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Antropología Alimentaria – M1 C1
Lic. Laura Piaggio y Lic. Andrea Solans
1
Myntz Sydney. Dulzura y poder. Siglo XXI, México, 1996.
2
Brown Peter. Understanding and applying medical anthropology, Mayfield Publishing Company,
California, 1998.
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Distintas posturas teóricas han enfatizado aspectos diversos de la vida de los grupos sociales y sus inter-
relaciones. No haremos aquí una reseña de las principales corrientes teóricas y sub-disciplinas de la
antropología.
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Antropología Alimentaria – M1 C1
Lic. Laura Piaggio y Lic. Andrea Solans
Proponemos continuar con la lectura de dos textos que nos permiten reflexionar sobre
la noción de cultura y la perspectiva de análisis de la antropología.
Bibliografía obligatoria:
Krotz, Esteban. “Cinco ideas falsas sobre ‘la cultura’”. EN: Diálogos en la acción.
Primera etapa, Dirección General de Culturas Populares e Indígenas. México, 2004
(págs. 13-19).
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Antropología Alimentaria – M1 C1
Lic. Laura Piaggio y Lic. Andrea Solans
La cultura es el elemento que distingue a la especie humana de todas las demás especies.
Esto significa, que la cultura es tan antigua como la especie humana. Mejor dicho: las culturas
humanas son tan antiguas como lo son los diferentes grupos humanos, etnias, y pueblos que
forman la humanidad.
Pero mientras que la cultura humana tiene muchos miles de años de edad, el análisis científico
de la cultura, -es decir, su estudio sistemático, realizado por una comunidad de especialistas
que usan para ello métodos, conceptos y teorías creadas para tal fin- tiene apenas un siglo. Tal
vez tenga que ver esta discrepancia con que entre los especialistas en el estudio de la cultura
haya todavía tan poco consenso sobre muchas cuestiones y que entre los no especialistas se
encuentren todavía muchas ideas equivocadas sobre la naturaleza y las características de los
fenómenos culturales. Sí, en cambio, han podido crear un cierto consenso relativo acerca de la
falsedad de determinadas concepciones de "lo cultural".
En este ensayo se identifican cinco ideas equivocadas acerca de la cultura que se detectan con
mucha frecuencia en el habla común, en comentarios periodísticos y hasta en conferencias
académicas. Hay que tomar en cuenta aquí que los antropólogos y otros especialistas en el
análisis cultural no sólo somos especialistas, también somos practicantes del habla común (a
menudo la mayor parte del día) y por esta razón también nosotros reproducimos en ocasiones
estas equivocaciones, aunque sepamos, cuando nos ponemos a trabajar como especialistas
que tales nociones falsas ya han sido superadas por nuestra ciencia.
Segunda idea falsa: Hay una jerarquía natural entre culturas (y entre subculturas)
Como ya se indicó en la parte introductoria de este ensayo, la cultura humana no es una. Es
tan polifacética y variada como la humanidad misma. De hecho, la cultura humana es un
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Antropología Alimentaria – M1 C1
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mosaico: está compuesta por una cantidad enorme de culturas pasadas y presentes. Esta
multiplicidad cultural aumenta aún más si se toma en cuenta que las culturas de los pueblos y
las naciones no son homogéneas en modo alguno. Todo lo contrario: al interior de un país nos
encontramos -como, por ejemplo, en el caso de México- con gran número de subculturas, o
sea, culturas de determinados segmentos sociales tales como etnias, poblaciones regionales o
grupos profesionales; también hay diferencias culturales que responden a diferencias de edad
y de hábitat, etc.
Como siempre, cuando hay multiplicidad, surge el impulso de comparar. Y no sólo esto sino
también de agrupar. Una forma frecuente de agrupar fenómenos sociales y culturales aplica
criterios jerarquizados. De acuerdo con tales criterios se afirma que una cultura es en algún
sentido "más" que las demás. El famoso libro de Guillermo Bonfil sobre el "México profundo",
por ejemplo, describe cómo a lo largo del medio milenio desde la conquista europea, en México
se ha difundido la idea de que ciertas culturas extranjeras -primero la hispana, luego la
francesa y finalmente la norteamericana- eran y son más valiosas que cualquiera de las
culturas mesoamericanas. Algunos europeos, a su vez, suelen opinar que las culturas de la
llamada "antigüedad clásica", o sea la griega y la romana, eran más valiosas que todas las
culturas europeas actuales.
La misma clase de ideas se encuentra no sólo con respecto a las culturas de países y épocas
diferentes y con respecto a la riqueza cultural al interior de un mismo país, sino también con
respecto a ciertas áreas de la cultura o fenómenos culturales específicos. Por cierto, también
aquí, la cultura calificada de "inferior" se encuentra casi siempre al borde de la descalificación
completa como cultura. Así, por ejemplo, hay amantes de cierto tipo de música orquestal
europea de los siglos XVIII y XIX que la consideran esencialmente superior al rock o a la trova;
incluso llegan a afirmar que estas últimas formas musicales "no son cultura".
Hablando con propiedad, es menester aclarar que no existe absolutamente ningún criterio
objetivo, y mucho menos científico para establecer este tipo de jerarquías. No hay nada que
indique que la cultura del maíz sea mejor o peor que la del trigo o del arroz, que la forma
musical del "lied" valga más que la del "son", que los libros de "ciencia ficción" sean
esencialmente inferiores a las obras literarias del realismo decimonónico.
Desde luego, hay tacos, panes, piezas musicales y cuentos de mejor calidad que otros, pero es
sabido que incluso aquí es difícil ponerse de acuerdo. En todo caso, con respecto a las
diferentes clases de manifestaciones culturales no se pueden aplicar tales criterios
jerarquizantes. Lo único que se puede decir es que a uno le gusta más esta expresión cultural y
a otro más aquella. Es algo semejante a una persona que domina varios idiomas y opta en
determinada situación por uno que le gusta más que los demás. Este ejemplo nos lleva
enseguida a una de las características más maravillosas de la diversidad cultural en nuestras
sociedades.
¿O acaso no es fabuloso que una persona puede cambiar de opinión al respecto de un
fenómeno cultural? ¿Que incluso pueda, por ejemplo, escuchar un tipo de música por la
4
mañana, otro por la tarde y otro más por la noche?
Al interior de una sociedad, esta jerarquización de subculturas y de expresiones culturales va
casi siempre a la par de la estratificación social: las clases ricas y poderosas determinan lo que
debe ser llamado "alta" cultura y lo que es solamente cultura "baja"; la primera suele ser vista
como la cultura propiamente dicha, mientras que la segunda casi no merece el nombre de
cultura. Pero esta clasificación sólo refleja determinada distribución de poder en una sociedad y
época dada, no tiene nada que ver con los contenidos culturales respectivos.
4
Con esto no quiero decir que todas las manifestaciones culturales son equivalentes en términos
absolutos. Tal posición equivaldría a un tipo de relativismo cultural insostenible, que no se defiende aquí.
Sin embargo, no puede discutirse aquí este problema. Una breve aproximación se encuentra en E. Krotz,
“Los escenarios de la diversidad”, en: Opciones, n. 44 (septiembre de 1993), págs. 10-11.
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Antropología Alimentaria – M1 C1
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mestizaje biológico y cultural como algo esencialmente negativo y hasta peligroso y, en todo
caso, inferior a la pureza de la piel blanca, los apellidos españoles y la procedencia peninsular.
Es curioso ver cómo se puede mantener una idea así, cuando todo el mundo sabe que es
falsa. Cuando los españoles iniciaron la conquista americana acababan de terminar con varios
siglos de dominio árabe en sus tierras, pero sin poder borrar, hasta el día de hoy, la influencia
cultural de éste; además, cualquier niño español aprende en la escuela una historia de las
primeras poblaciones de la península ibérica de acuerdo con la cual se da cuenta que esta
historia ha sido, siglo tras siglo, una historia de mezclas biológicas y culturales de todo tipo.
También en cuanto a la cultura yucateca habrá poca gente que no pueda dar muchos ejemplos
de cómo esta cultura se ha venido conformando por herencias mayas, españolas y libanesas, a
las que se agregan las de origen africano, coreano y caribeño, además de las más recientes
influencias europeas y norteamericanas. Por otra parte, es ampliamente sabido que la
influencia cultural proveniente de un mismo origen puede adoptar formas muy diversas, por lo
que, por ejemplo, la herencia española se expresó y se expresa hoy de modo bastante
diferente en los Altos de Jalisco, el centro de la ciudad de México o la costa veracruzana.
Lo que sucede es que quienes reflexionan sobre una cultura o tratan de transmitirla a otra
generación o de distinguirla de otras culturas, siempre están en la tentación de presentarla
como un todo integrado, como algo completamente propio y concluido en sí mismo. Por tanto,
suelen perder de vista el carácter de mezcla de todas las culturas.
Además, las influencias no son cosa del pasado, únicamente repárese sólo un momento en
cómo artefactos inventados en otras culturas, tales como la televisión, el fax o la computadora,
han modificado recientemente y siguen modificando la cultura yucateca. Y lo mismo sucede en
todas las demás culturas y subculturas también.
Cuarta idea falsa: Los recintos propios de la cultura son los museos, los teatros y las
bibliotecas
Recordando lo que se acaba de exponer sobre las concepciones equivocadas que identifican
una parte de la cultura (por ejemplo, las "bellas artes") con toda la cultura y que pretenden
distinguir las culturas "esencialmente" valiosas de las que no lo son, el rechazo de esta cuarta
idea falsa no debería ser muy difícil. Sin embargo, la educación escolar ha contribuido
fuertemente a que para muchas generaciones la palabra "cultura" haya tenido y siga teniendo
una connotación inevitable de solemnidad: cultura es algo muy especial, cultura es algo a lo
que uno se debe acercar con respeto, cultura es cierto tipo de patrimonio colectivo creado por
admirables genios de épocas pasadas. Por tanto, un hogar típico de la cultura, un lugar típico
para encontrarse con la cultura es el museo, por ejemplo, galerías de arte, museos de
antropología e historia; otro hogar típico es el teatro, donde se escucha la música que vale la
pena y se ven las obras dramáticas realmente importantes de diferentes épocas y países.
También la biblioteca con sus anaqueles llenos de pesados y empolvados volúmenes, a los
que sólo al término de engorrosos trámites se tiene acceso, es entendida por muchos como un
lugar típico donde se reúnen los acervos culturales de un país.
Lo que tienen en común los tres tipos de "hogar” de la cultura es fácil de reconocer: se trata de
lugares a los que sólo un muy pequeño porcentaje de la población suele acudir.
Hay que señalar aquí que no pocos antropólogos contribuyen, a menudo sin quererlo, a esta
visión equivocada de las cosas. Por más que promueven que en los museos aparezca lo que
suelen llamar "cultura popular": la música tradicional de las regiones, el teatro campesino, las
artesanías, la arquitectura, la vida cotidiana de los grupos étnicos contemporáneos, las
múltiples costumbres, fiestas, artefactos y prácticas sociales actualmente en uso, también para
ellos la cultura es algo "consagrado", o sea, algo que ha sido creado alguna vez y que en la
actualidad se considera de gran valor. Por tanto así se opina, sólo debe ser admirado,
conservado y reproducido tal cual y cualquier modificación es vista como lamentable "pérdida",
pérdida cultural, pérdida de tradiciones y pérdida de valores.
Esta manera errónea de ver la cultura está confundida con respecto a dos cuestiones.
Desde luego hay creaciones culturales que son dignas de admirarse y que deben ser
conservadas en el estado en que se encuentran. Pero en su conjunto, la cultura, todas las
culturas y sus manifestaciones son algo vivo, algo que surge y se transforma sin cesar y a
veces incluso desaparece después de haber existido algún tiempo. Y constantemente, en la
historia de todas las áreas de la cultura la emergencia de algo nuevo, ha sido considerado
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Antropología Alimentaria – M1 C1
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como "pérdida" o incluso como "traición". Mozart y Beethoven, por ejemplo, que para mucha
gente pertenecen a los más geniales creadores musicales de todos los tiempos, tuvieron que
enfrentarse más de una vez a durísimas críticas por "no respetar la tradición" musical
consagrada en su tiempo. Pero su lugar en la historia de la música fue la de innovadores, y la
generación posterior a ellos volvió a romper los moldes establecidos por ellos.
Además, conviene caer en la cuenta que a pesar de su innegable importancia, los museos, los
teatros y las bibliotecas son sólo algunos de los muchos hogares de la cultura. La mayor parte
de la vida cultural se realiza, se conserva, se reproduce y se transforma fuera de ellos. Es
cierto, que también en Mérida y en Yucatán necesitamos muchos más museos, teatros y
bibliotecas, pero también en el periodismo y en los medios electrónicos, en las casas y los
talleres, en los restaurantes y en las calles y en muchos espacios más se produce y se
reproduce cultura a diario.
Mucha de ella es efímera, otra encuentra su entrada a los recintos mencionados. Lo que
importa destacar aquí es que la vida cultural es más amplia y más rica de lo que se reúne,
colecciona y exhibe en los solemnes espacios especiales destinados a su conservación.
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Antropología Alimentaria – M1 C1
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idea de que la cultura se encuentra únicamente en ciertos recintos solemnes, tales como
museos, teatros y bibliotecas, la evidencia empírica de la enorme amplitud de los procesos de
creación, reproducción, transmisión y transformación de la cultura. Y finalmente se opuso a la
opinión de la liga intrínseca entre Estado y cultura la realidad de una vida cultural mucho más
comprensiva.
Mientras que estas oposiciones constituyen oposiciones entre ideas verdaderas y falsas sobre
la cultura, es pertinente concluir este ensayo con unas consideraciones sobre una oposición de
otro tipo. Hay una oposición en el terreno cultural de suma importancia para todos quienes
analizan y, más aún, quienes viven y participan en una cultura. Esta oposición es la oposición
entre la cultura propia y la cultura impuesta.
Como se ha dicho anteriormente, en todas las culturas y en todos los tiempos se han
documentado influencias de unas culturas sobre otras. El problema no radica en la existencia
de tales influencias, sino en que si los seres humanos pertenecientes a una cultura pueden
decidir libremente sobre si quieren aceptar tales influencias y, en dado caso, cuáles y cómo.
Poder escoger entre alternativas presupone, claro está, conocer alternativas y reconocer a una
influencia concreta como una alternativa entre otras posibles.
Este último aspecto vale no solamente para un país (se recordarán las recientes discusiones
sobre esta temática durante la preparación del Tratado Norteamericano de Libre Comercio),
para una etnia (varios de los comunicados del Ejército Zapatista de Liberación Nacional han
insistido en que determinadas políticas gubernamentales contribuyen a destruir las tradiciones
culturales de los pueblos indígenas), sino también para regiones con una identidad cultural tan
marcada y tan antigua como Yucatán. Precisamente porque la cultura no es sólo lo que se
encuentra en museos, teatros y bibliotecas, sino también lo que está en las calles y las casas,
la opción por una influencia cultural con alternativas culturales tiene que ver con la identidad
colectiva de una población, o sea, de cómo ésta ve la vida y quiere vivirla y qué sentido
encuentra en ella. Pero esto remite enseguida a la estructura del poder vigente en el seno de
esta población: ¿Quién tiene la capacidad de reconocer alternativas, quién puede decidir sobre
cuál se acepta o no? y, en dado caso, ¿cómo?
Reconocer estos elementos críticos de una situación cultural implica admitir que el estudio de la
cultura siempre tiene que ser crítico. Porque se trata de reconocer aquellos elementos en los
procesos culturales que contribuyen a la emancipación de los seres humanos y a una vida más
humana digna y feliz de todos. Esto, empero, no tiene que ver con esta cultura o aquella, con
este pueblo o aquél con esta época u otra. En todos los tiempos, regiones y pueblos se han
generado y se siguen generando elementos culturales que apoyan y reproducen estructuras de
dominación y otros que abren caminos de liberación. El estudio científico de la cultura puede
contribuir al fomento de cualquiera de ambos. Una aportación significativa a la segunda
perspectiva mencionada consiste en combatir las ideas erróneas que siguen existiendo y
difundiéndose sobre los fenómenos culturales.
Actividad de auto-aprendizaje
Luego de leer el texto, responda las siguientes preguntas:
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Antropología Alimentaria – M1 C1
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Antropología Alimentaria – M1 C1
Lic. Laura Piaggio y Lic. Andrea Solans
La constante fluidez teórica y metodológica entre las distintas disciplinas que analizan la
experiencia humana lleva a los antropólogos a buscar, con frecuencia, las especificidades de la
perspectiva de la Antropología. Así como existen varias sociologías, psicologías, economías,
filosofías, historias, existen muchas antropologías. No es este el lugar para problematizar la
relación entre diferencias internas a cada disciplina y diversidad de parámetros teóricos
metodológicos. Pero antes de entrar en nuestra cuestión central, un comentario introductorio
general sobre el debate contemporáneo en torno de la relación individuo/sociedad.
En el campo de las ciencias sociales, la polémica, una vez más, se establece en términos de la
tensión existente entre los enfoques subjetivistas y los llamados objetivistas.
Desde ya, la salida para la presente situación sólo puede plantearse en términos de una
comprensión dialéctica –sin abusar de esta desgastada palabra– de la relación individuo/
sociedad. Los individuos no son productos mecánicos y pasivos de determinaciones sociales ni
de determinaciones económicas o de clase. En realidad, más que hablar de individuo y/o
sociedad, habría que hablar siempre en términos conjuntos, al modo de la relación
individuo/sociedad, donde las partes se constituyen mutuamente. Considerar
permanentemente esta cuestión en término relacionales permite evadir los problemas más
ontológicos que se plantean siempre cuando la discusión intenta comprender cuál de los lados
es más importante para la determinación de la realidad, si el individual o el social.
Está claro que ninguna persona existe a no ser socialmente. Pero también es claro que los
individuos pueden cambiar los marcos definidos de lo social. De hecho, la relación
individuo/sociedad está mediatizada no solamente por trayectorias específicas de desarrollo de
personalidades que califican a individuos como agentes competentes, sino también por
coyunturas históricas concretas (donde las trayectorias individuales se realizan) que crean los
límites y posibilidades de resolución de impases cotidianos ó estructurales, tanto respecto de la
manutención de un determinado orden cuanto de su cambio gradual o radical.
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Antropología Alimentaria – M1 C1
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Antropología Alimentaria – M1 C1
Lic. Laura Piaggio y Lic. Andrea Solans
Bibliografía
ABERCROMBIE, N.; , S. Y TURNER, B. S., “Determinancy and Indeterminancy in the Theory of Ideology”
en New Left Review, Nº 142, 1983, pp. 55-66.
CRAPANZANO, V., “Text, Transferece and Indexicality” en Ethos, Nº 9, 1981, pp. 122-148.
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Antropología Alimentaria – M1 C1
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Actividad de auto-aprendizaje
Luego de leer el texto, responda las siguientes preguntas:
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Antropología Alimentaria – M1 C2
Lic. Laura Piaggio y Lic. Andrea Solans
La alimentación es una de las necesidades básicas del ser humano. Todos, de alguna
manera, necesitamos satisfacerla. El hambre es una de las primeras sensaciones que
nos acucia al nacer y, desde entonces, gran parte de nuestras vivencias están ligadas
a la acción de comer: olores, sabores, personas y circunstancias. Qué comemos,
cómo lo obtenemos, preparamos y consumimos, cuándo y con quiénes, son
cuestiones básicas a tener en cuenta para comprender el fenómeno de la
alimentación1.
Nada de lo que haga un recién nacido establece tan rápido su
conexión social con el mundo como la expresión y la
satisfacción de su hambre. El hambre es epítome de la
relación entre su dependencia y el universo social del que
tiene que formar parte. La alimentación y el cuidado se
relacionan muy de cerca en la infancia. Las preferencias que surgen al inicio de la vida
lo hacen de acuerdo con los límites establecidos por aquellos que proveen el cuidado,
y por lo tanto, dentro de las reglas de su sociedad y cultura2.
Las prácticas alimentarias son imprescindibles para la supervivencia física y el
bienestar psíquico de las personas, y a su vez, son cruciales para la reproducción
social de las sociedades humanas3.
1
Piaggio Laura, Anabella Saks y Gisela Schwartzman. Educar en salud. Ediciones Novedades
Educativas, Buenos Aires, 2001.
2
Mintz, Sydney. Dulzura y poder. Siglo XXI, México, 1996.
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Antropología Alimentaria – M1 C2
Lic. Laura Piaggio y Lic. Andrea Solans
El antropólogo francés Claude Fischler se pregunta en su libro “El H’omnívoro” por qué
comemos lo que comemos y por qué no consumimos todo lo que es biológicamente
comestible4.
3
Arnaiz Mabel “La alimentación en el umbral del siglo XXI”. EN: Somos lo que comemos. Editorial
Ariel, Barcelona, 2002.
4
Fischler Claude. El (h)omnívoro. El gusto, la cocina y el cuerpo. Anagrama, Barcelona, 1996.
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Antropología Alimentaria – M1 C2
Lic. Laura Piaggio y Lic. Andrea Solans
En el plano biológico, los seres humanos nos caracterizamos por ser omnívoros.
Esta cualidad le permitió al hombre, en el transcurso del tiempo largo de la especie,
hacer frente a una gama casi ilimitada de situaciones ecológicas. El hecho de ser
omnívoro permitía la adaptabilidad a una extraordinaria diversidad de ecosistemas al
precio de un constreñimiento mínimo. La dependencia resulta justamente de la
necesidad de la variedad: al ser omnívoro, el ser humano no puede obtener los
nutrientes necesarios para vivir si no es a partir de un amplio abanico alimentos.
