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Canto a la Madre Tierra

Te honramos, refrescante bodhisattva Tierra,


madre de este mundo
y de todas sus especies.
Queremos volvernos a ti con respeto,
bello planeta verde
en la inmensidad del cielo.
Has dado a luz a innumerables especies,
creado infinitas maravillas de la vida,
amado con profundo sentido
de no discriminación,
abrazado a todas las especies
sin rechazar ni una,
leal, fidedigna, tolerante y estable,
madre que sustenta a todas las especies.
Bodhisattvas infinitos brotan
de tu fresco y verde regazo.
Madre, tu abrazas y transformas,
barriendo todo odio humano,
creando nueva vida día y noche,
ayudando a que broten de la tierra flores
celestes.
Abierta a miles de otras galaxias
compartes tu alegría en el triquiliocosmos.
La interdependencia es tu verdadera naturaleza,
conservar y proteger
para que nada se pierda,
no ser, no nada,
no eternidad, no aniquilación,
ni igual, ni diferente,
sin venir, ni partir,
tu amor no conoce límites,
tus virtudes no tienen tacha.
Las cuatro mentes inconmensurables
son tu naturaleza.
Al igual que los cuatro grandes océanos,
nunca se secan. (C)
En cuanto regresa la primavera,
luces un nuevo traje bello y fresco,
de rojas rosas, de verde sauce.
Cuando llega el verano,
toda la flora muestra sus brillantes colores.
En todas partes se hallan
buenas semillas, dulces frutos.
Cómo brillan los colores del bosque en otoño
hasta que llega el invierno
y el cielo se llena de copos de nieve.
El canto de la marea vespertina
es como el retumbar del trueno.
La luz del amanecer pinta un cuadro sin par,
haciendo visible todo el esplendor del universo.
Eres la más bella flor del sistema solar,
la sabiduría que ilumina las diez direcciones,
la mente que se abre a todo lugar.
Madre, eres el paraíso del presente,
haces posible el futuro
para todas las especies.
A ti venimos y en ti tomamos refugio,
no perseguimos nada,
aceptamos lo favorable y lo adverso.
Vemos que estás siempre en nosotros,
nos vemos en ti por siempre,
queremos seguir tu buen ejemplo
y vivir cada momento con paz y alegría.
Honor a la refrescante bodhisattva Madre
Tierra.

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