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Clase 3

La información que tenemos sobre María proviene de los evangelios. Los evangelios canónicos
no nos dicen mucho sobre ella, a excepción del momento de la Anunciación, pero ni el
evangelio de Marco ni el de Juan desarrollan el nacimiento de Cristo. Este está contado en
Lucas. Mas allá de la Anunciación y de la infancia de Cristo, los evangelios apenas vuelven a
mencionarla más allá de las bodas de Caná, el primer milagro público de Jesús, del actual
María es testigo. Incluso, en el momento de la crucifixión, solo Juan la menciona presente a los
pies de la cruz. Por lo tanto, como podemos ver, María estaba mencionada en los evangelios
principalmente en relación al nacimiento de Jesús y a su linaje. En los Hechos de los Apóstoles,
solo se la menciona una vez, cuando se describe a los seguidores de Jesús en oración tras su
muerte. Pablo nunca menciona a María en sus cartas a las comunidades cristianas. Solo una
vez hace referencia a ella diciendo que Jesús nació de una mujer ( Galatas 4:4). María tenía
importancia como recipiente del Dios encarnado. El dogma de la Encarnación de Cristo, en los
primeros tiempos del cristianismo, todavía, no estaba firmemente estableció, y por lo tanto el
tema de la concepción y nacimiento de Jesús era un tema importante, que despertaba debate
y cuestionamientos por parte de los gentiles y judíos. De ahí que la literatura apologética
cristiano se ocupará también de defender el estado virginal de la Virgen. Los escritos cristianos
de los dos primeros siglos que hacen referencia a María, lo hacen teniendo como interés
principal destacar cuestiones relacionadas con el nacimiento de Jesús, como por ejemplo en s
cartas de Ignacio de Antioquía (35-107) donde frecuentemente se refiere a la concepción y
parto virginal de María. También, las Odas a Salomón, una colección de himnos cristianos de
origen siríaco que datan posiblemente de la mitad del siglo II hace énfasis en estas ideas pero
agrega, además, que el parto de Cristo fue sin dolor, un tema que pronto se convertiría en un
tema importante en la doctrina mariana. Otros autores cristianos que se referirán a la
virginidad de María serán Justino Mártir (100-165) e Ireneo de Lyon (202) quienes van a
presentar a María como la antítesis de Eva. Con estas dos figuras vemos los primeros
movimientos hacia la configuración de María como una figura con valor propio, que juega un
rol en el plan de la Salvación por derecho propio, aunque siguiendo el ideal de virtud femenina
de la época: enfatizando las ideas de castidad y sumisión. Si bien en los escritos de Justino
todavía no hay asomo de una devoción a la Virgen, percibe su rol como más activo, elevando
así su estatus en el contexto de la teología cristiana del periodo.
Ireneo escribe hacia fines del siglo II, sigue desarrollando la idea de María como nueva Eva.
Una de las ideas centrales de Ireneo, que procede de la tradición Paulina, es la de la
renovación y perfeccionamiento de la humanidad a través de Cristo. Cristo es el nuevo Adán
que repara el daño que el primer Adán hizo a la humanidad a través de su desobediencia. A
través de su Encarnación, Cristo hace posible que la raza humana vuelva a ganar su gloria
perdida. Ireneo incorpora a María en este esquema de modo que se convierte en una nueva
Eva para un nuevo Adán. Al retomar la comparación entre Eva y María vuelve a los puntos ya
mencionados por Justino (como el contraste entre obediencia y desobediencia) pero lleva esta
lógica más allá e identifica a María como la causa de la salvación que rescata a la raza humana
del nudo que la ata con la muerte. A través de su obediencia, María no asegura solamente su
propia salvación, sino también el de toda la raza humana. Para Ireneo, María es la piedra
angular sobre la cual depende toda la historia de la salvación.
A pesar de este énfasis en el valor de María, tanto para Justino como para Ireneo, María es una
figura de valor dogmático antes que devocional. Es decir que las fuentes, todavía en estos
primeros siglos, no dejan entrever el asomo de la piedad mariana.
