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J__¿,?c'?:,) Eduardo López Azpitarte, s1
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Colección «PRESENCIA TEOLÓGICA>>
125
Hacia . . ,,,
una nueva v1s1on
de la ética cristiana
BlBL10TECA ª TEOLOGI
SISTEPtl,..'\ DE Bll'BLK A
OTECAS
PONTIFICIA·U.C.
DE CHILJE
Introducción . . . . . . . 13
Justificar un estilo de vida 13
El itinerario propuesto . . . 14
La racionalidad oculta de los hechos consumados 148 La nueva valoración del magisterio definitivo 200
El valor benéfico de ciertas transgresiones . 150 La relación entre teología y magisterio . , .. 202
El miedo psicológico al cambio .. . ... . 151 Perspectivas del magisterio y de la teología . 204
Para superar la incertidumbre e inseguridad . 152 Justificación y racionalidad de sus enseñanzas . 205
Una explicación antropológica y sobrenatural 154 La posibilidad de un· disentimiento respetuoso . 207
Bibliografía ..... 155 Condiciones básicas y fundamentales 208
Conclusión 210
8. La ética personal . 158 Bibliografía ... . .. .. ..... 210
Aplicación concreta del valor ético. 158
Relaciones mutuas y complementarias 160 11. Dimensión religiosa de la ética cristiana . 213
El planteamiento deontológico . . ... 161 La contestación evangélica de una ética natural. 213
La aceptación de determinadas excepciones 163 La gran tentación del fariseísmo .. 214
La fundamentación teleológica. . .. . 165 Raíces humanas del fariseísmo .. . ... 215
La superación de una ética utilitarista .. . 166 La conducta y el mensaje de Jesús ... 217
La objetividad de la decisión personal . .. .168· La fuerza de Dios en la debilidad humana 218
La existencia de acciones intrínsecamente pecaminosas 169 Los recursos humanos para la proclamación del evangelio . 220
Condena explícita de radicalismos extremos .. 171 La moral de la alianza . ............ .. .. .. 221
Convergencia y divergencia entre ambas teorías 172 El cumplimiento de la ley como acto de adoración personal 222
Doble postura frente a la conflictividad ética . . 174 La Buena Noticia de Jesús: el Reino de Dios. 224
Motivos justificadores de la tolerancia del mal . 175 La superación de un mimetismo narcisista . 225
Bibliografía ............ . 176 Palabra de Dios y palabra humana . . . ... 227
La estima bíblica del esfuerzo racional .... 228
9. Función moral de la conciencia. 178 Dimensión sobrenatural y humana de la ética. 230
Importancia histórica.. .. ..... 178 Bibliografía . . ............ . . 231
La doble dimensión de la conciencia . 179
Aportaciones bíblicas . .... ... 181 12. La especificidad de la ética cristiana . 233
· La conciencia en los escritos paulinos 182 La búsqueda de la propia identidad. 233
La sistematización histórica ... 183 La razonabilidad de los valores éticos 234
La formación de la conciencia . ... 185 La existencia de una amplia tradición 236
Hacia un planteamiento legalista ... 186 Entre la critica y el triunfalismo . . . 237
Lo personal y lo objetivo: una doble exigencia . 188 Una motivación que da coherencia a la vida . 238
Un camino intermedio entre el legalismo y el antinomismo. 189 Una luz que ilumina y garantiza ....... 239
Conclusión 191 La nueva antropología sobrenatural .. ... 241
Bibliografía .......... 192 La esperanza que llena de ilusión la existencia del creyente 242
El prójimo como sacramento.... . ... .. ..,. . 244
10. El magisterio de la Iglesia . 193 La necesidad de una asimilación .... ..·--· . .. 245
La necesidad de su enseñanza . 193 Bibliografía .... .. .. ........: .. .. 246
Nuevas situaciones y actitudes . 194
El planteamiento tradicional .. 195 13. Libertad y discernimiento de los hi os de� 248
Un nuevo intento de valoración 197 Valor psicológico y comunitario de la ley... : ... . 248
La doctrina del Vaticano II ... 198 Dimensión religiosa .. ... .. ... ..,._ .......,-. 249
10 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA ÍNDICE 11
Los riesgos de un legalismo . . . 250 El mito del paraíso perdido: la negación de la moral . 298
La vocación cristiana a la libertad 251 La transgresión del tabú: una ética de la irracionalidad . 299
El escándalo de un mensaje . ·. 252 La dimensión ética y religiosa: la culpa y el pecado . . 300
Interpretaciones defectuosas -. . . 253 El sentimiento de culpabilidad: condicionantes psicológicos 301
Otras conclusiones equivocadas . 254 La dinámica del narcisismo: el fracaso ante el yo ideal . . . 303
La esencia del pensamiento paulino, -255 El •verdadero sentimiento de culpabilidad: el dolor por una ruptura 304
La fuerza de un dinamismo diferente. 257 Las deformaciones en la vida cristiana . 305
Más allá de las obligaciones generales . 258 Los datos fundamentales de la fe. . . . 306
La búsqueda de lo que agrada al Señor a través del discernimiento 259 El lenguaje de la revelación: la mancha 307
El abandono de los esquemas humanos; . _, . 260 La transgresión: una acto de injustic1a . 308
Una nueva forma de conocer y experimentar . 262 Errar el blanco . . . . . . . . . . 309
La identificación con Dios . . . . . . - 263 Los datos de la tradición . . . . . . . . 310
· Los signos de una elección acertada . . 265 Hacia una definición complexiva. . . . 312
La función pedagógica de la moral. . . 266 La crisis actual del pecado: hacia un intento de valoración . 313
Recuerdo de otras exigencias interiores. 267 La naturaleza del pecado: ¿un cambio de opción fundamental?. 314
Bibliografía . . . . . . . . 268 Importancia de los actos particulares . 315
Pecado mortal, grave y venial 317
14. La opción fun(lamental 270 Conclusión 318
· La responsabilidad humana 270 Bibliografía . . . . . . 319
La libertad como requisito previo 271
Las críticas del determinismo. . . 272 16. El pecado colectivo . 320
La opción por la libertad: un planteamiento razonable 274 La superación de una ética individualista. 320
La conquista de la libertad: una lucha contra los determinismos 275 Superar una visión demasiado fatalista . 321
Una paradoja radical: la capacidad de preferencia 276 Necesidad de la propia conversión . . 323
Necesidad de una opción. . . . . . . . . . 277 La realidad del pecado colectivo . . . 324
La dimensión religiosa y trascendente . . . 279 Hacia una clarificación del concepto . 326
El compromiso de la fe en la vida cristiana. 280 La dimensión solidaria del pecado . . 327
La génesis de esta opción . . . . . . . . . 282 La lu�ha comprometida contra el pecado. 329
Importancia de los mecanismos preparatorios 283 Sin espacio para la neutralidad . . . . . . 331
Manifestaciones de la opción fundamental . . 284 Responsabilidad y culpabilidad . . . . . 332
Valoración ética de los actos particulares. . . 286 Las consecuencias imprevisibles de nuestras acciones. . . . . . . 333
Materia grave y materia leve: nuevas matizaciones . 287 La responsabilidad de cara al futuro . 334
Conclusiones pastorales: imposibilidad de opciones contradictorias 288 El juicio inexorable de la historia 336
La madurez indispensable . . . . . . . . . . . . 289 La solidaridad con el pasado . . . 337
Imposibilidad de un cambio continuo y frecuente. 290 No hay lugar para la neutralidad . 338
Moralidad de la situación: el significado del acto. 292 El prójimo como sacramento. . . 340
Bibliografía . . . . . . 293 Una actitud de esperanza: la promesa de un mundo nuevo 341
La comunidad que camina hacia la utopía . 342
15. El pecado personal . 295 Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 343
La nueva situación: entre el temor y la inocencia . 295
La experiencia antropológica de la culpa . . . . . 296
Introducción
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14 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA INTRODUCCIÓN 15
Aquí recojo, por tanto, los contenidos fundamentales de los traba razón o si nos apoyamos en la fe; si hacemos· una ética secular o una
jos ariteriores. Otros han sido elaborados de .nuevo o renovados. He moral religiosa. El camino elegido adopta una postura intermedia entre
procurado omitir aquellos temas históricos o más especulativos, para quienes renuncian a cualquier tipo de trascendencia, para insistir úni
facilitar su lectura a otras personas que no buscan este tipo de conoci camente en su carácter humano, y quienes defienden una justificación
miento. Por la misma razón, han desaparecido las notas bibliográficas exclusivamente religiosa, negando cualquier intento de explicación
a pie de página, que solo resultan interesantes para quienes pretenden racional. Aunque dentro de esta opción intermedia los autores subra
profundizar en algunos puntos, pero que no tienen mayor interés para yen más un aspecto que otro, habrá que evitar, en cualquier hipótesis,
el que busca una formación general. Al final de cada capítulo, sin que la moral de fe llegue a presentarse como no razonable, o que la .
embargo, propongo una amplia bibliografía en castellano para quienes ética de razón pierda su riqueza sobrenatural y trascendente (cap. 3).
deseen ampliar con esas lecturas los diferentes aspectos que se han ido Antes de comenzar nuestra reflexión especifica sobre la moral, ha
desarrollando. bría que plantearse primero dos temas previos. Al vivir en una socie
dad tolerante y pluralista, es necesario descubrir cual es la función de
la ética cristiana. Ha de vivir abierta a otras ideologías y mentalidades,
El itinerario propuesto sin ningún tipo de fanatismo o imposición, pero sin renunciar a su sen
sibilidad evangélica. Aunque no cambien sus contenidos éticos, su for
Aunque no sea el único camino posible, propongo de manera sintéti ma de actuar y proponer el mensaje cristiano sí adquiere nuevos mati
ca el itinerario que. vamos a recorrer. Puede ser útil tener presentes ces para que nuestra oferta tenga eco en un mundo secular (cap. 4).
desde el principio las diferentes etapas que nos conducen hacia la meta La primera condición básica -y previa, por otra parte- para que una
propuesta. conducta se adjetive como humana y.religiosa, es que supere el carác
He preferido partir de una constatación objetiva y realista: la crisis ter autoritario y heterónomo que tiene el comportamiento infantil,
existente en tomo a la moral y las denuncias que, desde otros puntos hasta alcanzar una autonomía adulta que conozca las razones de su
de vista, han surgido contra el planteamiento mismo del problema actuación. Lo que debería ser una etapa pasajera no ha de convertirse
ético o contra determinadas formas de vivirlo. Toda crítica, por muy en algo estable y definitivo.Si la autoridad es el único argumento para
falsa que sea, encierra siempre una parte de la verdad, y sería desho 1� aceptación de unos valores, la moral perdería por completo su vigen
nesto no reconocer lo que de falso y mentiroso ha existido en nuestro cia en un mundo como el nuestro, donde la gente pide y tiene derecho
comportamiento cristiano (cap. l). a una explicación razonable cuando se le exige un comportamiento
A pesar de todas las dificultades, la moral se impone como una exi como obligatorio. La psicología nos ayudará a descubrir también el
gencia de nuestras propias estructuras antropológicas. El ser humano mundo de motivaciones interesadas e inconscientes que con tanta fre
está obligado a ser ético por su misma naturaleza, a la que tiene que dar cuencia se ocultan en nuestro interior, provocando conductas pseudo
inevitablemente una orientación en función del sentido que quiera · humanas y pseudo-evangélicas. El peligro de una moral inconsciente
darle a su existencia. Nacemos sin estar hechos, y la moral no es sino hay que superarlo con una mayor autenticidad (cap. 5).
el estilo de vida que cada uno elige en coherencia con su propio pro A partir de estos presupuestos será posible descubrir el significado
yecto. La revelación tiene aquí una palabra iluminadora que nos expli y la importancia de los valores éticos como cauces que orientan e ilu
cita cuál es el destino al que Dios nos invita. Sin ese plan humano o minan la libertad hacia la meta propuesta con anterioridad: realizamos
religioso, que motiva y da coherencia a las múltiples renuncias y elec como personas y, si somos creyentes,.responder a nuestra vocación de
ciones con que la persona tiene que enfrentarse en la vida, la armonía hijos de Dios. La percepción de estos valores reviste unas característi
e integridad psicológica del individuo, necesaria para su equilibrio y cas singulares, pues intervienen también ·otros factores que dificultan
madurez, se hace inasequible (cap. 2). su conocimiento y aceptación. El tema de la moral como. ciencia es una
Si la moral brota tanto de la naturaleza del hombre como de la pala derivación de lo que se entiende por experiencia ética. La teoría clási
bra revelada, hay que plantearse previamente cuál es la metodología a ca de la ley natural, a pesar de sus interpretaciones y ambigüedades
seguir en la elaboración de los contenidos éticos: si partimos de la históricas, conserva un significado actual en esta perspectiva (cap. 6).
16 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA INTRODUCCIÓN 17
Centrarse en el descubrimiento de estos valores concretos es la y nos lleva a conocer la voluntad de Dios a través del discernimiento
gran tarea de la reflexión moral. En primer lugar, la ética normativa nos espiritual (cap. 13).
presenta el conjunto de aquellos valores que, en teoría y en abstracto, Frente a la llamada de los valores y frente a las exigencias de Dios,
parecen los más justos y adecuados para autorrealizamos como perso el ser humano tiene la capacidad de responder y de tomar decisiones
nas y como hijos de Dios. Es el problema gnoseológico para captar la libres, por encima de todos los condicionantes que amenazan la liber
rectitud de una acción. Para ello es necesario un diálogo con las cien- tad. Una conquista difícil que sólo puede comprenderse con una ade
cías que nos ayude a saber de verdad lo que nos conviene. Este cono cuada interpretación de la opción fundamental (cap. 14). La negativa a
cimiento progresivo y realizado a partir de una cultura le dan a la moral vivir esta vocación constituye la realidad del pecado, cuya imagen hay
un carácter histórico y evolutivo que no supone caer en un relativismo que purificarla de tantas deformaciones introducidas en la praxis dia
extremista e inaceptable (cap. 7). Pero esos valores normativos habrá ria. Los datos que nos ofrecen la fe y la tradición serán imprescindibles
que aplicarlos .también a· las circunstancias concretas para ver si .en esta para resolver los problemas actuales que se presentan en este campo
situación determinada .es necesario cumplirlos o si requieren alguna (cap. 15). El análisis del pecado estructural y comunitario servirá para
pequeña acomodación. ·ta bondad o malicia de una•,acción radica,en romper el peligro de una moral demasiado individualista, en la que tan
este juicio de la ética personal, cuya fundamentación constituye uno de a menudo se ha caído, olvidándose de la responsabilidad y culpabili
los puntos más discutidos de la actualidad. El problema axiológico nos dad que todos tenemos en la gestación de un mundo tan injusto como
servirá para la valoración de estas acciones particulares y concretas éste (cap. 16).
(cap. 8). Al terminar la lectura de estas páginas, espero que el lector esté ya
En este juicio personal del valor, tenemos que ver cuál es el papel capacitado para responder por sí mismo a los múltiples interrogantes ·
y la función de la conciencia. Entre el legalismo exagerado, que hace que hoy se presentan en el campo de la moral y conozca un poco mejor
de la conciencia un simple mecanismo en la aplicación de la ley a la las nuevas líneas de orientación por donde hoy avanza la reflexión
realidad, y el situacionismo extremo, que niega la objetividad de los ética. Al menos, esto es lo que humilde y sinceramente pretendemos.
valores para apoyarse únicamente en la propia decisión, habrá que
armonizar ambas dimensiones -la personal y la objetiva- como una
dialéctica complementaria (cap. 9). El magisterio de la Iglesia consti
tuye, además, un dato de especial importancia para la formación de
esta conciencia, aunque su valor e interpretación haya provocado en la
actualidad algunas discusiones (cap. 10).
Cualquier intento de construir una ética exclusivamente humana
resulta incompleto para el creyente.· La dimensión religiosa nos abre a
un horizonte diverso, que nos hace vivir con una nueva orientación. La
respuesta a la palabra de Dios y el seguimiento de Cristo se convierten
en los temas fundamentales del actuar cristiano. Tal· perspectiva, sin
embargo, no tiene por qué anular la validez y seriedad de una reflexión
racional. También aquí existe una profunda sintonía entre una. moral
religiosa y una ética;humana (cap. 11). La especificidad de la conduc
ta cristiana no habría que ponerla tanto .en los contenidos éticos cuan
to en el mundo de las motivaciones y en las perspectivas que ofrece
para la garantía, sensibilidad y criterios de preferencia en su conoci
miento y aplicación (cap. 12). Es más, el cristiano debería quedar libre
de toda ley, pues ésta ha perdido su validez en la nueva economía de la
gracia, donde el Espíritu es la única fuerza que dinamiza la existencia
1
La crisis de la moral en el mundo de hoy
m ativa sobre temas fundamentales de la praxis, y la vida de muchos resulta demasiado fría cuando el valor no impresiona también al afe c
creyentes, se da una excesiva separació�, com� si se tratara de líneas to y a Ja sensibilidad.
paralelas. La crisis de la moral es demasiado evidente como para negar .Ésta era la orientación presente en toda la rica tradición catequéti
su existencia. . . ., , ca y homilética de la Iglesia, desarrollada en estrecha vinculació n con
Las razones que han motivado semeJ ante s1tuac1on_rueden ser ?1-ul- la liturgia . Los comentarios a la Escritura, en sus diferentes formas,
tiples, como sucede en todos estos fen ómenos compleJ<?S Y e�ten�1d?s. constituían para los Pa dres la principal fuente d e sus enseñanza s mora
N o bastaría una análisis superficial e ingenuo, como s1 el diagnostico les. Su lectura de la Palabra no quedaba reducida a una exégesis i nfor
de la realidad fuera tan constatable y patente como ésta. No pr�tendo mativa, sino que en ella: encontraban los criterios básicos de la con
a hora abordar el tema en profundidad, p ero sí me parec e que existe un ducta cristiana y, sobre todo, el estímulo y la motivació n última para
denominador común hacia el que confluyen las diferentes dificultades: su realización. El cristiano no puede olvidar las verdades fund a ment a
el rostro de la moral cristiana no resulta atractivo ni seductor e� m:1es les de su fe, que le llevan a un estilo de vida concorde con el radica
tro mundo de hoy. Vale la pena, por ello, apuntar las formas pnncipa lismo evangélico. Convencido de esta llamada a vivir como hij os del
les que ha tenido la moral cristiana. Padre y discípulos de Jesús, necesitaba un recuerdo y un aliento cons
tantes para no rebajar el ideal de su vida. No es extraño, pues, que este
tipo de moral quedas e vinculado, de manera casi exclusiva, con la
La dimensión parenética y espiritual espiritualidad.
Las escuelas monásticas intentarán cumplir con esta tarea durante
El acontecimiento de la Revelación, sobre todo en la persona de Jes�s, buena parte de la Edad Media. Con su renuncia a la dialéctica impedi
despertó un movimiento de entusias��- Era u:i� llamada a la salvacion rán que la teología -y la moral- caiga en una especulación met afísica,
que se manifestaba en la Buena No! icia y exigia una en�rega de f� en quedando vacía de su sabor religioso. El apego a la Escritura y un estu
el Dios que nos salva y un compromtso en la tarea de_ re�hzar su Rt::mo. dio menos científico, pero realizado en un clima de oración, le d an un
Los temas tan bíblicos de la conversión y del segmm1ento de Cnsto, sentido místico y mucho más cristológico, como se hace presente en
c on to das las exigencias que de ahí se derivan, constituyen el punto �e toda la escuela franciscana; No es de extrañar, por tanto, que a lo largo
partida de una ética evangélica. Vivir como Jesús c omporta una ser�e de la historia hayan surgido de vez en c uando movimientos y autores
de actitudes que se aceptan fundamentalmente por el hecho de la _fe,_ sm que buscaban una renovación espiritual para que la ética no perdiera su
necesidad de.ninguna otra explicación. El asombro y el agradecimien sabor evangélico.
to por las v erdades trascendentes y descono_ cidas de la revelación eran
suficientes para avanzar por ese nuevo cammo. . .
Una de las funciones primordiales de la moral va a ser precisa La dimensión científica y racional
mente el recuerdo de estas exig encias cristianas. Muc has de _las exhor
taciones que aparecen en el Nuevo Testamento y en los escntos de los Sin embargo, ya desde los primeros tiempos, nace otra nueva orient a
S antos Padres manifiestan esta dimensión parenética. No se trata �e ción que podríamos adjetivar como «científica». Los apologetas son
probar la bondad o la malicia de una acción de�erminada, sino de am autores que, además de sentirse obligados a transmitir la fe y exhortar
mar a su fiel cumplimiento, a vivir en coherencia con lo que se acepta a una vida de acuerdo con ella , buscan la defensa contra tod as l as
ya como válido o negativo. La preocupación no se ce�tra en proponer corrientes que la atacan, para probar que la conducta y la creencia de
las razones que justifican o condenan un comport_amiento. Lo q�e se los cristianos responden a las aspiraciones filosóficas y encuentran
busca, porque la persona está previame�te convencida de su morahdad, también una explicación in telectual. Si la Escritura es la fuente prime
es animarla a ser consecuente con el ideal y la meta propuestos. El ra del pensamiento patrístico, la sabiduría griega va a ser también un
conocimiento especulativo no basta la m ay?ría de las vecesp ara l a rea motivo de inspiración. A p artir del siglo m, sobre todo, se observa un
lización del bien, como creía Sócrates, s1 no va acompa� ado_ de �n proceso evidente de racionaliz ación para darle a la moral una base
e}?.tusiasmo que seduzca y estimule a practicarlo, pues la mtehgencia científica. Las ideas platónicas, y en especial los autores neoplató ni-
LA CRISIS DE LA MORAL EN EL MUNDO DE HOY 23
22 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA
cos, la moral estoica y el·derecho romano, se armonizan con las ense La dimensión práctica y casuística
ñanzas de la fe, a través de un proceso de asimilación que había
comenzado con el mismo san Pablo. Finalmente, nos encontrarnos con un nuevo tipo de orientación, carac
La revelación no elimina la existencia de una ética humana, patri t�rizada por su din:iensión práctica y pastoral. Su génesis resulta sufi
monio de todos los hombres, a la que se acude para desarrollar una nor cientemente co?oc1da. El �asuisino ya está presente en algunos Santos
mativa más amplia que abarque todos los campos del comportamiento _ �s qu� �eb1eron sol�c10nar casos concretos e inéditos para la con
Padr
humano. La reflexión se realiza con un sentido profundamente huma ciencia cnstlana. A part1r de la fe había que reflexionar sobre cómo
no, sin que pierda tampoco su dimensión cristiana. Si la escuela ale actuar y comportarse en aquellas ocasiones que pudieran resultar am
jandrina aparece como el primer esfuerzo por conjugar las categorías biguas y peligrosas.
_ La solución aportada sobre estos problemas parti
filosóficas y culturales del paganismo con el pensamiento teológico, cul�es -relaciones con el Emperador, asistencia a espectáculos, licitud
será san Agustín quien construirá una de las primeras síntesis -la más de c�ertas profesiones, violencia, limosna, sentido del placer, estados
genial e importante- para hacer comprensible el saber de la fe. de vida, esclavos, etc.- servirá de guía práctica a los fieles. La moral
Esta corriente experimenta un nuevo florecimiento en las escuelas no es u_na cienci� p�ramente especulativa, sino que tiene como objeti
creadas junto a las grandes catedrales -origen y cuna de toda la esco vo clarificar y �mg1r 1� cond�cta humana. Esta finalidad pastoral, sin
lástica posterior-, que, frente al espiritualismo de los centros monaca embargo, quedo demasiado vmculada a la práctica de la confesión.
les, van a subrayar la importancia de las ciencias y de la reflexión hu La histori� demuestra q_ue con el comienzo de la penitencia priva
mana. E.l método escolástico se caracteriza precisamente por la impor da en la Iglesia se. confecc10naron los primeros Libros penitenciales,
C03:llO ayuda al confesor para cumplir con las exigencias de este minis
tancia que se da no sólo a los graneles autores, cuyas enseñanzas se pre
sentan como una ayuda para la formación intelectual, sino al análisis teno. Se trataba de ofrecer un catálogo más o menos amplio de peca
discursivo y racional de esas verdades para la elaboración de una ver d_?/S, con la correspond�ente peni�encia que habría de imponerse en fun
dadera ciencia. La dialéctica se convierte en un instrumento para con c!on de la gravedad e importancia de la falta cometida. A partir de los
frontar, discutir y defender un conocimiento más profundo de la ver siglos XIII y XIV, con la predicación de las nuevas órdenes mendicantes
dad humana y revelada. Una técnica intelectual que dará una forma y el precepto de la confesión anual, impuesto por el Concilio Latera
característica a toda la producción teológica de la Edad Media y que nense IV (1215), se sintió la urgencia de reformar estos libros manua
permanecerá durante largo tiempo en la reflexión posterior de la les para tener en cuenta también las nuevas leyes eclesiásticas emana
Iglesia. das de los decretos conciliares y documentos pontificios. Así nacieron
La obra de santo Tomás queda como un modelo maravilloso de esta l�s llamadas Sumas de confesores, en las que, además de recoger las
armonía y enriquecimiento entre la fe y la razón. Su Summa Theolo hstas de pecados y su «tarifa» penitencial, se añadieron con frecuencia
al�unos cuantos principios fundamentales. Su función seguía siendo la
gica servirá en adelante como texto en todas las universidades y como misma: la mera ayuda a los sacerdotes para que pudieran estar infor
punto de referencia para todos quienes, en épocas posteriores, preten mad�s de todo lo perteneciente a sus obligaciones.
dan una renovación teológica o moral.Y es que el rigor de un trabajo Sm embargo, no parece que el clero alcanzara siempre un nivel
científico armoniza espléndidamente con el patrimonio de la fe y la mínimo _ d� co1;1ocirnientos teológicos y morales para el cumplimiento
riqueza de la tradición. Dios, como fuente y origen de toda la creación, de su rnm1s�e�10. El hecho
es también el fin hacia el que el que todo ser humano camina, median _ era demasiado evidente corno para que los
Padres conc1h�;es, reumdos en Trento, no sintiesen la urgencia de una
te la salvación de Cristo. En esa vuelta hacia Dios, que ocupa la segun mayor forrnac1on pastoral para la administración del sacramento de la
da parte de la Summa, analiza aquellos elementos naturales y sobrena penit�ncia. La moral especul�tiva fue perdiendo vigencia, pues lo que
turales por los que la persona se orienta hacia su meta final. más mteresaba era la formación de los sacerdotes. Su dimensión más
evangélica y científica quedó bastante marginada. Aparecía, pues,
corno/un verdadero pecat'!metro que señalaba con una exactitud preci
sa cuando un comportamiento debía considerarse lícito o' por el con-
trario, inadmisible.
24 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA CRISIS DE LA MORAL EN EL MUNDO DE HOY 25
El seguimiento de Jesús por parte del cristiano quedó reducido a un Encubierta bajo el idealismo y los buenos sentimientos se encuen
código de leyes, preceptos, normas, mandatos, prohibiciones y exigen tra una sociedad corrompida por la injusticia y el egoísmo. Los valores
cias que se imponían desde fuera como condición para estar en paz con éticos no son otra cosa que esquemas racionalizados para defender los
Dios y con la propia conciencia. Hay que reconocer que _la mera lectu propios intereses económicos. Con la ingenua ilusión de obedecer a
ra de estas obligaciones, tal como se presentaban en los hbros de texto, unos valores éticos, se mantiene y defiende una realidad deshonesta.
despierta hoy un fuerte malestar y rechazo si no se toman con una cier La moral, en lugar de ser un grito de protesta, se hace mentira y alie
ta dosis de humor y tolerancia. Pero no era fácil mantener esta actitud nación, pues Jo único que busca en el fondo, creando además una con
comprensiva cuando por dentro quedaban tantos sentimientos y expe ciencia inocente, es conservar para provecho de la clase dominante el
riencias negativas, que no se olvidaban con facilidad. Es más, si- no orden establecido. La misma insistencia religiosa en buscar la propia
fuese posible otra presentación de la ética cristia1:a �ás adecua?� y salvación, como objetivo prioritario, ha fomentado una dimensión
convincente, tendríamos que entonar por ella un ultimo y defimtivo demasiado individualista, que marginaba en exceso la preocupación
réquiem. por el cambio social.
La objetividad de esta insatisfacción se demuestra en que ya esta Desde una perspectiva más psicológica, se insiste en las motiva
ba presente desde hacía bastante tiempo en el seno de la Iglesia. Con ciones inconscientes que condicionan con frecuencia la conducta hu
anterioridad al mismo Vaticano u, ya hubo intentos de cambiar seme mana. La persona, ahogada por los problemas y dificultades de la vida,
jante orientación, y se han ido repitiendo en todos estos últimos años. necesita encontrar una solución adecuada a todas las frustraciones y
Tanto la antropología como la teología subyacente a está concepción límites de su existencia. Como cuesta aceptar la realidad tal como es;
nos parecen ya inadecuadas e incompletas. La renovación de la m?r�l se sueña con un más allá en el que se nos ofrece todo cuanto aquí abajo
es un esfuerzo aún inacabado y que actualmente se ha hecho confhctl se nos niega. Y ninguna forma de cultura recompensa y gratifica tanto
vo dentro de la misma Iglesia. Pero se trata de una tarea a la que no como la ilusión de un Dios bueno y providente que nos premiará con
podemos renunciar, si queremos hacer presente su mensaje en el toda certeza. La fe se convierte en un mecanismo de defensa para pro
mundo de hoy. tegernos de las amenazas que nos vienen del destino y, sobre todo, del
fracaso ante la muerte. No existe ningún narcótico tan eficaz para el
La filosofía de la sospecha sufrimiento humano como la experiencia de la fe. Nace de unos dese
os profundos y re¡iles, pero su contenido es una mera ilusión. La con
Sin embargo, el rechazo que hoy se expresa no es sólo contra una ducta buena y virtuosa es la forma concreta que utilizamos para con
forma concretar de presentar la moral, como se ha expuesto y vivido seguir el beneplácito de Dios, cuyo cariño y protección nos resultan
en esta época más reciente de nuestra historia. Las dificultades que imprescindibles.
nacen contra ella tienen también otras raíces más profundas y serias. La moral responde, por tanto, a una serie de intereses ocultos e
Desde perspectivas muy diferentes, aparece un cúmulo de críticas que inconscientes que se racionalizan con posterioridad y se en�ubren con
destruyen, en el fondo, la posibilidad del mismo planteamiento ético. la imagen narcisista e idealizada que ella nos presenta. La justificación
Son muchas las ideologías y movimientos que han arrojado una de nuestro comportamiento se explica por otras motivaciones más pro
fuerte dosis de recelos, sospechas y dudas en torno a esta problemáti fundas que no nos interesa llegar a conocer. Nuestra psicología es
ca. Mas que sus análisis abstractos sobre el origen de la moral en el psi demasiado compleja para admitir, con excesiva ingenuidad, que todo
quismo humano, son sus esquemas más simplistas y populares los que tiene una explicación consciente. Por debajo queda un mundo de
han influido en su desprestigio práctico. Toda la filosofía de la sospe influencias cuyo conocimiento ha despertado un clima de duda y vaci
cha tiene un mismo denominador común. La moral, en el fondo, es una lación. Las razones que se dan, aunque aparezcan como buenas y evan
auténtica inmoralidad, pues tiene su origen en otra serie de motivacio gélicas, no responden a las verdaderas motivaciones. La vida ética y
nes muy diferentes de las que aparecen en nuestra conciencia. Los religiosa puede vivirse con unas características que reflejan muy bien
guardianes y defensores del bien y de la libertad no se han dado cuen las críticas anteriores. La fe, la culpabilidad y el deseo d e perfección
ta de que terminaron prisioneros de una ideología que encubre su pro encuentran también otras raíces inconscientes, infantiles, narcisistas,
pio engaño. cuyo auténtico rostro no es el que se manifiesta hacia fuera.
26 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA CRISIS DE LA MORAL EN EL MUNDO DE HOY 27
El ansia de autonomía un �?bre- deducimos una conclusión ética que escapa a toda compro
Nuestra cultura actual ha visto en las normas éticas una violación de la bac1on, co�� afirmar que, por ello; Pedro es bueno. Lo único consta
dignidad humana y una amena�a contra su libertad. Cualquier coac table Y ob3etivo, puesto que puede probarse su existencia real, es la
ción externa que limite nuestra responsabilidad o la fundamentación ayuda que se presta en ese acto concreto; pero valorar ese hecho como
trascendente de cualquier orden debe ser eliminada como un atentado bondadoso y positivo es�apa a cualquier tipo de comprobación. Sería
violento. La persona se siente hoy, más que nunca, constructora de su dar un salto desde la reah�ad que exist� -:-la única que se puede verifi
propia historia, y considera una cobardía no afrontar el riesgo de la car- _hasta un deber _ de candad que no tiene ya ninguna lógica científi
propia decisión, buscar una seguridad infantil en las normas externas ca, smo que es motivado por las emociones, sentimientos o decisiones
para escapar del miedo a su libertad. Está condenada a elegir y optar, personales. Se puede probar que el agua hierve a 100 grados -y toda
y constituye una cobardía el sometimiento a lo que no brote de la pro- persona,sensata ad!llitirá esa conclusión, pues puede comprobarla-,
pia conciencia. pero sena absurdo imponer a todos la obligación de tomar la ducha a
Este miedo a la esclavitud de unos principios alienantes hizo surgir una temperatura determinada.
la «ética de situación». Fue un gesto de protesta contra la opresión El saber científico es el único que brota de la razón· el mundo de
excesiva de las normas, con olvido de las peculiaridades y circunstan las valoraciones éticas, sin embargo, pertenece a otro á�bito diferen
cias de cada individuo. El carácter absoluto de la ley reducía el papel te, donde no hay espacio para esta dimensión racional.
de la conciencia a ser una simple computadora de datos, sin dejar mar De ahí la_ diferencia qu� m _uc?os �uto7:es señalan entre la ética y la
gen alguno a la propia creatividad. Y ello supone la negativa de un mora[. �ª. pnmera es una d1sc1plma c1entifica, pues analiza con méto
derecho inviolable: la capacidad de juzgar y elegir según el propio dic- do� h1stoncos los sistemas morales que se han dado a lo largo de la his
tamen personal. �ona, el �n de pro?ar su doctrina, descubrir su génesis o reconocer sus
Esta mayoría de edad que el múndo ha conseguido, después de tan mfluen
_ �ias postenores. Pero la moral, que valora conductas o impone
tas emancipaciones históricas, reclama también una independencia res º?hgac10nes; es fruto de un proceso emotivo o resultado de una deci
pecto de cualquier vinculación religiosa o metafísica. La hipótesis sión personal, que será válida para mí, pero que no podré imponer a los
Dios ya no se requiere para la explicación de las realidades humanas. de��s . . Se trata de una decisión respetable, porque afecta al mundo
Su existencia sería necesaria para explicar los misterios del universo, mas mt1mo de la persona,. pero sería injusto condenar a los que se com
cuando la ignorancia humana no podía encontrar otra explicación que p�rtan de una mane�a d1�erente, Ru�s cualquier valoración goza del
no fuera sobrenatural. Hay que reconquistar para la razón humana la m1s1;10 gr ��o de r�c1on�hdad subjetiva y merece el mismo respeto.
capacidad cada vez mayor de hacer comprensible lo que no tiene nin Aqm tamb1en podna decirse que sobre preferencias éticas, como sobre
gún otro tipo de justificación fuera de ella. Es la ciencia la única que gustos, no hay nada escrito y obligatorio.
tiene derecho a fundamentar la conducta del ser humano, pues todo
cuanto escapa a este horizonte viola su dignidad. Los cambios y el pluralismo ético
Lo que sucede es que la misma ciencia se ha c.onvertido para
muchos en un obstáculo a la hora de fundamentar la moral. Hoy sólo Muchas de estas dificultadas apuntadas tal vez no afecten a bastantes
se cree y se admite lo que resulta científicamente verificable a través personas que no están implicadas en el mundo especulativo de la mo
de observaciones, análisis, experimentos y confrontaciones o a partir r�l. Pue��n parecer discusiones más abstractas, aunque, como hemos
de las conclusiones obtenidas racionalmente, por deducción o induc v1st?, cnt1quen y rechacen sus propios fundamentos. Me atrevería a
ción, de estas verdades empíricas . Como los juicios éticos de valor se dec1� que lo que la gente siente y experimenta hoy es un enorme des
resisten a esta verificación, no pueden considerarse como científicos. concierto y una gran inseguridad.
su·origen queda explicado por otros factores diferentes, ya que no tie Ex�ste, por una parte, un enorme pluralismo ético dentro de nues
nen ninguna justificación real. tra s�c.1edad actual. L� oferta de opciones sobre los múltiples proble
Es la célebre y repetida falacia naturalista, cuando de la existencia mas eticos es tan amplia y contradictoria que se encuentran soluciones
de un simple hecho empírico -el gesto de que Pedro da una limosna a para todos los gustos e ideologías. Esta diversidad no afecta exclusiva-
LA CRISIS DE LA MORAL EN EL MUNDO DE HOY 29
28 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA
mente a la solución de ciertos problemas, como siempre ha sucedido los esquemas anteriores. Sin estar ausentes los contenidos axiológicos,
en todas las épocas, por la complejidad de los valores éticos y su apli su rostro presenta perfiles profundamente significativos, condiciona'"
cación a las situaciones concretas. Las diferencias abarcan también dos por el fenómeno de la postmodernidad. Sólo nos interesa apuntar
otros aspectos mucho más fundamentales. La concordia básica de con brevedad aJgunos rasgos principales.
antes se ha fraccionado en diversas posturas que se excluyen mutua Ya no existen las grandes visiones universales, como un programa
mente. Cualquiera que busque una información se va a encontrar con coheren�e que orienta la vida, sino actitudes realistas y pragmáticas
una variedad de respuestas que han acabado con la armonía que pudo para resignarse con lo poco que en cada momento se pueda. Todo pro
existir en épocas anteriores. yecto idealista y utópico está condenado al fracaso. La era de los gran
Diferencias que no solo existen entre ideologías contrapuestas, des re!atos o de las síntesis armónicas pertenece a una época superada
sino que se constatan en el interior mismo de la Iglesia y de la comu Sería mg�nuo reconstruir la unidad perdida cuando sólo quedan frag
nidad creyente. La disparidad de criterios para la valoración de algu mentos ruslados. No hay razón para creer en algo que pudiera servir de
nos problemas concretos ya desconcierta a muchos, pues no compren fundamento. La fragmentación y el pluralismo forman parte inevitable
den por qué sobre un mismo hecho puede darse un juicio distinto. La de nuestra condición actual. Cualquier nostalgia de la unidad y armo
explicación, sin embargo, tiene raíces más profundas. Los presupues nía per?ida no _ tiene n�ng?na justificación. El fin de todo proyecto y
tos de base en que se apoya la licitud o la inmoralidad de un compor normativa totahzante sigmfica el fin de la ética, al menos en la forma
tamiento no son idénticos para todos, como tendremos ocasión de ana que prevalentemente ha asumido en el pensamiento moderno.
lizar en capítulos posteriores. A partir de los anteriores presupuestos, no resulta extraño que se
Los cambios, por otra parte, han sido demasiado evidentes y signi llegue al rechazo de toda valoración que pueda considerarse como defi
ficativos para seguir creyendo que lo que ahora se manda va a ser una nitiva, pues todo está sujeto a cambio cuando se descubren otras alter
verdad definitiva e inmutable. Hoy se aceptan conductas que en épocas nativas mejores. Si la época de las verdades absolutas pertenece al pa
anteriores eran condenadas, y lo que antes no era lícito a lo mejor hoy sado, en el qm: �e buscab
_ �n garantías con una consistencia dudosa, ya
resulta posible. Una moral que cambia y evoluciona pierde por com no se puede reivmdicar la mcondicionalidad de ningún principio como
pleto su credibilidad, pues no tiene razones suficientes para exigir una el único depositario para el discernimiento de la maldad o del bien.
confianza plena. El esfuerzo por lograr una explicación razonable, al Nada hay definitivo, pues todo puede cambiarse con el tiempo y las cir
que muchos se agarraban como la única alternativa posible, no ha teni cun�tancias. La únic� obligación es la re�uncia a cualquier tipo de dog
do demasiado éxito. La disparidad de criterios y los cambios éticos son matismo, como un signo de respeto hacia otras mentalidades y como
un síntoma manifiesto de esta incapacidad para la valoración objetiva una confesi?n explícita de nuestra propia incapacidad para la búsque
de tantos problemas como hoy nos afectan. Una sensación de vacío y d� d� seguridades. Del hombre orgulloso por sus conquistas y descu
desencanto se apodera de muchos ambientes, como si fuera imposible bnmie;11tos no queda ya nada más que una imagen triste y despojada de
la búsqueda de una opinión común. No cabe otra alternativa que la su antiguo esplendor, donde todo se ha relativizado para quedar en
resignación ante un intento inalcanzable. Del apogeo y exaltación de la manos de la provisionalidad.
razón humana, que había impulsado la modernidad, se ha pasado al Hay que resignarse, por tanto, a vivir sin absolutos, pues la entra
pesimismo y desconfianza en la cultura postmoderna. da de la .razón en el mundo de la ética, tan exigida por los autores
actuale�, tampoco ?frece ninguna
_ garantía absoluta, hasta el punto de
El fenómeno de la microética convertme, por su mcapacidad para responder a los interrogantes mo
:ales, en una_ razón sin espe!anza. En cualquier caso, siempre será me
En este clima no desaparece por completo la preocupación ética, como Jor un pluralismo �n la razon, aunque no ofrezca seguridades, pues no
si no quedara otra salida que el más absolut0 amoralismo, sino que su queda otra alternativa que el racionalismo o la barbarie.
imagen aparece dibujada con una serie de matices característicos, que Tampoco se aprecia la coherencia de los criterios dentro de una sín
no se identifican con los más clásicos y tradicionales. Hoy ya se habla tesis armoniosa. Cada cual puede elegir, entre las múltiples ofertas que
sobre la existencia de una microética que se aleja progresivamente de se presentan, aquellas que en cada momento le parezcan más seducto-
30 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA CRISIS DE LA MORAL EN EL MUNDO DE HOY 31
ras, sin preocuparse por la armonía e integración del conjunto. La intolerante, pues tiene conciencia de que lo que está en juego no es la
obsesión por el esteticismo ético, donde todo se encuentra bien enca fidelidad a sus propias ideas, sino la obediencia a Dios, que no admite
jado, es un intento de escapar al destíno desgarrado y al asedio de tan ningún otro compromiso. Estará dispuesto a ofrecer su propia vida
tas sospechas como hoy nos amenazan. La clave está en vivir cada antes que renegar de tales exigencias sobrenaturales.
momento sin ninguna otra referencia. Sólo la propia conciencia está Semejante postura queda hoy reducida a los grupos fundamentalis
capacitada para optar por aquellas reglas de comportamiento en medio tas, que no permiten ningún tipo de discrepancia. En el ámbito de las
de esta multiplicidad existente.Vivimos, para sintetizarlo en unas pala sociedades democráticas, el aire que se respira está bastante más puri
bras, en la edad del fragmento, de lo parcial y provisorio, de lo débil e ficado. Existe un acuerdo mayoritario para defender que la legislación
inconsistente, de la inseguridad y de lo relativo. civil no ha de prohibir o aceptar los códigos éticos de una mentalidad
concreta, sino que debe permanecer abierta a las otras valoraciones di
ferentes que resulten válidas y razonables para otros grupos. Renuncia
El valor prioritario de la tolerancia incluso a encontrar la justificación de cada postura para ehldir las pro
En estas circunstancias, cuando nada se considera cierto, absoluto y longadas y a veces antagónicas discusiones sobre los propios presu
definitivo, la tolerancia se revela como el valor prioritario de toda puestos, en los que tampoco habrá acuerdo; pero nace de una justifica
sociedad. En lo único en que todos estamos de acuerdo es en que no ción razonable, por la que se descubre la urgencia de un pacto común
todos tenemos que estar de acuerdo, dada la complejidad de los pro y la necesidad de adherirse y defender lo que resulta válido para todos.
blemas, el pluralismo de las soluciones y las ·dificultades para encon Aunque tolere otras formas de conducta y comportamientos que están
trar un fundamento común. Como no se puede imponer ninguna ver excluidos para determinadas ideologías, tendrá que hacerse intoleran
dad por encima de las otras opiniones, no cabe otra salida que el res te para con los atropellos, injusticias y discriminaciones que la socie
petb de las diferencias. Esta tolerancia, que nace de la deferencia y la dad considera inaceptables. El que no comparta la racionalidad de este
comprensión para con quien no participa de las propias ideas, es un planteamiento será un individuo cerrado e insensible a la dimensión
signo de madurez personal y comunitaria. comunitaria de la vida. La misma comunidad sabrá cómo defenderse
El fanatismo ha generado mucha violencia, induso con un carácter de la amenaza que supone esta actitud insolidaria y egoísta.
religioso y sagrado, a lo largo de la historia y en nuestro mundo actual.
Como patología del comportamiento, el fanatismo se caracteriza por el Los peligros de esta situación
hecho de que quien lo padece se cree poseedor absoluto y exclusivo de
la verdad y necesita imponerla a los demás por medio de la fuerza y la En un contexto cultural como éste se esconden algunos peligros fácil
violencia. Y este peligro se incrementa en el ámbito sagrado de la reli mente comprensibles y que constatamos con frecuencia a nuestro alre
gión. Aquí no se trata de salvaguardar ideologías humanas, por muy dedor. Me· limito únicamente a enumerarlos.
dignas y queridas que sean, sino de proteger con absoluta fidelidad las Crece, en primer lugar, un talante de escepticismo e indiferencia
enseñanzas reveladas por Dios, mantener la unidad de los fieles contra ante la dificultad de una fundamentación cierta y segura. Cuando son
las falsas interpretaciones que amenazan la comunión en una misma tantas las opiniones y tan diferentes las ofertas éticas, no hay ningún
creencia, e intentar la comunicación del mensaje a quienes todavía no motivo para aceptar unas por encima de otras. No existe ningún impe
lo han descubierto. rativo obligatorio por el que merezca la pena un determinado esfuerzo
Cuando el creyente está convencido de que su fe es la única verda o sacrificio. El ecumenismo ético se vuelve tan amplio e indulgente
dera, sin ninguna otra alternativa para la salvación, y con un carácter que no se rechaza como inaceptable ninguna conducta. La tolerancia
obligatorio para todos por la universalidad de su mensaje, la semilla de no es, entonces, fruto de la consideración y deferencia hacia el otro,
la violencia se hace _presente en su corazón. La experiencia de lo sobre sino síntoma de un escepticismo radical. Como la verdad no está
natural, en lugar de llevar a la reconciliación comprensiva y respetuo garantizada, que cada cual actúe y se comporte como le parezca. Hasta
sa con quienes no la comparten, conduce a la lucha intransigente por manifestar el propio convencimiento, si es que se tiene, provoca ver
vencer el error. Por eso es muy difícil que el fanático ortodoxo se crea güenza y malestar, por temor a ser considerado poco comprensivo con
32 H ACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA CRISIS DE LA MORAL EN EL MUNDO DE HOY 33
respecto a otras posturas. Es curioso observar cómo, en muchas en rrogantes, aunque cada cual puede añadir sus propias dificultades. Para
cuestas que se hacen por la calle, cuando se pregunta sobre alguna va encontrar una respuesta adecuada habría que descartar, ante todo, algu
loración ética, la respuesta más frecuente es que hay que dejar que nas soluciones que no considero válidas ni eficaces.
cada persona proceda como juzgue conveniente.
Esta incertidumbre e indiferencia se convierte también en un estí La nostalgia de un pasado, o la huida hacia la privatización
mulo para la comodidad, porque, si cualquier oferta ética aparece tan
válida como las demás, la inclinación hacia lo que resulta menos La primera pretende una vuelta nostálgica a épocas anteriores, con la
molesto y exigente se hace comprensible. Nadie tiene derecho a exigir añoranza de recuperar ahora las seguridades perdidas, la mayor unani
o prohibir una conducta determinada, ya que todas gozan, más o midad, el respeto a la tradición, el ambiente religioso que daba mayor
menos, de la misma probabilidad. La elección pertenece en exclusiva garantía. Un retomo a los tiempos de la cristiandad, donde la fe cató
al propio individuo, y en esta hipótesis sería absurdo optar por la más lica orientaba la vida social. Lo que hoy se requiere es levantar la voz
difícil y sacrificada. Frente a una ética de exigencias y heroísmos se con mayor énfasis para acallar las voces disonantes, para definir con
levanta una moral del menor esfuerzo posible, pues cualquier opción autoridad las fronteras entre lo bueno y lo inaceptable. Muchos cree
que se tome está respaldada por la ley. Una ética de mínimos es a lo rán, a lo mejor, que todos los males actuales provienen de no haber
único a lo que se puede aspirar. mantenido los métodos tradicionales, como si la Iglesia, en nuestro
El peligro radica, pues, en no distinguir suficientemente lo legal de caso, hubiese renunciado a su rica tradición para diluirla entre las
lo ético y terminar aceptando, con todas sus lamentables consecuen novedades actuales y perder la certeza y seguridad que demostró en
cias, que la tolerancia o la prohibición jurídica se identifique con la otros momentos.
bondad o la malicia ética. La conducta legal que se permite o se rechá No valoro esta postura, aunque se corre el peligro de idealizar en
za es fruto, entonces, de un consenso social que deja espacio a otra exceso el pasado, olvidando que los frutos de esa siembra los estamos
serie de conductas diferentes. Y no cabe duda de que la ley, aunque recogiendo ahora en nuestra sociedad. Cada cual podrá pensar como
sólo tolere o despenalice, encierra siempre un valor pedagógico y, prefiera sobre la conveniencia o no de esta vuelta a un pasado en el que
cuando aparece, como legalmente aceptado, lo que se valora por otros la influencia de la Iglesia era mucho mayor; pero esperar el fin de esta
muchos como éticamente inaceptable. crisis es soñar con una época que no volverá a repetirse. La dinámica
de los procesos históricos no se dirige con las simples nostalgias ni los
La consecuencia más obvia de esta situación es la pérdida de la buenos deseos. Mientras tanto, por si algún día se consiguiera, sólo
propia identidad ideológica, la excesiva relativización de la verdad sin cabe el lamento pesimista para manifestar el rechazo de la situación
cera de cada uno, para diluirla confusamente en un conjunto de valo actual, pero que no aporta otras alternativas ni estimula demasiado a un
raciones demasiado comunes y poco exigentes. En suma, la moral cris compromiso y esfuerzo por mejorar lo que sea posible. La denuncia
tiana pierde por completo su riqueza y sabor evangélicos, al participar retórica solo sirve para fomentar una buena conciencia epidérmica,
como una más en el debate de los problemas éticos. Si la discusión porque se da por supuesto que la culpa de lo que acontece recae siem
pública. se centra en los consensos mínimos, ¿no se rebajarán también pre sobre los demás.
las exigencias cristianas? Tampoco tiene sentido una retirada hacia la privatización de la fe y
Ante una situación como ésta, son muchas las preguntas que bro la moral cristianas, como si en un mundo como el nuestro no hubiera
tan inevitablemente frente a la moral: ¿Es un camino de libertad o una ninguna posibilidad de hacer presente nuestra oferta, o como si su
forma de represión e infantilismo? ¿Nace de una exigencia humana o palabra no tuviera ya ninguna resonancia en el foro civil. El cristiano
se impone como una forma de dominación? ¿Sirve para realizar al no puede resignarse a una vida de culto y oración, hacia la que muchos
hombre o sólo para gratificar su narcisismo y eliminar sus sentimien desearían orientar a la Iglesia, incluso entre los mismos creyentes, para
tos de culpabilidad? ¿Resulta compatible una vida feliz y dichosa con evitar la crítica de sus propios esquemas e intereses. Sería una traición
el sometimiento obligatorio a un cúmulo de leyes? ¿Es posible la cer ocuparse de las cosas del Padre olvidando que el rostro de Dios está
teza en medio de un pluralismo ético? No hay que multiplicar los inte- escondido detrás de todos aquellos que sufren las con_�eclJ,encias de
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34 H ACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA CRISIS DE LA MORAL EN EL MUNDO DE HOY 35
nuestros egoísmos e injusticias. El proyecto evangélico �o es sólo muy bien a quién se refiere. Incluso la misma herejía no es más que la
escatológico, sino que hay que hacerlo presente en _ las reahdades _del deformación exagerada de una verdad.
mundo actual. Sin negar el valor profundo de la vida contemplativa, Lo que no se puede es entrar en un juego de estrategias y conce
algunos movimientos renovadores corren el peligro de un espiritualis siones, como si se tratara de un simple debate político para buscar un
mo exagerado, que se hace muchas veces más cómodo y me�?s arries acuerdo. Entrar en el diálogo como un interlocutor más, sin la fuerza
gado que una presencia comprometida. La imag_en evan�ehca de l_a necesaria para imponer a todos las propias valoraciones, no significa
levadura no elimina la obligación de que la luz bnlle y exista un testi renunciar a su defensa dentro de una sociedad plural y democrática. El
monio público de la comunidad creyente. laicismo autoritario, tal vez como reacción a los influjos anteriores de
la Iglesia, quiere que domine una explícita mentalidad a-religiosa; pero
en una sociedad laica, donde todas las ideologías civiles y creyentes
El juego de las estrategias y concesiones han de tener espacio, cualquiera de los participantes tiene derecho a
presentar sus propias opciones.
Otros intentan reaccionar por el camino opuesto. A pesar de la de Es verdad que la visión cristiana ya no aparece como el único pro
cadencia y corrupción que pueda d�se, la crisis actu_al corresponde a yecto ético qon validez universal, pero ello no implica renunciar al
una conciencia nueva de la humamdad, que denuncia como falsos e talante · y radicalismo evangélico que le caracteriza. Las palabras de
hipócritas muchos de los principios morales. Si la sociedad no_ vive _ de Jesús sobre la sal que se vuelve insípida y «no sirve para más que para
acuerdo con la moral, es porque ésta no responde ya a sus e�igencias ser tirada fuera y pisoteada de los hombres» (Mt 4,13) es algo que no
actuales. La tarea básica consistirá, pues, en la búsqueda posible para debemos olvidar. Es decir, la moral católica no tiene que cambiar por
acomodar la ética a las necesidades y urgencias del momento presen el hecho de estar situada en una sociedad pluralista. Al contrario, en un
te. Se trataría de realizar incluso una operación parecida a las rebajas mundo en el que· las prácticas y las creencias no ayudan para nada y
comerciales -abaratando el precio del mercado, con menores exigen existen otros múltiples atractivos, la luz y la fuerza del evangelio debe
cias-, por ver si la gente se anima un poco y acepta mejor el produc!o rían tener una presencia mucho mayor.
que se le ofrece. Si no llegan a saltar la altura propue_sta, el rem�di_o Si se ha insistido en la crisis que afecta a la moral, no ha sido por
más eficaz no consistirá en mantenerla, para no renunciar a los prmci el deseo de ensombrecer aún más el panorama. Aunque la valoración
pios de siempre, sino en adaptar la altura del listón a las posibilidades pueda ser algo diferente, según la perspectiva de la que cada uno parta,
de ahora. las dificultades contra la ética -y, más en concreto, contra la ética cris
Ambas posturas resultan insatisfactorias, porque no basta con repe- tiana- nacen de estos presupuestos que hemos constatado. A ellas qui
tir, aunque sea con más fuerza y energía, sin conve��er, y porq�e no se siéramos responder de una· manera más o menos directa a lo largo de
trata de reducir y aminorar, aunque a veces tambien se reqmera una estas páginas. Si, al terminar la lectura de estos capítulos, el lector
adaptación, sino de autentificar y esclarecer. Cualquiera de las dos encontrara datos para elaborar una respuesta personal y convincente,
opciones está incapacitada para resp?nder a _ los retos actuales, .porque, habremos alcanzado nuestro objetivo.
o bien no quiere enfrentarse a la reahdad existente, carg�da de mterro ***
gantes que no se descifran con esquemas pasados, o bien busca una
interpretación que elimina otros datos fundamentales. Bibliografía
Mucho más interesante es abrirse al diálogo con otras ideologías,
no temer la confrontación con otros criterios éticos diferentes, hacerse ALBURQUERQUE, E., Moral cristiana y pastoral juvenil. Fundamentos para
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(1991) pp. 287-295. misma santidad encontrarían su explicación última en los genes. Las
38 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA NECESIDAD DE UNA DIMENSIÓN ÉTICA . 39
reacciones humanas están programadas como las de un robot, aunque do mayor de fragilidad e indigencia, como si se tratara de un alumbra
mucho más perfeccionado y complejo. Las manifestaciones típica miento prematuro. Física y psicológicamente, se encuentra sin defensa
mente humanas, que todavía no se han podido explicar con este presu frente a los agentes externos, en una actitud de dependencia radical.
puesto, quedarán también algún día clarificadas con el avance de la Carece de una base común que le oriente hacia unas tareas determina
ciencia. Lo importante es aceptar que no se requiere ninguna interpre das y lo impulse hacia un modo específico de ser o de comportarse. Su
tación metafísica, más allá de los puros componentes bioquímicos. pervivencia aparece casi como un milagro, pues no se encuentra equi
Este reduccionismo antropológico elimina de raíz la posibilidad de una pado por la naturaleza para enfrentarse a todas las amenazas que se le
reflexión ética, pues no hay sujeto capaz de tomar decisiones respon presentan.
sables, ya que la libertad es, en el fondo, un lamentable autoengaño. Esta carencia radical con relación a los animales, que catalogaría a
Hay que reconocer, sin embargo, que semejante planteamiento no la especie humana como inferior y menos perfecta, se compensa radi
tiene tampoco objetividad científica alguna, pues son muchos los inte calmente por la existencia de la libertad. Si bien la adecuación del ani
rrogantes que quedan sin respuesta, a la espera de una hipotética y mal irracional al medio se realiza sin ningún problema, pues hay un
futura explicación, o bien los mismos datos científicos ya son inter ajuste innato que le viene ofrecido por sus propios mecanismos, lo
pretados por una ideología o por una especie de convencimiento meta cierto es que el ser hum�o está dotado de una capacidad superior para
físico que escapa por completo a los postulados de una ciencia empíri adaptarse, con su libertad, al ambiente que le rodea. Él moldea, modi
ca. Por eso son muchos los que parten de una antropología que reco fica y configura la realidad para ponerla al servicio de sus intereses. A
noce en el ser humano unas características peculiares que lo distinguen pesar de su inadaptación y falta de firmeza constitutiva, sabe encontrar
y elevan por encima de cualquier otra realidad. los caminos para su realización. Está llamado a realizar, con su traba
jo y responsabilidad, la tarea que no le han facilitado sus estructuras
Un salto cualitativo naturales.
Aunque la sociobiología haya descubierto en la conducta humana La estructura ética de la persona
estructuras parecidas al comportamiento de los animales, existe una
frontera cualitativa que separa con nitidez ambos mundos. Los seres Ese «plus» cualitativo no se explica eón una comprensión zoológica de
irracionales siguen ciegamente las leyes de su naturaleza e instintos, lo humano. Las peculiaridades de este nivel exigen superar una visión
que les conducen con una eficacia admirable a la consecución de sus demasiado monista y reductora. El conocimiento, los sentimientos, la
objetivos. La obediencia a estos datos es suficiente para dirigir sus reac libertad... emergen como funciones que no radican exclusivamente en
ciones hacia una finalidad determinada. No tienen otra moral que la del la base neurológica del cerebro, como si de una pura reacción ciberné
sometimiento a sus imperativos biológicos, teleológicamente ordena tica se tratara. El alma, prescindiendo ahora de los datos de la revela
dos al bien individual y de la especie. Su orientación resulta tan per ción y de los diferentes nombres con que pudiera designarse, expresa
fecta y adecuada que para actuar bien sólo tienen que dejarse llevar, sin ría simplemente la trascendencia de la materia para desarrollar ahora
necesidad de poner reparo alguno, por el dinamismo interno de sus pro unas funciones para las que no está capacitada sin esta información.
pias tendencias. Los estímulos ambientales y las posibles respuestas Sería una forma de señalar el carácter único e irreductible del cuerpo
derivadas de su biología establecen un equilibrio dinámico y perfecto. humano, como algo radicalmente distinto de cualquier otro tipo de vida.
Aquí radica la grandeza que tantas veces admiramos en los mecanis Lo que interesa, para lo que pretendemos, es constatar, incluso
mos de las plantas y, sobre todo, de los animales. A primera vista, como un dato empírico y observable, esa diferencia entre los seres. En
incluso, habría que decir que se encuentran mucho mejor programados el animal . irracional, los estímulos suscitan una respuesta adecuada.
y con una dotación mejor que la que el mismo hombre posee. �ar� vivir no necesita sino dejarse llevar por las leyes de sus propios
La originalidad biológica del ser humano radica en sus carencias y mstmtos. Trabaja bajo la tensión del incentivo presente y sigue con
necesidades. No cuenta con ninguno de los resortes naturales que faci exa ?titud el ritmo impuesto por la naturaleza. El hombre, por el con
litan la supervivencia del animal. Es el mamífero que nace en un esta- trano, que no goza de esa organización ni encuentra en sus estructuras
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las respuestas determinadas, tiene que modelar sus pulsiones y rehacer modo de ser, el estilo de vida que cada persona le quiere dar a su exis
su vida como una tarea. Nace sin estar hecho, y su evolución y pro tencia. Mientras que la segunda acepción haría referencia a los actos
greso debe conseguirse a través de un aprendizaje. concretos y particulares con que se lleva a cabo semejante proyecto.
Cuando Freud definía al niño. como un perverso polimorfo, estaba Tendríamos que decir, por tanto, que la función primaria de la ética
expresando de otra manera esa misma realidad. Necesitamos una no se centra en las acciones concretas, sino en otro objetivo mucho
orientación para canalizar las fuerzas anárquicas e instintivas hacia una más básico: dar una orientación estable, encontrar el camino que lleva
meta que no se consigue dejándose conducir pasivamente por ellas. En hacia una meta, crear un estilo y una manera de vivir coherentes con
este sentido, podría decirse que estamos irremisiblemente condenados un proyecto. La ética consistiría, pues, en darle a nuestro pathos -ese
a ser éticos. La urgencia de configurar nuestros mecanismos antropo mundo pasivo y desorganizado que nos ofrece la naturaleza- el estilo
lógicos es lo que Zubiri llamó moral como estructura, como el que y la configuración queridos por nosotros, mediante nuestros actos y
intenta crear una obra con los materiales informes que tiene entre formas concretas de actuar. Aquí está la gran tarea y el gran destino del
manos. Las opciones concretas y los caminos que se elijan serán diver hombre.
sos en función de la decisión adoptada. El conjunto de normas y crite
rios particulares que ,se escojan para realizar esa tarea constituirá la La búsqueda de un sentido: el proyecto ético
moral como contenido.
El ser humano experimenta la capacidad de auto-dirigirse a pesar de
Significado etimológico de la moral sus determinismos y limitaciones parciales, pues tiene conciencia de
que, por encima de todo, él puede orientar su vida, dotándola de un
Esta misma urgencia se constata recordando el sentido más arcaico, estilo peculiar y característico. No se encuentra dirigido, en circuns
primitivo y original que se descubre en la misma etimología de la pala tancias normales, por ningún impulso que le obligue a comportarse de
bra, cuyas raíces manifiestan una riqueza de significación que ha que una forma concreta, al margen del destino que quiera darle su libre
dado muy reducida con posterioridad. La filología, como tantas veces, voluntad. Sus pulsiones no son como las del animal que no puede pres
abre a unos horizontes que posibilitan una mejor compresión. cindir de ellas, diferirlas o moldearlas en función de unos objetivos
El ethos, en la existencia humana, es la cara opuesta del pathos, humanos, más allá de la necesidad inmediata e instintiva. Es lógico,
como una doble dimensión que cualquier sujeto experimenta. Dentro pues, que en un momento determinado tenga que preguntarse por la
de esta última acepción entraría todo lo que nos ha sido dado por la meta hacia la que desea dirigirse. Si vale la pena vivir, tiene que ser por
naturaleza sin haber intervenido o colaborado nosotros de manera acti algo y para algo.
va en su existencia. Lo llamamos así por haberlo recibido pasivamen El hombre, en efecto, se siente arrojado a un ambiente misterioso
te, al margen de nuestra decisión o voluntad. Es el mundo que consti y desconcertante. No es sólo su naturaleza personal, con la riqueza y el
tuye nuestro talante natural, nuestra manera instintiva de ser, que pade antagonismo de sus tendencias y sentimientos, que experimenta en su
cemos como algo que nos ha sido impuesto y que no sirve, como interior; es también toda la realidad externa que le rodea y por la que
hemos visto, para dirigir nuestra conducta. Ofrece los materiales sobre se siente afectado sin haberla elegido. Por todos lados se le hace pre
los que el hombre ha de. trabajar para construir su vida, como el artis sente el misterio, provocándole, desde el momento en que se pone a
ta esculpe la madera para obtener a partir de ella una obra de arte. La pensar, una serie de interrogantes. El dolor, el fracaso, la culpa, el mal,
educación es el esfuerzo por extraer (educere) de esa realidad anárqui la muerte... serán situaciones límite y de mayor importancia que le
ca una conducta humana. impulsan a buscar una respuesta. Pero incluso .las múltiples posibilida
Para expresar este esfuerzo activo y dinámico, que no se deja ven des con que se enfrenta en su quehacer diario le harán plantearse cuál
cer por el pathos recibido, el griego se valía de la palabra éthos, pero es la meta hacia la que quiere orientarse. Siente el peso de su respon
con dos significaciones diferentes, según se escribiera con «eta» o con sabilidad y necesita saber el destino hacia el que dirigir su esfuerzo.
«epsilon». En el primer caso -además de expresar la residencia, mora La libertad no es una espontaneidad ciega ni un comportamiento
da o lugar donde se habita- indicaba fundamentalmente el carácter, el anárquico para actuar en cada momento de acuerdo con el gusto o las
42 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA NECESIDAD DE UNA DIMENSIÓN ÉTICA 43
apetencias más instintivas. Su papel primario consiste en buscarle a la den una forma de vida en coherencia con un proyecto que ya está escri
vida una orientación básica, en darle un destino, en encontrar un pro to o determinado, o que cada cual se tendrá que construir o inventar.
yecto de futuro que va a determinar un comportamiento concreto, de Incluso quien decide suicidarse, en un estado de lucidez razonable, es
acuerdo con la meta que cada cual se haya trazado. Si se quiere, el pro porque ha encontrado ya una solución: la vida no vale la pena en deter
blema de la ética es fundamentalmente un problema metafísico: mirar minadas condiciones, y es mucho mejor escapar de ella. Y quien se
un poco más allá de lo empírico y existente para ver si le encontramos niegue a buscar una respuesta actuará de acuerdo con la opción que ha
algún sentido y significación, como el que busca un horizonte que ilu tomado de no perder el tiempo en busca de una opción. Lo mismo que
mine de algún modo el desconcierto que la propia vida produce. quien se decide por la indecisión, se decide de alguna manera.
vida dentro de un proyecto global, evitando una conducta demasiado aspiraciones más profundas. Por eso, aun en medio de todas las difi
periférica y fragmentada. Es como un sistema defensivo para no sen cultades y problemas, queda escondido un sentimiento positivo que
tirnos llevados por las variadas y contradictorias urgen�ias de cada explica la estabilidad y consistencia a pesar de todo.
situación.
La fundamentación del sentido metaético
Para superar el vacío existencial
Hoy se habla mucho sobre la crisis de identidad. Ya no se acude al psi Ya hemos visto cómo, desde una perspectiva humana, la persona que
cólogo exclusivamente para superar ciertas manías o síntomas neuróti llega a la existencia se encuentra abocada a tener un proyecto que
cos. Son cada vez más los que, sin saber por qué, se siente infelices, oriente y determine su vida. Su desajuste inicial constituye el punto de
deprimidos, con una tristeza de fondo que siempre les acompaña. La partida que justifica esta decisión. Un presupuesto básico, que aparece
explicación última tal vez radique en lo que acabamos de decir. Cuan como algo razonable, pero cuya fundamentación no puede ser apodíc
do a la vida no se le ha encontrado un sentido, aunque sea para luchar tica ni alcanzar una certeza matemática. Quiero decir que al porqué
en medio de la insensatez y el absurdo, nace consecuentemente un sen último para realizarse como persona es difícil encontrarle una respues
timiento de hastío y aburrimiento existencial. Se vive por inercia y ruti ta evidente. Cuando alguien se pregunta: ¿por qué tengo que configu
na, con el único deseo de esquivar en lo posible el dolor, la preocupa rar mi existencia?, ¿qué razón me obliga a realizar el bien?, no existe
ción o los malos ratos, pero sin nada de fondo que valga la pena y llene ningún argumento apodíctico que le convenza de que no hay otra alter
de mayor optimismo e ilusión la existencia limitada. nativa. Como el que quiera defender que lo mejor es que cada cual se
Muchos autores han insistido en la importancia de esta dimensión. comporte como le apetezca, porque ésa es la decisión que ha tomado
Si hay una psicología que penetra en lo profundo del hombre p�ra des en su vida, y no se siente comprometido por ninguna otra obligación.
cubrir nuestro interior, se necesita también otra que nos abra hacia arri En medio de las diferentes opiniones que pudieran darse, el cami
ba para encontrar un horizonte de sentido. Una neurosis que no es fruto no•más eficaz iría por una experiencia universalizada nacida del senti
de la represión de la libido (Freud) ni del instinto de poder (Adler), do común. La mayoría está plenamente de acuerdo con la validez de
sino de una civilización tan absurda y falta de ideales que impide sen este proyecto último, como lo demuestra la historia a través de todos
tirse satisfecho. los sistemas éticos que han existido. Se trataría de una racionalidad
Por eso, el vacío existencial se da incluso cuando se tienen satisfe valorativa que nace en el corazón del grupo humano y que se experi
chas todas las necesidades básicas. Las estadísticas demuestran que en menta como válida y urgente en la sociedad, pues se comprende sin
las sociedades desarrolladas, consumistas y de bienestar, el índice de demasiada dificultad que no basta la fuerza bruta para una convivencia
suicidios es mayor que en los pueblos pobres y necesitados, donde no armoniosa. Una especie de intuición que no requiere ningún otro pre
hay más preocupación que la de luchar por la subsistencia, pero sin supuesto racional.
motivos para experimentar la frustración y el absurdo. Aun en las situa Comprometerse con esta tarea no constituye ninguna sinrazón o
ciones extremas, como se constató en los campos de concentración insensatez -mucho más irracional sería desligarse de ella-, aunque se
nazis, la supervivencia fue mayor entre quienes miraban el futuro con requiera una nueva experiencia y sensibilidad por la que se capte que
la esperanza de realizar aún alguna tarea. Y es que, cuando la vida ha semejante compromiso vale la pena; que es digno y válido en sí. Como
perdido todo sentido, la muerte se vislumbra como la única liberación. en todas las grandes opciones de la vida, aquí también los elementos
Los autores que han estudiado la naturaleza psicológica de la pro afectivos y sentimentales ofrecen un plus que no se encuentra en la
fesión -el proyecto sería una verdadera vocación existencial- afirman frialdad de un simple y puro razonamiento. Toda la tradición escolásti
que su existencia se descubre y manifiesta por la consistencia interior: ca, con santo Tomás al frente, admitía que el primer principio de la
una sensación benéfica y gozosa que brota ineludiblemente, permane moral -«haz el bien y evita el mal»- no puede demostrarse en el campo
ciendo siempre por dentro, cuando se vivencia que el camino escogido estricto de la lógica. Y no olvidemos que sobre este presupuesto básico
y con el que uno se compromete vale de veras la pena y responde a las se fundamentan todas las demás obligaciones éticas de la ley natural.
46 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA NECESIDAD DE UNA DIMENSIÓN ÉTICA 47
Cuando se habla del sentido metaético, por tanto, no significa, co Los riesgos y dificultades de esa formulación
mo algunos falsamente entienden, que no exista ninguna posibilidad de
fundamentación, como si la elección dependiera de un simple gusto o La felicidad eterna y sobrenatural, como destino de la persona, ha
sentimiento. Lo que se quiere es tomar conciencia de que en el ámbito fomentado, precisamente por su dimensión trascendente y escatológi
moral, como veremos más adelante, no bastan las simples ideas si no ca, un desprecio por el mundo que se ha convertido muchas veces en
existe también un mínimo de sensibilidad para captarlas. una auténtica alienación religiosa. Debido a tan acentuada orientación
Supuesta la racionalidad de esta postura, la revelación constituye, hacia el más allá, se olvidó exigir con la misma fuerza las tareas y res
además, una ayuda formidable para esta justificación. Quien ha sido ponsabilidades del cristiano en la construcción y .mejora del mundo
impactado por el mensaje de Dios para formar parte de su alianza, o presente. Las críticas que por este motivo se han dirigido contra la fe
quien acepta el seguimiento de Jesús para hacer presente su reino, no han estado exentas de fundamento y han servido para recuperar la
comprende mejor que nadie lo que ello significa. En adelante no podrá eficacia de aquélla sobre las estructuras del mundo presente. Por eso,
experimentar ninguna duda de que la realización del ser humano co esta pres�ntación escatológica, aunque no tendría que haber sido así,
mo persona, que nos hace como creyentes hijos del Padre y seguido levanta ciertas sospechas, como si fomentara una huida de la realidad.
res de Cristo, tiene suficiente consistencia como para comprometerse El compromiso con las realidades terrenas no estuvo demasiado pre
en tal tarea. Creer se convierte en un estímulo eficiente que ilumina el sente en nuestra tradición.
horizonte y despierta las energías para mantener esta lucha ilusionada Al mismo tiempo hay que reconocerle también un carácter dema
por algo mejor. El creyente, de esta manera, posee una garantía y una siado individualista, ya que la preocupación básica del cristiano estaba
solidez superiores a las que podría obtener con cualquier reflexión centrada en su propia salvación, marginando excesivamente la dimen
filosófica. sión comunitaria de la misma. Lo único importante era conseguir esa
Por lo dicho hasta ahora, se comprende que todos los textos clási meta mediante la perfección individual, en la que la salvación del alma
cos de moral comenzaran siempre por el tratado sobre El fin último, aparecía como el objetivo primario que concentraba la lucha y el es
como meta de la suprema aspiración que ansía el ser humano. La feli fuerzo de cada persona. El mensaje bíblico del reino de Dios ofrece un
cidad aparecía, de acuerdo con la tradición aristotélica, como el ansia contenido mucho más completo y universalista, pues sus fronteras no
más honda que se busca por todos los rincones de la tierra. Ahora bien, son las meramente personales, sino que abarcan la naturaleza entera.
como la fe nos enseña que sólo Dios puede llenar semejantes aspira-·
ciones, la conclusión aparecía lógica y evidente. El fin último consiste Algo parecido podría decirse sobre el sentido egocéntrico que apa
en la salvación sobrenatural que Él nos ofrece. Con expresiones más o renta defender. Si la salvación eterna interesa, es porque con ella nos
menos diferentes, existía una mentalidad común, que llegó a convertir jugamos nuestra propia felicidad. Incluso la obediencia y sumisión a
se en el fundamento de toda la vida y conducta cristiana. Desde las pri Dios estaría motivada por el interés personal, ya que es la condición
meras enseñanzas catequéticas, pasando por los libros de mayor influ exigida para no perder el premio prometido. Si éste pudiera obtenerse
jo espiritual entre los cristianos, hasta las grandes síntesis teológicas de al margen de la moral, el buen comportamiento dejaría casi de tener
la moral, se repetía incansablemente este mismo presupuesto. La ética sentido, pues lo único que importa, por encima de todo, es no sentirse
era el itinerario a recorrer para llegar hasta nuestro último destino. condenado a una desgracia que, además, resulta eterna. Dios y sus
Nadie que sea creyente podrá negar la veracidad de tales afirma mandamientos se llegan a vivir como un peso molesto pero inevitable,
ciones. Sin embargo, una presentación como ésta ha sido objeto de como simple medio utilitario para conseguir otro objetivo deseado.
algunas críticas y discusiones. No dudo que tales dificultades podrían Repito que no sería justo acusar a la tradición de haber enseñado
superarse sin mayores inconvenientes, pero es evidente que el mundo estas desviaciones. Sin embargo, una cosa es el significado exacto de
en el que se hizo presente esa respuesta es bastante diferente del nues esa enseñanza -la vida eterna es una afirmación capital del cristianis
tro y encuentra en ella algunas ambigüedades que no siempre se han �o, y de ella se derivan necesariamente una espiritualidad y una prác
esquivado. tica-, y otra muy distinta la traducción y las formas concretas en que
la han vivido los cristianos. Por eso es razonable formular este pro-
48 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA
yecto con otro lenguaje que evite el peligro que, de hecho, se ha dado
en la presentación tradicional. El siguiente capítulo sobre la metodolo
gía señalará el camino que vamos a seguir.
***
3
Bibliografía Metodología
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FRANKL, V.E., El hombre en busca de sentido, Herder, Barcelona 1980. El problema metodológico que ahora se nos plantea consiste preci
- Sobre el vacío existencial, Herder, Barcelona 19864• samente en saber cuál ha de ser nuestro punto de partida. Si partimos
- La psicoterapia al alcance de todos, Herder, Barcelona 19864. de la razón para construir una ética humana o si nos apoyamos en la fe
GARCÍA ROYO, J., «La pregunta por el sentido. Problemática filosófico teoló para elaborar una moral religiosa. Es verdad que, a pesar de las dife
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GONZÁLEZ DE CARDEDAL, O., «"Navegar es necesario-vivir no es necesario". historia demuestra, por una parte, que no existe ninguna religión que
Reflexión sobre el sentido de la ética»: Salmanticensis 43 (1996), no comporte al mismo tiempo una serie de exigencias éticas, como
pp. 365-394. símbolo y expresión de la fe. De la misma manera que el itinerario
MoNBOURQUETTE, J., A cada cual su misión. Descubrir el proyecto de vida, ético es un camino ordinario para el encuentro con Dios, en quien a
Sal Terrae, Santander 2000. menudo se busca también el fundamento y la confirmación de tales
PODGA, F., «Principales propuestas de moral fundamental postconciliar»: obligaciones. Sin embargo, no todos admiten esta vinculación ni expli
Moralia 23 (2000), pp. 481-492. can de la misma forma la preferencia que una dimensión pueda tener
Rurz DE LA PEÑA, J.L., Las nuevas antropologías. Un reto a la teología, Sal sobre la otra. Veamos, pues, cómo se plantea esta doble diversidad.
Terrae, Santander 1983. Existe una primera postura que defiende una clara y completa sepa
VIDAL, M., Nueva Moral Fundamental. El hogar teológico de la ética, ración entre ambos aspectos, pues resulta imposible integrar la dimen
Desclée De Brouwer, Bilbao 2000, pp. 199-239. sión humana y razonable con una perspectiva religiosa. Al ser dos rea
lidades distintas y antagónicas, no cabe otra postura que la de presen-
50 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA METODOLOGÍA PARA UNA FUNDAMENTACIÓN DE LA MORAL 51
tar una ética al margen de la fe y sin ningún apoyo en el mundo tras ria de Dios, el ser humano intentaría un proceso de liberación cons
cendente, como defiende una moral secular. O encontrar exclusiva tante para vivir de manera autónoma e independiente, libre de toda
mente en la revelación el fundamento de la conducta, pues la razón está esclavitud.
incapacitada para el descubrimiento del bien y del mal, como afirma la El mito de Prometeo se ha convertido, desde la antigüedad, en un
teología protestante. símbolo maravilloso de esta lucha contra todo tipo de alienación reli
giosa. El mitológico personaje tuvo la osadía de robar el fuego a los
dioses y ofrecerlo a los hombres para que pudieran valerse por sí mis
Los planteamientos de la ética secular mos y emanciparse de toda tutela sobrenatural. Para Marx fue el pri
mer santo y mártir de su calendario filosófico, como prototipo de la
Todo el movimiento de la ética secular proclama y mantiene la consis clase oprimida. Representa el genio humano que supera los límites
tencia humana de las normas y deberes, sin valerse de otras justifica establecidos, cuestiona los privilegios de los dioses, protesta contra el
ciones externas que pretendan suplir la credibilidad racional de sus engaño de una religión infantil y dominadora y, finalmente, pone al ser
propios enunciados. El bien y el mal pueden ser analizados por la humano como el único artífice y responsable del universo. Aquí
razón humana sin necesidad de acudir a ninguna revelación. Para la comenzaría la gesta de la liberación, el intento por recuperar los terri
ética no se requiere ninguna dimensión religiosa o trascendente. torios que, por una fuerza superior, habían dejado de ser propiedad de
La secularidad es un fenómeno contrario al proceso de consagra la humanidad.
ción. Una realidad o persona se considera sagrada cuando se la aparta
de su función natural, cuando ya no se utiliza para los trabajos y usos
comunes, pues su existencia, en adelante, queda puesta al servicio ex La muerte de Dios como conquista de la técnica
clusivo de Dios. Su destino humano ha experimentado un cambio sig
nificativo de rumbo. Aunque lo sagrado no aparecía como un elemen Es natural que, en la medida en que nuestros conocimientos resultaban
to original de su existencia, desde el momento de su consagración la incapaces de explicar numerosos fenómenos, atribuyéramos éstos a
divinidad adquiere un dominio definitivo sobre ella y permanece some una realidad extraña y superior a nosotros; dios, con minúscula, apare
tida por completo a su voluntad. La independencia o la iniciativa del cía en todas las culturas como la única justificación coherente de tan
hombre o del mundo se pierden por esta nueva forma de relación. El· tos misterios desconcertantes. La ignorancia encontraba en la divinidad
dominio de lo sobrenatural adquiere así un poder absoluto sobre las la respuesta y garantía de lo que no había llegado a comprender. La
realidades creadas, y nada permanece ajeno a este influjo divino y progresiva conquista de las ciencias ha hecho que la hipótesis-Dios sea
trascendente. cada día menos necesaria, pues el recurso a un poder superior se cam
El proceso inverso lo constituye el fenómeno de la desacralización bia con mayor eficacia por la técnica y demás instrumentos adecuados.
o secularización. Son situaciones históricas en las que el Estado pre Como su existencia no tiene otro fundamento que dar respuesta a
tendía apoderarse de los bienes e instituciones eclesiásticas, pertene los interrogantes humanos o servir de aparente explicación a los fenó
cientes a un poder sagrado, para transferirlas a un régimen civil o secu menos que nos resultan excesivamente misteriosos, los descubrimien
lar. Todavía se habla de secularización cuando a un sacerdote se le con tos científicos llevarán, poco a poco, a una sociedad en la que Dios ya
cede dispensa para abandonar sus obligaciones sagradas y poder vivir no tenga sentido y en la que su muerte sea el fruto lógico del progreso
como un laico o seglar (secular). Es un intento, por tanto, de recon y de la técnica. La significación del universo no habrá que buscarla
quistar los dominios que permanecen sujetos a la esfera sagrada, sin fuera de nuestros límites, en una realidad superior con la que se man
gozar de la libertad y la autonomía que les habían sido arrebatadas con tienen unas relaciones de sumisión y dependencia. Muchos represen
esa consagración. tantes del ateísmo moderno creen todavía que la idea de Dios constitu
La secularidad puede vivirse, en muchas ocasiones, como una ye la negativa del hombre, un obstáculo para su libre desarrollo. Su eli
lucha encarnizada entre dos fuerzas antagónicas que buscan su hege minación es un presup9esto básico para que el mundo recupere su
l
monía. Frente al esfuerzo por consagrar el mundo y someterlo al impe- carácter secular, donde El ya no tiene cabida, pues no cumple ninguna
52 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉT ICA CRISTIANA METODOLOGÍA PARA UNA FUNDAMENTACIÓN DE LA MORAL . 53
misión ni realiza ninguna tarea que no pueda ser cumplida por la capa mayor exactitud la esfera que a cada cual le pertenece y evitar una
. cidad y el poder humanos. munda.nización de Dios o una divinización del mundo. Lo propio de la
Lo sagrado no es más que el reflejo de la ignorancia, que, cuando secularización residiría, pues, en que no destruye ni tiene por qué -eli
se vincula con lo divino, se convierte en una superstición alienante. minar la experiencia o el saber adquirido por la fe, sino que lo conser
Eliminar esta división entre lo sagrado y lo profano es una de las tare va y protege bajo una forma distinta.
as fundamentales de una sociedad adulta y responsable, como ha lle Sólo cuando la secularidad se cierra por completo en sí misma, con
gado a ser la nuestra. El hombre moderno ha renunciado, con toda la exclusión absoluta de Dios, se convierte en un secularismo ateo, y la
razón, a un dios que sirve como refugio y protección a todas nuestras · fe queda reducida a una misión puramente profana, sin ninguna pers
deficiencias. Por eso, en muchas definiciones de la secularización apa pectiva trascendente. Podríamos decir en este último caso, aunque la
rece siempre esta idea de libertad e independencia. afirmación parezca paradójica, que la secularidad no se ha mantenido
En este ambiente, la ética cristiana se rechaza como un cuerpo fiel a su :finalidad primordial. Con el deseo de salvar la autonomía de
extraño, pues es valorada como heterónoma y represiva. No se acepta Dios y la de la humanidad en medio del mundo, ha confundido preci
que las normas de conducta puedan tener una origen relig�oso y q1;1-e la samente las fronteras entre ambas realidades, haciendo de la creación
obediencia a Dios sea el motivo último del comportamiento. S1 los un dios en miniatura o reduciendo a Dios a unos límites pequeños. De
mandamientos tienen vigencia, no es por ser expresiones de su volun cualquier manera, la clarificación que se buscaba se ha hecho mucho
tad, a la que hay que doblegarse sin ninguna otra justificación.. Lo más confusa y peligrosa. Pero lo que sí es cierto es que la secularidad
mismo habría que decir de las enseñanzas de la Iglesia que determrnan defiende una ética basada en la razón, aunque la fe descubra para los
más en concreto' de acuerdo con las diferentes circunstancias y situa- creyentes una moral distinta que parte de otros presupuestos. Lo que se
ciones, el mensaje moral de la revelación. La mayoría de edad de un acepta como imposible es la identidad y reconciliación de ambas, pues
mundo secularizado impide la existencia de una moral religiosa, que cada una posee su propia metodología y elaboración.
sólo tendrá vigencia para quienes no tengan otra fundamentación. Si la
ética tiene sentido, hay que encontrarlo al margen de la fe, por debajo
de la religión, en la capacidad misma del ser humano para descubrir La respuesta protestante: una ética más allá de la razón
con su razón los valores que orienten su vida.
