w w w. pe r i ó d i c o d e l i b ro s .

o r g

Lecturas
c r í t i c a s
Periódico de reseñas bibliográficas. ISSN: 2011-6128. Bogotá, Colombia, noviembre de 2023. No. 18. PVP: $15.000

Joe Sacco, Han Kang, Guillermo Arriaga, Paola Caballero Daza,

Leslie Jamison, Mario Vargas Llosa, Enrique Krauze,
Álvaro Medina Amarís, Brian Evenson, Viviane Forrester
 Director-editor Sumario #18
Carlos Andrés Almeyda Gómez
director@periodicodelibros.org
Gerente propietario 3 Palestine
Joe Sacco
Amador Ovalle Por Cristian Soler
Comité editorial
Ivonnet Tapia Gómez, Duván Carvajal Restrepo,
Cristian Soler, Hollman Lozano García,
5 Blanco
Han Kang
Antonio Arévalo, Shirly Duarte Saenz, Jair Villano Por Lina Huang Peña

Ilustración de carátula:
Juan Perdomo Farfán
Directora de arte
6 El salvaje
Guillermo Arriaga
Mariana Escobar Por Rodrigo Guerrero
Periódico de libros Lecturas Críticas
ISSN 2011-6128
www.periodicodelibros.org
No. 18. 8 La huella de los días
Leslie Jamison
Bogotá, Colombia - noviembre de 2023 Por Andrés Gómez Morales
PVP: $15.000
Criterios editoriales y de selección competen exclusivamente
a PdL. Colaboración solicitada. Los juicios que se emiten
en la presente edición son responsabilidad exclusiva 10
Sol marchito
de sus autores y no comprometen la opinión de Álvaro Medina Amarís
Periódico de Libros Lecturas Críticas. Por Jaime Andrés Rivera
Todos los derechos reservados.
Diseño: dirección única, (571) 319 232 72 07
12
Camas gemelas
Paola Caballero Daza
Por Angélica Hoyos Guzmán
Nuestra carátula

Juan Perdomo Farfán 13 Un bárbaro en París

Mario Vargas Llosa
Por Amador Ovalle
Diseñador gráfico e ilustrador
huilense (Neiva, Colombia). Su
actividad como docente la alter-
na con la de ilustrador editorial 16
Spinoza en el parque México
freelance. Ha logrado exponer Enrique Krauze
en países como Suecia, Argen- Por Jesús Rodríguez
tina y Noruega. En Colombia
ha participado en el Salón de
Ilustración “imagenpalabra”
en dos oportunidades (2016 19
El crimen occidental
y 2019). Se destaca el premio Viviane Forrester
Por Juan Rivera Solano
“Colores latinos”, un libro que
publicó el trabajo de los mejores
ilustradores latinoamericanos,
editado por la Universidad de
Palermo en Argentina en 2017. En 2020, ilustró el cartel conme-
21
La madriguera
morativo de los 20 años de la Fundación Cuatro Gatos de Miami Brian Evenson
que se encarga de la difusión de libros para niños. En 2021 su obra Por Rodrigo Bastidas
fue incluida en el catálogo “Latinoamérica vive en mi”, publicación
que enaltece el trabajo de los mejores ilustradores del continente por
parte de la Universidad de Palermo en Argentina.
 LITERATURA EN LA DIÁSPORA
IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII

Palestina:
la mirada de las víctimas
Cristian Soler

A
finales de 1991 y prin-
cipios de 1992, el ca-
ricaturista y periodista
maltesamericano Joe Sacco
viajó por la frontera de Gaza y
diversas ciudades de Palestina
entrevistando a sus habitantes.
Las fotos, notas, grabaciones
y dibujos que realizó en este
lugar se convirtieron en una
serie de nueve cómics que sa-
lieron entre 1993 y 1995 y que
se compilaron en un libro que
se publicó en 2001. Este libro,
Palestine, sería la piedra angu-
lar del género conocido como
comic journalism, o cómic
periodístico. Joe Sacco, quien
para ese entonces ya se había
hecho un nombre en el mundo
del cómic alternativo por, entre
otras razones, haber ilustrado
varios números de American
Splendor de Harvey Pekar, lle-
gó a Palestina después de reco-
rrer Europa y haber estado en
la Guerra del Golfo. Su interés
en principio era recorrer dife-
rentes lugares, algo que retrató
este libro que la mayor pre-
ocupación de Joe Sacco es la
de representar a las víctimas.
Sacco se enfoca en representar
las vidas de aquellas personas
que tienen que pasar sus días
en campamentos en Gaza o en
territorios ocupados. Al final
de este cómic, mientras Sacco
se encuentra en Tel Aviv con
dos amigas israelíes a las que
les cuenta sus aventuras en Pa-
lestina, ellas le reprochan que
él no ha visto casi el lado israe-
lí. No son pocos los soldados
israelíes que han perdido sus
vidas o las de algún compañe-
ro en confrontaciones bélicas
con Palestina, no son pocas las
familias israelíes que han per-
dido a alguien en un atentado
terrorista. La respuesta de Sac-
co ante esto es que no desco-
noce aquellas pérdidas del lado
israelí, pero que necesitaba ver
el lado palestino ya que esa es
una perspectiva que raramente
se muestra en los medios occi-
dentales. Especialmente para
alguien como él, quien creció y
vivió la mayor parte de su vida
en Estados Unidos, era impor-
tante ver ese lado y mostrarlo
en su país en un medio popu-
lar como lo es el cómic.
Joe Sacco no centra su his-
toria en un solo personaje.
Aunque él se representa a sí
mismo a lo largo de Palestine
y la narrativa sigue su recorri-
do a través de Palestina e Is-
rael, los personajes se suceden
unos a otros. Cuando cada
persona cuenta su historia y
su relación con la ocupación,
Joe Sacco a veces representa
a estas personas en el acto de
narrar su historia, otras ve-
ces representa aquello que se
está narrando en la historia
y otras veces muestra aquello
que pasa por su cabeza o sus
impresiones ante lo que está
escuchando. En su recorri-
do, Joe Sacco visita ciudades
palestinas como Nablus, Ra-
mallah y Jabalia, también va a
cárceles donde se encuentran
Palestine
Joe Sacco
Fantagraphics books
Seattle, 2015
385 páginas
detenidos miles de palestinos
como ANSAR III, además de
visitar los diferentes campos
de refugiados que se encuen-
tran en la Franja de Gaza. Joe
Sacco no solo representa a las
personas que conoce y sus his-
torias, él también representa
parte de sus recorridos entre
las diferentes ciudades y sus
impresiones al caminar por
estos lugares. Es mediante este
acto de representar su propia
inmersión en Palestina,
#18 periódicodelibros LECTURAS CRÍTICAS

