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Compañeros participantes, señores miembros del jurado calificador, público en

general, esta frase de Librado Rivera, me hace pensar y meditar para traer a la
memoria la migración de miles de hombres y mujeres de la patria, quienes
tuvieron que alejarse de la misma con los sentimientos frustrados bajo el brazo y
con las deudas sobre sus hombros, atrás quedaron familias, amigos, por cuanto
solamente unos pocos usufructuaban la riqueza y poder, estas lastimeras palabras
siempre fueron el licor amargo que debían beber compatriotas en busca de
mejores condiciones de vida; hoy la historia nos abre nuevas páginas, atrás
quedaron otros males como; desgobiernos, miseria, abuso de poder, una
educación miope y alejada de la realidad, por último el arrebatarnos miles de
kilómetros de territorio, aunque nuestros abuelos, padres y hoy esta juventud
presente pienso que jamás han y hemos perdido el orgullo de sentirnos
ecuatorianos.
Pienso en mi país conocido como la mitad del mundo, tierra que no ha perdido su
espectacularidad, sus paisajes inmortalizados en el tiempo, sus ciudades con sus
campanarios que tratan de llegar al cielo para abrazarse con su creador , con su
gente coqueta y risueña que se adentran al alma de quienes la visitan, pienso en
su multiculturalidad que se dibuja en los campos como el arco iris se dibuja en el
firmamento, elementos que enriquecen esta tierra fértil, tierra que enamora a sus
habitantes y llena las retinas de aquellos visitantes que regresan para quedarse
en esta mi patria.
Pienso en mi país con su serranía, que abre majestuosa sus brazos para
acariciarnos con sus páramos que son alfombras del cielo, en sus ríos que
zigzaguean y a su paso van regando los campos en donde nacen los frutos para
su gente, en sus volcanes que invitan a soñar en la riqueza de esta tierra,
aspectos que deleitan los paladares que saborean esta belleza natural en tan
pocos kilómetros; Pienso en la costa ecuatoriana, la misma representada en
cuadros perfectos como trabajados con colores que le dan vida y creados por
habilidosas manos, pienso en sus playas que rayan lo onírico, como los frescos de
Miguel Ángel, pienso también en los lugares que pregonan los amores
insospechados y sus habitantes tan amables que aun guardan su cultura bulliciosa
y alegre.
Pienso en el Oriente que quedó enmarcado en Cumanda de Juan León Mera, sus
descripciones de ensueño le dan la importancia que posee la mayor biodiversidad
del planeta y considerado el pulmón de la tierra, más nuestro pequeño territorio es
eso y mucho más. Pienso en aquel lugar que impresiona a científicos, literatos,
periodistas, estas son las llamadas Islas Encantadas o conocidas como Las
Galápagos, territorio que se ha convertido desde épocas no muy lejanas en el
laboratorio para el estudio de las especies y discernir nuevos conocimientos, sobre
la evolución humana.
Pienso que el centro del mundo o del planeta se encuentra en este suelo
inmaculado, pienso que mi país en los últimos años ha ido cambiando y se ha
mostrado al mundo como la tierra prodigiosa y en donde sus ciudades se han
distinguido por su sobriedad y su arquitectura, así encontramos a Quito cuna de la
libertad y conocida como la Carita de Dios, Santa Ana de los Cuatro Ríos así
llamada Cuenca la Atenas del Ecuador, emblemas de la ecuatorianidad y
convertidas en ciudades patrimoniales y otras que al interior del país vienen
siendo reconocidas por su belleza sin igual.
Con todas estas singulares características, cómo no voy a pensar y querer a mi
país, por los tesoros que esconden nuestros pueblos, como no voy a pensar y
estar enamorada de lo que me brinda, hoy pienso en una educación que era
excluyente y que en la actualidad todos tenemos la oportunidad de aprovecharla,
el conocimiento era para los que tenían poder económico, y no para una juventud
que busca hoy dejar al país por encima de las grandes potencias. Como no pensar
y querer a mi patria si fue la primera que alzó su voz y levantó la antorcha en el
firmamento por una América libre, india y mestiza y que hoy me encuentro sin
ataduras.
Por último tomaré las palabras del gran Maximilien Robespierre, el mismo que afirma de
la patria “Se puede abandonar a una patria dichosa y triunfante. Pero amenazada,
destrozada y oprimida no se le deja nunca; se le salva o se muere por ella”.

Señoras y señores.

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