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Espacio curricular ANTROPOLOGÍA SOCIAL Y CULTURAL

Docente: PASSAMANI ARIEL Curso: 5to


Unidad Eje de articulación e intensificación de los
Introductoria aprendizajes

ANTROPOLOGÍA COMO CIENCIA


El nombre de la ciencia deriva del griego anthropos (que significa hombre, ser humano)
y logos (conocimiento), entonces se podría afirmar que es la ciencia que estudia el
desarrollo humano desde una perspectiva integral, abarcando tanto el aspecto biológico
- porque se ocupa de la evolución como especie humana -, como el aspecto sociocultural:
estudia a la humanidad como producto y productora de cultura.

Cuando nos referimos a la antropología sociocultural, estamos aludiendo al ser humano


estudiado como miembro de un grupo social y como integrante de una cultura. Estamos
haciendo mención de realidades similares puesto que, los grupos humanos poseen una
cultura que les proporciona una imagen o, si se quiere, una identidad, gracias a la cultura
que los caracteriza.

Puede decirse, por tanto, que la antropología sociocultural estudia las sociedades y las
culturas humanas, tratando de descubrir, prioritariamente, los elementos compartidos y
las diferencias, con una estrategia holista, esto es, enfocada a la globalidad. Para lograrlo,
se vale de una metodología sistemáticamente comparativa. Por tanto, no es una ciencia
de lo exótico y de lo singular.

Sin embargo, la antropología estuvo liada a sus comienzos a la biología, su desarrollo


como ciencia la llevo a abrirse en distintas orientaciones que la ubican claramente dentro
de las cencías sociales.

CARACTERÍSTICAS
ANTROPOLÓGICAS PRINCIPALES
Por ser, la antropología es el estudio científico y humanístico de la especie humana en la
exploración de la diversidad del hombre en el tiempo y en el espacio; mantiene
características generales:

- Es una ciencia holística, es decir, se basa en el estudio de la condición humana


como un todo: pasado, presente y futuro; biología, sociedad, lenguaje y cultura.
- Es comparativa y transcultural: compara sistemáticamente datos de
poblaciones y períodos de tiempo diferentes.
- El propósito es establecer generalizaciones, usando el método científico

Se caracteriza por ser una disciplina científica de carácter comparativo que analiza todas
las sociedades, antiguas y modernas, simples y complejas. Las restantes ciencias tienden

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a centrarse en una única sociedad, generalmente en un país industrial como los Estados
Unidos o Canadá. Sin embargo, la antropología ofrece una perspectiva transcultural única
mediante la comparación constante de las costumbres de una sociedad con las de las otras

EL PROBLEMA CENTRAL
ANTROPOLÓGICO
Se puede caracterizar el problema central de la Antropología, estableciendo que es la más
comprensiva de las ciencias que versa sobre el hombre y sus obras, combinando en una
sola disciplina los enfoques de las ciencias biológicos y las ciencias sociales.

Sus problemas se centran en el hombre como miembro del reino animal y en el


comportamiento del hombre como miembro de una sociedad; No se limita a un grupo
particular de hombres ni a un periodo determinado de la historia.

Pues así, “El estudio comparativo de las civilizaciones o culturas (como las llama el
antropólogo), centra su atención sobre las semejanzas y diferencias de cultura que se
observan entre los diferentes grupos humanos e intentan aislar y definir las leyes o
principios que rigen la formación y desenvolvimiento de las sociedades y culturas
humanas” (Kottak)

RAMAS DE LA ANTROPOLOGÍA.
Hay muchas distinciones, pero tomaremos las importantes.

ANTROPOLOGÍA BIOLÓGICA O FÍSICA.


El objeto de estudio de la antropología biológica es la diversidad biológica humana en el
tiempo y el espacio debido a presiones medioambientales (calor, frío, humedad, luz solar,
altitud y enfermedades) y características genéticas. El estudio de la variación humana
reúne cinco intereses especiales:

1.- La evolución de los homínidos tal como la revelan los restos fósiles
(paleoantropología). Para su labor, los paleoantropólogos se sirven de la osteología para
analizar los huesos de homínidos y trazar los cambios en la anatomía, de la arqueología
para la reconstrucción de los aspectos biológicos y culturales de la evolución humana
mediante el uso de las herramientas.

