MAESTROS QUE ESCRIBEN
La Ceiba
Lilián Coello Mena
Maestra en la Escuela Normal Superior de Yucatán Profesor
Antonio Betancourt Mérida, Yucatán
En el mes de marzo mientras el sol abraza y
la frescura del viento acaricia la piel uno
puede verlas correr en la dureza del asfalto,
podría decir que casi brincan sobre él con
temor a detenerse y no poder tomar el vuelo
que la brisa les ofrece, algunas prefieren
acomodarse en la frescura del pasto en
espera del rocío de la mañana.
Dicen las ancianas que por las noches bajo
la ceiba del parque se aparece una bella
mujer, de largos cabellos que exaltan la
belleza con que embriaga a los hombres, a
esos que por vicio están a altas horas fuera de
casa. Cuentan que varias familias han pasado
largos ratos de angustia al caer la noche y no
contarse completos. Una vez, por la mañana
encontraron a Don Juan dormido debajo de
la ceiba, tras tres días de haber desaparecido;
las mujeres han aprendido que ella se los
lleva, pero en la mayoría de los casos también
se los devuelve.
Cuentan que la Xtabay, a pesar de su pecado
por ser una mujer que se entregaba a sus
pasiones, fue buena pues amaba y brindaba
cuidado a los animales y plantas de la región,
por lo que al morir, de su tumba nació el color
de un bello aroma: el Xtabentún; no hay en el
Mayab quien no disfrute la dulzura profunda
e intensa del licor que se extrae de esas flores.
Cuántos amores, cuántos deleites, cuántas
historias ha presenciado esta ceiba. Ella vio el
deseo de la Xtabay al llevarse a Don Juan y
también el despertar de su esposa al
encontrarlo…
La ceiba se me parece a aquella dama que
ante el dolor de una pérdida abre los ojos, tal
vez porque en su tronco, cada rama cortada
deja una huella similar a un ojo.
Ella extiende sus raíces y crece tan recta, que
al admirarla uno siempre termina en el cielo;
entonces, pienso en la abuela y en sus
historias sobre las mujeres de la familia. En mi
Yucatán plagado de leyendas las mujeres son
el sagrario de la vida y la sabiduría, son
quienes nacen con los ojos en la conciencia de
sus hijas y nietas, son también quienes llegado
el momento les presentan el camino de ida.
En el mes de marzo mientras el sol abraza y
la frescura del viento acaricia la piel uno
puede sentarse a la sombra de la ceiba y junto
con ella verlas correr liberadas. Dichosas
semillas de corazón limpio que apenas dejan
la rama para emprender el curso. No hay
esperanza perdida pues después de su
partida, la madre ceiba se revestirá de retoños,
se cubrirá de ramas nuevas y hojas tiernas que
darán vida cuando este viento sople de nuevo,
cuando el tiempo sea el adecuado. En tanto
dama de vida me sentaré a tus pies a
contemplarte, deseando cual semilla, correr a
toda prisa, pero esta vez acompañada de tu
sabiduría.
Ve aqui el video de La ceiba:
https://youtu.be/B4redS_d4sg
CANEK 10