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Campus Santo Domingo Oeste

Facultad de Ciencias Jurídicas y Económicas


Escuela de Derecho
Trabajo de Grado para optar por el título de Licenciado en Derecho

Tema
“ANALISIS DE LA LEY 285-04 SOBRE CONTROL MIGRATORIO
Y SU REGLAMENTO 631-11, RESPECTO AL AUMENTO DE
MIGRANTES VENEZOLANOS. DISTRITO NACIONAL,
REPUBLICA DOMINICANA, PERIODO 2022”

Sustentantes
ANDREA CRUZ ULLOA
GUILLERMO GARCIA GARCIA
JOSE ANDRES MARTINEZ AGRAMONTE

Asesores
Metodológico:
Lic. Clara Luz Báez Gómez
Contenido:
Los conceptos
expuestos en el
presente trabajo son
de exclusiva
responsabilidad de los
sustentantes.

Santo Domingo Oeste


República Dominicana
Abril 2023
Campus Santo Domingo Oeste
Facultad de Ciencias Jurídicas y Económicas
Escuela de Derecho
Trabajo de Grado para optar por el título de Licenciado en Derecho

Tema
“ANALISIS DE LA LEY 285-04 SOBRE CONTROL MIGRATORIO
Y SU REGLAMENTO 631-11, RESPECTO AL AUMENTO DE
MIGRANTES VENEZOLANOS. DISTRITO NACIONAL,
REPUBLICA DOMINICANA, PERIODO 2022”

Sustentantes
ANDREA CRUZ ULLOA SD-18-20197

GUILLERMO GARCIA GARCIA SD-18-20279

JOSE ANDRES MARTINEZ AGRAMNOTE SD-19-10104

Asesores
Metodológico:
Lic. Clara Luz Báez Gómez
Contenido:

Santo Domingo Oeste


República Dominicana
Abril 2023
“ANALISIS DE LA LEY 285-04 SOBRE CONTROL
MIGRATORIO Y SU REGLAMENTO 631-11,
RESPECTO AL AUMENTO DE MIGRANTES
VENEZOLANOS. DISTRITO NACIONAL,
REPUBLICA DOMINICANA, PERIODO 2022”
INDICE

CAPITULO II................................................................................................5
MARCO TEORICO CONCEPTUAL...........................................................5
2.1. Conceptualización de la migración.........................................................6
2.2. Causas de la migración entre países......................................................11
2.2.1. Globalización y migración..............................................................15
2.2.2. Mujer y migración..........................................................................21
2.2.3. Migración calificada.......................................................................29
2.3. Base legal para la migración en la República Dominicana...................35
2.3.1. Migración y Código de Trabajo......................................................41
2.4. Contexto histórico de la migración entre República Dominicana y la
República Boliviana de Venezuela..............................................................44
2.5. Impacto del proceso migratorio de los venezolanos en el Distrito
Nacional de la República Dominicana.........................................................47
BIBLIOGRAFIA.........................................................................................51
ANEXOS.....................................................................................................54
Anexo 1 – Carta con la aprobación del tema de investigación.................55
Anexo 2 – Instrumento utilizado para la recolección de datos.................55
CAPITULO II
MARCO TEORICO CONCEPTUAL
2.1. Conceptualización de la migración.

La migración es un fenómeno que ha existido desde los inicios de la


humanidad, en donde el hombre, tanto solo como en comunidad, decide
trasladarse de un lugar a otro como forma de supervivencia. De acuerdo
con Castillo y Reguant (2017) la migración es un fenómeno consustancial a
la humanidad que ha transformado civilizaciones, ha redefinido fronteras,
ha contribuido con avances tecnológicos que acarrean beneficios y
desarrollo a los individuos.

Se ha comprobado que, a pesar de tratarse de un fenómeno individual y


voluntario, la movilidad de grupos humanos representa un proceso de
cambio intenso en el que la búsqueda de la mejora genera una pérdida
importante que debe procesarse a nivel emocional. En palabras de
Achotegui “Emigrar se está convirtiendo hoy para millones de
personas en un proceso que posee unos niveles de estrés tan intensos que
llegan a superar la capacidad de adaptación de los seres humanos”.

Cuando se habla de migraciones internacionales, es inevitable entrar en un


espacio complejo, lleno de distintas vías que pretenden conseguir una
definición y explicación concreta sobre los procesos migratorios y sus
aspectos vitales debido a que no existe una teoría general de las
migraciones, ni un modelo único para investigar dicho fenómeno, ni una
metodología adecuada que abarque toda la complejidad del mismo. Al
contrario, al acercarse al estudio del fenómeno migratorio, lo primero que
se observa es la existencia de una gran pluralidad teórica, de
diferentes enfoques que abordan las migraciones desde marcos teóricos
y perspectivas diferentes, y que resultan hasta contrapuestos.
Si se compara con otros fenómenos demográficos, en el campo de las
migraciones se puede constatar todavía una relativa escasez de producción
teórica y metodológica, así como de elaboraciones de síntesis, más notable
aún en la historiografía. Los historiadores, demógrafos y otros
investigadores se han centrado más en los estudios de los hechos
migratorios que en las teorías.

Fernández (2013) explica que las migraciones internacionales son


fenómenos sociales multidimensionales, tan poliédricos y multifacéticos,
tan diversos en su composición, tan volátiles en sus dinámicas, tan
complejos en sus causas y efectos en origen y destino, que han terminado
por despertar el interés de diversos especialistas, de diversas disciplinas y
de distintas corrientes de interpretación teórica.

Castles (2010) afirma que no hay fórmula que dé un resultado exacto, sigue
siendo difícil encontrar un concepto único para los estudios migratorios. No
se dispone de un marco conceptual común que dibuje un escenario
homogéneo para la formulación de preguntas de investigación que
encuentren la totalidad de la explicación de por qué se movilizan las
personas, por qué se desarrolla de una u otra manera el proceso que va
implícito en la movilidad humana, y sus respectivas consecuencias.

Es importante resaltar que a los migrantes, con su anhelo de volver al país


de origen, los acompañará frecuentemente el mito del retorno, sobre todo
en la primera fase de su estancia en el exterior (Varona & Daolio, 1995).
De esta manera Castillo (1997) plantea que “a menor distancia recorrida
con la migración, mayor frecuencia en los casos de retorno; a mayor
duración de la estancia de los emigrantes en el lugar de destino, menor
probabilidad de re- torno; y la alteración del equilibrio económico entre los
lugares de origen y destino afecta al volumen de la migración de retorno.

De acuerdo con Arango (1985), las migraciones son desplazamientos o


cambios de residencia a cierta distancia, que debe ser significativa y con
carácter relativamente permanente o con cierta voluntad de permanencia.
Grinberg y Grinberg, citado por Jorge L. Tizón García et al., incluyendo los
elementos anotados por Arango da la siguiente definición: La migración
que da lugar a la calificación de las personas como emigrantes o
inmigrantes, es aquella en la cual el traslado se realiza de un país a
otro, o de una región a otra la suficientemente distinta y distante, por
un tiempo suficientemente prolongado como para que implique vivir en
otro país, y desarrollar en él las actividades de la vida cotidiana.

Las definiciones anteriores contemplan los elementos típicos del hecho


migratorio, siempre y cuando en la migración se tengan en cuenta los
aspectos psicológicos y psicosociales que se hallan recogidos en lo
relacionado con lo suficientemente distinta y distante (la región de llegada
respecto de la departida), un tiempo lo suficientemente prolongado y en el
desarrollo de las actividades de la vida cotidiana en el nuevo lugar.
Además, implica una consideración no sólo de las realidades externas al
individuo (geográficas, sociales, culturales, políticas, entre otras), sino
también de su realidad interna, que interactúa con aquellas.

Para Hernández R. (2019), el término migración engloba una gran


diversidad de movimientos y situaciones que afectan a personas de
cualquier condición y origen social, diferenciando entre emigración cuando
se habla del movimiento de salida de personas de un territorio a otro, e
inmigración cuando se habla de la entrada de personas a un territorio
procedentes de otro. En este sentido, la migración se puede clasificar
además atendiendo a una serie de criterios como el espacio, la duración, el
lugar, la motivación, las causas, así como el contexto legal. Es importante
tener en cuenta que algunos países emplean criterios diferentes para definir
los tipos de migraciones, y esto a su vez, constituye un reto en materia de
comparabilidad de información entre países.