El hecho alimentario es extremadamente complejo, entre otras cosas, como
consecuencia del omnivorismo. Tenemos libertad de elección y, al mismo tiempo,
estamos condicionados por la necesidad de variedad. El hombre necesita de una
variedad de productos alimentarios.
Sin embargo, no todo lo que es potencialmente comestible en una región es
comida para los grupos que habitan allí. Todo lo que es consumible por los hombres y
las mujeres no es necesariamente consumido.
El siguiente cuadro muestra una serie de ejemplos de especies que corrientemente
consumen los grupos humanos en ciertas regiones del mundo, mientras que en otros
no es siquiera concebible que se los pueda considerar comestibles4.
Comestible No comestible
Insectos América Latina, Asia, África Oeste europeo, Norteamérica
Perro Corea, China, Oceanía Europa, Norteamérica, América Latina
Caballo Francia, Bélgica, Japón Gran Bretaña, Norteamérica
Conejo Francia, Italia Gran Bretaña, Norteamérica
Caracoles Francia, Italia Gran Bretaña, Norteamérica
Rana Francia, Asia Resto de Europa, Norteamérica
En el próximo cuadro podemos observar que, según han permitido inventariar las
encuestas etnográficas, al menos cuarenta y dos culturas en el mundo consumen
perro y cuarenta y dos, igualmente, aprecian la rata” 4.
Especie N° de culturas
Pollo (carne y huevos) 363
Ganado vacuno (carne y leche) 196
Cerdo 180
Pescado 159
Cordero 108
Pato 67
Tortuga (carne y huevos) 46
Perro 42
Rata 42
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Antropología Alimentaria – M1 C2
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Antropología Alimentaria – M1 C2
Lic. Laura Piaggio y Lic. Andrea Solans
5
Contreras Jesús y Mabel Arnaiz. Alimentación y cultura, perspectivas antropológicas. Editorial Ariel,
Barcelona, 2005.
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Antropología Alimentaria – M1 C2
Lic. Laura Piaggio y Lic. Andrea Solans
Bibliografía obligatoria:
Aguirre Patricia. “La complejidad del evento alimentario”. EN: Piaggio Laura y Andrea
Solans. Enfoques socio-culturales de la alimentación. Lecturas para el equipo de
salud. Editorial Akadia. Buenos Aires, 2014.
Actividad de auto-aprendizaje
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Antropología Alimentaria – M1 C3
Lic. Laura Piaggio y Lic. Andrea Solans
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Antropología Alimentaria – M1 C3
Lic. Laura Piaggio y Lic. Andrea Solans
“Ahora que vivo en Nueva York, tan lejos de mi casa y sobre todo de la cocina de
mi madre, la necesidad de preparar comida decente me ha ocasionado todo tipo de
accidentes chuscos. El grupo de estudiantes con el que comparto un departamento
en la calle 25 y el Río del Este, ha tenido que sufrir junto conmigo las penalidades
de mi aprendizaje culinario.
Jimmy, mi compañero de cuarto, tose molesto a causa del olor que despiden
algunos chiles mientras los frío en manteca. Varias veces ha venido a la cocina por
un vaso de agua y me reprocha con la mirada el estar "contaminando y agrediendo
el aire que respira", pero no me importa. A mí me agreden más sus sopas de lata y
no digo nada. Además, ya sólo me faltan dos chiles para terminar. Después, sólo
tengo que freír en la misma sartén los ajos, la cebolla, las tortillas y la concha.
Todo lo demás ya lo tengo listo”.
Laura Esquivel.
(Mole negro de Oaxaca. Intimas Suculencias,
Editorial Sudamericana, Madrid, 1998)
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Antropología Alimentaria – M1 C3
Lic. Laura Piaggio y Lic. Andrea Solans
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Antropología Alimentaria – M1 C3
Lic. Laura Piaggio y Lic. Andrea Solans
Ud. entra a un restaurant en Colombia y le dan para elegir entre las opciones del siguiente
menú:
sapos ahumados en pan de mandioca
cabeza de gallina rellena a la cacerola
víbora asada a las brasas
tarántula crocante frita en ajos
¿Qué plato elige? ¿En qué criterio basó su elección?
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Antropología Alimentaria – M1 C3
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“La carga imaginaria de los alimentos hace de alguna manera viajar en el espacio y en
el tiempo, impulsa al menos fantasmáticamente a los individuos a través del espacio
social. Pero al mismo tiempo el conocimiento de los ritos y de la etiqueta manifiesta y
preserva los límites del territorio social de los que de él se benefician… La cocina
proporciona una “red” para considerar el mundo y situarse en él, para incorporarse en
el mundo e incorporarlo” (Fischler, 1995: 87).
Bibliografía obligatoria:
Fischler Claude. “Las funciones de lo culinario” (*). EN: Piaggio Laura y Andrea
Solans. Enfoques socio-culturales de la alimentación. Lecturas para el equipo de
salud. Editorial Akadia. Buenos Aires, 2014.
Actividad de auto-aprendizaje
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Antropología Alimentaria – M1 C4
Lic. Laura Piaggio y Lic. Andrea Solans
Para entender por qué comemos lo que comemos, cuando y con quién, debemos
situar el acto alimentario en un contexto socio-cultural más amplio y tener en cuenta
diversos aspectos: biológico, ecológico, tecnológico, económico, social, político,
simbólico.
De esta manera establecemos una gramática culinaria, es decir, reglas que enlazan
a los alimentos para formar las cocinas propias de cada pueblo, comparables a las
reglas gramaticales que enlazan las palabras para formar las oraciones propias de
cada idioma.
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Antropología Alimentaria – M1 C4
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Así, la cocina, tanto como el lenguaje, marca a los pueblos y a los sujetos
brindándoles un sentido de identidad, esto es, de similitud y diferencia con sectores
sociales o culturas distintas.
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Antropología Alimentaria – M1 C4
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Bibliografía obligatoria:
Actividad de auto-aprendizaje
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Antropología Alimentaria – M1 C4
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Antropología Alimentaria – M2 C1
Lic. Laura Piaggio y Lic. Andrea Solans
En el módulo 1, hemos visto que dos características alimentarias centrales del ser
humano son: el ser omnívoros y el ser “cocineros”, o sea el requerir una variedad de
fuentes alimenticias para cubrir los requerimientos nutricionales y el someter lo que se
ingiere y la forma de hacerlo a normas colectivas que regulan la selección, preparación
y modalidad de consumo de los alimentos.
¿Cuándo se gestaron estas particularidades que nos caracterizan como especie?
¿Hemos obtenido los alimentos de la misma manera en el largo tiempo de vida de la
especie humana en el planeta? ¿O podemos identificar modalidades distintivas que se
correlacionan con ciertas estrategias de adaptación al medio ambiente y ciertas formas
de organización social?
La respuesta a esta última pregunta es afirmativa: es posible identificar diferentes
modalidades de obtención de los alimentos, que presentan puntos de inflexión en las
formas de adaptarse al medio y de organización de las sociedades humanas.
Estos grandes cambios o puntos de inflexión se denominan “transiciones
alimentarias”.
Podemos señalar tres grandes transiciones alimentarias en nuestra vida como
especie:
1ª transición: pasaje al omnivorismo e invención de la cocina (transcurre durante el
llamado proceso de Hominización, que se extiende aproximadamente desde hace
4 millones de años hasta unos 45000 años atrás),
2ª transición: pasaje a la agricultura (transcurre durante el neolítico,
aproximadamente hace unos 10000 años atrás),
2
Antropología Alimentaria – M2 C1
Lic. Laura Piaggio y Lic. Andrea Solans
1
Kates Robert. “El mantenimiento de la vida sobre la tierra”. EN: Revista Investigación y Ciencia.
Barcelona, 1994.
2
Aguirre Patricia. “Seguridad alimentaría” Mimeo.
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Antropología Alimentaria – M2 C1
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Podemos ver, entonces, que las grandes transiciones alimentarias se relacionan con
importantes innovaciones tecnológicas y tienen consecuencias en el tamaño de la
población.
3
Harris Marvin. Introducción a la antropología general. Editorial Alianza, Madrid, 2004
4
Antropología Alimentaria – M2 C1
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Siguiendo este recurso didáctico, podemos ver que el género humano (incluyendo sus
antecesores) habría tan sólo aparecido en los últimos 2 minutos de ese hipotético día.
Los enormes cambios que se produjeron en ese último minuto con cincuenta y dos
segundos constituyen el proceso de hominización, es decir, el complejo proceso por
el que nuestros remotos antepasados fueron adquiriendo, poco a poco, las
características biológicas y culturales que nos definen como humanos.
En este punto, cabe aclarar que tomamos como punto de partida la Teoría de la
Evolución propuesta por Charles Darwin en 1859. Según Darwin, el desarrollo de la
especie humana se produjo como resultado de un proceso aleatorio, carente de
intencionalidad. La evolución es resultado en gran medida de la interacción entre
mutaciones genéticas y la selección natural.
En la naturaleza, los cambios genéticos por mutación son frecuentes y
completamente normales, la mayoría pasa desapercibida porque no tiene efectos
sobre el aspecto o las funciones del organismo. Cuando sí lo tienen, si la nueva
característica mejora la capacidad de adaptación de cierta especie a su entorno, esto
aumentará la posibilidad de reproducirse de los individuos con esa característica, y de
transmitir sus genes a una descendencia mayor. Este proceso se denomina
“selección natural” 4.
Debido a la selección natural, se puede decir que los organismos se adaptan a las
necesidades y oportunidades existentes en su medio ambiente. Un carácter adaptativo
es aquél que confiere niveles relativamente altos de eficacia biológica. La eficacia
biológica está asociada a muchas clases diferentes de factores. Puede estar
relacionada con la capacidad del organismo para resistir las enfermedades, conquistar
o defender espacios con más seguridad y obtener energía en cantidades mayores o
más seguras, así como con una mayor eficiencia y seguridad en algún aspecto del
propio proceso reproductivo3.
Debido a cambios ambientales, los caracteres que antes eran adaptativos pueden
volverse inadaptativos. El registro evolutivo muestra que cuando cambian las
condiciones, las especies mejor adaptadas sustituyen a las peor adaptadas o
inadaptadas. En la mayoría de los casos, estas nuevas especies no pueden
considerarse más o menos complejas, “avanzadas” o “eficientes” que sus
predecesoras. Sencillamente, están mejor adaptadas a las circunstancias3.
La evolución biológica no puede desandar los caminos: una vez producido un cambio
en una dirección ya no puede volverse al mismo punto de partida; una vez producida
una modificación que tiende hacia una mayor especialización se reducen las
4
Sloan Christopher. La historia del origen del hombre. National Geographic, 2005.
5
Antropología Alimentaria – M2 C1
Lic. Laura Piaggio y Lic. Andrea Solans
Los cambios en la forma de adaptarse y obtener recursos del medio han sido
establecidos por investigadores especializados en el estudio de restos fósiles
(paleoantropólogos). Los fósiles son vestigios de aspecto pétreo formados por la
sustitución de huesos y tejidos por minerales y que, por tanto, preservan la forma de
un organismo hace tiempo extinto. Los fósiles de nuestros antepasados más antiguos
normalmente sólo se hallan en fragmentos3.
La reconstrucción de las formas de vida de nuestros antiguos antepasados se realiza
combinando múltiples fuentes de datos, entre ellas6:
Estudio morfológico de la dentadura. Caninos grandes, fuertes y puntiagudos
son funcionales en los carnívoros para morder y desgarrar mientras que
molares chatos y poderosos, que son aptos para masticar y triturar, son típicos
de vegetarianos.
Examen microscópico del desgaste en los dientes fósiles. Esta operación
intenta descubrir patrones distintivos de deterioro, causados por las
operaciones que necesitan los distintos alimentos para consumirse: la carne se
corta, las semillas se mastican hasta molerlas, etc., cada una de las cuales
deja huellas precisas en los dientes.
Análisis de las trazas de minerales que se encuentran en los huesos de los
fósiles. Elevadas concentraciones de estroncio y bario están asociadas a una
dieta vegetariana, el cobre está asociado al consumo de frutos silvestres
mientras que niveles altos de zinc, en cambio, corresponden a una dieta rica en
carne.
Análisis químico de los isótopos de nitrógeno, de la razón N15:N14 en los
huesos fósiles, se desprende la proporción de alimento animal consumido en
relación al alimento vegetal.
Análisis de los coprolitos (heces fosilizadas) hallados en los yacimientos.
5
Tapia Alicia, Luisa Pinotti y Ester Icasate. “El proceso de hominización, aspectos biológicos y
culturales”. EN: Lischetti Mirta. Antropología. Editorial Eudeba, Buenos Aires, 2001.
6
Aguirre Patricia “Del gramillón al aspartamo”. Boletín Techint Nro. 306, Buenos Aires, 2001.
6
Antropología Alimentaria – M2 C1
Lic. Laura Piaggio y Lic. Andrea Solans
7
Antropología Alimentaria – M2 C1
Lic. Laura Piaggio y Lic. Andrea Solans
Por las huellas marcadas en ceniza volcánica, en África, sabemos que los homínidos
ya caminaban erguidos hace 4
Homínido: individuo
millones de años. Los rastros de perteneciente al orden
de los Primates
estos australopitecos muestran un superiores, cuya única
talón bien formado, un arco fuerte especie superviviente
es la humana.
y una eminencia metatarsiana
bien definida8.
7
Harris Marvin. Nuestra Especie. Editorial Alianza. Madrid, 1991.
8
Aguirre Patricia “Del gramillón al aspartamo”. Boletín Techint Nro. 306, Buenos Aires, 2001.
8
Antropología Alimentaria – M2 C1
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brazo tenía un 95 por ciento de la longitud de la pierna (el brazo humano sólo tiene un
70 por ciento de la longitud de la pierna). Brazos largos y piernas cortas constituyen
también una ventaja para trepar árboles. Ninguna de estas características
comprometía la postura erguida del A.Afarensis. La principal adaptación del
A.Afarensis consistía en desplazarse por el suelo a dos patas1.
Respecto a las formas de alimentación de los australopitecos afarensis, al parecer los
homínidos mas creíbles en el momento de reclamar el puesto de los ancestros del
género humano, hay consenso que tuvieron una dieta vegetariana de frutos, nueces,
raíces, hojas, brotes y semillas2.
Estos antepasados bípedos y bimanos carecían de colmillos. Los incisivos que tenían
eran ya de por sí pequeños; los molares, anchos y planos; las mandíbulas funcionaban
más para moler y triturar que para herir y cortar1.
Teniendo en cuenta su gran antigüedad, así como su
pie y su dentadura, el afarensis fue probablemente el
antepasado de todos los australopitecos posteriores,
así como de los primeros miembros del género
Homo1.
¿Qué ventaja adaptativa presentó para estos
primeros homínidos el caminar erguidos sobre sus
extremidades inferiores?
El clima de la tierra había comenzado paulatina e inexorablemente a cambiar. La
disminución de la temperatura y la humedad determinó que la cubierta vegetal sufriera
modificaciones. La selva se vio restringida a zonas más pequeñas y la vegetación de
sabana aumentó a expensas de ésta. La sabana es una llanura cubierta de altos
pastos, generalmente gramíneas, con escasos árboles, que constituía el hábitat de los
felinos y también comenzó a serlo para algunos primates. La presión demográfica en
la selva no permitía alimentar a más individuos ante la disminución de su extensión
(por el cambio climático que favorecía una vegetación de gramíneas)
Para los homínidos que comenzaron a ocupar la sabana, la postura erecta resultó
ventajosa porque permitía un radio visual más amplio para detectar fuentes
alimenticias y también la cercanía de algún depredador9.
Como ya mencionamos, otra consecuencia del andar sobre las extremidades inferiores
fue liberar las manos de la locomoción.
Podemos ver, entonces, que entre 4 y 3,5 millones de años atrás, los cambios
evolutivos que presentaron ventajas adaptativas a un paisaje de sabana, dieron lugar
9
Carnese Francisco, Ricardo Guichón y Luisa Pinotti. “Bases biológicas y sociales de la evolución
humana”. EN: Manual de Antropología. Editorial Eudeba, Buenos Aires, 1987.
9
Antropología Alimentaria – M2 C1
Lic. Laura Piaggio y Lic. Andrea Solans
10
Harris Marvin. Nuestra Especie. Editorial Alianza. Madrid, 1991.
10
Antropología Alimentaria – M2 C1
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nueva dieta. La selección de estas aptitudes puede explicar que el tamaño del cerebro
del hábilis sea un 40 ó 50 por ciento mayor que el de los australopitécidos1.
Este proceso lento de encefalización, que se desencadenó por la inclusión de una
proporción cada vez mayor de ingesta cárnica en la dieta, derivó de una actividad
carroñera, no cazadora11. La antropóloga argentina Patricia Aguirre plantea que,
aunque sea un duro golpe para nuestro narcisismo, nuestro cerebro se desarrolló a
expensas del carroñerismo oportunista, dado que las herramientas del homo habilis
eran útiles para el despiece de animales de gran tamaño, pero no tenían viso alguno
de ser útiles para cazarlos.
Las proteínas y ácidos grasos de la carne ayudaron a sostener un órgano
metabólicamente costoso como el cerebro y sirvieron también para reducir el tiempo
dedicado a la obtención de comida, que se estima pasó de las 10 ó 16 horas que le
insumen a los grandes primates vegetarianos a las 3 ó 5 horas de los primates
omnívoros.
En definitiva, el pasaje de una alimentación fundamentalmente vegetariana a una
omnívora, derivada de la ingesta de pequeñas cantidades de carne y médula ósea
obtenidos de restos de animales muertos por otros predadores, derivó en un cerebro
mayor y en el desarrollo de herramientas
progresivamente más refinadas12.
Datados con una antigüedad aproximada de un millón
y medio de años, los restos fósiles de otra especie de
homínidos: Homo Erectus, aparecen asociados a
instrumentos líticos
perfeccionados (bifaces),
grandes hachas de mano
oblongas y apuntadas,
cuchillos y puntas, aptos para
arrojar, cortar y desgarrar, o
sea útiles para cazar. Además,
las estrías microscópicas, consideradas como «marcas de
corte», que presentan los huesos de animales asociados a herramientas del erectus
proporcionan pruebas directas de que éstas se utilizaban para desmembrar animales y
sacarles la carne. El erectus estaba probablemente capacitado también para utilizar
11
Aguirre Patricia “Del gramillón al aspartamo”. Boletín Techint Nro. 306, Buenos Aires, 2001.
12
Hallazgos posteriores al de Leakey evidenciaron la asociación de australophitecus afarensis con
herramientas, no obstante, por el análisis de las trazas minerales en sus huesos se sabe que su dieta
continuaba siendo vegetariana.
11
Antropología Alimentaria – M2 C1
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las lascas y los núcleos con el fin de tallar, cepillar y afilar lanzas de madera. Se
trataba de una especie, considerablemente más alta que el homo hábilis y con una
mayor capacidad craneana: 900 centímetros cúbicos1.
Con este homo cazador nuestra especie, que había sido presa durante millones de
años, se transforma en predadora. Esta nueva ubicación en la cadena trófica cambia
la presión selectiva, la que a partir de aquí ya no dependerá de los predadores sino de
la cantidad de alimento que se pueda extraer del medio ambiente2.
Homo erectus sale de África hacia Asia y Europa, comenzando un proceso de
colonización de hábitats muy distintos. Con una dependencia mayor de alimentos de
origen animal, este homínido necesitaba un radio mayor para obtener sus alimentos y
probablemente su dispersión territorial se haya iniciado tras las manadas migratorias
de grandes herbívoros13. Además, en este período se produce -como ya vimos en la
clase 1 de este Módulo- un gran aumento demográfico (la 1ª oleada de crecimiento de
población, según el paleo-demógrafo Deevey) que coadyuvó a esta expansión
territorial.
Una consecuencia en otro plano del aumento del tamaño cerebral (derivado del
omnivorismo) fue el requerir un canal de parto más ancho en la pelvis de la madre. Sin
embargo, una pelvis muy ancha no era compatible con el andar bípedo, pues afectaría
el equilibrio. La solución que evolucionó entre los homínidos fue que los hijos nacieran
en un estado de menor desarrollo, es decir, antes de que sus cerebros se hicieran
demasiado grandes y no pudieran pasar por el canal de parto. Como consecuencia,
los bebés humanos están menos desarrollados al nacer que las crías de los grandes
simios y permanecen indefensos más tiempo que éstas. Los bebés humanos no ven
bien, ni se pueden desplazar, ni alimentarse a sí mismos hasta mucho después del
parto. Dar a luz unos hijos indefensos y de gran cerebro, que requerían una gran
inversión de tiempo y energía por parte de la madre, debió tener un impacto enorme
en la vida de todo el grupo social de homínidos. Seguramente, tuvieron que obtener
más cantidad de alimento del que hubieran necesitado como individuos, para
suministrar alimento a las madres durante la lactancia o para contribuir a la
alimentación de los jóvenes14. Es decir, que fue necesario el desarrollo de
comportamientos de cooperación y apoyo entre los miembros del grupo para
incrementar las posibilidades de supervivencia.
13
Leonard, William “Los cambios operados en el régimen alimentario han constituido una fuerza motriz
de la evolución humana” EN: Revista Investigación y Ciencia, Barcelona, 2003.
14
Sloan Christopher. La historia del origen del hombre. National Geographic, 2005.
12
Antropología Alimentaria – M2 C1
Lic. Laura Piaggio y Lic. Andrea Solans
A la vez, los hallazgos arqueológicos testimonian que los animales cazados por estos
homínidos eran trasladados a los lugares de asentamiento del grupo para ser
consumidos. Esto habla de un comportamiento cooperativo y de un consumo colectivo
de los alimentos.
