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H3 La Segunda República (1931-1939)

Introducción

Las primeras décadas del siglo XX fueron para España un tiempo de grandes convulsiones sociales e
ideológicas y de modernización acelerada del país. La experiencia de la Segunda República (la primera
verdadera experiencia republicana en España, ya que la primera duró sólo pocos meses entre 1873 y
1874) puede concebirse como la culminación de ambos procesos de democratización y de conflictividad,
en un contexto internacional marcado por las crecientes dificultades económicas derivadas del crac
bursátil de 1929 y la potenciación de las fuerzas políticas extremistas.
Aunque duró bastante poco, la IInda República tuvo una importancia trascendental en la historia política y
social contemporánea de España y sigue siendo uno de los períodos que más controversias desata entre
los historiadores. Unos estiman que la IInda República, conocida también como la “Niña bonita”,
representó una ocasión única de modernizar España, brutalmente sofocada por las oligarquías
tradicionales que no querían perder sus privilegios. Al contrario, algunos la valoran como un período que
exacerbó las divisiones y los conflictos que fracturaban a la sociedad española, hasta hacerla estallar en
una sangrienta guerra civil cuyos políticos republicanos fueron, al menos parcialmente, responsables.
Así pues, se puede preguntar ¿hasta qué punto la 2ª República logró democratizar y modernizar el
país en una coyuntura internacional turbada y un contexto de crecientes tensiones sociales e
ideológicas interiores?

I- La proclamación y los inicios de la 2ª República

1-La agonía de la monarquía Alfonsina

José Ortega y Gasset expresa el descontento de la opinión pública para con la monarquía alfonsina y la
impopularidad creciente de Alfonso XIII, a quien se le reproche su larga colaboración con el régimen
dictatorial de Miguel Primo de Rivera. Al final de su reino, Alfonso XIII parece haber perdido todos sus
apoyos sociales y políticos. Las diferentes corrientes ideológicas de la oposición republicana se
aprovecharon de esta impopularidad para organizar una transición hacia la República, mediante el pacto
de San Sebastián. La causa republicana pudo contar también con el apoyo de algunos de los intelectuales
españoles más afamados de la época como José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón o Ramón Pérez de
Ayala.
El derrumbe de la monarquía alfonsina se produjo a raíz de la victoria de las fuerzas republicanas en las
elecciones municipales del 13 de abril de 1931. Este triunfo fue particularmente notable en los principales
centros urbanos, donde se organizaron grandes manifestaciones para reclamar el advenimiento de la
República. A consecuencias, el rey – totalmente aislado – no tuvo otra opción que la de abdicar el 14 de
abril de 1931 y de exiliarse. La abdicación regia dio paso a la proclamación oficial de la Segunda
República y a la constitución de un gobierno provisional que convocó inmediatamente elecciones a
Cortes constituyentes para el día 28 de junio.
2- La constitución de 1931

La Constitución de 1931, adoptada en el mes de noviembre, introduce una serie de reformas radicales que
suponen un trastorno democrático y progresista:

 En la definición del Estado: se define a España como una “República de trabajadores de toda
clase”, lo que satisface a los socialistas pero sin que se introduzca la idea marxista de una lucha de
clases. Además, el artículo primero concilia la afirmación de la unidad nacional por una parte y el
reconocimiento de la diversidad del país y el derecho a la autonomía de las comunidades que la
deseen.
 En el reconocimiento de las libertades individuales y colectivas fundamentales: la libertad de
conciencia, la libertad de expresión, la libertad de reunión, la libertad sindical, la supresión de la
arbitrariedad judicial…
 En el progreso de la igualdad: se afirma la igualdad de todos los españoles ante la ley y se
reconoce el derecho a voto de las mujeres
 En las relaciones que mantiene el Estado con la Iglesia católica: se rompe cualquier relación
oficial entre el Estado y la Iglesia, se suprimen todos los privilegios de que disfrutaba la Iglesia
que se vuelve una mera asociación -> una afirmación muy clara de la laicidad del Estado

II- La 2ª República, entre ansias modernizadoras, desilusiones y conservadurismos

1-El bienio reformista (1931-1933): una ambiciosa política de reformas que desató muchas
oposiciones
Ver cuadro de síntesis abajo la 1ª columna
2-El bienio “rectificador”: conservadurismo (1933-1935)
Ver cuadro de síntesis abajo la 2ª columna
3- Polarización creciente y fragmentación de la sociedad española

Los anarcosindicalistas de la CNT quedan muy decepcionados con la obra reformista de la República, a
pesar de su participación en la instauración de dicho régimen. La CNT denuncia la impotencia del
gobierno ante la crisis que viven los trabajadores (contexto de la Gran Depresión que afecta a todo el
continente europeo en este momento) y su ausencia de voluntad de que cambie realmente la situación de
los más necesitados. Por eso, en vez de contar con la benevolencia del gobierno republicano, los
trabajadores, según la CNT, tienen que organizarse de manera autónoma e iniciar una verdadera
revolución política y social capaz de destruir al Estado, opresor de las masas campesinas y obreras
(programa conforme con la ideología anarquista).
Largo Caballero, líder del PSOE y del poderoso sindicato socialista UGT (Unión General de
Trabajadores), se inspira en la experiencia revolucionaria rusa y aboga por una transformación radical de
las condiciones económicas, sociales y políticas. En su mente, la misión del PSOE es acompañar a la
clase obrera en su anhelo de transformación y prepararse para ejercer, en su nombre, la denominada
“dictadura del proletariado”. El socialismo español se radicaliza, alejándose así del moderantismo que
caracterizó los dos primeros años de la IInda República.