Aquí también se mantiene la diversidad, pero con un radicalismo anta
Hacia un intento de clarificación gónico aún más fuerte. La postura protestante ha sido siempre taxativa
y sin ningún asomo de duda: para el cristiano no cabe otra opción que
Sin embargo, hay que tener en cuenta que este radicalismo ateo al que una ética puramente religiosa, pues sólo puede actuar con rectitud
ha llegado el movimiento de la secularidad no es una consecuencia cuando se hace oyente de la Palabra y se deja dirigir por el mensaje de
necesaria de sus presupuestos esenciales. Lo que busca, fundamental la revelación. Cualquier otro intento de orientar la vida mediante los
mente, es liberar a la creación entera de toda vinculación religiosa, valores humanos, elaborados con el esfuerzo racional, le llevaría a un
metafísica, mítica, de la que pueda sentirse esclavo y que vaya, por fracaso absoluto, ya que no existe en nosotros ninguna capacidad de
tanto, contra su dignidad personal. Y no puede negarse que semejante descubrir el bien con nuestros propios medios. La explicación de esta
intento pertenece también al núcleo más profundo de las obligaciones impotencia se deduce lógicamente de otros presupuestos teológicos.
cristianas. Cuando la fe se convierte en droga, en escapismo, en simple Por el pecado, la creación entera, que había brotado como una cas
búsqueda de seguridad, el cristiano hace de Dios un ídolo creado a su cada limpia y transparente de las manos de Dios en la que se reflejaba
imagen y semejanza para cubrir su necesidad. La desmitificación de su santa voluntad, se ha convertido en un caos gigantesco. El reino del
este proceso tan frecuente es una exigencia bíblica, pues aquí se trata mal y de la muerte invade por completo la naturaleza y al hombre, que
también de dar a Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César. han dejado de ser una imagen luminosa del Creador. Todo ha quedado
En este sentido, la secularidad es un esfuerzo de clarificación para d�struido y aniquilado, sin que pueda encontrarse ningún reflejo de
delimitar las relaciones entre Dios y el mundo, para distinguir con D10s en ese desastre absoluto, como un espejo que se hubiera roto en
54 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA METODOLOGÍA PARA UNA FUNDAMENTACIÓN DE LA MORAL 55
múltiples y pequeños pedazos. La redención operada por Cristo no en el paraíso, por el deseo de conocer la ciencia de Dios y penetrar en
vino a re-crear de nuevo este mundo corrompido. Dios nos ofrece la una región que no nos pertenece. La primera misión de la ética cristia
salvación sin restaurar nuestra naturaleza destrozada, en cuanto que, na debería consistir en la condena y renuncia de este saber absurdo y
por los méritos de Jesús, ya no tiene en cuenta nuestra situación peca peligroso. Sólo cabe una actitud teológica en la que el ser humano
dora y nos acepta misericordiosamente como somos, sin ninguna cola acepte su incapacidad básica para descubrir el bien, y la necesidad de
boración o merecimiento por nuestra parte, pues continuamos como una obediencia sin condiciones para que la fe, como novedad de vida,
seres muertos e irrecuperables. De ahí la primacía de la sola fides en el nos impulse e ilumine constantemente para inventar las formas con
campo del protestantismo. cretas de nuestra actuación y comportamiento.
Las consecuencias éticas de esta antropología teológica llevan ine En el fondo de una postura como ésta se dibuja una imagen de Dios
vitablemente al rechazo y negación toda ética humana. Al quedar la henchida de majestad y de una independencia grandiosa. Él se ha
naturaleza aniquilada por el pecado, sin ninguna restauración posterior, manifestado siempre en la historia como el Ser soberano y absoluto,
no puede servimos como fundamento de nuestra conducta. El único absuelto de todo, no sujeto a nada en medio de su asombrosa libertad.
proyecto, escrito por Dios en la creación primera, ha perdido su vigen Encerrarlo en nuestros esquemas morales es un gesto de envilecimien
cia, pues todo se encuentra corrompido, y la naturaleza actual ya no to para hacerle pequeño y comprensible, al alcance de nuestras pobres
corresponde a la voluntad verdadera del Señor. Es más, aun en la hipó categ9rías, como si no pudiéramos soportar su grandeza y misterio.
tesis de que existiera un determinado orden como norma y criterio de Para El no existe otra ley o normativa que su santa voluntad. El bien
conducta, la razón humana sería incapaz de conocerlo, como conse y el mal son una consecuencia exclusiva de sus propias decisiones
cuencia del mismo pecado. Su ceguera le imposibilitaría llegar a ese soberanas.
conocimiento. El modelo clásico para muchos autores protestantes es la actitud
Para descubrir el sendero del bien no existe otra posibilidad, por desconcertante de Abrahán frente al sacrificio de su propio hijo. El jui
tanto, que dejarnos iluminar por su Palabra. Admitir otra fuente de dis cio ético lo tendría que condenar como un frustrado parricidio y como
cernimiento o intentar cualquier otra fundamentación es ir contra el un acto intolerable, pero la fe transforma este posible crimen en un
carácter único y absoluto de la gracia y de la revelación. La ley y el sacrificio litúrgico y religioso. Se da, pues, una manifiesta contradic
Evangelio son términos antagónicos y contradictorios. La originalidad ción entre los imperativos éticos y las exigencias religiosas. Si él
plena de Dios, manifestada en su mensaje, es el único criterio decisivo hubiera querido atenerse a los primeros, habría cumplido ciertamente
para la búsqueda de un comportamiento adecuado. Su anuncio consti con una normativa moral, pero no habría sido fiel a la llamada de su
tuye siempre un gesto desconcertante, que sería desvirtuado por cual vocación ni habría llegado a ser el modelo de todos los creyentes. Y es
quier sistematización humana. Nadie tiene derecho ni capacidad para que, cuando la fe penetra en la vida cristiana, lo ético debe quedar sus
traducir en normas concretas su soberano querer. El moralista no puede pendido, sin dejarse seducir por la aparente racionalidad de unos argu
usurpar el trono de Dios para dictaminar lo que es bueno y lo que resuJ mentos· humanos, para convertirse sólo en el caballero de la fe, que
ta inaceptable, como si tuviera la misma competencia que solo a El acepta como único criterio el absurdo, la contradicción y la inseguri
pertenece. Cualquier intento de fundamentar la ética por este camino dad de un Dios desconcertante, que conduce muchas veces por cami
está condenado al fracaso. nos desconocidos y hacia tierras misteriosas. Su deber primordial con
siste en renunciar a cualquier ética humana, por muy razonable que
parezca.
El absurdo religioso como única categoría ética Ingresar en el área de lo religioso supone haber destrozado los
esquemas de una moral lógica, exacta, perfectamente definida, donde
Por ello, la primera obligación cristiana es mantener una actitud de el bien y el mal quedan encasillados en función de unos criterios huma
rebeldía e inconformismo frente a cualquier norma que no brote direc nos, para comenzar una aventura insospechada en el mundo de lo inde
tamente de ese otro querer sobrenatural, y aceptar la crisis de la propia c�ble y lo paradójico.· En e�te nivel religioso, la única categoría ética
ética hasta su completa eliminación, para no quedar seducidos, como vigente es el absurdo. El cristiano, como un auténtico Quijote, camina
56 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA METODOLOGÍA PARA UNA FUNDAMENTACIÓN DE LA MORAL 57
por la vida sin ningún otro apoyo ni báculo que el de la plena confian y el fundamento de toda conducta cristiana sólo puede encontrarse en
za y docilidad a la inmediatez de un Dios que se hace presente como un clima religioso y sobrenatural. La misma experiencia ética de la
sorpresa y le deja sentir su palabra como una llamada singular e irre Iglesia, como reflexión comunitaria de los cristianos, es una oferta que
petible. Ninguna otra ley tiene fuerza obligatoria. La actitud moral y la orienta la vida, un modelo que invita e ilumina, pero con la condición
religiosa no pueden darse juntas, porque en la primera se concede la de atender, por encima de todo, a la posible llamada de Dios. La ética
primacía al deber y a la ley, mientras que en la segunda se entra en una será, antes que nada, una docilidad absoluta a su Palabra.
relación personal con Dios qué puede provocar, como en el caso de El esfuerzo por traducir esos valores evangélicos en la sociedad
Abrahán, la suspensión de cualquier otra obligación ética. civil, que para los católicos sería el derecho natural, se niegan por com
pleto a aceptarlo, pues la dualidad de una conocimiento ético, a través
de la razón o de la fe, destruiría la unicidad y exclusivismo de la única
Obediencia y docilidad a la palabra de Dios fuente que nos viene de Jesús. Y en la doctrina iusnaturalista de los
católicos han visto siempre el riesgo de esta peligrosa dicotomía. Es
La aparente radicalidad de esta postura no deja de plantear también una pretensión lamentable llegar al reino de Dios desde una ética
serias dificultades. Al defender que la conducta moral debe tener, como humana. En cualquier caso, el denominador común de toda la ética
base imprescindible y exclusiva, la Palabra revelada, el estilo de vida protestante es la primacía de la fe más allá de la razón. El papel de ésta,
que de ahí resulta será solamente válido para quienes comparten la aun cuando su empleo fuese necesario en algunas circunstancias con
misma fe. El mundo de valores que el creyente recibe de la revelación cretas, será siempre muy secundario y accidental, sin arrebatar nunca
será incomprensible para aquellas personas que no están vinculadas a la fe su carácter prioritario. La moral habría que definirla como la
por esa dimensión religiosa. La ética quedaría reducida, entonces, al ciencia que nos hace dóciles y obedientes a la palabra de Dios.
grupo exclusivo de creyentes, que, además, estarían incapacitados para
el diálogo con la mayoría de la sociedad, que excluye semejante pre
supuesto. La moral católica como camino intermedio y complementario
La teología protestante es consciente de esta limitación y sabe que
para el diálogo con un mundo secular, cerrado por completo a la tras Dentro del catolicismo se ha defendido siempre una postura interme
cendencia, necesita un lenguaje que sea comprensible para todos. Karl dia que evite, por una parte, los extremismos de la ética secular, que
Barth, sin duda uno de los autores más radicales, ha luchado siempre excluye la dimensión religiosa como algo absurdo e inaceptable, y, por
por una moral religiosa, ya que no existe ningún orden que pueda tener otra, la moral protestante, que rechaza la existencia de una ética profa
vigencia fuera de Cristo. El puesto de la diosa razón, a la que desacre na que encuentra su fundamento en la razón. La misma fenomenología
dita y posterga, ha de ser ocupado por la fe. No existe ninguna otra ley de la experiencia ética y religiosa nos lleva a encontrar una cierta com
que la divina, y la búsqueda de cualquier otra será siempre una vana plementariedad entre ambas.
ilusión. A pesar de ello, se siente obligado a buscar un punto de Cuando los valores éticos y religiosos son vividos hasta el fondo,
encuentro entre la comunidad creyente y la que no ha sido iluminada la llamada de un bien concreto puede abrir hacia una dimensión tras
por Dios, porque, como él mismo dice muy bien, la comunidad civil cendente, en la que Dios se vislumbra, al mismo tiempo, como el Valor
-cuando no ha sido iluminada por Aquel que es su centro- no tiene otra supremo y el Bien definitivo y último del hombre. Mas allá de la invi
salida posible que esforzarse, de una u otra manera, en pensar, hablar tación particular y de su justificación inmediata, se escucha el eco de
u obrar a partir de los datos de una ética racional. otra llamada que fundamenta la obligación de las mismas exigencias.
Por eso, la vuelta hacia un cierto naturalismo es una característica El salto hacia el Absoluto desde la experiencia ética no es ciertamente
bastante significativa del pensamiento protestante actual, como el la conclusión de un silogismo ni aparece a la razón como una eviden
único camino que existe para que las denuncias éticas y las exigencias cia; pero, supuesta la fe, la apertura a lo trascendente se hace com
morales tengan resonancia en nuestra sociedad. Siempre, sin embargo, wensible. Los imperativos éticos son también llamadas del Señor, y en
conservará un papel secundario, penúltimo, interino, _pues la primacía El encuentran su explicación última.
58 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTIC A C RISTIANA METODOLOGÍA PARA UNA FUNDAMENTACIÓN DE LA MORAL 59
De la misma manera que la vivencia religiosa, por su parte, invade tión especulativa, sino que preocupa por sus implicaciones prácticas y
la vida entera del individuo e impulsa a éste a una nueva forma de com- pastorales. De forma esquemática, me atrevería a sintetizarlas con
portarse que afecta profundamente a su conducta. Una experiencia estas características.
religiosa que no tuviera esas repercusiones prácticas se disolvería en
un misticismo sentimental que pondría en duda la autenticidad de
aquélla. Pero, como la fe no es suficiente para configurar el orden ético La ética autónoma: a la búsqueda de un lenguaje común
en todos sus detalles, el recurso a la razón no es algo superfluo, sino
necesario. Aunque Dios sea la respuesta a las preguntas últimas y esen La ética autónoma quiere ser una respuesta adecuada a las exigencias
ciales de la existencia, casi nunca responde a las primeras y más inme del mundo secular, que no se conforma con una ética ingenua y hete
diatas. La ética racional, elaborada con el esfuerzo humano, es el único rónoma, sino que desea conducirse por un convencimiento interior y
recurso que nos queda para saber cómo orientar nuestra conducta. no por el hecho de que algo esté mandado. La urgencia de entablar un
La teología católica admite, por supuesto, las consecuencias trági diálogo con esta cultura, cerrada a lo trascendente, le hace insistir con
cas del pecado original, aunque su explicación teológica no sea tan fuerza en esta dimensión. El conocimiento de los contenidos éticos no
simple e ingenua como algunos la interpretan; pero retiene como base requiere como condición previa la vivencia de la fe. Una persona
de su optimismo, frente a la postura protestante, que la naturaleza hu honesta y sincera está capacitada para sentir su llamada y su invitación
mana, a pesar de su destrozo, sigue siendo aún reflejo de la voluntad y para comprometerse con ellas, a pesar de los múltiples factores de
santa de Dios. El descalabro producido por el pecado no fue definitivo todo tipo que condicionan el descubrimiento de la verdad y del bien.
ni pa:ra siempre, pues la redención de Cristo supuso una nueva re-cre El acto de mandar, fuera de las leyes estrictamente positivas, no
ación de aquellas posibilidades primeras, aunque no las hayamos recu fundamenta la moralidad de ninguna norma. Si Dios o la Iglesia aprue
perado en toda su plenitud. La ética natural conserva; por tanto, su ban o condenan alguna conducta determinada, ésta no se convierte en
vigencia en la economía actual de la salvación. buena o mala en virtud de dicho mandato o prohibición, sino que se
De esta manera, la dimensión humana y la religiosa no son dos rea valora de una u otra manera en función de que se la considere humana
lidades excluyentes ni antagónicas. Entre la fe y la razón se da una o deshumanizadora. Y esta valoración tendrá una explicación racional,
armonía complementaria, sin que ninguna pierda su valor y utilidad. el único camino para hacerla comunicable a otras personas, sin necesi
La Iglesia ha querido valerse de la revelación para encontrar en ella su dad de acudir a la revelación.
inspiración básica, pero sin excluir tampoco la importancia de los valo Por eso, como veremos más adelante, no creen que la moral cris
res naturales. En sus enseñanzas busca siempre una coherencia con la tiana tenga que distinguirse de otras por una serie de contenidos éticos,
palabra revelada y con las exigencias de la razón. La integración de reservados exclusivamente a una razón iluminada por la fe, como si la
ambos elementos es un patrimonio común a toda la tradición católica. persona estuviese incapacitada; sin esta ayuda sobrenatural, para el
Ambas dimensiones tienen que encontrarse, por tanto, de alguna ma conocimiento de ciertos valores. La historia demuestra cómo en otras
nera implicadas y en estrecha relación, pues ninguna alternativa resul culturas, anteriores o ajenas a la revelación, se aceptaban conductas
ta válida cuando se toma una opción excluyente por lo humano o por consideradas por algunos como propias y exclusivas del cristianismo.
lo sobrenatural. El acuerdo sobre este presupuesto de base alcanza una El mismo amor a los enemigos, que se citaba como uno de los ejem
plena unanimidad entre los autores católicos. plos más característicos, fue defendido y proclamado muchos siglos
antes de la revelación judaica. Los límites y deficiencias de la razón no
Sin embargo, la insistencia y el énfasis que se ponga en cada uno impidieron captar el significado profundo de este comportamiento.
de ellos da lugar a un doble planteamiento, que se ha convertido hoy Estos autores insisten en que la fe ha servido a muchos creyentes
en un tema polémico dentro de la comunidad católica. Se trata de para el descubrimiento de aquellos valores que. aparecen, sobre todo,
inclinarse hacia una ética autónoma, donde se subraya más la raciona en la vida y el mensaje de Jesús. Cuando la educación se desarrolla en
lidad de los contenidos éticos, o hacia una moral de fe, en la que se un clima religioso, el aprendizaje de la moral no excluye esa referen
reclama la primacía de la revelación. El problema no es sólo una cues- cia que ilumina y estimula a un comportamiento determinado. Pero
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descubrir un valor por la enseñanza de la revelación no significa que El creyente, regenerado por la presencia de la gracia, actúa como
sólo por ella quede justificado. Las conductas y actitudes que un día. hij de_ Dios, con una ontología sobrenatural y transformada, con la
o
llegó a conocer por ese camino, se le harán también comprensibles y fuerza de un Espíritu que le dinamiza y estimula al cumplimiento del
aceptables desde una reflexión racional. bien, pero sabiendo que, a pesar de todo ello, la verdad ética tiene que
Los autores de esta tendencia insisten en que la fe ha servido a descubrirla con el esfuerzo de su razón. Para responder a los interro
muchos creyentes para el descubrimiento de aquellos valores que apa gantes éticos, frente a los que tiene que decidirse, no basta con acudir
recen, sobre todo, en la vida y mensaje de Jesús. Cuando la educación a la palabra de Dios para encontrar en ella la solución adecuada. Las
se desarrolla en un clima religioso, el aprendizaje de la moral no exclu orientaciones más generales, como postulados básicos y hasta eviden
ye esa referencia que ilumina y estimula a un comportamiento deter tes para la razón, requieren ser concretadas en las situaciones mucho
minado. Pero descubrir un valor por la enseñanza de la revelación no más complejas de la vida, en las que Dios no ha venido a damos las
significa que sólo por ella quede justificado. Las conductas y actitudes, respuestas concretas que se buscan.
que un día llegó a conocer por ese camino, se le harán también com La fe recuerda la absoluta primacía de Dios como valor supremo,
prensibles y aceptables desde una reflexión racional. por encima de cualquier otro, y la obligación de cada cristiano de obe
decer a su voluntad; pero ésta no se ha manifestado de una manera
directa, como si fuese un simple dictado, sino que el querer de Dios
Una autonomía teónoma está escondido allí donde el ser humano descubre un verdadero valor.
La obediencia a su palabra es incondicional, como lógica consecuen
El creyente sabe que esa autonomía para dirigir la vida le viene como cia de nuestra condición creada; lo difícil, en muchas ocasiones, es
un regalo del Creador, en el que encuentra la explicación última de conocer precisamente lo que Él quiere y desea de nosotros.
toda la realidad. Y conoce también que su destino es sobrenatural, más En síntesis, podríamos decir que la ética autónoma tiene, como
allá de todas las posibilidades humanas, y que camina hacia él atraído punto de partida, una mayor confianza en la capacidad de la razón
por la fuerza de su fe. Pero esta relación de origen y destino, que ha humana, a pesar de sus limitaciones y condicionantes, Y pretende,
descubierto por la palabra revelada, no destruye tampoco su capacidad como meta, hacer comprensibles los valores éticos en un mundo secu
de autogobiemo. larizado y adulto, que pide una explicación racional pata su propio
El orden de la salvación, por el que Dios se nos ha acercado de una convencimiento. La fe descubrirá al creyente que esa autonomía le ha
manera singular, no tiene por qué eliminar el orden primero de la cre sido dada como regalo de Dios, y encontrará en ella una ayuda y com
ación, que dejó en manos de su criatura el dominio y responsabilidad plemento para la justificación de los valores, pero sin que destruya los
sobre el mundo surgido también de su amor. Por ello, más que de auto presupuestos sobre el origen y destino de la autonomía ética.
nomía, habría que hablar de una moral teónoma que, aunque relacio
nada y dependiente de Dios por estos vínculos, irrenunciables para el
creyente, no se opone a esta capacidad de autogobiemo en contraposi La moral de fe: rechazo de toda autonomía
ción a cualquier otra ética heteronóma y dependiente.
Esto significa la aceptación de un lenguaje común -el de la razón La moral de fe, como es lógico, manifiesta serias reservas sobre algu
como lugar de cita y de diálogo con todos los que buscan y trabajan por nas afirmaciones de la postura anterior. El mismo término «autono
el bien y la mejora de la sociedad. El mensaje moral evangélico y los mía» suscita ya un fuerte rechazo, pues se considera cargado de un
criterios orientadores sobre la conducta humana que de él se derivan contenido inaceptable en un discurso cristiano. El gran error ha con
resultarían demasiado extraños y esotéricos si no existiera la posibili sistido en incorporar al lenguaje teológico una palabra cuyo origen y
dad de un acceso razonable a tales valores. Lo que se quiere subrayar significación arrastran un peso de laicismo e independencia que la hace
en esta postura es que la fe no es un requisito necesario para ese cono extraordinariamente ambigua y polémica. La autonomía es un concep
cimiento ético, como si todos aquellos que no la comparten fuesen to incompatible con el núcleo más hondo de la fe. Significaría, por toda
incapaces, por este mismo hecho, de llegar a conseguirlo. su configuración histórica, dar al ser creado una emancipación que va
62 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA METODOLOGÍA PARA UNA FUNDAMENTACIÓN DE LA MORAL 63
en contra de la soberanía absoluta de Dios y que niega, por ello, su reformada que a los planteamientos tradicionales del catolicismo. Sólo
carácter de cri�tura dependiente. la fe posibilita el conocimiento de los auténticos valores y evita el sub
Es verdad que el cristianismo ha sabido asumir otras palabras jetivismo peligroso de hallar la verdad con el propio esfuerzo.
clave, recogidas de otros ambientes y filosofías muy ajenas a la reve
lación y que integraron en su síntesis los grandes teólogos; pero nin La vigencia de lo humano: una función sin relieve
guna de ellas expresaba un contenido tan intrínsecamente negativo por
su origen anticristiano. Aunque después se quiera compaginar con la Esta tendencia se radicaliza en algunos autores hasta el extremo de ser
fe, dando las explicaciones oportunas, mucha gente se quedará con el criticados por otros que la defienden. El desprecio de lo humano tiene
sentido más inmediato del término. El punto de partida no ha podido entonces el peligro de deslizarse hacia un fideísmo, cargado también
ser más funesto. Pero las dificultades no terminan aquí, ya que no se de graves consecuencias, como si la Escritura tuviese que damos
aceptan otros presupuestos tan discutibles como éste. resueltos los problemas éticos. Dios volvería a ser, como en otras épo
La antropología subyacente a la corriente anterior se considera cas ya superadas, el recurso invocado para compensar la radical defi
también demasiado ingenua y optimista, pues olvida fas consecuencias ciencia del hombre. Y la imagen subyacente a este radicalismo asusta
del pecado sobre la naturaleza del hombre. Su capacidad para el cono a otros muchos que comparten los mismos presupuestos. Para otorgar
cimiento del bien ha quedado reducida de tal manera que cualquier la primacía a lo sobrenatural no creen necesario marginar otros ele
intento racional por descubrirlo está abocado al fracaso. No es posible mentos importantes, de indudable relieve en la misma tradición de la
fundar un valor con seguridad y garantía sin ninguna referencia a la Iglesia.
revelación. Lo contrario sería defender una ética sin base ni objetivi En cualquier caso, la balanza se inclina en todos hacia la dimensión
dad. La historia demuestra, de forma manifiesta y constante, esa inter religiosa, la única que ofrece garantías para la configuración ética de la
minable lista de errores, equivocaciones y barbaridades que se han existencia. Con ello se conserva una tesis bastante común en la tradi
cometido en nombre de una fundamentación racional y autónoma. ción, que otorgaba a la moral un estatuto primordialmente revelado.
Típica de este pensamiento es la idea, repetida con frecuencia en
El tema de la Ilustración se presenta como un ejemplo que no debe muchos textos, de que sin fe se arruina por completo el orden moral.
ría repetirse. Poner otra vez la razón humana como criterio definitivo Hasta deducir, incluso, de éste una prueba más de la existencia de
es negar de antemano la solución a los problemas éticos. La experien Dios, el único que puede darle verdadera estabilidad y garantía. La
cias pasadas son demasiado elocuentes para caer de nuevo en los mis función de la ley natural, de la gracia que sana y eleva las estructuras
mos engaños. La ética requiere ineludiblemente la iluminación de la fe, humanas, de la imagen de Dios que se refleja en la creación, a pesar
si quiere orientar con eficacia la vida de los hombres. Y en este senti del pecado, etc., no la excluye, pues todo ello forma parte fundamen
do parece absurdo, o al menos incongruente, hablar de autonomía. O tal del patrimonio católico, pero sí recibe una interpretación reductora.
aceptamos la dependencia de Dios o caemos en una moral sin funda La vigencia de lo humano no tiene apenas consistencia, ya que
mento. Entre la heteronomía y la anomía no queda ningún espacio sirve fundamentalmente para confirmar las enseñanzas de la revelación
intermedio. Una ética que carezca de una base teísta y no tenga en y como instrumento subordinado por entero a los mandatos de Dios. El
cuenta la revelación cristiana, se desliza irremediablemente hacia una deseo de dialogar y hacer comunicables los valores evangélicos no
devaluación progresiva. podrá realizarse en el ámbito de la razón, pues el mensaje de Jesús que
Tampoco es fácil exponer aquí la variedad de posiciones y matices daría reducido a unos esquemas humanos que lo falsificarían por com
con que se presenta esta postura. El denominador más común, frente al pleto y, además, no son muchas las posibilidades de éxito en un terre
optimismo realista de la anterior, es la desconfianza que todos sus no tan frágil y resbaladizo como ése, donde la unanimidad se hace difí
defensores sienten hacia la capacidad humana de la razón, fuente y ori cil en casi todas las situaciones. El camino más eficaz consistiría en
gen de todos los errores históricos. Ninguno de ellos aceptará los pre anunciar la fe, que posibilita el conocimiento auténtico de los valores.
supuestos teológicos de la ética protestante, pero el tono en que se La fe, por tanto, no tiene la función decorativa que algunos creen,
mueven sus consideraciones se acerca más, en este punto, a una visión como si fuera una realidad complementaria que motiva, ayuda, confir-
64 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA METODOLOGÍA PARA UNA FUNDAMENTACIÓN DE LA MORAL 65
ma, facilita o corrige los valores conocidos por la razón. Su importan Cuando se trata de hacer comprensible una exigencia moral, el
cia es primaria y absoluta, como el único punto de apoyo válido, más recurso. inmediato a la autoridad, aunque haga referencia a Dios o a la
allá de cualquier otro esfuerzo. La moral forma parte de una cosmovi Iglesia, despierta de inmediato serias sospechas al no ofrecer ninguna
sión cristiana más amplia, que sólo se hace comprensible desde la reve otra argumentación. Si la única explicación que los creyentes aporta
lación. Existen determinados comportamientos o exigencias aparente mos se basa en una cita bíblica o en un documento eclesiástico, la ense
mente irracionales que no se explican por ninguna argumentación ñanza ética perderá por completo su credibilidad para aquellos que no
humana. Sólo desde una óptica sobrenatural, que incluye también la participan de nuestras creencias. El miedo a la alienación quedaría flo
dimensión escatológica, es posible captar el sentido pleno de la vida y tando en el ambiente. Lo cual significa que una moral religiosa -inclu
de tantos otros acontecimientos frente a los que el individuo se siente so para el mismo cristiano, como indicaremos en el próximo capítulo
desconcertado y sin ninguna explicación. demanda también una explicación racional. De lo contrario, se haría
Como síntesis, podríamos decir que, en esta tendencia, el punto de una presentación mutilada y reductora, como si la praxis cristiana no
partida es una visión más pesimista de la razón humana, que, para evi tuviera otro fundamento que la simple autoridad. Un positivismo fun
tar los errores propios de su condición pecadora, debe apoyarse .en la damentalista que dista mucho de la misma tradición teológica en sus
luz y las enseñanzas de la revelación. Su meta es defender la plenitud mejores momentos.
de la moral evangélica, sin recortes que la despojen de su radicalismo, Algo parecido habría que decir cuando la reflexión ética parte de la
aunque para ello sea necesario renunciar a los intentos de explicación otra hipótesis: el intento de hacer comprensible una forma de vivir que
racional. La fe, por tanto, no sólo descubre, sino que es la única justi pueda resultar válida aun para los no creyentes. La ética sería una pla
ficación objetiva de los valores éticos. taforma común en la que todas las personas honradas y sinceras po
Ninguna de ambas tendencias excluye la necesidad de compartir la drían encontrar valores fundamentales, que reciben una amplia apro
dimensión religiosa con las exigencias de la razón. Pero queda claro bación. Sin embargo, si la adjetivamos como «cristiana», resultaría
que la ética autónoma se acerca más a un planteamiento secular, sin inadmisible que no estuviera completada con los múltiples datos reve
caer en su rechazo de lo trascendente, mientras que la moral de fe se lados que la enriquecen y densifican.
inclina más hacia una moral protestante, aunque sin excluir por com
pleto la fundamentación racional. En cualquier caso, no se puede renunciar a ninguna. de las dos
dimensiones. Queremos una ética que sea profundamente religiosa,
sobrenatural y trascendente, pero que no deje de ser, al mismo tiempo,
La posibilidad de una doble alternativa auténticamente humana, racional y comprensible. La cuestión no esta
Al margen de las consecuencias que se derivan de uno u otro presu ría, pues, en ver si hacemos una moral fundamentada en la razón o apo
puesto, como veremos en otros capítulos posteriores, el punto de par yada en la palabra de Dios, sino en analizar, desde el punto de vista
tida podría ser cualquiera de los dos, pero con una condición que me metodológico, qué punto de partida sería mejor para la elaboración de
parece irrenunciable en ambos casos; Si se acepta la fe como fuente de una ética cristiana: partir de los datos de la revelación para probar des
inspiración básica para recoger toda la riqueza de la palabra revelada y pués su carácter humano y razonable, o mostrar la racionalidad de unos
presentar una cosmovisión de la existencia abierta a lo trascendente, valore_s que se manifiestan después abiertos y coherentes con la pala
quedará todavía un esfuerzo posterior. La fe implica también una bra de Dios.
forma de actuar y de comportarse que exige una fundamentación racio Como el mundo de hoy, incluso el que se adjetiva como cristiano,
nal, pues los valores éticos no se encuentran concretados en la revela experimenta un rechazo instintivo hacia la moral y se pone en guardia
ción. Si al cristiano, como dijimos al comienzo, se le pide una expli frente a la dimensión religiosa y trascendente, como si fuera una alie
cación de su fe, que encierra misterios incomprensibles -«dispuestos nación, me ha parecido mejor comenzar en estos primeros capítulos
siempre a dar razón de vuestra esperanza a todo el que os pida una con una introducción más humana, que haga comprensible y razonable
explicación»: 1 Pe 3,15-, con mucha más razón deberá estar prepara nuestra fundamentación, para abrirnos después a los nuevos horizontes
do para justificar su conducta. que la revelación nos ofrece.
66 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE·LA ÉTICA CRISTIANA METODOLOGÍA PARA UNA FUNDAMENTACIÓN DE LA MORAL 67
Pero antes de comenzar esta elaboración sería conveniente apun MORENO, M., «Moral autónoma y ética de fe»: Proyección 36 (1989),
tar cómo se compagina la moral cristiana con este fuerte pluralismo pp. 199-214.
de nuestra sociedad. Las relaciones no siempre fueron amistosas, de OSUNA, A., Derecho natural y moral cristiana. Estudio sobre el pensamiento
bido a la intolerancia con que dicha moral cristiana se enfrentó a otras ético-jurídico de Karl Barth y otros autores reformados, San Esteban,
ideologías diferentes. El diálogo solo será posible si comprendemos Salamanca 1978.
con anterioridad el papel que desempeña la fe en una ética plural y Ovrnoo TORRÓ, L., La secularización como problema. Aportaciones al análi
secularizada. sis de las relaciones entre fe cristiana y mundo moderno, Facultad de
Teología, Valencia 1990.
«Secularización y secularismo», en (M. Moreno Villa [ed.]) Diccio
* ** nario de Pensamiento Contemporáneo, San Pablo, Madrid 1997,
pp. 1068-1073.
VALADIER, P., Un cristianismo de futuro. Por una nueva alianza entre fe y
razón, PPc, Madrid 2001.
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FE CRISTIANA, ÉTICA CIVIL Y TOLERANCIA 69
religiosa, pues para muchos ha sido siempre una rémora y un obstácu Relación entre la ética cristiana y la civil
lo al verdadero humanismo. Prescindir de la fe sería la primera condi
ción para revalorizar al ser humano, como si su plenitud sólo pudiera Hay que aceptar, pues, que la ética civil queda reducida a unas exigen
construirse sobre las ruinas del Creador. Pero para otros su muerte lle cias mínimas en las que la mayoría está plenamente de acuerdo. Ni
varía también a la destrucción de la ética, al no encontrar ningún otro siquiera puede imponer otras obligaciones más altas para no cerrar la
punto de apoyo con las garantías suficientes. puerta a los individuos o ideologías que no se sienten vinculados por
La ética civil no entraría tampoco en este complejo diálogo, donde ellas. Pero también resulta comprensible que la moral católica -y otras
la postura de los mismos cristianos revisté matices diferentes. Su refle éticas diferentes- no se queden tranquilas y satisfechas con la norma
xión se caracteriza por tener un punto de partida aconfesional, neutro tiva reductora que defiende la sociedad civil.
desde una perspectiva religiosa, pero que no exige a nadie el abando El cristianismo, en teoría, aspira a una moral de máximos, muy por
no de su propia identidad. Para el creyente, ni Dios ni la fe constituyen encima de los mínimos exigidos en una legislación laica. Aunque des
un estorbo en la configuración de su existencia, sino un enriqueci pués la praxis de los creyentes no responda al ideal esbozado, nunca se
miento y ayuda para su reflexión moral; pero tampoco debería dar la pueden sentir satisfechos con el programa minúsculo de las obligacio
impresión de que, al prescindir de esta fundamentación religiosa, el nes legales. Habría que dejar muy claro desde el principio, para evitar
sujeto ético se pierde por completo y ya no existen valores humanos ambigüedades posteriores, que la ética civil no tiene que cambiar en
que se puedan garantizar. Un lenguaje como éste tiene el peligro de nada la moral de quienes tienen otra serie de exigencias. Dicho de otro
una alternativa demasiado radicalizada, que obstaculiza el único cami modo: todo lo que se permite en una legislación civil como signo de
no para el diálogo en un mundo secular: o se acepta a Dios, o la bús tolerancia y respeto al pluralismo vigente no tiene por qué ser aproba
queda del bien se hace imposible. Si la fe fuese una condición necesa do por la moral cristiana. De la misma manera que todas las exigencias
ria e insustituible para vivir con honradez, estaríamos confirmando la de ésta tampoco deben quedar sancionadas por el derecho.
lamentable tesis de Dostoievski en Los hermanos Karamazov, que tan Ya el mismo santo Tomás, siguiendo a otros autores tradicionales,
tas veces se repite en ciertos ambientes: si Dios no existe, todo estaría ofrece una serie de consideraciones básicas y de extraordinario interés,
permitido, incluso la misma antropofagia. incluso para su aplicación actual. Parte de un presupuesto realista. La
Pero admitir una ética laica, con una neutralidad confesional, sin ley humana está dirigida a una multitud de individuos, la mayor parte
recurso a una fundamentación trascendente, no se identifica tampoco de los cuales no son perfectos. Por ello, sería absurdo que impidiera
con una postura laicista, que intenta imponer una mentalidad anti- o, al todas aquellas conductas que se consideran ilícitas, pues semejante le
menos, profundamente a-religiosa. Es un peligro real, sobre todo por gislación apenas tendría eficacia. Solo debe impedir y condenar aque
un sentimiento de revancha, cuando se ha conseguido suprimir el talan.:. llas conductas más graves que vayan en perjuicio de los demás y con
te religioso de una sociedad determinada. El laicismo, como la cris tra el bien de la comunidad humana. Por tanto, concluye, la ley huma
tiandad, no se abre al diálogo pluralista y se convierte también en un na no puede prohibir todas las cosas que prohíbe la ley natural. De ahí
peligroso fundamentalismo y en una amenaza para la convivencia que en la más amplia tradición de la Iglesia se haya mantenido siem
social. La moral civil busca precisamente dar el margen necesario para pre una clara distinción entre la tolerancia civil de un hecho y su apro
que todos puedan actuar en función de sus creencias y convicciones bación moral, sabiendo que no todo lo que está permitido legalmente
personales, sin exigirle a nadie la renuncia a su propia identidad. El es lícito también desde el punto de vista ético.
poder expresar la fe religiosa o vivir de acuerdo con la conciencia per Aceptar esta división entre lo legal y lo ético no supone tampoco la
sonal no es ningún privilegio que el Estado conceda, sino un derecho privatización de la fe para borrar sus huellas en nuestro mundo.
que él mismo tiene que defender, mientras tales prácticas respeten las Algunos desearían que la Iglesia se ocupara exclusivamente del culto
exigencias concertadas. para dejar el campo libre a otras fuerzas de signo diferente. Incluso
ciertos movimientos de espiritualidad corren el peligro de refugiarse en
la vida interior, como si el hecho de creer fuese una simple relación
privada con Dios, sin ninguna resonancia en los niveles sociales, polí-
72 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA FE CRISTIANA, ÉTICA CIVIL Y TOLERANCIA 73
ticos y económicos. Sería una postura demasiado cómoda para escapar comprensible y razonable su proyecto ético para presentarlo como
a estas responsabilidades, y semejante huida supondría la renuncia a oferta a otras personas que no comparten la fe. Cuando defiende. un
ser la sal de la tierra y la levadura en la masa. También en esta socie determinado valor ético, el cristiano expone las razones que lo justifi
dad ha deresonar el mensaje del evangelio, y Dios quiere que testimo can, reflexiona sobre las críticas que se presentan desde otros puntos
niemos su presencia en las circunstancias actuales. Pero mantener el de vista, reconoce los fallos y deficiendas históricos, admite la fragili
espíritu misionero y profético no requiere, como en otros tiempos, dad de ciertos argumentos que nunca serán evidentes, con el deseo últi
valerse del brazo secular para imponerse con la fuerza de.la ley. mo de qqe su respuesta resulte lo más convincente posible. Creer que
Por eso, aunque la ética cristiana no coincida con la civil ni deba cualquier rechazo es consecuencia de una denuncia profética o fruto de
cambiar sus exigencias concretas, su forma de actuar y proclamar el una persecución religiosa es un recurso poco honesto y excesivamente
mensaje cristiano sí adquiere nuevos matices. Es el anuncio a un mun cómodo, cuando no se sabe aportar una seria justificación.
do que conoció el cristianismo, pero terminó por rechazarlo. Su len Quien tenga miedo al pluralismo existente o no quiera el diálogo
guaje ya no puede ofrecer un contenido exclusivamente religioso, pues entre las diversas posturas se ha incapacitado para colaborar en el rear
perdería toda su credibilidad. en una sociedad laica, que no admite me moral de la sociedad. Es el único foro donde el cristiano puede
semejantes esquemas. Sus propuestas son un intento de defender la decir una palabra que sea creíble y escuchada por otros interlocutores.
dignidad del ser humano, en la que no siempre estamos de acuerdo. La Tal vez, uno de los mayores retos en la tarea educativa es cómo prepa
Iglesia y la ética cristiana tienen derecho, como cualquier otra institu rar a los creyentes para que sepan dar una explicación razonable de su
ción, a manifestar su palabra, pero conscientes de que, para entrar en ética en un mundo en el que no puede excluirse la confrontación y el
el diálogo, no la presentan en nombre de la religión o de una autoridad diálogo pluralista. . ·
que otros muchos no comparten ni admiten. Es la única plataforma de Por convencimiento o por necesidad no existe otra alternativa para
encuentro que ahora tenemos para configurar un orden social que dese el cristiano, en las actuales circunstancias, que la ética civil; pero acep
amos profundamente justo y humano. tarla no implica desconocer sus riesgos y las dificultades que plantea.
tivos, pero que legalmente no se pueden rechazar. Es la sociedad ahora Fa ctores que han fomentado la intolerancia
la que determina las normas legales que tendrán que admitir y respetar
los individuos en su actuación concreta. cualquier institución, sin excluir las de signo religioso, requiere una
La legislación civil tiene, por tanto, una función pedagógica. De cierta identidad que la especifique y distinga de otras semejantes. Lo
alguna manera, ella ilumina y condiciona la vida de los ciudadanos, cual supone un nivel de armonía y cohesión entre sus miembros para
trazando las fronteras entre lo que no se debe admitir de ninguna mane no poner en peligro su propia permanencia. Al igual que el organismo
ra -los mínimos éticos- y lo que se ha de tolerar, aunque no responda biológico, también el grupo está dotado de mecanismos de defensa que
a una moral de máximos. El peligro radica, pues, en no distinguir sufi rechazan todo elemento extraño que pueda romper su integridad. Y la
cientemente lo legal de lo ético, y terminar aceptando, con todas sus ortodoxia, aun la de los partidos políticos, constituye una preocupa
lamentables consecuencias, que la tolerancia jurídica se identifica sin ción y responsabilidad de sus dirigentes. Defender los valores que per
más con la bondad ética. Incluso, cuando solo se despenaliza una con tenecen a su naturaleza constitutiva no supone ninguna actitud intole
ducta para no añadirle ninguna sanción a ese hecho determinado, se rante, sino una coherencia fiel a los principios de su fundación. Pero
termina aceptando que semejante comportamiento se ha convertido en también es evidente que este celo por mantener lo que se considera
un verdadero derecho. esencial siembra inevitablemente el peligro de la intolerancia. Se trata
En estas condiciones, la ética cristiana no puede perder su sensibi de saber, en último término, cuándo lo intolerante se hace por com
lidad evangélica. Hay que alimentar el convencimiento interior de los pleto intolerable.
creyentes respecto de su propia identidad moral y religiosa. Lo jurídi Y este peligro es aún mayor en el ámbito sagrado de la religión.
Aquí no se trata de salvaguardar ideologías humanas, por muy dignas
co no puede dejarnos nunca satisfechos, como si no hubiera otros ide
ales por los que vale la pena luchar, pero conscientes también de que y queridas que sean, sino de proteger con absoluta fidelidad las ense
la inseguridad y fragmentación de ahora no se supera con imperativos ñanzas reveladas por Dios, mantener la unidad de los fieles contra las
falsas interpretaciones que amenazan la comunión en una misma cre
categóricos ni con simples denuncias retóricas. Si la ética civil corres
ponde de ordinario a la sensibilidad generalizada de sus miembros, el encia, e intentar la comunicación del mensaje a quienes todavía no lo
han descubierto. Cuando el creyente está convencido de que su fe es la
gran esfuerzo habría que ponerlo en elevar esta conciencia comunita
ria, que se manifieste después en una legislación más acorde con la única verdadera, sin ninguna otra alternativa para la salvación, y con
dignidad auténtica del ser humano. un carácter obligatorio para todos por la universalidad de su mensaje,
la semilla de la violencia se hace presente en su corazón. La experien
Un esfuerzo de formación más serio para que los creyentes puedan cia de lo sobrenatural, en lugar de llevar a la reconciliación compren
explicar de manera razonable que nuestras exigencias éticas se identi siva y respetuosa con quienes no la comparten, conduce a la lucha
fican también con lo humano. Lo que se pide y defiende es la dignidad intransigente por vencer al error. Por eso es muy difícil que el fanático
de la persona, aunque no todos compartan la misma valoración. Una ortodoxo se crea intolerante, pues tiene conciencia de que lo que está
tarea educativa en la que aún queda mucho camino por recorrer, des en juego no es la fidelidad a sus propias ideas, sino la obediencia a
pués de tanto tiempo en que los argumentos de autoridad eran los prio Dios, que no admite ningún otro compromiso. Estará dispuesto a ofre
ritarios. cer su propia vida antes que renegar de tales exigencias sobrenaturales.
De esta forma, la ética civil se convierte para los cristianos en una No olvidemos que el fanatismo tuvo en sus comienzos una connota
invitación y un desafío al que tenemos que responder por fidelidad al ción sagrada, por su relación primitiva y etimológica con el templo.
ser humano y a nuestra propia fe. La única posibilidad para ello exige Lo difícil, sin embargo, es trazar la frontera entre las verdades bási
nuestra participación en ese diálogo, sin los privilegios y ayudas de cas y aquellas que son derivaciones falsificadas o consecuencias menos
tiempos pasados. Esta nueva situación ha de abrir camino a una actitud correctas de las primeras; saber cuándo el pluralismo se convierte en
de tolerancia que supere los fanatismos de otras épocas. La ética cris una verdadera amenaza a la unidad o supone un enriquecimiento de las
tiana ha de superar también cualquier actitud intolerante, tan frecuen tradiciones recibidas; discernir si los medios para la predicación de la
te a lo largo de la historia. fe son los adecuados o se utilizan métodos que, a pesar de su posible
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eficacia, no ayudan a la integración de una doctrina. El análisis y la cías. No cabe otra garantía, para evitar el riesgo de la equivocación,
interpretación de estos aspectos son los que van a condicionar, en el que el recurso a su palabra.
decurso de la historia, las épocas de mayor o menor tolerancia/intole Semejantes presupuestos, cuyos perfiles negativos hemos subraya
rancia. Voy a señalar con brevedad aquellos criterios que fomentaron do, contienen una mezcla de afirmaciones poco clarificadas que, aun
_las actitudes intolerantes, para examinar después las razones que con que no excluyan por completo la posibilidad de la tolerancia, inclinan
dujeron a un clima de mayor diálogo y comprensión. más bien hacia la radicalidad de ciertos fundamentalismos. A quien no
se acoja a esta irrupción de la divinidad no le cabe otra alternativa que
vivir en un lamentable error, aun involuntario, y quedar excluido de la
Posesión de la verdad absoluta salvación.
dad. Desde que, con el edicto de Tesalónica (380), se aceptó el cristia sificar el dinero necesario para la vida temporal. Por tanto, si los falsi
nismo como la única religión oficial del Imperio, la Iglesia va a encon ficadores y otros malhechores son condenados de inmediato a muerte
trar en el poder civil su mejor aliado para la propagación de la Buena por los príncipes seculares, con mucha más razón los herejes, después
Noticia. de probada su herejía, no sólo pueden ser excomulgados, sino también
matados con toda justicia».
Incluso después de la reforma, con el cisma de las Iglesias, se quiso
Las armas al servicio de la fe mantener esta unidad socio-religiosa, con el célebre principio «cuius
regio, et eius religio», para que cada nación se sintiera unificada bajo
La historia continuará por este camino, en el que la autoridad tempo la fe de un mismo credo. La historia demostró, sin embargo, que la
ral queda al servicio de los intereses religiosos. Los reyes no serían existencia de este pluralismo de iglesias no facilitaba la convivencia
necesarios si las personas aceptaran voluntariamente la fe cristiana. Su pacífica, sino que el espíritu bélico e intolerante provocó múltiples
oficio y misión se centra en imponer la verdad por el terror de la fuer guerras y contiendas, hasta que la paz de Westfalia (1648) estimuló a
za. Cuando la guerra se emprende en nombre de Dios y como defensa un mejor entendimiento entre católicos. y protestantes. Si, a pesar de
de su reino, ya no es rechazable, como en los primeros tiempos del todo, hubo momentos de mayor tolerancia, algunos estiman que no era
cristianismo, sino que se convierte en un magnífico testimonio de fe. tanto fruto del respeto y la comprensión cuanto de otros intereses polí
Se consagra la violencia de las armas, siempre que sea en defensa de ticos y económicos.
la cristiandad. Existía incluso una liturgia especial para bendecir la
espada y la armadura de los cristianos que, movidos por un impulso
religioso, se oponían a los ataques ideológicos o territoriales contra la Mecanismos psicológicos
Iglesia. Es el mismo motivo que se utilizó en la conquista de América.
El mandato de Jesús, «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Además de todos estos factoresideológicos y culturales, el psiquismo
Nueva a toda la creación» (Me 16,15), exigía el concurso de las armas humano ha servido también como un estímulo complementario. La
contra los indios que se opusieran a este mandato universal. psicología nos recuerda que, sobre todo a nivel inconsciente, lo que es
Hay que tener en cuenta, por otra parte, que en aquellos momentos distinto amenaza de inmediato nuestra seguridad. Al romper con nues
la unidad política estaba profundamente vinculada con la comunión tros esquemas habituales o no encajar dentro de nuestras costumbres
religiosa. El hereje o cismático aparecía, pues, como el gran enemigo adquiridas, se vivencia como algo peligroso que pone en peligro la
de la sociedad, de quien había que defenderse para salvaguardar el tranquilidad conseguida, que desafía los planteamientos tradicionales,
mismo orden público. La afirmación de Lutero de que <<quemar a los que desestabiliza la armonía alcanzada después de muchos esfuerzos.
herejes va contra la voluntad del Espíritu Santo» fue condenada por el Es el mismo fenómeno que acontece con todo lo nuevo cuando, con su
concilio de Trento. En este contexto, la Inquisición era un tribunal originalidad inédita, conmociona el orden establecido.
público que imponía la pena de muerte a quien atentara contra la paz y No es extraño, por tanto, que los mecanismos de defensa actúen
la convivencia religiosa de los ciudadanos, de la misma manera que se contra estos elementos difíciles de integrar. El rechazo, el desprecio o
eliminaba a los criminales que ponían en peligro la vida de los demás. la marginación son los caminos más frecuentes para evitar una presen
Semejantes conductas merecen hoy una completa reprobación, pero el cia que molesta. La historia está llena de acontecimientos que -en el
contexto cultural hace más comprensible lo que para nosotros ahora ámbüo social, político, cultural o religioso- demuestran esta exclusión,
resulta intolerable. Era la aplicación literal de las palabras de Jesús: «Si con la violencia inherente a cualquier forma de fanatismo.
alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se Por otra parte, la agresividad es siempre fruto de una frustración,
seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden» (Jn 15,6). de una expectativa sin respuesta, de un amor herido por los límites que
La opinión de santo Tomás en la Summa Theologica (2-2; q. 11, a. impone la realidad. Cuando la persona no acepta la inevitable finitud
3), que era aceptaba como doctrina común, no ofrecía ninguna duda: de la vida, fomenta en su interior un rechazo visceral frente a todo
«Mucho más grave es corromper la fe, que da la vida al alma, que fal- cuanto se oponga a su deseo de omnipotencia infantil. Y si el ideal de
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una sociedad cristiana se le resiste, a pesar de su esfuerzo inagotable, co las denuncias contra los métodos de evangelización. Baste como
tiene que proyectar sobre los causantes de este fracaso todo su males ejemplo, entre otros_ muchos,_ el �arecer �e l?s te?logos de Salamanca,
tar interior. La intolerancia será siempre una conducta infantil que no elaborado por Francisco de V1tona: «Los md10s tienen derecho a no ser
se resigna al realismo de nuestra pequeñez e insuficiencia. bautizados y a no ser coaccionados a convertirse al cristianismo contra
A pesar de que la intolerancia ha sido históricamente una caracte su voluntad. Todos y cada uno deben convertirse libremente, y no se
rística de las religiones -y del catolicismo, en concreto-, es posible puede obligar a re�unciar � la religión de los antepasados.
_ �o� puebl_os
encontrar no pocos documentos y testimonios que defienden la alter in dios que espontanea y hbremente se han sometido a prmc1pes cns
nativa contraria, con un talante muy párecido al que hoy podemos tianos, a condición de que no sean obligados a creer en la religión cris
respirar. tiana, no pueden ser coaccionados por el Emperador o Rey de España
a convertirse, y se debe respetar la libertad religiosa pactada».
El largo camino hacia la tolerancia Es más, durante mucho tiempo se mantuvo el criterio defendido
por santo Tomás de que «es voluntario aceptar la fe, pero es necesario
Si en la antigüedad clásica el fenómeno religioso se vivió más como un mantener la ya aceptada». De ahí que se deba obligar, incluso con la
hecho sociológico, pues se recibían por tradición las creencias de los fuerza, a que los herejes cumplan con lo que prometieron, pero hay que
antepasados, fue el cristianismo el que subrayó la urgencia de un con respetar las creencias de quienes nunca han sido cristianos.
vencimiento personal: ya desde los tiempos de Tertuliano, muchos
autores reconocían el derecho que cada persona tiene a adorar lo que
desee, pues la religión debe ser adoptada espontáneamente, y nunca Hacia un cambio de mentalidad
por la fuerza. Sin esa libertad como presupuesto, la fe pierde todo su
sentido. Estas ideas, que ciertamente resultaron minoritarias dentro de la comu
El mismo edicto de Milán (313) no es el triunfo del cristianismo nidad eclesial, fueron ampliándose en la sociedad civil a partir de la
sobre las demás religiones, como a veces se ha dicho, sino una verda Ilustración. La separación Iglesia-Estado ayudó a clarificar la función
dera defensa de la libertadreligiosa. Como afirmaba Lactando: «No de ambas instituciones, aunque no faltaron críticas y enfrentamientos
hay cosa más voluntaria que la religión, puesto que deja de serlo y por invasión de poderes, que provocaron la condena de varios pontífi
queda reducida a la nada si falta la intención del que ofrece sacrifi ces contra la indiferencia religiosa, el racionalismo extremo y la exce
cios ... No exigimos que se adore a nuestro Dios a la fuerza y median siva tolerancia. Habrá que esperar todavía algún tiempo para que la
te coacción, aunque sea el Dios de todos, y no nos molestamos con Iglesia se resigne a perder su relevancia social. León XIII (1885) insistía
quien se niega a ello». Y de san Agustín �que después cambió su pos en que lo ideal -la tesis- es la situación de privilegio para la verdadera
tura, como vimos- es la célebre frase según la cual «nadie puede creer religión, aunque como solución transitoria para conseguir otros bienes
contra su voluntad».. o evitar males peores -la hipótesis- se acepte la tolerancia de cultos.
No es extraño, pues, que haya testimonios c:Je papas, obispos y teó El largo camino hacia la tolerancia fue recorriéndose con dificul
logos que condenan los celos exagerados de lo que no permiten a otras tad, hasta adoptar un talante diferente que todos queremos defender.
religiones sus cultos y manifestaciones externas. El Papa Nicolás I Los presupuestos que han motivado este cambio se mueven en otra
repite al rey Boris de Bulgaria que ni siquiera para la conversión de los óptica, alejada de los que se dieron en épocas pasadas.
paganos es lícito utilizar la violencia, ya que, si hubiera querido utili El concepto de verdad se analiza con una dimensión mucho más
zar la fuerza para imponer la fe, nadie habría podido resistir a su enor histórica, donde entran otras múltiples mediaciones humanas. No es un
me poder. De la misma manera que san Isidoro o el Concilio IV de objeto de museo perteneciente a otros tiempos, sino que se enriquece
Toledo rechazaron la alternativa propuesta por algún rey visigodo a los y actualiza de manera progresiva. Tampoco la revelación divina es
judíos españoles de convertirse al cristianismo o ser desterrados. patrimonio exclusivo de los creyentes ni queda reducida, como antes
Frente a la intolerancia presente en la conquista de América, donde creíamos; al ámbito de la Iglesia. El Dios que se manifiesta y desea
se actuó con los criterios mayoritarios de la época, no faltaron tampo- comunicarse a todos se nos acerca de múltiples maneras, a través indu-
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so de otras religiones y culturas, porque cualquier realidad puede con dido su carácter prioritario, o como si el impulso evangelizador y misio
vertirla en teofanía por la que nos habla y se descubre. Su imagen, que nero fuese una pérdida de tiempo. En nada tiene que aminorar el apre
será siempre un misterio inaccesible, se completa y perfecciona con cio del don recibido, por el que Dios se nos ha hecho cercano, y la ilu
otras experiencias religiosas. sión por que otros compartan la perla evangélica (Mt 13,45) que se nos
La Iglesia se siente evangelizada por los profetas seculares. Si, en ha descubierto. La unidad en una misma fe es imposible en esta socie
ocasiones, ella abrió el camino para responder a necesidades que des dad descreída, agnóstica y pluri-religiosa, mientras caminamos hacia la
pués asumió el Estado, o despertó preocupaciones que sensibilizaron a etapa final. Sólo Dios sabe cómo su voluntad salvadora se hace presen
los demás, otras veces ha sido la sociedad civil la que ha descubierto te en el mundo con otros esquemas que no corresponden a los nuestros.
valores y actitudes más difuminadas en la comunidad eclesial. En una situación como ésta, no se trata de emprender nuevas cru
Desde las «razones seminales» de Justino y la filosofía como zadas religiosas para convertir a todos a la única y verdadera religión,
«nuevo testamento para los griegos», hasta los «cristianos anónimos» sino de conocer y respetar a quienes buscan a Dios por otros caminos
de Rahner, la fe ha descubierto en múltiples realidades humanas una y ofrecer a cuantos lo deseen el gozo de nuestra propia experiencia per
presencia religiosa y salvífica más acorde con la anchura y el corazón sonal. Cuando los discípulos de Juan fueron a preguntar a Jesús si era
de Dios. Pero la misma consideración podría hacerse desde una óptica el Mesías esperado, el Maestro se limitó a responder: «Id y contad a
secular: todo lo que sea auténticamente religioso estará también Juan lo que habéis visto y oído» (Le 7,22). Entre el proselitismo exa
impregnado de humanismo verdadero. Como reconoce el Vaticano II, gerado de antes y la apatía misionera de ahora, el evangelio nos vuel
en la génesis del ateísmo han tenido parte no pequeña los propios cre ve a recordar la importancia del testimonio y de la coherencia con la
yentes, cuando el rostro genuino de Dios se ha desfigurado no tanto por fe, que invita, provoca y estimula, pero que manifiesta también la bon
los misterios que transcienden la razón cuanto por las insensateces que, dad y la tolerancia de Dios sobre buenos y malos.
en ocasiones, hemos añadido. De esta manera, cualquier valor legítimo
se descubre como una nueva epifanía de Dios. Conclusión
Hoy somos mucho más críticos con las razones ideológicas y cultura
Los derechos de la conciencia les que sembraron de intolerancia los caminos de la historia, pues no
deja de ser chocante y poco comprensible que en el nombre de un
Finalmente, el respeto a la libertad de conciencia ha perdido las con Dios-amor, como se manifiesta en casi todas las religiones, haya habi
notaciones negativas de otras épocas para convertirse en un derecho do condenas, violencias, guerras y muertes.
basado en la dignidad de la persona; El decreto sobre libertad religio Defender las propias creencias es un derecho en cualquier sociedad
sa del último Concilio supone un cambio completo de orientación fren democrática; transmitir y ofrecer a los demás las propias convicciones
te a la intolerancia de antes: «En materia religiosa, ni se obligue a nadie constituye también Un ejercicio protegido por la libertad de conciencia
a obrar contra su conciencia ni se le impida que actúe conforme a ella en un clima de pluralismo ideológico. Lo que ya no cabe, dentro de la
en privado o en público, solo o asociado con otros, dentro de los lími comunidad humana, es el desprecio, el rechazo, la incomprensión
tes debidos». Aquí no interviene para nada la buena o mala voluntad de absoluta frente a lo que escapa a nuestros esquemas. Y algo de esto aún
las personas en la búsqueda de la verdad, ni siquiera el contenido de la subsiste en grupos radicalizados de cualquier índole, incapaces de vivir
opción que cada cual realice, pues «el derecho a esta inmunidad per en un clima: de respeto y tolerancia. Si· el que actúa de esta manera se
manece también en quienes no cumplen con la obligación de buscar la considera creyente, hay razones fundadas para no creer en su mensaje
verdad y darle su admisión». La única condición, como señalará más y testimonio, pues toda religión o persona que se hace intolerante pier
adelante, es «tener en cuenta los derechos ajenos y sus deberes para de su autoridad para hablar de Dios. También la moral cristiana ha de
con los demás y para con el bien común de todos». aprender a abrirse paso en una sociedad pluralista y a deshacerse del
Reconocer el valor de la tolerancia religiosa no significa caer en un rostro intolerante con el que muchas veces se ha presentado.
indiferentismo absoluto, como si nuestra experiencia de fe hubiera per-
***
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¡
AUTONOMÍA Y AUTENTICIDAD DEL COMPORTAMIENTO 87
manos y el corazón de quienes le rodean, puede provocar en el niño alternativa para merecer la recompensa que busca, aunque por dentro
una situación de anemia psicológica que obstaculice su proceso de sienta la presión que le imponen. Desde el principio sabe muy bien
evolución y desarrollo. Son muchos los estudios realizados sobre las · cómo debe comportarse, pero esta ética infantil se caracteriza por el
posibles repercusiones en el psiquismo del feto que no ha sido acogi hecho de que ignora las razones para actuar de una forma determina
do amorosamente por los padres, o los traumas que llegan a provocar da. La única justificación reside· en los sentimientos que despierta su
las experiencias de rechazo en los primeros momentos de la vida. docilidad o su desobediencia.
Basta con visitar cualquier internado de huérfanos o niños abandona
dos para descubrir la mirada triste y melancólica, el deseo de sentir la
caricia y cercanía de quienes se acercan, pues apenas si han experi Presiones posteriores en el psiquismo humano
mentado el calor y el afecto, debido a la ausencia de un hogar.
De esta manera, el proceso educativo del niño tiene mucho que ver Por otra parte, más allá de la infancia, la civilización impone también
con el fenómeno de la domesticación. Como el animal al que se da un una serie de renuncias, como exigencias necesarias para vivir armo
terrón de azúcar después de cada actuación, el niño es domesticado niosamente en sociedad. La persona necesita sentirse aceptada también
para que actúe también de acuerdo con unas pautas y normas de con por la comunidad en la que vive, encontrar un grupo en el que no se
ducta, y cuando así lo haga recibirá como premio el cariño que necesi sienta extraño o extranjero, pues sabe muy bien que sin esa acogida no
ta por encima de todo, pues sin él la vida se le haría radicalmente inso podría desarrollar todas sus posibilidades ni superar el impresionante
portable. Si se adapta a la realidad y se somete a las frustraciones y vacío de una existencia solitaria. En el fondo, todos tememos la posi
límites que se le imponen, es porque detrás de la privación inmediata bilidad de un rechazo, de una expulsión que nos separe del grupo, de
hay algo que anhela con una mayor ilusión: no sentirse como extraño, la ideología, de los otros miembros con los que estamos unidos; sobre
huérfano y solitario en su propia casa; poder experimentar la alegría todo si esta vinculación se ha mantenido durante mucho tiempo.
benéfica de la aceptación y la ternura. El útero materno ha sido susti Este miedo a perder el cariño social -aquel rincón donde vivimos
tuido por este dima amoroso, en el que se siente acogido y continúa su al abrigo de la intemperie, al calor de la amistad acogedora- puede
evolución. Está demostrado el carácter prematuro del nacimiento modelar nuestra conducta de manera parecida a como sucede en el
humano y la necesidad de un útero social para que su desarrollo no se niño. Si obedecemos a los imperativos de la autoridad social -llámese
paralice. Es significativo que en algunas tribus africanas se denomine Iglesia, partido o ideología-, sería también, en este caso, para evitar
«placenta» el paño con que la madre sujeta al hijo a su espalda bastante cualquier tipo de excomunión. El mayor castigo consistiría en caminar
tiempo después del parto. por la vida como seres solitarios y vagabundos, sin ningún calor y
La ética, es decir, un determinado estilo de comportamiento, nace compañía a nuestro lado. Caín, que experimentó después de su crimen
por una imposición externa y autoritaria, ya que el niño desconoce esta maldición -«Vagabundo y errante serás en la tierra»: Gn 4,12-,
cómo tiene que actuar. Este aprendizaje se realiza por la presencia en confiesa dolorosamente que «es demasiado grande para soportarla»
su psiquismo de un egoísmo interesado: será bueno todo lo que le sirva (Gn 4,13).
para obtener el afecto, cariño y aprobación de sus padres, mientras que Y es que todos necesitamos también un espacio que nos ofrezca
considerará malo y depravado aquello que le provoque la pérdida de protección y seguridad; el calor de un ambiente que nos evite la sensa
ese amor o ponga en peligro su consecución. El único criterio para ción de vivir como seres solitarios y sin ningún cobijo; la cercanía
distinguir la bondad de la malicia es el beneficio o la amenaza que afectiva de otros que nos haga más llevadera la propia existencia. No
experimenta. habría peor castigo que la expulsión y el rechazo del grupo que sirve
No es de extrañar, por tanto, que por debajo de su docilidad y sumi como asilo y refugio para no caminar en la soledad. El precio a pagar
sión exista también una dosis de agresividad profunda que ni siquiera es aquí también el sometimiento a unas normas de conducta, a deter
se atreve a reconocer. La autoridad paterna es la primera que contradi minadas costumbres sociales, como requisito para evitar la margina
ce sus propios deseos e impide que se comporte de acuerdo con sus ción. En la medida en que se responde a las expectativas de los <lemas,
gustos y necesidades inmediatas. Si obedece, es porque no tiene otra la recompensa será el aprecio y la estima de quienes nos rodean. Habrá
90 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA AUTONOMÍA Y AUTENTICIDAD DEL COMPORTAMIENTO 91
que sacrificar lo que sea necesario con tal de no sentir, como una terri procha con una fuerza aún mayor. E� la mala conciencia _1! que imp�
ble amenaza, la condena de la exclusión que nos arroja al desamparo. de la satisfacción por el deber cumplido y destroza el canno y la esti-
No todas las lealtades a los compromisos adquiridos con las insti ma personal, que también se necesitan. .
tuciones o personas conservan una motivación limpia y razonable. Es . . ·
Sin embargo, el sentido oculto de semeJante comportamiento sigue
posible que tanto el conservador, que afirma defender una larga tradi siendo infantil .e injustificado: la ·razón para actuar así es posible que
ción, como el progresista, que dice buscar la verdad por encima de también se desconozca por completo. Hay que comportarse de esta
todo, quieran simplemente conservar el espacio ideológico en que se forma por el simple hecho de que está mandado, pues de lo contrario
encuentran instalados. Han encontrado apoyo, acogida y estabilidad, y se desencadena la agresividad, el dolor y el remordimiento, de los que
sería demasiado duro renunciar a esa situación por miedo al rechazo se quiere huir por el malestar que causan. El yo ideal, que tanto grat�
inevitable del propio grupo y a la dificultad de ser acogido por otro. fica al propio narcisismo, ha quedado roto, dejando a la persona sumi
Las presiones sociales y las exigencias del ambiente modelan la con da en su fracaso.
ducta del individuo que se somete, sobre todo, para conseguir el afec Estos mecanismos infantiles no se eliminan siempre en la expe
to de su entorno: También aquí, como el niño, el adulto sabe cómo riencia religiosa. La idea de un Dios que premia o castiga, o la obe
debe comportarse, pero desconoce los motivos que justifican su actuar. diencia a la Iglesia, que nos manifiesta y comunica su divina voluntad,
Es el sentimiento que sigue predominando sobre la razón. pueden ser los sustitutivos de aquellas presiones externas e interiores
cuando el sometimiento reviste el mismo carácter infantil, ciego y ego
ísta que hemos señalado con anterioridad. La vida cristiana está llena
La presión de la propia conciencia también de múltiples impurezas psicológicas, fáciles de constatar.
Todo este conjunto de presiones, normas, imperativos, prohibiciones,
pautas de conducta y costumbres aceptadas experimenta un proceso El miedo y la amenaza de Dios
constante de interiorización en la conciencia, por lo que pueden llegar
a convertirse en un eco exacto de la autoridad externa. Es un mecanis La fe nos hace creer en la existencia de un Dios, que aparece como
mo que resulta muy importante para el control de las pulsiones, por objeto supremo de la felicidad que el ser humano anhela, co1:llo pleni
que, si la prohibición viniera siempre del otro, aparecería como algo tud de nuestra realización personal, ayuda para nuestras limitaciones,
frustrante y difícil de soportar a la larga. En un principio, se acepta la refugio de nuestra angustia ante la gran aventura de la vida, el �ran per
obediencia por un proceso de idealización en el que la autoridad es donador de cualquier debilidad. En una palabra, es el mayor bien ofre
revestida de atributos y cualidades perfectas, sin ninguna posibilidad cido al creyente, y su pérdida constituye la mayor tragedia o calami
de crítica. Cuando esta figura se desmorona, brotan la rebeldía y la dad, sobre todo teniendo en cuenta la dimensión eterna del castigo, en
agresividad; pero la identificación hace posible que las órdenes, im caso de ser rechazado por Él. En esta contextura psicológica es muy
puestas antes desde fuera, aparezcan ahora como exigencias internas. fácil que la conducta del cristiano, su docilidad a los preceptos divinos,
Así, en virtud de este mecanismo connatural, comienza a funcionar esté fundamentalmente motivada por el miedo a perder su protección y
la conciencia bajo una aparente autonomía, en cuanto que las prohibi seguridad. Si queremos obtener la salvación eterna, la mayor reco�
ciones ejercen su influjo en ausencia de los padres o al margen de las pensa de bienestar y gozo que se nos puede ofrecer, no hay otro cami
pautas sociológicas. Se hará lo que estaba mandado, pero no ya para no que la obediencia a su ley. Una sumisión que se hace de nuevo irra
conseguir el afecto de la familia o la estima de la sociedad, sino por ser cional, .sin saber por qué ni estar convencidos de lo que está mandado.
fiel a esta otra llamada que llega desde el corazón. Obedecerla es ahora El único motivo latente sigue siendo el propio interés: la conquista de
también la única forma de.alcanzar el premio y la aprobación del pro algo que se anhela por encima de cualquier otro cariño.
pio yo. Una recompensa personal que se valora por encima de las No dudo que este camino resulta positivo como etapa introducto
externas, como acontecía hasta ahora. De la misma manera que el re ria, con tal de superar esta primera fase egocéntrica. Dios no utiliza
mordimiento interior, cuando no se escucha su llamada, castiga y re- esquemas ajenos a nuestra psicología, y nuestro narcisismo tiene que
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sentirse ilusionado por ese ofrecimiento de felicidad que descubrimos fuerza radica en las emociones de temor y admiración que despierta,
en su mensaje. El deseo de conseguirla nos abre el corazón a su pala no en el análisis motivado de sus contenidos. La buena conciencia se
bra y, como sucede �n las primeras experiencias del amor humano, tiene por el mero hecho de haber obedecido a la autoridad, lo cual pro
nuestra relación con El se inicia siempre en un clima de marcado ego duce un sentimiento benéfico de seguridad y bienestar al recibir su
ísmo, que habrá de purificarse con el tiempo y la consiguiente madu aprobación. Y la mala, por el contrario, brota ante el peligro de ser cas
ración. No hay que olvidar que los mismos mecanismos psicológicos tigado y, sobre todo, ante la posibilidad de sentirse abandonado por
-sin excluir los conflictos y agresividades- que actúan en nuestras ella. Lo que se busca, por encima de cualquier otro deseo, es una espe
relaciones con los otros están presentes también en la relación sobre cie de regazo materno donde el individuo se sienta seguro y protegido.
natural, a pesar de que semejante experiencia religiosa sea fruto de la Para ello no hay mejor camino que la obediencia sumisa, a fin de que
gracia. dar amparado por la fuerza del poder.
Lo que no deja de ser lamentable es que este proceso purificatorio La virtud mayor, en una estructura como ésta, es la sumisión abso
sea insignificante en bastantes cristianos que, después de mucho tiem luta, que impide no sólo la crítica o el disentimiento, sino incluso la
po de vida interior y oración, se mantienen fieles a Dios, especialmen posibilidad misma de dudar. Es una imagen, a nivel personal, de lo que
te y sobre todo, para evitar las consecuencias trágicas de una mala con sucede en toda dictadura política y religiosa. La presión interior im
ducta. También aquí su buen comportamiento, cuya racionalidad y sig puesta es mucho más eficaz que cualquier coacción externa de la mis
nificado ignoran casi por completo, es el precio para no experimentar ma autoridad, pues de aquélla no es posible escapar y acompaña siem
un rechazo eterno y definitivo. De esta forma, la ética se vive en un pre con una vigilancia constante que jamás abandona. Fromm ha insis
dima de sumisión, miedo y remordimiento, incompatible con una rela tido también en cómo se forma esta estructura autoritaria a nivel socio
ción amorosa y filial: «No cabe temor en el amor; antes bien, el amor lógico y político. Hay personas que sólo son felices obedeciendo a la
pleno expulsa el temor, porque el temor entraña castigo; quien teme no autoridad, lo mismo que otras disfrutan rebelándose. En todos estos
ha alcanzado la plenitud en el amor» (1 Jn 4,18). casos, la subordinación está sostenida, no por motivaciones racionales,
Es un paralelismo semejante al que se experimenta con la imagen sino por los influjos del mundo afectivo. Los sentimientos de miedo,
del padre, cuyo poder suscita la atracción y el cariño, pero también la admiración, cariño, seguridad, etc. hacen que el subalterno renuncie
agresividad e incluso un odio profundo, que de ninguna manera inte con gozo a su propia autonomía para convertirse en un instrumento del
resa llegar a reconocer. Es más reconfortante y positivo seguir creyen superior, cuya voluntad decide siempre de forma definitiva.
do que se ama, piles descubrir lo contrario sería suficiente para sentir Como el sometimiento mantenido siempre con medios violentos y
nos culpables y merecedores de castigo. No sería extraño encontrar a coactivos provocaría, antes o después, un malestar impresionante que
algunos creyentes para quienes la hipotética idea de la no existencia de incitaría a la rebelión, es mucho mejor que tales mecanismos represi
Dios constituiría un alivio impresionante, pues vivirían así más a gusto vos se interioricen en el mismo inconsciente. Las razones y justifica
y con mayor libertad, aunque no pueden concienciar semejante senti ciones que se aportan no responden a las verdaderas, que permanecen
miento, porque las reacciones serían terriblemente negativas. ocultas y encubiertas. Cualquier deseo o impulso incompatible con los
esquemas propuestos queda de inmediato :reprimido. Es verdad que
esta renuncia supone siempre una dosis de frustración, pero la obe
El peligro de una conciencia autoritaria diencia tiene también mucho de placentero, pues satisface tanto la
necesidad de mitigar el miedo como la exigencia de grandeza y poder,
Todo lo que hemos dicho hasta ahora explica por qué se forma con al sentirse vinculado con la autoridad. El requisito indispensable de
tanta facilidad una conciencia autoritaria, como un mecanismo espon esta última es que los individuos esperen de ella protección y firmeza,
táneo del psiquismo humano. El aspecto más característico reside en pero que, al mismo tiempo, le teman lo suficiente para evitar el recha
que sus determinaciones e imperativos no nacen por un juicio.de valor zo o la exclusión.
l
sobre la conducta, por un convencimiento racional de que así hay que Lo más peligroso de todo esto es que la autoridad puede terminar
comportarse, sino, simplemente, por ser mandatos de la autoridad. Su haciéndose anónima, como si no existiera. No supone ninguna coac-
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ción aparente, sino sólo una suave presión, ya que no se sospecha de los que viven con una conciencia manipulada e ignorantes de esta
dónde vienen las órdenes. El individuo ni siquiera se siente esclavo. Es situación, pues resulta mucho más .cómodo y tranquilizador que en
como un autómata que se deja llevar por el conformismo, sin necesi frentarse a la propia autonomía y responsabilidad. Por muy acostum
dad de hacerse pregunta alguna. Las mismas rebeldías son epidérmicas brados que estemos a vivir de esta manera, como si fuese la más cris
y superficiales. El rebelde, en estas estructuras, libera su hostilidad tiana y religiosa de todas, la autoridad no puede convertirse en el argu
contra la excesiva dureza, la injusticia o la falta de amor, aunque sólo mento último y definitivo para la valoración de una conducta.
superficialmente, pues conserva las mismas necesidades psicológicas Ni siquiera basta, para la aceptación de una normativa, buscar un
de protección y apoyo, de las que la autoridad sabrá también aprove apoyo en la santa, voluntad de Dios que confirme con su palabra una
charse. Por eso, hasta la libertad de ciertas democracias se queda siem conducta concr�ta. Dios no es un ser caprichoso que hace bueno o
pre en una esperanza ilusoria que no llega a realizar. Hay otras dicta malo lo que a El se le ocurre, como la Iglesia tampoco puede serlo,
duras más sutiles y de las que no es tan fácil liberarse, pues entran en pues sería caer en un nominalismo que ha sido ya muchas veces recha
juego otros mecanismos más complejos y ocultos. zado en la historia. Si un comportamiento resulta inadmisible, no es
por estar prohibido, sino que está prohibido precisamente por su carác
ter deshumanizador. El mismo santo Tomás defiende este presupuesto
La autoridad en el campo de la ética de base cuando afirma, en su comentario a la segunda carta a los
Corintios, que quien evita hacer un mal no por su maldad intrínseca,
De todo lo dicho, creo que puede sacarse una primera conclusión evi sino por el hecho de que así está mandado, no podrá considerarse una
dente: si queremos vivir de una manera adulta, no basta la simple obe persona libre. La sumisión ciega no dignifica a quien la impone, pero
diencia a la ley, el sometimiento a lo mandado por la autoridad, sin tampoco a quien la acepta, pues se elimina la dimensión racional de la
saber dar una explicación motivada de nuestra conducta. La justifica conducta, como si se diera una regresión infantil.
ción última sobre la bondad o malicia de una acción no se encuentra
jamás -a no ser en el caso de las leyes puramente positivas- en el
hecho de que esté mandada o prohibida, pues esto constituye lo más Hacia una autonomía adulta
característico del comportamiento infantil, sino en el análisis y estudio
de su . contenido interno. Hay que pasar de una moral heterónoma e Es cierto que la confianza en la autoridad, en los que más saben sobre
impositiva a una conducta adulta y responsable. un tema, es garantía suficiente para dejarnos guiar en la praxis ordina
Todos los autores que han tratado sobre el desarrollo del sentido ria de cada día. Resulta imposible que todos los individuos alcancen un
moral insisten en que la autonomía, aunque se utilicen a veces otros grado de conocimiento tal que puedan comprender por sí mismos lo
términos distintos, constituye la plenitud y meta de todo el proceso acertado de las decisiones que adoptan las personas competentes en el
evolutivo. Lo que debería ser una etapa pasajera no debe convertirse en campo de su especialidad. Al médico, al abogado, al técnico en cual
algo estable. La pre-moral necesaria para una educación no podrá ser quier oficio... no se le suele pedir una explicación científica de su diag
la única forma de regular la conducta más adelante, ni el prólogo lle nóstico, de su valoración o del método que utilice, porque no siempre
gar a convertirse en una conclusión definitiva. De lo contrario, las crí existe capacidad para entender sus justificaciones. El mismo lenguaje
ticas de Freud contra una moral supecyoica e inmadura seguirán empleado resulta con frecuencia incomprensible. Pero es cierto tam
teniendo validez, y todo intento de construir una ética por este camino bién que, si me fío de él, es porque creo que sus juicios están funda
estará condenado al fracaso. Su error pudo estar precisamente en no meritados en razones objetivas, y perdería por completo su credibilidad
aceptar la posibilidad de un paso posterior, donde la conciencia llega a en el momento en que desconfiara de la racionalidad de sus decisiones,
superar ese estadio infantil, como otros autores de inspiración psicoa cuando la experiencia demuestre que no suelen ser acertadas y que se
nalítica han señalado. equivoca con frecuencia. En cualquier caso, sus conocimientos deben
Esta posibilidad de evolución, sin embargo, no significa que, de ser los suficientes para poder dar una justificación razonable siempre
hecho, llegue siempre a realizarse en la praxis humana. Son muchos que alguien se la pida.
96 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA C RIS TIANA AUTONOMÍA Y AUTENTICIDAD DEL COMPORTAMIENTO 97
Quiero decir que fiarse de los especialistas en un tema es una vaciones diferentes en su conducta: una, la que dice y manifiesta hacia
muestra de sensatez, porque están preparados para encontrar la· mejor fuera, la más superficial y aparente de nuestro yo, que le sirve de jus
solución. Sin embargo, para que su autoridad termine siendo creíble y tificación ante sí misma y ante los demás; otra, la verdadera, que opera
goce de suficiente garantía tiene que ganarse esa confianza y demos bajo la superficie, con un influjo auténtico, aunque encubierto y disi
trar la competencia en sus actuaciones. Algo parecido habría que decir mulado. De esta última somos con frecuencia ignorantes, pues perte
de la moral. Tampoco es fácil que, en este terreno concreto, la gente nece al mundo inconsciente, hacia el que arrojamos con una premedi
conozca las razones para admitir o rechazar una conducta determina tación ocultamente dirigida todo lo que no gusta aceptar o reconocer.
da. Que la Iglesia ofrezca su enseñanza para iluminar a estas personas Además de los olvidos naturales, en el psiquismo humano se da otra
es un servicio que presta a todo el que lo necesita. Pero existe una dife serie impresionante de olvidos interesados.
rencia significativa, en comparación con otras especialidades. Hay, en efecto, una zona oscura y sombría de nuestra personalidad,
Interpretar la ley vigente para llevar adelante un proceso, o .diag donde guardamos celosamente los aspectos negativos con los que no
nosticar una dolencia a partir de ciertos síntomas, requiere una prepa deseamos encontrarnos en la realidad. Es la consecuencia del tan cono
ración y una experiencia reservadas al especialista. Conocer, sin em cido fenómeno de la represión. Cuando la censura -bajo el nombre de
bargo, por qué una conducta deshumaniza y por qué, si uno es creyen «padre», «conciencia», «sociedad», «Iglesia» o «Dios»- impide la ma
te, dicha conducta rompe además la relación con Dios, encierra una nifestación de ciertos impulsos, los cataloga como pecaminosos o des
explicación accesible a todo el que la demande. En épocas anteriores, humanizadores, los denuncia como indignos o vergonzosos, la mejor
es posible que la gente tuviera más confianza en la enseñanza oficial; forma de escapar de ellos consiste en reprimirlos por completo.
pero esa credibilidad ha descendido hoy mucho, tal vez porque no Cuando todo el interés se centra en vivir de acuerdo con el yo ideal
siempre se ha presentado con una base suficiente. que nos han impuesto desde pequeños, que la sociedad nos exige y que
Cuando Dios o la Iglesia prohíben una conducta, el creyente tendrá la misma conciencia demanda, cualquier elemento que no encaje con
que aceptar su malicia, pero tiene derecho a preguntarse también por ese proyecto es una herida dolorosa al propio narcisismo. Lo mejor,
las razones de tal prohibición, para actuar de forma adulta y convenci entonces, es apartarlo de nuestra vista, ignorarlo como si no formara
da. Si la fe nos presenta una serie de misterios que no se explican por parte de nuestra existencia. Así se elimina de raíz cualquier tipo de
la razón, sino por la autoridad de Dios que se revela y se comunica, la angustia o de culpabilidad, pues la vida consciente se mantiene limpia
ética humana no pertenece a ese mundo misterioso, aunque admitamos y en tensión perfecta hacia el ideal programado, con la alegría interior
la complejidad de una valoración concreta y lo difícil de encontrar a de responder a las expectativas que nos han creado y a las exigencias
veces la solución más adecuada. El interito de orientarnos hacia esa de una imagen perfeccionista.
autonomía, para comprender los motivos de nuestra conducta y supe La represión no es un acto de voluntad por el que se renuncia de
rar un comportamiento infantil, es, pues, una primera exigencia ética y manera consciente y responsable a las pulsiones anárquicas y descon
psicológica como requisito para la maduración de la persona y del cris troladas, para integrar esas fuerzas dentro del psiquismo. Es un meca
tiano. Creo que es el mayor desafío con el que hoy se enfrenta cual nismo del que no se tiene conciencia, que busca arrojar en el silencio
quier tarea educativa y al que no siempre se ha respondido en la for más absoluto, para que su voz no se oiga, todo aquello que moleste o
mación de la conciencia. desagrade. Un engaño pretendido para hacemos creer que todo está
superado, pues ni siquiera existe la sospecha de que hay otras realida
des escondidas en lo más profundo. No se trata, pues, de un esfuerzo.
