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TEMA 3:

1. ¿Qué es la participación política? ¿Cómo participamos?


La naturaleza multidimensional de la participación política

En el tema 1 vimos varias definiciones de política (y de poder). Una


estándar, que encontramos en los manuales es la siguiente: práctica o actividad
colectiva, que llevan a cabo los miembros de una comunidad, que tiene en la
utilización del poder su principal instrumento, y como finalidad
regular/gestionar conflictos entre los grupos sociales, siendo el resultado la
adopción de decisiones que obligan –por la fuerza- si es preciso- a los
miembros de la comunidad (J. M. Vallés, Ciencia política). O también en Weber:
“Esfuerzos para acceder al poder o para influir en la distribución del poder, ya
sea entre estados o entre grupos dentro de un Estado”.

Desde esta concepción, la participación es el mecanismo que tienen los


ciudadanos para utilizar el poder, para la redistribución de bienes/beneficios
que resulta de esa gestión del conflicto.
La participación es un elemento esencial de la democracia. Como
subrayan Verba, Scholzman y Brady (1995:1), la participación ciudadana está en
el corazón de la democracia. La democracia no es pensable sin la participación
libre de los ciudadanos en el proceso de gobierno. De acuerdo con estos
autores, a través de la actividad participativa los ciudadanos buscan controlar
quién ocupará esas posiciones e influir en sus decisiones. La participación
política procura esos mecanismos a través de los que los ciudadanos comunican
sus preferencias, necesidades, intereses y presionan para que tengan una
respuesta.
Pero el acceso a esos mecanismos es desigual ... la desigualdad
participativa se convierte en un tema central para cualquier consideración sobre
el funcionamiento de las democracias.

I. Multidimensionalidad de la participación política.

La participación política de los ciudadanos es un fenómeno extendido y


cotidiano. Adopta maneras muy diversas (carácter multidimensional) y la ejercen
colectivos también muy diversos (ya veremos la cuestión de la representación y
la desigualdad en la participación) sobre temas muy variados- (tanto como lo
que consideramos “político”).

“El concepto de participación política no es sino un cajón de sastre que


engloba formas muy diferentes de acción que constituyen fenómenos
diferenciados, por lo que es necesario acudir a explicaciones de diferente
naturaleza” Huntington y Nelson (1976).

La participación se presenta de manera cotidiana. Por ejemplo, la


participación en manifestaciones es un hecho habitual y, sobre todo, normal;
además muchos temas de política pública incorporan la necesidad de promover
la participación o encauzar la participación (como forma de gestionar el
conflicto/aumentar la legitimidad o la eficacia de las decisiones políticas). Otras
formas de expresión política son más sutiles/ menos visibles: donaciones a
campañas, suscripciones a organizaciones de naturaleza socio-política, o el
consumerismo político, la desobediencia, prácticas sociales alternativas…

II. Estudios sobre la participación política.

La delimitación del ámbito de la participación política como objeto de estudio


ha cambiado: Pioneros (20-60s) Clásicos (70s) Actuales

Pioneros

Inician el estudio del comportamiento político (conductismo) y de la


cultura pca. Se centran casi exclusivamente en la partic. electoral, o “la
selección del personal gubernamental” (representantes); i.e. voto y actividad
política ligada al proceso electoral.

En los años 20s La escuela de Chicago (Gosnell y Merriam, 1924, realizan


primeros estudios sobre los activistas de los partidos y la abstención electoral;
se suele mencionar Tingsten (1937), sueco, como pionero en el análisis
académico sistemático del comportamiento electoral.

Los estudios de comportamiento electoral se desarrollan rápidamente a


partir de los años 40s, fundamentalmente en la escuela de Columbia (Lazarsfeld
et al. 1944), y contribuyen a conocer el proceso decisorio asociado al voto y los
distintos niveles de participación durante los periodos electorales (las
campañas). Los autores estuvieron entre los primeros en utilizar un método de
investigación social aceptado -el panel, o la técnica de entrevistas repetidas-
para obtener una explicación paso a paso de cómo los votantes representativos
llegaron a las decisiones finales de voto en las elecciones de 1940. Estudios
panel, ideas como líderes de opinión o la influencia mínima de los medios,
vienen de esta tradición…
En los años 60s aparece el libro de G. Almond y S. Verba (1963) “The
civic culture”, que tendrá un impacto decisivo en el estudio de la participación
política. Se trata de un estudio empírico, basado en encuestas y comparado (RU,
EE.UU, México, RFA, Italia). [de este trabajo hemos hablado ya en el capítulo
anterior, establecen el tipo de cultura de participativos-leales].

Clásicos

En los 70s, encontramos estudios de gran trascendencia (por afinar


aportaciones explicativas, y también) porque extienden su interés a actividades
no electorales

En 1972, Verba y Nie publican: “Participation in America. Political


democracy and social equality”, estableciendo una definición clásica y factores
explicativos.

“la participación política se refiere a aquellas actividades de los


ciudadanos dirigidas a influir en el gobierno, ya sea en la selección de cargos
públicos y o en las decisiones que toman” (p. 2).

Amplía el abanico de actividades consideradas que los ciudadanos


podían expresar sus preferencias o demandas. Es decir, a partir de estos
trabajos, el repertorio de acción disponible es explícitamente multidimensional y
aparece vinculado a canales participativos no electorales, incluyendo los
esfuerzos para influir en las “acciones” llevadas a cabo por los dirigentes
elegidos.

La definición de Verba y Nie, presenta, sin embargo, limitaciones. De


manera más específica, los problemas o limitaciones de esta definición son más
evidentes si pensamos en actividades políticas que quedan excluidas
En primer lugar, como hemos comentado, esta definición se olvida de
otros actores (no cargos públicos) como objetivo de la participación (empresas,
organismos no representativos).
Subyace la idea de que los resultados del proceso político están siempre
determinados por los cargos públicos (representantes o burócratas/funcionarios
de la administración). Esta visión implica una noción restrictiva de la política
(Verba y Nie eran conscientes de esta limitación: “de una manera más
abstracta nos interesan los intentos de redistribución de bienes y valores por
parte de las autoridades en determinada sociedad; que puede o no realizarse a
través de la acción de gobierno, aunque nos concentramos como una forma de
aproximarnos a su estudio en las acciones del gobierno)”. Esta opción, en
segundo lugar, lleva en la práctica a centrar la mirada en la actividad electoral
(al centrarse en “selección” de cargos públicos)
Y, en tercer lugar, dejan fuera, formas de expresión política que tienen
como objeto mostrar un apoyo ceremonial (actos simbólicos) que no persiguen
influir en los cargos públicos (e.g. manifestaciones convocadas por las mismas
autoridades, en las que se invierte el sentido de esa influencia) [refuerzo
sentimientos de pertenencia a una comunidad; rechazo moral de determinado
evento/situación]
Estas limitaciones empiezan a ser superadas en otras investigaciones
como la de Barnes y Kasse (…) que distinguen de manera explícita entre
participación política convencional y no-convencional (….) y que implican una
noción más amplia de la política (no es lo que hacen los políticos ni se
circunscribe al ámbito de las instituciones representativas), en línea con una idea
de democracia participativa (frente a democracia representativa) (…) Problema
medición: incluyen actitudes hacia las formas (y también consideran actitudes
hacia la política….)

