededor.
Menos de nuestros mojitos, claro. Al menos, del mío.
“Because you know I'm all about that bass.
'Bout that bass, no treble.
I'm all about that bass, 'bout that bass, no treble.
I'm all about that bass, 'bout that bass, no treble.
I'm all about that bass, 'bout that bass, hey”.
Bueno, era una fiesta, ¿no? Aun así, parece que se nos ha ido un poco
de las manos. Es más, creo que la gente nos miraba un poco raro, pero es
que cuando escuchamos esa canción, simplemente perdemos el control.
Mucho.
El mojito de Cintia ha terminando bañando a todos los que había
alrededor y hemos tenido que salir por patas a buscar resguardo.
Patético, lo sé.
Y eso que vamos de glamurosas por la vida.
Nos hemos reído tanto, que ha habido un momento que he pensado que
no me daba tiempo a llegar al baño. Pero sólo ha sido una falsa alarma.
Cuando he levantado la vista, me he encontrado con los ojos de un chico
clavados en mí. Me ha parecido muy mono. Me sonaba su cara y no tengo
ni la menor idea de por qué. Supongo que me suena del campus. Da igual.
Había algo especial en él.
Creo que lo que más me ha llamado su atención ha sido… su mirada
despistada.
10
Tommy
“Disfruta de la vida.
Hay tiempo de sobra para estar muerto”.
- Hans Christian Andersen

He llegado tarde. Me imaginaba que me iba a retrasar, pero no tanto.


Cuando he entrado, se notaba que la gente llevaba un rato pasándoselo bien.
La carpa estaba llena hasta los topes. A rebosar. Así me parecía imposible
localizar a mis amigos. Encima, con el volumen de la música, creía que
sería bastante improbable que pudieran escuchar una llamada al móvil. Solo
esperaba que alguno lo llevase en el bolsillo del pantalón y notase la
vibración. Si no, iba a ser muy divertido estar en medio de esa macro fiesta
ahí solo como un pasmao.
Y entonces la he visto.
Allí estaba, en medio de la pista. Bailando y ¿cantando? Bueno, tampoco
tiene que ser perfecta, pero para ser honestos, parecían más bien graznidos.
Ha dado igual porque me he quedado absolutamente petrificado.
Me ha empezado a latir tan fuerte el corazón que por un instante he
creído que se escuchaba por encima de la música. Mi cara de tonto debe
haber sido de comedia. Hasta yo me he dado cuenta (al rato, eso sí) de que
se me había abierto la boca. Menos mal que no se me ha caído la baba. Eso
sí que sería imposible de remontar.
Estaba muerta de la risa con su amiga. No tengo la menor idea de por qué
se estarían riendo. Y entonces, ha mirado hacia mí sin parar de reírse. Me
he sentido estúpido. Una vez más. Así que al final, he agachado la cabeza y
me he dado la vuelta con la esperanza de encontrar a mis colegas o un
jarrón grande en el que esconderme, cualquiera de las dos opciones me
habría valido.
Esta visto que, cuando veo a Valeria, siempre hago el ridículo.
◆◆◆
Resulta que estaban casi a mi lado. Menos mal que llevaba las gafas,
sino le habría echado la culpa a cualquier otra cosa. Tal vez ha sido debido
al acaloramiento que provoca la vergüenza lo que no me ha permitido
darme cuenta de que, si me hubiera girado para el otro lado, me habría dado
con ellos de bruces.
En fin.
Cuando la sangre volvió a circular por todo mi cuerpo, tardé poco en
reaccionar y encontrarme con ellos. Aunque prefiero no beber, al final me
acerqué con Noah a la barra a por una cerveza. Estaba fresquita y deliciosa,
no sé si me ha sabido tan buena por el calor que hacía en el local o por mi
acaloramiento del momento.
Al menos, la pude probar.
No tardó demasiado en besar el suelo.
Cuando regresamos con Zoe y con Izan, mis manos empezaron a estar
resbaladizas, como si alguien las hubiera untado mantequilla extra grasienta
y se resbalase todo lo que intentaban asir. ¿Por qué tienen que pasarme estas
cosas? Agradecería que alguien me lo explicara.
Debió resultar una situación bastante cómica, el pobre empolllón
haciendo malabarismos con un botellín de cerveza. Hubo incluso quien
aplaudió. Debió ser una actuación digna. Mejor me quedo con eso.
Valeria y su amiga, con la que la suelo ver más a menudo por el campus,
la misma con la que estaba en la pista minutos antes haciendo eso que no sé
cómo describir, estaban con ellos hablando animadamente. Izan tenía una
expresión singular. ¿Embobado, tal vez? Tampoco es que yo esté para
hablar, pero miraba a la amiga de una manera que no dejaba lugar a dudas.
¿Es tan evidente también en mi cara? Supongo que sí.
—Ey, chicos, venid aquí —nos llamó Zoe haciendo gestos con la mano.
Yo intentaba caminar, pero se ve que mis piernas habían decidido lo
contrario, porque parecían haberse quedado atascadas y pesar como tres
toneladas cada una.
Ella me miró y se rio.
Otra vez.
Y yo solo deseé que no recordará que el patán al que se le habían caído
los libros en la biblioteca unos días atrás también era yo.
—Hola, yo soy Valeria, ¿y tú? —dijo, en cuanto logré recorrer los escaso
diez metros que nos separaban en algo así como dos horas.
Me quedé extasiado, como si, esta vez sí, se me hubiera ido la sangre de
la cabeza y mis neuronas estuvieran sufriendo una privación de oxígeno.
—Hola. Yo me llamo Timo. Digo Tino. No, no, Toni, o sea…
—Tommy. El lumbreras del grupo se llama Tommy. Lo siento. Aunque
no te lo creas, no suele ser tan tonto como parece ahora mismo. Es más. Es
un cerebrito. Puedes preguntarle casi cualquier cosa y seguro que la sabe.
«Gracias, Zoe, ahora sí que parezco un nerd», pensé para mis adentros,
mientras intentaba unir los pedazos de mi autoestima perdida. Vale, si antes
pensaba que mis posibilidades eran casi cero con la chica de mis sueños,
ahora son menos uno.
Y entonces sucedió algo más raro todavía.
—¡Ay, qué mono! —dijo la amiga de Valeria poniéndome ojitos.
Según parece, se refería a mí.
¿A mí?
Miré a mi alrededor. Igual era una escena de Stranger Things y
estábamos en el mundo del revés esperando que apareciera en cualquier
momento el Azotamentes (¿os he dicho ya que soy muy fan de esta serie?).
Entonces sí que ya se me terminó por desencajar la mandíbula. Prefiero
no pensar en la expresión de mi rostro.
Tampoco voy a negar que me gustó.
No estoy acostumbrado a ese tipo de atención.
Los chicos como yo, nunca lo están.
11
Valeria
“Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”
- Albert Eistein

Me quedé alucinada. ¿Qué posibilidades había de que a Cintia y a mí nos


llamase la atención el mismo chico, uno como ese? Es decir, no es para
nada nuestro tipo. Y cuando digo para nada, es para nada, tenéis que
creerme. Ni ella ni yo hemos salido con un chico así nunca, uno de esos que
esconde la mirada en lugar de recorrerla lascivamente por tu cuerpo. Esos
son los idiotas que hemos frecuentado. ¡Manda narices!
Entonces, ¿por qué le gusta a Cintia también?
Es decir, es muy mono. Tiene unos ojos bonitos y seguramente no es
consciente de ello. La expresión de su rostro es, no sé muy bien como
explicarlo, ¿dulce? Bueno, algo así. Quiero decir, que es de esos que parece
un buen chico. Y se nota que no es el típico que cuida su aspecto y se pasa
el día mirándose al espejo. Aunque tampoco eso es un defecto, ¿eh?
Sí, culpable. Esos han sido los chicos con los que he salido hasta ahora.
Egocéntricos, pagados de sí mismos, guapos (eso también, que tan tonta no
soy) y preocupados en exceso por su imagen. ¿Se puede ser más estúpida?
En serio, me avergüenzo de mí misma. Y no es por quitarme la culpa de
encima ni poner excusas, pero cuando te mueves en un ambiente
determinado, sin quererlo acabas comportándote de la forma que se espera
de ti. Es decir, te acabas viendo un poco arrastrada por lo que te rodea. No
me digáis que no os ha pasado nunca, porque no me lo creo.
Tras varios intentos de decir su nombre, me he enterado que se llama
Tommy. Ha sido muy gracioso ver como se le atropellaban las palabras. Era
como si se le hubieran amontonado dentro de la boca y no fuera capaz de
ponerles orden. Creía que iba a terminar por atragantarse con las letras de
su nombre y eso que es uno sencillo. Dos sílabas nada más y dos sílabas
directas, sin erres ni varias consonantes seguidas poniéndose la zancadilla.
No me quiero imaginar cómo habría logrado pronunciar su nombre si
hubiera sido Edgar, Amrane o Beltrán, por ejemplo. Puede que todavía
estuviéramos allí tratando de averiguarlo.
Tommy me encanta.
Me encanta como se ha puesto nervioso.
Me encanta como me miraba con esa timidez tan tierna.
Me encanta como se ha quedado embobado al oír a Cintia decir que era
un chico muy mono.
Me encanta que parezca tan frágil y no el típico macho alfa.
Entonces le he dicho algo que le apuesto colorado.
—¡Tú eres el chico de la biblioteca!
He podido oír como tragaba saliva.
—Supongo —ha respondido.
Y se ha puesto rojo como un tomate.
¿No os parece adorable?
◆◆◆

Poco después, ha venido Juancar a buscarnos, así que no he podido


hablar mucho con él, entre otras cosas porque Cintia lo ha acaparado solo
para ella. Es más, apenas ha pronunciado palabra, aunque sus ojos ya me
han dicho muchas cosas. Puede que él no lo sepa, pero tiene una mirada que
habla un lenguaje muy claro con tan solo parpadear. Cuando te mira, parece
que no hay nada más relevante que tú en ese instante.
Creo que lo de la biblioteca le ha dejado muy cortado. No debería haber
sido tan impulsiva. Tendría que haberme dado cuenta de que posiblemente
eso le haría sentir avergonzado. Aunque la verdad es que es difícil de
olvidar. Todos aquellos libros por el suelo y sus gafas que salieron
disparadas. Todavía se me escapa una sonrisa al recordarlo, pero no con
maldad, lo juro.
¡Qué pena! Me hubiera gustado conocerle, aunque fuera un poquito. Pero
tampoco habría sido fácil con Cintia en plan acaparador. Cuando a esta
chica le gusta algo, es incapaz de dejar nada para otros. Se han enganchado
de su brazo y el chico desde luego no parecía nada cómodo.
Por cierto, la semana que viene empiezo las clases particulares. En el
papel ponía que el chico se llamaba Tomás. Estaría bien que fuera el
mismo. Pero seamos sensatos, el destino pocas veces es tan benevolente.
Lo que son las cosas, ya me apetece más empezar las clases. Tendría que
haberle dicho que podríamos iniciarlas el viernes. Al menos, tardaría mucho
menos en salir de dudas.
Ahora me tocará esperar todo el fin de semana para averiguarlo.
A ver si hay suerte.
12
Tommy
“Disfrute de la vida. Esto no es un ensayo”.
- Friedrich Nietzsche

Soy idiota. Confirmado. Tengo la oportunidad de conocerla y lo estropeo


todo. ¡Ni mi nombre! En serio, Tommy, ¿no sabes hablar o qué te pasa? Me
he puesto súper nervioso. Y ya cuando ha dicho lo de la biblioteca…
Bueno… Me he sentido fatal. Mi cara debe haber sido de las que no se
olvidan, por la pinta de bobalicón sin remedio. Debe pensar que soy
estúpido, lo tengo claro.
¡Enhorabuena, Tommy García! Has ganado el premio al joven del
campus que acumula más meteduras de pata en menos de dos semanas.
Si miro el lado bueno, entonces pienso que al menos se acordaba de mí.
¡Ey!, ¿qué tenéis que decir a eso? Valeria, la chica más guapa de la
Universidad, sabía que existo sin necesidad de que nadie me presentara. Eso
dese luego no le sucede a cualquiera.
Si miro el lado malo…
Mejor no lo miro, que tampoco hace falta deprimirse.
La cuestión es que pasó lo impensable. A ver si me explico. ¿Qué
opciones había de que ella y yo cruzásemos siquiera una palabra alguna
vez? Pocas, seamos sinceros. Si recordáis, ya había hecho más o menos mis
cálculos y no eran precisamente halagüeños. Y resulta que va a una optativa
con tres de mis mejores amigos. ¿¡Hola!? ¿Hay alguien ahí o es solo que el
destino se ha decidido a jugar con mis sentimientos?
¿Qué probabilidades había de que coincidieran en una asignatura
optativa? Me refiero a probabilidades matemáticas, no a estimaciones de
andar por casa. Y de entre esas probabilidades, ¿cuáles corresponderían a
que se hicieran amigos? No os voy a decir la cifra exacta, pero ya os digo
que muy pero que muy pocas.
Os voy a contar como dio comienzo esta locura. El origen del origen.
Todo empezó el año pasado ya casi a finales de curso, cuando ya estábamos
pensando en las asignaturas del siguiente (como si no tuviéramos suficiente
con las del momento). Comenzaron a decir que querían matricularse en una
optativa un poco loca relacionada con la música. Yo pensaba que los
alienígenas les habían abducido y me habían devuelto una versión
extraterrestre de mis colegas. Muy lograda, por cierto, porque por lo demás,
parecían exactamente los mismos.
—¿No os dais cuenta de que es una estupidez? No os va a aportar nada
útil.
—Eso no lo sabes. No todo tiene que ser conocimientos relacionados con
la ciencia.
—Vale, es cierto. Os aportaría algo diferente, tal vez a nivel personal, no
lo sé. Pero creo que no lo hacéis por eso. Y puede que penséis que es una
asignatura fácil, pero eso no significa que vayáis a sacar una notaza.
—Claro, don matrículas de honor. Si los demás tuviéramos tu coco,
también nos apuntaríamos a física de partículas y teoría de las matemáticas
—señaló Izan entre lo que parecían bufidos o algo similar.
—Esas no son optativas, por si no te has dado cuenta. Son obligatorias,
así que más vale que revises las asignaturas que vas a coger no te dejes
alguna de las imprescindibles.
—Ya sabes lo que queremos decir, Tommy.
—¡Qué manía con llamarme Tommy! Soy Tomás, ya os lo he dicho mil
veces.
—Pero Tommy suena más cool —apuntó Noah—. Si quieres triunfar en
la uni, más vale que lo adoptes como tu nombre.
—A mí me gusta más Tommy, desde luego. Con doble eme, además —
apuntó Zoe.
—Molaaaaaaa —finalizó Izan—. A partir de ahora, eres y serás Tommy
para nosotros.
—Os estáis desviando del tema, colegas. Sigo pensando que…
—Bla bla bla. Hablas demasiado. Estaría guay que te apuntaras con
nosotros. Seguro que conocemos a gente interesante.
—¡Eso! Apúntate, va. Haz algo improvisado e imprevisible, aunque sea
solo por esta vez.
—No, no, conmigo no contéis para esta locura.
—Ni para esta locura ni para ninguna, seamos sinceros —aseveró Noah
con gesto grave.
—¿Ahora vais de intrépidos? Cualquiera diría que soléis ir a lo loco por
la vida, como quien sale en primavera sin su Ventolin.
—Bueno, igual empezamos ahora —retó Zoe.
—Haced lo que queráis. Yo tengo claras mis prioridades.
Y de esa forma tan rocambolesca, Valeria terminó por entrar en sus vidas.
Todavía no me lo creo.
Ojalá consiguiera que entrara también en la mía.
Al fin y al cabo, dicen que estamos todos conectados y que existen solo
seis grados de separación. Pues, al menos, ya estoy un poco más cerca.
Ya sabéis, quien no se consuela es porque no quiere.
◆◆◆