En el ámbito de las políticas sociales, la migración representa un desafío


trascendental, principalmente para los países receptores, ya que pone
presión en elementos esenciales de derechos humanos tales como la
educación, la salud, la protección social, entre otros. La República
Dominicana, aun siendo una economía en vías de desarrollo, es un país
tanto emisor como receptor de inmigrantes, lo que lo diferencia de otros
países de la región del Caribe.

Actualmente, la migración internacional juega además un papel importante


en la dinamización económica, atenuando los cambios demográficos al
relocalizar la mano de obra desde países con altas tasas de crecimiento
poblacional hacia otros con tasas bajas de natalidad, como Europa,
Australia y Norteamérica. Según evaluaciones recientes, para el año 2015,
el aporte económico de los migrantes se estima en 9.4 % del PIB mundial.
A su vez, los migrantes no solo colaboran al desarrollo de las economías de
destino al suplir mano de obra a sectores como servicios, construcción y
agricultura, sino que también mantienen un flujo de entrada de capital
financiero en forma de remesas para sus países de origen, el cual se estimó
en unos USD 629 000 millones para el año 2018 (Hernández R., 2019).

Por último, cabe señalar a Gil Araújo (2005), quien plantea que si bien los
movimientos de población han sido una constante en la historia de la
humanidad, es a partir del siglo XVI, en el marco de dos procesos
históricos fundamentales, como son la constitución de la economía
capitalista y el orden jerárquico de los Estados-nación como forma de
organización política predominante, cuando adquieren características
peculiares.

La paulatina mundialización de la economía instauró las bases para unas


migraciones que alcanzaron dimensiones sin precedentes, al tiempo que “la
construcción social de un nuevo sistema político, que comenzó a organizar
las identidades en función de un estatuto de ciudadanía ligado al de
nacionalidad, creó el concepto moderno de ‘extranjero’”.

Aunque estos dos procesos son de gran relevancia a la hora de analizar los
movimientos migratorios, no deben ser entendidos como determinantes
mecánicos de los mismos. Por el contrario, el capitalismo no supone
solamente una lógica económica de conflicto entre clases, sino también un
sistema de jerarquización cultural, racial, espacial y de géneros. Todas estas
relaciones de poder están inscritas en las migraciones internacionales y
principalmente en las migraciones Sur-Norte.

Las trayectorias migratorias se entretejen con las historias de encuentros y


desencuentros entre las sociedades de origen y destino. “La aparición de los
flujos migratorios regulares de mano de obra, con dimensiones estables y
destino conocido, requiere la penetración previa de las instituciones de la
nación-Estado más poderosas en las de los países emisores más débiles”.

Así se explica por qué en algunos países con crecimiento demográfico,


pobreza y estancamiento económico se emigra y en otros no. Esto no quiere
decir que la pobreza, la inestabilidad económica o la sobrepoblación no
sean factores que potencien la emigración, pero es importante aclarar que
no son los únicos. En muchas ocasiones estas condiciones ya existían antes
de que comenzaran las migraciones; en otros casos, aun registrándose las
mismas condiciones la emigración no adquiere un carácter masivo.

2.2. Causas de la migración entre países.

Para Gil Araújo (2005) Los mecanismos de conexión entre países de


emigración e inmigración son múltiples, pero existen algunos
predominantes: los lazos coloniales y neocoloniales; los vínculos
económicos (inversiones, comercio, turismo), reforzados con la
internacionalización de la producción, y las redes migratorias, hiladas por
los propios inmigrantes a partir de estas dinámicas pero que con el tiempo
adquieren una lógica propia. La ayuda exterior, las intervenciones
militares, políticas y económicas, e incluso la política interior (como la
subvención a productos nacionales que dejan fuera de juego a las
economías de los países dependientes) construyen, aun sin pretenderlo,
puentes que favorecen las migraciones

Entre todas las aristas incluidas en el estudio de las migraciones, se debe


poner énfasis tanto en la conducta del individuo como en el entorno del
cual es parte. El núcleo del que depende o la motivación principal por la
que se origina la movilidad humana podría resumirse en una premisa:
“mejorar la vida presente” (Malgesini, 2012).

De acuerdo al mismo autor, existen diversas teorías que, abordando


distintas perspectivas, intentan dar explicación sobre los motivos del
fenómeno migratorio. Entre ellas se encuentra la teoría de E. G.
Ravenstein, la cual constituye la primera y mejor formulación del modelo
explicativo de los llamados “pull and push factors” (factores de
atracción y de expulsión), para referirse a las fuerzas que se generan en los
focos de destino y en los de origen de las migraciones respectivamente.

Este modelo establece la existencia de factores de atracción y expulsión


basados en criterios económicos y en las disparidades en el grado de
desarrollo económico entre diferentes áreas, disparidades que se miden,
fundamentalmente, a través de los salarios. De acuerdo a esta teoría, la
combinación de ambos factores es la que determina la decisión de
emigrar.

En ese orden, Ravenstein plantea que las migraciones forman parte y


expresan un proceso de desarrollo económico, social y cultural. Basado en
esta idea desarrolló 12 principios relativos a las características y causas de
los movimientos migratorios, que en el siglo XIX obtuvo a partir del
estudio de la emigración en Inglaterra y Gales, utilizando el censo de 1881,
y los cuales son utilizados como referencia para cualquier otra teoría dada
la vigencia y validez de los mismos. Estos principios se pueden resumir de
la siguiente manera, de acuerdo con Castillo (2017) y el portal de Glosario
Servidor (2016):

1. La mayor parte de los emigrantes se desplaza a lugares cercanos,


debido a que tienen la esperanza de permanecer cerca de su entorno
natural.
2. La emigración se realiza escalonadamente. La mayoría de las
personas primero van con la intensión de explorar, y luego que ven
3. La emigración a gran distancia se hace a grandes centros. Es decir
que los migrantes que se desplazan a distancias largas generalmente
van con preferencia a uno de los grandes centros del comercio o de la
industria.
4. Toda corriente migratoria origina una contracorriente.
5. Emigran más los habitantes del campo que los que la ciudad.
6. A distancias cortas emigran más las mujeres y a distancias largas
más los hombres.
7. La mayoría de los emigrantes son adultos.
8. Las familias cuando emigran van a lugares cercanos.
9. La intensidad de los movimientos aumenta con el desarrollo de las
actividades comerciales e industriales y con el de los transportes.
10.Las grandes ciudades crecen más por inmigración que por
crecimiento vegetativo.
11.Las migraciones se dan sobre todo del medio rural a los grandes
centros comerciales e industriales.
12.Las principales causas de los movimientos migratorios son las
disparidades económicas y el móvil económico predomina entre los
motivos de las migraciones.

Aunque estos son de fines del siglo XIX, y pretendían explicar los
desplazamientos humanos masivos de europeos hacia el Nuevo Mundo
(Australia, Estados Unidos, Canadá, Argentina, Venezuela, entre otros), los
llamados factores de expulsión no son otra cosa que las razones que
empujaban a los individuos a dejar sus lugares de origen, en ese caso la
crisis y la situación económica negativa que imperaba en el sur de Europa,
lo cual sólo garantizaba pobreza y escasas posibilidades de vivir
dignamente.
OPINION

Puedo ver que actualmente, el fenómeno migratorio ha contribuido en mejorar la


calidad de vida de muchas personas tanto en el país de origen como en el de destino,
no obstante, no todos los movimientos se producen en circunstancias favorables. En
los últimos años, se ha registrado un aumento de las migraciones y desplazamientos
provocados por conflictos, persecuciones, situaciones de degradación y cambio
climático, además de la falta de oportunidades y seguridad humana.

De esta manera la migración como cuestión de orden público, nunca antes había
ocupado una posición tan prominente. Cada vez más gobiernos y políticos, así como
gran parte de la opinión pública de todo el mundo, consideran a este proceso
demográfico como asunto político preponderante, debido a la importancia que reviste
para el desarrollo y la prosperidad económica de los países. En el mismo orden, la
Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, afirma que
las políticas públicas en el campo migratorio han tomado auge en los últimos años,
bien sea con el diseño de programas o instrumentos orientados a revertir la intención
de emigración o a controlar el flujo de inmigrantes, por lo que ha estado presente en
las agendas públicas de muchos gobernantes.

