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Canción para aprender las partes del cuerpo

En esta canción, los niños deben señalar en su propio cuerpo, las partes que van
mencionando mientras cantan:

Cabeza, hombro, rodillas y pies.


rodillas y pies.

Cabeza, hombro, rodillas y pies.


rodillas y pies.

Ojos, oídos, boca y nariz,


cabeza, hombro, rodillas y pies,
rodillas y pies

Cabeza, hombro, rodillas y pies,


rodillas y pies.

Ojos, oídos, boca y nariz,


cabeza, hombro, rodillas y pies,
rodillas y pies.

Cabeza, hombro, rodillas y pies,


rodillas y pies.

Cabeza, hombro, rodillas y pies,


rodillas y pies,
ojos, oídos, boca y nariz.

Mi carita

Este poema nos sirve para que los niños aprendan las distintas partes de la cara.

Mi cara redondita
tiene ojos y nariz,
y también una boquita
para cantar y para reír.

Con mis ojos veo todo,


con la nariz hago achís,
con mi boca como como
palomitas de maíz.
LA FAMILA DE DEDITOS

¿Pulgarcito, pulgarcito dónde estás?

¡Aquí estoy!

Gusto en saludarte, gusto en saludarte,

Ya me voy.

¿El que indica el que indica dónde estás?

¡Aquí estoy!

Gusto en saludarte, gusto en saludarte,

Ya me voy.

¿El del medio, el del medio, donde estás?

¡Aquí estoy!

Gusto en saludarte, gusto en saludarte,

Ya me voy.

¿El anular, el anular dónde estás?

¡Aquí estoy!

Gusto en saludarte, gusto en saludarte,

Ya me voy.

¿El meñique, el meñique dónde estás?

¡Aquí estoy!

Gusto en saludarte, gusto en saludarte,

Ya me voy.
SACO MIS MANITAS

Saco mis manitas las pongo a bailar

Las cierro las abro

Las vuelvo a guardar.

Mis deditos gordos ¿Dónde estarán?

¿A dónde habrán ido?

¿En que viajaran?

¡Aquí estamos, aquí estamos!

¿Cómo se saluda?

Dando la mano.

¿Cómo se despide?

Desde el aeroplano…

Plano, plano, plano.

Pongo mis manitas hacia arriba,

Pongo mis manitas hacia abajo,

Pongo mis manitas derechitas

Y las pongo a saludar

Así, así, así, así, así, así.


El elefante

Un elefante se balanceaba

Sobre la tela de una araña,

Como la tela se resistía

Fue a buscar a un camarada.

Dos elefantes se balanceaban

Sobre la tela de una araña,

Como la tela se resistía

Fueron a buscar a un camarada.

Tres elefantes se balanceaban

Sobre la tela de una araña,

Como la tela se resistía

Fueron a buscar a un camarada.

Tres elefantes se balanceaban

Sobre la tela de una araña,

Como la tela se resistía

Fueron a buscar a un camarada.

Cuatro elefantes se balanceaban

Sobre la tela de una araña,

Como la tela se resistía

Fueron a buscar a un camarada.


Cinco elefantes se balanceaban

Sobre la tela de una araña,

Como la tela se resistía

Fueron a buscar a un camarada.

Seis elefantes se balanceaban

Sobre la tela de una araña,

Como la tela se resistía

Fueron a buscar a un camarada.

Siete elefantes se balanceaban

Sobre la tela de una araña,

Como la tela se resistía

Fueron a llamar a un camarada.

Ocho elefantes se balanceaban

Sobre la tela de una araña,

Como la tela se resistía

Fueron a llamar a un camarada.

Nueve elefantes se balanceaban

Sobre la tela de una araña,

Como la tela se resistía

Fueron a llamar a un camarada.

Diez elefantes se balanceaban

Sobre la tela de una araña,

Como la tela se resistía

Fueron a llamar a un camarada.


Pimpón

Pimpón es un muñeco

De trapo y de cartón

Se lava la carita con agua

Y con jabón, jabón, jabón.

Pimpón siempre se peina

Con peine de marfil,

Y aunque da tirones

No llora ni hace así, así, así.

Pimpón dame la mano

Con un fuerte apretón,

Que quiero ser tu amigo

Pimpón, pimpón, pimpón.


1. Sillas musicales

El juego de las sillas musicales ayuda a los niños a resolver, de forma pacífica, una situación
problemática y, que en cierta medida, es injusta, aunque siempre amistosa.