La ausencia de detalles sobre la vida de la Virgen, daba lugar a cuestionamientos por parte de
los enemigos del cristianismo. El silencio de los evangelios canónicos fue suplido con la
redacción de textos como el Protoevangelio de Santiago, posiblemente de mediados del siglo
II, compuesto en Siria o Egipto. Hacia el siglo VI fue declarado apócrifo y no forma parte de los
evangelios canónicos aunque existen cerca de 150 copias griegas de este texto que tuvo
mucho más influencia en Oriente que en Occidente. El Pr. De Stgo. Cuenta los
acontecimientos de la vida de María antes de convertirse en madre de Dios y servía en parte
para explicar por qué le fue dado tan gran honor. Pero sobre todo este texto tiene como
principal objetivo mostrar la pureza y virginidad de María. Especialmente a partir de
acusaciones, como la de Celsus, de que María no había concebido siendo Virgen sino que
Cristo era el hijo ilegítimo que María había concebido con un soldado romano. Estas
acusaciones deshonraban no solo a Cristo y a María sino a todos los que se identificaban con el
cristianismo. En el mundo del Mediterráneo antiguo el honor de una mujer dependía de su
moral y comportamiento, pero el propio honor no dependía solo de la propia conducta y
acciones sino también de los de la familia y comunidad. La gente de este tiempo no se
entendían a sí mismos simplemente como individuos sino conectadas a un grupo (familia,
comunidad). El estatus social estaba basado no solo en las propias acciones sino también en
los de la familia y los de la comunidad.
El texto quiere presentar a María como una mujer honorable. (Entonces podemos ver a partir
de él que es una mujer honorable para la comunidad cristiana del Mediterráneo del siglo II.)
María es presentada como la hija de un hombre rico y recto (el proceder de una familia
honorable hace que María sea ella misma honorable) cuya esposa, ya mayor, concibe un hijo.
Una historia similar a la de Abraham y Sarah. De esta manera se construye la figura de María
por analogía con lo que ya se conocía, alineando a María y a su familia con figuras honorables
del AT. Ana, su madre, la mantiene pura cumpliendo con todos los rituales de limpieza
necesarios, no alimentándola hasta que estaba ya purificada del parto, etc. Ella es tan pura que
puede ir a vivir en el templo. Esta pureza lleva al momento en que es elegida por Dios para
llevar a su hijo a pesar de que nunca había estado con un hombre. Concibe y da a luz a su hijo
siendo virgen. La virginidad post parto es una idea muy importante para el autor: María incluso
recibe un examen ginecológico después del nacimiento de Cristo para probar que ella sigue
siendo virgen. La virginidad de María está presente en los evangelios de Mateo y Lucas, pero
estos no hacen ninguna referencia a la virginidad post parto. María pasa así a encarnar un ideal
femenino imposible: es a la vez virgen y madre convirtiéndose en el tipo de mujer más
honorable posible pero estableciendo un estándar inalcanzable para las mujeres.
En el mundo del mediterráneo antiguo, romano y hebreo, ya que compartían muchos valores
en común, mantener la virginidad hasta el matrimonio era esencial para que una mujer
mantenga su honor y así pueda ser elegible como esposa. Si perdía su virginidad, fuere por la
causa que fuera, sus chances de convertirse en esposa disminuían drásticamente, arrojaba
deshonor a su familia y se convertía en una carga para su padre. La virginidad era tan
importante para el honor de una mujer que si una joven moría antes de casarse, esto se
señalaba en su epitafio. Los estándares sexuales, eran diferentes para el hombre, ya que se
esperaba que este ejerciera su masculinidad. El sexo estaba estrechamente ligado a la noción
de poder, por ende se esperaba que este penetrara a aquellos subordinados a él: su mujer,
prostitutas y esclavos.
Con el cristianismo se producen cambios respecto a los estándares de la sociedad greco
romana. El llamado a la restricción sexual va a ser más enfático y no solo se considerará
deseable la virginidad para la mujer hasta el momento de su casamiento sino algo deseable
para hombres y mujeres que querían ser seguidores de Cristo durante toda la vida.
El PR. De Stgo. Presenta a una María que encarna los dos ideales femeninos de la época: la
virginidad y la maternidad. En tanto ella se convierte en el modelo perfecto de pureza y honor
este se extiende a su hijo y familia. El concepto de virginidad adquiere entonces con el
cristianismo un nuevo nivel de pureza y honor, como un estado que condiciona a alguien para
ser seguidor de Cristo y la Virgen se convierte así en un ícono a partir del cual esparcir este
mensaje. A los tres años, María es llevada al templo donde vive junto a otras vírgenes hasta
llegar a la pubertad. A los doce años es confiada al cuidado de José, un hombre viudo que ya
tenía hijos. A partir de entonces, María comienza una vida de domesticidad femenina. María
fue luego convocada por Zacarías para tejer, junto a otras vírgenes, el velo del templo lo cual
era considerado un gran honor y demuestra que María aun era considerada en el más alto
grado de pureza.