en diferentes cómics,
pero los conflictos que sus choques culturales
se estaban desarrollan- y sus dificultades en
do a fines de los años este país, pero también
ochenta y principios de sus encuentros con las
los noventa lo llevaron diferentes personas que
a visitar estos lugares cruzan su camino, que
como reportero. Este Palestine deja de ser un
oficio no le era ajeno ya simple relato periodís-
que estudió periodis- tico al que nos tienen
mo en la Universidad acostumbrados los me-
de Oregon. dios occidentales y se
El filósofo y crítico convierte en un retrato
literario Edward Said del drama humano que
señala en la introduc- nos puede tocar perso-
ción que escribió para nalmente.
3
 IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
Hablando con algunos ha-
bitantes de Nablus, Sacco se
percata que la violencia no solo
está fijada en la memoria y en
las palabras de sus habitantes,
sino que también está inscrita
en sus pieles. Varias personas
tienen en sus brazos, espaldas
y rostros cicatrices o moretones
causados por balas de caucho
disparadas por el ejercito israelí
para dispersar protestas. Aun-
que estas armas son supuesta-
mente no letales dejan secuelas
en la población, la cual en mu-
chos casos no hacía parte de
las protestas que se pretendían
disolver, sino que eran simples
espectadores o transeúntes. En
varias ciudades también se en-
cuentra con que es demasiado
fácil para un adolescente ser
arrestado por el ejército israe-
lí por sospecha y ser puesto
en una celda bajo tortura por
semanas o meses, por lo que
muchos de ellos prefieren no
salir a la calle y abandonar la
escuela. Se encuentra con ma-
dres que perdieron uno o más
de sus hijos después de la pri-
mera intifada, una rebelión pa-
lestina contra la ocupación is-
raelí a fines de la década de los
ochenta, en la que la mayoría
de los combatientes palestinos
estaban armados con piedras y
que el ejército israelí aplacó en
muchos casos disparando a la
población civil.
En este cómic Sacco
presenta una variedad de
aristas de este conflicto, casi
#18 periódicodelibros LECTURAS CRÍTICAS
todas ellas provenientes del
lado palestino. Haber visitado
este país en 1991 incluso le
permite a conocer algunas
4
Joe Sacco no centra su historia en un
solo personaje. Aunque él se representa
a sí mismo a lo largo de Palestine y la
narrativa sigue su recorrido a través
de Palestina e Israel, los personajes se
suceden unos a otros.
personas palestinas que
vivieron en poblados
ubicados en la zona de lo
que hoy es el Estado de Israel
antes de 1948, cuando Israel
se declaró independiente.
Aun así, Sacco reconoce que
su trabajo en Palestina puede
resultar polémico no sólo
por representar el lado que
generalmente se considera
como enemigo en occidente
sino porque su voz y su visión
puede llegar a ser paternalista
o intrusiva para los palestinos.
Cuando visita la franja de
Gaza, Sacco mismo le pide
a su guía que le busque
personas que cumplan con los
diferentes perfiles que tiene
anotados en una lista y luego
se dedica a entrevistar uno
a uno a un ritmo frenético.
Igualmente, relata cómo
visitar un campamento de
refugiados en Gaza es como
realizar un tour gratuito
organizado por las Naciones
Unidas. Su preocupación por
verse como un turista no es
extraña. Fueron varios los
periodistas e intelectuales que
en la década de los noventa
viajaron a zonas de conflicto
en países en vías de desarrollo.
Allí tomaron algunas fotos e
hicieron algunos reportajes
y al rato viajaron de nuevo
a Europa y Estados Unidos
para recibir premios o gozar
de su fama. Una preocupación
similar manifiesta Arturo
Pérez-Reverte en Territorio
Comanche y fue por una
acusación de este tipo que
el fotógrafo Kevin Carter se
suicidó en 1994 luego de haber
ganado el Pulitzer con una foto
sobre las hambrunas en Sudán.
Es esta preocupación por
no ser un turista la que le per-
mite a Joe Sacco representar
un contexto tan complicado
sin hacer una explotación de
la miseria de las víctimas. A lo
largo de su recorrido por Pales-
tina podemos ver la simpatía y
la compasión que Sacco puede
sentir por sus entrevistados,
pero él también reconoce las
barreras que los separan de los
palestinos. Una de ellas es el
idioma, otra de ellas es la reli-
gión (Sacco proviene de Malta,
un país tradicionalmente cató-
lico). Otra de esas barreras son
los choques culturales como
el que siente al ver la cantidad
de mujeres que usan El hiyab.
Conversando con mujeres pa-
lestinas, él descubre que no to-
das las usan por imposición y
que las razones por las que ellas
se decidieron a usarlas pueden
ir desde la religión, pasando
por la costumbre y hasta por la
moda. Hablando con la juven-
tud palestina, también descu-
bre sentimientos encontrados
en ellos hacia Hamas. Algunos
palestinos no solo se sienten
vulnerados por el ejercito israe-
lí, sino también por este grupo
terrorista. Si Sacco representa a
las víctimas, no es simplemen-
te porque esté mostrando el
lado palestino, es también por-
que muestra las vidas de aque-
llas personas que no eligieron
crecer y vivir en la guerra.
Cristian Soler.. Filósofo y litera-
to, B.A., M.A., U.P.J., PhD, des-
empleado.
IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
La fragilidad del yo
en una ciudad fantasmal
E
l blanco como muerte,
luto, desaparición, pero
a su vez como huella,
inscrita en la memoria de los
vivos y en sus ciudades, es el
tema alrededor del cual discu-
rre la obra de Han Kang, que
traza una radiografía de este
color en relación con un evento
sucedido tiempo atrás, cuando
la narradora aún no había na-
cido. Una bebé, su hermana
que nunca fue, nace y muere
a las dos horas, después del
alumbramiento de la madre en
soledad. El transcurrir entre la
vida y la muerte y las facetas de
la vulnerabilidad del existir, así
como de aquello que permane-
ce tras la desaparición, son los
temas en los que orbita la obra.
Entre lo fragmentario, lo
ensayístico filosófico y las lis-
tas, Han Kang se acerca al
color desde la perspectiva de
aquello que es y no es posible
al mismo tiempo, al rozar un
continuo ir y venir entre el
mundo objetivo y emocional
de quien narra desde dos vo-
ces: el yo y el ella; y donde las
cosas no solo se cuentan por su
blancura, sino por su profunda
conexión con el momento de la
fragilidad. Por eso, no es un li-
bro que se deba leer esperando
un final o una certeza definiti-
va de lo que la narradora defi-
ne como Blanco. Es más bien,
una evocación mediante piezas
que no se arman, de lo irresuel-
to, del yo no definido, del yo
que se construye a partir de un
dolor que no le pertenece del
todo, sino que le es contado, el
FORÁNEA
Lina Huang Peña
Han Kang.
de una madre perdiendo una
hija. Es en ese espacio donde la
narradora, nacida tiempo des-
pués, se ve a sí misma reflejada,
al habitar sobre una ausencia.
La huella del dolor se inscribe
en las cosas, en los objetos, en
las palabras y en la mascota
que murió en su infancia, ima-
gen que se instala en ella como
recuerdo primigenio:
El único recuerdo nítido
que tengo es de esa mañana
en que murió: el pelo blan-
co, los ojos negros, el hocico
todavía húmedo…desde ese
día me he convertido en una
persona a la que no le gustan
los perros (p. 22)
El libro es, de esta manera,
un diálogo con el pasado, con
una memoria que no es de la
narradora pero que la atravie-
sa, y produce un transitar entre
dos tiempos del yo: el de un
tiempo no vivido directamente
y, a su vez, el tiempo que la na-
rradora experimenta en Varso-
via, una ciudad entre la niebla
donde se asoma el pasado de
ese nacimiento-muerte, cuya
pregunta se convierte en un
deambular fantasmal entre las
cosas del ahora. Este encuen-
tro de imágenes, nacido en la
incertidumbre de un viaje soli-
tario, en lugar de brindarle un
alejamiento de sí, la regresa al
peso de su interior. El recuerdo
ya no pertenece solo a su ma-
dre, sino que se ha convertido
en parte de sí:
…cuanto mayor es el aisla-
miento, algunos recuerdos se
me hacen inesperadamente
más vívidos, abrumadoramen-
te más pesados, hasta tal pun-
to que ya no me siento en la
ciudad al otro lado del mundo
a la que vine el verano pasado
como si huyera, sino en el cen-
tro de mí misma (p. 25)
Así, más que en clave de sig-
nificado total, para adentrarnos
en el libro podríamos pensar en
variaciones alrededor del blan-
co como crisis, como vulnera-
bilidad y a su vez, como borde
de un acontecimiento a punto
Blanco
Han Kang
Traducción de Sunme Yoon
Editorial Rata_ books
160 páginas
de desarrollarse o de aparecer
en un espacio emocional, tan-
to individual como colectivo.
En el caso de la tragedia indi-
vidual, es el espacio entre ese
acontecimiento de la muerte y
el movimiento emocional de la
narradora. Mientras que, en el
caso colectivo, trae a los fan-
tasmas tanto animados como
inanimados (los edificios des-
truidos) que permanecen a pe-
sar de los nuevos transeúntes y
lugares construidos sobre una
#18 periódicodelibros LECTURAS CRÍTICAS
ciudad que otrora fue distin-
ta. La Varsovia levantada tras
la Segunda Guerra Mundial,
hecha sobre las ruinas de una
antigua, destruida dentro de
aquella que habita ahora, mien-
tras camina en medio de la nie-
bla, y que, dentro del mundo
emocional de la narradora, es
una proyección su yo: “Mien-
tras caminaba por un estrecho
sendero donde las alondras
cantaban con trinos agudos y
los árboles espesos extendían
sus ramas como brazos infini-
tos, caí en la cuenta de que todo
5
 IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
había muerto una vez: los árbo-
les, los pájaros, los caminos, las
calles, las casas, los tranvías y la
gente” (30.) Y así como se pre-
gunta por lo que habría sido su
hermana si estuviera viva, o lo
que ella sería si hubiese tenido
una hermana mayor, se interro-
ga también por la muerte que
habita Varsovia, no con terror,
sino con naturalidad, con fron-
teras inexistentes entre vida y
muerte dentro del fluir del pen-
samiento:
¿Qué harán los fantasmas de
esta ciudad en las madrugadas
de espesa niebla?
¿Saldrán a pasear sin hacer
ruido por la bruma, a la que
esperan conteniendo la respi-
ración?
¿Intercambiarán saludos en
esa lengua materna suya que
no entiendo a través de los
resquicios de esas partículas de
agua que emblanquecen hasta
las voces? ¿O solo asentirán o
negarán con la cabeza sin decir
nada? (p. 27)
La voz de narradora pasa a
ser tercera persona, de tal ma-
nera que se desplaza del yo al
“ella”. El “ella” podría ser la
bebé fallecida que estaría en
Varsovia en lugar de la narrado-
ra y que termina por constituir
El nombre de la bestia
#18 periódicodelibros LECTURAS CRÍTICAS
G
uillermo Arriaga in-
gresa puntualmente al
auditorio. Lo acom-
pañan dos personas de Alfa-
guara, con quienes conversará,
además de un fotógrafo que lle-
va la camiseta de la selección de
fútbol de México y que le hace
varias tomas contra un bastidor
6
LITERATURAS
Lo fragmentario es la mejor manera
de contar, así, los relatos intercalados
girando alrededor de la caída del yo que
tiembla sobre otro yo, con las huellas de
Varsovia como espejo.
un coro con su voz en primera
persona, el de unas mujeres que
son una sola en distintos tiem-
pos. Bajo el título de Ella, nace
el listado de evocaciones alre-
dedor de lo blanco material:
la bata en la que se encontraba
envuelta la bebé que murió, su
rostro blanco como el de un
pastel de arroz con forma de
medialuna, animales blancos,
huesos, un terrón de azúcar, la
sal, la luna, e incluso, juegos de
palabras o expresiones del idio-
ma coreano, como la similitud
de la pronunciación entre Nie-
bla y Perro, o la expresión “Te-
ner una risa blanca” asociada a
una sonrisa triste. Toda cons-
trucción de las imágenes evoca
el irse de las cosas, el frío, y a la
vez, la belleza:
Puede que entonces se dé
cuenta de que todos los árboles
a su alrededor están reviviendo
como poseídos, que despiden
un perfume desconocido que
corta la respiración, que para
volverse más frondosos arden
Rodrigo Guerrero
oscuro. Arriaga, un hombre
alto, sube al auditorio, saluda
con la mano y ocupa una silla.
Hay una salva de aplausos. Me
sigue resultando extraño escu-
char la voz calma y mesurada
suya, ver sus movimientos fi-
nos y casi frágiles, los mismos
que he visto en sus entrevistas
hacia lo alto, hacia el espacio,
hacia la claridad (p. 125).
Por último, la parte final ti-
tulada Todo lo blanco, nace de
la paradoja de la existencia de
una hermana sobre la muerte
de la otra:
Si yo estoy viviendo ahora, tú
no deberías estar viva.
Solo entre la oscuridad y la
luz, solo en ese resquicio azu-
lado nos miramos las caras tú
y yo (p. 133).
A partir de esta pregunta, el
libro continúa intentando res-
ponder, mediante una estruc-
tura de silencios y de fugas, de
evocaciones aparentemente in-
terrumpidas que podrían llevar
al lector a interrogarse sobre lo
que significa el Blanco en su
existencia, desde un significa-
do que continúa en construc-
ción, pero que alude de manera
simbólica, junto a la crisis de la
muerte, a la de un desmoro-
namiento interior: “…cuando
de YouTube, y al mismo tiem-
po relacionar aquel hombre
con el autor de novelas como
El búfalo de la noche o con el
autor para cine, el amante de
la cacería incluso (ha afirmado
varias vces gustar de este "arte"
tan poco querido en estos tiem-
pos de correcciones).
se da cuenta de que no quiere
volver a la terrible soledad de
su maldita casa (...) Cuando se
pone a pensar qué es esto, qué
demonios es esto (...) Cae la
maldita nieve blanca” (p. 56).
Lo fragmentario es la me-
jor manera de contar, así, los
relatos intercalados girando
alrededor de la caída del yo
que tiembla sobre otro yo,
con las huellas de Varsovia
como espejo. Un tránsito que
al final se aboca a una suer-
te de reconciliación terrenal
con dicha ausencia, mediante
el encuentro renovador con
las cosas, donde aquella niña
que no fue empieza a mirar a
través de los ojos de la narra-
dora. De esta manera, el Yo y
el Ella forman ahora un coro
armónico:
Veré algún día un glaciar. Ele-
varás la mirada hacia el bloque
de hielo gigantesco de aristas
angulosas y sombras azuladas,
que por no haber estado nunca
vivo se siente como un ser vivo
aún más sagrado (...) Respiraré
tu último aliento en ese blanco,
en todo lo blanco (p. 153).
Lina Huang Peña es escritora y
periodista. Escribe sobre cultura
y literatura oriental, literatura
infantil, esperiencias de lectura y
otros temas culturales.
Empieza la charla. Afirma
que le parece contradictorio
que vivamos en una sociedad
que en gran medida oculta
y rechaza la muerte como si
fuese algo vergonzoso, contra
natura, y es enfático en asegurar
que uno de sus propósitos al
escribir es echar luz sobre ella:
IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
El salvaje
Guillermo Arriaga
Alfaguara
Bogotá, 2020
696 páginas
describirla, analizarla, vivirla,
sufrirla, entender su manera de
entrar en contacto con los seres
humanos. “La muerte hace
parte de la vida. No se puede
reafirmar la vida sin tener en
cuenta a la muerte”, dice. En
cuanto a la relación que existe
entre sus películas y sus libros,
afirma sonriendo que “tras
grandes películas, hay grandes
guiones”.
Y lo acepta: “En El Salvaje
hay resonancias de 'Amores
Perros', personajes similares
cuyas problemáticas se mueven
por los mismos barrios.
Particularmente, el guion de
esta película y El Salvaje hacen
parte del mismo universo",
más adelante agrega: "Escribir
cine es escribir literatura.
No obstante, en un guion
se ve todo desde fuera, en
perspectiva, mientras que
en una novela se ve todo en
estado de introspección: qué
piensa, cómo y por qué actúa
un personaje, con qué sueña”.
Arriaga ha afirmado en va-
rias entrevistas que esta nove-
la en particular le tomó cinco
años y que, a su vez, fue escrita
en los cinco continentes. En
ciudades como Sídney, Car-
tagena, el D.F., Barcelona,
una rutilancia urbana que ha
definido parte de su narrativa
anterior. Luego, como sucede
en la reciente literatura lati-
noamericana, El Salvaje tam-
bién es hija de aquellas callejas
laberínticas de la noche subur-
Guillermo Arriaga.
bana, la corrosiva piel que cu-
bre nuestras ciudades, aquí la
Unidad Modelo de Ixtapalapa
en Ciudad de México, azoteas
de casas de clase media con
tanques de agua envejecidos en
los solares, entre tendederos y
zaguanes estrechos por los que
se mueve y muere un montón
de anónimos, rehechos en su
culpa o su virtud. Es aquí que
viene a escena la siempre figu-
rante muerte, en forma de pér-
dida, de metamorfosis, la vida
y sufrimientos de un joven que
pierde de repente todo: "A me-
nudo sueño con esa imagen
de mi familia al despertar de
la siesta. Fue la última vez que
los vi juntos. A lo largo de los
siguientes cuatro años todos
estarían muertos. Mi herma-
no, mis padres, mi abuela, los
periquitos, el King".
La crudeza de El Salvaje
es un destello del día a día
en América Latina: neonazis
de ultraderecha, religiosos
intolerantes, fanáticos celo-
sos de la fe católica que usan
a Mateo el evangelista como
estandarte: "El que no está
conmigo, contra mí" (El co-
brador de Rubem Fonseca,
por ejemplo); expendedores
de todo tipo de sustancias;
peleas de perros en las azoteas
de La Modelito de Ciudad
de México; criadores ilegales
de chinchillas, cuya carne y
piel genera altas ganancias;
negocios clandestinos; y, lo
infaltable, policías corruptos
rondando la barriada en las
julias, extorsionando a cada
delincuente. Aparece enton-
ces el relato de la muerte, tan
común en Arriaga:
Memento mori decían los
antiguos romanos. Recuer-
da que morirás. Cualquiera
que haya visto morir a un ser
sabe que la muerte no llega
de manera definitiva y total.
La muerte es una oleada de
pequeñas muertes. No somos
individuos, sino la suma de
células que se agrupan para
dar forma a lo que creemos
es un individuo. La muerte
no es sino la muerte de un
conjunto de múltiples seres
vivos. Los tejidos no fenecen
de golpe, sino que van extin-