Vemos entonces que otra consecuencia del omnivorismo es haber inaugurado la
comensalidad colectiva entre nuestros antepasados.
15
Sloan Christopher. La historia del origen del hombre. National Geographic, 2005.
13
Antropología Alimentaria – M2 C1
Lic. Laura Piaggio y Lic. Andrea Solans
16
Leonard, William “Los cambios operados en el régimen alimentario han constituido una fuerza motriz
de la evolución humana” EN: Revista Investigación y Ciencia, Barcelona, 2003.
17
Aguirre Patricia “Del gramillón al aspartamo”. Boletín Techint Nro. 306, Buenos Aires, 2001.
14
Antropología Alimentaria – M2 C1
Lic. Laura Piaggio y Lic. Andrea Solans
Vemos así que nuestros antepasados de hace 45.000 años se revelan en plena
posesión de manos, herramientas, cocina y palabra: en fin, plenamente humanos. La
cultura, proyectando su sombra protectora, avanzó irresistible4.
Bibliografía obligatoria:
Leonard, William “Los cambios operados en el régimen alimentario han constituido una
fuerza motriz de la evolución humana”. EN: Piaggio Laura y Andrea Solans. Enfoques
socio-culturales de la alimentación. Lecturas para el equipo de salud. Editorial
Akadia. Buenos Aires, 2014.
Actividad de auto-aprendizaje
2) ¿Por qué el autor plantea que la locomoción bípeda puede considerarse como
una de las primeras estrategias en la evolución de la nutrición humana?
18
Harris Marvin. Nuestra Especie. Editorial Alianza. Madrid, 1991.
15
Antropología Alimentaria – M2 C1
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mousse en “ENTRAR”
Mover el cursor a lo largo de la línea del tiempo ubicada en el pie de la página,
hasta el punto correspondiente a 4.000.000 años – “Los chimpancés bípedos”.
o Hacer click con el mousse en las imágenes.
o Lea los ítems presentados y realice una síntesis de los mismos.
Mover el cursor a lo largo de la línea del tiempo ubicada en el pie de la página,
hasta los puntos correspondientes a 2.500.000 años – “Las primeras herramientas”
y 1.800.000 años – “La salida de Africa”
o Hacer click con el mousse en las imágenes.
o Lea los ítems presentados y realice una síntesis de los mismos.
Mover el cursor a lo largo de la línea del tiempo ubicada en el pie de la página,
hasta los puntos correspondientes a 100000 años – “El mundo neandertal” y 45000
años – “Simbolismo”.
o Hacer click con el mousse en las imágenes.
o Lea los ítems presentados y realice una síntesis de los mismos.
16
Antropología Alimentaria – M2 C2
Lic. Laura Piaggio y Lic. Andrea Solans
Hace unos trece mil años los cambios ambientales más importantes empezaron a
incrementar la temperatura media haciendo que los hielos lentamente se vayan
retirando del continente. Esto provocaría una alteración profunda del paisaje por el
aumento del nivel del mar, la expansión de los bosques, una mayor diversidad
faunística y la extinción de la megafauna glaciar. Alrededor de los 10000 años AP
cesaron las fluctuaciones climáticas a gran escala y se instalan las condiciones que
darían espacio para las nuevas transformaciones culturales.
La extinción de la megafauna del pleistoceno provocó un colapso de las culturas de caza
mayor especializada, seguido de cambios en la alimentación. En las costas, se
consumieron pescados y mariscos. En las llanuras, se domesticaron las plantas.
Hace aproximadamente 10000 años, en Europa y Medio Oriente el recalentamiento
del planeta trajo aparejado la expansión de los bosques circundados por espacios
abiertos donde proliferaban gramíneas tales como la cebada y el trigo silvestres. Allí
se domesticaron tanto los animales como las plantas. La población se reunió en aldeas
y, dos mil años después, dependía enteramente de los cereales.
Molinos, morteros y pequeñas hoces evidencian el comienzo de la agricultura en
parcelas junto a las cuales surgirían las primeras aldeas. Paralelamente a la
domesticación de cereales se domesticaron cabras salvajes, carneros, bóvidos y
cerdos.
2
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3
Antropología Alimentaria – M2 C2
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La revolución agrícola en Eurasia y América, cada una con sus particularidades, formaron
parte de una intensificación regional generalizada que sentó las bases de un nuevo
sistema de producción y de consumo alimentario.
Las labores propias de la agricultura condicionaron la aparición de enfermedades
específicas: artritis y artrosis de vértebras cervicales (por el acarreo del grano de y desde
los silos), lumbares, rodilla y dedo gordo del pie comprometidos en la molienda
(característicos de los esqueletos femeninos) rotura y desgaste dental (en mujeres y
varones, por el consumo de granos de cereal mal molido y tostado).
Resultante del sedentarismo y la formación de aldeas, aparecen el hacinamiento, la
contaminación de los acuíferos que, combinados con una nutrición deficiente, hizo que
aparecieran por primera vez las enfermedades masivas: las epidemias.
La sedentarización traería aparejado un incremento marcado de la población vinculado
a varios factores. Por un lado, por primera vez se asegura la disponibilidad regular de
alimentos y otros productos en mayor cantidad. Asimismo, la fisiología femenina ya
adaptada a la mayor exigencia de la economía cazadora recolectora reaccionaría
generando más grasa y disminuyendo el espacio intergenésico. En efecto, siendo el
tejido adiposo el lugar metabólicamente eficiente para la producción de estrógenos
necesarios para la ovulación, su incremento marcado por el cambio de dieta y hábitos
traería como consecuencia inmediata la posibilidad de embarazarse aun durante la
lactancia, acortando el período entre un hijo y otro y aumentando el número de hijos
por mujer.
A su vez, la invención de cerámica permitió, entre otras cosas, remojar y hervir los
cereales o tubérculos para preparar papillas y contribuyó a la supervivencia de los niños
consecutivos al limitar la carga de la madre y ofrecer alternativas al pecho materno.
En Europa y Medio Oriente, de los herbívoros (cabras, ovejas, vacas) que se
domesticaron comenzó a aprovecharse también la leche.
Bibliografía obligatoria:
Vuorisali Timo y Olli Arjamaa. “Genes, cultura y dieta”. EN: Piaggio Laura y Andrea
Solans. Enfoques socio-culturales de la alimentación. Lecturas para el equipo de
salud. Editorial Akadia. Buenos Aires, 2014.
4
Antropología Alimentaria – M2 C2
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Actividad de auto-aprendizaje
2) Detalle los ejemplos que aportan los autores referidos a cambios en la biología
humana acontecidos luego del neolítico.
mousse en “ENTRAR”
Mover el cursor a lo largo de la línea del tiempo ubicada en el pie de la página,
hasta el punto correspondiente a 10000 años – “Neolítico”
o Hacer click con el mousse en las imágenes.
o Lea los ítems presentados y realice una síntesis de los mismos.
5
Antropología Alimentaria – M3 C1
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2
Antropología Alimentaria – M3 C1
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antropólogo italiano Massimo Montanari1 habla de una doble introducción de los nuevos
alimentos en Europa. Ambas tuvieron como incentivo el hambre.
La primera introducción se produjo en el siglo XVI, justo después de los viajes de Colón.
Durante ese siglo en muchas regiones de Europa la población aumentó
considerablemente. No hubo grandes innovaciones en las estructuras de producción y,
especialmente los recursos alimentarios comenzaron a escasear. Ante esta problemática
se pusieron en marcha los mecanismos tradicionales ya conocidos:
-aumento de la superficie cultivada
-desecación de pantanos
-roturaciones.
El maíz, alimento americano que fue llevado por Colón a Europa ya en su primer viaje de
ultramar en 1493, se empezó a cultivar muy pronto (en parte por curiosidad, en parte por
necesidad) al principio en la península ibérica y luego penetró en Francia, Italia y
península balcánica. Pocas veces se lo cultivó en sustitución de otros cereales, la mayor
parte se lo utilizó para forraje, sembrándolo en los barbechos o en las huertas. Su
presencia es difícil de detectar en los documentos dado que los huertos estaban exentos
de censos. El campesino podía sembrar en ellos lo que quisiera. En este sentido, el
cultivo de maíz empezó de forma disimulada, casi furtiva, escapando de los diezmos y
censos. Hasta en el lenguaje el maíz tiende a esconderse: los campesinos le atribuyen
otros nombres que toman prestado de los cereales tradicionales, como el mijo o el sorgo.
El avance del maíz en Europa fue moderado, quizás porque la cultura dominante lo
ignoró por completo (recién en los libros de alta cocina es mencionado prácticamente a
mediados del SXIX). Quizás porque los mismos campesinos desconfiaban de él
considerándolo un alimento para animales.
El maíz y la papa (alimentos americanos) como el trigo sarraceno y el arroz (que llega a
Europa a través de la cultura árabe) se acercaron tímidamente a los cultivos tradicionales
pero no llegaron a imponerse. En el SXVII cayeron en el olvido, para resurgir con fuerzas
a mediados del SXVIII.
Las vicisitudes alimentarias de la Europa del SXVIII recorren un camino trillado:
expansión demográfica, insuficiencia productiva y desarrollo agrícola. Sin embargo, las
dimensiones del fenómeno son mucho mayores. La población europea creció muy
rápidamente, el sistema productivo fue puesto a prueba y el hambre se abatió en
intervalos regulares sobre la población. Montanari sostiene que nos encontramos ante un
1
Montanari M. “A cada cual lo suyo”. En: El hambre y la abundancia. Historia y cultura de la
alimentación en Europa. Crítica, Barcelona, 1995.
3
Antropología Alimentaria – M3 C1
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Paisaje agrario
Todo ello marcó el comienzo del capitalismo agrario, que en algunas regiones europeas
(sobretodo en Inglaterra y, después, en Francia) fue el primer paso hacia la economía
industrial. A la ampliación de los terrenos cultivados y al perfeccionamiento de las
técnicas productivas se sumó el desarrollo de cultivos especialmente resistentes, seguros
y rentables: los alimentos que durante el siglo XV y XVI habían tenido una tímida y
limitada difusión se volvieron a “descubrir” como soluciones de bajo costo a las
apremiantes exigencias alimentarias. Tal es el caso del arroz y del trigo sarraceno que en
algunas zonas fueron introducidos por primera vez y en otras fueron reintroducidos. Pero
fueron sobre todo el maíz y la papa los que se colocaron en primer plano, desplazando
en los campos a muchos viejos competidores. La explicación a este fenómeno se debe a
su mayor fiabilidad (en término de resistencia a las adversidades climáticas) y el
rendimiento muchísimo más elevado de los nuevos cultivos. En el caso del maíz, en
algunas regiones de Europa, donde en el SXVIII rendía 80 toneladas por simiente,
4
Antropología Alimentaria – M3 C1
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cuando el centeno no llegaba a 6 y todavía más bajo era el rendimiento del trigo. Con la
papa se producía un “milagro” parecido: a igualdad de superficie cultivada, era suficiente
para alimentar al doble o al triple de personas que los cultivos tradicionales de cereales.
Si durante más de un siglo estos cultivos habían permanecido al margen del sistema
productivo y alimentario europeo, en el SXVIII el tema del hambre se agudiza hasta tal
punto que hace necesarias nuevas soluciones.
Esta revolución en las estructuras productivas y alimentarias que tiene lugar en Europa
en el siglo XVIII (y se prolonga hasta los primeros decenios del SXIX) apuesta por la
cantidad. Montanari sostiene que fue una revolución relativa ya que se trata de una
innovación dentro de la opción cerealística que ya se había impuesto desde hacía tiempo
especialmente para las clases populares europeas. Una opción necesaria y casi forzosa
teniendo en cuenta el aumento de la población y la desigual distribución social de los
productos cárnicos.
Montanari afirma que sólo la crisis interna del sistema alimentario europeo modificó la
desconfianza inicial hacia estos productos americanos. Explica que la aceptación de
estos alimentos solo fue posible gracias a un proceso de homologación cultural que
cambió el uso de estos productos adaptándolos a las tradiciones locales. El maíz fue
interpretado por los campesinos europeos de acuerdo a los arreglos de su propia cultura
adjudicándole en uso alimentario totalmente distinto del que hacían las poblaciones
americanas. En definitiva, para este autor, los productos americanos no alteraron el
sistema alimentario europeo, más bien fueron llamados (lo más tarde posible y con
adaptaciones oportunas) para restaurarlo.
La antropóloga argentina Patricia Aguirre, por su parte, explica que los alimentos
americanos no restauran el sistema agroalimentario tradicional sino que contribuyen a
crear uno nuevo. Los alimentos americanos a partir del SXVIII entran en un nuevo juego
de relaciones, una agricultura transformada por la aplicación de la ciencia al cultivo, un
diferente régimen de propiedad que tiende ahora a la venta en el mercado de productos
agrícola antes que a la autosuficiencia, la población expulsada del campo que encuentra
lugar en los nacientes cordones manufactureros de las ciudades. Todo ello configura un
escenario en transformación donde los alimentos americanos entran porque se han
modificado las relaciones sociales que sustentaban las viejas formas de producir, de vivir
y, por lo tanto de pensar y de comer. A diferencia del antropólogo europeo, Aguirre
sostiene que los alimentos americanos no son llamados para restaurar el sistema
agroalimentario europeo sino que contribuyen a crear uno nuevo en el marco de una
profunda transformación económica (agricultura científica), social (trabajo asalariado) y
política (monarquías a democracias).
5
Antropología Alimentaria – M3 C1
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La revolución agrícola:
A fines del siglo XVIII, Inglaterra encabezó el proceso llamado Revolución Agrícola.
La aristocracia terrateniente empezó a experimentar la rotación de cultivos y la cría
selectiva de ganado ovino. La producción necesitó cada vez menos mano de obra.
Esta fue una de las puertas hacia la Revolución Industrial que reemplazó el trabajo
artesanal por el de máquinas mecánicas.
Como mencionamos anteriormente, en Europa el siglo XVIII fue un siglo signado por la
escasez y el hambre crónicos, por la combinación de expansión demográfica e
insuficiencia productiva. La mayor parte de la población vivió y trabajó en un estado de
desnutrición permanente, asimilada como una condición de vida normal.
A este aumento de población se respondió con la fórmula tradicional, esto es,
extendiendo la frontera agrícola y desmontando bosques para dedicarlos al cultivo de
cereales. El clima “moderno” de la aplicación de la ciencia a la producción justificará la
expansión “contra” la naturaleza.
En las tierras inglesas y alemanas desde principios del siglo XVIII los intereses
empresariales de los terratenientes unidos con la experimentación científica dieron
origen a la aceleración del desarrollo de la agricultura. Este fenómeno que recibió la
denominación de Revolución Agrícola se caracterizó por la integración de agricultura y
ganadería para aumentar el rendimiento por hectárea.
Uno de sus protagonistas de la Revolución agrícola fue Jethro Tull quien en 1733
publicó en Inglaterra, "Agricultura con roturadoras tiradas por caballos".
Uno de los varios cambios que se emprendieron fue la rotación de cultivos. Esta
técnica permitió mantener la fertilidad del suelo con forrajes para alimentar el ganado
en los meses de invierno.
Esta metodología de producción iba en contra de los usos tradicionales de la tierra que
estaba dividida en pequeñas fracciones trabajadas familiarmente. Los terratenientes
comenzaron la unión de parcelas y el cercado de terrenos, junto a la abolición de los
usos comunales de la tierra y los bosques. Este fue el primer paso al capitalismo
agrario y a la economía industrial.
En este contexto de revolución agrícola, como explica Montanari, se redescubrieron
los alimentos americanos como la papa o el maíz (que habían sido introducidos en
1493 y vegetaban en las huertas como alimentos de carestía o de los animales) junto
al arroz y el trigo sarraceno (que habían sido introducidos por los árabes durante los
400 años de dominación de la península Ibérica).
En la Europa septentrional, el barbecho fue sustituido por la rotación de cultivos
complementarios. Los tubérculos (nabos, papas) y los forrajes (trébol), para alimentar
6
Antropología Alimentaria – M3 C1
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el ganado, podían ser introducidos en las rotaciones sin agotar la tierra, intercalándose
con el cereal, según el siguiente ciclo: trigo-nabos-cebada-trébol. De este modo, la
tierra se pretendía regenerar la tierra sin necesidad de dejar de producir.
Junto con la papa, otros productos originarios de América, y ya conocidos con
anterioridad, se difundieron en este período. Es el caso del maíz, empleado como
forraje, o los pimientos, cultivados en huertas.
La supresión del barbecho supuso la desaparición del sistema de explotación
colectiva, basada en la división de hojas, y también del ganado que pastaba en los
rastrojos. Éste fue sustituido por la ganadería en establos, alimentada ahora con el
forraje cosechado.
La Revolución Agrícola permitió optimizar la producción de alimentos en cantidad y
calidad pero con menos mano de obra. De esta manera, preparó el camino para la
Revolución Industrial que reemplazó el trabajo artesanal por el de máquinas
mecánicas. Se registró un excedente de mano de obra rural que, con el tiempo, se
convirtió en la fuerza de trabajo de las fábricas industriales de las grandes ciudades.
7
Antropología Alimentaria – M3 C1
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Durante dos millones de años las fuentes de sabor dulce que los humanos consumieron
han sido las frutas, los vegetales, la miel y la leche. No hace más de 400 años que
comienza a generalizarse el consumo de azúcar procedente de la caña, y este es el
proceso en el que nos interesa detenernos en esta clase.
2
Se vendía en las boticas en pequeñas cantidades (se lo pesaba en gramos) para ser usado en cataplasmas
para el catarro, como colirio o en polvo como antiséptico y cicatrizante.
8
Antropología Alimentaria – M3 C1
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A partir del siglo XVII, la producción de estas plantaciones en suelo americano hizo que
en Europa el azúcar dejara de ser un bien escaso y lujoso, y en particular en Inglaterra,
se inició un asombroso incremento de la demanda.
El aumento de la producción a mediados del siglo XVII fue tan precipitado que los precios
cayeron un 70% tan sólo en 3 décadas. En el mismo período el consumo se cuadruplicó.
Los dueños de las plantaciones compensaron esta caída del precio con la elaboración de
un sub-producto de la caña: el ron, hecho a partir de la melaza que hasta ese momento
se descartaba.
El “triángulo infame”
Durante poco menos de tres siglos a partir de la conquista de América, no hubo, para
el comercio de Europa, producto agrícola más importante que el azúcar cultivado en
estas tierras.
Las islas azucareras se convirtieron en uno de los puntos obligados del que, y al que,
fluía el comercio de todo el imperio británico, formando parte de un sistema que se
conocía como el Triángulo del Comercio y que, algunos autores han llamado el
“triángulo infame” porque tuvo como eje el tráfico de esclavos.
Los barcos zarpaban de Inglaterra cargados con productos europeos hacia África
occidental. Allí comerciaban con jefes tribales, de los que obtenían prisioneros de
guerras inter-tribales como esclavos. Pero los comerciantes de esclavos además
emprendieron excursiones
al interior del continente
africano y llegaron a
capturar tribus enteras.
Durante el período que duró
el comercio de esclavos
(siglo XVI hasta primeras
décadas del XIX), unos
veinte millones de hombres,
mujeres y niños negros fueron llevados a ultramar. En los barcos se montaban unas
cubiertas especiales para convertirlos en barcos negreros, se esposaba a los esclavos
y se los recluía debajo de las cubiertas. Durante el viaje, numerosos africanos morían
víctimas de epidemias o desnutrición, o se suicidaban negándose a comer,
ahorcándose con sus cadenas o arrojándose por la borda al océano.
Una vez echada el ancla en un puerto americano, los esclavos sobrevivientes eran
desembarcados a toda prisa y se desmantelaban las cubiertas suplementarias. Se
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cargaban entonces los productos coloniales (azúcar, ron y tabaco) y el barco volvía
a salir camino a Inglaterra.
El continente africano sufrió un gran despoblamiento al igual que el americano (en
cuanto a poblaciones nativas se refiere).
Además, las tierras del trópico (norte de Brasil e islas del Caribe) fueron agotadas a
partir del monocultivo de caña en las grandes plantaciones (latifundios).
Las islas azucareras pasaron a
En Londres se formaron algunas
representar una de las principales organizaciones “abolicionistas” que se oponían
a la esclavitud y dirigieron sus críticas a la
fuentes de ingresos comerciales para
forma de producción del azúcar, proponiendo
Inglaterra. el primer boicot de consumidores en la
historia, desalentando la compra de azúcar
El azúcar del trópico latinoamericano procedente de las Indias Occidentales
aportó un gran impulso a la (América). La Sociedad Antisacarífera de
Londres decía en uno de sus panfletos “si una
acumulación de capitales para el familia que consumiese 5 libras de azúcar a la
semana, las compra durante 21 meses en las
desarrollo industrial de Inglaterra. El Indias Orientales en lugar de las Occidentales,
capital acumulado en el comercio ¡puede evitar la esclavitud de un semejante! Y
tan sólo ocho familias con este
triangular -manufacturas, esclavos, comportamiento, impedirían en 20 años la
esclavitud de 100 almas” (Ritchie, 1996:169).
azúcar- hizo posible la invención de la
máquina de vapor: James Watt fue subvencionado por mercaderes que habían hecho
así su fortuna.
El comercio triangular entre Europa, África y América generó conexiones entre los
procesos históricos de las tres regiones. La esclavitud, la deforestación y las
economías de plantación, estuvieron estrechamente relacionadas con la
industrialización y el surgimiento del proletariado inglés.
De lujo a necesidad
¿Cómo intervino el azúcar en la alimentación del naciente proletariado industrial en
Inglaterra?
