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Las 7 razones por las que no logras conseguir

tus objetivos (y cómo solucionarlo)


Historia de Cristina Vila • 14 h

Sport and life achievements and success concept. Sporty man raising arms towards beautiful sunset on the road© mixetto

Conseguir tus objetivos probablemente sea uno de tus mayores deseos en el


comienzo del año. Pero, seamos sinceros: muchas veces, por distintas razones, puede
verse truncado. Por mucho que escribamos una lista de propósitos o diseñemos
tableros de visión, a veces podemos estancarnos en el proceso y sentimos que hemos
fracasado.

1. No tenemos objetivos claros


No podemos ir a ninguna parte si hemos definido de forma clara nuestro
destino. Nuestros objetivos deben estar siempre definidos y ser específicos. Por
ejemplo, no sirve de nada decir que queremos estar más sanos, porque ¿qué significa
exactamente estar más sanos? Puede ser perder algo de peso, ganar músculo, o
simplemente movernos más o comer mejor.
Sin una meta específica, es difícil decidir dónde volcar todos nuestros esfuerzos. En su
lugar, debemos definir nuestro objetivo y procurar que este sea medible, para poder
controlar nuestro progreso con el tiempo.

2. No somos constantes
Es uno de los aspectos más difíciles de cambiar. La constancia es una de las cualidades
más valoradas hoy en día, pero muy pocas personas cuentan con ella. Si no lo
hacemos, nuestro camino será más largo y complicado.

Nuestro ritmo debe ser constante, debemos hacer las cosas a su debido ritmo, pero
sin parar en ningún momento. Es como si cuidásemos de una planta: si no la regamos
de forma regular, no podremos ver cómo florece.

No se trata de matarnos un día a practicar algo, sino de hacer un poquito de forma


regular para ir avanzando. Por ejemplo, si estudiamos un idioma, no vale de nada
pasarnos un día 5 horas delante de un libro, si no volvemos a repasar hasta dentro de
un mes. Por otro lado, si adquirimos el hábito de estudiar media hora diariamente,
iremos sumando conocimiento de forma gradual y constante.

Aunque sea difícil de cambiar, debemos reservar ciertos momentos de la semana a


trabajar por nuestros objetivos, incluso cuando no tenemos motivación para ello. Al
final, la disciplina siempre es más útil que el estar motivado.

3. Miedo al fracaso
Todos tenemos miedo a fallar, incluso quienes más lo niegan. Por ello, muchas veces
nos privamos a nosotros mismos de probar cosas nuevas. Nos olvidamos de que todo
lo bueno siempre empieza con algo de miedo, de incertidumbre y riesgos, y de
que si no probamos algo, estaremos limitando nuestro potencial y desechando
cualquier oportunidad de crecer como personas.

Es importante adoptar la mentalidad de que el fracaso es parte de la vida y que lo


único que nos aporta son nuevas experiencias cargadas de aprendizaje. Todo lo que
aprendemos de nuestros fallos es lo que finalmente nos conducirá al éxito.
4. Procrastinar
¿Quién no ha pasado horas y horas delante de un proyecto sin hacer nada? Ya sea un
trabajo del instituto, un proyecto personal, algo relacionado con el trabajo o
simplemente alguna tarea de la casa, todos pecamos de procrastinar. Suele ocurrir
porque nos agobiamos con todo lo que tenemos que hacer o porque nos da miedo
enfrentarnos a algo en concreto.

Para paliarlo, podemos dividir dicha tarea en otras más pequeñas para que nos
resulte más sencilla de realizar. Por ejemplo, si tenemos que escribir un artículo,
dividirlo en distintas fases: la elección de un tema, la investigación, el escribirlo y la
revisión. De esta forma, a medida que avancemos, podremos ir tachando cosas de
nuestra lista y sentirnos más productivos y motivados.

5. Falta de planificación
La vida es como un viaje, y cuando no la planificamos, nos suele faltar tiempo,
tenemos que dejar cosas por hacer, o sencillamente no llegamos a nuestro destino
porque no tenemos mapa ni GPS.

Es fundamental planificar qué es lo que queremos conseguir y la estrategia que


diseñaremos para lograrlo. Si no planificamos, nos veremos inmersos en un laberinto
de incertidumbres y dudas, sin saber nunca qué camino debemos tomar.

Cuando tenemos un plan, sentiremos que somos nosotros quienes tenemos el


control de nuestra vida y, a la larga, nos irá mejor. Se trata de prever los posibles
obstáculos y prepararnos para sobrepasarlos, además de saber qué dirección
debemos seguir.

6. Demasiadas distracciones
No podemos hacer las cosas bien si estamos constantemente distraídos y perdiendo
la concentración, haciendo que nos olvidemos de lo verdaderamente importante. Las
distracciones pueden ser de distinto tipo: las notificaciones en nuestro móvil, el ruido
externo o nuestras propias ganas de ver una serie en lugar de estudiar.
Si hay distracciones, por mucho que continuemos una tarea, lo cierto es que no la
haremos de una forma tan eficiente como si no las hubiera.

Para evitar desviarnos de nuestro objetivo, debemos conocernos y saber qué es


lo que realmente nos aleja de él. Por ejemplo, si son las redes sociales, poner el
móvil en modo avión o en silencio para tener las menores tentaciones posibles; o, si
nos molesta el ruido, usar tapones o auriculares que nos aíslen del exterior.

7. Falta de autocuidado
No podemos dejarnos de lado a nosotros mismos. Debemos cuidar nuestro
bienestar para poder ser eficientes y mantener una buena salud física pero, sobre
todo, mental. En el momento en que dejamos de cuidarnos, nos sentimos cansados,
menos motivados y estamos de peor humor, además de que notaremos cómo
empeoran nuestras relaciones con los demás. El autocuidado hace que nuestra
mente y nuestro cuerpo puedan florecer.

Para conseguir tus objetivos, tú mismo debes ser tu prioridad y trabajar con un orden
de forma constante para que, finalmente, llegues a ese destino que tanto deseas.

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