La cara oculta del inconsciente laborioso o ascético, sino precisamente de todo lo contrario: la ausen
cia más absoluta de un instinto o pulsión que, al quedar reprimido, deja
No basta con conocer las razones que existen para actuar; es necesario de llamar a las puertas del psiquismo consciente, no molesta con sus
un esfuerzo posterior para descubrir cuáles son las verdaderas, las insinuaciones, ni sus influjos se constatan de una forma directa; La
auténticas, las que influyen realmente en nuestra forma de actuar. La impresión es de que todo queda perfectamente integrado y en comple
psicología nos recuerda que la persona suele tener a menudo dos moti- ta armonía.
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Todo ello supone la presencia de un doble sistema psíquico en constantemente a la superficie, aunque para conseguirlo necesita cam
nuestra personalidad. El inconsciente es la sombra, el lado oscuro del biar de nombre y de imagen, a fin de que la censura no lo reconozca
ser humano, el vertedero de la vida, donde arrojamos la basura y mise como indeseable y le impida su manifestación. Silogra burlar la vigi
ria de la propia existencia. Y el otro -la personalidad aparente, la que lancia y atravesar las fronteras de lo consciente, es porque ha oculta
presentamos hacia el exterior, moldeada por las normas sociales de do bajo otras apariencias su verdadera identidad. La conducta que
comportamiento- constituye la persona, que oculta y disimula la ver aparece entonces como buena y aceptable puede tener, en el fondo,
dad completa de lo que somos. Persona, en griego, era sinónimo pre otras motivaciones bastantes diferentes de las que el individuo sospe
cisamente de la máscara que se utilizaba en el teatro para la represen cha. Se trata, en realidad, de un comportamiento pseudo-moral, pues
tación de los diferentes personajes. La meta final de la educación, a la persona víctima de ese engaño justifica su actuación con motivos
todos los niveles, intenta hacemos más sociales y aceptados por la auténticos en apariencia, pero cuyo significado es otro muy diferente
exterioridad de nuestra conducta. El yo recibe de esa forma su premio y desconocido.
y gratificación, con el reconocimiento otorgado por la sociedad y por Nadie desea reconocer las múltiples tendencias negativas que cada
la propia conciencia. Lo importante, desde pequeños, es acomodar cua l almacena en su interior, y desde luego, si intenta vivir con hones
nuestra conducta externa a esas pautas que reportan el aprecio y la tidad, no le gustaría en absoluto dejarse llevar por ellas. Pero tampoco
buena fama. Todas las otras tendencias que no concuerdan con el ideal hay que olvidar su enorme influjo en la práctica cuando se hacen pre
propuesto y podrían rebajar la estimación conseguida tienen el peligro sentes, disimuladas bajo otras apariencias positivas que aparecen inclu
de ser arrojadas a la sombra -la región más humillante y vergonzosa de so como virtuosas y hasta evangélicas. El único esfuerzo se centra en
la personalidad, cuya realidad no interesa conocer para no despertar la darle un nombre distinto que pueda servirle de disfraz, para que no
mala conciencia o la necesidad de un esfuerzo posterior. Por eso se ha encuentre ninguna condena u oposición al querer entrar en la zona
dicho, con razón, que la verdad de una persona es, sobre todo, aquello consciente. Si apareciera con su verdadera identidad, sería de nuevo
que oculta. reprimida, pues el super-yo narcisista impediría el paso de todo aque
llo que pudiera afearle o que no encajara con su yo ideal.
También a nivel consciente; basta con llamar a las cosas por otro
El peligro de una pseudo-moral nombre para que su aceptación social no despierte mayores dificulta
des. Cuando de una persona que especula y se aprovecha de sus amis
De esta forma, la personalidad queda fuertemente recortada, pues el yo tades para revalorizar unos terrenos que ha comprado a gente necesita
externo y consciente, que actúa con educación, elegancia y buenos da, se dice que tiene una vista espléndida para los negocios, se la acep
modales, es sólo la parte más superficial de nuestro ser. Por debajo, y ta mucho mejor que si se le calificara, pura y simplemente, de ladrón.
escondida en lo hondo, queda la existencia de un mundo que, a pesar O si a un sujeto incapaz de emitir un juicio, por su ignorancia y des
de la tranquilidad aparente y de su silencio clandestino, va a orientar e conocimiento, se le adjetiva como prudente, tampoco le faltará una
intervenir poderosamente en el mismo comportamiento exterior. La dosis de estima y aprecio. El juego consiste en cambiar las apariencias,
moral, como la educación, encierra también este grave peligro cuando, como acontece aún más en el mundo del inconsciente.
con sus normas y obligaciones, intenta regular la conducta periférica y Así, cualquier tipo de fanatismo o deseo de dominación, que sería
visible, la que más interesa y gratifica al individuo, favoreciendo la vergonzoso reconocer en nuestra sociedad abierta y democrática,
falsa ilusión de que todo está integrado y asumido, sin caer en la cuen encuentra una salida airosa cuando se oculta bajo el nombre de «celo
ta de que su victoria ha sido muy parcial y reducida. Por dentro, aún apostólico». La pasividad de quien apenas muestra dinamismo o sien
queda una región desconocida que va a ser fuente de otras compensa te miedo a su responsabilidad se encubre con el rostr o de la «obedien
ciones negativas y peligrosas, como vamos a señalar. cia»; como camino más seguro para la toma de las propias decisiones.
Si hay algo claro que ha puesto de manifiesto el psicoanálisis, es la La avidez que nunca se siente satisfecha se exalta y disimula con el
actividad encubierta de todos los elementos reprimidos. El dinamismo «espíritu de creatividad». El infantilismo del inmaduro que necesita
del impulso no desaparece por la represión, sino que lucha por salir una dependencia constante se confunde con el «abandono en la Provi-
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dencia» o con la «infancia evangélica y espiritual». Llenar la anemia sión para no enfrentarse a una verdad que resulta dolorosa, una salida
afectiva o el hambre de cariño, que supondría aprovecharse de los por la puerta falsa, que alivia la presión interior. El yo descubre en los
demás, no provoca rechazo cuando se considera un «gesto sincero de síntomas patológicos un cierto beneficio y una dosis de satisfacción, a
amistad» y un «camino para la madurez». El masoquismo encubierto, pesar del carácter doloroso y molesto que encierran, pues le sirven para
por el que uno quiere hacerse daño, y cuya existencia humilla, se disi liberarse de las resistencias impuestas. Por eso al neurótico, aunque
mula con gran elegancia en ciertas prácticas ascéticas y se hace vir diga que lo está deseando, no le interesa su curación, ya que entonces
tuoso a la sombra de la austeridad cristiana. Y hasta los conflictos debería afrontar otra realidad más molesta y que ha suavizado con su
internos que no interesa solucionar resultan menos dolorosos si se síntoma actual. En cualquier terapia, más o menos profunda, se cons
viven como una «tentación que purifica». tata enseguida cómo el enfermo se defiende de inmediato y rechaza de
múltiples maneras el camino que puede llevarle a la curación. Prefiere
seguir soportando la carga actual antes que acercarse al verdadero pro
Los mecanismos neuróticos blema, del que huye.
Si la ética es la ciencia que debe orientar al ser humano hacia su
La lista se podría incrementar con otra multitud de comportamientos. plena realización como persona, no basta, para quedar satisfecho, con
Lo dicho no es más que un pequeño muestrario de cómo la pseudo adecuar la conducta externa de acuerdo con las propias exigencias
moral del inconsciente reproduce externamente las normas y valores morales. Ese primer paso será necesario para impedir cualquier des
de la ética verdadera y objetiva, aunque el modo de vivirla sea dife control, pero habría que denunciar también, como un segundo requisi
rente, por el influjo de esa motivación desconocida. La falsedad de tal to previo, la posible mentira hipócrita de aquellos comportamientos
conducta no reside en que el sujeto debería comportarse de otra mane aparentemente aceptables que tienen su origen en el mundo del incons
ra o en que no tenga razón para actuar como lo hace, sino en que el ciente. Es decir, que no sólo estén fundamentados, sino que, además,
motivo último para obrar así no es tanto el que él manifiesta y con el la motivación que se aporte sea, al mismo tiempo, la verdadera.
que se justifica, sino otro más oculto e inconfesado. Desde el punto de
vista externo, que es lo que fundamentalmente se busca, su comporta
miento podría considerarse humano y evangélico; lo único que sucede Hacia el encuentro con la propia verdad
es que la dinámica que lo impulsa nace de otros intereses camuflados,
aunque la apariencia sean idéntica a la de otra persona madura y buena. Llegar al descubrimiento de las raíces más profundas no es posible sin
Este mantener lo reprimido fuera de la conciencia supone un gasto un serio psicoanálisis, pues se trata de caminar hacia esas zonas com
continuo de energías, porque los elementos inconscientes ejercen una pletamente desconocidas que no salen a la superficie de la conciencia.
presión constante para encontrar una salida hacia fuera. Pero la vigi Tampoco es necesario su empleo en las. personas que no manifiestan
lancia es rígida y firme, para impedir cualquier tipo de huida y mante síntomas de un mayor desequilibrio y conflictividad. Pero, aunque no
nerlos en el silencio y la oscuridad. Por eso lo reprimido permanece se llegara a un conocimiento pleno y total, el yo debe ampliar las fron
siempre inalterable e imperecedero, sin posibilidad alguna de integra teras de su territorio e ir conquistando, poco a poco, aquellas regiones
ción, y al cabo de muchos años se encuentra tal y como estaba al prin que no estaban bajo su dominio. A medida que este proceso avance -de
cipio, como una fuerza anárquica y descontrolada. Lo cual explica que las múltiples maneras posibles y al alcance de cualquier persona nor
a veces, en épocas tardías de la vida y cuando se tenía la impresión de mal-, se irá reduciendo el peligro de tantos ilusionismos falsos y peli
que todo estaba superado, pueden presentarse, con todo su realismo grosos de los que acabamos de hablar. No creo que esto equivalga,
negativo, determinadas tendencias de cuya existencia ni siquiera se lle como a veces se afirma, a una negación refinada del mismo incons
gaba a sospechar. ciente, al eliminar de esta forma su inaccesibilidad a la conciencia; Si
La misma neurosis, en sus manifestaciones más o menos patológi no se diera esta posibilidad de acceso, aunque sea siempre de forma
cas, es una forma concreta de superar tales tensiones internas. La expe limitada, tampoco sería posible ningún tipo de terapia, pues la cura psi
riencia demuestra que los mecanismos neuróticos son una falsa eva- coanalítica dejaría de tener sentido, ya que se ha construido sobre este
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presupuesto, que, por muy difícil que sea, no es del todo imposible. La retroceso se convierte, al actuar circunstancialmente contra algunos
vocación ética del hombre consiste en esta conquista progresiva para valores éticos, en signo de alegre esperanza: es ahora cuando podrá
que los motivos inconscientes vayan siendo superados por otros que vivir, si se esfuerza y trabaja, una verdadera moral, aunque en algunos
acepta con libertad. casos llegue a optar por otro camino diferente. Además de que no siem
Hay, pues, una segunda obligación de sacar a la luz los estratos más pre la des-represión de una tendencia ha de llevar necesariamente al
profundos de la personalidad -en la medida, repito, de nuestras posi descontrol y falta de dominio en ese terreno.
bilidades-, cuya jurisdicción escapa al dominio de nuestro yo cons
ciente. El psicoanálisis muestra aquí mayores exigencias que la propia Entre la ilusión ingenua y el desencanto pesimista
moral tradicional, pues nos hace sentirnos responsables de esos proce
sos inconscientes para poner los remedios adecuados a nuestro alcan El ser humano, por tanto, ha de aprender a vivir pacífica y armoniosa
ce y, así, procurar que la conducta responda a una motivación limpia y mente con una serie de elementos con los que había luchado a muerte
auténtica. Cuando la preocupación se centra en obedecer a la ley y ate para vencerlos o ignorarlos. Es el comienzo de una difícil y dolorosa
nerse a lo que está mandado, como tanto se ha insistido en la educa convivencia, pues ha descubierto que los tendrá corno compañeros
ción, el peligro de una pseudo-moral se hace aún mayor. inseparables durante el largo viaje de su historia. En adelante, hay que
Este avance hacia el descubrimiento de nuestra propia verdad no se proseguir el camino en estrecha relación con las propias tendencias
da sin una crisis, que sacude el mundo superficial en que se vivía y pro egoístas, interesadas, anárquicas, hipócritas, o con cualquier otro im
duce un efecto desolador. Es el encuentro terrible y desconcertante con pulso negativo.
una realidad que no se quería aceptar de ninguna forma y que, por ello, Todo esto significa la serena y humilde confesión de que por deba
se había postergado en el más absoluto de los olvidos. Lo que cuesta jo de todo perfeccionismo existe en nuestro corazón, como en el de
trabajo y hace tambalear a nuestro psiquismo es admitir sin tapujos que cualquier otra persona, una misma e idéntica realidad miserable. La
esa otra vertiente sombría y vergonzosa, con su aspecto descorazona antigua imagen perfecta, el yo ideal que nos habían impuesto y que
dor, hostil y repugnante, forma parte de nuestra condición. Equivale a habíamos asimilado con la ayuda de nuestro narcisismo, para sentimos
sentir desde fuera, corno una acusación impresionante, la voz de un superiores y ajenos a las limitaciones humanas, se siente destrozado
Natán que hace recaer sobre nosotros la verdad que cuesta reconocer: por una profunda conmoción, expulsado de su trono majestuoso y hun
«Tú eres ese hombre» (2 Sam 12,7). Entonces, el individuo tiene que dido en la misma pobreza y miseria que atenaza a los demás. Es como
reconciliarse con la totalidad de su existencia, sin intentar disminuir o una visión diferente, donde muchas ilusiones ingenuas quedan derri
disimular con otros mecanismos de defensa lo que constituye una parte badas por tierra cuando se constata la fragilidad y poca firmeza del
real de su patrimonio. fundamento en que se apoyaban.
No es extraño que durante este duro proceso, sobre todo en situa Es doloroso por una parte, pero consolador por otra, descubrir
ciones más complejas y problemáticas, la ruptura de los diques incons cómo se desmorona esta imagen perfeccionista y virtuosa que se había
cientes provoque un descontrol que el sujeto no consigue dominar, elaborado después de muchos esfuerzos. El deseo de responder a tan
aumentando su angustia y culpabilidad. Algunos han condenado. este tas expectativas e ideales obligó a realizar una obra condicionada por
tipo de ayuda por dejar al individuo inerte, sin capacidad de dominar otras presiones que no nacían de la propia interioridad. Al cabo del
sus impulsos; pero olvidan una condición previa muy importante: para tiempo, el individuo tendrá que reconocer con pena que aquella perso
adquirir una virtud, sea la que sea, es preciso primero tener libertad na no reflejaba su auténtico yo. Ahora comienza otra etapa, en la que
para obrar de otra manera. Y una conducta reprimida, por muy virtuo él quiere convertirse en único protagonista, corno si hubiera recupera
sa que parezca, no tiene ningún valor humano ni religioso. La terapia do la personalidad de la que otros le habían despojado. Cualquiera que
no destruye la moral, sino que descubre y purifica las motivaciones y tenga un poco de experiencia en este campo sabe muy bien que se trata
complejos ocultos para que, sobre una realidad más auténtica, el indi de un fenómeno bastante normal y corriente.
viduo se haga capaz de orientar su vida corno quiera, pero ya de una La respuesta a esta experiencia desoladora podría llevar también al
forma libre y responsable. Lo que a primera vista podría parecer un extremo contrario, corno una nueva forma de protesta o venganza con-
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tra la historia vivida con anterioridad. El sentimiento de fracaso le cuencia, ni entraba tampoco entre los objetivos de una buena educa
invade de tal manera que ha perdido cualquier ilusión de trabajar por ción o de una pedagogía moral. La meta se colocaba en el extremo con
un futuro diferente, como si no valiera la pena luchar contra lo que trario. La condición para entregarse a los otros era precisamente el
parece irremediable. Si antes valoraba ilusamente su yo, ahora lo deva olvido y desprecio de sí mismo, para no quedar prisioneros y encerra
lúa hasta el punto de entregarse cobardemente a sus exigencias. dos en la propia interioridad. Cuanto menos cariño exista hacia uno
Aceptar el lado negativo de la sombra no significa dejarse llevar por mismo, el amor a los demás irá creciendo, como quien desea entregar
ella. Ni tomar conciencia del lado oscuro del inconsciente implica un todo cuanto tiene sin quedarse con nada para sí.
abandono pasivo en sus manos, pues semejante actitud no resuelve el Por supuesto que este difícil arte no lo identificamos con el típico
problema planteado, ni ayuda a una mejora posterior. Es ahora, como egoísmo individualista, curvado sobre sí mismo, sin espacio ni cabida
hemos dicho, el momento de iniciar un proyecto sobre unas bases más para los demás, insensible frente a las necesidades ajenas, con un olvi
firmes que las que existían con anterioridad. do profundo hacia todo cuanto no afecte a su persona. La condena de
Cuando se consigue renunciar a la falsa ilusión y no caer en el semejante actitud no ha perdido vigencia y resultará siempre válida en
desencanto, se opera una transformación gozosa de la personalidad, cualquier época o circunstancia. Desde la propia psicología se insiste
pues el sujeto va recuperando poco a poco una zona extensa que per en que por ese camino nunca se llegará a la maduración humana, pues
manecía ajena a su dominio y control. Hasta ahora, aunque su imagen supone un rechazo profundo de la oblatividad que marca la meta de
externa despertara admiración, tenía un conocimiento imperfecto y todo proceso educativo. Y desde el evangelio se nos recuerda también
deformado de su propia realidad, una ilusoria idealización del yo, que la misma verdad, aunque con otra terminología: quien está preocupa
irá cambiando lentamente por otra nueva. Si, a primera vista, esta últi do por salvar su vida, la perderá (cf. Le 9,24). El amor es la única
ma parece más pobre y limitada, es sin duda mucho más bella y enri moneda que se multiplica cuando se comparte. Poéticamente lo había
quecedora, debido a su verdadera autenticidad. Una ética humana y dicho A. Machado:· «Moneda que está en la mano / quizá se pueda
evangélica no podrá olvidar nunca esta dimensión. guardar/ la monedita del alma/ se pierde si no se da».
Los datos psicológicos y las recomendaciones evangélicas nos
abren, sin embargo, a otra perspectiva bastante diferente. Mientras la
El difícil arte de amarse a sí mismo persona no sea capaz de amarse a sí misma, reconciliarse con sus limi
taciones, aceptar sus sombras y desajustes interiores, tampoco podrá
Hablar de «amor propio» tiene connotaciones muy negativas. Siempre amar al prójimo con sus propias deficiencias y fallos. Y Jesús vuelve
se ha condenado esta actitud dentro de nuestra espiritualidad cristiana, a insistir en esta verdad cuando responde al escriba acerca de cuál es
como si se tratara de algo indigno y pecaminoso. Se valora con un sen el primero de los mandamientos. Después de hacer referencia al cono
tido peyorativo, pues parece un serio obstáculo para la experiencia del cido texto del Deuteronomio (6,4-5) que habla de amar al Señor con
verdadero amor, que supone una apertura de sí al encuentro y la comu todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y con todas las
nión con las otras personas. «Querer» supone salir del propio yo para fuerzas, añade de forma explícita: «El segundo es: amarás a tu próji
poner en el otro el centro de nuestro interés y preocupación. Y nada mo como a ti mismo» (Me 12,31). En este caso, el amor a uno mismo
hay más opuesto a este altruismo generoso que permanecer cerrado a posibilita y condiciona el cariño a los demás, como fácilmente puede
los demás, sin que únicamente nos afecten los problemas personales comprenderse.
que cada cual experimenta en su interior. El prójimo se aleja de tal La cara oculta y sombreada que cada uno lleva en su interior no es
manera que deja de ser próximo para convertirse en un huésped desco más que un reflejo significativo de la sombra existente en el corazón
nocido que despierta recelos y hasta ciertas hostilidades. de los demás. Por eso, la persona incapaz de reconciliarse con los ele
Sin embargo, a pesar de esta primera valoración espontánea tan mentos negativos que oculta en su interior, ya sea porque no los cono
escasamente positiva, no creo que exista una virtud tan difícil de alcan ce o porque no quiere aceptarlos de ninguna manera, está imposibilita
zar como la de amarse a sí mismo. Un verdadero arte que, por prejui da también para aceptar esos mismos componentes en las otras perso
cios y falsas interpretaciones, no hemos aprendido con mucha fre- nas. El encuentro y la reconciliación con el prójimo comienza, a pesar
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de las diferencias y limitaciones, cuando el sujeto admite, de una forma opacidad de mi interior. Como una invitación permanente a que el
comprensiva, benévola y no exenta de humor, la pequeña y limitada mismo sujeto descubra también la posibilidad de amarse a sí mismo.
realidad que posee, se reconcilia consigo mismo y se abre con cariño Lamirada compasiva y misericordiosa de Dios debería ser, además, un
y benevolencia hacia el fondo más profundo y negativo de su verdad. nuevo estímulo para esta reconciliación amorosa, que lleva a la serena
A partir de este abrazo amoroso con todo lo que uno es y lleva colga y humilde confesión de que en ·nuestro interior, como en el de cual
do a su espalda, y no simplemente con lo que uno sueña ser, el amor quier otra persona, quedan siempre espacios más o menos oscuros y
se convierte en un arte y exige una pedagogía adecuada. Cuando uno miserables. De lo contrario, es muy fácil que se produzca una reacción
no quiere a los demás, no es porque se anie demasiado a sí mismo, sino que frecuentemente se oculta detrás de cualquier crítica dura y agresi
porque el cariño personal no es aún suficiente. va: una condena tajante puede ser una confesión implícita de lo que no
se quiere reconocer en modo alguno en relación a uno mismo.
El rechazo enérgico y vigoroso produce ilusoriamente la impresión
El rigorismo y la intolerancia: raíces psicológicas
de vivir muy lejos de lo que se fustiga, de no estar manchado por la
Podríamos decir, por tanto, que cualquier forma de rigorismo que con suciedad que se reprueba, de no tener vinculación con lo que se juzga
perverso. Cuando, en realidad, son intentos . superficiales de encubrir
duce al escándalo, al desprecio o a la incomprensión, aunque se pre con la palabra, ante los demás y ante nosotros mismos, que nada de esa
tenda justificar con una serie de argumentos racionales, es la conse fealdad afecta a nuestra vida. Parafraseando el refrán popular, podría
cuencia lógica de que la persona no ha llegado a conocerse con una también decirse en estos casos: Dime qué es lo que criticas y te diré lo
cierta profundidad, o bien pretende condenar en el otro lo que no desea que eres.
aceptar de ninguna manera en su interior.
En el primer caso, como existe una buena conciencia en la superfi Así, la condena sin paliativos del incrédulo o del hereje puede
cie, por la ignorancia de aquellas tendencias que no dan señales de encubrir las propias dudas de fe, como si los anatemas lanzados contra
existir, resulta difícil comprender cómo es posible que tales inclinacio ellos produjeran una mayor seguridad en la propia ortodoxia y evitaran
nes se manifiesten en los otros. Pero en la medida en que se vislumbra cualquier vacilación en un punto que se considera tan importante. El
interiormente la presencia, aunque sea insignificante y embrionaria, de cleptómano, que querría eliminar a toda costa una conducta que le
todos los impulsos negativos ocultos en el psiquismo humano, el reco resulta incontrolable y humillante, experimentará una reacción agresi
nocimiento de la propia realidad negativa nos hace ver en el otro, por va contra el niño que roba algunas monedas, para convencerse de que
muy perverso que sea, a un hermano que participa y comulga con nues él no se apropia de nada. Cuando se desprecia, se insulta y hasta se
tra misma condición. La interioridad del ser humano está tejida con los desea la muerte a una mujer que ha interrumpido su embarazo en cir
mismos elementos en todas las personas. Y desde el momento en que cunstancias dramáticas, tal vez se oculte el mismo sentimiento repri
se vivencia que todos por dentro somos parecidos, pues cualquier mido que ni siquiera pudo aflorar en situaciones parecidas. Convertir
semilla mala está sembrada en el interior, aunque no se desarrolle y al homosexual en objeto de crítica e ironía constituiría un modo sutil,
fructifique, quedará siempre un espacio para la misericordia y la com por parte del heterosexual, de no reconocer la dosis de homofilia exis
pasión. Aquí también la justificación psicológica brota, como la evan tente en su propia persona. Y todos conocemos a esos individuos, acé
gélica (cf. Le 18,9-12), cuando uno experimenta el gozo y la alegría de rrimos defensores de la libertad, que se vuelven pequeños tiranos cuan
ser como los demás. do la ocasión les resulta propicia.
Pero no basta con tomar conciencia de nuestra verdad. Hay que dar La defensa de las propias ideas y la condena de lo que se juzga ina
un paso aún más decisivo y molesto: la aceptación,. henchida de cari ceptable hay que mantenerlas. Por otra parte, la tolerancia no supone
ño, de todos esos elementos que tanto trabajo cuesta admitir, hasta lle un recorte de los propios criterios. Pero ninguna persona más o menos
gar a la plena reconciliación. La mejor ayuda humana y psicológica consciente de su verdad y que haya logrado reconciliarse y reconocer
que puede obtenerse en tales situaciones consiste en sentir la presencia amorosamente sus propios aspectos negativos se atreverá a rechazar,
de alguien que me acepta y me quiere como soy, a pesar de conocer la haciendo gala de un rigor y una incomprensión excesivos, ninguna
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conducta, por muy perversa que fuere. Quien sabe reconocer y acer acompaña a nuestra naturaleza. Además, sería una desgracia conseguir
carse con cariño a su propia realidad, lo hará de la misma manera cuan semejante objetivo, ya que entonces surgiría otra amenaza mayor: la de
do se acerque a la ajena. sentimos contentos y satisfechos por ese trabajo estético y perfeccio
nista, que nos haría impermeables a la gracia y la amistad de Dios. De
ello tendremos que hablar más adelante. Pero, en cualquier caso, la
Conclusión moral debería ser una orientación y no un obstáculo hacia esa meta.
Mientras no hayamos conseguido un cierto nivel de autonomía y
Estas reflexiones nos llevan a concluir que lo más importante no es que autenticidad, la ética no debería adjetivarse como «humana» ni como
el individuo sea bueno y cumpla con unas determinadas normas de «cristiana». Una condición que nunca convendría olvidar.
comportamiento que hasta podrían darse en animales domesticados. La
educación ética debería orientar, a lo largo de todo el proceso evoluti ***
vo, hacia una conducta autónoma, madura, no infantilizada, psicológi
camente limpia, para que los elementos reprimidos no busquen otro
tipo de compensaciones. El mal oculto, que actúa bajo la superficie, es
aún más peligroso que aquel del que se tiene conciencia, por la impo Bibliografía
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para ensamblarlos en un proyecto armónico. La moral será, pues, un
estímulo que incita a recorrer ese itinerario desde el ser hasta el deber
propuesto; una invitación a salir desde ese punto de partida para alcan
zar otra meta mejor; un recuerdo permanente para no detenerse en nin-
guna etapa de ese camino.
Ahora bien, si la ética es dinamismo, impulso, búsqueda, tensión,
que lanza al individuo para realizarse como persona, es necesario des
cubrir las sendas que conducen hacia semejante objetivo. Nadie conse
guirá ese proyecto si no tiene en cuenta un itinerario concreto y ade
cuado, pues los mecanismos naturales son incapaces de cumplir con
esa tarea. Es la capacidad de cada uno de optar responsablemente la
que debe determinar qué sistemas de preferencia resultan más eficaces.
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Esta función orientadora, como una brújula que señala por dónde que se experimenta una inclinación natural y espontánea, porque viene
llegar a puerto, quedaba vinculada con la luz resplandeciente de la ley. a llenar una ausencia, a saciar una nostalgia, a ofrecer una solución.
En todos los tratados clásicos, la providencia de Dios, como ley eterna Sin embargo, el atractivo que despierte esta llamada del valor tendrá
y universal, dirigía todo el universo con extraordinaria eficacia. Los que ser muy diferente, según cuál sea la naturaleza de cada uno.
seres irracionales eran gobernados por sus mecanismos físicos y bio En el n1vel más bajo encontramos la esfera de los valores biológi
lógicos, de los que no podían liberarse, mientras que las criaturas ra cos , que engloban las exigencias instintivas y todo cuanto dice relación
cionales eran conducidas por las exigencias de la ley natural, que cada a nuestra sensibilidad. Cuando, después de un esfuerzo físico, se expe
una encontraba presente en su corazón: Las obligaciones que de ella rimenta la sed o el cansancio, un vaso de agua o un tranquilo reposo
nacían se concretaban después en la legislación eclesiástica o civil, que aparecen como un valor deseable, como tantas otras cosas que necesi
determinaba más en concreto los diferentes campos de la actividad. ta el organismo para encontrarse satisfecho. A veces son los más
Una orientación así, como muchos autores han señalado y como urgentes, cuando está en peligro la vida, pero no los más importantes.
tendremos ocasión de analizar más adelante, ha caído a menudo en un
legalismo excesivo, hasta convertir la ley en el centro de toda la preo Por encima de ellos descubrimos aquellos otros que, aunque más
cupación ética. Por otra parte, al vivir en un mundo tan amante de la específicamente humanos, sólo interesan a una zona de nuestra perso
libertad, cualquier ley se vivencia de inmediato como una fuerza coac nalidad. Por dentro queda otra serie de exigencias psicológicas, inte
tiva y externa que destruye nuestra autonomía y enajena nuestra deci lectuales, culturales, estéticas, afectivas, etc. que complementan y per
sión responsable. Es una de las razones por las que existe un rechazo feccionan también algún aspecto del individuo. Forman parte de ese
tan fuerte a la moral. Por eso, aunque sería posible darle a este plante conjunto de bienes sin los cuales la vida no se desarrolla con normali
amiento una interpretación más comprensible, me parece mejor otro dad cuando no se consiguen en grado suficiente. Su ausencia se consi-:
punto de partida diferente. En lugar de hablar de «ley», preferimos dera un mal, como la falta de algo valioso, para poder vivir de una
· hablar de «valores éticos». La finalidad es idéntica-encontrar el cami manera más plena. Es doloroso no gozar de la amistad y el cariño, no
no para vivir como personas-, pero el mismo contenido se expresa con tener la formación necesaria para sentirse útil, estar incapacitado para
otro talante que resulta más comprensible. gozar del arte o de la música, descubrir la ignorancia de quien apenas
ha tenido acceso a la cultura, no encontrar trabajo ni poder gozar de
una autonomía económica... Y tantas otras cosas que, aunque perte
La menesterosidad del ser humano nezcan a este nivel intermedio, nadie las rechaza, por el enriqueci
miento humano que aportan.
Precisamente por su carencia radical, el ser humano, desde antes inclu Y existen, finalmente, otras necesidades superiores y más impor
so de su nacimiento, experimenta una serie de necesidades de diversa tantes, que podemos considerar las más profundamente humanas. Ya
índole e importancia que requieren una respuesta satisfactoria. Sus hemos visto cómo cada ser humano busca realizar un proyecto a través
limitaciones y carencias le vuelven menesteroso en todos los niveles de de sus propias decisiones. Si su condición estructural le impulsa a darle
su personalidad. No sólo por su condición animal tiene que responder un estilo a su. existencia para autorrealizarse como persona, aquella
a una serie de ineludibles exigencias biológicas relacionadas con su forma de actuar y comportarse que le oriente hacia ese destino se con
mantenimiento y supervivencia, como se constata en cualquier otra vierte para él en algo valioso. Este valor lo adjetivamos como «ético»,
especie; su dimensión racional, que lo eleva y dignifica en el universo porque responde justamente al dinamismo primordial del propio ethos,
por encima de los demás seres, le deja también con la sensación de a la urgencia de estructurar la vida para adecuarla a la dignidad de la
vacío, porque otras aspiraciones más sublimes y específicamente condición propia. Si la persona quiere realizar ese proyecto -la voca
humanas tampoco han encontrado respuesta. ción humana por antonomasia-, no tiene otra alternativa que hacer- rea
El deseo de satisfacer sus carencias le hace buscar de múltiples lidad esos valores que lo humanizan y dignifican. Del mismo modo
maneras el remedio que le falta. Cualquier realidad, por tanto, que que tiene que abrirse al amor o satisfacer sus carencias orgánicas si
colme tales aspiraciones se hace valiosa, constituye un valor hacia el desea un cierto bienestar para otros niveles de su existencia.
114 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA FUNDAMENTACIÓN ANTROPOLÓGICA DE LOS VALORES ÉTICOS 115
En este ámbito entrarían también los valores religiosos, en los que Si los valores estéticos despiertan, por ejemplo, sentimientos se
el creyente encuentra la respuesta última a la nostalgia de plenitud y ductores y de admiración cuando se contempla una obra de arte, y los
totalidad, de esperanza definitiva, de un Absoluto que vislumbra y valores afectivos fomentan emociones atractivas que vinculan y encan
ansía, pero que no puede hallar en las realidades creadas. Dios puede tan, la respuesta específica que provoca el valor ético es la experiencia
valerse de estos mecanismos para descubrir a la mirada de la fe su pre de la obligación. Se trata de una vivencia muy especial, con un carác
sencia misteriosa y oculta, aunque para otros el fenómeno de la reli ter ineludible y absoluto, que viene de un impulso que se impone al
gión tenga explicaciones inconscientes y psicológicas. sujeto desde dentro, pero sin forzar, sin ningún tipo de presión física.
Su mensaje penetra hasta el corazón, insistiéndole de manera continua,
Fenomenología del valor ético sin que podamos reducir al silencio su llamada; pero al mismo tiempo
nos hace sentir la grandeza majestuosa y desconcertante de la libertad,
Todos los valores, por tanto, interesan a la persona, constituyen un bien que permite orientar nuestro rumbo por caminos diferentes o hacernos
para ella; pero lo típico del valor moral, su nota más característica, es sordos a la voz de su invitación. No sólo se capta el conocimiento teó
que no la perfecciona en una sola dimensión -en su biología, en su rico y contemplativo del valor -lo que es bueno y lo que es malo-, sino
inteligencia, o en su afectividad-, sino que la promociona en la totali que encierra una dinámica activa, enfocada a la acción, por la que el
dad de su existencia. Es una llamada a su libertad, en cuanto responsa individuo se siente inclinado a ejecutarlo, cuando, entre las diversas
ble de su propio destino. Los otros valores, aunque completen otras posibilidades que se le ofrecen, su inteligencia sabe y su voluntad
dimensiones de la personalidad, permanecen silenciosos ante el pro queda seducida para actuar de esta forma concreta.
yecto último de su vida. Se puede ser un gran técnico en el campo de
la economía y gozar de prestigio internacional, pero ese valor científi
co no evita la posibilidad de ser también un ladrón. La estima y el éxito La moral como eco de una llamada profunda
social no nos hacen honrados y buenos por el simple hecho de obte
nerlas. Y por muc,ha moral que se llegue a saber, este conocimiento El análisis de esta experiencia nos descubre un aspecto muy importan
especulativo no es incompatible tampoco con una conducta perversa. te de la moral, en contra de lo que la mayoría de la gente vivencia. Su
Dicho de otra manera: sólo el valor ético adjetiva como buena o invitación, aunque parece venir desde fuera como una fuerza que apri
mala una conducta, mientras que todos los demás valores, aunque siona; se manifiesta desnuda de toda coacción exterior, sin ningún sen
complementen y perfeccionen algún aspecto, son incapaces de confe tido mutilador de la propia autonomía. No es posible una lucha anta
rir esa dignidad. Cuando decimos de una persona que es un buen nego gónica, como si se tratara de fuerzas contradictorias e irreconciliables,
ciante, semejante valor técnico no significa que dicha persona sea justa entre los imperativos auténticos de la ética y las exigencias personales
y honrada, sino que hacemos referencia a su habilidad y astucia para más profundas. La moral no es la frontera que encierra y esclaviza a la
llevar adelante sus negocios. libertad, algo ajeno y opuesto a ella, como un adversario que quisiera
Por eso podríamos definir el valor moral como aquella cualidad destruirla. Es, por el contrario, el cauce que orienta su ejercicio, la luz
inherente a la conducta que la hace auténticamente humana, conforme que ilumina el sendero para llegar a conseguir precisamente lo que se
a la dignidad de la persona, y de acuerdo, por tanto, con el sentido más quiere: modelar lo que somos instintivamente, como ofrecimiento pri
profundo de su existencia. Precisamente por este carácter integral y mario de la naturaleza, para construir la imagen de persona que se ha
totalizador, el valor ético se halla siempre y en todas partes presente, proyectado.
como una urgencia que nunca abandona, como una llamada constante Habría más bien que definirla, pues, como la ciencia de los valores
que invita a seguir su voz, como un testigo que recuerda los olvidos y que dirige y encauza nuestra realización humana, libre y responsable,
estimula la decisión. Será lícito renunciar a otro tipo de valores porque hacia este destino. Frente a la llamada de otros bienes apetecibles y
no encajan en la estructura psicológica de una persona concreta, pero gustosos, pero que ponen en peligro la consecución de este proyecto,
nadie puede excluir las exigencias de una valor ético, porque lo que el valor ético aparece como una defensa y un grito de alerta contra esos
ahora está en juego es su propia dignidad. posibles engaños y como un punto de referencia básico para no des-
116 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE L A ÉTIC A CRISTIANA FU NDAMENTACIÓN ANTROPOLÓGICA DE LOS VALORES ÉTICOS 117
viamos de nuestra orientación fundamental. Entre los diferentes dina Carácter coactivo de la obligación
mismos que nos inducen a amar todo aquello que se nos presenta como
un bien, la obligación me expone como primario aquel que se muestra; Lo dicho anteriormente puede parecer demasiado ingenuo, ya que; si
por encima de todos, como el más preferente e importante. el rostro de la moral fuera tan atractivo y seductor como se ha esboza
La obligación ética encierra en sí, por tanto, una profunda compli do, la gente no sentiría entonces su matiz coactivo y doloroso. Sus exi
cidad con la dimensión más íntima del propio deseo. No nace mientras gencias se hacen muchas veces difíciles de soportar, como una carga
no constata. un querer espontáneo en el corazón de cada sujeto: la ilu pesáda y molesta, pero de la que no podemos prescindir, aun al mar
sión por vivir su vocación humana, con todo lo que ello comporta. Si gen de la propia culpabilidad, por las presiones sociales a que estamos
el imperativo moral no interesara de veras a lo más profundo de la per sometidos. Cuando se obedece a la obligación, es por una fuerza coac
sona, si no sintonizara con esas otras llamadas ocultas en el corazón, tiva de la que cuesta trabajo prescindir. En el fondo, si fuera posible,
tendríamos una forma de violencia psicológica, un tipo detenninado de nada sería mejor, como se ha repetido, que prohibir cualquier prohibi
esclavitud, porque impone por la fuerza una normativa que no tiene ción, para gozar de una libertad plena.
ningún sentido para el propio sujeto. Es decir, nos hallaríamos en las Semejante experiencia, sin embargo, no es fruto de la misma obli
antípodas de una ética libre y responsable, pues seríamos arrastrados gación, sino del estado militante y peregrino de la condición humana.
por una presión extraña y ajena, que no guarda ninguna relación con Son muchos los valores, como veíamos antes, que satisfacen nuestras
nuestros verdaderos intereses. múltiples carencias y hacia los que nos. sentimos atraídos. Muchos de
Ahora se comprende mejor por qué la autonomía personal no se ellos despiertan una atracción especial, por tratarse de bienes más
degrada o aniquila por la obediencia dócil a sus insinuaciones, como si inmediatos y agradables, pero que obstaculizan, por otra parte, un bien
implicara una renuncia a la dignidad humana para entregarse al poder superior, . como es vivir de acuerdo con lo que significa ser persona.
anónimo e impositivo de la obligación. Todo lo contrario: es la ética la Cuando la renuncia a un valor inferior se presenta como necesaria, no
que marca la senda que conduce hacia la meta deseada, hacia el bien deja de ser molesta y dolorosa, pues incluye el rechazo a una realidad
que se anhela como una exigencia incontenible. Cobarde sumisión gustosa y placentera, la negativa a llenar una necesidad que satisface
sería, como Sartre ha caricaturizado tantas veces en sus novelas, que la otros niveles, pero que no se adecúa a otras tendencias, las más autén
llamada del valor ético no descubriera su propia justificación y legiti ticas y verdaderas.
midad en la estrecha vinculación que mantiene con nosotros. Nunca Y es que, a pesar de la orientación irresistible hacia el bien supe
debería olvidarse que lo mandado por la moral eslo que, en último tér rior, los otros bienes relativos y contingentes se presentan como un
mino, el individuo añora en lo más íntimo de su ser. A la llamada del engaño, cuando la pequeña compensación que ofrecen -mucho más
mandato que aparenta venir desde fuera se añade de inmediato, como atrayente, de ordinario, para nuestra sensibilidad- provoca un estado
una fuerza impetuosa, la tendencia oculta e inmanente de ·lo· que la
✓
de duda e indecisión. Como el enfermo que, sabiendo. el riesgo que
obligación ordena. Esta, con su llamada repetida en el silencio interior, corre su salud, no quiere privarse de un capricho pequeño que ahora le
sólo intenta movilizar las aspiraciones más auténticas, que a veces que atrae con mayor fuerza. Frente a esa pluralidad de valores, que a veces
dan demasiado soterradas. Lo que nosotros debemos es, fundamental s1/ hacen incompatibles,. se requiere la lucidez indispensable en cada
mente, lo que nosotros amamos, lo que nosotros desearíamos conse momento para optar por el mejor y el más preferente, en función de
guir. Su mandato no es más que el eco de la palabra que brota de nues una determinada jerarquía. Si el valor ético, como queda indicado,
tro interior y nos impulsa a vivir de acuerdo con nuestra vocación afecta a la totalidad de la persona y se encuentra en la cúspide -junto
humana. al valor religioso- como el de mayor trascendencia e importancia, no
debería sacrificarse en aras de aquellos otros que sólo valen para una
dimensión más particular y secundaria. Nadie aprobaría que se tratara
de alcanzar un cierto nivel económico, bueno y deseable, valiéndose de
lcJ. injusticia y el engaño de los más necesitados. Por eso, a medida que
lcJ. sensibilidad se educa para dejarse seducir por los bienes más verda-
118 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA FUNDAMENTACIÓN ANTROPOLÓGICA DE LOS VALORES ÉTICOS 119
deros, el sacrificio se hará más pequeño, y la obligación irá perdiendo imponerlas a los demás. Tales valoraciones éticas nunca serán justifi
también su carácter coactivo. cables, ya que resulta imposible demostrar, con los datos de las cien
La misma experiencia, aunque en sentido inverso, se llega a descu cias experimentales, que una determinada conducta resulta más acep
brir a través del sentimiento de culpabilidad. Sin negar sus posibles table que otra distinta. «Sobre gustos no hay nada escrito», y cada cual
deformaciones psicológicas o religiosas, de las que hablaremos en el tiene derecho a elegir el color que más le agrade o el tipo de música
capítulo sobre el pecado, su explicación resulta incompleta si se apela que le plazca. Es un error exigir cualquier comportamiento como si
a mecanismos inconscientes, a residuos narcisistas o a patologías neu fuera el único que debiera admitirse. El relativismo es la única condi
róticas. Más allá de estos factores condicionantes, puede darse una ción de una moral saneada, pues lo contrario supondría la absurda ilu
vivencia muy seria y profunda, al margen incluso de cualquier dimen sión de haberse encontrado con la verdad, cuando aquí sólo vale la
sión religiosa. El individuo que ha rechazado un valor moral, aunque incertidumbre, la duda y el pluralismo.
nadie lo haya visto ni espere ninguna consecuencia negativa, toma con Hay que reconocer que en el diálogo con los defensores de esta teo
ciencia de su mal comportamiento y comprende, por debajo de sus ría no cognoscitiva, tanto en el campo de la filosofía del lenguaje como
intereses más inmediatos, que de esa manera no ha sido fiel a otras exi en el más práctico de las ciencias experimentales, no es posible llegar
gencias mayores. La culpabilidad verdadera es, en el fondo, el recono a ningún tipo de acuerdo. Mientras que para unos la moral es una ver
cimiento sincero y humilde de una equivocación voluntaria, la acepta dad objetiva -lo que es bueno para el hombre existe y puede ser cono
ción de un error lamentable que recae sobre la propia responsabilidad: cido, a pesar de los errores y dificultades-, para otros es consecuencia
en lugar de actuar como persona, me he dejado conducir por otras de un contagio afectivo, de vivencias y decisiones personales que otros
voces engañosas. El dolor que brota no es por temor a ningún castigo también comparten, aunque sin ninguna posibilidad de demostración.
ni por la herida abierta en nuestro narcisismo, ni siquiera por haber El problema radica, como fácilmente se comprueba por lo dicho,
hecho lo que es irremediable; es, simplemente, la pena asumida por no en admitir que la única racionalidad científica es la verificable, o que
haber respondido a otro ideal más alto. también existe otro tipo de argumentación diferente. Si lo empírico es
real, también son reales otros datos objetivos que no siempre se·
demuestran con instrumentos de laboratorio o con la metodología de
Una doble interpretación de la experiencia otras ciencias empíricas. En el fondo, todo va a depender del signifi
cado y amplitud que se atribuya al término experiencia. Una reducción
Ya vimos también, al recoger las dificultades contra la moral, que para tan drástica como la que se ha operado hoy en ciertos ambientes cien
algunos científicos carece de una base objetiva y razonable. En el reino tíficos desposeerá de valor objetivo a otra serie de experiencias que
de la ciencia no existe espacio para los valores éticos. Solo goza de una son, precisamente, las que encierran un mayor contenido y riqueza
garantía suficiente aquello que se puede demostrar con la experiencia. humana.
La ética, como estudio histórico de los diferentes sistemas morales que El significado de un gesto involuntario para el psicólogo, el valor
han existido, puede adjetivarse como «científica», pues utiliza los de un pequeño síntoma para el médico, o la expresión de una mirada
métodos que el historiador posee para detectar la verdad de una doc concreta para el amante, llevan al descubrimiento de una realidad más
trina concreta. Pero el juicio de un valor ético pertenece mucho más al profunda que no aparece hacia fuera. Lo que se constata desde fuera no
mundo del afecto y del sentimiento. La bondad o la malicia de una responde a ese otro mundo que se encubre. La intuición humana en
acción nunca podrán verificarse con la seguridad que aporta una expe estos casos tampoco resulta verificable, pero abre a un conocimiento
riencia científica. interior que está más allá de las simples apariencias, aunque para evi- ·
Las decisiones que cada persona tome en su vida privada merecen tar subjetivismos y equivocaciones sea conveniente aportar una cierta
un profundo respeto, pues constituyen para ella una opción que consi justificación. · .
dera importante. Incluso tendrá derecho a defender lo que admite y También en un comportamiento determinado es posible percibir un
estima para que otros compartan las mismas opiniones. Su actitud, sin contenido más hondo que late por dentro. Cuando alguien se preocupa
embargo, se volvería condenable desde el momento en que quisiera por una persona necesitada y le ofrece su colaboración, cuando se res-
120 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA FUNDAMENTACIÓN ANTROPOLÓGICA DE LOS VALORES ÉTICOS 121
peta la vida ajena, se defiende la veracidad de las relaciones o se man compromisos, la ayuda solidaria, las exigenci�s del bien común y tan
tiene la fidelidad a los compromisos contraídos, por citar algunos casos tas otras cosas no es un conocimiento innato ofrecido por la naturale
concretos, existe algo más que un simple hecho físico. El sentido co za, sino un descubrimiento que tampoco es posible sin una educación
mún descubre un plus de humanismo, una dimensión enriquecedora, al de la propia sensibilidad. El que desde pequeño vive en un ambiente de
comprender que la solidaridad entre las personas, la defensa de la vida, engaño e hipocresía, como constata en aquellos que le rodean, no ten
la verdad o el cumplir lo prometido son mucho mejores que el egoís-: . drá dificultad alguna en utilizar la mentira siempre que lo necesite. Y
mo y la indiferencia frente al necesitado, la mentira, el crimen o la infi quien descubre a �u alred�dor que c�da cual n� ?usca más qu� su _inte
delidad. El hecho físico en sí no es sólo lo objetivo, sino la lectura que rés personal no siente la importancia del servicio o de la sohdandad.
hacemos de él para caer en la cuenta de que se viviría mejor sitodos Si la llamada del valor no resuena también en el corazón, su invitación
actuaran de esa manera. El paso del ser al deber no sería ya una inco se hace demasiado lejana y silenciosa.
herencia o una deducción ilógica, porque en la realidad aparente que . Por otra parte, semejante conocimiento requiere también una ver
se observa existe otra más profunda. La existencia resultaría más dadera decisión que compromete a la persona. No se trata de saber algo
humana y aceptable que si la gente se despreocupara de esos valores. abstracto y especulativo que no afecta a la propia vida, como si fuera
La postura de una ciencia meramente empírica está clara: todo una simple información neutra. Su voz exige una actuación concreta
aquello que trasciende la realidad no encuentra justificadón científica. que se enfrenta muchas veces a otras exigencias más agradables y sen
Mientras que para otros muchos no puede excluirse otro tipo de ra sibles de la misma persona, pero de una importancia secundaria para
cionalidad objetiva que no puede reducirse a un mero conocimiento su realización total.
intelectual. Todo lo cual indica que na. se trata de proposiciones irracionales o
de valoraciones puramente subjetivas, como si fuera un simple gusto
personal, pero tampoco se trata de un asunto que se reduzca a la mera
La percepción de los valores éticos inteligencia. El recurso a la razón es un intento de hacer comprensible
un cierto instinto moral que se hace presente en la conciencia lúcida y
Y es que ciertamente el conocimiento de un valor ético es más com sensibilizada. Habría más bien que decir, por la presencia de los facto
plejo y difícil que el de una mera realidad empírica. No es un fenóme res intuitivos y emocionales que lo condicionan, que se trata de un
no puramente racional, como si se tratara de una operación matemáti conocimiento que va más allá de la pura razón, de la misma manera
ca ola conclusión de un silogismo. El sentimiento y la sensibilidad for que se requiere un plus para oír lo que no interesa escuchar o para ver
man parte de él como estímulo y condición previa para comprender el aquello que uno querría rehuir. Lo único que deseamos subrayar con lo
valor de una conducta que dignifica a una persona, o como obstáculo dicho, porque nos parece algo objetivo, es. la influencia mayor que tie
e impedimento para ese objetivo. nen en este campo todos esos elementos para-racionales.
Incluso para percibir los valores biológicos, corno la limpieza o la
higiene, se requiere una educación previa que facilite la aceptación de
ese bien. Cuando el niño vive en un ambiente de miseria y abandono Ceguera y encallecimiento ante los valores
es casi imposible que se preocupe por estar aseado, pues no le encuen
tra ningún sentido a tal inquietud. Mayor sensibilización se necesita Por el hecho de que todo valor moral invita a una coherencia posterior
aún para sentirse afectado por los valores superiores, como los estéti para vivir de acuerdo con sus exigencias, existe el peligro de que sur
cos o culturales. Quien nunca haya escuchado una buena sinfonía, será jan ciertos mecanismos de defensa, como una pequeña coraza, que
muy difícil que se entusiasme por la música clásica. De la misma encallecen la propia sensibilidad. Sería demasiado molesto permanecer
manera que quien el que no haya aprendido a leer o asistido a la escue en una dicotomía constante entre la llamada que brota del deber y la
la creerá que la formación es una pérdida de tiempo. praxis que actúa con otros criterios. En estas ocasiones, es normal que
Lo mismo habría que decir sobre los valores éticos. Reconocer la se produzca una ceguera deseada y pretendida, como la mejor solución
importancia de la veracidad, el respeto a los demás, la fidelidad a: los para eliminar el complejo de culpa o el sentimiento de indignidad. Es
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la única manera de escapar a una tensión insoportable cuando se está Los datos fundamentales de la ley natural
convencido de la urgencia y validez de un valor y, sin embargo, no
existe ningún empeño en traducirlo después en la práctica. Como se Esta orientación secularizada y autónoma, en la que hemos insistido
dice popularmente, «a fuerza de no vivir como pensamos, llegamos a basta ahora, ha sido aceptada en la tradición más genuinamente católi
pensar como vivimos». El valor en cuestión va dejando de tener impor ca. La importancia que siempre ha tenido la ley natural es una prueba
tancia, hasta que su voz se aleja por completo y no suscita ya ningún evidente de esta afirmación. Por encima de las diversas interpretacio
interés. Lo que antes inquietaba ha terminado en el más absoluto silen nes que han podido darse a este concepto, y a pesar de los equívocos
cio. Ahora nace otra serie de justificaciones que recuperan una tran posibles con que a veces se ha utilizado, como enseguida veremos,
quilidad imposible de sentir en épocas anteriores. quedaba latente una intuición básica: las normas de conducta se hallan
Cuando se reflexiona sobre los múltiples factores condicionantes insertas en la misma interioridad del ser humano, aunque su lectura, en
-prejuicios, cultura, ideología, situación económica, temperamento, ocasiones, estuviese matizada por una óptica cristiana.
motivaciones inconscientes, presiones diversas, experiencias persona La universalidad que se le otorgaba, como fuerza orientadora para
les, etc.- que matizan o dificultan ese conocimiento objetivo, sería todos las personas y tiempos, reflejaba la idea de una moral secular,
bueno mantener siempre una cierta dosis de sospecha en muchas de donde la fe no venía a privatizar su validez al ámbito de los creyentes.
nuestras valoraciones. Precisamente porque tales elementos son ocul La elaboración de una ética así no postula en su explicación primera
tos e interesados, y en ellos se entremezclan las medias verdades tan ningún fundamento religioso o sobrenatural, pues entonces se elimina
peligrosas, la mala fe no se detecta con claridad y pasa muchas veces ría lógicamente su consistencia humana y su carácter universalista. Y
desapercibida, sin despertar ningún remordimiento o culpabilidad. de lo que se trataba era de dar crédito a la misma enseñanza de la
Aunque esta capacidad de autoengaño sea grande, no elimina por ello Iglesia, mediante los postulados racionales del derecho natural. De a�í
la posibilidad de una valoración objetiva. que el magisterio eclesiás_tico haya pret�ndido siempre_ qu� �u doc�n
Esto explica también la dificultad e impotencia para transmitir na, en el campo de la praxis, fuese aseqmble a todos los md1v1�uos sm
valores éticos en una cultura hipertecnificada como la nuestra, donde ceros y honestos. Al fin y al cabo, la ley, en sus diferentes mveles de
la dimensión humana ha desaparecido casi por completo, para dar la expresividad, no hace sino traducir y concretar un determinado valor
primacía a la rentabilidad y la eficacia de la acción. La cultura confi ético aun en la reglamentación más detallada de la ley positiva.
gura de tal manera el ambiente social que los individuos se vuelven Su misma existencia puede encontrar un fundamento en las ense
incapaces de percibir ciertos valores, sobre todo aquellos que no gozan ñanzas de la revelación. Ningún exegeta moderno justificará este in
de una aceptación generalizada. Por eso el testimonio de vida reviste tento cuando se quiere descubrir en ella una determinada interpreta
también una fuerza y atracción más grande que· la simple información ción de las muchas que se han dado. Sin embargo, sí creo que puede
sobre la importancia de un valor determinado. La coherencia de vida deducirse un hecho de indiscutible valor. Si la entendemos de una
no solo manifiesta su validez, sino que añade un nuevo contenido pare manera generalizada como el conjunto de normas éticas que pueden
nético y estimulante de mayor importancia. Se proclama con los ser conocidas por la humanidad con independencia de la palabra de
hechos que, a pesar de su dificultad o de las renuncias que exige, es Dios, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento confirman sin duda
posible también practicarlo. De la misma manera que una enseñanza esta posibilidad.
ética se desacredita cuando el que la propone, más allá de las inevita .
Aunque la moral de Israel se vive dentro del marco de la ahanza, y
bles debilidades y limitaciones, no actúa · en coherencia con lo que los mandamientos se aceptan primariamente como voluntad de Dios,
enseña o defiende. en un clima religioso esos mismos valores tienen también una consis
tencia independiente como deberes fundamentales de todo ser huma
no. Constituyen una norma de conducta que debe ser observada por los
demás pueblos, y su incumplimiento hace recaer un juicio de condena
sobre la vida de los paganos, aun sin haber sido depositarios y cono
cedores de la revelación.
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Esta misma idea está en la base de todo el Evangelio. Sin ella no En un primer momento, su contenido abarca todas las cosas que se
sería posible la culpabilidad de quienes no han conocido a Jesús. La ofrecen a nuestra observación y que constituyen el objeto de las cien
regla de oro -«Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hom cias naturales. El punto de partida era la visión de un cosmos (natura
bres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los leza) perfectamente armónico y ordenado, como reflejo de una inteli
Profetas» (Mt 7,12)- alcanza una categoría universal. También los gencia suprema (logos) que lo gobierna y orienta de una forma provi
paganos serán merecedores de premio o de castigo, según haya sido su dencial. La naturaleza aparece· así revestida de un halo sagrado, pues
comportamiento de cara al precepto supremo del amor (Mt 25,31-46). participa de un orden superior y se convierte por ello en una manifes
Y san Pablo, sobre todo, va a hablar con una claridad extraordinaria tación de esa sabiduría divina, de esa ley eterna y soberana de los ·dio
sobre el conocimiento de las normas morales por un camino diferente ses que anima todo el universo y sirve de criterio orientador a la con
del de los datos revelados en la Escritura. · ducta humana. El orden cósmico empieza a considerarse intocable, y
Los primeros capítulos de la carta a los Romanos conducen a esta lo puramente natural se hace ya normativo, pues manifiesta la volun
única conclusión: entr.e los judíos y los gentiles no existe ninguna dife tad divina sobre la creación.
rencia, porque «todos pecaron y están privados· de la gloria de Dios» Este principio penetra de inmediato en la ética cristiana de los pri
(Rom 3,22). La culpabilidad de los primeros está en relación con el meros tiempos, pues la fe confirmaba esta misma perspectiva. El
mensaje divino que les ha sido revelado -«cuantos pecaron bajo la ley, mundo entero había nacido de las manos amorosas de Dios para con-,
por la ley serán juzgados» (2,12)-, pero la culpabilidad de los gentiles vertirse en una espléndida epifanía y manifestación de su querer sobre
-«cuantos sin ley pecaron, sin ley también perecerán» (ibid. )- se hace la criatura humana. La primera obligación moral, por tanto, era el res
también patente, porque llevan «esa ley escrita en su corazón, atesti peto de este orden sagrado de la creación. Atenerse a los mecanismos
guándolo su conciencia» (2,15). El desconocimiento de la revelación naturales que en él se descubren aparece como la norma fundamental
es suplido de tal manera por la ley interior que hasta el pagano podría que ha de regir la conducta. Así encontramos abundantes autores que
llegar a un cumplimiento tan perfecto como el del mismo judío (2,28). condenaban, por ejemplo, afeitarse la barba, llevar peluca, utilizar pro
Así pues, existe una capacidad en la persona para discernir, aunque ductos de belleza, teñirse o cortarse el pelo, valerse de medios artifi
ignore los mandamientos revelados, cuándo su conducta es honesta o ciales, etc., por ser una ofensa al Creador, cuya voluntad se explicita en
merece una reprobación. Esto puede ser denominado, con bastante todos los fenómenos naturales.
precisión, como las exigencias que dimanan de nuestra naturaleza Lo natural y lo ético quedaban íntimamente vinculados como con
humana. secuencia de una actitud religiosa, aunque demasiado arcaica ante el
Sin embargo, cuando se busca reflexionar sobre los contenidos de problema de la vida. El hombre primitivo que se asoma al universo
este concepto, su elaboración filosófica se diversifica de acuerdo con intenta racionalizar su asombro buscando un principio explicativo y
las diferentes interpretaciones que se le han atribuido en cada momen teleológico a la realidad que le circunda. La existencia de ese logos
to histórico. Apuntamos en síntesis los datos más relevantes, para com.:. eterno y superior, que todo lo ordena y dirige, constituía una respuesta
prender sus posibles significados. satisfactoria al misterio de la naturaleza. Dejarse guiar por ella es lo
más seguro, pues evita el peligro del error o de la equivocación. Un
planteamiento que ha servido muchas veces ep. la historia para exigir
Vivir de acuerdo con la naturaleza un respeto excesivo a los procesos naturales, aun cuando semejante
intervención estuviera ordenada al bien de la humanidad. Y es que un
Ya desde la antigüedad, los filósofos griegos habían insistido en la análisis neutro de estos simples fenómenos no basta para fundamentar
existencia de leyes que deben ser obligatorias en todas partes, más allá ninguna valoración ética. La· técnica, decía Ortega y Gasset, supone
de la legislación particular que se da en las diversas ciudades o estados. siempre una cierta violación de los elementos naturales para ponerlos
Su cumplimiento es anterior a cualquier norma positiva, pues no nacen al servicio de los intereses humanos, pero resulta también intolerable,
por mandato de ninguna autoridad, sino por una exigencia más pro según ha denunciado la moral ecológica, no respetar apenas estos mis
funda que radica en la propia naturaleza de los seres. mos mecanismos, cuya transgresión constante se ha convertido en una
verdadera amenaza para el bienestar de la humanidad.
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Actuar de acuerdo con las exigencias de la razón No es el momento de analizar todas las que se han dado ni las cir
cunstancias que las motivaron, pero sí conviene tener en cuenta tres
Una concepción corno ésta no tardó mucho tiempo en superarse, al desviaciones históricas antes de acercarnos al pensamiento de Santo
caer en la cuenta de que la síntesis entre los imperativos éticos y los Tomás para ver cómo aún puede mantener su vigencia en nuestro
fenómenos naturales no parecía coherente ni aceptable.. La razón hu tiempo.
mana no tiene por qué someterse a unas orientaciones de ese tipo. Lo
que es bueno no se expresa fundamentalmente en las exigencias bioló
gicas del ser viviente ni en el ritmo de otros acontecimientos de la Diversas interpretaciones históricas
naturaleza. Dios mismo puso al hombre corno dueño y señor del uni
verso para que pudiera dominarlo y someterlo al· servicio y bienestar La distinción enriquecedora de la que hablábamos antes, entre el dere
de las personas. Fue Ulpiano, el famoso jurista de Roma, quien expre cho natural y el derecho de las personas, acaba por diluirse en muchos
só con más fuerza esta distinción fundamental, al admitir ya un doble autores. De esta manera, la norma orientadora queda configurada pre
derecho, delimitado con. una clarificadora exactitud: el natural (ius cisamente por la dimensión menos racional. «Lo que la naturaleza
naturale), que regula el mundo de las cosas y de los animales, y el enseña a todos los animales», según la expresión tradicional, es el cri
específico de los seres humanos (ius gentium), que, corno distinto del terio básico de toda conducta, mientras que lo más específico del ser
primero, sólo puede aplicarse a la criatura inteligente y racional. humano se mantiene como algo accidental y secundario. Las exigen
Corno lo más característico del ser humano es su logos, dicho ser cias de nuestra condición animal aparecen, entonces, como más impor
humano deberá actuar de acuerdo con su razón para discernir, entre tantes y fundamentales que las típicamente humanas. Así, la persona
las múltiples posibilidades que se le ofrecen, cuáles son las más dig queda enmarcada dentro de un concepto unívoco de naturaleza, apli
nas y hurnanizadoras. Lo difícil va a ser el descubrimiento de esas cable a los demás seres irracionales, sin tener en cuenta que su índole
exigencias racionales en una naturaleza humana compleja, cuya lectu espiritual impide semejante unificación. Aunque algunos autores sig
ra se va a realizar de manera diferente y con oscilaciones bastantes nificativos, como san Alberto Magno, se opusieron a este plantea
significativas. miento, no tuvieron la fuerza suficiente como para impedir su defensa.
Ya los Santos Padres reconocían que con el pecado se había hecho El intelectualismo aristotélico y tomista, que propugnaba la prima
presente el desorden en el mundo y que, por tanto, no todas las leyes cía de la razón, se oponía a estas concepciones demasiado poco racio
de la naturaleza, ni siquiera ciertas exigencias racionales, manifiestan nales. Y precisamente contra esta orientación se alza toda la corriente
el querer primitivo de Dios. Por eso se admite desde el comienzo un nominalista, radicalizada sobre todo en la Edad Media. La ley se fun
doble derecho natural -primario y secundario- que corresponde a los damenta en la simple voluntad del legislador divino o humano. Lo que
dos estadios por los que atravesó la humanidad antes y después de la él desea y quiere es bueno, y lo que prohíbe es malo, sin necesidad de
caída. La distinción era oportuna para explicar ciertas conductas que ninguna otra justificación. Esta postura, como es lógico, eliminaba de
no parecían dignas de la voluntad del Creador, corno la esclavitud, el raíz la existencia de la ley natural o reducía al menos su extensión para
sometimiento de la mujer, la pena de muerte o la propiedad privada, defender un positivismo ético de absurdas consecuencias. Si Dios lo
por ejemplo, que no entraban en su planes primitivos. Pero con ella se hubiera querido, el adulterio, el robo o el asesinato serían conductas
inicia también el camino hacia una reflexión excesivamente abstracta e éticamente aceptables. Los mandamientos · de la segunda tabla del
irrealista de la ley natural. Corno la norma no puede ser ni la naturale Decálogo no pertenecían ya a la ley natural. La ética quedaba reduci
za, tal corno hipotéticamente pudo existir en el paraíso, ni la que ha da así, en su mayor parte, a un catálogo de conductas aceptadas o
surgido después del pecado, se concibe como una estructura metafísi prohibidas por la autoridad competente, sobre todo para establecer
ca de aquellos elementos necesarios que constituyen a la persona, al dónde comienza la obligación grave.
margen de sus realizaciones concretas. Es decir, una abstracción que Toda la corriente iusnaturalista posterior, como reacción al nomi
nunca ha llegado a darse en la historia y que será interpretada después nalismo positivista, estaba plenamente justificada, aunque no fue del
de diferentes maneras. · todo fecunda. Su intento fue tal vez demasiado lejos y vino a caer en
128 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA FUNDAMENTACIÓN ANTROPOLÓGICA DE LOS VALORES ÉTICOS 129
el extremo opuesto. Para dar firmeza y consistencia a las normas de encomendadas. Sería la ley natural, en su sentido analógico, la que rige
conducta, que serían fluctuables en una óptica voluntarista, se incluye Ja mecánica del universo y abarca también, según la definición apun
ron en el ámbito de la ley natural todas las conclusiones que pudieran tada con anterioridad, aquellas exigencias básicas que la naturaleza
derivarse de los primeros principios. Se quiso construir una ciencia enseña a todos· los animales.
puramente deductiva a partir de las exigencias más evidentes y univer En el ser humano, por el contrario, el gobierno de Dios se realiza
sales. Así se desarrolla una concepción tan extensa de esta ley que en de rma mucho más admirable y excelente Como criatura racional,
fo
ella adquiere validez permanente una serie de normas éticas que no dotada de libertad responsable, no puede someterse a los simples impe
debieron absolutizarse, ya que dichas conclusiones resultaban lejanas rativos de una naturaleza ya predeterminada por los mecanismos físi
y sin mayor conexión con los principios más fundamentales. Y es que, cos o biológicos de las leyes que le orientan. La Providencia quiere
cuando la ley natural pretende extenderse más de la cuenta, penetra sin también dirigirlo, pues ninguna criatura escapa a este gobierno univer
querer en el campo del derecho positivo, dándole a éste una fuerza que sal; pero la manera de llevarlo a su destino· reviste una característica
no le pertenece. muy singular y llamativa. Por tratarse de seres racionales, ha querido
Estas constantes históricas han hecho que el rostro de la ley natu convertir a cada uno de ellos en una providencia pequeña para sí y para
ral haya quedado tan desfigurado por las diversas interpretaciones de los demás. Esta capacidad de gobernarse a sí mismo, que participa de
la tradición que muchos prefieren evitar ese vocablo e intentan recoger la providencia divina o ley eterna, es lo que constituye la ley natural en
esa herencia positiva a través de un lenguaje distinto y más de acuerdo su más auténtico significado. Aquí radica la idea básica y el punto cen
con la mentalidad actual. En algunos documentos recientes de la tral de todo su pensamiento.
Iglesia se deplora el olvido y la pérdida de este concepto en la refle Lo que el ser humano conoce mediante su inteligencia es lo que
xión ética de muchos moralistas. Creo, por ello, que vale la pena hacer posibilita y fundamenta la ética natural. La luz de la razón es el instru
una relectura del mismo santo Tomás, pues descubre otros horizontes, mento válido que hace posible semejante conocimiento. Por eso el
más lógicos y comprensibles, para una cultura que desconfía en exce principio más universal y evidente, del que habrán de deducirse las res
so de las exageraciones anteriores. tantes conclusiones, es el de hacer el bien y evitar el mal. Sólo los jui
cios que gocen de esta mayor evidencia deberían ser catalogados como
referentes a la ley natural, pues a ellos pertenecen también las propie
El ser humano como pequeña providencia dades esenciales que la caracterizan, como la unidad, la inmutabilidad
y la indefectibilidad.
La definición tomista de la ley, como una ordenación de la inteligen Sin embargo; cuando se quería concretar tales principios en otras
cia, le sirve para distinguir cuándo una ley lo es con toda propiedad y exigencias más determinadas, el pensamiento tomista fue interpretado
cuándo lo es sólo en un sentido analógico. Para Santo Tomás, la ley de forma distinta por los comentaristas posteriores. Lo cual indica que
eterna no se identifica, como para los estoicos, con el orden externo la dificultad no radica tanto en la existencia de la ley natural cuanto en
que se contempla en la naturaleza, sino que incluye también una di los contenidos particulares que cada autor le atribuye. Las fronteras
mensión personal: la providencia y el cuidado amoroso de Dios sobre que delimitan los comportamientos exigidos por ella y los que nacen
toda la creación. El universo entero se encuentra gobernado por esa de una legislación positiva no siempre quedaron bien señalados. A
eterna y majestuosa sabiduría del Creador. No se trata ya de un valor pesar de todo, me parece muy válida su intuición, de la que puede
cósmico, sino que se identifica con su mismo ser. deducirse una doble consecuencia.
Ahora bien ese gobierno se expresa y realiza de una doble manera,
según se refiera a los dos tipos diferentes de seres que se dan en la cre Consecuencias actuales de este planteamiento
ación. A los irracionales, incapaces de autogobernarse por sí mismos,
Dios los ha dotado de leyes y tendencias perfectamente controladas e Frente a la antropología agustiniana -mucho más pesimista y negativa,
insertas en su misma naturaleza, para que puedan cumplir, aunque sea al insistir en la impotencia humana o en los límites de la filosofía-, la
de forma ciega, con las tareas y funciones que a cada cual le tiene visión tomista nos abre a un optimismo mayor: la persona, como ser
130 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA FUNDAMENTACIÓN ANTROPOLÓGICA DE LOS VALORES ÉTICOS 131
razonable y libre, se ha hecho un dios pequeño y providente para darle y las diferencias que existan al valorarlas de forma diferente se de
sentido a su existencia y proyectar su futuro hacia una meta determi berán a la complejidad de tales acciones, que impide una opinión
nada. Esta capacidad de autogobernarse a través de la razón presenta la unánime. Sobre este problema vamos a reflexionar en los próximos
imagen de una ética tal y como se exige en una sociedad adulta, autó capítulos.
noma, responsable y secular. La dependencia de Dios, imposible de ser
eliminada en un clima cristiano, no se expresa con el sometimiento ***
inmediato a su voluntad, sino con la respuesta dócil y sumisa a los
imperativos de la razón, a la llamada insistente del valor, como una fiel
imagen y eco de esa otra vocación sobrenatural que el creyente descu
bre en su fe. Bibliografía
Por otra parte, esta teoría expresa la existencia de ciertos principios
muy básicos y fundamentales que constituyen las primeras orientacio AND0NEGUI, J. «La ley natural, Sentidos y criterios»: Carthaginensia 13
nes de cualquier conducta. Y revela además el convencimiento de que (1997), pp. 73-114.
tienen que darse ciertas exigencias primordiales, basadas en una reali ARNTZ, a., «La ley natural y su historia»: Concilium 5 (1965), pp. 41-61.
dad pre-positiva, como condición previa para valorar la actuación BEUCHOT, M., «Naturaleza humana y ley natural como fundamento de los
humana y fundamentar la demanda de unos derechos superiores a cual derechos humanos»: Ethos 19-20 (1991-1992), pp. 19-27.
quier otra legislación. Ya la filosofía griega hablaba de una justicia - «Observaciones sobre el valor y la virtud»: Efemérides Mexicana 18
obvia, evidente, natural, en contraposición a las otras obligaciones (2000), pp. 345-358.
dimanantes de las leyes civiles. Mientras estas últimas son producto CHIAVACCI, E., «Ley natural», en Nuevo Diccionario de Teología Moral, . San
del consentimiento, que hace posible la vida social, aquélla encuentra Pablo, Madrid 1997, pp. 1.013-1.028.
su base en la misma naturaleza humana. Por encima de lo legal, existe ·DEMMER, K. Teología Moral, Verbo Divino, Estella 1994, pp. 69-80.
otra fuerza superior, emanada de los dioses, que puede imponer una FLECHA, J.R., Teología Moral Fundamental, BAc, Madrid 1994, pp. 237-253.
conducta contraria. Es más, la ley escrita de la polis exige estar de FRONDIZI, R., Introducción a losproblemas fundamentales del hombre, Fondo
acuerdo con estos postulados fundamentales de la razón y el sentido de Cultura Económ�ca, Madrid 1977, pp. 437-578.
común. Se trata de una norma agrapha, cuya obligatoriedad nace, no GóMEZ MUNTÁN, J.L., «Naturaleza y filosofía griega: de la "physis" a la
por estar reglamentada en algún código, sino por la evidencia de su "meta-physis"»: Pensamiento 51 (1995), pp. 353-367.
propia fuerza y valor. HERNÁNDEZ CASERO, A. «Educación y valores»: Seminarios 43 (1997),
A lo mejor sería bueno un cambio de lenguaje y, en vez de hacer pp.435-461.
referencia a la ley natural, insistir hoy en los derechos fundamentales LóPEZ QUINTÁS, A., El conocimiento de los valores. Introducción metodoló-
de la persona. Existe un convencimiento generalizado en nuestra socie gica, Verbo Divino, Estella 1989.
dad acerca de la existencia de ciertos «universales» éticos que son ya MÉNDEZ, J.M., «El conocimiento axiológico»: Revista Agustiniana 36 (1995),
patrimonio de todos los pueblos y culturas. Se trataría de esos valores pp. 361-388.
básicos que delimitan y protegen los intereses de los individuos y de la ÜDERO, J.M., «Ética de los valores y coherencia existencial»: Escritos del
comunidad frente a cualquier tipo de arbitrariedad y capricho. Cuando Vedat 27 (1997), pp. 97-102.
la gente protesta o demanda justicia contra las leyes vigentes, es por PINCKAERS, S.-Th., La moral católica, Rialp, Madrid 2001, pp. 112-129.
que se apoya en un derecho superior que justifica su queja. VALOR!, P., <<Valor moral», en Nuevo Diccionario de Teología Moral, San
La dificultad mayor sigue siendo la misma: explicitar en concreto Pablo, Madrid 1997, pp. 1.826-1.839.
cuáles son esos contenidos básicos y fundamentales. El obstáculo no V v.AA., Los valores éticos en una sociedad democrática,. Instituto Fe. y
se supera por elegir el término «ley natural» o seguir hablando de los Secularidad, Madrid 1985.
«valores éticos». Tanto en un caso como en otro, lo importante es des WEBER, H., Teología Moral General. Exigencias y respuestas, Herder,
cubrir qué exigencias son absolutas y cuáles. no gozan de este carácter. Barcelona 1994, pp. 127-158.
LA ÉTICA NORMATIVA }33
les, el mundo de las tribus primitivas, las experiencias acumuladas de Santo Tomás reflexiona sobre la ofensa que el pecado infiere al Crea
la historia, la riqueza de las diferentes culturas y etnias, los resultados dor, lo hace con una visión científica y humanista, pues afirma con una
de la técnica y de los experimentos, el avance de la medicina en todas profundidad impresionante que <<Dios no se siente ofendido por noso
sus ramas, los nuevos descubrimientos en cualquier campo del saber, y tros, si no es porque actuamos contra nuestro propio bien» (Summa
hasta los errores cometidos aportarán siempre aspectos interesantes y contra gentiles, III, 122.) Y este bien, por supuesto, no lo determinan
de gran utilidad. El Vaticano II reconoció de manera explícita la las ciencias, pero tampoco se obtiene al margen de ellas, pues ni la teo
influencia positiva y benéfica del progreso científico en la elaboración logía ni la moral poseen el único saber válido sobre la naturaleza de la
de la moral: persona.
«La experiencia del pasado, el progreso de científico, los tesoros
El diálogo, por tanto, con las ciencias, sobre todo con las más rela
escondidos en las diversas culturas, permiten conocer más a fondo la ci onadas con el ser humano, es una necesidad apremiante de la ética
naturaleza humana, abren nuevos caminos para la verdad y aprove actual. Tal confrontación posibilita que la lectura de la realidad se haga
chan también a la Iglesia... Para aumentar este intercambio, sobre sobre una base razonable y que el discurso ético no quede alejado de
todo en nuestros tiempos, en que las cosas cambian tan rápidamente los datos reales y objetivos. En teoría, se aceptaba la urgencia de este
y tanto varían los modos de pensar, la Iglesia necesita de un modo presupuesto evidente, pero después, en la práctica, la actitud de recelo
particular la ayuda de quienes, por vivir en el mundo, conocen a. y sospecha frente a los nuevos avances científicos se ha dado, por des
fondo las diversas instituciones y disciplinas y comprenden clara gracia, con alguna frecuencia, cuando ponían en crisis ciertas ense
mente la razón íntima de todas ellas, sean creyentes o no» (Gawj.ium ñanzas tradicionales.
et Spes, n. 44).
Y es que sin tener en cuenta las aportaciones que cada una de ellas Las limitaciones de los datos científicos
presenta y su armonización posterior en una síntesis humanista, global·
y unitaria, no se llegarán a descubrir los auténticos valores que orien Lo mismo que se ha dicho siempre que no puede darse un auténtico
ten la conducta. Sería ingenuo presentar una ética económica que no. conflicto entre la fe y la razón, aunque se muevan en planos tan diver
tuviese en cuenta la complejidad de este mundo y las reflexiones de los sos, tampoco debería darse entre la moral y la ciencia. Toda valoración
especialistas en economía, de la misma manera que sería absurdo ofre ética ha de partir, coino presupuesto, de una buena base científica, pues
cer una ética sexual que no reflexionara sobre las aportaciones del psi lo contrario supondría la defensa de una actitud infantil o ignorante.
cólogo y del médico, o que ignorara la contribución de la misma eto Pero el hecho de insistir en el papel de las ciencias no es para dejar la
logía. Una parte notable, por ejemplo, del dinamismo humano es una moral en manos del técnico, como si éste tuviera que aportar la última
herencia común con los animales, y bajo ciertos aspectos, por tanto, palabra. También las ciencias tienen sus límites y fronteras, que con
existe una determinada programación que no conviene olvidar, a pesar viene señalar para que no se excedan en sus pretensiones.
de las radicales diferencias. La primera limitación surge porque con frecuencia las conclusio
En este sentido, habría que considerar la ética como una ciencia nes científicas no llegan a· conseguir la suficiente unanimidad como
humilde y sensible, abierta siempre a las enseñanzas y datos que pue para considerarlas como base segura y con un mínimo de garantía. No
dan entregarle las demás. No es posible mantener determinados prin todos los problemas están resueltos de forma clara y convincente con
cipios que un día se adjetivaron como éticos, si los presupuestos cien los datos actuales de las ciencias, ni son aceptables, por tanto, todas las
tíficos en que aquéllos se apoyaban han perdido su validez o se de opiniones, a veces contradictorias, que pueden darse sobre un mismo
muestran inexactos. Quiero decir que todo aquello que en moral se tema. Lo que se acepta como una buena hipótesis o una respetada opi
considera inaceptable o, desde el punto de vista religioso, se cataloga nión es motivo para quedar abiertos al estudio reflexivo y a la espera
como pecado no será tampoco, en una óptica científica, la mejor mane de nuevos horizontes éticos; pero mientras esas ideas no se confirmen
ra de realizarse como persona y la expresión mejor, desde todos los con una mayor seguridad, no parece que sean suficientes para la fun
puntos de vistas, de una maduración y equilibrio humanos. Cuando damentación de una conducta. La pluralidad existente en torno a tan-
136 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA ÉTICANORMATIVA 137
tos problemas impide a veces tomar una determinada opción mientras hora de valorar la eticidad de una conducta, es analizar lo que en con
no se demuestre, al menos, que la nueva teoría ofrece mejores posibi junto, teniendo en cuenta sus ventajas e inconvenientes, resulta de v�r
lidades que la mantenida con anterioridad. Sería demasiado peligroso dad más benéfico para el bien de la persona, los derechos de la socie
dar luz verde y generalizada a una acción por el simple hecho de que dad en la que vive y hasta las exigencias de nuestro hábitat. El mora
meras hipótesis en estudio pudieran cambiar un día lo que hasta el lista deberá, por ello; prestar constante atención a los resultados cien
momento se considera mejor. tíficos, pero sin olvidar al mismo tiempo su carácter limitado, y dis
En segundo lugar, no hay que olvidar tampoco un aspecto que puesto a impedir cualquiertentativa de absolutizar una visión parciali-
impide la identificación de lo científico con la dimensión humana que zada del problema.
defiende la moral. Nos referimos al carácter específico de cada disci
plina. Cualquier ciencia, sea la que sea; se acerca a la realidad huma
na desde una perspectiva muy peculiar y limitada. Cada una tiene su La ambigüedad de la técnica
ángulo específico de visión, a través del cual analiza un mismo hecho
objetivo; y así, por muy profundas y exactas que sean sus conclusio El ser humano, gran artesano de la creación, posee hoy una capacidad
nes, no pueden aceptarse como una síntesis completa, al des.conocer impresionante para configurarla e imponer sobre ella su voluntad,
otros aspectos ajenos al campo de su reflexión. Incluso cuando se exa como si se tratara de un material dúctil y maleable en sus manos. La
mina un idéntico problema, el fenómeno es matizado de manera dife técnica ha hecho posible que los fenómenos biológicos y naturales no
rente, según sea visto por un biólogo, un jurista, un sociólogo, un sean ya los únicos árbitros que determinan muchos de los acontecí..
antropólogo, un político, un economista, un psicólogo o un historiador, mientos, principalmente los relacionados con la vida. Por su parte, la
cada uno de los cuales se detiene en aquellos aspectos más cercanos a civilización ha surgido de ese dominio del hombre sobre las fuerzas
su especialidad. naturales. Frente a un cosmos sagrado e intocable. que durante mucho
Si la moral pretende ofrecer el mejor camino para la propia auto tiempo había sido objeto de respeto y contemplación, la naturaleza se
rrealización, no es válido quedarse con las conclusiones científicas, por fue convirtiendo, poco a poco, en un inmenso campo de experiencias
muy dignas de consideración que sean, pues ya insistimos en que el del que obtener una respuesta lo más útil y provechosa posible a nues
valor ético no busca una sola dimensión de la persona, sino que refle tros intereses. La historia revela ese progreso continuo de los conoci
xiona sobre lo que es mejor para su totalidad. La eficacia de un policía mientos científicos y técnicos que han posibilitado eldesarrollo actual.
en la investigación de un crimen, el ejercicio del derecho a la informa Es verdad que la ignorancia humana es aún impresionante, como un
ción por parte de un periodista para comunicar un acontecimiento, la reto que humilla nuestra supremacía, pero la ciencia prosigue paso a
tolerancia de un político para mantener un nivel de convivencia, la fre paso su camino, como si se sintiera profundamente estimulada a con
cuencia que detecta un sociólogo en las costumbres de un pueblo, o la quistar esas regiones desconocidas. Algún día se conseguirá lo que hoy
que el etólogo constata en el mundo de los animales, son sin duda parece imposible.
aspectos valiosos, pero que no sirven por sí mismos para valorar la rec Nadie duda de los beneficios incalculables que todo ello ha supues
titud de una acción. Los métodos más aptos para descubrir un crimen to para la humanidad, y hay motivos sobrados para la esperanza, con el
o para exponer la verdad de un hecho serán muchas veces opuestos a horizonte que se nos abre hacia el futuro, de· encontrar soluciones a
las más elementales exigencias de la intimidad personal. La ciencia, en muchos de los problemas que nos angustian y amenazan. Nos asom
este caso, debe subordinarse también a los derechos primordiales del braríamos si pudiéramos contemplar en una visión de conjunto la lucha
individuo. entablada ahora en todos los campos de la investigación para conseguir
Cuando se quiere valorar una conducta, no basta, por tanto, con esas victorias parciales, después de tantos trabajos, luchas y esfuerzos.
constatar sus efectos benéficos o sus consecuencias perniciosas desde Sin embargo, semejante optimismo, plenamente justificado, no
una sola perspectiva. Todo comportamiento, aun el más deshumaniza está exento de peligros y ambigüedades. La preocupación tiene raíces
dor, encerrará algún efecto positivo, lo mismo que cualquier acción profundamente humanas, porque, si la historia y el sentido común han
recta podrá causar alguna molestia y sufrimiento. Lo importante, a la · dado su aprobación a la técnica -a la que no es posible eliminar, por
138 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA ÉTICA NORMATIVA 139
los beneficios que ha supuesto y seguirá produciendo para el bienestar Las cosas no se realizan ya porque sean positivas y benéficas para
y el desarrollo humanos-, existe también el temor de que semejante el hombre, sino porque son posibles, y nada debe impedir un nuevo
bendición pudiera convertirse en algo maldito. avance o descubrimiento. Todo está orientado hacia esa meta, porque,
La civilización ha sido, en gran parte, producto de la técnica; pero lógicamente, las nuevas técnicas y la mejora de los instrumentos faci
la técnica, como apuntaba Ortega y Gasset, es una manipulación de la litan ese autocrecimiento c0nstánte. Se valora el cambio porque se
naturaleza para dominar sus mecanisrn0s y ponerlos al servicio de la valora el progreso, aunque a veces se ignora para qué lo queremos,
persona. Un fenómeno de signo contrario al que se realiza en la adap cuáles serán sus consecuencias y qué precio, en términos de humanis
tación de las especies al medio ambiente, pues no es el ser humano el mo, habrá que pagar para obtenerlo. La ética es un elemento extraño y
que se somete, sino el que impone a la naturaleza una reforma por la ajeno al mundo de la técnica, del que tiene que prescindir por comple
fuerza, a fin de adaptarla a sus propios proyectos. Hoy somos mucho to para no entorpecer su avance. Una especie de maquiavelismo por el
más conscientes que en épocas pasadas de los riesgos y peligros que que todo se considera útil y aceptable en función exclusiva de la efica
encierra un poder desorbitado. La ecología no es más que un ejemplo cia. Todo ello conduce de manera irremediable a una separación abso
que confirma la ambigüedad del progreso ilimitado. Esto indica que no luta entre técnica y moral, a un divorcio entre las exigencias irreconci
todo lo que puede hacerse debe terminar realizándose, si no queremos liables de los científicos puros y las de los humanistas. Por eso son bas
llegar, por el camino de la pura eficacia, a una completa deshumaniza tantes los autores que insisten en la urgencia de una ética de freno
ción: Una ciencia que no acepte ningún límite ético en sus plantea voluntario, de contención, de límites indispensables... para evitar que
mientos termina por convertirse en una. amenaza para la humanidad. el paraíso de la técnica se convierta en una caja de desagradables
sorpresas.