Al final no sé si lo pasé bien o mal en la fiesta. Supongo que estuvo bien


eso de salir un rato, conocer gente y ver a algunos de los de clase en un
ambiente diferente. Además, es necesario vivir, aunque sea un poco, esta
parte de esta etapa que sucede una vez en la vida.
Sin embargo…
Me quedó un sabor un tanto amargo. Cintia, la amiga de Valeria parecía
tener interés en mí. No lo entiendo, la verdad, porque no creo que sea el
tipo de tío con el que suele salir. He visto a sus amigos y todos parecen
haber sido esculpidos por un artista, con facciones tipo el David de Miguel
Ángel. Tienen músculos que seguramente no están en mi anatomía, de esos
que ponen las camisetas a prueba de resistencia. Les ves mover el brazo y
parece que se van a saltar los elásticos en cualquier momento y que se les
va a romper la ropa al más puro estilo Hulk.
Cada vez que pienso en ello estoy más convencido de que quería
enrollarse conmigo. No paraba de acariciarme el brazo cuando hablaba y,
justo antes de irse, me dio un beso en la mejilla y me dijo que ya nos
veríamos, con un tono que insinuaba muchas cosas y ninguna inocente.
Yo miré hacia Valeria para ver su reacción.
Pero ésta ya se había ido con uno de los Hulks.
13
Valeria
“Disfruta la vida, tiene fecha de vencimiento”
- Zayn Malik

El viernes ha sido un día soporífero. No sólo por la resaca y el bodrio de


clases que tenía, sino porque Cintia no paraba de hablarme de Tommy. Ni
se ha dado cuenta de que me molestaba. ¿En qué realidad paralela me
encuentro? Cintia es la tía más superficial que conozco. Vale, es mi amiga y
la quiero, pero también es cierto que eso es verdad. Ella siempre sale con
chicos guapos y llamativos, no con delgaduchos de mirada despistada.
Supongo que como yo.
En fin, me lo tengo merecido.
En realidad, tampoco puedo decir que me guste. No le conozco.
Simplemente me llamó la atención y no sé bien cuáles son los motivos.
Supongo que ese aire de indefensión que irradiaba.
Y que es un chico guapo, tampoco nos vamos a engañar. Es
tremendamente atractivo y él no lo sabe. ¿Puede haber algo más sexy que
eso?
◆◆◆

No he visto a los tres mosqueteros por el campus en todo el día, o sea, a


Izan, Noah y Zoe. Sólo tenemos una clase a la semana en común y todavía
no nos hemos dado los teléfonos, algo que sin duda voy a remediar la
próxima vez que les vea. Tenía preparado un interrogatorio completo para
sacarles la máxima información. A ver si resulta que el tal Tommy tiene
novia y hago el ridículo tonteando con él. Si no es así y es un espíritu libre
como yo ahora mismo, pienso jugar mis cartas, aunque Cintia se enfade. Me
di cuenta de cómo me miraba. Creo que le gusto. Aunque también puede ser
lo que yo quiero ver y que él ni siquiera tenga el menor interés en mí.
¿Dónde quedó lo de que voy a disfrutar de la uni sin ataduras? Bueno,
tampoco he dicho que me vaya a unir a él de aquí a la eternidad, pero no
estaría mal pasar un buen rato. ¿No dicen que hay que probar cosas nuevas?
Pues eso es justo lo que quiero hacer.
Está claro.
No tengo remedio.
◆◆◆

El fin de semana ha sido para olvidar. ¡Qué machaque! Casi tenía ganas
de que llegara el lunes. Y digo casi, porque todavía no estoy tan pirada
como para renunciar a la libertad del fin de semana por no aguantar a un
plasta del calibre de Fran, alias “soy más tonto que una mierda y soy el
único que no lo sabe”.
Yo que pensaba que el viernes no había sido un día bueno, con la resaca y
todo eso. ¡Qué ilusa! Hay tíos que no entienden eso de se acabó forever and
ever. Fran parece uno de ellos, sin duda alguna. Otra vez he tenido que
escuchar su retahíla de por qué deberíamos seguir juntos y el error que
estoy cometiendo.
Varias veces, de hecho.
Ha terminado diciendo que si le he dejado, será porque hay otro en mi
vida. Da igual lo que yo le respondiera, se le ha metido en la cabeza y no
hay forma de hacerle entender que eso no es verdad. No puede asumir que
estuviera harta de él, empachada, saturada y hasta las narices. Me han dado
ganar incluso de gritarle: ¡ya no me gustas, me aburres, el problema eres tú
no yo, que no te das cuenta de lo cansino que eres!
Este chico no se entera.
Empieza a caerme hasta mal.
14
Tommy
“No hay más que una vida;
por lo tanto, es perfecta”.
- Paul Éluard

He estado estudiando bastante este pasado fin de semana. A estas alturas


de curso, no hay tiempo que perder. Por un lado, tenía varios trabajos que
presentar, algunos para subir nota. Por otra, no quiero que me pillen los
exámenes sin haber llegado preparado a los días previos.
¡Joder, qué empollón soy!
Ahora entiendo por qué lo dicen.
Y por último, me he estado mirando bastantes cosas de estadística para
estar preparado para la clase del lunes. No sé aún muy bien qué es
exactamente lo que va a necesitar específicamente mi alumna, así que he
preferido estar bien preparado en casi todo.
Es algo tan sencillo que casi me ha relajado. La verdad es que a mí los
números siempre lo hacen. Me encanta su regularidad, la falta de sorpresa,
su exactitud. Me siento cómodo y seguro con ellos. Es cierto que la
estadística está relacionada con las probabilidades, es decir, con la parte
menos exacta de las matemáticas, pero aun así cuenta con fórmulas
maravillosas que le dan coherencia y cierta consistencia.
Así he conseguido aislarme de todo un poco. Estos me llamaron con
insistencia para quedar y, al final, bajé un rato el sábado por la noche con
ellos. Nada de salir de fiesta, esta vez.
Estuvimos en un bar cerca de la uni echando unas partidas a distintos
juegos de mesa. El ajedrez, por supuesto, no estaba entre los elegidos
porque me temen (son una panda de caguetas). Saben que no son rivales
para mí. Perdón por este momento de regodeo, pero de vez en cuando, se
necesita, ¿o no? Pero bueno, al final les he machacado en casi todo, daba
igual a lo que jugáramos. En realidad, entiendo que no quieran jugar
conmigo. Parece mentira que siendo de ciencias como son, todavía no
comprendan que quien controla las matemáticas, lo controla todo. Me
acabarán por llamar el rey de los números.
Creo que esto tampoco ayuda a cambiar mi imagen de súper nerd.
◆◆◆

Lunes. He estado nervioso toda la mañana. Por la tarde a las cinco tengo
mi primera clase con Valeria. Va a ser ella. Lo sé. Demasiada casualidad.
No puede ser que el destino sea tan capullo de que ahora sea otra chica. No
sé cuántas Valerias habrá en el campus, pero estoy convencido de que
puedo hacer el cálculo. Puedo entrar en la web de la Universidad y buscar la
estadística de alumnado total. Seguro que vendrá desglosado entre hombres
y mujeres, porque ahora está muy de moda hacerlo para que el mundo vea
que son muy igualitarios y que promueven que las mujeres hagan carreras
científicas.
Así que si cojo el número de mujeres matriculadas y…
Vale, vale.
Para.
No es necesario, ¿a qué no, Tomás?
Tomás es la parte más seria de mí. Desde que se empeñaron en empezar a
llamarme Tommy, de vez en cuando tengo que recurrir a ella. Es como
cuando tu madre se enfada contigo porque no has recogido la habitación y
te llama con nombre y apellido: “Tomás García González, ya estás
recogiendo tu habitación en tres segundos”. Ese momento es para echarse a
temblar. ¿A que también os ha pasado? Cuando tu madre dice tu nombre
completo, ya podéis empezar a hacer lo que os está diciendo porque se
avecina una bronca de las buenas.
¿Os dais cuenta de lo despistado que estoy?
Voy cambiando de un tema a otro sin orden ni concierto.
Así llevo todo el día.
Exasperante.
No he conseguido centrarme en nada y mi carrera no es para despistarse
precisamente. Parpadeas y te has perdido algo importante. Luego ya te
apañas ya por tu cuenta para recuperarlo, porque no va a estar nadie ahí
para explicártelo desde el principio.
Seguro que esta tarde cometo alguna estupidez. Con la racha que llevo
últimamente, lo raro sería que todo saliera bien. Lo mismo le tiro la botella
de agua encima o a saber qué puede pasar.
Igual después de la primera clase, ya no quiere volverme a ver.
Creo que estoy pensando demasiado.
Hay quien asegura que pensar está sobrevalorado.
En este momento, desde luego no me hace ningún bien.
Ahora mismo, no sé si quiero que llegue ya, que no llegue nunca o que
haya pasado para poder olvidarlo. Estoy tan nervioso que no tengo nada
claro.
15
Valeria
“Disfrutar de la vida no se trata de encontrar
las respuestas sino de vivir las preguntas”.
- Sue Margolis

Al final he llegado un poco tarde. Cuando menos quieres, las cosas se


tuercen de una manera que no es ni medio normal. Quería haberle mandado
un whatsapp para avisarle, pero pensaba que no iba a tardar más de cinco
minutos. Habría dado igual, porque cuando me he decidido a mandarlo, la
app no iba. Conectando… Todo el rato el mismo mensaje odioso que te está
diciendo a la cara: “te aguantas, porque no me da la gana funcionar ahora”.
En cuanto he llegado, todas las dudas se han disipado.
Sí, era él.
Tenía una expresión un tanto triste, como decepcionado.
¡Qué mono! Me han dado ganas de abrazarle.
Y en cuanto ha levantado la vista y me ha mirado, buff, se le ha
iluminado el rostro.
Cintia, lo siento por ti, pero este chico es mío.
Bueno, eso ha sonado un poco mal, ¿no?
A arpía de las malas.
Me ha enternecido ver su expresión, así que me he disculpado de todas
las formas que se me han ocurrido. “Más vale que sobre que no que falte”,
que me dice siempre mi abuela. En realidad, eso me lo dice a todas horas
porque cree que estoy muy delgada y considera tengo que comer más. Para
las abuelas SIEMPRE comemos poco, aunque acabemos de tomarnos un
plato hasta arriba de fabada asturiana. Bueno, en resumen, que yo creo que
ese dicho venía bien aquí aunque ya ni recuerde por qué y, si no, pues nada,
ya me entendéis.
Tommy llevaba unos vaqueros gastados que le sentaban muy bien.
Aunque es bastante delgado, tiene un cuerpo más atlético de lo que parece.
Si este chico se preocupase de su imagen y vistiera de una forma diferente,
llamaría mucho la atención. Pero me gusta así. Creo que ahí reside uno de
sus mayores encantos. Y desde luego, ahora mismo prefiero que pase
desapercibido.
En cuanto ha hablado, no he podido evitar reírme.
—Buenas noches, digo días, digo tardes… —ha dicho con una expresión
de desesperación en el rostro.
—Tardes, si no te importa —le he respondido con mi mejor sonrisa.
—Vas a pensar que soy idiota. Pero te aseguro que soy más pisto de lo
que parezco.
—¿Pisto? —le pregunto entre risas. Ni se da cuenta de lo que ha dicho.
—¿Qué?
—Que has dicho pisto, en lugar de listo.
Su cara ha sido un poema. Su color ha empezado a cambiar de manera
tan rápida que pensaba que le iba a dar algo. «Valeria, no seas bruja y no le
hagas sufrir más», he pensado. Este chico no sabe disimular. Es así, tal
como lo ves.
Transparente.
Y me encanta.
—No pasa nada, ¿eh? Tranquilo. Me parece muy divertido.
—Ya, me lo imagino —respondió bajando la cabeza—. Bueno, será
mejor que vayamos a buscar una sala de estudio en la que podamos
empezar.
Me he sentido fatal. Pero en realidad trataba de romper el hielo, nada
más. No se da cuenta, o eso creo, pero es un chico muy gracioso. Vale, es
un poco torpe, no lo voy a negar. Y eso no es sinónimo de ser gracioso,
aunque haga gracia. Mucha. Pero tiene algo especial. Algo que no tienen
otros chicos.
Tengo la sensación de que le gusto. Ya me lo pareció el otro día y cada
vez estoy más convencida que no es pura subjetividad. Supongo que eso
una chica lo sabe. O, tal vez, quieres saberlo, pero en realidad es imposible
tener la certeza. Eso sí, creo que no me equivoco cuando digo que se pone
nervioso cuando me ve. No parece que sea la mejor manera de dar clase,
pero ya veremos. Siempre puedo buscar otras opciones para aprender
Economía de la empresa.
En cualquier caso, me alegro de que sea él mi “profe”.
Trataré de ser buena.
No quiero asustarle.
16
Tommy
“Si los seres humanos tuviésemos dos cerebros,
seguro que haríamos el doble de tonterías”.
- Woody Allen

Pensaba que ya no vendría. Había pasado casi un cuarto de hora. Creía


que mi corazón había entrado en bradicardia, porque por momentos me
parecía que había dejado de latir. He mirado el móvil en varias ocasiones y
no había ni un solo mensaje. La verdad es que me había entrado el bajón. Y
entonces ha aparecido y se me ha acelerado el pulso de tal manera que creía
que iba a darme algo.
Y la he cagado, para variar.
A veces eso es lo que necesitas para centrarte, darte cuenta de que no
tienes posibilidades. Es como cuando vas a un examen y no te has mirado
nada. ¿Cómo vas a estar nervioso si las probabilidades de aprobar son tan
bajas? Todo lo que hagas a partir de ese momento, estará por encima de lo
que esperabas conseguir.
Bueno, pues a mí ni eso me ha servido.
Nos hemos ido a una sala de estudio habilitada para trabajar en grupos o
resolver dudas. Le he preguntado en qué necesitaba más apoyo para saber
por dónde debíamos empezar. Me ha costado concentrarme, porque tenerla
ahí a mi lado, tan cerca y solo pendiente de mí, ha puesto mi sistema
nervioso al borde del colapso.
Después de un rato con mi atención que iba y venía, ya que mis ojos no
querían dejar de posarse en sus labios alborotando todo mi ser, he logrado
atisbar algo. Al parecer, la estadística no se le da demasiado bien, así que
vamos a tener que dar bastantes clases.
—¡Qué suerte haberte encontrado, Tommy! Estaba un poco perdida,
¿sabes?
Me ha mirado con esos ojazos y casi hace que me derrita. Así que he
empezado a hacer raíces cuadradas en mi cabeza para tranquilizarme.
Sí, suena muy freak.
Es lo que hay.
Hemos empezado por lo más básico, para conocer en qué niveles nos
movíamos. Está más verde de lo que me esperaba. Eso me ha dado cierta
seguridad. Es un tema que controlo bien. He pensado que ahí no podía
fallar. Me movía en tierra firme y conocida. Sin baches con los que poder
tropezar. Pero como he dicho, esa cierta seguridad que he sentido se ha
evaporado en unos segundos, porque me ha durado hasta que me ha
sonreído y ha empezado a decir cosas que me han desconcertado.
—Tienes unos ojos muy bonitos, Tommy. Estoy segura de que no estás
acostumbrado a que te lo digan.
He tragado saliva como he podido, porque la mandíbula se me ha
descolgado tanto que cualquiera pensaría que se me había roto el
esternocleidomastoideo. Igual ha dicho otra cosa y yo he entendido lo que
me ha dado la gana. Como pasa en las películas, cuando tienen
alucinaciones y hay como dos realidades diferentes que suceden al mismo
tiempo pero de las que solo uno de los protagonistas se da cuenta.
—Yo… Bueno… Mmmm…
Y entonces me ha quitado las gafas. Se ha acercado a mí y me ha
plantado un beso.
Un beso.
Un beso a mí.
¿Estaría todavía en la realidad paralela? No he visto esos raros copos
flotando, así que no estábamos en el Hawkins del mundo del revés, sino en
la vida real.
Bueno, ha sido en la mejilla, pero muy cerca de mi boca y ha sido un
beso, al fin y al cabo.
—Yo…
—Si sigues así, me parece que no vamos a tener mucho futuro. ¿Tú que
crees? —me ha preguntado con una preciosa sonrisa en los labios.
—¿Esto es algún tipo de broma o algo por el estilo?
No sé por qué no me callaré cuando no necesito hablar.
—¿Una broma? ¡Qué tonterías dices! Claro que no.
—Pero tienes novio. Ese armario de dos por dos con el que vas muchas
veces y que tiene la capacidad de apagar el sol de lo grande que es.
Y entonces se ha empezado a reír a carcajadas.
—¿Cómo puedes ser tan gracioso, Tommy? No, no tengo novio. Le he
plantado. Estoy muy harta de tipos como ese. Son aburridos y estúpidos.
Además, solo te he dado un beso en la mejilla, nada más.
—Bueno, estoy seguro de que hasta ahora no te pareceré mucho más
inteligente que ellos. Al menos, son capaces de articular dos palabras
seguidas sin atragantarse como yo.
Y se ha vuelto a reír de una manera tan melodiosa que parecía música.
Salvo al final, porque su risa acaba en una especie de ronquido infernal que
me ha desconcertado, no os voy a engañar.
¿Cómo puede salir un sonido así de algo tan bonito?
—Un momento. Si haces esto para no pagar las clases, ya te aviso que no
era necesario.
Otra tontería de la casa.
Tomás García González, hoy estás sembrado.
Se ha vuelto a reír. Mi corazón ha empezado a aletear.
—Tommy, creo que eres tan especial que ahora mismo pagaría con gusto
las clases sólo por estar contigo.
Y ahí ya me he derretido como mantequilla al sol.
17
Valeria
“Un día sin reír es un día perdido”.
- Charles Chaplin

