Está en la página 1de 1

EL ROBLE

Y
EL SAUCE
UN AMOR ETERNO ENTRE DOS MUNDOS

Había una vez, en un lejano reino medieval llamado Eldoria, un joven valiente llamado Aiden.
Aiden no provenía de la nobleza, pero su corazón leal y su valentía lo llevaron a convertirse en
el guardia del majestuoso Palacio de Eldoria. Un día, mientras patrullaba los límites del reino,
Aiden decidió aventurarse en el misterioso bosque que rodeaba Eldoria. En medio de la
espesura, se encontró con una hermosa joven que parecía surgir de la mismísima naturaleza.
Ella se llamaba Seraphina, una ninfa del Reino de las Aguas Esmeralda, que vivía oculta en los
rincones más profundos del bosque. Aiden y Seraphina se enamoraron a pesar de las
diferencias entre sus mundos. Los humanos y las ninfas vivían separados debido a antiguas
disputas que los consideraban avaros y egoístas. Sin embargo, su amor floreció en secreto. Se
encontraban en la penumbra del bosque, bajo la luz de la luna, compartiendo sus sueños y
esperanzas.

Pero la felicidad de Aiden y Seraphina no pasó desapercibida para el reino de las ninfas.
Cuando descubrieron el romance prohibido, las aguas del río se estremecieron y las hojas de
los árboles murmuraron su traición. En un acto de ira y desesperación, las ninfas decidieron
castigar a Seraphina por su relación con un humano. En una triste y desgarradora noche, el
bosque presenció cómo Seraphina, la ninfa del amor, se transformaba en un sauce llorón a la
orilla de un río, sus lágrimas reflejando la tristeza que embargaba su corazón. Aiden, al
descubrir la desafortunada transformación de su amada, juró seguir amándola eternamente.
Desde aquel día, y hasta su vejez, Aiden visitó el sauce llorón. Cada día, llevaba consigo las
más hermosas flores del bosque y le contaba a Seraphina sobre las maravillas y desafíos del
reino humano.

Finalmente, en el ocaso de su vida, Aiden se recostó bajo las ramas del sauce llorón y cerró los
ojos. Su amor verdadero había perdurado a lo largo del tiempo. Las ninfas, conmovidas por
la devoción de Aiden, decidieron transformar su cuerpo en un fuerte roble que abrazaba con
sus raíces al sauce llorón. En medio de ellos dos, se creó la forma de un corazón, simbolizando
el amor eterno que trasciende las barreras de los mundos y las eras. Y así, en ese rincón especial
del bosque, el roble y el sauce llorón se convirtieron en un símbolo de la unión entre dos almas
que se amaron más allá de las adversidades.

También podría gustarte