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Yahiz Libro de La Cuadratura Del Circulo PDF
Yahiz Libro de La Cuadratura Del Circulo PDF
TRADUCTOR
Pedro Buendía Pérez
GREDOS
C L Á S IC O S M E D I E V A L E S
INTRODUCCIÓN
1. YÁHIZ
2. DATOS BIOGRAFICOS
6
Ch. Pellat, «al-Jahiz», en The Cambridge history of Arabic literature,
‘Abbasid belles-lettres, Cambridge, University Press, 1990, pág. 78.
7
En el Relato de los masyidíes de Basora, Avaros, pág. 99.
8
Es renombrada, por ejemplo, la noticia de que llegó a alquilar las tiendas
de los libreros para leer en ellas a préstamo, de día y de noche. Véase A.
Mez, El renacimiento del Islam, Madrid, Escuela de Estudios Árabes,
1936, pág. 217; M. Asín Palacios, Abenmasarra, pág. 133.
9
Sobre los maestros de Yáhiz, v. Ch. Pellat, Le milieu, pág. 69.
griega, que defendía la razón como criterio valedor de la Verdad
revelada, y sobre el que volveremos a hablar. Uno de los más
conspicuos jeques del i‘tizal, Ibrahim an-Nazzam, fue maestro de
Yáhiz. Con el tiempo, nuestro autor llegará a ser el principal
divulgador del movimiento.
Las primeras obras conocidas de Yáhiz se sitúan en torno al
año 815 (200 H.). Según uno de sus pocos datos autobiográficos,
tras llegar ciertos escritos suyos sobre la cuestión del imanato a
noticia del califa al-Ma‘mun, éste le recibió, animándole a escribir
y haciéndole grandes elogios10. Tal hecho, que parece capital en
su biografía, le acaeció frisando la cuarentena. A esa edad Yáhiz
aún no tenía dedicación fija y estaba al servicio de su maestro an-
Nazzam, haciéndole de fámulo o asistente en diversas tareas11.
El reconocimiento del califa debió de animar a Yáhiz a
establecerse en Bagdad y, como otros muchos, probar fortuna
entre el tropel de gramáticos, poetas y hombres de varias letras
que acudían a ella, deseosos de procurarse reputación y fortuna en
la burocrática y fastuosa capital del imperio. Sin embargo,
tampoco en Bagdad resulta fácil seguirle la pista a nuestro autor.
Noticias sueltas, anecdóticas y quizá apócrifas hay acerca de un
efímero trabajo de tres días como secretario de la cancillería de al-
Ma‘mun12. Célebre es la versión según la cual, ya bien maduro y
con crecida fama a cuestas, el califa al-Mutawakkil quiso
confiarle la educación de uno de sus hijos; pero, tras entrevistarse
con él y catar su extremada fealdad, se arrepintió de su idea y
ordenó entregar a Yáhiz una compensación de diez mil dirhams13.
En Bagdad completaría su formación y ampliaría el círculo de
amistades y relaciones. Allí tomaría pleno contacto con la cultura
griega y con las traducciones al árabe promovidas por al-Ma‘mun
10
Ib., pág. 264.
11
Ib., pág. 69; íd., «Gahiz à Bagdad et à Samarra», en Études sur l'histoire
socio-culturelle de l'Islam (VIIe-XVe s.), Londres, Variorum, 1976, I, pág.
62.
12
Ib., pág. 48.
13
Véase al-Wassa’, El libro del brocado, trad. de T. Garulo, Madrid,
Alfaguara, 1990, pág. 90; Ch. Pellat, «Gahiz à Bagdad et à Samarra», pág.
49, n. 1.
desde su célebre Dar al-hikma o 'Casa de la sabiduría'. Allí se
relacionaría estrechamente con adalides de la doctrina del i‘tizal,
entonces oficial en el estado musulmán; y especialmente con
Tumama b. Asras, consejero del califa al-Ma‘mun. Fue en Bagdad
donde Yáhiz completó su formación filosófica y terminó de
elaborar su doctrina teológica, iniciada con su maestro an-
Nazzam, tantas veces nombrado en sus obras.
Tenemos constancia de su progresivo acercamiento a los
círculos califales, porque Yáhiz se ganó la amistad de muy
influyentes personajes, en cuyo entorno vino a ser cierta suerte de
eminencia gris, consejero y promotor de servicios varios.
Mantuvo estrecha amistad con Ibn az-Zayyat, visir de varios
abbasíes de 834 a 847, hasta su caída en desgracia y posterior
tormento14. Más tarde acomodó relaciones con el oponente de éste
y gran cadí de Bagdad, Ahmad b. Abi Du‘ad. Finalmente, con al-
Fath b. Jaqan, favorito turco de al-Mutawakkil y también gran
bibliófilo15, que le presentó al califa. A ellos han de sumarse otros
personajes influyentes de la corte, a los que Yáhiz dedicó casidas
y epístolas, etc.
Una vez asentado en el ambiente oficial y califal -aunque ya a
las puertas de la vejez -las dificultades parecen haberse acabado
para nuestro autor. A partir de este momento, su prestigio
intelectual y literario se afianzan. Conocido es el hecho de que
por la dedicatoria de su obra magna, el Libro de los animales
(Kitab al-Hayawan), a su amigo el visir az-Zayyat, recibió de éste
5000 dinares como recompensa. Lo mismo se sabe de otra de sus
grandes obras, el Kitab al-bayan wa t-tabytn (Libro de la
disertación y la elocuencia), dedicado al gran cadí Ahmad b. Abi
Du‘ad, y así con varios títulos más 16. Cantidades éstas que, sobre
indicar el gran prestigio que una dedicatoria de Yáhiz confería a
14
Dentro de un atanor erizado de clavos que él mismo había ideado poco
antes para torturar a morosos.
15
A. Mez, o. cit., pág. 217; Ch. Pellat, «Gahiz à Bagdad et à Samarra., pág.
57. y n. 3, con referendas.
16
B. Dodge, The Fihrist of al-Nadim, 2 vols., Nueva York, Columbia
University Press, 1970, vol. I, pág. 402 (en adelante, citado Fihrist); Ch.
Pellat, «Gahiz à Bagdad et à Samarra», pág. 50.
un alto personaje, dan pie a la suposición de que dedicatorias y
recompensas fueran el pago encubierto de sus servicios, prestados
en calidad de consejero, informador y secretario en la sombra. En
efecto, ya juzgar por buena parte de sus escritos, Yáhiz parece
haberse incrustado en el aparato califal como ideólogo, portavoz o
escriba oficioso encargado de anunciar, publicar o vulgarizar
decisiones gubernamentales e ideas religiosas oficiales del
momento17.
Todo apunta, en cualquier caso, a que en la etapa final de su
vida conociera, si no la fortuna, al menos una vida confortable
gracias a su pluma y sus conocimientos. Cuando el califa al-
Mutawakkil se aparta del i‘tizal como doctrina oficial, Yáhiz, ya
anciano y aquejado de una hemiplejia, abandona Bagdad y vuelve
a su natural Basora, ciudad de la que nunca se había apartado
completamente. Es en esta última etapa cuando, lejos de
preocupaciones de otra índole, escribe una de sus obras más
célebres, el libro de los Avaros (Kitab al-Bujala‘). A pesar de este
retiro, parece que, por su gran prestigio, siguió en contacto
privado con el califa al-Mutawakkil hasta su asesinato en 861
(247 H.)18.
Sobradamente octogenario, murió en Basora el mes de
muharram del año 255 (diciembre de 868-enero de 869), única
fecha segura de su biografía. Condenado a protagonizar una
historia de leyenda, entre las noticias relativas a su fin no falta una
tradición tardía que le inventa una muerte de bibliófilo:
acostumbrado a amontonar alrededor de sí los libros que leía, fue
aplastado por una pila de ellos, que se le cayó encima. Como
añade el profesor Pellat: se non e vero...19
3. TRANSCENDENCIA DE LA OBRA DE YÁHIZ
17
Ib., pág. 54.
18
Ib., pág. 58.
19
«al-Jahiz», pág. 81. V. íd., «Gahiz à Bagdad et à Samarra», pág. 59; M.
Asín Palacios, Abenmasarra, pág. 133; A. Mez, o. cit., pág. 217.
el ilustre precedente de Ibn al-Muqaffa‘, no hay duda sobre este
punto. No obstante, Yáhiz, más que sólo escritor, se nos muestra
como una de esas personalidades geniales que configuran y
cierran una época. La magnitud y extensión de su obra, su
amplitud de intereses y anchura de miras, la importancia
fundamental que tuvo en la formación de la cultura árabe así lo
atestiguan.
De cuanto escribió, apenas nos ha llegado algo más de una
veintena de obras íntegras, junto a unas cincuenta transmitidas en
fragmentos. La sola extensión de su obra, compuesta de 231
títulos20, nos da idea de unas excepcionales cualidades
intelectuales y una energía creadora que, si bien no es extraña a la
grafómana cultura musulmana21, no tenía parangón hasta el
momento. Sintetizando al máximo, podemos decir que la teología,
la política y la literatura de adab son los tres campos principales
en que su obra se desarrolla22; y que el movimiento del i‘tizal y el
fenómeno sociocultural de la su‘ubiyya son las dos coordenadas
maestras donde se ubica.
20
Véase Ch. Pellat, «Nouvel essai d'inventaire de l'oeuvre gahizienne»,
Arabica 21 (1984).
21
F. Gabrieli, La literatura árabe, Buenos Aires, Losada, 1971, pág. 163.
22
Ch. Pellat, «al-Jahiz», pág. 83.
propensos a la argumentación dialéctica y al contacto con la
filosofía griega, de la que el mu‘tazílísmo era deudor. La defensa a
ultranza de la razón, como medio esencial de acceso a la Verdad,
caracterizaría también la obra entera de Yáhiz, quien prontamente
se adhirió a esta doctrina, a cuyos principios nunca renunciaría.
Ni siquiera cuando, tras dos décadas largas de ser oficial en el
estado, el i‘tizal se vio relegado por la reacción conservadora del
califa al-Mutawakkil (849)23.
Con el nombre de su‘ubiyya24 se conoce la respuesta o
reacción nacionalista protagonizada en el primer siglo abbasí por
el elemento islámico no árabe, persa especialmente. Conscientes
de pertenecer a una cultura milenaria, los persas reivindican para
sí el derecho, primero de igualdad ante la altanera superioridad de
los árabes, luego de supremacía en los terrenos intelectual y
literario. Semejante pretensión, en un principio expresada en
términos de controversia literaria (aduciendo una facción burlas
aquí, otro bando sátiras allá, etc.), no hacía más que encubrir un
peliagudo y creciente dilema de fondo: decidir sobre qué
cimientos habría de construirse el edificio de la nueva cultura
araboislámica: ¿árabes, o bien persas y aramaicos?
Es importante señalar que desde el siglo VIII, coincidiendo en
parte con la juventud y primera formación de Yáhiz, en
Mesopotamia se multiplican las traducciones del pehleví. Estas
traducciones descubren a los árabes la existencia, en un país que
ellos han conquistado, de una cultura y civilización inveteradas,
frente a las cuales sus orgullosos títulos de gloria parecen
23
Esbozar siquiera las líneas maestras del i‘tizal y sus muchas
implicaciones teológicas, políticas, históricas, etc., queda fuera del
propósito de estas páginas. Véase C. Cahen, El Islam, Madrid, Siglo XXI,
1986, pág. 83 y sigs.; F. M. Pareja, La religiosidad musulmana, Madrid,
BAC, 1975, pág. 115 y sigs.; M. Cruz Hernández, Historia del
pensamiento en el mundo islámico, 2 vols., Madrid, Alianza, 1981, vol. I,
pág. 89 y sigs.
24
Sobre este tema, véase I. Goldziher, «‘Arab and ‘Ajam», y «The
Shu‘ubiyya», en Muslim Studies, Londres, George Allen & Unwin Ltd.,
1967.
insignificantes25. Ante esta incontestable realidad, los árabes de
origen o de espíritu, con Yáhiz al frente, responderán tomando
consciencia del decisivo papel que estaban llamados a tener en el
mundo y en su historia26. Si un persa como Ibn al-Muqaffa‘
realiza la gran labor de formar los rudimentos de la prosa literaria
árabe, al precio de orientar inequívocamente la naciente cultura
arabomusulmana hacia el mundo iranio, un mestizo de negro
aunque árabe neto de espíritu, Yáhiz, enderezaría el rumbo de la
nave para restituir la primacía al arabismo, glorificando la
herencia árabe y enriqueciéndola con la creación de nuevas
formas de literatura.
28
Sobre estas obras y las anteriormente citadas, v. Ch. Pellat, «al-Jahiz»,
págs. 83-85.
cuento de esto y aquello, leyendas y ocurrencias de vario género,
etc. La palabra adab, no obstante, agrupa en sí varios significados
que, en última instancia, implican un mismo concepto cultural y
literario. Comenzando por el sentido de 'norma de conducta' o
'tradición heredada', el término tendrá toda una historia propia que
reflejará el gradual desarrollo de la civilización árabe y el
ensanchamiento de su horizonte cultural29.
Con la aparición del Islam, con la creación y administración de
un nuevo imperio, los árabes ya musulmanes se ven en la
imperiosa necesidad de desarrollar nuevas disciplinas, ciencias o
modos de saber que canalicen y ordenen, de acuerdo con las
exigencias de la nueva religión, su propio patrimonio. En la
precisión de fijar, estudiar y calibrar el mensaje alcoránico
tendrán su razón de ser la ortografía, la gramática, la lexicografía,
las ciencias del hadiz, los comentarios, etc. De la necesidad de
regir la nueva comunidad de acuerdo con sus fuentes nacerán la
jurisprudencia y la teología. En la amplitud del nuevo y
majestuoso dominio musulmán tendrá su origen la geografía, etc.
Esta construcción del Islam como sistema religioso, jurídico,
social y cultural -como civilización y modo de vida, en suma
-habría de producir, en apenas siglo y medio, un caudal de
conocimientos e informaciones tan vasto que ni las más
capacitadas mentes eran capaces de asimilarlo por entero.
Sumándose a las ciencias árabes e islámicas vendrían las
importadas de otras civilizaciones, a través de las numerosas
traducciones que, arrancando del griego y el sánscrito, con etapas
en siríaco y pehleví, aportarían a la civilización araboislámica
multitud de nociones nuevas. Así se desarrollarán la astronomía,
la medicina, las matemáticas, etc.
Desde la India viene, desmemoriado y ya en manos iranias, el
primer monumento de la prosa literaria árabe, Calila y Dimna,
.traducido. por Ibn al-Muqaffa‘. Esta aristocrática y genial figura
contribuirá notoriamente a la formación del género de adab, que
en un principio tendrá un acusado carácter paren ético, deudor de
las tradiciones persas. En efecto, la prosa de la época, como
29
F. Gabrieli, o. cit., pág. 160.
elemento administrativo, comenzó a ser cultivada por
funcionarios, secretarios y escribas no árabes. Éstos, tras la estela
de Ibn al-Muqaffa‘, se aprestan a introducir en el naciente mundo
islámico elementos culturales iranios, traduciendo o adaptando
conceptos de la literatura e historia persas, con su civilización
milenaria y refinada, pero extraña al arabismo.
En estas circunstancias, aunque someramente expuestas, cabe
imaginarse el maremagno cultural en que habían de vérselas los
espíritus de los siglos II y III del Islam, con aquel aluvión de
nuevos conocimientos anegando un medio árabe que, apenas
salido de la ignorancia, seguía teniendo como referencia una
tradicional Antigüedad de trasfondo beduino, afianzada en las
mentes con caracteres de ultima ratio30. Y frente a voces y
opiniones partidarias de refrenar esa marea (que hasta hoy, vale
decir de paso, nunca se han apagado), se alzan los más
clarividentes con el deseo de encauzarla y asimilarla en provecho
del Islam y del arabismo31. El magisterio de Yáhiz supondrá el
triunfo temporal de esta última postura. Pocos años después, la
obra de Ibn Qutayba, el otro gran prosista de la centuria, marcará
el triunfo de la actitud contraria.
En efecto, al comienzo del siglo IX (III H.) parece haber
llegado el momento de seleccionar, de aquilatar, de sentar las
bases para una explotación armoniosa del saber. El reto era
elaborar una cultura araboislámica que, asimilando los logros de
las civilizaciones sobre las que se asentaba (y de las que vendría a
ser, sí, principal heredera), fuera asequible a la mayoría y
satisficiera a un tiempo a los espíritus elevados. En esta
encrucijada surge la figura de Yáhiz, que marcará la época entera
con su garra de genio universal. En su obra, el género literario del
adab se ramificará ampliamente para alcanzar las más variadas
ramas del saber y tender así a la formación moral, intelectual y
profesional de los musulmanes32.
30
S. Fanjul, introducción a al-Yahiz, Libro de los avaros, pág. 61.
31
Ch. Pellat, «Les encyclopédies dans le monde arabe», pág. 634.
32
Ib., l. cit..
3.4. El adab de Yáhiz
33
al-ajd min kull say' bi-taraf Véase Ch. Pellat, «Variations sur le thème de
l'adab», pág. 24.
34
F. Gabrieli, o. cit., pág. 163.
apariencia caótica, desordenada, inquietante; pero en ello
hallamos la recompensa de ver a sus anchas a un carácter de fino
estilista, a un excepcional temperamento artístico sorprendido
ante la creación y curioso de sus misterios.
37
Una buena introducción a la obra, una completa y amplia lista de los
temas que trata, junto con varios pasajes traducidos, en M. Asín Palacios,
Otra de sus obras monumentales, el Kitab al-bayan wa t-
tabyin (Libro de la disertación y la elocuencia), es una magna
antología de las «humanidades árabes» desde época preislámica:
la retórica y la poesía principalmente. Con el objeto de demostrar
la supremacía de los árabes en estas dos disciplinas, la obra
constituye un admirable intento de sentar las bases de una arte
poética; aunque sea de un modo harto desordenado, como en
Yáhiz es habitual. En ella se juntan los más variados materiales de
la tradición oral: sermones, gnómica, prédicas populares, hadices
y leyendas profanas, etc.; toda una montonera de fábulas y
nociones de varia historia en tomo al valor mágico de la palabra.
El Kitab al-bayan es un riquísimo tesoro de anécdotas y una mina
de datos sobre el patrimonio oral, literario e histórico de los
árabes.
El Libro de los avaros (Kitab al-Bujala‘), única obra del autor
traducida al español hasta ahora, es una larga plática en torno al
tema de la avaricia, salpicada de los más sabrosos retratos
humanos, sucesos y anécdotas. Aquí tenemos un soberbio fresco
de la sociedad de su tiempo, pintado con los sabios recursos del
humor y la anécdota donosa; pero aplicando a la vez la amarga
medicina del castigat ridendo mores38.
