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MATERIAL COMPLEMENTARIO

CURSO «ESTRATEGIAS DE INTERVENCIÓN»1

D. Rafael Buhigas Jiménez


Facultad de Geografía e Historia
Universidad Complutense de Madrid
Departamento de Historia Contemporánea
rbuhigas@ucm.es

CLASE MAGISTRAL DE APERTURA | 12 ABRIL 2021 | 16:25-17:40h

“¿Historia gitana o historia de los gitanos?… Nuestra historia”

En esta clase repasaremos someramente la historia de los gitanos en dos sentidos. Por un
lado, los aspectos, hitos y fenómenos históricos que conforman la panorámica general de
los romaníes en el mundo desde su salida de la India en el siglo XI. Por otro, aquellos
episodios más desconocidos que atañen a la vida cotidiana y subalterna de las
comunidades gitanas, con especial atención al grupo caló español, permitiéndonos
entender hoy que la realidad de las itinerancias romaníes es diversa y compleja. Además,
se plantearán los rasgos elementales de una pregunta llamada a alcanzar gran
protagonismo dentro de los renovados enfoques historiográficos y académicos sobre el
estudio de los gitanos, ¿historia gitana o historia de los gitanos? ¿cuáles son los límites
entre una y otra? ¿quién ha contado hasta ahora nuestra historia y qué podemos hacer para
cambiarlo? La historia de España y la historia del mundo también es… la historia de los
gitanos."

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Las fotografías de archivo y la información incluidas en este documento de trabajo no pueden ser
reproducidas sin consentimiento del autor. De lo contrario, se incurrirá en un delito de plagio con la
consiguiente respuesta.

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1. “¿HISTORIA GITANA O HISTORIA DE LOS GITANOS?… NUESTRA
HISTORIA”.
MATERIAL COMPLEMENTARIO DE PROFUNDIZACIÓN: LA CRÍTICA A
LA HISTORIOGRAFÍA SOBRE LOS GITANOS DESDE LOS
HISTORIADORES GITANOS.

Un enfoque crítico de los estudios gitanos y su inserción en la historiografía.

Una declaración rotunda pero no menos cierta es que los estudios gitanos carecen de
un enfoque libre de juicios coloniales y que la comunidad romaní permanece relegada a
una posición de subalternidad. Los estudios gitanos, a menudo anclados bajo la
denominación general de “lo gitano”, constituyen un campo interdisciplinario de estudios
étnicos con relación no sólo a los gitanos, sino también a grupos tradicionalmente
entendidos como tales. Esta es ya una primera piedra en la carretera que se añade al
conjunto de problemas que pretendemos revisar. Sin embargo, debe comenzarse
indicando que el principal dilema es que los estudios gitanos se enfrentan a la marginación
dentro del propio mundo del conocimiento. El comienzo académico hacia una forma de
estudiar las comunidades gitanas tuvo lugar en el corazón de la Gypsy Lore Society,
organización que fue fundada en Gran Bretaña en 1888 y que un siglo más tarde abrió
una sede en los Estados Unidos de América. Bajo su patrocinio, se lanzó la Journal of the
Gypsy Lore Society y conservó este nombre hasta el año 2000, cuando pasó a llamarse
Romani Studies. Dentro de ella se han llevado a cabo enfoques históricos, antropológicos,
lingüísticos, sociológicos, artísticos, literarios y musicales. Que esta organización
despierte la desconfianza de los gitanos vinculados al
activismo y a la militancia del siglo en el que nos
encontramos no se debe tanto al papel superficial que se le
puede atribuir como preludio de la centralización y
exportación de los estudios gitanos, sino por su origen y
trayectoria. Como entidad imbricada en el colonialismo
cultural y en el trato paternalista de los gitanos como un
objeto, se interesa mucho más por promover un estudio
poco crítico, costumbrista y folclórico que por una
investigación densa y consecuente con la transformación
real de los problemas sufridos por los gitanos.

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Aunque, la tarea aquí no es hacer un juicio plano, sino entender que esta organización
fundada por Augusto Edwin Juan ocupa una plaza en el tablero histórico que debe ser
meticulosamente desentrañado para escribir una historia de los estudios gitanos, dentro y
fuera de España. En este tablero también se encontraría el Centro de Investigación Gitana,
que surgió en 1989, casi dos décadas después del Primer Congreso Mundial Gitano (1971)
en el que se acordó, en términos generales, un idioma, una bandera y un nombre común.