Bajo estas consideraciones, el presente artículo hace una reflexión teórica sobre el
fenómeno migratorio, destacando los factores que lo motivan, las consecuencias que
lo generan y algunos lineamientos de política que demanda este proceso, con la
intención de contar con teoría sistematizada de esta variable de estudio, que cada día
toma mayor relevancia dado los acontecimientos que viven muchos países.

2.2.1. Globalización y migración.

De acuerdo con Martínez Pizarro (2006), en una publicación dirigida por la


CEPAL, el concepto de globalización ha permitido describir y comprender
parte importante de la complejidad del mundo actual, y las múltiples
contradicciones y tensiones que encierra lo tornan ineludible para entender
los diversos procesos por los que éste ha transitado.

Ya desde muy temprano los estudios describieron a la migración


internacional como causa y, a la vez, consecuencia de la globalización. Esta
relación conlleva complejas tensiones, que se derivan de la oposición entre
las fuerzas e intereses de los múltiples actores en juego. Sin embargo,
también se vincula a crecientes consensos en torno a temas específicos, que
han podido construirse a partir del diálogo y la cooperación entre los
Estados, los organismos internacionales y la sociedad civil.

Los distintos aspectos de las dimensiones económicas, sociales, políticas y


culturales asociadas a los movimientos migratorios, ponen de relieve la
multiplicidad de significados de este fenómeno. Por ende, su tratamiento
impone profundos desafíos, que no han impedido el logro de avances
significativos en el diseño de una agenda de gobernabilidad para una
migración ordenada, segura y protectora de los derechos de las personas.
Con todo, cada una de estas dimensiones implica también importantes
dificultades para tales logros.

Los estrechos vínculos entre la globalización y la migración quedan en


evidencia cuando las dimensiones involucradas se examinan a la luz de los
procesos de desarrollo a escala mundial:

a) Dimensión económica. La creciente demanda por mano de obra para


el fomento de la competitividad y el impulso de la economía, por un
lado, y la oferta de trabajo suministrada por personas provenientes de
economías menos desarrolladas o en condiciones de mayor pobreza,
por otro, parecieran ser dos partes de una ecuación que debería
resolverse sin mayores conflictos. Sin embargo, las crecientes
restricciones al ingreso de los inmigrantes, la discriminación que
sufren al interior de las sociedades de llegada y las dificultades con
las que se enfrentan para ejercer sus derechos, dan cuenta de los
elementos que traban el desarrollo de esta relación en condiciones de
mayor fluidez.
Un segundo tema que adquiere relevancia, y que ha sido analizado
tradicionalmente desde una perspectiva de carácter más bien
estructural, hace referencia a la forma en que la creciente
desigualdad y las asimetrías que genera la economía global producen
las condiciones ideales para la provisión permanente de mano de
obra dispuesta a trabajar por salarios mínimos y de manera más
precaria (Sassen, 2003). En este sentido, los movimientos
migratorios se ajustan a los requisitos de la nueva economía global,
que demanda, entre otras cosas, trabajo altamente flexible para
extraer su fuerza productiva sin que ello implique asegurar de
manera digna la reproducción del trabajador.

Pero no todos los inmigrantes convergen en la parte inferior de la


pirámide ocupacional. Existe un número importante de trabajadores
altamente calificados y que son empleados por grandes
corporaciones, empresas e industrias. Los beneficios para ambas
partes son ampliamente reconocidos. La interpretación sobre los
altos costos sociales y económicos que significa el drenaje de
cerebros para los países emisores ha dado paso a una visión más
positiva, según la cual estos inmigrantes pueden transformarse en
una especie de puentes para el traspaso de tecnología desde el mundo
desarrollado hacia las economías menos desarrolladas (Pellegrino,
2000). Sin embargo, subsisten evidencias en torno a las pérdidas que
el brain drain supone, y hay preocupación por las prácticas de
reclutamiento de personas calificadas provenientes de países del
tercer mundo por parte de grandes empresas del mundo desarrollado
(GCIM, 2005).
Un tercer elemento de interés dentro de la dimensión económica, y
de creciente importancia para algunas economías de países emisores
de migración, es el envío de remesas. Su importancia, eso sí, no debe
ser analizada sólo desde una óptica económica, ya que las remesas
son significativas en múltiples dimensiones, tanto sociales como
culturales e incluso políticas, y aún están en discusión los efectos que
estos dineros generan en el desarrollo de los países que las perciben.
Sin embargo, es un hecho que las remesas tienen un impacto en la
mantención o el incremento en los niveles de consumo de las
familias receptoras.

Surgen ciertas preguntas respecto de las consecuencias en otras


esferas sociales y familiares: ¿es posible que la recepción de estos
ingresos genere un impacto positivo en el desarrollo del país?,
¿cuáles son, para los hijos y las familias, los costos sociales de tener
a madres o padres que deben emigrar hacia otros países para asegurar
las necesidades mínimas de su grupo familiar? Estos son sólo
algunos puntos que problematizan el envío de remesas y que obligan
a mirar este proceso con mucha detención y desde sus múltiples
repercusiones.

b) Dimensión política. Uno de los temas de mayor debate en la arena


política es el relativo a los derechos humanos y ciudadanos de los
inmigrantes, que son reconocidos o negados por los Estados en
cuyos territorios residen. La condición de inmigrante como
extranjero genera una indiscutible exposición a una mayor
vulnerabilidad, y tiene una expresión crítica en la ausencia de
derechos que afecta a inmigrantes irregulares en general y, con
mayor fuerza, a las mujeres y los menores.
Existen muchas instancias en torno a esta materia, que comprenden
el derecho internacional, el papel de los organismos internacionales y
parte importante del accionar de la sociedad civil, todo lo cual
debiera contribuir a generar conciencia y debate en este campo, y a
avanzar efectivamente en la protección de los derechos humanos de
los migrantes.

Sin embargo, estos avances son insuficientes y se combinan con


manifestaciones de agudas violaciones a los derechos humanos,
como la persistencia de la trata de personas y las condiciones de
indocumentación de un elevado número de trabajadores inmigrantes,
por citar sólo algunas. Así, la cooperación internacional requiere
reforzarse y superar el carácter controversial que ha adquirido en
algunos momentos la preocupación por la protección de los derechos
humanos de los trabajadores migrantes y sus familias.

c) Dimensión social y cultural. Dentro de la dimensión social se


encuentran las formas de organización entre los migrantes,
profusamente documentadas por diversos estudios que destacan la
importancia de las redes sociales a la hora de migrar, tanto desde el
punto de vista de la promoción del desplazamiento como del apoyo
al momento de la llegada.

Existen al mismo tiempo, en las sociedades de llegada y de salida,


organizaciones que articulan una respuesta colectiva respecto de la
condición de migrante, ya sea desde un punto de vista afirmativo
(como los clubes sociales, deportivos y diversas organizaciones
culturales) o político (organizaciones de defensa de los derechos de
los migrantes).

En términos culturales, uno de los temas que desde hace más tiempo
concita un interés y preocupación académica, política y social, se
relaciona con las actitudes y conductas xenófobas contra la población
inmigrante, especialmente aquella que ha logrado convertirse en una
comunidad al interior de las sociedades receptoras. La xenofobia y
las hostilidades concomitantes resurgen cada cierto tiempo, en
especial cuando las condiciones económicas empeoran o el clima de
inseguridad florece.

A pesar del carácter procíclico y latente, las expresiones xenófobas


tienen poca base material para sustentarse en el futuro, en la medida
en que se mantenga la tendencia a la emergencia de rasgos
multiculturales en las sociedades receptoras, como producto del
asentamiento y consolidación de enclaves étnicos, en especial en las
grandes ciudades del mundo desarrollado.

