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PLANTAS FRENTE A LA SEQUÍA EN LAMBAYEQUE

Hasta la actualidad las sequías se presentan en gran parte del mundo y cada vez con

mayor frecuencia (UNESCO, 1979). En síntesis es un fenómeno natural producido por una

disponibilidad hídrica significativamente inferior a los niveles normales en un tiempo

representativo insuficiente para cubrir la demanda de las actividades humanas y del medio

ambiente. Prevalece la escasez de agua como resultado de precipitaciones insuficientes en

una serie de meses o años sucesivos, es recurrente a lo largo de los años, con periodicidad

inexacta e intensidad variable. Las precipitaciones disminuyen en promedio, los pastos se

vuelven estériles, los cultivos se reducen, y humanos y animales carecen de agua (Sosa,

2016).

En una de sus definiciones dada por la Organización Meteorológica Mundial (OMM)

se considera que la sequía es un periodo de condiciones meteorológicas anormales secas lo

suficientemente largos como para causar falta de precipitación, lo que lleva a un desequilibrio

hidrológico grave (OMM, 2006).

La convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CLD),

expresa que es un fenómeno natural del clima por precipitación insuficiente en condiciones

significativamente inferiores a los niveles normales registrados, lo que conduce a graves

desequilibrios hídricos y daño del sistema de producción de los recursos de la tierra (CLD,

2004).

Mientras que Fernández y Donoso (2000) la definen como un evento en el que la

demanda excede la cantidad de suministro de agua creando un déficit relacionado con el

daño; si no hay daño, no se habla de sequía. Entonces se dice que se trata de “un fenómeno

meteorológico que ocurre cuando la precipitación, en un lapso, es menor que el promedio, y

cuando esta deficiencia es lo suficientemente grande y prolongada como para dañar las

actividades humanas” (García, Fuentes y Matías, 2002, p. 6).


El déficit de la cantidad de precipitación dentro del ciclo hidrológico conduce

directamente a la reducción del agua en todos sus estados. Pueden incluirse otros factores

como alta temperatura, vientos fuertes, baja humedad relativa con alta radiación solar,

características del suelo y cobertura de vegetación (Brass, 1990).

Sus definiciones se clasifican según el área afectada, por ejemplo, Wilhite y Glantz

(1985) agrupan según la disciplina científica desde la cual se analiza al fenómeno en: sequía

meteorológica, relacionada a la escasez de lluvias, donde características climáticas de cada

región influyen en las variaciones en los regímenes de precipitación; sequía agrícola,

expresada por la cantidad de agua disponible en el suelo que mantiene el cultivo, valorada en

función del daño causado a la producción agrícola, depende de las condiciones

meteorológicas, características biológicas del cultivo y propiedades del suelo; sequía

hidrológica, relacionada a la escasez de caudales donde influye la capacidad de gestión de los

recursos hídricos y no solo la disponibilidad del recurso hídrico superficial o subterráneo; y

sequía socioeconómica por los daños en la población de zonas afectadas.

Cada evento de sequía queda caracterizado básicamente por la duración, intensidad y

magnitud del déficit. El análisis espacial continuo de estos eventos permite determinar el

impacto espacial de cada tipo de sequía. La sequía, como fenómeno natural asociado al ciclo

hidrológico, ha sido poco estudiada porque el análisis es complicado debido a los muchos

factores de sus causas y efectos. Su severidad radica en que es variable en el espacio, abarcar

grandes extensiones de territorio, además de durar meses o años, por lo que en comunidades

que no están del todo preparadas para afrontarlas, su impacto puede ser catastrófico (García,

Fuentes y Matías, 2002).

Sus principales causas están relacionadas con cambios en las presiones atmosféricas y

alteraciones en la circulación general de la atmósfera, cambios en la cantidad de luz solar

reflejada en la superficie terrestre y cambios en la temperatura de los océanos e incrementos

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en las concentraciones de bióxido de carbono en la atmósfera, que a su vez ocasionan

variaciones espacio-temporales de las precipitaciones. Algunos eventos extremos que

cambian el proceso del ciclo hidrológico y por ende la humedad atmosférica incluyen: El

Niño, erupciones volcánicas, quema de combustibles fósiles, deforestación y actividades

industriales (Velasco, 2013).

Fenómeno de “El Niño”

Provoca cambios en la circulación general atmosférica, una de las causas de las

sequías. Este fenómeno consiste en un incremento de la temperatura de la superficie del mar

en el Pacífico ecuatorial disminuyendo el ascenso de aguas frías frente a las costas de Perú y

originando grandes cambios en los vientos y el transporte de humedad.

El Niño está relacionado con la Oscilación del Sur, una disminución de la presión

atmosférica entre el Pacífico tropical oriental y occidental y que trae aparejadas variaciones

climáticas a escala global. El acoplamiento recibe el nombre de El Niño-Oscilación del Sur

(ENSO). Presenta ciclo irregular y genera perturbaciones atmosféricas que resultan en

impactos climáticos a escala regional y global tales como sequías, lluvias intensas, períodos

de calor y frío. Se pueden mencionar las grandes sequías que han afectado a países como

Australia, Indonesia, noreste de Brasil y sur de África.