Barnes y Kaase (1979) definen PP como todas las actividades voluntarias


de ciudadanos individuales que persiguen influir, directa o indirectamente en
distintos niveles del sistema político.
Su principal contribución es la inclusión en su conceptualización del PP
de protesta y violencia para presentar una visión adecuada de la política, que
vinculan a la "nueva política”.
Distinguen dos modos de PP en función del criterio de grado de
adecuación/contravención de normas sociales /valores dominantes (y su
traducción institucional):
Convencional: electoral, referéndum, contactar (políticos/medios),
pertenencia a asociaciones sociopolíticas. Es legal y legítima y en
ocasiones promovida por el Estado.
No-Convencional: no canales institucionalizados de la democracia
representativa. Pueden ser legales: manifestaciones, concentraciones,
huelgas, boicot (consumerismo político, firmas...); extralegales:
manifestaciones no autorizadas, cortes de acceso, ocupación de edificios,
escraches, desobediencia civil, mail bombing... o violentas: secuestro de
personas, daños a la propiedad….
Es irregular y menos frecuente entre ciudadanos; + difícil de estudiar

Limitaciones: la distinción convencional o no depende del contexto


(temporal y espacial / cultural) ¿son realmente nuevos? Distinción histórica y
espacialmente dependiente/ relativa.
Responde a un mayor interés académico por las formas de participación no
electorales (al margen de las instituciones de democracia representativa), como
consecuencia del “ciclo de movilización” de los 60s-70s, cuando, se
renueva/amplia el repertorio de formas de participación extra-institucionales
(manifestaciones, boicots, ocupaciones, desobediencia civil).
Y, como Verba y Nie tienden a centrarse en el sistema político /
gobierno / etc. como el objetivo del PP (excluyendo los modos de pp no
apuntando a las autoridades)

Actuales

La participación política como objeto de estudio se concibe más


ampliamente; puede entenderse como “actividad ciudadana que influye en la
política”.
A partir de Barnes y Kaase (1979), se amplía la definición a “cualquier
actividad del ciudadano/a (común) dirigida a influir (de manera más o menos
directa) en el proceso político y sus resultados” (e.g. Brady 1999 “Political
Participación”).
El ensanchamiento conceptual se evidencia en definiciones que incluyen
actividades que persiguen “tener un impacto en la sociedad civil o alterar un
patrón establecido de comportamiento social” (Norris 2002. Democratic
Phoenix). Es decir, desde el voto, participar en una manifestación, firmar una
petición online, boicotear una marca comercial o participar en un evento de
“guerrilla gardening” …

III. Cambios formales-conceptuales en las formas de participación

Las consideraciones sobre cómo cambia la naturaleza de las formas de


participación (y sobre cómo crece la lista de distintas actividades que se pueden
considerar formas de participación política) se pueden conectar con el debate
sobre el declive vs. incremento de la participación en las democracias actuales.
Aquellos que adoptan una lista más restrictiva/ convencional de los modos
de participación observan un declive en el nivel de implicación política (e.g.
Putnam), mientras que los que usan una lista más inclusiva disciernen un
cambio en la forma de implicación, y no su declive (as Norris, Dalton o Bennett).
La expansión de los modos de participación conlleva la inclusión de
“actividades no políticas” que se utilizan para fines políticos (como las
relacionadas con el consumo) . En términos conceptuales (operativos) implica
“subjetivizar” el concepto de PP (i.e. cualquier actividad puede ser política si
la persona considera su acción políticamente motivada).

En la actualidad, prevalecen, a grandes rasgos, seis características que


definen la participación política; se trata de criterios operativos, con más
capacidad explicativa que los listados de formas.
Implica una actividad observable [i.e, excluimos actitudes, tb ver TV,
navegar por internet [y que ocurre con la abstención electoral, fiscal, etc.?],
Voluntaria (no obligatoria) [¿y qué ocurre con el voto obligatorio?].
Realizada por ciudadanos ordinarios [se excluye actividad política
profesional, y nos centramos en amateurismo]
De acuerdo con su ubicación, tiene lugar tanto en el ámbito del
sistema político como fuera de la estructura de participación
institucionalizada
De acuerdo con su target (destinatario), puede orientarse tanto a la
esfera política como a la sociedad
Tiene que ser intencional, i.e intentos de influir en los patrones de
comportamiento (sistemas de autoridad) existentes: (Se abre a la consideración
de “actividades no políticas” que tienen una intención política (politización).

IV. Formas, frecuencia e intensidad de la participación política.

Las formas de participación han ido incrementándose: primero el voto, luego


actuaciones relacionas con la actividad electoral (campañas), contactos con los
políticos, participación en asociaciones socio-políticas, para ir incluyendo lo que
durante un tiempo se dio en llamar, participación no-convencional, la protesta
(en desuso).
Así que tenemos que la participación adopta formas muy diferentes, hay un
repertorio muy amplio, históricamente y culturalmente determinado. Este
comprende un conjunto de categorías que permite describir la forma que
adopta la participación, se trata de rutinas bien definidas y que resultan más o
menos familiares para la sociedad, o amplios sectores, aunque no las lleven a
cabo; i.e son creaciones culturales (históricas) resultado de procesos de
aprendizaje; resultado del modo de hacer las cosas... (Más en tema 5)

Pero también que puede ejercerse en un grado variable en términos de


frecuencia (o nivel) e intensidad. La frecuencia y la intensidad (con la que se
realizan) varían dependiendo de factores como las propias características de la
actividad, los costes que su realización implique, la cultura participativa, etc.…
Además, las personas pueden tener un repertorio más o menos amplio (el
repertorio de cada persona hace referencia a la variedad de formas de
participación que ejerce un ciudadano en un determinado periodo de tiempo),
por ejemplo, nos sirve para distinguir a los ciudadanos que sólo votan o sólo
participan en una asociación sociopolítica de aquellos que combinan varias
formas de participación. (Lo veremos cuando hablemos de tipologías de formas
y participantes).

La mayoría de los estudios se basan en datos de encuestas (…) Como he


señalado muchas veces no tenemos información sobre la frecuencia y la
variedad del repertorio porque las encuestan no suelen preguntar ambas cosas.
Encontrar información sobre la intensidad a través de encuestas es aún más raro
(e.j. en cuanto a la participación en asociaciones a veces encontramos distinción
entre miembro activo o pasivo).

Tipologías de formas de participación política

Una cuestión común entre los especialistas es si existe una pauta sistemática
en la elección por los ciudadanos de cada una de las distintas formas de
participación: ¿en qué medida conjuntos de estas actividades conforman en la
práctica dimensiones diferenciadas de la participación política?
Dalton, (R. J 2002. “Citizens politics: public opinion and political parties in
advanced industrial democracias”): un ciudadano que lleve a cabo una forma
particular de participación de determinado tipo es probable que realice otras de
ese mismo tipo, pero no necesariamente de otros.

¿Cómo se agrupan las formas de participación?