Después de que el honor y la pureza de María son confirmadas muchas veces, el autor narra la
concepción de Cristo, manteniendo la seguridad sobre la pureza de María. La Anunciación se
realiza en dos instancias. En la primera, María deja su trabajo en el hilado del manto para ir a
buscar agua a la fuente. Allí es sorprendida por una voz que la saluda usando las palabras que
se encuentran en Lucas. María, al no ver a nadie, asustada, vuelve a su trabajo. Allí, se le
aparece el ángel que le anuncia el plan de Dios con respecto a Cristo. El hecho de regresar a su
casa habla de que una mujer sola afuera de su hogar está en peligro. Porque siempre que una
mujer está fuera sola, corre peligro de que algo suceda que ponga en riesgo su reputación.
Esto es lo que pasa, por ejemplo, con el episodio de Susana y los viejos. Ser una mujer
honorable implica también no poner su reputación en riesgo. Al regresar a su casa y bien
escucha la voz del ángel, María demuestra que se preocupa por conservar su honor y
reputación. Pero María no encarna únicamente el ideal femenino de la virginidad sino también
muchas otras cualidades que no sólo eran deseables en una mujer sino que también eran
partes constitutivas de su “femineidad”: El autor presenta a María como una mujer totalmente
subordinada a las figuras de autoridad, especialmente masculinas, y al hacerlo, el autor
presenta a María como una mujer honorable, cumple con todas las reglas de pureza ritual ya
sean sociales, alimentarias y femeninas.
El crecimiento del ideal de virginidad a partir del cristianismo obliga a cambiar la percepción
del matrimonio. La virginidad perpetua no era una opción para la mayoría de las mujeres, solo
para las que venían de familias pudientes. Este ideal de virginidad o castidad hace concebir al
sexo dentro del matrimonio con un único fin: el de la procreación. Entonces, si una mujer no
podía mantener su virginidad, la otra opción que le quedaba era ser madre. El ideal de virgen y
madre, sin embargo, podía ser alcanzado en cierta manera, a partir de la viudez. Es el caso de
la madre de Juan Crisóstomo quien enviudo al poco tiempo de tenerlo a él y se negó a volver a
casarse. Crisóstomo cuenta que su madre llevó adelante la casa asumiendo tareas que
hubiesen correspondido a un hombre al tiempo que se mantuvo casta. A sus ojos su madre se
volvió honorable cuando empezó a parecerse más a un hombre.
Sin embargo, el Pr. De Sgo. No parece ser solo un texto apologético ni cristológico sino que va
más allá y algunos autores ven en él un interés por glorificar a María como una figura de gran
importancia para la fe cristiana con derecho propio. El texto presenta a María como la
encarnación de la máxima pureza (una pureza sagrada). Su concepción milagrosa anuncia una
naturaleza excepcional. Su permanencia en el templo la compara con la sacralidad de la casa
de Dios. No solamente es bendecida entre las mujeres sino que es excepcional en el género
humano. Pero esta característica del Pr. De Stgo., para este periodo, es todavía una excepción.
No sabemos con certeza dónde se creó ni por qué comunidad.
El siglo III mostrará pocos progresos con respecto al desarrollo de la devoción mariana. Los
Padres de la Iglesia no avanzaran mucho con respecto a sus predecesores del siglo II. Incluso,
llegamos a ver algunas sentencias negativas con respecto a la Virgen así como
cuestionamientos sobre si mantuvo su virginidad después de dar a luz a Cristo.
Tertuliano fue uno de los Padres de la Iglesia más influyentes del siglo III y el primero en
escribir en latín. Procedía del norte de África y tuvo una gran influencia en el pensamiento
cristiano subsiguiente aunque su consideración de María no es la mejor, en comparación a
otros intelectuales cristianos ortodoxos. Sostenía la concepción virginal de María, tal como se
establecía en los evangelios que para este momento eran considerados canónicos. También
adopta la tipología Eva-María, como sus predecesores, aunque sin llevarla al extremo de
considerarla la causa de la salvación. Por otro lado, rechaza la idea de que la Virgen mantuvo
su virginidad durante el parto así como que se mantuviera virgen después del nacimiento de
Cristo e incluso que concibió otros hijos.