Podríamos desgranar aquí bastantes más títulos, conservados o
a medio conservar, especialmente entre el enjambre de opúsculos
y epístolas, cuyo solo enunciado sugiere la amplia curiosidad y el
genio multiforme de este inefable y singular polígrafo. Así su
Primacía de los negros sobre los blancos (Fajr as-sudan ‘ala l-
bidan), su Kitab al-qiyan (Libro de las esclavas cantoras), Kitab
kitman as-sirr wa hifz al-lisan (Guardia de secretos, preservación
de lenguas), Kitab manafi‘ al-bigal (Libro de las utilidades de las
mulas), y tantas otras.
40
Véase Taha Husayn, Min hadit as-si‘r wa n-natr, El Cairo. Dar al-
Ma‘arif, 1936, pág. 56; Hanna al-Fajuri, al-Yahiz, Beirut. Dar al-Ma‘arif,
1953. pág. 27.
cuerpo en el texto, se esfuman como en un caleidoscopio. De este
modo pasamos de la metamorfosis del lagarto a las diferentes
clases de demonios; de los terroríficos gigantes que poblaban la
tierra a los ciclópeos ángeles que la gobiernan; de la cuna de los
profetas al lugar donde mora el Antecristo. En estas páginas
hallamos al rey cuya sangre cura la rabia, al adivino que predice
golpeando un cubo de agua, al poeta poseído por un genio, al
músico hermafrodita y la canción que mata, junto al inventor del
ajedrez, al creador del astrolabio y, por encima de todo, al sabio
escritor que se asombra de los misterios de la creación y nos
propone el ejercicio nada cómodo de meditar sobre ellos.
Una ventana abierta a un mundo perdido. Si los arcanos que la
obra encierra ya eran peliagudos de abordar en tiempos de su
autor, para el lector moderno son un rompecabezas. Y no obstante,
este dédalo de fábulas e interrogantes era cuando menos familiar a
las mentes cultivadas de la época. Al echar la vista atrás,
separados por un piélago cultural, puede que no sepamos
orientarnos; pero debemos aceptar el desafío.
41
T. Fahd, La divination arabe, París, Sindbad, 1987, pág. 1
el Yemen, que el último de los reyes himyaríes, Du Nuwas, se
había convertido a esta religión. También el cristianismo, aunque
menos notoriamente, se había introducido en Arabia desde finales
del siglo II, formando grupos y comunidades harto heterogéneas,
en las cuales los «dogmas» monofisita, ortodoxo, jacobita y
nestoriano se confundían entre sí tanto como el Nuevo
Testamento con sus apócrifos y con la paren ética y homilética
orientales42. La aparición del Islam probará irrefutablemente que
Arabia nunca se había quedado fuera de la Historia de Salvación
y de la Profecía. No sólo eso, sino que terminaría poniéndole sello
y fmal. De este modo, la nueva religión se convierte en heredera e
intérprete del complejo y fascinante mundo de la tradición de
Abraham.
Fuera de la Historia de Salvación, de la vía de la
transcendencia monoteísta, la civilización islámica conocerá y
albergará en su seno otras varias religiones, credos, sectas y
movimientos, de entre los cuales valen de buena muestra los
mandeos o mugtasila, secta agnóstica aramaica, adoradora de las
estrellas, de carácter bautista y vegetariano. Y también los sabeos
de Harrán, adoradores de los astros igualmente, seguidores del
mítico Hermes-Agathodaimon y avezados estudiosos de la
astrología, la astronomía y las matemáticas. El inquietante mundo
de la magia caldea, en fin, perdurará furtivamente a través de las
generaciones.
Por su parte, el mazdeísmo, la antigua religión oficial de Irán,
ahora tolerada por los musulmanes y con su arsenal legendario y
mesiánico a cuestas, ve cómo el mazdakismo y el maniqueísmo,
dos religiones a las que había perseguido, perviven en una
indefinida clandestinidad. Ésta última, apuntalada en el dualismo,
la metempsicosis y una urgente soteriología, aún conocerá una
renovada pujanza en el siglo VIII, hasta que sucesivos califas
desde al-Mahdi en 780 tomen severas medidas que, sin aplastarla,
frenarán en seco su expansión.
También en el propio seno del Islam vendría a germinar, tras
los primeros cismas, un nuevo contingente de interpretaciones,
42
M. Cruz Hernández, o. cit., vol. I, pág. 33.
teorías y doctrinas invariablemente heréticas que acarrearían ríos
de polémica y de sangre. El chiismo notablemente, con sus
pretensiones mesiánicas en buena medida trasplantadas de la
tradición persa, ve romper dentro de sí toda una cascada de
partidos y sectas. Muchas de estas facciones, como los
sumaytiyya, los mugiriyya, mansuriyya y otras, pertrechadas del
más vario matalotaje de creencias, alimentarían desde sus
múltiples ramas el fermento de heterodoxia que, bajo capa irania
y oriental, se había introducido en el Islam o había crecido a su
sombra43.
Todo lo cual, conjuntamente, abrevaba un anchuroso mar de
credos y leyendas cosmogónicas, históricas y escatológicas, con
las que debía lidiar por fuerza un espíritu racionalista deseoso de
dar respuesta a los misterios de la creación y de la historia, para
así ordenar una visión del mundo que sólo en Dios podía tener su
principio y su fin. Por todo ese mar echó sus redes Yáhiz, y en él
pescaría substancioso alimento para el Libro de la cuadratura del
círculo.
Junto con los materiales del legado árabe, y los importados de
Grecia, Irán y la India, hay en la obra mucho de aquellos selectos
ambientes abbasíes en los que se discutía todo tipo de temas,
desde cuestiones filosóficas a la orden del día (el átomo, la
quietud y el movimiento, la generación y la corrupción) hasta
asuntos profanos que resumían las preocupaciones intelectuales
de la época (la naturaleza de la magia o de los espejos, las
propiedades de los colores, las mareas), y por supuesto todo el
ramillete de motivos de buen tono, en boga en los círculos
refinados de la época (utilidad de las sandalias indias, hierbas que
favorecen la coyunda, méritos del lagarto frente al cuervo, etc.).
al-Mas‘udi44, entre otros, nos ha conservado el retrato detallado de
una reunión del cortejo intelectual del visir Yahya b. Jalid al-
Barmaki; reunión compuesta por conspicuos polemistas de muy
distintos credos (mu‘tazilíes, chiitas, zoroastras, etc.) y en la que
3
4
Véase Ch. Pellat, Le milieu, pág. 194 y sigs.
4
4
Muruy ad-dahab wa ma‘adin al-yawhar; ed. de Barbier de Meynard y
Pavet de Courteille, revisada y corregida por Ch. Pellat, 5 vols. + 2 vols.
índices, Beirut, Publications de l'Université Libanaise, 1966-1979, vol. IV,
§ 2565.
estaba Ibrahim an-Nazzam, el maestro de Yáhiz. Y en efecto, es
más que probable que Yáhiz frecuentase, durante una época de su
vida, aquellos ambientes selectos, y que en semejantes
controversias, discusiones y pláticas hallase inspiración y materia
para esta obra45.
48
A. Miquel, La géographte humaine du monde musulman jusqu'au milieu
du 11e siècle, 4 vols., Paris-La Haya, Mouton & Co, 1967, vol. I, pág. 39.
humanística que supone su obra, se producirá en la cultura árabe
una corriente de repliegue que, encabezada por Ibn Qutayba 49,
dominará el panorama intelectual abbasí hasta imponerse
completamente. Varias y complejas serán las razones del declive;
mas el hecho incontestable es que, al cabo de algunos siglos, la
imaginación y la reflexión se habrán convertido en rara avis de la
literatura árabe, y el adab se limitará a compilar en vastas
enciclopedias las opiniones, ideas y juicios precedentes sin
aportar apenas algo más que el consabido «sólo Dios conoce la
verdad». El principio de autoridad se impondría en la actividad
literaria, de acuerdo con una concepción de la historia que no sólo
pensaba, como Yáhiz, que la Profecía se había terminado entre los
árabes y en su lengua, sino que el propio mundo y su historia,
llegados a su perfección, se habían terminado también.
Así, quien haya leído las Mil y una noches50 recordará la
maravillosa historia de la esclava Tawaddud, que, llevada ante el
califa Harun ar-Rasid, se hace examinar por éste para demostrar
«el dominio perfecto que tenía de todas las ciencias» y que «era
una mujer única en su tiempo». También ahí tenemos una amplia
colección de preguntas, aunque esta vez con respuesta sabida de
antemano. En efecto, basta una simple comparación con este
cuestionario para aquilatar el valor que la obra de Yáhiz, con esta
epístola al frente, tienen en la evolución de la cultura arábiga.
Mientras que el Kitab at-tarbi‘ trata de estimular una duda, el
catecismo de Tawaddud opera a la inversa, remachando a todas
luces la certidumbre en una sabiduría estática y estereotipada, que
ya ha alcanzado su cénit, y cuyo dominio tan sólo es medio de
triunfo social. Verbi gratia, en fin, resulta que uno de los
examinadores derrotados por Tawaddud será an-Nazzam, maestro
y mentor de Yáhiz. Es difícil precisar si el Libro de la cuadratura
del círculo sirvió de inspiración, siquiera indirecta, a esta historia
de las Mil y una noches; pero, si así fuera, en ello estaría el mejor
49
Véase G. Lecomte, Ibn Qutayba (mort 276/889): l'homme, son oeuvre,
ses idées, Damasco, Institut Français, 1965. Una completa comparación
entre Yáhiz e Ibn Qutayba en A. Miquel, o. cit., pág. 37 y sigs.
50
Trad. J. Vernet, 2 vols., Barcelona, Planeta, 1996, vol. I, pág. 1365.
ejemplo de cómo Yáhiz fue comprendido por muy pocos. O quizá
sea que Yáhiz quedaba -y queda- por encima de muchos.
Y es de destacar, finalmente, que ningún autor posterior, en
una literatura plagada de refutaciones y réplicas, se haya dignado
no ya a responder, sino siquiera a comentar las preguntas de
Yáhiz51.
54
Pellat (Tarbi‘, pág. XVII, n. 3). menciona «parmi les travaux modernes
sur ce texte, la traduction-analyse» de Oskar Rescher, en Excetpte und
Übersetzungen aus den Schriften des... Gabiz, Stuttgart, 1931, págs. 212-
255. Sin embargo, no la menciona en la bibliografía de su último trabajo
sobre Yáhiz («al-Jahiz», en The Cambridge History of Arabic Literature).
Por su parte, tampoco Maurice Adad nombra esta obra de Rescher. No la
hemos podido consultar, ni en su edición original, ni en los tomos a nuestro
alcance de sus Gesammelte Werke (Biblio Verlag Osnabrück, 1980-91).
1
Las fechas entre paréntesis son las de la Héjira.
809 Nace Hunayn b. Ishaq, gran intelectual, traductor y
médico abbasí.
813 al-Ma‘mun, califa. No se establecerá en Bagdad has-
ta 819.
814 Occidente. Luis el Piadoso, emperador.
815 Bizancio: León el Armenio condena de nuevo el cul-
to a las imágenes.
h. 815 Primeras obras de Yáhiz. Entrevista con al-Ma‘mun.
? Yáhiz en Bagdad.
819 al-Ma‘mun entra en Bagdad.
827 El califa proclama su adhesión a la doctrina del Al-
corán creado e instituye la Mihna, inquisición sui
generis. Auge del mu‘tazilismo.
828 (213) Nace Ibn Qutayba.
836 al-Ma‘mun funda Bayt al-Hikma, la 'Casa de la sa-
biduría', institución educativa más importante de la
historia del Islam.
831 al Ándalus. ‘Abd ar-Rahman II funda Murcia.
833 Muerte de al-Ma‘mun.
834 Ibn az-Zayyat, visir del califa al-Mu‘tasim.
836 al-Mu‘tasim abandona Bagdad y fija la nueva capi-
tal en Samarra.
h.842 Yáhiz, asentado en la corte, entre Bagdad y Sama-
rra. Kitab at-tarbi‘ wa t-tadwir
843 Occidente. Reparto de Verdún. Fragmentación del
Imperio. Bizancio, querella de los iconoclastas:
Teodora, madre de Miguel m, restablece
solemnemente el culto a las imágenes en las
iglesias.
? Kitab al-Hayawan, dedicado a Ibn az-Zayyat.
847 al-Mutawakkil, califa. Suplicio del visir Ibn az-Za-
yyat.
848-9 (234) al-Mutawakkil proclama su adhesión al dogma del
Alcorán increado y la abolición de la Mihna.
Caída en desgracia del Gran cadí de Bagdad, Ibn
Abi Du‘ad. Declive y persecución del
mu‘tazilismo.
? Yáhiz se retira a Basora.
861 al-Mutawakkil, asesinado.
867 Bizancio. Basilio I instaura la dinastía de los mace-
donios. Segunda edad de oro bizantina.
868-9 (255) Muerte de Yáhiz.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
1
Con estas acotaciones: Pellat, glos., y Pellat, index.
los índices, válidos para ambos, transliteramos con el sistema
íntegro.
Las citas alcoránicas y bíblicas están a menudo tomadas de las
traducciones de J. Cortés (El Corán, Barcelona, Herder, 1986) y
de L. A. Schokel y J. Mateos (Nueva Biblia española, Madrid,
Cristiandad, 1990).
Nos honra, last but not least, agradecer vivamente al profesor
Serafín Fanjul, catedrático de literatura árabe de la Universidad
Autónoma de Madrid, su desinteresado y constante apoyo, así
como sus valiosas observaciones y consejos en la traducción y
edición de esta obra.
ABREVIATURAS
ni la del último:
al-amtal, ed. M. Abu l-Fadl Ibrahim, 4 vols., Beirut, Dar al-Yalil, 1987, vol.
I, pág. 447, n° 1347). Una leyenda persa explica la razón: Abraham portaba
sobre su espalda un camello (?); como el animal sintió ganas de orinar, un
ángel le desvió hacia atrás el miembro para que Abraham no fuera
mancillado (H. Massé, Croyances et coutumes persanes, París, 1938, pág.
187, cit. Pellat, glos., s. v. 'Baw1').
5
Alc. 46: 19.
6
Legendario héroe pagano al que la literatura sapiencial presenta como
ejemplo de sensatez y prudencia. Se le ha identificado con Esopo, con
Balaam y, más verosímilmente, con Ajicar, el inmemorial sabio y adivino
mesopotámico que aparece mencionado en la Biblia, y algunas de cuyas
sentencias llegan hasta Las mil y una noches. v. M. García Cordero, Biblia
y legado del Antiguo Oriente, Madrid, BAC, 1977, págs. 617 y sigs.; E.
«Guárdate de polémicas, pues cuál sea su aquél o qué fuste tengan
no se comprende; y de su resquemor no te libras», Sostenía otro:
«La disputa es cólera, en tanto el silencio es sabiduría, Si aquella
fuera mujer, y varón la soberbia, ambos no engendrarían sino
maldad», as-Sa‘bi, por otra parte, era de este parecer: «Me
avergüenza conocer la verdad y no deberme a ella», «Nunca he
visto -refiere Ibn ‘Uyayna de al-Hasan- a un alfaquí andar con
farfollas ni buscar discusiones: únicamente da su ciencia a
conocer; si se la aceptan, da gracias a Dios; si se la rechazan, a
Dios da gracias,- y cuenta Muyahid -a través de Ibrahim b, Isma‘il
b, ‘A’id, que lo recoge de al-Mubarak b, Sa‘id-: «Pretendiendo
hacer la Peregrinación, me eché al camino con un sujeto de
Qurays, Un buen día le dije: "Llégate acá, que platiquemos de
todo un poco"; contestó: "Deja nuestra amistad tal como está", Al
punto comprendí -vive Dios- que el de Qurays me había dado una
lección-, He aquí, en fin, lo dicho por Ishaq al-Mawsili:
10. Pero, ¿qué es esa ira que te hace rebullir? ¿Cuál esa envidia
que tu rostro altera? ¿Qué esa aflicción que se te viene encima y
cuál ese pesar que te consume? ¿Acaso has visto a alguien más
ruinoso en los negocios, ni de bríos más trasnochados, que aquél
que al arrear empareja corceles con burdéganos y caballos de raza
con acémilas? ¿Qué aquél que se mete en pleitos con quien le
tiene paces? ¿Que el que increpa a quien le honra con dignidades
y prebendas? ¿Has visto por ventura a algún prócer vivir en el
desasosiego, o encolerizarse a quien haya recibido sus favores? y
tú, ¿es que quizá has hecho otra cosa que no sea atraer sobre ti los
afanes ajenos; dar pie a la duda tocante a tu persona; adobar a un
don nadie de renombre y reputar de crédito a un fruslero?
7
Es decir, el día de la Resurrección (Alc. 6: 73, passim).
14. Pues veamos: a la mano tienes -Dios te dé larga vida -un
criterio inexpugnable, una incesante réplica, una navaja que no se
desportilla, una sinhueso -digo -que no cede. Tales son el juicio
que se te atribuye y la doctrina que profesas, en diciendo: «¡Lo
que a mí se me importa que la gente me vea grueso; que en sus
cabales me figuren cachigordo, cuando yo vive Dios que soy
hermoso y alto, galán en verdad y bien plantado!». Y en efecto
-larga vida Él te déla gente sabe que tan largas tienes las piernas a
caballo como la espalda sentado; aunque cierto es que, si vas y te
levantas, ya andan en desacuerdo al calibrarte; ¡y que aún entre
ellos tienen sus más y sus menos si te agachas!
8
juego de palabras, con el que Yáhiz resalta el carácter
contrahecho y grotesco del personaje: los cuatro adjetivos son, al
mismo tiempo, denominaciones de Otros tantos metros de la
poesía árabe (madid, basit, tawil y mutaqarib), poesía que por
principio nunca mezcla unos metros con otros dentro de la misma
casida.
mente la recta inteligencia, pues es ronzal para los órganos y
criterio para los sentidos.
Y tú, con que todo lo grandioso que tuvieras no fuera más que
ser el primero en consagrarte a Dios -paciente cuando yerran los
sentidos y agradecido en el acierto del juicio -, en tu altura serías
modelo para caminantes, y en tu gordura faro de hombres
descarriados.
19. A más, ¿es que hay peor planta, ni porte más nefasto, que el de
una anchura que se pase de la cuenta o una altura que se salga de
madre? Cuando la amplitud no cuadra en la suyo y la altura no se
adecua al peso, el cuerpo sale de su tasa y excede las justas
proporciones. Conque, si este juicio es hacedero y esta
descripción viable, resulta que es de Qasim at-Tammar 10 el mérito
que no tiene Ahmad b. ‘Abd al-Wahhab.