2.- La genética humana. La variedad que existe dentro de cualquier población permite
que algunos individuos tengan más fácil la supervivencia y la reproducción. La genética
arroja luz sobre las causas y la transmisión de esta variedad.

3.- El crecimiento y desarrollo humanos dentro del entorno medioambiental.

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4.- La plasticidad biológica humana, o capacidad del cuerpo de hacer frente a presiones
medioambientales. La evolución biológica y cultural humana está y ha estado
interrelacionada y ha sido complementaria; los humanos continúan su adaptación tanto
biológica como cultural.

5.- La biología, evolución, comportamiento y vida social de los monos, los simios y otros
primates no humanos. La primatología apoya a la paleoantropología porque muchos
antropólogos creen que el comportamiento de los primates arroja luz sobre el de los
primeros homínidos.

ARQUEOLOGÍA.
La antropología arqueológica, o arqueología, reconstruye, describe e interpreta el
comportamiento humano y los patrones culturales a través de los restos materiales. Los
arqueólogos suelen estudiar predominantemente la prehistoria, aunque también estudian
las culturas históricas, e incluso las vivas (como es el caso del arqueólogo William Rathje,
que estudia a partir de la basura -”basurología”- lo que la gente hizo y no lo que ellos
piensan que hicieron o lo que el investigador piensa que deberían haber hecho).
Utilizando los restos materiales como datos primarios, e informados por el conocimiento
etnográfico y la teoría etnológica, los arqueólogos analizan los procesos y patrones
culturales. Estos restos pueden ser de muchos tipos: basura, cereales silvestres y
domesticados, huesos, cerámicas, artefactos, etc.

Muchos arqueólogos se sirven de la paleoecología, o estudio de los ecosistemas del


pasado, analizando las interrelaciones entre la población, las necesidades y demandas
culturalmente perfiladas, la división del trabajo, la tecnología, los métodos de producción
y las formas de reparto de los recursos naturales entre aquellos que los necesitan y los
utilizan. También mediante la excavación, los arqueólogos documentan los patrones y
procesos culturales. Asimismo, estudian la evolución cultural de determinadas sociedades
a partir de cambios en el tamaño, el tipo de asentamientos y la distancia entre ellos. La
arqueología resulta esencial para conocer las poblaciones prehistóricas, permitiendo la
formulación de leyes del desarrollo.

ANTROPOLOGÍA LINGÜÍSTICA.
No sabemos, y probablemente nunca sabremos cuándo comenzaron a hablar los
homínidos. Sin embargo, los antropólogos lingüísticos estudian el lenguaje en su contexto
social y cultural, en el espacio y a través del tiempo con el objeto de hacer inferencias
acerca de características universales del lenguaje, de reconstruir lenguas antiguas, de
descubrir percepciones y patrones de pensamiento diversos. El estudio de la variación
lingüística en su contexto social se denomina sociolingüística y permite mostrar cómo el
habla refleja diferencias sociales. La lingüística descriptiva estudia los sonidos, la
gramática y el significado en lenguas concretas. La lingüística histórica considera la
variación del sonido, la gramática y el vocabulario en el tiempo.

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ANTROPOLOGÍA SOCIAL Y CULTURAL.
Los antropólogos culturales estudian la sociedad y la cultura, describiendo y explicando
las similitudes y diferencias culturales considerando la diversidad en el tiempo y el
espacio. Para ello, distinguen entre lo universal -características biológicas, psicológicas,
sociales y culturales compartidas por todos los humanos-, lo general -compartidas por
muchos, pero no por todos los grupos humanos-, y lo particular -no compartidas en
absoluto-.

En la antropología cultural hay que distinguir dos aspectos. Por un lado la etnografía,
basada en el trabajo de campo para recoger datos, organizarlos, describirlos, analizarlos
e interpretarlos, para luego proporcionar la “etnodescripción” de un grupo, sociedad o
cultura particulares en forma de libro, artículo o película. Tradicionalmente, los
etnógrafos han convivido con pequeñas comunidades y estudiado el comportamiento
local, las creencias, las costumbres, la vida social, las actividades económicas, las
políticas y la religión. Por otro lado, la etnología, analiza y compara los resultados de la
etnografía y de las otras subdisciplinas, esto es, los datos recogidos en diferentes
sociedades, con el objeto de intentar identificar y explicar las diferencias y las similitudes
culturales, para distinguir entre universalidad, generalidad y particularidad.