En el trabajo de Anduiza y Bosch (p.28) se mencionan tres criterios teóricos
diferentes para distinguir distintos tipos de actividades de participación política:
Electoral vs no-electoral. Distingue votar, participar en
mítines, colaborar en campañas, donaciones a partidos del resto.
Convencional vs. no convencional (ya vista anteriormente)
Participación basada en la voz y participación basada en la
salida

Esta última distinción fue introducida por Albert O. Hirschman (1977)


“Exit, voice and loyalty”. Centra su interés en el mecanismo de influencia de
los ciudadanos en el caso de la relación ciudadanos – partidos.
La salida hace referencia a la posibilidad de ejercer presión con la
amenaza de irse (dejar de votar, abandonar una organización, dejar de comprar
un producto, dejar de pagar la suscripción a una organización, dejar de
presentarse al servicio militar)
El ejemplo más claro es el del voto: votar es una forma de influencia basada en
la salida: son inputs basados en el mecanismo de salida que se envían al sistema
político y que funcionan con una dinámica similar a la de la elección de
diferentes marcas o productos en un mercado competitivo. Igual ocurre con el
consumerismo político (nuestras decisiones de compra son inputs que se envían
al mercado).
Se trata de actividades basadas en el anonimato (no se puede escribir en
la papeleta) (y su influencia se basa en la capacidad autorreguladora de un
mercado electoral competitivo_ importancia de los rasgos del sistema de
partidos). Los mecanismos basados en la salida suelen implicar menor coste
(dejar de votar, etc..), pero no siempre: desobediencia civil
La voz-lealtad hace referencia a la posibilidad de comunicar su demanda
hacia el sistema (con información específica), a través de protestas públicas,
peticiones, voto, trabajando como activista (formas de comunicación en el
ámbito socio-político). El ejemplo de Hirschman, es el de participar en los
partidos políticos: el trabajo de voluntario para un partido es un mecanismo
basado en la voz, habitualmente cuando un activista está en desacuerdo intenta
hacer oír su voz, y con menos frecuencia abandona la nave... Cuando está de
acuerdo utiliza esos mismos canales internos para mostrar su disconformidad.
La información que se transmite es clara y suele ser pública.
Fuente: Torcal, Montero y Teorell, 2006. “La participación políticas en España” en Font et al.
(eds) Ciudadanos, asociaciones y participación política en España, Madrid;CIS.

Tipos de participantes

Milbrath (1977) en Political participation establece tres tipos de


participantes: Apáticos (60%)-Espectadores (30%)-Gladiadores (10%).
Barnes y Kaase (1979) Political Action. Considera cinco categorías de
personas según su relación con la participación: Inactivos, conformistas,
contestatarios, activistas y reformistas.
Los inactivos serían los apáticos de Milbrath, no participan casi
nunca (mujeres, edad avanzada y en la periferia social, sin interés por la
política)
Frente a ellos, los activos estarían caracterizados por predominio
de hombres, de edad media, educación alta e ingresos (centro social).
Dentro de ellos, Barnes y Kaase, distingue:
Conformistas (participación convencional, voto)
Reformistas (participación convencional y alguna que otra
manifestación, formas legales de protesta)
Contestatarios (centran su repertorio en la protesta y no
recurren a formas institucionalizadas: jóvenes, nivel de estudios
menor, ideología)
Activistas (que participan en ambas: repertorio más amplio)

2. ¿Quién participa? ¿Por qué unos ciudadanos participan y otros no?

Hacia un marco analítico general de la participación. El modelo del


voluntarismo cívico

La participación no es sólo un fenómeno multidimensional, sino también


requiere explicaciones multifactoriales. Es decir, sobre la participación inciden
muchos y variados factores. Aunque podemos tener un modelo analítico
general para explicar la participación, los modelos explicativos tienen que
adaptarse a los distintos tipos/ formas de la participación.
Quizás el modelo del voluntarismo cívico propuesto por Verba, Scholzman &
Brady (1995, Voice and Equality. Civic voluntarism in American politics) sea el
que propone un marco analítico y conceptual más completo para entender por
qué unos participan y otros no.
Para plantear este modelo, estos autores le dan la vuelta a la pregunta
“¿por qué participa la gente?” y se plantean responder a la contraria: “¿por
qué no participa la gente?”.
(Aquí vamos a exponer ese modelo añadiendo los factores que estos autores
no consideran)

“las personas pueden ser inactivas porque carecen de recursos, porque


carecen de compromiso psicológico con la política, o porque están fuera de las
redes de reclutamiento.”

Tenemos tres tipos de respuestas, que no son mutuamente excluyentes


de porqué la gente no participa:
 RECURSOS/ oportunidades: porque no pueden.
 IMPLICACIÓN PSICOLOGICA/ motivaciones, incentivos,
emociones: porque no quieren.
 RECLUTAMIENTO/ movilización: no participan porque nadie se lo
ha pedido.

En su análisis se combinan los tres factores: recursos, implicación y


reclutamiento en lo que denominan el modelo del voluntarismo cívico. Implica
una elaboración o mejora del modelo SES (estatus socio-económico) y de la
elección racional. Ven como anteriores / prerrequisitos y además pueden
"medir" mejor.

I. Factores explicativos de la participación por recursos/


oportunidades

La respuesta “porque no pueden” se refiere a varios tipos de factores


cuya influencia varía según modos de participación:

 Un primer conjunto se refiere a los recursos individuales con los que


cuenta cada
persona, ya sean materiales (dinero), cognitivos (habilidades cívicas) o
relacionados con el tiempo. (Verba et al. 1995).
En el CVM, Verba et al. Se centran en recursos que facilitan la
participación. Distinguen entre la posición social de los que derivan los recursos
–por ejemplo, origen familiar u ocupación- de los recursos. Esto permite atender
a los procesos por los que estos recursos se adquieren. Enfatizan tres tipos de
recursos: tiempo, dinero y habilidades cívicas. Ubican el origen de estos recursos
en la pertenencia de las personas a instituciones sociales (familia, escuela,
trabajo, asociaciones voluntarias), que configuran/estructuran las circunstancias
sociales, y las decisiones constreñidas que se toman a lo largo de la vida, que
terminan afectando la disponibilidad de tiempo, dinero y habilidades cívicas. Es
decir, dependiendo de la naturaleza de las instituciones y la naturaleza de la
relación de las personas en estas instituciones, se tendrán diferentes
“cantidades de estos recursos”. Verba et al. piensan que estos recursos se
sitúan al principio de la cadena causal que explica la participación.
Modelo SES “Socio-Economic Status” (Verba y Nie, Political
Participation in America, 1972). La probabilidad de implicación política aumenta
con el estatus social, “de esta manera la desigualdad social se traduce en
desigualdad participativa”.
Habitualmente se estudian a través de indicadores (variables) como el nivel de
estudios, ingresos, la ocupación. Otros atributos (indicadores) significativos
suelen ser el género y la edad.

 También se puede ver como una cuestión de disponibilidad biográfica


(McAdam, 1988).

“Mucha gente se echa atrás o renuncia a protestar por las


responsabilidades y constricciones en su vida cotidiana impuestas por el trabajo,
la familia, etc. No todo el mundo resulta biográficamente disponible para la
protesta, incluso aun cuando simpatiza con la causa. Por supuesto, algunos,
cuando están especialmente motivados, tratan de evitar o cambiar estas
constricciones. Es decir, la gente, en ocasiones, consigue esa disponibilidad
biográfica para la protesta” (D. McAdam, 1988 Freedom Summer).