guiéndose uno detrás de otro.
No le preocupa narrar la
muerte natural, sino particu-
larmente aquel tipo de muer-
te que deviene de la violencia
contemporánea como sustrato:
Gainisg, divinidad de las tor-
mentas, tú que lloras a los
muertos por venir, ¿por qué
no me advertiste de esta ava-
lancha de muertos que termi-
nó por arrollarme?
Como de costumbre, abun-
dan los amores obsesivos, las
riñas y la propiedad como es-
tandarte del machismo, luego
viene una reflexión, la mujer
como un territorio, esa "terri-
ble sensación de que esa mujer
es tu país y otros llegan a man-
cillarla":
No quise revelarle mis celos.
¿Para qué? Ella no era mía. No
lo sería nunca por más que la
amara. Me cuidaba, me que-
ría, me besaba con dulzura.
Sus orgasmos eran fáciles y
numerosos. Decía que solo yo
se los suscitaba, ninguno de
sus amantes anteriores. Abrir
la baraja de mis celos solo oca-
sionaría que ella partiera antes.
De algún modo, los per-
sonajes lo pierden todo hasta
deambular como fantasmas
difuminados por la culpa: "Y
sí, la muerte irrumpió en mi
vida y la devastó. Pero estuve
resuelto a no permitir que me
remolcara con ella. No, no a
mí. No. Definitivamente no".
Al extremo, suspendididos en
una mascarada maniqueísta,
no se distingue sin embargo el
bien del mal, aunque para ellos
todavía exista un atisbo de leja-
na esperanza apenas dibujada.
El performance de cada
personaje, sus pensamientos,
sensaciones y modo de actuar
se fundamenta científica, mí-
tica, religiosa, legendaria, his-
tórica, geográfica, musical y
hasta literariamente. En ellos
no se deja nada al azar, sobre
ellos descansa todo el vigor
de la novela:
Por ejemplo Freud y su idea
sobre la muerte: "Si hubieses
leído a Freud sabrías que, en
las tribus honorables, cuando
matan a un enemigo, lo reve-
rencian, le prodigan atencio-
nes. Saben que no hacerlo pue-
#18 periódicodelibros LECTURAS CRÍTICAS
de impregnarlos de la pegajosa
baba de la muerte. ¿O tú eres
de los ilusos que creen que
quien mata puede salirse con
la suya? Claro que no. Quien
propaga la muerte queda infec-
to de muerte".
La idea del alma liviana y
del alma pesada en algunas tri-
bus africanas: "Los humanos
contamos con dos almas: una
ligera y una pesada. Cuando
soñamos es el alma ligera que
sale de nuestro cuerpo y deam-
bula por las periferias de la
realidad; cuando nos desmaya-
7
 IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
mos es porque el alma ligera se
ha ausentado de súbito; cuan-
do se marcha y jamás retorna
es cuando enloquecemos".
Los vikingos y su relación
con las vírgenes:
"Se dice que los vikingos no
se casaban con vírgenes. Les
parecía sospechoso que una
mujer no hubiese sido deseada
por otros hombres. Para ellos
la virginidad era defecto, no
virtud. Si en países de Medio
Oriente se apedrea a una mu-
jer por deshonrar a la familia
con la pérdida de la virgini-
dad, entre los vikingos la mu-
jer se deshonraba a sí misma al
no provocar los instintos mas-
culinos. De seguro la virgen
ocultaba vicios intolerables:
mal carácter, aliento nausea-
bundo, falta de gracia, tonte-
ra. Por alguna retorcida causa
su himen se había mantenido
intacto. ¿Quién puede amar a
una mujer que ha sido desde-
ñada por otros?
Confucio y su concepción
sobre la venganza; la leyenda
La huella de los días
E
l título del ensayo tes-
#18 periódicodelibros LECTURAS CRÍTICAS
timonial de Leslie Ja-
mison, traducido en la
editorial Anagrama (2020) por
Rita da Costa, evoca la pelícu-
la de Billy Wilder, “Días sin
Huella”, una adaptación del li-
bro, Lost Weekend del irreden-
to escritor alcohólico Charles
Jackson. A pesar de cambiar el
sentido de The Recovering, que
ubica el original dentro del gé-
nero de la recuperación de las
adicciones; la traducción de da
Costa se ajusta más al relato au-
tobiográfico, tejido entre notas
críticas sobre escritores/as céle-
8
AUTOBRIOGRÁFICA
De algún modo, los personajes lo
pierden todo hasta deambular como
fantasmas difuminados por la culpa:
"Y sí, la muerte irrumpió en mi vida
y la devastó. Pero estuve resuelto a no
permitir que me remolcara con ella".
de Mahasattva, hermano de
Mahabarata y la tigresa que
alimentaba a sus cachorros en
una gruta; Esteban el Grande
y el monasterio de Voronet en
Rumanía; Karl von Clausewitz
y su lucha contra el cólera; tex-
tos imprescindibles como El
arte de la guerra de Sun Tzu;
Richard Burton, John Speke
y el origen del Nilo; las enig-
máticas muertes de Jimi Hen-
drix, Janis Joplin y Jim Morri-
son a los 27 años; la Principia
Mathematica de Isaac New-
ton; William Faulkner y su
preferencia del dolor sobre el
vacío; William Shakespeare y
su eterna duda entre el ser y el
Andrés Gómez Morales
bres por su afición a la bebida.
No en vano, Jamison reivindi-
ca a Jackson porque desmitifi-
ca las iluminaciones etílicas de
la literatura de la postguerra, y
no ser; Juan Rulfo y su eterno
diálogo con los que se han ido,
solo por nombrar algunos.
El Salvaje como especial
experimento literario también
lo es en un sentido espacial: A
más de cinco mil kilómetros
de Ixtapalapa, en el Yukón
canadiense, se da el comple-
mento de la historia de Juan
Guillermo y la pérdida de los
suyos: un hombre se obse-
siona con cazar a un lobo, el
gran líder de una manada. El
nombre de la bestia es Nujua-
qtutuq, palabra que, traducida
del inuktitut, dialecto princi-
pal de los inuit, significa "sal-
vaje". El hombre lo persigue
La huella de los días
La adicción y sus reperscusiones
Leslie Jamison
Anagrama
España, 2020
632 páginas
comparte la inconformidad de
Jackson respecto a la manera
como Wilder encauza al perso-
naje principal del libro, encar-
nado por Roy Milland, como
durante meses por aquellas
tierras indómitas del norte del
planeta hasta que sucede algo
increíble, abriéndole paso a
uno de los personajes más fas-
cinantes de la historia: Colmi-
llo. En El Salvaje, la muerte
encarna libertad y retorno al
hogar, incluso a un estado an-
terior, animal:
Abrí la ventana del auto. Ce-
rré los ojos y dejé que el viento
golpeara mi cara. Experimen-
té una profunda sensación de
libertad. Ya nada había que
me amarrara a la sombría bar-
ca de mis muertos. Los únicos
objetos de mi vida anterior
habían permanecido a salvo
en las maletas que me llevé
a casa de Sergio. El resto se
desvaneció en el fuego. Fue-
go purificador que me rescató
del peso del pasado. Ninguna
cadena ya. Libre.
Rodrigo Guerrero es escritor y
docente. Su más reciente novela,
Los justicieros, se presentó en la
pasada Feria del Libro de Bogotá.
un bebedor redimido al contar
su historia de vida frente a la
máquina de escribir.
Desde que publicó “El an-
zuelo del diablo: sobre la em-
patía y el dolor de los demás”
(2014), ensayo merecedor del
premio Graywolf Press de no
ficción, Jamison integró sus
problemas de consumo a un
plano político y cultural, esca-
pando del solipsismo autocom-
placiente de la narrativa del yo
en un tono claro y crítico, cer-
cano al de Susan Sontag, que
indaga más allá del pronombre
personal posesivo, detrás las
IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
voces colectivas de las mujeres
silenciadas por enfermedades
con dificultad de diagnósti-
co; en la experiencia íntima
de “sangrar entre tiburones”,
expresada sin pudor por Tori
Amos, Kate Bush y Björk; en el
estigma cotidiano de la comu-
nidad de reclusas penitencia-
rias. Si bien, la escritura de “La
huella de los días” mantiene esa
multiplicidad de devenires, va-
liéndose de la primera persona
para ahondar en su proceso de
recuperación del alcoholismo,
evita caer en la auto ficción
edificante como sucede en la
adaptación cinematográfica de
la novela de Jackson.
No es casualidad, por el
tono confesional de ambos
ensayos, que estuviesen pre-
cedidos por la novela finalista
de Los Angeles Times Book Pri-
ze, “El armario de la ginebra”
(2010), compuesta con ele-
mentos autobiográficos bajo
las convenciones de la ficción.
Allí, Jamison, se vale del víncu-
lo de las protagonistas, ambas
afectadas por dos manifestacio-
nes distintas del alcoholismo,
como de un mecanismo para
explorar los vacíos de su cons-
telación familiar, evidente en la
presencia ausente de “la tía” con
la que llegó a identificarse en el
consumo de alcohol. Algo de
ello resuena en el primer libro
de no ficción, cuando contrasta
sus dolencias de mujer blanca
privilegiada con las de otros ca-
sos donde la inequidad estruc-
tural dificulta el tratamiento de
los problemas relacionados con
el dolor, a través de una serie de
artículos variados y unidos por
una línea constante sin unidad
estilística, pero que abre un ca-
nal de empatía sin instrumen-
talizar el drama ajeno.
No obstante, el influjo de la
novela se hace más evidente en
“La huella de los días”, pues el
registro confesional se anuncia
en cada uno de los catorce ca-
pítulos organizados con la es-
tructura de un bildungsroman.
Asombro ("La primera vez
Leslie Jamison. Fotografía: Franck Ferville para The New Yorker.
que la viví—la sensación de
embriaguez—tenía casi trece
años…sencillamente me en-
cantó"), Abandono ("Descu-
brí las ventajas de beber con el
estómago vacío cuando empe-
cé a beber para evitar comer"),
Culpa ("Toda historia de adic-
ción requiere un villano"),
privación ("Resaca tras resaca,
esas mañanas que me desper-
taba en Nicaragua con la boca
pastosa…").
En cada capítulo se narra
no sólo el inicio de una carrera
alcohólica sino el ingreso de la
autora a las grandes ligas de la
creación literaria en el posgra-
do del Taller de Escritores de
Iowa, la ciudad que se hizo le-
gendaria por albergar grandes
luminarias de la literatura con-
temporánea: Denis Johnson,
John Berryman, Raymond
Carver y John Cheever. Tam-
bién por los “bares literarios”
donde, en palabras de Johnson,
"los pobres mortales iban a pa-
rar en la cañada donde beben
los dioses fracasados".
En cada capítulo se narra no sólo el
inicio de una carrera alcohólica sino el
ingreso de la autora a las grandes ligas
de la creación literaria en el posgrado
del Taller de Escritores de Iowa.
Es cierto que la relación de
The Gin Closet con los aparta-
dos testimoniales del ensayo
en cuestión, son más que evi-
dentes en lo que concierne a
la presencia fantasmal de la tía
Phylis, modelo de la protago-
nista de la novela, una bebe-
dora crónica dotada de una
personalidad maniacodepresi-
va similar a la del mencionado
Charles Jackson. Jamison se
vale de estas asociaciones para
exponer el proceso de escritu-
ra creativa en el que se ve a sí
misma con el romanticismo de
quien escribe identificándose
con autodestrucción de la tía
en lugar de hacerlo con la ma-
dre que cumple con éxito las
normas sociales:
Con los años, empecé a iden-
tificarme con Phylis, o con la
forma espectral de su ausencia,
sin ningún motivo racional
para hacerlo salvo el hecho
de que mí tía era a todas luces
alguien que no encajaba en el
mundo en que vivía.
En los intersticios del rela-
to, consciente de que…había
encajado en el mundo en que
vivía, pero intuía que había
una criatura irracional en mi
interior…trae a cuento el rela-
to crudo y desprovisto de tras-
cendencia de Jackson como la
antítesis de quienes hicieron
de la bebida un desencadenan-
te de narrativas luminosas en
reacción a lastres existenciales
(Hemingway), a la decadencia
de valores tradicionales (Faulk-
ner) o al hastío del despilfarro
(Fitzgerald).
A medida que avanza en
la historia de su proceso de
recuperación, Jamison señala
con insistencia e ironía la im-
posibilidad de ensalzar el dra-
ma personal del alcoholismo y
abrir un espacio para el deve-
nir literario, tal y como suce-
de con el personaje creado por
Jackson en The Lost Weekend,
quien pretende escribir su his-
toria sabiendo que se reduce a
un ciclo lamentable y repetiti-
vo de borracheras y resacas por
el centro de Manhattan; a un
hecho que se resiste a la posibi-
lidad de articularse en una voz
narrativa o transfigurar el yo en
un nosotros. Algo logrado de
manera excepcional por Jack
London en John Barleycorn
(1914), donde figura a un bo-
rracho arquetípico, a quien se le
revelan los silogismos de la lógica
blanca y ve la realidad a través
del licor con más lucidez en
contraposición a los borrachos
#18 periódicodelibros LECTURAS CRÍTICAS
de los bajos fondos de cerebros
destrozados que alucinan con
ratones azules y elefantes rosados.
El arquetipo del borracho
atormentado, pero lucido y
brillante, plasmado por Lon-
don inaugura el canon de los
escritores beodos venerados
en los bares literarios de Iowa
que frecuenta Jamison. Ray-
mond Carver, admirador de
John Barleycorn, era parte del
imaginario de los/as estudian-
tes que fantaseaban con encon-
trar alguna anotación, hecha a
golpe de navaja, en las mesas
9
 IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
lavadas en cerveza y whisky,
donde el autor de Vitamins
revisaba páginas de sus deso-
lados relatos, antes de reunirse
al alba con John Cheever cerca
al parqueadero de una tienda
para aprovisionarse de vodka.
Sin embargo, lejos de hacer
una apología al alcoholismo
de Carver y Cheever, Jamison
deconstruye el mito del genio
etílico, al exponer la realidad
de las mujeres escritoras y ar-
tistas que bebían a pesar de sí,
no como un medio de ilumi-
nación trascendente, sino por
padecer una aflicción irreme-
diable como fue el caso de Jean
Rhys o Billie Holliday, quienes
fueron estigmatizadas social-
mente y perseguidas por la ley.
A diferencia de los escrito-
res beodos que la sociedad, la
crítica y la academia aceptan
por valerse del alcohol como
el necesario antídoto de su pro-
pia clarividencia, Rhys aparece
en el ensayo encarnando la
lucidez de quien envuelve en
el lenguaje su propio alcoho-
lismo, pero con el agravante
de cargar con la vergüenza de
"ser una mujer que no cum-
La Colombia fundacional
#18 periódicodelibros LECTURAS CRÍTICAS
E
s usual encontrar en
la actual literatura co-
lombiana, temas que
se repiten ad nauseum: escena-
rios urbanos, libros narrados
desde el yo y temas de coyun-
tura contemporánea. Son po-
cos quienes se lanzan a escribir
sobre la Colombia fundacio-
nal, la que remite a las gue-
rras civiles de finales del siglo
XIX. Uno de estos autores es
el autor barranquillero Álvaro
Medina Amarís (1941), histo-
10
LITERATURA COLOMBIANA
plía con los deberes en el seno
del hogar y la familia". Más
que exhibir el signo distintivo
del genio, escribe Jamison, las
mujeres tienen que ocultar “el
antídoto” de su propio veneno
para no ser juzgadas por la in-
capacidad de cumplir con las
responsabilidades familiares.
Resuena acá la voz de protesta
de Margarite Duras, por saber
en carne propia lo que signi-
ficaba cargar con el peso de
los valores tradicionales como
Rhys: "Cuando una mujer se
emborracha es como si lo hi-
ciera un animal o un niño".
También la condescendencia
de Malcolm Lowry al decir en
la voz del cónsul protagonista
de “Bajo el volcán”: "Puede
que las mujeres supieran algo
sobre las complejidades de la
vida de un borracho, pero su
alcoholismo nunca tendría
trascendencia".
La persecución de la que
fue objeto Billie Holliday por
ser una mujer negra y adicta,
coincide con la cruzada con-
tra las drogas desatada por
La Agencia Federal de Estu-
pefacientes a cargo de Harry
Jaime Andrés Rivera
Sol marchito
Álvaro Medina Amarís
Planeta editorial
Colombia, 2023
554 páginas
Aslinger, quien emprendió
una campaña para relacionar
la paranoia racial con la adic-
ción a la marihuana y cocaína,
justo cuando la Ley Seca cayó
en EE.UU. El argumento de
que estas drogas desataban la
lujuria del hombre negro ha-
cía las mujeres blancas, sirvió
para criminalizar la enferme-
dad de la adicción y acrecentar
la segregación racial. En esas
condiciones, Holiday conjura
el mito del artista torturado
al ser detenida bajo la acusa-
ción moral de ser una “yon-
qui depravada”, a pesar del
despliegue de su talento. Es
cierto que muchos se sintie-
ron cautivados por la luminosa
autodestrucción de la cantante,
sin tener en cuenta los aparta-
dos de su autobiografía, Lady
Sings The Blues (1956), don-
de es evidente el lastre que la
heroína representa para ella y
los intentos infructuosos por
desengancharse. Durante mu-
cho tiempo, confiesa Jamison,
albergó la idea romántica de la
escritora solitaria que bebía en
las noches y se levantaba a tra-
bajar en su novela asumiendo
riador, docente universitario
y curador de arte. Este profe-
sor no es un desconocido en
el campo cultural nacional.
Medina frecuentó al famoso
Grupo de Barranquilla, y fue
amigo de Álvaro Cepeda Sa-
mudio y Alejandro Obregón,
asiduos de La Cueva. Además,
fue finalista del premio Bi-
blioteca Breve de Seix Barral
con la novela Papá Rey (siendo
precisamente García Márquez
jurado de esa edición).
el dolor de las resacas como si
fuera necesario para ejercer su
arte. A lo largo del tejido tes-
timonial del ensayo esa idea
se transfigura en la evidencia
de padecer una necesidad pa-
tológica oculta bajo la ilusión
de la iluminación etílica y de
la figura del escritor alcohólico
como héroe trágico. Al igual
que Charles Jackson niega el
simbolismo metafísico de la
adicción y concluye con que
la narrativa en primera per-
sona del género alcohólico se
reduce a la necesidad de beber,
dejando de lado la multiplici-
dad de voces que atraviesa la
escritura como puede verse en
el registro logrado por Hemin-
gway o Carver. Por otro lado,
muestra que la literatura no re-
dime al alcohólico como el cli-
ché o el testimonio de las vo-
ces anónimas que encuentran
su fortaleza en la recuperación
guiadas por una voluntad co-
lectiva independiente del reco-
nocimiento individual.
Andrés Gómez Morales es escri-
tor y docente. Gestor cultural y
colaborador habitual de PdL.
Pues bien, es este docente
experto en Historia del Arte
quien presenta el libro Sol
marchito, una poderosa nove-
la que gira en torno a las po-
siciones de la Iglesia Católica
y los últimos remanentes de la