Esto lleva consigo el enjuiciamiento a las políticas y visiones


asimilacionistas de la migración y al reconocimiento del
transnacionalismo, que reflejan los contactos de los migrantes con
sus comunidades de origen. Los conflictos asociados a estos
procesos se estarían instalando en dos ámbitos: por una parte, la
tensión respecto del proceso de integración en la sociedad de llegada,
y por otra, los desafíos a la noción de homogeneidad del Estado-
nación.
Esta visión sociohistórica permite conocer las características e impactos del
movimiento de personas a nivel global, y analizar las diferentes estrategias
respecto del tratamiento de la gobernabilidad de la migración internacional.
Los procesos migratorios han experimentado distintas intensidades y
direcciones en los últimos 200 años. Esta provisión de mano de obra
extranjera ha jugado un papel crucial en el crecimiento económico, aporte
que generalmente no se ha visto refrendado con la expansión del
reconocimiento de los derechos ciudadanos, humanos y la protección de los
trabajadores migrantes y sus familias.

2.2.2. Mujer y migración.

La presencia de las mujeres en los movimientos migratorios no es


novedosa, sino el hecho de que hoy se las encuentre en casi todas las
regiones, en todos los tipos de flujos y desplazándose cada vez más de
manera individual, abandonando el patrón asociativo de siglos pasados con
que se les suele relacionar aún en algunos círculos de opinión. La
consideración de las mujeres en los procesos migratorios es ineludible y
debe enfrentar los resabios de la invisibilidad que les afecta, al tiempo que
exige un apropiado abordaje desde el enfoque de género, lo cual
posibilitará la adopción de políticas adecuadas a las nuevas condiciones de
vulnerabilidad.

Desde 1960 las mujeres han tenido una gravitación importante en los flujos
migratorios internacionales, con un aumento constante, y aunque
constituyen una ligera minoría en los movimientos en general, son mayoría
en las principales regiones de inmigración desde los años noventa. Esta
“feminización cuantitativa”, que es la base de numerosos estudios, también
es característica de los desplazamientos internacionales intrarregionales en
América Latina desde la década de 1980. La presencia latinoamericana y
caribeña en los Estados Unidos muestra heterogeneidades subregionales
según el sexo de los migrantes, y los flujos más feminizados son los
sudamericanos y caribeños.

La heterogeneidad de la migración en general y de la de las mujeres en


particular, es un hecho que hay que distinguir y que no sólo se manifiesta
en la composición cuantitativa de los flujos. En una revisión de la principal
bibliografía sobre migración femenina regional, se concluye que las
mujeres latinoamericanas migran a distintos destinos, con diversos
motivos, solas, en grupos familiares o para reunirse con sus familias en el
exterior (Cortés, 2005), lo que se sintetiza del modo siguiente: “huyen de
guerras y persecución, se trasladan para buscar alternativas económicas y
libertad personal. Se van equipadas con calificaciones superiores o
simplemente con la urgencia de mantenerse a sí mismas y a sus familias, se
insertan en diferentes estratos ocupacionales, mantienen el contacto con sus
lugares de origen, envían remesas, se quedan o vuelven a sus países de
origen” (Staab, 2003).

La feminización de la migración exige interpretaciones apropiadas. Ello


trae consigo la posibilidad del cambio, de abrir nuevos espacios para
muchas mujeres dentro de la familia y la sociedad, flexibilizar la división
sexual del trabajo y transformar los modelos y roles de género. Más allá de
experiencias individuales exitosas y de la percepción que algunas mujeres
tengan de su propia vivencia como migrantes, la migración también
esconde el riesgo de afectar los proyectos de vida de las mujeres, reforzar
su condición de subordinación y las jerarquías asimétricas de género,
menoscabar su dignidad y atentar contra sus derechos.
En los estudios sobre la mujer desde la visión del género se subraya la
existencia de una combinación de factores que alientan la migración
femenina, y que no son únicamente económicos y laborales. Se sugiere
también que es preciso reconocer que sus decisiones migratorias, así como
las consecuencias individuales de estas, no son necesariamente las mismas
que en el caso de los hombres (CEPAL, 2006).

Varios autores analizan el vínculo entre la globalización —con un énfasis


en una de sus dimensiones, la económica— y la migración femenina. Los
planteos recientes afirman que la globalización de la economía ha
conducido, en el ámbito internacional, a una división del trabajo según el
género, o por decirlo más categóricamente: “la globalización de la
economía no actúa separada de los sistemas de creación de desigualdades
de género” (Cortés, 2005).

Actualmente, los procesos económicos globales abren paso a la


incorporación de mujeres inmigrantes en actividades de atención a los
sectores estratégicos para los servicios especializados, las finanzas y el
gerenciamiento de tales procesos. Además, las demandas sobre la fuerza de
trabajo del máximo nivel profesional y gerencial en las ciudades globales
afectan los modos de conducir las tareas y los estilos de vida domésticos, a
consecuencia de lo cual se asiste al retorno de las “clases para la
servidumbre”, compuestas sobre todo por inmigrantes (Sassen, 2003).

Otros autores afirman que, en tanto las mujeres de los países más
desarrollados participan crecientemente en el trabajo productivo, las
mujeres inmigrantes provenientes de países menos desarrollados asumen el
trabajo de reproducción social, proceso en el que no sólo se entrecruzan
diferencias de nacionalidad, sino también de clase y de etnia (CEPAL,
2006).

El hecho de que sean mujeres inmigrantes las que asumen estas tareas de
reproducción implica muchas veces que otras mujeres, en los países de
origen, se hacen cargo del cuidado de sus hijos y familiares, con lo que se
genera una cadena transnacional de "cuidadoras" en la que el trabajo
reproductivo es trasmitido de mujeres privilegiadas a mujeres cada vez
menos privilegiadas (Balbuena, 2003).

La decisión migratoria está atravesada por la construcción de género de la


sociedad de origen del migrante (y, aunque en otros modos, por la de la
sociedad de recepción). Sin desconocer los problemas estructurales
causados por patrones mundiales de desarrollo desigual, se argumenta que
la migración de mujeres está más activada por cambios en las relaciones
familiares y en el matrimonio, en función de su aceptación social. También
se menciona el papel diferencial de la reproducción según el sexo, que hace
que, en determinados contextos, el marco familiar sea más importante para
la migración de mujeres; o el rol que las rupturas o ausencia de vínculos
con un varón, la poliginia, la soltería o el cambio de roles en la familia
pueden tener en la migración femenina (Martínez Pizarro, 2003).

La consideración micro del tema ha mostrado que, en los flujos


contemporáneos, un número creciente de mujeres migran solas en busca de
trabajo, aunque más que tratarse una estrategia autónoma para el
crecimiento personal, podría estar vinculada a una estrategia de
sobrevivencia ligada a la condición de maternidad y el contexto familiar.
Sin embargo, y también desde un nivel macro, Sassen (2003) ha hablado de
la feminización de la supervivencia, al pensar el “empleo y/o uso” de
mujeres extranjeras en ciertos sectores económicos, como la prostitución y
otros en las industrias altamente reguladas, como la enfermería, como
indicadores de este proceso, respecto del cual hace una distinción
importante:

“Al usar la noción de feminización de la supervivencia no me estoy


refiriendo al hecho de que la economía doméstica y en verdad comunidades
enteras dependen de manera creciente de las mujeres para su supervivencia.
Quiero enfatizar el hecho que también los gobiernos dependen de los
ingresos de las mujeres en estos varios circuitos, así como tipos de
empresas cuyos modos de obtener ganancias existen en los márgenes de la
economía ‘lícita’” (Sassen, 2003).

Se ha observado que, al interior del grupo doméstico, las mujeres suelen


facilitar tanto la decisión migratoria como el proceso de inserción
económica de sus parejas en la sociedad receptora, al ocuparse de los
aspectos domésticos y construir redes sociales. En muchos casos, aunque se
las visibiliza como migrantes dependientes, ellas mismas se insertan en el
mercado laboral receptor (Cortés, 2005).

En la consideración de las causas de la migración femenina, entonces,


puede considerarse como síntesis esta afirmación: “La participación de las
mujeres tiene especificidades y significados profundos, asociados tanto a
las transformaciones económicas mundiales y a la reestructuración de los
mercados laborales como a la consolidación de redes sociales y familiares”
(Martínez Pizarro, 2003).