Entre la literatura reciente que trata este tema encontramos la obra


“Scarcity: The New Science of Having Less and How It Defines Our Lives, de
Senil Mullainathan y Eldar Shafir”. El foco de los autores, su pregunta inicial, es
explicar por qué los pobres toman decisiones que a menudo parecen
irracionales. Por qué compran alcohol, juegan a la lotería, fuman o tienen
televisión por cable. Por qué no ahorran y prefieren comprarse un televisor LED
de cincuenta pulgadas a abrir una cuenta de ahorros.
Su conclusión, basada en una cantidad tremenda de evidencia empírica,
es que los humanos tenemos un «ancho de banda» limitado a la hora de
procesar información y tomar decisiones. Podemos atender unas pocas cosas a
la vez, podemos preocuparnos por un número limitado de proyectos, pero
llegado un determinado nivel de actividad y problemas que confrontar no
damos más de sí. El «ancho de banda» disponible, sin embargo, no depende
demasiado de la inteligencia o talento de cada individuo, sino que está
fuertemente influenciado por el contexto. Alguien sin preocupaciones
inmediatas puede procesar una cantidad considerable de información y tomar
decisiones a largo plazo.
Cuando alguien afronta una situación de escasez material inmediata, sin
embargo, su capacidad cognitiva se concentra en responder a esa amenaza, a
ese riesgo inmediato, dejando de lado cualquier otro problema a afrontar.
Alguien en la pobreza tiende a vivir obsesionado por lo inmediato, por el
problema que tiene justo ahora mismo al frente. No hace planes sencillamente
porque su cerebro no le deja pensar en nada más. Este tipo de reflexiones
apuntan hacia otros factores explicativos relacionados con las emociones y los
contactos sociales que abordamos en este tema.

 Otros conjuntos de factores se refieren a las oportunidades


políticas

Esta variable exógena al individuo no la consideran Verba et al. en su


modelo del voluntarismo cívico. Pero las oportunidades políticas (el contexto
político e institucional) resultan clave, ya que los ciudadanos no participan en el
vacío institucional/político. Las oportunidades establecen estructuras de costes-
beneficios…P.ej.: Los canales formales de participación influyen en la estructura
coste-beneficios de la participación que los actores tienen en cuenta a la hora
de participar o no; también influyen en la forma de la participación. Lo mismo
ocurre con las estrategias –informales- de las autoridades respecto a la
participación, que pueden facilitar o obstaculizar; e.g. represión (física) aumenta
el coste…
La estructura de oportunidades políticas (EOP) se refiere a las
propiedades del sistema político (y configuración política del poder) que
proporcionan incentivos (o desincentivos) para que la gente participe o no (o
lleva a cabo una forma u otra de participación)
Implica un marco analítico (macro) para estudiar la aparición de
movimientos sociales, el volumen de protestas en una sociedad, la forma que
adopta, etc. (véase, por ejemplo, S. Tarrow Power in movement –varias
ediciones- ó M. Jiménez, El impacto político de los movimientos sociales 2005)
Nos quedamos con la idea de que el contexto institucional y político (tanto
en su faceta más estructural como dinámica o coyuntural) incide en las
decisiones de participar (facilitando o dificultando) la participación, modela la
participación (tb lo podemos asociar a la idea de movilización del sesgo, de
Bachrach y Baratz, que vimos en TEMA 1).

II. Factores explicativos de la participación por actitudes o


motivaciones.

Esta explicación alude a motivaciones, a factores actitudinales


favorables /desfavorables a la participación y a los razonamientos/sentimientos
detrás de la decisión de participar. Las actitudes son predisposiciones a
sentir/opinar y actuar de un modo determinado. Son relativamente estables y
comprenden tres dimensiones: afectiva, cognitiva, conductual. Se adquieren
mediante la socialización política (primaria) y la experiencia personal (contacto
con organizaciones y a través del propio contexto político e institucional).
También cambian mediante la persuasión.

Hay tres tipos de factores (explicaciones) de esa (falta de) implicación


política:

 Falta de “implicación psicológica” con la política/asuntos públicos”


(desinterés
por la política o falta de sintonía ideológica) (Verba et al. 1995)
Verba et al. Agrupan bajo el concepto de implicación política a un conjunto
de predisposiciones que tradicionalmente se han analizado como interés por la
política:
El sentimiento de eficacia interna (personal) (en qué medida nos
consideramos competentes para entender y ser activos políticamente).
Valores cívicos como sentimientos de obligación moral (deber de
atención a la política, de participar (e.g. votar). Son consecuencia de
interiorización de normas sociales.
La identificación colectiva /preferencias ideológicas/ temas de interés.

 Debido a la percepción que se tiene de las instituciones, sus actores y los


canales
participativos, (variantes desafección institucional vs. descontento).
Posible s facetas relacionado con la idea de apoyos al sistema político
(“apoyo específico”) en D. Easton –Tema 2-.
Percepción del funcionamiento de la democracia
Confianza en autoridades
Sentimiento de eficacia externa
Son muy importantes para entender no solo el nivel de participación sino la
forma de la participación o la percepción de las oportunidades participativas.

 Como resultado del comportamiento racional (son free-riders).


La no participación se produce como resultado de la lógica de la acción
colectiva en relación a bienes colectivos (públicos) En estos casos se produce
una paradoja olsoniana: relacionada con la propuesta que Mancur Olson,
sociólogo y economista en Harvard, lanza en 1965 en su libro “The Logic of
Collective Action: Public Goods and the Theory of Groups”.
En él defiende que “Incluso cuando los beneficios (posibles) superan los
costes de la acción, lo racional es no participar. La gente con intereses comunes
no actúa colectivamente para lograr su realización”. Su teoría es que, lo que
mueve a los individuos a participar no es la consecución de bienes públicos,
sino de bienes privados. De esta manera, un individuo solo participará de la
acción colectiva si espera conseguir un beneficio reservado y particular, no por
la contribución al grupo y el beneficio general.
Los planteamientos generales en relación a la decisión de participar en la
teoría de la elección racional (en su versión más simple) serían los siguientes:
El comportamiento (la participación) viene dada por la valoración
de costes y beneficios.
El principio que guía la acción de los individuos es maximizar su
interés personal
A la hora de decidir participar o no hacerlo, tendrán en cuenta los
costes y beneficios (con la información –limitada- disponible) y las
expectativas sobre lo que harán los demás.
Desde esa lógica, ante un bien colectivo o público (donde el disfrute del
beneficio no depende de la participación), lo racional es no participar, y esperar
que los demás lo hagan por uno (i.e. ser polizón o gorrón); siendo ese efecto
mayor cuanto más grande es el grupo.
Pero la idea del free-rider tiene un problema. Existe una variedad de
“gratificaciones” e incentivos derivados de la participación. Las personas que
resultarán beneficiadas de los logros, por ejemplo, de una serie de
movilizaciones, pueden de hecho no participar y, en su lugar, “gorronear” de
los esfuerzos de otros. Estas personas pueden calcular, por ejemplo, que su
aportación individual en una movilización (presumiblemente multitudinaria)
resulte inapreciable y que, en cualquier caso, disfrutará de los logros de la
movilización. Entonces, ¿por qué molestarse en participar?
Verba et al (1995) realizan una crítica al planteamiento de Olson: Al
centrarse en el lado de los beneficios del cálculo, se está exagerando el
problema de la racionalidad de la participación. Olson trabajó con una visión
estrecha de "incentivos" (principalmente materiales), pero podemos pensar
otras razones (incentivos o gratificaciones) detrás de la participación. En su
investigación pregunta sobre los motivos para participar y encuentran que no
solo aparecen incentivos selectivos materiales (narrow)…