LA ANTROPOLOGÍA Y LAS OTRAS


CIENCIAS.
Por tratarse de una ciencia holística, la antropología está vinculada con muchas otras
disciplinas. Así, se sirve de la física, la química y la geología para fechar fósiles y
artefactos; de los botánicos, zoólogos y paleontólogos para reconocer restos de animales
y plantas encontradas junto a restos humanos, etc.

ANTROPOLOGÍA CULTURAL Y SOCIOLOGÍA.


La antropología cultural y la sociología comparten su interés en las relaciones, la
organización y el comportamiento sociales. Sin embargo, la sociología inicialmente
centró su enfoque en el occidente industrial; los antropólogos en las sociedades no
industriales. Por ello, cada ciencia desarrolló distintos métodos de recolección y de
análisis de datos. Durante años, las técnicas estadísticas y de muestreo han sido
fundamentales en sociología, mientras que la preparación en estadística ha sido menos
común a la antropología, aunque esto está cambiando a medida que los antropólogos
trabajan cada vez más en sociedades modernas. Los etnógrafos tradicionales estudiaban
poblaciones pequeñas, ágrafas y hacían uso de métodos apropiados a tal contexto. Un
método clave es la observación participante, por la cual se toma parte en los hechos que
uno observa, describe y analiza. Con la creciente comunicación interdisciplinar, se está
produciendo una convergencia entre la antropología y la sociología. Del mismo modo,
ante la expansión de la industrialización, muchos antropólogos trabajan en sociedades
industriales, donde estudian temas muy diversos, que incluyen el declive rural, la vida

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interna de la ciudad y el papel de los medios de comunicación de masas en la creación de
patrones culturales nacionales.

ANTROPOLOGÍA, CIENCIA POLÍTICA Y ECONOMÍA.


En las sociedades de pequeña escala, en las que se desarrolló la etnografía, la política y
la economía no suelen aparecer como actividades diferenciadas dispuestas para un
análisis por separado, como sucede en la sociedad moderna, sino que se encuentran
inmersas en el orden social general. Los antropólogos han ampliado nuestra comprensión
comparativa de los sistemas políticos al mostrar, por ejemplo, que la ley y el crimen no
son universales culturales. Por otro lado, también los antropólogos han contribuido a
mostrar los diferentes principios que mueven la economía en otras culturas.

ANTROPOLOGÍA Y HUMANIDADES.
Todos adquirimos cultura mediante la enculturación, el proceso social por el que se
aprende y transmite la cultura de generación en generación. Por tanto, todas las
expresiones creativas tienen un potencial interés como productos y documentos
culturales. Así, el comportamiento no escrito, el discurso, las creencias, la tradición oral
y el ritual se interpretan en relación a su significado dentro de un contexto cultural
particular.

ANTROPOLOGÍA Y PSICOLOGÍA.
La mayoría de los psicólogos realizan sus trabajos de investigación en su propia sociedad.
La antropología aporta los datos transculturales. Las afirmaciones sobre la psicología
“humana” no pueden basarse únicamente en el comportamiento observado en un solo tipo
de sociedad. Así, la antropología psicológica conecta con la psicología.

ANTROPOLOGÍA E HISTORIA.
Son cada vez más los historiadores que interpretan los documentos y relatos históricos
como textos que requieren de su emplazamiento e interpretación dentro de contextos
culturales específicos. Así, un número creciente de historiadores estudia los cambios en
la forma social adoptando enfoques antropológicos.