El juego es sencillo de preparar: se colocan sillas puestas en círculo, mirando hacia fuera. La
cantidad de sillas que debe haber debe ser menor a la cantidad de participantes. Por ejemplo, si son
8 los niños quienes juegan, deben haber como máximo 7 sillas.

Se pone a sonar música y, mientras, los niños tienen que dar vueltas alrededor de las sillas. Una vez
la música deja de sonar, todos los niños deben intentar conseguir sentarse.

El niño o niña que se haya quedado sin silla queda descartado y, tras ello, se quita otra silla. Esto se
hace hasta que solo quede una silla y dos participantes. Quien sea el último en lograr tener un sitio,
gana el juego.

Este juego es ideal para enseñarle a los pequeños a cómo encajar la frustración de haber perdido,
que no pasa nada por no haber conseguido ganar y que, a veces, la vida es un poco injusta, pero
no por ello es el fin del mundo.

2. Simón dice…

El juego de Simón dice es ideal para ayudar a los niños a prestar atención y tener en cuenta unas
instrucciones determinadas. El juego es bastante simple, aunque su dificultad va incrementando a
medida que va progresando el juego. Una persona, quien puede ser el maestro o uno de los niños,
ordena hacer un gesto, que puede ser o muy cotidiana o muy alocada.

Pero, cuidado, los niños deben hacer caso a lo que se dice siempre y cuando la instrucción
empiece con "Simón dice…". Si el encargado de ordenar las instrucciones empieza diciendo la
orden sin usar esa muletilla y alguien hace lo que ha dicho, queda descartado.

Por ejemplo, si se dice ‘Simón dice que os toquéis la nariz’, los niños tienen que tocarse la nariz, en
cambio, si la orden es ‘Dad una patada al aire’ y uno de ellos lo hace, ha perdido. Pero no
únicamente hacer algo cuando no se usa la muletilla se penaliza con la desclasificación. También no
prestar atención y no obedecer cuando se ordena un "Simón dice…" implica perder.

Es ideal para trabajar la movilidad, además de que fomenta que los niños estén más callados y
pendientes de quien dirige la actividad, sin querer perderse ni un solo detalle.
3. ¡Rema el bote!

La motricidad es un aspecto crucial que debe ser desarrollado de forma correcta durante la infancia
más temprana. Cuando todavía son muy pequeños, van adquiriendo poco a poco
autoconciencia de sus movimientos.

Aprender a cómo manejar la motricidad es algo muy importante, dado que mediante el movimiento
son capaces de desplazarse y establecer contacto con el mundo que les rodea, además de
incrementar su movilidad, que usarán en los deportes cuando sean mayores.

La actividad consiste en poner por parejas a los niños, mirándose el uno al otro, poniéndose
de rodillas. Es preferible que tengan un cojín debajo para que estén cómodos.

El maestro imita los movimientos de una persona que rema, y los niños que miran en su dirección
deben imitarlo. El otro, quien mira hacia la otra dirección, debe decir todo el rato ‘¡rema el bote, rema
el bote!’. Luego se cambian los roles.

Con esto aprender sincronización, mejoran su movilidad y autocontrol, además de que aprender a
cómo animar a los demás.

4. Escondite

Un clásico pero ideal para hacer que los niños de preescolar se lo pasen requetebién. Se trata de un
juego ideal para la resolución de problemas.

Uno o varios niños se encargan de pillar mientras que el resto tiene que esconderse. El niño a quien
le haya tocado buscar a los demás tiene que contar del uno al diez. En ese tiempo, los niños que se
esconden deben buscar buenos lugares para no ser encontrados. Esto hace trabajar el cerebro
tanto de quien pilla como quien tiene que ser pillado. El que pilla debe hacer el esfuerzo de
pensar a dónde pueden haber ido el resto de sus amiguitos, mientras que los otros niños tienen que
esforzarse para encontrar un buen escondite.

A medida que vayan jugando más veces, su imaginación será cada vez mayor, además de ganar
experiencia escondiéndose y buscando lugares más innovadores, menos previsibles.
5. Juegos con paracaídas

Este tipo de actividades son ideales para aprender a trabajar en equipo. Los niños se colocan
alrededor de un círculo, aguantando el paracaídas o una gran sábana en el centro.

Cuando una pelota, o cualquier otro tipo de objeto lúdico, es colocado en el paracaídas, los niños
tienen que sincronizarse para hacer que el mismo se vaya desplazando por la sábana. Si no se
sincronizan bien, la pelota puede salirse y, entonces, el juego se acaba.

