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Teórico 4: Dualismo

Introducción

A mediados del siglo pasado, coinciden los historiadores de la Psicología en afirmar, que se
produjo lo que se denominaría la “Revolución Cognitiva”. Sin entrar en detalles de si
efectivamente ocurrió o no tal revolución (los historiadores de la ciencia no acuerdan en varios
aspectos con respecto a esto) nos interesa destacar que en tal acontecimiento participaron
además de la Psicología, otras disciplinas como: La Lingüística, la Antropología, La Inteligencia
Artificial y entre ellas la Filosofía.

Una pregunta que surgió legítimamente fue cómo se relacionan los esfuerzos de los filósofos
con las investigaciones llevadas a cabo en otras disciplinas de la(s) ciencia(s) cognitiva(s), que
en su mayoría son empíricas. Y junto con ella también apareció la cuestión acerca de
la metodología que emplean los filósofos para analizar los fenómenos mentales.

Se ha sugerido que la Filosofía a diferencia de otras disciplinas de la(s) ciencia(s) cognitiva(s), se


caracteriza por no tener una base empírica distintiva propia (ver Teórico Nociones Básicas)

Es propio de la Filosofía distinguir entre el conocimiento a priori, que puede descubrirse sin
investigación empírica, y el conocimiento a posteriori, que descansa sobre resultados
empíricos.

Muchos filósofos han pensado que pueden establecerse importantes verdades a priori sobre la
mente, razonando sobre cómo ha de ser la mente, o analizando la estructura del lenguaje con
el cual hablamos sobre los procesos mentales.

Otros por el contrario mantienen que sus afirmaciones son en última instancia a posteriori y
han tratado de establecer verdades sobre la mente, extrayendo consecuencias lógicas de
resultados que científicos obtuvieron gracias a investigaciones empíricas.

Aunque la mayor parte de los filósofos reconoce la relevancia de las disciplinas empíricas para
las discusiones ontológicas y epistemológicas sobre la mente, siguen afirmando que los
problemas filosóficos y empíricos muestran características distintivas, dado el interés central
de la Filosofía por los aspectos conceptuales.

Vincular las ideas filosóficas con investigaciones empíricas, permite sin duda que dicha
evidencia sea relevante para la evaluación de puntos de vista filosóficos particulares. No
obstante, no se debe asumir que los resultados de las investigaciones empíricas es la única
manera de evaluación a disposición de los filósofos. La capacidad de desarrollar complejos y
abstractos argumentos y el conocimiento histórico de la larga historia de intentos para
solucionar los problemas, son también medios de evaluación a su disposición.

La problemática mente-cuerpo vista a la altura de nuestro siglo es no sólo cada vez más amplia
y compleja sino que se ha recortado como objeto de estudio, de diversas áreas de
conocimiento, con enfoques y métodos distintos y aun contrarios.

¿Cuáles son los rasgos distintivos de las mentes? ¿Cómo se deberían caracterizar los estados
mentales? ¿Cómo se relacionan las mentes con los cuerpos físicos? ¿Cómo son capaces las
mentes de aprender cosas sobre el mundo físico? Son las preguntas más importantes que se
han tratado de responder.
Variedades de Dualismo

En su versión más radical, el dualismo sustancial, defendido por Descartes, sostiene que la
mente y el cuerpo son dos entidades ontológicamente independientes, en el sentido de
que pueden existir la una sin la otra. Así, de acuerdo con esta concepción, un ser humano es en
realidad un compuesto de dos cosas o substancias diferentes: un cuerpo y una mente.

Cuando Descartes afirma que el yo pensante es una sustancia, emplea este término en su
sentido tradicional, según el cual una substancia, a diferencia de una propiedad, es una
entidad que puede concebirse y existir independientemente de cualquier otra cosa.

Descartes concede una gran importancia al hecho de que la mente, o el alma, no posee
extensión para sustentar su tesis dualista.

Sin embargo, si la mente fuese realmente una propiedad del cuerpo, su carencia de extensión
no resultaría sorprendente, pues éste es un rasgo común a todas las propiedades. Las
propiedades, siendo entidades abstractas, no poseen extensión. Sólo las sustancias, los objetos
o entidades particulares, la tienen.