José Antonio Primo de Rivera, hijo del antiguo dictador, funda en octubre de 1933 la Falange, un partido
que se inspira claramente en el fascismo italiano

 al rechazar la democracia y el liberalismo : aboga por la supresión de los partidos que perjudican
la unidad nacional y no cree en los derechos individuales
 al exaltar un patriotismo intransigente y un nacionalismo exclusivo
 al aceptar a la violencia como método legítimo para que triunfen sus ideales (prefiere al debate
democrático la “dialéctica de los puños y de las pistolas”)

La aparición de la Falange como principal encarnación del fascismo español da pruebas de la


radicalización de las derechas en estos años, cada vez más críticas con la República y la democracia.

La proclamación y los inicios de la II nda República desatan una oleada de violencia espontánea contra las
iglesias, conventos y los curas, en los cuales se ven los residuos del Antiguo Régimen. Estas
manifestaciones anticlericales se desarrollan sobre todo en los meses de abril y mayo de 1931,
desembocan en el incendio de conventos y edificios religiosos en varias ciudades (Madrid, Sevilla, Cádiz,
Murcia…). El desencadenamiento de estas violencias anticlericales inquieta mucho a los intelectuales
republicanos, que las condenan inmediatamente y las consideran como la expresión de un salvajismo que
no tiene que ver con la obra democrática y pacificadora de la República. Creen que dichos incendios y
destrucciones perjudican gravemente la imagen de la República y no pueden sino ahondar los recelos de
los que vieron con cierta reticencia el advenimiento de la República.
Las regiones que más disturbios experimentan en el año 1934 son Asturias y Cataluña. Los movimientos
revolucionarios e insurreccionales se desatan al entrar en el gobierno tres ministros de la CEDA (fuerza
muy conservadora, que defiende los intereses de las clases altas y de la Iglesia). La izquierda ve en la
potenciación de la CEDA una amenaza grave sobre la República y la clase obrera y en varias ciudades
estallan huelgas generales y se instauran comités insurreccionales socialistas. En Asturias, los mineros
iniciaron una verdadera revolución armada, mientras que en Cataluña la Generalitat, dominada por la
izquierda republicana favorable a la reforma agraria, proclamó la creación de un Estado catalán dentro de
la República Federal española.

Los mineros asturianos se reivindican de la ideología comunista, haciendo referencia al marxismo y a la


“dictadura del proletariado”. En efecto, aunque participan en el movimiento insurreccional militantes
anarquistas y socialistas, los que más peso tienen son los comunistas. El gobierno, enemigo resuelto de
los “rojos”, manda al ejército – en concreto a los africanistas que ya tenían la experiencia de las durísimas
guerras coloniales en el Marruecos español – a reprimir despiadadamente a los rebeldes. La represión
hizo entre 1000 y 4000 víctimas y más de 30 000 presos políticos se amontonaron en las cárceles
españoles después de los acontecimientos.
4-La victoria electoral del Frente Popular en un clima de graves tensiones sociales y políticas

El Frente Popular es una amplía coalición de las izquierdas que se presentan unidas en las elecciones
generales de febrero de 1936. Esa coalición agrupa a los republicanos de izquierdas – los partidos
Izquierda Republicana cuyo líder incuestionado es Manuel Azaña y Unión Republicana -, a los
socialistas, a los comunistas e incluso a los marxistas trotskistas del POUM, pero también a los
principales sindicatos obreros con excepción de los anarquistas que se niegan a participar en dicha
coalición electoral pero que sí votan mayoritariamente por el Frente Popular. Todas estas corrientes
consiguen superar sus divisiones programáticas y reúnen sus fuerzas para reclamar la amnistía de los
presos políticos de 1934. El programa que proponen al electorado no es nada revolucionario (se rechaza la
colectivización de los medios de producción, la nacionalización de los bancos, la idea de una lucha de
clases) y se trata simplemente de volver al espíritu reformista del primer bienio para mejorar las
condiciones de vida de las clases populares.
Las elecciones generales de febrero de 1936 evidencian la polarización extrema de la sociedad española.
Si bien gana el Frente Popular con una amplia mayoría de los escaños en las Cortes, la diferencia en
sufragios es mínima ya que sólo 200 000 votos separan a las dos coaliciones electorales. Además, la
geografía electoral hace aparecer una clara división territorial entre las regiones periféricas e
industrializadas por una parte (Madrid, Cataluña, región de Valencia…) por votan mayoritariamente por
la izquierda, y las provincias del interior, más rurales, católicas y conservadoras por otra parte (en las
cuales triunfan las derechas).
Conclusión:
A raíz de la victoria del Frente Popular aumentan y se intensifican los conflictos sociales, los campesinos
pobres y obreros esperando aprovecharse de la llegada al poder de un gobierno de izquierdas para
imponer sus reivindicaciones. Esas manifestaciones se acompañan a veces de violencias contra los
símbolos de la opresión que sufren las masas campesinas, sobre todo contra la Iglesia católica. Esta
situación les es insoportable a los dirigentes de la derecha y el líder de la CEDA, José María Gil Robles,
acusa al gobierno del Frente Popular de fomentar las violencias y le reprocha su incapacidad para
restablecer el orden. Para Gil Robles, el gobierno creó una situación propicia al desencadenamiento de las
violencias – se multiplican por ejemplo las violencias callejeras entre falangistas y socialistas. En este
contexto de caos, una parte del ejército agrupada detrás del general Mola proyecta un golpe de Estado
militar que derroque al gobierno del Frente Popular, encarcele o mate a los principales dirigentes
izquierdistas y establezca una dictadura militar. De este proyecto surgió el inicio de la guerra civil a partir
de julio de 1936.

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