En Alejandría, la actitud sobre María es diferente. La visión de Clemente sobre María era
mucho más cercana al Protoevangelio. Las referencias a la Virgen en los trabajos que de él
sobreviven consisten en un solo pasaje donde sostiene la virginidad de María durante el parto,
aludiendo a la historia de Salomé, narrada en el protoevangelio. Clemente, por otro lado, tiene
una posición más ambigua ya que en una obra sostiene la virginidad durante el parto y en otra
la niega. Pero si afirma que la Virgen se mantiene casta después del nacimiento de Cristo.
¿Cómo veían los primeros cristianos a María? Su estatus de Madre de Dios no fue oficializado
sino hasta el años 431 cuando en el concilio de Éfeso se le dio el título de Theotokos. Más allá
de las historias sobre su nacimiento y juventud, no fue de mayor interés para los primeros
intelectuales cristianos.
En la última parte del siglo III no hay mucho más desarrollo sobre la figura de María
María carecía por el momento de importancia propia. La discusión sobre su vida, virginidad y
pureza se originaban en el interés por defender la figura de Cristo de los ataques de judíos y
paganos y para espaldar el carácter divino de Cristo. En resumen, en los primeros tiempos del
cristianismo la figura de María no vale en ´si misma sino en tanto prueba del origen divino de
Cristo. Y esto se traslada al arte ya que las representaciones plásticas de María, anteriores al
siglo IV, son escasas. La representación más temprana conocida de la Virgen, en Occidente, se
creía hasta hace un tiempo que era la que se encuentra en la catacumba de Priscila junto al
profeta Balaam o Isaías. Sin embargo, recientemente se comprobó que la imagen fue retocada
para recibir esta interpretación y que en verdad representa a la difunta con su hijo.
Otra imagen, también en la catacumba de Priscila, indudablemente muestra a la Virgen porque
se trata de la escena de la Adoración de los Magos. Esta escena que va a ser muy representada
también en sarcófagos, nos muestra sin embargo a María casi como un elemento secundario.
Tiene valor solo en tanto es Madre del Dios encarnado. Su presencia en el arte cristiano
temprano será dependiente de contextos narrativos como la Adoración. En estas escenas,
María se representa de una manera muy modesta y terrenal. Sin embargo, la otra escena que,
aparentemente, obligaría a la representación de María, la escena del Nacimiento de Cristo,
observamos que, curiosamente en muchos ejemplos, María está ausente.
La imagen más temprana de María que se conoce hasta el momento parece ser la encontrada
en el baptisterio de Doura Europos. Doura Europos era una ciudad romana al este de Siria,
abandonada poco después de la invasión persa en el 257. Allí se encontraron una sinagoga, un
santuario de Mitra y una capilla cristiana con un baptisterio. Esta iglesia, de mediados del siglo
III, es la iglesia cristiana más temprana que haya sobrevivido. Originalmente era una casa, pero
fue refaccionada para ser utilizada como iglesia. El baptisterio de la iglesia contenía frescos
que fueron desmontados y reconstruidos en la Universidad de Yale (ver método cómo se
despegan los frescos de la pared). Las escenas representadas tienen vinculación con el ritual
del bautismo, por eso algunas de ellas, tienen relación con el agua: por ejemplo: Jesús
caminando sobre las aguas. Una de estas imágenes presenta la figura de una mujer sacando
agua de un pozo. Tradicionalmente, y así se presenta en la Universidad de Yale, se interpretó
como la escena del encuentro entre la samaritana y Jesús (Juan 4: 1-42). Sin embargo, en el
2016 Michel Peppard publicó un artículo donde no solo cuestionaban esta atribución sino que
identificaba esa figura como la Virgen María en la escena de la Anunciación. De ser así, esta
sería la representación más temprana conocida de la Virgen María. Peppard explica que esta
iconografía no estaría basada en el pasaje de Lucas 1: 26-38 sino en el protoevangelio de
Santiago, un evangelio apócrifo del siglo II que narra la vida de María hasta el momento del
nacimiento de Cristo. (leer el pasaje). La escena de la Anunciación de María no es representada
sino hasta el siglo IV y cuando esta finalmente aparece, está basada en el protoevangelio de
Santiago y no en el evangelio de Lucas, por lo que encontraremos a la Virgen representada
unto al pozo de agua o, bien, en la segunda parte de la Anunciación, hilando.