Fue esta diferencia entre sustancia y propiedad lo que permitió distinguir dos amplias clases de
dualismo: dualismo de sustancias y dualismo de propiedades.

El dualismo sustancial considera que la mente es una entidad no física separada del cuerpo.

El dualismo de propiedades es una posición más modesta que no postula entidades no


físicas pero que mantiene que algunas de las propiedades que poseen esos objetos constituyen
una clase distinta de propiedades mentales. (Cf. Trabajo Práctico sobre Dualismo)

Descartes caracteriza el pensamiento, el atributo principal del alma, un término que cubre
prácticamente todo lo que nosotros llamaríamos mental, en términos del concepto de
conciencia. Es mental, o pensamiento, todo aquello de lo que tenemos conciencia, y por
conciencia hemos de entender un modo de conocimiento directo, inmediato e infalible, en el
que no cabe el error.

Descartes descubre un aspecto muy importante de los estados mentales: lo se ha llamado


la autoridad de la primera persona y la asimetría entre la primera y la tercera persona. Los
enunciados de primera persona serían, por este conocimiento directo e inmediato que cada
uno tiene de sus propio estados conscientes incorregibles e indudablemente verdaderos.

Es decir, el criterio que caracteriza y distingue lo mental es epistemológico: lo mental se


caracteriza por la inmediatez e infalibilidad con que es conocido por el sujeto.

Aunque se podría poner en duda que efectivamente fuesen incorregibles y verdaderos siempre,
es preciso reconocer que tales enunciados ocupan un lugar privilegiado en relación con todos
los demás

Existe por lo tanto asimetría en la atribución de predicados mentales a uno mismo y a otros
sujetos.

Aparece aquí el problema de las otras mentes. Puesto que lo mental es sólo aquello de lo que
se tiene conciencia inmediata, y yo tengo tal conciencia sólo de mis propios estados mentales,
¿cómo puedo saber que otros sujetos poseen también estados mentales y no son meros
autómatas?
La nueva física desarrollada en el siglo XVII tenía como concepción básica que la materia era
pasiva e inerte, sujeta a las fuerzas que incidían sobre ella desde fuera. La tarea de la física era
desarrollar las leyes que gobiernan las maneras en que los objetos se afectan entre sí, bien
golpeándose o ejerciendo fuerzas sobre ellos. Surgió la cuestión de si este punto de vista podía
extenderse también a las actividades de los animales y de los humanos.

Con el descubrimiento de Harvey sobre la circulación de la sangre, que incluía una bomba, el
corazon, que empujaba el fluido a lo largo de una serie de canales, Descartes tuvo un modelo
mecánico, que le permitió defender un punto de vista similar para el sistema nervioso,
interpretándolo como un sistema de canales a través de los cuales los humores o espíritus
animales estaban circulando. Esta circulación, pensaba él, producía mecánicamente la
conducta física de los sistemas vivientes.

Descartes, sin embargo, mantenía que este intento de explicar la conducta en términos
físicos alcanzaba un límite inevitable en aquellos asuntos humanos que incluían el uso del
lenguaje y del razonamiento.

Si bien aceptaba que los sistemas mecánicos u otros animales, que para él eran simplemente
sistemas mecánicos, podían emitir palabras, sostenía que los seres humanos tienen una
capacidad lingüística que les permite responder apropiadamente en múltiples situaciones, lo
que no sucede jamás con los animales.

Igualmente respecto al al razonamiento, pensaba que, aunque las máquinas o los animales
podrían conducirse apropiadamente en muchos contextos específicos, no exhibirían el tipo
de racionalidad general que los humanos exhiben. Esas diferencias entre los humanos y otros
animales, pensaba Descartes, podrían explicarse solamente si postulamos un género especial
de substancia en los seres humanos: la sustancia mental.

El Problema de la Interacción

La dificultad principal del dualismo cartesiano como se sabe es el problema de la interacción.

Existen dos perspectivas opuestas en relación a este problema. Por un lado los que la
consideran una propuesta infundada, por el otro aquellos que piensan que pueden
encontrarse interesantes fundamentos en la tesis cartesiana.