Ilustración 1. Primer Congreso Mundial Gitano. Fuente: Unión Romaní.

Sólo hemos mencionado los casos más representativos pero lo interesante para tener en
cuenta no es tanto su corta trayectoria a través del tiempo —que, si se extiende más allá
del último tercio del siglo XIX, podría reunir a figuras individuales como Heinrich
Grellman, Joseph Townsend, Théophile Gautier, George Borrow, Prosper Mérimée, entre
otros viajeros, escritores y literatos— como las fórmulas para su contenido. Discursos,
estudios y publicaciones se forjaron en la era de la hegemonía del discurso evolutivo
racial y la legitimación del colonialismo. Así, para nuestro caso concreto, encontramos
un problema conceptual que se desarrolla en dos partes, al menos de una manera notable
en el caso español.

Por un lado, la falsa idea de las autoridades y de la opinión pública a la hora de transmitir,
registrar y denominar como “gitano” todo lo que no se adaptó a lo entendido por la
normatividad del orden moral establecido. Por otro lado, en estrecha relación con lo
anterior, el hecho de que un gitano sea considerado o llamado como tal, dependiendo de
lo que decide la mayoría social que debe cumplirse para ser gitano. Ambas son cuestiones
que han propiciado el hecho de que en muchos estudios la representación (“lo gitano”) se
tome como fuente primaria pero no para estudiarla como una construcción sino como una
forma natural del “ser gitano”.

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Esta última es sólo una muestra de las implicaciones que el colonialismo cultural tiene en
el momento de estudiar un fenómeno y que se añade al tratamiento ahistórico
generalizado sobre el asunto desde el siglo XX. En parte como consecuencia del hecho
de que el estudio estaba rezagado con respecto al activismo, la inmediatez política y la
opinología de los consumidores ávidos de información divulgativa sin contrastar, ya fuera
para defender o criticar a los gitanos. Sobre todo desde los años setenta, ante la necesidad
de poner fin a lo que era un “problema político” de primer orden: la marginación y el
nomadismo de los gitanos que aumentaron con las guerras mundiales. Así, aunque
estrechamente relacionado, el mundo de la producción académica y el mundo del
activismo han tenido más enfrentamientos que convergencias. En gran medida, es el fruto
del pensamiento límite entre las prácticas y experiencias que han tenido lugar en su
interior. Por lo tanto, “ser un historiador gitano” no es una condición sine qua non para
legitimarse en este tipo de estudios, pero al principio si lo ha sido para generar algunas
lagunas en forma de contradicción que hasta entonces no se había planteado, como el
hecho de que la segregación de los gitanos españoles no se debió a su forma de vida, sino
a una fuerte dominación cultural con proyectos de asimilación forzosa. Algo que todavía
no se acepta hoy en día en muchas facultades y centros de investigación que insisten en
reducir a los gitanos a un grupo primitivo incapaz de adaptarse a los “nuevos tiempos”.

Ilustración 2. Ian Hancock, historiador gitano.

Las figuras académicas no dejan de ser narraciones en sí mismas, siendo el poder la


herramienta para narrar y prevenir el nacimiento de otras historias que vienen a
reemplazarlas. De ahí que la cultura, a pesar de ser un arte comunicativo, representativo
y descriptivo, a veces con gran autonomía, siga siendo una parte integral del colonialismo
que se construye dentro y fuera de su propia existencia.

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Por todas estas razones, aunque empezaron a estudiar desde posiciones no
profesionalizadas a las comunidades gitanas, con las limitaciones circunstanciales
señaladas hasta ahora, no se puede olvidar que su voz ha sido subalterna y reinterpretada.
La inserción de estudios gitanos en este dilema tiene su codificación en tres premisas. El
primero, un vacío en la narrativa historiográfica sólo cubierto tanto por una producción
filantrópica vinculada al romanticismo como por algunas aproximaciones de la razón
colonial ilustrada. Razones por las que se percibe el vacío, pero se amplía en el momento
de enfrentarse al desafío de escribir una historia de las comunidades gitanas.