Me encanta. No lo entiendo, pero es la realidad. Tommy tiene algo


especial. Si no fuera así, ¿como se explica que me lo haya pasado tan bien
dando clase de estadística? Se me ha pasado la hora volando. Quería seguir,
que no se acabara nunca. Yo que odio a muerte esa asignatura…
Creo que hoy ha sido la primera vez en toda mi existencia que la he
entendido. Resulta que no es nada difícil, y eso que me parecía algo que
nunca sería capaz de comprender. La forma de explicarla de Tommy es muy
diferente a como lo hacen los profesores, porque él lo hace de una manera
divertida, con muchísimos ejemplos, conectándolos con la realidad. Y todo
eso lo ha logrado a pesar de que me he distraído muchísimo mirando sus
ojos.
Tienen un tono muy raro, poco común. Son entre verdes y marrones, con
destellos amarillos que salpican su iris. Sus pestañas son espesas y largas,
sin ser excesivas. Pero lo que más me gusta es la forma de mirar. Con las
gafas y sin ellas. Con ellas puestas, parece una mirada más directa, más
segura, más varonil. Parece que tiene más confianza cuando las lleva. Y
cuando se las quita, es una mirada más tierna, más inocente.
No sé, pero lo único que puedo deciros con seguridad es que, cuando me
mira, solo tengo ganas de besarle.
Al principio estaba muy nervioso. Era súper evidente. Se trababa sin
parar, como si le hubieran puesto trampas en la boca. No decía dos palabras
seguidas sin equivocarse. Hasta que le he agarrado la mano y le he dicho
que todo estaba bien y que me gustaba estar ahí con él. Nos hemos quedado
mirando unos segundos a los ojos y entonces he notado como se calmaba.
Desde ese momento, todo ha fluido.
Y después del beso.
Me ha salido así, sin más. Algo espontáneo.
Ha hecho muchas bromas y me lo he pasado muy bien. Tanto que no
quiero conformarme con dar solo clases. Quiero una cita con él. Pero no
quiero ir demasiado deprisa, no pretendo asustarle. Tengo la sensación que
este chico es de los que vale la pena. Y eso que tenía previsto pasar una
larga temporada yo sola, sin novios, a mi bola.
Hay que ver lo voluble que puedo llegar a ser.
Voy a darle unos días a ver si él se atreve a pedírmelo. Si no, no pienso
desperdiciar la oportunidad, especialmente sabiendo que Cintia está al
acecho. Tengo que estar alerta. Es mi amiga, y precisamente por eso, la
conozco y sé que cuando quiere algo, no para hasta conseguirlo.
Pasado mañana tenemos clase otra vez. Le preguntaré en cuanto
empecemos si le apetece tomar un café conmigo después. ¡Menos mal que
iba a ir despacio! ¿Veis como soy voluble? Una veleta que gira según se
mueva el viento.
A ver su reacción.
No sé si podré esperar tanto, aunque sean apenas un par de días. Mientras
tanto, mañana tengo clase con sus amigos. Esta vez tengo ganas de verles
por razones diferentes a las habituales.
Toca esperar a ver qué información pesco.
18
Tommy
“Demasiadas personas sobrevaloran lo que
no son y subestiman lo que son”.
- Malcolm S. Forbes

Todavía no me lo creo. Suena cursi y lo sé, pero es que estoy en una


nube. Me he sentido tan a gusto con ella que parecíamos amigos de toda la
vida. Al principio me ha costado soltarme, claro. Era como si tuviera un
duende metido en la garganta y estuviera jugando con mis cuerdas vocales.
No decía dos palabras seguidas al derecho, pero bueno… Me han dado
ganas de estrangularme a mí mismo. Menos mal que mi conducta autolítica
ha sido pasajera y que parece que a ella no le ha importado demasiado mi
pequeña alteración con el lenguaje.
He estado a punto de invitarla a tomar una coca cola. Me ha faltado muy
poco, os lo juro. Por un momento, he creído que se me escapaban las
palabras de la boca, que me salían así, sin más, como sin pensarlo. Pero al
final se han impuesto mis miedos y mis inseguridades. ¿Por qué razón iba a
querer estar conmigo después de las clases? Al fin y al cabo, nuestra
relación se basa únicamente en esto, en un intercambio de un servicio por
dinero.
¡Uy!
Eso ha sonado un poco mal.
Pero no iba con doble sentido, ¿eh?
Espero que lo hayáis entendido justo como quería decirlo. ¡Ay madre
mía, qué desastre soy! Si llego a soltarle esto a ella, habría sido una
metedura de pata de las graves. Ya fue bastante lo de decirle que me había
besado para no tener que pagar las clases. Menos mal que se lo tomó a risa.
¿Ha estado cómoda? Estoy seguro. Se ha reído en más de una ocasión. Y
no eran risas por compromiso, que quede claro, sino que eran de esas que te
nacen de dentro, que vibran y reverberan. Creo, además, que ha entendido
bien lo que le he explicado. Pero de ahí a que quisiera que nos viéramos en
otras circunstancias, igual era ser demasiado optimista, para qué
engañarnos.
Creo que he hecho bien en no decirle nada al final. Sobre todo, porque no
estoy preparado por el rechazo. Aunque sepa que no tengo posibilidades
con ella, prefiero vivir en la duda, puesto que ahí aún queda un resquicio de
ilusión unido a una posibilidad, aunque sea ínfima. Es innegable que
solemos ver lo que queremos. Al fin y al cabo, eso es a lo que llamamos
subjetividad. Y por eso yo he querido ver que ella también sentía algo
especial estando conmigo.
Pero me ha besado.
Igual no sólo es cosa mía.
Bueno, no está prohibido soñar despierto, ¿verdad?
Soñar es necesario para no morir de realidad.
A ver ahora cómo logro centrarme hasta que vuelva a estar con ella.
Cuento los minutos que me faltan.
◆◆◆

Vale, parece que lo de que me pasen cosas raras va en aumento. Cuando


hoy he salido de clase, me estaba esperando Cintia a la entrada de la
facultad. ¿A mí? Pues sí, a mí. Increíble, lo sé. Por si no lo recordáis, es la
mejor amiga de Valeria. O eso creo, pues las he visto a menudo juntas y
parecen tener una relación muy estrecha. Esa chica siempre me ha dado un
poco de miedo, la verdad, porque no deja títere con cabeza. Miedo, no, me
da auténtico pánico al nivel Penny Wise, el payaso siniestro de It. Si piensa
algo, lo suelta a bocajarro y da igual lo que sientan los demás. Total, no
pasa nada por un corazón roto más o menos. Desde luego, a ella no parece
que le importe.
Me he quedado tan pasmado que me he saltado un escalón y a poco doy
con mis huesos en el suelo con toda la facultad mirándome. «Tommy, por
favor, céntrate», he tenido que decirme a mí mismo, mientras procuraba
mantener el equilibrio de manera digna. Es que últimamente lo de hacer el
ridículo delante de otros se está convirtiendo casi en una costumbre.
Es evidente que Educación Física nunca fue mi mejor asignatura, pero os
aseguro que no soy torpe. O, al menos, eso creía hasta hace poco. Hacía la
voltereta la mar de bien y la mayoría de los ejercicios que nos mandaban.
Sí, has leído bien, la mayoría. Tampoco voy a hablaros de los que no eran
mi fuerte, aunque os adelanto que los deportes de equipo nunca fueron lo
mío. Me pasaba gran parte del tiempo analizando las normas, puesto que no
siempre me parecían justas o con sentido. Al profesor le sacaba un poco de
sus casillas, pues le rebatía casi todo. Supongo que eso es a lo que llaman
“tener un grano en el culo”. Un alumno así debe ser incómodo, ahora me
doy cuenta. No, tener un alumno así no es incómodo, es una pesadilla. Al
final, terminaba por gritarme que hiciera lo que me decía y punto. Ordeno y
mando. ¡Menudo carácter tenía, Don Braulio!
Dejémoslo ahí y retomemos el tema anterior.
Obviamente, lo que menos esperaba es que Cintia estuviera allí por mí.
¿En qué universo podía pasar algo así? Podría haber infinitas razones,
seguramente cada cual más absurda, porque no se me ocurría ninguna que
pudiera parecer sensata.
Hasta que se me ha lanzado al cuello y me ha besado.
Sí, sí. Puedes volverlo a leer.
ME HA BESADO.
Se me ha enroscado como un pulpo, mientras mi cerebro privado de
oxígeno trataba de dilucidar cómo salir de una situación así.
Ahí ya no me ha quedado ninguna duda.
Había ido a buscarme.
Y esa razón si que no se me había ocurrido.
No me gusta Cintia, pero reconozco que el hecho de que una chica tan
guapa y con ese carácter me besara delante de todos me ha hecho subir en el
escalafón de la facultad. He notado miradas de envidia y de respeto. Tal vez
de admiración. Ahora sí que soy un tío importante, uno de esos ante los
cuales una chica no puede resistirse a sus encantos (¡qué iluso!). Me ha
parecido incluso oír música de fondo y que el viento agitaba su melena
rubia y mi pelo, en plan peli pastelona de Hollywood.
Vale, se me está yendo la pinza muchísimo.
Dadme un segundo para que piense en fórmulas de química orgánica y
me centre.
Me hubiera encantado que fuera Valeria, en lugar de ella. Eso sí, tampoco
tengo dudas de que entonces el tropiezo que he tenido en las escaleras
habría terminado con mis huesos en la acera del impacto. Tal vez en una
ambulancia camino del hospital. Pero aun así… A un chico como yo que no
suele llamar la atención, estas cosas le hacen ilusión.
¿Será vanidad? Bueno, puede ser, pero tampoco me viene mal de vez en
cuando una inyección de autoestima gratuita. A los chicos como yo, estas
cosas no les pasan, ya os lo digo.
Ahora me toca deshacer el entuerto.
Eso va a ser algo más complicado.
La he tenido colgada de mi brazo un par de horas. Entiéndase brazo
como eufemismo de cuello en algunos instantes. Y por supuesto, apenas me
ha dejado hablar. Tampoco es que yo lo haya intentado con tenacidad. No
quería que se cabreara, la verdad.
No sé si lo he dicho, pero me cuesta llevar la contraria y decir las cosas
de manera directa. No me gusta hacer daño a la gente.
Y en este caso, es que no sabía ni qué decirle.
Peor aún.
Me daba miedo cómo podría reaccionar.
19
Cintia
“Jamás atribuyas a un rival actos
más ruines que los tuyos”.
- Sir James Matthew Barrie

Estoy flipando. Nunca imaginé que Valeria pudiera tener amigos tan
frikis. Estuve a punto de llevármela aparte en la fiesta y preguntarle si se le
había ido la olla hablando con esa panda. Tal vez le habían dado un golpe
en la cabeza o algo.
Llamadme superficial y lo que queráis, pero era para verlos. Parecían
sacados del museo de los horrores de la moda o algo parecido. Si Gianni
Versace levantara por un momento la cabeza, seguro que pedía por favor
que le enterrasen en una tumba más honda para no tener que contemplar
semejante aberración. A mí todavía me sangran los ojos. Alguien debería
decirles que la moda de los noventa pertenece precisamente a eso, a la
década de los noventa del siglo pasado.
Me parece que acabo de pasarme. Un pelín, nada más, ¿no? Que no digo
que no sean buenas personas y todo eso, pero seguro que ya me entendéis.
Hay más cosas en la vida aparte de un gran corazón. Y la imagen es y
seguirá siendo siempre importante.
El tal Izan ha empezado a babearme encima y he estado a punto de
decirle que guardase bien a su equipo de béisbol en los pantalones porque
no tenía ni la menor oportunidad conmigo. Me ha costado lo mío
controlarme, porque suelo ser bastante borde. No es una cualidad de la que
me enorgullezca, pero me ha sacado de bastantes apuros, la verdad.
Menos mal que no he dicho ninguna burrada.
¡Felicidades, diosa del autocontrol!
Justo después ha llegado ese chico, Tommy, y he notado como algo ahí
abajo empezaba a alborotarse. Le he tenido que pedir a mis hormonas que
se relajasen un poco, que no era cuestión de asustarle, especialmente
después de darme cuenta de lo tímido que es.
¡Dios, pero qué boca tiene!
Me ha recordado a Jon Kortajarena, el modelo buenorro de Versace. He
empezado a babear sin remedio.
Luego mi imaginación loca ha empezado a crear escenas bastante
eróticas con él en mi cabeza, y casi tengo que ir a echarme un poco de agua
para tranquilizarme. Al final no ha hecho falta. He pensado en el profesor
de Economía que es el anti morbo y todo ha vuelto a su sitio… por unos
instantes.
Me ha parecido un chico súper sexy. No entiendo como puede ser amigo
de eso frikis. Y por cierto, ¿cómo no lo había visto antes? Me encanta ese
aire desenfadado que tiene, el pelo un poco alborotado, una camiseta y unos
vaqueros un poco rotos y desgastados. ¿Por qué será tan cortado? Pero eso
lo arreglo yo rápido. Tengo planeado darle algunas lecciones de
espontaneidad.
Las gafas le hacen súper interesante y tienen unos labios tan mulliditos
que cuesta no lanzarse a ellos para ver qué tal de cómoda se está ahí
mordisqueándolos mientras él recorre mi cuerpo con sus manos erizando
cada pelo y cada poro de mi anatomía.
Vale, creo que es hora de encender el aire acondicionado porque acaba de
subir la temperatura varios grados.
Lo más curioso de todo es que he visto como Valeria le miraba. Pensaba
que se lo iba a comer con los ojos. Ha sido como, ¿¡hola!?, ¿Valeria?, la
súper pija que solo sale con tíos esculturales, ¿qué haces mirando a éste?
No sé qué le pasa últimamente, pero casi no la reconozco. Ahora va de
súper madura y esas cosas. Igual se piensa que me he dado un golpe y he
perdido la memoria. Pero no, para nada. Su ex novio es un buen ejemplo de
tío cachas despampanante justo de todo lo demás (no me refiero a su
entrepierna, que eso no he tenido el gusto de verlo) con el que ha estado
casi un año. ¡Ya hay que tener aguante! Se me ocurren algunas razones por
las que le ha soportado tanto tiempo y ninguna tiene que ver con su
intelecto.
Ya sabéis, entre amigas no hay secretos.
Sólo espero que no le guste Tommy, porque no pienso cederle terreno.
Vaticino que la lucha va a ser encarnizada.
Será que soy un poco bruja… Podéis entenderlo en todos los sentidos que
queráis.
Y acertaréis en todos ellos.
◆◆◆

No le he dicho nada a nadie, pero me he ido a buscar al chico guapo a su


facultad. ¿Para que tener sueños eróticos con él si puedo llevarlos a cabo en
la vida real? Tommy, se llama, ¿recordáis? Me encanta su nombre. Me he
imaginado gritándolo en una situación que ya supondréis y suena de lo más
sexy.
¡Tommy!
¡Tommy!
¡Tommy dámelo todo!
¡¡Simplemente, brutal!!
Me pongo cachonda en cuanto me viene a la cabeza.
Espero que no os estéis llevando una mala imagen de mí. Es solo que, a
veces —demasiadas veces, diría yo—, soy un poco demasiado espontánea.
C’est la vie!
Se ha quedado tan alucinado de verme, que poco más y se cae por las
escaleras. No me he reído, os lo juro, aunque me ha costado un huevo. Sí,
has leído bien. He dicho un huevo y puedo decir cosas mucho peores. Me
encanta ir bien vestida y maquillada, pero eso no significa que mi boca sea
de jabón.
Menos mal que no se ha caído. Habría sido bastante vergonzoso para él.
Lo bueno es que el tropezón le ha traído directo hacia mí, así que le he
plantado un buen beso antes de que se le ocurriera resistirse. Después me he
enroscado como una cobra para no dejarle que tuviera dudas acerca de lo
que quiero de él.
Y debo decir, que ha cooperado positivamente. Me ha quedado claro que
le ha gustado. De lo contrario, se habría quejado o habría dicho algo, ¿no?
Pues ni mú. Me ha devuelto el beso y juraría que hasta se ha excitado un
poco. Ya sabéis, he notado algo por ahí abajo que me daba la bienvenida
con entusiasmo. O también podía ser la funda de las gafas.
Lo mejor ha sido verle la cara después.
Estaba un poco rojo y todo.
¿No os parece tierno?
20
Valeria
“Cuando una mujer tiene miedo de
su rival, está perdida”.
- Madame Du Barry