En definitiva, si bien los individuos experimentan la migración como un


resultado de sus decisiones personales, la opción de emigrar es producida
socialmente (Sassen, 2003), y esa opción es afectada por las relaciones de
género que caracterizan a esa sociedad, a la vez que ella misma afecta a
tales relaciones (Szasz y Lerner, 2003).

Martínez (2003), adhiriendo a esta afirmación según la cual las reflexiones


sobre la migración femenina como objeto teórico han avanzado sólo
recientemente, sugiere que este tardío abordaje puede haber ido de la mano
de ciertas evidencias, como el menor peso de las mujeres en la migración
transatlántica, a pesar de que ocurría exactamente lo contrario en la
migración interna.

Pero hay otra importante observación: “Si la menor visibilidad de la


migración de mujeres no se debe tanto a la falta de preocupación por su
protección ante riesgos objetivos ni a las carencias de las fuentes de
información ni a la escasez de estudios empíricos …, entonces puede
conjeturarse que existe un problema de género” (Martínez Pizarro, 2003),
problema que se traduce, por un lado, en que las teorizaciones sobre
migración han estado sesgadas por un enfoque masculino —por omisión,
por énfasis en la movilidad laboral o por una combinación de factores—, y
por el otro, en que las investigaciones sobre migración femenina han estado
dominadas por mujeres, reproduciendo en este campo una clásica
distribución del trabajo por género. Con esto, no puede perderse de vista la
perspectiva masculina, tanto del sujeto investigador como del investigado,
cuestión que parece lógica si se parte de un enfoque relacional del género,
que no siempre es tan evidente en los estudios.

Una puntualización más sobre este problema tiene que ver con que, como
afirma Nash (2005), esta invisibilidad de las mujeres como sujetos de los
flujos inmigratorios “repercute en el imaginario colectivo de la inmigración
y, a la vez, tiene consecuencias muy negativas al excluir a las mujeres tanto
del modelo inmigratorio como de la articulación de políticas inclusivas de
integración". Desconocer la diversidad de género de los procesos
migratorios y el considerable protagonismo de las mujeres en ellos
impedirá la gestión de políticas justas y apropiadas en esta materia, y este
es un desafío ineludible.

Finalmente, todo indica que la idea de la invisibilidad de las mujeres


migrantes debe revisarse, aun cuando todavía es apoyada por señales que
persisten, especialmente las asociadas a su desprotección. En gran parte del
mundo se reconoce que las mujeres sufren de manera más aguda las
vicisitudes que afectan a los migrantes y que, junto con los niños, son
objeto de abusos que les son casi exclusivos. Esto es particularmente
notorio en el caso de las migrantes indocumentadas, donde las evidencias
son muy fragmentarias, ya que, por ejemplo, en las estimaciones oficiales
del número de indocumentados no se suele hacer distinción de género y
queda implícita la idea de que se trata fundamentalmente de hombres.

La trata de mujeres adopta rasgos generalizados de invisibilidad, que


encubren no solo sus dimensiones, sino también las formas de coerción y
abuso, la tipificación del delito y las sanciones que lo penan, la
densificación de las redes criminales y la corrupción de las autoridades;
recién se ha comenzado a investigar y a reconocer las consecuencias que la
trata tiene para las víctimas, por ejemplo, en el plano de la salud sexual y
reproductiva (Mora, 2002).
2.2.3. Migración calificada.

En diversos círculos de opinión y a partir de numerosas investigaciones, se


reconoce que desde hace décadas América Latina y el Caribe experimenta
pérdidas de población altamente calificada. En años recientes se ha
esgrimido que ellas pueden enfrentarse a través del retorno y,
especialmente, por medio del establecimiento de vínculos con los
emigrados, apoyando la creación de redes científicas asociadas a las
diásporas y según la idea de la existencia de un mercado global de talentos
o recursos humanos calificados. Estas cuestiones ocupan un lugar
prominente y creciente en la agenda migratoria y, dado el estado
embrionario de la discusión, exigen muchas precisiones (Martínez, 2005;
CEPAL, 2006).

La migración calificada y sus distintas acepciones sigue siendo uno de los


capítulos centrales de la movilidad regional. Admite distintas lecturas: por
diversas razones, puede constituir un mecanismo de desarrollo o bien un
impedimento. A nivel individual, refleja el ejercicio del derecho de buscar
nuevas oportunidades en el exterior, con la posibilidad de no satisfacer
expectativas y conllevar a un desperdicio formativo.

El concepto de “migración calificada” es, en sí mismo, confuso por cuanto


tiende a ser neutro, estigmatizante para el resto de los trabajadores
migrantes y no siempre se le utiliza de modo unívoco. Esta situación
obligará a su revisión en el futuro, si bien en su más simple acepción alude
al desplazamiento de fuerza de trabajo con habilidades y talentos claves
para el desarrollo, la innovación, la investigación y la tecnología.
El tema recurrente ha sido el de las pérdidas asociadas al “brain drain”.
Esto es de particular preocupación en el caso de las economías pequeñas,
que suelen verse más afectadas por la emigración de sus enfermeras y
profesoras, como sucede en muchas naciones caribeñas. No obstante, los
países más poblados de la región sufren pérdidas igualmente significativas
de profesionales en áreas muy especializadas, cuya salida en un flujo
constante amenaza las masas críticas de conocimiento.

De acuerdo a los antecedentes disponibles, la emigración de capital


humano de alta calificación sigue siendo un problema a escala agregada,
pues las características individuales (alta selectividad) y de movilidad
(escasa circulación y vinculación con sus países de origen) de los
emigrantes tienden a restringir la dotación nacional necesaria para
incrementar la competitividad.

A la persistencia de la emigración calificada contribuyen diversos factores,


relacionados tanto con las condiciones del mercado laboral, la
investigación, la ciencia y la tecnología, como con la demanda de
competencias específicas en los países desarrollados (CEPAL, 2002 y
2006; Martínez, 2005; OIT, 2005; Pellegrino, 2006; Solimano, 2005).

El crecimiento y notoriedad de la problemática de la migración calificada


en el ámbito académico y en los organismos internacionales se sitúa a partir
de las décadas de 1950 y 1960, en el contexto del fin de la Segunda Guerra
Mundial y los procesos de descolonización en África, Asia y el Caribe
(Pellegrino, 2000). En la década siguiente resaltó la polémica entre las
posturas internacionalistas y las nacionalistas. Las primeras, con una
fundamentación a la que subyace el enfoque neoclásico de las migraciones,
afirmaban que el mercado internacional de trabajo asignaba los recursos
humanos calificados donde fueran más útiles y mejor remunerados, es
decir, a los países donde su productividad fuera más elevada.

Desde esta perspectiva, tanto el migrante como el país receptor se


beneficiaban de la migración, mientras que el país de origen no era
necesariamente afectado. Para el enfoque nacionalista, en cambio, la
emigración de personas calificadas revestía un carácter negativo, por dos
razones fundamentales: por un lado, por la relevancia de este recurso para
el desarrollo económico de un país, y por el otro, por la pérdida neta que
suponía para los países de origen, que habían invertido recursos públicos en
su capacitación profesional (Pellegrino & Martínez Pizarro, 2001).

Esta polémica, que tuvo un importante eco en las negociaciones


internacionales, se formalizó con la reunión sobre “brain drain” celebrada
en Lausana (Suiza) en 1967.47 A partir de entonces comienza a interpretarse
el fenómeno como una “transferencia inversa de tecnología”, en el marco
del debate acerca de las relaciones norte-sur. En esa clave debe entenderse
la propuesta de la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre
Comercio y Desarrollo), que surge por entonces, de establecer sistemas
impositivos que permitieran recompensar las pérdidas ocasionadas por la
migración calificada.

La década de 1990 trajo cambios sustanciales a la interpretación de fuga de


cerebros, que provienen, sobre todo, de la literatura anglosajona. De la
percepción exclusiva de pérdida que suponía este fenómeno para los países
emisores, condensada en la noción de fuga, se pasa a una reivindicación de
los aspectos positivos de la movilidad, en un discurso que, sin mayores
evidencias, parece celebrar los nuevas expresiones de la movilidad entre los
impactos de la actual globalización (Martinez Pizarro, 2006).
Existen sendos debates y acuerdos sobre los determinantes y consecuencias
de la migración calificada. Una forma sencilla de aproximarse al tema es
pensar en el contexto emisor y el receptor de los flujos de migración
calificada, y dentro de cada uno de ellos, los factores que podrían estar
operando como atractores o expulsores. En esa línea, Pellegrino y Martínez
(2001) proponen una serie de explicaciones.