Este juego es ideal para que los niños aprendan a trabajar juntos, a hacer acciones con un objetivo
común y, claro está a pasárselo bien sin pelearse. Aprenden que para tener éxito, es mejor colaborar
en equipo.

6. Palabras encadenadas

Este juego está más orientado a niños de cinco años que a los más jóvenes. Es simple, y
barato. Básicamente los niños tienen que ir diciendo palabras y el siguiente tiene que decir una que
empiece por la sílaba o letra última de la palabra anterior.

Si bien los niños de cinco años es posible que no tengan mucho problema con este juego, dado que
es necesario tener cierta relación con las letras, es mejor usar como criterio la última sílaba.

Por ejemplo: "casa" - "saco" - "comida - "dado"...

7. Leones durmientes

El juego de los leones durmientes es ideal para enseñar a los más pequeños a mantenerse
concentrados aunque haya distracciones.

Los niños deben estar tumbados y pretender hacer como que duermen. Entonces, una persona va
caminando entre ellos, sea niño o adulto. Esta persona, sin tocar a los leones durmientes, debe
intentar convencerlos de que abran los ojos. Así, los niños que se vayan creyendo lo que se les está
diciendo y se despierten perderán, siendo el ganador el último que todavía esté dormido.

Este juego fomenta, por un lado, a que el niño que trate de despertar a los leones a ser
original, imaginando cosas tan sorprendentes que obligue a sus compañeros dormidos a
despertarse.
Por otro lado, los niños que actúan de leones durmientes deben hacer un gran esfuerzo por no abrir
los ojos, por muy brevemente que abran y cierren los mismos.

8. Gallinita ciega

La gallinita ciega es otro clásico entre los juegos para niños de preescolar y, además, muy fácil
de hacer, dado que requiere poco material. Basta con una venda o pañuelo y un espacio lo
suficientemente grande como para que no se tenga ningún accidente.

Uno de los niños tiene que vendarse los ojos con el susodicho pañuelo. Una vez no pueda ver, tiene
que girar sobre sí mismo (preferiblemente con la ayuda de una adulto) para que le cueste más
orientarse después. El pañuelo no se lo puede quitar.

Cuando ya ha parado de dar vueltas, tiene que ir a buscar a sus compañeros mientras estos se
encuentran desperdigados a su alrededor. Los demás niños pueden tocarle y llamarle, pero
siempre deben evitar que no les atrape.

Si el niño con el pañuelo atrapa a un compañero, debe identificarlo con su sentido del tacto. Si lo
consigue, se cambian los roles.

9. Atrapar la pelota

Para este juego se necesitan pelotas, que pueden ser de cualquier tamaño, y que se distribuirán por
el espacio. Los niños están desperdigados.

El maestro deberá gritar ‘¡pelotas!’ y decir de qué tipo, si son grandes o si son pequeñas. Los niños
tendrán que ir a por aquellas del tamaño que se haya ordenado. El niño que no consiga la pelota del
tamaño adecuado, queda eliminado.

El objetivo de esta actividad es trabajar la discriminación visual. Un consejo para hacer esta
actividad es que las pelotas estén bien desperdigadas por el lugar, y que hayan menos que
participantes, así alguno de los niños se quedará sin, y esa es la gracia del juego.
10. Juego del pañuelo

Para este divertido juego se necesitan pañuelos de varios colores. Los niños son divididos en dos
grupos: uno con pañuelos y el otro sin. Los que no tienen pañuelo tendrán que intentar
quitárselo a sus compañeros quienes sí lo tienen. Los que llevan el pañuelo deben tenerlo
colgando y bien visible.

La gracia es que todos los pañuelos hayan sido cogidos por el grupo que no los tiene, y así se acaba
el juego. El niño que tenía pañuelo al principio pero lo ha perdido, queda eliminado.

11. Alguien como yo

Este juego, si bien no es tan clásico, es ideal para facilitar un buen ambiente de compañerismo en el
aula, además de facilitar la integración de los chicos y chicas y conocerse mejor entre ellos.

Para hacer esta actividad es necesario que los niños estén en una habitación lo suficientemente
grande, en donde puedan moverse con libertad. El material necesario serán folios y lápices para
cada niños y niña.

Es ideal para ser utilizada al principio de curso, cuando se acaba de formar el aula y los niños,
quienes hasta hacía poco solo tenían el contacto de sus padres, se sienten muy incómodos al
conocer a nueva gente, aunque sea de su misma edad.

