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SERIE CIENCIA Y ESCUELA

¿Qué sabemos de TDAH?


Científicos del Grupo Comportamiento Humano, Genética y Ambiente analizan el
funcionamiento de una de las alteraciones del neurodesarrollo más frecuentes iniciadas en
la infancia.

¿Qué significa TDAH? Estas siglas responden al Trastorno por Déficit de Atención con
Hiperactividad. Este trastorno crónico se caracteriza por un patrón persistente de síntomas
de inatención, hiperactividad e impulsividad que se presenta con mayor frecuencia e
intensidad en personas con un grado de desarrollo similar.

Los científicos del Grupo Comportamiento Humano, Genética y Ambiente (IPSIBAT,


CONICET - UNDMP) explican que para pensar en este diagnóstico es necesario que estos
síntomas cumplan tres criterios:

1. un criterio funcional, es decir, que genere dificultades significativas en el desarrollo


del niño o niña.
2. un criterio contextual, es decir, que se presente en dos o más contextos, los más
frecuentes el hogar y la escuela.
3. un criterio temporal, que se produzca antes de los 12 años.

¿Por qué es importante conocer este trastorno? Su prevalencia en Argentina es de


alrededor del 4% y a nivel mundial del 4% al 7% en niños, niñas y adolescentes. “La
sintomatología propia de los niños, niñas y adolescentes con diagnóstico de TDAH puede
tener repercusiones negativas en su desarrollo cognitivo, emocional y social, lo cual suele
dificultar su aprendizaje escolar y su adaptación a los diferentes contextos”, explican los
científicos.

Las etapas del crecimiento y el TDAH:

● ETAPA PRE-ESCOLAR: Suelen ser inquietos e impulsivos, no respetan normas y


reglas y presentan conductas desafiantes. La conducta hiperactiva e impulsiva se
mantiene e incrementa a partir de los 4 años siendo principalmente el motivo inicial
de la consulta a un profesional. En ciertas ocasiones pueden presentar alteraciones
en el sueño y el lenguaje.
● ETAPA ESCOLAR: Las dificultades conductuales y en el aprendizaje evidencian el
trastorno y presentan también dificultades sociales y baja autoestima. En esta edad
no suelen ser bienvenidos por sus pares y en muchos casos son apartados.
● ADOLESCENCIA: Es una etapa de continuidad de algunos síntomas y cambios en
otros. Se suman las características propias de la adolescencia, las cuáles se ven
potenciadas: conductas impulsivas, desorganización en el manejo del tiempo y
dificultades en los vínculos con los padres. Los niveles de conocimientos
académicos suelen encontrarse por debajo de lo esperado en cálculo, lectura o
escritura como consecuencia de la falta de tratamiento por los síntomas primarios.
Aquí es donde la hiperactividad motriz comienza a cambiar por impaciencia e
hiperactividad en el pensamiento. Pueden mostrar tristeza, baja autoestima y
desconfianza, lo que suele dificultar el vínculo con sus pares.
● ADULTEZ: Debido a la falta de continuidad en los tratamientos, gran parte de la
población con TDAH continúa con algunos de los problemas que tenían cuando eran
niños y adolescentes. Un porcentaje muy bajo de las personas con TDAH, entre un
10 y un 20%, llegan libres a la edad adulta de síntomas significativos del trastorno.

Funciones ejecutivas. Las mismas son definidas como un conjunto de habilidades


cognitivas que permiten establecer objetivos, planificar, iniciar actividades, autorregular el
comportamiento, monitorear las tareas, seleccionar las conductas y ejecutar acciones para
lograr los objetivos. Los niños, niñas y adolescentes con TDAH presentan un perfil ejecutivo
propio del trastorno. “Suelen mostrar un menor rendimiento en funciones cognitivas como el
control inhibitorio, la flexibilidad cognitiva y la memoria de trabajo, dificultades en
planificación y organización, presentando además dificultades en la anticipación de las
consecuencias, y en la autorregulación afectiva”, desarrolla el grupo.

TDAH en niños, niñas y adolescentes:

Este trastorno, en mayor o menor medida, persiste a lo largo de toda la vida dado que es
crónico. Los niños, niñas y adolescentes que presentan TDAH evidencian dificultades para
establecer relaciones vinculares con sus pares, déficit en la regulación emocional,
específicamente en inhibición, regulación y afrontamiento del enojo y la tristeza. “Asimismo
son más propensos a presentar dificultades en toma de decisiones, dado su déficit en
control de impulsos, con lo cual tienden a estar involucrados en una mayor proporción de
situaciones de riesgo, problemas interpersonales y comportamientos disruptivos en la vida
cotidiana que sus pares sin TDAH”, agregan los científicos. Sin embargo, al mismo tiempo
destacan que los niños, niñas y adolescentes con diagnóstico de TDAH que realicen los
tratamientos adecuados podrán compensar en gran medida estas dificultades. Por este
motivo es importante trabajar para superar la mirada negativa que cunde sobre ellos. “Es
fundamental acompañar sus procesos, y no pensar que todo se debe al trastorno”, explican.