Por otro lado, la escena de la samaritana siempre es representada junto con Cristo, mientras
que esta figura aparece sola. En la iglesia de Dura, se utilizaba, no los cuatro evangelios, sino el
Diatessaron, compuesto en Siria hacia mediados del siglo II por Taciano, sobre la base de los
cuatro evangelios para formar una narrativa único (un fragmento de pergamino con el
Diatessaron fue hallado fuera de la iglesia. Este texto, a diferencia de los cuatro evangelios,
menciona que María estaba presente entre los testigos de la Resurrección. (En Oriente, por lo
visto, la figura de María importaba lo suficiente como para incluirla, a pesar de que los
evangelios no lo hacen). La escena de la samaritana en el pozo tiene conexiones con el
bautismo a través del arrepentimiento y la limpieza del pecado por el agua viva) Sin embargo,
la representación de esta escena está siempre acompañada por la figura de Cristo. Aunque
también la escena de la Anunciación de María en el pozo de agua tiene asociaciones con el
bautismo. Efrén el Sirio, un teólogo del siglo IV, celebraba lo que él veía como un paralelismo
entre tres eventos_ la Anunciación, en la que María concibe a Cristo por el poder del Espíritu
Santo, el Bautismo de Cristo, en el que el Espíritu Santo desciende sobre él en forma de
paloma, y el bautismo de cada cristiano que es una suerte de concepción que surge del agua.
Pero la justificación de la figura de María en Dura es todavía tipológica, es decir que funciona
como un símbolo o metáfora de la recepción del Espíritu Santo, posible para todos los
cristianos a través del bautismo y sirve como recuerdo a todos los cristianos que el plan
salvífico de Dios se concreta a través de la Encarnación de su Hijo. No hay pruebas de que en
Dura los cristianos rezaran directamente a la Virgen o creyesen que esta ejercía por sus
propios medios, algún tipo de poder.
Pero hay otros testimonios que indican que la figura de María no tenía la misma consideración
en todo el mundo cristiano, sino que esta podía variar según las diferentes comunidades.
En Egipto se encontró un fragmento de un pergamino cristiano escrito en griego con una
oración a la Virgen, la más temprana conocida. Además se trata de una forma temprana de
una oración a la Virgen María que existe en la liturgia griega, copta y latina y que todavía se
utiliza hoy en día. A diferencia de los testimonios que brindan las imágenes en Siria y Roma, al
menos algunas comunidades cristianas creían que María tenía poder propio. Además es la
evidencia más temprana de que los cristianos se referían a María como Theotokos, un título
que será oficial 200 años después. Este fragmento de papiro da cuenta de que la veneración a
María había comenzado a surgir ya a fines del siglo III al menos para algunos cristianos de
Egipto. Como el reverso del papiro está en blanco, se cree que era de uso privado, quizás
utilizado como amuleto. Esta evidencia, sumado al silencio sobre María en las fuentes oficiales
podría ser un indicio de que la veneración a la Virgen se originó en el ámbito privado.
El protoevangelio de Santiago sostiene esta teoría ya que era un texto de fácil lectura y mucho
más accesible que los escritos de los Padres, y que incluso llegó a usarse en la liturgia.

En el 380 Teodosio declara al cristianismo religión oficial del imperio. El cristianismo, ahora,
debe adecuarse a la dignidad imperial. En este contexto se reúnen los concilios, precedidos por
el emperador, que reúnen a todos los obispos del mundo cristiano para discutir y acordar
puntos básicos sobre la fe cristiana, ya que había disparidad en el culto de las diferentes
comunidades (siria, egipcia, persa) basándose en los evangelios y en las ideas formativas de los
primeros intelectuales cristianos, es decir, los Padres de la Iglesia. El cristianismo deja así una
fase apologética y de constante defensa de los ataques de sus detractores y se convierte en
una religión hegemónica. Las discusiones en torno al misterio de la encarnación,
especialmente a partir del surgimiento del arrianismo. Toda discusión sobre La naturaleza de
Cristo implica discutir las circunstancias de su nacimiento y por ende, de María. En el Concilio
que se lleva a cabo en Nicea, en el 325 se reafirma la doble naturaleza de Cristo: Cristo es
tanto substancia divina de Dios el Padre como nacido de María, quien es referida desde
entonces, aunque no sin debate, como Theotokos, es decir, Madre de Dios.