La decisión de participar se ve motivada por otras razones más allá de los


beneficios materiales (incluyendo las emociones y sentimientos).
La justificación de la participación: Ampliando los beneficios de la
participación (e incluyendo emociones)
La lógica clásica de la acción colectiva, supone que las personas tienen
intereses muy estrechos (...) "egoístas". Pero una persona también se moviliza
porque
- se siente obligada (moral o socialmente)
- le satisface llevar a cabo esas actividades
- obtiene otros beneficios o gratificaciones, que también actúan como
incentivos selectivos (por ejemplo, relaciones sociales, aprendizajes),
Y esto, independientemente de su percepción sobre la probabilidad de éxito*
* Aunque en el caso del voto la literatura habla de la "ilusión del votante"
(la percepción de que su voto cuenta / decisivo)
Es decir, la participación no sólo está vinculado a los beneficios derivados
de la consecución de los objetivos, sino que existen otras “gratificaciones”. En
este sentido Verba et al. distinguen:
- Beneficios materiales Aprendizaje, currículum, obtener ayuda,
servicios de diverso tipo
- Gratificaciones sociales: Excitación, sociabilidad, encontrar amigos,
personas influyentes, reconocimiento, presión social
- Gratificaciones cívicas: Deber moral, contribuir con mi parte, a la
mejora
- Beneficios derivados de los objetivos: Oportunidad de influir en las
decisiones
Lo destacable es que algunos de estos beneficios no se pueden obtener
si no es participando: de tal manera que lo que para Olson es un coste, puede
resultar siendo un beneficio.
Al mirar más allá de incentivos materiales, nos encontramos una serie de
factores, de tipo cultural, no solo cogniciones, sino también valores morales y
emociones que nos ayudan a entender por qué la gente participa o no lo hace.
Ya hemos mencionado algunos como los sentimientos de eficacia interna, las
normas sociales favorables (sentimientos de obligación moral, pero tb de
presión social –si nos observan), las lealtades afectivas: sentimientos
relativamente estables hacia otros (que pueden ser grupos) y que se expresan
en confianza/desconfianza, agrado/ desagrado, etc... o las identidades
colectivas (sentimientos de pertenencia colectivos, pero también de rechazo).
Vamos a detenernos en otros conceptos, que encontramos en la
literatura, sobre todo de movimientos sociales, que nos ayudan a entender los
procesos psicológicos asociados a la participación…. En particular, nos interesa
el concepto de “liberación cognitiva”.
El proceso de “liberación cognitiva” y participación en la protesta
(McAdam, 1982).
La gente habitualmente no se rebela (abiertamente) contra el statu quo,
no importa como de miserable/mala sea su situación. Lo hace en cambio
cuando pasa a considerar que la situación es injusta o ilegitima (en lugar de
inevitable o normal/natural) y que tiene la capacidad de modificarla a mejor.
Juntos, estos sentimientos de injusticia y eficacia configuran lo que D.
McAdam denominó “liberación cognitiva” (cambio en la conciencia). Pero, ¿Es
causa o consecuencia de la participación?
Por supuesto, es posible que la gente solo desarrolle un sentido de
eficacia o de “empoderamiento “después de comenzar a participar
colectivamente en acciones de protesta (o de otro tipo). Al principio, y a veces,
durante un periodo largo, la gente no estará segura de sí la protesta tendrá
algún efecto. En este sentido, la liberación cognitiva puede ser producto y no
causa de la protesta. (i.e estamos posiblemente ante una relación causal
recíproca). La aparición de un movimiento de protesta o una movilización
implica un cambio de conciencia y orientación hacia la acción. Este cambio de
conciencia tiene al menos tres aspectos/fases diferentes:
El sistema (o algunos aspectos del sistema) se cuestiona, pierde
legitimidad, y se extiende la idea de que determinada decisión de las
autoridades o de determinado arreglo institucional es equivocado o
injusto (lleva a una situación de injusticia).
El fatalismo inicial (la percepción de inevitabilidad) cede paso a la
afirmación de derechos, que implica demandas de cambio.
Aparece un nuevo sentimiento de eficacia: la gente que
habitualmente se siente ineficaz, comienzan a creer que tienen capacidad
para modificar la situación o que “merece la pena intentarlo”.

Estas cogniciones no se basan en exclusivamente en observaciones


empíricas o información, sino que se entrelazan con emociones, muchas de ellas
relacionadas con el grupo, las redes sociales, etc.; i.e. son parte de un proceso
colectivo de interacción (cognitivo y emocional). J. Jasper prefiere hablar de
“liberación emocional” como conjunto de emociones que destituyen los
bloqueos a la protesta.
Otros conceptos usados en esta literatura son, por ejemplo, energía
emocional o emociones morales. La primera se refiere a un estado de
entusiasmo, agitación o gozo que se experimenta durante la acción colectiva.
Las emociones morales sentimientos de aprobación/desaprobación (incluidos
los relativos a nosotros mismos y nuestras acciones) basados en instituciones o
principios morales, tales como la vergüenza, la culpa, el orgullo, la indignación,
la furia, ….

Los valores morales y el shock moral también pueden desencadenar


nuestra participación política. A veces, en el transcurso de nuestra vida
cotidiana, nos ocurre que algo, un suceso, nos aflige, sorprende y nos
escandaliza. A veces nos toca de cerca (afectados directos): la muerte violenta
de alguien cercano o con quien nos identificamos, la decisión de construir una
incineradora en nuestro pueblo (…) Otras veces nos identificamos como
afectadas morales: un juez es asesinado por una banda terrorista; nuestro
gobierno decide participar en una guerra….
Shock moral: la sensación de vértigo que se produce cuando un evento o
información muestra que el mundo no es como se había esperado, y que, a
veces, puede conducir a la activación, articulación o replanteamiento de los
principios morales (Jasper, 2011). El shock moral forma parte de un conjunto de
explicaciones (parciales) de la configuración de agravios movilizadores,
conocidas como teorías de la disrupción de lo cotidiano.
¿Reacción inmediata o acumulativa? Algunas veces, nuestra reacción
emocional es producto de un evento concreto como un asesinato, una decisión
del gobierno en otras es un proceso más reflexivo como consecuencia de
acumulación de informaciones en el tiempo.
Emociones morales y potencial de movilización: En ocasiones, la
condición de afectada moral abre el potencial de movilización a sectores muy
amplios de la sociedad… (puede reducir la necesidad de otros estímulos
movilizadores externos).