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HOMBRE COMO SER SOCIAL
"El hombre es un ser social por naturaleza" es una frase del filósofo Aristóteles (384-322,
a. de C.) para constatar que nacemos con la característica social y la vamos desarrollando
a lo largo de nuestra vida, ya que necesitamos de los otros para sobrevivir.
Según Aristóteles se "es" en tanto se "co-es". Esto significa que cada hombre posee una
dimensión individual que desarrolla su personalidad o su "ser", y que dicha dimensión
está integrada en la dimensión social del hombre, para la convivencia en
comunidad desde que nace, resultando en la coexistencia.
La dimensión individual del hombre son las cualidades que el hombre posee, reconoce,
explora y usa para convivir en comunidad pacíficamente y beneficiarse los unos a los
otros. La dimensión individual, donde radica el ser, debe aprender a concordar con la
dimensión social para convivir en sociedad. Este aprendizaje se llama proceso de
sociabilización.
El proceso de sociabilización es el conjunto de aprendizajes que el hombre necesita para
relacionarse con autonomía, autorrealización y autorregulación dentro de una sociedad.
Por ejemplo, la incorporación de normas de conductas, el lenguaje, la cultura, etc. En
suma, aprehendemos elementos para mejorar la capacidad de comunicación y la
capacidad de relacionarnos en comunidad.
Dice Aristóteles:
“El ser humano es un ser social por naturaleza, y el insocial por naturaleza y no por azar
o es mal humano o más que humano (…). La sociedad es por naturaleza anterior al
individuo (…) el que no puede vivir en sociedad, o no necesita nada para su propia
suficiencia, no es miembro de la sociedad, sino una bestia o un dios.”
En función de satisfacer las exigencias físicas y espirituales, el hombre necesita vivir en
sociedad ya que el hombre racional e individual no es autosuficiente y requiere de la
ayuda y protección de los demás de su especie, formando lo que llamamos comunidades.
Un hombre aislado no puede desarrollarse como persona y de ahí nuestra tendencia a
agruparnos en vez de aislarnos. Un ejemplo es el nacimiento de las redes sociales y su
rápida expansión a pesar de que nuestros avances científicos y tecnológicos han hecho
que los otros seres humanos sean menos indispensables en nuestra vida. Es por ello que
continuamos inventando nuevas formas de comunicarnos y convivir en sociedad.
En su obra de filosofía política “Política”, Aristóteles afirma, entre otras cosas, que el
hombre es un ser social y político. La sociabilización es la naturaleza del hombre. Según
este filósofo, la familia es la primera comunidad o sociedad formada, que es necesaria
para el ser social.
Sin embargo, la familia no es suficiente para satisfacer todas las necesidades del ser
humano, por lo que este genera naturalmente una sociedad. Para ello, se organizarían
aldeas y luego estas constituirían la polis, o ciudad griega de aquel entonces.
La organización de la sociedad requiere de la naturaleza política del hombre, y esta
organización deriva en el derecho, gracias a la virtud de los ciudadanos y a la práctica de
la justicia. El derecho o lo justo como tal sólo tiene sentido para el hombre en sociedad,
y dicho derecho asegura la felicidad del mismo.

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REFLEXIONES
ANTROPOLOGICAS SOBRE LA
OTREDAD ¿QUIEN ES EL OTRO?
Adriana Alpini
Desde una perspectiva antropológica, no se puede pensar al hombre sin incluirlo en un
colectivo, sin pensarlo en relación con otros, una relación que no es solo vivida, sino también
creada. Pero atender la sociedad no constituye la preocupación excluyente de la antropología,
y si es posible decir que a cada disciplina le corresponde una problemática especial, el problema
central de la antropología es la diversidad de la vida social humana.
"Con un sublime sentimiento de superioridad, el hombre persiste en ver su nombre en lo más alto
del cuaderno de direcciones de Linneo, y hasta a los monos leguas detrás de él, sin sospechar
jamás ni por un segundo que la mayor parte de su raza, según otra clasificación probablemente
más sensata, se ubica un poco por debajo del sabueso del cazador y el asno del molinero."
(Lichtenberg, "Comentarios").
La antropología se ha caracterizado por ser la disciplina encargada de observar, describir,
interpretar, comprender, explicar, traducir pero siempre científicamente, a "los otros". En un
principio se trataba de una curiosidad por descubrir lo desconocido, adentrarse en tierras vírgenes,
navegar por mares lejanos, pero también conocer criaturas humanas aparentemente extrañas a
"nosotros".
Pero ¿a quiénes incluyen esos nosotros y esos otros? Como primera y abarcadora delimitación
para este trabajo, se considera como "nosotros" al mundo occidental, aquel que mira (real o
fantasiosamente) más allá o en los límites mismos del Viejo Mundo. Es el caso de la civilización
clásica greco-romana. Se dejan de lado las miradas orientales, porque hacerlo abriría demasiado
la discusión, y fundamentalmente porque el eje de este trabajo es el pensamiento antropológico,
que es producto del mundo occidental. Pero este ojo europeo se va a ir ampliando hasta incluir a
pensadores norteamericanos y, luego de la descolonización, ese "nosotros" (punto discutible), se
ensancha y llega a aceptar, también, a los llamados antropológos nativos. Situación en la cual
estudiosos y estudiados parecerían convivir como hombres y ciudadanos en el mismo país, pero
no siempre sin discriminación o exclusión.