(y no dijo 'larga')
Otro poeta cantó:
(y no dijo 'larga').
Y otro:
No me envidiéis -Dios os bendiga- que la tierra
dueña de anchuras ante mí se extienda14.
4
1
El lector encontrará una esplendida traducción de este poema en Malik b.
Rayb al-Mazini (s. VII) en P. Martínes Montálvez, Poesía árabe clásica
oriental, Litoral 177 (1988), pág. 28.
Y aún otro:
16
Siguiendo la opinión de Pellat (pág. 21, n. 1), adoptamos la variante del
ms. British Museum: as por ban.
o manojo de sauce, o enhiesta lanza, o machete del Yemen, o
espada de la India, o blanca sierpe, o brida trenzada", suele
añadir: "Parece que fuera el planeta Júpiter; y su rostro, un dinar
de Heraclio17. ¿Qué es sino el mar, el sol, la mata que brota tras la
lluvia? Semeja el halo de la luna, el planeta Venus, una perla o
nube, un órix". Y así los ves que describen todo por lo redondo y
ancho más que por lo delgado y largo».
30. Y decías: Vemos los cielos, la tierra y las cosas que hay en
ellos, por su redondez y no por su longitud, e igual las hojas de
los árboles, los dátiles, los granos vegetales, los frutos y la luna».
Y añadías: «La lanza, si bien larga, destaca más por su redondez,
que está presente en ella de continuo y además en cada parte;
mientras que longitud no tiene si no es de seguido. Y dígase lo
mismo del hombre y todos los animales». Y sentenciabas: «No
hay cuadratura sino en las cosas hechas de mano humana, no
naturales, y en todo cuanto es forzado a tener esa forma, sin dejar
que desarrolle su naturaleza. Y de cualquier modo, toda cosa
cuadrada alberga en sí su redondez, conque lo redondo destaca
por su preeminencia; a más de que participa, en lo que le toca, de
lo cuadrado.»
20
Gran cantante y músico del s. IX. Véase Ph. K. Hitti, o. cit., pág.
21
Afamado cantor de época de Harun ar-Rasid.
22
Ibrahim b. Sayyar an-Nazzam, renombrado filósofo mu‘tazili y maestro
de Yáhiz. Véase M. Cruz Hernández, o. cit., vol. I, págs. 95-100.
23
Célebre filólogo de Basora, coetáneo de Yáhiz.
4
2
Jefe de la tribu árabe de ‘Abs, de astucia y sagacidad proverbiales.
25
Personaje de Basora, célebre y proverbial por su buen juicio, rectitud y
cordura.
de la facundia al de la discusión, y del terreno de los vivos al de
los muertos.
Que hacen casi que los cielos se hiendan, que la tierra se abra,
6
2
Esto es, que no padece de incontinencia urinaria, uno de los síntomas
tradicionales de la vejez, lo mismo que la chochez y las canas. Véase
Avaros, pág. 169.
que las montañas caigan demolidas27.
37. Aunque, bien mirado, ¿quién es el guapo que pueda contar los
años que tú cuentas, ni alcanzar la vetustez a que has llegado?
¿Quién va a tener conocimiento de tu edad sino el maldito Iblis 28
o las estrellas? ¿Quién lo sabe sino el Creador de los cielos y la
tierra? Si las águilas negras de Tijfa, los buitres de Sarat, las
culebras de la arena, las torcaces de la selva, los onagros de
al-‘Ana, los ancianos de Yamama y los vejestorios de Fargana 29
supieran que para ti la edad de Noé no es tal edad, ni las estrellas
[la vuelta del] día; que precedes a toda época; que [en años] vas
más allá de los números exponenciales; que para ti los siglos son
materia parva y que [al contar tu edad] te escapas al alcance de las
cifras indias, no podrían gloriarse de su larga vida ni se alegrarían
de su longevidad.
27
Alc. 19: 90- 93.
28
Nombre propio del Diablo, probable contracción del gr. Diábolos (EI2, s.
v., art. de A. J. Wensinck-[L. Gardet]). Véase Alc. 15: 26 y sigs.
29
Yamama y Fargana son regiones de la Arabia central y del Turquestán
ruso, respectivamente. Pasaban por ser los lugares de la tierra donde más
viejos eran los hombres (Hay, I, pág. 157). Tijfa y Sarat son lugares de la
Península arábiga, y al-‘Ana del Irak. Los animales citados son
proverbialmente longevos (v. supra, § 49 y 53).
30
El buitre era considerado uno de los animales de más larga vida. Según
Damiri (Hayat, s. v. 'nasr'), vive de quinientos a mil años; y Maydani
recoge las expresiones más viejo que un buitre y buitre de Luqman, también
usada para designar a quien vive muchos años (Mayma‘, II, pág. 403, n.º
aparecido? Ah tú, más antiguo que Daws, más longevo que
Lubad31, morador de al-Musaqqar32, contemporáneo de los
jeroglíficos, cuéntame cómo viste el Diluvio; cuándo fue la
inundación del Dique33; cuánto hace que murió ‘Uy34; cuándo se
confundieron las lenguas; qué retuvo al cuervo de Noé y cuánto
os demorásteis en el Arca; cuánto hace que pasó la época del
muenno, la jornada de Sullan, el día de Jazaz y la batalla de
Bayda'35.
v. supra, n. 75.
37
Antigua tribu árabe que habitaba La Meca, cuyo ancestro epónimo era un
ángel caído, que en la Tierra se casó con una humana. De su descendencia
se originaria esta tribu (Hay, I, pág. 187; VI, pág. 198).
38
Dayyal, personaje fabuloso de la escatología musulmana, especie de
Antecristo de extraordinarios poderes. Su aparición será una de las pruebas
del fin de los tiempos: durante un periodo de cuarenta días o cuarenta años
hará reinar la injusticia y la tiranía sobre un mundo destinado a conocer,
inmediatamente después, en el Día del Juicio, la conversión universal al
Islam (EI1.2, s. v., alts. de B. Carra de Vaux y A. Abel).
39
El Pavito real, primer gran cantante de los días del Islam. Se dice Más
gafe que Tuways, porque nació el día de la muerte del Profeta, se le destetó
el día que murió Abu Bakr, se le circuncidó el día que fue asesinado ‘Umar,
se casó el día que mataron a ‘Utman y su primer hijo nació el día en que
apuñalaron a ‘Ali (Maydani, Mayma‘, II, pág. 208, n.º 2082). También se
dice Más afeminado que Tuways (ib., I, pág. 443, n.º 1338), pues, como
muchos otros músicos de su época, fue un mujannat ('afeminado', 'marica',
'hermafrodita'). Su mención en esta tanda de preguntas sobre seres
sobrenaturales puede deberse a la creencia mencionada por Sibli (cit.
Pellat, index, s. v.) acerca del origen satánico de los mujannat: «Si el
hombre se llega a su mujer cuando ésta tiene su regla, y previamente se le
adelantó el Demonio, entonces ella queda preñada y tiene un
hermafrodita».
40
Saf b. Sa’id era un judío tuerto medinés. Mahoma sospechaba que fuera
el Dayyal. Cuando esto se supo, nadie le dirigió la palabra ni quiso
mezclarse con él, y aún hubo quien propuso degollarlo, cosa que el Profeta
desaconsejó, arguyendo que, de tratarse del Antecristo, sería imposible
hacerlo. Cuando los árabes llegaron a la ciudad de Nihawand, los monjes y
sacerdotes les gritaban desde lo alto de los muros: «¡No os toméis la
¿De quién se engendrará Saosyant el Esperado 41? Infórmame
sobre Hermes42: ¿es por ventura Idris43? Díme de Jeremías: ¿se
trata de al-jidr44? Y Juan45, ¿es Elías quizá46? Y Du l-Qarnayn, ¿es
Alejandro47? ¿Quién es su padre y quién su madre? ¿Quiénes son
Qira e ‘Ira48? ¿Quién es Yulanda? ¿Quiénes son, entre los
hombres, hijos de la si‘lat49? ¿Qué camello es el que se origina
entre los genios50?
molestia, musulmanes! ¡Esta ciudad sólo será tomada por el Dayyal!- Los
musulmanes la conquistaron gracias a la ayuda de Saf Ibn Sa’id, que
combatía entre sus filas (G. Van Vloten, Recherches sur la domination
arabe, Amsterdam, 1894, pág. 59, cit. Pellat, index, s. v.) Heródoto
(Historia, Madrid, Gredos, 1977-85, m, 151) relata un episodio similar, al
poner Daño sitio a Babilonia, cuyos habitantes se burlaban desde las
murallas, gritando: «¡Sólo lograréis rendirnos cuando puedan parir las
mulas!»; y con el parto de una mula, en efecto, Babilonia fue tomada.
Véase B. McGinn, El Anticristo, Barcelona, Paidós, 1997, págs. 127-9.
41
Saosyant, 'El Salvador' escatológico del mazdeísmo. A intervalos de mil
años, tres salvadores del mundo nacerán de la esperma de Zaratustra
(milagrosamente conservada en el lago Kansaoya) y tres innominadas
vírgenes. la aparición del último de estos Saosyant ('el Salvador' por
excelencia) marcará el fin de la historia del mundo, y cumplirá el ideal de
regeneración proclamado por Zaratustra, rejuveneciendo toda la Creación
con su mirada y haciéndola imperecedera, libre de la influencia ahrimánica.
Con esta concepción escatológica se relaciona grandemente el mesianismo
chiita y su idea del imam oculto. Véase J. Duchesne-Guillernin, «la religión
del antiguo Irán», en C. J. Bleeker, G. Widengren (eds.), Historia
Religionum, 2 vols., Madrid, Cristiandad, 1993, vol. I, 319-370, pág. 361 y
sigs.; H. Corbin, Cuerpo espiritual y tierra celeste, Madrid, Siruela, 1996,
págs. 17, 94-6, passim.
42
Hermes Trimegistos. V. EI2, art. de M. Plessner; Fihrist, pág. 843,
passim; M. Cruz Hernández, o. cit., pág. 145.
43
Personaje enigmático citado dos veces en el Alcorán (19: 56-57, 21: 85-
86) como uno de los profetas veraces de la humanidad. Su identificación es
dudosa (¿hebr. ‘Ezra > gr. Esdras > ár. Idris?). Los autores musulmanes,
basándose en fuentes apócrifas y rabínicas, lo asimilaron a Henoc (EI1.2, s.
v., arts. de A. J. Wensinck y G. Vajda). Los sabeos de Harrán dieron
igualmente el nombre de Idrís a su maestro y guía, Hermes Trimegistos, sin
duda con el objeto de islamizarlo.
44
al-jidr o al-jadir, «el Verde», es el nombre de un misterioso profeta, el
más importante entre los wali ('protegido, siervo, allegado') de Allah. Su
41. Háblame de Qahtan: ¿desciende de ‘Abar 51 o de Ismael52? Y
los Quda‘a, ¿de Ma‘add b. ‘Adnan o de Malik b. Himyar?
¿Cuándo se separaron las ramas de los Juza‘a? ¿Cuándo
atravesaron las aguadas los de Tayyi’? ¿Quién es Ibn Bid y cuál es
ese camino53? ¿Cuál es la historia del planeta Venus54? ¿Qué pasó
con Suhayl55? ¿Qué se dice de Harut y Marut56? ¿Cuál es la razón
de ser del langostino57? ¿Cuál es la historia de la rata 58 y cuál el
pecado de la salamanquesa59? ¿Cuál es la buena acción hecha por
47
Du l-qarnayn, el Bicorne, personaje enigmático y poderoso citado en
Alc. 18: 83, y tradicionalmente identificado con la leyenda de Alejandro.
Yáhiz parece ser el primero en dudar de semejante asimilación. Y. EI1, s. v.
'Dhu-l-karnain', art. de E. Mittwoch.
48
Se trata de los padres del Alejandro mítico, esto es, de Du l-qarnayn.
Según la tradición, éste descendía de una pareja formada de madre humana
y padre ángelllarnados Qira e ‘Ira (Hay, I, pág. 187).
49
Genios hembras, según la definición más general (Hay, VI, pág. 159). La
creencia en relaciones carnales entre humanos y seres sobrenaturales es
inveterada entre los pueblos semitas (recuérdense los «Hijos de Dios» de
GN 6: 1-4). Ya hemos visto en el texto los ejemplos de Alejandro / Du l-
Qarnayn, Yurhum, Tuways, y a continuación hallaremos el de Harut y
Marut (supra, § 41).
50
Ár. hus, camello fantástico que habita en una tierra lejana con los genios
o yinn, sin otros seres aparte. Desciende del cruce de camelias comunes con
los camellos sementales de los genios, y origina a su vez otras variedades
de la especie. Nadie puede verlo porque, si alguien se pierde y llega a
donde se encuentra, los yinn le arrojan arena a los ojos y, si vuelve a mirar,
lo tullen (Hay, I, pág. 154; Mas‘udi, Muruy, II, § 1162).
51
El Héber bíblico, nieto de Sem y supuesto epónimo de los hebreos (GN
10; 21-25).
52
Ismael, hijo de Abraham (v. EI2, s. v. 'Isma‘il', art. de R. Paret). La teoría
tradicional árabe sobre el origen de su raza es anterior al Islam, y sostiene
que ésta remonta a dos remotos patriarcas, Qahtan y ‘Adnan, el primero
padre de los árabes del sur y el segundo de los del norte. La tradición
pretende que los descendientes de Qahtan son los «árabes verdaderos», en
tanto que los de ‘Adnan son los «árabes arabizados». Mientras que las
fuentes árabes coinciden en que 'Adnan era descendiente de Ismael en
octava generación, Mas‘udi (Muruy, II, § 993-4) advierte que catan según
unos, era también descendiente de Ismael; pero que, según otos., era el
Yoctán hijo de Héber del Génesis 10: 25-26.
53
Alusión al proverbio Ibn Bid ha cortado el camino (Maydani, Mayma‘,
II, pág. 98, n.º 1766). Era un rico comerciante adita al que Luqman protegía
abubilla, dónde está la sepultura de su madre y por qué su olor
apesta64.
no hay que matarla de ningún modo. Tampoco se debe dar muerte al pájaro
surad (posiblemente se trate de un ave de la familia del pico), por razones
no del todo claras, aunque sabemos que, según la tradición, esta ave fue la
primera en ayunar (Damiri, Hayat, s. v; Hay, III, pág. 526).
63
Según Qazwini (‘Aya’ib, pág. 288), las termitas indicaron a los demonios
la muerte de Salomón. Damiri (Hayat, s. v. 'dabba') añade que se comieron
el bastón en que éste se apoyaba, por lo que cayó y se mató. Los genios o
yinn, en señal de agradecimiento, les llevan el agua allí donde se
encuentren.
64
La abubilla es hedionda porque construye su nido con boñiga (Hay, I,
pág. 238; Damiri, Hayat, s. v. 'hudhud'). Según nos cuenta Yáhiz en Hay,
m, pág. 510, árabes y beduinos pretendían que el penacho o copete propio
de la abubilla es un premio de Dios por su piedad filial, ya que enterró a su
madre en su cabeza. Pues bien, estas noticias se encuentran ya en Claudio
Eliano (Historia de los animales, Madrid, Gredos, 1984, III, 26; XVI, 5),
quien atribuye la fábula de la sepultura a «los brahmanes» de la India,
desde donde habría pasado a los griegos, primeramente a Esopo y más
tarde a Aristófanes.
65
V. infra, n. 57; supra, n. 73.
66
El gato «es un animal recatado y dócil. Dios lo creó para rechazar a las
ratas. Se ha referido que los moradores del Arca de Noé sufrían por causa
de ellas. Noé pasó su mano por la frente del león, que estornudó y arrojó
una pareja de gatos; por eso el gato es el animal más parecido al león; ama
la limpieza, se peina la cara con su propia baba y, si alguna parte de su
cuerpo se mancha, no para hasta limpiársela» (Qazwini, ‘Aya’ib, pág. 260).
67
La leyenda de la creación del cerdo nos la cuenta el mismo Yáhiz (Hay,
V, págs. 347-8): ante la pestilencia de tanta defecación como había en el
Arca, Noé se quejó a Dios, que hizo salir de una bosta del elefante una
pareja de puercos a los que se dio por alimento aquellos excrementos y
olores. De ahí viene la expresión árabe en tomo a su origen: el elefante es
el padre del cerdo; y por eso el cerdo es el animal más parecido al elefante,
tiene trompa como él, etc. (Hay, I, pág. 146; III, pág. 316; VII, pág. 204,
passim).
por qué al Pez se le dio el nombre de Nun 72? ¿Es verdad que el
cataclismo se origina por su propio movimiento y el terremoto por
su propio corrimiento? y que la tierra se trague a alguien; eso,
¿qué es?
76
Materialista que rechaza la fe en Dios, creyendo en la eternidad del
mundo. Véase F. M. Pareja, o. cit., págs. 118-19.
77
Jefe legendario de la tribu Juza‘a, el cual, según Yáhiz (Hay, VI, pág.
203; v. supra § 183), poseía un ra’iyy o genio personal. Dice la tradición
que fue el reformador del paganismo mecano, donde introdujo el culto de
los ídolos. Sobre este importante personaje y su historia, v. T. Fahd,
Panthéon, passim.
47. Háblame de ‘Anaq, hija de Adán78, Dime de Maysara y
Masarra, de Masyah y Masyanah79, de Bahya y de Tahya80,
¿Desde cuándo está habitada la Península Arábiga? ¿Y cuánto
hace que emigró Yunan81? Dime cuál es la diferencia entre la
India y el Sind, entre el Sind y el pueblo de Mand. Y ponme al
corriente de todos los que murieron de hemorragia nasal, de
cuantos fueron devorados por las hormigas, de aquéllos que la
Inundación se llevó por delante, de los seguidores de Nu‘man y el
78
Personaje legendario de la prehistoria semita y árabe. Según la tradición,
‘Anaq era hija de Adán, hermana gemela de Set y esposa de Caín. Tuvo
numerosos hijos, entre ellos el gigante ‘Uy (Pellat, index, s. v.; v. infra, n.
34).
79
La primera pareja humana, según la cosmogonía mazdea. El semen de
Gayomart, el hombre primordial (v. supra, § 77), fue recogido en el sol y
purificado tras su muerte. De tal simiente nació el ruibarbo, y de ahí
Masyah y Masyanah. Esta primera pareja fue inmediatamente corrompida
por Ahriman, hecho que inició su supremacía sobre el mundo durante tres
mil años, hasta la venida de Zaratustra (J. Duchesne-Guillemin, o. cit., pág.