En segundo lugar, la descentralización. Con la profesionalización progresiva en el


tratamiento de la materia se formularon experiencias como el encuentro en Leiden en
1990 por estudiosos de la estatura de David Mayall, Judith Okely o Wim Willems, pero
la frontera entre disciplinas continuó causando estragos que alcanzan hasta hoy donde la
producción es autónoma en forma de obras que no se discuten sistemáticamente en
círculos como el Seminario de Estudios Romaníes de 1993 en Greenwich. En tercer lugar,
el eurocentrismo sólo es trascendido por algunas figuras como Elena Marushiakova y
Vesselin Popov, Kemal Vural Tarlas o Alexadra Parrs, que tratan con Asia y África; así
como el fallecido Yang Zhijiu o Wei Hua, que hacen lo mismo con los gitanos en China.
En resumen, a pesar de las limitaciones, todo esto constituye un terreno fértil del que
pueden extraerse frutos más maduros con las herramientas de trabajo adecuadas.

Frente a este paradigma, se puede decir que los historiadores no fueron los promotores de
la interdisciplinaridad pero la historiografía ofreció, en cierta medida, en estrecho diálogo
con la antropología y la sociología, un espacio para una mayor reflexión a largo plazo con
el fin de entender la necesidad de intercambiar experiencias entre diferentes tradiciones
académicas. Por otro lado, junto con los filólogos, los historiadores estaban más
interesados en abordar cuestiones del pasado que en tratar de resolver problemas con una
mirada al presente, como si los gitanos no tuvieran biografía y estuvieran desposeídos de
una historia que pudiera explicar la complejidad de su existencia. Es decir, el oficio
histórico reabrió el debate ante el estancamiento desvinculado de la construcción de un
conocimiento supuestamente soberano, forjado al calor de una disociación entre la
historia y los mismos procesos que la constituyeron.

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En sus inicios, la investigación se configuró en dos grandes secciones temáticas que, a su
vez, marcarían su posterior desarrollo. Por un lado, la investigación sobre el origen y la
procedencia de los gitanos y, por otro, la relación entre los gitanos y el Estado sobre la
base de una persecución legislativamente tipificada; contextualizado como regla general
en períodos de guerra, invasión y conflicto en la era moderna, en el siglo XIX o en la
Segunda Guerra Mundial con el genocidio nazi. Ante ellos, se intercalaba una historia
incipiente de representaciones, como la obra Kinderoof de zigeunerroof? por Jean
Kommers, publicado en 1993. Este mismo contexto de producción académica estuvo
presente en España, donde podemos identificar tres olas según el tipo de metodología y
contenido producido.

Una primera ola se caracterizó por la historia política y el manejo de fuentes primarias
vinculadas principalmente a la legislación. Esta ola duró casi dos décadas y en una lectura
profunda se puede ver que no hay contribuciones sustanciales o avances en el asunto.
Aunque esto es lógico como parte de la constitución embrionaria de cualquier disciplina,
no es tan lógico que el trabajo continúe hoy en día con estos marcos, hasta cierto punto
redundante. Se hizo una ruptura inicial con lo que se puede llamar la segunda ola de
estudios (proto)gitanos en España por historiadores como Manuel Martínez Martínez y
David Martín Sánchez.

Ambos continuaron trabajando en la línea de una historia política que emulaba el ejercicio
de los británicos, franceses y alemanes en el tratamiento de la “persecución antigitana”.
Sin embargo, sus estudios ya formaban parte de una historia social que renovó los
enfoques de la interpretación del pasado. Y que incluso se estaban abriendo a nuevos
enfoques como la microhistoria y la perspectiva de género. Por último, una tercera ola en
la que podría enmarcarse dedicada a la historia urbana, la historia cultural y la historia de
las emociones, como propuestas innovadoras a nivel historiográfico que prestan atención
al campo de las representaciones, en línea con líneas de investigación ya abiertas en
Europa como la de la antropóloga Lou Charnon-Deutsch.

