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La ausencia, en este período, de una delimitación real de los inmuebles era uno
de los problemas más serios del sistema, puesto que los inmuebles que se vendían
no estaban mensurados en su mayoría, siendo insuficientes las informaciones
sobre la extensión y los límites de los mismos. Era frecuente que los límites se
establecieran por apreciación del titular o tomando como referencia, ríos, arroyos,
trochas, árboles, cercas y caminos que se encontraban en los alrededores del
inmueble. Pero no usar las mismas referencias, o utilizar referencias difusas o
circunstanciales para establecer los límites, producía confusión en la descripción del
objeto, lo que permitía que la misma cosa fuese transferida varias veces.
Por esto, el 1ro de julio de 1920 fue dictado la Orden Ejecutiva No. 511, publicada
en la Gaceta Oficial No. 3138 del citado año. Con esta Ordenanza se establece el
Sistema Torrens, como sistema registral de la propiedad inmobiliaria en la
República Dominicana. Este sistema tiene una presunción de exactitud, puesto que
el contenido del asiento registral se presume exacto, y no admite prueba en
contrario cuando se trata de terceros adquirentes de buena fe y a título oneroso. El
Sistema Torrens parte del principio de que el Estado es el propietario originario de
todas las tierras, y los particulares deben probar su derecho en un proceso judicial:
el saneamiento. Como resultado del proceso de saneamiento, el tribunal
interviniente adjudica la propiedad a quién corresponda, y ordena la emisión de un
Certificado de Título, que es el documento oficial que acredita la existencia del
derecho y quien es su titular; este documento es un título inatacable (principio de
autenticidad característico del Sistema), y el derecho por él contenido es
imprescriptible y goza de la garantía del Estado.
En la exposición de motivos de la referida Ordenanza se expresan algunas razones
que justifican la adopción del Sistema, citamos: “Por cuanto: es notorio el hecho de
que muchos títulos de terrenos en Santo Domingo son tan confusos y dudosos que
impiden el fomento de la riqueza del país, se prestan al fraude y al chantaje en
gran escala, y dan origen a que los verdaderos dueños se vean despojados de sus
tierras, lo cual da lugar a desordenes y alteraciones de la paz y a que se pierda la
confianza en el gobierno; Por cuanto: este estado de cosas se ha dado a conocer
anteriormente, en varias proclamas, decretos leyes; pero han resultado
infructuosas y de poca o ninguna utilidad cuantos esfuerzos se han hecho, por
medio de las leyes, y de otros modos, con el fin de remediar el mal; Por cuanto:
para remediar este estado de cosas, establecer la confianza en los derechos de
propiedad, y devolver la tranquilidad al país, es necesaria una medida enérgica que
determine los verdaderos derechos de propiedad de las tierras y obligue a su
registro según un método científico; Por cuanto: los tribunales existentes están
sobre cargados de trabajo, con asuntos criminales y civiles, y se hace sentir la
necesidad de un tribunal especial que se ocupe exclusivamente en solucionar el
problema de los títulos de propiedad a fin que se resuelva de un modo
satisfactorio.
Todo esto como parte del esfuerzo del Poder Judicial, en la tarea de fortalecer la
seguridad jurídica y la calidad de la administración de justicia de la República
Dominicana.