Tres grandes factores explican los intentos por captar migración calificada:
demográficos, de demandas tecnológicas y culturales. Entre los primeros,
los países desarrollados atraviesan por etapas avanzadas de la transición
demográfica, con tasas de fecundidad inferiores al nivel de reemplazo, lo
que ha generado un envejecimiento de sus poblaciones y una reducción de
las cohortes de jóvenes que ingresan anualmente al mercado de trabajo.

La existencia de una demanda tecnológica queda claramente demostrada en


algunas cifras tomadas de la NSF, que estima un crecimiento cuatro veces
mayor de las ocupaciones para científicos e ingenieros respecto del resto,
entre 1998 y el 2008. Esto supone una generación de 1,9 millones de ese
tipo de empleos durante la década contemplada, es decir, un crecimiento de
alrededor del 51% en estas oportunidades de trabajo.

Esta demanda por talentos técnicos es un fenómeno estructural: “A medida


que las economías capitalistas maduran hacia una tecnología cada vez
mayor y actividades intensivas en conocimiento dentro del alcance de una
nueva economía de productos y servicios intangibles o abstractos
(ingrávida), se genera una mayor demanda de talento técnico” (D’ Costa,
2005).
Entre los factores culturales, se menciona un déficit de los jóvenes nativos
que ingresan al mercado de trabajo en los sectores de ciencia y tecnología,
hecho relacionado, sobre todo, con una oferta abundante de estudiantes
extranjeros en estos ámbitos, que permitiría mantener salarios reducidos en
los sectores de investigación y desarrollo y desestimularía la orientación de
los estudiantes nativos hacia esas vocaciones. La conjunción de esta menor
expectativa salarial con las mayores dificultades que implicarían este tipo
de formaciones académicas, explicarían esta menor matrícula nativa.

Otro importante factor de atracción es la apertura de las políticas


migratorias a este tipo de ingresos, que se extiende incluso a países
tradicionalmente cerrados a la inmigración, como Japón. Estados Unidos es
probablemente el país con mayores antecedentes en la orientación de sus
leyes migratorias en esta dirección, y donde los beneficios de esta decisión
son más notorios (Pellegrino, 2000).

La realización de estudios de postgrado en el extranjero suele ser otro


detonante de la decisión emigratoria. Existe en la región una importante
valoración de la realización de estudios de este nivel en países
desarrollados, por varios motivos (la obtención de un título en instituciones
de estos países supondría una ventaja competitiva en el mercado laboral del
país de origen, la multiculturalidad, la centralidad del saber, el prestigio y
las potencialidades de una mayor equidad de género, además de las
expectativas de permanecer en el mercado laboral del país de destino una
vez finalizada la capacitación, y de obtener mejores ingresos).

Además, hay una acción deliberada de los países desarrollados por captar
estudiantes extranjeros, a través de las políticas de becas, pues el proceso
de formación puede constituir un buen mecanismo de selección de los
estudiantes más destacados Se agregan una ampliación de la oferta
educativa extranjera y una reducción de sus costos en algunos países, como
España (Martínez, 2005; Pellegrino, 2002).

2.3. Base legal para la migración en la República


Dominicana.

En la Segunda Encuesta Nacional de Inmigrantes (ENI) realizada en el año


2017, se estimó que en República Dominicana residen alrededor de
570,933 extranjeros (ONE, 2018). Esta población, por su condición de
inmigrantes, sumado a otras condiciones que pueden acarrear desde su país
de origen, también pueden experimentar brechas en el acceso a la
protección social, en áreas como la salud, derechos laborales y seguridad
social.

Los compromisos que el Estado tiene en materia de protección social con


los extranjeros residentes en el país varían, en algunos aspectos, con
respecto a aquellos que tiene con los dominicanos retornados y residentes
en el exterior. A lo largo de este documento se presentarán ciertas
limitaciones que imponen las leyes nacionales en cuanto a los derechos
sociales y económicos de extranjeros, algunas relacionadas con su estatus
migratorio o categoría de permanencia(artículo 25, Constitución de la
República Dominicana, 26 enero 2010.

En los artículos 29-36 de la Ley General de Migración de la República


Dominicana, se definen las diferentes categorías migratorias de extranjeros
residentes en el país (artículos 30-32, Ley No. 285-04).Existen dos grandes
categorías migratorias de permanencia: residentes (ingresan con la
intención de radicarse o permanecer en territorio dominicano) y no
residentes (ingresan sin intención de radicarse en el país) (artículos 30 y
32, Ley No. 285-04).La categoría de residentes tiene dos subcategorías
(residente permanente y residente temporal).

Aquellos que ingresan al país para radicarse en él definitivamente son


considerados permanentes, mientras que los que desean permanecer por un
período de tiempo determinado entran en la categoría de residentes
temporales (artículo 31, Ley No. 285-04). Estas subcategorías temporales
tienen otras subcategorías. Dentro de la categoría de no residente se
encuentran una serie de subcategorías: turistas, personas de negocios,
tripulantes, pasajeros en tránsito, trabajadores temporeros, artistas, entre
otros (Ley General de Migración no. 285-04, 2004).

Fuera de las categorías de permanencia de la Ley General de Migración, se


encuentra el Plan Nacional de Regularización (Decreto No. 327-13). Este
programa les dio estatus migratorio legal temporal (en las categorías de
trabajadores temporeros y residentes temporales) a ciertos extranjeros
que se encontraban en el país de manera irregular y a personas nacidas en
el país, hijos de extranjeros en situación irregular (nacidos entre 16 de junio
de 1929 y el 18de abril de 2007, inscritos en los libros del Registro Civil
dominicano o que no figuran inscritos en el Registro Civil) (artículo 151,
Ley No. 285-04; Ley No. 169-14). “De los extranjeros que fueron
regularizados, 7,834 recibieron el estatus de Residente Temporal, mientras
que 242,407 fueron favorecidos con la categoría de No Residente”.
Según la Ley General de Migración, los criterios de elegibilidad para
el Plan Nacional de Regularización son:

 Tiempo de radicación del extranjero en el país.


 Vínculos con la sociedad.
 Condiciones laborales y socioeconómicas.
 Regularización de dichas personas de manera individual o por
familia no en forma masiva.

Sin embargo, ni la Ley General de Migración, ni el Decreto 327-13, que


aprueba el Plan Nacional de Regularización, explican claramente qué
criterio se debió aplicar para determinar a cuál de las categorías el
extranjero era elegible (Decreto No. 327-13). Se necesita llevar a cabo un
estudio para determinarlos factores que se consideraron al momento de
decidir a quiénes se les otorgaba residencia temporal y a quienes categoría
de no residentes.

A continuación, se detallan los compromisos y obligaciones del Estado


dominicano en materia de protección social que cubren específicamente a
los extranjeros residentes en República Dominicana, de acuerdo con lo que
establecen los artículos 6 y 9 de la Ley No. 285-04.