EL TRABAJO DE CAMPO: LA DIVERSIDAD DE LOS OTROS


Luego de la primera guerra mundial, el evolucionismo entra en crisis como paradigma único y se
genera una separación de los científicos en escuelas nacionales; aparecen así la escuela británica,
el estructuralismo y el funcionalismo inglés, el particularismo histórico en EEUU, la escuela
histórico-cultural en Alemania, y la escuela sociológica francesa. Cada cual elaboró teorías
alternativas, muchas veces sin contacto entre ellas, pero con un denominar común: la crítica al
evolucionismo. Crítica a las técnicas, que dan como resultado ir al campo, la observación
participante; crítica al método comparativo, surgiendo como opción el relativismo, en sus diversas
formas y graduaciones. (Boivin et al., 1998)
Malinowski es considerado -aunque no es el único- como el impulsor de un profundo cambio en
la disciplina. Una transformación apoyada en la importancia que toma el trabajo de campo y en
una nueva trayectoria de articulación del saber -"ponerse uno mismo en la situación de la

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experiencia del otro"-. Las ideas y las conductas solo tienen sentido en el contexto en que se
producen y practican: es el inicio de la comprensión de los otros por lo que hacen, piensan y dicen
de sí mismos.
Estas teorías posteriores al evolucionismo construirán un objeto caracterizado por la
particularidad y hablarán de "diversidad cultural". El "otro cultural" será pensado como diverso,
como distinto; ya no más como diferente.
El viaje que realiza ahora el antropólogo no es en el tiempo, como en el caso de los evolucionistas,
y tampoco se hablará de sociedades sin economía, sin política, sin arte, sino que se trata de un
mundo con historia, con complejidad, con organización, etc.; pero estas se presentan como un
orden distinto. En el mundo ajeno, las instituciones se presentan bajo diferentes formas que la del
nuestro, pero guardan el mismo sentido (para Malinowski, sentido es igual a función).
El viaje del antropólogo, además de implicar un desplazamiento físico de la persona, se realiza a
su vez siempre en la contemporaneidad de su tiempo. Estos pueblos lejanos no testimonian un
tiempo pasado de la Humanidad, sino su presente. La sincronía se impone a la restrospección en
el análisis cultural. El nosotros sigue siendo el referente, no desaparece.

EL TERCER MUNDO: LA DESIGUALDAD DE LOS OTROS


A partir de la década de 1950, se produce una transformación de las sociedades primitivas.
Cuantitativamente, se produce una fuerte disminución física debida a la guerra, las enfermedades
y el genocidio. Cualitativamente, se procesa una transformación lenta pero continua hacia formas
occidentales de vida. Sí existió violencia física (y simbólica) hacia los otros, pero más que las
transformaciones de los pueblos, lo que realmente ocurrió fue el cambio de la mirada de
Occidente, y especialmente la mirada de la antropología sobre los otros.
José Lorite Mena (1995) considera que, con el proceso de descolonización, los problemas de la
antropología (relativismo epistemológico -¿es posible el saber científico de las culturas?-,
relativismo cultural, ético, etc.) se van a mezclar con ingredientes económico-políticos inéditos.
El Tercer Mundo aparece bruscamente como actor importante en la historia universal. La
colonización imponía al otro la negación de una identidad y de una historia propias. La violenta
incorporación a la historia de estos pueblos, y el olvido político de su pasado, han creado un orden
que coincide con el de los Estados occidentales, pero han dejado al descubierto un desorden
estructural del cual Occidente no se siente culpable, porque ahora la responsabilidad es de ellos,
es de "los otros".
Algunos antropólogos abandonaron la visión clásica y se propusieron estudiar los cambios que
las sociedades no occidentales estaban experimentando. Pero el instrumental de la antropología
clásica no era adecuado para explicar estas nuevas culturas. Las causas de las transformaciones
de estos pueblos se adjudicó a la colonización. Ésta era caracterizada por la dominación de un
pueblo sobre otro, la dominación de Occidente sobre "los otros". El objeto antropológico se
construyó en torno a la noción de desigualdad: el otro cultural era producto de la desigualdad.
(Boivin et al, 1998). El marxismo, modificado desde el punto de vista de la antropología con el
nombre de neomarxismo, fue la alternativa para explicar esa nueva problemática. Autores con
diferencias considerables en sus postulados, como García Canclini, sobre todo en sus obras de la
década del 70, o como Balandier y Godelier en los años 60 y 70, se pueden agrupar bajo esta
denominación.