Para Descartes la función del cuerpo es moverse. Nervios y cerebro contienen un “aire sutil” al
que llama “espíritus animales” y juegan un papel fundamental en el movimiento. “El principio
corporal de todos nuestros movimientos es el calor que hay en el corazón que calienta
la sangre cuyas partes más sutiles son espíritus animales, cuerpos pequeños que se mueven
con enorme rapidez y que pueden penetrar por los poros del cerebro hasta su parte intema o
salir de allí, por los nervios hasta los músculos para mover el cuerpo. Los espíritus animales
tienen diversas formas pues no todos están constituidos por los mismos elementos, ni
provienen de los mismos órganos del cuerpo, ni de la misma cantidad de sangre en el
corazón. La diversidad de espíritus y los objetos de nuestros sentidos explican todo movimiento
corporal sin recurrir a ningún principio anímico.”

La primera de las funciones del alma es “pensar”. Nuestros pensamientos se dividen en


acciones (voliciones) y pasiones (percepciones y operaciones cognitivas). Descartes define las
pasiones como: “Las percepciones, sensaciones o emociones del alma que se remiten
particularmente a ella y que son causadas, mantenidas y reforzadas por algunos movimientos
de los espíritus animales”.
Para Descartes el alma es “simple”, el cuerpo por el contrario puede descomponerse en
sus partes.

Existe una diferencia ontológica básica entre extensión y pensamiento que no admite
características comunes: Cuerpo y mente tienen funciones diversas.

El carácter excluyente de la dos sustancias creadas (extensión y pensamiento) que propone, las
hace ontológicamente, independientes, esto es concebibles la una al margen de la otra, y
distintas en el orden de lo real, esto es efectivamente separadas.

Para hablar de la “unión” entre alma y cuerpo no puede hacerse desde la perspectiva de la
extensión ni de la divisibilidad en partes, sino que debe considerarse el cuerpo como una
unidad. El alma está unida al cuerpo en tanto unidad orgánica y no en tanto extensión
divisible.

Para Descartes la extensión que se refiere a los cuerpos y la de pensamiento que se refiere a la
mente son nociones primitivas en vista de que no pueden ser explicadas en términos unas de
otras. Pero el cuadro de nociones primitivas sería incompleto si no contáramos con una noción
que hiciera explícita la unión de mente y cuerpo. Como nociones primitivas alma, cuerpo y
unión sólo pueden ser entendidas por sí mismas y cada una tiene su propio dominio de
aplicación.

Cuando queremos explicar alguna dificultad por medio de una noción que no le pertenece, nos
equivocamos. Cuando queremos explicar una de estas nociones por otra, también nos
equivocamos, pues siendo primitivas, cada una de ellas no puede ser entendida sino por ella
misma.

Según Descartes, el conocimiento humano consiste en distinguir claramente nuestras nociones


y atribuir correctamente cada una de ellas a la cosa a la que se aplica.

De lo que se desprende que la unión cuerpo-alma no puede ser explicada por el agregado de
cuerpo más alma. La noción primitiva de la unión nos ha sido dada para concebir “el modo
como el alma mueve el cuerpo”, pero no para concebir cómo un cuerpo mueve a otro. Pero
ocurre que el empleo de los sentidos nos ha hecho mucho más familiares las nociones de
la extensión, de las figuras y de los movimientos, que las demás nociones Por lo tanto,
la principal causa de los errores consiste en que queremos servimos de estas nociones para
explicar cosas a las que no pertenecen, como cuando se quiere emplear la imaginación para
concebir la naturaleza del alma o cuando se quiere concebir el modo como el alma mueve al
cuerpo por la manera como un cuerpo mueve a otro.

¿Por qué medios se obtienen las diversas nociones primitivas?

Para Descartes el alma se concibe por el entendimiento puro; el cuerpo (la extensión, las
figuras y los movimientos) también se pueden entender por el entendimiento solo, pero
mucho mejor por el entendimiento con el auxilio de la imaginación; las cosas que pertenecen a
la unión del alma con el cuerpo no se conocen sino oscuramente por el entendimiento solo, ni
siquiera por el entendimiento ayudado por la imaginación, pero se conocen muy claramente
por medio de los sentidos.