Recuerden la descripción de las condiciones de vida de las familias obreras en
Inglaterra que aporta Harris en el artículo leído “La burbuja industrial”. “Los operarios
fabriles y los mineros trabajaban 12 horas diarias luchando contra el continuo gemido y
estruendo de máquinas y ejes, el polvo, el humo y los olores hediondos (…). Al final de
la jornada se retiraban a sus sombríos tugurios llenos de piojos y de pulgas. El
raquitismo se volvió endémico en las ciudades y distritos fabriles. También aumentó la
incidencia de la tuberculosis y de otras enfermedades propias de dietas insuficientes”
(1986: 232).
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Antropología Alimentaria – M3 C1
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Una descripción de 1845 nos dice: “hallamos que la alimentación de origen animal se
reduce a unos trozos de tocino cocido con papas; más bajo aún, este tocino desaparece
no queda más que queso, pan, papilla de harina de avena (porridge) y papas; hasta el
último grado, entre los irlandeses, donde las papas constituyen el único alimento. Se
bebe en general, un té ligero mezclado con un poco de azúcar, o a veces de leche, o de
aguardiente. El té es en Inglaterra e incluso en Irlanda, una bebida tan necesaria e
indispensable que en los hogares donde ya no se bebe té, reina la miseria más negra”
(Engels F. “La situación de la clase obrera en Inglaterra”).
El incremento en la producción en las plantaciones americanas hizo que el azúcar
fuera cada vez más abundante y barato en Inglaterra. Así, dejó de ser un lujo de las
clases acomodadas y comenzó a generalizarse su uso en todas las clases sociales. A
medida que aumentaba la disponibilidad y bajaba el precio, el azúcar dejó de ser un
artículo suntuario, perdió la capacidad simbólica de otorgar distinción y prestigio a quien
lo consumía, y se difundió hacia las capas más bajas de la sociedad.
Esta generalización del consumo se dio a partir del uso como endulzante de
infusiones, como conservante de frutas y, luego, en la elaboración de panificados
dulces.
El azúcar como endulzante cobró relevancia en conexión con otras tres importaciones: el
té, el café y el chocolate, entre las cuales la primera: el té llegó a ser la bebida no
alcohólica más importante de Inglaterra, a partir del dominio colonial de la India.
Es decir que el azúcar se convirtió en un producto común de la mano del incremento en
el consumo de té. A fines del siglo XVIII, escribió un clérigo inglés en referencia a la
alimentación de los pobres: “En estas difíciles circunstancias,
la carestía de la malta y la dificultad de procurarse leche, lo
único que les queda para remojar su pan es el té. Este es su
último recurso. El té (junto con el pan) proporciona una
comida diaria para toda la familia, a un costo no mayor de un
chelín por semana” (Mintz, 1985: 159)
Podemos ver, en ésta y en las anteriores citas, que la dieta
de la clase trabajadora era deficiente en calorías. No cabe duda que el azúcar
proporcionó por lo menos algunas de las calorías necesarias.
El azúcar, junto con el té, se ajustó a los tiempos de trabajo y de descanso de la
fábrica, y suplió las necesidades energéticas de trabajadores que no tenían la
capacidad de producir sus propios alimentos.
La combinación de un estimulante no alcohólico, amargo, caliente y líquido, con
una sustancia rica en calorías e intensamente dulce llegó en el momento en el que su
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mayor consumo estaba garantizado por los ritmos del mundo de la fábrica y la máquina,
que eran el telón de fondo para su uso.
A partir del siglo XVIII en Inglaterra el azúcar también comenzó a usarse popularmente
como conservante de frutas y para la elaboración de panes y pastelillos. Los pasteles,
postres, panes con mermelada, pasteles de melaza, bizcochos, tartas, bollos y dulces
aparecieron cada vez más en la dieta inglesa a partir de 1750, y como un diluvio desde
1850. Se generalizó la costumbre de tomar té con azúcar acompañado de una
repostería horneada.
Hacia 1850 el azúcar se había transformado en una necesidad para los trabajadores
industriales y urbanos, convirtiéndose en la base alimenticia del naciente proletariado
inglés.
La hipótesis de Sidney Mintz es que el azúcar junto con el té (estimulante líquido caliente
cargado de calorías) aportaron saciedad a la dieta de los trabajadores, aunque su calidad
siguiera siendo deficiente, y ello “redujo dramáticamente el costo de crear y reproducir el
proletariado metropolitano”. Así llega a rotular al azúcar y a las bebidas estimulantes
como “alimentos-droga”, planteando que a medida que se convertía en una golosina
proletaria barata, “la sacarosa era el opio del pueblo”. Al haberse transformado en un
artículo común y necesario en la alimentación de la clase obrera, mantener constante el
abastecimiento y accesible el precio pasó a cobrar una gran importancia política en la
metrópoli.
Vemos, entonces, que el azúcar refinada pasó de ser utilizada como medicamento, como
especia, de ser considerada un artículo de lujo en las mesa de los nobles, a ser un
endulzante de infusiones, un medio para conservación de alimentos, llegando a
convertirse en un elemento central de la dieta del nuevo proletariado industrial, ello a
partir del aumento exponencial de su producción en las
plantaciones americanas sostenidas con mano de obra esclava.
Desde mediados del siglo XIX el uso del azúcar se volvió cada vez
más frecuente y generalizado en buena parte de la población
mundial. Este alimento implicó una transformación masiva de los
hábitos alimentarios a escala planetaria, de la mano del incremento
de la industrialización y urbanización. Aspectos que abordaremos
en la próxima clase.
Bibliografía obligatoria:
Mintz, Sydney. “Comer y ser” EN: Piaggio Laura y Andrea Solans. Enfoques socio-
culturales de la alimentación. Lecturas para el equipo de salud. Editorial Akadia.
Buenos Aires, 2014.
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Pero, como sostiene Aguirre, en la etapa industrial no alcanza tener alimentos y que
sean baratos, además deben tomar otro formato para satisfacer las necesidades de
abastecimiento urbano. Se necesitan formas de comercialización (venta mayorista –
minorista) que provea un flujo constante de alimentos durables (conservación), al lugar
donde los necesiten los compradores (transporte), seguros (control sanitario), que
respondan a las nuevas formas de vivir, donde el trabajo asalariado demanda a la
mano de obra femenina mas fábrica y menos cocina (mecanización)
Para eso la alimentación sufrirá una transformación en cinco áreas:
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Percibimos una baja (real o imaginaria) de las cualidades gustativas de los alimentos.
Así la estandarización de los productos, su pasteurización, esterilización, saborización,
coloración, nos impacta como “comida de plástico”. Todo sabe igual, es higiénica,
segura, pero insípida. Se ha pasado de la cocina al laboratorio y esto trae nuevos
peligros: en términos de Fischler, estamos en el momento del festín envenenado. No
solo no sabemos de donde viene lo que comemos, sino que el alimento entraña
peligros invisibles e incontrolables: la fruta es bella pero insípida y quién sabe con que
pesticidas ha sido tratada. Los pollos son baratos y tiernos pero se hacen agua en el
horno y han sido alimentados con hormonas para ganar peso. Fiambres, salsas y
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alimentos (salados y grasos que no contenían tal producto en su receta original) ahora
se fabrican con cantidades de azúcar “invisible” como anzuelo para estimular su
consumo. Salchichas que creíamos de cerdo un día descubrimos que son de vaca o
peor aún, que esta permitido desde hace años que contengan carne de caballo, etc.
Además, junto con los cambios de formato, una de las consecuencias más importantes
de la creciente intensificación de la producción capitalista en relación a la alimentación
ha sido que la producción alimentaria se ha convertido en producción de beneficios y
no de alimentos.
El aumento de la producción se hace a costa de la inversión en tecnología y energía
fósil y los nuevos formatos implican transformaciones que aumentan su valor
agregado, con un consiguiente aumento de costos. Lo que hace que pasen a ser más
importantes los beneficios que los productos y por lo tanto deje de ser importante la
disponibilidad (la producción) para que todo conflicto sobre los alimentos se centre en
el acceso (quién puede comprar qué). Si los alimentos se constituyen como tales en
tanto son buenos para vender la lógica del mercado concluye que comerán solo
aquellos que tienen para comprar.
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Bibliografía obligatoria:
Mintz, Sydney. “Comer y ser” EN: Piaggio Laura y Andrea Solans. Enfoques socio-
culturales de la alimentación. Lecturas para el equipo de salud. Editorial Akadia.
Buenos Aires, 2014.
Actividad de auto-aprendizaje
Relacione los siguientes conceptos presentados en el texto de Mintz en diferentes partes
del capítulo:
Usos industriales / indirectos (Págs. 83, 85, 92, 93, 97) y libertad de
elección (Págs. 86, 87, 88, 90, 97).
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Bibliografía obligatoria:
Patel Raj. Obesos y famélicos (capítulos seleccionados) EN: Piaggio Laura y Andrea
Solans. Enfoques socio-culturales de la alimentación. Lecturas para el equipo de
salud. Editorial Akadia. Buenos Aires, 2014.
Actividad de auto-aprendizaje
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Di Nucci J. y Lan D. 2008. “Globalización y modernización del comercio minorista argentino en la
década de los noventa”, Huellas Nº12.
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Por su parte, los comercios tradicionales de la alimentación, son los más afectados por
la competencia que se entabla. Sin embargo, estos formatos tradicionales han
persistido, siendo éste un rasgo distintivo del abastecimiento alimenticio argentino.
La llegada de empresas transnacionales a la gran distribución argentina, tuvo
importantes repercusiones en las formas de competencia, modalidades de gestión y
estrategias competitivas de los agentes más importantes del comercio.
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Ahora bien, en el Gráfico Nº 1, se observa que las tendencias que habían comenzado
en los ochenta, se profundizan a partir de los años 1991/1992, de la mano de los
cambios en el contexto macroeconómico del país, los cuales llevan a un fuerte
proceso de “supermercadismo”.
Para el año 1995, los locales de self-service (supermercados + autoservicios) alcanzan
al 43% del total de las ventas alimentarias del comercio minorista, tendencia que será
creciente a lo largo de la década.
Durante el primer quinquenio de los noventa, la expansión territorial de los
supermercados, comienza por la ciudad de Buenos Aires, y se extiende al Gran
Buenos Aires, no siendo aún muy importante su expansión hacia el interior del país,
proceso que se da a partir del año 1995.
En general, se afirma que entre los años 1996 y 1998, los supermercados fueron los
únicos formatos dentro de la cadena de comercialización que resultaron beneficiados,
a pesar del estancamiento general del consumo. Por ejemplo, en el año 1997,
mientras la demanda de alimentos básicos del conjunto del país cayó 0,1% respecto
de la del `96, la venta de los supermercados aumentó 7,1%. De esta manera, se
verifica la concentración cada vez mayor de las ventas en menos bocas de
expendio.
Ahora bien, para realizar un análisis más detallado de lo ocurrido en la estructura del
comercio minorista en la segunda década de los años noventa, se presenta
continuación la Tabla N° 1, con los datos correspondientes a la evolución en la
cantidad de negocios durante estos años:
Dentro de la gran distribución, son los supermercados los que han ganado entre los
años 1997 y 1998, ya que como se observa en la Tabla N° 1 abrieron 47 bocas de
expendio y aumentaron sus ventas (Gráfico N° 1), en un 10% entre 1996 y 1998,
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llegando a aglutinar casi el 57% de las ventas del total de los formatos de la
alimentación.
Mientras tanto, los negocios tradicionales de la alimentación, vieron caer su
participación como nunca antes, y llegaron a 17% de las ventas en este rubro, cuando
en 1990 acaparaban más del 40% (ver Gráfico N 1).
Es importante remarcar que otra característica de estos años es que las firmas
comienzan a diversificar los formatos, es decir, por ejemplo empresas
supermercadistas buscan incursionar en hipermercados, mientras que
hipermercadistas netos como Carrefour o Wal-Mart buscan formatos más chicos.
Además, se inicia un proceso dinámico (que continúa hasta la actualidad) de apertura
y crecimiento de los formatos que privilegian la proximidad, la oportunidad y las
pequeñas superficies, como minimercados y Hard Discount (HD: Tiendas de
Descuento), con presencia de capitales extranjeros y en forma de grandes cadenas
(Best, Stop, Día, Eki, etc.).
Se podría decir, que el crecimiento espectacular del supermercadismo, es
consecuencia de variadas estrategias comerciales, entre las que se pueden destacar,
la guerra de precios, las marcas propias o segundas marcas, el desarrollo de la
logística, la disminución del personal, la diversificación de formatos, la combinación de
formatos de proximidad, la ampliación de horarios y de días de apertura, los sistemas
de tarjetas y acumulación de puntajes, la inclusión de servicios anexos (como patios
de comida), el uso de precios predatorios (por debajo de los costos) y, la
subordinación de las empresas proveedoras, entre otros.
Una cuestión muy importante y con consecuencias muy complicadas, es la práctica de
los denominados “precios predatorios”2 o dumping, por parte de los grandes
hipermercados, especialmente Carrefour y Wal-Mart, que se han dado en este
periodo. Este mecanismo no está permitido en los países de mayor tradición
supermercadista, e incluso se lo penaliza, mientras que en Argentina se ha puesto en
práctica sin cuestionamientos legales y/o judiciales durante toda la década de los
noventa.
Consideraciones finales
El proceso de globalización y de modernización en el comercio alimenticio argentino,
tiene su máximo esplendor en la década de los ´90 en el marco de la democracia de
mercado y el neoliberalismo como doctrina económica, produciéndose el
2
Una empresa actúa en forma predatoria cuando reduce los precios por debajo de sus costos para
desplazar a sus competidores del mercado y así poder cobrar precios superiores a los de un mercado
competitivo.
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Bibliografía obligatoria:
Elliot Charlene. “Publicidad de Alimentos para la Diversión (Fun Foods). Descripción y
análisis de los mensajes en los alimentos dirigidos a niños/as en los supermercados”.
EN: Piaggio Laura y Andrea Solans. Enfoques socio-culturales de la alimentación.
Lecturas para el equipo de salud. Editorial Akadia. Buenos Aires, 2014.
Actividad de auto-aprendizaje
“En el supermercado usted puede hacer todas sus compras y pasar horas
sin hablar con nadie, sin pronunciar una sola palabra, sin ser interpelado
por nadie, sin salir del narcisismo especular que lo lleva y lo trae de unos
objetos a otros. En [la feria de] la plaza usted se ve obligado a pasar por
las personas, por los sujetos, a encontrarse con ellos, a gritar para
ser entendido, a dejarse interpelar. En el supermercado no hay
comunicación, sólo hay información. No hay ni siquiera, propiamente
hablando, vendedores sino sólo personas que trasmiten la información que
no fue capaz de darle el empaque del producto o la publicidad. Los sujetos
en el supermercado no tienen la más mínima posibilidad de asumir una
palabra propia sin quebrar la magia del ambiente y su funcionalidad. Alce
la voz y verá la extrañeza y el rechazo de que es rodeado. Los
trabajadores no son más que su rol: administrador, supervisor, vigilante,
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Estos cuatro elementos dan lugar, para algunos autores, a lo que se llama una cocina.
Para Rozin y Rozin (1981), de estos elementos resultan muy importantes los
principios de condimentación o combinación de aromas que son característicos de
una cocina determinada y, que a su vez, pueden caracterizarla, identificarla y darle
continuidad a través del tiempo porque son los elementos más resistentes a
desaparecer. Estos principios de condimentación, aunque supongan un porcentaje
muy pequeño de la ingesta total de alimentos, por su distintivo sabor y uso reiterado
jugarían una función muy importante en la identificación de cualquier plato como
“propio” de una cocina particular. Así, por ejemplo, la salsa de soja y el jengibre otorga
a un plato un claro carácter chino; las combinaciones de especias llamadas
genéricamente curries identificarían a un plato como hindú; mientras que la
combinación de cebolla, pimiento y manteca de cerdo remitiría a la cocina húngara y la
combinación de cebolla, tomate, pimiento y aceite de oliva remitiría en la actualidad a
la “cocina española”. Los diferentes tipos de ají y los distintos modos de prepararlos,
por su parte, nos permitirían identificar a las cocinas mesoamericanas, caribeñas,
andinas.
Los principios de condimentación han permanecido, durante siglos, mucho más
resistentes al cambio que otros componentes de la cocina. Su importancia psicológica
se pone de manifiesto en el hecho de que muchos emigrantes continúan usándolos a
pesar de las dificultades de aprovisionamiento y de los altos precios que pueden
alcanzar fuera de sus países de origen. Estos condimentos acostumbran a ser los
últimos remanentes en desaparecer de las “antiguas culturas”, si es que desaparecen
del todo.
Sin embargo, para Fischler, en la cocina de un grupo humano no sólo son cruciales
las formas de condimentación, importan de igual manera las prácticas de adquisición,
preparación y reparto de los alimentos, las representaciones, las reglas y normas
basadas en clasificaciones, una de cuya funciones esenciales, precisamente, es la
“resolución de la paradoja de omnívoro”.
La incorporación de nuevos alimentos por parte de una cultura es un acto pleno de
significado. Y en la medida que existe un “principio de incorporación”, la identificación
de los alimentos fundamenta la identidad de los individuos, El hombre ha inventado la
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crecimiento de los árboles (por lo tanto escaseaba el combustible para cocinar) y las
especies animales autóctonas eran: un roedor (la vizcacha), un camélido americano
(el guanaco) y un ave corredora (el ñandú o avestruz americano).
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Es decir, que desde el 1600 la comida criolla es “carne con algo” y si no hay carne, “no
hay comida”. La categoría “carne” se aplica solamente a la carne bovina. Pollo y
pescado no serían “carnes” mientras que cerdo y cordero son “carnes sustitutas”.
Asador criollo
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Carne asada
La comida festiva estuvo colmada de carne asada dando lugar al consumo de las
carnes excepcionales como el cerdo, el cordero y la carne aviar. Otra comida masiva
particularmente utilizada en las fiestas fueron las empanadas.
Frente a estos consumos pampeanos, en el noroeste, desde mil años antes se
desarrollaba un sistema alimentario basado en la explotación agro-pastoril en
archipiélagos de altura, con cereales y camélidos autóctonos. Como parte del imperio
Incaico, su dieta estaba compuesta por cereales como el maíz, la quinoa, el amaranto,
12 variedades de papa, oca, tarwi, pimientos, zapallos, entre otros.
De la riqueza del patrón alimentario Incaico, el conquistador sólo tomó un limitado
espectro de productos entre los que se destacan el maíz, la papa y los pimientos, la
mayoría de los cereales andinos (quinoa, amaranto) quedaron en el noroeste como
“comida de indios”. En tanto, en las llanuras del río de la Plata, tal vez por su posición
marginal o el escaso prestigio que tenía la zona frente a la magnificencia de los
virreinatos de México y Perú, los “productos de la tierra” fueron consumidos por todos
los sectores sociales como guarnición de lo que se consideraba su verdadera comida:
la carne.
Retomando a otro antropólogo argentino, Eduardo Archetti (2000), la “cocina nacional”
estaría constituida con toda claridad a partir de un eje cárneo: el asado y la parrillada
(los bifes), la milanesa y el puchero. Como sostiene este autor, si aceptamos la
hipótesis que una cocina nacional incluye lo privado y lo público, es decir que lo que se
come en la casa es posible encontrarlo en los restaurantes y comedores públicos ésta
sería la básica continuidad para nuestra cocina.
A partir de sus trabajos de campo, el autor señala contrastes en lo que llama “el eje
cárneo”: la milanesa es vista y definida como italiana, el puchero es español y el asado
es visto como intrínsicamente criollo.
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Bibliografía obligatoria:
Contreras Jesús: “Patrimonio y globalización: la identidad culinaria como respuesta”.
EN: Piaggio Laura y Andrea Solans. Enfoques socio-culturales de la alimentación.
Lecturas para el equipo de salud. Editorial Akadia. Buenos Aires, 2014.
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EI Noroeste Argentino (NOA) ha sido, desde épocas muy remotas, una importantísima
ruta de intercambios tanto económicos como culturales. A través de su historia, esta
región ha albergado a cazadores recolectores, a refinados agricultores y ha sido
escenario del trajinar de caravanas que vinculaban geografías claramente
diferenciadas como las llanuras chaqueñas del este con la puna, el territorio de Lípez y
Chichas (en el actual sur de Bolivia), con diversas regiones de Salta, Catamarca o
Tucumán, alcanzando incluso las costas del océano Pacífico.
Desde antiguo, los pobladores que se asentaron en lo que es hoy el NOA fueron
desarrollando diversos modos de organización, sociales y políticos. Asimismo, esta
región formó parte de administraciones tan importantes como el Tawantinsuyu
(nombre otorgado al Imperio Inca) o el Virreinato del Río de la Plata (creado en 1776 y
dependiente de la Corona Española).
Podemos distinguir en el NOA distintos ambientes diferenciados como la subregión
andina, al oeste, que consta de puna, valles de altura y quebradas (denominadas
"tierras altas", puesto que su geografía está por encima de los 1.800 metros sobre el
nivel del mar). AI este, se abre un importante espacio de transición de selva
montañosa (la selva tucumano-oranense o yungas) hasta llegar a las llanuras
1
Textos extraídos del libro de: Sánchez Patzy, Radek y Abdo, Guadalupe. Saberes y
sabores de nuestro país. Ingredientes de nuestra identidad. Ministerio de de
Agricultura, Ganadería y Pesca – Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Buenos
Aires, 2010.
2
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chaqueñas (las “tierras bajas"). Cada una de estas subregiones se diferencia por su
geografía, su clima y la variedad de alimentos que ofrece.