EL FIN DEL OTRO LEJANO: ¿QUIEN ES EL OTRO?


Llámese Tercer Mundo, países subdesarrollados, o metafóricamente el Sur (tomando la expresión
como la utiliza Esteban Krotz), el hecho es que estos lugares, que tradicionalmente fueron el

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hábitat principal de los objetos de estudio antropológicos, en el último cuarto de siglo XX ven
aparecer sus propios sujetos de conocimiento. Son los que se conocen con el nombre de
antropólogos nativos, y que a diferencia de los otros estudian sus propias sociedades. Pero
entonces ¿dónde está lo distinto? ¿Quién es ahora el otro?
Una respuesta posible fue establecer que era el antropólogo el que, de manera conciente y
metódica, marcaba la distinción. Ya no era el "objeto", el distinto por sus características propias,
sino que el antropólogo construía la distinción, lo extraño.
Desde de los años 80 se hace explícita una crítica a un pensamiento antropológico generador de
discursos que tenían mucho de ficción. La antropología clásica ha hablado a partir de su mundo,
de su realidad, y para ella. Ha construido ese mundo.
Hoy la crítica supera ampliamente a la producción teórica: crítica a la ilusión de transparencia del
investigador, crítica para quitarle la calidad de sujeto a los investigados, crítica a las ficciones de
los relatos etnográficos, etc., etc. Como señala Gravano (1995), hoy somos concientes de que la
otredad es una construcción, y de lo que se trata es que la antropología resulte competente como
constructora de esa otredad.
El repliegue de la antropología hacia su propio mundo no debe ser entendido solo como la
desaparición de su objeto histórico. Que la antropología haya indagado tradicionalmente ciertas
realidades es una cuestión de hecho, pero no de derecho.
Algunos cientistas sociales, como por ejemplo M. Augé (1994, 1995), plantean que "los otros" ya
no son diferentes o, más exactamente, han perdido la facultad del exotismo. La relación con el
otro, ahora, se establece en la proximidad, real o imaginaria. Y el otro, sin los prestigios del
exotismo, es sencillamente el extranjero; temido, menos porque es diferente que porque está
demasiado cerca. La distancia (exótica, aventurera, científica) ya no protege, y la cuestión supera
ampliamente la dimensión antropológica. Los pensadores europeos o norteamericanos son
recurrentes en mencionar a ese otro "próximo" como refugiado o extranjero. Sin perjuicio de que
este tipo de reflexiones puedan servir para pensar cómo convivir con nuestras diferencias, ellas
esconden una problemática. Siguen buscando al otro. Y al hacerlo, muchas veces confunden lo
otro con los otros y se vuelven, en ciertos casos, discursos discriminadores.
Proclama el dicho -parafraseando a Todorov (1987:264)- que "si se ignora la historia se corre el
riesgo de repetirla"; y agrega: "pero no por conocerla se sabe qué es lo que se debe hacer". El
salvaje, el primitivo, el colonizado, el indígena han perdido su relevancia como imágenes
modélicas de otredad.
De lo que se trata es de recuperar la antigua preocupación de la antropología por lo otro y los
otros. Sabiendo escuchar a los actores "otros" en simultánea con el actor "yo" (y el nosotros). Pero
sabiendo que esa relación siempre es una relación de poder.
¿Qué sentido tiene preguntar hoy quién es el otro? Para el futuro, será la inmortalización de una
imagen más de otredad, construida por la antropología.

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Audiovisuales obligatorios:

Mentira la verdad “El Otro”:

https://youtu.be/hgK2wdk_iI4

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