Inquisición. La historia em-
pieza en 1876, en los albores
del siglo XIX, y vemos cómo
esa poderosa institución frena
la enseñanza de ciencias, las
matemáticas y las teorías de
Charles Darwin. Este episo-
IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
dio histórico es conocido en
Colombia como la Guerra de
las Escuelas.
El mismo inicio de la no-
vela es impactante. Dice tex-
tualmente en el arranque:
“Ningún ángel te ha llamado
nunca a ser un instrumento
de la cólera divina”. Así, des-
cubrimos muy pronto que la
historia está contada a mane-
ra de monologo exterior, de
un padre a su hijo. El capí-
tulo se denomina “Lacrimo-
sa” y se enmarca en la músi-
ca sacra, es un fragmento de
réquiem que en realidad nos
está narrando las guerras civi-
les colombianas que dejaron
huella en nuestra nación frag-
mentada.
La novela fluye con un
ritmo vertiginoso. A pesar
de ser larga (554 páginas) la
historia fluye gracias a la ar-
tesanía narrativa de Medina
Amarís. Llama la atención la
presencia de personajes que
fueron relevantes en Colom-
bia: los ex presidentes Rafael
Núñez y Aquileo Parra, o los
poetas José Asunción Silva y
Rafael Pombo, entre otros. Y
es que este libro presenta he-
chos históricos narrados con
Álvaro Medina Amarís.
El personaje principal de Sol marchito
es un poeta conservador de alta
alcurnia que frecuenta los pasillos
del poder, y es amigo de la élite
política colombiana.
absoluta fidelidad de lo que
aconteció en la época, pero
los principales son personas
del común que viven en La
Candelaria (barrio tradicio-
nal de Bogotá) y sufren los
estragos de la guerra. El per-
sonaje principal es un poeta
conservador de alta alcurnia
que frecuenta los pasillos del
poder, y es amigo de la élite
política de Colombia. Por
tanto, el autor utiliza este re-
curso para mostrar a todas las
personalidades históricas de
la época, pero dándoles el rol
de personajes secundarios.
Una de las ideas de Sol
marchito que también llama
la atención, es el papel de los
masones en el país. La ma-
sonería, que siempre ha sido
oculta y se encuentra en las
sombras, hace presencia en
el libro utilizando un estilo
joyceano, pues presenta visio-
nes y pasajes oníricos para se-
guir explicando la formación
del Estado-Nación. Es un
juego lúdico en medio de una
tragedia que aporta frescura a
la narración.
Para resumir, esta novela
puede ser leída en clave de en-
sayo: es la gran historia de los
fundamentalismos en Colom-
bia, que inicia en 1876 con
la mencionada Guerra de las
Escuelas, surgida a partir del
establecimiento de la educa-
ción laica. Es un hecho casi
irrefutable que en Colombia
las guerras no se acaban nun-
ca, y esto puede ser una gran
noticia, pues con escritores
de la talla de Álvaro Medina
Amarís para que nos cuenten
estos acontecimientos, enton-
ces podemos evitar el famoso
adagio que dice que quien no
conoce su historia está con-
denado a repetirla. Por favor,
busquen ya Sol marchito no se
pierdan de esa grata experien-
cia lectora.
Jaime Andrés Rivera es escritor
y abogado. Ávido lector y perio-
dista cultural.
#18 periódicodelibros LECTURAS CRÍTICAS
11
 IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
Poética del carrusel
o todo al mismo tiempo
E
n la literatura colom-
biana contemporánea
cada vez son más fuer-
tes las narrativas de historias
sencillas, pero poderosas, que
nos presentan la profundidad
de la naturaleza humana. Es
estimulante encontrarnos con
la historia personajes cotidia-
nos y con pensamientos com-
plejos sobre su propio persona
y elaboraciones también com-
plejas sobre el mundo desde
el lugar localizado en el que
el autor les ubica. Es el caso
de Camas gemelas, una novela
corta de Paola Caballero Daza
publicada por Cajón de sastre
durante el año 2020.
La narrativa de una histo-
ria entre los hermanos Nena
y Negro, sorprende por la
composición plástica del len-
guaje que propone la autora
en cuanto a la experimenta-
ción con los tiempos y por el
tratamiento de temas dolo-
sos desde la mente de un yo
fracturado que vive entre el
pasado y el futuro que narra,
entre lo objetivo y lo subjetivo
#18 periódicodelibros LECTURAS CRÍTICAS
de ese yo. No es una estruc-
tura de vasos comunicantes,
sino que plantea un juego de
espejos, de camas que se mi-
ran de frente para agonizar,
para matarse y dejarse morir,
para acompañarse y dejarse en
soledad, para vivir y existir en
lo inexistente e inexplicable
de los lugares indeterminados
y esta estructura en carrusel
nos plantea también una vi-
sión desarraigada, afectada
del mundo, de la Colombia
contemporánea, delirante y
violenta en sus aparentes len-
12
Angélica Hoyos Guzmán
Paola Caballero Daza
La narrativa de una historia entre los
hermanos Nena y Negro, sorprende por
la composición plástica del lenguaje
que propone la autora en cuanto a la
experimentación con los tiempos y por
el tratamiento de temas dolosos desde
la mente de un yo fracturado.
guajes objetivos pero enuncia-
da en la violencia interna de
los personajes.
La estructura narrativa nos
plantea entonces una relación
entre la forma y el fondo, una
hibridez de lenguajes a modo
de bricolajes audiovisuales que
se entrecruzan con las palabras.
De lugares que se entrecruzan,
de la oralidad y la escritura
entrecruzada, de lo íntimo y
lo colectivo entrecruzado, de
lo genérico, de lo erótico y lo
incestuoso entrecruzado con la
complicidad de dos hermanos,
digamos parientes enamorados
de la muerte.
El lenguaje cinematográfi-
co y musical está presente en
toda la novela, al final además
encontramos una generosa
discografía que va dándole
una dimensión de sentidos
a la narrativa, una ambien-
tación cinematográfica tam-
bién. La imágenes icónicas se
aparecen en la historia que la
narradora desde su yo perso-
nal vuelve recuerdos, entron-
ques, encabalgamientos entre
tiempos y un tiempo histórico
que es muy característico tam-
bién de las narrativas del yo de
la oralidad, un tiempo que se
actualiza al momento del ser
contado y del que no se sabe
exactamente cuál es el presen-
te, la poética del carrusel:
“No es lo que pone, es cómo
lo pone, es reáspero; es el ca-
rrusel, pero el carrusel al rit-
mo del beat, por eso no hay
cortes chambones, la cosa si-
gue y sigue y gira y gira y va
para, para, prapraprá, nunca
para” (p. 71).
En toda película son im-
portantes y significativas las
locaciones. En esta historia de
duelo también lo son, Córdo-
ba y Bogotá como escenarios
que se entrecruzan y geogra-
fías que transfiguran también
identidades y estereotipos,
que van delineando a los per-
sonajes en sus viajes de ida y
vuelta sin dejarlos inscritos
en una sola raíz. El rizoma
de dos culturas, la andina y la
costeña, de las clases sociales,
de la muerte y la vida se des-
pliega entre los intersticios de
una voz narradora que se des-
liza entre paisajes, comidas,
elementos identitarios del Ca-
ribe colombiano y viajes en
bus y en Transmilenio para
evocar el frío de la sabana.
También el cosmopolitismo
que traen las cartas de otro
lado leídas en ese yo narrativo
y que nos presentan el conta-
gio entre dos personas que se
aman, el contagio de la triste-
za y de la risa.
Nana y Negro son dos
amantes, al menos parece así
sugerirlo la novela porque
también son hermanos, que al
estilo Los suicidas del escritor
argentino Antonio Di Benne-
detto crean historias dentro de
la historia principal y recrean
la muerte de ambos. Aunque
también hay una experimen-
tación con el final que no lo
plantearía como abierto o ce-
IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
rrado sino como una imagen
estriada donde el lector puede
acceder a varios puntos de vis-
ta desde un solo yo en este ca-
rrusel, lo cual crea el ambiente
verosímil de la depresión y la
ansiedad, del trastorno mental
y la dislocación en la que nos
sumergimos como lectores al
enfrentar este experimento.
Camas gemelas es una no-
vela para leer con mucha aten-
ción, es una muerte lenta de
la consciencia que se expande
y se multiplica en variadas
dimensiones que no se con-
cluyen. El gran trabajo con la
imagen es lo que estructura la
plasticidad las texturas tempo-
rales de la obra. Ese péndulo
entre el pasado y el futuro que
va dejando pistas de varios
presentes donde todo está su-
cediendo en movimiento con
la mente de la narradora es
también un síntoma de épo-
ca. Lo contemporáneo vuelve
El mandarinato francés
E n fastuosa ceremo-
nia llevada a cabo en
París el 9 de febrero
de 2023, Mario Vargas Llosa
fue admitido en la Academia
Francesa, institución encarga-
da de regular y perfeccionar
el idioma de Víctor Hugo. Se
trataba de un acto histórico:
era la primera vez que la en-
tidad, fundada por Richelieu
en 1635, admitía a un autor en
lengua no francesa. Don Ma-
rio rebosaba de júbilo. Y no
era para menos, la distinción
podría ser, según los entendi-
dos del tema, superior al pre-
mio Nobel. Se confirmaba,
una vez más, el carácter uni-
versal y la autoridad intelec-
NARRATIVAS LATINOAMERICANAS
aquí a mostrarnos, desde la
voz de la narradora, esas bisa-
gras entre lo oscuro y lo lumi-
noso, esa mirada al pasado y
abrir de la consciencia que se
aloja en la exhumación de las
tumbas de nuestros muertos.
En este sentido para mí la
imagen central de esta novela
es justamente la de la exhu-
mación del cadáver a la cual
tiene que ir Nena en vida, en
ese momento transcurre tam-
bién la vida el movimiento del
bebé a quien justamente le
Amador Ovalle
Un bárbaro en París
Mario Vargas Llosa
Alfaguara 2023
281 páginas
tual del prosista peruano. Para
la cultura hispana constituía
una noticia satisfactoria. Tam-
bién era una buena excusa
para editar un libro. Alfaguara
reunió textos que el autor de
Camas gemelas
Paola Caballero Daza
Cajón de sastre
Colombia, 2020
120 páginas
ponen el nombre de Andrés
como memoria a Negro. Se
abre lo inconsciente y el fre-
netismo de un delirio se nos
cruza como parte también
de esos movimientos. Luego
descubrimos el plan y la eje-
cución del mismo a manos de
los gemelos que parecen espo-
sos ancianos que han decidido
dormir en Camas gemelas para
alejarse del tedio de muchos
años viviendo la vida en pa-
reja, han decidido un suicidio
en compañía para soportar
juntos la muerte también en
un gesto trágico romántico
que a lo mejor se alucina, o a
lo mejor ocurre y lo alucinado
es la exhumación.
La Ciudad y los perros había es-
crito sobre la cultura francesa
y armó un volumen.
Estas iniciativas editoriales
suelen ser insípidas, despro-
vistas de alma, pues carecen
de la intencionalidad y la ro-
tundidad del escritor, pero en
este caso funcionó, les resultó
un libro gozoso, hecho para
la fruición intelectual y que
nos acerca a una de las erudi-
ciones cimeras del planeta, la
cultura francesa. A través de
La novela Camas gemelas
juega con el espacio tiempo
para acercarnos más al movi-
miento, al reto de lo que puede
ser escribir novelas hoy, contar
las historias no solo con un
lenguaje mayormente cinema-
tográfico sino despojado y car-
gado de tiempos en la imagen,
así también el yo que duda y
hace dudar lo que cuenta, el
sujeto ya no desencantado de
la modernidad, sino enloque-
cido y delirante, tanático y
absurdamente dislocado por el
transcurrir y el cruce de líneas
imaginarias que no le pertene-
cen y le arraigan, todo en ca-
rrusel, al mismo tiempo.
Angélica Hoyos Guzmán. Escri-
tora, docente de la Universidad
del Magdalena (Santa Marta).
Doctora en literatura latinoame-
ricana, Magíster en Literatura
colombiana y latinoamericana,
Magíster en lingüística española,
Licenciada en lenguas modernas.
estos textos, cualquier mortal
puede tener la ilusión de po-
der tocar el infinito. Nos per-
mite tutear a George Bataille,
a André Malraux, a Jean-Paul
#18 periódicodelibros LECTURAS CRÍTICAS
Sartre y a Albert Camus, entre
otros. Vargas Llosa desmenu-
za las ideas complejas de es-
tos autores, permitiéndonos
no solo su comprensión, sino
su jerarquización, es decir, su
exacta ubicación en el intrin-
cado universo de intelligentsia
mundial.
El ceñudo y denso Batai-
lle es desnudado, pasa de ser
escritor de élites eruditas a
oscuro bibliotecario de ideas
fúnebres. Nos da cuenta del
furor y del sufrimiento con
13
 IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
que escribía, de su agonía por
entender al mundo, la condi-
ción humana, la demarcación
entre animalidad y humanidad,
la explicación del excedente de
energía del globo terráqueo y
muchos otros grandes temas.
La visión panorámica de
la obra de André Malraux es
impecable, un autor impres-
cindible del siglo XX, quien se
ocupó de los eventos determi-
nantes de su tiempo. Lo conci-
be como a un hombre con ex-
ceso de inteligencia, magnífico
escritor de novelas, brillante
orador, hacedor de riquezas,
ministro de estado, director de
cine, ministro de cultura, pe-
riodista, critico de arte y mu-
chas otras actividades ilustres.
Vargas Llosa llovió copio-
samente sobre Camus, algu-
nas veces de forma pedante,
pero el artículo seleccionado
para este volumen correspon-
de a un robusto ensayo, escri-
to en Lima en 1975, en el que,
con gran honestidad, recono-
ce sus errores del pasado e
intenta una relectura madura
y ecuánime. La caricatura de
filósofo del absurdo se desdi-
buja para dar paso a un Camus
pagano, provinciano, fronteri-
zo, natural, que ha sido tritu-
rado por la ciudad. Nacido al
otro lado del mar, en la colo-
nia, en el desierto, es incapaz
de simular las convenciones y
las mentiras sobre las que gira
la vida social de París. Lo re-
conoce como un autor lúcido,
#18 periódicodelibros LECTURAS CRÍTICAS
moderno, pero tocado por
cierto anacronismo; de frases
limpias, estatutarias, algo naif,
que no se permite el humor.
Un solitario que cultiva viejos
valores, como el honor y la
amistad. El mayor reconoci-
miento que hace Vargas Llosa
de Camus, sin embargo, es la
de erigirse en antorcha de una
época oscura, la de la Gue-
rra Fría, en donde reinaba la
confusión y la trastocación de
los valores humanos. En esos
días, los grandes ideales, las
revoluciones y las ideologías,
14
Mario Vargas Llosa.
Vargas Llosa llovió copiosamente sobre
Camus, algunas veces de forma pedante,
pero el artículo seleccionado para este
volumen corresponde a un robusto
ensayo, escrito en Lima en 1975, en el
que, con gran honestidad, reconoce
sus errores del pasado e intenta una
relectura madura y ecuánime.
adquirieron mayor valor que
el simple ser humano de carne
y hueso. Matar por una idea
política era lícito; era tan solo
una probabilidad aritmética.
Pero Camus no se pierde en
este oscuro bosque, para él, el
ser humano está por encima
de cualquier consideración.
Sartre, sin embargo, tal
vez sea la presa más carnuda
de estos textos. Es el manda-
rín, la fulgurante inteligencia
de siempre, el hombre más
inteligente del mundo, el au-
tor que libera al joven arequi-
peño de su mentalidad pro-
vinciana y tercermundista,
para catapultarlo a la moder-
nidad. El adolescente Vargas
Llosa, encandilado por este
potente reflector, trastabilla y
cae en algunos excesos lauda-
torios. Hace generalizaciones
innecesarias y poco realistas,
como la de extender su expe-
riencia a toda la pubescencia
latinoamericana. Imagina que
los jóvenes del continente
únicamente tenían dos op-
ciones, elegir entre la moder-
nidad de Sartre y la literatura
simplona y colorista de Ciro
Alegría o la de José Eustasio
Rivera. Por esta vía, decidió
ignorar fenómenos literarios
latinoamericanos geniales, al-
gunos más que Sartre, como
Borges, Paz, Rulfo o Reyes,
para postrarse ante el espe-
jismo del parisino. Su actitud
hacia Borges es extraña, su
influencia le resultaba ho-
micida, el poder de su obra
aniquilaría cualquier intento
de literatura, lo cual es una
perspectiva al menos curio-
sa, pues la obra del porteño,
vista desde un ángulo más
natural, bien podría ser un
estímulo formidable.
Su afinidad con Sartre ten-
dría que ver con sus personali-
dades, muy parecidas, más que
con la disparidad entre París
y Lima. Ambos son ceñudos,
distanciados de la risa, de la in-
formalidad y que se han toma-
do la literatura demasiado en
serio. Otro elemento que los
unirá será el amor por el en-
sayo, género que permite lucir
su plumaje neuronal, la inteli-
gencia y el pensamiento sofis-
ticado. No obstante su lucidez
ensayística, su atinado encuen-
tro con lo esencial de cualquier
tema, la actitud de Sartre hacia
la ocupación nazi de su ciudad
y de su país, da la impresión de
que estaba ligeramente desen-
focado. Mientras que el resto
de intelectuales luchaba en la
resistencia, él continuaba es-
trenando puestas en escena en
la París ocupada. Su relación
con el estalinismo, el maoísmo
y el castrismo, tampoco hablan
bien de su cordura política.
Pese a todo ello, Sartre fue el
rey intelectual de la Francia de
su época. La conciencia moral
de su mundo. O el mandarín,
como prefiere llamarlo don
Mario, una institución que le
toma por sorpresa: le pare-
ce curiosa. “El mandarinato
es típicamente francés —nos
dice—, un magisterio que se
ejerce más allá de lo que se
tiene y de lo que se sabe”.
El joven Vargas Llosa acep-
ta humildemente el vasallaje y
queda a disposición del jefe.
También acepta los prejuicios
franceses, según los cuales, su
cultura es superior, particu-
larmente comparada con la
hispana. El hechizo se rompe
cuando Sartre abandona las
apariencias y declara, en un
arrebato de sinceridad, sus
prejuicios de escritor parisi-
no. En un reportaje publicado
en Le Monde, en el verano de
1964, aconseja a los escritores
africanos que renuncien a es-
cribir por el momento y se de-
diquen a tareas más urgentes.
Vargas Llosa se siente ultraja-
do, interpreta aquellas palabras
como que escribir es un man-
jar fino, privilegio del primer
mundo, no apto para el paladar
peruano o argelino. Pero lo ca-
lifica de tontería, pasando por
alto el hecho de que se trata de
IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII

un asunto estructural del pen-
samiento galo, los cimientos
de un prejuicio enraizado en la
cultura francesa.
El volumen toma el nom-
bre de una conferencia que el
escritor peruano pronunció
en la Sorbona el 30 de mayo
de 2013, en el que ampliaba
algunas ideas sobre la cultura
francesa, opiniones ya men-
cionadas en su discurso de
aceptación del Premio Nobel
de Literatura de 2010. Pero el
enfoque general tiene un grave
problema de fondo. Es cierto
que la cultura francesa es una
de las más resplandecientes
del planeta, pero para resaltar-
lo no hace falta menospreciar
la cultura hispana. En la obra
se festeja la relación asimétrica
entre Francia e Hispanoaméri-
ca —la primera infinitamente
superior, la segunda infinita-
mente inferior—, visión que
se apuntala con una frase dos
veces citada de Octavio Paz:
«París es la capital cultural de
América Latina».
Vargas Llosa achaca su
afrancesamiento a su ingenui-
dad juvenil. Se recuerda como
un provinciano subdesarrolla-
do, que no tiene ninguna op-
ción en su continente, ni en
ninguna otra parte del planeta,
por lo que se vio obligado a
seguir las luces de lo único que
brillaba en ese momento, Pa-
rís. Esta es una explicación, a
todas luces, poco satisfactoria,
porque las dos premisas son
del planeta, en manos fran-
cesas, hubiesen sido hazañas
prodigiosas, pero como fue-
ron acometidas por españo-
les, las redujeron a crimen
horrendo. Con base en la fa-
laz versión de Bartolomé de
las Casas, Montaigne comen-
zó a elaborar el mito del buen
salvaje y del Edén americano,
destruido por los españoles.
Al mismo tiempo, la Santa
Inquisición, invento francés,
fue convertido en sinónimo
de hispanidad, de atraso cul-
tural e intolerancia religiosa.
Vargas Llosa se autoexo-
tiza —Un bárbaro en París—
para congraciarse con el
exotismo de lo hispano, una
larga tradición cultivada en
Francia. Desde hace siglos,
Francia ha elaborado la ima-
gen de una España exótica, al
margen del canon europeo.
Comparada con la normali-
dad detrás de Los Pirineos,
España es un territorio ex-
traño, infectado de lo árabe,
lo africano y lo americano.
América Latina es, por con-
siguiente, un territorio más
exótico aún, que no ha lo-
grado civilizarse, sino que ha
mantenido su condición de
bárbaro.
Pero más allá de la fanta-
sía francesa, está el mundo
real: el imperio español fue
mucho más luminoso que el
francés. España no dejó un
territorio bárbaro, sino a una
En cambio, lo que dejó el
imperio francés a su paso sí
que se puede catalogar como
bárbaro, pues solo quedaron
los socavones de las minas
en sus colonias. No edifica-
ron en ultramar arquitectura
comparable a la de Buenos
Aires, Cartagena o la de Pue-
bla; no fundaron ninguna
universidad. En algunos ca-
sos, como el de Haití, ni si-
quiera dejaron su idioma, por
lo que a los locales les tocó
inventarse uno nuevo.
Es cierto que América La-
tina no logró transformarse
en territorio de primer mun-
do, como había ocurrido con
Estados Unidos o Australia,
pero mantenía sus institucio-
nes intactas. De tal suerte que
cualquier muchacho de clase
media, a mediados del siglo
XX, en toda la América Lati-
na, tenía a su alcance todas las
posibilidades de convertirse
en escritor, si así lo deseaba.
Y tenía suficientes lumbreras
hispánicas a quien admirar,
más allá de Rómulo Gallegos
o Jorge Icaza, autores que
aparecen en la lista de Vargas
Llosa como representantes de
una literatura simplona.
Se trata de una mirada
prejuiciosa, que puede tener
sus raíces en siglos pretéri-
tos y en sucesos puntuales
como la coronación de Feli-
pe V, evento que puso fin a
la era Habsburgo y dio inicio
a la afrancesada era Borbóni-
ca. El rey Felipito, nacido en
Versalles, reinó España año-
rando Francia y detestando
lo local. Las elites hispanas,
desde entonces, han cultiva-
do un sentimiento de inferio-
ridad frente a lo francés. Tal
vez este reconcomio, inscrito
en el subconsciente, fue el
que motivó a Vargas Llosa a
autoproclamarse bárbaro y a
hacerse acompañar por el rey
Juan Carlos de Borbón en
la ceremonia de ingreso a la
Academia Francesa.
Amador Ovalle es médico neu-
mólogo y escritor. Autor del ensa-
yo Latinofobia (Pdl, 2023).
#18 periódicodelibros LECTURAS CRÍTICAS