En la marcha la carga se
Los pueblos en la tierra del maíz acomoda.
Apuntes sobre la historia del NOA Los circuitos caravaneros
Los primeros pastores y
La región fue habitada por diversas poblaciones agricultores domesticaron a
(los estudios registran al menos 10.000 años de las llamas para emplearlas
historia). Estos pobladores se fueron adaptando a como animales de carga y así
los ambientes y a su vez fueron adecuando los proveerse de algunos
recursos que cada región les brindaba. Para estos recursos importantes que la
primeros pobladores la caza y la recolección vida sedentaria había puesto
fueron la fuente de alimentos más importante. fuera de su alcance.
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Antropología Alimentaria – M4 C2
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2
La encomienda fue una institución propia de la colonización española de América. Se la
consideraba un derecho otorgado por el Rey en favor de un súbdito español, un
encomendero, con el objeto de que este percibiera los tributos que los indígenas debían
pagar a la corona en su calidad de súbditos. A cambio, el encomendero debía cuidar del
bienestar de los indígenas asegurando su protección, así como su adoctrinamiento cristiano.
Sin embargo. se produjeron innumerables abusos por parte de los encomenderos y el
sistema derivó en formas de trabajo forzoso, al reemplazarse en muchos casos, el pago en
especie del tributo por trabajo en favor del encomendero.
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3
También llamado mistol cuaresmillo, sacha mistol o mistol del monte. Se trata de un
arbusto típico del chaco. Su nombre procede de "mixto" ya que el color de su madera hizo
creer que se trataba de una especie mixta entre el quebracho blanco y el colorado. Sus
frutos son comestibles, se comen maduros y sirven para preparar arropes y una golosina
llamada bolanchao o gualanchao. Hasta no hace mucho los almaceneros de diversas regiones
del NOA y Córdoba los ofrecían como "yapa" (obsequio extra) a los niños. Además, tostando
y moliendo los frutos, se obtiene un sucedáneo del café llamado "café de mistol".
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La Tierra sin Mal es pensada por los guaraníes como una tierra buena, donde la agricultura
es sencilla y las costumbres del pueblo se desarrollan naturalmente. Es un espacio donde la
cultura, la economía, las relaciones sociales y la religión se interrelacionan en perfecto
equilibrio.
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La inmigración marca a fuego la historia del NEA. Hacia la década de 1940 nos
encontramos con una región en la cual conviven las más variadas religiones y
nacionalidades, habitada por gente proveniente fundamentalmente de Alemania,
Rusia, Ucrania, Checoslovaquia, Austria, Finlandia, Noruega, Polonia, Italia,
Dinamarca, Suecia, Paraguay, Suiza, Brasil, EI Líbano, Siria, Francia, Inglaterra y
España.
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A partir del boom sojero en esta y otras regiones, la frontera agrícola se fue corriendo
hacia los márgenes del país. De este modo la producción pecuaria bovina,
característica de las pampas y de provincias como Corrientes y el sur de Chaco, fue
creciendo considerablemente en el NEA (incluyendo ahora a Formosa) alcanzando
altos índices, que modificaron el esquema productivo tradicional.
La producción histórica de carne vacuna en el sur del NEA también se expresa
fuertemente en la gastronomía regional. Esta carne es utilizada en la preparación de
múltiples platos guisados y acompaña innegablemente la imagen de un abundante
asado del gauchaje correntino. En sectores populares, además, se la conserva como
"carne seca” o charque. Con ella se realiza el guiso guaicurú que se prepara con
charque y mandioca.
Se podría decir, en síntesis, que la yerba mate, la mandioca, el poroto, los peces de
río y la carne vacuna son productos que tienen un consumo difundido en el NEA,
sobre todo en los sectores populares y logran identificarse como base de la cocina
regional. Pero el cuento no acaba aquí. La inmigración llegada desde el otro lado del
mar legó un importante bagaje culinario. La Fiesta Nacional del Inmigrante, que se
realiza en la provincia de Misiones, es una clara muestra de la magnitud del fenómeno
migratorio en la región. Allí uno puede degustar platos típicos de muchas naciones del
mundo, representadas por descendientes argentinos herederos de las tradiciones de
sus ancestros.
Es común que los descendientes de países de Europa Central y del Este afincados en
el NEA preparen embutidos de cerdo artesanales, confituras y una pastelería muy fina
con vari antes de acuerdo al país de origen. Los argentinos de origen alemán cocinan
el chucrut o sauerkraut, que es el repollo finamente cortado y fermentado en salmuera
que se acompaña con carnes saladas y ahumadas.
También se prepara el gulash, originario de Hungría, es un estofado basado en la
carne de res cortada en daditos, cebollas, tomates, morrones con variantes en muchos
países de Europa Central.
De Rusia perviven comidas como el borsh (sopa de remolacha), y de Ucrania los
holupchi, niños envueltos en hojas de repollo, entre muchas otras comidas.
Se pueden identificar una serie de comidas que hablan de un proceso de rico
mestizaje cultural de más de un siglo de historia. Prueba de ello son las comidas de
Europa del Este que se realizan con productos locales como los varenikis, similares a
los ravioles que llevan originalmente un relleno de papa, y en la región se pueden
rellenar con puré de mandioca.
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La Región llamada Centro está conformada por las provincias de Córdoba, Santa Fe,
Entre Ríos. Si bien se trata de una región mediterránea, tiene salida al mar mediante
río Paraná que deriva en el Rio de la Plata.
Cada una de estas tres provincias posee particularidades geográficas más allá del
vínculo existente entre ellas, fundamental mente relacionado a la pampa húmeda. EI
territorio de Santa Fe, para empezar, es una vasta llanura cuya zona norte se ubica
dentro del relieve chaqueño y su zona sur forma parte de la llanura pampeana. Por su
parte, Entre Ríos integra, junto con Misiones y Corrientes, la Mesopotamia argentina.
Esta provincia tiene un relieve surcado par cientos de cursos de agua, con suaves
ondulaciones denominadas cuchillas. Finalmente, la provincia de Córdoba presenta
dos áreas diferenciadas, la primera es la llanura pampeana, ubicada en el oriente; la
segunda está constituida por las sierras pampeanas, que se extienden hacia el
occidente de la provincia. Al noroeste se encuentra una gran cuenca desértica, las
Salinas Grandes, antiguas lagunas que sufrieron un largo proceso de desecación, que
son compartidas con Catamarca, La Rioja y Santiago del Estero.
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En el curso medio del río Paraná, en la actual provincia de Santa Fe, donde no se
conocen indicios de ocupaciones humanas tempranas, aparecen hace 2.000 años
restos de la presencia de cazadores-recolectores a los que los arqueólogos conocen
con el nombre de Tradición Esperanza, por la localidad santafesina donde se
identificaron sus restos más significativos. Se trataba de poblaciones de cazadores
que se movían por la llanura central acercándose a veces a las costas del Paraná. Se
supone que venían del oeste, desde las grandes lagunas formadas por las aguas de
deshielo, hoy convertidas en salinas. Los querandíes, que se extendían desde el
centro-sur de Santa Fe y el norte de de Buenos Aires hasta las primeras serranías de
Córdoba, podrían representar la subsistencia de este modo de vida hasta el momento
de la invasión europea.
Los relatos de los primeros exploradores europeos nombran a varios grupos que
poblaron la región del Paraná medio y el Delta: timbúes, corondas, quiloazas,
mocoretas, chanás y mbeguas. Probablemente hayan sido descendientes de los
antiguos pueblos ribereños, conocían la cerámica y muchos de ellos cultivaban la
tierra, aunque la base de su subsistencia seguía siendo la caza, la recolección y la
pesca. De hecho, la agricultura ya era practicada por ciertas poblaciones del litoral
fluvial desde el 1200 de nuestra era. Se atribuye a los guaraníes la introducción de
este saber, otros plantean que pudieron haber sido los cazadores-recolectares de la
Tradición Esperanza quienes lo hicieron, puesto que tenían contactos con las sierras
sub-andinas, donde el cultivo era practicado hacía tiempo ya.
Bajando del Tucumán, Jerónimo Luis de Cabrera fundó Córdoba en 1573, y continuó
su avance hasta las orillas del río Paraná, buscando una vía de comunicación más
rápida con España a través del litoral fluvial y del Rio de la Plata. En el camino se
encontró con Juan de Garay que venía de fundar Santa Fe en la confluencia de los
ríos Paraná y Salado, ese mismo año.
Más al norte, los primeros colonizadores de Entre Ríos se establecieron en el
departamento de La Paz, también a orillas del rio Paraná. Cuando en 1783, los
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Es decir, que poseía un Saladero, esto es, un establecimiento fabril destinado a producir
carne salada y seca conocida como charque, que se extendieron en los actuales territorios de
Argentina y Uruguay entre mediados del siglo XVIII e inicios del siglo XX.
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El grupo social que más se benefició con el crecimiento vertiginoso del país fue el de
los dueños de la tierra. Muchos ya eran propietarios de la tierra desde hacía largo
tiempo, otros comenzaron a serlo, pasando todos a formar parte de la oligarquía
terrateniente.
Los terratenientes de la provincia de Buenos Aires, siguieron dedicándose a la cría de
la oveja, sin embargo se produce un hecho importante en esta actividad: aparecen los
primeros buques frigoríficos, que permitieron transportar carne congelada hasta
Europa, razón por la cual muchos productores prefirieron criar ovejas Lincoln, en vez
de Merino, que además de lana daban buena carne. Los terratenientes de Santa Fe,
en cambio, donde la tierra era más barato y el ganado más escaso, prefirieron
arrendar sus tierras a colonos inmigrantes, que plantaban sus chacras e iban
“civilizando” la zona, haciendo que aumentase el valor de las propiedades. En esas
chacras se producía cereal, y pronto fue tal el nivel de producción que paulatinamente
se fue convirtiendo en el producto de mayor importancia en las exportaciones del país.
Al mismo tiempo que se promovía la desaparición de las fronteras de los territorios
controlados por los indígenas en la Patagonia y en el Chaco, seis millones de
extranjeros llegaron entre 1880 y 1930, aunque sólo poco más de la mitad se quedó
definitivamente. Con su trabajo hicieron posible la transformación de inmensas
extensiones vírgenes en sembrados y en chacras.
Muchos de los primeros inmigrantes fueron ocupando tierras fiscales y otros las
compraron, pero como luego éstas se fueron valorizando, la mayoría de los nuevos
colonos debieron conformarse con arrendarlas. Debían levantar sus chacras, trabajar
de sol a sol todo el año, a pesar de que bastaba con una sequía o con una invasión de
langostas, para echar por la borda todo su esfuerzo.
La composición demográfica de la región central del país, tras la segunda mitad del
siglo XIX dejó de estar compuesta casi exclusivamente por criollos con orígenes
españoles o indígenas, para pasar a estar poblada predominantemente por
inmigrantes procedentes de Europa, sobre todo de ascendencia italiana y española.
Además sobresalen las inmigraciones de suizos, armenios, alemanes, judíos y árabes.
Hay que agregar que desde la década de los ’70, ciudades como Rosario atraen
migrantes internos, principalmente del norte santafesino y de las provincias del norte,
entre ellos se destaca el gran contingente toba y mocoví.
Como muchos autores han estudiado, dos modelos alimentarios se fueron integrando
paulatinamente: el criollo esencialmente carnívoro, y el inmigrante mayormente
vegetariano. Con el correr de los años se fue produciendo una aculturación recíproca
en la diversificación de las dietas para unos y para otros. En los primeros años de la
inmigración los colonos europeos añoraban el pan, producto prácticamente imposible
de conseguir debido a la escasez de harina de trigo en el momento previo al gran
desarrollo del cultivo a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Un producto nativo
que fue rápidamente adoptado por los extranjeros fue la yerba mate. Para las
poblaciones preexistentes a las oleadas inmigratorias, con el tiempo, el cambio
alimentario consistió en la adopción de determinados patrones de consumo europeos
como el pan, las pastas, el arroz y la cerveza, a los que se añadió cierto aumento en la
ingesta de verduras frescas.
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A menudo la literatura argentina se ha ocupado de mostrar cómo, desde fines del siglo
XIX, sus habitantes se identificaron con una imagen de alimentación. Así, la figura del
gaucho comiendo carne asada en la inmensidad de las pampas, hace pensar que el
asado es típicamente argentino cuando en verdad es característico de la pampa
húmeda. Los inmigrantes europeos empujados por el hambre contribuyeron a reforzar,
a su vez, la importancia de comidas fuertes, rendidoras y abundantes como los
fiambres y los guisos.
Es importante remarcar que la cocina reproduce las relaciones sociales de cada
época, de esta manera podemos ver que, a comienzos del siglo XX, la defensa de las
tradiciones gastronómicas hispano-criollas y la exagerada pasión por todo lo francés
que invadía a los sectores privilegiados, se convirtieron en claros posicionamientos de
clase frente a la masiva irrupción de inmigrantes, especialmente italianos y españoles.
Así, las clases acomodadas calificaban a menudo a la comida de estos grupos como
una “bazofia” intragable.
En toda la pampa húmeda, para la época de invierno, se realizaban las "Carneadas".
En estas ocasiones, cada campesino mataba una vaca (de unos 450 Kg) y un cerdo
(de 150 Kg aproximadamente). Con la ayuda de los vecinos durante dos días se
elaboraban chorizos o salames de carne de cerdo puro, o mixto (de cerdo y vaca),
además de chorizos de cuero, bondiolas, chicharrón, morcillas, leberwurst (embutido
de origen alemán), jamones y quesos de chancho.
Una vez secos, se colocaba a los chorizos en tarros de 20 litros con grasa de cerdo
que, de esta manera, se conservaban por mayor tiempo. Los huesos de cerdo que
quedaban con restos de carne se salaban en piletones de cemento, se hervían y
comían en el puchero.
Después de los dos días de trabajo en las "carneadas", cada campesino volvía a su
casa con embutidos recién hechos, como una forma de pago por el trabajo realizado.
En cada casa había una despensa donde se almacenaban los chorizos en grasa, las
biondiolas, las pancetas y los jamones. Eventualmente los hombres cazaban liebres,
perdices o vizcachas que se preparaban en escabeche.
Las casas siempre tenían un monte frutal pleno de duraznos, manzanos, ciruelos,
naranjos y toronjas con las que se hacían los famosos dulces o mermeladas inglesas,
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para el té o el mate de la tarde. Debajo de los naranjos y las toronjas se ubicaban los
panales de abejas, para que pudieran libar en la temporada de los azares. La miel
reemplazaba al azúcar y con ella también se fabricaba vino de miel (hidromiel).
Muchas familias también elaboraban cervezas artesanales.
Los italianos conformaron uno de los grupos de inmigrantes de mayor peso
poblacional en la pampa húmeda y la influencia de su cocina, en verdad una
combinación de cocinas regionales con predominio septentrional, prevaleció en toda el
área. Uno de los postres más comunes era la "Torta de Mama", o lo que ahora
conocemos como budín de pan, que se hacía con panes duros remojados en leche
mezclados con algunos huevos, pasas de uvas y unas cucharadas de azúcar. La
preparación se colocaba sobre una asadera azucarada y se la cocinaba al horno. Los
días de lluvia generalmente se hacían las tortas fritas o los buñuelos con pasas de
uvas.
La pasta fue una de las más importantes introducciones culturales de los italianos. Las
mamas y nonas amasaban las pastas y las acompañaban con diversas salsas que
siempre llevaban una hoja de laurel. Por último, la bagna cauda se convirtió en un rito
para los piamonteses inmigrantes de la pampa: se la preparaba con litros de crema de
leche, ajos, anchoas y otros aderezos. La riquísima salsa resultante se colocaba en un
recipiente en el centro de la mesa sobre un brasero, para mantenerse tibia pues se la
consumía durante horas. Alrededor, la familia y los invitados embebían la salsa en
hojas de repollo y pan. Esta tradición sobrevive en sus descendientes.
La población de origen judío del litoral llegó a tener en Entre Ríos cerca de 170
colonias. Su actividad productiva se centraba en la cría de ganado para la industria
quesera y lechera, y los cultivos agrícolas en granjas. Sus platos típicos incluyen
albóndigas de pescado, varenikes de papa, y la exquisita leikaj, torta de miel para los
momentos de festejo. Otra influencia de importancia en la región es la de la comida
germana, sobre todo en lo que respecta a la repostería y la confitería.
Los inmigrantes provenientes de la península ibérica afincados en la pampa húmeda
reprodujeron su gusto por la cebolla, el ajo, el azafrán y el pimentón; por los
salchichones, jamones y diversos embutidos; continuaron cocinando guisos,
empanadas, paellas y tortillas.
Los inmigrantes árabes sustituyeron al cordero utilizado en las diversas geografías de
origen par la carne vacuna, el trigo (con diferentes grados de molido), las hojas de
parra, el arroz, las habas, los porotos, los garbanzos, el tomate, el pepino agridulce en
vinagre, la cebolla y muchas especias.
El alfajor, golosina tradicional de muchos países latinoamericanos, tiene en la
Argentina una dulce presencia. Se trata, aunque ni hace falta explicarlo, de dos
galletas de distintos tipos de masa, duras y blandas, crujientes o esponjosas, unidas
en el centro por un relleno hecho de dulce de leche, dulce de frutas o chocolate, entre
muchas posibilidades más. Los alfajores generalmente cuentan con un baño de azúcar
o de chocolate que contribuye a hacernos agua la boca.
La palabra “alfajor” deriva del árabe y significaría “relleno” o “jugo”. El alfajor ingresó a
la península ibérica traída por los pueblos árabes, y, desde allí emigraría al “Nuevo
Mundo”.
Dentro de las múltiples variedades de alfajores, Córdoba y Santa Fe tienen las suyas
propias. En Córdoba, además de los alfajores, se puede mencionar a las colaciones,
golosina de tapas convexas de masa dura y rellenas muchas veces de dulces de
frutas, miel e incluso arrope. También encontramos las capias, que son alfajores de
masa de fécula de maíz relleno con dulce de leche. En Santa Fe los alfajores suelen
hacerse con sutiles capas hojaldradas, un relleno de dulce de leche cremoso y una
cobertura glaseada en su punto justo.
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La aridez no siempre fue parte de la región. Cuando los primeros hombres llegaron a
estas tierras, hace 12.000 años aproximadamente, los glaciares estaban
extinguiéndose, el ambiente era mucho más templado, y la vida vegetal y animal era
más abundante. Así fue como ciertos grupos de cazadores-recolectores se fueron
asentando en lo que es la actual provincia de Mendoza, a la vera de los diversos
cursos de agua provenientes del deshielo glaciar andino.
De ese tiempo se presume la existencia de animales de gran porte como el caballo
americano junto al herbívoro milodón y el enorme megaterio, entre otras especies ya
desaparecidas. Estos inmensos animales compartieron el mismo suelo junto a los
primeros habitantes de la región. Las más importantes muestras de la existencia de
estas poblaciones humanas son "la Gruta del Indio" en el "Rincón de Atuel" y "Agua de
la Cueva" ubicada a 2.900 metros de altura. Restos fósiles, de fogones y unos cuantos
artefactos de piedra, permiten deducir como fue la vida en tan lejanos años.
Con el paso del tiempo las comunidades de cazadores-recolectores aumentaron
notoriamente y muchas se asentaron en lo que es la actual provincia de San Juan. Se
sostiene que el guanaco, el ñandú y otros animales pequeños fueron la base de la
alimentación de estos primeros grupos luego de la desaparición de la megafauna.
Para completar la dieta recolectaban el fruto de algarrobo y todo tipo de vegetales. Es
notable el hallazgo de diversos moluscos marinos que los primeros habitantes
intercambiaron con pobladores del otro lado de la cordillera (en el actual Chile) en los
encuentros que mantenían luego de perseguir rebaños de camélidos que se dirigían
hacia los resguardados y verdes pastos de la cordillera.
Los primeros asentamientos en las sierras centrales probablemente sean muy
similares a los recientemente descritos, pero los hallazgos arqueológicos datan de
8.000 a 9.000 años atrás. En las sierras de San Luis se destaca el sitio de Intihuasi,
una enorme cueva de 30 metros de profundidad, donde los restos arqueológicos que
atesora indican que estos grupos de cazadores-recolectores realizaron proyectiles con
puntas de cuarzo denominadas ayampitín junto a otros artefactos con morteros para
moler pigmentos y frutos.
También cazaban guanacos, ciervos de las pampas y huemules. Por su parte, los
huevos de ñandú eran utilizados como recipientes para líquidos y comidas.
Fabricaban, con huesos y astas de ciervos, diversos utensilios como perforadores,
agujas y punzones con los que cosían el cuero y realizaban redes, cestos y bolsas con
fibras vegetales.
El contacto con poblaciones de otras regiones fue induciendo comportamientos
sociales y simbólicos cada vez más complejos. Sitios como Los Morrillos o La Fortuna,
situados en la actual provincia de San Juan, dan cuenta de la mayor complejidad en
los modos de vida que se fue desarrollando en esta región entre 7.000 a 4.000 años
atrás.
Es más o menos para esta época (unos 4.000 años antes del presente) que grupos
cazadores-recolectores de San Juan y Mendoza comenzaron un proceso de
domesticación de animales y plantas que significó el inicio de la producción de
alimentos, transformando las estrategias de subsistencia. Diversos sitios dan cuenta
de este proceso, tales como Iglesia, Calingasta, Punta de Barro y Ansilta. Este último,
además, da nombre a todos estos pueblos agro-pastoriles ubicados entre los 2.500 y
3.000 metros de altura, al reparo de los fuertes fríos invernales y del desierto que
crecía tierras abajo.
