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Año 2014
Lugar de España
impresión
Temática La Iglesia primitiva , exégesis y
hermenéutica bíblica.
Resumen
Jerónimo, un erudito cristiano del siglo IV, escribió un tratado sobre la virginidad de
María, defendiéndola contra las objeciones de Helvidio. Su obra destaca su
influencia en la teología cristiana y su énfasis en la importancia de la castidad.
Jerónimo refutó las interpretaciones de Helvidio sobre la virginidad de María,
utilizando argumentos bíblicos y discutiendo el significado de hasta. También
resaltó la importancia de la virginidad y el matrimonio en la vida cristiana,
argumentando que ambos representan formas de castidad. La obra presenta la vida y
las contribuciones de San Jerónimo, su papel en la promoción de la virginidad como
un don sagrado, y su relación con mujeres aristocráticas. En resumen, el texto
resalta la defensa de la virginidad de María por parte de San Jerónimo, su influencia
en la teología cristiana y su habilidad para refutar las objeciones de Helvidio.
Jerónimo, la perpetua virginidad de María.
1. Presentación de la Tesis del autor:
Sofronio Eusebio Jerónimo, ese era su nombre. Su ciudad natal era Stridone, en la actual
Croacia. Su fecha de nacimiento no se conoce con exactitud, pero fue alrededor del año
347. De familia cristiana y acomodada, recibió una sólida educación y, apoyado por sus
padres, perfeccionó sus estudios en Roma. Allí se entregó a la vida mundana, dejándose
llevar por los placeres; pero pronto se arrepintió, recibió el bautismo Jerónimo fue gran
experto de la sagrada escritura, cuyo estudio se dedicó toda su vida. Tuvo una experiencia
en la vida monástica arrastrando a si a vivir esta vida de santidad y virginidad a algunas
mujeres, él se hace asesor del papa Dámaso, por ello nunca faltaron personas que
contradijeran la práctica tan virtuosa de la que gozaba san Jerónimo. Por ello, escribió
opúsculo sobre la virginidad perpetua de María contra Helvidio. En este escrito, Jerónimo
va mostrando su destreza y entereza refutando las preguntas controversiales que la hace
Helvidio, mostrándole su amor por la doctrina sobre la virginidad que crece con vigor
dentro de la iglesia.1
Entre sus obras más destacadas se encuentran los comentarios de las cartas y
epístolas de la Sagrada Escritura, así como un importante opúsculo sobre la virginidad de la
Santísima Virgen María, el cual presentaremos de manera sintética, resaltando su valor.
En cuanto al monaquismo en Roma a finales del siglo IV, la ciudad estaba inmersa
en un contraste de confusión y ansias de volver a costumbres antiguas, ocasionado por los
embates del imperio. A su vez, el cristianismo había tomado un auge importante para la
época, aunque el paganismo aún influenciaba en las comunidades cristianas, haciendo que
algunas repitieran dichas costumbres. San Jerónimo, quien adoptó la vida monástica, dirigía
espiritualmente a algunas mujeres que decidieron vivir santamente, atendiendo a las
enseñanzas de San Ambrosio, quien sembró el interés por las Sagradas Escrituras en una de
ellas.
Jerónimo también mostró admiración por San José, resaltando su santidad en sus
escritos. Aunque tuvo ciertas reservas en llamarle esposo de la Virgen, para no contradecir
la virginidad de María, sostuvo, basándose en la Sagrada Escritura, que José no fue viudo ni
tuvo hijos. Refutó la idea de que los “hermanos de Jesús” fueran hijos de un matrimonio
anterior de José, argumentando que eran hijos de María la de Cleofás, quien estuvo en el
Calvario.
2
Cartas de San Jerónimo, Carta 22 a Eustoquia.
En su tratado sobre la virginidad de María contra Helvidio. Jerónimo refutó la
interpretación de Helvidio sobre el pasaje de Mateo, en el que se menciona que María
estaba desposada con José antes de unirse a él. Pues sostenía que el término utilizado por el
ángel para referirse a María era “desposada” y no “esposa”, implicando que no estaba
casada en ese momento. Jerónimo rebatió esta interpretación, respaldando su argumento
con el uso de la palabra en el contexto bíblico.