falsas. Tal vez su idea de París sociedad organizada y regi-

y, en general, de Francia, res-
ponda a razones más profun-
das, a una antigua y arraigada
tradición de la cultura hispana
de considerar a lo francés por
encima de lo propio.
La leyenda negra tiene
una larga tradición en Fran-
cia, con producción de textos
hispanofóbicos desde una
fecha tan lejana como 1530,
durante los enfrentamientos
entre Carlos I y Enrique II.
El descubrimiento del Nuevo
Mundo y la circunnavegación
da por instituciones serias,
incluyendo universidades e
imprentas. Uno de los testi-
monios de la América Latina
luego de la independencia
fue la de Flora Tristán, uno
de los personajes franceses
admirados por Vargas Llo-
sa, quien se sorprende con la
libertad de las limeñas, muy
por encima del de las pari-
sinas: “fumaban, apostaban
dinero, montaban a caballo y
salían solas a la calle a coque-
tear con los caballeros”.
15
 IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
Una autobiograf ía intelectual
E l historiador Enrique
Krauze, experto en
vidas ajenas, acaba de
publicar su propia biografía.
Sus más de setecientas pági-
nas asustan, pero no se trata
de su vida privada, sino de la
intelectual. Es un recorrido
por las ideas que dieron forma
al siglo XX, de manos de un
testigo de calidad.
Krauze es un judío ídish
de la Europa del Este, que se-
tenta años no le han bastado
para reponerse de ese torbe-
llino llamado México, en don-
de la diáspora lo llevó a nacer.
Estaba destinado a llevar una
vida digna y discreta, pero se
enamoró de la historia del país
azteca, por lo que se hizo his-
toriador y se ganó un lugar
destacado en la intelectualidad
de su país. También adquirió,
aunque con menor fervor, la
ciudadanía latinoamericana.
Los colores y sabores de
México le ganaron al macilen-
to mundo ídish, que se desleía
en lontananza. De estos re-
cuerdos emerge, sin embargo,
la figura de Spinoza, a quien
Krauze convierte en su héroe:
#18 periódicodelibros LECTURAS CRÍTICAS
el judío no judío, el heterodoxo
mayor, el gran ateo, el Pascal
de las sinagogas. Y retoma sus
banderas: creer en la razón to-
16
Jesús Rodríguez
Spinoza en el parque México
Enrique Krauze
Tusquets, 2022
733 páginas.
lerante y la libertad individual;
desconfiar del mesianismo y la
redención. La biografía de Spi-
noza se convertirá en su libro
no escrito, “en algo más que
un vacío, en una sombra iró-
nica y triste”. Pero Krauze no
se arrepiente, por el contrario,
lo ha estado «no escribiendo»
cada día de su vida. Se identi-
fica con la libertad de Spinoza
y se aparta de la liberación, idea
propuesta por ese otro ju-
dío heterodoxo, Carlos Marx.
Desde su punto de vista, son
conceptos cercanos, pero no
convergentes: “Liberación es
la engañosa libertad de los co-
lectivos, que tiene otro nom-
bre: poder”.
Paradójicamente, la médula
de su «biografía intelectual» es
el siglo XX, que para algunos
fue el siglo de Marx. Durante
esta centuria, como nunca an-
tes, los poderes ancestrales se
debilitan y surge una generosa
oferta de alternativas. La lucha
más importante no será contra
el viejo régimen, quien, agota-
do, amenaza con caer, sino la
que se libra entre las diferentes
facciones opositoras, que se
disputan el futuro. La aventu-
ra intelectual de Krauze estará
signada por esta lucha. Es lo
que dará sentido a su vida.
Marx escapa de la tribu ju-
día y se ilumina con una causa
universal, la de los desposeí-
dos del mundo. Y descubre,
mediante “leyes sociales cien-
tíficas” —sus críticos le llama-
rán determinismo histórico—,
que la humanidad está desti-
nada al socialismo y, finalmen-
te, al comunismo. Esta visión
del mundo se convertirá en la
ortodoxia de la izquierda en el
siglo XX. Y que se esparcirá
por el mundo. El fantasma del
comunismo no solo recorre-
rá Europa, sino cada rincón
del planeta. Para sus críticos,
sin embargo, el marxismo se
convertirá en religión, para
Krauze en algo peor: en una
caricatura degradada de la reli-
gión. En una ideología que se
presenta, a un tiempo, como
ciencia y como fe. Su feligresía
adoptará, como suele ocurrir
en las religiones, la certidum-
bre ideológica. Nada conmo-
verá al verdadero creyente, ni
siquiera la masacre de 50 mi-
llones de personas.
Enrique contrae socialismo
en la infancia, por contagio de
sus abuelos. En su juventud se
integra a la ortodoxia marxis-
ta. Estamos hablando de me-
diados del siglo, momento en
que el marxismo ha conquis-
tado la academia y la intelec-
tualidad mundial, y ha con-
vertido a Jean-Paul Sartre en
su figura central. En América
Latina, cuenta con el respaldo
de Neruda, García Márquez,
Cortázar, el Che Guevara,
Marta Harnecker y una larga
lista de intelectuales y acadé-
micos. En México, con Carlos
Fuentes y Carlos Monsiváis.
La nueva religión se ha hecho
dueña absoluta de la verdad, se
ha situado del lado correcto de
la historia y les ha conferido a
sus militantes cierta superiori-
dad moral. En su conjunto, se
ha tornado en un movimiento
mesiánico.
IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
El socialismo real, sin em-
bargo, está plagado de críme-
nes y represión, pero la inte-
lectualidad tardará demasiado
tiempo en admitirlo. La des-
gracia de Trotski se convierte
en su pretexto: si hubiese esta-
do al frente de la Unión Sovié-
tica, “la historia hubiera sido
distinta”. Pero el socialismo
real sigue empeñado en des-
mentir la utopía, bien sea en
la gélida Siberia o en una isla
soleada del Caribe.
A la par de la ortodoxia
marxista ha crecido, de forma
lenta y discreta, la heterodo-
xia. Es un sector de la intelec-
tualidad que está en contra del
fascismo y del decadente mo-
delo capitalista, pero también
cuestiona el relativismo moral
revolucionario, a los regíme-
nes totalitarios de izquierda,
así como la pérdida de las li-
bertades y de los derechos in-
dividuales en nombre de los
grandes ideales de la revolu-
ción. El asunto se convierte
en tema mundial.
La Ciudad de México ha
estado en el centro del aconte-
cer mundial desde los días del
galeón de Manila, sin embargo,
será la poderosa presencia de
Octavio Paz quien hará que
esta discusión adquiriera allí
niveles de alto vuelo. El sexa-
genario autor de El laberinto de
la soledad estaba de regreso, ya
había militado del lado “co-
rrecto” y había elevado sus
plegarias al dios Marx, pero la
lectura de Solzhenitsyn y de
muchas otras fuentes, lo pu-
sieron al tanto de los gulags y
de las purgas soviéticas. Se va
alejando del club de admira-
dores de la Unión Soviética.
También desconfía de la na-
ciente revolución cubana y de
las guerrillas marxistas del con-
tinente.
Da inicio, de esta manera,
en América Latina, la inédita
tarea de criticar a la izquierda
desde la izquierda. La denun-
cia de la doble moral revolu-
cionaria: todo lo de la derecha
Da inicio, de esta manera, en América
Latina, la inédita tarea de criticar
a la izquierda desde la izquierda.
La denuncia de la doble moral
revolucionaria: todo lo de la derecha es
malo, todo lo de la izquierda es bueno,
incluyendo dictaduras y crímenes.
es malo, todo lo de la izquier-
da es bueno, incluyendo dic-
taduras y crímenes. El fin
justificaba los medios. Pero
la izquierda ortodoxa no es-
taba lista para recibir críticas,
no discutió, sino que reaccio-
nó de manera violenta. En
octubre de 1984, quemaron
la efigie de Paz en el Paseo
de la Reforma. La izquierda
heterodoxa estaba en la peor
de las situaciones, le dispa-
raban desde la derecha, que
la asume como enemigo co-
munista, y desde la izquier-
da ortodoxa, que la acusa
de traidora. Sus figuras más
visibles, además de Paz, eran
Camus, Vargas Llosa, Sábato,
Edwards, Cabrera Infante y
unos pocos más.
Krauze pronto cambia de
bando. Como Spinoza, opta
por la herejía, por la heterodo-
xia. Esta mudanza ideológica
será el eje central de su «biogra-
fía intelectual». Y está indiso-
lublemente ligada a la historia
de las revistas Plural y Vuelta,
Enrique Krauze.
a su papel como editor de esta
última y a su relación con Oc-
tavio Paz, el gran jefe. Y a una
serie de personajes olvidados
y geniales, como el historiador
Luis González, que desbarata-
ban la solemnidad de las tesis
marxistas con frases criollas:
«sabemos lo que pensaban de
la Revolución los revoluciona-
rios, pero no lo que pensaban
los “revolucionados”». Pero, a
diferencia de Paz, que nunca
dejaría de ser socialista, Krau-
ze adopta al liberalismo como
forma de entender al mundo.
Un liberalismo con una demo-
cracia limpia, sin adjetivos.
En esta biografía, Krauze
pone de manifiesto la impor-
tancia de las revistas periféri-
cas, de los medios de comuni-
cación alternativos, que están
al margen del sistema y de sus
masivos medios de comuni-
cación. Allí se llevará a cabo
la confrontación ideológica
esencial, entre los revolucio-
narios de hueso colorado y los
disidentes, que tendrá, como
veremos, repercusiones conti-
nentales y aún planetarias. La
revista Siempre!, desde la orto-
doxia marxista, asume la res-
ponsabilidad de denunciar la
matanza de Tlatelolco y la de
enfrentar al sistema de partido
hegemónico de México.
Por otra parte, Paz funda
Plural, con intenciones hete-
rodoxas. Es una revista de-
pendiente del periódico Ex-
celsior, entonces dirigido por
Julio Scherer, perteneciente a
la vieja escuela marxista, pero
prometió absoluta libertad.
Como era predecible, Siempre!
y Plural se enfrentaron. En esta
última se expresó el genio de
Gabriel Zaid, un ingeniero
aterrizado, quien desbarató la
idea abstracta que tenían del
estado tanto priistas como los
revolucionarios opositores. En
su auditoría, demostró el bajo
desempeño del estado, su baja
eficiencia y productividad, así
como su alto costo. Probó que
los entes estatales, bien sean de
izquierda o de derecha, viven,
sobre todo, para sí mismos.
El aporte de Paz, por su par-
te, también fue gigantesco. Se
propuso desenmascarar los crí-
menes de la URSS, ignorados
o relativizados por los revolu-
cionarios ortodoxos. «Polvo de
aquellos lodos», considerado
su ensayo más apasionado, es
su rompimiento definitivo con
la Unión Soviética.
Plural publicó a la disiden-
cia mundial, incluyendo a Ra-
#18 periódicodelibros LECTURAS CRÍTICAS
ymond Aron, Richard Morse
y Jorge Edwards. Y tuvo un
lugar especial para Vargas
Llosa: fue escenario de su
tránsito ideológico y de sus
amores y rompimientos con
Camus y Sartre. Al primero lo
reivindica filosófica y moral-
mente, aunque nunca le con-
cede un sitial honorífico en la
literatura. A Sartre lo baja del
pedestal al que había situado
en su juventud.
El presidente Echeverría
en persona orquestó la salida
17
 IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
de Julio Scherer de Excélsior y
con él, la revista Plural. Sche-
rer fundó Proceso, una revista
de línea dura, y Paz Vuelta, la
continuación disidente de Plu-
ral. Este suceso fue una gran
enseñanza para Krauze: las
revistas culturales deben ser
independientes. Por otra par-
te, el único destino posible
de Octavio Paz era continuar
haciendo una revista: «Aun-
que pueda hacer otras cosas,
la mejor opción del intelectual
es fundar una revista». Vuelta
intentó ser superior a Plural en
todos los sentidos, comenzan-
do por su genuina indepen-
dencia, convirtiéndose en una
pequeña empresa cultural. La
experiencia del siglo XX, des-
de la Alemania nazi, pasando
por la Italia fascista, el comu-
nismo chino y cubano, hasta
la estatización de la cultura en
la Unión Soviética, les había
enseñado que todo proceso
cultural y académico legítimo
debería estar al margen del
estado. Vuelta fue la primera
revista independiente que les
pagaba a los colaboradores, lo
usual era que los escritores se
dieran por bien servidos con
verse publicados.
De alguna manera, Vuelta
se sentía heredera de Sur, la
revista argentina dirigida por
Victoria Ocampo y estaba ci-
mentada en la premisa borgia-
na de que «la única manera de
hacer una revista es que unos
jóvenes amen u odien algo
con pasión. Lo otro es una
#18 periódicodelibros LECTURAS CRÍTICAS
antología». Vuelta no estaba
conformada exactamente por
jóvenes, pero había pasión y
congregó a escritores consa-
grados de todas las vertientes
como al propio Borges, Bioy
Casares, Cortázar, Bianco,
Vargas Llosa, Fuentes, Goyti-
solo, Benet, Gil de Biedma,
Pere Gimferrer, Italo Calvino,
Susan Sontag, John Kenneth
Galbraith, Hans Magnus En-
zensberger, Milán Kundera y
centenares de autores nuevos.
Detrás de la cortina de hie-
rro se aplastaba la cultura, la
18
La biografía cierra con sus opiniones,
documentadas sobre autores judíos
universales como Gershom Scholem,
Walter Benjamin, Kafka, Ernst Toller,
Georg Lukács, Dora Reym, Joseph
Brodsky, Isaiah Berlin y Karl Popper.
tradición católica y las “per-
versiones occidentales” como
el surrealismo, el psicoanáli-
sis, el estructuralismo y hasta
los escritos de Kafka. Muchas
voces disidentes del Este en-
contraron un espacio en Vuel-
ta. Pocas publicaciones de iz-
quierda latinoamericanas y del
mundo en general, se atrevían
a denunciar los crímenes co-
munistas: no se les considera-
ba censurables dado que eran
debido a una causa “buena”.
Esta afirmación es particular-
mente cierta con el régimen
cubano y con las guerrillas la-
tinoamericanas, que cometían
toda suerte de tropelías y ase-
sinatos, con la bendición de
la izquierda. La mente detrás
de esta postura era la de Paz,
quien había estudiado la dupli-
cidad moral desde Trotski, un
personaje al que había admira-
do en su juventud, pero al pro-
fundizar descubrió su relativis-
mo moral: un acto era bueno
si ayudaba a la revolución e in-
moral si la combatía. Se trataba
de un proyecto cultural irreve-
rente, que cuestionaba incluso
a las vacas sagradas. Zaid cri-
ticó con acritud la entusiasta
crónica de García Márquez de
su viaje a Vietnam, en la que
se congraciaba con los altos
dignatarios, pero olvidó visitar
la gente común y sus penurias
comunistas.
El fusilamiento del poeta
salvadoreño Roque Dalton por
parte de sus camaradas, indujo
un profundo análisis de las di-
námicas guerrilleras en Améri-
ca Latina. Con la lucidez que
lo caracterizaba, Zaid mostró
la verdadera naturaleza de es-
tas organizaciones armadas:
son empresas revolucionarias
al servicio de intereses indivi-
duales, generalmente líderes
universitarios. Esta estructu-
ra básica es encubierta por su
autoproclamada superioridad
moral y por causas populares,
pero “toda revolución tiene
un propietario”. El FMLN era
propiedad de Joaquín Villalo-
bos, Dalton solo se interpuso.
Pero Zaid fue un poca más
allá, estudió el extraño entu-
siasmo latinoamericano por el
socialismo y el marxismo, con-
cluyendo que era debido a la
tradición cultural cristiana: la
idea de que la historia va hacia
la salvación. El Paraíso está en
el futuro y entrar a la guerrilla
es hacerlo posible. El episodio
de Dalton recuerda el fusila-
miento de tantos universita-
rios a manos de las guerrillas
colombianas, en particular del
ELN, asunto olvidado. Pero
en los años setenta y ochen-
ta, las guerrillas colombianas
tenían poco peso en la geopo-
lítica suramericana, por lo que
Vuelta se enfocó más en las
dictaduras que prosperaban en
el Cono Sur.
La efigie de Enrique
Krauze no fue quemada en
el Paseo de la Reforma ni
en ningún otro lugar, pero
el autor ha sido vilipendia-
do permanentemente por
la izquierda ortodoxa. Su
amigo Hugo Hiriat escribió
un artículo titulado «Todos
contra Krauze», pero luego
lo cambió por el «Arte de la
dedicatoria», en donde reco-
rría esta sutil forma de ex-
clusión. «Dedico este libro a
toda la humanidad, menos a
Enrique Krauze» es una de
las sarcásticas frases del ar-
tículo.
La biografía cierra con
sus opiniones, documenta-
das y largamente maduradas,
sobre autores judíos univer-
sales como Gershom Scho-
lem, Walter Benjamin, Franz
Kafka, Ernst Toller, Georg
Lukács, Dora Reym, Jose-
ph Brodsky, Isaiah Berlin y
Karl R. Popper. También so-
bre autores no judíos como
Max Weber, George Orwell,
Fiódor Dostoievski, Leszek
Kołakowski. Allí resurge el
asunto judío y los grandes
temas del siglo XX. El anti-
semitismo es una pesada loza
con la que carga el pueblo ju-
dío desde tiempos bíblicos,
por lo que ser judío nunca ha
sido fácil. Muchos miembros
de esta comunidad, como es
compresible, tienden a esca-
par de esta realidad. A Krau-
ze le ofende, por ejemplo, la
incomodidad que sentía Ste-
fan Zweig con todo lo judío.
Tampoco está de acuerdo
con la banalización del ho-
locausto que hace Hannah
Arendt. Considera que se tra-
ta de una teoría instantánea,
producto del ego intelectual
de lucir brillante.
Krauze llamó “mesías
tropical” al candidato An-
drés Manuel López Obrador,
por lo que se ganó un lugar
destacado en la oposición
del gobierno de la llamada
“cuarta transformación”, con
el que ha tenido incontables
desencuentros, pero no hizo
mención del asunto en este
trabajo. Podemos concluir
que esta es la biografía in-
telectual de un personaje de
gran erudición, con quien se
puede estar o no de acuerdo,
pero que se convierte en un
ameno paseo por los nom-
bres y las ideas fundamenta-
les de nuestro tiempo.
Jesús Rodríguez es escritor y pe-
riodista. Es colaborador habitual
de Pdl.
IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
Israel, un Estado ilegal
E
l crimen occidental es un
ensayo clásico sobre
la génesis del conflic-
to de Oriente Próximo, que se
destaca por su enfoque nove-
doso. Fue escrito por Viviane
Forrester (París 1925–2013),
escritora que pasó a la historia
por sus tesis audaces y por su
escritura lúcida. Se le ha des-
crito como ensayista enragée (el
razonamiento alimentado por
la rabia o rage) por su valentía
y compromiso vital. Fue per-
seguida por el antisemitismo
nazi, lo que la llevó a exiliarse
temporalmente en España en
1943. Estuvo de la cima de la
intelectualidad mundial y com-
partió sus grandes interrogan-
tes. “¿Por qué escribimos?”, es
la pregunta que se hizo junto
a Octavio Paz en uno de sus
paseos por las calles de Vene-
cia. Ella respondió por los dos:
“Para morir un poco menos”.
Lo novedoso de su mirada
en torno al drama palestino-
israelí, es que sitúa su origen
en los prejuicios raciales y co-
loniales de las grandes demo-
cracias occidentales. Su análi-
sis del conflicto parte desde
una postura anti sionista, lo
cual no es extraño para una
intelectual de ascendía judía
comprometida con la verdad
y las causas justas. Inicia su
ensayo con la actitud de Oc-
cidente frente al holocausto
judío a manos de los nazis,
a la que califica de elusiva,
mansa y de consentimiento
por omisión. Se trató de una
actitud de complicidad crimi-
nal. Por esta razón, afirma, la
Segunda Guerra Mundial no
fue motivada por la salvación
de los judíos, sino por la per-
petuación de la hegemonía
ENSAYO
Juan Rivera Solano
El crimen occidental
Viviane Forrester
Fondo de Cultura Económica
de Argentina, 2008
200 páginas.
occidental; la guerra no se
libró en contra de la Alema-
nia nazi, sino en contra de la
Alemania expansionista. “La
guerra contra el nazismo no
ha tenido lugar”, sostiene.
La faceta del racismo a la
que se refiere Forrester es al
antisemitismo, cuya concep-
ción moderna surgió a media-
dos del siglo XIX y floreció en
el XX. Los linchamientos mul-
titudinarios de judíos estallaron
en la mayoría de las naciones
europeas, siendo el más cono-
Viviane Forrester, 2007 © BestImage.
cido el pogromo nazi del 9 de
noviembre de 1938, mejor co-
nocido como “la noche de los
cristales rotos”. Este dio inicio
a la Shoá u Holocausto, cuyo
saldo total oscila entre seis y
diez millones de víctimas. Pese
al genocidio, la actitud de Eu-
ropa y la de Estados Unidos
no mejoró, a los refugiados se
les cerraban todas las puertas,
aún después de terminada la
guerra. Algunos barcos nau-
fragaron en alta mar repletos
de judíos, tras ser rechazados
en muchos puertos. Y de aquí
surge la pregunta fundamental:
¿Cuál habría sido la actitud co-
rrecta de estos perseguidos?
Para Forrester no existen
dudas al respecto, el camino
era continuar la lucha por la
democracia y la igualdad en
el seno de las sociedades eu-
ropeas, como se había hecho
desde siempre. Los judíos na-
cidos en Europa eran tan eu-
ropeos como cualquier otro
ciudadano europeo, excepto
por un prejuicio racial, al que
se debía enfrentar y derro-
tar, para hacer mejor a esos
países y a esas sociedades. Se
trataba de una lucha en contra
del racismo en general, y no
solo de la suerte de los judíos;
concernía a la política a esca-
la mundial, del porvenir ético
general y de la legitimidad de
todos los cuerpos. Toda lucha
contra el racismo, es una lucha
por la humanidad. Para ejem-
plificar esta vía, trae a colación
el paradigmático caso Dreyfus,
un capitán francés degradado
y condenado por sospechas y
prejuicios antisemitas.
La revelación del escánda-
lo fue hecha por «J’accuse…!»
(Yo acuso, 1898), un artícu-
lo del célebre escritor Émile
Zola, que desencadenó una
#18 periódicodelibros LECTURAS CRÍTICAS
paciente y larga lucha jurídica
de los judíos en Francia, con-
trovirtiendo la lógica antise-
mita. Finalmente fue liberado
y reivindicado tras varios años
de prisión. A la paciente lucha
jurídica se puede contraponer
la urgencia de los perseguidos,
que requería soluciones inme-
diatas. En este sentido se puede
resaltar el proyecto del barón
Hirsch, un empresario judío-
alemán, que adquirió tierras
en Argentina, en donde alojó
a miles de judíos perseguidos
en Europa. Esta comunidad se
19
 IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII

integró de manera pacífica y
armónica a la sociedad gaucha,
beneficiando a ambas partes.
Pero la tentación del sionismo
estaba latente. La fundación de
un estado es tan embriagante
como la creación de una gue-
rrilla, tiene más que ver con el
ego de los dirigentes, que con
las necesidades reales del pue-
blo que dicen representar.
El viejo antisemitismo eu-
ropeo ha recurrido al crimen,
pero principalmente a la ex-
pulsión. Han sido expulsados
de todas partes, excepto de
Irlanda. Irlanda es el único
país que nunca ha persegui-
do a los judíos, al menos eso
fue lo que oyó decir el señor
Deasy, uno de los personajes
de Ulises. “Porque nunca los
dejó entrar”, explicó, solem-
ne. Europa se negó a recibir
a los judíos expulsados de Ru-
sia, de la Alemania nazi y de
otras naciones. Los Estados
Unidos también impusieron
la inicua política de los cupos,
aun después de terminada la
guerra. En la lógica de esta
visión colonialista europea,
la única solución al antisemi-
tismo era la expulsión de los
judíos de Europa y reasentar-
los en algún lugar del Tercer
Mundo. Las grandes naciones
estaban dispuestas a recono-
cer un estado judío, pero lejos
de sus fronteras, con lo que
subsanaban un crimen a tra-
vés de terceros. Lo más sim-
ple para las naciones domi-
#18 periódicodelibros LECTURAS CRÍTICAS
Por esta vía, Israel se convirtió en
lo que odiaba: “Escandalosamente
escandalosa, la comparación fue
y es muchas veces osada en el otro
sentido, entre Israel y
la Alemania nazi”.
y compartía la idea de que
los judíos eran, en verdad, un
lastre para las excelsas socie-
dades europeas. Aceptaba de
buena gana la misión de libe-
rar a Europa de la “suciedad”
judía y reasentarla muy lejos
de sus fronteras. El sionismo
era la peor respuesta al antise-
mitismo, pero prendió y tomó
fuerza en las mentes menos
informadas, en las dispuestas
a tomar atajos y reivindicacio-
nes tangibles, de corto plazo.
Por ello es comprensible que
surgiera de una mente como la
de Theodor Herzl, fatua e in-
madura, carente de rigurosidad
científica o filosófica, motiva-
da solo por el ego. El estado
de Israel lo ha deificado, pero
la ensayista francesa lo presen-
ta en su real dimensión: jurista
vienés, judío asimilado, hostil
a las tradiciones judías. Nunca
Dualidad
Yo misma no lo sé, pero vencida,
rendí a su orgullo mi virtud pagana,
y fui por un momento cortesana,
en el sarcasmo de mi propia vida.
Con beso ausente refresqué su herida,
combatió políticamente al an-
tisemitismo, por el contrario,
lo aceptó como un hecho es-
tablecido e ineluctable. Simpa-
tizaba con Édouard Drumont,
el enemigo más notorio y más
virulento de los judíos: “Una
buena parte de mi libertad con-
ceptual se la debo a Drumont”
afirmó en cierta ocasión.
Al pensar en el futuro esta-
do judío, Herzl fantaseaba con
codearse con príncipes y zares,
y su visión de una nación judía
era de cuento de hadas, lujosa
y refinada. “También nosotros
tendremos bailes esplendoro-
sos, hombres en trajes de gala,
mujeres a la última moda […]
Todos nuestros funcionarios
deben ir de uniforme, estar
elegantes, marciales, pero no
ridículos. Los grandes sacer-
dotes llevarán vestidos impre-
sionantes. Nuestra caballería,
pantalones amarillos y túnicas
blancas. Los oficiales, corazas
plateadas”. Su modelo de go-
bierno, la aristocracia. Herzl
concede razón al antisemitis-
mo al admitir que los judíos
son un “cuerpo extraño” en
las sociedades europeas; no
enfrenta al racismo, solo lo
esquiva, le sigue su juego, por
tanto, lo consagra. Por estas ra-
zones, sus soluciones parecen
proceder del mismo antisemi-
tismo: conversión en masa al
catolicismo y el exilio. La idea
de patria se amalgama con la
de refugio, le sirve de pretexto,
pero al mismo tiempo es una
idea atractiva para los grandes
países, a los que promete qui-
tar de encima a los indeseables
judíos.
Pese a todos estos incon-
venientes, decidieron crear
un estado, con lo que com-
placían al racismo europeo.
Perseguidos por toda la geo-
grafía mundial y durante
buena parte de la Historia,
los judíos se convirtieron en
los grandes perseguidos de la
humanidad, por lo que se es-
peraba que construyeran un
reino de la cordialidad, de la
hermandad, de la democra-
cia. No obstante, erigieron
un estado “judío”, lo cual
no solo se riñe con las reglas
simples de la democracia,
sino que no se compadecía
de las otras nacionalidades
habitantes de ese suelo, en
especial con los árabes. Pero

nantes era otorgar unas tierras la suma de varios errores no

pobladas por menospreciados absorta en él me le fingí lejana, conducen a la virtud, sino a
a otros menospreciados. Que su voluntad despedacé liviana un error más grande.
se arreglen entre ellos. Y si se y su pasión hallome arrepentida.
La creación del estado de
pelean, qué importa. Se con- Israel estaba por convertirse en
sideraron varias posibilidades, Fue un instante no más. Placer no hubo.
Pero su boca entre mi boca tuvo el mayor crimen de occidente,
como si se tratara de un juego: dado que se construyó en un
amor y angustia, languidez y olvido.
Argentina, Canadá, Uganda, territorio ajeno, habitado por
Mesopotamia, Anatolia, Chi- personas que lo consideraban
Sobre el cansancio me tendí cobarde
pre, Trípoli y, sin preferencia y fui para su anhelo aquella tarde su patria: lo había habitado de
alguna, Palestina. tan grande y cruel como jamás lo he sido. forma ininterrumpida durante
El racismo europeo encon- los últimos quince siglos. El
tró un interlocutor en el sionis- discurso sionista los cegó, evi-
mo, ideología de cierto sector Laura Victoria, Soatá, Boyacá, 1904. tando enterarse de que Palesti-
de los judíos, que admitía los Ciudad de México, 2004. na era una tierra ajena, por lo
prejuicios raciales europeos que todo lo que construyeran
20
IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
FICCIÓN

allí sería ilegal. También les evi-
tó enterarse de que lo que es-
taban comprando era un con-
flicto sin fin, pues todo pueblo
sobre la tierra está dispuesto a
luchar por su patria hasta las
últimas consecuencias.
Los líderes sionistas sabían
lo que estaban haciendo. El
dirigente sionista Menahem
Ussishkin lo expresaba sin em-
pacho: “Los otros habitantes
deben ser trasladados a otra
parte […] Nosotros hemos de
conquistar el territorio porque
el ideal que perseguimos es
más grande y más noble que
la simple salvaguarda de unos
cientos de miles de fellahs ára-
bes”. El asunto, señor Ussish-
kin, es que esos fellahs, por muy
insignificantes y atrasados que
fuesen, y por muy noble que
fuese la causa sionista, eran los
dueños de esa nación. Tal vez
no era una nación en el sentido
moderno occidental, pero era
su nación, su patria.
Por esta vía, Israel se con-
virtió en lo que odiaba: “Es-
candalosamente escandalosa,
la comparación fue y es mu-
chas veces osada en el otro
sentido, entre Israel y la Ale-
mania nazi”. Los judíos se han
reconciliado con los alemanes
y con Europa, el continente
que los expulsó, pero no han
logrado reconciliarse con los
árabes, que nunca los expul-
saron de ninguna parte, ni
nunca los habían considerado
inferiores. Forrester considera
ilegal al estado judío, pero no
por ello carente de derecho a
existir: “La legitimidad o no
de su política no tiene nada
que ver con la inviolabilidad
de su existencia”. El estado
de Israel es ilegal, no obstan-
te tiene 75 años de existencia,
por lo que sería otro crimen
tratar de destruirlo. Sin em-
bargo, como estado moder-
no, como sociedad moderna,
debe abrazar la causa humana,
por tanto, la causa árabe. Pese
al horror del crimen, cierra el
ensayo con esperanzas. No
espera un final idílico, pero
sí la convivencia de dos es-
tados, dos naciones jóvenes,
vibrantes, ninguna de las dos
hastiadas, las dos vencedoras
y vencidas, las dos enérgicas,
ambas enamoradas de una
misma tierra.
Juan Rivera Solano es docente y
editor. Experto en temas políticos
y de actualidad.