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Hacia el año 1500 los primeros en invadir estas tierras fueron los incas. Impusieron el
uso de la lengua quechua por sobre las lenguas locales como el cacán o diaguita que
se hablaba en el norte de San Juan, La Rioja y en algunas provincias del NOA;
también se impusieron por sobre las lenguas de los huarpes.
El imperio Inca, que se había extendido en su avance al sur durante unos cincuenta
años fue sucumbiendo ante el poder de los españoles luego de que lograran
conquistar el Cuzco (centro del poder inca), en Perú, en el año 1534. EI camino
recorrido por ejército inca en la actual Argentina tuvo una extensión de 2.000 km;
cruzaba el altiplano, los valles calchaquíes y atravesaba Catamarca, La Rioja, San
Juan y Mendoza, para insertarse en pleno territorio chileno. La conquista incaica
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La colonización de Cuyo
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El rescoldo lugareño
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membrillo, frutas de carozo, alcayota, melón o uva) son parte del rescoldo lugareño, al
abrigo de las brasas protegidas por la ceniza, como los restos de una pasión.
Con el paso del tiempo, el trigo hizo su aparición en las recetas criollas. Funcionó
como base de la sopaipilla, el pan con grasa, las tortas y bizcochuelos. Además del
maíz, que es indispensable para uno de los postres mas emblemáticos de la región, la
mazamorra hecha con el grano molido y que se sirve sola, con leche, arrope o miel.
También se sigue empleando la algarroba para realizar refrescos como la aloja y el
pan que se hace con su harina, el afamado patay.
En la zona de Malargüe, en Mendoza, se preparan sabrosos chivitos asados. En La
Rioja, los dátiles en almíbar, las empanadillas dulces y el zanco hecho con harina
refregada, son exquisiteces para hacerse agua la boca.
Es amplia la literatura que nos habla de la vida campestre en Cuyo, de las actividades
de siembra y cosecha, de las huertas y quintas familiares plenas de durazneros,
damascos, higueras, naranjos, limoneros y parras. Las actividades domesticas eran
muchas y requería la participación de toda la familia pues había que cuidar de los
rediles de cabras y los corrales de gallinas ponedoras, ordeñar las vacas, desgranar y
moler el maíz para la mazamorra, recoger y secar los higos, pelar los duraznos y hacer
dulces en verano, también arropes, algunos licores y conservas, faenar cerdos, vacas
y cabras y hacer charque. Las tareas colectivas culminaban con fiestas, donde la
música de guitarras invitaba al baile y donde reinaban cuecas, chayas y tonadas.
Entre los platos típicos de la zona la chanfaina de chivo, denota la mixtura cultural
pues se trata de un guiso de origen español preparado con las entrañas y la sangre
del chivo o del cordero y que admite, como el locro, múltiples variaciones.
Hoy, el cultivo de vid y la elaboración de vinos de calidad es una actividad altamente
reconocida en la región de Cuyo. Las provincias de Mendoza y San Juan concentran
el 80 % de los viñedos del país. También son importantes los cultivos de olivos,
introducidos tardíamente a mediados del siglo XVIII, frutales de carozo como el
damasco, los duraznos y las ciruelas. De estos frutales derivaron una importante serie
de emprendimientos de conservas y dulces. Entre las hortalizas las producciones más
importantes son las de papa y las de tomate.
En la época de la cosecha, los cantos y fiestas están a la orden del día en las
provincias del Gran Cuyo, como en las fiestas de la vendimia o la Chaya riojana.
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Una de las poblaciones más destacadas era la querandí (que integraba el grupo de los
puelche-pampa). Habitaban una extensa zona que abarcaba la actual Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, la Sierra Grande al oeste, el río Carcarañá al norte y el río
Salado al sur. Los querandíes, en algunos casos compartían y en otros disputaban, el
territorio con distintos pueblos de gran importancia como los araucanos, los tehuelches
o los pampas. A estos se sumaban también una serie de asentamientos guaraníes
venidos del norte. A través de los siglos se fue conformando un complejo poblacional
que demuestra la impronta aborigen de la región.
En general, la economía de estos grupos se basaba en la caza de guanacos, ñandúes,
armadillos, coipos, zorros y diversas aves, a la vez que recogían frutos y semillas
silvestres. Los primeros pobladores llegaron a cazar diversos animales herbívoros ya
extinguidos como el gliptodonte. Junto a la extinción de estos grandes herbívoros
(7.000 años atrás) se produce el asentamiento costero y el aprovechamiento de sus
recursos tales como el lobo marino. También se ubicaron en las costas de ríos y
lagunas de los que aprovechaban diversos moluscos y cazaban aves como las
gallaretas, patos y martinetas. Para el caso específico de los querandíes, estos
basaban parte de su economía y alimentación en el pescado, al cual secaban y molían
en morteros de piedra para hacer harina. Esto era completado con la caza de venados
hacia el interior de la región.
Estos grupos producían cerámica que decoraban con motivos geométricos simples.
Además realizaban excelentes trabajos en cuero que utilizaban en su vida cotidiana y
para intercambiar por otros productos. Sus viviendas estaban conformadas por sólidos
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EI origen del gaucho es todavía materia de discusión, no obstante, todas las corrientes
explicativas enfatizan su origen mestizo entre originarios y españoles, en la particular
mixtura que dio esta región de frontera. Los primeros relatos sobre jinetes que
montaban a pelo y enlazaban caballos cerca de Buenos Aires datan del año 1600. Los
relatos del siglo XVIII consideraban que el gaucho era un hombre que mataba reces
para utilizar el sebo y la carne, pero fundamentalmente el cuero que comercializaba de
un lado y otro de las incipientes fronteras, tanto con los aborígenes, como con
españoles y portugueses.
La dieta fundamental de este grupo era el asado y el mate. La carne vacuna se asaba
con o sin cuero, rápidamente en fogatas abiertas junto a abundantes rondas de mates.
Pero también existían otros platos en la pampa que aparecían en algunas
celebraciones como la mazamorra, el locro, la carbonada, el puchero y otros pocos
guisos. La hortaliza más común era el zapallo o calabaza. Aunque también llegaban a
incluirse en los guisos cebolla, arroz y algunas pocas verduras. Los relatos de época
eran muy poco valorativos con la dieta de los gauchos ya que casi no consumían pan,
ni leche ni hortalizas y raramente utilizaban sal y quesos.
El gran consumo de carne es explicado par la abundancia de ganado que se
encontraba en la zona. La carne no se comercializaba o era muy barata, por lo menos
hasta que comenzaron a funcionar los primeros saladeros que procesaban la carne
para exportarla hacia Europa (siglo XVII). Por su parte, el consumo del mate fue
resistido tanto como fomentado. Par un lado se decía que el gaucho o peón de
estancia se pasaba “todo el día” tomando mate y no realizaba sus tareas y, por el otro
se comentaba sobre el poder estimulante de la infusión que permitía largas jornadas
de trabajo duro sin consumo de alimentos sólidos. Lo cierto es que el mate
acompañaba los momentos de planificación o inicio de la jornada y el cierre de las
labores cotidianas.
El gaucho tuvo un papel importante al actuar como soldado raso en las guerras
independentistas junto con otros soldados negros y blancos. Aunque muchos de ellos
desertaron, muchos otros, sobre todo los que tenían condenas penales, negociaron su
libertad a cambio de unos años al frente de la batalla.
Con respecto a los esclavos traídos del África, si bien está demostrada su llegada al
rio de la Plata desde el siglo XVI, solo fue a partir del siglo XVIII cuando su presencia
creció, superando no solo a la población indígena, sino llegando a constituir un tercio
de la población urbana de Buenos Aires. Los esclavos eran capturados en sus lugares
de origen (como Angola, Mozambique o el Congo) y pertenecían principalmente al
grupo étnico que habla la familia de lenguas bantú. Mas allá de los intentos de control
comercial que llevaba a cabo la corona española en el “nuevo mundo”, el contrabando
de mercancías era moneda común por esos años (los esclavos africanos eran
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¿Y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino?
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siempre por el fomento de la inmigración europea, como medio para regenerar nuestra
sociedad". Estos esperaban generar un contrapeso sobre la población criolla, gaucha,
afro y aborigen, pero además planificaban que los inmigrantes sean los que lleven
adelante la reconversión de la actividad ganadera hacia la agrícola. Por su parte,
Domingo Faustino Sarmiento esperaba que estos nuevos pobladores ocuparan el
espacio rural y fueran prósperos productores, pero a esas alturas, el campo ya estaba
monopolizado por terratenientes quienes ocuparon las mejores tierras. Evidentemente
se ponía toda la energía en traer "migrantes civilizados" en vez de mejorar las
condiciones de los nativos del campo, como denunciaba el escritor José Hernández en
su “Martín Fierro”.
Para 1914, el 60 % de la población de la ciudad de Buenos Aires estaba compuesta
por inmigrantes, en su mayoría de origen europeo. Los grupos más numerosos eran
los italianos y los españoles seguidos por franceses e ingleses. La ciudad de Buenos
Aires contaba entonces con grandes comerciantes venidos de otras tierras, junto con
pequeños propietarios, chacareros y artesanos, que se ocuparon rápidamente de
satisfacer las demandas de los locales. Todos estos grupos de pobladores de otras
tierras fueron asentándose tanto en el campo como en la ciudad, agrandando sus
familias, desarrollando todo tipo de trabajo, desde los calificados hasta los de peón en
cualquier finca del interior. Muchos realizaron aportes significativos a la lucha por una
mejor calidad de vida obrera, fortaleciendo sindicatos, partidos obreros, ligas agrarias,
entre otros espacios de lucha por los derechos del trabajador.
Cada grupo inmigrante llegó con un acervo culinario que fue desarrollando, como
pudo, en estas tierras. Así, la clase alta porteña, aceptó de muy buen grado la cocina
francesa, signada como la mejor cocina del mundo por esos años.
A los españoles venidos en las últimas oleadas migratorias se vinculan comidas
guisadas, pucheros con mucho ajo y cebolla. Gallegos, asturianos, vascos,
valencianos, llegaron con multiplicidad de comidas como la fabada, el ligado y la
paella, entre otros muchos platos de sabores fuertes y colores intensos. De este grupo
muy diverso de españoles, la tortilla fue la más entradora en la dieta de los argentinos.
Los genoveses, instalados en el hoy popular barrio de La Boca, aportaron diversas
comidas como los ravioles, las albóndigas, el faina, el pan dulce y los tomates rellenos,
entre otros platos. A otros grupos de italianos como los sicilianos les debemos todas
las pastas habidas y por haber, las pizzas, las milanesas y escalopes, algunos
fiambres, el risotto, diversas salsas con tomate, algunas variedades de quesos y el uso
del aceite de oliva.
La cocina urbana argentina, con epicentro en Buenos Aires, es hija de la mixtura y el
mestizaje. La cocina porteña y urbana en general, nace seguramente en los
conventillos en los que las mujeres cocinaban codo a codo, y donde, a falta de algún
ingrediente propio de una comida típica, se agregaba el que le aportaba la vecina. De
esta manera, iban apareciendo nuevos sabores, nuevas versiones adaptadas al
contexto en comidas como la judía, la italiana, la española o la sirio-libanesa.
Un buen ejemplo de la inmensa creatividad a la hora de cocinar es el que nos da la
milanesa napolitana, un verdadero invento argentino. Si bien la milanesa nace en el
norte de Italia, su rumbo por la Argentina ha sido bien diferente, de hecho, a un italiano
deberá sonarle rara la combinación de una "milanesa napolitana", puesto que mientras
Milán está al norte, Nápoles queda al sur de la península itálica, y es que el sentido de
tal nombre tiene otra explicación: según la mitología de este plato tan propio de la
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santacruceña, al sur del río Deseado, zona por entonces, con mucha disponibilidad de
agua, pastos y animales (guanacos y avestruces).
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también lo eran los huesos de caracú, las entrañas de diversos animales como yeguas
y guanacos.
Hacia mediados del siglo XIX el mundo rioplatense había sufrido, como el resto de la
América española, profundos cambios. Con el quiebre del orden colonial, las elites
criollas iniciaron la edificación de un nuevo orden social, político y económico que
culminó en la construcción de los Estados nacionales modernos y la imposición de
políticas económicas liberales acordes a sus intereses. La relativa paz reinante a
principios del siglo XIX en la frontera patagónica y las pampas, se vio afectada con
este nuevo orden. Los pueblos originarios debieron ensayar respuestas y encarar
políticas orientadas a defender su autonomía y a asegurar su subsistencia.
Para mediados de 1870, terminada la guerra con el Paraguay, estaban dadas las
condiciones para encarar el "problema" de los límites definitivos del nuevo Estado, y
desarrollar de esta manera, condiciones básicas para la expansión de una economía
agroexportadora, de acuerdo con el proyecto liberal vigente. Para lograr este objetivo,
resultaba de importancia crucial la incorporación de nuevas tierras bajo control efectivo
del Estado.
En 1877 Julio Argentino Roca, Ministro de Guerra del Presidente Avellaneda, recibió
instrucciones de continuar el avance de la frontera hacia el territorio controlado por las
poblaciones originarias. El resultado de estas primeras "olas" de ataques produjo miles
de muertos y prisioneros, incluyendo varios Caciques principales. Para 1881,
convertido Roca en presidente, se consideró imperativo continuar las acciones y
conquistar el territorio al sur del río Negro, iniciando una nueva campaña.
A la luz de la historia se analiza como un genocidio6 a los actos realizados por el
Estado Argentino de fines del siglo XIX. Muchos elementos lo comprueban: en el
Congreso de la Nación se hablaba de la necesidad de "exterminar" a los grupos
nativos; los métodos del ejercito incluían ataques a tolderías con mujeres y niños
aprovechando la ausencia de los hombres adultos; se desarrollaron campos de
detención donde los indígenas morían por falta de alimentos; miles fueron tomados
prisioneros y trasladados de manera forzosa a Carmen de Patagones y Buenos Aires;
se les cambiaron sus nombres para impedir la reconstrucción de las historias
familiares y de sus culturas.
Sin embargo, aunque marginadas económica y socialmente e invisibilizadas por la
política del Estado, las comunidades aborígenes de la Patagonia no desaparecieron.
Algunos de los pueblos resistentes sobrevivieron y se acomodaron a la nueva
situación, desplazados a las zonas más periféricas y estériles del territorio. Otros
retornaron poco después de las tierras trasandinas en las que habían buscado refugio.
Debieron pasar muchas décadas para que el Estado comenzara a reconocerlos y a
aceptar al menos en los papeles, algunos de sus derechos, especial mente el derecho
preexistente sobre las tierras de sus antepasados y el reconocimiento pleno de su
identidad cultural.
La inmigración al sur
Al mismo tiempo, el Estado promovió una política inmigratoria que pretendió convertir
al inmigrante europeo en colono, es decir, en pequeño o mediano propietario de tierras
6
Se entiende por genocidio al conjunto de actos realizados con la intención de destruir, total
o parcialmente, a un grupo nacional, étnico o religioso.
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Bibliografía obligatoria:
Contreras Jesús: “Patrimonio y globalización: la identidad culinaria como respuesta”.
EN: Piaggio Laura y Andrea Solans. Enfoques socio-culturales de la alimentación.
Lecturas para el equipo de salud. Editorial Akadia. Buenos Aires, 2014.
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“El otro (…) es, ante todo, aquél que come diferente a uno”. Dicho de otro
modo, la alimentación es el cimiento a partir del cual se desarrollan identidades
individuales y colectivas. Como todo hecho social, la alimentación de un grupo,
de una categoría social o de una sociedad constituye un sistema, un conjunto
de representaciones, saberes y prácticas que se distinguen de otros sistemas
alimentarios. Este aspecto es el que ha sido más ampliamente estudiado por
los antropólogos: la alimentación que encarna y cristaliza las diferencias
culturales e identitarias y la cual se erige como uno de los fundamentos
históricos de las sociedades, las regiones, las familias… Por otra parte,
1
Suremain, C-H y Katz, E: “Modelos alimentarios y recomposiciones sociales en América Latina” en
Anthropology of Food, S6 December 2009. Disponible en : http://aof.revues.org/6432#tocto1n2
[consultado en 21 de mayo del 2014]
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variedad de estudios sobre la historia de las cocinas de cada país, así como
recetarios que valorizan las cocinas de sus regiones (Fajans). A su vez, los
platillos de origen extranjero son reapropiados por las cocinas nacionales,
como en México, donde hamburguesas, pizzas y sushis se sirven
acompañados de chile (Ávila & Tena); o bien en Bolivia, donde el shawarma se
convierte en una sopa de carne y papas, típicamente andina (Suremain).
(…)
Algunos fenómenos de patrimonialización han surgido en el curso de los
últimos años debido en parte a la Conferencia de la UNESCO de 1989 sobre la
Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, ratificada por la Convención de
2003. En Brasil ésta es aplicada por el IPHAN (Instituto del Patrimonio Histórico
y Artístico Nacional), que efectúa desde el 2004 un inventario de los bienes
culturales inmateriales entre los cuales van incluidos los saberes culinarios
(IPHAN, 2006). Varias preparaciones culinarias fueron registradas, como es el
acarajé de Bahía y muy pronto el tacacá (de Robert & van Velthem; Katz et al.,
2008). Asimismo, en el 2005, una delegación mexicana solicitó a la UNESCO
la inscripción de su cocina nacional al Patrimonio Inmaterial de la Humanidad
(Petrich, 2005). Estos ejemplos muestran, pues, que en ciertos casos la
mundialización contribuye a la valorización de las culturas locales.
La patrimonialización de ciertos alimentos cuya localización hace caso omiso
de las fronteras administrativas, suscita conflictos y reafirmaciones identitarias.
En Brasil, tanto los habitantes de Bahía como aquellos de Espírito Santo,
reivindican la excelencia de su moqueca, un platillo a base de pescado
(Fajans). En el 2003, argentinos y uruguayos se disputaron la
patrimonialización del asado, de las empanadas y del dulce de leche (Carro,
2003), siendo que dichos platillos son comunes a la mayoría de las cocinas
latinoamericanas. El dulce de leche, por ejemplo, se encuentra a lo largo y
ancho del continente bajo diferentes nombres (manjar blanco, cajeta) y
especificidades locales (Katz, 2007).
Otras formas de contestación o de afirmación identitarias nacionales y
regionales se expresan a través de las preferencias o el rechazo de ciertos
alimentos. Así pues, los fast-food fueron el objeto de manifestaciones civiles
que dieron como resultado la desaparición de este tipo de restaurantes tanto
en la plaza central de Oaxaca en el 2002 (Katz) como en toda la ciudad de La
Paz en el 2003 (Suremain).
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28 de agosto de 2002,
Pobladores de Oaxaca protestan contra McDonald´s
Medio millar de personas realizaron hoy en la ciudad sureña de Oaxaca, una singular
protesta contra la instalación de un local de la empresa estadounidense de comida
rápida McDonald´s en el zócalo de la ciudad.
En vez de marchas y gritos contra esta compañía, los manifestantes colocaron
grandes mesas en el zócalo y se atiborraron de tamales, un plato típico mexicano
hecho a base de harina de maíz cocida con carne y ají envueltas en hojas de la
mazorca de maíz.
La manifestación fue convocada por el Patronato Pro Defensa del Patrimonio Cultural
de Oaxaca (PROAX), que encabeza el pintor Francisco Toledo.
Este grupo considera un agravio la instalación de un local de McDonald´s en la plaza
central de Oaxaca, que data de la colonia y que en 1989 fue declarada por la
UNESCO como patrimonio cultural de la humanidad.
“No necesitamos que en este espacio donde se encuentra representada la identidad
cultural y los poderes políticos se erija un símbolo de las transnacionales
norteamericanas”, señalaron.
Además, acusaron a la compañía de vender productos “de pésima calidad”, que
consideraron perjudiciales para la salud de las personas, y de no respetar la ecología y
contribuir a devastar los bosques tropicales de México y Brasil.
La singular manifestación, fue amenizada por una banda de músicos indígenas que
entonaron música local.
Además, enormes “monos de calenda” (figuras gigantes hechas de papel), bailaron al
son de consignas como “no a la comida chatarra” y “si a la rica gastronomía de
Oaxaca”.
A la cita de este mediodía acudieron pintores, escritores, políticos, empresarios
gastronómicos, líderes de organizaciones sociales, turistas estadounidenses y público
en general.
El PROAX pidió a las autoridades que intervengan para “impedir la presencia de
cadenas transnacionales de comida rápida en los espacios de importancia cultural y
natural en el país”.
“Pedimos, en especial al Poder Legislativo estatal, que modifique las leyes y
reglamentos vigentes para excluir a este tipo de empresas de los designados como
patrimonio cultural de los oaxaqueños y de la humanidad”, concluyeron.
Portal Web de la Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación
http://www6.rel-uita.org/old/companias/mac%20donald/mexico.htm
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Actividad de auto-aprendizaje
Bibliografía obligatoria:
Suremain Charles Edouard de: “Shawarmas contra McDonald‟s. Identidades que
enfrentan la globalización y la estandarización alimentaria (Bolivia)” (2).
2
En: Piaggio Laura y Andrea Solans. Enfoques socio-culturales de la alimentación. Lecturas para el
equipo de salud. Editorial Akadia. Buenos Aires, 2014.
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1
Extraído de: MAMEN CUÉLLAR, ÁNGEL CALLE y DAVID GALLAR (eds.). PROCESOS HACIA LA
SOBERANÍA ALIMENTARIA. Editorial Icaria, Barcelona, 2013.
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Por ello, La Vía Campesina plantea que “la Soberanía Alimentaria es una condición
previa para la Seguridad Alimentaria genuina”.