Un ejemplo para ilustrar esto serían la docena de motivos específicos diferentes


que resultan del análisis de las respuestas obtenidas a la pregunta de «¿Por qué decidió
participar en esta manifestación?
» pueden a su vez agruparse en tres tipos de razones más generales: los dos
primeros reflejan la incidencia de motivaciones que hemos señalado al principio de
este trabajo: las de tipo político (de crítica política, con un componente partidista
importante) y las de tipo moral, relacionadas con el valor de la paz y la no-violencia.
Aunque son menos frecuentes, también aparecen un tercer tipo de razones que se
refieren a la participación como razón (en sí) para manifestarse, ya sea como forma de
expresión de opiniones y sentimientos individuales o como una responsabilidad
ciudadana.
Las referencias al pacifismo (y la no-violencia) aparecen como la razón subjetiva
más frecuente. Argumentos como «Me opongo a todas las guerras» o «Nunca puede
haber argumentos a favor de la guerra», son expresados de manera espontánea por un
34% de los asistentes. En otro 4,4% de los casos, encontramos un discurso cercano que
alude al daño sobre la población civil y el sufrimiento del pueblo iraquí. También
dentro de las razones de tipo moral, aunque no necesariamente reflejo de valores
pacifistas, están las que consideran la guerra como injusta y denuncian la existencia de
un doble rasero a la hora de considerar violaciones del derecho internacional por parte
de distintos países (17%) o hacen referencia a la naturaleza ilegal de la intervención, al
no contar con el respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU (13%). Entre las
justificaciones con un componente de crítica política más claro, aparecen con relativa
frecuencia menciones a la falta de justificación de la guerra, criticando las razones
esgrimidas por los líderes políticos a favor de la intervención (21%) y, a veces,
indicando los intereses económicos (y geopolíticos) como causa de la guerra («No más
sangre por petróleo»). En la misma línea, otros participantes plantean un discurso
crítico con la política de EEUU y, en particular, con su presidente (8%). No obstante, el
desacuerdo político tiene como blanco más frecuente al Gobierno del PP. En este
sentido, se han identificado dos elementos discursivos diferentes: la crítica a la posición
pro guerra del Gobierno (21%) y la crítica a su actitud autoritaria, sorda a la opinión
pública (15%) 42. Otro tipo de razones con un alto componente ideológico 39. Para
cada encuestado se han codificado hasta un máximo de cinco razones o motivos, por
orden de aparición en su respuesta.
Razones morales, ejemplos: «Porque carece de sentido masacrar a un pueblo
incluso cuando tiene un dictador»; «Porque me parece repugnante el desprecio que
existe por la vida humana y el profundo respeto que se da al dinero»; «Por el derecho a
la vida (una vez nacidos), y por considerar que la población no es culpable
(responsable) de los desmanes de sus gobernantes».
Razones políticas: «Porque el ataque a Irak es injusto y desproporcionado.
Porque otros países han incumplido de manera más flagrante y criminal las
resoluciones de la ONU (Israel,Marruecos)»; «La hipocresía de los poderosos. Actúan
donde tienen intereses económicos permitiendo dictaduras donde les conviene y no les
incordian». «Contra el Gobierno Aznar, por su seguidismo y prepotencia».
“En el caso de la participación en manifestaciones, la expresión paradigmática
de este proceso de normalización la hallaríamos en aquellas movilizaciones en las que
las emociones y la victimización juegan un papel movilizador central mediante la
politización de los afectados por sucesos o situaciones que generan agravios morales
(….). En estas manifestaciones nos encontraríamos con gente normal que se convierte
en manifestante ante un evento o situación que provoca un shock moral y que no
responden, por tanto, al perfil del manifestante típico o tradicional (….). Cuando los
sentimientos de injusticia moral se constituyen como la razón primera para participar,
la condición de «afectado» puede abarcar a toda la ciudadanía. En estos casos (…) la
decisión de participar está menos condicionada por variables políticas, como la afinidad
partidista o la ideología, al mismo tiempo que pueden impulsar la participación de
ciudadanos no interesados en la política. La protesta moral no solo hace confluir
ciudadanos políticamente activos de diversas afinidades políticas, sino que también
puede llevar a la calle a aquellos no interesados en política y/o con poco o ninguna
experiencia previa en manifestaciones (…)” (M. Jiménez 2011. La normalización de la
protesta, pp.14-15).

III. Factores explicativos de la participación por movilización /


reclutamiento.

Nos referimos a procesos de reclutamiento y movilización de las


personas. Son recursos o factores facilitadores fundamentales para entender la
acción colectiva en multitud de ocasiones. Implica reconocer que la
participación tiene lugar en situaciones interactivas y que suele ser activada por
otro actor (de manera directa o indirecta). Desde esta perspectiva la
participación se ve como respuesta a estímulos del entorno más que resultado
de recursos y actitudes individuales.
Movilización: proceso a través del que las instituciones, organizaciones o
personas y las redes sociales inducen a los ciudadanos a participar
políticamente. Esta puede tener su origen en:
La red de contactos sociales de cada persona (importancia del tipo
de familia, barrio, etc.)
El tejido asociativo de nuestro entorno. Las organizaciones como
agentes “mediadores” de la participación (generan identidades,
elaboran frames o marcos de interpretación de la realidad- que facilitan
la movilización). Podemos diferenciar dos mecanismos a través de los
que la participación en asociaciones favorece la implicación política:
Movilización directa (a través de convocatorias, llamamientos…) … no es
necesaria la implicación en la organización (pero si es importante la
identificación, simpatía, etc.). Indirectamente: para sus socios/seguidores
las organizaciones suponen una fuente de habilidades cívicas
(recursos/capital social), extensión de contactos personales, fuente
información, etc. que favorecen la participación…
Medios de comunicación (arenas y agentes movilizadores)
Redes sociales (Bennett: lógica de la acción conectiva)

La acción conectiva

El concepto de la acción conectiva es propuesto para dar respuesta a la


pregunta ¿Cómo funciona la “acción digital en red” en una era de
participación política cada vez más personalizada? El declive a largo plazo de
pertenencia a org. cívicas y políticas junto con una "personalización" de estilos
de vida y prácticas mediáticas, sugiere que la (lógica) de la participación de las
personas en la política puede haber cambiado.
Para explorar este cambio, Bennett y Segerberg aportan el concepto de
"acción conectiva", una forma de acción contenciosa basada en compartir
contenidos personalizados a través de las redes sociales. Esto contrasta con una
lógica anterior de acción colectiva que se basa en la formación de identidades
colectivas por parte de organizaciones (como mecanismo incentivador
fundamental de la acción).
El reto para las redes de acción "conectivas" no lograr que los individuos
contribuyan a una causa. Después de todo, la gente ya está contribuyendo de
forma rutinaria con su trabajo voluntario, o "compartiendo", a través de las
redes sociales. En su lugar, el desafío es cómo convertir ese compartir en
“implicación política”, dirigido a políticas, a impactar en los medios de
comunicación (o patrones de comportamiento social). La respuesta no consiste
tanto en sumar a los individuos bajo una identidad colectiva, sino más bien
lograr que compartan "marcos personales" derivados de ideas inclusivas,
(Variantes en el "Soy el 99%“).