La rebelión de los medios
Semejante riesgo no es producto de un miedo infundado, sino de las Recuperar la dimensión teleológica
características ·que reviste nuestra tecnología actual, pues la cultura
tecnológica comienza a estar regida por la autonomía de un crecimien Y el primer paso para una humanización de la ciencia consiste en recu
to ciego, donde el ser humano ha dejado de ser el señor para conver perar de nuevo la dimensión teleológica, es decir, cuál es la finalidad
tirse en un déspota de la creación. Ahora no hay voluntad de aceptar que buscamos por encima de todo; porque lo importante no es avanzar
frontera alguna, pues cualquier misterio humilla y es considerado cada vez más, sino tener en cuenta hacia dónde se dirigen esos cono
como un reto a la supremacía humana. Todo lo que hoy se puede hacer, cimientos, qué metas se pretenden, cuáles son sus efectos y conse
habrá necesariamente que legitimarlo, ya que la factibilidad se con cuencias. El sentido común más elemental y espontáneo exige que la
vierte por sí misma en un concepto normativo. La única limitación meta última -la que debe buscarse en cualquier progreso científico
aceptable es la simple imposibilidad física, que algún día terminará por sea el mayor bien y perfeccionamiento del ser humano en su aspecto
superarse. personal, comunitario y del mundo en el que vive. Todo avance, en esa
Como consecuencia· de lo anterior, la eficacia y la rentabilidad se larga y dolorosa conquista de la ciencia, pierde por completo su senti
han convertido en los valores supremos y más importantes. Si toda do humano cuando se convierte, por sí mismo o por sus consecuencias,
acción está dirigida a conseguir un conocimiento mayor de la realidad, en un obstáculo para cumplir con ese servicio. Sería absurdo abrir
la búsqueda cada vez más perfeccionada de los medios para alcanzar caminos y continuar su recorrido cuando no sabemos hacia dónde
ese objetivo termina por imponerse como el único criterio de orienta vamos e ignoramos los peligros que comportan.
ción. Ya no son los fines los que determinan los medios, sino que los En función de esta meta humanizadora, habría que entablar una
medios técnicos deciden y justifican por sí mismos. Se ha perdido la lucha para aplastar la rebelión de los medios y obligarles de nuevo a
teleología del progreso, para caer en lo que algunos autores han deno reconocer una doble dependencia. La primera, que su función consiste
minado la rebelión de los medios, que termina ahogando la dimensión en orientarse hacia ese objetivo humanista y que, cuando lo ignoran o
humana del desarrollo científico. se autoindependizan, destruyen su valor y sentido, pues será siempre la
140 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRIS TIANA LA ÉTICA NORMATIVA 141
humanidad la que acabe perdiendo. Y, en segundo lugar, que para obte cuenta las circunstancias actuales en las que deberían aplicarse. Las
ner una finalidad, por muy digna y loable que sea, tampoco resultan deficiencias que podrían encerrar no se deben a la falsedad del valor
aceptables aquellos métodos que no respetan la misma dignidad de la que deñenden, sino a una formulación menos correcta, realizada en
persona. Lo que en un principio se podría justificar como un signo de otras circunstancias diferentes. Si la moral ilumina de ordinario la
progreso . y una conquista de la ciencia, se despoja de su contenido situación, también ésta ayuda en ocasiones al perfeccionamiento de los
humano desde el momento en que los medios mismos suponen un criterios éticos, cuando revela algunos aspectos que todavía, por la
atentado contra la persona.. falta de conocimientos adecuados, no se habían podido tener en cuen
La superación requiere, por ello, un convencimiento explícito de ta. Cualquier valor ético necesita como presupuesto una buena base
que la ciencia tiene también sus límites, no, sólo porque devora y des científica. De ordinario, los nuevos datos aportados no eliminan su vi
truye al ser humano cuando se utiliza sin ninguna finalidad, sino por gencia y validez, sino que matizan con mayor exactitud sus exigencias.
que ella nunca podrá tampoco satisfacer sus necesidades y aspiracio La existencia de técnicas modernas en él campo de la medicina,
nes más profundas. No basta con el repudio estéril. Es necesario, sobre· por ejemplo, que pueden ser aplicadas a cualquier ciudadano para
todo, el humilde reconocimiento de su limitada validez para no otor curar una patología, ha hecho inútil, por desfasada, la división tradi
garle ese carácter absoluto y casi sagrado. Decir que no, cuando se cional entre medios ordinarios, que han de aplicarse a todos los enfer
traspasa esa frontera, es apostar por un futuro mejor y por una mejora mos, y medios extraordinarios, cuya utilización no se impone como
del vivir humano. Humanizar la ciencia supone la renuncia a aquellas obligatoria. El mayor bien del individuo, que se intentaba salvaguardar
posibilidades que, aunque sirvieran para un cierto progreso, no se con esos · principios, analizando las ventajas ·e inconvenientes de un
podrían adjetivar como humanas. recurso terapéutico, hoy se clarifica mejor hablando de remedios pro
porcionados y desproporcionados. La lucha por la vida, que antes no
creaba ningún problema con las técnicas existentes, se puede prolon
Replanteamiento de los problemas éticos gar de una manera tan artificial e insensata que hoy se plantea el de
recho del enfermo a morir con dignidad, como una exigencia ética
Dado el mencionado influjo que los datos científicos tienen en el plan ineludible.
teamiento de los problemas morales, no es extraño que, con los nuevos
avances y descubrimientos en el campo de las ciencias, haya que re
plantearse las soluciones aceptadas con anterioridad o darles una inter La ética de la experimentación: su carácter provisional
pretación diferente para integrar las nuevas posibilidades. Los ejem
plos han sido numerosos a lo largo de la historia. Baste recordar, como Este progreso científico no es posible sino a través de la experimenta
una pequeña manifestación, que al comprender el valor económico del ción en todas sus formas, de la apertura hacia nuevos horizontes des
dinero se solucionó el problema grandemente debatido del préstamo a conocidos e inexplorados, como una de las propiedades esenciales de
interés, condenado durante mucho tiempo por la Iglesia como un peca la ciencia moderna. El avance comporta siempre algún riesgo, al cami
do de usura. O la posibilidad más reciente de los trasplantes orgánicos nar por un terreno desconocido sin saber aún con certeza si sus conse
entre personas vivas, que motivó una interpretación más personalista cuencias serán benéficas o negativas. Si se experimenta, es precisa
del principio de totalidad, cuya formulación clásica los impedía como mente porque se ignoran los resultados y se desea conocerlos para el
si se tratara simplemente de una mutilación. bien de la persona. La búsqueda de estos conocimientos, sin embargo,
Los principios éticos, como traducción de los valores generales, se podría tropezar con una dificultad grave: que la ética se convirtiera en
elaboraron para dar soluciones a los casos concretos que se presenta un obstáculo para el propio progreso, al condenar de inmediato cual
ban. Muchos de ellos conservan su vigencia orientadora, pues mantie quier investigación que no tuviese en cuenta las normas . de su ense
nen su validez en las nuevas situaciones. Pero otras veces las nuevas ñanza anterior. Ahora bien, cuando se intenta abrir nuevos caminos, es
posibilidades descubiertas por las ciencias nos hacen descubrir los posible que algunas normas orientadoras no sean ya suficientes y ade
límites e imperfecciones de su enunciado anterior, incapaz de tener en cuadas para iluminar, como decíamos antes, la nueva situación de cara
142 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA ÉTICA NORMATIVA 143
al futuro. El conflicto surge entonces entre la fidelidad a un valor, tal oscuridades que encierra, pensará que nunca llegó a equivocarse, pero
como se había presentado en la tradición, y la fidelidad a una nuev a la verdad se le irá haciendo cada vez más lejana y escondida. La moral
verdad que está naciendo. Es la tensión que brota, sobre todo en sus se convertiría entonces en una fuerza paralizante contra el dinamismo
comienzos, cuando la vida presenta posibilidades que no eran acepta creador de la vida.
das por la moral.
Una gran parte de las leyes y normas generales tienen una funda
mentación teleológica. Es decir, no se deducen siempre de un princi La cultura como fenómeno condicionante de la moral
pio superior en el cual se contengan de alguna manera, sino que se
imponen después de haber analizado las consecuencias y los efectos Es una ilusión falsa y demasiado ingenua creer que el conocimiento de
que producen, para valorar entonces qué tipo de acción resulta más la realidad se efectúa sin ningún condicionante previo. Jamás nos acer
positiva para el hombre. La traducción de los grandes principios uni camos a ella de forma aséptica, en una actitud de despojo absoluto,
versales y absolutos requiere una confrontación con la realidad para para atenernos simplemente a los puros datos objetivos. Semejante vi
deducir de ella lo que parece más ético y humanizador. Una ley o valor sión implicaría una metafísica mecanicista que intenta explicar el fenó
surge cuando la experiencia ha demostrado. que la conducta contraria meno humano olvidando justamente su dimensión más personal. Lo
atenta, de una u otra forma, contra el bien de la persona y de la socie real no es la materia fría y descarnada de los elementos naturales, sino
dad. No son obligaciones tan evidentes que se perciban por una intui ese otro mundo que el individuo aporta para darle una lectura más
ción o por simple sentido común, sino que se constatan a través de la completa y trascendente, desde esa óptica que condiciona su visión.
vida. La importancia de este influjo se constata en otras múltiples expe
De ahí que la tradición, en su sentido más auténtico, encierre un riencias más pequeñas que indican los condicionamientos humanos
patrimonio ético de enorme importancia. Son siglos de historia que para cualquier valoración. Todos sabemos lo que un simple cambio de
transmiten una experiencia para no partir nunca de cero, y que sería humor provoca a la hora de analizar una misma realidad, que se con
absurdo olvidar para comenzar siempre de nuevo. Ese patrimonio, sin templa con pesimismo o esperanza, sin ningún ,otro .cambio que el de
embargo, también aumenta y se enriquece con otras aportaciones nuestro mundo interior. Lo mismo acontece cuando observamos desde
modernas. Sin renegar de lo anterior, hay que estar abierto a lo moder nuestra situación actual ideas, acontecimientos, escritos o reacciones
no. Y ello comporta un difícil equilibrio entre lo que ya estaba dicho y que se tuvieron en el pasado y que ahora se ven con matices diferen
lo que aún queda por decir, para ver si lo antiguo aún tiene vigencia o tes. O la incapacidad para comprender el arte, las costumbres y las
necesita una reformulación. expresiones populares de un determinado pueblo o región. La causa de
Precisamente porque estas posibilidades modernas van siendo cada esas visiones diferentes no se encuentra en el hecho real, sino en el
vez más frecuentes, dado el ritmo al que avanza hoy el progreso técni ángulo específico desde el que se observa y contempla.
co, y porque, además, tampoco podemos prescindir a la ligera de unos Atenerse a la realidad no significa, pues, someterse a los datos apa
valores tejidos con la experiencia de la tradición, cabría pensar en la rentes que se nos ofrecen, sino a ese nuevo modo de existir que se
validez de una moral de lo provisorio. No para negar la urgencia de añade con la cultura. Cuando se intenta conocerla y valorarla, el en
unos criterios éticos cuando éstos son definitivos y absolutos, sino para cuentro se realiza ya desde una óptica cultural que selecciona, modela
estar abiertos, por una parte, a los descubrimientos de una verdadera e ilumina con sus propios matices el entorno que le rodea. Ser objeti
ciencia humana y para no caer tampoco, por otra, en un completo amo vos -una preocupación en la que se ha insistido siempre con tanta
ralismo. Lo que no se debe aprobar de inmediato, por la incertidumbre fuerza- no consiste en abarcar la simple materia como algo ajeno e
e inseguridad de sus conclusiones, a lo mejor tampoco debería excluir independiente del sujeto, sino ese nuevo mundo significativo que nace
se mientras no se posea una experiencia mayor. Encender, por así de una naturaleza transformada y enriquecida por la cultura. Y esta
decirlo, una «luz intermitente», que aconseja prudencia hasta un escla realidad cultural, tan constatable como aquélla, es la única que da sen
recimiento posterior, sería una postura sensata y equilibrada. El que tido a la vida y responde a nuestras exigencias más específicas y
quiera ahorrarse este esfuerzo, con las dificultades, vacilaciones y fundamentales.
144 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA ÉTICA NORMATIVA 145
Influjo espontáneo e inconsciente de los datos culturales que no siempre se tiene en cuenta cuando se critican o condenan otras
conductas. Todo lo que hoy nos parece anacrónico y desfasado tuvo
Nadie inventa la moral ni se enfrenta a estos problemas sin un deter ta mbién una explicación razonable en otro contexto diferente.
minado bagaje que le impide partir de cero. Desde el comienzo de la
existencia contamos con la educación -con una concreta educación
que se determina, sobre todo, por el clima familiar en que se efectúa, La p rimacía de ciertos valores e·n los diversos modelos culturales
condicionado a su vez por el ambiente cultural en el que se vive . Sin La existencia de distintas culturas, esparcidas por el tiempo y la geo
ella, ya dijimos que no es posible el conocimiento y la sensibilidad grafía, es un hecho tan evidente que no necesita ninguna justificación.
para percibir los valores. Lo que se enseña en este campo se acepta y esto explica, por tanto, la diversidad y el pluralismo de los valores
como lo más lógico, natural y evidente. Aunque más adelante se recha morales. Es imposible defender fuera de los criterios más universales
cen algunos valores para afirmar la propia identidad, la cultura trans y evidentes, que· son ya patrimonio de la humanidad, un contenido
mitida se integra dentro de nuestros esquemas y configura de •forma ético que resulte válido para todas las épocas y pueblos. Incluso den
espontánea y hasta inconsciente nuestra visión de la realidad. Incluso tro de un mismo ámbito cultural como el de Occidente y el de la pro
cuando nos enfrentamos a un idéntico hecho, como la existencia de pia Iglesia, se dan cambios que repercuten en la formulación de la ética
Dios, la fe del medievo, aunque sea fundamentalmente la misma, no concreta.
aparece igual a la de una sociedad tecnificada, ni el catolicismo euro Durante muchos siglos se aceptó con naturalidad el fenómeno de la
peo podrá ser en todo comparable al del pueblo africano, de igual esclavitud, y casi nadie se escandalizaba de que la Inquisición conde
manera que el artista, el filósofo, el monje, el aldeano o el poeta tienen nase en la hoguera a los herejes.
su forma peculiar de relacionarse con Dios. Lo más característico de toda cultura es el ensamble y armonía
La valoración ética tampoco escapa por completo a estos factores existente entre todos los elementos que la componen, lo que hace muy
históricos y culturales, máxime cuando su influencia se produce de difícil el trasvase aislado de alguno y su posterior integración en otro
manera desconocida, pues no existen en ese contexto aislado y dife conjunto diferente, como el cuerpo extraño que es rechazado por el
rente otros puntos de referencia que ayuden a relativizar nuestro ángu organismo. Para que se dé una evolución, basta con otorgarle la pri
lo de visión. A ningún niño que nazca en una familia hindú le resulta macía a uno de esos elementos, que ha de condicionar un inevitable
rá absurdo venerar a las vacas como sagradas. Lo que vemos y juzga reajuste de todos los restantes. En función de ese valor prioritario, los
mos en ese momento es lo que creemos naturalmente que responde a esquemas de conducta sufren los consiguientes desplazamientos, y el
la verdad, lo que nos parece más lógico y coherente. Incluso cuando nuevo modelo influirá en la elección de las normas para realizarlo.
echamos la mirada sobre otros modos de conducta, aunque sean los de En el ámbito individual, el temperamento de cada cual, modelado
un pueblo cercario y conocido, nuestra reflexión resulta difícil y par por la educación, ayuda o dificulta la percepción de determinados valo
cializada, porque a ellos nos acercamos desde nuestras propias catego res. Todos conocemos a personas que son insensibles, por ejemplo, a
rías, ignorando los significados y las razones más profundas que en la veracidad o al respeto de las intimidades ajenas, pero acérrimos
ellos se encierran. Por eso cuesta comprender, y más aún estimar, la defensores de la justicia y del trabajo. Sin negar la posible responsabi
música, los bailes o las costumbres de una cultura desconocida, aunque lidad en sus decisiones, cada individuo tiene liha mayor o menor faci
se contemple como un hecho curioso o un espectáculo entretenido. lidad para sentirse afectado por la llamada de uno u otro valor. El
mismo fenómeno ocurre en la sociedad, donde se ha dado más preva
De ahí las frecuentes injusticias e incomprensiones que se cometen: lencia a ciertos aspectos morales en una época, · mientras que en otra
al juzgar los comportamientos de otras épocas o de otros pueblos desde posterior han surgido con más fuerza otros diferentes. De ahí la licitud
la situación en que uno se encuentra. Mientras no se comprenda y se de conductas aceptadas por nuestros antepasados y que hoy nos resul
ame el entorno cultural y el significado de sus manifestaciones, que tan intolerables; o la existencia, por el contrario, de comportamientos
escapan a cualquier otra mentalidad, es muy difícil hacer una valora condenados por la tradición y que hoy se defienden como auténticos
ción adecuada. Es el presupuesto indispensable para un análisis ético, derechos humanos.
146 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA ÉTICA NORMATIVA 147
La historia está llena de ejemplos. Si el peor enemigo de la convi El• desarrollo evolutivo de la moral
vencia y de la paz entre los ciudadanos, en una determinada sociedad,
no es el invasor y el asesino, que podrá destruir la autonomía y la vida Todo esto indica que la ética normativa, como conjunto de valores, no
de sus habitantes, sino el defensor de falsas ideas religiosas, que desin ha quedado configurada de manera definitiva y para siempre, sino que
tegra la comunión e identidad de ese pueblo, resulta explicable la está sometida también a un proceso evolutivo. No en el sentido de un
quema de herejes por la misma razón por la que todavía se mata en la cambio constante, como una veleta en manos del viento, sino como
guerra o se impone la pena de muerte a los criminales. En ambos casos, actitud de búsqueda permanente para responder en cada situación, de
el hecho de quitar la vida quedaría justificado por una justa defensa la forma más humana y evangélica, a los problemas que se presentan.
frente al agresor. Pero si se acepta, en un momento cultural diferente, Basta con recorrer brevemente la historia para constatar los cambios
que el valor más importante es el respeto sincero a la conciencia per que se han ido efectuando en las diferentes épocas.
sonal de cada uno, donde se toman las grandes decisiones éticas o reli Esta evolución histórica tiene que provocar necesariamente mo
giosas, entonces habrá que reconocer el derecho a la libertad «fundado mentos de crisis y de vacilación, pues todo cambio rompe la estabili
en la dignidad misma de la persona humana, tal como se conoce por la dad conseguida y supone un desajuste entre lo nuevo y la norma acep
palabra de Dios revelada y por la misma razón natural», como la defen tada con anterioridad. Y en un momento de crisis no se tiene siempre
dió el Vaticano II (Dignitatis Humanae, 2). a mano la respuesta adecuada a la nueva situación. El Vaticano n no
Si de forma espontánea se admite que una persona puede nacer tuvo inconveniente en reconocer esta dificultad: «Las instituciones, las
hombre o mujer, blanco o negro, libre o esclavo, parecerá lógica la leyes, los modos de pensar y de sentir, heredados del pasado, no siem
esclavitud, como sucedió en los primeros tiempos del cristianismo, a pre se adaptan bien al estado actual de cosas. De ahí una grave pertur
pesar de la dignidad e igualdad de todos ante Dios, como proclamaba bación en el comportamiento y aun en las mismas normas reguladoras
la revelación. Escandalizarse de que san Pablo no haya luchado contra de éste» (Gaudium et Spes, 7).
ella supone un desconocimiento de su situación cultural. Del mismo Esto origina una molesta sensación de inseguridad que sólo el
modo que hoy nos parece incomprensible que se permitiera la castra tiempo y la reflexión podrán contribuir a que se superen poco a poco.
ción de los niños cantores o se consintiera la tortura para asegurar las Es el riesgo inherente a toda aventura humana, cuya solución definiti
pruebas ante los tribunales. Aquí habría que reflexionar también sobre va no es posible siempre esclarecer de inmediato. Por eso no es fácil
todo ese mundo de prejuicios colectivos, conscientes e inconscientes, conservar el equilibrio entre una doble tentación que puede darse con
que fundamentan ciertos privilegios o injusticias que de ellos dimanan, facilidad: la de mantenerse inmóvil y anclado en la tradición, o la de
sin que provoquen ningún tipo de reacción mientras no se hayan desen sentirse atraído de inmediato por la novedad de lo inédito. Ninguna de
mascarado. La superioridad del hombre sobre la mujer, del blanco las dos posturas resulta convincente, ya que la una busca eliminar el
sobre el negro, del capital sobre el trabajo, del rico sobre el pobre... se progreso para defenderse del miedo al cambio, y con la otra se cae en
siguen viviendo muchas veces corno postulados que no necesitan una especie de relativismo radical, donde todo es provisorio y sin nin
demostración y que son causa de tantas desigualdades. guna consistencia.
Aquí también, corno afirmábamos con anterioridad a propósito de La primera reflejaría una creencia ingenua de que la verdad ha sido
las ciencias, la ética tiene derecho a criticar cualquier tipo de cultura ya descubierta por completo, sin otra posibilidad que repetir lo mismo
que no ayude a la humanización del individuo y de la sociedad, sino de manera continua. Cualquier nuevo planteamiento habría que exami
que dificulta precisamente la consecución de semejante objetivo. Lo narlo a la luz de los principios anteriores para poder admitirlo, si se
difícil, en estos casos, es tener la libertad y la perspectiva necesarias ajusta a ellos, o rechazarlo, si no responde a estos esquemas de con
para alejarse de ese ambiente que nos invade y descubrir desde fuera ducta. La moral sería entonces una ciencia estática, anodina, incapaz
otras alternativas mejores. de responder a los interrogantes que se presentan en cada momento
histórico, pues la solución ya está dada con anterioridad. Más aún, lle
garía a convertirse en una fuerza opresora para impedir cualquier evo
lución, como a veces lo ha sido, y defender otras seguridades e intere-
148 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA ÉTICA NORMATIVA 149
ses que con frecuencia se esconden en algunas actitudes inmovilistas y fianza. Sabe que para permanecer en su puesto se le exige una absolu
radicalmente conservadoras. ta fidelidad. No es difícil descubrir esa evolución en personas que,
Si quisiéramos mantenernos siempre fieles a las normas de con desde un talante abierto y conciliador, se han ido cerrando en sus ideas
ducta tradicionales, toda nueva experiencia quedaría condenada desde y planteamientos ante las presiones recibidas, que terminan interiori
sus comienzos. Aquéllas nacieron para iluminar situaciones anteriores, zándose, aunque a nadie le guste reconocer este influjo y se encubra
pero es posible que más adelante resulten insuficientes para la orienta con otras justificaciones más aparentes que objetivas.
ción de las nuevas posibilidades. La fidelidad a unas normas de con La evolución es un proceso que se realiza con frecuencia a través
ducta, que surgieron como consecuencia de la cultura y los conoci de los hechos consumados y de la praxis sociológica. Todos están de
mientos científicos de un determinado momento, llegaría a convertirse acuerdo en que la sociología no tiene fuerza normativa alguna, pues se
en una negativa al progreso. Y es que no podemos olvidar, aunque para limita a constatar la realidad, al margen de los valores que en ella se
algunos sea ésta una afirmación intolerable, que, si siempre nos hubié encierran. Ni el bien, por supuesto, pierde su carácter universal y obli
ramos atenido únicamente a lo que estaba mandado o permitido, el gatorio porque la mayoría de las personas no quieran vivirlo. Sin
avance apenas habría sido factible. Hay fidelidades que no nacen por embargo, ayuda a revelar la existencia de otras convicciones y motivos
conservar un valor para defenderlo contra el desgaste del tiempo, sino más ocultos, que explican los cambios de conducta acaecidos o los que
por la inercia de una costumbre que ya no tiene sentido, o por la obs podrían producirse en un futuro cercano.
tinación narcisista y cómoda de quien prefiere la rutina, sin atreverse a Es verdad que la masa es a menudo manipulada por unos esquemas
recrear el pasado. de comportamiento impuestos por la presión social, entre otras razones
Pero el peligro contrario es también una realidad. La riqueza histó porque existe un temor escondido y muy grande a sentirse rechazado
rica y el patrimonio cultural de las generaciones anteriores no se pue por el grupo y por el ambiente que nos rodea, y aparecer como extra
den sacrificar en aras de cualquier novedad. Nadie debe renegar tam ño y marginado. Es verdad también que la dinámica de una multitud
poco de un pasado henchido de experiencias que le ayudan a proseguir no responde siempre a exigencias verdaderamente humanas, sino a
su camino con menor esfuerzo y con mayores posibilidades de éxito. otros intereses, a veces no confesados, propios del egoísmo personal o
Sería también un signo de ingenua inmadurez identificar el cambio comunitario. Ni es difícil dirigirla en una dirección, con las técnicas
necesario, para vivir al ritmo de los tiempos, con un pleno y absoluto adecuadas, según el deseo de unos cuantos dirigentes, aunque a eso se
relativismo, como si los descubrimientos y esfuerzos de nuestros ante le llame después «votación democrática». Pero creer que la praxis sólo
pasados hubieran sido totalmente falsos y en nada pudieran ayudarnos. se explica por el engaño, la perversión, la fragilidad o el pecado es
adoptar una postura demasiado cómoda, que evita el trabajo de un
replanteamiento y la urgencia de una reflexión para descubrir si cons
La racionalidad oculta de los hechos consumados tituye un proceso benéfico y positivo o si el camino iniciado resulta
peligroso.
No supone ningún descrédito para la autoridad reconocer que su caris Si los hechos por sí mismos no tienen fuerza moral para imponer
ma y función no se centra precisamente en ser agente de cambio, sino una conducta determinada, como si fuese la moda del momento, sí
en mantener la armonía, la cohesión y la unidad del grupo para evitar pueden enfrentarnos con una realidad oculta que justificaría un re
el peligro de la desintegración. Los nuevos caminos y posibilidades conocimiento más a fondo de los datos anteriores. Por debajo de un
que se vislumbran en el horizonte se originan de ordinario entre quie comportamiento que se extiende de forma progresiva y empieza a con
nes no tienen nada que perder, pues quienes tienen algún tipo de res siderarse como válido y _aceptable, es posible constatar la existencia de
ponsabilidad se encuentran condicionados por múltiples factores: su auténticos valores normativos que no han llegado a explicitarse aún
mirada podrá atender al bien de sus subordinados, pero no dejará de con claridad y que se revelan más justos y buenos que las antiguas nor
mirar también hacia quienes, desde arriba, vigilan su forma de actuar. mas. Lo importante no es la pura facticidad, sino el dinamismo inter
El responsable ha de ofrecer garantías de que realizará su función de no y razonable que los impulsa. Lo que al principio se considera como
acuerdo con las orientaciones dadas por quien ha puesto en él su con- un gesto de indisciplina o desobediencia, como una conducta propia de
150 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA ÉTICA NORMATIVA 151
personas rebeldes o inobservantes, termina imponiéndose más tarde · celo debería también mantenerse dentro de unos límites razonables,
como algo normal y confirmado por la misma autoridad. Tendríamos pues algunos cambios merecerán una seria reflexión. La defensa de la
que cerrar mucho los ojos para no ver que por este camino se han rea verdad conocida es una gran responsabilidad de todos, pero también
lizado, tanto en la sociedad civil como en la eclesiástica, muchos de los existe un espíritu mentiroso que se cierra y rechaza la verdad que aún
progresos históricos. .·. nos queda por conocer.
Es evidente, por tanto, que, si la única respuesta hubiera sido la
docilidad sumisa, el avance histórico no habría sido posible, porque
El valor benéfico de ciertas transgresiones parece ingenuo esperar que el poder, por su propia dinámica, busque
modificar sus esquemas, más tradicionales y seguros, si no se siente
De ahí la lógica tensión entre la autoridad, que busca conservar la presionado por otras iniciativas diferentes. Quien vea en estas líneas un
unión e intenta defenderla mediante la docilidad y la obediencia, y la elogio incondicionado de la desobediencia, es porque añade algo más
nueva fuerza que se despierta y que todavía no se puede fundamentar a lo que está dicho. También la autoridad se equivoca, y cuando el súb
con una lógica exacta. Aquélla tiende a desprestigiar como pecadores dito expone, demanda, critica y se rebela, no está siempre impulsado
y rebeldes a quienes buscan un futuro que intuyen mejor, para evitar su por el mal espíritu. Lo difícil en esos momentos es discernir quién se
influencia y el peligro de contagio a los demás; pues mientras la transe acerca más a la verdad, quién la busca con mayor ahínco, dispuesto a
gresión produce sentimientos de culpabilidad y arrepentimiento, se · jugarse todo por defenderla. Si el cambio y la evolución son necesarios
confirma el valor de la ley y de la costumbre, pero, en la medida en que para no caer en una esclerosis lamentable, habría que mantener la espe
estos sentimientos disminuyen, se facilita su posterior incumplimiento. ranza de que no falten nunca los cristianos incómodos, los insatisfe
Muchos santos y todos los revolucionarios fueron molestos, sospe chos que no pierden la ilusión de buscar nuevos horizontes, a pesar de
chosos y criticados por las autoridades competentes, ya que resultaban los recelos provocados.
peligrosos para los esquemas teológicos, culturales o políticos del
momento. Con el paso del tiempo y la valoración histórica, sólo nos
queda ahora la cosecha de aquella siembra, que agradecemos; pero El miedo psicológico al cambio
dejamos en el olvido el dolor, los conflictos y el esfuerzo que supuso
cuando fueron condenados como traidores, iluminados, locos o equi La resistencia al cambio tiene además otras raíces psicológicas. Cual
vocados. La visión que ellos ofrecían resultaba aún demasiado nebulo quier tipo de evolución provoca siempre un sentimiento de inseguri
sa e incierta como para dejarse iluminar por ella. Y el remedio más efi dad, pues constituye una pequeña amenaza para el orden establecido.
caz, para evitar cualquierrenovación ha sido siempre el desprestigio y Como la sociedad, también el individuo busca su propia permanencia,
la condena de quienes vislumbraban nuevas posibilidades. que sólo consigue cuando logra una síntesis, a veces después de
Como, además, muchas transgresiones desembocan en el fracaso y muchos esfuerzos y trabajos, que responda a las amenazas e incerti
resultan estériles, su recuerdo se utiliza como argumento para legitimar dumbres ambientales y reasegure a todos los miembros del grupo. De
la normativa vigente e impedir que otros emprendan nuevos caminos. ahí la tentación de absolutizar lo que ya hemos alcanzado y la reacción
Lo que no se dice es que en otras muchas ocasiones también resultaron espontánea de intolerancia, como un mecanismo de defensa, contra
positivas y sirvieron de punto de arranque para los cambios posteriores. todo aquello que, debido a su novedad, podría romper el equilibrio per
Entonces, cuando la autoridad los confirma e incluso cuando recom sonal y comunitario.
pensa y alaba más adelante a los que censuró con anterioridad, los más En el momento en que un cambio cultural, sobre todo si es rápido,
tranquilos y observantes caminan ya con buena conciencia por sende pone en crisis los valores tradicionales, aparece una sensación de vacío
ros que otros abrieron con una desobediencia fecunda y dolorosa. y de soledad, como si tuviéramos que enfrentarnos con una pequeña
Son momentos en los que no es fácil discernir qué será lo mejor. experiencia de muerte. Es una situación que puede arrebatar algo que
La autoridad tiene la obligación de defender el patrimonio recibido de resultaba valioso y querido, aquello con lo que existía una fuerte iden
la historia y evitar que la evolución se convierta en un desastre, pero su tificación. La ideología representa en este caso el papel de una buena
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madre que asegura y defiende, y de la que no quisiéramos prescindir aunque después en la práctica no se viva en coherencia con él. Y por
para no sentirnos demasiado huérfanos y abandonados. Cualquier cosa otra parte, si es verdad que algunos. puntos hoy se discuten o ciertos
que atente contra su permanencia origina una agresividad profunda y problemas no están del todo clarificados, existe, sin embargo, una base
un nuevo intento de justificación, para convencerse de que lo nuevo es lo bastante amplia y confirmada que sirve para orientar la vida de
siempre lo malo, lo herético, lo injustificable. manera segura. Nadie podrá afirmar que, debido a estos cambios y evo
Y es que la posibilidad de cambio no puede darse mientras no se luciones, desconoce cómo ha de actuar para vivir con honradez y
reconozca la propia mortalidad, mientras no haya un enfrentamiento honestidad.
lúcido con lo que aparece como peligroso y destructor. Este miedo a · Hay que reconocer, en segundo lugar, que las mutaciones éticas
morir es la angustia por la pérdida de lo que se consideraba como más efectuadas a lo largo del tiempo no son tan profundas como parecen a
definitivo y por el abandono de lo que se había defendido con ilusión primera vista. En la · historia de· las costumbres, más interesante que
y cariño. El apego a lo conocido se hace mucho menos doloroso que la detenerse en la normativa concreta es el intento de discernir los valo
entrega a un futuro incierto y desconocido. En todo proceso evolutivo res que con ella se defienden. Estos últimos pueden tener validez uni
hay que aceptar, pues, la posibilidad de un duelo: la muerte de algún versal y ser aceptados por los diversos grupos humanos, aunque la tra
ideal con el que se estaba identificado, pero que en este caso no coin ducción realizada a través de las normas haya sido diferente, debido a
cide con la verdad. Sólo cuando alguien se reconcilia con su propia las condiciones históricas y culturales de cada época o pueblo. Si esta
finitud, queda abierto al enriquecimiento del cambio. En el fondo de expresión nos parece ya inaceptable, tal vez siga teniendo vigencia el
todo inmovilismo suele estar latente el temor a un despojo que exige valor que con ella se quería defender.
cualquier tipo de conversión. Lo que es bueno para el ser. humano, como hemos dicho, sólo
puede deducirse de los datos que en cada momento la humanidad
posea y la óptica con que los examina. Por eso, muchas soluciones éti
Para superar la incertidumbre e inseguridad cas eran perfectamente lógicas y explicables para un determinado con
texto, aunque después hayan quedado superadas en otro diferente. Si
Aceptar esta dimensión evolutiva que las ciencias, la cultura y la histo conociéramos todas las circunstancias que motivaron una normativa
ria introducen en la moral no supone caer en un escepticismo relativis concreta, se comprendería muy bien por qué se aceptó una determina
ta ni fomentar un clima de constante angustia, como si nada tuviese da conducta. Ésta constituía, sin duda, la mejor respuesta en aquella
validez ética o no existiese ninguna base estable para fundamentar situación histórica; pero si la ética ha de conducir la vida humana,
nuestra conducta. Sin negar los momentos de tensión, de duda, de oscu habría que preguntarse de nuevo si continúa siendo la más adecuada
ridad, incluso admitiendo el riesgo de un retroceso o de un error lamen para las circunstancias actuales. Al fin y al cabo, lo que antes se pre
table, conviene tener en cuenta dos observaciones fundamentales. tendía era, como ahora, actuar de la forma más recta y justa posible.
En primer lugar, no cabe duda de que a lo largo del tiempo el cono De ahí la imposibilidad de juzgar otras conductas desde nuestra
cimiento ético de la humanidad, a pesar de todas las dificultades, ha propia perspectiva cultural, pues entonces nos hacemos incapaces de
progresado de una manera constante e irreversible. Aunque luego no comprender su existencia y justificación. Una valoración ética en estas
seamos capaces de cumplir con todas las exigencias y obligaciones que condiciones será siempre injusta. De la misma manera que, dentro de
admitimos como válidas y objetivas, las metas e ideales éticos de hoy unos años, cometerían el mismo error si analizaran nuestra praxis
superan, en su conjunto, a los que tenían nuestros antepasados. La actual con otros esquemas diversos.
carta de los derechos fundamentales del hombre, aceptada por la casi La explicación de esta realidad evolutiva en el descubrimiento de
totalidad de los países, al menos en teoría, supone una conquista defi los valores tiene sus raíces humanas y sobrenaturales. Estas reflexio
nitiva que no alcanzaron las generaciones anteriores. Ciertas conductas nes finales ayudarán a comprender el porqué último de todo este pro
serán ya intolerables para el futuro, y, de volver a repetirse, sería con . greso que se gesta a través del tiempo y de la historia.
la condena unánime de todos los demás. Sólo la nostalgia senil de un
pasado siempre mejor explicaría el rechazo de este progreso evidente,
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LA ÉTICA PERSONAL 159
este diálogo, indispensable para la vida social, sólo es posible a través exigiera el bien público. Lo mismo que nunca se condenaron los tor
de una locución veraz y sin engaño. Si la mentira pervierte el signifi pedos suicidas. Era lícito matar al agresor ebrio o demente e incluso al
cado de esta facultad, habrá que considerarla también como un acto pequeño inocente que el agresor se pone como defensa, «porque la
inaceptable, que nunca se podrá justificar tampoco por ningún fin injusta agresión redunda sobre el niño». Se aceptaba la cooperación
bueno o para evitar otras consecuencias, por muy desastrosas que fue pasiva, sin resistencia externa, a una violación o a un acto matrimonial
ran. Siempre se había dicho que una mentira jamás sería lícita, aunque con preservativo, cuando existiera una grave dificultad. Reafirmar que
se salvara con ella la vida de muchos inocentes. Ya san Agustín había no se sabe un secreto, aunque se pregunte si se hace alguna restricción
insistido en que lo importante de esta cuestión es saber si la mentira mental, no se consideraba una mentira. Y, como criterio general, se
constituye una iniquidad y, una vez aceptado este presupuesto, habrá afirmaba que, en caso de perplejidad, cada cual debía elegir el mal que
siempre que excluirla en cualquier hipótesis. El fin, por tanto, jamás le pareciera menor.
justifica los medios; y cuando se ha demostrado, al margen de las con
secuencias, que una acción es mala, ninguna otra finalidad, por muy
digna que sea, llegará a convertirla en positiva, pues la buena intención La aceptación de determinadas excepciones
queda pervertida por la malicia del medio utilizado. La misma aplica
ción habría que hacer a otros comportamientos parecidos. En todas estas situaciones habría que decir que lo que normalmente
Esta postura acepta, por una lógica coherente, la realización de parece intrínsecamente pecaminoso dejaría de serlo en algunas cir
algunas acciones que se denominan «intrínsecamente pecaminosas», cunstancias, o -con mayor precisión todavía- que no se debe valorar
cuando la prohibición, contenida en una norma concreta, aparecía con como tal una acción mientras no se considere cómo se realiza en con
una validez tan universal y absoluta que no cabía más posibilidad que creto. Arrojarse al vacío, matar a una persona inocente, colaborar en un
aplicarla en la práctica, sin ningún tipo de excusa o posibilidad de acto pecaminoso, revelar un secreto o dar una información contraria a
excepción. El no cumplir con semejante exigencia, a no ser por falta de la verdad no siempre constituyen un suicidio, un asesinato, una acción
libertad o de conocimiento, sería siempre algo ilícito y condenable. La perversa o una mentira. Un mismo gesto encierra una valoración dife
ética personal, en esos casos, tendría que someterse por completo a las rente, según las condiciones y circunstancias en que se realice.
exigencias de la ética normativa, ya que no cabe otra interpretación ni Muchos de nuestros principios tradicionales tenían precisamente
puede tolerarse ninguna otra alternativa. Quedaba formulada de una este carácter reductor de otras normas más universales. La distinción
manera tan adecuada y completa que, por hipótesis, ninguna otra cir entre cooperación material y formal permitía colaborar en una acción
cunstancia o finalidad podría cambiar su valoración negativa. pecaminosa, que no debería realizarse cuando, por serias razones, no
Sin embargo, hay que reconocer que la existencia de estas normas fuese posible una completa ruptura. El adjetivo material indicaba que
absolutas no era tampoco muy frecuente en nuestra moral tradicional. no se quiere ni pretende, aunque haya de prestarse una cierta ayuda,
Este carácter absoluto, además de los principios tautológicos, como no pero sin ningún consentimiento interior. La misma virtud de la epique
es lícito cometer un crimen o hacer daño a una persona por capricho, ya y de la prudencia buscaba una aplicación diferente o matizada de la
sólo se daba en pocos casos. Para la mayoría habría que tener en cuen norma, siempre que las circunstancias dificultasen por algún motivo
ta las circunstancias en que se realiza la acción para descubrir su mora serio su fiel cumplimiento. No era una simple excusa sutil y farisaica
lidad .. Como recordaban los autores clásicos, a la naturaleza del acto para escapar de la ley, sino una verdadera virtud que aplica rectamen
pertenece todo aquello que lo constituye, por ser un elemento esencial te la ley necesitada de una ulterior interpretación.
y necesario. Por eso, si algo le falta o se le añade, su valoración ética Algo parecido podría decirse de la llamada ley de la gradualidad o
podría ser diferente. crecimiento, aceptada por el mismo Juan Pablo II. El ideal; a veces; no
De acuerdo con esta casuística, estaba permitido arrojarse desde un llega a cumplirse de inmediato por una serie de circunstancias; El
rascacielos, aun sabiendo que la muerte era inevitable, para no perder camino hacia él, cuyo valor objetivo se admite y defiende, habrá que
la virginidad o evitar una violación. Se podía provocar el naufragio o iniciarlo entonces de forma imperfecta, hasta conseguir, con la gracia
incendiar una nave para no caer en manos del enemigo, cuando así lo y el esfuerzo, una mayor adecuación. Esos primeros pasos, que no res-
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ponden todavía a las exigencias objetivas, deberán valorarse con un La fundamentación teleológica
espíritu de comprensión y tolerancia, pues la culpabilidad personal
podría quedar ausente o disminuida. Para superar estos inconvenientes apuntados, hace ya algunos años se
Incluso el conocido principio de doble efecto, tan utilizado en la quiso buscar un nuevo planteamiento que parecía más comprensible y
tradición, pretendía discernir cuándo puede tolerarse un efecto malo lógico. El teleólogo deduce el valor ético de una acción concreta refle
que se encuentra estrechamente vinculado con otro fin bueno que se xionando no sólo sobre su naturaleza,· sino teniendo en cuenta también
pretende. La entidad del acto humano, en efecto, es tan compleja que las buenas o malas consecuencias que pudieran producirse. Mantener
no siempre es posible separar el uno del otro. una norma como absoluta, cuando con su cumplimiento se destruyen
Los autores exigían la verificación de cuatro condiciones funda otros valores mucho más importantes, no parece que sea un comporta
mentales: a) que la acción sea buena o indiferente en sí misma; b) que miento aceptable. Por eso, para la moralidad de una conducta habrá que
el fin pretendido se considere bueno y honesto; c) que el efecto bueno tener en cuenta las orientaciones de la ética normativa como criterios
no se consiga a través del malo; y d) que exista una razón proporcio básicos y primarios, pero no se deben marginar tampoco las circuns
nalmente grave que justifique la tolerancia del efecto malo. Sin meter tancias concretas en las que se realiza, no vaya a ser que sus efectos
nos en otras explicaciones más detalladas de estos presupuestos, la rea negativos resulten peores que el valor que se pretende con su cumpli
lidad es que su aplicación, a pesar de la aparente claridad de su enun miento. Si la eticidad de una conducta depende también de sus conse
ciado, requería una serie de explicaciones que difícilmente se hacían cuencias, el juicio moral no será definitivo ni completo mientras, al
comprensibles en bastantes ocasiones. Algunos ejemplos, propuestos mismo tiempo, no se consideren todas las circunstancias que la rodean.
como casos-de conciencia en los libros de texto, serán suficientes para Puesto que con anterioridad a la situación no es posible conocer las
confirmar estas dificultades. consecuencias, la norma que manda o prohíbe. es sólo un bien o un mal
No es fácil entender por qué era lícito cortar la trompa con un feto pre-moral, pues su valoración ética sólo se completará al tener en cuen
ectópico como un remedio terapéutico, pero no se podía abrir para ta todos los elementos de la acción. Adjetivarla de esta manera no sig
extraer exclusivamente el embrión y conservar así la posibilidad de un nifica negar su validez e importancia, como si pudiera prescindirse de
nuevo embarazo. Se admitía que una mujer, como hemos visto, se arro ella. Lo único que se dice es que no respetar la vida, provocar una este
jara de un piso alto, aun con la certeza de su muerte, para defender su rilización o no decir la verdad, aunque en teoría son valores negativos
virginidad, pero no que se pegara un tiro con esa misma intención, pues que deberían excluirse, habrá que anaHzar en que situaciones se reali
se trataría de un suicidio inadmisible. Tampoco se entiende qué razón zan para saber si constituyen un crimen, una acción anticonceptiva o
existe para aceptar los torpedos suicidas, que tienen como objetivo des una mentira. Sólo cuando no se cumple con el valor ideal, sin ninguna
truir el barco y la vida de sus tripulantes, cuando la muerte de quienes razón proporcionalmente grave, el mal físico o pre-moral se converti
los tripulan resulta irremediable, y considerar ilícito, sin embargo, pro rá también en ético.
vocarse la propia muerte cuando podría ser el único medio para salvar El principio de doble efecto se presenta también con otra perspec
muchas vidas inocentes. tiva, que parece a estos autores más asequible y menos complicada. La
Lo único que me interesa, por el momento, es indicar cómo muchas limitación humana, que no nace sólo de su voluntad libre, sino de su
de las obligaciones que aparecen como más absolutas -no matar, no misma contingencia, impide muchas veces que el resultado de tales
mentir, no hacer el mal, etc.- quedaban después reducidas en su apli comportamientos sea positivo en todos sus aspectos. Cuando, aun con
cación práctica. Existía, en el fondo, como una intuición de que no se la mejor de las intenciones, se busca conseguir un bien, brota otra serie
puede cumplir siempre con todos los valores en cualquier hipótesis o de efectos negativos que no se pretendían. El bien moral consiste
circunstancia, y se intentaba de esta forma, por una parte, armonizar la entonces en discernir con lucidez y objetividad qué alternativa se pre
validez de la norma y, por otra, permitir ciertas acciones que aparente senta como la más humana y evangélica: defender el valor que se con
mente irían contra ella. sigue con la acción, a pesar de sus consecuencias negativas, o dejar de
hacerla para evitar los otros males que se juzgan más importantes que
la no-realización del valor deseado.
166 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA ÉTICA PERSONAL 167
El único problema de esta nueva formulación reside justamente en to, sino a manifestar de forma clara y visible la actitud interior de quien
descubrir cuál es el valor superior que hemos de buscar por encima de las realiza. La comida es un remedio para eliminar el hambre, como el
todo. O, dicho de otra manera, se trata de ver si existe una razón justa estudio es en un medio para obtener un título y ganarse la vida. Ambas
y proporcionada que permita y compense la realidad de determinados acciones resultan útiles y beneficiosas para conseguir el objetivo pro
efectos negativos que no son los que se intentan y los que se quieren. puesto. Sin embargo, cuando se deja un ramo de flores sobre la tumba
Este valor supremo, que debe prevalecer y mantenerse como el de de un difunto, se da un apretón de manos a la persona afectada por una
mayor preferencia, es el que dignifica una conducta en concreto, aun desgracia, o se ofrece un beso a quien se saluda después de algún tiem
que de ella se deriven algunas consecuencias que, desde un punto de po, la utilidad de tales gestos es prácticamente nula. No son más que el
vista físico, habría que catalogar como lamentables. La misma dificul símbolo de un recuerdo amoroso que perdura en el corazón, de un
tad que se daba en su formulación tradicional. Por eso, en ésta también afecto con el que podrá siempre contar en cualquier circunstancia, o un
se insistía en que «hay que considerar todos los elementos, las venta signo gozoso por la alegría del encuentro.
jas e inconvenientes, tanto individuales como sociales, los inmediatos La vida está llena de estas acciones, a primera vista inútiles y sin
como los más remotos, que influyen en la formación del juicio recto». provecho, pero que encierran en su interior, por debajo de las simples
· Estos nuevos planteamientos, aceptados por una amplia mayoría de apariencias, un contenido extraordinario de riqueza humana. Para una
moralistas actuales, han sido objeto de una fuerte crítica por parte de. mirada superficial apenas si tienen explicación, pues no se descubre en
otros autores. Muchos creen, incluso, que son contrarios a la enseñan ellas ninguna finalidad que pudiera justificarlas. Producen la impresión
za de Juan Pablo n en la encíclica Veritatis splendor. Por ello quisiera de ser muchas veces una pérdida de tiempo, un vulgar despilfarro, un
probar brevemente cómo ciertas acusaciones o condenas · contra esta esfuerzo inútil que debería haberse empleado de una forma más razo
teoría no me parecen estar justificadas. Las tres dificultades mayores nable. Los efectos de una acción no hay que medirlos, por tanto, con
que se les atribuye radican en el peligro de caer en una ética utilitaris una mentalidad mercantilista, para ver lo que desde el punto de vista
ta que, al mismo tiempo, se haga demasiado subjetiva y rechace la cuantitativo y en términos de rentabilidad resulta más provechoso para
existencia de las acciones intrínsecamente pecaminosas. ¿Es posible una mayoría. Una mentalidad semejante será propia de un utilitarismo
evadir estos riesgos? pragmático, que también es rechazado por una teleología humanista y
moderada.
La superación de una ética utilitarista Quien denuncia· una injusticia sabiendo que no logrará ninguna
mejora, aunque él pagará su protesta con la vida o terminará encerra
Los defensores de esta tendencia creen que juzgar la eticidad teniendo do para siempre en una cárcel, sin ninguna posibilidad de actuar en el
en cuenta también sus consecuencias no supone caer en una moral de futuro; quien renuncia a unos privilegios para compartir con los más
la pura eficacia, en la que el valor concreto de un comportamiento que necesitados, convencido de que con ello no elimina la condición mise
dara determinado por la dimensión utilitaria del mismo. Las conse rable de los demás; quien realiza una huelga de hambre como grito de
cuencias no son ni los únicos ni los más relevantes elementos para protesta por una causa justa, pero con la conciencia de que nada va a
decidir sobre la moralidad de una acción. Quienes mantienen este tipo conseguir... se podrían considerar, dentro de unos esquemas utilitarios,
de fundamentación, es porque han querido insistir, hablando en térmi como personas insensatas e irracionales. Se trata, como fácilmente se
nos clásicos, en que la bondad o la malicia tampoco brotan al margen constata, de acciones completamente inútiles y que no sirven para nada
del fin y de las circunstancias, ya que la influencia de estos factores era desde una visión pragmática de la vida. Sin embargo, la óptica de la
demasiado pequeña en los manuales de moral. Dos razones fundamen teleología no defiende límites tan estrechos. Más allá de la utilidad y la
tales se aportan para evitar un utilitarismo condenable. eficacia, se abre una perspectiva diferente, que sopesa y analiza tam
Es importante distinguir, en primer lugar, entre acciones que po bién la importancia y la riqueza humana de esas acciones. El valor del
drían adjetivarse como útiles y productivas, porque sirven para obtener testimonio en esos casos, con la esperanza, el dinamismo y la ilusión
un fin determinado, y aquellas otras que sólo tienen una carácter expre que despiertan, encierra un valor muy superior al de otras posibles ven
sivo e insignificante, pues no están destinadas a producir ningún efec- tajas que podrían obtenerse con un planteamiento utilitarista.
168 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA ÉTICA PERSONAL 169
Y es que, cuando la acción brota de un enorme amor, encuentra en tiene, pues, una función protectora por la que nadie debe sentirse mo
éste su completa significación. Si aparece como inexplicable para el lesto y oprimido. Si en alguna situación concreta, como sucedía e� la
que no lo vivencia, es porque habla un lenguaje que no todos están casuística tradicional, un determinado valor ético no resultaba �bhga
capacitados para entender. Y justamente por esta incapacidad de com torio -respetar la vida de un inocente o atentar contra la propia lan
prensión tan generalizada, en una sociedad opaca a esta dimensión zándose al vacío, según veíamos con anterioridad-, era porque se valo
humanista, su gesto se hace tanto más necesario y se convierte en un rab a objetivamente como más importante otra obligación superior.
valor con una densidad impresionante. La respuesta de Jesús contra los Por eso, en esta concepción no queda tampoco lugar para un rela
que murmuraban de aquella mujer que había derramado sobre él un tivismo arbitrario que indujera a comportarse como a cada cual le pare
frasco de valioso perfume (Me 4,3-9), porque habría sido más útil ciera. La objetividad de una conducta no depende de la simple obe
dedicar ese dinero a los pobres, denuncia esa ceguera de juicio de diencia a la ley, sino de la sumisión concreta a aquel valor que, en tales
quien sólo valora la utilidad inmediata. circunstancias, haya de prevalecer y respetarse por encima de todos. Se
trata de encontrar la mejor respuesta posible a las diferentes exigencias
éticas que se acumulan en una situación. Cuando la persona op� �sí,
La objetividad de la decisión personal en función del valor preferente, su decisión es plenamente obJetlva,
aunque a lo mejor no sea siempre la misma, si las circunstancias varia
El peligro de relativizar las normas con una visión demasiado subjeti sen su planteamiento anterior. Afirmar, como algunos autores han
va es una preocupación justificada en este tipo de fundamentación. La escrito, que la ética teleológica no es nada más que una técni�a. para
insistencia de Juan Pablo II, en la encíclica antes citada, es perfecta justificar cualquier decisión, me parece completamente falso e mJusto.
mente comprensible. «Al presupuesto de que se debe seguir la propia En lo que hemos llamado «ética personal» se da, por tanto, una
conciencia se ha añadido indebidamente la afirmación de que el juicio orientación abstracta, no particularizada a ninguna situación, que nos
moral es verdadero por el hecho mismo de que proviene de la con indica la existencia y jerarquía de un mundo de valores que favorece e
ciencia» (VS, 32). Es cierto que, aunque ella sea la norma última de ilumina la decisión a tomar y, al mismo tiempo, un imperativo concre
moralidad, nunca es una fuente autónoma para decidir lo que es bueno to y ya pormenorizado -el único absoluto y obligatorio para es�a oc�
o lo que está mal. Los valores que la ética normativa nos enseña, aun sión-, que tiene en cuenta también los elementos específicos no mclm
que a un nivel más abstracto, son datos de fundamental importancia dos en esa normativa general. El ser humano, en su actuación ética, no
cuando la persona desea saber cómo debe comportarse. Nos indican el debe aplicar sólo una norma, que es incompleta en su generalidad para
camino que ha de recorrerse para vivir de acuerdo con la dignidad de todas las ocasiones; pero tampoco debe fijarse exclusivamente en una
la persona. Los valores que la ética normativa nos enseña, aunque a un determinada situación, según su criterio individual, que le llevaría a un
nivel más abstracto, son datos de fundamental importancia cuando la subjetivismo exagerado, sino hacer una síntesis de ambos elementos
persona desea saber cómo debe comportarse. Constituyen el cauce de para formarse un juicio último lo más objetivo posible.
una libertad responsable y una ayuda imprescindible para nuestra pro
pia realización. Las personas que ignorasen su existencia, rechazando
la iluminación que de ellos proviene, caerían en un subjetivismo anár La existencia de acciones intrínsecamente pecaminosas
quico, al no confrontar su conducta con unos criterios objetivos, patri
monio de una rica herencia y tradición. Es otro de los puntos fundamentales que el Papa recuerda como una
Pero que algunos valores queden condicionados y se relativicen de enseñanza tradicional en todo el magisterio de la Iglesia. «Intrínseca
alguna manera, no supone negar su obligatoriedad ni la urgencia de mente pecaminosa» es aquella acción que se considera mala en sí
una decisión objetiva, independiente de los gustos o criterios persona misma y no por el hecho de estar vedada, teniendo que admitirla como
les. Precisamente para no caer en un subjetivismo peligroso, sin nin tal en cualesquiera circunstancias y ocasiones, sin excepción posible.
gún punto de referencia, se requiere la universalidad de la norma como Ya en su exhortación sobre Reconciliación y penitencia insistía el Papa
un elemento constitutivo de la decisión moral. La ética como ciencia con toda claridad en este aspecto:
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«Es un deber añadir -como se ha hecho también en el Sínodo- que nado con un enfermo terminal es un gesto eutanásico o un derecho del
algunos pecados, por razón de su materia, son intrínsecamente graves propio paciente.. :odo lo c?al �ndica que en much�s ocasiones, antes �e
y mortales. Es decir, existen actos que por sí y en sí mismos, inde valorar una acc10n como mtrmsecamente pecammosa, hay que anali
pendientemente de las circunstancias, son siempre gravemente ilíci zar su misma naturaleza para ver si encierra las condiciones que la
tos por razón de su objeto. Estos actos, si se realizan con el suficien especifican como tal.
te conocimiento y libertad, son siempre culpa grave» (n. 17). El
hecho del martirio cristiano es una confirmación elocuente. de que la
fidelidad a Dios es absoluta e incondicional, y de que existen «nor
mas morales negativas relativas a comportamientos determinados y Condena explícita de radicalismos extremos
que son válidas sin excepción» (VS, 90).
Creo que una gran mayoría de autores están de acuerdo con las verda
Hay que reconocer que tal afirmación iría contra la teoría extre des básicas y fundamentales de la encíclica, que no tienen por qué sus
mista de aquellos que negaran, fuera del principio radical del amor, la citar ninguna crítica seria o rechazo. La conciencia debe permanecer
existencia de otras normas que, en cualquier hipótesis y ocasión, hayan abierta a la llamada de los valores objetivos, que evite un situacionis
de considerarse siempre como absolutas. La siguiente afirmación de la mo relativista e inconsistente. Lo mismo que la opción por Dios se re
encíclica solo podría aplicarse a una teleología radicalizada: «Las teo fleja y autentifica en los actos particulares. La vinculación entre liber
rías éticas teleológicas (proporcionalismo, consecuencialismo), aun tad y ley, conciencia y verdad, constituye un patrimonio evidente de la
reconociendo que los valores morales son señalados por la razón y la moral cristiana. El actuar es moralmente bueno cuando las elecciones
revelación, no admiten que se pueda formular una prohibición absolu de la libertad son conformes con el verdadero bien de la persona. No
ta de comportamientos determinados que, en cualquier circunstancia y existe separación entre el orden ético y el orden de la salvación, pues
cultura, contrasten con aquellos valores» (VS, 75; también 79, 80, 81, la dicotomía entre fe y moral es inaceptable. El pecado mortal no se
96, 115). verifica sólo en el rechazo explícito de Dios, sino cuando la persona
No creo, sin embargo, que nadie se atreva a decir, por citar algunos compromete su libertad en una materia moralmente grave. Los cristia
ejemplos, que renegar de Dios, odiar a las personas o desearles un mal, nos tienen en la Iglesia y en su magisterio una gran ayuda para la for
violentar su intimidad por medio de la tortura, la trata de blancas, la mación de la conciencia. Son afirmaciones tan evidentes que ninguna
perversión de menores... podrían justificarse en algunas situaciones. La persona sensata se atreverá a negar.
primacía de Dios como valor supremo y absoluto y por encima de cual
quier otro, la imposibilidad de conseguir algún bien con el odio, o piso Y es que los interrogantes o dificultades que plantea parecen hacer
tear la dignidad y el respeto de la persona, configuran de tal manera referencia a posturas mucho más radicales que las que se aceptan en
estas acciones que las hacen completamente injustificables en cual las orientaciones actuales de la moral:
quier circunstancia. Son, sin duda alguna, intrínsecamente pecamino «¿Es posible obedecer a Dios y, por tanto, amar a Dios y al prójimo,
sas. El mismo Papa recoge las afirmaciones del Vaticano n corno <<una sin respetar en todas las circunstancias estos mandamientos?» (n. 4).
amplia ejemplificación de tales actos» (VS, 80) en la que todos estamos
completamente de acuerdo. El homicidio, que equivale a matar injus Algunos han llegado a teorizar una completa autonomía de la razón
en el ámbito de las normas morales» (n. 36).
tamente, riunca podrá aceptarse. De la misma manera que robar por
capricho, mentir por comodidad o por egoísmo, tolerar un mal por «En virtud de una opción primordial por la caridad, el hombre -según
cobardía, o eliminar a un discapacitado por su condición, etc., no se estas corrientes- podría mantenerse moralmente bueno, perseverar en
convertirán nunca en algo bueno. la gracia de Dios, alcanzar la propia salvación, a pesar de que algu
La discusión podrá plantearse cuando se analiza si esta acción con nos de sus comportamientos concretos sean deliberada y gravemente
contrarios a los mandamientos de Dios».
creta por la que se atenta contra una vida es un crimen o una muerte
provocada por un acto de doble efecto. Si apropiarse de lo ajeno es un «Según estos teólogos, el pecado mortal, que separa al hombre de
robo o una necesidad ineludible. Si no utilizar un medio desproporcio- Dios, se verificaría solamente en el rechazo de Dios» (n. 69).
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172 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA ÉTICA PERSONAL 173
«¿Cómo se asegura esta ordenación de los actos humanos hacia Tampoco habría disparidad en admitir el carácter relativo que a
Dios? ¿De la intención del sujeto que actúa, de las circunstancias -y, veces revisten en algunas circunstancias. Como es imposible que un
en particular, de las consecuencias- de su actuar, del objeto mismo de valor normativo abarque todas las peculiaridades de una situación, no
su acto?» (n. 74). puede excluirse q�e deje de tener vig�ncia en_ a�gún caso concreto. _Para
«El primero (teleologismo) pretende deducir los criterios para la rec dotarle de un caracter absoluto habna que t1p1ficar todas las posibles
titud de un determinado modo de obrar sólo del cálculo de las conse excepciones, integrándolas dentro del propio valor normativo. No es
cuencias que se prevé pueden derivarse de la ejecución de una deci lícito matar a una persona, a no ser en legítima defensa, o en tiempo de
sión» (n. 75). guerra justa, o cuando ha sido condenada por la autoridad competente,
«Las teorías éticas teleológicas (proporcionalismo, consecuencialis 0 en las múltiples e inabarcables ocasiones en que su muerte se produ
mo), aun reconociendo que los valores morales son señalados por la ce de una forma indirecta, dentro de una acción con doble efecto. Si
razón y la revelación, no admiten de ninguna manera que pueda darse esto fuera posible, el principio se convertiría en un enunciado tautoló
una prohibición absoluta de elegir comportamientos determinados gico: no es lícito matar injustamente, ya que en las otras circunstancias
que, en cualquier circunstancia y cultura, estén en contradicción con perdería su contenido perverso.
aquellos valores» (n. 75). Cuando la valoración encierra un carácter absoluto, como en este
«Así pues, hay que rechazar la tesis, característica de las teorías tele caso, nunca se podrá justificar, por muy bueno que parezca el fin que
ológicas y proporcionalistas, según la cual sería imposible cualificar se pretende. De la misma manera que nunca estará permitido robar a
como moralmente mala según su especie -su "objeto"- la elección una persona con la finalidad de prestar ayuda a un necesitado a quien
deliberada de algunos comportamientos o actos determinados, si se no se quiere socorrer con los propios recursos, pues el robo -también
prescinde de la intención por la que la elección es hecha o de la tota en esa concreta ocasión- sigue siendo inadmisible. Tampoco en este
lidad de las consecuencias previsibles de aquel acto para todas las
personas interesadas» (n. 79). punto existen criterios opuestos.
Las diferencias radicarían en que el deontólogo, para justificar las
Cualquiera que conozca la bibliografía actual sabe que la funda posibles excepciones que podrían darse, las explica con otros princi
mentación teleológica moderada no incurre en ninguna de estas exage pios de valoración. De esta forma intenta defender la objetividad de las
raciones ni niega tampoco ninguna de las verdades que se derivan de soluciones, que podría peligrar sin la existencia de otras normas, para
la antropología cristiana expuesta con anterioridad. regular con exactitud cualquier aparente conflicto. De hecho, éste
nunca es auténtico y verdadero, pues siempre queda resuelto con acu
dir a estos últimos criterios. El que crea encontrarse ante un conflicto
de valores, es como consecuencia de un error o de una ignorancia que
Convergencias y divergencias entre ambas teorías fácilmente podrá superar con el estudio o la información. Se prefiere
asegurar la objetividad de la decisión, aunque sea sacrificando ciertos
A pesar del diverso planteamiento que se da en cada una de ambas pos aspectos de la coherencia lógica, como apuntábamos con anterioridad.
turas, existen también profundas convergencias que conviene subrayar, El teleólogo, aunque comparte con frecuencia las mismas solucio
aunque en la solución de algunos casos concretos puedan darse ciertas nes, prefiere llegar por otro camino que juzga más coherente. El valor
diferencias. que se busca realizar podría, a lo mejor, producir efectos peores, y ante
Hay un común acuerdo en defender la importancia que tienen los este conflicto hay que resignarse a perder uno y optar por el de mayor
valores de la ética normativa como criterios básicos de orientación. El importancia y preferencia, de acuerdo con una escala yjerarquía que
ideal sería siempre cumplir con las exigencias que contienen y poder hace objetiva la decisión. Se trata, en otras palabras, de hacer el mayor
realizarlas en cualquier situación. Lo que es recto debería aplicarse en bien posible cuando no se puede cumplir, por desgracia, con todos los
la práctica, ya que, por hipótesis, constituye un camino válido para la valores que entran en juego, o de excluir aquel mal que se considera
autorrealización de la persona. No es posible una vida moral que no peor cuando no todos los males llegan a evitarse. La posibilidad de
tenga constantemente presente la urgencia de estos valores. error nunca podrá eliminarse por completo, como tampoco está exenta
174 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA ÉTICA PERSONAL 175
de ella el deontólogo, cuando reflexiona sobre la razón proporcional Sería más elegante y hasta gratificante para nuestro narcisismo una
mente grave para permitir un efecto malo, o sobre las causas que justi conducta ajena por completo a todo tipo de compromiso, pero la vida
fican una.epiqueya en el cumplimiento de la ley. se impone muchas veces con un realismo en el que lo mejor es a menu
do enemigo de lo bueno. El radicalismo extremo y quijotesco, cuando
aumenta la fuerza del mal, no tiene nada que ver con una actitud heroi
Doble postura frente a la conflictividad ética ca. Héroe es aquel que está dispuesto a dar su vida por lo que juzga
más conveniente y digno, dentro de las posibilidades con que cuenta.
Hay que reconocer, como ya hemos apuntado, que la fundamentación
deontológica goza de una arquitectura mucho más armónica, donde
todos sus elementos quedan perfectamente encajados. No queda espa Motivos justificadores de la tolerancia del mal
cio para la perplejidad y la duda, que se consideran productos de la
ignorancia o del error. Esta experiencia de incertidumbre, que impide La aceptación del compromiso no nace, pues, de la ley del menor
optar de una determinada manera entre obligaciones aparentemente esfuerzo o de un deseo de satisfacer los gustos personales, ni siquiera
contradictorias, es una consecuencia del hombre ignorante y enfermi constituye una defensa del minimalismo ético. La posibilidad de con
zo. Por ello, la actitud pastoral debe ser análoga a la que se adopta con seguir el mayor bien es el único motivo que justifica la existencia de
la conciencia turbada por los escrúpulos. otros males. Por ello debería mantenerse con un sentido de provisio
A pesar de estos conflictos aparentes, la moral tenía bien estudia nalidad, dispuestos a cualquier cambio, cuando se constatara que, me
das semejantes situaciones para atinar con la solución única y definiti diante otra opción diferente, la pérdida del bien resultaría mucho me
va a esas primeras incertidumbres superficiales. El que se deja llevar nor. Con esta actitud, nadie puede sentirse satisfecho con la elección
por la claridad de los principios éticos gozará siempre de un juicio efectuada, pues supone vivir en un estado de constante vigilancia para
radiante y luminoso, sin sombras ni opacidades que dificulten su deci no perder el rumbo y la orientación más conveniente.
sión práctica. A un nivel teológico, tampoco le parece aceptable a esta Más aún, la tolerancia de ese mal debería provocar una cierta
orientación el que Dios, como legislador supremo y sabio, ponga a sus molestia interior, una especie de nostalgia serena, por esa herida que en
criaturas en situaciones conflictivas en las que el cumplimiento de una el mundo del bien se ha producido. Aunque moralmente no sea conde
obligación suponga el abandono de otra, aunque fuera menos impor nable ni despierte ningún sentimiento de culpabilidad, el mal será
tante. Aceptar un conflicto como éste supondría una limitación incon siempre una lástima y un desorden. Lo ideal habría sido, sin duda,
cebible en su providencia sobre las personas. haberse encontrado en otra situación en la que no hubiera sido necesa
La fundamentación teleológica se presenta, por el contrario, con un ria su presencia ni se hubiera creado ese conflicto.
carácter más conflictivo y agónico. Vivimos en un mundo en el que, Es evidente que, al hablar de conflicto, no se entiende como una
por desgracia, no siempre es posible mantener en alto todos los valo contraposición entre los valores éticos y religiosos -los más altos y
res humanos y evangélicos. Esto significa, aunque nos cueste trabajo sublimes de la escala jerárquica- y otros pertenecientes a un mundo
admitirlo, que tenemos que regatear a veces con el amor, que su rostro inferior. No se puede negar una graduación entre todos ellos, y nunca
no manifiesta continuamente la satisfacción y alegría de que todo ha se aceptará como lícita la opción por alguno de estos últimos que con
quedado cumplido. Y ello no por pura cobardía o pereza egoísta -lo lleve la eliminación de los primeros. Para mantener la fama social no
cual siempre será pecaminoso-, sino por una exigencia de nuestra con estará permitido el sacrificio de una vida inocente, pues todo compor
dición humana, transida por el pecado y la limitación. Pactar con lo tamiento debe tener en cuenta, para no caer en un situacionismo ina
que, en teoría, no está bien, es la única salida que muchas veces queda ceptable, la jerarquía y objetividad de los valores.
abierta para evitar mayores males y tragedias. El compromiso aparece De la misma manera que, cuando una determinada acción se puede
así como una urgencia del ser humano, que peregrina y se esfuerza en valorar como intrínsecamente pecaminosa, ya no será posible realizar
la búsqueda de la verdad: la única que puede llevarlo a la mejor reali la por muy bueno que sea el fin que se pretenda. Creo, por tanto, que
zación, en este momento, de su propio destino. una teleología moderada, como la que hoy aceptan muchos autores, no
176 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA ÉTICA PERSONAL 177
cae en los errores condenados por la Veritatis splendor. Podrán existir REIG PLA, J.A., «Los actos intrínsecamente malos en la encíclica "Veritatis
opiniones diferentes sobre la valoración intrínseca de un acto concre splendor"»: Anales Valentinos 22 (1996), pp. 115-136.
to, pero tales diferencias se encuentran también entre los mismos RODRÍGUEZ, L., «Verdad y vida moral: Anotaciones a la encíclica "Veritatis
defensores de una ética deontológica. Si hemos insistido en una visión splendor"»: Salmanticensis 41 (1994), pp. 261-271.
más teleológica, es porque nos parece más coherente y porque, ,mnque RUIZ DE LA PEÑA, J.L., «La verdad, el bien y el ser. Un paseo por la ética, de
algunos pretendan lo contrario, no incurre en la condena de la encícli la mano de la "Veritatis splendor"»: Salmanticensis 41 (1994), pp. 37-65.
ca citada cuando se mantienen los criterios básicos afirmados por ésta. vv.AA., Comentarios a la «Veritatis splendor», BAC, Madrid 1994.
La decisión personal en ambas posturas adquiere, en cualquier vv.AA., La Teología Moral en fuera de juego. Una respuesta a la encíclica
hipótesis, un relieve extraordinario. Sólo la propia conciencia tiene la « Veritatis splendor», Herder, Barcelona 1995.
última y definitiva palabra para la moralidad de nuestras acciones. En
toda la tradición se ha defendido siempre la importancia de. este prin
cipio. Será el tema del próximo capítulo.
***
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FUNCIÓN MORAL DE LA CONCIENCIA 179
vano, la revelación se convierte en un recuerdo constante para esa con la toma de conciencia radical por la que una persona se compromete
versión al Señor, el único que puede quebrantar los corazones endure con su proyecto ético y en la que se revela de forma valorativa su sig
cidos. La predicación de los profetas no se cansará de repetir esta nificado más profundo. Es ahí donde la persona vislumbra su destino
misma invitación (Os 4,2; Is 1,15; 44,22; 55,6-7; 57,15; Jer 3,14; 4,1; temporal y su salvación eterna.
18,3; Ez 2,18-19; 14,6; 18,21-32; 33,7-11; JI 1,3-15; 2,12; Za 1,4). En cuanto derivación consecuente de esta función primaria, la con
Algo parecido habría que decir sobre el empleo de la sabiduría y la cie ncia aparece también como acto, que aplica las exigencias funda
prudencia, que no encierran un sentido puramente especulativo, sino mentales a los casos y acciones concretas y determinadas. Si la prime
que indican también un conocimiento práctico aplicado a la realidad. ra se designaba como conciencia habitual, por la actitud y disposición
Ellas enseñan el arte de dirigir la propia vida y orientarla por los sen interior y permanente en la búsqueda del bien, esta segunda quedó
deros del bien. Por eso aparecen como atributos divinos por excelen definida como conciencia actual. Fue el mismo san Pablo quien desa
cia, que Dios reparte entre sus elegidos como un don, más allá de sus rrolló también este segundo aspecto. Las situaciones particulares y
cualidades naturales. comunitarias a que tuvo que hacer frente para encarnar el mensaje
evangélico le llevaron a presentar con mayor amplitud los criterios de
conciencia necesarios para la solución de estos conflictos.
La conciencia en los escritos paulinos La interpretación patrística seguirá por este mismo camino. La
conciencia es, ante todo, la voz de Dios que resuena en lo íntimo del
La palabra syneidesis (conciencia) aparece con mucha frecuencia en corazón humano. Como buen maestro y pedagogo, conduce al alma
los escritos paulinos. Probablemente, no se trata de una herencia reco por el camino recto, hasta encontrar en ella, como en una alcoba inte
gida de la filosofía pagana, sino que tenía un origen más popular, al· rior, la fuente del bien. El gozo de la buena acción o el remordimiento
que san Pablo va a dar un contenido y una significación algo diferen de una conducta perversa no son sino el testimonio aportado por la pro
tes, añadiendo la dimensión bíblica que antes apuntábamos. Si en la pia conciencia. En el tribunal interior, el testigo, el juez y el acusado
filosofía popular, representada sobre todo por los cínicos, epicúreos y son una misma realidad que siempre nos acompaña. Existe como un
estoicos, aparecía como el testigo de las acciones o el acusador que optimismo generalizado en esta capacidad del ser humano, cuya nega
condena las faltas, Pablo va a insistir en ese dinamismo interior por el ción sería una blasfemia contra el Creador que ha querido gobernar así,
que la persona se capacita para orientar su existencia hacia un destino con su Providencia, a todas las criaturas racionales. Con ello no se bus
concreto y valorar su propia conducta: «cuando los gentiles, que no tie caba engrandecer al hombre para hacerlo autosuficiente, sino admirar
nen ley, cumplen naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener en él la obra de Dios.
ley, para sí mismos son ley; como quienes muestran tener la realidad
de esa ley escrita en su corazón, atestiguándolo su conciencia» (Rom
2 ,14-15). La sistematización histórica
Esa ley no escrita, anterior y superior a cualquier otro derecho, y a
la que este mismo se encuentra sometido, se revela en el interior de la La reflexión escolástica posterior consagrará definitivamente esta do
propia conciencia. Sus dictados cumplen la misma función que para ble concepción que ya hemos apuntado, distinguiendo entre la sindé
los judíos tenía la Ley revelada por Dios. Al margen de ella o de cual resis, como capacidad originaria en la percepción de los valores ( con
quier otro mandato, el individuo lleva siempre sobre sí una palabra que ciencia habitual), y la aplicación de estos valores a las situaciones con
le vincula y le obliga. Las exigencias de la ley natural nos hablan y cretas (conciencia actual). En adelante, el interés mayor de casi todos
comprometen a través de este dinamismo interior. Su tarea más impor los autores y la preocupación básica de la moral va a centrarse preci
tante no consiste en aplicar a lo concreto los principios generales, sino samente en esta segunda acepción. El tratado sobre la conciencia sufri
en darle un sentido y orientación a toda la existencia. La ley divina rá un desplazamiento de su sentido más primordial al más secundario.
queda escrita en el corazón, y en función de ella cada uno ha de enfo En la explicación de este cambio late la preocupación común de
car su vida. En términos más actuales, podríamos decir que constituye buscar la mayor seguridad posible, con el deseo de eludir el riesgo del
184 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA FUNCIÓN MORAL DE LA CONCIENCIA 185
Lo personal y lo objetivo: una doble exigencia También dijimos que esta creatividad de la conciencia no es exclu
siva de la fundamentación teleológica; también la deontología acepta
c;on una mayor persp�ctiva histórica y serenida?, e� problema puede otros conflictos y situaciones en que el individuo necesita tomar una
situarse en un marco diferente y con nuevas matizaciones. No se trata . opción, sin que ninguna otra norma le dicte lo que ha de elegir. En
d� eliminar ninguna de las dos dimensiones que constituyen el hecho · tod os estos casos, una vez que se ·ha calibrado el peso de las razones
étlc?. En�re el ser humano contemplator, que fomenta un objétivismo . . fav orables o contrarias, la moralidad surge por la decisión de concien-
extnnsecista, y el ser humano creator, que conduce hacia un situacio" · cia adoptada.
nismo peligroso, no existe una contraposición antagónica para ver Cuando no se logra alcanzar el grado de certeza necesario para una
quién triunfa: si la pura sumisión y obediencia pasiva al dato real O la pru dente actuación, tampoco se requiere recurrir a los sistemas apun
creatividad original del individuo, que sólo tiene presentes los rasgos . ta do s con anterioridad. Con ellos se da la impresión de que se preten
peculiares de su situación. Una síntesis armónica de ambos elementos de la búsqueda de una libertad legal, aunque algunos la concedan más
es la única que podría superar cualquier alternativa extremista. · fáci lmente que otros, para eximir de una obligación que resulta moles
ta. Aq uí la solución a cualquier duda razonable se encuentra por otro
La experiencia ética nos revela precisamente esta mutua comple ino menos complicado y dificultoso. Si, después de una seria refle
mentariedad. En todo juicio moral quedan implicados tanto el deber cam
xión, no se sabe qué elegir, ni se consigue eliminar las dudas presen
i�terior de una perso?a como su confrontación con otra trans-subjeti seguridad de que en tales situaciones no existe
vidad. Se apunta hacia dentro para enaltecer el valor de la conciencia tes, existe la suficiente
y se mira hacia fuera para no dejarse llevar por el subjetivismo. Sujet� ninguna obligación determinada, la persona queda libre, por tanto, no
y
y objeto se armonizan y complementan. para prescindir de la ley, sino para hacer lo que valore como el mayor
bien posible, lo que juzgue mejor y más importante para su autorreali
La dimensi?n _interna es impresd,ndible, no sólo porque se requie zación, lo que vea más cercano y acorde con el evangelio.
re ese convencimiento personal, autonomo y responsable, sin el cual La obligación del juicio moral no nace, pues; por un simple meca
no existiría una ética adulta, sino porque la misma aplicación concreta nismo interior a la persona, como algo que dimana del propio corazón,
hecha por la conciencia tiene que abrirse a otros horizontes más allá de sino porque ese convencimiento se basa en un valor objetivo y respon
esta ley o normativa general. Tendríamos que insistir de nuevo en que de a las exigencias reales de la verdad. Si, de ordinario, la ley mani
su función primaria es dinámica y orientadora. Busca de verdad lo que fiesta en su formulación este ideal objetivo, siempre resulta posible
es bueno para la persona y le sirve para autorrealizarse en función de algún pequeño desajuste que sólo la honradez de la conciencia está
su proyecto último. capacitada para dirimir.
Ahora bien, como ya expusimos en el capítulo anterior, la bondad
de una _ac�ión no se descubre sólo en su formulación abstracta, por
muy obJetlva y verdadera que sea, sino en el imperativo concreto y por Un camino intermedio entre el legalismo y el antinomismo
menorizado de cada situación, donde entran además otros valores que
exigen también ser reconocidos y aceptados. Y cuando diferentes valo Si lo que asustaba en relación a la ética de situación era que la moral
res entran en conflicto, cuando algunas circunstancias impiden el cum degenerara en puro subjetivismo, la preocupación -explicable en un
�limiento �e una obligación, no existe ninguna otra ley más particula comienzo, dado su contexto histórico- parece excesiva, y desaparece
nzada que imponga con su fuerza una de las posibles opciones a tomar. cuando se tiene en cuenta un mínimo de garantías. Lo que surge de este
Aquí sól_o la conciencia debe y puede discernir lo que parece mejor. Si. planteamiento no es una imagen caprichosa y descontrolada de la
1� moralld�d radica en este último juicio, tenemos que aceptar que, en conciencia, reformable en función del criterio individual de cada per
cierto sentido, ella es la creadora y artífice del valor ético de esta deter sona, sino una visión que corresponde al deber moral, conocido des
minada acción. Su punto de vista no es tanto el cumplimiento de la pués de una confrontación· y análisis sobre todos los datos que forman
norma que tiene delante, cuanto la búsqueda de las mejores posibilida parte de la situación, de optar por el valor preferente, el de mayor
des entre las muchas tal vez existentes. urgencia o el más necesario para cumplir con la obligación suprema de
190 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA FUNCIÓN MORAL DE LA CONCIENCIA 191
nuestro destino último humano y sobrenatural. Aquí podría aplicarse lo preguntarse si es auténtica -co�o lo será d� ordinario- o si, por el coi:i
que santo Tomás escribe acerca de la epiqueya: «Juzga de la ley quien trario, es fruto de un conformismo que mtenta escapar a la propia
afirma que no está bien hecha; pero el que dice solamente que la letra bilidad. · .
responsa
de la ley no hay que guardarla en este caso concreto, no juzga la ley, Cuando la gente viene a nosotros interesándose por la solución de
sino una situación particular que sucede» (Summa Theologica, IUI, un problema ético, de ordinario no pretende recabar datos, reflexionar
120, 1 ad 2). y enfrentarse después con el riesgo de la decisión; lo que busca es que
La relación ley-conciencia podría vivirse, pues, con tres estilos 0 se le dé una respuesta concreta para no cargar con el peso de su res
modalidades diferentes. Para el legalista, la ley conserva siempre la ponsabilidad, que la deja en manos del otro. No sé hasta qué punto,
primacía absoluta, aun cuando la conciencia no acabe de ver su. obli con esta pedagogía, ayudamos al crecimiento humano y a la madurez
gatoriedad. Sería el criterio más seguro para no caer en el subjetivismo. cristiana.