Me lo he pasado genial hoy en clase de música aplicada a las terapias de


sanación. ¡Vaya nombre! Sí, es una optativa muy extraña a la que me dio
por apuntarme y todavía no logro explicármelo. A veces, tomo decisiones
un poco impulsivas. Si hay alguna carrera con la que tenga relación, yo creo
que sería con la de Psicología, por lo de las terapias y la sanación, ¿a que
sí? Igual la elegí porque pensé que debía explorar campos nuevos y no
quedarme solo en lo relacionado con mi carrera de marketing. ¿Quién sabe?
A lo mejor algún día cuando trabaje en una agencia resulta que esta
asignatura me resulta útil.
“Santa tu cuerpo y tu espíritu mientras fluye la música a través de tu
sangre gracias a tus nuevos AirPods curativos. El más allá nunca estuvo
más cerca”. Y después de eso me dan un premio a la mejor campaña
publicitaria y me fundo la pasta en tratamientos de belleza y la última
colección de vestidos y complementos de una de las grandes marcas.
¿Lo veis? ¿Lo estáis viendo?
Yo sí.
Soñar es gratis, ¿no? Pues a soñar se ha dicho.
Me encanta la publicidad, por cierto. La moda también, es obvio. Creo
que podría ser buena en eso. En lo de la publicidad digo, aunque también
sería una estupenda personal shopper. Llevo tanto tiempo comprando
trapitos que no creo que me costara demasiado asesorar a cualquier chica
con aspiraciones a mejorar su imagen.
En cuanto al marketing y la publicidad, en serio, creo que se me puede
dar bien. Ideas no me faltan (y no me refiero a la chorrada de antes de los
AirPods). Pero claro, luego te meten asignaturas como estadística y
economía de la empresa y te roban la ilusión, sobre todo porque los
números y yo siempre nos hemos llevado regulín.
Regulín tirando a mal.
Para ser honesta, mal tirando a fatal.
Ha habido un momento en clase que pensaba que me iba a dar un
tabardillo de la risa, cuando Noah se ha puesto en plan Zen a decirnos que
teníamos que sentir la música en nuestro interior, que el percibía claramente
como su corazón bombeaba sangre al ritmo de la melodía. Todos hemos
tenido claro que lo que pasaba es que posiblemente se habría fumado algo
que no era lo que él creía. Hasta que se ha puesto súper serio a negarlo y a
decir que él no fuma. Nunca. Nada.
—Vale, entonces deberías fijarte mejor en el origen de las gominolas que
comes, glotoncete. Por si no lo sabes, hay unas que provienen de
Ámsterdam que, aunque no necesitan receta médica, también sirven para
calmar el bombeo loco de tu corazón. ¿Qué te parece eso, lumbreras? —ha
dicho Zoe.
Las carcajadas desde luego casi se oyen en los Países Bajos. Izan casi se
cae de la silla de la risa, por cierto. A estos chicos, estas cosas parece que le
pasan con más frecuencia de lo normal. ¿Habrá alguna relación directa
entre ser inteligente nivel Einstein y tener una coordinación por debajo de la
media?
—¡Y dale! Mira que sois capullos. No me he tomado nada. No entendéis
mi espíritu libre, eso es lo que pasa. No estáis preparado para fluir. La
música es flow.
Cuando ha dicho eso ha sido a mí a la que casi le da un parraque.
Y después ha empezado un diálogo interminable que iba subiendo el
volumen progresivamente hasta que la profesora les ha llamado la atención
porque la discusión iba a más por momentos. Se ve que se les ha olvidado
que estábamos en medio de una clase.

Imagino lo que tiene que ser vernos a los cuatro juntos. Seguro que la
gente pensará que no tenemos nada en común. Y sin embargo, no solo nos
soportamos, encima hasta nos llevamos bien. Es lo que tiene dejarse llevar
por los prejuicios, que hace que parezca improbable lo posible.
A mí también me ha pasado.
Demasiadas veces.
Pero estoy aprendiendo.
Y madurando.
¿Os lo había dicho ya?
Pues eso.
◆◆◆

Después de clase, no he tenido que insistir demasiado para que se


viniesen a tomar un café y hacer un descanso entre las distintas asignaturas
del día. Se ve que andaban con ganas de seguir con las risas, porque intuyo
que no son de los que se piran a menudo.
Creo que soy una mala influencia.
—Es necesario. Estoy segura de que cualquiera os lo recomendaría. Para
lo del flow y eso también viene muy bien, por si no lo sabíais. Seguro que
hay algún estudio científico que lo demuestra. Además, no pasa nada por
saltarse una clase muy de vez en cuando.
—No hace falta que nos manipules, muñeca —ha soltado Noah—.
Estamos preparados para hacer pellas. Somos unos aventureros.
Ahí se le ha ido un poco de las manos, así que omitiré la sarta de
tonterías que ha dicho después mientras le mirábamos con cara de “a este
tío se le ha ido la pinza y ya no hay vuelta atrás”.
Mejor no les he contado las veces que yo me he pirado alguna clase. O
algunas, para ser más precisa. Tampoco es cuestión de que se hagan una
imagen errónea de mí. Recordad que estoy en proceso de cambio y
maduración. El pasado en este caso no resultaría revelador. ¿O es al
contrario?
Nos hemos ido al UniBarSitario que nos pillaba bastante cerca de donde
estábamos. Es un garito en el que, como habréis deducido por su nombre,
suelen acudir un buen número de universitarios a hacer eso que no deben en
horas lectivas. Puedo aseguraros que una de las virtudes de este sitio es la
de que hacen las mejores tartas de la ciudad. ¡Están absolutamente
deliciosas!
Puede que suene a que soy muy interesada y lo comprendo, pero la
realidad es que necesitaba tenerlos un ratito más para mí y así poder sacar la
información que precisaba. Información que nadie más podría darme, pues
él y yo no tenemos otros amigos ni conocidos en común. ¿Queréis saber
qué les he preguntado? Bueno, pues unas cuantas cosas, a pesar de que
algunas solo me servían como introducción para llegar al punto que quería.
No pasa nada dar un pequeño rodeo si al final el camino te conduce a tu
destino.
¿Por qué no se apuntó Tommy a esta asignatura?
¿Le conocéis de hace mucho?
¿Sois amigos?
¿Cómo de amigos?
¿Y tiene novia?
¿Con qué tipo de chicas ha salido?
¿Creéis que le gusto?
¿Tengo alguna posibilidad?
¿Le pido ya una cita o mejor me espero?
Especialmente esas cinco últimas preguntas eran fundamentales, aunque
tuviera que dar un pequeño rodeo para llegar exactamente al punto que me
interesaba. Tampoco era plan de disparar a bocajarro, ¿no os parece? Como
todo en esta vida, era mejor introducirlo con suavidad.
Las respuestas, por suerte han sido muy satisfactorias., tanto que me he
ilusionada como una tonta. Por un instante, me ha parecido que tenía
posibilidades, aunque me han contado que es muy reservado para según qué
temas y de chicas no suele hablar mucho.
Entonces se me ha ocurrido que iba a acompañarles a su facultad, y si
casualmente le veía, pues entonces era una señal del destino indicándome
que teníamos que estar juntos. En realidad, daba igual si le hubiera visto o
no, porque ilusa de mí, de verdad me había convencido de que ese chico era
bueno para mí.
Y le he visto.
¡Vaya que sí!
Pegado a los labios de Cintia.
21
Tommy
“El amor a veces puede ser mágico, pero la magia...
a veces puede ser una ilusión”.
- Autor desconocido

Hoy tocaba otra vez clase con Valeria. Me levanté por la mañana
emocionado solo de pensarlo. A pesar del problemilla con su amiga que no
sabía muy bien cómo solucionar, estaba muy ilusionado de volverla a ver
otra vez y de tenerla solo para mí, aunque solo fuera para hablar de
estadística y economía.
Luego la ilusión se ha convertido en algo muy diferente. ¿Decepción?
¿Desencanto? ¿Miedo de perder algo antes incluso de haberlo tenido? Por
más que lo pienso, todavía no tengo demasiado claro que es lo que puede
haber pasado para el cambio de actitud que he apreciado en ella.
Valeria ha estado muy seria todo el tiempo durante nuestra clase. Cuando
he llegado, he tratado de ser simpático, porque el otro día parecía reírse con
mis ocurrencias. Se ve que uno de los dos se había dejado el sentido del
humor en casa, porque lo que ha dicho no dejaba lugar a dudas de lo poco
chistoso que le parecía.
No le hacía ni pizca de gracia.
—¿Te importa si empezamos ya la clase? —ha preguntado muy seria.
—Claro, perdona —he respondido con cara de pato, porque desde luego
debe ser la de un pato la expresión que se me ha quedado en el rostro. Acto
seguido, me ha indicado con gestos que eran más que evidentes que
empezásemos ya. He tenido que salir de mi estado de shock lo más rápido
que he podido, incluyendo lo de digerir cierta amargura que me arañaba la
garganta.
Estaba claro que hoy no estaba para bromas y se había olvidado su humor
en el armario de los zapatos. Tal vez fuera porque no le conjuntaba con la
ropa.
En fin.
Me he puesto súper nervioso, así que de camino a la mesa me he
tropezado un par de veces con la pata de dos sillas diferentes (en serio,
¿cómo es posible tropezarse con dos sillas distintas en menos de veinte
metros?) y casi tiro una de las lámparas que había en la mesa donde nos
hemos sentado. Hoy ha subido dos puntos mi popularidad, como os podréis
imaginar. Pero lo peor de todo ha sido su expresión, con los ojos en blanco
como diciendo “ya está el patoso de turno dando el espectáculo”.
Me ha dolido, que tengo mi orgullo, ¿eh?
No comprendo porque anteayer estaba tan simpática y se reía sin parar y
hoy tenía ese gesto adusto y grave colgado de manera perpetua. Me
encantaría averiguar si tengo algo que ver con ello o sí solo era el que
pagaba los platos rotos. Pero así, a bote pronto, no me he atrevido a
preguntárselo. Tengo que trabajar un poco la seguridad en mí mismo para
no permitirle a la gente que me haga daño de forma gratuita. Lo meteré en
la lista de tareas pendientes, que tengo unas cuantas.
—No lo entiendo. ¿Puedes explicármelo otra vez? Es que no dices las
cosas claras —me ha soltado de forma seca y cortante en más de una
ocasión. En un par de días, se ve que también he perdido mis habilidades
como maestro porque hoy no comprendía nada de lo que le explicaba, daba
igual como lo hiciera.
Ha ido fatal la clase. Es lo que tiene estar tan inseguro y dudar de todo.
Se me agotaban las ideas de cómo podía explicarle las cosas de manera
diferente para que lo comprendiese, y eso que el otro día no me costó nada
lograrle hacer ver que la estadística no es algo difícil si no le tienes miedo.
Debería aplicarme el mismo consejo en mi relación con las chicas. “La
relación con las chicas es fácil si no las tienes miedo”. Voy a repetírmelo
como un mantra a ver si termino por convencerme de que es verdad.
Cuando hemos salido de la sala de la biblioteca que está habilitada para
trabajos en grupo y clases particulares, íbamos uno junto al otro en
completo silencio. Me he sentido súper mal. Estábamos los dos solos y uno
sobraba, ¿adivinas quién? Obviamente, lo del otro día no fue más que una
ilusión. Es hora de volver a poner los pies en el suelo y ser consciente de
mis posibilidades. Menos mal que no llegué a invitarla a tomar algo, porque
me habría llevado un buen bofetón en mi autoestima.
—¿Estás bien? —le he preguntado en una ocasión, justo un segundo
antes de salir a la calle, aun a riesgo de que me diera literalmente con la
puerta en las narices.
—Perfectamente —ha respondido, abriendo de golpe. Ahí he podido
demostrar que tanto ver Matrix me ha servido para algo, porque la he
esquivado de milagro.
Vaaaaaale.
Está claro que he hecho algo y no sé qué ha sido.
He salido detrás de ella para intentar alcanzarla y preguntarle si había
pasado algo o estaba enfadada conmigo por alguna razón (ahora que ya
había encontrado las agallas en un recóndito lugar de mi interior en el que
se han vuelto a esconder rápidamente).
No he tenido tiempo de más. Puede que parezca que las cosas no han
pasado muy deprisa, pero a mí me ha parecido que todo sucedía de forma
condenadamente rápida.
Ahí me he quedado como un pasmarote viendo como un sueño que
parecía mínimamente posible se alejaba de mí a toda celeridad. ¿No os
parecen que han pasado muchísimas cosas en demasiado poco tiempo? A
mí, que solía vivir en un realidad casi inmutable, me parece que sí.
Bueno, pues había algo más esperando, para variar. Algo que desde luego
no me iba a ayudar a arreglar las cosas con Valeria en un futuro cercano.
—¡¡Tommy!! —ha gritado alguien desde el lado izquierdo, sacándome de
mi estado de estupefacción.
Valeria también se ha girado al mismo tiempo que yo.
Y ahí estaba aguardando la sorpresa.
22
Valeria
“La emoción que puede romper tu corazón
es a veces la misma que la sana…”
- Nicholas Sparks

Ha sido horrible. Solo tenía ganas de gritarle y de decirle todas las cosas
que pasaban por mi cabeza. Con esa cara de niño bueno me había engañado.
O a lo mejor es que me había engañado yo sola pensando lo que no era.
Pero ya veo que es como todos los demás. No sé por qué razón me había
convencido de que Tommy era distinto.
Ha habido momentos durante la clase que pensaba que me estaba
pasando de trágica. Es decir, él solo es el chico que me da clases
particulares y ya está, ¿no? Entonces, ¿a que se debía tanto dramatismo? No
nos conocemos de nada más, esa es la pura verdad. Estaba todo en mi
cabeza. Yo fui la que tonteé con él en la última clase y le plantó un beso, a
lo que él contestó que eso no me iba a evitar pagarle las clases. En realidad,
las cosas me las había dejado muy claras.
Mis besos no le interesaban para nada.
Y pronto entendí por qué.
Me estaba montando una película al más puro estilo Jennifer Anniston,
una versión mucho más joven de la de ahora, claro. Pero luego, de pronto,
le miraba y me subía algo por dentro que me hacía sentir mal, desilusionada
y herida. Mi ánimo era como una montaña rusa. Las emociones son así,
supongo. Tan pronto estás arriba, como abajo.
Las emociones pueden ser una mierda, la verdad.
En fin, que no me he enterado de nada. ¡Vaya sesión más perdida en
todos los aspectos! Así que me he cabreado otra vez hasta niveles ira de la
película Inside Out, puesto que sentía como el fuego me subía por la
cabeza.
Y después ya ha sido el colmo.
◆◆◆
—¡¡Tommy!!
No me podía estar pasando eso a mí.
Esa voz la conocía.
Aguda, un poco estridente.
¡Lo que me faltaba! Encima ahí estaba yo, en medio de los dos tortolitos.
Ha llegado Cintia y se le ha tirado al cuello. Así, como si nada. ¡Anda que
me cuenta que está saliendo con él! Eso a una amiga no se le hace. Y menos
a tu mejor amiga, ¿no? Con todas las cosas que yo le he confesado.
En serio, es que no me lo puedo creer. Mira que hay tíos en el campus y
nos tiene que gustar a las dos el mismo, uno que además posiblemente ha
pasado desapercibido hasta que las dos le hemos echado el ojo. A la vez.
Creo que no nos había sucedido nunca antes.
Inaudito.
Lo que no entiendo es por qué se le han puesto los ojos como platos a
Tommy cuando Cintia se le ha colgado del cuello y se le ha atornillado a la
boca, puesto que no era la primera vez. Si estaba tratando de mantener la
compostura o lo que fuera, llegaba muy tarde para eso. Yo ya había
presenciado la misma escena el día anterior. No necesitaba reforzar su
imagen de niño bueno. Esa ya había quedado atrás. Olvidada y enterrada.
Y como las desgracias no vienen solas y las tonterías se encadenan de
manera imprevisible, resulta que Dani, alias cabeza con pelo de Lego
porque se peina de tal manera que parece que en lugar de pelo lleva casco,
había acompañado a Cintia, supongo que porque ésta le había dicho que yo
estaba allí.
¿Os he dicho que me parece un tío insoportable?
Pues sí, me lo parece.
Entre otras muchas cosas, pero no es plan de ensañarse.
Y a pesar de ello, ya os podéis hacer una idea de lo que ha pasado. Una
idiotez como otra cualquiera.
Solo podía repetirme una vez tras otra para mis adentros: ¡Tonta!
¡Tontaca! ¿Por qué demonios has hecho algo tan estúpido?
23
Cintia
“Pensé que si esto no lo iba a tener más me moriría.
Pero estaba equivocada, nadie se muere por falta de sexo.
Es la falta de amor lo que nos mata”.
- Margaret Atwood