360; H. Corbin, o. cit., págs. 75-6). Yáhiz, que con ligeras variantes refiere
pareja historia de Masyah y Masyanah en Hay, I, pág. 190, concluye su
relato afirmando que «son muchas las sandeces dichas al respecto por
quienes afirman su existencia».
80
Pellat (index, s. v.) propone brillantemente que se trate de un insólito
empleo de los célebres vocablos tohu wabohu (cp. ár. bahya wa tahya), que
en Génesis 1: 2 designan el «vacío y caos informe» que al principio era la
tierra. Tohu wabohu pudieron llegar al árabe como pueblos o naciones
(Bahya y Tahya) pertenecientes a una supuesta creación preadámica, cuya
existencia sospecharon varios autores musulmanes basándose en las aleyas
2: 30 y 35. En esta última, Dios advierte a Adán y Eva: «¡No os acerquéis a
este árbol. Si no, seréis de los impíos!». Dicha advertencia -comenta Yáhiz-
«indica que impíos e impiedad ya habían estado presentes en la tierra»
(Hay, I, pág. 189). v. supra, § 206.
81
Ancestro epónimo de los griegos (al-yunan). Refiere Mas‘udi (Muruy, II,
§ 664-667) que Yunan era descendiente de Héber y enano de Qahtan (v.
infra, § 44), y que emigró del Yemen con toda su prole, familia y demás
allegados, hasta llegar a los confines del Occidente, donde se estableció,
aumentó su progenie y «su lengua se volvió extranjera». Cuando los
descendientes de Yunan se multiplicaron, buscaron un nuevo lugar donde
asentarse. Ese lugar fue la ciudad de Atenas.
número de sus tribus. A ver qué me dices de la lapidación
celeste82: ¿era de recio pedrisco, o era quizá como las piedras de
arcilla y pedernal del pájaro Ababil83?
Dime qué significa, en su justo valor y genuina acepción, el
nombre del río Éufrates84. Cuéntame por qué se seca el mar y
mengua la tierra. Hazme saber: ¿por qué los astros ejercen su
influjo en este mundo sin haber semejanza entre unos y otro? ¿Es
que no influye la tierra en los cielos con su poder? ¿Acaso es
posible que un ente influya en otro sin que éste a su vez influya en
aquél?
85
Ár. 'dabb', lagarto de la especie llamada uromastrix. Es de notar que ya
Heródoto (Historia, II, 68), al hablar de los cocodrilos del Nilo, dice que
suelen abrir sus fauces «de cara al céfiro». Yáhiz señala (Hay, IV, pág. 128)
que «las serpientes terrestres viven de la brisa y se sostienen de ella cuando
llegan a viejas, y lo mismo el uromastrix». Y leemos en Avaros, pág. 169:
«Hijo mío, ¿por qué el lagarto ha llegado a ser la criatura que más vive si
no es por nutrirse del aire?». Esta creencia en alimentarse del aire se
encuentra también, aunque referida al camaleón, en J. León Africano
(Descripción general del África, trad. S. Fanjul, Barcelona, Lunwerg, 1995,
pág. 352) y en nuestros clásicos («Sustentarse del aire como el carnaleón»,
G. Correas, Vocabulario de refranes y frases proverbiales). Véase EI2, s. v.
'dabb', art. de L. Kopf.
86
Este animal dio lugar entre los árabes a especulaciones de todo género.
Qazwini (‘Aya’ib, pág. 248) indica las razones: «Su cabeza es como la del
camello; sus cuernos son vacunos; su piel, como la del leopardo; sus patas,
como las del camello; tiene pezuñas partidas, como las de la vaca, [...] su
cola es como la de la gacela». Por ello, señala Yáhiz (Hay, VII, pág. 241)
que hay quien piensa que sea un cruce entre camello y hembra de leopardo.
Y añade Qazwini (l. cit.): «Se ha dicho que la jirafa es un híbrido de
50. Háblame de ‘Anqa’ Mugrib y de su génesis: si se engendró por
sí misma o de macho y hembra; por qué la han puesto estéril y de
sexo femenino; cuándo extenderá un nido para ese chiquillo,
cuándo cobijará con sus alas a los partidarios del Imán y en qué
momento le pondrán la brida. Dime, ¿cuándo se esparcirá el
azufre rojo para él y cuándo será conducida a su presencia la
montaña de diamante87?
88
Reyes de Israel. Leemos en 1 RE 16: 25 y sigs. que ambos fueron
grandes pecadores e idólatras, «más que todos sus predecesores». v. G.
Widengren, «Religión judeo-israelita», en Historia Religionum, vol. I, 223-
311, pág. 265; M. Garcia Cordero, o. cit., pág. 495 y sigs.
Nemrod el Pecador89? ¿Qué trascendencia tuvo el reino de Du l-
Qarnayn con respecto al de Salomón?
89
El Nemrod bíblico, rey de Babel según GN 10: 8-12. Es también, según
los comentadores, el personaje citado en Alc. 2: 258 y, probablemente, el
rey de los impíos que arrojaron al fuego a Abraham por haber destrozado a
sus ídolos (ib., 21: 51 y sigs). Su relación con el «pecador» Ajab de Israel
debe de estar en que, según la tradición, Nemrod fue el introductor de la
idolatría en Babel (T. Fahd, Panthéon, pág. 30 y n. 4). Sobre su leyenda,
relacionada con el nacimiento e infancia de Abraham y desarrollada en
fuentes midrásicas y musulmanas, Véase EI1, s. Y. 'Namrud', art. de B.
Heller; Argucias, págs. 122-23.
90
En este punto el texto presenta una laguna, atribuible sin duda al copista.
mientras que tus orejas son como las de Abu Suhayl; tu cuello, el
de Qasim b. at- Tammar; y tu cabeza, la cabeza de Goliat!
91
Ár. sifad, 'coito, cópula'. El autor resume aquí la creencia en que la corta
existencia de los animales está en relación con su mucho sifad, y viceversa.
Tal observación arranca nada menos que de Aristóteles (Acerca de la
longevidad, 466b5, en Tratados breves de historia natural, Gredos, Madrid,
1987, 305-16). Por su parte, Maydani (Mayma‘, II, pág. 146, n.º 1906)
recoge los proverbios Más follador que un pájaro, más que un gallo, y más
que un gato. Añade Yáhiz al respecto (Hay, VII, pág. 221) que la
longevidad es característica de los monjes, y ya hemos visto (infra, § 32)
que una de las «razones» de la lozanía de Ahmad era el abandono del coito.
al-Qalyoubi (o. cit., pág. 178), en tanto, sostiene que la mucha cópula
acelera la aparición de las canas, y también (más cabalmente, pensamos)
que hace adelgazar.
92
Denominación dada por los mu‘tazila a la generalidad de los ortodoxos,
ligados a la tradición, y especialmente, a los defensores del antropomorfis-
mo. Véase F. M. Pareja, o. cit., pág. 118.
59. Los rapsodos han recogido poesías sobre los macrobios 93, y
han elaborado tradiciones acerca de ellos. No hemos hallado
pruebas concluyentes, ni tampoco indicios sólidos, en contra de
tales noticias, y no podemos negarlas debido a la verosimilitud de
lo que cuentan; mas tampoco podemos confirmarlas, pues no hay
en ellas ninguna evidencia que las pruebe. Además, tú ya sabrás
cuánto desconcierto trae la duda; la turbación que conlleva el
desconcierto; el cansancio que acarrea la turbación; la continua
aflicción que conduce al cansancio; el aislamiento que producen
las aflicciones continuas; el albur de obsesiones y pálpitos que se
origina en el aislamiento prolongado; el cansancio corporal que
subyace al desaliento del corazón ya la fatiga del espíritu; y
cuánta razón de hastío hay en la insistencia, cuánta manquera en
la ignorancia y cuánto abatimiento del espíritu en las
lucubraciones.
95
Apunta ahora Yáhiz a la creencia en una pasada raza de gigantes. Tal
conjetura, antigua entre semitas y árabes, halla con el Islam su fundamento
religioso en la alusión alcoránica a la corpulencia del fabuloso pueblo de
‘Ad (7: 69), destruido por Dios en castigo a su impiedad. Yáhiz, como se
ve, rechaza la existencia de tales seres, y tan solo da crédito (¿quizá de mal
grado?) a la nombrada afirmación del Alcorán.
los sucesores de los descendientes y los que vinieran tras estos
últimos.
104
Arkun, 'arconte', 'jefe'. Se trata de los hijos de las tinieblas o hijos
nacidos del principio del mal, según la doctrina de Mani. Respecto a este
«Arconte esperado», Pellat (index, s. v.) tiene la impresión de que Yáhiz
confunde elementos del mazdeísmo y el maniqueísmo, tomando a Saosyant
(cf. infra, § 40, n. 41) por un arconte. V. Fihrist, págs. 777-786.
105
Estos cuatro nombres, que aparecen (junto con el de Nasr, no
mencionado aquí) en Alc. 71: 23, son los de otras tantas divinidades de la
Arabia central, veneradas hasta la época de Mahoma. Según se infiere del
texto alcoránico, los contemporáneos de Noé se negaron a abandonar su
culto cuando éste ya había recibido las señales de la profecía. Véase al-
Qalyoubi, o. cit., pág. 254; T. Fahd, Panthéon, cap. II, s. vv.
106
Ídolos y divinidades del panteón preislámico. Véase T. Fahd, Panthéon,
cap. II, s. vv.
107
Nombre de dos divinidades de La Meca preislámica, dos estatuas de
piedra sobre las que se derramaba sangre de víctimas. Refiere Mas‘udi
(Muruy, 11, § 947): «los Yurhumíes se prostituyeron y corrompieron
grandemente en el recinto sagrado [de La Meca]. Uno de ellos llegó incluso
a fornicar con una mujer en la Caaba. El hombre se llamaba Isaf y la mujer
Na’ila. Dios los transformó en piedra». Y prosigue Abu Hamid (Tuhfa, pág.
88): «Éste hombre era el rey de la tribu de Yurhum. Se enamoró de Na’ila y
fornicó con ella en la Caaba, por lo que Dios, para que sirvieran de
escarmiento, los transformó en estatuas de piedra. Los de Qurays los
sacaron del templo y pusieron a Isaf sobre una piedra clara ya Na’ila sobre
pedernal, para escarmiento de quienes los vieran. Al cabo de unos años se
convirtieron en objeto de veneración. Pero solamente Dios conoce la
verdad». Las estatuas, pues, debían de tener una vaga forma humana, de tal
modo que se pudo urdir en tomo a ellas la leyenda edificante que hemos
visto, destinada a prevenir a los peregrinos de La Meca contra la
prostitución sagrada (sobre la cual, v. M. García Cordero, o. cit., pág. 465).
T. Fahd, Panthéon, pág. 103-4.
lugar [donde mora] el Tirano. Háblame también de la espada
[forjada por] el rayo y de quién ha hecho llegar tal cosa a los
rafidíes108. Dime qué era la riqueza de Qarun 109, qué el tesoro de
an-Natf110 y de quién la perla única. Y aún, ¿qué eran los zarcillos
de Mariya111? ¿Cuál fue el origen de la fortuna de Ibn Yud‘an112 y
cómo se consultaba a su madre? Dime, en fin, cuál es esa riqueza
que quien toma de ella se arrepiente, y quien la deja se arrepiente
igual.
108
Chiitas extremistas. Más adelante (§§ 130, 189) sabremos con certeza
que Ahmad b. ‘Abd al-Wahhab era rafidi. Este dato explica mejor la
postura mu‘tazili de Yáhiz en contra del protagonista y sus creencias,
muchas de las cuales (macrobios, imamato, metempsicosis, doctrina del
bada’, etc.) aparecen en este texto.
En cuanto a la espada forjada por el rayo, Yáhiz indica (Hay, V, pág. 87)
que «mucha gente dice incluso que hay espadas forjadas por las centellas
de los rayos», creencia localizada en Tabaristán por Biruni (ib., n. 2, cit. ‘A.
S. M. Harun), el cual refiere que había quien atribuía las puntas de lanza y
venablos de cobre hallados en las entrañas de la tierra a los rayos caídos
sobre ella.
109
El Coré (o Córaj) bíblico (NM 16). Por sus muchas y proverbiales
riquezas, Qarun es el Creso de la tradición islámica. En Alc. 28: 76, leemos
la palabra de Dios: «le habíamos dado tantos tesoros que un grupo de
hombres forzudos apenas podía cargar con las llaves». Y en el mismo
pasaje alcoránico, Qarun afirma: «Lo que se me ha dado lo debo sólo a una
ciencia que tengo», razón por la cual desde muy pronto se pensó que tal
ciencia fuera la del Elixir o piedra filosofal. En efecto, Ibn an-Nadim
afirma en el Fihrist (pág. 844) que Dios reveló el conocimiento de la Obra
a Moisés y Aarón (para bañar en oro el Arca de la Alianza, añaden otros
autores) y que quien operaba en su nombre era Qarun. En castigo por su
soberbia y apego a los bienes mundanos, Qarun y sus riquezas fueron
tragados por la tierra (Alc. 28: 76-84). Véase EI2, s. v., art. de D. B.
Macdonald; Pellat, index, s. v.
110
Se trata de un personaje proverbial, que, siendo un pobre aguador, robó
un cargamento de riquezas enviado por Badán, el sátrapa del Yemen, al
emperador persa Cosroes II Parviz. Pasó todo el día repartiendo aquel
tesoro entre los pobres, y aun así permaneció rico (Maydani, Mayma‘, III,
pág. 103, n.º 3295; pág. 510, n.º 4632).
111
Mariya Bint Zalim b. Wahm, esposa del rey de Gassan Yabala III (495-
529), apodada «Mari ya la de los zarcillos» (Mas‘udi, Muruy, II, § 1079),
pues ofrendó al templo de La Meca sus legendarios pendientes, adornados
con dos perlas del tamaño de un huevo de paloma, de incalculable valor. De
67. -Si no te importa -, has observado a los hombres desde que
fueron creados y has contemplado a los genios antes de que se
ocultaran. Por ti mismo advertiste que las cosas eran puras e
impuras, indeterminadas y concretas, sanas y corruptas: así pues,
no se te oculta lo que media entre la hipótesis y la evidencia, entre
la dolencia y la salud, entre lo posible y lo imposible, lo
hermético y lo misterioso, lo escaso y lo extraordinario, la prueba
y el trasunto de la prueba; igual que has distinguido entre el viso
de la confianza y el asomo de la duda, hasta tal punto, que en ti
las partes se encuentran integradas, los límites conocidos, las
categorías sabidas y el mundo representado en absoluta plenitud.
Luego cataste la causa lo mismo que el efecto, conociste el
pretexto igual que la argumentación, contemplaste las razones no
más vieron la luz, las causas recién fueron creadas, y sabes
separar de lo natural el artificio y de la verdad el oropel.
68. Así pues, ¿qué me dices de los genios personales 113? ¿Qué
sabes de los ensueños? ¿Qué comentas del Elixir de la
alquimia114? ¿Qué puedes decir acerca de la amalgama de la
Obra? ¿Y de la heteromancia? ¿Y de la fisiognómica? A ver qué
cuentas de la buena ventura, del mal agüero, de la maledicencia y
del sentido de la baraca. ¿Qué sabes sobre las estrellas, los
ahí viene la expresión Los zarcillos de Mariya, que equivalía ala nuestra
Todo el oro del mundo (Pellat, index, s. v.)
112
‘Abd Allah Ibn Yud‘an, personaje quraysí de fines del s. VI, célebre por
su generosidad y su fortuna, que debía al comercio caravanero y de
esclavos. Sin embargo, una leyenda atribuye su riqueza a un tesoro que
descubrió en una tumba (Pellat, index, s. v.)
113
Ár. Ra’iyy. «Si un genio domaba a un hombre, intimaba con él y le
transmitía noticias, percibía por sus sentidos y leía en su imaginación.
Entonces la gente decía: con fulano hay un ra’iyy» (Hay, VI, pág. 203).
Véase un caso de genio personal en E. W. Lane, o. cit., pág. 266.
114
Esto es, la Piedra Filosofal (al-Iksir), objeto primordial de la Obra.
Sobre la alquimia árabe, v. Fihrist, o. cit., págs. 843-868; Ibn Jaldún,
Introducción a la historia universal (Muqaddima), México, Fondo de
Cultura Económica, 1987, págs. 947-959, passim.
lunares, los secretos de la palma de la mano115 y la
espatulomancia116? Dinos lo que sepas sobre [la interpretación de]
la roedura de la rata117, la insistencia del escarabajo, los rizos y
tirabuzones de la cabeza, los mechones o rodales blancos de los
caballos118, la mangosta119 y las sobras de comida que dejan los
animales120. ¿Qué puedes decir del gallo blanco con la cresta
115
Asrar al-kaff: quiromancia. Véase Fajr ad-Din ar-Razi, Tratado de la
ciencia fisiognómica, en M. J. Viguera, Dos cartillas de fisiognómica,
Madrid, Editora Nacional, 1977, pág. 87.
116
Nazr fi l-aktaf('escrutinio de los omoplatos'). Fajr ad-Din ar-Razj (o. cit.,
en M. J. Viguera, Dos cartillas, pág. 87) describe así esta práctica:
«Examen de los omoplatos de los corderos o de las cabras, pues en ellos,
irisados por el sol, se aprecian rayas fijas y figuras definidas, que los
entendidos disciernen a propósito de muy diversos fenómenos del
macrocosmos, como pueden ser las guerras entre soberanos, o las ocasiones
de fertilidad y desolación». Es costumbre extendida en todo el norte de
África. Véase E. Doutté, o. cit., pág. 371; T. Fahd, Divination, págs. 395-
97.
117
En las formas y lugares de las roeduras de la rata se basaba otra
disciplina adivinatoria árabe. Una tradición pretende que a al-Mansur le fue
pronosticado el califato por la mordedura que una rata había hecho en una
gualdrapa donde se sentaba (Hay, V, págs. 303-4).
118
«Las tacas que aparecen en el badán de los caballos, para las que los
árabes tienen muy precisas denominaciones, considerándolas de buenos y
de malos augurios, según. Estas tacas se hallan también en Otros animales,
pero sólo en los caballos les conceden atención, pues este animal es el más
noble de todos después del hombre» (Fajr ad-Din ar-Razi, o. cit., en M. J.
Viguera, Dos Cartillas, pág. 87).
119
Según Damiri (Hayat, s. v. 'nams') una mangosta aparecida o vista en
sueños indica adulterio, pues ésta .roba gallinas, y se interpreta que éstas
son mujeres; conque quien se las ve con una mangosta o topa con ella en su
casa, se enfrenta a un sujeto adúltero. Pero sabe Dios..
120
A este respecto cita Yáhiz unas palabras atribuidas al Profeta: «Cinco
cosas provocan el olvido: comer manzanas, las sobras de la rata [?], sangrar
el hoyuelo de la nuca, despiojarse y orinar en aguas quietas» (Hay, v, págs.
