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Desde 1940 fue profesor en el Colegio Anglo - peruano (hoy San Andrés); en
dicho colegio había terminado tres años antes su secundaria. Allí tuvo éxitos en la
aplicación de una nueva metodología para la enseñanza del Castellano, donde el alumno
se convirtió en el protagonista de su propia enseñanza y la asignatura dejó de centrarse
en el aprendizaje de la gramática para ceder paso al desarrollo de la expresión oral,
lectura y escritura.
Fue llamado a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos para dictar el curso de
griego, por insistencia de José Tola Mendoza, director del Instituto Lingüístico de la
Universidad, y en 1945 fue llamado a la Facultad de Letras para la asignatura de
Estética.
Debido a problemas políticos entre el APRA y el partido del Gobierno de
Bustamante y Rivero, partido político por el cual participó, en 1946, no quisieron
renovarle el contrato en la universidad de San Marcos, pero la protesta de los
estudiantes determinó que su contrato fuera extendido y poco después la Facultad de
Letras le encargó el curso de Lógica.
Peñaloza consideraba que una forma de enfrentar esta realidad era abordando la
formación de los maestros. En 1951 le llegó la propuesta para el proyecto de la Escuela
Normal Central, destinada a renovar la formación de los maestros de todas las ramas:
primaria, secundaria común y secundaria técnica. La propuesta que se le hizo era para
asumir la dirección de esa institución. Peñaloza se encontraba en Puerto Rico en la
Universidad de Río Piedras, donde había sido llamado para crear el curso básico de
Filosofía, dentro de la Facultad de Estudios Generales. Allí recibió la carta del entonces
ministro de Educación del Perú, coronel Juan Mendoza Rodríguez, comunicándole el
proyecto para establecer una institución formadora de Maestros, en un moderno campus
que se construiría a 40 kms. de Lima, en un lugar denominado La Cantuta, en Chosica.
“La idea era transformar los antiguos Instituto Pedagógico Nacional de Varones
e Instituto Pedagógico Nacional de Mujeres, situados en Lima, en la Escuela Normal
Central, ubicada en La Cantuta”189, la cual sería una institución coeducacional.
Al llegar al Perú y al Instituto Pedagógico Nacional de Varones que debía dirigir, tuvo
ciertas dificultades que superar: deficiencia de profesores en la enseñanza superior,
irregularidades en las becas, discriminación entre profesores de primaria y secundaria,
(estos últimos se sentían superiores a los otros), los currículos preparados carecían de
coherencia interior, exceso de materias pedagógicas y repetitivas, ciertos cursos
referente a los contenidos sorprendían por su inmediatez. Por otro lado, tuvo que tratar
que los profesores trabajaran a tiempo completo. Solicitó también un capellán para el
Instituto que viviera cerca de los alumnos como consejero religioso. Su propósito era ir
más allá del asfixiante círculo del maestro enseñante, atado a sus lecciones y fórmulas
metodológicas, interesado en la trasmisión de trozos de conocimientos y en el
cumplimiento puro de planes y programas durante las 33 ó 35 horas de clase por
semana; era formar maestros que, con dominio de sus materias y de los aspectos
metodológicos indispensables, poseyeran un buen dominio de la cultura y conciencia de
la realidad del país.
Con una filosofía educativa distinta a la llamada educación preescolar, creó el nivel
educativo inicial en el sistema educativo peruano en 1972, mientras se desempeñaba
como miembro de la Comisión de Reforma Educativa, con el aporte del Dr. Carlos
Castillo. En el proceso, enfatizó su concepto original de educación: el proceso de
humanización, enculturación y socialización (Peñaloza, 1996).
Peñaloza propuso una tercera dimensión o aspecto del currículo integral, que gira en
torno a actividades no cognitivas. Estas actividades sirven como un medio para que los
estudiantes interioricen y adopten valores, fomentando actitudes positivas. Por último,
la cuarta dimensión o aspecto se centra en la tutoría o asesoramiento, con el objetivo de
cultivar estudiantes con buen comportamiento. Las áreas o dimensiones del currículo
integral, según palabras del Amauta, en su obra titulada El currículo integral, eran las
siguientes
Área de conocimientos
Área de Práctica Profesional
Área de Actividades no cognoscitivas
Área de Comportamiento (Orientación y Consejería)
Área de investigación.
Peñaloza publicó varias obras, entre las cuales destacan: Estudio acerca del
Conocimiento (1953); El Conocimiento Inferencial y la Deducción
Trascendental (edición de su tesis doctoral, 1962); El Discurso de
Parménides (1973), Estudio sobre las Categorías de Aristóteles (1973); El Problema
de los Conceptos Puros del Conocimiento (1978), Tecnología Educativa (1980); El
Algoritmo de la ejecución del curriculum (1986), La Cantuta. Una experiencia en
educación (1989), El Currículo Integral (1995), La enseñanza del lenguaje (2001)
y Los propósitos de la educación (2003). Considero que el maestro debería ser formado
íntegramente para que actue con compromiso, eficiencia y eficacia en la educación,
cuyo fin es de formar integralmente al hombre como persona, ser social y como agente
promotor de su cultura.
Podemos concluir que el Dr. Peñaloza es el más grande maestro del Perú, lo que
lo convierte en un modelo para el magisterio en todo el país, sin desmerecer a los demás
grandes maestros de la primera mitad del siglo XX. . contribuir. Sin embargo, nadie,
como Amauta, se dedicó de todo corazón a la tarea de formular el proyecto y lo llevó a
cabo con tenacidad y perseverancia, incluso a costa de su futuro personal y familiar. La
prueba de su gran talla moral e intelectual es que nunca pensó en enriquecerse con su
cargo, por lo que podemos decir que vivió en condiciones difíciles.
Paitán, H. (2014). Vigencia y aportes del pensamiento del Amauta Walter Peñaloza a la
https://www.pacarinadelsur.com/dossier-11/933-vigencia-y-aportes-del-pensamiento-
del-amauta-walter-penaloza-a-la-educacion-del-peru-y-america-latina
walter-penaloza-y-su-aporte-la-educacion