De la acción colectiva organizacional a la acción conectiva:

Acción Colectiva organizacional: Fuerte coordinación organizativa


de la acción. Los organizadores (e.g. de movimientos sociales) buscan superar
barreras de participación, ofreciendo incentivos, proporcionando formación,
concienciación… Implica que las organizaciones logren controlar los mensajes
utilizando estructuras (canales) para promover el consenso (frames) y la
solidaridad. Importancia miembro (identificados) y acceso mass media
Acción Conectiva facilitada por las organizaciones: Débil
coordinación organizativa de la acción. Menos énfasis en miembros formales o
estructurar de forma exclusiva sus campañas. En su lugar, se unen a redes. Las
páginas web y redes sociales (como Facebook) ofrecen usos de medios
personalizados, mediante los cuales los individuos se pueden comprometer con
problemas y compartir ideas y planes de acción directamente entre sí. Redes
amplias. Foco hacia los públicos interconectados.
Acción Conectiva facilitada por el público: Poca o ninguna
coordinación organizativa de la acción. Movilizaciones a gran escala que tienen
poca organización central, pocos líderes formales, poco trabajo de formar
coaliciones (se rehúyen organizaciones formalizadas) (ejemplo 15M). Marcos
(frames) de acción inclusivos e individualizados (e.g. Somos el 99%; Democracia
Real Ya!) Se basa en compartir iniciativas personales en las redes sociales.
Facilitada por el acceso a las tecnologías de la comunicación digital. Marcos de
acción altamente personalizados (que surgen de la propia interacción).

Ejemplo de estudio sobre proceso de movilización (de alto riesgo):


Freedom Summer (McAdam, 1988)

En junio de 1964, más de mil voluntarios - la mayoría de ellos,


estudiantes universitarios blancos del norte - llegaron a Mississippi para animar
el registro de votantes negros y como personal para las "escuelas libres" dentro
de la campaña del Verano de la Libertad organizada por el Comité Coordinador
Estudiantil No Violento (Student Nonviolent Coordinating Committee). En diez
días, tres de ellos fueron asesinados; a finales del verano, otro había muerto y
cientos más habían sufrido ataques con bombas, palizas y detenciones. Menos
espectacular, pero no menos importante, los voluntarios encontraron una
exposición "liberadora" a los nuevos estilos de vida, a las nuevas ideologías
políticas y a una visión de América y de ellos mismos radicalmente nueva. Doug
McAdam (1988) parte del análisis de las solicitudes al programa (736) con
información sobre características socio-demo, motivos para querer participar y
“su relación social” con la campaña.

El perfil de los solicitantes era de jóvenes acomodados (debían costarse


ellos el viaje, etc…). Procedían de las mejoras universidades (más de 200
Colleges): casi 20% de Harvard, Yale, Princeton y Stanford, la mayoría blancos:
solo 10% negros, el 40% mujeres (% similar a su presencia en universidades) y la
mayoría sin “responsabilidades o cargas”: solo 22% trabajo a tiempo
completo (muchos profesores); solo 10% casados; solo 2% con hijos. En
definitiva, tenían recursos individuales y disponibilidad biográfica.
Además, se daban una gran variedad de motivaciones. Eran jóvenes
idealistas, con una concepción al respecto de “misión de su generación”. En
el grupo se daba una variedad ideológica (no había un único marco
interpretativo de la realidad común), de hecho, algunos no tenían motivos
políticos aparentes; se daban incentivos por cuestiones profesionales
(profesores al inicio de su carrera) o motivaciones de tipo religioso. Las
motivaciones políticas se articulan más en torno a discursos de retórica
patriótica que a posiciones de izquierda (radical), es frecuente señalar
congruencia con “las enseñanzas de sus padres” (que cuestiona la visión de la
movilización estudiantil como rebeldía generacional).
Aquí, la idea del activista movido únicamente por sus ideas no es
frecuente; más bien la participación parece mediada por una combinación de
contactos relaciones personales y lazos organizativos:
La mayoría pertenece a una organización (solo 15% no indicó
pertenencia alguna; 60% señaló dos o más pertenencias);
50% vinculado al SNCC o equivalentes (org. de dchos. civiles); 21%
grupos/clubs estudiantiles; 21% grupos de iglesia/religiosos; 14%
organizaciones de izquierdas.
90% tiene experiencia previa (i.e. vinculación al movimiento,
organizativamente o acciones quizás menos intensas)
Al menos un 25% se conocía previamente (a partir del cruce de
respuestas a una pregunta en la que pedían nombres de otras personas que
podrían estar interesadas)
La vinculación a organizaciones y los lazos sociales se presentan como un
elemento muy importante.

¼ de los solicitantes no participó finalmente (no fue a Mississippi) ¿Eran


diferentes de los que sí participaron? SÍ
En términos de los tres tipos de factores considerados, McAdam concluye
que la decisión de no participar (finalmente) parece tener que ver más con la
disponibilidad biográfica que con diferencias ideológicas. Los vínculos sociales
parecen determinantes (posiblemente para superar el miedo): las
probabilidades de viajar son menores cuando no se es miembro de
organizaciones del movimiento, no se tienen amigos participando y no se
tienen experiencias previas de participación…

3. La desigualdad participativa
¿Se está reduciendo la desigualdad participativa? Los casos de la normalización de la
protesta y la influencia de las TIC. ¿Importa la desigualad participativa?

I. ¿Cuándo las desigualdades participativas se convierten en


desigualdades políticas?

Barreiro (1992) analiza los determinantes socio-políticos de la


participación en relación con cuatro formas extendidas de participación.
La tabla 1 indica los efectos parciales de cada variable considerada en la
probabilidad de participar en cada actividad. Los valores indican cómo varía esa
probabilidad cuando varían los valores de esas variables (manteniendo los
demás constantes) en relación a una categoría de referencia.
Las categorías de referencia
para las variables categóricas
corresponden a los valores del
ciudadano típico/medio: joven
(30-49), con estudios secundarios,
que no pertenece a ninguna
asociación, vive en un municipio
de unos 50.000 hab. con poco
interés en la política, que no se
siente próximo a ningún partido,
que afirma no tener ideología,
que piensa que todos los partidos
son iguales, valoración
regular/bien del gobierno,
valoración regular de la oposición,
que valora regular positiva la
situación política.

(Tabla 2 abajo)
Para analizar cuantitativamente la
desigualdad participativa y sus factores, se toman:

Índices de representatividad de las categorías de las variables ( IR): %


categoría asistentes / % categoría en la muestra. (Ej. Personas sin estudios: % sin
estudios entre los participantes: 4%; % sin estudios entre los encuestados: 8%;
IR= 4/8= 0,5)

Índices de desigualdad de la variable (ID): IR categoría más bajo/ IR más


alto (cuanto más cerca de 1, menor desigualdad) IR sin estudios=0,5; IR
universitarios= 1,3; ID= 05/1,3= 0,38
Como se puede observar, en el caso español, la desigualdad social lleva a
la desigualdad de participación en el caso de actividades extra-institucionales /
protestas. Por el contrario, se podría decir que el voto es más igualitario, o que
los votantes representan mejor a toda la población.

II. ¿Cómo afecta la desigualdad participativa a la democracia (a la


igualdad política)?

La menor participación de los desfavorecidos podría incidir en las


políticas de los decisores:
Si los que tienen menos recursos son los que menos protestan, sus intereses
estarían menos presentes en los procesos de toma de decisiones (en el caso de
que las autoridades hagan caso a estas formas de participación…)
La desigualdad participativa se traduciría en desigualdad política (y ésta
en desigualdad social, conformando un círculo vicioso)
Esto dependerá de la medida en la que las preferencias de los que
participan (e influyen políticamente) sean diferentes de las que no lo hacen, o
del grado de “altruismo” / “egoísmo” detrás de la participación.