269, 380). Véase Ibn Habib, o. cit., 14r.
hendida? ¿Y del gato negro121? ¿Y de orinar en las madrigueras 122,
estudiar los pozos prehistóricos y dormir entre dos puertas123?
69. Dime también cuanto sepas sobre las manchas blancas de las
uñas, sobre la retamada124, sobre colgarse patas de conejos125,
sobre alhajar al mordido por serpiente126 y sobre la camella atada
a la tumba y su gualdrapa127. Luego, ¿qué me puedes contar de las
121
Yáhiz recuerda (Hay, II, pág. 207) que «quienes afirman que el demonio
no entra en las casas si hay en ellas un gallo blanco con la cresta hendida,
son los mismos que dicen que al que come carne de gato negro no lo
Perjudica magia alguna». En Otro pasaje dice que este gallo pasa por ser la
encarnación de un ángel (que había sido enviado por Dios para indicar a
Adán las horas de oración, añade Kisa’i, cit. Pellat, glos., s. v. 'dik'); de ahí
que el demonio no entre a los sitios donde éste se encuentre, por la mucha
inquina que le tiene. También recuerda Yáhiz estas palabras, que habría
pronunciado el Profeta: «El gallo blanco es mi amigo, y enemigo del
Enemigo de Dios; guarda la casa de su amo y otras siete casas». Degollar
un gallo blanco, en fin, se considera causa de toda suerte de infortunios y
desgracias (Hay, n, pág. 259; M. Ibn Azzuz, Diccionario de supersticiones
y mitos marroquíes, Madrid, CSIC, 1958, s. v. 'gallo'), Sobre presagios y
adivinación sacados entre los árabes a cuento del gallo, v. T. fahd,
Divination, págs. 504-6. El gato negro, en fin, es para los yinn una de las
formas preferidas de encarnación (E. Doutté, o. cit., pág. 78). Sobre este
animal en la superstición popular, Véase J. G. Frazer, La rama dorada,
Madrid, Fondo de Cultura Económica, pág. 760, passim.
122
Las madrigueras, pozos, desagües, etc., son morada de los genios o yinn.
De ahí que orinar en ellas, verter agua caliente, etc., sea objeto de
inmediata represalia por su parte. Aún se conserva en el mundo árabe la
costumbre de pronunciar la fórmula En el nombre de Dios, el Clemente y
Misericordioso como protección contra la ira del yinn cuando se vierte
agua caliente por los desagües. V. supra, § 76.
123
En el folclore árabe, el umbral de la puerta es objeto de precaución, pues
también en él paran los genios; de ahí que no convenga molestarlos, al
pisarlo, porque este hecho acarrea desgracias y mala suerte. El mismo y
corrientísimo hecho de hacer pasar en brazos a la novia por el umbral, sin
que lo pise, respondería en realidad a este tipo de precaución (v. J. G.
Frazer, El folklore en el Antiguo Testamento, Madrid, Fondo de Cultura
Económica, 1993, pág. 421 y sigs.). En no pocos lugares de Andalucía y
Murcia, que sepamos, se considera cosa de mala suerte sentarse en el paso
de las puertas. Según refiere el propio Yáhiz (Hay, II, pág. 207) había quien
lechuzas128, de la impetración de lluvia con áloe y
asclepiadáceas129, de rasgar el velo y de bajarse las vestiduras? A
ver qué dices de cauterizar al camello sano para curar al sarnoso y
de la ablación de uno de sus ojos para evitar la epizootia o
esquivar las algaras enemigas130. ¿Qué sabes de las flechas de
mandar, de prohibir y de esperar131? ¿Y de las piezas de caza que
aparecen de frente, que salen por detrás, que van de izquierda a
no dudaba que, al que duerme entre dos puertas, los genios lo trastornan o
lo baldan. Por su parte, al-Qalyoubi (o. cit., pág. 177) sostiene que sentarse
en el umbral de las puertas «endurece el corazón y da un carácter cruel».
Recordemos, por último, cómo el rey David «estaba sentado entre dos
puertas» (2 SM, 18: 24) y así adivinaba las noticias que traían los
mensajeros de la batalla de Efraín. Véase E. Doutté, o. cit., pág. 410 y sigs;
M. Ibn Azzuz, o. cit., s. v. 'umbral'.
124
Ár. ratima, derivado de la voz ratm ('retama', 'hiniesta'), que designa una
práctica de la Arabia pagana explicada por Qazwini (‘Aya’ib, pág. 171) y A.
de B. Kazimirski (Dictionnaire arabe-français, s. v.): «En el momento de
hacer un viaje, entrelazaban dos ramas de árbol por sus extremos; si a su
vuelta hallaban las ramas en el mismo estado, sacaban augurio de que sus
mujeres les habían permanecido fieles durante su ausencia; si encontraban
las ramas separadas, se daban por traicionados.. Esta costumbre de anudar
matas aún está documentada por E. Doutté (o. cit., pág. 90) en la Argelia de
principios de siglo.
125
Refiere Yáhiz en Hay, VI, pág. 357: «Los árabes preislámicos creían que
a quien se colgara la pata de una liebre no lo alcanzaría el mal de ojo, ni la
envidia, ni magia alguna. Así, cuidaban aquella pata, porque los yinn huyen
de ella», probablemente a causa de la presunta menstruación de las liebres
(Damiri, Hayat, s. v. 'arnab'). V. supra, § 180.
126
Ar. baliyy as-salim. lit. «enjoyar al sano». Salim es voz que significa
'sano', 'salvo'; pero que, como eufemismo, designa igualmente al herido de
muerte por la mordedura de una serpiente: pues parece que salud era lo que
se le deseaba, a falta de remedio mejor y fiando en el buen augurio de la
palabra. Para evitar que el veneno se extendiera por su cuerpo, la víctima
no debía dormir. También se le colgaban joyas de mujer, que produjesen un
tintineo que le impidiera conciliar el sueño. Este era el mejor remedio que
se podía emplear (Pellat, glos. s. v. 'salim'; E. Doutté, o. cit., pág. 363).
127
Se trata de una camella o yegua que, en tiempos anteislámicos, se ataba
a la tumba de su dueño, sin alimento y con una gualdrapa cubriéndole la
cabeza, para que muriera y le sirviera de montura el día que éste resucitase
(EI1, s. v. 'baliya', art. de J. Hell).
derecha y que se cruzan de diestra a siniestra 132? ¿Qué puedes
decir de la andadura que, sobre los muertos, hacen las madres
cuyos hijos no viven133? ¿Y de la sangre de los reyes en pro de los
rabiosos134?
70. A ver qué cuentas en punto a la epilepsia, a la metamorfosis
del gul135, al silbo de los genios, a la aparición de los genios
domésticos y su sumisión a los encantamientos 136, ¿Qué sabes del
genio personal de al-Ma’mur al-Hariti y de ‘Utayba b. al-Harit al-
Yarbu‘i? ¿Cuál es la diferencia entre el vidente, el cohén, el
128
Según refiere Damiri (Hayat, s. w. 'hama', 'sada') los árabes preislámicos
creían que el alma de un asesinado sin venganza se convertía en una
lechuza que permanecía sobre la tumba del difunto, graznando así:
«Dadme, dadme de beber sangre de muertos». Cuando se tomaba cumplida
venganza, la lechuza echaba a volar y desaparecía.
129
Ár. istimtar. Se trata de un modo preislámico de pedir o provocar lluvia.
En caso de persistente sequía, los árabes reunían todo el ganado vacuno que
podían, atándole a la cola y las patas sula‘ (¿áloe?) y ‘usar (asclepias
gigantea). Entonces subían el ganado así dispuesto a algún monte
escarpado y le pegaban fuego al áloe y la asclepiadácea, armando mucha
bulla con sus rogativas. Creían que esta práctica provocaba la lluvia (Hay,
IV, pág. 466). Véase T. Fahd, Panthéon, pág. 10 y sigs.
130
Sobre estas prácticas comenta Yáhiz (Hay, I, pág. 16): «Los
predicadores reprenden a quien reprocha a un hombre por la culpa de otro;
hecho que anda en refranes, tal y como dice el poeta an-Nabiga:
132
La heteromancia árabe, o adivinación según el vuelo de los pájaros,
alcanzó gran precisión y complejidad. Las aves que salían de derecha a
izquierda se consideraban de buen presagio, y viceversa. Véase T. Fahd,
Divination, pág. 440 y sigs; E. Doutté, o. cit., pág. 359.
133
Según esta creencia árabe anteislámica, las madres que caminan sobre el
cadáver de un noble que haya muerto a traición conservarán a sus hijos con
vida. Si resulta que sus hijos murieron, tras hacer la mencionada andadura
podrán volver a concebir (Lisan al-‘Arab, s. v, 'miqlat'). Ésta y otras
prácticas, con ligeras variantes, aún están documentadas en el Egipto del s.
XIX: «Algunas mujeres, a fin de quedar embarazadas, andan, sobre el
cuerpo de un hombre decapitado, siete veces, sin decir nada» (E. W. Lane,
o. cit., pág. 259).
134
También en Hay, II, págs. 5, 310, menciona Yáhiz esta creencia árabe y
preislámica, según la cual la sangre de reyes o personajes nobles cura la
rabia y la locura. A. P. Caussin de Perceval (Essai sur l'histoire des Arabes
avant l'Islamisme, 3 vols. [1.ª ed. París 1847-8], Graz, Akademische Druck-
u. Verlagsanstalt, 1967, vol. II, pág. 34) refiere el caso de cierto rey
preislámico condenado a muerte, cuya sangre fue celosamente guardada en
vasijas.
135
Criatura fantástica, del género de los yinn; una especie de «coco», vale
decir. Algunas de sus propiedades son morir si se les da un golpe, revivir si
se les da dos, usar como monturas a perros, conejos y avestruces, y
transformarse en toda foma y estampa de mujer (Hay, I, pág. 309; VI, pág.
220).
136
V. supra, § 75, n. 154.
137
Refiere Yáhiz en Hay, I, pág. 299: «Gabriel-la paz sea sobre él-
caminaba sobre la tierra con la imagen de Dihya ai-Kalbi; en tanto, a Iblis
se le veía por los caminos con la imagen de Suraqa al-Mudliyi. También se
apareció bajo la imagen del Viejo del Nayd, y como estos casos hubo otros
muchos». Este 'Viejo del Nayd', según la tradición, se introdujo en el
consejo que los Quraysíes celebraron para decidir la suerte de Mahoma, y
les aconsejó que le dieran muerte (Hay, VI, pág. 163 y n. 4. Pellat, index, s.
vv.)
71. Por ti Dios nos ha preservado del mal, en ti nos ha puesto a
prueba, nos ha colmado de fortuna y se ha mostrado justiciero: así
pues, que la tristeza sea con quien te desaire, y que Él conceda
lluvia al que te reclame. ¡Guay de quien ignore tus méritos! O
mejor dicho: ¡ay de quien los niegue! Permíteme decirte que, del
mismo modo que antes de ser no eras, así tampoco serás después
de ser y, tal cual medraste en la amplitud del tiempo, igual en su
amplitud irás menguando; porque todo lo largo es corto, y todo lo
fInito es poco. Por consiguiente, guárdate de pensar que eres
138
El Dorador (o el Arrebatador), demonio sobre el cual comenta Yáhiz
(Hay, VI, pág. 194) que «necios eremitas y santones mentecatos. Pretenden
que les ha sido encomendado particularmente para tentarlos, mostrándoles
cosas extraordinarias, como encenderles fuegos e iluminar las tinieblas de
su celda (o ponerles la mesa, añade Qazwini, ‘Aya’ib, pág. 237).
139
V. infra, § 40, n. 49.
140
«Afirman que, en 10 tocante a! poder ya! número de los yinn y los
demonios, la mayor parte se ha manifestado en Siria y en la India. Y
también se dice que el capitoste de los demonios de la India se llama
Tankawir [= Barkuwayr], y que el de Siria se llama Darkadab» (Hay, VI,
pág. 232). Pellat (index, s. v. 'Kuwayr') sugiere con reservas la posibilidad
de identificar a este Barkuwayr con el dios Kuvera o Kubera, una de las
«divinidades cardinales» del budismo (v. A. Wayman, «Budismo», en
Historia Religionum, vol. II, 363-451, pág. 393).
141
El carácter maravilloso o sobrenatural de la inspiración poética, común a
numerosos pueblos, tenía especial relevancia entre los árabes (v. T. Fahd,
Divination, págs. 72-5). Así recoge Yáhiz la opinión popular: «Afirman que
con todo gran poeta hay un demonio; el poeta dice sus versos por boca de
ese demonio». Pues bien, ‘Amr era el nombre del demonio inspirador del
poeta al-Mujabbal. El también poeta al-A‘sa tenía al nombrado Mishal por
demonio acólito, al cual invocaba cuando alguno le satirizaba, para así
responder con parejas burlas en verso (Hay, VI, págs. 225-6).
En cuanto a los anteriormente citados Siniqnaq y Saysaban, son sendos
patriarcas de tribus enteras de demonios o genios. Según la leyenda, el
primero persuadía al gran poeta Bassar b. Burd; en tanto que el demonio
del vate Hassan b. Tabit pertenecía «a la tribu del segundo» (Hay, VI, págs.
228, 231; Pellat, index, s. vv.).
sempiterno, porque blasfemarías; ¡Y no niegues que seas una
criatura, porque caerías en el politeísmo!
72. Cierto es que las ínfulas que alberga Satán [de triunfar] en
quienes son como tú, no las tiene con otros; ni tampoco halla en
otros las razones que [para tal triunfo] encuentra en ti. Tú no eres
como Iblis -de no ser por la tradición que le asegura la existencia
hasta que el mundo acabe y desaparezca, no lo habría antepuesto
a ti ni lo habría equiparado contigo-; eres más digno de disculpa y
más merecedor de indulgencia que él: si se me apareciera, no le
interrogaría con las preguntas que te hago, ni le platicaría las
mismas charlas que tengo contigo. Además, si Satanás es tu igual
en la disputa, en el consejo es todo lo contrario; si tú repruebas
algo, lo haces con educación y rectitud; pero él, si niega algo,
siempre es con la trapaza y el engaño. Y de cualquier modo, nos
resultas más semejante que él: nos remontamos a un mismo
origen, pertenecemos a un Padre y una misma religión nos une.
73. Dame noticias del siqq142, del waqwaq143 y del nasnas144;
también del duwalbay145, del rinoceronte146, de ‘Anqa’ Mugrib, del
azufre rojo y del toro de Dios en la tierra147.
Háblame del desfiladero de la montaña de Radwa 148 y de los
montes de Hisma. Dime cuándo vas a ver el agua negra, la arcilla
azul y el aire pardo. ¿Cómo es esa pantera? ¿Tiene sed aquel
león? ¿Ha puesto huevos el murciélago? ¿Está segura la
142
Variedad de genio, con la mitad del cuerpo de forma humana, que se
aparece a los viajeros y los mata a tajadas y mandobles (Hay, VI, pág. 206).
143
Criatura medio planta, medio animal. Son .seres que a lo más que se
parecen es a la especie humana. Son producto de grandes árboles, de los
cuales cuelgan por los cabellos. Tienen mamas y órganos sexuales
semejantes a los de las mujeres, la cara roja, y no cesan de gritar:
«¡waqwaq!» (Damiri, Hayat, s. v.)
144
Criatura extraña, con la figura de medio hombre. «En San‘a’ hay una
tribu de árabes cuyos individuos han sido transformados en la mitad de un
hombre, de tal forma que solo tienen media cabeza, medio cuerpo, una sola
mano y un pie [...] Carecen de inteligencia [...] Los árabes los llaman
nasnas y les dan caza para comérselos. Los nasnas hablan el árabe, llevan
nombres árabes, se reproducen y recitan poemas. (Abu Hamid, Tuhfa, pág.
28). Véase M. J. Viguera, «El nasnas: un motivo de ‘aga’ib-, en Orientalia
Hispanica, vol. I, Leiden, E. J. Brill, 1974, 647-674.
145
«Nombre de ciertos sujetos de la India. Se dice que tienen piernas
delgadas y flexibles, como tiras de cuero. Fingen ser viajeros lisiados, e
insisten en que los transeúntes los lleven a sus espaldas; entonces los
asfixian, enroscándolos con sus piernas» (F. Steingass, Persian-English
Dictionary, Londres, Routledge & Kegan Paul, 1957, s. v. 'duwal-pay').
Añade H. Massé (Croyances et coutumes persanes, pág. 353, cit. Pellat,
glos. s. v. 'Duwalbay'): «Dèvalpa es un viejo que se pone a la orilla del
camino y gime. Solicita a todo el que pasa: "¡Llévame a tus espaldas!" Si
alguno accede, tres metros de piernas semejantes a serpientes salen de su
vientre y se enrollan alrededor del porteador. Aprisionándolo firmemente,
Devalpa le ordena: "Trabaja para mí". Es necesario embriagarlo para
desembarazarse de él».
146
Karkaddan (cp. el «cartazono» de Claudio Eliano, o. cit., XVI, 20).
Yáhiz coloca al rinoceronte en esta serie de entes extraordinarios, pues
dudaba de su existencia, aun a pesar de reconocerlo en el testimonio de
Aristóteles (quien lo llama 'asno de la India', Investigación sobre los
animales, Madrid, Gredos, 1992, 499h19; Hay, VI, pág. 27). Véase Abu
Hamid, Tuhfa, pág. 74; id., Mu‘rib, pág. 76 (con excelente nota de I.
avutarda149? ¿Cuándo vas a aprender el contenido de la disciplina
del Yafr150? ¿Cuándo vas a dominar cuanto hay en los Salmos?
¿Qué hicieron el semental de Wabar y las ovejas mde Abu l-
Mirqal?
Bejarano).
147
No parece fácil distinguir este toro entre el rebaño de toros, bueyes,
vacas y novillos sagrados que en el mundo han sido. Tras recordar que
quienes accedan al paraíso toparán con un pez y un toro de cuya carne
comerán (por ese orden, v. infra, § 43), Damiri refiere (citando a Wahb b.
Munabbih, Hayat, s. v. 'tawr'), que en los primeros tiempos, la tierra era
como un barco que iba y venía. Dios creó un ángel gigantesco y le ordenó
portarla sobre sí. Como el ángel no tenía apoyo firme para sus pies, creó
Dios una roca de jacinto rojo donde se afianzara; ya que la roca tampoco
halló seguro apoyadero, le creó un gran toro, llamado Kayuta (o Rayyan)
sobre cuyo cuerno y espalda descansase todo el conjunto; sin embargo,
tampoco el toro tenía sostén de sus patas, conque Dios formó un pez
colosal, de nombre Nun o Bahmut, donde el toro se asentó. Este pez, a su
vez, se sostiene sobre las aguas del universo; las aguas, en el aire; y el aire,
sobre las tinieblas. Aún se conserva en el mundo islámico la creencia en
que los terremotos se deben a que el toro de marras, fatigado, se cambia la
tierra al otro cuerno. Véase M. Ibn Azzuz, o. cit., s. v. 'temblor'; Abu
Hamid, Mu‘rib, pág. 242. Puede tratarse igualmente (Pellat, glos. s. v.