El antinomista, por el contrario, anula la importancia de la ley y opta
por seguir los dictámenes de su conciencia, aun con el riesgo de equi
vocarse; prefiere sacrificar la objetividad de la ley en aras de su propio
juicio y autonomía. Y, entre ambos extremos, el situacionista -elimi
nando el sentido peyorativo y antinomista que tuvo en sus primeros Conclusión
momentos- acepta al mismo tiempo la validez y obligatoriedad de la
ley, pero la subordina en ocasiones a las exigencias más altas de su con La conciencia tendrá, pues, que certificar y verificar su juicio. Ella es
ciencia cuando se enfrenta a otros valores más importantes que deman la única que puede dar el calificativo de moral a nuestras acciones. No
dan un cumplimiento prioritario, con tal de que tales acciones no se es posible una llamada del valor, ni oír la palabra del Padre que en ella
consideren intrínsecamente pecaminosas, como ya hemos repetido. se comunica, sin una adhesión razonable de la subjetividad. De lo con
Dentro del catolicismo, todos podríamos estar de acuerdo en que trario, no hay moral auténtica, pues ésta no existe sin una libertad res
este último es el camino más apropiado, pues no es posible negar nin ponsable que asume su obligación y quiere sentirse obligada por esa
guno de los dos términos. Las diferencias, una vez más, radicarían en exigencia. Pero también sería temerario y engañoso que pesara la
la fuerza con que se acentúe alguno de estos extremos. Son dos pers moralidad sin preocuparse, al mismo tiempo, por la exactitud de la
pectivas algo diferentes. Una tiende a sospechar que la contraria puede balanza. Hay que seguir su dictamen e intentar constantemente su for
deslizarse hacia un mayor subjetivismo, por subrayar con mayor fuer mación. La negligencia o el desinterés por este último aspecto crea una
za la importancia de la dimensión objetiva, mientras que la otra teme conciencia errónea y culpable, al no tener en cuenta este compromiso
que el valor de la conciencia quede reducido en exceso. Reconocer con la verdad. Sin embargo, la culpa no es atribuible nunca al hecho de
tales peligros sería una actitud sensata y prudente para no caer en ellos seguir su mandato sincero, sino al descuido anterior, cuando, con
e intentar superarlos. mayor ilusión y empeño, pudo haber conseguido un conocimiento más
Cualquier decisión de conciencia, cuando se toma ante diversas completo y exhaustivo.
alternativas o posibilidades, incluso en las pequeñas determinaciones Esta visión personalista de la conciencia integra armoniosamente
de cada día, no excluye ciertamente la posibilidad del error. Es un ries la dialéctica entre la doble dimensión objetiva y subjetiva de la moral.
go que pesa sobre toda opción humana desde el momento en que se El olvido de cualquiera de ellas llevará sin remedio a uno u otro de los
ofrecen diferentes caminos a seguir, sin saber cuál será el más ade extremismos opuestos. La alternativa entre ley y conciencia como fuer
cuado. Ni siquiera con el simple cumplimiento de la ley se elimina zas contradictorias sería indicio de no haber dado con el camino inter
semejante peligro. Resulta demasiado ingenuo e infantil afirmar que medio, donde la norma y la decisión personal se iluminan y comple
con la sumisión a lo que está mandado desaparece todo riesgo de equi mentan mutuamente. Una pedagogía de la moral no consiste en impo
vocarse. La obligatoriedad surge de la conciencia prudente cuando ner con intransigencia una determinada norma, sino en despertar con
ésta discierne lo mejor, después de examinar todos los datos que ofre ciencias libres y responsables para dejarse seducir por la llamada
ce la realidad. Y si la pura obediencia produce tranquilidad, habrá que del bien.
192 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA
*** 10
El magisterio de la Iglesia
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194 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA 195
se convierten en una amenaza para el bien de las personas. Presenta el escaso compromiso cristiano, que provoca un menosprecio . hacia la
testimonio de una experiencia tradicional que pretende ahondar sus raí institución y un sentimiento de superioridad, hasta el desconc1e:10 que
ces en el ethos de Jesús para aplicarlo a las situaciones actuales. Es una muchos han originado en la . buena voluntad de los fieles,. existe un
función que le compete y que le está garantizada, con un grado dife amplio margen posible de explicaciones, pero con un denommador �o
rente de seguridad, por la ayuda prometida del Espíritu. Algunas con mún: la frecuencia excesiva con que se marginan e ignoran, en la prac
fesiones protestantes han lamentado esta ausencia de normativas y tica, las intervenciones eclesiásticas sobre temas referentes a la moral.
orientaciones, la cual ha motivado un excesivo pluralismo de credos. Es un hecho evidente y doloroso que bastantes católicos viven hoy
Por eso su testimonio se hace vinculante y goza de una primacía y en una lejanía afectiva de la Iglesia como institución, y mu.cho. más
superioridad mayores que las de cualquier otra opinión. Todo fiel ten cuando ésta ejercita su función de magisterio, centrada de ordmar10 en
dría que ser sensible a estas declaraciones, corno una señal relevante la condena de planteamientos éticos y. conductas negativas. A veces
que le obliga a revisar sus posturas anteriores y a reflexionar con afec son objeto, incluso, de una crítica agresiva e irónica. Creen que su en
to y sinceridad sobre los datos que se le aportan. Es un elemento que señanza ya está lo bastante desacreditada como para otorgarle la con
forma parte de la dimensión religiosa de la moral, ya que su existencia fianza que se les pide. Después de tantos cambios como se han opera
pertenece al mundo de la fe, y su autoridad no nace como la de cual do en su doctrina, sería mejor que callase o insistiese mucho más en la
quier otro grupo humano. condena con un talante profético, de las grandes injusticias que se
cometen' en el mundo, en vez de culpabilizar a las conciencias indivi
duales con otros problemas secundarios. Sus intervenciones no tienen
Nuevas situaciones y actitudes ninguna eficacia, pues la vida sigue adelante a pesar de todo� �o� docu
mentos, y la gente se siente molesta con tantos noes y proh1b1c1o?es.
Sin embargo, el ambiente en el que ahora vivimos ha provocado acti Y, entre unos y otros, aún queda un espacio reducido para qmenes
tudes mucho más diferenciadas que las que existían en épocas anterio experimentan un desconcierto que participa, de alguna manera, de los
res. Algunos querrían recuperar de nuevo los criterios más tradiciona dos anteriores. Desean mantener su fidelidad y aprecio hacia esta fun
les corno la única forma de evitar este confusionismo pluralista. La ción magisterial y no quieren prescindir, con la libertad e indiferencia
obediencia al magisterio se defiende como norma absoluta de verdad y con que algunos lo hacen, de los datos ofrecido_s por la lglesi�, pero
como señal inequívoca del respeto debido a la Iglesia. Cuando escu tampoco saben cómo actuar cuando alguna doctnna les resulta mcom
chan otras opiniones o ven cómo se interpreta la doctrina con matices prensible, porque no creen que la única salida sea la obediencia acríti
diferentes, experimentan un malestar profundo. Las divergencias son ca y absoluta de que hacen gala otros.
fruto siempre de la mala voluntad, del subjetivismo relativista, del Las dudas y dificultades que han surgido últimamente sobre su
desinterés religioso o de la insensibilidad ética. En medio de tantas actuación y fundamento lo han convertido en un punto de polémica y
voces discordantes, la palabra de la Iglesia debería ser el criterio defi controversia. Sin necesidad de agotar la materia, conviene hacer unas
nitivo, por encima de cualquier otra consideración, y ni siquiera com cuantas reflexiones que ayuden a iluminar el tema en el ámbito con
prenden cómo es posible la duda frente a sus declaraciones oficiales. creto de la moral, ya que en la formación de la conciencia los católicos
Es una tensión que nace por afán dé fidelidad y cariño al magisterio. han defendido siempre el valor y la importancia de esta enseñanza .
En el extremo opuesto encontramos otro grupo que, cuando no
manifiesta su agresividad y rechazo, revela al menos un claro desape
go e indiferencia frente a las enseñanzas de la jerarquía. Las estadísti El planteamiento tradicional
cas demuestran una disconformidad significativa entre lo que la Iglesia
propone y lo que la gente practica. El fenómeno es un hecho constata Era una consecuencia de los presupuestos teológicos que se admitían.
ble, y habría que cerrar mucho los ojos para no verlo. Las causas de Si la moral humana sólo resultaba cognoscible desde la fe, el magiste
esta realidad serán múltiples y variadas, y cada uno subrayará aquéllas rio de la Iglesia adquiría también un relieve extraordinario. La ley
que estén más de acuerdo con su propia visión e ideología. Desde el natural entra dentro del depósito de la revelación, al menos de una
196 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA 197
manera indirecta, en cuanto que el cumplimiento de sus preceptos Hay un nexo teológico entre la revelación y las exigencias de la ley
forma parte de la actual economía de la salvación, y la persona se juega natural, pues el mismo Dios se nos comunica de esa doble manera. La
en ese campo, como hemos dicho, sus relaciones de amistad con Dios. creación y la fe forman una unidad dialéctica y articulada, como dos
Si la Iglesia debe conservar, defender y transmitir este patrimonio de fuentes de conocimiento moral, y sólo la Iglesia está capacitada para
fe y guiar a sus hijos por los senderos de la verdad y del bien, la auto interpretar e imponer los contenidos y límites de tales enseñanzas. La
ridad eclesiástica tiene la obligación y la capacidad de imponer una búsqueda de cualquier otro criterio no posee ninguna garantía para
enseñanza ética cuya justificación última no radica en los argumen superar el error.
tos racionales aportados, sino en motivaciones teológicas de orden
superior.
El valor de su enseñanza, sin embargo, no es el mismo en todas sus Un nuevo intento de valoración
declaraciones. Se distinguían con claridad las doctrinas que se han de
creer por haber sido declaradas como infalibles por el magisterio Nuevas hipótesis fueron presentadas por algunos autores en contrapo
solemne de la Iglesia; aquellas otras verdades que son necesarias para sición a la enseñanza más clásica y tradicional. Según estas opiniones,
entender la doctrina revelada y que, por su íntima conexión con ésta, nadie duda que la Iglesia, constituida por Dios como guardiana y
se han de mantener, aunque no aparezcan expresamente en el depósito defensora de su palabra, tiene una función única e insustituible en la
de la revelación; y las que son propuestas sin alcanzar el valor de las interpretación del mensaje. A ella compete también decidir si una tesis
dos anteriores y que pertenecen a lo que se designaba como «magiste que se presenta como un derecho natural es conciliable o no con la
rio ordinario». Era la forma más frecuente de comunicar su enseñanza enseñanza revelada. Pero cuando la Iglesia hace declaraciones sobre un
en las diferentes encíclicas y documentos pontificios o en los escritos contenido ético que· no tiene ningún fundamento bíblico ni está rela
de algunas Congregaciones romanas por la aprobación explícita que cionado con ninguna otra verdad de fe, esas afirmaciones, aunque se
recibían del Papa. En el primer caso se requiere el asentimiento de fe. expresen de una forma solemne, pertenecen a una función pastoral y
En el segundo, existe la obligación de aceptar y conservar firmemente orientadora, más que a un auténtico magisterio doctrinal. Sus palabras
las enseñanzas vinculadas con la palabra revelada, así como la obe �, no serán absolutamente obligatorias, a no ser que el contenido de tales
diencia y docilidad a lo que se propone de modo auténtico, pero no proposiciones se encuentre manifestado en la misma revelación.
definitivo. Su autoridad es suficiente para aceptar lo que diga en el La Iglesia tendría incluso el derecho, y deberá ejercerlo en deter
campo de la moral, aun cuando no parezca del todo convincente. minadas circunstancias, de pronunciarse sobre determinadas exigen
Pío xn sintetizó, como en otros puntos, una larga tradición que le cias de la ley natural. Pero al actuar así no lo hace en virtud de su
había precedido. Cuando el Papa (o las Congregaciones romanas com magisterio doctrinal, sino por una preocupación sincera y práctica por
petentes para ello) expone su parecer sobre alguna doctrina discutida, orientar e iluminar la conciencia de sus fieles cuando éstos no se hallen
tal enseñanza no puede tenerse ya como objeto de libre discusión. El capacitados o cuando surjan dificultades específicas para descubrir los
trabajo del teólogo se reduce a indicar cómo ella se encuentra más o valores en las múltiples y comprometidas situaciones humanas. En
menos explícitamente contenida en las fuentes de la Escritura y de la último término, realiza una función vicaria, a veces absolutamente
tradición anterior. La licitud de un posible disentimiento, aunque se necesaria, pues ayuda al discernimiento de las conciencias opacas,
admitiese en teoría, era prácticamente eliminada por la serie de requi aporta nuevos e importantes datos de peso y llama la atención sobre
sitos exigidos y porque se ponía en guardia contra la presunción y aspectos que no conviene marginar, pero nunca podrá obligar a una
soberbia de quien se fía más de su propio parecer que del manifestado absoluta sumisión de la voluntad y del entendimiento.
por la Iglesia, recordándosele, además, la cuenta que un día tendrá que Se trata, por hipótesis, de una verdad sobre la que Dios no ha mani
dar ante el tribunal definitivo de Dios. El magisterio ordinario, aunque festado ninguna enseñanza particular, y sólo queda el recurso a· la
no se trate de una doctrina enseñada como infalible, vincula de tal razón humana, a la reflexión honesta sobre los ·datos que en ese
modo a la conciencia que no cabe ninguna más alternativa que la sumi momento se poseen, para deducir qué es lo que parece mejor. No se ve
sión y obediencia a los datos que se aceptan por la fe. qué otros elementos pueden entrar en juego, fuera de la seriedad, la
198 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA 199
honradez y el esfuerzo humanos, para que su doctrina -sobre todo en lible, con el pretexto justamente de su no-infalibilidad. Fueron bastan
problemas difíciles y complejos, discutidos incluso por los profesiona tes las redacciones que se elaboraron, y varios también los documen
les dedicados a su estudio- tenga un carácter autoritario y obligatorio. tos en que se quiso insertar los diferentes textos. Después de las diver
En este campo, no tiene otro fundamento para imponerse que la vera sas discusiones y enmiendas, se aprobó como definitiva la siguiente
cidad y autenticidad de su testimonio y de su razón. Sólo la propia con afirmación:
ciencia deberá decidir, después de examinar también la doctrina del «Esta religiosa sumisión de la voluntad y del entendimiento se debe
magisterio, pero sin una especial y mayor vinculación a sus enseñan prestar de un modo particular al magisterio auténtico del Romano
zas. Éstas no encierran un valor doctrinal y vinculante, sino que son Pontífice, aun cuando no hable ex cathedra; de tal manera que se
orientaciones pastorales para favorecer con posterioridad· la propia reconozca con reverencia su magisterio supremo y con sinceridad se
decisión. Sin negar la asistencia peculiar del Espíritu, que no excluye adhiera al parecer expresado por él según la mente y el deseo mani
la posibilidad del error en el magisterio no infalible, temen que un fácil festado por él mismo, y que se desprende sobre todo de la índole de
recurso al elemento sobrenatural resulte un tanto sospechoso, como si los documentos, por la insistencia con que repite la misma doctrina o
el Espíritu tuviese como tarea suplir la falta de argumentos o confirmar por las fórmulas empleadas» (Lumen Gentium, 25).
con su autoridad divina lo que no goza de otras justificaciones más
convincentes. Los comentarios posteriores no han sido del todo unánimes en
A los católicos se les enseñó a ver, no las razones de una proposi algunos aspectos más secundarios. Por una parte, la naturaleza de la
ción, sino la autoridad de quien la presentaba; pero insisten, al mismo religiosa sumisión era interpretada con matices algo diferentes: desde
tiempo, en que un deber de la autoridad es despertar precisamente la los que no permitían el menor disentimiento hasta los que aceptaban la
confianza en los súbditos, y cuando ésta desaparece, por las razones posibilidad de un cierto desacuerdo filial y sincero cuando fuera difícil
que sea, su magisterio pierde también credibilidad. La autoridad de los aceptar una enseñanza que no resultaba convincente. Este hecho era
maestros oficiales debe legitimarse a sí misma en su ejercicio median considerado como extraordinario, pues suponía la competencia y hon
te la capacidad de discernimiento espiritual, que manifiesta la atención radez de quien se atreviera a caminar por un sendero distinto.
que presta a los datos oportunos; las preguntas inteligentes que haga y Por otra, el significado del término mores (costumbres), utilizado
las respuestas coherentes que dé; el respeto que muestre por la eviden desde antiguo en los documentos de la Iglesia como objeto de su
cia y la sensibilidad que manifieste hacia las objeciones; su sintonía magisterio, además de los datos pertenecientes a la fe, no fue siempre
con el mundo concreto en que viven los cristianos; etc. De ahí que se el mismo. La fórmula tiene un origen patrístico que no hacía referen
subrayara por todos estos autores la necesidad de una valoración nueva cia a la doctrina moral, sino a la tradición de la Iglesia. Tampoco
del magisterio, sin negar, por supuesto, su servicio e importancia, pero Trento lo aplicó a los preceptos de la ley cristiana o a los principios
donde desaparezca el carácter excesivamente autoritario de otras épo morales, sino a los usos rituales de la disciplina y la liturgia. En la teo
cas y se convierta en un estímulo para la madurez y sinceridad de la logía postridentina adquiere ya un significado ético, aunque en el Vati
propia conciencia. cano I se dejó intencionadamente un tanto vago, pero incluye los prin
cipios de moral presentes en la revelación. En la reflexión posterior se
aceptó siempre la competencia de la Iglesia para enseñar los criterios
La doctrina del Vaticano 11 éticos, aunque no se consideraran infalibles.
Es lo que expone de forma sintética y muy clara el Catecismo de la
Esta teoría, sin embargo, que se aparta de la doctrina tradicional, no es Conferencia episcopal alemana: «Sería equivocado concluir de ahí que
acorde con la que aparece claramente expresada en la Lumen Gentium. el magisterio se engaña de ordinario en sus aseveraciones. Por tanto,
El problema de la autoridad del magisterio ordinario y de la obedien los juicios sobre cuestiones morales que entran dentro del campo de
cia debida a sus enseñanzas estuvo ya presente en muchas de las pro competencia del magisterio deberían poder reclamar para sí, mientras
puestas presentadas para la preparación del Concilio. Existía un cierto no se demuestre lo contrario, la presunción de que son atinados»
temor de que no se prestarala suficiente atención al magisterio no infa- ( Catecismo Católico para adultos, 11, 96). Quien crea que puede seguir
200 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA 201
otra opinión deberá preguntarse ante Dios y ante su propia conciencia No entro ahora en las dificultades que para muchos ha creado esta
si está capacitado. nueva división, pues el problema pertenece más al campo de la dog
La publicación de la Humanae vitae, sobre los métodos lícitos para mática. Solo constato el hecho por el que se adjetivan como definitiVéJ.S
la regulación de los nacimientos, provocó un cambio significativo de -y, en el caso de algunas interpretaciones, prácticamente·como infali
perspectivas. Fueron muchas las Conferencias episcopales que,. para bles- doctrinas que se consideraban hasta ahora como magisterio ordi
facilitar la comprensión de la encíclica, recordaron la doctrina tradi nario. En cualquier hipótesis, las enseñanzas de la Iglesia, incluso
cional sobre este punto: su enseñanza pertenece al magisterio ordina cuando hace declaraciones sobre contenidos éticos que no aparecen
rio, que exige la de�ida sumisión de los fieles; pero no puede excluir directa ni explícitamente en la revelación, exigen una sumisión y doci
se que, cuando una persona no esté convencida delante de Dios de las lidad por parte del fiel católico. Sin embargo, semejante postura no
razones en que se apoya, pueda disentir de esta enseñanza, sin que por está exenta de tensiones y conflictos que no pueden superarse exclusi
ello sea considerado como infiel a la Iglesia. Es verdad que también se vamente con una llamada a la obediencia.
insistía en las condiciones y actitudes necesarias para tomar esta Hace ya algunos años, en 1975, la Comisión Teológica Internacio
opción. Sin embargo, hay que reconocer que tales interpretaciones pas nal publicó un documento sobre la relación entre la teología y el
torales produjeron una desvalorización del magisterio ordinario. Para magisterio, donde hablaba de la inevitable tensión entre ambas funcio
muchos la interpretación se hizo demasiado simplista. Como el disen nes. La autoridad de esta Comisión impide catalogar este fenómeno
timiento resulta lícito cuando la doctrina no reviste un carácter infali como un acto de rebeldía o como un gesto falto de amor hacia la insti
ble, cualquier persona se creía competente para actuar sin tener en tución eclesial. Lo valora, en primer lugar, como un hecho que no tiene
cuenta para nada los planteamientos de la encíclica. nada de anormal o extraordinario: «No es extraño ni hay que esperar
que pueda solucionarse alguna vez por completo en esta tierra». Y lo
La nueva valoración del magisterio definitivo considera, además, como algo positivo y enriquecedor, «pues no supo
ne enemistad o auténtica oposición, sino un esfuerzo vital y un estí
Es muy probable que para darle una consistencia mayor a la enseñan mulo para cumplir juntos, en forma de diálogo, el propio oficio de cada
za del magisterio ordinario se introdujera una nueva división que resul uno» (Tesis sobre la relación mutua entre el Magisterio y la Teología,
taba desconocida en la tradición anterior. Entre la doctrina infalible Tesis 9): La últimaJnstrucción sobre este tema repite la misma idea:
-verdades reveladas, o vinculadas a ellas, que hay que creer o mante «si las tensiones no brotan de un sentimiento de hostilidad y de oposi
ner- y la que exige una docilidad y sumisión, aunque no sea infalible, ción, pueden presentar un factor de dinamismo y un estímulo que inci
se incluye una nueva valoración intermedia, que se considera como · te al Magisterio y a los teólogos a cumplir sus respectivas funciones
enseñanza definitiva. No es infalible, pero tampoco cabe la posibilidad practicando el diálogo» (La vocación eclesial del teólogo, n. 25).
de disentir, como se aceptaba, bajo determinadas condiciones, en el La historia demuestra cómo tales discrepancias -con el dolor y el
magisterio ordinario. sufrimiento que conllevan, a pesar de la buena voluntad- fueron fecun
La Instrucción Donum veritatis (26-06-1990), sobre la vocación das para el progreso de una doctrina, o habrán servido al menos para
eclesial del teólogo, repite lo que ya aparecía en el Juramento de Fide clarificar mejor el depósito de la fe. Baste recordar otras crisis que se
lidad (23-02-1989): «El oficio de conservar santamente y de exponer han vivido en la Iglesia, como sucedió en el siglo pasado con la
con fidelidad el depósito de la revelación divina implica, por su misma Escritura y la Teología. Autores cuyas obras fueron condenadas por el
naturaleza, que el Magisterio puede proponer de modo definitivo enun magisterio y que fueron después revalorizados y premiados por la pro
ciados que, aunque no estén contenidos en las verdades de fe, se pia autoridad eclesiástica. Y en el campo de la moral, recuerdo las vici
encuentran, sin embargo, íntimamente ligados a ella; de tal manera que situdes y condenas de aquellos autores que por los años cuarenta se
el carácter definitivo de esas afirmaciones deriva, en último análisis, de atrevieron a defender la dimensión unitiva del matrimonio frente a la
la misma revelación» (n. 16). Finalmente, con la Carta apostólica Ad doctrina tradicional que veía en la procreación el fin primario y más
tuendam .fidem se añade al canon 750 un segundo párrafo para incluir importante. Ahora, hasta el nuevo Derecho canónico ha dado por supe
la doctrina sobre estas verdades definitivas. rada semejante formulación.
202 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA 203
La relación entre teología y magisterio Entre las Proposiciones presentadas por algunos Sínodos, con una
aprobación mayoritaria casi absoluta, y las Exhortaciones apostólicas
Y es que la elaboración del magisterio eclesial debe observarse desde posteriores de Juan Pablo n existen diferencias, añadiduras y omisio
una visión realista. Es lógico y comprensible que en su enseñanza no nes significativas. Que el Papa no las recoja plenamente, sólo sig�ifica
aparezca ninguna novedad especial o sorprendente. Cuando la Iglesia, que no quiere, por diferentes motivos, confirmarlas con su autondad;
con su autoridad suprema, expone una doctrina determinada, ésta suele pero sería injusto y ofensivo decir que no es posible pensar como lo
llevar mucho tiempo presente en otros niveles de la misma institución. hace una Asamblea de tanto peso y categoría, aunque no sea la doctri
Entre lo que dice el pueblo, lo que predican los sacerdotes, lo que na oficial. Como declaraba el documento de la Comisión para la
escriben los teólogos, lo que manifiestan algunos obispos, lo que con Doctrina de la Fe, antes citado: «A menudo, sólo después de un cierto
firma una Conferencia episcopal, lo que aprueba un Sínodo y lo que tiempo es posible hacer una distinción entre lo necesario y lo contin-
proclama el Papa tiene que darse, inevitablemente, una reducción pro gente» (La vocación eclesial del teólogo, n. 24).
gresiva. A medida que se asciende por esa escala, la opinión sostenida Juan Pablo n, en su discurso a los teólogos alemanes, presenta una
ha de adquirir una dosis de mayor firmeza y seguridad. Sería absurdo actitud más abierta y estimulante que la ofrecida por la teología tradi
que una encíclica expusiera una enseñanza discutida y que no ha obte cional. El trabajo del teólogo no debe reducirse a probar la doctrina del
nido todavía un grado de suficiente solidez. Ni lo que un obispo ense magisterio, como si cualquier nuevo intento de explicación fuera una
ña en su diócesis tiene que ser asumido siempre por todos los pastores infidelidad a la fe: «debe hacer nuevas propuestas... pero no son nada
de la nación. Ahora bien, cuando el magisterio supremo confirma lo más que una oferta a toda la Iglesia. Muchas cosas tendrán que ser
que ya estaba, de una u otra manera, en la conciencia eclesial, supone corregidas y ampliadas en un diálogo fraterno hasta que pueda acep
el espaldarazo y confirmación definitiva de tales orientaciones. La tarlas toda la Iglesia».
novedad no consiste en el contenido de tal enseñanza, como si hasta El conflicto se hace así inevitable por ese hasta que, cuando las
ese momento se desconociera su existencia, sino en la aprobación y hipótesis y nuevas soluciones no encajan por completo con las más tra
carta de ciudadanía que se le otorga. dicionales, que aún deben conservarse como doctrina oficial. A lo me
jor será necesario confirmarla, porque no parecen aceptables los nue
Esto significa que para el avance y el progreso de la teología -y, en vos caminos, pero esa búsqueda requiere a menudo un tiempo de cla
nuestro caso, de la moral- la reflexión de los teólogos tiene que ir a rificación, que no deja de ser problemático, y un esfuerzo de raciona
veces un poco más allá de la doctrina oficialmente aceptada. Son como lidad y diálogo por parte de todos. Por eso, la fidelidad a la tradición y
los primeros pasos e hipótesis que se ofrecen a la misma Iglesia para el cariñoso respeto al magisterio no suponen siempre una aceptación
que ella dé su aprobación más adelante o manifieste sus dificultades literal de su contenido. Un amor apasionado a la verdad y la ilusión de
concretas. En este contexto, la no-aceptáción o incluso las reservas en hacerla comprensible impulsan más allá de lo oficialmente confirma
relación con algunos puntos no suponen, al menos en todas· las ocasio do, aun sabiendo que se trata de una mera hipótesis, sujeta a discusión
nes, una simple y pura condena, sino que para la autoridad competen y abierta con docilidad al juicio posterior de la Iglesia. Mientras tanto,
te semejantes ideas teológicas o pastorales no gozan aún de la fiabili la preocupación, el dolor y la tensión entre quienes tienen la obligación
dad suficiente como para otorgarles una confirmación definitiva. de proteger la verdad y quienes intentan sinceramente una mejor inter
Afirmar, por tanto, que todo cuanto se aparta algo de la enseñanza ofi pretación y conocimiento de ella, se hace inevitable. Ambos bus.can
cial supone siempre un desprecio del magisterio o una falta de identi una misma fidelidad a la palabra de Dios, pero desde perspectivas
ficación afectiva con la Iglesia, me parece bastante arriesgado y poco diferentes.
acorde_con la realidad. Lo que todavía no se puede hacer o pensar, por
que existen dudas y dificultades para su aceptación, no siempre supo
ne una condena definitiva. El estudio y una toma de conciencia más
profunda tal vez hagan posible una acogida posterior que, por el mo
l
mento, no se considera oportuna.
204 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA 205
Perspectivas del magisterio y de la teología ideal difícilmente se puede conseguir. Cuando se da una dialéctica
entre objetivos diferentes, aun dentro de una misma finalidad, es com
Como guía y maestro de la comunidad cristiana, el magisterio preten prensible que surja una cierta tensión y conflicto. También aquí, si úni
de, sobre todo, transmitir a todos en su integridad la verdad revelada, camente pudiera decirse lo que está oficialmente aprobado por el
conservarla como la herencia y el patrimonio más precioso que Dios magisterio, el avance y el progreso de la teología y de la moral queda
ha dejado a la humanidad y del que se siente depositario. Por eso, en rían paralizados, sin ningún dinamismo que los estimule.
sus enseñanzas se omiten los problemas que pertenecen más bien a las Es cierto que la Iglesia no se rige por criterios democráticos, y la
discusiones e investigaciones teológicas, cuando no está en peligro la jerarquía, en un momento determinado, tendrá la última palabra, pero
fe o la moral del pueblo. Lo más importante es mantener el depósito de la experiencia nos demuestra que, si no hubiera sido por la desobe
la revelación libre de todas las impurezas y novedades que pudieran diencia y la oposición de los teólogos, el enriquecimiento progresivo
adulterarlo o ser causa de una mala interpretación. En función de esta de la misma doctrina se habría convertido en una simple posibilidad.
tarea se procura defender mucho más que renovar, repetir lo anterior De igual modo que, sin las señales de alerta o las llamadas de atención
más que innovar, y, si fuera necesario, asegurar una evolución homo por parte del magisterio, se habrían· producido también otras con�e
génea, sin rupturas ni contradicciones que pudieran provocar extrañe cuencias peligrosas. No se trata de equiparar, por tanto, ambas func10-
za o desconcierto. nes, sino de insistir en la necesidad de un diálogo constructivo y res
Por otra parte, al tener como destinataria a la comunidad de fieles, petuoso. En el discurso de Juan Pablo n a los teólogos españoles en
su enseñanza conserva un sentido pastoral para que, en medio de las Salamanca, insistió también en la creatividad y fidelidad como carac
diferentes opiniones, el católico sepa distinguir lo fundamental y no le terísticas básicas del trabajo teológico, por la doble dimensión que éste
confundan otras explicaciones. Es lógico, por tanto, que en sus docu encierra. Como ciencia, debe hacerse «sensible a las exigencias de la
mentos no aparezcan ideas innovadoras que aún no han sido verifica cultura moderna y a los problemas más profundos de la humanidad
das o que son objeto de estudio e investigación por parte de los teólo actual»; pero, como teología, debe estar «dinámicamente integrada en
gos. Por todo ello, y sin darle ningún sentido peyorativo a la palabra, la misión de la Iglesia, especialmente en su misión profética». Para la
revisten más bien un carácter conservador y. se expresan de ordinario complementariedad de este diálogo en el campo de la moral sería con
bajo la forma de condena o prohibición, pues son las formas más explí veniente tener en cuenta algunos aspectos importantes.
citas y claras de manifestar su propio pensamiento. Lo que se propone;
de ordinario, es señalar las posibles deficiencias o inexactitudes que
pueden encontrarse en determinadas ideas o planteamientos. · Justificación y racionalidad de sus enseñanzas
El teólogo, por el contrario,. intentará principalmente explicar y jus Puesto que la ética y los problemas más importantes del derecho natu
tificar esa misma verdad, mucho más que transmitirla. Quiere hacerla ral no tienen una respuesta explícita en la Biblia, habría que insistir
inteligible y razonable al mundo y a la cultura de hoy, acomodarla a los más en una fundamentación convincente y razonada, que no se apoye
actuales descubrimientos y sensibilidad. Le preocupa abrir nuevos sólo en la simple autoridad. Si las exigencias éticas de la revelación,
horizontes de comprensión, profundizar cada vez más en el conoci como ya hemos dicho, no se justifican sólo por ser voluntad de Dios,
miento del. dato revelado o de las exigencias éticas que hayan de apli su obligatoriedad encierra también una base humana y razonable. La
carse a la realidad en la que vivimos. Esto hace que, en ocasiones, su oferta· que la Iglesia presenta, en un mundo como el nuestro, tendrá
pensamiento rebase la doctrina oficial, proponga hipótesis diferentes muy poca credibilidad cuando no logra hacerla verdaderamente com
de las que se consideran más tradicionales e incluso provoque una cier prensible. Sin esta condición, será cada vez más difícil que la sociedad
ta inquietud y confusión en quienes, por temperamento, por formación de hoy, consciente de su autonomía y responsabilidad, preste con liber
o por ignorancia, se sienten desconcertados. tad su asentimiento. Si hay razones suficientes, éstas deberían expli
La armonía, la mutua influencia y la amigable colaboración entre carse en un lenguaje adecuado, a fin de superar cualesquiera reticen
ambas perspectivas contribuirían mucho a que la doctrina enseñada cias o muestras de indiferentismo que se han producido con exceso en
gozase siempre de la mayor credibilidad posible. Sin embargo, este muchos ambientes católicos.
206 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA 207
Ya no se puede imponer desde fuera y por una especie de coacción ta a malas interpretaciones. Existe el peligro de que el carisma de la
extrínseca y autoritaria una doctrina ajena a la estructura racional y infalibilidad se extienda más allá de los límites de la revelación o de lo
valorativa en que se mueve la conciencia moderna. No es rechazo 0 que resulta necesario para defenderla o difundirla. Hace ya tiempo, una
rebeldía cuando existe un profundo cariño a la Iglesia y un deseo sin revista muy cercana a la Santa Sede escribió un editorial que merece la
cero de alcanzar la verdad, sino un requisito que la misma Iglesia pena recoger:
admite para defender su propia credibilidad y facilitar el asentimiento «[El infalibilismo] expresa una mentalidad maximalista, que confun
debido. Aun hablando de la teología, cuyo fundamento último es la fe, de infalibilidad con impecabilidad, o extiende el ámbito del carisma
el documento antes citado afirma que «es necesario que el teólogo esté petrino más allá de los confines de la revelación o de lo que concier
atento a las exigencias epistemológicas de su disciplina, a los requisi ne a su protección y difusión. El infalibilismo es, por tanto, una acti
tos de rigor crítico y, por lo tanto, al control racional de cada una de las tud psico-sociológica, no siempre ajena al servilismo, típico en cier
etapas de su investigación» (La vocación eclesial del teólogo, n. 9). La to modo de la mentalidad cortesana,. que germina al margen de la pura
acción ética de una persona adulta ha de estar motivada por argumen doctrina de la infalibilidad personal del Papa, como una excrecencia
tos objetivos. Con la moral racional no se puede proceder exclusiva . de ella; y si a veces, por razones contingentes, ha podido desarrollar
mente de forma autoritaria. un papel apologético, hay que decir con franqueza que ha sido efec
Como pueblo de Dios y comunidad de creyentes, en la que acepta to y causa de aquel piramidalismo eclesiástico, que há visto prolife
rar las exageraciones de la papolatría y el bizantinismo cortesano»
mos la función de vigilancia y la defensa del patrimonio cristiano, (La Civilta Cattolica, 136/4 [1985], 217).
muchos quisiéramos también, como un deseo que es lícito expresar,
que aquélla se realizase con otros matices distintos. Es un hecho socio
lógico que el magisterio ha perdido credibilidad, y su doctrina provo La posibilidad de un disentimiento respetuoso
ca con frecuencia un cierto rechazo por parte de los fieles. No dudo que
a veces se requiere una cierta osadía evangélica para anunciar el men Esta tensión podría extenderse también a las relaciones entre la doctri
saje de Jesús y defender valores éticos .muy difuminados en nuestra na oficial y el juicio honesto, reflexivo y sincero de la propia concien
sociedad. En este sentido, su voz se hace profética y constituye siem cia que, a pesar de su buena voluntad, no comprende las razones justi
pre una seria invitación a revisar las propias opiniones. La tarea de ficativas de una enseñanza concreta. Es posible que tal incomprensión
hacer presente en nuestro mundo el mensaje evangélico se ha hecho sea consecuencia de motivüs interesados y más o menos ocultos, o bien
cada vez más difícil. de escasa lucidez para analizar el problema con mayor amplitud, o de
Pero, precisamente por eso, es necesario que, entre las diferentes · insensibilidad hacia ciertos valores por causa de una educación defi
ofertas que se presentan dentro del pluralismo reinante, el ethos cris ciente, o incluso de una autosuficiencia orgullosa que se cierra a otros
tiano aparezca como profundamente humano y racional. Renunciar a puntos de vista. Pero es posible también que, después de un esfuerzo
este esfuerzo de fundamentación llevaría a una pérdida de credibilidad serio y honrado, continúe sin comprender la ilicitud de una conducta.
y estima por parte del hombre moderno, aunque tampoco pueda aco «Cabe la posibilidad de que algunos cristianos, a pesar de su esfuerzo
modarse a las costumbres imperantes o a las opiniones de moda, per sincero por aceptar determinadas afirmaciones del magisterio, tengan
diendo su función orientadora. La verdad y el bien no se descubren por dificultades serias para despejar sus dudas» (Catecismo Católico para
una votación democrática. Y una visión cristiana que no abandonara adultos, 11, 96).
nunca su racionalidad debería ser lo suficientemente lúcida para con La Iglesia no ha estado siempre libre de errores, que ha corregido
vertirse en una conciencia crítica de la sociedad, junto al testimonio de con el paso del tiempo. Pero sería una lamentable equivocación dedu
otros que se han dejado iluminar por los mismos valores. cir de ahí que se engaña de ordinario en sus afirmaciones. Mientras no
La garantía del Espíritu, aun en el caso del magisterio no infalible, se demuestre lo contrario, habría que inclinarse por la presunción de su
no exime de este esfuerzo ni evita la conveniencia de un cambio pos objetividad. Y, como subrayan los obispos alemanes, «quien crea que
terior, como se ha demostrado muchas veces. Insistir en exceso en esta puede albergar la opinión privada de que posee ya ahora el futuro co
dimensión sobrenatural, marginando su justificación razonada, se pres- nocimiento mejorado de la Iglesia debe preguntarse ante Dios y ante su
208 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA 209
conciencia, con sobrio examen autocrítico, si posee la necesaria ampli el bien común que les permitiría conseguir una participación mejor,
tud y profundidad de conocimientos teológicos para disentir, en su teo más completa y más efectiva en la comunidad» (Persona y acción,
ría privada y en su praxis, de la doctrina sostenida en la actualidad por BAc, Madrid 1982, 334).
el magisterio eclesiástico» (ibid.).
Por otra parte, ninguna enseñanza del magisterio es intemporal ni Una segunda exigencia sería el conocimiento de la doctrina pre
surge casualmente sin un contexto determinado. Todos sus documen sentada. Es muy frecuente escuchar las críticas de un documento por
tos nacen en una fecha concreta y condicionados por las discusiones y parte de alguien que ni siquiera ha llegado a leerlo. La información
datos existentes en ese momento. También ellos requieren a veces su obtenida se reduce para muchos a los resúmenes de prensa, que, como
correspondiente hermenéutica. La aceptación literal de una doctrina no es natural, acentúan lo más llamativo y sensacionalista. Aunque no ter
es siempre la mejor forma de aceptación, pues corre el peligro de giversen la verdad, se hace, lógicamente, una lectura parcializada y
cerrarse a oti:o� horizo�te� y olvidar también otras verdades de las que expuesta a veces con una dosis de ironía y negativismo. Si en cualquier
tampoco es hc1to prescmdir. Es natural, como sucede con frecuencia en herejía existe una verdad que ha sido deformada, me imagino que no
el análisis e interpretación de cualquier documento, que la unanimidad será tan difícil hallar un poco de luz y de orientación en lo que viene
no sea absoluta sobre algún punto cuando se trata de explicarlo y com de la propia Iglesia. Y ese deseo sincero de información, de análisis y
pre�derlo. El pluralismo de opiniones en estos casos parece lícito, y de estudio, siempre desde un amor sincero y abierto al magisterio, hay
nadie debería defender su postura como la única verdadera y ortodoxa que reconocer que escasea, por desgracia, demasiado a menudo.
cuando en esas ocasiones no existe ningún tipo de condena oficial. Disentir tampoco. es optar por una de las diversas opiniones exis
Se pude aceptar una doctrina concreta y aplicarla con matices algo tentes, en función de los gustos personales o de las simpatías experi
diferentes. mentadas hacia las ideas o hacia los autores que las defienden. Ya
Sin embargo, comprendo los peligros que hoy existen cuando se hemos dicho que la autoridad del magisterio está por endma de la de
habla de esta posibilidad. Por eso me parece importante señalar algu cualquier teólogo, como la única doctrina oficial.Apartarse de ella será
nas condiciones básicas para que semejante hipótesis no se convierta, lícito cuando, después de conocerla y confrontarla, se hace difícil el
como ya había indicado Pablo VI, en una solución demasiado frecuen sincero convencimiento personal. No fiarse sólo del propio juicio es
te y superficial. una postura sensata y de sentido común, pero la situación cambia cuan
do se sabe que son muchos los que, con toda honradez y sinceridad,
sienten las mismas dificultades frente a una determinada doctrina.
Condiciones básicas y fundamentales Por otra parte, lo que antes era exclusivo de algunos técnicos en la
materia -los únicos que tenían un conocimiento más científico- hoy se
La primera sería superar esa excesiva desafección hacia la Iglesia y sus ha generalizado, pues en nuestro ambiente social los temas éticos sue
enseñanzas, que hoy se da con tanta frecuencia en nuestros. ambientes len afectar de inmediato a la vida de muchas personas y son divulga
cristianos. Desde esa indiferencia afectiva es muy difícil comprender dos ampliamente por los medios de comunicación y la amplia biblio
el mensaje de un documento, porque imposibilita una lectura serena y grafía. Los expertos en el campo moral no se limitan exclusivamente a
objetiva. El disentimiento nunca podrá nacer como un gesto de rebel los teólogos de profesión. Bastantes problemas éticos están relaciona
día o como una forma de agresividad. Dicho de otra manera: quien no dos con la técnica y las ciencias, y los seglares interesados por el tema
experimenta este cariño hacia la institución, es porque no se siente del pueden llegar a formarse un juicio maduro y responsable. Por ello, si
todo vinculado a ella. Aquí podría aplicarse también lo que el mismo existen disentimientos poco personales, como producto de otras pre
Karol Wojtyla afirmaba de la oposición solidaria y comprometida con siones externas o actitudes interiores, sin apenas reflexión ni responsa
el bien común: bilidad, es posible también que en otras ocasiones tal decisión se rea
«El que proclama su oposición, no por ello rechaza su condición de lice con estudio, seriedad y amor.
miembro de la comunidad... Por el contrario, buscan su propio lugar
dentro de la comunidad, buscan esa participación y esa actitud hacia
210 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA 211
Conclusión CONFERENCIA EPISCOPAL ALEMANA, Catecismo Católico para adultos, II, BAC,
Madrid 1998, pp. 91-96.
Es comprensible que la autoridad insista en la obediencia incondicio CONGREGACIÓN PARA LA D OCTRINA DE LA FE, «La vocación eclesial del teólo-
nada para evitar las interpretaciones subjetivas y las tensiones que go»: Ecclesia 2.483 (1990), pp. 20-30.
puede provocar. Si he hablado de esta posibilidad, es porque se trata.de. DUQUOC, Ch., «Confesión y humillación. Economía de la Instrucción romana
un punto que forma parte de la misma teología católica y porque tam sobre la vocación eclesial del teólogo»: Selecciones de Teología 30
poco se pueden ocultar los problemas, aunque resulten molestos. Pero (1991), pp. 201-206.
con más fuerza se habrá de repetir que quien se sirva y utilice este plan ESTRADA, J.A., «Estructura de poder en la Iglesia»: Sal Terrae 84 (1996),
teamiento para actuar por su cuenta, excluir los datos que aporta el pp. 53-63.
magisterio y mantener una actitud de disentimiento frecuente, tampo - «Obispos y teólogos: un documento importante»: Raz6n y Fe 221 (1990),
co ha comprendido el sentido de esta enseñanza. Las exageraciones y pp.95-105
las faltas de sintonía eclesial suelen tener otras raíces más profundas, FERNÁNDEZ, D., «Teología y magisterio»: Ephemerides Mariologicae 42
aunque se quieran encubrir con justificaciones aparentes. (1992), pp. 11-45.
Esto no elimina la responsabilidad que tenemos los creyentes de GONZÁLEZ FAus, J.l., «"Lo que afecta a todos debe ser tratado y aprobado por
todos". Cuando el pueblo de Dios tenía voz y voto»: Sal Terrae 84 (1996),
hacer también comprensibles y razonables nuestras propuestas. El pp. 97-106.
mismo magisterio de la Iglesia ganaría mucho prestigio y audiencia si, - La autoridad de la verdad. Momentos oscuros del magisterio eclesiásti
como ya ha hecho en algunos documentos, condenara con claridad lo co, Herder, Barcelona 1996.
que va claramente en contra de los valores auténticamente humanos y HARING, B., «La función del moralista católico»: Moralia 13 (1991),
evangélicos y manifestara sus dificultades y ofreciera como ayuda su pp. 299-330.
pensamiento sobre otros puntos más discutidos, pero sin atreverse a - «La disidencia en la Iglesia»: Éxodo 36 (1996), pp. 47-53.
una condena absoluta. LABOA, J.M., «Teólogos bajo sospecha»: Sal Terrae 84 (1996), pp. 107-116.
La verdad es U:na conquista lenta y afanosa que nunca termina, y MAc CoRMICK, R., «¿Se puede disentir en teología moral?»: Selecciones de
todos -cada uno desde su propia tarea y responsabilidad- estamos Teología 28 (1989), pp. 245-255.
comprometidos con esta misión. Las mismas tensiones, como reco ÓRSY, L., «La autoridad de los documentos eclesiásticos. Estudio a propósito
noce la Iglesia y como apuntábamos anteriormente, representan un de la Carta Apostólica "Ad tuendam fidei"», Selecciones de Teología 38
estímulo para su descubrimiento a través de un diálogo fecundo. (1999), pp. 298-302.
Cualquiera de las dificultades a que nos referíamos al comienzo habrá «Respuesta al Cardenal Ratzinger»: Selecciones de Teología 38 (1999),
de ser superada con comprensión y afecto mutuos; pero ¿existe algún pp. 307-316.
amor sin tensiones y sufrimientos? «Las Conferencias episcopales y la fuerza del Espíritu»: Raz6n y Fe 241
(2000), pp. 153-164.
PASTOR, P.A., «"Authenticum episcoporum magisterium". Las conferencias
*** de obispos y el ejercicio de la "potestas docendi"»: Periodica de Re
Canonica 89 (2000), pp. 79-118.
RATZINGER, J., «Aclaraciones»: Selecciones de Teología 38 (1999), pp.
303-305.
Bibliografía SARMIENTO, A., «Determinaciones de la autoridad de la Iglesia sobre la
moral»: Ius Canonicum 40 (2000), pp. 53-71.
ARDUSSO, F., Magisterio eclesial. El servicio de la palabra, San Pablo, SPOHN, W.C., «Comentarios sobre teología moral: magisterio y moralidad»:
Madrid 1997. Selecciones de Teología 32 (1993), pp. 349-355.
BEINERT, W. «Diálogo y obediencia en la Iglesia»: Selecciones de Teología 39 TuEOBALD, Ch., «El discurso "definitivo" del magisterio. ¿Por qué temer a
(2000), pp. 61-70. una recepción creativa?: Concilium 279 (1999), pp. 255-280.
212 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA
La misma fe nos habla, como un dato irrenunciable, de la realidad primero e imprescindible es tomar conciencia de la necesidad de sen
del pecado y de sus consecuencias sobre la naturaleza humana. Sin timos salvados, de que esta gracia ·no es un derecho o una conquista
caer en una teología tan pesimista como la que vimos en el pensa que el individuo obtiene con su buen obrar. Ser cristiano supone la
miento protestante, hay que admitir su influencia sobre la lucidez y experiencia íntima de sentirse sostenido misericordiosamente por
libertad de la persona, que le impide muchas veces un conocimiento Dios;· de que una fuerza, más allá de nuestras posibilidades, nos ha
seguro y objetivo. Sin la ayuda de la revelación, es muy fácil que los situado a un nivel radicalmente distinto, en el que los méritos persona
esfuerzos humanos por captar los auténticos valores terminen a menu les no constituyen ningún derecho. La fe no es el apéndice final de lo
do en un error lamentable. La historia está llena de estas equivocacio humano, una especie de premio a nuestro buen comportamiento, sino
nes cuando el punto de apoyo se ponía, no en la enseñanza de Dios, que supone la ruptura de todo esfuerzo personal. Jesús vino para dar
sino en el poder de la razón. El intento de una moral secular parece, por nos la gran noticia: el ofrecimiento hecho por Dios de convertir al ser
tanto, condenado al fracaso. humano en hijo suyo, de ofrecerle para siempre su amistad. La qnica
Es más, aunque se llegara al descubrimiento del bien por ese cami condición es permanecer abiertos al don y a la gracia, aceptando nues
no, habría aún que preguntarse si es posible, sin una fundamentación tra incapacidad de merecerla.
trascendente que busque en el Creador la explicación última y defini Ahora bien, el trabajo para llevar una vida honesta, la perfección
tiva, darle una carácter absoluto a la llamada de los valores. La célebre que se va alcanzando con las propias virtudes, la superación progresi
frase de Dostoievski, cuando decía que, «si no hubiera Dios, habría que va de incoherencias y debilidades... provocan en la conciencia una
inventarlo», es algo más que una intuición literaria, pues mucha gente dosis de auto$atisfacción, más o menos explícita, que la hace poco á
sigue creyendo, aunque con frecuencia no se lo explicite, que sin la poco insensible a la gracia, hasta olvidar su condición de pobreza e
existencia de Dios toda la moral quedaría destruida, sin una base firme indigencia absoluta frente al don de Dios. Y una conciencia autosufi
y estable. ciente nunca llegará a sentir de verdad -o, a lo más, sólo con la cabeza
y con las puras ideas- la necesidad de una presencia salvadora. De esta
forma, el individuo perfecto se hace plenamente incompatible con
La gran tentación del fariseísmo
Dios, pues sus propias virtudes tienen el peligro de convertirse en una
A pesar de todo, no creo que tales interrogantes expresen el mayor ries barrera que lo separen del amor gratuito y misericordioso. Desde el
go de una ética humana que trabaja y lucha por responder a las exi fondo de su corazón brota, la mayoría de las veces de forma impercep
gencias de los valores. El individuo moral se esfuerza por conseguir tible, aquella oración farisaica que imposibilita la justificación auténti
una perfección que le haga invulnerable a los golpes y debilidades de ca y verdadera: «Dios mío, te doy gracias porque no soy como los
la vida. Su piel permanece intacta, sin ningún tipo de herida que pueda demás hombres» (Le 18, 11 ). Bl cristiano se vuelve así impermeable a
crearle una sensación de angustia o culpabilidad. El trabajo ha resulta la salvación, y la moral se convierte en un obstáculo para la gracia.
do excesivo, prolongado y molesto para sentirse después a la misma
altura que cualquier otra persona. El ideal ético parece haberle coloca
do en un ámbito diferente, como segregado y aparte del común de los Raíces humanas del fariseísmo
mortales. Aun cuando tenga sus deficiencias, el deseo de proseguir
hacia una meta más alta y sublime le caracteriza de forma singular. El peligro de una conducta farisaica no nace directa y primariamente
Pertenece a una raza distinta, que no quiere pactar con la vulgaridad, de la religión, sino que hunde sus raíces en nuestras experiencias infan
la apatía o el libertinaje. Y el grave riesgo de una conducta tan huma tiles más primitivas. La educación nos obliga a moderar nuestro mundo
na y perfecta es que termine alejando de Dios, en lugar de conducir a pulsional para hacer posible la convivencia. De ahí brota la necesidad
su encuentro. La afirmación, aunque pudiera parecer exagerada, tiene de la ley a la que debe someterse el niño, como condición indispensa
una explicación teológica irrefutable y evidente. ble, para obtener la recompensa del amor y la seguridad que busca por
El cristianismo es una religión d.e personas salvadas, donde Dios encima de todo. Ya vimos cómo, desde pequeños, aprendimos que la
toma la iniciativa de ofrecemos su cercanía y amistad. Y para ello, lo 1 obediencia y la buena conducta consiguen el premio deseado: el cari-
216 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA DIMENSIÓN RELIGIOSA DE LA ÉTICA CRISTIANA 217
ño de los padres, la estima de quienes nos rodean, la alegría y tranqui ciones más pequeñas, y a veces ridículas. La observancia se convertía
lidad de la propia conciencia... De la misma manera que otras múltiples en el centro de todas sus preocupaciones religiosas para conseguir su
vivencias nos hicieron descubrir que la transgresión y el mal compor,. benevolencia y evitar su rechazo.
tamiento provocan el rechazo, la condena y el remordimiento interior.
Estamos, por tanto, acostumbrados a recibir el premio del amor
como fruto del buen comportamiento. La recompensa se merece con el La conducta y el mensaje de Jesús
esfuerzo y los méritos acumulados. Por eso el rechazo y la condena son
también merecidos cuando no se actúa de acuerdo con las normas exi El ejemplo y las palabras de Jesús constituyeron un verdadero escán
gidas. El malo pierde todo derecho a sentirse querido. En una palabra, dalo, porque vino precisamente a romper estos esquemas éticos y teo
el amor no se experimenta como un don gratuito, sino como una con lógicos de la cultura religiosa del judaísmo. Los doctores de la ley y los
quista que se consigue con la buena conducta. Y se vivencia como una escribas eran los grandes defensores del sistema. Contra ellos van diri
injusticia el que se ofrezca a quien no haya hecho los méritos suficien gidas las críticas más fuertes del Evangelio. Es comprensible, por
tes. Hay, pues, un inconsciente colectivo que mercantiliza toda relación tanto, que se sintieran desconcertados y condenaran como demonio y
como un deber de justicia, sin espacio para la gratuidad. El bueno y embaucador a una persona que se apartaba por completo de su espiri
obediente puede exigir lo que se merece, mientras que para el perver tualidad y actuaba con otros criterios muy diferentes. Se acercaba a
so e insumiso no queda otra alternativa que el justo castigo y la con todos los pecadores para ofrecerles su perdón y amistad sin ningún
dena. Cualquier otra ecuación chocaría con el sentimiento más primi requisito previo; comía y se dejaba tocar por ellos, hasta el punto de
tivo de una justicia legal y objetiva. que el cariño de Dios no aparece nunca como premio a la virtud. A los
únicos que margina y abandona es, precisamente, a· los fariseos, no
Es muy fácil que estas vivencias, en las que nos han educado y que porque se niegue a su encuentro, sino porque el mismo fariseo se cie
hemos integrado en nuestro psiquismo con toda naturalidad, se hagan rra y se incapacita para este don, desde el momento en que lo conside
presentes también en nuestras relaciones con Dios. Cuando, por la obe ra como un merecimiento y no como una gracia.
diencia a la ley y el esfuerzo de las buenas obras, se cree merecer el La doctrina de Jesús es plenamente coherente con su práctica. La
beneplácito de Dios y su amistad o, por el contrario, cuando se consi parábola del publicano y del fariseo (Le 18,9-14), la del hijo pródigo
dera imposible, por la mala conducta, que Él nos ame sin méritos de (Le 15,11-32), la de los jornaleros enviados a la viña (Mt 20,1-16)-por
nuestra parte, brota de inmediato el fariseísmo. citar sólo los textos más conocidos y simbólicos- denuncian siempre
No sabemos con certeza quiénes eran estos personajes, pero algu la misma actitud de fondo. Nos sigue pareciendo incomprensible que
nos datos se deducen con claridad de los evangelios. El fariseo, como el bueno no alcance la justificación; nos indigna el que se celebre una
su misma etimología expresa, se considera un separado, alguien muy fiesta por el hijo que se ha gastado la herencia con malas mujeres y no
diferente de los demás, cuya observancia fiel de la ley y de las tradi haya ningún premio para el que siempre permaneció en su casa, dócil
ciones le hacía pertenecer a una especie de aristocracia espiritual, por y obediente; y todavía consideramos como una injusticia que nos rebe
encima de la vulgaridad y la perversión de la masa. Su piedad y su obe la el hecho de pagar con el mismo salario a quienes han trabajado sólo
diencia atraían la cercanía y salvación de Dios, de la que no podían una hora que a quienes han cargado con el peso del día y del bochor
gozar los publicanos y las gentes de mal vivir. Sólo los justos experi no. Y es que en este campo las ecuaciones humanas no tienen nada que
mentan la amistad divina, mientras que los pecadores -recaudadores ver con las matemáticas de Dios.
de impuestos, prostitutas y adúlteras, paganos... y todos aquellos que Una de las enseñanzas más claras y evidentes de toda la Biblia es
portan las consecuencias de su pecado, como los leprosos- no experi el carácter totalmente gratuito de la obra salvadora. El único impedi
mentan únicamente la lejanía y el rechazo de Dios, sino la condena por mento eficaz, porque se opone justamente a la gratuidad de su desig
parte de los buenos, que no podían tratarlos ni acercarse a ellos. El nio, es la autosuficiencia, por ser una negativa absoluta a lo esencial de
cariño de Dios quedaba condicionado por la conducta humana. Por eso su mensaje. En este contexto hay que entender las denuncias de Jesús
tenían que esforzarse en cumplir con minuciosidad hasta las obliga- contra el poder, la riqueza y los valores humanos. Su ambigüedad no
F:
-�
218 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA DIMENSIÓN RELIGIOSA DE LA ÉTICA CRISTIANA 219
reside en la simple utilización, que podría tener pleno sentido en orden do por el deseo de conseguir una imagen estética, que despierta el nar
a una eficacia mayor y para evitar un excesivo espiritualismo, sino en cisismo y fomenta una cierta satisfacción interior. Una actitud que no
el inminente peligro de que su empleo y posesión nos lleve a confiar lleva a cruzarse de brazos ni a un cómodo conformismo, sino a buscar
en ellos y a sentimos autosuficientes con su ayuda. con empeño otra orientación diferente. Lo que importa es apostar la
La moral corre, pues, el peligro de ofrecer, como ideal de perfec- · vida por Dios y por la causa del Reino, y esa entrega radical irá confi
ción, un esteticismo virtuoso, que deseamos alcanzar con un gasto gurando nuestra conducta, sin la obsesión por tanto perfeccionismo.
enorme de energías. La meta se pone en superar cualquier deficiencia La experiencia que san Pablo nos descubre en 2 Cor 12,7-10 es una
que impida ese objetivo, para sentimos en el fondo satisfechos de cum lección que cuesta mucho trabajo asimilar. En esta tercera parte de su
plir con tal obligación, pero sin tener en cuenta que lo que vale es la carta tiene que hacer una impresionante apología de sí mismo frente a
plenitud de una entrega amorosa, a pesar y por encima de las propias las acusaciones de que era objeto por parte de los fieles a los que pre
limitaciones. Y es que, a fuerza de ser buenos y de tener tantas virtu dicaba el evangelio. Podría decirse que lo hace con una cierta insolen
des, nace el riesgo de caer insensiblemente en un narcisismo farisaico. cia orgullosa, ya que afirma que no se siente inferior a ninguno de los
Que la salvación se haya realizado por el pleno fracaso de Cristo, apóstoles, pues «en cualquier cosa en que alguien presumiere -es una
será siempre un misterio incomprensible, pero cabría un intento de locura lo que digo- también presumo yo» (ibid. 11,22). Más aún, cree
explicación humana por este camino. El Padre no es un masoquista que que lo que él ha sufrido por el evangelio es superior a lo que han pade
se goce en el sufrimiento o desamparo de su Hijo, ni pretende reparar cido los demás por la misma causa. Refiere incluso aquellas visiones y
la ofensa del ser humano con la sangre y el dolor de una víctima ino revelaciones que le han descubierto misterios inefables. En este con
cente, sino que ha querido simbolizar de forma impresionante y llama texto, que podría crearle también una conciencia autosuficiente, nos
tiva esta misma enseñanza: la salvación se realiza allí donde lo huma explica la otra cara de su realidad.
no ha perdido toda su capacidad y autosuficiencia. Es la confesión más Por dentro siente en su interior, «para que rio me engría con la
solemne de que no es el poder humano, del tipo que sea, el que salva sublimidad de esas revelaciones», un aguijón clavado en su carne.
y justifica, sino la gratuidad asombrosa de su amor. Aunque los autores no sepan con seguridad en qué consiste, lo que
resulta evidente es que él lo experimenta como algo satánico, como un
obstáculo para llevar adelante su vida personal o apostólica. Su reac
La fuerza de Dios en la debilidad humana ción es coherente y comprensible: pedirle a Dios con empeño que lo li
bere de semejante estorbo que dificulta su trabajo. Su petición insis
Por eso no me parece acertada esa pedagogía en la que se ha educado tente, sin embargo, no encuentra la respuesta deseada, pero, en cambio,
con tanta frecuencia. Ya vimos los peligros que provoca un yo ideal va a comprender en la oración una verdad que tampoco había asimila
hacia el que se orientan todos los esfuerzos para conseguir el aprecio do: la fuerza de Dios pone su tienda en la debilidad e impotencia del
de quienes nos rodean, marginando aquellos •:otros aspectos que no hombre, como requisito previo para ofrecer su fuerza y amistad. La
interesa conocer. En el ámbito religioso, ese objetivo se traducía en la reacción, entonces, se hace consecuente: «Por tanto, con sumo gusto
búsqueda de la más alta perfección. El «sed perfectos como es perfec seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en
to vuestro Padre celestial» (Mt 5,48) obligaba a una tensión constante mí la fuerza de Cristo» (12,9). Alegrarse en medio de la propia inca
para superar cualquier tipo de incoherencia o debilidad, pero sin tener pacidad y las propias limitaciones es la única forma de sentirse poten
en cuenta que lo que vale es la plenitud de una entrega amorosa, a pesar te. El Espíritu nos da una visión muy distinta, que nos libera del apego
y por encima de las propias limitaciones. Y es que, a fuerza de ser bue-. a la misma perfección.
nos y de tener tantas virtudes, nace el riesgo de caer insensiblemente Pocas enseñanzas hay en la Biblia más claras y evidentes que el
en un narcisismo farisaico. carácter totalmente gratuito de la obra salvadora. El único impedimen-·
Desde esta perspectiva, no creo exagerado · afirmar que uno co to eficaz, porque se opone justamente· a la gratuidad de su designio,
mienza a ser cristiano a partir del momento en que abandona las ganas como ya hemos insistido, es la autosuficiencia de cualquier signo, por
de ser perfecto. Es decir, cuando el interés principal no queda absorbi- ser una negativa absoluta a lo esencial de su mensaje. Así se compren-
220 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA DIMENSIÓN RELIGIOSA DE LA ÉTICA CRISTIANA 221
den mejor las fuertes denuncias de Jesús contra el poder, la riqueza y . . y la seriedad secular con que debemos afrontar la vida' el cris-
nomía
trnno tiene que sentirse salvado por la presencia desconcertante y amo-
los valores humanos. Su ambigüedad no reside en la simple utilización,
que podría tener pleno sentido en orden a una eficacia mayor y para rosa de Dios. Es decir, la ética humana exige un despliegue hacia lo
evitar un excesivo espiritualismo, sino en el inminente peligro de que sobrenatural, debe penetrar en una atmósfera religiosa, quedar trans
su empleo y posesión nos lleve a confiar en ellos y a sentirnos capaces formad� Pº; �na energía s�p.erior 9ue �escentre al individuo de su pre
/
con su ayuda. ocu�ac�on et1ca, como objetivo pnmano, y lo desligue de su afán per
fecciomsta. El creyente ha de buscar, por encima de todo, un encuen
tro de amistad mucho más que su propia autorrealización. Es un ser
Los recursos humanos para la proclamación del Evangelio cuya meta y centro de gravedad adquiere un nuevo destino: se siente
Es cierto que para llevar adelante las tareas del Reino se requiere una ll�ado a un� �ida de relaci�n personal con Dios que le ofrece su
amistad. La dmamica _ y el motivo de su actuación se hacen profunda
serie de recursos e instrumentos, como mediaciones humanas, pues
Dios ha querido contar con nuestra colaboración. Pero sigue existien m�nte r�ligiosos. L� único que _i�teresa, en adelante, es responder a las
do el peligro, como una amenaza que nos acecha permanentemente, de exigencias de semejante vocac10n con una actitud de obediencia filial
caer en un trabajo es�éril y sin sentido, en la medida en que busquemos y sumisa a los imperativos de su Señor.
encontrar fuera de El nuestro apoyo y esperanza. Ya sé que nunca La_r��elación v�ene a confi1:11ar �o acertado de este planteamiento.
defendemos con .la cabeza esta idea, que de tanto repetirla se ha con Una v1s1on de conjunto muy smtética sobre el Antiguo y el Nuevo
vertido en una frase gastada. Lo que acontece, en la práctica, es que ahí Testamento nos descubre la importancia de esta dimensión religiosa.
ponemos precisamente nuestro interés y preocupación, como si, des
pojados de esos medios, la obra evangelizadora no fuera posible. No sé La moral de la alianza
si, a veces, hay mucho miedo a proclamar el Evangelio con el escán
dalo y la locura de la cruz, con la fuerza del Espíritu presente en la de La ética de Israel no se fundamenta en un análisis de la naturaleza
bilidad e impotencia, y buscamos la otra sabiduría humana del poder, humana, sino que aparece desde el principio como una manifestación
el influjo y la economía. Las denuncias de Jesús contra los ricos no hay explícita de la voluntad de Yahvé. El fiel creyente no empieza pregun
que aplicarlas sólo a los bienes materiales. Son una condena significa tándose por la legitimidad de unos mandamientos para obedecer des
tiva, a la vez que simbólica, de que todo lo que sea «tener» nos inclina �ués, cuand? está .:onv�ncido de �u racionali�ad. El punto de partida
insensiblemente hacia la conciencia de que somos y valemos algo. Es tiene una onentac10n diferente. D10s ha ofrecido al pueblo, mediante
el camino que, una vez más, nos acerca a la autosuficiencia farisaica de un gesto inaudito de cariño, la posibilidad de una alianza, de mantener
antes y nos cierra, por consiguiente, a cualquier ayuda de Dios.. para siempre una relación de amistad. Su amor se ha manifestado en
No es fácil mantener un equilibrio armonioso entre la absoluta pri todos los acontecimientos de una historia cuya explicación última radi
macía de la gracia y la cooperación humana; pero, como el riesgo ca en una elección gratuita: «No porque seáis el más numeroso de
mayor es el de apoyarnos con seguridad en nuestras fuerzas y posibili todos l�s pueblos se ha prendado Yahvé de vosotros y os ha elegido,
dades -y a éstas no vamos a renunciar de forma voluntaria-, no sé si pues so�s el menos numeroso de todos los pueblos, sino por el amor
sería una bendición -yo, personalmente, así lo creo- que de vez en que os tiene» (Dt 7,7).
cuando la Providencia de Dios, a través de múltiples circunstancias . Es�?s hechos po�tentosos, �anifestados en el éxodo y en la pere
imprevistas, nos despojara de todo cuanto juzgamos necesario o con grmacion por el desierto, constituyen el fundamento jurídico de una
veniente, para que, desnudos y sin recursos, trabajáramos con la espe obediencia y sumisión a su querer, que el pueblo entero acepta con ale
ranza puesta exclusivamente en la fuerza que nos viene de arriba. A lo gría y lib�rtad: «¡También nosotros serviremos a Yahvé, porque es
mejor tendríamos entonces una mirada mucho más limpia para com nuestro Dios!» (Jos 24,18). El Decálogo, como símbolo fundamental
prender mejor la doctrina del Evangelio sobre el fariseísmo. de la voluntad divina, se convierte así en la forma concreta de respon
_ _
der al ofrecimiento _
de D10s: «Todo el pueblo a una respondió: "Hare
Si hemos insistido tanto en este aspecto, es por subrayar la necesi
dad e importancia de una dimensión trascendente. A pesar de la auto- mos todo cuanto ha dicho Yahvé"» (Ex 19,8).
222 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA DIMENSIÓN RELIGIOSA DE LA ÉTICA CRISTIANA 223
Para estudiarlo no basta, por tanto, con un análisis minucioso de la rencia existente entre la estipulación general, o espíritu de laley, y las
materialidad de sus preceptos, sino que hay que examinarlo en su con estipulaciones particulares, o letra de la ley.
junto, dentro del marco general de la alianza. De esta manera, el Decá En la primera radica la intención profunda que da sentido y valor a
logo aparece, no como la formulación de un derecho natural basado en la observancia concreta y dirige el cumplimiento hasta en sus más mí
un simple humanismo, sino como parte de otro orden superior a la natu nimos detalles. No es, por tanto; el primer mandamiento o el más im
raleza humana: lo importante y definitivo es ser palabra y revelación del portante, sino el alma de todos los demás. Las formulaciones de este
Señor, en quien se manifiesta el estilo de vida que Dios quiere de su principio general son múltiples y diversas: amar aYahvé, no olvidarlo,
pueblo como raza sacerdotal y consagrada. Es el signo de la amistad y · temerlo, escuchar su voz, servirle, seguir sus caminos, hacer lo que es
la expresión de haber aceptado su plena y absoluta soberanía. bueno y justo a sus ojos, no adorar a otros dioses... y otras muchas
La vida moral consiste en reconocer el hecho de esta: dependencia parecidas. En el fondo, es la opción por Dios para quererlo «con todo
amorosa. Israel no es invitado a elegir entre la sumisión y la indepen tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas» (Dt 6,5).
dencia. Lo quiera o no, es un pueblo p.ropiedad del Señor, como lo Esta actitud hondamente religiosa y teocéntrica es la que se encar
muestra toda su historia. Lo único que El busca es la aceptación o el na y se hace expresiva en el cumplimiento de los diversos preceptos.
rechazo de esa realidad, la obediencia o la rebelión: «Mira, yo pongo No hay que buscar otra justificación: «Cuando el día de mañana te pre
hoy delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal. Si escuchas los gunte tu hijo: "¿Qué son �stos estatutos, estos preceptos y estas nor
mandamientos de Yahvé, tu Dios... vivirás y te multiplicarás... Pero si mas... ?", dirás a tu hijo: "Eramos esclavos del Faraón... y nos sacó de
tu corazón se desvía y no escucha, yo os declaro hoy que pereceréis sin Egipto con mano fuerte... y nos mandó que pusiéramos en práctica
remedio» (Dt 30,16-18). El pueblo comprende que la entrega a su todos estos preceptos"» (Dt 6,20-25). Por eso, incluso cuando se enu
voluntad es la única respuesta justa, y el vivir de acuerdo con sus pre meran las motivaciones éticas de lo que está mandado, el argumento
ceptos se convierte en un acto continuo de reconocimiento pleno y definitivo se repite de manera constante, como una antífona: «es la
absoluto. La ética se fundamenta en la religión, y la fe se expresa, al voluntad del Señor».
mismo tiempo, en una vida moral. Esta reciprocidad, por la que Dios La respuesta moral de Israel es una auténtica obediencia religiosa,
y el. pueblo van a mantener un diálogo permanente, es el signo más no una pura observancia; un acto de adoración personal, no un cum
característico de la religión y la moral de la alianza: «Hoy le has hecho plimiento legalista sin contenido. Así como debe observar todos los
decir a Yahvé que él será tu Dios, y tú seguirás sus caminos, observa mandamientos, básica y fundamentalmente porque ama a Yahvé, así
rás sus preceptos, sus mandamientos y sus normas y escucharás su voz. también tiene que amarlo en la fiel aceptación y práctica de todos sus
YYahvé te ha hecho decir hoy que tú serás su pueblo propio, como él preceptos. De esta forma, es lógico que se llegue a la exaltación de la
te ha dicho» (Dt 26,16-17). ley como una realidad sagrada, como un verdadero sacramento de la
presencia de Dios, que acompañó al pueblo durante su éxodo hacia la
tierra prometida, y se guardaba con unción en el Templo. Sólo cuando
El cumplimiento de la ley como acto de adoración personal se pierde esta dimensión religiosa, la moral se convierte en puro
casuismo. Lo que más interesa entonces es la mera ejecución del pre
Con esta perspectiva se supera la acusación de legalismo que tan a cepto, para saber hasta dónde obliga y quedarse con la conciencia tran
menudo se lanza contra la ética del Antiguo Testamento. Ante una can quila. La letra vence al espíritu, como sucederá tantas veces con pos
tidad tan extraordinaria de leyes, preceptos y ritos, el peligro .de esta terioridad, en el momento en que se pierde de vista la función media
tentación no fue una mera posibilidad, como lo demuestra la denuncia dora de la ley, y el clima religioso se ahoga por otras preocupaciones
de los profetas contra las prácticas y el culto sin sentido; pero ello no secundarias.
significa que la moral se viviera siempre con ese vacío. Lo importante
no era el cumplimiento material de tal o cual ley en concreto, sino el
significado que tal práctica reviste, dentro de una intencionalidad
mucho más global y religiosa. Para ello habría que insistir en la dife-
224 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA DIMENSIÓN RELIGIOSA DE LA ÉTICA CRISTIANA 225
La Buena Noticia de Jesús: el Reino de Dios realización definitiva. Seguirle es un compromiso con su persona y con
su obra. La moral es también la forma de expresar ese seguimiento y
Para Jesús, como para Israel, la conducta está regida por el precepto de de colaborar en la implantación del evangelio.
Dios, expresado fundamentalmente en el Decálogo y en el manda Ahora bien, cuando Jesús aparece en el evangelio como el modelo
miento básico del amor. Así lo manifiesta explícitamente en su res-· por excelencia, no es para copiar su conducta, ni siquiera para escuchar
puesta al fariseo que le pregunta con ánimo de ponerlo a prueba (Mt unas pautas de comportamiento concretas y particularizadas. Sería de
22,34-40). Si el centro de todo el mensaje evangélico es la persona y la una ingenuidad asombrosa acercarse a su vida para reproducir unos
obra de Jesús, en tomo a su vida, pasión, muerte y resurrección, la pre gestos o para extraer de sus palabras, mediante la utilización de unas
dicación del Jesús histórico no se refiere al anuncio de su Pascua, sino cuantas citas, orientaciones válidas para solucionar nuestros problemas
a la proclamación del Reino de Dios. Se trata de la única fórmula que éticos y saber cómo actuar. Yello por dos razones fundamentales: por
todas las fuentes presentan como objetivo de las enseñanzas de Cristo que Jesús no vino a enseñarnos ningún código completo de moral y
(Mt 13; 18,1-5; 19,11-12; 20,1; 21,28-32; Me 4,26; 30). El manifiesto porque sus enseñanzas no podrían ser aplicadas a nuestra situación sin
de este Reino constituye su Buena Noticia (Mt 3,2; 4,17; 9,35; 24,14; una previa hermenéutica.
Me 1,14-15; Le 8,1), el tema de su invitación y llamada (Mt 6,13; 7,21; Lo que Cristo vino a revelar, sobre todo, fue un estilo de vida radi
11,12; Me 9,43-48; 10,14-15; 23-25; Le 12,31; 18,29-30). calizado en el amor, como el ethos básico y fundamental de cualquier
Tal término, que tiene raíces veterotestamentarias, expresa no sólo comportamiento para manifestarse como discípulo suyo (Jn 15,12-13).
la soberanía de Dios sobre la creación, sino al mismo tiempo la comu Si hay algo definitivo en el Evangelio, es que Jesús ha sido el «hombre
nidad. o el lugar sobre el que va a reinar. Jesús afirma que ya se ha para los demás», el que ha sabido hacer de su existencia un don y una
hecho presente, y por eso invita a participar de su reino mediante una ofrenda permanente a Dios y a los hermanos. Nadie, como el Hijo, ha
previa conversión. Pero esta predicación implica también un doble sido capaz de esta entrega tan absoluta y generosa como gesto supre
compromiso que ahora nos interesa subrayar. mo de amor (Jn 15,13; 10,11-18). Seguir a Jesús no es tampoco andar
Aceptar su reino exige, como primera condición, reconocer que preocupado por la propia perfección, sino caminar tras sus huellas,
Dios es la única realidad absoluta e incondicionada. La importancia de intentando hacer también de la propia vida una ofrenda para ponerla al
la fe radica en esta entrega en manos del Padre. Los judíos pronuncia servicio de Dios y de los hermanos.
ban dos veces al día esta confesión: «Escucha, Israel, sólo hay un Dios,
y ninguno fuera de él». Sin embargo, Jesús los recrimina como a una
generación incrédula y perversa (Mt 12,39; 16,4; 17,17), pues no basta La superación de un mimetismo narcisista
con una proclamación externa si ésta no nace de una donación más
profunda. El reino de Dios se realiza en la medida en que cada perso Imitar a Jesús tiene, sin embargo, sus peligros. La atracción de un
na hace una ofrenda libre y voluntaria al Señor y reconoce que su exis modelo puede provocar un deseo de identificación para reproducir en
tencia depende por completo de Él. Cuando se ha descubierto esta ver uno mismo, con grandes esfuerzos y a través de un aprendizaje costo
dad, la vida adquiere una orientación diferente. Se ha encontrado el so, los rasgos específicos de esa imagen. Es un intento, muchas veces
tesoro y la piedra preciosa (Mt 13,44-46) por la que vale la pena dejar inconsciente, de apoderarse, mediante ese mecanismo, de la plenitud y
todo y vivir en adelante con esta opción. A todos los creyentes, como perfección que de dicha imagen dimanan. La semejanza progresiva con
a los discípulos, «se os ha dado el secreto del Reino de Dios» (Me el ideal asegura y gratifica, pues nos hace sentirnos satisfechos y pro
4,11), que el Padre ha escondido a lbs sabios y entendidos y ha revela- tegidos por la autoridad y el poder de aquel a quien deseamos asimilar
do a la gente sencilla (Mt 11,26). de alguna manera. Como este proceso infantil nunca se consigue por
La predicación de Jesús no representa tampoco una ética del reino completo, es muy fácil que brote la agresividad por los intentos fraca
elaborada en todos sus contenidos concretos. Pero la entrega a Dios sados, el malestar interior de la insatisfacción repetida, los sentimien
exige también un trabajo ilusionado por hacer presente su Reino en tos de culpa por los desajustes observados, la impresión final, en suma,
este mundo, aunque no alcanzará su plenitud hasta el momento de su de que se trata de una tarea imposible. Como sucede en la evolución
226 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA DIMENSIÓN RELIGIOSA DE LA ÉTICA CRISTIANA 227
psicológica, hay un momento en que es i¡>r�cisa la ruptu:a y la �epara Palabra de Dios y palabrahumana
ción para ser uno mismo y no quedar pns1onero de suenos y vmcula
ciones primarios, que nos dejan, como a Narciso, enamorados de la Todo esto no significa, sin embargo, que nuestra moral necesite una
propia imagen, en la que terminados ahogados. · . , fundamentación exclusivamente religiosa, que la justificación de una
Y es que la misma forma de entender la perfecc1on ha estado mas conducta sólo pueda encontrarse en la palabra de Dios, sin que su base
cerca del pensamiento griego o de una mentalidad esteticista que de las racional tenga mayor importancia. Para muchos autores, la diferencia
enseñanzas de la revelación. Perfecto es aquel ser al que nada le falta entre ética y moral consiste principalmente en esta doble argumenta
en su género. Todo el esfuerzo se ponía entonces en manifestar una ción. Mientras que la primera utiliza la inteligencia humana para des
conducta en la que no hubiera fallos ni desajustes. La vida cristiana se cubrir el bien, la segunda lo encuentra de inmediato en la revelación,
concebía como un progreso constante para cumplir con todas las tare tal como se explicita en las enseñanzas de la Iglesia. No sólo el fin,
as, obligaciones y exigencias que la moral o la espiritualidad ordena sino también las fuentes y la metodología del conocimiento señalaban
ban. Con la buena conducta y la observancia completa de la ley se bus una. clara distinción e�tre una y otra. Tal vez esta postura debería hoy
caba conseguir el ideal de la perfección. matizarse un poco, temendo en cuenta algún aspecto de extraordinario
Es verdad que el texto de san Mateo, al que ante� hacíamo� alusión, interés, puesto de relieve por la investigación exegética.
utiliza el adjetivo perfecto, que únicamente es aphcado a Dios en la Según la opinión más generalizada en la actualidad, no es fácil afir
Biblia por este autor y en una sola ocasión (5,48). Los exegetas están mar que las normas de conducta y los contenidos éticos que aparecen
de acuerdo, sin embargo, en que aquí el evangelista emplea un antro en la Biblia han sido revelados por Dios de una manera directa e inme
pomorfismo, proyectando sobre Dios una cualidad que sólo es posible diata. La gran epifanía del Sinaí con ocasión de la promulgación del
atribuir al ser humano. Los adjetivos hebreos o arameos que se tradu Decálogo -«Estas palabras dijo Yahvé a toda vuestra asamblea, en la
cen por perfecto implican un concepto de totalidad,_ y se asign�n � lo montaña... con voz potente... Luego las escribió en dos tablas de pie
que ya está completo y no le falta nada. En este sentido, es un termmo dra y me las entregó a mí» (Dt 5,22)- no hay que interpretarla de forma
destinado exclusivamente a los seres limitados, susceptibles de una lite:al, entre otras razones, porque -sin negar las diferencias y purifi
mayor plenitud. La versión de Mateo nos inv�ta a ser perfectos p�ra cac10nes efectuadas al ser asumidos por la revelación- existe un para
imitar a Dios, pero para imitarlo en una cuah,dad que no es propia lelismo excesivo entre los mandamientos divinos y los de otros países
mente divina, sino más bien la proyección en El de un idea_l humano. cercanos, como los que se encuentran grabados en algunos templos de
Mientras que Lucas nos anima a esa imitación para reproducir en nues Egipto. Esto indica que en la elaboración de los libros sagrados se da
tra conducta los atributos específicamente divinos de su misericordia y un proceso de asimilación de los valores éticos elaborados por otros
compasión: «Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo» pueblos y culturas, para insertarlos en el marco de la alianza y conver
(6,36). tirlos en palabra de Dios. La originalidad no está tanto en los conteni
Ya desde el Antiguo Testamento, la invitación de Yahvé tiene un dos cuanto en la forma de integrarlos a su fe y en la manera de vivir
matiz significativo: «sed santos, porque yo, el Señor vuestro Dios, soy los como expresión ya de la voluntad amorosa de Dios.
santo» (Lv 19,2). Si el pueblo quedó elegido y consagrado por el amor Habría que decir, por tanto, que lo que Yahvé manda y quiere en el
de su Dios, debe observar en adelante una conducta que correspond� a campo de la conducta es, fundamentalmente, lo que el mismo ser
esa consagración. El motivo justificador no consiste en actuar como El, humano descubre que debe realizar. Así se explican mucho mejor los
sino en vivir así porque Él es santo. La imitación se realiza al amar, ser cambios evolutivos y hasta los juicios morales contradictorios que con
compasivos y misericordiosos, porque Dios nos ama, lleno de compa frecuencia aparecen en la revelación del Antiguo Testamento. Muchos
sión y misericordia (Dt 10,18-19; Lv 22,28; Miq 7,8; Ex 34,6 ; Col de sus pasajes éticos resultaron escandalosos y, desde luego, inacepta
3,12-13; Ef 4,32-5,1; 1 Pe 1,5- 6, etc.). Lo importante es revestirse de bles para una mentalidad ajena a la cultura de aquella época. Los inten
esa ternura y cariño, porque nos ha amado de esa manera: «Sed, pues, tos de solución han sido múltiples en la historia, pues era difícil com
imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como prender y aceptar semejantes conductas como expresión directa de la
Cristo os amó y se entregó por nosotros» (Ef 5,1). voluntad de Dios.