La madre del Constantino, Helena, parte a Tierra Santa, a los lugares sagrados donde se
desarrollaron los principales hechos de la vida de Cristo y convertirlos en lugares apropiados
para el culto: el Santo Sepulcro, la cueva en Belén y el monte de los Olivos, en donde se
construyeron basílicas y se convirtieron en centros de peregrinaje.
Hacia el siglo IV y especialmente en la segunda mitad de ese siglo, el culto a María empieza a
hacerse más público y comenzamos a evidenciar el surgimiento de su veneración en distintas
fuentes, incluyendo los Padres. El siglo IV va a estar atravesado por grande debates acerca de
la divinidad de Cristo, es decir sobre la relación de Dios Hijo con Dios Padre y por consecuencia
también creció el interés en la maternidad divina de María y desde el principio de este siglo,
María empieza a ser llamada Madre de Dios. También hay posiciones que, como la de
Terttuliano, mantienen una mirada más bien negativa hacia María como es el caso de Juan
Crisóstomo y se basa en pasajes de los evangelios sinópticos para remarcar debilidades en el
carácter de María como en las bodas de Caná donde dice que el objetivo de María era quedar
bien con los invitados y llamar la atención sobre sí misma aunque estas observaciones no
tienen mucha repercusión entre sus contemporáneos. María es tomada como modelo
paradigmático de la vida ascética, especialmente para las mujeres. Atanasio de Alejandría,
recomienda en su Carta a las Vírgenes que estudien la vida de María y la imiten. Describe la
vida de María diciendo que debe ser un espejo para quienes deseen imitarla. Esencialmente,
María era trabajadora, caritativa y dócil y permanecía en casa evitando cualquier contacto con
hombres. Esto influenciará a Ambrosio de Milan (340-397) cuyos escritos desarrollan lo
expresado por Atanasio. En un escrito sobre la virginidad dirigido a su hermana, describe a
María como modelo de virginidad, cuya humildad, industria, modestia y reserva, otras vírgenes
deben imitar. Podemos suponer que la imitación de la vida de María como un modelo para la
vida ascética implicaba, igualmente, una forma de devoción a María.
El debate sobre la virginidad de María adquirió importancia hacia el siglo IV. Los Padres de la
Iglesia, hasta el momento no habían dudado en afirmar la virginidad de María en la
concepción y en el parto e inclusive su virginidad perpetua. Sin embargo, estas dos últimas
afirmaciones fueron cuestionadas.

Primeras manifestaciones de la veneración y apariciones de María:


Gregorio Nacianceno ofrece uno de los testimonios más tempranos sobre la acción intercesora
de la Virgen al relatar la vida de San Cipriano que, originalmente era un mago. Se enamora de
una mujer llamada Justina a quien quiere seducir mediante su magia, pero Justina se defiende
invocando el nombre de Cristo y orándole a la Virgen. Cipriano se da cuenta de su derrota y en
ese momento se convierte al cristianismo. Para que este relato adquiriese popularidad es
posible inferir que este tipo de intervenciones marianas estaba ya establecida.
Por la misma época, Gregorio de Nisa da cuenta de la primera aparición mariana de la que se
tenga noticia en su biografía sobre Gregorio Taumaturgo. Ambos testimonios sugieren que la
veneración a la Virgen ya estaba bien establecida en esta región.
También aparecen las primeras fiestas litúrgicas en honor a María: en Constantinopla se había
establecido una festividad celebrando la maternidad divina de la Virgen el 26 de diciembre,
una fecha que todavía se mantiene hoy en el calendario ortodoxo, pero sobretodo es en
Jerusalén donde se encuentra la mayor evidencia de celebraciones litúrgicas a la Virgen.