Bibliografía obligatoria:
Patel Raj: “Soberanía alimentaria: poder, género y el derecho a la alimentación” EN:
Piaggio Laura y Andrea Solans. Enfoques socio-culturales de la alimentación.
Lecturas para el equipo de salud. Editorial Akadia. Buenos Aires, 2014.
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Tanto en Argentina como en muchos otros países, las migraciones son un fenómeno
constante, creciente y con visos de continuidad en el futuro.
Los inmigrantes deben reconstruir todo un universo simbólico que de sentido a sus
vidas, a esas nuevas vidas fuera de su territorio natal1.
Las redes sociales de los inmigrantes juegan un papel fundamental en el proceso de
llegada, asentamiento y perdurabilidad de sus proyectos migratorios en destino. Las
redes sociales cumplen un papel primordial en la configuración de los sistemas
migratorios, pues se basan en micro-estructuras de apoyo y solidaridades mutuas. Son
realmente mediadores sociales que condicionan, favorecen, limitan o restringen las
decisiones individuales.
Los que llegan nuevos a una ciudad, la mayoría, suelen acceder a determinadas redes
personales, bien parentales, étnicas o de amistad, en un primer momento, y con
posterioridad irán reconstruyendo su propia red social al amparo de nuevas relaciones
sociales y familiares que irán entretejiendo un conjunto de alianzas, con fuertes dosis
afectivas.
Estas nuevas realidades que cobijan al individuo harán, con el tiempo, replantearse las
expectativas originales; estarán condicionadas por la consolidación de un nuevo
estatus en el lugar de destino y por la existencia o no de familiares que quieran
quedarse o desplazarse igualmente.
Las formas, la articulación y el funcionamiento que van adquiriendo las redes sociales
van a influir en las trayectorias espaciales y en las estrategias migratorias de las
personas que han emigrado.
Las redes sociales constituyen un factor que favorece el alojamiento, el acceso a un
empleo, la recreación identitaria y el apoyo emocional, como contenidos que
circulan por esa red.
1
El texto que sigue se basa en el Apartado “Las redes sociales como recursos en inmigración” del
capítulo 8 de la Tesis Doctoral de Carmen Gallego Ranedo “La inmigración africana en Zaragoza.
Espacio, discurso y memoria de los procesos migratorios en Aragón”, Universidad Rovira i Virgili,
2001.
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Las redes son estructuras invisibles, que mantienen en pie a las personas que
decidieron un día salir de su medio, y que actúan como un importante capital social.
Para quienes han emprendido el trayecto solo o sola y no cuentan con ese entramado
de relaciones, las dificultades se incrementan notablemente.
Cuando en situación de inmigración, alguien recuerda los momentos en los cuáles
llegó a un espacio desconocido, es frecuente mencionar la existencia de una red
informal basada en lazos de parentesco principalmente, pero también de amistad y/o
étnica, ya constituida, que permite movilizar todo un repertorio de ayudas mutuas,
de reciprocidades, que resitúan al individuo y amortiguan, en parte, el choque
cultural producido por el cambio de contexto.
En un primer momento, los vínculos con los que llevan más tiempo en el lugar de
destino cumplen una función re-socializadora de ubicar espacialmente a los recién
llegados.
Se va creando un nuevo entramado social que va enraizando en la sociedad receptora
y que da posibilidades de conexiones formales e informales con otras personas. El
tener un espacio físico donde cobijarse en una de las funciones básicas que cumple la
red en el momento de la llegada y aún después.
La casa, como espacio privado, es el lugar de encuentro y el sitio donde tiene lugar la
sociabilidad intraétnica. La celebración de las fiestas, los rituales religiosos, las
conmemoraciones anuales, encuentran en el ámbito doméstico el sitio adecuado
para llevarlas a cabo. La añoranza de lo que se ha dejado se apacigua en
manifestaciones étnico-festivas, donde recrear platos de comida del lugar de
origen adquiere una significación especial.
También en los primeros momentos de la llegada, la red de relaciones étnicas sirve
para reinterpretar la nueva cultura, para establecer nuevos vínculos con otros
paisanos, amigos, parientes, vecinos o compañeros de trabajo y para adquirir nuevas
habilidades sociales, como el dominio de la lengua –en algunos casos-, que les
dejen moverse por un espacio que poco a poco se va conociendo y adquirir las
habilidades sociales necesarias para no sentirse tan extraños.
Otra de las funciones de la red es servir de asesoramiento, ayuda y tramitación de la
documentación necesaria a los nuevos, que les permita estar en una situación
administrativa regularizada. Llegar a adquirir los ―papeles‖, que no es otra cosa que
tener en su poder los permisos de residencia y trabajo, es uno de los grandes
obstáculos que tienen que salvar y uno de los graves problemas a los cuáles se
enfrentan, ya que mientras no los tienen, las estrategias de invisibilidad social se
multiplican y el espacio privado es casi el único reducto donde poder relacionarse. La
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apertura del tejido de la red, una vez que tienen en su poder el salvoconducto del
papel, les va garantizando la estabilidad social y también la emocional.
Encontrar empleo, además de la inmediatez de la vivienda y de la búsqueda de
legalidad, es el siguiente objetivo que persiguen las personas cuando tienen que
proveerse el sustento necesario para vivir. Para encontrar trabajo, los inmigrantes
movilizan sus redes. Los/as que llevan más años pueden mostrar las distintas
estrategias, los circuitos laborales, las posibilidades en distintos sectores de la
actividad económica. Estas redes de información intraétnica reducen los costos de
localización y acceso a un puesto de trabajo en la estructura ocupacional.
Este capital relacional, para hombres y mujeres, es un auténtico capital económico.
En los recuerdos de las personas que han emigrado, la memoria retiene, como un
marcador definitorio entre un antes y un después, el cambio de rumbo biográfico que
sufrieron en el momento de tomar la decisión de salir. Pero, a partir de ese momento,
no se produce siempre una ruptura definitiva que los/as desvincule de ese pasado,
sino que aún no estando presentes físicamente, se retroalimenta la relación a través
de lazos invisibles que los/as conecta con los/as que se quedaron. La presencia
simbólica del país de origen se materializa de muchas maneras, se concreta un
repertorio de conexiones, de lazos que entretejen reciprocidades, ayudas, emociones
y afectividades que vehiculizan mensajes bidireccionales.
Un canal de comunicación en situación de migración solían ser las cartas. Las cartas
han sido sustituidas por el teléfono e internet. Estos parecen actuar como cordón
umbilical que conecta y mantiene unidos a los/as que emigraron con sus parientes,
para acercar un poco más los dos universos de significación.
El proyecto migratorio para muchas personas es una estrategia comunitaria de
carácter temporal, de movilidad para la provisión rápida de capital, con el fin de
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Bibliografía obligatoria:
Koc Mustafá y Jennifer Welsh: ―Alimentos, prácticas alimentarias y experiencia de la
inmigración‖ (*).
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1
El siguiente desarrollo se basa en el libro de Denys Cuché, La noción de cultura en las ciencias
sociales, Ed. Nueva Visión, Buenos Aires, 2001.
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funciona, por decirlo de alguna manera, según el modelo de las muñecas rusas,
embutidas unas dentro de otras. Por eso se plantea que la identidad no es monolítica
sino multidimensional.
Pero la identidad no sólo concierne a los individuos, sino también a los grupos,
permitiendo situar a estos últimos en el conjunto social.
La identidad es una construcción que se elabora en una relación de contacto o
intercambio entre grupos. De esta manera, la identificación se produce junto con la
diferenciación. La identidad es un compromiso, una negociación, entre una
“autoidentidad” definida por el propio grupo y una “heteroidentidad” definida por los
otros.
Los marranos son los judíos de la península ibérica que se convirtieron exteriormente
al catolicismo en el S XV, para escapar de la persecución y de la expulsión, pero
siguieron siendo fieles a su fe ancestral y mantuvieron secretamente sus ritos
tradicionales. Así, la identidad judía pudo transmitirse clandestinamente en cada
familia durante siglos, de generación en generación, hasta que pudo afirmarse
nuevamente en forma pública.
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“¿Quien no ha escuchado la famosa frase: „Los mexicanos vienen de los aztecas, los
peruanos de los incas y los argentinos venimos de los barcos‟? Para quienes somos
hijos de inmigrantes o para pobladores indígenas cuya identidad activamente
construye a los restantes miembros del país como „invasores‟, tal vez semejante frase
condense una „gran verdad‟... Para otros pobladores indígenas que no quieren ser
excluidos de „lo argentino‟, esa frase, en cambio, demanda un doble esfuerzo: primero,
escuchar el silencio y, segundo, construirse a partir de la ausencia” (Briones, 1994).
Este planteo desafía las miradas simplistas, que se basan en una concepción
exclusiva/monolítica e inmutable de la identidad.
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2
Hall Stuart “Identidad cultural y diáspora” EN: Stuart Hall, Sin garantías. Trayectorias y problemáticas
en estudios culturales. pp. 349-462. Popayán-Lima-Quito: Envión Editores-IEP- Instituto Pensar-
Universidad Andina Simón Bolívar. [1990] 2010.
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Bibliografía obligatoria:
Koc Mustafá y Jennifer Welsh: “Alimentos, prácticas alimentarias y experiencia de la
inmigración” (*).
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7
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1
Grignon, Claude. “Comensalidad y morfología social: un ensayo de tipologías”. EN: Revista
Apuntes de Investigación del CECyP, Año 16, Nº 22, Buenos Aires, 2012.
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primer momento, trazar nuevamente los límites del grupo, restaurar sus jerarquías
internas y, de ser necesario, reconfigurarlas” (Grignon, 2012: 11)
Grignon propone distinguir la comensalidad cotidiana y la excepcional, planteado que
“el primero de los casos se encuentra asociado a las condiciones de la vida cotidiana,
y reducido a la familia nuclear o al círculo recurrente de (pares) o colegas, en el
segundo de los casos se extiende a la familia ampliada y al grupo de amigos y
conocidos. La comensalidad excepcional se corresponde con los momentos más
excepcionales del calendario anual o del círculo de la vida: los almuerzos del domingo
(o las cenas de los sábados), navidad, año nuevo, pascuas, cumpleaños, mayoría de
edad, casamientos, funerales. Se corresponde, asimismo, a la vida en el trabajo y a la
carrera profesional: comidas o fiestas para celebrar ciertos logros (exámenes,
ascensos) o despedidas” (Grignon, 2012: 14).
“A su vez, la comensalidad cotidiana se distingue a sí misma de la comensalidad
excepcional en la naturaleza de las restricciones que experimenta: restricciones
externas a las que la vida privada debe adecuarse como, por ejemplo, los horarios
laborales o escolares, restricciones domésticas que derivan del tipo y tamaño del
hogar así como de la edad de cada uno de sus miembros, de la ubicación y el contexto
de la casa, su distancia a la escuela, trabajo y comercios, de los parentescos, en
resumen, todas las restricciones asociadas a las condiciones de vida (que son, del
mismo modo, el marco de la vida, pues definen los límites, el espacio y la marca
temporal de las actividades). La característica esencial de estas limitaciones es,
probablemente, su estabilidad o, en otras palabras, su viscosidad, que refuerza la
cotidianeidad, rigidez y previsibilidad de las prácticas que determinan. (…) La
comensalidad cotidiana es probablemente un buen tópico a partir del cual estudiar la
sociabilidad y los intercambios diarios (…). Asimismo, sirve para examinar cómo las
diferentes categorías sociales recortan sus condiciones de vida, así como para
observar los tipos de arbitrajes a través de los cuales se intentan reconciliar las
contradictorias restricciones con los valores” (Grignon, 2012: 15).
“Las formas actuales de la comensalidad doméstica, relacionadas a la vida privada y
familiar, (…) varían con frecuencia, alejándose en algunos casos de los estándares
contemporáneos de la familia nuclear. (…) La intensidad de la comensalidad
doméstica debe ser considerada como un indicador de la integración del grupo
familiar, del grado en que la vida familiar resiste las presiones asociadas a la
ocupación de los padres y la educación de los hijos. Desde este punto de vista, el
estudio de la comensalidad refiere al estudio del cronograma del grupo familiar en
relación a las imposiciones externas. ¿Hasta qué punto son las familias libres de
coordinar los horarios de sus miembros y definir así un cronograma común? Esto
3
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2
Fischler Claude. El (h)omnívoro. El gusto, la cocina y el cuerpo. Anagrama, Barcelona, 1996.
4
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Bibliografía obligatoria:
Ochs Elinor y Merav Shohet: “La estructuración cultural de la socialización durante las
comidas”.
EN: Piaggio Laura y Andrea Solans. Enfoques socio-culturales de la alimentación. Lecturas para el
equipo de salud. Editorial Akadia. Buenos Aires, 2014.
3
Fischler Claude. “Commensality, society and culture”. EN: Social Science Information -
Volume 50, 3-4 September 2011 (pp. 528 – 548).
4
Millán Amado. “Alrededor de la mesa: aspectos normativos, rituales y simbólicos de la
comensalía”. EN: Checa, R; Molina, P. (eds.). La función simbólica de los ritos. Rituales y
simbolismo en el Mediterráneo. Editorial Icaria, Barcelona, 1997.
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La antropóloga catalana Eva Zafra plantea que los aprendizajes alimentarios de niños
y niñas en el hogar constituyen tanto una expresión de modelos de género diferentes y
desiguales, así como un medio a través del cual estos modelos se reproducen e
internalizan.
Comencemos entonces aclarando a qué nos referimos con los términos “género” y
“modelos de género”.
Desde el nacimiento, se trata de maneras diferentes a los bebes según sean varones
o mujeres. El bebé es ya “él” o “ella” al nacer y, desde entonces, se le da un nombre
típicamente femenino o masculino. Se usan diferentes colores de ropa para unos y
1
Grela Cristina y Alejandra López, Talleres educativos en salud y género (Manual para equipos de salud), Intendencia
Municipal de Montevideo – Fondo de Población de Naciones Unidas, Montevideo, 1998.
2
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otras, se les enseñan juegos diferentes, suelen recibir regalos distintos (autitos,
muñecas) y se espera de ellos/as cosas diferentes.
Vemos a través de estos ejemplos que los niños y niñas ya en su primera infancia
reciben respuestas diferentes de parte de los adultos, y en esas tempranas
interacciones comienzan a aprender disposiciones corporales, actitudes y conductas
“femeninas” y “masculinas”, es decir, cierta identidad y comportamiento de género.
2
Nicholson John. Men and women, how different are they?. Oxford University Press, 1984.
3
Smith y Lloyd (1978) citado en Askew S.y C. Ross, Los chicos no lloran. El sexismo en la educación. Editorial Paidós,
Buenos Aires, 1991.
4
Brown y France (1985) citado en Askew S.y C. Ross, Los chicos no lloran. El sexismo en la educación. Editorial
Paidós, Buenos Aires, 1991.
3
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5
Eva Zafra Aparici: “Aprender a comer en casa. Modelos de género y socialización alimentaria” (bibliografía del
módulo).
4
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Esta investigación pone de manifiesto que, si bien hay una mayor flexibilidad en los
roles de género que se enseñan / aprenden en la familia en relación a la alimentación,
la cocina, el deporte y el cuidado corporal, “las diferencias y desigualdades de género
en los procesos de socialización familiar todavía son notables”.
Bibliografía obligatoria:
Zafra-Aparici Eva: “Aprender a comer en casa. Modelos de género y socialización
alimentaria”.
EN: Piaggio Laura y Andrea Solans. Enfoques socio-culturales de la alimentación. Lecturas para el
equipo de salud. Editorial Akadia. Buenos Aires, 2014.
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1
Piaggio L, Concilio C, Rolón M., Macedra G, y Dupraz S: “Alimentación escolar: ¿asistencia o educación? Espacio,
tiempo y organización del cuidado infantil”, Revista Novedades Educativas – Nº 274. Buenos Aires, Octubre 2013
3
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desde sus hogares. En general se les destina una mesa aparte, con la intención de facilitar el
servicio de las mesas por parte de las camareras y de minimizar los intercambios alimentarios
entre quienes reciben el menú escolar y quienes llevan alimentos de sus casas.
El horario laboral de los/as docentes de jornada completa es de 8 horas, sin embargo la
remuneración que reciben cubre un turno de 4 horas más un 80% del segundo turno, lo cual
implica que los 50 minutos entre la banda horaria de la mañana y la de la tarde no están
remunerados y, por ende, no forman parte de su jornada laboral. Es por ello que en las
instituciones escolares se organiza el acompañamiento de los niños/as durante el horario de
comedor con docentes “de turno” que, como compensación, se retiran una hora antes. Para
ello, su grado debe estar en esa última hora a cargo de un docente de materias especiales
(plástica, música, tecnología, inglés, informática, educación física).
Ello requiere una difícil “ingeniería de horarios” por parte del equipo de conducción. La
normativa (Resolución 1033 del año 1989) que dispone esta autorización alude en su
fundamentación a “la necesidad de preservar al personal docente del desgaste que provoca el
servicio en escuela de jornada completa” sumada a que “la atención del comedor escolar es
de por sí una carga gravosa, que la docencia ha sobrellevado con esfuerzos dignos de
encomio”. Resulta llamativa la adjetivación utilizada en la normativa que, haciéndose eco de
demandas docentes, autoriza la compensación horaria para el turno de comedor. Casi un
cuarto de siglo después, sigue vigente este “sentido común docente” (Milstein y Mendes 1999)
construido alrededor del comedor.
Sinónimos de “carga gravosa”: estresante, agotador, se mencionan a menudo. Sin embargo
nos interesa mostrar que este resultado no es consustancial (“de por sí”) al cuidado del
comedor, sino que es consecuencia de las condiciones en que se organiza la comensalidad
escolar.
Justamente, la mayoría de las/os docentes entrevistadas/os se han referido al turno de
comedor como un momento de trabajo desgastante, señalando que se encuentran al cuidado
de gran cantidad de alumnos/as. A partir de nuestras observaciones, hemos constatado que
2
suele asignarse un docente de turno cada 100/120 alumnos/as , por lo que en general son 2 o
3 las/os docentes a cargo (de acuerdo a la matrícula de la escuela). Además, los docentes de
turno alternan el monitoreo de los/as niños/as con su propio almuerzo.
Otro de los motivos por el que los docentes rechazan el cuidado del comedor es el nivel de
ruido que se genera durante el momento del almuerzo.
“En casi todas las escuelas el comedor es un hacinamiento, no es un ámbito
agradable, es un ámbito de ruido, de gente amontonada” (docente 5° grado)
Si bien este estudio no ha contemplado mediciones de niveles de ruido en los comedores, en
las notas de campo se registraron las percepciones de las observadoras, las que -conjugadas
2
Resulta interesante señalar (por la abrumadora diferencia que arroja la comparación) que en España se
plantea la presencia de un/a monitor/a cada 20 niños/as en 1° ciclo y de uno/a cada 30 en 2° y 3° ciclo de
educación primaria (Documento de Consenso sobre la Alimentación en los Centros Educativos: 7).
4
Antropología Alimentaria – M7 C1
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con las perspectivas compartidas por las/os docentes en las entrevistas- nos permiten
establecer una asociación entre la forma de uso del espacio físico del comedor y el nivel de
ruido en el mismo, resultando “ensordecedor” justamente en los establecimientos en los que la
2
relación matrícula / tamaño del comedor no respetaba el mínimo establecido (1 m por
alumno-a).
En el trabajo de campo, a partir del registro observacional de los comedores, hemos relevado
que los recintos destinados a comedor tienen superficies muy dispares que no se
2
correlacionan con la matrícula de la escuela, por ejemplo: un comedor de 420 m para una
2
matrícula de 330 niños/as y otro de 110 m para 250 niños/as, lo cual implica un rango de
2 2
1,3m a 0,4 m por comensal. Los espacios más limitados corresponden a edificios que no
fueron originalmente concebidos para jornada completa.
Frente al espacio disponible, el equipo de conducción define la organización del almuerzo en 1
o 2 turnos. En casos excepcionales, se han planteado 3 turnos.
En consonancia con el estudio realizado en España por la antropóloga Eva Zafra hemos
observado que “el tiempo condiciona de forma directa el comportamiento de los escolares: de
acuerdo con el tiempo que se les concede para comer, a mayor tiempo cedido, menores son
las sobras y viceversa” (2010: 68).
Variables como el número de alumnos/as y de docentes que los/as acompañan, la forma en
que se permite que los/as niñas se ubiquen, el espacio y el tiempo asignado al almuerzo
inciden de manera importante en la calidad de ese momento de la jornada escolar de niños/as
y docentes, y deberíamos preocuparnos por esos aspectos con el mismo énfasis con el que
abogamos por la variedad y calidad de los platos e ingredientes que se ofrecen.
“Cuidar” el comedor
Directivos y docentes nos han relatado pocas normas establecidas para el momento del
comedor. Las mismas apuntan básicamente a “controlar” la disciplina: no pararse, no tirar
comida o jugar con la misma, no generar peleas, levantar la mano para llamar a la camarera o
al docente.
Además, algunas/os docentes asisten a los/as alumnos/as reponiendo el agua de las jarras y/o
sirviéndoles en los vasos. También es frecuente que mencionen que niños y niñas de los
primeros grados requieren ayuda, dado que no han adquirido en sus hogares destreza en el
uso de los cubiertos.
Por otro lado, algunas/os docentes señalaron intervenir en el comedor con mensajes referidos
a la ingesta, algunas/os instando a probar los distintos ingredientes y otras/os exigiendo
“terminar el plato”.
“En el comedor también tenemos que estar mirando que los chicos coman”
(docente 5° grado).