228 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA DIMENSIÓN RELIGIOSA DE LA ÉTICA CRISTIANA . 229
No es que Dios se acomode a la mentalidad de cada época o cultu naria, busca el sentido de las realidades naturales, reflexiona sobre los
ra y se haga tolerante con la insensibilidad del corazón humano para misterios que nos interpelan. Es el fruto de la experiencia y del senti
mandar o permitir lo que después prohibirá con el avance del progre do común, que se transmite a través de las sucesivas generaciones en
so, o para condenar ahora lo que más adelante aceptará como lícito. forma de sentencias, aforismos, proverbios, alegorías..., para compar
Sería una actitud demasiado vacilante y poco digna del supremo legis- · tir un conocimiento que sirva a ·otros muchos para guiarse por la vida.
lador. Es Dios mismo quien deja a la persona que busque, como ser En ocasiones, aunque no abandonen el plano racional, se abren más
dotado de autonomía y responsabilidad, las formas concretas de vivir allá de los límites humanos, en busca de la explicación secreta y defi
para relacionarse con Él y expresarle su amistad. Si la moral revelada nitiva de la realidad misteriosa. Su mensaje no va dirigido al pueblo
cambia y evoluciona al ritmo de la historia, es porque la inteligencia creyente, sino al individuo comQ miembro de la raza humana.
humana no ha conocido plenamente los verdaderos valores desde el Es un esfuerzo, podríamos decir, de tipo secular y profano, pues es
comienzo, y sus juicios encierran necesariamente una serie de lagunas la persona, con su propia inteligencia y aliento, quien debe aprender a
e imperfecciones, como consecuencia de su limitación. Se acerca a la caminar por el mundo, descubriendo por sí misma las reglas de · su
verdad con titubeos y equivocaciones, que irá remontando lentamente comportamiento. Una experiencia al alcance de cualquier persona
en una difícil e histórica búsqueda. Dios no ha querido exigir más que honesta, y por eso no hubo ninguna resistencia a la hora de aprovechar
lo que los hombres, poco a poco, hemos ido descubriendo con el tiem e integrar las experiencias, consejos y normas provenientes de otros
po. Su voluntad se hace presente en esa palabra y en ese querer huma pueblos. Su teología no consiste en acudir a Dios primero para saber
no de encontrarse con el bien. La forma de manifestar nuestra obe cómo se ha de actuar, sino en buscar primero la sabiduría que orienta
diencia no consiste en someternos a unos mandamientos directamente la vida y nos lleva a Su encuentro. El sabio podría incluso experimen
revelados por Él, sino en ser dóciles a las exigencias e imperativos de tar una agradable sorpresa: que la sabiduría en persona le salga a su
la razón, pues ha pretendido conducirnos por medio de esta llamada encuentro y le llene de su plenitud: «Con ella me vinieron a la vez
interna y personal. todos los bienes e incalculables riquezas en sus manos. Yo disfruté de
todos, porque la Sabiduría los trae, aunque ignoraba que ella fuera su
origen» (Sab 7,11-12). Yahvé aparece, pues, como la fuente y el dador
La estima bíblica del esfuerzo racional de la sabidui;ía a las personas, y por eso, a pesar de su exaltación, se
condena también el orgullo y la autosuficiencia del que se cree seguro,
No pretendo despojar a la moral bíblica de su dimensión religiosa, sino como el necio, y sabio a sus propios ojos. El reconocimiento de tales
insistir en que la misma fe le da también consistencia a la razón. Un límites es también una nota de humanismo realista: «Por más que se
ejemplo claro es toda la literatura sapiencial. Tales libros no gozaron afane el hombre en buscar, nada descubrirá, y el mismo sabio, aunque
de mucha estima durante largo tiempo ni fueron especialmente apre diga saberlo, no es capaz de descubrirlo (Qo 8,17).
ciados en la tradición. La explicación última de semejante actitud radi Los profetas operan también una moralización racional de la fe, ya
có en su carácter aparentemente poco religioso, ya que sus reflexiones que la religión pierde su sentido si no va acompañada de un comporta
no se centraban en los grandes temas de la revelación -éxodo, elec miento ético en el que se traduzca su autenticidad. Los frecuentes orá
ción, alianza, ley... -, sino en una sabiduría popular práctica, empírica, culos contra las naciones sin fe -baste recordar los dos primeros capí
en tomo a las realidades de la vida normal y diaria. Es un género que tulos de Amós- demuestran que, a pesar de su ateísmo, también ellas
había florecido en Oriente desde la más remota antigüedad y que se están obligadas al cumplimiento de las exigencias morales, sobre todo
llegó a introducir de tal manera en Israel que los sabios, como los en el campo de la justicia. Es una clara confesión de que no se necesi
sacerdotes y los profetas, se convirtieron en los guías espirituales del ta un recurso inmediato a Yahvé para imponer una serie de obligacio
pueblo. nes y condenar las prácticas inmorales.
No reclaman para su enseñanza el respaldo de Dios, ni presentan La ética de san Pablo va también en la misma línea. Los autores
una verdad en relación con un credo, ni analizan la historia con una suelen estar de acuerdo en admitir que los contenidos éticos que pre
óptica religiosa. Su atención se orienta a los quehaceres de la vida ordi- senta no los deduce de la revelación, sino de los códigos y prácticas
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aceptados por la moral de su tiempo. Los catálogos de vicios y virtu moral, se realiza ciertamente como persona, pero al mismo tiempo des
des que expone en sus cartas son orientaciones plenamente válidas cubre el eco de una llamada superior que le invita a demostrar su cari
para la vida del cristiano, aunque tengan una procedencia estoica o ño y fidelidad con esa conducta y a vivir, así, como hijo de Dios.
rabínica. Si los paganos que no tienen ley «cumplen naturalmente las La moral· podría también definirse, en un nivel cristológico, como
prescripciones de la ley» (Rom 2,14), ello significa que la praxis delos· la ciencia que nos ayuda y conduce a una cristificación progresiva.
creyentes y de quienes no lo son no debería resultar diferente. La con Seguir a Jesús es vivir el radicalismo del amor que lleva a entregar la
ducta del cristiano se especifica no tanto por la justificación y origen vida por los demás, pero ello no elimina la búsqueda de encontrar, con
de sus obligaciones, cuanto por los motivos y el dinamismo interior el esfuerzo y la razón humana, las formas concretas de traducir ese
que le impulsa a comportarse de esa manera. ethos evangélico.
Así se comprende mucho mejor cómo la dimensión humana y la
dimensión religjosa de la moral no son dos fuerzas incompatibles y
Dimensión sobrenatural y humana de la ética enemigas que intentan apoderarse de ella para convertirla, como si se
tratara de una victoria, en una ciencia secular o en una ciencia religio
De acuerdo con todo lo dicho, la moral cristiana tampoco es la ciencia sa, respectivamente. No hay que elegir una para dejar en el olvido la
de valores que conduce hacia la autorrealización de la persona. Sin otra. Son más bien dos aspectos complementarios de una misma reali
negar nada de cuanto hemos afirmado en los capítulos precedentes, el dad. Es humana en cuanto que existe la capacidad de descubrirla con
nivel ético queda trasformado por la dimensión sobrenatural y religio la razón, hacerla comprensible a otras personas y justificarla con moti
sa. Lo que ahora preocupa e interesa es vivir como hijos de Dios y res vos que revelan su carácter humanizante. Y se hace religiosa cuando se
ponder a su llamada, que nos ha hecho conscientes de un nuevo desti vive como respuesta a un Alguien que está más allá del valor; cuando
no. El cumplimiento de los valores no se vivencia como un camino lo que mueve a cumplirla es el amor a una persona, cuya voz resuena
válido para nuestra madurez y perfección, y mucho menos como un escondida en cualquier exigencia ética.
simple imperativo categórico, sino c9mo la respuesta a una invitación De esta forma se da consistencia a lo humano, pero sin cerrarse en
y la aceptación de una amistad que El ha querido ofrecemos. La con- . una pura autonomía, que resulta inadmisible para la fe. Y esta apertu
ducta, que a primera vista estaba demasiado centrada en uno mismo, se ra a lo sobrenatural y a la trascendencia tampoco elimina, limita ni
convierte en un lenguaje de entrega y sumisión, como gesto de fideli contradice la urgencia y seriedad de una ética razonable. Es decir, la
dad y cariño a una persona. vida cristiana no se realiza al margen de la existencia natural, sino en
En este sentido, la moral sería la ciencia que nos hace dóciles y las estructuras específicas de ésta cuando la gracia la eleva a su consu
obedientes a la palabra de Dios, aceptando la definición protestante en mación sobrenatural. ¿En qué consiste, pues, lo más propio y caracte
toda su densidad y riqueza religiosa. La diferencia que nos separa no rístico de una moral cristiana? El próximo capítulo lo dedicaremos al
radica en esta apertura a lo sobrenatural, sino en la antropología teoló estudio de esta respuesta.
gica de la que cada uno parte. La teología católica admite también las
consecuencias trágicas del pecado, pero retiene como base de su opti
mismo, frente a la postura más pesimista de la protestante, que la ***
redención operada por Cristo ha restablecido en parte las capacidades
humanas del creyente. El destrozo no ha sido definitivo ni completo,
pues el don gratuito de la amistad divina ha re-creado nuestra propia Bibliografía
naturaleza, aunque no en toda su plenitud. Desde entonces, se ha recu
perado la posibilidad de buscar y descubrir el bien, a pesar de las difi ALEIXANDRE, D., «El profetismo, cara y cruz de la ley»: Selecciones de
cultades que comporta. La ética humana sigue teniendo vigencia y Teología 35 (1996), pp. 265-271.
validez para el católico, mientras que para el protestante perdió por ÁLVAREZ VERDES, L., «La función de la "razón" en el pensamiento ético de
completo su sentido. Al responder a las exigencias de una obligación San Pablo»: Studia Moralia 34 (1996), pp. 7-42.
232 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA
cuando rechaza esa fuente de conocimiento? Las respuestas negativas estuviera incapacitado para comprenderla, más que frente a un acto
a estas preguntas plantearían otros nuevos interrogantes. En la primera moral nos encontraríamos frente a un acto de sumisión y docilidad por
hipótesis, si cristianos y no cristianos poseen una plataforma común de otros motivos ajenos. Sería un mandato de Dios, pero no una norma
actuación, ¿en qué radica, entonces, lo peculiar de la conducta evangé ética. Integrar la praxis dentro de un contexto teológico, como hizo
lica?; ¿no se difuminan de esta manera los rasgos significativos de la· santo Tomás, no significa quitarle su fundamentación racional, pues la
moral cristiana? En el segundo caso, si sólo la fe descubre los valores dimensión religiosa de la teología moral, como acabamos de ver en el
éticos con plenitud y totalidad, ¿es posible fuera del cristianismo una capítulo anterior, no excluye,.sino que supone, la base razonable de los
vida honesta? Cuando nos encontramos con personas que la viven, actos y comportamientos humanos.
¿serán cristianos que ignoran su condición? El que otros no compartan todos nuestros valores éticos se explica
Cuando se habla sobre la especificidad de la moral cristiana, hay por la complejidad y las dificultades que reviste este tipo de argumen
que centrar muy bien el objetivo de la reflexión. No se trata de un aná tación cuando se analizan problemas discutidos, pero no porque sean
lisis puramente sociológico para ver cuáles son los elementos caracte algo irracional o absurdo y cuya única justificación se base en la auto
rísticos que la distinguen de cualquier otra. Desde este punto de vista, ridad de quien los enseña. Cuando la tradición insiste en las exigencias
no cabe duda de que nuestra moral está configurada por unos conteni éticas reveladas, no indica, por tanto, que a tales contenidos no tenga
dos específicos y por un cuerpo de doctrina que tal vez no se encuen acceso la razón. Lo que la revelación manifiesta es la autenticidad de
tran en otros. colectivos ni se defienden en otras ideologías. Sus ense una ética racional, que así queda confirmada con una mayor garantía.
ñanzas sobre el respeto a la vida desde el momento de la fecundación, El conocimiento mayor de otras culturas y civilizaciones, como el
la indisolubilidad del matrimonio sacramental y consumado, los méto mundo ético de muchas personas honestas sin relación especial con la
dos anticonceptivos, las técnicas de reproducción artificial, las relacio fe, hace muy difícil probar que algunos valores éticos son exclusivos
nes pre-matrimoniales, el suicidio, etc. forman un conjunto que, como del cristianismo. Los contenidos concretos, señalados por algunos
tal, se podría considerar típico de la iglesia católica, del mismo modo autores como los más típicos y exclusivos de la moral católica, se han
que otros rasgos distintivos caracterizan también a determinados gru encontrado también fuera de ella. Hasta el perdón de los enemigos, que
pos dentro de la misma iglesia. se propone como lo más característico de la revelación, estaba presen
El problema debería plantearse en otra perspectiva. Aun en el te en otras religiones y códigos antiguos, que enseñan también otros
supuesto de tener un patrimonio ético que no comparten otros grupos valores éticos bastantes universales y comunes.
religiosos e ideologías, lo importante es analizar si tales valores son No me resisto a copiar el siguiente texto, muchos siglos anterior al
también comunicables, si poseen una capacidad de explicación huma� cristianismo (entre 1600-1200 a.C.), en el que el padre exhorta a su
na, si se pueden presentar con una base de justificación racional, o si no hijo con un talante que nos recuerda mucho al sermón de la montaña:
existe otra posibilidad de fundamentarlos que el recurso a la revelación «No hagas mal a tu adversario, recompensa con bienes al que te hace
o a la autoridad de la iglesia que los enseña. En una palabra, se trata de mal; procura que se haga justicia a tu enemigo, sonríe a tu adversario...
la comunicabilidad del mensaje ético de Jesús, y no tanto de ver si esos muéstrate amable con el débil, no insultes al oprimido, no lo despre
valores son únicos y exclusivos de quienes aceptan el evangelio. cies con aire autoritario... Da pan de comer, cerveza de beber, honra al
que te pide limosna, vístelo, su dios se alegra de esto... lo recompensa
La razonabilidad de los valores éticos con bienes. Ayuda, haz el bien».
Estos hechos demuestran que la razón humana, a través de la expe
Ya hemos insistido anteriormente, y en diversas ocasiones, en que el riencia y la reflexión individual y comunitari!l, llega a captar incluso
comportamiento ético adulto y responsable exige un conocimiento de los valores catalogados como más difíciles e incomprensibles. En algu
causa, un motivo razonable para su aceptación, ya que la simple obe nos casos, sin ayuda ninguna de· la revelación cristiana. Y en otros, aun
diencia será necesaria para los misterios de fe, que son incomprensi que se hubieran conocido por estar ya en un clima cristianizado, se
bles, pero no para las normas que deben regir y orientar la conducta. Si mantienen y conservan por un convencimiento personal, ya que la fe,
la explicación se hace por su naturaleza incomprensible, o si el sujeto para el agnóstico o para el ateo, no fundamenta ninguna valoración.
236 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA ESPECIFICIDAD DE LA ÉTICA CRISTIANA 237
La existencia de una amplia tradición posible la fundamentación de la moral, sobre todo si, al margen de esta
iluminación sobrenatural, tampoco se hubiera alcanzado el conoci
Tal vez por ello, algunos autores no subrayan tanto las normas concre miento de estas verdades éticas.
tas, sino que insisten en las actitudes que nos distinguen de otras reli
giones, en la presencia de otros influjos espirituales, como apuntare
mos enseguida, o en el hecho de que los valores propios del cristianis Entre la critica y el triunfalismo
mo no hayan de considerarse como exclusivos. Pero en todas estas
hipótesis el problema se plantea en otro ámbito diferente, pues la dis Es verdad que el cristianismo, no sólo a través de innumerables perso
cusión se centra precisamente en los contenidos concretos. nas concretas, sino como comunidad de fe, ha defendido valores que
Esta postura, que no defiende una clara diferencia entre los valores constituyeron una extraordinaria riqueza para la misma sociedad hu
de una ética profana y religiosa, es considerada por algunos como fruto mana. Su voz se ha levantado muchas veces, como denuncia y defen
del ambiente secular y modernista en que vivimos. Sin embargo, hay sa al mismo tiempo, cuando conductas e ideologías amenazaban la dig
que reconocer que goza de una amplia tradición en el pensamiento de nidad del ser humano. Hay que estar muy ciego para no verla como
la Iglesia. Aunque en otro contexto bastante diferente del actual, los «experta en humanidad», según la afirmación del Vaticano n, trabajan
santos Padres descubrían en el Decálogo la expresión misma de la ley do con ilusión por la defensa de la humanidad. Pero también es difícil
natural, que manifiesta el querer de Dios sobre sus criaturas. Santo defender que sólo con la fe se ha conseguido este conocimiento moral.
Tomás no dudaba en admitir que «para las obras de las virtudes somos Se debe reconocer con humildad, por otra parte, que los cristianos,
guiados por la razón natural, que es la regla del obrar humano ... y por a pesar de la función iluminadora de la fe, no nos hemos distinguido
ello no fue necesario dar otros preceptos que los preceptos morales de siempre en la defensa de otros valores ni en la condena de ciertas injus
la ley dictados por la razón» (Summa Theologica, I-II, 108, 2 ad 1). ticias. Cualquiera que conozca un poco la historia de la moral sabe que
dentro de la Iglesia, como doctrina oficial o comúnmente aprobada, se
Ya desde esa época, otros autores, como Graciano en su famoso permitieron comportamientos que hoy nos resultan censurables, o se
Decreto, cuya importancia histórica fue considerable, afirmaban que prohibieron ideas y conductas que después se aceptaron sin dificultad.
«el derecho natural es lo que se contiene en la ley y en el Evangelio». Las anécdotas negativas de su trayectoria no aminoran en absoluto la
La frase resulta un tanto ambigua en su generalidad, pues podría mani importancia impresionante de su aportación; pero la realidad es que no
festar una visión teocéntrica y cristiana del derecho, como si a las exi siempre se atinó con lo recto, cuando a lo mejor otras personas sin fe
gencias racionales hubiera que añadir las que provienen de la revela no estaban de acuerdo con esas valoraciones. Lo que significa que,
ción, para suplir las omisiones que aquéllas encierran. Pero cabría tam aunque teóricamente se diga que estamos en mejor situación para el
bién una interpretación más secular de la misma Escritura, en cuanto conocimiento moral, esa posible ventaja no exime de otras equivoca
que las exigencias éticas evangélicas ya están recogidas y formuladas ciones, al margen de las incoherencias que puedan darse por la propia
por la razón. De hecho, esta orientación fue la prevalente en muchos debilidad.
moralistas, que no dudaron en admitir que Cristo no añadió ningún La búsqueda del bien supone uri trabajo en el que entran múltiples
nuevo precepto a los exigidos por la ley natural, como aparece en la mediaciones humanas, y es normal que semejante esfuerzo, cuando la
mayoría de los manuales tradicionales. revelación no da ninguna solución concreta, como sucede de ordinario,
A esta misma conclusión conduce un análisis pragmático de la rea no desemboque siempre en un éxito absoluto. Decir, por tanto, que los
lidad, al margen de otras consideraciones más especulativas. Si la valores de la moral cristiana son también razonables y que, en teoría,
comunidad cristiana, al menos en sus grupos más significativos y radi no deberían ser distintos de los que profesa cualquier persona honrada,
cales, hubiera sido un espacio en el que los valores profundamente parece una postura sensata y no va tampoco. contra los datos de la
humanos se hubieran vivido siempre con autenticidad o se hubieran misma tradición eclesial. Aunque respeto la opinión contraria, ésta me
defendido, al menos, en teoría, aunque no siempre se llevasen a la parece más fundada y coherente con todos los presupuestos anteriores.
práctica; la deducción sería lógica y evidente: sólo a partir de la fe es Entre la crítica despiadada, que rechaza la aportación positiva de la fe
238 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA ESPECIFICIDAD DE LA ÉTICA CRISTIANA 239
como una rémora y un obstáculo para el descubrimiento del bien, y el der posesiones, familia y amigos, tareas y ocupaciones, la mano y el
triunfalismo ingenuo de quien afirma que sólo con ella es posible en ojo, e incluso la propia vida (Mt 10,37-39; 18,8-9; Le 12,13-19), pues
contrar la verdad ética, una postura intermedia me parece más realista « el que no renuncia a todo cuanto tiene no puede ser discípulo mío»
y respetuosa; Todos estamos capacitados para descubrir la llamada del (Le 14,33). Aunque sus expresiones son duras y no se reducen a sim
valor, al margen de la iluminación religiosa, y todos hemos cometido ple retórica, tampoco hay que interpretarlas en un sentido literal. Lo
errores y equivocaciones en la conquista de este difícil objetivo. que indican siempre, dicho de otra manera, es la relatividad de todo en
Esta opinión, sin embargo, no rechaza los múltiples influjos posi función de lo «único necesario» (Le 10,42). Una actitud que jerarqui
tivos y benéficos de la fe, que repercuten en la praxis del ser cristiano za, selecciona e interpreta la realidad con unos ojos diferentes. Su valo
y determinan de alguna manera su comportamiento, aunque en otros ración queda transida por una mirada que trasciende hacia otros hori
niveles diferentes al del simple descubrimiento del valor que realiza zontes. Es normal, por tanto, que las decisiones del cristiano estén
también cualquier otra persona. Aunque con matices variados, todos influenciadas y se maticen por esta luz, más allá de su propio conoci
los autores que la defienden insisten en que la fe no es algo superfluo miento racional.
e insignificante, como si fuera una realidad extrínseca y ajena total Porque cree en Dios y se siente llamado a su amistad, porque busca
mente al campo de la conducta. Negar esta influencia eliminaría por la imitación y el seguimiento de Cristo, porque su persona constituye
completo el aspecto sobrenatural de nuestra vida, · al que tampoco el amor más absoluto de la existencia, el cristiano posee una motiva'."
podemos renunciar en modo alguno. Si vivimos como creyentes y ción extraordinaria que quizá no poseería si buscara solamente la hon
como cristianos, la revelación y Jesús pertenecen a la esencia más ínti radez y honestidad de una conducta. Así, cuando la fe resuena con
ma de nuestra existencia. ¿Qué función tienen, entonces, en el ámbito fuerza en el interior del corazón, se crea un mundo de motivaciones
de la moral cristiana? que estimula a una coherencia en la vida.
Hemos repetido con anterioridad que la moral tendría vigencia aun
en la hipótesis de que Dios no existiera; pero quedaría un interrogante
Una motivación que da coherencia a la vida posterior: ¿seríamos capaces de vivirla y sentirnos comprometidos con
ella sin el dinamismo de la fe? Incluso aunque tuviéramos esta capaci
Se ha señalado con frecuencia que lo más significativo e importante de dad, como muchas personas agnósticas lo demuestran, el distintivo
la ética cristiana reside en el campo de la motivación. A primera vista, más claro y específico de una conducta cristiana radicaría en esta últi
podría parecer algo demasiado pequeño y secundario, cuando en reali ma intencionalidad religiosa: queremos ser buenos no sólo para reali
dad constituye una influencia enorme y decisiva. Todos tenemos la zarnos como personas y responder a las exigencias de unos valores
experiencia de que, aunque sabemos cómo se debe actuar, no somos humanistas, sino, sobre todo, para demostrarle a Dios nuestro cariño y
capaces muchas veces de llegar a realizarlo. Lo que falta en esas oca amistad. El amor impulsa y motiva un estilo de conducta que resulta
siones no es la simple iluminación del conocimiento, sino una razón válido para todas las personas y que para el cristiano se convierte, ade
definitiva y convincente para actuar. En último término, es el difícil más, en una respuesta agradecida al Señor. La vida cristiana tiene
problema de la decisión que nos falta para vivir en coherencia con el como raíz y fundamento este poder de atracción que deriva de nuestro
pensamiento. Hay que tener un motivo determinante muy fuerte para destino sobrenatural.
dejarse conducir por el bien, por encima de cualquier otro interés que
nos solicita como más inmediato y agradable.
El mensaje de Dios exige la conversión como respuesta a su lla Una luz que ilumina y garantiza
mada para vivir en amistad filial. Y lo primero es la ofrenda de la fe
-don de su gracia y de9isión de la persona, al mismo tiempo-, por la Insistir en la importancia de la razón no significa plena confianza en
que nos entregamos a El como valor primario y absoluto. No hay nin sus posibilidades, como si no hubiera motivo para sospechar de sus
guna otra realidad que pueda compararse a esa relación. El radicalis conclusiones. Las experiencias pasadas son también elocuentes para
mo de Jesús no permite componendas. Hay que estar dispuestos a per- no caer de nuevo en los engaños de un racionalismo ingenuo que adora
240 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA ESPECIFICIDAD DE LA ÉTICA CRISTIANA . 241
a la razón como a un pequeño dios. Su trabajo se efectúa en un con Bajo esta óptica, las virtudes pasivas, como la humildad, la espe
texto difícil; condicionado por una serie de factores a veces desconoci ranza, la paciencia, el servicio o la sumisión, adquieren un relieve del
dos, que impiden la objetividad y lucidez del conocimiento. Aceptar que no gozan en otras especulaciones. Nada de ello escapa a una visión
una cierta sospecha sobre sus valoraciones no es defender el escepti humanizante de la vida ni resulta incomprensible al margen de la fe,
cismo, sino un gesto de prudencia y sensatez frente a los posibles enga como si fuera algo exclusivo del creyente; pero no es menos cierto que
ños que esconde. ese influjo sobrenatural puede ser fermento de un humanismo más
Por eso el creyente descubre en el mensaje revelado no sólo el auténtico y profundo. Cuando la fe nos abre a un horizonte desconoci
impulso dinámico de la motivación, sino la luz que a veces confirma do e inabordable, que la inteligencia humana nunca habría podido_des
de manera explícita sus propias conclusiones y las corrige de sus adhe cubrir ni sospechar, aparecen nuevos criterios de preferenci� que no se
rencias negativas. Lo que el Vaticano I afirma sobre la necesidad de la dan de ordinario en los esquemas racionales.
revelación para el conocimiento natural de Dios podría aplicarse de la
misma manera al tema que ahora nos ocupa. Para descubrir los valores
éticos más fácilmente, con una mayor certeza y sin mezcla de error, es La nueva antropología sobrenatural
conveniente también esta otra iluminación sobrenatural. No es que
busquemos en la Escritura una solución concreta para nuestros proble Aunque la teología sea un intento de hacer razonable la dimensión tras
mas actuales, pero sí que nace de ella como un instinto peculiar, una cendente, como decía san Anselmo, sus misterios escapan por comple
especie de sintonía de fondo que puede impregnar al cristiano y dotar to a nuestra razón. Su credibilidad radica en la autoridad de Dios que
le de una transparencia y lucidez peculiares. Cuando el Concilio, al los revela y no pretende engañarnos. Pero a partir de ahí no cabe otra
afrontar los problemas más urgentes de la humanidad, se siente «guia explicación que pueda hacerlos comprensibles. Esta mirada trascen
do por la luz del Evangelio y de la humana experiencia» (Gaudium et dente posibilita una cosmovisión que densifica y enriquece cualquier
Spes, 46), parece defender esta misma orientación. otra perspectiva humana. Entre estos misterios, ya que no es posible
una visión más detallada, quiero fijarme en tres, por su mayor reso
No es fácil descubrir con la pura razón algunos valores éticos como nancia en la praxis del cristiano.
el perdón de los enemigos, el compromiso y la solidaridad con los más El Dios que nos había hablado «muchas veces y de muchas mane
necesitados o la relatividad de los bienes materiales. La conducta y el ras» nos ha dado su palabra última y definitiva por medio de Jesús (Hb
mensaje de Jesús tienen sin duda en estos, como en otros puntos, una 1,1-2). A través de esa revelación progresiva, llegamos alconocimien
función iluminadora. Cualquiera que conozca su enseñanza y el testi to de ciertos aspectos que forman el núcleo fundamental de nuestra fe.
monio que ofreció con su vida queda convencido de la verdad y gran La gran epifanía desde el comienzo, que Jesús va a confirmar con su
deza de sus valoraciones. El discípulo de Jesús no necesita pensar mu predicación y que la comunidad primitiva recoge en sus enseñanzas,
cho con la mente para devolver mal por bien. El ejemplo de su Maestro consiste en presentamos el rostro de Dios como Padre. Toda la misión
le estimula y le confirma en la verdad del camino emprendido. de Cristo se centra en esta tarea: «Nadie conoce al Hijo sino el Padre,
De hecho, la cultura de Occidente, como han notado algunos his ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo
toriadores, recibió un fuerte influjo del cristianismo. Incluso a un nivel quiera revelar» (Mt 11,27). Su amor gratuito a todas las personas, sin
individual, el encuentro con los valores lo ha tenido antes el creyente distinción de ninguna clase (Mt 5,43-45; Le 7,33-50), ofrecido con
en el ámbito de la fe que en el de su reflexión racional y personaliza anterioridad a cualquier mérito, como vimos en las parábolas del capí
da. Las normas fundamentales de la ética, para quienes nacieron en una tulo anterior, dispuesto al perdón todas las veces que sea necesario (Mt
familia cristiana, se transmitieron en la educación dentro de un clima 18,21-35), lleno de gozo y alegría por la conversión de un pecador (Le
religioso, aunque después se haya buscado una explicación racional. Y 15,1-32), dispuesto a querernos de forma incondicional (Le 7,36-50),
es que, cuando se integran las enseñanzas y los testimonios evangéli sobre todo cuando más incapaces y pobres nos sentimos (Le 7,18-23),
cos, aumenta la sensibilidad interior para captar el mundo de los valo etc., manifiesta una imagen muy diferente de la de cualquier filósofo
res éticos. que reflexione sobre el Absoluto. Dios es Padre por encima de todo, y
242 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA ESPECIFICIDAD DE LA ÉTICA CRISTIANA 243
el creyente puede dirigirse a Él con la misma expresión oída en labios cunda. Cristo mostró su mesianidad realizando múltiples signos para
de Jesús -Abba (Me 14,36)-, que manifiesta la confianza y familiari liberar a la persona de toda clase de males. Con ello no promete una
dad con que podemos tratarlo. Cristo, como imagen e icono perfecto felicidad humana, como si el cristiano estuviera libre de las amenazas
del Padre, es el único que nos lo puede revelar. y calamidades que pesan sobre los demás. Como cualquier otro ser,
Esta filiación ha transformado la naturaleza humana, creando una sentirá también en múltiples ocasiones las dificultades de la vida.
nueva antropología sobrenatural que hace también del ser humano un Un creyente, sin embargo, nunca podrá excluir el cuidado amoro
pequeño icono de Dios. La gracia no sólo nos regenera en una especie so de Dios sobre sus criaturas, pero es consciente de que tal amor es al
de nuevo nacimiento, sino que nos fortalece y ayuda a superar las debi mismo tiempo misterioso y desconcertante, ya que su gobierno provi
lidades e incoherencias introducidas por el pecado. La fuerza del cris dente actúa a través de múltiples mediaciones humanas. La omnipo
tiano no radica en su esfuerzo o en su buena voluntad, pues «llevamos tencia de Dios que proclamamos en el Credo es un atributo del
este tesoro en recipientes de barro» (2 Cor 4,7). Hay un poder por enci Creador, que ha sacado toda la realidad existente de la nada. Allí donde
ma de nosotros que nos alienta y estimula cuando se siente la propia antes de la creación no se daba nada más que su presencia absoluta,
incapacidad frente a cualquier exigencia. El «yo sé bien de quién me dejó espacio para que otros seres pudieran existir. Este gesto de gene
he fiado y estoy firmemente persuadido de que tiene poder para ase rosidad, en ordeñ a compartir su vida con otras muchas, es ya una auto
gurar hasta el último día el encargo que me dio» (2 Tim 1, 12) es una limitación voluntaria, porque a todo lo que había salido de sus manos
experiencia que descubre la fe y renueva la ilusión, a pesar de las difi lo dotó de una cierta autonomía. Desde ese momento, su poder quedó
cultades e intentos fracasados. sometido a los límites que él mismo marcó a sus criaturas, y ya no
La palabra de Dios nos abre, como último aspecto que deseo apun podrá interferir de manera constante y milagrosa en los procesos natu
tar, a una dimensión escatológica. No se trata de un engaño infantil ni rales ni en la voluntad libre que impuso a la creación.
de un sueño de omnipotencia, aunque estos mecanismos también pue Si el Hijo, al encamarse, se despojó de su condición divina para
dan actuar. Para el cristiano no termina todo con la muerte, ya que la hacerse uno de tantos (Flp 2,6-8), el Padre, al crear, renunció también
revelación es muy clara y explícita en este punto: hay un más allá, defi a una omnipotencia absoluta, si no quiere arrepentirse de su proyecto
nitivo y eterno, hacia el que caminamos a lo largo de nuestra existen creacional. Tiene, por tanto, que respetar las leyes de la naturaleza,
cia. Lo cual significa que la vida sólo adquiere un sentido pleno e ínte aunque se vuelvan contra el bien del hombre, provocando múltiples
gro cuando se enfoca con esta visión trascendente, sin que ella elimi catástrofes. Y ha de respetar la libertad humana, que determina otras
ne el compromiso y la entrega a las tareas de este mundo. Negar este muchas tragedias. Lo cual no significa que sea lejano e indiferente a
dato supone destruir en un aspecto básico el conjunto de la revelación. nuestras inquietudes, pero tampoco interviene con su poder, fuera de
Todas estas verdades no son algo abstracto y especulativo, sin rela casos muy excepcionales, para impedir su actuación a todas las causas
ción alguna con la actuación de la persona. Quien las acepta y asimila segundas. Por eso es muy difícil comprender la coexistencia de un
experimenta una renovación interior que le hace afrontar la realidad amor omnipotente, que podría solucionarlo todo, con el mundo de
con un talante diferente. Tampoco es posible enumerar todas las con dolor y calamidades que nos rodea.
secuencias, y me limito a ofrecer las más importantes. La alegría cristiana tiene otro contenido diferente. A ese Dios des
pojado aparentemente de un poder sin límites, en el fracaso y muerte
La esperanza que llena de ilusión la existencia del creyente de Jesús -como en tantos fracasos y muertes humanas-, la Iglesia lo
proclama pantocrátor, como el que lo gobierna todo, como el que tiene
La fe no sólo tiene la capacidad de iluminar y confirmar los valores en el universo en sus manos. Pero su omnipotencia permanece escondida
función del proyecto definitivo, sino que llena de ilusión y esperanza en el misterio de su amor mientras caminamos por el mundo. Su fuer
la vida entera del creyente. La providencia de Dios es universal, aun za aparecerá algún día, cuando descubramos que nada escapó a su pro
que misteriosa, pues actúa a través de múltiples mediaciones humanas, videncia y que el triunfo final está asegurado por su promesa inque
pero provoca un convencimiento de que todo tiene sentido, ya que nin brantable. Será el momento de la consumación definitiva, cuando Dios
guna realidad, por muy negativa que sea, termina siendo estéril e infe- sea todo en todos (cf. lCor 15,24-28).
244 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA ESPECIFICIDAD DE LA ÉTICA CRISTIANA .245
Mientras tanto, nos queda la esperanza. El Dios que acogió el fra Padre del cielo» (Mt 5,43-48; Le 6,27-36). Nuestra actitud ante el her
caso y la muerte de Jesús para resucitarlo del sepulcro nos enseña _ que mano va a revelar mejor que cualquier otra práctica, por muy religiosa
la cruz no es su palabra definitiva. Desde ese momento hace posible, que sea, nuestra sinceridad ante Dios, pues «quien no ama a su herma
aunque no lo comprendaIJ?-OS �ácilment�,. qu� ninguna realidad, por no, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve» (1 Jn 4,20).
muy negativa que sea, termma siendo estenl o mfecunda. Incluso cuan Quien se acerque a la revelaéión, vea la conducta de Jesús o escu
do el dolor se presenta por causas naturales e imprevistos absurdos, no che sus enseñanzas, para encerrarse después en un espiritualismo indi
hay que pensar que sea necesario para la salvación. Sería como decir vidualista que sólo se preocupa de la propia perfección, ha tenido una
que Dios exige la sangre y el sufrimiento hu_m_ano para oto�gar s? gra experiencia engañosa y mutilada. El compromiso frente a las urgencias
cia y amistad. Y un ser que se muestra tan sadico en sus exigencias no y necesidades de los demás es el criterio por antonomasia del discer
invita al cariño ni refleja la misericordia del Padre, que hace nacer el nimiento, porque «cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más
sol sobre buenos y malos. La cruz seguirá siendo un misterio; pero pequeños, a mí me lo hicisteis... y cuanto dejasteis de hacer con uno de
desde que el Padre acogió al primer crucificado, su corazón quedó estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo» (Mt
abierto también a todos los crucificados del mundo. Con ello no pro 25,40.44). El tema es suficientemente conocido como para insistir más.
mete una simple felicidad humana, como si el cristiano estuviera li�re Lo importante es caer en la cuenta de esta actitud que también dina
de todas las calamidades que amenazan al hombre. Como cualqmer miza y orienta las decisiones del cristiano.
otra persona, sentirá en múltiples ocasiones 1� angustia del v�vir, p�ro
con su fe vislumbrará un sentido que a lo me3or no capta de mmedia
to, como el grito desgarrador de Cristo en el calvario, pero que está La necesidad de una asimilación
garantizado por el hecho de la resurrección.
Todo esto, en teoría, parece innegable y evidente; pero hay que reco
nocer, si somos sinceros, que semejante predisposición no está muchas
El prójimo como sacramento veces asimilada. Para muchos cristianos, los datos de la revelación se
reducen al simple conocimiento intelectual de estas verdades, sin nin
Otro aspecto de singular importancia se deriva del mensaje revelado. guna posterior influencia eficaz en su discernimiento ético. En estos
La moral que se centra en la propia realización, sin abrirse a la comu casos, la ayuda de la fe es demasiado extrínseca y no tiene mayor rele
nión con los demás, nunca podrá adjetivarse como cristiana. El evan vancia práctica. La supuesta lucidez y sensibilidad desaparece por esa
gelio nos presenta al ser humano como un verdade�o sac:amento, un falta de integración y convencimiento interior.
lugar de cita privilegiado para· encontrarse con Dios. Si _ de algun_a Más aún, habría que añadir, como apunté antes, que ni siquiera con
manera se ha convertido también en icono del Padre, reflejo y mam esa actitud religiosa, por muy buena voluntad y honradez que encierre,
festación de su amor, la dignidad humana queda aún más enalteci�a se . garantizan todas las valoraciones posteriores. La Iglesia, como
por esta singular vocación. El respeto a la persona, c?n t_odas sus de�1- comunidad de fe que busca los valores morales, y hasta los santos den
vaciones, o la igualdad de todos los seres como depositarios d� }as mis tro de ella, como testigos de Dios más iluminados, han defendido con
mas exigencias y derechos, encuentran aquí una confirmac��n y un ductas que hoy no se valoran como tan humanas y evangélicas, o han
motivo complementario para su defensa. Formamos una fam1ha en la condenado otras que se han permitido con posterioridad; Tales situa
que deben imperar la comprensión, el perdón y el cariño... «como ciones no se debían a la opacidad de juicio o a la perversión de la
vuestro Padre es compasivo» (Le 6,36). voluntad, ya que había un deseo sincero de encontrar la verdad del
Es más, Dios se identifica de tal manera con la persona, sobre todo comportamiento, sino a la complejidad de un análisis que se encontra
con la más pobre y necesitada, que cualquier atentado contra ella se ba condicionado por otros factores, aunque quisieran partir de las raí
convierte en una negativa a su amistad. El Evangelio proclama como ces más evangélicas. Era lo que parecía mejor, teniendo en cuenta
núcleo central de todo su mensaje el agape fraterno, que ha de exten todos los elementos de aquellas circunstancias concretas. Después, con
derse incluso a los propios enemigos, «para que seáis hijos de vuestro una cierta perspectiva histórica para analizar el pasado, se comprende-
246 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA ESPECIFICIDAD DE LA ÉTICA CRISTIANA . 247
rán mejor todos los condicionantes y dificultades que no se advertían Duouoc, Ch., «Cruz de Cristo y sufrimiento humano»: Concilium
119
en aquella situación, de la misma manera que la historia se encargará (1976), pp. 403-413
de hacer una valoración más objetiva de todos los que ahora pesan DE LocHT, P., «Comportamiento ético e identidad cristiana»: Concilium 2
16
sobre nosotros, aunque pretendamos realizarlo a la luz de la fe y con (1988), pp. 281-290.
criterios evangélicos. GELABERT, M., «Ética y vida teologal»: Teología Espiritual 36 (1996)
La vida cristiana será, pues, un auténtico humanismo. Su dimen pp. 299-315.
sión escatológica le impide una visión inmediata y reducida al tiempo GESCHÉ, A., Dios para pensar, I, Sígueme, Salamanca 1995, pp. 233-26
8.
presente, pues el futuro último del ser humano encierra una trascen GóMEZ CAFFARENA, J. «Sobre la aportación cristiana a la ética»: Pastora
l
dencia definitiva. Y si este lado más oculto relativiza de alguna forma Misionera 176 (1991), pp. 43-52.
la construcción y perfeccionamiento de la realidad terrestre y de los LADA�IA, �.F., «El hombre, cread? a imagen de Dios», en (B. Sesboüé
valores actuales, también despierta las exigencias más profundas de un Hzstona de los Dogmas, II, S1gueme, Salamanca 1996, pp. 75-115.[dir. ])
amor que se entrega íntegramente a las tareas y necesidades de este LAZCANO, R., (dir.), _Dios, nuestro Padre, Estudio Teológico San Agustí
n,
mundo. El Evangelio no absorbe los valores naturales en la trascen Madrid 1999.
dencia de lo escatológico, ni tampoco se pierde en la inmanencia de un LIBANIO, J.B., «Utopía y esperanza cristiana»: Selecciones de Teolog
ía 30
proceso puramente histórico y actual. Dios envía al hombre a su que (1991), pp. 176-184.
hacer humano, no para que edifique otro mundo al lado del mundo en SÁNCHEZ GONZÁLEZ, J., «Cómo presentar los valores cristianos en una
socie
que vivimos -Jesús ha redimido con su muerte la creación entera-, dad pluralista»: Moralia 29 (1997), pp. 145-150.
sino para que encuentre en él su vocación auténticamente humana, SICRE, J.L., «La preocupación por la justicia en el antiguo Orient
e»:
aunque no podrá realizarse por completo dentro de los límites tempo Proyección 28 (1981), pp. 3-19 y 91-104
rales. Por la fe, la ética recibe la energía creadora de un amor sobrena TORRES QUEIRUGA, A., Recuperar la creación, Sal Terrae Santander
' 1997'
tural, que radicaliza con más fuerza las exigencias de cualquier ética 109-160.
humana. Así, el deseo de responder a la llamada de Dios y de seguir a VARONE, F., El Dios "sádico". ¿Ama Dios el sufrimiento?, Sal
Terrae,
Jesús no disminuye, sino que incrementa y fortalece la ilusión de rea- Santander 1988.
. !izamos como personas desde ahora. VIDAL, M., Nueva Moral Fundamental. El hogar teológico de la
ética
Vivir como cristiano supone, pues, una vida auténticamente huma Desclée de Brouwer, Bilbao 2002, pp. 27-282.
na; y una vida auténticamente humana debe estar ya muy cercana a Vv.AA., «El enigma del dolor. ¿Por qué nos angustiamos los human
os?»·
. .
Dios. Si la fe no cambia los valores éticos, sí produce, sin embargo, un Biblia y Fe 62 (1995).
nuevo estilo de vivirlos en un clima de libertad y de relaciones fami Vv.A�., Jesucristo, revelador de la verdad del hombre: Diez tesis antrop
oló
liares con Dios. Este aire de familia crea una connaturalidad en el gicas para la nueva evangelización, Edice, Madrid 1997, pp. 121-153.
conocimiento del bien que lleva incluso a la superación de la moral. YÁÑEZ, �-�-, Esperanza y �ol�daridad. Una fundamentación antrop
ológic
teologzca de la moral cristiana en la Obra de Juan Alfara Universidad o
Comillas, Madrid 1999. de
***
Bibliografía
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de Teología Moral, San Pablo, Madrid 1992, pp. 600-609.
BüHLER, P., «La identidad cristiana. Entre objetividad y subjetividad»: Conci
lium 216 (1988), pp. 181-194.
LIBERTAD Y DISCERNIMIENTO DE LOS HIJOS DE DIOS 249
mación que aparece en el prólogo del evangelio de san Juan referida al en cada una de las obligaciones morales que se experimentan en lo más
Logos: «En el comienzo existía la ley». La doctrina del judaísmo rabí profundo del corazón. Esta llamada resuena con un eco perfecto en la
nico· quedaría expresada con toda su fuerza y estima en aquella frase interioridad de la propia conciencia que nos hace presente su voz.
del sermón de la montaña: «mientras duren el cielo y la tierra, no deja Sin embargo, y a pesar de todas.estas alabanzas psicológicas, co
rá de estar vigente ni una i ni una tilde de la ley sin que todo se cum munitarias y religiosas, cuya objetividad nadie niega, la ley ha sido
pla». (Mt 5,18). Aquí también, la lucha por sentirse liberados de ella también objeto de importantes críticas desde esas mismas ópticas. El
destruiría, en este caso, la identidad religiosa del pueblo elegido. cumplimiento de la ley ha tenido siempre el peligro de inclinarse hacia
No es extraño, por tanto, que este aprecio de la ley se haya mante un legalismo que psicólogos y profetas de todos los tiempos no se han
nido en la espiritualidad cristiana. Si la moral nos enseña no sólo a rea cansado de condenar. Podríamos afirmar, sin miedo a equivocarnos,
lizarnos como personas, sino a vivir como hijos de Dios y responder a que la raíz de muchos conflictos humanos y espirituales encuentra aquí
su palabra, lo más importante para la vida del creyente es encontrarse su más profunda explicación. La no aceptación de sí mismo, con. la
con la voluntad del Señor en un clima de fe, hacerse dócil y obediente consiguiente intolerancia que afecta también a los demás, y el fariseís
a esa llamada que nos viene de arriba. De ahí, la pregunta básica y fun mo del hombre piadoso tienen mucho que ver con la forma de relacio
damental, en el campo de la praxis, de cómo es posible el descubri narse con la ley, como ya hemos apuntado en capítulos anteriores.
miento de esa vocación. La respuesta más común y ordinaria remitía de La observancia ha degenerado a veces en una infantil búsqueda de
nuevo a la moral: cumpliendo con los preceptos y normas de conduc seguridad que elimina otras preocupaciones y responsabilidades; ha
ta, expresamos nuestra obediencia a Dios. De esa manera la ley se man servido como instrumento para obtener el aprecio y la estima de los
tenía como la señal más universal y explícita de su soberana voluntad demás, que lo ofrecen como recompensa a quienes obedecen y aceptan
y manifestaba el camino más corto y evidente para conocer sus desig lo que está mandado; sirve para satisfacer nuestro propio narcisismo
nios concretos sobre cada persona. Vivir cristianamente equivalía al cuando queremos responder a un yo ideal y perfeccionista, que no tole
cumplimiento lo más exacto posible de los valores e imperativos éticos. ra ningún desajuste entre lo que nos exige y lci que somos; y hasta se
De ahí la excesiva y hasta ansiosa preocupación de los cristianos pretende con ella obtener la salvación, intensificar la amistad con Dios
por las obligaciones y leyes morales, tal como se expresaban en los y hacer presente el reino de Dios entre nosotros.
catecismos y libros de texto. Se quería describir en ellos lo bueno y lo Nadie está exento de estas desviaciones, que nacen de un legalis
malo, con sus fronteras y sus límites perfectamente definidos, para mo que no tiene valor humano ni religioso alguno. En este sentido, la
saber cómo acercarse al Señor y evitar su lejanía por causa del pecado. liberación de la ley se impone como una exigencia ineludible para vivir
En caso de duda, se acudía al técnico para que él explicara el alcance nuestra condición de personas y de cristianos. Pero, sobre todo, cuan
y contenido de las diferentes obligaciones. Sólo así se obtenía la certe do se busca cómo descubrir en serio la voluntad de Dios y cuál es la
za de conocer con exactitud la divina voluntad. Las alabanzas a la ley metodología cristiana para conseguir esa meta, ni la moral ni la ley
y la invitación a su más estricta observancia encontrarían aquí su jus constituyen la mejor manera de alcanzar ese objetivo. Sólo un discer
tificación humana y espiritual. La ascética religiosa ha subrayado nimiento espiritual auténtico capacita de veras para una finalidad como
siempre este aspecto, aunque en algunas ocasiones lo haya hecho con ésta, por dos razones fundamentales que vamos a explanar.
excesivo énfasis, y en otras no siempre por motivaciones transparentes
y desinteresadas.
La vocación cristiana a la libertad
Los riesgos de un legalismo En primer lugar, conviene insistir con fuerza en un aspecto demasiado
olvidado de nuestra praxis cristiana. La economía de la salvación se
No pretendo negar que semejante presentación sea verdadera en su caracteriza por situar al creyente en un clima de relaciones familiares
conjunto, sobre todo si se enmarca en un contexto mucho más matiza con Dios; Jesús ha venido para darnos la gran noticia, que nos abre a
do. Sin la menor duda, el querer de Dios se nos hace cercano y presente un horizonte insospechado: somos hijos de Dios, y por eso, desdé lo
252 H ACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTIC A CRISTIANA LIBERTAD Y DISCERNIMIENTO DE LOS HIJOS DE DIOS 253
más hondo del corazón, nace una exclamación jubilosa: ¡Abba! (Cf. rica resulta bastante comprensible. Y no es extraño que desde entonces
Gal 4,7). Con la misma palabra que tantas veces oyeron a Cristo en su la misma literatura rabínica no haga mención alguna de Pablo o lo con
oración, el cristiano puede ahora dirigirse al Señor. Y en una familia sidere como un auténtico hereje y cismático. Nó en vano, su pensa
donde las relaciones deben ser afectivas y cordiales, lo que prevalec� miento chocaba de frente contra uno de los puntos básicos en la teolo
como factor más importante no será nunca la ley, sino el amor que la gía de aquel tiempo.
supera y trasciende. De ahí el grito incontenible de Pablo cuando A pesar de ello, podemos catalogar de intransigente su postura,
recuerda a los cristianos su auténtica vocación: «Vosotros, hermanos pues se trataba de un punto donde no cabían concesiones ni benévolas
habéis sido llamados a la libertad» (Gal 5,13). Sus palabras no se pue� tolerancias de ningún tipo, si se trataba de defender lo más específico
den interpretar como si fueran un género literario o un simple recurso de la experiencia cristiana. El cariño y la comprensión no debían disi
oratorio. Son ideas que el apóstol explicita de manera constante y con mular lo más mínimo un aspecto tan importante de la fe. El episodio
un lenguaje muy claro, pues no sólo las tiene profundamente asimila de Antioquía revela esa actitud inquebrantable frente a la conducta más
das, sino que siente la obligación de proclamarlas como parte funda ambigua del mismo Pedro, que no tuvo el suficiente valor para enfren
mental de su trabajo misionero. tarse a los partidarios de la circuncisión. No podía tolerar que algunos
Jesús aparece en su teología como el gran libertador. Nos ha resca falsos hermanos, como intrusos, quisieran privar de esa libertad a los
tado de la esclavitud del pecado para que, a pesar de ese misterio de cristianos para esclavizarlos de nuevo con el yugo de la ley: «ni por un
iniquidad que domina sobre la creación entera, el hombre pueda reali instante cedimos, sometiéndonos, a fin de salvaguardar para vosotros
zar el bien; nos ha librado de la muerte, sembrando una nueva espe la verdad del Evangelio» (Gal 2,5). Es una doctrina que. va a mantener
ranza que vence y supera la finitud de nuestra existencia; y nos ha dado siempre con una coherencia absoluta.
una última y definitiva victoria, pues él también «nos rescató de la mal Que la doctrina paulina sobre la libertad de la ley fue captada en
dición de la ley» (Gal 3,13). Todo régimen legal ha caducado definiti todo su radicalismo se deduce de los intentos que desde el comienzo se
vamente con la venida de Cristo y ha sido sustituido por otro régimen produjeron por suavizar su pensamiento. No sólo hubo copistas bien
de relaciones familiares: «...envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, intencionados que, por su cuenta y riesgo, quisieron limar las afirma
sometido a la Ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley y para ciones que juzgaron exageradas, sino que, incluso en épocas recientes,
que recibiéramos la condición de hijos» (Gal 4,4-5). En la economía se han ofrecido interpretaciones que desvirtúan su auténtica originali
actual de la salvación no existe nada más que una doble alternativa, sin dad y fuerza. Y es que la aceptación de este mensaje no fue ni ha sido
ningún término medio que suavice su radicalismo: o vivir en un régi nunca fácil, pues la tentación de acudir a la ley para encontrar en ella
men de esclavitud que nos somete a su imperio -«Porque todos los que la salvación y la seguridad de un guía certero ha sido demasiado fre
viven de las obras de la ley incurren en maldición»: Gal 3, 10-, o seguir cuente en todos los tiempos. Si sus afirmaciones admitieran una inter
a Cristo para liberarnos de esa maldición, pues «si sois guiados por el pretación reductora y suavizada, no habrían sido motivo de escándalo
Espíritu, no estáis bajo la ley» (Gal 5,18). ni habrían provocado tanta crítica y discusión .
Interpretaciones defectuosas
El escándalo de un mensaje
Para algunos, el término «ley», haría referencia exclusiva, en los escri�
El evangelio de la libertad fue motivo de escándalo para la gente pia tos de Pablo, a todo el conjunto de prescripciones, ritos y observancias
dosa de aquel tiempo. Convertirse al cristianismo suponía renegar de propios del Antiguo Testamento, que perdieron definitivamente su
una tradición sagrada en la que el judío había sido educado. Las diver validez con la venida de Cristo. Un mundo de preceptos y normativas
sas sectas rivalizaban en su adhesión más incondicional a la ley y no secundarias que fue eliminado por la superioridad y plenitud del
podían comprender que un verdadero israelita se atreviera a defender evangelio.
una doctrina tan contraria a esta observancia religiosa. La reacción del La explicación resulta, a primera vista, coherente y comprensible,
pueblo, frente a un movimiento que rompía su propia identidad histó- pero no habría suscitado tanta oposición si el objetivo de tal libertad
254 HACIA UNA NUEVA V ISJÓN DE LA ÉT ICA CRISTIANA LIBERTAD Y DISCERNIMIEN T O DE LOS HIJOS DE DIOS 255
hubiera sido tan sólo la eliminación de unos cuantos preceptos, aunque equivocadas que algunos pretendieron deducir de su enseñanza. El
alguno de ellos fuera tan estimado y tradicional como el de la circun «todo me es lícito» (1 Cor 6,12) podía servir de justificación para com
cisión. Además, las afirmaciones del mismo Pablo no permiten esta portamientos inaceptables, como si el sentirse liberado de la ley se
exégesis tan poco objetiva. Cuando les dice a los cristianos que «ya no convirtiera en un camino de inmoralidad que justificara la gula y la
estáis bajo la ley» (Rom 6,14) o que «quedasteis muertos con respecto lujuria. Y el desenfreno no es la meta de esta liberación, pues, aunque
a la ley» (Rom 7,4) no se refiere exclusivamente a la ley judía ya cadu todo me esté permitido, «¡no me dejaré dominar por nada! (ibid.).
cada, sino que lo aplica también, y de una manera explícita, a un pre Otros muchos, amantes y defensores de la ley, querían conservar, por
cepto tomado del Decálogo, como el «no desearás». Es decir, la mal el contrario, la fidelidad más absoluta a las tradiciones de sus mayores,
dición y esclavitud de la que Cristo nos ha liberado incluye cualquier y ya sabemos con qué energía se opuso Pablo a las prácticas judaizan
tipo de ley, aun la más sagrada y obligatoria. tes que empezaron a introducirse dentro incluso de las comunidades
No es tanto su contenido de mayor o menor trascendencia, sino el cristianas.
significado general, lo que plantea el problema. Numerosos pasajes Y entre estos extremismos radicales no faltaban quienes confun
demuestran que Pablo emplea el término nomos, con o sin artículo, dían el mensaje de la libertad con un cambio sociológico que los con
para designar a la ley como tal, que se caracteriza por ser un manda virtiera en ciudadanos libres para escapar de su condición de siervos
miento exterior al hombre (cf. Rom 3,27.31; 5,20; 13,8, etc.). Sus esclavizados (1 Cor 7,21-24), o se apoyaban en él para actuar sin nin
expresiones demuestran que no hace distinción alguna entre los pre guna discreción, olvidando el bien de los otros (1 Cor 8,9). Pablo no
ceptos intangibles, como el Decálogo, y las otras leyes y preceptos era un iluminado ingenuo, que desconociera la situación de pecado que
secundarios. La ley es un todo integral que revela la voluntad de Dios atenaza a los seres humanos y los condiciona en su interior. Ni preten
sobre la humanidad, de la misma manera que para el judío piadoso día liberarse, como el adolescente que busca su independencia, en un
tampoco cabían distinciones jurídicas entre mandatos más o menos gesto de regresión, como si no tuviera ningún sentido y se pudiera vivir
importantes. La observancia constituía siempre la única respuesta posi con absoluta autonomía. La esencia de su pensamiento nos hará com
ble, pues, por muy onerosa y pequeña que fuese, era un motivo de gozo prender cómo su enseñanza continúa siendo aplicable a nuestra situa
responder con absoluta fidelidad al Dios de la alianza. ción actual.
La ley era para él el símbolo de toda normativa ética impuesta La libertad de la ley tenía para él un sentido fundamentalmente
desde fuera a la persona. El que vive en función de ella no ha penetra soteriológico. Lo• que no podía tolerar, de acuerdo con la teología
do todavía en la esfera de la fe ni se encuentra vivificado por la pre vigente entre los fariseos e incluso entre los humildes fieles de
sencia del Espíritu. Su vida se mantiene todavía en una situación infan Qumran, es que la salvación ofrecida por Dios fuera fruto y conse
til, ya que «la ley fue nuestro pedagogo hasta Cristo» (Gal 3,24). Por cuencia de los méritos personales, obtenidos con nuestra obediencia y
eso el que permanece protegido por ella nunca será un verdadero hijo sumisión; ni que sólo cuando el hombre supera sus culpas e infidelida
de Dios, «porque todos los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios des, con el cumplimiento escrupuloso de la ley, podrá sentirse salvado
son hijos de Dios» (Rom 8,14). Tal vez la traducción actual más exac y obtener la amistad divina. El esfuerzo individual conseguiría de esa
ta de su pensamiento, para comprender el choque que supuso con la manera lo que sólo se puede esperar como don y como gracia. Aquí
mentalidad de su época, sería afirmar que el cristiano es una persona radicaba el punto decisivo de toda su predicación. Para Pablo, al con
rescatada por Cristo de la esclavitud de la moral, un ser que vive sin la trario que para toda la mentalidad judía, la ley queda despojada por
maldición de esta ley. completo de su carácter salvífica.
Más allá de las obligaciones generales ple cristiano, sin perder la gracia y la amistad de Dios. Lo menos que
debe decirse de este planteamiento es que semejante ética no merece
La ética, en segundo lugar, como ciencia de principios válidos para adjetivarse como cristiana y es ajena por completo a las enseñanzas
todas las personas que la aceptan, tampoco puede revelamos las obli radicales de la revelación. La distinción clásica entre preceptos y con
gaciones concretas del cristiano en cada situación. Se necesita un per sejos estaba imbuida de esta mentalidad. Si los primeros eran obliga
sonalismo más auténtico que rompa los horizontes minúsculos de una torios, estos últimos no constituían ninguna obligación, ya que no se
moral excesivamente legalizada. Tan erróneo y peligroso sería no imponen a todos los creyentes
encontrarle ningún sentido a la ley como creer que todo valor y obli
gación ética debe tener su origen en ella. Existe una zona íntima y
exclusiva de cada persona, donde las leyes y normas universales no tie La búsqueda de lo que agrada al Señor
nen ni pueden tener entrada. Se trata de una esfera de la vida moral y a través del discernimiento
religiosa que, por el hecho de no estar reglamentada, no queda tampo
co bajo el dominio del capricho ni de una libertad absoluta. Dios es el Si la moral, como insistimos en un capítulo anterior, es la ciencia que
único que puede penetrar hasta el fondo de esa intimidad, oculta a nos enseña a ser dóciles y obedientes a la Palabra, cualquier llamada
cualquier otro imperativo, para hacer sentir su llamada de manera per que de ella provenga, por muy privada y original que sea, creará de
sonal, exclusiva e irrepetible. inmediato una obligación de la que el cristiano tiene que s�ntirse res
La negativa de esta posibilidad supondría la eliminación de una ponsable. Cuando Dios se acerca e insinúa su voluntad para llevar a
ética individual que, sin ir contra las leyes universales, nos afecta per cada uno por un sendero concreto, nadie puede excusarse alegando que
sonalmente e impone unos deberes que no nacen de la aplicación de tales exigencias no pertenecen al campo de la ética o no constituyen
· una ley, sino de la palabra de Dios escuchada en el propio corazón. verdaderos y auténticos imperativos, puesto que no son universales.
Incluso el núcleo más íntimo de cada persona queda, siempre sometido Una ética cristiana debería ser siempre una ayuda para descubrir esta
a su querer, pues sería absurdo e inadmisible que El no pudiera diri vocación personalizada. Pero cuando se trata de encontrarla, no basta
girse a cada uno nada más que como miembro de una comunidad, y no con el simple conocimiento y aceptación de todos los valores y princi
de una forma única y exclusiva. pios éticos, incapaces, por su universalidad, de cumplir con una tarea
En la práctica, sin embargo, este personalismo ético quedaba muy semejante, sino que se requiere un serio discernimiento espiritual,
difuminado en nuestra moral, ya que la verdadera obligación sólo como el único camino para semejante descubrimiento interior. Por eso
podía deducirse de la exigencia concreta de una ley. Por eso se dejaba resulta desconcertante que el tema no se exponga en ningún tratado de
a otra disciplina el estudio de la espiritualidad y de aquellos consejos moral, ni siquiera se hable de él en los escritos de ética relacionados
que, aunque se consideraban como llamadas y exigencias de Dios, no con la Biblia.
se presentaban como auténticas obligaciones. Parecía una ética dema Es san Pablo, sobre todo, quien otorga al discernimiento una
siado burocrática, pues su fundamentación se apoyaba sobre una base importancia decisiva en la vida ordinaria de cada cristiano. La expre
legal, sin dar ningún contenido obligatorio a la voluntad de Dios que sión «lo que agrada al Señor», tan constante y repetida en sus escritos,
se manifiesta a un individuo concreto. Como si su palabra no tuviese se encuentra siempre relacionada con este discernimiento personal. No
la fuerza suficiente para obligar a un cristiano cuando le sale al encuen se trata de ver cómo se aplica una norma a las situaciones particulares,
tro en cualquier circunstancia de la vida. ni de interpretar su contenido en función de las circunstancias, sino de
De esta manera, aunque se obedeciesen todas las normas morales, enfrentarse con el querer de Dios para descubrir lo que me exige de
el exacto cumplidor de las mismas sería incapaz de responder a las lla una forma muy particularizada, más allá delas obligaciones generales.
madas personales de Dios, sin un plus que vendría a ofrecerle la asig De ahí el interés que reviste el término dokimasein en orden a conocer
natura de espiritualidad. Ésta tenía como tarea dirigir a las personas su voluntad, como el único camino válido y acertado.
que aspirasen a una mayor perfección, mientras que la moral presenta No resulta extraño, por tanto, que cuando se busca una caracteriza
ría tan sólo el mínimo requerido e indispensable para vivir como sim- ción en la fisonomía del adulto espiritual, a diferencia de los rasgos
2 60 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA
LIBERTAD Y DISCERNIMIENTO DE LOS HIJOS DE DIOS
· 261
específicos del niño , se nos ?é pr�ci� amente es�e signo: «tienen las ta�es, no quede tanto espacio para la anarquía, el engaño o el liberti
facultadas ejercitadas en el discerm mie�to del bien y del m�l» \Heb n �le . El m1s11;? �an Pablo ac� ns e ja· a los fieles la prudencia y la r ef1e
5,14). Esto último sería suficiente pru.:a fiJar, al menos en t�ona, do;1-de x10n: «no seais msensatos, · smo comprended cuál es la voluntad· del
se encuentra el ideal de la vi da cristiana y super ar ese miedo, mas o Señor» (Ef 5, 17). Y es que, siempre que se habla de discernir los tex-'
m enos latente, a que los cristianos caminen por ese sendero. Muchos tos mani�est�n la urgencia y nec esidad de una transformació� profun
creen todavía que la me jor manera de educar en la fe es mantenerlos da en el mter!or de 1 � pers ona . L a inteligencia y el corazón, como las
e n un estado de infantilismo espiritual permanente, arropados por la facultades mas especificas del ser humano, requieren un cambio radi
ley y la autoridad, sin ninguna c apacidad de disc_ernimiento. L� afir cal qu � l�s coloca en u n �i��I diferente del anterior y les posibilita un
mación bíblica es de masiado clara cuan do considera como n mos a
~
conocimiento y una sensib1hdad que han dejado de ser simplemente
quienes no tienen este juicio moral (cf. Hb 5,13). h�manas. Se trata ahora de conocer y amar, de alguna manera, con los
El único peligro que existe en este campo, como en tantos otros, es OJOS y el corazón de Dios.
darle al discernimiento un significado ajeno a lo que n os ens eña la
El p re�upuesto fu�d�mental, · por .t�nto, es una previa conversión,
rev elación. No se puede negar el riesgo de un s�bjetivismo engaños� y en su �entido más au�entico, para recib 1 r esa nueva forma de enjuiciar
autosuficiente para acomo dar la volu nt a� de Di _ os a la nuestra y gmar Y sent1rse �fectado~ siempre que se deba tomar una opción. Algunos
l a conducta en función de nuestros prop10s mtereses. Todos tenemos textos i:�ulmos senalan expresamente la urgencia de este cambio y
e xperiencias constant es de nuestras faltas d� objetividad, qu� h�c en v er
renovacion.
las mismas cosas desde perspectivas muy diferentes: Son multiple� los
factores que pueden influir en el psiquismo y que dificultan la lucidez . �l comienzo de la p arte moral aparece una súplica vehemente a los
cnsti
_ an_ os de R�ma, con el deseo de que respondan a la elección mise
de nue stros puntos d e vista.
. . . . r��ord10sa de �ios, h aci end o de la propia vida una entrega y una obla
El sujeto que disci.erne no es un absoluto mcondicionado, su�o q�e c10n 9ue constituyen la liturgia y el culto verdadero. Si los romanos
se encuentra ya con una serie de influencias que escapan de o�d�nano han sido objeto d e la mirada cariñosa y benevolente de Dios, ellos tie
a su voluntad. Nun c a se sitú a de una forma neutra ant e sus dec1 s10nes,
pues y a está afectado por su estructura psicológica, con todo el mundo �en qu_ e re:ponder de una mane ra semejante, «de fo rma que podáis dis
tmgmr cual es la vol �n !ad de D!o_s; lo bueno, lo agradable, lo perfec
de experiencias pas adas y sentimientos co1_1 resp ec!o al _futuro, que le
to» (�om 1�, 2). L a umca condic10n para . conseguir esa meta es vol
están condicionando. Un esfuerzo por anahzar la s1tuac1ón personal y vers� _mtransigente con el estilo y los esquemas humanos -«no os aco
concreta des de la que se efectúa es una �ondición impr�scindible _para m odeis a� mundo»- y sentirs e r�creados por una inteligencia superior
no espiritualiz ar en exceso lo que se exphca p�r otras r a�ce�. L a misma
-«antes bi en, transformaos mediante la renovación de vuestra mente»
i deología política, la cultura ambiental o el mvel economico con qu e
c ada uno se encuent ra identificado influyen, más de lo que a v eces se . L?,más signi�c ativo �s l a fuerz a de los v erbos empleados. L a asi�
mllacion superficial, pa sa3 era y mentirosa (sjema), como la de los fal
piens a, en que los análisis y juicio� de _una misma real�dad s� hagan sos apóstoles que se dis!raz an de mensajeros de la luz (2 C or 11,13-
d ivergentes. Si a esto añadimos e l m:t:J.�JO de los _ I?ecamsmos mcons
1�), es la que hace semeJ antes al mundo, mientras que para la renova
cientes, que op eran de manera subrepticia y ��ndic10n an c�n más f�er c10n profund�,Y verdadera e mplea siempre los compuestos de morfé.
z a la visión personal, el peligro de deformac10n o de engano es facll y Una renovac10n 9ue, en este caso concreto, afecta a la inteligencia
comprensible. (nous)_ n_o _ com? s�mple facult ad d e conocimiento, sino como principio
de un JUICIO prac !ico, y de tal man era la modifica que emplea l a misma
palabra pa�a designar el cambio cualitativo y completo que se opera
El abandono de los esquemas humanos con el bautismo,
Sólo cuando se abandonan los criterios mundanos, la propia esca
Cuando se constatan, sin embargo, las exigencias básicas para efec la de valores, y se acepta un nuevo orden desconcertante un a sabidu
tuarlo con garantía, que aparecen en la revelación como condi�iones ría d iferent e (cf. 1 Cor 1,�0-21), se está capacitado para' discernir de
previas y básicas, se comprende fácilmente que, a pesar de las dificul- verdad . Las personas vendidas al mundo no podrán comprender nunca
262 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CR ISTIANA LIBERTAD Y DISCERNIMIENTO DE LOS HIJOS DE DIOS · 263
los criterios de Dios. Y es que la unidad profunda entre el ser y el Señor (Ef 5,9-10)- y la vida de los paganos, los hijos de las tinieblas
actuar del cristiano tiene también aquí una perfecta aplicación. Lo más característico de estos últimos, como su rasgo más distintivo·
Mientras no se realice una conversión interna, no es posible un discer es justamente el hecho de encontrarse con una inteligencia (nous) vací�
nimiento adecuado. y a oscuras, con un corazón encallecido y con una falta de sensibilidad:
Una antítesis a esta postura quedaba recogida en el capítulo prime «que no viváis ya corno viven· 1os gentiles, según la vaciedad de su
ro de la misma carta, al exponer el problema de la justificación. La vida mente, obcecada su mente en las tinieblas y excluidos de la vida de
malvada de los paganos que les lleva a realizar lo que no conviene -es Dios por la ignorancia que hay en ellos y por la dureza de su corazón
decir, todo lo contrapuesto a lo bueno, agradable y perfecto (Rom los cuales, habiendo perdido el sentido moral, se entregaron al liberti�
12,2), pues están «llenos de toda injusticia, perversidad, codicia, mal naje, hasta practicar con desenfreno toda suerte de impurezas» (Ef ·
dad... » (Rorn 1,28-29)- es una consecuencia del rechazo de Dios, que 4,17-19). Mientras que a los cristianos les enseñaron a despojarse de
les provoca la perversión precisamente de la inteligencia para conocer. «la vieja condición humana» ... a cambiar su actitud mental (nous) y a
Corno había explicado poco antes, «se ofuscaron en sus razonamien revestirse de esa nueva condición (nueva humanidad) creada a imagen
tos, y su insensato corazón se entenebreció» (1,21). El desconocimien de Dios, con la rectitud y santidad propias de la verdad (Ef 4,22-24).
to y la lejanía de Dios les ha llevado a la degradación más espantosa, Es decir, la gran diferencia consiste de nuevo en la renovación que
pues no pueden ya discernir lo que les conviene. afecta a lo más profundo de la persona para enjuiciar la realidad que
nos rodea.
Podríamos decir, pues, que la realización del discernimiento es el
Una nueva forma de conocer y experimentar fruto y la consecuencia de una recreación ontológica: el nuevo ser del
cristiano posibilita la búsqueda de «lo que agrada al Señor», que capa
Por eso, su oración por los filipenses tiene un objetivo muy concreto: cita para apreciar y discriminar corno por instinto lo que está bien o
«que vuestro amor crezca más y más», pues la consecuencia de ese mal. Los gentiles fueron incapaces de ello, debido a su desorden reli
cariño será un crecimiento posterior en el conocimiento y sensibilidad gioso, y los judíos no pudieron por causa de su apego a la ley. Si el cris
necesarios «para que podáis aquilatar lo mejor» (Flp 1,9-11). El amor tiano acierta con lo mejor, es sólo por la fuerza del cariño, que lo trans
ejerce una función iluminadora sobre la inteligencia (epígnosis) que forma y renueva de tal manera por dentro que le lleva a descubrir lo
posibilita un conocimiento más pleno y profundo -precisamente lo que bueno, lo agradable y lo perfecto. Vivificado por el Espíritu, adquiere
les faltaba a los paganos, en el texto comentado con anterioridad-, al una visión y una hipersensibilidad extraordinaria para saber lo que
tiempo que un afinamiento exquisito de la percepción espiritual (aisce Dios pide en cada momento. Es una forma de percibir, pero ya con una
sis), en el sentido moral práctico. El judío intentaba acertar con lo perspectiva diferente, lo que está de acuerdo con Él y no lo que gusta
mejor valiéndose de la ley como norma orientadora; pero ese camino o apetece.
era falso y engañoso. El apoyo que buscaba en ella sólo le servía para
convertirse en «guía de ciegos, luz de los que andan en tinieblas, edu-.
cador de ignorantes, maestro de niños, porque posees en la ley la expre La identificación con Dios
sión misma de la ciencia y de la verdad» (Rom 2,19-20). El cristiano
utiliza otra metodología en la búsqueda del bien, cuando se siente reno Toda persona actúa en función de los esquemas de valores que jerar
vado por dentro y el amor sustituye al antiguo régimen legal. Y es que, quizan su vida; pero aquí se trata de aceptar una subversión radicaliza
aun humanamente, nunca se puede conocer a fondo una realidad o a da para vivir de acuerdo con la verdad de Dios y pensar, no con la pro
una persona, ni juzgarla con objetividad y plenitud, mientras no se dé pia cabeza, sino con los criterios de Jesús. Esta purificación de a ele
un acercamiento a ellas con una dosis grande de amor y comprensión. mentos mundanos y la connaturalidad que produce la cercaní del
En la carta a los Efesios esboza también con extraordinaria nitidez Evangelio realiza la primera transformación indispensable para el dis
la diferencia existente entre los hijos de la luz -que se manifiesta «en cernimiento. Mientras no se renuncie a las propias ideas excesivamen
toda bondad, justicia y verdad», mirando siempre lo que agrada al te naturales, no es posible tampoco recibir la iluminación íntima que
;, ·
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LIBERTAD Y DISCER NIMIENT O DE LOS HIJOS DE DIOS
264 HACIA UNA NUEVA V IS IÓN DE LA ÉTICA CR ISTIANA · 265
nos viene de arriba para percibir la realidad con otra óptica diferente. Los signos de una elección acertada
Y es que en todo discernimiento hay una incógnita que no cae bajo la
observación de los sentidos ni es deducible mediante la lógica de la ?e c�alquier form�, siempre que��rá presente una cierta dosis de
razón, sino .que pertenece al ámbito de la fe, y cuya revelación, utili 1?cert1dm�bre, propia de _toda elecc10n que opta entre diversas posibi
zando palabras evangélicas, no es fruto de la carne ni de la sangre (cf. hdades, como_ acontece mcluso cuando se trata de aplicar cualquie
Mt 16,17). norma.a?�ª situación �onc:eta. La razo?abilidad espiri�ual no es tam�
Esto significa que el discernimiento tiene que ver muy poco con la p�co smommo
_ de ?bed1encia o de segundad absoluta, m existe ningún
democracia. Ésta será la forma menos mala de gobernar una sociedad, cnte�1o. que garantice por �o�pleto nuestra fidelidad a Dios. Hay que
pero la presencia del Espíritu, su invitación y su palabra no se detectan adm1t1r un margen de vacilac1ón, mantener. una actitud de apertura y
siempre allí donde vota.la mitad más uno. Como tampoco está presen flexibilidad posterior, en la medida en que se vislumbren nuevos hori
te en los responsables de la Iglesia por el simple hecho de. estar cons zontes. Un caminar siempre perfectible, que no puede cerrase nunca de
tituidos en autoridad, ni en los hombres de ciencia por mucha teología manera definitiva.
que dominen. Cuando se trata de discernir, son otras las categorías que El signo más claro de haber hecho una buena elección no se detec
entran en juego. A Dios lo captan fundame�talmente los que se en ta con las ideas o razonamientos aportados, sino que se deduce sobre
cuentran comprometidos e identificados con _El, los que han asimilado todo por los sentimientos que tanta importancia adquieren en el campo
con plenitud los valores y las perspectivas evangélicas. Como insistía del discernimiento espiritual. La lista más completa aparece también
D. Bonhoffer en su Ética, «no se puede examinar por sí mismo sim en la carta a los Gálatas: «El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz,
plemente cuál es la voluntad de Dios, partiendo del propio saber del paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, modestia, dominio de sí.
bien y del mal, sino totalmente al contrario: sólo puede hacerlo aquel Contra tales cosas no hay ley» (Gal 5,22-23 ). Todos ellos se citan en
a quien se le ha privado del propio conocer el bien y el mal y que, por los textos en que se habla sobre la capacidad de discernir, ya que toda
tanto, ha renunciado a saber por sí mismo la voluntad de Dios. Aquel experiencia subjetiva, si ha nacido por la fuerza de Dios, se convierte
que vive ya en la unión de la voluntad de Dios, porque la voluntad de inevitablemente en fruto del Espíritu. El consuelo y la desolación, con
Dios se ha realizado ya en él». sus diferentes manifestaciones, son los signos por los que se descubre
La comunidad debería ser el espacio apropiado donde creciera, el origen bueno o malo de tales afectos. Es llamativa la insistencia de
madurara y se realizara finalmente este discernimiento. Las experien Pablo y de todos los maestros espirituales en urgir y analizar siempre
cias, sentimientos e inspiraciones de cada uno aportarían un enriqueci esta dimensión. . · ·
miento global y una ayuda formidable en el camino hacia ese objetivo.
La dificultad mayor reside en el presupuesto indicado. Aquí también, La legitimidad de los sentimientos, sin embargo, hay que verificar
cada individuo debería estar desnudo de su propia mentalidad y querer, la también con el realismo de los hechos. Como Cristo había señalado
abierto de lleno y humildemente a esa renovación interior, para no con el único criterio para discernir a los verdaderos de los falsos profeta�
vertir tantas reuniones espirituales, donde se examinan a veces proble es la autenticidad de vida: «Por sus frutos los conoceréis» (Mt 7,16).
mas muy importantes relacionados con el Reino, en un pequeño parla Un principio que tiene validez general para todas las circunstancias y
mento político. Cuando, para sacar adelante un proyecto determinado, situaciones particulares, pues «por el fruto se conoce el árbol» (Mt
hay que pactar con otros grupos afines, hacer concesiones mutuas, bus 12,33). La ortopraxis aparece así como la mejor garantía para juzgar y
car el apoyo de otros grupos o ideologías, con todos los intereses que valorar la ortodoxia del discernimiento. La entrega de la vida a los
entran en juego, las proposiciones aprobadas por mayoría tendrán una demás termina siendo el criterio definitivo, como el signo evidente de
fuerza jurídica, pero se podrá dudar con razón si la voz de Dios se ha la presencia del Espíritu en cualquier decisión. Como veíamos poco
dejado sentir entre tanta política oculta y tantas posturas tomadas con más arriba, al tratar de la libertad cristiana, el amor se convierte en
antelación. impulso y confirmación de la conducta. San Juan lo expresa con la
frase tan conocida: «Si nos amamos unos a otros, Dios mora en noso
tros»-- (Jn 4,12).
266 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LIBERTAD Y DISCERNIMIENTO DE LOS HIJOS DE DIOS 267
En un clima de libertad cristiana, que nos salva de la esclavitud de prefiere seguir manteniéndolo en un estado infantil -con la ley como
la ley y donde el discernimiento ocupa el lugar de preferencia, ¿tiene una niñera que no se aparte de su lado-, la crítica que aparece en la
algún sentido, entonces, la moral como conjunto de normas? Para la carta a los Hebreos tendrá en nuestro ambiente una perfecta aplicación:
persona creyente que vive en un régimen de amistad, impulsado por la <-<Cierto, con el tiempo que lleváis, deberíais ya ser maestros y, en cam
gracia del Espíritu, ¿cuál será su función? Si el cumplimiento más bio, necesitáis que os enseñe de ·nuevo los rudimentos de los primeros
exacto y observante de todas las normas éticas no sirve en modo algu oráculos de Dios; habéis vuelto a necesitar leche, en vez de alimento
no para justificarnos y convertirnos en hijos de Dios, ni el conoci sólido; y, claro, los que toman leche están faltos de juicio moral, por
miento de todas las leyes basta para descubrir su voluntad, ¿no habrá que son niños» (Hb 5,13).
perdido por completo su misión?
l
introductoria, no debe convertirse en algo absoluto y definitivo. Si, en alcanzado la plenitud, pues sólo tenemos la primicia (cf. Rom 8,23) y
lugar de preparar al cristiano para una libertad adulta y responsable, se la garantía (cf. 2 Cor 1,22) de la liberación definitiva. En este estado,
__,_._. - --
268 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LIBERTAD Y DISCERNIMIENTO DE LOS HIJOS DE DIOS · 269
la norma objetiva ayudará a discernir sin equívocos posibles las obras CATALÁ, T., Discernimiento y vida cotidiana, Cristianisme
Justícia,
de la carne y los frutos del Espíritu, a no �onfundir las incl�naciones ,Y Barcelona 1997.
apetencias humanas con la llamada de D10s. El que pe�egrma to�av1a CAVAD!, A., Ser profeta hoy. La dimensión profética de la vida cristiá
na,
por el mundo está todavía sujeto a sus engaños y mentiras, y su liber Santander, Sal Terrae 1999.
tad, por ello, es demasiado frágil e imperfecta. Tener an�e sí unas pau COMBLIN, J., La libertad cristiana, Sal Terrae, Santander 1979.
tas de orientación con las que poder confrontar la propia conducta es DE LEóN AZCÁRATE, J.L., «El conflicto de los idolotitos en.Corinto»: Revista
un recurso prudente y necesario. En aquellas ocasione_s, �obre !ºd�, en Teológica Limense 29 (1995), pp. 201-219.
que la complejidad del problema y la fa�ta d� conocimiento impide? DHóTEL, J.C., Discernir en común. Guía práctica del discernimiento comun
i
una valoración más personal, las normas Ilumman, dentro de sus posi tario, Sal Terrae, Santander 1989.
bilidades' el camino más conveniente. Pero nunca deberían.
puesto de privilegio que tantas veces se les h� conce?ido. . .
ocupar el GARCÍA-MONGE, J.A., «Estructura antropológica del discernimiento espiri
tual»: Manresa 61 (1989), pp. 137-145.
Lo mismo que el legalismo supuso un penodo de mfancia en la his HERVADA, J., «La ley del pueblo de Dios como ley para la libertad»,
en
toria de la humanidad hasta la liberación traída por Jesús (Gal·4,l-7), (VV.AA.) Dimensiones jurídicas del factor religioso, Universidad, Mur
cia
en la vida moral de cada persona se da también una etapa infantil -que 1987, 225-238.
frecuentemente se prolonga durante mucho tiempo o incluso hasta el FuTRELL, J.C., El discernimiento espiritual, Sal Terrae, Santander 1984.
final de la vida-, caracterizada por la preponderancia de lo moral y lo LYONNET, S., Libertad cristiana y ley nueva, Sígueme, Salamanca 1967.
jurídico. Caminar hacia la libertad y el discernimiento supone un es MARÍN HEREDIA, F., «Evangelio de la gracia: Carta de San Pablo a los Gálata
fuerzo constante en busca de la madurez cristiana. Sólo quienes consi s.
Traducción y comentarios»: Carthaginensia 6 (1990), pp. 3-137.
guen esta meta viven el ideal evan�élico. Para los demás, únicam�nte MARTÍNEZ, M., Discernimiento personal y comunitario. Necesidad, claves
queda elegir entre una doble esclavitud: la de la ley, cuando se quiere y
ejercicio, San Pablo, Madrid 2001.
encontrar en ella el fundamento y la plenitud de nuestra conducta, o la MEGUERDITCHIAN, N., ½'vir un discernimiento espiritual. Algunas indicacio
del libertinaje, si se orienta la vida de acuerdo con los gustos y ape nes psicológicas, San Pablo, Madrid 2001.
tencias humanos. La pregunta de san Pablo hay que seguir repitiéndo OSUNA, J., «Para sentir y discernir la manifestación de la voluntad de Dios»:
la: «¿Queréis ser sus esclavos otra vez como antes?» (Gal 4,10). Confer (1997), pp. 447-455.
PASTOR, F., La libertad en la carta a los Gálatas, Eapsa, Madrid 1977.
Rmz JURADO, M., El discernimiento espiritual. Teología, Historia, Práctic
*** BAc, Madrid 1994.
a,
SPICQ, C., «Emancipación jurídica y libertad de gracia», en Teología moral
del Nuevo Testamento, t. II, Eunsa, Pamplona 1973, 997-942.
Bibliografía VIV ES, J., «Vida cristiana y discernimiento»: Sal Terrae 74 (1986) 59-76.
. bl e del individuo.
do •anterior y responsa . La imputabilidad d e ta1es
acciones no se .suprime por el descmdo anterior .existente, al no haber
puesto 1os med 10s para superar tales condicionantes.
. De c�alquier forma, son temas que pertenecen más al campo de la
� s1cologia que al de la moral, aunque tengan una íntima relación con
est�, por trat��e de aspectos fundamentales para saber cuándo una
,
acc10_� se adJ et1va como verdaderamente humana. Ya hemos tocado
14 t!�b1en, al _h �b!ar de la p�rcepción de los valores éticos y las caracte
rist1cas del JU1c10 de �o�ciencia, alg�mos de estos elementos indispen
La opción fundamental sables para un conocimiento val?rat1vo. Vamos a fijamos ahora princi
palmente en el p�oblema de la libertad como presupuesto indispensa
ble par� la moralidad de cualquier acto. Sin olvidar el enunciado clási
La responsabilidad humana co Y eyi�ente de qu� «nada puede quererse sin antes ser conocido». El
conocimiento y la libertad se encuentran estrechamente vinculados.