También se conocen himnos que eran cantados en Jerusalén, algunos de los cuales estaban
dedicados a la Virgen y no solo para sus fiestas especiales sino que se cantaban regularmente
en los oficios de los domingos. A partir de todos estos testimonios sabemos que, desde fines
del siglo IV, al menos en Jerusalén la devoción a María y a su poder intercesor eran un
elemento importante
En Occidente, por otro lado, la veneración de santas vírgenes como Tecla parece haber
desalentado o retrasado el crecimiento de la veneración mariana. La escasa representación
plástica de María parece apoyar esta hipótesis.
Entre las escasas representaciones de María del siglo IV en Occidente, podemos encontrar
discos de vidrio dorado, hallados en catacumbas romanas. Estos discos de vidrio representan a
María como orante y fueron datadas sobre bases estilísticas, antes del 431, es decir, antes de
Efeso. La función o uso específico de estos objetos, no se conoce, pero sin duda tiene que ver
con el crecimiento en la creencia del poder intercesor de María. La imagen de la orante
simboliza la plegaria y la intercesión por el alma del difunto. Pero estos medallones, además,
prueban la vitalidad de la devoción mariana en un contexto más privado. Las manos abiertas
es una simbolización de la palabra elevada a lo alto.
Lápida de la Galia: una posible interpretación es que haga referencia a la estadía de María en
el templo de Jerusalén durante su juventud. Otra hipótesis es que se trata de l difunta que
pudo haber servido como diaconisa. Aunque la referencia al templo de Jerusalén es extraña.
También hay una identificación de María en la puerta de Santa Sabina, pero estas dos últimas
atribuciones son dudosas. Hacia el siglo V, la evidencia material que da cuenta de la devoción
a María se vuelve un poco más abundante. Encontramos por ejemplo amuletos egipcios que
buscan la intercesión de María. Hay algunas iglesias en Jerusalén y Roma que le están
dedicadas y la reliquia del maforion de la Virgen en Blaquerna es del siglo V.

El concilio de Éfeso, en el 431, es un antes y después para la veneración a María. En resumen,


la devoción a María se había instalado ya en varios centros orientales, antes de la contienda
con Nestorio y del tercer concilio. En este contexto, Nestorio, patriarca de Constantinopla. Si
María no era verdaderamente madre de Dios, si solo había dado a luz a su parte humana
entonces su poder intercesor de veía amenazado-
Las puertas de la iglesia de Santa Sabina. Confeccionadas en madera, presentan escenas del
NT. María es representada en dos paneles:
Adoración de los Magos: María está sentada en lo alto de un podio al cual se accede por dos
series de escalones. María no solo está jerarquizada en su posición, sentada sobre un alto
podio y en una silla curul (silla sobre la cual se sentaban los magistrados en la República y
durante el Imperio), además es el personaje activo de la composición en tanto el Niño se
recuesta dormido sobre su hombro. El encargo de las puertas se realiza justo antes de la
apertura del concilio.
El otro panel María se representa en actitud de orante, flanqueada por Pedro y Pablo que van
a coronarla. Sobre ellos sobrevuela Cristo. María se muestra como representante de la Iglesia
flanqueada por las dos grandes figuras de la Iglesia romana: por su maternidad y el poder de
su intercesión.

Después de Éfeso

Arco de triunfo de Santa María Maggiore (primera iglesia dedicada a Maria en Roma el ábside,
originalmente, tenía una imagen de Maria entronizada que no se conservó: el arco de triunfo
en Roma era un monumento que se levantaba para celebrar la vitoria de un magistrado al
regreso de una campaña en las fronteras del Imperio. Si bien el tema principal sigue siendo
cristológico, a Maria se le da el lugar correspondiente al honor que merece la Theotokos. En la
escena de la Adoración de los Magos, se toma el esquema del arte imperial, representando a
María como una madre regente, pero no hay una relación personal entre madre e hijo. María
se coloca todavía en un contexto narrativo, pero en este relato tiene un rol destacado y el
lugar privilegiado sobre el cual se representa relacionándola con la idea de victoria. Esta idea
se subraya en la homilía de Cirilo de Alejandría
“Por tía, María, la cruz preciosa es celebrada y adorada en el mundo entero. Por ti, los
demonios son puestos en fuga. Por ti, los reyes reinan por la Santa Trinisas…

El lugar reservado a María en tanto Theotokos está relacionado con la memoria de las victorias
militares sobre los enemigos del imperios : “Tú sola has destruido todas las herejías” María
además de ser el conducto por el cual la Encarnación es posible, es una imagen de Victoria.