Tanto niños como niñas con TDAH presentan los mismos síntomas. Sin embargo, desde el
grupo señalan que el trastorno afecta de forma diferente a las mujeres y a los varones. Las
revisiones clínicas tienden a demostrar que se diagnostican más varones que mujeres. Las
niñas suelen presentar menos conductas agresivas e impulsivas, tienen índices más bajos
de problemas de conducta, y una mayor probabilidad de mostrar síntomas de inatención en
contraste con los niños, en quienes predominan la hiperactividad, la impulsividad y los
comportamientos disruptivos. Los varones presentan mayor probabilidad de tener
problemas de aprendizaje y manifiestan dificultades en la escuela o en actividades
realizadas en su tiempo libre. Como consecuencia, las niñas llegan con menor frecuencia a
la consulta que los varones y, muchas de ellas, no han sido diagnosticadas.

Las escuelas. El paradigma de la neurodiversidad ha cobrado relevancia en los últimos


años. El mismo se basa en que cada persona tiene diferentes capacidades y distinto
potencial para desarrollarlas y que las características cognitivas y emocionales de los
trastornos del desarrollo forman parte de las múltiples variaciones conductuales posibles,
considerando que el desarrollo neurológico atípico o neurodivergente es una diferencia que
debe ser reconocida y respetada como cualquier otra variación humana. Dentro de la
neurodiversidad se incluyen las necesidades educativas de los estudiantes que presentan
TDAH. “Nosotros sugerimos trabajar en equipo con los profesionales a cargo del
tratamiento, pero de manera integral. No etiquetando y apartando al estudiante con el
diagnóstico, sino pensando en estrategias inclusivas. Focalizando en lo que sí pueden y
puedan sumar al grupo”, apuntan.

El rol de los docentes. Los investigadores explican que “la prevalencia del TDAH en la
infancia supone un desafío para los y las docentes, ya que los síntomas suelen ser
disfuncionales en el ámbito escolar por lo que, es necesario que posean conocimientos, una
actitud proactiva y estrategias de enseñanza acorde a las características propias del perfil
neuropsicológico para favorecer un buen desempeño académico”.

Los niños, niñas y adolescentes suelen pasar mucho tiempo en las instituciones educativas
en presencia de grupos cada vez más numerosos y allí es donde muchas veces se
manifiestan los síntomas propios del diagnóstico, sus docentes muchas veces observan
conductas disruptivas o pueden estar atentos a ciertos indicadores propios de la
sintomatología. En esas ocasiones es importante que lo comuniquen a los equipos de
orientación y a los padres. “En caso de tener algún o alguna estudiante con el diagnóstico,
es importante trabajar en conjunto con los equipos de orientación y profesionales a cargo
del tratamiento, para poder adoptar estrategias pertinentes y facilitar su trayectoria escolar”,
comentan. Algunas de las estrategías sugeridas por los científicos son: dividir las tareas en
partes, brindar más tiempo, priorizar aquellas actividades que son más sustanciales, tolerar
movimientos ociosos que no los pongan en peligro, brindarse como modelo en la resolución
de conflictos, marcar logros y aspectos positivos, entre otras.

El rol de los padres. El TDAH posee una fuerte carga hereditaria, siendo la variabilidad del
trastorno el resultado de la interacción de múltiples genes y factores ambientales. El rol del
contexto familiar es importante en la evolución de los síntomas. Es fundamental que los
padres estén informados sobre el diagnóstico, conozcan sus principales características,
causas y tratamiento pero, sobre todo, las estrategias que puedan utilizar para potenciar las
habilidades de sus hijos. Los científicos remarcan que “la adquisición y puesta en práctica
de estas herramientas por parte de los padres, es considerada un factor de buen pronóstico
y adecuado desarrollo del niño”. Desde el grupo de investigación, tratan de comunicar en
charlas y talleres con padres la importancia de conocer las características del trastorno para
brindarles herramientas para acompañar a sus hijos en las diferentes etapas de la vida. “A
su vez, creemos importante fomentar una mirada positiva; que no se centre solo en los
síntomas de sus hijos sino también en las posibilidades y potencialidades de cada uno”,
agregan.

RECUADRO:

Bakker, Rubiales y Paneiba Pompa forman parte del Grupo Comportamiento Humano,
Genética y Ambiente (IPSIBAT, CONICET - UNDMP). Liliana Bakker es la directora del
Grupo e investigadora de la Universidad Nacional de Mar del Plata (IPSIBAT, CONICET -
UNDMP), Josefina Rubiales es investigadora adjunta del CONICET (IPSIBAT, CONICET -
UNDMP) y Juan Pablo Paneiva Pompa es becario doctoral CONICET (IPSIBAT, CONICET -
UNDMP).

Para mayor información, el grupo invita a todos los interesados a interactuar con ellos en
redes sociales: @neuroeducacionydiversidad en Facebook e Instagram.

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