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Actualmente, Japón es la mayor tercera economía a nivel mundial, según un informe emitido
en abril por parte del Fondo Monetario Internacional (2023), el cual estima que su PIB ronda
sobre los $4.41 billones de dólares. En este reporte se va a analizar la Ley de Okun para el
caso de la economía japonesa entre los años 1991-2021 y va a contar con cinco secciones, las
cuales son: i) Marco teórico y conceptual de la Ley de Okun; ii) La modernización de la
economía japonesa: Desde la Era Meiji hasta la década perdida; iii) El (des)empleo en Japón:
Un sistema tradicionalista; iv) Estimación y análisis de la Ley de Okun y; v) Conclusiones.
La razón por la cual se escoge Japón para la elaboración de este ejercicio es debido en
algunos estudios, incluido uno elaborado por Blanchard y Enrri (2000), quien toma como
base el PIB real y la tasa de desempleo entre los años 1960-1994 de algunas economías,
incluida la japonesa; demuestra que este país cuenta con un bajo coeficiente de Okun
comparado con los otros países. En ese sentido, en este reporte se quiere elaborar la
estimación entre la llamada década perdida y la actualidad, para determinar si se ha
modificado esta situación.
La famosa Ley de Okun fue formulada por el economista estadounidense Arthur Okun, en su
artículo Potential GNP: Its measurement and significance, publicado en 1962 en la revista
Cowles Foundation for Research in Economics. En este el autor se pregunta ¿Cuánto puede
producir una economía en condiciones de pleno empleo? dada la necesidad que plantea de
diseñar políticas monetarias y fiscales que tengan por objetivo el pleno empleo a partir de
estimular el crecimiento económico. Con ello, considera que se debe hacer un análisis de la
brecha existente entre el PIB real y el PIB potencial tomando en consideración el (des)uso de
los factores productivos (capital, trabajo y tecnología) (Okun, 1962).
La hipótesis que plantea es “Whatever the influence of slack economic activity on average
hours, labor force participation, and man hour productivity, the magnitudes of all these effects
are related to the unemployment rate” (Okun, 1962, p. 2), en la cual establece una relación
entre la tasa de desempleo de un país con el crecimiento de su PIB en términos reales. El caso
que estudia es el de la economía estadounidense entre los años 1947-1960, concluyendo que
posterior a la Segunda Guerra Mundial, por el aumento de tres puntos porcentuales en el PIB,
se va a presentar una reducción del 1% en la tasa de desempleo; ello con base en tres métodos
que propone (Magariños, 2018; Okun, 1962).
Posteriormente, Okun procede a explicar la relación entre algunas variables que tuvo en
cuenta con la tasa de crecimiento, como la fuerza de trabajo, las horas trabajadas por persona
y la productividad. Finalmente, es relevante mencionar que algunas de las razones por las
cuales, según el autor, se puede explicar la poca variabilidad del empleo, dentro de las que se
encuentran: compromisos contractuales, factores tecnológicos, costos de contratación,
habilidades adquiridas y factores morales (Magariños, 2018; Okun, 1962).
En la actualidad, Japón tiene una de las 20 economías más grandes del mundo (Escuela de
Gobierno y Economía, 2023), debido a que en los últimos 150 años ha tenido una fuerte
política de modernización tanto a nivel económico como a nivel político, la cual inició en la
Era Meiji en 1868, que tenía por eslogan “País rico, armada fuerte”. Como consecuencia, se
dio una apertura comercial, un desarrollo de la industria pesada y una mayor actividad
bancaria; acompañado de una transferencia de tecnología y de conocimiento proveniente del
exterior (Solé, 2008)
Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, Japón se vio afectado por la imposibilidad de
importar materiales provenientes de Europa, lo que limitó su crecimiento económico. No
obstante, fue a raíz de este contratiempo que se promovió el desarrollo de la industria
nacional, generando un superávit de la balanza de pagos, en comparación a años previos e
incrementando en más de un 10% la tasa crecimiento de PIB real, así como en la demanda de
los productos japoneses a nivel mundial. Sin embargo, este crecimiento se detuvo cuando se
dio la llamada Depresión de Showa para el año 1927, originada por una burbuja económica
que hizo quebrar a muchas empresas y que fue la antesala del nacionalismo en Japón
(Laborde, 2010).
Finalmente, durante la posguerra, el país estuvo a cargo del Mando Supremo de las Fuerzas
Aliadas, siendo objeto de un conjunto de reformas que tenían como fin democratizar el
sistema político y estabilizar la economía. Estás fueron las bases de lo que posteriormente se
llamó el milagro económico japonés, época en la cual la economía tuvo un crecimiento
exponencial, tal como lo expresa Briceño (2013):
Hasta la crisis del petróleo de 1973, la economía japonesa evidenció una tendencia de crecimiento
continuo, con una tasa de crecimiento anual promedio del PNB del 10%, ligeramente menor durante los
años 50 y algo por encima durante la década de 1960. Por su parte, la inversión en capital creció a un
ritmo del 22%. De otro lado, el incremento de la demanda doméstica junto a la alta tasa de inversión
generó una expansión de la escala de la producción, lo que llevó a una mayor productividad del trabajo
que, a causa de la abundancia de mano de obra, se asociaba a salarios bajos, con lo cual la
competitividad en el mercado era mayor y permitía aumentar las exportaciones (p.16)
Con ello, dentro de los factores que fueron claves para este crecimiento, están las grandes
inversiones de capital en la industria e infraestructura; los avances tecnológicos; la expansión
del mercado a nivel local, nacional e internacional; una mayor tasa de empleo; un aumento de
los niveles educativos de la población y una apertura comercial (Correa, 2017). Aunado a
ello, con la Guerra de Corea y la Guerra Fría, Japón se convirtió en el proveedor de
armamentos militares a Estados Unidos, incrementando las exportaciones y ayudando en la
recuperación económica. El punto más alto de este milagro fue a finales de la década de los
60 y llegó a su fin en el año 1973, debido a la Crisis del Petróleo, ocasionando un
estancamiento económico que derivó en la crisis económica de 1991 (Solé, 2008).