Además esta imagen de la Virgen es ordenada por el Papa Sixto III para enseñanza del pueblo
de Dios como reza en el mismo arco. Xystus Episcopus plebi Dei. María ahora reina sobre un
espacio público, dirigiéndose a todos los fieles. María ya no es solo una figura que funciona
como modelo de virtud o que actúa en el contexto de pequeñas comunidades sino que pasa al
ojo público y por ende, su rol cambia. Es la imagen de la fe oficial, ortodoxa según se define en
Efeso y reafirmada luego en Calcedonia. María es la portadora del mensaje oficial de la Iglesia
y del dogma. Los mosaicos de Santa Maria Maggiore proclaman el rol y la función de la
Theotokos en los misterios de la infancia de Cristo, desde la Anunciación a la Huida a Egipto.
El lujo y la preciosidad de los vestidos y el protocolo cortesano muestran la influencia de
Constantinopla. María ya no es la sencilla Virgen o matrona romana. María está vestida como
una princesa de rango imperial, está enjoyada, lleva una túnica bordada de perlas y la
dalmática cerrada por un cinturón de pedrerías. Está, además, bajo la protección de ángeles.
Esta imagen de victoria, autoridad y poder, con toda la parafernalia de la corte bizantina
debe, también, contextualizarse en la desintegración del imperio romano occidental y
del avance de lo reinos bárbaros convertidos al arrianismo. Es decir, que la imagen de la
Theotokos se vuelve aquí como una suerte de estandarte ortodoxo frente a la invasión
arriana.
Santa María Antiqua: también repoduce esta imagen imperial. Su actitud es la de una
reina en majestad, su veeatido suntuoso copia la moda imperial de la corte de
Justiniano, coronada. A derecha e izquierda, los angeles Gabriel y Miguel se inclinan
con respeto delante de la Reina de los cielos y ofrecen al Niño las insignias del poder
imperial en su manto, la corona y el cetro.

En la catacumba de Comodila, María ocupa el centro de la pintura y mira al frente. No


lleva ni corona ni diadema y solo lleva el velo que recubre su cabeza. Aparece por lo
tanto de una forma más decorosa que la Theotokos.
Se establece así un tipo iconográfico: María sentada sobre un trono precioso entre dos
ángeles o santos: presenta a la mirada de los fieles a la adoración de la Iglesia. Esta
iconografía es la que encontrará mayor difusión hasta el siglo XIIA

Moneda de Teodora: he infant child Theodora holds on the reverse of this coin could be
one of her 6 children by Constantinus I. However if her birth date above is correct then
since this coin is thought to have been struck after Theodora's death in 337 when she
must have been aged around 62, but before April 340 the most likely candidate for the
child on this coin is uncertain since if the dating is correct she would have been much
too old to have had a recent infant. On the other hand her numismatic portraits do not
depict as an old woman. So the child on this coin is currently uncertain, possibly a
grandchild or possibly a generic depiction of her maternal nature.
Las leyendas en esta y en las monedas de Fausta: Salus republicae y Spes republicae
para las que Fausta es mostrada con sus hijos de pie y Pietas Augustae para la sentada,
nos muestran que las ideas de esperanza y seguridad estaban asociadas a la imagen de
una mujer, particularmente la imagen de una madre. La iglesia desarrolla . gran parte de
sus imágenes de la iconografía imperial. Sin embargo, la figura de Fauta amamantando
a sus hijos no era apropiada todavía para la imagen de la Virgen Maria. Solo se
encuentra en el arte copto, en el siglo VI, posiblemente por influencia de Isis.
La imagen que se desarrolla en Roma y Constantinopla es una imagen de abstracción
teológica y no íntima y personal, como lo sería la imagen de la Virgen
amamantando.Hacia el siglo V, la Iglesia jabía incorporado a la Virgen a su arte, pero
de un modo impersonal, como Theotokos, como una absracción teológica. Maria no
solo es venerada como Madre de Dios sino también por su poder intercesor que en la
imagen se evidencia con el Niño sentado directamente en su regazo.

Estas son imágenes donde María sale finalmente de su contexto narrativo, se independiza de
la historia cristológica, pero aún se presenta como una idea abstracta.

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