'tawr'), del toro primordial de los mazdeos, «cuya médula da origen a las
plantas, mientras que su semen es recogido y purificado en la luna» (J.
Duchesne-Guillemin, o. cit., pág. 359).
148
Esta montaña, a siete días de marcha de La Meca, llena de frondosos
valles, manantiales y desfiladeros, era para la secta chiita Kaysaniyya el
lugar donde moraba, vivo, el imán Muhammad b. al-Hanafiyya, quien
estaba custodiado entre un león y una pantera, junto a dos fuentes que
chorreaban leche y miel. Estaba escrito que regresaría al mundo para
colmarlo de justicia, tal y como antes estaba ahíto de iniquidad (Qazwini,
‘Aya’ib, págs. 113-4). Sobre Muhammad b. al-Hanafiyya y el mesianismo
chiita, v. C. Cahen, o. cit., págs. 33-4, 49-50; Ph. K. Hitti, o. cit., pág. 203.
149
Desde el 'agua negra' a esta parte, el autor alude, probablemente, a los
signos de la parusía del Imam. En efecto, en Hay, V, págs. 236-7, Yáhiz
nombra algunas de las señales de su regreso: los murciélagos pondrán
huevos, el vino será lícito, la serpiente vivirá en paz con los pájaros, el lobo
doctrina del Bada’151? ¿De dónde habéis sacado que la ciencia es
un acto152? ¿Qué se dice sobre el alma?
154
Yáhiz ha pasado a interesarse de nuevo por la magia y los genios.
Vuelve ahora a la pregunta de § 70 acerca de los encantamientos y conjuros
con que son llamados a presencia humana; conjuros por medio de los
cuales, al parecer, los genios se introducen en el cuerpo de quien los
pronuncia, como sucede con el médium. Leemos en Hay, VI, pág. 199:
«Decía ‘Ubayd Muyy [v. supra, § 139] que los genios ansían responder a
los encantamientos; pero que, si el cuerpo de quien los pronuncia no les
sirve como vehículo para encarnarse, no pueden entrar en él. El truco en tal
caso está en aplicarse sahumerios con incienso macho, contemplar el curso
76. Hazme saber quién estranguló a al-Garid 155, quién mató a Sa‘d
el día de la Madriguera156, quién fue el que hizo perder el juicio a
‘Amr b. ‘Adi y quién poseyó a ‘Umara b. al-Walid. ¿Cuál de ellos
abate a los sanos, cura a los enfermos y arrebata a los juiciosos?
Luego, ¿qué diferencia hay entre Satanás y los genios? ¿Y entre
los genios mismos? ¿Quién tiene el yadaf157 por alimento?
Háblame de la poesía de esos susurros que señorean el aire, de los
del planeta Júpiter, lavarse con agua pura y limpia, abandonar el coito,
comer tuétano [v. supra, n. 157], apartarse a los desiertos y frecuentar los
lugares en ruinas; así hasta que a los genios les termine pareciendo amable,
delicado, limpio y semejante a ellos». Si el sujeto pronuncia el
encantamiento en tales condiciones, los genios le responden; sólo así les
resulta grato penetrar en su cuerpo. Si no es así y el sujeto insiste en
pronunciarlo, los genios lo tullen; y si va más allá, lo matan (Hay, IV, pág.
185). En el Seudo Abu-l-Casim Maslama el Madrileño, Picatrix, Madrid,
Editora Nacional, 1982, págs. 233 y sigs., 257, passim, tenemos varias
muestras de prácticas de este tipo, al parecer heredadas del sistema sabeo
de ceremonias y ofrendas a los astros.
155
Célebre poeta y cantor al que, según la leyenda, los genios o yinn habían
prohibido cantar ciertos versos; cosa que desobedeció, por lo cual lo
estrangularon (Hay, VI, pág. 208).
156
Es cosa desaconsejada orinar en una madriguera, porque se arriesga uno
a los ataques de las serpientes e insectos y, sobre todo, de los yinn, que
tienen en ellas refugio. Sa‘d b. ‘Ubada era un compañero del Profeta que,
según la leyenda, fue asesinado por los genios por haber orinado en tal
lugar (Pellat, index, s. v.; Hay, I, pág. 302). Véase infra, § 68, n. 122.
157
Este nombre designa la espuma y las impurezas que se quedan en la
superficie del vino. En Hay, I, pág. 301, Yáhiz da noticia de que los genios
se alimentan de habas y tuétano, y tienen por bebida el yadaf (aunque no
especifica qué cosa es). La palabra designa también cierta planta del Yemen
que, según se dice, elimina la sed de tal suerte que quien la mastica no tiene
necesidad de volver a beber (Pellat, glos., s. v.)
rumores que se escuchan a la noche158; y dime cuanto sepas de an-
Numayri el de la Hoja159 y de Tamim ad-Dari el del Muro160.
158
Por 'susurros que señorean el aire' hemos traducido la voz hatif;
participio activo de la raíz htf 'arrullar o 'hablar sin ser visto'. Hatif (que,
modernamente, se usa como 'teléfono') designa tradicionalmente las voces
o palabras que se oyen; pero sin que se sepa, ni pueda verse, quién las
pronuncia. Estas voces, en principio proféticas y oraculares, tenían carácter
divino (v. 8610 EZ 21: 1), y los árabes también las atribuyeron con
frecuencia a los genios. El hatif puede consistir en un susurro, unas
palabras, un refrán o conseja, e incluso versos y poemas enteros. A estos
últimos, poemas compuestos y recitados por los genios, se refiere Yáhiz
(Hay, VI, pág. 208), quien afirma que la prueba para saber si poemas que se
oyen por el aire están compuestos por los yinn, es que nadie puede
recitarlos tres veces seguidas sin aturullarse (y allega de muestra unos
versos que son un trabalenguas intraducible; aunque asegura que hay quien
es capaz de recitar diez veces, sin traspillarse, «los más fastidiosos y
trabados versos del mundo», y luego no es capaz de hacer lo propio con los
de los genios). El lector encontrará algunos casos de este fenómeno en Ibn
Battuta, o. cit., págs. 120-1, 129; al-Qalyoubi, o. cit., pág. 97. Véase T.
Fahd, Divination, págs. 170-1.
159
Probablemente se trate (Pellat, glos. e index, s. vv. 'waraqa' y 'an-
Numayri') de Sarik b. Junasa, personaje de quien se decía que entró al
Paraíso y regresó de él portando la hoja de uno de sus árboles (Hay, I, pág.
301). Es posible que este Sarik sea el mismo cuya historia relata al-
Qalyoubi (o. cit., págs. 236-7), pero no con una hoja, sino con un puñado.
160
Compañero de Mahoma. De origen siropalestino, fue monje antes de
convertirse al Islam. Se dice que fue el primer qass, o narrador de historias
religiosas, entre ellas las de la Bestia y el Antecristo o Dayyal, que
probablemente comunicó al Profeta. Desde temprana fecha comenzó a
correr entre loS musulmanes copia de leyendas sobre Tamim ad-Dari,
referentes a fabulosos viajes por lugares y países fantásticos, poblados por
toda suerte de seres extraordinarios. Entre tales lugares se contaba el mítico
muro que, según la leyenda, Alejandro levantó para contener a loS pueblos
de Gog y Magog, que Tamim habría visitado y conocido (EI1, s. v., art. de
G. Levi Della Vida).
es de más años, cuál de menos y cuál mejor: Munkar o Nakir 164?
¿Cuál es más mezquino: Harut o Marut? ¿Qué pez se tragó a
Jonás? ¿Qué serpiente engulló a al-Muhallab? ¿De qué madera
era el Arca de Noé? ¿Por qué es salobre la planta llamada hamd?
¿Por qué se le puso un collar a la paloma? ¿Qué diferencia hay
entre la taza y el tazón?
161
Legendario herrero de la tradición persa, el cual, tras haber matado el
usurpador Zahhak a uno de sus hijos, se rebeló, animando contra él a toda
la población de Ispahán, y estableció a Afridun en el trono. Tomó por
estandarte su peto de cuero, que se convirtió en el escudo nacional de Irán y
que perdura hasta nuestros días (Pellat, index s. v. 'Kawh'). Sobre el valor
esotérico y mágico de esta oriflama, v. Ibn Jaldún, Muqaddima, pág. 933.
162
El hombre primordial, según el zoroastrismo. Aunque los árabes lo
asimilaron a Adán, no se trata de un primer humano o patriarca de la
humanidad, Sino de un gigante cósmico y esencial, «embrión» de la
Naturaleza, a partir del cual será creada la primera pareja humana (Masyah
y Masyanah, véase infra, § 47): J. Duchesne-Guillemin, o. cit., 357-360; H.
Corbin, o. cit., págs. 75-78.
163
Los últimos cinco nombres citados son algunos de los siete kesvar o
regiones cualitativas de la imago terrae mazdea. El kesvar central,
alrededor del cual se disponen los otros seis (todos separados por un
océano cósmico), es jwanirata Bamya, cuya extensión es igual a todo el
resto, y representa la totalidad del espacio geográfico accesible ahora a los
hombres. Yáhiz sólo nombra aquí cinco de los siete kesvar, y
probablemente toma a Gayomart por uno de ellos (Pellat, index, s. v.)
Véase H. Corbin, o. cit., pág. 49 y sigs.
164
Dos ángeles terribles de color negro, los cuales, una vez que el Ángel de
la Muerte arrebata la vida a un hombre, le hacen sentar en su tumba y le
interrogan en cuerpo y alma acerca de su fe. Véase Algacel, El justo medio
en la creencia, trad. M. Asín Palacios, Madrid, Instituto de Valencia de Don
Juan, 1929, pág. 325 y sigs; F. M. Pareja, o. cit., págs. 83, 276-7.
¿Y de la sal amoniaco? Aparte, ¿qué me dices acerca del tinnin 165?
¿Qué es el animal que precede al león166? ¿Qué clase de amistad
hay entre el escarabajo y el escorpión? ¿Cómo es que lo negro
tiñe sin teñirse él y, sin ello teñir, se tiñe lo que es blanco? ¿Quién
creó el astrolabio167? ¿Quién inventó la romana? No te he
preguntado por el herrero, sino por el filósofo y su explicación
sobre el flujo y reflujo. Háblame también de las substancias
minerales, y de cómo se conforma el alquitrán: si es un cuerpo
fundido por naturaleza, o es tierra que va transformándose.
165
Uno de los monstruos característicos de la cosmogonía del Antiguo
Oriente, ya presente en el Antiguo Testamento (SAL 74: 13, passim) y en
los textos religiosos de Ugarit, como bestia marina con imprecisas trazas de
reptil, por lo que tradicionalmente ha sido identificado con el dragón. La
concepción del tinnin como animal terrible, devorador y temido por todas
las criaturas perdura netamente en las fuentes árabes; pero su dimensión
cósmica convive con noticias que lo pintan ya como un ser real, vivo y
coleando en las profundidades del mar (Qazwini, ‘Aya’ib, págs. 96-7, 99;
Damiri, Hayat, s. v.) Véase Pellat, glos., s. v.; M. Garcia Cordero, o. cit.,
págs. 440-1.
166
Ár. furaniq. Se trata de un animal imaginario que presuntamente precede
al león y advierte de su presencia; se parece al chacal o a una especie de
cruce entre perro y lobo. Yáhiz descree de su existencia (Hay, IV, pág. 156,
n. 4; Pellat, glos., s. v.)
167
Ár. asturlab. Parece que en un principio los árabes trataron de explicar
esta palabra como las «líneas» (astur) de un tal Lab (Pellat, glos., s, v.)
Sobre el astrolabio, v. EI1, s. v., art. de C. A. Nallino.
168
Esta cuestión remonta, creemos, a un testimonio aristotélico
(Investigación, 6O7a25): «las mordeduras de todos los animales venenosos
obra una malísima influencia en los nervios y la sangre? ¿Cómo
puede ser que mate un alacrán a un hombre, y que a su vez otro
alacrán lo mate a él? ¿Por qué resulta la víbora letal y, con todo,
los erizos la engullen sin que los lastime? ¿Por qué se la comen
también las gamuzas sin ningún perjuicio? En fin, ¿a qué se debe
que la víbora de las ruinas sea mortal para todo ser y que, al
mismo tiempo, ninguno pueda matarla ni hallar su carne
comestible?
80. Dime por qué el Nilo contraría al resto de los ríos en punto a
crecidas y estiajes; por qué su curso llega hasta el norte y por qué
aguas arriba resulta igual que aguas abajo 169. Di, ¿cuándo pasará
su preeminencia [a otro río]? ¿Cuándo desviará su cauce el Imán?
son más terribles si se devoran entre ellos: por ejemplo, si una víbora
devora a un escorpión. La saliva humana es nociva a esa inmensa mayoría
de animales». Por su parte, Yáhiz recuerda en Hay, II, pág. 237 que «se
sabe de varios sujetos que cuando mordían mataban».
169
La característica de las crecidas del Nilo, que sigue .una conducta
opuesta a los demás ríos., ya fue observada por Heródoto (Historia, II, 19 y
sigs.), que refiere tres explicaciones sobre el caso. El mismo dato, junto con
que su curso discurre de sur a norte, se encuentra frecuentemente en la
literatura árabe, y Yáhiz parece haber sido uno de los primeros en señalarlo,
mucho antes que Qazwini (‘Aya’ib, págs. 125-6), Ibn Battuta (o. cit., pág.
137) y otros. v. EI1 , s. v. 'al-Nil', art. de J. H. Kramers.
discusión y la marcha de su oponente, nunca jamás ha declarado:
"Habría sido mejor si hubiera dicho tal"; o quizá: "Habría hecho
mejor de no haber dicho cual"? ¿Es que van a quedarse sus
despachaderas por encima de vuestras capacidades? ¿Por qué
razón van a ir más lejos sus vislumbres que la más penetrante de
vuestras reflexiones?» Y no obstante, recién te vi, supe que eras
un tormento mandado por Dios a los soberbios y un regalo que Él
creó para todos los que son humildes.
170
Aquí comienza, según Pellat (pág. VIII), una probable y larga
interpolación que se extenderá hasta § 123. En efecto, a partir de este punto
el texto cambia substancialmente, y da paso a una prolongada digresión
cuyo tema central son las bromas y las veras, la seriedad y la burla. Aunque
Yáhiz prosigue despellejando literalmente a su protagonista, el tono se
vuelve a veces farragoso; el texto, mucho más conceptual, se torna obscuro
y reiterativo. En § 133, Yáhiz volverá a la carga con nuevas preguntas.
la que no transitan más que los mentecatos. La desmesura es su
naturaleza, y quien a ella se lanza sabe poco de comedimiento.
85. Aún no hemos visto cosa más apartada de otra, ni [-al mismo
tiempo-] más constante compañía, oposición más férrea o más
caótica combinación [que la que mantienen] la seriedad y la
guasa, el debate y la disputa.
Como dijo al-Qa‘qa‘ b. Sawr: «No hay dignidad para un
bromista; ni amistad para un polemista», Mu‘awiya, por su parte,
decía: «la guasa es el mínimo baldón», También al-Rasan ibn
Rayy afirmaba: «la guasa es seducción de Satanás y engañifa de
las pasiones», Cierta vez, ‘Umar reprendió a algún notable con
estas palabras: «Ese hombre, que gasta chanzas». Y dijo un poeta:
Y otro afirmó:
Y otro sentenció:
88. Sucede además que, cuando el ánimo trama una excusa, está
más presto a caer en fechorías; y cuando no proyecta nada, se
encuentra más remiso a cometerlas. En este terreno, se ve que las
causas del desatino y los móviles que invitan al error están en que
muchos de aquéllos con los que andas de guasa se ríen aunque los
hayas irritado, y no atajan tus chanzas aunque llegues a
lastimarlos. Si se escuecen, es en ese resquemor donde se halla el
mal. Si se sulfuran, ahí tienes el daño. Y si me dijeras: «¿Por qué
te tienes que meter en un asunto de tal índole, cuya esencia es ésa,
y que así es como discurre?» te contestaría: «Porque en tanto que
me resguardo del castigo por mis malas acciones, confío en la
recompensa por las buenas obras, sabiendo que tú sólo condenas
lo hecho aposta y lo que se dice adrede; con lo cual mi rumbo es
el sosiego y la esperanza mi guía. ¿Habrá más ventajosa industria
o negocio más boyante que éste, que junta la seguridad con la
ganancia y el sosiego con la recompensa?»
93. ¡Alabado sea Él, que hizo tu carácter de acuerdo con tu origen
y tus hechos conforme a tus dichos; que hizo más fuerte tu
opinión que nuestra certidumbre; tus antojos más fiables que
nuestra observación; tu espontaneidad más verosímil que nuestras
fatigas; tus inspiraciones más valiosas que nuestro razonamiento;
tus actos mejores que nuestras palabras; tu ausencia más
importante que la presencia de los maestros y tus reproches más
dolorosos que el tormento de los déspotas!
95. Sabes que tus reprimendas son severas y tajantes; que tus
reproches son más recios que el castigo; que, al negar, tus
negativas andan a la altura de tus dádivas al dar; que, según
aplicas la sanción, así fijas la recompensa; que mi aflicción por
causa de tu apartamiento discurre en parejura con la alegría que
me producen las enseñanzas que me das; que el desdoro de tu
enfado es como la gala de tu contento; que mi reputación, igual
que muere con la ruptura de los lazos que me ligan a ti, vive al
mantenerse el vínculo contigo. Hoy por hoy, no tengo interlocutor
más fidedigno, ni más seguro mediador, que el hondo pesar que
me producen tus reproches y el desmesurado recelo causado por
el miedo que te tengo. Tú no eres de esos que, si dan
graciosamente su indulgencia y conceden el perdón, no dejan al
interesado más opción que el salvar la vida y evitar la perdición.
Por el contrario, le adjuntas altas dignidades, innúmeras ventajas,
honor dentro del clan y prez así entre las altas esferas como entre
el populacho; a más, en fin, de la buena reputación, la noble
descendencia y la autoestima.
171
Seguimos la lectura propuesta por M. Adad (Arabica 14, pág. 168 [57],
n. 1): 'i‘tilal' por 'i‘tidal'.
protagonista? ¿Caerán las miradas en otro? ¿Adónde, sino a ti,
apuntarán los gestos?