El corrosivo refugio del mundo

interior: la madriguera del yo
Rodrigo Bastidas

E n enero del año La madriguera siguiendo una dinámica de

1955, Philip K. Dick Brian Evenson Schrödinger, hacía que el
publicó en Star Science Favila editorial afuera fuera un posible terror
fiction stories, su cuento “Foster, Bogotá, 2022 latente que solo se conocería si
You’re dead”, en el cual un 105 páginas se abría la puerta, la situación
niño sin refugio anti nuclear exterior se conoce saliendo
le pide infructuosamente a (y, posiblemente, aunque no
sus vecinos que no lo dejen seguramente, muriendo). La
espacio literario narrable; la persona del refugio estaba, al
#18 periódicodelibros LECTURAS CRÍTICAS

morir en medio de la calle.

El 29 de septiembre de 1961,
se lanzó al aire el episodio
68 de Twilight zone llamado
“El refugio”; en ese episodio,
una familia se enfrenta a la
decisión de dejar entrar o no
a sus vecinos a su refugio anti
radiación luego de que ha sido
anunciada la posible caída de
una bomba nuclear. En 1964,
José Emilio Pacheco escribe
“Shelter” un cuento en el
que el protagonista observa
en su mente una tierra post-
nuclear, desolada, y en donde
el refugio se convierte en
un espacio de corte sagrado.
Estos no son los únicos
textos en los que los refugios
apocalípticos son el centro
del relato; entre la década
del cincuenta y el sesenta,
con la paranoia de la Guerra
Fría y el miedo atómico, el
refugio se convirtió en un
diegetización del lugar hizo
que fuera un locus communis
que tenía algo que otros
espacios literarios no: la
problematización de un afuera
de terror indeterminado. Ya
no se trataba de un afuera
de terror reconocible o de
un lugar totalmente extraño,
el afuera del refugio era uno
que mantenía la tensión
del unheimlich freudiano: lo
familiar convertido en un
no-familiar siniestro. A esto
se sumaba una narrativa que,
mismo tiempo, viva y muerta.
Como todo espacio narra-
tivo, el refugio se fue actua-
lizando, abriendo y constru-
yendo en sus posibilidades
simbólicas. Desde la década
del noventa dejó a un lado el
temor atómico y los espacios
cerrados del espacio exterior
para convertirse en un lugar
de preguntas por lo social o
por el concepto mismo del
afuera como ideal de llegada;
sin embargo, siempre mantu-
vo una construcción narrativa
21
 IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII

que retomaba la historia pro- espacio de carencia y ruina–, ción, ¿de quién?: no solo de marcas se explotan al despla-
vo una construcción
totípica de la indetermina- narrati- lugar material:
cambia radicalmente un cuando
espacio un Sin
sujetoembargo, este inicio
que no recuerda su novela, hace de
zar el centro queun aparezcan
personaje
va que
ción. retomaba
Pero, como ocurrela historia
con definido
leemos con
que, bajounla adentro
capa de esase- que va construyéndose
pasado o su presente, sino de de las preguntas sobre
humano a uno que está el descu-
bus-
prototípica de la indetermi-
todos los locus communis, en un guro, aunque
primera oxidado
historia, y viejo,
la madrigue- manera que
alguien lineal, siguiendo
tiene dudas por las brimiento de la libertad,
cando sus rasgos de humani- del
nación. Pero,
momento aparececomo un ocurre
autor, y un afuera mortal, contami-
ra del título realmente apunta acciones de una historia
la configuración misma de su y un libre albedrío, de la
dad. A medio camino en su identidad
con todos los locus
un texto o una propuesta quecommunis, alnado y devastado.
cuerpo que habita el Elprota-
libro protagonista que
individualidad. Y esvanesta hacia
aper- ybúsqueda
la autopercepción frente al
de supervivencia,
en un momento
remueve la narrativa aparece un
anterior inicia con una serie de
gonista. El “yo” narrador des- ele- tura la que hace que ellarefugio
adelante, buscando forma otro. Porque, finalmente,
aparece la idea de la repro- he-
autor,
para un textoy orenovar
resignificar una pro-
las mentos cuando
aparece que hacen fácilmente
descubrimos deconvierta
se sobrevivirenen un unnuevo espacio
topos mos estado
ducción, de leyendo
no sucumbir la narra-
a la
puesta que remueve
posibilidades diegéticas. Esela narra- identificable el espacio post de carencia y ruina,
narrativo claustrofóbico y la- cambia ción,
extinción, de cumplir solo
¿de quién?: no de
la tarea
que hemos escuchado la voz
tiva anterior
autor, en el caso para
delresignificar
refugio es apocalíptico; en un giro cer- radicalmente
beríntico, donde cuando leemos
las capas de un sujeto
de la que no recuerda
continuidad. Como un su
de un narrador que comparte
y renovar las posibilidades
innegablemente Brian Even- cano a la película Moon (2009) que, bajo la capa de
narración se superponen para esa pri- pasado
organismo o suviral,
presente, sino re-
X quiere de
una materialidad y un pasa-
diegéticas. Ese autor, en el de Duncan Jones, hay una mera historia,
crear una narraciónla madriguera
críptica alguien que tiene dudas
producirse sin saber bien la por
son, y lo hace en su novela do común con sus predece-
caso del refugio es innegable- máquina defectuosa que res- del título realmente apunta al la configuración
razón que lo obligamisma de su
a encon-
corta La madriguera (2016). sores, los cuales aparecen de pero con una dirección clara.
mente Brian Evenson, y lo ponde las preguntas y contro- cuerpo que habita el protago- individualidad. Y es esta
trar material para duplicarse aper-
manera latente en su mente y La Eltemporalidad
En en
hace estasunovela,
novela Evenson
corta La la el lugar; por otro lado, hay nista. “yo” narradorclásica desa- tura la quepor
o pensar hacequé
quequiere
el refugioha-
crea explícitamente cuando el pro-
madriguera (2016).que se narra
una historia un personaje llamado “X” a de los textos
parece cuando de refugios
descubrimos que se convierta en un nuevo
cerlo. Su función biológica topos
lo
como un juego de superpo- tagonista
quien le duerme
falla la o se desco-y
memoria, que hemosLa
anteceden madriguera,
escuchado tie-
la voz narrativo claustrofóbico y la-
En esta novela, Evenson necta del descubriendo
mundo consciente. impulsa sin deseo, solo con
siciones narrativas en don- que va lenta- ne una marca bien
de un narrador que comparte definida, beríntico, donde las capas de
crea una historia que se narra un deber sin sentido.
de la indeterminación sigue El nuevo rumbo que
mente su identidad a partirtoma la sea
una en el presentey (es
materialidad un decir,
pasa- narración se superponen para
como un juego de superpo- El una
futuro se cancela cuan-
apareciendo como dinámica, novela, hace que aparezcan
de pistas desperdigadas por qué hacer para sobrevivir
do común con sus predece- en crear narración críptica
siciones narrativas en don- do Elcon monitor (la máquina
pero lo hace desde un lugar las preguntas
el espacio sobre
y por el descu-
el encuentro ese momento crítico)
sores, los cuales aparecen de o en el pero una dirección clara.
de la indeterminación sigue dañada que controla todo)
diferente. “La madriguera” brimiento
con Horak, deunla humano
libertad, quedel futuro
manera(cómo
latente lograr
en su mentemante-y
apareciendo como dinámica, La temporalidad clásica
inicialmente responde a un libre albedrío, de la identidad
se encontraba en estado de nerse
explícitamente cuando que
con vida hasta el pro-la le comunica a X que no hay
pero lo hace desde un lugar de los textos de refugios que
lugar material: un espacio de- ycriogenia.
la autopercepción frente al indeterminación
tagonista duerme del o se afuera
desco- posibilidades de salir y so-
diferente. “La madriguera” anteceden La madriguera, tie-
finido con un adentro segu- otro. Porque, finalmente, he- otorgue
necta delunmundo
ancla que fije). Sin
consciente. brevivir, que no hay material
inicialmente responde a un ne una marca bien definida,
ro, aunque oxidado y viejo, y mos estado leyendo la narra- embargo, en esta que
El nuevo rumbo novelatoma esas
la ni forma de seguir: que el
un afuera mortal, con- porvenir se ha cerra-
taminado y devasta- do sobre sí mismo. El
do. El libro inicia con tiempo deja de correr:
una serie de elementos Auvers-sur-oise no hay futuro posible,
que hacen fácilmente y el presente que solo
identificable el espa- Nadie te va a abrir la puerta. Sigue golpeando. tiene la función de la
cio post apocalíptico; Insiste. reproducción futu-
en un giro cercano a Al otro lado se oye música. No. Es la campanilla del ra, pierde el sentido;
la película Moon (2009) teléfono. ya solo queda camino
de Duncan Jones, hay Te equivocas. por recorrer hacia el
una máquina defec- Es un ruido de máquinas, un jadeo eléctrico, chirridos, pasado. Y es así como
tuosa que responde las latigazos. vamos construyendo
preguntas y controla No. Es música. hacia el pasado de X,
el lugar; por otro lado, No. Alguien llora muy despacio. y conocemos las histo-
hay un personaje lla- No. Es un alarido agudo, una enorme, altísima lengua que rias de sus antepasados:
mado “X” a quien le lame el cielo pálido y vacío.
Wollem, Vigus/Vagus,
falla la memoria, y que No. Es un incendio.
Unnr/Uttr. Pero no se
va descubriendo lenta- trata de una analepsis
Todas las riquezas, todas las miserias, todos los hombres,
CRÍTICAS

mente su identidad a
LECTURASCRÍTICAS

todas las cosas desaparecen en esa melodía ardiente. que explica el apoca-
partir de pistas desper- lipsis y presente de la
T ú estás solo, al otro lado.
digadas por el espacio narración; contrario a
periódicodelibros LECTURAS

No te quieren dejar entrar.

y por el encuentro con Busca, rebusca, trepa, chilla. Es inútil. lo que hacen autores
Horak, un humano Sé el gusanito transparente, enroscado, insignificante. que habían usado esta
que se encontraba en
#18 periódicodelibros

Con tus ojillos mortales dale la vuelta a la manzana, mide misma herramienta
estado de criogenia. con tu vientre turbio y caliente su inexpugnable narrativa, como Mi-
Sin embargo, este redondez. chel Houellebecq con
inicio que va constru- Tú, gusanito, gusaboca, gusaoído, dueño de la muerte y La posibilidad de una isla
yéndose de manera li- de la vida. (2005), Evenson confi-
neal y siguiendo las ac- No puedes entrar. gura ese pasado como
ciones de una historia y Dicen. esquirlas de herencia
de un protagonista que que se expresan en un
#18

van hacia adelante –en Blanca Varela, Lima, Perú, 1926. presente fragmenta-
procura de una forma Lima, 2009. do. No son recuerdos
de sobrevivir en un sólidos y lógicos, en
22
22
IIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII
este caso los predecesores de
X son glitches que aparecen
para dar una mirada sobre el
mundo roto; son astillas de
espejos rotos que, al mismo
tiempo, contienen parte de la
historia y la deforman.
Deja de importar el afuera
del espacio que divide vida/
muerte, desinfección/conta-
minación; como una capa de
matriushkas, la primera ma-
driguera solo es un espacio
que contiene una madriguera
dentro de sí: el cuerpo de X
habitado por una legión. Así,
ya el afuera no se presenta
como el espacio contamina-
do de la muerte, sino como
el afuera de mí, como la exis-
tencia de la posible otredad.
Pero, de nuevo, no todo es
tan fácil; la otredad como un
absoluto no existe, porque
cada uno de estos nuevos
personajes se contamina en-
tre sí, se hibridiza, se mixtu-
ra. La gran novedad de esta
madriguera del yo, es su vir-
tual inexistencia. Al perder
su materialidad e internarse
en las configuraciones de la
identidad individual, los re-
fugios pierden las paredes
y por lo tanto la diferencia
entre el afuera y el adentro
no existe. Siguiendo la pers-
pectiva de lo contaminado y
de lo viral, en el movimien-
to hacia ese pasado-presente
en el que hablan los antepa-
sados de X, las dicotomías
Brian Evenson.
El futuro se cancela cuando
El monitor (la máquina dañada
que controla todo) le comunica a X
que no hay posibilidades de salir
y sobrevivir, que no hay material
ni forma de seguir: que el porvenir
se ha cerrado sobre sí mismo.
jerarquizadas han dejado de
existir. Con esa nueva vida,
se regresa entonces a un pre-
sente que ya no es funcional
para un futuro desgarrado,
sino como una acción pura
que existe por sí misma; una
vida que es funcional por
ser vida y no regirse por los
parámetros lineales que di-
ferencian los conceptos de
“humano” y “persona”. Al
final, en medio de esa pérdi-
da de sentidos y cambio de
los conceptos, pareciera que
la vida que pierde la función
vital se convierte en un ser
para la muerte, con lo cual se
cierra el sentido precisamen-
te en su forma inversa.
Brian Evenson ha logrado
con esta novela corta, al igual
que lo hizo con su novela Last
days (2010), transformar los
géneros y los espacios de la
imaginación al acelerarlos en
un gesto de deformación bi-
zarra que los vuelve diferen-
tes. Desde los años cincuenta
y sesenta, el refugio como
locus communis, se planteaba
como un lugar límite para
poner a prueba los conceptos
éticos y morales del indivi-
duo, y las ilógicas dinámi-
cas sociales en momentos de
caos y encierro. Sin embargo,
la propuesta de Evenson va
mucho más lejos: él retoma
los elementos distintivos de
la ciencia ficción clásica y los
ubica en otro espacio, en uno
donde el encierro se resignifi-
ca al interior de la identidad,
uno donde el terror es la eli-
minación del futuro, uno en
donde el espejo deforman-
te del pasado aparece para
mostrarnos nuestro lado más
monstruoso y nostálgico. La
madriguera es un relato sobre
nosotros mismos y nuestra
forma de encontrar la identi-
dad y la construcción del yo;
es un estadio del espejo avan-
zado y ahumano en el que
podemos ver que, en medio
de la soledad, siempre apare-
cen simultánemante nuestras
visiones más esperanzadoras
y más perversas; una historia
de ciencia ficción y terror del
mundo interior que nos lleva
a los límites profundos a los
que puede llegar una imagi-
nación laberíntica.
Rodrigo Bastidas (Pasto, 1979).
PhD en Literatura, editor gene-
ral de Ediciones Vestigio. Autor
de Cuerpos luminares y de otras
dimensiones y compilador de la
antología de ciencia ficción lati-
noamericana El tercer mundo des-
pués del sol.
#18 periódicodelibros LECTURAS CRÍTICAS
23