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PSINUNDACIÓN

ESCRITO FINAL

NUEVAS REFERENCIAS
ANTERIOR

Los fenómenos extremos hidroclimáticos son las inundaciones y las sequías. En


este sentido, estos eventos forman parte un continuum de un clima variable, en el que se
presentan secuencias extremas húmedas y secas (Casado & Campo, 2019). Estos se
producen principalmente por situaciones pluviométricas extremas, ya sea por exceso o
por déficit de agua. En las inundaciones las precipitaciones intensas y/o abundantes
según la humedad del suelo y la velocidad de escurrimiento, este exceso puede
promover la crecida fluvial y un ambiente social vulnerable y expuesto a estas
situaciones. La sequía implica un lapso de tiempo prologado en los que existe una
escasez de recursos hídricos que pueden generar efectos adversos socialmente. La
sequía se caracteriza por tener un lento desarrollo en el tiempo y de amplia extensión
espacial, lo cual complica la precisión de su duración, extensión y magnitud, que a su
vez dificulta la adopción de medidas concretas y oportunas para hacer frente a sus
efectos (Gómez, 2019). En algunas ciudades ante episodios de sequía es dificultoso
proporcionar servicios hídricos básicos, mientras que en otras por las crecidas sufren la
contaminación del agua (Fundación Bunge y Born et al., 2022b).
En Argentina, las inundaciones representan el 95% de los perjuicios económicos
ocasionados por desastres naturales, son uno los desastres naturales de mayor rango de
costo anual en pérdidas aseguradas y no aseguradas (Montealegre Medina et al., 2019).
Se calcula que alrededor de un tercio de la población argentina reside en zonas
propensas a inundaciones (Garcia Bu Bucogen et al., 2021). El proceso de urbanización
en los últimos años, sobre todo de las ciudades medias ha sido de desarrollo acelerado,
lo que ha generado el crecimiento de asentamientos informales en las periferias urbanas
y la insuficiencia de infraestructuras sanitarias que ha dado como resultado en el
desequilibrio de las ciudades. Esto provoca una segregación socio-espacial marcada,
que implica una sectorización de los grupos sociales hacia el interior de las ciudades y
perjudica la integración y la heterogeneidad social (Esparza, 2019).
Las inundaciones son uno de los peligros climáticos que mayor perjuicio
generan en los espacios urbanos. Debido al cambio de los patrones de lluvia, a la
intensificación de los sucesos extremos hidrometeorológicos y a la ocupación de
espacios inundables por la población que está en constante crecimiento, esta tendencia
es difícil de revertir (Zapperi & Olcina, 2021).
Los hogares situados en zonas inundables son proporcionalmente muy variables
en Argentina. Las dificultades propias de las zonas inundables se combinan con hogares
vulnerables que no pueden hacer frente a estos eventos. Las perores situaciones están
concentradas en el NOA donde las situaciones de pobreza extrema agudiza las
dificultades que generan las inundaciones. Los departamentos afectados son el chaco
salteño; los valles fluviales de Salta y Jujuy; el sur de Tucumán y la diagonal fluvial
salteña. En el NEA los problemas de inundabilidad se sitúan en el eje del Paraná,
especialmente la margen izquierdo; en Corrientes la zona de los esteros del Iberá; el
sector meridional chaqueño y el oeste formoseño. En esta región argentino, las
inundaciones y los anegamientos por las extensiones superficiales afectadas y su
frecuencia, constituyen las principales amenazas naturales que expone, entre otras, a
pérdidas naturales y al deterioro de la salud a la población (Contreras et al., 2022). La
región pampeana presenta extensos segmentos inundables en varios sectores: la pampa
deprimida; el sur de Entre Ríos, especialmente en la zona del delta, y el área de los
bajos submeridionales de S. Aparece este problema también en algunos departamentos
del chaco santafecino, el sur de Córdoba y Chical Có en La Pampa. En la RMBA este
problema es propio de la cuenca del río de la Matanza, hacia el sur, especialmente en
Lomas de Zamora y Presidente Perón; la cuenca del río de la Reconquista, hacia el
oeste, particularmente en José C. Paz y en la cuenca del río Luján, hacia el noroeste,
específicamente en Tigre. En la Patagonia que se caracteriza por su aridez, los puntos de