117. «Si la guasa sólo fuera criticable, si las bromas sólo fueran
censurables porque quien las gasta se expone Únicamente a
pasarse de rosca ya jugarse el afecto del prójimo, entonces la
seriedad sería motivo de exageración, tal y como la guasa es
causa de descomedimiento. Transgredir los límites es decisivo
entre las dos partes, y en ambos casos, pues la guasa se equipara
con la seriedad en su ámbito y la contradice fuera de él. Si la
guasa es detestable por provocar la seriedad, entonces lo que la
haga ser detestable será más odioso que la guasa misma. Si las
bromas se hacen odiosas porque tras ellas viene lo serio y, sin
embargo, no se hace odioso lo serio por venir tras ello las bromas,
resulta que, según este criterio, es lo serio más odioso que la
guasa y, por lo mismo, la guasa es mejor que lo serio; pues lo que
hace a la cosa detestable es más detestable que la cosa, tal y como
lo que la hace agradable.»
118. Luego está el que contrapesa las dos, pues sostiene que la
guasa tiene su sitio como la seriedad tiene el suyo, lo mismo que
la reserva y la generosidad proceden cada una en su momento, y
así af1nfia: «Toda cosa tiene su lugar; mas no hay cosa que en
todo lugar convenga. Dios repartió lo bueno por igual y encaminó
todas las cosas al bien supremo, distribuyendo justamente las
partes de recompensa según las exigencias estrictas de la ley y sus
licencias, según la manifestación de la fe y su ocultación: así
ordenó el disimulo y la franqueza; permitió la claridad lo mismo
que las veladas alusiones al hablar; toleró lo permisible igual que
fue severo en las obligaciones; hizo de lo lícito barbecho de los
corazones, reposo de los cuerpos y auxilio para la reanudación de
los trabajos, con lo cual la libertad ha dado en ser como la
prohibición y la resignación como la gratitud.
Y dijo otro:
174
Se cuenta que el Profeta dijo a una anciana: «las viejas no entrarán al
paraíso». Ella se puso a llorar, y Mahoma, riendo «tan alegremente que se
vieron aparecer las muelas de su boca», dijo: «Pero entrarán en él con
aspecto de mujeres llegadas a la cuarentena» (Argucias, pág. 151).
122. ‘Ali -Dios le tenga en su gloria- solía bromear. ‘Umar, por su
parte, dijo: «En la intimidad somos como cualquiera de vosotros»,
y eso que era ceñudo y hosco. Ziyad, pese a su adustez y
severidad, bromeaba con su familia en privado tanto como, en
público, se mostraba serio. al-Hayyay, a pesar de su arrogancia, su
injusticia, su impiedad y su áspero gobierno, chocarreaba con sus
esposas y hacía brincar a sus niños. Como alguien le espetó: «¿Es
que el emir chufletea con sus mujeres?», él repuso: «¡Por Dios, no
me miráis sino como a un demonio! ¡Ah Señor, si puede que me
hayas visto besando el pie de alguna de ellas!». Así pues, hemos
mencionado a la Gala de los mundos, a la gloria de los mejores
musulmanes, a un tirano intransigente y a un impío maldito176.
177
Seguimos la lectura de la ed. Van Vloten (n. 8, pág. 69): 'tawaddud' por
'tazawur'.
Se reía de la adivinación que, según las trazas, hacían Muyazziz
al-Mudliyi y el beduino de la miel.
178
Tribu árabe de la región de la Meca. Yáhiz era cliente de esta tribu, lo
cual explica su amenaza.
de exponerte a Yarir si satiriza; a Farazdaq si canta en alabanza
propia; a Hartama cuando vuelva la espalda; a Qays b. Zuhayr al
echar mano de ardides; a al-Aglab cuando hace tomafuye y a
Tahir si embiste de repente: quien sabe su valor, conoce el de su
enemigo; el que ignora su propio rango, tampoco sabe cuál es el
ajeno.
132. Discúlpame, pues no hago más que traerte de aquí para allá
Y presentarte un capítulo tras otro. Es propio del hombre aburrirse
de lo que le sobra, Y encontrar fastidioso lo que mucho le dura,
aunque muchas también sean sus utilidades Y ventajas.
Únicamente he pretendido estimular tu interés por lo que viene,
antes de que se apague tu atención por lo anterior; pues, cuando
aguardas Y esperas algo, se te hace más apetecible por el
provecho que te pueda acarrear; Y lo deseas más, en razón de lo
que te pueda aportar. Todo lo esperado se exagera, Y se enaltece
todo cuanto se anhela.
Y todo lo dicho, en fin, se debe al afán de sacarte provecho, a
la pasión por el conocimiento, al celo en el aprendizaje, a mi
avidez por esquilmar tu ciencia ya la codicia de cuanto en ti
espero, conociendo tu naturaleza y estimulando tu energía, porque
eres júbilo de toda circunstancia y autoridad de elevada pujanza.
•••••
133. Infórmame de cómo fueron los embustes de los falsos
profetas y los fraudes de los impostores que se proclamaron sujeto
de la profecía; de los que no revelaron su prédica; de los que sí lo
hicieron y lucharon por ella; de aquéllos que fueron escuchados y
de los que no lo fueron. Descríbeme sus diferentes trampas,
artimañas y clases de ardides; dime cómo se basaron en la
coincidencia y ahondaron en el pretexto. Háblame de los que
echaron por el camino de la constancia; de los de la heteromancia
y la astrología; de los de las rogativas; de la manifestación del
ascetismo; de la prohibición del disfrute; de aquéllos cuya
estampa y caso concuerda con parte de las antiguas profecías y los
libros verídicos, y de quienes coincidían en otras cosas.
Háblame de Set, hijo de Adán; de Zaratustra, de Mani; y
también de Pablo, y de qué pretendía frente a Marcos, Mateo,
Lucas y Juan.
180
Los personajes citados desde el principio del párrafo hasta aquí son
pretendidos profetas aparecidos en los primeros tiempos del Islam. Véase
Pellat, index, s. vv.
181
Personaje que, según la leyenda, habló después de muerto y reveló
excelentes noticias sobre el paraíso. Véase Pellat, index, s. v.
182
Poeta preislámico y pariente del Profeta. La tradición le considera uno
de los personajes monoteístas del intervalo entre Jesús y Mahoma, al
tiempo que hace de él un inquietante rival de este último, pues es probable
que hubiese conocido varias fuentes judeocristianas tocantes a la naturaleza
de la Profecía. Umayya anunció que un profeta seria enviado a los árabes, y
él mismo esperaba ser tal profeta; por esta razón terminó mostrándose
hostil al Enviado, que habría dicho de él: .Creía con la lengua; pero en su
corazón era infiel.. Mas‘udi, Muruy, I, § 139, 140; T. Fahd, Divination, pág.
77 y n. 2; Pellat, index, s. v.; Ph. K. Hitti, o. cit., pág. 85.
183
No sabemos a qué alude el autor. En Marruecos, no obstante, se ha dado
el nombre de 'pájaro verde' a diversos santos que habrían subido al cielo
bajo esta forma, de acuerdo con una creencia popular islámica en la
migración de las almas de mártires y santos en cuerpos de pájaros verdes
(W. Maçais, Textes arabes de Tanger, París, 1911, pág. 166 y n. 4).
184
Poeta anteislámico que empleaba el nombre «Allah» en algunos de sus
versos (Pellat, index, s. v.)
185
Bar Daysan, Bardesanus. v. Fihrist, págs. 805-6.
huevo186 y los que veneran las estrellas, atribuyéndoles sensorio y
ciencia, beneficio y daño?
138. ¿Por qué todos los secuaces de religiones han tenido reyes y
reino, a excepción de los maniqueos? ¿Por qué los han diezmado
todas las naciones precedentes? ¿Qué te ha hecho sentenciar tal
cosa, cuando ahí hemos visto [sobrevivir] a los Mazdakíes 193, a
los Dinawariyya194 ya los Tuguzguziyya195 [,que también son
maniqueos]? Pues si me dices: «Porque aquél en cuya religión no
cabe la lucha, en cuyo instinto no hay sitio para el mal, se ve
sujeto al despojo y a la esclavitud., ¿a santo de qué, entonces,
rechazan los bizantinos la esclavitud y el pillaje, cuando ni la
lucha, ni el litigio, ni el combate ni la fuerza son cosa propia de su
religión?
191
V. infra, § 46.
192
Seguimos la lectura propuesta por Pellat (pág. 76, n. 2) y adoptada por
M. Adad: anna-bu yayuz en lugar de anna-bu la yayuz.
193
Movimiento sedicioso maniqueo de carácter igualitario, originado en
Persia (s. VI), que perduró hasta tiempos del Islam.
194
Grupo maniqueo cismático establecido en Transoxiana hacia el s. VIII
(Fihrist, pág. 792).
195
Tribu turca que fue maniquea hasta al menos el s. X. Falta
196
Se trata, probablemente, de tres magos necromantes, acerca de los
cuales comenta Yáhiz: «la gente dice "Fulano manda" cuando cree que
alguien conjura a los demonios, las almas y los genios, y éstos le responden
y se le someten. De esa clase eran ‘Abd Allah b. Hilal al-Himyari, a quien
se llamaba "el amigo de Iblis", y también Karbas al-Hindi y Salih al-
‘Ubayd Muyy y al-Batihi, ‘Abd al-Warit y al-
Huyaymi197.Cuéntame qué distinguía, en punto a trápalas, a Abu
Mansur de Yarmi, a Babawayh de Jsr Jsrh [?] y al judío Qissa de
Kissa. ¿Qué cosa diferencia la adivinación de la magia? ¿Y al
adivino del vidente? ¿En qué eran dispares ‘Uzza Salama y Satih
ad-Di’bi, al-Ablaq al-Asadi y Riyah b. Kuhayla, la adivina de
Sa‘d Hudaym y Hulays al-Jattat198?
143. ¿Por qué somos así, que procuramos traer a las mientes algún
asunto importante y nos vemos incapaces de hacerlo, llegando a
desesperar por mucho que nos concentremos y por mejor que sea
nuestra memoria; y luego sucede que, despiertos o dormidos,
aquello se nos presenta o nos ronda por las mientes, por muy poco
ya que nos precise y menos atención que le prestemos? ¿Por qué
es que olvidamos un verso de un poema, un versículo de toda una
sura o una palabra de un discurso entero?
144. ¿Por qué la flema conviene más a la letra ba’ que a la ta’?
¿Por qué la atrabilis corresponde mejor a la yim que a la ha’203? y
lo mismo en punto al alma que rehúsa recordar: ¿pueden tener sus
lapsos de memoria razones específicas o motivos sustanciales? De
no ser así, sería posible que se olvidara éste poema en lugar de
aquél. ¿Por qué ocurre que algunos recuerdan mejor la
genealogía, otros las citas de autoridades, algunos los conceptos y
otros las palabras? ¿Cómo es que no olvidamos nadar, cuando es
Dictionary, s. v.
203
Ba’, fa’, yim y ha’ son letras árabes. la fisiología humoral hipocrática
tuvo gran difusión en la cultura musulmana. Uno de sus usos se desarrolló
en la simiya’, «ciencia» o magia que se ocupaba de los poderes ocultos en
las letras del alfabeto. A cada letra correspondía un humor determinado,
con su elemento primordial asociado; de ahí se podía obtener variada
información acerca de las entidades representadas por los caracteres del
alfabeto árabe. Véase Pellat, glos., s. v. 'ba’'; EI1, s. v. 'simiya’', art. de D.
B. Macdonald; Ibn Jaldún, Muqaddima, págs. 935 y sigs.
una de las cosas que aprendemos; y lo habitual es que lo
aprendido se olvide y se ignore, en tanto se retiene lo innato?
148. ¿Quién fue el primero que contó hasta diez y del diez hizo
término y objeto, duplicándolo después, de guisa que acotó los
números por decenas de decenas y aun por decenas de estas
últimas en pos de lo infinito; para luego fraccionar en diez
submúltiplos porque diez son los dedos [de las manos]? ¿Por qué
no tomó como base lo que pudiera dividirse en medios, tercios,
cuartos, sextos u octavos? ¿Acaso observó que la multiplicación
al infinito no puede ser sino en decenas y así, en decenas de
decenas, la tenemos nosotros? ¿O quizá la primera razón fue:
«Todas las cosas son decenas»?
214
Nombre de una rocambolesca figura del derecho de sucesión. Trata el
caso de una mujer que deja por herederos a su esposo, madre, abuelo y
hermana. No se sabe bien cuál es el origen de esta denominación. EI, s. v.,
art. de Th. W. Juynboll.
invención del barbat y otros ingenios de cuerda? ¿Qué diferencia
había entre Arsiyanus y Muristus? ¿Y entre Sergius y
Fahlawad216? ¿Por qué aquél mató a éste, si le andaba por encima
en el arte musical, en la factura de los instrumentos, en la relación
de tradiciones y en la autoridad [de que gozaba]? ¿Por qué razón,
tras declarar que lo mataría, haberle condenado a que los elefantes
lo arrastraran y decidido que se ejecutase tal sentencia, Sapor217 le
perdonó su asesinato?
151. ¿Qué diferencia había entre Hind, Fartana 218 y los dos
Saltamontes219? ¿En qué se distinguen Zabya y su rabel de as-
Saradin y su almirez? ¿Y Hababa y Sallama -amigas de Yazid 220-
215
O. Murtas. Autor (¿griego?) de obrns sobre instrumentos musicales. Y.
Fihrist, pág. 643; El, s. v. 'Muristus', art. de H. G. Farmer.
216
Fahlawad o Balbad, gran músico de la corte de Cosroes II Parviz, al que
la tradición atribuye la invención del sistema musical iranio (Pellat, index,
s. v.). Según Hay, VII, pág. 113, su rival, Sergius, le hizo envenenar y
Parviz le condenó a muerte; sin embargo, Sergius salvó la vida gracias a la
intencionada observación de que era necesario conservar un músico en la
corte.
217
Como advierte Pellat (pág. 82, n. 4), el rey a quien se refiere este
acontecimiento es Cosroes II Parviz y no Sapor.
218
Nombre de una esclava cantora que cantaba habitualmente versos en
contra del Profeta. Una vez que Mahoma tomó La Meca, cuatro mujeres y
seis hombres fueron condenados a muerte; entre ellos estaban la
mencionada Hind, esposa de Abu Sufyan, y Fartana (Pellat, index, s. v.)
219
Apodo de las dos cantoras árabes más antiguas de que se tiene noticia.
Según la tradición, eran contemporáneas de los protohistóricos aditas.
Maydani (Mayma‘, I, pág. 231, n.º 657; III, pág. 230, n.º 3739) dice que se
llamaban Ya‘ad y Yamad, y cita tres refranes sobre ellas, uno de los cuales
viene a ser dejé cantar a los dos Saltamontes, usado cuando uno se olvida
de algo por estar despreocupado y vivir en la molicie. Ello es que, tras años
de sequía, tres hombres del pueblo de ‘Ad fueron enviados a La Meca,
dominada entonces por los amalecitas, para impetrar lluvia; pero, una vez
hospedados allí, pasaron un mes escuchando a las dos Saltamontes y se
olvidaron de su pueblo.
220
Se trata de dos jóvenes cantoras del califa omeya Yazid, «hacia las que
sentía un afecto tal que, cuando ésta última se ahogó con un grano de uva
que, jugando, le había echado él en la boca, le cogió un enojo mortal» (Ph.
de ‘Alza al-Mayla' y Yamila al-Hadba'221? ¿Y Yamila de al-
Mayla'? Háblame del canto de camelleros de al-Mustaliq 222: ¿lo
tomaron de él los camelleros, o era de los camelleros mismos? [Si
lo tomaron de al-Mustaliq,] ¿fue con las alteraciones que éste le
introdujo? Por otra parte, sostenías que el compás del- canto
hazay proviene del Yemen, en tanto que el del nasb se debe a los
muchachos. Entonces, ¿a quién se debe el sinad223? Hazme saber
qué cosa hacía distintos a Dubays b. Haram de al Mustaliq b.
Sa‘ida.
225
Es difícil determinar el maestro de que habla Yáhiz. Es posible que se
trate del gran lingüista al-Jalil b. Ahmad, quien, en efecto, elaboró el
la flema, el valor a la bilis y la alegría a la sangre? ¿Por qué
repartió esos humores en las cuerdas [del laúd] y, a este tenor,
asignó la bilis a la cantarela, la sangre a la segunda, la flema a la
tercera y la atrabilis al bordón226? ¿Por qué afirmó: «La cantarela
es sutil, fogosa, ligera. La segunda es etérea: su naturaleza está
entre la del fuego [y la del aire]; tan sólo aquélla aventaja en
ligereza. A su vez, la tercera es como el agua; y el bordón, como
la tierra. El valor de la segunda es el duplo del de la cantarela; el
de la tercera, el cuádruplo y el del bordón el séxtuplo»?
153. ¿Y por qué sostenía que, entre los sones musicales, los hay
que turban y los hay que asustan, de guisa que, si se potencian,
destruyen y, si arrecian, matan? ¿Por qué decía también que en
ellos hay cualidades capaces de alterar las cosas, de tal suerte que,
si se potencian, engendran desvanecimientos; si es que arrecian,
petrifican y, si aún van a más, entonces matan? ¿Cómo se le
antojó que unas melodías, de suyo, matan por la consunción que
producen, y que otras lo hacen por el pasmo que acarrean? ¿Por
qué razón, en fin, describió los sones musicales según el frío y el
calor, tal y como los venenos letales?
227
Refiere Mas‘udi (Muruy, V, § 3213): «Lamak tenía un hijo al que amaba
grandemente; murió éste, y él colgó el cuerpo de un árbol. Se descoyuntó el
cuerpo y no quedó de él más que el muslo, la pantorrilla y el pie con sus
dedos. Entonces Lamak tomó un trozo de madera y, tallándolo y
155. Si no te importa: ¿cómo te has aprendido la Gesta de Ardasir,
si cierto teólogo me comentó que había visto en Siraf a un
mazdeo que la sabía de memoria, con los mil volúmenes que
ocupa, escritos de mediana letra? ¿Cómo has logrado retener el
Kítab at-Taraf? ¿Acaso te encontraste a su autor allá en los días
en que la aparición de Mercurio te hizo entrar en Bizancio?
156. Dame noticias sobre los Secretos de la India 228: ¿son cosa de
un solo hombre o se deben a un consejo? ¿Por qué se ha
pretendido que ser levantisco con los padres provoca lepra
tuberculosa, que es algo que se ignora en medicina? ¿Quién creó
el ajedrez229? ¿Quién Calila y Dímna? ¿Y quién la kawkala230?