“A veces hay que estarles… „te terminas el plato‟, „comé‟, „se te enfría‟…”
(docente 5° grado).
“Hubo un día del nuevo menú que tocó pollo al horno con batatas, los chicos
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comieron la presa de pollo, y después miraban las batatas, sólo algunos las
comieron, la mayoría las miraban, las inspeccionaban porque las veían parecidas
a las papas pero veían que no eran papas, una nena decía `son dulces, se
parecen a la mandioca´. Yo les dije que tenían que comer batatas también, que el
pollo solo no, y que hasta que no las comieran no salían al recreo. Entonces
habían juntado las batatas en un plato y lo pasaban por toda la mesa, a ver quién
se quería comer alguna, porque querían ir al recreo. Me causó gracia cómo
hacían circular el plato por la mesa” (docente 5° grado).
Estos mensajes se expresan intuitivamente y en buena medida se basan en las propias
experiencias de crianza, evidenciando “la falta de un común denominador de lo que hay que
hacer en un comedor” (docente 7° grado).
Zafra (2010: 73) señala que normas como el “comérselo todo”, impuesta en los comedores
escolares, resultan extemporáneas dado que parecieran corresponderse más a valores socio-
educativos de mediados del siglo pasado que a los actuales. En este sentido, la actual meta
educativa de tender al desarrollo de la autonomía en niños y niñas implicaría permitirles
regular su propia ingesta, promoviendo el reconocimiento de las señales internas de saciedad.
Nos encontramos con que allí donde pareciera no estar ejerciéndose una función educativa,
las/os docentes transmiten en sus intercambios con los/as alumnos/as valores y pautas de
conducta que inciden en los aprendizajes alimentarios de los/as mismos/as.
Es por ello que nos parece fundamental explicitar este tipo de normas y reflexionar sobre sus
implicancias para desarrollar una mirada pedagógica sobre la atención y acompañamiento de
niños y niñas durante las comidas en la escuela.
6
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Bibliografía obligatoria:
7
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Actividad de auto-aprendizaje
Siguiendo el texto de Barbara Guidalli, explique qué factores están condicionando
la ingesta real de alimentos en los comedores escolares por parte de niños y niñas.
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En esta segunda clase del módulo continuaremos con el análisis de las prácticas
alimentarias que tienen lugar en la vida escolar, prestando particular atención a los
comportamientos en los momentos de los recreos, dado que tienen gran relevancia en
las experiencias y aprendizajes de niños y niñas.
En el artículo que proponemos para esta clase, “Alimentación infantil en el ámbito
escolar. Entre patios, aulas y comedores”, se presentan los resultados de una
investigación realizada desde una perspectiva etnográfica haciendo foco en los
consumos alimentarios de niños y niñas durante los recreos escolares, en escuelas
primarias de gestión estatal de la Ciudad de Buenos Aires.
Las autoras plantean que el tipo de alimentación que tiene lugar durante los recreos
corresponde a una modalidad de consumo informal. Con este término hacen
referencia a aquellos consumos alimentarios que se dan al margen de las comidas
estructuradas (o sea al margen de las comidas regidas por gramáticas culinarias
particulares, con normas de combinación y asociación que ordenan los consumos).
Con el término “alimentación informal” se busca destacar “la forma de consumo
(ingestas en horarios irregulares, que no siguen las normas de combinación y sucesión
2
Antropología Alimentaria – M7 C2
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1
Garrote N. Una propuesta para el estudio de la alimentación: las estrategias alimentarias. En:
Álvarez M, compilador. Antropología y práctica médica. Buenos Aires: Instituto Nacional de
Antropología y Pensamiento Latinoamericano: 1997.
2
Herkovitz, Damián. 2008. La construcción de la malnutrición infantil: una etnografía sobre las
condiciones y posibilidades que contribuyen a su producción y reproducción en hogares pobres
de Ciudad de Buenos Aires. Buenos Aires: Colección Tesis. CEDES – FLACSO.
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Antropología Alimentaria – M7 C2
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Asimismo, las autoras advierten que los consumos alimentarios varían de acuerdo al
género, en estrecha relación con el tipo de actividades recreativas que niños y niñas
llevan adelante durante los recreos. A su vez, las actividades recreativas en los
recreos resultan condicionadas por las normas institucionales y los espacios físicos
disponibles. Así, en el texto se muestra que una de las normas vigente en los recreos
que impide juegos con movimiento –por ejemplo, el futbol- es eludida por los niños
quienes no obstante juegan reemplazando la pelota con diferentes objetos (bollos de
papel, tapitas), pero no así por las niñas que suelen permanecer más tranquilas,
consumiendo alimentos y bebidas con mayor frecuencia que los varones.
Siguiendo a las autoras, en los modos de organizar el espacio del recreo, así como en
la organización de las comidas estructuradas en la escuela, se construyen significados
que impactan en los aprendizajes y las prácticas alimentarias de niños y niñas. Así,
Piaggio et al, plantean la existencia de un “curriculum oculto” en referencia a las
acciones pedagógicas que, si bien no aparecen explícitamente mencionadas en los
4
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Bibliografía obligatoria:
Laura Piaggio, Celeste Concilio, Marina Rolón, Guadalupe Macedra y Silvina Dupraz:
“Alimentación infantil en el ámbito escolar. Entre patios, aulas y comedores” (*).
(*) EN: Piaggio Laura y Andrea Solans. Enfoques socio-culturales de la alimentación. Lecturas para
el equipo de salud. Editorial Akadia. Buenos Aires, 2014.
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La publicidad de alimentos apela cada vez más directamente a los/as niños/as. Como
vimos en el texto de Charlene Elliott, se utilizan una variedad de recursos para señalar
que un producto está dirigido a los/as niños/as y alentar su consumo: el nombre de los
productos, cierta tipografía, la combinación de colores, la inclusión de personajes de
dibujos animados o películas infantiles, la inclusión de juegos en el envase, de links
para juegos interactivos en la web o de juguetes en el interior del paquete.
2
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1
Extraído del documento de la ONG Consumers International “Fried and tested”.
2
Hoja de datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre obesidad y sobrepeso
http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs311/es/
3
Hastings et al, “The extent, nature and effects of food promotion to children: A review of the evidence
to 2008 [El grado, la naturaleza y los efectos de la publicidad de alimentos: Una revisión de la
evidencia]”, Organización Mundial de la Salud, 2008.
http://www.who.int/dietphysicalactivity/Evidence_Update_2009.pdf
4
Contreras, Jesús. Antropología de la alimentación. Editorial Eudema, Barcelona, 1995.
5
Wiecha J., Peterson K., Ludwig D., Kim J., Sobol, A., Gortmaker S. “When Children Eat What They
Watch. Impact of Television Viewing on Dietary Intake in Youth”. Archives of Pediatric and Adolescent
Medicine, Vol. 160, American Medical Association, 2006.
6
Durán Pablo, Estrasnoy Irene, Franchello Alejandra, Andres Maria Eugenia, Ferraro Mabel; Ramos
Olga. “Relación entre baja talla y obesidad en escolares de la ciudad de Buenos Aires”, Servicio de
Nutrición y Diabetes. Hospital General de Niños P. De Elizalde, Beca Conapris, 2005.
3
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Un estudio llevado a cabo en el Reino Unido, reveló que casi las tres cuartas partes de
los/as niños/as comen al menos tres veces al mes en una de las tres principales
cadenas de comida rápida; y que la última vez consumieron 45-51% de la dosis diaria
recomendada para grasas, azúcar y sodio.
4
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7
Consumers International e International Obesity Taskforce [Grupo internacional de trabajo sobre la
obesidad], Recomendaciones para un Código Internacional sobre Comercialización de Alimentos y
Bebidas para la Población Infantil, 2008
http://www.consumersinternational.org/media/296994/codigo_ci_alimentos_publicidad.pdf
5
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http://www.ipsnoticias.net/2012/07/big-mac-un-menu-poco-olimpico/
Bibliografía obligatoria:
Carolina Duek: “Infancia, fast-food y consumo (o cómo ser un niño en el mundo McDonald´s)”.
EN: Piaggio Laura y Andrea Solans. Enfoques socio-culturales de la alimentación. Lecturas para el
equipo de salud. Editorial Akadia. Buenos Aires, 2014.
6
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3
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En el texto que corresponde a esta clase, María Claudia Duque Páramo presenta
distintas conceptualizaciones de cultura presentes en algunos de los modelos vigentes
en salud pública, como son: historia natural de la enfermedad (HNE), atención primaria
en salud (APS) y promoción de la salud (PS).
Desde este la HNE, la enfermedad se entiende como un fenómeno
predominantemente bio-ecológico donde los factores sociales, psíquicos, culturales,
políticos y económicos no se tienen en consideración. Desde este modelo se asume
una idea jerarquizada de los saberes y prácticas en salud, asumiendo que los
conocimientos de la biomedicina son los verdaderos; entre tanto, las ideas y prácticas
diferentes representan lo falso, negativo y riesgoso.
A diferencia del modelo de la HNE, la APS tiene antecedentes de programas en salud
basado en la comunidad a partir de iniciativas populares y supone la salud y las
enfermedades como una consecuencia de las condiciones económicas y de las
características socioculturales y políticas de cada país.
Desde la PS, la salud es definida como un medio para obtener calidad de vida y
desarrollo humano y social. Así, la salud sale del estrecho marco biomédico y entra en
el mundo social. La PS incluye variantes que van desde perspectivas conservadoras
hasta perspectivas progresistas. Desde la vertiente conservadora la dimensión cultural
del proceso de salud-enfermedad resulta acotada al concepto de estilo de vida, que al
ser apropiado por el modelo biomédico, es usado para señalar formas de vida
riesgosas o sanas, sin considerar los condicionantes socioculturales económicos y
políticos. De esta manera, al igual que en la HNE, se termina por individualizar y
descontextualizar las problemáticas sociales inherentes a los procesos de salud
enfermedad. Como se plantea en la introducción al Capítulo VIII del libro Enfoques
socioculturales de la alimentación, desde esta vertiente conservadora de la PS “se
enfatiza la responsabilidad del sujeto en la adopción de un determinado estilo de vida
y se pondera, entonces, “como único camino de intervención el transformar las
conductas y los saberes de los individuos”, quedando fuera de escena (o como mero
decorado) las condiciones de vida y, por ende, la construcción de acciones estatales
y/o colectivas que las aborden”.
Desde las perspectivas progresistas de la PS, algunos organismos nacionales e
internacionales buscan mejorar los niveles de salud de las poblaciones creando
1
Menéndez Eduardo. 2003. Modelos de atención de los padecimientos: de exclusiones teóricas y articulaciones
prácticas. Ciencia & Saúde Colectiva (8) 185-207.
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Lic. Laura Piaggio y Lic. Andrea Solans
Bibliografía obligatoria:
EN: Piaggio Laura y Andrea Solans. Enfoques socio-culturales de la alimentación. Lecturas para el
equipo de salud. Editorial Akadia. Buenos Aires, 2014.
5
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1
Costa-Fonta Joan, Núria Masb y Patricia Navarroc. “Globesity: Is Globalization a Pathway to Obesity?”
Working Paper N°31, The London School of Economics and Political Science, 2013.
2
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2
Kovalskys I, Corvalán C, Chamorro V, Casini V, Weisstaub G, Recalde A “Factores obesogénicos
vinculados con el ambiente infantil” (Capítulo 9) En: Carmuega Esteban, Crecimiento saludable. Entre la
desnutrición y la obesidad en el Cono Sur. 1ª ed. Bs. As., Asociación Civil Danone para la Nutrición, la
salud y la calidad de vida, 2012
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Lic. Laura Piaggio y Lic. Andrea Solans
Bibliografía obligatoria:
Mabel Gracia-Arnaiz: “La obesidad como problema social: la ideación sobre su
carácter crónico, plurifactorial y epidémico”.
EN: Piaggio Laura y Andrea Solans. Enfoques socio-culturales de la alimentación. Lecturas para el
equipo de salud. Editorial Akadia. Buenos Aires, 2014.
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2
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Algunos/as autores/as plantean que para ello es necesario que el equipo de salud
adquiera “competencia cultural”. La misma “está definida como el proceso en el cual
los profesionales del cuidado de la salud continuamente se esfuerzan por conseguir la
habilidad y la disponibilidad para trabajar efectivamente dentro del contexto cultural de
la familia, el individuo, o la comunidad” (Campihna-Bacote J., 2002)1.
En la bibliografía que corresponde a esta clase, Muñoz Alarcón y Vidal-Herrera –
antropóloga y antropólogo chilenos–, realizan una investigación para conocer los
procesos de salud-enfermedad-atención de los/as niños/as de la región de la
Araucanía desde la perspectiva de las madres.
Destacan entre las conclusiones la necesidad de que el equipo de salud de los centros
de atención primaria se capacite para adquirir “competencia cultural”, ya que las
mujeres entrevistadas refieren importantes dificultades en la atención de sus hijos/as
derivadas de “brechas comunicacionales” (uso de terminología científica por parte de
los profesionales que las mujeres no comprenden), poca disposición para el diálogo y
las explicaciones, y falta de reconocimiento de los saberes y experiencias con que
cuentan las mujeres.
Proponen una estrategia metodológica y herramientas conceptuales para que el
equipo de salud pueda desarrollar sus acciones con “competencia cultural”.
Como estrategia metodológica plantean “generar un proceso de comunicación
cultural que contemple: escuchar con atención, explicar, reconocer el modelo cultural
del paciente, recomendar más que indicar, y negociar explicaciones y tratamientos
terapéuticos”. Esta propuesta retoma el modelo “LEARN”, acrónimo creado para
nombrar una modalidad de atención desarrollada en un Centro de Salud de California2
que trabaja con gran cantidad de población migrante. La palabra LEARN se compone
de las iniciales de las acciones a implementar en el marco de una consulta: “Listen”,
“Explain”, “Acknowlegde”, “Recomend” and “Negociate”. Se plantea que los
profesionales que han incorporado estas acciones en “la estructura normal del
encuentro terapéutico han sido capaces de mejorar la comunicación, de aumentar el
reconocimiento de las cuestiones culturales en el cuidado de la salud y de obtener una
mejor aceptación de los planes de tratamiento”2.
En cuanto a herramientas conceptuales, se destacan las nociones de “modelo
etiológico de la enfermedad” y de “itinerarios terapéuticos”.
1
Campihna Bacote J. 2002 “A Framework for Providing Culturally Competent Health Care Services in Managed Care
Organizations”. Journal of Transcultural Nursing. 10 (4): 290-291.
2
Berlin E, Fowkes W. A teaching framework for cross cultural health. En: Brown P, comp. Understanding and applying
medical anthropology. Mayfield Publishing Company, 1998.
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Antropología Alimentaria – M8 C3
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Por “modelo etiológico de la enfermedad” se alude a las causas que las madres
atribuyen a los problemas de salud de sus hijos/as. Muñoz-Alarcón y Vidal-Herrera
señalan ejemplos brindados por sus entrevistadas en la región de la Araucanía
chilena. En una investigación llevada adelante por el antropólogo argentino Damián
Herkovits3 en barrios pobres de la Ciudad de Buenos Aires se describe el escaso
reconocimiento de los problemas nutricionales de los/as niños/as por parte de sus
madres, quienes circunscriben lo patológico a situaciones de dolor o impedimento
físico. “De acuerdo a las madres y cuidadores, tanto los „flaquitos‟ como los „bajitos‟ y
„gorditos‟ se desenvuelven cotidianamente sin impedimento alguno, o al menos de
acuerdo a aquello que puede ser observado en cualquier otro niño. No sólo su
comportamiento se asemeja al que pueden recordar en su propia historia personal,
sino que también les parece similar al que pueden observar en sus otros hijos, o de los
hijos de sus vecinas y familiares” (Herkovits, 2008: 102).
La importancia de conocer el modelo etiológico de la enfermedad que sostienen las
personas radica en que, en parte, guía la búsqueda de atención y los cuidados que
implementan. Se señala “en parte” porque también inciden cuestiones de accesibilidad
geográfica y económica. Volviendo al ejemplo anterior, Herkovits relaciona esa
perspectiva de las madres sobre el crecimiento y estado nutricional de sus hijos/as con
la esporádica concurrencia al centro de salud para realizar los controles.
En este sentido, la noción de modelo etiológico de la enfermedad se relaciona con la
de “itinerarios terapéuticos”. “El itinerario terapéutico consiste en la
secuencia/superposición de actividades que los pacientes o sus familiares realizan
para solucionar el problema de salud, y constituye un importante indicador de los
recursos materiales, sociales y culturales de las familias” (Muñoz Alarcón, Vidal-
Herrera). Este concepto permite visualizar que, en las prácticas de cuidado, las
personas suelen combinar recursos terapéuticos de diferentes marcos de referencia y
es importante que el equipo de salud los conozca para adecuar sus recomendaciones,
de modo que resulten factibles de ser llevadas a la práctica.
Como mencionamos, estos itinerarios se construyen combinando recursos de
diferentes marcos de referencia. El antropólogo Eduardo Menéndez identifica los
siguientes marcos o “modelos de atención”4:
3
Herkovits, Damián. La construcción de la malnutrición infantil: una etnografía sobre las condiciones y posibilidades
que contribuyen a su producción y reproducción en hogares pobres de la Ciudad de Bs. As. Tesis de Maestría en
Ciencias Sociales y Salud, CEDES-FLACSO. Bs.As., 2008.
4
Menéndez Eduardo.” Modelos de atención de los padecimientos: de exclusiones teóricas y articulaciones prácticas”.
Ciencia & Saúde Colectiva (8) 185-207, 2003.
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Antropología Alimentaria – M8 C3
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a) de tipo biomédico, referido a médicos del primer nivel de atención y del nivel de
especialidades para padecimientos físicos y mentales que la biomedicina reconoce
como enfermedades.
b) de tipo “popular” y “tradicional”, expresado a través de curadores especializados
como hueseros, culebreros, brujos, curanderos, espiritualistas, yerberos, shamanes,
curas sanadores, etc.
c) alternativo, paralelo o “new age” que incluye a sanadores, bioenergéticos, nuevas
religiones curativas de tipo comunitario, etc.;
d) devenido de otras tradiciones médicas académicas: acupuntura, medicina
ayurvédica, medicina mandarina, etc.;
e) auto-atención: prácticas que utilizan los sujetos y grupos sociales para diagnosticar,
explicar, controlar, aliviar, aguantar, curar o prevenir los problemas que afectan su
salud (en términos reales o imaginarios) sin la intervención directa e intencional de
curadores profesionales.
Cuando hace su aparición la enfermedad o algún síntoma que afecta la salud de las
personas, un abanico de agentes con distintos recursos, funciones y desde distintas
ópticas, se hacen presentes como posibles opciones de atención. En la investigación
chilena, así como en una amplia bibliografía, se documenta que la madre actúa como
el primer recurso terapéutico para sus hijos/as. Interviene tanto en la evaluación de la
situación como en la provisión de los primeros cuidados.
Volviendo a la propuesta de atención basada en el modelo “LEARN”, es importante
que el equipo de salud reconozca la interpretación-concepción de las personas acerca
de las causas de las enfermedades, así como las acciones de atención previas o
paralelas que implementan, para poder recomendar acciones viables en el contexto de
vida cotidiano de la población.
Bibliografía obligatoria:
Ana María Alarcón-Muñoz y Aldo Vidal-Herrera: “Dimensiones culturales en el proceso
de atención primaria infantil: perspectivas de las madres”.
EN: Piaggio Laura y Andrea Solans. Enfoques socio-culturales de la alimentación. Lecturas
para el equipo de salud. Editorial Akadia. Buenos Aires, 2014.
5
Antropología Alimentaria – M8 C4
Lic. Laura Piaggio y Lic. Andrea Solans
En esta última clase del módulo analizaremos las relaciones entre diversidad cultural,
desigualdad social y la provisión de alimentos en instituciones hospitalarias.
Como quedó planteado en las unidades cuatro y cinco, el proceso de globalización ha
generado tanto movimientos sociales que reivindican y valorizan particularidades
socioculturales locales así como ha intensificado los ritmos de los desplazamientos y
las migraciones de personas y grupos en las sociedades contemporáneas. Desde los
años setenta algunos estados de América del Norte y Europa han incluido la noción de
multiculturalismo en el diseño de políticas públicas con el objetivo de promover la
igualdad de tratamiento entre los diversos grupos culturales que componen la nación,
a los cuales se reconoce su dignidad públicamente (Cuché, 2002:132). Así, al
reemplazar a las políticas de asimilación, las iniciativas multiculturales se centraron en
la necesidad de reconocer la existencia de una pluralidad de culturas. Esto contribuye
a sostener la legitimidad de expresión cultural y política de los distintos grupos. En otro
nivel, se han creado programas de “discriminación positiva” que buscan el acceso de
todos los grupos a la igualdad y que se esfuerzan por compensar los efectos de las
discriminaciones negativas. Estos programas están centrados en los grupos
minoritarios antes que en los individuos y conciernen especialmente a las esferas del
empleo y de la enseñanza.
2
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3
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1
Declaración de Amsterdam. Hacia unos hospitales amigos del inmigrante en una Europa etno-
culturalmente diversa. Emigración, diversidad, salud y hospitales. 2003.
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Bibliografía obligatoria:
Yasmin Gunaratnam: “La alimentación en el multiculturalismo: personal de salud y
usuarios/as de un servicio hospitalario discuten sobre alimentación, „raza‟, etnicidad,
cultura e identidad”. EN: Piaggio Laura y Andrea Solans. Enfoques socio-culturales
de la alimentación. Lecturas para el equipo de salud. Editorial Akadia. Buenos
Aires, 2014.