La década perdida se denomina al período entre 1991-2001 en el cual hubo una caída de la
economía japonesa, ocasionada por una burbuja inmobiliaria que explotó en el año 1990
cuando se cayeron las acciones en la bolsa y seguido con la caída de los precios de los
predios en 1991 y para el año 1993, el crecimiento del PIB real llegó a su punto más bajo con
un -0,5% (Banco Mundial, 2023).
Esta crisis se empezó a gestar en la década de los 80, debido a que, según Solé (2008), se dio
un proceso de desregularización del sistema bancario y la implementación de una política
monetaria que tenía por objetivo la revalorización del Yen respecto al dólar americano,
ocasionando un aumento en la masa monetaria y su posterior inversión por parte de los
empresarios en actividades especulativas dentro del sector inmobiliario.
Como consecuencia de esta crisis y del precario manejo del gobierno nipón (Solé, 2008), la
economía no se pudo recuperar totalmente y mucho menos llegar a los niveles de crecimiento
de la década de los 70; incluso hay quienes hablan de décadas perdidas, dado que durante los
últimos 30 años Japón sigue contando con diversos problemas estructurales que no le han
permitido tener un crecimiento sostenido. No obstante, hay quienes difieren de ello y
consideran que estos análisis resultan siendo reduccionistas en tanto Japón se sigue
posicionando como una de las economías más fuertes a nivel mundial (Hernández, 2015;
Navarro, 2021).
El empleo en Japón
El sistema de empleo de Japón es conocido como uno de los más rígidos a nivel mundial,
dado que, desde el siglo XIX, se ha venido construyendo bajo tres pilares fundamentales: i) la
estabilidad de los puestos de empleo, ii) salarios con base en la antigüedad ii) sindicalismo
empresarial. Esto ha conllevado a que existan unos derechos laborales consolidados y, que los
y las trabajadoras cuenten con unas buenas condiciones laborales (Morales, 2010).
Aunque durante la Era Meiji se presentaron varias situaciones en las cuales se reprimió al
movimiento sindical, esto se modificó con la Constitución de 1947, en la cual se consagraron
los derechos laborales, como:
Artículo 27. Toda persona tendrá el derecho y la obligación de trabajar. Las normas sobre retribución,
horario laboral, descansos y otras condiciones serán fijadas por la ley. Los niños no podrán ser objeto
de explotación laboral. Artículo 28. Se garantiza el derecho de los trabajadores a asociarse, a negociar y
actuar de manera colectiva (Morales, 2010, p. 4)
Adicionalmente, se ha venido aprobando una amplia legislación sobre los derechos laborales,
la cual ha regulado entre otras cosas los tipos de contratos, las vacaciones, las
diferenciaciones entre empleados públicos y privados, y los despidos. Por ende, el sistema
japonés cuenta con garantías tales como: i) las personas cuentan con un trabajo estable desde
su graduación en la universidad hasta la edad de pensión obligatoria, ii) los salarios se
determinan con base en la antigüedad del empleado, su nivel de formación y su edad, y donde
las diferencias salariales entre cada escalafón no son tan grandes como en otros países, iii) los
despidos deben notificarse con 30 días de anticipación y no pueden justificarse por temas de
embarazo, actividades sindicales, entre otros, y iv) la acción sindical es aceptada y regulada,
así como sus formas de protesta y medios a través de los cuales se llegan a conciliaciones con
las empresas (Morales, 2010 ;Web Japón, s.f.).
Sin embargo, es necesario aclarar dos puntos: i) este sistema se aplica de manera más estricta
en las grandes y medianas empresas, dado que cuentan con un mayor capacidad de brindarles
estos beneficios a sus empleados, y ii) en los últimos años se ha intentado flexibilizar las
condiciones laborales, dado que ya no es tan fácil mantener los mismos beneficios con un
escaso crecimiento económico y con una baja tasa de natalidad, hecho que el gobierno
japonés ha intentado modificar con diversas reformas a nivel laboral y educativo (Web Japan,
s.f.).
Para esta sección, se hizo una estimación con base en el primer método propuesto por Okun,
primeras diferencias, con los datos de la OCDE desde 1991-2022. El resultado que nos da es
2
que según el 𝑅 hay una baja relación entre las variables, así como la ecuación de regresión
nos demuestra que por cada aumento en un punto porcentual del PIB real hay una
disminución de 0,000179% en la tasa de desempleo.
Por otra parte, en un trabajo elaborado por Álvarez (2023) en la temporalidad de 1991-2021
para los países de la OCDE bajo el tercer método, hallando el coeficiente de Okun, encuentra
que Japón es uno de los países con menor coeficiente y que este va disminuyendo en la
medida en que las personas se vuelven mayores; así como hay un menor coeficiente en el
caso de las mujeres.
Fuente: Álvarez, E. (2023). Un Estudio de la Relación de Okun para los países de la OCDE.
Tabla 2. Cuadro resumen de los resultados obtenidos para el género femenino en Japón.
Fuente: Álvarez, E. (2023). Un Estudio de la Relación de Okun para los países de la OCDE.
Conclusión.