Guau. No me esperaba que Valeria hiciera algo así. Si me lo llegan a


contar y no lo presencio con mis propios ojos, ni de coña me lo habría
creído. Se ha enrollado con Dani delante de todo el mundo. ¡¡Con Dani!!
¡Mayday, mayday, mayday! Un alien ha secuestrado a mi amiga. Se supone
que le odiaba. No, no se supone, LE-O-DIA-BA. Ha sido como, what?
¿Valeria y Dani? ¿Me lo estoy imaginando? Si hubiera sido una noche de
fiesta, dudaría si lo había visto con mis propios ojos o mi mente nublada por
el alcohol se había compuesto una imagen que no era. Vamos que no me
han dejado ni concentrarme en lo que estaba haciendo.
¿Dónde han quedado los clásicos de Valeria? Así, a modo resumen,
algunas de las cosas que suele decir de él: si pudiera enrollarse consigo
mismo, pasaría de salir con tías; es el único que no se da cuenta que sus
labios de besugo no son sexys; estoy segura de que hoy le he visto
contándose las abdominales, por si se le había perdido alguna; si no fuera
amigo de Fran, hace tiempo de habría dicho que solo las cucarachas me dan
más grima…
Sí, Valeria puede ser un poco cruel.
Solo un poco.
Son los efectos secundarios de las malas compañías.
Es decir, yo.
En realidad, algunas de esas frases son mías, pero ella siempre se ríe a
carcajadas, así que en realidad es prácticamente como si fueran suyas. Si te
ríes, las adoptas como propias. Es una ley que todo el mundo conoce.
Claro, el pobre diablo ha dado palmas con las orejas, porque lleva
colgado por ella ni sé cuánto tiempo. Y ahora que ya no está con Fran, se le
había hecho la boca agua. Por no decir otra cosa, que me he prometido a mí
misma ser un poco más comedida. Cuando se entere su amigo se va a liar
una bien gorda, eso también os lo aseguro. Igual tenemos una sesión de
lucha libre. Al menos veremos dos cuerpos esculturales rebozándose en el
barro.
Creo que estoy mezclando conceptos.
Por si acaso, voy a empezar a diseñar las entradas para el combate.
Seguro que me lo computan como prácticas de la carrera. Al fin y al cabo,
para algo estudio Marketing. De aquí a protagonizar la versión femenina de
Mad Men de la década de los veinte (pero de este siglo, claro), hay un paso.
Le faltó tiempo al muy iluso para prestarse a acompañarme cuando le
dije que iba a buscar a mi novio, que le estaba dando clases particulares a
Valeria. Se le iluminaron los ojos, eso sí después de que se le transmutara la
cara en la de un orco de Mordor cuando me oyó decir lo de que tengo
novio.
Parece ser que tengo un poco de fama de insufrible —totalmente
injustificada, por cierto—, aunque tampoco es algo que me preocupa en
exceso. En fin, que hablábamos de Valeria y Dani, el muñeco Michelín
ansioso de cariño. Estoy segura que la decisión ni siquiera la tomó su
cerebro, sino que se dejó llevar por los mandatos del ser que habita entre
sus dos piernas. Dani el conquistador, jeje.
Vale, demasiado obvio y fácil. Ya me entendéis. Es mi humor. Simple, lo
reconozco, pero muy conectado con la realidad. No os voy a negar que
llevo un tiempo con falta de sexo. Supongo que eso hace que mi cerebro
esté más espeso de lo habitual y haga la mayor parte de las bromas en
relación a eso.
Espero que Tommy me permita solucionarlo pronto. Necesito volver a
tener la mente despejada. Ya sabéis, se acerca la época de exámenes, lo
hago solo por una noble causa. ¿O acaso preferirías verme pidiendo limosna
en lugar de en una agencia de publicidad de la Los Ángeles o la Gran
Manzana? Ya me imagino que no, mis pérfidas amigas.
Además, ¿no dicen que el fin justifica los medios? Pues eso mismo
pienso yo.
24
Fran
“El odio ha causado muchos problemas en el mundo,
pero no ha ayudado a solucionar ninguno”.
- Maya Angelou

Le voy a partir la cara a Dani en cuanto me lo cruce. Sabía que Valeria se


estaba viendo con otro tío, era imposible que me hubiera dejado de no ser
así, pero no me esperaba que fuera mi colega. ¡Mi colega, joder! Somos
como hermanos, siempre juntos, siempre ayudándonos. Aunque tampoco lo
entiendo, porque nadie en su sano juicio le elegiría a él teniéndome a mí.
¡Qué ingenuo he sido! Supongo que la amistad ya no es lo que era. Uno
ya no se puede fiar de nadie en esta vida. Ya lo decía mi abuelo: que tu
mano derecha no sepa lo que hace la izquierda. Igual se refería a algo
parecido a esto, ¿no? Igual ni siquiera la frase era así.
Bueno da lo mismo, que me lío yo solo.
No estoy para metáforas, o aforismos o esas cosas que se dicen con otro
significado y que nadie es capaz de comprender. ¿Eufemismo? Dejémoslo
estar mejor. No sé a qué viene que me ponga tan filosófico ahora, la verdad.
Lo que necesito es pensar menos y actuar más. Es lo que hay que hacer si
quieres que la gente te respete. Utilizar el lenguaje de la selva.
Y hablando de hablar menos y actuar más… ¡Menudo capullo! Ahora sí
que se va a enterar de quien es Fran, alias puños de acero. Le voy a dejar la
cara como un mapa de carreteras, de tal forma que no se reconocerá en el
espejo ni con Google Maps.
Recalculando dirección.
Buscando cara.
Bueno, igual no debería haber dicho todo eso. Será el exceso de
testosterona. A veces (solo a veces, lo prometo), me dejo llevar un poco por
mi parte más primitiva. Ahora parezco un poco el eslabón perdido,
intentando resolver las cosas al más puro estilo prehistórico. Soy mucho
más refinado que todo eso, lo que pasa es que he tenido un momento de
enajenación mental totalmente transitoria. Ahora me pongo en modo Zen en
cero coma y seguro que se me pasa.
Posición de flor de loto.
Cierro los ojos.
Respiro hondo.
Dejó que la mala hostia se vaya.
Pongo la mente en blanco.
La mala hostia se resiste un poco a irse.
Sigo intentándolo.
Trato de no pensar en Dani comiéndole los morros a mi chica.
Trato de no pensar en ellos juntos acaramelados…
Las pulsaciones me están subiendo, lo noto.
Trato de no pensar en…
Creo que algo va mal porque esto no funciona.
No pensar en absoluto será la mejor opción.
Mariposas de colores revolotean a mi alrededor.
Acariciar la piel de un koala.
Achuchar un muñeco anti estrés.
¡Joder! Se supone que esas chorradas deberían relajarme, ¿no? Pues están
logrando el efecto contrario, porque lo que me apetece es precisamente
apretarle el cuello al puto koala de pelo esponjoso. ¡Me cago en todo lo que
se menea! Me parece que hoy no me relajo hasta que me eche a Dani a la
cara.
Mira que lo sabía. Había otro tío. Eso de quiero dejarlo, necesito espacio,
quiero encontrarme a mí misma, tengo que aprovechar mi etapa
universitaria y no sé cuántas cosas que me dijo no eran más que excusas.
Era claro que, de no haber otro tío, nunca me habría dejado. ¿Por qué
hacerlo? Soy guapo y todo un partidazo. Tengo pasta, además. Bueno, es mi
padre el que la tiene, pero como si fuera mía.
Cualquier chica querría estar conmigo. Y Valeria y yo estábamos bien
juntos. Vale que nuestras conversaciones a lo mejor no eran demasiado
intelectuales, pero hablábamos de nuestras cosas. Y, lo más importante de
todo, el sexo entre nosotros era como, guau, explosión de fuegos
artificiales. ¿Por qué motivo iba a estar mal si soy todo lo que cualquiera
puede necesitar?
Además, no va a ver unas abdominales como las mías ni en televisión.
He visto el six pack de Dani y es bastante más flácido. Seguro que aprietas
un poco el dedo y se te hunde dentro del michelín hasta desaparecer. Más le
valdría disfrutar de lo que tenía y valorarme como debería.
Pero bueno, que esto no va a quedar así.
Ni de broma.
Me merezco un respeto, ¿no?
A ver si se creen que voy a renunciar a tener la última palabra. Pues no,
eso sí que no.
25
Dani
“Nadie triunfa sin esfuerzo. Aquellos que triunfan
deben su éxito a la perseverancia”.
- Ramana Maharshi

Ya sabía que le molaba. ¡Buah, chaval, si es que era evidente! Menos


mal que nunca he dejado de creer en mis posibilidades. Ha caído rendida a
la primera oportunidad que ha tenido. Aunque luego no he entendido muy
bien su reacción de después. Eso de no vuelvas a ponerme las manos
encima ni aunque necesite primeros auxilios.
Y después ha salido corriendo sin mirar atrás.
¡Tías!
Todas locas.
Supongo que le va ese rollo. Ya sabéis, lo de que me lo curre y eso. Es
decir, ahora se hace la dura, después de haberme dado un beso delante de
todo el mundo de esos que duran varios Mississippis (menuda borrachera
de eses y pes con la palabrita). Hasta su amiga se ha quedado flipada, la
misma que me ha dicho más de una vez que no tenía nada que hacer con
ella. Vamos que tenía menos oportunidades de que Valeria se fijase en mí
que de que Scarlett Johansson me esperase semi desnuda en mi habitación
de la residencia de estudiantes. Igual es que a Cintia también le gusto y no
sabe cómo hacer que me de cuenta. Pero, ey nenas, hay Dani para todas. No
tengo problemas con el poliamor.
Incluso hoy se ha empeñado en repetírmelo una vez más cuando me la he
encontrado al salir de clase y le he preguntado donde había dejado a su
amiga. Primero me ha puesto cara de Bulldog gruñón, algo muy habitual en
ella, y luego me ha dicho que no la entretuviese que tenía mucha prisa
porque tenía que ir a buscar a su novio que le estaba dando clases
particulares a Valeria.
Lo primero de todo, se me han venido ideas no aptas para menores de
dieciséis años cuando ha mencionado lo de las clases particulares. Y lo
segundo, en el momento que me he dado cuenta que ha dicho que tenía
novio, me he preguntado cómo alguien en su sano juicio puede estar con
una tía como ella, pues tiene un carácter de esos que, cuando se enfada, es
mejor no encontrarse en un radio de varios kilómetros a la redonda.
Y Cintia se enfada con frecuencia.
Con demasiada, de hecho.
Así que no me quiero ni imaginar el suplicio que tendrá que aguantar el
pobre pringao que haya accedido a estar con ella. Igual es un sacrificio que
hace por algún motivo religioso, quién sabe.
26
Valeria
“Para todo problema humano hay siempre una solución fácil, clara,
plausible y equivocada”.
- Henry-Louise Mencken

L a he liado buena. No se puede actuar por despecho, es evidente. ¡Pero


en qué coño estaba pensando! Ahora no me voy a quitar a la babosa de
encima en la vida. ¡Con lo bien que lo llevaba hasta ahora! Lo tenía
controlado. Me ponía ojitos, me decía alguna tontería de vez en cuando, yo
le respondía que se lo iba a comentar a Fran a ver qué tal le parecía y se le
pasaba durante una temporada, es decir, dos o tres días como mucho.
Ahora ya no hay vuelta atrás.
¡Joder, Valeria, cómo se te ha ido la cabeza hoy!
No entiendo qué me pasa con este chico, con Tommy me refiero. Es que
me he puesto en plan súper celosa y me he cabreado mogollón cuando le he
visto enganchado a Cintia. Y, alaaaaaaaa, ahí me he lanzado como si no
hubiera un mañana con ese mastuerzo enamorado de sí mismo.
Dani es un chico con la autoestima un pelín desajustada. Es decir,
imagínate que tú te miras al espejo y ves a Jennifer Lawrence. La gente
normal diría: oye, qué guapa me veo hoy, pero aquí hay truco porque esa no
soy yo. Esa sería cualquier chica medio normal. En el caso de Dani, si se
mira al espejo, no ve al tío más guapo y espectacular de moda del momento,
sino a un ser superior en todos los aspectos.
No exagero.
Os lo juro.
Y recordad que lleva el pelo como un Lego.
Da igual que luego le haya dicho que olvide lo que ha pasado y que no se
le ocurra volverme a tocar ni con un palo. Se ha echado a reír de una
manera condescendiente y me ha guiñado un ojo como si le estuviera
proponiendo un reto o algo así.
—Ya entiendo lo que quieres —ha contestado guiñando dos veces el ojo
derecho en una mueca imposible.
—No, me parece que no lo entiendes viendo tu cara.
—Tranquila, nena. Me encantan los retos.
—No me llames así.
—¿Cómo?
—Nena. Y cuando te digo que ni te acerques a mí ni aunque mi vida
corra grave peligro, no me estoy tirando un farol. Luego no te extrañe si
muerdo.
—Puedes morder lo que tú quieras, preciosa.
—Aaaaaaaagh —he respondido finalmente, mientras me iba de allí a
grandes zancadas y con ganas de estrangular a alguien.
Creo que me voy a meter en una cueva y no voy a salir hasta dentro de
diez años por lo menos.
27
Tommy
“Si no estás confuso, no estás prestando atención”.
- Tom Peters.