1. “Hasta”
En su diálogo con Helvidio, Jerónimo explica que el verbo “hasta”; este término implica un
tiempo fijo y definitivo, y que cuando es cumplido, él dice que el evento que antes no
ocurrió, toma lugar, como en el caso ante nosotros, “y no la conoció hasta que parió a su
hijo” Es claro, dice él, que ella fue conocida después de que ella parió, y que ese
conocimiento fue solo retrasado por engendrar a un hijo. Para defender su posición apila
texto sobre texto, agita su espada como un gladiador con los ojos vendados, resuena su
ruidosa lengua, y termina por no herir a nadie más que a sí. . Nuestra respuesta es breve: las
palabras “conoció” y “hasta” en el lenguaje de la Sagradas Escrituras son capaces de un
doble significado. Así va enfatizando Jerónimo el dialogo con Helvidio.
a. Por naturaleza: Son Esaú y Jacob, los doce patriarcas, Andrés y Pedro, Santiago y
Juan.
b. Por raza: todos los judíos son llamados hermanos de los otros, como en
Deuteronomio. “Cuando se vendiere a ti tu hermano Hebreo ó Hebrea, y te hubiere servido
seis años, al séptimo año le despedirás libre de ti.” (Deut. 15,12).
c. hermanos por parentesco: quienes son de una sola familia, es decir, patria, que
corresponde al latín paternitas, porque de una misma raíz procede una numerosa progenie.
En Génesis leemos, “Entonces Abram dijo a Lot: No haya ahora altercado entre mí y ti,
entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos” (Gen. 13,8).
Se pueden encontrar innumerables casos del mismo tipo en los libros sagrados.
Pero, para concreto, tomare a la última clases de hermanos, es decir aquellos que son
hermanos por afecto, y nuevamente estos caen una de dos divisiones, aquellos de lo
espiritual y aquellos de la relación genera.
3. La virginidad y el matrimonio
Valoración: científica
Hay que reconocer la valoración científica de este opúsculo de San Jerónimo, ya que con su
exhaustivo conocimiento demuestra desde la Sagrada Escritura la verdad sobre la
virginidad de María. Por su parte, la Iglesia eleva aún más su importancia, pues
documentos magisteriales como la Lumen Gentium nos hablan de María como madre de la
Iglesia, honrada como verdadera Madre de Dios Redentor. El Concilio Vaticano II recoge
las afirmaciones del Apóstol y recuerda que «la Iglesia en la santísima Virgen llegó ya a la
perfección», mientras que «los creyentes se esfuerzan todavía en vencer el pecado para
crecer en la santidad» (Lumen Gentium, 65). Estos documentos que cito en este texto
justifican la importancia que tiene la santísima Virgen en el magisterio, no solo por ser
preservada virgen, sino también como madre.
Valoración: personal
Desde mi punto de vista, vale la pena resaltar que el tema de la virginidad de María causa
alegría en algunos y gran incomodidad en otros, aunque para muchos es de poco interés. La
virginidad y el matrimonio son dos puntos densos en cuanto a la vivencia, ya que no se
pueden separar de la opción por el celibato y la castidad, estilos y formas de vida que se
viven de manera concreta por personas que entregan su vida a Dios. Para la juventud actual,
el matrimonio es percibido como una especie de encierro que no permite vivir en libertad, o
como libertinaje que la mente del hombre se crea para sentirse feliz. San Juan Crisóstomo
nos advierte acertadamente: “Quien condena el matrimonio, priva también la virginidad de
su gloria; en cambio, quien lo alaba, hace la virginidad más admirable y luminosa”4.
3
Jerónimo, perpetúa virginidad de María, 61.
4
S. Juan Crisóstomo, La Virginidad, 48.
Estas palabras de Juan Crisóstomo es una verdad que no se puede negar en la
vivencia de esta virtud. Así mismo, no se hace ajena la renuncia a la vida de la carne,
puesto que somos humanos y llevamos el pecado de la concupiscencia, pero esto no nos
aleja de esta realidad. Por ello, como modelo de virginidad y matrimonio, tenemos a la
santísima Virgen María, como se hace referencia en páginas anteriores. Finalmente, en la
carta sacra “Virginitas” de Pío XII se menciona:
La virginidad testimonia que el Reino de Dios y su justicia son la perla preciosa que se debe
preferir a cualquier otro valor, aunque sea grande, es más, que hay que buscarlo como el
único valor definitivo. Por esto, la Iglesia, durante toda su historia, ha defendido siempre la
superioridad de este carisma frente al del matrimonio, por razón del vínculo singular que
tiene con el Reino de Dios5.
- Conclusión.
5
Cfr. Pío XII, Cart. Enc. Sacra virginitas.