¿Quién construyó la ciudad de al-Qal‘a231? ¿Cómo es que el
bizantino y el indio no hacen caso de los del Sind cuando éstos
están cautivos, y los desdeñan para el combate232?
233
Ni‘al sindawiyya. Según Pellat (glos., s. v.), se trata de cierta suene de
coturnos sin empeine, de espesa suela, que quizá sean lo mismo que al-
Wassa' (o. cit., págs. 198, 202) llama «las gruesas sandalias de cambia»,
citándolo como calzado propio de la gente refinada y elegante; v. Avaros,
pág. 163.
234
Con el nombre de 'libros del bah' (una de las muchas denominaciones
árabes del coito) se conocen las obras de erotología, de origen indio en su
mayor parte, que tuvieron gran éxito y difusión en los primeros siglos del
Islam. En el Fihrist de Ibn an-Nadim puede verse una lista de obras de este
género (págs. 735-6). Todo apunta a que este Libro del bah, intitulado por
los árabes Retorno del viejo a su mocedad, sea la traducción del
Kamasutra. En cuanto al bah (o ba'), cuenta Qazwini (‘Aya’ib, pág. 143),
remitiendo a Aristóteles, que se trata de un mineral maravilloso, una piedra
«que Alejandro consiguió en el norte de África, donde se encuentra su
yacimiento. Su particularidad es que, si se le acerca a un hombre o a un
animal, asoma en ellos el apetito del coito. Por ello prohibió Alejandro que
se llevara aquella piedra a su tropa, temiendo que las mujeres fueran
ultrajadas»; y añade: «También se ha dicho que hay en Egipto una piedra
que, al apretarla contra la espalda, produce prurito de fornicación. Yáhiz,
que sentía gran simpatía y admiración por los pueblos indios, debió de
conocer y apreciar grandemente este tipo de obras, pues en Hay, VII, pág.
29 leemos: «Los indios concuerdan con los árabes en todo [?], excepto en
la circuncisión y en la ablación. Los mueve a ello su profunda dedicación al
desarrollo de los placeres del coito. Se ha dicho que para eso adoptaron
cienos remedios y escribieron libros, que sus hijos estudian, sobre el ane de
la coyunda». Véase Ch. Pellat, «al-Gahiz, les nations civilisées et les
croyances religieuses», en Études sur l'histoire socio-culturelle de l'Islam
(VIIe-XVe s.), V, pág. 70; íd., «al-Gahiz et les peuples du sous-continent»,
ib., VI, pág. 546.
158. Piensan otros, sin embargo, que no: que se adoptaron para
guardarse de los escorpiones de noche y para no mancharse de
barro de día. De modo que, con el transcurso de los siglos, se
olvidó la razón, que es que casi ningún légamo cubre el espesor
que tienen, lo mismo que no alcanza a sobrepasarlo el aguijón del
alacrán. Y aún otros sostienen que tampoco: que los adoptaron los
reyes del Sind por mor de la bulla y el ruido que meten, para así
solicitar licencia de entrada a las estancias de sus esposas,
concubinas y mujeres todas, ya estuvieran haciendo cosas o
metidas en asuntos: así el crujir de los coturnos daba a entender
que alguien se estaba acercando y que pedía permiso para entrar.
159. Por su parte, decía Isma‘il b. ‘Ali que fuiste tú quien había
prescrito su uso, a más de haber aconsejado su fabricación, en
tanto que custodias el secreto que hay en ellos; y que les
enseñaste -decía- a masticar betel235, a adobarse las encías, a
perfumarse el hálito, a comer la juncia por razón que bien conoces
ya servirse del sándalo para cierta cosa que no está bien poner
escrito236.
237
Nueva interrupción del texto.
aquél señoreaba Egipto? A ver qué dices de los extraviados238 y de
sus cuarenta años de idas y venidas por el mismo lugar: que,
estando en sus cabales, deambulaban y rondaban, parándose en
idéntico tramo del camino. ¿Cómo fue que todos se descarriaron,
a pesar de las oraciones que elevaron al cielo y la vehemencia de
sus súplicas?
238
Ahl at-tih, 'los del desierto', el pueblo de Israel.
Wasil b. ‘Ata’, a Ibrahim b. Sayyar y a ‘Ali b. Jalid al-Uswari 239.
Conque el fruto de una educación tomada de tu mano, aquél que
se ha formado bajo tu auspicio, bien merece tus respuestas y es
más digno de ellas; en vista de lo cual, deberías ser más solícito y
preocuparte más por él.
168. [Di qué piensas tú] de lo que dice quien pretende que en la
luna no hay verdadera desaparición, ni luz cenicienta ni perenne
sombra; que todo eso no es más que algo que la gente ve en la
luna -ya que es pulida y lisa- al confrontarse con la tierra y lo que
en ella hay, del mismo modo que quien se pone frente a un ojo
observa en la pupila la imagen de un sujeto, sin que allí haya tal
imagen: tan solo es algo que se ve al ponerse delante. Y dime,
¿por qué ocurre que algunos espejos muestran el rostro y la nuca,
y otros muestran las cabezas del revés? ¿Por qué no hallas nunca
en ellos cortinas y muebles que no se vean invertidos?
239
Los seis últimos personajes son racionalistas musulmanes y conspicuos
mu‘tazilíes, entre ellos Ibrahim b. Sayyar an-Nazzam, maestro de Yáhiz.
170. Y ese color que semeja tu color, ¿suprime acaso el propio del
espejo? Pues si no lo suprimiera, se darían entonces dos imágenes
en un solo cuerpo, o bien dos colores en una misma substancia. Y
si resulta que ese color suprime el propio del metal [de que los
espejos están hechos], ¿cómo lo hace sin obrar influjo alguno en
él240? ¿Cómo podría obrarlo, cuando el espacio que ocupan ambos
colores no es el mismo, tampoco son tangentes o contiguos, y ni
siquiera uno incide sobre el otro?241 Tanto si hablamos de 'la
superficie del metal, como del aire que hay detrás o del espacio
que tiene delante, todo será cuerpo con color; y si arguyes en
favor del rayo que separa, [te habré de objetar que,] puesto que tal
rayo confunde los sentidos, lo mismo hará con el observador y
con el objeto percibido. ¿Cómo vamos a ver lo confuso, siendo el
rayo color y blancor, cuando al alma sensible nada de los sentidos
se le alcanza?
173. Hazme saber qué cosa es el color de la cola del pavo real:
¿crees que no sea de índole verídica; que únicamente toma los
colores en razón de lo que tiene enfrente? ¿O bien opinas que hay
240
Yáhiz, que desconocía el fenómeno de la reflexión óptica, parece
referirse en este párrafo al hecho de que, cuando el observador se quita de
delante, el espejo «recobra» su color propio, esto es, ya no se percibe la
imagen del que en el espejo se miraba.
241
A partir de este punto, y hasta el final del párrafo, el texto se vuelve
oscuro y de difícil interpretación.
color en ella propiamente, y que lo demás son imaginaciones 242?
Aparte, ¿qué dices del cubilete de agua243? ¿Cómo puede ser que
se agudice su sonido, si no tiene aberturas; si el sonido precisa de
aire y, al aumentar, necesita por fuerza una salida? ¿Qué piensas
del verdor del cielo? ¿Es el verdor de la propia bóveda celeste,
como creemos nosotros, o se debe quizá al calor del aire, tal como
piensa nuestro contrincante?
175. Dime qué piensas del flujo y el reflujo: ¿se deben a un ángel
que pone un pie y luego lo levanta 244? Si fuese cierto, resulta que
242
Ár. tawus < gr. taós. Sobre la disposición de los colores de la cola del
pavo real ya advertía Claudio Eliano (o. cit., V, 21) que «hace sudar a los
pintores que quieren representar lo característico de su naturaleza». La
hermosura abigarrada de su plumaje y su aparente cambio de color son
señalados por Yáhiz (Hay, II, págs. 243-4) como sus únicas características
buenas, según popular opinión; pues se le consideraba, entre otras cosas,
pájaro de mal agüero, horrible voz, horrendas patas e inquietante relación
con el demonio (Damiri, Hayat, s. v.)
243
Parece que el autor alude aquí a un instrumento de la «ciatomancia» o
adivinación mediante recipientes con agua, que producían ruidos que el
adivino interpretaba. San Efrén (apud M. García Cordero, o. cit., pág. 213,
n. 172) refiere que los persas empleaban parejo procedimiento, sacando
oráculos según el ruido producido por unas copas que golpeaban. Véase
Pellat, glos., s. v. '‘uss'.
244
Esta interpretación mítica de las mareas aparece, entre otros, en Mas‘udi
(I, § 290) y en Abu Hamid (Tuhfa, pág. 62): «El fenómeno del flujo y
reflujo tiene lugar dos veces al día y otras tantas durante la noche. El Señor
todopoderoso ha establecido estas cosas. Cuando preguntaron al profeta -
¡la paz sea sobre él! -por la causa del flujo y el reflujo, contestó: "Cuando
el Ángel del Océano introduce el pie en sus aguas, éstas se desbordan; y,
un ángel sería el ministrante del cosmos; quizá incluso el ruido
del trueno fuera el de la reprimenda echada por un ángel.
Dejémonos, no obstante, de filosofía y sigamos el parecer de la
mayoría ortodoxa; ¿o afirmaremos, quizá, que el flujo y el reflujo
se deben a las mismas fuerzas de gravitación, al ejercer la luna su
atracción y repulsión? ¿Qué opinión guardas de quien sostiene
que la luna es acuosa y que, de entre los astros, es el más parecido
a la naturaleza del fuego; junto a que el flujo y el reflujo
únicamente se producen con arreglo ala atracción y repulsión que
la luna obra en el agua? Todo lo cual es notorio en sus fases y
cursos; quienes estudian el flujo y el reflujo bien lo saben.
181. [...] por qué su pene es de hueso y por qué, salvo el riñón,
son únicos los órganos que cuelgan en las entrañas de las fieras.
Afirmabas, aparte, que tenías conocimiento de setenta maravillas
del murciélago, cuando nosotros no sabemos más que siete 251; que
248
«Dicen que, a quien tiene por costumbre masticarlo, el incienso le
renueva los bríos del espíritu, le fortalece la memoria, le hace sanar de sus
heridas recientes e impide a las malignas extenderse; lubrifica el eccema
hasta curarlo, vigoriza la mente y corta de raíz la hemorragia nasal»
(Qazwini, ‘Aya’ib, pág. 175). Véase Ibn Habib, o. cit., 14r, 16v.
249
La creencia en menstruaciones de la liebre estaba extendida entre los
zoólogos árabes. Así, el mismo Yáhiz (Hay, III, pág. 529) nos dice: .La
gente tiene asco de las liebres y las hienas, y es porque tienen
menstruaciones. Qazwini (‘Aya’ib, pág. 253) afirma de la liebre que .un año
es macho y otro hembra, y menstrua como la mujer-. Según Camiri (Hayat,
s. v. 'arnab'), «los animales que menstruan son cuatro: la mujer, la hiena, el
murciélago y la liebre. Y se dice que también las perras», y aduce hadices
para certificar lo dicho sobre la liebre. v. infra, n. 125.
250
Nueva interrupción del texto, que se prolonga hasta el párrafo siguiente.
251
Esas siete maravillas son mencionadas por Yáhiz en Hay, III, pág. 532, a
saber: que se aparta de los altos montunos, de los llanos desérticos, de los
troncos de palmeras, de las copas de los árboles, de las espesuras selváticas
y los frondosos vergeles, de las hendiduras de las rocas y también de las
islas; que, en cambio, se allega ala gente y sus moradas; que, ya en ellas,
procura los más altos, recónditos e inaccesibles lugares; que es longevo;
que, a pesar de su larga vida, conserva la vista buena; que soporta largo
tiempo la falta de alimento y que, por más que viva y envejezca, no deja de
crecer y engordar.
del oro conocías cien nobles cualidades, en tanto que la gente no
conoce sino diez; y que sabes del camello mil remedios y mil
males, mientras que los beduinos afirman conocerle no más que
cien enfermedades sin ningún remedio.
254
Este tipo de prácticas mágicas se muestra por extenso en el Seudo
Maslama el Madrileño, Picatrix, pág. 213 y sigs., donde se dice que son
originarias de la India.
184. Dime quién se encarga por el mago de hechos como ésos;
quién los ejecuta en su lugar y quién se le ofrece para tales
menesteres; pues si «Satán» me dices, ¿por qué razón habría de
llevárselos a cabo, si la condición primera del demonio es no
acatar a quien tiene por encima? y si afirmas: «Es por obra de
irrevocables exorcismos y conjuros invencibles», [habré de
contestarte que] Dios ya conjuró a Satán con el Alcorán, con el
Evangelio y con la Tora; mas no por ello observó que hiciese
caso, ni diera a lo dicho algún valor, ni se cuidara de ello o lo
estimara cosa de fuste.
255
Ya Heródoto (Historia, n, 66) apunta que los gatos machos matan a sus
crías (aunque sin comérselas) para poder aparearse continuamente con las
gatas, porque éstas, tras parir, ya no aceptan la compañía de los machos.
Como a la gata «le encanta tener crías», permite al macho acercarse a ella
alimenta a los cachorros de la hiena cuando ésta muere o
sucumbe, que hasta el poeta dijo:
¿Por qué la liebre duerme con los ojos abiertos 257? ¿Por qué se
come el lobo a su compaña cuando ve que tiene sangre258?
de nuevo (v. Claudio Eliano, o. cit., VI, 27). Los proverbios del texto
aparecen en Maydani (Mayma‘, I, pág. 204, n.º 583; II, pág. 397, n.º 2616),
quien explica que el uromastrix se come a sus crías debido al mucho celo
que pone en proteger sus huevos; tanto que, al romperlos las criaturas y
salir de ellos, la madre piensa que son «algún animal que pretende capturar
sus huevos» y los mata. En cuanto a la gata, se come a sus criaturas por el
intenso amor que les tiene. Tocante al carácter díscolo del uromastrix, Ibn
Qutayba (cit. Pellat, glos., s. v. 'dabb') dice que era un judío desobediente
con sus padres, por lo que fue metamorfoseado.
256
Jamiri, Umm ‘Amiri (Maydani, Mayma‘, I, pág. 422, n° 265). La hiena,
cuyo sobrenombre es Umm cAmir, es uno de los símbolos de la estupidez:
«Cuando la quieren capturar, arrojan piedras a su escondrijo; y ella,
creyendo que sean cosa que pueda cazar, sale y entonces la apresan». De
semejante guisa, si el cazador dice a la hiena .Escóndete, Umm ‘Ami»,
puede entrar a su guarida y capturarla, apresándola por las patas y el hocico
(Pellat, glos., s. v. 'jamara').
257
Extendida creencia que ya hallamos en Claudio Eliano (o. cit., II, 12;
XIII, 11, 13), quien escribe: «Dicen que la liebre duerme con el cuerpo,
pero que sus ojos, entretanto, están vigilantes». En Hay, III, pág. 406,
leemos de Yáhiz: «Los árabes del desierto afirman que el lobo es
sumamente precavido, y que da relevo a sus ojos, pues uno lo tiene cerrado
y dormido, y el otro abierto y vigilante. Tampoco dudan de que la liebre
duerme con los ojos abiertos».
258
Por su extrema maldad, astucia y desconfianza hacia el resto, los lobos
duermen unos frente a otros, o incluso con un solo ojo. Más aún, «si uno de
188. ¿Qué hay entre los genios y los toros? ¿Y entre los demonios
y las torcaces? ¿Hay genios en las serpientes? ¿Qué significa el
dicho: «Como si lo hubieran quebrado y recompuesto»? ¿Cómo
ha de interpretarse el hadiz: «La bestia sin cuerno será castigada
por la bestia cornuda, y se le impondrá encerrarse entre dos
granos de cebada.? ¿Por qué afirmaste que la edad de Noé es la
más larga de todas las edades, a más de que todos los profetas
habían alertado contra el Antecristo, y que el Antecristo es un
hombre?
ellos se hace una herida, el resto se lo come» (Qazwini, ‘Aya’ib, pág. 259).
Maydani cita la expresión más canalla que un lobo, y señala que quizá el
colmo de su vileza esté en que si dos lobos ven a un hombre y se lo quieren
comer, se conchaban y se le acercan a la vez, uno por cada lado; pero si el
hombre, al defenderse, hiere a uno de los dos haciéndole sangrar, entonces
el otro lobo se desentiende del hombre y se come a su compinche (II, pág.
397, n.º 2616). Este tipo de observaciones ya se ve en Claudio Eliano (o.
cit., VII, 20), quien las recoge de Egipto y los egipcios, añadiendo que igual
hacen los hombres con respecto al dinero.
259
V. infra, n. 108.
aseguro que sé algo, diría que no sé nada» o si quizá la modestia
de Arsiyanus cuando afirma: «No hay en mí más mérito científico
que el de saber que no soy sabio». Para mientes en éste último; y
luego reflexiona sobre el juicio de Demócrito: «Mejor un sabio
empecinado que un ignorante equitativo» y sobre el de su mejor
discípulo: «No hay ignorante ecuánime ni sabio contumaz; pero
bien puede ser contumaz el ignorante».
262
El nombre del autor de este pensamiento no figura en el texto, debido a
error del copista. Pellat (pág. 99, n. 5) apunta que, por lo que en él se dice,
parece tratarse de Euclides.
saberes musicales y sé la geometría. Nada queda [por encima],
pues, más que la teología y la virtud moral»; y reflexiona sobre
éste otro de Muristus: «Conozco la mayor parte de los saberes
particulares y, aún así, tan sólo sé lo mínimo de cuanto se conoce
por general sabiduría, pues un poco de mucho es mucho; y mucho
de poco, poco es. Comencé aprendiendo todo aquello que
estuviera lejos de ser general y difuso, deseando hallar lo
concreto, es decir, el conocimiento del Uno, del cual viene el
primero de los números, y al cual habré de regresar».
263
Alc. 13: 5.
264
Alc. 37: 12.
llamadas, ni responden preguntas: la mala costumbre los ha vuelto
indiferentes; el poder de la ebriedad se adueñó de ellos.
Deja lo que no te es propio: en lo que yo te ofrezco hay
preocupación e intenciones penetrantes.
265
Leemos say’an en el lugar de ‘ayban, tal como indica Pellat (pág. 105, n.
3)
***
ÍNDICE GENERAL
Introducción
1. Yáhiz
2. Datos biográficos
3. Trascendencia de la obra de Yáhiz
3.1. I‘tizal y su‘ubiyya
3.2. Obra político-religiosa
3.3. Literatura de adab y cultura arabomusulmana.
3.4. El adab de Yáhiz
3.4.1. Principales obras de adab
Cronología
Bibliografía básica.
Abreviaturas.