Todas estas aportaciones sentaron las bases sobre las que repensar el papel de los gitanos
españoles en la historia y sus posibles implicaciones en los procesos de transformación
social, cultural, económica y política para diferentes épocas. Sin embargo, si tuviéramos
que señalar una deuda pendiente sería la de superar el descrédito de los estudios gitanos,
tanto por su segregación dentro del mundo académico como por su rechazo generalizado
entre la vanguardia del activismo político.
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Tradicionalmente, se ha repetido que si los proyectos académicos no prosperan con un
diálogo común, es debido a los gitanos. Pero el punto es que debemos dejar de establecer
un sistema de culpas y asumir que esta vieja tensión entre las ciencias sociales y el
activismo debe ser objeto de crítica. La contradicción dentro de los estudios gitanos debe
ser desentrañada. Por un lado, los proyectos académicos deben asumir la colonialidad de
su razón y, por otro lado, los gitanos no deben despreciar los estudios gitanos por su
origen colonial, el cual es lógico si pensamos en la coyuntura que lo acogió pero
inconcebible desde el punto de vista de la lucha decolonial décadas después. Debe
aprenderse, entre otras, de las experiencias latinoamericanas, donde hay redes, grupos y
seminarios de investigación dedicados al tema con la participación de todas las partes
logrando grandes resultados.

Por todo ello, no puedo terminar este somero enfoque crítico sorbe los estudios gitanos
sin decir que científicos de todo tipo, gitanos y no gitanos, tienen una tarea: enfatizar la
contradicción y generar un nuevo espacio para la producción de conocimiento bajo las
directivas propias de una ética científica que entienda la pluralidad del sujeto gitano y su
condición de subalterno. Así, permitir nuevos estudios que se preocupen por las prácticas,
comportamientos, valores, percepciones y discursos de los miembros de la comunidad
gitana que nos acercan desde otra posición a las eternas preguntas de lo que son y quiénes
son los gitanos, sin enterrar su voz.

Peligros y dilemas en el ejercicio histórico.

En los primeros momentos de la investigación sobre los


gitanos, especialmente desde el atril de la filología, el interés
general se dirigió a estudiar el origen de estos. Aunque
finalmente se aclaró que el origen estaba en la India, hubo un
debate posterior entre esos académicos (generalmente no
gitanos) que hablaron de una salida de ese país en forma de
diáspora e historiadores gitanos, como Ian Hancock o Sarah
Carmona, que estuvieron de acuerdo en el origen indio, pero
señalaron que la población romaní es descendiente de
prisioneros indios de guerra de Mahmud de Ghazni y no de una diáspora voluntariamente
emprendida. La evidencia de este último incluye la presencia de palabras específicamente
militares de origen indio, así como la Banjara, una narración de la leyenda oral Rajputs
que habla de la salida de la India del Himalaya durante las invasiones de Gaznavida.
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La aparición de historiadores gitanos en el escenario de producción académica desde
finales del siglo XX es algo difícil de cuantificar sin una postulación declarada por su
parte. Además, el impacto que tuvo en el propio debate historiográfico también es
complejo de calcular, no sólo por la confrontación que pudo haber tenido lugar en temas
particulares como el origen diásporo o bélico, sino también porque, como se ha defendido
en este breve artículo, la matriz del problema que Hancock sintetiza muy abajo no ha sido
debatida profusamente.

Aquellos de ustedes que conocen mi trabajo saben que he luchado


intensamente contra la actitud de los investigadores payasos que estudian a
nuestra gente y quieren cerrarnos en una cápsula del tiempo para que podamos
ser “verdaderos gitanos”: analfabetos, nómadas y primitivos.2
Lo que el historiador estadounidense señala es que esa razón colonial con la que se
produce el conocimiento y que termina convirtiendo la representación en una fuente
primaria no se utiliza para desarrollar una historia cultural de representaciones, sino para
construir conocimiento a partir de una muestra antropológica no representativa o
sobrerrepresentada. Tal vez, lo que Hancock señala en ese extracto, es la razón por la que
los estudios gitanos todavía ocupan una posición residual en la Academia hoy en día y
cuando encontramos estudios referentes al tema con mayor presencia es de la mano de
organizaciones institucionales pro-gitanas que abordan la cuestión teniendo como foco
los entornos marginales y que generalmente tienen sus recursos de investigación al
servicio de educadores y trabajadores sociales. Algo que yo mismo he podido comprobar
como técnico y mediador social dentro de proyectos y asociaciones en el ámbito español.

Ilustración 3. Memorial a las víctimas gitanas del holocausto o Samudaripen.