De todo lo dicho hasta ahora se desprende con claridad que toda per
sona expe rimenta una llamada fr ente a la que tiene que sentirse res
ponsable. Los valores éticos, por una parte, y las exigencias persona La libertad como requisito previo
les, por otra -tanto las que provienen de la situación concreta como las El concepto de libertad tiene un origen primario de carácter sociológi
que tiene su origen en la vocación peculiar de Dios a cada uno-, nos co,.c?mo un �es�o. de autonomía fr ente a las estructuras sociales que
invitan a un determinado comportamiento. La responsabilidad es jus apns1onan al mdiv1duo de diferentes maneras. La índole comunitaria
tamente la capacidad que tiene el individuo de responder a tales invi del ser humano impide una libertad absoluta, pues hay que defender y
taciones. Allí donde no existe este poder de respuesta, tampoco hay r�spetar los derechos de otras personas; pero existen otras circunstan
espacio para la moral. Si el ser humano reaccionase y actuara e n de un
cias en las q�e se siente prisionero de una tiranía que coarta sin razo
modo exclusivamente determinista o estuviese programado en su tota nes su capacidad de autodeterminación, o experimenta la esclavitud
lidad según unos esquemas de comportamiento ajenos a su decisión como un estado en el que se nieg�n los derechos legales que se reco
voluntaria, nos hallaríamos ante un ser irracional o ante un robot, que no�:n a_otr�s p e:sonas. En_cu�qmer caso, la persona padece una limi
nada tiene que ver con la naturaleza de una persona. t�c10n si�mficativa_ que le impide actuar como ella quisiera. La rebel
De ahí la urgencia de refl exionar, como se hacía en todos los · dia Y el mconform1smo brota� como una reacción instintiva de quien
manuales clásicos, sobre los actos humanos, uno de los tratados que, pretende sup�rar l� dependencia forzosa y opresiva.
junto con el del fin último, el de la conciencia y el de la ley, formaban El deseo mdiv _ 1dual se transforma en comunitario cuando ciertos
parte de la moral fundamental. Mientras que los actos del hombre se _
grup?s o nac10nes sufren 1� dominación injusta de otro poder que los
realizan sin intervención del entendimiento y de la libre voluntad, doIDina Y somete. Es un gnt? �e protesta contra cualquier tipo de dic
como los procesos biológicos y sensitivos o aque llos que se efectúan tadur�, que na�e de un s�nt1m1ento muy profundo y universal. En la
de manera espontánea, sin la debida refl exión o en estados menos ,
reflex10� fil?sofica postenor, apoyada en estas aspiraciones primarias,
conscientes, los actos humanos, por su parte, se caracterizan por nacer
de un conocimiento suficiente y una libertad que posibilita la propia �e teri:unara hablan?o de un derecho fundamental, como exigencia
meludibl� de la d1_ g�idad del ser humano. La misma legislación civil se
decisión. Múltiples factores, como la ignorancia, el error, la poca aten encargara de arm?mzar las exige ncias individuales y comunitarias para
ción, el temor, la pasión, la presión social, etc., pueden impedir la luci
dez para una valoración racional y libre. Es posible, incluso, que la pre �efender a la sociedad de la anarquía, y a los individuos de las arbitra
riedades y abusos de la autoridad
sencia de estos elementos no elimine la capacidad de ser responsables,
bien sea porque no anulan por completo el entendimiento y la volun � emeja?te experiencia sociológica se traslada d espués al ámbito de
la ps1cologia personal. La libertad no se encuentra sólo amenazada por
tad, o porque tales influencias se deban de alguna manera a un descui-
. ;¿-
LA OPCIÓN FUNDAMENTAL . 273
272 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA
las fuerzas exteriores, sino que el propio conocimiento descubre tam no cree tomar conciencia de su libertad y autonomía, semejante viven
bién un mundo interior de condicionantes que limitan -menos llamati cia es una simple ilusión, pues ya quedó moldeado por una serie de fac
vamente, pero con la misma eficacia- las de�is�ones ind�viduales� Su tores que él mismo desconoce y de los que no tiene por qué sentirse
libertad psicológica es también esclava de multiples pre�10nes, mas o responsable. La persona es un ser tan dependiente de su pasado, de sus
menos conscientes, que eliminan o, cuando menos, dismmuyen la res experiencias,
. de sus presiones ambientales e interiores' de sus meca-
ponsabilidad de· su actuación. El yo humano es demasiado compl.ejo y msmos inconscientes, de su atracción por los estímulos... que, aunque
oscuro para que todos sus a�tos contenga.u el g�ado d� volunta?edad lograra detectar sus propios condicionamientos, sólo llegaría a un
, grado mayor de aceptación y realismo, pero nunca conseguirá obtener
que aparentemente se les atn�uye. El ansi� de hberacion se extiende,
por tanto, a todos esos mecamsmos que dificultan y ensombr�cen !as lo que de verdad quiere y desea. Su única salida, para vivir con un cier
opciones de la voluntad. Una conquista que, c�mo la autonomia socio to gozo y armonía interna, es buscar la reconciliación con este Destino.
, No es preciso recorrer ahora las diferentes escuelas y movimientos
lógica, hace a la persona responsable de su destmo. Mas aun, desd� esta
perspectiva, la libertad interio; �s más impo�an!e que las coacc10nes deterministas. Algunas corrientes de pensamiento se mantienen en una
externas, pues constituye el ultimo reducto _mv�olable que. se puede línea de moderación, pues únicamente constatan el hecho de los con
defender y conservar aun en medio de otras tlramas y esclavitudes. La dicionantes, sin que ello implique la anulación absoluta de la libertad.
violación de ese reducto sagrado es el atentado mayor contra la perso Tan sólo el determinismo estricto representa un atentado radical contra
na, pues supone despojarla de su dignidad p�a reducirla a puro �bjeto. esta característica del ser humano. El estructuralisrno y la psicología,
Quedaría aún por hacer la pregun�a más importa!1�e: ¿es posible la sobre todo, han radicalizado esta última postura, dentro de la amplitud
libertad?; ¿no está el hombre excesivamente condicionado?; ¿no se y carencia de unidad existentes entre los autores que las representan.
trata. en el fondo de una ilusión ingenua e infantil? El tema ha consti En una concepción corno ésta no queda espacio para la moralidad.
tuid� un motivo de estudio y reflexión a lo largo de toda la historia. Y ('. ualqu �er ��mporta�e�t? está reg�lado ya por unos mecanismos pre
la moral tampoco podía dejar de lado semejante problema, pues per v10s -b10logicos, psicologicos o sociales- que lo orientan en una, deter
dería por completo su sentido desde el momento en que el ser humano minada dirección, aunque la persona se imagine, como un falso espe
estuviese privado de esa dimensión. La vida ética no se funda�ente en jismo, que es ella la que decide y se hace responsable de su conducta.
el tener que de la coacción y del sometimiento a la fuerza, smo en el Incluso el error y el engaño serán posibles cuando, entre varias opcio
deber que nace y se acepta en la autodeterminación del propio destino. nes, no se acierte con la mejor; pero tal elección nunca será culpable,
Sin libertad habría realidades que se impusieran, pero nunca valores porque, aunque de manera equivocada, se ha optado por lo que, de
éticos que �bligaran, porque la naturaleza misma de la obli�a�!ón hecho, resultaba más benéfico y convincente para el individuo. Nadie
moral, como ya vimos, revela la necesidad urgente de esta condic10n. elige algo en su contra, y por eso, cuando alguien rechaza a Dios o se
resiste a la llamada de un valor ético, es porque ha encontrado otra
atracción por la que se siente inevitablemente seducido, sin otra posi
bilidad de elección. El mismo neurótico, que soporta y padece las con
Las críticas del determinismo secuencias de su patología, descubre en su propia enfermedad un bene
La doctrina de la libertad ha visto su más peligroso adversario en cual ficio inconsciente que le obliga a mantenerse en ella, a pesar de sus
quier tipo de determinismo de los muchos que se h�n dado en la histo protestas por los sufrimientos y sus deseos de curarse. Nadie va contra
ria. Las distintas escuelas de psicología no ven dificultad alguna en su propio bien; y si alguien opta por un camino equivocado, no existe
aceptar la indeterminación del ser humano, en cuanto que éste no nace ?t�a.explicac�ón que la patología o el error. Todo menos aceptar el pre
con unas pautas de conducta tan automáticas y predeterminadas como J1;1�c10 de la libertad, pues no es otra cosa que una falsa e ingenua ilu
las que se observan en el mundo de los anima!es. Su plastici_dad es s10n. La aventura humana queda muerta en su raíz. Se quita, es cierto,
mucho mayor, por lo que puede configurarse meJor y mas amphamen-. la ser_vidumbre de la respon�abilidad, pero hay que pagar un precio
_ excesivamente alto: ya no existe tampoco la grandeza de la decisión.
te que en el caso de una domesticación de seres irracionales. Sm em
bargo, según los defensores de este planteamiento, cuando el ser huma-
274 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA OPCIÓN FUNDAMENTAL 275
La opción por la libertad: un planteamiento razonable La conquista de la libertad: una lucha contra los determinismos
No es éste el momento de hacer una apología de la libertad; ni es pro
bable que tuviera fuerza para quienes detrás· de cada conducta intuyen Por otro lado, tampoco es posible la defensa de la libertad con una
un mundo desconocido e inconsciente de mecanismos y presiones de ingenuidad o un idealis1:10 excesivos. El concepto de indiferencia, con
cualquier índole que condicionan a la persona, sobre todo en sus nive el que mu.chas veces_ se identificaba, no deja de ser ambiguo y causa de
les más profundos. Es un punto, sin duda, que no admite una prueba absurdas mterpretaciones. Parecía como si la voluntad de elegir fuera
evidente y que pueda explicarse fácilmente. Quien desee empeñarse en plenamente ª?tó_non:a, corno �I fi�I de la balanza que debe permanecer
no admitir la libertad hallará siempre posibles motivaciones para justi en el centro sm mclmarse hacia mngún lado. La libertad podría consi
ficar su postura, cuya refutación no será fácil, por quedar siempre derarse entonces como una indeterminación insensible frente a diver
abierto el recurso a esos otros elementos inconscientes. Detrás de cada sas opciones contradictorias, por las que no se siente condicionada
elección aparecerá la sospecha de que ciertas experiencias, presiones, para elegir. :Semejante visión ha tenido sus consecuertcias negativas en
recuerdos, intereses, expectativas, etc. habrían ya inclinado la balanza el planteamiento de la moral misma, que se centró más en el estudio de
hacia un lado de manera inevitable. las leyes y obligaciones que en el de las virtudes e inclinaciones natu
Incluso los científicos están hoy de acuerdo mayoritariamente en rales. Est!s . últimas cons!ituirían una amenaza a la libertad, pues se
aceptar el presupuesto de la libertad. Los múltiples determinismos que trata �e �abitos _Y tendenc�as que nos afectan interiormente e impedirí
la amenazan no tienen por qué destruir la capacidad básica de autode an la mdiferencia pretendida, mientras que aquéllas nos manifiestan el
terminación. La hipótesis de su existencia no es un dato anticientífico, deber que s� �a de asumir frente a otras posibilidades, sin que ningu
hasta el punto de que la defensa del determinismo estricto y radical se na nos condicione.
considera hoy en franco declive, como algo más bien raro y excepcio Sin neg.ar otras posib�es �xplicaciones, no cabe duda de que 1a·ima
nal. Desde los mismos ámbitos en que antes se negaba -la psicología, ge;11 es peligros�. Las ciencias naturales y humanas han ido descu
las ciencias sociales, la biología y hasta la neurología-, otros autores bn�ndo progresivamente los múltiples condicionantes de nuestras
han descubierto motivos para probar la racionalidad de su presunción. acc10nes. Estamos profundamente condicionados, y en un grado bas
Aunque los razonamientos filosóficos no la impongan con absolu t�nte mayor que el que puede sospechar el individuo normal y ordina
ta claridad, pues la sospecha de otros mecanismos desconocidos podrá no. Antes de tomar una decisión, el fiel de la balanza nunca se encuen
estar siempre presente, hay que inclinarse por lo que parece más racio tra en el centro. Son muchos los datos, experiencias, influjos ambien
nal, a pesar de sus dificultades. La insistencia permanente en esta pecu t�l�s, m�delos culturales, formas de temperamento, necesidades psico
liaridad específica del ser humano, con los análisis y valoraciones de logicas, impulso.s . de�conocidos, tendencias naturales, etc. que impiden
todo tipo que se han utilizado, es el signo de una creencia común, un absoluto eqmhbn? y neutralidad para no conceder ciertas ventajas
defendida corno patrimonio precioso de la humanidad, cuando se ha a algunas de las opciones. Los datos que aporta el determinismo se
descubierto el peligro de perderla. Precisamente hoy, en que tanto se podrían ac�ptar sin excesiv? temor o recelo. Es verdad que estamos
pregona el derecho a la libertad en todos los órdenes y el respeto que comprometidos con una realidad impuesta, situados en un contexto del
ella merece como símbolo de la dignidad humana, resulta paradójico y que �o podemos hui ! por comp!eto, dirigidos por una serie de leyes que
desconcertante combatir su posibilidad, como si el mero enfrenta 1:1-antienen su eficacia y causahdad. Son hechos de experiencia y cien
miento con ella produjera un miedo instintivo. Si la persona no fuera :i�camente dem?strad?s, pero de ahí tampoco se deduce una simple
libre, quedaría despojada de esa dignidad; y el mundo de los derechos etlca de la necesidad, sm otros horizontes que el sometimiento forzoso
y obligaciones tendría, coherentemente, que desaparecer de la faz de la a los c�ego� mecanismos.. �olo existe _incompatibilidad entre los datos
tierra. Más aún, si el determinismo fuera cierto, sus defensores no de la ciencia y la pretension de una libertad absoluta sin ningún tipo
podrían sostener racionalmente su verdad, como algunos han apunta de condicionantes
do, ya que se trataría de una afirmación lógica sin ningún fundamento. Es más, el reconocimiento de estas limitaciones es un paso previo
También ellos se encontrarían condicionados para pensar de esa mane para el proceso posterior de emancipación, pues la existencia tiene un
ra, sin tener otra alternativa que los librara de semejante presión. marcado carácter dialéctico entre lo que nos ha sido dado, al margen
NA LA OPCIÓN FUNDAMENTAL 277
ÓN DE L A ÉTICA CRISTIA
276 HACIA UNA NUEVA VISI
ia donde dirigimos nues de, con una cercanía mayor o menor, por uno de arribos ex trem os.
roy ect O O m eta h ac
de nuestra voluntad, Y el p ant s un regalo gratuito de la natura
- Aunque no en todas las ocasiones seamos plenamente libres, por- lo
er ta?, por t
tros p asos. La lib ºº/consigue a base de un enorme y
?�-s general lo somos de forma suficiente.
leza, sino una conqmsta qu mas ien que definirla com o la capacidad L a defectibilidad es propia de una libertad que todavía no es com
e s?
dramático combate . H_ a bna pletamente libre, como la humana. Esto explica, según santo Tomas,
ir superan d venciendo en la medida d sus
e
hum an para rm ini smos que los bienaven turados o los ángeles en el cielo no puedan realizar el
del
oco ª yoco ,. i:\ lios compro�isos y det destino. s
°
o
p
ser e
pos ibil ida? Y función d� u E mal. De tal manera se encuentran seducidos p or el bien que no es posi
s � a álidos en
es
que n? qm_e!"e ac�ptar m fo�e\ Preso en libertad condicional. S�be que
s
ble desviarlos hacia otros objetivos, Por eso la decisión libre no habría
oga ª ª
u na s1 tuac10n a na: oz a de un amplio espa
- que considerarla tal por el hecho de no estar vinculada. En lugar de
n mi pa a t _
od o, pero al menos g indiferencia, sería más apropiado hablar de preferencia. La dinámica
no t ie ne r
normalidad.
au to o a
cio para actuar con del ser humano busca el bien con un ansi a incontenible, y su libertad
será tanto más plena y comple ta cua nto más seducida, vinculada y
comprometida se sienta con él. Si algún día no pudiera ya separarse
acidad de preferencia para elegir otras opciones, corno el que ama con profundidad a otra
Una paradoja radical: la cap
. _ . 1 n ta y par adójica entre los compo p ersona, no es porque haya perdido su libertad, sino porque la ha lle
s� � un titu d vado a su plenitud. De la misma manera que el automatismo de un
Se trata, pu e se entrecruzan cons
a �� :utonomía, qu
a ac
i
e
el an
e
nentes determ m1 st y artista para t ocar un instrumento no es ninguna esclavitud que lo co n
tura psico-biológ
ica. Ahí se basa la para
as s
determinada, Y un ?�te�mm f �le�enios resulta variable y diferen opacidad de nue stro ser cont ingente s e autoengaña con mala fe para
aunque la p rop or�IO .
� e aro de las circunstan dejarse seducir por el mal com o si de algo bueno se tratara.
ciada, según l os md 1v1 du�s coº:cretos O en función d y p or qué, h�brá
erta
cias. Qué zonas se
hacen impenetrables a la lib reducciones no exigen
; pero esto s lím i
que estudiarlo �n _cad� �aso
tes y
Necesidad de una opción
su completa elimm a i n.
ámica de la ética como ten-
Ya insistimos antes en la est:�ct ��ª din
c o
ena os a La psicología ha subrayado dos aspect os muy importantes para la com
l qu s es y l o que d e ser. N o estamos cond � al, prensión del acto moral. Nuestros tratados tradicionales hacían un
ntr amm
sión o cualquier pie d
o qu� so!11os, com
e e
l
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n
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nte Con la
e ra
vivir úni am futu . estudio del mism o para analiz a r s�ges�o aislado,
tos de nuestro
er , ueno� ª bsolu
e co
m � s
c ro
pero t mp p d n n uestro sin ninguna otra relación d entro de un c ontexto histórico y pefsoñal.
el u e nos orientam
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mira d pu est a � y llenos de obst ác l Como las bolas de un collar, unidas por un hilo diferente que las yux
c ammo t ifíctl.es
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, van z � rr res e tapone y vincula, pero sin ninguna interferencia mutua. So n entidades
querer r fi 0 la meta se realiza con
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aspirac ión in. fi mt iab le distintas que se agrupan d esde fuera, cada una con su autonomía y
• frutO de la �lim!1tac�, 10n. El di"namismo insac
a e e se
inconsec u n i s, a p esar de su bu na s diferencia.
la fru � trac • 6 d e quie n
c a e
y
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s
mezcl a co n l v los hec h s. El La conducta humana encierra otro perfil muy diverso. N�.,un
1emp\: en el reaÚsmo de
o
Estas mismas acciones, en segundo lugar, po;r:.._eLhe.chu_dLser algo lleva precisamente a desligarse de otros compromisos menores o
�umagª§, tienen que ser YQlunt-ªÜ{l.§ Y..�911,g:i(?_nt�s; pero la experiencia ataduras, para darse con plenitud a otra tarea más importante. Es un
demuestra que su intensidad psicológica y el nivel de atención pueden riesgo, sin duda, que hace abandonar muchas veces el interés inmedia
ser muy distintos. No basta con analizar la importancia del gesto con to y las ilusiones present� en ª�ª-ª_ge._qn_p_or_ye.nir. todavía dema.si!ldo
creto que se realiza. Es posible que, en un momento importante y deci k���ierto. Esta falta de seguridad en el futuro, que sólo puede
sivo, la conciencia se encuentre más distraída que cuando se hace un superarse con�a eseeranza conve�cida e ilusipnada, motiva el miedo
gesto r�tinari,9_ysin importancia/ Una simple mirada es capaz de des instintivo que tan frecuentemente se constata hoy, cuando hay que
cubrir el odio y desprecio que se experimenta hacia una persona, mien optar en la vida por un compromiso permanente. Por eso la libertad
tras que la palabra por la que se acepta un compromiso definitivo sigue siendo, por encima de todo, un acto de preferencia, de amor y de
podría darse sin caer en la cuenta de lo que en ese instante se está entrega a un ideal.
diciendo.')Para la vaiori:tción ética de un acto es necesario,cp,or tanto,
tener presentefa ·raíz profunda que lo sostiene y unifica, pues forma
parte también de ese conjunto, y la fuerza, vehemencia e interés con La dimensión religiosa y trascendente
que se realiza, para vislumbrar el grado del compromiso interior.,.l&_
vida moral de un individuo se encuentra elaborada por ese mundo de Muchos autores han insistido en la apertura religiosa _i!llp..líci.tade toda
elecciones ccmctétas; que están o�ierttáql:fS hácia un objetivo superior y opción fundame!_ltal. Ya en la Edad Media, el problema de los que mo
queje hallan, ál mismo tiempo, condicionadas por otra serie. de influ rían sin bautismo y sin culpa grave personal provocó la reflexión de los
jÓs que modifican la fuerza de su ejecución. teólogos sobre el destino eterno reservado a tales personas. ¿Cómo po
Si la libertad es ante todo pasión y preferencia por el bien, antes de drían salvarse sin una opción religiosa por Dios? ¿ Y cómo serían con
ejercitarla en las m_últiples elecciones pequeñas y ordinarias de cada denados sin ninguna culpabilidad personal? La idea de que, cuando se
día hay que haber enco11_tta.<1� otra opción suprem�_g!:1�-�a� j�Jtifique y realiza esta opción, existe también una referencia implícita a Dios, evi
estimule. Los actos· concretos sin ninguna vinculación con- e·ste fin taba incluso el planteamiento del problema. No se concibe la toma de
carecen de sentido humano, como si fueran los gestos de un autómata una decisión por un proyecto de vida que no ponga-eii3uego, al mismo
o de un insensato. La persona tiene que decidir el significado último y tiempo, una o]ienta.ció..n relig_iosa_f.avorabJe o contraria respecto de un
definitivo que quiere darle a su vida, y en función del cual nacerá un Ser trascendente. El mismo santo Tomás defendía la riqueza teológica
estilo determinado de conducta. La autodeterminación libre del ser de semejante decisión. Es un impulso originario que envuelve a la tota
humano se realiza, primaria y principalmente, en esta capacidad para licjad de quien lo realiza y va unido a una falta de certeza objetiva, pero
� elegir su propio proyecto y destino. Es lo que se ha llamado, desde sin que sea tampoco sencillamente ciego. Una cierta claridad sin obje
hace tiempo, la «opción fundamental»: aquel valor, ideología o perso to, pero no sin contenido, aunque no se pueda comunicar como una
na que, por considerarse lo más absoluto e importante de todo, se con experiencia separada de la misma elección realizada.
vierte en punto de referencia básico para las restantes decisiones. Es Con independencia del conocimiento que cada persona posea sobre
imposible elegir, sobre todo cuando se ofrecen posibilidades contra Dios, lajde.a d�J bku�s JJ..na..invitación.sQg�tante que se hace sentir en
dictorias, si no existe una intención más radical que motive y justifique et c9razén d�--��E�--!!!�h'iQY.9· Su respuesta a esta llamada o su negati
por qué aceptamos unas y rechazamos las restantes. va a seguirla-no es tan sólo un acto de bondad o de malicia con rela
El ser racional g.)J��--ª-º-�léi:_algo1 inás _ _all� de sus reacciones y ción a un objeto concreto, sino la apertura o negación a una realidad
formas de comportamiento, q�e constituye la meta__y el ideatba.i;ia el trascendente, por la estrecha relación entre Él y el Bien absoluto. De
que se orienta. Lo que ayuda y sirve a esa finalidad última está dis alguna manera, podría decirse que, frente a la alternativa que todo
puesto a realizarlo, y lo que obstaculiza e impide, aunque le guste por valor ético ofrece, hay también una demanda religiosa implícita y ate
otros motivos, lo sacrifica consciente de su necesidad para conseguir lo mática. Como si en cualquier exigencia moral se diese una pequeña
que quiere. La entrega a una causa supone un empeño costoso, que epifanía trascendente, que hace de un gesto humano una conversión
exige necesariamente muchas renuncias.-comprometerse en serio con religiosa o un rechazo de lo sobrenatural.
280 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA OPCIÓN FUNDAMENTAL 281
Por este camino se explicaría mucho mejor el deseo salvífico y uni- _Cuando se habla de la relatividad de las criaturas, no significa que se
versal de Dios sobre toda la humanidad, más allá de los medios ordi les niegue su dignidad e importancia. El amor a las personas, sobre
narios que nos ha ofrecido. Todas las personas, sean o no creyentes, todo, no es un puro medio para un objetivo posterior, pues sería des
son responsables frente a la salvación que nos regala. Ya el Vaticano n, truir su condición humana y reducirla al nivel de simple instrumento
en la Constitución sobre la Iglesia (n. 16), indica que la providencia utilitario. Relativizar es un acto de preferencia para optar por lo que
divina no puede negar los auxilios necesarios a quienes, sin culpa algu más se quiere, aunque suponga una cierta renuncia a lo que se esti
na, están privados del conocimiento explícito de su existencia y volun ma y desea, pero que en este caso no entra en la dinámica de la opción
tad, pero se esfuerzan por llevar una vida recta y honrada. El mismo fundamental.
Juan Pablo n repite esta verdad tradicional en una de sus últimas encí La Biblia explicita esta posibilidad del ser humano de aceptar la
clicas: «La Iglesia sabe que la cuestión moral incide profundamente en alianza que Dios le ofrece o cerrarse a semejante llamáda. Las dificul
cada hombre; implica a todos, incluso a quien no conoce a Cristo, su tades anteriores para admitir con absoluta certeza la libertad se difu
Evangelio y ni siquiera a Dios. Ella sabe que precisamente por la senda minan por completo en la revelación. Esta capacidad de optar libre
de la vida moral está abierto a todos el camino de la salvación» mente es un postulado irrenunciable de toda la teología, ya que, de lo
(Veritatis splendor, 3). Una puerta que nunca queda cerrada a nadie, contrario, caerían por tierra las enseñanzas más fundamentales de la
para que todos puedan gozar de la salvación. palabra de Dios. Si Él ofrece una alianza e invita a una conversión radi
cal, es porque esa decisión resulta posible y válida, a pesar de todas las
El compromiso de la fe en la vida cristiana limitaciones; de la misma manera que denuncia y condena a quienes se
han hecho sordos y ciegos a tal invitación. Sería demasiado sarcasmo
Para el cristiano, sin embargo, que ha vivido en un clima religioso y ha utilizar un lenguaje donde se supone siempre esta posibilidad de orien
conocido la revelación, esta opción f!-!_nda�al se �fectúa de una tar la vida de cara a Dios o de volverle la espalda, cuando de verdad
forma más explícita por �_dio de"Iafe. La experiencia fenoiñenológi sólo existe una falsa e ilusa creencia, ya que la persona no tiene en sus
ca detafüor nos descubre que, entre todas las personas hacia las que se manos semejante capacidad.
dirige el afecto y con las que se mantiene una relación de amistad, La imagen bíblica de Dios se destruiría, y la historia perdería su
siempre hay una a la que se valora por encima de todas las demás. Si dimensión salvadora, desde el momento en que el ser humano fuera
cualquiera otra llegara a impedir ese cariño, no hay más alternativa que simplemente un producto de la necesidad. No sería entonces un diálo
la de mantener la fidelidad a aquella persona a la que uno se ha entre go personal y responsable lo que se operaría en el mundo de la fe, sino
gado como valor supremo. La experiencia de la conyugalidad, cuando los mecanismos ocultos de un fatalismo que encomienda a cada indi
el amor se hace totalizante, único y exclusivo, es una confirmación de viduo un papel determinado; sin que él intervenga para nada en la ela
este hecho. Ya �nd� nadi� �-q1Jjen pued�uererse de boración de su propio proyecto. Dios ha tomado muy en serio al ser
esa manera. Cualqmer otro amor tendrá siempre un carácter condicio humano como responsable de sus obras; y sin esta libertad, la alaban
nado, pues deberá respetar y no destruir el que se vivencia como más za o la condena, que tan repetidas veces hace recaer sobre su conduc
importante. ta, no estarían en modo alguno justificadas. La afirmación del Vaticano
En este sentido, Dios es el único amor incondicional para el cris II recoge estas mismas ideas:
tiano, ya que la entrega a Él se coloca por encima de;c.ual�i�r�(!t_f.ªl'�a «La dignidad humana requiere, por tanto, que el hombre actúe según
lidad. Para el creyente verdadero no existe ningún otro valor que, al ser su conciencia y libre elección, es decir, movido e inducido por con
comparado con el que se le manifiesta en su vivencia religiosa, alcan vicción interna personal y no bajo la presión de un ciego impulso
ce el mismo grado de compromiso. Es el mandamiento definitivo, que interior o de la mera coacción externa. El hombre logra esta dignidad
mantiene para siempre su vigencia: «Amarás al Señor, tu Dios, con cuando, liberado totalmente de la cautividad de las pasiones, tiende a
todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas» (Dt 6,5). su fin con la libre elección del bien y se procura medios adecuados
Todo lo demás se hace de alguna manera secundario, puesto que su para ello con eficacia y esfuerzo crecientes... Cada cual tendrá que
valor radica en la vTñcwacioñcfüerna:ntíene -coñ-esfa.última finalidad. dar cuenta de su vida ante el tribunal de Dios, según la conducta mala
o buena que haya tenido» (Gaudium et Spes, 17).
282 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA OPCIÓN FUNDAMENTAL 283
La génesis de esta opción túe, compromete a toda la persona. Ya sólo podrá actuar, si quiere ser
consecuente, de acuerdo con las exigencias propias de su opción. Así
Como sucede en otras muchas situaciones de la vida, no es fácil saber cristaliza la etapa de todo el proceso moral anterior y de la misma con
en qué momento exacto se tomó una decisión concreta. La experiencia versión religiosa.
diaria nos enseña que el niño; descte·muf pequeño� realiza multitud de
elecciones insignificantes que aparentemente brotan de su libertad. Tal
comportamiento no parece que pueda excluirse del mundo de los ani Importancia de los mecanismos preparatorios
males. PerQJ!j. en uno ni en otro caso ese tipo de libertad se adjetiva
como humana, al no estar sostenida por una opción más fundamental No vamos a dilucidar ahora cuándo es posible hacer la opción funda
que revele lo que en -elfolldo se busca·y hacia lo que uno -séorlerita:·De mental, que es algo que compete más bien a los psicólogos, aunque la
ahí que la variedad de las múltiples y pequeñas decisiones diarias gracia también intervenga, dada la dimensión teológica que un acto
resulte insensata -es decir, sin sentido humano- cuando no existe esa como éste encierra. Todos están de acuerdo en que tal momento depen
orientación básica y totalizante que, de alguna manera, las armoniza de mucho más de la_madg�ª-ción p�cq_lógica que de la sim2le_�1::_<>_nol�
hacia una misma finalidad. gía. Y es que, mientras existen signos evidentes de la madurez fisioló
Ahora bien, su elaboración, sobre todo si se trata de la primera que gica, no disponemos, en cambio, de manifestaciones e indicios tan cla
llega a realizarse, no brota de un modo espontáneo y como sorpresivo, ros para medir el progreso de esta otra evolución personal. Sin embar
a través de un gesto determinado. Es el fruto de una larga y silenciosa go, parece también una opinión bastante aceptada que con el llamado
maduración en el tiempo, que poco a poco se explicita por una serie de «uso de razón», en torno a los siete años, no se reúnen aún los requisi
actos con los que intenta llevar a cabo un proyecto que se esboza pau tos psicológicos indispensables para decidirse con suficiente responsa
latinamente en el horizonte. Toda� l_a conducta empiez_ª_justificarse, bilidad, como enseguida apuntaremos. A no ser en sujetos excepcio
porque detrás ��-����elección, ·aunq!!�
sect mi_ngs_�!!,la, ap����:!in ideal nalmente dotados por alguna circunstancia, resulta difícil que antes del
quémotiva las diferentes reacciones. Si al principio el interés, el miedo final de la adolescencia se haya alcanzado tal maduración. Sin olvidar
• o ergusfü-orlgíñaban -cualquiefactuación, más adelante llegará un mo a aquellos otros que, por razones diferentes, experimentan incluso un
mento en que el bien y el amor, como valores supremos, sean los que retraso aún mayor.
verdaderamente determinen un estilo de comportamiento. Porque uno La.libertad_fundamental, pues, que admitimos como un requisito
quiere vivir de acuerdo con unas pautas de moral para ser bueno, como para la autonomía adulta y para la entrega religiosa, radic.a.�apa-
------
le han enseñado, o porque desea responder a las exigencias y expecta c�da4� t���� e�_}ndividuo�a pe�r-��-����11dicioJ:!��tes y determi
_
tivas de una persona a la que se siente profunda y afectivamente liga msmos d�1versa_ mdole, ----�----
para optar pq_r _ll.ll..rumbooefimdo
..
que le lleve
.-
do, la vida adquiere un� cierta tonaliclªQ_específica y l!.1:1ª .fQh�!�_I!_c;j<t_. haci�.!ª-m�ta que ya ha vislumbrado con cierta m,:gencia en su mtenor.
Tal vez el proceso guarde una estrecha relacioñ-éon el fenómenó Síiin compromiso comoéste no nace de una manera instantánea, es
del enamoramiento. No cabe negar la posibilidad de que, a partir de un porque durante todo el proceso de elaboración se ha ido configurando
primer encuentro o mirada, surja una experiencia tan emotiva que les a través de otras pequeñas acciones. Que durante esta primera etapa no
vincule afectivamente para siempre. Lo normal, sin embargo, es que tal se tenga todavía una responsabilidad grave -tanto para el bien como
vínculo nazca a través de una relación que con el tiempo, y sin poder para el mal- no significa que se niegue la existencia de otras respon
a veces precisar cuándo, se experimenta de pronto como algo inédito, sabilidades menores, que constituyen precisamente una preparación
aunque ya se presintiera. También en el ámbito moral, sin saber . para el futuro. Las ayudas que para una orientación positiva o negativa:
muchas veces ni cómo ni cuándo, se ha llegado a una decisión por la pueden prestarse en este período introductorio tienen una importancia
que se busca la realización del bien ético o, en el plano religioso se pedagógica extraordinaria. En la medida en que una educación ade
desea agradar a Dios por encima de todas las cosas. En adelét_nte, exis cuada ofrece, prepara y estimula la conquista de valores éticos o de
te una orie�ón fundamental que, con una densidad más o_ menos actitudes religiosas, el camino se recorre con mayor eficacia y en con
profunda, seg��-el gra�C? -�e-��d�ra�tó_ri_ _2ªi�ol6gj.fA_ � _on que se efec- diciones más ventajosas. Incluso se podrán ir dando pequeñas opcio-
284 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA OPCIÓN FUNDAMENTAL 285
nes fundamentales, aunque no tengan aún la densidad y fuerza que realización sincera del proyecto adoptado si no se traduce y cristaliza
alcanzarán posteriormente. en estas disposiciones básicas y en los diversos campos de la actividad.
De la misma manera que, cuando el conocimiento y la estima de Aunque el término [actitud] se utiliza para denotar una postura-del
esos objetivos concretos han fallado por una falta absoluta de informa cuerpo o una forma de ser, en psicología··encierra un significado algo
ción o por el desprecio y la indiferencia que los rodea en un ambiente distinto: e�na orientación más perdurable, que se adquiere con el
determinado, se tardará más en tomar conciencia de modo responsable, ejercicio y predispone para actuar de una manera determinada. En este
o se habrá dificultado enormemente la posibilidad de efectuar una sentido, abarca todo ese conjunto de disposiciones -fruto del propio
opción positiva. Ciertos intentos para dejar al niño en una situación temperamento, de las experiencias tenidas, de los conocimientos acu
neutra, como desnudo de toda coacción educativa, para que más ade mulados, de los influjos educativos, de los sentimientos y prejuicios,
lante opte por sí solo con entera libertad en su vida ética y religiosa, etc.- que nos llevan a reaccionar de forma positiva o negativa frente a
reflejan una ingenuidad asombrosa. Parece más bien que lo que se pre la llamada de los valores.
tende, so capa de respeto a la autonomía del niño, es justamente todo Podríamos, pues, definir la actitud moral como la encarnación con
lo contrario: impedir que éste se encuentre protegido en su búsqueda creta de la opción fundamenfaren caoáun_a-de las áreasq!:!�_!egulan_la
de una fe o unos valores que no se quieren defender desde otra ideolo c..onducta. Quien la rechace conscientemente y no se deje orientar en la
gía. Los padres, la escuela y la sociedad deben, por una parte, ofrecer práctica por ella manifiesta, sin duda, que su interés supremo se ha des
lo que consideran bueno y positivo y, por otra, educar para que esas vi�d..Q_hacia otros horizontes, o que la afirmación y el deseo de conser
enseñanzas y ese aprendizaje, que el niño por el momento no com var su primera orientación se han vuelto demasiado ilusorios y enga
prende, pueda después integrarlas como suyas, desde su propio con ñosos.-eomo-p.au:a-tomarlo..§�-��rio.
vencimiento y decisión. Nadie le quitará más adelante la posibilidad También aquí nos hallamos ante · una libertad condicionada por
también de rechazarlas si lo cree más oportuno. Pero no debe olvidar múltiples factores. Todos somos conscientes de que el aprecio o la
se que la ausencia de ciertos determinismos no es un factor que ayude repulsa hacia determinados valores que caracterizan de manera singu
a la libertad, sino que tal carencia se convierte, a su vez, en un condi lar la fisonomía de una persona son producto, en gran parte, de su his
cionante que opera en sentido contrario. toria pasada. Tantos las virtudes como los vicios hunden sus raíces en
terrenos que no han sido cultivados por la propia libertad. La sensibi
lidad para ciertas dimensiones morales de la vida y la ceguera que
Manifestaciones de la opción fundamental impide la valoración adecuada de otras tienen su explicación muchas
veces en niveles bastante alejados de la ética. El que un mismo indivi
Esta orientación fundamental, con una densidad variable según la evo duo estime y defienda con ahínco la solidaridad con los demás y ape
lución del individuo, nQ se reduce _a mero sentimentalismo ni a simple nas experimente la culpa, sin embargo, cuando utiliza en su provecho
deseo abstracto de lo que uno querría ser, sino que su misma dinámica la mentira, es algo que no se justifica tan sólo por sus deficiencias
interna provoca un auténtico compromiso que se explicita y traduce en . morales. El mismo temperamento inclina espontáneamente hacia el
ui:ia forma concreta de a��fil: La realización de la persona, que para el ejercicio de algunas virtudes y fomenta el peligro de ciertos defectos.
cnstiano es también Ia11amada e invitación de Dios, exige una toma de No obstante, tampoco esta connaturalidad elimina el carácter respon
posturaSillL[��pecto a�-dif�r_�nt��_yaJ9re_§__éticos. Quien opta por sable, porque, de los datos ofrecidos por la propia naturaleza, cada cual
entregarse al Señorcoino valor supremo de su existencia, o seguir a debe seleccionar aquellos que le sirvan para la consecución de su
Jesús para hacer presente su reino, deberá demostrar la �cidª-d y intento, y limar con su esfuerzo aquellos que lo dificulten.
autenticid�e--su entrega en su compromiso por la justicia, la honra
dez;-laffáternidad, cl'servicio;-h:Céastidad�la paciencia y tantas otras
exigencias morales que modelan y configuran el comportamiento hu
mano. Esta postura permanente de fidelidad a todo cuanto humaniza y
expresa la voluntad de Dios se·convierte éii actitud. No es posible la
286 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA OPCIÓN FUNDAMENTAL 287
Valoración ética de los actos particulares za para crearla, en caso de no vivir ya con tal orientación-, su existen
cia se asegura y robustece, como el cariño que se alimenta con las
En este contexto de opción y de actitudes fundamentales hay que situar expresiones normales y sin ningún relieve. La repetición de ta les ges
e l significado de los actos particulares y concretos, cuyo enjuiciamien tos la hacen crecer y l a integran con mayor profundidad en la propia
to ético no se puede realizar de forma aislada, como si el peso de la vida, pues nunca se alc anza un nivel en el que el individuo llegue a sen
morª1i��cayera éllexclusiva sobre la n1citefialid-ªg_qel gesto. En la tirse satisfecho. E]-ªmorJJ,.O tiene lím.i!esi porque, aun cuando se a lcan
ética tradicioñarno se había s"eñalado con fuerza esta íntima vincula za,ra lo más alto, siempre que4arí_a por dentro la nostalgia de una p· l· e-
ción, y se juzgaban a menudo como hechos aislados, sin apreciar ape nitud y_u..na totalidad mayores�
n as la trascendencia significativa que poseen. '[oda la im�rtanc� se · En esta misma línea, finalmente, su influjo se h ace negativo, en
ponía en la materia sobre la que versaban. La mayor o menor gravedad cuanto que también pueden cambiarla del mismo modo que la crearon.
de·e·sti:Cefa suficiente, normalmente, para saber cuándo se daba una Un acto concreto podda darlugar a _una modificación de signo opues
ruptura importante con Dios o un mero debilita miento de las relacio o·
to a _ la.opcioñ que se había, to.giago con anterioridad; úriá serie ·ae
nes. La definición más extendida del pecado se centraba en esta pers acfos' que no se encuentran ya orientados por ella, sino que comienzan
pectiva : una acción contraria a la ley y realizada con plena advertencia a manifestar, aunque se a de forma soterrada, un interés diverso, acaba
y conocimiento, cuya gravedad, en oc asiones, no tenía más fundamen rían también por causar una opción distinta.
to que la mera afirmación repetida de manera constante.
No es el momento de tratar ahora cuándo y por qué se cayó en esta
especie de atomización moral y extrinsecismo. Como había que expli Materia grave y materia leve: nuevas matizaciones
citar el número, la especie y la gravedad de los pecados, se llegó pro
b ablemente a una presentación de la moral en que los actos aislados y Desde esta perspectiva, la gravedad qj�y,e,dacl de un acto, sea bueno o
concretos tenían la primacía. Era la forma más fácil y clara de formar pecaminoso, no}J.ll_Q!f.a Cl_\!�JJQJ1�rl�UJ.m.to en la im_po!!_�!}Ci_a. q!}� -�i�!teJa
la conciencia : saber cómo había que actuar y prepararse para la con �ateriª_�ppretl}_ _qµe,,y�,fsa,
11ar
s!�º - �-� _ l�Jµer�'!:.Y d��si��� que énsi�f!ª
fesión. Las listas de pecados que se enumeraban en los libros de texto d1chq aG!Q_ a cre ar un a acc10n o act1tucl__deterilllilada s¡ no se v1v1era
y devocionarios, sobre todo para el examen de conciencia, eran un en ella, o parií"°producir·otra-de signoéÜferenie: la ctistin;ión tradicio
reflejo de esta mentalidad. Un acj:o se _ya lorab a por la re aU.:z.;ación. d.e nal entre mater!?.-_gra°I'.� y mm�ristkYe, cuando h ace referencia a lo ilí
lo que estaba m andado o prohiliid0:-1:U casuísmointenfiil:iá responder ci!Q..Y.J2!:9.hHiido, no señalaría la frontera entre pecado mortal y pecado
con todo lujo de detalles y distinciones a esta preocupación b astante venial, sino que constituiría más bien una señal orientadora y pedagó
generalizad a. gica, como ayuda para la valoración íntima de una acción. De ordina
No hay que negar la importancia de los actos, por supuesto, pero sí rio, y en circunstancias normales, cuando ésta se dirige hacia una mate
h ay que descubrirla en la referencia de todos ellos, en último término, ria importante (grave), hay que suponer que la densidad profunda de
a la opción fundamental. Su valor ético r� precisam�ot�_en-la..�e ese gesto e�__ l� suficie11_te p ara comprometer a la persona en su totali
cha_yinc11laciónq��-guar:d�f-on.la _ existencia.de e�e,proyect�, media dad, aunque otras·condicfories subjetivas, como se aceptab an también
tizado por las actitudes que se adopten frente a los diversos valores. en la tradición, eliminen accidentalmente la gravedad de la culpa.
Ellos son, en primer lugar, los que !��1izan)a géne�i�.<1-� esta opció!J:, Mientras que la materia leve, por tratarse de hechos menos trascen
bien sea a través de un acto�deteñninado, con la suficiente densidad dentes -no es lo mismo planear un crimen que decir una pequeña men
humana para poder gestarla, bien a través de otros más pequeños y de tira-, indicaría que en estos casos la decisión humana no es tan com
menor importancia, pero que terminan orientando la vida hacia ese prometida, pu�_Qi:otará- probablemente el�. un acto. superficiaLque no
valor supremo. na� del corazón deli!!dividuo.
Estos mismos actos, en segundo lugar, incrementan poco a poco, La raíz de la gravedad h ay que encontrarla, pues, en la libre dispo
con su influjo silencioso y velado, la densidad de la opción. A medida . §i jgn_queJ-ª..J.2�!-ªQl1ªJ!HHÜ!i�§tª d�.-�i.mi$illª.�1L�l-ªc�(i ffi.QrnJl�aunque
c
que ésta se traduce y se encama en acciones -aunque no tengan la fuer- sea de manera implícita. �L�_ontL!JJJJLd.Q.Sis.d.��l\!..Q..def,,1 sensibi-
288 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉT ICA CRISTIANA LA OPCIÓN FUNDAMENTAL 289
lidad, conocimiento y libertad que no siempre se posee cuando uno se Lo mismo ocurre con Dios. Ciertas prácticas religiosas y buenos
enfrenta a decisiones que no considera importantes y en las que, por sentimientos pueden ocultar una lejanía de hecho, haciendo creer que
tanto, la conducta no expresa esa totalidad de disposición, ni se capta se le ama por encima de todo, cuando en realidad existe una vincula
fácilmente la relación última con Dios. ción mayor con otros valores que le roban la primacía, aunque no de
Esto explica, según santo Tomás (Summa Theologica, 1-II, 89, 3 y forma explícita y del todo consciente. Si Él es lo primero, la actitud
4), que los primeros padres en el paraíso, con el don de la integrida d, ante los valores éticos ha de ser positiva y manifestarse, a su vez, en
no pudieran pecar venialmente, del mismo modo que el acto de un actos concretos acordes con las exigencias morales. No responder a
espíritu puro, en la hipótesis de que pudiera obrar contra la voluntad de esta llamada significa que en la práctica, aunque se afirme otra cosa de
Dios, sería siempre grave, nacido de la totalidad de su ser, porque no palabra, existe algo que de ordinario, o al menos en este momento,
existe ningún atenu2nt�,JJ,) cong-ª9...Q,..d...eJo. .que ocurre,en....et$�er huma resulta más atractivo, y por ello nos dejamos seducir por su apariencia.
no, queex_p1iqü�Ja:Iigereza y&µp�rficialidad:d��-decisiº.��s. Cuan Decir simplemente que sí, sin ser después consecuentes en la realidad
do el «espíritu puro» dice que no, rompe necesariamente su amistad de los hechos, no es cumplir con la voluntad del Padre (Mt 21,30-31).
con Dios, aunque se tratara de una prohibición sin importancia, mien
tras que el ser humano es tan poco lúcido en esas ocasiones que la
negativa no afecta a su destino último. El actQ qgy_gj�<;:.!!tª-11_9_�.Q.O..nsi La madurez indispensable
dera ggrm.ªl.mente.�gmq_grgtve. Sin embargo, aunque no exista un claro
rechazó, tampoco se integra la conducta.en la lógica y coherencia del La serieda,t<1�_1g1.a opdón.g}m�jcl!,l� hace que ésta n_o_sea posiple para
sí otorgado. ufiÜJsÍCología
ª
infantil o todavía demasfado inmacfüra. Elñ1Ko"tau··sólo
es'fá dando su's�priineros pasos educativos, que lo preparan para poder
tomar dicha opción con posterioridad. Incluso, durante ese proceso,
Conclusiones pastorales: podrá efectuar pequeñas opciones, como etapas previas a los momen
imposibilidad de opciones contradictorias tos más decisivos, pero marcadas siempre por las características de una
Las aplicaciones de cuanto hemos dicho al tema concreto del pecado persona que todavía no puede tener una responsabilidad mayor, ni
las veremos en el próximo capítulo; pero ya desde ahora es posible de siquiera para la realización del bien. Su entrega a Dios nace de una
ducir algunas conclusiones pastorales que conviene tener en cuenta pa buena voluntad, pero que no deja de ser infantil, al estar enormemente
ra comprender mejor la riqueza y complejidad de la decisión humana. condicionada por la educación y el ambiente en que se mueve. Catalo
La primera de todas sería insistir en U1:!_��-C.��!!�-$�1).tid.o..c..om.!Íp y garla de este modo no supone negar la importancia, el encanto y hasta
sobre el que, sin embargo, no se reflexiona como se debería: La impq el valor religioso que encierra, sino reconocer el alcance que tienen en
siQ].e_existem:ia de dos opciones fundamentales simultáneas y contra estos años los elementos p�_icol��_gµ�Ja·cQiúffofoii"an.
ilictorias. La afirmación de Jesús es, además, tajante y sin alternativa Lo mismo habría que-decir, con toda coherencia, sobre la posibili
alguna: «No podéis servir a Dios y al dinero» (Mt 6,24). Es decir, aun d�d de romperla durante este proceso evolutivo. Lo cual significa,
que el ser humano busque a menudo múltiples C Qmpone..ndas, n� es 0
dicho con otras palabras, que defender 1-ª...Q.Q§i�fügª·º el.�- _un.,� ruptura
posible la entrega sinf.�_rn_aJ:}iq_s si otros valores importan por encima grave con Dios parece demasiado injusto e. incomprensible. -Nhigún
de Él. La preocupacíón básica sería reconocer a qué señor (Le 16,13) psicólogo se atrevería a exigir una grave responsapili_claci mieptras no
se quiere verdaderamente agradar, pues muchas veces no nos interesa �e haya alcanzad?.. .!�- madurez iñclíspensablé. p::µ.:a,,_ µ_na. decisi<Sn . té:ln
descubrir la verdad de nuestra opción, que disimulamos con falsas ilu 111:P.-?��!!!r::tJtfefé�ndente, del mimo modo que ningún código penal
siones y aparentes deseos de haber elegido «la única cosa que es nece condena a muerte a un niño, por muy grande que sea la acción que
saria» (Le 10,42). Comq �1 cónyuge que se ha casado por un mezqui haya podido cometer. Lo de Jesús, cuando habla sobre la eficacia de la
noJ!1_terés ecor,icSi.n.�co y }10 quiere aceptar SlJ.. IDQt_iyac:J§.!L��rd8-,d_�r,a, petición, sería también aplicable a este caso: «Pues si vosotros, siendo
de su amor malos, sabéis dar cosas buenas... ¡cuánto más vuestro Padre que está
sfoo güefüfo:nta convencerse a símismo. de
te. éañ río scr ·~- . . ... --- -ad. . ... .. .....
la autenticid
en los cielos!» (Mt 7,11). Si los hombres tenemos comprensión y
rríÓ-strándo�e esp ec fal rii eri
••�.�,• • ""'•�r,,. -,.,,._ ...... , - • • ••
290 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA OPCIÓN FUNDAMENTAL 291
benevolencia para con los fallos cometidos a esa edad, Dios será mu fiesta en una serie de caídas y confesiones que se suceden de forma
cho más comprensivo y benevolente en las mismas circunstancias. habitual, me parece que no cabe más que esta doble alternativa: o bien
Lo cual tampoco significa que durante ese período no haya espacio esos pecados no son subjetivamente graves, o bien la penitencia sacra
para la culpabilidad, la falta y la negativa al amor; lo hay, pero siempre mental no supone una verdadera conversión. Cualquier otra hipótesis
a un nivel y con unas características que impiden considerarlas como no resulta comprensible.
graves. Ni siquiera hay que disminuir la trascendencia de esa conduc Como ya hemos dicho, la persona que ha decidido en serio su
ta primera para una opción posterior, pues ya hemos dicho que su ent�ega a _Dio.s p9i:__en�a de to_dasJª-�.. 92§ª�..J-1,Q Pl!�f!� ..Y2.!Y�rn.e atxás
génesi_s y c��e efectú'!-��JJ.:.9ueñas respues�as g�_Jl.UJ1�c.haJo y consJªp.tel!!�mJ.�. Sin embargo, es posible que todavía
o negativas, que pos1b1htan-un dia el encuentro mas profundo con D10s adolezca, como consecuencia d��!}S M!2itQS.. anteriores, de una incapa
o el rechazo de su amistad. cidad. para diri_gir.JP49..&Jºª·-··ªcto"s:�:c,o_nc;i:e.to� @....�QQyJ@J;ia con su
Nadie puede saber con precisión en qué momento se da esa madu opción. La gracia de Dios que perdona no hace desaparecer los con
rez indispensable, ni creo tampoco que la preocupación deba centrarse flictos internos, los mecanismos más menos inconscientes, las inclina
en conocer con exactitud el momento justo en que se realiza. Lo impor ciones condicionadas al mal, etc.; es decir, ese reato de la pena que aún
tante es preparar a la persona para que un día la lleve a efecto; aunque perdura después del perdón, como fruto y consecuencia de la culpa. La
sea de una manera más o menos implícita. La edad cronológica no es ilusión y el esfuerzo van orientados a conseguir un dominio total que
siempre el factor más importante, ya que otros elementos psicológicos por el momento no tiene, seguramente, el recién convertido. Son ges
intervienen con mayor fuerza. Ciertos criterios servirán de ayuda, sin tos, por tanto, que no expresan ni brotan de lo más profundo de su ser
que aporten la evidencia que algunos desean. Pero lo que sí es claro es y no constituyen, por tanto, un acto grave, plenamente humano.
que, en circunstancias normales, esta maduración no se alcanza antes Según la división apuntada poco antes, tales actos habría que adje
de la adolescencia. tivarlos como leves, superficiales y periféricos, aunque se refieran a
una materia importante, al no tener la riqueza de expresión ni la fuer
Imposibilidad de un cambio continuo y frecuente za para romper la conversión efectuada. El abandono inmediato de un
condicionante anterior no se consigue siempre a la primera,•a·pesar de
Una vez que la opción se ha realizado en serio y de manera adulta, la· buena voluntad con que se intente. Lo fundamental, en esos casos,·
resulta también psicológicamente imposible un cambio continuo y fre es no ser presa de la preocupación por los fallos singulares, sino seguir
cuente. Dios ha querido valerse del amor conyugal en la revelación fortaleciendo y vigorizando la nueva orientación positiva, hasta obte
como símbolo de las relaciones mutuas que desea mantener con los ner la integración y el control deseados. Es lo que algunos han llama
hombres. Ahora bien, cuando existe ese amor profundo o una relación do una pastoral de crecimiento, que avanza hacia el ideal aceptado de
de auténtica amistad, se mantiene· al menos UQ.ª,Gi.er:t� p�rmanen�!ª corazón, aun en medio de las deficiencias que no han llegado a supe
estable, q� impide.Jm,�ritmo.casi.constante.de pe�ado-.conv.ei�Q!i-1..QS rarse por completo.
ÚJlÍCOS qt:1e.se pelea,µ y_ hacen-las paces todos.los dias son los nmos-0-Jas Pero la segunda hipótesis tampoco debe excluirse. En ocasiones, la
personas sin un grado míniino _qe maduración psicológica. Aunque la e:2.�fesi<511..22...cl.dª-.§�i:Jm.siID..PJ�.r§_q.ui.sito.parn...?cerearse�aristía
firmeza sea diferente, de acuerdo con la experiencia vivida de cada uno, o para liberarse superficialmente de un sentimiento de culpabilidad que
una entrega sincera y comprometida no se destruye de forma repentina. molesta y hiere el propio narcisismo. Con ella no se opera una verda
Santo Tomás tiene un texto formidable para que no sintamos extrañeza dera conversión ni se expresa un aeseo eficaz de darle un nuevo rumbo
ante un planteamiento de la más pura teología clásica: «Aunque por un a la vida. A lo más, manifestaría la nostalgia de quien habría preferido
pecado mortal se pierda la gracia, sin embargo, la gracia no se pierde actuar de otra manera, pero sin comprometer eficazmente el futuro en
fácilmente, pues al que la posee no le resulta fácil realizar ese acto por otra dirección. ELfüi!ftamento�de.Ja..penit�U.Qi.a_se..ha_c_on.Y.ert�n
la opción contraria que tiene» (De veritate, 27, 1 ad 9). ¿}tq.demasiado .fá.-cil, pues no implica, como en épocas pasadas, mayo
En este contexto, habría que replantearse más a fondo el hecho de res dificultades que demuestren su autenticidad. La satisfacción de
esos cambios repentinos y frecuentes. Cuando este proceso se maní- nuestras confesiones actuales, sin caer en el rigorismo antiguo, debería
292 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA LA OPCIÓN FUNDAMENTAL 293
servir algo más como prueba y testimonio del arrepentimiento mani esta clarificación, que se mantuvo como norma orientadora, aunque
festado y no quedarse en algo puramente simbólico y descomprometi demasiado cosificada. El interés se ponía en la gravedad de la materia
do. Aquí habría que decir también que tal gesto -el hecho de confesar y en las cualidades éticas del acto, para deducir después su culpabili
se- tampoco reviste la densidad suficiente para efectuar la conversión. dad y catalogarla adecuadamente. La lista de pecados graves y leves
ofrecía una ayuda segura para la valoración de la conducta personal.
Este juicio sobre la gravedad de una acción se ha hecho hoy más com
Moralidad de la situación: el significado del acto plejo, pues en bastantes ocasiones el mismo sujeto no llega a saber con
certeza cuál es su propia situación, que sólo puede intuir por ciertos
La importancia ética �L-ªG19.l!ªb!:!ª q��--�)}-�S���a, por tanto, lll�C,:QQ indicios de probabilidad. Y,.§11ª"p.erson.a...no.1lega a s�Jl9.f.Qn.exacti
_ i) más en la act!t:µd y la QQC!Q.I1�qy_y_��YªP:J!ªgµ�111o qll�J�.11,�Lg�.§!9 99!1- tud, . .a, pes::t.r.de sentjcla§ prgpja,s _ �xp�rj�1.11::ias, mucJ}o_,menps,__ pográ
éréfci-qui.··s_e.-'ii:ªu�a:-í>or-eso es posible que el aíejarniento de Dios y el vlllm:arse .de_sdeJueya.
desprecio o la indiferencia respecto de algunos valores fundamentales No es el momento de intentar a toda costa una mayor lucidez obje
existan aun antes de cometer una acción considerada como gravemen tiva, que no se consigue a base de consultas, lecturas y reflexiones. f:L
te pecaminosa. Esta situadó,ri pecaminosa se daría cuand.o I)iQS o un se� _ humano actúa_ sifp:_ipre con una Il)�:z:cla _de__ luces_ y, $91:QQras, de
valor deterrninad6--�j_iene.:i:L1;m:rn,la .. pers.Q\H�.!1}1:'!,fül}1ª.Y.i.g�11cia o cobardfa'y esfúérzo sinéero, de condíéfonantes y libertad, cuya fronte
interés. Si no se ha ido más allá en la práctica, es porque no se han dado ra permanece cubierta por la penumbra. La postura más evangélica,
aún las circunstancias favorables para su comisión. Como una persona pues, consiste en abrazar con aleg¡fo�esa doc�a,__ignarancia, humilde y
casada, para la cual, aunque se mantenga por el momento fiel a su sincera, de no tener miedo 1Cdesconocer delante de Dios cuál es nues
amor, el cónyuge ya no es alguien único e insustituible. S..u..in..fidel.idad tra verdadera situación. S61o Él ¡:,e11�tra. ep. �se _rnundo oculto y miste
t
no Sllrge. el día en .que.co,m.e!�J1n &dulterio, sino que tal hech? �s_ el sí� rioso donde se entrecruzan e bieri-y"d mal ·en proporciones tan dife
Iª·
t�.!�.I���l��!�n,. co�9_ fie�r�, de una enfermeda� mterna ya
, De la misma forma que ha podido fraguar rentes, según los casos y las circunstancias, pero casi siempre de un
contraída con ariteriondaa. modo tan opaco para nosotros. Es un esfuerzo por colocarse ante Él
se una entrega a Dios y un compromiso con los valores sin haberse sinceramente, sin condenarse con exceso ni sentirse inocente con inge
dado todavía un acto explícito de conversión. Tal sintonía hace posible, nuidad. En último término, sin saber lo que somos, esperando siempre
precisamente, que poco después termine efectuándose con una con su perdón y abiertos al cariño y al agradecimiento. No en vano, todos
ciencia e intencionalidad mayor. somos al mismo tiempo justos y pecadores. El tema del pecado lo
El pecado corno acto, en este caso, constituye una llamada a la vam<?s a desarrollar con mayor 'amplitud en el capítulo siguiente.
reflexión para reconocer, c�alismo._y...evidencist, lo que ya veníamos
siendo o lo que éramos de verdad, aunque no se quisiera admitir, pues
surge como cons�c:JJencia. de.un abandono pauJatino,qy�J;rn .!.Q.QJ!l-!ll<;ln ***
do la-opdón - anterior. De ahí la importancia que debería darse en la
práciica'aliliüttdo'de·1as omisiones: la ausencia de aquellos actos sin
mayor relieve a primera vista, pero que son los que mantienen y den Bibliografía
sifican cualquier compromiso. Sin ellos la opción fundamental se debi
lita de forma progresiva, hasta desaparecer por completo, aunque ARTEAGA, J., «Algunas reflexiones sobre moral y libertad»: Teología y Vida
muchas veces no se caiga en la cuenta de su destrucción hasta que un 40 (1999), pp. 135-145.
acto grave la manifiesta. BoouoLO, L., «Fundamentación ontológica de la libertad psicológica»:
Todo esto elimina sin duda la evidencia casi matemática que se Sapientia 39 (1984), pp. 249-256.
tenía sobre la moralidad de los actos humanos y el grado de conoci DEMMER, K., «Opción fundamental», en (Vv.AA.) Nuevo Diccionario de
miento y libertad que nos hace responsables. La obligación de confe Teología Moral, San Pablo, Madrid 1992, pp. 1.269-1.278.
sar los pecados graves, con su número y especie, creó la necesidad de DERISI, O., «Carácter racional de la libertad»: Sapientia 40 (1985), pp. 9-12.
294 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA
tienen una buena parte de verdad, y cada una acentú_a lo que la otra no La presencia y la constancia de tales.símbolos, a lo largo de todas
subraya con tanta fuerza. Las exageraciones e influencias patológicas las culturas y de todos los tiempos, invalidan la opinión, defendida por
de una pastoral del pecado, centrada en el miedo y en la culpabilidad, algunos, de que se trata de una experiencia propia de los pueblos. pri
han sido demasiado evidentes como para negarlas. Aunque a veces se mitivos, sin un mayor desarrollo cultural. El ser humano siente la ame
hayan caricaturizado en exceso para criticarlas, hay una base muy real naza constante de la mala conciencia, que ni siquiera brota de la .reli
que invita a la reflexión. Bastantes de los fenómenos que acompañan a gión, sino de su misma estructura antropológica. Desde pequeños sen
la experiencia de la culpa no tienen raíces religiosas. Es una pena que timos la necesidad de moderar nuestros impulsos pulsionales e instin
la imagen _de Dios que subyace a la finitud humana haya contribuido tivos para hacer posible la convivencia y el respeto mutuo. De ahí nace
de tal manera a la angustia y el temor de una psicología inmadura y la exigencia de la ley, a la que todos deben someterse, como criterio
atormentada, lindante muchas veces con la patología y ajena, desde primario para regular las relaciones entre los miembros del grupo y con
luego, a los datos de la revelación. otras comunidades. Es lógico que la obediencia provoque un senti
Pero también sería equivocado no admitir la decadencia que acom miento benévolo al acatar las reglas fundamentales del juego social,
paña al sentimiento del pecado, como si un eclipse impidiera contem del mismo modo que la transgresión, aunque permanezca oculta, des-
plar toda su verdad. Un deseo inconsciente de inocencia impide el . pierta la vergüenza y el remordimiento por no haber jugado de mane
reconocimiento de la propia culpa. Precisamente porque ·es pecador, al ra limpia. La trampa no constituye ningún motivo de orgullo. Por deba
ser humano le cuesta aceptar sus límites e incoherencias, y encuentra jo queda la sensación de no haber actuado con rectitud.
múltiples excusas para que no recaiga sobre él la responsabilidad. Las Por eso la persona se ha sentido siempre culpable, a pesar de todos
afirmaciones de Dios en la revelación sobre la existencia del pecado los intentos tendentes a convencerla de su inocencia, Su limitación,
son tan serias que no es posible interpretarlas como recursos oratorios que experimenta de múltiples maneras, la hace incapaz de abarcarlo
o amenazas infantiles. Es una realidad que existe en el corazón de toda todo y le recorta sus ansias de infinitud. Aunque quiera y se esfuerce,
persona y que tiene necesidad de la redención de Cristo y la ayuda de tiene la sensación de no realizar siempre lo que debe, como si una fuer
la gracia para lograr dominarla. za superior le dificultara la realización de sus deseos. Reconoce, sin
Guardar el equilibrio entre un exceso de culpabilidad y un afán de embargo, que tales límites dejan un margen de maniobra y un espacio
inocencia resulta difícil. Para recúperar el verdadero concepto de peca suficiente para hacerse responsable de su actuar. En medio del enigma
do y purificarlo de otros elementos espurios, haremos una reflexión, en y de la contradicción, sabe que los fallos no son producto exclusivo de
primer lugar, sobre la experiencia antropológica de la culpa y los sen un mal funcionamiento, sin ninguna intervención de su voluntad res
timientos qu,e la acompañan, con el intento de constatar los diferentes ponsable. Cualquier individuo, por muy normal y culto que sea, expe
niveles humanos, éticos y religiosos en que se viven. Los datos de esta rimenta sentimientos de este género cuando toma conciencia de una
experiencia los confrontaremos después con los que se encuentran en acción con la que ha herido injustamente a la persona que ama.
la Revelación, antes de responder, finalmente, a los problemas y dis Habría que afirmar, por tanto, que el sentido de la culpa no nace de
cusiones actuales que el tema suscita. conciencias ignorantes o alienadas, como si fuera incompatible con la
evolución cultural y científica. Al contrario, su ausencia y eliminación
La experiencia antropológica de la culpa supondría más bien la muerte de un sentimiento muy digno y que
desempeña también una función importante en la economía del psi
Los etnólogos han constatado la universalidad de este fenómeno que quismo humano. El que se vivencie a veces de forma inmadura o pato
descubre la finitud radical del ser humano. Son muchos los símbolos e lógica no excluye los valores positivos que aporta, como un toque de
imágenes que intentan expresar el contenido íntimo de esta vivencia: atención para reflexionar sobre las. falsas justificaciones y caer en la
mancha, desvío, error, fallo, rebeldía, vacío, soledad, injusticia, enfer cuenta de los propios errores. La necesidad de purificar este concepto
medad, Iímitación, angustia, pena, condenación, remordimiento..., co de tantos otros elementos que no son inherentes a su propia naturaleza
mo si fuera imposible revelar con un solo término la abundancia de no justifica nunca el intento de eliminarlo, como si el progreso y la
sensaciones y sentimientos que despiertan esta realidad. maduración terminaran algún día por excluirlo de forma definitiva.
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Es más, los mismos etnólogos están de acuerdo en que los diferen en el fondo de esta apología tal vez se dé una búsqueda infantil de ino
tes síntomas o niveles en que puede vivirse no responden a una evolu cencia, . corno el niño que· achaca a· los demás la causa de cualquier
ción que se haya ido superando,. desde los· estadios más primitivos estropicio. Y detrás de esa ilusión gratificante no sería difícil detectar
hacia otros más desarrollados. En cualquier época coexisten mezclados una voluntad de poder que nos remite de nuevo a la infancia.
dentro de una misma cultura o civilización, como elementos que se El niño, en efecto,·constata désde su primer año de vida la realidad
integran sin ninguna dificultad. Una mezcla y confusión que se hace del mundo que le rodea, por las repetidas experiencias de frustración,
también constatable en el interior de una misma persona, capaz de vivir de vacío, de soledad... Empieza a darse cuenta de que él no es el cen
en algunos momentos experiencias muy auténticas, para caer después tro exclusivo de las atenciones de los demás, el único objeto de cariño.
en otras reacciones regresivas e inmaduras. Veamos algunas de ellas. A pesar del afecto que lo alimenta, no se encuentra siempre acompa
ñado, ni todas sus necesidades se satisfacen de inmediato. Es decir,
descubre su existencia corno finita, limitada, imperfecta, relacional. Al
El mito del paraíso perdido: la negación de la moral no estar solo, es imposible que todo lo tenga y le satisfaga como en la
época anterior, cuando no había sentido aún los dolorosos y reducidos
La raíz de donde brota la experiencia de culpa es idéntica en todos los límites de la vida. El psicoanálisis revela que cada ser porta en la pro
individuos. Somos seres limitados y con una incapacidad básica para fundidad de su inconsciente una nostalgia absoluta de totalidad y
hacer el bien y evitar el mal, sin las fuerzas y recursos necesarios para orn11ipotencia, corno un deseo radical que sueña con romper las fron
una conducta rectilínea. El error y la equivocación forman parte de teras de su finitud. Desearía transportarse a otro mundo donde no
nuestro patrimonio como una consecuencia inevitable de nuestra pro tuviera que experimentar la limitación que se le impone, la incapaci
pia finitud, que nos imposibilita la coherencia de las decisiones. La dad que siente, la insatisfacción constante con que tropieza, la muerte
falta, sin embargo, no se debe a la libertad de quien así actúa, sino que que un día terminará venciendo y que ya se le acerca con otros duelos
constituye un fallo técnico de la naturaleza del que nadie puede sentir pequeños.
se responsable. 'Lo cual molesta y duele, porque afecta a las fibras más Es el mito del paraíso perdido, cuya nostalgia impide tantas veces,
íntimas de la personalidad, ya que no responde a los propios ideales ni aunque no se conozca ni se explicite, la reconciliación amorosa con la
a las expectativas que otros hayan podido hacerse acerca de nuestra propia verdad. Corno cada día renace la esperanza inconsciente de esta
conducta. Pero lo que nunca debería desencadenar es un sentimiento omnipotencia, que vuelve de nuevo a romperse con el realismo de la
de culpa. Sobre el ser humano, aunque cometa el mal, no es posible vida, hay que buscar excusas y justificaciones para huir de aquello que
lanzar ninguna condena acusatoria. Cometerá un error o se habrá equi atemoriza. Esta formidable presión interior nos lleva también a soñar
vocado, pero jamás será culpable, pues su aparente malicia no es sino que el fracaso de la culpa no es algo que dependa de nosotros, corno
un desgraciado accidente debido al mal funcionamiento de su natura un signo más de nuestra limitación, sino un hecho lamentable que no
leza. Así esta hecho, y él no tiene poder alguno para evitar semejante afecta ni humilla a la propia libertad. ¿No significa esto una regresión
clase de fallos. El fracaso, en último término, no es imputable al indi y una falta de madurez?
viduo, sino a los defectos de fabricación con que ha nacido, sin ningu
na garantía que asegure la perfección de su mecanismo.
En determinados ámbitos de la sociedad moderna ha surgido la La transgresión del tabú: una ética de la irracionalidad
necesidad de mantener el mito de la inocencia como el único camino
para desembarazarse del pesado y agobiante fardo de la culpabilidad. La fundamentación mágica de la culpa se basa en un estadio de
El único pecado consiste en mantener las estructuras generadoras de la conciencia que no distingue entre el orden ético de la maldad y el
mala conciencia. Parece un avance y un signo de madurez el haber orden cosrnobiológico de la desgracia. Al no existir ninguna explica
encontrado la explicación de los fallos éticos en mecanismos ajenos a ción causal de los fenómenos físicos, la existencia del mal se atribuye
la propia libertad, olvidando que se requiere una mayor maduración y a una falta cometida con antelación. Cualquier desgracia se interpreta
equilibrio para reconocer la culpa que para excusarse de ella. Y es que como castigo de un hecho malo que se ha cometido, aun sin saberlo y
300 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA EL PECADO PERSONAL 301
sin intervención de la voluntad. La culpa recae sobre el individuo como de libertad, pero advierte que su equivocación es también efecto de su
una mancha que ensucia, al margen por completo de su decisión. Es culpa. Más allá de la mera transgresión, el mal radica en la intencio
posible contraerla, incluso de forma involuntaria e inadvertida, por una nalidaci interior, libre y voluntaria que lo ha provocado. Pudiendo y
especie de contagio que infecta y se apodera de la persona. Un tropie debiendo haber actuado de otro modo, eligió un camino que no con
zo que, aunque no se quiera, provoca de inmediato una serie de conse ducía a la meta y el proyecto deseados. Ni los demás ni las realidades
cuencias negativas. Se trata de una sanción automática por haber trans materiales causan la culpa, al margen de la propia voluntad. Sólo el
gredido un tabú: aquella realidad absolutamente inviolable y llena de rechazo o la indiferencia frente a los valores humanos hacen surgir el
peligro, por la relación que guarda con un poder supremo. Un temor fallo que el propio individuo acepta y reconoce.
instintivo se encuentra ligado a esta fuerza, y la menor infracción Cuando este fallo se vivencia, además, como una negativa al que
engendra el sentido de culpa. rer de Dios, el nivel ético adquiere una dimensión religiosa, y la culpa
En este nivel mágico, hay que vivir en permanente estado de ten del hombre se transforma en pecado del creyente. La deshumanización
sión. La obediencia a la ley y la observancia de todas las prescripcio que comporta la primera se experimenta, al mismo tiempo, c_omo una
nes se imponen como el único remedio para escapar a esta amenaza. ruptura y quiebra de la amistad ofrecida por él. Como diremos ense
Si, por cualquier motivo, alguien no llegara a librarse, al haber fallado guida, el término bíblico «adulterio» expresa en lenguaje humano el
en algo sin saberlo, tendrá que acudir a una serie de ritos purificatorios contenido espiritual del gesto pecaminoso. Es la infidelidad de un
para borrar la mancha y evitar los castigos que podrían incluso recaer amor que se deja seducir ahora por cualesquiera ídolos. Desde la trans
sobre los otros miembros del grupo. Por eso el mal o la desgracia que gresión de un orden que contamina con un automatismo mágico, o
éste padezca será debido a la culpa de algunos de sus componentes. desde la resistencia a la llamada de un valor, se pasa a la ofensa a una
Habrá que buscar al transgresor para que reconozca su falta, expíe su persona que se quiere.
delito y aplaque la venganza de las fuerzas superiores. La dimensión En todas las épocas transidas de profunda relígiosidad y en cual
racional está ausente de todos estos mecanismos que surgen, se man quier persona creyente, la culpa y el pecado se viven como una misma
tienen y actúan en el mundo exclusivo de la magia. No existe ninguna realidad, por el carácter trascendente que encierran los valores éticos.
otra justificación que resulte razonable. Las prohibiciones-tabú inva Ya vimos cómo la invitación que éstos nos hacen no es sino el eco de
den la conciencia para convertir al individuo en un ser desgraciado e otra palabra que nos llega desde arriba, en la que Dios nos descubre
impotente contra el destino. Si ciertas manifestaciones son típicas de también su voluntad. Si esta trascendencia religiosa desaparece,· ya no
sociedades más primitivas, sus raíces se hallan presentes en cualquier sería posible hablar de pecado, que supone siempre esta vinculación
persona normal y asoman a la superficie en otras expresiones que, aun directa con Dios, pues la falta cometida permanecería en un nivel ético
que sean menos llamativas, son producto de la misma mentalidad. que no descubre el horizonte de la fe.
Supone la superación habitual de los estadios anteriores y la ruptura La experiencia de la culpa, al provocar un desorden, una mancha, una
con los esquemas que los condicionan. Aquí la persona toma concien ruptura, un error o equivocación, una infidelidad... , despierta un males
cia de su verdadera responsabilidad cuando rechaza la invitación de tar interior y el deseo consiguiente de reparación. Se trata, por tanto,
aquellos valores que él mismo considera como humanizantes. Sus de un sentimiento muy lógico y natural, como consecuencia del fallo
actos le son imputables, porque reconoce su opción por una conducta cometido. Lo extraño sería que, después de todo lo que supone la culpa
desintegradora de lo humano. Acepta sus condicionantes, pero sabe o el pecado, el sujeto permaneciera indiferente, como si nada de ello le
que no le arrebatan por completo su autonomía. A pesar de los dife afectara o le preocupara. Semejante frialdad sólo tendría explicación
rentes determinismos de uno u otro tipo, tiene el convencimiento sin por la ignorancia o el cinismo de quien no ve las consecuencias o a
cero de que pudo actuar de otra manera mejor. Podrá ignorar el grado quien le importa muy poco lo que haya acontecido. La ausencia del
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sentimiento de culpabilidad no es ningún signo de progreso, sino que consigue de manera automática por el poder mágico que contienen. Lo
revelaría más bien una estructura psicológica deficiente. El fracaso de que duele no es el mal hecho, sino las malas consecuencias que de él
un proyecto humano o religioso, aunque no sea absoluto y definitivo se derivan.
tiene que producir en una persona normal ciertas reacciones interiore�
que no la dejen tranquila e inmutable, como si nada hubiera pasado. La La dinámica del narcisismo: el fracaso ante el yo ideal
culpabilidad, como el dolor o la fiebre en los mecanismos biológicos
hace sentir el mal funcionamiento dela persona y el deseo de una cura� En otros estadios posteriores y más conscientes, el sentimiento de cul
ción eficaz. Luchar contra ella es privar a la psicología humana de una pabilidad se alimenta del propio narcisismo. La culpa es un hecho que
señal benéfica para su reorientación interior. destruye el yo ideal con el que el individuo se encuentra identificado.
Sin embargo, aquí también pueden intervenir otros muchos facto Hacia él ha encaminado multitud de esfuerzos con la ilusión de conse
res que la convierten en un fenómeno anormal y patológico. Y un sen guir algún día su plena realización. El desajuste entre ese ideal y su eje
timiento provocado por dinamismos inconscientes, o producto de un cución práctica crea sentimientos de condena, rechazo o degradación.
narcisismo herido, tiene muy poco que ver con lo que antes decíamos. Una insatisfacción de fondo por la incapacidad de obtener la meta
Muchas de las críticas que desde la psicología se han hecho a la moral soñada en la que estaban depositadas tantas esperanzas personales y
y a la religión podrán ser objetivas, pero son denuncias contra las expectativas de los demás. Es un inconformismo egocéntrico, fomen
deformaciones y patologías que se han generado por una falsa educa tado más que nada por la urgencia de la propia autosatisfacción. El fra
ción o por las condiciones peculiares del sujeto que la ha recibido. Por caso es doloroso, no porque esté en juego el bien de los otros, sino por
eso es útil apuntar las principales causas que las originan. haberse roto de nuevo la imagen narcisista, que nos humilla y destro
En el fondo de todo sentimiento de culpabilidad existe una sensa za. Y un inconformismo estéril e infecundo, porque toda la energía se
ción de angustia por el temor a una pérdida, por el miedo a un castigo. ha puesto al servicio de una «perfección» que, aun en la hipótesis de
Es el rechazo de una impresión que resulta intolerable. Desde sus pri que se alcanzara, no tendría sentido humano ni evangélico, ya que no
meras experiencias, el niño necesita hacer suyos los deseos paternos, nace del altruismo y la donación.
que van con frecuencia contra lo que él quiere y apetece, para poder Las prácticas religiosas tienen como objetivo la misma finalidad.
amar así a sus padres sin tensiones ni conflictos. Esta frustración in Dios es una especie de medio que utilizamos por ver si al fín, con su
consciente y angustiosa, ante la imposibilidad de seguir sus propios ayuda, alcanzamos lo que no está en nuestras manos. De ahí, la obse
deseos, desencadena a ese mismo nivel un movimiento de agresividad. sión por medir y contabilizar los posibles avances o retrocesos. Es una
El objeto de amor se convierte también en motivo de odio que, aunque desgracia renovar los esfuerzos, después de las muchas tentativas que
no se exprese ni se manifieste, produce la angustia de la culpabilidad. terminaron en el fracaso. Como consecuencia de esta actitud, nace por
Atreverse, incluso inconscientemente, a transgredir la ley del amor dentro una impresión sutil de amargura y tristeza al comprobar la este
merece sin duda un castigo, y la posibilidad de perder el cariño del ob rilidad de tantos alientos inútiles. O, lo que sería aún peor, un senti
jeto amado y odiado se vive como una amenaza permanente. Aunque miento farisaico de autosuficiencia si el progreso hacia la supuesta per
desde fuera no se cumplan estos temores, el propio super-yo castigará fección resultara constatable. En cualquiera de las dos hipótesis, la
con mayor saña y rigor el incumplimiento de la ley. El sentimiento de razón para el gozo o para la tristeza surge de un narcisismo perfeccio
culpabilidad será la venganza cruel del propio sujeto. nista. Lo que más importa es la impresión que nos pueda causar nues
Es una vivencia que corresponde en gran parte al nivel infra-moral tra propia imagen. Pero el castigo de esta orientación egocéntrica lo
de la culpa. La reconciliación se intenta conseguir también de una lleva el mismo narcisista en su complejo de culpabilidad, pues nunca
forma mágica, con ritos catárticos y purificatorios que al menos aho podrá estar satisfecho de haber subido hasta lo alto.
guen o encubran la mala impresión. De la misma forma que la culpa es El remordimiento se hace compañero constante del camino. Con
un gesto casi mecánico, la purificación se realiza más por la fuerza del siste en querer que no haya habido culpa, en desear haber sido de otra
rito escrupulosamente cumplido que por la intención de la voluntad. manera, en sufrir por un pasado que ya no se puede suprimir. Como un
Lo importante es cumplir con las rúbricas ordenadas, pues el perdón se lamento inútil del que llora sin ningún consuelo, porque choca con lo
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irremediable; una demanda de ayuda que cae en el vacío porque no hay Las deformaciones en la vida cristiana
por delante esperanza alguna. El porvenir se clausura con el pasado,
como un muro inexpugnable que no ofrece ninguna salida y que se No es extraño que el peligro de estas deformaciones, más o menos
hace ya definitivo y permanente. Como un círculo que se ha cerrado, acentuadas, amenace a la vida cristiana. Determinados aspectos de la
aprisionando en su interior al que estaba preocupado sólo por sí espiritualidad, si no se compensan con otras verdades de la revelación,
mismo. sirven para aumentar más aún los mecanismos psicológicos de la
culpa. Ello explica la mayor frecuencia de sentimientos anormales en
El verdadero sentimiento de culpabilidad: el ámbito de la religión, aunque no sean sólo patrimonio de ésta. Por
el dolor por una ruptura eso vale la pena reflexionar sobre este mundo de sentimientos y reac
ciones, que con tanta frecuencia se introduce sutilmente en la conduc
El sentimiento de culpabilidad humano y religioso supone una madu ta de la persona normal y creyente. Sin caricaturas ni exageraciones
rez psicológica mayor. Para ser cristiano no hay que estar enfermo, -entre otros motivos, porque la complejidad de la psicología humana
como decía Nietzsche, ni haber caído en un estado de decadencia. hace comprensible estas desviaciones-, hay que reconocer los elemen
Basta con experimentar la culpa, según afirmábamos antes, como un tos negativos que se gestan en tomo al pecado.
gesto de deshumanización que rompe al mismo tiempo la comunión La imagen de Dios, como juez que todo lo escruta y conoce hasta
con Dios e inflige siempre, de una u otra manera, un daño a los demás. . en sus más mínimos detalles, sin qué nadie pueda escapar a su control,
Es el reconocimiento del mal frente al otro, con una serenidad objeti ha fomentado una obsesión por esa mirada que se hace insoportable y
va que no requiere exculpaciones Iii condenas, aunque no se pueda destructora. La utilización tan frecuente del miedo en nuestra pastoral.
valorar con exactitud la malicia. Se acepta la culpa, aun sin saber con que ha hecho vivir a muchos profundamente atemorizados -en contra
certeza su nivel de gravedad. En cualquier caso, ha existido un daño del mensaje de san Juan: cf. 1 Jn, 4,17-18-, y el castigo eterno con que
personal y comunitario por el que uno se siente triste y apenado. se amenazó tantas veces no ayudaron precisamente a un tipo de rela
El arrepentimiento no busca entonces la eliminación de todos los ción amorosa y confiada. El interés se centraba en la salvación perso
sentimientos negativos, que es comprensible que se produzcan, para nal, y todas las prácticas de piedad -a veces rituales un tanto mágicos
recuperar otra vez la tranquilidad de la buena conciencia. Ni siquiera estaban al servicio de esa idea. La misma oración, en lugar de ser un
ofrece la oportunidad de un nuevo intento para ver si en adelante se diálogo de amistad, se convertía en un gesto utilitarista para sacar pro
orienta mejor la conducta. Lo único que pretende es restablecer la fide vecho de todas nuestras iniciativas particulares.
lidad traicionada, renovar el compromiso roto, reparar el daño causa No es preciso ser exhaustivos a este respectó para hacer ver las
do. Ya no se sufre por la propia imperfección, aunque siempre duela angustias de conciencia que, aunque vayan desapareciendo, todavía
constatarla; lo verdaderamente importante es la ruptura de esa relación siguen atormentando a muchos cristianos. La insistencia minuciosa en
trascendente y el perjuicio ocasionado a los demás. El perdón no satis el examen para medir el progreso que autosatisface o el estancamiento
face tanto por lo que evita -castigo, condena, remordimiento...- cuan que deprime; una concepción de la cruz y del dolor voluntariamente
to por la alegría de una amistad renovada. buscado como único camino para aplacar la ira divina; la idea de que
Por eso, la verdadera conciencia de pecado no mira hacia atrás, las desgracias naturales son castigos de Dios, como reacciones venga
como el remordimiento angustioso, para comprobar si se ha hecho lo tivas a nuestra maldad; el recurso a la confesión como método catárti
necesario para obtener el perdón. Está convencida de haberlo obteni co para expulsar remordimientos y conseguir la paz interior; y las múl
do, porque ha ofrecido a Dios, a la Iglesia y a sus hermanos una pala tiples prácticas populares que, sin negar sus raíces religiosas, manipu
bra de arrepentimiento sincero, y ahora se abre a un futuro con espe lan de alguna manera lo religioso, son otras tantas manifestaciones
ranza e ilusión, pero sin renegar tampoco de su pasado ni pretender reducidas y simbólicas de estos peligros, que la experiencia y la refle
cambiarlo. Lo de menos es lo que ha sido su historia. El arrepenti xión de cada uno podrán ampliar a otros muchos campos; Una actitud
miento contempla el porvenir, y ese gesto reajusta la vida entera, inclu de alerta será necesaria, pues ni siquiera la persona más equilibrada
yendo el pasado miserable, hacia una nueva orientación. está exenta de estos peligros.