El maestro o dinamizador les pedirá que intenten hacer un dibujo de algo que les guste
mucho, ya sea comida, un lugar, un personaje de dibujos animados… Es importante dejarles un
tiempo para que dibujen todo lo que quieran.

Acto seguido, deben levantarse y comparar los dibujos del resto de sus compañeros, para ver si
alguno ha hecho lo mismo que ellos. Se trata de ver si hay alguno que comparte sus mismos gustos,
e intentar hablar sobre ello.

El adulto deberá estar pendiente de con quienes se juntan los niños, para así, pasada la actividad,
comente lo que ha visto, por ejemplo: ‘He visto que a Jorge y Pablo les gusta Pokémon, ¿cuál os
gusta más?’ o ‘A Ana y María les gusta bailar, ¿nos lo enseñáis?’.
12. Mundo de colores

Este juego es básico para que todo niño y niña aprenda los nombres de los colores. Para ello
necesitamos juguetes, pelotas y otros objetos varios, además de cartulinas, cestas y lápices de
colores.

Se colocan las cartulinas sobre la mesa y los objetos varios desperdigados por la habitación. El
maestro dice ‘¿qué es de color verde?’ y los niños tienen que buscar y pintar el objeto que sea de
ese color y se encuentre en la habitación.

Además, deberán coger el objeto del color en cuestión y ponerlo en una de las cestas que se
encontrarán en la mesa, cada una de las cuales tendrá pegada una cartulina de un color diferente.

13. Haciendo trabajar los cinco sentidos

Los niños de tan temprana edad deben aprender qué son los sentidos, y familiarizarse con cada uno
de ellos y para qué les sirven. Esta actividad es un poco compleja, dado que se necesitará todo
tipo de estímulo que implique activar los cinco sentidos más prototípicos: gusto, tacto, olfato,
vista y oído.

De materiales se puede usar todo tipo de objeto: caramelos de diferentes sabores, frascos de
diferentes olores, velas aromáticas, telas de diferentes colores, cartulinas con diferente rugosidad,
instrumentos varios…

A cada sentido se le asigna una estación, que puede ser una mesa con un cartelito y los objetos
asociados al sentido en cuestión: la estación del gusto, la estación del tacto…

A los niños se les pone vendas y se les hace pasar por cada una de las estaciones, manipulando
todo tipo de estímulo para averiguar qué es y que emoción le evoca. Puede ser una sensación
agradable, como un caramelo, o algo que no les gusta, como un limón.

Para la estación de la vista, queda claro que los ojos no deberán estar vendados. Verán las siluetas
de diferentes objetos y tendrán que indicar qué son, o también pueden asociar un color con una cosa
de la habitación.
14. Aprender los números con bolitas y paletas

Para fomentar las habilidades numéricas de los niños, podemos usar bolitas y paletas, un juego que
les hará contar y adquirirán cierta familiarización con el cálculo. El material para hacer esta actividad
son paletas de madera, plastilina y mesas. En la parte superior de las paletas pondremos un número
del 1 al 10 y se las daremos a los niños.

Los niños tendrán que poner en las paletas la cantidad de bolas que indica el número que en
ellas está escrito. Así aprenderán, de una forma más aplicada, la representación física de cada
valor.

Una vez se hayan familiarizado con la primera decena, se puede intentar hacer con cifras más altas,
pero sin olvidar que todavía son niños de edades comprendidas entre los 3 y 5 años.

15. La búsqueda del tesoro perdido

Este juego es similar al del escondite. Los niños siempre sienten curiosidad por descubrir cosas, y
qué objeto más sorprendente para descubrir que un auténtico tesoro pirata.

El adulto deberá preparar, con rollos de papel higiénico, cajas, fichas de cartulina y objetos varios, el
sarcófago de un tesoro que esconderá por algún lugar del aula o del patio. A lo largo del espacio el
coordinador de la actividad colocará en unas cartulinas las instrucciones (preferiblemente en
forma de dibujos más que por escrito) de donde se encuentra la siguiente cartulina.

Cada cartulina llevará a otra hasta llegar a donde se encuentra el tesoro perdido.

La clave de esto es que los niños aprendan a colaborar juntos, descifrando los jeroglíficos que el
adulto ha dibujado en los papeles, para que, haciendo uso de su inteligencia y poniéndose de
acuerdo en lo que significan, acaben logrando encontrar el tesoro.

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