“Los estudios de participación ciudadana a menudo asumen que una


participación generalizada e igualitaria es beneficiosa para la democracia. Este
artículo examina los argumentos a favor y en contra de la participación
ciudadana igualitaria: si bien puede conducir a una participación de menor
calidad -menos informada y menos favorable a la democracia-, también
conduce a una distorsión de las necesidades y preferencias de los ciudadanos a
medida que se comunican a la política proceso” (Verba S. 2003: 663)
“Observando a algunos mendigos en la calle mientras caminábamos, le
dije que suponía que no había país en el mundo en el que se impidiera la
miseria en las clases humildes del pueblo. Johnson [respondió]: "Creo, señor,
que no existe, pero es mejor que algunos sean infelices a que ninguno lo sea,
cuál sería el caso en un estado general de igualdad" (Boswell, 1763).
“Podemos creer naturalmente que no es la prosperidad de unos pocos,
sino el mayor bienestar de todos lo que es más agradable a la vista del Creador.
. .. Un estado de igualdad es tal vez menos elevado, pero es más justo, y su
justicia constituye su grandeza y su belleza” (Tocqueville 1835).

Supongamos que los desfavorecidos fueran más activos políticamente,


¿pondrían en la agenda distintos temas que los más favorecidos?
Si observamos los datos acerca de la participación política realizada por
medios institucionales y dirigida al gobierno y la administración (Citizen
Participation Study, Verba et Al., 1995) y nos centramos en aquellos que
realmente transmiten un mensaje, como una carta a un funcionario, la
participación en una protesta o una contribución de campaña acompañada de
una comunicación sobre el por qué el individuo está haciendo la contribución-
encontramos que las personas desfavorecidas son solo un tercio del total. Lo
mismo pasa con la probabilidad de enviar mensajes informativos a los
funcionarios, resulta interesante compara el contenido de los mismos: las
personas más desfavorecidas (menor renta y sin estudios superiores), tienen el
doble de posibilidades de solicitar necesidades básicas (alimentos, vivienda,
atención médica) o de intentar poner en la agenda cuestiones relativas a drogas
o violencia. Los de mayor estatus socioeconómico, por el contrario, tienen tres
veces más posibilidades que estos de intentar, con su participación, poner en la
agenda la educación, el medio ambiente, o discusiones relativas a los impuestos
y el gasto público.

Los datos sugieren que la relativa inactividad de los desfavorecidos a la


hora de plantear cuestiones al gobierno afecta a la conformación de la agenda
pública. Si los ciudadanos menos favorecidos cobraran una mayor visibilidad,
los programas gubernamentales que implican cubrir sus necesidades básicas
tendrían más posibilidades de aparecer en la agenda.
La participación enfocada a los más favorecidos, podría conllevar una
mayor sofisticación política, pero también implicaría una mayor desigualdad.
Esto nos lleva de nuevo a la noción limitada de Schumpeter de la democracia
basada en las elecciones. ¿Podría este sistema proveer de manera adecuada?

III. La desigualdad digital, ¿una nueva fuente de desigualdad política?


(Cantijoch, M. 2014)

No todos los usuarios de internet tienen la misma capacidad para


explotar los recursos que ofrecen las tecnologías de la comunicación y la
información. Esta desigualdad digital se trasforma a la esfera política: aquellos
que son más hábiles en internet son más capaces de realizar actividades
políticas en la red y fuera de ella. Las diferencias no se han reducido en el
tiempo, pero las habilidades, en general, han aumentado.
Los grupos tradicionalmente menos favorecidos cada vez tienen mayor
acceso a recursos digitales políticos y no políticos. Con los cambios en la brecha
digital no sólo ha aumentado el acceso a Internet, sino que se ha reducido
radicalmente el sector de la población con pocas habilidades digitales: En 2013
más del 80% realizan al menos cinco tareas en Internet (50% siete o más).
El gráfico 1 muestra la proporción de personas adultas en España con
diferentes niveles de habilidades digitales en tres momentos en el tiempo: en
2001, cuando internet apenas iniciaba su expansión en España; en 2007, año en
el que según diversas fuentes se supera por primera vez la barrera del 50% de la
población con acceso a internet y en el que nacen las primeras redes sociales; y
por último, 2013, año para el cual disponemos de los últimos datos disponibles;
nivel bajo de habilidades digitales: máximo de dos tareas (en la mayoría de los
casos se trata del uso del correo electrónico y la búsqueda de información).

Habilidades según tareas en internet:


uso del correo-e, búsqueda de info.
Gestiones admin./banc descarga de
archivos, instalación de software,
videoconferencias, compra online
mantenimiento página web o blog
propios…
Bajo: 1 o 2 tareas
Medio-bajo: 3- 4 tareas
Medio alto: 5-6 tareas
Alto: siete o más

¿Se distribuyen estas habilidades de forma igualitaria entre los usuarios


de internet? (en función de sexo, grupos de edad y nivel de estudios).
“La desigualdad persiste y no se puede hablar de un proceso de
reducción en la magnitud de las diferencias. Sin embargo, los niveles entre los
segmentos menos privilegiados ya no se ubican en el escalón más bajo de la
distribución, lo cual indica que poco a poco estos grupos van accediendo a más
recursos y oportunidades digitales”

¿Cómo se trasladan las desigualdades en hab. digitales a la esfera


política?
A mayor nivel de habilidades digitales, mayor la proporción de usuarios
que declaran haber realizado estas actividades políticas (online), el patrón se
mantiene en el tiempo.

¿Facilitan las habilidades digitales la participación “off-line”?


De acuerdo con distintas investigaciones: SÍ, en la medida que aumentan
el acceso a la información, sería un factor explicativo adicional (no ocurre así en
el caso de la participación electoral).
Un ejemplo de movilización facilitada por los medios digitales es la
concentración en Madrid el 13 de marzo de 2004 que se convocó mediante un
SMS que decía: "¿Aznar de rositas? ¿Lo llaman jornada de reflexión y Urdaci
trabajando? Hoy 13M, a las 18h. Sede PP, c/Génova 13. Sin partidos. Silencio por
la verdad. ¡Pásalo!".
Cientos de personas, sin un mismo convocante que las uniera,
coincidieron protestando frente a la sede del Partido Popular. En ese momento,
en España, se jugaba el destino de las elecciones.
Detrás de estos acontecimientos no hubo ningún partido o plataforma
política, no hubo ningún sindicato; ni siquiera algún periodista de los medios de
la oposición -como sugirió un periódico- sino un ciudadano que convocó a un
pequeño grupo de amigos allí y se encontró con 4.000 personas exigiendo la
verdad a sus gobernantes. El mensaje, que desencadenó la concentración, se
expandió primero por teléfono móvil y finalmente invadió los foros de internet
La casualidad quiso que esa noche frente a la sede del PP, preparadas
para informar de la jornada electoral -que tendría lugar 24 horas más tarde- se
encontraran diversas emisoras de televisión del mundo que tenían las antenas
parabólicas desplegadas... sólo tuvieron que enchufar y conectar en directo.
En palabras del autor del primer SMS (mensaje) que desencadenó la
concentración: "Yo no le llamaría manifestación, la verdad es que fue una
concentración de gente y yo no tenía ni idea de que iba a haber tanta. Yo pensé
que nos íbamos a apuntar un grupo de amigos. En todo caso no conozco la ley
electoral ni lo que dice sobre las jornadas de reflexión, pero allí estaba la policía
y en caso de que hubiera sido ilegal lo que debería haber hecho es haberla
disuelto".

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