Esta semana he vivido los momentos más raros y extravagantes de toda


mi vida. Teniendo en cuenta lo friki que soy y todo lo que me gusta la
ciencia ficción, es decir mucho, os lo aseguro. He ido a convenciones de
cómics y cosas similares disfrazado de las cosas más variopintas. Cosas que
no voy a confesar aquí. Bien, pues eso está a años luz de lo que me ha
pasado esta semana. ¿A ver si, en realidad, está todo en mi imaginación y
no me he dado cuenta?
Resumo.
Un ente se ha apoderado de mí y me controla con unos hilos imaginarios.
Eso explicaría porque me he tropezado tropecientas mil veces, he casi roto
innumerables objetos y he hecho el ridículo delante de los demás con una
frecuencia muy por encima de la media. Voy a patentar el estado
“Tommytoso”, es decir, una fase de la vida en la que mantenerse de pie en
equilibrio acaba convirtiéndose en un auténtico milagro.
La chica que me gusta, es decir, una súper popular que no se acerca a los
tipos de mi especie ni de lejos porque orbitamos en frecuencias diferentes,
es muy amiga de mis amigos, que son incluso más raros que yo. Y cuando
digo más raros, debéis creerme, porque la palabra peculiar se queda muy
corta para definirles.
Me decido a poner un cartel para dar clases particulares ahora que se
acercan los exámenes de final de curso y así sacarme un dinero extra. ¿Y
qué es lo que sucede? Patapúm, la primera en contactarme es precisamente
esa chica que ni en una película de Disney donde todos los sueños parecen
hacerse realidad se fijaría en mí.
La amiga de la preciosa chica de mis sueños a la que he visto contestar
todo tipo de lindezas a tipos como yo, me ha ido a buscar a la facultad
varias veces y, no solo eso, me ha besado en varias ocasiones y va
diciéndole a todo el mundo que somos pareja. No sé en qué momento ha
pasado eso entre beso y beso, porque yo juraría que no estoy en ninguna
relación. La verdad, me pilla todo esto de nuevas.
Y yo que pensaba que para estar en una relación las dos partes tenían que
estar de acuerdo o, al menos, ser conscientes de ello…
Luego… lo que ha venido luego me ha roto un poco más el corazón.
◆◆◆

No sé por qué motivo algo puede doler tanto, especialmente cuando ya


sabes previamente que no tienes posibilidades. No obstante, en realidad yo
seguía pensando que ella seguía saliendo con el tipo ese simiesco que mide
tanto de ancho como de largo. Creo que se llama Fran. No lo creo, lo sé.
Además, ya os había dicho su nombre. Se llama Fran, alias espaldas de
acero. Es decir, que todavía no me explico por qué me había hecho
ilusiones. Si hubiera tenido alguna posibilidad, ingenuo de mí, al día
siguiente me habrían encontrado flotando en el río.
Así que, después del impacto de que Cintia me besase delante de Valeria,
ha llegado el de esta besando al amigo del cachas gigante. Para variar,
aunque el tamaño de este último está más próximo al de un ser humano, sus
dimensiones siguen siendo pavorosas para mí. Yo podría estar haciendo
cinco horas de ejercicio al día y comiendo proteínas sin parar, que os puedo
asegurar que mi complexión física no se parecería lo más mínimo a la de
esos dos gigantes. Si fueran a la Isla de Pascua, podrían pasar perfectamente
por dos Moáis.
Si todo esto no te parecen cosas raras, bueno, entonces no sé qué lo es
para ti.
En cualquier caso, todo esto me viene fatal en este momento del curso.
Necesito estar centrado en mis estudios, que siempre ha sido lo más
importante para mí, lo que me ha hecho sentirme seguro. No puedo fracasar
ahí, en lo único que ha sido constante en mi vida, en lo único que considero
que soy bueno. Si suspendo o no saco las notas que espero, entonces sí que
mis restos de autoestima se van a escapar por las rendijas de mi amor
propio.
Y ahora se me ha hecho bola todo esto.
Primero de todo, tengo que olvidarme de Valeria y asumir la realidad tal
como es: Tommy, ella no es chica para ti.
Y lo segundo y ahora mismo más importante, debo dejarle claro a Cintia
que no tengo ni el menor interés en estar con ella. Me parece que eso va a
ser lo más difícil de todo. Sólo espero conservar todos mis dientes cuando
reúna por fin el valor para hacerlo.
28
Valeria
“Confusión es una palabra que hemos inventado
para algo que aún no se entiende”.
- Henry Miller

El resto de la semana he estado bastante distante de todo y de todos. No


entiendo por qué me ha afectado tanto, pero es así. Tal vez sea que no estoy
acostumbrada a los contratiempos y a no conseguir lo que quiero. No estoy
segura. Sé que parezco un niña caprichosa, pero tampoco voy a mentiros. Y
tampoco entiendo por qué me tiene que gustar ese maldito chico que no ha
dudado en liarse con mi mejor amiga ante la primera oportunidad que ha
tenido.
Y delante de mis narices.
Ni siquiera he tenido ganas de estar con sus amigos. Se preguntarán si me
ha pasado algo, aunque a lo mejor ellos ya han llegado a la conclusión por
sí solos. Me siento un poco timada, esa es la verdad. ¿Por qué y para qué
me dijeron que Tommy estaría encantado de salir con una chica como yo?
A lo mejor se estaban vengando conmigo de los posibles rechazos que
hayan sufrido en el pasado, a pesar de que en ningún momento parecía que
fuera así. Bueno, tal vez la clave era lo de “como yo” porque Cintia y yo
tenemos cosas en común, aunque desde luego no somos idénticas.
Así que llevo el resto de la semana paseándome por el campus en plan
diva, con mis gafas de sol súper XL y contoneándome como si nada me
importara una mierda y me sobrase todo el mundo. Cualquiera diría que
estaba intentando que no me robaran los secretos de belleza mejor
guardados de Tyra Banks.
Sí, ya sabéis que puedo ser un poco superficial. Y no se me ocurría un
ejemplo mejor. No me juzguéis, ¿vale? Estoy atravesando una crisis. Eso
debería ser suficiente coartada para casi todo. Ya me gustaría ver qué se os
ocurriría a vosotras si estuvierais en mi piel.
Cintia lleva toda la semana en plan coñazo con que quedemos y
hablemos. ¡Ni de broma, claro! Es una arpía, siempre lo he sabido, pero en
este caso es una arpía que se ha convertido en mi rival. Me ha levantado al
chico que me gusta sin dar el menor aviso y eso a una amiga no se le hace.
Vale, debo reconocer que yo tenía intención de hacer lo mismo, pero no es
exactamente igual. Yo lo vi… Sí, iba a decir que yo lo vi primero, aunque
suene infantil. Y en realidad, ni siquiera eso es cierto. Da igual. A lo que
iba. Ella lo hace solo por sexo (la conozco demasiado bien) mientras que lo
mío es amor verdadero.
O algo que se le parece demasiado.
El caso es que no para de mandarme mensajes, la tía pesada. Va a
conseguir que me explote el móvil, ya lo verás. La otra opción es que me
explote a mí la cabeza y acabe lanzándolo contra la pared. Y eso sí que no
se puede permitir porque mis padres no me van a comprar otro NI-DE-
BROMA.
Luego Fran y Dani por otro lado con lo suyo. En serio, ¿de dónde se han
escapado estos dos? Son como un par de trogloditas. Les falta el hueso en la
cabeza para eliminar cualquier rastro de duda. Si hubiera un ranking de las
mayores estupideces que puede decir el ser humano, suponiendo que estos
dos lo sean, estarían empatados en el primer puesto. He estado a un tris de
bloquearles. Por suerte, he tenido un instante de lucidez y he pensado que,
si no me podían mandar mensajes, igual les daba por tratar de decirme todas
esas gilipolleces en persona.
Era necesario prevenir, así que nada de bloqueos.
¿Sabéis de quién no he sabido nada en todo este tiempo? ¡Premio! De
Tommy, ni siquiera después de que le dijera que prefería dejar las clases por
unos días. Si tenía alguna duda de si le importaba algo, ha quedado total y
absolutamente resuelta.
Mejor, por otra parte.
Así dejo de hacerme ilusiones vanas.
Puede que me esté pasando de melodramática pero me gustaría ver como
actuáis en una situación semejante. Igual vosotras sois de las que salen
gritando cuando se les rompe una uña y a mí no se me ocurre juzgaros por
ello (porque también lo he hecho alguna vez, para que esconderlo, ya que
estamos en plan “os voy a contar todo hasta mi marca de ropa interior”). No
obstante, debo decir en mi favor que, a pesar de que he confesado que eso
también me ha pasado alguna vez, desde que he madurado tanto, ya no lo
hago.
¿Qué tenéis que decir a eso ahora?
Mejor me callo que al final voy a conseguir que os enfadéis conmigo.
En resumidas cuentas, que he tenido bastante por una temporada, la
verdad. Y este sábado hay una fiesta a la que irán todos y no me la debería
perder, pero la verdad es que no tengo ni ganas.
29
Fran
“Con una mentira suele irse muy lejos,
pero sin esperanzas de volver”.
- Proverbio judío

Es en estas circunstancias en las que se conoce verdaderamente a la


gente. ¡Qué cara más dura tiene el tío! Nunca habría apostado a que tendría
tanto valor. Me lo ha negado en la jeta todas las veces que se lo he
preguntado. Le he puesto mis ojos de águila para que supiera que estaba
analizando sus respuestas y ni por esas.
—Oye, Dani, ¡qué pasa colega! Me han dicho que te has dado un festín
con mi novia. Y yo les he contestado que mi colega, mi hermano del alma,
nunca jamás se atrevería a hacer algo así. ¿Tú que dices?
—No, no, claro. Eres mi bro. Jamás se me ocurriría hacer algo así, ya lo
sabes.
Y ha tragado saliva de forma sonora, como si estuviera deglutiendo heces
de elefante o algo que se le asemejaba mucho. Hemos tenido un momento
de duelo de miradas de esos que te dejan los ojos secos. Al final hemos
terminado los dos parpadeando como si nos acabasen de echar un colirio de
los que escuecen.
Claro que, ahora que lo pienso, es posible que mi tono haya sonado un
tanto amenazador y por eso no ha tenido los huevos el muy capullo de
reconocerlo.
Me estoy empezando a cabrear.
Me estoy empezando a cabrear mucho.
Me estoy empezando a cabrear tanto que puede que al final alguien
lamente haberme mentido de esa manera.
Va, Fran, tío. Tranquilízate. Recuerda, modo Zen. Inspira, espira. Inspira,
espira.
Las nubes flotan en el cielo.
El río te arrulla con su sonido.
Un corderito bala en el campo.
Respiro hondo.
Noto como mi mente y mi cuerpo se calman.
Acaricio la piel de un koala suave.
Otra vez el koala de los coj…
¡Estrangulo al koala suave porque es un mentiroso!
Uy, uy, uy. Tengo que recuperar el autocontrol.
El puto rollo Zen no me funciona, me cago en San Pito Pato (puede que
suene ridículo, pero no lo es, no, no, para nada). Mejor será que me vaya al
gimnasio a ver si golpeo unos cuantos sacos de boxeo y así aprovecho y me
entreno por si me hace falta estar en forma.
Me tienen entre todos al borde de un ataque de nervios, os lo prometo, y
eso que saben que tengo un carácter difícil. ¡Qué ganas tienen de
provocarme! ¿Y para qué? Luego me vendrán con eso de que me tomo muy
a pecho las cosas, que tengo que tranquilizarme y todo ese rollo. Con el
esfuerzo que me cuesta controlarme… ¡Es que no lo valoran! No me lo
ponen nada fácil.
Valeria que no me contesta los mensajes ni me coge el teléfono, además
de que me evita como a la peste.
Dani que me engaña y me sigue hablando como si nada, como si me lo
estuviera imaginando todo.
Se van a enterar todos de lo que es bueno.
Si es que en realidad soy demasiado bueno, ya lo dice mi madre, que
tengo un corazón que no me cabe en el pecho de lo bondadoso que soy.
Bueno, el sábado en la fiesta la veré.
Nos veremos todos.
Ahí no habrá escapatoria.
Las cosas van a quedar claras de una vez y para siempre.
Pero claras, claras.
31
Tommy
“Una mentira es como una bola de nieve;
cuanto más rueda, más grande se vuelve”.
- Marin Lutero

Soy un cobarde. Es mejor que lo asuma. Las cosas son así. ¡Para qué voy
a engañarme! Me he estado escondiendo de Cintia. ¡Qué tensión! Solo
pensar que me la podía encontrar por el campus y me entraban unos nervios
que hasta me notaba las piernas flojas. Por suerte, no me la he encontrado,
porque con mi historial de las últimas semanas, igual acababa en urgencias
por algún accidente estúpido.
¡Menos mal que no le di mi número de teléfono! He estado saliendo a
hurtadillas de la facultad e incluso he salido antes de clase para evitar
encontrármela. He alterado también todos mis horarios de salida y entrada
de la resi. Cualquier cosa con tal de evitar encontrármela.
Menos mal que la gente habitualmente no se fija en mí, porque debía
parecer un paranoico escondiéndome detrás de los troncos de los árboles
para asegurarme de que no había peligro ni en los alrededores de la facultad
ni en los de la biblioteca.
No me atrevo a decirle que no quiero estar con ella y que no sé en qué
momento he hecho algo que le dé a entender que tenemos una relación.
Todos los días trato de pensar en la forma de decírselo, pero según me
imagino la situación, de ninguna de las formas acaba bien. Me veo con mis
gafas rotas en trocitos en el suelo y yo de rodillas buscándolas al más puro
estilo Milhouse Van Houten en los Simpson. Cintia es Nelson y yo el pobre
empollón que no quiere encontrarse con el matón del chaleco. ¡Ha ha! Me
estremezco solo de pensarlo.
Debería estar feliz y contento de que una chica tan bonita quiera estar
conmigo, pero no es así en absoluto. En serio, Cintia es preciosa. Cuando
digo preciosa, me refiero a nivel súper modelo. ¡Guau!, ¿eh? Pues eso, para
fliparlo, si yo no digo lo contrario. El principal problema que yo le
encuentro es que su personalidad me recuerda bastante a la de la madre de
Gru, el villano ese de la película que está rodeado de unos seres bajitos y
amarillos. Tengo el convencimiento de que posiblemente tendría a sus pies
a la mayoría de tíos del campus si quisiera, siempre y cuando dominara un
pelín nada más ese genio que le sale de dentro y que puede parecer la
llamarada de un dragón.
Igual me he pasado.
No me lo tengáis en cuenta, es mi miedo el que habla.
No creo que tengamos caracteres compatibles. Yo soy más bien tranquilo
y de los que no quieren tener trifulcas. Ella es más pasional y de las de…
¿qué tal si echamos un polvo en uno de los despachos de los profesores? Tal
cual fue su propuesta a los cinco minutos de besarme por primera vez.
¿Excitante? Sin dudarlo, pero intuyo que sus gritos podrían alertar al
personal a varios kilómetros a la redonda. Digamos que no es lo que se dice
una chica comedida.
Cuando me lo propuso, creí que estaba vacilándome, hasta que empezó a
jugar con Prometeo y sus súbditos con bastante disimulo pero, a la vez,
delante de cualquiera que se fijase mínimamente en nosotros.
No sabía dónde meterme.
Vale, confieso. Ahí estuve a punto de decirle que sí a todo, incluso si me
hubiera pedido matrimonio, pero me había huido la sangre del cerebro a una
parte muy concreta de mi cuerpo y que se encuentra bastante alejada de
donde reside la clarividencia.
Como no haga algo para remediarlo, me veo con setenta años rodeado de
nietos y preguntándome cuándo voy a tener el valor de decirle a Cintia que
en realidad la que me gusta es Valeria, no ella.
¡Ay madre! Creo que estoy empezando a hiperventilar.
32
Cintia
“Las mentiras más crueles son dichas en silencio”.
- Robert Louis Stevenson

Se va a cagar en cuanto me lo eche a la cara. Tengo la sensación de que


me rehúye. Llevo sin verle ya un par de días. No hay forma de dar con él.
Hasta sus amigos, los de la panda del moco, ya sabéis, los tres personajes
esos salidos de una SitCom de los noventa, me dicen que está muy raro y
que se va antes de clase o llega tarde… ¡Será cagueta!
Pero no puede ser, no se atrevería. ¿Por qué iba a huir de mí? Vale, igual
he sido un poco intensa y he querido ir un poco rápido. Quizás un poco
rápido no es lo más exacto, sobre todo después de proponerle tener sexo a
los cinco minutos de conocernos formalmente. Aclaración: cuando digo
conocernos formalmente, me refiero a entrelazar nuestras lenguas en una
danza carnal. Pero es que la necesidad apremia y a los tíos normales eso no
les asusta. ¿Por qué a este sí?
He llegado a pensar que Tommy es gay, pero he desechado rápidamente
la idea teniendo en cuenta que su sargento y los soldados me han presentado
sus respetos en cuanto los he tocado. Y a pesar de eso, sale corriendo o
tiene que irse por alguna razón extraña cada vez que intento que la cosa
vaya a mayores.
¿Vosotras lo entendéis? Yo desde luego no.
◆◆◆

Lo de Tommy es raro, pero lo de Valeria es como encontrar una camiseta


de Versace en un mercadillo. Somos amigas, uña y carne, como una GHD y
un pelo perfecto. Nos llevamos también que hasta nos intercambiamos la
ropa. Más o menos. Digamos mejor que tomo prestado los vestidos que
tiene de vez en cuando. Pero siempre se los devuelvo en perfecto estado.
O casi.
Después de una noche loca de fiesta, todo puede pasar.
El caso es que no me responde los mensajes ni me coge el teléfono. O le
ha dado un aneurisma o en serio os digo que no lo entiendo en absoluto. A
ver, ¿qué motivos podría tener? No creo haber hecho nada malo.
Ha sido así, de repente. Sin mediar explicación. De un día para otro, ha
pasado de mí. Pero ya debería saber que no soy de las que se conforma y no
pienso permitir que nuestra amistad sufra ningún traspiés. Puedo ser una
bruja mala para algunas cosas, pero sigo siendo una bruja con corazón.
De este sábado no pasa que quede todo claro clarinete.
A Cintia Ramírez nadie le toma el pelo, que lo sepáis.
Y además, valoro mucho su amistad. Eso también.
33
Dani
“Hay que tener buena memoria
después de haber mentido”.
- Pierre Corneille

Aún me tiemblan las piernas. ¡Buah, chaval! ¡Qué mirada me ha echado!