Mientras que el principal efecto de la sequía es hambre y sed, o incluso muerte, tanto

de animales y plantas, o de seres humanos. Los efectos de una sequía son de aspecto

económico y social, las pérdidas de cultivo, animales, disminución de la producción

industrial, y otros, llevan a la reducción del poder adquisitivo de la población, la migración

obligada de la fuerza laboral y un posible retroceso en el nivel de vida. Otros daños

secundarios son los incendios forestales y la aceleración de la erosión de los suelos (García,

Fuentes y Matías, 2002).

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Frecuentemente se le menciona como el causante de grandes catástrofes en la

economía andina, motiva que las autoridades reiteradamente declaren en emergencia la

agricultura (Sosa, 2016).

Panu y Sharma (2002) expresan que se debe utilizar el análisis de riesgos en lugar de

la gestión de crisis en el manejo de los impactos de las sequías, que dicho procedimiento es la

práctica actual de muchos países.

Las medidas preventivas para hacer frente a la sequía, por un lado, son políticas

orientadas al uso efectivo del agua en los hogares, la agricultura, la ganadería y la industria, y

por otro, orientadas a incrementar la infraestructura hidráulica para almacenar agua; algunas

de estas medidas tratan de reducir la demanda de agua y aumentar su oferta (García, Fuentes

y Matías, 2002, p. 6).

Gran parte del país sufre sequías periódicas, incluidas importantes zonas costeras y

montañosas, la intensidad de la sequía está relacionada con la ocurrencia de condiciones

climáticas especiales, inversas al fenómeno El Niño. Entre sus consecuencias está la pérdida

de cosechas, la muerte del ganado, la propagación de plagas y enfermedades. Esto afecta

principalmente a los pequeños productores agrícolas, así como a la población urbana y a la

producción de electricidad. Los rendimientos de las cosechas disminuyen y cuando se

presentan período largos con deficiencias del 20% y período cortos con 30%, las cosechas se

pierden totalmente ya que los cultivos en su mayoría son cultivos alimenticios de raíz

pequeña. En la costa (vertiente del Pacífico), los efectos de la sequía se manifiestan en la

reducción de la superficie plantada en relación con la superficie agrícola total disponible

(ANA, 2013).

El Plan de Gestión de Riesgo y adaptación al Cambio Climático en el sector agrario

2012 -2021 PLANGRACC (Apoyo de FAO), identifica las zonas de alto riesgo a las sequias

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que presentan un Riesgo Bajo (RB), un Riesgo Medio (RM) y un Riesgo Alto (RA) en tres

regiones: Ica, Lambayeque y Tacna (ANA, 2013).

Se desarrollaron acciones para la prevención, mitigación y reducción de los efectos de

la sequía, como el Observatorio Nacional de Sequía, desarrollo de una herramienta de

monitoreo y de alerta temprana a través de la integración y generación de indicadores de

sequía para brindar información oportuna y confiable sobre las condiciones meteorológicas,

hidrológicas y agrícolas, estos indicadores pueden explicar la gravedad de esta situación para

el país en el tiempo y el espacio. El Mapa Nacional de Frecuencia de Sequias, mediante

LMOMENTS: análisis de frecuencia de sequias (SENAMHI, ANA y Universidad Nacional

Mayor de San Marcos), a partir del desarrollo de capacidades implementadas por el Centro

del Agua para Zonas Áridas y Semiáridas para América Latina y el Caribe - CAZALAC, en

julio de 2013 se obtuvo el primer mapa nacional de frecuencia de sequía a nivel preliminar.

Vigilancia de la Sequía realizada por SENAMHI, consiste en la caracterización

pluviométrica con la finalidad de detectar condiciones de deficiencia hídrica. La metodología

utilizada es el Índice de Precipitación Estandarizado (SPI). Colaboración de la FAO-Perú en

la realización de un diagnóstico de la sequía en el Perú e identificación de las zonas más

vulnerables, detallado en el plan GRACC 2012-2021 (ANA, 2013).

Diversas zonas del Perú han confrontado serios problemas, derivados de la falta de

lluvias dando como consecuencia la escasez de agua en los valles. Este fenómeno afecta de

manera sensible a la ganadería, agricultura y a la familia campesina y sus consecuencias

afectan el desarrollo económico del país. Y junto al Fenómeno de El Niño, es uno de los

shocks covariados que produce mayores estragos en la agricultura peruana.

En el caso de Lambayeque, el cambio climático se manifiesta con fenómenos

climáticos extremos, como son las lluvias torrenciales, las sequías, las altas temperaturas, las

heladas, que perjudican a las poblaciones de las zonas más pobres, afectando a la producción

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de alimentos, dañando la infraestructura social, propiciando a aparición de nuevas

enfermedades y perjudicando a las poblaciones vulnerables (Acuña, Bernabé, Zambrano,

Chanamé y Reyes, 2016).