 Mediante la Dirección General de Migración (DGM), el Estado


debe coordinar con los organismos correspondientes para brindar la
mejor asistencia posible a los extranjeros admitidos como residentes
en el país.
 De igual manera, es obligación de la Dirección General de
Migración, en coordinación con otros organismos, organizar un
servicio de información y asesoramiento dirigido a los inmigrantes
que pretenden instalarse en el país (artículo 6 de la Ley No. 285-04).
 El Estado también tiene la responsabilidad, mediante el Consejo
Nacional de Migración, de entrar en acuerdos con instituciones
públicas y privadas en materia migratoria, en lo relativo al impacto
y consecuencias sociales y económicas del proceso migratorio.
 De igual manera, debe promover estudios acerca de migración, su
impacto social, económico y cultural (artículo 6, Ley No. 285-04).
 Otro compromiso del Estado dominicano, asumido mediante el
Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, es el de
adoptar medidas como Estado, o con cooperación internacional,
para lograr progresivamente, por todos los medios apropiados, la
adopción de medidas legislativas, la plena efectividad de los
derechos económicos y sociales reconocidos en el Pacto (artículo 2,
Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales).
 Según la normativa internacional, es también compromiso del Estado
garantizar el ejercicio de los derechos sociales, económicos y
culturales sin discriminación de raza, color, sexo, idioma, religión,
opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición
económica, nacimiento o cualquier otra condición social (artículo 2,
Pacto de Derechos Económicos, Sociales y Culturales).
 Mediante la Estrategia Nacional de Desarrollo 2030, Ley No. 1-12,
el Estado tiene la obligación de “reordenar y modernizar el marco
legal e institucional, asegurando que sean compatibles [...] con el
respeto a los derechos de la población inmigrante, con fines de
fortalecer el sistema de registro, gestión y control de los flujos
migratorios” (artículo 23, Ley No.1-12).
 Otros compromisos que el Estado ha asumido, mediante la Ley No
1-12 son: “establecer un sistema de cuotas y/o incentivos para
permiso temporal o de residencia, que defina la cantidad de
inmigrantes requeridos según las demandas del desarrollo nacional”
y “asegurar el respeto a los derechos humanos de la población
inmigrante y su protección frente a toda forma de violencia” (artículo
23, Ley No. 1-12).

El Estado también tiene algunas responsabilidades específicamente a


favor de extranjeros residentes en calidad de refugiados y asilados.

 Según la Constitución de la República, el Estado debe garantizar a


las personas que se encuentran en condición de asilo el pleno
ejercicio de sus derechos, de acuerdo con lo establecido en
convenios, normas e instrumentos internacionales suscritos y
ratificados por la República Dominicana (artículo 46, Constitución
de la República Dominicana, 26 enero 2010).
 De acuerdo con la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados,
los refugiados deben recibir el mismo trato que los dominicanos en
cuanto a asistencia, socorro público, seguros sociales y remuneración
(artículos 23 y 24, Convención sobre el Estatuto de los Refugiados).
 En general, el Estado ha dado importantes pasos para el
cumplimiento de los compromisos y obligaciones antes señaladas,
como la puesta en funcionamiento del Instituto Nacional de
Migración y el trabajo que desde allí se realiza, así como la
concreción de acuerdos interinstitucionales para diagnosticar el
impacto y consecuencias de la migración y articular respuestas
basadas en evidencias.

Recientemente, el Estado, a través de instituciones vinculadas a la


migración y políticas sociales, ha coordinado varias mesas de trabajo,
acuerdos y otras actividades, en los cuales se ha reflexionado sobre el
marco legal de la migración. Sin embargo, hace falta estudiar más a fondo
los flujos migratorios hacia la República Dominicana y su impacto, de
manera que el reordenamiento y modernización del marco legal de
migración responda a la realidad y se oriente a posibilitar el cumplimiento
de los compromisos asumidos por el Estado en la Ley No. 1-12.

A pesar de esos esfuerzos, aún existen retos y desafíos. La Dirección


General de Migración cuenta con un Departamento de Extranjería que
brinda acceso a información y asistencia a los extranjeros sobre los
diferentes trámites migratorios. Sin embargo, los últimos informes de
gestión, y los planes estratégicos y operativos de la DGM no reflejan
actividades relacionadas con asistencia social.

En comparación con otros países, las leyes dominicanas no son muy


directas ni especificas al momento de definir la cobertura de los derechos
sociales, económicos y culturales para los extranjeros. La República
Dominicana no ha ratificado muchos convenios para protección a
migrantes específicamente.

Los únicos convenios o tratados internacionales vinculados a la migración


y ratificados por el Estado son:

 El Convenio sobre el Estatuto de los Refugiados.


 El Protocolo contra el Tráfico Ilícito de Migrantes.
 Sin embargo, en materia de protección social el Estado ha ratificado
otros que cubren a toda la población dentro de su territorio sin
discriminación por origen nacional ni residencia.
2.3.1. Migración y Código de Trabajo.

La Ley General de Migración y el Código de Trabajo imponen algunas


limitaciones en materia de garantía de derechos laborales a los extranjeros
residentes en el país. El artículo 26 de la Ley General de Migración
establece que solo los extranjeros habilitados para trabajar gozarán de la
protección delas leyes laborales (artículo 26, Ley No. 285-04).

Los extranjeros habilitados para realizar actividades laborales, según la


Ley General de Migración son:
 Los residentes permanentes (con la excepción de jubilados,
pensionados y rentistas),
 Los residentes temporales durante el periodo de permanencia
autorizado, y los trabajadores temporeros (artículos 98, 99 y 100,
Ley No. 285-04).
 De igual manera, los extranjeros beneficiarios del Plan Nacional
de Regularización tienen autorización para trabajar por un período
de tiempo determinado(INM-OIM,2017).

En consecuencia, de acuerdo con la Ley General de Migración, los


inmigrantes en situación migratoria irregular no gozan de la garantía de
derechos laborales, debido a que por ley no están autorizados a trabajar
(artículo 101, Ley No. 285-04). Esta disposición es contraria a la
Constitución y al Código de Trabajo de la República que establecen
protección laboral sin discriminación.

El Estado, mediante el Ministerio de Trabajo, tiene la obligación de


velar porque las condiciones de trabajo del inmigrante cumplan con el
principio de igualdad que le garantiza la Constitución y por el respeto de
las leyes laborales. De igual manera, este Ministerio debe verificar que se
cumplan las condiciones impuestas por convenios para contratar a
nacionales de otros países con los que República Dominicana haya firmado
acuerdos (artículo 35, Reglamento 631-11).

El Código del Trabajo, contrario a lo establecido en el artículo 26 de la Ley


General de Migración no marca diferencia en la protección a derechos
laborales de los extranjeros. El Estado ha asumido otros compromisos y
obligaciones en materia de protección social laboral a favor de la población
dentro del territorio nacional en general, incluyendo a los extranjeros
residentes en el país.

Los siguientes compromisos y obligaciones del Estado, establecidos por la


normativa nacional e internacional sobre protección social en el trabajo,
cubren toda la población en el territorio nacional. El Código del Trabajo
también establece una protección especial para las mujeres y la maternidad.

El principio X reconoce la igualdad de género en lo relacionado al derecho


del trabajo e identifica como propósito fundamental el de la protección a la
maternidad (principio X y artículo 231, Ley No. 16-92).

El Ministerio de Trabajo es responsable de investigar demandas


relacionadas con violaciones de estos derechos. El Estado tiene los
siguientes compromisos y obligaciones, establecidos por el Código del
Trabajo, con el fin de garantizar el goce del derecho al trabajo:

 Mediante el Departamento de Trabajo, investigar denuncias de


irregularidades en la ejecución de contratos, convenios, leyes y
reglamentos, sometidas por trabajadores perjudicados(artículo 424,
Ley No. 16-92).
 El Departamento de Trabajo también es responsable de mantener un
servicio gratuito de consultas acerca de la interpretación de las
leyes y reglamentos para beneficio de los trabajadores y
empleadores. De igual manera, debe emitir una opinión respecto
a las consultas(artículo 425, Ley No. 16-92)

A pesar de que la Ley General de Migración excluye de protección laboral


a los extranjeros en situación irregular, en la práctica el Departamento
Legal del Ministerio de Trabajo y los tribunales del país atienden casos
de violación de los derechos laborales, independientemente del estatus
migratorio. Sin embargo, la falta de coherencia entre la Ley de Migración y
el Código del Trabajo podría resultar en violaciones a los derechos de
los inmigrantes regulares al momento de aplicación (Peguero Luciano,
2019).

2.4. Contexto histórico de la migración entre República


Dominicana y la República Boliviana de Venezuela.

De acuerdo con Castillo y Reguant (2017) Venezuela, que fue un país de


recepción de inmigrantes durante los siglos XIX y XX, en las tres últimas
décadas presenta un drástico cambio de patrón migratorio, motivado por
una crisis nacional que incluye un cambio en el modelo político, un
desequilibrio económico que se ha ido incluso “institucionalizando”
durante los últimos años, y una descomposición social inédita para la
historia republicana de Venezuela, según cifras extraoficiales ya para el
2014 más de un millón quinientos mil venezolanos habían emigrado, lo
cual representaba sobre el 5% de la población del país. Esta cifra ha sido
superada significativamente para este tiempo.