2
Hancock, Ian. “Reunificación y el papel de la Unión Internacional Romaní” en Roma, nº 29 (1988), pp.
9-19.

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Además, en los últimos tiempos, se ha añadido un nuevo atributo a la imagen, único e
impuesto a los gitanos en otras esferas, el de víctima. Un peligro igualmente importante
como caer en una construcción estereotipada de la historia es llevar a cabo un ejercicio
histórico basado sólo en la memoria. Porque, como señala la historiadora gitana Sarah
Carmona, existe el riesgo de “crear una identidad basada en la victimización, la memoria
del sufrimiento se teje e impone a la historia. La emoción supera la comprensión. El
sufrimiento se vuelve edificante y predomina sobre los elementos fundamentales que
componen la idiosincrasia”3. Las vidas del pasado se mercantilizan y el monopolio del
sufrimiento se expresa reduciendo a los gitanos a una mera historia de persecución que
oculta la vida cotidiana de las comunidades y la capacidad de entender su papel en la
sociedad.

Ilustración 4. Sarah Carmona, historiadora gitana.

La asunción de esta victimización sitúa a los sujetos en el margen de la historia y crea


arquetipos dentro de la propia investigación, como se ha visto, animando a que “todavía
no hay una historia gitana, sino una de 'la gitana' y la anti-gitana”4. Esto nos impide ver
más allá de lo que queremos decir y lo que se entiende como memoria oficial, ya que está
construido desde “perspectivas gadyìcentristas [que dan] forma a una imagen [que] tuvo
el efecto perverso de ser asimilado por los propios gitanos”5.

3
Carmona, Sarah. “Gitanofobia, estereotipos y negación de la identidad en el ámbito académico” en el Tchachipen,
nº 75 (2012), p. 28.
4
Sierra Alonso, María. “De las imágenes de gitanos a los gitanos reales: una cuestión de derechos”, Estudio
Introductorio en Jean Kommers. ¿Robo de niños o robo de gitanos? Los gitanos en la literatura infantil.
Sevilla: Universidad de Sevilla Editorial, 2016, p. 57.
5
Carmona, Sarah. “Gitanofobia, estereotipos y negación de la identidad en el ámbito académico” en Tchachipen,
nº 75 (2012), p. 27.

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⎯ Documentos visuales:

▪ “Samudaripen (Holocausto)”:
https://www.youtube.com/watch?v=T_TKf5p0fv8&ab_channel=Instituto
deCulturaGitana

▪ “La Prisión General de Gitanos” - Capítulo 5 de la serie Documentales


Mínimos. Desde principios del siglo XIV numerosos grupos de gitanos
llegan desde Europa y el norte África hasta España. En 1499 se redacta la
primera pragmática antigitana, desde entonces y hasta 1978 se sucederán
decenas de leyes y pragmáticas antigitanas, entre ellas la Prisión general
de gitanos o Gran redada de 1749 con la que se pretendió exterminar a
todos los gitanos de España: https://youtu.be/e_TkOS6bXtE

▪ “Memoria gitana” – Documental sobre los gitanos en la Guerra Civil


española:
https://www.youtube.com/watch?v=iW01MIu PU&ab_channel=Tende
nciasGitanas

⎯ Noticias sobre el tema:

▪ “Celaá anuncia que incluirá la historia del pueblo gitano en el currículo


obligatorio en la futura Ley de Educación”:
https://www.europapress.es/sociedad/educacion-00468/noticia-celaa-
anuncia-incluira-historia-pueblo-gitano-curriculo-obligatorio-nueva-ley-
educacion-20190912124205.html

▪ “Se está invisibilizando la historia del pueblo gitano”:


https://www.elindependientedegranada.es/ciudadania/invisibilizando-
historia-pueblo-gitano

⎯ Bibliografía:

▪ Galletti, Patricia. La diferencia colonial gitana: normalización y


resistencia subalterna en España, Argentina, Editorial SB, 2021.

▪ Martín Sánchez, David. Historia del pueblo gitano en España, Madrid,


Catarata, 2018.

▪ Periáñez-Bolaño, Iván. “Huellas del Trauma Colonial Romaní-Gitano en


España (1499–1978). Narrativas de Recuperación y Reparación de un
Pueblo con Historia(-s)”, en Open Library of Humanities, nº 7 (2021).

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