He notado como me corrían gotas de sudor por la espalda. Eso sí, creo que
al final he disimulado bastante bien. Fíjate que no lo había pensado hasta
ahora, pero igual tengo posibilidades en el mundo de la interpretación.
Además, soy un tío resultón. ¡Qué digo resultón! Estoy buenísimo. Mario
Casas no me alcanza ni a la altura de las zapatillas.
¿Cómo se ha enterado? Vale, es verdad que fue en mitad del campus y
puede habernos visto cualquiera. Pero, en realidad, yo esta vez no he hecho
nada. Soy totalmente inocente. Fue ella, aunque yo respondiera de manera
positiva. ¡No soy de piedra! Además, no quería ofenderla y que se sintiera
rechazada. ¿Qué puedo hacer si las chicas no pueden resistirse a mis
encantos? Es evidente que Valeria estaba con Fran para darme celos y él
único que no es consciente de ello es él. Ya lo siento, porque es mi amigo.
Lo difícil ahora va a ser lograr hacérselo entender. Encima, con el pronto
que tiene…
Intento que todo parezca normal entre nosotros, como si no hubiera
pasado nada. Pero claro, es difícil disimular todo el rato cuando me mira
como si fuera un animal a punto de saltar sobre su presa. Cada vez que me
echa el brazo por el hombro creo que me va a estrangular. No literalmente,
por supuesto.
Eso sí, percibo sus amenazas veladas, porque cada dos por tres me suelta
un “Dani nunca me fallaría, porque Dani es mi colega” o “Dani es un amigo
leal, de esos que nunca te traicionarían” o me cuenta una historia y acaba
preguntándome “¿tú que harías si uno de tus colegas te coge el coche y te lo
raya?”. Y en cada ocasión, trago saliva como puedo porque sé que todo eso
va con segundas intenciones.
Por el gimnasio estos días ni he pasado. Tampoco es que sea por miedo,
que no soy ningún cagueta, pero no hace falta provocar tampoco, ¿eh? Así
que estoy saliendo más a correr y entrenando al aire libre que dicen que es
muy saludable. Así voy cogiendo colorcito para el verano.
◆◆◆

He intentado ver a Valeria a escondidas. Me ha servido de poco. Cada


vez que he logrado coincidir con ella, ha hecho como que no me conoce. Se
ha puesto unas gafas que le tapan media cara, por cierto. El primer día que
la vi con ellas puestas, hasta me costó reconocerla.
No sé si es parte del juego de seducción que quiere que me curre o es que
se ha dado un golpe en la cabeza y de verdad no se acuerda de quién soy.
De todos modos, no me engaña. Se está haciendo la interesante. Desde
luego, cómo son las chicas, ¿eh? Todo un misterio. Si hubiera llegado a
saber antes que estaba tan interesada en mí, podríamos haberlo solucionado
mucho antes.
En cuanto aclare y arregle lo de Fran, me lo curraré.
Los problemas de uno en uno.
II Parte
Fiesta del sábado noche
34
Tommy
“Un hombre no puede sentirse cómodo
sin su propia aprobación”.
- Mark Twain

Se ha montado un lío de los gordos. ¿Puede alguien explicarme en qué


momento me he metido en algo así? Huyo de los problemas como de los
suspensos, así que todo esto me ha caído encima así, de golpe.
Imagínate que vives en medio del desierto o en un bosque aislado del
resto del mundo (ese sería yo más o menos respecto a la vida social hasta
hace poco). De repente, cae un meteorito en la tierra y lo hace justo encima
de tu casa. ¿Quién podría sospecharlo?
Pues eso es lo que me ha pasado en los últimos días… o eso creo, porque
ya no estoy seguro de si no me lo habré inventado. No, no me lo inventado.
Mis gafas rotas y el moratón que tengo en un ojo lo certifican claramente.
Empecemos por el principio.
Precedentes.
Tommy García, estudiante con tres amigos frikis como él. Invisibles para
el resto del mundo. Pongo un anuncio de clases particulares y la primera y
única alumna que me sale es la chica que me gusta, inalcanzable para mí. El
primer día parece que le caigo bien y el segundo me deja claro que me odia.
Por si fuera poco, su amiga a la que le debe faltar un tornillo y que la conocí
en una fiesta unos días antes, va a buscarme a clase y me planta un beso
delante de todo el mundo. Después, no sé cómo, nos convertimos en pareja.
Hasta aquí, se entiende, ¿no?
Pues yo no, nada de nada.
Sigo.
Después de eso, me convertí en el centro del odio y en la fiesta del
sábado me cayeron por todas partes.
Y eso que a mí no me gusta salir de parranda…
¿No estáis flipando igual que yo?
Pues ahora voy a contaros como llegué a levantarme el domingo con el
ojo morado y pidiéndole a mi madre que me encargase con urgencia unas
gafas nuevas.
—Mejor no te lo explicó, mamá, porque te vas a enfadar.
—Tomás García González, si quieres que te compre otras gafas, ya me
estás diciendo qué narices te ha pasado…
Ya sabéis, después de tu nombre seguido de tus dos apellidos, más vale
que le cantes hasta la primera canción que aprendiste cuando ibas a la
guardería.
◆◆◆

Este era yo ayer mismo…


Acabó la semana sin más sobresaltos. Mis acciones de camuflaje han
surtido efecto y no he visto a Cintia, alias posesión infernal, hasta hoy.
Quien dice camuflaje dice esconderse al más puro estilo cagueta de la clase.
Tenía la esperanza de que, aunque al final acudiera a la fiesta del sábado
noche, pudiera seguir ocultándome en la maraña de gente que había allí.
Además, tenía también la vana esperanza de que se tomase unos cuantos
chupitos de más y se olvidase de que existo.
Erré todos esos cálculos, eso ya de inicio.
Después traté de convencerme de que con tanta gente delante igual se
cortaba un poco y podría decirle todo lo que pienso sin que se ofendiera y
mucho menos enfadara.
Pues ahí no solo me equivoqué, sino que me quedé muy corto en las
previsiones. Descargó sobre mí todos los insultos que seguramente existen
en nuestro idioma y alguno más que posiblemente se inventó. Lo bueno, es
que a Cintia parece que le duran poco tanto los enfados como los intereses,
por todo lo que pasó después.
Y luego vino la segunda parte.
Y ahí sí que ya pensé que estaba dentro de una película.
35
Valeria
“La confusión es el primer paso hacia la claridad”.
-Syd Field.

He llegado un poco tarde. Igual es que solo quería dilatar el momento de


enfrentarme a todos ellos. ¡Joer qué pereza! Me he ido directa a la barra a
por un Malibú con piña para cogerme un buen punto nada más llegar y así
poder echarle todo el valor que voy a necesitar. Me la he bebido casi del
tirón. Bueno, igual no es la bebida que más fuerte pega, ¡pero es que está
tan rica!
Ya estaban todos juntos, en plan pandillita feliz, los de siempre, así que
no podían faltar los tres que no quería ver ni en pintura: Cintia, Fran y Dani.
Cuando llegué, se acabó el buen rollo. Me sentí el centro de todas las
discordias. Pero no tenía ni la menor intención de amilanarme. Iba a dejar
todo claro y zanjado. Después, iría a por Tommy y le diría claramente lo
que pienso de él. Creo que el origen de todo, al fin y al cabo, ha sido él. Si
no le hubiéramos conocido, nada de esto habría pasado. Nuestra vida habría
seguido más o menos como siempre.
Así que me acerqué muy digna.
Cabeza alta.
Espalda recta.
Mirada de hielo.
Paso firme con mis tacones de vértigo.
Pero claro, una a veces olvida que en una fiesta todo puede pasar, así que
según me acercaba, una panda de imbéciles que estaban haciendo la conga
(¿hola?, ¿siglo XXI y seguimos con bailes prehistóricos?), me engancharon
por el camino. Traté de desasirme con mucha dificultad y, no sé de qué
manera inverosímil el contenido de una copa acabó aterrizando sobre mi
pelo, ¡¡¡mi pelo!!!, enviando lejos la dignidad de la que me había imbuido.
Dos horas con mis GHD haciéndome unas ondas divinas y ahora tenía
sobre la cabeza un emplaste pegajoso.
La dignidad puede que se me fuera muy lejos, pero la sustituyó una furia
descontrolada.
—¡Mira quién está aquí! La desaparecida —me dijo Cintia poniendo esa
cara de superioridad que tan bien conozco. Es mi amiga, pero en ese
momento me estaban dando ganas de borrársela de golpe.
—Cintia, no me provoques.
—Valeria, con ese pelo pegado no estás para pedir nada. ¿Te has visto,
por cierto? Porque das pena.
—Te estás pasando, te lo aviso. Y vengo de mal humor.
—Así que tú está de mal humor, perdóname por existir. Más vale que
empieces a explicar por qué coño no me has contestado ni a un mensaje.
En ese momento exactamente se unió el homo sapiens de mi ex novio,
para aderezar más si cabe la salsa de una fiesta que estaba abocada al
desastre.
—A mí también me gustaría saber eso mismo.
—Fran, contigo ya no tengo nada que hablar. Eres un puto coñazo, que te
quede claro. Te dejé porque me aburres, no me explico cómo pude aguantar
un año contigo porque eres el ser más insufrible que hay sobre la tierra. Y
no paras de decirme que lo nuestro era mágico. ¿Pero en qué mundo vives,
hombre de Cromañón? Me dan asco los tíos como tú.
Vale. Igual me pasé un pelín. Se me fue de las manos. Para que luego
digan que el Malibú no se te sube a la cabeza igual que otras bebidas.
Por un momento pensé que se había quedado en pausa. Vale que Fran no
es el más listo de la clase y suele ser lento reaccionando, pero es que llegué
a preocuparme de verdad.
—Espabila, que parece que te ha caído un rayo —continué.
Preocuparme igual no era la palabra más adecuada.
—Joder, tía, como te acabas de pasar —apuntó Cintia.
Y eso ya fue el colmo. Cintia, alias “mejor decir las cosas claras aunque
duelan”, “yo no me callo ni debajo del agua” o “la verdad no hay que
dulcificarla”, ahora me decía que me había pasado.
—¿Pero tendrás morro? Pues mira, ahora vamos a dejar claras las cosas
de una vez por todas, ya que me excedo diciendo verdades. Que sepas Fran
que Cintia me ha dicho muchas veces que no entendía qué hacía contigo,
que muchas luces tampoco es que tengas, salvo que el sexo contigo
mereciera la pena porque a ella no le importaría que la empotrases, pero sin
compromisos, claro.
Se puso roja. En serio. Cintia. No me lo podía creer. Roja nivel barra de
labios de Dior.
—Yo no he dicho eso nunca. Pero nunca, ¿eh? No la creas para nada.
Y entonces ahí sí que ya flipé.
—¿Te gustaría que te empotrara?
De toda la conversación, es con lo único que Fran se había quedado.
Pensaba que mi alma había abandonado mi cuerpo y estaba presenciándolo
todo desde el más allá.
—Digamos que no me importaría.
No me quiero imaginar mi cara, con mi pelo pegado y todo asistiendo a
ese giro inexplicable de la conversación.
Y entonces se unió Dani.
Por si éramos pocos.
Vino directo a darme un beso.
—¿Qué coño haces, tío?
—Venga, va, Valeria, es hora de que le contemos juntos la verdad.
Estamos enamorados. Lo siento Fran —dice, pasándome el brazo por los
hombros—, no te lo dije el otro día porque pensé que era mejor que te lo
contásemos juntos.
—¡Ni de coña, Dani! Antes juro voto de castidad que estar contigo.
Métete eso en la cabeza.
—Valeria, ya no es necesario fingir ni alargar nada. El otro día me
besaste delante de todo el mundo. Y Fran ya se ha enterado. No te imaginas
lo duro que ha sido para mí ocultarle esto a mi amigo —dijo el muy
capullo, aprovechando para utilizarme de escudo humano.
—No os enteráis de nada ninguno. Todo esto es por Tommy. Intentaba
ponerle celoso y por eso te besé, aunque hubiera besado a cualquiera antes
que a ti, que te quede claro, Dani. Tommy es el culpable de todo.
—¿Tommy? ¿Mi novio? —preguntó Cintia.
—Sí, tu novio, Cintia. Para ti todo. Yo ya no le quiero. No quiero estar
con nadie. Sólo quiero estar sola y que me olvidéis todos por unos días.
—¿Tienes novio? —interrogó Fran, con cara de adelfa.
—Bueno, no es nada serio —contestó restándole importancia con un
gesto—. Creo que me tiene miedo. No sé si daría la talla en la cama, Fran.
Así entre tú y yo, cuando le he palpado me ha parecido que la tiene un
poco… ya sabes —terminó haciendo un gesto con el dedo índice y el
pulgar.
Y Fran, que como creo que ya os he dejado claro, puede ser más simple
que el mecanismo de un sacapuntas, se puso en plan machito conquistador.
Repugnante.
—¿Quién es Tommy? —preguntó Fran.
Y antes de que me diera tiempo a responder, Cintia señaló a una esquina.
Y Fran se dirigió allí sin que me diera tiempo a reaccionar.
A los pocos segundos, todos los demás le seguimos.
36
Tommy
“No hay mayor mentira que la verdad mal entendida”.
- Williams James

¿Os ha pasado alguna vez que os habéis encontrado en el ojo de un


huracán sin que os hayáis percatado si quiera de que soplase un poco de
brisa? Pues eso es lo que me pasó a mí en la fiesta del sábado noche. Que el
huracán se estampó en toda mi cara.
Literalmente.
Siempre me había parecido que el novio de Valeria, ex novio ahora para
ser más exactos, tenía unas dimensiones que superaban de largo lo esperado
en un ser humano medio normal. En el momento que le vi abalanzarse
sobre mí, me sentí como si estuviera en Parque Jurásico y un dinosaurio
estuviera determinado a terminar con mi humilde existencia.
Y esto antes de haber podido hablar con Cintia para acabar con nuestra
inexistente relación. Para una vez que había reunido el valor para dejar una
chica antes de que ella me dejase a mí…
Os cuento como viví la historia.
Todavía no me creo lo que sucedió.
◆◆◆

El sábado no me sentía lo suficientemente valiente para ir a la fiesta yo


solo. Con todos los frentes que tenía abiertos (en realidad, solo dos, pero
eso para mí que soy de naturaleza tranquila ya es demasiado), necesitaba
sentirme respaldado por mi súper mega panda de tíos y tía imponentes. Bien
es verdad que ninguno de los cuatro tenemos la capacidad para asustar ni a
un mosquito, pero bueno, en grupo siempre se tiene más confianza en las
posibilidades propias.
Antes de ir a dicha fiesta, les puse un poco al día de lo sucedido en los
últimos días. Necesitaba que me dieran su opinión, al más puro estilo del El
Concilio de Elrond en El señor de los Anillos. Sí, ya sabéis, ese consejo que
se celebró en la ciudad élfica de Rivendel y en el que participaron
personajes de todas las razas y regiones de la Tierra Media.
Me estoy poniendo intenso y friki.
Igual no ha sido la mejor referencia que se me podría haber ocurrido.
Lo pillo.
Tuve que subirles la mandíbula uno a uno porque creo que los dos
fliparon cuando les conté que estaba dándole clases particulares a su amiga
y que la amiga de su amiga, se me había tirado el cuello. Lo he contado un
poco embarullado, pero es que fue así como se lo relaté a ellos. Espero que
me hayáis seguido hasta aquí.
—¿Dices que esa rubia que parece salida del Olimpo se te lanzó al cuello
y luego te ha tratado como si fueras su novio? —preguntó Izan. Por si no lo
sabéis, mi colega babea siempre que ve a Cintia. Porque no conoce su
carácter, supongo.
—Sí, esa misma.
—¿Y que Valeria es tu alumna? —preguntó Noah esta vez.
—Sí, la que va con vosotros a esa clase extraña de terapia o no sé qué.
—¿Y que tienes la impresión de que te odia?
—No es una impresión, estoy seguro.
—Pero, ¿cómo eres tan tonto, Tommy? En serio, ni con esas gafas de
culo de vaso eres capaz de ver cuando a una chica le molas.
—Zoe, te aseguro que no le gusto. Después de lo del último día, creo que
ha quedado bien claro. Se besó con el otro gigante de lucha libre.
—A ver, Tommy. Mírame a los ojos. ¿Me estás prestando atención y me
escuchas con claridad?
—No soy estúpido, Zoe.
—Sí, claro que lo eres. Créeme. Esa misma chica preciosa y encantadora,
nos preguntó si estabas saliendo con alguien y si tenía alguna posibilidad
contigo.
—¿Qué? ¿Y por qué no me lo dijisteis?
—Porque nosotros nunca hablamos de esas cosas, ¿no?
—Pero aun así, en este caso podía ser relevante. Lo estoy pasando fatal,
la verdad. Y me podríais haber ahorrado muchas cosas.
—Siempre y cuando no te hubieras dado el lote con su amiga, claro —
concluyó Zoe.
—¿No me has escuchado, en serio? No fui yo, fue ella.
—Ya, claro, eso es lo que soléis decir los tíos. Nunca sois vosotros.
Pobrecito, no sabe cómo la lengua de aquella chica tan mala acabó dentro
de su boca.
—Te aseguro que en este caso es verdad.
—No sé, Tommy, pero no me extraña que Valeria se mosquease. Si a mí
me gustases y te viera morreándote con mi mejor amiga, te aseguro que no
te iba a dibujar corazones en clase. Yo sería más de esbozar un cuchillo o
una calavera o algo un pelín más sutil para que te enteraras de que estoy
cabreada. Y mucho.
—Pero es que, además, yo no podía ni imaginarme que ella se hubiera
fijado en mí ni por remota casualidad.
—Eso es cierto.
—Gracias, Noah, por tu apoyo.
Mis amigos empezaban a caerme un poco mal.
—No te enfades, colega. Es que viendo el tipo de tíos con los que salen
esas dos, me cuesta creer que les guste un tirillas empollón con gafas de
pasta gruesa.
Y ahí hice un sonido casi ininteligible antes de que un puñetazo se
estampara en toda mi cara.
37
Valeria
“El tiempo no duerme los grandes dolores,
pero sí los adormece”.
- George Sand