Entre las zonas de vida en Lambayeque, los Bosques Tropicales Estacionalmente

Secos (BTES) pueden incluir formas de vegetación asociada como sabanas, costas, bosques

de galería y manglares. El BTES ecuatorial del Perú cubre más de 3.23 millones de ha, de los

cuales el 19% está en Lambayeque. Soportan prolongados periodos de sequía cercanos a 9

meses, reciben entre 100-150 mm de agua cada año, incluso sin precipitaciones y su dinámica

se mantiene principalmente por lluvias irregulares, que cada cierto tiempo provoca el

episodio.

Vargas (2018) en su investigación indica que los tipos de manejo cambian por las

condiciones climáticas, con las determinantes lluvias cíclicas que ofrecen alternantes

oportunidades. Su estudio realizado en bosques estacionalmente secos de la Costa Norte

presentaba una profunda sequía con escasas lluvias durante 15 años. De acuerdo a la

Comunidad Campesina Santo Domingo de Olmos en todos los casos previos a un episodio

ENOS ocurren sequías o lluvias muy ralas.

Reportó 64 especies de plantas forrajeras, entre ellas: Colicodendron scabridum,

“sapote”, Prosopis pallida, “algarrobo”, Cordia lutea, “overo”, Vachellia macracantha,

“faique”, Alternanthera pubiflora, “flor blanca” (herbácea estacional), Beautempsia

avicenniifolia, “vichayo”, Capparicordis crotonoides, “yunto” y Encelia canescens,

“charamusco”. Aparte de la herbácea estacional, las otras siete son leñosas perennes, estás

presentan permanencia durante todo el ciclo del bosque estacionalmente seco, incluso se

mantienen durante las sequías.

Una de las respuestas de las plantas al estrés hídrico es el desarrollo de adaptaciones

tanto a nivel morfológico como anatómico y celular. Las plantas que son capaces de adquirir

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más agua o que hacen un uso más eficiente de ésta podrán tener resistencia al estrés por

sequía. De igual forma presentan mecanismos de aclimatación que se activan en respuesta a

estrés hídrico (Nilsen y Orcutt, 1996). Cuando el déficit hídrico se desarrolla lentamente, se

producen cambios en procesos de desarrollo que afectan el crecimiento. Como la limitación

específica de la expansión foliar, una rápida expansión foliar puede afectar negativamente la

adaptación a la poca disponibilidad de agua. Otro proceso que se modifica es el crecimiento

radicular. La disponibilidad de agua afecta la relación entre el crecimiento de la parte aérea y

la raíz, las plantas son capaces de continuar el desarrollo de sus raíces en búsqueda de agua

en zonas más profundas del suelo (Shao, Chu, Jaleel y Zhao, 2008).

Otro mecanismo de resistencia a nivel fisiológico es el cierre de estomas, al ser los

responsables de la mayor proporción de pérdida de agua en las plantas. El proceso está

regulado por el ácido abscísico y sucede cuando el mesófilo comienza a sufrir deshidratación.

La resistencia es el ajuste osmótico es otra respuesta que se da a nivel celular, consiste en una

disminución del potencial hídrico en los tejidos vegetales, lo cual tiene como consecuencia la

entrada de agua y, por tanto, no se presenta una disminución en el turgor o en la

productividad fotosintética (Moreno, 2009).

Rodríguez, Woodman, Balsley, Mabres y Phipps (1993) describen al “sapote” como

una especie siempreverde que mantiene sus hojas en largas épocas de sequía, aunque con un

crecimiento menor y sirven como forraje para la cría de animales, principal actividad de los

habitantes en la zona de estudio, de forma similar Díaz (1995) menciona que Prosopis

pallida, “algarrobo”, es resistente a las sequías y años de crisis las ramas de “algarrobo” se

consideran un gran forraje de notable riqueza proteica; en semidesiertos y desiertos de otras

partes del mundo es muy apreciado, por su parte, el Proyecto Algarrobo (2001) la describe

como una importante alternativa para la alimentación del ganado en la zona, el mayor

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porcentaje de la producción foliar se usa como forraje, sus hojas son llamadas “puño”, sus

frutos son vainas que los pobladores llaman “algarroba”.

Durante las sequías y falta de lluvias se talan los árboles con mayor intensidad para

comerciarlos como carbón y brindar sustento económico debido a la escasez de recursos para

otras actividades como la ganadería o agricultura (Vargas, 2018).

Finalmente, la sequía se entiende como un problema recurrente y natural en relación

especial a la condición climatológica de la región Lambayeque. Que a diferencia de, por

ejemplo, el ENOS del cual puede percibirse impactos positivos y negativos, la sequía es un

fenómeno que decrece profundamente la economía, el estilo de vida y el trabajo de quienes

obtienen sustento de actividades como la ganadería, agricultura o apicultura; de igual forma

incide en los organismos, que como en el caso de las plantas, se adaptan a las condiciones de

vida pero que de igual forma puede no ser suficiente para subsistir.

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