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Tales impurezas, sin embargo, no eliminan la objetividad del peca manidad y de cada uno de los miembros que la componen es rebelarse
do. El acercamiento a los datos de la revelación nos hará conocer, en contra la buena noticia de los evangelios.
primer lugar, la existencia de este acontecimiento negativo y una valo Por eso, para conocer un poco más la naturaleza del pecado, con
ración posterior más profunda de su propia naturaleza. viene acercarse a los datos de la revelación. La palabra de Dios puede
iluminar mejor que nada la índole de este acto, que a la persona se le
hace más difícil de captar precisamente por la opacidad y confusión
Los datos fundamentales de la fe que le provoca. Al mismo tiempo, iremos confrontando los términos
bíblicos utilizados con las expresiones empleadas por la tradición
Sin entrar en un desarrollo más amplio, que compete a la teología dog cristiana.
mática, baste recordar algunos apuntes fundamentales. Toda la revela
ción está centrada en el tema prioritario de la salvación. Es un presu
puesto básico e irrenunciable que está presente a lo largo de todas sus El lenguaje de la revelación: la mancha
páginas. Ya desde el comienzo, Yahvé anuncia la promesa de un Mesías
que acabará redimiendo al pueblo de todos sus pecados. De este modo, Aquí también la multiplicidad de denominaciones es un claro indicio
la historia de Israel se convierte en el gran gesto salvador. Todos sus de los numerosos aspectos que el pecado encierra. Son otros tantos
acontecimientos y vicisitudes quedan misteriosa y desconcertantemen intentos de definir un contenido religioso que, debido a su riqueza, no
te ordenados a la venida de Jesús. La condición pecadora de la huma se puede expresar con un solo término. Sus equivalentes en otras len- .
nidad incapacita a ésta para un encuentro con Dios que sólo es posible guas, tanto antiguas como modernas, revelan también este pluralismo
por la gratuidad de su amor y predilección, hasta la llegada definitiva de facetas y confirman la dificultad de una comprensión simplista. No
del Salvador. Una espera larga y confiada mantuvo en pie al pueblo se trata de recorrerlos todos ellos, sino de señalar algunos de los más
elegido, a pesar de sus prevaricaciones e infidelidades, con la mirada importantes para ir profundizando, poco a poco, en la realidad de lo
puesta en Aquel que sería luz para alumbrar a las naciones. Los hechos que significan.
irán demostrando la fidelidad indestructible de Dios, que nunca se Hay un primer aspecto que ayuda a introducirse en este mundo
vuelve atrás en sus promesas. complejo y que puede parecer una imagen más externa y superficial,
La vida, pasión y muerte de Jesús aparece de forma explícita y pero que no deja de ser realista y significativa. Nos referimos al con
repetida con este carácter de liberación. Es el cumplimiento de todos cepto de mancha, que, aunque no se explicite con esta designación, se
los anuncios realizados con anterioridad. Ha venido a rescatarnos de la hace presente con mucha frecuencia. Probablemente tiene un sentido
muerte, de la 'ley y del pecado. Entregó su existencia para la remisión más arcaico. Hay ciertas realidades con las que no se puede entrar en
de los pecados del mundo y hacer posible la nueva y definitiva alian contacto sin quedar afectados por ese encuentro. El kakós griego, como
za. La amistad sobrenatural es obra exclusiva de la gracia que Dios ha opuesto a lo bueno (agazós), está relacionado con el lenguaje infantil
otorgado abundantemente por los méritos de Cristo. Su viga y doctri del excremento. Todavía, cuando. a un niño se le quiere disuadir de que
na es la manifestación de este espléndido acontecimiento. El nos reve realice una cosa que está mal, hacemos referencia a este concepto.
la el rostro de un Dios misericordioso y dispuesto a perdonar todas las Todo lo malo reviste un sentido de suciedad, pues cualquier persona
veces que sea necesario. que se acerque y lo toque queda también contaminada.
Pero la salvación de Jesús, que posibilita la realización del bien, no Algo parecido ocurre con el pecado, ya que opera un cambio inte
excluye la libertad frágil y quebradiza del ser humano. Mientras pere rior profundo y cualitativo. Una situación que llega a provocar la pro
grina por este mundo, es capaz de optar por Jesús o de rechazar su pia repugnancia y el desprecio de los demás: «Les ha sucedido lo de
mensaje y su persona. Una decisión que afecta a nuestras relaciones aquel proverbio tan acertado: "El perro vuelve a su propio vómito" y
con Dios, pero que se juega en nuestras actitudes y reacciones frente a "cerda lavada se revuelca en el fango"» (2 Pe 2,22) No es algo que se
los demás. Si el pecado no existiera, quedaría destruido todo el anun le impute desde fuera, sino que le afecta en lo más hondo de su perso
cio de la revelación. Negar, por tanto, la condición pecadora de la hu- nalidad. La importancia que el Levítico, por ejemplo, concede a las
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prácticas de pureza ritual para limpiarse de toda contaminación se inte conducta contraria a la ley, es una actitud que se designa como iniqui
rioriza en el corazón de cada creyente. La pureza que Dios exige es la dad. Todo lo que es contrario a la justicia, lo que no está de acuerdo
adhesión a él sin divisiones. Cualquier relación en la que la fidelidad con la razón, lo opuesto a la rectitud de conducta, como confiesa Caín
no se comprometa totalmente se hace sucia. Una impureza tan profun al reconocer su crimen (Gn 4,14). En el Nuevo Testamento se traduce
da (Jer 13,23) que sólo el Espíritu de Dios podrá purificarla como si de generalmente por adikía (injusticia), que responde a 36 palabras hebre
una nueva re-creación se tratara (Ez 36,24-30). No es extraño, por as diferentes, aunque para los matices particulares haya que tener en
tanto, que el salmista, al reconocer su culpa, pida ser purificado y lim cuenta el contexto concreto en cada caso.
pio para quedar «más blanco que la nieve» (Sal 50,9).
El peligro de una concepción tabuística y demasiado superficial
queda superado con las actitudes y afirmaciones de Jesús. La hospita Errar el blanco
lidad que éste ofrece a los pecadores y su contacto con las personas de
mala vida no le contagian en absoluto. Lo fundamental es la pureza de Si la persona comete una transgresión, es sin duda por incurrir en un
corazón, pues «no mancha al hombre lo que entra por la boca» (Mt lamentable desvío, al caminar por un terreno que no le pertenece, como
15,10), sino lo que sale de su propio interior. quien yerra el tiro después de poner todos los medios para dar en el
blanco. El Antiguo Testamento apunta con claridad esta nueva caracte
rística. Precisamente por esa equivocación, ya no es posible llegar a la
La transgresión: un acto de injusticia meta propuesta, al haber elegido un falso camino. En el fondo, es la
enorme frustración de quien ha puesto sus ilusiones en un objetivo
Un segundo término que aparece con más frecuencia y que sirve como concreto y tiene que reconocer posteriormente su grave error por no
justificación para comprender el estado anterior es el de «transgre haber acertado en la elección de los medios concretos. Aunque los tér
sión», el cual, aunque se aplica también a las relaciones entre las per minos no se limiten al ámbito religioso, la referencia a Dios se expli
sonas y los pueblos, se utiliza preferentemente en un sentido religi�so. cita con preferencia. Pecar es desviarse de la senda que nos conduce
Consiste en ir más allá de lo que está mandado, en superar los límites hacia él; buscar otros derroteros distintos que terminan en el fracaso.
que a cada cual corresponden, en no respetar el derecho de los otros. Aquí se unifican los dos aspectos que analizábamos antes. Es cierta
Como una especie de violación que se apodera de aquello que no le mente un mal que afecta a la persona, porque le impide la consecución
pertenece. Si toda relación comunitaria requiere ciertas normas de con de una meta propuesta; pero es al mismo tiempo una ruptura y separa
ducta, el quebrantamiento de éstas implica una transgresión, al intro ción del encuentro con Dios, que esperaba detrás de ese proyecto. La
ducirse en un terreno que no se debe pisar. Es el mismo sentido que raíz hebrea de la palabra perversión contiene este mismo sentido ori
encierra el concepto de prevaricación -avanzar alargando las piernas ginal, como· el que está descompuesto, profundamente desorientado,
más de lo consentido, invadir la propiedad de otro-, que se empleaba torcido con violencia, desviado del recto sendero.
en la antigua terminología agrícola. Es evidente que, si fuera tan sólo un error o una equivocación, se
Es verdad que desde el principio el término se encuentra estrecha podría considerar como un gesto lamentable, pero nunca como un
mente vinculado a la ley, pues es ésta la que traza y señala las fronte pecado. La existencia de éste se constata, sin embargo, por ser pro
ras que debe respetar nuestra actuación. Pero no se trata sólo de una ducto de un engaño voluntario, de un fallo que ha brotado de la mala
desobediencia legal o burocrática. Ya vimos cómo la ley tenía para el fe. Su malicia ética radica siempre en el conocimiento y la aceptación
judío un carácter sagrado, pues manifestaba las exigencias de Dios al del pecado, aunque el pecador, de ordinario, no llega a un alto grado
pueblo que había elegido para entablar una alianza. Ella simboliza s:1 de perversión. Realiza el mal porque no consigue descubrir el verda
querer, señala el camino trazado por Yahvé para gozar con el cumph dero rostro de éste, velado y cubierto por otras apariencias superficia
miento de sus promesas. Al transgredir su ley, no se abandona una s_im les más bondadosas. Antes de cometerlo, tiene que convencerse, de una
ple obligación, sino que además se vulneran sus planes, se transitan u otra manera, de que, en el fondo, busca hacer un bien; o de que, por·
terrenos prohibidos, como una invasión de tierra ajena. Más que una lo menos, la conducta no parece tan negativa como se dice. Es un juego
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en el que no existe una limpieza completa ni una absoluta claridad, El concepto de transgresión ha sido el más utilizado en los textos
aunque tampoco se acepta la trampa con descaro. Hay que utilizar las de moral. Desde la definición clásica de san Agustín -«cualquier
medias verdades y manipular los datos según los propios intereses, hecho, dicho o deseo contra la ley eterna»-, casi todos los autores lo
para acabar venciendo, pero sin mala conciencia. Lo que se busca pre han empleado después con alguµas matizaciones para incluir otros
cisamente es una justificación pseudo-verdadera que permita hacer lo aspectos que se querían señalar: La orientación legalista de la moral
que no se debe a través de un convencimiento engañoso que elimina la propiciaba esta interpretación, que se ha mantenido durante mucho
lucidez. tiempo. Pecar equivalía a no cumplir con una ley, como si la impor
El Génesis expresa ya en sus primeras páginas esta experiencia pri tancia residiera en la simple transgresión. Pero, más allá de este incum
mitiva que se ha ido repitiendo después en todos los seres humanos. La plimiento, habría que insistir en su significado primitivo más profun
astucia de la serpiente consigue, con falsas apariencias e inocentes pre dó. El pecado no sólo tiene una repercusión interna y personal, sino
guntas, que la seguridad y confianza en un mandato se diluya progre que encierra también otra dimensión social y comunitaria, al violentar
sivamente para que lo que antes se consideraba transgresión y desobe la justicia y el derecho de Dios y de los demás, invadiendo fronteras
diencia se convierta ahora en un objeto seductor. Por eso en la Biblia que no nos pertenecen. Es cometer un acto prohibido, pero porque no
el pecado aparece siempre como un sutil engaño, y Satán es designado existe capacidad para realizarlo. Describe, pues, un nuevo aspecto de
corno el padre de la mentira (Jn 8,44). No en vano, su identificación la acción pecaminosa, aunque tampoco la abarca con plenitud.
con la serpiente del paraíso le hace ser el «animal más astuto» (Gn El tema de la tentación, al margen de las imágenes demasiado
3,1), y en la lucha final del Apocalipsis se manifiesta como el gran infantiles, encierra una riqueza psicológica extraordinaria en los escri
seductor, «el que extravía a la tierra entera» (Ap 12,9). Son muchos los tos de los grandes autores espirituales. En el fondo de todas sus refle
relatos bíblicos que acentúan este proceso de obnubilación y autoen xiones se da siempre la misma evolución hacia un conocimiento cada
gaño, hasta concluir en un estado de encallecimiento y esclerosis que vez más falso y engañoso. El objetivo de esta proceso es llevar a un
incapacita para encontrarse con la verdad. Todo el cuarto evangelio es estado de mala fe en el que a medias nos engañamos a sabiendas, y a
una fantástica meditación sobre esta opacidad culpable que condujo a 11;edias creemos en el engaño. Si no hubiera esta mezcla de luz y opa
la muerte de Cristo. La ignorancia de los judíos no libera de la culpa cidad, no cabría otra alternativa que la del simple error sin culpa o la
bilidad, pues fue una ofuscación pretendida y voluntaria para no sen de una mala fe sin atenuación. Y entre el que está equivocado por com
tirse obligados a aceptar a Jesús como mesías. pleto o el perverso absoluto, se sitúa la persona normal, que con el
rabillo del ojo percibe que se engaña, pero tampoco le interesa cono
cer su falsa justificación.
Los datos de la tradición Muy frecuente ha sido también definir el pecado corno un aleja
Valiéndose de diversas fórmulas, la tradición ha recogido estas dife miento de Dios y conversión a las criaturas, donde se subraya mucho
rentes perspectivas para expresar la naturaleza del pecado. Aunque los mejor la dimensión teológica, puesto que la seducción de otros valores
términos no sean los mismos, sí encierran idénticos significados. menos importantes ha originado el apartamiento de Dios. Una opción
Frente a la idea de mancha, de transgresión, o de errar el blanco, se uti equivocada de quien se ha desviado del buen camino bajo el influjo de
lizan otros muchos, como si no fuera posible con uno solo reflejar todo un engaño elaborado con cierta dosis de mala fe y opacidad voluntaria.
su contenido. El fallo no consiste en amar a las criaturas, dignas de toda estima y
También el sujeto que realiza una mala acción se mancha, se ensu afecto, sino en darles una primacía por encima del Creador, convir
cia, se hace impuro. Provoca en su interior un profundo desorden que tiéndolas en pequeños ídolos que roban a éste su absoluta superioridad.
destroza la armonía e integración de la vida, por ser un gesto que impi De ahí que tal abandono se haya formulado también con el térmi
de la relación amorosa con Dios. La conducta no queda regulada por no de ofensa, como algo que repercute y afecta de alguna manera al
las normas que orientan nuestras acciones, y por eso se crea un caos, propio Dios. Así se ha expresado generalmente la noción de pecado en
debido a la falta de criterios iluminadores. Existe demasiada oscuridad los libros de texto y en la catequesis al pueblo cristiano, para insistir
para orientarse hacia el fin último. sobre todo en el aspecto sobrenatural y trascendente. Sin embargo, no
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hay que olvidar que la expresión es un antropomorfismo, ya que no es Cualquier formulación que se proponga es incapaz de explicitar
posible hacerle a Dios ningún daño (cf. Jer 7,18). El mal que se infie todos estos aspectos. Por eso, insistiendo en su carácter teológico y con
re al Creador no existe.más que en la intención del sujeto, que desea una preocupación pastoral para lo que digamos después, me atrevería
apartarse de Él para buscar su autonomía e independencia, aunque el a proponer la siguiente definición: todo acto o estado, con la suficien
final de ese intento acabe siendo la destrucción del propio individuo. y te libertad y conocimiento valorativo -sin excluir la ceguera culpable
si Dios nos quiere, de alguna manera tiene que afectarle el daño sufri que, por cualquier motivo o justificación, niegue -al menos de hecho y
do por la persona. A nivel religioso expresa, por tanto, fa ruptura de una en la práctica- la primacía de Dios en la vida del creyente. Quien haya
comunión con Dios, de unas relaciones de amistad, donde el énfasis se leído con atención lo que hemos dicho en este capítulo y en el anterior
pone en la voluntad.de quien toma la decisión. podrá comprender mejor el sentido de cada palabra. No es extraño que
Tal vez por todo ello no exista otra palabra mejor que adulterio resaltemos su dimensión sobrenatural, ya que se trata de un aconteci
para designar esta ruptura del amor. La misma revelación ha querido miento religioso, con una referencia última a Dios, pero ello no exclu
emplear el símbolo del matrimonio para demostrar cómo han sido las ye su mediación humana -respuestas a los valores éticos-, pues de
relaciones amorosas de Yahvé con su pueblo. Sobre todo el lenguaje de ordinario es en ésta donde nos jugamos implícitamente nuestra amis
los profetas demuestra la· profundidad del amor de Dios, que, aunque tad con él.
se siente traicionado con infidelidades y adulterios, se mantendrá fiel
hasta el final: «Yo me acordaré de la alianza que hice contigo cuando La crisis actual del pecado: hacia un intento de valoración
eras joven, y haré contigo una alianza eterna» (Ez 16,60). El pecado
sería, por tanto, un gesto de infidelidad que hiere a Dios, no porque El sínodo sobre la reconciliación y la penitencia motivó una amplia
éste se sienta abandonado o haya fracasado en su alianza con los hom reflexión acerca de este problema, ya que la crisis del sacramento de la
bres, sino porque, como los ama, de alguna manera le duele la opción pep.itencia está ocasionada en gran parte por la crisis actual en torno al
errónea que los lleva a la desgracia. pecado. Juan Pablo n, en su exhortación apostólica posterior, se hizo
eco de las aportaciones ofrecidas en el aula. Entre las causas que ame
Hacia una definición complexiva nazan o debilitan el sentido de pecado, enumera las siguientes:
Ante todo, «el secularismo, que por su misma naturaleza y defini
Después de todo lo dicho, resulta muy difícil dar con una definición ción es un movimiento de ideas y costumbres, defensor de un huma
completa que abarque todos los aspectos que se dan en el hecho del nismo que hace total abstracción de Dios»; y si esta perspectiva reli
pecado. Es algo que afecta de modo individual, pues cambia por den giosa desaparece, «falta el sentido de la ofensa cometida contra Dios, o
tro a la persona, como una mancha que ensucia o un desorden que des sea, el verdadero sentido del pecado» (Reconciliación y penitencia, 28)
troza la armonía interior y nos conduce por sendas equivocadas hacia Además, los equívocos que se derivan del hecho de aceptar ciertos
el fracaso. Es una violación que pisotea los derechos ajeno�, al actuar resultados de las ciencias humanas: «Así, basándose en determinadas
con iniquidad y en contra de la justicia, como producto de un engaño afirmaciones de la psicología moderna, la preocupación por no culpar
que el propio sujeto se fabrica. Y es sobre todo, por la primacía de la o no poner freno a la libertad lleva a no reconocer jamás una falta». La
dimensión religiosa, una ruptura de la amistad con Dios, una infideli extrapolación de la sociología conduce a «cargar sobre la sociedad to
dad y una traición a su amor para dejarse seducir por otros valores das las culpas de las que el individuo es declarado inocente», mientras
secundarios. La idolatría, en último término, de quien sigue a otros que «una cierta antropología cultural, a fuerza de agrandar los innega
dioses y no desea amar a Dios, en este caso, «con todo el corazón, con bles condicionamientos e influjos ambientales e históricos que actúan
toda el alma y con todas las fuerzas» (Dt 6,5). Un punto de conver sobre el hombre, limita tanto su posibilidad que no le reconoce capa
gencia en el que se entrecruzan múltiples dimensiones: lo individual y cidad de ejecutar verdaderos actos humanos y, por lo tanto, la posibili
lo comunitario; la malicia y la debilidad; lo divino y lo humano; lo dad de pecar» (ibid., 18).
trascendente y lo horizontal; el bien que se busca y el mal que se Por otra parte, el relativismo histórico, que niega todo valor abso
encuentra. luto e incondicional y rehúsa la existencia de «actos intrínsecamente
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ilícitos, independientemente de las circunstancias en que son real iza En este sentido, se debe seguir afirmando que el pecado, como la
dos por el sujeto», o un cierto positivismo legal y sociológico que so conversión, conlleva una opción fundamental negativa o positiva de
mete «a modelos éticos impuestos por el consenso y la costumbre ge cara a Dios. Y no existe ninguna frase de condena contra semejante
neral, aunque estén condenados por la conciencia individual» (ibidem). afirmación. Lo que el Papa sí rechaza es una interpretación de tal teo
Junto a estos factores más importantes, algunas otras tendencias ría que reduzca el pecado mortal a una opción, pero «entendiendo con
dentro del pensamiento y de la vida eclesial, han favorecido tambié� ello un desprecio explícito y formal del Dios o del prójimo». Es decir,
esta decadencia. Los rigorismos del pasado han llevado a huevas exa aceptar que sób hay verdadero pecado cuando se da una negativa
geraciones: «pasan, de ver pecado en todo, a no verlo en ninguna parte; directa, una ruptura frontal con Dios, y no, como sucede muchas veces,
de acentuar demasiado el temor de las penas, a predicar un amor de «cuando el hombre, sabiendo y queriendo, elige por cualquier razón
Dios que excluiría toda pena merecida por el pecado; de la severidad algo gravemente desordenado». Ert tal elección, aunque de manera
en el esfuerzo por corregir las conciencias erróneas, a un supuesto res implícita e indirecta, «está ya incluido un desprecio del precepto divi
peto por la conciencia, que suprime el deber de decir la verdad» (ibi no, un rechazo del amor de Dios a la humanidad y a toda la creación»
dem). Y, finalmente, subraya con fuerza también «la confusión creada (ibidem). La gravedad será sin duda diferente, pero la ruptura se pro
en la conciencia de muchos fieles, debido a la pluralidad y divergencia duce en ambas situaciones. En una habrá un alejamiento de Dios por
de opiniones en la enseñanza de la teología, en la predicación, la cate rebeldía, desprecio o indiferencia, y en la otra porque, aunque no exis
quesis y la dirección espiritual, sobre cuestiones graves y delicadas de ta tal actitud, hay de hecho un valor que interesa por encima de él.
la moral cristiana» (ibidem).
La naturaleza del pecado: ¿un cambio de opción fundamental? Importancia de los actos particulares
La primera forma de afrontar esta crisis consistiría en recuperar de Nadie debe poner tampoco en duda que la opción fundamental puede
nuevo el sentido del pecado; «pero el sentido del pecado se restablece ser radicalmente modificada por actos particulares. Con un acto con
únicamente con una clara llamada a los principios inderogables de creto, si tiene un nivel psicológico suficiente de conocimiento y liber
razón y de fe que la doctrina moral de la Iglesia ha sostenido siempre» tad, es posible marginar a Dios de la vida o colocarlo como valor infe
(ibidem). Intentaremos ver ahora cómo lo que hemos afirmado, tanto rior, dentro de una jerarquía determinada. De lo contrario, existiría el
en el capítulo anterior como en éste, concuerda plenamente con estos peligro de darle a esta orientación fundamental una consistencia abs
principios. La confrontación resulta necesaria, pues algunos creen y tracta e independiente, como si en ella no tuviera resonancia el mundo
han escrito que lo que hoy afirmamos muchos autores no está de concreto de la acción. De esta forma, quien afirmara sentirse compro
acuerdo con este documento. Y el primer punto sería el tema de la metido y mantenerla vigente en lo profundo de su corazón, podría
opción fundamental. actuar y comportarse como le pareciera, sin tener en cuenta las exi
El pecado lo define como «desobediencia del hombre que no reco gencias de los valores éticos o las obligaciones personales. Lo que aquí
noce, mediante un acto de su libertad, el dominio de Dios sobre la vida, se denuncia es la ambigüedad de este planteamiento, como se ha recor
al menos en aquel determinado momento en que viola su ley» (ibid., dado varias veces en diversos documentos de la Iglesia.
14). Por eso, como condensa más adelante, siguiendo la tradición de la Y es que sería una excusa demasiado fácil y engañosa autoconven
Iglesia, «llamamos pecado mortal al acto mediante el cual un hombre, cerse de la permanencia de una opción, con el deseo ilusionado y hasta
con libertad y conocimiento, rechaza a Dios, su ley, la alianza de amor sincero de mantenerse en ella, para no sentirse afectado por las incon
que Dios le propone, prefiriendo volverse a sí mismo, a alguna reali secuencias prácticas, que despertarían un sentimiento de culpabilidad.
dad creada y finita, a algo contrario a la voluntad divina» (ibid., 17). Es posible que no se quiera romper, pero su vigencia no depende del
Evidentemente, el rechazo de Dios, de su ley o de su alianza, para vol simple sentimiento, por muy bueno que sea, si no resulta eficaz en �a
verse a otra .realidad, supone siempre un cambio de opción fundamen práctica. Es aquí donde hay que verificar la seriedad de un compromi
tal, porque El ya no constituye el valor supremo y último. so auténtico. Pecado es, pues, un cambio de opción que podría reali-
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zarse con un acto concreto, aunque no se pretenda con él un rechazo tura de santo Tomás ofrece otra perspectiva: «Aunque por un pecado
directo de Dios. mortal se pierda la gracia, sin embargo, no se pierde fácilmente, pues
Los niveles de adhesión serán diferentes. Entre quien no se preo al que la posee no le resulta fácil realizar ese acto por la opción con
cupa· lo más mínimo por conservarla y quien mantiene al menos una traria que tiene» (De veritate, 27, 1 ad 9). Una opinión que no estaba
ilusión oculta de ser fiel, aunque sin coherencia en este caso concreto, ausente en la tradición de la Iglesia.
no puede darse la misma proporción de culpabilidad. Ciertas conduc
tas hieren de tal modo la relación afectiva que, aunque no se quiera
directa y explícitamente destruirla, constituyen un atentado serio con Pecado mortal, grave y venial
tra el amor. Es una reconciliación imposible, que sólo llega a superar
se con el engaño, pues lo que se admite de forma consciente e intelec Para una mayor clarificación sobre la naturaleza del pecado, hace ya
tual se está negando de forma implícita y en la práctica. tiempo que se introdujo una triple distinción, en lugar de la doble más
La concepción tradicional del pecado no se atenúa, ni la visión tra clásica y conocida. De acuerdo con esta nueva nomenclatura -en la que
dicional cambia, porque no sepamos a veces cuándo la persona com el venial no sufre alteración alguna-, el pecado mortal, en contraposi
promete su opción con un acto determinado, a pesar de los criterios ción al grave, ha revestido sentidos y significaciones muy variadas
objetivos. La mayor opacidad de las situaciones interiores se aceptaba entre los autores que defienden dicha calificación. Sería mortal la
sin problemas en la moral tradicional, porque, como la misma exhor opción última y definitiva en el momento de la muerte, sin posibilidad
tación señala, «pueden darse situaciones muy complejas y oscuras bajo alguna, por lo tanto, de una vuelta atrás o conversión; o la nacida de
el aspecto psicológico que influyen en la imputabilidad subjetiva del una actitud maligna y perversa; o la que tiene una dimensión pública y
pecador». Aunque exista una diferencia objetiva en la gravedad del comunitaria, destruye la opción fundamental, supone una ruptura pro
pecado -mortal y venial-, «no es siempre fácil, en las situaciones con longada con Dios o versa sobre una materia importante y libremente
cretas, deslindar netamente los confines» (ibid., 17). aceptada. Mientras que se considera grave, en cambio, el pecado come
Cuando se duda de que un acto pueda cambiar la opción, es porque tido durante la vida cuando es producto más bien de la limitación y
se duda de que sea un pecado mortal, como sucedía en los manuales debilidad, no es público ni escandaloso, transforma una actitud, pero
clásicos, por las limitaciones subjetivas existentes en el campo del sin afectar a la opción, y no rompe la esperanza y el deseo de la entre
conocimiento valorativo y de la libertad psicológica. Según la doctrina ga a Dios, aunque se trate de una infidelidad importante; o cuando la
común, estos pecados objetivamente mortales se consideraban venia imperfección del acto impide que llegue a mortal.
les, por la imperfección del acto. De la misma forma que, como diji.:. El intento no parece que pueda catalogarse como positivo, por la
mos en el capítulo anterior, no todo gesto de conversión, aunque se rea pluralidad de significados que un mismo término encierra según la cla
lice mediante el sacramento de la penitencia, supone una nueva opción sificación de cada autor. La falta de un vocabulario común impide
por Dios. Puede realizarse con tal superficialidad o con un arrepenti comprender el lenguaje empleado mientras no se conozca con antela
miento tan periférico que el hecho de pedir perdón no suponga un cam ción lo que se quiere expresar con cada palabra. Si, dentro de lo que
bio verdadero, pues el esquema de valores continúa estando invertido, tradicionalmente se llama «pecado mortal», pueden darse diferentes
sin que él vuelva a convertirse en el supremo. Tal vez la única diferen matizaciones en la gravedad -por su importancia o perversión, por su
cia radique en que la teoría de la opción ha hecho comprender que conocimiento público o escándalo social, por su carácter más definiti
semejante cambio no resulta tan fácil y frecuente como algunos podí vo o pasajero, por los atenuantes subjetivos, etc.-, estas diferencias
an creer con anterioridad, cuando se hablaba de actos concretos. resultan explicables con esa sola denominación. Pero sería muy difícil
Es verdad que Ju�n Pablo n no admite que sea «difícil, al menos comprenderlas cuando la misma palabra expresa ya significados dis
psicológicamente, aceptar el hecho de que un cristiano que quiere per pares y ajenos a la definición más común y generalizada.
manecer unido a Jesucristo y a su Iglesia pueda cometer pecados mor Por ello, muchos no la hemos creído necesaria, al no existir una
tales tan fácil y repetidamente como parece indicar a veces la "mate clasificación más unánime que evite tantas interpretaciones. Como
ria" misma de sus actos» (Splendor veritatis, 69).•Sin embargo, la pos- afirma Juan Pablo II, «esta triple distinción podría poner de relieve el
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hecho de que existe una gradación en los pecados graves»; pero el Bibliografía
mismo papa recuerda que, como «entre la vida y la muerte no existe
una vía intermedia», la distinción decisiva y radical se da entre quienes DEMMER, K. Teología Moral, Verbo Divino, Estella 1994, pp. 105-116.
rompen la amistad con Dios y quienes no destruyen semejante rela DOMÍNGUEZ, C., Orar después de Freud, San Pablo, Madrid 1994,
ción. El papa prefiere, por tanto, la división clásica. El pecado se deno pp.140-169.
mina «mortal» por la pena eterna que acarrea si no es perdonado; y se DREWERMANN, E. , «Angustia y culpa en el relato yahvista de la caída (Gn 3, 1-
considera también «grave» por la importancia de la materia a la que 5)»: Concilium 113 (1976), pp. 369-381.
hace referencia: «por eso, el pecado grave se identifica prácticamente,· FLECHA, J.R., Teología Moral Fundamental, BAc, Madrid 1994, pp. 297-338.
en la doctrina y en la acción pastoral de la Iglesia, con el pecado mor GARCÍA DE LA HAZA, c., «"Tótem y Tabú": culpabilidad y religión»:
tal» (Reconciliación ypenitencia, 17). Miscelánea Comillas 53 (1995), pp. 458-486.
GISMERO GONZÁLEZ, E., «Las clases de culpa y su manejo»: Razón y Fe 242
(2000), pp. 315-327.
Conclusión LAFRANCONI, D., «Pecado», en Nuevo Diccionario de Teología Moral, San
Pablo, Madrid 1992, pp. 1.347-1.369.
Es posible que en un mundo como el nuestro, por las razones antes JUAN PABLO II, La reconciliación y la penitencia, Mundo Cristiano, Madrid
apuntadas, el sentido del pecado se haya desvanecido. Para recuperar 1985.
lo habrá, ciertamente, que aumentar la fe, elemento primordial de esta LóPEZAZPITARTE, E:, «El tema del pecado en los documentos del Sínodo 83»,
vivencia; pero también me parece muy necesario fundamentar con la en Miscelánea Augusto Segovia, Facultad de Teología, Granada 1986,
razón la índole deshumanizadora de la culpa, de la negativa a cumplir pp. 359-408.
lo que se presenta como un valor ético. De lo contrario, se hará difícil MARLIANGEAS, B., Culpabilidad, pecado, perdón, Santander, Sal Terrae 2002.
comprender por qué algo que no parece malo para la persona llega a NoGUÉS, R.M. «Culpa y perdón»: Selecciones de Teología 33 (1994),
producir una ruptura con Dios. pp. 303-308.
El que a veces no sepamos con claridad hasta qué punto somos cul REIG PLA, J.A., «El proyecto de Dios sobre el hombre y el misterio del peca
pables tampoco supone ningún obstáculo para nuestra conciencia de do»: Anales Valentinos 20 (1994), pp. 379-398.
pecadores. Sólo el fariseo y el autosuficiente necesitan una certeza RUBIO, M. , «Significación del fenómeno de la culpa. La perspectiva teológi
mayor, pues no soportan ignorar su situación para poder sentirse tran co-ética»: Moralia 8 (1986), pp. 99-124.
quilos. La actitud ética y religiosa no se descubre mirando a una ley y VEGA, I. «La "conciencia de culpa": el Dios de Jesús y los sentimientos de
a los requisitos de su cumplimiento, como si después ya fuera posible culpabilidad»: Sal Terrae 82 (1994), pp. 547-558.
quedarse satisfecho, sino a las exigencias continuas y concretas del Vv.AA., «¿Se peca todavía?»: Misión Abierta 6 (2000), pp. 13�24.
corazón, que nunca permanece silencioso. WEBER, H. Teología Moral General. Exigencias y · respuestas, Herder,
A pesar de la buena voluntad, se da también la malicia, la fragili Barcelona 1994, pp. 332-393.
dad e incoherencia, los condicionantes personales de cada individuo. ZABALEGUI, L., «Aproximación al concepto de sentimiento de culpa»:
Hacemos el mal, aunque no sepamos en qué medida. Lo importante es Moralia 12 (1990), pp. 87-105.
vivir siempre de cara a Dios para renovai;le nuestra entrega como Bien
supremo, y a la espera de su perdón, en el que todos confiamos. Pero
será más raro que peque quien haya apostado su vida por él. Ésta es la
única forma de comprender aquella doble afirmación paradójica de san
Juan: «El que ha nacido de Dios no peca» (1 Jn 5,18) y, «si afirmamos
no haber pecado nunca, dejamos a Dios por embustero y, además, no
llevamos dentro su mensaje» (1 Jn 1,10).
***
EL PECADO. COLECTIVO 321
pleto de la preocupación ética. Lo que Maquiavelo aplica al hombre falta de solidaridad, y cuyas estructuras y funcionamiento no tienen
político será de mucho mayor aplicación aún cuando se haya expulsa casi nada de humano. El mismo deseo de luchar y mantener ciertos
do del mundo la dimensión humana que la moral nos aporta. valores morales y evangélicos parece una ilusión demasiado ingenua y
Se trata de ver, por tanto, cómo integrar los aspectos dialécticos de utópica. El mal se encuentra arraigado con tal fuerza y proporciones,
esta problemática para no incurrir en un individualismo que privatice que sólo cabe la protesta y el conformismo, pero no una lucha eficaz,
los aspectos comunitarios, ni en una denuncia abstracta que elimine o en la que el bien siempre terminará vencido. No hay que ser pesimis
prescinda de las obligaciones concretas y personales. En el Sínodo de tas en la visión de la realidad que nos rodea, pero tampoco conviene
1983 salió a la luz, en repetidas ocasiones, este doble peligro, con las ser demasiado ingenuos, como si bastara con cerrar los ojos para no
correspondientes actitudes que de ello se derivan. Por eso se insistió en encontrarnos con ella. Hay que denunciarla, sin . duda, pero también
estos cuatro aspectos, que deberemos tener presente a lo largo de nues analizar las causas que provocan esa situación. Como decía Hélder
tras consideraciones: a) No sentirse inocente, echando la culpa a las Camara, «cuando doy pan a los pobres, dicen que soy un santo; cuan
estructuras sociales o a los demás. b) No creerse impotente y falto de do pregunto por qué los pobres no tienen pan, me llaman comunista».
libertad, por el influjo de los condicionantes sociológicos, que llegarí El campo de condena se ampliaría mucho más si analizáramos el
an a eliminar las propias responsabilidades. c) La falta de compromiso mundo de prejuicios colectivos más o menos inconscientes que fomen
en la lucha contra el mal presente en el mundo, como si bastara con la tan y defienden esas mismas injusticias: la superioridad del hombre
buena conciencia individual. d) La búsqueda de una transformación sobre la mujer; del blanco sobre el negro, del rico sobre el pobre
social que no vaya acompañada de la propia conversión. (entendido no sólo a nivel económico), del capital sobre el trabajo...
La reflexión fundamental podría centrarse en torno a esta pregunta con los consiguientes privilegios derivados de esa supuesta primacía.
básica: ¿Cuál ha de ser la actitud ética y cristiana de la persona cons Lo más significativo de estas actitudes comunitarias es la naturalidad
ciente de su compromiso, frente a las injusticias y pecados sociales que con que se aceptan, corno si se tratara de principios incuestionables; y
no dependen de ella y que nunca podrá eliminar? aunque en un momento posterior se descubra su errónea consistencia,
son muchas las arbitrariedades y atropellos que se han producido con
anterioridad. Por eso ante la esclavitud, la Inquisición, el antisemitis
La realidad del pecado colectivo mo, la pena de muerte o la intolerancia racial, por citar algunos ejem
plos, sentimos hoy una cierta vergüenza y confusión, a pesar de los fac
La existencia del pecado colectivo constituye un primer punto de refle- tores históricos, culturales e ideológicos que sirvieron de soporte.
xión. A primera vista, nadie puede negar su presencia en los diversos Realidades como éstas, que se utilizaron con buena voluntad, pero füe
ámbitos de la sociedad. Los hechos son tan evidentes que la indigna ron causa de abusos y crímenes, solemos denunciarlas hoy con un grito
ción brota con espontaneidad ante las múltiples situaciones que hieren de protesta: ¡No hay derecho!
la sensibilidad de cualquier persona honrada. La letanía de hechos y A una sociedad que ha producido tantas barbaridades y que toda
acontecimientos sería interminable. Basta con mirar alrededor para vía genera una abundante y profunda perversión, habría que condenar
darse cuenta de las atrocidades e injusticias de nuestra sociedad. Se la éticamente corno injusta y, desde un punto de vista religioso, como
requiere un encallecimiento cínico para no sentirse impactado por las pecadora. En estos casos no señalamos a nadie de una manera concre
desigualdades existentes entre los países desarrollados, con un nivel de ta, aunque algunos individuos puedan tener una culpabilidad mayor.
lujo y consumismo escandaloso, frente a la indigencia y elhambre de Simplemente, condenamos a una comunidad que ha vivido y actúa de
dos terceras partes de la humanidad, o las mismas diferencias abisma esa manera, siempre que los derechos fundamentales de la persona no
les entre los miembros de una nación. Tenía mucha razón Gandhi cuan se hayan respetado. ¿Es justo y objetivo este pronunciamiento? ¿Pode
do repetía que «el planeta tiene cuanto el hombre necesita, pero no mos hablar de un auténtico pecado colectivo?
cuanto el hombre codicia». El tema hace tiempo que se había discutido. El término, sin embar
Todos tenemos conciencia, más o menos latente, de vivir en un go, se quiso evitar intencionadamente en el Vaticano n, aunque se insis
mundo podrido por el egoísmo, la mentira, el lucro, la ambición y la tió en la dimensión social de todo pecado. Fueron los obispos latinoa-
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mericanos quienes, en Medellín y en Puebla, hablaron de forma expre Finalmente, se_ desi�na como pecado estructural al que se hace pre
sa y repetida del pecado social, con diversas denominaciones. La causa �ente como una s1tuac1ón perversa. en las instituciones, estructuras e
decisiva de tanta pobreza y marginación no se presenta como un pro ideología, etc., que facilitan el mal y dificultan la práctica del bien.. Su
ducto de la fatalidad, sino que es consecuencia de las estructuras eco génesis se explica por la finitud y pecaminosidad de las personas, pero
nómicas, sociales y políticas que originan ese estado de pobreza.- Una muchas veces se despersonaliza J diluye de tal manera que no es fácil
realidad que exige la conversión personal y un cambio profundo de las �ncontrar � los yerdaderos culpables. «Se debe, pues, admitir que rea
mismas estructuras. hdades y s_1tuac10nes como las señaladas, en su modo de generalizarse
Y hasta �g1ganta.;se como hechos sociales, se convierten casi siempre
en anómmas, as1 como son complejas y no siempre identificables sus
Hacia una clarificación del concepto causas». En �ste último sentido, cuando se aplica el concepto de peca
Son bastantes los autores que, deseosos de mantener una precisión jurí do a una realidad no personal, la expresión reviste sólo un significado
dica, y desconfiando de las apreciaciones universales y un tanto ambi analógico (ibidem).
guas, adoptan una actitud de rechazo o, al menos, de cierta reserva Aunque hoy estemos más de acuerdo en estas diferentes divisiones
frente al pecado estructural o comunitario. Para una mejor clarificación e� problema,
_ . a mi manera de ver, habría que plantearlo en otro nivei
del vocablo habría que distinguir diferentes aspectos. d_1stm� o. No se tra!a de una cuestión de terminología -para ver si esas
En todo pecado existe ciertamente una dimensión social, por el s1tu�c1ones colectivas de pecado hay que entenderlas en un sentido
influjo negativo que provoca en la comunidad. Estamos configurados estncto o más analógico e impropio-, sino de reflexionar sobre la acti
de alguna manera por las repercusiones de los otros sobre la vida de tud del cristiano frente a esas realidades pecaminosas. O, dicho con
cada uno. De la misma manera que necesitamos del testimonio ajeno ?tras palabras, hasta qué punto la conciencia personal no se encuentra
para que nos estimulen y confirmen en nuestras actitudes positivas, el mterpelada y c?�prometida en esas circunstancias en las que, sin saber
pecado, sobre todo en sus expresiones más públicas y externas, obsta con certeza qm�ne� �on los c�lpables, como en el pecado estructural,
culiza la práctica del bien, creando un clima negativo que infesta y con o de las. que el md1v1duo no tiene la culpa, como en el pecado social
tagia. «Es ésta la otra cara de aquella solidaridad que, a nivel religio o colectivo, el mal se ha hecho presente con todas sus consecuencias
so, se desarrolla en el misterio profundo y magnífico de la comunión dramáticas.
de los santos» (Reconciliación y penitencia, 16). Creo que la Palab :a de Dios ofrece un punto de partida válido para
El pecado social abarca también todas aquellas actitudes que afec avanzar por este cammo. Dos puntos fundamentales va a subrayar en
tan directamente al mundo de nuestras relaciones con los demás y que· su enseñanza: la solidarida? que el individuo honesto y sin culpa ha de
se centran, sobre todo, en el campo de la justicia. Todo acto cometido tener con el pecado que existe en el mundo; y el compromiso ineludi
contra los derechos de la persona humana o de otros grupos y comuni ble de luchar contra su existencia y los efectos que desencadena.
dades reviste también este carácter social.
Pecado colectivo, por el contrario, podría considerarse aquel que La dimensión solidaria del pecado
recae sobre un grupo de personas o sobre una determinada sociedad,
cuyos miembros son culpables de las acciones que se ejecutan. Como Es una de las características más importantes, tal como Dios lo con
la culpa supone siempre una conciencia individual, libre y responsable templa desde su óptica divina. Sus afirmaciones son a veces tan rotun
de los propios actos, la simple pertenencia a un estado, comunidad o da_ s, Y tajant�s que provocan un sentimiento de rechazo e incompren
agrupación no puede considerarse pecaminosa sin esta culpabilidad de s1on, como _ s1 la _ conducta de Dios resultara demasiado injusta. Hoy nos
cada uno. En este sentido, la Iglesia, «cuando habla de situaciones de parece mso��emble que el castigo por la culpa de uno se extienda a
pecado o denuncia como pecados sociales determinadas situaciones o toda su fam1h�, y que la_falta de los antepasados deba expiarse también
comportamientos colectivos... , sabe y proclama que estos casos de en las generaciones vemderas. Tal vez podría sospecharse que nos mo
pecado social son el fruto, la acumulación y la concentración de mu vemos en un ambiente muy primitivo, donde el pecado aparece como
chos pecados personales» (ibidem). una mancha que afecta a todas las personas, incluso en contra de su
328 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA EL PECADO COLECTIVO 329
libre voluntad, o en un clima excesivamente jurídico que responsabili sabilizar a Eva de lo sucedido, y ésta, a su vez, culpa a la serpiente. Es
za a los individuos por el simple hecho de pertenecer a un mismo pue la misma reacción ciega de quienes se lanzan sobre la mujer adúltera
blo o familia. para lapidarla, y a los que Jesús tiene que poner ante la verdad de su
La Biblia no está exenta, ciertamente, de estas concepciones menos conciencia: ellos también son culpables, y por eso «fueron saliendo
desarrolladas, pues en ella se da un proceso de evolución progresiva, y uno a uno, empezando por los más viejos» (Jn 8,9). ¡Cuántas veces la
en este terreno concreto se advierte con claridad un cambio de orien indignación virtuosa y las denuncias agresivas son una forma sutil de
tación paulatino hacia la conciencia personal como la únic'a fuente de tapar la mala conciencia y quedarnos tranquilos por nuestra pasividad
auténtica y verdadera culpabilidad. Las afirmaciones de Ezequiel, en ante el mal! Gritar en voz alta es el mejor modo de decir que nosotros
su célebre capítulo 18, alcanzan ya un grado tal de exactitud y preci no somos culpables ni estamos comprometidos con la realidad del
sión que no tendría dificultad en firmarlas el jurista más escrupuloso. pecado.
Sin embargo, y a pesar de este progreso, que podría considerarse defi La enseñanza de la Biblia parece ir en sentido contrario. Es una
nitivo y superior a las concepciones arcaicas de épocas anteriores, no invitación a la solidaridad, a no sentimos desligados de los males y
desaparece la dimensión comunitaria del pecado. Ante una situación deficiencias de la comunidad humana en que vivimos, a no creemos
pecaminosa, nadie puede creerse con las manos limpias y la concien ajenos y sin relación alguna con la presencia del pecado en cualquiera
cia tranquila. La palabra de Dios denuncia la falsa ilusión de quienes de sus dimensiones. Habría que insistir,· por tanto, sin atenuaciones de
querrían verse libres de cualquier responsabilidad en semejantes oca ningún género, en que la postura de quienes culpan a los demás -los
siones por el hecho de no ser los culpables de ellas. El episodio tan otros, la sociedad, los sistemas o las estructuras- como protagonistas
conocido del becerro de oro puede ser revelador en este sentido. de un pecado con el que no tienen personalmente ninguna vinculación,
En el Éxodo se nos describe la realidad de un pecado comunitario. no . puede catalogarse de cristiana. Una actitud como ésta sería una
El pueblo entero se ha entregado a la idolatría, desesperado por la tar copia exacta de la adoptada por el fariseo, que se acercaba al Templo
danza de Moisés. Aárón aparece a la cabeza del pueblo culpable, que con un corazón inocente para darle gracias a Dios por no ser «como los
busca otro dios «que vaya delante de nosotros, pues no sabemos qué ha demás». La condena de Jesús no deja lugar a dudas: por ese camino
sido de ese Moisés que nos sacó del país de Egipto» (Ex 32,1). Frente nunca se alcanzará la justificación (Le 18,9-14).
a este hecho se descubren dos posturas antagónicas y contradictorias.
Por una parte, Aarón, el más culpable de todos, quiere escapar de la La lucha comprometida contra el pecado
culpabilidad individual y colectiva. Su excusa manifiesta el deseo ab
surdo de no verse implicado en el hecho, como si fuera algo que ha Es un segundo aspecto que se detecta con claridad en la reflexión pau
sucedido sin apenas colaboración por su parte. La respuesta a la pre lina sobre la presencia del pecado. Pablo distingue con nitidez el peca
gunta de Moisés encierra una lectura significativa: «No se encienda la do en singular (hamartía) de los actos pecaminosos que se manifiestan
ira de mi señor. Tú sabes que este pueblo es obstinado. �e dijeron: en las caídas (paraptóma) y de las transgresiones personales (parába
"Haznos un dios que vaya delante de nosotros"» (32,22). El no hizo sis). El primer significado, que corresponde a lo que más adelante
más que pedir el oro, echarlo al fuego... «y salió este becerro». La designa como misterio de iniquidad (2 Tes 2,7), es objeto preferente de
culpa; pues, radica fundamentalmente en la malicia de los demás, en la su enseñanza. El misterio no encierra aquí un sentido puramente inte
perversidad de los otros, que no han sido capaces de cumplir con su lectual, como si se tratara de algo que escapa a nuestro conocimiento,
obligación. Moisés, sin embargo, inocente y ajeno al culto idolátrico, cuya existencia o comprensión no se puede demostrar. Para una men
se siente tan solidario con el pecado y el destino del pueblo que su ora talidad mítica, el misterio es, ante todo, una realidad más fuerte que
ción a Dios resulta profundamente conmovedora: «Este pueblo ha invade a la persona y la desborda, de tal manera que provoca una deso
cometido un gran pecado al hacerse un dios de oro. Pero ahora, o per rientación, una incapacidad de dominarla y reducirla a nuestros esque
donas su pecado o me borras del libro que has escrito» (32,31-32). mas y posibilidades humanas. Cuando este dominio no se consigue de
Un intento de justificación y huida, como el de Aarón, se descubre ninguna forma, y tampoco con la razón, la realidad se hace opaca, hui
ya en las primeras páginas del Génesis, cuando Adán trata de respon- diza, profundamente incomprensible.
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En el mundo existe este misterio del mal, una fuerza inicua que Sin espacio para la neutralidad
penetra en el corazón de las personas, se apodera de las estructuras e
impone su dominio sobre la creación. Es una atmósfera contaminada y Ahora tampoco pretendo deducir que esa realidad manifestada en la
corrompida, que impide la salud espiritual de los individuos. Sumer revelación equivalga por completo a. nuestras categorías actuales de
gidos en ese ambiente, se encuentran cerrados por completo a la prác pecado. Su insistencia radica en esa fuerza que esclaviza e impide la
tica del bien. La explicación última de todos los pecados personales práctica del bien y que en la tradición posterior se ha designado como
radica en esta trágica situación, de la que la humanidad se siente pri «pecado original». Sería imposible vivir con honradez si Jesús no
sionera e incapaz de liberarse. A Satán, como personificación de ese hubiera realizado esta liberación. Lo de menos es la terminología. Lo
misterio, le interesa sobre todo fomentar y extender semejante condi importante es la conclusión evidente que se deriva de tal enseñanza:
ción, porque, en la medida en que su prese�cia se acentúa, el reino del cuando el pecado penetra en el mundo y produce sus frutos en la exis
pecado se hace más fuerte, y la victoria del mal, incluso en las perso tencia humana, ningún cristiano puede sentirse inocente y sin vincula
nas particulares, adquiere mayores dimensiones. La carta a los Roma ción alguna con él. ¿Significa esto que todos somos verdaderamente
nos, principalmente, es un testimonio impresionante de esta visión dra culpables?
mática de la humanidad, que otea con esperanza la venida de un salva Si queremos ser exactos en nuestras apreciaciones, no debemos
dor, alguien que posibilite la lucha y la victoria contra esa fuerza que aceptar ninguna culpa, al menos en su sentido más estricto, mientras
tiene sometida a toda la creación. El ser humano ha experimentado en no exista una relación entre esas situaciones pecaminosas y nuestra li
su propia carne una incapacidad absoluta para romper el círculo de bertad personal. Hay, pues, que entroncar ese mal objetivo con la con
esclavitud y muerte en que se encuentra encerrado. ciencia de cada individuo concreto, para ver qué tipo de comunión po
Cristo ha venido a sembrar en el·mundo esta nueva semilla de libe dría existir entre ambas realidades, que a primera vista, y en la mayo
ración. Frente a la opacidad del pecado, la Palabra iluminadora pone su ría de los casos, aparecen como autónomas e independientes. Aquí se
tienda entre nosotros y entabla una dura batalla para quitar el pecado encuentra justamente el punto más álgido y molesto de la cuestión.
del mundo. No quiere tan sólo una conversión personal de cada indivi Por experiencia, sabemos lo difícil que resulta muchas veces juzgar
duo. Su lucha es contra esté mundo y el orden vigente, que no recono desde fuera la conducta de un individuo de quien no tenemos un mayor
ce ni admite los valores humanos y evangélicos de un reino cuyos conocimiento e ignoramos las circunstancias peculiares que podrían
esquemas se fundamentan en otros presupuestos diferentes. Jesús invi explicar sus reacciones y formas de conducta. Nuestra propia culpabi
ta a esta tarea salvadora, que supone el deseo de conseguir, mediante lidad interior se nos hace también confusa, pues hay ocasiones en las
el compromiso y el esfuerzo de cada cristiano, este nuevo tipo de· que no vemos con claridad el grado de compromiso que hemos contra
comunidad. Su victoria fue completa, en cuanto que el ser humano ya ído. Si con tanta frecuencia es temerario e impreciso un juicio ético a
ha sido liberado del mal por la recreación de la gracia, pero todavía no nivel individual, ¿cómo va a ser posible una condena tan generalizada?
es definitiva ni absoluta, pues queda un largo camino hasta el final de Hay · que reconocer, además, la enorme desproporción objetiva
los tiempos para llevar a su plenitud la obra de Cristo. Mientras tanto, entre lo que puede hacer un individuo concreto y esa gigantesca zona
como responsables y cooperadores de este destino por nuestra solida del mal, tan .compleja, universal y difuminada, que escapa absoluta
ridad con Jesús, los cristianos arriesgan su vida, no sólo para eliminar mente al control y dominio de cada persona. Si alguien renuncia a
el pecado de su corazón, sino para desterrar también de la existencia todos sus bienes para ponerlos al servicio de los pobres, puede estar
humana esa fuerza destructora. La permanencia del mal es un reto con seguro de que, a pesar de todo, otros muchos seres humanos seguirán
tinuo que nos recuerda la obligación básica de nuestra fe. Como Jesús, viviendo y muriendo en la miseria. Por muchos esfuerzos que hagamos
tampoco nosotros podemos ser conformistas con esta realidad. Nuestra en la lucha contra la guerra, el terrorismo, el armamentismo, etc., los
tarea consiste en proseguir la misma lucha para que un día sea posible asesinatos prosiguen su ritmo creciente. ¿Qué puede intentar un indi
el triunfo final. viduo para eliminar tantas tragedias, injusticias, pecados y desastres?
¿Qué culpa vamos a tener de las situaciones pecaminosas que se dan
en otros continentes y tan lejos de nosotros?
332 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA EL PECADO COLECTIVO 333
Un planteamiento así desemboca ciertamente en un callejón sin Los ejemplos podrían multiplicarse en todos los campos. Baste
salida. Son demasiados los factores que intervienen en los complejos pensar, por citar uno solo, en los efectos de una educación rígida y
mecanismos de la sociedad y ante los que una persona sólo puede con autoritaria hasta el extremo, falta de comprensión y de suficiente auto
fesar su impotencia. Es aquí donde brota la tentación de caer en una nomía, propiciada por unos padres ilusionados en hacer de su hijo una
simple denuncia estéril o, lo que es peor, de aceptar con resignación excelente persona, pero que termina en un auténtico desastre psicoló
-teñida incluso de matices cristianos- tales hechos injustos como fenó gico. Nadie podrá culpar a los padres, que han puesto su interés, su
menos humanos que han de darse por encima y a pesar de todo. Lo esfuerzo y los medios a su alcance para conseguir precisamente todo lo
único que se conseguiría de esa forma sería adormecer aún más una contrario de lo que pretendían. Pero si se intenta conocer las causas
actitud responsable y fomentar una especie de fatalismo ciego y trági más profundas y verdaderas de tal situación, ellos aparecerán sin d��a
co, que deja tranquilo y satisfecho por el convencimiento de que no. alguna como los más directos responsables. Y es que la responsab1h
existe ninguna solución ni es posible remedio alguno para evitarlo. dad, en último término, no es más que la respuesta a una simple pre
¿Cómo despertar, pues, el sentimiento de nuestra responsabilidad gunta: ¿Quién ha hecho esto? ¿Cuál es la causa de este fenómeno?
comunitaria? Después vendrá un análisis posterior para constatar si el responsable de
esas consecuencias es también culpable de ellas o si, desde el punto de
vista moral, no ha existido ningún pecado
Respon$abilidad y culpabilidad
Tal vez la mejor manera de encontrar salida a esta paradójica situación Las consecuencias imprevisibles de nuestras acciones
consista en hacer una clara distinción entre los dos términos -respon
sabilidad y culpabilidad- que con tanta frecuencia se barajan en el Todo comportamiento humano tiene un mundo de consecuencias que,
campo de la ética. En el lenguaje más corriente se utilizan muc�as como hemos dicho, escapa muchas veces a las previsiones más since
veces como vocablos sinónimos, y así los hemos empleado en ocas10- ras, formando una serie de reacciones en cadena que resultan ya inevi
nes anteriores. El responsable de una mala acción aparece también, de tables. El ser humano, como fruto de su limitación e impotencia, no
ordinario, como culpable. Y si existe algún elemento-que atenúe.o dis llega a dominar todo lo que surge de su querer y libertad. En ocasio
minuya su culpa, en la misma medida se afirma que su responsabilidad nes, estas mismas consecuencias se vuelven contra sus propios intere
es menor. Por ello, si juzgamos que la culpa personal en esas situacio ses o producen sobre los demás· dete�minados efectos que no se habí
nes concretas de pecado es mínima o apenas existe, debido a nuestra an pretendido, ni siquiera previsto. El será el primero en lamentarse
impotencia para un cambio radical, o que incluso es imposible de con por el curso de los acontecimientos.· Aunque no se le deba acusar, en
seguir, debido a una serie de imponderables ajenos a la voluntad del tales circunstancias, de lo que trasciende su voluntad, tampoco hay que
individuo, nadie tampoco se creerá responsable y solidario mientras eximirle de todo lo que no ha pretendido con su acción. Sería una acti
mantenga la conciencia tranquila frente a sus obligaciones particulares. tud ligera y farisaica el desligarlo por completo de las consecuencias
Para evitar este círculo engañoso tendríamos que descubrir con ma de su conducta por el simple hecho de no haberlas querido ni deseado.
yor exactitud en qué consiste esta diferencia. Es lo que popularmente se En nuestra moral clásica se insistía sobre todo en la responsabili
intuye cuando se dice que no basta la buena voluntaq.. La experiencia dad ética, cuando la libertad quedaba directa o indirectamente com
confirma repetidamente lo objetivo de esta afirmación. Se puede estar prometida por haber querido las consecuencias, haberlas previsto, o
lleno de ilusiones y deseos formidables de ayudar, servir o hacer el bien realizar una acción, sin motivo proporcionado, de la que pudieran deri
y, sin embargo, tener una actuación desafortunada, ·errónea o sin tacto varse. El conocido principio del doble efecto y otros semejantes, que
que, a pesar de la excelente disposición, provoque una serie de conse ya vimos, tenían como función clarificar la culpa en este último caso
cuencias lamentables y hasta de extraordinaria importancia. Sin embar para saber hasta qué punto el individuo debe sentirse culpable de los
go, a quien haya actuado de buena fe y con la mejor voluntad del malos efectos producidos por su acción. Pero no debemos quedamos
mundo nunca se le podrá condenar como perverso y pecador. aquí, limitando nuestra preocupación al campo de la eticidad indivi-
334 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA EL PECADO COLECTIV O .335
dual. Hay que insistir en la dimensión comunitaria, social, política -en cuencias negativas. El mismo testimonio evangélico puede suscitar
su senÜdo más etimológico y profundo- para que la persona tome con efectos perniciosos en algunos. Incluso si la decisión hubiera sido dis
ciencia de la influencia de sus actos, de su ideología, de su cultura etc., tinta, los resultados tampoco habrían sido únicamente positivos. · En
en la historia y desarrollo de la sociedad. Se trata de acentuar, por cualquier hipótesis, somos responsables de todas esas secuelas que
tanto, el carácter comunitario de nuestra responsabilidad. brotan de nuestras decisiones y que producen efectos que no pretende
De manera sintética, podríamos definirla como la responsabilidad mos e incluso ignoramos. Una opción que abarca no sólo su manera
nacida por la influencia de nuestros actos en los demás, aun en la hipó concreta de actuar, sino, sobre todo, su actitud frente a los grandes pro
tesis de que elpropio comportamiento no resulte pecaminoso. En este blemas básicos del mundo y de las personas. Cada cual posee su ideo
último caso no habría lugar para el arrepentimiento, que supone siem logía religiosa o política, está vinculado a un grupo económico y cul
pre una mala voluntad libre y aceptada, pero podrían surgir incluso tural determinado, tiene sus intereses y preferencias, etc., que condi
auténticas obligaciones de justicia que exigieran una reparación. Aun cionan enfoques y ópticas muy diferentes. ¿ Quién puede asegurar que
que no exista culpa, la obligación de reparar los daños causados es bien su punto de vista será el mejor para la sociedad, o que las soluciones
conocida en el mundo jurídico. Es como la distinción que se da en el adoptadas por él encierran menos inconvenientes? El convencimiento
mismo derecho entre responsabilidad civil y responsabilidad criminal. sincero de que así será podrá evitar la culpa, pues se vive de forma
El problema no radica, pues, en medir simplemente el grado de culpa coherente con lo que parece lo mejor, pero no elimina los lamentables
que pueda darse en un individuo concreto, sino en analizar con lealtad errores y equivocaciones que se detectarán en el futuro, o los inevita
y lucidez, para aceptarlas, las responsabilidades que nazcan aun sin bles males que siempre habrán de brotar, sea cual sea nuestra decisión.
culpa personal. Esto indica una sensibilización mayor frente a las obli A nivel personal, todos tenemos pequeñas experiencias de este
gaciones sociales que nos afectan, pues no basta con examinar la res fenómeno; todos recordamos épocas pasadas de enorme autenticidad,
ponsabilidad exclusivamente a la luz de las faltas personales. El enfo pero que ahora valoramos de forma algo distinta y con las que ya no
que ele nuestra reflexión se abre así hacia otros horizontes muchos estamos identificados. Ahora no nos atreveríamos a decir lo mismo, o
ampllos y universales, que nos hacen sentimos solidarios de la historia nos comportaríamos de manera diferente. En el momento actual, al ver
en todas sus direcciones. las cosas con nuevos matices, se adoptan otras determinaciones que se
valoran como mejores, pero que no dejarán de tener sus inconvenien
tes. Es verdad que muchas veces. se requiere una perspectiva histórica
La responsabilidad de cara al futuro para caer en la cuenta de la equivocación o, simplemente, de la falta de
prudencia. No siempre tenemos la lucidez suficiente, acosados como
La responsabilidad comunitaria es, en primer término, el compromiso estamos por múltiples motivaciones ocultas, prejuicios colectivos, inte
que todos tenemos de colaborar solidariamente, desde el lugar en que reses de toda índole, para obtener una visión objetiva y desapasionada,
cada uno se encuentre, en la construcción de una sociedad más justa y por mucho que proclamemos nuestra independencia y honestidad. Sólo
humana. El Concilio señala con evidencia esta dirección hacia el futu el tiempo y la experiencia nos harán descubrir los factores que condi
ro cuando habla de la tarea que a todos nos incumbe de edificar un cionaban nuestra actuación y nuestras valoraciones.
mundo más acorde con los planes de Dios: «De ahí que la norma de la La salvaguarda de ciertos privilegios y el derecho a determinadas
actividad humana es que, según el designio y voluntad divina, respon acciones, que los individuos, grupos o países se atribuyen como una
da al auténtico bien del género humano» (Gaudium et Spes, 35). En el especie de derecho inalienable, se aceptan y racionalizan de tal mane
momento en que cualquier actividad privada o social no mire más que ra que la simple posibilidad de revisión resulta casi inaudita y descon:..
a los intereses personales o de grupo, se dará una perversión responsa certante. Sólo el tiempo aportará los datos necesarios para comprender
ble del sentido comunitario. «Con esto, el mundo deja de ser el espa las injusticias que, en nombre de Dios y del bien común, se han come
cio de una auténtica fraternidad» (ibid., 37). tido en la historia. Por amor y en defensa de la verdad se ha producido
Ahora bien, nadie puede estar seguro de que su opción en la vida, mucho daño, aunque sea de forma involuntaria. El inconsciente freu
por muy buena voluntad que tenga, no va a provocar también conse- diano o la ceguera de corazón bíblica han encubierto, bajo ciertas ide-
336 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA EL PECADO COLECTIVO 337
ologías, decisiones demasiado interesadas que han servido para apro Por ahí podrán comprenderse mejor los fallos de ciertos sistemas y
vecharse de los otros que se encontraban en estado de inferioridad. En la desmitificación de algunas ideologías. Difícil será la unanimidad del
cualquier caso, lo único que quiero subrayar son las consecuencias diagnóstico -y el respeto a otras lecturas de la realidad es también una
negativas que, al margen de la buena voluntad e intención, irremisible exigencia humana-, pero ello confirma la idea básica que hemos apun
mente escapan a nuestras opciones, cualesquiera que sean. tado. Por muy convencidos que estemos de la verdad �cuando este
convencimiento se hace apasionado, resulta ya un tanto sospechoso-,
nadie puede asegurarnos que el camino emprendido y la opción adop
El juicio inexorable de la historia tada vayan a ser los mejores para el futuro, los más lúcidos y eficaces.
Y siempre quedará, al menos, la sensación de que el mundo futuro es
Hoy somos más conscientes de las responsabilidades contraídas por la consecuencia de nuestra responsabilidad, aunque sea en proporciones
propia Iglesia en momentos decisivos de la historia y que provocaron pequeñas. De alguna manera, todos los que formamos parte de la
grandes males· para la posteridad. Los estudios sobre el cisma de sociedad somos causa -tal vez sin culpa- de aquellos males que nos
Oriente, que rompió la unidad cristiana; la actitud frente a los ritos chi rodean y se hacen presentes entre nosotros.
nos, que, según la opinión de algunos, cerró las puertas a la evangeli
zación de un continente; la pérdida de la clase obrera, que el propio Pío La solidaridad con el pasado
XI señaló como el «escándalo del siglo XIX» -y no puede haber escán
dalo sin responsabilidad-; la mayor cercanía a los poderosos de este Cuando miramos hacia atrás, hacia la historia que nos ha precedido y
mundo, sin seguir la doctrina y·el ejemplo de Jesús; la falta de intrepi en la que nos encontramos situados, no podemos ciertamente sentirnos
dez evangélica para luchar contra el antisemitismo y los racismos de culpables de nada. Sobre nosotros, en concreto, no recae el peso de la
cualquier tipo; la condena de personas y doctrinas que se han revalori.., culpa que han amasado nuestros predecesores. Las injusticias, las gue
zado con posterioridad; la descristianización de una masa que en su rras, el odio, las incomprensiones, los atentados contra la persona
mayoría pasó por colegios religiosos y recibió una formación cristia humana y todo lo que brota de la malicia inserta en nuestra naturaleza
na; etc., constituyen sólo unos pocos ejemplos de la enorme responsa pecadora han crecido sin colaboración alguna por nuestra parte. Nadie
bilidad que recae sobre la comunidad cristiana. puede acusarnos de hechos que han sucedido al margen por completo
Lo que vemos ahora con mayor claridad, mirando al pasado, vol de nuestro querer. Pero tampoco podemos olvidar la otra vertiente: que
verá a repetirse en el futuro, cuando entremos en el juicio de la histo somos también hijos de esa historia; lo cual significa que todo cuanto
ria. Entonces comprenderemos también el mal que, sin querer, hemos somos y tenemos ha sido fruto -en una proporción desconocida y mis
hecho a causa de nuestra ceguera, conformismo, apatía; huida de la teriosa, pero real- de las situaciones anteriores, con todo su contexto
realidad, falta de iniciativa, desconocimiento de los mecanismos socia de pecado.
les, ausencia de solidaridad... , aunque en el momento de hacerlo cre Basta reflexionar un poco para caer en la cuenta de cómo nuestra
yéramos haber actuado lo mejor posible. La lucha contra el mal obje cultura personal, el nivel económico, los· privilegios sociales obteni
tivo, que invita y arrastra a la degeneración de las personas, hay que dos... , en una palabra, todo lo que supone un valor de cualquier tipo, ha
plantearla en el ámbito de lo social. Más importante que dar limosna a nacido en un clima en el que no se han respetado los derechos de los
un necesitado es trabajar por una sociedad en la que la miseria sea demás ni ha habido espacio para la fraternidad y la justicia. Probable
menor y los recursos económicos se repartan más fraternalmente. Y mente no habríamos conseguido muchas de las ventajas que poseemos
mejor que condenar a un asesino es buscar un clima comunitario donde si no hubieran sido obtenidas mediante el sufrimiento y la privación de
la paz y la reconciliación sean posibles. El análisis político de esta quienes han sido siempre los marginados de determinadas posibilida
dimensión, al que tan ajenos han sido a veces los cristianos, constitu des. Nada poseemos que no provenga de la sociedad; pero de una
ye una obligación para quien no desee mantener una conciencia acríti sociedad que nunca ha respondido a las exigencias humanas y evangé
ca y demasiado ingenua. Y toda opción política está llena de responsa licas. De alguna manera, nuestro patrimonio particular es fruto ilegíti
bilidades futuras. mo de la historia pasada, con la que debemos sentirnos solidarios.
338 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA EL PECADO COLECTIVO 339
A medida que se avanza por este camino, un sentimiento de ver da por las deficiencias y culpas personales. Lo cual significa que el
g_üenza y responsabilidad se instala en el corazón, y se elimina progre déficit total es producto de los mecanismos sociales y de los individuos
sivamente una postura tranquila y cómoda, como si se tratara de reali concretos. Somos pecadores y estamos también inmersos en unas- es
dades que nada tienen que ver con nosotros. Así resulta comprensible tructuras de pecado que se condicionan y estimulan mutuamente. Para
que _la Iglesia de ahora, sin culpar a nadie, pueda pedir perdón, como medir las posibles deficiencias personales vale la pena reflexionar so
lo hizo Juan XXIII, por las responsabilidades que tuvo en el cisma y bre la siguiente cita de Juan Pablo n, que recoge las múltiples dimen
separación de todas las Iglesias; o como ha vuelto a demandarlo Juan siones que afectan directainente a la persona e influyen, por tanto, en
Pablo II, a pesar de la oposición que tuvo que vencer, por los errores el discernimiento de las posibles culpabilidades. Cuando insiste en la
cometidos en épocas pasadas y que provocaron también tantas conse- necesidad de vincular los pecados sociales con los fallos de los indivi
cuencias negativ�s: Lo mismo que el Est�do alemán ha buscado repa .duos, afirma en un párrafo muy rico de contenido:
rar, aunque sus dmgentes actuales no tuvieran culpa, las atrocidades e «Se trata de pecados muy personales de quien engendra, favorece o
inju�t�c�as del totalitarismo nazi. No se pretende, como ya dijimos, lan explota la iniquidad; de quien, pudiendo hacer algo por evitar, elimi
zar JUICIOS sobre la moralidad de un comportamiento o de una actua nar o, al menos, limitar determinados males sociales, omite el hacer
ción personal y comunitaria concreta. Lo que se acepta ahora es que el lo por pereza, miedo y encubrimiento, por complicidad solapada o
erro�, el pecado, la falta de sensibilidad y comprensión, las visiones indiferencia; de quien busca refugio en la presunta imposibilidad de
parciales... han provocado unas circunstancias determinadas, en las cambiar el mundo; y también de quien pretende eludir la fatiga y el
que ,nosotros ahora vivimos y de las que nos estamos aprovechando. Si sacrificio alegando supuestas razones de orden superior. Por lo tanto,
nos se11;timos solidarios y �omprometidos para lo que nos interesa y las verdaderas responsabilidades son de las personas» (Reconcilia
ción y penitencia, 16).
beneficia, no podemo� deshgarnos tampoco de los aspectos negativos,
aunque no hayamos sido los culpables. El análisis detallado de las formulaciones manifestadas en el texto
podría servir de criterio indicador para su aplicación individual. Es una
No hay lugar para la neutralidad invitación a reconocer esa complicidad tácita y silenciosa, en la medi
da en que se aceptan tranquilamente esas situaciones injustas o no se
El �er huT?-ano no es una isla abandonada, una persona perdida en el emplea la ilusión y el trabajo correspondiente para cambiarlas. Los que
desierto, smo que se halla profundamente vinculado a todo el ciclo his sí parece claro es que el pecado de omisión adquiere una densidad e
tórico que le ha precedido e influye en su presente, con el mundo en el importancia extraordinaria, pues siempre será posible una dosis mayor
que ahora se mueve y se realiza, y con el futuro que va a nacer de su de esfuerzo y entusiasmo para que el mundo tome nuevos derroteros.
presente actual. Una conciencia ajena e independiente de todo cuanto No todos podemos hacerlo todo, aunque todos tengamos algo que
nos rodea es la negativa de la solidaridad humana, que a todos nos une hacer. Y ciertamente todos tendríamos que realizar muchas cosas que
en el bien y en el mal. En esta difícil y complicada situación no hay omitimos y que sin duda servirían para mejorar el mundo. Tendríamos,
lugar para la neutralidad, ni existe una tierra de nadie donde podamos al menos, que no permanece� silenciosos en manos de un trágico des
quedar al abrigo de esta dimensión responsable, tal como la hemos tino, para que la injusticia no se consolide por nuestra cómoda resig
explic��o. Lo queramos o no, somos herederos de las realidades pasa nación. Las propias exigencias personales adquieren también matices
das, vivimos al calor y a la sombra de ellas y preparamos un futuro muy diferentes, y cada cual tendrá que detectarlas en el ámbito de su
para los demás. vocación social y de sus exigencias personales. Para ello podríamos
encontrar en la Biblia algunas pautas orientador�s.
. Hasta ahora no hemos hablado de la culpabilidad personal. El mis
teno de la culpa se vuelve mucho más opaco cuando se intenta discer
nir en estas circunstancias. No es fácil conocer el grado que a cada uno
le corresponde. Aunque las posibilidades estructurales impidan alcan
zar un alto nivel de humanismo social, esa cota queda aún más rebaja-
340 HACIA UNA NUEVA VISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA EL PECADO COLECTIVO 341
El prójimo como sacramento do en su porte como hombre, se rebajó a sí mismo, haciéndose obe
diente hasta la muerte, y una muerte de cruz.» (Flp 2,6-8). Un amoro
Tal vez, para constatar el grado de apatía y la falta de compromiso so gesto de solidaridad que se ha ido repitiendo siempre a lo largo de
frente al mal, no exista: otro método mejor que reflexionar sobre nues la historia. Son testimonios de personas libres y comprometidas, que
tra actitud ante la llamada de tina persona que necesita ayuda. La idea abren un horizonte de esperanza a quienes sufren y dan un toque de
fue de Jesús, en su parábola del buen samaritano. El prójimo se con atención a los privilegiados. La encarnación no es un tópico común ni
vierte así en un «test» clarificador para manifestar las profundas dis una palabra que va siendo manida. Es el camino abierto por Dios para
posiciones del corazón. Ante el otro, como persona, no hay lugar para llevar a cabo la salvación. El evangelio sólo puede proclamarse desde
el e�g�ño o las medias ver?ades: o se da una disposición de entrega y la solidaridad con los más necesitados y en la lucha por la justicia, que
servicio, o se da. una negativa de amor y colaboración. Jesús no alaba tiene como objeto privilegiado de atención a los pobres. También aquí
al samaritano porque todo saliera bien. Aquel herido se le podía haber las exigencias podrán ser diversas, de acuerdo con las llamadas perso
muerto, o podría haberse encontrado él mismo sin recursos para ayu nales de Dios.
darle. Lo decisivo fue que se paró ante una persona concreta, estuvo
atento ante una necesidad de la que él no era culpable y. en función de
esa llamada ajena, supo organizar su camino. El «anda, haz tú lo Una actitud de esperanza: la promesa de un mundo nuevo
mis�o» (Le 1�,3?) es una condena de quienes pasan de largo, porque
nadie puede ehmmar a los salteadores y ladrones. Ante el mal gigan No hay que tener la ingenuidad ni el triunfalismo de soñar con un para
tesco, sería iluso sentirnos quijotes de una sociedad radicalmente dis íso terreno en el que no exista ninguna clase de mal. La solución de
tinta; y demasiado cobarde lamentarnos de todo con los brazos cruza problemas antiguos ha supuesto la presencia de otros nuevos y más
dos. La única posibilidad real, que siempre se nos ofrece, es descubrir difíciles. Y la misma naturaleza humana es lo bastante débil como para
la vocación de samaritano que todos llevamos dentro y actuar de acuer repetir su historia de pecado. Lo cual significa que, a pesar de todos los
do con lo que ella nos dicte. intentos y esfuerzos que puedan realizarse, el mundo seguirá siendo un
Pero la entrega al prójimo no requiere siempre un encuentro perso semillero de maldad. Con ello no defendemos la postura fatalista y
nal. La ayuda puede prestarse de muchas maneras, y las formas más resignada de quedarnos de brazos cruzados ante la imposibilidad de un
eficaces revisten hoy, sin duda, un sentido funcional, mediatizado a tra cambio radical y definitivo. Es un dato indiscutible de la fe, por la que
vés d� las mejoras y reformas de las estructuras. La política y 1a preo sabemos que la victoria completa de Cristo no tendrá lugar hasta el
cupación social se convierten asf eii auténticas relaciones, por medio final de los tiempos. La lucha y el compromiso contra el pecado hay
de las cuales se entra en contacto con los rostros desconocidos que que conservarlos, como hizo Jesús, que no se cansó por el aparente fra
forma la masa anónima de la sociedad. El prójimo, como sacramento caso. de su propia vida, pero con la conciencia de que la cosecha y el
del encuentro con Dios, aparece de nuevo bajo una perspectiva comu fruto final sólo serán verdaderos en el nuevo mundo que ha de venir,
nitaria. Esta dimensión teológica confirma en cualquier actividad como culmen de las promesas divinas.
humana la presencia del amor con toda la amplitud de que es capaz. Algunas parábolas evangélicas ponen de relieve esta dimensión
Hay un segundo aspecto que manifiesta también la revelación: la escatológica del reino de Dios. San Mateo recoge esta enseñanza en
renuncia que el hombre justo, aun sin culpa personal, hace de sus dere · algunas · de las más conocidas, a las que acompaña una exégesis del
chos y posibles privilegios para identificarse con los demás. La postu propio Jesús. En la parábola de la red (Mt 13,47-52) se subraya que en
ra . de_ Moisés en el episodio del becerro de oro, que apuntábamos al esta vida no es posible una separación de buenos y malos, pues tal dis
pnncipio, alcanzará su expresión máxima en el anonadamiento de t!nción sólo tendrá lugar «al final de los tiempos». Cualquier intento de
Cristo. San Pablo exhorta a los filipenses a tener la misma actitud de medir el éxito eclesial por el número de creyentes o por las influencias
Jesús: de los cristianos en las estructuras terrenas constituye una sutil tenta
_ �<El cual, siendo de condición divina, no codició el ser igual a
D10s, smo que se despojó de sí mismo tomando condición de esclavo ción, pues aquí también las estadísticas son una forma ilusoria de me
haciéndose uno de tantos. Asumiendo semejanza humana y aparecien� dir el progreso del reino con esquemas humanos. Si para algo sirven,
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es, sobre todo, para el orgullo y la vanagloria, en el caso de que sean Mientras tanto, la comunidad de creyentes tendría que intentar ser
positivas, o para la desesperación, en caso contrario. un testimonio significativo de las. nuevas posibilidades aportadas por
La parábola de la cizaña (Mt 13,24-30) añade a la anterior un Jesús, un espacio revelador y elocuente, en medio de la opacidad mun
nuevo aspecto interesante. Además de no poder separar a los buenos de dana, que intentara vivir de una forma diferente para demostrar la via
los malos, aquí se insiste en la unión casi indestructible que se da entre bilidad, a pesar de todas las dificultades, de un estilo de vida inspirado
el bien y el mal en la propia condición humana. Pretender arrancar la en los valores humanos y evangélicos. Ya sé que esto roza la utopía,
cizaña, como si fuera posible la búsqueda absoluta y limpia del bien, pero sería bueno que la institución eclesial mantuviera encendida esta
tiene el grave peligro de que se arranque también el trigo. Jesús nos esperanza, como un símbolo comunitario de que vale la pena luchar,
invita de nuevo a «dejarlos crecerjuntos hasta la siega». Dios no quie aunque por el momento muchos no encuentren motivos para la ilusión
re· que todo el mal desaparezca, no sea que al mismo tiempo se aho y el optimismo. El cristiano, con su conducta, debería preocuparse
guen otras parcelas de bondad estrechamente vinculadas con �quél. mucho más por ser testigo de esta renovación social y com1.mitaria que
Y en la parábola de la levadura y la masa (Mt 13,33) nos recuerda por una supuesta perfección individualista. Si no hacemos pensar a los
, un carácter fundamental de la evangelización: en el crecimiento y demás, como un golpe que sacuda la vulgaridad y el conformismo, es
transformación de la masa ya no se puede reconocer la presencia espe porque la moral ha perdido, como la sal y la luz (cf. Mt 5,13-16), su
cífica de la levadura, que fue el origen de todo el cambio posterior. Lo fuerza renovadora.
del grano de trigo que cae en la tierra y muere es una traducción de la
misma verdad. El trabajo no fructifica muchas veces en obras mani
fiestas y palpables, como si el éxito aparente tuviera que acompañar a ***
todas las iniciativas. El mundo entero se encuentra ya fermentado por
la presencia salvífica de Cristo, aunque no podamos distinguir su pre
sencia en medio de un mundo tan ajeno al evangelio,
Bibliografía
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Teología 34 (1995), pp. 321-324.
Esta visión, a la vez que fomenta una actitud optimista y esperanzado BERZOSA MARTÍNEZ, R., «A vueltas con el pecado original»: Lumen 48
ra, introduce un elemento doloroso en la lucha contra el mal. Por (1999), pp. 155-171.
mucho empeño que se ponga en su eliminación, habrá que seguir espe BONNÍN BARCELÓ, E., «Pecado social y estructura de pecado. Una larga mar
rando, como la creación entera, «para entrar en la libertad gloriosa de cha del Magisterio de la Iglesia»: EpherrJ,erides Mexicanae 18 (2000),
los hijos de Dios» (Rom 8,21). La aceptación de esta realidad es un pp. 57-78.
postulado indispensable, si no queremos caer en una tensión obsesiva. CASAS, V., «El misterio de la iniquidad en la Sagrada Escritura»: Verdad y
En medio de tanto malestar, el cristiano tiene una palabra que decir, Vida 44 (1986), pp. 359-382.
llena de ilusión y de esperanza. Creemos en la gestación de un mundo DfAz MozAz, J.M., «Situaciones de iniquidad. Las situaciones, fruto de las
nuevo que va a venir, como promesa de Dios absoluta y definitiva. La estructuras de iniquidad»: Verdad y Vida 44 (1986), pp. 405-416.
razón de nuestro optimismo y alegría nos viene de la fe, que revela este ESTRADA, J.A., «Notas sobre una teología del pecado colectivo»: Proyección
destino trascendente. Pero aceptar y creer en ese futuro no significa 34 (1987), pp. 17-24.
instalarse en una postura cómoda y. conformista. Y es que no tenemos GARCÍA CORDERO, M., «La doctrina paulina sobre el "pecado original" en el
derecho a pregonar la verdad de nuestro mensaje en esa promesa veni entorno de la teología judía intertestamentaria»: Ciencia Tomista 121
dera si no nos tomamos en serio el mundo en que vivimos y si no (1994), pp. 225-272.
luchamos también aquí con el mismo esfuerzo y preocupación con que GoNZÁLEZ FAUS, J. I., «El pecado estructural, analogado principal del proble
lo haríamos si no existiera el futuro que esperamos. ma»: Iglesia Viva 124 (1986), pp. 349-370.
344 HACIA UNA NUEVA V ISIÓN DE LA ÉTICA CRISTIANA
- «Pecado del mundo, luz del mundo (Jn 1,29 y 9,S)»: Concilium 283
(1999), pp. 59-70.. PON'iiÉici;t-ÜNim•�oc!ATÓLlCA ·oECiiii.1
SlS1.'EM A BJIE .BIBUOTECAS
•=
GoNZÁLEZ Rmz, J.M., «Del pecado estructural a la muerte teologal»: Iglesia . .
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241 L864h 2003 c.1
�ul\ i1�\�fül l \ ij
L6pez A2pitarte, Eduardo. :
Hacia una nueva visión de
la tica cristiana /
_Eduar-do López
Biblioteca de Teologia
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