Todo se precipitó. No sé cómo, la verdad. De pronto vi que todos se


dirigían en masa hacia una zona muy concreta del local, justo en el que
estaba Tommy hablando con sus amigos. Si aquello no era una pesadilla,
desde luego se le parecía bastante.
¡Qué bruto es Fran! En serio. Es que ni medió palabra. Mira que durante
el año que estuvimos juntos traté de suavizar un poco su carácter y hacerle
entender lo importante que era pararse a respirar por unos segundos antes
de lamentar lo que pudiera hacer. Claro, que viendo como reaccioné
también yo, no soy la más adecuada para dar ejemplos.
Creo que trataba de impresionar a Cintia. He llegado a esa conclusión.
Este chico es pura testosterona. Cuando me quise dar cuenta de lo que
estaba pasando, yo ya iba detrás de ellos tratando de convencerle para que
no hiciera ninguna tontería. Y con los tacones que llevaba, no podía ir
demasiado rápido, así que cada dos pasos que daban ellos, equivalían a uno
mío.
Desde luego no estuve nada acertada cuando dije eso de “Tommy es el
que tiene la culpa de todo”. Habría sido algo muy útil que me hubiera
tragado la lengua en aquel instante o que hubiera dedicado el tiempo
necesario a explicar las cosas con claridad, especialmente sabiendo cómo es
Fran.
No me dio tiempo ni a sujetarle el brazo. Según llegó, le soltó un
derechazo que le tiró al suelo. Sus gafas estaban en el suelo hechas añicos.
He llegado a pensar que el hecho de que sonara Roar de Katy Perry a todo
trapo no era ni mucho menos casualidad. Se le oyó rugir como una bestia
parda en todo el local.
—Esto por tratar de ligarte a mis chicas.
¿A mis chicas? En ese momento fui yo la que le pegó un puñetazo (él ni
se enteró, claro, con mi fuerza de calamar y su brazo de acero que fue
donde le golpeé). Debía ser algo así como ver pelear a un Minion con un
gigante de Marvel. Patético, lo sé.
—Yo no soy, ni he sido ni seré tu chica nunca Fran. Pareces un tío salido
de la Edad de Piedra, en serio te lo digo.
—Valeria, anda, no seas así. Lo he hecho por ti. Para que este no se crea
que puede hacer lo que quiera. A una mujer no se la chulea.
—En serio, cada vez que hablas la cagas.
Entonces me acerqué a Tommy y le alargué la mano para ayudarle a
levantarse, pero él se fue sin decirme nada. Al menos, tuvo tiempo de
dejarle claro a Cintia que nunca le ha gustado y que no quería saber nada de
ella. Los insultos resuenan todavía en mi cabeza.
Creo que esta vez hirieron realmente su orgullo.
Bueno, su orgullo y su ojo que tenía pinta de que al día siguiente se le
pondría morado.
III Parte
Después de la fiesta del sábado noche
38
Tommy
“La decepción no es algo que buscas, pero tiene una maravillosa
manera de despejar la mente”.
- Stephen King

Ala mañana siguiente me sentía fatal. Y no me refiero al dolor de cabeza


y más específicamente al dolor de cara que tenía. ¿Sabías que puede doler
la cara? Pues sí, duele. Duele un mogollón. Parecía que me hubieran
desencajado los huesos del cráneo y estuviesen rozando los unos con los
otros. No me quería ni mirar al espejo. Nunca me había sentido el más
atractivo del lugar, así que tampoco hacía falta hacer más sangre viéndome
al estilo Quasimodo. Por otra parte, como ya no tenía gafas, a lo mejor no
habría notado el cambio. Siempre es mejor prevenir.
Salí huyendo de la fiesta como alma que lleva el diablo, herido de formas
que no había imaginado. Si ya habitualmente tengo poca autoestima, me
habían robado la escasa que me quedaba. Si es que aún poseía algún rastro
de ella, se había escondido muy adentro para evitar que alguien más la
pisoteara. Sentía una decepción muy profunda en mi interior y una
determinación clara de que no iba a dejar a nadie que me destrozara el
corazón nunca más. Puede que no sea el más guapo, pero lo que no soy es
el más tonto.
Tenía el fin de semana para recomponer los pedazos de mi corazón roto.
El lunes saldría de casa con una máscara nueva. Ahora que lo pienso, no es
solo una metáfora porque el careto con el que iba a echarme a la calle sería
de los que no se olvidan.
Yo estaba allí para estudiar. Me quedaba poco para graduarme. Luego el
doctorado y a empezar a trabajar. Tenía un futuro prometedor, o eso al
menos es lo que me han dicho los profesores desde que empecé. Debía
centrarme en mis objetivos, en lo que me hacía bien. Iba a olvidarme de
todo lo demás. ¿Para qué? Todo lo demás dolía demasiado.
Y cuando ya tenía todo esto decidido, llamaron a la puerta.
◆◆◆
No tenía ganas de ver a nadie. Todavía no sé por qué al final abrí la
puerta. Necesitaba estar solo. Quería estar solo. La soledad puede ser muy
buena compañera… aunque también la peor. Supongo que ese último
pensamiento funesto fue lo que hizo que me decidiera a abrir, todavía de
mala gana.
Y allí, en el umbral, estaba la persona que menos esperaba ver.
—¿Qué haces tú aquí? —pregunté con sorpresa.
—Creo que necesitamos hablar. Tal vez si lo hubiéramos hecho antes,
nos habríamos ahorrado gran parte de este lío, ¿no crees?
Y ahí estaba la chica más bonita que han visto mis ojos jamás. No lo
entiendo, pero cuando la miro, todo lo demás se desvanece.
Eso no puede ser sano.
39
Valeria
“En un beso, sabrás todo lo que he callado”.
- Pablo Neruda

Me costó mucho dar el paso pero, después de hablar largo y tendido con
los amigos de Tommy en la fiesta, supe que tenía que hacer algo para
arreglar aquel despropósito. Apenas pegué ojo en toda la noche. El bruto de
Fran entendió todo de manera literal y se dirigió a por Tommy a intentar
dejar las cosas claras.
Pobrecillo.
Se ve que no andaba con demasiadas ganas de hablar, porque preguntó si
era él y le soltó un derechazo. Así, sin mediar palabra. Y yo era la única
responsable.
Sabía que Tommy me iba a odiar. Yo misma me odié cuando le vi salir de
allí con el orgullo herido de muerte. Como se ve que todavía me duraba el
achispamiento del Malibú piña (quiero pensar así), le solté a Fran una buena
ristra de insultos e improperios entre los que no faltaron simio sin cerebro,
te debiste de caer de cabeza al nacer y se les olvidó recoger tu cerebro, el
día que se te deshinchen los músculos parecerás un envase de Snickers y
algunos más menos elaborados.
Cosas sin importancia que se dicen en un calentón.
Digamos que yo también perdí el control.
Tengo una leve intuición de que no me va a volver a hablar, al menos en
una temporada muuuuuuuuuy larga. Pero bueno, como se lo montó con
Cintia, igual al final se le olvida. Ya sabéis, el sexo arregla ciertas cosas. Y
creo que los dos estaban un tanto necesitados.
Lo peor de todo, es que pensé que había perdido cualquier oportunidad
con Tommy.
Debía intentarlo. Ya no iba a perder nada más.
◆◆◆
Por la mañana, logré reunir al valor para ir a su habitación. Sabía que
estaba en la residencia de estudiantes y logré que Zoe me dijera cuál era la
suya. Me costó porque ella insistía en que le dejara espacio para recuperarse
de sus heridas. Pero yo intuía que no era así, que no debía esperar ni un
minuto.
Y allí me planté. Cuando abrió la puerta, sentí que me flaqueaban las
piernas por dos motivos. Por un lado, por el miedo a un rechazo definitivo
que cerrase cualquier posibilidad. Por otro, su ojo morado parecía estarme
gritando que ese daño se lo había causado realmente yo.
Tras su sorpresa inicial, me dejó pasar. Me sorprendió mucho ver lo
ordenada y limpia que tenía su habitación. Me pareció muy curioso que
tuviera el Funko de Victor Van Dort de La novia cadáver, porque yo
precisamente tengo el de Emily. ¿Sería una señal?
El parecía incómodo, nervioso. Supongo que lo habitual en cada una de
las ocasiones que nos habíamos visto y de lo que no había sido
verdaderamente consciente hasta ese momento.
—Espero que no te tropieces, ni se te caiga nada encima, como sucede
casi cada vez que nos vemos —le dije para intentar romper el hielo.
Él suspiró y agachó la cabeza. Creo que un poco avergonzado.
—¿Qué quieres que haga si es lo que me ocurre cada vez que te miro?
Tengo una idea clara de lo ridículo que resulta, te lo aseguro.
—No, para nada. Me parece hasta tierno.
Levantó los ojos para mirarme, uno de ellos apenas abierto una rendija.
—¿Qué es lo que quieres, Valeria? No me pillas en mi mejor día. Podría
decir, en realidad, que toda la semana ha sido de pesadilla. Si has venido a
hacerme daño, te ruego que termines cuanto antes para poder empezar a
recomponerme. He tenido más que suficiente por una buena temporada.
Le miré durante un instante. Todo mi cuerpo me pedía a gritos que le
abrazara.
—¿Quieres saber qué me ocurre a mí cuando te miro, Tommy? Lo que
me sucede es que solo puedo pensar en besarte y en qué se debe sentir
estando contigo. Pienso en acariciarte y desnudarte poco a poco, mientras
me cubres de besos y acaricias cada centímetro de mi piel. Y pienso en todo
esto sin apenas conocerte, porque me pareces un chico guapísimo y, sobre
todo, porque tengo la sensación de que eres alguien especial desde la
primera vez que te vi aquel jueves por la noche de hace apenas diez días. Y
después de dos clases contigo, una de las cuales desperdicié enfurruñada
como estaba, estoy segura de que no es solo una sensación, sino una
certeza.
Nos quedamos mirándonos a los ojos, bueno, yo solo a uno de los suyos
porque el otro me daba un poco de yuyu, no os voy a engañar. Y entonces,
mi chico tímido e inseguro se acercó a mí y dejó atrás todos sus miedos.
Cogió mi cara entre sus manos de piel suave. Sus labios se posaron en los
míos haciendo que explosionase algo dentro de mí y agradecí en ese
instante que Fran le hubiera golpeado un ojo y no le hubiera partido la boca
el día anterior para que yo se la pudiese besar en aquel precioso instante. Sí,
he dicho precioso instante.
¿Habéis tenido alguna vez la sensación de que estás justo en el lugar en
el que debíais estar? Pues eso sentí yo en aquel momento.
Tommy era esa pieza del puzle que me completaba.
Toda la locura de esos diez o quince días anteriores en los que habíamos
perdido poco a poco la cabeza, nos habían conducido a ese momento. Un
instane en el que decidimos que nos merecíamos la oportunidad de poner a
prueba lo improbable, que no imposible, porque aunque la mayoría cuando
nos mira piense que no tenemos mucho en común, la realidad es que nunca
podría haber encontrado a una pareja más perfecta para mí.
Epílogo
Valeria
“No olvides nunca que el primer beso
no se da con la boca, sino con los ojos”
- O. K. Bernhardt

Han pasado ya un par de años después de toda aquella locura. Dicen que
el tiempo pasa muy rápido y yo no lo puedo negar, porque estos dos años
han transcurrido en un suspiro.
Tommy y yo seguimos juntos y hemos terminado la carrera. Me ha
ayudado mucho a obtener muy buenos resultados y mejorar mis notas.
Sobra decir que no volví a copiar.
Ya no me hacía falta.
Cintia y yo seguimos siendo amigas, aunque la nuestra nunca volvió a ser
una amistad tan estrecha. Fran le duró exactamente lo que ella había
vaticinado: unos cuantos polvos. Y Dani… Bueno, hemos llegado a la
conclusión que solo quería imitar a Fran porque después de lo sucedido, se
olvidó de mí y Cintia se convirtió en su centro de interés.
Pero claro, ella fue mucho menos sutil que yo.
Cesó de insistir bastante pronto.
Tampoco imaginaba que el amor pudiese ser algo tan bonito. Había
estado con muchos chicos (unos cuantos, al menos) y nunca había
experimentado lo que siento con Tommy. Estar a su lado me da serenidad y
mucha calma. Me da un equilibrio que pensaba que no existía. He
descubierto que una relación puede ser sencilla y, por encima de todo, no
tiene porque ser conflictiva. Y aun así, sigue siendo pasional.
Tommy es alguien sensible que me escucha con atención y se preocupa
por mí. No le ha importado nunca perder su valioso tiempo dedicándomelo
a mí, a que comprendiese todo aquello que necesitaba para que pudiera
aprobar y lograr mi sueño. Aquí me encuentro precisamente, esperando a
entrar a una entrevista de trabajo de una importante agencia de publicidad.
Quieren hacerle profesor asociado y eso que aún no ha terminado su
tesis. No me extraña. Debe ser el chico más inteligente del mundo (y no lo
digo solo porque esté locamente enamorada de él). En cuanto saque el
doctorado, tienen intención de incorporarle a la plantilla de la Universidad
como profesor titular.
Se lo merece.
A pesar de que lo entiendo y me alegro mucho por él porque sé muy bien
cuánto vale y la ilusión que le hace, no me hace demasiada gracia, no os
voy a engañar. Tommy sería un profesor demasiado sexy y estoy
convencida de que habría muchas alumnas babeando por él. No es que me
importe tener competencia, aunque tampoco me apetece, la verdad. Pero en
realidad, lo que no quiero bajo ningún concepto es que ningún novio celoso
vuelva a romperle sus gafas. ¡Con lo guapo que está con ellas!
Pero es su sueño. Y tiene que cumplirlo. Tendré que dejarle y dedicarme
a perseguir también el mío. Al fin y al cabo, todo estará bien mientras
sigamos juntos.
Acerca de la autora

Sarah Lindsay se estrena con Cuando te miro como escritora con una
serie de novelas de comedia romántica que se llama Amor con humor. Cada
una de las historias de esta serie se centrará en el amor a una determinada
edad: los veinte, los treinta y los cuarenta, por el momento.
Este libro surge con la ilusión de escribir una historia fresca y ligera que
sea de fácil y amena lectura en medio de esta época en la que no paran de
aparecer noticias que parecen tratar de robarnos el buen ánimo. Es necesario
reír y olvidarnos de los problemas, aunque sea solo por unos minutos.
En realidad, se trata de una autora prolífica puesto que, aunque es la
primera novela que escribe en este género tan ameno que es la comedia
romántica, son habituales sus libros bajo diferentes seudónimos.
Digamos, entonces, que Sarah Lindsay es el sello romántico que espera
que os enamore.
ANTES DE IRTE

Primero de todo, quiero darte las gracias por darle la oportunidad a mi


novela. Espero haberte podido sacar una sonrisa en algún momento.
Para los autores autopublicados es muy importante vuestra opinión. Por
eso, quiero pedirte unos minutos más para que dejes tu valoración en
Amazon y, si te apetece, en Goodreads.

También podría gustarte