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Otra Vez Un Verano. Un Dispositivo de Lectura de Vera Cartonera. Dolzani, Kiener y Miglioli
Otra Vez Un Verano. Un Dispositivo de Lectura de Vera Cartonera. Dolzani, Kiener y Miglioli
II: Pero entonces ¿qué es lo que hacemos? Alguna precisiones sobre nuestro
trabajo de mediación
Al momento de idear lo que con los años conformaría el Tríptico de la Infancia y el
Tríptico de la Imaginación en la provincia de Santa Fe, Chiqui González se pregunta si es
posible ―crear espacios públicos, permanentes, destinados al juego y la convivencia, a partir
de los chicos, pero en realidad destinado al conjunto de la ciudadanía‖, espacios que impulsen
los procesos creativos, el juego, lo estético, el derecho a la infancia y la democratización de
lo sensible. Para que ello se produzca, no solo se requiere garantizar un tipo de mediación que
involucre el espacio, las arquitecturas que los habitan, los lenguajes estéticos y propuestas
que inviten al juego, sino todo ello entramado en un diálogo que se produce con los cuerpos
de quienes coordinan la propuesta y los de quienes llegan y tratan de entrar en ese terreno
lúdico. A la concreción y materialización de esa propuesta poética, a ese modo de disponer el
cuerpo en lo sensible, Chiqui González la denomina dispositivo. Lejos de la lógica de la
23 de Abril 2022- II Jornada Internacional: Dispositivos de investigación del campo de
la literatura para niños, niñas y jóvenes y las prácticas lectoras. (UNT-UNC-UNRN-
UNMDP)
escolarización, al decir de Montes, los dispositivos no son actividades. Se trata de armados
poéticos que disponen el cuerpo a un espacio y tiempo lúdico siempre móvil, siempre abierto
a la entrada y salida, donde se prioriza una invitación al juego, al uso de la imaginación -
porque jugar, como también expresa enfáticamente Montes, es cosa seria (1999, p.35)- y al
cruce entre múltiples formas del lenguaje. Una puesta en escena que se reinicia o reinventa
con cada cuerpo que se arrima, que no se interrumpe porque no posee una temporalidad lineal
a modo de guión (como sí lo tenían los talleres virtuales), sino que involucra un tiempo móvil
marcado por la propia dinámica de quienes deciden transitar ese territorio lúdico. Eso era,
entonces, lo que necesitábamos diseñar, lo que el espacio mismo nos pedía construir para
poder habilitar ese entrar en poesía del que hablamos al comienzo.
Con las ideas un poco más claras, dando mayor apertura a lo imprevisible, y
conociendo mejor los rasgos del lugar en el que invitaríamos a los socios del club a entrar en
poesía y a vivenciar la lectura, nos embarcamos en el re-diseño del dispositivo de lectura que
concretaría eso que en principio llamamos, siguiendo un poema de Estela Figeroa, ―otra vez
un verano‖, donde se trataba de explorar, desde diversos textos publicados por Ediciones
UNL y Vera Cartonera, cómo el verano hacía presente su poética en un diálogo con el
espacio que habitábamos. Teniendo en cuenta esto, diversos factores influían en los cauces
que tomaban los acercamientos propuestos, como el calor agobiante del verano santafesino o
los contingentes de personas –imprevistos para nosotras- que venían de visita al predio.
Una de las manifestaciones de los dispositivos que destacamos fue la construcción de
un ―Oráculo Poético‖ en torno al verano. Tomando como premisa que los encuentros en el
club tenían que acercarnos a develar los secretos del verano desde la lectura y replicando,
además, el juego ―Poesía a la carta‖ de Tinkuy, invitamos a la gente a escribir una pregunta
sobre el verano que leíamos y guardábamos en un frasquito. Luego, quien hacía la pregunta
debía escoger un libros de los disponibles en la mesa y seguidamente una página, un poema,
un renglón, donde la materialidad anuncie una posible respuesta al interrogante. Entre risas y
dudas, explorábamos, palabra a palabra, qué tenía el libro para decirnos sobre la pregunta
guardada en frasquito. Nos deteníamos, volvíamos a leer una y otra vez, elegíamos una
palabra o una frase, tocábamos los poemas con los dedos, tratando de hallar posibles
respuestas.
Pero los secretos del verano no terminan en nuestras preguntas, sino que empiezan con
cada cuerpo que lo vivencia. Por esa razón, otra de las propuestas consistió en conocer, a
través de poemas de Cecilia Moscovich, Laura Devetach, Estela Figeroa, María del Carmen
23 de Abril 2022- II Jornada Internacional: Dispositivos de investigación del campo de
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Reyes, a esos otros cuerpos que comparten el verano con nosotros, nada más y nada menos
que los bichos. Bajo el título ―Bichos del verano‖, en otra deriva del disposivo, nos
preparamos para leer y mirar a esos bichitos que formaron parte de todos los encuentros sin
ser del todo conscientes. Piojos, moscas, hormigas, mosquitos y bichos bolita entraron en
poesía y aún más allá: oficializamos su pertenencia al club otorgándoles un carnet de socio y
un nombre, mientras rimábamos, leíamos e imaginábamos los rasgos de sus personalidades.
Otra deriva, en la que recordamos las instrucciones para subir una escalera de Cortázar,
consistió en pensar cuáles eran los requisitos necesarios para armar el verano. Imaginando
una situación hipotética en la que viajásemos a un país donde no existe o si tuviéramos que
explicarle a seres extraterrestres qué cosa es un verano, pensamos ¿cómo lo armamos? O, al
decir de Cecilia Moscovich en su relato ―Williams‖, ¿cómo desembalamos un verano? ¿Qué
tenemos que incluir sí o sí? ―El invierno‖ dijo uno de los chicos, ―porque sin él, tampoco hay
verano‖ y sonreímos por lo atinada que era esa ocurrencia. También las amistades, el
momento de la siesta, el aburrimiento, la pesadez y las bombitas. Todo eso se hizo espacio en
la caja-valija que teníamos sobre la mesa y en la que cada cual agregaba, en forma de dibujo,
palabra, olor, lo que le parecía necesario. Así, entre bolso de viaje y un camino de estaciones,
fuimos saltando hasta juntar lo fundamental. Un recorrido de cartulina que contenía helados
dibujados y también manchas de helados derretidos, porque el verano lo fuimos armando
mientras lo transitábamos. Preparándonos quizás para el tiempo que vendría, para aguantar
hasta el siguiente.
Referencias bibliográficas:
MÓNTES, G. (1999) ―La frontera indómita. En torno a a construccióm y defensa del espacio
poético‖. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
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PETIT, M (2015) Leer el mundo. Experiencias actuales de transmisión cultural. Buenos
Aires: Fondo de Cultura Económica