inundabilidad se encuentran en Picún Leufú en Neuquén y en Tehuelches y Rawson en
Chubut. Cuyo, por sus condiciones predominantes de aridez es la que muestra menor
proporción de dificultades causadas por la inundación. (Velazquez, 2016).
Existen tres tipos de amenazas vinculados al riesgo de inundación. El Tipo I por
el desborde de un río principal, como ser el Paraná o el Uruguay; Tipo II por desborde
de un curso autóctono, y cuyas aguas dependen principalmente de precipitaciones
locales y Tipo III, por el anegamiento por tratarse de humedales, en su mayoría someros
y que pueden llegar a secarse por completo. Las amenazas de categoría II son las que
generan mayor riesgo, principalmente por su elevado grado de incertidumbre y la rápida
respuesta de los niveles altimétricos de sus aguas a los eventos pluviométricos
(Contreras et al., 2022).
La inundación fluvial es el proceso durante el cual ocurre el anegamiento del
territorio adyacente al cauce del río. Las inundaciones fluviales pueden ser generadas
por tormentas fuertes, colapso de infraestructuras, deshielos estacionales y crecidas
vinculadas a erupciones volcánicas. Con el acontecimiento de lluvias intensas durante
períodos prolongados se satura el suelo, cesa la infiltración y se genera superabundancia
hídrica en la superficie. Si la evaporación es escasa se favorece la anegación del terreno
durante periodos extendidos. Este tipo de fenómeno empeora si el terreno ha tenido un
empleo inadecuado de los suelos. La amenaza se concreta en el momento en el que se
transforma en un peligro, cuando zonas que son propensas a inundarse se encuentran
ocupadas por personas. Lo cual produce catástrofes o desastres con impacto directo
sobre la economía y la sociedad (Garcia Bu Bucogen et al., 2021).
La inundabilidad se agrava por la disminución de la posibilidad de infiltración
del terreno y de la evacuación de los ríos. Lo cual es provocado por La modificación de
la cobertura del suelo producida por las actividades humanas, el vertimiento de
deshechos y escombros, la deforestación, urbanización y el entubamiento de ríos
(Garcia Bu Bucogen et al., 2021).
Las inundaciones pueden ser manejadas por las infraestructuras, que deben tener
la capacidad de adaptarse frente a la vulnerabilidad del territorio. Por ejemplo, las
inundaciones consecuentes del desbordamiento de ríos pueden contenerse con obras de
defensa de sus márgenes con la intención de disminuir los efectos adversos y aplacar las
consecuencias económicas, sociales y ambientales (Cáceres & Roibón, 2022). Las obras
de infraestructura, generalmente de ingeniería civil, cuya funcionalidad se dirige a
eventos con cierta posibilidad de ocurrencia (Rotger, 2018). Las principales obras de
protección ante inundaciones son las áreas de expansión de inundaciones, los sistemas
de diques y los canales de desvío (Tourment et al., 2016).
Los parques inundables son otra medida de mitigación de riesgo de las
inundación, ya que por su interacción entre la infraestructura estática o poco permeable
y los elementos blandos y dinámicos, entre los que se destacan la vegetación, el suelo
permeable y los cubre suelos posibilita que el ciclo del agua funcione de manera más
natural. Es decir que son acciones preventivas que consideran las dinámicas naturales y
los valores del paisaje (Rotger, 2018). Lo que favorece las posibilidades del suelo de
retardamiento y absorción del agua y la canalización, distribución y reutilización de la
misma (Cáceres & Roibón, 2022). El incluir el paisaje en las estrategias de mitigación
del riesgo proporciona una perspectiva integral de los procesos hidrológicos e
hidráulicos que se dan en las zonas urbanizadas, fomentando el conocimiento sobre el
espacio del agua, la conciencia sobre la importancia de su perseveración y la
apropiación de la sociedad desde la producción de espacios de uso públicos en las áreas
propensas a inundaciones (Rotger, 2018).
Entre las obras de control de inundaciones se destacan los albardones, los
canales aliviadores y la expansión de llanuras aluviales, las tres tienen un carácter
complementario. Los albardones suelen ser eficaces, económicos y fáciles de construir.
Afectan a la vez el régimen hidrológico, debido a que exaceban las inundaciones en
otros sectores de las cuencas (Tourment et al., 2016).

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