Los pensamientos metafísicos que ejercitan el entendimiento puro sirven para hacemos
familiar la noción del alma; el estudio de las matemáticas, que ejercita principalmente la
imaginación en las consideraciones de las figuras y de los movimientos nos acostumbra a
formar nociones del cuerpo distintas; por fin, sirviendonos solamente de la vida y de las
conversaciones habituales, y absteniéndonos de meditar y de estudiar estas cosas que
ejercitan la imaginación, se aprende a concebir la unión del alma y del cuerpo.

De donde resulta, afirma Descartes, que los que no filosofan nunca y sólo se sirven de sus
sentidos no dudan de que el alma mueve al cuerpo y de que el cuerpo actúa sobre el alma; más
aún, consideran ambos como una sola cosa, es decir, conciben su unión, pues concebir la unión
que hay entre dos cosas es concebirlas como una sola.

La Glandula Pineal

La elección de la glándula pineal como sitio privilegiado de la comunicación entre el alma y el


cuerpo se debe a un criterio en parte anatómico y en parte fisiológico. Casi todas las otras
partes del cuerpo son dobles, incluídos los organos de los sentidos. “Pero no tenemos sino un
solo y simple pensamiento de una misma cosa en un mismo tiempo, es necesario que exista un
lugar donde las dos imágenes puedan juntarse antes de llegar al alma a fin de que no
representen dos objetos sino uno”

La función de la glándula no se limita al mecanismo fisiológico de mover a y ser movida por los
espíritus animales, sino que puede ser movida por el alma de diversos modos que repercuten
en el cuerpo y también puede ser movida por el cuerpo (concretamente por los espíritus
animales) de diversas maneras que repercuten en el alma. En suma, la glándula pineal es según
Descartes el punto nodal de la interacción alma-cuerpo.

Se ha sostenido que se trata de una propuesta que lejos de aclarar el problema de la


interacción lo hace aún más confuso, dado que desde la ontología cartesiana es muy difícil
explicar la unión e interacción entre una sustancia material y una espiritual, que no tienen, en
tanto sustancias, ninguna propiedad común.

Por otro lado, tampoco es pertinente para la explicación fisiológica de la actividad cerebral. En
suma, si la unión alma-cuerpo resulta ser una noción oscura para el entendimiento, la
interacción fincada en ella resulta, a primera vista, ininteligible.

Quienes consideran la propuesta inadecuada por ininteligible destacan que la falta de


homogeneidad sustancial impide la aplicación de un concepto de causalidad tal que la mente
pueda ser causa de efectos en el cuerpo o el cuerpo causa de efectos en la mente.

Pero como se dijo hay quienes consideran interesantes las respuestas de Descartes a estas
objeciones.

La objeción a Descartes descansa en la concepción mecanicista del movimiento de los cuerpos.


Si son condiciones del movimiento el contacto y la extensión ¿cómo puede producir
movimiento algo sin semejantes características como el alma?

La respuesta de Descartes es que realmente esta explicación mecánica de la acción entre


cuerpos no es importante para la comprensión de la interacción, el error de consistiría
en trastocar los dominios aplicando la explicación mecánica de la acción de un cuerpo sobre
otro, al dominio de la interacción mente-cuerpo.

La unión se hace ininteligible sólo cuando se considera desde la perspectiva de la causación


mecánica, es decir, cuando se trata de imponer el esquema de la acción de un cuerpo sobre
otro a la acción entre mente y cuerpo, pero la interacción mente-cuerpo no caería bajo el
esquema de la causación mecánica sino bajo un esquema de causalidad más amplio.
Quizás sea importante considerar que Descartes no aplicó el modelo mecánico
irrestrictamente a otros dominios que no fueran los físicos y con ello dejó abierta la puerta a
otras posibilidades de explicación en relación con la acción de la mente.

Descartes dice, como ya hemos visto, que no podemos concebir al mismo tiempo la distinción y
la unión entre cuerpo y alma porque para ello es necesario concebirlos como dos cosas y al
mismo tiempo como una sola cosa, lo cual es absurdo.

Descartes rechaza el esquema mecánico como fundamento de la interacción alma-cuerpo no


sólo porque se transgreden los límites de su aplicabilidad, reduciendo la fuerza anímica a
fuerza mecánica; sino porque la noción primitiva de unión, que está a la base de las relaciones
entre el alma y el cuerpo, las cuales requieren una explicación causal, se inscribe en un ámbito
de causalidad que rebasa el marco mecanicista.

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