Es preciso destacar que el venezolano no tiene cultura migratoria, por lo


que ha estado desprovisto de experiencia y redes bien formadas que apoyen
su proceso de acogida, en comparación a otros colectivos de inmigrantes
latinoamericanos como el boliviano, ecuatoriano o peruano dentro de
América del Sur, por ejemplo.

De acuerdo con Peguero Luciano (2019), en relación con la emigración


dominicana hacia Venezuela, esta tiene sus antecedentes en el manejo del
territorio del imperio colonial español. Entre los primeros registros
migratorios en masa se encuentra la llegada a Venezuela de residentes de la
colonia de Santo Domingo que huían de la ocupación del este de la isla por
Toussaint (1802); según algunos reportes su número alcanzó las 1,988
personas (Moya Pons, 1983).

En esta historia de alianzas y enemistades políticas, desde Venezuela y


Curazao se recolectaron armas y hombres para la liberación de la par- te
este de la isla de Santo Domingo, aunque no llegaron a buen puerto.
Igualmente, en los avatares republicanos del siglo XIX los trinitarios
tuvieron en Venezuela uno de sus lugares de acogida, sin olvidar que el
prócer Juan Pablo Duarte vivió exiliado en dicho país. Más reciente, en
1960, el dictador Rafael Leónidas Trujillo planificó y ejecutó un atentado
contra el presidente venezolano Rómulo Betancourt, acción que acrecentó
la espiral descendente de la satrapía trujillista.
El flujo de dominicanos hacia Venezuela en el marco del período posterior
a la caída de la dictadura de Trujillo fue estimulado básica- mente por
motivos económicos, es decir, por la diferencia de ingresos entre ambos
países. A este respecto, Romero Valiente (1999) destaca que debido a las
dificultades para entrar en territorio estadounidense decenas de mi- les de
dominicanos se establecieron en Venezuela en los años 70 y 80. Esta
migración se relaciona con una economía, cuyo crecimiento estaba
sustentado en la explotación de los hidrocarburos, que atraía trabajadores y
que convirtió al país en un destino para la migración internacional.

En contraste, se puede observar un movimiento de venezolanos hacia la


República Dominicana en distintos momentos históricos; sin embargo,
hasta fecha reciente este se componía de un reducido número de in-
migrantes. Se pueden considerar dos flujos: uno previo al año 2015, en el
cual se concentra el 12% del total de inmigrantes venezolanos en el país
registrado por la Encuesta Nacional de Inmigrantes (ENI) 2017, y uno a
partir de ese año que se relaciona con el éxodo masivo de venezolanos a
distintas partes del mundo.

Desde el siglo XX hasta la actualidad, ha habido hitos importantes en el


proceso migratorio venezolano, entre los cuales resaltan el iniciado en 1920
durante el gobierno de Juan Vicente Gómez cuando el país tuvo un
protagonismo en la escena internacional debido al inicio formal de la
actividad petrolera, el de 1938, la dictadura de Pérez Jiménez (1948- 1958),
el período democrático contemporáneo (1960-1980) hasta 1983 cuando se
presenta un giro en el proceso migratorio. En 1920, durante el gobierno de
Juan Vicente Gómez, aumenta el protagonismo del país en la escena
internacional debido al inicio formal de la actividad petrolera.
El colectivo inmigrante venezolano llegado a la República Dominicana
antes del año 2015 incluye a personas que vinieron por variadas razones
personales y laborales. Entre las primeras destacan los lazos de parentesco
derivados de la larga historia de migración entre ambos países, así como la
reubicación por fines matrimoniales; mientras que al considerar las
laborales, se observa el arribo de manera esporádica de profesionales que
venían a trabajar con empresas de capital venezolano en el país.

2.5. Impacto del proceso migratorio de los venezolanos


en el Distrito Nacional de la República Dominicana.

De acuerdo con Peguero Luciano (2019) los flujos migratorios entre la


República Dominicana y Venezuela pueden dividirse en dos períodos, uno
en el que predomina la emigración dominicana hacia ese país y otro inverso
en el que prevalece la llegada de inmigrantes venezolanos a la República
Dominicana. Por otro lado, históricamente en la República Dominicana se
asentaron algunas familias de origen venezolano. Larrazábal Blanco (2015)
enumera una serie de familias caraqueñas de origen hispano-dominicano
entre las que se cuentan apellidos hoy presentes en la República
Dominicana como Sanoja, Perozo, Rodríguez, Álvarez, Arvelo, Ravelo,
González, Borges, Subero y Romero, entre otros.

A raíz de los cambios políticos en Venezuela a inicios de la década del


2000, se puede observar una migración vinculada con los flujos de capital
producto de las medidas económicas implementadas por el Gobierno de
Hugo Chávez. En este sentido, los datos sobre inversión extranjera desde
Venezuela registrados en el Banco Central de la República Dominicana
presentan un incremento a partir del año 2006, cuando llegó a los 17
millones de dólares, alcanzando el mayor nivel en el año 2010 con 208
millones de dólares, para un promedio de 49 millones de dólares entre el
2011 y el 2015.

Estos cambios significativos se corresponden con el balance de la


Comisión Económica para América Latina (2017) que indica que desde el
2001 las cuentas internas de Venezuela se vieron seriamente afectadas. Se
produjo así, en un clima de tensiones políticas, una voluminosa salida de
capitales de corto plazo, que la autoridad monetaria y cambiaria se orientó
a contrarrestar, haciendo que la tasa de inflación se estabilizara por debajo
del 13% anual.

Vinculados a estos flujos monetarios pueden deducirse a la par flujos


migratorios de personal para trabajar en emprendimientos de capital
venezolano en distintos sectores de la economía dominicana como los
bienes raíces, el turismo y otros. Dentro de este tipo de flujos migratorios,
inciden también los factores personales ya que, según indica Freitez (2011:
38), “el hecho de no visualizar oportunidades de desarrollo individual y la
inseguridad personal se han convertido en las razones más frecuentes de la
emigración venezolana”.

Sin embargo, no es sino a partir del año 2015 cuando se verifica un


aumento sustancial en el flujo de venezolanos hacia la República
Dominicana, según los registros de la Dirección General de Migración. De
hecho, en el año 2014 se experimenta un incremento del 50.1% en la
llegada de venezolanos al país quienes alcanzaron la cifra de 112,854
personas; el alza continúa en el año 2015 al pasar a 167,176 personas, para
un 48.1% de aumento, y se mantiene en 170,173 personas en el año 2016.
En el 2017 las cifras indican una disminución en las llegadas que fueron
109,734, con una contracción del -35.7%. Por otra parte, si se analiza la
diferencia entre la entrada y salida de venezolanos en el período 2000 y
2017, puede observarse que en el 2016 y 2017 se quedaron en la República
Dominicana el 5.3% y 5.6% de las personas que ingresaron al país por vía
aérea. A pesar de que estos porcentajes son menores que el 10.1%, 12.2% y
7.0% de los respectivos años 2004, 2007 y 2009, en términos absolutos los
primeros son mayores.

Estas cifras dejan ver que si bien ha habido un incremento en el número de


personas que se quedan en la República Dominicana luego de haber
ingresado al territorio en los años 2016 y 2017, ya desde el año 2000 se ha
verificado una tendencia a la permanencia en territorio dominicano entre
los inmigrantes venezolanos, cuyas cifras pico se dieron en el 2004, 2007,
2009 y a partir del 2016.

Para el año 2018 las tendencias anteriores se revierten, primero con la


disminución en el número de llegadas del 17.0%, siguiendo el
comportamiento del 2017 hacia la baja, pero, a diferencia del año anterior
en el 2018 se produjo un mayor número de salidas que de entradas, lo que
indica que personas que habían permanecido en el país en años anteriores
han empezado a marcharse hacia otros destinos o a su país de origen.
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ANEXOS
Anexo 1 – Carta con la aprobación del tema de investigación.

Anexo 2 – Instrumento utilizado para la recolección de datos.

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